Está en la página 1de 71

Universidad Nacional de Jujuy

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales


Departamento de Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
San Pedro de Jujuy
Ciclos Académicos 2017-2018

Ficha de Contenidos Estadio II:

Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana


Primer Cuatrimestre 2018
Equipo de Cátedra:
Profesora Adjunta: Prof. Valeria Macía
Jefe de Trabajos Prácticos: Prof. Gabriel Lagos

Estadio II: El Ciclo Nacional-burgués en la Educación Argentina (1916-1955)

1. El Programa Histórico del Radicalismo y las Clases Medias. La reforma Saavedra Lamas y
veto al Nivel Intermedio. 1ª guerra mundial y sustitución de importaciones. La Reforma
Universitaria del ’18. Las Escuelas de Artes y Oficios. La crisis del Nivel Medio. El Golpe del `30.
La Década Infame y cultura.

2. El Programa Histórico del Peronismo y la Clase Obrera. Década Infame y anti-Reforma. El


programa histórico del peronismo. Iglesia y Educación Primaria. Reforma a la Ley 1420. El
Capitalismo de Estado y la relación educación y trabajo. Las misiones mono-técnicas y las
escuelas fábricas. La Universidad obrera. .

Desarrollo de los Contenidos

Advertencia para la utilización adecuada de esta ficha:

Una primera cuestión a señalar es la presentación inicial del texto “La Sociedad Argentina
en 1910”, pertinente a los fines de introducir al estudiante en el complejo escenario
nacional del Centenario de la Revolución de Mayo. En ese contexto, se producirá el
desarrollo educativo de la primera mitad del siglo XX. Asimismo y como segunda
cuestión, señalo que el tema “La reforma Saavedra Lamas y veto al Nivel Intermedio”, lo
encontrarán en la Ficha de Contenidos del Estadio III, razón por la cual no es necesario
incluirlo en ésta.

LA PRESENTE FICHA FUE ELABORADA POR DANIEL ENRIQUE YÉPEZ

A Modo de Presentación del Estadio II:

1
La Sociedad Argentina en 1910
Autor:
Jorge Abelardo Ramos
Fuente:
Historia del Estalinismo en la Argentina,
Ediciones Rancagua, Buenos Aires, 1974

La Infanta Isabel de Borbón y el Presidente José Figueroa Alcorta, en los festejos del Centenario de la Revolución
de Mayo, en Buenos Aires de 1910.

Al festejarse el primer el siglo de nuestra independencia, las bombas de los anarquistas no


lograron empañar la solemnidad del acontecimiento patriótico. La Infanta Isabel, tía del Alfonso
XIII de España, se exhibió en los saraos del Centenario y recibió las aclamaciones de los
700.000 españoles radicados. Tan sólo unos pocos centenares de ellos participaron en la
organización de las huelgas y un puñado quizás en la química de explosivos. El patriciado
estaba satisfecho de sí mismo y del precio internacional de los vacunos. El humo de las guerras
civiles se había disipado hacía treinta años. Sus propios actores estaban reconciliados: cerriles
porteños y promisorios provincianos se unieron para fundar el poder político de una sólida
oligarquía. El general Roca, que al frente de cuarenta mil soldados criollos había federalizado en
1880 la capital porteña y al que entonces no recibían en los salones, un año después de concluir
su primer gobierno era aclamado por la Banca Baring en Londres, un banquete célebre.1
Un lujo asiático, aparecido ya en la década de ’90, rodeaba la existencia de los ganaderos,
comerciantes, y banqueros de la ciudad de Buenos Aires. La euforia de Centenario contagió el
espíritu de los poetas. Rubén Darío escribió su “Canto a la Argentina” y Leopoldo Lugones
proclamó su “Odas Seculares”.
Darío rendía su tributo a la ayuda que los Mitre le otorgaban desde “La Nación”. Trágico había
sido el sino del artista: cantó en su juventud a Francisco de Morazán, unificador de
Centroamérica y a Mitre, el localista obtuso, en la edad de la razón. Lugones, a su vez, había
clamado contra la injusticia social en los versos esmaltados de su adolescencia anarquista, para
terminar glorificando en 1910 a los ganaderos y la mieses. Pero ni siquiera los poetas
cortesanos eran escuchados en la orgía de oro. Prevalecía aún en la ciudad mercantil y

1 “El teniente General Julio A. Roca y el comercio inglés”, por Traveller, Buenos Aires, 1897

2
cosmopolita la amarga verdad de Miguel Cané: “Publicar un libro en Buenos Aires es como
recitar un soneto de Petrarca en la Bolsa de Comercio”.
La Grande Argentina parecía estar ahí, en los ferrocarriles triunfantes, los nuevos Bancos, las
avenidas creadas por Don Torcuato, las pampas ubérrimas y las chacras gringas que derramaban
sobre el puerto de Rosario el trigo áureo. Ya no había lanzas, ni degüellos, ni patriadas, ni
proclamas. La vida heroica quedaba atrás, diríase que para siempre. Habíala reemplazado la
religión de la prosperidad en esa tierra afortunada por el “humus” pampeano. La rápida
asimilación de la clase ganadera con la burguesía comercial y de ambas con el imperialismo
británico, no sólo modificaba los gustos sencillos de la sociedad aldeana, sino que la soldaba
políticamente a las categorías europeas. El patriciado será desdeñoso entonces con el peón
criollo, como con el “gringo” labrador, artesano u obrero. Su patriotismo heredado asumirá la
forma decadente de un “nacionalismo social” perfectamente compatible con la admiración que
en él despertaba el gentleman de los intereses británicos, introductor del fútbol, del criquet, el
bridge, el golf y el polo.

“De día se aprovechaba el sol, paseando en coche por Florida, con alguna desbocada ruidosa de
vez en cuando. La ciudad tenía además cita obligada en Palermo, donde los jueves y domingos se
daba el encanto que ya nunca volverá de los dos millares de carruajes en solemne desfile de
principescos troncos y resplandecientes guarniciones, conduciendo mujeres de ensueño,
engalanadas desde la menuda punta del pie hasta la pluma del aludo sombrero de moda, con
romántica cintura bien sumida, el busto encorsetado, cuellos erguidos, puntillas, velos, mejillas
empolvadas, rica y encendida la cabellera, estiradas sin sequedad en los asientos, mil veces
graciosas en su recato. Este año hubo más amazonas que de costumbre, lo cual fue como agregar
nueva pedrería al lujoso collar tendido alrededor de los lagos. Los caballeros concurrían a pie o
jinetes a la inglesa, aunque sin ocultar que habían aprendido a montar cabalgando leguas y
leguas en las estancias, sobre el apero del país, o un pelo cuando de chicos se escapaban durante
la siesta, como Dios manda en la vieja pampa…”. 2

La contra-medalla de ese período dorado se encontraba en los suburbios retratados por otro
poeta, que no era cortesano y que murió tísico en 1912. Evaristo Carriego, nieto de un federal
entrerriano, describirá los conventillos, las costureras, el hacinamiento de las “clases bajas”, el
mundo sórdido de los guapos y cuchilleros de comité, de la clientela de hospital, de los
trabajadores -criollos y gringos- sin apellido resonante. Al comenzar los festejos del Centenario,
había dos mil obreros presos. La policía del coronel Falcón había disparado sobre la multitud de
trabajadores en el 1º de Mayo anterior. Las huelgas generales se extendían y los choques con las
fuerzas militares se vuelven frecuentes. La oligarquía, estremecida, forma bandas armadas de
“jóvenes patriotas” que colaboran con los crumiros patronales y las fuerzas del orden en aplastar
a los “extranjeros”, “ácratas” y “elementos disolventes”.
Pero el movimiento hirviente de la clase trabajadora puede explicarse si se considera que en
1911 los salarios llegaban tan sólo a $ 4.50 por día en la Capital Federal; los salarios en las
provincias eran todavía inferiores. Los vendepatria de frac asumían la defensa de la Nación
contra los perturbadores extranjeros de condición proletaria. Cuarenta años más tarde lo hará
contra los obreros argentinos. Pocos años antes el ingeniero Bialet Massé daba a conocer su
“Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República”, a solicitud del
gobierno de Roca. En dicho trabajo minucioso podía leerse sobre la jornada de los peones:
“aunque se dice que se hace de sol a sol, es falso, porque se aprovecha la luna, el alba o después
de la puesta del sol para alargar la jornada…”.3 Añadía que en los ingenios azucareros del Norte
los niños de ocho y diez años de edad trabajaban hasta doce horas diarias con un salario de seis
pesos mensuales. Cuando Bialet Massé visita una fábrica en Rosario observa que los niños
obreros “estaban anémicos, flacos, con todos los síntomas de la sobrefatiga y de la respiración
incompleta”. Al concluir el estudio observa: “Renuncio a traer a este informa los numerosos
cuadros de miseria que he visto en la conventillos y fuera de ellos”.

2 “Batalla del Divorcio”, por Carlos Damián Varela, Ed. El Cuatro Poder, Buenos Aires, p. 26
3 “Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República”, Tomo I, 1904, por Juan Bialet Massé.

3
Con el apogeo del Centenario se hacía visible el ideal patricio de la factoría. El gran partido
Autonomista Nacional agonizaba. El alsinismo bravo de los atrios, y los federales provincianos
agrupados hacía un cuarto de siglo en el roquismo nacionalista, eran cosas del pasado. El
desenvolvimiento del capitalismo agrario, planeado por el Imperio Británico había desvanecido
las bases precapitalistas de Roca y sus chinos enganchados eran peones de chacras o estancia: el
propio Roca había cedido graciosamente el poder al mitrista Quintana.
Los viejos soldados de su Ejército del Desierto, trocadas sus leguas de tierra por unos centavos
de las compañías foráneas, morían en los hospitales, entraban en los asilos o vagaban
estupefactos por las calles de la ciudad extranjera. Así será el destino de

“ese cabo inválido paseando su miseria fisiológica y económica, con alguna pensión alcohólica en
el cofre divino. Atraviesa la plaza en sinuosa ruta y en la Avenida de Mayo se planta ante un
soberbio edificio. Del tema anterior extrae corolarios en su magín y se avivan sus recuerdos del
‘illo tempore’. Apoyado en el bastón, mira de abajo hacia arriba la gigantesca mole, plena de
luces, y cerrando el puño dice en alta voz: -“¡Y todo para los gringos! ¡Pa’ nosotros ni un pucho!
¡Aijuna! ¡Me dan ganas de volver al Chaco y soltar l’ indiada!-”. 4

De la crisis del autonomismo se nutrieron dos grandes corrientes: los conservadores (donde irían
a mezclarse mitristas, roquistas ganaderos y en general toda la “gente decente”) y el radicalismo
de Yrigoyen. A éste último confluirían las peonadas de origen federal, el pobrerío provinciano
que militaron en el roquismo, antiguos jordanistas del Entre Ríos, viejos juaristas como los
Lencinas de Mendoza, los roquistas de Don Lucas Córdoba de Tucumán y los hijos de la
inmigración: el pequeño comercio, la artesanía y la industria naciente las profesiones liberales.
Toda la opulencia insolente de la sociedad porteña en el Buenos Aires de 1910 traducía la
fructuosa asociación con el capital extranjero. El último de los autonomistas que había
denunciado el escándalo de los ferrocarriles británicos era Osvaldo Magnasco, Ministro de Roca
en 1902. Pero su aversión al mitrismo y a los ingleses debía costarle su carrera política.5 Desde
entonces y hasta la aparición del Radicalismo en 1916, nada turbaría el cielo sereno de la
política oligárquica. En 1907 el ingeniero Emilio Mitre, hijo del general, había unido su nombre
al de la ley de ferrocarriles que durante cuarenta años otorgaría al capital británico los más
asombrosos privilegios de un Estado formalmente soberano. Sus ganancias anuales superarían
en algunos ejercicios el presupuesto nacional y la importación de carbón, ilegalmente negociada
por los ferrocarriles, lo mismo que el abastecimiento irrestricto de la industria inglesa al sistema
ferroviario, establecería durante cuatro décadas un verdadero puerto franco. A veces, esos
dividendos serían mayores al producido por la cosecha.6
La ganadería y la agricultura constituían el pivote de toda la exportación del comercio
intermediario de los puertos de Rosario y Buenos Aires, de la actividad y de las especulaciones
bursátiles, las grandes abastecedoras de tonelaje ferroviario, de los fletes marítimos, de los
frigoríficos y el principal cliente de seguros. El aporte de la aristocracia terrateniente a este
vasto complejo de intereses consistía en su posesión de los medios de producción, tierras y
haciendas. La provincia de Buenos Aires y en segundo plano el Litoral proveía carnes y
cereales. Estos últimos eran producidos la aluvional mano de obra italiana: en 1910 estaban ya
radicados en la Argentina 1.100.00 italianos, distribuidos primordialmente en las zonas de pan
llevar y secundariamente en los múltiples oficios, profesiones manuales, pequeños comercios y
talleres artesanales de Buenos Aires y Rosario. Pero los instrumentos básicos de su estructura
agro-comercial permanecían en manos del capital británico: ferrocarriles, seguros, frigoríficos y
gran comercio importador.

“Un viajero francés que recorrió el país en el año del Centenario juzgará la política inglesa: ‘La
aptitud para tratar como una colonia todo país donde se implanten; la seguridad que les da el

4 “Burbujas Marcianas”, por Cabo D. Cuarto, Buenos Aires, 1934.


5 “Osvaldo Magnasco y su denuncia de los abusos cometidos por el capital británico”, por Julio Irazusta, Ed. Esquife,
Buenos Aires, 1959
6 “Historia de la Argentina”, por Ernesto Palacio, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires, 1967, 2ª edición, Tomo II, p. 325

4
prestigio del mundo; su solidaridad en los negocios y la confianza mezclada de estimulación que
supieron inspirar a todos los pueblos que llegaron, dan a estos anglo-sajones, que no tienen
frecuentemente más calidad que la audacia y la tenacidad, una supremacía apenas discutida. Esa
supremacía fue hasta aquí indiscutida, y es ya vieja. Sabemos su tentativa en 1806, para
apoderarse de Buenos Aires, su ocupación de la capital y la liberación de ésta merced a la
iniciativa del francés Jacques de Liniers. Después, habiendo renunciado a hacer políticamente del
Río de la Plata una colonia inglesa, se organizaron para convertirla en una colonia financiera. Esto
es más prudente y más práctico”.7

Era el reinado del “chilled”, pero ya existía, sin embargo, cierto desarrollo industrial, a pesar de
la política abiertamente antiindustrialista, regulada por los fletes ferroviarios británicos que
buscaban compensar los costos de las zonas no agrícolas-ganaderas de poca población con las
estaciones terminales del puerto de Buenos Aires, gravando los productos industriales en
beneficio de los agrarios. Con elegancia técnica se llamará a esta operación de estrangulamiento
del interior, “tarifa parabólica”.8 Tomemos un ejemplo, el del azúcar, cultivo industrial
protegido por aranceles aduaneros: “En 1928 una tonelada de azúcar pagaba de Tucumán a
Buenos Aires $37; de Nueva York a Buenos Aires $26; de Hamburgo a Buenos Aires $15; de
Río de Janeiro a Buenos Aires $8,60 m/n” Si esto ocurría para una industria argentina
protegida, y en la ruta descendiente del Interior a Buenos Aires, de fletes más baratos que los de
la ruta ascendente, podemos imaginar el destino de la industria no protegida. De acuerdo al
Censo Industrial de 1914 funcionaban en la Capital Federal más de 100 establecimientos
metalúrgicos, que ocupaban unos 15.000 obreros. La industria textil también comenzaba su
evolución, lo mismo que los establecimientos que industrializaban materias primas de índole
alimenticia. La elaboración de gas a base de carbón, cervecerías, compañías de electricidad y
diversas fábricas de productos químicos completaban el cuadro de las diversas fábricas en
vísperas de la guerra imperialista. Es importante señalar que la industria argentina de esa época
ya señalaba su tendencia a concentrarse entre Buenos Aires y el Litoral aproximadamente: el 70
% de las actividades fabriles estaban radicadas en la zona mencionada.9 Enrique del Valle
Iberlucea calculaba que a principios de siglo los obreros industriales de la Argentina (incluidos
los trabajadores de servicios y de transporte) ascendían a 148.650. De ellos, 90.294 eran
extranjeros y tan sólo 52.356 argentinos. Según el mismo autor en 1904 el número de
establecimientos industriales de la Capital Federal era de 22.204, pertenecientes a otros tantos
propietarios, pero de esos se contaban 18.706 extranjeros y únicamente 3.498 argentinos.10
Estas cifras poseían un gran interés político, no sólo para comprender la composición de la
burguesía “nacional” argentina, sino también la naturaleza “nacional” del proletariado, y en
consecuencia, el peculiar carácter del Partido Socialista y de la corriente de izquierda que nace
en 1912 en su seno y que se escindirá en 1918, bajo el nombre de partido Comunista.

“Observado el movimiento obrero argentino, -dice del Valle Iberlucea- se nota que casi todos los
propagandistas de la emancipación proletaria, económica y política, salidos de la clase
trabajadora, son extranjeros y proceden de los gremios cuyo malestar es menos acentuado, así

7 “Del Plata a la Cordillera de los Andes”, por Jules Huret, Ed. Eugene Pasquele, París, 1910. Este autor
visiblemente influido por la rivalidad anlgo-francesa en las inversiones en la Argentina, agrega: “Inglaterra importa
especialmente en la Argentina los materiales necesarios para la explotación de sus líneas férreas. El 60% de esa
importación consiste en materiales de construcción, raíles, locomotoras, vagones y carbón. Los buques de guerra
argentinos son en su mayoría de origen inglés. El resto lo constituyen las telas impresas en Manchester, los paños
de Leeds y de Bradford, los tapices y telas para el amueblado y el yute procedente de Calcuta, que se emplea en el
fabricado de los sacos. Desdeñando negocios y asuntos pequeños crearon los organismos indispensables para la
vida económica de un país, como los ferrocarriles y los Bancos. Esta hegemonía financiera no la obtuvieron
fácilmente. Las graves crisis económicas y políticas por las que atravesó la Argentina en diversas ocasiones,
amenazaron muchas veces a los financieros ingleses”. (Página 533)
8 Ver “Historia de la Independencia Económica”, por Eduardo B. Astesano, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1949, p.

246
9 Evolución Industrial Argentina, por Adolfo Dorfman, Ed. Lozada, Buenos Aires, 1947, p. 21
10 Industrialismo y Socialismo en la Argentina, por Enrique del Valle Iberlucea, Revista Socialista Internacional,

Buenos Aires, 1909, números 4 y 6, Tomo I, p. 272

5
como que los obreros argentinos que se deciden entrar en la lucha provienen del proletariado
urbano y los oficios mejor remunerados”.

A fines de 1909 la población argentina ascendía a un total de 6.805.684 habitantes. De ellos


eran extranjeros 2.220.466, o sea un 50% de toda la población argentina del país. Pero el peso
político, económico y social de ese 50% era mucho mayor que la indicada por esa cifra, pues el
número de adultos entre los extranjeros recientemente arribados a la Argentina llegaban a
1.398.893 de varones y tan sólo a 155.432 menores y niños varones extranjeros. En otras
palabras la in-asimilación psicológica, cultural y política de esos dos millones y medio de
inmigrantes era más radical por la edad madura de la mayoría de sus miembros.

“Esa considerable cantidad de adultos -escribe Juan A. Alsina-, no participa de la vida política, se
limita a pagar los impuestos como todos los habitantes de la República y apenas toma parte del
Gobierno Municipal en algunas ciudades. No les comprende ninguna de las cargas políticas del
argentino. No solicitan la ciudadanía. Aprovechan como simples habitantes de la Nación, de los
beneficios de los artículos 14, 16, 17, 18, 19 y 20 de la Constitución sin la carga del servicio militar
establecida por el art. 21, ni las responsabilidades que tienen los ciudadanos que son llamados al
Gobierno por sus diferentes esferas”. 11

La Argentina de 1910 constituye una sociedad agro-comercial exportadora, sometida a un


proceso de expansión capitalista de su economía rural por el imperialismo británico.
Paralelamente a la explotación de esos rubros primarios, surgía lentamente una industria
derivada en su mayor parte propiedad de extranjeros, afincada en los centros “civilizados” del
Litoral y sostenida por un proletariado igualmente extranjero, procedente en su mayor parte de
los países atrasados de Europa (España e Italia). El hilo de acero que aseguraba toda la
estructura dependiente del país era la red ferroviaria.

“Como buenos comerciantes los ingleses saben que hay que aventurarse y esperar. De suerte que
vienen a Francia en busca de los capitales de nuestros Bancos, nos contentan con un interés del
4% y los colocan en las Empresas de ferrocarriles argentinos que les producen el doble o el triple.
Y por eso asistimos al espectáculo, cómico y triste a la vez, de que los capitales franceses hagan la
competencia a los capitales franceses (colocados en las Empresas francesas de ferrocarriles,
enriqueciendo a los ingleses). No sólo tuvieron los ingleses audacia de luchadores, sino que
comprendieron a tiempo que, en la Argentina, los asuntos de ferrocarriles y las transacciones
financieras son mucho más una cuestión de diplomacia que de competencia técnica. En su estado
mayor figuran ingenieros y administradores ingleses, pero saben que “un hijo del país”, si ofrece
garantía de actividad y habilidad en los negocios, sabrá defender mejor sus intereses, convertidos
en los suyos mismos, que todos los funcionarios ingleses que pudieran llevar al país. Los abogados
de las compañías son, pues, todos hijos del país, elegidos entre los más influyentes. Los primeros
ganas 50.000 francos anuales y los otros 25.000. El señor Quintana, que fue Presidente de la
República, era abogado de la Compañía del Sur…”. 12

Si el imperialismo europeo había importado al campesinado capitalista del Litoral, a la


burguesía industrial y al proletariado urbano, ¿dónde estaban los argentinos en 1910?, ¿cuál era
su posición social, sus ideas y sus partidos políticos?
Los únicos argentinos eran los ganaderos de apellido, propietarios de estancias y asociados
menores del imperialismo. Frente a ellos los hacendados menores, las peonadas, los jornaleros,
los braceros, el pequeño comercio del interior, la Argentina pre-capitalista, la clase media
profesional, los obreros sin protección super-explotados de los ingenios, quebrachales y
aserraderos de toda la República, excepto el Litoral y la Capital Federal, incluyendo a los
grandes sectores de la pequeña burguesía nueva -primera generación- de argentinos. Ese

11 “La inmigración en el primer siglo de la Independencia”, por Juan A. Alsina, Edi, por Felipe S. Alsina, Buenos
Aires, 1910, p. 41
12 Huret, Op. Cit., p. 536

6
inmenso conglomerado seguía al radicalismo de Don Hipólito Yrigoyen, que ya salía de la
conspiración para aproximarse al comicio.
Los conservadores que eran mitad ganaderos y mitad turfman, conducían el país sin necesidad
de hacer política de comité. Sus centros de dirección eran tres Clubs: el Jockey, el Club del
Progreso y el Círculo de Armas. En el primero se comía (tanto los cocineros como los mozos de
mesa eran franceses; en el segundo se jugaba al baccarat, al póker y al tric-trac, en el edifico de
cuatro pisos que para él había construido especialmente Exequiel P. Paz, dueño de “La Prensa”.
Las tres cuartas partes de su biblioteca se integraban con libros franceses. Y en el tercero, sólo
se hablaba de duelos y de alta política; era el más distinguido, sólo contaba con trescientos
socios. El comité quedaba para los pobres, para los radicales de Don Hipólito. ¿Qué más
remedio quedaba sino hacer política criolla? Es precisamente contra ese radicalismo que dirigirá
su crítica corrosiva el grupo del Dr. Justo. Representante de un “socialismo” de trasplante
integrado por trabajadores europeos, Justo predicó el librecambio, doctrina del capital
imperialista, compartida por ganaderos y comerciantes, ignorando que la realización de su
prédica cerraría el camino para el crecimiento de su propio partido, al frenar por la división
internacional del trabajo la expansión de la industria y la formación correlativa de un gran
proletariado. En el orden histórico, fue tributario del mitrismo, ideología liberal grata a los
peninsulares garibaldinos, y en nombre de la “civilización” justificó el exterminio de las
montoneras. Así fue como el Partido Socialista se convirtió en el “ala izquierda” del patriciado
conservador y en el mayor enemigo del radicalismo, que bajo su confusa verba arrastraba
consigo los gérmenes de una burguesía industrial tanto como a la masa de obreros que no
encontraban un lugar en ese raro partido de extranjeros adversario de la industria y de la
tradición nacional.
Años más tarde Justo dirá que el “imperialismo es una pavada” y uno de sus secuaces agregará
que se trata de un “invento de Lenín”. Sin embargo el gran revolucionario ruso demostraría
comprender mucho mejor que Justo la naturaleza histórica de la Argentina. Precisamente en su
estudio sobre el imperialismo, escrito en 1916, Lenín observará:

“Puesto que hablamos de la política colonial del imperialismo capitalista, es necesario hacer notar
que el capital financiero y la política internacional correspondiente, la cual se reduce a la lucha de
las grandes potencias por el reparto político y económico del mundo, crean una serie de formas
de transición de dependencia nacional. Para esta época son típicas no sólo los dos grupos
fundamentales de países, los que poseen colonias y los países coloniales, sino también las formas
variadas de Estados dependientes, políticamente independientes, desde un punto de vista
formal, pero, en realidad, envueltos por la red de la dependencia diplomática y financiera. Una de
estas formas de semi-colonia, la hemos indicado ya antes. Como modelo de la segunda citaremos,
por ejemplo, la Argentina. ‘La América del Sur, pero sobre todo la Argentina -dice Schulze
Gaevernitz en su obra sobre el imperialismo británico- se halla en una situación tal de
dependencia financiera con respecto a Londres, que se la puede calificar de colonia comercial
inglesa’. Según Schilder, los capitales invertidos por Inglaterra en la Argentina, de acuerdo a los
datos suministrados por el cónsul austro-húngaro en Buenos Aires, fueron en 1909 de 8,78
millones de francos. No es difícil imaginarse qué fuerte lazo se establece entre el capital
financiero (y su fiel amigo la diplomacia) de Inglaterra y la burguesía argentina y los sectores
dirigentes de su vida económica y política…”. 13

Era precisamente ese carácter dependiente de la Argentina el que debía determinar todo el
contenido de un partido obrero socialista en el país, centrar la lucha proletaria contra el
imperialismo y sus agentes políticos nativos y contemplar en el programa las aspiraciones de las
grandes masas criollas no proletarias. Ni el “socialismo” de Justo, ni la variante “comunista”
posterior entendieron a Lenin y, lo que es mucho peor, no entendieron al país.
En la sociedad argentina de 1910 el cosmopolitismo no era un fenómeno perceptible tan sólo en
el Partido Socialista, sino que se manifestaba en toda la vida política y cultural. Ese “fuerte
lazo” de que habla Lenin para referirse a los vínculos entre el imperialismo y las clases

13“El Imperialismo, etapa superior del capitalismo”, por V. I. Lenin, Ed. Problemas, Obras Completas, Tomo II,
Buenos Aires, p. 505

7
dirigentes argentinas se traducía por la implantación de nuevas modas, gustos y costumbres de
las aristocracia ganadera, factores que se unían a la presión insostenible que la inmigración
ejercía en la educación en el lenguaje, lo mismo que los diarios, con las informaciones y
comentarios propios de una prensa satélite. Jules Huret, el francés que ya hemos citado,
comentaba despectivamente la frivolidad de nuestros “metéques”: “No realizan un viaje a
Europa sin ir a Londres y, como la mayoría de los latinos, se dejan impresionar por su
afectación de gravedad y de flema. La gente rica empieza a enviar sus hijos a los colegios
aristocráticos ingleses, y paga diez mil francos anuales para que aprendan a jugar al
snobismo…”.
Una masa gigantesca de extranjeros desvinculada de la historia nacional y de sus luchas
sangrientas dominaba demográficamente la escena. Las diversas “colectividades” poseían sus
propios idiomas, estudiaban la historia, la geografía y la literatura de sus países de origen. La
clase media de cepa inmigratoria que vivía su infancia en las grandes ciudades o en las colonias
rurales, crecía al margen de la trama vital de un país fundado por los criollos que se habían
llevado a la tumba desconocida el significado de su lucha. Son sucesores eran demasiado pobres
para escribir el dictado de la oligarquía victoriosa.

“No nos suicidemos en el principio europeo de la libertad de enseñanza, -escribía Ricardo Rojas-.
Para restaurar el espíritu nacional, en medio de una ciudad donde se ahoga, salvemos a la escuela
argentina, ante el clero exótico, ante el oro exótico, ante el poblador exótico y ante la prensa que
refleja nuestra vida exótica sin conducirla, pues el criterio con que los propios periódicos se
realizan, carece aquí también de espíritu nacional. Lo que fue sacerdocio y tribuna, es hoy
empresa y pregón de la merca. Poner un cuidado excesivo en el mantenimiento de la paz interior
y del orden interno, aún a costa de los principios más altos, para salvar los dividendos de
capitalistas británicos, o evitar la censura quimérica de una Europa que nos ignora…”. 14

Y agregaba más adelante:

“Así se explica que estén saliendo de nuestras escuelas argentinos sin conciencia de su territorio,
sin ideales de solidaridad histórica, sin devoción por los intereses colectivos, sin interés por la
obra de sus escritores…”.

Tal era el país que festejó los cien años de la Revolución de Mayo. Y su capital Federal resumía
como un símbolo secular el internacionalismo cultural, la desnacionalización del núcleo
dirigente y el desarraigo originario del socialismo. Mientras los gestos insensatos y heroicos de
los anarquistas catalanes sembraban el terror reclamando un pedazo de pan a la indolente
plutocracia, el partido de Juan B. Justo construía con paciencia sus cooperativas. Los socialistas
condenaban al radicalismo como manifestación de atraso criollo y de la inepta demagogia y el
Grupo Bemberg, lo mismo que la CHADE, publicaban sus avisos en las páginas de “La
Vanguardia”. El imperialismo no se equivocaba en sus preferencias. De esa sociedad
cosmopolita que contempló el fasto del Centenario, y del partido obrero manchesteriano, surgió
la tendencia que dio origen al Partido Comunista.

14“La Restauración Nacionalista”, de Ricardo Rojas, Ed. Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, Buenos Aires,
1909, p. 248. Era en tiempos en que Rojas no había cedido a la seducción de la famita Mitre.

8
II. 1. El Programa del Radicalismo Histórico y las Clases Medias

Ley Sáenz Peña


Sufragio Universal, Secreto y Obligatorio

Fuente:
Argentina.ar
Portal Público de Noticias

El voto popular y secreto permitió que accediera a la Presidencia de la Nación, en 1916, a Hipólito Yrigoyen,
candidato por la Unión Cívica Radical.

El 10 de febrero de 1912 el Congreso Nacional sancionó la ley 8.871, que comenzaría a


conocerse como la "Ley Sáenz Peña", que estableció el voto secreto, obligatorio y universal, a
través de la confección de un padrón electoral. El mismo no contemplaba la población
inmigrante, siendo exclusivo para nativos argentinos y naturalizados masculinos y mayores de
18 años. Como puede apreciarse a la mujer aún no era considerada un sujeto histórico con
derechos políticos. Dicha normativa debe su nombre por haber sido sancionada durante la
presidencia de Roque Sáenz Peña. Si bien la ley no era absolutamente universal, porque seguía
siendo exclusiva para nativos argentinos y naturalizados masculinos y mayores a 18 años, vino a
poner fin al fraude y al soborno que perpetuaba en el poder al régimen oligárquico que
históricamente gobernó el país desde el siglo XIX. Por su parte, las mujeres debieron esperar 39
años hasta la sanción de la Ley 14.032, de junio de 1951 de la mano de Eva Perón, que con el
sufragio femenino comenzó a equilibrar la balanza. Antes de la ley Sáenz Peña, los días de
elecciones, los gobernantes de turno hacían valer las libretas de los muertos, compraban votos,
quemaban urnas y falsificaban padrones. "Puede decirse que todos los gobernantes de lo que la
historia oficial llama `presidencias históricas`, es decir, las de (Bartolomé) Mitre, (Domingo)
Sarmiento y (Nicolás) Avellaneda; y las subsiguientes hasta 1916, son ilegítimas de origen,
porque todos los presidentes de aquel período llegaron al gobierno gracias al más crudo fraude
electoral", evalúa el historiador Felipe Pigna, en `Los Mitos de la Historia Argentina III`.
La primera aplicación de la ley Sáenz Peña fue en abril de 1912 en Santa Fe y Buenos Aires, y
luego permitió que accediera al poder en 1916 el candidato por la Unión Cívica Radical,
Hipólito Yrigoyen. La primera ley electoral había sido sancionada en 1821 en la provincia de
Buenos Aires durante el gobierno de Martín Rodríguez, por el impulso de su ministro de

9
gobierno, Bernardino Rivadavia, y establecía el "sufragio universal masculino y voluntario para
todos los hombres libres de la provincia" y limitaba exclusivamente la posibilidad de ser electo
para cualquier cargo a quienes fueran propietarios. Sin embargo, esta ley tuvo un alcance
limitado, porque la mayoría de la población ni siquiera se enteraba de que se desarrollaban
comicios. La Constitución Nacional de 1853 dejó un importante vacío jurídico sobre el sistema
electoral, que fue parcialmente cubierto por la ley 140 de 1857: el voto era masculino y cantado,
lo que podía provocarle "inconvenientes" al votante si no sufragaba por lo que imponía el
caudillo de su zona. Por aquella época el país se dividía en 15 distritos electorales, en los que
cada votante lo hacía por una lista completa, es decir que contenía los candidatos para todos los
cargos. La lista más votada obtenía todas las bancas o puestos ejecutivos en disputa y la
oposición se quedaba prácticamente sin representación política. Hacia 1900, nuevos partidos,
como la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista, atraían a los sectores sociales que no
estaban representados en las instituciones políticas del Estado, que estaban controladas por los
grupos gobernantes conservadores y liberales. Para evitar conflictos sociales, un sector del
gobernante Partido Autonomista Nacional (PAN), que podría llamarse "modernista" y en el que
se encontraba Roque Sáenz Peña, comenzó a considerar la introducción de reformas graduales
en el sistema electoral.
El primer paso en ese sentido se da con la reforma “uninominal” en el sistema de elección de
diputados. El Partido Socialista de Juan B. Justo, que desde su creación en 1896 siempre
participó de las elecciones, logró gracias a este nuevo sistema que en 1904 fuera electo el primer
diputado socialista de América: Alfredo Palacios. El nuevo sistema duró poco, ya que en 1905,
con Manuel Quintana como presidente, se volvió a la lista completa, en la que cada elector
votaba por todos los candidatos de su distrito. Dos meses después de esto se suprimió el voto
cantado, que pasó a ser por escrito, pero nunca secreto. El 12 de junio de 1910, el Colegio
Electoral consagró la fórmula Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza, y el presidente electo,
que se encontraba en Europa, emprendió su regreso al país. A poco de llegar tuvo dos
entrevistas claves: una con el presidente saliente Figueroa Alcorta y la otra con el jefe de la
oposición, Hipólito Yrigoyen, quien le reclamó "comicios honorables garantidos, sobre la base
de la reforma electoral". El 12 de octubre de 1910, Sáenz Peña asumió el nuevo gobierno y
envió al parlamento el proyecto de "Ley de Sufragio" que establecía la confección de un nuevo
padrón basado en los listados de enrolamiento militar, y el voto secreto y obligatorio para todos
los ciudadanos varones mayores de 18 años. La aprobación de esta ley fue un avance hacia la
democracia participativa en la Argentina y la posibilidad de expresión de las fuerzas políticas
opositoras.
Luego de más de cien años, la Argentina encaró un nuevo régimen electoral impulsado por el
gobierno nacional, que estableció las internas abiertas, simultáneas y obligatorias para la
elección de candidatos que luego participarán en los comicios generales. Además de instaurar
un sistema de elecciones internas, la ley prohíbe el aporte financiero de empresas en las
campañas y la propaganda privada en los medios audiovisuales, y fija restricciones para la
difusión de encuestas de intención de voto, entre otras cosas. Establece, asimismo, que para
participar en los comicios generales los candidatos deberán superar el 1,5 por ciento de los votos
emitidos en las elecciones primarias. Entre otros cambios importantes, la ley establece que para
conservar su personería los partidos políticos deberán mantener en forma permanente el número
mínimo de afiliados. Al presentar el proyecto ante el Congreso, Roque Sáenz Peña también
afirmó: "En este momento decisivo y único vamos jugando el presente y el porvenir de las
instituciones. Hemos llegado a una etapa en que el camino se bifurca con rumbos definitivos. O
habremos de declararnos incapaces de perfeccionar el régimen democrático que radica todo
entero en el sufragio o hacemos otra Argentina, resolviendo el problema de nuestros días, a
despecho de intereses transitorios que hoy significarían la arbitrariedad sin término ni futura
solución".

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

10
II. 2. El Programa del Radicalismo Histórico y las Clases Medias

El Radicalismo Histórico en el Poder


1916-1930.
Ficha de Contenidos Elaborada por
Daniel E. Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales-Orientación Historia
Profesor a Titular a cargo de Cátedra
Fuente:
http://www.oni.escuelas.edu.ar

19116 Yrigoyen Presidente La revolución Radical de 1905

1. La Llegada al Poder. Su Primera Presidencia (1916-1922)

En 1916 se convocó a elecciones bajo la flamante Ley Sáenz Peña (1912), triunfando la
fórmula presidencial Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna y convirtiéndose en el primer presidente
electo por el sufragio universal. Fue un gobierno nacionalista y popular que representaban a los
sectores bajos y medios de la sociedad, opuestos desde principio de siglo a la conducción
política de la vieja dirigencia conservadora. Estos sectores exigían su participación política y
mejoras de las condiciones laborales, por lo tanto su gobierno trató de repartir más
equitativamente las riquezas del estado y las ganancias generadas del modelo agro-exportador
vigente. Trato de mantener un diálogo fraternal entre el estado, la patronal y los obreros,
aunque muchas veces las manifestaciones sociales se escapaban del control. Debió soportar los
efectos de la Primera Guerra Mundial, que generó una caída importante en las exportaciones
durante los 2 primeros años de su gobierno. Mantuvo la neutralidad del país frente al conflicto,
mientras la economía sufría una importante inflación y los sueldos caían constantemente, igual
que las exportaciones generando desocupación. Trató de gobernar bajo los mandatos de la
Constitución, repudió e intentó depurar los actos fraudulentos de las elecciones anteriores.
Sancionó leyes tales como la jubilación de empleados de empresas privadas, jornadas de 8
horas, el descanso dominical, salario mínimo, contratos colectivos de trabajo. Prohibió el
desalojo y aumentos de alquileres. Protegió a los indígenas y los radicó legalmente en sus
tierras. Fomento la agricultura y la ganadería, otorgando créditos blandos a los productores.
Compró barcos usados e impulsó la Marina Mercante Nacional. Apoyó la explotación del

11
petróleo y creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), frenando el intento monopólico
extranjero. Construyó ferrocarriles alternativos a los que estaban en manos de los ingleses.
Aunque los conservadores tenían mayoría en la Cámara de Diputados y Senadores y
bloquearon los proyectos del Ejecutivo, los enfrentó en el interior a través de intervenciones
federales a las provincias que controlaban, pues consideraba ilegítimos esos gobiernos
anteriores las elecciones de 1916. Apoyó la Reforma Universitaria de 1918, movimiento
estudiantil universitario originado en Córdoba con el fin de democratizar la educación superior.
Permanentemente intentó un acercamiento a los trabajadores, apoyando sus reivindicaciones
salariales, pero tomó distancia de los anarquistas, socialistas y comunistas. La represión y
asesinatos de la Semana Trágica (1919) y de los trabajadores laneros de la Patagonia (1920-21),
ensombrecieron su gestión presidencial.

2. Su Segunda Presidencia y Caída (1928-1930)

Viejo y cansado retornó el poder en 1928, pero no alcanzó a gobernar ni dos años. La
conspiración política en su contra, llevada a cabo por los conservadoras, el sector radical
antipersonalista y el ala liberal-conservadora del ejército lo derrocaron, a través de un golpe
cívico-militar el 06 de Setiembre de 1930, inaugurando la desgraciada era de los golpes de
estado en la Argentina del siglo XX.

3. Análisis Histórico del Radicalismo en el Poder

Hipólito Yrigoyen fue presidente entre 1916-1922, lo sucedió Marcelo T. De Alvear y en 1928
fue reelecto Yrigoyen que gobernó hasta 1930 cuando fue derrocado por el primer golpe de
Estado de la historia del país. Aunque los dos representaron en sus gobiernos al partido radical,
eran muy diferentes entre sí y representaban a distintos sectores sociales. Mientras Yrigoyen se
presentaba como un caudillo popular representante de los sectores sociales medios, con hábitos
de conducta "extraños", por ejemplo, su escasa aparición en público (lo que le valió el mote de
"El Peludo"), su falta de discursos, la falta de ostentación en su forma de vida, etc. Alvear, fue
asociado con los presidentes del viejo "régimen", representaba más que a los sectores medios, a
los terratenientes y su política estuvo más relacionada a los vicios y virtudes de la "generación
del ’80" que a la mística de Yrigoyen.
El líder radical será de los dos quien defina y represente al radicalismo, al más característico del
período. Es él quien enarbola la nueva postura del Estado y de la administración de la cosa
pública que le valió el nombre de "la causa" que encarnaba lo honesto, lo puro, la verdad del
sufragio, la defensa de la Constitución, todo esto frente a la corrupción del pasado "régimen"
como se dio en llamar al gobierno de la etapa anterior. Esta diferencia se pone de manifiesto con
la división del partido en dos corrientes internas que hizo eclosión a partir de 1922. Por un lado
y apoyando incondicionalmente a Yrigoyen surgieron los “personalistas”, por otro y como
oposición a la figura convocante del “Peludo” apareció la fracción interna denominada
"antipersonalistas", que lo enfrentó apoyando a Alvear. Esta corriente expresaba los intereses
tradicionales de las elites oligárquicas y conservadoras, las cuales veían de mala manera el
populismo y el personalismo de Yrigoyen. De este modo, dentro de su propio partido se
desarrolló una fuerte política de oposición conservadora a los objetivos políticos que pretendía
alcanzar el radicalismo yrigoyenista.

3. 1. La Oposición

El triunfo de los radicales de 1916, fue muy precario y con escaso margen de electores en el
Colegio Electoral, por lo tanto contó con una importante oposición. La misma se encontraba en
todos lados.
1) En el Congreso, mientras que en la cámara de diputados se logró rápida mayoría, la de
Senadores le fue siempre adversa ya que los ocupantes de las bancas lo hacían durante largos
períodos y su elección era indirecta.

12
2) En las provincias que eran gobernadas por la oposición, lo que llevó a que fueran
intervenidas por el poder ejecutivo nacional.
3) La Corte Suprema de Justicia, no lo apoyó e Yrigoyen la respetó, aunque siempre la fue un
obstáculo, como el senado para la obra de gobierno.
4) La prensa sobre todo la llamada "seria", representada fundamentalmente por el diario
"Crítica", que aprovechando la libertad de expresión actuaban de oposición encarnizada.
5) Las centrales obreras eran ideológicamente adversas a la política del gobierno.
6) Los restantes partidos políticos incluido los socialistas, sin dejar de mencionar la oposición
interna dentro del mismo radicalismo, donde al aparentemente la mayor parte de lo actuado
parece ser más obra de Yrigoyen que de personas de talento que secundarán o promovieran sus
iniciativas, las que si apoyaron y rodearon a Alvear y tratarán de formar otro partido a espalda
de Yrigoyen.
7) El ejército, sobre todo el recientemente profesionalizado a partir de la ley de servicio militar
obligatorio.
8) También juega en contra de Yrigoyen la situación exterior ya que le tocará gobernar dos años
en medio de una guerra de características mundiales del cual tratará de mantenerse alejado a
través de una política de neutralidad frente al conflicto.

3. 2. La Política Económica del Radicalismo

La política económica radical no fue más que una continuación de lo actuado en el período
anterior. La economía siguió basada en la producción primaria agroexportadora. Aunque se trató
de introducir algunos cambios para mejorar la situación de los sectores sociales medios urbanos
que, se vieron dificultadas, por un lado por la oposición de los conservadores desde el Congreso
y por el otro por dos profundas crisis internacionales. La primera durante el conflicto armado
llamado la Primer gran Guerra (1914-1918) y la segunda la crisis económica de 1929 que
afectaron negativamente tanto el volumen de los productos exportados como los precios de los
mismos.

3. 3. Las Exportaciones

Todo el período 1916-1930 se caracteriza por los altibajos de las exportaciones en cuanto a
volumen y precios. Los productos exportables más importantes son los agrícolas y dentro de
estos los cereales trigo, maíz y lino se afirman, mientras que la avena, la cebada y el centeno
van ganando terreno. En cuanto a las carnes, se reafirma el proceso de refinamiento del ganado
bovino a partir de las exigencias del frigorífico para el comercio exterior. El cambio más
importante se da en la introducción de la técnica del enfriado reemplazando al congelado. El
enfriado produce cambios fundamentales; por un lado, su duración en limitada por lo tanto
exige que no pasen más de 45 días desde la matanza hasta el consumo; y por el otro, requiere
entregas regulares en los frigoríficos de animales de muy buena calidad. Esto produjo que
ganaran terreno los estancieros invernadores identificados con el frigorífico y la exportación
frente a los criadores vinculados con el mercado interno y dependientes de los invernadores y de
los frigoríficos. El país comprador por excelencia sigue siendo Gran Bretaña aunque los Estados
Unidos incrementaron sus compras como así también sus inversiones en el país,
fundamentalmente, en los frigoríficos.

3. 4. La Política Petrolera

Durante el primer gobierno de Yrigoyen se creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y. P. F) para
impulsar la explotación del petróleo. Cuando Alvear asumió a la presidencia designó al Coronel
Mosconi al frente de Y. P. F, quién logró darle un fuerte impulso con el objeto de lograr el
autoabastecimiento. Durante su conducción (hasta 1930) promovió medidas tendientes a
eliminar la competencia privada. Se dictaron medidas restrictivas que hicieron que muchas
empresas privadas debieran cesar en la actividad. Otras continuaron trabajando normalmente e

13
incluso casi lograron alcanzar a Y. P. F en su producción. Por orden de importancia las
empresas eran: la compañía ferrocarrilera de petróleo, de capitales ingleses, la Standart Oil, de
capitales norteamericanos, Astra, integrada por capitales argentinos y alemanes, la Anglo
Percian y la Royal Dutch de capitales holandeses.
Estas compañías e Y.P.F libraron una verdadera guerra de precios, culminando cuando la
segunda (Standart Oil) rebajó los precios de los derivados del petróleo, provocando un
enfrentamiento grave a tal punto que algunos autores dicen que el de 1930 fue un golpe de
estado "con olor a Petróleo", aunque esta postura para nosotros es extrema y no se condice con
la realidad ya que hubieron numerosos factores que se unieron para hacer posible el golpe.

3. 5. La Política Social

Los trabajadores

Con la llegada del radicalismo se produce un cambio de los grupos políticos dirigentes con
respecto alas clases populares. Hasta aquí las demandas de mejoras de la clase obrera habían
sido respondidas con represión y deportación de los dirigentes obreros extranjeros. Dentro del
nuevo marco político el Estado va asumir otro rol que tiene que ver con la tolerancia, el arbitraje
y conciliación de los conflictos aunque no faltó la represión como respuesta. Un ejemplo de
arbitraje se produce ante la Huelga de la Federación de Obreros Marítimos que estalla el 20 de
noviembre de 1916, se consigue que el gobierno actúe de árbitro entre los trabajadores y los
patrones, lográndose mejoras para los primeros.
La tolerancia y el apoyo a los obreros puede verse en la huelga de los ferroviarios de setiembre
de 1917 que piden la derogación de un artículo de la ley de jubilaciones ante lo que los patrones
piden al gobierno que envíe tropas para reprimir lo que fue respondido con un decreto del
gobierno anulando el polémico artículo y un aumento general de sueldos y salarios, aunque la
represión armada también existió y cobró varias vidas. La tolerancia va abriendo camino hacia
la represión que es muy dura entre los años 1918 y 1921. De esta fecha son los más tristes y
lamentables hechos represivos, como fueron los de la "semana trágica" en 1919, los de las
huelgas agrarias también en 1919 y los de Patagonia en 1921. La "semana trágica" comenzó con
una huelga de los obreros de los talleres Metalúrgicos Vasena que generó tiroteos entre policías
bomberos contra los obreros y vecinos del lugar. Al ir a sepultar los restos de los fallecidos, la
multitud que acompaña el cortejo fúnebre es atacada por efectivos policiales, nuevamente hay
muertos y heridos. La Central Obrera declara la huelga general y se paraliza casi todo el país. El
General Dellepiane ingresa en la capital con las tropas de campo de mayo, el gobierno pierde el
control de la situación que queda en manos de Dellepiane, quien reprime y logra restablecer el
orden.
También en 1919 se inició una huelga campesina encabezada por los arrendatarios que en poco
tiempo abarcó toda la zona pampeana, la primer respuesta del gobierno fue la represión (que no
alcanzó las características sangrientas de la anterior), aunque luego se elevó un proyecto de la
ley al Congreso que no modificaba en esencia los contratos de arrendamientos, aunque los
retocaba. En la Patagonia los peones rurales comienzan una huelga solicitando mejoras en las
condiciones de vida, lo que produjo una represión durísima por parte del ejército, donde docenas
de peones fueron perseguidos, torturados y fusilados. En cuanto a la legislación obrera se
introdujeron algunas innovaciones importantes como leyes nacionales, que serían la base para
legislación posterior: se reglamentó el trabajo a domicilio, se estableció las condiciones de
trabajos a las que podían ser sometidos los niños, se prohibió el trabajo nocturno en las
panaderías, se limitó la jornada laboral a 8 horas diarias y 48 semanales, etc.

Los estudiantes: La Reforma Universitaria

Durante el primer gobierno radical se produjo un movimiento estudiantil que reclamaba la


Reforma Universitaria. Este movimiento surgió en Córdoba y se extendió no solo a otras
universidades nacionales sino latinoamericanas, reclamaba el gobierno autónomo de las

14
Universidades con la participación de los estudiantes, egresados y profesores; docencia libre,
asegurando la existencia de cátedras paralelas a las existentes o nuevas, y asistencia a clase en
forma libre, además de reivindicar la unidad latinoamericana y la solidaridad con los obreros.
Como consecuencia de este movimiento, en 1918 las universidades reformaron sus estatutos y
posibilitaron la puesta en práctica de las medidas solicitadas a excepción de la unidad
latinoamericana y obrera, que no dejaron de ser sólo una declaración de deseos.

3. 6. El golpe de Estado de 1930

En 1928, Yrigoyen fue reelecto Presidente, pero su segundo gobierno se desarrolló dentro de un
panorama económico internacional muy complicado, por la profunda crisis desatada en 1929 y
por la creciente oposición interna representada por los terratenientes, las empresas extranjeras
dedicadas a la explotación del petróleo y los periódicos (Crítica, La Nación y La Prensa, entre
otros) y del ejército que estaba resentido con Yrigoyen por la discrecionalidad con que otorgaba
los ascensos y las partidas presupuestarias.
Desatada la crisis económica internacional de 1929, el gobierno nacional actúo con lentitud para
remediar el impacto interno. Los ingresos de la aduana disminuyeron a causa de la caída del
comercio internacional, numerosas empresas y comercios quebraron, el peso perdió valor con la
consecuencia baja de los salarios y aumentos de la desocupación. Todos los factores
mencionados se juntaron y los terratenientes y exportadores buscaron el apoyo de los sectores
descontentos del ejército, culminando el 6 de setiembre de 1930 con un golpe militar
encabezado por Agustín P. Justo y José F. Uriburu, que derrotó al gobierno de Yrigoyen, y la
oligarquía terrateniente retomó el control del Estado.

15
II. 3. El Programa del Radicalismo Histórico y las Clases Medias

La Neutralidad de Yrigoyen en la 1ª Guerra Mundial


Ficha de Contenidos elaborada por:
Dr. Daniel Enrique Yépez
Fuente:
www.revisionistas.com.ar

Dr. Honorio Pueyrredón Trincheras de la 1º Guerra Mundial en Europa

Introducción

Hablar de la neutralidad que mantuvo el gobierno de Hipólito Yrigoyen durante la Primera


Guerra Mundial, significa referirnos a un acto en donde los intereses argentinos fueron
primordiales e inviolables, dado que nuestro país aparecía equidistante de los factores políticos
mundiales que estaban en pugna. Yrigoyen, por cierto, irrumpe en 1916 tras alzarse con la
victoria en las primeras elecciones presidenciales donde el fraude ya no era aceptado como
método. Nuestro país quería independizarse de la asfixiante injerencia económica de Inglaterra,
país que, devenido en imperio industrial y financiero, se apoderó de nuestra clase dirigente y la
encauzó, como quiso, bajo sus designios. Éramos, según la división internacional del trabajo
impuesta por los británicos, el “granero del mundo”, un espacio terrenal que solamente ofrecía
sus materias primas a cambio de las manufacturas que aquéllos gentilmente nos ofrecían.
El contexto internacional era dramático. La gestación de la primera conflagración mundial ya
llevaba dos años, estaba acaparando cada vez más países beligerantes, y nada auspiciaba un
final inmediato ni mucho menos. La coyuntura de ese año 1916 se presentaba complicada para
don Hipólito Yrigoyen.
Haciendo honor al nombre de su partido, la Unión Cívica Radical, Yrigoyen venía a actuar
guiado por planteamientos radicalmente opuestos a los de la oligarquía que hasta entonces
gobernaba y decidía los no tan claros destinos del país. Era común que, ni bien asumía una
flamante administración al poder, se acercase el embajador británico de turno para dar una
suerte de “visto bueno” a los ministros que estaban por ser nombrados por el nuevo presidente
para, finalmente, elaborar un informe y remitirlo a Londres. Fue entonces que Yrigoyen, al
momento de ser abordado por quien ocupaba la embajada de Inglaterra en Buenos Aires, le
contestó que esa costumbre insana el señor embajador la “debe dar por terminada”.

16
La Neutralidad. Postura Yrigoyenista ante la Primera Guerra Mundial

Presionado para que se manifieste por uno u otro de los bandos que luchaban en Europa desde
1914, el caudillo radical dirá ante una delegación estudiantil que el camino a seguir ha de ser el
de la política de la paz, porque según sus palabras

“…la paz es el estado normal de las naciones. Todo pueblo, todo grupo de pueblos hermanos
tiene la obligación de mantener su paz y resguardarla. La desesperación de los gobiernos sin juicio
propio por “declarar” la neutralidad frente a conflictos que a lo nacional no afectan, procede de
que desde lo más íntimo les mueve un espíritu de dependencia; un espíritu rendido de antemano,
o bien por intereses, o bien por una idea o sentimiento de inferioridad, fruto de un tipo de
política sin fe ni principio”.

Como podrá verse, Hipólito Yrigoyen incluso se manifestaba en contra de la declaración de la


neutralidad, lo que comúnmente se ha negado o tergiversado ante la opinión pública. En toda su
primera presidencia, que culminó en 1922, el caudillo no dictará un solo decreto de neutralidad,
por el contrario, se limitará

“… a acusar recibo de las comunicaciones enviadas por los nuevos beligerantes, porque según el
concepto del presidente Yrigoyen la paz es el estado normal de las naciones, y debe suponerse
que subsiste mientras los poderes públicos no resuelvan y declaren explícitamente lo contrario ”,

sostiene el investigador Ricardo Ryan por 1921. Hay otra definición exquisita que emana de la
brillantez intelectual de don Hipólito Yrigoyen, al argumentar que lo que se declara es la guerra
y no la paz. Que, asimismo, la paz se quebranta cuando se ven afectados los intereses nacionales
o por alguna invasión o amenaza a la soberanía territorial, todo lo cual no estaba sucediendo en
el desarrollo del conflicto internacional y lejano. Inclinarse por la paz o la neutralidad era una
demostración de que el movimiento radical de Yrigoyen encarnaba una idea cabal de
nacionalidad y patriotismo, actitud que fue percibida y saludada por, entre otros, el eminente
escritor nacionalista Manuel Gálvez, quien vio en los radicales “la expresión sólida y exaltada
del sentimiento nacional”. El propio Hipólito Yrigoyen le dirá a un diplomático inglés en 1919,
ya finalizada la contienda, que

“no tenía confianza en los Estados Unidos y que veía a (Woodrow) Wilson como un imperialista
que aspiraba a imponer su autoridad a lo largo de las Américas. Por Inglaterra profesaba un
horror sagrado… Contemplaba a Inglaterra como un poder sepultado en el materialismo que tras
saciarse al devorar a medio mundo, pretendía ahora colocarse una hipócrita máscara de
generosidad”.

Por cierto, esta definición es inapelable. El 6 de abril de 1917 Estados Unidos entra en guerra
luego de que submarinos alemanes atacaron sus embarcaciones en aguas declaradas neutrales y,
como era de esperarse, la diplomacia norteamericana instigó con suma inmediatez a los países
de América del Sur a que le declaren la guerra a Alemania. Un día después, el 7 de abril, Cuba
será la primera nación en romper relaciones con los germanos; el día 11 y 14 del mismo mes, lo
hacen Brasil y Bolivia, respectivamente. Y unos meses más tarde, Uruguay, Perú y Costa Rica
harán lo propio. Nuestro país, a través del canciller Honorio Pueyrredón, manifestará que
Argentina fue la única nación que mantuvo la neutralidad “activa y efectiva”, sin tener que
renunciar a la defensa de principios ni a soslayar la defensa de su soberanía nacional.
El mantenimiento de la postura neutral no impidió, desde luego, las arteras amenazas inglesas
de que era objeto el gobierno de Yrigoyen, que estaban destinadas a destruir, de ser posible, la
capacidad económica-financiera del país. Sus banqueros, como los de Estados Unidos y Francia,
apostados en la patria, ayudaban a sembrar el pánico al querer fomentar el retiro forzoso de
empréstitos, o las exigencias de pagos y la suspensión de créditos.

17
A medida que transcurría la guerra, se ve con claridad que son dos los dirigentes que defienden
con mayor vehemencia la postura yrigoyenista: el ministro de Relaciones Exteriores Honorio
Pueyrredón, y el diputado Horacio B. Oyhanarte. El primero dirá, en septiembre de 1917, que

“el gobierno procede con la energía que ha demostrado. No es la energía de sus palabras. Es la
energía de sus actos; pero procede en todo y sobre todo como argentino y nada más que como
argentino”.

Por su parte, Oyhanarte expresará:

“Llegamos así al triunfo, que es el de la nación sobre sus males y todas sus amoralidades, con la
integridad de nuestra bandera. ¡Guay de nosotros si no tuviéramos en los actuales momentos el
pensamiento y la dirección del presidente Yrigoyen! Ya habríamos rodado en la conflagración
universal, y no con los prestigios plenos de nuestra soberanía, y siguiendo la orientación de
nuestros idealismos y de nuestras conveniencias nacionales, sino que hubiéramos rodado como
un sub-estado, como una sub-republiqueta, acomodados al interés o al acicate de cualquier
grupo de las potencias en guerra”.

La dignidad mantenida por Hipólito Yrigoyen fue asombrosa, y bien puede decirse que aquélla
se erigió en una particular posición eminentemente nacional frente a las tendencias dominantes
del globo terráqueo en materia de geopolítica. El 11 de noviembre de 1918 se establece el
armisticio de Compiegne, que bajó el telón al monstruoso hecho de armas, y tres días más tarde,
la infinita humanidad de Yrigoyen se cristalizó con la firma de un decreto que declaraba feriado
el 14 de noviembre de 1918, jornada según la cual oficialmente dio por terminada la Primera
Guerra Mundial. El argumento, tan simple como caballeresco, fue que dictaminar tal feriado
llevaba como objeto el “solemnizar en forma pública la terminación de la guerra”.
Incomprendido y olvidado, y aún engañado por sus propios partidarios durante el segundo
mandato personal, que significó el ocaso de su vida pública y política, don Hipólito Yrigoyen
todavía no fue esclarecido del todo por la corriente revisionista. No se le reconoce el haber
declarado ilegal a la masonería, el impulsar la orgullosa empresa YPF en desmedro de la
voracidad de los trusts foráneos y el haber aplicado una política sencilla y auténticamente
argentina cuando la Gran Guerra del 14.

Fuentes Bibliográficas

Alén Lascano, Luís C., Yrigoyen y la Gran Guerra, Korrigan, Buenos Aires, 1974.

Rock, David, La Argentina Autoritaria”, Ariel, Buenos Aires, 1993.

Turone, Gabriel O., Yrigoyen y la Neutralidad en la Gran Guerra, EMECE, Buenos Aires 2008.

18
II. 4. El Programa del Radicalismo Histórico y las Clases Medias

La Reforma Universitaria de 1918


Crónica de la Rebelión Estudiantil

Ficha de Contenidos elaborada por:


Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales – Orientación Historia
Docente Titular a cargo de Cátedra

Manifestación estudiantil realizada en Córdoba el 23 de Junio de 1918

La Gesta Estudiantil de Junio de 1918

La Reforma Universitaria del 18 se inició en la Universidad Nacional de Córdoba y pronto se


plegaron el resto de las casas de altos estudios. Las principales demandas de los estudiantes eran
la modificación de los planes de estudios, la autonomía universitaria y el cogobierno estudiantil.
Yrigoyen escuchó sus pedidos. Así fue como se ampliaron las posibilidades de la clase media de
aspirar a la educación superior y se crearon nuevas universidades. El movimiento estudiantil
pronto se proyectó en toda Indo América. Según el historiador británico David Rock, la
"reforma universitaria" estuvo íntimamente vinculada al fenómeno general de la tensión social
entre los grupos de clase media, producto de la restricción al crecimiento industrial en la
economía primario-exportadora que predominaba en la Argentina agro-pastoril. En efecto, estos
grupos, al intentar ascender socialmente chocaron contra una élite cerrada que controlaba la vida
socio-económica y universitaria. En 1918 se sucedieron las huelgas de estudiantes. El
movimiento se inició en Córdoba y su objetivo principal fue modificar los planes de estudio de
la educación escolástica.

19
El gobierno de Yrigoyen adoptó medidas positivas en respuesta a las demandas estudiantiles.
Para Rock la más importante fue que permitió ampliar "las posibilidades de los grupos de clase
media de recibir educación superior y la creación de nuevas universidades". Sin duda alguna, la
clave de la Reforma fue el cogobierno estudiantil que evitó los excesos de las autoridades en la
conducción educativa. Según el mensaje de los estudiantes a la juventud ibero-americana:
"Nuestra América hasta hoy a vivido de Europa, teniéndola por guía. En cultura, la ha nutrido y
orientado. Pero la última guerra ha hecho evidente lo que ya se adivinaba: que en el corazón de
esa cultura iban los gérmenes de su propia disolución. Su ciencia estaba al servicio de las
minorías dominantes y alimentaba la lucha del hombre contra el hombre (...)" Para los jóvenes,
esto trajo como consecuencia el despertar "de un continente que vivía colonizado por el
pensamiento europeo y cuyos hombres representativos sólo aspiran a figurar como rasgo notorio
de discípulos en el concierto mundial de la inteligencia".
De ahí la proyección americanista de la Reforma cuyos dos principios fundamentales fueron
expresados en el primer Congreso Nacional de Estudiantes. En primer término: el
reconocimiento de la Ley Avellaneda sobre las relaciones de la Universidad con el Estado
ratificando, como en 1904, el régimen de la universidad de Estado. Y en segundo lugar, un
sistema democrático interno, con la participación de los estudiantes y los egresados además de
los profesores. El movimiento registró como antecedente las grandes huelgas realizadas en las
facultades de Derecho y en la de Ciencias Médicas de Buenos Aires a comienzos de siglo. Pero
sobre todo, la suspensión del internado del Hospital de Clínicas en diciembre de 1917. El
descontento dio origen a un movimiento estudiantil que recibió influencia socialista. El 11 de
abril de 1918 se creó la Federación Universitaria Argentina (FUA), integrada por los estudiantes
de Tucumán, Santa Fe, Córdoba, La Plata y Buenos Aires. Ese mismo día, el Presidente
Yrigoyen recibió a una delegación de representantes elegidos por la juventud universitaria de la
República Argentina. Según cuenta el historiador radical Gabriel del Mazo, Yrigoyen les
aseguró que "su gobierno pertenecía al espíritu nuevo, que se identificaba con las justas
aspiraciones de los estudiantes y que la Universidad debía nivelarse con el estado de
conciencia alcanzado por la República". El Presidente Yrigoyen decidió nombrar interventor a
José Nicolás Matienzo, quien reformó los estatutos de la Universidad de Córdoba y dispuso la
elección de autoridades.
Triunfó el doctor Nores, a pesar de que el candidato de los descontentos era el doctor Martínez
Paz. Los estudiantes se opusieron por entender que los jesuitas habían "digitado" la
elección. Después del fracaso de la intervención de Matienzo, los estudiantes resolvieron que la
huelga sería por tiempo indeterminado. El 21 de junio de 1918 difundieron el Manifiesto
Liminar titulado "La juventud argentina de Córdoba a los hombre libres de Sud
América". Según ese documento, "la autoridad no se ejercita mandando, sino sugiriendo y
amando, enseñando (...) por que toda la educación es una larga obra de amor a los que
aprenden".
El gobierno radical presentó ante el Congreso de la Nación en, julio de 1918, un proyecto de ley
referido a los tres niveles de instrucción. Yrigoyen dijo: "Asistimos a una hora de grandes
reparaciones y de renovación de todos los valores. Es necesario satisfacer, abordando este
problema, uno de los más palpitantes anhelos nacionales".El Gobierno también accedió a la
solicitud del Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios de crear la Universidad del
Litoral y nacionalizar la de Tucumán. Sobre este asunto, el doctor Salinas, ministro de
Instrucción Pública, pronunció un discurso el 12 de agosto de 1921 con motivo del Centenario
de la Universidad de Buenos Aires: "la febril y apasionada participación de la juventud en el
notable afán reconstructivo de la reforma, que alarma a los retardatarios del progreso moral
de la república, no es sino la realidad de la democracia universitaria, por ella misma
consagrada, como uno de los postulados fundamentales. Es que la quietud de antes que
significaba la muerte ha sido reemplazada ahora por el movimiento que es la vida".
El ideario de la reforma se proyectó en América Latina. A mediados de 1920, Gabriel del Mazo,
presidente de la Federación Universitaria Argentina, firmó un convenio con su par de la
Federación de Estudiantes del Perú. Allí se comprometieron a intensificar el intercambio
intelectual, a solidarizarse con la reforma de la enseñanza, a luchar por el sostenimiento de
universidades populares, a propagar el ideal de americanismo y a realizar periódicamente

20
congresos internacionales estudiantiles. En Diciembre del mismo año, se firmó otro acuerdo con
los estudiantes de Chile. También se organizó el Primer Congreso Nacional de Estudiantes del
Perú, que pidió la creación de la Universidad Popular y recomendó la organización de escuelas
de indígenas. A este Congreso siguió la convención de estudiantes de Chile y el Primer
Congreso Internacional de Estudiantes, celebrado en México, en 1921. En esa oportunidad, se
hizo hincapié en la lucha por la justicia político-económica, la difusión de la cultura, la
solidaridad estudiantil, el establecimiento de universidades populares, el cogobierno y la
asistencia libre. De esta manera, en la década del 20, la Reforma se había puesto en marcha en
toda Latinoamérica.

A modo de conclusión

La Reforma Universitaria de 1918 fue el hecho que más asociado ha quedado a los logros del
gobierno radical en favor de la clase media. Más tarde dicha Reforma, repercutiría enormemente
en los movimientos universitarios de toda Latinoamérica; sus orígenes, empero, fueron los
prosaicos conflictos que tuvieron lugar a comienzos de siglo entre la élite criolla y los nuevos
grupos de clase media en torno al acceso a las universidades, y, más allá de éstas, a las
profesiones liberales urbanas. De manera que la Reforma Universitaria estuvo íntimamente
vinculada al fenómeno general de la tensión social entre los grupos de clase media, producto de
la restricción al crecimiento industrial el cual se encorsetaba en la dominante economía
exportadora pampeana y pastoril. En 1918, primero en la Universidad de Córdoba y luego en
otras Casas de Altos Estudios, hubo una sucesión de huelgas estudiantiles, algunas de las cuales
alcanzaron violentas proporciones. Su objetivo era que se modificaran los planes de estudio y se
pusiera fin a la influencia escolástica y clerical en la educación superior. Los reformadores
presentaron sus ideas en términos de una filosofía de la educación y la sociedad marcadamente
distinta de la del pasado, popularizando por vez primera la democracia educativa y la
participación de los estudiantes en el gobierno de las Universidades.
Aunque el gobierno radical se encontró en un estado de irremediable confusión cuando intentó
satisfacer los objetivos más metafísicos de los estudiantes, lo cierto es que tomó medidas
positivas en respuesta a sus demandas más concretas. Tras prolongadas negociaciones entre los
funcionarios y los líderes universitarios, se simplificaron los criterios de ingreso y los planes de
estudio sufrieron importantes modificaciones; pero el paso más trascendente que dio el gobierno
fue la creación de nuevas universidades que ampliaron las posibilidades de los grupos de clase
media de recibir educación superior.
Así pues, en 1922 estos grupos habían llegado a ocupar una posición política muy diferente de
la que tenían en el período oligárquico; ahora estaban plena y directamente envueltos en las
actividades del Estado y se habían transformado en uno de sus principales beneficiarios. Si se
exceptúan episodios espectaculares como el de la Reforma Universitaria, este cambio tuvo lugar
en forma gradual, sin serios choques que pusieran en peligro la estabilidad del nuevo sistema
político. En gran medida, lo que estaba ocurriendo era un efecto previsible de la ampliación del
sufragio en 1912. Al conceder esto, la élite se había declarado dispuesta a aceptar una extensión
del papel político de la clase media como artilugio para conquistarlo. Los problemas que planteó
el nuevo sistema sólo salieron a relucir al término del período de Yrigoyen, en la depresión de
postguerra iniciada en 1921. Hasta entonces los terratenientes aprovecharon el auge de las
exportaciones y sus concesiones materiales a los grupos de clase media por lo general se
hicieron a expensas de otros sectores sociales.

Bibliografía

Rock, D., El Radicalismo Argentino 1890-1930. Buenos Aires, Amorrortu, 1977


Agosti, H., Aníbal Ponce, Memoria y Presencia, Cartago, Buenos Aires, 1974.
Barrancos, D., "La extensión universitaria, una raíz dormida de la Reforma", en Revista Pensamiento
Universitario, Nº 1, Buenos Aires, Noviembre de 1993.
Bermann, G., "El difícil tiempo nuevo a través de Deodoro Roca", en Cuadernos Americanos, Año XVI,
México, Enero de 1957.

21
Bermann G., Juventud de América, Losada, Buenos Aires, 1946.
Biagini, H., La Reforma Universitaria. Antecedentes y Consecuentes, Leviatán, Buenos Aires, 2000.
Ciria, A. y Sanguinetti, H., Los Reformistas, Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1968.
Del Mazo, G., Reforma Universitaria y Cultura Nacional, Raigal, Buenos Aires, 1955.
Derrida, J., Los Espectros de Marx, Trotta, Valladolid, 1995.
Casares, T., "La Reforma Universitaria", en Revista Criterio, Nº 16, Buenos Aires, Junio de 1928.
González, Julio V., Reflexiones de un Argentino de la Nueva Generación, Buenos Aires, 1931.
Halperín Donghi, T., Vida y Muerte de la República Verdadera (1910-1930), Ariel Historia, Buenos
Aires, 2000.
Ingenieros, J., "El contenido filosófico de la cultura", en Revista de Filosofía, Nº 1, Buenos Aires, Enero
de 1915.
Kohan, N., Deodoro Roca, el Hereje, Biblos, Buenos Aires, 1999.
Mangone, C. y Warley, J., El manifiesto. Un Discurso entre el Arte y la Política, Biblos, Buenos Aires,
1992.
Ponce, A., La Vejez de Sarmiento, J. Héctor Matera, Buenos Aires, 1958
Ponce, A., "Un examen de conciencia", en Revista de Filosofía, Nº 3, Buenos Aires, Mayo de 1928.
Roca, D., Las Obras y los Días, Losada, Buenos Aires, 1945.
Rojas, R., Introducción al Dogma Socialista, s. d., Buenos Aires, 1915.
Sanguinetti, H., La Trayectoria de una Flecha. Las Obras y los Días de Deodoro Roca, Librería
Histórica, Buenos Aires, 2003.

Fuentes Virtuales

http://edant.clarin.com/diario/especiales/yrigoyen/cultura/ref_univ.htm
http://www.cfa.unc.edu.ar/institucional/organizacion/editorial/postales/postales-unc-serie-reforma-
universitaria
http://www.temakel.com/fotoreformauniversitaria.jpg
http://www.temakel.com/fotoreformadroca.jpghttp://www.cfa.unc.edu.ar/institucional/organizacion/editor
ial/postales/serie-reforma-universitaria/r4.jpg
http://www.cfa.unc.edu.ar/institucional/organizacion/editorial/postales/serie-reforma-universitaria/r5.jpg
García Aramburu, A.,"El Pensamiento de la Reforma Universitaria de 1918".
En http://www.temakel.com/histreformau.htm

22
II. 5. El Programa del Radicalismo Histórico y las Clases Medias

La Reforma Universitaria de 1918


Crónicas del diario “El Pampero” sobre la revuelta estudiantil

Ficha de Contenidos elaborada por


Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia
Profesor Titular a cargo de la Cátedra

El Manifiesto Liminar de los Universitarios Cordobeses

A Modo de Presentación

A fin de trascender los lugares comunes referidos a los textos más conocidos sobre la
Revolución Universitaria de 1918, presento en esta ficha de contenidos un conjunto de
fragmentos de notas publicadas por un periódico provincial denominado “El Pampero”, que en
esa época mostraba un neto corte fascista, hispanista y clerical. El mismo se editó en Córdoba
durante las primeras décadas del siglo XX y durante los años treinta y cuarentas, durante el
oscurantismo nazi en Alemania fue desembozadamente sufragado por la Embajada de ese país
en la Argentina, utilizándolo como órgano de propaganda. Actualmente se reedita digitalmente,
con un tono algo atemperado, pero similar en su esencia ideológica.15

15 Vease: http://diariopamperoarchivos.blogspot.com.ar/2012/09/la-reforma-universitaria-de-1918.html.
Los datos de esta fuente virtual son: Diario Pampero Cordubensis Nº 468, INSTITUTO EREMITA URBANUS,
Córdoba de la Nueva Andalucía y del Tucumán, el 1º de septiembre de 2012. Sopla el Pampero. ¡Viva la Patria”!
¡Laus Deo Trinitario! ¡Viva Hispamérica, libre, justa y soberana! Asunto: “La Reforma universitaria” de 1918- ¡frailes
no! ¡dogmas no!”. Editado por gabrielsppautasso@yahoo.com.ar. En dicho blog, su autor-editor si bien no reivindica
el tono de los textos publicados en los tiempos de la Reforma Universitaria y de la década infame, está claramente
identificado con un pensamiento nacionalista conservador, pro-hispanista y clerical que no difiere con el de sus

23
Lejos de rescatar la progresividad histórica y la naturaleza profundamente revolucionaria de la
rebelión estudiantil que puso fin a la hegemonía eclesiástica y escolástica en dicha Universidad,
lo que puede apreciarse es un abierto repudio a la movilización estudiantil
En Córdoba de las primeras décadas del siglo XX existía una variada prensa escrita que aparte
de mostrar las diversas opiniones que sus cronistas expresaban sobre la vida cotidiana, dejaba en
evidencia la presencia de distintas corrientes ideológicas, filosóficas, políticas y religiosas
existentes en ese mundo mediterráneo. Estos periódicos, muchos de ellos de escaso tiraje
impreso y reducida distribución, aparte de registrar y transformar en noticias los
acontecimientos mas variados, asumían una posición militante y tomaban partido,
posicionándose a favor o en contra de los hechos que desde su óptica consideraban relevantes.
Uno de ellos, claramente conmovedor y que detonó en la sociedad cordobesa, haciendo estallar
su dogmático y reaccionario statu-quo académico, fue la epopeya universitaria que los jóvenes
reformistas plasmaron en las gélidas jornadas de Junio de 1918. Sin embargo, para “El
Pampero”, evidentemente, no fue así.

La visión del “El Pampero” sobre las Causas que Originaron la Reforma del ‘18

Para los ideólogos y editores de este periódico las causas que originaron esta desgraciada
rebelión estudiantil, no eran recientes. En los fragmentos que siguen intentan demostrar que se
trataba de un conflicto que venía gestándose desde el siglo anterior:

“El sentido de la vida universitaria, a fines del siglo pasado XIX y comienzos del siglo XX,
había prácticamente desaparecido. La Universidad comenzó a ser campo de batalla políticas o
trampolín de ascenso a posiciones expectables; los jóvenes, por otra parte, eran agitados por
nuevas ideas e inquietudes que no encontraban eco en las aulas anquilosadas y estáticas. Así
llegamos al año de 1918 en el cual encontramos a los jóvenes estudiantes divididos en
fracciones, principalmente católicos por un lado y liberales, socialistas o marxistas por otro. Se
produjo el movimiento de la “Reforma universitaria” que fue dominado por los segundos que
impusieron su signo al movimiento. Los desórdenes provocaron la intervención del gobierno
nacional (1918), se proyectaron nuevos estatutos, nueva intervención y nueva reforma de
estatutos que manda observar los de la Universidad de Buenos Aires, hasta que, en 1925, la
Universidad de Córdoba dicta los suyos”. (Diario Pampero Cordubensis Nº 468, Septiembre
2012)
“En 1885, aunque no figure en el papel, ya no funciona la Facultad de Filosofía. La situación es
de franca decadencia, es un síntoma la extinción o debilitamiento de los estudios humanísticos.
En verdad que podría citar muchos nombres ilustres, como los de Pedro Ignacio de Castro
Barros, que enseñó filosofía y fue Rector y de tantos otros egresados célebres, pero en los
últimos años del Siglo XIX vieron decaer a la secular Casa de Trejo y Sanabria que había
asistido, informado e influido en la historia argentina”. (Diario Pampero Número 325, “Hacia el
cuarto centenario de la Universidad de Córdoba”); Universidad Nacional de Córdoba, “Datos
Históricos”, 30-11-1973. Imprenta de la Universidad, 22 pp.).
“En 1873, una de las preocupaciones más constantes de las sociedades masónicas es, sin duda
alguna, la educación. La República Argentina ha entregado casi por completo la educación de
sus tiernas generaciones en manos de los jesuitas. (Los masones entienden por jesuitas las
instituciones de la Iglesia Católica.) En América del Sud van echando raíces sus hipócritas
instituciones y establecen escuelas y colegios…”. (…) “Sesenta años de laicismo escolar harán
exclamar al gran poeta y maestro argentino Leopoldo Antonio Lugones (1874-1938), Inspector
de Enseñanza: “El delito, la inmoralidad y el izquierdismo prosperan en la Argentina gracias a
la instrucción laica” (La Nación, 13-02-1938). Tres años antes, al condenar la ley 1420, había
dicho: “La ley 1420 es un fracaso moral, verdadera catástrofe, ocasión de corrupción y de

orígenes. Aunque se invoca justicialista, sus posiciones están más cercanas a la falange franquista, a Nimio de
Anquín y al Comando de Organización de Brito Lima y del Coronel Osinde, que al nacionalismo popular, obrero y
antiimperialista que encarnaron las masas peronistas cuando el 17 de Octubre abrieron un nuevo tiempo histórico.
El homenaje que se le rinde en su portada al “camarada” Enrique Oses, lo dice todo.

24
delitos, violentadora de la conciencia católica del país, proscripción de la moral, paradoja del
ateísmo, contradictoria con la soberanía del pueblo que se rige por la mayoría, esencial
contrasentido, engendradora de la escuela sin deber, forjadora de un simple ganador de plata,
animal de producción y de consumo”. (La Nación, 17-05-1935).
“Debemos aclarar, obra similar realizaban en 1904 y 1905 contra la libertad de enseñanza el
ministro de instrucción pública, Joaquín V. González, y los inspectores generales de enseñanza
secundaria y normal, Leopoldo Lugones y Pablo Pizzurno, todos masones. Mientras tanto, dijo
el 3 de agosto de 1904, el socialista y masón Leopoldo Lugones, que desilusionado abandonó
sus filas: ‘El socialismo fue y continuará siendo un partido extranjero’. Bernardo de Irigoyen
supo, en cambio, renunciar a tiempo a su filiación masónica, como lo hicieron también Joaquín
V. González, Leopoldo Lugones, y tantos otros. (Diario Pampero Número 386, BIS, “Lugones
y la masonería”. Diario Pampero Número 301: Para acabar por ahora y volver pronto. La
Guerra de León XIII).
“El 16 de mayo de 1905 el diario “Los Principios” de Córdoba publicó un editorial sobre “la
Masonería en la Instrucción Pública” donde el articulista, aportando elementos de juicio
suficientes llega a la siguiente conclusión: “Diríase, a creer en hechos fehacientes, que tanto el
Ministerio Nacional de Instrucción Pública como el Consejo Nacional de Educación, se hallan
en la Argentina en pleno auge masónico…”. La Masonería, el Socialismo y el Protestantismo
se dan la mano, en su fobia anticlerical, con el Liberalismo y el Normalismo de la “inteligencia”
argentina. La euforia Liberal de la época y el Esnobismo tentador llevaron a las logias a muchos
hombres públicos argentinos -como sucedió en Francia en el período prerrevolucionario-.
Después de la larga noche de la tiranía rosista -dicen los masones- la masonería, que vivió
oculta o semi-oculta, reabre sus “trabajos”; para replegarse luego en el silencio de “sus talleres”
al terminar el período inquieto de la organización nacional”. (Revista Símbolo, Septiembre
1948).
“En fin, el Supremo Consejo Uruguayo, constituido oficialmente en 1855, por carta patente
constitucional a la masonería argentina, el 21 de septiembre de 1858; incorporándose de esta
manera a la familia masónica universal. En 1904 eran 190 las logias en la Argentina, que
formaban el Gran Oriente del Rito Azul, el Gran Oriente del Rito Argentino, el Gran Oriente del
Rito Confederando y otros seis grupos más”. (…) “Ahora bien, la novedad del momento cautivó
a los vacilantes en su fe católica, carentes de sólida formación y se afiliaron a la masonería,
cuya finalidad última desconocían completamente, pero de la cual fueron dóciles instrumentos
desde las altas esferas del gobierno. Porque una es la masonería ordinaria o de aparato: la de los
banquetes, fiestas y reuniones, y, otra la alta masonería oculta, la principal, la responsable. La
experiencia históricamente ha comprobado que a veces se han afiliado a la masonería
verdaderos patriotas, los cuales, cuando aparecieron los fines reales de la Orden, creyeron que
eran desviaciones, y entonces reaccionaron”. (Diario Pampero Cordubensis Nº 468, Septiembre
2012)
“Es innegable que la masonería ejerce una considerable fuerza de atracción, porque fomenta la
natural tendencia mística del espíritu humano hacia el encanto del misterio y lo secreto; halaga
el orgullo del hombre, prometiéndola la quintaesencia de la sabiduría; se muestra a las almas
ansiosas de verdad y certeza -pero apartadas de Dios- como la religión universal del porvenir, de
la cual todas las religiones pasadas y presentes no serían más que etapas históricas o pasajeras; y
se presenta a los ojos de todos con las más atrayentes apariencias. Ocultando, bajo su disfraz e
hipocresía, los designios más aviesos. Al hablar de este período de nuestra historia, dice Atilio
García Mellid en “Proceso al Liberalismo Argentino”, Theoría: “Después de Caseros y Pavón
se inició la ofensiva destinada a abatir las substancias católicas de nuestra vida; programa
compacto de abatimiento de nuestras bases religiosas. El liberalismo asimiló los principios
naturalistas y positivistas, constituyéndose en una verdadera filosofía que negaba al ser y la
nacionalidad y a todo el conjunto de sus valores de sus valores espirituales. Esta etapa dio
primacía a los intereses materiales y coincidió con el auge del liberalismo económico y la
penetración del capitalismo imperialista. Era la pérdida irremediable de nuestra soberanía.
Para disimularlo, la oligarquía concibió su plan laico como una forma de defensa de la
soberanía del Estado frente a los “abusos” que en materia de matrimonio y educación
consumaba la Iglesia…El liberalismo desfiguró nuestra fisonomía tradicional, violentó

25
nuestras convicciones espirituales, comprometió nuestra independencia, dilapidó nuestras
riquezas, traicionó las justas aspiraciones del pueblo, abatió las columnas que defendían
nuestra soberanía y falsificó los hechos históricos para desalentar toda posible empresa
recuperadora…Los liberales de hoy están en la misma línea de pensamiento que sus
antecesores liberales de ayer o de hace un siglo…Siguen empacados en la vieja huella en que
se atascaron sus abuelos…”. (García Mellid, A., Op. Cit., pp. 519 y 547).
“Uno de los Acontecimientos Masónicos de mayor trascendencia nacional fue, sin duda, la
“Magna Tenida” del 21 de julio de 1860, realizada bajo la presidencia de Roque Pérez, en el
antiguo Teatro Colón -donde tenía su sede la masonería-, y que corresponde actualmente al sitio
que ocupa el edificio del Banco de la Nación Argentina. En esa histórica reunión el Supremo
Consejo de la Masonería Argentina confirió el grado 33 -según reza el acta o “plancha” labrada
en tal ocasión- “a los ilustres hermanos Santiago Derqui, Presidente de la República Argentina;
general Bartolomé Mitre, gobernador del Estado de Buenos Aires; Domingo Faustino
Sarmiento, Ministro de Gobierno de Buenos Aires, y el coronel Juan Andrés Gelly y Obes,
Ministro de Guerra del mismo Estado; y regularizó en el mismo grado al gobernador de Entre
Ríos, General en Jefe de los Ejércitos de Mar y Tierra de la República, ilustre hermano Justo
José de Urquiza”. (Casto, Antonio, Urquiza y la Masonería, Revista “Historia”, Nº 2, Año
1955, Buenos Aires). Urquiza había recibido el grado 33 del “Escocismo Masónico” en la logia
Jorge Washington de Concepción del Uruguay”. (Diario Pampero Cordubensis Nº 468,
Septiembre 2012)

*¡Frailes no! ¡Dogmas no!*

Notas Periodísticas de “El Pampero” sobre la rebelión estudiantil de 1918

“Reforma Universitaria”. Anarquía, indisciplina y politiquería en las Facultades. Desaciertos en


el gobierno de la educación. El menor de edad, incapaz según el Código Civil (¿por
Reformar?), es capaz, según la reforma universitaria para elegir profesores y participar en el
gobierno de las Facultades. En los orígenes, como el grupo estudiantil comunista “Insurrexit”.
Huelgas y bochinches en los colegios. Congresos de la Federación Juvenil Comunista en Santa

26
Fe, Rosario, La Plata, Córdoba y muchos etcéteras. Líderes estudiantiles comunistas. Disolución
de “Insurrexit”. La Federación Universitaria Argentina, instrumento del comunismo.
Constitución de la Federación Argentina de estudiantes secundarios. El comunismo en la
docencia. Inspectores, profesores y maestros comunistas, de actuación destacada y que aún en el
desempeño de sus puestos en la Educación. Primera Convección Nacional de Maestros.
Internacional del Magisterio americano. Conferencias comunistas e inmorales propiciadas por
docentes argentinos. Diario, La Prensa Roja, 15 de Junio de 1918.
“A raíz de la revuelta reformista del 15 de junio de 1918 escribía el socialista y diputado
nacional Julio V. González, testigo presencial: “Al destrozar los revoltosos, en el salón de
grados, únicamente los cuadros de clérigos, al pretender asaltar el convento vecino, al adoptar
desde aquel instante como grito de lucha: ¡FRAILES NO! y otros por el estilo…y -añadimos
nosotros- al derribar de su pedestal el busto del obispo fundador, que campeaba en medio del
patio de la universidad (Calle Trejo 242. Córdoba) y al arrastrar por la calle un crucifico atado a
la cola de un burro -“se estaba llamando simultáneamente a definirse”-. Diario Pampero
Número 52, “Sobre la Reforma Universitaria”. (1918 -15 de junio).
“A partir de aquella asonada el movimiento toma, pues, su orientación definitiva y con ello
adquiere la trascendencia con que ha sido registrado. Es entonces que la lucha se traba a la luz
meridiana como el choque de las fuerzas liberales con las clericales. Las violencias de los
sublevados no iban a parar en el tumulto del 15 ni en el del 17 de Junio. Se asalta el diario “Los
Principios”, órgano periodístico del catolicismo, se apedrean los centros adversos en cuyas
casas no quedó ni un vidrio sano, y se embadurnaban de alquitrán sus letreros, los templos eran
víctimas de los mismos desmanes y sus muros se iban cubiertos con la consigna revolucionaria
de *¡FRAILES NO!* Todo el que estaba disconforme con lo existente, en cualquier orden de la
vida social, concurría a las manifestaciones de los estudiantes. (González, Julio V. La Reforma
Universitaria, p. 59 a 62).
“El doctor Ramón J. Cárcano, uno de los protagonistas de la “reforma” escribió: “El
movimiento innovador fue creciendo; yo mismo ocupé la tribuna universitaria para impulsarlo,
se dividen las opiniones, aparecen facciones y se sostiene una lucha sorda hasta culminar en el
ruidoso y estéril estallido de 1918. ¿Cuáles son los resultados de la revolución universitaria?
Ningún resultado bueno. Intereses subalternos…, profesores parasitarios…, juventud sin saber,
sin altos anhelados, sin rumbos”. (Cárcano, R. J., Mis Primeros Ochenta Años, p. 209).
“No cabe la menor duda que el movimiento reformista desde su aparición violenta, coincidente
con la revolución soviética, no fue otra cosa que una explosión Másonica-Marxista de
tendencias netamente Irreligiosas, como se puede colegir del Manifiesto del 21 de junio de
1918 que dice: “La juventud universitaria quiere levantar bien alta la llama que está quemando
el viejo reducto de la opresión clerical con su religión para vencidos y esclavos… religión que
enseña a menospreciar el honor y a deprimir la personalidad”; -y del Manifiesto de la
Federación Universitaria-, fechado el 24 de enero de 1919, que lo declara sin reticencias de
ninguna especie: “La revolución hubo de ser un movimiento no sólo anticlerical sino también,
lo que es más importante, Irreligioso”. (Diario Pampero Cordubensis Nº 468, Septiembre 2012)
“En su pastoral del 6 de julio de 1918 decía Monseñor Zanón Bustos y Ferreyra, obispo de
Córdoba: “El noble anhelo de estudios más amplios, fundamentales y metódicos, colgado en la
bandera universitaria, degeneró el 15 de junio de 1918 en una agresión franca contra la Iglesia.
Se asalta el salón universitario de recepciones, destrozando los muebles y todos los cuadros de
clérigos y religiosos que pendían de sus paredes, entre ellos los de los próceres de la patria,
Funes y Castro Barros. A la consigna de ¡FRAILES NO!, todos fueron desastillados y el
monumento de Trejo arrebatado de su pedestal. Se presentaban la barbarie y la temeridad,
abiertas negaciones de la ciencia y la cultura. En las manifiestas del 23 y 30 de junio se repiten
los vejámenes a la cultura y religiosidad de Córdoba. Se colgaban religiosos y religiosas en
pendones por escarnio, y oradores traídos ex profeso, al grito de *¡FRAILES NO, DOGMAS
NO!*, se despachaban sacrílegamente contra las cosas sagradas, contra el clero y contra la
religión”. (Diario Pampero Cordubensis Nº 468, Septiembre 2012)
“El 23 de noviembre de 1818 apareció una nueva pastoral condenatoria de los actos impíos y
sacrílegos que se repitieron el 6 de noviembre contra el seminario, los conventos y la curia de
Córdoba. Los católicos, ya en 1913, habían iniciado el movimiento reformista, pero ahora los

27
anti-clericales masónico-liberal-marxistas, lo desprestigian totalmente. Dieron motivo a la
reforma los masones y liberales rojos encaramados en la Universidad, y luego la usufructuó un
nuevo elenco de masones e izquierdistas. El 4 de julio de 1918 los estudiantes de Córdoba se
unen a los obreros anarquistas, a quienes antes llamaban “chusma” y ahora “camaradas en la
lucha y en la gloria”. En la asamblea del 7 de julio de 1918 la Federación Universitaria se
manifiesta desembozadamente anti-católica y sus conferencias en Buenos Aires se realizaban
preferentemente en los comités socialistas”. (Revista Eclesiástica de Buenos Aires, Año 1918,
p. 670).
“El Presidente Yrigoyen (1916-1922) envía como Interventor a la Universidad de Córdoba, en
agosto de 1918, nada menos que al masón Telémano Susini, el anticlerical que en su juventud
había capitaneado a los forajidos incendiarios del colegio El Salvador de los jesuitas. En la
asamblea de la Federación Universitaria, reunida en el Teatro Nuevo, el 24 de junio de 1918,
había dicho: “Hay que quemar los templos, acabar con la Clerigalla y extirpar la llaga del
catolicismo”. Lo mismo repitió ante los socialistas en el salón de “Unione e Benevolenza” de
Córdoba”. (Diario Pampero Cordubensis Nº 468, Septiembre 2012)
“El ministro José Salinas entrega la Universidad de Córdoba a los revoltosos y el caos cunde,
desplazándose luego hacia Buenos Aires y La Plata. “Es el espíritu del soviet el que los inspira
contra el orden; es la inadmisible: dictadura del tumulto. Las salvajadas que cometen los
estudiantes en esos años, son fruto de la enseñanza recibida. Obran de acuerdo con la prédica.
El cientificismo, que es la Ideología del Siglo, forma malvados, no hombres. Saben las últimas
novedades de la ciencia, pero su alma queda salvaje con su barbarie primitiva”. Las
universidades caen en manos de los masones y maximalistas (Bolcheviques). La reforma dio
por resultado estudiantes con muchos derechos y poca ciencia”. (Diario Pampero Cordubensis
Nº 468, Septiembre 2012)
Ante los desmanes causados por la FUA en La Plata, publicaba “La Razón” del 6 de abril de
1920: “Es bochornoso el espectáculo que ofrece la muchedumbre estudiantil, que cansada ya
de provocar desórdenes de toda clase, de desautorizar con toda la obra de sus escándalos la
disciplina y la tradición de los institutos superiores, asalta los tribunales examinadores, tirotea
a sus señores, insulta a sus profesores y destroza las aulas. La violencia triunfa. Es hora que la
autoridad reprima con mano firme lo que se inició con los abusos y concluyó con el crimen.
Debe terminarse con la anarquía y con los anarquistas de nuestros institutos universitarios”.
Este fue el saldo que dejó la tan decantada “reforma universitaria”: “arbitrariedades inauditas
al presente, anarquía en la mañana y avanzado sectarismo político y religioso”. (Diario
Pampero Cordubensis Nº 468, Septiembre 2012)
En su discurso inaugural dirá el rector reformista de la universidad de Córdoba en 1921, doctor
Francisco de la Torre: “Rusia -el ejemplo más hermoso de la historia del mundo- ha realizado
una revolución colosal. Los pueblos ya tenemos en la Rusia progresista el ejemplar a seguir, y
es de imaginarse lo que dará al mundo Rusia en el futuro”. (Revista Eclesiástica de Buenos
Aires, Año 1921, p. 377).

28
II. 6. Las Escuelas de Artes y Oficios

Las Escuelas de Artes y Oficios (1)


Parte 1: Sus Orígenes y la Proyección Histórica de un Debate
Autor:
Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia
Docente-Investigador UNT-UNJu

1912. Taller de Sastrería. Escuela de Artes y Oficios de Salta 1921. Escuela de Artes y Oficios de Jujuy

Los Orígenes:

Cuando en 1873 el diputado nacional Ángel Soria presentó en la sede del antiguo congreso
nacional un proyecto de ley para la creación de Escuelas de Artes y Oficios,16 estaba convencido
de que podría ser una buena iniciativa para favorecer el desarrollo industrial del país. Lo que
nunca imaginaría es que abría la puerta a una controversia político-educativa de profunda
significación en nuestra breve historia pedagógica.
El debate parlamentario, interesante en sus considerandos, se prolongó durante un año,
trayéndose a colación los aspectos más importantes del proyecto. En primera instancia se
pusieron en juego las similitudes y diferencias entre el proceso de industrialización desarrollado
en Francia y la crítica situación argentina.17 Y en este contexto, aceptando las profundas

16El proyecto de este legislador de crear Escuelas de Artes y Oficios en el país, se inspiró en “l' École Centrale des Arts et
Manufactures (ECAM)”, fundada en París, en 1829. Establecimiento que tenía por objeto la formación de mano de obra
especializada, para llevar adelante el programa de desarrollo que imponía la revolución industrial francesa, en permanente
competencia con el despegue industrial inglés. Respecto esta escuela, se puede consultar a Durán Rodríguez, M. D., “La
educación técnica popular en Francia y España (1780-1950): algunas consideraciones acerca de las Escuelas de Artes y Oficios
en ambos países”, en revista digital Sarmiento, ISSN: 1138-5863, Número 13, Universidad de Vigo, 2009.

17 Un conjunto de historiadores-economistas, sostienen que durante el bienio 1875-1876 se produjo una de las crisis cíclicas más
acentuadas en la economía-mundo capitalista del siglo XIX, generando una fuerte depresión en las economías exportadoras del
orbe periférico. Como la Argentina era una de ellas, el país padeció -durante la presidencia de Avellaneda- una de sus crisis
económicas más agudas de la centuria. Al respecto se puede consultar a: Díaz Alejandro, C. F., Essays on the Economic History
of the Argentine Republic, en Essays on the Economic History of the Argentine Republic, Statistical Appendix, New Haven
and London, Yale University Press, 1970; Marichal, C., Historia de la Deuda Externa en América Latina, Alianza,
Madrid/México, 1998 y del mismo autor ¿Existen ciclos de la deuda externa de América Latina? Perspectiva de los Siglos XIX y
XX, en Comercio Exterior, Volumen 55, N° 8, México, Octubre de 2005; Suter, Ch., Debt Cycles in the World Economy: Foreign
Loans, Financial Crises and Debt Settlemens 1820-1990, Westview Press, San Francisco, 1992; Rocchi, F., Dossier. La Crisis de
1890: Política, Sociedad y Literatura, Introducción. Publicado en Entrepasados, Revista de Historia, Año XII, Número 24/25,
Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, 2003 y Rapaport, M.,
Historia Económica, Política y Social de la Argentina (1880-2003), Ariel, Buenos Aires, 2005

29
diferencias dadas con el país galo, se discutió acerca de temas como: la gratuidad de dichas
escuelas, la cantidad y ubicación de las mismas, la situación nacional relacionada con el
desarrollo industrial, etc. En la sesión del 29 de Junio de 1874, el diputado de la nación
Aristóbulo del Valle, miembro informante de la comisión patrocinadora del proyecto, sostuvo
respecto a la gratuidad de esta enseñanza:

"En Francia, donde existen estas escuelas de artes y oficios, tan bien organizadas, que se citan
como modelo, debo recordar a la Cámara, que estos colegios, aunque fundados por la Nación,
son colegios en que los alumnos pagan: cada uno de los estudiantes o aprendices paga 600
francos anuales; es decir, 3.000 pesos moneda corriente próximamente, lo que le costaría a
cualquier estudiante en iguales condiciones en la República Argentina. Nosotros no podemos
hacer lo mismo; porque las condiciones sociales, las condiciones de aquellas personas a quienes
se trata de favorecer por este proyecto no se encuentra en el caso de poder hacer un gasto tan
oneroso, como seria 3.000 pesos al año, para la enseñanza de algunas de las instrucciones que se
trata de favorecer y desarrollar en nuestro país por este proyecto.".18

En este sentido y siguiendo la huella alberdiana en materia educativa,19 el argumento de peso


para defender el carácter gratuito de estas escuelas se fundaba en dos razones: a) en la necesidad
nacional de favorecer el desarrollo de la industria, dotando al mercado de personas capacitadas
en dichas artes; y b) teniendo en cuenta las grandes diferencias entre una sociedad y otra, era
fundamental promover el carácter gratuito de ellas, dadas la terribles condiciones de pobreza en
la que vivían los habitantes de una economía periférica. Siguiendo este hilo de razonamiento, en
otro tramo del debate el diputado Del Valle expresó:

"Es necesario no olvidar que aquellos países que se encuentran en condiciones completamente
distintas del nuestro, allí no es absolutamente necesario establecer escuelas para que se formen
industriales; allí la industria privada abre vasto campo para todas las aspiraciones, y para todas las
inteligencias que quisieran dedicarse al trabajo en una esfera más elevada de aquélla a que
vulgarmente se entrega la clase proletaria de la ciudad. Y por eso en naciones industriosas que
tienen una ya establecida, que tienen grandes establecimientos, no es necesario abundar en los
medios de difundir esta instrucción porque tienen por sí solos. Y los aprendices pueden concurrir
como trabajadores a esas escuelas y perfeccionarse en la profesión que elijan; pero no
perfeccionarse en la teoría, sino prácticamente; un mecánico no necesita ir al colegio para
adquirir conocimientos necesarios para ciertos oficios que desempeña con bastante buen
provecho: le basta tomar parte en una de aquellas grandes empresas industriales que hay, que le
ofrecen todos los días un aprendizaje constante y práctico de su oficio.". 20

Basándose en las señaladas diferencias entre Francia y Argentina, Del Valle argumentaba en
favor de la creación de estas escuelas y sostenía que si ya existiesen las industrias en nuestro
país, la mano de obra se podría formar en la práctica diaria del oficio y no desde la teoría que
proporcionaba la escuela. Pero como esas industrias aquí no se habían desarrollado, era
fundamental iniciar el camino inverso creando las instituciones donde formarla.
Pero más allá del sentido altruista y potencialmente beneficioso del proyecto, la empresa no era
sencilla. El obstáculo que frenaría la iniciativa fue la secular carencia presupuestaria para tales
fines. Privaciones económicas que limitaron seriamente el desarrollo educativo del país en su
conjunto y que se manifestaron como una constante de las presidencias liberales entre 1862 y
1880 (Mitre, Sarmiento y Avellaneda). Ello, por cierto, puso en duda uno de los sentidos
comunes más arraigados en la mentalidad colectiva del pueblo argentino: la discutible idea de
que durante la presidencia de Sarmiento (1868-1874), la educación popular fuera la niña

18 Diario de Sesiones de la Cámara Nacional de Diputados, del año 1874. En sesión de 29 de julio, p. 491

19 La visión educativa de Alberdi se desarrollará en la segunda parte de este trabajo.

20 Ibídem, año 1874. En sesión del 29 de julio, p. 494

30
mimada de su gestión.21 En función de la situación descrita el debate se orientó a definir la
cantidad de escuelas que debían crearse. Primaron dos argumentos: por un lado, se consideraba
pertinente fundar una escuela por provincia, a fin de promover similares desarrollos en todo el
territorio nacional. Al mismo tiempo, y por otro, el principio de realidad inobjetable de las
carencias descritas, ponían en duda ese propósito. Al momento de fundamentar su voto, el
diputado Leandro Nicéforo Alem consideraba que otro camino debía adoptarse, para salvar el
inconveniente económico de crear una escuela por distrito. Su propuesta era el recorte
institucional, dado lo exiguo de la partida asignada:

"No creo de ninguna manera, y voy a terminar, porque sólo he querido decir algunas palabras
para fundar mi voto, que, para hacer 14 establecimientos como se deben hacer, sea posible
hacerlos ahora y mucho menos con esta suma. Además no los creo indispensables: con dos o tres
establecimientos en los puntos más convenientes (...)" 22

A su vez, el diputado Soria, aportando una visión más precisa y definida del problema,
argumentaba porqué la asignación presupuestaria destinada al proyecto era insuficiente. Decía
que era necesario comparar el costo que habitualmente requería el sostén económico de las
Escuelas Primarias comunes y la cierta “facilidad” que suponía conseguir docentes para ellas,
con la onerosa carga que significaba dotar a las Escuelas de Artes y Oficios de la tecnología
requerida. Cuestión que se hacía más dificultosa, aún, dada la carencia de artesanos y
especialistas para integrar su cuerpo docente. Aquí sus palabras:

"Para establecer una escuela primaria, mi opinión es que basta con una modesta casa y un banco;
pero para establecer una escuela de artes y oficios, es otra cosa: hay que destinar sumas fuertes
para buscar profesores, que no son tan abundantes como lo son para la enseñanza primaria.
Sobre todo, como dije antes, no se debe contar con un número crecido de discípulos o individuos
que están destinados a recibir la primaria.". 23

El proyecto fue votado favorablemente en la Cámara de Diputados el 29 de Junio de 1874, y el


29 de Julio, en el recinto de Senadores se sancionó como ley. A diferencia de lo que sugería
Alem, se determinó la creación de una escuela por provincia. Pero ese no era el problema
central, sino el irrisorio monto de $200.000 (pesos, doscientos mil), previsto en el Art. 4º, para
hacer realidad la normativa.24 Como se dijo, el país no sólo arrastraba una gravosa deuda
externa, producto de los empréstitos solicitados para financiar la impopular y fratricida guerra
con el Paraguay,25 sino que transitaba una década donde una de las crisis cíclicas más agudas del

21Vid., Yépez, D. E., La Mano Avara y el Cristo Caído. Orígenes de la Instrucción Pública en Jujuy a Fines del Siglo XIX.
De la Escolaridad Colonial a la Escuela Pública y Estatal (1880-1890), Alción Editora, Córdoba, 2003

22 Diario de Sesiones, de la Cámara Nacional de Diputados del año 1874. En sesión de 29 de julio, p. 495

23 Ibídem, año 1874. En sesión de 29 de julio, p. 492

24 El texto completo de la breve ley decía: “Expediente 00025-D-1873. Creación de Escuelas de Artes y Oficios. Julio 29, 1873.
Art. 1º. Autorízase al PE para establecer una escuela práctica de artes industriales, en cada una de las provincias argentinas. Art.
2º. Esas escuelas tendrán por objeto promover el desarrollo de la industria, formando artesanos instruidos y laboriosos. Art. 3º.
Los ramos que deberán enseñarse en las escuelas, la duración de los cursos, calidades y condiciones de los alumnos serán
fijados por el PE, en regulaciones que formará sobre la base siguiente: 1º. Los ramos de enseñanza comprenderán las industrias
que tienen por base la aplicación del cobre y la madera, como también el manejo de las máquinas a vapor. 2º. Los cursos no
podrán durar en su totalidad más de cuatro años. Art. 4º. Destínese 200.000 pesos de las rentas generales a los objetos de la
presente ley. Art. 5º. Comuníquese. Vid., Memoria Legislativa Argentina, Cámara de Diputados de la Nación, Secretaría
Parlamentaria, Dirección de Archivo, Publicaciones y Museo, http://www.archivodiputados.gov.ar/educa.html

25 Esta ignominiosa guerra se financió a partir de un paquete de leyes sancionadas dócilmente por la Legislatura Nacional
controlada por el mitrismo. Ellas son las número 133, 158, 185, 208, 233, 266, 281, 283, 349, 365, 442 y 619, destinadas a
contraer empréstitos y créditos externos para sufragar la matanza del pueblo guaraní. Este conjunto de leyes redondeó la suma
aproximada de $F 30.000.000 para solventar los gastos bélicos. Una vez más, interesaba el sometimiento de una provincia
latnoamericana a los intereses mercantiles británicos antes que destinar esos fondos para la educación de las masas populares.

31
capitalismo globalizado impactó fuertemente en la economía nacional. Ante esta situación, era
más importante cumplir con los deudores externos, que destinar las partidas necesarias para un
adecuado financiamiento de la educación popular. El cuadro que sigue expone, al finalizar la
presidencia de Sarmiento, las asignaciones a este rubro:

Años Presupuesto Nacional Presupuesto Ministerio Subvenciones Escolares Gastos Eventuales


de Inst. Publica
1869 9.620.753 744.975 100.000** 8.000
15.000**
1870 14.486.995 785.027 102.400** 12.000
15.000**
12.000**
1871 16.215.388 1.031.529 200.000** 12.000
12.000**
1872 28.622.933 1.098.895 200.000** 12.000
15.000**
7.000**
1873 25.565.825 1.601.815 480.000** 12.000
15.000**
2.496**
1874 23.383.155 1.836.871 495.000** 12.000
Totales 117.895.051 7.099.113 1.670.896** 68.000
Fuentes: Año 1869, Ley 284, (Anales I, pp. 484–86); Año 1870, Ley 361, (Anales I, pp. 908–09); Año 1871, Ley 449, (Anales I,
pp. 930–31); Año 1872, Ley 497, (Anales I, pp. 940–41); Año 1873, Ley 582, (Anales I, pp. 963–64), Año 1874, Ley 653, (Anales
I, pp. 980–81). **Asignaciones para Bibliotecas Populares y para la Comisión Provincial de Escuelas.

De acuerdo a estos indicadores, es posible deducir que la inversión total en la escolaridad


pública apenas sumó el 1,5% de los Presupuestos Nacionales durante sus seis años de gobierno.
Este monto dividido en 13 distritos dio como resultado $F 133.761,23 para cada uno; y si a esta
última cifra la dividimos en 72 meses de gestión, el resultado final es de $F 1.857,80 mensuales
para la Instrucción Pública de cada provincia. Vale la pena comparar estas asignaciones con
otros gastos realizados durante la presidencia del padre de la Educación Argentina.
Entre el periodo de 1868 a 1874 las pensiones militares se incrementaron en $F283.766 y se
pagó por la totalidad del rubro $F1.355.685. Los créditos especiales otorgados al Ministerio de
Hacienda e Interior ascendieron a $F1.021.427. Setenta y un Acuerdos de Ministros autorizaron
gastos reservados a espaldas del Congreso y nunca publicados en el Registro Oficial, por valor
de $F 19.540.767. Otro paquete de Leyes Especiales capturó $F18.986.600 y la emisión de
Fondos Públicos para financiar distintas leyes $F20.384.915. En esta danza de más de
$F61.000.000 la educación popular participó con $F1.738.896, o sea el 1,5% aproximado de las
sumas descritas. Si a estos gastos le agregamos los $F 83.000 votados para ajustar la garantía
del 7% del Ferrocarril Central Argentino, queda claro que no era mucha su generosidad para
con la educación.26
En consecuencia, no era extraño que se asigne la misérrima suma de $200.000 a la creación de
las Escuelas de Artes y Oficios, lo cual hacía inviable la iniciativa. Evidentemente, las crónicas
carencias de la educación elemental argentina no se producían por falta de fondos. Recursos
sobraban, pero la mano avara de los ganaderos latifundistas (y la intelligentzia política a su
servicio, de la cual Sarmiento fue uno de sus intelectuales orgánicos)27 gobernaba el país como
si fuera un potrero, determinando sin remordimientos, que la chusma no merecía mejor educa-
ción.

Anales de Legislación Argentina, Repertorio 1852-1880. Complemento. Editorial La Ley, Buenos Aires, 1954, pp. 407, 442,
446, 464, 469, 478, 484, 910, 914, 929 y 968.

26 Vid., Vedoya, J. C., Cómo fue la Enseñanza Popular en la Argentina, Plus Ultra, Buenos Aires, 1973.

27 Vid., Lacay, C., Sarmiento y la Formación de la Ideología de la Clase Dominante, Contrapunto, Buenos Aires, 1988

32
La Proyección Histórica de un Debate

Como ya se dijo, la imposibilidad de promover la creación de Escuelas de Artes y Oficios en las


trece provincias no sólo se reducía a una cuestión económica. Tampoco social, pues el
desarrollo de la educación en las regiones más postergadas del país no era prioridad para la
política oligárquica. Un tercer aspecto surge en el centro mismo de estas dos cuestiones: el
debate ideológico, sobre la función y el sentido que debía adquirir la educación formal en el
proceso de construcción de la nacionalidad.
Debate que en realidad reflejó la ardorosa discusión política y las terribles luchas materiales y
culturales que encarnó la guerra civil, dividiendo durante setenta años (1810-1880) -en bandos
irreconciliables- a la sociedad política y civil criolla, pues estaba en juego, en crisis y
confrontación la concepción de país sobre la cual se construiría la nación. Discusión que en la
específica dimensión educativa se sintetizó en las figuras de dos prohombres fundamentales de
ese tiempo: Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento y que se manifestara por el
verano de 1852-53, cuando las discrepancias existentes entre ellos -ya explicitadas en el exilio
chileno- se transformaron en ruptura política definitiva y en la asunción de identidades y
militancias opuestas.
Dicha controversia, expresión de las graves disensiones intestinas que aquejaban al país, se
tradujo, en primera instancia, en las misivas que ambos escribieron y que se publicaron como
Cartas Quillotanas y las Ciento Una.28 El segundo acto de este desencuentro fue producto del
ensayo, conocido como Las Bases,29 escrito por el tucumano, sobre el cual se inspiraría el texto
constitucional de 1853 y en el cual explicitaría su concepción educativa. Alberdi fue uno de los
intelectuales más destacados de la época y asumiendo una postura crítica, se permitió dudar de
la eficacia de la Instrucción (diferenciándola de la Educación) como formadora de ciudadanos.
Puso en tela de juicio las realizaciones educativas de ese período, señalando que los
establecimientos de educación formal “son por sí solos, pobrísimos medios de adelanto sin las
grandes empresas de producción, hijas de las grandes porciones de hombres”. 30

“El fracaso de la enseñanza en la formación del ciudadano, tenía que ver, según Alberdi, más
que con defectos propios de la enseñanza formal, con el papel mismo que a ella le cabía en
este proceso. Percibió con agudeza la existencia de medios más eficaces para lograr la
modernización de la sociedad, y elaboró para ello una nueva categoría -educación de la cosas-,
con la cual hacía referencia al conjunto de influencias sociales que intervenían en la formación
de un individuo, pero que están al margen de la enseñanza institucionalizada. Estos medios
eran, en Alberdi, la inmigración, la legislación civil, comercial y marítima, los ferrocarriles, el
sistema constitucional, el gobierno representativo, etc.
Sin demasiada precisión conceptual, Alberdi intentaba aludir con esto, al conjunto de
elementos que regulan la vida social de los hombres, entendiendo que en esa vida social real se
encuentra la base de los sistemas de valores de cada individuo en particular. A esto se refiere
en repetidas ocasiones cuando afirma, por ejemplo, que ‘…la industria es el calmante por
excelencia’ o que ‘…la industria es el gran medio de la moralización’ o que ‘… se llega a la moral

28 Vid., Alberdi, J. B., Cartas Quillotanas. Polémica con Sarmiento, Claridad, Buenos Aires, 1941 y Sarmiento, D. F., Las
Ciento Una y Alberdi, J. B., Cartas Quillotanas, Losada, Buenos Aires, 2004. Este último volumen que reúne las producciones
epistolares de ambos próceres, es parte de la Colección Controversias, dirigida por David Viñas e incluye un Estudio Preliminar
presentado por Marcos Mayer y La Polémica de Alberdi y Sarmiento en Chile, escrito por Enrique Zorraquín Bacú.

29 El libro originalmente se tituló: Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina y su
primera versión fue un folleto de 183 páginas, editado en la Imprenta El Mercurio de Valparaíso, el 1º de Mayo de 1852. Jorge
Mayer comenta que “…’ Las Bases’, despachadas en berlinas a lomo de mula, llegaron a todos los rincones. Las reproducían en
sus páginas ‘El Constitucional de los Andes’ para el interior, ‘El Nacional’ y ‘’El Progreso’ para Buenos Aires. El General Urquiza,
impresionado, le encargó a su secretario Ángel de Elía, una nueva tirada y la hizo distribuir en el interior…”. Vid., Mayer, J. M.,
Las “Bases” de Alberdi, Sudamericana, Buenos Aires, 1969, pp. 32 y 33.

30Vid., Tedesco, J. C., Educación y Sociedad en la Argentina (1880-1945), Solar, Buenos Aires, 1986, p. 26. La cita está
tomada a su vez de Alberdi, J. B., Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina, La
Cultura Argentina, Buenos Aires, 1915, p. 90.

33
más presto por el camino de los hábitos laboriosos y productivos… que no por la instrucción
abstracta’. 31

Relativizando el poder real de la educación formal como agente de cambio social y retomando
la tradición utilitarista y pragmática de la enseñanza,32 bregaba por una educación formadora de
científicos, técnicos y de habilidades profesionales, en lugar de abogados, médicos y teólogos.
Se podría decir, entonces, que su visión pedagógica estaba amarrada a una concepción de
cambio social, identificada con la tradición burguesa y protestante nor-europea, en la cual la
educación sistemática debía operar como variable dependiente y complemento cultural de las
fuerzas productivas, a fin de contribuir al desarrollo de un capitalismo industrial y
manufacturero. De ahí que le adjudicara un papel decisivo a la educación de las cosas, la cual
debía subordinar a la instrucción clásica. El mismo Sarmiento reconocía que Alberdi:

“Ha visto desde su bufete de Valparaíso, pasar buques por centenares, cargados de hombres a
formar la nueva república, y con ese puñado de hombres libres, ha palpado como todas esas
viejas sociedades, se ponían en movimiento: en Chile se siembra trigo para que coman los de
California, y millones vienen en cambio. El Pacífico se ha cubierto de vapores, de naves, de
telégrafos, en las costas; de caminos de hierro en el Perú, Chile, todo porque medio millón de
emigrados se han juntado en un extremo apartado de la América a dar vida y movimiento a
medio mundo. Sostengo las ideas del Alberdi, que son de todo Americano que tenga ojos, que
son las que triunfaron en despecho de cuanta necedad se haga en contrario, y las únicas que
nos han de hacer una nación rica…”. 33

Como se puede observar, las diferencias con Sarmiento no se plantearon puntualmente en este
plano, sino en el plano político y personal, cuestión que se reflejó claramente en el debate
epistolar. Después de la ruptura y de la posterior afinidad de Sarmiento con las posturas de los
liberales porteños, aparecieron las diferencias de concepciones político-educativas, en tanto el
lente con el que observaban el país ya no era el mismo.
El sanjuanino, prisionero de la cuestionable dicotomía civilización o barbarie, formulada en su
manifiesto militante antirrosista,34 llamado Facundo y encandilado por la norteamericana
concepción frankliniana y manniana de la educación35 descubrió, decepcionado, que los sujetos
sociales que habitaban la extensas e insondables latitudes de la pampa pastora, portaban las
taras propias de su condición racial y cultural, inherentes a la tradición hispano-colonial.
Abominable herencia que le deparó a los pueblos criollos -y en particular a los rurales- un
conjunto de incapacidades, generadas por el condicionamiento ambiental, (el mal que aqueja a
la Argentina es su extensión), el condicionamiento biológico (sujetos como el gaucho, llevaban
en sí el sumo pecado de la sangre mezclada), el condicionamiento cultural (por ende son
incapaces de desarrollar actividades industriosas) y el condicionamiento antropológico
(borrachos, pendencieros, vagos y mal entretenidos), que los transformaban en una “horda de

31 Tedesco J. C., Op. Cit., 1986, p. 26 y Allberdi, J. B., Ibídem, p. 80

32Esta concepción pedagógica utilitaria, racional, científica e industrialista, ya había sido explicitada por Belgrano, a fines del
Siglo XVIII, a través de su Memoria, desarrollada en sus Escritos Económicos, presentados al Consulado de la Ciudad de
Buenos Aires, en Julio de 1798. Ese documento ponía en evidencia la visión educativa del creador de la Bandera Nacional,
profundamente influenciada por los principios filosóficos de la escuela fisiocrática. Vid., Tedesco, J. C., Op. Cit., 1986 y
Fernández López, M., (C) Memorias. Manuel Belgrano, Biblioteca Página 12, Buenos Aires, 2001.

33Vid., Carta de Sarmiento de Mitre. Yungay, 9 de Julio de 1852, Museo Mitre, Correspondencia 22. Citada por Mayer, J. M., Op.
Cit., 1969, p. 28

34 Vid., Lacay, C., Op. Cit., 1988

35Vid., Puiggrós, A., Gagliano, R. y Southwell, M., Complejidades de una Educación “a la Americana”: liberalismo, neoliberalismo
y modelos socio-educativos, en Revista de Historia Entrepasados, Año XII, Números 24-25, IDAES-Universidad Nacional de
General San Martín, Buenos Aires, 2003.

34
indisciplinados”, cuya síntesis eran las controversiales figuras históricas de Quiroga y Rosas,
expresión de la anarquía y la disolución nacional. 36
Desde esta perspectiva, el sujeto pueblo en general y aquellos sectores populares que habitaban
las extensas regiones del país interior, eran concebidos por Sarmiento como expresión de la
barbarie emergente del atraso sudamericano, deplorable contracara de la civilización encarnada
en Europa y Buenos Aires. Al respecto Puiggrós (1990) afirma lo siguiente:

“La Educación Popular pregonada por el padre de la escuela argentina no se dirigía a los sujetos
sociales y políticos populares y mucho menos los consideraba posibles educadores. Tomaba
como educando a la ‘población’, entendiendo por ella a la masa resultante de la
desorganización de los insurrectos e irregulares, producto de una operación discursiva cuyos
efectos políticos aún sufre la sociedad. La escuela era la continuación de la guerra por otros
medios, en la relación que Sarmiento establecía con el pueblo, y el educador un civilizador.
Sarmiento, hombre nacido en el interior luchó contra los fantasmas del ancestro. Desplegó un
manto mortuorio sobre aquellos ‘pobres’ que, como él mismo afirmaba, armaron al Gral Fray
Aldao, caudillo ‘violento’ e ‘inmoral’ que distribuía granos y protegía chilenos; sobre los que
usaban chiripá y seguían el grito federal del Chacho Peñaloza; sobre los que concurrían a las
escuelas fundadas por Pancho Ramírez en Santa Fe o por Pedro Ferré en Corrientes; sobre los
Albarracín, sus abuelos, a quienes confiesa haber encontrado ‘en el borde del osario común de
la muchedumbre oscura y miserable’…”. 37

Del mismo modo, los aborígenes también fueron expulsados de la categoría pueblo y
transformados en sujetos ineducables.38 En función de la situación descrita y de los graves
problemas que traería aparejada la inmigración no-calificada,39 imaginar la educación formal
subordinada a la educación de las cosas y vinculada al desarrollo de un capitalismo industrial,
era un absurdo imposible. Por lo mismo, Sarmiento y posteriormente Mitre, concibieron la
educación como un arma intelectual de disciplinamiento político e ideológico y como proceso
civilizatorio al servicio del orden social y de la concepción de país impuesta por Buenos Aires
después de Pavón. Discurso civilizatorio que debía responder a la demanda de una oligarquía
latifundista que había optado por un modelo de producción agro-pastoril, basado en la
rentabilidad de la tierra y que aparte de requerir baja densidad de mano de obra y excelentes
relaciones con los mercados europeos, no necesitaba de profesionales calificados, tampoco de
técnicos, ni mano de obra especializada. Las consecuencias políticas, ideológicas, económicas y
sociales de este modelo afectaron decisivamente las posibilidades de crecimiento de una clase
burguesa rural de medianos propietarios y sobre todo de una burguesía industrial, propiciando -a
la vez- la emergencia de una mentalidad especulativa en las clases esenciales, desinteresadas en
invertir los excedentes de la renta agraria en el desarrollo industrial. Como antítesis de la
concepción alberdiana, para Sarmiento la escuela sería el dinamizador social por excelencia y
primer peldaño de un proceso civilizatorio que -actuando como fuerza militar- desarrollase

36 Vid., Sarmiento, D. F., Facundo, Huemul, Buenos Aires, 1978

37Vid., Puiggrós, A., Sujetos, Disciplina y Currículum en los Orígenes del Sistema Educativo Nacional (1885-1916),
Galerna, Buenos Aires, 1990, p. 87

38 “¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar.
Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán
son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su extermino es providencial y útil, sublime y grande. Se
les debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado...”. Vid., Sarmiento, D.
F., notas de los periódicos: El Progreso, 27/09/1844 y El Nacional, 19/05/1857, 25/11/1878 y 08/02/1879.

39En los años finales de su vida, cuando comprobó que la inmigración deseada nunca llegaría al país, amargamente se expresó
de esta manera, intentando refutar, de paso, la máxima Alberdiana “gobernar es poblar”: “Pero poblar de víboras un suelo digno y
capaz de cultivo, es decir poblarlos de Polichinelas, de Gil Blases, de Basilios, de Tartufos, no sólo no es gobernar sino que es
hacer imposible el gobierno. Poblar así, lejos de gobernar es corromper, embrutecer, empobrecer, despoblar, en fin, el país. En
este caso, al contrario, gobernar sería más bien despoblar, limpiar la tierra de apestados, barrer la basura de la inmigración
inmunda…”. Vid., Puiggrós, A., Op. Cit., 1990, pp. 100 y 101.

35
condiciones suficientes para llegar hasta los rincones más lejanos de un país en crisis y rebeldía,
pues

“La República Argentina necesita repeler la barbarie del desierto y ha conseguido, mediante el
intelijiente (sic) y denodado esfuerzo de su ejército de línea, reducirla a comarcas
relativamente estrechas; pero necesita urjentemente (sic) reducir también a los límites
estrechos los elementos bárbaros de la sociedad -que son el ocio y la ignorancia con su séquito
de crímenes- mediante el intelijiente y persevarente esfuerzo de un ejército de maestros, que
sepan enseñar, educando la naturaleza moral de los niños, a fin de que las escuelas sirvan
eficazmente al objeto de prevenir el crimen, consolidar la paz interior, promover el bienestar
jeneral (sic) y asegurar los beneficios de la libertad…”. 40 (La cursiva me pertenece).

Para asegurar la continuidad de dicho proceso, los sectores sociales privilegiados de la


aristocracia terrateniente pampeana le asignaron a la educación media -como continuidad de la
escuela- una función política, verbalista, universalista y enciclopédica, cuyo objetivo era formar
ciudadanos del mundo aptos para la vida social, como eslabón previo a la Universidad. La
máxima expresión institucional de esta política fueron los Colegios Nacionales fundados por
Mitre,41 cuyo mandato y función política fue formar una capa dirigente de jóvenes ilustrados
con mentalidad de administradores del país-estancia, defensores del librecambio y de la
exportación, como así también de la utilización del Estado para favorecer los intereses privados.
Este proyecto educativo, síntesis político-cultural de la hegemonía de la oligarquía dirigente, fue
profundamente anti-industrialista y funcional a los intereses de la patria ganadera,
constituyéndose en el discurso dominante que le impondría su sello indeleble a los principios
fundantes de la educación argentina.
Como voces disidentes a la impronta educativa dominante y la problemática relación educación
y trabajo, los sucesivos y larvados intentos de incorporar las diversas formas y modalidades de
educación técnica, agro-técnica y profesional en Artes y Oficios, al naciente Sistema Educativo
Nacional (SEN) fueron desparejos e infructuosos. El advenimiento del roquismo y su proyecto
histórico, cristalizado económicamente en la República Agro-Exportadora y culturalmente en la
Argentina Moderna, más el florecimiento de las economías regionales satélites al eje productivo
pampeano, sentaron las bases para el desarrollo de un capitalismo agro-ganadero dependiente.
Este desarrollo histórico demandó y reverdeció las posibilidades de integrar -una vez más- los
saberes técnicos y profesionales a la educación formalizada. En ese marco y como culminación
del debate educativo desarrollado a lo largo del siglo, se inscribieron los intentos de reforma
educativa promovidas en 1899 y 1900.

Cierre para Debatir

La relación entre educación y trabajo es un problema que nos interpela recurrentemente cuando
reflexionamos sobre nuestro pasado educativo. Vínculo que muestra una de las caras más
complejas de la díada Educación y Sociedad (y viceversa), permitiendo reconocer la condición
de variable dependiente por parte de la educación formal, respecto a los procesos infra-
estructurales situados en la base material de la sociedad. Esta controversial relación se

40 Vid., Puiggrós A., Op. Cit., 1990, p. 106.

41 Las palabras de Mitre fueron aleccionadoras, cuando explicaba la razón de ser de los Colegios Nacionales: “Lo urgente, lo vital
porque tenemos que educar a los ignorantes bajo pena de vida, es robustecer la acciòn que ha de obrar sobre la ignorancia, sin
desperdiciar un solo peso del tesoro, cuya gestión nos está encomendada para aplicarlo al mayor progreso y a la mayor felicidad
de la sociedad, antes que la masa bruta predomine y se haga ingobernable y nos falte el aliento para dirigirla por los caminos de
la salvación. Es por eso que al lado de las escuela primarias tenemos los colegios nacionales que dan la educación secundaria
que habilita al hombre para la vida social desenvolviendo en más alta escala sus facultades, elevando así el nivel intelectual, de
modo que el saber condensado en determinado número de individuos, obre en la masa de la ignorancia, difunda en ella una luz
viva y sostenga com armas mejor templadas los posiciones desde las cuales se gobierna a los pueblos…”. Vid., Mitre, B.,
Fragmentos de Discursos en el Senado, 16 de Julio de 1870, en Solari, M. H., Historia de la Educación Argentina, Paidós,
Buenos Aires, 2000, pp. 169 y 170. También citado por Tedesco, J. C., Op. Cit., 1986, p. 67.

36
constituyó en uno de los problemas cardinales de su breve historia, pendiente de resolución aún,
en tanto el prolongado debate educativo que generó, encubrió otra cuestión mucho más
profunda que merece preguntarse: ¿cuál fue el sentido dominante que adquirió el discurso
educativo emergente en los ‘80s, en tanto se expresó como correlato político y justificación
cultural del advenimiento de la Argentina Moderna?
El conservador y despolitizado sentido común,42 que libra una tenaz lucha para apoderase y
manipular los referentes teóricos y simbólicos de la mayoría de nuestros docentes, aportó lo
suyo para obstaculizar las posibilidades de abordar esta aporía, y para impedir que dicho
interrogante fuese percibido como uno de los ejes fundamentales del debate educativo nacional.
De este modo neutralizó su potencia ideológica, reduciéndolo a una mera cuestión educativa en
sí, despojada del complejo marco histórico y contextual que la rodeó. Operación discursiva con
la que se pretendió ocultar el sello distintivo de factoría portuaria, agro-exportadora y euro-
céntrica, que la oligarquía pampeana le impuso al país después de Pavón. Perfil hegemónico que
en la dimensión superestructural de los discursos pedagógicos gestó un proceso de colonización
cultural donde la concepción educativa descripta jugó un papel fundamental y fue el
complemento necesario para cerrar el círculo de dominio imperial en la semicolonia. Sin
embargo, es importante señalar que este paradigma educativo entró en crisis con el colapso de
la primera guerra mundial y la irrupción del radicalismo histórico. Ello no quiere decir que haya
perdido vigencia y no siga presente como cuestionado marco ideológico y teórico de la mayoría
de los agentes educativos del país.
Dicho de otro modo, el análisis y la necesaria reflexión que nos plantea la creación de las
Escuelas de Artes y Oficios, primera expresión educativa que puso en evidencia la problemática
relación entre educación y trabajo, no debe inducirnos al error de considerarla una cuestión
pedagógica o metodológica inherente a especialistas de la Educación. Por el contrario, debe ser
debatida como una matriz pedagógico-cultural, que históricamente representó una
contradicción, por un lado y una expresión de la transición educativa, por otro, entre la época de
esplendor del modelo agro-exportador y la construcción de un modelo de país industrializado,
con desarrollo auto-centrado, posterior a la década infame.

San Miguel de Tucumán, Mayo de 2013

42 "… el sentido común (senso comune) es un concepto equívoco, contradictorio, multiforme, y referirse al sentido común como
prueba de verdad es un sinsentido. Podrá afirmarse con exactitud que una determinada verdad se ha hecho de sentido común
para indicar que se ha difundido más allá del círculo de los grupos intelectuales, pero en ese caso no se hace sino una
constatación de carácter histórico y una afirmación de racionalidad histórica; en este caso, y siempre que se emplee con
sobriedad, el argumento tiene su valor, precisamente porque el sentido común es groseramente contrario a las novedades y
conservador y haber logrado que penetre una verdad nueva prueba que esta verdad posee una considerable fuerza de
expansividad y de evidencia". Vid., Gramsci, A., Cuadernos de la Cárcel, Tomo 3, Cuadernos 8, Miscelánea y Apuntes de
Filosofía, Ediciones Era, México,1986, p. 173

37
Las Escuelas de Artes y Oficios (2)
Parte 2: La Experiencia de Jujuy y la Reforma Educativa de Osvaldo Magnasco
Autor: Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia
Docente-Investigador UNT-UNJu

Escuela Técnica de San Salvador de Jujuy. Hasta 1921 fue Escuela de Artes y Oficios

La Escuela de Artes y Oficios en Jujuy

A mediados de Enero de 1898 llegó al Ministerio de Gobierno de Jujuy una circular proveniente
de la Escuela de Minas de San Juan. La primera parte, significativa a mi juicio, le informaba al
gobernador que dicho establecimiento se había:

“Reorganizado por decreto del 15 de Abril de 1897, sobre la base de un plan de estudios
eminentemente práctico y dotado de nuevos elementos de adelanto se recomienda más que
nunca á la juventud estudiosa por las brillantes carreras que la ofrece la ingeniería de minas,
agrimensor y encargados á la vez que por fin su enseñanza útil en los principales ramos de la
industria.
Las condiciones de ingreso son las que están indicadas en los Arts. 39 y 41 del Plan de Estudios
y Reglamento General que acompaño y según los cuales el que desee ser admitido como
alumno deberá elevar al Director de la Escuela antes del 15 de Febrero una solicitud en papel
sellado, acompañado de su certificado de estudios…”. 43

El sentido y el valor de esta circular (y otras similares remitidas en años anteriores) era que
ofrecía una modalidad de nivel medio inexistente en la provincia. En Jujuy aquellos jóvenes con

43 Finalizaba la nota en estos términos: “Seguro de que V. E. querrá cooperar con su alta posición á la propaganda a favor de
este establecimiento, le anticipo las gracias y aprovecho la oportunidad para saludarlo con el mayo respeto y consideración…”.
Firma: L. Gómez de Terán, Director. Vid., Archivo Histórico de Jujuy (A. H. J), Sección Histórica, Documentos Manuscritos, Caja
N° 1. Enero de 1898.

38
posibilidades de continuar estudios luego de la escuela elemental, sólo tenían dos opciones:
magisterio o bachillerato. Las ofertas técnicas, agro-técnicas o comerciales, orientaciones de
incipiente desarrollo en el nivel medio del Sistema Educativo Nacional, eran inexistentes en la
jurisdicción
De ahí su relevancia como convocatoria a estudiantes que tuviesen interés de superar las
propuestas tradicionales de enseñanza media. A dicha relevancia se agregaba una cuestión
mucho mas profunda en el debate educativo de fines de siglo: la problemática relación entre
educación y trabajo por un lado; cuestión que, por otro, ponía al rojo vivo la impronta
verbalista, enciclopédica, alfabetizadora (y mínimamente orientada a formar ciudadanos de
cuño liberal, enseñando “moral y civismo”), que hasta aquí el discurso pedagógico dominante le
había impuesto a los primeros niveles del sistema. Si se profundizaba la reflexión sobre ambas
cuestiones, emergía una tercera: la que llevaba a determinar -o a preguntarse- si la educación
argentina como discurso super-estructural debía responder a una concepción liberal-oligárquica
y agro-ganadera de país, destinada a formar sujetos (sobre todo de las clases acomodadas) aptos
para “la vida social y política”, esto es la clase dirigente emergente del capitalismo agrario
dependiente; o, si por el contrario, la opción consistía en formar recursos humanos calificados,
impulsores del desarrollo de las fuerzas productivas, en el marco de una concepción auto-
centrada e industrialista de desarrollo capitalista periférico. El relato mismo y el fin de la década
fueron reverdeciendo y de alguna manera tratando de zanjar la controversia, que admite sus
orígenes en las diferencias ideológicas, pedagógicas y políticas planteadas por dos personajes
históricos emblemáticos y hacedoras de la nacionalidad a lo largo del siglo que expiraba: Juan
Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.44
En la siguiente reunión del Consejo Provincial de Educación, otra resolución destacada del
cuerpo fue la designación de Rosario Solanes, como maestro de Trabajo Manual, en la Escuela
de Policía con un haber mensual de $90. Esta medida era el comienzo de un debate cuya
culminación determinó el nacimiento de un nuevo establecimiento educativo. A partir de esa
fecha y por moción de Silvetti, se creaba la Escuela de Artes y Oficios de San Salvador de
Jujuy. Podría decirse entonces que según el acta de esa reunión, el 29 de Septiembre de 1898
fue la fecha de fundación de esta escuela.
Sin duda, su creación tenía la misión de sentar las bases de una oferta escolar que estableciera
puentes de contacto entre educación y trabajo. La agudeza de pensamiento expresada por Emilio
Silvetti, vocal titular del Consejo intentaba aportar una mínima respuesta al problema expuesto
precedentemente. Es decir, a las carencias de modalidades -en la enseñanza primaria y media-
orientadas a la formación de niños y adolescentes en artes, oficios y profesiones calificadas.
Cuestión que, como se constató a lo largo de la década, obligaba a emigrar fuera de la provincia
a los estudiantes interesados en proseguir estudios “técnicos”. Por supuesto que se trataba de
una escuela carente de los más elementales recursos técnicos, incluso en la parte de “oficios
musicales” no disponía de un piano, instrumento que desde 1896 se había solicitado como
donación al Consejo Nacional de Educación (CNE), sin que se obtuviera respuesta. Pero si
mirásemos esta decisión desde una perspectiva más general, la creación de esta escuela de algún
modo representaba el ingreso de Jujuy al debate educativo de fin de siglo.45
Durante el primer cuatrimestre el consejo sesionó en doce oportunidades, ocupándose de debatir
la organización escolar provincial, ajustada al presupuesto educativo del año en curso, el caso de
los castigos corporales y fallecimiento de un alumno, la grave situación de la Escuela de Artes y
Oficios y Nocturna de la Capital, la escasa asistencia de los niños a las escuelas y el deambular

44Cfr., en Yépez, D. E. “Las Escuelas de Artes y Oficios. Orígenes y Proyección Histórica de un Debate ”, Parte 1, a Tedesco, J.
C., Educación y Sociedad en la Argentina (1880-1945), Solar, Buenos Aires, 1987; Sarmiento, D. F. y Alberdi, J. B., Las
Ciento Una. Cartas Quillotanas, Losada, Buenos Aires, 2004; Mayer, J. M., Alberdi y su Tiempo, Tomos I y II, Biblioteca de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Serie II, N° 13, Buenos Aires, 1973; Shumway, N., La Invención de la
Argentina, Emecé Editores, Buenos Aires, 1993; Halperín Donghi, T., Proyecto y Construcción de una Nación (1846–1880),
Ariel Historia, Buenos Aires, 1995 y Batista, J. O., Osvaldo Magnasco: En la Huella de Alberdi. La Educación Productiva,
Confluencia, Buenos Aires, 2001.
45
Vid., Acta del 29 de Septiembre de 1898, Vocales presentes: Acuña, Castañeda y Silvetti Libro de Actas
Copiador N° 4, del Consejo Provincial de Educación, Años 1897-1900, folios 202-203. Archivo Histórico del
Ministerio de Educación de la Provincia de Jujuy (A. H. M. E. P J.)

39
de maestros fuera de sus puestos de trabajo en horas de clase, entre otros temas significativos.
Respecto a la Escuela de Artes y Oficios, en la sesión del 19 de Junio,

“al darse cuenta del nombramiento de Don José López Arriaga para Subdirector de la Escuela
de Trabajo Manual i (sic) encargado de las clases de idioma nacional y tipografía, el Sr. Arroyo
manifiesta la conveniencia de reorganizar la expresada escuela, determinándole programa i
(sic) horario fijo con arreglo á los cuales se dé la enseñanza, añadiendo que su existencia
actualmente puede decirse que es nominal. El Sr. Presidente dice que efectivamente la escuela
no marcha como debiera, á causa de la absoluta carencia de los útiles necesarios los que fueron
pedidos al Consejo Nacional hace más de dos meses, sin haberse obtenido contestación hasta
la fecha, a pesar de los reiterados reclamos…”. (…)
“El Sr. Silvetti manifiesta su opinión en el sentido de que se suspenda la enseñanza del Trabajo
Manual hasta tanto se tengan los elementos necesarios continuando únicamente la clase de
tipografía é idioma nacional i se haga presente al Consejo Nacional que este Consejo se ha visto
obligado á tomar esta medida á causa de la demora en recibirse las útiles que el fueron
solicitados. Así se resuelve, aprobándose el nombramiento del Sr. López Arriaga…”. 46

Si el estado de la Escuela de Artes y Oficios era alarmante, la situación del otro establecimiento
(la Escuela Nocturna) con régimen especial de San Salvador no era mejor.

“Después de un breve cambio de ideas acerca de la marcha de la Escuela Nocturna, se resuelve


dirigir nota al Director de ésta llamando la atención sobre la escasa asistencia de alumnos i (sic)
haciéndole presente que si esta no mejora, habrá que suprimir al Ayudante…”.47

En los umbrales del siglo XX, las escuelas que intentaban ofrecer una propuesta alternativa de
educación elemental se encontraban en deplorable estado de abandono. Cuestión -después de
todo- que no escapaba a cierta lógica, pues si el subsistema escolar en su conjunto funcionaba
con precariedad, era ilusorio pretender que dichas escuelas fuesen la excepción. Más allá de las
buenas intenciones y de las iniciativas particulares que fomentaban el desarrollo de esta
modalidad de enseñanza, lo cierto es que para el desarrollo estratégico de la Argentina agro-
exportadora no era necesario formar técnicos capacitados en oficios calificados, sino peones,
obreros y campesinos con precarias competencias y mínimamente alfabetizados, sustentos
sociales básicos del modelo.
Pero no todos pensaban así. Consciente de esta situación el Dr. Osvaldo Magnasco, tan sólo a
ocho meses de haber asumido el cargo de Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la
Nación, el 05 de Junio de 1899 -con su firma y la del Presidente Roca-, presentaba al Congreso
un proyecto de ley que contenía el Plan de Instrucción General y Universitaria, en el cual se
proponía un cambio profundo a los contenidos y modalidades vigentes en el Sistema Educativo
Nacional. La reforma introducía la impronta de una educación activa, práctica y vinculada al
mundo del trabajo y de la industria. Se revalorizaban contenidos como Labores para las niñas y
para los varones Trabajo Manual, Agrícola y Trabajos Elementales de Industria. La orientación
práctica de la enseñanza se vería consolidada por una disposición del Poder Ejecutivo Nacional
(PEN) que

“…instalará necesariamente talleres completos de trabajo manual en las escuelas públicas de la


nación y adquirirá las áreas de tierras necesarias para la enseñanza del trabajo agrícola”. 48

46
Vid., Acta del 19 de Junio de 1899, Vocales presentes: Acuña, Arroyo y Silvetti. Libro de Actas Copiador N° 4,
del Consejo Provincial de Educación, Años 1897-1900, folios 218-219. Archivo Histórico del Ministerio de Educación
de la Provincia de Jujuy (A. H. M. E. P J.), p. 22
47 Ibídem, p. 219
48 Vid., Batista, J. O., Osvaldo Magnasco…, Confluencia, Buenos Aires, 2001, p. 107

40
Esta presentación abrirá la caja de Pandora de uno de los debates educativos más interesantes y
encarnizados que se recuerden en el parlamento. El contenido y desenlace del mismo dejaría en
claro cual debería ser la impronta pedagógica y política que debía asumir la educación formal en
un país de economía primaria, al que la división internacional del trabajo le había asignado el
papel de granja y granero del mundo. El tema no concluye aquí y será objeto de revisión
cuando abordemos las conclusiones de este trabajo.

La Reforma Educativa de Osvaldo Magnasco

Cuando el Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, Dr. Osvaldo Magnasco, el 05


de Junio de 1899 presentó al Congreso un proyecto de ley en el que proponía un nuevo “Plan de
Instrucción General y Universitaria”,49 un prolongado ciclo histórico-educativo comenzaba a
cerrarse en el país. Dicha presentación operaría como el antecedente de un singular consecuente,
que desataría una copiosa tormenta política en el recinto. Me refiero a su segundo proyecto
educativo, corolario del anterior, denominado “Reforma de la Enseñanza Media”,50 elevado al
parlamento el 15 de Mayo de 1900. Con este proyecto, Magnasco intentaría poner en práctica
las palabras pronunciadas en el acto de Colación de Grados de la Universidad de Córdoba, a
fines de 1899, al señalar que Alberdi post mortem ganaría su póstuma batalla: la educacional.
Siguiendo esta perspectiva, rescataré -sintéticamente- los fundamentos del primer proyecto, a
fin de ponderar el sentido y la magnitud de la innovación educativa. Encuadrando su accionar en
el Artículo 67, inciso 16 de la Constitución Nacional que le otorgaba facultades al Congreso
para dictar Planes de Instrucción General y Universitaria, lo primero que destacó, en su
presentación parlamentaria, fue el carácter de la Instrucción, entendiéndola como “el bien en su
más comprensiva acepción individual y colectivamente considerado. Por ella se va al bienestar
del hombre y del Estado, a las virtudes del trabajo, del ahorro y de la frugalidad, a los
beneficios de la paz individual y pública, a la solidez de las buenas costumbres y a las
satisfacciones de la conciencia…”.
A continuación expuso la cuestión esencial del proyecto “Con el presente proyecto inicia el PE
la realización de uno de sus más empeñosos propósitos: el de imprimir a la enseñanza la
direcciones prácticas que el problema de la educación y la índole de nuestro país exige…”.
Aclarando la expresión “tendencias prácticas” de la educación, decía que “dos acepciones tiene
en su sentir la expresión ‘tendencias prácticas’ de la educación: La una implica desechar del
plan -y por tanto de los problemas que son su reglamentación- todo conocimiento abstracto
cuyas virtudes de aplicación no sean una necesidad bien comprobada, o que no concurra a
disciplinar la inteligencia o estimular el sentimiento, sin los excesos contraproducentes de
nuestro plan vigente y muchos otros análogos. La otra responde al concepto utilitario común,
es decir, a la adquisición o desarrollo que el progreso material de la república requiere más
imperiosamente…”.
Continuando la huella alberdiana, el proyecto recalcaba la necesidad de limitar la extensión
teórica de los estudios y reducir la adquisición de la nociones generales a las más
indispensables, promoviendo, por oposición, “una instrucción sobria, sin esas profundidades
científicas que por el auxilio remoto que puedan prestar ulteriormente al alumno, corresponden
más bien a un sistema de cultura superior…”.
El Plan sugerido debía cambiar el sentido de la educación, y para eso “habrá que desviar
enérgicamente los estudios de sus rumbos tradicionales, torcer paulatinamente su dirección,
violentar inclinaciones facticias profundamente arraigadas en la rutina, en la indolencia y en el
espíritu facilitario (sic) en que son educadas nuestra generaciones, y destruir al fin, en gran
parte, el pesado y anacrónico sistema educacional que nos rige…”.
Entendía que la implementación de una concepción productiva de la educación no podía
posponerse más y que “debimos hacerlo mucho tiempo ha, como lo hicieron desde su primera

49 Vid., Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Novena Sesión Ordinaria, del 05 de
Junio de 1899.
50 Vid., Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Quinta Sesión Ordinaria, del 16 de

Mayo de 1900

41
infancia la mayor parte de los estados de la Unión Americana, comprendiendo que la grandeza
futura de la nación se hallará principalmente en lo que ya es dogma público y vulgar: el poder
económico. Quizás haya sido excesiva la reacción contra los viejos ideales y pueda señalarse
un desequilibrio a la larga perjudicial, pero a las naciones les está vedado sustraerse al
ambiente universal de su época, y la verdad es que muchas de ellas son tanto más grande y más
respetables, cuando más ricas son…”.
A lo que agregó “El trabajo industrial y agrícola aparte de su virtud poderosamente educativa,
debe hallarse pues, en nuestro plan de enseñanza común, para servir al fomento y al progreso
de un país que, como el nuestro, tendrá siempre que sobresalir por la variedad y clase de su
producción primaria y derivada. En este género de trabajos se hallará la mejor fuente de la
riqueza particular y pública, así moral como material, porque infundirá hábitos de labor,
acostumbrará a la sobriedad y el ahorro, vigorizará la raza, poblará y transformará
provechosamente nuestro suelo y perfeccionará y abaratará nuestra producción…”.
Dada la magnitud de la innovación, los resultados no serían inmediatos. Por lo tanto, “ello no
puede ser la obra de una nueva aspiración ni de un año, sino la obra lenta de mucho tiempo. Lo
que conviene ahora es fomentar el gusto y las inclinaciones por ese género de tareas, haciendo
carne en el espíritu de la población nativa la conciencia de sus grandes ventajas, mediante un
enseñanza elemental y perfeccionada de aplicación, de ensayo y de investigación tal como fuer
implantada en Norte América y la pregonaron, aunque vanamente, hace más de un cuarto de
siglo los estadistas argentinos más geniales y previsores…”.
En su proyecto de reforma curricular, la Educación Productiva era el contenido transversal que
se desplazaba a lo largo del trayecto educativo del estudiante, atravesando verticalmente los
grados, ciclos y niveles de la estructura formal del sistema educativo. Desde el Nivel Preescolar,
denominado Jardines de Niños, etapa preparatoria previa a la Enseñanza Primaria, se
incorporaba la práctica de ejercicios físicos y distracciones agrícolas. Proseguía con el nivel
primario, organizado en tres ciclos, a) primer Ciclo: la Enseñanza Primaria inferior que
comprendería 1º y 2º grado; b) segundo Ciclo: la EP media, con 3º y 4º grado y c) tercer Ciclo:
la EP superior que incluía 5º y 6º grado. Para las niñas se prescribía el dictado de Labores,
agregándose el aprendizaje de Economía Doméstica en el último Ciclo.
Para los niños se incorporaba Trabajo Manual, que consistía en “la libre elección de los que
más convenga a los intereses regionales”. La orientación práctica de la EP se consolidaría con
una disposición del PEN que preveía la “instalación de talleres completos de trabajo manual en
las escuelas públicas de la nación y adquirirá las áreas de tierras necesarias para la enseñanza
del trabajo agrícola”.
El diseño de la propuesta curricular se extendía al Nivel Medio discriminada en dos etapas o
ciclos: a) la de Enseñanza General, con una duración de 4 años y b) la Especial o Preparatoria,
para el ingreso a la Universidad que duraría por 3 años. A fin de establecer los seguimientos
pedagógicos necesarios de esta nueva experiencia educativa, el proyecto contemplaba la
designación de inspectores industriales y agrícolas, que se incorporarían al cuerpo de
supervisores ya existentes y el nombramiento de profesores mediante el sistema de concursos.
El primer ciclo de Enseñanza General, incluia materias como Trabajo Industrial y Agrícola,
desde 1º a 4º año, agregándose Dibujo en 1º año y Dibujo Industrial de 2º a 4º Año, como así
también el estudio de Inglés.
El segundo ciclo o Preparatorio se organizaba en una oferta de cuatro modalidades: 1) Derecho,
Letras y Teología; 2) Medicina y Veterinaria; 3) Ciencias y Artes y 4) Agronomía. Cada una de
las modalidades tenía por misión la formación previa del alumno, dentro de un área de saberes
relacionada con sus futuros estudios superiores.
Según la interpretación de Batista (2001), los estudios de Teología tenían el sentido de des-
vincular la educación de cualquier dogma en particular, preparando el terreno para el siguiente
proyecto educativo gubernamental (presentado en 1902), que sugería incluir la Lectura de la
Biblia en la escuelas, a fin de promover “el advenimiento de una época en la que, a imitación de
Inglaterra y Alemania, la lectura despreocupada de la Biblia, constituyese uno de los ocios más

42
edificantes de las maestras de las escuelas públicas…”.51 Como es sabido, esto causó alborozo
en las minorías evangélicas y en los sectores protestantes, que salieron a apoyar abiertamente la
gestión presidencial de Roca y de su irreverente Ministro.52 Lilia A. Bertoni53 no lo entendió así
y consideró que esta decisión se inscribía en un proceso de abandono por parte del roquismo de
la tradición laicista del ’80 y en su interés de restablecer relaciones diplomáticas con el
Vaticano, a fin de que actuase como mediador en el conflicto limítrofe con Chile. Más allá de
estas interesantes conjeturas, en el tercer nivel, la Enseñanza Universitaria, también se
organizaba en dos ciclos: a) Profesional y b) Doctoral. El primero se ocuparía de los estudios de
grado, otorgando los títulos profesionales existentes en la educación superior de ese momento.
Pero como hecho significativo, el proyecto incorporaba lo que hoy conocemos como Estudios
de Postgrado, los cuales, con una extensión de dos años, ponían el acento en la formación
epistemológica y científica, permitiendo aspirar a “al título de Doctor, según los modos y
requisitos que cada universidad libremente estableciese…”.54
Más allá de ser una propuesta de reforma estructural a la oferta educativa vigente en el Sistema
Educativo Nacional (SEN), porque no sólo creaba niveles autónomos como el preescolar,
acortaba un grado la enseñanza primaria, producía profundas modificaciones en la educación
secundaria, creando nuevas e inéditas modalidades y ciclos, con lo cual extendía su duración
dos años más, sumando, por último, el ciclo de postgrado a la educación superior; sino porque el
contenido transversal que irrigaba la oferta curricular se fundaba en la burguesa y utilitaria
concepción de la Educación Productiva. Aunque dicha presentación causó inquietudes en los
sectores más encumbrados de la intelligentzia y la sociedad política y parlamentaria de ese
tiempo, el proyecto fue debatido en general, sin que se tomase ninguna decisión al respecto.
Pero no todo estaba dicho y lo más importante estaba por llegar.
A efectos de apreciar en toda su amplitud, el Proyecto de Reforma de la Enseñanza Media,
elevado al Congreso once meses más tarde, en Mayo de 1900, transcribiré en su totalidad el
texto de 10 artículos, que se presentó acompañado por un mensaje que el Ministro suscribía
conjuntamente con el Presidente Roca. Dice así:

“Proyecto de Ley
El Senado, Cámara de Diputados, etc.
Art. 1º -- Desde el 1º de Enero de 1901 los colegios nacionales costeados por la Nación en
territorios de las provincias serán: en el centro el colegio nacional de la ciudad de Córdoba; en
el norte el colegio nacional de la ciudad de Tucumán; en Cuyo el colegio nacional de la ciudad
de Mendoza, y en el litoral los colegios nacionales de Uruguay y Rosario.
Art. 2ª – Los fondos destinados al sostenimiento de los demás colegios nacionales de provincia,
serán aplicados en su totalidad a los objetos del artículo 9º y a la fundación y sostenimiento de
institutos prácticos de artes y oficios, agricultura, industria, minas, comercio, etcétera, según
las peculiaridades de cada localidad y previo informe del correspondiente gobierno de
provincia.

51 Vid., Batista, J. O., Osvaldo Magnasco: En la Huella de Alberdi. La Educación Productiva, Confluencia,
Buenos Aires, 2001, p. 111.
52 Vid., Seiguer, P. Protestantes y Liberales. Breve Discusión para Seguir Reflexionando, mimeo, versión digital en

PDF, sin pie de imprenta.


53Vid., Bertoni, A. L. ¿Estado Confesional o Estado Laico? La Disputa entre Librepensadores y Católicos en el Cambio del Siglo
XIX al XX, UBA-UNSAM, versión digital en formato PDF, sin pie de imprenta. Refiriéndose a esta cuestión la autora sostiene que
“En 1898, en su Mensaje inaugural, el presidente Roca declaró el fracaso educativo. Magnasco, su ministro, lo repitió al afirmar la
necesidad de reformar el sistema y poner a Dios en las escuelas para evitar "la decadencia hacia la que marchaba el país". Estas
declaraciones implicaban un notable cambio de rumbo, y contradecían la orientación de la ley 1420, emblemática del primer
gobierno de Roca. Se argumentó que la Argentina debía abandonar caminos inconducentes y vías perimidas y hacer a tiempo los
cambios necesarios para generar en la sociedad y la nación una recuperación moral, una regeneración que la pusiera con vigor
en el mundo contemporáneo. La promesa del ministro Magnasco de llevar la palabra de Dios a las escuelas esperanzó al clero
católico y también a los pastores protestantes…”. P. 11.

54Las citas seleccionadas a lo largo de la narración, provienen del texto original del proyecto presentado por el
Ministro Magnasco y se encuentran en el Diario de Sesiones de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación,
Novena Sesión Ordinaria, Buenos Aires, 05 de Junio de 1899.

43
Art. 3º -- Las provincias que contaren ya con institutos propios de la especie, podrían optar por
la aplicación de los respectivos fondos al mayor ensanche de aquellos, bajo condición de
someter sus planes de estudio a la aprobación del ministerio nacional del ramo y sujetarse a la
inspección general del mismo carácter. En tal caso, dichos fondos serán liquidados y entregados
por mensualidades en calidad de subsidio nacional conforme a la ley y decretos reglamentarios
de subvenciones escolares. En caso de que la nación tuviera ya en territorio de provincia
análogos institutos, el Poder Ejecutivo queda autorizado para fundar uno nuevo o ampliar el
servicio del existente.
Art. 4º -- Desde la misma fecha determinada en el artículo 1º, la Nación entregará a las
provincias, también en calidad de subsidio, los fondos actualmente destinados al sostenimiento
de las escuelas normales de maestros o mixtas, debiendo quedar éstas sometidas a los
requisitos del artículo anterior.
Art. 5º -- Desde el 1º de Enero de 1902, la Nación deducirá anual y sucesivamente de los fondos
de que trata el precedente artículo el 10 por ciento hasta fijar definitivamente el monto del
subsidio nacional para escuelas de maestras en un 20 por ciento. Las sumas provenientes del
anterior descuento contribuirán a aumentar la subvención para educación primaria de la
respectiva provincia, debiendo, en consecuencia, ser liquidadas en ese concepto y ser
entregadas a sus efectos al Consejo Nacional de Educación.
Art. 6º -- Quedan eximidas del descuento establecido las provincias cuyo presupuesto no
excediere de quinientos mil pesos.
Art. 7º -- Los institutos prácticos a que se refiere la presente ley deberán pasar a la jurisdicción
provincial, con todos sus cargos y beneficios a la terminación de dos cursos totales de estudios,
debiendo entenderse en todo caso que el gobierno de la Nación contribuirá con el 2 por ciento
del presupuesto de cada instituto transferido, en el carácter establecido en el artículo 4º.
Verificada la transferencia, los institutos sólo quedan sometidos respecto del gobierno nacional
a las condiciones del artículo 3º.
Art. 8º -- Quedan exceptuadas de las disposiciones del artículo anterior, las provincias a las que
se refiere el artículo 6º.
Art. 9º -- Autorízase al Poder Ejecutivo para instituir de los fondos de que trata el artículo 2º,
becas de cincuenta pesos en favor de los actuales alumnos de los colegios nacionales
substituidos por la presente ley, a los efectos de la continuación de sus estudios, toda vez que
obtuvieren la clasificación media anual de sobresalientes o distinguido.
Art. 10º. Las provincias que deseen fundar escuelas normales de maestros gozarán desde su
funcionamiento de una subvención correspondiente al 20 por ciento del presupuesto de la
escuela bajo las condiciones establecidas en el artículo 3º de la presente ley.

Magnasco. Buenos Aires 16 de Mayo de 1900”. 55

Siguiendo la formalidad parlamentaria, proyecto fue remitido a la Comisión de Instrucción


Pública y la misma se pronunció en contra, desaprobándolo por cuatro votos contra uno. Los
términos del dictamen fueron los siguientes:

“Reforma de la Enseñanza Secundaria

A la Honorable Cámara de Diputados

Vuestra Comisión de Instrucción Pública ha estudiado el proyecto de ley remitido por el Poder
Ejecutivo reduciendo a cinco los colegios nacionales existentes en las provincias, sustituyendo
los diez restantes por institutos prácticos de artes y oficios, agricultura, industria, minas,
comercio, etcétera y disponiendo la forma en que las actuales escuelas normales de maestras y
mixtas pasarán a ser dependencias de los gobiernos de provincias; y, por la razones que
expondrá el miembro informante, os aconseja que no le prestéis vuestra aprobación.

55Vid., Magnasco, O., Proyecto de Ley de Reforma de la Enseñanza Media, en Diario de Sesiones de la Honorable
Cámara de Diputados de la Nación, Quinta Sesión Ordinaria, Buenos Aires, 16 de Mayo de 1900.

44
Sala de la comisión, Agosto 22 de 1900. Firman: L. Loureyro. – E. Cantón. – A. L. Berrondo. – A.
Carbó. En disidencia: Carlos Olivera”. 56

El Debate Educativo en la Era del Imperialismo

Ingresado a la Cámara con dictamen negativo, lo cual no era buen presagio, el debate
parlamentario fue intenso, prolongándose a lo largo de diez días, desde el 18 hasta el 28 de
Septiembre de 1900, lo cual generó un profuso volumen de actas, que se extendieron desde la
página 1.150 a la 1.387 del Diario de Sesiones. Matizado por una campaña de desprestigio que
la prensa portuaria llevó adelante contra el Ministro, la reacción de la Intelligentzia Oligárquica
y del Orden Conservador, a través de sus legisladores, no se hizo esperar y la propuesta fue
desaprobada en una votación sumamente reñida. Refiriéndose al hecho, Héctor Muzzopappa
afirmó lo siguiente:
“La propuesta oficial, fundada en el juicio alberdiano que sostiene que la educación
sudamericana no es más que retórica teológico monacal, apunta a la educación práctica.
Propone, además, cerrar las escuelas nacionales, sustituyéndolos por escuelas prácticas de
agricultura, industrias, minas y comercio. Si bien el intento de cerrar los colegios nacionales
oscureció el debate, porque ello sesgó y determinó el perfil de las discusiones, (los opositores
sostuvieron que la meta del proyecto era de reducción presupuestaria y no educativa) puede
percibirse a lo largo del debate una aceptación, como suele decirse, teórica, de la necesidad de
introducir la educación práctica. Pero, al mismo tiempo, una fuerte oposición a abrir nuevos
caminos en la educación, cuya razón última reside en la indiferencia por la industrialización
del país. Todos consideran que el curriculum que ofrece el colegio nacional es el modelo
deseable para la formación del hombre argentino. Tal vez la expresión más clara de la
concepción dominante en la cultura argentina en ese momento la haya proporcionado la revista
Caras y Caretas. En la portada del N° 85 aparece dibujada un aula en la que hay un banco de
carpintero en torno al cual se sientan los alumnos que no empuñan otra cosa que herramientas
de trabajo manual. Debajo se leen estos versos:

“Pronto veréis, lectores/ lucir de las virutas los fulgores/ y de las letras apagarse el brillo, /pues
sólo habrá doctores/ de serrucho, de escoplo y de cepillo…”. 57

La burda parodia que traducía el ejemplo, ilustraba el carácter de la campaña mediática a la que
hice referencia y la histórica alineación de los grandes medios gráficos, con el poder
concentrado de ese tiempo. El ayer parece hoy. Pero más allá del servilismo humorístico de esa
publicación para con los sectores oligárquicos, y de las diversas interpretaciones ensayadas
sobre el tema, lo cierto es que el rechazo a la propuesta de Magnasco, seguía otorgándole
vigencia a las palabras de uno de sus opositores más férreos -el diputado conservador Juan
Balestra-, quien siendo fugaz Ministro de Educación en 1892 sostenía que:
“El Colegio y la Universidad deben propender a la formación de la más alta clase intelectual, la
gente ilustrada, los hombres dirigentes…”. 58

El marcado elitismo de la oligarquía y de sus intelectuales orgánicos, una vez más volvía a
manifestarse para imponer orden en la factoría pampeana, frente a ciertas posturas heterodoxas
y disolventes -como las mostradas por el joven Ministro-, dejando en claro el sentido y la

56 Ibídem anterior, p. 1276


57 Vid., Muzzopappa, H., Educación, Ciencia y Tecnología, una perspectiva desde el Sistema Educativo, ponencia,
mimeo, versión digital en PDF, Departamento de Artes de la Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires, sin pie
de imprenta, p. 7.
58 Scobie, J., Buenos Aires, del Centro a los Barrios, en Balmaceda Frers, R., Condición Obrera y Despilfarro

Oligárquico, Mar Dulce, Buenos Aires, 1982, p.

45
función política que debía adjudicársele a la educación formal. Pero el traspié parlamentario era
una señal más que sugerente: indicaba políticamente la inexorable decadencia en la que entraba
el roquismo, como bloque histórico dominante y factor de poder, en la política argentina del
último cuarto de siglo. Aquel movimiento que galvanizara el PAN, allá por los ’80 y que en dos
oportunidades condujo a Roca a la primera magistratura, se sumía en un proceso de reflujo
político, no solamente porque su cúpula dirigente lentamente era fagocitada por las clases
fundamentales del granero del mundo, sino porque arriaba las banderas históricas que le dieron
origen, al tiempo que perdía el contenido reformista y nacional-burgués que le permitió
construir el Estado-Nación.
En paralelo a su retroceso político, a sus pactos y “acuerdos” con sus enemigos históricos,
aquella enorme base social-popular que le dio sustancia y lo encumbró en el poder, también se
iba disgregando y mutando progresivamente hacia el radicalismo histórico. Aún así, el roquismo
aún guardaba algunos destellos del viejo programa del ’80 y figuras políticas que estaban
dispuestas a llevarlo a cabo. Uno de ellos fue el Ministro Magnasco, quien desde el mismo riñón
autonomista promovió un debate político-educativo sumamente interesante -no por su tensión o
intensidad, ya que fue oscurecido por la campaña difamatoria de la prensa-, sino por el
significado en sí de la propuesta, que apuntaba específicamente al único Nivel del Sistema
Educativo que carecía de marco normativo.
Ante el embate de los medios gráficos y del bloque opositor, el presidente Roca demostró en la
emergencia que su época ya había concluido. No sostuvo a su ministro y lo dejó caer. Lo
sacrificó para ganar el apoyo de Mitre, a fin sostener el proyecto que Pellegrini presentaría al
Congreso, de unificación de la deuda pública. Para que éste fuera viable debían hipotecarse las
rentas de aduana, único modo de garantizar un nuevo empréstito del extranjero, que englobase
todos los anteriores. La maniobra de Roca poco le serviría, porque
“….al día siguiente de renunciar Magnasco, las casas de Roca, Pellegrini y otros prohombres del
régimen eran apedreadas y el P. E. debió retirar el proyecto de unificación que el Congreso ya
había comenzado a tratar. La caída de los financistas oficiales era una victoria del país, pero la
del reformador de la enseñanza una derrota mayor. Pues los desastres económicos son más
fácilmente reparables que las lesiones inferidas al espíritu de una nación. Y el de la nuestra aún
sufre los males que Magnasco intentó curar…”.59

La dimisión de Magnasco y la enemistad definitiva con Pellegrini, históricamente mostraron el


ocaso definitivo del roquismo. Pero sería erróneo pensar que el rechazo al proyecto educativo
oficial sólo fue producto de cuestiones políticas endógenas. Quizás sea necesario, para una
mayor comprensión de la coyuntura, reconocer que la constitución de la Argentina Moderna se
prefiguró en un momento histórico en que la fuerza del imperialismo y de su ideología (el
positivismo decimonónico) era indetenible. Por lo mismo, el capital extranjero estableció
férreos lazos de penetración y subordinación, estrangulando al joven Estado y favoreciendo a la
clase que mejor preservaba sus intereses y que mayores beneficios obtuvo de esta relación: la
aristocracia terrateniente pampeana. En este marco, la utopía alberdiana era un sueño
irrealizable. Así como era absolutamente impensable un modelo de país con un proceso de
desarrollo autónomo y auto-centrado de sus fuerzas productivas, del mismo modo era imposible
una concepción educativa donde éste se reflejara.
Magnasco pretendía a través de la educación reformar e instalar el sueño del desarrollo
industrial auto-sostenido en un país sin burguesía, agrario, dependiente y semi-colonial, en el
cual el modelo que triunfó, si hacemos una analogía con los Estados Unidos de Norteamérica,
no era precisamente el proyecto histórico del norte industrialista que, en aquellas latitudes,
prevaleció después de cinco años terribles de guerra civil. En nuestro lejano cono sur
latinoamericano, por el contrario, después de la guerra civil que desangró la sociedad argentina
del siglo XIX, el sector que emergió victorioso fue el sur oligárquico y latifundista -derrotado
en Gettysburg, pero triunfante en Pavón-, es decir, el contra-modelo histórico que imaginaba

59
Vid., Irazusta, J., Estudios Históricos-Políticos. El Liberalismo y el Socialismo y Otros Ensayos
Económicos, Ediciones Dictio, Buenos Aires, 1973, p. 140

46
Magnasco. En las exóticas y lejanas latitudes pampeanas el sur oligárquico y latifundista existía
y era más poderoso que nunca. Recién medio siglo más tarde la utopía alberdiana comenzó a
hacerse realidad cuando el decadente modelo agro-exportador fue sustituido por una inédita
expresión keynesiana de capitalismo de estado.
Ello explicaría, en primer lugar, porqué el liberalismo nacional de la burguesía intelectual
provinciana, vinculada al roquismo y que en esta instancia la expresó Magnasco, se derrumbó
inexorablemente al consolidarse el poder de la oligarquía, sometiéndose y fusionándose a la
clase hegemónica; y en segundo término, cómo ese derrumbe evidenció la enorme debilidad
histórica del proyecto nacional-burgués en la Argentina agraria y pre-industrializada de fines del
siglo XIX. Histórica incapacidad que se agudizó en las sociedades periféricas, dada la
imposibilidad de estos sectores para resistir el embate de las fuerzas oligárquicas, respaldadas
por el poder imperial. Sin embargo, a pesar del fracaso de los representantes de la burguesía
intelectual que habían conquistado la ciudad-puerto para formar un gran estado, la fisonomía del
país cambió profundamente y en él convivieron dialéctica y contradictoriamente el orden
conservador -expresión política del poder oligárquico- y una sociedad que prontamente
secularizó sus costumbres mediante cambios vertiginosos.
En la imposibilidad de transformar el contenido cualitativo de la enseñanza y la orientación
general que la oligarquía -como vanguardia moral e intelectual del proceso- le imprimió
ideológicamente al sistema educativo y a su oferta (verbalista, enciclopédica, abstracta y
desvinculada del mundo del trabajo y de la producción), quizás se haya patentizado su fracaso e
inviabilidad histórica, característica distintiva de los jóvenes países latinoamericanos que en este
momento histórico abordaron los procesos de centralización y unificación de los Estados
nacionales.

San Miguel de Tucumán, Junio de 2013

47
II. 7. Década Infame y el Retorno al Coloniaje

Buenos Aires Año Treinta


La crisis que no tiene fin
Autor:
Jorge Abelardo Ramos*

Caras y Caretas 1935: El faquir criollo Obreros desocupados. La crisis del ‘30

Con la Década Infame, el país ingresa en los tiempos modernos. La orgullosa Argentina
descubre el siglo XX con la crisis del treinta. Flota en Puerto Nuevo un tenebroso mundo de
náufragos que no provienen del río, sino de la ciudad hambrienta. Los ex hombres levantan sus
ranchos de lata en Villa Desocupación. Enrique Santos Discépolo, poeta del asfalto, escribe sus
tangos, penetrados de amargura siniestra. ¡Un canto a la desesperanza, un himno al fracaso! En
todos los labios se repiten los versos estremecedores de Yira, Yira: es la Biblia del "rate" en la
monstruosa ciudad de cemento. Hacen su aparición la "voiturette", el bar automático y el
biógrafo sonoro.

"Cuando rajés los tamangos buscando ese mango que te haga morfar, te acordarás de este otario
que un día cansado se puso a ladrar…".

En la Buenos Aires orgullosa cantada un día remoto por Rubén Darío y LeopoldoLugones,
rezongaban ahora bardos harapientos. El peso es un peso "fuerte", sólido, respetable, exclusivo.
Otra canción de la crisis lo busca: "¿dónde hay un mango viejo Gómez? los han limpiado con
piedra pómez". La moneda era sana, pero los hombres estaban enfermos. El ejército rechaza a
miles de jóvenes inaptos. La tuberculosis hace estragos. La palabra neumotórax es una palabra
del año 30. Los maestros sin empleo, los analfabetos con el estómago vacío y los maestros que
no cobraban sus sueldos son los fenómenos corrientes en la década. La pequeña burguesía se
degrada: se forma una subclase de desocupados. El dolo se combina con la picaresca para

48
sobrevivir. Buenos Aires se puebla de buscavidas y de oficios inverosímiles. Porteños y
provincianos hundidos en la desdicha se hacen buscones.
El amigo del jockey, que persigue la quimera de un "dato" preciso para el domingo; el atorrante
divagador y filosófico que bebe café a crédito; el abogado que busca un empleo público; el
organizador de banquetes o de rifas inexistentes, el falso influyente, el gestor de empleos, que es
cesante, el cesante yrigoyenista de 1930 que hace de su desgracia una carrera y sólo acaricia
durante años la esperanza de reingresar al empleo público, el desesperado que corteja a la dueña
de la pensión, el escuálido poeta que vive cada quince días, por turno, en casa de algún amigo,
el protector de leprosos, que vende rifas sin número, el antiguo proxeneta, herido como un rayo
por la ley de profilaxis y que ahora alquila departamentos por hora para el amor fugaz; el
empleado embargado y concursado, el ave negra sin pleitos que espera el asunto salvador en el
bar Tokio, frente a Tribunales, el rematador sin remates, el naturista transformado en curandero
y yuyero, el grafólogo que adivina el carácter, el astrólogo que descifra el porvenir, el falso
médico que adquiere su título por 300 pesos en la frontera de Bolivia, el nihilista y el iluminado,
el espiritista y el marinero en tierra, el comerciante quebrado y el conspirador radical que sueña
con el regreso. ¡Buenos Aires! La pequeña burguesía tirita bajo el vendaval. En la Chacarita de
los automóviles se acumulan todos los modelos y junto a ellos, calaveras y gigolós se hunden en
la bancarrota. En 1935 se empeñan en el Banco Municipal de Préstamos 10.340 máquinas de
coser y las grandes familias venden sus palacios: la quinta Unzué, el Palacio Paz, el Palacio
Pereda, el Palacio Ortiz Basualdo, la casa de Del Solar Borrego. Se acuña el vocablo
"manguero".
El mate había sido una necesidad en los viejos tiempos de la pampa libre; luego fue un vicio
amable en las conversaciones lentas. En 1930 es de rigor como alimento casi exclusivo, el
bizcocho con grasa. Reina el bar automático. Con una moneda, bajaba del tubo sucio de vidrio
un sándwich indiscernible. Era el templo gastronómico para los "gourmets" de la crisis;
revestido de azulejos, como el hospital o la morgue, en el local pululaban actores sin trabajo,
borrachos disertantes, estudiantes crónicos, vagos sin origen ni destino, empleadillos, mujercitas
sin clientes; humedad, sofocación, un vaho de grasa y tristeza. Con el habano en los labios,
rechoncho y cínico, con un busto metálico de Gorki en su despacho un rápido gatillo, Natalio
Botana hacía de "Crítica" el órgano cotidiano del crimen y el escándalo. El dibujante Rojas
diseñaba minuciosamente cada noche los grandes charcos de sangre y los miembros amputados
de la descuartizada de Juan Bonini. La literatura para porteras nutría a la urbe.
Una gran página del diario amarillo, hormigueaba de avisos de manicuras; manicuras polacas,
francesas, italianas se ofrecían. Eran especialistas recién llegadas. Un éxtasis a precios módicos:
dos pesos, tres pesos, cinco pesos. La crisis arrojaba a la calle a las mantenidas de la gente bien;
trotadoras o pupilas de las casas de lenocinio competían con la remonta París-Buenos Aires.
Pero el senador Serrey, legislador fraudulento por Salta proyectará la Ley de Profilaxis Social;
la prostitución se hará clandestina.
Por solo 20 centavos los jóvenes leían los folletos de educación sexual de "Claridad", con su
museo de horrores. La sífilis y la blenorragia se expanden triunfalmente. El doctor Fernández
Verano, con su Liga de Higiene Social, proyecta películas sobre enfermedades venéreas.
Muchos asistentes se desmayan en la función al comprender su inmediato porvenir. En
Mendoza millones de hectolitros de vino desbordan alegremente las acequias y el trigo se
acumulaba en los silos mientras el país entero se doblaba de hambre.
De Tucumán, Santiago del Estero o Corrientes bajaban a la Capital las jóvenes vestidas de
negro, macilentas y tristes, de alpargatas y monedero vacío, a conchabarse en las familias de la
alta o baja pequeño burguesía, por $20 ó 30 mensuales, "con comida y cama adentro". El
zoológico será su fiesta, los conscriptos de Plaza Italia, el amor furtivo en la inmensa ciudad
hostil.
Las drogas circulaban por la calle Corrientes, la angosta, la ruin. En las noches de hastío, un
nuevo pistolero que la policía evita, el gallego Julio, pasea con edecanes por la vereda luminosa
buscando delatores. Salones con espejo y tiro al blanco, cesantes radicales en el café Marzotto, o
burreros irremediables hundidos en una silla del Nacional, con los ojos hipnóticos clavados en
la victrolera desdentada, sueñan con la pasión. Cuenteros del tío y usureros dialogan en las
mesas de mármol lívido de "La Cosechera". En las madrugadas, los desocupados rodean a los

49
canillitas que venden "La Prensa". Los "ofrecidos" son muchos más que los "pedidos". Los
desocupados con bicicleta llegan antes que los otros a la oficina o a la fábrica. No hay vacantes
de todos modos. En el conventillo de cinco patios, con las macetas de malvones en latas de
Ibarra, se hierve al infinito la yerba y un solo ejemplar del diario arrugado circula por toda la
población de la casa. La Singer jadea en el fondo. La pantalonera trabaja por pieza. Ignora a
Carriego, pero sabe que el confeccionista al por mayor cuenta siempre mal las piezas.

Bibliografía

Ramos, J. A., El Sexto Dominio, Plus Ultra, Buenos Aires, 1973, pp. 203 a 206.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

50
II. 8. Golpe de Estado, Década Infame y el Retorno al Coloniaje

La Década Infame (193-1943)


Autor:
Jorge Abelardo Ramos
Fuente:
Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Tomo II, Editorial Distal, Buenos Aires, 1994

La crisis económica y la desocupación Uriburu, Justo, Ortíz y Castillo

La Década Infame

Este periodo comprende los años de fraude, corrupción, elitismo y entrega del patrimonio
nacional a manos de los imperios. La etapa se inicia con el golpe de Estado que derrocó a
Yrigoyen (6/9/1930) y finaliza con el golpe de Estado del 4 de junio de 1943. Durante ese
tiempo la oligarquía argentina no dudó en entregar la soberanía nacional a Inglaterra (su
principal aliada) manteniendo al pueblo trabajador en condiciones de miseria. Es durante esta
etapa en que la desocupación alcanzó cifras nunca antes vistas. Empieza a predominar el juego
(quiniela clandestina, carreras de caballo, etc.) ya que el trabajo escaseaba y no había formas de
sobrevivir, más que recurriendo al azar y al “mangazo” o “garrón”. Es la época en que Enrique
Santos Discépolo escribe sus tangos más amargos (“Tres esperanzas” 1933, “Yira, yira” 1930,
“Martirio” 1940, “Cambalache”, 1934) y aparecen otros tales como "Al mundo le falta un
tornillo" (1933) de Enrique Cadícamo, "Acquaforte" (1932) de Pettorosi, Catán y "Las 40"
(1937), de Francisco Gorrindo. El nombre con que se conoce este período fue puesto por el
periodista nacionalista José Luis Torres.
Las causas del golpe se encuentran en dos grandes aspectos. Por un lado el económico:
Yrigoyen había asumido su segundo período en 1928, demostrando que su caudillismo seguía
intacto y que las mayorías confiaban en él, pero su gobierno se vio acosado por una gran crisis
a nivel mundial. Para empezar le tocó afrontar una fuerte caída de los precios agrarios. A esto se
sumó en la caída de la bolsa de Nueva York en 1929, lo que terminó por aumentar la crisis que
se vivía en el país. La oligarquía ganadera no estaba dispuesta a tolerar un nuevo reparto de la
renta agraria diferencial y desde el diario La Nación descalificaba al presidente. No hay que
olvidar la cuestión petrolera, donde EEUU e Inglaterra disputaban posiciones en Argentina y

51
estaba prevista la nacionalización del recurso, lo que se lograría de acuerdo al número de
diputados que Yrigoyen podía llegar a reunir el mes en que se dio el golpe.
Por otro lado, en el aspecto político, al odio inquebrantable de la oligarquía hacia los sectores
populares, se sumó el nacionalismo oligárquico (los primos “pobres” de la oligarquía vacuna)
que se preocupaban más por el sindicalismo y el anarquismo que por la intromisión británica en
los resortes económicos del país. Estos “nacionalistas” sentían un gran desprecio por las masas
yrigoyenistas y acusaban al radicalismo de ser una “chusma” que mediante el voto había
permitido la entrada de esa “gentuza” en el quehacer político (años después odiarán al
peronismo). Por lo tanto estaban en contra del voto universal y querían volver a un sistema
elitista, en donde la política y las decisiones de gobierno pasaran por gente “bien”. Desde el
plano ideológico, estos sectores nacionalistas estaban tomados por el discurso reinante en la
Europa de entreguerras y la conducción de Mussolini les resultaba un modelo a imitar, sobre
todo por sus temores ante el supuesto “comunismo” argentino (la derecha ve fantasmas en todos
lados).
El nacionalismo oligárquico ya se había estrenado en política con los crímenes cometidos por la
Asociación del Trabajo, la Liga Patriótica y otros grupos encargados de reprimir en forma para-
policial a los extranjeros, judíos, comunistas, sindicalistas y socialistas de base. Criticaban
duramente a Yrigoyen por su tolerancia hacia los obreros y fueron quienes empezaron a empujar
el carro del golpe de Estado. A esto hay que sumarle que el partido de gobierno, la UCR, estaba
dividida entre personalistas (yrigoyenistas) y antipersonalistas (alvearistas). Estos últimos tenían
más puntos en común con el conservadorismo (Partido Demócrata Nacional, o sea el partido de
la oligarquía) que con el radicalismo. Y por si fuera poco, Yrigoyen debió soportar el acoso del
Partido Socialista, siempre dispuesto a fugarse mentalmente y a estar pendiente de lo que pasara
en Europa y no en nuestro país. En realidad, tanto los conservadores como los socialistas y los
antipersonalistas tenían un mismo ideario: liberales en lo económico y elitistas en lo político,
con gran desconfianza hacia los sectores populares; unos por paternalistas y otros por
“ilustrados”. La debacle del gobierno de Yrigoyen comenzó con las elecciones legislativas. Si
bien ganó en el interior del país, perdió la Capital Federal frente a los Socialistas independientes
(quienes aprovecharon la fractura del radicalismo).

El golpe de Estado

El 6 de septiembre de 1930, el torpe Uriburu dio el golpe de Estado. La casa de Yrigoyen fue
saqueada y el presidente detenido y trasladado a la Isla Martín García. La idea de Uriburu era
instalar un modelo altamente represivo, con ley marcial y tribunales militares para juzgar a
civiles que se opusieran al gobierno de facto. No dudó, más tarde, en darle carácter oficial a un
grupo para-policial (Legión Cívica, quienes desfilaron junto al ejército regular). Contó, como
vimos, con el apoyo inicial de una gran parte de lo sectores civiles (los eternos perdedores en las
urnas). Como ocurriría 25 años más tarde, los militares nacionalistas oligárquicos fueron los
idiotas útiles, ya que sirvieron de punta de lanza para el golpe, pero luego serían despojados de
todo por el sector más liberal del ejército. Uriburu será, entonces, el representante del
nacionalismo oligárquico. Su idea era instalar un régimen corporativo al estilo de Mussolini. Sin
embargo, los planes del sector liberal del ejército liderado por Agustín P. Justo eran mucho más
ambiciosos: disfrazar el régimen de fraude con el traje de una democracia “formal” (aparente)
para evitar la izquierdización de los sectores del trabajo.
Para lograrlo, Justo contaba con el apoyo de los antipersonalistas, los socialistas independientes
y el conservadurismo. Sólo era cuestión de esperar el debilitamiento de Uriburu. En cuanto a las
designaciones ministeriales hay que decir que Uriburu nombró como ministro del interior al
súper reaccionario y ultraderechista Matías Sánchez Sorondo. En el ministerio de Hacienda se
instaló (como subsecretario) Raúl Prebisch y en Agricultura el responsable fue Horacio Becar
Varela. La mayoría de los ministros estaban ligados a las grandes empresas capitalistas
extranjeras y a las petroleras (también extranjeras) y por su fuera poco, cuatro de los designados
pertenecían a la Sociedad Rural. A poco de comenzar el gobierno de facto, empezaron a llegar
los negociados.

52
Las concesiones del Estado estaban vinculadas a gente del gobierno y de sus socios. La política
represiva del gobierno se manifestaba en expulsiones de sindicalistas extranjeros, tortura, cárcel,
creación de la picana eléctrica y persecución al radicalismo yrigoyenista. Este gobierno fue el
que asesinó a Severino Di Giovani, el activista anarquista. Mientras tanto el plan de Uriburu era
modificar la constitución, eliminar el sufragio universal y reemplazarlo por el voto calificado.
Para ello convocaría a elecciones escalonadas (a modo de experimento). Hubo en el medio un
intento rebelde en contra del gobierno, encabezado por el general yrigoyenista Severo Toranzo,
pero rápidamente fue sofocado. La primera elección fue la de la Provincia de Buenos Aires
(abril de 1931), pero para sorpresa de Uriburu, el triunfador fue el radicalismo. Con la derrota
en las urnas el gobierno de Uriburu no tardó en caer. El dictador anuló las elecciones (debido al
triunfo radical) y convocó a nuevos comicios para fin de año. Por eso hubo un nuevo intento
revolucionario encabezado por el ex edecán de Yrigoyen, coronel Pomar, quien se sublevó en la
provincia de Corrientes. Una vez más el movimiento fue vencido.
Debido al fraude que ya empezaba a reinar, la U.C.R. decidió abstenerse de participar en las
elecciones, lo que dejó el camino libre a los conservadores, quienes junto a los radicales anti-
yrigoyenistas (antipersonalistas) y socialistas independientes dieron forma a lo que se llamó la
"Concordancia". Alvear diseñó una “abstención” que en ese momento era totalmente funcional
al fraude. La abstención solo valía si se adoptaban formas de resistencia revolucionaria. Pero en
cambio, Alvear dejaba así el camino libre a los conservadores (directa o indirectamente sería
parte del fraude). Yrigoyen en cambio reclamaba concurrir con cualquier candidato: personalista
o antipersonalista. La cosa era participar, porque era evidente que el pueblo seguía siendo
radical y se podía obtener la victoria, pero Don Marcelo bajó los brazos y la suerte del
radicalismo quedó echada. La "Concordancia" llevó como candidato presidencial al general
Agustín P. Justo (quien ya había movido las piezas para desplazar del poder a Uriburu). Frente a
ellos se presentó la Alianza Civil (demócratas progresistas y socialistas) con la fórmula
Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto. Pero estos no se presentaban como antagonistas del
régimen, sino como parte de él. Así lo explicaba Lisandro de la Torre: “Nosotros venimos en
verdad a salvar a la revolución, porque somos los intérpretes de su espíritu popular (...) ¿Quién,
que no fuera un insensato, pretendería restaurar el régimen depuesto?”1
El fraude ya estaba en marcha. El resultado no sorprendió a nadie: Justo ganó cómodamente
(salvo en Capital Federal y Santa Fe).

El gobierno de Justo: el pacto Roca-Runcimann

Justo asumió el 20 de febrero de 1932, en medio de una gran crisis a nivel mundial, con caída de
las exportaciones, escasez de dinero, desocupación y falta de inversión. Las grandes potencias
entraban en un programa extremadamente proteccionista, con el fin de salvar sus industrias y su
comercio. La oligarquía ganadera argentina veía desplomarse los precios y las exportaciones de
carnes, por eso no dudó un momento y decidió entregar el país a manos de los ingleses, con tal
de salvar su estilo de vida y su derroche.
En julio de 1932 Inglaterra instrumenta sus políticas proteccionistas a gran escala. Y así,
reunidos en Ottawa los representantes británicos, deciden gravar con altos impuestos a los
productos extranjeros y a toda producción que viniera de fuera de los límites del Imperio (ésta
política se aplicaría no solo en la Isla, sino en todas las colonias británicas). Con este plan, los
países que mantenían comercio con Inglaterra en calidad de proveedores de materias primas,
pasarían a un segundo plano y verían reducidas sus ventas. De igual manera, Australia y Canadá
decidieron proteger su producción y venta de carnes (y su trigo). Argentina sentiría el impacto
de estas decisiones. Fue así que el vicepresidente Julio A. Roca (hijo) viajó a Inglaterra para
cerrar un acuerdo comercial que le daba aire a la oligarquía ganadera a cambio de entregar la
soberanía económica del país. La comitiva argentina se completaba con “representantes” de
nuestro país que en realidad eran empleados de las grandes compañías inglesas (ferrocarriles,
bancos, etc.). El tratado contemplaba el mantenimiento de la cuota de carne (es decir: la
cantidad de carne que Inglaterra compraría a Argentina), pero entregaba el manejo financiero y
el crédito a manos inglesas. También las compañías británicas estarían protegidas y beneficias
por descuentos, exenciones impositivas, etc. Las empresas de transporte inglesas cobraban

53
altísimas tarifas a los productores locales con el in de reventar las incipientes industrias
argentinas y beneficiar a los productos ingleses.
De esta manera pagaba más un kilo de azúcar de Tucumán a Buenos Aires que de Londres a
Buenos Aires. El ingenio argentino había creado el colectivo, pero este resultaba muy
competitivo para los trenes ingleses, por eso el gobierno de Justo benefició a los británicos
creando la Coordinación de Transportes que asfixiaba a los empresarios nacionales. La creación
del Banco Central fue otra estrategia de dominación inglesa. El directorio del Banco estaba
integrado por poderosos banqueros ligados a los ingleses. El Banco tenía el manejo de nuestra
moneda, del cambio y del crédito y por lo tanto decidía a quien y para qué se le entregaban los
préstamos. Esto condicionaba el desarrollo de los pequeños y medianos emprendimientos
nacionales que quedaban sepultados por las empresas inglesas. No había dudas: Argentina
estaba de rodillas (no sería la última vez). El propio vicepresidente lo decía sin vergüenza:
“Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una
parte integrante del Imperio británico”2. Como parte de la política conservadora el ministro
Hueyo rebajó los sueldos de la administración pública. En 1933 un grupo de radicales
yrigoyenistas (civiles y militares) intentaron una revolución en Paso de los libres (Corrientes),
pero fueron sofocados. La lideraba el coronel Bosch y entre otros participaba Arturo Jauretche.
A estas entregas alevosas del patrimonio nacional se sumó el escándalo de las carnes. Casi todo
el manejo quedaba en manos de los frigoríficos ingleses y norteamericanos. El 85% de las
exportaciones estaría controlada y decidida por ellos y solo el 15% de las exportaciones podían
ser de los ganaderos nacionales. Por eso, Lisandro de la Torre (como representante de los
ganaderos del litoral que habían quedado fuera del negocio de la carne) comenzó a realizar una
serie de denuncias sobre la presión de los grandes monopolios de la carne. Estas
investigaciones lo llevaron a de la Torre a descubrir documentación secreta en la que constaba
el negociado y las grandes sumas de dinero que resultaban de ello. Cuando se trató el tema en el
senado la oligarquía recurrió a un sicario para asesinar a Lisandro de la Torre, solo que el
asesino (Ramón Valdéz Cora) terminó quitándole la vida en plena sesión del Senado de la
Nación a Enzo Bordabehere, compañero de banca de Lisandro de la Torre. Sucedió el 23 de
julio de 1935.

La maquinaria del fraude

Las trampas electorales recibirían el nombre de “fraude patriótico”, porque evitaba la llegada de
las “chusmas radicales” al poder, tal el caradurismo de los conservadores y sus socios, que
disfrazaban de patriotismo una corrupción anti democrática. El fraude tenía sus variantes. Por
un lado estaba el viejo recurso de apretar a los votantes que se sabían que eran adversarios de
los conservadores. Esto se hacía en plena calle o en cercanías de las mesas, revólver en mano.
Pero había otro método: cambiar los votos.
Esto se hacía en el correo central, que era adonde iban las urnas. Allí los empleados sacaban los
votos de las urnas y los reemplazaban por boletas de los conservadores. Falta mencionar el
“acaparamiento de libretas”. Los patrones de estancia les quitaban sus libretas de enrolamiento a
los peones y empleados del campo, se los llevaban y hacían firmar en las mesas electorales,
todos esos votos iban para los conservadores. De allí viene el famoso “ya votaste”, cuando
alguien se presentaba a votar y se le comunicaba que su voto ya había sido emitido por él.

Negociados, coimas y corrupción

Además de los negociados de las carnes y las exenciones impositivas a las compañías inglesas,
hubo episodio que marcaron la época por su resonancia. Uno de los principales casos de coimas
y corrupción fueron las concesiones hechas a las compañías de electricidad CHADE luego
CADE). Las concesiones en la ciudad de Buenos Aires se resolvían con coimas para los
concejales de los partidos principales (incluso Alvear aconsejaba “votar” por la concesión…
teniendo 100.000 para dar el sí). Luego se supo que la empresa aportaba a las campañas de

54
ambos partidos. Las concesiones se aprobaban a plazos eternos (en 1936 se planeaba dar el
monopolio de la concesión hasta 1996).
A esto se sumó el escándalo de la venta de tierras del Palomar, en la que por una avivada
financiera (otra vez los intermediarios) se vendían tierras sobrevaluadas y el estado las adquiría
sin chistar dejando amplios retornos a los intermediarios. El fraude se hizo así: una señora
quería vender sus tierras al Colegio Militar, pero el precio fue rechazado por los peritos oficiales
que lo consideraban excesivo. Apareció un intermediario que le compró (sin poner un peso) las
tierras la señora y al mismo tiempo las negociaba con autoridades militares a casi el doble del
valor acordado con la dueña. Obtuvo el pago del Estado, luego abonó a la dueña y así, sin poner
un peso se hizo de una suculenta ganancia (aproximadamente 1 millón de pesos).
Para coronar esta época de corrupción, fraude, coima y entrega del patrimonio nacional, estalló
el escándalo de los “niños cantores” (1942), que en el sorteo de la Lotería Nacional cantaron un
número (que ya habían comprado los “vivos” que idearon la maniobra) y no el que había salido.
En todo este período la mayoría de los partidos eran parte de la farsa. Solo en 1935 un grupo de
radicales yrigoyenistas decidió oponerse al fraude, naciendo entonces FORJA (Fuerza de
Orientación Radical de la Joven Argentina), quienes dieron batalla al régimen, impugnando sus
políticas entreguistas, sus fraudes y denunciando su corrupción y su entrega ante el
imperialismo.

La "sucesión presidencial" y el fin de la década infame"

Justo gobernó entre 1932 y 1938. Llegó el tiempo de la "sucesión" y Justo pensaba en retornar
en 1944 (no había reelección), entonces quería dejar a alguien que le cuidara el sillón. De
manera que mediante el fraude fue elegida la fórmula Roberto M. Ortiz - Ramón Castillo. Ortiz
era un radical antipersonalista que había ocupado cargo en el gobierno de Alvear. Castillo, por
su parte, era conservador (Partido Demócrata Nacional). La candidatura de Ortiz fue lanzada en
la Cámara de Comercio Británica, lo que daba una idea de los intereses que respaldaban a los
gobernantes durante este fraudulento período. La Segunda Guerra Mundial fue el telón de fondo
del gobierno conservador, que optó por la neutralidad no tanto por una cuestión de política
exterior independiente, sino porque Gran Bretaña necesitaba seguir abasteciéndose de carnes, y
una participación argentina en la guerra no le era conveniente porque los barcos con carnes
serían considerados enemigos por los alemanes. La Segunda Guerra Mundial dividió a parte de
la opinión pública (sobre todo, los sectores medios) entre aliadófilos (simpatizantes de los
"aliados") y "germanófilos" (simpatizantes de Alemania y del Eje en general). Esta división
también estaba en las filas del Ejército.
Las mutuas presiones para intervenir o no en la guerra tenían sus efecto sobre el presidente.
Ortiz enfermó gravemente y en 1940 prácticamente ya había delegado el poder en Castillo. Este
decidió mantener la neutralidad y presionado por una parte del ejército tomó algunas medidas de
carácter nacionalista. El sector liberal del ejército (los "justitstas") presionaba por una
intervención en la guerra. Castillo tambaleaba entre estas presiones. El descontento general por
la situación económica y el fraude político hizo que el sector nacionalista del ejército temiera un
"avance" comunista debido a las protestas y reclamos. Finalmente, al acercarse las fechas de
elecciones, se supo que era intención del régimen postular al industrial salteño Robustiano
Patrón Costas. Ante esto, el sector nacionalista del ejército que temía que se acentuara el
descontento social y una intervención en la guerra se decidió al golpe, el 4 de junio de 1943.
Se abría una nueva etapa en la historia política, cargada de incertidumbres ya que nadie sabía
que rumbo tomarían los acontecimientos. Dentro del ejército convivían diversas tendencias y
por eso tanto aliadófilos como germanófilos desconfiaban de la política exterior futura. Por otra
parte la mayoría de los partidos políticos tardó en pronunciarse respecto al golpe ya que no
sabían que sector prevalecería dentro de las fuerzas armadas.
Durante los trece años de fraude, las masas habían sido apartadas del escenario político y una
elite se había repartido los cargos y las funciones en el Estado mediante el fraude y las coimas.

55
Notas

1 Ramos, J. A., Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Tomo II, Editorial Distal, Buenos
Aires, 1994, p. 106

2 Ramos, J. A., Ibídem, p. 126

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- --

56
II. 9. El fin de la Década Infame y la Irrupción del Peronismo

Perón, la Revolución de 1943 y la Neutralidad


La “Tercera Posición” Justicialista

Por Mario Rapoport:


Licenciado en Economía Política (UBA) y Doctor en Historia de la Universidad de París I-Sorbona.
Profesor Asociado de Historia Económica Argentina en la Universidad de Buenos Aires.
Investigador y Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano

Farrell y Perón el 4 de Junio de 1943 Perón Secretario de Trabajo y Previsión

La Revolución del 4 de Junio de 1943

El 4 de junio de 1943 el ejército argentino derroca al Presidente Ramón Castillo a través


de un golpe de estado. Los militares argentinos que realizaron este levantamiento
estaban divididos entre liberales y nacionalistas, en esa época se estaba en pleno apogeo
la segunda guerra mundial, por lo mismo se creía que los liberales iban a realizar un
acuerdo con Estados Unidos y a romper relaciones con el eje, mientras que los
nacionalistas querían mantener la neutralidad del conflicto a través de la resistencia a
forzar un acuerdo con Estados Unidos para apoyar la creación de una industria nacional
de armamentos (Bethel, 1990). Dentro de los nacionalistas existía una organización de
militares llamada Grupo de Oficiales Unidos (GOU) o también llamada Grupo Obra de
Unificación que finalmente fue quien gobernó durante este periodo. Este grupo era
contrario al comunismo y de toda ideología y doctrina extranjera, debido a esto el GOU
interpelaba al ejército para lograr la unidad y así hacer frente a estos grupos.
Perón pertenecía al GOU del cual fue fundador cuando era teniente coronel del ejército,
su carrera política comenzó en el gobierno del General Pedro Ramírez del cual se hizo
cargo de revisar la política social del gobierno y de entablar relación con los gremios y
sindicatos, posteriormente se hizo cargo del Departamento Nacional de Trabajo. Al
renunciar Ramírez a su cargo, Farrell quien era el vicepresidente renuncia a su cargo de
ministro de Guerra, que fue tomado provisionalmente por Perón y luego este quedaría
de forma permanente.

57
Durante el gobierno de Edelmiro Farrell, Perón tuvo mayor protagonismo debido a su
posición de ministro, en cual se reunió con los oficiales del ejército que le dieron su
apoyo frente a algunos oficiales del GOU que estaban en contra de Perón y que no
aprobaban su llegada al ministerio de Guerra, posición contraria más visible en el
ministro del Interior el General Perlinger. Perón obtiene el apoyo de los oficiales del
ejército, con esta base se reúne con el ministro de marina quien viendo el apoyo del
Ejército también decide apoyar a Perón; frente a esta posición el General Farrell
temiendo su futuro en el cargo decide sacar al General Perlinger del cargo de ministro
del interior, este se lo da a Perón y se convierte en Vicepresidente de la República.
El discurso de Perón fue considerado por Estados Unidos como totalitario
(específicamente nazi), pero más que su discurso, lo que más preocupaba a EEUU era la
nueva posición de poder que había adquirido Perón siendo la figura más importante del
régimen y su principal ideólogo, dejando al General Farrell sólo como una figura
decorativa del gobierno (Bethel, 1990). Esta nueva posición dejaba a Perón con un
fuerte apoyo de las fuerzas armadas y de los trabajadores, que se acentúa con la creación
del mejoramiento de las condiciones de los obreros y de los oficiales de las fuerzas
armadas. Por el otro lado Perón contaba con la oposición de los radicales y del
Departamento de Estado de EEUU, que impuso un bloqueo a Argentina.
Los radicales para presentarse a las elecciones y tratar de vencer a Perón formaron la
Unión Democrática junto al resto de la oposición (socialistas, comunistas y el partido
democrático nacional), pero no contaban con el apoyo de las clases obreras (que
apoyaban a Perón). Mientras que Perón obtuvo el apoyo de la Iglesia Católica al
prometer la mantención de la enseñanza de las clases religiosas en las escuelas.
El Departamento de Estado de EEUU a días de las elecciones publicó un libro azul, que
acusaba al régimen de querer crear un estado nazi-fascista y de estar coludido con el eje,
donde altos oficiales poseían contacto con el régimen nazi-alemán, entre ellos el
General Perón. Esto hizo aflorar el nacionalismo y volcar el apoyo a Perón, que
finalmente le dio la victoria con un 52% de los votos contra un 42% de Tamborini, su
contrincante.

La Tercera Posición. Un Margen de Autonomía

Fue la "Tercera Posición" en la política internacional del país un simple mito que, como
tantos otros en la Argentina, persiste incólume a través de los años? ¿Representó, por el
contrario, un camino inédito en el cual se sentaron las bases de una política exterior
identificada con los intereses nacionales? ¿O sólo significó la continuación de una vieja
tradición neutralista de la que nuestro país hizo gala, desde fines del siglo XIX, como
consecuencia de su peculiar inserción en la economía mundial, donde el Atlántico
asemejaba una especie de mar interior en la vinculación con Europa? Elevar la "Tercera
Posición" a la categoría de mito constituyó, tanto para los apologistas como para los
críticos acérrimos, un recurso fácil. Unos vieron en ella la precursora del movimiento de
no alineados, la piedra angular de una política tercermundista que no se embanderaba
con ningún imperialismo.
A otros, en cambio, esa misma absolutización les sirvió para someterla a una crítica
demoledora, pues muchos ejemplos concretos demostraban lo contrario. Pero ambas
interpretaciones son, en realidad, históricas, porque van más allá de la época, del
contexto internacional y de los propósitos que la guiaron.
Considerarla, por su parte, una mera continuación del neutralismo -expresado
especialmente en las guerras mundiales- que habría caracterizado a la diplomacia
argentina antes de la llegada de Perón, es olvidar la estructura de poder y la constelación

58
de intereses que conformaron, por lo general, esa diplomacia, modelada por una
ecuación comercial y política cuya base de sustentación fue la "relación especial" con
Gran Bretaña y Europa. Sin significar una ruptura total con los esquemas de poder
anteriores, las raíces políticas y sociales del peronismo eran distintas, y empujaban en
diferente dirección.
Queda, por último, saber si la "Tercera Posición" abrió un camino nuevo dentro del
marco histórico en el que tuvo que desarrollarse. En este sentido, Perón visualizó con
claridad el fenómeno principal de la posguerra: la existencia de un mundo bipolar
hegemonizado por dos grandes potencias: EE.UU. y la URSS. Su error de pronóstico en
cuanto al estallido de una tercera guerra mundial no le hizo equivocarse en otro aspecto
fundamental: el intento de practicar una política que permitiera ganar márgenes de
autonomía en un mundo signado por opciones irreductibles, aunque esa práctica acusara
debilidades o no tuviera el éxito esperado debido al tenaz acosamiento a que se vio
expuesta. Sin abandonar la filiación con Occidente, sistema de valores a cuya
pertenencia no se renunciaba, la "Tercera Posición" significó, con todo, un cambio en la
ubicación internacional del país. Cambio que trascendió la retórica o el mero
oportunismo, y pasó a integrar así la base de una política exterior que delineó un perfil
nacional.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

59
II. 10. Peronismo y Educación

Peronismo y Educación

Ficha de Contenidos elaborada por:


Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Ciencias de la Educación
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales – Orientación Historia
Docente a cargo de la Cátedra

17 de Octubre de 1945. Los trabajadores se refrescan en las fuentes de Plaza de Mayo.

Presentación

En materia de educación también el gobierno del General Perón llevo a cabo cambios
profundos y significativos, permitiendo fundamentalmente que todos los argentinos tengan
acceso a la educación en condiciones de igualdad. Un fenómeno que no se repitió en el país
hasta hoy, estuvo dado a partir que los hijos de obreros contaron con la posibilidad de realizar
estudios universitarios y terciarios. Las escuelas fábricas fue otros de los hecchos destacados en
la materia que se observa como precursor e innovador observados a la distancia

1. Las Escuelas Fábricas

El Gobierno Nacional da a publicidad el decreto 14.538/45 originario de la ley numero 12.921


y el decreto 6648/45, modificatorio del anterior. Siendo ya presidente constitucional, el General
Juan Domingo Perón, se convalidan ambos decretos por la ley numero 12.921. Por ella se crea y
se pone en marcha la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación profesional. Verdadero
pilar de la enseñanza técnica y de la industria nacional. Gracias a ella se siembran por el país
centenares de escuelas de aprendizaje, donde la juventud Argentina se orienta y perfecciona en
las diversas técnicas industriales.

60
Además de ser centros docentes de múltiples oficios artesanales, dan testimonio real del sentido
social impuesto por el creador del justicialismo. Durante la primera y segunda presidencia del
General Perón, “los alumnos reciben sin cargo desayuno, almuerzo, herramientas, libros,
elementos de estudios vestimenta de trabajo. Un inolvidable espectáculo se da en las diversas
ciudades Argentinas, niños adolescentes tocados con su mameluco azul”. Como bien lo dice su
denominación, dicha ley tiene a su cargo el funcionamiento del aprendizaje y orientación
profesional que comprende tres ciclos: Ciclo Básico, Ciclo técnico y la Universidad Obrera
Nacional.
El ciclo básico tiene duración de tres años y comprende los siguientes cursos: aprendizaje,
medio turno y capacitación. Los cursos de aprendizaje están destinados a los menores de 14 a 18
años de edad, que hayan cumplido con la enseñanza primaria. Su actividad se desarrolla en las
escuelas fabricas con régimen mixto de enseñaba y producción. Consta de ocho horas diarias de
instrucción técnica de dos turnos de cuatro horas cada uno. Los cursos de medio turno también
funcionan en las escuelas fábricas y están destinadas a los menores ocupados en las industrias.
Alternativamente al finalizar el ciclo básico los alumnos que lo cursan obtienen su titulo
correspondiente y son dueños de una formación artesanal o técnica que brindan trabajo idóneo y
futuro. El ciclo técnico dura cuatro años y tiene por objeto la formación del personal técnico
encargado de dirigir los establecimientos industriales en lo que se refiere a los procesos de
producción. Ingresan a este ciclo los obreros que cumplieron satisfactoriamente cualquiera de
los cursos del Ciclo Básico, con una duración mínima de tres años en la especialidad a fin y es
condición que el alumno trabaje en esta especialización. Con ello no se conserva sino que se
enriquece, ya el oficio artesanal o la especialización técnica.
El ciclo universitario abarca seis años. Para su ingreso se requiere haber aprobado el ciclo
técnico en la respectiva especialidad y a la ves estar ocupado en una actividad afin a la
industria. El pilar básico de la comisión de aprendizaje y orientación profesional es el Instituto
de Psicotécnica y Orientación Profesional, reglamentado por dicha ley en el artículo 38 que
dice:

“Crease anexo a la Dirección Nacional de aprendizaje y Orientación Profesional, y bajo su


dependencia un instituto de psicotécnica y orientación profesional, con las siguientes funciones.

A) La revisión de los menores desde el punto de vista psicofísico, y psicotécnico, como


complemento de la revisión medica realizada por los organismos pertinentes

B) El estudio de las condiciones físicas y psicofísicas que se requieren para los distintos oficios

C) La organización de la campaña de propaganda de orientación profesional en todo el país.

D) La organización de una estadística del aprendizaje y de las escuelas o cursos profesionales


y técnicos existentes en el país así como la de los egresados de los mismos

E) La organización de una biblioteca y fichero de obras y asuntos relacionados con el


aprendizaje, los cursos y escuelas de enseñanza técnica, la legislación del aprendizaje y del
trabajo de los menores y las enfermedades profesionales…”

2. El Peronismo y la Escuela 1943-1955

Para poder analizar a la escuela dentro del marco de cada época es necesario remontarnos a
algunos procesos históricos. Anterior a la época peronista la sociedad trabajadora estaba
representada por organismos sindicales que respondían a un pensamiento de corte socialista,
Perón ya era conocido por estar al frente Dirección de Trabajo que luego, por intervención de él
mismo, se llamó Secretaría de Trabajo. Perón estaba fuertemente influenciado por las ideas de
Mussolini a quién admiraba y deseaba llevar a su país esas ideas. Ya conocido como un actor
social de fuerte participación logra congregar a diferentes asociaciones sindicales dejando al

61
margen aquellas con ideas comunistas, quienes fueron perseguidas y erradicadas de sus
posiciones, tal era ya la fuerza y la presencia social de Perón. Este ya era considerado un líder
de las masas sin que todavía hubiese accedido al poder, por esa razón es encarcelado en la Isla
Martín García por el oficialismo que veía en esa figura un elemento de fuerza en su contra. Sus
seguidores exigieron su liberación el día 17 de Octubre del 1945, que se denominó “Día de la
Lealtad peronista”. Ese hecho favoreció su acceso al poder de la Nación. Lo que siguió después
no hizo más que acentuar su figura como líder de las masas. Perón encontró un fondo
enriquecido y lo utilizó para promover el desarrollo productivo, se abrieron fábricas, se
mejoraron los salarios de los trabajadores, que tuvieron acceso a todo lo que la modernidad traía
a través de la actividad industrial.
El hecho de que el país se viera inmerso en un programa de desarrollo industrial afectó
considerablemente a la escuela. Ésta, hasta ese momento tenía como población de estudiantes a
la clase media, y media alta, quienes vieron con preocupación un avance de las clases populares
conviviendo con ellos, los diferentes estratos sociales estaban fuertemente marcados y
comenzaba un nuevo modelo de sociedad, clases desposeídas podían tener oportunidades.
Además este hecho se relacionaba con un programa de convertir a la escuela en la cuna de
formación de profesionales. El hecho de que se promovieran las fábricas requería de mano de
obra calificada y se apuntó a la escuela para ello.
Las mujeres también tendrían acceso a la escuela por la sencilla razón de que se requerían
puestos femeninos en fábricas como por ejemplo las textiles. Además se trataba de pasar de una
sociedad con fuerte rasgo europeizante a una sociedad que valorara lo regional y esto también
estaría dentro de la formación escolar. Se destinaron presupuestos para la construcción de
escuelas en todos los departamentos y proliferó la educación llegando a todos los sectores
populares. No obstante este hecho estuvo acompañado de una imposición doctrinaria en la cual
la figura de Perón como el Mesías aparecía tanto en las instituciones, a través de cuadros y
fotografías, como en los libros de textos. Estar en desacuerdo con ello era visto como estar en
contra de Perón y eso era un riesgo que a la sociedad popular no le preocupaba pero que sí ponía
en tensión a la relación de la escuela, los docentes, profesores y el Gobierno.
Esta tensión venía de varios caminos, el cambio de una educación tradicional a una con fuerte
impronta técnica colocaba a las instituciones con un vacío de capacidad operativa, había que
revisar y ordenar la enseñanza en ese sentido. Los docentes no tenían una representación
ajustada a esa problemática y por lo tanto sus reclamos hacían agua. Esto se terminó de romper
cuando el propio gobierno elabora un estatuto docente de corte peronista donde se
contemplaban algunos reclamos pero muchos otros quedaban en la nada.
La enseñanza en ese período se caracterizó por ser conductista, el perfil de alumno que se
pretendía era el ajustado al aparato productivo. Ordenado, eficiente, funcional.
La democratización de la enseñanza presente en el Plan Quinquenal del primer período
peronista se relacionaba con una escuela para todos, con la posibilidad de acceso a la escuela de
aquellos que nunca lo habían tenido. Los objetivos pedagógicos giraban en torno a la enseñanza
práctica, al dominio de las normas, los sentimientos y a superación moral. Desarrollo de la
historia nacional, del idioma. Además prevalecía el concepto religioso asociado a lo moral en
detrimento de la razón. La relación que la escuela tenía con lo social era el trabajo. Esto se daba
por ejemplo en la escuela primaria a través del desarrollo de destrezas de los alumnos tanto en el
uso de las herramientas como en los diferentes oficios. Ya en el bachillerato, una vez superada
la etapa de conocimientos generales, el alumno accedía a la capacitación de dos años en Artes y
Oficios. Luego venían las escuelas técnicas de capacitación, perfeccionamiento y
especialización. Estas escuelas eran gratuitas para todos los obreros, artesanos o empleados que
vivieran de su trabajo. Además las empresas estaban obligadas a cooperar con becas para los
tres grados de la enseñanza técnica. Las reformas educativas fueron paradigmáticas ya que
trastocaba todo lo anterior, como un efecto cascada las escuelas primarias, que siguieron
manteniendo una enseñanza más tradicional desde el nivel inicial, no obstante aparecía en ellas
rasgos curriculares en consonancia con esta modalidad de enseñanza para el trabajo.
La reforma de 1949 con la caída de Plan Quinquenal pone en tercer lugar la capacitación
profesional priorizando en primer lugar el desarrollo de las virtudes y en segundo lugar
perfeccionamiento de las facultades intelectuales y sociales. Con este cambio de metas

62
educativas se pretende bajar los decibeles de una educación fuertemente tecnicista. El avance de
los acuerdos del gobierno de Perón con los EEUU deterioró las relaciones con la Iglesia, esto
derivó en una Ley sancionada en el Congreso donde se suprimía la enseñanza religiosa en las
escuelas públicas y se reducían los presupuestos del Estado a las escuelas religiosas privadas.

3. La creación de la Universidad Obrera Nacional (UON)

Autora: Dra. Alicia Angélica Malatesta


Fragmento del Trabajo de Investigación
“El surgimiento de la educación universitaria tecnológica argentina en el discurso peronista”
Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, San Francisco, Córdoba, 2004

El 19 de agosto de 1948 se sanciona la Ley 13.229, de creación de la Universidad Obrera Nacional (UON)

“En nuestro país, desde los tiempos iniciales de la Universidad de Córdoba -que como se sabe
es la primera casa de altos estudios del espacio nacional- y hasta inicios del siglo XX, cuando
acontece la creación de nuevas casas de altos estudios, el acceso a la formación universitaria
puede ser caracterizado de modo global como un particular privilegio de los sectores sociales
más encumbrados.
En efecto, es recién en los años próximos a la Reforma Universitaria (1918) cuando acontece la
denominada democratización de la vida de los claustros que, entre otros aspectos, se caracteriza
por la afluencia de estudiantes provenientes de las crecientes clases medias urbanas. Como
resultado del movimiento reformista se aprueban tanto la autonomía universitaria cuanto la
instrumentación de la selección de profesores por concursos de antecedentes y la participación
de representantes de docentes, estudiantes y graduados en la conducción de las instituciones
universitarias.
Por ello, el nacimiento de la Universidad Obrera Nacional en el año 1948 es considerado un hito
en la historia de los estudios universitarios y una de las marcas distintivas que el peronismo
imprimió a la cultura. Sucintamente puede señalarse que la gestión de Perón, a través de la
creación de la nueva institución, procura diluir el matiz liberal y profesionalizante de las
universidades.
Debe considerarse que dicha creación resulta posible luego de la aprobación en el año 1947 de
la ley Nº 13.031 que otorga el marco de organización a las universidades. La nueva disposición
deroga la anterior organización jurídica de las universidades que rige desde 1885 y que se la
conoce como Ley Avellaneda; de igual manera, se dejan de lado los postulados fundamentales

63
de la Reforma Universitaria de 1918, en particular la autonomía y el co-gobierno. En efecto, sus
aspectos fundamentales otorgan al Poder Ejecutivo amplias facultades en la designación de las
autoridades universitarias; así, se ordena que el Presidente de la Nación designa al rector y a los
profesores titulares de una terna elevada por la universidad luego de la realización de concursos
de méritos.

Debates parlamentarios

La presentación del proyecto oficial de creación de la Universidad Obrera a cargo del diputado
Ayala López Torres, redactado conjuntamente con dos representantes de la CNAOP35, destaca
la necesidad e importancia que para la vida del país adquiere la formación universitaria de los
trabajadores y que contemple tanto los aspectos técnicos cuanto el desarrollo cultural y político
de las clases trabajadoras, en particular la capacidad de ejercer cabalmente los derechos como
ciudadanos.
El tratamiento del proyecto de creación de la UON da lugar a álgidos y prolongados debates
parlamentarios en la Cámara de Diputados entre la mayoría peronista y los representantes de la
oposición; en senadores, que cuenta con amplia presencia del oficialismo, el tratamiento no
genera discusiones.
En la cámara baja el ala oficialista, que cuenta como voceros al propio López Torres y también
al diputado Bustos Fierro, defiende calurosamente la necesidad de articular las cuestiones
educativas con el marcado desenvolvimiento de las actividades industriales que registra el país
en su conjunto. De igual modo, argumentan los derechos de los sectores populares de proseguir
estudios universitarios, así se hace referencia en diversas oportunidades a la universidad del
pueblo que procede de la gestión de Perón y a la apertura de los estudios universitarios para el
pueblo de la Nación; de esta manera, entre los sectores que apoyan la política estatal la creación
de la Universidad Obrera es ponderada como una verdadera instancia revolucionaria en el
ámbito de los altos estudios. Así, en palabras del diputado Bustos Fierro la creación de la UON
conforma un galardón de originalidad de la revolución nacional peronista.
Como se ha dicho, la atención al principio de la justicia social, constituye uno de los pilares
sustantivos de la creación de la Universidad Obrera. En efecto, con ella se persigue ofrecer a los
integrantes de los sectores populares un camino concreto hacia la realización de estudios
universitarios y con una clara propensión a la posibilidad real de movilidad social al permitir y
facilidad el acceso a cargos técnicos y directivos en la actividad industrial. En palabras del
diputado Guardo puede leerse que “la justicia social, base, nervio y doctrina de nuestra
conducta y de nuestra orientación. La universidad obrera permitirá llegar a sectores sociales,
técnicos y económicos, a un núcleo de hombres que hasta ayer solo por excepción podía
aspirar a alcanzarlos. [...] por primera vez en la Argentina, todos los ciudadanos han de tener
iguales posibilidades y, en adelante, el esfuerzo de cada uno y sus propios méritos serán las
únicas palancas de triunfo”.
Al mismo tiempo, entre los argumentos favorables a la creación de la UON se afirma la relación
existente entre el logro de una industria cada vez más desarrollada -donde el protagonismo de
los argentinos se cuente no sólo en las filas de operarios sino en las áreas técnicas y de
dirección- y la independencia económica de la Nación. De esta manera, se destaca la
consolidación de la asociación entre pueblo – Nación – justicia social – industria.
Por su parte, la oposición integrada por representantes pertenecientes a la Unión Cívica Radical,
a los sectores conservadores, socialistas y comunistas, frente a la mayoría oficialista elige como
estrategia destinada a manifestar su disconformidad frente al surgimiento de la nueva
universidad la intensa participación en los debates parlamentarios; al respecto, cabe agregar que
con dicha activa intervención legislativa los integrantes de los sectores contrarios a la política
peronista logran que la prensa recoja su participación y publique sus argumentos.
En general los miembros de la oposición consideran que el tratamiento de la nueva universidad
debe ser pospuesto para favorecer un más profundo y detallado análisis de la cuestión.
Particularmente, cuestionan el empleo de la denominación “Universidad Obrera” para la
institución que se pretende crear. Así, en palabras de Luis Dellepiane, integrante de la bancada
radical, se argumenta que no puede existir una universidad de clase [...] “Para el desarrollo de

64
un plan orgánico de acuerdo a los propósitos de la Unión Cívica Radical, decimos que bastaría
con crear en las distintas facultades del país los aspectos técnicos que en ellas faltan”.
Por su parte, el diputado Gabriel Del Mazo, expresa su negativa a la creación de la universidad
obrera al sostener que la misma es antidemocrática al planear una formación universitaria
diferenciada para integrantes de las fuerzas del trabajo y otra para los pertenecientes a las capas
sociales más acomodadas y por tanto, matriculados en la universidad tradicional. En síntesis, se
argumenta que el partido radical no apoya la segmentación de los estudios universitarios y, de
esta manera, manifiestan su opinión acerca de que la universidad argentina debe conformar una
unidad y, de este modo, no adhieren al surgimiento de un sistema universitario dual.
Fuera de los recintos parlamentarios, la aprobación de la ley que crea la Universidad Obrera
Nacional genera oposición dentro de los ámbitos académicos y también políticos. Entre los
primeros, no son pocos los intelectuales y profesionales críticos del peronismo que afirman que
la novel institución es un avance del propio Perón sobre la educación universitaria que tiene
como claro propósito el procurar una mayor adhesión política entre profesores y, en especial,
dentro de los alumnos de la UON, dado que se trata de obreros a la sazón peronistas. Empero,
cabe resaltar que en la polémica entablada no participan expresamente los sectores
empresariales.
Un ingrediente extra a las disputas que generan las disposiciones del gobierno referidas a la vida
universitaria está conformado por la sanción de la ley Nº 13.031. Esta norma, como ya hemos
dicho aprobada en el año 1947, dispone que todo el plantel docente de las universidades sea
nombrado mediante decreto presidencial. A ello se agrega que a partir de entonces las
universidades dependen de una nueva subsecretaría de la Secretaría de Educación. Al respecto,
desde las filas no peronistas se interpreta el contenido de la mencionada ley como un fuerte
golpe a la autonomía de la vida universitaria y, de este modo, la manifiesta dependencia de las
mismas de los criterios gubernamentales.
Dentro de las filas académicas se sostiene que la Universidad Obrera abandona el camino
trazado desde la Reforma Universitaria y, al mismo tiempo, se considera que sus carreras,
asignaturas y programas carecen del nivel y de la amplitud de los conocimientos pertinentes a
estudios de grado, al circunscribirse a una formación exclusivamente técnica. Sin duda, estos y
otros argumentos esgrimidos ante al surgimiento de esta nueva universidad reproducen el
enfrentamiento político existente entre el peronismo y sus principales opositores.

La Ley de Creación

Concluidos los exacerbados debates parlamentarios, se aprueba por mayoría la ley de


organización de las casas de altos estudios y nace la nueva universidad que es denominada por
muchos como la “universidad peronista”. Su creación se halla contenida en el capítulo II de la
ley Nº 13.229 aprobada por el Congreso de la Nación el día 26 de agosto de 1948 y promulgada
pocos días después. En ella se establece la creación de la Universidad Obrera Nacional como
institución superior de los ciclos de enseñanza técnica dependiente de la CNAOP.
De tal manera, como culminación del sistema de formación técnica y de marcada orientación
hacia los sectores del trabajo tiene nacimiento una institución universitaria especializada en las
cuestiones y estudios tecnológicos orientados a la producción; su objetivo primordial es formar
integralmente profesionales de origen obrero. Al respecto, la nueva modalidad educativa técnica
completa el aparato escolar existente y se halla fuertemente relacionado con el nuevo modelo
político vigente a partir de 1946. En efecto, el Estado peronista exige una profunda
internalización de los valores y de los conceptos que sostienen el ideario vigente y que no
resultan solamente de la alfabetización de las masas sino muy especialmente de la capacitación
profesional que demanda el mundo industrial.
Como finalidades de la Universidad Obrera en el artículo 10 de la ley de creación, se destacan
a) La formación integral de profesionales de origen obrero destinados a satisfacer las
necesidades de la industria nacional; b) Proveer la enseñanza técnica de un cuerpo docente
integrado por elementos formados en la experiencia del taller íntimamente compenetrada de los
problemas que afectan al trabajo industrial [...]; c) actuar como órgano asesor en la redacción
de los planes y programas de estudio de los institutos inferiores [...] d) Asesorar en la

65
organización, dirección y fomento de la industria, con especial consideración de los intereses
nacionales [...].
Así, se diseña y pone en marcha un trayecto de formación universitaria especializada
íntimamente vinculado a los sectores productivos y con especial atención a los sectores de
estudiantes trabajadores. En efecto, se estima primordial el contacto entre los medios
académicos y las áreas de producción industrial destacando muy especialmente la transferencia
tecnológica para la actividad industrial. De igual manera, se señala que la nueva universidad
debe también ocuparse se coordinar y proveer el cuerpo docente capacitado para desempeñarse
en los ciclos de enseñanza técnica. Cuando se analiza el surgimiento de la UON estas valiosas
contribuciones no siempre son ponderadas adecuadamente. Al respecto, Marcela Pronko afirma
“Estos elementos fueron generalmente olvidados en las discusiones acerca del significado de la
institución, resaltándose, sobre todo, la cuestión del reclutamiento estudiantil”.
Retomando el análisis de la ley de creación , el artículo 9º establece que la Universidad Obrera
es una institución superior de enseñanza técnica y tiene como principal objetivo la formación de
ingenieros especialistas surgidos de los propios sectores del trabajo del país y el destino
específico de la actividad de sus egresados es claramente definido como la actividad fabril. En
suma, la novel institución se planifica y se pone en práctica girando en torno a un nuevo sujeto
educativo: el obrero industrial. Puede afirmarse con certeza que se trata de un nuevo sujeto dado
que hasta el presente los integrantes de las clases trabajadoras -y en particular, los obreros
industriales- no tienen cabida en la vida universitaria tradicional; ella posibilita el acceso de las
clases trabajadoras a la universidad que hasta el momento representa un símbolo elitista de las
clases social y culturalmente privilegiadas.
Lo expresado puede corroborarse en el contenido del artículo 11 de la mencionada ley que
establece que para acceder a los estudios en la UON se requiere poseer el título de técnico de
fábrica proporcionado por el Segundo Ciclo de la CNAOP o bien ser egresado de las escuelas
industriales estatales, teniendo prioridad los primeros; también se solicita al ingresante
demostrar su condición de obrero a través de las correspondientes certificaciones y poseer buena
conducta.
A pesar de que la ley de creación de la Universidad Obrera establece noventa días de plazo para
que el Poder Ejecutivo reglamente su organización, esto recién acontece el día 7 de octubre de
1952, por medio del decreto Nº 8.014. Y recién a partir del 17 de marzo del año siguiente dan
inicio las actividades académicas. Previamente, a fines de 1952 se nombran las primeras
autoridades que son Cecilio Conditti como Rector y el ingeniero Pascual A. Pezzano como
Vicerrector.
Entre los considerandos de dicho decreto reglamentario puede leerse que el establecimiento [...]
corona la larga serie de conquistas obtenidas por las fuerzas obreras organizadas dentro del
movimiento peronista [...] Que la Universidad Obrera Nacional [...] tiende a coadyuvar a la
recuperación y consolidación económica del país, por medio de la industria nacional, dirigida
por técnicos argentinos [...].43 Como puede observarse, nuevamente en el contenido del
instrumento normativo se resalta la valoración de la equidad y de la nacionalidad vinculados a la
doctrina peronista.
En cuanto a la vida universitaria misma, el contenido del decreto establece que el gobierno de la
Universidad Obrera se halla en manos del Rector que cuenta con el asesoramiento de un
Consejo de Coordinación Industrial en donde existe participación patronal y obrera. Para
desempeñar la función de Rector se establece como condición que debe ser de nacionalidad
argentina, egresado de la Escuela Sindical dependiente de la Confederación General del
Trabajo (CGT) y su tarea se circunscribe a cuestiones políticas y administrativas. Cabe agregar
que similares condiciones se exigen para ocupar el cargo de Decano de cada una de las
Facultades Regionales.
Por su parte, el Vicerrector centra su actividad en los asuntos académicos y para ello debe
argentino, poseer título habilitante y experiencia técnico-profesional. Se ocupa especialmente de
elaborar los planes de estudio, controlar los programas de las distintas asignaturas y supervisar
los exámenes. Con respecto a los profesores el reglamento establece la existencia de cuatro
categorías y todas ellas sujetas a la designación del Poder Ejecutivo previo concurso; las
categorías previstas son titular, extraordinario, honorario y adjunto.45

66
En cuanto a las carreras que se cursan en la UON en todas ellas -según establece el artículo 14
de la ley de creación- se otorga el título de Ingeniero de Fábrica y las distintas especialidades
son: Construcción de Obras, Hormigón Armado, Obras Sanitarias, Construcciones Mecánicas,
Automotores, Transportes y Mecánica Ferroviaria, Instalaciones Eléctricas, Construcciones
Electromecánicas, Construcciones Aeronáuticas, Industrias Textiles, Industrias Químicas,
Construcciones Navales, Mecánica Rural y Telecomunicaciones. Ciertamente, la obtención del
título de Ingeniero de Fábrica como resultante de los estudios aprobados conforman una etapa
superior y distinta que podrían cursar los Técnicos de Fábrica y Técnicos Industriales.

Particularidades en la enseñanza-aprendizaje en la Universidad Obrera

La acción concreta de las diversas actividades académicas de la UON exhibe claramente


aspectos pedagógicos que, al diferenciarse de los vigentes en las universidades tradicionales,
pueden caracterizarse como modernos e innovadores y que ponen en práctica una particular
articulación entre la ciencia, la técnica, el trabajo y la política educacional. Entre ellos, es
posible destacar los siguientes.
Operativamente, y para atender a las condiciones propias del trabajo y de la vida de sus alumnos
obreros, las clases se desarrollan en horario vespertino entre las 19 y las 23 horas, las mismas
son de carácter obligatorio y gratuitas. En ellas, se ponen en práctica estrategias de aprendizaje
que, reuniendo a grupos de alumnos no demasiado numerosos, se basan en la pertinente
complementación de explicación-ejercitación-experimentación en los distintos laboratorios
disminuyendo al extremo las clases de tipo magistral, muy típica en las universidades
tradicionales. De tal manera, se privilegia la modalidad de trabajo teórico-práctica o de
seminario.
Por ello, puede advertirse que en el aprendizaje resulta altamente valorada la actividad práctica
de taller y de industria pero sólidamente fundada en las ciencias físico-matemáticas de modo tal
que permita al futuro ingeniero especializado en la producción, la correcta solución a los
complejos problemas que presenta la actividad fabril. En suma, y al decir de su primer
Vicerrector ingeniero Pascual Pezzano, “no se trata de enseñar ciencia pura, sino aplicada
porque la tecnología es una aplicación creadora de sus principios a la industria
contemporánea”. De tal modo, se procura que el futuro graduado no sólo esté en conocimiento
de los aspectos teóricos sino muy especialmente que sea diestro en el taller, desarrollando su
actividad profesional junto a los trabajadores y en contacto directo con los equipos y las
maquinarias.
Como queda dicho desde la faz curricular la UON exhibe importantes aristas renovadoras de la
pedagogía universitaria. En efecto, y como se sabe, la piedra angular sobre la que basa toda su
actividad se centra en el saber hacer más que en el saber decir, concepto altamente difundido
por el propio Presidente Perón en diversos discursos. En este sentido, en la organización de las
distintas asignaturas adquiere centralidad la especial conexión entre la teoría y la práctica, la
activa participación del alumno en las actividades de aprendizaje y la especial atención de los
docentes hacia los educandos, todo ello intensificando la vinculación permanente con las
empresas fabriles.
El plan original del cursado contempla cinco años de estudio. En los dos primeros cursos de
todas las especialidades, las asignaturas son comunes con el objeto de procurar que los
estudiantes alcancen una sólida base físico-matemática.
Por otra parte, en el transcurso de cada uno de los años de cursado se ubican cinco asignaturas -
con excepción del tercer año que incluye seis materias- con un total de veinticuatro horas
semanales. Al respecto, en el plan de estudios se señala que si bien ese número de horas de clase
es inferior a las 32 ó 36 que se imparten en las otras universidades, debe considerarse que los
alumnos de la Universidad Obrera poseen ya de por sí una gran práctica ejecutiva y una
versación acrecentada por los 3 años del ciclo de capacitación y los 4 años del ciclo técnico,
además de estar obligados a trabajar en la industria.
Por otra parte, se establecen como asignaturas comunes a todas las especialidades -además de
las ya mencionadas- las siguientes: Elementos de legislación, Legislación del trabajo, Economía

67
y Financiamiento de empresas, Tecnología de fabricación y organización industrial y
Administración y contabilidad industrial.
Como queda dicho, no sólo las cuestiones prácticas merecen amplio desarrollo en el cursado de
los estudios en la Universidad Obrera; por el contrario, atendiendo a la formación superior
acorde al desenvolvimiento de las ciencias y de la sociedad en su conjunto, dentro de los
distintos planes de estudios es atendida de manera especial la relevante contribución de las
ciencias humanas. Al respecto, merece resaltarse que la inclusión de dicha área del saber no se
encuentra atendida en las carreras de Ingeniería en las universidades tradicionales”.

Escuela Mono-técnica y de Extensión Cultural Nº 56, San Javier, Misiones (1951). Antecedente de la UON

68
II. 11. Peronismo y Educación

Las Escuelas Fábricas Peronistas


Ficha de Contenidos elaborada por
Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Ciencias de la Educación
Magíster en Ciencias Sociales
Doctor en Ciencias Sociales – Orientación Historia
Docente a cargo de la Cátedra

1948. La creación de las Escuelas Fábricas impulsaron la relación Educación y Trabajo

En materia de educación también el gobierno del General Perón llevo a cabo cambios profundos y significativos,
permitiendo fundamentalmente que todos los argentinos tengan acceso a la educación en condiciones de igualdad.
Un fenómeno que no se repitió en el país hasta hoy, estuvo dado a partir que los hijos de obreros contaron con la
posibilidad de realizar estudios universitarios y terciarios. Las escuelas fábricas fue otros de los hechos destacados
en la materia que se observa como precursor e innovador observados a la distancia

El Gobierno Nacional da a publicidad el decreto 14.538/45 originario de la ley número


12.921 y el decreto 6648/45, modificatorio del anterior.
Siendo ya presidente constitucional, el General Juan Domingo Perón, se convalidan
ambos decretos por la ley numero 12.921. Por ella se crea y se pone en marcha la
Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación profesional. Verdadero pilar de la
enseñanza técnica y de la industria nacional. Gracias a ella se siembran por el país
centenares de escuelas de aprendizaje, donde la juventud Argentina se orienta y
perfecciona en las diversas técnicas industriales.

69
Además de ser centros docentes de múltiples oficios artesanales, dan testimonio real del
sentido social impuesto por el creador del justicialismo. Durante la primera y segunda
presidencia del General Perón, los alumnos reciben sin cargo desayuno, almuerzo,
herramientas, libros, elementos de estudios vestimenta de trabajo. Un inolvidable
espectáculo se da en las diversas ciudades Argentinas, niños adolescentes tocados con
su mameluco azul. Como bien lo dice su denominación, dicha ley tiene a su cargo el
funcionamiento del aprendizaje y orientación profesional que comprende tres ciclos:
Ciclo Básico, Ciclo técnico y la Universidad Obrera Nacional.
El ciclo básico tiene duración de tres años y comprende los siguientes cursos:
aprendizaje, medio turno y capacitación. Los cursos de aprendizaje están destinados a
los menores de 14 a 18 años de edad, que hayan cumplido con la enseñanza primaria. Su
actividad se desarrolla en las escuelas fabricas con régimen mixto de enseñaba y
producción. Consta de ocho horas diarias de instrucción técnica de dos turnos de cuatro
horas cada uno. Los cursos de medio turno también funcionan en las escuelas fabricas y
están destinadas a los menores ocupados en las industrias.
Alternativamente al finalizar el ciclo básico los alumnos que lo cursan obtienen su titulo
correspondiente y son dueños de una formación artesanal o técnica que brindan trabajo
idóneo y futuro.
El ciclo técnico dura cuatro años y tiene por objeto la formación del personal técnico
encargado de dirigir los establecimientos industriales en lo que se refiere a los procesos
de producción. Ingresan a este ciclo los obreros que cumplieron satisfactoriamente
cualquiera de los cursos del Ciclo Básico, con una duración mínima de tres años en la
especialidad a fin y es condición que el alumno trabaje en esta especialización. Con ello
no se conserva sino que se enriquece, ya el oficio artesanal o la especialización técnica.
El ciclo universitario abarca seis años. Para su ingreso se requiere haber aprobado el
ciclo técnico en la respectiva especialidad y a la ves estar ocupado en una actividad afin
a la industria.
El pilar básico de la comisión de aprendizaje y orientación profesional es el instituto de
psicotécnica y orientación profesional reglamentado por dicha ley en el articulo 38 que
dice: Crease anexo a la Dirección Nacional de aprendizaje y Orientación Profesional, y
bajo su dependencia un instituto de psicotécnica y orientación profesional, con las
siguientes funciones.

A) La revisión de los menores desde el punto de vista psicofísico, y psicotécnico, como


complemento de la revisión medica realizada por los organismos pertinentes

B) El estudio de las condiciones físicas y psicofísicas que se requieren para los


distintos oficios

C) La organización de la campaña de propaganda de orientación profesional en todo el


país.

D) La organización de una estadística del aprendizaje y de las escuelas o cursos


profesionales y técnicos existentes en el país así como la de los egresados de los
mismos

E) La organización de una biblioteca y fichero de obras y asuntos relacionados con el


aprendizaje, los cursos y escuelas de enseñanza técnica, la legislación del aprendizaje y
del trabajo de los menores y las enfermedades profesionales.

70
La vital importancia de contenido de este articulo 38 se ve con mayor intensidad en el
ultimo capitulo de este trabajo. Asimismo, se establece en todo el territorio de esta
nación, un impuesto denominado para el aprendizaje, del diez por mil, que se aplicara
sobre el total de los sueldos, salarios jornales y remuneraciones por servicios prestados
en los establecimientos industriales, gracias a este aporte industrial se lleva adelante la
actividad docente de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional.
Cuando los contribuyentes de este impuesto del aprendizaje tengan a su cuidado directo
el sostenimiento de curso de esta índole, se reduce su monto a un dos por mil. Varios y
calificados son los establecimientos que se ubican en esta situación

22 de Noviembre de1949. Perón firma el decreto de supresión de los aranceles para los estudios universitarios

71

También podría gustarte