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Chicxs: Un garrón empezar así, sin siquiera poder presentarnos, pero son las condiciones que el mundo nos
depara, de modo que vamos a trabajar con esto, aunque sea al comienzo para poder tener las primeras notas e
irlos conociendo. La idea de este trabajo, además de leer las notas periodísticas, es pensar y reflexionar sobre la
violencia que nos oprime y realizar una crítica social para poder evolucionar y sobrevivir en esta realidad
desquiciada.
Preguntas:
20 de febrero de 2020
Fernando y los rugbiers
La Víctima
Por Diego Flores y Denise Tognolotti
Por lo tanto, fue indefectible al interior del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias, en los
pasillos, en los almuerzos, en las oficinas, de manera formal e informal, que se aborde el caso,
su problemática leída en clave de género, de la construcción y los dispositivos de las
masculinidades ¿Es Fernando también víctima del patriarcado? ¿Era Fernando un varón
“débil”? ¿Estaba fuera de los parámetros de la masculinidad hegemónica impuesta?
La muerte de Fernando nos interpelaba además porque el Programa Las Víctimas Contra Las
Violencias, trabaja desde los tres últimos años con clubes de fútbol e instituciones deportivas
(e insistimos en la importancia de extender este trabajo a la mayor cantidad de clubes posibles)
, entre otras, con el fin de poder ayudar a pensar a las y los jóvenes deportistas, sobre ciertas
prácticas naturalizadas, ciertas formas de ser y habitar el mundo que portamos sin siquiera
detenernos a pensarlas y cuestionarlas. Prácticas, expresiones lingüísticas que acarreamos y
que nos atraviesan. Sobre todo en ámbitos donde las formaciones sobre la masculinidad (y la
femeneidad) tienen un arraigo histórico fuertemente hegemónico.
Asimismo también nos preguntamos en cómo leer la violencia ejercida por esos cuerpos: ¿es
una violencia irracional? ¿Animal, pulsional, desbocada? ¿Sin sentido? ¿O por el contrario la
violencia ejercida ante ese otro es un capital simbólico que se enlaza con lógicas de aguante,
poder y un orden taxonómico “entre machos? ¿Los rugbiers le pegan a otros rugbiers? ¿Le
pegan a cualquiera? ¿Hay componentes de clases? ¿Xenófobos? ¿Homofóbicos? ¿Se
extendieron los límites para ejercer la violencia contra otro?
Decir que el problema es el rugby, además de ser un reduccionismo es una hipótesis falaz,
puesto que no todos los grupos de rugbiers salen a asesinar y golpear chicos por la calle. El
rugby también es un amalgamador social: por caso tenemos el ejemplo de “Los espartanos”.
Aun así no podemos desentendernos de los casos en los que se repiten hechos violentos donde
los protagonistas vinculados son justamente grupos de rugby. No de futbol, no de natación,
hockey o karate. Es decir el campo del rugby tiene en su interior particularidades: dominantes-
dominados, practicas legitimadas, sancionadas, cuestionadas, códigos, lenguajes, conductas
consolidadas etcétera. Y a ellas debemos atender ¿Y entonces, qué es lo que pasa en el rugby?
¿Qué tipos de masculinidades propone? Y qué tipo de femeneidad? ¿Cómo se construye la
otredad? ¿Quién es el otro? ¿Ese otro es vital para una afirmación identitaria propia?
En esas charlas de entre pasillo que mencionábamos anteriormente, Eva Giberti intervino: “Los
asesinos de un joven sorprendido de espaldas convocan a la víctima sacrificial que el
patriarcado les ofrece para su placer. La satisfacción que obtuvieron les permite disfrutar del
trofeo que los viriliza como grupo y los consagra como campeones de la crueldad.”
Estas son algunas de las reflexiones y lineamientos que abren el camino para pensar al interior
del Programa en las victimas más allá de nuestra especificidad: mujeres niñas, niños y
adolescentes. Por la resonancia del caso, y sobre todo por la brutalidad y el modo en que se
produjo la victimización. Con sadismo y por placer.
*Este artículo fue escrito por los responsables de Prensa del Programa Las Victimas contra las
Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (El Programa sólo se
ocupa de mujeres,niñas,niños y ancianas)
-------Nota 2-------
23 de enero de 2020
Violencia y machismo
Por Emiliano Samar * y Roberto Samar **
Ante el crimen llevado a cabo por 10 pibes de "veinti" donde dieron muerte a otro joven,
solo, ya en el suelo... Se abren preguntas y se reavivan heridas.¿Cómo se llega a tener 20 años
y enorgullecerse de la ventaja? ¿Cuándo se enseñó la saña? ¿Cuándo se aprendió la violencia
cruel?
"Dale que lo vas a matar, vos podés" señala una testigo como frase "latigante" marcando el
camino del golpe fatal. Pero ¿dónde empieza todo? ¿Cuál es esa vuelta que teje la
discriminación y el odio como trama social y grupal? La ética y los valores parecen aquí
ausentes en un deporte que forma cuerpos endurecidos y embravecidos. Imaginamos la
escuela de los diez muchachos, porque ellos tuvieron su sala de 5, sus juegos en los rincones,
sus patios con recreos. Habrán tenido figuritas en primaria, y formaciones en hileras. Les habrá
llegado el intento de la ESI en sus primeras apuestas. Seguramente hubo comidas en familia,
se habrá conversado sobre otras y otros, sobre el vecino, sobre la señora de enfrente, habrán
visto películas y hecho comentarios. Se habrá opinado sobre el programa de televisión diario.
Y hubo vestuario donde se apodó al amigo, dónde se apuró al contrario, y ahí estaría "el profre",
y también quién recibe la percha con la ropa del día. Y hubo alguna discusión en la cola del
súper, o algún cambio de opinión en la librería o en el bar. Y en cada lugar una oportunidad
ineludible de algo diferente, alguien que quizá no dijo, no intervino, no supo o no pudo
desenmarañar la cultura machista y discriminadora que los diez construyeron de a poco.
Las mujeres feministas nos están invitando a que nos cuestionemos. Y es hora también
de que los varones nos hagamos a nosotros mismos los llamados de atención. A que miremos
desde una perspectiva de género y entendamos que buena parte de la violencia actual
responde a mandatos de la masculinidad hegemónica. Mandatos que aprendemos cada día
de algún modo. Mandatos que arrancan quizá cuando nuestra familia recibió la noticia: es un
varón. Porque la violencia machista se ejerce en distintos contextos, y encuentra víctimas en
mujeres, en parejas, en hijas e hijos, y también en otros varones. La matriz de la
discriminación es una, y se despliega implacable sobre la otredad que devela la
diferencia. Así también la modalidad violenta de la hegemonía del "macho", es un surco de
compleja deconstrucción y es ejercido ante la diversidad de los "otros".
La violencia machista está inscripta en cómo fuimos socializados. Una violencia asociada
a la supuesta necesidad masculina de dominar, de subordinar a otras personas y
demostrar permanentemente esa posición. “Mostrale quien manda”, “no seas cagón”, “no
seas nena”, son frases que escuchamos decir. En ese sentido, nadie nace siendo un machista
violento. La violencia es construida a partir de mandatos culturales del género masculino
que reproducimos: ser dominadores, controladores, conquistadores, fuertes, proveedores,
valientes, racionales, violentos… características señaladas a los varones como virtudes,
características a alcanzar.
Pero ¿qué es el género? Según la socióloga Rosa Cobo Bedía, “la noción de género surge a
partir de la idea de que lo “femenino” y lo “masculino” no son hechos naturales o
biológicos, sino construcciones culturales”. Es decir, sobre esa construcción cultural que es
el género, la cual está cargada de mandatos sobre las cuales se construyen desigualdades
sociales. Si miramos datos asociados a la violencia de nuestra sociedad, veremos que
masculinidad y violencia son dos variables que se cruzan. La Oficina de la Mujer de la CSJN
publicó la edición 2018 del Informe de Femicidios de la Justicia Argentina. En ese informe se
identificaron 255 víctimas directas de femicidios en Argentina entre el 1 de enero y el 31
de diciembre de 2018. En el 56 % de los casos, los femicidios fueron cometidos por parejas
o ex parejas de las víctimas. Es decir, por varones que pensaban que esas mujeres eran de
su propiedad. Si miramos los datos de las personas detenidas, según el Sistema Nacional de
Estadísticas sobre Ejecución de la Pena del año 2018 el 95,2 % de las personas detenidas son
varones.
La antropóloga Rita Segato nos señala que el hombre también es víctima del mandato de
masculinidad. Porque también sufrimos esa violencia en enfrentamientos y peleas para
demostrar que somos fuertes, dominadores y que nos la bancamos. En ese sentido, el
Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación sostiene en su Informe sobre
Homicidios de la Ciudad de Buenos Aires del año 2017 que: el 80% de las víctimas de homicidio
fueron hombres, mientras que el 20% fueron mujeres. Pero los victimarios también fueron
varones en su mayoría, solo un 7% de esos casos la mujer fue quien cometió ese hecho de
violencia.
La violencia se inscribe en el marco de una sociedad desigual e injusta que naturalizamos y
reproducimos sin darnos cuenta. Cuando acosamos una mujer en la calle, cuando reproducimos
chistes misóginos, cuando tratamos a una mujer como un objeto. Cuando no decimos, cuando
somos testigos silenciosos, cuando dejamos de intervenir... En grandes acciones y en
pequeños gestos, vamos construyendo condiciones de posibilidad de violencias.
Un día empezó... Y un día creció.... Y una noche impune, estalló. La necesidad y la invitación
es a decir, a actuar, a deconstruir. Y en esta oportunidad, a exigir justicia.