Joaquín Borges-Triana
Portadilla
República de Cuba. Comisión Nacional de Grados Científicos
Joaquín Borges-Triana
Portada
Instituto Superior de Arte
Joaquín Borges-Triana
Editorial Universitaria
Calle 23 entre F y G, No. 564,
El Vedado, Ciudad de La Habana, CP 10400, Cuba.
e-mail: torri@reduniv.edu.cu
Sitio Web: http://revistas.mes.edu.cu
Concierto cubano finisecular: para un estudio de la música cubana alternativa 2
Índice
Introducción...........................................................................................................................5
Capítulo I: Cooperen con el artista cubano.........................................................................12
1.1- Una generación pide la palabra................................................................................12
1.2- Los hijos de Guillermo Tell.....................................................................................16
1.3- Te doy otra canción..................................................................................................24
1.4- ¿Qué bolá asere?.......................................................................................................28
1.5- Un campo que se resiste a ser investigado...............................................................34
1.6- Un cachito pa vivir...................................................................................................39
Capítulo II: Una cultura disonante.......................................................................................41
2.1- Una escena socio-musical emergente.......................................................................41
2.2- Una nueva sensibilidad.............................................................................................46
2.3- Como los peces........................................................................................................52
2.4- Lágrima de sol..........................................................................................................58
2.5- Más universal y cubano............................................................................................63
Capítulo III: Músicos de Cuba y del mundo: Nadie se va del todo.....................................66
3.1- Los que se… ¿fueron?..............................................................................................66
3.2- Hijos de la diáspora..................................................................................................69
3.3- El Sonido de Miami.................................................................................................75
3.4- Identidad, procesos globales y cubanidad................................................................83
3.5- Ni de aquí ni de allá..................................................................................................87
Conclusiones........................................................................................................................92
Recomendaciones................................................................................................................99
Referencias bibliográficas.................................................................................................100
Bibliografía complementaria.............................................................................................112
Anexos...............................................................................................................................115
Anexo 1: Cancionero.........................................................................................................115
Generación: Santiago Feliú...........................................................................................115
Guillermo Tell: Carlos Varela.......................................................................................116
Introducción
Sobre la esfera de tu vida el panorama / puedes ver / sobre esta puerta y estas ganas de correr /
desactivados y perdidos / como presas de un poder / dimensionalmente / distintos por ahí.
¿Dónde estás? / Yo recuerdo que a finales del 70 / no me dirías lo que hoy / tal vez / pintamos el
mundo de un nuevo color / y sin querer nos dimos cuenta de que no.1
Lo anterior es un fragmento del texto de una composición de Santiago Feliú, que intenta
captar en breves líneas la esencia de lo vivido por la generación 2 nacida en los 60 e
insertada en el entramado social de Cuba con un nuevo pensamiento sociocultural, visible
en el país a partir del decenio de los 80. En materia musical, a contrapelo de lo que por lo
general suele esperarse de los músicos provenientes de este pedazo del mundo, durante las
pasadas dos décadas en la isla ha ido tomando cuerpo una corriente ideoestética, que en el
2005 fuera noticia en diversos puntos geográficos a partir de los disímiles comentarios
suscitados por la película Habana Blues, visión fílmica ficcionada de la escena
underground3 habanera realizada por el cineasta español Benito Zambrano, y el triunfo
comercial de su banda sonora.
En las siguientes páginas, mediante un enfoque el cual apela a una mirada
interdisciplinaria, en la que se usan elementos aportados por la sociología, la antropología,
la filosofía, la historia (en particular la de las mentalidades), el periodismo, y los estudios
literarios y generacionales, queda plasmada una investigación alrededor de algunas de las
poéticas predominantes entre las recientes generaciones de músicos cubanos, en
vinculación con la evolución del pensamiento sociocultural en los artistas e intelectuales
del país, que han salido a la palestra pública desde mediados de los 80 hacia acá. Sólo a
partir del paradigma trazado por distintas ramas de las ciencias sociales contemporáneas,
puede abordarse el estudio de un fenómeno como éste, en una lógica que va desde la
reflexión e interpretación, la observación sistemática hasta la sistematización de la práctica
musical en su entorno nacional y global. Este análisis se enmarca en la situación histórico
concreta vivida por Cuba durante los pasados 20 años, sobre todo teniendo en cuenta las
condiciones socioeconómicas por las que ha atravesado el país en dicha etapa.
2 Vale acotar que se parte de la concepción de que toda generación es más bien un contingente que agrupa a personas que comparten una misma
sensibilidad. Por eso, esta tesis doctoral no se restringe únicamente a la cuestión etárea para el análisis sino que se incluye a otras figuras que, si bien
están desfasadas respecto a la edad promedio de los protagonistas de la historia de la cual aquí se comenta, tienen una misma proyección ideoestética.
De igual modo, también es oportuno recordar que los criterios para establecer en arte las sucesiones de generaciones son diversos. Así, por ejemplo, el
eminente investigador José Antonio Portuondo (1958) pone como lapso de tiempo aproximadamente 15 años, mientras que el también cubano José Juan
Arrom (1963) lo fija en 30. En nuestro caso, seguimos la línea de quienes –a partir de ideas de Ortega y Gasset— opinan que cada 10 años surge una
generación y que dentro de ésta pueden existir varias promociones.
3 En el lenguaje académico, el término underground se emplea para referirse a escenas alternativas no comercializadas, en virtud de que la mayoría de
los intérpretes de ellas están ocultos e inaccesibles a las personas que no se hallen al tanto de dicha escena. Para mayor información, ver Shuker (2005).
El término de Música Cubana Alternativa4 es una expresión manejada como una categoría
operativa y no como un concepto en cuanto a géneros y estilos específicos como tales. Por
tanto, contiene géneros concretos, pero no se restringe tan sólo a ellos. La indagación a
propósito de dicho fenómeno no se circunscribe al plano musical sino que se abre a otras
consideraciones que resultan fundamentales para facilitar su análisis y una correcta
interpretación del tema en sus diversas y complejas aristas. Sí debe quedar bien definido
que se trata de un nombre general para designar un fenómeno que ha venido ocurriendo en
Cuba desde mediados del decenio de los 80 en cuanto al surgimiento de expresiones no
convencionales de lo cultural, ajenas al poder central y que nacen desde los límites de las
estructuras institucionales llamadas a legitimar lo nuevo que surge.5
La MCA se inscribe dentro de lo que se entiende por música popular, definición acerca de
la cual, como expresa Gerard Béhague (1998: 306), aún no existe un total consenso. Aquí,
nos afiliamos a la delimitación que sobre dicho campo de estudio ofrece Juan Pablo
González Rodríguez (2001), quien entiende por música popular urbana una música
mediatizada, masiva y modernizante. Mediatizada en las relaciones música/público, a
través de la industria y la tecnología; y música/músico, quien recibe su arte principalmente
a través de grabaciones. Es masiva, pues llega a millones de personas en forma simultánea,
globalizando sensibilidades locales y creando alianzas suprasociales y supranacionales. Es
moderna, por su relación simbiótica con la industria cultural, la tecnología y las
comunicaciones, desde donde desarrolla su capacidad de expresar el presente6.
En el caso cubano, el campo de estudio de la música popular más reciente aparece cruzado
por músicas paramediales, locales, tradicionales y también de elites. Es un campo que, al
parecer, se resiste a ser investigado y que de forma permanente romperá los marcos que se
le pretendan poner. Ello se corresponde con el señalamiento de José Antonio Robles
(2000) acerca de la velocidad de cambio de la música popular y de que su continuo
movimiento "impediría tomarle una buena foto". En el mismo sentido, Ana María Ochoa
(2000) apunta que se ha llegado a un campo que está siendo continuamente definido por
las diferentes prácticas de representación que lo habitan, lo administran y lo usan. De este
modo, a nivel internacional es común que intereses comerciales, políticos y académicos se
disputen un campo en permanente movilidad, algo que en Cuba no ocurre en idéntica
proporción.
4 De ahora en adelante, siempre que se haga mención al término Música Cubana Alternativa, el mismo aparecerá escrito con las siglas MCA.
5El término MCA se emplea por primera vez en el 2001 como título de un trabajo periodístico, con miras a nombrar un fenómeno que hasta entonces se había definido de
diferentes formas (Rockasón, Son Eléctrico, Son con Groove, Pop con Raíces, Soneo Urbano), siempre en atención a cuestiones genéricas y estilísticas. Dado el amplio uso
internacional de la expresión Músicas Alternativas, en especial a partir del auge de corrientes de los 90 como el Sonido Seattle y el Grunge, el empleo de la MCA como
categoría operativa y adecuación a nuestro contexto de un término utilizado mundialmente está en sintonía con la perspectiva sociocultural manejada en el lenguaje de
corte culturológico. Ver Borges-Triana (2001).
6 El segundo congreso IASPM (International Association for the Study of Popular Music) celebrado en Reggio Emilia en septiembre de 1983, bajo el
nombre "What is Popular Music?", tuvo como tema central la definición de este campo de estudio.
7 Para mayor información acerca del rol de la hibridación en los estudios antropológicos, sociológicos, comunicacionales, de artes, de literatura y de forma
general en la cultura contemporánea, ver García Canclini (1989 y 2003); Chanady (1999); Harvey (1996); Papastergiadis (1997).
«… más allá en los márgenes, las sensibilidades que pululan y subsisten, logran hacerlo de un
modo precario, fragmentario, dentro de una discontinuidad que implica, para el oyente en cuestión,
innumerables dificultades a remontar siempre que intente hacerse una noción distinta a la “oficial”
en cuanto al género, agrupación o corriente excluida de su panorama sonoro» (Fowler Calzada,
2002a: 13).
La experiencia de estos casi 50 años transcurridos a partir del primero de enero de 1959
demuestra que la cuestión cultural rebasa el marco de una simple solución estatal o
administrativa. Abarca problemas presentes en la médula de la situación social, política e
incluso, económica del país. Así pues, esta tesis doctoral no se amolda a la idea de que en
Cuba, tras el cierre de la rica etapa vivida en los años 60, en los que las polémicas de todo
orden eran una forma de trasmitir y cuestionar las contradicciones entre la realidad y el
ideal en el ámbito intelectual y en la esfera social, 8 y aparecida la autocensura (que al decir
de Bernard Shaw es la peor de las censuras) como una natural consecuencia en la medida
en que los conversatorios, los debates y las reuniones ordinarias se fueron viciando de
modelos de comportamiento, de univocidad y de intolerancia, tengamos que aceptarnos
como ejercitadores ambulantes de un criterio travestido, fuera de la imprescindible
divergencia de opiniones, por el miedo a “aquellos que exageran el alcance de las
contradicciones entre nosotros y el enemigo, tomando ciertas contradicciones en el seno
del pueblo, como contradicciones entre nosotros y el enemigo.” 9
En cuanto a la estructura de la tesis, la misma consta de introducción, tres capítulos para
su desarrollo, conclusiones, recomendaciones, bibliografía y anexos. El primer capítulo,
Cooperen con el artista cubano, ofrece un acercamiento a las condiciones que incidieron
en la aparición de la MCA entre la segunda mitad de los 80 e inicios de los 90. En el
segundo capítulo, Una cultura disonante, se desarrolla un análisis de las principales líneas
temáticas del discurso de la MCA, en correspondencia con su evolución histórica durante
los pasados 20 años.
El tercer capítulo, bajo el rótulo de Músicos de Cuba y del mundo: Nadie se va del todo,
aborda los rasgos fundamentales que se dan entre los representantes de la MCA radicados
en el extranjero, así como lo que tienen en común y de diferente con sus colegas residentes
en el país. Finalmente, tras las conclusiones, recomendaciones y bibliografía, aparecen los
anexos, en los cuales se incluyen un cancionero con una representación de los textos
utilizados para el análisis, un esclarecedor correo electrónico de Cristóbal Díaz Ayala
sobre el devenir del proceso diaspórico entre los músicos cubanos en el siglo XX, la
discografía empleada en esta exégesis y por último, un glosario de términos y conceptos.
Cuando de inicio diseñamos la presente investigación, tuvimos en cuenta el hecho de que,
a pesar de su expansión en los últimos años, la MCA no ha sido estudiada en su conjunto
desde el punto de vista académico. Por ello, nos pusimos como problema de investigación:
8 Para una amplia información acerca de las polémicas en Cuba durante los 60, consultar Pogolotti (2006).
9 La cita reproducida pertenece a Mao, del que no aspiro a llegar a ser un fanático; sin embargo, es curioso que fuera precisamente él quien alertara
contra este tipo de extremistas, en su trabajo Sobre las contradicciones en el seno del pueblo, de 1957 (1963: 23).
¿cuáles son las causas que han originado el auge de la MCA entre las más recientes
generaciones de músicos cubanos?
Como acotación de dicho problema, la formulación del Tema es la siguiente: estudio de
los cambios dados en la mentalidad de las promociones de músicos surgidos en Cuba en
los pasados 20 años, como miembros de la generación finisecular cubana y en particular,
integrantes del sector artístico intelectual.
Con el fin de solucionar el problema científico asumido, definimos como objeto de
investigación: los cambios dados en la mentalidad de las últimas promociones de músicos
surgidos en Cuba en los pasados 20 años. De acuerdo con investigadores como Álvarez de
Zayas (1995) para precisar aún más el objeto de investigación, nos hemos planteado como
campo de acción: el estudio de los cambios dados en la mentalidad de la generación
finisecular cubana y en particular, en los integrantes del sector artístico intelectual.
Como objetivo nos trazamos: Caracterizar los cambios dados en la mentalidad de las
promociones de músicos surgidos en Cuba en los pasados 20 años, como miembros de la
generación finisecular cubana y en particular, integrantes del sector artístico intelectual.
Dado que la nuestra no es una investigación de tipo experimental, no hemos formulado la
clásica hipótesis a corroborar o refutar, sino que nos hemos afiliado a la variante de los
estudios académicos (muy al uso en la investigación de tipo descriptiva) en la que, como
planteamientos hipotéticos, se utilizan preguntas científicas o sistema de interrogantes
(Añorga Morales, et al., 2002: 13, 21 y Marcané Laserra, José Ángel y Sergio Gómez
Castanedo, 2002: 92 y 94), derivadas del problema científico y que orientan al
investigador, durante el desarrollo del estudio, en la búsqueda del resultado esperado para
alcanzar el objetivo. Así, en esta tesis, nuestras preguntas científicas son las siguientes:
¿Qué condiciones incidieron en la aparición de la MCA entre la segunda mitad de los 80 e
inicios de los 90? ¿Cuáles son los principales temas abordados en el discurso de la MCA?
¿Qué hay de común o de diferente entre los representantes de la MCA que residen en
Cuba y los que son parte de la diáspora?
A partir de las anteriores preguntas científicas o planteamientos hipotéticos, y en
correspondencia con nuestro objetivo de investigación, nos hemos planteado como tareas
científicas: 1) Análisis de las condiciones que incidieron en la aparición de la MCA entre
la segunda mitad de los 80 e inicios de los 90. 2) Estudio de los principales temas
abordados en el discurso de la MCA. 3) Exégesis de lo ocurrido con músicos cubanos
residentes en el exterior y que de un modo u otro se asocian a la MCA.
Para cumplir estas tareas, se ha empleado como Método teórico el de análisis y síntesis,
dado que aquí se han considerado las dinámicas culturales asociadas al pensamiento
sociocultural que se ha producido entre las más recientes generaciones de músicos
cubanos, así como el modo en que tales dinámicas se relacionan entre sí y el efecto que de
conjunto tienen en el discurso del repertorio de la MCA. Igualmente, se ha utilizado como
método teórico el histórico lógico, pues en la presente tesis al estudiar el desarrollo que ha
tenido la MCA durante sus 20 años de existencia, no sólo se ha descrito su evolución en el
10 Con el término Canción Cubana Contemporánea va a denominarse el tipo de cancionística hecha por autores cubanos tanto dentro como fuera del país
y que hereda determinados presupuestos estéticos del desaparecido Movimiento de la Nueva Trova, pero que además se abre a otras expresiones del
Por sobre el criterio de lo alternativo debería pesar más el hecho de que es esta música la
que con mayor fuerza y razón respecto a cualquier otra manifestación sonora local,
expresa y resume los signos de nuestro tiempo. No se trata de reduccionismos. Está claro
que deben coexistir cuantas formas sonoras hagan en verdad variado el horizonte estético
en nuestra música. Empero, se requiere descubrir qué signo se impone en las nuevas
generaciones de músicos, toda vez que el progreso demanda garantía de continuidad. Al
ecumenismo que necesitamos en el presente para la música cubana, conducen hoy sólo la
comprensión de los disímiles caminos por los que la misma se decanta. He ahí la
importancia, necesidad social, novedad y actualidad científica de una investigación como
ésta.
11 Para la realización de estas consideraciones acerca del tema generacional se ha usado como fuente fundamental de información Domínguez (1998:
26-34).
Desde que esta problemática empezó a ser objeto de sistemático interés por parte de las
ciencias sociales12, las respuestas a las dos interrogantes antes formuladas han variado en
las distintas escuelas de pensamiento. En nuestro caso, nos acogemos a la visión que tiene
sus fundamentos en las reflexiones de Kart Marx en La ideología alemana. Esta visión
concibe las generaciones como resultado de la actividad práctica común de un grupo de
edades cercanas, de la cual se deriva la comunidad espiritual que motiva la conformación
de una fisonomía generacional propia. Como ha señalado María Isabel Domínguez (1998:
26-27), si el tipo de actividad vital en un contexto histórico concreto es lo determinante,
ello quiere decir que la sucesión se da a través de continuidades y rupturas simultáneas,
aun cuando en cada momento pueden predominar unas sobre otras. De lo anterior se
desprende que el grupo tiene existencia objetiva, aunque no haya adquirido conciencia
como tal. Ahora bien, en la medida que los procesos de ruptura sean más intensos –y por
ello, mayor la diferenciación con otras generaciones–, aumentan las probabilidades de la
aparición de una conciencia generacional que complete las distintas aristas de su
existencia.
En Cuba, pese a su importancia, el tema generacional ha sido poco tratado como objeto de
estudio en sí mismo, aun cuando ha figurado en el discurso político de personalidades
como José Martí, así como en el trasfondo de análisis históricos, culturales, sociológicos y
pedagógicos, de pensadores que van desde Félix Varela y José Antonio Saco, pasando por
Enrique José Varona, Fernando Ortiz o Ramiro Guerra, hasta muy especialmente en la
obra política y literaria de la Generación del 30: Rubén Martínez Villena, Pablo de la
Torriente Brau, Raúl Roa, Jorge Mañach, entre otros. Asimismo, en los terrenos de la
cultura, en nuestro país han sido muy reducidos los estudios específicos sobre el asunto.
Entre los contados que se pueden hallar están los de José Antonio Portuondo, quien entre
las décadas del 40 y del 50 escribió varios ensayos teóricos e históricos en relación con el
tema. Él empleó el método generacional para llevar a cabo una periodización de la historia
de la literatura cubana (1958). En 1954, también apareció publicado otro de los escasos
materiales que en nuestro medio han incursionado en esta clase de análisis: La teoría de
las generaciones y su aplicación al estudio histórico de la literatura cubana, de Raimundo
Lazo (1954)13.
Un momento de especial relieve en el devenir de los estudios generacionales en Cuba
acontece en el contexto de los años 60, época en la que ven la luz esclarecedoras
reflexiones, aparecidas en revistas culturales como La Gaceta de Cuba y El Caimán
Barbudo. En esta última publicación, el entonces joven sociólogo Ricardo Jorge Machado
12 Si bien se tienen noticias de referencias al concepto de generaciones desde la antigüedad, el análisis del mismo como tal comenzó con la Ilustración y no es visto de
forma sistemática y con una perspectiva integral hasta la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX Consultar al respecto Domínguez (1994).
13 Según argumenta José Antonio Portuondo, debido al carácter de discurso académico de este trabajo, Raimundo Lazo no desarrolló su esquema generacional.
Consúltese: “Esquema de las generaciones literarias cubanas” (Portuondo, 1958: 106). En 1973, apareció ya ampliada la segunda edición de “Esquema de las generaciones
literarias cubanas”, en los cuadernos del Centro de Estudios Literarios, no. 5, UNAM, México, D.F. Sobre el tema generacional en la cultura han escrito entre nosotros,
además: Bustamante y Montoso (1937); Arrom (1963).
(1966: 2-4) alertaba contra lo que él catalogaba como el negativo efecto de hacer
“generosas donaciones” de conceptos como el de las generaciones, al ser estimados por el
aparato ideológico del Partido como “ciencia burguesa”. El sano y acertado consejo de
dicho investigador no se tuvo en cuenta y a tono con el período de dogmatización
establecido a partir de 1971, durante la década de los 70 e incluso, hasta en parte de los 80,
se produce un prolongado silencio en lo concerniente al asunto de las generaciones. En
esos años de abandono por el discurso académico cubano de determinados tipos de análisis
por considerarlos “ciencia burguesa”, hay que buscar las raíces de por qué, a pesar de que
hace rato quedó atrás la etapa de tan pueriles y estrechos enfoques del pensamiento, en la
actualidad nuestras ciencias sociales se encuentran desfasadas en relación con muchos
procesos que están dándose en la sociedad cubana contemporánea.
El año 1986 marca un punto de giro en esta historia. Para entonces se reconsidera la
importancia de los estudios generacionales y comienzan a realizarse análisis, tanto de
naturaleza teórico conceptual como investigaciones sociológicas concretas, alrededor de la
estructura generacional de la población cubana, sus rasgos comunes y diferencias, el clima
de sus interrelaciones y los nexos entre estructura generacional y clasista14. En particular,
las temáticas relacionadas con los jóvenes han sido objeto permanente de investigación
durante los pasados 20 años, si bien estudiosos como Juan Luis Martín (1989: 24-25) han
opinado que los problemas de la investigación sobre la juventud en el socialismo “parecen
ilustrar una contradicción más general que enfrenta el pensamiento marxista-leninista
actual: la disponibilidad de un cuerpo de ideas sólido y consistente sobre las leyes más
generales de la sociedad junto a la ausencia de teorías más específicas capaces de explicar
y pronosticar el movimiento de subsistemas concretos de la sociedad.”
A partir de 1986 cabe hablar de la reaparición de la dimensión generacional como objeto
de interés de literatos y artistas en casi todas sus manifestaciones. Así, el tema es tratado
en cintas cinematográficas, canciones, piezas teatrales y obras plásticas. De igual modo, se
usa como criterio de clasificación de grupos de creadores y cobra fuerza como elemento
interpretativo de expresiones artísticas y hasta de conductas prácticas.
En el caso de la generación de los 80 (es decir, los nacidos durante los años 60), en
opinión de los especialistas en el tema, su socialización tuvo varias peculiaridades. Hay
quienes a cada rato nos recuerdan que ésa es la generación que más disfrutó de las
bondades del Socialismo porque, entre otras cosas, cuando eran veinteañeros y estudiaban
en la universidad, podían llegar a sus casas, abrir el refrigerador y, si lo deseaban, tomarse
íntegro un litro de yogurt natural o ingerir una lata de leche condensada, productos
subvencionados por el Estado y por cuya adquisición apenas se pagaba unos centavos. Si
bien esa anécdota ofrece una ligera idea de cómo vivíamos sin percatarnos de todo lo que
teníamos a nuestra disposición, lo cierto es que el incremento de los niveles de consumo
14 En 1986 se inició un proyecto de investigación sobre las generaciones, el cual originó un grupo de trabajos que se hallan inéditos en los fondos del Centro de
Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y el Instituto de Filosofía. A saber Domínguez (1989, 1993 y 1994); Domínguez, María Isabel; María E. Ferrer y María
V. Valdés 1989, 1990a, 1990b y 1990c); y Limia (1990).
(
de la población cubana por dicha época, tanto a través de los fondos sociales como en el
área del consumo individual, ocultó en buena medida el estancamiento económico que se
había iniciado en el país y que evidenciaba las limitaciones del modelo de planificación y
dirección de la economía adoptado en la década de los 70.
Con ello, la imagen que se fue construyendo se correspondía con la del crecimiento
económico a partir del crecimiento del consumo. Tal situación ayudó a fomentar la
elevación de las expectativas de la población y en especial de la juventud, reforzadas por
distintas instituciones socializadoras como la familia, la escuela y los medios de difusión.
Sin embargo, como se ha señalado, la elevación de las expectativas tenía lugar en un
instante en que la estabilidad social conseguida y la menor dinámica de crecimiento
económico reducían el ritmo de la movilidad social ascendente para esa generación. En
verdad, los nacidos en los 60 contamos con altas posibilidades para el acceso a la
instrucción y la calificación, por lo cual nos convertimos en el grupo generacional que
alcanzó los más altos niveles educativos, pero a la par, en la etapa en cuestión empezó una
tendencia a la autorreproducción de las clases y las capas sociales, que redujo los
movimientos de ascenso social en relación con las dos generaciones precedentes.
De igual forma, el modelo de institucionalización adoptado, apoyado en el excesivo
empleo de la planificación centralizada, tuvo sus efectos sobre la participación, con la
disminución de la cantidad y tipo de actividades, cambios en su significado social y en el
rol de los individuos, lo que se expresó en cierta formalización de los espacios
participativos y de las prácticas concretas. En el caso de los jóvenes, se añadió falta de
concreción en las tareas, esquematismo en la movilización y reducción de su participación
en decisiones de áreas socialmente significativas para ellos. No puede obviarse que en esta
década se produjo la participación en misiones internacionalistas, cuyos principales
protagonistas fueron los jóvenes, aunque, a pesar de su elevada magnitud, no involucró a
la generación como un todo.
Se dio entonces un desbalance entre la socialización y la participación, con un
sobredimensionamiento de la primera, lo que significó que la segunda funcionara con
cierto paternalismo. Desde ese momento se inició un relativo desfasaje entre las
aspiraciones de los jóvenes y las posibilidades sociales de satisfacción para todos, así
como entre tales aspiraciones y los esfuerzos individuales desplegados para
materializarlas. Como conjunto, el grupo juvenil desarrolló poco su identidad
generacional. La relativa heterogeneidad interna, que comenzó a fortalecerse a partir de
los procesos de autorreproducción, y la reducción de los espacios de participación para
jóvenes procedentes de diversos grupos sociales contribuyeron a que fuera de dicho modo
(Domínguez, 1998: 29).
Las investigaciones realizadas a fines de los 80 demostraron que pese a que las relaciones
intergeneracionales se desarrollaron en un clima calificable como de baja conflictividad,
tanto en el contexto de la familia como en el de las instituciones sociales, se dejaban
entrever algunos elementos poco favorables como: cierto predominio de tendencias
críticas y subvalorativas entre los adultos, con respecto a las capacidades e intereses de los
jóvenes, las cuales daban lugar a posiciones sobreprotectoras que minimizaban las
potencialidades del grupo juvenil para asumir determinados roles y veían la socialización
como transmisión pasiva o actitudes desentendidas de sus responsabilidades en la
formación de una nueva generación. Por otra parte, esos propios estudios llegaron a la
conclusión de que los jóvenes mostraban insatisfacción con la ayuda que recibían de sus
mayores e inconformidad con las posibilidades de participación con que contaban en
diferentes esferas de la vida social, en particular en las referidas a la toma de decisiones.
Admitían la necesidad de prepararse mejor y poner más interés en sus actividades, pero a
la vez insistían en sus demandas de mayor independencia en las tareas, sobre todo en el
sector profesional, donde sentían cierto desaprovechamiento de sus potencialidades
educativas y laborales, por lo que reclamaban el mismo espacio para la imaginación
juvenil que para la experiencia de los adultos.
En lo referido específicamente a la intelectualidad joven (entendida como tal no sólo la
comunidad artístico literaria sino también la científica, que confronta problemáticas
afines) existe consenso entre los especialistas en cuanto a que las circunstancias sociales
de la segunda mitad de los 80 y, sobre todo, de fines del decenio fueron caldo propicio
para la creación de premisas favorables para la incipiente emergencia de una conciencia
generacional. Entre las condiciones aludidas por los investigadores es de particular relieve
el efecto de tapón que empezaron a ejercer las generaciones anteriores en el área del
empleo, lo cual trajo como consecuencia una débil recirculación de la fuerza de trabajo,
que limitó el acceso real a los puestos laborales en correspondencia con el orden de
llegada y no de acuerdo con la capacidad y preparación 15. Asimismo, la etapa también fue
testigo del paternalismo en la socialización y del encartonamiento en la participación en la
actividad social común. Es, pues, éste el contexto en que surge y se desarrolla la segunda
generación de la Nueva Trova16, embrión de la hoy llamada Canción Cubana
Contemporánea, y de las bandas que, encabezadas por el grupo Venus17, dieron lugar hacia
mediados de los 80 a lo que se ha denominado “el despertar del rock nacional”.
16 Para mayor información sobre la segunda generación de la Nueva Trova, ver Borges-Triana (1988) y Fernández-Larrea (2004).
17 Para mayor información sobre el grupo Venus y su importancia en el devenir del rock en Cuba, ver Llano Rodríguez (1990).
18 Por pensamiento oficial ha de entenderse aquel que cumple los siguientes requisitos: proviene de las instituciones cuya función es dictar o sugerir
políticas, legitima en el campo teórico los acuerdos políticos previamente establecidos y se legitima a través de tales acuerdos y de las prácticas que
19 Para mayor información al respecto, consultar Alonso Yodú (1989a y 1989b); Calvo (1989); Sánchez (1988).
20 Se usa la expresión dialógico en el sentido de diálogo con su entorno, más que en referencia al concepto bajtiniano de “dialogismo” como polifonía,
primeramente enunciado por Bajtin en su trabajo Problemas de la poética de Dostoievsky (1936) y desarrollado luego en el ensayo “El discurso de la
novela” (escrito en los años 30, pero publicado en 1975). Ver Bajtin: 1981.
cubana de los 70,21 como manifestación de la ostensible parálisis que desde la preceptiva
sociocultural caracterizaba a la vida intelectual en Cuba durante esos años.
Para la generación de artistas e intelectuales de los 80, por encima de las notables
influencias de los postestructuralistas franceses, el pensador de cabecera resultó el filósofo
Michel Foucault y en especial su libro Microfísica del poder. Su proyección como
descubridor de una nueva concepción del poder donde diversas técnicas y tácticas de
dominación sustituían los criterios de Estado y soberanía subyugó a todo un conglomerado
de creadores cubanos nacidos en los 60 y a inicios de los 70. Aquella popularidad
respondía a que, como ha afirmado Ernesto Hernández Busto (2004), “Foucault había
escrito sobre nuestra principal preocupación de intelectuales emergentes: el tema del poder
y de sus relaciones con el Estado, por un lado, y con el saber, por otro.”
La sociología del postestructuralismo propiciaba la idea de un nuevo tipo de Estado (red
de comunidades abiertas, fragmentadas en micropolíticas), que acogería a los futuros
intelectuales. Desde semejante perspectiva, Cuba daba la impresión de ser capaz de
comunicarse en igualdad de condiciones con la vanguardia del pensamiento occidental. La
paradoja según la cual la postmodernidad conseguiría igualar la realidad política cubana
con los ámbitos teóricos de las exhaustas democracias occidentales, se convirtió en una
estrategia de legitimación para la entonces joven generación de artistas e intelectuales que
experimentaban la necesidad de ocupar el lugar del discurso crítico y el de los valores
socialmente reconocidos.
Bajo el influjo de los postulados foucaultianos, se propició la ilusión de que al cambiar
determinadas “estrategias del saber”, la acción de algunos micropoderes conseguiría ir por
encima tanto de los excesos del voluntarismo en que en no pocas ocasiones se ha caído en
las sociedades socialistas (incluida la cubana), como de los gastados trucos de la
democracia representativa. Por dicho camino, la idea de que el poder no se posee sino que
se ejerce, tuvo un gran atractivo intelectual entre los creadores de la generación de los 80.
En semejante complicado contexto, la política cultural asumió un insólito protagonismo y
así se dio el visto bueno a que en un período entre fines de los 80 e inicios de los 90, las
instituciones intentasen tolerar a algunos teóricos y artistas de la nueva generación,
muchos de los cuales llegaron a estar en la nómina del Ministerio de Cultura. La voluntad
estatal de abrir las puertas al relevo generacional se concretó en acciones como la creación
de un segundo cuerpo de bailarines en el Ballet Nacional de Cuba (integrado por jóvenes y
21 La implantación del llamado quinquenio gris de la cultura cubana, como lo bautizara Ambrosio Fornet (1987: 148-153) en un texto suyo, escrito en
relación con la novela Las iniciales de la tierra, de Jesús Díaz, hizo que a la visión humanista e integrativa de la cultura, se impusiera una posición de corte
stalinista que pretendía reducir a la literatura y el arte a pura expresión ideológica. Los defensores de esta línea de pensamiento identificaban de manera
maniquea, las categorías forma y contenido y, por ende, no aceptaban las expresiones de lo que –como sucedía con el rock– estimaban una estética
burguesa y decadente. En realidad, ello traía a la palestra social el enfrentamiento entre los partidarios de la defensa de la expresión artística creadora,
que encarnaba en Cuba en una tradición nacida de la vanguardia, y los que intentaron imponer el modelo (o al menos, la esencia) del realismo socialista,
institucionalizado por el stalinismo en la Unión Soviética e implantado luego en la mayoría del resto de los países socialistas. Para ampliar la información
acerca del quinquenio gris y sus repercusiones en la cultura cubana, ver Arango (2007), Coyula (2007), Fornet (2007), Heras León (2007) y Navarro
(2007).
que llevó como nombre “La Joven Guardia”), la aparición del Festival de Juventudes
Musicales de La Habana o la entrada de un nutrido grupo de noveles artistas para laborar
como escritores o directores en la emisora Radio Ciudad de La Habana.
Igualmente, en el propio espíritu transformador y de tolerancia ante los que pretendían
decir algo diferente, se incluirían la inauguración en marzo de 1989 del Proyecto Castillo
de La Fuerza22 –para ofrecer un espacio a algunas de las propuestas estéticas más
coherentes aparecidas por entonces en nuestro medio–, peñas de cantautores como las
denominadas Cuento (Museo de Artes Decorativas) o la de 13 y 8 (Museo del municipio
Plaza), el visto bueno a la experimentación en las artes escénicas (La cuarta pared,23 El
taller de Creación de la Casa del Joven Creador, Ballet-Teatro de La Habana24), al
proyecto Paideia como un sitio para encuentros multidisciplinarios a fin de propiciar el
debate de cuestiones de teoría cultural y que tuviera por sede la sala de conferencias del
Centro Alejo Carpentier, a los pintores del Grupo Arte Calle que llegaron a hacer graffitis
en un muro frente al ilustre cementerio de Colón, los que llevaron a cabo acciones
plásticas en la heladería Coppelia, los miembros del Taller de Cine Joven (dentro y en
paralelo al ICAIC) o los que, encabezados por Ernesto Fundora, dieron los primeros pasos
en la realización de video-clips cubanos.
Los acontecimientos parecían apuntar a que tenían razón quienes pensaban que el sistema
de poder no residía sólo en las instancias superiores de la censura, sino en el intrincado
tejido de saberes y poderes que constituía en su conjunto la malla social. En
correspondencia con ello, la joven generación de intelectuales podía dialogar sin
remordimientos con ministros y funcionarios de las más altas instancias puesto que, desde
una perspectiva foucaultiana, todos formaban parte del mismo sistema de poder.
Empero, el boom creativo que tuvimos en el país durante los 80 se dio en un momento en
que se yuxtaponen en el tiempo, por una parte la flexibilidad de la política cultural del
Estado con discursos como el de Carlos Rafael Rodríguez en el IV Congreso de la
UNEAC o las palabras de Fidel en el encuentro con la Asociación Hermanos Saíz25 que
legitiman la libertad de contenidos, y por otro lado, la existencia de dificultades en la
implantación de esta propia política aperturista en el nivel práctico. Como señal de la
agudización de un irrefrenable condicionamiento sociológico, a fines de dicha década el
arte se adelantó a otras formas de la conciencia social. Ese desfasaje entre el arte, en el
cual se incluía la música más herética, y las demás formas de la conciencia social motivó
22 Consultar al respecto Aguilera González, Alejandro; Alexis Somoza Erice y Félix Suazo Fuentes (1989) y Suazo, Félix; Alexis Somoza y Alejandro
Aguilera (1989).
24 Un esclarecedor texto acerca del Ballet-Teatro de La Habana puede leerse en Vilar (1990).
25 Otras intervenciones de funcionarios estatales de la etapa, que por entonces legitiman el modo de hacer que se iba imponiendo en la segunda mitad de los 80, se recogen
en los siguientes textos: Hart Dávalos (1986: 2-4); Aldana (1986a: 11-12 y 1986b: 12-13).
buena parte de las incomprensiones que se dieron al término de los 80 y principios de los
90, de las cuales también padecieron en cierta medida representantes de la MCA.
El final de esa época iniciada en los 80, en términos de activismo, se produce con la
celebración del coloquio "Sobre nosotros mismos", realizado en 1991 en la Quinta de los
Molinos. Como ha contado uno de sus protagonistas e inspiradores (Fowler Calzada:
2006):
El título mismo del evento indica la diferencia de velocidades entre una generación
emergente y la parálisis que sentíamos instalada en el campo cultural cubano,
especialmente entre los críticos y publicaciones; por tal motivo un pequeño grupo
decidimos que la mejor manera de dar a conocer los valores que nos interesaban era
hacerlo “nosotros mismos”, de modo que nos dimos a la tarea de armar tres días de
lecturas de ponencias, cuentos y poemas para demostrar que teníamos algo nuevo que
decir.
Pocos meses después de aquello, irrumpió en Cuba la crisis económica y empezó un
proceso de salida del país de muchos de sus artistas y escritores jóvenes, sangría que ha
continuado hasta hoy. A la par, a medida que en Europa del Este la crisis del llamado
socialismo real aumentaba en intensidad hasta llegar a la desaparición no sólo de la
comunidad de países socialistas sino también de la propia URSS, “los estamentos del
poder en Cuba volvían a cerrar cualquier espacio de alternatividad cultural, de expresión
de diferencia o sencilla duda ideológica y ni siquiera imaginaban como posible la
diferencia política” (Fowler Calzada: 2006).
Aquel diálogo generacional de los jóvenes artistas e intelectuales cubanos de los 80 con el
entorno y sus estructuras de pensamiento más acreditadas por la política, al final resultó
tirante y, como ha expresado Alberto Garrandés (2006) “sirvió para poner en claro una
cosa otra vez: que el denominado compromiso ideológico del arte y la literatura es una
zona de conflicto donde hay demasiados (y muy provisionales) intereses de poder.“
Todavía hoy carecemos de un verdadero balance del penúltimo decenio del siglo XX y que
permita una correcta interpretación de la etapa. Han pasado los años y sin embargo, como
manifiesta Fowler Calzada (2006):
(…) apenas existe memoria escrita que pueda ser consultada. Nada sobre Naranja Dulce, nada
sobre PAIDEIA, nada que constituya un análisis global de las dinámicas culturales de la Cuba de
los 80, de la profunda crisis que marcó la mitad inicial de la siguiente década y las maneras en la
cual fue reconstruido (aunque ya sin los aires de renovación de la década anterior) el tejido del
campo cultural.
Una breve valoración del período de los años 80 permite arribar a algunas conclusiones.
Así, a la hora de indagar por el referente de influencias de la generación, ya no puede
mirarse sólo a lo nacional sino que hay que buscar en lo foráneo. Por ejemplo, en la
plástica encontramos analogías a la transvanguardia italiana; en la literatura, el
ultrarrealismo o realismo sucio, procedente de la narrativa norteamericana; y en los
cantautores, el rock anglosajón, el nacional argentino o la música brasilera. En la
26 Para un estudio de la producción autoral e interpretativa de Carlos Varela de por esos días, ver Nuez (1989) y Rigueiro (1989).
demostró que Varela era ya una fuerza movilizadora dentro del ambiente cultural cubano.
Los mil 700 asistentes al concierto y los más de 200 que se quedaron sin poder entrar así
lo evidenciaron. A partir de dicho instante, no había ninguna razón consistente para no
propiciar su presencia en los principales espacios de la radio y la televisión, o para no
encontrar las indispensables horas de grabación en la EGREM, a fin de hacer circular su
música en las distintas direcciones hacia las cuales se movía el disco cubano de aquellos
días. Sin embargo, nada de eso ocurrió. No se exagera ni un ápice al ponderar la
importancia de una canción como “Guillermo Tell” la cual, desde las peculiaridades del
lenguaje artístico, en perfecta síntesis expresó las mismas conclusiones a las que habían
arribado los estudios generacionales llevados a cabo en la segunda mitad de los 80, en
cuanto a la insatisfacción de los jóvenes veinteañeros de entonces en relación con las
posibilidades de participación con que contaban en diferentes esferas de la vida social, en
particular en las referidas a la toma de decisiones.
28 Al plantear el carácter transnacional de nuestra música y en general de buena parte de la cultura de nuestro país, ellos es en sí una nueva forma de
abordar la realidad cubana, acorde con los tiempos que corren. Se trata de ver a Cuba más allá de la geografía insular, porque hay aspectos de nuestra
nación que no están limitados por barreras geográficas. La música cubana resulta un buen ejemplo de ello, es una dimensión de la Cuba Transnacional.
Ya desde los años 40 y 50 del pasado siglo xx se tocaba en el DF., París y Nueva York. Con frecuencia, ello suele ser obviado por causa de que ha
habido una tendencia a estudiar a Cuba separada del resto del mundo, como algo aislado en virtud de nuestra condición de ínsula, cuando la presencia de
la isla (y en particular de expresiones de nuestra cultura) en el contexto internacional es mucho más amplia de lo que a veces se cree. A propósito de la
incidencia de músicos cubanos en disímiles países durante el siglo xx, consultar Díaz Ayala (1999).
apertura en los términos de la creación y su espacio, no fue entendido y con ello, se perdió
la efervescencia polémica de debate y de crítica que existió en la segunda mitad de la
década de los 80. El hecho de que las instancias de la política cultural no hayan inteligido
de forma acertada la esencia de lo que estaba ocurriendo puede explicar muchos de los
fenómenos que han sucedido después. Por lo antes expuesto, proyectos como la aludida
peña de 13 y 8 se ven imposibilitados de continuar. Al cierre del espacio, sus protagonistas
pretendieron dar un concierto en una prestigiosa institución que siempre había acunado el
tipo de música vinculada a la trova; sin embargo, ésta se negó a aceptar la propuesta, y
entonces no les quedó otra alternativa que hacerlo (para las pocas amistades que
asistieron) en las márgenes del río Almendares, como una especie de performance. Raúl
Ciro, un cantautor de remarcada propensión hacia lo conceptual, rompió allí una guitarra,
en un gesto simbólico que transmitía el sentimiento de frustración que de una u otra
manera experimentaban todos los muchachos vinculados a aquella hoy memorable tertulia.
Lo sucedido con dicho grupo de creadores viene a evidenciar que no siempre la
sensibilidad política de vanguardia ha encontrado en Cuba motivaciones similares a la
sensibilidad artística de avanzada y viceversa, coincidencia que en el proceso
revolucionario tiene su momento de mayor esplendor en los años 60. La deseada y
necesaria congruencia de valores políticos y estéticos, lamentablemente no todo el tiempo
ha estado presente pese a su importancia, como ha argumentado Alfredo Guevara (1998:
20-21):
Nos falta permear la cultura política de cultura artística; no para que sea más artística sino para que
sea más política. La revolución no podrá ser perfeccionada al punto que quisiéramos hasta que la
política no se sepa arte, y su sustancia no resulte impregnada por la vocación armoniosa o de
ruptura renovante de que el arte es portadora por definición. Por definición, el artista es un
revolucionario. Se propone transformar la realidad enriqueciéndola, entregándole formas que son
nuevas o que se entrelazan y colocan de otro modo y mejor para la sociedad que le es
contemporánea. (...) La acción intelectual más avanzada políticamente para defender la revolución,
sus logros y sus potencialidades sería, acaso, acercar las vanguardias impidiendo que la artística,
sintiendo indiferencia o rechazo, resulte artificialmente aislada; y facilitando que la política acceda
a la cultura artística enriqueciéndose espiritualmente sin la pretensión de utilizar sin comprender,
que ha sido el más común camino.
En verdad, como apunta Omar Valiño (1998: 112) en un lúcido ensayo sobre el teatro
cubano en los 90, el diferendo en torno al papel del arte en la sociedad es “un tema no
resuelto ni en la teoría ni en la práctica socialistas, constante fuente de fricciones,
encontronazos y poco duraderas reconciliaciones.” La irrupción del Período Especial
postergó el debate en torno al tema de las relaciones entre política y cultura, que siempre
han sido superficialmente amables, pero profundamente contradictorias. Las urgencias que
planteó dicho momento trajo sobre el tapete otros problemas de más apremiante solución y
con ello, los de la cultura quedaron en un segundo plano, lo cual no significa que fuesen
menos importante sino que eran menos urgentes y hasta quizás más complejos.
Problemas como el relatado todavía resultan de difícil explicación. Quien aquí escribe no
cree que las palabras censura o no censura sirvan para comprender lo sucedido. Aquel fue
el momento de nuestra cultura en el cual, con un carácter más enfático, tienen lugar las
luchas generacionales. Si nos atenemos a las enseñanzas de la Filosofía Marxista,
comprenderemos que se produce así el fenómeno de las dos negaciones básicas de la
dialéctica. Una primera, en la que los jóvenes se oponen, en la inspiración de una nueva
óptica, a lo que les antecede, a partir de criterios sociales, artísticos, éticos, etc. Una
segunda, donde se organiza todo el proceso y se pasa a una síntesis progresiva, en la cual
interviene en lo fundamental la experiencia junto al nuevo juicio.
Como ha explicado el pintor y teórico Abdel Hernández (Roque, 1988: 4-7), el conflicto
puede interiorizarse de dos formas: parcial y globalmente. Desde el prisma parcial, cabe
afirmar que se tomaron decisiones y que, en general, hubo un miedo y un rechazo a los
criterios juveniles, aspecto al que pudiera llamársele censura implícita. En el plano global,
no existió una censura como tal, pues los "jóvenes" valoraban desde la Revolución y bajo
un criterio revolucionario. Y los "viejos" que determinaron y opinaron en contra de las
nuevas formulaciones, intencional o no, lo hicieron en afirmación de sus propias
convicciones. Lo que sí hubo al final del proceso fue una absoluta incomunicación entre
ambas partes. Una conclusión deducida a partir de lo acontecido apunta a que, aunque
(como ha enseñado el marxismo) siempre se dará una negación de la negación, muchos no
han comprendido que la ética socialista exige de hombres ávidos de cambio, capaces sobre
todo de concebir mutables sus propias decisiones. Es aquí donde se produce algo a lo cual,
ya desglosado el problema, llamaríase censura.
Así, los encargados de regir desde el punto de vista burocrático la vida cultural del país
pasaban por alto una advertencia formulada por el propio Ministro del sector, Armando
Hart Dávalos (1988: 6), cuando dijo:
La subestimación de los enfoques de una nueva promoción de intelectuales conllevaría
una interrupción y un desfase del propio movimiento de las ideas, lo cual sería
extraordinariamente perjudicial. Ha de tenerse en cuenta que, con independencia de la
mayor o menor validez de cualquier criterio nuevo, éste puede reflejar situaciones que, aun
cuando se presentasen de manera deformada, distorsionada o incompleta, tal vez encierre,
objetivamente, alguna cuestión que debemos analizar.
Hay que articular lo nuevo con lo anterior. Lo que anda de por medio es la memoria
histórica y la continuidad de los procesos sociales, políticos y culturales. En la cultura, el
arte, el trabajo intelectual, las negaciones absolutas, antidialécticas, abruptas, con
pretensiones de veracidad ideológica, constituyen un peligro que debemos atajar.
Es bueno señalar también que la actitud crítica proyectada en la mayoría de los discursos
artísticos de esa etapa, encuentra una fundamentación en la propia teoría marxista. Según
Marx, la cultura, o cualquier otro fenómeno de la vida espiritual, tiene sus más ondas
raíces en la vida social y material. Esto quería decir que para explicar cualquier fenómeno
había que entenderlo no de una manera abstracta y aislada, sino dentro de un contexto
social, político y económico. Por tanto, era necesario comprender la sociedad que le había
dado vida a esa determinada inquietud de orden espiritual. Marx se percata de que cada
época tiene su propia forma de interpretar la realidad, ya no sólo individual sino también
colectivamente, y nos advierte de que los hombres se parecen más a su época que a sus
padres. Por ende, si se acepta el postulado marxista en cuanto a que cada clase posee su
específico modo de apropiación, tanto de objetos materiales como de las ideas y los
valores de la vida espiritual, y que en los distintos momentos de la historia, cada clase
impone su modo de apropiación, entonces hay que concluir que en última instancia cada
época constituye y le da un sentido propio a su realidad. La comprensión de todo esto
resulta fundamental si se aspira a entender el porqué en la cultura cubana se produce un
fenómeno como el de la proyección creativa asumida por la generación de los 80.
Una mirada retrospectiva a aquel momento pone de manifiesto que el modelo cultural
cubano, aunque en su formulación se ha caracterizado por ser explícito, no siempre ha
resuelto las vías ejecutivas más eficientes para su realización porque, como dijera Carlos
Rafael Rodríguez (1988: 8) en su magistral intervención durante el IV Congreso de la
UNEAC en 1988: “(…) lo que nos han faltado no son las definiciones y las líneas de
políticas (…). De lo que hemos carecido es de la capacidad para ponerlas en práctica.”
Resulta triste asumir el hecho de que esta nueva generación, buena, mala o como sea, sería
el rostro intelectual de la Patria en el siglo XXI y tal como iban las cosas, lo que se estaba
creando era un rostro marginal, cuando lo correcto era que fuese un rostro con
posibilidades de expresarse en un espacio público y que desde ese instante viniera
sintiendo la responsabilidad que le corresponde como grupo social en Cuba. A tenor de
cuanto aquí se ha expuesto, se comprenderá por qué entre los cantautores que estaban
agrupados en el proyecto “Te doy otra canción” se fue generando un sentimiento de
profunda frustración que los fue llevando hacia una postura contestataria, la cual se pone
de manifiesto en varias canciones incluidas en discos como Vendiéndolo todo (Bis Music),
llevado a cabo por Vanito Caballero y Alejandro Gutiérrez con el grupo Lucha Almada, y
Habana Oculta (Nubenegra), compilación de ocho intérpretes que en su inmensa mayoría
procedían de la peña de 13 y 8.
Estos artistas debieron asumir la producción de sus discos justo cuando la sociedad cubana
ha tenido que presenciar, por una parte, los cantos de sirena del mercado capitalista y, por
otra, los balidos agoreros de un dogmatismo reciclado por vergonzante. El llamado
Período Especial repercutió ostensiblemente en el quehacer de la más joven promoción de
intérpretes y compositores pues transformó, de forma diríase que raigal, el modo de vida
de las diferentes clases y grupos sociales en Cuba. Como afirma el ensayista y profesor
universitario Jorge Luis Acanda González (2000: 60):
(…) Han sido años de lucha del ámbito de la esperanza contra la racionalización
sistematizada. Años en los que se ha ido conformando la experiencia vital de estos
habitantes recién secularizados en el contexto de esta nueva racionalización. Ha sido época
de desatanización y de desacralización. Desatanizamos al dólar, al exilio, a la religión y al
pasado. Desacralizamos a todos aquellos productos culturales abarcados por ese complejo
ideológico que podemos denominar como lo soviético, desde el realismo socialista y los
muñequitos rusos hasta la calidad de la tecnología made in URSS y la pretendida
omnisapiencia de los líderes del PCUS. Pudimos quitarnos de encima el pesado fardo del
fatalismo del dogma de la irreversibilidad del socialismo y comprender que no teníamos
ningún contrato con la Historia, y que todo dependía de nosotros. Una vez más, todo
dependía sólo de nosotros.
Lo acaecido en esta etapa, vino a dar al traste con la ilusión que el marxismo de carácter
dogmático había sembrado, a contrapelo de las enseñanzas de figuras como Jorge
Manrique, acerca de que todo tiempo futuro tiene que ser mejor. El choque con la nueva
realidad fue brutal y todavía falta tiempo para que la sociedad cubana se reponga de ello.
Dicha circunstancia, vista desde distintos ángulos y con un enfoque a veces acre, a veces
carente de acritud, se recoge de uno u otro modo en las piezas incluidas en los fonogramas
de los exponentes de la MCA.
Penosamente, tras la realización del disco Habana Oculta se cumplía el pronóstico dado
en una ponencia presentada en la emisión del evento “Los días de la música”
correspondiente a 1994 y publicada luego desde las páginas de El Caimán Barbudo29, en
cuanto a que la situación del no adecuado tratamiento a la proyección artística y a las
preocupaciones ideoestéticas de esta generación de cantautores y de toda una zona de
jóvenes músicos pertenecientes a la escena nacional de carácter propositivo traería como
consecuencia una diáspora errante por vaya uno a saber qué esquina del mundo. Así,
empezó a tener lugar un proceso migratorio temporal o definitivo de un numeroso grupo
de creadores musicales que, entre otros sitios, han pasado a radicar a lugares como el D. F.
de México, Nueva York y en especial España, donde se destaca la concentración de un
nutrido núcleo de cantautores. Ello resulta expresión de la contradicción en cuanto a que si
bien la canción pensante es un producto cultural imprescindible de la nación cubana de
hoy, un instrumento de promoción de hegemonías culturales y un espacio de confrontación
con la sociedad global y uno de sus principales vicios, “la entronización de la bobería”,
aún está por resolverse la reiteración de la incomprensión del público, la crítica y las
instituciones ante el advenimiento de cada nueva promoción de trovadores y que ha
llevado a que en el presente buena parte de la obra de este movimiento se haga fuera del
país.30
Las fricciones y encontronazos que en 1990 y 1991 se producen en Cuba entre artistas e
instituciones en torno al polémico tema de cuál ha de ser el papel del arte en una sociedad
como la nuestra31, con las consecuentes desavenencias en cuanto hasta dónde debían
establecerse los niveles de permisividad para la expresión artística, llevaron a que no
29 Ver Borges-Triana (1994).
30 Para mayor información acerca de la escasa atención que los sellos discográficos en Cuba le prestan a la canción de origen trovadoresco, ver Díaz
(2005).
pocos creadores renunciasen a la profunda vocación sociológica que tipificó el arte cubano
de los 80. Tales banderas fueron recogidas justamente por el movimiento de rap nacional,
que a inicios de los 90 asume el centro de provocación y dinamización de las nuevas
conductas, desde donde protagoniza un prolífero y desprejuiciado reciclaje de la cultura
popular. Entre nosotros, el hip hop trajo a la palestra pública asuntos vinculados a los
fenómenos de marginalidad que se producen en nuestra sociedad y sobre todo, tuvo la
valentía de poner en el debate social lo concerniente a las cuestiones de la negritud y de la
subsistencia en Cuba (quizás, sería mejor decir reaparición) de prejuicios raciales32. Dicha
situación se pone de manifiesto en la siguiente sita de Ariel Fernández Díaz (S.F.: 5):
En su gran mayoría los raperos son negros y mulatos que son rechazados en muchos
sectores por sus formas de vestir, de comportamiento y de ser. Se quejan de ser
interceptados por los agentes del orden interior y tratados como delincuentes, sin respeto.
No pretendo irme más allá del objetivo de este artículo, pero obviar este tema sería
imperdonable. Pienso que se hace también Revolución siendo críticos con los errores que
cometen aquellas personas en las cuales la Revolución deposita su confianza para llevar a
cabo el cumplimiento de las leyes. De esto se ha hablado ya pero queda tela por donde
cortar. La Revolución cubana extirpó el racismo con leyes que brindan la total igualdad de
derechos a todos los cubanos. Pero aún quedan secuelas, huellas en las mentes de muchas
personas que para ellos "negro" es sinónimo de todo lo negativo. Existe ese concepto
erróneo, prejuicios raciales en una población donde los negros y mestizos son la mayoría.
¡Vaya contradicción!
No se trata de que en anteriores momentos de las pasadas cuatro décadas lo negro no haya
sido objeto de estudio por investigadores como Tomás Fernández Robaina, pero ha de
reconocerse el papel que en la actual discusión del tema han desempeñado los
representantes del hip hop. Está claro que gracias a la Revolución el racismo como tal
quedó eliminado oficialmente en nuestro país, lo cual no implica la desaparición en la
sociedad de manifestaciones discriminatorias y prejuiciadas en las mentes de determinados
individuos, un tipo de pensamiento que a partir de los 90 experimenta un cierto rebrote. Lo
acertado y oportuno del planteamiento de los raperos locales en dicho orden se puso de
manifiesto durante la celebración del congreso de la UNEAC en noviembre de 1998,
donde con la genialidad que le caracteriza, Fidel se refirió a los problemas que en ese
sentido todavía quedan por resolver y que trascienden el asunto racial, para caer en los
terrenos de la marginalidad. En el evento, se llegó a la conclusión de que no porque entre
nosotros haya igualdad de posibilidades, ello trae aparejado la eliminación de las
diferencias, por lo que se requiere la conducción de las posibilidades existentes.
Ocurre que por las peculiaridades que ha vivido Cuba durante ya más de 40 años como
país bloqueado, ha habido que reafirmar de manera enfática lo relacionado con la
identidad nacional, pero tal loable intención ha conllevado que se hayan obviado las
32 Sobre problemas raciales en la Cuba contemporánea, ver Casal (1979); Serviat (1986); Fuente (1995, 1998 y 2001); Fernández (1996 y 2001);
Guanche (1996a y 1996b); Hansing (2001); Hernández-Reguant (2004); Morales (S.F.); Pérez Sarduy and Jean Stubbs (2000).
subidentidades que cada uno de nosotros posee. Por lo anterior, en un estudio socio-
psicológico del rap en Cuba, la investigadora social Tatiana Cordero (2003: 25) afirma:
Enfocar de un modo complejo la trama social que entretejen estos sectores de la juventud
cubana, es aportar de una vez al rescate de las subidentidades coexistentes bajo el manto
noble de la identidad nacional. La identidad nacional, fortalecida con la expresión y
legitimación de las subidentidades de la nacionalidad cubana, que lejos de negarla la
enriquecen, aportaría a la necesaria y constante revitalización de ideales y valores
democráticos de diversidad en la integración.
Como bien se percata la citada investigadora, esta observación cobra valor adicional en
condiciones globales de exclusión y estratificación al interno de las sociedades, como tendencia de
la cual Cuba no se excluye, y ante la cual la propuesta cubana –contracultural en sí misma– aporta
espacios de incuestionable hospitalidad. Por ello, Cordero tiene razón al considerar que la
identidad nacional, cuya condición de mito la vacía de contenido y le reduce sus posibilidades de
contribuir a una práctica solidaria real y ascendente de la sociedad civil, contribuiría sobre la base
de estos presupuestos a una mayor salud social, heterogénea y diversa
En general, durante el proceso revolucionario, muy poco se ha escrito sobre el tema de la
problemática racial en Cuba (sobre todo trabajos que traten el asunto desde la actualidad o
que lo ubiquen en el presente), a pesar de que ha sido algo espinoso desde antes que se
iniciaran las luchas independentistas del país. En verdad, como afirma Esteban Morales
(S.F.), mirada de conjunto, la sociedad cubana y sus instituciones defienden los derechos
de negros y mestizos en la Cuba de hoy. Empero, como dicho investigador expresa, no
hubiera sido nada negativo, que ellos mismos, negros y mestizos, por sus propios medios y
esfuerzos, luchasen también, en estrecha coordinación con la estructura cultural y política
del Estado, “para eliminar la lacra del racismo de la sociedad, como parece estarse
abriendo paso, aunque muy lentamente todavía, en los últimos años.”
Una apropiada dinámica social respecto a la cuestión racial, conlleva la necesidad de que
se comprenda que conciencia racial en negros y mestizos, incluida cierta institucionalidad
de tal conciencia, no implican obligatoriamente división social, en particular en una
sociedad como la existente hoy en Cuba. Al respecto hay que darse cuenta de que si un
sector dentro de la sociedad tiene intereses que no se ven satisfechos por la
institucionalidad oficial o no, de seguro buscará la forma de armar su institución propia,
ejemplo de lo cual es el caso de los raperos. Así pues, el asunto de la subidentidad de los
negros pertenece al proceso de simbolización de nuestra nación, y, como tal, puede
regresar al mundo simbólico nacional con fuerza inusitada, como lo ha demostrado la
irrupción de la cultura hip hop en Cuba. Por tanto, la categoría de lo negro, como también
cabría expresar acerca de las categorías de lo homosexual, lo generacional, lo femenino o
lo proletario, puede ofrecer una posibilidad para una nueva perspectiva que apunte a la
resignificación de la nación cubana del presente y del porvenir.
Igualmente, desde el prisma de las dinámicas culturales es significativo que al crearse el
proyecto de un sello discográfico asociado a la Agencia de Rap, el nombre escogido para
el mismo haya sido el de Asere Producciones. Se sabe que asere significa amigo,
33 En el momento en que se escribe, este evento está suspendido y no hay información cierta sobre su continuidad.
34 (…) al surgir una diversidad de ingresos diferentes al salario, tales como los ingresos mixtos, los provenientes de la propiedad y del mercado, y los
asociados a actividades influidas por la economía internacional, el diapasón de los ingresos se hace considerablemente más amplio. En Cuba esta
situación se complica aún más debido a la dualidad monetaria y los ingresos en dólares, en condiciones de una tasa para el peso en la esfera de la
población considerablemente subvalorada, la cual amplifica las diferencias entre los que reciben ingresos en pesos y en dólares. El equilibrio entre oferta y
demanda que inevitablemente tiende a establecerse en el mercado de trabajo, hace que estas diferencias se proyecten también sobre el salario, pues de
otro modo se producen traslados y vaciamientos de unas actividades respecto a otras, que inevitablemente requieren de ajustes.
Europa del Este han dejado, de una u otra forma, una marca en los jóvenes (nacidos en los
70) que salen a la palestra social en semejantes adversas circunstancias.
Si bien el reajuste formulado dada la crisis económica ha impactado a la sociedad en su
conjunto, así como a los diferentes grupos que la componen, resulta indiscutible que este
proceso es vivido por los jóvenes de manera mucho más intensa que el resto de las
generaciones. Ello obedece a que en dicha etapa se define tanto su inserción actual como
lo que aún reviste mayor importancia, su proyección de futuro. En una investigación de
María Isabel Domínguez (1998: 30) se comprueba que el cuadro de los impactos que
produjo la caída económica de inicios de la década y la implementación de una nueva
política socioeconómica destinada a superarla, contuvo, al propio tiempo, elementos
favorecedores y obstáculos para la socialización e integración social de la generación de
los 90.
Según dicha investigadora, en un plano más general, tales obstáculos se ubicaron en la
magnitud del descenso económico, con la consiguiente afectación de los niveles de vida de
la población; en el “desenganche” de la economía cubana dentro de la economía
internacional; en el golpe a los referentes políticos y organizativos más cercanos, y en la
vulnerabilidad ante los efectos del incremento de las agresiones del gobierno
estadounidense en medio de condiciones poco favorables. Igualmente, en este mismo
plano, entre los principales elementos favorecedores en el decenio de los 90, se apreció el
aumento, aunque paulatino y diríase que discreto, de los niveles de descentralización, que
en un momento dado propiciaron mayor autonomía a las instituciones, organizaciones y
territorios; un uso más racional de los recursos y las potencialidades propias; una mejor
comprensión de la relación entre el proceso socialista y la independencia de Cuba como
nación; una conciencia de la necesidad de reformular las metas sociales alcanzables desde
estas propias circunstancias; una reanimación del pensamiento social y político que retoma
las raíces nacionales y abre nuevas posibilidades al análisis y el debate de ideas, lo cual
Un aspecto que también debe tomarse en cuenta es el referente a la relación que se establece entre el proyecto social y los proyectos de vida individual.
Hasta la década del 80 las transformaciones económicas y sociales de la Revolución propiciaron una extraordinaria movilidad social. Miles y millones de
personas fueron beneficiadas por la entrega de tierras, el acceso a la educación, a un empleo, a la vivienda; casi toda la clase capitalista dirigente emigró
fuera del país y sus puestos fueron ocupados por personas de una extracción social popular; la mujer se incorporó al trabajo social y elevó su calificación;
parte importante de la población emigró hacia asentamientos de mayor categoría en el sistema urbano y se agrupó casi toda la población rural dispersa; la
economía prosperó y los beneficios se distribuyeron con elevados criterios de equidad. Para la inmensa mayoría resultó evidente que su mejoramiento
personal no se hubiese logrado fuera de los marcos del nuevo proyecto social.
En los 90 esta situación cambia. La economía sufre un fuerte reajuste, con una recuperación que aún no supera los niveles anteriores; en tanto que en las
nuevas condiciones se abren determinadas posibilidades económicas de índole individual. Tiene lugar lo que en su oportunidad denominamos como
pirámide social invertida, donde en muchos casos los mayores ingresos dejaron de asociarse a las ocupaciones de mayor responsabilidad y
reconocimiento social. Surgen importantes diferencias en los ingresos y condiciones de trabajo en el propio sector estatal, en tanto se reconoce que la
salida del período especial no resultará pareja para todos los trabajadores. Un aspecto que también se asocia a este fenómeno es el recrudecimiento de
las presiones migratorias, en lo que influyen las agresiones externas (Ley de Ajuste Cubano) y el efecto gravitacional de los emigrados con anterioridad
(González Gutiérrez 2002: 13-14).
,
35 La apertura al capital extranjero, la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y de otras formas de trabajo cooperativo, y el crecimiento del
cuentapropismo, han diversificado considerablemente la estructura del empleo según formas de propiedad en comparación con las décadas anteriores (Domínguez 1998:
,
34).
perspectivas de futuro. Así, los jóvenes sienten profunda admiración por las generaciones
precedentes pero no está en su ánimo imitarlos, por estimar que “a nuevos momentos,
nuevas respuestas.” Es éste el contexto en que nace, crece y se desarrolla el discurso de los
raperos.
De todo lo expuesto, se comprenderá que desde la perspectiva literaria sería harto
interesante estudiar cómo esos jóvenes que han asumido la cultura hip hop para transmitir
sus preocupaciones ideoestéticas han echado mano a la intertextualidad y a las
apropiaciones para armar un discurso otro. Porque los raperos cubanos han llegado al
campo letrado –el mismo que rechaza explicar esta nueva práctica cultural– y así, como
expresa Roberto Zurbano (2004) se han apropiado de textos poéticos y políticos, populares
y clásicos, con los cuales dialogan en un plano intertextual, problematizando los
presupuestos originales de dichos textos, subvirtiéndoles desde el lenguaje hasta la
ideología. Con ello, operan desde un nuevo imaginario que puede identificarse como
postmoderno, en virtud de la cantidad de intertextos e intratextos que se van incorporando
crítica y creativamente al cuerpo performático (oral-textual-musical-escénico) de una
pieza de rap.
Como acertadamente señala Zurbano, tales textos de rap configuran una matriz cultural
que es necesario abordar desde espacios o enfoques transdisciplinarios, aún de escasa
presencia entre nosotros. Tal vez, esta carencia explique el silencio del campo letrado
insular con respecto a la irrupción de la cultura hip hop en Cuba. No obstante, es
injustificable que nuestra crítica artística continúe aplazando el reconocimiento de una
nueva práctica cultural llena de evidentes connotaciones éticas, estéticas e ideológicas. El
movimiento rapero cubano y sus discursos más radicales constituye una emergencia que
nos obliga a replantearnos la crítica cultural nacional, así como a diseñar estrategias
capaces de enfrentar el desafío de una globalización cada vez más visible en la vida
cotidiana de nuestro país, en el que la marginalidad ha legitimado sus lógicas y ha sido a
su vez legitimada, tanto social como culturalmente.
36 Si bien en 1986 desaparece como tal el Movimiento de la Nueva Trova, dicha corriente ha influido de una manera tan grande en el resto de nuestra
música, que a partir de esa fecha es raro encontrar un joven compositor cubano sin la preocupación de hacer un texto que diga algo y armar una melodía
poco trillada.
37 Traducción al español: A pesar de su amplio impacto, sorprendentemente poco sustancioso ha sido escrito sobre la nueva trova, la música más
La carencia de estudios es aún más significativa en el caso del rock, donde sólo se cuenta
con la investigación realizada por Humberto Manduley (2001), importantísimo testimonio
histórico del devenir de dicho género en nuestro país. Consultado a propósito de la falta de
esta clase de estudios en Cuba, en entrevista para la presente exégesis el especialista
Humberto Manduley expresó:
Yo diría que la bibliografía sobre el rock en Cuba es prácticamente nula. Decirle “poca” es un
eufemismo. Y hablo de una bibliografía real, consistente, válida, objetiva, sobre el rock en Cuba.
Existen artículos dispersos que tratan sobre este o aquel grupo; breves notas anunciando conciertos
o reseñando discos, algún intento de acercamiento a supuestas temáticas afines (el friky como ente
social, por ejemplo), y solo pocos trabajos serios y analíticos publicados en revistas, y que han
tenido escaso impacto, o son apenas conocidos. Paradójicamente hay más información sobre el
rock internacional, aunque sea de nula utilidad para un especialista, por la superficialidad que
presenta la mayoría. En mi opinión, por ejemplo, es curioso (aunque loable, por supuesto) que
Ediciones Holguín publique un libro muy documentado sobre los orígenes del rock and roll en
Estados Unidos, titulado Los años del rock: del spirituals a 1964, de Abel López de la Nuez, pero
no aparezca el interés editorial por obras que estudien ese fenómeno musical en nuestro país. Mi
propio libro pasó por múltiples descalabros antes de hacerse una efímera realidad. Si a eso le
sumas la errática política comercial de Ediciones Atril en torno al libro El rock en Cuba, ¿de qué
estamos hablando? Sé que se han encargado aislados trabajos a estudiantes universitarios en
carreras tan dispares como Musicología, Periodismo o Sociología, porque algunos de ellos han
solicitado mi colaboración para obtener información y criterios. Sin embargo, nunca he conocido
los resultados de esos trabajos, ya que después de dichos contactos nadie me ha vuelto a decir nada
sobre el asunto. Es sintomático también que, después del año 2003 (fecha de publicación de mi
libro) ningún libro sobre la música en Cuba (que yo conozca) lo mencione, ni siquiera como
“bibliografía consultada”. Eso habría evitado algunos errores que se han deslizado en varios
títulos, pero a la vez da la medida de la prácticamente nula repercusión que ha tenido El rock en
Cuba, incluso entre los investigadores. Si debo ser más conciso diría que, pese a la existencia de
un libro sobre el género (imperfecto, mutilado, superado ya), la bibliografía en torno al rock en
Cuba sigue estando virgen.
A la pregunta de a qué atribuiría la situación antes descrita, el investigador respondió:
Las causas para esa aridez podrían ser muchas, variadas y, por supuesto, algunas de ellas son
desconocidas por mí. Desinterés institucional (lo comprobé al intentar colocar mi libro), escasa
visión, subestimación del rock como género, prejuicios sociales, preocupante esquematismo
político y tal vez otras pseudo razones que están en las cabezas de algunos censores que ocupan
puestos claves y mal dirigen la cultura de este país. También, al existir tantas dificultades para
emprender tal tarea, siento que hay poco interés por parte de los investigadores para emprender
una labor que requiere partir de cero, prácticamente. A esto le puedes agregar que, por algún
controvertido mecanismo psicológico, el consumidor de rock en nuestro país parece más
interesado en saber lo que ocurre fuera de nuestras fronteras, pero se inclina menos por lo que
sucede en casa. Y no hablo solo al nivel de la información, sino hasta de la misma música para
escuchar. Censuras varias (tanto al nivel editorial, como en los medios de difusión) han arrancado
de raíz un amplio porcentaje de la historia del rock en este país, confinando al olvido a obras y
creadores. A estas alturas es triste comprobar que cualquiera conoce “You really got me“ (1965),
pero casi nadie recuerda “La soga” (1967).
pop, el rap, y en el caso cubano se da la peculiaridad de que no suelen editarse las partituras de las melodías que van surgiendo. Las interpretaciones de
los cantautores, rockeros, raperos, tienden a ser canonizadas por una audiencia que se inclina por la primera versión que escuchó (la mayoría de las
veces en maquetas o en presentaciones, antes que en el disco oficial) de su tema favorito. Así, por ejemplo, sobre trovadores o cantautores cubanos de
las últimas décadas, en el país escasean las discografías completas y en tal sentido hay que mencionar las publicadas por la Sociedad General de
Autores y Editores de España (Carlos Varela, Amaury Pérez, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés).
desarrollo social y las causas que condicionan la constitución de una formación económico
social por otra” (1975: 62). Como se ha señalado (Álvarez Sandoval y Álvarez Hernández:
S.F.), esto originaba falta de flexibilidad en la explicación de los problemas sociales,
desconocimiento del papel de los actores sociales y de su capacidad de transformación, así
como un predeterminismo que conllevaba disminuir la acción de las Ciencias Sociales
como una necesidad para la comprensión de los problemas reales de una sociedad concreta
como la cubana.
Aunque durante los años 90 se hizo más evidente la urgencia de modificar la relación
teoría social práctica política, se sigue discutiendo si los resultados de las investigaciones
sociales en realidad han contribuido a la toma de decisiones, sin una excesiva
subordinación a razones de índole política. No son pocos los que opinan que aún los
problemas de conveniencia política gravitan fuertemente sobre las ciencias sociales y
como apunta Juan Valdés Paz (1997: 74-75):
Sesgan o posponen temas, información, debate; se establecen otras prioridades. Junto a
estos criterios de conveniencia política (...) están los obstáculos de tipo ideológico, no de
ideología en general, sino la de algunos funcionarios (...) todavía subsisten algunas
tendencias a algo así como a una ciencia oficial.
La ausencia de una reflexión teórica sobre la relación entre las formas del imaginario
social y la producción, la recepción y la estructura de la MCA se hace extensiva a otras
expresiones de la música popular contemporánea en Cuba. A las razones antes apuntadas
ha de añadirse que ello también es debido a que los musicólogos en el país, salvo en
contadas excepciones, no han tenido ni la voluntad ni la capacidad de abordar las
estructuras musicales más allá de ellas mismas, ni tampoco han tenido –hasta fecha
reciente– la preparación para enfrentarse a los problemas de comprensión de este tipo de
música, que necesita de forma evidente que sea considerada tanto a nivel simbólico como
social.
Se requieren modelos que no sólo puedan describir esquemas estructurales internos de la
música popular contemporánea cubana, sino que a su vez estén en capacidad de explicar el
“sentido” y el “significado” de los fenómenos pertenecientes al más amplio conjunto de la
realidad cultural o de sus interpretaciones. No está de más acotar que la música popular es
la música que soporta mayor número de miradas disciplinarias y un campo privilegiado
para la convergencia interdisciplinaria, tan importante en la academia contemporánea. La
crisis internacional de la musicología, un fenómeno producido en el decenio de los 80, hoy
se considera que se debió en buena medida a su incapacidad para insertarse en el mundo
de las ciencias sociales y las humanidades, con un discurso excesivamente técnico sobre la
música y muy poco permeado de los enfoques culturológicos de nuestro tiempo. Justo lo
anterior es lo que también le sucediera a la musicología entre nosotros, aunque por fortuna
ya comienza a dar señales de que va saliendo del marasmo en que se vio sumida.
39 “Sólo la ausencia de actividad crítica pública por los otros sujetos sociales (clases, grupos, organizaciones políticas, medios masivos, etcétera) puede hacer que la
intelectualidad no sea una conciencia crítica entre otras, sino la conciencia crítica” (Navarro, 2006: 21).
Con el fin de designar las culturas urbanas musicales de nuestros días, en los estudios de
música popular indistintamente se manejan tres términos. Uno muy usado es
“subculturas”, acuñado por Dick Hebdige (1977) y que para algunos es casi una posición
epistemológica. Este concepto ha sido discutido en años recientes dentro del ámbito de los
Estudios Culturales por sus limitaciones.40
Debido a la movilidad de los grupos en las culturas juveniles y las nuevas formas en que
los jóvenes se apropian de los espacios otorgándoles otros significados, desde la pasada
década en distintos medios de comunicación ha ido tomando auge el empleo del término
“clubculturas” (Thornton: 1995; Redhead: 1997), que no debe entenderse como un
referente teórico que desplace la noción interpretativa de “subcultura”, porque no
pertenecen al mismo rubro ya que no todas las culturas urbanas musicales se encuentran
ligadas al mundo del club, ni todos los que participan de una práctica musical constituyen
una “subcultura" homologada, coherente y con una ideología compartida.
El tercer término utilizado es el de “escena” que, dado su poder explicativo, supera las
limitaciones de las teorías subculturalistas y por ello es el que se empleará en el presente
texto. Si se entiende la escena como “un tipo específico de contexto cultural urbano y
práctico de un código espacial” (Stahl, 2004:76), la MCA y sus audiencias encajan a la
perfección en dicho concepto analítico, al margen de que en Cuba no pueda aplicarse la
definición de Straw (1992) en cuanto a la existencia de un acuerdo formal entre industrias,
instituciones, público e infraestructuras.41 En el caso cubano, los miembros de la escena de
la MCA celebran una sensibilidad “underground” compartida, que apuesta por una noción
diferente a la del “pensamiento oficial” en cuanto a los géneros y artistas mayoritariamente
promovidos en el país.
La decisión de seleccionar dicho concepto analítico, también obedece a que en la
actualidad existe una profusa investigación sobre el papel y la efectividad de la música
como un medio para definir la identidad. En relación con ella, la noción interpretativa de
“escena” se ha vuelto un tropo central en los estudios de música popular, muy presente en
los estudios urbanos y culturales. Como afirma Roy Shuker (2005), la retórica de la prensa
musical identifica por lo general a los artistas con sus escenas, al igual que la fanaticada y
los músicos apoyan la noción de una correspondencia entre los sonidos locales y las
escenas.
41 Para una más amplia información acerca de escena, consultar Bennett (2000); Bennett, Andy and Keith Kahn-Harris (2004); Cohen (1999); Whiteley, Sheila; Andy
Bennett and Stan Hawkins (2004).
La MCA se vincula a una escena local concreta y se ha desarrollado por una combinación
entre el acceso a los espacios de actuaciones en directo, las informaciones y críticas de un
creciente movimiento de fanzines42 y webzines,43 la cada vez mayor circulación de demos
y CDs que funcionan como producciones independientes al carecer de compañías
discográficas que respalden la corriente, y algunos contados espacios en la radio,
televisión y prensa estatales que, por iniciativa personal de sus realizadores, contribuyen a
divulgar este quehacer, favorecido en años recientes por la informática. El enfoque
aportado por las zonas de alta tecnología en cuanto al principio descentralizado de
hágaselo-usted-mismo respecto a la producción (proveniente de la frase en inglés do-it-
yourself), ha introducido una nueva dinámica en el panorama cultural cubano. El hecho de
que un músico se anime a asumir las (virtuales) riendas del carruaje e ir hacia la montaña
(léase industria privada o estatal) cuando ésta no viene a él, como expresa Manuel Santín
(2006), “genera la policromía y también la dispersión cualitativa, hay que reconocerlo,
pero que se convierte en testimonio fiel de los tiempos que corren”.
Así, en lo que se ha denominado era post-industrial (término en referencia a un período de
tiempo no definido exactamente y ligado a determinados entornos urbanos)44 se inician
nuevas relaciones con los sonidos y con ellas, la reconfiguración de los lenguajes que a
tales sonidos se asocian. En las aludidas nuevas circunstancias urbanas híbridas, es que el
correlato tecnológico y social propicia el surgimiento de las que se conocen como músicas
sin patria, las cuales poseen la capacidad de apelar a poblaciones similares generacional o
contextualmente en sitios distantes del planeta. En ese contexto es que se ubica la MCA.
En contraste con lo que internacionalmente hoy sucede en campos como la antropología y
la semiótica musicales, entre los investigadores cubanos, por lo general no se analizan las
causas por las cuales determinadas audiencias otorgan predilección a un tipo de música y
no a otra. En el caso de la MCA, tal tema cobra especial relevancia porque la escena
socio-musical integrada por cultores del rock, el rap, el pop, la Canción Cubana
Contemporánea y sus audiencias (conformadas en su mayoría por personas del mismo
grupo etáreo), de conjunto utilizan tal producción sonora como estrategia para
discursivizar su visión del mundo y ofrecer una resistencia cultural simbólica contra
discursos hegemónicos de su tiempo.
No resulta obra de la casualidad el hecho de que las intervenciones críticas de los 80 hayan
desplegado esfuerzos por rescatar la memoria de sus precedentes de los 60 como una
42 Destinados por lo general a promocionar una tendencia sonora específica, los fanzines son revistas impresas de manera independiente, artesanal o
industrialmente, de tirada variable en su cuantía y cuya comercialización se realiza directamente por sus editores en el contexto de conciertos y festivales.
Con antecedentes en el campo literario cubano de la segunda mitad de los 80, en música este tipo de publicaciones surge en Cuba durante la primera
parte de los 90 y en la actualidad se da en casi todas las provincias del país. Algunas, incluso, acompañan sus ediciones con un CD. Para mayor
información, ver Manduley (2002).
43 Los webzines son el equivalente de los fanzines, lo que en el ciberespacio. Estas publicaciones digitales también de carácter independiente, que
circulan por vía de los correos electrónicos (generados por igual desde la Intranet como de la Internet) o están colgadas en sitios de la red, aparecen en
Cuba desde el primer quinquenio de este nuevo siglo.
44 Para mayor información sobre la llamada era post-industrial y sus vínculos con la cultura, consultar Rose (1994) y García Canclini (1989 y 1999).
palabras de Julio García Luis (1987: 19), quien fuera Presidente de la Unión de Periodistas
de Cuba (UPEC), escritas a modo de réplica a un texto de una entonces estudiante de
periodismo y que desde El Caimán Barbudo (Bode, 1987: 7) cuestionaba la eficacia de los
medios de comunicación en Cuba:
Digamos la verdad sin titubeo: la lucha dura y heroica de estos años, bajo el acoso del
enemigo y la presencia de incontables dificultades, redujo hasta excluir el espacio a la
crítica y a la polémica pública entre revolucionarios. (…) Ahora, debemos encarar la
verdad de que la persistencia de esa práctica, incluso mucho después de consolidada la
Revolución, limitó nuestra capacidad para asimilar de modo flexible ideas y experiencias
diversas; en la medida que una actitud intolerante se convierte en cómoda plataforma del
quietismo y el inmovilismo.
Los vacíos que los medios cubanos de comunicación van dejando en su accionar a lo largo
ya de demasiado tiempo, no tan sólo en lo referido a la falta de crítica y polémica sino en
lo concerniente a la premisa indispensable de la expresión y confrontación de disímiles
opiniones o interpretaciones sobre un mismo tema, entre nosotros han tratado de ser
llenados de un modo u otro por el arte, que ha perseguido como meta suprema en este
cambio de siglo el ejercicio del criterio en torno a todos y cada uno de los muchos y
complejos problemas que se plantean a nuestra vida social, y que necesitan ya no
únicamente enfoques distintos en sus respuestas sino al menos preguntas bien formuladas.
La huella del intenso debate que a nivel popular se ha dado en nuestra sociedad, la
hallamos en obras artísticas. Éstas a veces no han podido eludir (sobre todo en la etapa de
mayor fervor sociológico) el peligro que representa para la perdurabilidad del mensaje la
inmediatez de la propaganda. No obstante, lo importante es que en Cuba la cultura artística
ha estimulado el intercambio informativo en el terreno sociocultural como contrapartida de
una deficiente instrumentación de la política informativa. Porque en el periodismo cubano
resulta punto menos que imposible encontrarse con un producto comunicativo que, por la
repercusión social del asunto tratado, pueda ser considerado émulo del estilo de una
película como Fresa y chocolate.
Por dicho camino, en el universo letrístico de la MCA, la utilización de las variantes y
subvariantes locales del español en busca de una acreditación muy próxima al peligroso
deseo de testificación, a veces devino una retórica en la cual había un correspondiente
mundo de referencias, a menudo consensuado en su contraste con las poéticas realistas
más generales. Hoy la vocación sociológica de los 80 ha mermado en alguna medida a
partir de la introducción en nuestro contexto del fenómeno del marketing y las propuestas
se tornan mucho más introspectivas; no obstante, lo mejor dentro del quehacer del rock o
del hip hop nacionales y de lo que va reconociéndose bajo el rótulo de Canción Cubana
Contemporánea conserva las esencias de las razones que en determinado instante
45 Para mayor información acerca de lo que se conoció como “generación de los topos”, ver Borges-Triana (1988) y Fernández-Larrea (2004).
46 Un recuento de lo que fue el proyecto “Te doy otra canción” puede ser consultado en Borges-Triana (1994).
el caso, a relativizarlos (Friedman: 1994; Bhabha: 1994). Porque estos artistas dan la
impresión de haberse apropiado de la frase de Friedrich Nietzsche acerca de los
fundamentos, cuando aseguraba que no se trata de renegar de ellos, pero es preciso, ante
ellos, ponerse los guantes.
En tales casos, cada vez de mayor presencia no sólo entre nuestros músicos sino en todo
nuestro contexto cultural, habría que apelar a la exégesis de los procesos de fragmentación
que en la actualidad se dan en el universo de las producciones artístico literarias, a tenor de
los cambios de coordenadas que tienen lugar en la cultura cubana, en la cual –como ya se
ha señalado con anterioridad en el presente texto– el referente hoy no sólo está dentro del
país. Un analista imparcial que escuche en su conjunto una muestra del repertorio de la
MCA, ha de reconocer que la etapa que vive en estos tiempos nuestra cultura artística es
de carácter transnacional, aunque a la par (y esto es lo interesante) se refuerza la identidad,
claro que ya no tan “pura” como preferiría una visión tradicionalista del asunto.
En ese sentido, no viene mal recordar una idea manifestada por Néstor García Canclini
(2003), al decir que cuando se define a una identidad mediante un proceso de abstracción
de rasgos, como pueden ser la lengua, determinadas tradiciones o ciertas conductas
estereotipadas, en la mayoría de las ocasiones se tiende a desprender esas prácticas de la
historia de mezclas en que se formaron y a absolutizar prescriptivamente su uso respecto
de modos heterodoxos de hablar la lengua, hacer música o interpretar las tradiciones. En
resumen, se acaba obstruyendo la posibilidad de modificar la cultura.
Por lo anterior, temas de la MCA, como los citados “Snorkel” y “Pulpa de tamarindo
almendrada”, corroboran lo expresado en estudios sobre narrativas identitarias llevados a
cabo desde visiones teóricas que toman en cuenta los procesos de hibridación (Hannerz:
1998), los cuales evidencian que hoy resulta imposible hablar de las identidades como si
sólo fuesen un conjunto de rasgos fijos o inmutables, algo que es tan dañino como
rechazarlas de plano en función del ejercicio de una agenda de tipo ideológico. Ello
presupone que el investigador avezado ha de resistirse a aplicar sin más los clichés
interpretativos que tanto proliferan por doquier porque, como escribe C. Geertz (1987), "el
arte y las categorías para apreciarlo se compran en la misma tienda". Así pues, la
interpretación o lectura de toda obra artística (la de la MCA no es una excepción) es el
epílogo de la aventura emprendida por el artista y significa –para quien contempla– un
descubrimiento y, por consiguiente, una conquista. Por eso cautiva o reclama que
volvamos a ella. Y la registrada por los cultores de la MCA reclama bastante (a veces a
gritos).
Como parte de una manera de expresión esencialmente compleja y de la nueva
sensibilidad insular que tipifican el quehacer de las jóvenes generaciones de artistas e
intelectuales cubanos, en esta zona de la creación musical nacional hay la tendencia a
apelar a la función lúdrica de la obra, evidenciado en el modo frecuente en que se acude al
juego paródico y a la desacralización postmoderna. La total ausencia de solemnidad no
implica la carencia de la mayor seriedad posible a la hora de asumir el trabajo, lo cual se
pone de manifiesto en el acabado de la mayoría de los discos de la corriente que hasta el
En estos artistas hay una nueva sensibilidad, portadora de una lógica diferente y que borra
las fronteras convencionales o estamentos estancos a los que todavía permanecen
aferrados los "patrulleros de la tradición", los cuales suelen pasar por alto que nuestra
cultura siempre ha estado abierta a los cuatro vientos y ha tenido una asombrosa capacidad
para asimilar patrones culturales foráneos. Asimismo, la escena que se ha creado en torno
a la MCA lleva a Víctor Fowler Calzada (2002a: 13) a expresar:
En semejante marco es posible imaginar, como actitud de elemental supervivencia, el que
los oyentes del segmento excluido se organicen dentro de comunidades más o menos
marginales (según un amplísimo catálogo de prácticas que lo mismo integran la colección
privada de música que todo tipo de memorabilia o material informativo, además de
códigos compartidos en cuanto a lenguaje o moda); junto con ello, ahora desde la óptica
de una dinámica cultural, estas comunidades de oyentes, en tanto propuesta y –sobre todo–
por su activismo para la legitimación de una sonoridad otra, operan como espacios de
resistencia cultural.
El análisis que a continuación se lleva a cabo en relación con textos de los distintos
géneros y estilos aupados bajo la sombrilla de la MCA, viene dado porque estas son
manifestaciones del arte que se ubican en el campo de lo popular y por ello, están muy
cercanas al ciudadano común. En el caso de las letras procedentes de la Canción Cubana
Contemporánea, como herencia de la trova, al estudiarlas estamos aproximándonos
íntimamente a la cultura cubana, una expresión artística que no sólo surge de la vida social
del país en una época específica sino que a su vez participa de manera activa en su
creación. El contenido textual de las piezas del rock, el pop, el rap, la canción, además de
poseer un valor estético, dialoga intensamente con su tiempo y circunstancia, y expresa la
manera de pensar de buena parte de las nuevas generaciones en Cuba.
internacional –aun en aquellos muy excepcionales casos que tengan los dólares (y ahora
también euros) con los que adquirir el CUC o moneda convertible cubana para ello–, se
construye una especie de juego paródico con la forma en que se trabajó el tema de la
frustración republicana a principios del siglo XX por algunos trovadores, es decir, la idea
de que si los héroes volvieran a vivir, ¿qué harían ante las cosas que están pasando? Vale
recordar que para entonces había concluido la guerra de independencia iniciada en 1895
por Martí, Gómez y Maceo, y el proyecto que se logra edificar en la República nacida el
20 de mayo de 1902 es otro bien distinto al soñado por los próceres. La no
correspondencia entre lo que se había ideado y la realidad es plasmada en muchas
canciones y se convierte en un motivo recurrente en la trova tradicional: “si Maceo
volviera a vivir, de seguro otra vez se muriera”, “Martí no debió de morir”, etc. En
“Quinto centenario” se está retomando un leitmotiv tradicional con el objetivo de aplicarlo
al contexto contemporáneo y está claro que el análisis que se formula de la situación es
mucho más amplio. Es por eso que Frank expresa: “Gallego, la historia es espiral que
nunca acaba, / uno la lleva alante, otro la caga, / si Maceo resucita y va a entrar al Sol
Meliá / yo creo que se arma otro Baraguá.”50
Tanto el álbum Como los peces, De Carlos Varela, como el disco Trovatur, de Frank
Delgado, son dos producciones fundamentales a la hora de historiar la discografía cubana
de las más recientes décadas pues abren una serie de temáticas en torno a los disímiles
problemas que se vivieron en los años 90. Ambos cantautores han persistido en el examen
minucioso de nuestro entorno, y a partir de una reflexión ontológica con sumo ingenio
comentan los procesos que la sociedad va planteándole al individuo, en especial a los
miembros de la generación a la que pertenecen Carlos y Frank.
Es por eso que en el deseo de hacer canciones que funcionen como fotos que atrapen un
instante de nuestra realidad, hay piezas que evidencian la sensación de desamparo que, de
alguna manera, se sintió a comienzos del último decenio del siglo XX en virtud de la crisis
económica, expresada en la reorientación del comercio cubano y de inevitable repercusión
en el plano social. La idea del aislamiento a que en un momento el país se vio sometido, el
hombre solo en la isla, todo en estrecha relación con la insularidad de Cuba y la situación
por el bloqueo, el cual se veía reforzado por la caída del campo socialista, aparece
reflejada en otra composición de Varela, “Robinson”, tema perteneciente al CD Monedas
al aire. Lo mismo pudiera decirse de la canción titulada “Solos”, de Manuel Camejo e
interpretada por el dúo de pop rock nombrado Pulsos, con un texto que permite dar más
de una lectura a una composición hecha a partir de una simple historia de amor.
El mismo sentimiento de desencanto y desilusión también se registra en una manifestación
como el rap, lo que en algunos casos desde un enfoque el cual apela al clásico choteo del
que hablase Jorge Mañach, o sea, un irreverente y corrosivo humor que ridiculiza la
realidad circundante, donde todo deja de ser “sagrado”. Eso sí: como asevera el profesor
universitario Alan West-Durán (2004), los cultores del hip hop en Cuba practican un
choteo con conciencia. Buen ejemplo de ello es la versión, o mejor sería decir apropiación,
que el grupo hermanos de Causa hace del poema “Tengo”, de Nicolás Guillén.
Al igual que Frank Delgado construye un juego paródico con un recurso utilizado en el
pasado, Hermanos de Causa apela a un tipo de retórica muy empleado en la historia de la
guaracha en Cuba, ejemplificado en una composición de los años 40 escrita por
Bienvenido Julián Gutiérrez. En la aludida pieza, titulada “No hace na la mujer”, se echa
mano al ardid de la sátira para referirse a todo cuanto hace la mujer. Algo por el estilo
lleva a cabo Hermanos de Causa en “Tengo” (incluido en el álbum recopilatorio Cuban
Hip Hop All Stars, Volume 1, Papaya Records, 2001) y así discursar acerca de muchos de
los problemas sociales producidos en La Habana de los 90: “Tengo una raza oscura y
discriminada / Tengo una jornada que me exige y no me da nada / Tengo tantas cosas que
no puedo ni tocarlas / Tengo instalaciones que no puedo ni pisarlas.” 51
Acerca de dicho trabajo de apropiación del verso guilleniano por Hermanos de Causa,
West-Durán (2004) ha escrito lo siguiente:
In the Hermanos de Causa version of “Tengo” the only element they “sample” is the repetition of
the verb tengo, but instead of using it as a signifier with a positive valence, it actually refers to its
opposite: what they don’t have.52
Dentro de las producciones del rock nacional, abundan los temas que se inscriben en esta
corriente temática. En el área de lo textual, entre las bandas cubanas de rock hay una
tendencia que se enlaza con lo que en literatura cubana se conoce como "los novísimos" y
sobre todo, con los planteamientos ideoestéticos de la etapa inicial de dicho movimiento.
Cabe recordar que, en buena medida, en los primeros momentos de muchos de estos
escritores, la poesía y el cuento en numerosas ocasiones se sustituyen por manifestaciones
que más caen dentro del periodismo que de lo literario. Suerte de acres reportajes críticos,
caracterizados en no pocos casos por un sentimiento de profunda desilusión y una buena
dosis de pesimismo al abordar de forma recurrente asuntos como el de los balseros, el
empleo de drogas, las jineteras..., es un estilo muy unido al ultrarrealismo y al realismo
sucio. Entre los protagonistas del rock nacional seguidores de esta línea dura en lo textual,
sus principales exponentes durante los pasados últimos 15 años son Boris Larramendi con
el grupo Debajo, Athanai y Porno para Ricardo. Véase el siguiente fragmento
perteneciente al tema titulado "Hora", escrito por Athanai a comienzos de los 90 e incluido
en su disco Séptimo cielo:
Luces, music, venta, compra, / marihuana, también coca. / Mil pastillas con alcohol y nuestra /
patria es la mejor. / No es un cuento, mira de frente, / es mi pueblo que lo vive y lo / siente. / No
ganamos nada con gritar / revolución, si las cosas marchan / de mal en peor. / Ven con fe cuando
interpretes, / esto no es un chisme, mucho menos / un brete. / Todo aquí comienza cuando se va /
el sol. / Llégate al mil ocho y lo verás / mejor.53
51 Ver en Anexos el texto íntegro de “Tengo”.
52 Traducción al español: En la versión de “Tengo” de Hermanos de Causa, el único elemento que ellos samplean es la repetición del verbo tengo, pero
en vez de usarlo como un significante con un valor positivo, ahora se refiere a él de manera opuesta: lo que ellos no tienen.
Tipos llenos de cadenas, / Niñas de su casa que ahora son panteras / Mira, mira si te
gusta, / Después no me digas que mi barrio te asusta
Oye, qué te pasa…55
En el área de los textos de las bandas de rock durante los 90 está la tendencia de quienes
han plasmado en sus creaciones los procesos sociales de los cuales la sociedad cubana ha
sido protagonista en estos años. Ello los ha llevado a tratar, de un modo u otro, en sus
composiciones la crisis de ciertos valores experimentada en la etapa en cuestión. Así, se
genera un discurso con letras de canciones pletóricas de imágenes duras y un análisis
metafórico del contexto, que ofrecen una visión intimista y a veces desgarradora en
relación con temáticas de la realidad cubana contemporánea. Diríase, incluso, que en
ocasiones, el pragmatismo raya en el dolor y de tal suerte, lo hermoso se torna corrosivo y
viceversa. En una pieza como "Lágrima de sol", del grupo Havana, desde la propia
metáfora que da título a la melodía, escrita con una poética en la que prevalece el gesto de
dolor existencial, hallamos una muy hermosa muestra de cómo la música sirve a los fines
de mantener nuestra sempiterna tradición crítica:
Puede alguna mano dispararle mucho amor, ella mientras tanto presta el tiempo; la vida no. Viaja
entre Neones, se alimenta en Autostop. ¿Dónde está ese príncipe que mi madre nunca vio? ...Es
otra lágrima de Sol...: Sangra una vez más. ...Y no la quieres ver...56
En el caso del rap, donde la palabra tiene una dual condición: es portadora de ideas a la
vez que color y en ese sentido, la música registra su plenitud expresiva por lo que dice, lo
mejor del hip hop de nuestro país ha estado en función de reflejar los procesos sociales
vividos en Cuba de los 90 hacia acá. Así, la defensa de la marginalidad, de valores
humanos que han experimentado cierta crisis durante la reciente etapa y sobre todo, la
reivindicación de la cultura hip hop como expresión en particular de los negros y de
sectores sociales menos favorecidos en el reajuste sufrido en virtud del Período Especial,
se recogen en piezas como “La llaman puta”, de Magia López; “Distorsionadas
personalidades”, de Doble Filo, “Loma y machete”, de Anónimo Consejo, o de este mismo
grupo, “Ley 5566”: “primer paso, / decir la verdad, / nunca lo falso, / aunque me cosan la
boca”.
Son muchos los ejemplos que pudieran citarse acerca de la forma en que la Canción
Cubana Contemporánea aborda problemáticas sociales. En un momento determinado, la
prostitución devino asunto recurrente. Entre las primeras composiciones que en relación
con dicho tema se grabaron estuvieron “Y si te quieres divertir”, de Gerardo Alfonso, y
“Embajadora del sexo”, de Frank Delgado. Una de las problemáticas más trabajadas ha
sido la de La emigración, con creaciones muy intensas y desgarradoras, como “Foto de
familia”,57 de Carlos Varela. Entre las primeras composiciones destinadas a tratar este
asunto estuvo “La otra orilla”,58 de Frank Delgado, quien lo vuelve a abordar en “Bolero
nostálgico para artistas emigrados”59 y de cierta forma en “El adivino”. Igualmente, dos
excelentes canciones en torno al proceso migratorio de los amigos son "Despedida", de
Lázara Ribadavia”, y “Fueron al sur”, de Ihosvany Bernal. En verdad, nos aferramos a la
utopía de querer tener a todos los amores reunidos a nuestro alrededor, cuando a fin de
cuentas no queda otro remedio que percatarnos de cómo ha crecido la ausencia. He ahí el
supramensaje de este puñado de temas, piezas que a cualquiera le sirven para evocar sus
grandes pedazos lejos.
Está también un disco como Nubes (Bis Music), de Carlos Varela, verdadera obra
conceptual sobre el fenómeno de la emigración. Acerca de dicho álbum, el crítico Frank
Padrón Nodarse opina que en él, Carlos acude temáticamente “a La Habana […], a su
obsesión por el exilio, [y] a las incursiones dentro del más recóndito yo (ese otro exilio)
[...]”, y que para Varela “los lugares concretos (La Habana) habitan dentro del ser
humano” (2002: 64-65). Entre las muchas canciones que tratan la problemática en este CD
sobresale “Sequía del alma”, una pieza dedicada al poeta Ramón Fernández Larrea y que
estremece al hacernos recordar a los amigos que ya no están.
Atrás han quedado los tiempos en que el rock hecho por los cubanos tenía muchos
problemas en cuanto a la calidad de sus letras. Desde mediados de los noventa es posible
aludir a producciones caracterizadas por la buena factura en el discurso textual. Excelente
ejemplo de ello lo brinda el grupo de rock progresivo Naranja Mecánica, que en su disco
1993-1995, editado por la compañía Mexicana Luna Negra, nos entrega varias
composiciones sobresalientes en lo letrístico. Tales son los casos de “En la fiesta”,
“Desnudo” y sobre todo, “Crónica de la cobardía”, tres piezas compuestas por el pianista
Alejandro del Valle. Algo por el estilo puede asegurarse de la banda sonora de la película
Habana Blues, con muy buenos temas como “Habana blues” 60 y “En todas partes”, 61
acreditados en su mayoría a la firma autoral de Equis Alfonso.
El saber expresar ideas inteligentes, incluso en una propuesta de clara orientación hacia lo
comercial, se trasluce en un álbum como Havana (Generamúsica), realizado por la
agrupación homónima dentro de los parámetros del rock latino, con la intención de
insertarse en el mercado mexicano, donde el grupo dirigido por Iván Latour se ha afincado
desde 1998. Aunque la nueva orientación de la banda se aparta por completo de las
pretensiones conceptuales que animaron el primer fonograma del ensamble, para abordar
ahora en lo fundamental una poética en torno al amor, en dicho segundo álbum se incluye
un tema como “Otro amanecer”, que transmite el sentir de muchos de los miembros de
nuestra generación que han emigrado. En virtud de su armoniosa conjunción entre música
57 Ver en Anexos el texto íntegro de “Foto de familia”.
y texto, esta creación –escrita por Iván Latour y Osamu Menéndez, durante una estadía
temporal de ambos en España– clasifica entre lo mejor del rock nacional:
Otro amanecer, lejos de saber, / Si en mi Habana llueve aún, / Ciudad de León, llega esta canción, /
La nostalgia crece más; / Mis amigos hoy, / son los emigrantes de cualquier lugar, / Me pregunto
aún si me quedarán, / cuerpos que abrazar allí, / Cada vez que pienso en alguien es, / Un cubano
que se fue, / Cada vez que miro en mi interior, / Siento el ansia de volver.62
En el nivel ideotemático los asuntos de algunas bandas de rock reiteran los postulados de
una crisis de los grandes proyectos universales y la fe en las potencialidades del individuo,
temas abordados desde un tratamiento íntimo y existencial que en ocasiones contrapuntea
con un optimismo mesiánico en una especie de plegaria postmoderna. En tal sentido, un
buen ejemplo es el disco Puertas que se abrirán, de Havana. En esta vertiente textual se
apela al uso de metáforas sacramentales que el oyente tiene que decodificar, como sucede
en el tema "Hijos de San Lázaro", de Zeus, o en "Cristo, nueva fe", de Habana, pieza ésta
en la que los enunciados no son propiamente predicativos sino alegóricos. Así, las
convenciones cristianas son adaptadas a nuestra realidad para de ese modo dimensionarla:
Danos de tu fe, / esa que yo cavo. / La corona aquí / siempre me está hincando. / Cristo ten
piedad. / Millones de clavos / no van a entender. / Tú me alegras tanto. / Danos de tu fe..., / me
angustia sentir / que la hiel / apura mi muerte; / se están repartiendo mi tiempo / y no sé lo que
hacer. / ...Hazte aparecer.63
En el polo opuesto a composiciones como "El Mesías", "Redención de fin de siglo"
(también pertenecientes al repertorio de Havana) o el citado "Cristo nueva fe", están
quienes desde el rock, y en particular dentro del black metal, intentan perpetuar la
diferencia y la actitud iconoclasta, respecto a la falsa santidad de las normas sociales de
conducta a través de la exacerbación de contenidos satánicos. Dicho es el caso de los
holguineros de la banda denominada Mephisto. En lo textual es un discurso que, además,
en particular se contrapone a los mensajes y principios de la iglesia católica, lo cual lleva a
pensar que en el ámbito letrístico, dicha tendencia en el caso cubano resulta algo artificial
o, cuando menos, impostada, dada la escasa influencia que de 1959 hacia acá ha tenido en
nuestra sociedad la institución dependiente del Vaticano.64
Entre las temáticas asumidas por el discurso de la Canción Cubana Contemporánea a partir
de las nuevas circunstancias con las que tienen que convivir los creadores desde los 90
hacia acá, la profesora y ensayista Margarita Mateo (2002: 66-67) señala:
Los problemas de la crisis económica, enfocados en muchas ocasiones mediante un
costumbrismo que narra la vida cotidiana, destacan distintos elementos de la realidad
social: el apagón, la marginalidad, la delincuencia; hay que luchar, hay que sobrevivir, y a
veces no de las maneras más lícitas. Esto a veces no es un tema que se aborde como tal,
64 Para contrastar dos puntos de vista diametralmente opuestos en torno a la existencia en Cuba de bandas de black metal, leer Blanco Encinosa (2005) y
Ge (2005).
pero son pinceladas que van apareciendo en los distintos textos y que también forman
parte de ese paisaje que va ofreciendo la trova a través de sus textos. Estaría también la
acentuación de las desigualdades sociales como algo nuevo en los años 90; esas
diferencias sociales que se hicieron muy agudas, y que se constatan desde el simple nivel
del barrio y pueden conducir hasta otro tipo de reflexión más profunda.
Hay otros temas menos tratados, pero igualmente presentes en el quehacer de estos
creadores, como por ejemplo el de la existencia (no obstante la voluntad del Estado de
eliminarlas) de muestras de racismo en la sociedad cubana y que han resurgido a partir de
los 90, una temática plasmada en canciones como “Dicen que”, 65 de Gerardo Alfonso, y
“Para tu Ku Kus Klan”, de Jorge Herrera Kindelán (El Kinde). Quienes más han trabajado
el asunto son sin la menor discusión los cultores del rap. A las peculiaridades específicas
que se dan entre los negros se ha referido el discurso de nuestros raperos. Debe también
decirse que en algunas canciones (sobre todo, en la primera mitad de los 90) se reproduce
de manera mimética el pensamiento de los afronorteamericanos y se ha intentado traspolar
al contexto cubano el ideario de figuras como Malcolm X, algo desacertado pues los
problemas y preocupaciones de los negros estadounidenses muy poco tienen que ver con
el correlato de nuestro medio. Esa tendencia se va atemperando y en los grupos de
avanzada lo negro se asume desde una postura reivindicativa y de integración a lo cubano,
como demuestra la pieza de Obsesión titulada “Drume negrita”, de cuyo texto a
continuación se reproduce un fragmento:
Estimado Fulano, si para usted no son lo mismo blancas y negras manos, / considérese invitado a
mi concierto prieto. ¡Escucha esto, Nicolás! / Estoy rapeando al compás de mis pasas, mi ñata, mi
bemba, mi árbol genealógico, / mi historia, mis costumbres, mi religión y forma de pensar. / Se
que el tribunal me observa, pero yo también lo miro fijo.66
Aunque no de forma habitual, en una que otra pieza también se ha expuesto el problema
de la homosexualidad, como sucede en “Hombre de silicona”, de Carlos Varela.
Asimismo, el asunto del lesbianismo, que en los años 80 no se abordaba, hoy empieza a
aflorar también dentro de la poética emergente. Desde el prisma letrístico, el fonograma
bajo el título de Yusa (tumi Music), acreditado a la cantautora homónima, abre nuevas
líneas temáticas para la música cubana de nuestros días, sobre todo al reflejar sin
prejuicios las presentes realidades que se dan en un sector de la mujer contemporánea al
asumir su sexualidad. Es representativa de lo antes expuesto la pieza denominada
“Flash”,67 sencilla pero esclarecedora radiografía de los tiempos que corren.
Como parte del nuevo discurso que expresa la complejísima problemática de estos años,
las angustias, los desasosiegos…, pero a la vez las alegrías y esperanzas, Hay cambios de
perspectiva, de enfoque y se tocan temas álgidos y conflictivos que de algún modo
sintetizan el sentir de las generaciones de los 80 y 90 ante las transformaciones
vertiginosas que tienen lugar en Cuba desde finales de la penúltima década del pasado
65 Ver en Anexos el texto íntegro de “Dicen que”.
siglo XX. Por ese camino, hay también manifestaciones de un tratamiento neohistoricista en
el trabajo de algunos compositores. Tal resulta el caso que se da en una pieza de Abel
Omar Pérez, "Ferrocarrial", en la que a partir de contar una historia de los años 40 se
dialoga con el presente. Junto a lo anterior, se persiste en el canto a los héroes de la Patria
mas ello no se hace de forma panfletaria sino que se lleva a cabo de una manera muy
personal e íntima, como sucede en “Con la adarga al brazo”, de Frank Delgado, y “Son los
sueños todavía”, de Gerardo Alfonso, dos temas dedicados a homenajear a Ernesto Che
Guevara. Durante los doce meses de 1997 no hubo un rincón de Cuba en el que no se
dejase escuchar el hermoso y sentido tributo que Gerardo le hiciera al Che:
Después de tanto tiempo y tanta tempestad, / seguimos para siempre este camino largo, largo por
donde tú vas. / El fin de siglo anuncia una vieja verdad: / los buenos y los malos tiempos hacen
una parte de la realidad.68
Habría que apuntar también que en el cambio producido, a partir de los 90, en el discurso
de los creadores que por las características de su obra se incluyen dentro de la Canción
Cubana Contemporánea, con gran fuerza incide la introducción entre nosotros de algunas
leyes del mercado. Si uno se detiene a escuchar las composiciones que hicieron en los 80
varios cantautores y las compara con las realizadas por ellos mismos en la siguiente
década, comprobará que hay la tendencia a ir buscando un elemento de mayor
universalidad en los textos y en las ideas que se quieren decir; porque justamente están
abriéndose ya al mercado internacional. Si Carlos Varela, en una canción como
“Tropicollage”, podía hablar de una realidad de los años 80, como aquello de dar “cinco
por uno”, refiriéndose al cambio de pesos cubanos por dólares, ese tipo de mensajes no es
del todo comprensible para el mundo y por ello, se van a temas mucho más entendibles
para personas que viven en circunstancias distintas a las nuestras.
Magnífico ejemplo de dicho fenómeno es Polito Ibáñez, un creador que ha madurado con
el tiempo y que ahora junto a sus viejas preocupaciones socioculturales de carácter local,
ha unido otras de un remarcado corte universal. Así, quien en un pasado reciente nos
legara canciones ya inolvidables como “Filípica de la ciudad”, “Puntos suspensivos” y
“Evocaciones”, nos propone hoy piezas como “Odettemanía”, “Para no pensar”,
“Agujeros” y “Doble juego”. Buena muestra de las actuales inquietudes ético filosóficas
de Ibáñez es “Somos números” y que viene a ser el equivalente de lo que para su momento
fue, a fines de los 80, “Cada día”:
Hay quien persigue sus fantasmas en la realidad / hay quien le pone un lente al día para otro color /
la gente viene al mundo al final de un placer / la gente vive el mundo buscando el poder / por eso
se disfrazan de robot / porque la gente no son más que números.69
La readecuación de la propuesta artística según el contexto general, no es algo nuevo entre
nosotros. Quien se interese por estudiar los actuales derroteros de la Canción Cubana
Contemporánea no ha de pasar por alto que en nuestra historia de troveros, trovadores y
70 Es esto un magnífico ejemplo del sentido cultural del concepto de reconversión, desarrollado por Pierre Bourdieu en su libro La distinction: Critique
72 Para mayor información sobre este disco, ver Manduley (S.F.: 37-38); Borges-Triana (2005).
74 Para consultar un comentario a propósito de este fonograma, revisar Manduley (S.F.: 39-40).
funcionar en calidad de mediaciones o guías en la relación entre ese texto (aquí musical) y
el lector (en nuestro ejemplo, oyente).
En la segunda, hallaríamos álbumes como 24 horas75 (Habana Abierta), Civilización76
(Equis Alfonso), Goza pepillo77 (Interactivo), trasmisores de colores armónicos y un
entusiasmo que se refleja en la búsqueda, evidente en estos trabajos, de un encuentro
poligenérico. Mientras estos músicos hablan “a lo cubano” desde sus respectivos
instrumentos, los ritmos y géneros universales abordados por ellos generan climas y
ambientes que enriquecen las composiciones, aunque en sus piezas el horizonte siempre
está a la vista. Discos que no parecen pretender una unidad predeterminada, en la variedad
se encuentra su clave, sostenida por el claro protagonismo rítmico de la música. Una
tradición rítmica tan fuerte como la cubana resulta para estos instrumentistas su anclaje,
músicos cuya solidez se halla en el desarrollo de cimientos profundos en el ritmo, desde
donde edifican su propuesta.
Música de hibridaciones con identidades múltiples, cuyas formas se abren al mestizaje,
hace malabares con la sintaxis de los componentes sonoros que la enriquecen y no se deja
reducir a ninguna función única y precisa. Así, al igual que acontece con expresiones
sonoras contemporáneas como el jazz latino (consultar al respecto Delannoy, 2005), la
MCA resulta una comunión de los ritmos de nuestro país con otros de origen foráneo.
Sería imposible tratar de reducirla a una unidad. Con el paso de los años, se ha ido
abriendo a nuevas influencias, permanece en movimiento y su futuro se asocia a distintas
formas musicales a las que ayuda a enriquecerse. Es ahí, en su capacidad de cambio, de
regeneración y en fin, de movimiento, donde reside su fuerza. Con ello, podemos valorarla
como un ejemplo de lo que la nueva cultura cubana está haciendo alrededor del mundo, de
cómo influye en otras culturas y de cómo éstas lo han hecho en ella.
El quid de la quinta esencia de la MCA está en los decires del empresario discográfico Nat
Chediak (2005) cuando, en las palabras de presentación del fonograma titulado
Boomerang, de Habana Abierta, ensalza el trabajo del bajista Alain Pérez (productor y
principal arreglista del CD): "No conozco otro cubano que –expuesto a la música del
mundo entero– ame más la de su país natal". Algo por el estilo cabe expresarse de los
protagonistas de este fenómeno sonoro, que es, como ha escrito Enrique del Risco (2005)
al referirse al tercer disco de Habana Abierta:
«profundamente cubano, aunque su epidermis contradiga una visión de lo cubano no
menos epidérmica. (…)Luis Barbería no puede ser más explícito al respecto en su canción
“Como soy cubano”, donde dice que "como soy cubano te mezclo/ este funky blues con
guaguancó": lo cubano es aquí patente de corso, carta de libertad, en lugar de cadena
perpetua. En “Asere ¿qué volá?”, Boris nos lo dice de otra forma, con versos no
76 Para leer una reseña acerca de este disco, consultar Ramírez (2000).
totalmente suyos: "Yo soy un hombre sincero / de donde crece la palma / y antes de
morirme quiero / formar la guarapachanga".»
He ahí la principal diferencia entre los representantes de dicha zona creativa de corte
propositivo y los hoy tan conocidos cocteles de laboratorio producidos en serie por las
transnacionales de la industria discográfica y que mezclan en un pop meloso géneros
diluidos de manera conveniente y traídos de medio mundo sin pretensión artística alguna y
sólo con una intención comercial. La MCA se inscribe dentro del gran linaje interior de
nuestra tradición de tradiciones, de ese hilo conductor ético y sostenido de arriesgarse por
buscar algo siquiera distinto. En primera y/o última instancia, la historia de nuestra música
y en general de la cultura cubana demuestra que su vanguardia artística nunca se ha
conformado con brindar o recibir únicamente la estética del pasado.
En el momento en que uno piensa acerca del devenir de la MCA, se da cuenta de su
dinamismo intrínseco. Quizás ello obedezca al gran arsenal de recursos potenciales de que
dispone, tales como los ritmos, instrumentos, armonías y melodías de la cultura de nuestro
país que la nutre. Asimismo, en el caso cubano, las hoy tan de moda hibridaciones se
realizan desde una perspectiva de respeto por las identidades de cada una de las músicas
en juego, de modo tal que no se presume que una vaya a imponerse sobre la otra, sino más
bien que la síntesis de ambas termina por potenciar a la música de nuestro país, a partir de
ampliar sus horizontes al asociarla a diversos lenguajes foráneos. Con ello, cabe
presuponer que el eje de rotación de la música cubana está cambiando inexorablemente. Si
el nuevo eje se relaciona con las transformaciones que se producen en la identidad del
cubano y que todo apunta serán todavía mayores visto el asunto hacia el futuro,
preparémonos a desentrañar las interrogantes que se derivan de semejante proceso.
79 Para mayor información sobre estos dossiers, ver Fornet (1993, 1994, 1995, 1996 y 1998).
vertientes, investigación que de realizarse daría respuesta a una profunda necesidad tanto
de información como de coherencia intelectual. Tales creadores se enfrentan al reto de
hacer algo nuevo y no sólo recrear lo que una vez hicieron en Cuba. Un ensayista como
Emilio Ichikawa (S.F.), en un texto suyo sobre el teatrista habanero Víctor Varela, admite
que mantener, “fuera del locus domiciliar, más allá del jardín fecundo, un nivel de
inconformidad creativa que conduzca, una y otra vez, a la obra de arte, requiere una
energía descomunal.”
Según el parecer de varios estudiosos del panorama cultural cubano de las últimas dos
décadas, la fecha de 1991 es el momento que marca el éxodo que disipó la tensión entre el
Estado y la intelligentsia contestataria de los años 80.80 Como ha expresado Desiderio
Navarro (2006: 17):
(…) ya desde 1988 se produce nuevamente una ofensiva contra la intervención crítica del
intelectual en la esfera pública, que –por obra del desencanto, el pesimismo, el escepticismo, y
hasta el amargo resentimiento que genera, y en conjunción con las duras condiciones de trabajo y
de vida creadas por la crisis económica de principios de los 90, y la simultánea apertura en la
concesión de permisos de salida del país– conduce a la dispersión de la mayor parte de esa
intelectualidad artística por tierras de América y Europa.
El hecho de que varios creadores cubanos de los principales exponentes de las
generaciones de los 80 y los 90 se hayan marchado del país y pasado a radicar en distintos
puntos de la geografía internacional, tiene explicaciones no sólo de índole política e
ideológica, sino también económica, artística y social. Ese es un fenómeno acerca del cual
no se puede generalizar, absolutizar ni pensar que todos los que salieron de la isla lo
hicieron por las mismas razones. En el aspecto político propiamente, fue el precio que
algunos tuvieron que pagar, aun aquellos que nunca se caracterizaron por hablar en
términos políticos ya que el asunto no les interesaba ni en su obra ni en su proyección
social. Además, hay que tomar en cuenta lo relacionado con la contracción económica que
impulsa a buscar alternativas para proseguir la creación personal y a veces, éstas aparecen
en otros sitios allende los mares.
La aludida corriente migratoria tiene lugar en un contexto internacional que no se puede
obviar. En nuestro tiempo, las relaciones de dominación y explotación a escala mundial
hallaron en la economía de mercado capitalista y en la globalización neoliberal una forma
operacionalmente efectiva de expresarse en función de sus intereses de clase. Sin
embargo, al subordinarlo todo a los mecanismos mercantilistas y a la necesidad
avasalladora de valorizar el capital, es inevitable que se generen contradicciones
80 En disímiles proyectos de distintas manifestaciones artísticas de finales de los 80, el arte fue más que en ningún otro momento de nuestra reciente historia, un elemento
de movilización y confrontación de ideas, que pone de manifiesto problemáticas sociales y de la vida cotidiana en el Socialismo y provoca una revuelta en la institución
arte, expresado en un intenso debate no sólo de orden estético, donde los creadores debieron asumir su propia defensa a través del discurso teórico, sino también
específicamente político/ideológico. Los incidentes alrededor del Proyecto Castillo de la Fuerza (1989) y la exposición El objeto esculturado (1990), representaron el
clímax de la crisis en la relación entre el movimiento de la plástica de los 80 y la institución arte. Hacia 1991, esos espacios en los que se iba fraguando un nuevo discurso,
como los proyectos experimentales de la plástica, los literarios en el corte de una revista como Naranja Dulce o los musicales al estilo de la Peña de 13 y 8, abruptamente
desaparecen. Para mayor información, ver Izquierdo (1994); Somoza, Alexis y Félix Suazo (1990a y 1990b); Herrera Isla (1992); y Borges-Triana (1994).
escalas de valores y hubo que dejar correr el tiempo para que otros artistas alcanzaran los
niveles de reconocimiento que gozaban los que se fueron. La salida de un grupo de
creadores, primero hacia México y después con otros rumbos, como España y Estados
Unidos, ha de verse como un proceso natural en dicho momento y a tenor de las
circunstancias que estaban pasando, la complejidad misma del fenómeno económico y
social, los encontronazos que se habían dado en el plano político y artístico o
sencillamente, el deseo también loable que tenían de buscar y experimentar con otros
circuitos y zonas a los cuales llegar.
Es algo que también posee antecedentes en la historia de la música cubana y en general, en
el devenir del arte en el país. Cabría recordar el traslado de numerosos músicos de nuestra
tierra hacia México y Estados Unidos, durante los años 40 y 50. Aunque con un enfoque
un tanto desmedido e ideologizado, que lo priva del equilibrio con el cual debe analizarse
el asunto de la emigración de artistas y escritores entre nosotros, comenta Rolando
Sánchez Mejías (2004: 4) a propósito del mapa imaginario de la literatura cubana en el
suplemento Babelia del periódico español El País:
No es lo mismo haberse marchado en la primera década que en la última. Hay quien maduró su
estilo en el exilio, como Severo Sarduy y Reinaldo Arenas. Hay quien se fue con un estilo ya
hecho y lo renovó, como Gastón Baquero. En Cuba el exilio ha sido sinónimo de renovación.
Cuba hizo su literatura desde el exilio fundamentalmente: Martí, Heredia, Villaverde, Carpentier,
(casi nunca vivió en Cuba), Piñera pasó 14 años en Argentina, Calver Casey y Novas Calvo no son
cubanos en realidad.
Una exégesis de lo acaecido en la cultura nacional durante las postrimerías del siglo XX y
en especial entre las jóvenes generaciones de artistas e intelectuales de la isla tiene que
tener en cuenta la incidencia en el país –para bien y/o para mal– de los procesos
migratorios que se han producido en la etapa. El conocimiento de la dialéctica marxista
hace perfectamente comprensible la pertenencia a nuestra cultura en términos de entrada y
salida, con lo cual jamás habría que impugnar o excluir a nadie por el mero y simple hecho
de pasar a vivir en otro lugar del mundo, ni pensar que por asumir semejante proceder,
quienes lo hagan se transforman en extranjeros física o espiritualmente. Por ello, estudiar
–en la medida de lo posible– la obra de los músicos que forman parte de la comunidad
cubana en el exterior, entretanto el Estado soluciona el problema de la debida promoción
del quehacer de dichos creadores, es la forma que los cientistas sociales, y en particular los
vinculados con el arte, poseen para aportar al conocimiento del desarrollo artístico cultural
de la nación, hoy producido no sólo dentro de las fronteras locales de Cuba sino también
allende los mares.
suyo. Martí, por ejemplo, fue un autor que vivió poco tiempo en Cuba y sin embargo,
siempre estuvo muy ligado a nuestros problemas. La experiencia del Héroe de Dos Ríos o
la de un poeta como Heredia demuestra que lo fundamental no es el escenario geográfico
donde se mueva el creador sino la óptica con que aborde su nacionalidad.
La necesidad del estudio de lo llevado a cabo por los músicos cubanos que en el presente
conforman parte de la diáspora81 se puso de manifiesto con el hecho de que, en
coincidencia con la conclusión del siglo XX, en materia de música –para muchos de manera
sorprendente– en el segundo semestre del 2000 en lo concerniente a las propuestas sonoras
facturadas por artistas cubanos, la mayor popularidad entre el común de los ciudadanos en
toda la isla la registró el grupo Orishas (residentes en Europa), con su disco A lo cubano
(EMI Spain).82 La repercusión de esta producción no sólo abarcó a los melómanos de
dentro de nuestras fronteras sino resultó un fenómeno a escala internacional pues de dicho
fonograma se vendieron 400 mil copias en 23 países.83
Asimismo, quien siga con atención el devenir de la música cubana en los últimos años, se
habrá percatado de que la invasión del pop84 es una realidad que se ha ido abriendo camino
poquito a poco y que en ello, mucho a tenido que ver la huella, tanto en el público como
entre los músicos de la isla, de los álbumes Mi poquita fe y Ni de aquí ni de allá, de David
Torrens, y de los discos acreditados a Amaury Gutiérrez, a saber: Amaury Gutiérrez,
Piedras y flores y Se me pegó tu nombre, en ambos casos, un par de cantautores surgidos
en lo que fuera la Nueva Trova y que pese a haber trabajado en nuestro país por años, la
popularidad entre nosotros la han alcanzado a partir de afincarse en otras latitudes.85 Lo
81 En sentido general, con excepciones como las de Cristóbal Díaz Ayala (1999) y Dennys Matos (2003/2004 y S.F.), la música hecha por los cubanos en el extranjero a
partir de 1959 hacia acá ha sido pobremente estudiada, tendencia dada no sólo en el país sino en los sitios donde se han asentado tales grupos de creadores. Esto llama la
atención cuando se piensa que la música es la manifestación artística cubana de mayor incidencia a escala internacional y que otras expresiones como la literatura de la
diáspora han generado copiosa bibliografía.
82 Lo sucedido con esta agrupación pasará a la historia como uno de los mayores fiascos sufridos por las discográficas de nuestro país pues cuando
dicho proyecto llevaba por nombre Amenaza (antes de su salida de Cuba para radicarse en Europa), ellos realizaron una maqueta, más o menos con los
mismos temas incluidos en su popularísimo primer álbum, que aquí a nadie le interesó. He ahí un ejemplo de las cortas miras con las que en no pocas
ocasiones se ha proyectado el esbozo de industria musical cubana ya que, si bien es casi seguro que de haberse grabado y comercializado dicho álbum
por una de las disqueras del país, su éxito internacional no habría sido semejante al registrado con una transnacional de la esfera, resulta significativo que
las personas encargadas de determinar en nuestro contexto si un fonograma tiene o no méritos para ser realizado, en su momento considerasen que la
propuesta de Amenaza no reunía los requisitos para ello.
84 Un acucioso estudio de este proceso puede ser consultado en Souto Anido (2006).
85 Aunque el caso requeriría por sí solo todo un comentario para intentar analizar los cambios que se producen en la obra de un artista que renuncia a determinados
códigos ideoestéticos abrazados por él en una etapa de su vida, con miras a insertarse en el gran mercado de la música y con ello obtener ganancias respetables en virtud de
la popularidad, no se puede soslayar que en el interés por la comercialización internacional del pop latino mucho tuvo que ver el éxito alcanzado por el cantautor cubano
Donato Poveda tras la publicación en 1995 del disco Mar adentro, acreditado al dúo de Donato & Estéfano, un trabajo que tendría continuidad en los álbumes Entre la línea
del bien y la línea del mal, de hombre a mujer, Lo mejor de Donato & Estéfano, hasta su más reciente producción en solitario bajo el título de Bohemio enamorado (BMG,
2002), un CD por el cual el compositor de ese clásico de la cancionística nacional de los ochenta que es “Como una campana” fuera nominado al Premio Grammy en la
mismo cabría expresarse de lo ocurrido con una figura como Pancho Céspedes (residente
en México), todo un suceso en Cuba y en el mercado hispano de la canción al publicar su
primer álbum;86 o de Habana Abierta, la singular agrupación radicada en Madrid e
integrada por amigos con similares experiencias, credos estéticos, influencias e
intenciones artísticas, taller creativo que se ha destacado en la música popular cubana de
los 90 hacia acá, en tanto su capacidad de hibridar lo nacional con adiciones y mezclas
foráneas.
¿Pero cuál es la incidencia de estos músicos dentro del país? ¿En qué medida la diáspora
les ha hecho perder o ganar mercado y público? Son preguntas que conllevan respuestas
verdaderamente complejas y acerca de las cuales, todavía no se puede expresar una última
palabra. Por lo pronto, véase la opinión de alguien que vive en carne propia la condición
de ser un músico emigrante, que ahora tiene que desarrollarse en una realidad distinta a
aquella en la cual nació y se formó como artista. Éste es el criterio del cantautor Julio
Fowler (2004: 259-260):
En Cuba la producción de discos no garantiza ventas; más bien representa posibilidades de acceso
a espacios promocionales y performativos tanto dentro como fuera de la isla y un mejor acceso al
público por lo que, se puede afirmar que, la diáspora no nos hace perder un mercado, en todo caso
frustra la posibilidad de conquistar un interlocutor orgánico, una audiencia, un público con el que
comunicarse y para el que habían sido concebidas y producidas las canciones; aunque el reciente
éxito de Habana Abierta en la isla nos sitúa frente a una paradoja que nos hace cuestionar hasta
qué punto con la diáspora se pierde aquel público y no todo lo contrario.
Lo que sí resulta indiscutible es que la diáspora aleja a estos músicos de las condiciones en
las que ellos surgieron como creadores y de las situaciones que modelaron vivencias y un
discurso poético-musical común y diverso, y además los pone en contacto con
circunstancias hasta entonces desconocidas para ellos. Así, tienen que someterse al
imperio de las reglas de una sociedad regida por la ley de la oferta y la demanda, “para
asimilar nuevas formas o modelos de encarar la cultura donde la mass media, el
marketing, la moda… sopesan y definen la aparición de una nueva axiología de la obra”,
como expresa Ernesto Fundora (2003) en la nota de presentación de Dale mambo, primer
disco publicado por Julio Fowler. Porque lo cierto es que ya sea en México, España,
Estados Unidos, Francia, Finlandia, Japón…, diríase que ningún músico de estos que
hacen su carrera fuera de la isla, estará ajeno al mercado y a la variabilidad de sus dictados
que, como bien se sabe, poco o nada tienen que ver con las pretensiones artísticas. Como
admite el propio Fowler, algunos lo mirarán de reojo, unos le harán guiños, mientras que
otros asumirán directamente su oscuro y extraño movimiento con miras a que la
producción musical hecha por ellos, resulte rentable.
categoría de pop latino durante la emisión del certamen celebrada en febrero de 2003. Para mayor información acerca de las transformaciones en las composiciones de este
creador, ver Pérez: 2005 y Poveda: 2005.
86 En el momento en que se escribe el presente trabajo, tanto Amaury Gutiérrez como Pancho Céspedes están prohibidos en la radio cubana.
MCA.87 Debe señalarse que salvo contadas excepciones, estos creadores no han alcanzado
el gran éxito comercial, fenómeno que se hace extensivo a sus colegas de dentro del país.
Incluso, algunas operaciones llevadas a cabo por una que otra transnacional de la industria
discográfica para ubicar a compatriotas nuestros de esta escena (residentes fuera de Cuba)
en el mercado internacional, no han producido los resultados económicos anhelados.
Aunque en ello a veces ha incidido el ineficiente trabajo de tales compañías a la hora de
promocionar un producto nuevo y desconocido, así como la indisciplina de algunos
músicos (que no han crecido como individuos y asumen una actitud inmadura, reflejo del
paternalismo al que la sociedad cubana ha malacostumbrado a sus hijos) a la hora de
cumplir con las campañas promocionales diseñadas, para mí la causa fundamental de
dicha situación está dada porque el público llamado a consumir propuestas de este corte es
el nuestro, no sólo por la identificación con los ritmos musicales ejecutados por los
intérpretes afiliados a la corriente, sino porque en el caso específico de las melodías con
letras, en sus textos hay guiños y mensajes que únicamente podemos decodificar los
cubanos.
La real comercialización de producciones como las hechas en los predios de la Canción
Cubana Contemporánea, el rock, el pop, el hip hop…, sigue pendiente. Hoy, el melómano
promedio en Cuba no puede comprar discos, al ser vendidos –por lo general– en moneda
convertible. Dicho inconveniente empezará a solucionarse cuando pueda hablarse de la
aparición de un verdadero mercado nacional para la cultura, con el suficiente grado de
solidez como para que en él, productos como el disco, el libro, el cine o los procedentes de
las artes plásticas, alcancen su realización económica con el dinero del destinatario natural
87 Son los casos de gentes como los bajistas Pedro Luis Martínez, Diego Valdés, Yadán González, Luis Orlando Manresa, Felipe Cabrera, Alberto Pantaleón, José
Antonio Acosta, Manuel Orza, Frank Sánchez, Alain Pérez, Ramón Vázquez, Omar Rodríguez, Yasser Morejón, Haruyoshi Mori, Félix Lorenzo, Lino García, Arián
Suárez, Yelsy Heredia, Juan Pablo Domínguez y Ronald Morán; pianistas como Hilario Durán, Gabriel Hernández, Ramón Valle, Javier Masó (Caramelo), Juan Antonio
Prada, Iván González (Melón), Ricardo Álvarez, Eddy Cardoza, Michel Ferré, Pepe Rivero, Carlos Sarmiento, José Antonio Rodríguez (Güicho), José Ramón Mestre, Yuri
Wong, David Virelles, Alejandro del Valle, Chuchito Valdés (Jr.), Iván Bridón, Daniel Amat, Jean Carlo Artime, Javier Masvidal u Omar Sosa; guitarristas como Carlos
Luis, Julio César López, William Martínez, Irwin Díaz, Fito Crespo, Joel Bejerano, Norberto Rodríguez, Nan Sam, Víctor Navarrete, Dayán Abad, Landy Bernal, Amed
Medina o Daniel Peraza; bateristas como Julio Barreto, Enrique González, Lukmil Pérez, Kiki Ferrer, Jorge Luis Barrios (El Piro), Fernando Favier, Líber Torriente,
Calixto Oviedo, Daniel Moreno, Amhed Mitchel y Leonardo Ángel; agrupaciones como Havana, el quinteto de cuerdas Diapasón, el dúo de Gema Corredera y Pavel
Urquiza y el cuarteto vocal femenino Gema Cuatro; vocalistas como David Monte, Nadia Nicola, Raúl Paz, Magileé Álvarez, Sonia Cornuchet, Lucrecia, Aylín Mujica y
Marilyn; cantautore(a)s como Rafael Quevedo, Adrián Morales, José Raúl García, José Antonio Quesada, Julio Fowler, José Luis Barba, Evaristo Machado, Rafael de la
Torre, Liberto Suárez, Clodovaldo Parada, Milagros Piñera-Ibaceta, Gabriel Mejías, Alejandro Zayas Bazán, Alma Rosa, Niurka Curbelo, Fernando Rodríguez, Raúl
Torres, Jorge Sanfiel, Janny, Frank González, Andy Villalón, Luis Alberto Barbería, Eugenio Carbonell, Alejandro Bernabeu, José Nicolás, Luis de la Cruz, Jorge
Sánchez, José Luis Estrada, Tania Moreno, Athanai, Pancho Céspedes, Luis Enrique Muñiz, Emilio Ibáñez, Boris e Inti Garcés, Levis Aliaga, Raúl Cabrera, Ernesto
Rodríguez, Miguel Ulises, Oscar Huerta, Livam, Ariel Cubillas, Alexis Méndez, Julio Hernández, Yhosvany Palma, Axel Milanés, Karel García y Carlos Lage; y los no
menos importantes Inor Sotolongo, Moisés Porro y Miguel “Angá” Díaz (percusión), Osier Fleitas (saxofón y teclados), Carlos Puig y Aneiro Taño (trompeta y teclados),
Manuel González Loyola (guitarra y teclados), Humberto Gómez Vera y Orlando Cuella (guitarra y bajo), Nicolás Reinoso, Fernando Acosta, Rafael Jenks "El Jimmy",
Alexander Batista, Cándido Mijares, Félix Betancourt, Luis Denis, Tony Martínez, Luis Depestre, Nardy Castellini y Leandro Saint Hill (saxofón), Yoel Terry, Reinaldo
Pérez y Ricardo Benítez (flauta), Yalica Jó e Ivette Falcón (violoncello), Santiago Jiménez, Omar Puente, Ricardo G. Lewis y Rubén Chaviano (violín) y Manuel
Machado, Eric Sánchez, Amik Guerra, Rudy Vistel, Alexis Baró, Alexander Brown, Carlos Sarduy y Raúl “Lulo” Pérez (trompeta).
para el cual están concebidos como creación artística. Para entonces, el nuestro será un
mercado en extremo interesante para los exponentes de la MCA, atractivo por igual tanto
para los artistas que vivan en el país como para los que moren en el extranjero. Mientras
tanto, tampoco en materia de discos –y pese a determinadas peculiaridades que lo
diferencian de otras manifestaciones del arte– ha de hablarse de un mercado nacional con
todas las de la ley, sino de uno en el que los cubanos participamos en calidad de
exportadores del producto fonográfico hacia el mercado internacional o el de fronteras, y
no en términos de consumidores, pues intervenimos en la oferta y no en la demanda.
88 Para la confección de estos apuntes he empleado como fuente principal de información el capítulo dedicado al
“Sonido de Miami” en el libro Vidas en vilo. La
cultura cubanoamericana, de Gustavo Pérez Firmat.
(grabado en 1985), que incluso gozara de cierta popularidad dentro de Cuba sin que la
mayoría de quienes bailaban al ritmo de la pieza supiera que se trataba de artistas nativos
del país, resulta una burla de la alta sociedad norteamericana, inspirada en la serie
televisiva Dallas.
Una propuesta mucho más diversa es la de Willy Chirino,89 quien llega a Estados Unidos
siendo un adolescente. La primera banda en la que se involucra fue un grupo de rock
nombrado Willy Chirino and the Windjammer, con el que actuaba en diferentes recintos
de la ciudad de Miami. En lo fundamental, la música realizada por este artista tiene una
promoción de alcance local y está muy ligada a las vivencias y actitudes de cierto sector
de los cubanos exiliados. De ahí que su obra posea un marcado acento político en contra
de la Revolución. Compositor y multiinstrumentista, en 1974 debuta en el mercado
discográfico con el título One man alone (Un hombre solo), un fonograma en el que
ejecuta todos los instrumentos. De entonces a acá ha publicado más de una docena de
álbumes. Ha experimentado con diversos géneros y formatos orquestales.
Cuando su música asume tendencias nostálgicas o reiterativas, lo que hace es trasladar,
traducir. Como creador que va a la par del tiempo que en suerte le ha tocado vivir, no se
evade de las influencias foráneas. Probablemente, una de sus composiciones de mayor
repercusión, tanto por el número de versiones que de la misma se han hecho como por el
grado de popularidad que llegó a registrar, sea "Soy", un tema que capta los sentimientos
de la comunidad cubana de Miami en un momento de su historia. Otras piezas suyas que
por su excelente factura me han llamado la atención son “Zarabanda”, “Artista famoso”,
“Ya viene llegando” y “La jinetera”, cuyo video clip (hecho por Ernesto Fundora) fue
censurado en Miami y generó una gran polémica de orden estético, pero también político,
en cuanto a las posibilidades reales de libertad de expresión en aquella sociedad.
Carlos Oliva, fundador y figura principal de Los Sobrinos del Juez, define el Sonido de
Miami como una “salsa suave" que mezcla "jazz, música cubana, caribeña y rock".90 Por
su parte, en opinión de los investigadores Thomas D. Boswell y James R. Curtis (1983:
141), el Sonido de Miami “quizá se describe mejor como una forma suave de salsa, en el
que los elementos comerciales del rock y el jazz son más acentuados que en la salsa nacida
89 En algún momento habrá que estudiar cómo se han alimentado y retroalimentado mutuamente, en cuanto a los modos de componer y de orquestar, los músicos cubanos
residentes dentro o fuera del país. En esa hipotética investigación, un importante capítulo lo tendrá Willy Chirino y la huella de su quehacer en los artistas radicados en la
isla. Por poner dos ejemplos, quien analice algunos temas del repertorio de ese excelente intérprete que es Jorge Luis Rojas (Rojitas) o del grupo popero denominado
Cuarzo comprobará –en ambos casos– que en ellos está presente la influencia del tipo de merengue floridiano desarrollado por Willy, un rasgo distintivo de su estilo como
creador y que deviene una de las principales líneas trabajadas en el Sonido de Miami. Asimismo, en el sentido contrario, o sea, el de la incidencia de la música realizada en
Cuba en la de la diáspora, llamo la atención al hecho de que en su discografía, en repetidas ocasiones Chirino ha grabado piezas de compositores que viven en el espacio
delimitado por nuestras fronteras geográficas.
90 Consultar: "Carlos Oliva y su formidable grupo musical": Alerta, 23 de marzo de 1987. "Carlos Oliva. Precursor del Cross-over": Cartel, año 4, no. 3, 1992, pp. 2-5.
en Nueva York.” A los componentes apuntados en los dos criterios citados anteriormente,
habría que añadir, además, la música brasileña, cuya huella se percibe en muchos de estos
trabajos.
Si existe una creación que por excelencia sintetiza los procesos de hibridación,
interculturalidad, desterritorialización de la cultura, intertextualidad... que han tenido lugar
entre los músicos de origen cubano residentes en Estados Unidos es una composición de
Willy Chirino, que a la perfección encarna la mezcla musical y cultural del Sonido de
Miami. Trátase de "Un tipo típico", pieza principal del disco Acuarela del Caribe (1989).
La canción dibuja un autorretrato de toda una generación. El protagonista se considera
"matamórico" y "chapotínico", o sea, con afición por la música popular cubana, pero tiene
además una "veta de rocanrolero" que lo hace seguidor de Jimi Hendrix, los Beach Boys y
los Beatles. En dependencia de su estado de ánimo se inclina hacia el son o el rock, sin
poder definirse por uno u otro: “El son montuno o el rock-and-roll, / no sé cuál es mejor. /
Tengo dividido mi corazón / entre Tito Puente y los Rolling Stones.”
En verdad, como afirma Pérez Firmat (2000: 139):
A lo largo de "Un tipo típico", pedacitos de "El son de la loma", "Tres lindas cubanas" y
otras canciones cubanas se entremezclan con clásicos del rock-and-roll como "Tutti Frutti"
y "Sergeant Pepper's lonely hearts club band". La selección de fragmentos no es casual, ya
que Chirino escoge canciones cubanas que articulan la identidad nacional, lo cual hace que
la mezcla desconcierte aún más.
No son pocas las personas que se han preguntado las razones de por qué el Sonido de
Miami, representado por el quehacer de gentes como Willy Chirino91 o el dúo conformado
por Hansel y Raúl, no ha conseguido interesar de manera mayoritaria al público
norteamericano, a los hispanos que viven en ese país ni a los consumidores de música
latina en otras latitudes, pese a la calidad artística de la propuesta y al hecho cierto de
haber contado para su comercialización local y mundial con el respaldo de grandes
transnacionales de la industria discográfica como la Sony. Una posible respuesta a dicha
interrogante la encontramos en el criterio expresado por Enrique Fernández (1992) en
cuanto a que la versión del World Beat92 de Miami permanece demasiado fiel a sus
orígenes como para atraer a oyentes de las demás nacionalidades. Ello vendría a
corroborar la idea de que el mercado natural para este tipo de música es (y pienso que
seguirá siéndolo) el de dentro de la Isla, donde el melómano de a pie se identifica con
semejante sonoridad, como lo prueba el grado de popularidad registrado por las canciones
de Willy Chirino en Cuba, no obstante a que sus discos no se distribuyen en el país, no es
difundido por la radio o la televisión ni se ha presentado aquí en conciertos en vivo.
Porque si bien los medios de comunicación no promocionan el arte de los cubanos
91 Durante la emisión del Premio Grammy (en su variante tradicional) en el 2006, en la Categoría 62: Best Salsa/Merengue Album (Vocal or Instrumental), por primera
vez Willy Chirino recibió este galardón, por su disco titulado Son del alma, publicado a través del sello Latinum Music.
92 El término World Beat se utiliza en el caso de las hibridaciones entre el pop y las músicas locales bailables, en especial las de origen africano o afro-
93 El término se refiere a aquellos artistas que, en virtud de ser personas con una formación bicultural, consiguen que su quehacer alcance el éxito
comercial tanto en el mercado hispano como en el anglo dentro de los Estados Unidos.
94 Es importante no confundir la agrupación Miami Sound Machine que tuviese como figura frontal a Gloria Estefan con el trío femenino denominado New Miami Sound
Machine, integrado por Sohanny Gross, Lorena Pinot y Carla Ramírez. Bajo la batuta del productor Emilio Estefan y como una de las principales opciones por las que él
apuesta en su nuevo sello fonográfico, esta formación se crea a tenor de que en medio de la crisis de la industria discográfica mundial, las hijas de Eva fueron las únicas,
como colectivo, que pudieron adjudicarse cifras millonarias de ventas durante el 2002 y el 2003. Cuando se formula un simple análisis de lo que más se comercializó en el
período, se concluye que no son una ni dos las féminas exitosas, sino todo un ejército que fue conformando una tendencia planetaria. Con el buen olfato para los negocios
que siempre ha caracterizado a Emilio Estefan, en su condición de cazatalentos y de “eficiente” empresario se monta al carro de moda y le propone como producto al
mercado tres chicas que rapean y cantan en inglés, para las cuales (si descontamos la pequeña variación incluida con la introducción de la palabra New) resucita un nombre
que en el pasado reciente fuera un cheque abierto al portador.
más cubano que hasta la fecha habían proyectado, en buena medida gracias al aporte,
como arreglista, de ese extraordinario músico que es el holguinero Juanito Márquez.95
En opinión de diferentes estudiosos del asunto, la música del cross-over debe guiar paso a
paso a los neófitos en la adquisición del nuevo ritmo, como garantía del éxito.
De ahí que la letra de "Conga" mezcle datos con explicaciones, supliendo las respuestas a las
interrogantes planteadas por la música. Cuando Estefan explica, "It's the rhythm of the islands"
("Es el ritmo de las islas"), las palabras son el pasaporte de la música, su visado de tránsito.
Cuando asegura a sus oyentes, "No se preocupen si no saben bailar", está contrarrestando el temor
a lo nuevo (Pérez Firmat 2000: 145).
Si se realiza un desmontaje de esta pieza, se llegará a la conclusión de que “Conga" asigna
sitios diferentes a cada cultura: Cuba en la cintura y Norteamérica en la voz. Según Pérez
Firmat, el resultado de dicha operación es que Estefan puede desplazarse de una a otra
cultura sin complicaciones, ya sea bailando como una cubana o explicando los pasos con
un inglés perfecto. La diferencia entre "Un tipo típico" y "Conga" radica en el tipo de
oyente: dime para quién cantas y te diré quién eres. Chirino no explica sino retrata,
mientras que Gloria sabe separar lo cubano de lo norteamericano. Pese a estar cantada en
inglés, "Conga" entronca a la perfección con el desarrollo que en nuestro país ha
experimentado en los pasados últimos dos decenios la actual música popular. Para no
pocos analistas del devenir de la cultura cubano-americana, el biculturalismo de dicha
composición es demasiado complaciente. Los otros éxitos cross-over de Miami Sound
Machine durante los años 80, como "Rhythm is going to get you" (1987) y "Oye mi canto"
(1989), siguen la pauta de “Conga”, manejando sin tensiones o complejos los estereotipos
latinos, pero artísticamente son mucho menos interesantes que aquel éxito de 1985.
De mayor grado de atracción son algunos trabajos de Gloria Estefan en su condición de
solista, como por ejemplo la única canción de tema cubano de Into the light (1991),
"Mama you can't go", que –como diría Pérez Firmat– (2000: 146) “ya no es una
celebración de heat-feet-sweet-beat” o el CD Destiny (1996), un disco en el que
predomina la hibridación de ritmos y melodías de disímiles procedencias, desde los
conformantes del lenguaje de la música pop hasta cantos afrocubanos de origen yorubá.
Sucede que, por haber llegado a EEUU a muy temprana edad y formarse como una
ciudadana norteamericana, cuando Gloria Estefan canta en inglés, resulta mucho más
orgánica y auténtica que en sus interpretaciones en español. Por eso, no se incluyen aquí
producciones suyas como su muy afamado álbum Mi tierra, de 1993 (Premio Grammy en
1994), o Abriendo puertas, de 1995, y que al siguiente año fuese galardonado con la
95 Pese a que el tema no ha sido estudiado, resultaría muy interesante analizar la repercusión que para la música hecha en Cuba a mediados de los 80 tuvo una
composición como “Conga”. Piénsese, si no, en el hecho de que un creador tan importante como Chucho Valdés repitió –en lo concerniente a la estructura morfológica– la
misma fórmula de dicha pieza, en una creación suya titulada “El baile de Juanito” y que por entonces Irakere hiciera popular. De igual modo, en el primer disco de NG La
Banda (agrupación que desde su aparición marcaría el rumbo de la música popular bailable en nuestro país), el formidable álbum titulado No te compliques, se trasluce la
influencia del world beat con acento latino propuesto por Miami Sound Machine.
96 Otros nombres imposibles de soslayar son los de los guitarristas Julio Fernández (integrante del grupo de jazz eléctrico Spyro Gyra), Allen David Jourgensen (de
verdadero nombre Alejandro Fernández y perteneciente a las filas de Ministry, importante ensamble de rock industrial) y Juan García (miembro de Agent Steel y ex
componente de bandas metaleras de origen californiano como Abattoir y Evildead); Mike Pinera (con experiencia en agrupaciones de rock como Blues Image, Iron
Butterfly, Ramatam, The New Cactus Band y Alice Cooper); los bateristas Carlos Vega, Jimmy Marino, Adolfo Lazo, Roy Mayorga, Eduardo Manduley, Enrique Jardines
y Dave Lombardo; los percusionistas Guille García y Luis Conte; el vocalista Roger Miret (hombre frontal de Agnostic Front, punteros dentro del hardcore); el teclista
Lester Méndez; el cantante de soul Ish Ledesma; los bajistas Juan Croucier (ex integrante de Dokken y de Ratt, eminente grupo de hard rock), Víctor Miranda (entre otros
trabajos, este instrumentista ha sido parte de la banda de respaldo del guitarrista Al di Meola), Jorge Casas (seleccionado por la revista Bass Player en 1994 como el Mejor
Bajista Latino) y Rudy Sarzo (asociado a prestigiosos nombres de la escena metalera como Ozzy Osbourne, Quiet Riot y Whitesnake); el productor y compositor Rudy
Pérez; Nuclear Valdez, roqueros; y los Mavericks, una agrupación de música country dirigida por Raúl Malo. Asimismo, están los casos de José Conde y su grupo Ola
Fresca, con una discografía en la que sobresale el CD Ay! Qué rico (PiPiKi Records), y Jorge Moreno, lanzado al mercado con el álbum Moreno, producido por Maverick
Música (compañía disquera de música en español, entonces propiedad de Madonna). En mayo de 2005, de forma independiente, Jorge publica el disco Moreno el segundo.
versiones de temas clásicos del género y que se intentan reproducir lo más fiel posible a la
grabación original.97
Igualmente en Miami, lugar que no ha sido nada pródigo para acunar ensambles cubanos
de rock, han empezado a crearse grupos con músicos radicados allí en fecha reciente y que
en la década pasada, y hasta su cercana salida de Cuba, se mantuvieron activos en nuestra
escena de rock. Son los casos de proyectos como Frosty fog, Fuenral for a Clown, Locoyo,
Guajiro y G2. El tiempo dirá si esta clase de nuevas formaciones, con tendencia en varios
casos hacia el metal extremo e integradas por un personal acostumbrado a trabajar desde la
alternatividad que ha caracterizado el quehacer del género entre nosotros, podrán perdurar
en el medio miamense a través de traspolar a aquella otra realidad las acciones culturales
de sobrevivencia por ellos desplegadas para desarrollar su propuesta, cuando eran
protagonistas de la MCA dentro del país.
Está claro que no se ha querido incluir en este breve recuento de lo que acontece en una
determinada zona estética de carácter propositivo (o al menos, cercano a la misma), entre
los músicos cubanos radicados en Miami, a nombres que si bien tienen como base de
operación dicha ciudad floridiana dado que viven allí y llevan adelante proyectos que de
uno u otro modo se apartan de los cánones de sobra conocidos y se vinculan con la escena
de la MCA, el origen de sus propuestas se remonta a los tiempos en que vivían en Cuba y
como artistas son un resultado de nuestro medio cultural. 98 Por idéntica razón, tampoco en
estas páginas se ha hablado de un grupo de importantes figuras que, afincadas en diversos
puntos de la geografía de los Estados Unidos, por las características de su quehacer
encajan a la perfección dentro de los parámetros del movimiento de la llamada MCA.99 A
fin de cuentas, como dice el trovador Frank Delgado en su muy popular tema entre los
trovadictos, titulado “La otra orilla”:
97 Llama la atención el hecho de que una cosa similar viene ocurriendo dentro de la isla con viejas agrupaciones de rock como Los Kents, Dimensión Vertical, Los
Tackson, Red X y Mágnum, que vivieron su período de esplendor en la escena underground cubana de los años 60, 70 y 80, y que al reaparecer gozan de una sorprendente
popularidad no sólo entre sus contemporáneos de edad sino entre la novel generación de adictos al rock-and-roll. Para mayor información, ver Masvidal (2004).
98 Entre ellos, cabría mencionar a Ricardo Eddy Martínez (Edito), René Luis Toledo, Jorge Soler (Yoyi), Alfredo Pérez Triff, Ignacio Berroa, Carlos Gómez,
Jorge Fernández (Pepino), Arturo Fuerte, Mike Pourcel, Juan Pablo Torres (fallecido en el 2005), Arturo Sandoval, Albita Rodríguez, Omar Pitalúa, los
hermanos Donato y Roberto Poveda, Osvaldo Rodríguez, Ahmed Barroso (hijo), Hamadis Bayard, Raúl del Sol, Jorge Hernández, Manuel Valera (padre e
hijo), Luis Alberto Ramírez, Martín Rojas, Tanya, Manuel Trujillo, Juan “Wickly” Nogueras, Omar Hernández, Ernesto Simpson, Marcelino Valdés, Jorge
Luis Almarales, Lázaro Horta, Coqui y Leonardo García, Cristina Rebull, Manuel Camejo, Odalys Salinas (Oda), Alcides Herrera, Alexis “Pututi” Arce, José
Ángel Navarro, Hilario Bell, Rey Guerra, Amaury Gutiérrez o el reformado grupo Garaje H.
99 Son los casos de Paquito d’Rivera, Gonzalo Rubalcaba, Horacio “El negro” Hernández, Oriente López, Carlos Averoff, Carlitos del Puerto (hijo), Jimy
Branly, Descémer Bueno, Dafnis Prieto, Yosvany y Yunior Terry, Raúl Pineda, Jorge A. Pérez “Sagua”, José Armando Bola, Francisco José Mela, Charles
Flores, Helio Villafranca, Tony Pérez, Osmany Paredes, Lisandro Alfredo Áreas Baró, Juan Carlos Formell, Axel Tosca Laugart, Ilmar Gavilán, Xiomara
Laugart, Lilian García…
Bailando con Celia Cruz / oyendo a Willy Chirino / venerando al mismo santo / y con el mismo
padrino. / Allá por la Sawesera / calle 8, Hialeah, / anda la media familia / que vive allá, en la otra
orilla.
100 Contra una noción exageradamente literal del desanclaje moderno, o de sus espacios como no-lugares, se han pronunciado teóricos como Anthony Giddens (1994) y
Marc Augé (1998). Y es que en la práctica, todos los días se corrobora que el locus de la creación sigue irremisiblemente atado a una idea
–por relativa que se quiera– de localidad, de lugar.
101 Traducción al español: Sin duda alguna el lugar proporciona un sitio para la ubicación de la identidad, incluso en un mundo de comunicaciones y
movimientos globales.
102 Traducción al español: Dentro de los términos de esta definición, nuestras identidades culturales reflejan las experiencias históricas comunes y los
códigos culturales compartidos que nos brindan, “como un solo pueblo”, con marcos estables, incambiables y continuos de referencia y significado, bajo
las revisiones cambiantes y las vicisitudes de nuestra historia verdadera.
sí son reemplazados por lugares imaginados. En tal sentido, se enfatiza que “imaginado”
no significa “imaginario”, lo cual indica que el término se refiere a la manera en que el
sujeto evoca el sitio del que procede y donde ya no vive:
The subject, located in the present, “does” the imagining. (…) If the cultural identity of the
migrant is shaped in terms of imagined place, it means that this identity was not carried along
wholesale from homeland to destination. It is, rather, actively created and recreated in an act of
identification with the homeland103 (Alphen, 2002: 56).
Es significativo que en la obra de la mayoría de los representantes de la MCA que han
marchado a vivir en el extranjero, en algunos casos incluso al margen de su propia
voluntad, mediante la palabra, todo el tiempo se está hablando o haciendo referencia a la
problemática de la nación cubana y se llega a la irrefutable conclusión de que no podría
haber sido llevada a cabo por una persona que hubiera nacido fuera de Cuba y que no
hubiese vivido la compleja circunstancia nacional de las últimas décadas. Así pues, en su
incidencia en nuestra realidad, la identidad cubana brota por doquier en estos trabajos.
Y lo todavía más llamativo del fenómeno, la intención de re-definir infinitamente en tenaz
ejercicio introspectivo la auto-construcción de difusas identidades, de nuevo conduce al
final del camino a darse de narices con nuestra propia identidad. De hecho, la creación
musical de muchos de estos artistas, concebida consciente o inconscientemente, se
percibe en función de intereses raciales, religiosos, políticos e ideológicos, lo cual
corrobora que el proceso de globalización no ha vuelto obsoleta una reflexión efectuada
desde la afirmación de un espacio (geográfico, político, simbólico, identitario, etcétera)
específico, es decir, el cubano. Otra cosa muy distinta es aceptar que trabajos como éstos
demuestran que la identidad siempre está en perpetua transformación, difusión,
disgregación, integración, movilidad…
Dado que cualquier construcción de identidad (incluida la colectiva y por lo tanto, la
"nacional") pasa por la definición de sus rasgos diferenciales en relación con otras
"identidades", como ha señalado Eduardo Grüner (S.F.), una primera aproximación al
tema lleva a la hoy tan de moda cuestión del “otro”, o sea, de la dialéctica entre lo mismo
y lo otro, entre identidad y alteridad. Vale recordar que ésta ha sido siempre la cuestión
por excelencia en disciplinas como la antropología o la historia, por encima de que sus
practicantes se hicieran o no cargo de ella. Como varios investigadores han indicado, en la
práctica también ha sido la cuestión político-cultural por excelencia en la propia
conformación de las “identidades” colectivas nacionales y por ello, Eduardo Grüner (S.F.)
se pregunta: “¿cómo producir una diferencia lo suficientemente pregnante como para
lograr un efecto de reconocimiento en la comunidad de “tierra y lengua” (componentes a
los que hay que agregar, claro está, la Ley, la historia compartida, los mitos fundacionales,
la religión hegemónica, etcétera)?”
103 Traducción al español: El asunto, ubicado en el presente, “hace” la imaginación. Si la identidad cultural del emigrante se forma en términos de un lugar
imaginado, significaría que esa identidad no se llevó consigo desde su lugar de origen hacia el de destino. Es activamente creada y recreada en un acto
de identificación con el lugar de origen.
Una elemental topología podría evidenciar que jamás existe una oposición dicotómica
simple entre un espacio “múltiple” y un espacio “homogéneo”. Multiplicidad y
homogeneidad tienden a estar en perpetua tensión, en un conflicto permanente que, en el
límite, puede producir toda clase de alocadas heterotopías –como aquéllas a las que se
refiere Michel Foucault (1976) en sus célebres páginas sobre Las Meninas de Velásquez–,
en las cuales la propia identificación de un espacio se hace “indecidible”…, a no ser que el
conflicto sea “resuelto” por un ejercicio de poder. Y aquí se introduce un aspecto al cual
debe prestársele atención: la cuestión del poder es pues previa a la de la “cultura”.
El poder es ante todo el poder de definir qué es lo propio y lo ajeno, lo Mismo y lo Otro, lo
homogéneo y lo heterogéneo, en fin, la “Identidad” o la falta de ella, e inscribir tales
definiciones en su lógica. Frente a eso, una respuesta resistente que procure meramente
alterar, invertir simétricamente la definición, no hace más que reinscribirse en la lógica del
poder: empieza por aceptar la dicotomía multiplicidad / homogeneidad en el espacio
“globalizado”, celebrando uno de los términos y denostando al otro. Pero, como lo ha
sugerido Appadurai (2002), el problema con la globalización cultural es que ha terminado
por instalar en la percepción no un espacio múltiple ni un espacio homogéneo, sino un no-
espacio, una “comunidad sin sentido del lugar”, no importa cuál sea la naturaleza de ese
lugar.
De lo anterior se desprende que lo importante es devolver la percepción de la
conflictividad, sometida a las relaciones de poder, de ese espacio, también en su
dimensión discursiva. Esa restitución no tiene por qué ser intencionalmente política, o ni
siquiera consciente. En ocasiones, por el contrario, su eficacia objetiva es mayor cuanto
más “inintencional” sea la operación. Justo eso es lo que ha pasado con cierta zona de la
MCA en la diáspora. Ello hace evocar un ejemplo que no resulta cualquiera. El argentino
Jorge Luis Borges y el mexicano Octavio Paz (dos hombres “de derechas”, se dice: y es
por ello que el ejemplo resulta especialmente provocativo) son dos formidables escritores
que han hablado mucho de, que han textualizado mucho a, sus respectivas “culturas
nacionales”, sin por ello –y quizás justamente por ello– dejar de alcanzar una significación
universal. Al margen de cuál fuera su ideología consciente, ambos fueron capaces en la
práctica textual de restituir la percepción de la conflictividad en su dimensión discursiva.
Así, Paz habla de la India para referirse a México. Por su parte, Borges habla de Ginebra o
de Londres para referirse a Buenos Aires. Para Paz, el erotismo refinado de las esculturas
de un templo hinduista puede evocar por contraste el oscuro fondo pagano de la adoración
por la virgen de Guadalupe. Para Borges, la luminosidad brumosa del lago de Ginebra
puede estar contenida entre las infinitas correspondencias que existen al interior de ese
punto infinitesimal, ese aleph, localizado en un rincón de una escalera de una vieja casona
de un barrio de Buenos Aires. Tanto en uno como en el otro, lo propio y lo ajeno se hallan
en su propia diferencia. Es la mirada mexicana sobre la India, la mirada argentina sobre
Ginebra, y no el tema de lo mexicano / argentino (o el de su ausencia) lo que define la
“mexicanidad” de Paz, la “argentinidad” de Borges (porque si algo ha enseñado el mundo
global y la nueva tecnología comunicacional es que la “universalidad” es una ficción).
Cosa por el estilo puede asegurarse cuando representantes de la MCA fuera de Cuba,
como pudieran ser los casos de Havana, Orishas, José Antonio Quesada, Adrián Morales,
Julio Fowler o Raúl Torres tocan el asunto de los desplazamientos de multitudes de gentes
que van de un lugar a otro. Resulta la mirada cubana (y en particular, la de las
generaciones de los 80 y los 90 de nuestro país) sobre el fenómeno migratorio, y no sólo el
tema de lo cubano, lo que define en ellos la cubanidad, pero a la vez, el asunto de la
temática (problemática común a cientos de miles de personas de todas partes en la
actualidad) logra que semejante quehacer posibilite una lectura universal. Los 20 años de
este movimiento socioartístico (dentro y fuera del país) como constante "nacer a una
cultura propia" (la nuestra, ¡la cubana!), simbolizan un muro resistente a la hibridación
falsamente igualadora de la globalización, como suerte de recomposición in-finita (es
decir, aún no terminada) del cronotopos tenso entre lo Mismo y lo Otro. Es la puesta en
acto de aquélla admonición de José Martí: Patria es Humanidad.
En una acalorada discusión de la III Conferencia de la International Gramsci Society
(Puebla-México, octubre de 2003), Renate Holub interpretaba el desacuerdo entre
académicos europeos/norteamericanos y latinoamericanos, y proponía reconocer que, si
bien existe un Cuarto Mundo (referido a las comunidades de emigrantes en las naciones
desarrolladas), “¡el Tercer Mundo todavía existe!”104 Y es desde esta reflexión que se
puede analizar la crisis de identidades nacionales de los países periféricos, atendiendo al
hecho de que dicha crisis es vivida como terminal en algunos sectores de la intelectualidad
radical, mientras las sociedades de los países periféricos siguen reelaborando formas de
identidad que a determinados cientistas sociales les parecen perimidas. En mi opinión,
pienso que las identidades nacionales continúan interpelando a muchos asiáticos,
latinoamericanos y africanos (como nos sucede a los cubanos), por encima de que se haga
cada vez más visible el hecho de que un sujeto es portador y productor de múltiples
procesos de identificación, como acontece con muchos artistas de la MCA, tanto dentro
como fuera de Cuba.
Al escuchar algunos discos de estos creadores, la audición reafirma el criterio de que
resulta imposible referirse a identidades puras ni esenciales pues sencillamente no existen.
Lo que sí hay son procesos de identificación creados, alimentados y reforzados por medio
de mecanismos sociales e históricos. En una frase: nada parecido a una sustancia
biológica, racial o telúrica. Así pues, la identidad resulta un concepto del cual uno no se
puede desembarazar tan fácilmente. Eso de lo que no podremos librarnos, por un mero
acto de voluntad, no es el chauvinismo excluyente de las potencias imperiales o de los
fundamentalismos xenófobos, que ya han decidido de antemano cuál es la esencia de su
104 La existencia o no de la cultura de los países periféricos, siempre ha estado puesta en tela de juicio, no únicamente entre nosotros mismos, sino
desde los países centrales. En un célebre texto, Roberto Fernández Retamar relataba que en una ocasión un periodista europeo, “de izquierda por más
señas”, le había preguntado: "¿Existe una cultura latinoamericana?". La pregunta le pareció revelar una de las raíces de la polémica y Retamar planteaba
que podría enunciarse también de esta otra manera: "¿Existen ustedes? Pues poner en duda nuestra cultura es poner en duda nuestra propia existencia,
nuestra realidad humana misma, y por tanto estar dispuestos a tomar partido en favor de nuestra irremediable condición colonial, ya que se sospecha que
no seríamos sino eco desfigurado de lo que sucede en otra parte”. Para más referencia, consultar Fernández Retamar (1995).
"destino manifiesto". Es, por ende, el de los que tienen (tenemos) que (re) construir su
(nuestra) “identidad”, aún sospechando que ella pueda ser una instancia provisoria, incluso
efímera. Sin proponérselo y vaya uno a saber si hasta sin quererlo, con su quehacer los
cultores de la MCA en la diáspora resuelven en términos prácticos para el debate
contemporáneo (para la “ontología del presente”, como diría Foucault refiriéndose al
riesgo que entraña discernir entre lo que puede perdurar y lo que puede perecer) las
teorizaciones en torno a tópicos como el del no-lugar, la desterritorialización, la
des-identidad, etc., conceptos que han sido criticados desde el campo de los estudios
post-coloniales por figuras como Fernando Coronil (1996) y Walter Mignolo (2000).
Como ha señalado Eduardo Grüner (S.F.):
El poder y la dominación existen, y no van a disolverse en los intersticios textuales sólo
porque nos autoconvenzamos de que la globalización y el multiculturalismo actuales
promueven “flujos” virtuales intelectualmente estimulantes. Y el poder está interesado en
que ese autoconvencimiento sea eficaz: la “identidad” es para ellos; para nosotros queda la
diseminación rizomática, o algo por el estilo.
Son muchos los asuntos que, en relación con el fenómeno de la diáspora entre nuestros
músicos, podrían ser objeto de estudio para futuras investigaciones y a los cuales no se ha
referido el presente texto. Por mencionar sólo un par de ejemplos, sería muy interesante
analizar las peculiaridades que, ante el cambio de contexto, asume la obra de exponentes
nuestros del rap y que en el presente residen en el extranjero, como son los casos de
Orishas, SBS y los mucho menos conocidos dentro del país, Don Dinero y Nilo Castillo, a
pesar de que ambos cuentan ya con álbumes publicados, a saber: ¡Qué bolá! (Cuba
Connection Records) y Guajiro del asfalto (Chewaka / Virgin Records); o responder a la
pregunta de si debe considerarse parte integrante del movimiento de hip hop nacional y
por consiguiente de nuestra cultura, lo hecho en spanglish por gentes como Yerba Buena y
Siete Rayo o en inglés por algunos artistas cubano-americanos como Mellow Man Ace,
Cypress Hill, Cuban Link y Pitbull, quienes a partir de una orientación que encaja dentro
de las coordenadas de hibridación hoy muy al uso entre nosotros, desarrollan trabajos
musicales en los que lo cubano se integra con disímiles géneros.
Aunque sea de forma breve, a continuación se aludirá a una de las temáticas que en los
últimos tiempos se reitera en muchos de los discos grabados por artistas que integran la
comunidad cubana en el exterior, problemática que también resulta muy trabajada por
músicos residentes en la isla. En numerosas composiciones, desde el punto de vista lírico,
los textos abordan la fragmentación que para nuestra sociedad supone la diáspora, con
enfoques muy intensos y desgarradores. Ha de tenerse en cuenta que la inmigración es uno
de los grandes problemas de la contemporaneidad y tal vez, ése sea el tópico más
inquietante y recurrente para estos creadores y aunque visto de maneras disímiles, como
afirma julio Fowler (2004), “para todos será una experiencia capital y en algunos casos
traumática, ya que en su centro gravita y se cuestiona el problema de la identidad.”
Hay que tener en cuenta que en la década de los 90 se producen determinados éxodos
masivos y con ello, emigran sectores que no habían sido los típicos del proceso diaspórico
cubano. Como se comprenderá, el distanciamiento entre seres queridos trae consigo una
crisis tanto para los que se van como para los que se quedan. Desde distintos ángulos, hay
muchísimas referencias a ese tópico, como en la pieza “Ni de aquí ni de allá”, que da
nombre a uno de los discos de David Torrens y que pone sobre el tapete el estado en que
se sienten no pocos artistas nuestros que, por cuestiones laborales, económicas o de
cualquier otra índole, viven en el extranjero:
Voy sin raíz, que se aferre a un lugar, no tengo dueño y soy dueño de nadie, tampoco tengo un
amor donde anclar, yo no tengo a quien pagar, yo soy capitán en mi barco errante. Y cuando llegue
la cuenta con soledad la he pagado. No hay beneficio sin precio, ni porvenir sin pasado. Yo no soy
de aquí y ya no soy de allá, no aprendo a vivir en el va y viene y va, yo no soy de aquí, ah, ah, y ya
no soy de allá, no aprendo a vivir en el va y viene y va.105
En la citada composición de David Torrens se realiza un cuestionamiento de la idea
tradicional y dominante de identidad, fundamentada en lo geográfico, lo patrio y lo
nacional. Algo por el estilo pudiera asegurarse de “Pregunta primero”, canción de José
Antonio Quesada (en la actualidad residente en Castelldefels, Cataluña):
Dejaron sus vidas dejaron su ayer / con los pies cansados debieron correr / Rosa de los
vientos sin mesa y mantel / bajo otras lunas se les vio crecer. / Sobre la estatura de quién
debió ver / que la vida es dura y linda a la vez / Por eso pregunta, pregunta otra vez, /
anda, pregunta a tu abuelo de donde / se fue.
Coro: A remar, a remar, a remar, / todo el mundo a remar, a remar.
En una misma línea de pensamiento, en una producción como el disco libro Art Bembé
(Editorial Conspiradores), de Gema y Pavel, hecho a medio camino entre La Habana, New
York y Madrid (ciudad ésta que en la práctica ha devenido centro emisor de mucha y
buena música cubana de la más reciente), Pavel Urquiza –desde su condición como
residente en la capital española– converge en la reflexión sobre el asunto identitario y se
pronuncia por la idea de que todos somos parte de una identidad común y global: la
humana. Véase el siguiente fragmento de su tema “No te vayas”, rapeado por Telmary
Díaz:
Yo no creo que ninguna tierra sea tan pura ni tan santa / mira ese pelo, mira esos ojos,
mira esos labios, mira esa piel / el pasaporte ya no tiene raza / amarillo, blanco, negro, rojo
somos todos, todas las razas / la humanidad, esa es la única verdad / todo lo demás es
vanidad, pura vanidad.
Incluso, uno puede encontrar a músicos que hacen de la diáspora su arte poética. Ése es el
caso de Adrián Morales, cantautor radicado en Barcelona y que lleva adelante una
tetralogía fonográfica acerca del tema. Su primer disco, Nómada (Ventilador Edicions),
verdadera obra conceptual sobre el fenómeno de la emigración, es un álbum que aborda el
no a muchos de los músicos que residen fuera del país, prueba de lo cual es la prohibición
a difundir en los medios de comunicación la obra de numerosos de estos artistas, que se
hace manifiesto cuando, por ejemplo, se producen las nominaciones y otorgamientos del
Premio Grammy Latino o en su versión tradicional, ocasión en que (con muy contadas
excepciones) en nuestro contexto nada más se hace mención de los creadores que viven en
la isla.
Una solución al problema de la integración de los músicos de la diáspora al desarrollo
artístico cultural del país, la están aportando los propios creadores, por medio de la
interacción entre artistas cubanos radicados tanto dentro como fuera de la isla, pero
poseedores de una sensibilidad común con el espíritu de apostar por una concepción
ecuménica acerca de lo musical. Tal vivificante tendencia se ha dado en producciones
como el disco libro Art Bembé, de Gema y Pavel, o en el fonograma Haydée (EMI),
grabado por Haydée Milanés (cantante que vive en Ciudad Habana) con canciones de
Descemer Bueno y el acompañamiento de músicos cubanos que, como el propio
Descemer, residen en Miami y New York. Semejante fenómeno (algo hasta hace poco
impensable), además de ser reflejo del pensamiento sociocultural que se va imponiendo
entre las nuevas generaciones de artistas e intelectuales de Cuba, es un llamado a la
identificación de todos los nacidos en nuestra tierra, así como a echar abajo fronteras y
extremas e internas incomprensiones. De ese modo se verifica que estos instrumentistas
están unidos por idéntica sensibilidad epocal y en no pocos casos, por haber crecido juntos
en nuestras escuelas de música.
A tono con lo antes expuesto, a continuación se reproducen fragmentos de una carta
abierta que el ensayista y poeta Víctor Fowler Calzada (2002b) le escribiese al también
ensayista e investigador Enrique Ubieta, a propósito del prólogo que éste hiciera como
introducción a los textos compilados en la antología Vivir y pensar en Cuba. Las palabras
y el punto de vista de Fowler Calzada resultan fundamentales a la hora de acercarnos a un
fenómeno como el de los músicos cubanos que en el presente andan dispersos por los más
increíbles rincones de nuestro planeta:
Si el fin del socialismo histórico fue una debacle, también generó un inmenso espacio de
meditación, de posiciones constructivas sobre la Nación y el sujeto, sobre los destinos, que
el intelectual debe respetar puesto que son pensamiento hecho de sangre. Para nosotros,
que permanecemos en Cuba, ha sido la oportunidad maravillosa de –sin el peso agobiante
del marxismo– poder al fin pensar el marxismo; dado que el marxismo fue nuestra
mundivisión y la Revolución la única forma concreta de estado que conocimos, toca ahora
razonarlas, revelar su verdadera esencia, superarlas quizás. (…) Por ello, para mí, repito, la
dialéctica de entrada-salida, posterior discusión-reingreso o no, es un principio
innegociable. Ello sin contar que esas posiciones “otras” no son concebibles más que
como el mismo inmenso abanico de posturas subjetivas que hacen a las personas
permanecer, negociar, intercambiar su aceptación de la Revolución, el socialismo y el
marxismo. Si bien existe una distinción geográfica radical cuando se toma el estar o no en
Cuba como rasero, la situación cambia (se humaniza) cuando se le analiza desde lo que
ambos grandes grupos aceptan o rechazan de los espacios en los que han decidido o
podido insertarse. Por ello me parecen simples, y sí una manipulación (en el nivel de la
teoría), las oposiciones que planteas según las cuales quienes van a vivir a otra geografía
se convierten en extranjeros física o espiritualmente, así como aquella otra según la cual
ellos “buscan” otra vida mientras los que permanecen adentro “se la juegan”. Creo que
ambos buscan y se la juegan. No es un problema intelectual, sino de decenas de miles de
historias de cubanos lavando platos, pasando frío, con dos o tres trabajos, tratando de
insertarse en otras culturas y espacios sociales.
El hecho de que numerosos músicos nacidos y formados en Cuba, cultores de todos los
géneros y estilos, en el presente se encuentren diseminados en múltiples naciones, pone a
los investigadores de la cultura nacional ante un nuevo reto: ¿cómo saber que un creador
de nuestro país, hoy residente en Japón o Finlandia, no publicó en la década pasada o está
a punto de editar un disco genial, que marcará no sólo la música cubana sino
hispanoamericana de los próximos años? Dicha fuerte realidad diaspórica hace concluir
que la dispersión de la que somos testigos ya está cambiando la fisonomía de la música
cubana y en el futuro incidirá en su valoración, en tanto se está conformando un corpus
disperso y difuso, cuyos límites resultan muy difíciles de precisar. Ese corpus tiene que
hallar su núcleo de contacto y concentración en la isla, por encima de prejuicios y
dogmatismos.
Es obvio que se impone la necesidad de que en Cuba se dé el primer paso (todos sabemos
que suele ser el más difícil) para que se empiece a estudiar –desde los distintos ángulos
posibles– el amplísimo fenómeno de la música hecha por los cubanos en la diáspora,
acción importante para difundir en nuestro contexto tales trabajos musicales de una forma
mucho más orgánica y menos prejuiciada por razones extraartísticas. Ello cumpliría una
doble función: sociocultural y psicosocial, dado que posibilitaría a tales músicos
incorporarse al que es su ámbito mayor, el constituido por las audiencias de la isla, y al
país le permitiría recobrar esos fragmentos de nuestra propia memoria colectiva, hoy
dispersa en los más diversos rincones del mundo y escindida por el trauma recurrente de la
diáspora.
Quizás, como ninguna otra manifestación, la música cubana facturada fuera de la isla
(como también ocurre con la llevada a cabo dentro de las fronteras del territorio nacional)
le ofrece a las ciencias sociales un campo para el análisis de cómo se producen los
procesos de nacionalización de lo global y globalización de lo nacional. A fin de cuentas,
la obra de estos creadores habla de una avidez esencial por los sonidos, ésa que no se
detiene a pedir pasaportes, sino que digiere cuanto tengan de valioso para nutrir las ideas
que asedian a los verdaderos artistas.
Conclusiones
La exégesis aquí formulada del discurso de la MCA, evidencia que resulta indispensable
hacer su estudio no sólo desde el prisma artístico sino a partir de otros ángulos, como el
contextual pero no reducido, está claro, al tiempo. Cuando se analizan los contextos en que
han florecido la mayoría de las poéticas investigadas en la tesis, se observa como las
mismas se erigen en paradigmas de una corriente de pensamiento cercana a una forma de
(auto) conciencia social, con la que se puede estar o no de acuerdo, pero que se proyecta
de tal manera en algunos de los representantes o zonas más legítimos entre el variopinto
conglomerado de las jóvenes generaciones cubanas.
Una vez más se comprueba que a lo largo de la historia de la música popular en Cuba, la
misma ha actuado siempre como un factor dialógico que ha propiciado, de una u otra
manera, una suerte de autorreflexión, de mirarnos por dentro y de ir apuntando hacia los
distintos aconteceres de la vida cotidiana de nuestra historia, tanto desde el punto de vista
de los problemas sociales como de los íntimos. En dicho sentido, habría que decir que la
MCA ha funcionado como una manera de echar luz sobre determinadas zonas
problémicas, sobre el acontecer más inmediato; en algunos casos, poniendo el dedo en la
llaga. Igualmente, la investigación corrobora que no se debe pasar por alto que el reflejo
de las problemáticas histórico-sociales en la música, tiene que ver también con hasta qué
punto el mercado o la política no actúen como un fórceps para una manifestación sonora
determinada. En ello, como diría Roberto Zurbano (2002: 60-80), el sentido de lo
auténtico es muy importante para que no sea una expresión mediocre, mediana, sino que
nos ayude a entender determinados procesos o por lo menos, a describirlos.
En virtud de los disímiles componentes que han conformado nuestra nación y de los
nuevos que se van sumando, puede asegurarse que existe una manera cubana de asumir la
cultura que nos precede, en la que lo apropiativo ha desempeñado un rol fundamental. Por
ello, Enrique del Risco (1999/2000: 218) afirma que la verdadera tradición de la música
cubana siempre ha sido la de mirar con igual intensidad hacia adentro y hacia afuera,
conscientes de que ese adentro había sido alguna vez un afuera africano o europeo. Tal
actitud, convertida en tradición, produjo hace un siglo hermosísimos danzones en los que
los ritmos afrocubanos se encontraban perfectamente a gusto con melodías de Mozart o
Rossini y hoy, en nuestro tiempo, permite a las nuevas generaciones de músicos descubrir
la armoniosa vecindad entre Arsenio Rodríguez y Metallica (en definitiva uno murió
donde los otros nacieron, en California).
La disposición hibridizante de los jóvenes artistas cubanos es una herencia criolla.
Semejante fenómeno se sintetiza a la perfección en unas palabras de Wendy Guerra (1994)
a propósito de un disco del pianista Ernán López-Nussa:
Es imposible mirar al mapa de esta Isla y adivinar la unidad mística que la hace destilar toda clase
de melodías y aromas, formas y tonos, sensaciones que provoca estar a la deriva entre las aguas,
viajar lentamente en el Caribe sin pertenecer a nadie. La libertad que otorga la soledad, hace que
esta música sea una deslumbrante mezcla de cada paso de la evolución sonora de un país. (…) Se
trata de un incesto cultural, donde los hijos de los clásicos ya son los propios clásicos de una nueva
figuración. La historia de las deliciosas contradanzas, ahogadas en jazz, la historia del jazz
envenenado de rumba de cajón, y el galopante ritmo de una polka que dibuja sutilmente la más
reciente historia de la Isla.
En cuanto a los resultados de esta tesis en lo concerniente a nuestro problema de
investigación, el estudio evidencia que como causas que han originado el auge de la MCA
entre las más recientes generaciones de músicos cubanos, hay unas de tipo socio-políticas
y otras artístico-culturales:
Socio-políticas
• Las circunstancias sociales de la segunda mitad de la penúltima década del pasado
siglo, que propician entre la joven generación de artistas e intelectuales la creación
de premisas favorables para la incipiente emergencia de una conciencia
generacional.
• Una sucesión de acontecimientos políticos (entre ellos, el Mariel en 1980 y el caso Ochoa
en 1989) que inciden en la proyección social de los jóvenes que marcan el inicio de la
MCA.
• El desgaste sufrido por fórmulas que hasta el primer quinquenio de los 80
funcionaron como nexos ideológicos con lo real pero que a partir de entonces
necesitaban ser renovadas.
Artístico-culturales:
• El surgimiento, a fines de los 80, de nuevas problemáticas en la relación artista /
institución arte en el contexto cubano.
• La aparición de una generación que aporta sus propias propuestas creativas y con
una actitud diferente a la de sus predecesores: su signo no sería ya el del pecado
original.
• Las ansias de modernidad, la búsqueda de raíz nacional y el exotismo, todo integrado en
singular alquimia.
Por otra parte, en relación con nuestro objeto de investigación, los cambios dados en la
mentalidad de las últimas promociones de músicos surgidos en Cuba en los pasados 20
años, el análisis ha encontrado los siguientes:
• Inserción y diálogo con la modernidad artística internacional.
• Debate con los postulados de la ortodoxia socialista en los campos de la cultura y
la ideología.
• Surgimiento de una profunda vocación sociológica.
• Unos y otros han tenido que readecuar su discurso, para intentar conseguir contratos
discográficos y editoriales en un contexto adverso para propuestas de corte propositivo.
• En ambos casos, por lo general, sus trabajos han recibido escasa o nula promoción
en los medios cubanos de comunicación.
• Salvo contadas excepciones, ni los creadores residentes en Cuba ni los de la diáspora han
alcanzado gran éxito comercial internacionalmente.
• Es significativo que en una manifestación como el rock, a no ser Habana Blues
Band, las bandas cubanas que desde la diáspora han intentado abrirse paso,
tampoco lo han logrado, aunque no hayan padecido los estigmas asociados al
género dentro de nuestro país.
• Reiteración del tema de la fragmentación que para nuestra sociedad supone el
fenómeno diaspórico, el tópico más inquietante y recurrente entre estos creadores.
Diferencias:
• Entre los representantes de la MCA radicados en el extranjero, hay una mayor presencia
de paradigmas sonoros como world music, house y techno.
• Los músicos pertenecientes a la diáspora no pueden estar ajenos al mercado y a la
variabilidad de sus dictados, fenómeno que en Cuba se da en mucha menor magnitud.
• Entre los miembros de la escena de la MCA en nuestro país, en materia
discográfica hay un predominio de las producciones independientes, mientras que
entre los que integran la diáspora, si bien se da la tendencia a autofinanciar la
realización de un fonograma, para su comercialización y distribución el mismo es
licenciado o editado con un sello disquero oficial y con las firmas que venden la
música vía Internet.
Debe señalarse que los protagonistas de la MCA han tenido que asumir el hecho de que en
la actualidad, como asegura Ana María Ochoa (2002), saberes, territorios y relatos se
rearticulan generando una coexistencia difícil entre los modos históricos y
contemporáneos de vivir tales saberes. En semejante resignificación de saberes y
territorios es justo donde la autenticidad de un trabajo como el de estos creadores se
encuentra con lo más auténtico y genuino de la música tradicional cubana, refrendado por
(y en) la hibridación de lo global y lo nacional. De ese modo, desde la creación musical
como expresión de la cultura cubana, contribuyen al doble movimiento de diferenciación y
universalización de la cultura, de búsqueda y afirmación de la propia identidad y
asimilación original de la identidad otra. Son iconoclastas que, desde los márgenes,
empujan la cultura oficial hacia los bordes de otras narrativas y cuestionan la autoridad de
las tradiciones sin negarlas (no se trata de entidades inmóviles sino que están en perpetuo
cambio), porque las reelaboran para construir un nuevo esquema de jerarquías.
Desde el ejercicio individual de la voz y su perspectiva, se ha pretendido que nuestro
análisis vaya a las esencias de la cuestión y que se aleje de un abordaje que valore el
problema como una entidad independiente pues esto resulta parte de todo un sistema
mucho más complejo que es la aparición en el país de un Nuevo Pensamiento
Sociocultural. Lo imprescindible de acometer reflexiones como ésta, viene dado por la
necesidad de develar la naturaleza no únicamente de los hechos históricos sino sobre todo
de las mentalidades. En tal sentido, como expresa el poeta y ensayista Amauri Francisco
Gutiérrez Coto (2005):
La historia no es solo hecho, es además mentalidad común de una época. Una historia reducida a
los hechos sería muy positivista para mi gusto. (…) La historia dignifica el pasado, no fabulando
con él, sino comprendiéndolo, es decir, explicándolo. (…)La historia no aplasta al hombre, lo
comprende. La historia reciente de Cuba es más que una historia de decretos. Hay una literatura
del Quinquenio Gris que se publicó en los 80 y finales de los 70 que estudiar. Hay una historia de
resistencia y de debates que reconstruir. No aceptar estas verdades sería cometer el pecado –ya sé
que es una palabra muy fuerte– de seguir alentando falsos mitos históricos.
Finalmente, es bueno apuntar que nunca hay una cultura alternativa eterna sino que
desaparece al ser asimilada por la corriente principal pero que, por el surgimiento de
nuevas necesidades, siempre será reciclada por algo novedoso. No obstante, ha de tenerse
en cuenta que el análisis de las emergencias sociales, manifestadas como queja, demanda o
necesidad desde las artes que actúan dentro de lo marginal, contracultural o alternativo,
cualifica el poder de resolución de contradicciones y facilita su real transformación. Desde
la propuesta sociopolítica cubana es posible favorecer la disminución de esa brecha que
existe entre el capital social acumulado y legitimado por las instituciones de la sociedad
(que no es exclusivamente económico), y la forma de acceso de los sectores representados
por la juventud a este capital, reconociendo –en primer lugar– el capital social que también
existe en tales grupos vulnerables. Ha de encuadrarse semejante vulnerabilidad en el sitio
que las construcciones socioculturales han otorgado, en la evolución histórica, a tales
grupos de pertenencia, a saber: negros, mujeres, jóvenes.
En este mismo instante, un cantautor, un músico de rock, un rapero…, un creador nacido
en la mayor de las Antillas sueña en La Habana, Santa Clara, Holguín, Madrid, Barcelona,
México D.F., New York o Miami con la preparación de un disco o con su próximo
concierto. Y es que por encima de las dificultades registradas para hacer realidad los más
caros anhelos, en los albores del tercer milenio un montón de artistas, venidos al mundo en
Cuba entre los años 60 y 70 (incluso, ya hasta en los 80), han transmitido fe a la esperanza,
a sabiendas de que no se asciende a las estrellas por caminos fáciles. Como diría el
trovador Samuel Águila, mientras la calma no abunda y los mercantiles tiempos
sobreviven, hay quienes continúan apostando por un arte sonoro que nos haga pensar en
cuanto nos rodea. Ellos son parte de ese mar de nuevas voces que llegan y así andan
sabiendo que se tiene que vivir siempre en el intento de mejorar y mejorarnos.
A fin de cuentas, la singular empatía que durante los recitales de los cultores de la MCA se
pone de manifiesto entre músicos y público es expresión de quienes deseamos no sólo una
Habana sino una realidad abierta, donde quepamos y dialoguemos todos juntos. Porque tal
vez, haya algo (o mucho) de razón en ese tema de Vanito Caballero titulado “Divino
guión” y que, en la ya histórica noche del domingo doce de enero de 2003, cantamos a voz
en cuello los asistentes al concierto de Habana Abierta, celebrado en el Salón Rosado
“Benny Moré” de la Tropical: “La vida es un divino guión / La vida es un divino guión. /
Ya sé que sí ya sé que no.”107
Recomendaciones
Referencias bibliográficas
1.ACANDA GONZÁLEZ, JORGE LUIS. 2000. "Recapitular la Cuba de los 90". La Gaceta de Cuba, No. 3 (mayo-
junio), La Habana, p. 60.
1.ACOSTA, LEONARDO. 1981. Prólogo. En Canciones de la Nueva Trova. Selección de Jorge Gómez. La
Habana, Ed. Letras Cubanas.
2.________________. 1983. “La Nueva Trova: ¿un movimiento masivo?”. En Del tambor al sintetizador.
La Habana, Ed. Letras Cubanas, pp. 110-120.
3.ACOSTA LLERENA, ONI. 2006. “Gran Premio Cubadisco 2006 (I): Goza Pepillo”. Emisora Habana Radio (su
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39.PÉREZ, ADA ELBA. 1990. “Albita Rodríguez: Crear algo distinto”. El Caimán Barbudo, año 24, no. 272
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41.PÉREZ, OMAR. 1989. “La delicadeza de llamarse Alberto Tosca”. El Caimán Barbudo, año 23, no. 263
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42.PORTUONDO, JOSÉ ANTONIO. 1980. “Itinerario estético de la Revolución Cubana”. En Revolución, letras,
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43.ROJAS, FERNANDO. 1994. “Tiempos postmodernos o el atractivo de la transgresión”. El Caimán Barbudo,
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44.SALAZAR, ADOLFO. 1987. La música como proceso histórico de su invención. La Habana, Ed. Artes y
Letras.
45.VATTIMO, GIANNI. 1990. El fin de la modernidad. Nihilismo y Hermeneútica en la cultura postmoderna.
Barcelona, Ed. Gedisa.
Anexos
Anexo 1: Cancionero
Hora: Athanai
la zanja: Buena Fe
Mira no te confundas
Lo que no quiero es que en la duda te me hundas
Es que soy de zona marginal
Pero yo quiero un barrio donde caminar
No me estés mirando raro
Y reflexiona por qué el barrio es tan malo
Hace falta más conciencia
Todos, para acabar la delincuencia
Oye, qué te pasa…
Aún es una virgen. Ha tentado su dolor. Es tan inocente. La acompaña el sinsabor de ver su madre
andar ahí dando vueltas a un sillón... Preciado ángel. Infeliz le va a explotar su corazón.
...Hoy va a salir a mal vivir. Revolcándose en todo lo que ve.
Puede alguna mano dispararle mucho amor, ella mientras tanto presta el tiempo; la vida no. Viaja
entre Neones, se alimenta en Autostop. ¿Dónde está ese príncipe que mi madre nunca vio? ...Es otra
lágrima de Sol...: Sangra una vez más. ...Y no la quieres ver...
Yo siempre escuché hablar de la otra orilla envuelta en una nube de misterio. Allí mis tíos eran en
colores, aquí sencillamente en blanco y negro.
Había que hablar de ellos en voz baja a veces con un tono de desprecio. Y en la escuela aprendí que
eran gusanos que habían abandonado a su pueblo.
Bailando con Celia Cruz, oyendo a Willy Chirino,
venerando al mismo santo y con el mismo padrino.
Allá por la Sabuesera, Calle 8, Hialeah,
anda la media familia que vive allá en la otra orilla.
Un día Tío volvió de la otra orilla
cargando con su espíritu gregario
y ya no le dijeron más gusano
porque empezó a ser un comunitario.
Y al fin llegó el fatídico año 80
y mi familia fue disminuyendo
como años antes pasó en Camarioca
el puerto del Mariel los fue engullendo.
Aún continúa el flujo a la otra orilla
en vuelos regulares y balseros
y sé que volverán sin amnistía
porque necesitamos su dinero (o su consuelo, yo no sé).
Se hospedarán en hoteles lujosos
y pagarán con su moneda fuerte
y aquellos que les gritamos escorias (como yo)
tendremos que tragarnos el nombrete (no digo yo).
Bailando con los Van Van, oyendo a Silvio y Pablito,
haciendo cola pa'l pan, o compartiendo traguito.
La dignidad y la distancia son más de noventa millas.
Yo decidí a cuenta y riesgo quedarme aquí en esta orilla.
Bailando con Celia Cruz, oyendo a Silvio y Pablito.
No le digan más escoria, que esos son los marielitos.
En mezcla tan informal, merengue con platanito.
Puede que el pan se demore, aguanta hermano un poquito.
Por mucha escasez que haya, yo te brindaré un traguito.
129
(bis)
tuya y mía
[estribillo:]
Yo quiero ser tu abrigo
si te hace falta el consuelo mío
yo quiero ser tu nido
si necesitas cariño mío
no quiero ser tu olvido
si en todas partes estoy contigo
yo quiero ser tu abrigo
en Madrid y en Nueva York
La Habana está en todas partes
porque la llevas contigo
sin miedo a desarraigarte
yo sé que existen fronteras
en todos los continentes
un sólo sol y una luna te cuidan y alumbran siempre
quisiera ser la mañana y entonar la melodía
esa que me hace crecer cada día
caminos que me separan
y te obligan a escondidas
a ser cautivos de idiomas e ideologías
no seas cautivo de idiomas e ideologías
[estribillo]
Aquí mismito yo estoy contigo.
Cristo, nueva fe
asoma en un marco,
sol siempre en la piel
mudo y sin descanso.
Cristo, nueva fe
óleo de mi canto
clavos en la piel;
ya no está sudando.
Cristo, siempre fe
que adora limpiarnos la sien
en pena la suerte
están arruinando la tierra esta vez
vuelve a ser
todo es al revés.
Danos de tu fe,
esa que yo cavo.
la corona aquí
siempre me está hincando.
Cristo ten piedad.
Millones de clavos
no van a entender.
Tú me alegras tanto.
Danos de tu fe…,
me angustia sentir
que la hiel
apura mi muerte;
se están repartiendo mi tiempo
y no sé lo que hacer.
...hazte aparecer.
Dicen que, eh
dicen que, eh
dicen que, eh
Hay un tumulto negro en una esquina
no te asustes que no tiene espinas
en el huerto el grano se han robado
y es al cuervo a quien han condenado
con la gente hay mucho cuidado
y río, cuá, cuá, cuá, cuá, cuá...
133
Flash: Yusa
yo salgo a caminar,
cuando duerme La Habana
cualquier cosa puedes encontrar, mi negra
y cuando duerme La Habana
otra ciudad sale a luchar su pan, ya tú ves.
Cuando duerme La Habana
parece que el mundo se fuera acabar mañana
y cuando duerme…
Yo no soy de aquí y ya no soy de allá, no aprendo a vivir en el va y viene y va, yo no soy de aquí,
ah, ah y ya no soy de allá, no aprendo a vivir en el va y viene y va. Me acostumbraste a comer de tu
mano cual perro manso y feliz de su dueño, chancleteando el mundo soy menos humano, ya no
encuentro amor tan sano y si hoy me lo dan ya ni lo comprendo. Yo no soy de aquí y ya no soy de
allá, no aprendo a vivir en el va y viene y va, yo no soy de aquí, ah, ah, y ya no soy de allá, no
aprendo a vivir en el va y viene y va. Voy sin raíz, que se aferre a un lugar, no tengo dueño y soy
dueño de nadie, tampoco tengo un amor donde anclar, yo no tengo a quien pagar, yo soy capitán en
mi barco errante. Y cuando llegue la cuenta con soledad la he pagado. No hay beneficio sin precio,
ni porvenir sin pasado. Yo no soy de aquí y ya no soy de allá, no aprendo a vivir en el va y viene y
va, yo no soy de aquí, ah, ah, y ya no soy de allá, no aprendo a vivir en el va y viene y va. Rondan
recuerdos de amores puros que se quedaron allá donde la inocencia con fe y ausencias me hago el
futuro y cada paso será eco en mi conciencia. Y cuando llegue la cuenta con soledad la he pagado,
no hay beneficio sin precio ni porvenir sin pasado, yo no soy de aquí y ya no soy de allá, no
aprendo a vivir en el va y viene y va, viene y va viene y va. Where are you from asere? viene y va,
por eso sé que no soy ni de aquí ni de allá.
Guerra Mundial, y regresó a Cuba. En su orquesta parisina tocaba Julio Cueva, que está hasta el
inicio de la Guerra Civil española, como sabes participa en ella y después regresa a Cuba. También
estaba Eliseo Grenet, que como Moisés Simons, dividirá su tiempo con Madrid. Otro músico, el sax
Eduardo Castellanos, que ya está haciendo grabaciones en 1930.
El Dr. Barreto, mulato, médico cubano que se muda a Madrid en 1925 con sus tres hijos músicos,
Emilio, Sergio y Marino. En 1932 están tocando en el Melody's Bar de París y pronto tienen su
propia orquesta. Marino además hace el papel protagónico en España de la película El negro que
tenía el alma blanca, con Angelillo y Antoñita Colomé.
También están por París Filiberto Rico (flauta) y José Riestra (bajo), así como Pedro Guida
(trompeta) y Lázaro Quintero (bajo). De todos ellos y los demás que iré agregando, hay notas
biográficas en mi discografía, si tienes acceso a ella, puedes ir armando el rompecabeza parisino;
Navega en library.fiu.edu/latinpop/discography.html
En Madrid, además de los mencionados incursiona Ernesto Lecuona en 1932 con la soprano María
Fantoli y es tanto el éxito que decide traer una orquesta y más cantantes, y ordena a Armando
Oréfiche que venga con la del Teatro Encanto. Y para Madrid se van. También en 1932 está la
orquesta Siboney dirigida por Alfredo Brito, y el trío Matamoros.
Otro músico que se destacó en España fue Aquilino, que con su saxofón y su cuadrilla (así la
llamaba porque tocaba mayormente en Plazas de Toros) tocó por muchos años en la península.
Claro que en la decisión de Lecuona pesó mucho el éxito que había tenido Aspiazu en New York
con la orquesta que había sido del Casino de la Habana; así nace la orquesta que comenzó siendo
Lecuona, para convertirse en Lecuona Cuban Boys, y después escindirse en la Lecuona y Los
Habana cuban boys, De todo esto encontrarás amplia información en la discografía.
Por otra parte, a Nueva York seguían llegando músicos cubanos con idea de establecerse: Entre los
primeros Vicente Sigler Lalondrf, 1920, Alberto Iznaga, 1929, Alberto Socarrás, 1927. Don
Azpiazu también incursionó por París, y le dejó un bello regalo a Europa; el cantante Antonio
Machín, triunfante en París, a quien la inminente invasión alemana le hace refugiarse en España,
donde hará una extraordinaria carrera; le cantará a cuatro generaciones de españoles.
El hermano de Azpiazu, Antobal, organiza una orquesta en Nueva York cuando Azpiazu está
disolviendo la suya. Pero no tiene mucho éxito.
Otro cantante que se establece temprano en Nueva York, es Panchito Riset, y tanto Grenet como
Brito tuvieron también buenas temporadas en la Babel de Hierro.
Y por supuesto, dos grandes triunfadores: Mario Bauzá y Machito. También hace carrera en los EU
el pianista Nilo Menéndez.
Como verás en todas estas emigraciones hay motivaciones políticas, raciales o económicas, o
mezcla de ellas. Los cuarenta se comportan más o menos igual, pero las condiciones económicas
van mejorando en Cuba, aunque es la década de los desplazamientos hacia México, sobre todo de
rumberas y percusionistas, que necesita la industria cinematográfica mexicana, con más apremio
que el que necesitaban las viejas locomotoras el carbón… Y claro van también músicos como Juan
Bruno Tarraza, Felo Bergaza, Bobby Collazo, Mario Fernández Porta, José Antonio Méndez que
hacen largas temporadas allá o se quedan, como Juan Bruno.
De 1948 en adelante, con el encuentro Gillespie-Pozo empieza el auge del afrocuban jazz, y
comienza un nuevo éxodo de músicos cubanos, pero como en el caso de México, los más
solicitados son percusionistas. Es un caso claro de justicia poética. Si en Cuba los percusionistas,
por su abundancia, eran los peores pagados de los músicos, en Nueva York era diferente; el
percusionista cubano que pudiera descifrar la ritmática jazzista y amalgamarla con lo cubano, estaba
141
hecho. Comienzan las carreras prodigiosas de Cándido Camero, Chino Pozo, Mongo Santamaría,
Armando Peraza, Oreste Vilató, Patato, Francisco Aguabella y otros.
Hasta aquí he tratado de hacer una síntesis de parte de mi libro, que puedes ampliar con la
discografía. De ahí en adelante, creo que tienes la información; a la segunda oleada de músicos
cubanos en EEUU, de los cuarenta y los 50's viene la tercera, de los 60's en adelante.
Cualquier pregunta, etc, me escribes. Ojalá esto te ayude CDA.
142
Anexo 3: Discografía
Canción
Pop
Rap
31. Varios intérpretes: Lo nuestro (Santiago de Cuba Underground Hip Hop), Producción
independiente.
32. Varios intérpretes: Se abren los caminos, Ket Records.
33. Varios intérpretes: Havana hip hop (Vol. 1), Producción independiente.
34. Varios intérpretes: Flow latino, Avoid Records.
35. X Alfonso: X Moré, Unicornio.
36. X Alfonso: Civilización, Unicornio.
151
Rock
Canción Cubana Contemporánea: Tipo de cancionística hecha por autores cubanos tanto dentro
como fuera del país y que hereda determinados presupuestos estéticos del desaparecido Movimiento
de la Nueva Trova, pero que además se abre a otras expresiones del arte sonoro contemporáneo.
Cross-over: Término referido a aquellos artistas que, en virtud de ser personas con una formación
bicultural, consiguen que su quehacer alcance el éxito comercial tanto en el mercado hispano como
en el anglo dentro de los Estados Unidos.
Escena: Tipo específico de contexto cultural urbano y práctico de un código espacial.
Era post-industrial: Término en referencia a un período de tiempo no definido exactamente y
ligado a determinados entornos urbanos.
Fanzines: Destinados por lo general a promocionar una tendencia sonora específica, son revistas
impresas de manera independiente, artesanal o industrialmente, de tirada variable en su cuantía y
cuya comercialización se realiza directamente por sus editores en el contexto de conciertos y
festivales.
Fusión: Corriente de unión entre el jazz y el rock, iniciada por el trompetista Miles Davis con los
álbumes In a silent way y Bitches brew.
Generación: Contingente que agrupa a personas que comparten una misma sensibilidad, por lo cual
este trabajo no se restringe únicamente a la cuestión etárea para el análisis aquí efectuado sino a
aquellos que tienen una misma proyección ideoestética. Se ha seguido la idea de Ortega y Gasset en
cuanto a que cada 10 años surge una generación y que dentro de esta pueden existir varias
promociones.
Hibridación: Procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en
forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas
Música Cubana Alternativa: Categoría operativa que contiene géneros concretos, pero no se
restringe tan sólo a ellos. Es un nombre abstracto para designar un fenómeno que ha venido
ocurriendo en Cuba desde mediados del decenio de los 80 en cuanto al surgimiento de expresiones
no convencionales de lo cultural, ajenas al poder central y que nacen desde los límites de las
estructuras institucionales llamadas a legitimar lo nuevo que surge.
Música popular urbana: Música mediatizada, masiva y modernizante. Mediatizada en las
relaciones música/público, a través de la industria y la tecnología; y música/músico, quien recibe su
arte principalmente a través de grabaciones. Es masiva, pues llega a millones de personas en forma
simultánea, globalizando sensibilidades locales y creando alianzas suprasociales y supranacionales.
Es moderna, por su relación simbiótica con la industria cultural, la tecnología y las comunicaciones,
desde donde desarrolla su capacidad de expresar el presente.
Pensamiento oficial: Aquel que proviene de las instituciones cuya función es dictar o sugerir
políticas, legitima en el campo teórico los acuerdos políticos previamente establecidos y se legitima
a través de tales acuerdos y de las prácticas que resulten de los mismos.
Underground: En el lenguaje académico se refiere a escenas alternativas no comercializadas, en
virtud de que la mayoría de los intérpretes de ellas están ocultos e inaccesibles a las personas que no
se hallen al tanto de dicha escena.
Texto cultural: Fragmento de intertexto de un determinado tipo que interviene según modos
específicos de funcionamiento en la geología de la escritura.
157