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Colette Soler

Breve nota de presentación


El fin y las finalidades
del análisis
El seminario "El fin y las finalidades del aná-
lisis" fue dictado por la Dra. Colette Soler en la
sala Pablo Piéasso del Paseo la Plaza, en Buenos
Aires, los días 30 de septiembre y 1 de octubre de
2011, en el marco de las actividades de enseñan-
za del Foro Analítico del Río de la Plata (institu-
ción que forma parte de la Internacional de los
Foros del Campo Lacaniano).
Como acostumbra Colette Soler en sus visi-
tas a nuestro país, el seminario fue dictado por
completo en español. Sin embargo, al momen-
to de realizar la publicación, fue la propia auto-
ra quien prefirió enviar sus notas originales en
francés para proceder a su traducción. Se trata-
ba del texto fuente que eHa misma tradujo d u-
rante el seminario ...
7
COLE'ITE SOLER
He intentado reponer la oralidad en dicho tex-
to para que el lector se encuentre con un clima lo
más cercano posible al que reinó durante aque-
llas dos jornadas de intenso trabajo. La fase final del análisis
En nombre de la Editorial Letra Viva, agrade-
cemos a la Dra. Colette Soler por la renovada con-
Viernes 30 de septiembre de 2011, por la mañana
fianza en nuestra tarea, tanto como al Foro Ana-
lítico del Río de la Plata, gestor inicial del proyec-
to del Seminario.
PABLO PEUSNER
Enero de 2013
LA CUESTIÓN DEL Al~ÁLISTS TERMINADO
Voy a dedicar este Seminario a la cuestión del
fin del análisis, a su fase final, su terminación y
su resultado. Comenzaré situando el asunto en
su marco, es decir en la historia del psicoanáli-
sis y en la enseñanza de Lacan. Entonces, en pri-
mer lugar, les propongo algunas consideraciones
históricas.
En lo referente al problema del fin de la cura,
Freud se ubicó en un plano factual: constató un
tope de carácter doble, terapéutico y epistémico.
El tope terapéutico recae en el complejo de cas-
tración; o sea en la protesta y la reivindicación del
sujeto que rechaza lo que descubrió en el análi-
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COLETTE S OLER EL f'IN y LAS f'lNALIDADf:S DEl . ANÁLISIS
sis: la castración. En el plano epistémico -plano tración ni de la represión originaria ... ¿cómo es
concerniente a la revelación del inconsciente- el que puede terminarse un análisis? Por eso su-
tope recae sobre la represión originaria. Dicho de pone que concluye factualmente cuando alguien
otro modo: sobre la imposibilidad de levantar la deja de encontrarse con su analista. Y en efecto,
represión en forma total y revelar así todo el in- desde el momento en que el desciframiento y la
consciente. interpretación no tienen más término intrínseco
Lacan reafirmó siempre ambas dificultades, que la serie de los números enteros, el momento
y además mostró el carácter real de las mismas: de interrumpir es una cuestión a evaluar en cada
la castración es real, efecto del lenguaje, y por lo caso. Así es que no hay doctrina del fin de aná-
tanto incurable. En cuanto a la represión origi- lisis en Freud. Y por eso es lógico que el análisis
naria, la reescribió de diversas maneras: signi- del analista no le parezca más finalizado que otro,
ficante del Otro barrado, agujero en lo simbóli- o incluso más breve. De allí su propuesta de que
co ... Sin embargo, siempre objetó la idea de que convendría r~tomarlo periódicamente.
eso constituyera un tope en el fin del análisis. Es Desde el inicio de su enseñanza, Lacan se mos-
algo que me impactó porque lo dijo desde el ini- tró insatisfecho con esta idea. Creo que si Lacan
cio de su enseñanza, incluso antes de haber pro- planteó el final como algo exigible es porque él
ducido la menor demostración de la posibilidad mismo fue analizante, lo que no fue el caso de
de un verdadero fin. Freud a pesar de lo que se denomina su "autoa-
Y es que a diferencia de Freud, Lacan no se ubi- nálisis". Que haya un fin identificable es una exi-
có solamente en un plano factual. Él exigió un fin gencia analizante.
y tuvo diversos motivos para eso. En principio lo En Lacan encontramos completa solidaridad
exigió por una razón (creo que logré captarl a), y entre el modo de concebir el fin del análisis en
es que las finalidades del análisis - o sea su éti- cada momento de sus elaboraciones de la estruc-
ca, eso a lo que apunta- dependen del fin , ya sea tura y las finalidades que le supone. Por ejemplo
que se lo considere posible o no. en La dirección de la cura ... , luego de haber plan-
Esta articulación entre fin y finalidad es visi- teado que el falo - significante de la falta- es la cla-
ble en Freud a posteriori: si no hay fin de In cas- ve de lo que hay que saber para finalizar los aná-
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CoLETTE SoLER E L Fll': Y LAS FINALIOAOt;S m:1. ANÁLISIS
lisis, sitúa la ética del analista (es decir, sus fina- haya muchas nos obliga a preguntarnos qué mo-
lidades), como una ética del deseo. Al final de su tivó dicha sucesión y, por ejemplo, por qué luego
enseñanza, habiendo puesto en evidencia la fun- de la Proposición de 1967 y de El atolondradicho
ción del inconsciente-lalengua, real, y la no-rela- - dos textos que rozan ese punto- consideró que la
ción/proporción 1 sexual, se podría decir que intro- respuesta que había dado era insuficiente. ¿Qué
dujo una ética del síntoma: un análisis orientado decía esa respuesta?
hacia lo real, denunciando el riesgo de que el psi- La resumo: el análisis está terminado (1°) cuan-
coanálisis se convirtiera en una religión del deseo. do el sujeto hizo el duelo del objeto a, y (2°) cuando
Encontramos aquí una constante: Lacan siem- el sujeto se aseguró de saber los imposibles que el
pre afirmó que había un fin, que el análisis era lenguaje impone a nivel del sexo, del sentido y de
un proceso finito, que había un punto de finitud. la significación. Este modo del fin está pensado en
Y eso lo llevó a distinguir el fin del análisis, de función a lo real de lo simbólico, con lo que hay de
la detención de los análisis (con sus diversas fi- real en lo simbólico, sus imposibles y su efecto de
guras). E sa distinción está presente en los ana- negativización. Está formulado en términos de es-
lizantes que afirman: 'CVo sé que esto no está ter- tructura, aunque Lacan indique también los efec-
minado". Al menos, lo afirman quienes han sido tos afectivos que produce. Tenemos así la posición
marcados por La can. ¿Es un efecto de sugestión? depresiva del duelo o, más precisamente, manía-
No lo creo. La detención no conclusiva es un efec- co-depresiva. E s posible entonces cuestionar el fin
to de la frustración. a partir de los afectos que produce, a condición de
remitirlos a lo real de lo que son un efecto. Lo que
Podemos hacer un relevamiento de las sucesi- intenté mostrar en mis dos últimos libros2 es que
vas fórmulas que Lacan propuso para el fin. Que el cambio introducido en la noción de lo real a par-
ti r del seminario Aún, lo condujo a repensar el fin
l. [El término francés rapport condensa los valores de 'rela-
de análisis y sus afectos. Hasta El atolondradicho,
ción' y 'proporción' en español. Solo para los casos en que
aparezca la expresión rapport sexual traduciré indicando 2. Lacan, L'inconscient réinuenté (inédito en español al mo-
ambos valores, dejándole al lector la elección de cuál re- mento de la edición de esta obra) y Los afectos lacanianos,
sulte el más apropiado en cada ocurrencia. (NdT)]. Letra Viva, Buenos Aires, 2011.
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C o LETIE S OLF.R EL FL'< Y I.AS FINALIDAO.,;s DBI. ANÁLISIS
cuando Lacan decía "real" se trataba de lo real de rre, que es un primer factor percibido y vivido en
lo simbólico - modo en que reformuló la represión función del orden del discurso -que es el segundo
originaria de Freud: lo imposible de formular o de factor-. Y luego tenemos la variable individual,
escribir-. Pero lo real que inscribió en el nudo bo- el inconsciente propio de cada uno. Cada discur-
rromeo es otra cosa: es un real completamente fue- so en tanto orden de los goces produce afectos-ti-
ra de lo simbólico, que implica un fuera de sentido po. Por eso Lacan puede hablar de "nuestro abu-
radical, y que Lacan a veces identificó incluso con rrimiento", el aburrimiento de nuestro tiempo,
el campo de la vida, del goce del cuerpo viviente aunque en cada discurso también la verdad del
-a punto tal que éste no es sin lalengua: se trata goce propio de cada quien se distingue de esos
del goce del cuerpo viviente del hablante. afectos-tipo, los modifica. Estudié los afectos-ti-
po del discurso analítico. Pero cuidado, esto no
Voy a hablarles esta mañana de los afectos del impide que esos afectos-tipo se diversifiquen se-
fin de análisis. En la idea del fin , incluyo la fase fi- gún lo sujeto? en función de sus inconscientes ...
nal y lo que introduce allí un término a la misma. No, digamos mejor de su posición respecto del
inconsciente, es decir de su posición ética. Esta
Que la relación transferencia! atraviesa di- dimensión está presente en todos los afectos. Y
versas fases no es un descubrimiento tardío. En aunque se los padezca, esos afectos son efectos
La dirección de la cura ... , página 575 de la nue- y signo de una posición ética.
va edición revisada y corregida (Siglo Veintiu-
no, Bs.As., 2008), Lacan distingue el "enamora-
miento primario del inicio del tratamiento" de DE LA ESPERA AL HORROR
una segunda fase y luego, a continuación, en el
fin, lo que llama "la trama de satisfacción", que El primer afecto de la transferencia es la espera.
hace tan difícil de romper la relación con el ana- En "el espacio de la transferencia" la elaboración
lista. De hecho, hay allí una secuencia de afec- produce dos tipos de afectos positivos: los goces
tos analíticos. Tres factores determinan los afec- del gay saber -que es el del desciframiento- y
tos en general: los acontecimientos, lo que ocu- también los gocentidos (joui-sens) del sentido que
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C OI.ETTE SoLI::R EL ~·IN Y I.AS FINALIOAOES m:L ANÁLISIS
acompañan el decir de la verdad. Ningún análisis no responde a la pregunta Che voui?, (2°) que el
puede evitarlos, y se presentan en grados diversos. goce no es inexistente sino que falta y (3°) que solo
Ambos son afectos de satisfacción. No obstante, se t•s posible atrapar trozos de saber, S 1 sin el S 2 del
muestran impotentes par a colmar la espera de la saber absoluto con el que soñaba Hegel. Estos tres
transferencia. H ay un obstáculo en lo incurable factores no están en el mismo plano.
de la repetición, en el hay del Uno, en la ausencia La castración de saber, a diferencia de las otras
del término que daría la palabra del fin3 . En el dos, solo puede ser hallada por sujetos que bus-
fondo, es lo que designa el término "castración". can saber a través de las disciplinas que lo per-
¿Todos los análisis desembocan inevitablemente s iguen, en concreto: la ciencia y el psicoanálisis.
en la decepción de la transferencia? Es allí donde Mientras que la falta de ser y la falta de goce, por
dejaba Freud a sus pacientes en el mejor de los lo contrario, son percibidas por todos y producen
casos, y todo el debate del año '58 acerca de cómo incluso el clamor de la humanidad. Pero de he-
responder a la frustración anaEzante, debate que cho hay sol id~ridad entre la castración de saber
Lacan evoca en La dirección de la cura ... , giraba y la castración de goce.
en torno de esa decepción de t rans ferencia y de Esto conduce a distinguir - en primer lugar- el
la obsesión por saber cómo concluir. A partir del "deseo del saber", que es deseo de significante, de
seminario Aún y de su noción del inconsciente- simbolización, y condición de entrada en análisis
saber en lo real, Lacan resituó el tema ubicando en tanto anima el desciframiento. El ejemplo de
en la última fase el horror a l saber. Freud lo ha probado brillan temente, extrayendo
Si lo que Freud denominó "castración" se declina saber de los dichos de verdad de los analizantes.
de manera triple como falta de ser, falta de goce y El deseo del saber, que es la aspiración al h allaz-
falta de saber, entonces no sorprende constatar que go de los significantes, es la condición del análi-
los afectos de castración se manifiesten en la fase sis, condición histórica y condición de cada cura .
final, cuando se experimentó (1°) que el significante Es el analista mismo quien lo presupone, está ya
allí en el amor de !alengua de los trovadores que
3. V. Soler, Colette. El seminario repetido. Letra Viva, Bue- inventaron la noción del gay saber. Es una con-
nos Aires, 2012. dición del análisis.
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COLEW~; SOLER Et FN Y IA'l fiNALIOADE:S DEL ANÁLISIS
Pero debe diferenciarse del "deseo de saber", EL DESEO DE NO SABER
que es otra cosa: un producto eventual del aná-
lisis. El deseo que vuelve posible el análisis y el Lacan planteó que la humanidad no quiere sa-
que éste produce, se definen por su relación al ber. Curiosamente, Freud creyó que el deseo de
saber. N o es un afecto del inicio del análisis. En saber estaba primero ... Consideró las preguntas
el inicio está la transferencia, que es "amor del de los niños, a menudo tan lancinantes, como los
saber". N a da que ver con el deseo de saber, es lo s ignos de un deseo de saber que lo maravilló. Se
contrario. El amor del saber va acompañado del trataba de un deseo condenado a ser decepciona-
"yo no quiero saber nada", en la medida en que do, con consecuencias en cuanto a la inhibición
nos hace esperar un saber que resultaría armó- de la curiosidad y del pensamiento futuro. Inclu-
nico, que arreglaría las cosas, mientras que el in- so hizo de él uno de los resortes del "no puedo lo-
consciente no es armónico (Hay del Uno y No hay grarlo" o del "no puedo logar nada", típicas frases
relación 1proporción sexual, son las fórmulas de de quien desconfía de sus capacidades. Al pare-
esa ausencia de armonía). El horror al saber solo cer había incluso depositado sus esperanzas en
es descubierto por quien ha comenzado a saberlo, una educación no puritana que revelara la fun-
por quien lo percibe o sabe el destino de castra- ción del pene ante la pregunta por el origen de
ción y síntoma que le depara el lenguaje. El ob- la vida. ¿Por qué Lacan no siguió esos desarro-
jeto del deseo de saber es entonces lo real, lo real llos y jamás se mostró entus iasta ante esa curio-
que da horror, o sea: las consecuencias reales del sidad infantil? Creo que en este tema Freud se
saber inconsciente sobre el goce. Es allí que sur- dejó embaucar, aunque su mérito sea el de ha-
ge el horror al saber: efecto real del inconscien- ber captado que esas preguntas eran insepar a-
te real. Al respecto, el análisis nos confronta con bles del saber y del goce.
una mala sorpresa: uno llega para arreglar todo, ¿Qué supone que quieren saber los niños?
pero todo no puede arreglarse. Freud cree en esas preguntas y supone que que-
Volveré con más detalle sobre está distin- rrían saber lo que ocurre en la cama de sus pa-
ción. Pero ahora hablemos un poco del deseo de dres, saber algo acerca del goce del que están ex-
no saber. cluidos pero que igual aparece representado en
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Co1.F:TI~: So1.f.1< Et. FIN Y LAS f'I NAJ.IJ)ADES DEL ANÁ LISIS
sus leo rías sexuales infantiles a partir de los go- si rnbólico, un deseo de palabras, de escenarios ...
n·s pubionales a los que sí tienen acceso: mirar, <).dicho de otro modo: un deseo de semblantes. Es
('onwr, ensuciar ... En síntesis, de todos los goces •dgo probado por las fobias de los niños, las que
pulsionales que los humanos tienen en común y aseguran la promoción de los significantes al ser-
a partir de los cuales han fabricado todo un bes- vicio del goce, significantes apropiados para repri-
linrio. ¿Y por qué, entonces, los niños no se con- mir lo real. Estos convocan a un sujeto supuesto
tentan con las respuestas que imaginan? Porque saber que, cuando ese real resulta entre-percibi-
no quieren creer en sus propias respuestas y pre- do, permitiría simbolizarlo, es decir reprimirlo. El
fieren continuar preguntando, es decir constitu- "yo no quiero saber" está en el origen.
yendo un sujeto supuesto saber del sexo. Se tra- Resulta difícil entonces pensar que el deseo del
ta de lo contrario de un deseo de saber. analista pueda tener su precursor en la curiosi-
Si ustedes tienen dudas al respecto, entonces dad infantil. La curiosidad infantil, por lo contra-
volvamos al trauma y a lo que indica al respecto. rio, puede ser precursora de la demanda analizan-
Si hubiera un deseo de saber referido a lo real del te, porque quien llega al análisis hace un llama-
goce, cuando la experiencia de goce se presenta do al significante y al sujeto supuesto saber, si-
-esas cosas entrevistas o entreoídas, experimen- milar al del niño curioso y, como aquel, descono-
tadas en el cuerpo propio, que definen al trauma ce su horror al saber.
según Freud- el sujeto ... ¿no debería responder Lo imposible de saber y las consecuencias del
con un "¡Eureka!" entusiasta? ¡Finalmente sabe, saber solo se descubren verdaderamente en el
sabe lo que no se dice n i se imagina! Pero no, hay análisis, a partir de la transferencia que postula
horror. El horror al saber es interno al trauma, es un "yo sabré puesto que el Otro sabe". Es una es-
por otra parte lo que explica por qué la variable peranza ... Pero habiendo comenzado a saber me-
individual, ética, juega allí su rol-y Freud lo cap- diante la producción de los 8 1, finalmente se des-
tó-. A la vez es posible percibir que las preguntas cubre que no se alcanza un S 2 (un saber que sería
de los niños no traducen un deseo de saber en la la última palabra), y que los significantes disponi-
medida en que éste sólo puede apuntar a lo real. bles solo programan el goce castrado -el término
Al contrario, esas preguntan portan un deseo de es de Lacan-. El horror responde a lo real, a los
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C otETIE SoLJ::R EL FIN y lAS ~'INALIOADES Dt~L ANÁLISIS
efectos de la estructura. El trayecto va entonces alcance de sentido. Lacan dice "No hay allí amis-
de la espera decepcionada al horror, ese horror so- Lad que a ese inconsciente lo soporte"4 • Dicho de
bre el que Lacan pone el acento desde los años '70. otro modo: no es porque caigan las satisfacciones
Quisiera realizar dos señalamientos. Se trata capt uradas en el sentido en el espacio de la trans-
de una curiosa promesa para hacerle al mundo: ferencia que una nueva satisfacción, que seria sa-
¡vamos a decepcionar su espera de transferen- tisfacción de lo real, aparece. No puedo amar al
cia hasta el horror! Sería mucho peor que el tope inconsciente que se me impone, que me destitu-
freudiano si esta fuera la última palabra. Y lue- ye como sujeto del sentido, que me coacciona al
go, el otro punto: situado este horror ... ¿por qué goce como sujeto; pero sobre todo no puedo convi-
el sujeto no emprende inmediatamente la fuga y, vir con él como si fuéramos dos amigos. N o pue-
más aún, por qué increíblemente a menudo quie- do sino reencontrarlo como caída del sentido, y no
re convertirse en analista? puedo apropiármelo porque no se ofrece a ser sa-
bido desde el n:omento en que si le presto atención
Noté que el Prefacio a la edición inglesa del Se- soy reconducido al espacio transferencia! del sen-
minario 11 de 1976 respondía estas dos pregun- tido. Entonces, de ese lado, no se trata de un afec-
tas fundamentales introduciendo algo inédito al to positivo. Pero al menos puedo decir una verdad,
respecto, lo que puede perfectamente conectarse es lo que se intenta bajo transferencia. Cito: "No
con las formulaciones precedentes de la Proposi- es el caso: fallo. N o hay verdad que, al pasar por
ción y de El atolondradicho, aunque situando el la atención, no mienta"5 .
fin y los afectos del fin de una manera novedosa. En otras palabras: al observar cuidadosamen-
Lacan distingue para la fase final dos tipos de te - y en el análisis supuestamente se observa con
afectos: unos ligados a lo real, al inconsciente real cuidadcr- la verdad no sostiene sus promesas. Si
y a sus elementos fuera de sentido; y otros liga- leen verdaderamente este texto, es decir sin inyec-
dos a la verdad. Pero ambos son comentados por
4. Lacan, J acques. "Pr efacio a la edición inglesa del Semi-
Lacan como afectos de fracaso, afectos negativos.
nario 11", en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012,
Captamos que el inconsciente es real cuando sus p. 599.
formaciones -del lapsus al síntoma- ya no tienen 5. Ibidem.
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tarle lo que ya saben, podrán medir cuánto se ale- : t pertura novedosa respecto de sus elaboraciones
ja de lo que los lacanianos han retenido en mayor hasta El atolondradicho, el texto renueva la cues-
medida de la enseñanza de Lacan; a saber: sus te- tión de los afectos de la fase :final y del fin de aná-
sis anteriores que valorizan la verdad hasta el ex- lisis. Lacan lo hace en dos frases, ni más ni menos,
tremo. Recuerden: la verdad como causa del sín- que no dicen del todo lo mismo ... Es un punto que
toma, la verdad amordazada pero a liberar y cuyo no ha sido comentado.
lugar es ineliminable en el discurso. Sin olvidar
las satisfacciones capturadas en la palabra verda-
SATISFACERSE CON EL 8MBROLLO
dera y la alegría del gay saber. Y de hecho, en la
relación con el Otro, con sus efectos de lenguaje y
de palabra, es la verdad lo que está en cuestión - Leo la primera de esas fi·ases: "Existe cierto
lo real sólo figura allí como lo imposible de decir o modo de equilibrar estembrollo [stembrouille] 6
de escribir-. Pero en 1976, cuando aparece lo real que es satisfactorio por razones diferentes a las
fuera de sentido, ya no se trata de la verdad sino formales (la simetría por ejemplo). Como satis-
más bien de su fracaso, porque la verdad -que sin facción, sólo se alcanza en el uso, en el uso de un
embargo apunta a decir ]o real- solo puede men- particular"7 •
tir sobre ese real que es impredicable y ser antinó- "E quilibrar estembrollo" designa el vaivén en-
mica a la verosimilitud. No se puede decir la ver- tre verdad y real. En efecto, mi corazón se balan-
dad de lo real, es su definición. Es la introducción cea entre ambas puesto que mi búsqueda de la
de esta categoría de lo real fuera de sentido lo que verdad querría alcanzar lo real, pero cuando lo
condujo a Lacan a reducir a la verdad. real se manifiesta fuera de sentido la verdad no
De los variados afectos de la verdad, Lacan solo está allí, y por prestarle atención vuelvo al in-
retuvo lo que estaba en el horizonte del trayecto consciente real-y así sucesivamente-. Es un em-
de su medio-decir, su fracaso, su espejismo. El es-
6. [Neologismo en forma de locución que reproduce fonética-
pejismo de alcanzar lo real es un espejismo que, mente el sintagma cette embrouille:'este embrollo' (NdT)I.
como todos, se esfuma al acercársele ... Se trata en- 7. Lacan,Jacques. "Prefacio a la edición inglesa del Semina-
tonces de afectos de fracaso. A su vez, luego de su rio 11", en Otros escritos, Op. Cit. p. 599.
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EL FIN Y LAS FTNALIJ)ADES DEL A.11lÁLIS!S
COLJ':T'I'E SOLER
brollo porque allí donde uno esperaba la solución U NA SATISFACCIÓN QUE NO ENGAÑA
mediante el sujeto supuesto saber, se reencuen-
tra con un doble obstáculo. Pero, y aquí viene la Vayamos ahora a la segunda frase. Dice así:
tesis sobre la fase final, de esas dos insatisfaccio- "El espejismo de la verdad, del que solo cabe es-
nes entrelazadas y alternativas, surge una posi- perar la mentira ( ... ) no tiene otro término que
ble satisfacción. No a causa de su simetría -dice la satisfacción que marca el final del análisis"8 •
Lacan- . Eso puede ocurrir solamente porque "en Esta frase responde a una pregunta latente: la
el uso" -y "uso" significa aquí 'uso de goce'-, los de saber qué puede darle término al balanceo en
goces heterogéneos que están en juego en ambas cuestión y a su goce. Dicho de otro modo: qué es
insatisfacciones pueden arreglárselas de forma lo que puede detener el relanzamiento del reco-
satisfactoria. A partir de dos insatisfacciones, en rrido hacia el sentido.
el uso, esta fase fabrica una satisfacción. Lo que ¿Quién opera ese relanzamiento? Es el mismo
equivale a afirmar que se termina gozando del analizante cuando no llega a creer en lo que ex-
embrollo, puesto que la satisfacción traduce en el perimenta, cuando su modo de balancearse entre
sujeto su modo de goce. Y he aquí por qué a pe- verdad y real lo deja entre la decepción y la deses-
sar del horror al saber, castración y síntoma, el peranza. Pero también, hay que decirlo, a veces el
analizante no sale corriendo. Ese "en el uso" in- relanzamiento es producido por el analista. ¿Por
dica que es necesario un tiempo, es necesario ha- qué? Creo que muy simplemente cuando no tiene
ber experimentado el embrollo, es decir tropezar una clara idea del fin que Lacan intenta esclare-
con lo real, para que en la fase final la sospecha cer aquí. Cuando el analista no se ha liberado de
caiga sobre la verdad mentirosa. ¿De qué real se los "amores con la verdad" de los que Freud ofre-
trata? No solamente del fuera de sentido del lap- ció el modelo, cuando todavíía espera algo de las
sus, sino del síntoma, es decir que hace falta ha- elaboraciones de la ver dad. Es un espejismo. Se-
ber vuelto a constatar, y muchas veces, un goce gún Lacan, y es como su testamento, el espejismo
que resiste a los efectos de sentido y que se impo- no puede detenerse por la producción de ninguna
ne como una constante fuera de sentido.
8. !bid. p. 600.
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CoLETI~: Sou;R EL FIN Y LAS PINAI.IDADES m~L ANALtsts
conclusión articulada, por ningún materna. Solo ¡~o ellos tienen una cita, uno busca al otro pero
se detiene porque aparece una satisfacción nue- no se encuentran. Entonces, experimentar el em-
va que pone fin a la satisfacción requerida por las brollo es adquirir un saber acerca de la estruc-
dos insatisfaccíones. Esta satisfacción no es un tura, incluso un saber-hacer ahí, pero dejar de
factor de fin entre otros, sino el único -si segui- gozarlo no depende de la estructura. ¡Eso es lo
mos a Lacan-. "No hay otro término", afirmó. En- novedoso! Lo novedoso de Lacan respecto de su
tonces no se trata de una satisfacción que resul- propia enseñanza, y realmente mucho más cer-
te de una fórmula de conclusión, como todas esas cano a la experiencia que todo lo que se ha elu-
de las que Lacan habló hasta ese momento, sino cubrado -especialmente en la AMP- acerca del
una satisfacción que vale como conclusión y que fin mediante una fórmula o materna del fin. Di-
pone término al proceso en acto; y que además es gamos que es una satisfacción que no engaña.
urgente producir para que el analizantc salga de Retomo aquí la expresión que Lacan aplicó a la
los tormentos de la doble insatisfacción-gozante. angustia. Es una satisfacción propia de la ex-
Esto es lo que indica que el fin del análisis no periencia anal"ítica, testimonio de que se le ha
se decide en términos de estructura. El embro- puesto término al espejismo. Lacan, siempre co-
llo es un embrollo de la estructura: ciertamen- herente, utiliza aquí en lo concerniente al fin del
te, está sostenido por la heterogeneidad del len- análisis, lo que llamé ((la prueba por el afecto" 10 .
guaje y lo real, lo que produce que entre la ver- Entonces, si el fin no depende ineluctablemente
dad y lo real haya una exclusión, y que cuando de las coerciones de la estructura .. . ¿quién dirá
uno está allí el otro no esté (como la luna y el sol entonces que es posible? Y ibien, los únicos que
en la canción de Charles Trcnet9 ) ... Sin embar-
Il faut la nuit mais le soleil ne le sait pas et toujours luit
9. Le soleil a rendez·uous auec la lune
Le soleil a rendez-vous avec la lune
Mais la lune n 'est pas la et le soleill'attend
Mais la lune n'est pas la et le soleiL l'attend
Ici·bas souuent chacun pour sa chacune
Papa dit qu 'il a vu qa luí ...
Chac:un doit en (aire autant
[CHARLES TRE:"'ET. «LE SOLEU. ET LA LUNF: >>]
La lune est la, la lune est la
10. V. Soler, Colette. Los afectos lacanianos. Letra Viva, Bue-
La lune est la, mais le soleil ne la uoit pas
nos Aires, 2011, p. 98.
Pour la trouuer il faut la nuil
30 31
COLEi'TE SoLER

' EL Fl:-> y IJ\S F ll\AI.I DAO€S DF:I. A.' IALISIS


obtenida del modo de balancear el embrollo: pero
pueden dar testimonio de ello son quienes lo es propia de un particular.
han experimentado, porque para quienes no lo ¿Qué implica esa insistencia sobre lo particu-
experimentaron está aún en cuestión. Y es una de lar del modo de satisfacción?Y bien, creo que sig-
las razones del dispositivo del pase: permitirnos nifica que esta satisfacción no es predicable, no es
escuchar aquello que podemos llamar los cualificable. Porque cualificar la, atribuirle un sig-
testimonios del fin posible. Utilizo el término nificante en una proposición atributiva, cualquie-
"testimonio" en función de la ambición que tuvo ra sea, es elevarla a lo universal, hacer entrar lo
Lacan de igualar al psicoanálisis con la ciencia, particular en la extensión de un concepto con to-
incluso de instruir con él a la ciencia, como dice en dos los otros objetos que allí se ordenan. Por eso
Quizás en Vincennes, aunque el término resulte Lacan decía que todo significante injuria al suje-
molesto a causa de sus resonancias religiosas. Por to -entiéndase: en su singularidad existencial- .
eso es necesario sostener los dos extremos de la Sabemos el efecto de esta satisfacción: detiene el
cadena: la estructura que obedece a una lógica espejismo de la verdad y las satisfacciones corre-
pero que también aloja a lo inefable que no pasa lativas, y tenemos de eso un testimonio posible en
al saber. De allí la revalorización del término el pase; pero decir de qué se trata es otro asun-
"opacidad" en el final de la enseñanza de Lacan, to: ella solo se experimenta. Estamos aquí en la
puesto que lo real es opaco. lógica del no-todo. Entonces, para quienes quie-
Queda aún una pregunta: ¿cuál es esa satisfac- ren cualificada, volverla universal - y he podido
ción que marca el fin? Porque en el análisis hay leer diversas tentativas en ese sentido: satisfac-
satisfacciones de diverso tipo. Las he desplega- ción delgay saber o del bien decir-, el texto de La-
do: hay satisfacciones ligadas al recorrido de la can les responde anticipadamente: es un esfuer-
verdad y también a la incredulidad ante lo real; zo vano. N o se trata de la satisfacción del gay sa-
y también a ese balanceo que Lacan evoca en su ber, porque este está ligado al desciframiento - lo
último texto. ¿Es posible cualificarla? Ella tiene he desarrollado suficientemente-, ni tampoco de
una función: ponerle término a las satisfacciones la satisfacción del bien decir. Las dos frases del
del embrollo -son los términos de Lacan-, pero texto que he comentado, ¿marcan los límites del
eso no dice cuál es. Lacan habló de la satisfacción
33
32
( ·, > 1 .1':'1'1'~: S• lL I::H E L t'U'i v LAS riNALIDAOES o~:t ANALJSIS
h11 ·n dc ·n r? Se u·ata entonces de una satisfacción rencia entre las dos nuevas formulaciones: el in-
11/c ·uulijimbLe - ustedes percibirán el equívoco de consciente como goce del significante y los afec-
l'Sle término, como si lo que no pudiera ser cuali- tos de fin. El fin es un cambio de goce.
ficado se convirtiera en algo defectuoso- .
La diferencia con los textos anteriores es pa-
tente. En El atolondradicho hablaba de "duelo" ¿URGENCIA DE SATISFACCióN?
para esta fase final, mientras que en el Prefacio
introdujo el término "satisfacción". Son muy dife- Cambiar de goce no es renunciar al goce. Asu-
rentes. En el duelo se trata de un afecto de pérdi- mir la pérdida del duelo y cambiar de goce son
da, uno se separa de las adherencias que mante- dos cosas diferentes. Sería necesario dejar de de-
nía con lo que se pierde. Contrariamente, la sa- cir que el fin es una elisión, una negativización
tisfacción nos captura, nos sostiene a pesar de las del goce. El analizado no es el héroe de la renun-
insatisfacciones ligadas a los dos escollos que su- cia al goce, a pesar del nuevo deseo del analista.
brayé. Este cambio de acento no es un detalle me- No es del todó la idea de Lacan del '76: un goce
nor, evidentemente es la consecuencia de lo que cesa ciertamente, pero en provecho de otro. La-
Lacan introdujo como novedoso luego de El ato- can nos acostumbró a pensar el deseo en oposi-
londradicho y a partir del seminario Aún, concer- ción al goce, y a funcionar con un esquema men-
niente al inconsciente que no tiene solo efectos de tal un poco elemental que puede formularse así:
castración sino que es saber gozado, puesto que el a menos goce, más deseo. Pero lo que texto dice
significante y la palabra misma se gozan. El in- con todas las letras es lo siguiente: un goce, el
consciente fuera de sentido no está fuera del goce, que marca el fin, pone fin a otro, el que sostenía
sus Unos son gozados, y la palabra de verdad está el proceso. Y esto nos obliga, o debería obligar-
saturada degocentido Uoui-sens], goce del senti- nos, a pensar el deseo del analista no solo en tér-
do. Entonces, en la fase final donde el analizan- mjnos de negativización de goce. Por otra parte,
te se balancea entre verdad y real, son esas dos La can pudo decir a propósito del analista -y mu-
satisfacciones las que se conjugan en una satis- cho antes del año 1976- que habría que pregun-
facción específica, propia de cada uno. Hay cohe- tarle, cito de memoria, qué del goce lo determina.
34 35
( ·,,. , ¡ ·¡~; S OI.I::R
1·. : 11 "" ' . ,.,,.".,ah: mico es amplio. Sin embargo hay
" ' ' n · l ll: ttu·( ·s afectivos que acompañan el fin de
··ll'rt n :-> l;~zos sociales. A modo de ejemplo tenemos
Los afectos de separación ,.¡ l:1zo L'ntre el niño y sus padres, donde los afec-
tos de liberación pueden prevalecer por sobre los
Viernes 30 de septiembre de 2011, por la tarde afectos ligados a la pérdida: en tal caso la función
positiva de la separación es relativamente inde-
pendiente de los a fectos eventualmente dolorosos
que la señalan. Ningún lazo entre los seres huma-
nos es indisoluble, ya se trate del lazo de pareja,
de los lazos generacionales o de los lazos de tra-
bajo, aunque no obstante se aspira a que lo sean.
En nuestra reunión precedente no hablé de la Tal vez no sea siempre así para los lazos profe-
transferencia." Sin embargo, si bien el fin del análi- sionales, pero para el amor seguro que sí. Por el
sis no supone el fin de la transferencia, sí en cam- tiempo que dura el amor, este querría no finalizar.
bio se trata del fin de la función del analista en El amor aspira a lo necesario , es algo conocido ...
la transferencia, puesto que el analizante se se- Pero además, tenemos un tipo de lazo que que-
para de él. En su pragmatismo, Freud tenía ra- da por fuera de la serie de los lazos, y es el que nos
zón en poner el acento allí. interesa: me refiero al lazo analítico, el que tiene
Si hablamos de "afectos de separación", rápida- algo que ver con el amor. Ser analista es ofrecer-
mente el discurso común invita a pensar en los do- se a ser amado, decía Lacan. Se percibe que este
lores de las separaciones en el sentido más corrien- lazo queda por fuera de la serie, al menos por-
te del término. A saber: el fin de los amores o de que pensamos que debería cesar. No debería du-
las amistades (ya sea por desacuerdo o por pérdi- rar demasiado. Incluso aparece la queja cuando
da del otro). Se piensa en el final de un lazo social no se puede salir de él.
cualquiera y así nos encontramos del lado de los Yo había destacado en la Cita de los Foros de
afectos de sufrimiento, de afectos -digamos- ne- 2004, aquí en Buenos Aires, una afirmación man-
39 40
EJ. n:>: Y U\S FIXAL IOAOt:S OF.I . M\ÁLlSIS
tenida a lo largo de toda la enseñanza de Lacan, vestido por la libido, por el deseo, conforme a la
independientemente de los cambios: la de un aná- idea común.
lisis que producía lo que llamé una "identidad de Entonces, al leer por primera vez el seminario
separación". La expresión no es de Lacan sino Los cuatro conceptos fundamentales del psicoaná-
mía, pero subsume todo lo que él pudo decir acer- lisis, referencia obligada sobre este tema, nos lle-
ca de los efectos del punto de cierre del análisis. vamos una sorpresa. Lo que es nombrado por La-
No obstante, el término "separación" abre una can "separación" es otra cosa. Quisiera mostrarles
pregunta: ¿separación de qué? ¿De qué se sepa- cuánto difiere del sentido común del término -lo
ra uno cuando se separa de un ser querido o de que resulta evidente- y a la vez, también difie-
una pareja en un discurso cualquiera? O más es- re de lo que es una separación de fin de análisis.
pecíficamente: ¿de qué se separa uno cuando se
separa de su analista? UNA SEPARACIÓN ALIENANTE
Lacan intr:odujo en el ps icoanálisis el término
"separación" dándole un s entido positivo, muy En esta primera construcción no se trata en
poco clásico. Ni el tema en cuestión, ni el térmi- modo alguno de una separación de pareja, sino de
no, estaban ausentes antes de él. El propio Freud una separación de la cadena significante; o me-
valorizó la función de la r enuncia al objeto pri- jor dicho: de eso a lo que la cadena me condena y
mordial (la madre), de una separación de ciertas se denomina "alienación". Esta alienación se jue-
adherencias de goce en la infancia ... En síntesis: ga a nivel de la estructura mínima del lenguaje,
de una pérdida original, estructurante, que es ne- bajo la forma de una vacilación cuasi diabólica -
cesaria para permitirle a la libido, al deseo, diri- podríamos decir- entre los dos términos de la es-
girse hacia objetos distintos de los primitivos de tructura: 8 1 y 8 2 • Concierne a lo que soy como su-
la infancia. La idea es que uno se vuelve adulto jeto, es decir como ser situado en una cadena sigM
a través de la renuncia a los objetos primordia- nificante. Confrontado al discurso del Otro tengo
les. En el lenguaje corriente se habla de "cortar la posibilidad de elegir: puedo asumir un signifi-
el cordón umbilical". Todo eso va en el sentido de cante, identificarme con un 8 1 que resulta de un
pensar a la separación respecto de un objeto in-
41 42
E L FIN Y lAS FlNALIOADES OEL A.'liÁLISIS 1 ••1 1 1"11 S oot ~;K
"tú eres" venido del Otro. En tal caso ese signifi- 1•• •·· ·' ¡¡, ., .• .¡ , ·' :·11 dial éctica del amo y del escla-
cante usurpa mi lugar - Lacan incluso dice que , . 11 :\., ··" ' r·::c·L"o de un amo sino del lenguaje y
me injuria, fijándome en un significante-. Pero en de· In'!"'" :.;tt ,·:-;Lructura implica, la que está en el
vez de ese ser petrificado, puedo elegir el sentido, p rllll" '1''" d<· todo poder para el hablanteser. Evi-
o sea lo que ese significante quiere decir, el senti- dr·lll (·ttwnte el lenguaje me viene de aquellos que
do que le otorga un S2 cualquiera. En esta opción, ('llc:trnaron al Otro para mí, los que en cierto sen-
lo que soy se desliza en la cadena de los signifi- tido me introdujeron en la cadena del lenguaje,
cantes. En ambos casos, en la petrificación y en la aunque ellos no estén menos sometidos que yo.
fluidez, cualquiera sea la elección habrá pérdida: La separación es entonces definida como se-
o pérdida de sentido o pérdida del ser. El análisis paración de esa vacilación, y apunta a lo que soy
del menor sueño ilustra a la perfección esta vaci- fuera de la cadena significante. Una precisión:
lación, tanto como el estatuto del analizan te en el ese "fuera de la cadena" que empleo es equívo-
análisis. El sueño funciona como una unidad sig- co. Luego de haber introducido la estructura del
nificante enigmática que los representa y los fija. nudo borromeo, Lacan habló de lo real fuera de
Su análisis lo conecta con otros significantes que lo simbólico. Yo lo empleo aquí, pero no para de-
dan sentido, sin que encuentre su punto final. Con signar el fuera de lo si mbólico, sino para desig-
esta cadena asociativa, lo que el analizante "es nar lo que se ubica en el intervalo entre los sig-
como sujeto del inconsciente" -la expresión es de nificantes pero que no es del significante, o sea:
Lacan- es inatrapable; el sujeto es un "ente cuyo el objeto a causa de deseo. Es un poco forzado el
ser está siempre allende" 1 • Paso de largo las refe- uso que hago del "fuera de la cadena" porque el
rencias lógicas a las operaciones de reunión y de intervalo no está propiamente hablando fuera de
intersección, y la modificación que Lacan les in- la cadena, pero diciéndolo así busco subrayar que
troduce. Esta alienación - pueden observarlo- no si bien está delimitado por la cadena significante,
es ninguna alienación a un amo cualquiera, sino no es de la naturaleza del significante.
que más bien le arroja un irónico "¡hasta la vis- Lacan no es prolijo cuando habla de la separa-
l. Lacan, Jacques. El Seminario, Libro 20,Aún. Paidós, Bue-
ción en el '64. Utiliza términos como ''hacerse ad-
nos Aires, 1989, p. 172. venir", "parirse" y "engendrarse". ¿Por qué utiliza
43 44
EL Fl~ Y LAS FINAL II) ADf;S DEl. ANA!.ISIS COI.i':Trt: SoLJ::R
estos términos? Porque en la vacilación entre el "parte". Lacan lo formula de este modo: "darse un
ser petrificado bajo el significante y el sentido, el estado civil". El estado civil designa la forma con
sujeto no existe, está incluido en el Otro. Solo ad- la que uno está identificado en el Otro. Aquí se
viene extrayéndose de la cadena del Otro, de sus trata de un estado civil para el cual no hay docu-
oráculos, de sus veredictos. ¿Cómo lo hace? Pasan- mento, porque si lo hubiera habría que decir que
do por la falta del Otro. Es un cambio que consis- en el análisis se establece el documento del suje-
te en situarse no por referencia a un texto (a los to que hasta ese momento faltaba.
significantes del Otro), sino por referencia al Otro Identificarse en la falta, en el deseo del Otro,
barrado del que no se sabe lo que quiere ni cuál es , nos extrae de la cadena del Otro. Es una elección,
el objeto que lo anima. Se trat a de identificarse a dice Lacan, no un efecto automático de la estruc-
ese objeto desconocido. Esto permite al sujeto ha- tura. Es darse un estado civil, es un querer, una
cerse representar por "un significante bajo el cual opción y no un destino debido a la estructura que
sucumbe"2 • Di_cho de otro modo, paradójicamente, vale para todos como la alienación. Ese "querer",
esta separación es productora de un S 1 del suje- en cierto sentido realiza, torna efectiva nuestra
to. Es instituyente de una identificación estable, relación de identificación con el deseo del Otro.
desconectada del 8 2 , que detiene la vacilación pre-
cedente. ¿De qué tipo de 8 1 se trata entonces? Es (Hago aquí un paréntesis: si ustedes leen la
un significante que no proviene del discurso arti- Nota a los italianos de 1973, verán que Lacan in-
culado del Otro sino de su falta, de su deseo, emi- dica sucintamente que consagrarse a lo que lla-
nentemente del significante fálico que condiciona mo "las obras", o sea al trabajo y al amor, es tra-
lo que Lacan llama la identificación última. Esta bajar para el árbol genealógico, el que es impen-
identificación no lo ubica por fuera del lazo con el sable sin los padres y su descendencia. No es esa
Otro. Lacan insiste en que se trata de lo contrario: la elección que hace un analista. De hecho, la fun-
condiciona la pertenencia y le permite ser, formar ción del padre condiciona a esta separación).
2. Lacan, J acques. "Posición del inconsciente" (1964), en Es -
critos 2, Siglo Veintiuno editores, Bs.As. , 2008 (edición re- Que sea una elección es muy importante: sig-
visada), p. 802. nifica que las coacciones de la estructura del
45 46
E L FL'< v I.AS FJNAI.I DAm:s nt:J. ANÁLISIS C OI.F:'f'rE Sot.ER
lenguaje que se imponen a todos dejan lugar a En la relación con el deseo del Otro, el análisis
la dimensión ética. Siempre es necesario distin- opera a nivel de esa separación puesto que
guir en nuestro dominio el efecto de la estruc- interroga en primer lugar al deseo. ¿Qué se
tura -que no se transgrede- , de lo que es una ' espera de él? Que revele, Lacan llegó a decir que
opción subjetiva. Por ejemplo: que solo se pue- "denuncie", los sl de la separación, que están
da medio-decir la verdad es un efecto de la es- escritos en el discurso analítico en el lugar de la
tructura. No querer saber nada es una elección. producción. Esos 8 1 tienen su lugar en el fantasma,
Identificarse en la falta del Otro, supone pasar porque ... ¿cómo identificarse a un objeto que no
del Otro no barrado - sitio previo del significan- tiene ni significante ni imagen? Entonces esto
te, del que se basta a sí mismo el psicótico (la no es sin la ficción-que puede escribirse o no con
expresión "se basta" designa la elección psicóti- la equis de "fijación" en francés [fixationP - , la
ca)- al Otro barrado del deseo. Es el paso que no ficción del fantasma que le da nombre e imagen
franquean las _personalidades "como si", casos en a ese objeto que no tiene ni nombre ni imagen.
los que la psicosis, contrariamente a la paranoia, Entonces, hablar del atravesamiento del fan-
se confunde con una hípcr-normalidad, en suje- tasma o del atravesamiento de las identificaciones
tos que captan al Otro a través de su texto y no objetales fantasmáticas, designa otra separación.
por sus silencios, quienes están entonces iden-
tificados al texto del Otro y no a su deseo. Los
que se han extraído de la cadena del Otro me- ÜTRA SEPARACIÓN
diante la separación tal como Lacan la describe,
han pasado a otra alienación, es una paradoja: No se trata de aquella que me instituye en el
a una alienación que ya no es al texto y a la va- deseo del Otro, sino de la que me libera de él. El
cilación que implica, sino al deseo que vehiculi- analista soporta la función del deseo, la función
za. Lo que Lacan confirma en La lógica del fan -
ta~ma al escribir "alienación" para el ser del su-
3. [Cole tte Sole r hacer refe re ncia al neologismo lacania no
fixión, cons truido e n forma de s us tantivo por conde nsa-
jeto y no "separación" como en el seminario de ción de fiction (ficción ) y (ixe (fijo ), utilizado por Laca n e n
Los cuatro conceptos ... El atolondradicho (NdT)J.
47 48
EL n:-; Y l ...s FI Ni\I.IDADES OFI. ANAU SIS
del objeto causa. Pero la soporta hasta que el ana- sujeto al viraje que del lado del a nalista produce
lizante se separa de ella. Lacan lo afirma explíci- el de-ser del s ujeto supuesto saber. Esta destitu-
tamente desde Posición del inconsciente hasta El ción ha sido mal comprendida, sin duda a causa
atolondradicho, pasando por la Proposición sobre' del patetismo del término "destitución". Pero La-
el psicoanalista de la Escuela. can se explicó al respecto: el sujeto destituido es
Esta otra separación es destituyente del estado un sujeto liberado, se sabe objeto pero objeto im-
civil tal como lo definí hace un momento a través predicable, un objeto que falta al saber, que hace
de la identificación: por la inscripción bajo un agujero en el saber del Otro. A la vez, es un suje-
S 1 correlacionado con el deseo del Otro. Produce to liberado de las preguntas acerca del deseo del
efectos de desanudamiento porque desviste al Otro, de esas preguntas que generan todas las
sujeto de los significantes que lo inscribían en el postergaciones interminables del neurótico. Tal
deseo del Otro. ¿Qué queda entonces de él? vez aquellos de ustedes que hayan estudiado los
Los afecto~ de esta separación son conocidos. textos de Lacan se estén preguntando por qué en
Han sido captados antes de Lacan por Melanie 1967 hablaba de la "posición depresiva del fin",
Klein y Michel Bal int. Lacan los evoca en la Pro- y en 1972 de ''posición maníaco-depresiv a". Creo
posición ... y en El atolondradicho. Son afectos de que el "maníaco" está allí para retomar algo que
duelo, o sea de pérdida, oscilando maníaco-de- había subrayado entre ambos momentos: el efec-
presivamente en la fase final. ¿Qué ha perdido to separador de la destitución que evocaba cuan-
el sujeto sino lo que Lacan llamó "la seguridad do hablaba de liberación ...
que obtenía de su fantasma"? El atravesamien- Lacan dice que después el duelo se termina,
to del fantasma consiste en hacer el duelo del sin explicar cómo eso es posible. Se abre así la
objeto que uno creía ser para el Otro. Allí reside pregunta acerca de qué viene después para cada
la seguridad del fantasma, la certidumbre para quien, pero acerca de eso no dice nada ... El ana-
el sujeto de que será golpeado, comido, eyectado, lizado sabrá darse una conducta, hay un montón
etc. Seguridad dolorosa, pero seguridad al fin. Y posibles, afirma. Por el contrario, en la Nota a los
en el final del análisis es destituido de esa segu- italianos, declara que todas ellas convienen para
ridad. Los afectos de destitución responden en el quien desea ser analista.
49 50
Er. FrN v LAS FINAI.If>A OES m:r. ,\ :".\LISIS
Lo REAL SBPARADOR En el nudo borromeo lo real se define como lo
que está fuera de lo simbólico. Lo real no le debe
Pero Lacan no se detuvo aquí. Luego de esa nada a los significantes y tampoco está hecho para
idea del pase al objeto -tal como lo presenté- ser sabido. Como afirmaba Lacan, lo más real que
continuó hasta plantear en Aún que ese lA y sus hay en el hablante es el síntoma. Tal como es re-
otros maternas <t> y a, extraídos de lo simbólico, definido a partir de 197 4, se trata de una forma-
habían sido introducidos bajo un ángulo despre- ción del inconsciente real. En principio porque es
ciativo. Designaba así el fr acaso en su intento goce, pero sobre todo goce de un elemento del in-
por situar la función de lo real fuera de lo simbó- consciente. Ese elemento -cualquiera sea- en tan-
lico. Esto abre la conceptualización de una sepa- to tal, puede ser llamado real en la medida en que
ración por lo real más radical - una tercera for- por definición, está fuera de la caden a. Por otra
ma, podríamos decir, luego de la separación ins- parte, esa es la primera definición del significan-
tituyente descripta en el seminario de Los cua- te en lo real, el fuera de la cadena a propósito de
tro conceptos ... , y la destituyen te del fin del aná- la psicosis en De una cuestión preliminar ... El in-
lisis descripta en la Proposición del '67-, de una consciente real no es una cadena significante y,
separación que no va por el lado del objeto inde- además, también está fuera de sentido. Se trata
cible que le falta al Otro, sino por lo real propio entonces de una ruptura con la tesis del incons-
al hablante. ¿Cuál es este real? ciente-lenguaje, simbólico, estructurado como una
Esta es la problemática a la que he dedica- cadena significante, productor de sentido que re-
do mi libro Lacan, el inconsciente reinuentado traducía a ese inconsciente lenguaje -que era el
- lamento el retraso en la traducción española inconsciente freudiano a la luz de la lingüística- .
del mismo-. Allí intenté desplegar lo que plan- Nos encontramos aquí con una pregunta acer-
tea La can a partir del seminario Aún: que el in- ca de cómo se constituye un inconsciente: ¿de dón-
consciente (ICS ) es lo real, que es inconsciente de vienen esos elementos que se descifran en un
real (1 CSR) y las consecuencias clínicas y prác- análisis? Freud respondió que vienen de las hue-
ticas de esa idea. llas mnémicas del traumatismo y del tratamien-
to que la represión les aplica. Lacan lo siguió un
51 52
EL rtN v J.As FfNALJOAm:s m ;1. A."iÁLJSIS CoLI::'I1'E Soum
tiempo, un tiempo extenso, traduciendo "huella Concretamente esto quiere decir que, aunque
mnémica" como "rasgo unario". Rasgo unario de se fije en el decurso de la vida en momentos de
las primeras experiencias concernientes al goce y encuentros contingentes, el núcleo del goce sin-
que surgen del trauma o del placer exquisito. Se tomático no depende de la verdad biográfica y de
trata de dos referencias freudianas, pero lo que los avatares de los lazos familiares. Según Lacan,
subraya con insistencia es su efecto de pérdida este real es "antinómico a toda verosimilitud". El
de goce, lo que inicia la repetición. El rasgo una- término es fuerte. Sin embargo, lo subrayo, este
rio no es un significante, es un Uno, un elemen- real está necesariamente anudado a la verdad
to discreto no importa cuál, pero no representa que le es antinómica, ambos se sostienen, puesto
al sujeto sino que marca su goce con un efecto de que ese real marca al cuerpo viviente que sopor-
pérdida. Y luego destacó otra cosa: que proviene ta al sujeto, a ese cuerpo que es el lugar del goce,
de lalengua - incluso afirma que viene de laten- justamente, opaco.
gua "y no de otra parte"- . Creo que ese "y no de El inconsciente es un Uno de lalengua
otra parte" es una alusión a las huellas mnémi- "encarnado"; dicho de otro modo, que marca
cas del trauma freudiano del que había admitido al cuerpo y que es él mismo elevado al goce.
la hipótesis inicialmente. Pero hay aquí una dife- ¿Dónde se hace presente sino eminentemente en
rencia crucial : los rasgos unarios del trauma es- el síntoma? No en el síntoma-metáfora armado
tán limitados en número, lo que permite un ago- como un mensaje por la técnica freudiana, sino
tamiento de los mismos, lo que no es el caso de en el síntoma en estado salvaje - si puedo decirlo
lalengua que resulta inconmensurable. así- , que es goce de una letra del inconsciente,
Ese real en tanto que fuera de lo simbólico, no idéntica a sí misma. Ese Uno de la letra difiere
tiene ninguna relación con la verdad del sujeto del Uno de la identificación separadora de la que
que se despliega por la cadena de los sib.rnifican- hablaba antes, porque no tiene relación con el
tes que inscriben su vinculación al Otro. Que no Otro: inscribe, o también podría decir que ancla, la
tenga relación con la verdad quiere decir que no singularidad absoluta, desprendida del Otro. De
proviene de ella y, por lo tanto, que no se resolve- ese real podemos decir que es "falta de la falta",
rá a través de ella. tapón. Lacan retoma una expresión utilizada en
53 54
Cou:TIE SoLER
el seminario de La angustia,justo luego d1' lt:t!H' r· un estado civil, no nos asienta en lo social. Tampo-
definido al objeto como lo que falta. El objt't.o co constituye un conjunto o una contra-sociedad
que falta anima el movimiento libidinal de la posible con los caídos del estado civil que el aná-
búsqueda de la verdad, pero la verdad medio- lisis ha conducido hacia su soledad. Al contrario,
dicha está siempre agujereada, medio-no-dicha, esa separación los vuelve desecho, lo excluido de
y solo la fixión (aquí necesar iamente escrita con la tropa. "Dispersos dispares" o "dispersos mez-
una equis), del síntoma le hace de tapón. clados" lepars désassortis], según los traductores
Debemos considerar que ese Uno encarnado, le- al español, dice en el Prefacio. Sin embargo, esa
tra del síntoma, permanece incierto -según plan- separación del Otro por lo real no nos deja flotan-
tea Lacan- y que entonces todo lo que se descifra do, nos brinda un ancl aje que no fluctúa , asegura
de él no lo designa sino de modo hipotético. Esto lo que Lacan llama la unidad de nuestra cohabi-
es presentado en el final de Aún y será retomado tación con lalengua, nuestra unaridad, una ver-
en lo que seguirá. Según entiendo, la consecuen- dadera identidad de separación.
cia concreta es que resulta posible ciertamente Entonces, no h ay que sorprender se de que los
para el sujeto identificarse a su síntoma real-o afectos de la fase final y del fin mencionados des-
sea: reconocerse en todo lo que hace sufrir y que pués de El atolondradicho, específicamente en la
se percibe día a día, y no solamente soportarlo, Nota a los italianos y en el Prefacio, n o sean los
sino también asumirlo-. No obstante, eso no im- afectos de duelo anunciados en la Proposición y
plica que ese síntoma haya sido identificado de en El atolondradicho. No son afectos de pérdida
un modo distinto al hipotético. Lo que se identi- sino de satisfacción , y la satisfacción del sujeto re-
fica fácilmente es lo que obstruye, incluso lo que mite a su goce. ¿A qué se debe ese cambio y cuá-
traba en el final del análisis, pero la letra que res- les son s us implicac iones?
ponde a eso permanece incierta. No se trata de un misterio. Ese cambio es el
La diferencia con la separación del '64 es evi- resultado de otro, ya lo he dicho: el de la nove-
dente. Esta separación por el síntoma y por lo real, dad introducida en la definición del inconsciente.
hace de cada uno un caído del estado civil. No nos A saber: la idea de que el saber del inconsciente,
hace parte del universo de discurso, no nos otorga sus elementos lingüísticos -digamos-, se gozan.
55 56
EL Fl:'\ Y LAS fiNALIOADF.S Dr:l. 1\I':AI.ISIS Cou :T'l'E SoLER
El ser goza hablando, lo que es distinto a afir- atoLondradicho. Pero respecto de este punto, en
mar que el ser ahonda la falta hablando, aun- el Prefacio asistimos a una completa inversión
que ambas afirmaciones no resulten contradic- de la perspectiva. Allí plantea que la fórmula de
torias. La palabra no solamente está encantada conclusión que almohadillaría la búsqueda de la
por el objeto a que falta, sino que vehiculiza el verdad es ... un espejismo. El saber se aloja en la
goce de los significantes del saber inconsciente. palabra de verdad, pero el Uno encarnado per-
La palabra de verdad gozada no persigue nada, manece incierto. El inconsciente-verdad no con-
no busca la palabra del fin, es autosuficiente. No cluye, no puede concluir a causa de su estructura
es teleológica. La transferencia la modifica y le lenguajera. Y no hay otro término -es su expre-
da aires de búsqueda. A partir de aquí es cohe- sión- a ese espejismo que la satisfacción del fin.
rente subrayar que a pesar de las dos insatisfac- Que no haya otro término quiere decir que la sa-
ciones de la fase final (la resistencia de lo real a tisfacción no es el efecto de una conclusión, sino
la verdad, y la impotencia de la verdad para de- que ella misma vale como conclusión, puesto que
cir lo real) hay un goce que repercute en el suje- testimonia de ese cambio didáctico que supone
to bajo el modo de una satisfacción: esa otra sa- darse cuenta del espejismo.
tisfacción de la que Lacan habla en Aún, según Esta separación por lo real difiere de la que
algo sea dicho y no dicho. está ligada al deseo del Otro, la que se presenta
¿Cuál es la relación de esta satisfacción con el como apuesta en las fortunas y desgracias del
efecto didáctico del análisis? Lacan habló siem- amor, y que - en efecto- no tiene otro horizonte
pre, y en contraposición con Freud, de una satis- más que el duelo. Aquella nos separa para bien,
facción de fin. ¿Pero cuál es la relación entre la es liberadora, y su afecto no es la pérdida sino
satisfacción de fin y la ganancia de saber que se la satisfacción. Además, saberse desecho es un
adquiere en un análisis -su efecto didáctico-, del efecto didáctico distinto al de saber lo imposi-
que se espera que se deposite en una fórmula de ble, porque saber lo imposible que sostiene a la
conclusión final? ¿Se trata del progreso epistémi- estructura del lenguaje y del discurso nos inser-
co, o sea del Eureha de la fórmula de conclusión ta en una comunidad de saber, en un "para to-
que satisface? Esa fue la tesis de Lacan hasta El dos", que no compromete la opción subjetiva. Al
57 58
EL rl:-1 y U\5 fl!'\AI.II>AUJ,;..<; Ot:l . ;\J'\AtiSIS COLF:'T'TB S OLF:R
contrario, los desechos no conforman un mundo fórmula de esto sería: no puedo decir la verdad de
ni una sociedad civil -como se dice actualmen- lo real. Dicha mentira no debe ser confundida con
te- , y ellos son desechos por su deseo de saber el medio-decir, que sostiene la estructura del len-
que no es un producto automático del análisis guaje, ni con la recurrencia de un menos-uno en la
sino que compromete la opción de un particu- serie de los significantes tan completa como se la
lar: aquel que manifiesta la satisfacción de fin. imagine. Esa mentira no designa tampoco el he-
Esa satisfacción de fin no es más que posible, el cho de que haya un mentir verdadero - o sea: de
analista no puede estar seguro de satisfacerla. que la verdad pueda adelantarse por la vía de la
Reconozco en estas elaboraciones de Lacan una mentira-, sino que designa la heterogeneidad de
tercera aparición de lo que llamé la prueba por el lo simbólico y lo real.
afecto, a saber: las ocasiones en que el afecto re- De golpe se plantea una pregunta: ¿qué prue-
vela, manifiesta, lo que el lenguaje -simbólico- ba que sea posible ese fin producido mediante un
no puede revelar. cambio de satisfacción? En efecto, una satisfac-
La angustia es única para revelar la presen- ción se experimenta, no se prueba ni tampoco se
cia en la experiencia del objeto a que falta, a fe- deduce; se produce y eso implica como en todos
nomenológico que el significante falla o, dicho de los afectos una dimensión ética que se sostiene
otro modo, la barra sobre el Otro. en la r espuesta contingente del sujeto respecto
Los afectos enigmáticos evocados en el final de lo real. La pregunta se plantea tanto más aún
de Aún revelan y manifiestan la presencia de los porque esta satisfacción vale para un particular
efectos de lalen.gua que sobrepasan al sujeto, que - Lacan insiste con eso-, lo que quiere decir que
van más lejos de lo que se puede formular sobre no es forzosamente para todos, incluso para el
ellos, y que permanecen no-sabidos. caso del entusiasmo del que hablaba en la Nota
En cuanto a la satisfacción de fi..'l, esta revela a los italianos. Freud mismo captó esta dimen-
que la impotencia de la verdad para decir lo real sión cuando propuso la reacción terapéutica ne-
ha sido rubricada por el analizante. Ante el saber, gativa, la que depende por entero de lo que de-
es una prueba de que ningún enunciado puede tes- nominamos "posición del sujeto", o de los afectos
timoniar el saber de la mentira de la verdad. La singulares generados por la experiencia. Es por
59 60
EL FH\ Y LAS F'lNALIDAm:s DEL ,\.\IÁLISIS
eso que hablé de "reacción terapéutica positiva"
a propósito del entusiasmo y de la satisfacción de
fin. Pues bien, es ahí donde según creo el dispo-
sitivo del pase se muestra muy necesario, y más ¿Qué es un sujeto analizado?
que eso aún, se muestra solidario de la doctrina
del fin, puesto que es el lugar donde se puede es- Sábado 1 de octubre de 2011, por la mañana
cuchar lo que llamaré "testimonios del fin posi-
ble", a través de los pasantes que lo experimenta-
ron y que quieren dar su testimonio. En este caso,
sería necesario hablar de la "prueba por los testi-
monios", incluso cuando son fallidos.
Hablar del analizado es plantear la cuestión
del sujeto transformado por el análisis. No se tra-
ta del momento del fin, sino del saldo del análi-
sis. La pregunta fue abierta por Freud en su ú l-
timo texto: ¿hay un estado del sujeto que solo po-
dría ser producido por el análisis? Lacan respon-
dió afirmativamente. Sin embargo queda lo que no
cesar á, o sea las consecuencias del lenguaje: cas-
tración y síntoma. ¿Cómo se hace para que esos
imposibles hallados y comprobados en el análisis
no vuelvan más desesperado aún el clamor? Des-
de el momento en que el análisis agrega a ese fi-
nal lo irremediable (lo irremediable de la repre-
sión primaria, lo irremediable de la no-relación),
¿por qué el clamor se detendría?
61 65
Cou·:rn: Sou;lt E1 ' , , t , ... 1 ' ' " fJ\t~l'•'l·i , ... '· i ......
Esta transformación fue nombrada de diversas inconsciente real-/(1/enguo. No es cuesti6n ele a<.:<t-
maneras en la enseñanza de Lacan, quien llegó bar con esos afectos, un aná lisis no los suprime.
a hablar de metamorfosis: asunción de la castra- ¿Un analizado es alguien que, más allá de los
ción, destitución subjetiva, aparición de un deseo cambios terapéuticos, ha captado la medida de su
inédito de saber, identificación al síntoma ... Esta singularidad, de lo que lo obstruye, y que de ese
variedad contrasta con el silencio de Freud. Todas modo atravesó s u horror al sab0 r - el suyo propio,
estas formas designan que es posible un cambio dice Lacan- sepa rado del de Lodos? ¿i\caso alcan-
radical. Lo posible, "lo que cesa de escribirse" del zó el coraje de saber? ~o hablaríamos del coraje
gran clamor del sufrimiento hum ano mediante lo de saber del físico o del biólogo, porque para ellos
que Lacan llamaba la "salida de la tropa" e incluso no se trata de snber lo que produce horror, eso que
la salida del discurso capitalista, está all í para de- Freud nombró '·castración" y Lacan con diversas
signar un cambio en el deseo y en la relación con expresiones que constantemente la rcf()rmulan.
el goce. Puede incluso esperarse que los grandes Solo quienes han ce rnido est' horror saben ser
afectos de la tropa sean para él menos dominantes. desechos. Si prestamos atención a la eLimología
Sin embargo, lo seguro es que no hay sujeto sin del término ''desecho" lrebutl en francés, vemos
afectos. Toda la experiencia lo prueba y Lacan lo que proviene del verbo rrbulf'er que designa ori-
subrayó en diversas oportunidades. En el fin, el ginariamente un 'rech azo brutal de una persona
analizado queda sujeto a afectos imprevisibles, de- o de sus demandas', y eso supone que quien se: ha
bidos a su división, la que se construyó a lo largo contactado con su hor ror al saber, sabe que el de-
del análisis -como afirmaba Lacan en el Discurso seo de saber no puede ser aceptado ni inU•grado
a la EFP- . A partir del seminario Aún podemos a l discurso común. Pero ate nción: solo hay llormr
agregar que también queda sujeto a afectos enig- al saber para quien sabe (por IJO<..:o que sc•11 l. y ('S('
máticos, que testimon ian los efectos do La lengua y horror no es evitable porque lo real del in<.:ons('i( ·11
do los que no deberíamos sorprendernos demasia- te no es amable. El horror al saber es un:• li1rnta
do. Ambos términos -"imprevisibles" y "enigmáti- de saber. Entonces, lo que éticamente import :t «'"
cos"- indican que su causa es ignorada por el suje- el fin no es el a fecto de horror sino lo quv ~t iJ<'IIl
to, ya se trate de l objeto que divide al sujeto o del hace con eso. De a llí las referencias <;ti(';ts ir11·\·1
66 ¡; ,·
COI.ETIE SOLER
tables: el Hombre de las Ratas hablaba de su co- registro especular. Se trata de afectos que se ar-
bardía y, por otra parte, Freud introdujo desde el ticulan como recíprocos y transitivos: en la pie-
inicio del caso lo que llamó "el horror de un goce dad, la participación en los dolores del otro siem-
ignorado". En la Rese1"ia de La lógica del fantas- pre está correlacionada con los temores que el su-
ma Lacan la generaliza al neurótico en general, jeto se sabe capaz de experimentar por sí mismo.
cuya cobardía consiste en no querer saber dema- En la medida en que el análisis conduce un de-
siado sobre el goce, ya sea el implicado en el fan- seo de saber, empuja hacia un más allá del temor
tasma o en el síntoma. Pero el coraje ante lo real (cuando se trata de sí mismo como analizante) y
hace del analizado un desecho de la humanidad de la piedad (cuando se trata del otro).
-dice Lacan- , un excluido, uno que ya no compar- Ese más allá del temor y la piedad implica la
te el no querer saber común. distinción entre el deseo del analista y el deseo del
Entonces, ¿qué queda para ese analizado de terapeuta. Introduce también la cuestión de los ob-
los afectos estándares del sujeto natural, es de- jetivos del psicoanálisis, de sus fines. Es notable
cir aquel determinado por el discurso común? El que muchos de los terapeutas de la palabra se au-
temor, la piedad, la tristeza, el aburrimiento, el toricen en su buen corazón y en el cuidado exclu-
amor, el odio, la angustia ... ¿en qué se convier- sivo que dicen aportar para reducir los sufrimien-
ten? Voy a detenerme en cuatro de ellos: el te- tos de sus pacientes, mientras que el análisis cm-
mor, la piedad, la angustia y los afectos sociales. puja hacia el deseo de saber; lo que no le impide
jactarse de producir el único verdadero efecto te-
rapéutico, durable y que cambia al sujeto mismo.
MÁS ALLÁ DEL TEMOR Y LA PIEDAD
Ningún diálogo triunfa entre el análisis y los psi ...
Lo que confunde un poco acerca del temor y la
El temor y la piedad manifiestan el retroceso
piedad es que el primero ha cambiado de lugar
ante lo real. El temor, respecto de sí mismo; y la
en el discurso corriente ... Una particularidad
piedad respecto del otro, el semejante. Esa piedad
de nuestro tiempo es el aumento de los temores
que todo un pensamiento filosófico supuso como
respecto del futuro: el temor es un afecto ligado
un afecto natural, está profundamente ligada al al tiempo, más precisamente a la anticipación.
68 69
El . ¡.'(:-; y !.AS FIN.-\I.IJJAIJES JlEL \ !'>ALISIS
Col.r r·n S n1 1 1<
te en función del temor y la piedad. Puesto que
Designa una espera negativa que se declina
ambos declinan el "yo no quiero saber nada de
entre la angustia y el púnieo. No se hab la de
eso", entonces no pueden ser los afectos que pre-
otra cosa que de esto en nuestra época. euando
siden el acto del psicoanalista. El analista no es
se habla de las diversas catástrofes y de la
ni cristiano, ni sadiano.
precariedad generalizada. Cuando el futuro
De aquí la pregunta por la causa del deseo del
no está asegurado, cuando el escribano no está
analista. ¿Qué puede empujar a un acto que está
seguro de poder eonservar su trabajo, cuando el
más allá de la piedad, o si lo prefieren, que es sin
pequeüo comC'rciante, los empleados estatales o Jos
piedad? Tan sin piedad que - cito de memoria un
profesionales no saben qué oeurrirá, cuando el rico
sel''lalamiento de Lacan posterior al año '75- "ver
no sabe qué pasará con su dinero o el enamorado
actuar al analista es angustiante''. Concluyo: e l
co n sus amores ... Lo impre\·isto amenaza por
acto que condiciona el análisis está más allá del
todas parles y la precariedad se generali za tanto
temor y de la piedad, puesto que debe causar el
colectiva eomo individualmente. Con esos temores
movimiento arializante hacia lo real. ¿Qué rela-
colectivos la aspiración de tranquilidad está
ción con el otro está implicada en aquel que se
presente por todas partes, mientras que la piedad
consagra - el término es de Lacan- a producir un
es para aque llos que sucumben. En este contexto,
fin que pase por el horror al saber?
el mensaje del más a llá del temor puede parecer
Les propongo dos casos de consagración: el
escabroso. Tanto como aquel de la rcsiliencia ...
del cristiano, el buen samaritano animado por
Resulta claro sin embargo que lo real en juego
el amo r al prójimo, y el del sadiano que también
en lo que aquí evoco n o es el del psicoanálisis, es
es un consagrado, según Lacan, pero al goce del
decir aque l del inconsciente. Se trata de otro real.
Otro y no al fi-anqueamiento del horror al saber.
Entonces, con referencia a l amor a l prójimo pres-
NI CHJSTIJ\l\'"0 NI SADJA!'-:0 crito por la religión, Lacan señala también una
diferencia. ¿Cómo la formula? Dice dos cosas:
En lo que respecta a lo real de l psicoanálisis, quien se presenta ante un analista no es un pró-
está excluido que la operación analítica se orien- jimo sino lo que le llega de una demanda que no
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70
E t. Fl~ \' 1.\S Fl:>:AI.IPAm:s DEL.\:-.' \1 1s1s
depende del encuentro. No depende del encuen- el saber. No voy a examinarlos todos. Los cambios
tro, no depende del azar, puesto que la oferta es sobre el amor son sin duda los que más interesan
anterior a la demanda. Y "todo lo que le llega" in- y también los más comentados - yo misma abor-
dica que por poco que la demanda esté allí se la dé la cuestión en mi libro Los afectos lacanianos-.
acepta de entrada y sin discriminación. El ana- Me detengo en el más importante: la angustia.
lista no es ni samaritano, ni sadiano. Entonces, El análisis no anuncia su final. No hay más allá
el analista solo puede hacer función de causa - de la angustia, el analizado posiblemente que-
de una causa que no sea ni religiosa, ni sadiana- de sujeto a la angustia. Es que la angustia viene
con una condición: que haya experimentado por de lo real aunque se despliegue en lo imaginario
sí mismo los beneficios del fin, concretamente la del cuerpo. Es su diferencia con el síntoma, que
satisfacción que lo señala, lo suficiente como para viene del verbo y se despliega en lo real del cuer-
saber que es posible. Esta tesis está en el Prefa - po gozante. Vean el nudo de la lección del 17 de
cio, cuando Lacan dice que la urgencia del deseo diciembre de ~974 del seminario RSI, donde La-
del analista es la de dar esta satisfacción del fin can ubica las tres nociones freudianas de inhibi-
pero, cito, es "una urgencia que no se está seguro ción, síntoma y angustia sobre el nudo borro meo.
de satisfacer, salvo al haberla sopesado". Haber-
la sopesado es - creo- haberla experimentado lo
bastante como para saber que es posible; a falta
de lo cual el acto que empuja hacia el horror al
saber sería, por lo menos, sospechoso.
R
NO HAY MÁS ALLÁ DE LA A.I\GUSTlA
Pasemos ahora al efecto del análisis sobre los
otros afectos, aquellos que preceden la experiencia
analítica, y que no son afectos de la relación con
72 73
Cou·TrE Sott:R
:--olo porque multiplica las catástrofes, sino por-
Para que la angustia cesara sería necesario
que priva a los sujetos de los recursos simbóli-
que cesaran lo que Lacan llama, justamente, los
co-imaginarios (lo que Pierre Bourdieu denomi-
"advenimientos de lo real", de los que la angus-
naba "el capital simbólico'') que les pennitü·ían
tia es el afecto-tipo. Traté de most rar que luego
:=;oportar a lo real.
del seminario La angustia, Lacan produjo una
En el fondo, hay que extender la cuestión de
concepción extendida de ese afecto. El semina-
las barreras ante lo real insoportable, angustian-
rio situaba a la angustia por completo en rela-
te. En el discurso común que no apu nta al saber
ción al Otro y al objeto que se aloja en aquel.
sino al buen orden de las cosas humanas, se ins-
Ciertamente, el objeto es un efecto real del len-
talan también barreras que aseguran la defensa
guaje: agujerea a la vez a lo simbólico, a lo ima-
ante lo real. Los recursos simbólicos de los que
ginario y a lo real, algo que el nudo borromeo
hablé forman parte de ellas. Están constituidos
permite visualizar. Pero no hablamos aquí de lo
por el conjunto de los semblantes, los significan-
real que Lacan desarrol1ó después del semina-
les mayores de los valores y los ideales, pero tam-
rioAún: hablar del afecto de los "advenimientos
bién por la sublin1ación, y dan acceso a satisfac-
de lo real" -como lo hace en La tercera- ya no
ciones pu lsionales específicas.
es lo mismo. Se trata de un real que conserva la
En el psicoanálisis, que es una práctica que sí
definición general del fuera de sentido aunque
apunta al saber, a la revelación, lo que opera como
más indeterminado, no unificado, un real que
barrera o como defensa es el "yo no quiero saber
según indica el texto incluye los efectos técni-
nada de eso"; y el psicoanálisis se dirige justamen-
cos y discursivos de la ciencia. El discurso capi-
te allí. Como ya he dicho: no hay más allá, pero el
talista que justamente es uno de esos efectos, es
análisis tiene efectos sobre la angustia, y a menu-
un generador de angustia. En el mismo párra-
do vemos que pone fin a las pesadillas nocturnas
fo donde produce esta fórmula, Lacan también
de algún sujeto. Digamos que la angustia ligada
evoca los efectos sociales del discurso capitalis-
al objeto y a lo imposible de soportar del sínto-
ta - eugenesia, eutanasia, cte.- y también a los
ma, que con frecuencia motiva el análisis, es mo-
biólogos y su angustia por lograr dominar a las
vilizada en el curso de la elaboración analizante,
bacterias. Ese real es generador de angustia no
75
74
CoLI::TTE SoLER
y es capital que el analista la soporte, porque si Creo que sobre este punto convicnt· lwn·r 11 11:1
no lo hace obstaculiza el proceso y queda en fal- diferencia entre la neurosis y la psicosis. Si hay
ta respecto del acto; esa angustia se reduce al fi- una estructura que indica claramente qut• lo q1u·
nal del análisis. ¿Cuáles son las expresiones que angustia no es solamente el deseo del Otro con su
en el texto de La can indican esta reducción? En causa oscura, es la psicosis - más precisamente
principio "destitución subjetiva del fin". Una vez la esquizofrenia, puesto qu e para el esquizofré-
validada por el analizan te la equivalencia entre lo nico el significante, o lo simbólico mismo, es real
que él es como sujeto del inconsciente y el objeto y está fuera de cadena, y por eso fuera de sen-
a que falta, la angustia ele reducirse al objeto cae. tido- . Así como cuando la melancolía alcanza el
Se lo puede constatar. El guerrero aplicado que deliri o de indignidad nos muestra con evidencia
permanece impávido en la guerra porque ya no que la culpabilidad no proviene del Pa dre sino
interroga al deseo del Otro es un ejemplo de ello, que, por lo contrario, se desencadena en la medi-
según afirma Lacan 1• La otra fórmula que impli- da de su carenci a, la esquizofrenia nos muestra
ca que la angustia ha sido tratada es la "identi- que la angustia a la que el esquizofrénico está
ficación al síntoma", es decir a lo real de su goce. sujeto tampoco proviene del Padre. Esa angus-
En este sentido podemos afirmar que el analiza- tia proviene de lo real, bajo la forma en que lo
do, si bien permanece sujeto a la angustia de los real se le impone al sujeto esquizofrénico. Tene-
accidentes de la vida, ya no es un angustiado. Re- mos aquí un campo para explorar.
sumo entonces: el analizado producido por la se-
paración analítica posiblemente permanezca s u-
jeto a la angustia, pero ya no será un angustiado Ul'\ 1\~IOH EXTE:\DJDO
del Otro. No estará más allá de la angustia, pero
no ya no será un angustiado. Vuelvo al tema del amor. ¿Cuáles son las res-
pectivas incidencias de lo imaginario y de lo sim-
l. IV. Paulhan , J ean . El guerrero aplicado. Ed. Tres Haches, bólico en los dramas del amor? En primer lugar,
Buenos Aires, l. Lacan hace referencia a esta obra en su
"Discurso en la Escuela Freudiana de París" (1967), en
el ideal con las imágenes qu e preside. En el amor,
Otros escritos, Op. Cit. pp. 279 y ss. (NdT)]. el ideal induce entre los partenaires una exigen-
76 77
( ·, 11 ~TI F St ll 11.
cia de ser parecidos, de homogeneidad de los yo de sexo" y "es el fracaso: reglado como un pen-
ideales regida por el ideal del yo, y que vale tam- tagrama" <?.
bién para ambos partenaires de los dos sexos. El ¿Qué podemos decir de los efectos de lo que
ideal desea la similitud, aspira a lo uniano, a la Lacan puso en evidencia al final del seminario
reducción de lo otro al uno. Aún? El amor responde a lo real del inconscien-
Recuerdo una anécdota de los tiempos de la te, reconocido en el otro por sus efectos de afecto.
Escuela Freudiana de París: alguien habló del En tanto resorte esencial produce un afecto enig-
caso de un hombre de letras que había descubier- mático de reconocimiento de los síntomas; mien-
to que su mujer lo engai1aba. Él estaba cierta- tras que del saber inconsciente podemos pensar
mente afectado, pero lo que lo hnbía conmociona- que no demanda sino que certifica, recoge, admi-
do y le resu ltaba insoportable, era saber que el te. Puesto que el exilio parece "cesar de no escri-
amante de su muj er esc ribía con fa ltas de orto- birse", es por un tiempo un caso único de encuen-
grafía. El grupo se había reído mucho. Pero La- tro no fallido. Noten que su costado ilusorio no se
can, muy seriamente dijo que no había de qué elimina: es una ilusión creer que la relación/pro-
reírse porque se trataba de un hecho de estruc- porción sexual cesa de no escribirse ...
tura. En efecto, se podía captar allí la exigencia ¿Cómo interviene el análisis sobre este estado
de similitud que funcionaba en la relación con de cosas? Veamos qué ha producido a nivel de los
su mujer. En cuanto al fantasma, este hacía re- tres determinantes. En primer lugar, la deflación
caer sobre el partenaire una exigencia de s umi- de los significantes-amos, o sea de los significan-
sión, de "conces iones" - para tomar un término tes de los ideales con su t·epercusión sobre el yo
de Lacan-, puesto que en el fondo le demanda- ideal; luego permite ceñir - y hasta nombrar- la
ba que fuera conforme a la verdad del fantasma causa del deseo, esa causa que proviene de l fan-
del amante. En la pareja sexual esta exigencia tasma y no del partenaire; finalmente en tanto el
recae específicamente sobre las mujeres, puesto análisis permite anoticiarsc del destino de exilio,
que son ellas las invitadas a prestarse a la per-
versión del hombre, eso justamente las empuja 2. Lacan, Jncquc!'-1. "Televis ión", en Otms l!!·:trilos , Op. cit. p.
-como dijo Lacan en Televisión- a darse "aires !)66.
78 79
f:L ~·¡:-,; Y I.AS FI:>IAI.IIlAI>Fc.; DEl. A:-..AI.ISIS
a pesar del horror de medir sus consecuencias de imaginario, simbólico y real- el amor es un decir
no-relación/proporción sexual. .. ¿cómo no tendría y empuja al bla, bla. "Háblame de amor" ... justa-
repercusiones sobre el amor? mente porque no hay relación/proporción. El bla,
La primera de ellas es sin duda que las expec- bla del amor sustituye con el goce de la palabra
tativas amorosas se modifican. Un sujeto que ha a la relación/proporción que falta. ¿Qué es lo que
ceñido el horror de saber el destino de exilio, que alimenta ese bla, bla? Específicamente, son los
sabe que hay del Uno y nada del otro, puede me- determinantes simbólicos e imaginarios ... Esa
dir con precisión cuánto del amor es una suplen- proliferación del bla, bla, miente diciendo lo que
cia insuficiente, ilusoria. Las esperanzas puestas tú eres para mí; miente porque te llama con un
en el amor quedan así bien temperadas. Por otra nombre que no es eJ tuyo, engaña sobre el ágalma.
parte, el lugar otorgado al amor en la vida varía E l reconocimiento en el otro del destino que
mucho de un individuo a otro ... produce el inconsciente, que instaura una rela-
La verdadera cuestión es la de saber si el amor ción de real a real, es enigmático pero no miente.
mismo resulta modificado por el análisis. Lacan No exalta ni a la Dama ni al Hombre, más bien
situó esa posibilidad con una fórmula muy bella: corta el aliento del bla, bla auto-gozado de lapa-
habló de una modificación que permitiría exten- labra de amor. El amor, en tanto que determina-
der -subrayo el término "extender"- los recursos do por los afectos del saber inconsciente, es lobas-
gracias a los cuales uno puede prescindir de la re- tante enigmático como para desplegar un bla, bla
lación/proporción sexual (de h echo, hay que pres- sobre lo que lo causa e ignora, aunque reaccione
cindir de ella obligadamente ... ). Y el amor es jus- a eso. Pero es un recurso s uplementario no me-
tamente lo que suple a esa relación/proporción, nos falaz - noten como se introduce allí el falo-,
como afirma en el seminario Aún. El recurso más un recurso gracias al cual se prescinde más fácil-
a mano para prescindir de la relación/proporción mente de la engorrosa relación/proporción. En el
es la "proliferación del bla, bla" en la que consis- análisis se da vía libre a la proliferación del bla,
te el amor en general. Lacan lo dice con claridad: bla, pero nadie duda de que la salida de la trans-
no debemos olvidarnos de que cualquiera sea la ferencia no representa su caída. He aquí enton-
función determinante de las tres dimensiones - ces lo que debería permitir un análisis orientado
80 81
Co1.~:nr·: S( 11.FI<
lo normal es la psicosis- . cuancl() :-;¡• dt•:-;t·rw;Hit·
por o hacia el inconsciente real: aumentar los re-
nan revela n que su conformid <td no <·r;r :-; i 11ol:t cu
cursos con los que se puede prescindir de la rela-
bcrtura cic su disparidad m<1s íntima. 1•::-;v lrrnrll-
ción/proporción sexual con un amor que no mien-
quc soporta a la verdad del goc.:e. la clt·l stntont<~
te. Es lo que Lacan llama un amor más digno, y
supone que es un amor que se calla, que renun - real (abajo y a izquierda en los discu rsos !, no l's
colcctiviza blc s ino singu lar: no hay dos que l->l'a n
cia a l romance, incluso si eso no promete el para
siempre que se espera ... iguales. Se trata de una di fe rencia a bsoluta. Al
rcspctto, todos so mos dispares que no conforma-
mos un tocio - au nque podernos tener afinidades
L OS AFECTOS SOCIA LES oscu ras entre las verdades y los s íntemas: es lo
que se llama "amor"- .
Lacan uti liza el térm ino "dispares" lde~assvr­ De dond e surge una pregunta para e l analis-
tis], para dar cuenta de lo que no hace juego, de ta: ¿cómo puede, o incluso debe, mantenerse en la
lo que no es homogéneo, de lo qu e no es compati - ciudad del di scu rso? l\Ii pregunta - que según en-
ble. Lo que produce la homogeneidad y regula los tiendo, es doble- nos conduce al tema de los de-
dccires, las satisfacciones y los goces estándares, sechos en la ciudad.
es el discurso - es lo que permite a •:dda quien ser Está la cuestión política que va más a llá de l
Ltn poco como todo el mundo-. Existen sin embar- uno por uno porque compromete a la política co-
go dos quejas: "no logro ser como los otros" y "no lectiva del psicoanálisis -no me ocupa ré de este
quiero ser como los otros" (que puede traducir- matiz-, y también está la cuestión de los e fectos
sP como un "quiero distinguirme"). De cualquier del análisis terminado sobr e los afectos socia les
modo ningún sujeto es totalmente compatible. In- del analizado. ¿Acaso lo que le ha enseñado su
cluso quienes presentan personalidades "como si" análisis modifica su relación con sus sem~jantes?
y que parecen encarnar el prototipo del discurso, Er. otros términos: la ética que se inaugun-l con
esos sujetos súper-conformes que dan todos los el acto analítico ... ¿repercute para el analizado
signos de la compatibilidad realizada con los se- fuera del discurso a nalíti co? ¿De qué modo? Es
mejantes -y que llevaron a Lacan a afirmar que cierto qu e el aná lisis llevado a s u fin tiene en sí
83
Cor.t:TTE Sor. ~:R
un alcance político si produjo sujetos animados re seguir siendo apreciado en el mercado, enton-
por un deseo transformado. Por eso Lacan ha bla ces debe continuar asegurando su presencia en
de modo creíble de una salida del discurso capi- la ciudad y, para eso, es necesario otro deseo que
talista mediante el discurso del analista. Pero la haya virado hacia la invención del saber. Lacan
cuestión reside en saber cómo pueden los dese- más bien evitó el "pensamiento correcto" en la con-
chos ubicarse en el lazo social del que, valga la ducta del analizado cuando dijo que en el fin "sa-
redundancia, fueron desechados. brá h acerse una conducta. Más de una, las hay a
montones ... " :$ . La norma no tiene lugar allí, por-
Se trata del asunto de la posición de los ana li- que despejar las condiciones del discurso del ana-
zados ante los lazos sociales cotidianos del amor, lista no es lo mismo que indicar su norma.
de la amistad, de la familia, de la política, etc. Sin embargo, atención con el grupo secreto de
Al respecto, no hay medios para formular reglas las normas de conducta y de la palabra ... Estas
de conducta ni regularidades, porque ... ¿de dón- varían con las épocas pero, cualquiera sean, tie-
de vendría la norma o la estadística? En diciem- nen como res·ultado que sin que nada esté pres-
bre, en el Tercer Encuentro Internacional de la crito ni prohibido, tal o cual estilo está en uso,
Escuela de los Foros del Campo Lacaniano, va- tanto como tal o cual doxa ... Y ciertamente no se
mos a h ab lar de lo que viene después [des suitesl pueden decir ciertas cosas s in provocar una pro-
del análisis, pero hay un escollo en ese tema por- testa del grupo y sin atraerse automáticamente
que ... ¿cómo evitar el discurso normativo al res- la objeción e incluso la reprobación no s iempre
pecto, lo analíticamente correcto? (si podemos de- silenciosa de la mayoría. No hay que olvidarlo ...
cirlo así). Lacan evocó el estilo de vida del analis- Rcformulo la cuestión: cuando el psicoanál isis
ta pero seguramente no para ir en el sentido de llega a su término produce la raza paradoja] de
las normas. Observen que incluso cuando insiste los diferentes. ¿Cómo podrían entrar esos dife-
para inducir al analista a elaborar el saber -en rentes en el lazo social bajo el signo de la armo-
la Nota a los italianos, por eje mplo-, no es para
nada normativo puesto que lo formula como un 3. Lacan, Jacqucs. "El atolondrad icho .. .'', en Otros escritos,
imperativo condicional: si el psicoanálisis quie- Óp. Cit. p. 512.
84 85
Co u·. rn-: S"' ¡:¡;
nía .v de la in tegr ación, cuando ni siq ui e ra pue- lo reaL La diferencia entre ambos discursos es de
den hacerlo entre ellos? ¿Se trata de un nuevo importancia y radica en que mientras el discurso
tipo de asociales? A partir de esta cuestión po- del psicoanalista valoriza al uno de singularidad
dríamos enton ces preguntarnos: ¿acaso ap unta r única, el discurso cnpitalista no conoce ni cultiva
a la diferencia abso luta es a n·jcsgar la posibili - más que el anonimato de uno entre otros. Por eso
dad de las asociaciones? El aná lisis rerlob laría incita a perseguir la desviación más que a cual-
e ntonces el "todos proletarios'' del mundo capi- qui er otro discurso.
udista, en el cual - según Lacan- nadie cuenta !\hora bien, produciendo a esos diferentes asu-
con nada para hacer lazo social. Sospechemos de midos, ¿no será que el psicoanálisis, lejos de ge-
esto entonces ... En realidad los hechos zanjan nerar asociales los haría recaer en lo que llamé el
la cuestió n: no hay una pendiente asocial de los na.rcínismo 1? Esa sospecha está claramente pre-
ana listas, todo lo indica, a l menos a nivel de los sente en el público que se sorprende al constatar
ana listas que funcionan -ellos no sueñan sino que el psicoa.nalista no encarna en modo alguno
con in tegración , notoriedad, etc. - . Mantengo no una figura de la sabiduría. Y se le teme al analista
obstante la cuestión porque debería permitirnos gozador, ávido de sexo, dine ro y poder, el que osa-
ca ptar mejo r esta noción de analista-desecho. ría todo, no tendría reparos y del que habría qu<'
Lacan afirmó que el psicoanálisis era el rever- proteger a los analizantes potenciales. ¡Incluso
so del discurso del amo - lo que la escritura de los el Estado sueña en protegerlos de eso! Es el col-
discursos permite visualizar bien-, pero no que mo. El tema está por todas partes: en el público,
era el reverso del discurso de l capitalismo. Entre en los debates entre asociaciones analíticas (hay
ambos hay ciertas afinidades. Como el discurso
capitalista, a unqu e evidentemente de modo dife-
4. [:\Pologi!imo creado por conde nsación de los sustantivos
rente, el psicoanálisis hace caer los semblantes ··narcisismo'' y ..cin ismo". que la autora presentó en su S('-
en beneficio de lo real de los goces; también des- rninario "Declinación de la angustia Se{,'Ún las estructu-
tituye al suj eto aunque menos de lo que lo h ace ras clínicas y los discurso::;" (2000), incluido e n ¿Qué se es-
el discurso del capitalismo, fu ndamentalmente pera del psicomuílisis y del psicoanalisto? Conferencias y
S<!minarios en Argentina, Let.ra Viva, 2007, especiulrnm1-
porq ue este último lo destituye radicalmente, en lc páginas 32-49. <NdT)I.
86 87
E1. f 1:-.' Y 1.\ S r1:-:,\ I .II J\Iw· . 111 • \.\1: 1
Cor ~:n~: Smt H
ca de lo que puede se1·vir t<lllln kst ill ll l1 1111 d1 ·l f11 1.
que escuchar lo que dicen en la IPA de los laca-
ese margen de libertad rL'Pnro n tr:H i n <·s 1111 ,·L11'"
nianos) ... Además, está largamente focalizado en
signo de ello. Muchos pasantes asilo !1-s t i rno111;111
las dos figuras de excepción que son Freud y La-
Digámoslo así: el anál isis pruducl' stt.i<·l.<>s 111<'
can, quienes polarizan todas las sospechas en la
nos trabados. Tenemos testimonios dl' qui('ll<'S
medida de su eminencia.
han encontrado allí una nueva vitalidad y IHH'-
Lacan h abló del "saldo cínico del análisis", pero
vos recursos. No es solamente una espera nza, e::;
la expresión no designa un cinismo del sujeto en
un hecho. Entonces, hay que invertir lo que plan-
el final-lo que consistiría en una postura ética-,
teaba al principio: se constata que lqjos de pro-
sino que señala el hecho de que en el final el su-
ducir asociales, por lo contrario, el análisis abre
jeto ha ceñido su plus-de-gozar, y sabe que el ob-
para el a nalizado un nuevo campo de eficacia po-
jeto a coordina sus goces posibles. Se trata de una
sible. En primer lugar, digamos que para la rea-
ganancia de saber. Pero Lacan agrega: "haga o no
lización de sus ambiciones: el que no podía, final-
aso de eso". En otras palabras: la vía está abierta
mente puedé - obviamente que dentro de] límite
a la postura cínica del sujeto, pero que la tome o
de sus posibilidades-. Ese es el mayor efecto te-
no depende de las contingencias y de su ética. Al
rapéutico. Además, no es excesivo decir que pue-
respecto, las necesidades de la estructura no ins-
de incluso disponer de nuevos recursos para pa-
ta lan un destino y el margen de libertad abierto
cificar los lazos de amor y de amistad, fundamen-
por la alternativa posible no queda reducido. Su-
talmente a partir del reconocimiento de la dife-
brayo el término "uso", porque en Lacan supone
rencia radical entre los seres. En efecto, ¿qué es lo
siem pre el uso de un goce. H ay objetos, textos y
que más estropea los amores y las amistades sino
obras que con el tiempo dejan de estar en uso, no
la obsesión del Uno, la aspiración a la similitud,
aportan más la satisfacción que aportaban, salvo
a la fu sión? No olvidemos el rol que el ideal jue-
tal vez para los eruditos que justamente toman
ga en la elección amorosa -es algo que se le im-
como objeto los saberes que han dejado de usar-
puso a Freud- . No es ciertamente su único resor-
se. El psicoanálisis, en tanto abre para el anali-
te, hace falta también contar con el objeto y con
zado nuevas posibilidades de uso, le otorga un a
las marcas del saber inconsciente del partenaire
nueva libertad. Y cuando nos cuestionamos acer-
89
88
Cotr.-rr~: Sou:K
(esto, claro está, si creemos en las palabras fina- nPraL un sujeto :.1dapln c!o l'Sl<.\ <Hiaptndo :t
les del seminario Aún). Pero el ideal no es amigo lus <.lemandns del Otro. P<'ro en e:>lt' ca~o. por
de las diferencias, más bien preside las relaciones u11a especie de astucia de la razón ~mnlític:n
de fuerza que frecuentan los lRzos de amor. Pero - si pue<.lo plagiar a Hegel-, S<' re,·ela que quien
entonces ... ¿cómo es que qui en ha ceñido su di- asumió su diferencia está mejor armado que <:1
fCl·encia y pudo separarse de los ideales del Otro aclapt<\do para enfrentar las competencias de la
no soportaría mejor la diferencia de Jos otros, lle- vida (trabajo, amor y lazo social en general l. Me-
gando a la del parle naire elegido? También esta- jor armado cada uno en su medida, sin eluda, por
rá menos trabado por los límites qu e implica todo poco qu(' cada qui en se trace un objetivo. Todo dc-
ideal, tanto en la competencia del trabnjo romo pend<:ni emonces d<'l u::;o que c•l ~~naliz<:1do haga
en los lazos amorosos. Y cuando la opinión públi- de lo que adquiricí. Por eso en la Nota u los itnlia-
ca se sorprende de ver a los analistas Lan bru- nos Lacnn reconocía que el analizado pudría po-
talmente cínicos como cualquier otro -o incluso ner sus nUC'V~)S recursos al servicio del ürbol ge-
más- en sus lazos con los semejantes, no debe- neHlógico, o sea: del Padre. del noml.>re propio o
ría sacar la conclusión de que están mal analiza- dl:l escabel, más que del deseo del analista. Esto
dos, s ino lo contrario. He aquí el quid de la cues- se put>de decir el<' diversas {órmas. pero sic~mpre
t ión. Resumiendo: del analizado se puede es pe- designa un uso narc:inista. Creo que Lacan ha-
rar, por un lado, más flexibilidad, más tolc rnnc ia bía dl'~cubierlo eso f'rt>cuc'ntando a los miembros
para con los semejantes, porque está más despe- de su propia Escuela y a su::; alumnos. Por eso se
gado de los ideales del Otro y de las norm as del preocupó, con el liempo, de' las elecciones post-
ambiente; pero también más brutalidad, porque analíticas del analizado que podrían ciesvinrlo
está más liberado de las inhibiciones producidas dC' la ('ausa analítica. Al nwno:-;, es lo que dice la
por esos mismos id<!ales. 1\'ota ... pero también es a lo que apuntaba su ini-
ciat iva con Scilicet, publicación que <.:un la i.n du-
En este sentido el psicoanálisis es un buen sión de articulos no firm ados y a pesar de las re-
factor de adaptación. Podríamos hablar de ferencias justificadoras a Bourbaki, simplemente
una adaptación paradójica puesto que, en ge- quería oponerse a las pasiones del nombre pro-
90 91
XIX
pio que ardían en su Escuela. Era un verdade-
ro remedio para la desesperanza, pero fracasó ... DE LA INTERPRET AClON A LA TRANSFERENCIA
Hay que decir en todo caso que si bien Lacan
produjo la expresión de los "dispersos dispares",
no se inquietaba para nada por una eventual aso-
cialidad, al contrario. Él se preocupaba por el aná-
lisis porque había captado que el efecto terapéu-
tico del fin de análisis no era una garantía para
la subversión analítica, que no producía automá- Campo del yo y campo del Otro.
ticamente lo que haría falta para una verdadera la metáfora.
La interpretación no está abierta en todos·
ética de los desechos. Si juzgamos el asunto vien- los sentidos.
do al que hoy empuja hasta el paroxismo a ese lndetenninación y detenninación del
sujeto.
narcinismo del árbol genealógico y la defensa del Amor, transferencia, deseo.
El esclavo.
patronímico, tenía razón. El ideal del yo y el a minúscula.
Resulta claro, entonces, que el porvenir no está
En Jo que toca al vocabulario, hoy voy a introducir algo que,
escrito desde el inicio y que depende de nosotros. por desgracia, les es familiar.
Se trata de los términos más usuales, idealización, identifica-
ción, proyección , introyección. No son términos fáciles de manejar,
y sobre todo porque de inmediato tienen para uno sentido.
¿Hay algo más común que identificar? Hasta parece ser la opera-
ción esencial del pensamiento. Idealizar también podrá ser muy
útil, sin duda, cuando la posición psicologista se vuelva más encues-
tadora. Proyectar e introyectar son fácilmente entendidos por algu-
nos como recíprocos. Pero yo he señalado desde hace tiempo
- acaso valdría la pena advertirlo- que uno de estos términos se
refiere a un campo donde domina lo simbólico y el otro, a un
campo donde domina lo imaginario, y la consecuencia de esto
tiene que ser que, al menos en cierta dimensión, no se encuentren.
El empleo intuitivo de estos términos, basado en la noción de
que uno los entiende, y que los entiende de manera aislada tal como
despliegan su dimensión en la comprensión común, está evidente-
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92
DE LA JNTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA El CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
mente en la raíz de todas las confusiones y todos los deslices. Es el toda costa como Unlust, hace mella en su campo en mayor medida
destino común de todo lo que pertenece al discurso. En el discurso aun. Así entonces, lo perteneciente al registro del Unlust se inscribe
de todos los días, quien habla, al menos en su lengua materna, se en el yo como no-yo , no se confunde con la vastedad de lo real que
expresa con tanta seguridad y con tanto tino , que para averiguar el lo rodea. No-yo se distingue como cuerpo extraño, fremde Objekt.
empleo adecuado de un término se recurre al usuario más común Está allí, situado en la lúnula constituida por los dos círculos a lo
de una lengua, al hombre no instruido. Euler. Vean la pizarra. Es, entonces, en el registro del placer, un
Es cierto entonces que en cuanto el hombre quiere simplemente fundamento objetivable del que podemos disponer, igual al sabio
hablar, se guía por la topología fundamental del lenguaje, muy dis- ajeno al objeto cuyo funcionamiento puede comprobar.
tinta del realismo simplista al que se aferra con demasiada frecuen- Pero no somos sólo eso, y aún para ser eso es preciso que sea-
cia el que cree estar a sus anchas en el dominio de la ciencia. El em- mos también el sujeto que piensa. Y en tanto somos sujeto que
pleo espontáneo de expresiones - tomémoslas al azar- tales como piensa, estamos implicados de una forma muy diferente en la medi-
para su coleto, por las buenas o por las malas, un quehacer, muy da en que dependemos del campo del Otro, que estaba allí desde
distinto de algo que hacer, implica la topología envolvente en la que hace un buen rato antes de que viniésemos al mundo, y cuyas
el sujeto se reconoce cuando habla espontáneamente. estructuras circulantes nos determinan como sujeto.
Si al dirigirme a psicoanalistas puedo tratar de detectar a qué Entonces, lo que importa es saber en qué campo suceden la·s
topología implícita se remiten al emplear cada µno de los términos diversas cosas con las que tenemos que lidiar en el campo del análi-
que acabo de numerar, aunque a menudo sean incapaces de articu- sis. Algunas suceden a nivel del primer campo, el del /ch, y otras
larlos por falta de enseñanza, ello se debe, evidentemente, a que, - que conviene distinguir de las primeras porque si se confunden no
por lo regular, los emplean adecuadamente con Ja misma hay modo de entender nada - en el otro campo, el del Otro. Les
espontaneidad que el hombre del discurso común y corriente. Por mostré las articulaciones esenciales de este otro campo en las dos
supuesto que cuando quieren forzar, por encima de todo, los resul- funciones que definí y articulé como alienación y separación.
tados de una observación, y comprender lo que no comprenden, El desarrollo de mi discurso de hoy supone que, desde que las
también el empleo de estos términos será forzado. En este caso, introduje, ustedes hayan reflexionado sobre estas dos funciones
poca gente será capaz de corregirlos. - o sea, que hayan intentado hacerlas funcionar en diferentes nive-
Hoy, por ende, me refiero a ese tacto del empleo psicoanalíti- les, que las hayan sometido a prueba.
co de ciertas palabras, para poder ajustarlas a la evidencia de una Y a traté de encarnar ciertas consecuencias de ese ve! tan particu-
topología que ya les he presentado. Esta topología se encarna, por lar que constituye la alienación - la suspensión del sujeto, su vacila-
ejemplo, en el esquema de la pizarra que indica el campo del Ich ción, la caída del sentido - con formas familiares como la bolsa o
primordial, el lch objetivable, a fin de cuentas, en el aparato nervio- la vida o libertad o muerte , que se reproducen a partir de el ser
so, el Jch del campo homeostático , en relación al cual el campo del o el sentido - términos, éstos, que profiero a regañadientes, y les
· Lust, del placer, se distingue del campo del Unlust. ruego que no se precipiten en cargarlos demasiado de sentido pues
He recalcado que Freud distingue bien el nivel del Ích , en el esto los haría caer en una prisa de la cual conviene que nos
artículÓ~. sobre los Triebe, por ejemplo, subrayando a la vez que se cuidemos en la progresión de este discurso.
presenta como campo organizado, lo cual es un signo narcisista, y No obstante, quisiera adelantar ahora lo que mi discurso tratará
que justamente por ello está adecuadamente articulado con el de articular, si es posible, el año que viene. Se trata de algo que
campo de lo real. En lo real sólo distingue y privilegia lo que se habría que llamar las posiciones subjetivas . Porque toda esta prepa-
refleja en su campo, por un efecto de Lust, como retorno a la ración en lo tocante a los fundamentos del análisis debería normal-
homeostasis. mente dt!splegarse mostrando - ya que sólo según la posición del
Lo que no favorece empero, a la homeostasis y se mantiene a suj eto puede encontra.rs1.: un ccntramicnto adecuado ·· qué esclare-
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DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA EL CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
cimientos aporta a esto la articulación del análisis por el hecho de otra que la que aparece en la imagen final, la hoz de oro negligen-
partir del deseo. temente arrojada al campo de las estrellas. Es propiamente la dimen-
Posiciones subjetivas, entonces, pero ¿de qué? Si me fiara de lo sión escondida del poema. Más escondida de lo que piensan pues no
que está a la mano diría: las posiciones subjetivas de la existencia, basta con que yo haga surgir aquí la guadaña que usa Júpiter para
aprovechando el favor de que goza este término por estar en el aire inundar la tierra con la sangre de Cronos. La dimensión de la castra-
mismo que respiramos. Esto, desgraciadamente, podría aplicarse ción, en la perspectiva bíblica, es de un orden muy diferente, y hace
rigurosamente sólo a los neuróticos - lo cual no es poca cosa. Sin resonar en el poema todos los ecos de la historia, incluidas las invo-
embargo, prefiero decir las posiciones subjetivas del ser. No pongo caciones de Booz al Señor: "¿Cómo saldrá de mí, un anciano, una
toda mi fe, anticipadamente, en este título, tal vez encuentre otro descendencia?"
mejor, pero, en todo caso, de eso se tratará. No sé si habrán notado que el Señor de nombre impronunciable
es, precisamente, el que vela por la reproducción de las mujeres
estériles y de los hombres de edad - lo apreciarían mucho mejor si
hubiese hecho este año el seminario que tenía pensado sobre los
Nombres-del-Padre. El carácter fundamentalmente transbiológico
Prosigamos. En un artículo, al que ya me referí para corregir de la paternidad, introducida por la tradición del destino del pueblo
los peligros que vislumbraba en él, se ha querido, con un esfuerzo elegido, posee algo que está allí originalmente reprimido, y que
que no deja de tener su mérito, dar forma a lo introducido por mi vuelve a surgir incesantemente en la ambigüedad de la cojera, el
discurso en lo tocante a la estructura de lenguaje inherente al tropiezo, y el síntoma, el no-encuentro, dystychia, con el sentido
inconsciente. Como resultado obtuvieron una fórmula que, a fin de que permanece oculto.
cuentas, no hace más que traducir la fórmula que he dado de la
metáfora. Esta fórmula era ú ti! y esencial, pues manifiesta la dimen-
sión donde aparece el inconsciente, en la medida en que le es funda- S'
mental la operación de condensación significante.
S'
F ( - ) S o= S(+)s
S' s s
X - -+-
Esta condensación significante, por supuesto, con su efecto de s s s s
metáfora, puede observarse claramente en cualquier metáfora poé- s
tica. Por ello tomé el ejemplo de Booz dormido. Remítanse a mi
artículo publicado en La Psychanalyse que se llama la instancia de Fórmula de la metáfora Fórmula transformada
en el artículo en cuestión
la letra en el inconsciente. Entre todos los poemas elegí, al fin y al
cabo, el poema que en nuestro idioma resuena en más memorias.
¿Quién no aprendió en la infancia a recitar Booz dormido? El mane- Esta dimensión la encontraremos siempre, y si queremos forma-
jo de este ejemplo no deja de ser provechoso para un analista, sobre lizarla, como se esforzaba en hacer el autor de que les hablaba hace
todo en el momento en que lo introduje, pues era el momento en poco, merece que se maneje con más prudencia - pues se fio dema-
que estaba introduciendo también la metáfora paterna. siado, digamos, del formalismo de fracción que resulta de señalar
No les voy a repetir ese artículo, pero su meollo, en Jo que toca el lazo entre significante y significado mediante una barra inter-
a lo que aquí introducimos, es, evidentemente, lo que procura como media. No es que sea ilegítimo considerar que, en ciertos
creación de sentido el hecho de designar a quien está en juego en el momentos, esta barra indica, en la relación del significante con el
poema, Booz - en su posición tanto de padre divino como de ins- significado, un valor equivalente al expresado por su uso como
trumento de Dios- por la metáfora - Su gavilla no era ni avara ni fracción en el sentido matemático del término. Pero, desde luego,
enconada. La dimensión de sentido que abre esta metáfora no es no es el único. Entre el significante y el significado hay otra relación
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DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA EL CAMPO DE:., OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
-la de efecto de sentido. Precisamente, cuando se trata, en la metá- como Freud, de non-sense, no implica que la interpretación misma
fora, de destacar el efecto de sentido, no se puede nunca, sin tomar sea un sin-sentido.
precauciones y de esa manera tan azarosa, manipular esa barra en una La interpretación es una significación que no es una significa-
transformación fraccionaria - cosa permitida si se tratase de una ción cualquiera. Viene aquí a ocupar el lugar de s; e invierte la
relación de proporción. relación por la cual, en el lenguaje, el significante tiene como efecto
al significado. El efecto de la interpretación es el surgimiento de un
Cuando se trata de fracciones se puede transformar el A/B x significante irreductible. Hay que interpretar en el nivel des, que no
C/D en una fórmula de cuatro pisos: A/B -;- C/D. Se consideró muy está expuesto en todo sentido, que no puede ser cualquier cosa,
hábil hacer justamente esto con la metáfora, alegando lo siguiente que es una significación aunque sólo se alcance por aproximación
-a lo que da peso, en el inconsciente, a una articulación del signifi- sin duda. Lo que allí hay es rico y complejo cuando se trata del
cante último que viene a encarnar la metáfora con el nuevo sentido inconsciente del sujeto, y está destinado a hacer surgir significan-
creado al usarla, responde una yuxtaposición no muy clara de dos tes irreductibles, non-sensical, hechos de sin-sentido. El traba-
significantes en el inconsciente. jo de Leclaire, en ese mismo artículo, ilustra muy bien el trán-
Esta fórmula es a todas luces insatisfactoria. Primero porque sito de la interpretación significativa hacia el sin-sentido signifi-
es sabido que no es posible que haya tales relaciones del significan- cante, cuando nos muestra, para su obsesivo, la fórmula Poordjeli,
te consigo mismo, ya que lo propio del significante es no poder que une entre sí las dos sllabas de la palabra licorne (unicornio),
significarse a sí mismo sin engendrar un error lógico. permitiendo introducir en su secuencia toda una cadena donde se
Basta, para convencerse de ello, referirse a las antinomias que anima su deseo. Podrán notar, además, por lo que publica después,
surgieron en cuanto se intentó una formalización lógica exhaustiva que el asunto no se queda allí, que va más allá.
de la matemática. El catálogo de los catálogos que no se contienen
a sí mismos no es, obviamente, el mismo catálogo que no se contie-
ne a sí mismo en ambos casos - cuando es <>1 que se introduce en la X s
definición y cuando es el que va a inscribirse en el catálogo.
Es mucho más sencillo percatarse de que lo que ocurre es que
un significante sustitutivo ha ocupado el lugar de otro significante O. s. s'. s". s"' ....
S (i (a', a", a"', .... ))
para constituir el efecto de metáfora. Manda a otra parte al signi- s
ficante que ha expulsado. Si se quiere, precisamente, conservar la
posibilidad de un manejo fracciona!, se colocará el significante desa-
parecido, el significante reprimido, debajo de la barra principal de
la fracción, en el denominador, unterdrückt. La interpretación no está abierta en todos los sentidos. No es
Es falso, por consiguiente, que la interpretación esté abierta a cualquiera. Es una interpretación significativa que no debe fallarse.
todos los sentidos, como se ha dicho, so pretexto de que se trata No obstante, esta significación no es lo esencial para el advenimien-
sólo del vínculo de un significan te con otro significan te, y, por to del sujeto. Es esencial que el sujeto vea, más allá de esta signifi-
tanto, de un vínculo sin pie ni cabeza. La interpretación no está cación, a qué significante - sin-sentido, irreductible, traumático-
abierta a todos los sentidos. Sería hacer una concesión a los que está sujeto como sujeto.
claman contra el carácter incierto de la interpretación analítica el Esto permite concebir lo que se materializa en la experiencia.
decir que, en efecto, todas las interpretaciones son posibles, lo cual Les ruego que tomen uno de los grandes psicoanálisis de Freud, o,
es enteramente absurdo. Que el efecto de la interpretación, como más bien el más grande y sensacional de todos, ya que deja ver,
he dicho, sea aislar en el sujeto un hueso, un Kern, para decirlo mejor que cualquier otro, cómo el problema de la conversión del
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DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA EL CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
fantasma y de la realidad converge en algo irreductible, non-sensical, rirme a la relación de alienación. En efecto, ese significante que
que funciona como significante originariamente reprimido. Hablo mata todos los sentidos funda, en el sentido y el sin-sentido radical
de la observación del Hombre de los lobos. Diré, para procurarles del sujeto, la función de la libertad.
el hilo de Ariadna orientador de la lectura, que en esta observación, Justamente por esto resulta una falsedad decir que el signifi-
la aparición brusca de los lobos en la ventana del sueño desempeña cante en el inconsciente está abierto a todos los sentidos. Este signi-
la función de s, en tanto representante de la pérdida del sujeto. ficante constituye al sujeto en su libertad respecto de todos los
No es sólo que al sujeto lo fascine la mirada de esos lobos, siete sentidos, pero esto no quiere decir que no esté allí determinado.
en total, y que, por cierto, son cinco en el dibujo que hace, encara- Porque en el numerador, en lugar del cero, han venido a inscribirse
mados en un árbol. Ocurre que la mirada fascinada de éstos es el significaciones, significaciones dialectizadas en la relación con el
propio sujeto. deseo del Otro, que dan a la relación del sujeto con el inconsciente
¿Qué demuestra toda esta observación? Demuestra que en cada un valor determinado.
etapa de la vida del sujeto ha habido algo que ha venido siempre a Será importante, para la continuación de mi discurso el año
reordenar el valor del índice determinante que constituye ese signi- próximo, mostrar cómo la experiencia del análisis nos obliga a
ficante original. Capta así, en sentido propio, la dialéctica del deseo buscar una formalización en la que la mediación entre ese infinito
del sujeto en tanto se constituye con el deseo del Otro. Recuerden del sujeto y la finitud del deseo sólo se opera por la intervención
la aventura del padre, de la hermana, de la madre, de Groucha la de aquello que Kant, al entrar en la gravitación del pensamiento
sirvienta. Son todos tiempos que vienen a enriquecer el deseo llamado filosófico, introdujo con tanta lozanía con el nombre de
inconsciente del sujeto con algo que, como significación constituida magnitud negativa.
en la relación con el deseo del Otro, debe ponerse en el numerador. La lozanía tiene aquí su importancia, por supuesto, porque hay
Observen bien qué ocurre entonces. Consideren la necesidad ló- cierta distancia entre forzar a los filósofos a meditar sobre el hecho
gica de ese moment_o en que el sujeto como X se constituye única- de que menos uno no es cero, y el hecho de que se vuelvan sordos
mente por la Urverdrdngung, por la caída necesaria de ese signifi- porque piensen que les importa un bledo. No por ello deja de ser
cante primero. Se constituye en torno a la Urverdrdngung, pero no cierto - Y la utilidad de la referencia filosófica radica únicamente
puede subsistir como tal en ella, puesto que se requeriría entonces en esto- que los hombres, pese a todo, sobreviven sólo por olvidar,
la representación de un significante para otro, en tanto que aquí a cada rato, todas sus conquistas, y hablo de sus conquistas subjeti-
hay uno solo, el primero. En esa X que está allí tenemos que consi- vas. Por más que las olviden, desde luego, no dejan por ello de ser
derar dos caras - ese momento constitutivo en que cae la signifi- conquistas, aunque son más bien los hombres los conquistados por
cancia, y que vinculamos a un lugar en su función a nivel del incons- los efectos de estas conquistas. Y ocurre que el ser conquistados por
ciente, pero también el efecto de retorno que se opera por la rela- algo que no se conoce tiene a veces consecuencias temibles, y entre
ción concebible a partir de la fracción. Esta debe manejarse con ellas la primera es la confusión.
prudencia, pero los efectos de lenguaje la indican claramente. Por consiguiente, tendremos que designar en la magnitud nega-
Es bien sabido de todos que cuando el denominador es cero, el tiva uno de los soportes del complejo llamado de castración, es
valor de la fracción pierde sentido, pero cobra, por convención, un decir, la incidencia negativa en la que interviene en él el objeto falo.
valor que los matemáticos llaman infinito. En cierto modo, éste es Esto no pasa de ser una pre-indicación, pero útil a mi entender.
uno de los tiempos de la constitución del sujeto. Por ser el signifi-
cante primordial puro sin-sentido, entraña la infinitización del valor
2
del sujeto, valor que no está abierto a todos los sentidos, pero que
cancela todos los sentidos, lo cual es muy distinto. Queda explicado Tenemos, pese a todo, que seguir adelante con lo que nos preo-
así por qué no pude evitar el empleo de la palabra libertad al refe- cupa, o sea, con la transferencia. ¿Cómo reanudar su discusión? La
259 260
DE LA JNTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA
El CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
transferencia sólo puede pensarse a partir del sujeto a quien se le del amor. Es aislamiento en el presente de su puro funcionamiento
supone el saber.
de engaño.
Ahora ven con más claridad qué se le supone saber. Se supone En consecuencia, podemos decir que detrás del amor llamado de
que sabe eso de lo que nadie escapa una vez formulado: simple y transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista
llanamente la significación. con el deseo del paciente. Es lo que Freud, con un rápido juego de
Esta significación implica, por supuesto, el que no pueda manos, presentó como engañabobos cuando dijo, a fin de reconfor-
rehusarse a ella -y por ello suscité antes que nada la dimensión tar a los colegas: después de todo, no es más que el deseo del
de su deseo. paciente. Sí, es el deseo del paciente, pero en su encuentro con el
Este punto privilegiado es el único al que podemos reconocerle
deseo del analista.
el carácter de punto absoluto sin saber alguno. Es absoluto, justa-
mente, por no ser ningún saber, por ser más bien el punto de empal- No diré que todavía no he nombrado ese deseo del analista
me entre su propio deseo y la resolución de lo que hay que revelar. pues ¿cómo nombrar un deseo? Un deseo uno lo va cercando. Para
El sujeto entra en juego a partir del siguiente soporte fundamen- esto la historia nos procura pistas y huellas.
tal - al sujeto se le supone saber, por el mero hecho de ser sujeto del Esa afinidad que encontramos entre la ética del análisis y la
deseo. Pero entonces ¿qué ocurre? Ocurre algo que en su aparición ética estoica, cuando estamos dispuestos a meter las narices en el
más común se denomina efecto de transferencia. Este efecto es el asunto ¿no es muy singular? En el fondo la ética estoica no es otra
amor. Es evidente que, como todo amor sólo se ubica, como indica cosa que el reconocimiento de la regencia absoluta del deseo del
Otro, de ese ¡hágase tu voluntad! que retoma el cristianismo.
Freud, en el campo del narcisismo. Amar es, esencialmente, querer
ser amado. Quisiera disponer de tiempo para demostrárselo.
Estamos llamados a hacer una articulación más radical. Se puede
Lo que surge en el efecto de transferencia se opone a la revela-
hacer la pregunta por la relación entre el deseo del amo y el del
ción. El amor interviene en su función aquí revelada corno esencial,
esclavo. Hegel consideró que estaba resuelta, pero no lo está de
la del engaño . El amor, sin duda, es un efecto de transferencia, pero
ningún modo.
es su faz de resistencia. Los analistas, para poder interpretar, tienen
que esperar que se produzca este efecto de transferencia, y, a la Como ya estoy por despedirme por este año y como la próxima
vez, saben que hace que el sujeto se cierre al efecto de la interpre- vez será mi último curso, me permitirán algunas indirectas como
tación. El efecto de alienación en el que se articula, en la relación indicación de la vía que tomaremos.
del sujeto con el Otro, el efecto que nosotros somos, se manifiesta Si es cierto que al amo sólo puede situárselo mediante una rela-
aquí con toda claridad. ción original con la asunción de la muerte, creo que es muy difícil
Conviene entonces recalcar aquí algo que siempre se elude, que otorgarle una relación aprehensible con el deseo. Hablo del amo en
Freud expone y que no es mera excusa sino razón de la transferen- Hegel, no del amo de la Antigüedad, del que tenemos algún retrato,
cia - nada se alcanza in absentia, in effigie. Esto quiere decir que la en especial el de Alcibíades, cuya relación con el deseo es, por
transferencia no es, por naturaleza, la sombra de algo vivido antes. cierto, bastante visible. Alcibíades viene a pedirle a Sócrates algo
Por el contrario, en tanto está sujeto al deseo del analista, el sujeto que él mismo no sabe qué es, pero que llama agalma. Algunos de
desea engañarlo acerca de esa sujeción haciéndose amar por él, ustedes saben cómo lo utilicé hace cierto tiempo. Voy a retomar
proponiendo motu propio esa falsedad esencial que es el amor. El ese agalma, ese misterio, que en la bruma que envuelve a la mirada
efecto de transferencia es ese efecto de engaño que se repite en el de Alcibíades, representa algo allende todos los bienes.
aquí y ahora. El hecho de que Sócrates le responda, no lo que le decía de
Es repetición de lo ocurrido antes tal cual sólo por tener la joven, Ocúpate de tu alma - sino más bien lo que corresponde a un
misma forma. No es ectopia. No es sombra de los viejos engaños hombre maduro y endurecido - Ocúpate de tu deseo, y cada quien
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DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA El CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
donde le aprieta el zapato*, sólo puede verse como un primer Freud se detuvo en esto - busquen, por favor, en los textos, los
esbozo de la técnica de ia ubicación de la transferencia. Donde le diversos clues como dicen los ingleses, los indicios, las marcas deja-
aprieta el zapato en este caso es, por parte de Platón, el colmo de la das en la pista. Creo que fue por falta de haber distinguido bien
ironía por encarnarlo en un hombre a la vez futil y absurdo, casi un
algo.
bufón. Creo haber sido el primero en señalar que los versos sobre la En el capítulo de Massenpsychologie und Jch-Analyse dedica-
naturaleza del amor que Platón pone en boca suya son justamente la do a la identificación, hice hincapié sobre la segunda forma de
indicación de una futilidad que linda con lo bufonesco y que hace identificación para situar en ella y poner aparte el einziger Zug, el
del tal Agatón el objeto menos apropiado, sin duda, para retener el rasgo unario, el fundamento, el núcleo del ideal del yo. ¿Qué será
deseo de un amo. Y asimismo, el hecho de que se llame Agatón, este rasgo unario? ¿Será un objeto privilegiado en el campo del
es decir, que tenga el nombre al que Platón dio el valor supremo,
Lust? No.
añade un toque de ironía quizá involuntario, pero irrefutable. El rasgo unario no está en el campo primario de la identifica-
Entonces el deseo del amo, en cuanto se presenta en la historia, ción narcisista, al cual refiere Freud la primera forma de identifi-
parece ser, por naturaleza, el término más extraviado. En cambio, cación. Es muy curiosa, por cierto, que la encarne en una especie de
cuando Sócrates desea obtener su propia respuesta, se dirige a quien función, de modelo primitivo, ejercido por el padre, anterior a la
no tiene ningún derecho de hacer valer su deseo, al esclavo. Está propia investición libidinal de la madre - se trata sin duda de un
seguro que, del esclavo, siempre obtendrá la respuesta. La voz de la tiempo mítico. El rasgo unario, en la medida en que el sujeto se
razón habla bajo, dice Freud en alguna parte, pero siempre dice lo aferra a él, está en el campo del deseo. Este campo, de todas mane-
mismo. No se repara en que Freud dice exactamente lo mismo del ras, sólo se constituye en el reino del significante, allí donde hay
deseo inconsciente. También éste habla bajo, pero su insistencia es relación entre el sujeto y el Otro. El campo del Otro es lo que
indestructible. Tal vez haya una relación entre ambos. Debido a determina la función del rasgo unario, en Ja medida en que por
cierta afinidad deberíamos fijarnos en el esclavo cuando se trata de él se inaugura un tiempo mayor de la identificación en la tópica
delimitar lo concerniente al deseo del analista. que entonces desarrollaba Freud, la idealización, el ideal del yo. Les
mostré las huellas de este primer significante en el hueso primitivo
en el que el cazador hace una muesca y cuenta así las veces que ha
3 acertado.
En el entrecruzamiento por el cual el significante unario llega a
No quiero dejarlos hoy sin haber esbozado, para la próxima vez, funcionar aquí en el campo del Lust, es decir, en el campo de la
dos observaciones fundadas en el deslinde que hace Freud de la identificación primaria narcisista, está el mecanismo esencial de la
función cte la identificación. incidencia del ideal del yo. He descrito antes la mira en espejo del
En la identificación hay enigmas, y los hay para el propio ideal del yo, de ese ser que vio primero aparecer en la forma del
Freud. Parece asombrarse de que la regresión del amor ocurra con progenitor que, ante el espejo, lo tiene cargado. Aferrándose a la
tanta facilidad en términos de identificación. Y esto además de los referencia de quien lo mira en un espejo, el sujeto ve aparecer, no
textos en que articula que amor e identificación son equivalentes su ideal del yo, sino su yo ideal, ese punto donde desea complacer-
en cierto registro, y que narcisismo y sobre-estimación del objeto, se consigo mismo.
Verliebtheit, son exactamente lo mismo en el amor. Allí está la función, el recurso, el instrumento eficaz que cons-
tituye el ideal del yo. No hace tanto tiempo una niña me decía
gentilmente que ya era hora de que alguien se ocupase de ella para
* Occupe-toi de tes oignons: literalmente, "ocúpate de tus callos", es decir, parecer amable ante sus propios ojos. Así delataba inocentemente
ocúpate de lo tuyo, no te metas en lo que no te importa. (T.] el mecanismo que opera en el primer tiempo de Ja transferencia. El
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DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA DEL CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA
sujeto tiene una relación con su analista cuyo centro es ese signifi- encuentro con la porquería que le sirve de soporte, el objeto a,
cante privilegiado llamado ideal del yo, en Ja medida en que, desde cuya presencia, puede decirse legítimamente, es necesaria.
ahí, se sentirá tan satisfactorio como amado. Piensen en Sócrates. Su inflexible pureza y su atopia son corre-
Pero hay otra función que instaura una identificación de índole lativas. A cada instante, interviene la voz daimónica.
muy diferente, y que el proceso de separación introduce. Se trata ¿Dirán que la voz que guía a Sócrates no es el propio Sócrates?
de ese objeto privilegiado, descubrimiento del análisis, cuya reali- La relación entre Sócrates y su voz es, sin duda, un enigma -un
dad es puramente topológica, el objeto al que la pulsión le da la enigma que por cierto tentó en diversas ocasiones, a comienzos del
vuelta, el objeto que produce un bulto, como el huevo de madera en siglo XIX, a los psicógrafos, lo cual es muy meritorio, ya que hoy
la tela, esa tela que, en el análisis, uno está zurciendo - el objeto a. nadie se atrevería a menear el asunto.
Este objeto sirve de soporte, en la pulsión, a lo que queda defi- Esto constituye un nuevo indicio al que hay que seguirle la pista
nido y especificado por el hecho de que Ja entrada en juego del para averiguar qué queremos decir cuando hablamos del sujeto de la
significante en Ja vida del hombre Je permite dar su sentido al sexo. percepción. No pongan en mis labios lo que no he dicho - el analista
A saber que, para el hombre, y pecisamente porque conoce los no debe oír voces. Sin embargo, lean el libro de un analista de los
significantes, el sexo y sus significaciones siempre pueden llegar a buenos, Theodor Reik, discípulo directo y allegado a Freud,
hacer presente a la muerte. Listening with the Third Ear. Yo, en verdad, no apruebo la fórmula
La distinción entre pulsión de vida y pulsión de muerte es válida pues me parece que bastan dos oídos para ser sordo. Reik, empero,
en la medida en que manifiesta dos aspectos de Ja pulsión. Pero con sostiene que ese tercer oído le sirve para escuchar cierta voz que lo
una condición - la de concebir que todas las pulsiones sexuales se alerta sobre los engaños - es de la buena época, de la época heroica,
articulan a nivel de las significaciones en el inconsciente, por cuanto en la que se sabía escuchar lo que habla tras el engaño del paciente.
hacen surgir a Ja muerte - la muerte como significante y sólo como Desde entonces hasta ahora hemos podido adelantar mucho
significante, pues ¿cabe decir que haya un ser-para-la-muerte? porque ya sabemos reconocer en esos sesgos, esos clivajes, al obje-
Las condiciones, las determinaciones por las que Ja muerte, signi- to a, sin duda, apenas esbozado.
ficante, puede surgir toda armada en Ja cura sólo pueden compren-
derse con nuestra manera de articular las relaciones.
RESPUESTAS
El sujeto, por Ja función del objeto a, se separa, deja de estar
ligado a la vacilación del ser, al sentido que constituye lo esencial de P. KAUFMANN : - Hay cierta relación ¿verdad? entre lo que repitió usted
la alienación. Muchos indicios, desde hace tiempo, señalan esta respecto de Booz, de Theodor Reik, y lo que dijo en otra parte respecto del
función. Oportunamente mostré que es imposible concebir Ja feno- padre del comienzo del capitulo siete de Interpretación de los sueños.
menología de Ja alucinación verbal si no se comprende el propio
término empleado para designarla - voces. Está clarísimo. Está dormido, sí, y está dormido para que noso-
En tanto está presente en ella el objeto de Ja voz , está presente tros lo estemos también , es decir, para que comprendamos tan sólo
el percipiens. La alucinación verbal no es un falso perceptum , es lo que allí hay para comprender.
un percipie'ns desviado. El sujeto es inmanente a su alucinación ver- Quería traer a colación la tradición judía para tratar de reanudar
bal. Esta posibilidad debe llevarnos a preguntar por lo que tratamos las cosas donde Freud las dejó. Al fin y al cabo, no en balde cuando
de obtener en el análisis en Jo que respecta a Ja acomodación del la pluma cayó de su mano Freud estaba escribiendo acerca de la
percipiens. división del sujeto, y no en balde, justo antes, con Moisés y ·el
Antes del psicoanálisis, Ja vía del conocimiento ha sido siempre monoteísmo , había hecho uno de los cuestionamientos más radica-
la de una purificación del sujeto, del percipiens. Pues bi<:;n, por nues- les de la tradición judía. Por impugnable que sea históricamente la
tra parte decimos que fundamos Ja seguridad del sujeto en su índole de sus referencias y aun de su progresión, no deja de ser
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DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA
cierto que introducir en lo más íntimo de la historia judía la PROPOSICIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1967
distinción radical, y del todo evidente, entre la tradición ·profética SOBRE EL PSICOANALISTA DE LA ESCUELA1
y otro mensaje, equivalía a convertir la colusión con la verdad en
una función esencial para nuestra operación como analistas - Freud
Antes de leerla, subrayo que hay que entenderla sobre el
estaba muy consciente de ello y lo escribió en todas las formas
fondo de la lectura, a hacer o rehacer, de mi artículo: "Situación
posibles. Pero justamente, sólo podemos fiarnos de ella, dedicarnos del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956"
a ella, en la medida en que abdiquemos toda colusión con la verdad. (págs. 441-472 de mis Escritos).
Como estamos, de cierto modo, en familia y, al fin y al cabo,
más de uno está al corriente del trabajo que se produce en el seno
de la comunidad analítica, puedo contarles algo muy divertido. Esta
mañana, escuchando a alguien que me contaba su vida y sus sinsabo-
res, reflexionaba en lo entorpecedor que puede resultar, en una
carrera científica normal, ser director de estudios o encargado de
investigaciones o jefe de laboratorio de un catedrático cuyas ideas Se va a tratar de estructuras aseguradas en el psicoanálisis y de
hay que tener en cuenta para progresar en su carrera. Es, desde lue- garantizar su efectuación en el psicoanalista.
go, uno de los mayores estorbos desde el punto de vista del desarro- Esto se ofrece a nuestra Escuela, tras una duración suficiente de
llo del pensamiento científico. Pues bien, entre todos los campos órganos esbozados sobre principios limitativos. Instituimos algo nuevo
hay uno, el del análisis, donde el sujeto sólo está para buscar su ha- solo en el funcionamiento. Es verdad que de ahí surge la solución del
bilitación para la investigación libre en el sentido de una exigencia problema de la Sociedad psicoanalítica.
verídica, y sólo puede considerarse autorizado a ello a partir del Dicha solución se encuentra en la distinción entre la jerarquía y el
momento en que opera en él libremente. Pues bien, mediante un grndt is.
efecto de vértigo muy peculiar, se intenta reconstituir en este Produciré en el comienzo de este año ese paso constructivo:
campo, al máximo, la jerarquía de la habilitación universitaria, y
hacer depender la entrada en el escalafón de otro que ya está den- 1) producirlo -mostrárselo a ustedes;
tro. El asunto no se queda en esto. Cuando ya han encontrado su 2) ponerlos de hecho a producir su aparato, el que debe reproducir
camino, su modo de pensar, aun la manera de desplazarse en el cam- este paso en estos dos sentidos.
po analítico, a partir de la enseñanza de cierta persona, se van a
buscar a otros, de quienes piensan que son unos imbéciles, para
Recordemos lo existente entre nosotros.
obtener de ellos la autorización, la calificación expresa de que están
Primero un principio: el psicoanalista no se autoriza sino a sí mismo.
bien capacitados para practicar el análisis. Me parece que esto es una
Este principio está inscrito en los textos originales de la Escuela y deci­
ilustración más de la diferencia y las conjunciones, de las ambigüe-
de su posición.
dades, entre el campo analítico y el campo universitario. Si se dice
Esto no excluye que la Escuela garantice que un psicoanalista depen­
que los propios analistas forman parte del problema del inconscien-
de de su formación.
te ¿no les parece que est.o lo ilustra magníficamente y es una esplén-
dida oportunidad de analizarlo? Ella lo puede hacer por propia iniciativa.
Y el analista puede querer esa garantía, lo que, en consecuencia, solo
17 DE JUNIO DE 1964 puede ir más allá: volverse responsable del progreso de la Escuela, vol­
verse psicoanalista de su experiencia misma.
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JACQUES LACAN PROPOSICIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1967
Visto desde esta perspectiva, se reconoce que desde ahora respon­
Partimos también del hecho, perfectamente plausible para él, de que
den a estas dos formas:
Freud las quiso tal cual son.
No es menos patente -y para nosotros concebible- el hecho de que
I. El AME, o analista miembro de la Escuela, constituido simplemen­
este real provoque su propio desconocimiento, incluso que produzca su
te por el hecho de que la Escuela lo reconoce como psicoanalista que ha
negación sistemática.
dado pruebas de serlo.
Está claro pues que Freud asumió el riesgo de cierta detención.
Esto es lo que constituye la garantía proveniente de la Escuela, dis­
Quizá más: que él vio allí el único refugio posible para evitar la extin­
tinguida en primer término. La iniciativa le corresponde a la Escuela,
ción de la experiencia.
en la cual solo se es admitido en la base, en el marco de un proyecto de
No es privilegio mío el que nos enfrentemos a la cuestión así formu­
trabajo y sin tomar en cuenta procedencias ni calificaciones. Un analis­
lada. Es la'consecuencia misma, digámoslo al menos para los analistas
ta-practicante es registrado en ella al inicio, exactamente a igual título
de la Escuela, de la elección que han hecho de la Escuela.
que cuando se lo inscribe como médico, etnólogo y tutti quanti.
Se encuentran aquí agrupados por no haber querido aceptar por un
voto lo que este se llevaba consigo: la pura y simple supervivencia de
II. El AE, o analista de la Escuela, al cual se imputa estar entre quie­
una enseñanza, la de Lacan.
nes pueden testimoniar sobre los problemas cruciales en los puntos
Quienquiera que en otra parte siga diciendo que lo que estaba en
vivos en que se encuentran para el análisis, especialmente en tanto ellos
juego era la formación de los analistas ha mentido al respecto. Ya que
mismos están en la tarea, o al menos en la brecha, de resolverlos.
bastó votar en el sentido anhelado por la IPA para obtener la entrada
Este lugar implica que uno quiera ocuparlo: solo se puede estar en
en ella a toda vela, con la ablución recibida por poco tiempo de una
él por haberlo pedido de hecho, si no de forma.
sigla incide in English (el Prendí group no será olvidado). Mis analizados,
Queda pues establecido que la Escuela pueda garantizar la relación
como dicen, incluso fueron allí particularmente bienvenidos, y lo serían
del analista con la formación que ella dispensa.
todavía si el resultado pudiera ser hacerme callar.
Ella puede y, en consecuencia, debe hacerlo.
Se lo recuerda todos los días a quien tenga a bien escucharlo.
Es aquí donde aparece el defecto, la falta de inventiva para cum­
Es pues a un grupo para el cual mi enseñanza era lo bastante
plir un oficio (o sea, aquel del que se jactan las sociedades existentes)
valiosa, incluso lo bastante esencial, como para que cada uno al deli­
encontrando en él vías diferentes, que eviten los inconvenientes (y los
berar haya indicado que prefería su mantenimiento frente a la ven­
perjuicios) del régimen de esas sociedades.
taja ofrecida -esto sin ver más lejos, así como sin ver más lejos yo
La idea de que el mantenimiento de un régimen semejante es nece­
interrumpía mi seminario luego del susodicho voto-, es a ese grupo
sario para reglar el gradas debe ser destacada en sus efectos de males­
preocupado por una salida al que yo le ofrecí la fundación de la
tar. Ese malestar no basta para justificar el mantenimiento de la idea.
Escuela.
Menos aún su retorno práctico.
Con esta elección decisiva para quienes están aquí, se marca el valor
Que haya una regla del gradas está implicado en una escuela, aún
de la apuesta [enjeu]. Puede haber allí una apuesta que, para algunos,
más ciertamente que en una sociedad. Porque, después de todo, en
valga hasta el punto de serles esencial, y es mi enseñanza.
una sociedad, eso no hace ninguna falta, cuando una sociedad no tiene
Si esa enseñanza no tiene rival para ellos, tampoco lo tiene para
otros intereses que los científicos.
todos los demás, como lo prueban quienes se precipitan hacia ella sin
Pero hay un real en juego en la formación misma del psicoanalista.
haber pagado el precio, quedando en suspenso para ellos la cuestión
Nosotros sostenemos que las Sociedades existentes se fundan en ese
del provecho que aún les está permitido.
real.
Aquí sin rival no significa una apreciación, sino un hecho: ningu­
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JACQUES LACAN PROPOSICIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1967
na enseñanza habla de lo que es el psicoanálisis. En otras partes, y de qué elegir no dañar! Traten. Es demasiado fácil según esa condición
manera confesa, solo se preocupan de que esté en conformidad. colocar en el activo de una cura cualquiera el no haber dañado en algo.
Hay solidaridad entre el quedarse varado, incluso las desviaciones Este rasgo forzado solo interesa, sin duda, por sostenerse en una inde-
que muestra el psicoanálisis y la jerarquía que en él reina, y que desig­ cidible lógica.
namos, benévolamente, nos lo concederán, como la de una cooptación Puede considerarse ya pasado el tiempo en el que lo que se trataba
de sabios. de no perjudicar era la entidad mórbida. Pero el tiempo del médico
La razón de ello es que esta cooptación promueve un retomo a un está más interesado de lo que se cree en esta revolución: en todo caso
estatuto de la prestaxacia que conjuga la pregnancia narcisista con la se ha vuelto más precaria la exigencia que hace que una enseñanza sea
astucia competitiva. Retorno que restaura los refuerzos de los relapsos médica o no. Digresión.
que el psicoarxálisis didáctico tiene como finalidad liquidar. Nuestros puntos de empalme, donde tienen que funcionar nuestros
Este es el efecto que ensombrece la práctica del psicoanálisis -cuya órganos de garantía, son conocidos: son el inicio y el final del psicoa­
terminación, objeto y finalidad misma demuestran ser inarticulables nálisis, como en el ajedrez. Por suerte, son los más ejemplares por su
luego de por lo menos medio siglo de experiencia continuada-, estructura. Esta suerte debe participar de lo que llamamos el encuentro.
E1 remediarlo entre nosotros debe hacerse a partir de la constatación Al comienzo del psicoanálisis está la transferencia. Lo está por la
del defecto que yo he señalado, lejos de pensar en ponerle un velo. gracia de aquel al que llamaremos, en la linde de esta declaración, el
Pero es para captar en ese defecto la articulación que falta. psicoanalizante.2 No tenemos que dar cuenta de qué lo condiciona. Al
Ella no hace sino confirmar lo que se encontrará en todas partes y es menos aquí. Está en el inicio. Pero, ¿qué es?
sabido desde siempre, que no basta la evidencia de un deber para cum­ Estoy asombrado de que nadie nunca haya pensado en oponerme,
plirlo. Es por el rodeo de su hiancia como puede ser puesto en acción, y dados ciertos términos de mi doctrina, que la transferencia por sí sola
lo es cada vez que se encuentra el modo de usarlo. constituye una objeción a la intersubjetividad. Incluso lo lamento, ya
Para introducirlos en este tema, me apoyaré en los dos momentos que nada es más cierto: la refuta, es su escollo. Por eso también, para
del empalme de lo que llamaré respectivamente en esta recreación el establecer el fondo en el que se pueda vislumbrar lo contrario, he pro­
psicoanálisis en extensión, es decir, todo lo que resume la función de movido en primer lugar lo que de intersubjetividad implica el uso de
nuestra Escuela en tanto ella presentífica el psicoanálisis en el mundo, y., la palabra. Este término fue por lo tanto una manera, una manera como
el psicoanálisis en intensión, es decir, el didáctico, en tanto no se reduce cualquier otra, diría yo, si ella no se me hubiera impuesto, de circuns­
preparar operadores. cribir el alcance de la transferencia.
Se olvida, en efecto, su razón de ser pregnante, que es la de consti­ Al respecto, ahí donde conviene justificar su terreno universitario, se
tuir al psicoanálisis como experiencia original, llevarlo hasta el punto apoderan del susodicho término, que se supone es, por haberlo usado
que figura su finitud, para permitir el aprés-conp, efecto de tiempo, ya yo, levitatorio. Pero quien me lee puede observar el "en reserva" con
se sabe, que le es radical. el que hago jugar esta referencia para la concepción del psicoanálisis.
Esta experiencia es esencial para aislarlo de la terapéutica, la cual Esto forma parte de las concesiones educativas a las que debí acceder
distorsiona el psicoanálisis no solamente por relajar su rigor. por el contexto de ignorantismo fabuloso en el que tuve que proferir mis
Señalaré en efecto que la única definición posible de la terapéuti­ primeros seminarios.
ca es la de la restitución de un estado primero. Definición justamente Puede acaso dudarse ahora de que al remitir al sujeto del cogito lo
imposible de plantear en el psicoanálisis. que el inconsciente nos descubre, que al haber definido la distinción
En cuanto al prinmm non nocere, no hablemos de ello, ya que es entre el otro imaginario, llamado familiarmente otro con minúscula, y
movedizo por no poder ser determinado priinum desde el inicio: ¡para el lugar de la operación del lenguaje, planteado como Otro con mayús-
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JACQUES LACAN PROPOSICIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1967
cuta, indico suficientemente que ningún sujeto puede ser supuesto por Se reconoce en la primera línea al significante S de la transferencia,
otro sujeto -si tomamos justamente este término en el sentido de Des­ es decir, de un sujeto, con su implicación de un significante que lla­
cartes-. Que Dios le sea necesario, o más bien la verdad con que lo maremos cualquiera, es decir, que solo supone la particularidad en el
acredita, para que el sujeto llegue a alojarse bajo esa misma capa que sentido de Aristóteles (siempre bienvenido), que por este hecho supone
viste a engañosas sombras humanas, que Hegel al retomarlo plantee la también otras cosas. Si es nombrable con un nombre propio, no es que
imposibilidad de la coexistencia de las conciencias -en tanto se trata del se distinga por el saber, como veremos a continuación.
sujeto prometido al saber-, ¿no es suficiente para apuntar la dificultad, Debajo de la barra, pero reducido al palmo de suposición del pri­
a propósito de la cual precisamente nuestro impasse, el del sujeto del mer significante: la s representa el sujeto que resulta de él, implican­
inconsciente, ofrece la solución a quien sabe darle forma? do en el paréntesis el saber, supuesto presente, de los significantes
Es verdad que aquí Jean-Paul Sartre, muy capaz de darse cuenta en el inconsciente, significación que ocupa el lugar del referente aún
de que la lucha a muerte no es esa solución, puesto que no se puede
latente en esa relación tercera que lo adjunta a la pareja significante-
destruir a un sujeto, y que asimismo en Hegel ella está predeterminada significado.
desde su nacimiento, pronuncia a puertas cerradas su sentencia feno-
Se ve que si el psicoanálisis consiste en el mantenimiento de una
menológica: es el infierno. Pero como esto es falso, y de una manera situación convenida entre dos partenaires que se asumen en ella como
justiciable en la estructura, ya que el fenómeno muestra claramente que •el psicoanalizante y el psicoanalista, él no puede desarrollarse sino al
el cobarde, si no es loco, puede arreglárselas muy bien con la mirada
precio del constituyente ternario que es el significante introducido en el
que lo fija, esta sentencia prueba también que el oscurantismo no solo
discurso que en él se instaura, el que tiene nombre: el sujeto supuesto
tiene sus cubiertos en los ágapes de la derecha.
saber, formación esta no de artificio sino de vena, como desprendida
El sujeto supuesto saber es para nosotros el pivote desde donde se
del psicoanalizante.
articula todo lo que tiene que ver con la transferencia. Cuyos efectos
Tenemos que ver lo que califica al psicoanalista para responder a
se sustraen, si se hace pinza para asirlos con el pun bastante torpe, al
esta situación que, como se ve, no envuelve a su persona. No solamente
afincarse entre la necesidad de repetición y la repetición de la necesi­
el sujeto supuesto saber no es real en efecto, sino que no es en modo
dad.
alguno necesario que el sujeto en actividad en la coyuntura, el psicoa­
Aquí, el levitante de la intersubjetividad mostrará su sutileza al inte­
nalizante (elúnicc-que-habla inicialmcnte), se lo imponga.
rrogar: ¿sujeto supuesto por quién si no por otro sujeto?
Es incluso tan poco necesario, que habitualmente no es cierto: lo
Un recuerdo de Aristóteles, una gotita de categorías, rogamos, para
cual es demostrado, en los primeros tiempos del discurso, por un modo
limpiarle a ese sujeto el barro de lo subjetivo. Un sujeto no supone
de asegurarse de que el traje no le va al psicoanalista -resguardo contra
nada, es supuesto.
el temor de que este se meta demasiado rápido en sus hábitos, si puedo
Supuesto, enseñamos nosotros, por el significante que lo representa
decirlo así-.
para otro significante.
Lo que nos importa aquí es el psicoanalista, en su relación con el
Escribamos como conviene el supuesto de este sujeto colocando el
saber del sujeto supuesto, relación no segunda sino directa.
saber en su lugar contiguo a la suposición:
Está claro que del saber supuesto él no sabe nada. El S1? de la primera
línea no tiene nada que ver con los S en cadena de la segunda, y solo
S ---------- ► Sí
puede hallarse allí por encuentro. Apuntemos este hecho para reducir a
s (S1, S2,... S") él lo extraño de la insistencia de Freud en recomendarnos abordar cada
caso nuevo como si no hubiésemos adquirido nada de sus primeros
desciframientos.
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JACQUES LACAN PROPOSICIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1967
Esto no autoriza en modo alguno al psicoanalista a contentarse con al saber, sino que puso primero en el mundo de la realidad, de la reali­
saber que no sabe nada, porque lo que está en juego es lo que él tiene dad de la explotación interhumana, no se puede decir que el psicoana­
que saber. lista sea un experto. Sería mejor que así fuese, pero de hecho más bien
Lo que tiene que saber puede ser trazado con la misma relación "en se queda corto.
reserva" según la que opera toda lógica digna de ese nombre. Eso no El saber textual no era parásito por haber animado una lógica en
quiere decir nada "particular", pero eso se articula en cadena de letras la que la nuestra encuentra una lección para su sorpresa (hablo de la
tan rigurosas que, a condición de no fallar ninguna, lo no sabido se lógica de la Edad Media), y no es a sus expensas como supo enfrentar
ordena como el marco del saber. la relación del sujeto con la Revelación.
Lo asombroso es que con eso se encuentre algo, los números transfi­ No es porque el valor religioso de esta se haya vuelto indiferente
nitos, por ejemplo. ¿Qué era de ellos antes? Indico aquí su relación con el para nosotros, por lo que su efecto en la estructura deba ser descuida­
deseo que les dio su consistencia. Es útil pensar en la aventura de un Can­ do. El psicoanálisis tiene consistencia por los textos de Freud, este es
tor -aventura que no fue precisamente gratuita- para sugerir el orden, un hecho irrefutable. Es sabido lo que, de Shakespeare a Lewis Carroll,
aunque no fuese él transfinito, donde el deseo del psicoanalista se sitúa. aportan los textos a su genio y a sus practicantes.
Esta situación da cuenta, a la inversa, de la facilidad aparente con Este es el campo en el que se discierne a quién admitir para su estu­
que se instala en posiciones de dirección en las sociedades existentes lo dio. Es aquel donde el sqfista y el talmudista, el propalador de cuentos
que hay que animarse a llamar nulidades. Entiéndanme: lo importante y el aedo, han tomado la fuerza que a cada instante nosotros recupera­
no es el modo según el cual estas nulidades se adornan (¿discurso sobre mos, más o menos torpemente, para nuestro uso.
la bondad?) para el afuera, ni la disciplina que el vacío sostenido en el Que un Lévi-Strauss en sus mitológicas le dé su estatuto científi­
interior supone (no se trata de idiotez), sino que esa nulidad (del saber) co, viene bien verdaderamente para facilitarnos constituirlo como el
es reconocida por todos, objeto usual si puede decirse, para los subordi­ umbral de nuestra selección.
nados, y moneda corriente de su apreciación para los Superiores. Recordemos la guía que da mi grafo al análisis y la articulación que
La razón de esto se encuentra en la confusión sobre el cero, a propó­ se aísla en él del deseo en las instancias del sujeto.
sito de lo cual se permanece en un campo en el que ella no es apropiada. Es para indicar la identidad del algoritmo aquí precisado con lo que
Nadie se preocupa en el gradas por enseñar qué distingue al vacío de la es connotado en el Banquete como el ávakua.
nada, que sin embargo no son lo mismo, ni el rasgo adecuado para la ¿Dónde está dicho mejor que como lo hace allí Alcibíades, que las
medida del elemento neutro implicado en el grupo lógico, ni tampoco emboscadas del amor de transferencia no tienen otro fin más que obte­
la nulidad de la incompetencia, de lo no marcado de la ingenuidad, a ner eso de lo que él piensa que Sócrates es el continente ingrato?
partir de lo cual tantas cosas tomarían su lugar. Pero, quién sabe mejor que Sócrates que solo detenta la significación
Para remediar este defecto produje el ocho interior y, en general, la que engendra al retener esa nada, lo que le permite remitir a Alcibíades
topología en la que el sujeto se sostiene. al destinatario presente de su discurso, Agatón (como por casualidad):
Lo que debe disponer a un miembro de la Escuela a tales estudios esto para enseñarles a ustedes que por obsesionarse con lo que les con­
es la prevalencia que ustedes pueden captar en el algoritmo producido cierne en el discurso del psicoanalizante, siguen equivocándose.
más arriba -que no permanece menos porque se la ignore-, la preva­ Pero, ¿esto es todo? Cuando aquí el psicoanalizante es idéntico al
lencia manifiesta donde sea: tanto en el psicoanálisis en extensión así áyaLpa a la maravilla que nos deslumbra, a nosotros terceros, en Alci­
como en intensión, de lo que llamaré el saber textual, para oponerlo a bíades, ¿no es acaso nuestra oportunidad de ver allí aislarse el puro
la noción referencial que lo enmascara. sesgo del sujeto como relación libre con el significante, aquel donde se
Respecto de todos los objetos que el lenguaje no solamente propone aísla el deseo del saber como deseo del Otro?
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JACQUES LACAN PROPOSICIÓN DEL 9 DE OCTUBRE DE 1967
Como todos esos casos particulares que hacen el milagro griego, Es aquí dónde dimitimos de lo que nos hace responsables, a saber:
este solo nos presenta cerrada la caja de Pandora. Abierta, es el psicoa­ la posición en que fijé el psicoanálisis en su relación con la ciencia, la
nálisis, que Alcibíades no necesitaba. de extraer la verdad que le responde en términos cuyo resto de voz nos
Con lo que llamé el final de la partida, estamos -por fin- en el hueso es asignado.
de nuestro discurso de esta noche. La terminación del psicoanálisis lla­ Con qué pretexto resguardamos este rechazo, cuando bien se sabe
mado en forma redundante didáctico es, en efecto, el paso del psicoa- qué despreocupación protege a la vez verdad y sujetos, y que prometer
nalizante al psicoanalista. a los segundos la primera no les va ni les viene a quienes ya están próxi­
Nuestro propósito es plantear al respecto una ecuación cuya cons­ mos a ella. Hablar de destitución subjetiva nunca detendrá al inocente,
tante es el áyakjua. cuya única ley es su deseo.
El deseo del psicoanalista es su enunciación, la que solo puede Nuestra- única elección es enfrentar la verdad o ridiculizar nuestro
operar si él viene allí en posición de x: de esa x misma cuya solución saber.
entrega al psicoanalizante su ser y cuyo valor se anota (-cp), la hiancia
que se designa como la función del falo al aislarlo en el complejo de Esta sombra espesa que recubre ese empalme del que aquí me
castración, o a respecto de lo que lo obtura con el objeto que se reco­ ocupo, ese en el que el psicoanalizante pasa a psicoanalista, es esto lo
noce bajo la función aproximativa de la relación pregenital. (Es ella la que nuestra Escuela puede esforzarse en disipar.
que el caso Alcibíades resulta anular: es lo que connota la mutilación No estoy más lejos que ustedes en esta obra que no puede ser reali­
de los Hermes.) zada a solas, puesto que el psicoanálisis constituye su acceso.
La estructura así abreviada les permite hacerse una idea de lo que Debo contentarme aquí con un flash o dos para precederla.
ocurre al término de la relación de la transferencia, o sea: cuando por En el origen del psicoanálisis, cómo no recordar lo que, entre noso­
haberse resuelto el deseo que sostuvo en su operación el psicoanali­ tros, hizo por fin Mannoni: que el psicoanalista es Fliess, es decir, el
zante, este ya no tiene ganas de confirmar su opción, es decir, el resto medicastro, el cosquilleador de nariz, el hombre a quien se le revela el
que como determinante de su división, lo hace caer de su fantasma y lo principio macho y el principio hembra en los números 21 y 28, les guste
destituye como sujeto. o no, en suma, ese saber que el psicoanalizante, Freud el dentista, como
¿No es este el gran chitón que debemos conservar entre nosotros, se expresa la boquita de las almas abiertas al ecumenismo, rechaza con
que tomamos de él, psicoanalistas, nuestra suficiencia, mientras que la toda la fuerza del juramento que lo liga al programa de Heimholtz y
beatitud se ofrece más allá de olvidarlo nosotros mismos? sus cómplices.
Al anunciarlo, ¿no desalentaríamos a los aficionados? La destitución Que ese artículo haya sido entregado a una revista que casi no per­
subjetiva inscripta en el billete de entrada... ¿acaso no implica provocar mitía que el término "sujeto supuesto saber" apareciese en ella, salvo
el horror, la indignación, el pánico, incluso el atentado, en todo caso dar perdido en medio de una página, no le quita en nada el valor que puede
pretexto a la objeción de principio? tener para nosotros.
Sin embargo hacer interdicción de lo que se impone de nuestro Al recordarnos el "análisis original", él nos vuelve al pie de la
ser es ofrecemos a un retorno del destino que es maldición. Lo que es dimensión de espejismo en que se asienta la posición del psicoanalista
y nos sugiere que no es seguro que esta sea reducida hasta tanto una
rechazado en lo simbólico, recordemos su veredicto lacaniano, reapa­
rece en lo real.
crítica científica se haya establecido en nuestra disciplina.
El título se presta al comentario de que el verdadero original solo
En lo real de la ciencia que destituye al sujeto de un modo muy dife­
puede ser el segundo, por constituir la repetición que hace del primero
rente en nuestra época, cuando solo sus partidarios más eminentes, un
Oppenheimer, se enloquecen por ello.
un acto, pues es ella la que introduce el aprés-cowp propio del tiempo
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lógico, que se marca por el hecho de que el psicoanalizante pasó a psi­ llegado al ser del saber, y que se borre." Sicut palea, como dice Tomás de
coanalista. (Quiero decir Freud mismo, quien sanciona allí no haber su obra al final de su vida -como estiércol-.
hecho un autoanálisis.) Así el ser del deseo se une al ser del saber para renacer al anudarse
Me permito además recordarle a Mannoni que la escansión del ambos en una cinta de borde único en que se inscribe una sola falta, la
tiempo lógico incluye lo que yo llamé el momento de comprender, que el áyák\ia sostiene.
justamente por el efecto producido (que retome mi sofisma) por la no La paz no viene de inmediato a sellar esta metamorfosis en que el
comprensión, y que por eludir en suma lo que constituye el alma de su partemire se desvanece por no ser ya más que saber vano de un ser que
artículo ayuda a que se comprenda mal. se sustrae.
Recuerdo aquí que el quienquiera que venga [tout-venant] que Palpemos aquí la futilidad del término liquidación para ese agujero
reclutamos sobre la base de "comprender a sus enfermos" entra en un donde solamente se resuelve la transferencia. No veo en él, contra las
malentendido que como tal no es sano. apariencias, más que una negación del deseo del analista.
Porque quién, al vislumbrar a los dos partenaires jugar como las dos
Flash ahora sobre el punto en el que estamos. Con el final del aná­ paletas de una pantalla giratoria, en mis últimas líneas, no puede captar
lisis hipomaníaco, descrito por nuestro Balint como el último grito de que la transferencia nunca fue sino el pivote de esa alternancia misma.
la moda, es el caso decirlo así, de la identificación del psicoanalizante Así, de aquel que recibió la clave del mundo en la hendidura del
con su guía, palpamos la consecuencia del rechazo antes denunciado impúber, el psicoanalista ya no debe esperar una mirada, pero se ve
(turbio rechazo: ¿Verleugmmg?), que solo deja el refugio de la consigna, devenir una voz.
ahora adoptada en las sociedades existentes, de la alianza con la parte Y ese otro que, niño, encontró su representante representativo en su
sana del yo, la cual resuelve el paso a analista mediante la postulación irrupción a través del diario desplegado con el que se resguardaba el
en él, al comienzo, de dicha parte sana. Para qué puede servir entonces estercolero de los pensamientos de su progenitor, remite al psicoanalis­
su paso por la experiencia. ta el efecto de angustia en el que cae en su propia deyección.
Tal es la posición de las sociedades existentes. Ella expulsa nuestras Así, el final del análisis conserva en sí una ingenuidad, a propósito
observaciones a un más allá del psicoanálisis. de la cual se plantea la cuestión de si debe ser considerada una garantía
El paso de psicoanalizante a psicoanalista tiene una puerta cuyo en el paso al deseo de ser psicoanalista.
gozne es ese resto que hace su división, porque esa división no es otra Desde dónde podría entonces esperarse un testimonio justo sobre el
que la del sujeto, cuya causa es ese resto. que franquea ese pase, si no de otro que, al igual que él, todavía lo es,
En este viraje en que el sujeto ve zozobrar la seguridad que obtenía este pase, a saber, en quien está presente en ese momento el deser en
de ese fantasma donde se constituye para cada uno su ventana sobre el cual su psicoanalista conserva la esencia de lo que le pasó como un
lo real, lo que se vislumbra es que el asidero [prise] del deseo no es otro duelo, sabiendo por ello, como cualquier otro en función de didáctico,
que el de un deser. que también a ellos eso les pasará.
En este deser se devela lo inesencial del sujeto supuesto saber, desde ¿Quién mejor que ese psicoanalizante en el pase podría autentificar
donde el psicoanalista por venir se consagra al áyaXpa de la esencia del en él lo que este tiene de posición depresiva? No ventilamos aquí nada
deseo, dispuesto a pagarlo reduciéndose, él y su nombre, al significante con lo que uno pueda darse aires, si uno no está en el asunto.
cualquiera. Es lo que les propondré luego como el oficio a confiar, para la
Porque rechazó el ser que no sabía de la causa de su fantasma, en el demanda de devenir analista de la Escuela, a algunos a los que llama­
momento mismo en que por fin él devino ese saber supuesto. remos: pasadores.
"Que él sepa de lo que yo no sabía del ser del deseo, lo que de él es, Todos y cada uno de ellos habrán sido elegidos por un analista de la
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Escuela, que pueda responder si están en ese pase o si han vuelto a él,
Quisiera aclarar lo que quiero decir simplemente con lo siguiente:
en suma, todavía ligados al desenlace de su experiencia personal.
retiren el Edipo, y el psicoanálisis en extensión, diré, pasa enteramente
Es a ellos a quienes les hablará de su análisis un psicoanalizante
a la jurisdicción del delirio del presidente Schreber.
para hacerse autorizar como analista de la Escuela, y el testimonio que
Controlen su correspondencia punto por punto, ciertamente no ate­
sabrán acoger desde lo vivo mismo de su propio pasado será de esos
nuada desde que Freud la señaló al no declinar su imputación. Pero
que jamás recoge ningún jurado de confirmación. La decisión de dicho
dejemos lo que mi seminario sobre Schreber ofreció a quienes podían
jurado será entonces así esclarecida, no siendo obviamente estos testi­
escucharlo.
gos jueces.
Hay otros aspectos de ese punto relativos a nuestras relaciones con
Inútil indicar que esta proposición implica una acumulación de la
el exterior, o más exactamente a nuestra extraterritorialidad: término
experiencia, su recolección y su elaboración, una seriación de su varie­
esencial en el Escrito, que considero como prefacio de esta proposición.
dad, una notación de sus grados.
Observemos el lugar que ocupa la ideología edípica para dispensar
Que puedan salir libertades de la clausura de una experiencia es lo
de algún modo a la sociología desde hace un siglo de tomar partido,
que deriva de la naturaleza del aprés-coup en la significancia.
como debió hacerlo antes, sobre el valor de la familia, de la familia exis­
De todos modos esta experiencia no puede ser eludida. Sus resul­
tente, de la familia pequeño burguesa en la civilización, es decir, en
tados deben ser comunicados: en primer lugar a la Escuela para que
la sociedad vehiculada por la ciencia. ¿Nos beneficia o no lo que ahí
realice su crítica, y correlativamente, deben ser puestos al alcance de
encubrimos sin saberlo?
esas sociedades que, aunque nos hayan excluido, no dejan de ser asun­
El segundo punto está constituido por el tipo existente, cuya facti-
to nuestro.
cidad es esta vez evidente, de la unidad: sociedad de psicoanálisis, en
El jurado funcionando no puede abstenerse pues de un trabajo de
tanto dirigida por un ejecutivo de escala internacional.
doctrina, más allá de su funcionamiento como selector.
Lo dijimos, Freud lo quiso así, y la sonrisa molesta con que retracta
del romanticismo de la especie de Komintern clandestino al que prime­
Antes de proponerles su forma, quiero indicar que conforme a la
ro le dio su carta blanca (cf. Jones, citado en mi Escrito) solo lo subraya
topología del plano proyectivo, es en el horizonte mismo del psicoaná­
mejor.
lisis en extensión donde se anuda el círculo interior que trazamos como
La. naturaleza de esas sociedades y el modo en que obtemperan se
hiancia del psicoanálisis en intensión.
aclaran con la promoción por Freud de la Iglesia y del Ejército como
Ese horizonte, yo quisiera centrarlo en tres puntos de fuga perspec-
modelos de lo que él concibe como la estructura del grupo. (Con este
tivos, notables por pertenecer cada uno de ellos a uno de los registros
término, en efecto, habría que traducir hoy Masse de su Masse rvpsycho-
cuya colusión en la heterotopía constituye nuestra experiencia.
logie).
El efecto inducido de la estructura así privilegiada se aclara aún
En lo simbólico, tenemos el mito edípico.
más por agregársele la función en la Iglesia y en el Ejército del sujeto
Observemos, en relación con el núcleo de la experiencia sobre el que
supuesto saber. Estudio para quien quiera emprenderlo: llegaría lejos.
acabamos de insistir, lo que llamaré técnicamente la facticidad de este
Al atenerse al modelo freudiano, aparece de manera muy manifiesta
punto. Depende, en efecto, de una mitogenia, uno de cuyos componen­
el favor que reciben en él las identificaciones imaginarias, y al mismo
tes, como se sabe, es su redistribución. Ahora bien, el Edipo, por ser
tiempo la razón que encadena al psicoanálisis en intensión a limitar a
ectópico (carácter subrayado por un Kroeber), plantea un problema.
ese modelo su consideración, incluso su alcance.
Abrirlo permitiría restaurar, incluso al relativizarla, su radicalidad
Uno de mis mejores alumnos aplicó muy bien su trazado al Edipo
en la experiencia.
mismo, definiendo en él la función del Padre ideal.
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Esta tendencia, como se dice, es responsable de haber relegado al Las dejamos enteramente en manos de quienes tienen experiencia.
punto de horizonte precedentemente definido lo que en la experiencia No olvidamos, sin embargo, que ellos son quienes más padecieron
es calificable como edípico. las pruebas impuestas por el debate con la organización existente. Lo
que deben el estilo y los fines de esa organización al black-out puesto
La tercera facticidad, real, demasiado real, suficientemente real sobre la función del psicoanálisis didáctico es evidente en cuanto una
como para que lo real sea más mojigato en promoverlo que la lengua, mirada nos es permitida: de allí el aislamiento con que se protege a sí
es lo que hace hablable el término de campo de concentración, sobre el mismo.
cual nos parece que nuestros pensadores, al vagar del humanismo al Las objeciones que encontró nuestra proposición no derivan en
terror, no se concentraron lo suficiente. nuestra Escuela de un temor tan orgánico.
Abreviemos diciendo que lo que vimos emerger, para nuestro El hecho de que se hayan expresado sobre un tema motivado movi­
horror, representa la reacción de precursores en relación con lo que se liza ya la autocrítica. El control de las capacidades ya no es inefable por
irá desarrollando como consecuencia del reordenamiento de las agru­ requerir títulos más justos.
paciones sociales por la ciencia y, especialmente, de la universalización Es por una prueba semejante como se hace reconocer la autoridad.
que esta introduce en ellas. Que el público de los técnicos sepa que no se trata de cuestionarla,
Nuestro porvenir de mercados comunes encontrará su contrapeso sino de extraerla de la ficción.
en la expansión cada vez más dura de los procesos de segregación. La Escuela Freudiana no puede caer en el tough sin humor de un
¿Habrá que atribuirle a Freud, considerando que estuvo introduci­ psicoanalista que encontré en mi último viaje a los USA. "La razón por
do desde el origen en el modelo secular de este proceso, haber querido la cual nunca atacaré las formas instituidas -me dice- es que ellas me
asegurar en su grupo el privilegio de la flotabilidad universal con que aseguran sin problemas una rutina que me es cómoda".
se benefician las dos instituciones antes nombradas? No es impensable.
Cualquiera que sea el caso, este recurso no le facilita al deseo del
psicoanalista el situarse en esta coyuntura. N otas
Recordemos que si la IPA de ia Mittdeuropa demostró su preadap­
tación a esa prueba al no perder en dichos campos ni uno solo de sus 1. Traducción de Graciela Esperanza. Revisión de Graciela Esperanza y Guy
miembros, debió a esta proeza el ver producirse después de la gue­ Trabas.
rra una estampida, que no dejaba de tener la contrapartida de algunas 2. Lo que se llama comúnmente: el psicoanalizado, por anticipación.
bajas (cien psicoanalistas mediocres, recordemos), de candidatos en
cuyas mentes el motivo de encontrar refugio ante la marea roja, fantas­
ma de ese entonces, no estaba ausente.
Que la "coexistencia", que podría perfectamente también aclararse
por una transferencia, no nos haga olvidar un fenómeno que es una de
nuestras coordenadas geográficas, es el caso decirlo, y cuyas farfullas
sobre el racismo más bien enmascaran su alcance.
El final de este documento precisa el modo bajo el cual podría ser
introducido lo que solo tiende, abriendo una experiencia, a volver por
fin verdaderas las garantías buscadas.
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Álvarez, A: Seminario de Psicoanálisis y salud pública. Primer encuentro es posible que muchos vayan a trabajar a lo público porque es una de las
organizado por La Massota. Rosario, s/d, 2012. posibilidades de trabajo más inmediata - mas allá de que les guste o no les guste.
Yo les voy a contar en todo caso también porqué a mí me gusta, pero no es
Alicia Álvarez: Gracias. En principio como, dijo Mariel, fue algo que fue surgiendo obligatorio. No me parece que haya que hacer una cruzada, pero sí que si uno va a
como una inquietud y apareció así la idea de intentar trasmitir algo de lo que trabajar en lo público y además le interesa el psicoanálisis, bueno… hay dos o tres
pensamos, de lo que pienso, pero justamente en un trabajo, en un armado colectivo, preguntitas que hay que hacerse, porque no va de suyo que todo encaje tan
porque precisamente en este tiempo veníamos desarrollando un trabajo con los perfectamente.
compañeros acá presentes, que son Jennifer Puszkin, Mónica González, Marcelo
Frazzetto y Cristian Maza, con quienes nos conocemos desde hace mucho pero Bueno, en principio, como les decía, nosotros elegimos este título que justamente
sobre todo hemos compartido muchas experiencias en el campo de la salud pública. hace a que no hay un matrimonio armonioso entre la salud pública y el psicoanálisis
De hecho los cuatro están trabajando en salud pública. Yo ya no estoy trabajando -bueno, esto si es que hay matrimonios armoniosos. Pero no es que encajen
más desde hace algunos años por razones que después si vienen al caso perfectamente, porque además se trata de dos cuestiones diferentes. Entonces yo
comentaré. Ya que son razones discursivas puede ser que las comentemos. Pero empezaría un poco por ahí. Quiero decir, la salud mental es una noción muy amplia,
me parece que tenemos que empezar un poco más atrás, por otros lugares. además no hay una sola idea de la salud mental. Yo estaba revisando entre una
serie de cosas que tenía en archivos, un documento de cuando yo trabajada en
Quiero decir que nuestra idea no es contarles la experiencia nada más. Porque mi salud mental y bueno, yo ponía ahí: “definimos a la salud mental como campo
idea es que siempre hay alguien que cuenta la experiencia o alguien que habla del problemático y paradojal en el que se practican distintos discursos e intentan
psicoanálisis pero acerca de la articulación entre el psicoanálisis y las instituciones intervenir allí donde un sujeto sufre”. Bueno, como se dan cuenta tiene un cierto
públicas es poco lo que hay y poco lo que se transmite. No digo cero, pero es poco grado de vaguedad esta definición porque no se puede decir que la salud mental
y a eso después nos vamos a referir. Inclusive Marcelo lo ha estado investigando sea, sino que hay una vieja idea de la salud mental que proviene de la psiquiatría.
en las publicaciones y demás. Por otro lado nosotros lo sabemos porque estamos Entonces, evidentemente hemos avanzado en este sentido y se ha ido ampliando
en eso. la idea de que salud mental implica muchas otras cuestiones que no son sólo las
intervenciones psiquiátricas, o los manicomios, o las internaciones psiquiátricas, o
Entonces, la idea es desde esta práctica que nosotros sostenemos -en mi caso en los medicamentos, etc. Es por eso que intervienen distintas disciplinas, como puede
pasado- pero que los compañeros sostienen y que yo he venido sosteniendo, poder ser la medicina, la enfermería, el trabajo social. Bueno, yo digo disciplinas, pero
establecer algún grado de formalización de esas prácticas y transmitirlo. Porque epistemológicamente habría que revisarlo un poco. La psicología, el derecho, pero
suele ocurrir como digo que quede el relato como algo anecdótico y por otro lado en en definitiva una serie de disciplinas y diferentes discursos. Porque nosotros
la facultad y en distintas otras instituciones, hay mucha transmisión de cosas decimos medicina pero dentro de la medicina hay diferentes posicionamientos.
interesantes de psicoanálisis y demás pero no se articula todo este bagaje Dentro de la psiquiatría por supuesto y también dentro de la psiquiatría y de la
importante de conocimiento con el trabajo en lo público. Y si bien, como dice Mariel, psicología, que son con los títulos que alguien se pone a trabajar muchas veces en
no necesariamente todo el mundo va a tener interés o va a ir a trabajar a lo público, el campo de la salud mental. Hay gente que está formada en el psicoanálisis, hay
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gente que está formada en la corriente sistémica o en otras corrientes diferentes. mental, que implican que no sean privadas de sus libertades. Porque el encierro
Así que como ustedes ven, no se puede hablar unívocamente de la salud mental manicomial muchas veces implica privar de libertades o privar de usufructo de sus
como se podría hacer quizás con una disciplina o con un determinado discurso, es bienes, es decir, hay muchos lados que tienen que ver sobre todo con el aspecto de
una confluencia que a veces resulta en discursos que se contraponen, que a veces encierro y de restricción de libertades que proviene de una cierta tradición
se pueden articular, que otras veces entran a converger y pueden también entrar en psiquiátrica, pero también hay muchas otras cuestiones que atañen a los derechos
colisión. de los ciudadanos como puede ser por ejemplo el derecho a tener una atención, a
ser atendido porque tiene un problema. No siempre el estado está en condiciones
Todo eso pasa en el campo de la salud mental y en este sentido además es un de garantizar eso. Entonces muchas veces es un tema el cómo se hace, cómo se
campo muy amplio porque se ocupa de algo que tiene que ver con el sufrimiento de arman los dispositivos para alojar las demandas.
un sujeto, con el sufrimiento en términos de sufrimiento psíquico. Lo digo de una
manera lo más amplia posible, pero también el campo de la salud mental concierne Bueno, de todo eso nos vamos a ir ocupando, de lo que podamos, porque todo eso
a elaborar estrategias para acoger este tipo de demandas, elaborar políticas, crear es lo que nosotros transitamos en esta práctica. Podemos tener el anhelo de atender
instituciones, crear dispositivos y atender a los que tienen esos problemas. Por lo a todo, pero después se nos presenta el problema de que no podemos porque no
tanto, como ustedes se dan cuenta, en lo que yo voy enumerando está claro que nos alcanzan los recursos. Y cómo se puede priorizar, porque esto es un problema
hay una dimensión del campo de la salud mental que es necesariamente política. ético. No podemos decir “a este lo atiendo y a este no”. Eso trae muchos problemas,
No es que esa dimensión esté ausente en otros campos, pero es muy claro que en pero lo que yo quiero mostrar con esta breve introducción es cómo el campo de
el campo de la salud mental hay una dimensión política y todo lo que ustedes salud mental es un campo problemático, paradójico, que abarca distintas
estarán escuchando muchas veces de por ejemplo lo que son los programas o los cuestiones, que no se puede unificar en el sentido de ubicarlo epistémicamente en
proyectos de desmanicomialización y distintas formas de organizar los sistemas tal lado. Lo cual puede ser un problema y también puede ser la oportunidad de un
sanitarios en salud mental, como puede haber sido la política de sector en un dialogo. O sea puede tener su lado fecundo como muchas veces de poder hacer de
momento en Francia o distintas modalidades, eso habla de política, en el sentido de eso algo interesante.
no una política de un partido político sino de una política respecto de cómo resolver
estas cuestiones, de cómo organizar estas cuestiones. Entonces ésta es una de las Me parece que cuando nosotros nos metemos en el territorio de la salud pública -
dimensiones del asunto, y por otro lado, ustedes se dan cuenta de que por ejemplo cuando digo nosotros me refiero a los analistas- nos metemos en un territorio que
escuchan muchas veces hablar de que en la salud mental una de las cuestiones no tiene las reglas de juego del nuestro, por así decir. Uno debe pensar que si lo
políticas que nos interesan a todos en general es el cuidado de los derechos de las hace debe ser por alguna razón. Puede haber una razón muy simple que es que
personas que tienen padecimientos mentales. Ustedes se habrán enterado por uno consigue un empleo allí, pero eso no es la parte que yo voy a considerar, porque
ejemplo del problema que hay en el Borda. Ahora lo último de hoy es que lo han por empleo puede acomodarse a hacer lo que la institución le indique. La idea es si
intervenido. Pero el tema es que estaban sin gas, no había agua caliente, la comida uno desde el psicoanálisis puede realizar, sostener una práctica en este campo con
fría, todo esto hace como dos años. No es sólo eso, eso es un aspecto muy todas las incongruencias, rispideces, acercamientos y alejamientos que puede
importante, pero también está el de los derechos de las personas con sufrimiento haber. Es decir que, sabiendo que no hay una sintonía, siempre hay un poco de
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ruido que efectivamente los analistas, yo creo que si estamos ahí es porque nos Entonces, no nos tenemos que equivocar en el sentido de ir a confrontar, porque no
interesa, porque generalmente no nos quieren ni ver ahí, porque planteamos una se trata de confrontar, sino de hacer algunos giros, de recibir alguna cuestión de
lógica de trabajo que muchas veces entra en cierta colisión con la lógica otra manera, es decir, que además de la política de la institución -y también, ya me
institucional. Pero es así, es como dice el chiste: “¿Qué es lo que hace un analista? voy a referir a esto, el psicoanálisis conlleva una política- tenemos que ver la otra
Se sienta atrás tuyo esperando que te equivoques” Bueno, es así, si la política del cuestión que está en juego en el campo de la salud mental, que es la clínica. Porque
psicoanálisis es la política del síntoma evidentemente es la política de los que no lamentablemente, por lo menos en mi opinión, cuanto más se lo corre al
anda y obviamente el discurso de la institución, y tiene que ser así, no lo estoy psicoanálisis de la salud mental y cuanto más se enfatiza el aspecto político
criticando, es que la cosa ande, o sea, que la cosa funcione. Es lógico que en toda necesario pero que no es excluyente, se vacía el campo de la salud mental de la
institución, ésta también, es que la cosa funcione, porque sino estamos en peores clínica. Y yo los invito a que ustedes conozcan lo que han sido algunos programas
problemas. Ahora frente a ese discurso, o en relación a ese discurso o en el terreno de desmanicomialización que se han hecho inclusive en nuestro país -como por
de ese discurso puede haber momentos de giros, puede haber momentos donde ejemplo en Río Negro, en San Juan- que en muchos casos han conducido a un
algo haga síntoma y en esos momentos es donde nosotros vamos atrás a pescarlo. abandono absoluto de la clínica, con el correlativo incremento del suministro de
psicofármacos. Si yo tengo un paciente psiquiátrico, por ejemplo, o con un
Entonces, cómo ingresa el psicoanálisis en ésta lógica -que no sea por otro lado la sufrimiento importante y no hago tratamiento, solamente procuro su bienestar social,
lógica de está todo mal y nosotros tenemos la verdad revelada del psicoanálisis. es decir, que consiga el pase de colectivo, que no esté internado, que en su casa
Hay una larga historia -nefasta, improductiva, estéril- de pelea entre los psicólogos tenga una habitación, con lo cual me parece absolutamente válido, pero no hago
y los médicos. Y hablando del “modelo médico hegemónico”, por favor… ¡basta! Yo ningún tratamiento clínico, eso conlleva muchas veces la necesidad de aumentar la
creo que además ese modelo ha cambiado en muchos lugares -sobre todo en la medicación. Porque sabemos, por ejemplo, que alguien que atraviesa una psicosis
salud pública- y nos encontramos frente a otras contradicciones discursivas que no no porque tenga una casa más cómoda va a estar mejor. Respecto de la clínica en
son mejores pero que son diferentes. Tenemos que saber cuál es el discurso que las experiencias, como decía, en alguna de estas provincias ha ocurrido que
circula en la institución para poder trabajar en los intersticios de ese discurso o específicamente se ha limitado hasta el máximo posible la presencia de colegas
haciendo pequeños giros en ese discurso. No confrontando, porque eso solamente trabajando en atención de pacientes. Entonces se restringe la atención a cierto
conduce a la cuestión imaginaria “ellos o nosotros”. Eso no sirve para nada, no le control de lo que es el aspecto del medicamento y cierto control de las condiciones
sirve al paciente, no nos sirve a nosotros. Además lamento decepcionarlos pero es socio-sanitarias.
una batalla perdida, porque ganan siempre ellos, está clarísimo, es lo lógico, Es
como cuando… ¿alguno de acá ha hecho alguna materia conmigo? Porque Público: ¿Con las políticas de prevención y promoción?
nosotros a veces trabajamos un texto… es como cuando Lacan habla del “triunfo
de la religión”. Entonces él dice: es lógico que la religión triunfe, si tiene una A. Á.: Sí, pero tratándose ya de pacientes, y esto ustedes pueden averiguar, la
respuesta para todo y nosotros estamos ahí machacando con el síntoma. cantidad de sobredosis que se han registrado por ejemplo de pacientes que eran
del hospital de El Bolsón y de algunos otros lugares. Después también por otro lado
hay otras políticas que me parece que tienen que ver con ciertas políticas sanitarias
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actuales que tienen su lado interesante pero que también tienen algunos aspectos los analistas en muchos lugares- es un cierto modo de entender lo que es el
que nosotros tendríamos que considerar respecto de la unificación de las prácticas psicoanálisis, porque posiblemente haya distintos modos de entender el
en el campo de la medicina general, cierto avance de la medicina general que ha psicoanálisis. Yo les voy a decir lo que pienso siguiendo a algunos autores. No es
traído buenos frutos en muchos aspectos pero que también incide en la cuestión tampoco que yo me lo esté inventando, y para mí ha sido una llave para justamente
de la salud mental desde la perspectiva de que no habría una tal especificidad darle una inteligibilidad a prácticas que de otro modo me resultaba muy difícil de
porque sino eso sería una especialidad. Esa sería toda una discusión respecto de trabajar desde el psicoanálisis. Digo, ustedes saben cómo Freud plantea por
las especialidades médicas, discusión que como digo tiene aspectos muy válidos, ejemplo que el psicoanálisis no es solo un método terapéutico, bueno, él dice eso,
muy progresistas, pero que desde el punto de vista de la salud mental a mi modo cosa que quizás está un poco olvidada. También dice algo en un momento que sería
de ver tiende a borrar la especificidad de una clínica. objeto de discusión quizás, me parece que lo dice en “El porvenir de una ilusión”,
que dice que la clínica es solo una de las aplicaciones en el psicoanálisis y quizás
Volvemos a la cuestión de la clínica, en mi opinión, parcial, es el psicoanálisis y la no la más importante. Bueno, en otros momentos dice “nuestro suelo natal es la
práctica de los analistas lo que le da espesor clínico a las prácticas en salud mental clínica”. O sea que a lo largo de toda su vida y de sus escritos dice algunas cosas
y me parece que no es poca cosa porque es lo que permite suponer en ese ser que podrían no ser exactamente iguales, pero que el psicoanálisis no es sólo un
humano, en ese ciudadano sufriente la posibilidad de emergencia de un sujeto. método terapéutico, me parece que eso ya empieza a señalarnos algo. Es decir,
Entonces, eso me parece que es un eje que no podemos descuidar cuando tiene un poco más de alcance que un método terapéutico. Por otro lado ese alcance
pensamos en la clínica en cualquier lugar que sea, pero las coordenadas también debe ser limitado, tiene un límite del otro lado. Yo lo pienso así, y que es
institucionales son fuertes. Eso no quiere decir que no sean las mismas que rigen que el psicoanálisis no es una concepción del universo. Ustedes habrán visto que
en la sociedad, lo que pasa es que a veces la posibilidad de maniobrar una serie de hay un artículo de Freud acerca de la weltanschauung. O sea que uno podría decir
cuestiones clínicas se hace más difícil en ciertos contextos institucionales respecto ni limitamos tanto el alcance del psicoanálisis ni lo hacemos instrumento de
de otros. Por otro lado, me parece que se corresponde con una política que tiene interpretación de todo lo que ocurre en el universo como si fuera una filosofía
que ver como decía -no lo dije antes en estos términos pero lo voy a decir ahora- abarcativa.
que tiene más que ver con el control que con la cura. Entonces, esto es algo que
sería interesante pensar y retomar porque eso ocurre para el campo de la salud y Entre esos dos extremos está el campo de nuestra práctica y el modo en como yo
en otros aspectos ocurre para el campo de la educación, en este caso seria controlar lo entendí más bien lo he tomado de Lacan cuando habla del psicoanálisis como
y no educar por ejemplo. Voy a tomar dentro de un ratito si tengo tiempo el desarrollo práctica de discurso. ¿Qué quiere decir esto? Que justamente creo que lo saca de
que hace un autor que me parece muy pertinente para esto. la idea del psicoanálisis como una herramienta de cura solamente de la
psicopatología. Nosotros estamos muy acostumbrados a pensar el psicoanálisis en
Bueno, avanzando un poco -quizás un poco desordenadamente porque es la la cosa de la cura, la cosa de los tratamientos, inclusive fíjense que son muchos
primera reunión y yo creo que vamos a tener que ir y venir con varios temas- la idea términos sacados de los modelos médicos y quizás no como una práctica donde
que a mí me parece que es una idea fructífera para pensar la práctica de los justamente se trata de un discurso que le hace contrapunto a otros. Contrapunto no
analistas en el campo de la salud pública -pero también para pensar la práctica de quiere decir que se pone de punta, sino que justamente cuando un discurso llega
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hasta un punto en el cual no puede dar cuenta más de su terreno, puede aparecer nosotros vamos a decir lo mismo, pero el asunto es cómo se va a escuchar eso y
algún resto, algo que excede la comprensión desde ese instrumento discursivo qué va a desencadenar esa otra escucha de lo que digamos. Entonces, pensar esto
previo y allí es donde se puede hacer una práctica desde el psicoanálisis. Doy un -el psicoanálisis como práctica de discurso- me saca del problema teoría/práctica,
ejemplo: la histeria fue interpretada y leída desde una determinada manera por duración del tratamiento, etc. Sino que lo pienso como un modo de una práctica que
Charcot, eso llegó hasta un punto y cuando eso encontró su límite apareció Freud quizás después va tomando distintos dispositivos, distintos momentos, algunos más
con otra explicación para la histeria. Eso uno lo puede pensar no sólo como noción facilitadores, otros menos, porque esto también -después ya nos vamos a ocupar
explicativa, sino como la posibilidad de escuchar una palabra que queda fuera de de este asunto- ocurre en las interconsultas, ocurren distintas cuestiones que
otros discursos, que no entra. Por ejemplo: “¿desde cuándo usted tiene tal pueden aparecer, en los equipos. Quiero decir, eso es la especificidad de una
enfermedad?”, pregunta un medico a un paciente, y el paciente dice “desde que respuesta clínica. En un contexto institucional, donde vamos a tener que conversar
murió mi padre”. El médico me comenta: “no sé porqué dijo eso, yo quería saber con personas, con actores que vienen de otras disciplinas y de otras formaciones.
cuántos meses”. Y es correcto desde el punto de vista de la evolución de una Así, efectivamente creo que es necesario ubicar que éste es un discurso y nada
enfermedad querer saber cuánto tiempo hace que comenzaron los síntomas, pero más que uno y que hay otros, y que yo no estoy de acuerdo con la idea de lo
esto que dijo el paciente y que no encontraba lugar en este dispositivo discursivo, interdisciplinario. Sería un poco largo de explicar, pero no pienso la cuestión como
sí encuentra lugar si lo escucha un analista. Entonces, está en esos lugares en disciplinas y como conjunto disciplinar que puede dar cuenta de un todo, pero sí
donde se produce una práctica de discurso. ¿Qué quiero decir con esto? Que pienso como cuestiones inter-discursivas, como diálogos donde hay el desfallecimiento de
al análisis como un acto, una práctica de discurso allí donde la ocasión lo hace una práctica y toma la posta otra. Esto quiere decir que muchas veces nosotros
posible. también vamos a apelar a alguien que haga de médico y medique a un paciente si
es necesario.
En la salud pública es muy difícil pensar esto con la lógica de los tratamientos
prolongados, por años y años y con la idea de que de ahí va a emerger un analista. Hay algunas corrientes del psicoanálisis lacaniano, una orientación que tiene ese
Muchas veces nos encontramos con personas que, acuciadas por un problema - nombre, que habla de algo que quiero mencionar y decir que yo no estoy de
pequeño o grande, no importa, pero acuciada en fin- pueden venir una vez o pueden acuerdo, pero que podemos ponerlo en discusión. Hace a una distinción entre
venir 5 años. Eso es totalmente variable. Y cuando vienen 5 años, entonces el psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado. Es una distinción que en realidad no está
problema que tenemos después es que no dan a basto los servicios. Pero quiero en Lacan y no me parece muy afortunada -es como el oro puro, esas cosas siempre
decir… ¿cuál será la cuestión allí? Que una vez que alguien viene con este son muy complejas. Pero el asunto es que yo había entendido con Freud que el
problema que lo acucia se encuentre con alguien que pueda escuchar eso que psicoanálisis aplicado era por ejemplo lo que él hacía con Leonardo. Es decir,
excede lo que el discurso habitual de la institución no puede hacer lugar y le va a cuando tomaba una obra y analizaba ya sea al autor o hasta el personaje se puede
responder de una manera diferente. Entonces, uno podría decir que un análisis es analizar. Por otro lado, Lacan en algún momento dice que el psicoanálisis aplicado
lo que hace un analista, parece una redundancia, pero es así, porque de lo que se no existe, él dice eso, pero estudia Hamlet, estudia Joyce, como ven las cosas no
trata es de que la respuesta no va a ser la misma, todos tenemos la experiencia de son tan lineales. Pero a mí lo que me sorprendió mucho es encontrar que desde
que podemos tener un problema y comentárselo a un médico, a una amiga, y cierta posición de psicoanalistas, desde cierto agrupamiento, se plantea que el
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psicoanálisis aplicado es el que se hace en las instituciones públicas, haciendo esta ocurre, él dice, nos convierten en autistas y efectivamente la idea es, como dice
diferencia. ¿Porque cuál es la diferencia que hace Lacan? Que el psicoanálisis puro Milner, que las cosas se gobiernen solas, no hace falta el sujeto. ¿Esto qué quiere
es aquel del cual deviene un analista, entonces, sería que eso se puede hacer decir? Quiere decir controlar y controlar implica evaluar. Esto tiene mucha
exclusivamente en el consultorio, según esta lectura que hace esta gente. Bueno actualidad entre nosotros en este momento que estamos en el proceso de
desde luego no es algo que yo haya observado con frecuencia que devenga un evaluación de nuestra carrera, para los que son alumnos de la facultad o docentes
analista en un hospital, pero tampoco lo he observado con frecuencia en el de la facultad. Porque en este caso se está refiriendo al tema de salud que era lo
consultorio. Quiero decir que no es ninguna garantía, una cosa no garantiza la otra que yo les decía antes: ¿se trata de controlar o se trata de curar? Lacan en el texto
y que lógicamente no se puede hacer esa división, porque implica una anticipación, sobre la criminología dice que ese va a terminar siendo el paradigma de las ciencias
implica saber cómo va a terminar el análisis y yo no lo puedo saber. Puede empezar humanas, es decir, controlar, hacer peritajes, pero esto no es tarea del psicoanálisis.
acá, allá y terminar como la mona, durar 5 minutos, no lo sé. Entonces ese es un Entonces ahí hay una cuestión, el psicoanálisis va a defender una política de los
tema que yo siempre quiero resaltar, porque he visto que hay mucha insistencia con seres hablantes, título de otro libro de Milner que todavía no está traducido: “Para
eso y además me parece que establece una jerarquía de análisis y eso es una una política de los seres hablantes”. Todas las medidas de control las vemos
política, una política de algún sector del psicoanálisis. Entonces, ese es un aspecto. continuamente a través de lo que son los nomencladores, los protocolos que
implican las evaluaciones por ejemplo, si alguien está en condiciones de recibir tal
Existe otro aspecto que yo quería mencionar. Hay un texto que es bien interesante tratamiento o no. Acá no sé, creo que no hay eso aún porque no se ha legalizado el
que es de Milner que se llama “La política de las cosas”, es un texto muy breve en aborto, pero en los países donde el aborto es legal muchas veces hay protocolos
el cual se refiere a algo que se llama la enmienda Accoyer, que es una medida médicos que implican varios pasos a dar y uno de ellos es una entrevista con un
legislativa que se ha tomado en Francia y que tiende a restringir todo lo que sean psicólogo. En fin, el hecho es que se va protocolarizando y estableciendo medidas
las prácticas de psicoanalistas en el sistema público. Esto cada vez se está viendo para todas las cosas. Eso no nos tiene que asustar porque nosotros podemos estar
más, no sólo en Francia, ahora con el DSMV también. No sé si vieron que hace hace años ahí y hacer otra cosa. Yo siempre cuando digo esto recuerdo el ejemplo
poco en los protocolos de atención del autismo se ha indicado que la terapia que de Magdeleine Chatel, que tiene un texto que se llama “El malestar en la
corresponde es cognitiva, o sea uno de los puntos más débiles del psicoanálisis, el procreación”. Esta mujer trabajaba tanto en servicios de abortos como luego en
trabajo con el autismo, o sea que vieron bien donde apuntar. Esta medida legislativa servicios de fertilización asistida, sus entrevistas formaban parte de un protocolo, o
evidentemente tiende a eliminar todo lo que tenga que ver con el psicoanálisis y por sea que, no era que alguien iba movido por su deseo a analizarse sino que iba
otro lado no es solamente una cuestión ideológica sino también es una cuestión porque no le quedaba otro remedio porque sino no le autorizaban la práctica y sin
económica porque favorece a los laboratorios y a todo lo que es la producción, venta embargo ésta mujer, una analista francesa, hizo de ese espacio algo muy
y aplicación prescriptiva de psicofármacos. Bueno, a raíz de esto, Milner hace una interesante y muy bueno tanto para la persona que iba como para nosotros que
reflexión interesante y dice que en realidad se está propendiendo a una política de tenemos el gusto de aprender de ella y leerla.
las cosas, es decir, a una política que tiende a que el sujeto no hable. Algunos de
ustedes tal ves hayan leído un texto que tiene ya unos años de Pommier que se Entonces, hay una especio de forzamiento de lo que son estas prácticas para
llama “Los cuerpos evangélicos de la posmodernidad”. Prácticamente eso es lo que llevarlas a un modelo de control donde todo podría ser estandarizado. ¿Saben de
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qué me acuerdo ahora cuando lo digo? De algunos programas de televisión como es lo que nos está pasando, entonces nosotros frente a eso podemos pensar si hay
“Criminal Mind”, donde por ejemplo se hacen los perfiles psicológicos -no quiero ser posibilidades de acotar esos efectos donde quedamos uniformados en el
maleducada porque me sale una expresión maleducada, pero eso es “me olvidé del aplastamiento y donde solamente nos diferenciamos del otro por un número, si
sujeto, me olvide de la singularidad”- los perfiles psicológicos del asesino serial y somos más o menos, más o menos quiere decir una categoría más alta en el plan
todas esas cuestiones. Eso es hacia donde van las cosas en algún sentido, y eso de incentivos o cosas por el estilo. Bueno me parece que frente a eso, una práctica
es una política. Una política que yo creo que se emparenta mucho con la burocracia, discursiva del psicoanálisis, no es sólo -aunque no es poco importante- la de la
esto de que las cosas se gobiernen solas es bien la idea que uno tiene o por lo clínica del uno por uno, sino también es una posición en la ciudad, una posición en
menos que tengo yo de la burocracia. Entonces, siempre lo que sea hacer lugar a la sociedad, lo que el psicoanálisis puede aportar para discutir, para debatir, para
algo, a alguna palabra, al sujeto, algo del orden de una verdad subjetiva singular es señalar la lógica de ciertas discursividades que van en contra de la existencia del
como hacerle tope a eso, es como una tarea de hacerle tope. Es por eso que yo ser hablante -digámoslo así, un poco exagerado.
considero que es muy importante que los analistas estén en esos lugares, porque Yo paro acá así hacemos las preguntas.
son los que tienen la posibilidad -por su formación, por su modo de trabajo- de hacer
un poco de tope a esa política de aplastamiento de lo subjetivo, que no es algo de Cristian Maza: Me parecía que por ahí, yo trabajo en atención primaria y bueno un
la maldad de una mente, es un modo que va adquiriendo el lazo social en nuestra poco pensaba en la evaluación, pensaba en la proliferación que hay de comités
época. Pero no tenemos por qué ser pesimistas, yo creo que se puede hacer algo evaluadores, de problemáticas escolares, de diversas cosas, pero hay muy pocos
en relación a eso. Entonces, frente a la política de las cosas, pensar una política de dispositivos de atención. Generalmente se atiende a las cuestiones que tienen que
los seres hablantes o para los seres hablantes, donde no seamos todo mercancías. ver con generalizar. Digamos, en un punto la responsabilidad es del Estado -hacer
Fíjense que cuando yo mencioné la universidad, es muy claro, no sé si ustedes una política para todos. Entonces yo lo que veo o lo que puedo decir en relación a
conocen como es el sistema de evaluación de los docentes, pero los docentes este campo de problemáticas que mencionaba Alicia, ésta cuestión de la
somos evaluados como docentes, como investigadores, tenemos todo el año que priorización por un lado, del mandato institucional de priorizar y el sostenimiento de
llenar planillas y planillas al respecto y bueno a mí me toco una ves estar como una ética que se orienta por lo real, el síntoma, por la singularidad, que en algún
evaluadora, porque todos somos evaluados y llega un momento en que, si tenemos punto termina siendo tironeada, porque uno recibe situaciones, toma pacientes que
unos años, también somos evaluadores. Y las evaluación consisten en contar empiezan a tener un desarrollo transferencia y a ubicar algunas cuestiones
cuántos trabajos escribió -puede haber dicho cualquier cosa, o sea no hace falta sintomáticas y a poder asociar algo con eso, y después esos trabajos se ven
saber nada para evaluar, saber contar nada más. Entonces somos todos iguales, impactados por la priorización de lo grave, que a veces no es con lo que más
en el sentido de que somos todos como granitos de arena y bueno después si veinte podemos hacer, a veces hay situaciones que no son tan floridas, tan visibles, y son
granitos de arena, veinticinco granitos de arena, lo que sea. Entonces me da la más silenciosas y con las cuales las intervenciones son más apropiadas. Pero
categoría uno, dos, tres… Bueno, eso arrasa con cualquier posición singular, coloca bueno, los trabajos con la singularidad terminan siendo impactados por ejemplo, en
a las personas en el lugar de mercancías y efectivamente las mercancías pueden una población, en un centro de salud donde se le asigna a un equipo de salud una
tener un valor agregado según lo que vaya haciendo, entonces eso también es la población, con la cual uno sería responsable por la salud de una población. Eso
lógica de los posgrados. En fin, yo no voy a abolir eso, simplemente digo que esto generalmente entra en conflicto, me sonaba como para ponerlo en relación con la
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práctica cotidiana, con lo que se van a encontrar cuando vayan a una residencia pero me contó todo lo que le había conseguido a ésta chica: un pase de colectivo,
clínica, o si ya la han hecho, si alguno estuvo en atención primaria puede entender que la madre terminara la primaria, un subsidio, que la trabajadora social fuera, o
más o menos de que se trata. sea, esa chica había trabajado mucho, pero no en lo que tendría que haber
trabajado, no quiere decir, a lo mejor la paciente se suicidaba igual, pero a veces es
Mónica González: Yo lo que quería agregar a esto que decía Alicia del vaciamiento a raíz de esas situaciones que uno se pone a preguntar qué paso acá. Voy a citar a
de la clínica, como otra versión de esto es, porque a veces llegan al hospital alguien para demostrar todo lo contrario de lo que yo quiero demostrar, que es
situaciones muy complejas. Yo trabajo en un hospital y hay infinidad de gente Gastón Sousa Campos, él es un sanitarista brasilero, yo he hablado mucho con él
trabajando desde acompañamientos terapéuticos, equipos, mini-equipos, montón y hay cosas en las que coincido y cosas en las que no, pero una cosa que él me
de gente trabajando y nadie que conduzca esa situación -no digamos tratamiento decía es que este nuevo modo del trabajo con énfasis en la medicina general y con
porque todavía no llegó. En ningún momento, por ahí mucha gente que habla de eje en atención primaria que todos hemos reivindicado para salir de ese modelo de
alguien que le pasó tal cosa y nadie conduciendo, teniendo una intervención que a lo anterior centrado en la enfermedad tiene algunos problemas como -él me lo decía
ese sujeto le vuelva algo para que se ubique de otra manera. Digo porque pensaba desde el punto de vista de los médicos, él es médico- “nos piden a los médicos que
en esto del vaciamiento o del tema del sistema medico hegemónico, a veces uno nos olvidemos lo que aprendimos de medicina y que hagamos algo que no sabemos
extraña el sistema medico hegemónico, porque a veces es como nada, esa cosa hacer, que es por ejemplo una tarea social y parece que fuera un pecado y un
vacía de clínica. defecto lo que sabemos cómo médicos”. Bueno, todo puede tener sus matices,
porque también un médico que no tiene ningún otro palo de dónde agarrarse más
A. Á.: No sé si todos van a entender así de una de lo que estamos hablando. Por que la anatomía, no es la mejor posibilidad de atender a alguien pero, digo, no se
ahí hay cosas que nosotras damos por sentadas porque las hemos padecido o trata de desconocer o sacarse de encima la formación específica, porque la
disfrutado a veces, pero por ejemplo, esto que dice Mónica que a veces es cierto, formación específica es necesaria, si ustedes se van a hacer una cirugía quieren
entra en relación con lo que decía Cristian, donde hay una proliferación de que el tipo sepa operar y si van a hacerse atender por un psicólogo quieren que el
dispositivos sociales, de acompañamiento, de solucionar ciertos problemas, está tipo sepa laburar como psicólogo y creo que esto está como medio en la nebulosa,
todo bien, pero el asunto es que a veces no hay nadie ahí sosteniendo el trabajo con esto de que todos hacemos todo, todos nos ocupamos de todo. Hay un
clínico. Entonces, a veces inclusive se tergiversa el trabajo de los psicólogos porque concepto de clínica ampliada que puede ser interesante si se entiende bien, a mi
están muy ocupados haciendo estas otras cuestiones -que está bien, alguien las modo de ver, que es que ciertamente hay un borde del trabajo de uno que toca con
tiene que hacer, no es una cosa o la otra, pero no hay que olvidarse que hay una el trabajo del otro, pero que no quiere decir que yo me voy a poner a diagnosticar
especificidad del trabajo clínico, porque eso sí que si no lo hacemos nosotros no lo los problemas de la piel, por ejemplo –bueno, a nadie se le ocurre darle un bisturí a
hace nadie, esa es la realidad. Yo recuerdo un caso de una paciente que se suicidó, un psicólogo. Pero sí se les ocurre que el médico atienda a un esquizofrénico.
que la psicóloga que la atendía, no tenía mala voluntad, pero cuando me vino a Entonces hay que tener cuidado.
contar lo que había ocurrido, que para colmo, era una chiquita de 15 años, era una
especie de tragedia, yo le pregunté cómo había sido la situación, del trabajo con la Mariel Mastriacovo: Ahora sí, abrimos el espacio para las preguntas.
joven, qué había podido entender ella de lo que le pasaba y no tenía la menor idea,
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Público: Esta cuestión de la interdisciplina que vos planteabas, porque a veces por quedado media capturada por la interdisciplina, por otra disciplina, porque cuando
la poco experiencia que yo tuve, que quedamos en el lugar de que nosotros vos lo contaste yo me preguntaba: ¿Qué hace una psicóloga preguntándole ese tipo
sabemos de lo que se trata y hay veces que nos falta un poco más en confiar en de cosas? Que generalmente lo hace una enfermera, porque no tiene nada que ver
la… [Inaudible]…hay veces que somos mal vistos y está bien que sea así, pero hay con lo específico, porque tal ves el sufrimiento de esa mujer está en relación a no
veces que por desconocer otras cosas también metemos la pata. Un caso de una poder tener éste bebé. Al menos cuando lo contaste, pensé: justamente quedó
mamá que tenía su bebé en neonatología y va a la psicóloga, recomendada por el embarullada en estas cuestiones de la interdisciplina, que todos tenemos que saber
servicio de neo, el bebé no había cumplido los 6 meses, y lo tuvieron que sacar de todo, la “completud” de los saberes. No sé si a vos te sirve esto, pero al menos como
neo… [Inaudible]…digo a veces no sé si la práctica de discurso alcanza en esas lo planteaste, que esto que decís que tiene que conocer es precisamente el
situaciones. problema.
A. Á.: ¿Me dejás que te diga algo? Yo estoy totalmente de acuerdo con vos, lo que A. Á.: Es una cuestión compleja, y como ya lo dije muy rápido, la idea de la
pasa es que acá pasamos sin solución de continuidad del psicólogo al psicoanalista, interdisciplina me parece epistemológicamente inconsistente desde donde yo la
que es una cuestión que habría que aclarar, yo creo que ese tipo de prácticas donde pienso. Lo que no quiere decir que uno está aislado del universo, por eso dije que
se hace esa anamnesis, a mí me la enseñaron en la facultad, porque mi título de se trata de una práctica interdiscursiva, dado que nosotros podemos dirigirnos a un
grado es de psicóloga, pero bueno es algo que yo no practico. Y cuando digo sujeto, pero ese sujeto además tiene otras determinaciones y le pasan otras cosas
práctica de discurso, es un concepto complejo, y yo lo dije un poco rápido, los remito de las cuales se van a ocupar otros discursos y con los cuales tenemos que tener
si quieren a las fotocopias de mis textos acá en la fotocopiadora, pero práctica de interacción. Digo, ahí no sé cuál sería el saber que nosotros tendríamos que tener,
discurso no quiere decir hablar -aclaro esto porque sé que en esta facultad se si enterarnos de que esa mujer no vive en un frasco, me parece que eso lo tiene
enseña de esa manera, no lo digo mal, pero me parece que hay diferentes ideas de que saber cualquiera que escuche a alguien -quiero decir no estar nosotros en un
lo que es la práctica de discurso- práctica de discurso no quiere decir hablar, es una frasco en primer lugar. Hay algunas historias, no las voy a llamar anécdotas porque
cosa un poco más complicada y no es lo que estaba haciendo esa psicóloga, hablar son demasiado trágicas para eso, que conciernen a la práctica de muchos de
hablan los médicos también y los ingenieros, todo el mundo habla, no se trata de nosotros, muchos de los colegas, en el peor momento de la crisis del 2001, donde
eso había personas que venían a consultar porque estaban muy angustiadas y cuando
se les preguntaba porque estaban angustiadas, ocurrió por lo menos en tres casos
Público: Digo, que un psicoanalista para trabajar en lo público en instituciones, que que yo me acuerde, que era porque tenían hambre, entonces uno si fuera un
no sólo es ir a escuchar, que a veces tenemos mala información… [Inaudible]…a terrorista del psicoanálisis podría decir “eso no me compete”. Creo que no es así,
veces por preguntar por la función materna, a veces la madre por distintas es un ejemplo exagerado pero que ocurrió, lamentablemente. Hubo otra persona
situaciones puede… [Inaudible]… que pidió medicación para poder dormir porque el hambre no lo dejaba dormir,
entonces nosotros obviamente ahí no podemos decirle “¿y además de eso, que otra
Jennifer Puszkin: No sé, por lo menos de lo que yo entendí de lo que vos estás cosa?”, “ahora háblame de lo que a mí me interesa”, creo que estas cuestiones son
planteando, creo que tal ves precisamente el equívoco de esta psicóloga es haber
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cuestiones a las que hay que hacerles lugar, porque es lo que a una persona le está cómo se vaya armando eso, uno puede preguntar si va a facilitar algo de que esa
pasando. madre a lo mejor pudiera hablar.
Cristian Maza: A mí me parece muy bueno el ejemplo porque hace claramente a la Público: A mí no me queda claro cómo se abordaría en la parte pública, porque si
diferencia entre un psicólogo y un psicoanalista. Un psicoanalista va a ir a escuchar yo lo pienso en el HECA, como la derivaron en el caso de ella a una psicóloga.
qué fantasmática hay en esa madre, a donde llega ese niño, a qué discurso de los ¿Cómo funciona ahí el psicólogo?, Porque si desde el psicoanálisis se espera que
padres llega. En cambio la psicóloga va a ir a la referencia. Por eso me parece que una persona hable tiene que intervenir preguntando.
acá hay una cuestión epistemológica que es la cuestión de la pérdida del referente.
Es decir, a mí me interesa traer el modo en que Masotta introduce el psicoanálisis, A. Á.: Esa es una concepción del psicoanálisis que vos sostenés que yo no
en el libro “Introducción a la lectura de Lacan”, donde él toma el Seminario de “La comparto. El psicoanálisis no es para mí el diván, ni es la cuestión del consultorio,
Carta Robada”. La estructura del cuento de la carta robada es discurso de discurso, ni la asociación libre, eso puede ocurrir o no, porque sino no podríamos trabajar en
ahí hay un ejemplo claro de la pérdida del referente. La psicóloga le pregunta la urgencia. Por eso dije que yo estoy tratando de pensar la cuestión del
“bueno ¿fue por cesárea?”, el referente busca. Me parece que justamente un psicoanálisis como práctica de discurso y no como método terapéutico vinculado al
analista va a ir a escuchar qué fantasmática hay detrás. Me parece que eso es lo encuadre necesario para la neurosis, que es un encuadre que sirve para
específico. determinadas situaciones pero que deja fuera un montón de otras situaciones.
Por eso hacemos este seminario y haremos muchos más. Estos son los temas que
Mónica González: A veces si alguien no habla, uno hace preguntas para que vamos a tratar, porque yo te digo, lo he visto con mi propios ojos, a una psicóloga
aparezca un discurso. No importa qué pregunta, sino la función que está teniendo en el HECA joven, recién recibida, que ante una urgencia salió corriendo,
para que el otro hable y se construya un discurso ahí. literalmente. ¿Por qué? ¿Porque era tonta? No, porque no tenía la menor idea,
porque nadie le había hecho lugar a ninguna posibilidad de pensar que podía estar
A. Á.: Me interesa mucho el tema, porque es algo relativo al saber y cuál es la en una situación de urgencias. Hace muchos años dictábamos un seminario con
posición del saber en la práctica clínica. No es que uno pueda no saber nada, pero Marité Colovini que se llamaba “El psicoanalista sin diván”. Es una metáfora, no se
también hay algo del saber que puede funcionar como un obstáculo, me parece trata de si ponemos el diván o no, pero de todas formas alude a cierto modo de
interesante la pregunta como para seguirla pensando, porque evidentemente estas entender al psicoanálisis dentro de un recurso para la psicopatología
atravesada por una práctica y es lo que a menudo nos pasa. ¿Cómo hacer con eso? exclusivamente. Por eso acá se estudian los casos, la neurosis, la psicosis, la
Que es un poco lo que decía Mónica. perversión, se estudia de ese modo al psicoanálisis y después un modo de abordaje
de la neurosis, porque de otra cosa no, no se aborda el problema de la práctica con
Mónica González: Yo le decía para que no nos vayamos pensando que no se puede niños, ni de las instituciones. Entonces efectivamente me parece una lástima que el
preguntar ciertas cosas. Es en el contexto de lo que uno está trabajando y psicoanálisis quede como una versión tan reducida. Teniendo mucho más poder
construyendo e intentando de que haya la emergencia de un sujeto y depende de discursivo, de resolución y de incidencia en la cultura, se trasmite sólo ese pedacito.
Y por otro lado lo que vos decís, primero no te entendí, perdoname, lo que vos decís
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es muy cierto por eso yo decía al comienzo que la mayoría de los que egresan, quiere saber, porque quiere aprender a preguntar. Yo siempre lo tomo como esa
muchos, van a ir a trabajar al sector público, en una escuela, en un hospital, en una posibilidad que nos dan a nosotros de, al menos, llevarse una pregunta. Que
cárcel, un centro de día. Entonces, digo, lo más probable es que se sientan muy después no se sabe si va a terminar en una segunda entrevista, que algo se le
desorientados porque no van a tener allí ciertas condiciones de trabajo que son las mueva en su discurso. Eso es lo que hacemos los psicoanalistas en algunas
que nos transmiten como las necesarias para desarrollar una práctica psicoanalítica. guardias.
Yo opino que eso es una herencia lamentable. Hoy acá el psicoanálisis es
básicamente lacaniano, en la facultad, pero sin embargo esa concepción deriva de A. Á.: Eso es un ida y vuelta con la política institucional. Parece que también
la escuela inglesa y americana que tiene que ver con la teoría de la técnica. instituimos algunas cosas.
Entonces se hace del psicoanálisis una técnica, es decir que tiene que haber el
encuadre, los honorarios, el horario, sino no se puede hacer análisis. Entonces
estamos fritos. En el sector público todo eso no aparece. Fin de la primera parte.
Rosario, 10 de mayo de 2012
Jennifer Puszkin: Yo en relación a la pregunta “¿Qué hace un psicoanalista en una
guardia?” Bueno, yo trabajo en un hospital donde los médicos decidieron en un
momento, ya no recuerdo cuando, tomar o poner una normativa que era que para
todos los intentos de suicidios que ingresaran a la guardia, los tenía que ir a evaluar
salud mental. A mí me empezó a parecer bastante interesante esta normativa,
porque si bien muchos médicos nos llamaban sin ninguna pregunta y era para que
evaluemos rápido, a mí lo que me pareció interesante es que a nosotros nos dió la
posibilidad de cada vez ir al menos a inquietar un poco a ese paciente, a esa
persona que, bueno, hay un acto, generalmente después hay mucho
enmudecimiento, ni les cuento todo el sermoneo de los médicos al paciente después
-desde los que van por la vía del reto a los que van a convencerlos de que nunca
más hagan algo tan terrible. Entonces, cuando llegamos nosotros generalmente
hasta es difícil mover un poco la escena, porque las personas empiezan a hablarnos
como si fuéramos un medico más. Es muy interesante que los médicos en este
hospital lo hayan instaurado como una normativa. Después también el trabajo fue
abrir. Porque yo me empecé a dar cuenta que había muchas otras cuestiones que
a ellos también les generaban dudas y entonces le ponían una atención especial.
Con algunos médicos pudimos trabajar cuestiones interesantes que a ellos les
despertó, lo pensaron, se conmovieron. Está el medico que va a la entrevista porque
21 22
MARCELO BARROS
1 tratamlento incluso en aquellas instituciones en las que no existe una
norma iérrea que establezca de antemano un plazo de terminación9.
Consideraciones generales sobre Debemos dete rminar y justificar esa incidencia perturbadora de la
el psicoanálisis y el hospital ausencia de un pago por parte del paciente, y por el momento la
mencionamos como una hipótesis que Freud formuló en su artículo
sobre la iniciación del tratamiento.
Se plantea el problema de los alcances de la acción analítica en un
lapso temporal que habremos de considerar como "breve", término
este que, como ya adelantamos, tiene un carácter más l ógico que cro­
nológico por lo que dejamos indeterminada la medida de esa breve­
dad. Es fundamental subrayar este último punto: en psico an álisis la
brevedad se presenta como una categoría lógica, cualitativa, no
ÜBJECIONES Y DEFENSAS. cifrable en un tiempo que sería parejo para todos.
¿PSICOANÁLISIS PURO O APLICADO? Muchos practicantes defienden la posibilidad del psicoanálisis
en las instituciones reconociendo a la vez cierta limitación de esta
Muchos analistas han juzgado las condiciones institucionales práctica que determina un manejo particular de la variable del tiem­
públicas como irremediablemente impropias para la cura psicoana­ po en lo relativo a la duración global de la cura. Se habla entonces de
lítica. Otros, en el extremo opuesto, desconocen el problema y nie­ tratamientos de "orientación" psicoanalítica, de "entrevistas preli­
gan sin más las diferencias entre la práctica privada y la pública. minares", "efectos de análisis", etc., porque esos términos muestran
Puede concederse a quienes sostienen la posibilidad del ejercicio del la dificultad para definir el estatuto de una intervención bajo cir­
psicoanálisis en los hospitales que, en principio, no es imposible sos­ cunstancias especiales, similares tal vez a las de un tratamiento en el
tener la escucha analítica en el hospital, ni la producción de asocia­ que el paciente nos advierte que deberá partir a un destino lejano en
ciones por parte del paciente, ni la instalación de la transferencia. el lapso de un año o algunos meses.
Además, si las circunstancias pudiesen elevarse a un plano ideal, Es por lo menos insuficiente apelar a la noción de entrevistas pre­
podrían generarse condiciones óptimas para el tratamiento hospita­ liminares como modo de cerrar la cuestión, dado que precisamente
lario que redujeran las diferencias con la práctica privada. Si bien en el carácter de lo "preliminar" se toma problemático cuando lo que
la realidad del sistema público de salud el trabajo de los profesiona­ tiene lugar después falta10. En su mayoría la población que asiste al
les suele estar mal pagado, ésta es ciertamente una cuestión de hospital público carece de posibilidades económicas para solventar
hecho y no de derecho. Los honorarios del practicante podrían, en un tratamiento privado y a menudo ni siquiera uno que tuviese
teoría, estar cubiertos por el estado o la seguridad social. Sin embar­ aranceles institucionales, circunstancia a la cual se agrega la falta de
go, la gratuidad del tratamiento -y nos referimos aquí a la perspec­ obra social o cualquier tipo de sistema de seguridad médica. Es un
tiva del paciente- es una condición insoslayable de la atención hos­ dato de la realidad que va más allá del deseo del analista, del buen
pitalaria porque precisamente es la que la define y le da su sentido. curso del tratamiento analítico y de la emergencia en el paciente de
Este es un factor específico de la práctica en el hospital. Pero como un deseo de análisis. Muchas veces solo retroactivamente podemos
Freud mismo lo señalara, esa condición, más allá de que las aspira­
ciones económicas del practicante en tanto individuo estuviesen 9 BARROS, M., "Los límites de la eficacia del psicoanálisis en la institución",
cubiertas, puede obrar como un obstáculo para el tratamiento analí­ en Trabajos i11stitucionales, Ricardo Vergara, Bs.As., 1993.
tico. La incidencia de la gratuidad en la transferencia, como habre­ llJ Adriana Rub ist ein planteó esta cuestión durante una conferencia inédi­
mos de demostrar, determina la reducción necesaria del tiempo de ta dictada en el Centro de Salud Mental Nº3 ArturoAmeghino.
17 18
PSICOANÁLISIS EN EL HOSPITAL MARCELO BARROS
apreciar de modo cabal el alcance de nuestra operación; pero en el ño no descono ce r el hecho de que si la presencia del analista es condi­
caso del paciente institucional es posible que el tiempo no nos per­ ción necesaria para una cura analítica, no e s sin embargo una condi­
mita un seguimiento del caso, y es por eso que un sentido realista ción suficiente. En tendemos como un erro r grueso creer que el recono­
debe centrarnos en el problema de cómo hacer el mejor uso posible cimiento de las limitaciones que presenta el tratamiento hospitalario
de la intervención analítica bajo las circunstancias en las que nos implica su depreciación, dado que tal reconocimiento es condición de
encontramos y con los recursos de que disponemos. la eficacia específicamente analítica de la operación del practicante. Es
Se trata entonces de la aplicación del psicoanálisis y de los límites por conocer los límites a los que se enfrenta que el analista sabrá ope­
que el contexto institucional ofrece, caso por caso, a esa aplicación. La rar de un modo eficaz en una circunstancia dada. Por lo que respecta
noción de psicoanálisis aplicado y su distinción respecto del psicoaná­ a la defensa del psicoanálisis puro, todos debemos acordar que las
lisis puro deberá servir de referencia en este problema. Se entiende el ambiciones terapéuticas y pedagógicas se oponen a la experiencia ana­
psicoanálisis puro como una experiencia que, en principio, no tiene fines lítica. Pero cabe tener presente qu e incluso en su forma más pura, en la
terapéuticos. Pero la lógica de esa experiencia puede ser de hecho apli­ experiencia analítica se trata del sufrimiento de un sujeto y del esfuer­
cada terapéuticamente aunque su mira en el plano del derecho sea zo por aliviar un padecimiento.
independiente de esos fines, y estos se den como un producto margi­ Como hecho de discurso, este debate se expone a deslizamientos
nal a su desarrollo. Se podría concebir la práctica hospitalaria como la con otros debates cercanos como los referidos a la defensa del hospi­
aplicación terapéutica del psicoanálisis a la demanda de ayuda que se tal público y el rol asistencial del Estado. Mientras los practicantes
aloja en el hospital, ya sea en un servicio de salud mental u otro. Esa del psicoanálisis en el hospital parecen quedar alineados en esta pers­
aplicación de los principios analíticos en el campo terapéutico no debe pectiva, resulta fácil imputar a sus objetores una posición de elitismo
ser entendida como resignación de esos principios en nombre de un e indiferencia social. Acaso pueda ser verdad en algunos casos por­
ceder a la ambición terapéutica. Es de esperar que en esta distinción el que las comunidades analíticas no son ajenas ni a los conflictos socia­
calificativo 11puro11 pueda irritar a algunos que, llevados por su sensi­ les ni a sus miserias. Pero a pesar de eso hay que admitir que se
bilidad de complejo o su fobia a los significantes amos, sospecharán un puede estar políticamente en favor del hospital público y a la vez
menoscabo de lo que no resulte abarcado por la rúbrica de la pureza. lamentar que las condiciones exigibles para un tratamiento psicoa­
Pero cabe recordar a esos colegas que la distinción entre lo puro y lo nalítico no sean compatibles con las de la institución. El problema
aplicado -aparte de ser clásica en el conocimiento matemático- tiene debe ser tratado, entonces, en términos epistémicos y no pasionales.
su raíz en la enseñanza freudiana. Freud entiende el psicoanálisis en Aquí es pertinente recordar a Winnicott quien advertía sobre el peli­
primer lugar como un método de investigación de ciertos contenidos gro de confundir al psicoanalista con la especie de los "militantes de
psíquicos y no como una terapia. Solo en segundo término lo concibe la sensibilidad", a quienes juzgaba infaliblemente perjudiciales13. En
como la aplicación de ese método al tratamiento de los síntomas neu­ cuanto a Freud, él estaba políticamente de acuerdo con llevar a las
róticos11. Si la orientación lacaniana establece esa distinción, también le masas la cura analítica, pero no se privó de expresar sus reservas res­
asigna al tratamiento hospitalario una chance que los estándares inter­ pecto del tema. Teniendo en cuenta esto, deberíamos afirmar que más
nacionales le niegan, sosteniendo que es el deseo del analista, su posi­ allá de las dificultades que plantea el hospital corresponde al psicoa­
ción subjetiva, su ética, lo que determina el carácter analítico de una nalista sostener una actitud similar a la que Lacan recomendó adop­
cura, y no la mecánica de un encuadre12. Al mismo tiempo, es necesa- tar frente a las psicosis, esto es, la de no retroceder frente al proble­
ma14. Para eso, empero, es importante no desconocer ese problema.
11 FREUD, S., "Psicoanálisis y teoría de la libido"; y "Psicoanálisis: escuela
freudiana", en O.C., Biblioteca Nueva, Ma drid, 1973. 13 WINNICOTT, D.W., El gesto espontáneo, Cartas escogidas, Compilador F.
12 RUllJSTEIN, A., "Algunas cuestiones relativas a la práctica del psicoanáli­ Robert Rodman, Paidós, Barcelona, 1990.
sis en los hospitales", en revista Registros, año 3, torno azul. 14 LACAN, J., El Seminario, Libro 3, Las psicosis, Paidós, Barcelona, 1986.
19 20
PSJCOANÁUSlS EN EL HOSPlTAL MARCE LO BARROS
Además, este asunto no solo atañe al ejercicio del psicoanálisis en que freud nunca quiso desligar al movimiento psicoanalítico, un
�l ámbito hospitalario, sino que toca la cuestión del destino del Lazo que opera como resistencia en contra de su disolución en los
movimiento psicoanalítico como tal. Se ha dicho que el porvenir del folletines del mercado de la cultura {filosófica, literaria, política), o
psicoanálisis en la sociedad residfrá progresivamente en su aplica­ de la "negra avalancha del ocultismo'""'. Aunque cabe decir que, tal
J;ión a la terapéutica, lo que pone en primer plano su ejercicio dentro vez, en lo que al movimiento psicoanalítico respecta, ambas cosas
de las instituciones del sistema de salud público o privado15• Se ha sean lo mismo.
dicho también (incluso los mismos) algo que sería en apariencia
todo lo contrario: que el afán por competir con las otras terapias bus­
cando el éxito terapéutico hará desaparecer al psicoanálisis. Cada EL HOSPITAL Y LA FORMACIÓN DEL PSICOANALISTA
una de estas afirmaciones pueden ser presentadas como contradic­
torias, pero en el fondo no lo son tanto y ambas expresan una ver­ El análisis personal es el eje central de la formación de un analis­
dad. El psicoanálisis no debe retroceder ante los desafíos de la época ta. Incluso en el plano teórico la transmisión del psicoanálisis se da
y <le la clínica, siempre y cuando se trate de la clínica del impasse por una transferencia de trabajo, de uno a otro16. La acumulación de
estructural de la sexualidad. Y tampoco debe resignar sus principios conocimientos no constituye un saber y también comprobamos que
buscando, deliberadamente, el efecto fácil y rápido, haciendo conce­ los muchos años de práctica de consultorio, hospitalario o privado,
�iones a los imperativos del mercado. Quizás eso no es tan compli­ no necesariamente constituyen una experiencia. Por abultadas que
cado para los que seguimos la enseñanza freudiana y que no necesi­ sean la práctica y la formación teórica del practicante, el propio aná­
tamos retornar a ella porque nunca nos apartamos de allí. La venta­ lisis es siempre el factor decisivo y determinante de su posición. Es
ja de no perder el vínculo con la fuente es que así nos preservamos esta posición subjetiva lo que hace posible el uso de un saber teórico
de los caprichos y los oportunismos de la moda. Hay que recordar y de una experiencia clínica. Aquí es donde el psicoanálisis puro
qtie, en el fondo, lo nuevo es lo que siempre estuvo allí. La relación cobra su sentido, y es la razón por la cual se acepta que en el nivel
entre la pureza de la experiencia y su aplicación a la terapéutica será de la formación el psicoanálisis se presenta, de hecho, como una
siempre un problema a resolver por el psicoanalista clínico, ya en el práctica privada y como tal libre de condicionamientos estatales y
élmbito público como privado. Freud consideraba que más allá de universitarios. Aunque podría haberse dado el caso de que un futu­
cualquier modificación que se impusiera a la técnica analítica, su ro practicante haya hecho una experiencia inicial o un encuentro con
aplicación a la terapéutica debía estar siempre inspirada en los prin­ su analista en el hospital, hay que admitir que lo común es que nin­
cipios rigurosos del psicoanálisis. Y esto quiere decir, siguiendo a gún analista ha llevado a cabo su análisis, ya sea que lo califiquemos
Lacan, en su ética. de "didáctico" o no, en una institución hospitalaria.
Seguramente el psicoanálisis habrá de sobrevivir más allá de su En cuanto a la formación teórica y la experiencia clínica, las
inserción en los hospitales o las universidades. Pero al margen de los urgencias de la práctica y la aspiración a la brevedad de nuestras
dictámenes de la moda dentro de la Vulgata analítica, la presencia intervenciones no debe nunca entenderse como una concesión a la
del psicoanalista practicante en las instituciones debería ser defen­ "vía norteamericana", hoy ubicua y forzosa, incluso en el medio psi­
dida. En primer lugar porque es un avatar fundamental de la pre­ coanalítico. En este aspecto cabe tener siempre presente a Freud:
sencia del discurso analítico en la sociedad. En segundo lugar por­ "Muchos de estos males que señalo con pena derivan sin duda de
que preserva el lazo del psicoanálisis con una tradición clínica de la que en Estados Unidos hay una tendencia general a abreviar el estu-
15 MILLER, ].-A., "Improvisación sobre Rerum Novarum", en Revista ** Expresión que Jung atribuye a Freud en su autobiografía.
16 MILLER,
J.-A., Política lacaniana, curso dictado por Jacques-Alain Miller,
Lacaniana de Psicoanálisis, Publicación de la Escuela de la Orientación
Lacaniana, año 2, N"2, agosto de 2004. Colección Diva,Bs.As., 1999.
21 22
PSJCOANÁLISIS EN EL HOSPJTAL
MARCELO BARROS
dio y la preparación y pasar lo más rápido posible a la aplicación
cia analítica. Se ha decretado ligeramente y sin fundamento alguno
práctica. Además, se prefiere estudiar un tema como el psicoanálisis
que "la subjetividad ha cambiado" y se tiene por cierto que la regla
no en sus fuentes originales, sino en exposiciones de segunda mano
de las "nuevas patologías" es que no haya" implicación subjetiva" ni
y a menudo de escaso valor. La seriedad no puede menos que salir asociación libre, y que por lo tanto toda la clínica freudiana, el tra­
mal parada''. (O.C. Amorrortu editores, t. XXI, pág. 253)
bajo sobre el significante, es inútil. La consecuencia de esto es que
Esta objeción freudiana, hay que decirlo, no solo puede levantar­
textos como "La interpretación de los sueños" e incluso el seminario
se como una advertencia al ritmo apresurado, a veces caótico, de la
de Las formaciones del inconsciente caigan en el olvido. Así como exis­
institución hospitalaria en la que los jóvenes practicantes deben ten lisencéfalos diplomados que aceptan con facilidad los fetiches
rápidamente enfrentarse con una clínica difícil. Esos males que
ideológicos del sistema que nos venden el fin de la historia, de las
Freud señala son hoy la regla en todas partes, incluyendo a las insti­
diferencias de clases, de las diferencias de sexos, otros tampoco
tuciones psicoanalíticas que no pueden preservarse de los imperati­ miden la enormidad de postular un "cambio en la subjetividad",
vos del mercado. La degradación de la formación teórica, el despre­ cosa que no es algo que el devenir histórico nos ofrezca con fre­
cio de los clásicos (sobre todo Freud, y también el primer Lacan), el cuencia, ni que sea fácil de comprobar. Los dogmas del mercado han
abuso de la bibliografía secundaria, el temor y la rebeldía a enfren­ producido también aquí estragos neuronales.
tar la grandeza de los autores canónicos17, sumado a las urgencias En el marco de estas precisiones, diremos que la práctica institu­
de la vida moderna, representan condiciones generales impuestas cional constituye una valiosa experiencia para el analista en forma­
por la época dentro y fuera de las instituciones hospitalarias. En par­ ción y que ese valor no reside únicamente en las riquezas de la
ticular, como psicoanalistas de orientación lacaniana no podemos casuística. El hospital es un lugar en el que el psicoanalista puede
más que deplorar la actitud del "pequeño lacaniano ilustrado" para sentir el pulso de su época. Es importante sostener un diálogo con
quien la obra freudiana representa un esfuerzo inútil y tedioso que las instituciones asistenciales incluso para los que no pertenecen a
la lectura de Lacan podría evitarle. Es el mismo engendro subjetivo ellas. Freud siempre se preocupó por que el movimiento analítico no
que también encuentra prescindibles los primeros seminarios del perdiese el vínculo con una tradición clínica de la cual podemos
propio Lacan, dado que existen los últimos, y que, como nadie igno­ decir que ha sido su principal heredero. La relación del psicoanálisis
ra, lo reciente es forzosamente preferible a lo anterior para quienes con los hospitales es un modo -ciertamente no el único- de asegurar
practican el culto a cualquier cosa que lleve la etiqueta de la nove­ ese vínculo y preserva al movimiento analítico de su absorción por
dad (sin por eso ser, verdaderamente, algo nuevo). Llegados al extre­ la filosofía y los estudios culturales. Alejado del campo de la clínica
mo tendrán por excesiva la totalidad de la obra de Lacan y optarán corre el riesgo de transformarse en una pieza del museo de las teo­
por las facilidades del comentario. Si de los contenidos se trata, el rías o de quedar degradado como herramienta para el análisis de la
vicio de la novedad los aplica al estudio de los "nuevos síntomas", cultura y relegado al campo filosófico-literario. El discurso domi­
"nuevas subjetividades", "nuevos lazos transferenciales" y otras nante apunta a convertir al psicoanálisis en una teoría valorada en
zonceras por el estilo, evidenciando al mismo tiempo todas aquellas los medios intelectuales pero excluida de la práctica clínica efectiva.
taras que Lacan denunció en los posfreudianos, como la desconfian­ A menudo en relación con Lacan, muchos apelan a la estrategia de
za en la palabra y la incapacidad para reconocer la posición histéri­ reconocerle su genialidad a la vez que consideran su enseñanza
ca u obsesiva en el detalle clínico. Se habla de todas estas cosas como como inaplicable en la clínica, incapaz de beneficio terapéutico algu­
si los limites de la interpretación fuesen algo nuevo, como si Freud no (ni siquiera "por añadidura"). Ante este brutal desconocimiento
y Lacan hubiesen desconocido la dimensión trágica de la experien- por parte de los poderes establecidos, la preservación de la dimen­
sión asistencial de la práctica analítica resulta ser de una importan­
17 BLOOM, H., El canon occidental, Editorial Anagrama, Barcelona, 1995, p. cia central. Cabe recordar aquí un pasaje de la carta de Freud a Jones
532. d el 22 de enero de 1911.
23 24
PSICOANÁLJSJS EN EL HOSPITAL MARCELO 13ARR05
" ... tenemos que resistir a la enorme tentación de quedarnos en macología. El progresivo afán intervencionista del Estado en la regu­
nuestras "colonias", donde no podemos ser más que extranjeros, lación d el ejercicio de las psicoterapias es también efecto de la cre­
visitantes distinguidos, y volver siempre a nuestra patria, la medici­ ciente hegemonía del mercado que pone en primer plano los dere­
na, donde se encuentra la fuente de todo nuestro poder" Gones, E., chos del consumid or Para muchos la permanencia del psicoanálisis
.
Vida y obra de Sigmund Freud, Ediciones Hormé, Bs. As., 1976, tomo 2, en la e><traterritorialidad respecto de las instituciones, las universi­
pág. 468) dades y las políticas en salud representa una perspectiva fatal19,
Acaso las palabras "medicina" y -para peor- "patria" provoquen pero al mismo tiempo se plantea el interrogante sobre en qué medi­
la náusea de las conciencias políticamente correctas que padecen de da el psicoanálisis puede v ariar las condici ones de su práctica sin
fobia al 51. Pero los psicoanalistas, médicos o no, que siguen la ense­ resignar su ética, esa ética sin la cual, según Lacan, "toda p ráctica,
ñanza freudiana saben que ésta no excluyó nunca a los no médicos aunque atiborrada de conocimientos psicoanalíticos, está destinada
de la práctica del psicoanálisis y que la referencia a la medicina debe a devenir psicoterapia"2º. Volviendo a Freud, en los párrafos finales
ser entendida aquí como equivalente a la práctica clínica, a la expe­ de Los caminos de la terapia analítica fija su posición respecto del tema
riencia analítica con el sujeto sufriente como fons et origo del psicoa­ de nuestro interés: "Por otro lado, es también de prever que alguna
nálisis. De hecho, el psicoanálisis -y las psicoterapias- es también el vez habrá de despertar la conciencia de la sociedad y advertir a ésta
heredero de una dimensión de la clínica médica que resultó disuel­ que los pobres tienen tanto derecho al auxilio del psicoterapeuta
ta con su inmersión en el discurso de la ciencia. Si el aspecto tera­ como al del cirujano, y que las neurosis amenazan tan gravemente la
péutico del psicoanálisis es perfectamente concebible como un " acci­ salud del pueblo como la tuberculosis, no pudiendo ser tampoco
dente" dentro de la experiencia, en todo caso es un accidente nece­ abandonada su terapia a la iniciativa individual. Se crearán enton­
sario, algo de lo cual el psicoanálisis nunca podrá ser separado. ces instituciones médicas en las que habrá analistas encargados de
conservar capaces de resistencia y rendimiento a los hombres que,
abandonados a sí mismos, se entregarían a la bebida, a las mujeres
LA POSICIÓN FREUDIANA próximas a derrumbarse bajo el peso de las privaciones y a los niños,
cuyo único porvenir es la delincuencia o la neurosis. El tratamiento
Ya en vida de Freud se había empezado a discutir sobre la com­ sería, naturalmente, gratis. Pasará quizá mucho tiempo hasta que el Estado
patibilidad del tratamiento analítico con las exigencias de la socie­ se dé cuenta de la urgencia de esta obligación suya. ( ... ) Se nos planteará
dad capitalista. Dentro del contexto de su debate con Otto Rank, que entonces la labor de adaptar nuestra técnica a las nuevas condiciones.(... )
se mostraba preocupado por la posibilidad de acortar los tiempos de Seguramente comprobaremos que los pobres están aún menos dispues­
la cura, Freud se oponía a la tendencia a adaptar el psicoanálisis a las tos que los ricos a renunciar a su neurosis, pues la dura vida que los
condiciones del american way of life18. En la actualidad se ha vuelto espera no les ofrece atractivo alguno y la enfermedad les confiere un
patente la incidencia del discurso capitalista en la configuración de derecho más a la asistencia social. Es probable que solo consigamos
la demanda imponiendo sus imperativos de optimización, rapidez y obtener algún resultado cuando podamos unir a la ayuda psíquica una
rentabilidad social, así como la subordinación de los sistemas de ayuda material, a estilo del emperador José. Asimismo, en la aplica­
salud a las leyes del mercado y la dinámica empresarial. Desde allí ción popular de nuestro método habremos de mezclar quizá el oro
se pretende interpelar al psicoanálisis queriendo confrontarlo con
las psicoterapias de objetivos limitados y los avances de la psicofar- 19 Pertinences de ill P sychanalyse appliquée, Travaux de l'École de la Cause
Freudien11e réunis par l'Association du Champ Freudien, Éditions du Seuil,
Paris, 2003.
18 FREUD, s., Análisis terminable e interminable"' o.e., Biblioteca Nueva,
,, 2º LACAN, J., "Variantes de la cura tipo", en Escritosl, Siglo Veintiuno edi­
Madrid, 1973. t<Jres, Bs. As., 2008.
25 26
PSlCOANÁLISIS EN EL HOSPITAL
MARCELO BARROS
puro del anál is is al cobre de la sugestión d irecta, y también el influjo hip­ un est[mulo para la superación, lo más frecuente es comprobar que
nótico pudiera volver a encontrar aquí un lugar, como en el trata­ la injusticia, el sometimiento y l a miseria no mejoran a nadie. Por
miento de las neurosis de guerra. Pero cuale squiera que sean la estruc­ eso, de un modo categórico Freud afirma -contrariamente al colega
tura y composición de esta psicoterapia para el pueblo, sus elementos más sistémico y a los funcionarios que padecen de estos prejuicios- que
importantes y eficaces continuarán siendo, desde luego, los tomados del ps i­ así como la neurosis no es un mero lujo del rico, el pobre tiene una
coanálisis propiamente dicho, riguroso y libre de toda te ndencia. " (O.C., pareja capa cidad para gozar de la enfermedad y aferrarse a ella por­
' ¡3iblioteca Nueva, Ma drid, 1973, t. III, págs. 2461-2) (El subrayado es gue constih¿.ye un refugio para él. Dicho de otro modo: ni el pobre ni
mío). el rico quieren curarse de su neurosis. Entendemos que ella misma
Este párrafo toca varias cuestiones importantes y por lo tanto es "un valor" al cual no se quiere renunciar, desde el momento en
merece el demorarse en él. Haremos ahora su comentario. que aceptamos que el síntoma es un modo de gozar. Esto no es
-como se les quiere hacer creer a los jóvenes en formación- un des­
cubrimiento tardío de la última enseñanza de Lacan. Es algo esta­
POLÍTICA, TERAPIA Y PSICOANÁLISIS blecido explícitamente por Freud desde los inicios. El a-b-c del psi­
coanálisis nos enseña que la demanda del neurótico es esencialmen­
Un terapeuta sistémico decía que los psicoanalistas huyen de los te falsa, y que allí donde éste -pobre o rico- pide curarse, desea en
pobres porque los pobres quieren curarse. Con ese sarcasmo expre­ realidad otra cosa, porque la enfermedad le aporta una satisfacción.
saba, en primer lugar, que el psicoanálisis era un lujo para ricos que Además, si bien Freud declara que la indigencia agrava todos los
pueden perder el tiempo con una actividad que no habría de produ­ males del sujeto privándolo de recursos para enfrentarlos, también
cir ningún resultado útil más que el beneficio económico del psicoa­ está postulando indirectamente que la neurosis sería algo relativa­
nalista. En segundo lugar afirmaba que el pobre, urgido por la nece­ mente independiente de las condiciones sociales y políticas -que sin
sidad, exige resultados prácticos que las terapias "elitistas" con sus duda pueden agravar su circunstancia. Esta idea provocará escán­
objetivos vagos o "metafísicos" no pueden proporcionar21. Hay que dalo en algunos que se apresurarán a concluir con facilidad en la
reconocer que este prejuicio tiene cierta difusión. Incluso un imputación de biologismo o "esencialismo". Afortunadamente el
Ministro de Salud llegó a deplorar públicamente la obstinada prefe­ humanitarismo freudiano guarda distancia tanto del cinismo canalla
rencia de los psicólogos argentinos por el psicoanálisis de orienta­ del hombre de derecha, así como del candor progresista del hombre
ción lacaniana, dando a entender que otras terapias como las cogni­ de izquierda22. El reconocimiento de que la miseria social es una
tivas podían responder más eficazmente a las urgencias de esa enti­ fuente de malestar psíquico que oscurece todo panorama no debe
dad -ciertamente metafísica- a la que se llama "el hombre común". impedimos verificar que la neurosis hunde sus raíces en el campo
Se reconoce que hay que tener una posición deseante para que del deseo y no en el de la necesidad. El contexto asistencial del hos­
algún cambio pueda producirse, y metafóricamente podríamos asi­ pital y el trato directo con la miseria enfatizan el factor de la emer­
milar "carente" a "deseante". Para empezar, "carente" no es lo gencia social y la consideración de los problemas en términos de
mismo que "pobre". Y más allá de toda metáfora hay que admitir necesidad. Pero a pesar de ello el practicante que trabaja en la insti­
que la miseria social no asegura en absoluto una posición subjetiva tución no deja que ese dramatismo obture la escucha de un proble­
deseante en quien la padece. Si bien es cierto que a veces el dolor ma que va más allá de la demanda de ayuda y el registro de las nece­
puede hacer crecer subjetivamente a la persona y constituirse como sidades. De acuerdo con Lacan, la ética del psicoanálisis no se con­
funde con la ética hegeliana que sostiene la continuidad entre los
21 HALEY, J., Terapia para resolver problemas. Nuevas estrategias para una tera­ 21 LACAN, ]., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As.,
pia familiar eficaz, Amorrortu editores, Bs. As., 1996.
1995.
27 28
PSICOANÁLISIS EN EL HOSPITAL MA.RCELO BARROS
desórdenes de la ciudad y Jos del alma del individuo. El psicoanáli­ no existe, y que la palabra "agente" revela la posición policial sub­
sis, por el contrario, postula una ruptura de esa continuidad: "El yacente al efector del sistema de salud. En ello hay algo cierto, y se
individuo enfermo, tal como Freud lo aborda, revela otra dimensión admite que no está de más permanecer advertido sobre eso. Se
que la de los desórdenes del Estado y la de los trastornos de la jerar­ admite que el psicoanálisis, ajeno a todo afán normalizador, hace
quía. Freud se enfrenta con el individuo enfermo como tal, con el deconsistir términos como "salud" o "enfermedad". Sin embargo,
neurótico, con el psicótico, tiene que enfrentar directamente las Freud no se privó de usarlos. En verdad, nadie lo hace. Ni siquiera
potencias de la vida en la medida en que ellas desembocan en las de las suficiencias.
la muerte, tiene que enfrentar directamente las potencias que se des­ Más allá de su inserción formal en la institución, en lo que se
prenden del bien y del mal". (El Seminario, Libro 7, La ética del psicoa­ refiere a su función específicamente analítica el practicante tiene una
nálisis, Paidós, Bs.As., 1995, pág. 131) posición desde la cual hace deconsistir la lógica del discurso institu­
Esas potencias de la vida que desembocan en las de la muerte cional. Pero al margen de esto, es importante señalar aquí que no he
aluden a un deseo que apuntando más allá del principio del placer conocido a ningún colega del hospital que permaneciera en un
no se subordina ni al bienestar del individuo, ni al de la comunidad. Olimpo de indiferencia ante las emergencias de carácter social o
Si el psicoanalista mantiene una relativa autonomía respecto de los médico que suelen aparecer en los hospitales. A menudo los enemi­
ideales de la polis, es porque es el deseo y no la demanda lo que defi­ gos del psicoanálisis querrían hacer pensar que es así. En cuanto a
ne su área de competencia. las connotaciones policiales y burocráticas que se le podrían impu­
¿Es necesario, sin embargo, recordar que esa autonomía no impli­ tar al trabajador de la salud, hay que recordar que esos "agentes", las
ca nunca y en ningún modo indiferencia ante el malestar social, sino más de las veces abandonados por el Estado, son por lo general la
más bien un saber hacer realmente eficaz frente al sufrimiento ajeno? única ayuda que llega a una gran parte de la población. Y además, si
Si algún caso requiere, como advierte Freud, de una "ayuda material estamos avisados acerca del trasfondo de control político que sub­
directa" que deberían proveer los servicios sociales, entonces el yace al sistema de salud, no dejaremos de advertir que detrás de los
practicante facilitará el acceso del paciente a dichos servicios si la cir­ argumentos que previenen en contra del poder sanitarista no es
cunstancia lo requiere y preservando siempre su posición en la imposible que se deslice a veces una posición política particular que
transferencia del sujeto. El psicoanalista es quien sabe, mejor que rechaza a la institución hospitalaria como tal. Al fin y al cabo, no hay
nadie, que el análisis no lo puede todo. Quizás esto parezca una evi­ que olvidar que la policía del Estado está lejos de ser la única. Así,
dencia, pero no lo es cuando somos destinatarios -al decir de Lacan en la crítica justificada a la beneficencia y al gesto altruista (cuyo
en el Seminario 7- de la demanda de felicidad. El practicante se ser­ trasfondo agresivo el psicoanalista conoce bien) se expresa a veces el
virá, dado el caso, de su lugar formal como "agente de la salud" para desprecio ideológico hacia la asistencia social como tal -que Freud
conectar al sujeto con los recursos institucionales que puedan asis­ no despreciaba-, la cual en principio no tiene nada que ver con las
tirlo. Pero allí donde actúa como médico, psicólogo, psicopedagogo, diversas especies del altruismo o de la beneficencia.
no está actuando como analista***, e incluso deberá evaluar ese pro­ Así como ser psicoanalista no tiene nada que ver con ser un mili­
ceder muy cuidadosamente y siempre desde su función de analista. tante de la sensibilidad, tampoco guarda ninguna relación con decir
He apelado deliberadamente a la expresión "agente de la salud" que cosas meramente cínicas y sostener un semblante de canalla -menos
seguramente incite a más de una suficiencia a poner el grito en el toda vía con ser un canalla. Más allá de que acordemos en que la
cielo y recurriendo al previsible argumento de que la salud mental "ayuda" que prestemos no debe tener un sesgo ni masoquista ni
megalómano, no hay que olvidar que la posición de Freud era esen­
*** No siempre el analista actúa como tal, y a veces se ve forzado a ello. Eso cialmente humanitaria, término éste que rescata Lacan en La ética del
no constituye un problema siempre y cuando esté advertido de la dife­ ps icoa11álisis precisamente en oposición a "los canallas de la derecha"
rencia y pueda preservar su función. que invariablemente intentan desprestigiarlo.
29 30
PSICOANÁL15lS EN EL HOSPJTAL MARCELO BARROS
Paralelamente, c abe señalar que la posición analítica está lejos de pol[tico-terapéuhca, entre la ética del psicoaná lisis y la ética del
las psicoterapias "progresistas", encarnadas desde los inicios del intercambio justo que es también la ética del consumidor25. De este
movimiento analítico por autores como Adler, Reich y Gross, hasta punto parten ]as diferencias con todas ]a demás prácticas terapéuti­
los más recientes Deleuze y Guattari, las perspectivas de género y cas. Y es el mismo punto en que se establece la diferencia, como ya
otros refritos constructivistas. También guarda distancia respecto de veremos, entre la transferencia y la sugestión.
la tecnocracia social de las psicoterapias norteamericanas, del evan­
gelio de las neurociencias o de las ensoñaciones fascistoides de la
ingeniería genética. Todos los que postulan, ya sea desde la derecha SOBRE LA EFICACIA TERAPÉUTICA
o desde la izquierda, la continuidad entre el campo social y el campo Y LOS APOLOGISTAS DEL FRACASO
del deseo también sostienen una pareja continuidad entre la acción
política y la acción terapéutica23 . Y eso es así porque hay un punto Tarde o temprano todo objetivo terapéutico se revela como algo
de convergencia evidente entre ambas, no solamente en lo que atañe
cuestionable y entonces se hace difícil esclarecer qué entendernos
a las políticas en salud y los programas de prevención, sino en la por "curar" sin apelar a la autoridad de los ideales y el cumplimien­
función simbólica que encama el gobernante cuya palabra y acción
to de la demanda de los poderes establecidos. Corno ya se ha recor­
tienen un efecto terapéutico en el malestar comunitario. El conocido dado en la última de las proposiciones de este trabajo, lo que se pre­
beneficio que trae su presencia en las situaciones de catástrofe (cosa senta como incompatible con el análisis no es el logro terapéutico
rara, pero eficaz cuando sucede) es un fenómeno del orden de la sino la ambición terapéutica, ya se trate de la del propio paciente, la de
sugestión y cuyos resortes pueden ubicarse bajo la rúbrica de lo sus familiares, la de algún poder como el juzgado o la escuela, pero
mágico. La sola presencia del médico en la sala ya tiene un efecto sobre todo la del propio analista. El psicoanalista debe mantener
terapéutico en los pacientes. Posiblemente eso tiene un valor; pero siempre una actitud de reserva ante las resoluciones fáciles y espon­
tarde o temprano hace falta otra cosa para que no "conduzca a lo táneas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el uso rígido y exa­
peor". La eficacia del amo, de la autoridad y su palabra que puede gerado de ciertos clisés como "la cura se da por añadidura" o "no
configurar la imagen especular del sujeto es el fundamento del tra­ buscamos el bien del paciente" ha favorecido en los críticos del psi­
tamiento por sugestión y el principio actuante en todas las terapias coanálisis el recurso a la idea de que los psicoanalistas -principal­
no analíticas24. mente los lacanianos-detentarían una suerte de escrupulosidad teó­
Mientras la política se ocupa de las necesidades y ha sido des­ rica desentendida del sufrimiento del sujeto. Al prejuicio de esos crí­
cripta como arte de lo posible, el psicoanálisis se atiene al campo del ticos, pero también a la coquetería de ciertos analistas que abusan de
deseo y tiene que vérselas con lo imposible. Con esto nos referimos tales fórmulas, cabe recordarles que en el mismo lugar donde Lacan
a lo más real e inconciliable del deseo sexual. No por ello es indife­ cuestionaba el sentido del curar también decía que nuestro deber
rente a la política ni tampoco a la urgencia terapéutica, pero su ope­ como analistas es "mejorar la posición del sujeto" 26, y que allí donde
ración guarda una especificidad que lo distingue respecto de otras afirmaba que no se debe buscar el bien, aclaraba inmediatamente
terapias. Es fundamentalmente la posición frente al circuito de la que se refería a un bien convencional27.
demanda lo que abre una brecha entre el acto analítico y la acción Por eso cabe aquí hacer dos precisiones importantes. La primera,
23 BARROS M., "Adversus sinistri", en ANCLA Nº1, ¿Género o sexuación?,
, 25 HALEY, J., Terapia para resolver problemas. Nuevas estrategias para una tera­
Revista de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología, pia familiar eficaz, Amorrortu editores, Bs. As., 1996.
Universidad de Bs. As., Bs. As.,2007, págs. 119-131. 26 LACAN J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Bs. As., 2006.
,
24 MILLER, J.- A., "Psicoterapia y psicoanálisis", revista Registros, año 3, 27 LACAN, J., El Seminario, Li.bro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As.,
tomo azul. 1995
31 32
PSICO.ANÁLISlS EN EL HOSPITAL MARCELO BARROS
es que el analista no es un iconoclasta. No desconoce el valor de los así como tampoco invocar el hecho de que a la larga todos nDs mori­
idea]es sino que está advertido de sus límites e inconsistencias y de mos puede borrar la diferencia existente entre derivar a un enfermo
su aptitud para ser utilizados al servicio de satisfacciones pulsiona­ a un buen médico o a un charlatán de feria. Es verdad que lo que
les que no tienen nada que ver con el bien de nadie. En segundo aparece como un fracasü para el yo1 o para el sistema de salud/
lugar, la palabra "eficacia" no es u n patrimonio exclusivo de las psi­ puede ser considerado como algo afortunado por el psicoanalista y
coterapias de objetivos limitados. Es ese un término que la comuni­ podáamos suscribir entonces la frase: tune bene navigabi cum naufra­
dad analítica debería acostumbrarse a arrebatarles a los practicantes giumfeci ("a pesar de todo, navegaba bien cuando naufragué"). Pero
del "macdonalismo terapéutico". No por nada Freud compara en son cosas muy distintas incurrir en el traspié que buscarlo delibera­
más de una oportunidad la eficacia del analista con la del cirujano. damente o hacer una suerte de culto del mismo. En esto último fácil­
El logro de efectos curativos -en tiempo breve, además- no es ajeno mente se reconoce al narcisismo reinstalado, y en términos freudia­
al psicoanálisis y tampoco es infrecuente. En cuanto a la pretendida nos bien podemos decir que la apología del fracaso es solamente
eficiencia de esos tratamientos tan caros a los adictos al marketing, otro modo de la resistencia. El psicoanalista debe entonces rechazar
podemos permitirnos cuestionar seriamente el optimismo pastoral ese nominalismo que nos llevaría a pensar que todo es ficción radi­
que se ha depositado en tales "novedades". Quien trabaja con psi­ cal, cartón pintado1 etiqueta y convención2B.
cóticos o pacientes depresivos aprecia el valor indudable de la medi­ Las terapias sintomáticas logran cierto éxito en lo que hace a seg­
cación, pero también comprueba claramente los límites de la prome­ mentos de conducta, pero el problema surge cuando "el paciente
sa farmacológica, promesa que no surge de la investigación científi­ tiene que encontrarse con su amiguita"29. Y ahí, donde se trata del
ca sino de la ilusión fantasmática -tan antigua como la humanidad­ malestar del sexo y entre los sexos, es donde el psicoanálisis mues­
de resolver el malestar en la cultura por medio del consumo de una tra su eficacia, y esta eficacia no deja de ser tal por tener un carácter
sustancia. Por su parte, las terapias cognitivas pueden vanagloriarse principalmente abstinente. Los entusiastas del eclecticismo y la tera­
de curar, por ejemplo, una fobia a las arañas en diez sesiones; pero tología recomiendan terapias breves para lo urgente y el psicoanáli­
dejan intocada la fobia al Otro que la sustenta. Acaso tenga algún sis para las cuestiones de fondo, como si este último no pudiera
mérito hacer que el aracnofóbico encierre a la araña en un frasquito, atender con acierto la urgencia. Más allá de la ignorancia en la que
pero si es inverosímil que lo haga con la dama de sus pensamientos se funda, ese prejuicio se apoya en parte en la idea de pensar lo tera­
hay que agregar que no vemos la ventaja que habría en ello.**** péutico como marginal al análisis por el hecho de que no se subor­
Tal vez algún psicoanalista pour la galerie podría hacerse eco de dine al furor curandis, sin tener en cuenta que acaso por ello mismo
estas zonceras sosteniendo que la única diferencia entre las terapias es que el psicoanálisis logra un alivio subjetivo. Es una equivocación
cognitivas y el psicoanálisis es que las primeras fracasan de una restringir los alcances del adjetivo "terapéutico" nada más que a las
manera y el psicoanálisis fracasa de otra. Y sí. Es así. Frente a lo incu­ vicisitudes del síntoma, o a las del narcisismo del terapeuta-analista
rable de ser sujetos atravesados por el lenguaje todo puede ser un fra­ que se regodearía con su "éxito". Como ya se ha señalado, con la
caso. Pero esas apologías "lacanoides" del fracaso olvidan que la palabra "terapéutico" pasa lo mismo que con las calificaciones de
distancia entre un tipo de fracaso y el otro puede ser similar a la dis­ "normal" o "patológico", "sano" o "enfermo". Estas, dice Freud1 son
tancia entre el fracaso y el éxito. Bastaría ya con reconocer como un
éxito el que un paciente entre en análisis, y sabemos cuán difícil 28 BARROS, M., "La salud de los nominalistas. Un estudio sobre las prácti­
puede llegar a ser esto. Como dijo Freud, invocar que somos todos cas terapéuticas", en Revista Lacaniana ere Psicoanálisis, Escuela de la
descendientes de Adán en un juicio de sucesión no sirve para nada, Orientación Lacaniana, Año 2, número 2, Grama Ediciones, Bs. As., 2004,
págs. 17 a 30.
****He tomado el ejempo de una excelente exposición de Leonardo 29 LACAN, J., El Seminario, Libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psi­
Gorostiza sobre las TCC. coanall1irn, Paidós, Barcelona, 1984.
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PSICOANÁLISIS EN EL HOSPITAL MARCELO BARROS
totalmente inadecuadas para pensar los hechos de la vida psíquica, experiencia ana]ítica como tal tiene una dimensión terapéutica que
pero nos es imposible prescindir de ellas30• ¿Qué hemos de entender tal vez no pueda ser reconocida desde el "discurso de la rentabili­
por "terapéutico", por una "mejoría"? Sin duda, en el campo de la dad", pero sí desde la lógica de la experiencia y el discurso del ana­
experiencia analítica el efecto terapéutico no puede ser pensado Lizanle .
jamás en función de una noción cualquiera de normalización: No se resigna la pureza de la experiencia por hacer valer sus
"Introducir sin más una noción normal de lo que sea en nuestra resultados. Por otra parte, cabe repetir aquí que a lo que Freud se
práctica, cuando en ella descubrimos precisamente hasta qué punto oponía como algo incompatible con el análisis era a la ambición tera­
el sujeto llamado supuestamente normal no lo es -es como para ins­ péutica y no a l fin terapéutico en sí mismo. Frente a esa ambición
pirarnos la sospecha más radical y más firme en cuanto a sus resul­ -traducible como resistencia del analista- es pertinente recordar en
tados. En todo caso, sería preciso plantear primero la pregunta de si todo momento los límites de la acción analítica junto con la magni­
podemos emplear la noción de normal para cualquier cosa que esté tud de las fuerzas de la neurosis. Para no caer en el facilismo y la
en el horizonte de nuestra práctica". (El Seminario, Libro 8, La transfe­ ignorancia con que es abordada tan a menudo reclamando "resulta­
rencia, Paidós, Bs. As., 2003, pág. 358) dos rápidos", leamos nuevamente a Freud: "En general, no puede
Pero esto no significa, por supuesto, que el alivio subjetivo no esperarse de nadie que levante con los dedos una pesada mesa como
constituya un valor en el psicoanálisis. Ese alivio se lo encuentra pre­ podría levantar un ligero escabel, ni que construya una casa de siete
cisamente por no haber buscado la cura del síntoma. Lo cual no justi­ pisos en el mismo tiempo que una choza; pero cuando se trata de las
fica una separación rígida y absoluta entre el efecto terapéutico y el neurosis, hasta las personas más inteligentes olvidan la proporcio­
efecto analítico, deslizando la idea de que lo terapéutico, el alivio del nalidad necesaria entre el tiempo, el trabajo y el resultado. . . . Los
sujeto, solo sería consecuencia de maniobras sugestivas, del cobre de médicos apoyan este feliz optimismo, e incluso los más eminentes
la sugestión destinado a lo urgente o al pobre, mientras que el oro estiman a veces muy por bajo la gravedad de las enfermedades neu­
del análisis, sin efectos palpables, sería una suerte de lujo inútil que róticas. Un colega que me honra con su amistad y que después de
solo los ricos -o los ilusos- se permiten. Es este un clisé popular muy elaborar muchos años bajo distintas premisas científicas ha acepta­
explotado por los detractores del análisis. Si bien es evidente que do las del psicoanálisis, me escribía en una ocasión: "Lo que necesi­
hay efectos terapéuticos sin análisis, como los que aportan la medi­ tamos es un tratamiento cómodo, breve y ambulatorio de las neuro­
cación y las maniobras sugestivas, es difícil que pueda haber análi­ sis obsesivas" Como no podía satisfacerle, me disculpé, todo aver­
sis sin algún alivio subjetivo, por lo menos el beneficio del apaci- gonzado, con la observación de que también los internistas se ale­
1 guamiento de la querella imaginaria del sujeto con el Otro que grarían mucho de poder hallar, para el cáncer o la tuberculosis, una
seguiría a su implicación subjetiva31. Antes que tener un estatuto terapia que reuniera tales ventajas". (O.C. Biblioteca Nueva, Madrid,
terapéutico, la experiencia analítica tiene un estatuto ético por ser 1973, t. 11, pág. 1665)
una experiencia de responsabilización. Y en el fondo no es incorrec­ Así el psicoanalista tendrá presente que los caminos del goce no
to afirmar que esta experiencia, por ser ética, es terapéutica. Hay ali­ se tuercen con facilidad y se abstendrá de los engaños de la com­
vio consecuente a la responsabilización, porque la responsabilidad prensión. Por la misma razón tampoco debe avergonzarse de no
es por sí misma un modo de enfrentar la angustia y de superar la lograr curas mágicas -que ninguna terapia consigue, por otra parte­
culpa. Entonces, aunque los síntomas persistan la respuesta a la ni olvidar que escucha lo que nadie está dispuesto a escuchar. Poder
soportar analíticamente la transferencia de los pacientes es ya un
30 FREUD, S., y BULLITI, W., El presidente Thomas Woodrow Wilson. Un estudio logro en sí mismo desde la perspectiva analítica. Frente al culto de lo
psicológico, Editorial Acme-agalma, Bs. As., 1997. nuevo el psicoanálisis le recuerda al sujeto del liberalismo que en el
31 INDART, J.C., La lógica de la cura, Editorial Círculo de Estudios campo de la sexualidad las cosas no son tan fáciles porque el incons­
Psicoanalíticos de Neuquén y Río Negro, Neuquén, 1995. ciente es un lugar psíquico en donde el tiempo no transcurre.
35 36
PSLCOANÁLlSIS EN EL HOSPITAL
Sobre un tipo particular de
elección de objeto en el hombre
Cuando La ca n dice que los problemas empiezan en el momento en
que el suje to tiene que "encontrarse con su amiguita", hay que tener (Contribuciones a la psicología del amor, I)
prese nte que si el Vt agra pue de ser algo muy bueno para el que lo (1910)
necesita no es menos cierto que el logro químico o natural de la erec­
ción está muy lejos de hacer potente a un hombre frente a una mujer.
Tal es el candor de tantos que se p iensan pragmáticos allí donde
creen que el artificio técnico traerá un remedio al malestar en la cul­
tura. En estas boberías reside la tan cacareada mayoría de edad de
los hijos de las lu ces .
37
masculina de objeto; lo escojo porque se singulariza por una
serie de «condiciones de amor» cuya conjunción no se en­
tiende, y aun resulta sorprendente, y porque admite un
esclarecimiento psicoanalítico simple.
l. La primera de estas condiciones de amor debe caracte­
rizarse directamente como específica; tan pronto uno la
halla, está autorizado a pesquisar la presencia de los otros
Hasta ahora hemos dej ado en manos de los poetas pin­ caracteres que integran el tipo. Puede llamársela la condi­
tarnos las «condiciones de amor» bajo las cuales los seres ción del «tercero perjudicado»; su contenido es que la persona
humanos eligen su objeto y el modo en que ellos concilian los en cuestión nunca elige como objeto amoroso a una mujer
requerimientos de su fantasía con la realidad. Es cierto que que permanezca libre, vale decir a una señorita o una señora
los poetas poseen much as cualidades que los habilitan para que se encuentre sola, sino siempre a una sobre quien otro
dar cima a esa tarea, sobre Lodo la sensibilidad para percibir hombre pueda pretender derechos de propiedad en su con­
en otras personas mociones anímicas escondidas, y la osadía dición de marido, prometido o amigo. En muchos casos, esta
de dejar hablar en voz alta a su propio inconciente. Pero una condición demuestra ser tan implacable que una misma mu­
circunstancia disminuye el valor cognoscitivo de sus comu­ jer pudo ser primero ignorada o aun desairada cuando no
pertenecía a nadie, convirtiéndose de pronto en objeto de
nicaciones. Los poetas están atados a la condición de obte­
enamoramiento al entrar en una de las mencionadas relacio­
ner un placer intelectual y estético, así como determinados
nes con otro hombre.
efectos de sentimiento, y por eso no pueden figurar tal cual el
material de la realidad, sino que deben aislar fragmentos de
2. La segunda condición quizá sea menos constante, pero
ella, disolver nexos perturbadores, atemperar el conjunto y
no es menos llamativa. El tipo sólo queda completo por su
sustituir lo que falta. Son los privilegios de la llamada «li­
conjunción con la primera, que, en cambio, parece presen­
cencia poética». Ello no les permite exteriorizar sino escaso
tarse también por sí sola con gran frecuencia. Esta segunda
interés por la génesis y el desarrollo de unos estados aní­
condición dice que la mujer casta e insospechable nunca
micos que describen como acabados. Así se vuelve impres­
ejerce el atractivo que puede elevarla a objeto de amor, sino
cindible que la ciencia, con manos más toscas y una menor
sólo aquella cuya conducta sexual de algún modo merezca
ganancia de placer, se ocupe de las mismas materias con que
mala fama y de cuya fidelidad y carácter intachable se pueda
la elaboración poética deleita a los hombres desde hace mi­
dudar. Este último rasgo puede variar dentro de una serie
lenios. Acaso estas puntualizaciones sirvan para justificar
significativa, desde la ligera sombra que pese sobre la fama
también una elaboración rigurosamente científica de la vida
de una esposa inclinada al fiirt hasta la pública poligamia de
amorosa de los seres humanos. Es que la ciencia importa el
una cocotte o una cortesana; lo cierto es que el hombre per­
más completo abandono del principio de placer de que es
teneciente a este tipo no renunciará a algo de esta clase. Un
capaz nuestro trabajo psíquico.
poco groseramente, podemos designar esta condición como la
del <<amor por mujeres fáciles».
Así como la primera condición daba pie a satisfacer mo­
En el curso de los tratamientos psicoanalíticos, uno tiene ciones agonales, hostiles al hombre a quien se arrebataba
hartas oportunidades de recoger impresiones sobre la vida la mujer amada, esta segunda, la de la liviandad de la mujer,
amorosa de los neuróticos, y acaso recuerde haber hecho se relaciona con el quehacer de los celos, que parecen cons­
comprobaciones, por propia observación o por referencias, de tituir una necesidad para el amante de este tipo. Sólo cuando
similar conducta también en personas sanas en líneas gene­ puede albergarlos logra la pasión su cima, adquiere la mujer
rales o aun en individuos sobresalientes. Si por azar el ma­ su valor pleno, y nunca omitirá apoderarse de una ocasión
terial resulta propicio, la acumulación de esas impresiones que le consienta vivenciar estas intensísimas sensaciones.
pondrá de relieve con nitidez algunos tipos. Empezaré por Cosa notable, estos celos jamás se dirigen al poseedor legí­
describir aquí un tipo de esa índole, referido a la elección timo de la amada, sino a extraños recién llegados en rela-
1G9 160
ción con quienes se pueda alentar sospechas de ella. En los hundiría en un nivel lamentable. La rescata, pues, no aban­
casos más acusados, el amante no muestra ningún deseo de donándola. En algunos casos el propósito de rescate puede
poseer para sí solo a la mujer, y parece sentirse enteramente invocar, para justificarse, la dudosa escrupulosidad sexual de
cómodo dentro de la relación triangular. Uno de mis pacien­ la amada o su posición social amenazada; pero no resalta con
tes, que había sufrido horriblemente con los deslices de su menor nitidez cuando están ausentes tales apuntalamientos
dama, no presentó objeción alguna a su casamiento, y aun lo en la realidad. Uno de los hombres pertenecientes al tipo des­
promovió por todos los medios; y durante años no sintió ni crito, que sabía granjearse el favor de sus damas merced a
sombra de celos hacia el marido. Otro caso típico había una hábil seducción y una especiosa dialéctica, no ahorraba
mostrado grandes celos hacia el marido, es cierto, en su pri­ esfuerzos luego, en la relación amorosa, por mantener a la
mer vínculo amoroso, y había obligado a la dama a suspen­ amada en la senda de la «virtud» mediante unos tratados que
der el comercio marital; pero en sus muy numerosos enredos él mismo redactaba.
posteriores se comportó como los otros y dejó de considerar
perturbador al marido legítimo.
Si ahora abarcamos con la mirada todos los rasgos del
Los siguientes puntos ya no dnscriben las condiciones exi­ cuadro aquí descrito (las condiciones de que la amada no
gidas del objeto de amor, sino la conducta del amante hacia sea libre y de su liviandad, el alto valor que se le confiere,
el objeto de su elección. la necesidad de sentir celos, la fidelidad, conciliable empero
con los sucesivos relevos dentro de una larga serie, y el pro­
3. En la vida amorosa normal, el valor de la mujer es re­ pósito de rescatarla), juzgaremos harto improbable poder
gido por su integridad sexual, y el rasgo de la liviandad lo derivarlos de una fuente única. No obstante, el ahondamien­
rebaja. Por eso aparece como una llamativa desviación res­ to psicoanalítico en la biografía de las personas en cuestión lo
pecto de lo normal el hecho de que los amantes del tipo con­ consigue con facilidad. Esa elección de objeto de curioso
siderado traten como objetos amorosos de supremo valor a las imperio y esa rara conducta tienen el mismo origen psíquico
mujeres que presentan ese rasgo. Cultivan los vínculos de que en la vida amorosa de las personas normales; brotan de
amor con estas mujeres empeñándose en el máximo gasto la fijación infantil de la ternura a la madre y constituyen uno
psíquico, hasta consumir todo otro interés; son las únicas de los desenlaces de esa fijación. En la vida amorosa normal
personas a quienes pueden amar, y en todos los casos exaltan quedan pendientes sólo unos pocos rasgos que dejan tras­
la autoexigencia de fidelidad, por más a menudo que en la lucir de manera inequívoca el arquetipo materno de la elec­
realidad la infrinjan. En estos rasgos de los vínculos amo­ ción de objeto (p. ej., la predilección de ciertos jóvenes por
rosos descritos se acusa con extrema nitidez el carácter obse­ mujeres maduras); el desasimiento de la libido respecto de
sivo que en cierto grado es propio de todo enamoramiento. la madre se ha consumado con relativa rapidez. En cambio,
Sin embargo, no se deduzca de la fidelidad e intensidad de la en nuestro tipo ella se ha demorado tanto tiempo junto a la
ligazón que un único enredo de esta índole llenará la vida madre, aun después de sobrevenida la pubertad, que los obje­
amorosa de estas personas o se escenificará {abspielen} en tos de amor elegidos después llevan el sello de los caracteres
ellas una vez sola. Antes al contrario; en la vida de quienes maternos y todos devienen unos subrogados de la madre
responden a este tipo se repiten varias veces pasiones de esa fácilmente reconocibles. Aquí se impone la comparación con
clase con iguales peculiaridades �ada una, la exacta copia la forma1 del cráneo del recién nacido: si el parto es pro­
de las anteriores-, y aun, siguiendo vicisitudes exteriores, longado, cobrará la que le imprima la abertura pelviana de
como los cambios de residencia y de medio, los objetos de la madre.
amor pueden sustituirse unos a otros tan a menudo que se Ahora debemos tornar verosímil que los rasgos caracte­
llegue a la formación de una larga serie. rísticos de nuestro tipo, tanto sus condiciones de amor como
su conducta en ese terreno, surgen efectivamente de la cons­
4. Lo más asombroso para el observador es la tendencia, telación materna. Lo conseguiremos con mayor facilidad
exteriorizada en los amantes de este tipo, a «rescatar» a la respecto de la primera condición, la de que la mujer no sea
amada. El hombre está convencido de que ella lo necesita, de
que sin él perdería todo apoyo moral y rápidamente se 1 [En las ediciones anteriores a 1924 se leía aquí «deformación».]
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libre, o del tercero perjudicado. Inteligimos de inmediato de la vida en que el varoncito tuvo por primera vez una no­
que en el niño que crece dentro de la familia el hecho de ticia más completa de las relaciones sexuales entre sus pa­
que la madre pertenezca al padre pasa a ser una pieza in­ dres, más o menos en los años de la pubertad. Comunicacio­
separable del ser de aquella, y que el tercero perjudicado no nes brutales, de tendencia francamente denigratoria y re­
es otro que el propio padre. Con igual facilidad se inserta voltosa, lo familiarizan con el secreto de la vida sexual y
en esa trama infantil el rasgo sobrestimador, que convierte destruyen la autoridad de los adultos, que resulta inconcilia­
a la amada en única e insustituible; en efecto, nadie posee ble con el descubrimiento de su quehacer sexual. Lo que en
más que una madre, y el vínculo con ella descansa sobre el estas revelaciones ejerce el influjo más intenso sobre el ini­
fundamento de un suceso a salvo de cualquier duda e irre­ ciado es su referencia a los padres propios. A menudo el
petible. oyente las desautoriza directamente, por ejemplo con estas
Además, si en nuestro tipo todos los objetos de amor es­ palabras: «Es posible que tus padres u otras personas ha­
tán destinados a ser principalmente unos subrogados de la gan algo así entre ellos, pero los míos no; es imposible». 4
madre, se vuelve comprensible la formación de series, que Como un corolario que rara vez falta a ese «esclareci­
parece contradecir de manera tan directa la condición de la miento sexual», el muchacho toma al mismo tiempo noticia
fidelidad. En efecto, el psicoanálisis nos enseña, también de la existencia de ciertas mujeres que ejercen el acto sexual
por medio de otros ejemplos, que lo insustituible eficaz den­ a cambio de una paga y por eso son objeto de universal des­
tro de lo inconciente a menudo se anuncia mediante el re­ precio. El no puede menos que ser ajeno a ese desprecio;
levo sucesivo en una serie interminable, y tal, justamente, sólo alimenta por esas desdichadas una mezcla de añoranza
porque en cada subrogado se echa de menos la satisfacción y de horror, pues sabe que también a él pueden introdu­
ansiada. Así, el inextinguible placer de hacer preguntas que cirlo en la vida sexual, cosa que hasta ese momento consi­
muestran los niños a cierta edad se explica por el hecho de deraba un privilegio exclusivo de los «mayores». Más tarde,
que tienen una única pregunta para formular, y nunca la cuando ya no puede sostener esa duda que reclama para sus
pronuncian;2 de igual modo, la locuacidad de muchas per­ padres una excepción respecto de las odiosas normas del
sonas que padecen daño neurótico se explica por la presión quehacer sexual, se dice con cínica corrección que a pesar
de un secreto que esfuerza hacia la comunicación y ellas, de todo no es tan grande la diferencia entre la madre y la
desafiando toda tentación, no dejan traslucir. prostituta, pues ambas en el fondo hacen lo mismo. En
En cambio, la segunda condición de amor, la liviandad efecto, aquellas comunicaciones de esclarecimiento le han
del objeto elegido, parece contrariar enérgicamente una de­ despertado las huellas mnémicas de sus impresiones y de­
rivación del complejo materno. Es que ante el pensar con­ seos de la primera infancia y, a partir de ellas, han vuelto a
ciente del adulto la madre aparece como una personali­ poner en actividad ciertas mociones anímicas. Empieza
dad de pureza moral inatacable, y nada resulta tan afren­ a anhelar a su propia madre en el sentido recién adquirido
toso --cuando viene de afuera- ni se siente tan penoso y a odiar de nuevo al padre como un competidor que estorba
--cuando aflora de adentro- como una duda sobre este ca­ ese deseo; en nuestra terminología: cae bajo el imperio del
rácter de la madre. Pero justamente ese nexo de la más ta­ complejo de Edipo. 5 No perdona a su madre, y lo considera
jante oposición entre la «madre» y la «mujer fácil» nos inci­ una infidelidad, que no le haya regalado a él, sino al padre,
tará a explorar la historia de desarrollo y el nexo inconcien­ el comercio sexual. Estas mociones, cuando no pasan rápido,
te de esos dos complejos; en efecto, desde hace tiempo sabe­ no tienen otra salida que desfogarse en fantasías cuyo con-
mos que en lo inconciente a menudo coincide en una misma
cosa lo que en la conciencia se presenta escindido en dos
opuestos.3 La indagación nos reconduce entonces a la época 4 [Cf. el último párrafo de «Sobre las teorías sexuales infantiles»
(190&),AE, 9, pág. 220.]
5 [Esta parece ser la primera ocasión en que Freud empleó la frase
2 [Esto mismo sostiene Freud en su ensayo sobre Leonardo da
en una obra impresa. Por supuesto, estaba familiarizado con el con­
Vinci (1910c), supra, pág. 73.] cepto desde mucho tiempo atrás -cf. La interpretación de los sueños
3 [Ya se lo había sugerido en La interpretación de los sueños
(1900a), AE, 4, pág. 272n.-, y lo había denominado «Complejo nu­
(1900a), AE, 4, pág. 324, y afinnado ex presamente en el libro sobre el clear» en «Sobre las teorías sexuales infantiles» (1908c), AE, 9, pág.
chiste (1905c), AE, 8, pág. 167. Cf. también «Sobre el sentido antitético 191, y en las Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a), supra,
de las palabras primitivas» (1910e), supra, págs. 143 y sigs.] pág. 43.J
163 164
tenido es el quehacer sexual de la madre bajo las más di­ generar el deseo de devolver ese regalo a los padres, compen­
versas circunstancias, y cuya tensión tiende a solucionarse sárselo por uno de igual valor. Es como si el desafío del
con particular facilidad en el acto onanista. A consecuencia muchacho quisiera decir: «No necesito nada de mi padre,
de la permanente conjugación de los dos motivos pulsio­ quiero devolverle todo lo que le he costado». Forma entonces
nantes, el anhelo y la venganza, las fantasías de infidelidad la fantasía de rescatar al padre de un peligro mortal, con lo
de la madre son, con mucho, las predilectas; el amante con cual queda a mano con él; harto a menudo esta fantasía se
quien la madre comete el adulterio lleva casi siempre los desplaza al emperador, al rey o a algún gran señor, volvién­
rasgos del yo propio, mejor dicho, de la propia personalidad dose, tras esta desfiguración, susceptible de conciencia y aun
idealizada, figurada en la edad madura para elevarla hasta aprovechable para el poeta. En la aplicación de esta fantasía
el nivel del padre. Lo que en otro lugar6 he descrito como de rescate al padre prevalece con mucho el sentido desafian­
«novela familiar» abarca las múltiples plasmaciones de esta te, en tanto que casi siempre dirige a la madre su intenciona­
actividad de la fantasía y su entretejimiento con diversos lidad tierna. La madre ha regalado la vida a su hijo, y no es
intereses egoístas de esta época de la vida. fácil sustituir por algo de igual valor este singular regalo.
Ahora bien, tras inteligir esta pieza del desarrollo anímico Con un leve cambio de significado -como es más fácil de
ya no podemos hallar contradictorio e inconcebible que la
lograr en lo inconciente, un cambio equiparable a la con­
condición de la liviandad de la amada se derive directamente
fluencia conciente de un concepto en otro-, «rescatar a la
del complejo materno. El tipo de vida amorosa masculina que
madre» cobra el significado de «obsequiarle o hacerle un
hemos descrito lleva en sí las huellas de esta historia de
hijo», desde luego, un hijo como uno mismo es. El distancia­
desarrollo y puede comprenderse como una fijación a las
miento respecto del sentido originario del rescate no es de­
fantasías de pubertad del muchacho, fantasías que más
masiado grande, ni es caprichoso el cambio de significado. La
tarde han hallado empero una salida hacia la realidad de la
madre nos ha regalado una vida, la propia, y uno le regala a
vida. No importa dificultad alguna suponer que el onanismo
cambio otra vida, la de un hijo que tiene con el sí-mismo pro­
asiduamente practicado en la pubertad ha contribuido a fijar
pio la máxima semejanza. El hijo se muestra agradecido
esas fantasías.
deseando tener un hijo de la madre, un hijo igual a él mismo;
La tendencia a rescatar a la amada sólo parece mantener
vale decir: en la fantasía de rescate se identifica plenamen­
una conexión laxa, superficial, y que se agotaría en su fun­
te con el padre. Este solo deseo, el de ser su propio padre,
damentación conciente, con aquellas fantasías que han to­
mado el gobierno de la vida amorosa real. La amada se pone satisface toda una serie de pulsiones: tiernas, de agradeci­
en peligro por su inclinación a la indecencia y la infidelidad; miento, concupiscentes, desafiantes, de autonomía. Y en ese
es comprensible entonces que el amante se empeñe en pre­ cambio de significado tampoco se ha perdido el factor del pe­
servarla de ese peligro cuidando de su virtud y contrariando ligro; en efecto, el acto mismo del nacimiento es el peligro del
sus malas inclinaciones. Empero, el estudio de los recuerdos que uno fue rescatado por el esfuerzo de la madre. El naci­
encubridores, las fantasías y los sueños nocturnos de los miento es tanto el primero de todos los peligros mortales
seres humanos muestra que estamos frente a una «raciona­ cuanto el arquetipo de todos los posteriores ante los cuales
lización» excelentemente lograda de un motivo inconciente, sentimos angustia; y es probable que el vivenciar el naci­
equiparable a una buena elaboración secundaria de un sue­ miento nos haya dejado como secuela la expresión de afecto
ño. En realidad, el motivo del rescate tiene su significado que llamamos angustia. Por eso no conoció la angustia Mac­
y su historia propios, y es un retoño autónomo del com­ duff, el de la saga escocesa, pues no fue parido por su madre
plejo materno o, mejor dicho, parental. Al enterarse el niño sino arrancado de su vientre. 7
de que debe la vida a sus padres, de que la madre le ha
«regalado la vida», en él se aúnan mociones tiernas con las de 7 [Cf. Shakespeare, Macbeth, acto V, escena 7. Es esta la primera
una manía de grandeza en pugna por la autonomía, para amplia referencia de Freud al vínculo entre el nacimiento y la angus­
tia. Había aludido a él en una nota agregada el año anterior (1909) a
La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 403, y lo men­
6 En Rank, 1909. [Se refiere a su trabajo «La novela familiar de los cionó en un debate de la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 17 de
neuróticos» (Freud, 1909c), incluido originalmente en el libro de noviembre de 1909 (Janes, 1955, pág. 494). Volvió a ocuparse del
Rank.] asunto con cierta extensión en las Conferencias de introducción al psi-
165 166
Artemidoro, el antiguo intérprete de sueños, tenía sin du­ circunscritos. Tanto allí como aquí son harto numerosos los
da razón cuando aseveraba que el sentido del sueño varía individuos en que sólo se comprueban rasgos aislados del
según la persona del soñante. 8 De acuerdo con las leyes vá­ tipo, o bien estos en una plasmación difusa; y va de suyo que
lidas para la expresión de pensamientos inconcientes, «res­ sólo la presentación del nexo íntegro del cual se han tomado
catar» puede cambiar de significado según lo fantasee una estos tipos posibilita su apreciación correcta. 12
mujer o un hombre. Puede significar tanto «hacer un hijo =
procurarle el nacimiento» (para el hombre) como «parir un
hijo» (para la mujer). En parlicular, en su combinación con
el agua se d isc ie rne n fácilmente estos diversos significados
del rescatar en sueños y fa n ta s í a s . Cuando en el sueño un
hombre rescala del agua a una mujer, eso significa que la
convierte en madre, lo cual, de acu e rd o con las anteriores
elucidaciones, tiene el mismo sentido que el contenido «Con­
vertirla en su propia m adre ». Si una mujer rescata del agua a
otra persona (a un niño), con ello se confiesa su madre, Ja que
lo ha parido, como la hija del rey en la lPycnda de Moisés. 9 En
ocasiones, también la fantasía de rescale dirigida al padre
cobra un sentido tierno. En tales casos quiere expresar el de­
seo de tener por hijo al padre, vale decir, tener un hijo que sea
como el padre. 10
Es a causa de todos estos vínculos del motivo del rescate
con el complejo parental que la tendencia a rescatar a la
amada constituye un rasgo esencial del tipo amoroso aquí
descrito.
No considero necesario justificar mi modo de trabajo, que,
tanto aquí como en la postulación del erotismo anal,11 se
resume en partir del material de la observación para poner
de relieve unos tipos al comienzo extremos y netamente
coanálisis (1916-17), AE, 16, pág. 361; pero su examen más comple­
to es, desde luego, el de Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE,
20, esp. págs. 89, 126-31y151-2, donde rectifica en buena medida sus
opiniones previas. Al comienzo de sus estudios psicológicos, Freud
relacionaba los síntomas de la angustia con los concomitantes físicos
del coitoy no con la vivencia del nacimiento; véase su primer trabajo so­
bre la neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág. 111, así como también
un pasaje, probab lemente de fecha más temprana todavía, del
Manuscrito E en la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a), AE, 1,
pá 234 ]
f [Cf. La
. interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, pág. 120 y la
nota al pie del mismo pasaje agregada en 1914.]
9 Rank, 1909.
10
[Se mencionan sueños de rescate en un párrafo agregado en
1911 a La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 406; uno 12 [
En un trabajo escrito varios años más tarde, «Sobre la psico­
de estos sueños, perteneciente a una mujer, es analizado por Freud génesis de un caso de homosexualidad femenina» (1920a), Freud
en «Sueñoy telepatía» (1922a), AE, 18, págs. 202y sigs.] probó la existencia del mismo tipo de elección de objeto en una mu­
11
[Cf. «Carácter y erotismo anal» (1908b).] chacha homosexual; cf. AE, 18, págs. 153-4.]
167 168
Sobre la más generalizada
degradación de la vida amorosa
(Contribuciones a la psicología del amor, 11)
(1912)
1
Si quien ejerce el psicoanálit;is se pregunta cuái es la
afección por la que se le solicita asistencia más a menudo, 1
deberá responder que, prcscíncliendo de la angustia en sus
múltiples formas, es Ja impotencia psíquica. Esta extraña
perturbación aqueja a hombres de naturaleza intensamente
libidinosa, y se exterioriza en el hecho de que los órganos
ejecutivos de la sexualidad rehúsan el cumplimiento del
acto sexual, aunque tanto antes como después se demues·
tren intactos y capaces de operar, y aunque exista una inten­
sa propensión psíquica a la ejecución del acto. El propio
enfermo obtiene una primera orientación para entender su
estado al hacer la experiencia de que esa denegación sólo
surge cuando lo ensaya con ciertas personas, mientras que
nunca le sucede con otras. Sabe entonces que la inhibición de
su potencia viril parte de una propiedad del objeto sexual,
y muchas veces informa haber sentido en su interior u n
impedimento, una voluntad contraria que consigue pertur­
bar el propósito conciente. Pero no puede colegir en qué
consistiría ese impedimento interior, ni la propiedad del
objeto sexual de la que sería el efecto. Si ha vivenciado
repetidamente esa denegación juzgará, siguiendo un consa­
bido enlace falaz,1 que fue el recuerdo de 1a primera vez,
perturbador como representación angustiante, el que pro­
vocó las repetióones; y en cuanto a esa primera vez, la re­
conducirá a una impresión «casual».
Varios autores han emprendido y publicado ya estudios,,.
L
psicoanalíticos sobre la 'impotencia psíquica.2 Todo analista
está en condiciones de corroborar por su propia experiencia
médica los esclarecimientos ofrecidos en ellos. En efecto, se
1 (Aparente referencia al "enlace falso-. mencionado en Estudi'.os
sobre la histerfo (1895d), AE, 2, pág. 87n.)
2 Steine1� 1907; Stekel, 1908; Fereoczi. 1908. [Freud había escrito
un prólogo para el libro de Stekel (Freud, 1908/) y posteríormcntc
escribió uno para un libro de Steiner (1913) sobre el mismo tema
!FTeud, 1913e).]
17::1
trata del influjo inhibitorio de ciertos complejos psíquicos Estas fijaciones tiernas del niño continúan a lo largo de �
que se sustraen al conocimiento del individuo. Como el la infancia, tomando consigo cada vez más de un erotismo _
contenido más universal de este material patógeno, se des­ que, por esa vía, es desviado de sus metas sexuales. Ahora
taca la fijacíón incestuosa no superada a la madre y her­ bien, en la pubertad se añade la poderosa corriente «sen­
manas. Además, debe tenerse en cuenta la influencia de sual», que ya no ignora sus metas. Al parecer, nunca deja de
impresiones penosas accidentales que se anudan al quehacer transitar por aquellos tempranos caminos y de investir,
ahora con montos libidinaJu::; más intensos, los objetos de l a
sexual infantil, así como los factores que de una manera
general reducen la libido susceptible de ser dirigida al objeto
elección infantil primaria. Pér o, como tropieza ahí con Jos
obstáculos de la barrera del incesto, levantada entretanto,
sexual femenino.3
exteriorizará el afán de hallar lo más pronto posible el paso
-r Si por medio del psicoanálísis se someten a estudio pro­
) desde esos objetos, inapropiados en Ja realidad, hacia otros
fundo casos de impotencia psíquica declarada, se obtiene la
objetos, ajenos, con los que puccln cumplirse una real vida
siguiente información sobre los procesos psicosexuales efi­
seimal. Es cierto que estos últirnos s<; escogen siempre según
caces. El fundamento de Ja afección es también aquí �orno,
el arquetipo (la imagu fi de los infhnt.ilcs, pero con el tiempo
probablemente, en todas las perturbaci'ones neuróticas­
una inhibición en la historia del desarrollo de la libido basta atraerán hacia sí la ternura que estaba encadenada a los pri­
meros. El varón dejará a su padre y a su madre -según el pre­
su plasmación definitiva y merecedora de llamarse normal.
En este caso no confluyen una en la otra dos corrientes cuya
cepto bíblico-"' y se allegará a su mujer; así quedan conju­
gadas ternura y sensualidad. Los grados máximos de ena­
reunión es lo único que asegura una conducta amorosa
moramiento sensual conllevarán la máxima estimación psí­
plenamente normal; dos corrientes que podemos distinguir
quica (la sobrestimación 1 Überschiitzungl normal del objeto
entre ellas como la tierna y la sensual.
sexual de parte del varón).
De esas dos corrientes, la tierna es la más antigua. Pro­
e, viene de la primera infancia, se ha formado sobre la base
Dos factores contribuirán decisivamente al fracaso de este
progreso en el curso de desarrollo de la libido. En primer
de los intereses de la pulsión de autoconservación y se diri­
lugar, la medida de frustración {denegación) real que con­
ge a las personas que integran la famJlia y a las que tienen a
traríe la nueva elección de objeto y la desvalorice para el
su cargo la crianza del nifio. Desde el comienzo ha recibido
individuo. En efecto, no tiene ningún sentido volcarse a la
aportes de las pulsiones sexuales, acogiendo componentes
elección de objeto si uno no puede elegir absolutamente na­
de interés erótico que ya on la infancia fueron más o menos
da o no tiene perspectivas de poder elegir algo conveniente.
nítidos, y que un posterior psicoanálisis descubre en todos
En segundo lugar, la medida de la atracción que sean capa­
los casos en el neurótico. Corresponde a la elección infantil
ces de exteriorizar los objetos infantiles que han de aban­
primaria de objeto. De ella inferimos que las pulsiones se­
donarse, y que es proporcional a la investidura erótica que
xuales hallan sus primeros objetos apuntalándose en las
les cupo todavía en la niñez. Si estos dos factores son lo
estimaciones {Schiílzungf de las pulsiones yoicas, del mismo
bastante fuertes, entra en acción el mecanismo universal de
modo como las primeras satisfacciones sexuales se experi­
la formación de neurosis. La líbido se extraña de la reali­
mentan apuntaladas en las funciones corporales necesarias
dad, es acogida por la actividad de la fantasía (introver­
para la conservación de la vida.4 La «ternura» de los padres y
sión), refuerza las imágenes de los primeros objetos seA.'Ua­
personas a cargo de la crianza, que rara vez desmiente su
les, se fija a estos. Ahora bien, el impedimento del incesto
carácter erótico («el niño es un juguete erótico»), contri­
constriñe a la libido volcada a esos objetos a permanecer en
buye en mucho a acrecentar los aportes del erotismo a las
lo inconciente. Y a su vez contribuyen a reforzar esta fija­
investiduras de las pulsiones yoicas en el niño y a conferir­
ción los actos onanistas, el quehacer de la corriente sensual
les un grado que no podrá menos que entrar en cuenta en
el desarrollo posterior, tanto más si ayudan algunas otras
circunstancias. 6 [Acerca del uso del término •hnago•, véase una nota mía al pie en
•El problema económico del m asoqu ismo» (1924c), AE. 19, pág. 173,
3 Stekel, 1908, págs. 191 y sigs. n. 23.]
1 !La elección de objeto según el tipo dei apuntalamiento (o •ana­
'' !•Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se allegan\ a su
clitica,.) fue elucidada con mayor amplitud eo ..Introducción del mu·­ mujer, y serán una sola carne• (Genesis, 2:24).)
cisismo• (1914c).J
175
174
que ahora es súbdita de lo inconciente. En nada modifica complejo»7 y del «retomo de lo reprimido", esa extraña dcm�·
esta situación el hecho de que ahora se consume en la fan­ gación que es la impotencia psíquica.
tasía el progreso que fracasó en la realidad, que en las situa­ Para protegerse de esa perturbación, el principal recurso
ciones fantaseadas que llevan a la satisfacción onanista los de que se vale el hombre que se encuentra en esa escisión
objetos sexuales originarios sean sustituidos por objetos amorosa consiste en la degradación psíquica del objeto se­
ajenos. Esas fantasías devienen susceptibles de conciencia xual, al par que la sobrestimación que normalmente recae
en virtud de esa sustitución, pero en la colocación real de la sobre el objeto sexual es reservada para el objeto incestuoso
libido no se consuma progreso alguno. De esta manera, pue­ y sus subrogaciones. Tan pronto se cumple la condición de
de ocurrir que toda la sensualidad de un joven esté ligada la degradación, la sensualidad puede exteriorizarse con H­
en lo inconciente6 a objetos incestuosos o, como también bertad, desarrollar operaciones sex-uales sustantivas y ele­
podemos decir, fijada a fantasías inconcientes incestuosas. vado placer. Hay además otro nexo que contribuye a ese
El resultado es entonces una impotencia absoluta, tal vez resultado. Personas en quienes l a corriente tierna y la sen­
asegurada además por el efectivo debilitamiento, adqui­ sual no han confluido cabalmente una en la otra casi siempre
rido al mismo tíempo, de los órganos que ejecutan el acto tíenen una vida amorosa poco refinada; en ellas se han con­
sex"Ual. servado metas sexuales perversas cuyo incumplimiento es
Para que se produzca la impotencia psíquica propiamente sentido como una sensible pérdida de placer, pero cuyo cum­
, dicha se requieren condiciones más benignas. La corriente plimiento sólo aparece como posible en el objeto sexual de­
sensual no puede haber sufrido en todo su monto el destino gradado, menospreciado.
de tener que desaparecer, oculta tras la corriente tierna; es Ahora se vuelven comprensibles en sus motivos las fan- - 1
preciso que se haya conservado intensa o desinhibida en tasías de muchachos que rebajan a la madre a la condición de
grado suficiente para conseguir en parte su salida hacia la mujer fácil, mencionadas en la primera de estas «Contri­
realidad. Sin embargo, el quehacer sexual de esas personas buciones».s No son sino unos empeños por tender un puen-
permite discernir, por los más nítidos indicios, que no están te, al menos en la fantasía, sobre el abismo que separa a esas
respaldadas por la íntegra fuerza pulsional psíquíca. Ese dos corrientes de la vida amorosa, ganando a la madre como
quehacer es caprichoso, es perturbado con facilidad, a me­ objeto para la sensualidad por la vía de su degradación.
nudo incorrecto en la ejecución, dispensa un goce escaso.
Pero, sobre todo, se ve precisado a esquivar la corriente
tierna. Por tanto, se ha producido una limitación en la elec­
2
ción de objeto. La corriente sensual que ha permanecido
activa sólo busca objetos que no recuerden a las personas
Hasta aquí nos hemos ocupado de una índagación médico­
incestuosas prohibidas; si de cierta persona dimana una
psicológica de la impotencia psíquica, no justificada por el
impresión que pudiera llevar a su elevada estima psíquica,
título de este ensayo. Sin embargo, se demostrará que nece­
no desemboca en una excitación de la sensualidad, sino en
sitábamos de esta introducción para obtener un camino de
una ternura ineficaz en lo erótico. La vida amorosa de estos
abordaje de nuestro tema específico.
seres permanece escindida en las dos orientaciones que el
Hemos reducido la impotencia psíquica al desencuentro de
arte ha personificado como amor celestial y terreno (o ani­
la corriente tierna y la sensual en la vida amorosa, expli­
mal). Cuando aman no anhelan, y cuando anhelan no pue­
cando a su vez esta inhibición del desarrollo mediante Jos
den amar. Buscan objetos a los que no necesitan amar, a
influjos de las intensas fijaciones infantiles y la posterior
fin de mantener alejada su sensualidad de los objetos ama­
frustración en la realidad, barrera del incesto mediante. A
dos; y luego, si un rasgo a menudo nimio del objeto elegido
para evitar el incesto recuerda al objeto que debía evitarse,
sobreviene, de acuerdo con las leyes de Ja •(sensibilidad de 7 (ExpresiÓJl tomada de los experimentos de Jung sobre asociación
de palabras (Jung, 1906 tvol. 2, 19091), y que Freud vuelve a utilizar en
el historial clínico del Hombre de les Ratas (1909d), AE, 10, págs. 164-
u ..
165.1
6 [En las ediciones anteriores a 1924 aparecía aquí la poco común 8 •Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre ..
palabra «Unbewusstsein>>, «'inconciencia».J 11910/¡) [supra, pág. 1641.
176 177
esta doctrina cabe hacerle sobre todo una objeción: nos pro­ psíquica. La corriente tierna y la sensual se encuentran fu­
porciona demasiado, nos explica por qué ciertas personas sionadas entre sí en las menos de las personas cultas; casi
padecen de impotencia psíquica, pero deja subsistir el enig­ siempre el hombre se siente limitado en su quehacer sexual
ma de que otras puedan escapar a ese padecimiento. Puesto por el respeto a la mujer, y sólo desarrolla su potencia plena
que todos los factores considerados (la intensa fijación in­ cuando está frente a un objeto sexual degradado, lo que de
fantil, la barrera del incesto y la frustración en los años del nuevo tiene por fundamento, entre otros, la circunstancia de
desarrollo que siguen a la pubertad) pueden reconocerse que en sus metas sexuales entran componentes perversos
presentes en la gran mayoría de los hombres cultos, estaría que no osa satisfacer en la mujer respetada. Sólo le es depa­
justificada la expectativa de que la impotencia psíquica fuese rado un pleno goce sexual si puede entregarse a la satisfac­
una afección universal de la cultura y no la enfermedad de ción sin miramientos, cosa que no se atreve a hacer, por
algunos individuos. ejemplo, con su educada esposa. A ello se debe su necesidad
Parece tentador escapar a esta conclusión remitiéndose al de un objeto sexual degradado, de una mujer inferior ética­
factor cuantitativo de la causación de la enfermedad, a ese mente a quien no se vea precisado a atribuirle reparos esté­
«más» o «menos» en la contribución de los diversos facto­ ticos, que no lo conozca en sus otras relaciones de vida ni pue­
res, del que depende que se produzca o no un resultado da enjuiciarlo. A una mujer así commgra de preferencia su
patológico reconocible. Pero si bien yo consideraría correcta fuerza sexual, aunque su ternura pertenezca por entero a
esa respuesta, no tengo el propósito de eludir la mencionada una de superior condición. Es posible que la inclinación, tan
conclusión. Por el contrario, sustentaré la tesis de que la a menudo observada, de los hombres de las clases sociales
impotencia psíquica está mucho más difundida de lo que se elevadas a elegir una mujer de inferior extracción como aman­
cree, y que cierta medida de esa conducta caracteriza de he­ te duradera, o aun como esposa, no sea mús que la conse­
cho la vida amorosa del hombre de cultura. cuencia de aquella necesidad de un objeto sexual degradado,
Si se toma el concepto de la impotencia psíquica en un con el cual psicológicamente se enlaza la posibilidad de la
sentido más lato, sin limitarlo al fracaso de la acción del coito satisfacción plena.
no obstante el previo propósito de obtener placer y la po­ No vacilo en responsabilizar también por esta conducta
sesión de un aparato genital intacto, se nos presentan en tan frecuente de los hombres de cultura en su vida amorosa a
primer lugar todos esos hombres a quienes se designa como los dos factores eficaces en la impotencia psíquica genuina: la
«psicanestésicos»: la acción misma no se les deniega, pero la intensa fijación incestuosa de la infancia y la frustración real
consuman sin una particular ganancia de placer -hechos de la adolescencia. Suena poco alentador y, por añadidura,
estos más frecuentes de lo que se creería-. La indagación paradójico, pero es preciso decir que quien haya de ser real­
psicoanalítica de estos casos descubre los mismos factores mente libre, y, de ese modo, también feliz en su vida amo­
etiológicos que hemos hallado en la impotencia psíquica en el rosa, tiene que haber superado el respeto a la mujer y admi­
sentido estricto, sin que podamos explicar al comienzo las di­ tido la representación del incesto con su madre o hermana.
ferencias sintomáticas. Y de los hombres anestésicos, una Quien se someta a un serio autoexamen respecto de este
analogía fácil de justificar nos lleva al enorme número de requisito hallará dentro de sí, sin duda alguna, que en el
mujeres frígidas cuya conducta amorosa de hecho no puede fondo juzga el acto sexual como algo degradante, que mancha
describirse o comprenderse mejor que equiparándola con la y ensucia no sólo en lo corporal. Y sólo podrá buscar la géne­
impotencia psíquica del varón, más estrepitosa.9 sis de esta valoración --que por cierto no confesará de buena
Pero si no consideramos una ampliación del concepto de la gana- en aquella época de su juventud en que su corriente
impotencia psíquica, sino las gradaciones de su sintoma­ sensual ya se había desarrollado con fuerza, pero tenía prohi­
tología, no podemos desconocer la intelección de que la bido satisfacerse en el objeto ajeno casi tanto como en el
conducta amorosa del hombre en el mundo cultural de nues­ incestuoso.
tros días presenta universalmente el tipo de la impotencia En nuestro mundo cultural, las mujeres se encuentran
bajo un parecido efecto posterior de su educación y, además,
9 Me muestro a la vez muy dispuesto a admitir que el complicado
bajo el efecto de contragolpe de la conducta de los hombres.
tema de la frigidez en la mujer puede también ser abordado desde
otro ángulo. [La cuestión es detenidamente examinada en «El tabú de Desde luego, para ellas es tan desfavorable que el varón no
la virginidad» (1918a), infra, págs. 196 y sigs.] las aborde con toda su potencia como que a la inicial sobres-
178
179
3
timación del enamoramiento suceda, tras la posesión, el
menosprecio. En la mujer se nota apenas una necesidad de
El hecho de que el enfrenamiento cultural de la vida amo­
degradar el objeto sexual; esto tiene que ver sin duda con el
rosa conlleve la más generalizada degradación de los objetos
hecho de que, por regla general, no se produce en ella nada
sexuales puede movernos a apartar nuestra mirada de los
semejante a la sobrestimación sexual característica del va­
objetos para dirigirla a las pulsiones mismas. El perjuicio que
rón. Ahora bien, la prolongada coartación de lo sexual y la re­
clusión de la sensualidad a la fantasía tienen para ella otra
se infiere frustrando al principio el goce sexual se exterioriza
consecuencia de peso. A menudo le sucede, en efecto, no po­ en que su ulterior permiso dentro del matrimonio ya no
der desatar más el enlace del quehacer sensual con la prohi­ produce una satisfacción plena. Pero tampoco lleva a mejor
bición, y así se muestra psíquicamente impotente, es decir, resultado la libertad sexual irrestricta desde el comienzo. Es
frígida, cuando al fin se le permite ese quehacer. A ello se fácil comprobar que el valor psíquico de la necesidad de amor
debe, en muchas mujeres, su afán de mantener por un tiem­ se hunde tan pronto como se le vuelve holgado satisfacerse.
po en secreto incluso relaciones permitidas y, en otras, su ca­ Hace falta un obstáculo para pulsionar a la libido hacia lo al­
pacidad para sentir normalmente tan pronto se restablece la to, y donde las resistencias naturales a la satisfacción no
condición de lo prohibido en un amorío secreto; infieles al bastaron, los hombres de todos los tiempos interpusieron unas
marido, están en condiciones de guardar al amante una fide­ resistencias convencionales al goce del amor. Esto es válido
lidad de segundo orden.10 tanto para los individuos como para los pueblos. En épocas en
Opino que esa condición de lo prohibido es equiparable, en que la satisfacción amorosa no tropezaba con ninguna di­
la vida amorosa femenina, a la necesidad de degradación del ficultad, por ejemplo durante la decadencia de la cultura an­
objeto sexual en el varón. Ambas son consecuencias del tigua, el amor perdió todo valor, la vida se volvió vacía e hi­
prolongado diferimiento entre madurez genésica y quehacer cieron falta intensas formaciones reactivas para restablecer
sexual, que la educación exige por razones culturales. Y los valores afectivos indispensables. En esta conexión pued-;·­
ambas buscan cancelar la impotencia psíquica que resulta aseverarse que la corriente ascética del cristianismo procuró
del desencuentro entre mociones tiernas y sensuales. Si el al amor unas valoraciones psíquicas que la Antigüedad pa­
resultado de idénticas causas se muestra tan diverso en la gana no podía prestarle. Alcanzó su máxima significatividad
mujer y en el varón, acaso se debe a otra diferencia entre la en el ascetismo de los monjes, cuya vida era ocupada casi
conducta de uno y otro sexo. La mujer de cultura no suele exclusivamente por la lucha contra la tentación libidinosa.
trasgredir la prohibición del quehacer sexual durante ese Desde luego, uno se inclina al comienzo por reconducir esas
lapso de espera, y así adquiere el íntimo enlace entre prohi­ dificultades a unas propiedades universales de nuestras pul­
bición y sexualidad. El varón la infringe en la mayoría de los siones orgánicas. Y en efecto, es en general cierto que la sig­
casos bajo la condición de la degradación del objeto, y por eso nificatividad psíquica de una pulsión aumenta cuando es
retoma esta última en su posterior vida amorosa. frustrada. Hágase pasar hambre, por igual, a un grupo com­
En vista de los afanes de reforma sexual, tan vivos en la puesto por los individuos más diversos entre sí. A medida que
cultura de hoy, no es superfluo recordar que la investigación crezca la imperiosa necesidad de alimentarse se borrarán
psicoanalítica, como cualquier labor científica, es ajena a todas las diferencias individuales y emergerán, en su lugar,
toda tendencia. Sólo pretende descubrir nexos reconduciendo las uniformes exteriorizaciones de esa única y no saciada
lo manifiesto a lo oculto. Luego, no le parecerá mal que los re­ pulsión. Pero, ¿es también cierto que el valor psíquico de
formadores se sirvan de sus averiguaciones para remplazar toda pulsión disminuye hasta ese punto cuando se satisface?
lo dañino por lo más ventajoso. Sin embargo, no puede pre­ Considérese, por ejemplo, la relación del bebedor con el vi­
decir si instituciones diversas no traerán por consecuencia no. ¿No es verdad que le ofrece una pareja satisfacción tóxica
otros sacrificios, acaso más graves. que la poesía ha comparado harto a menudo con la erótica
y que también para la concepción científica es comparable a
esta? ¿Y se ha sabido de algún bebedor que se viera constre­
ñido a variar de continuo su bebida porque al ser siempre la
misma pronto le resultaba insípida? Al contrario; el hábito
10 [Cf. «El tabú de la virginidad» (1918a), infra, pág. 198.] estrecha cada vez más el lazo entre el hombre y el tipo de
180 181
vino que bebe. ¿Se tiene noticia en el bebedor de alguna ne­ demasiado íntima e inseparable, la posición de los genitales
cesidad de irse a un país donde el vino sea más caro, o esté -inter urinas et faeces- sigue siendo el factor decisivo e
prohibido su goce, a fin de elevar por la interposición de tales inmutable. Podría decirse aquí, parodiando un famoso dicho
obstáculos una satisfacción en descenso? Nada de eso. Pres­ del gran Napoleón: «La anatomía es el destino».14 Los ge­
temos oídos a las manifestaciones de nuestros grandes alco­ nitales mismos no han acompañado el desarrollo hacia la
hólicos, Bocklin11 por ejemplo, acerca de su relación con el belleza de las formas del cuerpo humano; conservan un
vino: suenan a la más pura armonía, el arquetipo de un ma­ carácter animal, y en el fondo lo es tanto el amor hoy como lo
trimonio dichoso. ¿Por qué es tan diversa la relación del aman­ fue en todo tiempo. Las pulsiones amorosas son difíciles de
te con su objeto sexual? educar, y su educación consigue ora demasiado, ora dema­
Creo que, por extraño que suene, habría que ocuparse de la siado poco. Lo que la cultura pretende hacer con ellas no
posibilidad de que haya algo en la naturaleza de la pulsión parece asequible sin seria aminoración del placer, y la pervi­
sexual misma desfavorable al logro de la satisfacción plena. vencia de las mociones no aplicadas se expresa en el queha­
De la prolongada y difícil historia de desarrollo de esta pul­ cer sexual como insatisfacción.
sión se destacan enseguida dos factores a los que se podría Por todo ello, acaso habría que admitir la idea de que en
responsabilizar de esa dificultad. En primer lugar, a conse­ modo alguno es posible avenir las exigencias de la sexualidad
cuencia de la acometida de la elección de objeto en dos tiem­ con los requerimientos de la cultura, y serían inevitables la
pos separados por la interposición de la barrera del incesto, renuncia y el padecimiento, así como, en un lejano futuro, el
el objeto definitivo de la pulsión sexual ya no es nunca el peligro de extinción del género humano a consecuencia de
originario, sino sólo un subrogado de este. Ahora bien, he su desarrollo cultural. Es verdad que esta sombría prog­
aquí lo que nos ha enseñado el psicoanálisis: toda vez que el nosis descansa en una única conjetura: la insatisfacción
objeto originario de una moción de deseo se ha perdido por cultural sería la necesaria consecuencia de ciertas particula -
obra de una represión, suele ser subrogado por una serie in­ ridades que la pulsión sexual ha cobrado bajo la presión de
terminable de objetos sustitutivos, de los cuales, empero, la cultura. Ahora bien, esa misma ineptitud de la pulsión
ninguno satisface plenamente. Acaso esto nos explique la sexual para procurar una satisfacción plena tan pronto es
falta de permanencia en la elección de objeto, el «hambre de sometida a los primeros reclamos de la cultura pasa a ser la
estímulo»12 que tan a menudo caracteriza la vida amorosa de fuente de los más grandiosos logros culturales, que son lle­
los adultos. vados a cabo por medio de una sublimación cada vez más
En segundo lugar, sabemos que la pulsión sexual se des­ vasta de sus componentes pulsionales. En efecto, ¿qué mo­
compone al principio en una gran serie de componentes
tivo tendrían los seres humanos para dar otros usos a sus
-más bien proviene de ellos-, no todos los cuales pueden
fuerzas pulsionales sexuales si de cualquier distribución de
ser acogidos en su conformación ulterior, sino que deben ser
ellas obtuvieran una satisfacción placentera total? Nunca se
sofocados antes o recibir otro empleo. Sobre todo los elemen­
librarían de ese placer y no producirían ningún progreso ul­
tos pulsionales coprófilos demuestran ser incompatibles con
terior. Parecería, pues, que la insalvable diferencia entre
nuestra cultura estética, probablemente desde que al adop­
los requerimientos de ambas pulsiones -las sexuales y las
tar la marcha erecta apartamos de la tierra nuestro órgano
egoístas- habilitara para logros cada vez más elevados,
olfatorio;13 lo mismo vale para buena parte de. las impul­
es verdad que bajo una permanente amenaza (a la que en
siones sádicas que pertenecen a la vida amorosa. Pero todos
el presente sucumben los más débiles) en la forma de la
esos procesos de desarrollo sólo atañen a los estratos su­
neurosis.
periores de la compleja estructura. Los procesos funda­
La ciencia no persigue el propósito de aterrorizar ni el
mentales que brindan la excitación amorosa no han cam­
de consolar. Pero de buena gana concedo que unas conclu­
biado. Lo excrementicio forma con lo sexual una urdimbre
siones de tan vastos alcances como las expuestas deberían
edificarse sobre una base más amplia, y que otras orienta­
11 Floerke, 1902, pág. 16.
2 ciones del desarrollo de la humanidad acaso puedan corregir
1 [«Reizhunger», término que habrían acuñado Roche y Bloch; cf.
Tres ensayos de teoría sexual (Freud, 1905d), AE, 7, pág. 137, n. 16.] el resultado que aquí hemos considerado aisladamente.
13 [Véanse dos largas notas al pie en El malestar en la cultura
(1930a),AE, 21, págs. 97-8 y 103-4.] 14 [Esta par áfrasis reaparece en «El sepultamiento del complejo
de Edipo» (1924d), AE, 19, pág. 185.]
182
Cok+ S¾
(.iooo) 1.iil A,- .
l. La. maldición sobrt el sexo
l?,<.,,t,,Ofl_;_ f f l<·•~.:(¡,; / / ; <J
U.2 1/ u3
..\sí. pues. reiniciamos el Jño, un aiio Titull de eue modo lo
que qu1t'ro decir estt' año : la maLdic,ón sobre el suo
Hay algo que no funciona entre los hombres y las mu1cres. No
es una novedad, lo sabemos desde s1~mpre. Y. si n duda. también lo
sufrimos desde siempre: digo sm duda porque, s1 nos queJ~ de
ello, no t!S desde siempre . ¿De~de cuándo lo hacemos? Habría que
estudiarlo, sería un trabajo de estudio de la civilizac160 . En todo
caso. está claro que, desde Freud, nos queJamos; eso es seguro A
tal punto que Lacan, sin pelos en la lengua, podía decir. a.J hablar
del dispositivo analítico: ·'En é l se habla de coger. y se dice que la
cosa no va".
¿Cuál es el problema? En el fondo, es un problema ~ nudo ;
-sin equívocos-; pienso más bien en el nudo del amor. El prohle- '
ma es conectar, anudar el goce a otro, un semejante, y además otro
.sexuado, lo que hace que ya no 5'!a en absoluto semejante. l Cómo
hacer entonces, cómo hace cada sujeto para que el goce logre ha-
bitar el lazo sexuado, que es un lazo muy especial, debido JUSta-
mente a que ese goce no se comparte? Jacques-AJain MilJcr había
hecho hincapié en esta incompatibilidad del goce que llamaba uno
y del dos de la pareja Que el goce no se comparte quiere decir que
oza_solo~ Lo cua!_ ~~ e~
UnQ ~i~pre ~_ todos ·1os casos constituye , ·
u~ problema. En re~idad, sólo es un proble~ en- el a.rn~. Que el
10 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 11
dolor de muelas no se comparta no moles~a a nadie salvo, quizás , Creo entonces que este año -por lo menos ésa es mi intención
a quien lo padece. Menciono este ejemplo del dolor de muelas inicial- hablaré de las soluciones, porque, después de todo y como
porque es un ejemplo freudiano, pero podría tomar cualquier otro dice Lacan, el sujeto es feliz . Buena suerte [bon heur]: Está so-
dolor físico . El alma, decía Freud, se encierra en el agujero negro metido al heur, sin "e" . Heur sin "e" no viene de hora, que desig-
·. de la muela. Una manera de decir: el dolor anula la libido y aparta na la hora del reloj. Etimológicamente, heur sin "e" se refiere a los
, del lazo social . Cuando se trata del amor, es una aporía o al menos augurios y, como podrán darse cuenta, la maldición no está lejos .
un problema, en la medida en que el amor aspira al Uno de la fu- Remite a los augurios y, precisamente, al destino. Lo que hace que
sión, apunta a " hacer uno", hasta soñar incluso con la beatitud. De cuando Lacan dice: "El sujeto es feliz", haya una ironía, pero fun-
modo que sólo en el amor es un problema el hecho de que se goce dada, porque justamente ésa es su infelicidad, estar sometido a la
únicamente solo y, además , que uno no goce del otro . suerte ; en otras palabras, no estar seguro de nada y sobre todo de
Así, pues, la cosapo va. Pero en realidad , y a pesar de todo , la encontrar la pareja con que sueña.
cosa va y, como suele decirse , hacemos que funcione . Hay solu- Pues bien, elegí como título La maldición sobre el sexo . Es una
.' cienes. Soluciones que también son problemas y se llaman sima- expresión de Lacan en "Televisión", como ustedes saben , pero él
' mas . Vale decir que a veces son muy incómodas , a punto tal que atribuye la tesis a Freud. Traduce con esa expresión lo que Freud
podemos querer rectificarlas , revisarlas para que lo sean menos . terminó por advertir a lo largo de sus cuarenta años, poco más o
Esas soluciones incómodas que cada sujeto inventa no dejan de menos, de trabajo con el síntoma, y que formuló de manera defini-
llevar la marca de la época. Lo que quiere decir que son función tiva en El malestar en la cultura : que el trastorno de la relación en-
del discurso, al menos cuando no se trata de la psicosis, y que tre los sexos, en el nivel del amor, es esencial. Vale decir que no es
cambian según las épocas . Es por eso que Lacan, con un neologis- únicamente el destino de ciertos sujetos, que serían los enfermos,
mo calculado, las llama " hystóricas" '" [ "hystoriques "], para evocar en tanto se les ahorraría a los demás. El rumbo de Freud es muy de-
; lo que hay de histeria en la historia. mostrativo: parte del síntoma y al principio cree que éste es el des-
No todos los síntomas son hystóricos. Y, en especial, sorprende tino de los neuróticos, aquellos a quienes en ese momento se consi- ·
comprobar que los síntomas de la esquizofrenia, la melancolía y la dera "nerviosos" . Y en el fondo , después, al final , en todo caso en
paranoia pura no conocen ni fronteras ni tiempo : un esquizofréni- El malestar.. . , llega a la conclusión del síntoma generalizado. Con-
co japonés y un esquizofrénico europeo son la misma cosa. Un cluye que la perturbación amorosa es casi inevitable, está presente
melancólico de hoy y un melancólico descripto por Hipócrates en todos los casos: que hay algo desfasado, desencajado entre el
Gfmbién. En cuanto a la paranoia, no es menos ahistórica, si no en amor del hombre y el amor de la mujer; que, sin duda, el hombre y
sus temas, sí al menos en su estructura. Son precisamente los sín- la mujer pueden encontrarse, pero sus amores no se encuentran ver-
,. tomas que Lacan llama "fuera de discurso". Y en el fondo es un dadera."Tlente. Y si se piensa que en el fondo Freud basó toda su
aspecto que no hay que olvidar en el umbral de la cuestión de los idea de lo que es la salud del hombre normal en la solución edípica,
síntomas contemporáneos, de los síntomas marcados por la época es a la postre una manera implícita de reconocer el fracaso de ésta. ·
y que valen como signo de los tiempos. Éste sería un aspecto a desarrollar que dejo en suspenso.
Entonces, ¿por qué el término "maldición"?
• La inclusión de la "y" indica la condensación con la palabra (" histeria"),
• Bon heures homófono de bonheur, felicidad Oa del sujeto heureux) [n. del t].
hysririe en francés [n. del l.].
12 La. maldición sobre el sexo La. maldición sobre el sexo 13
Señalo en primer lugar que el término pertenece al vocabulario hombros del sujeto que , en última instancia, no habrá hecho más
del parhos, a lo que Immanuel Kant llamaría lo patológico y que, que explorarla.
además , es un vocabulario que viene de épocas pasadas, del tiem- Así, pues, el sexo estaría maldito. Voy a desarrollar en principio
po anterior a la ciencia y al sujeto de la ciencia. Tenemos la tra- el primer aspecto del equívoco. Maldición, es sencillo, viene de di-
ducción en términos lógicos, y la tenemos porque Lacan la cons- cere y malus en latín, es verdaderamente un decir que llama al mal,
truyó. La traducción en términos lógicos de lo que él califica aquí que invoca la infelicidad sobre alguien, para condenarlo a ella. En-
?e ma_Idición es lo imposible , lo imposible en sentido lógico: es tonces , evidentemente, la maldición es un perfonnativo por exce-
1mpos1ble que los sexos hagan "relación-proporción" en los seres lencia. Ya tuve la oportunidad de hablar de Austin, aquí o allá,
sometidos al lenguaje. Ese imposible es algo muy diferente de la Austin el lógico, con su obra How to do things wich v,.:ords, que en
mala suerte, tal como lo piensa Lacan y según lo que aprendimos francés se tradujo como Quund dire , c 'estfaire : Pues bien, en la
de él. . maldición, decir, es hacer mal: hacer mal o provocar infelicidad.
Lo que tienen en común la maldición y lo imposible es que los Eíi ese scntidv, !J. ~~!d~ci6n , cc!Y!c dec !!" rr:.~!éf!cc , gir~ siemprt?
dos términos designan algo que escapa al alcance del sujeto. Algo , hacia el maleficio. Está en efecto la idea del hacer, de un decir, por
por lo tanto. que no es de su responsabilidad y que es fatalidad, lo tanto , que no es de scriptivo sino operante . Es bastante interesan-
destino. Después de todo, Edipo, no el de Freud sino el de Sófo- te y conviene detener5e un poco en ello . Una maldición no compe-
cles al que Freud se refiere, Edipo, decíamos, es una figura que te al auromaton sino a ia ryché, vale decir, al encuentro con otro
cae bajo el peso de una maldición que , finalmente , hace de él la que va a provocar nuestra mala fortuna. Depende por lo tanto de
I
/ marioneta de un destino que ignora. la . .. suerte [heur] . Adviertan además que en su origen , ésta desig-
¿Por qué Lacan tomó este término en 1973, luego de haber ela- naba el buen encuentro, a punto tal que podía hablarse de suerte
borado, no obstante, la categoría de lo imposible? [heur] y mala suerte [malheur] . Sea como fuere , la maldición com-
El término tiene sus ventajas . En primer lugar, juega con el pete a la tyché, pero a una tyché que se convierte en destino. Muy
equívoco -volveré a esto- entre maldecir [maudire] y decir mal interesante para el psicoanálisis, por supuesto. Se convierte en des-
[mal dire]. Esto es, tiene resonancias , connotaciones semánticas tino porque desde el momento en que se profiere la palabra de mal-
muy amplias, lo cual es una ventaja. Y además otra, tal vez me dición, es como si parad sujeto miilctito la. suerte estuviera echada.
digan que paradójica, pero, en fin , la considero como una ventaja: La maldición va por lo tanto de la contingencia del encuentro a la
el hecho de que esta maldición no pertenezca al vocabulario del necesidad de un destino que no cesa de escribirse. Curiosamente,
bien decir del psicoanálisis. Es un término que pertenece más es el mismo itinerario que Lacan distingue para el amor, en su se-
bien al vocabulario del fantasma. Y creo, estoy segura, que Lacan minario Aun. Encontri.'11.os a una, o a uno, por accidente, por azar,
lo emplea para estigmatizar el psicoanálisis mismo, en tanto qué, d~~p~é!:; esper::!~~~ q!.!e e~c ~!!!'e ~9-!"~ si~mpr~ y r10 <:-~s~ t:ie. Pscri-
como dice, el psicoanálisis existe mal y, en ese momento -esta- birse, lo que según Lacan es la definición de lo necesario.
mos en 1973-, se muestra incapaz de igualarse a las demostracio- Es tanto como decir que la maldición hace existir al Otro. El
nes de la matemática, con el resultado -y es un diagnóstico bas-
tante feroz, hay que señalarlo, el que Lacan hace entonces- de
"redoblar" ia maldición sobre el sexo. O sea que no sólo no la cu- * La traducción castellana es literal : Cómo hacu cosas con palabras (Barce-
ra en modo alguno -"curar" entre comillas, desde luego-, sino lona. Paidós). La versión francesa lo titula "Cuando decir equivale a hacer" (n.
que, lejos de solucionarla, echa doblemente su peso sobre los del t.) .
14 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 15
, hecho de que el Otro no exjsta asume todo su relieve este año, pe- Si me siguieron bien hasta aquí, maldición es entonce~ una in-
'1 ro también están las mil y una maneras dé hacer existir a ese Otro
ter~retación . Cuando uno dice "maldición ", desde luego . hay que
1 que no existe, y justamente para mitigar su ausencia. Entonces la
decirlo con fuerza ; creo que en Tintin se profieren muchas maldi -
1
maldición hace existir al Otro, en la medida en que implica un ciones que no son más que puntuaciones. Es una interpretación
Otro de voluntad y poder nocivos . Pero, a la sazón, lo curioso es ~~y p_ recisa que se refiere a la causa, como ~ualquier in1erpreta-
que, inversamente, la infelicidad, y me refiero simplemente a los c1on digna de ese nombre : sitúa la causa, aquí la de los reve ses del
avatares de la vida. la mufa, lo que llamamos la mufa, en otras pa- sujeto, sus desdichas, sitúa la causa de sus tribulaciones en el Otro .
labras. la repetición de las cosas malhadadas , pues bien, la repeti- Es por eso que la maldición hace existir al Otro como voluntad .
ción de las cosas malhadadas empuja a los seres hablantes, casi como v0luntad que castiga, voluntad que se ·.enga, etcétera: en to-
irresistiblemente, a pensar que las cosas están tramadas, como de- do caso, que vigila, que nos tiene a la vista y cuya ven~anza da
cía Lacan . O sea que en alguna parte hay un mal ojo, un mal Otro sentido a nuestras desgracias . La maldición da alas a los di oses, ya
10,; pongamos P.n pl11rnL como In ernn en 1::i Anl i !!1i edad . c>n 11n ;:i
que nos vigila y nos espera a la vuelta de la esquina. Y además, no
decimos acaso : '"¿Qué hice yo para merecer esto?". El sujeto se época en que las maldicione s tenían gran fuerza.- o en , in!rnlar.
autoacusa. O bien "¿Qué te hice, Dios mío?", cuando estarnos en -- oios", para acercarse al dios del rnono1eís mo En todo'i In, :a'iO'-.
un área cultural como la nuestra. Para quien está sujeto al lengua- co n 1:i maldición creernos que la infelicidad hJbLi. que nos dice al -
je es muy difícil creer en los albures del azar. g0 : vale decir que le damos un sentido. Y ese sent:do. como ac:ibc
Y todavía más sorprendente es que es cierto incluso cuando los de señalarlo y como ocurre en todos los casos, es ei goce .
encuentros son buenos. En el límite, un gran golpe de suerte es tan ¿Pero cuál , en este caso? Hay un doble aspec"to . La maldición
inquietante como un gran golpe de mala suerte. Alguien me dijo da a la infelicidad el sentido del goce del Otro . Se supone que las
-no lo verifiqué, pero parecía informado, es alguien que trabaja en desdichas satisfacen a un Otro vengativo, feroz . Pero la maldición
los medios de comunicación- que se hizo un pequeño estudio -se también tiene el sentido de la falta [faurer , de la falta [faute] del
los transmito con reservas porque no lo comprobé ni estoy en con- sujeto, porque si el Otro se venga, es porque el sujeto era pecador.
diciones de hacerlo-, bien, una pequeña encuesta sobre la gente Verdaderamente es ésa la hazaña del cristianismo, haber hecho pa-
:;1=- :.U Otro vengativo pe~ l!~ Ot!:"C de! <>rnf'r. ¡:::;M ~..: ~1 rn c: r;-:,n ; , nl" ,
que gana el gordo de la lotería. Y esta persona me explicaba que
era desastroso. Desastroso, bueno, puede haber razones diversas, que el Otro que castiga a muerte -y peso bs palabras, Dios c:isti-
puede estar sobredeterrninado; a menudo, por ejemplo, se trata de ~a ~ muerte- se encama en la figura de Cristo ; pues bien, el cris- ·
personas que no aprendieron a administrar una fortuna y terminan t1an1smo ha logrado hacer creer que ese Otro que castiga a muerte
por perderlo todo muy rápidamente, pero lo que más había sor- es un Otro de justicia y amor, vale decir, un Otro aue tiene sus ra-
prendido a las dos personas que hicieron la encuesta era que no só- zones para. castigar de ese modo. Es lo aue hacíi decir a Lacan
lo perdían lo que habían ganado, sino que empezaban las calami- que el cristianismo nos había enseñado i no andarse con mira-
dades en las familias, en los vínculos en tomo de esas personas. mientos con el goce del Otro, a cubrirlo con el leve velo del amor
Como si en cierto modo el golpe de suerte se hubiera transforma-
do en mufa. De todas formas , los sujetos que son jugadores, uste-
des saben, esa pasión especial, irresistible que es la pasión del jue- . "El términofaute, en el sentido de culpa o falta existe en castellano. Para di -
go, muestran con claridad que el azar es un partenaire, una figura ferenciarlo de "falta" como traducción del manque en francés , se pondrá [faute] o
[manque]. según corresponda.junto al término castellano (n. del t.].
del Otro, y por ende el jugador busca la ley bajo sus albures.
16 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 17
y la equidad. Y, desde luego , eso equivale a decir que consiguió Padre . Está en la página 98 del seminario: En efecto, ¿el incons-
hacer recaer la culpa rnbre el sujeto. Es úna operación que rehabi- ciente no es algo así como un Otro, con mayúscula, que traza los
lita al Otro que maldice y lo lava del odio. En ese sentido, cuando caminos en que va a quedar atrapado el sujeto ? Si es esto, se trata
se trata de la culpa o de la causa, entre el sujeto y el Otro hay un de un cirujano moderno de la predestinación , en la época de la
tú o yo , oscilante entre dos polos extremos y contrastados. En un ciencia. Si ~en su peso al " si"- , como lo decimos y repetimos , el
polo tenemos la inocencia paranoica, que remite toda la culpa so- inconsciente determina al sujeto -cualquier persona que se mete
bre el Otro y deja al sujeto siempre inocente, sea lo que fuere que en un análisis se convence de ello-, si el inconsciente determina al
éste haga. En el otro extremo, el melancólico que la asume por sujeto con sus síntomas, sus elecciones de objeto, sus repeticiones ,
completo, a punto tal , además, que en definitiva ya no hay Otro entonces tiene una función , no digo que idéntica, sino homóloga a
para él y, al concentrarse todo el goce de su lado, deja por eso la de los dioses de antaño y al Dios más cercano a nosotros.
mismo de hacer existir al Otro, allí donde el paranoico, al contra- No es en absoluto una casualidad que Freud haya inventado la
rio, lo cultiva. noción de neurc :;i:; de d~sti;;o . Verdadeia.mc1, tc , c5 la ¿;.;paesi6 ü
Entonces, naturalmente, en las grandes épocas de la fe , las épo- adecuada para decir que el inconsciente constituye una fatalidad .
cas anteriores a la muerte de Dios, del Dios del monoteísmo, la un destino . Y en el fondo , podríamos decir que en El malestar en
maldición divina tenía todo su peso . Hoy ya no tenemos el sentido la cultura nos habla de la neurosis moderna generalizada como
de la tragedia e incluso somos incapaces de tenerlo, porque ya no una neurosis de destino generalizada, cuya clave hay que buscar
tenemos el sentido del destino . A falta de Dios, nos quedan los in- en el inconsciente moderno . Hay un muy bonito caso de neurosis
fortunios, desde luego, pero sin Otro para darles sentido . ¡Y es de destino en Hélene Deutsch ; tal vez tenga oportunidad de hablar
peor ! Al menos ésa es mi idea, y por eso escribí un pequeño texto de él. El texto de Hélene Deutsch es un poco confuso, pero muy
a propósito del apocalipsis y lo titulé ·'Apocalipsis o peor" . Porque interesante, porque la histeria misma se carga en la cuenta de la
los horrores del Apocalipsis, pese a todo, se atenúan un poco por neurosis de destino .
el hecho de que haya un Otro. Si tenemos las desgracias del Apo- ¿Hay que decir entonces : el inconsciente es el destino, como
calipsis sin el Otro, por lo tanto con el agregado de la derelicción , Freud dijo "la anatomía es el destino ", retomando por otra parte
ya no contamos con é!l odio de Dios para que nos soporte 'j la vida ias pe1.ldbni.~ que: :se: atribuyen a Napoieón ? en ei psicoanáiisis se
no se ve más facilitada por eso . reveló la falsedad de que la anatomía sea el destino, al menos si se
Ya no tenemos a Dios, pero algo ha aparecido en su lugar. ¿Qué da crédito a Lacan , que en el seminario Les non dupes errent, de
es, entonces, si no el inconsciente mismo? 1973, dice, al contrario, "el ser sexuado se autoriza por sí rrúsmo". ,
El . inconsciente es el nombre de un dios de la modernidad . Et ser sexuado se autoriza por sí mismo, !o cual significa que tiene
Querría desarrollar esto . Lo que quiero decir es que , de hecho , !::! l,;¡, Pl~rf' i Án ) rcmA
....... - ~" - .. -- .. - T
- . . .. ~fAr-tn __"ll''ln 1A ,.-1 ; 1"..:t. o.v ...... l :"- ; t-'l~o-t-o o -. t4 .. .. _
.._._ •• """' _ . _ __ """' ·""t' . . .. .... .. '--• .. •"-'4''-'-' ...,. ,.,. 41""''· ·
maldición que nos interesa hoy en psicoanálisis es la del incons- De ello se deduce, lo vemos en seguida, que si hay una maldición
ciente. Antes de explicar la tesis, les hago notar que, si no lo to- del inconsciente, con seguridad no es una maldición que nos con-
man así, si no advierten que el inconsciente, la invención del in- dene a ser hombre o mujer, y esto, a pesar de la anatomía. Nos
consciente, vuelve a dar un poco de lustre a un Dios moribundo,
no comprenderán por qué Lacan, en su seminario Aun, dice que
Freud acudió en auxilio de Dios, como un nuevo Cristo, más mo- * En todos los casos, los números de página remiten a las ediciones francesas
derno, sin duda, pero no obstante un nuevo Cristo que salva a Dios de las obras mencionadas (n. del t.) . -
18 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 19
:! condena tal vez a alguna desdicha. pero el inconsciente no no s im- freudiana y sigue utilizando la referencia al inconsciente, en el
, pone la elección del sexo, porque eso es ló que quiere decir "el ser sentido de desresponsabilizar al sujeto, en nombre de una idea os-
sexuado se autoriza por sí mismo" . cura del inconsciente como fuerza que nos dominaría y ante la que
' Lo que está enj uego en la cuestión de saber si el incons~i~nte nosotros , pobres sometidos , no podemos nada. Esto va en el mi s-
es el destino debe resultarles clara: se refiere a-la responsab1hdad mo sentido que todo el movimiento de nuestra cultura actual en
del sujeto. Es cierto que en el psicoanálisis, y en especial en la que la muerte de Dios, la laicización que se deduce de ella, se en-
·orientación lacaniana, se afirman a la vez dos cosas que podría pa- cauzan hacia una atenuación de las responsabilidades individuales,
recer difícil articular juntas. Por un lado se afirma que el incons- y no a la inversa. Algunas veces mencioné e] tema de las circuns-
ciente es un saber y que , por lo tanto, en tanto saber, determina ; tancias atenuantes, que en la actualidad asume proporc iones com-
por el otro. que el sujeto siempre es responsable. Hay entre las dos pletamente sorprendentes . Me acuerdo, por haberlo escuchado en
afirmaciones una tensión , si no una contradicción. Permítanme s:i- la radio, de un ejemplo absolutamente siniestro pero que tiene, no
car de mentir .i verdad y presentar una tesis que no es la que sos- übstant~, su nota cómica: cii a:gün luga, de fraii .:: ia, en el carr.pc .
tendré finalmente : si el inc onsciente funciona según la modalidad un joven mata a tiros a los cinco miembros de su fam ilia. Llega un
de un .. está escrito·', de un saber que determina por lo tanto lo real , buen gendarme que comprueba los hechos y. al ser interrogado por
¿qué puedo hacer, entonce::. ·, Del mismo modo que si fuera elegido la prensa, declara que ese pobre hombre probablemente se senc ía
0 condenado por la gracia de Dios, tal vez haya que decir que su-
trastornado por .. . ¡el divorcio de sus padres ~ Entonces. la cosa
friré tal o cual repetic ión , tal o cual vicisitud en mi vi~a amornsa Y efectivamente da risa., pero es un fenómeno de discurso. ¿no? Es la
profesional , por la gracia de lo que está. escrito en e! rnconsc1ente. idea de que en el fondo hay repercusiones del Otro que marcan al

En una época, hace ya un tiempo, me v1 en _necesidad de_evocar sujeto y una vez pasadas, éste, a fe mía, tiene derecho a muchas
los problemas de la gracia. En b teología cnsuana, y especialmen- excusas. Adviertan que es una retórica que los analizantes, a ve-
te en toda la Iglesia reformada, protestante, desde los luteranos ces, no desdeñan utilizar. Tal analizante me decfa, ni siquiera hace
hasta los calvinistas y el jansenismo, ya conocen to~os los debates dos días: "Pero si es mi deseo inconsciente, no puedo hacer nada
que hubo en tomo del problema de la gracia necesana y para saber con él''. ¡ Y de qué modo~ Aquí tienen un uso bien cómodo de la
s·i es suficiente o no. Se justificaba referirse a esoj debates, au;ique referencia ai inconsciente .
fueran anteriores a la ciencia, en la medida en que e_l problema que Por otra parte, y en oposición a esta retórica indulgente de la
procuraba resolverse en ellos era conci!i~ un sujeto responsable, sociedad y del sujeto -mismo, está el hecho de la culpa. El hecho
por lo tanto culpable, con la omnipotencia de D10s, con el hecho de que eventualmente, contra toda razón y sin razón , los sujetos
de que la teología haga de Él el respons~ble absoluto del mund~. :. :Jn cu!pables, se sier.ten cu!pab!es o actú:m cc~o si !o fuer:lll , v {c -
T ~ r- 11n
El debate alrededor de Cal vino fue espec!3.lmente enconado, d_eb1 - 1 : m•.u : ,...f,;;1,, .=. it' 1.l
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do a su idea de la gracia suficiente, que prácticamente no ~eJaba existencia, de dudar de que merezcan vivir, al extremo que, a ve-
sitio a la responsabilidad del sujeto, porque no,s _hace elegidos o ces, los éxitos los abruman .
condenados independientemente de nuestros meneos, de nuestros Entonces, ¿qué dice la doctrina -porque a pesar de todo tene-
esfuerzos, de la vida que hayamos llevado . ¡Y con eso, vayan a mos una doctrina-, qué dice la doctrina sobre el inconsciente co-
predicar la virtud l Una verdadera dificultad. . mo destino?
Con el inconsciente esta cuestión tiene otras repercus10nes . Y Hay muchas definiciones del inconsciente, al punto que por
parece seguro que · nuestra época ha hecho uso de la invención momentos se puede decir, yo puedo decir, que ya no sé qué es el
1 20 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 21
inconsciente . Si empezamos con Freud, en el origen del psicoaná- dictes del inconsciente, es él qu ien , tras haber sac ado a la luz lo
lisis y el inconsciente idéntico a lo reprimido, éste es el resultado, que había reprimido, es confrontado a una nueva elección.
a su juicio, de una defensa del sujeto ; lo produce lo que él llama el Y luego , siempre en el mi smo sent ido , del inco nsc iente que no
(9 conflicto psíquico, en las psiconeurosis de defensa. Esta definición
no hace del inconsciente un destino . Al contrario, hace de él el re-
hace destino, encontramos la última frase de "Análi sis term inable
e interminable"; a menudo comenté ese pasaje, se los recuerdo, es-
sultado de una opción del sujeto: la opción de defensa. Y, por con- tá en la página 268 del volumen . Esta vez ya no se trata de las pul -
siguiente, mantiene en su totalidad la responsabilidad del ?.~jeto. siones sino de la angustia de castrac ión . Freud señala que es difícil
En el límite, hace de la represión casi una elección. Una elección- decir cuándo y si se ha dominado ese factor, pero que en todo caso
que. por otra parte. es anterior a cualquier razonamiento . Puesto podemos consolamos con la certeza de que hemos procurad o al
que, como ustedes saben, Freud evoca las primeras tomas de posi- analizado "'toda inc it.1ción posible a re visar y mod ificar su posi-
ción del sujeto, que ni siqu iera son verbales, que son respuestas a ción " . Es la mi sma idea , rev i-;ar y modificar su posici ón, es dec ir
e xperiencias de goce primarias, infantiles : reacción primaria de que la pc k,ta c:std ¿¡¡ e: -: áiYipü de ! .sujeto i dqicode rá .:!e ~ü ¿!c-:: -
aversión , de rechazo en la histeria, mientras que en la obsesión es ción .
m:ís bien el exceso de satisfacción , que entraña el mismo resulta- As í, pues. ahí tenemos un incon sciente que no hace destin o.
do : un rechazo a causa de la culpa. Ahora, si avanzamos un poqu ito , parece imposi ble atener-;e a eso
Entonces . este inconsciente reprimido, que prepara perfecta- Por dos razones : en pnmer lugar, porque la naturaleza de la defen -
mente el lugar de la elección subjetiva, es totalmente coherente sa que engendra lo reprimido no debe asimilarse por completo a
con las tesis que Freud desarrolla en " Análisis terminable e inter- una voluntad . Freud se vio en la necesidad de interrogarse sobre el
minable" sobre el fin del análisis. Remito a dos pasajes; si toman origen de la defensa. ¿De dónde viene ésta? Y ustedes saben que
la edición de PUF, en el volumen 2 de Résultats, idées, problemes, Lacan, en "Televisión" , menciona que durante un tiempo atribuyó
en la página 242, Freud se pregunta en qué se convierten, al final la defensa a los efectos de la represión '" familiar, lo que equivale a
del análisis, las pulsiones que habían sido reprimidas en el origen decir, para nosotros, a los efectos del Otro, del discurso del Otro
de la neurosis . Responde de manera a la vez simple y categórica sobre el sujeto. Y está la famosa observación de Freud, que nos
que el análisis permite revisar las represiones , lo que quiere decir áeja pensativos, cuanáo explica -y eso está evidencernence muy li -
que permite una nueva elección, la puesta en acto de una nueva gado a la situación de la sociedad vienesa de su tiempo- que la
elección del sujeto, con respecto a las pulsiones que habían sido muchacha del segundo piso que vive en una familia burguesa bien
desechadas por la defensa. Aclara que esa nueva elección puede educada y distinguida tiene mucho más posibilidades de sufrir sín-
encaminarse en dos direcciones. O bien las represiones son des- tomas neuróticos que !a hija de la portera que vive en la p!ant3 ba-
;.,.,. - •• ....., __ ....., ,..,.,. _.,,,,_ ...... _ .,.,... .;,..,. _~ ~ - - -,-. - ... 1..._ ,. __ ..-..a._,...,.. a - ~- o - ,..; ,._c- , , c.-
truidas y se aceptan las pulsiones - lo que decimos cuando habl.:l- J"'-, 'fl..l."" t''-'-'JU..1.1i..u..1.,1.'-' •' '-"'-' '-4'-'4.&"-' , 1.t'-,.,.1. 1. v..> '-''-4.&. t.. '-A.&.'"""' •'-•""' •1. v..> -h•b""'~"'-'•__. J - .u
mos de asumir los goces : las pulsiones que el sujeto no había podi-
do soportar pueden volverse tolerables algunos años más tarde-, o
bien, dice Freud, la otra altemati va es una nueva represión, más
* Chocamos aquí con una dificultad del castellano, que dice en una sola pala-
sólida y, creérnoslo, definitiva. bra, repr~sión, lo que el francés expresa con dos : répresion (en el sentido en el
He aquí los dos destinos _que Freud establece para las_pul$iQ.nes que se habla, por ejemplo de represión social o política) y refoulement (la repre-
y que se presentan, lo subrayo, como dependientes de una el_e cción sión freudi ana) P3.~ r.-vi r:ir c0nfü<;i011e~ . Cllda ve? ~ue el término renga este último
d~_l sujeto, No es el sujeto quien sucumbe bajo el peso de los vere- sentido, agregaremos entre corchetes la palabra francesa refoulement (n. del t.) .
22 La. maldición sobre el sexo la maldición sobre el sexo 23
la que, por lo tanto, las pulsiones podrán desarrollarse más a sus aplica a la topología de Kant, para designar un desconocimiento
anchas. Podemos .~er la serie: la re_~~~-~íón produce ~a defensa que de lo real , por lo cual se lo encubre con una ficción .
produce la repres1on [ refoulemenf1. De allí la conclusión, da-d a en Si tomo ahora las tesis de Lacan , hay fórmulas cuestionadoras
una bel_la expresión : "La civilización obliga a los sujetos a vivir con respecto al problema planteado, saber si el inconsciente es el
por encima de sus medios éticos". ¡Podríamos glosar mucho iíe-m- destino. Se trata de todas las que sitúan el inconsciente como un
po esta frase! saber. En realidad, se presentan varios tipos de f6nnulas , que van
. _No obstant~, esta serie no puede sostenerse como representa:. desde las primeras, "el inconsciente es el discurso del otro", hasta
cio? de la te~~s fundamental de Freud. Aunque sólo sea porque .. el inconsciente es un saber". Todas implican que el inconsciente
e:ta la repres1on [refoulement] originaria, y ésa es la seounda ra- está escrito y. por esa razón , c:i ~ujeto no tiene po:;ibilidad alguna
zon. c
de escapar.
C~n esta noció_n, pu~de decirse que Freud da con otra cosa, un Es posible seguir paso a paso esas elaboraciones. Les señalo al-
?mbligo a la vez m?ec1ble e irreductible del inconsciente que se _gu:ias pági:1:.1~ 3. -:0!"!suh3.!". E!"! .. La !!"!S!a!"!t: !'.! d~ !~ letra", c1rnn<in
impone a to~os , casi a priori, por lo tanto una represión [refoule- define el inconsciente como un discurso concreto. transindividual.
nie,~t] .1rnp~s1ble de sup~mir, que no depende de ninguna opción Concreto, transindi vidual. quiere decir necesariamente que! si el
subJetI va, sm retorno posible y que, en consecuencia, hace destino. sujeto tiene su parte en él, no obstante está atr:ipado y cae bajo el
por no decir estructura. Aun cuando Freud no llegue a darse cuen- peso de algo que le viene de afuera, que 10 precede, pro veni~nte
t~ de la represión [refoufement] originaria, la constata, la formula y esencialmente de los padres , del entorno fam11iar, de lo que se
finalmente es Lacan qmen da su clave a partir de la estructura del transmite entre generaciones . Vean la página 258 . Es la idea de
lenguaje, con su escritura del materna significante de una falta en una determinación, si no total , sí al menos parcial. por los signifi-
el o~ro, S(A), al que volveré , que indica que hay algo, una parte cañtes del Otro. por la palabra dd Otro, y cuando decimos palabra,
puls1onal , que no se inscribe en el Otro del lenguaje. En otras pa- incluimos el deseo del Otro. Cuando dice en ·'La cosa freudiana" ,
labras, que lo simbólico no logra subsumir toda la pulsión, todo el página 518, y luego en "Subversión del sujeto . .. '', página 799, que
goce . el inconsciente es una cadena que incita a reproducirse, lo coloca
En re! fondo, a partir de la noción de represión [refoutement] Je! ladv Je üü ü.ütu ;;¡.¡ :c;;. q~~ :;~ i~pcce y !iC ~~ !ug:rr a !.:: e!=c-
originaria en cierto modo se denuncia la doctrina de la represión ción. Lacan emplea incluso expresiones muy fuertes: ya, dice :i.l
corno causa: ésta aparece como una ficción . Es el término que em- hablar del sujeto, " su existencia está en litigio", en litigio en el
plea Lac~: la represión familiar es una ficción . Creo que hay que Otro, desde luego, que es la figura primera del destino .
aclararlo. Eso no quiere decir que la represión familiar no exista "Posición del inconsciente" da una definición diferente. en la
-en rigor de verdad, existió más que ahora, pero todavía está pú;- r i gina 839 A!!f ~P. rl;:inrea qne el inconsciente es el corte en acto
sente-, simplemente que no es la verdadera causa de la impasse entre el sujeto y el Otro. La fórmula se refiere ahí a lo elaborado
sexual, sino únicamente su causa aparente. por Lacan sobre la lógica de la alienación de la elección llamada
Durante un tiempo se creyó posible fundar una promesa de li- forzada, y de ese "vel " original que él extrae de la teoría de los
beración sexual sobre esta ficción de la represión sexual como conjuntos y que plantea una alternativa sin escapatoria. Pero. si
causa. Ese sueño tuvo su remozamiento en 1968, con el sexoiz.:. prestamos atención a las resonancias de la expresión, no a su tra-
quierdismo, pero antes fue ya el de Wilhelm Reich . Idea imbécil ducción lógica sino a sus resonancias poéticas, la expresión '"elec-
sin duda, en el sentido en que Lacan utiliza la palabra cuando J~ ción forzada" es adecuada para convocar todas las coacciones de
24 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 25
la libertad y en especial todas las figuras del destino . Edipo: elec- ria, empiecen con la pequeña fóbica de las tiendas que evoca al fi-
ción forzada. Antígona: elección forzada : Lo que yo llamo alterna- nal de su Proyecto de psicología para neurólogos, pasen por todas
tiva sin escapatoria hace del sujet() la marioneta del destino, el pe- las histéricas de los Estudios sobre la histeria, lleguen a Dora: no
lele de un Otro que le prescribe sus caminos. hay una sola en la cual, en última instancia, no se encuentre el pro-
Tomemos ahora ''Televisión" . En la página 19, encontramos el blema notorio de la relación con el hombre. Todas enfermas del \?
inconsciente definido como "la insistencia del deseo", lo que insis- hombre, diría Lacan . Tomen a Juanito : detrás de su fobia está des-
te entonces en la palabra, o sea "la repetición de lo que se deman- de luego la cuestión de en qué se va a convertir Juanito como
da'' . Lo que se indica aquí es más bien la elección .. . excluida, co- hombre , y la pareja de los padres en cuanto problemática. En el
mo si la suerte estuviera echada. caso del Hombre de las Ratas. se trata de elegir una mujer - ¡qué
Y luego tenemos el seminario Aun , donde se recuerda que el problema!-, y eso también remite a la pareja de sus padres. El
inconsciente es una frase "que ordena toda una vida" y que. ade- Hombre de los Lobos surge en la escena primitiva en toda su ex-
m;ís. funciona como trampa, porque es su modulación continua, trañeza. En cuanto a Schreber, no escá ia pareja humana sino él co-
reconocida en algunos signos enigmáticos, lo que genera el amor. mo mujer de Dios, la misma cosa en otra versión . Detrás d~ -los
Finalmente, la última referencia, tal vez la más fuerte , en Les síntomas en plural, en todos los casos, se perfila el problema de la
110 11 dupes errenr, donde dice : el inconsc iente es un saber, y decir pareja en su dimensión sintomática.
ese saber lo hace saber más endurecido . Así, pues. es realmente la Y aquí vemos cómo se sitúa en el psicoanálisis la dimensión te-
idea de que el análisis no afloja la determinación de ese saber sino rapéutica. Ésta está completamente garantizada en el plano de los
que , al contrario, la refuerza. Lo cual es un cambio, por cierto, síntomas en sus definiciones fenomenológicas, psiquiátricas . Fo-
aunque no el que se esperaba. Saber más endurecido, entonces -la bia, somatización, obsesión, síntomas que el psicoanálisis despla-
expresión es de 1973, la época del materna, de la lógica y la apari- za, reduce, etcétera .. . No digo que, por otra parte, no tenga fraca-
ción de los nudos borromeos-, pero Lacan agrega que implica el. .. sos, pero tiene ese poder, eso es indudable. Donde el efecto
" sin perdón del inconsciente" . Aquí, la resonancia es del mismo terapéutico es menos seguro es en el nivel de la pareja sexual, que
registro que maldición, nos remite efectivamente a la figura del siempre es sintomática. Ahora bien, hoy se dejan oír voces que nos
Ocro, del destino o de Dios . dicen que también en este caso eso se arregla ai finai dei anáiisis.
De modo que en el psicoanálisis, en la elaboración de lo que es Es cierto, sin duda, pero habrá que ver dentro de qué límites, y pre-
el inconsciente, hay efectivamente una parte que vehiculiza la idea guntarse si no es porque el síntoma irreductible resulta reforzado.
de una predestinación por éste, con la cuestión de si el sujeto es un La maldición del inconsciente, de ese inconsciente productor
desdichado inocente , y no un culpable que merece claramente su de síntomas, se aclara al jugar con el equívoco y tomarla en su
i~felicidad . No es más que una par1e, sin duda, y habrá que ver la i:C)ünam;ia wn ci hcd1u Jd 1üiil 1:b:;ir. La maldici6¡¡ dtl iüCüii5-
otra. ciente que condena a la sexualidad a ser sintomática obedece al
Empero, ¿cuál es el nombre de la infelicidad en el psicoanáli- hecho de que el inconsciente dice mal: dice mal el sexo. El sentido
sis? El síntoma. Y quien dice síntoma introduce de inmediato la sexual está por doquier, sin duda: pero el sexo no está ~n ninguna
referencia al sexo. No hay un síntoma que no conduzca al proble- parte en el discurso del incor:isciente, y en ese sentido podemos de-
o
ma de la pareja sexual, más exactamente a la pareja sexual como cir con Lacan que el pansexualismo de Freud es un ... asexualis-
problema, lo que no es lo mismo . Pueden tomar -cualquier ejemplo. rno Que el decir del ~exo ~ea una dificultad es algo que adverti-
Consideremos los de Freud, bien conocidos. En el caso de la histe- mos fuera del psicoanálisis . A lo mejor voy a citarles, si tengo
26 La maldición sobre el St!XO La maldición sobre el sexo 27
tiempo hoy, dos pasajes de dos autores que he seleccionado, uno inconsciente que cultivamos, en cierto modo , no conoce más que
es Rousseau 1 el otro es Borges, pero avanzo un poco para terminar el Uno, que segrega al Otro. Cuanto más cifra, más hace ex -si stir
lo que quería decir hoy. al Otro del sexo como lo expulsado de su cifrado.
El inconsciente dice mal. En efecto, cuando quiero decir como Ese inc_onsciente s~gregacionista no inscribe la parte que es no
analii.ante lo que quiero, lo que ·deseo sexualmente, ¿qué se produ- toda, propiamente muJer; comprenden con eso por qué Lacan dice
ce? Lo sabernos desde Freud. Lo que se encuentra son las pulsio- que no es smo de ahí que la mujer es toda, de ahí desde donde el
nes parciales : las pulsiones orales, las pulsiones anales , las pulsio- hombre ve que ella tiene un inconsciente. Pueden encontrarlo en la
nes escópicas , invocantes. fálicas . De allí la fórmula de Lacan. en página 90 de Aun. Tal vez vuelva a ello, ya que merece meditarse
la página 851 de los Escritos, con respecto a la libido descubierta bie~ . Esta observación da que pensar cuando vemos que hay tantas
por Freud , cuando dice que su color sexual "es color de vacío··. muJeres en el psicoanálisis, cada vez más. En Francia todavía está
¿Por qué de vacío , si no es porque le falta el sexo, en provecho de un po_co_ re~artido, pero en Sudamérica es masivo. Entonces, hay
las meras pulsiones parciales y el falo? "Venus está proscripta de des hipotes:s. E:;tá la que se i:mede e
atribu ·,.- a c-1 c• ·.. 1 '-f~u"'-' UJ..11<.I.
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...1;..:~ , .:uu
nuestro mundo", dice Lacan, así como Woody Allen exclama duda, que hay tantas mujeres en el psicoanálisis porque envidian
'"Maldita Afrodita" . Aparentemente es lo mismo, sólo que Lacan el Uno, lo que es una manera de traducir la envidia del pene . Pero
puede agregar que ·'es una caducidad teológica". Dios, una vez La.can no va en esa dirección , parece, porque dice, al contrario,
más . Caducidad teológica, no es el caso para el poeta maldito, ad- que ellas no suspiran por el Uno, a diferencia de los hombres que
viértanlo, porque es maldito pero, si me lo permiten, a causa de las si le creemos, sí lo hacen. Acaso vuelva a esto . '
palabras que pronuncia. Y bien, la maldita Afrodita lo sería más ¿Por ~~é la maldición del inconsciente deja al sujeto culpable ?
bien por las palabras silenciadas, las palabras no dichas . Ésa es la La ~u~suon se plantea debido a que el inconsciente no es un Dios
carencia esencial del inconsciente. Este término, carencia, es em- ma!1c10~0,_un Dios malo, sino más bien un Dios limitado, incapaz
pleado por Lacan, en la página 849 de los Escritos, para decir que de 1?scnb~r al <?tro, y cuya incapacidad no es otra que la del len-
en el inconsciente hay un defecto en el decir. En otras palabras, un gua~e. ¿Como situar la culpa con respecto a ese Dios, un poco es-
deci r que falta, un decir que está forcluido . El inconsciente no di- pecial, que no es un Dios de voluntad como el de los profetas el
ce el Sexo, en el sentido de que el sexo designa a las mujeres, por- dc:1 á.mor y d (:i::iStigo, qué no e::. d dios Je ius filósofos --:omu ~i.ru
que en la lengua francesa clásica se dice las personas del sexo, y nombre del sujeto supuesto saber? '
también el bello sexo, por aquel que también horroriza . . . Esto me devuelve al problema de la culpa. Freud y Lacan se
Entonces, aquí tenemos que la maldición [malédiction] del in- forman de ella, me parece, concepciones diferentes. Voy a darles
consciente hay que escribirla en dos palabras : male-diction , para !a~ dos referencias que mencioné hace un momento, de dos 3.uto-
evocar el decir mai, y luego hay que poner el acento circunflejo: ia :e~ q!!e 1d~ ir!ie~0!! !:0!! (:!:!!"i(hd ,,,~é
1
"'1
T"r,"\hJ,,..,.,cít;,.." ,>r'> h-,h1'3r ..~"''
r · --·-·~-~--- -·- ··--·- -- ·
mále -diction [macho-dicción]. La macho-dicción es exactamente sexo.
lo que Freud indica cuando señala que no hay más que una sola li- El pri~~ro que elegí es anterior al psicoanálisis. Es Rousseau,
bido. Dicho de otra manera, el inconsciente no conoce el otro sexo, en su Emdw, su tratado sobre la educación. Rousseau lueo-o de
no conoce más que el Uno fálico que hace al hombre y también un haber_criado a su pequeño buen salvaje al abrigo de los' hor:bres,
poco a las mujeres, pero no todas . Pennítanme que traduzca: ¡el in- al lbngo de las mujeres, al abrigo del lenguaje -en fin, lo protegió
consciente es scgrega~i0nista! Se insiste en el hecho de q~e !e~ de todo para dejarlo en brazos de la naturaleza-, comprende que la
discursos son segregacionistas, y lo son, pero no olvidemos que el cosa no puede durar toda la vida porque va a plantearse el proble-
28 La maldición sobre el sexo La maldición sobre el sexo 29
ma del sexo . Y ahí, es preciso que ~segure su influencia porque, agentes son iniciados no por grandes sacerdotes sino por person;is
como él dice , "al aparecer en él _una pizca de timidez, al verlo más muy marginales ... En síntes:s, Borges construye así toda una fic -
reservado, al comprobar que me oculta algo, una pequeña ver- ción en tomo de ese rito que inspira un horror sagrado a algunos,
güenza, comprendo entonces que si no lo instruyo, pronto lo ins- que otros no cumplen, etcétera. Y en el fondo todo el mundo que-
truirán a mi pesar". Alimenta entonces el proyecto de escribir una da un poco perplejo frente a ese texto misterioso que no descubre
iniciación al problema del sexo, para ver cómo puede un hombre su clave ; y luego, un testimonio de Borges, en el '63 , según creo,
honesto instruir a un muchacho destinado a ser, en la sociedad, un en una entrevista, revela que ese rito no es otra cosa que la copula-
hombre según la naturaleza. Tendrá que revelarle qué es el hom- ción . La secta del fénix es la secta de los copuladores . Y confiesa
bre, qué es la mujer y cuáles deben ser sus relaciones. Entonces, es el cataclismo subjetivo que fue para él enterarse de que su padre y
muy interesante, porque en la página 649 del libro 4 del Emilio , su madre habían podido .. . hacer eso, esa cosa indecible . Yo pude
atestigua haber hecho intentos de redacción, y luego de muchos comprobar que muchos de los conciudadanos de Borges no habían
esfuerzos tuvo que renunciar, precisamente en razón de los .. . adivinado, n0 estaban informados de que e~ rito en cucsti6íi eia 1a
equívocos de la lengua. ¡Quería hacer un texto de educación vir- copulación. Ahora bien. es interesante que sea Borges, que escri-
tuosa, pero la lengua se opuso! Naturalmente, culpa a la lengua bió "La biblioteca de Babel" y reseñó en forma literaria todas las
francesa y renuncia, convencido, dice, de que ésta es demasiado consecuencias de la letra y de la mortificación de la letra, la mane-
preciosa para soportar jamás en un libro la ingenuidad de las pri- ra en que el sujeto está atrapado en ella y encuentra allí su destino,
meras instrucciones sobre ciertos temas. Y explica que no hay for- quien nos proponga una cosa totalmente distinta con esta secta del
ma de escribir de manera casta en esa lengua, porque, dice, "me fénix : lo que no puede decirse, lo que no está escrito en la biblio-
parece que la castidad de una lengua no consiste en evitar con cui- teca de Babel. Así logra elevar a enigma literario la posición for-
dado los giros deshonestos , sino en no tenerlos. En efecto, para cluida del sexo en el inconsciente; en otras palabras, la maldición.
evitarlos es preciso pensar en ellos y no hay lengua en que sea más
difícil hablar puramente en todos los sentidos que la francesa. El
lector, siempre más hábil en encontrar sentidos obscenos que el
autor en desecharlos, se escandaliza y se alarma por todo", etcéte-
ra. La nota paranoica se exhibe en todo su esplendor, pero no quita
nada a la validez de la experiencia comunicada.
El otro texto es de Borges. Se llama, quizás lo conozcan, "La
secta del fénix". Texto notablemente extraño sobre una secta, pre-
sentada a su vez como muy extraña, en la vena del Borges cómlco
fantástico . Éste empieza explicándonos, con el apoyo de plantea-
mientos eruditos, que se supone que esta secta del fénix tiene su
origen en Heliópolis, tal vez. Se plantea la cuestión de los docu-
mentos y se destacan sus particularidades: no hay persecuciones
conocidas en su historia, aunque sus agentes hayan sido tanto ver-
dugos como víctimas; se basa en un secreto fundamental, que con-
siste en cumplir un rito completamente singular, en el que los
122 La maldición sobre el sexo
Eros hom_osexual de la mujer y, en op?sición , efectos antisociales
del amor_ideal que era el amor cortés . Por otra parte, en el '73, La-
7. El amor síntoma
c~n confirm_a en ·:El atolondradicho", al hablar del MLF [Movi-
mient~ de Liberación Femenina] y los movimientos homosexuales
femen~nos, _su desacuerdo con Freud y , al contrario, les hace una
pequ~na sena] de enhor~buena, por decirlo así, cuyo alcance, con

segundad,_no era sólo circunstancial . Eso merece verdaderamente
una reflexión . En todo caso, su sentido no es el que se repite en ºe-
neral. e
. S~gund_o punto : pregunta por qué ··1a instancia social de la mu-
Jer s1~~~ ~1endo t~as~endent_e al orden del contrato que difunde el
t~abaJo . 6 Qu_é es la instancia social de la mujer? La instancia so-
cial de la muJer es, me parece -todo el párrafo Jo da a entender-
el alcance social , los efectos del deseo femenino en lo social ·
e u a n t ~ es espec1'f.1co ; h oy d iríamos irreductible al uno fálico . .La-
en Voy a tratar de presentar hoy los planteamientos que anuncio
can afirma ~monees que ~se deseo es irreductible a la paridad con- desde hace tres meses.
tractual : as1 e_s como entiendo el término " trascendente". ¿ y qué Sigo en primer lugar con el desarrollo iniciado sobre la inci-
alca~ce _le atn?uye? No una entropía social, muy por el contrario, dencia social del deseo femenino . La cuestión es saber si ese deseo
le adJud1ca -hipotéticamente, es cierto- el mantenimiento de la fa- se encamina hacia la entropía social, como creía Freud, o lo con-
milia en medio de la degradación de los lazos sociales. Es decir trario, como lo afirma Lacan en los textos que mencioné. Resumo
que postula que el deseo femenino heterosexual, esta vez, tiene un entonces los dos puntos vistos que son, me parece, que Lacan afir-
alcance social positivo que va a contrario de la fragmentación so- ma en primer lugar -contra Freud- que el Eros de la homosexuali-
cial , que al menos la interrumpe antes del individuo que sería el dad femenina va contra la entropía social en razón -y eso es lo im-
resto úitimo , al sostener la célula familiar. Entonces, t~ vez haya portai1te- de la información que aquélla vehiculiza. Y me p:!rece
que emprender en ese aspecto una crítica un poco enérgica de que esta observación está ya en la misma vena de lo que encontra-
Freud . mos en el '73, en Aun, cuando Lacan, al evocar no la homosexua-
lidad femenina sino a la mujer en cuanto Otro, habla del interés
que debemos tener por ese Otro. Fórmula imperativa.
En segundo !ugar. e.n lo concerniente no ya al Eros homosexual
femenino sino al Eros femenino heterosexual, Lacan le atribuye
posiblemente fijar, a través de la familia, un límite a la fragmenta-
ción que se observa en los lazos sociales .
De modo que querría detenerme en la crítica a Freud. En éste,
la asocialidad femenina está claramente definida. Se trata de su
imputación a las mujeres de una resistencia a lo que él mismo lla-
mó Massenpsychologie. Así, pues, Freud no ocultó que el cernen-
1.24 La maldición sobre el sexo El amor s[ntoma 125
to de ésta, esto es, su cemento libidinal , era homosexual. derivado gie no es el único uso posible del significante amo. y que resistir-
de la homosexualidad masculina, con la condición de que se subli- se a la universalización anónima y productora de segregación , no
mara. A menudo tomp partido sobre ese punto, hay que decirlo es sinónimo de resistirse a él, del que, desde luego, no se puede
claramente; consideraba que en las mujeres hay algo rebelde a los prescindir, y cuando Lacan dice "prescindir del padre con la con -
ideales de la comunidad, a los ideales de los grandes conjuntos so- dición de servirse de él " es exactamente eso lo que quiere decir, no
c1.1les , y que lo que no acuerdan por ese lado, lo otorgan más bien se puede evitar hacer uso del significante amo .
a los valores del amor. Sustraerían a los valores de la comunidad Me parece que estas dos observaciones ya ponen en perspecti -
lo ,q~e conc~derían a !os valores del amor, es decir, a los objetos va la tesis freudiana . Y además creo que hay que refonnular el
prox1mos, s1 me permiten que emplee esta expresión . Por lo tanto . problema en términos rrú:, gc,·1crales , ¿¡-¡ su (.01it¿;.:t0 de hoy ¿n Jíi..1 .
poco gusto por grandes entidades tales como la patria. el bien co- me refiero al problema del alcance de la exigencia femenina de
mún , pero , en cambio. más cuidado mostrado por los objetos del ;imor. ¿Qué vale esta exigencia en el estado actual de nuestras so-
amor, los objetos famil iJ.rcs en par.icular. Así, Freud reproc!1a a !J:; :ied:1d~ s'J Si h::i.g,:: '..!!" b!"':'"t::' rf:"CJ_lmen (ip l;:i , i r11;:irinn , ,nhrP ('()<;;;:¡,
mujeres u~a libido que sigue centrada sobre la propia persona y ya conocidas. en nuestro siglo registramos , tomamos nota del he-
sus extensiones hacia la pequeña comun idad de los íntimos . TJI cho de que la universaliz::i.ción monoteístJ.. según la ex.presión de
vez sea verdad . France Info -y la radio es el nivel de información Freud, o si ustedes quieren los poderes del Uno ideal y unificador.
minima sobre lo que verdaderamenLe pasa en el batiburrillo de ia han errado d c;10. Y en ese sentido puede de.::irse que la lógi.::a del
sociedad- mencionaba hace poco a Hillary Clinton y su famoso li- .. no todo" triunfa en el siglo . Pero, segundo, al mismo tiempo no
bro, su best-seller, ft takes a village ['"Hace falta un pueblo"]. Lo deja de registrarse una homogeneización de hecho . Una homoge-
cual va en el mismo sentido, no es un hombre quien lo escribió, es neización de los modos de vida, que son modos de goce, lo que
una mujer que dice : para la educación de un niño, necesitamos una antaño llamábamos las costumbres. Una homogeneización de he-
pequeña unidad . Necesitamos una comunidad suficientemente li- cho que fue impuesta no por los ideales, por el Uno paterno, al que
mitada, a la vez suficientemente limitada y también lo bastante va- se llora, sino por el mercado. Curioso avatar de la noción de in-
riada para que la libido circule y disponga de diversos modelos . fraestructura marxista. Y esta homogeneización se esfuerza por re-
No he leído ese libro. Me imagino io que puede decir sobre ese
asunto por el resumen que escuché. Entonces, Freud no está abso- rización de los goces.
lutamente errado al respecto . Se conocen los efectos secundarios, los efectos de contragolpe
Sólo que, ahora lo sabemos, el siglo tuvo que pagar para que de la homogeneización. Enumero tres de ellos.
supiéramos adónde conduce la Massenpsychologie . E incluso pagó Primero , el que mencionaba hace un momento: el racismo.
un precio un poco caro para verificar :1dónde conduce b !ib~dc ~c- Ci_•~nto m::ís ~P. homog-eneiza, más se rechaza hacia los márgenes a
mosexual sublimada en los ideales del Otro colectivo. Pagó en ra- todos los que no entran en ese proceso, o quienes lo resisten.
cismo pasado al acto y en exterminio, también colectivo; como se Segundo, y no es lo mismo, se observa el desarrollo, la multi-
dan cuenta, evoco la última guerra. Podríamos evocar muchas plicación de lo que pueden llamarse protestas o, si lo prefieren,
otras, ésta no fue un meteoro en la civilización. Recuerden que La- reivindicaciones, en todos los particularismos. El mercado homo-
can, que en suma hizo muchas predicciones, hizo ésta al hablar de geneiza con todas sus fuerzas, y se advierte la insurrección de las
los campos nazis: no eran más que precursores. Ése era el primer particularidades, la respuesta de las particularidades, que erigen
punto. En segundo lugar hay que señalar que la Massenpsycholo- hablar su idioma, practicar su religión, conservar sus costumbres ,
126 La maldición sobre el sexo El amor síntoma 127
etcétera; asistimos además a un ascenso de los independentismos . tolerancia en el plano sexual. No hay ninguna dud::: a! respecto. L:::
Es sorprendente verlo en el mapa político actual. El feminismo no cosa sucedió en el espacio de cincuenta años , y ni 'iiquiera, treinta.
ha llegado al extremo de constituirse en independentismo, como En materia de sexo, hoy se admiten prácticas que , hace treinta
podrán advertirlo. Desde luego, en los Estados Unidos hay algunos años , habrían indignado a cualquier padre de familia . El resultado
lobbies femeninos que enarbolan la consigna de la evitación radi- es que en ese ámbito, en materia de goce sexual, todo lo que no es
cal de los hombres y que querrían establecer dos mundos. Pero es- imposible actualmente está permitido . No sólo permitido, también
te esfuerzo de segregación del varón, del Uno en masculino, ha si- realizado. Los tres ensayos sobre Una teoría sexual, de Freud, que
do y sigue siendo esporádico y limitado . provocaron tantos estremecimientos cuando éste reveló en el cora-
En tercer y último lugar, junto al racismo y el ascenso de los in- zón del inconsciente la perversión original del niño, hoy se ilus-
dependentismos, la proliferación de configuraciones disidentes de tran todos los días en nuestras pantallas . Las escenas que él extrajo
goce . En otras palabras, el ascenso de nuevos síntomas en las con- del inconsciente. con lo que era entonces una audacia sin par, esas
figur:iciones de goces homogeneiz:idos por el discurso de! merca- cs.:ci1as. las ·,ciT,05 c:..:hib idá~ ¡:,0¡· i 0d0s :advs y IJaid ivdos. JJiéi us y
do . Es lo que formulo al decir que cuanto más homogeneización aJultos . Es un hecho . Por eso . además, leer hoy esos tres ens::iyos
hay. más se hace existir al Otro . Se hace que haya Otro . Y::i lo dije, c:i muy difícil. Cu:indo se dan a leer en una clase de filosofía - al -
el Otro existe o. mis bien, hay Otro, hay que decirlo así. hay Otro ~unos hicieron la experiern.: ia-. el adolescente de hoy en día no lee
cada vez que surgen configuraciones de goce disidentes con res- en ellos nada que lo sorprenda, que le parezc:i corrosivo. La nove-
pecto a, digamos, el igualitarismo forzado por las prescripciones Jad de 1905 es una banalidad en 1995 .
del discurso . Todo sucede como si el siglo hubiera aprendido la lección del
La cuestión de la exigencia femenina debe situarse en ese con- perverso. Lección que, por sus argumentos. revela que la. verdad
texto. · Pero cuál es el recurso de nuestra civilización actual contra de la conducta sexual , como dice Lacan en el seminario Aun, es su
lo que lacabo de mencionar: racismo, independentismo, disidencia amoralidad. Me contaron una anécdota que les transmito aquí co-
del Otro? No hay más que un único recurso, me parece, Y no veo mo paradigma. Una pareja de docentes -no puede decirse que sea
que por el momento nuestra civilización haya producido otra cosa el nivel máximo de incuitura- relata, por considerarla muy diverti-
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que ia ideolocría de los dcrec h os d e l Ih omure.
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,v5 a. U'-' 1 da, ia siguieme anéccioca a sus coiegas : su hijo áe eres anos , que
derechos del \ombre que, en el fondo, trata de fijar un límite, todos los domingos a la mañana. en vez de dejar dormir tranquila-
¿Cuál es ese límite? Creo que finalmente, bueno, tal vez eso pueda mente a sus padres, los despierta temprano y hace mucho ruido,
discutirse, pero creo que no hay más que uno . Los derec~os del cierto domingo permanece en silencio. En fin , nos deja en paz,
hombre, que afirman, que plantean que los homb~es so~ !_1bres e piensan elles , ¡h:ls~a q:.ie lo e...:üc.. tran frente a! te!c·, isor. Cvíi l.:i
iguales por derecho propio, y que por !o tanto es~a ~roh1l:wfo so- ~Ge~ :ibiert~ y ~!;:;~!~~~;-::c:~r~ fü.:;~i;;.üdv pv.- üü ·v·idcu püwu q_ü~ e~-
meter, oprimir, explotar, que establecen por cons1gmente un pre- tá mirando! ¡Y esos padres lo consideran muy gracioso y hasta se
cepto de respeto de la soberanía subjetiva de cada ser humano. So- ponen contentos, piensan que tienen una criatura muy viva, la co-
beranía de derecho. Y por ende los derechos del hombre van a sa no les parece chocante en absoluto! Es un signo de los tiempos.
fundar luchas cada vez que, poco o mucho -y más bien mucho que Imagínenselo en ciertas familias hace treinta años , e incluso en al-
poco- , se ponga en cuestión esta soberanía. . ., gunas familias de hoy, por otra parte.
Por otra parte, resulta que, paralelamente a 1~ ~~mogene1zacion Los derechos del hombre propician la soberanía individual y el
de los goces, nuestro siglo fue testigo de la apanc1on de una nueva siglo instaura una tolerancia máxima: ¿cuál es el límite, entonces?
128 La maldición sobre el sexo El amor síntoma 129
El límite, el único, es el acuerdo mutuo. me parece que no hay guiente : "Estábamos de acuerdo, habíamos dado nuestro consenti-
otro. Hoy en día se puede hacer cualqúier cosa en el plano sexual , miento y, además , a menudo nuestro dinero, muchas cosas, pero
con la condición de que los dos partenaires estén de acuerdo y qu'e estábamos hipnotizados". No dicen "teníamos un inconsciente",
ninguno transgreda el respeto de la soberanía del otro. Lo que ha- sino: "Estábamos hipnotizados, nos habían subyugado". Y ade-
ce que lo que regule sus encuentros, a falta de otras prohibiciones
® y normas, no sea ya prácticamente otra cosa que la conveniencia
de los gustos, su acuerdo . De todas formas , ha_y una excepci6n :

más, miren , la cosa invadió el campo de la sexualidad, con los jui-


cios por acoso sexual. Sexual harassment produce una especie de
equívoco intralingüístico por homofonía con harassement [agota-
C!!_<!PQ.<;>_está en juego la muerte . Se puede hacer de todo , salvo ma-:- miento] , pero cuando acosa el señor no está agotado . Es una reser-
tar. Y aunque el otro quiera que lo maten, hacerlo sigue siendo un va, entonces, siempre puede discutirse un acuerdo mutuo, pero eso
del ito . Yo mencionaba una anécdota que conmovió a Australia en no impide que lo que domine en el siglo, como límite único y fun-
diciembre pasad<?, el ejemplo de una mujer que , a través de Inter- damental, sea la ideología contractual. Ya no sólo en el nivel del
net, había hecho un llamado para que un hombre fuera a matarla, contrato de trabajo, Sino e¡¡ el de la misma inti.r.:ód , y espec ia! -
según su de seo . Y encontró al asesino que, en efecto, la mató . En mente en el de la sexualidad .
ese caso, según los tribunales y, sobre todo, según la opinión, el Y bien, ese tipo de recurso, la ideología contractual e igualita-
mutuo acuerdo no eximía de culpa al asesino. También habría que ria, no trabaja a favor del sexo . Puede invadir el sexo, pero no tra-
hablar aquí de la pedofilia, de una ardiente actualidad. ¿Qué es lo baja a favor del Eros, porque no se orienta hacia la diferencia. Me-
que hace estremecer cuando se la evoca, y también la prostitución diante esta elisión, también ella promete contragolpes, lo mismo
infantil? Yo creo que la cosa entra en ese principio del mutup que la homogeneización de los goces en el conjunto de la civiliza-
acuerdo. Se considera que un niño no está en estado, en situación, ción.
en edad de decir no, si así lo desea. Por ahí creo que se entiende la _9bjeción que_!:a~an le ]lace a
Me acuerdo -y éste también es un rasgo de actualidad- de un Freud, concerniente a la exigenciafemenina. Cuando reina el pa-
analizante que había sido objeto de una seducción homosexual dre -y -pueclecfec1rse -qué én · 1a época de Freud el padre reinaba
cuando era chico ; daba la casualidad que su padre mismo era ho- más-, cuando reina el padre como principio de unificación deUa-
mosexual, y cuando fue a confiarse a él para preguntarle qué tenía zo social, pu~de pensarse que las exigencias dd amor, que siempre
que hacer, el padre le contestó: "Haz lo que quieras, si te gusta" . es singular, se resÍSten afo ~olectivo e {nclus-o poñen tra~~_ii__la l_i-
No sólo no se indignó, sino que lo remitió al principio del mutuo bido colectivizadora. Es por eso -qÜe en una pequeia observación,
acuerdo, según el gusto. Digo esto para señalarles que ya no está una de esas pequeñas anotaciones cuyo secreto posee, Lacan men-
únicamente en Jos textos, sino en las subjetividades. Si hay acuer- ciona la desaparición del amor cortés debido a su carácter asocial.
do, y bueno, todo está permitido. º ·rU· \..U(l
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U. A.J.U.E,J.4.I.V4.t.\.'4"'.a.V.t.4 , _ _ .... _ ........ - - - - - ..,; - : - "': - .J
Naturalmente, después surge un problema: ¿qué es un verdade- además, como hoy en día, esa fragmentación se ·c onjuga con _!o_s
ro acuerdo? En primer lugar, como psicoanalistas, podemos consi- imperativos del superyó esquizofrénico que mencioné anteri_or-
derar que el inconsciente, el toque del inconsciente, hace proble- mente, entonces, el amor, la exigencia del amor, ¿no asume acas?
mático saber qué es un acuerdo auténtico, mutuo. E incluso más otro valor? Cuando reina el Uno colectivizante, el amor pone ob]e-
allá de los psicoanalistas, miren lo que pasa cuando hay un proce- ciones a causa de su gusto por lo particular, lo íntimo. Pero cuan-
so a una secta. Sujetos que, años después, entablan un pleito con- do los lazos sociales se fra2mentan. y se fragmentan al extremo en
tra la secta en que participaron durante diez años, y alegan lo si- un movimiento que parece-inexorable, podemos preguntarnos si la
130 La maldición sobre el sexo
El amor síntoma 131
exigencia de amor no pone un límite a esa fragmentación . Es la hi- que se ha conseguido domesticar las pulsiones y homogeneizarlas
pótesis de Lacan en 19:58, en el pas-aje que ya mencioné. Cuando Jo suficiente para hacerlas convivenciales y permitirles coexistir. _
l~s lazos se deshac~n , ¿la exigencia de amor, que se atribuye esp~-- Lo que hace que toda so-::iedad sea una empresa de contención del
c1~l~e~te a las muJeres, no es la única que representa el Eros,-el Otro absoluto . Entonces, para las mujeres, la cuestión consiste en
pnnc1p10 9ue une, que une no las masas en ese caso, sino unó _a saber si, en cuanto sujetos, procuran de tal manera unirse al Otro
uno o, _meJor, uno a una, y recíprocamente? Y hoy incluso uno a que también son, o si no están más bien en lucha contra lo que las
uno, en los matrimonios homosexuales, y también una a una, en el habita. En ellas_~_us_a estragos la lucha i!)terna entre lo que son e.o-
caso_d_e _las -~ujeres homosexuales. Entonces , según la coyuntura rno sujetos y lo que son como Otro. ·
de CIV1hzac1on '. en la exigenc ia de amor se puede acentuar, va sea
su ~ust?, excesivo por _lo íntimo, que va contra lo colectivo:yasu J [goce) fálico
asp1íac1?n a un~ cohesión mínima entre los sujetos. No estoy Jefós Una mujer< S
de considerar que lo que el amor implica de cohesión se impone ~"n.
hoy _so_bre el exceso de gusto por lo íntimo que hay en él, y pone
un hm1te , e~!º que resta ~orno límite a las soledades contemporá- Entonces, ¿cómo situar, en este aspecto, a las mujeres moder-
neas y tamb1en al falso umversal de las sectas que se proponen, ca- nas? Me parece que distan de ser místicas . No puede decirse que la
da ~ez más numerosas, en nuestro tiempo . Ésa es la forma en que vena mística atraviese este fin de siglo. Para nada. No se ve en qué
entiendo la objeción que Lacan hace a Freud, y la acentúo en fun- puede consistir. aparte de algunos resabios conventuales, tal vez,
~ión del. contexto casi cuarenta años después, aunque habría que pero demasiado tarde en el siglo, por decirlo así. Distan de ser mís-
mtroduc1rle un matiz, una observación . La exigencia de amor y el ticas , son más bien servidoras de la ideología igualitaria; hoy, el fe-
mantenimiento de la familia no son exactamente lo mismo. Yo ño minismo igualitario infiltra todos los espíritus. De resultas, los así
llamados "machos"* están obligados a enmascararse, y en general
los distinguí. Y efectivamente habría que distinguir, como lo hace
Lacan en 'Televisión", el amor en cuanto pasión y el amor que se se c~llan. Desde luego, siempre hay algunos provocadores pero, en
inclina, como él lo señala, hacia la philia, hacia el coniugo y la fin .. . Querría hablar de los machos, de lo que se denomina ma-
economía del hogar. Dejo este aspecto a un lado . chismo masculino. A veces me pregunto si no será preciso rehab;-
Podemos preguntarnos de qué manera se sitúan las mujeres en litarlo. Les explicaré esto la próxima vez, de manera fundada.
la ideofogía contractual, con su exigencia de amor. Debemos a La- En todo caso, las mujeres, está claro, son fervorosas partidarias
can la afirmación de que la mujer es Otro, Otro absoluto en el en- de la ideología contractual, militantes de la igualdad, y no sólo en
cuentro sexual. En realidad, eso quiere decir que una mujer está el nivel del goce fálico. Las reivindicaciones muy legítimas de
,,., nbnn rtr>
dividida, "partida", según el término de Génnie Lemoine, entre el ; oi:,11<:1lrlcarl ,'l .. .::t,;aft!S , "l ),:¡ - .... Pl'í'lnnm
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sujeto que es como ser hablante, como hablaser, y el Otro que tam- las costumbres, todas esas reivindicaciones, que competen a los
bién es, en la medida en que en la sexualidad tiene un goce ofro- derechos del hombre, son evidentemente asumidas por las mujeres
q~e el goce fálico, que por su parte es del registro del sujeto. En- en general, pero éstas van aún más lejos: son ellas, y no los hom-
cierto modo es homogéneo al sujeto. Yo diría que en cada_rp_ujer bres, quienes introdujeron la ideología contractual en la sexuali-
pasa lo que pasa en la civilización. El principio de una civilización
es que con el discurso, con el significante, se trata de domestic~ e!
goce. Y un lazo social, un lazo de sociedad, es un vínculo en el * En español en el original (n. del t.).
El amor síntoma 133
132 La maldición sobre el sexo
dad. Tomo como paradigmático de esa introducción de la ideolo- por eso q~e se considera que las mujer~s, entre otras cosas, inde-
gía contractual en la sexualidad lo qúe mencionaba hace un m _ pendientemente de la mascarada, son engañador3:s: lo cual es ver-
mento: los juicios por acoso sexual y también los juicios vincul~- dad al _menos_~n este sentido, que no pued~ prntege~o~ d~LOtro
dos a lo que los norteamericanos han llamado date rape . · Cóm que ella es, porque no hay negociación posible en ese nivel.
se traduce eso '). e·Ita con v10lación,
. violación en una cita. Ell, eje deº Termino con este paréntesis, la idea de Lacan es acentuar la po-
siú vidad del deseo femenino en la dislocación de los lazos sociales
e~~s ~rocesos ~s el mutuo acuerdo. No hay acoso, no hay viola-
c1on s1 ell~ esta de acuerdo. Y se llega a esas locuras, típicamente en nuestro siglo. El texto que mencioné es de 1958: podríamos
preguntamos si las tesis más tardías de Lacan, es decir, a partir de

norteamen_canas, en .qu~ la dama, joven, acepta ir a un party,
•'El atolondradicho" -donde desarrolla las dos fórmulas de la se-
acepta subir al donmtono, acepta ciertas prácticas de acercamien-
xuación y postula que la mujer pertenece a la lógica del no todo,
to y luego, en el último momento, pretende hacer valer su libre
en que incluye un goce complementario que hace de ella~l.Qtro _
consentimiento. _Naturalmente, la cosa no siempre funciona, y en
absoluto _d~l goce filico-, modifican los desarrollos precedentes.
ese caso vuelven a encontrarse en los tribunales. Y van aún más
Yo creo que no . Lacan planteó bastante antes de la década del se-
lejos. tenta que la mujer era el Otro absoluto. En 1958 decía: es "el Otro
Hace un mes me hablaban en Francia de una de esas buenas
absoluto" con respecto a todo lo que se refiere a la dialéctica fáli-
instituciones en que los trabajadores despliegan su dedicación.
ca, y además se comprueba que en esos años setenta otorgó a las
Una educad?:ª se había alarmado y había alarmado a todo el equi-
mujeres un crédito complementario, por así decirlo.
po de atenc1on porque una joven que estaba a su cargo, una ado- Un crédito suplementario que consiste en tener una relación
lescente, en fin, una adolescente de dieciséis años, ya grande en con lo real muy superior a la del hombre. "Con lo real" entendido
nuestro mundo, con una relación desde hacía un año con un chico aquí en el doble sentido, si ustedes quieren, de lo imposible de la
había ido a confesarle que consid~raba que en todo ese período és~ relación-proporción pero también del goce, el goce en cuanto no
te la había violado. Es una cuestión delicada, ¿no? Muy delicada, cifrado por el Otro, el Otro del lenguaje. Les acredita por lo tanto
porque había pasado un año pero seguía viendo al joven, hablaban lo que llama "tener relación con un bien" no causad9 -un "bien"
de vida en común, etcétera ... Es indudable que la chica, al volcar quiere decir aquí un goce-, que ne es causad~ ni pqr _un obje10 a
sus confidencias en un marco un poco terapéutico, debía hacer re- minúscula, ni por un semblante. A diferencia del hombre que, en
ferencia a sus reticencias subjetivas a las relaciones sexuales y al el fondo, sólo se topa con A en contadas coyunturas. Podríamos
hecho de que no podía decir que no, que se sentía obligada a acep- escribirlo así, escribo S barrada, S, el sujeto masculino, y entre él
tar, y de allí la sensación de violación desde hacía un año. Y ahí y el partenaire como A barrada, está el objeto a del fantasma que
·\ aparece una persona que pesca esas palabras en lo real para tras-
se erige en pantalla:
1 tornar a toda la institución, y pretende ir a ver al juez de mencres.
,, Bueno, no digo que haya que tratar a la ligera ese tipo de proble- SaA
mas, pero plantean la cuestión del mutuo consentimiento.
El problema, ya lo dije, es que no hay contrato posible con el Así, pues, no creo que en estos años nos veamos en la necl!si-
l Otro. El Otro está fuera de contrato por definición, al margen, al _ dad de invertir la tesis del párrafo de 1958, que positiviza el deseo
borde de todos los contratos. Sin duda es por eso que hay fen6me- femenino, y agregaré, para recalcar aún más la cosa, q~e_e~_~at~-
nos como los que evoco, porque en sí misma, una mujer, como su- ria de Otro, no creo que las mujeres sean lo peor. No lo son por
jeto, no puede negociar con el Otro que ella es: Por otra parte, es
134 La maldición sobre el sexo EL amor síntoma 135
una razón, que son no todas Otro. No sólo son no todas Otro sino Llego al segundo desarrollo que anunciaba. ¿Qué luz echa el
que, como sujetos, se erigen en agentes del límite . psicoanálisis sobre los amores modernos? Dije queen el siglo te -
Es la-teús que van a encontrar desarrollada en "Televi~ió_r:i", en nemos amores ·sin modelos. Amores para los cuales no hay sem-
el capítulo en que Lacan resume los logros de saber del psicoaná- blantes uñificados de la mujer.¿QÜé dice el psicoanálisis·? ¿Qué
lisis, sobre la cuestión hombres-mujeres, y el pasaje en que evoca luz proyecta?" Aquí v óy i eñcontrar la cuestión del amor nuevo , el
cómo, en el fondo, las mujeres ... se prohíben la locura. Puedo de- famoso "nuevo amor". El tema viene del propio Lacan . Habla de
cirlo así. Se prohíben la locura que sería la erotomanía median~e la él en "TeÍ.evisión", donde dice: el psicoanálisis promete aportar
cual podrían encontrar al hombre. De allí ese famoso pasaje, en el una novedad, y esto en un campo que es el del amor, "cosa inaudi-
que señala que, contrariamente a la familia Fenouillard, para la ta", agrega. También habla de ello en la introducción a la edición
cual al pasarse de la raya ya no hay límites, para una mujer, tr:i_s alemana de los Escritos . Menciona allí una nueva forma de amor.
pasarse de la ray<l:, está el límite. Cuando leemos que el psicoanálisis aporta al final un nuevo amor,
El desarrollo está enmarcado por dos fórmulas : "No hay límites nos inclinamos a pensar que hay que esperarlo . Pero nos equivoca-
a las concesiones" y, al final , "está el límite". No hay límites a las mos , y mucho , porque ya está ahí. El nuevo amor del que hablan
concesiones que una mujer está dispuesta a hacer por un hombre. esos textos es el mismo amor de transferencia. no hay que remitir
Ahí. Lacan está muy lejos de acentuar la rebelión femenina; al 1:1 espera a las calendas griegas. Cito : "Por eso la transfaencia es
contrario, subraya el exceso de complacencia, las concesiones en el amor, un sentimiento que asume allí una forma tan nueva que
demasía que están dispuestas a aceptar por un hombre . Pero pasa- introduce la subversión en ella" . Así, pues, ése es el primer punto:
dos esos límites, las concesiones ilimitadas, pues bien, está el lími- el nuevo amor ya está ahí, pero no lo sabíamos . ¿En qué es nue vo')
te. ¿Cuál? El del acto sexual. Puede decirse, ante todo, que este lí- Es nuevo -Lacan lo aclara por completo- a causa del nuevo obje-
mite está ligado al de la perversión masculina. Perversión, en el to que se atribuye, el sujeto supuesto saber en la forma del analis-
sentido no de ser perverso, sino en el de que la perversión mascu- ta. Un partenaire, dice, que tiene ·'oportunidad de respuesta". De
lina puede calificarse de generalizada debido a que e! hombre nun~ modo que el psicoanálisis promete el nuevo amor porque promue-
ca se topa más que con el objeto de su fantasma, obJet~ que, enT s1 ve "el objeto psicoanalista" . Comprueben la connotación en fnn -
mismo , pone un límite a la identificación de una muJer con La cés. • Por otra parte, Lacan agrega de inmediato: "Por eso es nece-
mujer: sario que yo produzca esa posibilidad" . la del partenaire que
responde.
En efecto, es inaudito : un amor cuyo resultado va a ser la pro-
ducción de saber. Jamás se ·vio algo así al margen del psicoanáli-
De modo que este límite se refiere esenc ialmente :.1.l fracaso de . sis. Un amor que, no al final sino paso a paso, produce un saber y
la relación-proporción sexual en el acto sexual, ese acto que no lo- que con ello demuestra un real propio de la experiencia analítica.
gra, por su conjunción, establecer una relación entre el goce p_e_r- Segundo punto : es notable, sin embargo, que haya en el psicoa-
verso de un lado, y el Otro, del otro lado. ~a relación-proporc10n nálisis, en la teoría analítica, sobre todo en Freud y Lacan, algo así
sexual con un hombre hace a la mujer Otra en el goce que saca de
ello, pero al mismo tiempo, ese fracaso que deja los goces sin rela-
ción, inconmensurables, y a cada uno con el suyo propio, pone lí- '~ La auwra aiu<lé ai juego emre promet, promete, y promeur. promueve, casi
mite al encuentro que sería delirante con el Hombre. · homófonos en francés (n. del t.) .
136 La maldición sobre el sexo El amor sinroma 137
como un pro~es~ del amor, una denu~cia de los espejismos del del siguiente modo la revelación del psicoanáli sis sobre el amor:
amor, de sus tlus1ones. Por lo demás, Lacan lo menciona aun en éste está estructurado como un síntoma. O acaso sería mejo~ dec1r
rela~ión con el "nu~vo amor". Completando la frase que les leí, di- que es un tipo de síntoma: el que anuda el síntoma auti sta a u~_s~-
ce: La transferencia es amor, un sentimiento que asume allí una mejante sexuado. El síntoma que encierra la relacíón con un goce
forma t~n nu~v.~ que introduce la subversión en ella. "!_o es que sea autista; voy a desarrollar esto, el ~mor es el síntoma que enc ierra
menos 1/usona . El subrayado es mío. En efecto, si exploran todos el síntoma autista en un lazo social. De allí la conexión con la ae·-
los textos de Freud y Lacan, no les costará preparar el proceso de sagregación de los lazos que menc ionaba anterionnente .
los espejismos del amor. A partir de esta construcción, Lacan puede decir que una mujer
. El amor ilusorio , el amor mentiroso, el amor engañador. Iluso- es un síntoma para un hombre. En otras palabras, en el amor recí-
~10 porque no cumple sus promesas de unión. y no las cumple, proco se produce un nudo de dos síntomas autistas ; eso hác-e lazo.
Justamente, en~re '!quellos en quienes el sexo no alcanza para ha- Y, en ese sentido, Freud tenía razón : Eros une. Une dos síntomas.
cerlos ~~rtenaLres. ~or eso yo podía decir, siguiendo a Lacan, que ·'Tú eres mi síntoma": he aquf, sin duda, !o mejor que puede decír-
1~ :elac10n:proporc10n sexual, el acto sexual, pone límite a los de- se al final de un análisis en materia de "nuevo amor" . Ése es el
1mos erotomanos . Tal vez sea por eso, además, que las erotóma- "amor nuevo" del final , el que puede decir ·'tú eres mi síntoma" .
nas, las verdaderas, son tan a menudo más bien ascéticas. Ilusorio, Nada más sólido. Entonces, desde luego, es un amor lúcido que, a
por l? tanto, porque no cumple sus promesas de unión, también diferencia del amor loco de los surrealistas, no exalta ni a la dama
mentiroso porque es narcisista y disimula el amor a sí mismo bajo ni al hombre, puesto que no se funda en el semblante sino en el
el amor al otro, gran tema que Lacan, verdaderamente, recori-io síntoma y su goce. Eso es novedoso, en efecto. Un amor que corta
durante años en todos los sentidos . Por último, y correlativamente, el aliento a los parloteos, y retomo aquí la expresión de Lacan en
el amor es engañador. En él, el sujeto quiere su propio bien con el la "Carta a los italianos", corta el aliento a los parloteos, a los par-
~retexto del bien del otro. "Todo por ti", dice el amor, pero, en rea~ loteos autogozados, por decirlo así, del amor, que no necesita
hdad_, a la postre es un "todo por mf' . Habría que añadir -y es un charlatanear ni escribir cartas de amor.
tema bien conocido- que el amor es el gemelo del odio. En suma, Enton-ces, natúralmente, dista mucho de ser el "amor sin lími-
como dice Freud para la psicosis, el "no lo amo" transmite en to- ces" . Es un iill1üf limita.do y que liga emr.! sf dos inccr.scientes e~
dos los casos y siempre la verdad de la palabra de amor. Todo es- sus mismas diferencias. En ese sentido, el ·'amor nuevo" del que
to, desde luego, son verdades que se gozan en el dolor. hablamos está "más allá del padre", pero no ca.rece de límites. No
¿Puede decir el psicoanálisis que el amor, a partir de su "nuevo es el límite del significante paterno como significante amo, pero sí
amor", se reduce a ese mensaje negativo? Ustedes saben que no. el del -síntoma. Es un límite. Así, puede decirse que el psicoanáli-
f:lªY una revelación sobre el amor que no es completamente nega- sis exp!ic:! e! hecha de que en este fin de siglo, sin los semblantes
tiva en el psicoanálisis. Parte del hecho de que el amor sin mode- del amor, que erraron el tiro tanto como el del padre, aún se ame,
lo, que caracteriza nuestro fin de siglo, demuestra no carecer de aún haya flechazos por la actuación ... del inconsciente. Y quizá
coacciones. Se descübre que, á.uñq·ue sin modelos, el amor no deja sea ·eso lo máximo que podemos esperar en la coyuntura del siglo.
de tener determinación. Ese fue todo el trabajo de Freud; buscar Bien, terminé con mi pequeña apología, apología del amor.
qué determina el amor. Estas determinaciones, que aparec én en-el Querría referinne a una nota que recibí de Camilo Ramírez, que
carácter compulsivo y repetitivo de! amcr, son, ahorJ le s:1be:-r.~s, en verdad agradezco infinitamente, porque me propuso una _refe-
las coacciones del inconsciente mismo. Entonces, puedo fonnular rencia que viene de perillas para lo que desarrollé hasta aquí. El re-
El amor síntoma 139
138 La maldición sobre el sexo
cordó y encontró un planteamiento hecho por Lacan en su semina- Por último, mi tercer plantearr:iento : ¿cuál es la función _del Pª.:
rio sobre Las formaciones del inconscieme, en la sesión del 5 de dre en el amor? Durante mucho tiempo, y digo " mucho ti empo
marzo, el mismo año que el texto que comenté antes; les leo lo que para no decir "siempre", Lacan ~in~uló e} ~mor vivíble con la fun -
me escribió: ''En la sesión del 5 de marzo de 1958 hace alusión a ción del padre, es decir, con el limite ed1p1co. Es lo que encontra-
List'srrara. la obra de Aristófanes". Yo había olvidado esta referen- mos al final del seminario 11 , cuando habla del amor absoluto, _que
cia y, además, no conozco la pieza, voy a remitirme a ella, pero les está fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede v1v1 r.
cuento el argumento . Se trata entonces de una referencia griega y la Lo que me sorprende es que en 1975, en R. S. se afirma u~a vez !·,
acción transcurre en el momento en que Atenas está en peligro a más ta conexión dd padre y el amor; la cuest16n es saber s1 man-
causa de una guerra sin sal ida, como de costumbre librada por los tiene el mismo sentido . La cosa podría ser paradójica, porque he-
hombres. Porque sin duda hay que decirlo, la libido homosexual ci- mos desarrollado extensamente el paso de Lacan más allá del_ ~d,i-
vilizadora, sí, en efecto, civilizadora, construye, construye y des- o, el más allá del padre, el ·'prescindir del padre con la cond1c1on
pués destruye otro tanto . Bueno, en esta pieza de Aristófanes se tra- p
de servirse de él' · , m1encras
· qui:! en R. S. ,.' -'a-t"'a
1-'' 11 ... '-i-ue e;,
"' 1 -ad~c
1,.1 . • ." '
,ar
ta de esto. que las mujeres, cansadas de ver que los hombres no un modelo . Es la lección del 21 de enero de 1975 del semrnano,
están jamás en casa y se pasan el tiempo en la guerra, destruyendo en un pasaje famoso muchas veces comentado, y º? sólo por mí.
su vida y matándose entre ellos, las mujeres de las ciudades griegas Nos dice que elp~gre es un modelo, pero no cua!qu1era, _un mode-
enemigas se unen, conducidas por Lisístrata, para hacer huelga de lo de lo que es la función del síntoma. Y esto en la m.:d1da ~xacta
sexo. Y todas se ponen de acuerdo para negar toda relación sexual en que ama a una mujer. La fórmula es : ·'Haced~ ell-ªk_~.a..u.sa de
a sus hombres mientras no terminen la guerra. Como ustedes ven , su deseo" y, más adelante, ·'ella es un sí~~o~a par_a él'.~ J:.l padre es
entonces, intentan poner en juego ese otro poder que es el poder del porTó-tanto eÍ- modelo_dei sí~toma ªf:l?r, e_n__cierto mo~o -amor
sexo. Naturalmente, es una comedia y la cosa termina bien . No es- por una mujer~amor heterosexual-. Quiero tratar de desarrollar la
toy segura de que la misma actitud, renovada, terminara tan bien en tesis para mostrar que no contraviene el "más allá del Edipo" , no
todos los contextos . Pero en fin, eso no puede calcularse. No voy a es un retorno al Edipo .
transmitirles la totalidad de lo que me ha dado Camilo Ramírez. pe- Primero, algunas observaciones sobre el síntoma. Las elabora-
ro Lacan sefiaJa que se trata de un momento de peligro en que Áte- ciones que Lacan presenta en l '7 7:5 sobre ei síntoma son ei finai Je
nas está destruyéndose con esa guerra deletérea, y Aristófanes trata un trabajo que comenzó mucho antes, grosso modo en tomo d~l
de explicarles a los hombres, y a su ciudad, que después de todo seminario 11 y "Posición del inconsciente". Digamos que a pamr
hay otra cosa además de las alegrías bélicas y los invita, como dice de esos dos textos, más allá de las críticas que Lacan pudo hacerll!
Lacan, a "una recuperación de la relación esencial del hombre con a Freud, efectúa un ''segundo retomo a Freud" . Me permito volve!'
· •· · ,,,. ___ , _ _ L ! - ____ . .......... _ 1.....,.-~ , , ,.... t;w,mn,, ~n ~1
su estado", con su estado en el mundo. Como ven, la cosa •,¡.::.r,c a Utlllzar Una eXprt:SlUtl l.{UC 11<1U14 }Jlvpu~~•u u<.&"''-' J .. ._._, .. t'- • -•• -·
muy bien. Es una manera de decir que Aristófanes, hace ya mucho ' 86; la usé entonces como título de una conferencia en Vigo, que
tiempo, ponía en juego el resorte del vínculo libidinal amoroso con- por otra pane se publicó en el boletín del círculo psicoanalítico de
tra la libido- homosexual colectiva en su aspecto destructivo. Yo--Ie esa ciudad y que encontré por casualidad; se llamaba ..El segundo
agradezco verdaderamente esta referencia, que aclara mucho lo que retomo a Freud" . Con lo cual pretendía designar el cambio radical
rrato de señalar aquí. Naturalmente, nuestro fin de siglo no está en en la enseñanza de Lacan, que a partir de cierto momento, luego
la misma situación de peligro que la Atenas de Aristófanes: es otra. d~ !'!~~~!' h':'cho hincaoié durante años en la estructuración lengua-
no necesariamente mejor, que exige otros remedios. jera del síntoma, n~ia a poner el acent~ e~__ e_l _ele~ento_g~ce, el
140
La maldición sobre el sexo El amor síntoma 141
í t!lemento satisfacción que hay en el sínt_c:,1i:i_a. Yo Jo había llamado de la estructura. Un nivel en que tenemos la estructura de lenguaje
··segundo r~~omo a Freud " porque en éste. la idea de que el sínto- del mensaje y otro en que tenemos la estructura del fantasma , art_i-
~
1 ma es puls1on, g0ce, es una id_ea que data de los inicios y llega culada, por otra parte , con la del goce . Así, pues, aquel título era
i
hasta el fi~al. E_n_ Freud es una idea princeps, la de que el síntoma una fórmula que comentaba las flechas inscriptas en el grafo, es~
@ es un~ sat1:facc1on sexual sustitutiva. Freud jamás se movió de es-
ta tesis , mientras que Lacan llega a ella de otra manera, en un se-
gundo momento.
flechas que van del significado del Otro, s(A) , hacia el Otro, luego
de éste hacia el fanta::ima, ~ Oa , para volver desde ahí al s(A) e
implicar ahí tanto el deseo como el goce :
Entonces, para tratar de situar la función del padre como mode-
lo _del síntoma ~~or. parto _d~I ~~cho de que el_síntoma. Jo que po-
goa
dna _llamar el smtoma _bas1co , no constituye lazo social : en el
sentido en que el l~zo social pone en pareja, vincula ,f ha6lantese-
res entre sí, ya sea de a dos, ya sea en masa. El sínto~; -básico no
constituye
, un lazo social. Por eso hablé de "síntoma autista" . Des _
pues de todo , eso ya puede verse en el aspect0 del fenómeno . To-
n~en una obsesión : sucede entre el sujeto y su pensamiento. No lo
vmcula con_sus semejantes . Una somatización histérica se produce Fórmula que desplegaba, por lo tanto, d doble componente del
entre un SUJeto y su cuerpo, de uno a uno mismo. El esquizofréni- síntoma, su componente formal , y su componente goce presente
co. presa de un goce deslocalizado en el cuerpo, está desconectado en el nivel del fantasma. Para poner el acento en el síntoma como
de todo lazo social. Conectado con su goce, desconectado del lazo una realización de goce, me parece que, podemos escribirlo muy
social. El paranoico se acopla a sus voces y, justamente, éstas lo bien utilizando esta escritura.
apartan de la realidad de sus semejantes. Acoplado a las voces, es- Finalizo, enumeré obsesión, sornatización, esquizofrenia, para-
tá separado del lazo, por su delirio o sus alucinaciones. Lo que ha- noia; tal vez podría mencionar, ií!_~luir en la serie los pasaj~-~ 3:1 ac-
ce que pueda decirse que el síntoma fundamentalmente acopla a to asesinos o suicidas, sobre todo asesinos, que en cierto modo va-
un SUJeco con el goce. En otras palabras, acopla lo que compete a len como síntomas que se rda1.:iomu1 ~ün el laz0 SvCi~l. pera en !:!
lo simbólico con lo real: ~ ◊ J. modalidad de atacarlo . Síntomas en que el sujeto goza de la muer-
te, el asesinato del otro, pero también puede tratarse de su muerte,
S R e incluso de la de ambos.
Proseguiré tratando de explicar, o desarrollar, la manera en que
Comentario sobre esta escritura. En cierto modo, remeda la es- . 1 - ·-- - - - - · · -
t;l a..l11Ul C.:) uu st-·~- n '-'Jr"'-""'""
u.u.uu.u.&. " " ~"',._ ;¡:-;,..,... hásico"
.................. r,n,..
. , - - rnnPrt::i
- ...,- __ ___ Pl
- - " ~íntnm;¡
- -- - • ~
critura del fantasma, se escribe según el modelo del fantasma . Pe- con el lazo social.
ro creo que de todas formas es posible. La oposición entre síntoma
y fantasma permitió a J.-A. Miller hacer un curso con el título
"Del síntoma al fantasma, y retorno", fórmula muy poderosa, que
sacaba a la luz y explicitaba a la vez una oposición y una articula-
ción de las elaboraciones de Lacan , que encontramos e!l e! gr:!fc
del deseo, donde, en el fondo, Lacan distingue diferentes niveles
J�S'º Z.;:)�\..1.� l'tu:S).
�s. As.
\J(\�..\QJ IIt Sergio Zabalza
que hasta incluso, hace descansar oportuna y sabiamente en el
LA HOSPITALIDAD
SÍNTOivíA
hueco del hombro.
DEL 1 De pronto y como emergiendo de la nada, el espacio privado de
los autos parece continuarse con el dibujo que el saber hacer del
artista construye con sus manos en el vacío de la noche.
(malabar del sujetú) Estamos ahora en un afuera hospitalario que nos incluye,
transportados en una especie de b urbuja temporal que no sabe
de los rígidos períodos de las alternancias viales. El poeta ha des­
'4 Sun1us rn_. lchv illt-l·10s gTl€ �;):3 baratado la in-diferencia.
de lo qu.t� c:eemos. �h e�tarrF1s Desde atrás suena una bocina, sobreviene el cambio de luces,
ni :;ot·re la:: g:adas ni �obr':' !3 la ventanilla de una camioneta se abre y una mano extiende el
escena 1 • • • !' billete que cotiza la perfomance en valores de mutuo intercam­
!viichcl foucauit
bio, un grito de estremecedor alborozo sacude la mezcla de asom­
bro, vergüenza y admiración del púb!ico espectador: imamá.' . . .
El afuera que incluye iir.-i-n.-c-o pesos.'/
Ahí, por donde hace dos siglos ei río rie la Plata imp0:1ía ::;us
Lo que el arte enseña al psicoanálisis
límites a la incipiente y pródiga ciudad puerto. Alli. al pie de .s
barranca donde un tiempo después la prodigalidad se hacía pé­
Más allá de la anécdota, verídica en su totalidad y que por
nitenciaría.
muy obvios motivos nos sigue conmoviendo, nos interesa desta­
Exactamente ahí, en ese lugar conde hoy los semáforos mar­
car la enorme paradoja resultante de considerar, que por un ins­
can el inhóspito litoral en que las calles de un tradicional barrio
tante, el frágil pero decidido excluído alojó al consumidor, amo
porteño hacen borde con la rnarginaiidad y el consumo, un joven, castrado al fin.
Perspectiva por otra parte, que no sólo denuncia el orden psi­
ta su frágil figura frente a la prolija hilera de autos impacientes cótico que pauta el síntoma de nuestra aldea global, sino que a
por continuar su marcha. Es la hora veintiun.'.l, noche del día. co­ la vez ilustra sobre la posible función que el arte ejerce al operar
mienza la sesión de malabares. sobre ese elemento privado y autista que, por rechazar la dife­
El muchachito, -que no pasa de los siete años y está a�om­ rencia subjetiva, organiza una realidad en espejo donde afu er a y
pañado desde la vereda por una mujer y una niña que, en tanto adentro se excluyen mutuamente.
testigos, hacen posible la escena-, testimonia una notable juste­ El saber hacer de nuestro joven artista quiebra por un ins­
za y habilidad en sus movimientos, el frío del invierno pa.cece no tante esa lógica bipolar y mortífera generando el nuevo espacio
aquejarlo mientras con presteza lanza y 3.trapa las cuatro bolas, donde lo rechazado retorna en forma de belleza. Como el alfare­
ro, al hospedar en un vacío la inquietante alteridad que nos ha­
bita, el malabarista permite que eso Otro desaparezca del espejo
Texto publicado en www. elsigma.com ¡ colabüracic.n.:s, bajo ;;! r.c;ü1.br¿ de
ominoso del parabrisas.
Malabar del sujeto, luego publicado el 17 de febrero dt!l :2005 .:n t!l diario Pá·
gina il2 con t!l título "E! :.�o.!a.�o..;�.;ta".
18
17
Sergio Zabalza
La hospiialidad del síntoma
Y yendo entonces al ámbito de nuestra t ar e a en el hospital
1.En este punto. sería bueno pregur.tarse porq ué los más in­
¿Qué tratamiento poner en juego, para aquellos sujetos carentes
dignados y moral istas insultos s e trast ocan en el o gi os y en admi­
de la inscripción del testigo donador?
r a ción , cuando por las pantallas aparece el travestido persona­
¿cómo trabajar con el arte y con el juego para que alguien en­
je que protagoniza uno de los pro gramas con más alto rating de
cuentre ese nuevo e spacio en donde localizar algo que lo habilite
n ue stra televisión).
Sigui e ndo con nuestro análisis, decimos entonces que esta po­ a cambiar el ritmo, a introducir la diferencia?
sibilidad de generar un lugar allí, donde antes no estaba. es lo más ¿cómo operar con la transferencia, para que desde allí, al cos­
propio que el arte puede enseñar al p s ico análi s is .
tado de la vereda y lejos de la mismidad especular del parabri­
En efecto, si el s ín toma es ese i nh ósp i to cuerpo extraiio, . ver­ . sas, facilitar que un sujeto despliegue el saber hacer que aloje su
dadero dueño de casa que le dice al yo: a usted le toca salir de singularidad?
:?l�a"�, su estetización por el contrario, parece bri!1darnos la posi­ Lo que sigue entonces, son algun as conjeturas sobre el trata­
bilidad que algo de esa ajeni d ad se disipe a: res catarn o s del pri­
, miento de eso .sintomático que retorna, a partir de los recursos
uado autista que nos atrapa sin aloj ar. Como si la función estéti­ que brinda un dispositivo de Hospital de Día, enfocados desde ia
,·a fuera condición de la hospitalidad. perspectiva de un operador de talleres.
El testigo Agatón o la transferencia seria
Ahora bien, para que el malabay produzca efecto, hay que con­ "Explicar el arte por el inconciente me parece muy sospecho­
tar con el testigo, el recur s o simbólico que allí al costado de la so, es sin embargo lo que hacen los analistas. Explicar el arte por
vereda, sea causa y donación de la marca que dotando de gracia, el síntoma, me parece más serio".4
ritmo y pasió n imprima Otra escena en el cuerpo. Diferencia de
,
De esta cita, nos interesa recortar por empezar, la vinculación
perfodo3 lo llamó en algún moment o Fr eud cambio rítmico, sín-
entre arte y síntoma, ya que pareciera ser que el recurso artísti­
,
co nos brinda la posibilidad de ubicar algo dt: k.1 .sint0rnátic0 en la
Llegados a este punto quizá sea importante destacar que tan­
producción de un objeto, sea este una pintura, una opinión, un
to en el caso del arte como en el del juego aparecen los mismos
gol, una planta, un poema.
elementos, un sujeto, un Otro tes t i go, y un objeto que no se sabe
En segundo término nos resulta indispensable prestar aten­
a quién pertenece. ¿Arriesgamos mucho si decimos que son los
ción al término serio con que Lacan remata su frase. Si aplicamos
mismos elementos propios de u na situación transferencia! habi­
a este significante la acepción que se le otorga por ejemplo en el
litante y que brinda respiro al sujeto?
seminario XIX5, encontraremos allí una rica veta para indagar
¿No son acaso, el Fort y el Da, ios te stigos que le qui tan certe­
aún más las peculiaridades del dispositivo que nos convoca.
za a la reproducción compulsiva del... yo-yo'?
Js.cques Lacan, El Seminario: Libro 3, Las psicosi..�. clase 22 del 13 de junio
de 1956. Jacqu.:=s Lacan, Cor..ferencias en US.A, L'"niv. de YJ.le, 24 /11,' 1975, charla
Sigmund Freud, (1950(1985]) Proyecto de psicología, en Obras Completas. con e studiantes.
A. E., tomo 1, pág. ::J54. Ver por ejemplo, la clase del 15 de marzo de 1972. Jacques Lacan, El Semi­
nario: Libro XIX, "Ou Pire ...
19
20
La hosp italidad del síntoma Sergio Zabalza
En efecto, a nuestro jwcio. lo que brinda su sello distintivo a metafórica, carecen en su realidad psíquica, de testigos fundan­
la transferencia P.n el Hospt es su serialidad: un analista. un psi­ tes de una escena.
quiatra, un taller de música, un taller de l ectura una reunión de,
En definitiva quizá, otra manera de dar cuenta de porqué ha­
familia, un compañero, un, una, un, uno ... Se trata de u na trans­ blamos del costado de la vereda cuando la "carretera principal "11
fe r encia que se desp l az a en el real que el rasgo anuda a la con­ ha sido forcluida.
d e n.:; ación significante resultante de aplicar los recursos artísti­ ''Ya se lo dije ( ... ), ya no se tratará de elogiar al amor, sino a
cos a la producción subjetiva, sea esta un dibujo. una cancién. una otro que es designado siguiendo un orden ''1:!. Nuevamente la se­
planta, un diseño, un gol, una opinión. rialidad y el desplazamiento.
Nos explicamos, si el real que supone el síntoma se an u da a
!a envoltura formal que aporta el aparato significante del rec1...lr­ Nuestra conjetura consiste entonces en suponer, que es en los
so artístico, obtenemos un objeto que por real, está más allá de intersticios que la serialidad de estos espacios brinda, donde un
lo simb ólico¿, y por significante permite hacer lazo social. De esto sujeto alcanza a ubicar ese afuera que no es un no adentro13, en
se trata la Ctrculación del Síntoma:, el rasgo sintomático que, en el que cediendo algo del goce autista que lo enajena, logra habi-
tanto objeto, se desplaza al circular y se condensa al hacer bor­ 1.itarse un nuevo lugar para su singularidad. De esto se trata la
de con lo real del goce. En esta formulación nos hacemos eco d'=' creación topológica.
aquella afirma c ión de Lacan según la cual:
' I..) me desplazo con el desplazamiento de lo real en lo simbó­ Las intervenciones
lico, _v me condenso para hacer peso de mis símbolos en lo real,
como conviene para seguir al inconciente en la huella. 3 Ahora bien, ¿qué tipo de intervenciones posibilitan esta trans­
ferencia desplazada en los intersticios y al costado de la vereda?
Asimismo, esta serialidad en la contiguidad -que en su des­
, "Si el arte de escuchar casi equivale al del bien decir"14, y si
plaz amiento acumula gasto psíquico-, propicia entender cómo lo que interesa es que un sujeto localice en un producto algo del
un dispositivo significante puede hacer suplencia de aquel corri- rasgo sintomático que lo somete, se trata entonces de intervenir
u1it-i-1�Ü qüc SC(:ra�cs �p�:-:=!b:.! � !�t�!"�!"�t:l! '=li..!t? DO .:-r� é! . .sine
.. favoreciendo el corte que habilita la cesión del objeto.
más bien Agatón, a quien Alcibíades9 dirigía su manía y furor En efecto, la mera apertura de un espacio para que un suje­
amoroso1º. Maniobra por cierto indispensable cuando se trata de to transmita a sus pares una situación dolorosa, puede habilitar
trabaj ar con sujetos, que por padecer trastornos en su capacidad a que la Cosa quede allí, así como también la atenta recepción
Jacques Lacan, El Seminario, Libro: 24, "Lo no sabido qt.:e sabe de la una 11
Jacques Lacan, El Seminario: Libro 3, "Las psicosis" clase 23, 20/611956, " La
equivocación se ampara en la morra", clase del 18 de enero de 1�77. Pregun­ carretera principal".
ta..;; y respuestas. 1.2
Jacques Lacan, El Seminario: Libro 8, "La transferencia", Buenos Aires, Pai­
Sergio Zabalza, La Circulación del Síntoma, publicado en www.elsigma.com dós, 2003, pág. 177.
colaboraciones. 13
,'
Jacques Lacan, El Seminario: Libro 22, "R. S. l.", clase del 14 de enero de
Jacques Lacan, Radiofonia, respuesta a la pregunta 3. 1975.
Jacques Lacan, El Seminario: Libro 8, "La transferencia", Buenos Aires, Pai­ 1•
Jacques Lacan, El Seminario, Libro: 11. Clase X "Presencia del analista",
dós, 2003, pág. 206 pág. 129.
10
Jacques Lacan, oh. cit., pág. 178.
21 22
[,a hoHpitalidad del síntoma
Sergio Zabalza
de un material, -de una estofa 15-, para c0nstruir máscara_ p0r Desde e::;te enfoque conjeturamos que el trabajo con el recur­
�jemplo, permite en este caso. que el objeto se eleve ·'a la digni­ so artístico apur..ta a que un suj eto incorpore un saber hacer allí
dad de Cosa.16 con su síntcma. de forma tal que haciéndose testigo de su propia
Asimismo, cuando un sujeto nos muestra la pintura en la que prJd1.icción, encuentre vfas para hacer algo con eso.
está trabajando, no se trata de interrogar porqué pintó u::;ted eso
C:e rojo -formulación que r� fu e rz a la certeza del ser que aplas­
ta al psicótico-, sino por el c ontrari o , preguntarle qué le sugiere �etáfora como objeto
ese rojo que está allí.
Por otra parte, si se han consensuado reglas para la composi­ P2ro .::. su vez estos diferentes casos d.e intervenciones conflu­
c:on colectiva de una canción, las cuales consisten en incorporar ys:: en un punto ccmún, a saber: con el mismo enunciado gestar
3. la letra lo primero que a cada integrante se le ocurre, una fra­ un nuev0 lug·ar en la realidad ps í quica. Se trata de ese abordaje
se de a uto- e x c l usi ón y fuera de escena tal como "no se me ocurre de ;;:i metáfora que Lacan describe como ·'efecto de agujero"?ª o
nada'', bien puede formar parte del texto gracias al dispositivo "�igr.i!ksnte en bruto"19, para distinguirlo de la dimensión me­
de juego previamente acordado. ramente irn.aginacia del tropo.
Se p01:1€' así el énfasis en esa perspectiva de la condensación sig­
Todas estas interv·enciones constituyen ejemplos de la función !1Ífic.3.!"te, que por hacer materia en el pensamient.0"20, nos lleva
de testigos de una pérdida1�, que le cabe tanto al tallerista como a ese lugar "más allá de lo simbólico"21, donde la estetización del
al grupo de pares. síntoma hace del objeto de arte ese "inanalizable'''.!2 a partir del
En efecto, así como el nieto de Freud nos enseñaba que el sig­ cual se elu-::ubra un saber que jamás lo agota. Maniobra que su­
nificante es algo para alguien que tramita una pérdida, bien po­ pone el de�plazamiento que cabalga, desde la certeza en la esen­
demos decir nosotros, que para estos sujetos con graves carencias cia a la certeza en la ex sistencia, síntoma en tanto herramienta
simbólicas, la práctica entre varios aporta los testigos que san­ al servicio de forcluir el sentido unívoco del Amo.
cionan con su presencia la cesión de un objeto . Caballo, no sólo como sustituto del papá malo, sino también
Si en el ejemplo que traíamos más arriba, la mujer y la niña al ;'por sobre todo, en tanto objeto que por hacer cuerpo en�! pen­
costado de la vereda son los que en ese lugar anonimo y cie paso samiento23 intenta simbolizar el horror frente a lo que No Hay,
hacen posible una escena, bien podría decirse entonces que en el
dispositivo los que construyen el objeto son los testigos. ün aplau­ 18
Ja cque s Lacan, El seminario: Libro 24, "Lo no sabido que sabe de la una equi­
::>o al final de una sencilla perfomance puede ser el ejemplo para­ vocac ió n se ampara en la morra", clase 13 del l 7,5.'1977, Hac ia un significan­
digmático de lo que estamos proponiendo. te nuevo.
·'
Jacques Lllc:an, El Seminario: Libro 4, ''La relación de objeto", clase 23 del
15
Metáforautilizada por Lacan para dar referirse a lo que hace materia en el 26/6/1957.
20
pensamiento. Según María Moli ner: del francés amiguo, escore. materiales Jacques Lacan, El Seminario: Libro 25, "El momento de concluir", clase 3
de cualquier clase. del 20/12/1977.
21
ie Jacques Lacan, El Seminario: Libro 24, clase 5 del 18/1/1977, ob. cit., Res-
Jacques Lacan, El Seminario, Libro 7. "La ética del psicoanálisis", clase S,
El objeto y la Cosa. puestas.
-- Jacques A.iain Miller, Los Signos del Goce, Paidñ!:, Buenos A.ires, México,
Jacques Lacan, El Seminario, Libro: li, Clase X. "Presencia del analista",
• ·
pág. 133: "En este punto la presencia del psicoanalista es irreductible, por 1998, pág. 319.
23
Jacques Lacan, E! St?minar.o: Libro 25, clase del 3 del 20.'l�,'1977.
s�r tcstigc Ce esa pér±d.3.,,.
23 24
!...a l10spitaiidad del .c;ínt�ma Sergio Zabalza
-pene real si n correlato significante que lo domestiqt!e-. Cor.­ cluye el día viernes con la de cierre, los pacientes debaten cues­
densación sign!5i::ante a pa!·tir de la cual se organiza ta econo· tiones de convivencia en el Hospital, cuentan sus problemas, na­
mía libidina1 de un suj e to y que sin embargo, se de sp l az a al ins­ rral'l episodios del fin de se mana, comentan alternativas de su co­
tirn.ir un nuevo lugar. tidianeidad, etc.
A..l final de cada encuentro se hace la lectura de la crónica, es
En el arder. de !a poesia, es el mismo a'IJ0rdaje que utiba Ce­ decir se repite, a veces con algunos recortes o escansiones, los
lan cuando E:n aquel esuemecedor poema sobre !a !eche :iegra de mismos enunciados, las mismas frases vertidas durante el desa­
la noche, intercala enunciados provenientes de un contex�o casi rrollo de la asamblea; operación que posibilita que un sujeto al
lütsch:t4, en pos de sostener as! 1.rna batalla en el lenguaje ccn esa escuchar sus significantes desde otro lugar y estando en transfe­
poesía cretina y edulc8rada que ie hacía decir a Ad orno que ¿es­ rencia con el dispositivo, pueda establecer cierta separación res­
pués de AuschVvitz no se podían escribir más poemas. pecto de sus dichos. La misma que por producir un testimonio, lo
El mismo que le hace denuncic>.r a Lacru.'1. q:.!e las saludables in­ habilita a dejar de serlo.
t erv enci o nes que le hicieron perder ei objeto de su fobia -im-en­
ción subjetiva si las !-.ay-, al niñv mis famoso del psicoanálisis, Bien, si "la verdad despierta o adormece, Lv] eso depende del
no habilitaron a que J�anito olvide, sino más b i en a que se olvi­, tono con que es dicha"26, formulamos entonces la vía de interven­
de25 ..., a que pierda un lugar, podr ía mo s agregar nosotros d esde ción que nos interesa destacar del modus operandi del servicio, a
nuestra perspecfr.ra. saber: con el mismo enunciado y a partir de la entonación y el rit­
Intere san t e tema po r cierto para esta sociedad nuestra, tan mo, introducir la diferencia que aloje al síntoma en el nuevo lugar
proclive a guardar en ei desvárl c'..e los tr ast os •-lejos sus peores mo­ que los intersticios de la serialidad transferencia! del dispositivo
men tos a costa de la renuncia subjetiva que supone dejarse guiar habilita, allí "donde la letra como basura llegue a perderse "27•
por las pretendidamente sanas y bien intencionadas exhortacio­ Este enfoque, a nuestro entender, constituye una de las for­
nes a mirar para adelante y olvidar el pasado. mas válidas de entender la función del a..11alista en tanto secreta­
rio del alienado28 o testigo29, corno así también da cuenta de aque­
lla frase de Lacan según la c'..lal un analista participa en la escri­
El secretario del ahenado. en ia asambiea tura a través del corte. 30
Para ir r edondeando esta páginas, mencionaremos como par a­ Saber hacer allí que aloja. Estética del síntoma. Malabar de un
digma de esta modalidad de intervención que estamos desplegan­ sujeto. Quizá sea pertinente ahora traer una de las acepciones que
do, un momento clav·e d.::l d.::v.::rrir cotidiano d.21 Hcspi: la asam­
;6
blea de pacientes. Jacques Lacan, El Seminario: Libro :.!4, "'Lo no sabido que sabe de la una
En efecto, e:i eses encuentros en que todos los lunes se ini­ equivocación se ampara en la morra", 19i4/1977.
27
Eric Laurent, "El sujeto psicótico escribe" en La Psicosis en el texto, Manan­
cia el trabajo de la semana con la reunión de apertura y se con-
tial, pág. 108.
2"
Jacques Lacan, El Seminario, Libro 3, '·Las Psicosis", clase XVI, Secretarios
i• del alienado.
Seguimos aquí la traducción de Ficardo Ibarlucía. Ver Diario de Poesía nº39.
29
Jacques Lacan, El Seminario: Libro 11, "Los cuatro conceptos fundamenta­
25
Jacques Lacan, El Seminario: Libro 4: "La relación de objeto", clase XXIII
les del psicoanálisis" clase X, Presencia del analista.
del 26/6,'1957, Paidós, Buenos Aires, 1996, pág. 411.
30
Jacques Lacan, El Seminario, Libro: 25, clase 3 d�I 20/12/1977.
25 26
La hosiitalidad del síntoma
�aría Moliner le otorga al término: "Conducta hábil de alguien
oara mantenerse en un puesto, sostener una situación difícil, es­
tar en buenas relaciones con dos bandos rivales r . . . ) " . ·
Algunos párrafos de este artículo están incluidos en Los talleres en el Hospi­
tal de Día, Creación, transferencia y lazo social, trabajo elaborado por el equi­
po de talleres del dispositivo de hospital de día del Hospital Alvarez para -=l
encuentro del departamento de Psicoanálisis y Psiquiatría de la EOL, acon­
tecido el 24,'8,'2004.
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