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Biografía David Liberman

(1920 -1983)
Por Haydée Celia Kohan

David Liberman nació en Buenos Aires el 1 de julio de 1920 y falleció también en Buenos
Aires, el 30 de octubre de 1983, el día que en la Argentina se consagró presidente al Dr. Raúl
Alfonsín. Ese último día de su vida, intentó levantarse para ir a emitir su voto. Su infancia
transcurrió en las inmediaciones de donde hoy se erige la Facultad de Medicina. Era el segundo
hijo de Sam Liberman famoso entre los años cuarenta y cincuenta por su orquesta de Jazz
integrada por "Sam" y sus dos hijos varones David y Bernardo. David tenía también una hermana
mayor. Sam Liberman era israelí, nacido en Safed, la ciudad de los cabalistas. David Liberman
conoció a Fedora, su mujer, en un baile en La Falda (Córdoba) al tener 18 años. Fue un "amor a
primera vista" y se casaron seis años después en 1945. Tuvieron dos hijos, Diana Liberman de
Vanelli, actualmente médica psicoanalista, y Alex, periodista.
David consagró su vida a la música y luego al psicoanálisis y de alguna manera logró integrar
ambas esferas o disciplinas, ya que además de su aplicación de las Teorías de la comunicación al
estudio de la sesión psicoanalítica, le interesó siempre grabar ciertas sesiones y detectar en las
diferentes voces de los pacientes, las melodías, armonías, rubattos, contrapuntos, disonancias,
que hubiera en ellas. Liberman fue como maestro, supervisor, psicoanalista, alguien muy especial
por que su entrega a estas actividades había entrado en el registro de lo mitológico. Las horas que
dedicaba a su trabajo en el consultorio, sus frases memorables condensadas y desenvueltas, en las
supervisiones, que no condecían con el léxico pulido e impecable de sus escritos, tenían la
finalidad de hacerse entender y enseñar a entender. Esa fue, creo, la cualidad más significativa de
su persona. La vehemencia, efusividad, entusiasmo, o ímpetu con que apostó a poder detectar
que es lo que nos están comunicando los pacientes, y como comunicarnos con ellos.
El inducir a sus alumnos a considerar la sesión como un objeto de investigación produjo una
revolución en la forma de trabajar de varias generaciones de psicoanalistas, que se formaron en la
Asociación Psicoanalítica Argentina, en Asociaciones latinoamericanas y luego en APdeBA.
Consistía en trabajar relajadamente con el analizando pero luego, ya sin la presencia del paciente
en el consultorio se busca reconstruir la sesión, estudiarla minuciosamente, y transformarse en un
investigador, de lo que él llamó, "la apertura de un segundo circuito". Liberman descubrió un
nuevo mundo en lo que a la técnica psicoanalítica se refiere antes de él, no sólo que los pacientes
eran tratados como un todo único (aunque supiéramos que presentaban patologías diferentes)
sino que el suyo fue de los pocos aportes a la técnica del psicoanálisis individual, desde 1914. Los
descubrimientos de Liberman son fundamentales métodos de observación de los datos que nos
proporciona el paciente y del efecto que en el paciente producen las interpretaciones. Liberman
también se agrupó con los que consideraban al análisis como inductor de transferencia y trabajó
en ese sentido.
A pesar de todos sus hallazgos y aportes fue su libro La comunicación en terapéutica psicoanalítica
(1960) el que jalona el momento en que Liberman declara a la sesión terapéutica como unidad o
módulo de investigación psicoanalítica. En ese libro David se propone volcar los principios básicos
del psicoanálisis (libido, inconsciente, transferencia, fijación) a la teoría de la comunicación. Cada
punto de fijación, y por consiguiente de regresión en la transferencia corresponde a un tipo o
modelo de la comunicación de Ruesh. Esta clasificación muy sintéticamente sería la siguiente: - La
persona observadora no participante, corresponde al paciente esquizoide fijado en la etapa oral
de succión. - La persona depresiva, es el melancólico, fijado en la etapa oral secundaria. - La
persona de acción es el psicópata o el perverso fijado en la etapa anal expulsiva. - La persona
lógica, paciente obsesivo, fijado a la etapa anal secundaria. - La persona atemorizada y huidiza es
el carácter fóbico, la histeria de angustia con fijación en el Edipo positivo. - La persona
demostrativa sería la histeria de conversión, también fijada en lo edípico. - La persona
demostrativa sería la única que podría acceder al registro de lo simbólico capacidad que se
malograría si la regresión transferencial estimulara intensamente elementos del Edipo
(transferencia erótica, etc.). En concordancia con estos estilos de comunicación del paciente,
estarían los estilos o registros en que debería moverse óptimamente el analista, para provocar
efectos estructurantes en el paciente, que en la nomenclatura de Liberman, sería "favorecer un
cambio en el registro o estilo del paciente". Para dar un ejemplo, si el paciente está en el registro
de "la persona demostrativa" el análisis tendría que manejarse en el de la persona "observadora y
no participante". etc.
Antes de concluir esta reseña de David Liberman no quiero dejar de mencionar el hecho de que en
los congresos Internacionales, amén de sus medulosas intervenciones (llegó a ser Vicepresidente
de IPA), Liberman solía sentarse a un piano que siempre "encontraba por allí" comenzando a
desgranar melodías de Glenn Miller y otras de los años cuarenta, lo cual hacia que todos se
levantaran de sus asientos. Para terminar diré que Liberman era una persona observadora,
huidiza, demostrativa, era sobre todo una persona. Considero que en algún sentido su pérdida ha
sido insustituible ya que aunque sus escritos eran valiosos el Liberman al que todos nos referimos,
y el que más nos llegó es el de las supervisiones. Para él, sin embargo, podría decirse que su vida
estuvo cumplida, llena de satisfacciones y habiendo realizado, prácticamente todas las cosas a las
que había aspirado.

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