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1) ¿La transferencia de los neuróticos en análisis es más intensa de los que no se analizan?: No,
ya que la transferencia no es inherente al análisis, es inherente al psiquismo, ya que tiene que
ver con el psiquismo, cómo este se constituya.
2) ¿Por qué la transferencia se opone a la cura? ¿Por qué es enigmático que se vuelva mayor la
resistencia?: Cuando alguien está en silencio, y se le pregunta qué piensa, la respuesta es
siempre referido a algo del analista. Cuando el analista lo enuncia, el paciente puede salir del
silencio. El paciente puede quedar como objeto del deseo del analista. Freud recurre al
concepto de introversión libidinal, explicando que cuando se desinviste a los objetos, cuando
se retira libido de la realidad, la libido va a la fantasía, y cuando la libido regresa, lo hace
fragmentariamente. Es decir, disminuye el sector de la libido susceptible de conciencia, vuelta
hacia la realidad, y en esa misma medida aumenta el sector de las fantasías que pertenecen a
lo incc. La libido, se ha internado por el camino de la regresión y reanima las imagos infantiles.
El analista tendrá que percibir la libido regresionando, esa libido que regresa a los puntos de
fijación es donde el análisis debe dirigirse. Aquellas fuerzas que provocaron la regresión son las
que se van a alzar como resistencias, cuanto menos fijaciones, más frustraciones. Se debe
volverla de nuevo asequible a la conciencia y, por último, ponerla al servicio de la realidad
objetiva. El análisis tiene que librar combate con las resistencias de ambas fuentes. La
resistencia acompaña todos los pasos del tratamiento; cada ocurrencia singular, cada acto del
paciente, tiene que tomar en cuenta la resistencia, se constituye como un compromiso entre
las fuerzas cuyas metas es la salud y aquellas que las contrarían. Se produce una transacción:
se favorece la cura y se presenta un obstáculo.
- Transferencia negativa: Hostilidad hacia el analista. Se alza como resistencia. El analista debe
dar cuenta y guiar a que la transferencia sublimada aparezca. Se introduce el concepto de
ambivalencia, aquellos sentimientos opuestos que pueden ser dirigidos al mismo objeto.
Se trata de la transferencia en relación al yo, no de manera incc.
La transferencia sobre el médico sólo resulta apropiada como resistencia dentro de la cura
cuando es una transferencia negativa, o una positiva de mociones eróticas reprimidas.
El texto comienza haciendo referencia sobre las mociones eróticas, en donde tratará el amor
en su vertiente. Es un amor que no acepta subrogados ni renuncias, será intenso. Cuando este
El manejo de transferencia refiere al provecho que el analista puede sacar de las escenas que
se repiten.
Las tres posibilidades que diría el lego en cuanto el paciente enamorado del analista:
- Que se abandone el tratamiento, cura resignada. Aunque es muy probable que si el paciente
lo abandona, comenzará lo mismo con otro analista ya que se repite la modalidad de clisé.
contratransferencia acaso aprontada a él, es decir que, para que el analista pueda soportar la
con el paciente. Tiene que discernir que el enamoramiento del paciente le ha sido impuesto
cuando la cura está pasando por un periodo fecundo, no aparece azarosamente, se está
El paciente ha perdido de pronto toda inteligencia del tratamiento y todo interés por el, no
quiere hablar ni oír más que de su amor, demanda que le sea correspondido. Ha resignado sus
síntomas o los desprecia, y hasta se declara sana. Cuando esto estorbe el proseguir de la cura,
de amor, la resistencia tiene sin duda una participación grande. La resistencia comienza a
servirse de él para inhibir la prosecución de la cura, apartar del trabajo todo interés y sumir al
de amor como un medio para poner a prueba al analista, quien en caso de condescender
recibirá una reconvención. Uno tiene la impresión de que la resistencia, como agente
represión.
El analista jamás tiene derecho a aceptar la ternura que se le ofrece ni a responder a ella. Y
- Repuesta moral: No es recomendable, es la que se le indica el por qué esta mal el amor.
- Repuesta técnica: Reenviar su verdadero amor al origen, que ese amor de transferencia este
redirigido al clisé. A medida a que esto se encuentra, el amor va desistiendo. Hay que
redirigirle a ese amor infantil, si el analista es incondicional, deja de existir. Hay una demanda y
una presencia mágica del objeto, si el objeto no aparece, el objeto cae y el analista debe
correrse.
El analista debe saber y comunicarle al paciente, que este amor es una repetición, no es actual
más bien se compone por reacciones anteriores y que el analista se compromete a mostrarle
- Abandonar el tratamiento
sexualidad infantil. La carga que tiene el amor es tan intensa que no permite el movimiento.
Cuanto más grave la neurosis, más intensa es la transferencia. Cuando aparece el amor, el
paciente y el analista pierden el hilo. El analista debe evitar que lo sorprenda lo menos posible.
derrota para la cura. Ella habría conseguido aquello a lo cual todos los enfermos aspiran en el
análisis: actuar, repetir en la vida algo que sólo deben recordar, reproducir como material
tan funesto para el análisis como sofocarla. Uno debe guardarse de desviar la transferencia
sino sólo empujada al trasfondo, se sentirá lo bastante seguro para traer a la luz todas las
condiciones de amor, todas las fantasías de su añoranza sexual, todos los caracteres singulares
de su condición enamorada, abriendo desde acá el camino hacia los fundamentos infantiles de
su amor.
- empujado por las resistencias. Que se haga explícito obedece a las resistencias
menos “normal” que el enamoramiento. ¿Qué tiene de normal el amor? Resalta los
fenómenos anormales, está alterado el movimiento libidinal, todo esta puesto en el objeto. No
se acepta la diferencia, hay celos. El amor existe, forma parte de la transferencia sublimada,
pero cuando aparece, la resistencia toma esta transferencia y la hace resistencia. Puede ser de
No soporta que el otro se distancie, que haya diferencias por fuera del amo. No poderse
separar del objeto, busca la completud por introyección del objeto (esto es patológico).
el otro, vivencia de completud, no diferencias ni interés del otro. Si hay distancia, el otro se
muere angustiado.
- Realización de deseos: si los restos diurnos que participan en la formación del sueño toman
algo del inconsciente, es decir, toman la fuerza impulsora del deseo reprimido. También
ofrecen a lo inconsciente algo imprescindible: el objeto de transferencia.
Freud da cuenta que es la utilización por el deseo de formas extranjeras a él, pero de las cuales
se apodera, carga, infiltra y dora de una nueva significación. Se trata aquí de los disfraces del
deseo, que permaneciendo inconscientes se expresa apoderándose de las representaciones
más anodinas. Se desplaza de lo reprimido hacia una representación que por banalidad, se
hace aceptable a la conciencia. Este es un principio general, el deseo incc se apodera de
formas errantes que no valen por sí mismas, que han sido despojadas de su significación y
funcionan separadas de su significación primaria. Esta transferencia de significación se
encuentra en los muchos singulares procesos de la vida anímica en lapsus, chistes, sueños,
síntomas, como formaciones del incc.
Aparecen nuevos lazos que se establecen en cuanto al síntoma y la transferencia: en
apariencia los síntomas cesan en su producción. Comienza a integrarse el concepto de falso
enlace, pero ahora bajo la luz de una significación del inconsciente, lo exterior y pasado
(originario), se vuelve actual e interior. Se crean nuevas estructuras mentales, a las que Freud
llama reimpresiones, que tienen un lugar central en la cura y se podrán acceder a ellas como
representantes; son las distintas “máscaras” en donde un fenómeno inevitable en el
tratamiento que sigue actuando como resistencia, y como tal ahora, va adquiriendo un
funcionamiento y una complejidad propio del inconsciente. Aparentemente, la hace emerger
como un fenómeno parasitario que perturba la continuación del progreso analítico y
entorpece la relación terapéutica. Llega incluso a señalarla como la creación de una nueva
patología en lugar de la antigua, ya que el deseo inconsciente es movilizado por la cura. Sin
embargo, será contundente en la afirmación de que el tratamiento psicoanalítico no crea la
transferencia, sino que ella está en la base de las relaciones humanas, por ende, se trata de un
fenómeno general, universal y espontáneo que el psicoanálisis descubre y debe utilizar como
el auxiliar más poderoso para completar con éxito la cura; es esto lo que le da un carácter
paradojal.
Se despliega en análisis aquello que se busca recordar o repetir, y que son tanto historia de
representaciones como historias de repeticiones. Las primeras posibles de ser rescatadas sin
que ello conduzca a desalojar la transferencia, peligro que corremos cuando se exagera la
historización. Las otras tal vez sólo puedan ser experimentadas en su presente. No se refiere
solamente a la vivencia del tiempo primordial, sino también aquello que en algunos pacientes
no pudo ser historizado, allí donde no hay una historia a resignificar, ni como analizar la calidad
libidinal de vínculos que no existen sino artificialmente. Inscripciones sin palabras que instan a
la repetición y que solo puede detener el trabajo de ligadura a representaciones, instaurando
algo nuevo, una nueva historia construida en ese campo privilegiado compartido por el
paciente y el analista atravesado por la transferencia.
Lo que se repite es lo traumático de la vida sexual infantil, porque queda bajo la pulsión de
muerte, inherente al complejo de edipo y sus manifestaciones. Lo que no se recuerda, se
repite. No todo podrá ser recordado, restringir la pulsión de muerte. Acortar el goce, se acota
el manejo de la transferencia, marcando puentes entre lo actual y lo pasado. Así se abre la
posibilidad de reelaboración.
Contratransferencia – Winnicott
- El paciente que necesita una regresión: para generar un cambio significativo, el paciente
tendrá que atravesar una fase de dependencia infantil. La dificultad consiste en el diagnóstico,
en la localización de la falsedad de la personalidad falsa que oculta al self verdadero inmaduro.
Para que en este caso el self verdadero oculto se haga reconocer, el derrumbe del paciente
formará parte del tratamiento, y el analista tendrá que ser capaz de interpretar el rol de la
madre para el infante del paciente. Esto significa brindar un yo auxiliar en gran escala. El
analista tendrá que seguir orientando hacia la realidad externa, mientras de hecho se identifica
con el paciente, incluso se fusiona con él. El paciente debe volverse sumamente dependiente.
El psicótico fronterizo gradualmente atraviesa las barreras que se denominan técnicas del
analista y la actitud profesional, y obliga a una relación directa de tipo primitivo, incluso al
extremo de la fusión. Esto se hace de un modo gradual y ordenado, y la recuperación es
consecuentemente ordenada.
1) El objeto es subjetivo, porque es creado por el propio bebé. No hay diferencia instalada. El
bebé crea (piensa) el mismo el objeto, es objeto interno. Tiene que estar siempre que el bebé
lo necesita. Tiempo de omnipotencia infantil, es la diada con la madre. Aquí se da el fallo
ambiental en cuanto falla la fusión.
2) Objeto transicional: Permite el pasaje del objeto subjetivo al objetivo. Forma parte, pero no
lo es. Intermedio que le permite el pasaje, da la posibilidad de que se comience a diferenciar
un mundo externo de un yo a un objeto diferenciado. Es el primer esbozo del juego.
3) Objeto objetivo: El niño reconoce al objeto como inherente al mundo externo. Hay una
diferencia entre objeto y sujeto, entre yo y yo.
Estos objetos hablan de la estructuración psíquica. El analista deberá dar cuenta del fallo
ambiental.
La identificación primaria refiere al tiempo subjetivo en donde no hay un yo diferenciado de
otro yo. Es el momento fundante del aparato psíquico.
El medio ambiente, cuando en esta primera etapa se adapta con éxito, no es reconocido, ni
siquiera registrado, de manera que en la fase originaria no hay sentimiento de dependencia.
Cuando quiera que el medio ambiente fracase en su tarea de adaptación activa, sin embargo,
este fracaso se registra automáticamente como un ataque, algo que interrumpe la continuidad
existencial, que es aquello que, de no haberse interrumpido, habría formado el yo del ser
humano en vías de diferenciación.
Winnicott denomina un “verdadero self oculto”, protegido por un falso self. Este falso self es
un aspecto del self verdadero, al que esconde y protege, al mismo tiempo que reacciona frente
a los fracasos de adaptación y crea un patrón correspondiente al patrón del fracaso ambiental.
De esta manera, el self verdadero no se ve envuelto en la reacción y conserva su continuidad
existencial. Sin embargo, este self verdadero y oculto sufre un empobrecimiento derivado de
la falla de experiencia.
El self falso puede lograr una falsa integridad que resulta engañosa, es decir, una falsa fuerza
del yo recogida del patrón ambiental y de un medio bueno y digno de confianza.
En caso favorable, el falso self desarrolla una actitud maternal fija con respecto al verdadero
self y se halla permanentemente en estado de sostener el self verdadero del mismo modo que
una madre sostiene a su bebé en el propio principio de la diferenciación y de la salida de la
identificación primaria. Esta identificación primaria, en el tratamiento analítico es la posibilidad
de regresionar a ese tiempo fundante. Existen dos posibilidades de regresionar:
El comportamiento del analista, representado por “El marco” es percibido gradualmente por el
paciente como algo que da pie a una esperanza de que el verdadero self pueda por fin correr
los riesgos propios y empezar a experimentar la vida.
A la larga, el self falso se entrega al analista. Éste es un momento de gran dependencia y de
verdadero riesgo, y el paciente, como es natural, se halla en un profundo estado de regresión.
Este estado es también sumamente penoso debido a que el paciente es consciente, mientras
que no lo es es el pequeño en la situación originaria, de los riesgos que ello comporta. En
algunos casos es tanta la participación de la personalidad, que el paciente debe recibir
cuidados en esta fase.
Una de las características de la transferencia en esta fase es la forma en que se debe tener en
cuenta la presencia del pasado del paciente. Mientras que en la neurosis de transferencia el
pasado penetra en el consultorio, en esta tarea es más acertado decir que el presente se
remonta o retrocede al pasado y es el pasado. Así, el analista se enfrenta con el proceso
primario del paciente en el marco en que tuvo su validez originaria. El espacio transicional es la
transferencia. Es un rasgo artificial que se genera en el espacio analítico. Es un espacio porque
va desde la enfermedad hacia la cura, por ese espacio transicional. Se puede ubicar entre la
realidad externa y la realidad psíquica este pasaje. El paciente toma al analista como objeto
transicional. Es el objeto del cuál se sirve para llegar a la cura. Es un objeto que no es interno ni
externo.
La adaptación suficiente por parte del analista produce un resultado que concuerda
exactamente con lo que se pretende. El cambio del centro principal de operaciones del
paciente, que pasará del self falso al verdadero. Por primera vez en la vida del paciente hay
ahora una oportunidad para el desarrollo del yo, para su integración partiendo de los núcleos
del yo, para su instauración en calidad del yo corporal y también para su repudio de un medio
ambiente externo con la iniciación de las relaciones objetales. Por primera vez el yo es capaz
de experimentar los impulsos del ello y de sentirse real al hacerlo, así como al descansar de las
experimentaciones. Y a partir de aquí por fin puede hacerse un análisis ordinario de las
defensas del yo contra la angustia.
El yo del paciente queda capacitado para empezar a recordar los fracasos originarios, todos los
cuales se hallaban registrados, dispuestos. Estos fracasos tuvieron un efecto disruptivo en su
momento y el tratamiento habrá recorrido mucho camino cuando el paciente sea capaz de
coger un ejemplo del fracaso originario y sentir ira al respecto. Sólo cuando el paciente alcance
este punto, podrá darse el principio de una puesta a prueba de la realidad.
Tipos de resistencias
1) Resistencia del yo: el yo evita el encuentro con lo traumático. Busca ligadura con el principio
de placer y la pulsión de vida en busca de resguardar al yo.
2) Resistencia del ello: compulsión a la repetición. Dejan al sujeto en padecimiento, del lado
del goce. Son mortíferas. Todo lo que el sujeto hace para quedar fijado al padecimiento. Repite
escenas en lugar de recordarlas, impidiéndole una salida diferente. Le impide una apertura del
incc de manera distinta. Cuando no hay vertiente simbólica, abajo del eje de la palabra,
aparece en acto, un volver a vivir. Le vuelve a pasar siempre lo mismo, es la vivencia de una
repetición. La pulsión se satisface a si misma y a desmedro del yo. Busca la satisfacción y no el
bienestar.
3) Resistencia del súper yo: reacción terapéutica negativa. Signada por la necesidad de castigo.
Crimen, culpa y castigo. El yo comete un crimen, no tiene noticia, siente culpa y debe padecer
un castigo. Es una reacción como consecuencia negativa de una culpa. El sujeto busca estar
siempre en sufrimiento. Es tanto para la enfermedad psíquica como la orgánica.