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El síndrome disejecutivo se corresponde con lo que se ha denominado hasta la actualidad

síndrome frontal y fue descrito por Harlow en 1868, cuando describió el célebre caso de su
paciente Gage. Este paciente, un trabajador del ferrocarril de Boston, sufrió un accidente en 1848

La Neuroanatomía ha abordado su estudio desde cuatro enfoques:

El filogenético, que describe la evolución del cerebro desde el cordón de los animales primitivos,
hasta la configuración del cerebro humano.

El ontogenético, que describe los cambios de estructura y tamaño del cerebro durante el
desarrollo de un individuo.

El citoarquitectónico, que analiza la arquitectura de las células, sus diferencias de estructura,


tamaño, forma y conexiones, así como su distribución en las distintas partes del cerebro.

El bioquímico, que estudia la composición bioquímica de las células y tejido cerebral.

Dentro de la neuropsicología moderna, esta idea se atribuyó por primera vez a Luria (1966), que
propuso que los lóbulos frontales eran responsables de programar y regular el comportamiento, y
de verificar si una actividad dada era apropiada para una situación. Del mismo modo, Stuss y
Benson (1986) han sugerido que el sistema ejecutivo frontal comprende una serie de procesos
componentes, cada uno de los cuales puede influir en dos sistemas funcionales básicos: el impulso
y la secuenciación. Estos procesos, a su vez, alimentan y moderan una gama de sistemas diversos
que están fuera de los lóbulos frontales.

Las lesiones producidas en la zona prefrontal del cerebro determinan, en la mayor parte de los
casos, la aparición de un conjunto de síntomas que se agrupan bajo el denominado síndrome
frontal, teniendo consecuencias sobre el córtex motor, el premotor y otras áreas con las que
mantiene estrechas relaciones.

Las lesiones producidas en la zona prefrontal del cerebro determinan, en la mayor parte de los
casos, la aparición de un conjunto de síntomas que se agrupan bajo el denominado síndrome
frontal, teniendo consecuencias sobre el córtex motor, el premotor y otras áreas con las que
mantiene estrechas relaciones.

El Lóbulo Frontal ocupa el área anterior al surco central y superior al surco lateral. La superficie
supero lateral del lóbulo frontal está dividida por tres surcos en cuatro circunvoluciones. El surco
Pre central corre paralelo al surco central y la circunvolución pre central se ubica entre ellos. Por
delante del surco precentral están los surcos frontales superior e inferior. La circunvolución frontal
superior se ubica por encima del surco frontal superior, la circunvolución frontal media se ubica
entre los surcos frontales superior e inferior y la circunvolución frontal inferior está invadida por
las ramas anterior y ascendente del surco lateral7 . Por su parte, Peña Casanova3 , plantea que la
corteza frontal se puede dividir en tres regiones según su tipo histológico: "Corteza motora -
premotora; que comprende la circunvolución precentral, área de Brodmann (AB) 4 o área motora
primaria; la corteza premotora, AB 6; el área de Broca, AB 44- 45, de producción de lenguaje, y el
área del control oculomotor voluntario, AB 8. Corteza Prefrontal: comprende la corteza lateral
dorsolateral AB46,9 y ventromedial, AB 47 y la corteza orbitaria, AB11 con el polo frontal, AB 10.
Corteza paralímbica que comprende la región anterior de la circunvolución cingulada"

Las lesiones de los lóbulos frontales, en especial de las regiones prefrontales se asocian con
alteraciones en las funciones ejecutivas; siendo estas descritas por Skinner3 en su análisis
conductual como; Memoria de trabajo no verbal, Memoria de trabajo verbal, Autocontrol de la
activación, la motivación y el afecto, y Reconstitución.

Afectación en diferentes áreas vitales

síndrome disejecutivo puede suponer la incapacitación del paciente en diferentes aspectos.

A nivel social es probable que su elevada impulsividad o pasividad, y en un posible aumento de la


irritabilidad puede provocar que su entorno termine alejándose poco a poco, quedándose el
sujeto aislado. El ámbito laboral también puede resentirse. No es raro que pierdan el trabajo al
manifestar un comportamiento infantil o irresponsable, por no poder planificar y seguir un curso
de acción determinado de antemano o bien por no poder adaptarse a los cambios.

Causas del síndrome

La aparición del síndrome disejecutivo se debe a la presencia de alteraciones o lesiones en el área


prefrontal o sus conexiones con el resto del encéfalo. Estas lesiones pueden aparecer por
diferentes causas, siendo un ejemplo las siguientes.

1. Laceraciones o traumatismos externos

La vivencia de accidentes, agresiones físicas o caídas son algunas de las causas más evidentes de
este trastorno. De hecho el caso más famoso de síndrome frontal o disejecutivo es Phineas Gage,
un hombre al que una barra de acero le atravesó el cráneo en una explosión perforando el
prefrontal en el proceso y que terminó padeciendo alteraciones severas del comportamiento
hasta el final de sus días.

2. Tumores cerebrales

Un tumor cerebral, tanto si se da en el frontal como si se da en otra parte del encéfalo, es capaz de
generar un síndrome disejecutivo al provocar que el cerebro se comprima contra el cráneo.

3. Accidente cerebrovascular

Los ictus y derrames cerebrales en el frontal o en las conexiones de éste con el resto del encéfalo
pueden provocar el síndrome disejecutivo, al asfixiarse o ahogarse las neuronas del prefrontal
encargadas de las funciones ejecutivas.

4. Demencias y enfermedades neurodegenerativas

Es frecuente que en pacientes con demencia puedan observarse los síntomas del síndrome
disejecutivo. Esto es debido a que la progresiva muerte neuronal hace que el prefrontal deje de
funcionar adecuadamente. Además en este caso los síntomas tienden a ir a peor según se vayan
destruyendo más y más neuronas. Destacan enfermedades como las demencias frontales.

Tratamiento

El síndrome disejecutivo o frontal es un problema que puede presentar distintos tratamientos


según el tipo de fenómeno que lo causa.

Generalmente el tratamiento se trata en recuperar en la medida de lo posible las habilidades


perdidas, paliar los déficits generados por las lesiones, potenciar las habilidades preservadas y
buscar vías alternativas que permitan compensar los posibles déficits que presenten. La
estimulación es muy importante, con lo que suele requerirse de terapia ocupacional que permita
el ejercicio mental y la recuperación de las funciones.

Por otro lado, a nivel farmacológico pueden emplearse diferentes medicamentos que permitan
ayudar a superar problemas como la ansiedad, la posible paranoia y obsesividad, la apatía o la
depresión.

Referencias bibliográficas:

Mujica-Alfonzo, A., M. (2011) El Llamado Síndrome del Lóbulo Frontal, actualmente llamado
Síndrome Disejecutivo. Alcmeon, Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica, 17 (1), 42-47.
Recuperado de http://www.alcmeon.com.ar/17/03_frontal_mujica.pdf

García-García, E. (1996) Síndrome frontal: Metacognición y Lenguaje. Revista de psicología del


lenguaje, (1), 239-273. Recuperado de http://eprints.ucm.es/21496/1/SINDROME_FRONTAL.pdf

Gómez, M. (2009). Síndromes disejecutivos; bases clínica y evaluación. Recuperado de


http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/rehabilitacion-logo/14_disejecutivos.pdf

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