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ACOMPAÑAMIENTO Y CUIDADO
DESDE UNA MIRADA
INTEGRAL COMUNITARIA DE LOS
CONSUMOS PROBLEMÁTICOS
Creemos también que enfrentar las problemáticas como se presentan implica empezar a
construir respuestas integrales con otras y otros. Elaborar intervenciones desde distintos
ámbitos marca un desafío. Pensando en, cada caso, cada momento de la intervención
requiere de una construcción, donde la palabra de los distintos actores y actrices ocupa
un lugar central. Todos y todas aportan en cuanto a cómo entienden el problema, cómo
lo explican y cuáles serían las posibles estrategias para enfrentarlo. Esperamos que este
cuadernillo sirva de herramienta para construir entre todas y todos, desde las distintas
experiencias, un abordaje integral comunitario que ayude a reflexionar y a hacernos
preguntas sobre los temas centrales que hacen a la tarea de acompañar y cuidar a las
personas en situación de consumo problemático.
Los múltiples encuentros desarrollados con integrantes de las CAACs de todas las provincias,
nos permitieron conocer las diferentes realidades que enmarcan su tarea cotidiana y los
desafíos a los que se enfrentan diariamente. Observamos una genuina preocupación por la
cuestión del consumo de sustancias y consecuentemente, nos parece oportuno contar con
instrumentos que permitan articular algún nivel de respuesta en el marco de las posibilidades
y los límites que ofrecen.
El cuadernillo estará dividido en 4 capítulos, en el primero de ellos titulado “Organización
social, comunidad y territorio” debatimos sobre las características del contexto socio-
económico en el que intervenimos cotidianamente a partir de las nociones de Estado,
Gobierno, Mercado, Sociedad Civil, Comunidad, Comunitario, exclusión e inclusión. En
un segundo momento, pensamos cual es el rol de nuestras organizaciones sociales y
eclesiales.
En el capítulo 4 “¿Que es una CAAC?” veremos todas las dimensiones que tiene una
Casa de Atención y Acompañamiento comunitario (lugar, vinculación con las instituciones,
etcétera). La división del material en estos 4 capìtulos intenta busca debatir desde el contexto
en el que se da la intervenciòn hasta los que implica el cuidado y el acompañamiento de las
personas en consumo problemático.
Este material tiene como horizonte construir colectivamente estrategias para un abordaje
integral y comunitario en consumos problemáticos desde una perspectiva basada en los
derechos humanos, a través de contenidos conceptuales y herramientas que surgen de
nuestra práctica cotidiana en los territorios. Sabemos que no hay recetas que permitan
operar sobre una realidad dinámica, cambiante y compleja; cada comunidad y cada una de
las situaciones que surgen en ella, presentan sus particularidades. Por ello, anhelamos que
este cuadernillo les permita recuperar las experiencias como insumo primordial, desde el
cual construir colectivamente estrategias de acompañamiento y cuidado desde una abordaje
integral comunitario de los consumos problemáticos
Organización social,
comunidad y territorio
Introducción
Introducción
El Estado
El Estado nace con la caída del feudalismo hacia fines del siglo XVI. Tal como hoy lo
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Partimos de dos supuestos: (a) todas y todos somos iguales en tanto somos seres humanos; y
(b) todas y todos somos seres sociales y, por lo tanto, no vivimos aislados sino en comunidad.
Dicho esto, debemos comprender que existen diversidades en la especie humana. Por un
lado, hay diferencias físicas y naturales que se hallan establecidas por la naturaleza y que
consisten, por ejemplo, en el color de pelo, en la estatura, en la personalidad, etc. Pero, por
otro lado, existen diferencias que son producto de las desigualdades políticas, económicas
y sociales. Aquí nos referimos a los privilegios de los que gozan unos en perjuicio de otros,
como ser más ricos, más distinguidos y/o más poderosos. Son estas últimas las diferencias
a las que el Estado debe prestarles atención, porque son injustas y a partir de ellas nacen
los “privilegiados” y los “excluidos” en una sociedad.
Entonces, ¿qué debe hacer el Estado para cumplir su tarea en una sociedad en la que
existen desigualdades políticas, económicas y sociales que hacen que algunas y algunos
se encuentren en situaciones de desventaja respecto a otras y otros? Dijimos que el Estado,
en tanto institución, existe para garantizar que todos los ciudadanos y todas las ciudadanas
tengamos una vida común en un estado de paz. Pero por estado de paz no debemos
imaginar un país sin conflictos.
Como dijimos, en una sociedad conviven grupos y clases sociales con intereses muy
distintos (incluso, muchas veces, hasta opuestos). Es decir, la existencia de conflictos es
inevitable. Si eliminar los conflictos entre grupos que tienen distintos intereses es imposible,
el Estado tiene un rol de mediación entre estos actores. Creemos que, para ello, el Estado
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El Mercado
Si el Estado nació con la Revolución Francesa, podemos decir que el Mercado fue producto
de la Revolución Industrial que se produjo en Inglaterra a fines del siglo XVIII. Esta revolución
marcó una profunda ruptura con el pasado, un cambio drástico y fundamental en las formas
y métodos de trabajo y en las relaciones que establecieron los seres humanos en el proceso
de producción. A partir de ella, se pasó de la producción limitada orientada a la supervivencia
de las familias, a una producción en masa, lo que derivó en la constitución de un Mercado
que se fue expandiendo hasta abarcar la mayoría de los países del mundo y convertirse en
un mercado mundial.
Llamamos Mercado a una estructura formal que se organiza bajo el principio de la
competencia, en el cual se intercambian bienes y servicios a través del dinero. El Mercado
es una institución fundamental para el desarrollo del capitalismo, y se basa en el supuesto de
que todos y todas somos libres de vender nuestras mercancías en condiciones de igualdad.
Sin embargo no todos y todas poseemos lo mismo para ofrecer en el Mercado, hay algunos
que solo podemos vender nuestra capacidad de trabajar, mientras que otros poseen
bienes con los cuáles pueden obtener ganancias. El Mercado, a lo largo del desarrollo del
capitalismo ha ido haciéndose cada vez más concentrado. Es decir, cada vez son menos
las empresas con capacidad de producir y comercializar los bienes y servicios a los que
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Hay instituciones que no entran ni en la esfera del Mercado ni en la del Estado. Son las
que Antonio Gramsci (1962) denominaba instituciones intermedias o del tercer tipo, más
conocidas como organizaciones de la sociedad civil, que luchan por necesidades que, ni el
Estado ni el Mercado pueden resolver.
El surgimiento de la sociedad civil está intrínsecamente ligado a la emergencia del Estado y
Como fuimos viendo a lo largo de esta clase, hay distintas relaciones entre Estado, Mercado
y las organizaciones de la sociedad civil.
El neoliberalismo es un conjunto de recetas económicas que actualizan en la década de
los 70, lo que arriba mencionamos como las concepciones “liberales” del funcionamiento
económico. Sin embargo, el neoliberalismo no solo es un conjunto de medidas económicas,
también es un modo en que el poder económico intenta influenciar el modo en que deseamos,
pensamos y nos relacionamos, podemos pensar la manera en que la publicidad nos atrae
para comprar productos de los más variados, en los modelos de belleza asociados a tener
productos, en la idea de que somos “microemprendedores” o hacedores y hacedoras de
nuestros destino y de que no dependemos de la organización colectiva.
En nuestro país este modelo fue implantado por medio de la violencia durante la dictadura
militar que duró de 1976 a 1983. En ese momento se aplicaron recetas económicas en la que
el Estado dejaba de intervenir a favor de las mayorías y comenzaba a dejar a las grandes
empresas actuar en condiciones de libertad. La dictadura militar fomentó la ganancia de
empresas vinculadas al sector financiero (bancos nacionales y extranjeros, financieras, etc.) y
perjudicó a la industria, abriendo las importaciones de productos extranjeros. Paralelamente
los salarios comenzaron a disminuir en relación con la ganancia de las empresas.
En estos años se implementó por primera vez un modelo donde el ámbito financiero era
el más favorecido, y la deuda externa creció más rápido que nunca hasta ese momento.
Esto se fue profundizando en la década de los 90 en América Latina, y se relanzó en la
actualidad donde el endeudamiento y la financiarización de las economías domésticas
es algo extendido. Con esto nos referimos al hecho de que en la actualidad acceder a
bienes básicos, como medicamentos, alimentos, etc., muchas veces se tiene que hacer
mediante la toma de deuda con los bancos o con otros tipos de préstamos lo que genera
una financiarizacion de areas cada vez mas grandes de la vida.
Introducción
En esta segunda parte del Capitulo 1, nos centraremos más puntualmente en el trabajo
de nuestras organizaciones sociales y eclesiales, que proponen enfrentar las lógicas de
exclusión imperantes con nuevos y transformadores métodos anclados en lo comunitario y
la comunidad, que no dejen a nadie afuera. Para cumplir con este propósito, debemos saber
cómo, cuándo y por qué surgieron nuestras organizaciones, así como también entender qué
significa trabajar desde un enfoque comunitario.
Las organizaciones
La comunidad y lo comunitario
Nuestro trabajo
A partir de la crisis económica, social y política a la que nos condujo el modelo neoliberal
aplicado en los años 90 y que se repite a partir del 2015, se produjo una creciente exclusión
social, que se vio profundizada a partir de la disponibilidad de sustancias y de la falta de
propuestas de atención integral del tema.
La idea de excluir a quien se presenta diferente atenta contra nuestras convicciones
sobre el bien común y la construcción de comunidad. Las organizaciones sociales y
eclesiales estamos ahí donde advertimos que existe una necesidad que el Estado
por acción, omisión y/o falta de voluntad política no resuelve. Ponemos especial
atención a las personas más vulneradas y arrasadas de la comunidad que quedan
abandonadas y marginadas de la sociedad. La situación de consumo problemático
que atraviesa una persona está históricamente ligada a la situación de exclusión que
vive. Para nosotras y nosotros, es sumamente importante que nadie quede afuera.
De alguna manera, estas lógicas de exclusión que están presentes en nuestros barrios nos
fueron marcando la certeza de que teníamos que hacer algo distinto frente al problema. Algo
que necesariamente debía pensarse junto a la propia comunidad. Como consecuencia, nos
vimos en la necesidad de incorporar el trabajo con personas que atraviesan situaciones
de consumo problemático a nuestras actividades diarias en los barrios y parajes. Cada
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En el capítulo anterior comprendimos cuál es el rol del Estado y qué sucede cuando el
este no regula y no interviene en las desigualdades que produce el Mercado. A su vez,
conocimos el rol de nuestras organizaciones en el territorio y cómo abordan y se hacen
cargo de necesidades que el Estado ha dejado de proveer, al tiempo que lo interpelan con
demandas y movilización. Esto ocurre porque nuestras organizaciones populares tienen un
proyecto sobre cuál debería ser el rol del Estado y, para poder lograr que este favorezca los
intereses de las mayorías, utilizan distintas estrategias que van desde la movilización hasta
la presentación de proyectos en el parlamento.
Nuestras organizaciones tienen un rol político que construye en la práctica cotidiana una
definición de lo colectivo y de la comunidad, y en ese marco vamos a proponer un enfoque
integral comunitario, que parte de los problemas y las prácticas concretas que desarrollamos
en los territorios.
Desarmando preconceptos
Para empezar a plantear cuál es nuestra mirada del consumo problemático desde las
perspectiva del modelo integral comunitario, creemos necesario poner en duda algunas
preconcepciones; es decir, ideas y conceptos que tenemos antes de intervenir y que, a la
vez, tienen consecuencias directas en el modo en el que intervenimos.
Estas preconcepciones se producen principalmente a través de los grandes medios de
comunicación, pero también circulan y se reproducen en las interacciones y en las relaciones
que tenemos cotidianamente hasta hacerse ideas del sentido común y formar parte de
imaginarios sociales.
En el caso de las sustancias ilegales, una de estas preconcepciones es que no se admiten
diferencias en los patrones de consumo. Esto es, al consumidor –cualquiera sea la dosis,
la frecuencia y las circunstancias del uso– se lo asocia con un patrón único de uso de
drogas. Se lo considera un “adicto”, lo que deriva en identificarlo necesariamente como
alguien violento, peligroso “para sí” o “para otros”, con una personalidad autodestructiva y
una actitud despreocupada respecto de su salud.
Otro contenido presente en las representaciones sociales de la “droga” es aquel que la
identifica como expresión de una actitud individual o colectiva de oposición a la sociedad, de
Como vimos en el Capítulo 1, en los últimos años la ausencia del Estado en la atención integral
del tema fue llevando a las organizaciones con trabajo territorial a aprender y dedicarse a
personas que atraviesan situaciones de consumos problemáticos. Cada organización fue
preguntándose cómo intervenir en una problemática que se encontraba históricamente
ligada a la situación de exclusión de la persona que atravesaba una situación de consumo
problemático de drogas.
En esta clase, nos proponemos revisar las distintas perspectivas o miradas que existen sobre
la atención y el acompañamiento de los consumos problemáticos para luego profundizar en
el abordaje integral y comunitario.
Sabemos que, en la práctica, esas miradas muchas veces se entremezclan y pueden convivir.
Si bien no existen recetas acabadas para abordar el consumo problemático, nos parece
que preguntarnos con qué mirada intervenimos puede aportar herramientas para abordar
la complejidad del problema. Es importante destacar que hay un marco legal desde el cual
podemos enfocar la intervención, como la Ley de Salud Mental (Ley N° 26657) en la cual
se reconoce a la salud mental (artículo 3o.) como un proceso determinado por componentes
históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y
mejoramiento implica la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.
Por eso, creemos que una revisión de estas perspectivas es necesaria. Tenemos que
entender sobre qué conceptos se basan y qué representaciones contiene cada una de ellas
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En este apartado, haremos una síntesis de los modelos existentes. Sabemos que, en
nuestra práctica cotidiana, las dimensiones que describiremos a continuación se cruzan y
que no hay enfoques puros en la realidad de la intervención.
Dicho esto, proponemos dar cuenta de las diferentes miradas existentes con el objetivo de
abordar la problemática desde una perspectiva integral y contemplar la especificidad de
cada caso.
o Uso: El consumo de alguna droga es un hecho que nos incluye a todos: cuando
bebemos alguna infusión, como por ejemplo té, café, mate; cuando ingerimos algún
medicamento necesario para un tratamiento o cuando tomamos alguna copa de una
bebida alcohólica. El uso se define por ser un consumo que se da a veces, de manera
ocasional y no tiene que ver con la licitud o ilicitud de la sustancia.
o Abuso: Este tipo de vínculo con las sustancias se caracteriza por la intención del
consumidor o consumidora, es decir, cuando el consumo se transformó en un hábito
que está situado en tiempo y lugar, y que persigue un fin. Se consume para estar en tal
o cual situación, para hacer alguna tarea o para soportar cierto momento. Ejemplos de
esto son aquellas personas que toman algunas copas para animarse en determinados
contextos sociales; o el consumo de bebidas energizantes porque “ponen las pilas”; o
el tomar alguna pastilla (en general, ansiolíticos) para conciliar el sueño, muy común
entre los adultos.
o Adicción: Está relacionado con la compulsión a la ingesta de determinada sustancia,
cuando se vive para el consumo, cuando se ha creado con esta una dependencia física
o psíquica, que se convierte en una necesidad indispensable para vivir o, mejor dicho,
para evitar el padecimiento de su ausencia. En estos casos todas las áreas vitales del
sujeto son afectadas: física, psíquica, familiar y laboral-profesional.
No todo aquel que consume una droga es adicto/a. Como vimos, hay diferentes formas de
vincularse con las sustancias y no todas ellas entran dentro de la categoría de adicción. De
la misma manera, casi como el anverso de la otra, no todo consumo de drogas legales tiene
que ver con la salud, el placer y el buen vivir. Se pueden establecer relaciones con estas
sustancias de características adictivas (al tabaco, al alcohol, a los psicofármacos).
En conclusión, para que un consumo se transforme en nocivo para alguien, lo primero que
hay que analizar es qué tipo de vínculo establece la persona con la sustancia. Un uso de
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Abordar este tema como un fenómeno complejo implica poner el énfasis en su totalidad y no
en sus componentes simples. Es importante privilegiar los contextos en los que se sitúa y
por ende, las condiciones y circunstancias en que se manifiesta su organización específica.
○ ¿Qué les pasa a las personas que recibimos en las CAACs? ¿Qué estrategias usamos
para acercarnos a ellas?
○ ¿Cómo acompañamos? ¿Les proponemos a todos y todas las mismas respuestas?
¿Usamos diferentes estrategias? ¿Qué criterios usamos para definir el modo de
abordaje?
○ Pensando en el enfoque integral y comunitario que venimos trabajando, ¿cuáles
podrían ser las consecuencias negativas de centrarnos únicamente en las sustancias
para pensar el consumo problemático?
○ ¿La intervención que venimos desarrollando está ligada a los modelos presentados?
Introducción
La mayoría de las CAACs se ubican en los lugares donde viven o por donde circulan las
personas con derechos vulnerados y/o con consumos problemáticos de drogas. Estos
lugares suelen ser barrios populares o territorios vulnerabilizados. La vulneración de
derechos, la débil red de protección y contención, la falta de empleo, la escasez de espacios
recreativos, culturales y deportivos para adolescentes y jóvenes, y la gran disponibilidad de
drogas son causas fundamentales para entender por qué en estos territorios son mayores
las posibilidades de que los consumos de drogas se vuelvan problemáticos. A ello hay que
agregar que las sustancias a las que puede accederse en estos barrios son de peor calidad
y presentan mayores niveles de toxicidad y potencial adictivo.
A partir de lo antedicho es que podemos definir el consumo problemático de drogas como
un fenómeno multidimensional y complejo en tanto se asienta sobre procesos históricos,
económicos, sociales y culturales. Al respecto, se destaca una dimensión social, dado que
la cuestión de los consumos problemáticos se construye social e históricamente, y a partir
de ello estos reciben ciertas respuestas por parte de la sociedad para intentar controlarlos o
contenerlos. Una de ellas es la dimensión jurídica, en tanto hay un marco legal que regula
la producción, el comercio, la circulación y el consumo de las sustancias psicoactivas; otra
es la dimensión médico-sanitaria, vinculada a las consecuencias orgánicas del consumo y
el acceso al sistema de salud, y otra, la dimensión subjetiva, ya que el sentido que tiene el
consumo de sustancias para cada persona se inscribe en lo particular de su historia de vida.
En este sentido, entendemos que el eje de las acciones de prevención y acompañamiento
debe atender, no solo a las sustancias como objetos de consumo, sino también (o mejor
dicho, en especial) a las personas que se relacionan con esas sustancias en el contexto de
sus relaciones sociales y condiciones materiales de existencia y sobre todo, asumiendo a
cada una de ellas como sujeto activo, hacedor de su vida y de su destino.
La perspectiva de género implica tener en cuenta las experiencias y las trayectorias de vida
de las mujeres y de las disidencias sexuales en nuestra manera de abordar el consumo
problemático. Implica también, tener en cuenta en nuestra cotidianidad experiencias que
han sido invisibilizadas o subvaloradas por la historia.
¿Qué queremos decir con lo anterior? Que tener una mirada del consumo problemático con
perspectiva de género nos permite desmantelar los mecanismos de discriminación hacia
las mujeres y personas con diversas identidades y construir nuevos saberes colectivos que
incorporen sus voces. No se trata de invisibilizar a los varones; por el contrario, de lo que
se trata es de visibilizar y comprender cuáles son las relaciones de poder entre los géneros
para transformarlas en relaciones más igualitarias.
El género no es natural, sino que es una construcción social y cultural. Lo que tenemos
asociado a la idea de “mujer” y de “varón” implica un conjunto de representaciones y
maneras de actuar que se esperan de cada persona según el sexo asignado al nacer. Cada
sociedad establece formas y patrones esperados de conducta para los géneros y para la
relación entre ellos. Por ejemplo: no es lo mismo lo que se esperaba de las mujeres en la
década del cincuenta que lo que se espera ahora, con relación a si podían trabajar o no, a
elegir no ser madres, etc.
Estas ideas y representaciones mencionadas tienen consecuencias concretas en el modo
en el que intervenimos en los consumos problemáticos. A continuación veremos por qué. Lo
que se espera de un género y las conductas que se originan en esas ideas configuran lo que
denominamos estereotipos de género. Estos estereotipos distribuyen y ordenan los roles
que deben tener mujeres y varones en nuestras sociedades sustentándose en la diferencia
biológica entre los sexos.
Lo que es una construcción histórica y cultural, construida y reproducida mediante diversas
estrategias, se presenta como algo natural, anclado en una supuesta “esencia” vinculada
al sexo asignado al nacer.
En los capítulo anteriores fuimos introduciendo los aspectos más globales de nuestra
perspectiva: las causas, el modo, la mirada particular, el marco superestructural, las
diversas maneras de acompañar a las personas en consumo problemático de sustancias y,
puntualmente, el modelo de abordaje integral y comunitario desde el que trabajan nuestras
organizaciones.
En este capítulo nos proponemos pensar quiénes son las personas que transitan nuestros
espacios para poder reflexionar sobre las acciones que llevamos adelante. Para esto,
compartiremos algunos casos que nos ayudarán a comprender las concepciones teóricas
que fuimos desarmando.
En los capítulos anteriores vimos que hay diferentes posiciones sobre el lugar en el que
se encuentran las personas que atraviesan situaciones de consumo problemático. Desde
algunos puntos de vista, son concebidas como víctimas; desde algunos otros, como
culpables y desde otros, como sujetos de derechos. Dijimos también que la intervención
territorial en consumos problemáticos requiere su especificidad y que, a la vez, es necesario
pensar, antes que nada, qué le pasa a las personas que acompañamos.
De nuestro trabajo, surgen algunas preguntas.
Caso 1: Raquel
Raquel tiene 40 años, pero por el tiempo que lleva en la calle, la vida de sufrimiento y
padecimiento, parece que tiene muchos más. Como muchos, casi no tiene piezas dentales,
es delgada. El pelo tiene el color que consigue, le regalan o se deja teñir. Es coqueta.
Roberto es el padre de dos de sus nueve hijos. Eso dice él, porque ella nunca quiso contar
cuántos tiene en realidad. En la calle siempre anda acompañada de los más chiquitos, que
son cuatro. Está con ellos porque le da miedo dejarlos solos, todos son menores de edad;
el resto “ya hizo su vida”.
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¿Cómo acompañamos a Raquel? ¿De qué manera la vemos? ¿Cómo no caemos en los
estereotipos de género que vimos en el capítulo 2?
Caso 2: Lucas
Lucas es una persona que conocí en la calle. Tiene 23 años, no terminó el secundario, le
amputaron una pierna por un accidente de moto. Cobra una pensión por discapacidad;
consume lo que consigue, compra o le cae en la mano. Tiene tres hermanos más chicos
que él, su mamá lo echó de la casa porque se llevaba muy mal con su padrastro. Estuvo
detenido por delitos menores, suele andar con una remera de Boca y pantalones cortos,
tiene olor de días de falta de agua y del alcohol que toma. Es papá de Mili que tiene 2 años,
pero nunca la vio.
En el hospital donde se atiende cada tanto, prefieren que ni vaya porque cuando va hace
cada lío... Una vez lo tuvieron que sacar con la policía porque decía que no lo querían
atender. Su traumatóloga lo describe como un violento.
Clara es la persona que lo ayudó con el tema de su pensión. Recuerda la angustia de Lucas
por no poder valerse por sí mismo. Que la plata le aliviaría para poder comer y moverse.
Los pibes de la ranchada lo llaman “pata de fierro” por la prótesis. Uno de ellos dice que con
lo de su pata consigue buena plata, porque da lástima. Pero siempre se paga la vuelta. Es
buena gente, pero no lo jodas.
Los hermanos lo recuerdan como cariñoso. Siempre que los visita les lleva alguna golosina.
Quieren que se quede con ellos, para cuidarlos. El padrastro les pega. Él les dijo que uno
de estos días lo va a matar.
Su mamá lo detesta. Dice que es un violento, un mal hijo. “Me salió fallado. Acá no lo
soportaba más. Desde lo de su pierna se la pasaba metiéndose en esa mierda del paco.
Me pegó y le pegó a mi pareja. Por eso lo eché. Ahora le puse una perimetral, así que ni
aparezca”. El padrastro no dice nada. Solo dijo: “Que ni aparezca ese desagradecido”.
En el patronato de liberados hace como tres meses que lo esperan.
Debe ir a firmar por una causa por robo. Es un pibe como tantos otros.
Caso 3: Rocío
Rocío tiene actualmente 20 años. Se fue de su casa a los 15, porque no soportaba más que su
padrastro le pegara a su mamá. La gota que rebalsó el vaso fue cuando intentó manosearla.
Le contó a su mamá, pero no le creyó, entonces decidió irse. No decidió quedarse en la
calle; optó por no soportar esa situación de violencia y abuso de su padrastro.
Ro es alta, tiene pelo largo, lacio y morocho; le llega casi a la cintura. Dejó la escuela cuando
se fue de su casa. A la semana de estar dando vueltas por la calle, conoció a Marcos, él
la invitó a su ranchada. Ahí se sintió protegida. Como parte de los ritos para pertenecer,
empezó a consumir “poxi”, que era lo más barato que había para consumir. Te saca el
hambre, el frío y te olvidás de la vida de mierda.
Cuando estaba “puesta” se ponía insoportable, demandante, pendenciera. Cuando estaba
careta, no se bancaba a sí misma.
Después de caer detenida un par de veces por robar celulares, conoció al “Pelado”, un
señor de unos 50 años. Primero la invitó a tomar algo, luego la dejó dormir en una piecita.
Al comienzo era de onda, luego debía tener relaciones sexuales con él. Cuando se aburrió
empezó a traer otros tipos. A cambio recibía cocaína, marihuana, alcohol... A ella le bastaba.
Todos sabían de la situación. La ranchada recibía algo para drogarse y, aunque les parecía
que el “Pelado” era una mala persona, nadie se atrevía; ya que la policía era cómplice. El
servicio local desconocía lo que pasaba, aunque el prostíbulo funcionaba a una cuadra de
distancia. La justicia no veía, ni escuchaba, el “Pelado” tenía varias denuncias por estupro.
Todos sabían… pero nadie pudo estar con Rocío, nadie la escuchó, nadie la vio ni la
acompañó. No había un Estado presente para evitar esa situación, ni para proveer de una
vivienda digna, ni para dar oportunidades laborales.
En una de las tantas reuniones intentábamos explicarnos qué hace que personas como
¿Cómo son las personas que acompañamos en nuestras CAACs ¿Es posible definirlas?
¿Podemos explicar este modo particular de acompañar desde el modelo integral comunitario?
En el proceso de acompañar a las personas, ¿cómo logramos que el acompañamiento
ayude a reconstruir la vida de las personas para que el consumo deje de ser lo central en
esta?
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Llegamos al último capítulo del curso y aquí nos propondremos enlazar nuestras concepciones
a un proyecto de acción. Para nosotros y nosotras, en el trabajo cotidiano que realizamos se
sintetizan nuestra identidad como organización social, la convicción del cuidar y acompañar
con respeto a las personas que atraviesan una situación de consumo problemático de
sustancia y la pertenencia a una red trabajo articulado y comunitario. Podemos llamarle
Centro Barrial, Centro de Día, Casa o CAAC, pero lo importante es que las acciones que
realicemos tengan la lógica planteada en este módulo. A lo largo del desarrollo de las clases,
nos referiremos al dispositivo como CAAC.
Es importante en primer lugar, definir un marco legal. Esto implica formalizar papeles, contar
con un registro institucional, definir formal o informalmente las autoridades, delimitar el
espacio, verificar las condiciones edilicias y contar con un equipamiento acorde al planteo
institucional.
Inserción territorial
Es necesario formar parte del territorio y tener un lugar previo en este. Para ello es
fundamental, no solo conocer los actores que habitan en él, sino también ser conocido por
ellos. La organización debe tener un trabajo sostenido con las personas, dentro del marco
del territorio donde las personas tienen su centro de vida (o uno de ellos).
Esto permitirá a la CAAC:
Hemos dicho que nuestro modo de abordaje contempla la situación de las personas de
manera integral y que esto implica asumir, como marco teórico, una mirada desde la com-
plejidad. A partir de esto, desde la CAAC debemos considerar los siguientes aspectos a la
hora de abordar el consumo problemático:
● Hablamos de la complejidad de la vida como una red, donde el problema no es so-
lamente la sustancia que se consume. Salud, identidad, justicia, trabajo, educación,
sentido de vida, límites, vida afectiva, entre otros aspectos, aparecen involucrados.
Todo ello debe comprenderse de un modo integral. No es nuestra mirada enfocar
en la sustancia de manera aislada de otras problemáticas que las personas
atraviesen.
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Definir para quiénes es nuestra casa
¿A quiénes recibimos?
● Las CAACs se caracterizan por poner el foco en las personas que nadie recibe.
Ellas son protagonistas de la CAAC, y deben ser alojadas, contenidas, arropadas,
acompañadas, amadas. Sin embargo, esto no se plantea de modo excluyente. Se
apunta a recibir a todos los que se acerquen de la comunidad, siempre en la medida
en que esto no atente contra lo primero.
Objetivos
¿Qué buscamos?
● Buscamos, junto con la comunidad y la persona, que esta pueda reconstruir y recu-
perar el vínculo consigo misma, con su historia, con la comunidad y con su familia. Y
que desde el sentirse parte de una comunidad pueda pensar en la idea de un futuro.
● En el horizonte tenemos como objetivo que las personas, desde la vida comunitaria,
puedan vivir una restitución del lazo social. Y que vean restituidos sus derechos en
un vínculo con otros a los que se ve como iguales (incluso habiendo diferentes roles
y trayectorias), a partir del crecimiento en libertad y responsabilidad.
● Estar en una comunidad implica también asumir una participación activa. Creemos
que se restituye y se crece, a partir del tener un lugar diferente en la mirada de los
otros.
Acciones:
En una CAAC no puede faltar el estar “en salida”. Se asume que parte de la ruptura del
lazo social implica la dificultad para acercarse a una institución. Por lo tanto, no se espera
que la persona llegue sola; se debe salir al barrio, caminarlo y conocer los lugares a donde
otras instituciones no llegan.
● No se trata solo de estar “en salida” (ir al encuentro, salir a buscar) sino también de
estar preparados para “recibir” (invitar). Por esto, es fundamental un espacio
físico en el que se pueda acoger a quienes llegan.
● Para todo lo anterior, creemos fundamental la formación de equipos con enfoque in-
tegrador y sociocomunitario.
● Hacer presencia en el barrio: por ejemplo, festejos u otras actividades. Estar en sa-
lida no solo para llegar a las personas que acompañamos, sino también a la
comunidad. Otro aspecto importante a tener en cuenta es que como trabajamos en
la comunidad, la inserción debe ser permanente, no solo al principio
htm
• Red CAACs. (2019, Julio 22). ¿Que es una Casa de Atención y Acompañamien-
to Comunitario? - Red Caacs. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?-
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• Red CAACs. (2019, Julio 22). Enfoque Integral y Comunitario de los Consumos Pro-
blemáticos - Red Caacs. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=L2Fgw-mq0Ok&feature=youtu.be
Diseño:
Nicolás Nuñez
Equipo Escuela:
Vanesa Escobar
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Francisco De Carli
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