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APUNTES DE CIMENTACIONES

COMPORTAMIENTO DE CIMENTACIONES EN LA CIUDAD DE MÉXICO

Agustín Deméneghi Colina*

Época prehíspanica

En el Valle de México el uso de estacones formando plataformas para


compactar y estabilizar los suelos que constituían el fondo del lago, es tan antiguo
como los primeros moradores del Valle. En Santiago Tlatelolco, las primeras
pirámides fueron cimentadas por medio de estacones de 10 a 15 cm de diámetro y
hasta 4 m de longitud; su desplante se encuentra aproximadamente a 16 m de la
superficie actual del terreno (Zeevaert 1980).

Templo Mayor (Mazari et al 1985)

El templo mayor de la ciudad de México sea dentro de los edificios


construidos por el hombre en el que existe evidencia de uno de los mayores
asentamientos registrados en cimentaciones.
Al visitar el lugar y observar el asentamiento, así como la notable inclinación
de la pirámide construida en la segunda etapa, se pensó que deberían tener una
explicación, inclusive sin conocer como eran en detalle las pirámides que los
españoles arrasaron hasta el nivel del piso, al conquistar la capital del imperio
azteca.
El Templo Mayor se construyó en seis etapas alcanzando en la sexta etapa
una altura total de 36 m. La presión que transmite al subsuelo es del orden de
44.7 t/m2. Según Mazari et al (1985), previo a la edificación de la pirámide se
construyó un relleno sobre el lago de 11.6 m de espesor, de los cuales sobresalían
5 m y 6.6 m quedaron dentro del lago; al sitio formado por este relleno se le llamó
Isla de los Perros. El hundimiento total que sufrió el templo Mayor fue de 5.6 m.
La asimetría de las pirámides con mayor peso del lado oeste por la
presencia de las escaleras explica la notable inclinación hacia ese costado de la
segunda estructura; ésta no se debe a una falla por capacidad de carga o por
haberse construido con esta inclinación. Por consolidación las etapas posteriores
inclinaron a esa estructura hacia el oeste.
Catedral y Sagrario Metropolitanos (Tamez et al 1993)

Cimentaciones originales. Catedral. En 1573, el alarife mayor claudio de


Arciniegas inició la construcción, que está constituida por una retícula de estacones
de madera de 20 a 25 cm de diámetro, de 2.2 a 3.2 m de longitud, espaciados a
cada 60 cm y un firme de mortero de cal y arena de 30 cm de espesor. Este firme
recibió a los pilotes y constituyó la transición al pedraplén que se utilizó para
distribuir las cargas, cuyo espesor varía entre 0.9 y 2.0 m de espesor de mortero
de cal y arena con roca basáltica y algo de tezontle. En él se apoyan las
contratrabes de mampostería de 3.6 m de peralte y 2.0 m de ancho que reciben
los muros y en sus cruceros a las columnas. Los espacios limitados por ellas se
rellanaron con tierra.
Sagrario. En 1749, el maestro mayor Lorenzo Rodríguez inició su
construcción aprovechando la franja del pedraplén y estacones de la nave de la
Catedral que no se llegó a construir. La completó de manera similar, con estacones
de 10 cm de diámetro y longitud de 1.8 a 2.0 m. La calidad del pedraplén es
inferior al de Catedral. De acuerdo con grabados de esa época, ahí se encontraba
una construcción de dos pisos que fue demolida.
Cabe destacar que en octubre de 1907 el asentamiento diferencial máximo
era del orden de 1.5 m.

Cimientos de los edificios en el siglo XIX (Téllez Pizarro 1899)

Téllez Pizarro (1899) comenta que se debe procurar que “los edificios que
se construyan tengan una estabilidad relativa, ya que no es posible que sea
absoluta, por causa de la gran compresibilidad del suelo de casi todo el Valle de
México, y muy particularmente el de la Capital”.
Establece conclusiones que “vienen a demostrar que los edificios sufren
grandes y desiguales hundimientos, los que se comprueban con los varios hechos
que cito, y se patentizan de una manera evidente e irrefutable con los resultados
de cuatro nivelaciones generales practicadas en la Ciudad en 1860 la primera, y en
la actualidad la última: resultados que acusan en números los hundimientos en los
diversos puntos”.
Para el establecimiento de los cimientos, clasifica los terrenos “en dos
categorías: terrenos incompresibles y terrenos compresibles. Los primeros
presentan dos especies diferentes: los terrenos incompresibles e inexcavables, que
son las rocas en general, y los terrenos incompresibles y excavables, que son los
formados por arena, grava, arcilla compacta, étc. Los terrenos compresibles son
las arcillas, las turbas, las arenas movedizas, las capas penetradas por el agua, los
terrenos pantanosos, las tierras vegetales y de acarreo; éstos son pésimos para la
construcción , necesitan siempre grandes precauciones y, en la mayor parte de los
casos, gastos considerables para la consolidación de los cimientos que en ellos se
forman.
“Pocos terrenos serán menos favorables que el (la ciudad de) México para la
construcción de los cimientos, y por lo mismo, éstos adquieren en los edificios una
importancia considerable , a causa de los fuertes temblores que se suelen hacerse
sentir y que destruyen infaliblemente los edificios mal construidos”.
Es interesante notar que “ a fines del siglo XVIII, en 1797, se comenzó la
construcción del Colegio de Minería, hoy Escuela Nacional de Ingenieros, y se
terminó a principios del siglo XIX, en 1813”.
Téllez Pizarro(1899)señala que la ciudad de México “se asienta sobre el
antiguo Lago de Texcoco, y que descontando una superficie relativamente
pequeña del centro de la ciudad, todo lo restante que hoy vemos fue hacho
artificialmente por medio de las chinampas y los rellenos. Que en (la ciudad de)
México nunca se encontrará, fuera de la superficie firme del centro, y en raro otro
punto, el terreno verdaderamente sólido a una profundidad tal que pueda
aprovecharse para la cimentación. Que los asientos (asentamientos) inherentes a
toda obra de mampostería, en el suelo de México se convierten en hundimientos, y
que si no se ha tenido la precaución de repartir las presiones con uniformidad,
sucede que unas partes se mantienen firmes y otras se hunden más o menos”.
En una casa del centro de la Ciudad, “de 1800 q 1896, es decir, en un
periodo de 96 años, el piso subió aparentemente 2.7 m. Coincidencia curiosa, el
fondo del Lago de Texcoco, según se ha visto, sube con poca diferencia la misma
cantidad en el mismo tiempo. En junio de 1897 tuve ocasión de observar otro
hundimiento en otra casa, en la que el hundimiento fue de 1.25 m y se efectuó de
una manera uniforme. En consecuencia, se ve de una manera palpable, y está
fuera de toda duda, que (la ciudad de ) México se hunde”.
“El Colegio de Minería descansa también sobre pilotes: construido hace un
siglo por el insigne arquitecto español Manuel Tolsa; hoy vemos que los resultados
no fueron satisfactorios, pues el hundimiento se ha efectuado de una manera tan
desigual que ha deformado el edificio, ocasionando tales desperfectos que ha
habido necesidad de hacer frecuentes reparaciones para contrarrestar dichos
hundimientos.
La misma cimentación se empleo en la penitenciaría del Distrito Federal de
México. Los pilotes son de cedro y tienen 4 m de longitud ; su diámetro es de
0.25 a 0.3 m. En 1886 estaban en obra los cimientos, se habían terminado en
algunas crujías, y en otras se proseguían, empleando rigurosamente el sistema de
cimentación en que el general Quintana tenía tanta fe, quedando por lo mismo
muy contrariado al poco tiempo que empezó a observar los hundimientos que
sufrían los enrases de piedra basáltica con que arrancó la construcción, y aún
tuvieron cuarteaduras dichos enrases antes de soportar peso alguno de los muros
que iban a sostener. Ya concluido el segundo piso en diciembre de 1893 se
practicó una nivelación, y se encontró que el descenso máximo, relativo, fue de
0.87 m.
“El respetable geólogo don ANTONIO DEL Castillo afirmaba que este suelo es
indefinidamente compresible. Así pues, el empleo de los pilotes en el suelo de la
capital es contraproducente en todos sentidos, de bondad y economía, y la
experiencia aconseja que debe proscribirse su uso.
Hablando de los emparrillados de madera, 'Téllez Pizarro (1899) apunta que se
componen en general de "un sistema de piezas llamadas largueros, cruzadas en
ángulo recto y ensambladas unas con otras de diversas maneras. Los rectángulos
o cuadrados que estos maderos forman, algunas veces se rellenan con beton, y
otras con la misma tierra bien apisonada; pero en este último caso hay que colocar
encima de todo el sistema una plataforma hecha con tablones que se clavan o
atornillan contra los largueros. Concluye que los emparrillados de madera son muy
apropiados al suelo de México, pues hay edificios sobre ellos apoyados, cuyas
construcciones datan de más de tres siglos".
Respecto a los cimientos de piedra dura, pedacería de ladrillo y mezcla terciada,
indica que "este sistema tomado de don Javier Cavallari, y modificado por razones
de economía, es adoptado generalmente por los constructores mexicanos: consiste
en abrir una cepa de más o menos profundidad, según el criterio de cada uno, la
cual por la naturaleza de nuestro suelo se cubre inmediatamente de agua. Por
medio de cubetas o bombas, según el caso, y a veces ni estas últimas son
suficientes, se procede a desaguar hasta dejar la excavación casi seca; en este
momento se, empieza el relleno por medio de capas sucesivas de mezcla
hidráulica, o terciada, que es la más usual, y de pedacería de ladrillo o piedra
dura de medianas dimensiones. Cada capa se apisona fuertemente, y sobre este
relleno se coloca el enrase, que generalmente es de losa asentada sobre un lecho
de mampostería de piedra más grande, variando el espesor de este lecho según
las circunstancias. Este modo de cimentar, usando buena mezcla terciada y
pedacería de ladrillo, es uno de los mejores que puede emplearse, pues al poco
tiempo de construidos los cimientos endurecen mucho y forman una masa
compacta y resistente. Hace cuarenta años que se emplea este sistema en
México, y casi todos los edificios particulares construidos de entonces a la fecha,
con raras excepciones, descansan sobre cimientos de esta naturaleza.El buen
estado en que se encuentran esos edificios y en ningún asiento desigual que han
tenido, indican la bondad de este nodo de cimentar que se recomienda tanto por
su prontitud y economía como por estar fundado en buenos principios. Respecto a
la mezcla terciada hay que aclarar un error tocante a las sustancias que la
componen: generalmente creen nuestros albañiles que esta mezcla se forma con
mezcla común y tierra cualquiera, y sin tener en cuenta las proporciones; lo cual
no es exacto, porque la mezcla terciada propiamente dicha debe formarse con cal,
arena y barro en las siguientes proporciones: cal (pesada antes de apagarla) 125 )
kg que próximamente equivalen en volumen a 149 milésimos de metro cúbico;
arena 1 metro cúbico, y barro 1 metro cúbico".

Téllez Pizarro (1899) termina recomendando, que "por regla general, en toda
construcción debe procurarse no tratar de evitar el asiento,
Porque esto en México es realmente imposible, sino buscar todos los medios para
que el asiento sea uniforme, pues cuando se verifica con regularidad, la
construcción toda bajará verticalmente, sin desplomes ella misma comprimirá el
terreno hasta solidificarlo más, y no se producirán asientos desiguales que den
origen a cuarteaduras. Para que el asiento sea uniforme, es necesario: 1)que el
cimiento se haga de tal manera que pueda resistir en cualquiera de sus puntos el
máximo peso calculado por unidad de superficie; 2) procurar hasta donde sea
posible una repartición uniforme de las cargas superiores.
“El procedimiento que pongo de manifiesto, y que he empleado para las
construcciones comunes en la ciudad, está basado en el sistema del señor
Cavallari, consistiendo la principal modificación en que la profundidad de la cepa
debe ser tal que en ningún caso llegue a la capa de agua ambiente. El
procedimiento es como sigue: se abre una cepa con una profundidad máxima de
0.5 m, con el ancho que se haya determinado de antemano por medio del cálculo,
procurando que el terreno resulte con una presión máxima de un kilogramo por
centímetro cuadrado. En seguida se nivela y se apisona el fondo de la excavación,
hasta que se haga insensible a los golpes del pisón. Sobre el fondo se colocan
capas alternadas de 0.1 m de espesor cuando más, de mezcla terciada muy
aguada y pedacería de ladrillo; la mezcla terciada en las porciones siguientes: para
un volumen de lechada de cal espesa, tres de arena y tres de barro. Cada capa se
apisona fuertemente hasta llegar a la superior, sobre la cual se coloca el enrase,
que puede ejecutarse de varias maneras; pero propongo que forme con losa a
tizón, para hacer este sistema perfectamente realizable y a poco costo.
“La profundidad de la cepa la limito a 0.5 m en general, como máximo, por tres
razones: la primera, porque dada la naturaleza de nuestros suelo, creo
enteramente ocioso, inútil y perjudicial el profundizar demasiado; la segunda, y de
mucha importancia, para evitar los asientos en las construcciones vecinas; y la
tercera, por economía y rapidez”.
Por otra parte “es un hecho perfectamente demostrado por la experiencia que el
suelo del Valle de México, en general, la resistencia está en razón inversa a la
profundidad”.

Palacio de las Bellas Artes

El Palacio de las Bellas Artes, cuya construcción se inició a principios de siglo


es un edificio extraordinariamente pesado. El peso total del edificio es de 87 454 t,
descontando la descarga por excavación, resulta una presión excedente de 7.35
t/m2. Se excavó a una profundidad media de 3.5 m, para alojar la cimentación. Al
terminarse el colado de la losa, que por si sola pesa 42 900 t y cubre una
superficie de 7 450 m2, se notaron asentamientos fuertes y una marcada tendencia
a inclinarse hacia el sur-oeste, cuando se montaba la estructura de acero. Debido
a estos movimientos, no ultimaron los detalles arquitectónicos hasta 1938.
Nivelaciones periódicas desde 1905 han permitido determinar que el asentamiento
Máximo después de 44 meses de mediciones fue de más de 2.2 m. Es necesario
agregar que la construcción se suspendió por más de una década, cuando la carga
era aproximadamente el 70% del total, y por esta razón se tienen dos procesos de
consolidación sucesivos (Marsal y Mazari 1959).
Es interesante agregar que el arquitecto italiano Adamo Boari calculó
correctamente los esfuerzos en el subsuelo con la teoría de Boussinesq. Sin
embargo, falló en la elección de los parámetros de compresibilidad, porque él
consideró el comportamiento de los edificios pesados dentro de la traza de la
Ciudad. Desafortunadamente, la obra quedaría fuera de la traza, por lo que los
parámetros que usó no eran los adecuados, lo que originó el hundimiento tan
fuerte, a pesar de que la cimentación consiste de una losa de concreto armado de
tres metros de espesor, formando una gran plataforma (Zeevaert 1980).

Cimentaciones compensadas
En la tabla 1 se presentan los edificios con cajón de cimentación que sufrieron
hundimientos grandes durante el sismo de 1985 (Girault 1986).

TABLA 1
HUNDIMIENTOS MÁXIMOS, DESPUÉS DEL SISMO DE 1985
(Girault 1986)

No de pisos Largo Ancho Prof de Hundimiento


m m Cimentación cm
m
7 17 13 1.2 120
8 17 13 1.5 95
7 17 14 1.5 80
7 30 25 1.8 120
9 37 13 1.5 120
10 48 10 6.0 50
10 21 8.3 5.3 44

Se estima que la mitad de los hundimientos de la tabla 1 ocurrieron durante el


sismo y que la otra mitad se había producido previamente, por el peso propio de
los edificios.
Los primeros 5 inmuebles imponen presiones estáticas netas en sus losas de
cimentación mayores que las permisibles por limitación de hundimiento, en la zona
del lago de la ciudad. Los cuatro primeros tienen relaciones de altura a ancho
cercanas a uno o menor, y por lo tanto sus cimentaciones no recibieron
incrementos grandes de presión durante el sismo. Del quinto al séptimo edificio,
las presiones en las orillas por el sismo resultan importantes, debido a su esbeltez;
presiones excesivas generaron fallas al cortante del subsuelo en cada ciclo de
oscilación, lo cual produjo los asentamientos. Para el séptimo inmueble, debido a
su gran esbeltez, con un coeficiente sísmico de 6% de la gravedad, aplicado a 2/3
de su altura y despreciando las aceleraciones verticales, la capacidad de carga del
subsuelo en la orilla de la cimentación se excede cerca de dos veces; se considera
que su comportamiento fue bastante bueno debido a que se encuentra en el límite
suroeste de la zona de daños. En todos los casos de la tabla 1 los edificios
sufrieron desplomes (Girault 1986).

Pilotes de punta

Torre Latinoamericana (Zeevaert 1956)

Una presión de trabajo de 1.2 kg/cm2 se asignó a la superficie de la Arena


Tarango I (primera capa dura). El peso del edificio es de 2.1 kg/cm2;por lo tanto,
fue necesario tomar con subpresión una presión de 1.0 kg/cm2. Así, se decidió
colocar la losa de cimentación a una profundidad de 13 m bajo la superficie del
terreno. El número total de pilotes usados fue de 361, que bajo condiciones de
trabajo toman una carga de 33 t/pilote; varias pruebas de pilotes indicaron que el
límite elástico de trabajo era de 90 t, mientras que la carga para
que penetraran los pilotes fue de 120 t.
La fricción negativa calculada fue de 19 t/pilote en los pilotes centrales, de 22.5 t
en los pilotes de orilla y de 27 t en los pilotes de esquina.
La Arena Tarango I aparece de 33.5 a 38.2 m de profundidad, y está formada por
series de depósitos aluviales y lacustres de arena andesítica, arena arcillolimosa
con poca grava y pómez,l hoyos de raíces y carbonatos de calcio en la parte
superior del depósito.
Con el propósito de corregir cualquier inclinación del edificio debido a
heterogeneidad en la compresibilidad de los depósitos de arcilla volcánica, se
diseñaron pozos de inyección en las cuatro esquinas de la cimentación. En
cualquiera de estos pozos la presión podría ser aumentada o disminuida en caso
necesario, para producir una importante diferencia en la subpresión de las
esquinas del edificio. Este sistema hidráulico no se ha usado, puesto que el
inmueble no ha mostrado ningún signo de desplome.
Según Girault (1986) , pocos edificios cimentados en pilotes de punta tuvieron
problemas durante el sismo. Un par de edificios incrementaron su inclinación
haciendo penetrar los pilotes de punta durante el temblor. El comportamiento de
los pilotes de punta fue mucho mejor que el de los pilotes de fricción. ( Girault
1986)
Al sur de la ciudad se encuentra un conjunto habitacional del que forman parte 8
torres de 17 niveles. La estratigrafía del lugar corresponde a la zona del lago, con
intrusión de numerosas lentes de arena negra volcánica suelta. Para cada edificio,
se decidió usar una cimentación profunda a base de 128 pilotes de punta,
desplantados a una profundidad de 35 m. Para reducir los efectos de la fricción
negativa se diseñaron pilotes de sección variable, con punta cuadrada
de 50 cm de lado en un tramo de 4 m, y de 40 cm de lado en el resto del fuste.
Los edificios, construidos en 1974, presentan una gran emersión con respecto a la
superficie, debido al fuerte hundimiento regional. En la fecha del temblor las
cimentaciones no estaban confinadas, encontrándose las trabes de cimentación
completamente libres, y parte de los pilotes (30 a 50 cm) por arriba del terreno
natural lo que permitió, sin ninguna excavación, revisar su estado después del
sismo, encontrándose hasta 17 pilotes de una sola torre fallados por sobrecarga de
comprensión; la separación de estribos especificada en planos era de 30 cm,
aunque en algunos pilotes se observó a mayor separación reducida de estribos o
espirales, en las cabezas de los pilotes se prolongue mas allá del metro usual, ya
que esta porción normalmente es demolida para ligar los pilotes a las contratrabes
(Flores Ochoa 1986).
La cimentación de un edificio de oficinas, de 12 niveles y sótano a 3 m de
profundidad, se resolvió con pilas, desplantadas a 23 m de profundidad. La carga
de diseño en la base de las pilas fue de 555 t/m2, con un factor de seguridad de 3
y sin considerar fricción negativa. A pesar de esto, y dado que si ocurrió
hundimiento regional (4 cm/año), después de cuatro años, el inmueble exhibe un
asentamiento máximo absoluto de 3.7 cm y diferencial máximo de 3.3 cm
(Reséndiz et al 1970).
El edificio más alto de la ciudad de México (en 1970), consta de una torre de 51
niveles y ocupa un área aproximadamente rectangular de 15.75 por 122.5 m;
entre el nivel de basamento, localizado a 11.1 m de profundidad media, y la sexta
planta, a 14.4 m de altura, el área se amplia a 27 por 145.8 m. La estructura es de
concreto reforzado con losas, trabes y columnas hasta la novena planta tipo (44.5
m de altura) y, a continuación, de tridilosas y columnas. El cambio de sistema
estructural obedeció a que, durante la construcción se decidió aumentar el número
original de niveles y, por tanto, se necesitó emplear un sistema de piso más ligero,
de tal forma que no se incrementara la carga permanente sobre la cimentación. A
partir de los 16 m y hasta la máxima profundidad explorada de 51 m se localizan
los depósitos profundos, en general constituidos por arenas limosas, de gruesas a
finas, con gravas; de los ensayes de penetración estándar se dedujo que se
encuentran en estado compacto a muy compacto. El nivel freático se localizó entre
4.45 y 4.6 m y, de acuerdo con mediciones piezométricas, la presión de poro tenía
una distribución hidrostática, por lo menos hasta 25 m de profundidad; con
respecto al hundimiento general del valle, éste fue nulo hasta 1966 y en 1970 era
de 4 cm/año (Reséndiz et al 1970).
El edificio se cimentó sobre pilas desplantadas a 21 m de profundidad, de diámetro
máximo de 1.5 m. Tomando en cuenta que, con la excavación para alojar el
basamento, la presión efectiva del suelo al nivel de apoyo se reduce a 8.6 t/m2, y
aplicando un factor de seguridad de tres, se obtuvo una capacidad admisible en la
base de la pila de 500 t/m2.
De una prueba de carga en el sitio se obtuvo un módulo de elasticidad del suelo de
apoyo Es=1240 kg/cm2.
A juzgar por el estado del edificio en 1970, su comportamiento ha sido
satisfactorio. Se estima que las pilas soportaban en esa fecha una presión de 300 a
350 t/m2 (Reséndiz et al 1970).
Pilotes de fricción

Algunos de los edificios sobre pilotes de fricción ya mostraban una conducta


irregular antes del sismo de 1985. Los siguientes ejemplos son una muestra de
dicha conducta.
Una edificio sobre pilotes de fricción, cuyo comportamiento lo describen Esteva et
al (1970, citado por Resendíz et al 1970), sufrió durante el sismo de julio de 1964,
un desplome de 1.7 porciento de su altura (106 cm en 22 pisos).
El comportamiento de los siguientes edificios sobre pilotes de fricción es descrito
por Gutiérrez y Rosenblueth (1984):
Subsuelo. El terreno tenía desniveles hasta de 1.5 m. Había un relleno
arqueológico muy permeable con espesores de 1 a 3 m. Según la formación
arcillosa típica del valle, con contenidos de humedad hasta de 500% y cohesiones
de 1.6 a 4 t/m2, interrumpida por lentes o capas de arena limosa o profundidades
y con espesores muy variables. Los espesores de las lentes o capas alcanzaban 3
m. Su resistencia variaba de 3 hasta 50 golpes con la herramienta de penetración
estándar. Aunque no se halló en todas partes, destacaba la capa limoarenosa entre
19 y 21 cm de profundidad. Entre 29 y 32 m se iniciaba la llamada capa dura, con
resistencia entre 10 y 150 golpes. Más abajo vale suponer el perfil que prevalece
en el valle. El nivel freático estaba entre 2 y 3.3 m bajo la superficie. Los espesores
de la arcilla aumentaban en general de poniente a oriente a la vez que disminuían
los espesores y resistencias de las capas y lentes arenosas. Sin embargo, el
hundimiento general de la zona provocado principalmente por el bombeo de
acuíferos en la ciudad, ha sido mayor en el poniente del conjunto. Entre 1962 y
1983 este hundimiento, referido a bancos a 36 m de profundidad, fue de 1.6 m en
el extremo poniente, 1.25 m al centro y de 1.4 m en el oriente.
En algunos puntos se encontraron restos de construcciones prehispánicas,
hasta profundidades de 7 m.
Edificio 1. Es un edificio de oficinas que abarca 138 por 68 m en planta. Consta de
una parte con dos niveles, una torre excéntrica de 42 por 18 m en planta y 21
niveles, y un sótano para maquinaría y estacionamiento. Bajo la torre hay
cascarones y 156 pilotes de fricción de 50 cm de diámetro llevados a 25 m de
profundidad. Bajo el resto hay losa y concreto ciclópeo para dejar una presión de
contacto de 6.1 t/m2 y una sobrecompensación neta de 0.2 t/m2 sin tener en
cuenta la preconsolidación por construcciones anteriores. La torre ejerce una carga
bruta de 22.6 t/m2 de la que se compensaron 11.2 t/m2 por excavación. Los pilotes
tomaron el resto con la hipótesis de 2 t/m2 de adherencia con el terreno, lo que da
una capacidad neta de 56.9 t por pilotes, descontando su peso propio sumergido.
En la colindancia norte había construcciones prehispánicas importantes de las que
se conservan los cimientos al descubierto y entre ellos se ha excavado hasta 2.2 m
de profundidad.

Durante la construcción el edificio se inclinó ligeramente hacia el sur, de


manera que el décimo piso alcanzó un desplome de 8 cm. Hacia arriba se trató de
corregir construyendo las fachadas con una ligera inclinación al norte. Terminado
el edificio se incrementó su inclinación hacia el sur y en menor grado al poniente.
Para detenerlo se hincaron de 1964 a 1965, próximos a las fachadas sur y
poniente, 73 tubos de acero de 6 cm de diámetro exterior, llevados a 29 m
profundidad y tratados electrostáticamente (pilotes electrometálicos) para
aumentar su adherencia con el terreno. Se calculó su capacidad en 24 t por pilote,
equivalente a una adherencia de 4 t/m2 y capacidad de punta de 5.7 t. Además se
colocaron 690 t de lastre en cimentación cerca del paramento norte de la torre.
Por la evolución de los desplomes del inmueble (del orden de 80 cm en las
esquinas NW y SW, y del orden de 70 cm en las esquinas NE y SE, desplomes
hacia el SW), en 1983 se decidió recimentar de nuevo, acudiendo a 15 pilotes de
concreto de 50 cm de diámetro y 37 de 60 cm llevados a la capa dura que yace a
29 m, provistos de juego con los cascarones y de dispositivos de control para que
cada pilote cargara 100 y 150 t, respectivamente. Su propósito fue detener el
movimiento diferencial del terreno; no tenía caso enderezar el edificio, ya que en
su estado actual no ofrece dificultades de funcionamiento ni de aspecto tal
operación habría sido cara y exigido cortar los cimientos, provocando un escalón
entre la parte alta y baja del inmueble y complicando el funcionamiento de sus
instalaciones. Sería prematuro informar sobre los efectos de la recimentación
realizada.

Edificio 2. Es un edificio de apartamentos de 9 pisos. Pesa 11.3 t/m2, de las que


se compensaron 4.9 t/m2 por excavación y el resto se tomó con 150 pilotes de
fricción de 20 por 50 cm hasta 20.4 m de profundidad. La capacidad de cada pilote
se calcula de 39 t. La superestructura tiene dos juntas constructivas. El cuerpo
poniente se inclina 24 cm, mientras que en el central y el oriente el desplome es
despreciable, habiéndose abierto la junta entre las secciones poniente y central.
La causa dominante de los asentamientos diferenciales se debe a que la
lente arenosa dura que en la porción oriente aparece entre 18 y 20.4 m bajo la
superficie (23 golpes), virtualmente desaparece en el extremo opuesto (7 golpes),
mientras que en la sección central es más compacta (35 golpes) y de mayoe
espesor, presentándose a 20.4 m de profundidad. La capa dura que en el
poniente está a 29 m desciende como 2 m hacia el oriente. Los desplazamientos
verticales de los cimientos reflejan la estratigrafía, matizada por la rigidez del
edificio entre articulaciones.

Edificio 3. El inmueble tiene 13 niveles. Su cimentación es a base de un cajón a


3.57 m de profundidad, con pilotes de fricción. Los desplomes son del orden de 40
cm hacia el este y hacia el sur. Más que la erraticidad del suelo las causas de
inclinación han de hallarse aquí en una subestimación inicial de cargas,
aumentadas por los refuerzos estructurales introducidos a raíz de los sismos de
1964 y 1968, a insuficiencia de seguridad contra momentos de volteo y muy
principalmente a la proximidad de estacionamientos con excavación de 2.75 m.
Después del sismo de 1985 algunos edificios sobre pilotes de fricción tuvieron una
conducta deficiente. A continuación se mencionan ejemplos de esto.

Caso 1. El movimiento sísmico del 19 de septiembre de 1985 provocó que un


edificio sufriera un hundimiento súbito de 1.4 m en su fachada sur y un desplome
máximo de 1.37 m. El edificio se encontraba apoyado sobre 133 pilotes de fricción
y desplantado sobre una losa de cimentación colocada a 5 35 m de profundidad.
Antes del sismo el inmueble presenta ya ciertos asentamientos que habían
provocado un ligero hundimiento de la fachada sur ( Aguilar y Rojas 1986).
La primera capa dura se encuentra a una profundidad del orden de 36 m.

Caso 2. Edificio de oficinas de 14 pisos, con un cajón a 3 m de profundidad con 87


pilotes de fricción. La primera capa dura se inicia a los 33 m de profundidad, con
un espesor medio de 2.5 m.
Durante la construcción del edificio, al instalar los equipos para los
elevadores, se observó que la estructura tenía desplomes de importancia, cuya
magnitud se desconoce, por lo que se tomó la decisión de recimentar el edificio,
agregando a la cimentación existente 8 pilotes de 0.4 m de diámetro, desplantados
en una delgada capa resistente, localizada aproximadamente a 26 m de
profundidad, para lo que se consideró una capacidad de carga última de 100 t
(Campos y Estrada 1986).
A raíz de los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985, la estructura sufrió
un hundimiento brusco y permanente en su colindancia con la calle; se midió un
incremento en el asentamiento de 35.5 y 29.4 cm en las esquinas NE y NW,
respectivamente; en la parte del fondo del edificio, el incremento en el
hundimiento resultó de 8.3 y 1.7 cm medidos en las esquinas NE y NW,
respectivamente.

Caso 3. Edificio para oficinas de 6 pisos, con cimentación a base de una losa
corrida parcialmente compensada con pilotes de fricción, que durante los sismos
de 1985 se inclinó permanentemente, lo cual produjo un desplome de 58 cm en 22
m de altura (Correa 1986).

Caso 4. Edificio para oficinas con sótano, planta baja, dos niveles de
estacionamiento y doce niveles tipo. La cimentación está resuelta mediante un
cajón de concreto desplantado a 5.35 m de profundidad, más 133 pilotes de
fricción de sección cuadrada, de 27 m de longitud. El inmueble fue construido en
1980 y se sabe que durante el tiempo que llevaba de servicio había experimentado
hundimientos del orden de 50 cm en su lado sur, lo que generó un desplome que
se estima del orden de 60 cm, esta información no se pudo precisar ya que no se
cuenta con nivelaciones corridas durante ese tiempo, que muestren la tendencia y
el orden de dichos movimientos (Estrada y Campos 1986).
Cabe aclarar que la estructura real difiere del proyecto original: el área
construida se incrementó en 47 m2 hacia el lado sur, por lo que el edificio se
restructuró añadiendo dos columnas, bajo las cuales no se hincaron pilotes. Por
otro lado, se disminuyó el área en la zona norte, las cargas transmitidas a la
cimentación disminuyeron, conservándose el número de pilotes hincados en dicha
zona. Lo anterior dio lugar a que el centro de cargas no coincidiera con el centro
de reacción de los pilotes, produciendo un momento permanente, que al ser
trasmitido al subsuelo provocó, a través del tiempo, el hundimento diferencial que
se sabe tenía el edificio antes del sismo de 1985.
Posteriormente a los sismos de 1985 se efectuó la nivelación del piso del sótano, y
se observó un asentamiento diferencial máximo de 1.46 m. La medición de
desplomes arrojó lo siguiente: en el sentido largo se observaron desplomes en la
dirección sur: en las dos esquinas del lado oeste se midieron desplomes de 1.37
m, mientras que en la esquina sureste se reportó de 1.05 m . En el sentido corto
las dos esquinas ubicadas en el lado norte tuvieron un desplome de 0.09 m en la
direción este; en el lado sur, los desplomes fueron de 0.56 y 0.19 m, medidos en
las esquinas suroeste y sureste, respectivamente (Estrada y Campos 1986).

Según Girault (1986) , se estima que aproximadamente 25 edificios sobre pilotes


de fricción sufrieron durante el sismo de 1985 hundimientos bruscos y en
muchos casos de gran magnitud; se produjeron también desplomes
importantes, prácticamente como cuerpos rígidos. Los hundimientos se debieron
a fallas de capacidad de carga, tanto de los pilotes como de las losas de
cimentación.

Referencias
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de fricción”, Simposio sobre Los Sismos de 1985: Casos de Mecánica de Suelos”,
Soc Mex de Mec de Suelos, 1986
Campos, M A y Estrada, J C, “Recimentación de un edificio esbelto, dañado por un
siismo”, Simposio sobre Los Sismos de 1985: Casos de Mecánica de Suelos”, Soc
Mex de Mec de Suelos, 1986
Correa, JJ, “Mal comportamiento de una cimentación angosta parcialmente
compensada con pilotes den fricción”, Simposio sobre los Sismos de 1985: Casos
de Mecánica de Suelos”, Soc Mex de Mec de Suelos, 1986
Esteva, L, Rascón, O y Gutiérrez, A, “Lecciones de algunos temblores recientes en
América Latina”, Ingenieria Sismica, México, D F, No 3, mayo 1970
Estrada, J C y Campos, M A, “Recimentación de un edificio de oficinas de catorce
niveles, dañado por un sismo”, Simposio sobre los Sismos de 1985: Casos de
Mecánica de Suelos”, Soc Mex de Mec de Suelos, 1986
Girault, P, “Fallas en cimentaciones durante el sismo en la ciudad de México”,
Simposio sobre los Sismos de 1985: Casos de Mecánica de Suelos”, Soc Mex de
Mec de Suelos, 1986

Gutiérrez, A y Rosenblueth, E, "Comportamiento de las cimentaciones de un


conjunto de edificios en la ciudad de México", Memorias del IV Congreso Nal de
Ing Estructural, León, Gto, 1984

Marsal, R J y Mazari, M, El Subsuelo de la Ciudad de México, Facultad de


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Mazari, M, Marsal, R J y Alberro, J, "Los asentamientos del Templo Mayor
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Reséndiz, D, Springall, G, Rodríguez, J M y Esquivel, R, "Información reciente


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Tamez, E, Santoyo, E y Cuevas, A, "Enfrentando el hundimiento de la Catedral",


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