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Época prehíspanica
Téllez Pizarro (1899) comenta que se debe procurar que “los edificios que
se construyan tengan una estabilidad relativa, ya que no es posible que sea
absoluta, por causa de la gran compresibilidad del suelo de casi todo el Valle de
México, y muy particularmente el de la Capital”.
Establece conclusiones que “vienen a demostrar que los edificios sufren
grandes y desiguales hundimientos, los que se comprueban con los varios hechos
que cito, y se patentizan de una manera evidente e irrefutable con los resultados
de cuatro nivelaciones generales practicadas en la Ciudad en 1860 la primera, y en
la actualidad la última: resultados que acusan en números los hundimientos en los
diversos puntos”.
Para el establecimiento de los cimientos, clasifica los terrenos “en dos
categorías: terrenos incompresibles y terrenos compresibles. Los primeros
presentan dos especies diferentes: los terrenos incompresibles e inexcavables, que
son las rocas en general, y los terrenos incompresibles y excavables, que son los
formados por arena, grava, arcilla compacta, étc. Los terrenos compresibles son
las arcillas, las turbas, las arenas movedizas, las capas penetradas por el agua, los
terrenos pantanosos, las tierras vegetales y de acarreo; éstos son pésimos para la
construcción , necesitan siempre grandes precauciones y, en la mayor parte de los
casos, gastos considerables para la consolidación de los cimientos que en ellos se
forman.
“Pocos terrenos serán menos favorables que el (la ciudad de) México para la
construcción de los cimientos, y por lo mismo, éstos adquieren en los edificios una
importancia considerable , a causa de los fuertes temblores que se suelen hacerse
sentir y que destruyen infaliblemente los edificios mal construidos”.
Es interesante notar que “ a fines del siglo XVIII, en 1797, se comenzó la
construcción del Colegio de Minería, hoy Escuela Nacional de Ingenieros, y se
terminó a principios del siglo XIX, en 1813”.
Téllez Pizarro(1899)señala que la ciudad de México “se asienta sobre el
antiguo Lago de Texcoco, y que descontando una superficie relativamente
pequeña del centro de la ciudad, todo lo restante que hoy vemos fue hacho
artificialmente por medio de las chinampas y los rellenos. Que en (la ciudad de)
México nunca se encontrará, fuera de la superficie firme del centro, y en raro otro
punto, el terreno verdaderamente sólido a una profundidad tal que pueda
aprovecharse para la cimentación. Que los asientos (asentamientos) inherentes a
toda obra de mampostería, en el suelo de México se convierten en hundimientos, y
que si no se ha tenido la precaución de repartir las presiones con uniformidad,
sucede que unas partes se mantienen firmes y otras se hunden más o menos”.
En una casa del centro de la Ciudad, “de 1800 q 1896, es decir, en un
periodo de 96 años, el piso subió aparentemente 2.7 m. Coincidencia curiosa, el
fondo del Lago de Texcoco, según se ha visto, sube con poca diferencia la misma
cantidad en el mismo tiempo. En junio de 1897 tuve ocasión de observar otro
hundimiento en otra casa, en la que el hundimiento fue de 1.25 m y se efectuó de
una manera uniforme. En consecuencia, se ve de una manera palpable, y está
fuera de toda duda, que (la ciudad de ) México se hunde”.
“El Colegio de Minería descansa también sobre pilotes: construido hace un
siglo por el insigne arquitecto español Manuel Tolsa; hoy vemos que los resultados
no fueron satisfactorios, pues el hundimiento se ha efectuado de una manera tan
desigual que ha deformado el edificio, ocasionando tales desperfectos que ha
habido necesidad de hacer frecuentes reparaciones para contrarrestar dichos
hundimientos.
La misma cimentación se empleo en la penitenciaría del Distrito Federal de
México. Los pilotes son de cedro y tienen 4 m de longitud ; su diámetro es de
0.25 a 0.3 m. En 1886 estaban en obra los cimientos, se habían terminado en
algunas crujías, y en otras se proseguían, empleando rigurosamente el sistema de
cimentación en que el general Quintana tenía tanta fe, quedando por lo mismo
muy contrariado al poco tiempo que empezó a observar los hundimientos que
sufrían los enrases de piedra basáltica con que arrancó la construcción, y aún
tuvieron cuarteaduras dichos enrases antes de soportar peso alguno de los muros
que iban a sostener. Ya concluido el segundo piso en diciembre de 1893 se
practicó una nivelación, y se encontró que el descenso máximo, relativo, fue de
0.87 m.
“El respetable geólogo don ANTONIO DEL Castillo afirmaba que este suelo es
indefinidamente compresible. Así pues, el empleo de los pilotes en el suelo de la
capital es contraproducente en todos sentidos, de bondad y economía, y la
experiencia aconseja que debe proscribirse su uso.
Hablando de los emparrillados de madera, 'Téllez Pizarro (1899) apunta que se
componen en general de "un sistema de piezas llamadas largueros, cruzadas en
ángulo recto y ensambladas unas con otras de diversas maneras. Los rectángulos
o cuadrados que estos maderos forman, algunas veces se rellenan con beton, y
otras con la misma tierra bien apisonada; pero en este último caso hay que colocar
encima de todo el sistema una plataforma hecha con tablones que se clavan o
atornillan contra los largueros. Concluye que los emparrillados de madera son muy
apropiados al suelo de México, pues hay edificios sobre ellos apoyados, cuyas
construcciones datan de más de tres siglos".
Respecto a los cimientos de piedra dura, pedacería de ladrillo y mezcla terciada,
indica que "este sistema tomado de don Javier Cavallari, y modificado por razones
de economía, es adoptado generalmente por los constructores mexicanos: consiste
en abrir una cepa de más o menos profundidad, según el criterio de cada uno, la
cual por la naturaleza de nuestro suelo se cubre inmediatamente de agua. Por
medio de cubetas o bombas, según el caso, y a veces ni estas últimas son
suficientes, se procede a desaguar hasta dejar la excavación casi seca; en este
momento se, empieza el relleno por medio de capas sucesivas de mezcla
hidráulica, o terciada, que es la más usual, y de pedacería de ladrillo o piedra
dura de medianas dimensiones. Cada capa se apisona fuertemente, y sobre este
relleno se coloca el enrase, que generalmente es de losa asentada sobre un lecho
de mampostería de piedra más grande, variando el espesor de este lecho según
las circunstancias. Este modo de cimentar, usando buena mezcla terciada y
pedacería de ladrillo, es uno de los mejores que puede emplearse, pues al poco
tiempo de construidos los cimientos endurecen mucho y forman una masa
compacta y resistente. Hace cuarenta años que se emplea este sistema en
México, y casi todos los edificios particulares construidos de entonces a la fecha,
con raras excepciones, descansan sobre cimientos de esta naturaleza.El buen
estado en que se encuentran esos edificios y en ningún asiento desigual que han
tenido, indican la bondad de este nodo de cimentar que se recomienda tanto por
su prontitud y economía como por estar fundado en buenos principios. Respecto a
la mezcla terciada hay que aclarar un error tocante a las sustancias que la
componen: generalmente creen nuestros albañiles que esta mezcla se forma con
mezcla común y tierra cualquiera, y sin tener en cuenta las proporciones; lo cual
no es exacto, porque la mezcla terciada propiamente dicha debe formarse con cal,
arena y barro en las siguientes proporciones: cal (pesada antes de apagarla) 125 )
kg que próximamente equivalen en volumen a 149 milésimos de metro cúbico;
arena 1 metro cúbico, y barro 1 metro cúbico".
Téllez Pizarro (1899) termina recomendando, que "por regla general, en toda
construcción debe procurarse no tratar de evitar el asiento,
Porque esto en México es realmente imposible, sino buscar todos los medios para
que el asiento sea uniforme, pues cuando se verifica con regularidad, la
construcción toda bajará verticalmente, sin desplomes ella misma comprimirá el
terreno hasta solidificarlo más, y no se producirán asientos desiguales que den
origen a cuarteaduras. Para que el asiento sea uniforme, es necesario: 1)que el
cimiento se haga de tal manera que pueda resistir en cualquiera de sus puntos el
máximo peso calculado por unidad de superficie; 2) procurar hasta donde sea
posible una repartición uniforme de las cargas superiores.
“El procedimiento que pongo de manifiesto, y que he empleado para las
construcciones comunes en la ciudad, está basado en el sistema del señor
Cavallari, consistiendo la principal modificación en que la profundidad de la cepa
debe ser tal que en ningún caso llegue a la capa de agua ambiente. El
procedimiento es como sigue: se abre una cepa con una profundidad máxima de
0.5 m, con el ancho que se haya determinado de antemano por medio del cálculo,
procurando que el terreno resulte con una presión máxima de un kilogramo por
centímetro cuadrado. En seguida se nivela y se apisona el fondo de la excavación,
hasta que se haga insensible a los golpes del pisón. Sobre el fondo se colocan
capas alternadas de 0.1 m de espesor cuando más, de mezcla terciada muy
aguada y pedacería de ladrillo; la mezcla terciada en las porciones siguientes: para
un volumen de lechada de cal espesa, tres de arena y tres de barro. Cada capa se
apisona fuertemente hasta llegar a la superior, sobre la cual se coloca el enrase,
que puede ejecutarse de varias maneras; pero propongo que forme con losa a
tizón, para hacer este sistema perfectamente realizable y a poco costo.
“La profundidad de la cepa la limito a 0.5 m en general, como máximo, por tres
razones: la primera, porque dada la naturaleza de nuestros suelo, creo
enteramente ocioso, inútil y perjudicial el profundizar demasiado; la segunda, y de
mucha importancia, para evitar los asientos en las construcciones vecinas; y la
tercera, por economía y rapidez”.
Por otra parte “es un hecho perfectamente demostrado por la experiencia que el
suelo del Valle de México, en general, la resistencia está en razón inversa a la
profundidad”.
Cimentaciones compensadas
En la tabla 1 se presentan los edificios con cajón de cimentación que sufrieron
hundimientos grandes durante el sismo de 1985 (Girault 1986).
TABLA 1
HUNDIMIENTOS MÁXIMOS, DESPUÉS DEL SISMO DE 1985
(Girault 1986)
Pilotes de punta
Caso 3. Edificio para oficinas de 6 pisos, con cimentación a base de una losa
corrida parcialmente compensada con pilotes de fricción, que durante los sismos
de 1985 se inclinó permanentemente, lo cual produjo un desplome de 58 cm en 22
m de altura (Correa 1986).
Caso 4. Edificio para oficinas con sótano, planta baja, dos niveles de
estacionamiento y doce niveles tipo. La cimentación está resuelta mediante un
cajón de concreto desplantado a 5.35 m de profundidad, más 133 pilotes de
fricción de sección cuadrada, de 27 m de longitud. El inmueble fue construido en
1980 y se sabe que durante el tiempo que llevaba de servicio había experimentado
hundimientos del orden de 50 cm en su lado sur, lo que generó un desplome que
se estima del orden de 60 cm, esta información no se pudo precisar ya que no se
cuenta con nivelaciones corridas durante ese tiempo, que muestren la tendencia y
el orden de dichos movimientos (Estrada y Campos 1986).
Cabe aclarar que la estructura real difiere del proyecto original: el área
construida se incrementó en 47 m2 hacia el lado sur, por lo que el edificio se
restructuró añadiendo dos columnas, bajo las cuales no se hincaron pilotes. Por
otro lado, se disminuyó el área en la zona norte, las cargas transmitidas a la
cimentación disminuyeron, conservándose el número de pilotes hincados en dicha
zona. Lo anterior dio lugar a que el centro de cargas no coincidiera con el centro
de reacción de los pilotes, produciendo un momento permanente, que al ser
trasmitido al subsuelo provocó, a través del tiempo, el hundimento diferencial que
se sabe tenía el edificio antes del sismo de 1985.
Posteriormente a los sismos de 1985 se efectuó la nivelación del piso del sótano, y
se observó un asentamiento diferencial máximo de 1.46 m. La medición de
desplomes arrojó lo siguiente: en el sentido largo se observaron desplomes en la
dirección sur: en las dos esquinas del lado oeste se midieron desplomes de 1.37
m, mientras que en la esquina sureste se reportó de 1.05 m . En el sentido corto
las dos esquinas ubicadas en el lado norte tuvieron un desplome de 0.09 m en la
direción este; en el lado sur, los desplomes fueron de 0.56 y 0.19 m, medidos en
las esquinas suroeste y sureste, respectivamente (Estrada y Campos 1986).
Referencias
Aguilar, J M y Rojas, E, “Hundimiento Súbito de un edificio apoyado sobre pilotes
de fricción”, Simposio sobre Los Sismos de 1985: Casos de Mecánica de Suelos”,
Soc Mex de Mec de Suelos, 1986
Campos, M A y Estrada, J C, “Recimentación de un edificio esbelto, dañado por un
siismo”, Simposio sobre Los Sismos de 1985: Casos de Mecánica de Suelos”, Soc
Mex de Mec de Suelos, 1986
Correa, JJ, “Mal comportamiento de una cimentación angosta parcialmente
compensada con pilotes den fricción”, Simposio sobre los Sismos de 1985: Casos
de Mecánica de Suelos”, Soc Mex de Mec de Suelos, 1986
Esteva, L, Rascón, O y Gutiérrez, A, “Lecciones de algunos temblores recientes en
América Latina”, Ingenieria Sismica, México, D F, No 3, mayo 1970
Estrada, J C y Campos, M A, “Recimentación de un edificio de oficinas de catorce
niveles, dañado por un sismo”, Simposio sobre los Sismos de 1985: Casos de
Mecánica de Suelos”, Soc Mex de Mec de Suelos, 1986
Girault, P, “Fallas en cimentaciones durante el sismo en la ciudad de México”,
Simposio sobre los Sismos de 1985: Casos de Mecánica de Suelos”, Soc Mex de
Mec de Suelos, 1986