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Los efectos del humo de soldadura sobre las personas dependen de los componentes en forma de
partículas en el humo y cuánto de ese humo respira el soldador. Algunos efectos pueden ocurrir a
corto plazo después de la exposición; estos son los efectos agudos. Los efectos a largo plazo o
crónicos pueden no manifestarse sino después de años de exposición.
La fiebre por humos de metal es el trastorno agudo de la respiración más común que sufren los
soldadores. Es una enfermedad similar a la gripe que dura de 24 a 48 horas. Típicamente es
causada por exposición a humos de zinc, pero el cobre, magnesio y cadmio también se conocen
como causantes de la fiebre por humos de metal. La exposición aguda a altas concentraciones de
cadmio, sin embargo, puede ser más seria, produciendo irritación grave de los pulmones, edema
pulmonar e incluso la muerte.
La exposición a largo plazo a humos de soldadura puede presentar riesgos serios al sistema
respiratorio o nervioso, y efectos nocivos a la reproducción, aunque todavía se requieren
investigaciones adicionales. Se sabe que algunos metales son especialmente peligrosos. Esos
metales incluyen el plomo, el cadmio, el berilio y el mercurio. Pero aun los soldadores que no
trabajan con esos materiales tóxicos pueden correr riesgos.
El acero al carbón, que incluye los aceros suaves, es el material que más comúnmente se
suelda. El manganeso contenido en el acero y en el metal de la soldadura algunas veces resulta en
exposición excesiva al manganeso. El envenenamiento crónico por manganeso puede causar una
enfermedad similar al mal de Parkinson, y otros efectos neurológicos.
El acero inoxidable, los aceros de alta aleación y los aleados con níquel exponen a los
trabajadores a humos de cromo y/o níquel. Tanto el níquel como el cromo hexavalente están
clasificados como cancerígenos en los seres humanos.
Gases peligrosos también pueden producirse durante las operaciones de soldadura.
Dependiendo de las características específicas de su proceso, estos gases pueden incluir el ozono,
el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono y compuestos del flúor. Estos gases pueden
causar efectos tanto a corto como a largo plazo.
Para proteger a los trabajadores contra los humos y gases producidos al soldar, con frecuencia
se requiere ventilación, especialmente al soldar materiales particularmente peligrosos o durante
períodos prolongados. Es esencial tener ventilación en espacios cerrados o reducidos. Aunque los
equipos de respiración con purificadores de aire pueden filtrar los humos de metal, no protegen a
los trabajadores contra todos los gases nocivos que se producen, ni contra una deficiencia de
oxígeno.
Espondilitis anquilosante