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ANTENIE trERNEJE PELAR

Literatura y sociedad en el Perú:


La novela indigenista.

Clorinda Matto de Turner, novelista


Estudios sobre
Aves sin nido, Índole y Herencia

trENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOS


.¡ANroNrtr trBRN E.rtr

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LATINOAMERICANA
EDITORES
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LITERATURAY SOCIEDAD EN EL PERU:
LA NOVELA INDIGENISTA

CLORINDA MATTO DE TURNER, NOVELISTA


ESTUDIOS SOB^R^E AVES SIN NIDO,
ÍNoolrc y HERENCTA
Antonio Cornejo Polar

Literatura y sociedad en. el Perú:


la nooela irudigenista

Clorinda Matto de Turnery nooelista


Estudios sobre
Aves sin nido, Índol" y flerpncia

trENTRB DE ESTUDIOS LITERARItrS


«ANTONIO CORNEJO POLAR''

U,^ /r"^7//

IATINOAMERICANA
EDTTORES

2005
Obras completas de Antonio Cornejo polar
Volumen II

Literatura y sociedad.en el perú: la nouela ind,igenista

Primera edición. Lima: Ed. Lasontay, 19g0


Segunda edición. Lima: CELACp. 200b

Clorinda Matto de Turner, nouelista. Estud.ios sobre


Aves sin nido, Índole y Herencia
Primera edición. Lima: Lluvia Editores, 1992
Segurda edición. Lima: CELACp, 2005

ISBN 0_9747750_4_5

@ 2005 Centro de Estudios Literarios ,,Antonio Cornejo polar,,


@ Carátula: Juan Salazar Kóster

. CELq,CP - Latinoamericana Editores


. PERÚ:
Avenida Benavides JO74 - La Castellana
Lima 18 - Perú
Tel (51-1) 216-1029;449-OBB| - Fax (b1-1) 448-6g53
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forma ni por ningún meüo, sea mecánico,
l¿loquímico electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier
otro, sin el pemiso previo, por esc.ito, de la
=ürcrial
Indice general

Literatara y sociedad en el Perú: la noaela indigenista

Estudio preliminar de Camilo Fernández Cozman 9

Introducción de Antonio Cornejo Polar t7


Capítulo L EI indio: heterogeneidad y conflicto 2t
Capítulo II: La producción de la novela indigenista ¿/

Capítulo III: La profundidad histórica del indigenismo 51

Bibliografía 7'l

Ctorind.a Matto de Turner, noaelista. Estud,ios sobre


Aves sin nido, Índole y Ilerencia

Introducción de Rocío Ferreira 83

Estudio crítico por Rocío Ferreira 103

Prólogo de Antonio Cornejo Polar 129

Clorinda Matto de Turner: Para una imagen de la


novela peruana del siglo XIX 131

Atses sin nido, indios, "notables" y forasteros 151

Aues sin nido corno alegoría nacional t77


Indice General

Lo social y lo religios o en Ínclole 797

Sobre Herencia
213
Bibliografía ampliada y revisada por Rocío Ferreira 221
Antonio Cornejo Polar

Literatura y sociedad en. el Peru:


la noaela indigenista

Prólogo y Bibliografía de
Camilo Fernán dez Cozrnan

CENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOS


"ANTONIO CORNEJO POLAR"
(CELACP)

IAT'TNOAI{ERTCANA
EDITORES

2005
Indice
Prólogo de Camilo Fernández Cozrnan
"Antonio Cornejo Poiar y su lúcida visión de Ia novela
indigenista"

Literatura y sociedad en el Perú:


la noaela indigenista

Introducción de Antonio Cornejo Polar L7

Capítulo I
El indio: heterogeneidad y conflicto

Un universo dividido 22
La imagen indianista del Perú 24
trll magisterio de Mariátegui 25
La base social del indigenismo 27
La heterogeneidad social 29
La alternativa socialista 32
La heterogeneidad cuitural D.f
Las condiciones de existencia del indigenismo 35

Capítulo II
La producción de la novela indigenista

Sobre 1as crónicas 37


EI indianismo en el Perú 39
Aues sin nido: alcances y límites 41
El descarrío modernista 44
La apertura psicológica: Cuentos andinos 47

Capítulo III
La profundidad histórica del indigenismo

Las literaturas heterogéneas 52


La produccion de Ia novela indigenista 54
8 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indígenista

El impacto del referente 56


Mito e historia en la novela indigenista 61
Indigenismo, nacionalismo, universalismo 64
¿Todavía indigenismo? 67
Signifrcado de la novela indigenista 69

Bibliografía 7L
Prólogo
'rAntonio Cornejo Polar y su lúcida visión
de la novela indigenista"
Camilo Fernánde z Cozrnan

No cabe duda de que Antonio Cornejo Polar es el crítico literario


peruano más importante del siglo XX. Cuando hablamos de crítica
literaria nos estamos refiriendo, en este caso, a un ejercicio del
conocimiento que si bien privilegia el estudio de obras concretas y de
corrientes literarias (como e1 indigenismo), tiene un basamento teó-
rico muy riguroso. La crítica de Cornejo Polar no es de estirpe
impresionista ni romántica ni biografista, porque privilegia la inter-
subjetividad como un concepto clave desde e1 punto de vista herme-
néutico y rzo considera que la obra literaria es una especie de reflejo
de la vida del autor. En ese sentido, se respeta la autonomía relativa
del texto literario, aunque, indudablemente, se tejen relaciones entre
el discurso artístico y el contexto socio-histórico. Por ello, Cornejo Po-
lar emplea una óptica interdisciplinaria, ya que la crítica literaria,
para é1, no es una isla sino que se relaciona con la historia, Ia sociolo-
gía y la antropologÍa, entre otras disciplinas.
- Tampoco ei paradigma de Cornejo Polar es de raigambre positi-
vista como e1 de Luis Alberto Sánchez, pues pone de relieve la nece-
sidad de dotar a las ciencias humanr" d" ,rrá metodología diferente
de aquella que se emplea en las ciencias naturales. Sobre este hecho
no se ha puesto el suficiente énfasis. Cornejo Polar piensa que el
conocimiento obtenido por el crÍtico literario es dialógico. Y en ese
diálogo cumple un papel preponderante el lenguaje.
Ei buen crítico interroga al texto, no para imponer su método sino
para amoldar su punto de vista epistemológico al estudio del discurso
literario. Por eso, el lenguaje es el tamiz a partir dei cual se produce
el diálogo entre el autor y el lector. La crítica, además, es un lenguaje
que habla de otro lenguaje porque el estudioso intenta reconstruir Ia
coherencia textual y ésta adquiere sentido sobre la base de1 empleo
de1 material lingüístico.
10 Literatura y sociedad en. el perú: la nouela indigenista

i§os parece medular reflexionar acerca de dos particularidades


de
la crítica de cornejo Polar: su noción de método y el carácter inter-
disciplinario de los estudios literarios. posterioáente, nos referire-
mos a la problemática de la novela indigenista

A. El concepto de método en el pensamiento de


Antonio Cornejo Polar
uno de los problemas que afronta la crítica literaria es el del
método. Distinguimos entre método v metod,ología. por método
en_
tendemos el conjunto de pasos para lllgar a algo. podemos hablar
del
método estilístico o estructurarista o semiótico. En cambio,
la me-
todología es la reflexión crítica acerca der método. Es indudabre
que
la metodología nos remite a una epistemorogía de ra críticariteraria.

- Cornejo Polar,- en La nouela peruan(L: siete estud,ios (1g77),


afirmaba que "[e]l lector especiarizaáo podrá detectar
detrás de cada
estudio la huella de recciones de varia procedencia, pero
espero que,
al mismo tiempo, pueda observar también .".go'p;r.á"¿
de estos
"t
trabajos y su adecuación metodológica ar objeto
;
trata de esclarecer"l. ;"á .u.o ."
"udu
En ese sentido, cornejo porar hace suya una larga tradición
que
proviene de la estilística-y de la filologÍa: el respeto
a"la especificidad
de cada texto. No está de acuerdo .Á ru impásición
ár r, método,
ror t-11 razón,le parece pertinente adecuar este último al objeto de
estudio, de tal manera que cornejo porar se opone
a ros criticos que
buscan en un solo método (el semlótico, por ejemplo)
la panacea que
resuelva todos los problemas. También ái.i".rt"
áe los ástudios que
no emplean'ningún método. Los críticos impresionistas
no
nan con rigor acerca de la epistemología de las ciencias reflexio-
humanas.
Por lo tanto, son estudiosos desfasadás que descono.".,
desarrollo de la teoría literaria. "t actuar
Si algo nos enseñó la estilística (Leo Spitzer, verbigracia)
necesidad de respetar la especificidad de cada
fue la
discu."o"lit"rurio. n"
el'idente que cada estudioso tiene sus intereses y
dirige su mirada de
acuerdo con una intencionalidad preestableciáa;
sá embargo, no
tiene el derecho de emplear el texto como un pretexto para
er luci-

1^{'ntonio cornejo porar. La nouera


peruana: siete estudios. Lima: Ed. Horizonte,
1977, -D-6.
Arutoruio Corne¡o Polar y su lúcida uisión de la nouela indigenista 11

miento terminológico. Por muchos años, la crÍtica ha buscado una


cientificidad tratando de acercarse a la matemática pura o a la física.
Hoy sabemos que esa cientificidad no debe buscarse ni en Ias ciencias
exactas ni en las naturales, sino en el abordaje riguroso del
dialogismo producido por el texto literario. Por eso, resulta perti-
nente el enfoque interdisciplinario que ponga de relieve eI análisis
comparativo y el empleo de varios métodos o metalenguajes según el
nivel textual que se desee esclarecer.
Cornejo Polar agrega que "el esclarecimiento de la estructura y Ia
significación de las obras es un buen camino (no el único, por cierto)
para llegar a la comprensión de la literatura como hecho social"2.
Cercano a la perspectiva del estructuralismo genético de Lucien
Goldmann, Cornejo Polar plantea una preocupación por la estructu-
ración literaria que no remite a las posturas inmanentistas, sino a
una sociología de la literatura.
E1 vocablo "estructura" nos lleva, en este caso, a referirnos a la
Iiteratura como un hecho social. De ese modo, Cornejo Polar respeta
la autonomía relativa del discurso artístico, pero busca una confron-
tación con Ia serie social. Esta sociología del texto literario no es de
carácter reduccionista ni dogmático. E1 crítico tiene que poseer un
metalenguaje que le permita describir con rigor la estructura de un
poema o de una novela; pero, a la vez, debe tener otro metalenguaje
que le posibilite interpretar las articulaciones de la serie literaria con
la serie social.

B. El carácter interdisciplinario de los estudios literarios,


según Antonio Cornejo Polar

En 1os años veinte la naciente crítica literaria en el Perú era de


carácter interdisciplinario. EI caso más prototípico es, sin duda,
Mariátegui: un político interesado en el desarrollo artístico de las
vanguardias. É1 dedicó muchísimas páginas a reflexionar acerca de
los productos artísticos y, a la vez, estudió el probiema de 1a tierra o
del indio. Creía necesario peruanizar el Perú, pero también refle-
xionó acerca de la literatura indigenista. Mariátegui es el modelo de
un intelectual que ponÍa sobre el tapete la necesidad del carácter in-
terdisciplinario de los estudios literarios.

2lbídem, 6.
12 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela irudigenista

Heredero de Mariátegui, cornejo Polar piensa que la crítica lite-


raria en el Perú debe nutrirse de Ia historia, de la sociologÍa, de la
política y de la antropología, entre otras disciplinas. para cornejo
Polar, la crítica es una forma de antropología, vale decir, debe ras-
trear el pensar mítico y las formas de vida de las comunidades tra-
dicionales (la quechua, por ejemplo) y su influencia en Ia producción
cultural dominante. Para cumplir ese objetivo, el estudioso de la
literatura ha de tener una amplia formación: manejar teoría iitera-
ria, filosofÍa y ciencias humanas. A esto hay que agregar que es tarea
del crítico confrontar la serie literaria con la social poniendo de
relieve la especificidad del desarrollo de la primera. La influencia de
1a historia social en el desarrollo de la producción literaria es enor-
me; sin embargo, la literatura tiene su propia dinámica y de ninguna
manera es un reflejo de 1o que acontece en la sociedad.
Por último, cabe mencionar que cornejo polar considera que de-
bemos pensar América Latina sobre la base de nuestras propias cate-
gorías epistemológicas. En ese sentido, se apropia de una larga tra-
dición que va de1 concepto de "Nuestra América" de Martí hasta la
noción de transculturación de Fernando ortiz. Ello no quiere decir
que el crítico tenga que desconocer el desarrollo de 1a teoría literaria
europea o estadounidense. Al contrario, cornejo Polar piensa que el
estudioso tiene que manejar la estilística o el estructuralismo o la
pragmática, para después aplicar esas perspectivas creativamente
sobre la base de la especificidad cultural latinoamericana.

C.La problemática de la novela indigenista


El indigenismo ha sido uno de los grandes temas de cornejo polar
porque permite articular una reflexión acerca de la identidad
nacional a partir del estudio de obras como .Los ríos profund.os o El
murudo es ancho y ajeno. Además, evidencia un cruce de culturas,
una lengua híbrida y el proceso de asimilación de componentes del
pensar mítico en el ámbito de la literatura ilustrada.
Para comprender plenamente la óptica de cornejo polar acerca
del indigenismo, resulta pertinente referirse ar concepto de corpus
que ha sido uno de los grandes problemas en el ámbitá ae ta crítica
literaria peruana. ¿cuáles son los textos que forman parte de la
literatura peruana? ¿Son orales o escritos?
Antonio Cornejo Polar y su lúcida uisión de la nouela indigenista 13

En 1905, aparece Cará.cter de la literatura del Perú indepen-


diente, de José de la Riva-Agüero, quien plantea que la peruana es
una literatura imitativa y compuesta sólo por textos escritos en
castellano. Riva-Agüero se adscribe al proyecto oligárquico de Ia Ge-
neración del 900 que sostenía la necesidad de la exclusión como base
para el desarrollo de Ia sociedad peruana.
Hay que excluir la producción literaria quechua, según Riva-
Agüero, y hacer del Perú un país íntegramente occidental. Influido
por el positivismo, él pensaba que había un desarrollo lineal de la
historia. Riva-Agüero creía en la existencia de culturas civilizadas (Ia
francesa, verbigracia) y otras primitivas (la peruana, por ejemplo).
Las últimas están condenadas a imitar a 1as primeras.
Esta visión compJ.etamente equivocada no permite entender el
modernismo hispanoamericano. Rubén Darío se apropió creativa-
mente de los aportes de Ia literatura francesa para formular eI pro-
yecto modernista. Darío tendrá numerosos seguidores en España:
¿ahora sucede que las "sociedades desarrolladas" imitan a las "socie-
dades primitivas"? Indudablemente eI positivismo de Riva-Agüero
termina atrapado en la arena.
En los años veinte, aparece la Generación del Centenario. Sus
principales representantes, en el ámbito de 1a crítica literaria, son
dos intelectuales antioligárquicos: Luis Alberto Sánchez y José Car-
Ios Mariátegui. Sánchez tiene el enorme mérito de haber ampiiado el
corpus de Ia literatura peruana con el estudio de Ia literatura
quechua prehispánica. Por su parte, Mariátegui planteó la existencia
de tres períodos en 1a literatura peruana. El colonial, donde nuestra
literatura imita eI canon peninsular (José Santos Chocano, por
ejemplo). El cosmopolita (José María Eguren, verbigracia), donde la
Iiteratura peruana asimila los aportes de otras literaturas europeas
distintas de la española. Y el nacional, donde nuestra producción
literaria adquiere un perfil propio y distintivo. César Vallejo se sitúa
en este último período.
Lector apasionado de Mariátegui, Cornejo Polar continúa Ia labor
de ampliar el corpus de 1a literatura peruana. Creemos pertinente
referirnos, aunque sea escuetamente, a la teoría de los sistemas que
Antonio Cornejo Polar incorpora a los estudios literarios en el Perú.
Él toma como punto de partida Ia idea de que la peruana no es una
literatura que tenga como rasgo principal la unidad, sino la
74 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

pluralidad contrastante y conflictiva. Distingue tres sistemas en el


ámbito de la literatura peruana: el de la literatura "ilustrada", escri-
ta en castellano y que utiliza géneros europeos como la novela; el de
las literaturas aborígenes (quechua, aymara, lenguas amazónicas),
que emplea tanto la oralidad cuanto la escritura, y el de la literatura
popular en castellano, donde la oralidad se encuentra muy vinculada
a la música. Estos tres sistemas entran en permanente correlación.
Uno de ellos puede asimilar elementos del otro. Por ejemplo,
Arguedas se sitúa en el primer sistema, pero asimila elementos del
segundo (las canciones quechuas y 1a cosmovisión andina). Ricardo
Palma también forma parte dei primer sistema, pero sus tradiciones
manifiestan la asimilación de componentes del tercero (la oralidad y
los refranes populares, verbigracia).

La novela indigenista es un caso ejemplar de la hibridez de la li-


teratura latinoamericana.
Una de las fuentes del indigenismo es, sin duda, las crónicas. En
el discurso de las crónicas se percibe con nitidez que el cronista
apuesta a favor de la escritura, aunque, evidentemente, matiza su
discurso con Ia asimilación creativa de la oralidad.
La crónica es, en primer lugar, un discurso escrito que sigue las
convenciones de la época. Además, el cronista construye un lector
modelo occidental, vale decir, el receptor construido por el texto es un
lector español, a quien e1 cronista explica rasgos del mundo pre-
hispánico. El procedimiento es la famosa explicación por semejanza.
Por ejemplo, se explica la distancia entre dos pueblos del Perú afrr-
mando que es como la distancia que hay entre Salamanca y Madrid.
En otras palabras, tanto el cronista (nos referimos a los cronistas
españoles y mestizos, no tanto a los indÍgenas) como el lector per-
tenecen fundamentalmente al mundo occidental.
Sin embargo, el referente sí corresponde al mundo indígena. EI
cronista construye un referente que remite al universo indio. He ahí
la heterogeneidad de las crónicas. En el caso de la novela indigenista
vemos algo parecido, aunque con matices distintivos. El novelista
utiliza el español (lengua de los invasores); emplea un género occi-
dental (la novela) y la escritura alfabética; construye un receptor que
no es el hombre andino, sino una persona un tanto ajena al universo
indígena; nb obstante, "[e]l referente -claro está- sí pertenece al uni-
Antonio Cornejo Polar y su lúcida uisión de la nouela indigenista 15

verso indio. Éste es precisamente el elemento que, a1 escapar a1 or-


den occidentalizado que preside a los otros, crea la heterogeneidad de
1a novela indigenista"S.

Ahora bien, el impacto del referente es indudable en la novelísti-


ca de Ciro Alegría y de José María Arguedas. Los personajes (por
ejemplo, Rosendo Maqui o Rendón Willka) desarrollan una historia
colectiva y simbóIica. Su aventura no es só1o individual, sino fun-
damentalmente posee una evidente rqpercusión en lo que concierne a
la realízación de un proyecto social. Los indigenistas, asimismo,
asumen las reivindicaciones del mundo indígena. Cornejo Polar es-
tablece una diferencia fundamental entre eI universo indígena y el
universo desde el cual el indigenismo es producido. Hay una hetero-
geneidad cultural que se manifiesta en eI cruce de culturas y en un
proceso que Angel Rama denominó transculturación narrativa.

En ese contexto cabe destacar el papel fundador de la novelística


de José María Arguedas, quien comenzó en Agua (1935) por concebir
el mundo andino como una entidad donde se manifestaba 1a oposi-
ción entre terratenientes e indios. Luego, en Yawar fiesta (1941), se
incorpora una problemática nueva: el conflicto entre Ia sierra y 1a
costa en el ámbito socio-cultural. Este esquema subsiste en Los ríos
profundos (1958) y El sexto (1961). Cor. Todas las sarugres (1964) se
produce una nueva ampliación: e1 escritor aborda 1a lucha entre Ia
nación v eI imperialismo. El denominado Tercer Mundo se enfrenta a
las tenazas del capitalismo internacional. El caso de El zorro de
arriba y el zorro de abajo (L977, póstuma) es ciertamente digno de
mención. Allí, eI lector construido por el texto no es, en sentido
riguroso, un receptor occidental, sino eI hombre andino que ha
migrado del campo a la ciudad. Por eso, como ha dicho Martín
Lienhard, este libro está dirigido al habitante de las barriadas que
ya ha interiorizado 1as categorías del mundo andino y no las ve como
ajenas, sino como componentes fundamentales de su visión del
mundo.
Es indudable que Literatura y sociedad en el Perú: la nouela in-
digenista (1980) es un libro medular para la comprensión del relato

3 Antonio Cornejo Polar. Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista.


Lima: Lasontay, 1980, 66.
16 Literatura y sociedad en el perú: la nouela ind.igenista

indigenista. con una gran capacidad de síntesis, Antonio cornejo po-


rar traza eI desarrollo del indigenismo en el perú y estudia el im-
pacto del referente en las novelas de Arguedas y de Alegría. parti-
cularmente, hemos leído muchas veces este libro que hoy se reedlia y
es testimonio de que la labor de Antonio cornejo polar como crítico
literario y docente es, sin duda, ejempiar y memorable.
Introducción

Antonio Cornejo Polar

Sujeto a discusión y polémica, alabado o cuestionado desde pers-


pectivas varias y contradictorias, e1 indigenismo ha sido materia más
de juicios (y de prejuicios) que de explicaciones y esclarecimientos.
Situado en 1os niveles más visibles de la cultura de los países
andinos durante las décadas de los años 20 y 30, como núcleo con-
certador de vastas fuerzas ideológicas y estéticas, el indigenismo
produjo más tarde un también intenso movimiento de recusación que
englobó en una sola condenación, casi sin matices ni discriminacio-
nes, a prácticamente la totalidad de sus manifestaciones. Atempe-
rada la efervescencia anti-indigenista, es tiempo de intentar una
interpretación sistemática del movimiento en su conjunto y en
relación, por cierto, con eI sustrato de realidad que le dio origen y
sentido.
Las páginas que siguen intentan enfrentar un pequeño sector de
esa problemática: la que está constituida por Ia novela indigenista
peruana. Es una materia doblemente atractiva. De una parte, la no-
vela indigenista es eI género que define mejor -por su persistencia,
importancia y variedad- las peculiaridades del indigenismo como
totalidad; de otra parte, las nutridas pero confusas relaciones entre
Ia novela indigenista y Ia sociedad peruana determinan que el exa-
men de la articulación entre una y otra sea extraordinariamente
esclarecedor de los vínculos que engarzan el plano de Ia producción
literaria con el proceso histórico de la sociedad nacional. Es, podría
decirse, un caso ejemplar.
De la novela indigenista peruana no interesa ahora su historia,
aunque obviamente se Ia presupone; interesa, específicamente, Io
que se podría llamar su modo de producción, la estructura semánti-
co-formal que deriva de él y la manera como expresa y reproduce una
de las zonas más conflictivas de la nacionalidad. Es probable que a
través de este examen sea posible realizar una nueva lectura de la
novela indigenista peruana. Podría iluminar, por extensión, el am-
18 Literatura y sociedad en el perú: la nouela indigenista
plio y apasionante campo de la novela indigenista de los países an-
dinos.
De alguna manera este estudio es la complementación de mis
trabajos sobre las obras narrativas de clorinda Matto de Turner,
ciro Alegría y José María Arguedasl. A través de estas investiga-
ciones y de los cursos y seminarios a que dieron origen, tuve con-
ciencia de que la crÍtica literaria estaba examinando la novela indi-
genista desde perspectivas y con métodos no del tod.o correctos ni
adecuados. Así surgió la necesidad de revisar, desde un punto de
vista teórico, las peculiaridades de la novela indigenista y de inter-
pretarla y juzgarra. A este efecto dediqué un seminario en la uni-
versidad de san Marcos en 1976, un ciclo de conferencias en el cen-
tro de Estudios Latinoamericanos "Rómulo Gallegos", de caracas, en
1977, y un curso, durante e1 invierno de 1g78, en la Universidad de
Maryland. Me agrada reconocer que en todos estos casos hubo un
enriquecedor cambio de ideas con colegas y alumnos.

1 sobre clorinda Matto. "Para una imagen de la novela peruana


del siglo XIX:
Clorinda Matto de Turner", Escritura, II, B, (Caracás, enero_jun¡o tsll);
"Aues sin nído: índtos, notables y forasteros". La nouera peruana: siete estu-
dios.Lir¡.a: Horizonte, Ig77;y los prólogos aAues sin nidi (La Habana: Casa
de las Américas, lg74); Indole (Lima: INC, 1974); Herencia (Lima: INC, 1924.
sobre José MarÍa Arguedas. .Los uniuersos narratiuos d.e José María Ar-
guedas. Buenos Aires: Losada, lg7\. sobre ciro Alegría: "La estructura del
acontecimiento de Los perros hambrientos" y "La imagen del mundo en zr¿
serpiente de oro", Lct nouela peruatLa: siete estudios. op. cit. y el prólogo a El
mundo es ancho y ajeno. Can:acas: Biblioteca Ayacucho, 197g.
Introducción 19

El resultado final de esta investigación sobre la novela andina -


que cuenta con el auspicio del Instituto de Investigaciones Huma-
nísticas de la Universidad de San Marcos- aparecerá posteriormente
en forma de libro. Las páginas que siguen son una versión abreviada,
destinada preferentemente al lector no especializado, en cuya
redacción se han utilizado algunos fragmentos de artículos ya pu-
blicados sobre esta materia2.

2 "Para una interpretación de la novela indigenista" en Casa de las Américas,


XVI, 100, La Habana, enero-febrero, !977; "Ei indigenismo y las iiteraturas
heterogéneas: su doble estatuto socio-cultural" ert Reuista de Crítica Literaria
Latinoatnerícana, IY , 7 -8, Lirrra, 797 8, y el Prólogo ya citado et El mundo es
ancho y ajeno.
I
El indio: heterogeneidad y conflicto

Cuando José Carlos Mariátegui distinguió literatura indígena de


Iiteratura indigenistal puso de relieve 1o que defrnitivamente marca
Ia naturaleza más profunda del movimiento indigenista en su con-
junto: la heterogeneidad de los elementos y fuerzas que Io constitu-
yen, su inserción en un espacio socio-cultural de índole desiguáI y
conflictiva. Esta comprobación sencilla pero extensamente enrique-
cedora está en relación con otro criterio de Mariátegui, aquel que se-
ñala eI carácter no orgánicamente nacional de la literatura peruana
y propone la creación de un sistema crítico que pueda dar razón de
tal peculiaridad. El planteamiento se encuentra aI comenzar "El
proceso de la literatura peruana":
El dualismo quechua-español no resuelto aún hace de la literatura na-
cional un caso de excepción que no es posible estudiar con el método
válido para las literaturas orgánicamente nacionales, nacidas y crecidas
sin la intervención de una conquista2.

Sin duda el juicio de Mariátegui es extensivo a otras literaturas


latinoamericanas y puede esclarecer no sólo las rupturas provenien-
tes de Ia Conquista, en los casos en que el estrato nativo no fue li-
quidado por e1 impacto de la metrópoli, sino también otras formas de
heterogeneidad como, por ejemplo, las que surgen de la implantación
del sistema esclavista en Latinoamérica. El indigenismo de las
naciones andinas, México o Guatemala, eI negrismo centroamericano
y caribeño, pero también la literatura gauchesca del Río de la Plata y
en cierto modo Ia ligada a Ia poética de Io "real maravilloso", pueden
entenderse como variantes del fenómeno que preocupaba al autor de
Siete ensayos de interpretación de la realidad peruarua. En todos
estos casos se trata de literaturas situadas en el conflictivo cruce de
dos sociedades y dos culturas.
A nosotros nos interesa en esta oportunidad sólo un sector de este
vastísimo horizonte: eI de la novela indigenista del Perú, aunque su

I Siete ensayos de interpreta.ción de la reahdad peruana. Lima: Amauta, 1963,


292.La 1a ed. data de 1928.
2 t¿. zo¿.
22 Literatura y sociedad en el perú: la nouela indigenistct

tratamiento exige la elaboración de un marco referencial más amplio


y englobador, constantemente abierto hacia la estructura social que
explica, en última instancia, las características y el proceso de Ia no-
vela indigenista peruana.

IJn universo dividido

La polémica sobre el carácter de la sociedad peruana no está, en


modo alguno, clausurada; al revés, formalmente iniciada en la dé-
cada de los 20, reapareció con intensidad creciente en los años 60 y
se tiñó desde entonces de inmediatez política: hoy es factor de in-
terminables discordias entre la izquierda peruana, Io que le confrere
vivacidad y vigencia pero le resta -con frecuencia- objetividad y
mesura. De hecho la elaboración de los proyectos táctico-estratégicos
de los grupos de izquierda supone una previa elucidación del carácter
de la sociedad que se proponen transformar cualitativamente.

simplifrcando al máximo el contenido de la polémica, los diag-


nósticos de discusión afirman: a) la unidad de la estructura social
peruana, como sociedad capitalista; o b) su dualidad sustancial por
acción de dos órdenes diversos, uno capitalista y otro feudal o sim-
plemente precapitalista. un análisis de las más importantes carac-
terizaciones permite observar, sin embargo, una estrecha franja de
convergencia. En efecto, inclusive dentro de la tesis unitaria, se re-
conoce la coexistencia de niveles sociales en distinto grado de desa-
irollo, o por 1o menos la acción de un polo hegemónico y otro depen-
diente -al margen de que ambos, por cierto, están sometidos á los
intereses del imperialismo.

Por Io general se especializa este disloque situando el sistema


más moderno en la costa, en referencia a la organización urbana, y él
más arcaico en la sierra, obviamente adscrito al sistema rural. La
selva se considera una zona marginal.
con respecto a esta polémica, pablo Macera ha propuesto un
planteamiento intermedio cuyo lineamiento básico pu""." correcto:

La formación económica social de la sociedad global peruana es capitalista


pero en su variante colonial y [...] dentro de esa formación _por el mismo
Capítulo Primero 23

hecho de ser colonial- han coexistido diferentes modos de producción: uno


de ellos es el modo de producción feudal3.

Si de las consideraciones sociales se pasa a las de índole cultural,


el panorama, en parte al menos, se simplifica. Aunque cada vez con
menos claridad, en razón del creciente proceso transcultural, sigue
siendo relativamente fácil distinguir entre un sistema histórica-
mente dependiente de la cultura impuesta a partir de la Conquista y
otro que responde, en consonancia con su propio desarrollo histórico,
a las culturas nativas. No se trata, por cierto, de1 mitológico deslinde
entre una cultura "occidental y cristiafla" y otra "incaica"; se trata -
dato escueto pero decisivo- de Ia convivencia en un solo espacio na-
cional de por lo menos dos culturas que se interpenetran sin llegarse
a fusionar. José María Arguedas describió sagazmente este hecho:
Al hablar de la supervivencia de la cultura antigua del Perú nos referimos
a la existencia actual de una cultura denominada india que se ha
mantenido, a través de los siglos, diferenciada de 1a occidental. Esta cul-
tura, a la que llamamos india porque no existe ningún otro término que la
nombre con la misma claridad, es el resultado del largo proceso de
evolución y cambio que ha sufrido la antigua cultura peruana desde el
tiempo en que recibió el impacto de la invasión española.
La vitalidad de Ia cultura prehispánica ha quedado comprobada en su
capacidad de cambio, de asimilación de elementos ajenos. La organización
social y económica, la religión, el régimen de la familia, ias técnicas de
fabricación y construcción de los llamados elementos materiales de la
cultura, las artes; todo ha cambiado desde los tiempos de la Conquista,
pero ha permanecido, a través de tantos cambios importantes, distinta a
la occidenta14.

En lo sustancial son claras las vinculaciones entre eI estrato so-


cial y el de Ia cultura: el sistema de menor desarrolio histórico en-
globa a ia cultura india y el polo de desarrollo más dinámico corres-
ponde a la cultura occidental -o mejor, occidentalizada. Nadie desa-
percibirá que estamos simplificando en grado extremo una realidad
mucho más compleja. Su abrumadora y espléndida multiplicidad,
que tanto es caos como plenitud, fue descrita poéticamente por Ar-
guedas en uno de sus úItimos y estremecedores textos:

3 "Feudalismo y capitalismo en el Perú", Trabajos de Historia. t. I, Lima: INC,


{t977):170.
4 "El complejo cultural eir el Perú", Formación de una cultura nacional indoame-
ricana. Selección y prólogo de Ángel Rama, México: Siglo XXI, (1975): l-2.
24 Líteratura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

Y ese país [e] Perúl en que están todas las clases de hombres y naturale-
zas yo 1o dejo mientras hierve con la fuerza de tantas sustancias diferen-
tes que se revuelven para transformarse al cabo de una lucha sangrienta
de siglos que ha empezado a romper, de veras, los hierros y tinieblas con
que los tenían separados, sofrenándose. Despidan en mÍ a un tiempo del
Perú cuyas raíces estarán siempre chupando jugo de la tierra para ali-
mentar a los que viven en nuestra patria, en la que cualquier hombre no
engrilletado y embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las pa-
triasS.

La imagen indianista del Perú


Sea cual fuere el diagnóstico que las ciencias sociales y las ideo-
logías políticas ofrecen del Perú, 1o evidente es que eI indigenismo en
su conjunto propone una imagen dual; más todavía, Ia supone como
presupuesto básico de su simple existencia. Indigenismo e hispanis-
mo, históricamente unidos por un vínculo de contradicción, perciben
agudamente Ia doble faz del Perú y se oponen fundamentalmente en
lo que toca a la valoración de cada uno de los lados de esa realidad
bifronte. Por lo demás, la interpretación dualista dei Perú ha ganado
para sí la conciencia no científrca del país: quienes habitamos en él
aceptamos espontáneamente la división costa./ sierra, aunque no po-
damos definir con exactitud su nattraleza ni su magnitud. Parte de
aquí, por ejemplo, el extendido prejuicio anti-serrano.
Sucede por encima de cualquier reflexión cientÍfica, cuyo ámbito
de difusión es necesariamente restringido, que lo que marca la con-
ciencia empírica de Ia sociedad peruana es su heterogeneidad. José
María Arguedas decía que "entre un mujik y el zar había menos dife-
rencia que. entre eI presidente de una gran empresa subsidiaria de
un monopolio internacional y un siervo de hacienda peruano", y esa
comprobación, o comprobaciones similares, son las que frnalmente
presiden ia'imagen que del Perú tenemos los peruanos. El indige-
nismo parte de este supuesto.
Ahora bien: sería injusto señalar que el indigenismo asume sin
más una conciencia pre-científica del país. La toma como base, sí, pe-
ro elabora sobre ese cimiento una densa reflexión en Ia que hay
tantos elementos de examen cientÍfico-social cuanto factores de in-
terpretación puramente ideoiógica. Frecuentemente pasan desaper-
cibidas estas instancias reflexivas porque casi todas ellas fueron

5 El zorro de arriba y el zono d,e abajo. Buenos Aires: Losad a, 1g7L,227.


Capítulo Primero 25

eiaboradas en las décadas de los años 20 y 30, en consulta con una


reaiidad que no es la que experimentamos ahora, y ciertamente con
anterioridad al despegue de ias ciencias sociales modernas en eI
Perú. A veces se critica la simplicidad de ciertos planteamientos in-
digenistas sin tomar en cuenta que la realidad misma era por en-
tonces harto menos compieja que la que se observa ahora. Aludiendo
al Ecuador, Agustín Cueva señala Io siguiente:
El Ecuador en los años veinte, en el que surgen las primeras manifesta-
ciones del indigenismo literario, es una sociedad en la que ni siquiera está
consumada la transición del feudalismo al capitalismo. En la sierra sobre
todo, que es lugar del asentamiento del problema indígena, dicha
transición no ha hecho más que comenzar. Por consiguiente, y esto hay
que tenerlo muy en cuenta [para no juzgar erróneamente al indigenismol,
la subsunción real del trabajo al capital no se ha efectuado aún; 1o cual
sigrrifica, mirando las cosas desde el ángulo complementario, que todavía
no se ha establecido socialmente ese nivel de "complejidad" derivado en
última instancia del mecanismo de ocultamiento estructural de la explo-
tación que es peculiar del modo de producción capitalista propiamente
dicho6.
La aparente simplicidad elemental de la reflexión y el arte indi-
genistas, tan frecuentemente considerados "maniqueos"; puede en-
contrar aquí una razonable explicación.
El magisterio de Mariátegui
Aunque el indigenismo tiene una profundidad histórica secular,
como movimiento orgánico es una creación contemporánea fechable
poco después de comenzado el siglo )O(. En esa creación tiene una
importancia decisiva la figura de José Carlos Mariátegui; su tenaz
empeño por describir e interpretar la realidad peruana es también
materia de interminables discusiones. Sin tomar en cuenta la casi
siempre rastrera crílíca conservadora a las tesis de Mariátegui, 1o
que sí está en debate -dentro de1 ámbito de 1a izquierda- es el sen-
tido exacto de las interpretaciones propuestas por el director de
Amauta. Aquí se repite la polémica ya vista: para ciertos grupos de
izquierda Mariátegui defendía una posición unitaria; para otros, en
cambio, los Siete ensayos ... son la piedra fundamental de la tesis
dualista.

6 "En pos de la historicidad perdida (contribución al d.ebate sobre la literatura


inügenista del Ecuador)", Reuista de Crítica Literaria Latínoarnericana,IY,
7-8, (Lima, 1978).
26 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela irudigenista

Lo que nos interesa a nosotros es averiguar qué sentido tuvo el


pensamiento de Mariátegui para los indigenistas; es decir, cómo se
interpretaron -correcta o incorrectamente- sus ideas sobre este te-
ma. Al parecer fueron dos aspectos los que impactaron con mayor
fierza: de una parte, según 1o ya expiicado anteriormente, el énfasis
puesto en afirmar "la dualidad de la historia y de1 alma peruanas"T;
de otra, 1a reiteración del carácher reivindicativo del auténtico indi-
genismo. En los escritores de esta corriente debieron resonar inten-
samente y por largo tiempo las siguientes (y la cita es una entre de-
cenas de otras posibies) palabras de Mariátegui:
En el Perú el problema de la unidad es mucho más hondo, porque no hay
aquí que resolver una pluralidad de tradiciones locales o regionales'sino
una dualidad de taza, de lengua y de sentimiento, nacida de la invasión y
conquista del Perú autóctono por una raza extranjera que no ha podido
fusionarse coir la raza indígena ni eliminarla ni absorberla8.

Sin duda la lección de Mariátegui fue entendida por los indige-


nistas en este sentido de dualidad y bimembración del país. Todavía
en 1968 Arguedas sostenía, por ejemplo, que e1 "hecho capital" que
decide el destino del Perú es "la división del país en dos universos, en
dos mundos totalmente distintos"9. En algunos casos Ia tesis dualista
fue revestida axiológicamente, sea porque se afirmaba -siguiendo en
esto los planteamientos de GonzáLez Prada- que e1 "verdadero Perú"
era eI indígena10, sea porque -utilizando criterios de varia
procedencia- se consideraba el sistema indígena más valioso que e1
occidentalizado, tal como se aprecia en ciertos textos de Federico
More, Luis E. Valcárcel o los poetas de1 grupo Orkopatall. Como se
verá más adelante, este ejercicio axiológico también subyace, aunque
con distintas connotaciones, a las principales novelas indigenistas.

Resonaron también con intensidad las frases con que Mariátegui


restaba importancia al indigenismo evocativo, falsamente histórico Ia

7 Siete ensayos... 177.


8td., tlg.
9 "La literatura peruana". Bohemia, La Habana, (mayo, 1970). Es el texto de
una conferencia dictada en Cuba dos años antes.
10 La tesis se planteó en 1888, en el "Discurso del Politeama", recogido en Pó-
jinas Libres. Madrid: Sociedad Española de Librería, 1890.
11 Un resumen de algunos planteamientos indigenistas en Luis Enrique Tord.
El ütdio en los erusayistas peruanos. 1848-1948. Lima: Eds. Unidas, 1928.
Capítulo Primero 27

mayoría de las veces, y confería primera prioridad al indigenismo


combatiente, a aquel que propugnaba no una restauración imposible
sino un conjunto de transformaciones concretas para el mundo indí-
gena dei futuro, comenzando, como es obvio, por la conquista de la
justicia.
En cambio, según se comprobará luego, las tesis de Mariátegui s-
bre el carácter primariamente económico del problema indígena,
sobre la interreiación entre socialismo e indigenismo y sobre la na-
turaleza inevitablemente exterior de la perspectiva indigenista fue-
ron acogidas parcialmente y a veces simplemente no fueron com-
prendidas.

La base social del indigenismo


En las décadas de los años 20 y 30 eI indigenismo se inscribió
decididamente dentro del vasto movimiento anti-oligárquico que por
entonces tuvo variadas manifestaciones. Ciertamente, en sus mejo-
res realizaciones, trascendió con soltura este nivel, hasta confundirse
con los requerimientos de un proyecto revolucionario de signo
socialista, pero si el marco de referencia es el movimiento en su
conjunto, hay que reconocer que su horizonte genérico fue e1 de Ia
lucha contra 1a oligarquía, err especial contra su sector más primi-
tivo, formado por los grandes terratenientes serranos.
Así se explica que hubiera indigenismo oficial, patrocinado por el
presidente Leguía, que respondía a motivaciones similares a las que
tuvo el gobierno de1 Oncenio para alentar los primeros pasos de la
Reforma Universitaria. Sin duda una fracción de1 leguiísmo, a la lar-
ga desplazada del gobierno, consideraba que el desarrollo del pro-
yecto capitalista era incompatible tanto con el atraso de la zona
andina cuanto con la pervivencia de una Universidad aristocrática,
reacia a la formación de cuadros profesionales idóneos para Ia rápida
modernización de la estructura capitalista del país. Hay que anotar -
pese a ser obvio- que este indigenismo estaba condenado aI fracaso:
derivó de inmediato hacia un mañoso paternaiismo, representado por
el Patronato de La Raza Indígena, fundado en 1922, o hacia un
cerrado racismo, explícito por ejemplo en los postulados de Ángel
Escalantel2, que pretendía cubrir la naturaleza económico-social del

12 "Nosotros los indios", La polémica del indigenismo. Lil¡rla: Mosca An:i., 1976.
Originalmente se publicó en 1927.
28 Literatura y sociedad en el perú: la nouela indigenista

problema con un elemental y agresivo "biologismo". La prédica


indigenista-socialista del grupo de Mariátegui qued aba a priori
invalidada, desde esta perspectiva, por právenir de quienes
-curiosa
no eran racialmente indios puros.
Ángel Rama ha propuesto entender er movimiento indigenista, en
términos sociales, como resultado del ascenso de grupos minoritarios
de la clase media baja que emplean las reivindlcráiorru. indígenas
como refuerzo contra ei sistema social. En palabras de Rama:

Lo que estamos presenciando [en el movimiento indigenista] es un grupo


social nuevo, promovido por los imperativos del desarollo económico
modernizado, cuyo margen educativo oscila según ras áreas y el grado
de
adelanto alcanzado por la evolución económica, el cual plántea nítidas
reivinücaciones a la sociedad que integra. como todo grrpo qr" ha
ad-
quirido movilidad -según lo apuntara Marx- extiende li reclamación
que
formula a todos los demás sectores oprimidos, y éste se hace intérprete
de
sus reclamaciones que entiende comó propias, engrosando así el
caudal de
sus magras fuerzas con aportes multitudinarios. No hay duda de que
se
sentían solidarios de e]las, aunque también no cabe d.uda de que les
serwían de máscara porque en la situación de esas masas la injusticia
era
aún más flagrante que en su propio caso, y además contaban con
el inne-
gable prestigio de-haber forjado en er pasado una original
cultura, lo que
en cambio no podía-decirse de los grupos emergentes de la baja cláse
media. Esas multitudes, por ser silenciosas eran si cabe más erocuentes,
y,
en todo caso, cómodamente interpretables por quienes disponían de
losinstrumentos adecuados: la palabra escrita, la expresión gráficar}.

La interpretación de Anger Rama es correcta. Habría que ana-


lízar con más detenimiento, sin embargo, la manera como ra acción
de la clase media baja se interrelaciona con las primeras manifes-
taciones orgánicas del proletariado (en 1929 se ftinda la CGTp)ra y
con el cambio de signo de los movimientos campesinoslb.
Por lo demás, a partir tanto de condiciones internas como del
impacto decisivo de la Revolución Soviética (1917), los años 20 en
el

13 "El área cultural andina (hispanismo, mesticismo, indigenismo),,, Cuadernos


Arnericanos,XXXIII, (México, setiembre- diciembre 197i).
L4 ct' Denis sulmont. El mouimiento obrero
en er perú 1g00-1956. Lima:
Pontificia Universidad Católica del perú, 192b.
15 wlfredo Kapsoli. Los mouimientos campesinos en er perú: lgzg-1g6s.
-cj
Lima: Delva Editores, 1977.
Capítulo Primero 29

Perú están señalados por hechos que -como la fundación de la


CGTP- demuestran claramente eI ascenso del movimiento popular:
en 1926 aparece Ia revista Amauta, verdadero hito inaugural del
Perú contemporáneo; en L927 comienza a actuar el grupo Resurgi-
miento en eI Cusco; en 1928 se funda el Apra, en 1930 ingresa a la
escena política el Partido Comunista, etc. Todos estos hechos, directa
o indirectamente, acttalizan un sustrato socialista, tal como sucede
también -con algunas indecisiones y vaguedades- en eI caso del
indigenismo. En todo caso el movimiento indigenista es parte de este
tenso panorama político-social. Fuera de é1 es imposible compren-
derlo. Desde otro punto de vista, ei indigenismo se inscribe dentro
del contexto latinoamericano que Jean Franco ha denominado el
"nacionalismo cultural". Como otros movimientos similares, el indi-
genismo peruano se define por su voluntad de "volver a las raíces" y
revalorizar las tradiciones autóctonas y las peculiaridades naciona-
1es16. Evidentemente en el área andina, y concretamente en eI Perú,
esa búsqueda de la identidad diferencial tenía que acudir a lo indí-
gena como fuente de creación artística y de reflexión cientÍfrca e
ideológica, de igual manera que en otras zonas se buscaba 1o mismo
acudiendo a las raíces africanas. Entre el indigenismo y eI negrismo
hay consonancias que sería menester analizar con detenimiento.

La heterogeneidad social
En todo caso, en Io que toca a la extracción de clase de 1os indi-
genistas, es correcta la apreciación de Rama: pertenecen casi sin ex-
cepción a 1a clase media baja y su origen es frecuentísimamente pro-
vinciano. La inmensa rnayoría -salvo y sólo de manera parcial los
poetas puneños del grupo Orkopata-L7 realizaron la parte medular
de su producción en Lima. Tal indica que la inserción real de la
actividad indigenista corresponde aI horizonte urbano más moderno,
aunque -como es claro- tiene singular vigencia la experiencia pri-
mera, experiencia ligada a la provincia y a veces directamente al
espacio rural.

16 Cf. Jean Franco. La cultura moderna eru América Latina. México: Mortiz,
1971, 18 y ss.
L7 Cf. Luis Monguió. La poesía postmodernista peruana. México: Fondo de
Cultura Económica, 1954. Juan Luis Cáceres Monroy. La poesía indigenista
de Puno. Puno, s/f. mimeo.
30 Literatura y sociedad en. el Perú: la ruouela irudigenista

Es importante -decisivo- señalar que la inserción urbana de la


producción indigenista determina algunos niveles básicos de este
movimiento. Situados en este ámbito los escritores indigenistas par-
ticipan muy directamente en el proceso histórico que comienza con el
segundo gobierno de Leguía (1919-1930) y continúa durante las
dictaduras de Sánchez Cerro (1930-1933) y Benavides (1933-1939).
Se trata de un tiempo excepcionalmente complejo, lleno de tensiones
y conflictos, en el que habría que señalar por 1o menos dos aspectos
sustanciales: de una parte, la consolidación y modernización de la
estructura capitalista del país y su inserción dentro de Ia órbita del
imperialismo norteamericano; y, de otra, la creciente radicalización
del pueblo y la clase media, en uno de los enfrentamientos más agu-
dos de toda la historia social del país18.

Para algunos se vivió en esos años, sobre todo desde finales del
Oncenio hasta los primeros años de 1a dictadura de Benavides, una
"situación revolucionaria"; para otros, en cambio, la notoria primacía
de1 Apra alejaba esa posibilidadl9, pero, en cualquier caso, 1o que
define a ese momento histórico es la polarización de las fuerzas so-
ciales, el creciente deslinde de los intereses de clase, el surgimiento
de una conciencia esclarecida sobre la problemática del país, bajo in-
fluencia del marxismo, y 1a aparición correlativa de ideologías reac-
cionarias, en algunos casos claramente fascistas, todo lo cual abre
opciones revolucionarias que elecLrízan la vida del país.

De hecho muchos intelectuales y polÍticos creyeron, como José


María Arguedas ha evocado muchos años más tarde, que 1a revolu-
ción y la justicia social "estaban [en ese momento] a la vuelta de Ia
esquina"2O. Fue un período de expectativas y esperanzas poco des-
pués defraudadas. La represión ejercida sangrientamente por Sán-
chez Cerro y Benavides y la farsesca "democracia" del primer gobier-
no de Prado (1939-1945) echaron por tierra estos presagios alen-
tadores. El contorno internacional, con las repercusiones de la II
Guerra Mundial, favoreció el triunfo de Ia burguesía.

18 Cf. Mirko Lauer, (ed.). Frente al Perú oligórquíco: 1928-1968. Lima: Mosca
1.2u7,1977.
19 Baltazar Caravedo. Clases, lucha política y gobierno en el Perú (1919-1gJS).
Lima: Ed. Retama, 1977.
20 "La literatura peruana". Op. cit.
Capítulo Pritruero 31

Insertos en eI espacio urbano-capitalino, los escritores indigenis-


tas vivieron intensamente estos conflictos: no es casual que los dos
grandes novelistas de este movimiento, Ciro Alegría y José María Ar-
guedas, aunque con distintas filiaciones, experimentaran entonces la
cárcel -ambos- y el destierro -Ciro Alegría. En el nivel de la praxis
cotidiana esos conflictos tenían personajes bien definidos y se
referían concretamente al avance del capitalismo y de Ia denomina-
ción norteamericana. En un plano más lejano, no desligado del
anterior pero evidentemente sujeto a otros condicionamientos, se
realizaba otra contienda: la larga batalla entre campesinos indios y
gamonales.

Aunque el esclarecimiento ideológico y las vivencias de infancia y


juventud determinaban que ese otro conflicto fuera asumido in-
tensamente por los indigenistas, lo cierto es que la lucha campesina
no era su horizonte de cotidianidad. En cierto sentido su función
condicionante, con respecto a la producción intelectual del grupo in-
digenista, estaba intermediada por la índole diversa de su inserción
real en la sociedad. Simplifrcando los términos del problema: una si-
tuación de enfrentamiento entre la burguesía moderna pro-impe-
rialista, y sectores de la clase media radical y el pueblo, dentro de las
definiciones impuestas por la organización citadina, servía de base
para intervenir, en eI plano de la producción cultural, en un conflicto
entre terratenientes precapitalistas, y para algunos simplemente
feudales, y eI campesinado sujeto a ese régimen primitivo, dentro de
la dinámica de una sociedad agraria. La traslación que supone pasar
de una problemática a otra instaura, precisamente, Ia
heterogeneidad del indigenismo como hecho social.
Resulta necesario añadir que en cierto nivel de abstracción el
conflicto parece diluirse (por ejemplo, si se piensa en términos de una
lucha global entre explotados y explotadores); sin embargo, en otros
y más concretos niveles, puede más bien agudizarse conside-
rablemente: así, también como ejempio, algunos sectores de la
burguesía, que dentro de su sistema son los más feroces expoliadores
del proletariado urbano, pueden al mismo tiempo propiciar la re-
forma agraria -como modo de ampliar el mercado interno- que es
una demanda primaria del campesinado. EIlo implica que iá base
social del indigenismo, a más de ser esencial e inevitablemente hete-
rogénea, puede ser también peligrosamente confusa.
32 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

La alternativa socialista
José carlos Mariátegui percibió la contradicción de la base social
del indigenismo (que funda su desiinde entre indígena e indigenista)
y propuso un modo de asumirla productivamente. Lo hizo en su po-
lémica con Luis Alberto Sánchez. Dijo en esta ocasión:
El socialismo ordena y defrne las reivindicaciones de las masas, de la clase
trabajadora. Y en el Perú las masas -la clase trabajadora- son en sus
cuatro quintas partes indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, pe-
ruano -ni sería socialismo- si no se solidarizase, primeramente, con las
reivindicaciones indígenas. En esa actitud no se esconde nada de opor-
tunismo. Ni se descubre nada de artiflrcio, si se reflexiona dos minutos en
lo que es socialismo. Esta actitud no es fingida, ni postiza, ni astuta. No es
más que socialista2l.

sin duda es correcta la "confluencia o aleación" que Mariátegui


descubre y propicia entre indigenismo y sociarismsz2.. gracias a ella
se hace factible el salto entre la situación social que condiciona la
producción indigenista y el sistema social que funciona como su refe-
rente. ciertamente no se disuelve la contradicción, puesto que es
real, pero se la asume creadoramente y se Ie confrere legitimidad
ideológica.
I'a ftrrneza del planteamiento mariateguiano no se reprodujo ni
en la reflexión indigenista ni en la praxis literaria de este movi-
miento (salvo talvez en El tungsteno de césar valiejo -1gg1), pero su
sentido general sí quedó establecido como una suerte de sustrato del
mejor indigenismo. ciro Alegría, que por su militancia aprista debió
no sólo alejarse sino hasta combatir las tesis de Mariátegui, reco-
noció que en Amauta "aprendimos los nuevos valores del mundo,,23;
José María Arguedas fue muchó más explícito:
Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden per-
manente en las cosas; la teorÍa socialista no sólo dio un cauce a todo el

21 "Intermezzo polémico", La polémica del ind,igenismo. Op.


cit., 75. Origi-
nalmente se publicó en 1g27.
22lbídem.
23 Mucha suerte con harto palo. Buenos Aires:
Losad a, 1g76.
Capítulo Primero 33

porwenir sino a 1o que había en mí de energía, le dio un destino y lo cargó


aún más de fuerza por el mismo hecho de encarzarlo24.

Arguedas advirtió, sin embargo, que desconocía "hasta dónde en-


tendí el socialismo" (cuya nattraleza cientÍfica "no mató en mí 1o má-
gico") y que no pudo nunca militar partidariamente en ninguna or-
ganizacíón política25. Estas aclaraciones de José María Arguedas -
como también la índoie genérica del socialismo que subyace a la obra
de Alegría- muestran los recortes con que la praxis literaria
indigenista asimiió el pensamiento de Mariátegui. En otros casos,
cronológicamente anteriores, ia inspiración socialista estuvo frenada
por ciertos rezagos positivistas (como sucede enLópez Albújar) o por
algunos componentes utópicos (según se aprecia en las primeras
obras de Luis E. Vaicárcel). Pese a todo el indigenismo es ininteligi-
ble sin una cierta relación de base con la ideología socialista.
Paradójicamente fue desde el indigenismo reaccionario que sc
asoció más fuertemente la tarea indigenista con los proyectos poIíti-
cos socialistas. José Ángel Escalante incluyó en su violencia crítica
contra el indigenismo del grupo de Mariátegui esta denuncia:
Si mi olfato no me falla, creo yo que en este "amoroso interés" que les ha
nacido a ciertos círculos de intelectuales y perioüstas costeños por redi-
mir a Ia "raza madre" de su "cruel servid.umbre" e "integrarla a la civili-
zactón y la cultura", palpita una tendencia revolucionaria que quiere
aprovecharse de la gran masa indígena, de su exasperación y de su fierza,
para el entronizamiento de ideales bolcheviques y formas de gobierno
soviéticas y comunistas en el Perú26.

Así, por vÍa oblicua, queda en claro el vínculo entre indigenismo y


socialismo, aunque, como se ha dicho, sea casi siempre una ligazón
más genérica que sistemática y profunda.

La heterogeneidad cultural

Todavía más aguda es la heterogeneidad cultural que marca y


define a la producción indigenista. La operación intelectual y artís-

24 "No soy un aculturado", aparece como epílogo a El zorro de arriba y el zono


de abajo. Op. cit.,297-298. Es ei texto de un discurso en 1968.
25 tbrdem
26 "Nosotros Ios indios". Op. cil.. 48.
34 Literatura y sociedad en el perú: la nouela indigenista
tica del indigenismo supone necesariamente la acción de factores
adscritos al sistema que se reconoce bajo el nombre de cultura occi-
dental. como es evidente, los procedimientos, formas y valores de
este sistema no son los mismos que los que aparecen en la cultura
quechua. De aquí que, en este orden de cosas,-el indigenismo
tenga
que comprenderse como la movilización de los atributás de
una cul-
tura para dx razón de otra distinta.
Dos aspectos merecen destacarse: de un lado, la actualización
de
concepciones del mundo, global o parcialmente presentes, en el
sus-
trato primero de la producción indigenista: a grándes rasgos, el mun

do indígena es interpretado bajo códigos que correspond.en, inicial-


mente, a la cosmovisión cristi ana, y más tarde, . prrtir de frnales del
siglo xD! con criterios dependientes del positivismo y del marxismo.
De otro lado, en el campo específico de la iiteratura, la revelación del
mundo indígena se procesa mediante formas adscritas al sistema
literario de occidente. Es claro que en ambas dimensiones, tanto en
la concepción general del mundo cuanto en eI repertorio de formas
literarias, la cultura quechua ofrece alternativa-s sustancialmente
diferentes. Es sintomático que estas alternativas casi no sean em-
pleadas por los indigenistas: por ejemplo, er yaraví
-una d.e las pocas
supervivencias del período prehisprínico- no fue mayormente culti-
vado por los poetas nativistas.

En el nivel más obwio, la heterogeneidad cultural queda graficada


en la opción a favor del empleo dei español escrito (que implica una
doble determinación) frente a la imposibilidad sociál de actualizar
literariamente Ia oralidad quechua. Al margen de la importancia que
tiene en sí mismo este hecho, pues imprica que en táda actividad
indigenista subyace una operación de "traducción,,, él remite a otro
plano de la misma heterogeneidad: alude ar sistema de co-
municación, también heteróclito, en la medida en que el destinatario
del discurso indigenista no es nunca eI indio.
Lo anterior indica que ia heterogeneidad cultural es más aguda
y ala larga más conflictiva- que la heterogeneidad social. En-efecto,-
si en el plano social puede encontrarse una cierta asimilación de
intereses, en el horizonte de ia cultura la convergencia adelgaza
co.,_
siderablemente. Adviértase que raraízmágica dé ia cultura quechua
choca frontalmente contra el racionalismo occidentai, y que no parece
Capítulo Primero ÓU

haber, entre ambos extremos, un margen suficiente de convi-


vencialidad o conciliación. A este respecto conviene recordar la exac-
titud de la observación de José María Arguedas acerca de los múIti-
ples cambios sufridos por ia cultura quechua bajo la influencia de la
cultura hispánica, y la persistencia como sistema diferencial -pese a
todos esos cambios- de la cultura nativa.

Las condiciones de existencia del indigenismo


Lo expuesto hasta aquí permite diseñar las condiciones a partir
de las cuales el indigenismo es posible. Se trata de proponer una
suerte de definición aproximada, preliminar, del movimiento indi-
genista en su conjunto. Estas condiciones son las siguientes:
a) Una diferenciación real entre el universo indígena y el uni-
verso desde eI cual el indigenismo es producido, al mismo tiempo que
una conciencia especiaimente aguda de esa diferenciación.
Ciertamente la magnitud y hasta 1a naturaleza de esta distancia
entre lo indígena y su expresión indigenista pueden cambiar histó-
ricamente, tanto en el ámbito de la realidad (por ejemplo, a través de
la paulatina integración que deriva del perfeccionamiento de la red
vial) cuanto en 1o que toca a su conceptualización (en tanto se le
puede interpretar como una quiebra entre feudalidad y capitalismo o
entre dos polos desigualmente desarrollados de una sola estructura
capitalista), pero en ningún caso puede desaparecer. Si esto suce-
diera, en un hipotético futuro de integración nacional, eI indigenismo
perdería de inmediato su base de sustentación.
Presuponiendo equivocadamente que esa integración era la real,
en 1965 Sebastián Salazar Bondy afrrmó Ia "muerte" del indigenis-
mo: como se ha producido un proceso de indigenización, que incluye a
la literatura, carece de sentido -reflexionaba por entonces Salazar
Bondy- insistir en una especifrcidad que ya no es tai puesto que se
ha diluido y universalizado. 'Yo ilego a la conclusión -decía el autor
de Lima la horrible- que ei indigenismo ha muerto porque todo eI
Perú es indigenista"27.
b) La diferenciación señalada en e1 punto anterior, en sus planos
de realidad y conciencia, es social y cultural.

27 EI ptanteamiento de Salazar Bondy aparece ett Primer Encuentro de Narca-


dores Peruanos. Lima: Casa de la Cultura de Perú, 1969,242.
36 Literatura y sociedad en el Perú: la ruouela indigenista

En eI primer caso, se trata de una sociedad capitalista más o


menos moderna, de naturaleza :urbana, con conflictos específicos en-
tre la burguesía y las clases media y popular, desde la cual se ex-
presan las contradicciones de una sociedad harto más primitiva, feu-
dal, precapitalista o incipientemente capitalista, determinada por su
carácter agrario, en la que se enfrenta al gamonalismo con el cam-
pesinado.

En el segundo caso, se trata de una cultura de frliación occiden-


tal, basada en valores, actitudes y procedimientos dominados por el
racionalismo, que da razón de otra cultura, Ia cultura nativa, que
pese a sus múltiples y sustanciales modificaciones, sigue siendo dis-
tinta, en especial por el orden mágico que la preside a la anterior.
En ambos casos la nota definitoria es la heterogeneidad de los
componentes que forman el indigenismo, producto de una sociedad y
una cultura que movilizan sus recursos para revelar la índole de la
otra sociedad y Ia otra cultura con las que comparten conflictiva-
mente un solo espacio nacional. El indigenismo es un movimiento
pluriculturai y plurisocial: en el plano literario representa la mani
festación más profunda del carácter no orgánicamente nacional que
Mariátegui percibió -iúcidamente- en la literatura peruana.
II
La producción de la novela indigenista
Aunque en sentido estricto el indigenismo es un movimiento que
surge y se consolida a partir de la década de los 20, en una acepción
más amplia puede rastreársele --€n Io que toca a sus orígenes- desde
los tiempos inmediatamente posteriores a la Conquista. La Conquis-
ta es precisamente eI hecho histórico que al escindir nuestra historia,
quebrando su desarrollo autónomo, escinde también la composición
del cuerpo social del Perú. Relaciones, crónicas y alegatos son algo
así como el germen del indigenismo. En muchos de estos textos está
presente el sistema que madurará mucho más adelante, sobre todo
en Ia gran novela indigenista.

Sobre las Crónicas


Histórica y estructuralmente Ia heterogeneidad socio-cultural que
es Ia base del indigenismo se encuentra prefigurada en las crónicas
del Nuevo Mundo. Aquí se percibe por primera vez ese complejo
proceso a través del cual un universo se dispone a dar razón de otro
distinto y ajeno: el deslumbrado español que intenta descifrar eI
sentido de la nueva realidad con que se enfrenta.
Todas las crónicas, en efecto, llevan impiícito un sutil juego de
distancias y aproximaciones: si por una parte producen una red co-
municativa donde antes sóIo había desconocimiento o ignorancia, por
otra parte, pero aI mismo tiempo, ponen de relieve los vacíos que
separan y desarticulan la relación de las fuerzas que movilizar'. En
la escritura de las crónicas subyace como motivación primera Ia d.e
revelar -ante un lector que todo lo ignora- la naturaleza de una rea-
lidad insólita y desconocida. Escritas acerca de las Indias, las cróni-
cas se realizan, sin embargo, cuando logran ilegar al lector metropo-
litano. Hay, pues, por Io pronto, dos componentes occidentales: el cro-
nista y su lector.
En el otro extremo del proceso de producción de las crónicas está
el referente, ese Nuevo Mundo que se presenta como realidad incon-
38 Literatura y sociedad. en el perú: la nouela ind.igenista

trastable y se propone como enigma ante eI conquistador. Ante


é1el
cronista siente una doble soiicitación: tiene que serle fiel, represen-
tándolo en términos de "verdad", pero, ar mismo tiempo, tiene que
so-
meterlo a una interpretación que ro haga interigible pr"u ,ru
óptica
extraña, comenzando la der propio cronista. La simple mención
_por
de esa nueva realidad implica un doble moümiento; ciáza de
León
dice: (y los ejemplos pudieran multiplicarse) que lo" *guar,acos
son
algunos mayores que pequeños asnillos, largás d" pe""cr"ro,
como
camellos', con lo que queda en claro que hasta ra más escueta
des-
cripción tiene que procesarse dentro áu ,r, orden comparativo que
acude a la experiencia de una realidad que no puede ser ta
del re-
ferente.
En niveles más comprejos el cronista apera a todo el repertorio
cultural del mundo que produce y recibe r,, hi.toriu. No es casual,
por esto, que el cusco sea visto como Roma y que el Inca ro
sea como
rey o emperador, de suerte que la peculiaridaá del referente (lo que
es específrco del Cusco, por ejemplo) queda velada por la intromisión
de otras formas de realidad y otros culturales -comenzando,
"ádigor
por cierto, con el idioma. En este orden de cosas tal vez nada más
aleccionador que el neoplatonismo del Inca Garcilaso de Ia
vegal:
con esta concepción del mundo er Inca quiere d.ar razón de
una áis-
gregada y conflictiva realidad que q,ri.i"ru ver armónicamente
sintetizada en el mestizaje que ér mismo representa.
eue el propio
Garcilaso, tan fervientemente adherido ai universo iná, t.r, orgu-
lloso de su estirpe materrra, tenga que recurrir a la fiiosofía neo-
platónica para explicar y explicar"" situación personal e histórica,
es clara muestra de cómo, en ra base",,de toda crónica, se prod.uce
ese
encubrimiento del referente por los atributos culturáles que
el
cronista actualiza. El caso de Garcilaso es también aleccionador
porque, para obviar la distancia que separa al Nuevo
Mundo de su
concepción filosófica, emplea como criterio decisivo el de la
vivencia
personal de la infancia. Este es el aval último de la autenticidad
de
su discurso2.

1 cf. los estudios de José Durand recogidos en El Inca Garcilaso clásico


d.e
América. México: sepsetentas, 1976. Sobre ros comentarios Reares
como tra_
bajo de "traducción". cf. Alberto Escobar. Lenguaje e historia
tarios Reales", Patio de Letras. Lima: Caballo de ltroya, 1g6b,
i, 1o, co*nr_
-2 El recurso a la 11-i0.
experiencia vivida como criterio de autenticid.ad del discurso
indigenista es una constante casi inalterabre. Lrega
más crara
"," ""pr"Jo"
Capítulo Segundo 39

Sin duda es fácil determinar en las crónicas la acción no sólo de


fuerzas culturales, sino también, y muy abiertamente, de intereses
sociales, económicos y políticos, frecuentemente relativos a aspectos
hasta mezquinamente personales o en otros casos referidos a las ex-
pectativas de grupos sociales más o menos amplios. La mención de
estos otros niveles no hace más que enfatizar la índole conflictiva de
las crónicas, pues es obvio que no existe coincidencia -en Ia inmensa
mayoría de las veces- entre los intereses que expresa el cronista y los
que, en el orden de la realidad, tiene el referente. Sería erróneo, sin
embargo, extraer de estos hechos una condenación global del género
cronístico de sus autores. En el fondo las crónicas se limitan a
reproducir, en 1os términos que específicamente les corresponden, 1o
que es un suceso histórico insoslayable: ia Conquista, y a marcar eI
inicio de lo que José Carlos Mariátegui l]amaba las literaturas no or-
gánicamente nacionales. Con obvias transformaciones 1a novela indi-
genista repetirá eI esquema básico de la situación productiva de las
crónicas.
El indianismo en el Perú
Indianismo es, sin duda, una denominación equívoca. Aunque
puede ser caracterizado mediante la mención de ciertas notas pecu-
liares, como su exotismo, su ausencia de ügor reivindicativo o en to-
do caso su limitación a la piedad y conmiseración, su incomprensión
de los niveles básicos, económico-sociales, del problema indígena,
etc.S. Lo que tal vez ayuda a comprender mejor el significado del tér-
mino indianismo es su incorporación aI sistema estético e ideológico
del romanticismo. En este sentido el indianismo sería el indigenismo
romántico.
Esta manera de entenderlo tiene la ventaja, entre otras, de evitar
una periodízaeión absolutizada, con etapas que en verdad es im-

en José María Arguedas: "yo Io terrgo que escribir tal cual es [el mundo
indígenal porque yo 1o he gozado. Yo lo he sufrido". (Priruer Encuentro ... Op.
cit., 4l). Según lo dicho en el texto, esta base vivencial no es suficiente, en
ningún caso, para eliminar Ia heterogeneidad del indigenismo y su ineütable
perspectiva exterior.
3 Cf. Concha Meléndez. La nouela indianista en Hispanoamérica. Río Piedras:
Universidad de Puerto Rico, 1961-; y Tomás G. Escajaüllo. La narratiua
indigenista: un planteamiento y ocho incisiones. Tesis doctoral, Lima: Univer-
sidad de San Marcos, 1971, (mimeo).
40 Literaturay sociedad en el Perú: la ruouela indigenista

posible distinguir con rigor; al revés, permite percibir el curso del in-
digenismo como una amplia y casi ininterrumpida secuencia, cuyo
origen está en las crónicas como se ha visto, que se plasma diferen-
cialmente de acuerdo con las variantes que Ia historia general de la
literatura peruana puede detectar con relativa facilidad. En otras
palabras: el indigenismo romántico es simplemente una etapa de un
largo y accidentado proceso que recorre, y €tr cierto modo vertebra, eI
curso de Ia literatura peruana. De esta manera la oposición entre
indianismo e indigenismo pierde importancia, sin desaparecer del
todo por supuesto, para permitir una comprensión más cabal de la
profundidad histórica del indigenismo.
Por lo demás, supuesta la notable debilidad del romanticismo
peruano4, en eI plano de la productividad textual nuestro indige-
nismo de este tipo fue excepcionalmente pobre -y se estaría tentado
de declararlo inexistente. Algunas pocas y desafortunadas piezas
teatrales, algunos textos poéticos aislados y poquísimos relatos, que
Alberto Tauro ha rastreado como antecedentes de Aues sin nid.o|,
constituyen el feble corpas del indigenismo romántico en el perú. En
el campo de la novela, que es el que nos interes a, práctícamente no
hay texto alguno: los relatos citados por Tauro -a excepción de La
trinidad del indio (1885), que escapa al sistema propiamente ro-
mántico- son en verdad cuentos o en todo caso formas larvadas, sin
realización suficiente del género novela.
Es otra la situación, por cierto, de Aues sin nido (1889) de Clo-
rinda Matto de Turner (1852-1909)6. Aunque muy visiblemente ac-
traliza ciertos principios y procedimientos románticos, de los que se
irá alejando paulatinamente en sus obras posteriores, Aues sin nido
asume también rasgos propios de la novela realista e inclusive algu-
nos gérmenes de io que será la novela naturalista. En este orden de
cosas, corresponde claramente a una etapa posterior.

4 cf. José Miguel oüedo. "El romanticismo peruano, una impostura". Letras
Peruanas, Lima, N' 14, setiembre,1961, E-17.
5 clorinda Matto de Turner y la nouela indigeruista. Lima: universidad de san
Marcos, 1976.
6 cf. Francisco carrillo. clorind.a Matto d.e Turner y su ind.igenismo literario.
Lima: Biblioteca universitaria, lg67, el libro de Tauro citado en la nota an-
terior y mis artÍculos citados en la nota 1 (Introducción).
Capítulo Segundo 41

Aues sin nidoz alcances y límites

En 1888 don Manuel González Prada afirmó -lo que evidente-


mente era escandaloso en ese momento- que el "verdadero Perú" es-
taba formado por las masas indígenas de la zona andina. Denunció
también la terrible injusticia y la atroz explotación a que estaban
sometidos7. Aunque para 1888 Clorinda Matto debía tener muy ade-
lantada su novela, publicada un año después, es claro que sintió muy
profundamente el impacto del pensamiento de González Prada -cuya
actitud conocía desde antes por su cercanía al Círculo Literario. En
cualquier caso es evidente la consonancia entre los postulados de
González Prada y la realización narrativa de Clorinda Matto, pese a
que en ésta es visible una menor agresiüdad y una también menor
coherencia ideoiógica. EI magisterio de González Prada se extenderá,
y será incluso más perceptible, en una novela posterior, Indole
(1891), donde Ia problemática indígena queda sepultada por el anti-
clericalismo de clara frliación pradiana8.
No es esta ocasión de analizar en detal\e Aues sin nid.o9, pero sí
resulta indispensable determinar, al menos a grandes rasgos, su sig-
nifrcado y su inserción en la estructura social del Perú de fines del
siglo pasado. Por 1o pronto es bastante claro que en Aues sin nido La
vivencia fundadora, aquellos quince años que Clorinda Matto vivió
en contacto con el pueblo indígena de1 Cusco y zonas aledañas, no fue
suficiente para que -al menos en la realización textual de la novela-
se instituyera una visión global de la problemática de las masas
indígenas. De hecho eI tratamiento de los conflictos sociales median-
te el análisis de casos individualizados -los de Yupanqui y Champi-
refleja no sóIo una opción en el plano de las técnicas narrativas, sino,
fundamentalmente, un modo de percepción de la realidad: aunque
con alguna frecuencia se habla de la "raza" indígena o se pluralizan
ciertas referencias a los personajes indios, la verdad es que el exa-

7 "Discurso del Politeama". Op. cit.


8 Sobre la actitud de GotzáLez Prada frente a la religión, cf. Hugo García Sal-
vatecci. El pensamíento de González Prada. Lima: Ed. Arica, 1g74. Las tesis
de González Prada forman la base de esta novela de Ia Matto, especialmente
en 1o que toca a la crítica contra el celibato, la confesión y la intewención de
los sacerdotes en la üda familiar.
9 Cf. los artículos citados en la nota 1 (Introducción) y los libros citados en las
notas 35 y 36 de este capítulo.
42 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

men de la realidad que propone la novela queda lastrado por el


tratamiento central de casos individuales. Donde más claramente se
advierte esa limitación es en eI tratamiento del tema de la "salva-
ción" del pueblo indio. A la larga, tanto en Aues sin nido, como en su
desvaída continuación, Herencio (1893), resalta la incapacidad de
clorinda Matto para imaginar soluciones colectivas. son personajes
aislados los que pueden escapar a su destino de miseria y si pueden
hacerlo es en-la medida en que -en más de un sentido- dejan de ser
indios1O. Por el contrario, cuando el referente es Ia colectividad
nativa, la única alternativa vigente tiene un sentido apocalíptico que
su formulación retórica no logra borrar:
¡Ah!, plegue a Dios que algún día, ejercitando su bondad, decrete
la ex-
tinción de \a raza indígena, que después de haber ostentado la gtatdeza
imperial, bebe el lodo del oprobio. ¡Plegue a Dios la extinción, ya que no es
posible que recupere su dignidad ni ejercite sus derechoslll'

Esta trágica opacidad con que se cubre eI destino del pueblo indio
deriva, en parte al menos, de que el examen de }a realidad social es
débil en Aies sin nido y talvez más directamente del hecho de que eI
proyecto de ,,salvación" que está implícito en la novela es inviable y
profundamente contradictorio. En 1o que toca al primer aspecto, es
bastante sintomático que el relato eluda reiteradamente la posición
económica de numerosos personajes, en especial de los que explotan
a los indios, y sólo enfatice la crítica a los comerciantes de lanas,
cuya situación en la estructura social de esa época, en e1 espacio des-
criio por Ia novela, parece haber sido importante pero no decisiva. El
probláma definitivamente medular, relativo a 1a posesión y propie-
áad de la tierra, eI problema del gamonalismo, es desapercibido
absolutamente. De aquí que en el diagnóstico general del problema
indígena prime en Aues sin nido una perspectiva moral: a la larga,
,rrqrru puedan hallarse referencias de otra índole, es la perversión
estado de miseria que
-orá1 de los "notables" la causa ú1tima del
sufren los indios.
Más importante es determinar que en 1a ideología que subyace a
la novela Aues sin nido se produce una grave y paralizante contra-

10 En esta novela las hijas de los Yupanqui, adoptadas por los Marín, no tienen
rasgo alguno que denote su condición india. Ha sido totalmente asimilada por
el mundo de los "forasteros".
lL Aues sin nido. La Habana: Casa de las Américas, L974, ll.
Capítulo Segundo 43

dicción. En efecto, si por una parte es evidente que se trata de un


discurso novelístico que ofrece una visión positiva del indio: es agra-
decido, valiente, austero, sus costumbres (de "encantadora senci-
llez")\2 contrastan con las perversiones de los "notables"; por otra,
contradictoriamente, se estabiece la ineludible necesidad de trans-
formarlo de acuerdo con los cánones de la "ciüIízacíón" y a las nece-
sidades del "progreso" nacionai. Parece seguro que en la actitud de
Clorinda Matto entran en conflicto dos esquemas interpretativos en
eI fondo inconciliables: ia visión del indio como "buen salvaje", como
ser fundamentalmente bueno e inocente ("cuando hace algo [...] es
obligado por ia opresión, desesperado por los abusos")13, visión ob-
viamente endeudada con la tradición romántica; y, en el otro ex-
tremo, una posición de tinte positivista que no puede menos que
condenar eI atraso y eI primitivismo de un pueblo que, como eI indio,
está lejos del ideal de modernidad. Por consiguiente, el elogio a la
inocencia indígena es al mismo tiempo una suerte de elegía y de
proclama: algo así como una tierna despedida de un mundo históri-
camente insostenible y una apasionada arenga para que ingrese a un
nuevo nivel de desarrollo. Naturalmente el camino propuesto es el de
la educación -como, por lo demás, también lo señalaba entonces
González Prada, que sólo en 1904 modifica su interpretación peda-
gógica a favor de otra económico-sociai14.
Exagerando un poco los términos de la contradicción, cabría se-
ñalar que según Clorinda Matto, e1 indio para salvarse deberá dejar
de ser indio: tendrá que asimilarse, en otras palabras, aI universo
occidentalizado desde e1 cual Ia autora de Aues sin nido se conmueve
del sufrimiento de 1os indios, "hermanos que sufren explotados en la
noche de la ignorancia"lS. En la primera novela de Clorinda Matto se
formula entonces un proyecto de occidentalización del indio, a través
de Ia educación, proyecto que coincide, en sus lineamientos centrales,
con el de la burguesía liberal de finales de siglo XIX, o ai menos del
sector más moderno de esa clase, A partir de aquí, se explica por qué,
dentro de la economía de Ia novela, son 1os personajes "forasteros" -

12 op. cit.,2.
13 op. cit..223.
14 SOto en "Nuestros indios", incluido enla 2a edición de Horas de lucha (Callao:
Luz, 1924), González Prada propone una interpretación económica del
problema del inüo.
15 op. cit..2.
44 Literatura y sociedad en el perú: la nouela irud.igenista

es decir, precisamente los representantes de esta


fracción de crase-
los que ocupan el vértice de la estratificación moral qr"
proporr" l,
novela. son ellos los que protagonizan la ,,sangrienta'batalla
de los
buenos contra los malos", según se ree en ra mista
novela16.
Desde este punto de vista, podría pensarse que
Aues sin nido
representa, con las limitaciones que le impone su iorizonte
cronoló_
glco y las indecisiones de su autoia, ,r, p.irr,".
indicio de la ruptura
entre el grupo de los terratenientes anáinos (aunque
,ro .ur,
explícitamente mencionados en el texto) y la brrrgu"ri, "ro.moderni_
zante. Desde una perspectiva actual no ofrece dudal
er efectivo con_
flicto entre uno y otro sector, pero al mismo ti"mfo .ruro que
conciencia de esa contienda, de su necesidad económica, "" no estaba ra
lo
suficientemente esclarecida en ese momento. Dentro de
los paráme-
tros de la tesis dualista cabría pensar que el grupo más
mod.erno de
la burguesía tenía que destruir ár trasfon¿o rei¿ai andinopara
poder
cumplir su destino hegemónico. Desde una persp"ctiv. inmediata
sus enemigos no eran los indios
-puesto que áctuában dentro de un
sistema-, sino los grandes señores serranos que restaban
a la vez
mano de obra y mercado al proyecto burgués.
como ya se ha visto, este proyecto tenía que intentar
lación delaraza indígena.
la asimi-
prtrrnes de cánducta y. estruc_
tura económica. Muchísimos"r.años después, en Todai ras ", sangres
(1964), un personaje explicitará, cort
la claridad qrr" 1"- p"*mite el
desarrollo histórico der país, ra propuesta que está implícita
en Aues
sin nido. El don FermÍn de José Maria Arguedas prredá
ser entendido
.-en parte al menos- como el producto histórico ¿L tos Marín de Aues
sin nido. A grandes rasgos se trata de la instauración de
una
conciencia burguesa sobre la problemática andina.
El descarrÍo modernista
La aparición de Aues sin nido en lggg hacía presagiar que
er
relato ind-igenista peruano-tomaría pie de esta expári;;;.
para su-
perarla. No fue así, sin embargo, pues la siguientá
a"i indige-
¿"1 "t"fu
nismo cambia el rumbo del proceso: es ra
"áp.
1.í":u principal, con todo d.erecho ,"p""."rrtuJ" -oi"..rismo. En
:José o".
Santos Chocano (1975-1984), se adüerten rapidamente
ü poesía de
dos
cambios sustanciales: la preeminencia del descriptirrls'áo-en
el trata_

16 op. cit., 84
Capítulo Segundo 45

miento dei tema indígena, de suerte que hasta el indio parece quedar
señalado como un elemento más del paisaje andino, y una cierta
preferencia por la evocación histórica. En este campo prima clara-
mente el pasado incaico sobre el presente indígena, entre otras ra-
zones porque ese pasado puede ser formulado en términos aristo-
cráticos, imperiales. Ese "personaje poético" con que Chocano se re-
cubrió prácticamente durante toda la vida tenía que ser síntesis de
dos abolengos: de 1a nobleza hispánica y de la nobleza incaica. De-
cenas de versos chocanescos aluden a esta autoafirmación doble-
mente imperial.
Nadie puede dudar de la validez de algunos aciertos descriptivos
de Chocano en relación aI espacio andino, pero en esa fruición pai-
sajística se esconde una suerte de escamoteo de Ia realidad humana
y social: hasta el sufrimiento del indio parece no derivar de su si-
tuación concreta, sino, más bien, semeja ser emanación de una in-
hóspita y abrumadora naturaleza. Casi podría decirse que para los
modernistas, y en especial para Chocano, la tristeza indígena es ab-
solutamente una dimensión de Ia naturaleza, no de Ia historia. Este
modo de ver el mundo indígena, que tiene antecedentes en el roman-
ticismo, ha influido considerablemente en Ia conciencia nacional.
Durante muchos años -demasiados- fue un tópico vincular la triste-
za del indio y de sus manifestaciones artísticas, con su música, con el
paisaje andino. Aún hoy pueden encontrarse referencias a esta cu-
riosa manifestación del determinismo geográfrco.
En otro plano -aunque deba reconocerse que el tema requiere
mayor análisis- cabría sostener que el descriptivismo modernista
tiene algún tipo de víncu1o con la afirmación coetánea (por mencio-
nar un indicio: la profundizacíór de Ia dependencia con respecto al
imperialismo norteamericano durante eI oncenio: 1919-1930)17 de un
orden internacional que asigna a Hispanoamérica el papel de pro-
veedora de materias primas; en cierto sentido, proveedor de la natu-
raleza. EI paisajismo modernista podrÍa ser entre nosotros algo así
como Ia metáfora poética de una situación económica y social.
Téngase presente que salvo para algunos personajes excepcionales la
exportación de materias primas era vista entonces como una bene-
ficiosísima vÍa de desarrollo nacional.

17 Cf. nota 20 (Cap. I).


46 Literatura y sociedad. en el Perú: la nouela indigenista

La prosa modernista repite parcialmente lo dicho hasta aquí: re-


cuérdese el virtuosismo de Ventura García Calderón (1886-1959) en
1o que toca a Ia descripción de1 paisaje serrano -prescindiendo de la
cuota de irrealidad que suele incluir- y 1a constancia con que remite
al carácter de esta naturaleza los comportamientos y valores indí-
genas: "me repetían en lengua quechua canciones empapadas de tris-
teza sutil como Ia puna", por ejemplolS. En García Calderón es igual-
mente visible su proyección histórica, aunque para él la edad prefe-
rida no sea precisamente el incanato sino, más bien, sintomática-
mente, Ia Conquista. En "Amor indígena" el protagonista, que es al
mismo tiempo el narrador, siente que "resucitaban en mÍ sangre de
los abuelos magníficos", los conquistadores que, como él "robaban
mujeres despavoridas [indias, por cierto] en ia grupa de su corcel de
$uerra"19.
Evidentemente Ventura García Calderón pone en acción -para
dar razón del mundo indígena- una ideología oligárquica que explÍ-
citamente asume como tradición legítima la de 1os conquistadores y
recubre la violencia e injusticia del hecho histórico con los atributos
de una hechiza y fraudulenta leyenda heroica, bárbara pero magní-
fica, que permite convalidar cualquier atropeilo al pueblo indígena,
desde siempre vencido y servil20. Sin duda, García Ca1derón repre-
senta la plasmación literaria más cercana aI hispanismo de José de
la Riva-Agüero (1855-1944). Tal como lo advirtiera Mariátegui, esta
perspectiva corresponde al espíritu de la casta de los conquistadores
y encomenderos españoles21. Representa, con relación a la posición
de Clorinda Matto de Turner, un notable saito atrás, probablemente
correlativo a las di{icultades que tuvo que vencer en el Perú la bur-
guesía para constituirse como ta1 y asumir plenamente -dentro de
un proyecto verdaderamente burgués- Ia dirección del país22. En
términos ideológicos -no literarios- 1a obra de García Calderón pare-
cería anterior aAues sin nido.

18 'Amor indígena" se publicó en La uenganzo. del cóndor (Nueva Edición


Popular). París: Casa Editorial Garnier Hermanos, s/f., 39.
19 Id., 45.
20 Un análisis de la visión indígena en la obra de García Calderón se encuentra
en la tesis citada en la nota 4 de este capítulo.
21 Cf. a este respecto los Siete ensayos...
22 Heraclio Bonilla. Guano y burguesía en el Perú. Lima: Instituto de Estudios
Peruanos, l-974.
Capítulo Segundo 47

Con frecuencia Ia crítica ha definido los relatos de García Calde-


rón como propios del indigenismo exotista. De 1o dicho hasta aquÍ se
desprende que más ajustado sería señalar su anti-indigenismo, pues
uno que otro gesto paternalista no borra el constante y hasta agre-
sivo desprecio por los indios, siempre considerados inferiores y na-
turalmente destinados a servir al patrón blanco. En cuanto al exo-
tismo: sí, ciertamente Ventura García Calderón contempla desde le-
jos ese mundo más o menos misterioso de los indios y lo ofrece como
curiosidad a los lectores distantes (no hay que olvidar su persistencia
en escribir en francés), pero aI mismo tiempo, en su posición no hay
ese rasgo de irrealidad y de desinterés que acompaña normalmente
al exotismo; por el contrario, en ella está marcado algo que es
perfectamente real y comprometido: su adhesión a un estado social y
la defensa de los intereses de los grandes señores andinos. Y a esto
es equÍvoco llamarlo exotismo.
La evocación del imperio incaico, en la línea modernista, aparece
también en El pueblo del sol 1927) de Augusto Aguirre Morales
(1888-1957) y en d.gunos cuentos -menores dentro de su producción
literaria- de Abraham Valdelomar (1888-1919)23. En realidad el au-
tor de El caballero carmelo (1918) no pertenece a la corriente indi-
genista, pero contribuyó a su desarrollo por vía indirecta; al romper
con la prosa modernista y sobre todo al revalorizar el espacio aldeano
facilitó la aparición de obras descomprometidas con la norma esti-
lística modernista, de verdad poco apropiada para revelar los con-
flictos del mundo indígena, y preocupadas por revelar los valores de
grupos sociales marginados por la literatura anterior: en cierto modo
1a sencillez aldeana que evocan los mejores textos de valdelomar es
un modo de abrir el camino para el tratamiento más directo, menos
retórico si se quiere, de la vida indígena.

La apertura psicológjeaz Cuentos andinos


En la vasta obra narrativa de Enrique López Albújar (1872-7965)
destacan nítidamente sts Cuentos andinos (1920) y sus Nueu os cuen-
tos andinos (1937). Aunque por razones cronológicas López Albújar

23 Cf. Arman do Zubizarreta. Perfil y entraña.d, "El Caballero Carmelo,,, (El arte
del cuento criollo). Lima: Ed. Universo, 1968.
48 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigeruista

deberÍa ubicarse dentro del modernismo, 1a verdad es que su obra


más significativa, que aparece tardíamente, escapa claramente a las
limitaciones de esta escuela y a ias tergiversaciones de su veta in-
digenista. De hecho López Albújar tuvo, como escritor indigenista,
otras i.ntenciones; le interesó sobre todo, esclarecer el modo de ser y
los comportamientos del hombre indio. Fue, según conocida frase de
Ciro Alegría, el primero en crear personajes indígenas "de carne y
hueso"24.
López Albújar se preciaba de conocer bien aI indio. En Amauta
publicó una especie de catáIogo algo ambiguo, en realidad, puesto
que no siempre está claro el distingo que propone entre el modo de
ser de los indígenas en cuanto tales y en sus relaciones con otros in-
dios y las actitudes con que se enfrentan -como medio de defensa- al
mundo de los blancos y mestizos2S . En este ensayo interpretativo,
como también en sus cuentos,López Albújar toma en consideración
primeramente, según se ha repetido infinidad de veces, su expe-
riencia que, como es obvio, no sóIo recorta 1os límites de su conoci-
miento sino que fuerza una perspectiva general sobre el asunto. Pese
a estas limitaciones, Tomás G. Escajadillo sostiene que con Cuentos
andinos comienza eI indigenismo propiamente tal26.
Lo que destaca en la obra indigenista de López Albújar es su
empeño, muchas veces logrado, de dotar a los personajes indígenas
de un espesor psicológico. Por cierto se trata de un acercamiento con-
dicionado por Ia función judicial desempeñada por el autor, como
acaba de decirse, pero al mismo tiempo por una psicologÍa fuerte-
mente impregnada de positivismo -que por 1o demás, era la que pre-
dominaba en los estudios criminalísticos de la época. De aquí se
desprenden dos características básicas de Cuentos arudinos: de una
parte, para mencionar primero lo que es consenso de la crítica, su
casi unánime preferencia por situar a los personajes indios en situa-
ciones directa o indirectamente relacionadas con el delito; por otra, y

24 La frase aparece en el Prólogo a las Memorias de López Albújar (Lima:


Talleres Gráficos P. L. Villanueva, 1963). Este punto de vista ha sido exa-
minado detenidamente por Tomás G. Escajadillo. La ruatatiua de López Al-
búj ar. Lima: CONUP, 1972.
25 "Sobre la psicología del indio", reproducido en l.a polémíca del indigenismo.
Op. cit. Originalmente se pubiicó en 1926.
26 Cf. nota 24 de este capítulo.
Capítulo Segundo 49

como consecuencia de 1o anterior, su restricción al análisis de casos


individuales. Salvo tal vez en "IJshanan jampi", donde el primer
nivel del relato se propone esclarecer eI funcionamiento de una ins-
titución social indígena, en prácticamente todos los demás cuentos se
advierte que el núcleo narrativo es la personalidad del individuo que
ha delinquido o que pertenece a la órbita de lo delincuencial. El
sistema social aparece diluido, a veces extraordinariamente borroso.
Dentro de este orden de cosas es explicable que los personajes de
López Albújar se presenten ante el lector como seres violentos, a ve-
ces excepcionalmente crueles, dominados por las pasiones más pri-
mitivas. En este nivel bien puede pensarse que ofrecen una imagen
parcial, deformada y negativa del pueblo indio, según lo señalaba
violentamente Mario Vargas Llosa27. Sin embargo, paradójicamente,
subyace una virtud en el fondo de este defecto básico. Así, aunque se
trate de individuos no representativos de Ia colectividad indígena y
aunque su comportamiento pueda hacer deducir ai lector cierto
concepto primitivista acerea del indio, en todo caso se obtienen aigu-
nas ventajas apreciables: por lo pronto, eI indio no es más ese ser
inerte, mineral casi, que prevalecía en muchos textos indigenistas.
Es ahora un ser viviente.
Más todavía: estos personajes violentos son capaces de actuar -y
no sóIo de reaccionar pavlovianamente28- y pueden oponer a Ia rea-
lidad una cierta resistencia y eventualmente imponerse. Aunque no
excedan los límites de la violencia personal aI margen casi en abso-
luto de toda connotación social, estos personajes bien podrían consi-
derarse como los antecesores de Benito Castro o de Rendón Willka: Ia
acción rebelde y colectiva que ambos realizan está prefigurada -y
notoriamente transformada por cierto- en la capacidad de violencia
que los personajes de López Albújar canalizan por otras vÍas. Que-
remos decir que en la pasividad o servilismo de los indios de Clorinda
Matto o Ventura García Calderón no existe germen posible de
rebelión; en los de López Albújar, en cambio, ese germen está en la
persistencia con que define aI indio como un ser primitivo, salvaje
casi, que se despeña por Ia crueldad más sangrienta.

27 "José María Arguedas descubre al inüo auténtico". En Visión del Perú, L,


Lima, agosto de 1964.
28 El tema, aplicado a Arguedas ha sido desarrollado por Ariel Dorfman en
Imaginación y uiolencía en América. Santiago: Universitaria,1970.
50 Literaturay sociedad en el Perú: la nouela indigenista

No es fácil determinar el sistema ideológico que preside la cons-


trucción de Cuentos andinos y Nueuos cuentos andinos, especial-
mente porque la obra toda de López Albújar es singularmente con-
fusa en este nivel. Con frecuencia, en efecto, parece que la elabora-
ción del texto traiciona las intenciones del narrador, tal como se
aprecia ejemplarmente en su novela Matalaché Í928)29 tanto por-
que hay deficiencias en la plasmación del relato cuanto, más profun-
damente, porque evidentemente se producen confusiones en la mis-
ma perspectiva del narrador. Así, por ejemplo, la exposición del tema
de ia violencia individual se tergiversa gravemente cuando, para
conferirle más fuerza, se emplean ciertos recursos naturalistas y se
ponen en primera línea contenidos que tienen que ver más con Ia se-
vicia que con la violencia. En cierto sentido la narrativa indigenista
de L6pez Albújar parelce corresponder a un modo de conciencia que
se estanca en una suerte de prehistoria de las rebeliones indígenas
que es eI bandolerismo -tema al que dedica todo un libro: Ios caba-
lleros del delito (1936) y que denota una lamentable incapacidad
para percibir que coetáneamente, e incluso desde mucho antes, eI
pueblo indígena expresaba su protesta no sólo por este camino sino
también, una y oLra vez, mediante movimientos reivindicativos de
honda raíz reyolttcionaria3O. De aquí que, aunque cronoiógipamente
Cuentos andinos y sobre todo Nueuos cuentos andinos se sitúen den-
tro del indigenismo que nos interesa an.aLizar en este ensayo -que es
eI que se forja alrededor y como estela de Amauta-, en verdad que-
den fuera de ese sistema: su captación de1 problema indígena es otra
y otra es también la ideología que los sustenta.

29 A este respecto puede verse mi artículo: "Matalaché: las muchas formas de la


esclaütud". La nouela peruana: síete estudios. Op. cit.
30 Cf. nota 18 (Cap. I).
III
La profundidad histórica del indigenismo
El indigenismo literario alcanzó su plenitud en la novela a partir
de mediados de la década de los años 30. Ciertamente, para que esto
fuera posible, se contó con una extensa y variada tradición narrativa,
que como toda auténtica tradición es actuante inclusive a través de
sus limitaciones y defectos, pero ese proceso específrco quedó a su vez
enriquecido por la vigencia de un contexto iiterario más amplio, en el
que habría que incluir en primera línea a 1a poesía nativistal, y por
un sistema artístico de valor desigual aunque persistente: la pintura
de la escuela'de Sabogal, la música indigenista, sobre todo2. No
parece necesario aclarar, pues es evidente y ya está dicho en el
capítulo I, que este conjunto de manifestaciones estéticas está
profundamente enlazado con la reflexión científica e ideológica dei
indigenismo, de manera sobresaliente con la tesis de Mariátegui, y
más ampliamente con el proceso general de 1a sociedad peruana de
entonces.
La preeminencia de Ia novela dentro del campo del indigenismo
es clarísima -basta pensar en las obras de Ciro Alegría (9109-1967) y
José María Arguedas (1911-1969)- pero no por eso deja de ser para-
dójica. En efecto, la novela es el género más consistentemente ligado
a la burguesía y a su espacio privilegiado -la ciudadS- y en esta
misma medida aparece profundamente desvinculado del referente
que el indigenismo intenta esclarecer. De hecho para señalar eI dato
más expresivo, la admirable épica indígena, tan rica en mitos, le-
yendas y cuentos, no produjo nunca nada parecido a una novela. Este
es, pues, un género histórica, social y estéticamente ajeno a Ia cu1-
tura quechua y es, al mismo tiempo, el género que el indigenismo
emplea con mejores resultados. A partir de aquí comienza a verse
nítidamente que en la novela indigenista se plasma ejemplarmente
la heterogeneidad que define al indigenismo. Es su más alta mani-
festación.

1Cf. nota 18 (Cap. I).


2 Cf. Mirko Lauer. Introducción a la pintura peruano. del siglo.trX. Lima: Mosca
Azul,1976.
3 Se alude a los planteamientos de Lukács y sus continuadores.
52 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

Las literaturas heterogéneas


Para captar el sentido de la novela indigenista es necesario ana-
Iizar su sistema de producción. Para ello es indispensable, a su vez,
aplicar el concepto de literaturas heterogéneas y hacerlo a partir de
un examen por lo menos preliminar de los factores que entran en
relación con las literaturas de este tipoa. A los efectos de este ensayo
bastará determinar el carácter que poseen la instancia productora, Ia
obra resultante, su referente y el circuito de consumo en los sistemas
literarios asignados por la heterogeneidad. Aunque las literaturas
heterogéneas son excepcionalmente complejas, el concepto que las
define es, más bien, simple: se trata de literaturas en las que uno o
más de sus elementos constitutivos corresponden a un sistema socio-
cultural que no es el que preside la composición de los otros ele-
mentos puestos en acción en un proceso concreto de producción
literaria.
En los úItimos años se han venido estudiando casos específrcos de
heterogeneidad literaria en el corpus de Ia literatura latinoamerica-
na. Tres ejemplos, los más significativos, pueden dar razón de este
hecho: son los análisis de Agustín Cueva sobre Cien años de sole-
dadí, de Noé Jitrik sobre.E/ reino de este mundoG y de Ángel Rama
sobre 1a narrativa de José María Arguedas7. Con respecto a la novela
de García Márquez, Agustín Cueva afirma Io siguiente:
El problema se plantea [...] en términos antinómicos. De una parte un
referente empírico que no puede imponer su forma propia de conciencia
como perspectiva hegemónica, capaz de estructurar a la obra en la forma
estética pertinente [...] por hallarse ubicado en un nivel subalterno de la
' formación social que Io engloba y redefine y desde el cual sólo podría en-
gendrarse algún género de literatura popular [...]. De otra parte, una
forma de conciencia proveniente del polo social hegemónico, pero que por
sí sola no basta e incluso puede convertirse en óbice para la adecuada
plasmación de aquella materia prima que naturalmente posee su propio

4 Cf. mi artÍculo "El indigenismo y las literaturas heterogéneas", cit. en la nota 2


(Introducción).
5 "Para una interpretación sociológica de Cien años de soledad". Reuista Mexi-
cana de Sociología, año X)O(VI, vol. )XVI, No 1. México, enero-marzo, 1974.
6 "Blanco, negro, ¿mulato? Lectura de El reino de este mund,o de Alejo Carpen-
tief'. Araisa (Anuario del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Ga-
llegos), Caracas, l-975.
7 "Recuperación del pensamiento mítico en José Maúa Arguedas". Latinoamé-
rlco (Anuario del Centro de Estudios Latinoamericanos), N'9, México,1976.
Capítulo Tercero 53

espesor, vale decir su propia forma, y requiere por tanto un tratamiento


estético particular.
Noé Jitrik observa otro modo de heterogeneidad al examinar la
obra de Alejo Carpentier. Dice a este respecto:
La escritura de este relato no ha sido ejecutada dentro de y en relación
con el sistema de'producción colonial, sino que, desde un punto de vista
material, es tributario de un circuito productivo históricamente muy pos-
terior.
Cueva y Jitrik estudian preferentemente el desencuentro entre
nn proceso de producci1n, y sus condicionamientos sociales y cultu-
rales, y la índole desigual del referente que se pretende revelar; o si
se quiere, en palabras de Jitrik, la "fractura de la unidad mundo re.
presentado y modo de representación". En ambos casos el objéto de Ia
reflexión es una obra aislada, aunque algunas referencias permiten
cierta extensión liacia la literatura de lo real maravilloso. Rama se
ocupa de la producción total de José María Arguedas y prefiere
captar la heterogeneidad en el proceso productivo de las formas lite-
rarias. Señala sobre este punto lo siguiente:
Las formas originarias que Ia cultura indigena ponÍa a disposición del es-
critor eran la canción y el cuento folklórico. Las que proponía la cultura
dominante eran la novela y el cuento dentro de los modelos establecidos
bajo la doble ádvocación regionalista y social que a su vez se frliaba en el
relato realista de la segunda mitad del siglo XIX europeo. Dado que es a
esta línea que se pliega la obra narrativa de Arguedas, debemos inferir
que la batalla de la forma, en su primer embate, o sea en la opción
genérica, se decide a favor de aquellas formas que rigen la cultura occi-
dental. Pero a partir de tal elección observarer4os que promueve un
tratamiento interno de esas formas que le introdüte notorias moüfica-
ciones y que al mismo tiempo fortifrca esa operación'con a,-uda de ele-
mentos procedentes de la cultura nativa.

Los tres estudios mencionados son suficientes para entender el


concepto de heterogeneidad. Caracteiza a las literaturas heteroé-
neas, pues, la duplicidad o pluralidad de los signos socio-culturales
de su proceso productivo. Obedecen, en síntesis, a un proceso de pro-
ducción en el que hay por Io menos un elemento que no coincide con
la filiación de los otros. Obviamente esta disparidad crea una zona de
conflicto de sociedades no uniformes, partidas y bimembradas por la
acción de una catástrofe histórica como puede ser la Conquista.
54 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

La producción de la novela indigenista


La novela indigenista es un caso ejemplar de heterogeneidad,
según se advirtió al comenzar este capítulo. Una cita de Mariátegui
referida al indigenismo en general, puede servir de ingreso a este
tema. Dice Mariátegui en sus Siete ensayos de interpretación de la
realidad peruo,n(i.i
La mayor injusticia en que podría incurrir un crítico, sería cualquier
apresurada condena de la literatura indigenista por su falta de autocto-
nismo integral o la presencia, más o menos acusada en sus obras, de
elementos de artifrcio en la interpretación y en la expresión. La literatura
indigenista no puede darnos una üsión rigurosamente verista del indio.
Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia áni-
ma. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y
no indígena, si debe venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios
estén en grado de producirlaS.

Aunque la ú1tima parte de 1a cita es discutible, pues la literatura


indígena nunca ha dejado de producirse en un curso paraieio al de la
literatura peruana en lengua española, eI deslinde propuesto por
Mariátegui ilumina a plenitud el fenómeno que nos interesa, pues re-
vela, sin lugar a dudas, la inevitable fractura que existe entre e1
universo indígena y su representación indigenista, y cancela también
Ia utopía que, de una u otra manera, ha venido siendo aceptada
consensualmente por la crítica literaria9.
Si se aplica el criterio de Mariátegui al caso concreto de la novela
indigenista, en referencia a los elementos que intervienen en su
proceso de producción, se tienen los siguientes resultadosl0
a) En 1o que toca a la instancia productiva, que alude tanto a la
figura de1 autor como al sistema de valores y convenciones que
pone en juego en el acto de la creación, es evidente que se trata
de un acontecimiento ampliamente dominado por características
ajenas de1 mundo indio. Bastaría señalar a este respecto la no
pertenencia del autor al pueblo indio, su inserción social y cul-

8 op. cft.,292.
9 En dos sentidos: para alabar en algunos casos la visión "desde dentro" que se
daría en algunos textos indigenistas o para criticar la exterioridad del punto
de vista de otras obras, sin percatarse del deslinde establecido en 1928 por
Mariátegui entre indígena e indigenista.
10 Cf. mi artículo "Para una interpretación...", citado en la nota 2 (Introducción).
Capítulo Tercero 55

tural en el orden más o menos occidentaiizado que tiene su


asiento en la costa peruana, su aceptación primaria de los cáno-
nes que organizan el sistema literario de Occidente. Adviértase -
siempre en el plano de las evidencias- que la opción del novelista
indigenista es a favor de la escritura en español, no de la
oralidad que define a la narrativa quechua. En este orden de
cosas la novela indigenista realiza plenamente las condiciones de
heterogeneidad que fueron analizadas en el capítulo inicial. No
parece necesario insistir en ello.
b) En lo que atañe a la obra misma, tanto en su especifrcidad
cuanto en su adscripción genérica, también es claro que se está
en presencia de manifestaciones aún más alejadas del universo
indígena: de é1, como se ha dicho, no ha surgido nunca un relato
de índole novelesca. Este punto requiere, sin embargo, un anáIi-
sis más detenido. Será intentado más adelante al averiguar la
acción que ejerce el referente indígena sobre las novelas que tra-
tan de revelarlo.
c) En lo que se refiere al circuito de comunicación de la novela
indigenista, incluyendo en é1 aI "Iector ideal" y a los lectores rea-
lesll, no hay duda de que se trata de un circuito que margina al
indio y se remite esencialmente al lector urbano, especialmente
al de las capas medias -es decir, en cierto modo al menos, aI
mismo grupo del que surge el productor de la novela indigenista.
Sería ocioso determinar las razones *desde económicas hasta
iingüísticas- de este hecho. Es importante señalar, en cambio,
. que la audiencia de un sistema literario y de los textos concretos
que 1o conforman no es un dato adicional, extra-literario, puesto
que es cada vez más claro que la imagen dei lector está en eI
comienzo mismo de la producción literaria.
d) El referente -claro está- sí corresponde al universo indio. Este
es precisamente el elemento que, al escapar al orden occiden-
talízado que preside a los otros, crea Ia heterogeneidad de la
novela indigenista.

La interacción de los factores hasta aquí mencionados pone de


relieve -lo que efectivamente es así en un primer nivel- la condición

11 Solamente Arguedas, y no en narrativa sino en poesía, imaginó un lector


quechua. Cf . Temblar I Katatay, Lima: INC., 1972.
56 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenísta

dependiente, en cierto modo pasiva, del referente indígena: él soporta


un proceso de enunciación narrativa que social y culturalmente no le
corresponde y debe ofrecerse a la comprensión de lectores ajenos y
distantes. Debe soportar, más exactamente, una interpretación y una
formalización que inevitablemente le vienen de fuera y que por eso
mismo están siempre inclinadas a una cierta tergiversación o a un
cierto error, inclusive al margen de la voluntad de quien interpreta y
plasma narrativamente su identidad. No cabe olvidar que la escisión
que separa al universo indígena de su expresión indigenista es
profunda y que implica -en distintos planos de la realidad- no sólo
una distancia entre sistemas distintos sino, mucho más conflictiva-
mente, entre dos órdenes que frecuentemente entran en contienda.

El impacto del referente

Un segundo y complementario análisis -sin ei cual ei anterior


sería gravemente equivocado- permite observar Io que pudiera de-
nominarse la reacción del referente ante el proceso de producción que
se Ie impone desde fuera. Es una reacción dialéctica, difícil de pre-
cisar en términos concretos, cuyo sentido último consiste en las con-
diciones que exige el referente -transformando los distintos mo-
mentos del proceso de producción de Ia novela indigenista- para ser
revelado.
IJn recurso metodológico eficiente consiste en tomar pie de las
críticas que recibió la novela indigenista (y en general la llamada
novela regional) en la década de los 60. En efecto, la crítica que se
vinculó más estrechamente al surgimiento y éxito de la nueva na-
rrativa hispanoamericana puso especial énfasis en demostrar que Ia
novela anterior, incluyendo la novela indigenista a veces en primera
línea, era una novela "primitiva", o una "novela impura".12 Con estos
términos se quería expresar que en las novelas de este tipo actuaban
demasiados elementos no novelescos. En este orden de cosas se habla
de folklore, geografia, panfleto, épica, historia, mito, oratoria, etc.

12 "Primitiva" es una denominación de Mario Vargas Llosa ("novela primitiva y


novela de creación". En: Reuista de la Uniuersidad de México, XXIII, 10, junio
1969); "impura" de Juan Loveluck (en el estudio preliminar a su compilación
L a nou ela hi sp a no americ ana . S anti ago : Universitaria, 1969).
Capítulo Tercero 57

como de los elementos que se extrapolan en la novela indigenista y


más ampliamente en Ia novela regional y terminan por clausurarlas
como opciones estéticas válidas. Este carácter no novelesco de Ia
novela regional es afirmado en términos extremos por Emir Ro-
dríguez Monegal. Señala lo siguiente:

Hacia 1940 ia novela latinoamericana estaba representada por escritores


que constituyen, sin duda alguna, una gran constelación: Horacio Qui-
roga, Benito Lynch y Ricardo Güiraldes en el Río de Ia Plata, tenían sus
equivalentes en Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán en México, José
Eustasio Rivera en Colombia, Rómulo Gallegos en Venezuela, Graciliano
Ramos en Brasil [...]. Aún los más sobrios (pienso en los mexicanos, en
Graciliano Ramos, en el mismo Quiroga) no escapaban a una categoría
heroica, a una visión arquetípica que convertía algunas de sus novelas o
libros de cuentos, y sobre todo a La uoró,gine, Doña Bó.rbara, Don Segundo
Sombra, más en romances que en novelas13.

Al margen de lo que pueda haber de anecdótico en esta visión de


Ia novela anterior al boom, en el sentido de que 1o que se buscaba era
frecuentemente no más que erfatizar la originalidad adánica de los
nuevos narradores hispanoamericanos, lo cierto es que a través de
estos juicios se percibe bien (aunque se juzga mal) la acción de ele-
mentos ajenos al orden occidental de la novela; ajenos, especialmen-
te, si se toma como referencia la línea teórica que parte de Lukács y
fue sintetizada por Leenhardt, previo el aporte de Goldmann, en los
términos que siguen:
1) La novela pone en el centro del relato a un individuo (en el sentido es-
tricto del término); es un relato realista;
2) el individuo es representado, a 1o largo del desarrollo de su existencia,
en busca de valores auténticos;
3) esos valores, objeto de su búsqueda, no son actualizados ni actualiza-
bles en la sociedad en que vive; la búsqueda está, pues, condenada al
fracaso, y
4) la novela se caracteriza por una concepción específica del tiempo, de su
orientación y de su transcursol4.

L3 Narradores de esta América. Montevideo: Alfa, 1969, 21. Criterios similares


se pueden encontrar en Luis Harss. Los nuestros. Buenos Aires: Sudameri-
cana, 1966 o en Carlos Fuentes. La ruueua nouela hispanoamericarua.México:
Mortiz, 1969.
14 Jacques Leenhardt. "Fundamentos preliminares para una sociología de Ia
novela". Aportes, S, París, abril,1968.
58 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigentsta

Para mencionar sólo 1o más obvio: la primacía del individuo no se


produce en la novela indigenista, no tanto por carecer de personajes
suficientemente caracterizados, que era Ia objeción que Ciro Alegría
hacía a la novela regionallS, sino, sobre todo, porque 1os personajes,
en especial los protagonistas, expanden su significación muy por en-
cima del ámbito que les correspondería como individuos. A veces has-
ta alegóricos, los personajes de este sistema novelístico no desarro-
llan ante eI lector una aventura individual sino, más bien, una his-
toria colectiva y simbólica. Esto sin mencionar los casos en que efec-
tivamente, como en Yawar fiesta (1941), Ios personajes son realmen-
te colectivos.
Es necesario averiguar, entonces, de dónde surgen estas peculia-
ridades de la novela indigenista, pues es evidente que no se trata
sólo de imperfecciones o descuidos técnico-formales. En buena me-
dida se explican como resultado de Ia heterogeneidad conflictiva en
que se funda el indigenismo; son, más exactamente, su inevitabie
plasmación narrativa. En este sentido es necesario advertir que si
bien, en un primer movimiento, la producción de la novela indige-
nista exige una cierta adecuación del referente en condiciones que se
Ie imponen desde fuera; de ia misma manera, en un segundo movi-
miento, la producción de Ia novela indigenista exige una cierta ade-
cuación dei referente, modifrcación que se traduce en las peculia-
ridades formales-que aparecen en 1a novela indigenista. Simpli-
ficando el problema, podría decirse que e1 menor desarrolio histórico
del mundo indígena, con sus especificidades sociales y culturales,
hace resistencia a un sistema literario que proviene de otra realidad
y está condicionado por otras categorÍas históricas, sociales y cultu-
ra1es. Frente a esa resistencia, el mejor indigenismo opta por modi-
ficar su canon productivo y lo impregna de fuerzas que provienen de
su referente.
Es indispensable tomar en consideración que esta apertura de Ia
novela indigenista frente a los requerimientos del mundo indígena
reproduce en otra dimensión un fenómeno ya estudiado. En concreto,
es el moümiento correlativo a aquel que permite a los escritores
indigenistas asumir los intereses de una clase a la que no pertenecen
y reivindicar los valores de una cultura que tampoco, en estricto

15 En "Notas sobre el personaje en la novela hispanoamericana" reproducido en


La ruouela hispanoamericana. Op. cit.
Capítulo Tercero 59

sentido, les es propia. A la asimilación de los intereses sociales del


pueblo indígena, a la revalorización del sistema cultural de este mis-
mo pueblo, corresponde con bastante exactitud esta impregnación de
la novela indigenista por fuerzas que no están frliadas en su universo
de origen y que representan, más bien, una sutil apropiación de for-
mas propias de referente.
Tres elementos pueden ser explicados en estos términos. El pri-
mero se refiere al modo de composición narrativa que prima en la
novela indigenista, modo que deja ver un sistema más aditivo que
secuencial y que remite con cierta facilidad a un modelo cuentístico.
Inclusive algunos críticos, al detectar esta característica y al valo-
rarla como defecto de estructura, han señaiado el desorden interno
de las novelas indigenistas y su realización como suma de episodios
-
cuentos- más o menos independientesl6. Cabe pensar, sin embargo,
que esta forma de composición deriva de la asimilación de una forma
altamente desarrollada en la literatura indígena, como es el cuento,
y que en ese sentido obedece ai segundo movimiento del indigenismo;
es decir, a su apertura frente a los requerimientos de la realidad que
pretende revelar, incluyendo la asimilación de sus formas literarias.
Tal vez el ejemplo más claro en este orden de cosas esté dado por
las dos primeras novelas de Ciro Alegría. En La serpiente de oro
(1935) y en Los peruos hambrientos (1939) se advierte una estructura
aditiva tan marcada que en más de un caso cada capítulo, y a veces
hasta unidades menores tienen forma y consistencia de cuento. De
hecho en ambas novelas eI suceso se dispersa sobre varias historias
relativamente independientes que al final configuran un sentido más
paradigmático que secuencial. Frente a este hecho cabe elaborar dos
respuestas entre sí complementarias. De una parte existe Ia
presencia de modelos populares, que el mismo autor reconocel7, y sü
traslado, con las modifrcaciones del caso, al campo de la novela. Se
trata evidentemente de modelos cuentísticos que el narrador
ensambla dentro de una organización más amplia, ésta sí novelesca,
sin por ello suprimir los caracteres propios del relato corto. Esta
vigencia de estructuras cuentísticas como sustrato de la estructura

16 El tema ha sido estudiado por Tomás G. Escajadillo en "Los principios es-


tructuradores de El mundo es ancho y ajeno". En: Dora Varona (ed.). Ciro
Alegría: trayectoria y mensaje. Lima: Plenitud, 1g72.
17 Por ejemplo, en: Prim,er encuentro ... Op. cit.,32.
60 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indígenista

novelesca remite, como se ha visto, a formas que son propias del


referente y que e1 autor, eventualmente, se limita sóio a transcribir.
La composición aditiva, de raíz popular y más claramente indígena,
corresponde al cruce social y culturai que defrne al indigenismo y en
último término alude a la desintegrada realidad social que este
movimiento expresa. La segunda respuesta atañe a la vigencia, den-
tro de estas novelas, de una conciencia no histórica del tiempo, sino
mítica, que impide la organización secuencial del relato y 1o amolda a
otros modelos conceptuales. Esta conciencia del tiempo también re-
fleja la que existe en el referente, según se verá más adelante.
Otro elemento heteróclito, de índole no novelesca, es eI compo-
nente 1írico que suele presentarse muy visiblemente en la novela in-
digenista -en especial en Ia novela indigenista peruana. En los ni-
veles más evidentes se trata tanto de la incorporación de canciones
indígenas en el texto narrativo, como se aprecia en casi todas las
novelas de José María Arguedas, cuanto el temple lírico de buena
parte del sistema descriptivo relativo al paisaje, segúl puede ad-
vertirse en la obra de Arguedas como en la de Alegría. Angel Rama
ha profundizado más en este tema al descubrir en Los ríos profundos
(1958) una organización subyacente de naturaieza musica1l8. En
todos estos niveles, de presencia e importancia variables, se advierte
también una asimilación de Ia riquísima lÍrica quechua y un esfuerzo
por asumirla dentro de la estructura de la novela, no só1o como parte
del testimonio acerca de una cultura sino, fundamentalmente, como
factor de la composición misma del texto.
. Por úItimo, la novela indigenista asume también componentes
míticos, con frecuencia procesados mediante recursos más épicos que
novelescos, que remiten con ciaridad al pensamiento y a los compor-
tamientos míticos que subsisten en el universo quechua -tema estu-
diado desde una perspectiva antropológica, en más de una ocasión,
por el mismo José María Arguedas19. El hecho puede ser captado en
varios planos, desde Ia mención referencial a ciertos mitos indígenas,
o a componentes parciales de ellos, hasta la apropiación del pen-
samiento mítico propiamente tal como elemento constitutivo de ia
perspectiva de la novela. Así por ejemplo, el final deTodas las san-

18 Cf. nota 7 de este mismo capítulo.


19 Parte importante en estos trabajos han sido los recopilados por Ángel Rama
en la antología Formación de una cultura nacional indoameri¿ana. Op. cit.
Capítulo Tercero 61

¡'es (1964), con el recurso apocalíptico que impiica a su vez la fun-


iación de un mundo nuevo, está definidamente dentro de esta línea.
Eridentemente se trata de algunos casos de categorías míticas uni-
;ersa1es2O, pero en otros casos esas categorías tienen una frliación
:rocultablemente quechua. Vale la pena mencionar como ejemplo
:ealmente típico, aunque no provenga de una novela sino de un
:uento, Ia acción del mito de Inkarrí en "La agonía de Rasu Ñiti"
L962).
Mito e historia en la novela indigenista
Hasta aquí se ha percibido separadamente la dinámica doble que
caracteríza a la novela indigenista; esto es, se ha visto, por una par-
ie, cómo el sistema básico de este género hace una suerte de violencia
con respecto al referente indígena para interpretarlo en términos que
].e son en el fondo ajenos, pero también se ha advertido, por otra
parte, que ese referente no es pasivo y que impone algunas
condiciones para su enunciación novelesca. EI resultado es el. carác-
ter heterodoxo, con respecto a los modelos occidentales, de 1a novela
indigenista. Pero evidentemente ambos movimientos no se dan por
separado; aI contrario, forman una unidad dialéctica dentro de 1a
cual interactúan de manera harto sutil y compleja. Tal vez un análi-
sis de la conciencia del tiempo tal como se expresa en la novela
indigenista pueda aclarar este punto. AIIí se comprueba córno con-
fluyen, conflictivamente, por cierto, una conciencia que percibe el
tiempo desde una perspectiva míticay oLra que intenta proponer un
punto de vista histórico, basado en la racionalidad de1 devenir social
y humano.
El género novela exige, para su constitución, una conciencia his-
tórica del tiempo, en oposición -por ejemplo- a Ia conciencia mítica
que alienta las construcciones épicas. Hecha a partir de los supuestos
de una sociedad moderna, la novela se aleja considerablemente de
toda forma de conciencia que no perciba el tiempo como proyección y
cambio; vale decir, como devenir histórico. Esta conciencia parece ser
ia condición de existencia de Ia novela. Sucede sin embargo que eI
mundo indÍgena es una sociedad tradicional, o no moderna si se
quiere, que sigue empleando recursos míticos para comprender y
expresarse a sí misma y para dar razórt de su contexto social, tal co-

20 Cf. Antonio Urrello. José María Arguedas. El nueuo rostro del indio. Ltma:
Mejía Baca, 1974.
62 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela ind.igeruista

mo Io prueba el descubrimiento de relatos míticos de vigencia con-


temporánea. Parece indudable que el tiempo mítico no puede generar
una construcción propiamente novelesca, que como se ha visto re-
quiere de la historia, y en este sentido el indigenismo se ve forzado a
modificar el referente para incorporar una forma de conciencia que le
es ajena: Ia novela indigenista debe, por así decirlo, historifrcar el
mito. Como es claro, este proceso no deja de transformar a su vez, en
sentido inverso, partiendo del mito, la concepción de la historia.
En El mundo es ancho y ajeno (1941) cabe distinguir, tal como en
ningún otro texto, este trabajoso empeño: en é1, en efecto, confluyen
los dos tiempos, eI mÍtico y el histórico, y su conflicto se traslada al
nivel de Ia representación narrativa. El extenso y dramático proceso
que cuenta la novela recibe, en efecto, un doble tratamiento. En los
primeros capítulos sobre todo, pero no só1o en ellos, los personajes co-
muneros tratan de comprender y dominar el mundo recurriendo a
interpretaciones míticas que se expresan en augurios y ofrendas pro-
piciatorias; más tarde, sin embargo,la propia dinámica de ios hechos
concretos y ia confrontación con otros similares, en un proceso que
básicamente coincide con la sustitución de Rosendo Maqui por Benito
Castro, determina la quiebra del recurso mítico y Ia aparición de una
conciencia histórica, objetiva, que explica los acontecimientos dentro
de un orden casual que no requiere de ninguna apelación a las
fi¡erzas sobrenaturales. Los comuneros que defienden Yanañahui se
saben integrados a un proceso histórico más amplio, comprometido
de lleno en la lucha de clases, y pueden reconocer la verdadera
naturaleza del conflicto que los opone al gamonal y a los grupos de
poder de la sociedad nacional en su conjunto.
Esta conciencia histórica, claramente opuesta a Ia concienria
mítica anterior, es la misma que El mundo es ancho y ajeno expresa
como perspectiva del narrador, según se aprecia no sóIo en Ia manera
como enfrenta la narración de la línea central del relato, sino
también, y casi con igual énfasis, de las historias secundarias y a ve-
ces hasta de incisos más o menos accidentales2l. De hecho una de las
características más saltantes de la úItima grari novela de Alegría es
esta preocupación por dotar a cada suceso, a cada personaje, inclu-
sive a cada objeto, de una historia que es Ia que finalmente explica
su acción, su comportamiento o su presencia.

21 Cf . nota 16 de este mismo capítulo.


Capítulo Tercero 63

El cruce de una conciencia mítica con una conciencia histórica y


la imposición final de ésta, que inicialmente provenía exclusivamen-
te del narrador, en eI universo representado, vuelve a situar en un
primer plano el carácter heterogéneo y contradictorio de la novela
indigenista: esa conciencia histórica surge precisamente del polo so-
cial más avanzado, de ese universo que Rumi recusa, y su sola acción
basta para terminar con el ideal de enclaustramiento, insularidad y
estatismo de los ancianos de la comunidad. Es singularmente
significativo que Benito Castro aprenda a comprender Ia dinámica
social en su peregrinaje por el mundo "enemigo" y que de regreso a la
comunidad tenga que enfrentarse a los comuneros que todavía creen
en eI poder mágico de una iaguna o en el imperio de designios sobre-
naturales como factores decisivos del acontecer social.
En cierto sentido la figura de Benito Castro representa 1a intro-
ducción en una sociedad tradicional de los valores de una sociedad
moderna y en este orden de cosas implica Ia cancelación (como ca-
pacidad de supervivencia efectiva) de ese pasado perfecto que la mis-
ma novela construye en sus primeros capítulos. Paradójicamente los
nuevos ideales de Benito Castro coinciden en su base (pero por cierto
no en sus intenciones y proyectos) con los de los sujetos que en-
cuentran que el orden indígena tradicional es inconveniente para el
desarrollo de una sociedad moderna de signo capitalista. De aquí la
importancia de delimitar el sentido de Ia acción del segundo alcalde
de Rumi: en realidad é1 se inserta en el proyecto de lo que José María
Arguedas denominó Ia "parte generosa" del mundo no indígena; es
decir de los grupos sociales que combaten por una sociedad más jus-
ta, del proletariado urbano, del campesinado proletarizado de la cos-
ta, de los estratos medios más radicalizados. En ese contexto, Benito
Castro encuentra la inspiración para superar el estado mÍtico de
Rumi y para actuar reivindicativamente en el plano de la realidad.
Demetrio Rendón Willka, el héroe de Todas las sangres, vive una
situación similar: é1 también descubre la alternativa revolucionaria
fuera del mundo indígena, en su viaje por otros espacios sociales, y
sólo después de este aprendizaje es que puede guiar a su pueblo en la
rebelión contra la injusticia22.La diferencia entre ambos personajes
es que el de Arguedas es mucho más fiel a Ia tradición nativa y parte

22 Cf . mi libro sobre Arguedas citado en la nota 1 (Introducción).


64 Literatura y sociedad en el Perú: la nouelo. indigenista

de el1a, adicionando el aprendizaje obtenido en el "extranjero", para


la realización de su acción rebelde. En ambos casos, aunque más
claramente en Todas lqs sangres que en El mundo es ancho y ajeruo,
esta apertura histórica que se proyecta hacia la transformación
positiva de1 mundo indígena, no logra eliminar una contradictoria
nostalgia por la realidad que se va a modificar sustancialmente. Hay
una suerte de desgarro interior, tan conmovedor como inevitable, en
esta liquidación histórica del admirable mundo antiguo, presidido
por sabias normas y amparado en una densa y coherente cosmovisión
mítica. En el fondo, si ese viejo orden no fuera vulnerable y
vulnerado por sus enemigos inmediatos y mediatos, el gamonalismo
y la sociedad nacional dominada por la alta burguesía, allí, en ese
orden anterior que los indigenistas evocan admirativamente, en
aquel tiempo mítico en el que como se Iee en El mundo es anch,o y
ajeno, "todo era comunidad"23, residiría la perfección. El recurso a la
historia y a las transformaciones implícitas en ella es algo asÍ como
una dolorosa respuesta frente a una situación injusta; en otras
palabras, porque en ella se está destrozando el venerable mundo
mágico de las comunidades primitivas, es que los indigenistas,
concretamente Alegría y Arguedas, asumen ese mismo instrumento -
la historia- para imaginar otro proceso y otro curso: ei de Ia
Iiberación de1 pueblo indígena.
Indigenismo, nacionalismo, universalismo
El tema anterior ha sido tratado teniendo como referencia central
la narrativa de Ciro Alegría. Hubiera sido posible hacerlo tomando
como núc1eo de reflexión la de José María Arguedas, pues en ella se
dan también, ciertamente con algunas modificaciones, problemas
similares. Sucede, sin embargo, que la obra de Arguedas puede ser
más esclarecedora de otra dimensión del indigenismo, que ahora
interesa de manera especial: sus relaciones con las categorías más
amplias como el nacionalismo y eI universalismo. A este efecto nada
más aleccionador que rastrear, al menos a grandes rasgos, la
evolución de la narrativa de José María Arguedas24.
En 1935 Arguedas publica su primer libro de cuentos: Agua, que
se caracteriza, para los efectos de este tema, por concebir el mundo

23El murudo es ancho y ajeno. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978, 316.


24 Traté este tema en "El sentido de la narrativa de José MarÍa Arguedas"
Reuista Peruana de Cultura,13, Lima, diciembre 1970.
Capítulo Tercero 65

andino como una realidad insular, casi por completo ajena a la so-
ciedad nacional como conjunto, y por comprenderlo como una entidad
tajantemente dicotómica en Ia que contiehden sólo dos grupos
sociales: los indios y los terratenientes. En 1941, en Yawar fiesta,
sucede una primera ampliación: a Ia realidad representada en Aguo
se añade un término de relación, el universo occidentalizado de la
costa, como sector que domina la vida andina, y esa adición necesa-
riamente recompone los términos propios de1 primer libro. A la opo-
sición entre los indios y los terratenientes blancos se sobrepone el
conflicto entre Ia sierra y la costa, entendiendo ambos términos, claro
está, denti"o de su significado socio-cultural. Es conveniente advertir
que Ia nueva oposición no borra Ia primera; por consiguiente, uno de
los términos del contraste mayor, ei término sierra, tiene una
constitución internamente quebrada y conflictiva. Este esquema, en
sus lineamientos fundamentales, subsiste en Zos ríos profundos y en
El sexto (1961). Con Todas las sangres se produce una nueva amplia-
ción del horizonte representado en la narrativa de Arguedas. Así, a
las oposiciones iniciales (primero entre indios y terratenientes, más
tarde entre sierra y costa) se incorpora una nueva dimensión conflic-
tiva, Ia que enfrenta al país todo con las fuerzas del imperialismo.
Tampoco aquí la contienda mayor inhibe las que se van produciendo
al interior de los primeros términos de cada oposición: así, entonces,
Ia lucha entre la nación y eI imperialismo no sustituye ni diluye el
conflicto que dentro del término nación se produce entre 1o que está
simbolizado por Ia sierra y la costa, como asimismo, siguiendo ei
mismo sistema estructural, el término sierra no cancela la batalla
que dentro de é1 libran los indios y los terratenientes.
Este rápido esquema demuestra, en primer lugar, que Ia narra-
tiva de Arguedas se constituye como un ininterrumpido proceso de
ampliaciones: desde la cortedad de su referente primero, la aldea in-
dígena o la hacienda serrana, se llega a la representación de un
enorme espacio social que no sólo abarca la totalidad del país, sino
también sus relaciones con el sistema internacional. Por extensión,
en esta última etapa, es todo e1 Tercer Mundo el que recibe Ia aten-
ción de Arguedas. Sin duda es admirable la consistencia y la audacia
de un proceso de este tipo. Lo es más si toma en consideración su
principal motivación: Arguedas realiza este extraordinario proyecto
narrativo porque en cada uno de sus distintos momentos toma con-
ciencia de que la realidad que ha tratado de esclarecer no puede ser
66 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigenista

explicada en sí misma y que, por el contrario, debe relacionársela con


una estructura mayor. Subyace, pues, a este empeño una concepción
del relato literario como forma de conocimiento y una ética rigurosa
que persistentemente empujan aI narrador a perfeccionar su visión e
interpretación del mundo.
Pero el proceso de ampliaciones sucesivas, con ser importante, no
cubre todo eI sentido de la producción arguediana. Su verdadera na-
turaleza se percibe al detectar que en cada etapa funciona un mismo
esquema dialéctico y que -en la medida en que es fiel a él- Ia am-
pliación de1 mundo representado no significa un abstraccionismo
tergiversador que -maliciosamente o no- instituya zonas homogé-
neas donde, en realidad, sobreviven los conflictos. De aquí que uno
de los grandes méritos de la narrativa de Arguedas sea el de con-
servar la vigencia de los conflictos interiores inclusive cuando éstos
quedan englobados dentro de una problemática de mayor enverga-
dura. Gracias a esto es que su adhesión al mundo andino no desa-
percibe las iuchas internas que lo constituyen ni su nacionalismo
deja de tomar en cuenta las enormes tensiones sociales que recorren
todos los niveles de la vida del país. Al mismo tiempo, este sistema Ie
permite a Arguedas reafirmar su primer y más ferviente compro-
miso, con los indios, pese a que aI crecer el ámbito de 1a represen-
tación este grupo sea uno entre los muchos que habitan eI universo
representado en sus novelas. Como la primera oposición entre indios
y señores no es nunca cancelada, ni siquiera en El zorco de arriba y
el zorro de abajo (197L, póstuma), Arguedas puede conseryar hasta el
final su fervorosa adhesión al pueblo indígena.
Desde este punto de vista, 1a obra total de José María Arguedas
puede entenderse como un compromiso ininterrumpido a favor de las
sociedades y culturas dominadas: a favor de los indios contra los
terratenientes; a favor del mundo andino, pero sobre todo del mundo
andino y más intensamente de los indios, contra el imperialismo. La
coherencia de este proceso es innegable. Probablemente en toda la
literatura latinoamericana no se produzca un caso similar. Frente a
esa coherencia básica algunos errores o indecisiones *que ios hay-
pierden importancia.
EI tenso y enriquecedor proceso que diseña la narrativa argue-
diana pone de manifiesto, además, otro de los aspectos que deben di-
lucidarse al estudiar la novela indigenista -o en general el movi-
Capítulo Tercero 67

miento indigenista. Es el problema de sus relaciones con las catego-


rías de Io nacional y 1o universal, problema que normalmente se ha
planteado en términos antinómicos como si eI indigenismo -y en
general todo el regionalismo- fuera la antítesis del nacionalismo y el
universalismo. La obra de Arguedas demuestra lo contrario. En
efecto, salvo que se tenga del universalismo un concepto inmaterial y
abstracto, es notable cómo, en las dos últimas novelas arguedianas,
se alcanza esa dimensión más amplia y úItima sin por ello perder sus
inserciones más específicas en espacios sociales más pequeños.
Podría decirse que es una universalidad concreta e histórica; es
decir, una reflexión literaria que toma como referencia el conjunto de
interrelaciones que configuran, en un momento dado, Ia totalidad de
una experiencia social. En este caso, la experiencia del subdesarrollo,
Ia dependencia, el neocolonialismo. Y todo esto -como se ha dicho y
es importante repetirlo* sin caer en el abstraccionismo idealizante y
conservando, más bien, tercamente, eI enraizamiento en lo concreto y
la adhesión al mundo originario.
¿Todavía indigenismo?
Naturalmente cabe preguntarse si este indigenismo que se ex-
pande hasta enfrentar una problemática universal es, todavía, pro-
piamente hablando indigenismo2S. Desde un punto de vista que prio-
rice el espacio representado en la novela, por cierto que no; sin em-
bargo, si se emplean otros criterios, Ia respuesta puede ser distinta o
al menos mucho más matizada. Por lo pronto, en el caso extremo que
es el de la narrativa de Arguedas, se advierte que la máxima
amplitud del espacio de representación no significa que el espacio
primero, indígena y andino, desaparezca. En todas las novelas de
esta índole, tanto en El mundo es arucho y ajeno, que a su vez supone
una ampliación con respecto a las dos primeras novelas de Alegría,
cuanto en Todas las sangres, el crecimiento del ámbito de represen-
tación no parece ser criterio suficiente para considerar que se ha
traspasado el límite del indigenismo. En El mundo es ancho y qjeruo
con toda evidencia, pero también en Todas las sangres, el peso de la
representación sigue recayendo sobre el espacio tradicionalmente
adscrito aI relato indigenista.
Algo más: en estas novelas persiste como perspectiva fundamen-
tal la que enfatiza la reivindicación social del pueblo indígena y la

25 El tema es discutido por la tesis de Escajadillo, (cf. nota B, cap. II).


68 Literatura y sociedad en el Perú: la nouela indigeruísta

revalorización de su cultura. EI mundo indígena no es, pues, un ele-


mento entre otros elementos; es, consistentemente, el punto desde e1
cual se parte y hacia el cual -reivindicándolo y revalorizándolo- se
llega. En la axiología que toda novela implica, como parte del siste-
ma ideológico que expresa, hay una evidente preferencia por los valo-
res socio-culturales indígenas, aunque, como se ha visto, la historia
concreta del universo indígena y Ia perspectiva social desde la que es
producido el indigenismo determinen la apelación de un cambio en el
sistema tradicional del pueblo nativo. José María Arguedas ai frnal
de su vida se preguntó por "Ia razón de ser del indigenismo" y con-
cluyó en que eI indigenismo perduraba como adhesión de ciertos
escritores a los valores de este pueblo. Dijo al respecto:
Finalmente la narrativa peruana intenta, sobre experiencias anteriores,
abarcar todo el mundo humano del país, en sus conflictos y tensiones in-
teriores, tan complejos como su estructuta social, y el de sus ünculaciones
determinantes, en gran medida, de tales conflictos, con las implacables y
poderosas fuerzas externas de los imperialismos que tratan de modelar la
conducta de sus habitantes a través del control de su economía y de todas
las agencias de difusión cultural y de dominio público. En este sentido la
narrativa actual, que se inicia como indigenista, ha dejado de ser tal en
cuanto abarca la descripción e interpretación del destino de la comunidad
total del país, pero podría seg:uir siendo califrcada de indigenista en tanto
que continúa reafirmando los valores humanos excelsos de la población
nativa y de la promesa que significan o constituyen para el resultado final
del desencadenamiento de las luchas sociales en que el Perú, y otros
países semejantes de América Latina, se encuentran debatiéndose26.

Ciro Alegría defendía una posición en cierto sentido similar. Dis-


tinguía entre un indigenismo "de protesta y lucha a favor de los in-
dios", que concebía como una escuela literaria que debería agotarse
apenas surgiera "una nueva situación social", y otro indigenismo de
"va\orízacíón o revalorizacíón intelectual del hombre indio", acerca
dei cual podía imaginar un desarrollo indefinido: "eI indigenismo, no
como isrno sino como presencia de 1o indio y revalorización, va a vivir
siempre", aftrmaba27.
Es indudable que la ampliación que define el proceso de la novela
indigenista es producto de la paulatina, zigzagaeante pero efectiva

26"Razón de ser del indigenismo en el Perú", recogido enLaformación.... Op.


ci¿., 196-797 .
27 Primer encuentro .. . Op. cit.,248-253.
Capítulo Tercero 69

integración del país, integración que obliga a examinar el mundo


indígena en relación con estructuras sociales más amplias cada yez;
sin embargo, mientras esa integración no sea suficientemente plena
1- mientras sean efectivas las escisiones que bimembran al Perú, la
situación que permite Ia existencia del indigenismo se mantendrá
vigente. Todavía por muchos años la heterogeneidad será una reali-
dad agobiante. Sobre ella seguirá ejerciéndose, a través de 1a novela
indigenista o de otras manifestaciones de cultura, la conciencia del
país.

Significado de la novela indigenista


Todo lo anterior permite concluir con una apreciación a primera
vista contradictoria, pero, a nuestro criterio, correcta: Ia novela in-
digenista (y el indigenismo como totalidad) no debe comprenderse en
relación exclusiva con el mundo indígena, como la revelación o el
esclarecimiento de esa realidad o como la reivindicación de sus inte-
reses sociales y la revalorización de su cultura: tiene que compren-
derse, más bien, como un ejercicio cultural que se sitúa en la con-
flictiva constitución. La novela indigenista no es sólo un testimonio
literario más o menos certero o más o menos "interno", del mundo
indígena; más que eso, aunque obviamente también siéndoio de al-
gún modo, la novela indigenista es la representación literaria más
exacta del modo de existencia del Perú. La novela indigenista no
tanto enuncia su problemática cuanto -con mayor profundidad- la
plasma en su forma, en su estructura general, en su significado. Es
un caso excepcionalmente claro para comprender de qué manera la
Iiteratura no sólo explicita verbalmente los conflictos y las tensiones
de una sociedad, sino que los encarna y reproduce en su propia cons-
titución. La densa y heteróclita multiplicidad del país -de este país
que según decía Arguedas, comprende "todas las patrias"2S- está
presente y actuante en la raíz misma de la novela indigenista pe-
ruana.

28 El zorro de arriba.... Op. cít.,287.


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