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DIOS EN TIEMPOS

LÍQUIDOS
Propuestas para una
espiritualidad de la fraternidad

Seminario Teológico de
215 Cristianisme i Justícia
DIOS EN TIEMPOS LÍQUIDOS
PROPUESTAS PARA UNA ESPIRITUALIDAD
DE LA FRATERNIDAD
Seminario de Teología
de Cristianisme i Justícia

Un punto de partida: la fe nace de un grito  .............................................  4


Introducción: una espiritualidad situada desde las víctimas  ............ 6
1  La posmodernidad en busca de ¿nuevas? espiritualidades  ...............  8
2  El Dios no burgués: el único en quien puedo creer  ...........................  15
3  La salvación cristiana, ¿salvarse o ser salvado?  ..................................  19
4  La espiritualidad que nos hace «excéntricos»,
justos y compasivos  ................................................................................  24
Apéndice: Iglesia de Jesús, iglesia de los pobres  ......................................  29
Glosario  ...................................................................................................................  30
Notas  .........................................................................................................................  31
Cuestiones para la reflexión  ...........................................................................  32
Los autores del escrito han sido José Laguna, Manu Andueza, Javier Vitoria, José
Ignacio González Faus y Joaquín Menacho, con un importante trabajo de edición de
Jaume Flaquer y Tere Iribarren.

El seminario interno de Teología está formado por Manu Andueza, Núria Caum, Josep
Cobo, Víctor Codina, Jaume Flaquer, Josep Giménez, José Ignacio González Faus,
Víctor Hernández, Pilar de la Herrán, Tere Iribarren, José Laguna, Jesús Martínez
Gordo, Joaquín Menacho, Carme Molist, Oriol Quintana, Josep M. Rambla, Lucía Ra-
mon, Jesús Renau, Paco Tauste, Javier Vitoria.

Edita: Cristianisme i Justícia Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel.: 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 18004-2019
ISBN: 978-84-9730-445-0 - ISSN: 0214-6509 - ISSN (virtual): 2014-6574

Impreso en papel y cartulina ecológicos - Dibujo de la portada: Roger Torres


Edición: Santi Torres Rocaginé - Corrección del texto: Cristina Illamola
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Septiembre 2019

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«Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres
porque sus opciones de vida implican prestar más atención a
otros asuntos» (Papa Francisco [EG 201]).

Durante el curso 2017- 2018, el seminario Teológico de Cristianisme i


Justícia tomó como referencia las nuevas corrientes de espiritualidad
que van extendiéndose acríticamente y sobre las cuales ha alertado
la Congregación para la Doctrina de la Fe, en un documento reciente.
Ellos incitaron y provocaron nuestra reflexión. Así, valorando sus apor-
taciones, pero deseando clarificar ciertos elementos ineludibles de la
teología cristiana que se construye desde los «últimos» de este mun-
do, ofrecemos esta reflexión con elementos que son una constante de
nuestro centro de estudios.

Se trata de un cuaderno de alto voltaje teológico, por lo que su lectura


puede resultar difícil; os pedimos que seáis pacientes y perseveréis. A
menudo, la letra no es fácil, pero vale la pena dejarse llevar también por
la música. Al final del cuaderno tenéis un glosario a modo de ayuda,
en el que se recogen todos aquellos conceptos y palabras (marcadas
con *) que para algunos pueden ser nuevas o de difícil comprensión. No
dejéis de consultarlo durante la lectura. Si llegáis hasta el final, habréis
logrado una muy notable introducción a uno de los debates teológicos
de mayor calado hoy en Occidente.

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UN PUNTO DE PARTIDA: LA FE NACE DE UN GRITO

–¿Qué te ha pasado en la mano?

Hacía ya un tiempo que conocía a Nasser. Siempre me había fijado en su mano, pero
hasta ahora no me había atrevido a preguntarle nada. Una profunda cicatriz entre la
base del dedo gordo y la muñeca. Parece como si le faltara un trozo de carne.

–¿Esto? –me contesta–. Un trozo de mi mano quedó en la valla.

Silencio. Nos miramos a los ojos. Paseamos. Y poco a poco va relatando su historia
que generará mis preguntas.

Abandonó su país natal, allá en el África subsahariana porque no tenía futuro. Atra-
vesó el desierto, como pudo. Llegó junto a la valla que separa África de España. Allí
estuvo un tiempo. Esperando, durmiendo al raso, calentándose con otros compañeros
que había ido conociendo en el viaje o al llegar al campamento. Hasta que una noche
alguien dio el aviso. Era el momento. Salieron en silencio. Todos corriendo. Como
pudieron subieron la valla.

–Muchos no lo consiguieron –me dice–. Yo sí, pero dejé allí un trozo de mano y mucha
sangre.

Tenía trece años cuando saltó la valla. Luego, todo debería ser más fácil. Pero no
siempre lo es. Atravesó el estrecho. Ese trozo de agua que separa el continente afri-
cano de España. Sus ojos se hundían en la inmensidad de ese mar que se había
comido tantas vidas y tantas esperanzas.

–Yo miraba al fondo. Intentaba encontrar a mi familia muerta, a los amigos que se
tragó el mar.

Pero no solo miraba abajo. También alzó su mirada al cielo. Buscando a ese Dios
suyo, intentando encontrar respuestas en él.

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Nos despedimos con un abrazo, como tantas otras veces desde que nos conocimos.
Yo regreso a casa. El corazón me late más fuerte. Poco antes había estado en una
charla sobre la fe. Mis seguridades se convierten ahora en preguntas... Las respues-
tas solo pueden estar en Nasser y en su vida. Y también en la mía.

Recuerdo cómo la fe nació de la repuesta a la petición de un Dios que había oído el


grito de su pueblo y al que había que liberar. Recuerdo el grito de Jesús desamparado
en la cruz y resucitado por Dios.1 Recuerdo sus historias, sus narraciones desde la
vida, de Él que es el rostro de la misericordia. Una misericordia solo explicable desde
su proyecto de reino de Dios y desde la centralidad de los pobres.

Me miro entonces a mí, miro a mi alrededor. Miro la religión que estamos construyen-
do, olvidando a veces nuestro origen, olvidando las preguntas importantes, constru-
yendo una religión burguesa que no sé si tiene mucho que ver con el Dios de Jesús
de Nazaret. Quizá sería bueno escribir algo que responda a esta situación actual, para
no perder el horizonte y el camino presente.

¿Qué es la salvación? No sé si para Nasser y para mí es lo mismo. En ocasiones, yo


la pongo en mi persona, en mi plenitud. Él la pone en su comunidad, en su familia.
Pero creo que él acierta más. No puedo hablar de salvación sin hablar de la salvación
de Nasser.

¿En qué Dios creo? Nasser levantaba sus ojos al cielo generando preguntas. Yo…,
parece que me he olvidado del misterio y que tengo respuestas para todo. Pero, ante
su historia, me quedo vacío. Ya sé que la respuesta es decir que Dios está ahí. Pero
yo no estoy ahí. Y cuando me acerco me encuentro sin Dios, cuando ese es su sitio.
Tal vez, le he sacado de su sitio y por eso no acabo de encontrarlo, y, por eso, me creo
un dios a mi imagen y semejanza.

¿En qué Cristo creo? Lo he descontextualizado tanto, he espiritualizado tanto su men-


saje que ya me olvido de quién es. Y cuando me encuentro con Nasser, representante
de Cristo, me encuentro desnudo. Hay que plantear esta pregunta para recuperar al
Cristo de la fe, a aquel que era tan humano que solo podía ser hijo de Dios.

Y en consecuencia, ¿qué Iglesia construyo? En función del Dios en quien crea, del
Cristo al que siga, de la salvación que espere, será mi iglesia. ¿Ubicada en su ser, o
alejada de su realidad? ¿Preocupada más de su pose y su imagen que de su esencia
verdadera?

(Relato basado en hechos reales)

5
INTRODUCCIÓN: UNA ESPIRITUALIDAD SITUADA
DESDE LAS VÍCTIMAS

Todo pensar –también el teológico– es un pensar situado. La pertinen-


cia de las respuestas siempre depende del «lugar» donde provienen
las preguntas. Reflexionar sobre Dios, la salvación o la espiritualidad
en la cultura posmoderna exige detenerse previamente en el sujeto
que hace la pregunta: ¿quiénes preguntan hoy por las cuestiones
trascendentes que dan título a este cuaderno? Porque no basta con
afirmar el innegable revival de la religión en nuestra sociedad secula-
rizada para lanzarse a una actualización teológica siempre necesaria,
sino que es vital reconocer el origen de la demanda para no caer en
discursos tan sabidos como irrelevantes.

Las preguntas del sufrimiento no son pueden conformarse con el consuelo


las mismas que las preguntas de la de la terapia.
insatisfacción. La víctima y el insatis- En poco tiempo han aparecido en-
fecho no reclaman la misma respues- tre nosotros corrientes cada vez más
ta por más que ambos parezcan coin- intensas de busca de espiritualidad.
cidir, al menos nominalmente, en la Esa búsqueda puede ser fruto, en bue-
búsqueda de Dios, de salvación o de na parte, del vacío y la falta de sentido
espiritualidad. Por eso hemos querido que ofrece la sociedad de consumo y
comenzar este cuaderno recopilatorio del cansancio, así como de la decep-
con el testimonio de Nasser, para an- ción ante las promesas de las pasadas
clar nuestras reflexiones en el humus revoluciones. Es una búsqueda que
del grito que reclama la respuesta ur- trasciende las fronteras de creyente o
gente e inapelable de la salvación, y no creyente, y mantiene una relación
no en la queja descontenta de quienes dialéctica con las religiones: si, por
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un lado, molesta todo lo dogmático e de la secularidad, algunos avisaban de
institucional de ellas; por otro lado, se la necesidad de un retorno a lo sagrado,
va descubriendo poco a poco que en publicamos otro Manifiesto en el que
muchas de ellas hay una espiritualidad afirmábamos que «si la secularidad
común que está más allá de dogmas amenaza con perder de vista a Dios,
y verdades, por importantes que estas el retorno a lo sagrado amenaza con
parezcan. falsificar al Dios verdadero»… Y que
Esa espiritualidad común nos pa- «el cristianismo no es compatible con
rece que cabe en tres búsquedas: la una evasión espiritualista que busca re-
profundidad, la salida de uno mismo fugio en un “sagrado” trascendente».2
(o de la terna: placer-tener-poder) y la En el mismo sentido, y con formu-
comunión (con los demás y con la na- lación más laica, cabe citar los mag-
turaleza). níficos versos de Gabriel Celaya, que
Toda busca de espiritualidad es un antaño popularizó Paco Ibáñez:
dato positivo, desde el punto de vista
cristiano y humano –por más que pue- Poesía para el pobre,
da descolocar a algunos–, pero obliga a poesía necesaria
un sano afán de examen y autocrítica, como el pan de cada día, 
pues, desde una óptica radicalmente como el aire que exigimos
cristiana, la complejidad y la enferme- trece veces por minuto.
dad del corazón humano (cfr. Jer 17,9)
es tal que puede llevarle a convertir Pero a continuación añadía: «maldi-
la misma espiritualidad en el último go la poesía del que no toma partido…».
recurso que inventa el hombre para Igualmente ahora cabría decir: maldigo
eludir a un Dios que es el Dios de los la espiritualidad del que no toma par-
pobres, de los oprimidos y de los cru- tido. Por eso, las nuevas, y compren-
cificados. sibles, búsquedas de «espiritualidad»
El ser humano, buscando escapar deben ser sometidas a un «discerni-
de la sequedad y esterilidad de nuestro miento de espíritus»: ¿qué Dios y qué
mundo material y tecnológico, puede salvación reclaman los hombres y mu-
buscar refugio en una espiritualidad jeres espirituales de nuestro siglo xxi?,
narcisista que le protege de un Dios ¿qué respuestas se están ofreciendo
que le interpela constantemente por el desde ámbitos religiosos y seculares?,
bienestar de su hermano sufriente. ¿son todas las ofertas compatibles con
Por eso, hace ya una generación, la construcción de un mundo más fra-
cuando, ante el paradigma dominante terno, justo e igualitario?

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1  LA POSMODERNIDAD EN BUSCA DE ¿NUEVAS?
ESPIRITUALIDADES

La cristiandad, sin causar gran sensación ni darse cuenta ella misma,


ha identificado la existencia cristiana con la existencia natural del bur-
gués; subrepticiamente la praxis cristiana se ha transformado en praxis
burguesa (J. B. Metz, Más allá de la religión burguesa, págs. 14 y 15).

La eterna tentación de la religión bla también, con llamativa acogida,


burguesa de la era de la posverdad. Semejantes
cambios se producen a veces como
Existe un consenso bastante amplio en reacción contra las decepciones o in-
reconocer que nos encontramos en un suficiencias de un paradigma anterior.
cambio de época, en un tránsito de pa- Otras veces son masivamente sugeri-
radigma (de mentalidad, de marco con dos por los medios de comunicación
que nos abrimos a la realidad). Pero para calificar de contrabando algo que
¿qué define ese cambio?, ¿es tan nove- sería injustificable si se le llamara por
doso como se proclama?, ¿cómo inci- su verdadero nombre: recordemos que
de en la comprensión de aquellas reali- hace unos años asistimos a una procla-
dades que consideramos sagradas? mación repetida del «fin de la historia»
Es innegable que se dan cambios que, en realidad, sugería una absoluti-
históricos de mentalidades o maneras zación del neoliberalismo económico
de ver. Hoy se habla, por ejemplo, de como conquista definitiva. Y hoy va-
posmodernidad, con relación a la era mos descubriendo que la sorprendente
moderna de hace algunos años. Se ha- aceptación de la era de la posverdad
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nos está llevando a una era de la men- ritualidad y otras es la puerta de una
tira, donde la única verdad absoluta es nueva espiritualidad. Unas veces el
el propio egoísmo identitario. paradigma posmoderno es el triunfo
Otras veces, sobre todo en el cam- de ese individualismo absoluto que ha
po de la ciencia, descubrimientos y da- cuajado en un relativismo total, fruto
tos nuevos obligan a mirar el mundo de la «era de la postverdad»; mientras
de otra manera: después de Darwin, la que otras veces es caracterizado como
creación sigue siendo una verdad de fe, un relativismo relativo que debe llevar-
pero no puede ser entendida como an- nos a la superación del individualismo.
tes la entendían muchos. Tampoco es Todo eso es comprensible porque, en
infrecuente que el nuevo paradigma no la historia, nada nuevo aparece como
haga más que descubrir una vieja ver- ya definitivo, sino siempre envuelto
dad, olvidada por la inevitable forma en errores e incompleciones que habrá
oscilante (y no rectilínea) con que se que ir corrigiendo y perfeccionando.
mueve la historia: en este sentido, J. B.
Metz habló hace años de la necesidad
de ir «más allá de la religión burguesa»
porque el cristianismo (si aceptamos Unas veces la
llamarle «religión») es en realidad una posmodernidad es
religión «mesiánica». Otras veces el
cambio se produce insensiblemente y rechazada como incapaz de
llega un día en el que nos encontramos toda espiritualidad y otras
con que ya casi nadie ve las cosas de es la puerta.
un modo que había sido común años
atrás.
Por lo tanto, deviene necesario
que todo paradigma nuevo no se afir- Y es que los paradigmas no son
me negando verdades anteriores, sino estáticos ni diáfanos, como unas ga-
encontrando su modo de convivencia fas nuevas, sino dinámicos y borrosos
con ellas. Y que la nueva conciencia como una primera intuición. Por eso,
no niegue logros alcanzados, sino que un paradigma pretendidamente nuevo
los trascienda, pero integrándolos. será sospechoso si esconde datos hi-
rientes de la realidad o prescinde de
ellos. Pues bien, recordemos que, se-
Espiritualidad a gusto gún muchos sociólogos, el mayor pe-
del consumidor cado de hoy no es la maldad, sino la
indiferencia.
Esa misma posmodernidad en la que Hemos dicho que, a veces, lo que
estamos, recibe hoy caracterizaciones llamamos novedades son solo «ver-
casi contradictorias, que suscitan la dades olvidadas» que coexistieron sin
sospecha de estar inconscientemente problema con rasgos que hoy se consi-
construidas «a gusto del consumidor». deran superados por el nuevo paradig-
Unas veces la posmodernidad es re- ma. Por ejemplo, como luego diremos,
chazada como incapaz de toda espi- lo que hoy se llama superación del ego,
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o falsedad del ego, es mucho menos exige el abandono de todas las intui-
nuevo de lo que se pretende: estaba ciones del paradigma anterior o más
ya presente en el Sôma Pneumatikón bien las completa. Este es un punto
paulino (1Cor 15-44) y, fuera del cris- fundamental para hablar de Dios, de
tianismo, en místicos sufíes como Ibn Jesús y de la salvación.
Arabí o en el budismo…; es decir, en La Biblia, por ejemplo, está escri-
épocas de paradigma «premoderno». ta en un paradigma premoderno, sin
Es el paradigma burgués, antes evo- duda. Si esto puede crear dificultades
cado, el que ha oscurecido esta verdad a la hora de leerla, está claro también
tan vieja. que muchas veces la Biblia supera ese
Y aún otro ejemplo: es innegable paradigma con aportaciones que aún
que antaño existía una «mentalidad están casi por estrenar: que Dios quie-
mítica»; pero en esa misma época míti- re la plenitud y la salvación de todos
ca aparecen sorprendentes formulacio- no es descubrimiento de hoy, aunque
nes que hoy servirían para lo mejor del pueda haber sido una verdad olvidada
paradigma posmoderno. Bonhoeffer, o formulada de un modo que ya no es
S. Weil o Etty Hillesum han sido pro- nuestro. También la oferta de Jesús de
fetas que anticiparon la percepción de una cercanía confiada con Dios (lla-
la crisis actual y aportaron otros cami- mándole Abbá) que implica la fraterni-
nos de superación. dad con todos los humanos, ha sido do-
Aclarado esto, nos parece innega- lorosamente una verdad semiolvidada
ble la nueva forma de conciencia lla- en el cristianismo, que hoy es urgente
mada transpersonal o transegoica* que recuperar en cualquier nuevo paradig-
hoy se atisba, como lo mejor de la nue- ma. Algo parecido podría decirse de
va espiritualidad: Teilhard de Chardin, algunas intuiciones de las otras religio-
por un lado, o la teología de la libera- nes de la tierra.
ción, por otro, habían intuido algo de En este contexto, se ha dicho con
eso desde otras mentalidades. Por ahí acierto que la clave está en no confun-
trataremos de movernos nosotros, pero dir la verdad con nuestra interpretación
pensando que ese atisbo de lo transper- de ella. Y que lo que entendemos por
sonal es una tarea más que una realidad verdad y el modo como la entendemos
ya poseída. El problema puede hallarse dependen del nivel de conciencia en el
en ver hacia dónde nos lleva esa tras- que cada cual nos encontramos. Sien-
cendencia o esa salida del yo: si hacia do esto cierto, tampoco podemos olvi-
la inconsciencia o hacia la comunidad. dar que cambiar las formas de expre-
sar una verdad no puede ser lo mismo
que cambiar esa verdad; y que sería un
La llamada a la fraternidad: error identificar acríticamente ese nue-
requerimiento de toda vo nivel de conciencia colectiva con
espiritualidad el propio modo individual de ver. Por
algo recuerda el evangelio que todos
Como todos los paradigmas son rela- tenemos buenos ojos para percibir la
tivos, queda por ver hasta qué punto inconsciencia de los demás sobre sus
la presunta novedad de un paradigma propios presupuestos y a lo mejor so-
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mos ciegos sobre los nuestros («la paja revolucionarias que, al no haberse con-
en el ojo ajeno y la viga en el propio»). seguido (aunque algo hayan aportado),
Y sobre todo cuando se trata de nos hacen caer ahora en la cuenta de
Dios, ningún paradigma debe ser ex- que quizá estamos vacíos por dentro.
cluyente porque la verdad está solo en Surge así otra época que busca deses-
esa totalidad a la que nunca tenemos peradamente llenar esa interioridad,
acceso, no en nuestra parcialidad ni en al principio sin pretender negar la
nuestras falsas totalizaciones, que son dimensión trascendente en que vivi-
las que muchas veces provocan, como mos, pero a la larga, de tanto afirmar
reacción, el relativismo. esa nueva dimensión olvidada, vamos
olvidando el dato anterior, que ahora
parece obstaculizar la afirmación sim-
Cuando se trata de Dios, ple (o simplista) de lo que acabamos de
ningún paradigma debe ser descubrir. La historia de la cristología
resulta modélica a la hora de explicar
excluyente porque la verdad este vaivén dialéctico, al tener que afir-
está solo en esa totalidad mar a la vez la plena humanidad y la
a la que nunca tenemos plena divinidad de Jesús. A propósito
acceso. de ella, Pascal enseñó que las herejías
no eran tales por aquello que afirma-
ban, sino por afirmarlo de una manera
que no deja espacio a la otra verdad.
Si es innegable que está cambiando
el marco de comprensión, son también
muchos los contenidos que se dan a ese Conciencia transegoica: más allá
cambio en todo lo que afecta a la visión del ego
del hombre y de Dios, a la salvación
humana y, por tanto, al significado de Hemos dicho que la palabra que me-
Cristo. Pues en esos temas globaliza- jor define lo mejor del nuevo nivel de
dores es donde la historia evoluciona conciencia podría ser esta: «transper-
más dialécticamente, porque dialéctica sonal». No parece muy lejana de la
es la realidad total: una época descu- propuesta antes citada de Metz de pa-
bre un rasgo olvidado de la realidad sar «más allá de la religión burguesa».
sin pretender negar el rasgo que hasta Pero sería más matizado hablar de una
entonces más se vivía. Pero, a la larga, conciencia «transindividual» porque,
ese rasgo que se daba por supuesto se como enseñaba E. Mounier, la persona
va olvidando de tanto insistir en el nue- no es simplemente el individuo solo,
vo rasgo descubierto. sino el individuo con los otros (de
Creemos que eso puede describir modo que el ‘trans’ ya parece incluido
nuestra hora actual. Los seres humanos en lo personal).
estamos constituidos por «interioridad Pero, más que de una novedad to-
y trascendencia» (si no hacia Dios, al tal, se trata aquí de una verdad siempre
menos hacia fuera de nosotros). He- nueva por siempre olvidada. Casi toda
mos vivido una época de pretensiones la enseñanza de Buda puede resumir-
11
se en esa afirmación de la mentira de la existencia de tantos condenados o
nuestro ego. No parece pues que ese excluidos de nuestra historia. Salir del
paradigma sea tan «nuevo» ni que ego no equivale a cerrar los ojos, sino
exija abandonar totalmente y sin más a abrirlos más y mejor.
otros paradigmas calificados como mí-
ticos y mentales. Seguimos necesitan-
do los mitos porque «dan que pensar» La mentira del ego y la verdad
(como decía P. Ricoeur de los símbo- del yo
los); y lo mental podrá no ser la última
dimensión de nuestra existencia, pero Esa conciencia transegoica y la con-
no puede ser abandonado si no quere- secuente mentira del ego pueden valer
mos que lo transracional se nos con- muy bien como formulación moderna
vierta simplemente en irracional. del «pecado original»: este es el afe-
Los nuevos paradigmas no debe- rramiento a esa mentira de nuestro ego,
mos concebirlos como épocas histó- de la que no queremos desprendernos.
ricas que pasan y son sustituidas por No parece pues necesario esgrimir
otras, sino más bien desde esa dialéc- esa «nueva conciencia» actual como
tica hegeliana inscrita en nuestra reali- una negación del pecado original, al
dad, de «tesis, antítesis y síntesis», por que se presenta solo en su desastrosa
la que la conciencia humana parece versión agustiniana, demasiado fácil
moverse desde sus inicios. Más que de desacreditar. Si pasamos del cam-
abandonado, lo antiguo debe quedar po de la especulación mental al de la
integrado (y superado) en lo nuevo. experiencia, veremos que creyentes
y no creyentes han dado otras versio-
nes del pecado original que aluden a
Salir del ego no equivale nuestra incapacidad para ser buenos
a cerrar los ojos, por nuestras propias fuerzas. Por po-
ner un único ejemplo: «el pecado ori-
sino a abrirlos más ginal es evidente», decía el agnóstico
y mejor. M. Horkheimer; para saber lo que es,
«basta con mirarse al espejo», dijo un
obispo español en Trento.3
Y en nuestros días, en los que se Sin embargo, la verdad suele ser
niega la condición de persona a tanta dialéctica y esto vale también para esa
gente, esa propuesta transegoica no nueva conciencia de la mentira del ego.
será auténtica a menos que se dirija a Imaginemos un posible chiste de
esas gentes infrapersonalizadas, en vez El Roto: el dibujo muestra a un hom-
de apuntar a una especie de globalidad bre que está siendo pisoteado, triturado
abstracta. De lo contrario, la afirma- y maltratado. Pasa por ahí un monje,
ción de lo transpersonal iría a dar en lo se acerca a él y le dice: «no se preocu-
«a-personal» y estaría así colaborando pe, que su ego es una mentira; de modo
indirecta pero materialmente con la que el dolor que siente es una ilusión».
gran afirmación del ego que se da hoy Ese ejemplo intenta mostrar que la
en nuestra cultura y que es causa de realidad del sufrimiento desmiente en
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algún sentido esa supuesta mentira del reformularse también, a partir de nues-
ego. Se objetará que, de no darse esa tra experiencia de ser sujetos que es la
mentira, no existiría hoy el sufrimien- que más lleva a ese engaño del ego. Es
to. Quizás; pero el hecho es que el su- verdad que soy (o tengo algo de) su-
frimiento existe, ¡y en qué medida! Por jeto, pero no soy un sujeto único. Ahí
tanto, el «pecado del mundo» ya está reside la contradicción y la falsedad
cometido y actuando, antes incluso de humanas: creernos únicos.
que nuestro ego comience a actuar. ¿Por qué? Pues porque la subjeti-
Sucede además que, por engañoso vidad tiende a objetivarlo todo consti-
que sea, nuestro ego (o mejor dicho: tuyéndose en única; dado que no po-
nuestro yo) no es una falsedad total: demos experimentar las sensaciones
como criatura e imagen de Dios tiene de los otros como experimentamos
una validez permanente. Quedarse solo las nuestras, solo podemos –¡y debe-
con uno de los dos polos de esa dialéc- mos!– creer, y aceptar, que son como
tica (mentira del ego-verdad del  yo) las nuestras.
lleva a prescindir de la afirmación de Podemos, pues, afirmar lo siguien-
un Dios personal, como propia de un te: soy sujeto pero no único; y en el
paradigma caducado. Dios queda así sentirme y comportarme como único
sustituido por una abstracta y borrosa radica la mentira radical de mi ego. En
«totalidad del ser». este sentido, la necesidad de salvación
De Dios hablaremos en el capítu- la plantea ya la multiplicidad de suje-
lo siguiente. Lo que ahora importa es tos (presuntamente únicos).
dejar bien claro que el hombre maltra-
tado y sufriente, y cualquier ser huma-
no, tiene una dignidad que procede de Solo la atencion a los demás
su ser criatura e hijo de Dios y que le sufrientes y víctimas, facilita
constituye en sujeto de derechos. Esto
no debe ser negado por más que se afir- el olvido del ego.
me la mentira de nuestro ego.
Parece pues más exacto reconocer
el valor de nuestra propia entidad, pero Esa contradicción que nos consti-
como un valor «recibido», de modo tuye5 permite comprender tanto lo que
que en la negación de esta gratuidad llamamos pecado original (me creo
y en su pretensión de absolutizarnos único queriendo «ser como Dios»,
(«seréis como Dios») es donde radica Gn  3,28), como la falsa resignación
la mentira de nuestro ego. Los Upa- conservadora, que olvida que tenemos
nishads indios, tan cercanos a esa afir- una dignidad que nos impide resignar-
mación de la mentira del yo, hablan nos. El Vaticano II fue muy preciso
también de que podemos vivir «con- al definir la salvación del hombre, no
siderando el propio ego como una as- como mero reconocimiento de la men-
tilla que sirve para encender el fuego tira de su ego, sino como comunión
sagrado».4 (LG 1). Y los once primeros capítulos
Mentira y astilla del fuego divino; del Génesis describen la entrada del
eso somos los humanos. Y eso puede mal en la historia humana como ruptu-
13
ra de la comunión en sus diversas for- porque esa negación de la gratuidad
mas: comenzando por la ruptura de la pervierte el progreso humano, sin que
fraternidad (Caín y Abel) y acabando valga decir que el miedo al progreso es
con la ruptura entre los seres humanos como una resistencia a los cambios de
(Torre de Babel). Otra vez reencontra- paradigma. Eso solo sería válido en un
mos aquí la conciencia transpersonal, mundo ideal como el de un cuento de
pero más como verdad olvidada que hadas, pero no para un progreso que ha
como descubrimiento nuevo. creado armas nucleares y ha provoca-
do el cambio climático6...

Somos seres divididos


Conclusión
Esa contradicción que acabamos de
describir es la que nos constituye como No cabe negar que la superación del ego
«seres divididos», ya antes de todos es el camino de la espiritualidad, pero
los engaños sobre nuestro ego. Hoy se con eso no está dicho todo porque que-
habla más bien de la no dualidad*. Pero da la pregunta de hacia dónde o hacia
si esa no dualidad no sabe convivir con qué o hacia quién se dirige esa salida de
nuestra condición de seres divididos, sí. El corazón humano es tan sutil que
se convierte en el algo tan mítico como podría quedar fijado en el propio ego,
el dualismo, por más que pretenda ser precisamente afirmando su mentira.7
expresión de un nuevo paradigma. Por eso creemos que lo que importa es
Lo que el ser humano necesita recu- más bien el olvido del ego. Y solo una
perar hoy es el sentido de la gratuidad, atención a los demás –a sufrientes y víc-
mucho más que el de la no dualidad; timas sobre todo– facilita ese olvido.

14
2  EL DIOS NO BURGUÉS: EL ÚNICO EN QUIEN
PUEDO CREER

«Cuando se manifieste lo que somos, seremos semejantes a Dios


pues le veremos tal cual es» (1Jn 3,2).
«Una cosa te falta: pon todo lo que tienes al servicio de los pobres»
(Mc 10,21).

La no dualidad: una media verdad que podemos decir sobre Dios es que
lo dicho anteriormente no vale nada.
Todo lenguaje sobre Dios es enorme- El paradigma transegoico del que
mente imperfecto e inevitablemente hablábamos más arriba implica, según
proyectivo. El IV Concilio de Letrán algunos, un cambio en la idea de Dios.
enseñó que de Dios no podemos decir Creemos más bien que desde el bino-
nada con tanta verdad que no contenga mio Abbá-Reino que Jesús propone, se
más mentira que verdad («más dese- garantiza mejor ese paradigma trans-
mejanza que semejanza»). Buena lla- personal: porque implica un elemento
mada de atención para preservar esa relacional, de confianza, que, a la vez
pequeña dosis de verdad sin por ello que constituye un riesgo, es la actitud
absolutizarla. El dicho clásico «Dime que mejor nos realiza como personas.
qué idea de Dios tienes y te diré qué No obstante, se nos dice que ese
imagen tienes del hombre» vale tam- paradigma «transpersonal» evita el in-
bién en dirección contraria: «Dime qué conveniente del «dualismo», típico del
imagen tienes del hombre y te diré qué paradigma moderno; y se propone la
idea te haces de Dios». Y Santo To- expresión advaita (no dualidad)*, to-
más, que no es moderno ni posmoder- mada del hinduismo, como la más apta
no, ya afirmaba que la última palabra para hablar de Dios. Dios viene a ser
15
entonces como ese «Todo sin nombre» esa experiencia y la define como
en el que estamos inmersos y del que experiencia del Espíritu Santo. Una
no podemos salir. Solo la aparición de experiencia semejante se cuenta en
la mente y, con ella, de la idea de Dios, el famoso diario de Etty Hillesum,
hace brotar la concepción de un Dios que fue la que le hizo descubrir a
«separado». Dios.8
Ya en el siglo v, San Agustín dijo Añadamos además que, ya en el
algo de eso: Dios es «más íntimamen- hinduismo, hay varias escuelas in-
te yo que mi yo más íntimo» (intimior térpretes de esa no dualidad: unas
intimo meo). Pero sorprendentemente más panteístas y otras más dualis-
añade que Dios es también «más dis- tas. La no dualidad es aclarada tam-
tante de mí que lo más distante» (sum- bién como no unidad. Y eso obliga
mior summo meo). Así, San Agustín a recuperar un cierto dualismo.
habla, a la vez, de no dualidad y de c) Finalmente, la más profunda y
dualismo. verdadera realización de esa no
La mejor tradición teológica ha dualidad sería lo que llamamos
hablado también de un panenteísmo «unión hipostática»* en Cristo: la
(todo-en-Dios: «en Él vivimos, nos plena realización de la advaita.
movemos y existimos»), como opuesto En este sentido, decía Rahner que
al panteísmo (todo es Dios) y, en nues- «el hombre es una pretensión de
tra hora actual, distinto también de ese unión hipostática», parafraseable
panteísmo difuso que parece brotar de en una pretensión de no-dualidad.
la no dualidad, cuando se la afirma en Mirar esa pretensión como real y
exclusiva. accesible en todos parece una clara
Y es que la expresión no dualidad anticipación escatológica de lo que
puede tener, al menos, tres sentidos: el Nuevo Testamento llama «Dios
todo en todas las cosas» (1Cor 15).
a) Metafísicamente, ya la afirmaba la Por ello, si tomamos esa pretensión
escolástica más tradicional: Dios como ya realizada, la advaita po-
está en todas las cosas dando el dría convertirse, paradójicamente,
ser, etc. A eso apuntaba la doctrina en el mejor mito y la más tácita y
clásica del «concurso» o la oración oculta afirmación del ego.
aquella de Rerum Deus tenax vigor
(‘Dios fuerza perenne de las cosas’). Para evitar ese peligro, sería mejor
Pero una afirmación metafísica no proyectar la no-dualidad a la relación
puede convertirse en experiencia entre los otros y yo, pero como una
psicológica inmediata, como pare- tarea para realizar y no como riqueza
cen proponer algunas espiritualida- que ya se posee; esto es, la igualdad
des pretendidamente nuevas. entre todos. No existe por tanto –ni
b) En el sentido antes expuesto, el hin- debe existir–, alguien superior omni-
duismo llama no dualidad (advaita) potente, supuestamente divino como
a la experiencia de Dios presente en los antiguos emperadores en China,
lo más hondo de mí mismo (atman- Egipto o Roma…, ni como los moder-
Brahman). El cristianismo conoce nos dictadores (aunque eso se hiciera
16
para salvaguardar la autoridad y para siguen otras consecuencias negativas u
que así la sociedad pudiera funcionar). olvidos importantes:
Somos solo una pretensión de advaita:
afirmar más es otra forma de afirmar • La comprensión de lo indecible de
nuestro ego. Dios lo convierte en crítico de la re-
ligión. De acuerdo, pero eso no es
nuevo: Jesús y Pablo fueron grandes
Para señalar a Dios, creemos críticos de la religión, mucho antes
que la palabra Misterio es que Nietzsche o Freud, porque la re-
ligión no es un elemento de nuestra
preferible a Silencio. relación con Dios (que acaba difu-
minando la auténtica fe), sino una
necesidad del carácter comunitario
Por eso, el error de este lenguaje es de nuestra fe en Dios. En este senti-
concebirlo como opuesto, y superador do, cabe una recuperación de la reli-
del dualismo: «El dualismo es un mito gión después de su negación.
y la no dualidad no lo es». Pues no. • Se afirma también que Dios como
Tan verdad (y tan mito) es uno como el enemigo del pecado humano pasa
otro. Solo son válidos ambos a la vez, a ser Dios como enemigo del hom-
por contradictorio que eso nos parezca. bre. También aquí hay mucha ver-
Pero ya en el siglo II, Ireneo de Lyon dad, aunque debamos añadir que
reivindicaba ese lenguaje bipolar sobre Dios, como amigo del hombre, es
Dios: lo que no cabe decir de Él por su enemigo radical del pecado que ha-
grandeza, podemos decirlo por su amor. bita en nosotros y destroza nuestra
Más tarde Nicolás de Cusa definió a humanidad, dividiéndola en verdu-
Dios como «la armonía de contrarios». gos y víctimas. Precisamente como
En este sentido, para señalar a Dios, enemigo de su pecado, es Dios el
creemos que la palabra Misterio es pre- mayor amigo del hombre.
ferible a Silencio porque resulta menos • La trascendencia de Dios (separa-
ambigua: el Misterio siempre incluye do «en el cielo») sugiere una rela-
plenitud; el silencio puede ser vacío y ción dialogal con Él (dualista, se
llevarnos a una espiritualidad vaga, que nos dice), desde nuestra debilidad.
sería una espiritualidad sin fe. Y lleva a leer nuestro contacto con
Él en clave relacional, de petición,
etc., e incluso a sentirnos «superio-
El Dios transpersonal y relacional res» cuando nos creemos en rela-
ción con Dios. Este peligro es real,
Las nuevas espiritualidades sacan pero solo será tal si esa relación con
consecuencias importantes que no po- Dios como «interlocutor» se afirma
demos negar, aunque pensamos que negando el otro tipo de relación que
muchas veces se trata de «verdades algunos llaman «oceánica» («en Él
olvidadas» más que de descubrimien- vivimos, nos movemos y somos»,
tos nuevos. Pero, también, a esa uni- Hch 17,28). En cambio, si solo se
lateralidad que hemos denunciado le afirma esto último y se niega el con-
17
tacto relacional, desaparece toda sino como buena noticia a los oprimi-
posibilidad de auténtica «fe (es de- dos…, no pasará de ser una religiosi-
cir, confianza) en Dios». dad burguesa (y quizás farisea). Con
toda razón los conocidos versos de
Dicho en otras palabras, la insufi- Atahualpa Yupanki desenmascararon
ciencia del Dios «personal» no debe a ese dios: «Hay cosas en este mun-
llevar a la afirmación de un Dios «a- do, más importantes que Dios: que un
personal», sino más bien «transper- hombre no escupa sangre, pa’que otros
sonal». En este sentido, la doctrina vivan mejor».
de la Trinidad aporta algo decisivo
por cuanto diversifica y «complica»
nuestra relación con Dios: inaccesible Un lenguaje sobre Dios
como Padre, crucificado e irreconoci- en el que no aparezca ni
ble como Hijo, pero presente en noso-
tros como Espíritu que nos hace llamar una sola vez el sufrimiento
a Dios Padre y reconocer a Jesús como no pasará de ser una
Señor. religiosidad burguesa.
Creer es, entonces, algo más que
un «caer en la cuenta»; es una forma
de entrega confiada que acepta incluso
la posibilidad de que ese «Silencio» se Pero ¿y si resultara que precisa-
haya revelado de alguna manera y esa mente en una afirmación como la de
revelación permita reconocerle como esos versos es como se ha revelado
Dios de los desheredados de la historia. Dios en Jesucristo? Entonces, Dios
sería primariamente una interpelación,
un desafío, una voz que te llama («sal
Contra la religión burguesa de lo tuyo…», cfr. Gn 12,1). Paradó-
jicamente, cuando el hombre obedece
Por todo ello, un lenguaje sobre Dios a esa llamada difícil, es cuando Dios,
en el que no aparezca ni una sola vez «por añadidura», se va convirtiendo
el sufrimiento, ni la opresión del hom- en consuelo y en terapia: «Buscad pri-
bre por el hombre, ni la afirmación mero el Reino de Dios y la justicia de
cristiana de que Dios se ha revelado Dios, y lo demás se os dará por añadi-
no como respuesta a los intelectuales, dura» (Mt 6,33).

18
3  LA SALVACIÓN CRISTIANA, ¿SALVARSE O SER
SALVADO?

«Vosotros no lo visteis pero le amáis; creyendo en Él sin verlo, sentís


un gozo indecible porque os da el resultado de vuestra fe: la salva-
ción» (1Pe 1,8).
«A Mí me lo hicisteis» (Mt 25).

La ilusión de autonomía absoluta contemporáneos. Conceptos como


del individuo «divinización», «redención», «justi-
ficación», «sacrificio», «expiación»,
Hablar del Evangelio de la Salvación «satisfacción» son categorías opacas
(Hch 4,12; 1Tim 2,5) de modo creíble para la inmensa mayoría de quienes
y convincente se ha vuelto hoy ex- las escuchan y utilizan, pues no les re-
traordinariamente difícil. Al no poder miten a ninguna experiencia humana
desarrollar aquí toda esta problemáti- real. Sin embargo, cuando nacieron sí
ca, nos limitaremos a esbozar con tra- remitían a experiencias humanas bien
zos de brocha gorda algunos rasgos de reales (liberación de la esclavitud, de
esas dificultades. las deudas…).
Algunas causas de esta dificultad Algunas de estas categorías teo-
son endógenas: en los dos mil años de lógicas han sido incluso rechazadas
historia de la Iglesia se han produci- como pervertidas o portadoras de
do desviaciones y deformaciones del ideas peligrosas sobre Dios. La teoría
Evangelio de la Salvación. Algunas satisfaccionista ha concitado muchas
nacen de la oscuridad que el vocabu- de esas críticas. J. Ratzinger rechazó
lario catequético, litúrgico y teológi- esta teología por su implícita noción
co tradicional supone para nuestros de un Dios «cuya justicia inexorable
19
habría reclamado un sacrificio huma- que depende, en lo más profundo
no, el sacrificio de su propio Hijo». de su ser, de Dios y de los demás.
«Esta imagen –añade– es tan extendi- La salvación es entonces confiada
da como falsa... Con ella se distorsiona a las fuerzas del individuo, o las
la justicia divina, cuya sombría cólera estructuras puramente humanas,
elimina toda la credibilidad al mensaje incapaces de acoger la novedad del
de amor».9 Espíritu de Dios».10
b) Recién iniciado el intento de res-
ponder al desafío de la emancipa-
El individuo, radicalmente ción, impactó en el discurso cristia-
autónomo, pretende no otro reto, aún mayor, planteado
por las víctimas de esa historia mo-
salvarse a sí mismo, derna de emancipación y su sufri-
sin reconocer que depende miento injusto. ¿Cómo hablar de
de Dios y de los demás. Dios y su salvación después de
Auschwitz? (J. B. Metz) ¿Cómo
hablar de Dios y su salvación desde
el sufrimiento injusto? (G. Gutié-
Pero las causas más importantes rrez) ¿O cómo hablar de Dios en
de esta problemática son exógenas y el campo de concentración global
tienen que ver con cambios culturales. en el que se ha convertido nuestro
La propuesta cristiana de Salvación en mundo? Este es el gran desafío que
Jesucristo ha recibido tres impactos su- ineludiblemente debe afrontar hoy
cesivos que ahora veremos. Cada uno cualquier discurso sobre la salva-
de estos no sustituía al anterior, sino ción que quiera ser cristiano.
que lo desplazaba, acumulando así di- c) La posmodernidad, por su parte,
ficultades para la fe en el Evangelio de trajo consigo la negación de todo
la Salvación. Enunciémoslos: discurso capaz de dotar de sentido
a la historia: lo único posible era
a) En primer lugar, la experiencia del tratar de buscarle el sentido a la
mundo generada por los procesos historia en esa pérdida de sentido.
modernos de emancipación. La teo- Esta nueva deriva colocó en una
logía debía dar cuenta y razón de situación de precariedad cultural la
la relación existente entre salvación oferta de un «gran relato» de salva-
entendida cristianamente y emanci- ción, como el cristiano, que preten-
pación interpretada según la época de dotar de un sentido absoluto a la
moderna. La tensión entre autono- historia.
mía emancipadora y heteronomía
salvadora aún no está totalmente En conclusión, en los últimos se-
resuelta. Por eso, «en nuestros días, senta años, a menudo hemos tenido
prolifera una especie de neo-pela- la impresión de que, cuando empezá-
gianismo*, por el cual el individuo, bamos a perfilar las respuestas a las
radicalmente autónomo, pretende nuevas preguntas sobre la salvación
salvarse a sí mismo, sin reconocer cristiana, estas cambiaban y vuelta a
20
empezar. Esta situación da plena ac- la comunión, la subjetividad no desa-
tualidad a la pregunta que hace casi parece, sino que se trasforma. El sujeto
cincuenta años se formulaba E. Schi- sigue siendo sujeto, pero ha entregado
llebeeckx: «¿Qué debemos hacer aquí esa subjetividad propia en el amor; una
y ahora, a la vista de los nuevos mode- subjetividad que ahora recibe del amor
los de experiencia y pensamiento para del otro.12 Dios es uno y trino porque
conservar una fe viva –en la salvación solo es sujeto en la entrega de su sub-
ofrecida por Jesucristo– que también jetividad.
hoy, gracias a su verdad, sea significa- Precisamente por eso, el anuncio
tiva para el hombre, para la comunidad de Dios por Jesús va inseparablemente
humana, para la sociedad?».11 unido a la noción de «reinado de Dios»
que es una expresión de comunión. Je-
sús no predica perderse en la vaguedad
Otra media verdad: la mentira del de «lo que es». En realidad, desde la
ego óptica cristiana, «lo que es» no es me-
ramente el «Ser Subsistente», sino el
Se dice que no nos salva ningún cre- «Amor Subsistente».
do, sino el reconocimiento de nuestra Como era de esperar, se percibe
propia verdad, siendo esa gran ver- aquí que la concepción de la salvación
dad nuestra la mentira de nuestro ego. va muy unida a la noción de Dios.
Creemos que hay aquí otra «media
gran verdad»: el reconocimiento de esa
inflación del yo es indispensable para ¿Negación u olvido del ego?
nuestra salvación, pero no basta por sí
solo, sino que más bien lleva a gritar Esta corrección que hemos hecho
como Pablo «¿quién me librará de esa permite no cerrar los ojos ante el in-
mentira mortal?» (cf. Rom 7,24) Más menso dolor y la inmensa injusticia
aún: la experiencia creyente de haber de este mundo, ni pasar de largo ante
sido salvados es la que más nos ayuda ellos como el sacerdote y el levita de la
a reconocer la mentira de nuestro ego y parábola. Y no solo no cerrar los ojos
todas las sutilezas con que esa mentira ante ellos, sino convertirlos en decisi-
vuelve a posesionarse de nosotros. vos para la propia vida espiritual, pues
En definitiva, esa mentira que nos ellos son los que más nos ayudarán a
constituye es la que impide toda co- percibir y nos darán fuerza para com-
munión auténtica; y esa mentira sigue batir esa mentira de nuestro ego. Por el
actuante si se elimina la comunión en contrario, pretender que el ser humano
nuestra idea de salvación. El «Dios es capaz de salir por sí mismo de su
todo en todos» final (1Cor 15) es lo propia mentira es, otra vez, una forma
que posibilita esa comunión que es el sutil de afirmación del propio ego.
verdadero nombre de la salvación. Y es que nuestro inconsciente es
La constitución del Vaticano II tan sutil que, sin ese amor y esa aten-
sobre la Iglesia define la salvación ción a los que G. Gutiérrez llamaba «el
humana como comunión, con Dios y reverso de la historia», hasta la nega-
entre nosotros (LG 1). Ahora bien, en ción del propio ego puede convertirse
21
en una forma sutil de narcisismo, como ejemplo, en un momento en el que
ya dijimos. Salvarse solo por recono- el cristianismo era tan minoritario y
cer la mentira del propio ego degenera cuando era imposible que hubiera un
en una forma de gnosis*. repentino cambio estructural,14 no po-
día luchar contra la esclavitud, pero
luchó contra la divinización de los
El valor divino de lo humano emperadores, proclamando a Cristo
como «único Señor». Además, man-
Estamos totalmente de acuerdo en que dó a Filemón considerar a su esclavo
salvación es despertar a nuestra inte- Onésimo como «hermano en la carne y
gridad verdadera y vivir lo que somos en el Señor», sembrando así una nueva
integrando todas las dimensiones de mentalidad que, a la larga, acabó con
nuestro ser. El problema reside en cuál la esclavitud.
es esa integridad y cuáles son las di- Cosa muy distinta es también que
mensiones de nuestro ser. ese paradigma cristiano ha sido mu-
Ahora bien, cuando la futura «vida chas veces mal formulado o mal enten-
eterna» desaparece del horizonte de dido, pero, en esos casos, lo correcto es
nuestras vivencias y expectativas, se sustituir esa mala intelección por una
hace inevitable una revaluación de la intelección correcta (lo cual requiere
caducidad presente. Esa revaluación estudio y paciencia), en vez de preten-
solo podrá hacerse sin peligros, ya sea der rechazar el cristianismo cuando lo
a costa de una devaluación de nuestra que en realidad se rechaza es una falsa
subjetividad (en una espiritualidad di- imagen de él. Con todo, este es un pro-
fusa y resignada), o a fuerza de anti- blema que afecta no solo al cristianis-
cipar la dimensión de lo eterno en la mo, sino a todo el lenguaje e inteligen-
caducidad actual:13 «Si habéis resucita- cia humanos.
do con Cristo, buscad ahora las dimen-
siones de la resurrección» (cfr. Col 1,3
y ss.). Jesús, ¿salvador o maestro
espiritual?

Hasta la negación Los clásicos acrónimos cristianos de-


del propio ego puede signaban a Jesús, sobre todo, como
Divino y Salvador. Así se constata en
convertirse en una forma el IHS latino (Iesus hominum Salvator,
sutil de narcisismo. ‘Jesús Salvador de los hombres’) y en
el griego ichthys (‘pez’), cuyas letras
son las iniciales griegas para «Jesús,
Esa «anticipación» es lo verdadera- Cristo, Hijo de Dios, Salvador».
mente típico del paradigma cristiano, En algunas de las nuevas espiritua-
pero eso no significa que el cristia- lidades, Jesús deja de ser propiamente
nismo le haya sido siempre fiel ni que «salvador» y se convierte en un maestro
haya conseguido dicha anticipación espiritual más (el más sabio, si se quie-
en cada contexto histórico. Pablo, por re) entre tantos como han existido. El
22
hombre se salva por sí mismo, cayendo sino hijos como el otro hijo. Según eso,
en la cuenta de la mentira de su ego.15 todos somos plenamente Dios y hom-
Pero la investigación histórica bre como Jesús, por lo que nuestro pe-
confirma hoy que Jesús (aunque con- cado es no atrevernos a reconocer eso
tiene muchos elementos sapienciales) que Jesús nos habría dicho.
fue sobre todo un Profeta y «más que Con todo, ahí late cierta manipula-
profeta» por ser el Profeta Definitivo: ción de Jesús porque lo que Él nos dijo
«el Profeta Escatológico» lo llamó E. en realidad no es que nosotros seamos
Schillebeeckx. Precisamente la gran exactamente lo que Él, sino que pode-
conflictividad que desató es lo que mos llamar a Dios como Él le llama-
más le diferencia de los otros grandes ba (Abbá), y que quien le ve a Él ve al
maestros espirituales. Padre. De hecho, el lenguaje de Jesús
Eliminada esa conflictividad y la en los evangelios distingue constan-
llamada a «participar en la vida divi- temente entre «Mi Padre» y «vuestro
na» (2Pe 1,4), tampoco parece necesa- Padre». Ciertamente, puede discutirse
rio que Jesús sea el «Hijo Único» de cuál de estas dos visiones de Jesús es
Dios, pues, como mero maestro espiri- la más verdadera (a fin de cuentas, la
tual, basta con que haya sido el prime- fe solo tiene confirmación definitiva
ro que cayó en la cuenta de que todos en el más allá), pero nos parece que no
somos hijos. No «hijos en el Hijo» (se- cabe duda de que solo una de esas dos
gún la fórmula clásica de la teología), maneras de ver es la cristiana.

23
4  LA ESPIRITUALIDAD QUE NOS HACE
«EXCÉNTRICOS», JUSTOS Y COMPASIVOS

«Nuestra espiritualidad es a menudo poco más que un recurso tera-


péutico… La relación con Dios es una forma de hacernos sentir mejor,
pero no esperamos ser desafiados» (R. Wuthnow, God and Mammon
in America).
«Dios es Amor» (1Jn 4,20).

¿Qué es la espiritualidad? cuál no. Pero cualquiera de ellos está


remitido a lo real para confrontarse con
Todo ser humano –dice Jon Sobrino– ello y para decidir qué hacer de ello.16
tiene una «vida espiritual», pues, lo Los horizontes últimos marcan,
quiera o no, lo sepa o no, está abocado pues, los signos de identidad de las
a confrontarse con la realidad y está distintas espiritualidades. Importa mu-
dotado de la capacidad de reaccionar cho clarificar esto para no perdernos
ante ella con ultimidad. «Vida espiri- en discusiones estériles sobre el valor
tual» puede ser, por tanto, una tautolo- de unas prácticas que, aunque se pre-
gía: pues todo ser humano vive su vida sentan como espirituales, no son sino
con espíritu. Otra cosa es, por supues- ejercicios «intrascendentes» en el sen-
to, cuál sea ese espíritu con el que vive. tido literal y no peyorativo del término.
Pero indudablemente vive con espíritu. Aunque una mirada externa observe
Precisando más: espiritualidad es más prácticas análogas, no toda praxis me-
bien el espíritu con que se afronta lo ditativa es una praxis espiritual; para
real y la historia en que vivimos, con que pueda considerarse como tal, ha
toda su complejidad. Se podrá discu- de proyectarse hacia un horizonte tras-
tir entonces qué espíritu es adecuado y cendente no autorreferencial, requisito
24
que de entrada invalida las prácticas la persona, y manipulable de acuerdo
terapéutico-higiénicas, cuyo fin último con los intereses del hombre».17
es la búsqueda del bienestar personal. Antes hemos hablado de la interio-
Y, además, ha de estar referida a la ridad y la trascendencia como constitu-
realidad, lo que la aleja de las propues- tivas de toda persona. Cuando el ser hu-
tas analgésico-evasivas que huyen del mano todavía no conoce el progreso, lo
mundo. normal es que todas esas espiritualida-
des descuiden la historia y atiendan so-
bre todo a la interioridad. La aportación
La tentación de una espiritualidad judeocristiana, al hablar de un Dios que
ajena a la historia se revela «en la historia», pone de relie-
ve que toda esa riqueza de nuestro in-
Las «nuevas» corrientes de espiritua- terior existe para ser derramada amoro-
lidad –si bien son menos nuevas de lo samente hacia fuera, en esa progresiva
que se cree– parecen recoger mucho de liberación de toda esclavitud que Jesús
las religiones de Oriente: la riqueza del calificaba como «reinado de Dios». Si
hombre del hinduismo, la mentira del la construcción de la historia no brota
hombre del budismo y el camino entre de esa riqueza interior derramada amo-
ambas típico del taoísmo. De ningún rosamente, está destinada al fracaso
modo queremos rechazar nada de esas como enseña la experiencia. Pero, tam-
riquezas espirituales, pues las necesi- bién, si el cultivo de nuestra intimidad
tamos. Pero como cristianos creemos y de nuestra profundidad no lleva a esa
que han hallado su plenitud en la reve- salida amorosa, entonces, parodiando
lación de Dios como Amor, acaecida una frase de Marx podemos decir sobre
en Jesús de Nazaret. esas espiritualidades: «el hombre hace
J. B. Metz consideró como una esa espiritualidad; esa espiritualidad no
tentación para el catolicismo esta pro- hace al hombre».
puesta religiosa, que busca un Dios
ajeno a la historia, a la carne y a los
pobres. También el papa Francisco se Jesús no busca reducir el estrés
ha referido reiteradas veces a la proli-
feración de un cierto neognosticismo Jesús fue un hombre espiritual, su vida
que, como afirma la Congregación se orientó y se configuró desde el hori-
para la Doctrina de la Fe, presenta una zonte del Reino de Dios. El convenci-
salvación meramente interior, ence- miento íntimo y último de la interven-
rrada en el subjetivismo, que consiste ción soberana de Dios sobre la historia
en elevarse con el intelecto hasta los marcó sus modos de actuar, de hablar,
misterios de la divinidad desconocida. de relacionarse y de orar.
«Se pretende, de esta forma, liberar Los evangelios muestran a Jesús
a la persona del cuerpo y del cosmos en actitudes y prácticas que asociamos
material, en los cuales ya no se descu- espontáneamente con el universo de lo
bren las huellas de la mano providente espiritual: se retira a lugares solitarios
de Creador, sino solo una realidad sin para reflexionar y orar, reza a Dios con
sentido, ajena de la identidad última de el que se relaciona como Abba, participa
25
de los ritos judíos, reconoce y agradece na concreta. El hambre, la enfermedad,
la presencia de Dios en el trasfondo de la muerte, el desconsuelo, la culpa, la
la realidad… Pero, reconstruyendo su opresión, la injusticia, así como la ale-
biografía espiritual, caeríamos en una gría, la fiesta o la acción de gracias, no
caricatura obscenamente reductora si son accidentes que el orante deja en la
asimiláramos sus prácticas espirituales puerta junto a sus zapatos para sumer-
con la búsqueda de la atención plena girse en una experiencia transpersonal
que propone el mindfulness* (por poner de fusión con un misterio innombrable.
un ejemplo actual). En el horizonte trascendente de la es-
Con sus prácticas espirituales, Jesús piritualidad cristiana, habita un Padre
no busca reducir el estrés, conservar su que se abraza enloquecido de alegría
materia gris, ni conectarse con su yo a un hijo pródigo mil veces esperado,
interior. La pasión vital que configuró un Pastor que busca a la oveja perdida,
su existencia fue el anunció del adve- un Rey que promete un mundo bien-
nimiento y la instauración plena del aventurado a los que ahora lloran, pa-
Reino de Dios. Cuando sus discípulos san hambre y luchan por la justicia, un
piden que les enseñe a orar, no reciben Juez que visita presos, viste desnudos
una enseñanza de yoga sobre posturas y da de comer a los hambrientos.
corporales, técnicas de respiración, Hay muchas espiritualidades, mu-
ni modos de vaciar la mente, sino las chas maneras de relacionarse con la
recomendaciones de una mistagogía* ultimidad de lo real. Hay horizontes
que busca situarlos en la misma senda trascendentes que persiguen la Be-
de su espíritu: el horizonte del Reino lleza, la Bondad, la Justicia, la Paz…
(«venga a nosotros Tu Reino»), la vo- Los cristianos confluimos con todos
luntad de Dios sobre sus vidas y sobre ellos desde un horizonte habitado por
la historia («hágase Tu voluntad»), la un Dios conmovido por el sufrimiento
atención a las necesidades físicas co- de las víctimas. Todos podemos –y de-
tidianas («nuestro pan de cada día»), bemos– participar en encuentros ecu-
la necesidad del perdón como actitud ménicos* que celebran la belleza del
vital y relacional («perdona nuestras mundo, reclaman el cuidado y la pre-
ofensas como también nosotros perdo- servación del regalo de la Creación, fo-
namos a los que nos deben algo»), y mentan relaciones de no dominación,
la conciencia lúcida de las dinámicas reconocen identidades históricamente
de muerte que anidan en el corazón de negadas, invitan a llevar una vida aus-
todo ser humano («no nos dejes caer en tera, valoran la importancia de alimen-
la tentación»). tar nuestro mundo interior, etc. Todos
estos horizontes espirituales contribu-
yen a construir un mundo mejor en el
Un horizonte habitado por un que los creyentes reconocemos sin du-
Dios solidario con las víctimas dar signos del Reino de Dios.
Pero, inevitable y proféticamente,
La espiritualidad de Jesús nunca es una en esa inmersión en un océano espiri-
práctica elusiva, pues siempre parte de tual compartido, el cristiano alzará la
la realidad vital e histórica de la perso- voz para recordar que –como expresó
26
Josep Cobo– el fondo de ese océano relación con un Dios trascendente, es
aparentemente en calma está hoy lleno simultáneamente un encuentro con el
de cadáveres de migrantes que recla- sufrimiento del mundo. Esto es lo que
man redención y justicia. La espiritua- significa el texto del juicio final de Ma-
lidad cristiana –esto es, la espirituali- teo 25: «Señor, ¿cuándo te vimos ham-
dad que se deja mover por el Espíritu briento y te alimentamos, o sediento y
de Jesús– es tremendamente lúcida y, te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos
lejos de alejarse de la realidad, se su- extranjero y te acogimos o desnudo y
merge en ella para llamar a las cosas te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfer-
por su verdadero nombre. mo o en la cárcel y fuimos a verte?» A
lo que el Rey responderá: «Os digo de
verdad: Todo lo que hicisteis a uno de
Ética y mística se requieren estos mis hermanos más pequeños, me
mutuamente lo hicisteis a Mí» (Mt 25,37-40). En la
espiritualidad cristiana, ética y mística
Todas las propuestas espirituales (pro- se funden. La espiritualidad cristiana
féticas, místicas y sapienciales) dignas lleva hasta sus últimas consecuencias
de tal nombre reconocen la importan- aquello que el profeta Jeremías expre-
cia de la misericordia. Las personas só con rotundidad: que el conocimien-
espirituales de cualquier tradición de- to de Dios –fin de toda espiritualidad
sarrollan una sensibilidad especial ante creyente– viene mediado por la prácti-
el sufrimiento de los demás. Si la espi- ca de la justicia (Jer 22,16).
ritualidad auténtica nos confronta con
la realidad, también nos sitúa inevita-
blemente cara a cara ante la presencia La espiritualidad cristiana: lejos
insoslayable del mal individual y so- de ser un opiáceo
cial. La compasión forma parte de los
mínimos éticos18 que comparten todas En ningún caso la salvación cristiana
las espiritualidades creyentes o no. puede entenderse como un asunto pri-
Si toda espiritualidad nos hace más vado que solo compete al individuo re-
compasivos, en la singularidad de la ligioso. Con semejante bagaje, se hace
visión cristiana la atención al sufri- sumamente problemático –si no im-
miento de los demás forma parte esen- posible– el encuentro del ser humano
cial del núcleo de la propia experiencia con el Amor que desciende y planta su
espiritual. Hay espiritualidades que tienda entre los pobres del mundo para
toman conciencia de las situaciones salvar a la humanidad y recapitular el
de injusticia y, en un momento ético cosmos.
posterior, resuelven comprometerse En la espiritualidad cristiana, el en-
en erradicarlas o consolarlas. La espi- cuentro con Dios es un encuentro con
ritualidad cristiana se confronta con el «el mundo de Dios», con su proyecto
sufrimiento en el horizonte mismo de salvífico para la humanidad sufriente.
su ultimidad. El cristiano no encuen- En la mirada interior propia de la es-
tra desconsuelo solo en el mundo ni piritualidad, los cristianos no solo nos
paz solo en la oración. Su oración, su encontramos con el «rostro del Otro»,
27
sino también, e inseparablemente, con Confrontarse con lo más profundo de la
los rostros sufrientes de los otros y las realidad es reconocer la dinámica «dué-
otras; vidas que nos interpelan y nos lica» que batalla en su interior: la lu-
responsabilizan. No hay experiencia cha entre reino y antirreino.21 Esa fue la
espiritual verdadera que haga abstrac- experiencia espiritual de Jesús que los
ción del sufrimiento, o dicho en cris- evangelistas sintetizan en el relato de
tiano: no hay experiencia espiritual las tentaciones del desierto, que parece
cristiana que no integre la cruz como recoger otros momentos de la vida de
momento constitutivo de la misma.19 Jesús (usar a Dios en beneficio propio
Pero la cruz no es, por así decir, «lo o en beneficio de su propia misión, ser
central» del cristianismo –eso sería la proclamado rey o disponer de legiones
resurrección–, sino más bien un co- de ángeles en defensa propia…).
rrectivo constante a todas nuestras fal- Hoy, en un mundo en cambio que
sificaciones de lo Trascendente. para muchos se muestra amenazante y
Repetimos una vez más nuestra opaco, florecen pseudoespiritualidades
acogida plena a todas las propuestas no conflictivas que ofertan paz y unifi-
«espirituales» que persiguen la paci- cación personal. Una mirada crítica in-
ficación interior como objetivo de la terrogará sobre el horizonte último de
praxis meditativa, junto con el silencio esa tranquilidad: ¿se trata de la ayuda
introspectivo, el vaciamiento y la bús- saciante del maná que se ofrece al que
queda de la paz. Son una prueba pal- marcha por el desierto, o de la tranqui-
maria de que la civilización (y la pseu- lidad irresponsable de una ignorancia
dorreligiosidad) del dios Dinero (con infantil? En la praxis espiritual cristia-
sus secuaces, el consumo y la osten- na, hay que decidir con qué espíritus
tación) no puede hacernos felices por construir el Reino: con los del poder o
más que se nos obligue a declarar que con los del servicio.
lo somos. Detenerse y acallar nuestro Hay muchas espiritualidades y al-
mundo interior tiene beneficios tera- gunas confluyen en el horizonte del
péuticos nada desdeñables. Reino. Estas nos hacen más excéntri-
Pese a todo, las biografías de maes- cos, compasivos, lucidos y justos. Si
tros y maestras espirituales de todas las además reducen nuestro estrés y con-
tradiciones religiosas hacen referencia servan nuestra materia gris, mucho
a un mundo interior agitado por «es- mejor. Pero, si se trata solo de esto
píritus en lucha». En sus Ejercicios, último, basta con pedalear sobre una
Ignacio de Loyola desconfía de la ca- bicicleta estática o consumir ciertos
lidad de la práctica espiritual de aque- opiáceos. Por eso, recogiendo un texto
llos ejercitantes que permanecen im- ya viejo, «esta contraposición entre el
pasibles.20 Y es que, adentrarse en el disfrute de Dios y la voluntad de Dios
mundo espiritual es confrontarse con es uno de los datos más fundamentales
los «demonios» personales e históricos para cualquier reflexión sobre el senti-
que se confabulan para impedir la cons- do, el valor y los límites de la experien-
trucción de horizontes de fraternidad. cia mística».22

28
APÉNDICE: IGLESIA DE JESÚS, IGLESIA DE LOS
POBRES

En la situación descrita y al menos en el Occidente que se conside-


ra patria del cristianismo, las iglesias cristianas atraviesan hoy una
comprensible tentación: presentarse como un remanso de esa paz y
tranquilidad tan anheladas por buena parte del mundo Occidental, con
la pretensión de recuperar así algo de su antigua posición de «cris-
tiandad» inconscientemente añorada por muchos (aunque solo sea
porque las instituciones eclesiásticas todavía responden bastante a
aquella situación histórica). Este nos parece un camino falso porque el
mundo adulto ya ha comprendido que puede buscar –al menos– algo
de esa paz y esa tranquilidad sin necesidad de la Iglesia.

La otra opción es renunciar definitiva- la dirección en la que debe orientarse


mente al sueño de la cristiandad y pro- una Iglesia que define a su Dios como
curar ser lo que el evangelio califica el que «derriba del trono a los podero-
como «levadura» que, en su pequeñez, sos y enaltece a los humildes, llena de
es capaz de hacer fermentar toda una bienes a los pobres y despide vacíos a
masa o, como semilla mínima, produ- los ricos».
cir un árbol gigantesco, o como grano Ese segundo es el camino que Dios
de trigo, que muere para dar fruto. Esta abre a la Iglesia hoy. Jesús de Naza-
segunda será la Iglesia que Bossuet ca- ret, cuyo don más repetido es «la paz»,
lificaba como «mundo al revés», pues anunció que ese camino no traería de
en ella los pobres tienen una «eminen- entrada paz, sino guerra y división;
te dignidad», los excluidos de la socie- pero anunció también que, a la larga,
dad son señores y, aunque los ricos y cuando se busca solo el reinado de
poderosos también están llamados a Dios y la justicia de Dios, todos los de-
ella, solo pueden entrar en ella por la más bienes espirituales (la paz, la ple-
puerta de los pobres.23 Por utópica e nitud interior, el sentido y una extraña
inaccesible que suene esa meta, marca dicha…) vienen dados por añadidura.
29
GLOSARIO

•  Consciencia transpersonal / Transegoi- poder!» y viceversa, lo que he conseguido es


ca: Es la conciencia de que el sujeto es mu- fruto de mi esfuerzo. Se suele defender desde
cho más que un individuo aislado que tiene una meritocracia capitalista («lo que gano es
que relacionarse con otros sino que su yo se fruto de mi esfuerzo») o desde una meritocra-
extiende más allá de él mismo. El término cia religiosa («mi salvación o nivel espiritual
transpersonal proviene de una rama de la psi- es fruto de mi esfuerzo o camino espiritual»).
cología desarrollada a lo largo del siglo xx • Gnosis / gnosticismo: Significa literal-
que integra el funcionamiento del ego y la mente «conocimiento». Fue una doctrina
dimensión espiritual del ser humano. Invita a importante en los primeros siglos del cristia-
los seres humanos a trascenderse a sí mismos nismo. Defendía que se accedía a la salvación
para identificarse con una Conciencia mayor, por medio del conocimiento tanto del propio
colectiva, omni-abarcante. yo como de Dios y del mundo. Formaban co-
• Advaita / no-dualidad: Se trata de un con- munidades elitistas, los maestros de las cuales
cepto propio de la tradición hindú que subra- desvelaban solo a sus miembros y de manera
ya que el atman (o alma) y Brahman (la Divi- procesual los secretos ocultos que solo ellos
nidad) no son dos entidades distintas. Dios y conocían. Frente a la ortodoxia que ponía
el mundo no son dos, así como dos criaturas el acento en la fe y en la vida moral de las
de este mundo tampoco son propiamente dos. personas, el gnosticismo lo ponía en el cono-
La salvación del ciclo de las reencarnaciones cimiento, como si conocer a Dios y el bien
supone tener una visión unitiva de todo. supusiese automáticamente practicarlo. En el
• Unión hipostática: Se trata de la ex- gnosticismo era imposible o contradictoria la
presión que intenta explicar cómo, en Cristo, afirmación paulina: «hago el mal que no quie-
la naturaleza divina se unió a la naturaleza hu- ro (hacer)» y «no hago el bien (que conozco)
mana por medio de la encarnación. Es un con- y que quiero (hacer)».
cepto que nos dice que Dios y el ser humano • Mindfulness: Literalmente se trata de una
en Cristo no son dos ni puramente uno. Se rec- serie de técnicas de meditación para adquirir
haza el dualismo y la fusión. De igual manera, la «conciencia plena». Busca la reducción
el creyente cristiano no aspira a fusionarse con del estrés y la valoración de cada momento
lo divino ni a mantener la separación con él, presente, mediante la atención a todo lo que
sino a conseguir la plena comunión. se percibe.
• Pelaginanismo: Es la doctrina de un mon- • Mistagogia: Literalmente significa «la con-
je de los siglos iv-v que acabó siendo condena- ducción hacia la mística», es decir, trata de la
da por la Iglesia, y que defendía la capacidad capacidad de un discurso o de unas prácticas
del ser humano de llevar una vida santa si así de conducir al individuo a la unión con Dios o
lo deseaba y decidía. En última instancia, la el Absoluto.
salvación dependía de la propia voluntad y • Ecuménico / ecumenismo: Es el trabajo
no de la gracia o don de Dios. Podemos hoy del cristianismo para conseguir la unión de to-
en día llamar pelagianos a los que defienden dos los cristianos e iglesias. Se trata de llegar a
la literalidad de la exclamación «¡querer es estar todos en una misma casa (oikos) común.

30
NOTAS

1. «La verificación divina de que esa vida es la 12. «Un solo grito inmenso de fraternidad» canta
vida verdadera es la resurrección, pero la ve- intuitivamente la misa nicaragüense, especifi-
rificación histórica de que la vida de Jesús es cando que nada hay más bello que la experien-
liberadora y buena noticia es –paradójicamen- cia de percibir eso «en el canto de todos».
te– la cruz. Por eso, no solo a pesar de, sino 13. «Hablemos de la tarea de nuestra caducidad,
también a través de la cruz, la vida de Jesús que es hacer que el tiempo sea todo él eterni-
es hoy liberación y buena noticia» (Sobrino, dad», dice un conocido poema de Pedro Ca-
Jon (1993). Jesucristo liberador. Lectura his- saldáliga.
tórico-teológica de Jesús de Nazaret. Madrid: 14. Es llamativo que la serenidad y la agudeza
Trotta, pág. 343). de Aristóteles consideren la esclavitud como
2. Cristianisme i Justícia (1987). Manifiesto conforme a la naturaleza…
contra un cristianismo espiritualista. Barcelo- 15. De ahí las acusaciones de pelagianismo y
na: Cristianisme i Justícia. Cuadernos, n.º 21, gnosticismo sobre las que alerta el citado do-
págs. 6 y 16. cumento, Placuit Deo (marzo, 2018).
3. Para ejemplos de esa misma experiencia y de 16. Sobrino, Jon, «Espiritualidad y seguimiento
otros modos creyentes de expresarla, véase de Jesús», en Ellacuría, Ignacio y Sobrino,
González Faus, José I. (20003), Proyecto de Jon (1994). Mysterium Liberationis. Concep-
hermano: visión creyente del hombre, Bilbao: tos fundamentales de la Teología de la Libera-
Sal Terrae, págs. 299-380. ción. Madrid: Trotta, págs. 452-453.
4. Kaivalya Upanishad, 11. 17. Placuit Deo, n.º 3.
5. La Biblia describe esa contradicción distin- 18. Cfr. Hans Küng (2002). Reivindicación de
guiendo la creación del hombre de la del resto una ética mundial, Madrid: Trotta.
de la naturaleza: «el ser humano no es solo 19. Las cruces de todas las víctimas de la historia
creatura, ni una creatura más, sino “más que que Jesús «carga» en su cruz personal.
creatura” (imagen de Dios)». Véase de nuevo 20. [6]. «El que da los exercicios, quando siente
González Faus, op. cit., capítulos 2 y 3. que al que se exercita no le vienen algunas
6. Formulado desde Oriente: «la mente puede ser mociones spirituales en su ánima, así como
pura e impura. La impura viene determinada consolaciones o dessolaciones, ni es agitado
por los deseos; la pura carece de ellos» (Amri- de varios spíritus, mucho le debe interrogar
ta bindu Upanishad, 1). cerca de los exercicios, si los hace, a sus tiem-
7. G. Thibon, el hombre que mejor conoció a la pos destinados […]», en Obras completas de
gran Simone Weil, escribía sobre ella que, de Ignacio de Loyola, Madrid: BAC, 1963.
tanto despreciarse a sí misma, olvidaba olvidarse 21. Sobrino, Jon (2000). Jesucristo Liberador:
de sí misma: «esculpe su yo en hueco como los lectura histórico teológica de Jesús de Na-
orgullosos lo esculpen en relieve». Thibon, Pe- zaret. San Salvador: UCA editores, pág. 218:
rrin (1967): Simone Weil telle que nous l’avons «La llegada del reino está en relación duélica
connue, París: La Colombe, pág. 160. con el antirreino. Ambos no son solo exclu-
8. Cf. Hillesum, Etty (2007). Una vida conmocio- yentes, sino que uno hace contra el otro».
nada: diario, 1941-1943, Barcelona:  Anthro- 22. Cfr. González Faus, José I. (2000). Migajas
pos, pág. 41. cristianas. Madrid: PPC Editorial, pág. 33.
9. Ratzinger, J. (1977). Foi chrétienne hier et Todo el capítulo titulado «¿Dios a la vista o
aujourd`hui, París: Le Cerf, pág. 197. religión a la carta?» puede servir como resu-
10. Congregación para la Doctrina de la Fe, Pla- men de este Cuaderno.
cuit Deo, n.º 3. 23. Sobre la eminente dignidad de los pobres en
11. Schillebeeckx, Edward (1981). Jesús. Historia la Iglesia. Sermón predicado el domingo de
de un Viviente. Madrid: Cristiandad, pág. 547. septuagésima de 1659.

31
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. ¿Por qué crees que han aparecido nuevas espiritualidades?

2. Un lenguaje sobre Dios en el que no aparezca ni una sola vez el sufrimien-


to, ni la opresión del hombre por el hombre, ni la afirmación cristiana de que
Dios se ha revelado no para respuesta a los intelectuales, sino como buena
noticia a los oprimidos…, no pasará de ser una religiosidad burguesa (y quizás
farisea).

¿Qué opinas de esta afirmación?

3. ¿Qué tipo de Dios y qué tipo salvación buscan los hombres y mujeres
espirituales de nuestro siglo xxi? ¿Qué valores positivos tienen?, ¿qué res-
puestas se están ofreciendo desde ámbitos religiosos y seculares?, ¿ todas
las ofertas son compatibles con la construcción de un mundo más fraterno,
justo e igualitario?

4. Si la espiritualidad cristina es el encuentro con el Otro.

¿Has experimentado la presencia del Otro en tantos otros y otras a los que te
has acercado?

5. La Iglesia de Jesús, la Iglesia de los pobres.

Es la Iglesia que Bossuet calificaba como “mundo al revés”, pues en ella los
pobres tienen una “eminente dignidad”, los excluidos de la sociedad son seño-
res y, aunque los ricos y poderosos también están llamados a ella, solo pue-
den entrar en ella por la puerta de los pobres. ¿Has experimentado o conocido
alguna vez esta Iglesia que es “mundo al revés”?

6. ¿Qué te ha aportado la lectura de este Cuaderno?

¿A quién le aconsejarías que se lo leyese?

32
Cristianisme i Justícia (Fundació Lluís Espinal) es un centro de estu-

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dios creado en Barcelona el año 1981. Agrupa un equipo de voluntariado
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para contribuir a la transformación de las estructuras sociales y eclesia-
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