Está en la página 1de 13

ÍN D IC E

Primera edición, 2004

A g r a d e c i m i e n t o s ..................................................................................... 9

Vinson, Ben y Bobby Vaughn I n tr o d u c c ió n , por Ben Vinson III y Bobby V a u g h n ................. 11
Afroméxico. El pulso de la población negra en Méxi­
co: una historia recordada, olvidada y vuelta a recordar /
1. L a h is t o r ia d e l e s t u d io d e l o s n e g r o s e n M i*:x i c o ,
Ben Vinson III, Bobby Vaughn ; trad. de Clara García
Ayluardo. — México : FCE, c i d e , 2004 por Ben Vinson III .......................................................................... 19
135 p. ; 21 x 12 cm — (Colee. Historia. Ser. Herra­
mientas para la historia) R e f l e x io n e s h is t o r io g r á f ic a s ............................................. 19
Título original Afroméxico
ISBN 968-16-7325-5 2 . L o s n e g r o s , l o s in d íg e n a s y l a d iá s p o r a . U n a p e r s ­
p e c tiv a ETNOGRÁFICA DE LA C O STA C H IC A , Bobby
1. Negros — México — Historia I. Vaughn, Bobby, Vaughn .............................................................................................. 75
coaut. II. García Ayluardo, Clara, tr. III. Ser IV. t
R e f l e x io n e s a n t r o p o l ó g i c a s ................................................. 75
LC F139 .N4 Dewey 305.8 V198a

B ib l io g r a f ía .............................................................................................. 97

E c o n o m ía y e s c l a v i t u d ................................................................... 98

G eneral ............................................................................... 102

Coordinadora de la serie: Clara García Ayluardo E s t u d io s r e g io n a l e s (h i s t o r i a y cultura) .................. 114


Coordinadora administrativa: Paola Villers Barriga
Asistente editorial: Javier Buenrostro Sánchez A n t r o p o l o g ía , c u l t u r a , v id a y r e l ig ió n ...................... 124

N egros en la estructura de la so c ie d a d m e- 128


Comentarios y sugerencias: editor@fce.com.mx
XICANA ......................................................................................................
www.fondodeculturaeconomica.com
Tel. (55) 5227-4672 Fax (55) 5227-4694

Diseño de portada: Francisco Ibarra


Diseño de interiores: Teresa Guzmán

D. R. © 2004, Centro de Investigación y Docencia Económicas, A. C.


Carretera México-Toluca núm. 3655, Col. Lomas de Santa Fe,
C. P. 01210 México, D. F
publicaciones@cide.edu

D. R. © 2004, F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m i c a
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


— incluido el diseño tipográfico y de portada— ,
sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito del editor.

ISB N 968-16-7325-5

Impreso en México • Printed in México


C A P ÍT U L O 2

LOS NEGROS, LOS INDÍGENAS Y LA DIÁSPORA.


UNA PERSPECTIVA ETNOGRÁFICA
DE LA COSTA CHICA

B obby V aughn

R e f l e x io n e s a n t r o p o l ó g ic a s

En primer lugar, es necesario que explique la termi­


nología racial/étnica/de color que utilizo en este ensayo para
distinguirla de la que emplean en México los académicos y los
habitantes de la Costa Chica. Al contrario de las convenciones
populares y de la academia mexicana, prefiero utilizar alter­
nadamente los términos indígenas y pueblos indígenas, en lu­
gar de la palabra indio; en la Costa Chica, la mayoría de los
mexicanos de ascendencia africana utiliza la palabra más des­
agradable, indio. Para referirme a los mexicanos de ascenden­
cia africana utilizaré los términos afromexicanos y negros, tam­
bién en forma alternada, y, a menos que señale otra cosa, mi
empleo del término negro es una forma abreviada para refe­
rirme a los “afromexicanos” y no sugiere un color de piel en
particular.1 Afromexicano, entonces, equivale más o menos al
término local moreno cuando en algunos casos los lugareños
se refieren a toda la comunidad étnica, sin tomar en cuenta el
color. Por ejemplo, es muy común escuchar frases como “la
gente morena”, “la gente blanca” y “los indios” cuando alguien
se refiere a algunos grupos específicos.
Al usar los términos afromexicano y negro difiero
significativamente de las convenciones empleadas por la aca­
demia mexicana, que prefiere el uso del vocablo afromestizo.
Como quedará claro más adelante, esta expresión está incrus­
tada en un contexto ideológico específico — el mestizaje nacio­
nalista unificador— que es característico de México en cuanto
a su poder. Por consiguiente, sólo emplearé el término afro-
mestizo cuando me refiera a este proyecto político.
La región de la Costa Chica al sur del país es parti­
cularmente idónea para estudiar lo racial y la etnicidad en

1 Empico el término afromexicano siguiendo los usos académicos y populares en


relación con otras áreas, como afrocubano, afroperuano, afrocolombiano y afro­
americano.
76 . 7 7

general, y la negritud en particular. Esta región costera de casi mún de muchas comunidades afrolatinas contemporáneas es
400 kilómetros de largo, que incluye también partes de los esta­ la tendencia a organizarse en asociaciones políticas o resistir co­
dos de Guerrero y Oaxaca, alberga alrededor de 50 000 mexi­ lectivamente los sistemas de represión. Sin embargo, no existe
canos de ascendencia africana que viven en proximidad ínti­ un solo modelo universal de movilización política negra. Los mo­
ma con indígenas y mestizos. Los afromexicanos descienden de vimientos negros de los afrolatinoamericanos difieren en ma­
los esclavos africanos acarreados a México durante los siglos XVI neras importantes de los norteamericanos, a la vez que guardan
y xvii como parte de las estrategias de España para satisfacer semejanzas significativas entre sí. Aquí analizo el movimien­
la demanda de mano de obra de sus colonias americanas. Mien­ to “México negro” de la Costa Chica y destaco algunas de sus
tras la población afromexicana se extendió a lo largo del terri­ metas, actividades y límites para ilustrar la manera en que las
torio mexicano colonial,2 la Costa Chica, junto con una pequeña ideologías raciales, locales y nacionales, forman la negritud po­
área de Veracruz,3 son las únicas regiones donde permanecen lítica en México. El ensayo termina con una breve discusión
pueblos afromexicanos. Este ensayo se basa en investigacio­ sobre la migración afromexicana hacia los Estados Unidos, que
nes etnográficas llevadas a cabo, principalmente, en el pueblo también es un llamado para llevar a cabo más investigaciones
de Collantes, localizado en la municipalidad de Pinotepa Na­ sobre el tema. Conforme los afromexicanos establezcan mayor
cional, Oaxaca y sus alrededores. contacto con los Estados Unidos, por medio de relaciones trans­
El hecho de ser negro en México está indisolublemen­ nacionales que se incrementan cada vez más, podrían surgir
te vinculado al sentido de ser indígena y también mestizo. Este desafíos a las formas convencionales con las cuales asumen su
ensayo es un esfuerzo por mostrar cómo la comunidad afro- propia nacionalidad y su negritud.
mexicana, que tiene similitudes con otras comunidades afrola- Los dos grupos indígenas principales que viven en la
tinas en América, es única y sus particularidades provienen Costa Chica son los amuzgo y los mixtéeos costeros, pero tam­
de toda una gama de fenómenos etnohistóricos y demográficos bién habitan en la región en cantidades más reducidas los tla-
que dieron lugar a discursos racializados estrictamente mexi­ panecas y los chatinos. Los amuzgo viven principalmente en
canos. Junto con los discursos nacionalistas del mestizaje (la Guerrero, y los mixtéeos en Oaxaca. Los principales pueblos
mezcla de razas) que permearon a la sociedad mexicana, el in­ amuzgos son Xochistlahuaca y San Pedro Amuzgos, aunque la
digenismo (una preocupación general por “la cuestión indíge­ población de la mixteca costera es mayor que la amuzgo en sus
na”) también domina las reflexiones contemporáneas sobre lo principales poblados de Pinotepa Nacional, Jamiltepec, Hua-
racial en México. Este ensayo, entonces, empieza con un análi­ zolotitlán y Jicayán. La mayoría de los mixtéeos en la munici­
sis de los afromexicanos en la Costa Chica, lo cual desenma­ palidad de Pinotepa Nacional habla mixteco costero, además
raña la relación entre los negros, sus vecinos indígenas y el dis­ de español, y hay muy pocos monolingües de lengua mixteca.
curso hegemónico del indigenismo. Aunque no llegan las estaciones de FM a estas regio­
Este ensayo también recoge los desafíos de la orga­ nes, si se enciende la radio durante el día es posible encontrar
nización política de los afromexicanos. Una característica co­ una o dos estaciones en las frecuencias de a m . La señal más
poderosa es la de la estación x iíja m , “La voz de la Costa Chica’
que fue fundada en 1994 por el instituto Nacional Indigenista
2 Luz María Martínez Montiel (coord.), Presencia africana en México, Claves de
( i n i ) y se encuentra en el Centro Coordinador del INI en Jamil­
América Latina, Nuestra Tercera Raíz (México, Consejo Nacional para la Cul­
tura y las Artes, 1994). tepec. El INI, fundado en 1948, estableció centros coordinado­
3 Aunque este ensayo enfoca a los afromexicanos de la región de la Costa Chica,
analizo afro Veracruz en Bobby Vaughn, Race and Nation: A Study ofBlackness
res como bases de operación para varios de sus programas
in México (tesis doctoral, Stanford University, 2001). Para más etnografía sobre relacionados con el estudio de las culturas y los idiomas indí­
los afroveracruzanos, véanse Sagrario Cruz Carretero, “Identidad en una comu­
nidad afromestiza del centro de Veracruz: la población de Mata Clara”, tesis de
genas y con la provisión de servicios a los indígenas. Como ins­
licenciatura, Universidad de las Américas, 1989; y Sagrario Cruz Carretero, titución gubernamental, el INI sigue lincamientos nacionalistas
Antonio Martínez Maranto y Angélica Santiago Silva, El carnaval en Yanga:
notas y comentarios sobre una fiesta de la negritud, Ollín, núm. 2 (Veracruz,
para asimilar las comunidades indígenas y, por ello, no sor­
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990). prende que la XEJAM transmita aproximadamente 70% de su
78 ^

programación diurna en los varios idiomas indígenas, mien­ estatuillas indígenas de piedra como las que decían haber halla­
tras que el 30% restante los emita en español. Las noticias, la do en sus tierras. En apariencia, entonces, las visiones comu­
música y demás información se transmiten en mixteco, amuz- nes sobre el desarrollo rural, la cultura y la etnicidad giran en
go y chatino. torno a lo indígena, y dichas visiones han excluido a los ne­
La estación no se dirige tanto a la comunidad afro- gros de estas realidades. La negritud no se considera un tema
mexicana hispanoparlante, pues la mayor parte de sus trans­ relacionado con la cultura, el desarrollo étnico o la etnicidad
misiones son en idiomas indígenas e incluso los anuncios en en general.
español están dirigidos a las comunidades indígenas. Algunos Desde los estudios pioneros de fray Bernardino de
ejemplos de estos anuncios cotidianos son: “Un mensaje para Sahagún en el siglo XVI, existe en México una larga tradición
la señora Catalina Martínez: que su hija se va a comunicar con que reconoce que los indígenas tienen maneras particulares
usted el día domingo a la caseta telefónica de la comunidad de de vivir, vestir, celebrar y adorar. Aunque gran parte de este
La Tuza a las diez de la mañana. Favor de presentarse para interés temprano por las culturas indígenas adoleció de cierto
recibir su llamada”. O también: “La comunidad de San Pedro prejuicio de la “alta civilización” a favor de los aztecas, des­
Amuzgos espera su presencia en la fiesta de su pueblo que se pués de la Revolución las élites mexicanas abrazaron las pre­
llevará a cabo el 27 de este mes. Habrá jaripeo y después mú­ ocupaciones de estudiosos como el antropólogo Manuel Gamio
sica en vivo con Grupo Ritmo. El público en general es bien­ por la cultura indígena. Durante los años cuarenta, y sobre to­
venido a este evento”. do desde los cincuenta, la clase media mexicana se interesó en
Pocas veces se menciona algún pueblo afromexicano la etnografía, o por lo menos en las representaciones de los in­
en estos anuncios. Sin embargo, la mayoría de las familias ne­ dígenas. Como el “discurso cultural” mexicano entonces se
gras casi no escuchan la radio, pues sus fuentes primarias de centra en lo indígena, quedan fuera los afromexicanos de la
entretenimiento son la televisión y las cintas de audiocaset. Costa Chica y de Veracruz.
Como pocos negros han incorporado la radio a su vida cotidia­ En México, el concepto de cultura está fuertemente
na, sólo un reducido número de afromexicanos sabe de la exis­ identificado con el idioma y el vestido. Los mexicanos negros
tencia del programa “Cimarrón: la voz de los afromestizos”. que sólo hablan español y que hoy se visten como los mestizos,
“Cimarrón”, que significa “esclavo que ha escapado”, no comparten los estereotipos “étnicos” típicos de los indíge­
sale al aire todos los domingos por la tarde durante media hora nas ni se perciben como un grupo étnico distinto a los mesti­
y es una idea de Israel Larrea, un mestizo que ha vivido mucho zos. Sin embargo, el problema no es si los negros se perciben
tiempo en el pueblo negro de Morelos, Oaxaca. El programa étnicamente distintos a los indígenas, sino que la diferencia
incluye poesía, música y noticias de la Costa Chica afromexi- radica en la falta de etnicidad del negro y no en una etnicidad
cana, así como algunas informaciones sobre la diáspora afri­ diferente: los indígenas son étnicos, pero los negros no. En la
cana mayor. Pero, aunque el personal de la estación de radio Costa Chica los afromexicanos no se ven como parte del dis­
expresó su deseo de aumentar la programación dirigida a los curso del indigenismo, la etnicidad y la cultura, aunque tam­
pueblos negros de la región, el entonces director del Centro poco ellos han podido influir en el contenido ideológico con que
Coordinador aseguró que tanto la estación como el INI consi­ están cargados estos conceptos en México. Al mismo tiempo,
deran a las comunidades indígenas como su público principal. los negros padecen la marginalidad social, determinada signi­
Como el INI se ocupa de la cultura, la mayor parte de ficativamente por su “negritud”. Así, los negros no están étni­
las discusiones en torno a los negros tiende a deslizarse hacia camente estereotipados, pero tampoco escapan al estigma de
un discurso indigenista; en México, en general, y en la Costa su negritud.
Chica, en particular, se entiende a la cultura muchas veces Aunque los términos negro y moreno se refieren prin­
como sinónimo de cultura indígena. No me sorprendió que tan­ cipalmente al color de la piel, no se utilizan para referirse a los
to los negros como los demás habitantes de la Costa Chica, al indígenas. Las maneras en que son vistos los indígenas por
enterarse de que era antropólogo, me preguntaran si buscaba los negros demuestran que existen diferencias percibidas entre
80

los de ascendencia africana e indígena que no toman en cuen­ algunos negros expresan cierta envidia con respecto al éxito que
ta el color de la piel. En otras palabras, el color de la piel no es han tenido los indígenas en el “desarrollo” de sus comunidades.
un factor determinante cuando se hace la distinción entre los Los negros comparten el punto de vista profundamen­
diversos grupos. Muchos indígenas de la Costa Chica tienen la te negativo acerca de los indígenas. La imagen dominante que
piel tan oscura como muchos morenos y algunos negros, aun­ la mayoría de los costeños tiene de los indígenas es que éstos se
que nunca se les llama indígenas (mixtéeos en este caso), mo­ hallan sumidos en la pobreza, la ignorancia y la escasa civili­
renos o negros, sino comúnmente indios o, con más frecuencia, zación.5 En la época colonial los indígenas no eran conside­
con el término más peyorativo de Ínclito. rados “gente de razón” y, por lo tanto, no se les tenía por “civiliza­
Un hombre del pueblo de Minitán, quien se describe a dos” ni por “racionales”; y aunque la mayoría de los mexicanos
sí mismo como negro, me explicó la diferencia entre los negros ya no hace esta distinción, es una idea que todavía pervive en
y los indígenas de piel oscura. “Hay unos inditos que también la Costa Chica.6 Los afromexicanos y los mestizos emplean
tienen la piel bien morena luego, para precisar, añadió por lo regular este término para distinguirse de los indígenas
con un poco de humor: “ |...] pero luego se ve lo indito en lo lacio y lleva implícita la noción de una superioridad de las “gentes
I...J no tienen los chinos como los negros, a menos que su mamá de razón” sobre los indígenas.7 En una discusión sobre los in­
o su papá sea negro”.4 El idioma que regularmente se utiliza dígenas en el pueblo de Jamiltepec, una mujer afromexicana
para referirse a los indígenas no involucra el mismo cálculo de comentó: “ |... |según se están civilizando, pero son indios [sic]”.8
color que se usa para hablar acerca de los negros y los blancos. Aunque los negros no niegan su propia pobreza, des­
En México, el indígena ocupa un lugar un tanto con­ de su punto de vista los indígenas viven en peores condiciones.
tradictorio y complejo en la sociedad. Por una parte, parece Cuando pregunté a un campesino negro por qué la mayoría de
que las culturas indígenas estuvieran enfrascadas en una es­ los dueños de tierras preferían la mano de obra indígena, ar­
pecie de estancamiento cultural y, por otra, se ven como facto­ gumentando que tal vez fuera así porque los indígenas traba­
res limitantes del “progreso”. La misma palabra indio se usa jan más arduamente que los negros, él me respondió: “Mira,
por lo común en sentido despectivo junto con su variante, naco, está bien. Es que muchos indios no tienen nada y tienen que
vocablo que se refiere al indígena urbano, quien, a pesar de trabajar para comer. Nosotros por lo menos tenemos maíz y no
sus esfuerzos, nunca escapará de su naturaleza atrasada. Así, estamos tan jodidos como ellos”.9 Otra declaración ilustrativa
los indígenas se perciben fuera del marco nacional, pues su de la visión que tienen los afromexicanos de la pobreza indíge­
“incorporación” al ámbito social es una preocupación constan­ na es la de una señora negra que se quejaba de no tener sufi­
te; entonces, por una parte, se margina al indígena y, por otra, ciente dinero. “¡Yo no soy india para estar comiendo frijoles
se glorifica su pasado y se ve como el sostén de la fundación todos los días!”10
ideológica de México. Los museos, murales y monumentos son
testigos de la importancia que se ha dado a los indígenas como
el fundamento histórico de lo mexicano. ñ Mi trabajo se ha enfocado casi totalmente en las comunidades afromexicanas
y mestizas de la Costa Chica y aún no se analizan las actitudes de los indígenas
Los afromexicanos se vinculan de varias maneras a este hacia los negros con profundidad etnográfica.
discurso oficial. En primer lugar, en general aceptan las visio­ 6 Véase Ana María Alonso, Thread ofB lood: Colonialism, Revoluliun and Gender
on M éxico’s Northern Frontier (Tucson, University of Arizona Press, 1995) para
nes peyorativas acerca de los indígenas; en segundo lugar, el
una discusión histórica breve sobre la gente de razón.
evidente mestizaje en las comunidades afromexicanas no sigue 7 Aunque los negros afirman su estatus ‘‘de razón”, los mestizos pueden no estar
de acuerdo en compartirlo. Como reporta Tibón en Pinotepa Nacional: mixtéeos
el patrón común de “mezclarse con los nativos”; y en tercer negros y triques (México, Posada, 1981), los mestizos en Pinotepa Nacional se
lugar, mientras los afromexicanos se perciben como superiores refieren a los negros como “gente de media razón”. Aunque no he escuchado este
término durante mis trabajos de campo, parece consistente con las formas en las
a los indígenas en términos de una civilización naturalizada, que la negritud en la Costa Chica desestabiliza las categorías supuestamente
fijas de indígena y no indígena.
8 Collantes, Oaxaca, 2 de agosto de 1998.
9 Collantes, Oaxaca, 6 de abril de 1999.
1 Minitán, Oaxaca, ‘29 de julio de 1998. 1(1 Collantes, Oaxaca, 28 de abril de 1999.
Entonces, mientras esta percepción de los negros acer­ mezcla entre español e indígena, la cuestión afromexicana no
ca de los indígenas tiene semejanza con otras, aun así mues­ recibirá la debida atención. Mi interpretación de la mezcla ra­
tra una diferencia. A la fecha no encuentro ninguna evidencia cial en la Costa Chica indica una proporción mucho más gran­
de que exista entre los negros la idea de que la herencia indí­ de de mezcla entre negros y mestizos que entre negros e indí­
gena es central a la propia, ni que, de manera alguna, el lega­ genas. Históricamente, parece que no hubo mucha mezcla entre
do indígena sea fuente de orgullo para los negros. En otras pa­ los negros y los demás grupos, y también parece que esto se re­
labras, los negros, aunque se imaginen racial y culturalmente laciona con los patrones generales de asentamiento en la
amalgamados, mezclados o híbridos, no parecen aceptar lo que región, pues los negros habitan en las costas y los indígenas
hoy es un principio hegemónico: que lo indígena es parte inte­ viven al pie de la sierra. La distinción entre los pueblos indí­
gral de lo que significa ser mexicano. Para la mayoría de los genas y los pueblos negros estuvo y sigue estando claramente
mexicanos esta centralidad de la identidad nacional indígena demarcada; sin embargo, cuando los mestizos se establecieron
es en gran medida simbólica y se forjó después de la Revolu­ en la Costa Chica durante la última parte del siglo xix lo hicie­
ción mexicana de 1910. ron tanto en los pueblos indígenas como en los negros. Los mes­
Si los mestizos interpretaron una parte importante tizos, entonces, son el único grupo que no es negro, pero que ha
de su propia herencia como indígena, los afromexicanos no vivido en pueblos negros.
compartían esta visión.11 De hecho, el indígena no disfruta de Mis entrevistas y la escasa evidencia documental que
ningún estado privilegiado simbólico entre los negros; no exis­ habla sobre la mezcla racial en la Costa Chica13 son consisten­
te una veneración simbólica de lo indígena posiblemente por tes en su caracterización de los pueblos de la Costa Chica como
la proximidad en que viven negros e indígenas, así como al fra­ casi totalmente negros. En mi estudio de Collantes no encon­
caso de los diversos discursos nacionalistas indigenistas por tré ninguna familia collanteña que identificara un posible lina­
lograr apoyo de los costeños. Estoy de acuerdo con Natividad je indígena, o algún antepasado que hablara un idioma indíge­
Gutiérrez12 cuando plantea que la reverencia nacionalista na, que llevara ropa tradicional indígena o que proviniera de un
a los indígenas se construyó principalmente para consumo de pueblo que no fuera negro. Además, un análisis de parentesco
los mestizos urbanos. Estos discursos no alcanzaron a la ma­ no reveló casi ningún apellido fuera de los afromexicanos más
yoría de los indígenas en el campo y me parece que tampoco comunes.14 Mis resultados etnográficos concuerdan con el re­
lograron mucho contacto con los negros; así, cualquier discur­ ciente trabajo histórico de Vinson,15 quien encontró que el mes-
so oficial sobre la grandeza de las civilizaciones indígenas no
cuadra con la realidad cotidiana de la interacción entre negros
13 Gonzalo Aguirre Beltrán, La población negra d-e México, 1519-1810: estudio
e inditos pobres. etnohistórico, 3" ed. (México, PCE, 1989); Carlos Basauri, Breves notas etnográ­
Mientras se acepte en general que la mayoría de la po­ ficas sobre la población negra del distrito de Jamiltepec, Oaxaca (México, Con­
sejo Editorial del Primer Congreso Demográfico, 1943); Carlos Basauri, “La
blación mestiza en México es el producto de un cierto grado de población negroide mexicana”, en Primer Congreso Demográfico Interame-
ricano, 23 (México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1943); Ve-
ronique Flanet, Viviré si Dios quiere. Un estudio de la violencia en la Mixteca
de la costa, trad. T. Mercado (México, Instituto Nacional Indigenista, 1977);
11 Mi análisis difiere un tanto del de Lewis, “Blacks, Black Indians, Afromexi- Gutierre Tibón, Pinotepa Nacional: mixtéeos, negros y triques (México, Posada,
cans: The Dynamics o f Race, Nation and Identity in a Moreno Mexican Com- 1981).
munity (Guerrero)”, American Ethnologist, xxvil, núm. 4 (2000), pp. 898-926, 14 Aún no queda clara la razón por la cual este grupo de apellidos en particular
quien encuentra que muchos afromexicanos afirman una herencia indígena pertenece a los afromexicanos de la Costa Chica. Algunos son apellidos comunes
como reivindicación de lo mexicano. Mis resultados sugieren que lo contrario es en todo México, mientras que otros son prácticamente desconocidos como, por
cierto y son más consistentes con las relaciones asimétricas entre negros e indí­ ejemplo, Ayona, Bacho, Corcuera, Mariche y Morga. Además, los apellidos no
genas que se extienden hasta la época colonial y que continuaron en evidencia corresponden a los de las grandes familias esclavistas que aparecen en las fuen­
hasta los años setenta. Flanet, Viuiré si Dios quiere. Un estudio de la violencia tes históricas regionales. Estos apellidos afromexicanos son: Acevedo, Ayona,
en la Mixteca de la costa, trad. T. Mercado (México, Instituto Nacional Indige­ Bacho, Bernal, Calleja, Cisneros, Colón, Corcuera, Domínguez, González, Her­
nista, 1977). nández, Herrera, Liborio, Mariano, Mariche, Morga, Noyola, Petatán, Peñalosa,
12 Natividad Gutiérrez, Nationalist Myths and Ethnic Identities: Indigenous Saguilán, Salinas, Serrano, Silva, Toscano y Vargas.
Intellectuals and the Mexican State (Lincoln, University o f Nebraska Press, 15 Ben Vinson III, “The Racial Profile o f a Rural Mexican Province in the ‘Costa
1999). Chica’: Igualapa in 1791”, The Americas, [.vil, núm. 2 (2000), pp. 269-282.
m

85 ^
84

de Xochistlahuaca, donde vería cómo estaban progresando los


tizaje afroindígena ocurrió hacia finales del siglo xvm. Más aún,
indígenas. El viaje a lo largo del camino de terracería, estre­
parece que la mezcla racial se dio en estas comunidades den­
cho y lleno de curvas, valió la pena cuando al final me encon­
tro de la memoria de los costeños más viejos, quienes recuer­
tré con un pueblo pequeño, bien trazado, con una plaza central
dan un Collantes de “pura gente negra”. El mestizaje en la
adornada con bellos jardines y muchas calles pavimentadas.
Costa Chica, en consecuencia, es reciente y tiene que ver más
Los negros en Cuajinicuilapa compararon el progreso de Xochis­
con los negros y los mestizos que con la narrativa nacionalista
tlahuaca con los pueblos negros, por lo general más deteriora­
común que ve a los indígenas y a los blancos como los padres
del mestizo nacional.16 dos y con una urbanización más azarosa.
Aún desconozco por qué ciertas comunidades indíge­
Hay otro factor que hace más complejas las maneras
nas parecen progresar según los índices de educación e infra­
en que los afromexicanos viven el indigenismo nacionalista. Aun­
estructura, pero es posible que ello se deba a las iniciativas y
que es verdad que los negros generalmente se burlan de los in­
a los proyectos promovidos por el gobierno, como el propio INI,
dígenas, también es cierto que han empezado a demostrarles
los cuales abrieron las puertas al desarrollo indígena. Sin em­
cierto respeto por haberse superado y mejorado sus comunidades
bargo, es importante señalar que algunos afromexicanos difie­
en formas que ellos no han podido lograr. Este parecer se ex­
ren, aunque algo tentativamente, de la visión negativa genera­
presa con mayor frecuencia en torno al tema de la educación.
lizada que se tiene de los indígenas al demostrar cierto grado
“Mira al indio —me dijo un collanteño negro— , ya se están
de admiración por ellos, lo que puede actuar como un corola­
civilizando y estudian. Mira que los maestros ya son indios.” 17
rio interesante a la visión mestiza dominante del pasado indí­
Este tipo de comentarios a menudo también apunta a la can­
tidad creciente de doctores, ingenieros y otros profesionales gena “glorioso”.
indígenas.
i) L O S AFROMEXICANOS Y LA DIÁSPORA MAYOR
Casi todos los maestros de primaria enviados a las co­
Con excepción de las personas más educadas, todos los
munidades rurales provienen de otras partes del estado y sólo
pueblos de la Costa Chica en que trabajé no tienen mucha con­
unos cuantos maestros en los pueblos negros son afromexica­
ciencia de África y menos de ser parte de una diáspora mas am­
nos, y muchos son de origen indígena. Asistí a una ceremonia de
plia. Una de las pocas ocasiones en que se abordó el tema de
graduación de secundaria en el pueblo donde un amigo afro-
África en la conversación cotidiana fue a propósito de los par­
mexicano se lamentó por la ausencia de maestros negros en la
tidos internacionales televisados durante la Copa Mundial de
ceremonia. Aunque algunos negros reaccionan frente a estas
Fútbol. En estos torneos siempre hay jugadores negros, tanto
situaciones con el acostumbrado desprecio al indígena, como in­
en equipos africanos como en los de otros países latinoameri­
dica la frase conocida de que, aun con educación, “los indios siguen
canos. Mientras miraba los partidos con jóvenes afromexica­
siendo indios”, parece que también hay un sentimiento crecien­
nos noté que se referían a los futbolistas negros en los mismos
te de admiración por su habilidad para buscar mejores condicio­
términos que a los demás jugadores, salvo en el uso del térmi­
nes de vida, tanto en el ámbito personal como en el comunitario.
no moreno para describirlos: “¡Mira a ese moreno, cómo se cayó!
Los habitantes del pueblo afromexicano de Cuajini-
O al referirse al equipo nacional de Nigeria: “Son puros more­
cuilapa me sugirieron que visitara el cercano pueblo indígena
nos, ¿verdad?”
En estas situaciones nunca escuché declaraciones ge­
16 Esta conclusión concuerda con la de Carroll (1995), que demuestra en su estu­ neralizadas sobre los jugadores negros ni que fueran agrupa­
dio sobre el Veracruz colonial que en las regiones en donde tanto negros, blan­ dos en una categoría discernible como los mejores, los peores, los
cos e indígenas vivieron en proximidad, los indígenas fueron menos proclives a los
matrimonios mixtos que los otros dos grupos. Es más, concluye, el patrón de más lentos o los más rápidos. Esto me sorprendió, ya que en
relaciones más regular durante el periodo colonial fue el matrimonio entre ne­ los Estados Unidos abundan los estereotipos sobre los atletas
gros y mestizas y produjo una “raza cósmica” que se niega en la visión de la raza
cósmica de Vasconcelos; véase La raza cósmica: misión de la raza iberoamerica­ negros. Los jóvenes con quienes miré los partidos tampoco ex­
na (Barcelona, Agencia Mundial de Librería, 1958), pp. 432-433. presaron asociación alguna entre ellos y los futbolistas negros
17 Cerro de la Esperanza, Oaxaca, 10 septiembre de 1998.
87 ^

do la pantalla, ni demostraron tendencias a favor de estos juga­ elevado de música de influencia africana y/o de tradiciones de
dores o por los equipos negros, aun cuando en las competencias tambor como el reggae (Jamaica); la salsa (Cuba, Puerto Rico,
internacionales juegan equipos europeos contra africanos.18 Colombia); el calipso (las Bahamas, Trinidad y Tobago); el me­
Las ocasiones en que los afromexicanos se relaciona­ rengue (República Dominicana); la bomba y la plena (Puerto
ron con los negros de los Estados Unidos fueron escasas. Una Rico); la cumbia y el vallenato (Colombia); la samba (Brasil);
de las primeras cosas que me sorprendieron al hablar con los la punta (Garifuna de Honduras); y el jazz, el blues, el gospel
mexicanos negros sobre la cuestión racial fue su reacción fren­ y el hip-hop (Estados Unidos). En la mayoría de los lugares
te a mí. Una mujer negra de edad avanzada, cuyo color de piel donde hay pequeñas poblaciones de la diáspora africana, y en
no era más claro que el mío, me comentó que en Collantes po­ los que todavía no se han desarrollado tradiciones populares
dría encontrar a muchas personas “de tu color”; ella no dijo comerciales particulares, los negros, de cualquier manera son
que tenían nuestro color sino mi color. A menudo escuché esta consumidores de estos productos musicales; tales son los casos
frase: “de tu color”, así como la expresión “gente como tú”, para de los negros y los garifuna en Honduras, los negros de Nica­
referirse a las personas negras, como si se hiciera una clara ragua y los de la región de Chota en Ecuador, que compran re­
distinción entre los afromexicanos y los negros de otros países. ggae y música hip-hop.
A través de los años he desarrollado una relación importante Existen básicamente tres tipos de música que proba­
con los afromexicanos con quienes he trabajado, pero creo que blemente se escucha en ios pueblos rurales de la Costa Chica:
esta relación tiene que ver más con la creación de vínculos de tropical, chilenas y corridos.21 El espacio no permite más que
confianza a lo largo del tiempo que con alguna predilección una breve descripción de cada uno de estos géneros. El más po­
que pudieran tener por trabajar con otro negro. No obstante pular de éstos es la música tropical, cuya base rítmica es la
nuestras similares características físicas, los negros de la diás- cumbia colombiana, que sufrió una transformación cuando llegó
pora como yo somos vistos como el otro, de tal manera que li­ a México en los años sesenta, pues se simplificó y se dio a co­
mita a los costeños incluirse dentro del marco más amplio de nocer, especialmente en Acapulco, con la formación del conjun­
la diáspora. Esta alteridad no sorprende y es todavía otro to Acapulco Tropical, como música tropical.22 La música tro­
ejemplo de cómo la raza en general y la negritud en particu­ pical mexicana se produce por lo general en Acapulco y no está
lar no son una cuestión de rasgos físicos objetivos, sino de ras­ disponible fuera de la región. Los grupos están integrados nor­
gos incrustados en un marco social (incluso nacional) que les malmente como conjunto de rock con cuatro o cinco músicos
otorga significado.19 que se ganan la vida tocando especialmente en bodas y otras
Una manera por la cual los negros, en los diversos pai­ celebraciones parecidas a lo largo de la Costa Chica. Los gru­
sajes nacionales, le dan significado a su identidad negra es con pos más populares son Los Costeños del Sur, Hawaii, Mar
la aceptación de los idiomas, estilos y símbolos de la diáspo­ Azul, Metal, Los Negt'os Sabaneros y Siglo XX.
ra.20 Buena parte de estos estilos y símbolos implican el con­ La chilena, como lo sugiere su nombre, llegó a la costa
sumo y la producción de la música popular. En muchos países a mediados del siglo XIX por cuenta de marineros chilenos,
donde viven personas de la diáspora africana hay un consumo quienes seguramente iban rumbo a la costa de California du­
rante la fiebre del oro y se detuvieron algún tiempo en Acapul-

Mi experiencia en los Estados Unidos, aparte del apoyo a un equipo favorito,


me dice que los afroamericanos tienden a favorecer a los equipos y a las estre­ 21 En otra parte, Bobby Vaughn, México in the Context o f the Slaue Trcide (Diá­
llas negras por un sentido de solidaridad de grupo. logo, 5, 2001, pp. 14-19), discutió algunos de los varios bailes folclóricos caracte­
19 Fluya Anthias, y Nira Yuval-Davis, Racialised Boundaries: Race, Nation, rísticos de cada pueblo como la Danza de los Diablos de Collantes, Oaxaca, y de
Gendei; Colour and Class and the Anti-Racist Struggle (Nueva York, Routledge, Cuajinicuilapa, Guerrero. A diferencia de otros géneros musicales que se anali­
1992); Michael Omi y Howard Winant, Racial Formation in the United States: zan aquí, estos bailes sólo se llevan a cabo durante una fiesta específica o para
/rom tlie lf)6()s to the li)80s (Nueva York, Iíoutledge & Kegan Paul, 1986). participar en un festival regional de danza o en un concurso, algo que se vuelve
“I1 Paul Gilroy, “One Nation Under a Groove: The Cultural Polilics o f ‘Race’ and cada vez más frecuente.
Raciam in Britain”, en D. T. Goldberg (ed.), Anatomy o f Racism (Minneapolis, 22 Rafael Figueroa Hernández, Salsa mexicana: transculturación e. identidad
University o f Minnesota Press, 1990), pp. '263-282 (Xalapa, CónClave, 1996).
<-=s»> 88

co. Allí, enseñaron su música y su baile, la cueca, a los estiba­ acceso a la electricidad sino hasta los años setenta; y tam­
dores negros que, a su vez, popularizaron la interpretación de bién por el aumento de migrantes afromexicanos a los Estados
la música a lo largo de la Costa Chica.2,5 Hoy la chilena se con­ Unidos, donde conocieron por primera vez a otros negros que
sidera la forma artística más característica de la Costa Chica, no eran mexicanos, y porque en la Costa Chica hay un interés
no obstante que los lugareños desconocen el vínculo que algún cada vez mayor por los estudiosos y los activistas de la diáspo­
día tuvo con Chile y con la cueca. ra. Desde fines de los años noventa, la llegada de estudiosos y
El corrido costeño (la balada) es quizá el género más activistas negros, como yo, a la región ha hecho, naturalmen­
reconocidamente mexicano de todos los de la Costa Chica, ya te, que los costeños se pregunten qué podrían tener en común
que sigue fielmente la estructura del corrido tradicional de todo con estos extranjeros que se parecen tanto a ellos. En princi­
el país. Generalmente estos corridos son baladas que cuentan pio, el discurso local giraba en torno a negros, blancos, indíge­
sucesos locales, incluso disputas, asesinatos y otros aconteci­ nas y mestizos, hasta que llegó un nuevo actor que pertenece
mientos importantes. Por ejemplo, hay un corrido que recuer­ a la diáspora africana mayor: una organización popular local,
da el paso del huracán Pauline en 1997. Lo que distingue a los México Negro, que busca fomentar esta identidad más amplia
corridos de la Costa Chica respecto de los de otras regiones es como una vía posible para encauzar las necesidades cotidia­
su tono melancólico, acentuado por el uso de claves menores nas de los costeños.
y su contenido violento.24
Los historiadores y los folcloristas debaten en torno a ii) L a POLÍTICA NEGRA EN LA COSTA ClIICA : EL MOVIMIENTO
las raíces africanas de la cumbia y lo que éstas sugieren res­ M é x ic o N e g r o
pecto de su apropiación como música tropical en la Costa Chi­ Antes de los años noventa no existía una organiza­
ca, pero también se puede argumentar que los posibles oríge­ ción política de afromexicanos, aunque en la Costa Chica nun­
nes africanos de la cueca chilena25 son un elemento importante ca hubo mucha organización popular entre los mixtéeos y los
para analizar su transformación en chilena. Así, mientras los amuzgo. A diferencia del exitoso movimiento político que funda­
negros y los otros habitantes de la región consumen la músi­ ron los zapotecas del oriente de la Costa Chica,26 la actividad
ca de la diáspora africana, los afromexicanos no lo hacen cons­ política étnica en la propia Costa Chica es escasa.
cientemente porque es de la diáspora. En este caso, como en En México nunca hubo un dirigente político nacional
otros, los costeños, por lo menos hasta fechas muy recientes, o estatal que se definiera como negro. Es significativo, enton­
no se han identificado aún con la diáspora. Aunque su negri­ ces, que en 1999 se eligiera como gobernador del estado de
tud siempre marcó muy significativamente su identidad con Guerrero a un afromexicano de Acapulco, René Juárez Cisne-
implicaciones sociales concretas en el paisaje local y nacional, ros, del entonces oficial Partido Revolucionario Institucional.
los afromexicanos apenas han comenzado a unir su experien­ A juzgar por sus fotografías en los carteles de campaña y en
cia negra con la diáspora mayor. Esta conciencia emergente es los sitios web oficiales, el gobernador tiene características físi­
resultado de una mayor influencia de los medios de comuni­ cas similares a las de cualquier moreno de la Costa Chica, y
cación masiva, sobre todo porque muchos pueblos no tuvieron su apellido, Cisneros, también apunta a su herencia afromexi­
cana.27 Sin embargo, durante su campaña nunca hubo refe­
rencias a su color o a su pertenencia étnica, ni en su discurso
23 Moisés Ochoa Campos, La chilena guerrerense (Oh iIpan tingo. Gobierno del inaugural el gobernador abordó el tema de la negritud, mien­
Estado de Guerrero, 1987).
24 Miguel Ángel Gutiérrez Ávila, Corrido y violencia: entre los afromestizos de la
tras que, en varias ocasiones, se refirió a su preocupación por
Costa Chica de Guerrero y Oaxaca (Chilpancingo, Universidad Autónoma de
Guerrero, 1988); John Holmes McDowell, Poetry and Violence: The Bailad
Tradition o f Mexico’s Cosía Chica (Urbana, University o f Illinois Press, 2000).
Es el primer estudió monográfico del corrido de la Costa Chica. Se incluye un 2() Sobre la organización zapoteca en Tehuantepec véase Howard Campbell, The
disco compacto con el libro que contiene 11 corridos grabados en el campo, los cocui: Culture, Class, and Politicized Ethnicity in the Isthmus o f Tehuantepec
cuales son representativos de la zona. (Ethnic Group 9, 1990).
25 Mario Rojas, Cueca chilena, http:// www.cuencachilena.cl., ‘2003. 27 Véase nota 14, p. 83.
91

los derechos políticos de los indígenas.28 Además, Cisneros nun­ reunión, según Jemmott, fue un esfuerzo para reflexionar so­
ca llevó su campaña al pueblo afromexicano más grande del bre estos problemas, desde una perspectiva más práctica y menos
estado, Cuajinicuilapa, probablemente porque esta comunidad académica que vinculara al habitante rural común.
prefería apoyar al candidato del Partido de la Revolución De­ Algunos comentarios de participantes anónimos com­
mocrática. Uno se pregunta cómo se hubiera dirigido un candi­ pilados por Reyes Larrea refieren:32 “Este ‘Encuentro’ de ne­
dato afromexicano, que en apariencia nunca se identificó con gros nos servirá para hablar sin cohibirnos. Podemos hacer las
los afromexicanos rurales, a la comunidad negra de Cuajini­ cosas como cualquier otro. Lo único que nos falta es un impul­
cuilapa. La campaña de Cisneros es un ejemplo de cómo un so y esperamos que en este encuentro lo encontremos para sa­
candidato, en su búsqueda del poder político, se alejó conscien­ lir adelante”.33 “Es encontrar diferentes personas, conocernos
temente de su identidad afromexicana y de cómo la vincula­ y dialogar. Espero encontrar personas que realmente quieran
ción abierta a la negritud constituye un riesgo político y social tener solidaridad con otras comunidades. Este encuentro nos
en la sociedad mexicana de hoy. ayudará a pensar qué nos toca hacer como negros.”34
Los activistas afromexicanos han tenido que trabajar Según los organizadores del Encuentro y algunos de
en este clima político en transformación. El cambio social ya los participantes, las discusiones fueron bastante fructíferas
no es factible por medio de políticos que actúan como portavo­ por varias razones. En primer lugar, fue la primera vez que es­
ces de las necesidades locales y regionales, sino por medio de tas personas se reunían para discutir y valorar su propia cul­
la organización popular. México Negro es un nuevo movimien­ tura, y los bailes, las canciones y la poesía, que la mayor parte
to social y político popular de los negros de la Costa Chica, del de la gente conocía en su propio pueblo, desempeñaron un pa­
que soy amigo y colaborador desde 1997.29 pel central. Además, fue el primer esfuerzo para convocar y
A principios de los años noventa el padre Glyn Jem- unir a los afromexicanos de varios pueblos de la Costa Chica.
mott, un sacerdote de Trinidad que vino a la región en 1984, El acontecimiento tuvo un carácter regional y sirvió para que
organizó talleres de arte y de artesanía para los niños de El los participantes interactuaran con los habitantes de otros
Ciruelo, Oaxaca, y estableció una pequeña biblioteca en este pueblos, de los cuales habían oído hablar pero a quienes jamás
pueblo de alrededor de 2 400 habitantes. En 1997 tuvo lugar habían visitado. Los organizadores afirmaron que era un logro
la primera reunión regional de afromexicanos y, según el pa­ muy importante, en especial porque por primera vez se reunían
dre Glyn, “nosotros empezamos a planear el evento con un año los afromexicanos en un contexto cultural y étnico comparti­
de anticipación; antes de esto era un sueño”.30 Este Primer do, y porque disminuyeron las diferencias entre los pueblos y
Encuentro de Pueblos Negros congregó en El Ciruelo, a lo los estados como fue el caso de Guerrero y Oaxaca.
largo de tres días, a representantes de unas 25 a comunidades Creo que uno de los logros más importantes del pri­
de la Costa Chica. El tema explícito del evento, el primero de mer Encuentro, y también de los siguientes, fue la reivindica­
su tipo en México, era la discusión entre los afromexicanos ción de la negritud. Su nombre, Encuentro de Pueblos Negros,
de la Costa Chica en torno a su propia identidad racial y se difundió en carteles, estandartes y volantes en los varios
herencia. El padre Glyn partió de la base de que quizá “la ac­ pueblos de la región. Frente a los extraños, los afromexica­
ción más social podría emprenderse por los negros si tienen una nos de la zona no se asumen como negros y prefieren utilizar
identidad cultural común para darles fuerza”.31 La primera el término moreno para referirse a sí mismos. La misma frase,
Pueblos Negros, fue un acto contestatario frente a la costum­
bre dominante de negar la negritud. Además, el comité orga-
28 Véase discurso en línea: Gobierno de Guerrero, sitio oficial, vol 2000,
http: / / www.guerrero.tfob.mx/dorninios/gobierno/ Gobierno2.htm.
29 Concentré la mayor parte de mis esfuerzos ayudando a reunir fondos después
de la destrucción que causó el huracán Pauline, que devastó la región en octu­ 32 Israel Reyes Larrea, Cimarrón, vol. 12, José María Morelos, 1996 (periódico
bre de 1997. sin publicación formal difundido exclusivamente en la región).
30 El Ciruelo, Oaxaca, 29 de agosto de 1998. 33 participante anónimo.
31 El Ciruelo, Oaxaca, 29 de agosto de 1998. 34 Representante de El Ciruelo, Oaxaca.
92

nizador de los primeros Encuentros se transformó rápidamen­ confrontación es una cuestión muy delicada, y los organizado­
te en una organización no gubernamental (ONG) llamada Méxi­ res, yo entre ellos, “confesaron” al grupo que se habían senti­
co Negro, que continúa con este discurso contestatario. do más cómodos promoviendo los aspectos más inocuos del
Muy pronto, las tensiones aparecieron entre algunos Encuentro, como el baile regional y la música de los pueblos ve­
participantes. Un mestizo que asistió al primer Encuentro se cinos. Así, las metas políticas del Encuentro, como la propues­
acercó al padre Jemmott y preguntó: “ [...] ¿Cuándo convocará ta de discusiones sobre la historia regional, la identidad, la
usted una reunión para nosotros?” 35 El padre Glyn intentó acción social y la economía comunitaria, quedaron en segundo
explicar que el Encuentro no era exclusivo de una comunidad plano y se resaltaron en su lugar los sucesos más espectacu­
sino que, por el contrario, estaba abierto a la participación de lares, como la música y los bailes negros.'56
todos los habitantes de los pueblos. Sin embargo, el sacerdote Así, los activistas afromexicanos enfrentan el desafío
admitió luego que la tensión causada por una exclusión poten­ de construir una política que se pueda enlazar con las corrien­
cial es un reto sobre el que el movimiento debe reflexionar con­ tes culturales y políticas de la diáspora más amplia y, a la vez,
tinuamente. Quizá éste es el tipo de lucha ideológica que sur­ pretenden seguir reflejando las necesidades y experiencias de
girá una vez que se empiece a cuestionar el discurso racial del vida de una comunidad que mira la organización negra con in­
mestizaje nacionalista hegemónico. El comentario del mestizo quietud, en el mejor de los casos, e incluso con franca alarma.
ilustra la carga del desafío al statu quo. De hecho, la organi­ La naturaleza y el nivel de éxito de este tipo de movimientos
zación de los afromexicanos es una crítica al cansado refrán en la Costa Chica, basados en la diáspora, dependerán no sólo
de “todos somos mestizos”, pero, al mismo tiempo, enfrentará de los esfuerzos de sus dirigentes en la región, sino también de
inevitablemente acusaciones de exclusividad, separatismo e in­ la experiencia cotidiana de los afromexicanos con la diáspora;
cluso de racismo. una experiencia que cobra fuerza en la medida en que los afro-
En lo que se refiere a la promoción del evento México mexicanos se unen a los flujos continuos de migrantes mexi­
Negro se ha enfrentado con varios conflictos ideológicos que canos a los Estados Unidos.
ilustran la dificultad de politizar la negritud en México. Como
el discurso de la organización étnica en el contexto de la negri­ iii) L a s p e r s p e c t iv a s : el futu ro de A f r o m é x ic o

tud ha estado casi ausente en México, es poco menos que impo­ Las últimas dos décadas han visto el surgimiento de
sible comunicar el propósito de México Negro a los habitantes la negritud en México, después de permanecer casi dos siglos
de la región. Este fue el tema de discusión en una de las reu­ en la oscuridad, opacada por la preocupación nacional por el
niones de México Negro en que todos los presentes reconocie­ mestizo de herencia indígena y española y por el indio como
ron tener dificultades similares. Cuando se habla acerca de los sujetos de la nacionalidad por excelencia. La mayoría de los
México Negro o de los encuentros con personas que no lo co­ mexicanos no están tan conscientes del legado histórico de
nocen, a veces no se quiere explicar su propósito declarado: re­ los mexicanos negros e ignoran que la Costa Chica es la región
unir a las personas de ascendencia africana de la región para con la concentración más alta de población negra. Sin embar­
examinar y reflexionar sobre cuestiones de organización, con go, los mexicanos negros ya empiezan a afirmarse y también
la idea de crear una red entre los distintos pueblos que se ocu­ crece el interés por conocer su experiencia. El programa Ter-
pe de las necesidades de las comunidades afromexicanas.
Los organizadores, por su parte, expresaron su temor
•l6 No quiero subestimar el poder potencial de la danza regional y otras expre­
a parecer excluyentes o de caracterizar lo racial como un pro­ siones de representación cultural como un vehículo o punto de entrada a las
blema principal de la Costa Chica. La inquietud en torno al uso actividades más evidentemente políticas. La representación y la celebración de
la danza y la música afromexicana son un acto político que lleva implícito un
de un lenguaje racializado que pudiera entenderse como de discurso afromexicano. Sin embargo, los organizadores lucharon por hacer explí­
citos estos vínculos y continuar hacia una fase política más manifiesta que tras­
cendiera las presentaciones típicamente folclóricas. (Esta observación es el re­
sultado de las discusiones con la antropóloga y percusionista mexicana Lilly
'i!> El Ciruelo, Oaxaca, 29 de agosto de 1998. Alcántara Henze.)
.<a>> 94 95 ^

cera Raíz, auspiciado por el gobierno,37 ha llamado la atención En un país donde los discursos dominantes han acen­
de los académicos sobre la historia afromexicana. Además, los tuado por tanto tiempo un mestizaje estridente y homogenei-
negros ya forman parte del festival cultural de la Guelaguetza zado para quienes no son indígenas y un indigenismo pater­
oaxaqueña, que por mucho tiempo celebró únicamente el com­ nalista respecto de los indígenas, estos movimientos permiten
ponente indígena del estado, y también han sido reconocidos a los afromexicanos salir de la oscuridad. Los afromexicanos
como grupo étnico por el gobierno de Oaxaca. empiezan a reivindicar su lugar cultural en un mundo más
Más importante aún es que los grupos afromexicanos allá de México, pero que también abarca al país. Estamos fren­
estén interactuando con organizaciones extranjeras interesadas te a una vinculación novedosa de los afromexicanos con los
en Afroméxico como parte de un discurso más amplio de la esfuerzos hemisféricos de los afrolatinoamericanos para afir­
diáspora africana. La organización México Negro de la Costa mar su negritud en relación con una identidad negra supra-
Chica colabora con personas y grupos de la comunidad afroa­ nacional más grande.
mericana en los Estados Unidos, tanto en México como en el La naturaleza cambiante de la negritud, que va de
extranjero, y delegaciones afroamericanas de Detroit y otras una experiencia exclusivamente local a una global con impli­
ciudades norteamericanas han estado presentes en varios En­ caciones transnacionales, se incrementa conforme aumenta el
cuentros celebrados por México Negro. El Encuentro de 2001 número de afromexicanos que migran y transmigran a los Es­
recibió a un grupo internacional vinculado a la diáspora afri­ tados Unidos. Desde 1980, aproximadamente, los afromexica­
cana: Afroamérica xxi, y en el verano de 1999 México Negro nos comenzaron a migrar hacia el Norte, pues muchos consi­
ayudó a montar una exposición en el Museo de Historia Afri­ deraron el viaje, peligroso y clandestino, como la única salida
cano-Americana de Detroit. Ese mismo año, México Negro envió a sus condiciones de pobreza. Los migrantes tienden a esta­
una pequeña comisión a la Reunión de Familias Negras en Ve­ blecerse en los centros urbanos del sur de California y Carolina
nezuela, un Encuentro internacional a cargo de la Organiza­ del Norte, pero encuentran empleo cada vez más en el sector
ción de Africanos en las Américas. de servicios en Phoenix, Utah, Nueva York y Nueva Jersey. Se
Los sentidos más amplios de la negritud y de la diás­ sabe que, en el caso del sur de California y de Carolina del
pora africana empiezan a colorear por primera vez la concien­ Norte, los costeños viven en los barrios de bajo ingreso, junto
cia afromexicana. En Veracruz, el pueblo afromexicano de Mata con otros latinos y otros afroamericanos.
Clara, que desde hace muchos años organiza un carnaval en Sus interacciones con estos grupos tienen el potencial
Yanga, lo empezó a llamar “El festival de la negritud”. Los di­ de generar diferentes maneras de negociar la negritud y la na­
rigentes culturales de Mata Clara también hicieron contacto cionalidad, pero es indispensable hacer más investigación so­
con diplomáticos de varios países africanos, incluido Costa de bre estas cuestiones para entender mejor la dinámica, lo con­
Marfil, y estrecharon relaciones con sus embajadas. En un tingente y lo situacional de la naturaleza de la negritud. Mi
sentido más significativo, quizá las celebraciones afromexica- trabajo de campo preliminar en esta área ha demostrado que,
nas —sean el carnaval de Mata Clara en Veracruz o los En­ cuando los mexicanos y los extranjeros interactúan con los
cuentros de Pueblos Negros en la Costa Chica— comienzan a afromexicanos, a menudo éstos se muestran escépticos e in­
incorporar conscientemente música de tambor, danza e inclu­ crédulos cuando dicen que son mexicanos o oaxaqueños, debi­
so vestuario africanos. Estas innovaciones no demuestran sólo do a su negritud. Por otra parte, la apariencia física de muchos
un nuevo y más amplio conocimiento de la diáspora africana costeños hace que se les tome como afroamericanos, puerto­
sino, más significativamente, el deseo de los organizadores de rriqueños o dominicanos. Para el indocumentado costeño esta
articularse más con su contexto cultural. posibilidad de “pasar” por afroamericano, en ciertos casos, es
una nueva manera de negociar la identidad racial e ilustra
aún más la complejidad, la creatividad y los límites de la iden­
17 Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, programa Nuestra Tercera Raíz,
tidad racial y nacional. Vale la pena volver a señalar que in­
2003, http://www.cnca.gob.mx/cnca/popul/nuter.htm cluso con el surgimiento de estos nuevos movimientos sociales
96 ^ B IB L IO G R A F ÍA

negros en la Costa Chica y la influencia de la transmigración,


estos cambios aún se ven con cautela. Muchos afromexicanos
son escépticos y demuestran cierta incomodidad ante la nueva Los temas principales de la bibliografía son los cinco grandes
política de negritud. Esto se debe a que el discurso de mesti­ temas. Algunas de las obras han sido clasificadas en dos temas,
zaje mexicano siempre denigró el componente negro de la mez­ uno principal y uno secundario; en otros casos, éstos son clasi­
cla racial, prefiriendo, por ejemplo, el moreno al negro, y los ficados como tema principal y subtema: de las dos maneras se­
afromexicanos quedaron inevitablemente influidos por esta dis­ rán identificados con las abreviaturas señaladas a continuación.
criminación. Se ha visto que los afromexicanos tienden a disi­ Los textos clave para el estudio de Afroméxico están se­
mular su negritud en el lenguaje con el que se describen y en ñalados con un balazo (•).
su preferencia por compañeros y descendencia de piel más clara
que la suya. E c o n o m ía y e s c l a v it u d
No obstante, las maneras en que los afromexicanos Subtema: Resistencia contra la esclavitud (ER)
entienden lo racial parecen estar cambiando; los afromexica­
nos “ya no son invisibles”. Ya no son invisibles para los mesti­ G eneral
zos que recientemente asociaron la etnicidad y la cultura con Este tema contiene textos básicos para el estudio del ne­
el indigenismo; ya no son invisibles para el resto de los mexi­ gro en el Nuevo Mundo. Algunos contienen referencias a
canos y los extranjeros que muestran un interés académico o México, pero éste no es necesariamente el enfoque de los
activista por las comunidades afromexicanas, y tampoco son in­ textos. Estos libros y artículos también pueden ser uti­
visibles desde dentro, pues muchos afromexicanos comienzan lizados para situar el caso de México en un contexto com­
a examinar su propia identidad frente a las nuevas oportuni­ parativo.
dades que ofrecen la migración, los viajes, el acceso a los medios Subtema: Afronorteamericanos en México ( a f r o )
de comunicación masiva, así como la participación en los di­ Subtema: Frontera con los EUA (FRONT)
versos movimientos en torno a la negritud. El significado de la Subtema: Metodología ( m e t )
negritud y de lo mexicano seguirá disputado y negociado en
la Costa Chica y en Veracruz pero, probablemente, al interior E s t u d io s r e g io n a l e s . H is t o r ia y c u l t u r a
de una dinámica que otorgará a los afromexicanos de ambas
regiones una nueva conciencia más transnacional. A n t r o p o l o g ía , c u l t u r a , v id a y r e l ig ió n

N e g r o s e n l a e s t r u c t u r a d e l a s o c i e d a d m e x ic a n a
Subtema: Asuntos militares (a m )
Subtema: Asuntos culturales ( a c u l t )

También podría gustarte