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Diferencia entre inteligencia emocional e

intelectual
Es el objetivo actual que marca la agenda de muchas empresas: una
integración de ambas para lanzar una estrategia de marketing encaminada a
vender un producto o servicio con las mejores garantías.

¿Qué es la inteligencia intelectual? La capacidad que tiene una persona para


analizar situaciones de manera objetiva, consciente, deliberada. La destreza de
poder asimilar información y utilizarla para la resolución de problemas. Es una
capacidad genética, cognitiva, marcada por el cociente intelectual.

Por su parte, la inteligencia emocional hace referencia a las aptitudes, y


habilidades que muestra una persona a la hora de regular sus sentimientos y los
del público al que se dirige. Es la manera que tenemos para manejar las
emociones, nuestra subjetividad.

Aquello que guía nuestro comportamiento. Nace desde niño y se va desarrollando


a lo largo de toda la vida.

¿Cuál es más importante en el marketing?


Son cada vez más los autores que se decantan más por la inteligencia emocional
que por la intelectual como base del éxito en su estrategia de marketing.

La aplicación de una mayor inteligencia emocional permite a una empresa o


compañía obtener un mayor rendimiento de sus trabajadores. Y es que esa propia
subjetividad permite el autocontrol para poder manejar mejor las situaciones que
se nos presentan.

La inteligencia emocional se presenta como una habilidad no innata, sino que se


adquiere con el tiempo, según la experiencia que vivamos.

También nos permite dar con aquellos sentimientos que nos resultan perjudiciales
como la frustración o la rabia para controlarlos y tratar cambiar de actitud. Es
intangible y resulta determinante para lograr el éxito profesional y personal. Con la
inteligencia emocional podemos manejar las situaciones y se convierte en una
herramienta que nos da la pauta de saber cómo nos relacionamos con los demás.
¿Qué variables intervienen en la inteligencia intelectual?
Estas son las más importantes:

 La capacidad de observación.
 La memoria.
 El aprendizaje.
 Las habilidades sociales.

Algunas variables que intervienen en la inteligencia


emocional
Destacan las siguientes:

 La honestidad.
 La lealtad.
 La responsabilidad.
 La solidaridad.

La inteligencia emocional puede trabajarse a lo largo de toda la vida para


conseguir mejorarla y poder sacar mucho más rendimiento.
¿Qué es el Cociente Intelectual?
Un concepto en continua disputa. ¿Qué es exactamente? ¿Mide eficientemente la inteligencia?

Medir la inteligencia. Podemos medir la longitud de algo, su volumen o su peso con


relativa facilidad, dado que son atributos físicos directamente observables.
Pero, ¿qué ocurre cuando pretendemos obtener una medida de algo subjetivo, como la
inteligencia o cualquier aspecto de la personalidad de un individuo? Es necesario elaborar
mecanismos y técnicas que nos permitan observar dicho atributo y obtener una
puntuación a partir de la cual poder trabajar. En el caso de la capacidad cognitiva, se
emplea el cociente intelectual o CI.

Artículo relacionado: "¿Es el Cociente Intelectual (CI) lo mismo que la inteligencia?"

Inteligencia: un concepto complejo


La inteligencia se entiende como aquella capacidad o conjunto de capacidades a través
de las cuales somos capaces de adaptarnos correctamente y de la forma más eficiente al
entorno, de manera que gracias a ella somos capaces de analizar, interpretar y juzgar la
información correctamente, elaborar estrategias, ajustar nuestro comportamiento según
nuestras metas y recursos y resolver problemas, entre otras capacidades.
Si bien el propio concepto de inteligencia es difícil de delimitar (aspectos sobre qué
incluye, si es modificable o no, su vinculación con aspectos como la personalidad o si se
trata de una capacidad única, varias jerarquizadas o diferentes habilidades
independientes, por ejemplo), se trata de una de las aptitudes más valorada en todo el
mundo.
Debido su utilidad a la hora de permitirnos adaptarnos de manera eficiente y a la
observación de que no todo el mundo manifiesta el mismo nivel de eficiencia en las
diferentes tareas que emprendemos, surgió la necesidad de valorar la capacidad
intelectual. Ello permitiría, por ejemplo, ajustar la enseñanza y el aprendizaje a las
capacidades de los alumnos (de hecho, ello fue lo que provocó que se le solicitara a Binet
desarrollar el primer test para medir la inteligencia).
El Cociente Intelectual
El Cociente Intelectual o CI, es, en sí mismo, una medida de la inteligencia. Se trata del
producto de dividir la edad mental por la cronológica y multiplicarlo por cien. Es decir, se
calcula la edad aproximada a la que la mayor parte de sujetos es capaz de resolver un
determinado problema y se relaciona con la edad real del sujeto. La multiplicación por
cien pretende eliminar decimales.
El resultado obtenido de esta operación es lo que se denomina cociente intelectual. Pero
el número en sí solo es significativo en comparación con los resultados obtenidos por la
media de la población de origen. Así, cuando hablamos de CI estamos en realidad
haciendo una comparación entre el rendimiento propio con el de la mayoría de individuos
de la misma edad.
El cociente intelectual es medido a través de muy diversas y diferentes pruebas en
función de las características de los sujetos, el objetivo de dicha medición, su edad o si se
pretende evaluar un aspecto concreto o la inteligencia a nivel general.
Uno de los tests más conocidos en este aspecto son las escalas Wechsler, el Wechsler
Adult Intelligence Scale o WAIS en el caso de los sujetos adultos y el Wechsler
Intelligence Scale for Children o WISC en el caso de los niños. Se puede medir el cociente
intelectual o CI total, el CI verbal y el CI manipulativo por separado (siendo el primero el
que se refiere a memoria y comprensión mientras que el segundo se vincula a aspectos
más perceptivos y organizativos), además de diferentes índices como la velocidad de
procesamiento, comprensión verbal, razonamiento perceptual y memoria de trabajo.
La distribución normal de la inteligencia a partir del CI
Las puntuaciones obtenidas en diferentes pruebas de inteligencia han de estandarizarse y
pasarse a un tipo de distribución que permita observar en qué relación las propias
capacidades se ajustan a la media poblacional. En el caso del cociente intelectual se
emplea para ello la distribución normal.
Se considera que un valor de 100 o valores aproximados a este estarían en la media, con
más de la mitad de la población de la misma edad teniendo puntuaciones semejantes. Por
encima de esta medida hablaríamos de una capacidad superior a la media, y por debajo
estaríamos ante unas capacidades intelectuales por debajo.
Pero hace falta tener en cuenta que estamos hablando de una media. Existe un rango
entre el que las puntuaciones de personas con un nivel equivalente de capacidad
cognitiva pueden oscilar. Es por ello que en la distribución normal aplicamos la desviación
estándar, que puede entenderse como el rango de dispersión de las puntuaciones dentro
de un mismo rango. Puntuaciones que se encuentren a esa distancia de la media o
seguirán estando dentro del mismo rango.
Los diferentes rangos de inteligencia según el Cociente Intelectual
En el caso de la inteligencia, la media se hallaría en el valor 100 y contamos con una
desviación típica de 15. Ello indica que personas con un CI entre 85 y 115 seguirían
teniendo una capacidad intelectual dentro de la media.
Personas que se alejan más de dos desviaciones típicas (es decir, con un CI por debajo
de 70 o por encima de 130) de la media presentan unas capacidades sensiblemente
alejadas de las de la mayoría de la población.
Discapacidad intelectual
Se considera que los sujetos con un CI por debajo de 70 padecen discapacidad
intelectual. En función del CI manifestado, dicha discapacidad será de mayor o menor
gravedad. Si se encuentra entre 70 y 50 el grado de discapacidad se considera leve
(siendo este el rango en el que se encuentra la mayor parte de población con
discapacidad intelectual). De encontrarnos con un CI entre 50 y 35, la discapacidad sería
moderada, lo que supondría la necesidad de supervisión y educación especial. 
Entre 35 y 20 indicaría la existencia de una discapacidad intelectual grave, dependiendo
de supervisión y considerándoseles legalmente incapacitados. Un cociente intelectual por
debajo de 20 se considera la existencia de discapacidad intelectual profunda, que
generalmente se da con daños neurológicos que limitan en gran medida la actuación e
interacción con el medio.
Superdotación intelectual
En lo que respecta a sujetos por encima de la media, quienes manifiestan un cociente
intelectual por encima de 130 son considerados superdotados (si bien para ello es
necesaria la presencia de otros atributos como la creatividad y el hecho de que el sujeto
sobresalga en todos o la mayoría de los ámbitos, además de un CI por encima de este
nivel).
Sujetos con un cociente intelectual entre una y dos desviaciones típicas por debajo de la
media se considera inteligencia borderline, mientras que quienes se en algún punto entre
una y dos desviaciones típicas tienen inteligencia superior.
Críticas a la idea de Cociente Intelectual
El uso de cociente intelectual como medida de la inteligencia ha sido polémico y
controvertido desde sus inicios. Ello se debe en primer lugar porque el concepto de
Cociente Intelectual se fundamenta en la concepción de la inteligencia como una
capacidad general.
Esto quiere decir que, aunque hoy en día se tiende a pensar que hay más de un tipo de
inteligencia, el resultado final por el en general medimos el atributo de la inteligencia sigue
resultado unitario y hace referencia al factor G (o general). Otro de los aspectos
controvertidos es que las pruebas llevadas a cabo para medirla, por norma general, se
centran en determinadas habilidades que dejan de lado otras como la inteligencia musical.
Un tercer aspecto a tener en cuenta es que pueden existir sesgos culturales en los
instrumentos de medida empleados, a pesar de que en general tratan de ser lo más
objetivos posibles. Las habilidades necesarias para adaptarse al entorno van a variar
según las características de éste. 
Del mismo modo, no todo el mundo tiene el mismo concepto de inteligencia. Así, un
indígena que viva en una tribu del Amazonas puede obtener resultados muy bajos
simplemente porque las tareas que se le piden no se ajustan a su realidad habitual, a
pesar de que pueda desempeñarse mejor que la mayor parte de personas en la selva.
Algo semejante ocurre con las personas analfabetas, o aquellas que han sufrido privación
de estímulos. Se les compara con personas de la misma edad, pero que han podido
disponer de recursos tales como una educación formal. Sin embargo las diferentes
pruebas empleadas para medir la inteligencia intentan disminuir en la medida de lo
posible estos sesgos.

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