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Lacan�Marx

Una introducción al Seminario 17


¿Tiene la teoría de los discursos de Lacan una relación con la clínica
psicoanalítica, es decir, con nuestra ex:perienda de analistas con la
,neurosis y con las psicosis? Si la tiene ¿cuál es su naturaleza? La tesis que
presenta esta obra es que la tiene, porque en esa teoría está incluida la
representación de un sujeto por un significante para otro significante.
Además, la inclusión del objeto a como elemento constituyente de la
estructura del discurso, la definición de los lugares a los que cada
elemento va a advenir y, finalmente, la dinámica qae la estructura conlle­
va, son las bases sobre las que se conforma una tipología discursiva: el
discurso del amo, el universitario, el de la histérica y el del analista.
La introducción en el campo psicoanalítico por parte de Lacan de esta
tipología renueva el viejo tópico freudiano de la relación entre la
psico­logía individual y "las grandes producciones sociales"; en
"Tótem y Tabú" se trató del arte (la histeria), la religión (la obsesión) o
la filosofía ( el delirio paranoico); de hecho los propios tabúes y los
tótems son de por sí producciones sociales. En la interpretación del
autor, los discursos constituyen también producciones sociales en los
que el sujeto ocupa un lugar, claro que no de manera conciente.
Y qué hay; siguiendo esta línea -y considerando la introducción de
Marx en el texto lacaniano-, de,la más grande y abarcativa producción
social, a saber: el modo de producción en el que la vida social se
produce y se reproduce contemporáneamente; la referencia es, claro, el
capitalismo. Cómo pudo llegar a ser, para Lacan, "capitalista" un
adjetivo para "discurso" (Seminario 18).

El contacto en.t re Lacan y Marx se produce en distintos puntos de la


obra del primero. La presente introducción al Seminario 17 brinda la
oportu­nidad de puntualizar algunas vicisitudes de ese encuentro.
DIEGO COPPO

LACAN-MARX
Una introducción al Seminario 17

q_,.etáJ¿:­
cy1va
Coppo, Diego
Lacan-Marx : Una introducción al Seminario 17 - 1º ed. - Buenos Aires -
Letra Viva, 2010.
235 p. ; 21 x 15 cm.
ISBN 9 78-950-649-286- l
l. Psicoanálisis. I. Título
CDD 150.195

Edición al cuidado de LEANDRO SALGADO

© 2010, Letra Viva, Librería y Editorial


Av. Coronel Díaz 1837, (1425) C. A. de Buenos Aires, Argentina
www.imagoagenda.com I info@imagoagenda.com

Por contactos con el autor: diegogcoppo@gmail.com

Primera edición: Mayo de 2010

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

Queda hecho el depósito que marca la Ley 1 l.723

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, in­
cluidos la reprografía, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expre­
sa autorización por escrito de los titulares del copyright.
ÍNDICE

AGRADECIMIENT OS ......................................7

ANTECEDENTES .........................................9

PRESENTACIÓN.........................................11

CLASE l. LACAN (ALTHUSSERIFOUCAULT) MARX..............13


¿Qué es un autor?...................................15
El nombre de autor ..................................30
Los agentes de los discursos y el nombre de autor ........ 33

CLASE II. LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA...................37


Los instauradores de discurso .........................43

CLASE lll. LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO" ........57


La estructura .......................................58
La falla ............................................60
La cualidad del pensamiento: ¿causa o causado? .........66
La llegada de "el discurso" ............................73

CLASE IV. DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE............... 77


La llegada de Marx al Seminario de Lacan ..............81
Trabajo ............................................84
Introducción del plus ................................88
\1hv1 1 nin11 es del sujeto capitalista ..................89
• 1111111111, al goce y, otra vez,
111111 11111 de una mediación..........................97

1 t V l )NA ENTRADA AL SEMINARIO 17 .................. 103


1 1 11111111 de los discursos, en sí .......................113
1 11 li 1g:i res ........................................ 114
1 11'1 1•1L·mcntos .....................................124
l 1 11•vio al objeto a: La homología lacano-marxiana.......127
, < )11(• es la plusvalía? y, fundamentalmente,
,,dt· d6nde surge? ..................................129

1 '1 A/-11! VI. EL OBJETO a . ............................... 135


r•:l objeto a el 9 de enero.............................139
1,:1 objeto a y los discursos ...........................153
l�I sujeto tachado y el objeto a . ....................... 154
El objeto a y las relaciones amorosas ..................155
Fragmento de un caso...............................156

'LASE VII. ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO .........167


Estructura y discurso................................ 169
Dinámica de la estructura ...........................183

CLASE VIII. HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA............... 189


Actualidad y síntoma ...............................189
Saber, Historia y Discursos .............·.............194
El cambio de o en el discurso ........................207
El burócrata al lugar dominante ......................209

CLASE IX. APLICACIÓN DE LA T EORÍA DE LOS DISCURSOS......213


a) Aplicación y síntoma en el caso Catalina.............214
b) Aplicación y síntoma en el caso Freud y la cocaína ....230
AGRADECIMIENTOS

Sin ninguna duda vaya mi agradecimiento especial al Dr. Abra­


ham Leonardo Gak, quien atrevidamente me permitió reactualizar
la puesta en contacto del psicoanálisis con un ámbito con el cual
siempre ha mantenido relaciones controversiales: la escuela.

Ya en aquello que cabe fuera de las instituciones a José Gran-


dinetti y a Laura Fuks.

DC
Febrero de 2010
ANTECEDENTES

El presente libro ha sido realizado sobre la base de un Semi­


nario dictado durante el año 2006 bajo el título original: "La es­
cuela y el vínculo social: el inconcientc y las épocas" en la Escue­
la Superior de Comercio "Carlos Pellegrini" de la Universidad de
Buenos Aires. Aquel título se debió a que en aquella circunstan­
cia se presuponía la asistencia de profesionales vinculados al ám­
bito educativo. La tarea transcurría en medio de dos pretensiones:
una de divulgación del psicoanálisis y otra de permanente investi­
gación crítica del mismo.

Durante los años 2004 y 2005, había dictado ya dos Semina­


rios cuyos títulos fueron: "El deseo, el lenguaje y las instituciones:
aportes para la intervención en el conflicto en la escuela" Gunto
a Flavia Valicenti) y "El síntoma, la angustia, la escuela" respec­
tivamente.
PRESENTACIÓN

En este trabajo se recorren las condiciones históricas que hi­


cieron posible el desarrollo de la teoría de los discursos en Lacan,
fundamentalmente en su Seminario 17. Sobre ese desarrollo se rea­
liza luego una exposición -seguro que preliminar- de esa teoría,
tanto en lo que hace a sus elementos componentes como a las re­
laciones dadas entre ellos, y por lo tanto a su estructura.

Finalmente se realizan ciertas conjeturas sobre la corresponden­


cia de cada uno de los discursos establecidos en la teoría con las
formaciones económico-históricas, tanto las precapitalistas como
la actual, o sea, la capitalista.

De este modo se intenta profundizar el aporte que Lacan ya ha


realizado -aunque de modo intuitivo- al estudio de la cultura.
CLASE I

LACAN
(ALTHUSSER/FoucAULT)
MARX

Vamos a comenzar recorriendo la Conferencia que diera


Foucault el 22 de febrero de 1969 en la Sociedad Francesa de Fi­
losofía y que fue publicada bajo el título de "¿Qué es un autor?"1
¿Qué tiene de relevante para nosotros esta Conferencia? Por lo
menos dos puntos: el primero es que Lacan asistió a ese encuen­
tro. El segundo, y vinculado al primero, es que sobre la base de esa
asistencia vamos a intentar determinar qué incidencia tuvo -si es
que la tuvo- esta Conferencia en la instauración por parte de La­
can de la teoría de los discursos.
Si uno toma en cuenta la fecha de inicio y desarrollo del Se­
minario 17 dedicado a fondo a la teoría de los discursos (diciem­
bre de 1969 a junio de 1970), podrá afirmar que al menos desde
el punto de vista cronológico fue posible la incidencia que men­
cionamos más arriba.
l. La Conferencia fue publicada en el libro "Entre filosofía y literatura", Volu­
men I, 1999, Ed. Paid6s. Puede encontrarse una versión digital en www.scribd.
com/doc/3784831 /Que-es-un-Autor-M-Foucault, aunque lamentablemen­
te no figuran en esta versión las preguntas formuladas por algunos asistentes:
d'Ormesson, Goldman, De Gandillac, Ullmo y lquién?: Lacan.

13
DIEGO COPPO \ LACAN-MARX

Es el propio Lacan quien reconoce -en la sesión del 26 de fe­


brero del 69 de su Seminario Nro. 16- con su acción de referirse
a su asistencia a la Conferencia de Foucault, el haber sido influen­
ciado. El dice: "me consideré allí convocado".
No podemos perder de vista que en la Conferencia de Foucault
hay dos grandes autores que son separados del conjunto de todos
los otros autores. Me refiero a Freud y a Marx. Es mucho más co­
nocida la influencia del primero sobre Lacan. Pero no podemos
dejar de señalar algo que en nuestro medio psicoanalítico goza
de un no tratamiento: hablo de la incidencia de Marx en Lacan.
En el transcurso del desarrollo de esta obra puntualizaré aspec­
tos teóricos compartidos mediante analogías entre la teoría mar­
xista y la lacaniana. Pero en este punto no quiero dejar de señalar
el hilo transferencia! que en una de sus determinaciones -las per­
sonales y teóricas- llevó al máximo representante de la concien­
cia de la economía política -a través de su crítica- hasta la teoría
de los discursos de Lacan.
Ese hilo transferencia!, además de habitado por Foucault -y
probado en su Conferencia- tiene un antecendente cronológico
en la relación entre Althusser y Lacan. La correspondencia entre
ambos (publicada hace ya poco más de diez años en español) da
prueba de ello, ya que tal intercambio epistolar se mantuvo entre
los años 1963 y 19692.
Es interesante señalar que el puntapié inicial de ese intercam­
bio fue dado por Lacan3 , es decir no se trató de una respuesta a
Althusser -si éste hubiese sido el iniciador del diálogo- sino de
una demanda del psicoanalista al filósofo.
Qué le respondió Althusser entre otras cosas en tan sólo cin­
co días: "(...)en el momento pues en que descubrí estar en condi­
ciones de dar al pensamiento de Marx (.. .) su forma teórica, en­
tonces me vi en el umbral de comprenderlo a usted". Otra vez, y
con una retroacción de seis años respecto de aquella Conferencia

2. Althusser, Louis. "Escritos sobre psicoanálisis. Freud y Lacan". Editorial Si­


glo XXI. Primera edición en francés: 1993.
3. El 21 de noviembre de 1963.

14
CLASE 1 1 LACAN (ALTHUSSER/FOUCAULT) MARX

de Foucault, encontramos a Marx siendo señalado por aquellos a


quienes Lacan se dirigía.
Luego Marx permanecería presente entre ambos, inclusive de
manera confesa por Lacan cuando el 12 de octubre de 1965 le es­
cribe a Althusser: "Estoy leyendo con deleite el volumen que us­
ted tuvo la bondad de envianne"; se estaba refiriendo nada más y
nada menos que a una de las principales obras de Althusser: "La
revolución teórica de Marx" ("Pour Marx"). Podría uno preguntar­
se: ltendrán éstas adulaciones el fin de congratular al semejante?
No faltaría quien formulara esta pregunta depreciando así una po­
sible consideración de la relación Lacan-Marx. En ese caso acepta­
mos de buena gana la pregunta, pero respondemos que no es este
el caso en tanto la explicación de uno de los principales conceptos
inventados por el primero -me refiero al objeto "a" - fue presenta­
da con uno de los conceptos de los cuales Marx fue a su vez si bien
no su inventor sí su gran expositor: la plusvalía.
En este trabajo, mientras desarrollamos una introducción pero
fundamentalmente un intento de prospección a la teoría lacania­
na de los discursos, trataré de poner a prueba cuáles son los al­
cances de la referencia que hace Lacan a conceptos de la teoría
marxista y en el caso de poder establecer los límites de ese alcan­
ce, intentar retomar desde allí, suponiendo que una buena ubica­
ción al respecto pondrá en el mismo camino la orientación de la
resolución del síntoma del sujeto- a su vez quizás siempre sinto­
mática- con la de las catástrofes sociales que se encuentran en el
curso del aumento de la tasa de explotación.

¿ QUÉ ES UN AUTOR?

Iniciando el análisis de la Conferencia de Foucault cabe plan­


tearnos una primera posible diferenciación entre un AUTOR y la
FUNCIÓN AUTOR.
Aquí es necesario hacer un señalamiento: lo que nunca apa­
rece a lo largo de la Conferencia es la expresión siguiente: "fun­
ción DEL autor".

15
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Las expresiones que aparecen de modo sistemático, es decir,


en más de una ocasi_ón son: "función autor", "función «autor»" y
"función-autor".
La ausencia de la expresión "función del autor" la interpreta­
mos como no tratándose en la Conferencia de la función que al­
guien puede cumplir en cierto aspecto, en este caso un autor.
Las reiteradas formas en que aparecen los otros tres tipos de ex­
presiones nos dejan establecido claramente que se trata de un tipo
particular de función. Es decir, "función autor", ''función «autor»"
y "función-autor" nos están designando prácticamente al nombre
propio de una función.
Preguntémonos entonces: qué entendemos por la palabra
"función".
ALUMNA: La función está más allá de una persona. Algo que está insta­
lado; estoy pensando en una escuela y la función directiva, por
ejemplo. A veces el director no está presente en la escuela, porque
por ejemplo se fue a hacer un trámite fuera del establecimiento.
Por haber una organización previa, un cierto orden se da el caso
de que alguien cumpla "la función de director". Las cosas conti­
núan funcionando a pesar de la ausencia de la persona del direc­
tor pero a razón de la presencia de la función de director.

ALUMNO: Yo creo que es un punto de referencia. Yo me muevo de acuer­


do a la referencia que tengo. Si soy hija o soy madre, padre, o soy
directora, o soy profesora. Yo tengo puntos de referencia y los de­
más me tienen a mí como punto de referencia.

CoPPo: Hasta ahora, por lo que han sugerido, se trataría de un conjunto


de lugares que -como todo lugar- son pasibles de ser ocupado.

ALUMNA: Roles.

CoPPo: Habitualmente se dice que alguien cumple "el rol de ... " o "la fun­
ción de ... ".

16
i
CLASE l LACAN (ALTHUSSERIFOUCAULT) MARX

Para Foucault fue un problema difícil de responder por medio


de una definición de qué se trata cuando se habla de "autor".
Freud también se había percatado que en ocasiones el autor
puede ser algo complejo, es decir, no una unidad simple sino una
unidad estructurada. Leámoslo:

"Y bien, señores; (. .. ) No estoy tan enamorado de mi arte ex­


positivo que quiera hacer pasar por un especial atractivo cada
uno de sus defectos estéticos. Y hasta creo que podría haberles
presentado las cosas de otro modo, con más ventaja para uste­
des; por otra parte, estaba en mi propósito hacerlo. Pero uno no
siempre puede llevar a la práctica sus propósitos razonables. A
menudo en el material mismo HAY ALGO QUE LO MANDA A UNO
y LO HACE DESVIARSE DE sus PRIMEMS INTENCIONES. Ni siquie­
ra una tarea tan simple como ordenar un material bien conoci­
do SE PLIEGA DEL TODO AL CAPRICHO DEL AUTOR; se dispone a su
antojo, y sólo con posterioridad puede uno preguntarse por qué
tomó ese aspecto y no otro.' 14

Por nuestra parte, podemos acompañar a Foucault en la esti­


pulación que él hace de este problema y ver a dónde lo (y nos) lle­
va. Parece en principio tratarse de un problema filosófico en tan­
to no está hablando de una definición o del significado que pueda
dar de lo que es la palabra "autor" por el lado de su etimología, o
por el lado del significado brindado por los diccionarios, sino que
más bien, como es un planteo filosófico, trata de problematizar la
definición que nos podría dar por ejemplo, y justamente, el dic­
cionario. Éste tiende a cerrarle la puerta a los problemas filosófi­
cos; más bien él nos da una respuesta operativa cuando necesita­
mos saber el significado de alguna palabra o inclusive en ocasio­
nes de alguna expresión.
Al mismo tiempo que Foucault se preocupa por el problema fi­
losófico, también lo está en esta época por los problemas del len­
guaje. Justamente en el mismo año que dicta esta Conferencia,
4. 24ª Conferencia de introducción al psicoanálisis (1916-17): "El cslucln lll'II
rótico común". Tomo XVI, Ed. Amorrortu. El destacado es mío.

I '/
DIEGO CoPPO I LACAN-MARX

1969, se publica en Francia su libro "La arqueología del saber"5.


"La arqueología del saber'' está compuesto por cinco capítulos,
incluyendo la conclusión. El primero es la "Introducción" pero ya
el segundo lleva por título: "Las regularidades discursivas". Este
a su vez contiene subitems: el subitem 1, "Las unidades del dis­
curso". El 2, "Las formaciones discursivas". El 3, "La formación
de los objetos del discurso". El 4, "La formación de las modalida­
des enunciativas". Quiero decir que para Foucault, en esta época
al menos, uno de los problemas que lo preocupaban, que lo inte­
rrogaban y que lo llevaban a escribir o a dictar conferencias era
el del lenguaje.
Un autor que desde el campo de la matemática y la lógica se
ocupó puntualmente de la noción de "función" fue Gottlob Fre­
ge (1848-1925). Según algún comentarista la envergadura de la
obra de Frege es de tal magnitud que aquellos sobre los que influ­
yó fueron personajes del tamaño intelectual de Russell, Carnap,
Wittgenstein y Husserl. Frege es considerado el fundador de la ló­
gica moderna, es decir, que ha sido colocado a la altura nada más
y nada menos que de Aristóteles en tanto éste último es conside­
rado fundador de la lógica clásica.
Frege dictó una conferencia el 9 de enero de 1891 en la Socie­
dad de Medicina y Ciencias Naturales de Jena que luego dio lu­
gar al artículo que hoy conocemos bajo el nombre de "Función y
concepto" 6•
Se dedica allí a analizar esa expresión matemática (la función),
esa expresión algebraica en la que se afirma la existencia.de un
elemento que no se sabe cuál es y al que suele asignársele para su
representación la letra "x". Se trata simplemente, pero con todo
lo que ello implica, de formalizar una expresión del lenguaje vul­
gar -llamado corrientemente "lenguaje ordinario" por la filosofía
del lenguaje o también conocida bajo el adjetivo de "analítica"­
con una expresión de otro lenguaje, llamado usualmente "lengua-

5. Hay edición en español: Siglo XXI Editores.


6. Esta conferencia se encuentra en "Estudios sobre semántica", editorial Hi­
pamérica.

18
CLASE 1 1 LA.CAN (ALTHUSSER/FoucAULT) MARX

je artificial", como puede ser por ejemplo el de la matemática. Al


elemento que se desconoce de esa expresión del lenguaje artificial
pero que sin embargo se lo reconoce, se lo simboliza con otro ele­
mento que constituye un signo arbitrario: para el caso "x". Lo que
simboliza ese elemento arbitrario es que en esa expresión mate­
mática, algo siempre puede ser reemplazado, aunque la operación
que recaiga sobre ese algo siempre va a ser la que indica la otra
parte de la función, parte que no posee la propiedad de ser susti­
tuible. Frege dice: "Esta es la diferencia de principio que hay en­
tre las funciones y los números."
Nos encontramos frente a dos tipos posibles de expresiones:
unas variables y otras no variables. Las primeras son las funcio­
nes, las segundas son los números. Ejemplo de la primera es "2x
+ 2". Ejemplo de la segunda es "2". Hay una indeterminación en el
caso de la primer expresión, la cual cambia cualitativamente -pa­
sando a ser determinada- sólo en el caso de que reemplacemos a
la "x" por un número. En cambio, en el caso de la segunda expre­
sión ("2" ), ella se encuentra absolutamente determinada.
Frege llama a la expresión que contiene un elemento descono­
cido (pero reconocido y reconocible) y a la vez reemplazable por
un elemento arbitrario, capaz de ser a su vez nuevamente reem­
plazado por cualquier otro elemento: expresión no saturada. Es
una expresión que tiene un lugar vacío. Y ese lugar vacío...
ALUMNA: Es lo que se llama una variable?

CoPPo: Si, una variable pero no es con ese nombre como lo llama Frege.
A la "x" de la función y a todos los números que pueden eventual­
mente ocupar su lugar Frege los llama "argumento". En ese lugar
preciso de la expresión se pueden poner a su vez distintas expre­
siones y, lógicamente, lo que resulta de la función es distinto se­
gún el argumento que se ubique allí.

lPor qué realizamos en este punto una consideración de lo


que Frege entiende por "función"? Lo hacemos porque la consi­
deración matemática del concepto de función nos permite resal-

19
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

tar la diferencia entre algo no variable (los números) y algo varia­


ble (la función).
La relación entre "función" y "argumento" nos permite introdu­
cir la consideración de algo no variable (un discurso) en relación
a la variabilidad que le entrega su agente determinado (el amo, la
universidad, la histérica o el analista). Foucault captó la variabili­
dad que le entrega a un discurso o a un texto la relación que éste
tiene con su autor; es por eso que le resultó necesario inventar la
idea de ''función autor'' o sus otras dos variantes que hemos se­
ñalado '1unción «autor»" o '1unción-autor".
Lo que Foucault trata de hacer es interrogar al significado que
nosotros podamos otorgar, desde el lenguaje corriente, a la pala­
bra "autor", en el sentido de aquel que escribe algo o aquel que
dice algo a través de un discurso. Más bien Foucault introduce la
consideración del autor como aquello que cumple una cierta fun­
ción en un discurso.
También y como consecuencia de distanciarse de la conside­
ración vulgar que nos entrega el lenguaje cotidiano, no necesa­
riamente la función autor es cubierta por una persona. Es más,
tampoco por una persona sóla o sólo por una persona. Foucault
da un ejemplo que es el de Bourbaki. Bourbaki es el autor de una
serie de textos, sin embargo no es el nombre propio de una perso­
na, sino de un grupo de matemáticos franceses que se autonomi­
nó de esa manera y trabajan en función de ese nombre de autor.
Lo mismo pasa con el libro, muy recomendable para mí por otra
parte, de lógica "Introducción a la lógica" cuyo autor es L.T.F.
Gamut y cuya edición en idioma original es de 19827• Esta obra
ha adquirido tal éxito en los ámbitos académicos que inclusive
ha llegado a reemplazar en ellos a la clásica "Introducción a la
lógica" de Irving Copi8• Tal vez para vuestra sorpresa, L.T.F. Ga­
mut no es un señor o una señora como supongo que al menos a
la mayoría de ustedes le ha parecido. "L.T.F. Gamut", tal como lo

7. Hay edición en castellano: Editorial Eudeba, 2002.


8. Edición en idioma original: 1953. Edición en español: Editorial Eudeba,
1968.

20
CLASE 1 1 LACAN (ALTHUSSER/FOUCAULT) MARX

ha denominado el director de la colección en que fuera publica­


do el libro -se trata de Eduardo Barrio-, es un "seudónimo co­
lectivo" en el que se encuentran incluídos los siguientes señores:
Johan van Benthem, Dich de Jongh, Jeroen Groenendijk y, final­
mente, Henk Verkuyl. Desconozco los motivos que hicieron que
este colectivo de personas reemplazara sus respectivos nombres
propios por otro que finalmente sería para quienes desconocie­
ran los detalles de esta trama dificultoso no reconocer en Gamut
al autor del libro.
Hay otro ejemplo que va por el lado contrario. A raíz de los he­
chos ocurridos en el local bailable llamado Cromagnon el 30 de
diciembre de 2004 la Secretaria de Educación del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, divulgó en los primeros días del mes de
marzo de 2005 entre todos los directivos sobre todo de escuelas
medias de la ciudad, un documento a través del cual daba indi­
caciones acerca de cómo tenían que tratar, eventualmente, a los
chicos que habían estado en ese lugar aquella noche. Muy llama­
tivamente el texto no tenía el estatuto jurídico al que se ajustan
los textos oficiales emitidos por alguno de los poderes de la Ciu­
dad, los cuales son las resoluciones o los decretos (ambos tenien­
do por único autor posible al Poder Ejecutivo) o las leyes (lo mis­
mo del Poder Legislativo). El documento en cuestión circuló ha­
cia las escuelas por la vía oficial del Gobierno, tanto es así que en
el ejemplar con el que nosotros contamos figura el sello oficial de
la escuela que señala la recepción del texto. Pero he aquí lo que
me interesa remarcar: el documento no tenía firma. Tenia mem­
brete, decía en la parte superior de la hoja, centrado: "Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires".
ALUMNO: Era oficialmente estatal aunque ningún funcionario lo suscribió.

Coppo: lQué pasó en este caso con el autor o con la función autor? El
texto existe -aún hoy, en tanto ya no puede ser borrado-; conse­
cuentemente, alguien lo escribió. No es para dejar pasar que ob­
viamente hay muchos textos en diversos lugares que no tienen
firma; de esta especie son, por ejemplo, las leyendas que sole-

21
I
D1EGO CoPPO LACAN-MARX

mas encontrar en algunos billetes que circulan por nuestras ma­


nos. Sin embargo, estamos hablando de un texto que tiene un va­
lor indicativo desde las más altas esferas estatales hacia los fun­
cionarios que se encuentran en escalones inferiores.

Es interesante ver en este caso qué sucedió con la función autor.


Pero para ello tendremos que introducir la herramienta que nos
permita cumplir nuestro objetivo que es entre otros clarificar qué
entiende Foucault por (nombre de) autor y por función autor.
Seamos sistemáticos y veamos las definiciones que encontra­
mos en la Conferencia sobre lo que es "el nombre de autor":

No es simplemente un elemento en un discurso.


• Desempeña en relación a los discursos cierto papel.
• Asegura una función clasificatoria.
• Permite reagrupar cierto número de textos, excluir algunos,
oponerlos a otros.
• Relaciona a los textos entre ellos.
• Caracteriza a un cierto modo de ser del discurso, retirán­
dolo de lo que puede ser una palabra cotidiana, indiferen­
te, "una palabra que se va, que flota y pasa, una palabra
que puede consumirse inmediatamente".

Busquemos ahora las definiciones de ''función autor":

Es una propiedad que pueden tener o no tener los discursos.


Es la característica del modo de existencia, de circulación
y de funcionamiento de ciertos discursos en el interior de
una sociedad.

Siguiendo este conjunto de definiciones, vemos que tanto en el


caso de Bourbaki (caso en el que el autor no coincide con el nom­
bre de autor) como en el caso del texto vinculado a los hechos de
Cromañón (caso en el que no puede ubicarse al autor en cuanto
persona, aunque sí en cuanto Estado) la función autor ha opera­
do en tanto ambos textos han tomado cierto estatuto que los ha

22
¡
CLASE I LACAN (ALTHUSSER/FoucAULT) MARX

retirado de "una palabra que se va, que flota y pasa, una palabra
que puede consumirse inmediatamente".
Foucault, además de hacer una problematización del tema del
discurso y sus autores desde el punto de vista filosófico, también
produce cierta consecuencia -en función de estos ejemplos que
estuvimos viendo- evidente y eminentemente práctica. Hay docu­
mentos que circulan y que no están rubricados por nombres pro­
pios de personas.
Así es que hemos reunido alguna evidencia de que puede pre­
sentarse entre los discursos y las personas un cierto movimiento,
una cierta variabilidad a partir de los cuales se produce determi­
nados efectos.
Podría uno interpretar que el hecho de que un documento no
tenga firma o que un libro esté escrito por un conjunto de perso­
nas que se autonominen con determinado nombre, no afectaría
en nada al contenido del discurso, a su significado. Pero también
podríamos considerar que esos discursos, esos textos son capaces,
por tener esta relación particular con sus autores, de ser objeto, de
sufrir y producir efectos determinados.
Foucault no es amigo de las formalizaciones, más bien lo es de
la expresión en su forma corriente. No encontramos en sus tex­
tos lo que hace, por ejemplo, Aristóteles al determinar designar
a cierto objeto con una letra. Foucault no tiene esa gimnasia. De
todas formas lo que él dice se puede formalizar tanto como cual­
quier discurso. En función de lo que dije hasta ahora es oportuno
plantear el siguiente esquema.
Coloquemos sobre la barra a la obra, al texto, al libro, elemen­
tos todos que aparecen enumerados en la Conferencia.

obra
texto
libro
autor

23
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Tanto sea una obra, un texto o un libro, los tres constituyen una
forma expresiva objetivada por una evidencia sensible, ya que to­
dos tienen un soporte material, pero a cuyo autor, Foucault pro­
blematiza. Por eso formalizo la escisión de este modo: con una
barra que divide un "arriba" de un "abajo". Hay una división en­
tre el que escribe (ya vimos que no necesariamente se encuentra
aquí a un individuo9 ) y su escrito. No sabemos de qué caracterís­
ticas es esta división. Alguien puede decir que en principio si al­
guien escribe, entre sí mismo y lo que escribe hay una distancia.
Esto es evidente. Sin embargo, estamos hablando de la autoría.
Esta división, esta escisión delimita también lo que Foucault dis­
tinguió en algún momento: por un lado un discurso; por el otro,
sus condiciones de posibilidad.

Discurso
Condiciones de posibilidad
Casi sin darnos cuenta, y en los propios términos de la obra de
Foucault, hemos reemplazado las nociones de "obra", "texto" y "li­
bro" por la de "discurso". Pero si bien señalamos que este reempla­
zo es realizado al interior mismo de la obra de Foucault -lo que a
veces se señala como "en sus propios términos" - tampoco pode­
mos desconocer que la noción de "discurso" toma un peso signifi­
cativo en la obra de Lacan, siendo a ese lugar al que nos estamos
dejando llevar por el recorrido mismo de los conceptos.
Respecto a las condiciones de posibilidad del discurso, ellas son
de tal importancia que justamente, condicionan su propia existen­
cia, sus condiciones de aparición.
ALUMNO: Ese condicionamiento se refiere a la posibilidad de atribuirle un
autor a un discurso.

CoPPo: Claro. Hay un problema que es la posibilidad de atribuirle la au­


toría de un determinado discurso a alguien. Pero las condiciones
9. Foucault usa la expresión "individuo" contraponiéndola a la de "sujeto".

24
CLASE I I LACAN (ALrnussERIFoucAULT) MARX

de aparición de ese discurso, lpor qué reglas está determinada?


Foucault lo dice así. Parecería ser que hay reglas que determinan
la posibilidad de que un discurso aparezca o no.

Fíjense hasta qué punto no sería voluntad del autor el hecho


de que se produzca un discurso, sino de las condiciones materia­
les que en tanto tales deberían estar dadas. Podríamos pensar ésto
en el orden del discurso10 , en el conjunto de los discursos en que
está metido ese sujeto, lo cual desde este ángulo no sería intras­
cendente respecto de las condiciones de posibilidad de aparición
de cierta obra. El estar metido del sujeto podemos interpretarlo
como el vínculo social, una de las definiciones que Lacan diera
para definir al discurso.
En última instancia alguien podría pensar que el sujeto se en­
cuentra sujetado de un modo absoluto, que está totalmente limita­
do en sus posibilidades de constituirse en autor de discurso, con­
dicionado por las circunstancias. Cabe preguntarnos en este caso
de qué se trata entonces cuando pensamos en esas condiciones.
Esas condiciones pueden ser establecidas por aquellos significan­
tes que representan al sujeto y en las posibilidades de que se esta­
blezca esa representación no encontramos otro mecanismo que
el de la identificación.
Continuemos retornando al razonamiento filosófico recordan­
do que al momento en que Foucault dicta su Conferencia, ya ha­
bía escrito "Las palabras y las cosas': título de la obra en el cual
se hace presente uno de los problemás clásicos en el estudio del
lenguaje. Pero él dice que en ese texto se había dedicado, más que
10. "El orden del discurso" es el título del libro en el que fuera publicada la lec­
ción inaugural del trabajo que Foucault realizara desde 1970 en el College
de France sucediendo a Jean Hippolite en el cargo de la cátedra de Histo­
ria de los sistemas de pensamiento. Puede leerse en la introducción de ese
libro: ''.A través de un minucioso análisis de las variadas formas de acceso
(o de las prohibiciones y tabúes) a la palabra, de la marginalidad de deter­
minados discursos (la locura, la delincuencia) o la controvertida voluntad
de verdad de la cultura occidental , este opúsculo consigue poner de mani­
fiesto la inquietante fragilidad de categorías filosóficas aparentemente sa­
crosantas, como las de sujeto, conciencia e historia''. Tusquets Editores.

25
I
DIEGO COPPO LACAN-MARX

al autor, a las masas verbales, tal como podría hacer, piensa, un


lingüista recortando enunciados más o menos arbitrariamente, se­
leccionando grupos de discursos, agrupándolos, confrontándolos
con otros, poniéndolos en relaciones diversas, etc. A esas masas
verbales, Foucault las delimitaba fehacientemente. El habla ahí
de algunas de ellas tales como ser las de la "historia natural" o las
del "análisis de las riquezas", o las de la "economía política". To­
dos discursos que hablaban sobre ciertos objetos; por ejemplo en
el caso del segundo, sobre las riquezas. La economía política, so­
bre el valor, sobre el problema del valor de los productos o -des­
pués de Marx-, de las mercancías.
Sin embargo, dice que ahora -en el momento de la Conferen­
cia- está dedicado a otro tema; que él trae hoy un problema que no
sabe exactamente a qué lugar lo va a llevar; él tiene un proyecto;
dice: "es preciso evidentemente que justifique un poco más, ante
ustedes, el tema que he propuesto que es ¿qué es un autor?"
En la época de "Las palabras y las cosas" Foucault dice que te­
nía como objeto a las masas verbales o también lo que llama "ca­
pas discursivas"; se trataba de conjuntos de discursos aplicados o
dirigidos a estudiar ciertas partes de la realidad. Dice:

"... el problema para mí no era describir a Butfon o a Marx, ni


restituir lo que habían dicho o querido decir: trataba simplemen­
te de encontrar las reglas según las cuales ellos habían forma­
do cierto número de conceptos o conjuntos teóricos que pueden
encontrarse en sus textos''.

A esas reglas no se me ocurre a mí otra cosa que condensarlas


en dos vertientes: las que proveen las condiciones materiales de la
existencia junto a las que proveen las identificaciones con aque­
llos significantes que, como todos ellos, no representan otra cosa
que a un sujeto. A esta segunda vertiente puedo llamarla la de la
transferencia que, por ejemplo para el caso de Marx, es a esta al­
tura bastante fácil de reconstruir (Hegel, Proudhom, Feuerbach,
Petty, Smith, Ricardo). Hilando más finamente sobre este último
punto, cabe la siguiente pregunta: "Pero, la ídentificación, ¿no es

26
CLASE 1 1 LACAN (ALTHUSSERIFOUCAULT) MA11.X

un proceso inconciente?". Yo respondería: ¿Quién puede negar­


lo? Pero cómo saber de la identificación de un sujeto si no es por
su obra o, ya realizando el reemplazo que hemos concretado más
arriba, por su discurso.
O sea, que ya de por sí no se trata, no se trataba aún en esa
época, de una reproducción de la teoría de Marx o de quién sea,
de una explicación como se puede dar en una clase en la que al­
guien quiere transmitir la teoría de cierto autor; sino que en este
punto ya estaba haciendo Foucault cierta operación de trascen­
dencia respecto de lo que puede implicar la repetición de un dis­
curso teórico; más que de una repetición se trata aquí de una in­
novación teórica.
Foucault dice que otro objetivo que se había propuesto en la
época de "Las Palabras y Las Cosas" fue: buscar las condiciones
de funcionamiento de prácticas discursivas. ¿Qué sería eso? Se­
ría justamente estudiar a los discursos sin los autores.
Foucault anuncia que las consecuencias de todo este conjunto
e.le ideas están en un texto que pronto va a aparecer, que, por lo
que deduzco, se trata de "La arqueología del saber". Dice: "trato
allí de dar estatuto a grandes unidades discursivas". Es lo que cité
anteriormente que figura como subítem 1 de alguno de los capítu­
los: unidades discursivas. ¿Qué podemos entender por dar "esta­
tuto" a unidades discursivas? Entiendo que "dar estatuto" signi­
l'ica localizar el momento, el instante en el que se articula al dis­
curso un autor.
Insiste en que otra cuestión se plantea a partir de ahora: la del
autor. "Esta noción de autor constituye el momento importante
tic la individualización en la historia de las ideas."
Dice: "Por ahora quisiera encarar solamente la relación del tex­
to con el autor". Fíjense, esto se podría escribir al revés. Podría in­
terpretarse que el sujeto sea lo determinante y el texto sea lo de­
l crminado, suponiendo que alguien es dueño de sus palabras. Con­
l i11úa: "... quisiera encarar solamente la relación del texto con el
autm� la forma en que su texto apunta hacia esa figura que le es
,·.-.:tcrior y anterior, al menos en apariencia''.
Cuando dice "exterior", considero que lo dice bajo la idea de que

27
DIEGO COPPO j LACAN-MARX

el lenguaje le es exterior al sujeto y que éste se vincula con esa ex­


terioridad, de modo que lo que estaría rigiendo las relaciones entre
el sujeto y el lenguaje sería una topología que considera al lenguaje
como lo exterior al sujeto, cosa que es bastante difícil de mantener
cuando por ejemplo se trata de interpretar el acto fallido desde el
psicoanálisis. Porque áesiste la división topológica entre interior
y exterior una supuesta explicación de cómo el hombre se vincula
con el lenguaje? ¿Es el lenguaje un objeto externo con el que el su­
jeto se vincula tal como lo hace con otras cosas? Parecería ser que
en la interpretación de las relaciones del sujeto con el lenguaje po­
dría considerarse otra relación topológica que la de la interioridad­
exterioridad, dado que si tenemos la cadena del discurso proferida
por un individuo que habla, y si esa cadena es todo lo que la per­
sona dice, ¿cómo se entiende que irrumpa de repente algo que es
inconsistente respecto de lo que venía diciendo (lo anterior) y de lo
que continúa diciendo (lo posterior). En este caso la inconsistencia
no se ajusta a la definición que en lógica se entiende por ella, es de­
cir, por contradicción. La inconsistencia en este caso tiene por ca­
racterística la irrupción de un elemento en el lugar de otro que era
esperado, operación que constituye una metáfora que rompe even­
tualmente el carácter poético {con el ingrediente social que ella im­
plica) y se encuadra en una especie de metáfora privada.
Lacan, en momentos avanzados de su obra, desarrollará esta
insuficiencia de la interpretación reducida a lo interno y lo exter­
no para explicar las relaciones del sujeto con el lenguaje.
Sobre el problema de la anterioridad (y por ende, de la poste­
rioridad): muchas veces los autores de libros científicos comienzan
a hablar, sobre todo al inicio de los mismos, haciendo un resumen
de cuál es el estado de conocimiento del problema que van a tra­
tar, citando a los autores que lo abordaron hasta ese momento. Por
un lado, se hace un relevamiento de todo aquello que es anterior al
texto que van a escribir, pero por otro lado su texto, su producto, su
fin será medio para nuevos discursos; su texto será posterior al dis­
curso en el que el suyo se va a articular. En "Epistemología y Meto­
dología: Elementos para una teoría de la investigación científica 11 "
11. 1993. Editorial Eudeba

28
CLASE I j LACAN (ALTHUSSERIFOUCAULT) MARX

de Juan Samara, se hace mención a la importancia que en el proce­


so de investigación tiene lo que comúnmente puede llamarse "fase
exploratoria del campo a investigar". Si bien el científico se esfuer­
za por hacer candente este trabajo exploratorio lográndolo en ma­
yor o menor medida, la operación del autor se produce más allá de
la conciencia, empujada esa operación por las reglas que la condi­
cionan y que Foucault llamó condiciones de posibilidad.
Muchas veces aquí, en el trabajo en la escuela, se han dado si­
tuaciones en las que estos problemas que estamos tratando se han
hecho patentes. Ustedes saben que entre una de las actividades
de los profesores figura la de realizar evaluaciones de sus alum­
nos; en algunas ocasiones esa pruebas consisten en que sus alum­
nos deben escribir. Ha sucedido que en circunstancia en las que
debían figurar en esos escritos determinados contenidos apare­
cían otras cosas; cosas que inclusive en algún caso habían llega­
do a consistir en un insulto -no necesariamente dirigido al lector,
en ese caso el profesor-.
Sin desconsiderar lo urticante que puede producir en cualquier
lector una expresión insultante, desde este planteo filosófico, po­
demos preguntarnos en qué lugar estará esa obra respecto de su
autor ¿se podría pensar que hay más de un autor'? Si se pudiese
pensar que hay más de un autor, se nos abriría de ese modo una
perspectiva diferente que si no pudiéramos pensar que hay, even­
tualmente, más de un autor.
Fíjense qué interesante porque, a quienes trabajamos en escue­
las, desde el psicoanálisis, qué caminos posibles se 110s abren fren­
te a un episodio como éste. Como necesitamos te ner el discurso
del sujeto no tenemos más alternativa que convocar al jóven su­
puesto a conversar a partir de lo cual se abre eventualmente un
discurso que no sabemos de antemano a dónde remitirá, pero so­
bre el cual nos mantenemos alerta para localizar qué fue lo que
allí se conmovió en la relación entre la obra y su autor.
Muchas veces también en las intervenciones judiciales los jue­
ces le preguntan a los psiquiatras o a los psicólogos, cada vez más
frecuentemente, su opinión sobre los movimientos que pueden
darse entre la obra y su autor, entre una conducta y quien la ejecu-

29
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

ta, entre un hecho y quien es agente de ese hecho. Piensen que un


hecho por supuesto puede ser un hecho de palabra. Por supuesto
que los funcionarios judiciales no lo formulan de este modo pero
puede intuirse que hay allí una pregunta de este tipo.
Las autoridades de las escuelas, cuando convocan a los pro­
fesionales para que intervengan, también plantean preguntas de
este tenor.

EL NOMBRE DE AUTOR

Ya fue dicho que para Foucault puede ser que el autor desapa­
rezca. Puede ser que el autor esté sufriendo esta desaparición. Dice:
"En primer lugar querría evocar en pocas palabras los problemas
planteados por el uso del nombre de autor. ¿Qué es un nombre
de autor? y ¿cómo funciona? Bien lejos de dar una solución ..."
(otra vez la precaución de Foucault en esta Conferencia recordan­
do todo el tiempo que no va a dar una solución, que simplemente
está explorando un terreno) "... indicaré solamente algunas de las
dificultades que presenta". ¿Qué es el NOMBRE DE AUTOR? Dice que
el nombre de autor es, efectivamente un NOMBRE PROPIO, pero que
el nombre propio, en sí, plantea sus mismos problemas.
En la filosofía del lenguaje el nombre propio es un elemento
bien problemático. Entre los distintos análisis (Frege, Mill, Witt­
genstein, Church) Foucault se refiere a los de John Searle a quien
menciona de manera explícita.
Searle es un autor eminente de la filosofía del lenguaje, de la fi­
losofía analítica. Es norteamericano pero buena parte de su carrera
intelectual transcurrió en Inglaterra, específicamente en Oxford 12.
En su libro "Actos de habla" caracteriza al significado de los nom­
bres propios como uno de los "dos problemas tradicionales de la
filosofía del lenguaje" 13. Searle nos dice que en principio el nom-
12. Para más datos sobre la biografía y la obra de John Searle ver www.libros­
enred.com/Libros/ conversacionesconj ohnsearle .aspx
13. Editorial Cátedra, página 161. El otro problema tradicional es el de las des­
cripciones definidas.

30
CLASE I I LACAN (ALrnussER/FoucAULT) MARX

bre propio es aquello que utilizamos para representar al objeto 14 •


Agrega luego que ''los nombres propios no tienen sentido, son mar­
cas no significativas". El nombre propio no describe al objeto en
absoluto (a diferencia de las descripciones definidas). Identificar a
un objeto por medio de su nombre propio no conlleva para nada
conocer algún hecho o aspecto del mismo. Searle destaca que el
nombre propio trabaja respondiendo a "nuestra necesidad de se­
parar la función referencial de la función predicativa del lengua­
je". Sin embargo, advierte y nos advierte que "nosotros no llega­
mos jamás a referirnos de manera completamente aislada de la
predicación...". lPor qué? Porque es absolutamente imposible que
al querer identificar al objeto "Aristóteles" no nos veamos conmi­
nados a predicar al menos algo acerca de él, por ejemplo, que es
quien escribió el Organón. En el caso de Aristóteles -y en el de
cualquier individuo que haya muerto- ni siquiera contamos con
la mudez indicativa que nos posibilita el dedo ostensivo.
Coincidiendo en este punto Foucault con Searle, dice el prime­
ro: "No es posible hacer del nombre propio, evidentemente, una
referencia pura y simple". lQué quiere decir? Que el nombre pro­
pio y el nombre de autor, igualmente (porque el nombre de autor
es un nombre propio), no sólo tienen funciones indicadoras.
El nombre propio no sólo tiene funciones indicadoras respec­
to del objeto al que señala casi ostensiblemente. Es más que una
indicación, es más que el gesto de un dedo apuntando hacia al­
guien; en cierta medida, el nombre propio es el equivalente de
una descripción.
Una descripción, ¿en qué sentido? Frente a la pregunta"¿ Quién
es Aristóteles?" nos vemos obligados a realizar aunque sea la más
mínima descripción respondiendo, por ejemplo, "El que escribió
el Organón" es una respuesta posible cuya acción indudablemen­
te es la de describir.
¿ Cómo se indica, cómo se señala a Aristóteles? Va de suyo que
desde hace más de 2000 años no existe alguien capaz de señalar
a Aristóteles pero sí se lo puede describir. Puedo decir que Aristó-
14. Página 166.

31
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

teles, a través de una descripción, es el autor de tal libro. Son en­


tonces dos las funciones que el nombre propio tiene. La de indi­
car y la de describir. En este sentido el nombre propio y el nom­
bre de autor son idénticos, comparten las propiedades.
Sin embargo, más adelante, Foucault señala las diferencias que
existen entre el nombre propio y el nombre de autor; no las identi­
dades sino las diferencias. ¿cuáles son esas diferencias? Dice, "Si,
por ejemplo, me doy cuenta de que Pierre Dupont no tiene los ojos
azules..." (Pierre Dupont como nombre propio) "... o no nació en Pa­
rís o no es médico, etc., no es menos cierto que ese nombre Pierre
Dupont, siempre continuará refiriéndose a la misma persona''.
O sea, a Pierre Dupont, al nombre propio "Pierre Dupont" no le
importa cómo yo lo veo o qué sé yo acerca de Pierre Dupont o qué
juicio tengo hecho acerca de él; sino que lo que se va a mantener
estable es la relación entre el nombre "Pierre Dupont" y la perso­
na a quien se refiere. Continúa"... el vinculo de designación no se
modificará por ello". Yo puedo tener un juicio equivocado acerca
de los ojos de Pierre Dupont pero voy a seguir señalando con mi
dedo a la misma persona cuando alguien me pregunte "¿Quién es
Pierre Dupont?". Ese es Pierre Dupont, solamente que me equivo­
qué cuando le vi los ojos. Hasta aquí el nombre propio.

"Por el contrario, los problemas que plantea el nombre de au­


tor son mucho más complejos: si descubro que Shakespeare no
nació en la casa que hoy se visita, he aquí una modificación
que evidentemente, no va a alterar el funcionamiento del nom­
bre de autor..."

en tanto Shakespeare va a seguir siendo el autor de las obras


que escribió; tal descubrimiento no afectaría en absoluto al nom­
bre de autor; "... pero si se demostrase que Shakespeare no escri­
bió los Sonetos que pasan por ser suyos, se produce un cambio
de otro tipo'� O sea, aquí sí, este otro descubrimiento ya afecta al
nombre de autor.
Esta afectación sobre el nombre de autor no tocaría en nada
al nombre propio en tanto éste continuaría manteniendo su rela-

32
(CLASE 11 LACAN (ALTHUSSERIFOUCAULT) MARX

,·ion de indicalción respecto a la persona de Shakespeare en tanto


rdcrcncia. Ah1ora, frente a la pregunta "¿Saben quién es Shakes-
1warc?", debit:era responder "El que hasta ahora se pensaba que
l i ahía escrito 1los Sonetos". Lo puedo seguir describiendo desde el
p1111to de vist.a del nombre propio, pero se ha alterado su nom­
l1rc de autor.
1 )e este mo>do aparece la diferencia que me permite distinguir
q111: el nombrt de autor y el nombre propio no son lo mismo. Si
1 u, pudiéra m01s localizar al menos una d iferencia entre el nom­
l 1n · propio y e;l nombre de autor ambas nociones serían sinóni-
111as. lQué ut i�idad tendría contar con dos nociones para definir
In 111ismo? Pof una cuestión económica las podría denominar de
l.1 111isma forma. Pero si encuentro la o las diferencias se me pre­
·,1·11la la obliga�ión, por la necesariedad lógica, de tener que esta­
lil t -i:cr dos nociones distintas: una el nombre propio y otra el nom­
l 111· de autor.
1-'oucault da por concluída esta serie de ideas con la siguiente
11rnposición: "l�l nombre de autor no es entonces exactamente un
11, )lflbre propio como los otros':

1 ,< >S AGENTES DE LOS DISCURSOS Y EL NOMBRE DE AUTOR

Comencemos este apartado con las siguientes dos preguntas:

1. lPor qué colocar en continuidad a los términos de obra,


texto y füJro (Foucault) con el de discurso (Lacan)?
• > ¿Puede e,tablecerse alguna relación entre la noción foucaul­
tiana de ['IOMBRE DE AUTOR y la lacaniana de DISCURSO?
A la primera pregunta respondo que esa continuidad queda es­
t .tlilccida porqur- es el propio Foucault el que tanto en esta Confe-
1, ·11t:ia como en c)tras obras de su autoría -tal como ya lo he men-
1 iotiado- establc-ce a la noción de "discurso" como un elemen­
lt I de estudio.

33
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

A la segunda pregunta respondo que por supuesto que se pue­


de y al establecimiento de tal relación lo formulo de este modo:
los cuatro agentes de los discursos lacanianos son sus nombres de
autor (amo, universitario, histérica y psicoanalítico). De este modo
estoy agregando elementos a lo que Foucault llama "la singulari­
dad paradojal del nombre de autor". Lo estoy haciendo dado que
en este caso me encuentro postulando nombres de autores que no
son nombres propios.
Pero veamos cuáles son los caracteres que posee el nombre de
autor; ellos son:

No es simplemente un elemento en un discurso.


Desempeña en relación a los discursos cierto papel.
• Asegura una función clasificatoria.
Permite reagrupar cierto número de textos, delimitarlos, ex­
cluir algunos, oponerlos a otros.
Caracteriza a un cierto modo de ser del discurso.
Prácticamente funda al discurso, en tanto diferente de la pa­
labra cotidiana, indiferente, que se va, que flota y pasa, una
palabra que puede consumirse inmediatamente.
• Permanece siempre en el campo del signo o del símbolo,
con prescindencia inclusive de que su punto de partida sea
el interior del discurso y el de llegada el individuo real, a
diferencia de lo que realiza el nombre propio enviando un
señalamiento que cae sobre la persona real.

¿por qué en la teoría lacaniana de los discursos se establece la


existencia de al menos más de un discurso? ¿por qué no se tra­
ta de sólo uno? Ahora podemos decir que no es uno porque exis­
te el nombre de autor y si éste no realizara su operación clasifica­
toria, no estaría garantizada la existencia de al menos más de un
discurso; aunque sea la clasificación mínima de dos.
Si postulamos que los discursos sólo son concebibles en tanto
plurales (y no singular) se nos arma ya la posibilidad de una tipo­
logía de los discursos.

34
CLASE I I LACAN (ALTHUSSER/FoucAULT) MARX

Respecto a reagrupar cierto número de textos, delimitarlos, ex­


cluir algunos y a esos a su vez, oponerlos a otros, tomemos como
1·jemplo la clásica oposición entre estructuralistas y existencialis­
L,s. ¿cómo agrupamos a cada uno de los textos a los que a su vez
podría considerárselos pertenecientes a cada una de estos con-
11mtos? Ese eventual agrupamiento dependería de los paráme-
1 rns que estableciéramos para definir aquí también la operación
de nombre de autor.
Cuando decimos "caracterizar" (en este caso a un cierto modo
de ser del discurso) podemos traducirlo también como "definir".
r )escribimos a un ente; por esa misma operación lo clasificamos
v, a su vez, por esta última operación lo caracterizamos.
Una gran clasificación que hace Foucault es que h ay palabras
q11e circulan, que son tales, que son palabras, pero que tienen to­
das estas características: ser cotidianas, indiferentes, que se van,
q11c flotan y pasan.
El discurso que no cuenta con el atributo de poseer nombre de
,111lor se encuentra poblado de palabras que no llegan a tener un
1•.•:latuto. Si del intercambio mantenido entre el lector y este tex­
lo se produce tal operación que logra hacer que algunas palabras
lleguen a ser críticas, creo que ese hecho habrá justificado la pu-
1 dicación de esta obra. En cambio, si no llegan a lograr alcanzar
•·!;e estatuto y son sólo palabras que pasan, que flotan, todas estas
p;ilabras tal vez resulten haber sido difundidas en vano.

/\111MN0:En la última página, antes de que empiecen las intervenciones


de algunos asistentes a la Conferencia, Foucault, después de plan­
tear todos los argumentos a favor de su tesis sobre el autor criti­
cando la forma clásica en que se concibe lo qué es un autor, dice:
"En resumen se trata de sacarle al sujeto (o a su sustituto) su pa­
pel de fundamento originario, y de analizarlo... " al sujeto. "... como
una función variable y compleja del discurso". Creo que esta es la
idea central que él trata de sostener.
Viene muy a cuento el texto de Perry Anderson "Estructura y suje­
to" donde plantea que la constante problemática que tratan los in­
telectuales con los que discuten los estructuralistas (sea con Sar-

35
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

tre, con Merleau-Ponty o con De Beauvoir), es la difícil y compli­


cadísima relación que hay entre el sujeto y la estructura. Lláme­
se estructura de lenguaje (Saussure de por medio), económica,
o discursiva.
Él plantea que esa cuestión es la que devana los sesos de lospen­
sadores de mayor nivel en Europa en un determinado período de
la historia. lQué relación hay entre la estructura y el sujeto? No es
de fácil dilucidación.

CoPPO: La Conferencia está dada en un clima en que esto se está deba­


tiendo más o menos explícitamente. Foucault junto a los intelec­
tuales que asistieron a su Conferencia participan de ese debate.
Hay una movilidad en esa relación entre el autor y el texto quepa­
recía, mirada a simple vista, bastante sencilla. La relación entre la
persona y lo que dice.

36
CLASE II

LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

En la clase anterior habíamos llegado a la diferenciación de


los discursos en términos de aquellos que contaban con la fun­
ción autor y aquellos que no contaban con ella. Esa es una gran
diferencia.
Bien, aceptamos entonces que hay algunos discursos que tie­
nen este atributo y hay otros que no lo tienen. Foucault se pre­
gunta: ¿cómo se caracteriza en nuestra cultura un discurso por­
tador de la función autor? Establece cuatro caracteres con los que
cuentan los discursos que tienen la función autor; no excluye que
puedan ubicarse otros caracteres pero en principio son cuatro los
que él describe.
El primero de esos caracteres es el de la propiedad del discur­
so; de quién es el discurso. Foucault dice que en determinado mo­
mento histórico, al poder se le plantea la necesidad que se pue­
da identificar al propietario del discurso, es decir, saber quién es
su dueño.
Dice: "Los textos, los"libros, los discursos, comenzaron realmen­
te a tener autores.. :; "... en la medida en que el autor podía ser cas­
tigado..." y uno se pregunta ¿por qué debería castigarse al autor?
La respuesta es: "... en la medida en que los discursos podían ser
lransgresivos". O sea que en este punto, a diferencia del "No im­
porta quién habla" que Foucault tomó como referencia de Samuel

37
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Beckett en el inicio de la Conferencia, acá sí importa quién habla.


Parece que para cierto elemento de poder, porque quien pueda ha­
cer este movimiento parecería ser alguien que tiene cierto poder,
resultó necesario por lo menos a partir de determinado momento,
identificar al propietario de los discursos que, acá lo dice muy cla­
ro, fueran de algún modo transgresivos. Si el discurso no tuviese la
cualidad de ser transgresivo pues entonces no se hubiese plantea­
do como necesidad ubicar al propietario.
Entonces, primer carácter para identificar la función autor: LA
PROPIEDAD DEL DISCURSO.
Otro carácter:

"Hubo un tiempo en que esos textos que hoy llamaríamos litera­


rios ( ... ) eran recibidos, puestos en circulación, valorizados, sin
que se planteara la cuestión de su autor; su anonimato no oca­
sionaba dificultades..."

O sea, no se sabía de quién provenía la escritura de esos textos,


quién o quiénes eran los autores. Continúa: "... su antigüedad, ver­
dadera o supuesta, era suficiente garantía para ellos. Por el contrario
los textos que ahora llamaríamos científicos...", hasta ahí habló de
los discursos literarios, ahora va a hablar del discurso científico,

"... que se aplicaban a la cosmología y al cielo, a la medicina y


a las enfermedades, a las ciencias naturales o a la geografía, no
eran recibidos en la Edad Media, y sólo llevaban un valor de ver­
dad si estaban marcados con el nombre de su autor". Por ejem­
plo, "Hipócrates dijo, Plinio cuenta .. :' tal cosa.

Sin embargo,

"En el siglo XVII o en el XVIII se produjo un quiasmo;...". Se pro­


duce un viraje, una transformación: ".. . los discursos científicos
comenzaron a ser recibidos por ellos mismos, en el anonimato de
una verdad establecida siempre nuevamente demostrable; están
garantizados por su pertenencia a un conjunto sistemático, y no
por la referencia al individuo que los ha producido''.

38
CLASE Il i LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

Entonces, en el siglo XVII o XVIII la relación a la verdad no


·stá dada por el autor como puede ser por ejemplo "Hipócrates",
ino por en este caso "la medicina".

AtuMNo: Una comunidad.

t PPo: Una comunidad. Dice "La función autor se borra, el nombre del
inventor sólo sirve a lo sumo para bautizar un teorema, una propo­
sición ... ", "... un conjunto de elementos, un síndrome patológico".
El nombre propio (de un individuo) que hasta ese quiasmo garan­
tizaba de alguna manera la verdad del discurso es a partir de ese
momento suplantado.

Parece haberse producido en ese preciso momento histórico


11110 despersonalización, en el sentido de que ya no importa tanto
l I p rsona sino el campo al que pertenece un discurso cuya auto-
111 ¡ uede ser referida a una esfera más amplia y para nada cerni-
11 t II cuerpo de un individuo. Ahora la autoría parece haberse li-
1 id a un cuerpo o un campo de discurso, lo que suele entender-
f) r: una disciplina (la medicina, la psiquiatría, etc.).
'I' do esto ocurre fundamentalmente en el discurso científico.
n parece pasar lo mismo en el discurso literario.
Vemos como Foucault va delineando TIPOS DE DISCURSO; está el
ltl •rurio -por un lado- y el científico -por el otro-. No podemos
11· • cler con claridad -al menos en esta Conferencia- a los crite-
1111, on los que va realizando esta separación de discursos, pero
111 qu sí está expresamente definido es que para él hay distintos
1 1 >S de discurso.

111MNA: Dejándome llevar por una especie de atrevimiento, hago un pa­


ralelo con lo que ocurrió, de manera progresiva, en el campo de
las relaciones de producción. En determinado momento el arte­
sano ponía la firma en su obra, en su producto. Eso, a partir de la
industrialización se pierde; se pierde el nombre del productor, del
autor. Siguiendo con este paralelismo, el sistema capitalista -por
1 s mismas características de su modo de producir-, va imponien­
do el borramiento de los nombres de los productores.

39
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

CoPPo: Ese paralelismo que vos señalás coincide perfectamente con lo


que señala Foucault en tanto él marca al Siglo XVI como el del naci­
miento del capitalismo; si bien entre los historiadores no existe una
fecha exacta en la que coincidan para ubicar ese acontecimiento.
Está claro que ese siglo es fundamental para situar el momento
en el que se colocaron las bases para el desarrollo del modo de
producción capitalista con su Revolución Industrial.

Una observación más respecto de este punto; es verdad que los


artesanos quedan perdidos en tanto autores, en la producción de sus
objetos; es verdad que los productos también dejan de ser produci­
dos de manera general por artesanos y son producidos por fábricas.
Sin embargo -y continuando con el atrevimiento que recién men­
cionabas- todos esos objetos quedan señalados por marcas. Los ob­
jetos llegan al mercado a partir de la producción mercantil habien­
do las marcas reemplazado a los nombres propios que denotaban a
la persona que los había producido, es decir, a sus autores. A partir
de ese momento son las empresas, esa forma jurídica bajo la cual se
generaliza la producción, las que dejan impresas en los objetos, los
productos -más específicamente las mercancías-, las marcas.

ALUMNO: Existen algunos casos en los que ese proceso puede compro-
barse bastante fácilmente. La marca de autos "Ford" tomó su nom­
bre del nombre propio de su fundador: Henry Ford. lla palabra
"Ford" utilizada para la denominación de una marca no constitui­
ría una contrariedad con la idea que estamos manejando en cuan­
to al reemplazo de los nombres de los artesanos por las marcas
de las fábricas?

CoPPo: No lo veo como una contrariedad. Más bien todo lo contrario. Pue­
de que el ejemplo de "Ford" sea un modelo de la transición que
llevó de un lugar a otro el problema del autor. Hay otros casos con
las mismas características; recordemos los pantalones "Levys", los
automóviles "Ferrari" y otros tantos casos. Ahora bien, otro ejem­
plo que habla de un "borramiento" del nombre del productor en
tanto autor: el surgimiento de la forma jurídica que las empresa
adoptaron con las llamadas "sociedades anónimas".

40
CLASE lI I LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

Al segundo carácter con el que cuentan los discursos que tie­


nen la función autor lo llamaremos entonces el de la DESPERSONA­
LIZACIÓN DEL NOMBRE DE AUTOR. Esa despersonalización no signifi­
ca que se haya borrado la necesidad de una referencia que dé cier­
ta fiabilidad al discurso, simplemente que ese lugar no necesaria­
mente estará ocupado ahora por un nombre propio.

Comencemos con el tercer carácter que tiene la función autor.


La función autor

"... no se forma espontáneamente como la atribución de un dis­


curso a un individuo. Es el resultado de una operación comple­
ja que construye cierto ser de razón que se llama autor".

Este ser de razón es algo que se llama "autor" y que parece no


ser algo espontáneo, sino un conjunto de operaciones que traba­
ja, opera, con los discursos.
Se define por una serie de operaciones específicas y comple­
jas: la de partición de los discursos, la de separación, la de pues­
ta en relación de unos con otros. Continúa: "Todas esas operacio­
nes varían según las épocas y según los tipos del discurso''. Otra
vez vuelve a dar por sentado que no hay "un" discurso. Dice: "No
se construye un "autor filosófico" como se construye un "poeta'"',
parecería ser otro modo. " ... y en el siglo XVIII... " a través de la
referencia histórica dice "... no se construía el autor de una obra
novelesca tal como hoy se lo hace. Sin embargo, se puede encon­
trar a través del tiempo cierta invariante en las reglas de construc­
ción del autor''. No he podido localizar claramente en el texto de
la Conferencia cuáles son esas invariantes. No obstante, síha que­
dado claro que no se trata de una asignación espontánea.
Como la atribución de un discurso a su productor no es espon­
tánea quiere decir entonces que en el tercer carácter de la función
autor se incluye un agente que debe intervenir y realizar la asigna­
ción del atributo "autor" al discurso, por lo tanto ese agente pasa
también a ser autor.

41
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

El cuarto caracter. Se los leo tal como él lo enuncia; la función


autor "... no remite pura y simplemente a un individuo real...". El
sentido común diría que frente a la pregunta "¿Quién es el au­
tor?", una respuesta esperable sería, por ejemplo: Juan. Bueno,
acá dice que no, que no remite pura y simplemente a un individuo
real. Continúa: "... ella puede dar lugar simultáneamente a mu­
chos egos...", a muchos yoes podríamos decir nosotros o -aunque
no sea una expresión utilizada habitualmente- yos.
Puedo suponer que les ocurrió alguna vez, en ocasión de te­
ner que redactar un texto, que surja la pregunta sobre la elección
de los pronombres personales a utilizar: ¿qué uso? ¿"yo" o "no­
sotros"? ¿En qué persona o individuo haré recaer la función del
locutor?
Es bastante frecuente que encontremos en un texto expresio­
nes del tipo "Nosotros pensamos... ". Cabría entonces la pregunta:
¿cuántos son (los que escriben)? Siendo el caso de que el autor
de ese texto sea una sola persona sucede que el "uno" se reempla­
za, toma la forma del "nosotros".
Inclusive existen obras donde aparecen intercambiados esos
pronombres personales y de ese modo se hace difícil seguir a quién
es el que habla. Lo mismo pasa, por ejemplo, con ciertos textos en
los que habla el redactor directamente y otros textos en los que el
redactor hace hablar al protagonista de la obra. Cada tanto el re­
dactor se mete en la obra y opina en su propio nombre.
Particularmente este cuarto caracter es muy freudiano ya que
si recordamos el título del texto "La escisión del Yo en el meca­
nismo de defensa", constataremos la descripción que allí se reali­
za, en tanto hay una partición de ese conjunto de representacio­
nes que constituyen el Yo; éste es tironeado por distintas instan­
cias que lo complican, le sacan ese carácter de unicidad que lo
haría hablar coherentemente, que lo conformarían en un locutor
incapaz de perderse entre otros locutores.
Entonces, para resumir este cuarto carácter, decimos que la
función-autor "puede dar lugar a muchos egos, a muchas posi­
ciones-sujetos que diferentes clases de individuos pueden llegar
a ocupar"

42
CLASE n I LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

Los INSTAURADORES DE DISCURSO


Todo este desarrollo que realiza Foucault en el que la perso­
na real del autor es suplantada por un intento de localización de
la función-autor en lo que yo he llamado una despersonalización,
desemboca, a lo largo del desarrollo de la Conferencia, en la ubi­
cación de ciertos autores que parecen sí haber tenido cierta enti­
dad, y al mismo tiempo influencia, sobre los discursos y habiendo
hecho operaciones con ellos. Él los nombra primero, como auto­
res transdiscursivos y menciona a "... Homero, Aristóteles, o los
Padres de la Iglesia.. .''.
Pero después, y nuevamente siguiendo con la importancia dada
a la periodización histórica, dice que en el siglo XIX

" ... se vieron aparecer en Europa algunos autores bastante sin­


gulares y que no se podrían confundir ni con los grandes auto­
res literarios, ni con los autores de textos religiosos canónicos, ni
con los fundadores de ciencias. Llamémosles de forma un poco
arbitraria, fundadores de discursividad.''.

Se refiere expresamente a Marx y a Freud no como los únicos


pero sí como "... los primeros y los más importantes''.
En una continuidad transferencial, prácticamente un año des­
pués de esta Conferencia -el 11 de febrero de 1970- Lacan recor­
ta a Freud y a Marx del conjunto de todos los autores para desig­
narlos como aquellos dos a quienes si se intenta contradecirles "...
siempre se puede patinar, se patina fácilmente y se acaba dicien­
do tonterías. Desbaratan el discurso de quienes pretenden meter­
se con ellos" 1•
Volvamos ahora a Foucault: "La particularidad de estos autores
es que no sólo son los autores de sus obras..." ( cosa que verdade-
ramente son), "... de sus libros", sino que "... Han producido algo
más: la posibilidad y la regla de formación de otros... " discursos.

l. Lacan, Jacques. Seminario 17 "El reverso del psicoanálisis". Ed. Paidos; pá­
gina 75.

43
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Dice Foucault: "Freud no es simplemente el autor de la Inter­


pretación de los sueños... " y Marx tampoco lo es, solamente del
Manifiesto Comunista o de El Capital "... ellos establecieron una
posibilidad indefinida de discurso''.
Continuando con los atrevimientos a los que hoy hemos co­
menzado a darles lugar, voy a tomar en este punto la responsabi­
lidad de mi atrevimiento.
Voy a presentarles la analogía que, entre Marx y Freud/Lacan
viene ocupándome desde hace bastante tiempo. La analogía de
la que les hablaré es la dada entre la relación entre el sujeto y la
mercancía (Marx) con la relación entre el sujeto y el significante
(Freud/Lacan). La presentación de esta analogía va a acercarnos
de manera bastante directa a nuestro problema central que es el
de los cuatro discursos lacanianos.
Antes de tomar de a una a ambas relaciones (la del sujeto y la
mecancía y la del sujeto y el significante) establezcamos qué en­
tendemos por analogía. Para ello me basaré en el artículo de Ge­
rardo Arenas "Apología de la analogía" publicado en El Calde­
ro de la Escuela (EOL) en octubre de 1999. Una analogía es un
modo de pensamiento que tiene por objetivo el deslinde o despe­
jamiento de una estructura a través de un proceso de formaliza­
ción. La formalización tiene por objetivo separar el conjunto de
elementos y sus relaciones de su estructura. Esa separación en­
tre la estructura y el conjunto de elementos será de suma utilidad
epistemológica si la primera puede ser aplicada a otro conjunto.
Se dirá entonces que entre esos dos conjuntos existe una identi­
dad de estructuras.
Veamos entonces el primer conjunto, el conformado por el su­
jeto y el significante unidos entre ellos por la relación de represen­
tación (del segundo respecto del primero).
Freud advirtió bastante tempranamente que el sujeto no podía
hacerse representar unívocamente por una representación o por
lo que luego Lacan llamó significante. Freud tuvo la gran capa­
cidad de notar que el sujeto no se podía hacer representar con o
por una representación sin más, es decir, sin que intervenga otra
representación que se encontrara en relación con la primera. De

44
CLASE 111 LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

aquí devino el nacimiento de las para ese entonces denomina­


das neuropsicosis de defensa. ¿cuál fue el fundamento freudia­
no para conceptualizar la represión? Que había una representa­
ción, o algunas representaciones que eran inconciliables con las
representaciones del Yo. El Yo es un conjunto de representacio­
nes. Me atrevo a decirlo: el Yo es un discurso; es un conjunto de
representaciones que son consistentes entre ellas mismas. Cuan­
do digo que son consistentes entre sí lo hago en el estricto senti­
do lógico, esto es que no entran en contradicción entre ellas; nin­
guna. Bajo esta perspectiva el Yo conforma un sistema en el que
rige una de las tres leyes básicas del pensamiento, me refiero al
Principio de No Contradicción. Recordemos que este Principio es
acompañado por el Principio de Identidad y por el Principio de
Tercero Excluido.
¿Qué dice el de No Contradicción? Dice que ningún enuncia­
do puede ser verdadero y falso2 • La lógica no asignaría exactitud
al siguiente enunciado: "Llueve y no llueve". El enunciado "Llue­
ve y no llueve" es inexacto en tanto se vulnera el Principio en el
que nos estamos centrando. El hecho de que dentro de una mis­
ma expresión existan proposiciones como mínimo una verdadera
y una falsa, hace que de manera global, entendida de forma uni­
taria, la expresión sea inexacta, pierde su posibilidad de ser con­
sistente, es decir, no contradictoria.
En el caso del concepto de represión el problema es cuando
hay una representación que es inconsistente con todas las demás
o aunque más no sea con al menos una de todas esas, cuando una
es entonces, lo que Freud llama: inconciliable. El hecho que exista
una inconciliable es lo que nos marca que hay, además de aque­
lla con la cual el sujeto se vincula, otra. Esto es lo que ya dije que
advirtió Freud. Este problema toma toda su relevancia en el tex­
to de Freud en el que compara las parálisis orgánicas con las no
orgánicas. Lo que dice Freud ahí es que el cuerpo se paraliza en
función de representaciones y que son representaciones determi-

2. Copi, Irving. "Introducción a la lógica". Ed. Eudeba; 1979; (Primera edición


en inglés: 1953); pág. 321.

4
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

nadas. Su determinación deviene de su inconciliabilidad. Él dice


que el lenguaje entrega una idea vulgar del cuerpo o de una par­
te del cuerpo, por ejemplo "brazo", pero esa idea vulgar de "bra­
zo", no responde a la anatomía del brazo en el cuerpo. Resulta­
do: hay una escisión.
La propiedad de vulgaridad del lenguaje nos está diciendo que
junto a él hay otro lenguaje; es decir, la escisión del Yo es de len­
guaje; pues entonces la escisión es directamente de lenguaje. Aquí
y así arribamos a la escisión de discursos aunque aún no hemos
determinado en lo más mínimo cuál será la cualidad o la caracte­
rística de cada lenguaje o de cada discurso. Pero que no tengamos
determinado qué es lo distintivo de cada uno de ellos no quita la
relevancia que tiene el hecho de que ya es imposible sostener al
lenguaje como único o al discurso como único.
Veamos ahora el segundo conjunto, el conformado por el su­
jeto y la mercancía, unidos entre ellos (al igual que el primer con­
junto) por la relación de representación (de la segundo respecto
del primero).
Sabemos que hasta Marx, la economía política tuvo un desa­
rrollo vinculado al nacimiento del mercantilismo, lo que se llamó
la Escuela Mercantilista; esa escuela después derivó en lo que se
conoce como la economía clásica cuyos representantes más des­
tacados fueron A Smith y D. Ricardo. Ellos fueron aquellos auto­
res que Marx criticó -exponiéndolos- y pudo superar. Marx parte
de esa superación de la economía clásica, sobre todo de Ricardo y
de la crítica que le hiciera a éste respecto de la teoría del valor.
Ricardo disponía ya de su teoría del valor; sabía lo que deter­
minaba el valor de los productos. Puede incluso decirse que des­
de Petty ya existía una teoría del valor. Ricardo había descubier­
to que las cosas valían por el tiempo que promedia! y socialmen­
te había llevado el fabricarlas; lo que después se llamó el tiempo
de trabajo socialmente necesario.
No perdamos de vista el lugar común que ocupan en los dos
conjuntos de nuestra analogía el significante y la mercancía. Ambos
cumplen la función de representar al sujeto: el primero frente a otro
significante; el segundo frente a otra mercancía en el mercado.

46
I
CLASE II LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

Partimos del axioma de que en abstracto una cosa -mercancía­


que contiene trabajo, vale. Señalando que una cosa tiene valor nos
·ncontramos en el nivel cualitativo del análisis; continuando, deci­
mos que tiene UN valor y con esto señalamos analíticamente que el
valor que tiene puede especificarse cuantitativamente. Retroceda­
mos ahora un paso y preguntémonos: ¿Qué es el valor? Es el tra­
bajo, el valor de una cosa es el tiempo de trabajo que socialmen­
te implicó hacerla. La sustancia del valor es el trabajo. Además, el
trabajo -aspecto cualitativo- es UN trabajo, una cantidad de trabajo
coagulado en el valor de la mercancía -aspecto cuantitativo-.
ALuMNo: Que contenga trabajo les lo que permite su circulación?

CoPPo: No. El trabajo que está metido en la cosa, no lo hace per se, ca-
paz de circular. En el análisis de la producción capitalista Marx di­
ferencia dos instancias: la de la producción y la de la circulación.
Por ahora nos estamos manejando teóricamente dentro de la pri­
mera de ellas.

En tal sentido, yo puedo perfectamente en mi casa cocinar un


plato de comida que de ningún modo esté en mi motivación su
circulación. Es indudable que tal tarea de cocinar conllevará cier­
to trabajo que no está destinado al intercambio sino a mi propio
consumo.
Las cosas tienen valor, pero no necesariamente tienen que ser
intercambiadas. La cuestión que me interesa señalar a los fines de
completar mi analogía es la de LA RELACIÓN DE VALOR que debe esta­
blecerse en el intercambio entre mercancías (en el mercado).
Sucede que el valor de una cosa no puede ser expresado por
ella misma. La razón es muy sencilla y es por lo que en la retórica
se llama una tautología. Yo no puedo decir cuánto vale por ejem­
plo una valija, en términos de sí misma. Cuando compré esta vali­
ja, pregunté lo que suele preguntarse en esos casos: "¿Cuánto vale
( esta valija)?". Quiero destacar que por el mismo hecho de pregun­
tar cuánto vale una cosa determinada es que queda también de­
terminado que su valor sólo podrá ser expresado bajo la forma de

47-
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

arRA COSA. En el caso de lo que más tarde terminó siendo mi vali­


ja el vendedor vió condicionada la respuesta a mi pregunta en tér­
minos de tener que expresar el precio de la valija no en sus pro­
pios términos sino -para el caso- en términos de "pesos" -aspec­
to cualitativo- , más específica y completamente me dijo: "Vale 80
pesos", es decir, anexó también el aspecto cuantitativo.
ALUMNO: La valija fue puesta en relación con un equivalente y precisamen­
te con el equivalente general: el dinero (para este caso, el signo
monetario "pesos"). La valija fue igualada en uno de sus aspec­
tos (el del trabajo en general y el del trabajo en particular conteni­
do en ella) con el conjunto total de las mercancías y en tanto que
fue igualada puede ser comparada. Recién ahora la podemos
comparar, es decir, podemos preguntarnos "cuánto vale" la vali­
ja y también preguntarnos cuánto vale un tractor, cuánto vale una
tiza o, finalmente cuánto vale cada uno de las mercancías que se
encuentran disponibles en el mercado. Por el lado cualitativo de
la mercancía accedemos a su lado cuantitativo. Por su igualación
en cuanto mercancía con todas las que ella no es, accedemos a
la posibilidad de conocer cuánto del total ella es, cuanto del total
de trabajo social general abstracto la valija contiene.

CoPPo: Está muy bien, pero quería ser más primario en el análisis. No se
apuren. Quiero ser bien elemental en esto porque sino luego no
se entiende. Lo que quiero remarcar es que si yo le pregunto al
vendedor "lCuánto vale esta valija?", él puede contestarme co­
rrectamente desde el punto de vista lógico: "Lo que vale esta vali­
ja, es lo que vale esta valija". Su respuesta es una tautología y por
ello no se hace posible el intercambio en tanto si bien se respon­
de correctamente no se obtiene la información que haga posible
el intercambio. Si el vendedor no (me) refiriese la valija a otra cosa
que no sea la valija, no se la podría comprar, dado que sólo pue­
do hacerlo con otra entidad que no sea ella (la valija). En el caso
de una economía plenamente desarrollada puede hacerlo con el
dinero; pero aún en el caso de una economía menos desarrolla­
da, por ejemplo, una �conomía de trueque podría comprar la va­
lija con algún objeto de mi propiedad y respecto del cual yo me
encontrase dispuesto a cederlo.

48
CLASE Il I LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

La valija - en tanto mercancía- tiene que tener relación con otra,


con otro valor.

ALUMNO: La mercancía tiene que estar "en relación a".

CoPPo: Tiene que estar en relación a otra mercancía a tal punto que toda
mercancía no sólo tiene que estar sino que está en relación a otra,
de modo tal que el cambio por otra le sea posible.

Todo partió de mi señalamiento respecto del punto de intersec­


ción entre Foucault (22/2/69) y Lacan (11/2/70), cuando ambos
coinciden en destacar a las figuras de Marx y de Freud en cuan­
to autores. La identidad de función de los dos últimos -que no es
coincidencia- puntualizada por los dos primeros, está dada en la
superación que ambos han alcanzado al poner aquello que ellos
están estudiando, en relación con otra cosa.
En el caso de Marx, estudiando el valor de la mercancía colo­
ca al valor de ésta en relación con el de otra mercancía, agregan­
do entonces un nuevo concepto: el de forma de valor.

Marx: M --M':,

En el caso de Freud, estudiando la representación coloca en re­


lación a ella otra representación.

Freud: R--R':,

De esta analogía y agregando (según nos lo permite el concepto


de identidad de estructura) un conjunto más a nuestro desarrollo,
podemos armar lo que es el piso superior de la estructura que La­
can utilizó para formalizar uno de los discursos: el del Amo.

Ricardo no había puesto al valor en relación a ninguna otra cosa.


El había sí determinado que la mercancía contenía trabajo y que su

49
I
DIEGO COPPO LACAN-MARX

expresión era el valor, pero a éste no lo había puesto en relación con


el valor de ninguna otra mercancía; no había descubierto lo que sí
descubrió Marx que fue LA FORMA DEL VALOR. Esto marca la supera­
ción de Marx respecto de Ricardo dado que el valor ya no será so­
lamente lo que se deriva del trabajo sino que además el valor será
aquel componente que junto con su expresión, con su forma, es de­
cir, la relación toda hará posible la derivación que encadenadamen­
te llevará de la mercancía al dinero y de éste al capital. Es por este
hecho que el capital no es un objeto sino una relación.
Vayamos entonces reteniendo cómo se identifican las estruc­
turas dadas por los conjuntos miembros de la analogía a lo que
después va a ser el formato mínimo que plantea Lacan en la par­
te superior de la estructura de los cuatro discursos, parte que se
encuentra compuesta por dos elementos puestos en relación. Re­
tomaremos esto cuando analicemos la clase del 13 de noviembre
de 1968 correspondiente al Seminario 16.
Leo de la Conferencia lo que me parece que es ordenador cuan-
do en la página 103, Foucault va concluyendo y dice:

"Lamento mucho no haber podido aportar al debate que va a te­


ner lugar ahora ninguna proposición positiva: a lo sumo direc­
ciones para un trabajo posible, caminos de análisis.
Semejante análisis, de ser desarrollado, quizás permitiría intro­
ducir a una tipología de los discursos. Me parece en efecto que
tal tipología no podría hacerse solamente a partir de los carac­
teres gramaticales de los discursos, de sus estructuras formales,
o incluso de sus objetos; sin duda existen propiedades o relacio­
nes propiamente discursivas (.. .) y es a ellas que es preciso diri­
girse para distinguir las grandes categorías de discurso".

No está claro por lo menos para mí qué son las "Propiedades o


relaciones propiamente discursivas". Pero a "las propiedades pro­
piamente discursivas" o a "las relaciones propiamente discursi­
vas" las interpreto desde un análisis del lenguaje que no apunte
exclusivamente al campo de las referencias, es decir, al campo de
los objetos del mundo, entendiendo a la noción de "objeto" en su

50
CLASE 111 LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

sentido más pobre. Nuevamente retornamos a la idea de desper­


sonalización del discurso.
Agrega: "Creo por otra parte que se podría encontrar allí una
introducción al análisis histórico de los discursos .... ''. Y otra idea
fundamental: los discursos se articulan con relaciones sociales.
Que los discursos puedan ser objeto de un análisis histórico impli­
ca que ellos varían en el tiempo. Del mismo modo, el estudio his­
tórico de las relaciones sociales es el que ha demostrado también
su variabilidad teniendo también Marx en este punto un lugar im­
portante con su obra "Formaciones económicas precapitalistas".
Lacan, a lo largo del Seminario 17 es explícito en cuanto a la
referencia a la historia y su incidencia respecto de los discursos.
Por ejemplo, Lacan adjudica a "un hecho, determinado por razo­
nes históricas" que en la presentación de los cuatro discursos él
haya comenzado por el discurso del amo. Más adelante introdu­
ciré mi interpretación respecto de este problema; cuando veamos
concretamente las clases que he seleccionado de ese Seminario
vamos a señalar las citas respectivas.
Aparece luego la pregunta en la que directamente se pone en
relación al sujeto con los discursos: "¿cómo, según qué condicio­
nes y bajo qué formas algo como un sujeto puede aparecer en el
orden de los discursos?''. Acá retornamos al problema que ya he­
mos mencionado. Debajo de la barra hay un sujeto que pugna, po­
dríamos decir, por expresarse3 •

S,
g
Idealmente el sujeto podría expresarse con la palabra justa.
Pero la experiencia analítica nos dice que si puede entenderse
en algún sentido que la palabra de la histérica es justa sólo lo es
no con la anatomía del cuerpo como referencia sino por un seg-

3. La propiedad de expresión del significante es mencionada con todas las le­


tras por Lacan en el Seminario 5 "Las formaciones del inconciente", sesión
del 7 de mayo de 1958.

51
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

mento de lenguaje que toma el lugar de lo que para la medici­


na era la lesión.
Decimos que la histérica se expresa con el cuerpo siempre y
cuando establezcamos la suposición de que lo que le pasa en el
cuerpo a la histérica es una expresión de algo. Freud hace esa su­
posición; no tiene por qué suponerse que la histérica expresa algo,
ni tampoco que lo expresado lo es a través de su cuerpo. Freud
hace esa suposición y por lo tanto hay un sujeto supuesto, hay un
sujeto supuesto al que le suponemos un deseo. Ahora dice: si así
fuera, si fuera efectivamente el caso de que haya un sujeto, la pre­
gunta sería: ¿qué lugar puede ocupar en cada tipo de discurso, este
sujeto? ¿Qué funciones puede ejercer y obedeciendo a qué reglas?
O sea, ya se va formateando nuestro lugar de llegada en la expo­
sición: la estructura de los discursos.

Si bien tenemos la antesala del lugar teórico al que fuimos acer­


cándonos, aún no sabemos nada del funcionamiento de esta estruc­
tura. Nos hemos acercado a identificar a algunos de sus elemen­
tos componentes pero no hemos tratado todavía cómo se vincula
el sujeto con las representaciones, con los significantes. Retoman­
do la analogía que les he presentado, sabemos desde Marx que la
relación dada entre el sujeto y los objetos que produce, posee una
naturaleza de carácter fetichista, es decir, que el objeto introduce
al sujeto en un determina orden de discurso: el de la mercancía.
Lo que le pasa al sujeto cuando produce los objetos exclusi­
vamente bajo el modo de producción capitalista es que si bien él
conduce, dirige y hasta planifica el proceso de producción, lo hace
sólo (y por eso) limitadamente en la esfera privada; más, cuando
ese proceso de producción adquiere su carácter social -no priva­
do- al momento de darse el proceso de intercambio, se traspalan
todas las funciones que he mencionado anteriormente: son los ob­
jetos producidos los que ahora conducen, dirigen el accionar del

52
CLASE II j LA.CAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

sujeto. Las mercancías conducen al sujeto porque, en definitiva Su


accionar se encuentra determinado por el mercado, ya que ese e�
el lugar en el que ella puede eventualmente realizarse.
O sea, el sujeto puede planificar en su taller y de hecho lo hace,
pero lo que no puede planificar es la realización del valor de su
producto, dependiendo ella de si luego la mercancía encuentra o
no comprador; de ahí a la desesperación como uno de los desti­
nos posibles del sujeto sólo hay un paso y me atrevo a decir en lu­
gar de "desesperación", "descomposición fantasmática".
Es verdad que se puede ser el propietario jurídico de determi­
nado bien pero qué sucede si ese bien no encuentra su realización
en el intercambio; lo que ocurre en ese caso es que ese bien sólo
puede serlo de consumo pero nunca podrá valorizarse a sí mismo,
es decir, nunca podrá ser capital.
Así como ocurre con el encuentro entre dos significantes, el de
una mercancía con otra introduce siempre una tensión. Se intro­
duce una cierta conflictividad en el hecho de entrarse en contacto
con lo otro en aquello que se suponía que no era relacional.
Lo que hacen Marx y Freud en tanto instauradores del dis­
curso es señalar que hay una cierta conflictividad cuando estas
cosas, insisto, que se suponían no relacionales, evidentemen­
te tienen con qué relacionarse y están relacionadas de una for­
ma inmanente, como sería por ejemplo el caso de las mercan­
cías o de los objetos que hasta que no llegan a conectarse con
otros, no son mercancías. Fíjense hasta qué punto las transfor­
ma el hecho de entrar en contacto con otras; hasta el momento
en que solamente son cosas producto del trabajo son solamente
eso: cosas producto del trabajo; las puedo consumir como pro­
ductor. Pero el problema es que si quiero, o mejor dicho, si ne­
cesito, conseguir una cosa que no produzco, tengo que dirigir­
me necesariamente a otra persona que disponga de ella, de ese
producto que esa persona produjo. Luego, ofrecerle que volun­
tariamente acepte intercambiar la de él por la mía. Eso introdu­
ce una tensión dado que no estoy seguro de que él va a querer
lo que yo le ofrezco, ni tampoco él está seguro de que yo voy a
querer pactar con él.

53
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Aún, luego de manifestadas ambas voluntades de cambio, per­


manece la tensión en tanto resta determinar en qué cantidad de
cada producto, o sea, en qué proporción se efectivizará eventual­
mente el cambio.
Volvamos ahora a la Conferencia de Foucault y busquemos en
el final la palabra de Lacan. En primer lugar saluda a Foucault
reivindicando que este último regrese a lo que él había planteado
ya en la década del '50 con aquel luego famoso "retomo a Freud".
Según Foucault el "retorno a" es una necesidad también inmanen­
te de los discursos que fueron instaurados.
Sobre la instauración de esos discursos Foucault dice que se
produce un olvido sistemático. Hay una tendencia que actúa so­
bre esos discursos que los empuja hacia el olvido. Mi pregunta es:
¿porqué se produce este olvido? Porque hay representacionesque
son inconciliables en y con el sistema del Yo. Sucede que las con­
diciones para la inconciabilidad no se mantienen estáticas sinoque
ellas van cambiando de acuerdo a diferentes momentos. Es por
eso que los discursos tienen una relación con la historia.
Cada discurso tiende a estabilizarse en ámbitos donde rija la
consistencia lógica.
Sin embargo, la aparición de discursosque conmueven esa con­
sistencia, trastocan las bases de los discursos planteados hasta ese
momento, produciéndose el efecto de olvidoque menciona Foucault,
al que llama exactamente: "olvido esencial y constitutivo''.
El "retorno a" es la operación inversa de "el olvido de" el "acto
de instauración".
¿Por qué aparece esa necesidad de retornar a ese punto en el
que se produjo el olvido? O más bien, el hecho de "retornar a" po­
dría ser la otra cara, el reverso de la tendencia a olvidar; hay en el
campo de los discursos una modificación tal que una vez que la
instauración de ese discurso nuevo se produjo, ya no se la puede
cancelar. A lo sumo se la puede olvidar, pero no se la puede can­
celar. Al modo en que Freud explicaba la dinámica del afecto, una
vez aparecido no se lo puede hacer cesar, deja su huella. Foucault
diceque hayque hacer una operación de levantamiento del olvido.
Usa textualmente la palabra levantamiento y esa palabra también

54
CLASE II i LACAN, MARX Y UNA ANALOGÍA

es muy freudiana; hay que levantar el olvido, y por eso se encuen­


tra concatenado el retorno que plantea Lacan respecto de Freud.
Algo de este tenor plantea el Dr. Pablo Levin, profesor de His­
toria del pensamiento económico en la Facultad de Ciencias Eco­
nómicas de la UBA en su libro "El Capital Tecnológico" -Primer
Premio Nacional de Economía, 2004-, libro que refleja su tesis
planteada hace ya más de 15 años.
Esa tesis y el libro devenido de ella se encuadra de manera ex­
plícita en el retorno a Marx. Levin dice que el marxismo, con el
estalinismo, cayó si bien no en el olvido si en la perversión de su
tergiversación. Ese punto es coincidente con el del olvido y es por
eso que Levin propone retornar en ese mismo punto a Marx.
El stalinismo parece haber sido aquello que envió al olvido la
instauración del discurso realizada por Marx. Levin plantea que
debe ser retomada la vía abierta por Marx, y hacer la crítica del
marxismo desde el marxismo. Es esa su pretensión.
Lacan interviene en la Conferencia de Foucault dividiendo él
mismo su locución en tres puntos.
Uno, al que acabo de aludir, es el del "retorno a".
El segundo dice: "... quisiera hacerles observar que, estructuralis­
mo o no, ..." discusión en la que parece no querer entrar, continúa:
"... me parece que en ninguna parte se trata en el campo vagamente
determinado por esta etiqueta del estructuralismo, de la negación
del sujeto. Se trata de la dependencia del sujeto, lo que es muy di­
ferente, ...''. Es muy diferente decir que el sujeto ha desaparecido a
decir que el sujeto depende de algo. Y agrega "... muy particularmen-
te en el nivel del retorno a Freud..." se trata "... de la dependencia
del sujeto en relación con algo verdaderamente elemental, y que
hemos intentado aislar bajo el término de "significante''.
Aquí se reforzaría mi argumento a favor de la existencia de la
analogía mencionada anteriormente., ya que la relación entre su­
jeto y significante como así también la del sujeto y la mercancía,
no sólo es de representación -de los segundos respecto de los pri­
meros- sino también de dependencia - en el mismo sentido-.
Lacan señala esta dependencia o esta subsunción del sujeto
respecto al significante. Es por eso que luego en la fórmula del

55
DIEGO CoPPO I LACAN-MARX

discurso del Amo esta subsunción aparece formalizada de esta


forma:

s,
s

ALUMNO: Se podría pensar que si el planteo lacaniano liga el sujeto al sig­


nificante y Foucault liga el sujeto al discurso, el primero puede per­
fectamente ser tomado por una reducción del segundo.

CoPPo: No me animaría por el momento a decir que uno es la reducción


del otro porque para que lo sea debiera entenderse en términos
que el significante es menos que el discurso. Pero es justamen­
te el hecho que estuve anteriormente, y retomo ahora, querien­
do destacar: ese hecho es que el significante solo, único, no tie­
ne ninguna justificación como concepto, en tanto no hay ninguno
que pueda representarse por sí mismo o a sí mismo. Si todo sig­
nificante se define en relación a todos los demás, si no hay signi­
ficante que no esté numerado y es bajo esa forma que aparecen
expresados en la formalización lacaniana de los discursos; no so­
lamente en la formalización en general sino en la formalización mí­
nima -es decir, en el materna- es equivalente hablar de significan­
te y de discurso, siempre y cuando definamos a este último como
la expresión mínima de una cadena significante. En estos térmi­
nos no hay significante que no sea un discurso.

Finalmente Foucault dice respecto del sujeto que no es absolu­


to. Aclara que debe considerarse de qué sujeto se trata, si del suje­
to del discurso, del sujeto del deseo, del sujeto del proceso econó­
mico. Pero dice: esto me lleva a decir que el sujeto, hay algo que
es y que lo que es, es que no es absoluto.
Detengámonos aquí y comenzamos en la clase que viene con la
sesión del 13 de noviembre de 1968 del Seminario 16 de Lacan.

56
CLASE III

LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE
"DISCURSO"

Comenzamos con los comentarios sobre la sesión dictada por


Lacan el 13 de noviembre de 1968 correspondiente al Semina­
rio 16 1 •
¿por qué he seleccionado esta sesión? Simplemente porque en
ella aparece la noción de "discurso", constituyendo entonces otro
elemento -sumado a la Conferencia de Foucault que ya hemos tra­
tado- que funciona como antecedente al Seminario 17, lugar don­
de se presenta de manera general la teoría lacaniana de los discur­
sos. Al destacar este dato se nos hará más comprensible cuál ha­
brá sido la motivación de Lacan para asistir a la Conferencia de
Foucault luego publicada bajo el título "¿Qué es un autor?". La­
can venía explícitamente dedicándose a la posibilidad de estable­
cer una tipología de discursos.
Por otra parte, no podemos dejar de destacar la preocupación
que había también por entonces sobre la noción de "discurso" en
un autor que además de la influencia general que tenía sobre la
intelectualidad francesa de la época, mantuvo una relación direc­
ta y comprobada con Lacan; me refiero a Louis Althusser. A esta

1. Tomaremos como referencia la traducción de Ana María Gómez y Sergio


Rocchietti, cuyo destino exclusivo fue de circulación interna en la Escuela
Freudiana de Buenos Aires.

57
DIEGO CoPPo I LACAN-MARX

influencia (además mutua) ya me he referido en el clase I, pero el


texto althusseriano "Tres notas sobre la teoría de los discursos"
(1966), el cual tuvo por destino original formar parte de un traba­
jo colectivo cuyo título sería "Elementos de materialismo dialec­
to", no puede pasársenos desapercibido en cuanto a la aparición
en su propio título de la expresión "teoría de los discursos". 2

¿Algún comentario general para quienes no están habituados a la


lectura de la obra de Lacan? Si quieren insultar, pueden hacerlo.
[Risas]
Es verdaderamente un dato a esta altura aceptado de manera
general que Lacan no se caracteriza por demostrar una preocu­
pación en provocar en el lector lo que se podría llamar un efecto
de comprensión rápida.
Tenemos problemas del escritor o, en este caso del orador y tam­
bién tenemos problemas de tipeo en las versiones de los textos de
Lacan que circulan; finalmente los problemas propios de cualquier
traducción. Trataremos de convivir con todos esos problemas.

LA ESTRUCTURA

Para tratar de ordenar la exposición de Lacan en nuestra lec­


tura de esta sesión, creo que hay en ella un primer tema. Se trata
de ese conjunto de ideas y de autores, no muy bien definido o no
muy estrictamente definido, siempre ambiguo, siempre abierto a
la discusión acerca de qué es el estructuralismo. Yo situaría como
primer tema de la sesión dictada por Lacan el 13 de noviembre la
mención que él hace al estructuralismo.
Hay un libro que se llama "¿ Qué es el estructuralismo ?" y que
puede ser esclarecedor en este punto; es una entrevista a F. Whall.
Whall fue el editor de Lacan en la editorial francesa Seuil y un muy
2. Sobre la pretensión de Althusser de conformar un trabajo colectivo, Alan
Badiou, Etienme Balibar, Yves Duroux y Pierre Macherey fueron quienes re­
cibieron tal propuesta en primera instancia. Ver: "Escritos sobre psicoanáli­
sis. Freud y Lacan"; Ed. Siglo XXI; pág. 99.

58
!
CLASE Ill LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

activo participante de todo el movimiento intelectual parisino. Se


los doy como una referencia. El libro tiene un título bastante cla­
ro en el sentido de lo que se dice "ir al grano".
¿por qué nos puede resultar interesante participar de esta men­
ción al supuesto estructuralismo de Lacan, quien por otra parte
nos dice no sentirse con él muy cómodo? Hay un lugar por el cual
podemos pensar esta cuestión que apunta no tanto a las personas
y a las escuelas sino a los conceptos: de qué se trata el estructura­
lismo en cuanto concepción, por otra parte, tan ampliamente re­
ceptiva para distintas áreas del saber como pueden ser la antro­
pología, la lingüística o el psicoanálisis.
Hay una referencia que da Lacan: el estructuralismo es identi­
ficado a "lo serio".
¿Por qué identificar el estructuralismo a "lo serio", en términos
de un psicoanalista?
Para responder esta pregunta podemos tomar una referencia
de otra parte de la obra de Lacan. El inconsciente tiene una en­
tidad no expuesta, al menos directamente, a los sentidos -por lo
menos al de la vista, tampoco al del tacto-; en esos términos el
inconciente es muy difícil de ubicar, dado que no existe en alguna
parte, o por lo menos no está comprobado que exista en alguna
parte anatómica del organismo. Sobre todo si a uno lo anda mi­
rando por ahí medio de reojo la ciencia; ya la mirada de la cien­
cia siempre a uno le exige ser al menos algo "serio" en sus plan­
tees. Entonces, ¿ por dónde encontrar la objetividad del incons­
ciente? Cuando digo la objetividad me refiero a aquellos elemen­
tos que lo hagan al inconsciente objeto de una descripción, e in­
clusive objeto de una explicación, tanto de su constitución como
eventualmente de su funcionamiento.
El estructuralismo, tomado como aquello que inició Sausurre,
le aporta al psicoanálisis el concepto de significante. Este le da
una base material sobre la cual es posible hablar del inconsciente.
Eso no quiere decir que Freud no la hubiera tenido, dado que él
había hablado de "representación" y, en ese sentido podemos to­
mar a la "representación" también como aquello que remitía a lo
"serio" del inconsciente freudiano.

59
I
DIEGO COPPO LACAN-MARX

Como justamente según dice Lacan, hubo algo de ese descu­


brimiento freudiano que se fue degradando y degradando en los
años '50, me refiero a todo lo que fue la psicología del Yo, ahora,
con este elemento nuevo que es el significante, tal vez se hace po­
sible volver a Freud de otra manera.
El significante nos aportaría, en términos de estructura, los ele­
mentos del inconciente. Toda estructura, además, contiene las re­
laciones por las cuales vincula a sus elementos. O sea, en defini­
tiva, una estructura es un conjunto de elementos con relaciones.
Lo mismo a lo que muchas veces se denomina "sistema". Un sis­
tema es un conjunto de elementos que entre ellos tienen determi­
nadas relaciones.

LA FALLA

En algún lugar de esta clase que dicta Lacan, habla de "la fa­
lla"; más específicamente de "un proceso de la falla" en la estruc­
tura. Y ¿cómo es que se introduce en una estructura una falla? No
va de suyo que porque sea estructura algo en ella falle; sino más
bien, podría pensarse justamente, que en determinada estructu-.
ra, en determinado sistema, no tiene por qué fallar algo. Sin em­
bargo "la falla" está mencionada en esta clase. La falla se encuen­
tra cuando Lacan habla de la castración, ya en la primer página.
Cuando habla de la castración como un aporte del psicoanálisis
dice: "... todo lo que aporta en ese campo el psicoanálisis a saber,
que no existe unión del hombre y de la mujer SIN QUE 3 ••. ". Pres­
temos atención: no es que no existe la unión entre el hombre y
la mujer sino que existe de manera condicionada y ese condicio­
namiento se encuentra señalado por este "sin que"; hay algo que
falla para que LA UNIÓN del hombre y de la mujer se dé sin condi­
cionamientos.
La unión del hombre y de la mujer es posible, pero sólo bajo
una determinada condicionalidad. Cuando se dice que algo ocu-
3. El subrayado es mío.

60
CLASE 111 j LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

rre dada cierta condición, se está hablando de una falla, y se puede


entender una estructura que esté mostrando su falla; justamente, la
condición es lo que falla para que se desarrolle esa estructura.
Lo que yo digo es que, si algo pasa, y no pasa de manera inme­
diata sino que sucede a condición de o mediado por otra cosa, es­
tamos hablando de que hay una falla. Para que pase eso, esa fa­
lla no tiene que faltar.
Lacan da dos formas de esta unión condicionada del hombre
y la mujer, dice:

No existe unión del hombre y de la mujer SIN QUE:

a) "la castración no determine, a título de fantasma precisamen­


te, la realidad del partenaire en quien ella es imposible".

Y, no existe unión del hombre y de la mujer SIN QUE:

b) "-la castración justamente- se juegue en esta suerte de rece­


lo que la plantea como verdad en el partenaire ... "

ALUMNO: Está hablando de la idea de la complementación entre el hom­


bre y la mujer.

CoPPo: Exactamente. Lacan dice: "unión" y más adelante habla de "ar­


monía".

ALUMNO: "Unión" no es lo mismo que "complementariedad". Algo que se


complementa es algo que encastra perfectamente conformando
una totalidad. Esta perfección es cuestionada por el fantasma, es
decir, por una imagen que fantaseada dará lugar a creer que el
otro sexo otorga la completud. Esta completud fracasará porque
la castración está en juego.

CoPPo: Yo les voy a dar mi forma de representármelo, a ver si les ayuda.


Hemos visto que hay dos argumentos para plantear esta no exis­
tencia de unión entre el hombre y la mujer s1N ouE. El primero dice
que la castración no determina, a título de fantasma precisamen-

61
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

te la realidad del partenaire. No existe unión del hombre y la mu­


jer, sin que pase esto.

ALUMNO: O sea, algo hay de unión.

ALUMNO:Lo que quiere decir es que para toda unión debe darse previa­
mente cierta cosa.

ALUMNO: Claro, exacto. Parte de que puede darse la unión ...

CoPPo: Claro, esa unión sólo puede darse por intermedio de un fantas­
ma. Para el nivel en el que nos encontramos del intento de in­
terpretación del texto no hace falta que avancemos demasiado
en definir qué es un fantasma porque simplemente lo que nos
está diciendo es que ". . . no existe unión del hombre y una mujer,
sin que la castración no determine a título de fantasma, la reali­
dad del partenaire." Es decir, que a la realidad del partenaire -la
realidad la entiendo en el sentido corriente, la que usamos ha­
bitualmente- no accedemos de forma inmediata; sólo lo hace­
mos con la mediación del fantasma, con lo cual uno advierte que
esa unión es condicionada a la existencia de algo entre el suje­
to y la realidad.
Me acordé de la Celestina, ese personaje que cumple esa función
de unir al hombre y a la mujer pero que justamente está en el lu­
gar de la condición para que se produzca la unión. Si ella no está
parecería que el hombre y la mujer no se pueden unir.

Vamos al caso que yo he llamado el caso b), o, la otra forma


con la que Lacan hace referencia a esta no existencia de unión
del hombre y de la mujer SIN QUE. Dice:" ... sin que ella, la castra­
ción, se juegue en esta suerte de recelo que la plantea como ver­
dad en el partenaire ... "
O sea, que el partenaire es en el que somos capaces de adver­
tir la castración. "Verdad", en cualquier contexto es una palabra
muy fuerte. Al sujeto no le es indiferente la verdad o lo que es lo
mismo, no le es indiferente el partenaire.
Entonces, para que se una el hombre y la mujer, en el caso a)

62
CLASE 111 j LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

eso puede pasar a condición de que el fantasma esté entremedio de


ellos, y en el caso b) eso puede pasar a condición de que se plan­
tee la verdad no en el sujeto sino en el partenaire.
Recordé algo que no pasa exactamente por el hombre y la mu­
jer. En la reunión anterior alguien me preguntó por qué el semi­
nario se llama "La escuela y el vínculo social:.. :' siendo que has­
ta el momento no hemos hecho la más mínima referencia a algu­
na cuestión vinculada a la escuela. Me pareció una pregunta ab­
solutamente acertada en tanto que así fueron los hechos hasta el
momento. Trataré de remediar esa situación contándoles un pe­
queño episodio.
Hace unos días una preceptora que trabaja aquí en la escuela
me derivó un jóven de 16 años de quien me contó que tenía mu­
chos problemas con la persona con la que convive: su abuela. Se­
gún me dijo, había entre ellos agresiones verbales y físicas; de él
hacia la abuela y de la abuela hacia él. La preceptora me cuenta
que la abuela se encontraba muy,preocupada y que le preguntó si
ella podía hablar conmigo. La llamé por teléfono y a partir de mi
invitación se acercó a conversar. Me contó una serie de cosas y
después le dije que si su nieto estaba de acuerdo, yo quería hablar
con él. Fue así que le propuse a Julián conversar, cosa que acep­
tó sin ninguna reticencia. Me dijo que para él había algo peligro­
so haciendo referencia a ciertas ideas de su abuela, las cuales ella
le decía y le repetía asiduamente.
Como verán, el planteo que estamos tratando en el inicio de
la lectura de la clase del Seminario 16 del 13 de noviembre sobre
el tema de la falla y de la estructura, puede llevar a pensar que la
unión posible, aún con su condicionalidad, se trata exclusivamen­
te de la dada eventualmente entre el hombre y la mujer, en los tér­
minos del amor, del amor que corrientemente llamamos "de pare­
ja". Mi pretensión es remarcar que no limito la unión a un hombre
con una mujer. Aquí la palabra partenaire nos puede ayudar por­
que en su significado no se incluye exclusivamente para el hom­
bre la mujer y para la mujer el hombre; la más mínima observa­
ción de la vida contemporánea nos hace evidente que de lo que se
trata es del otro con el que el sujeto se vincula, por supuesto que

63
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

con toda la diferenciación que introducen las nociones de "ima­


ginario" y "simbólico".
Entonces, siguiendo este modelo, me preguntaba en el caso de
Julián cómo la castración puede hacérsele presente en las ideas de
su abuela. Noten el siguiente detalle: ese algo peligroso no es para
él la abuela sino ciertas ideas de ella. Le pregunté cuáles eran esas
ideas. Encontrándose sus padres separados y no habiendo visto a
su padre desde que Julián tenía cinco años -no recordando en ab­
soluto una convivencia efectiva entre él y su padre- la abuela le
dice cada vez que se enoja: ''Vos andá con tu padre, andá a ver a
tu padre". El problema es que Julián no sabe nada actualmente del
padre y dentro de las cosas que no sabe se encuentra el lugar en el
que podría eventualmente encontrarlo. Esa idea, o esas ideas de la
abuela resultan para él -según me dijo- algo peligroso.
Lo que quise ilustrar con este ejemplo es que hay algo de la ver­
dad de la castración, que al sujeto, su partenaire se la puede pre­
sentificar. Como les decía, el partenaire no se restringe exclusiva­
mente a la mujer para el hombre y al hombre para la mujer. Se
trata de manera más general de lo que el título del Seminario 16
coloca como lo más relevante, es decir, el pasaje del otro al Otro.
Si bien ha habido distintas traducciones en cuanto a colocar pri­
mero el otro (con minúscula) y después al Otro (con mayúscula)
o viceversa, no cambia la cuestión de la imposibilidad que la cas­
tración no determine la realidad del partenaire (la abuela con sus
ideas para Julián, en nuestro caso) como así también la imposibi­
lidad que la verdad se presente del lado del sujeto (como saber) y
no del lado del Otro. Esto que les relaté es para tratar de advertir
sobre el no encasillamiento en los personajes de los que Lacan ha­
bla de forma directa, en este caso del hombre y de la mujer.
El vínculo social y la escuela es pertinente, justamente a partir
de algo eminentemente clínico, a saber: cómo intervenir a partir
de pensar que para este jóven, lo peligroso son ciertas ideas de su
abuela, el lugar a donde eventualmente lo envían. Todos los pro­
blemas que se plantean a partir de aquí: si se lo deriva al chico a
un tratamiento o no; si se lo sigue escuchando en la escuela. Vean
todas las perspectivas que se abren en función del establecimiento

64
CLASE III I LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

de una dirección posible de la cura planteada más o menos con­


cientemente como estrategia terapéutica para este caso y cómo -a
partir de esas estrategias- se ponen en juego distintos tipos de dis­
curso. Qué distintas orientaciones se le podría dar a esto que les
relaté en función de la caracterización de los discursos, al menos
a un acercamiento a una caracterización de los discursos que su­
pongamos estén en juego.
Agrego un elemento más sobre lo que podemos considerar un
pequeño fragmento de un caso: ¿qué salida le encontró este jó­
ven al problema de la violencia existente entre él y su abuela? Me
contó que últimamente habían disminuído las ocasiones en las que
aparecían los insultos y los golpes entre ellos. Le pregunté a raíz
ele qué creía él que se había dado ese cambio. Me dijo que se de­
bía a que en el mes de febrero -nuestras conversaciones transcu­
rrían a esa altura en el mes de abril-, él empezó a escribir lo que
le pasaba cotidianamente y, a su vez, empezó a salir de su casa
para andar en bicicleta. Le pregunté a dónde iba cuando andaba
en bicicleta. - ''Voy a Vicente Lopez, voy a Liniers''. Le pregun­
to: - "¿Dónde vivís?". - "En el barrio de La Boca ", responde. Le
digo: - "bastante .. ?'. - "Sí, ando como dos horas para un lado, dos
horas para el otro".
El andar en bicicleta y el comienzo de su escritura se dan al
mismo tiempo: en el mes de febrero. Le pregunto por qué cree que
se dan esas dos cosas en el mes de febrero. Dice que tiene muchos
umigos en la escuela durante todo el año y que en el verano, pre­
cisamente en febrero, muchos de sus amigos se fueron de vacacio-
11es con sus familias. En aquel momento entonces, en aquel pre­
ciso momento Julián pasa a quedarse con su abuela todo el -su­
tiempo en el muy pequeño departamento en el que viven. La es­
critura y el andar en bicicleta parece haber sido una solución en­
contrada por Julián para la encrucijada que parece haberse cons­
tituido en ese mes de febrero.
Me parece interesante comenzar a pensar por ejemplo este ma­
terial con aquello que hemos visto hasta ahora acerca de los dis­
cursos. Quizá todavía no estemos en condiciones de hacerlo, pero
:;í presentárselos como para que vean si nos puede resultar una

65
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

herramienta útil conocer la teoría de los discursos a los fines de


la intervención terapéutica. En este caso puntual vayamos rete­
niendo qué sucede para que los discursos vayan estableciéndose
con un carácter dominante. Para los discursos no todos los mo­
mentos son el mismo momento; la variación de estos últimos se
corresponde con un giro, un cambio en la dominancia de un tipo
de discurso respecto de otro. Como estoy dando a entender, la va­
riación de los discursos no la estoy planteando exclusivamente al
interior del dispositivo analítico, aunque indudablemente este he­
cho siempre se encueritra dentro de la estrategia analítica. La va­
riación de los discursos puede darse con el establecimiento de de­
terminadas situaciones. El "encuentro" de Julián con su abuela en
el mes de febrero, ha precipitado un giro en la situación dada en­
tre ellos hasta entonces. Julián, ha producido a su vez -escritura y
caminata mediante- un giro, giro que por efecto tuvo un amino­
ramiento de la agresividad4 •

LA CUALIDAD DEL PENSAMIENTO: ¿CAUSA O CAUSADO?

Intentemos ahora avanzar con la clase del 13 de noviembre.


Lacan, sin dejar todavía el tema de la estructura y la falla, agrega
otro tópico que es el del pensamiento, en el sentido de si este úl­
timo es de darse objetos a ser pensados, tal como hace el científi­
co en una investigación.
El conocido libro "Metodología de la investigación científica"
(Ed. Eudeba) de Juan Samaja, explica que en cualquier investiga­
ción hay un principio metodológico que obliga en una primera
etapa definir el objeto a investigar. El objetivo de esta definición
es evitar una cierta herrancia, un cierto eclecticismo. Esta tarea

4. Para una problematización del lugar de las llamadas "viñetas clfuicas" en el


ámbito psicoanalítico, puede leerse el capítulo "Algunas consecuencias clíni­
cas de la diferencia lógica entre los sexos" en el libro "El notado de Lacan.
Consistencia lógica, consecuencias clínicas", de Guy Le Gaufey. Ediciones
literales; 2007.

66
CLASE 111 [ LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

puede llevar tal vez años pero lograrlo implicaría ya un éxito del
plan de trabajo.
Lo que plantea Lacan es, a partir del reconocimiento del in­
consciente, al pensamiento no dándose un objeto a través del sen­
tido, sino a lo que él tiene como causa en el "no-pensamiento", en
el "entre-pensamiento", pasando entonces el pensamiento a ser
objeto de una causa. Cambia la perspectiva, en el sentido de defi­
nir si el pensamiento es agente u objeto de la acción. Es algo bas­
tante fuerte lo que está planteando el psicoanálisis en este punto,
porque no creo que sea sólo Lacan. Es al menos una innovación
plantear que el pensamiento no es dueño de determinar o de se­
leccionar sus objetos, en el sentido voluntario. Porque en definiti­
va, aún pensando que el pensamiento es causado por alguna cau­
sa que lo lleva a desplegarse, no estaría descartado que haya una
selección "voluntaria" de hacia dónde va el pensamiento; simple­
mente que esa selección es inconsciente.
La propuesta de Samaja indica un esfuerzo en una selección
consciente del objeto que, además, puede ser evaluada por otro
científico. Puede ser evaluada, criticada, puesta a consideración
de otros con parámetros que la propia ciencia le da. Lacan está
hablando de otra cosa; él inclusive habla del SER DEL PENSAMIEN­
TO, hay un planteo filosófico con efectos en un posible replanteo
epistemológico. Él dice: " .. . mi pensamiento no es regulable, él es
regulado:' Se podría agregar: mi pensamiento no es regulable por
mí, por mi Yo, o por mi voluntad5 , pero él es regulado desde al­
gún otro lugar.
Desde muchísimo tiempo atrás fue planteado el problema de
cómo se expresa el pensamiento. Esta es una pregunta tanto de la
filosofía como de la psicología. Tal problema se centró predomi­
nantemente en el modo de expresar el pensamiento y, en lo posible,
expresarlo correctamente. Lacan dice que no apunta a expresar el

5. La noción de "voluntad" en sus relaciones con la de "Yo" tiene un protago­


nismo, no clarificado aún en estudios posteriores -al menos hasta donde he
podido relevar-, en la obra de Hegel "Filosofía del Derecho" (1820). Edito­
rial Claridad.

67
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

pensamiento sino a causarlo. Ahí hay una contradicción, tiene que


ver tal vez con la traducción también, porque llevado hasta sus úl­
timas consecuencias, no sé hasta qué punto uno podría apuntar a
causar su propio pensamiento si uno lo que está diciendo es que el
pensamiento ya está causado. Pienso que ya sería bastante no opo­
nerse al motivo de causa del pensamiento. No oponerse demasia­
do, al menos no más allá de cierto límite para no entrar en un con­
flicto de tal envergadura con lo que no conozco de y en mí.
Ni siquiera acá está planteado el inconsciente en análisis, con
analista. Permanece aún un planteo filosófico en tanto se está ha­
blando del ser del pensamiento; es decir, está en juego una onto­
logía. O sea, es mucho antes de la entrada a un consultorio ana­
lítico.
El tema es entonces si se piensa el pensamiento como aquello
que selecciona sus objetos o si el pensamiento está causado por
algo en principio desconocido. No habla en el texto de algo des­
conocido, sí habla de lo inconsciente. Si tomamos al inconscien­
te como algo desconocido para la consciencia podemos hacer esa
traducción. O sea, no me alejo demasiado de los propios términos
del texto y creo que justifico por qué introduzco lo desconocido.
El pensamiento causado por algo que desconozco.
Dice luego que el ser del pensamiento es la causa de un pensa­
miento en tanto que fuera de sentido; se agrega un elemento nue­
vo que es el sentido -en al menos una de sus acepciones corrien­
tes, en la del significado-. El ser del pensamiento es la causa de un
pensamiento en tanto que fuera de sentido. Uno podría decir: pero,
si siempre entendimos al pensamiento como aquello no que está
fuera de sentido sino como aquello que está dentro de sentido.
ALUMNA: Corresponde a una lógica.

CoPPo: El ser del pensamiento es su causa en tanto que fuera de senti­


do, aunque esté fuera de sentido, lo cual no implica que esté fue­
ra de lógica. Puede estar fuera de sentido pero no necesariamen­
te fuera de lógica. Entendiendo la cuestión de esta manera se nos
abre la vía a considerar todo aquello que esté fuera del sentido

68
CLASE Ill I LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

corriente. Ustedes saben que el sentido es una especie de imán,


que nos atrae, nos atrapa, en tanto que es muy difícil vincularse
fuera del sentido.

Voy ahora a introducir algo que no se encuentra en el texto pero


que sin embargo sí está vinculado al texto: una definición lacania­
na de discurso pero formulada en un tiempo posterior en la obra
de Lacan que a la que nos estamos refiriendo; a la altura del "Se­
minario 20" dice que el discurso es un vínculo social. ¿por qué?
Porque es un vínculo entre los que hablan. Entonces, es parte de
la cosa, entre los que hablan, que nos entendamos. Porque sino es
lo que suele llamarse "una conversación de locos".
Aún en el mismo lenguaje, o usando la misma lengua, podría su­
ceder que en la comunicación entre las personas, haya cierta parte
de esa comunicación que no encaje dentro del sentido.

Volvamos ahora al texto de la clase del Seminario 16. La prác­


tica de la estructura que venimos considerando, rechaza toda pro­
moción de alguna infalibilidad.
Si ustedes consultan la traducción del Seminario 16 realizada
por Ana María Gómez y Sergio Rocchietti verán que habla de "in­
fabilidad"; al encontrarme con esta expresión y al no reconocer­
la en su significado me dirigí a la versión editada en CD que co­
menzó a circular desde hace algunos años y allí me encontré con
otra palabra que si bien es parecida obviamente es distinta: "in­
falibilidad". "Infabilidad" está fuera del sentido. Cuando encontré
esta palabra no descarté que se tratara de uno de los neologismos
de Lacan a los que nos acostumbró al introducir -sobre todo en
sus clases- palabras que no son del sentido corriente. No descarté
tampoco que se tratara de un error de tipeo en la versión de Gó­
mez y Rocchietti. Me quedé finalmente con esta última interpre­
tación ya que el haber encontrado "infalibilidad" en la versión del
CD me inclinó a ello. Dice entonces que: "la práctica de esta es­
tructura rechaza toda promoción de alguna infalibilidad''. O sea,
que la práctica de la estructura, el movimiento de la estructura, el
proceso que se da en la estructura ''rechaza toda promoción de al-

69
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

guna infalibilidad". La estructura contiene algo falible o -dicho lo


mismo pero de modo opuesto- no infalible. Tenemos entonces a
la falla nuevamente con nosotros dado que la práctica de esta es­
tructura rechaza la idea de infalibilidad.
Ahora bien, ¿de que naturaleza es esa falla? ¿Es una falla que
nos caotiza tanto las relaciones de la estructura que llega a inde­
pendizar a sus elementos y que de tal modo ya casi no nos deja
hablar de estructura? Las relaciones en la estructura, hacen a su
proceso, a su práctica, y es ahí donde se evidencia su rechazo a
la infalibilidad. Por lo tanto, podemos decir que en la estructu­
ra -ya sea algún elemento o ya sea alguna relación entre al me­
nos dos elementos o ya sean ambas cosas a la vez- hay una falla.
No descarto tampoco que la falla sea una falta en la estructura. Y
otra vez, esa falta puede ser de un elemento o de una relación o
de ambas cosas a la vez.
La falla en la estructura es inclusive lo que nos abre la puerta
para pensar la idea de cambio, de transformación en la estructu­
ra. Fíjense que si la estructura no tuviera falla o si no faltara algún
elemento, estaríamos hablando de una "estructura estática"; se eli­
minaría de ese modo toda consideración dialéctica de la estructu­
ra. Sería muy difícil pensar la movilidad dentro de esa estructura,
la posibilidad de un cambio. La idea de estructura estática se des­
liza suavemente hacia la de "sustancia" ("algo que no se mueve y
permanece idéntico a sí mismo, independientemente de las cua­
lidades que lo afectan y de las relaciones que permite") 6.
ALUMNO: Con "estructura", la qué se refiere?

CoPPo: Si leen con atención esta clase y si buscan en ella una definición
de "estructura", verán que Lacan no aclara en ningún momento
qué es la estructura; es decir, no nos da una definición.
Ajustándonos estrictamente a los términos que nos proporcionó
hasta ahora el texto, tenemos que una estructura es un hombre y
una mujer. Tiene los elementos mínimos: un hombre y una mujer.
También esta explicitado cuál es eventualmente la relación entre
6. Esta definición fue extraída de Le Gaufey, Guy. Op. Cit. Pág.42.

70
CLASE Ill I LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

esos elementos. lCuál es esa relación? La unión; esa sería la rela­


ción, la relación de unión. Esa relación de unión no se da sin que
aparezca algo que actúe como mediación -lo que aparece presen­
tado en el texto con lo que hemos designado como parte "a"-. Y
lqué otra condición debe darse para que se cumpla la relación de
unión? Que en esa estructura de dos hay un velamiento o un de­
velamiento de la falla en el otro que surge con el carácter de lo in­
eluctable de la verdad -lo que aparece en el texto con lo que he­
mos designado como parte "b"-. Siguiendo este razonamiento su­
cede que si voy por la parte "a" me encuentro con una cosa y, si
voy por la parte "b", me encuentro con la misma cosa; es decir, en
ambos casos me encuentro con la noción de castración.
Podríamos decir mucho acerca de qué se entiende por estructura,
pero me parece que dada la complejidad del texto, todas las co­
sas a las que remite, todos los autores a los que cita, y para evitar
el eclecticismo, propongo que hasta lo que hemos leído tomemos
como definición de estructura al conjunto conformado por los ele­
mentos "hombre" y "mujer", vinculados ambos bajo la relación de
unión, aunque esa unión se encuentre doblemente condicionada.

El estructuralismo, al tomar en serio el saber -y no el conoci­


trjento- como causa del pensamiento, conduce la orientación ha­
cia zonas en las que no prima necesariamente el sentido corriente
o vulgar en el que necesariamente debemos instalarnos para inter­
cambiar en el marco del significado con los otros. Es por eso que
Lacan hace mención a una "intención delirante" que habitualmen­
lc resulta del análisis con una perspectiva estructural.
Lo que restringe la posibilidad del desarrollo de un delirio es
la permanencia en el ámbito de la participación del sentido, que
no por nada suele nombrárselo como "común'?
Tomar del pensamiento su causa (su no-pensamiento, su en-

7. El adjetivo "común" (en "voluntad común") es utilizado también por Hegel


para indicar la coincidencia dada entre dos voluntades cuando en un mis­
mo momento se produce la negatividad de una como enajenación (cesión)
de una cosa y la positividad de la otra como aceptación de esa cosa. Es la
base de lo que en derecho se reconoce como "contrato". "Filosofía del de­
recho"; pág. 94.

71
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

tre-sentido) es delirante respecto de lo que se pensó dominante­


mente desde el punto de vista filosófico en la modernidad. En la
modernidad, a partir de Descartes sobre todo, se pensó y después
se existió. Piensen hasta qué punto tenía fuerza el pensamiento
en la existencia.
Acá, estamos hablando desde el revés, de un pensamiento que
es efecto de la existencia de un ser -del pensamiento-. Hay una in­
versión de los términos en función de sus determinaciones. Como
cuando alguien dice ¿qué es más importante, esto o lo otro? Pa­
recería ser que acá inclusive a partir de y dentro aún del cam­
po filosófico hay un intento de invertir el orden de la determina­
ción; pero que sea a partir y dentro aún del campo filosófico no
por esto se implica la permanencia de las consecuencias dentro de
este campo; las consecuencias de que el pensamiento sea el efecto
del ser donde este ser es su causa es que esa causa queda excluí­
da del pensamiento. En el fondo lo que esta en juego es el orden
de determinación o el carácter de dominante del pensamiento so­
bre su causa o de la causa (lo excluído, y por eso no-pensamien­
to) sobre el pensamiento.
Este problema sería sólo filosófico si no tuviera su base de mos­
tración clínica; su basamento clínico constituye la justificación de
la separación entre filosofía y psicoanálisis.
ALUMNO: En la filosofía es la vieja lucha entre el esencialismo y el existen­
cialismo, ya sea que la predominancia se destaque en el ser o en
la existencia.

Cappa: Esa discusión, que puede darse exclusivamente en los propios


términos filosóficos, acá, si bien tiene un impacto en esa discusión,
está hecha en función de un abordaje clínico, es decir en función
de la evidencia que nos brindan los lapsus, los accidentes de los
actos fallidos, esos acontecimientos que son aquellos por los que
el psicoanálisis comienza.

72
CLASE Ill I LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

LA LLEGADA DE "EL DISCURSO"

La elección de la clase del 13 de noviembre de 1968 tuvo por


objetivo situar algún antecedente de lo que considero fue el de­
sarrollo más exhaustivo de la teoría lacaniana de los discursos: el
Seminario 17 "El reverso del psicoanálisis".
El punto límite entre las condiciones de un discurso y su des­
fallecimiento es lo que el psicoanalista puede mostrar. Así es qui­
zá uno de los modos por los que podemos intentar aprehender la
siguiente expresión: "la esencia de la tarea psicoanalítica es un
discurso sin palabra':
Comprobamos a esta altura que la noción de discurso comienza
a ser una pieza estable en el período intelectual francés que trans­
curre tanto durante los Seminarios 16 y 17 de Lacan (1968/69)
como en la Conferencia dictada por Foucault (1969), sin olvidar
el antecedente al que ya he hecho referencia de Althusser con sus
"Tres notas sobre la teoría de los discursos" (1966)
Como recorrido de la Conferencia de Foucault nos había que­
dado la idea de tratar de subrayar y señalar la diferencia entre los
tipos de discurso. Lo que nos aparece ahora diferenciado no son
los distintos discursos sino que en alguno de ellos, el psicoanalítico
específicamente (para que lo sea), en su esencia, debe ser sin pala­
bra. Fíjense que dice: "La esencia de la teoría psicoanalítica es un
discurso sin palabra." En principio eso es una fórmula que para los
que ya han leído o leen a Lacan es conocida. En nuestro castellano
sudamericano, al menos en la Argentina, suele popularmente usar­
se una frase hecha que versa " ... sin palabras" cuando algo alcanza
tal evidencia que se aproxima al límite de lo expresable.
Los invito a que pensemos de qué se trata esta diferencia entre
el discurso y la palabra.
El discurso es un vocablo muy propio del estudio del lengua­
je; la palabra también. En este sentido no podemos captar la di­
ferencia entre ellos. Ambos son términos que, con más o menos
sentido común, con más o con menos pretensión científica, uno
los reconoce en determinado territorio: el de los estudios que de
diversas maneras se ocupan del lenguaje.

73
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Pero ¿cuál es la diferencia entre el discurso y la palabra?


Respecto de la noción de "palabra" es coincidente en más de
un autor la observación de que casi no es explícito el contenido
de este concepto en muchos estudios de lingüística8 • No obstante,
realizando cierto esfuerzo encontramos algunas definiciones:
Es la serie coherente de sonidos asociada a un sentido (Be­
ristáin).
Es la unidad lingüística más pequeña que tenga una realidad en
la cadena hablada y sea a la vez portadora de significación. (Du­
crot-Todorov)
Haciendo caso omiso de las diferencias existentes entre senti­
do y significación, vemos que de ambas definiciones surge una co­
incidencia: la palabra porta significado.
Por otra parte, el discurso siempre aparece conceptualmente
siendo una unidad que incluye a la/s palabra/a; podría decirse en­
tonces: un conjunto de palabras. Lo mismo le ocurre a la noción
de discurso respecto de la de "enunciado" y de la de "oración" 9
La idea que introduce Lacan sobre la existencia de un discur­
so que en esencia sea sin palabras ¿aleja a aquel de la necesidad
de que se encuentre conectado al sentido? Sí y no. Sí, si la única
vía de acceso al sentido fueran las palabras. No, si pudiera acce­
derse al sentido por otro tipo de unidad que no sea la palabra. Me
inclino por esta segunda respuesta.
Los actos que tienen carácter perlocucionario descritos por
la teoría de los actos de habla han demostrado ser portadores de
sentido. Los significantes han resaltado la capacidad de producir
cambios de vía radicales en la significación a través de la metáfo­
ra y la metonimia.

8. Beristáin, Helena. "Diccionario de retórica y poética"; Editorial Porrúa; pág.


376; (primer edición: 1985). También puede leerse en el "Diccionario enci­
clopédico de las ciencias del lenguaje" de O. Ducrot y T. Todorov: "La defi­
nición de la palabra ("palabra"), por lo demás, generalmente permanece im­
plícita"; Siglo XXI editores; pág. 235; (primer edición en francés: 1972).
9. Parret, H. Y Ducrot, O.: "Teorías lingüísticas y enunciación" (1995); pág
59. Oficina de Publicaciones del Ciclo Básico Común de la Universidad de
Buenos Aires.

74
CLASE IIl J LA LLEGADA DE LA NOCIÓN DE "DISCURSO"

Intentemos profundizar en la idea de que puede haber discur­


sos que no sean con palabras.
Supongamos que tenemos una estructura de dos elementos: los
signos(+) y(-). Con ellos conformamos la siguiente cadena:

+ + + - - + + - + - + - - + - - -...
Si observamos con atención la serie e intentamos extraer de
ella una estructura de tres signos y que esa serie se repita, no lo­
gramos hacerlo.
En cambio, observemos esta otra serie:

- - - + + - + - + + - + - - - - + -...
Cada vez que aparecen sucesivamente dos (-) luego aparece
un (-) y cada vez que se dan sucesivamente dos (+) luego le si­
gue un(-).
En este último caso obtenemos un discurso(significativo o con
significación) aunque no está hecho con palabras.
Entonces, podemos avanzar en el sentido de aceptar que no nos
resulta tan inverosímil aceptar el hecho que haya un discurso sin
palabras. Pienso que si llegáramos hasta ese punto por hoy, nos que­
daría abierto el tema como para la próxima vez poder avanzar.
Se puede decir una cosa más tomando la idea de forma y con­
tenido. Parecería ser que hay al menos un discurso en el que pode­
mos prescindir del contenido y quedarnos con sus formas. No se­
ría de este modo en el resto de los tipos de discursos establecidos
por Lacan(el del Amo, el Universitario y el de la histérica).
En el libro de Gerardo Arenas "La lógica de la interpretación"
que estuvimos trabajando el año pasado, allí se construía un có­
digo y se decía por ejemplo: después de tres(+) va un(-). Enton­
ces no importaba para nada lo que quería decir el(+), solamen­
te se trataba de que al modo de un autómata se respetara la regla
sintáctica que decía que después de tres(+) debía proseguirse con
un (-) y después de dos(-) con un(+); de ese modo se iba cons­
truyendo una cadena simbólica que no era otra cosa que un dis-

75
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

curso sin palabras. Simplemente, es muy difícil hacer el ejercicio


porque nosotros estamos muy acostumbrados a manejarnos con
los significados y con los contenidos de las palabras,
ALUMNO: Pero cuando decís "tres más", estas usando palabras ...

CoPPo: Es imposible obviar el contenido y vivir exclusivamente en un


mundo de las formas. No se me ocurre qué experiencia del ámbi­
to humano puede encontrarse en la que se dé esa característica.
Se pueden hacer los más grandes esfuerzos y la lógica es la dis­
ciplina que procura hacer ese forzamiento tremendo, que es el de
vaciar de contenido, de significado a lo símbolos, a las formas; va­
ciar a los signos de sus significados y trabajar con ellos. El vacia­
miento de significado a los signos no impide en absoluto operar
con ellos aplicándoles determinadas reglas. El objetivo de la lógi­
ca en cuanto al vaciamiento de ambigüedades dadas por el sig­
nificado se debe a la pretensión de eliminar esas ambigüedades
que presenta el lenguaje llamado ordinario fundamentalmente en
la vía del aspecto semántico, es decir, en la vía del significado.

76
CLASE IV

DE LA PLUSVALÍA
AL PLUS DE GOCE
La llegada de la crítica de la economía política
y un pasaje irrealizado

Habíamos llegado a plantear que la hipótesis de que existan


discursos sin palabras es verosímil. Retomemos la lectura de la
clase del 13 de noviembre de 1968 dictada por Lacan en su Se­
minario Nro. 16.
Una de las frases de Lacan que más se repite entre sus comen­
taristas, es la que aparece en algún momento de la clase a la que
nos estamos dedicando: "el significante es lo que representa a un
sujeto para otro significante': Esta expresión está concatenada con
otra: "el significante no se representa así mismo".
De la reunión anterior nos quedó al final un corolario de todo
lo que estuvimos tratando y ese corolario consistió en el recono­
cimiento del hecho de la existencia de discursos sin palabras. No
sería un mal final para la clase de hoy si en ella arribamos tam­
bién a un corolario que nos acerque a comprender de qué se tra­
ta la idea "el significante representa a un sujeto para otro signifi­
cante". Esa expresión está planteada después de hacer Lacan una
referencia al tema del significante, a través del ejemplo que él in­
troduce con el pote. Se trata de un pote, con su vacío y un nom­
bre que refiere al contenido del pote; o sea que con esos elemen­
tos Lacan trata de decir algo acerca del significante.

77
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

¿cómo interpretarlo? Un costado por donde abordar esta cues­


tión puede ser a través del conocido par contenido/forma. A pe­
sar de que Lacan no le da un lugar protagónico a la relación entre
contenido y forma, resulta para mí muy útil considerar esa relación
para todo lo que tenga que ver con otra relación: la dada entre el
significado y el significante, respectivamente. A ese pote Lacan lo
designa como siendo de "mostaza". A mi entender, la utilización
de este recurso es una manera de tratar de empezar a poner en el
centro del análisis al significante y a la incidencia que tienen las
palabras sobre las cosas. La ventaja que tiene la referencia al pote
es que todo pote -por el hecho de serlo- tiene un contenido -al
menos virtualmente-. En este caso su contenido podría ser "mos­
taza", pero solamente su contenido podría ser "mostaza" en la me­
dida en que al pote se lo nombre como siendo "de mostaza"; si así
no lo fuera sería de otra cosa. Para el caso extremo de que tal pote
no se encontrase rotulado con algún nombre, tendríamos enton­
ces sólo un hueco, un vacío revestido por un límite.
ALUMNA: Un envase.

CoPPo: Un envase. Fíjense que en un momento de la clase, y vinculado


con uno de los puntos que tratamos en nuestra clase anterior, La­
can dice: "/a estructura del pote", dándole de este modo una parti­
cular entidad. Cuando en nuestras casas tomamos ya sea los po­
tes de mostaza o los de mayonesa, no hacemos todo este análisis.
Pregunto entonces: "pero cómo, un pote ¿tiene una estructura?" Si
la tuviera tendríamos que definirla y ...¿cuál sería?

En una reunión anterior nos preguntábamos por la estructu­


ra y dijimos que la estructura era en ese caso el hombre y la mu­
jer -como elementos- junto a la relación de unión que existía en­
tre ellos. Extendiendo nuestra idea parecería ser que hay una es­
tructura entre cualquier elemento del mundo (sea un pote o sea
lo que sea) y el nombre que lo designa en tanto este último tiene
una incidencia eminentemente práctica, en el sentido de que no
se va a poner mayonesa dentro de un pote de mostaza, cosa que
se puede hacer, pero hay un orden del mundo que hace que cuan-

78
CLASE IV ¡ DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

do uno va al supermercado y quiere mostaza compra un pote ro­


tulado con la expresión "mostaza". Lacan trata de mostrar la inci­
dencia del significante en tanto si bien ordenador del significado
no es su designante; quiero señalar esta incidencia del significan­
te en el mundo como creador de las cosas del mundo.

ALUMNO: Le da mayor importancia al pote, como continente, como sus­


ceptible de contener eternamente más que circunstancialmente.

CoPPo: El vacío puede ser circunstancialmente ocupado por mostaza o


por mayonesa o por algún otro contenido. En el párrafo siguien­
te: "El pote, lo llamé de mostaza para destacar que lejos de conte­
ner/a forzosamente, es, precisamente por estar vacío que él toma
su valor de pote de mostaza." Lo que quiso señalar, a mi parecer,
es la ETERNIDAD del pote y la CIRCUNSTANCIAL/DAD de la mostaza.

ALUMNO: Me parece importante este fragmento: "El hecho que sea en po­
tes que hayamos encontrado los manuscritos del Mar Muerto, está
hecho para hacernos sentir que no es el significado lo que esta en
el interior, es muy precisamente el significante y que es a él a lo que
debemos atender cuando se trata de aquello que nos importa, a sa­
ber: fa relación del discurso y la palabra en la eficiencia analítica".
O sea, está diciendo claramente: presten atención no al significa­
do sino al significante pero podríamos agregar, no sólo al signifi­
cante en tanto nombre del pote sino al significante encontrándo­
se en el lugar del vacío, es decir, en el interior del pote.

CoPPo: Dentro del psicoanálisis la otra vertiente, la de prestarle toda la


atención o la mayor atención al significado, nos hace perder la ob­
jetividad que justificaría la intervención analítica. Al intervenir so­
lamente sobre significados, no contamos con una base material
sobre la que nos sea posible evaluar esa intervención, porque el
significado siempre remite a otro significado; de ese modo la in­
tervención más bien queda, en el mejor de los casos, como una
parte de una conversación filosófica -<figo en un caso elabora­
do-; en un caso menos elaborado la intervención no va más allá
de la conversación corriente. Pero, la diferencia entre una escu­
cha analítica y estos dos casos (el de la filosofía y el de la conver-

79
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

sación corriente) es la preeminencia que en la conversación ana­


lítica, por llamarla así, toma el significante en términos de objetivi­
dad, de materialidad del discurso1 •

ALUMNO: Además, al encontrarse el sujeto representado por un significan­


te, si el analista escucha sólo el sentido, no tiene el medio para
localizarlo.

CoPPo: Coincido en general, sólo que marcaría una diferencia. La repre­


sentación del sujeto no es "como" un significante sino "por" un
significante. Si la representación del sujeto estuviera dada como
un significante se estaría inclinando la explicación bajo el mode­
lo de la analogía; siempre el "como un" marca la explicación ana­
lógica.tal como correctamente se dice que el inconciente está es­
tructurado "como un" lenguaje. La representación del sujeto "por"
un significante no es analógica sino que responde a la estructu­
ra de la metáfora, es decir, de reemplazo, de "una cosa por otra",
en este caso de un significante por un sujeto. Lo que le permite el
significante al sujeto es obtener una forma de darse, un modo de
darse, la posibilidad de que el segundo se exprese mediante el
primero. Diferenciemos entonces: la analogía es un modo de ra­
zonamiento mientras que la metáfora es una operación de susti­
tución dada en el lenguaje.

Recordando lo que les relaté hace unos días sobre el jóven para
quien ciertas ideas de su abuela representaban un peligro; retoman­
do aquel ejemplo me pregunto: cuando una persona habla ¿cómo
determinamos cuál es el significante que representa al sujeto? Cómo
discrimino a ese supuesto significante en cuanto elemento relevan­
te que me habilita el acceso a esa estructura. Un elemento relevante
para la localización del significante y, por ende, -en tanto que re­
emplazante- del sujeto, es la repetición. Pero la repetición ¿será el
único índice para la localización del sujeto claro que siempre a tra­
vés del significante? El significante también es engañoso y el suje-
l. Aprovechemos la ocasión para ir consignando definiciones de "materia".
Para Hegel: " .. .la materia de la cosa(... ) me hace resistencia(y únicamen­
te, es eso: un hacerme resistencia ... ". Filosofía del Derecho; pág. 77.

80
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

to es escurridizo. Entonces puede ser que nos haga una especie de


señuelo falso. Pero a partir de aquello que en el discurso nos llama
la atención por su repetición -y por lo tanto, por su relevancia-, se
hace posible conjeturar cuáles son los elementos del conjunto del
discurso que justamente localizan al sujeto. Uno por ejemplo, puede
conjeturar que este "peligro", que el joven decía que padecía frente
a ciertas ideas de su abuela, podía ser un elemento que representa­
ra a este sujeto en ese fragmento de discurso o en ese discurso que
constituye una entrevista. Luego podemos retomar ésto, pero tam­
bién para ir poniendo las cosas al menos un poco en el terreno de
la experiencia, porque sino es un,a abstracción que el significante
no sabemos ya qué es y mucho menos cuál es.
Sabemos que el significante está ahí, está en el enunciado, en
la superficie; hay que, en todo caso, poder localizarlo.

LA LLEGADA DE MARX AL SEMINARIO DE LACAN

En el pasaje de esta clase del Seminario 16 en la que Lacan se


refiere al pote, hay términos que pertenecen al campo del pensa­
miento económico como lo son por ejemplo "valor de uso" y "va­
lor de cambio". A mi entender aparecen mencionados en un con­
texto bastante confuso. Marx -referido por Lacan- aparece indu­
dablemente presentado de una manera por lo menos poco clara.
Esta mención de Lacan por un lado es muy fugaz; por el otro es
realizada sin las mediaciones, las articulaciones necesarias. En-
1 re ambos factores, la mención queda en ese estado de confusión
que trato de señalar.
Haciendo un intento de partir de esta confusión y con la inten­
t'iún de arribar a un espacio de cierta claridad en el punto de lle­
)'llda de Marx a esta instancia del Seminario, digamos que la au­
'lrncia de algo, la falta de algo, presentifica al mismo tiempo un
11111ndo de valores, de elementos que valen y que justamente por
c•I mismo hecho de valer, valen distintamente. Recordemos que la
ltdlu es el elemento que, para Lacan, es la condición para el esta­
hll·c:imiento de la relación entre los elementos de la estructura; el

81
i
DIEGO COPPO LACAN-MARX

caso que habíamos señalado eran las dos condiciones sin las que
no era posible la unión del hombre y la mujer.
Para Marx es en el punto de reconocimiento de la falta humana
en el mundo donde comienza el PROCESO DE PRODUCCIÓN. El ser hu­
mano empieza a producir, y por eso reproducirse, a partir de que
necesita algo, en tanto advierte que necesita y en cuanto, al mismo
tiempo, advierte qué necesita. Eso pone en funcionamiento la pro­
ducción y a la vez la reproducción social. Entonces, la falta tiene
relación con el valor, ya sea de uso o de cambio, en términos de
que toda falta pone en movimiento un sistema de valores.
Tomando este sesgo podemos ver por qué Lacan hace este se­
ñalamiento de prestarle atención a la economía, a lo que él llama
en esta clase "las configuraciones económicas", inclusive como un
campo más propicio que el utilizado por Freud para explicar la di­
námica del aparato psíquico, a saber: la termodinámica. Cuando
Freud usaba para construir esa explicación los elementos de los
que disponía en ese momento, aparecía la homeostasis y el princi­
pio de constancia. Lacan señala explícitamente el beneficio de re­
currir a la economía, la cual es en definitiva el estudio del valor2 o
en el caso de la economía política el de los valores mercantiles3 •
Es en esta misma página que estamos recorriendo, cuando ter­
mina de plantear el tema del significante a través del pote, donde
dice que va a apelar a Marx.
Inmediatamente dice que a propósito de Marx, introduce el
objeto a, elemento que no ha sido tratado hasta ahora y en el que
por el momento no voy a detenerme ya que sí lo haré un poco más

2. "El valor de la mercancía representa trabajo humano puro y simple, gasto


de trabajo humano en general" Marx, Kart; "El Capital"; Tomo I; Volumen
I; Siglo XXI Editores; página 54.
3. El valor mercantil de una mercancía es el valor que tiene el objeto por el
cual ella se cambia, u otra forma de decirlo: el valor mercantil de una mer­
cancía es su valor de realización -o sea de intercambio- en el mercado. Va­
lor y valor mercantil son lo mismo cualitativamente (trabajo en tanto sus­
tancia); son distintos cuantitativamente (cantidad de trabajo inmanente en
una mercancía y cantidad de trabajo por la cual esa misma mercancía logra
intercambiarse con o por otra mercancía).

82
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

adelante en nuestro camino. Si tenemos tiempo sobre el final de


la clase de hoy, haré una mención introductoria del objeto a en
tanto que este objeto, según algunos lectores de Lacan, me refie­
ro por ejemplo a J. Allouch, dicen que el objeto a es el "invento"
de Lacan. Si alguien pregunta: ¿qué inventó Lacan en todo lo que
dijo o escribía? La respuesta desde este parámetro sería: el objeto
a. ¿Por qué un analista francés como Allouch, de cierta entidad o
cierto peso en la doctrina psicoanalítica, llega a decir ésto? Es para
advertir que el objeto a parece no ser un concepto más de Lacan
sino uno que tiene un estatuto de máxima relevancia.

Otra vez Althusser...


Dice más adelante Lacan: "La cuestión es planteada por el au­
tor que acabo de evocar...''. Evoca a un autor que no sé si ustedes
presumen a quién se refiere. Yo presumo -casi afirmo, porque no
tengo forma de probarlo- que se refiere a Louis Althusser.
Althusser mantiene con Lacan una relación personal que ha
dejado testimonio en un intercambio epistolar. La corresponden­
cia entre ellos está publicada en castellano y va desde el año 1963
a 19694 • Althusser, como todos sabemos, fue lector de Marx. En­
tonces parece bastante probable que el acercamiento de Lacan a
Marx haya sido dado a través de Althusser.
Me hace pensar también que se está refiriendo a Althusser por
la referencia que hace aquí Lacan al objeto del capital; dice: "La
cuestión es planteada por el autor que acabo de evocar...'' y que no
se explicita en el texto cuál es, yo pienso que es Althusser, "...con
respecto a lo que es el objeto del capital" 5. Inclusive dice que: "la
investigación psicoanalítica permite enunciar algo sobre ese pun-

4. "Escritos sobre psicoanálisis. Freud y Lacan"; Ed. Siglo XXI; primera edi­
ción en español: 1996; primera edición en francés: 1993.
5. En una carta que enviara Lacan a Althusser el 12/10/65 aquel le dice: "Es­
toy leyendo con deleite el volumen que usted tuvo la bondad de enviarme"
(op. cit. pág. 265); Lacan tal vez se esté refiriendo al texto de Althusser que
fuera publicado en español bajo el título de "La inmensa revolución teórica
de Marx" que figura dentro del libro "Para leer El Capital"; ed. Siglo XXI,
primer edición en español: 1969; primer edición en francés: 1967.

83
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

to", sobre el objeto del capital. Creo que casi no hay lugar a dudas
de que se está refiriendo a Althusser en tanto éste tiene publicado
un texto llamado precisamente "El objeto de "El Capital "''6.
Habría que ver qué es para Lacan el objeto del capital siendo
que él establece la existencia de un posible aporte que podría even­
tualmente hacer en este punto el psicoanálisis. No todos los lec­
tores de "El Capital" de Marx coinciden en la determinación pre­
cisa acerca de cuál es el objeto del libro.
Diferenciando a "El Capital" de el capital, o sea diferenciando
el libro "El Capital" de la relación social "el capital", mi interpre­
tación es que el objeto del capital es la valorización del propio ca­
pital, la creación de valor a favor del propio capital; la esencia del
capital, su ley, es la de valorizarse a sí mismo. O sea que, en esta
interpretación colocamos el acento sobre el concepto de "valor"
y su tendencia indeclinable a acrecentarse una vez que se ha de­
sarrollado hasta su forma de capital. De este simple pero trascen­
dental fenómeno se derivará el prefijo que denotará toda la ten­
dencia que mueve y conlleva al modo de producción dominante
en nuestra época: el "plus".

TRABAJO

Lacan dice: "Marx parte de la función del mercado". Levin se­


ñala que Marx no parte de la función del mercado sino que lo hace
de la mercancía; de hecho lo dice el propio Marx en las primeras
cinco líneas de "El Capital":
"La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de
producción capitalista se presenta como un enorme cúmulo de
mercancías, y la mercancía individual como la forma elemental
de esa riqueza. NUESTRA INVESTIGACIÓN, por consiguiente, SE INICIA
CON El ANÁLISIS DE LA MERCANCíA''. 7

6. Publicado en español dentro de "Para leer EL CAPITAL" por Siglo Veintiuno


editores. Pág. 81.
7. "El Capital"; Tomo 1, Volumen 1; Siglo Veintiuno Editores. El subrayado es mío.

84
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

Como investigador, Marx no parte de un concepto sino de un


objeto; un objeto individual -la forma elemental de la riqueza- que
pretende ser captado por medio del análisis. Ese objeto es la mer­
cancía y desde ahí desarrolla las formas del valor que -ella va ad­
quiriendo hasta llegar al dinero y recién luego, al capital.
Si bien encontramos este desacierto en la lectura lacaniana de
Marx también encontramos un acierto. Se trata de la novedad que
señala Lacan en el aporte de Marx respecto del lugar que el traba­
jo adquiere como mercancía en la sociedad mercantil.ª
No obstante, quiero destacar que previo a que el trabajo pue­
da ser ofertado en el mercado como mercancía, él -el trabajo- es

8. El 9 de diciembre de 2006 el Prof. Pablo Levin dictó en la Ecole Lacanien­


ne de Psychanalyse una Conferencia denominada "El_valor en Marx". En ella
hizo el siguiente señalamiento sobre la determinación del descubrimiento
conceptual de Marx: "Es bastante curioso, y en esto ustedes, como terapeu­
tas, tal vez puedan explicar las razones de un extraño comportamiento de
Marx. Porque él anuncia como descubrimiento fundamental algo que real­
mente es bastante trivial y que está en muchos de sus antecesores, que es la
distinción entre trabajo concreto y trabajo abstracto. Sin embargo, su gran
descubrimiento, su descubrimiento verdaderamente fundamental, que es el
concepto de forma mercantil del valor y de forma capitalista del plusvalor,
se lo atribuye de una manera inexplicable a un nada ilustre antecesor de él,
a quien no tendríamos ni por qué recordar, si no fuera porque Marx le atri­
buye a él, equivocadamente, su propio descubrimiento. Es un señor llama­
do Bailey y que, insisto, no tendría por qué ser recordado, si no fuera porque
Marx -de una manera insólita, para mí, lo confieso, totalmente inexplica­
ble-, dice que fue él quien descubrió el concepto de valor mercantil Ahora,
en cierto sentido tiene razón porque, efectivamente, todos los economistas
catalácticos -como es el caso de Bailey- han descubierto el valor mercan­
til, lo que pasa es que, como ese personaje de Moliere que, tarde en su vida,
se enteró que había hablado toda su vida de cosas que no sabía, los cata­
lácticos hablan del valor mercantil porque, justamente, el valor mercantil es
la forma en que se presenta fenoménicamente el valor. Y en eso hablan, no
solamente los catalácticos, sino cualquier agente empírico del mercado, di­
gamos, el bolichero de la esquina se ocupa del valor mercantil, justamente,
pero no podemos decir que descubrió el concepto del valor mercantil, cuyo
descubridor es, justamente, Carlos Marx''. La desgrabación no fue corregida
por el autor y los destacados son míos. Sobre Samuel Bailey hay una referen­
cia en la nota al pie n° 17, del primer capítulo de "El Capital"; Ed. Siglo XXI.

85
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

creador de valor; es decir, el trabajo antes de ser mercancía, crea


mercancías, que por supuesto y porque justamente contienen tra­
bajo, tienen valor.
Entonces, a los dos conceptos mencionados por Lacan (el de
mercado y el de trabajo), luego de reemplazar al primero por el
de mercancía debido al error de Lacan, le agrego ahora el de va­
lor, quedándonos entonces el siguiente desarrollo:

Mercancía ---Trabajo --- Valor

El VALOR es aquello que permite medir -y por ese mismo hecho


comparar- las mercancías en cuanto productos sociales, es decir,
en cuanto cantidades de trabajo que contienen, siendo que este
último es la sustancia del valor.
Si bien Lacan señala que hay una "novedad" en el concepto
de trabajo de Marx dando además la especificación de que tal no­
vedad es la aparición del trabajo en el mercado, es decir, en tan­
to mercancía, quisiera hacer un comentario. Lo que está señalan­
do Lacan, creo que de modo intuitivo, es la característica que ad­
quiere el trabajo en la sociedad mercantil:
"El trabajo que produce mercancías no es un trabajo directamen­
te social, y únicamente se eleva a este carácter por un proceso
que lo despoja de toda determinidad material, borrando las de­
terminaciones técnicas y las circunstancias individuales de todo
trabajo, fundiéndolo por medio de esta negación en un univer­
sal absolutamente homogéneo9 ".

¿cómo la sociedad burguesa produce? Marx dice que en el


capitalismo hay una característica que tiene el trabajo y es que el
trabajador produce de forma INDEPENDIENTE y AUTÓNOMA, con to­
das las letras decimos: PRIVADA. Su trabajo no es directamente so­
cial; no pasa a ser parte del trabajo social general sino solo a par­
tir de cuando representado por la mercancía va al mercado y esta

9. Levin, Pablo. "El Capital Tecnológico". Ed. Catálogos; página 98.

86
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

última es intercambiada con otra mercancía, es decir, con la coa­


gulación de otra cuota parte de aquel trabajo social. El productor
es entonces un "individuo aislado" conformándose de ese modo
la expresión más acabada de lo que Marx llama "una época" 1 º. Es
muy preciso en este punto: la aparición de este tipo de trabajo (y
con él esta época) lo establece en el inicio del Siglo XVI y el Siglo
XVIII es aquel en el que "marchaba con pasos de gigante hacia
su madurez"; la sociedad en la que este trabajo se generaliza es
"la sociedad burguesa"11• Ese particular individuo -aislado- pasa
a ser no un "dato de la naturaleza" -tal como lo concibieron Smi­
th y Ricardo- sino un "producto de la historia".
La historia es el lugar donde comprobar que esta particular y
paradojal autonomía del individuo aislado, la independencia per­
sonal pero fundada en la dependencia respecto de las cosas (da­
das en el mercado), no es un dato natural. Previo a este período
de la producción existió aquel en el que

"las relaciones de dependencia personal (al comienzo sobre una


base del todo natural) son las primeras formas sociales, en las
que la productividad humana se desarrolla solamente en un ám­
bito restringido y en lugares aislados"12•

Por el contrario, por ejemplo en la industria patriarcal-ru­


ral, tanto los productos sobre los que la familia trabaja como el
trabajo de cada uno de sus miembros, son ya -inmediata y di­
rectamente- sociales. El marco familiar y su división del traba­
jo interna era lo que otorgaba la sociabilidad directa e inmedia­
ta del trabajo.
Ahora, la diferencia entre el sistema de producción mercantil
y todos los anteriores modos de producción (sea esclavista o sea
feudal) es que en el primero los productores producen separada-
10. El subrayado es de Marx.
ll. Marx, Karl. "Introducción a la crítica de la economía política" (1857), texto
que aparece en una de sus versiones en español en "Contribución a la críti­
ca de la economía política"; Ediciones Estudio; página 194.
12. Marx, Karl. "Grundrisse.. :', Siglo XXI Editores, página 85.

87
DIEGO COPPO ! LACAN-MARX

mente, cada uno fabrica lo suyo en su casa o taller de forma autó­


noma, no planificando la producción en su conjunto; en el capi­
talismo se produce privadamente (a lo sumo lo que yo puedo pla­
nificar es mi trabajo, yo puedo planificar comprar mis materiales,
hacer las operaciones técnicas de mi trabajo).
La elección del ejemplo que utiliza Marx para demostrar el ca­
rácter absurdo de la producción aislada (del individuo aislado)
no puede sernos indiferente a los psicoanalistas; tal ejemplo es el
del lenguaje:

"La producción realizada fuera de la sociedad por el individuo


aislado -hecho excepcional, que podría sucederle a un civiliza­
do transportado por azar a un lugar desierto, y que poseyera ya
en potencia las fuerzas propias a la sociedad- es algo tan absur­
do como lo sería el desarrollo del lenguaje sin la presencia de in­
dividuos vivos y hablando juntos".

El trabajo queda así despojado de toda singularidad y de toda


particularidad. Es decir, que para que el productor alcance la es­
fera social debe pagar el precio de su asociabilidad, traduciendo
todo su idioma al de "un universal absolutamente homogéneo".
A este universal absolutamente homogéneo que en el campo de
Marx es el trabajo, en el campo lacaniano, tal vez alcanzando las
mediaciones necesarias, podamos llamarlo Goce.

INTRODUCCIÓN DEL PLUS

Se lee en la clase que estamos recorriendo un tránsito que va


del concepto de trabajo (con las relaciones que con él conllevan
los de mercancía y valor que ya he señalado) al de plusvalía y de
allí al de plus de goce.
Las determinaciones de los conceptos de trabajo y plusvalía son
estrictamente establecidos al interior del camino recorrido por la
historia de la economía política como la capacidad del hombre de
transformar la naturaleza y la sustancia del valor para el primero,

88
CLASE IV i DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

tanto como el tiempo de la jornada de trabajo no pagado por el


capitalista al trabajador para el segundo.
¿Y por qué en la clase del 13 de noviembre aparece luego la
noción de "plus de gozar"?
Tal vez por esto: porque el trabajo que es realizado en la so­
ciedad mercantil adquiere la característica del capital, quien sí in­
defectiblemente para seguir siéndolo debe valorizarse a sí mismo,
debe adquirir un plus sobre el valor que él es. Indudablemente,
esta tendencia a la propia valorización tiñe, por el lugar central
que tiene el trabajo en la reproducción de la vida en su conjunto,
todas las formas de relación entre el sujeto y el Otro, fenomeno­
logía no observable mejor en otro lugar que en la relación entre el
sujeto y el otro. Dije al principio de este párrafo "Tal vez ... " dado
que la relación entre el goce y el trabajo es objeto de una omisión
que explícitamente Lacan realiza. Dice:"... renuncia al goce, cuya
relación al trabajo NO voy A DEFINIR AQVí... ". 13 Esta omisión es la
que deja irrealizado el pasaje de plusvalía al de plus de goce. Tal
pasaje queda como labor pendiente y me resulta poco imaginable
poder lograrlo sin un tratamiento sobre el conjunto del desarrollo
del concepto de goce, desarrollo en cuyo último momento debié­
ramos encontrarnos con la modificación que le introduce al goce
su plus. Por ahora nos parece más responsable reconocer la omi­
sión en este caso que atropellarla -que es desconocerla- 14.

LA SUBVERSIÓN ES DEL SUJETO CAPITALISTA

Otra cuestión que plantea Lacan en torno a Marx es lo que él


dice que llamaría, lo que él llama (pero que dice así) "yo llama­
ría", "la subversión del sujeto capitalista". Es obvio que esta expre­
sión -"sujeto capitalista" - está emparentada a Marx, porque ver-

13. El subrayado es mío.


14. Valga como ejemplo de este atropello el establecimiento como sinónimos de
los términos "plus de goce" y "ob jeto a" que se lee en el libro "El g oce: un
concepto lacaniano" de Néstor Braunstein. Ed. Siglo XXI.

89
DIEGO COPPO j LACAN-MARX

daderamente no podríamos encontrar una expresión que predi­


que de un sujeto su atributo de "capitalista" previo a Marx. A par­
tir de que Marx define el capital se puede hablar del sujeto capi­
talista como aquel que encarna al capital. Inclusive Marx lo dice
así: ¿cuál es la diferencia entre el capital y el capitalista? El capi­
talista cumple la función del capital.
Tal vez, a modo de crítica al stalinismo, Lacan dice: "... no es
seguro que la toma del poder haya resuelto lo que yo llamaría la
subversión del sujeto capitalista..." De esta afirmación se deduce
que para Lacan existe el problema del sujeto capitalista y su sub­
versión; en ningún momento está en duda la existencia de tal su­
jeto; simplemente que hasta ese momento, 1968, aún con la toma
del poder en varios países por regímenes que se autodenomina­
ron socialistas en las primeras tres cuartas partes del siglo XX, el
problema de la subversión del sujeto (capitalista) no se había re­
suelto, situación que perdura hasta el día de hoy.
El problema es si encontramos un fundamento científico que
nos haga pensar por ejemplo, que el sujeto capitalista puede ser
subvertido o no. Quiero decir ¿cuál sería el fundamento científi­
co que nos permitiría derivar una cosa de otra?
Si uno toma lo que es un discurso como uno de los mode­
los, como una de las tipologías en las cuales se puede estruc­
turar cierto vínculo social, cierta forma de producir junto con
sus formas específicas de interpretar el mundo y, si recordamos
lo referido anteriormente respecto de la identidad del discurso
con sus condiciones; entendiendo que hubiera un tal sujeto ca­
pitalista, evidentemente participaría de ciertas condiciones. En
otro lugar, cuando Lacan habla, no del "sujeto capitalista" pero
sí del "discurso capitalista", nos conduce a la siguiente pregun­
ta: ¿qué pasa con esta identidad entre un discurso y sus condi­
ciones? O sea, ¿qué posibilidad habría de acercamiento o aleja­
miento de la existencia de discursos en función de las condicio­
nes en las que él se da?
Los discursos tienen condiciones. Por ejemplo, no podría ha­
ber aparecido el discurso capitalista si no existiese el capitalismo,
la forma de producción capitalista. Esa sería al menos una con-

90
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

dición del discurso capitalista. No podría haber aparecido el dis­


curso del amo (me estoy adelantando dado que en la bibliografía
que hemos recorrido hasta ahora el discurso del amo aún no ha
sido nombrado) si no hubiese existido la sociedad en la que hubo
amos, o sea, en el modo de producción esclavista.
ALUMNO: Eso supone una visión, que yo comparto, materialista. Primero
está la materialidad y luego los discursos.

CoPPo: No sé si esto implica una visión de mi parte. Solamente lo tomo del


propio texto de Lacan en el que dice: "La identidad del discurso con
sus condiciones...". La relación entre discurso y condición es apor­
tada por Foucault aunque Lacan no haga la referencia 15.

Contamos conceptualmente con dos nociones: el discurso, por


un lado, y sus condiciones, por el otro. No decimos cuál está pri­
mero; mucho menos decimos cuál está cronológicamente prime­
ro: si el discurso genera las condiciones o las condiciones gene­
ran el discurso. Simplemente creo que no es poco avanzar el no­
tar el hecho de que hay una relación -la de IDENTIDAD- entre los
discursos y sus condiciones, relación que tenemos en nuestra meta
analizar. El notar simplemente esto, es verdad, nos daría una vi­
sión un tanto materialista de la producción de los discursos; quie­
ro decir que los discursos no son sin condicionamientos, lo que es
lo mismo decir, no son incondicionados. En tanto aceptamos que
no son incondicionados nos colocamos en la posición de aceptar
que hay leyes sobre ellos que operan aunque aún no sabemos en
qué dirección o en qué sentido.
Si releen la Conferencia de Foucault reencontrarán la tesis de la
cxlstencia de los discursos y de sus condiciones. Acá Lacan toma
y continúa esa tesis aunque sin nombrar a Foucault.
Recordemos que esta clase de Lacan es previa a la Conferen­
c.:ia de Foucault, o sea que nos continúa quedando indeterminado
la originalidad del señalamiento de la relación entre el discurso y
sus condiciones. Pero a los fines· de lo que nos interesa, no nos im-
15. Ver "La arqueología del saber"

91
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

porta, porque lo que nos importa es el discurso, un discurso que


siendo de Lacan o de Foucault o de los dos, empieza a confluir en
señalar que los discursos están condicionados.
Aparece inmediatamente después la noción de "renuncia al goce"
(más palabras nuevas que van apareciendo). Dice: "La identidad del
discurso con sus condiciones..." "... encontrará esclarecimiento por
lo que diré de la marcha analítica. No por que el trabajo haya sido
algo nuevo en la producción de la mercadería... " -podría traducir
con Marx: de las mercancías-, "... no por la renuncia al goce...".
Es evidente que el trabajo en el capitalismo tiene una particula­
ridad, aquella sobre la cual ya me he explayado. La establece Marx,
y hace del trabajo en el capitalismo un específico del trabajo en ge­
neral o del trabajo general. Una cosa es el trabajo genérico y otra
cosa es el trabajo específico. El trabajo en particular en el capitalis­
mo tiene el carácter de ser realizado de manera autónoma o sea, no
directamente social, independiente y que solamente alcanza el grado
de ser social, transformándose en trabajo social, en el momento que
él va al mercado incorporado ya en -y representado por- la mer­
cancía; allí, en la mercancía -y a través de ella- el trabajo es inter­
cambiado. Pero en esta forma específica en la que se da el trabajo,
en esta forma nueva en la que se da el trabajo en la producción de
mercancías, parece que (por como aparece aquí en la clase de La­
can) hay en juego una renuncia y esa renuncia es al goce. Quedémo­
nos por ahora en destacar que hay una renuncia; respecto del goce
no podemos decir aún nada si nos atenemos a los términos que he­
mos considerado de los textos tratados hasta aquí. No obstante esto,
subrayemos que hay una renuncia y que en esa renuncia no se en­
cuentra indeterminado su objeto, esa renuncia es al goce.
La puerta abierta que deja Lacan sobre este punto no es implí­
cita; él dice que la renuncia al goce tiene una relación con el tra­
bajo pero agrega que a tal relación "... no voy a definir(la) aquí..:'.
Esta es una vía que aún se encuentra indefinida pero señalada ha­
cia Hegel como aquel desde donde debe ser retomada. Dice:

" ...cuya relación al trabajo no voy a definir aquí, ello no es nove­


/ dad en tanto que, desde el principio, y precisamente contrario a

92
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

lo que dice o parece decir Hegel, es aquél quien constituye al amo


que espera hacer, precisamente de él, el principio de su poder".

La renuncia instala una espera de participación en el poder


del amo.
Lo asocio a la frase de Levin en la que se destaca que es en el
capitalismo donde el esclavo-trabajador se arroja él solo a las fau­
ces de su depredador.
La articulación de esta renuncia en un discurso es lo nuevo.
Nuevamente la condición del discurso psicoanalítico es la exis­
tencia de una renuncia al goce a condición de participar del po­
der del amo.
Queda entonces pendiente introducirse plenamente en el de­
sarrollo de la noción de renuncia.
ALUMNA: La idea de alineación puede darnos uno de los sesgos de abor­
daje. La alineación es una renuncia a estar entero. Yo tengo que
alienarme en mi trabajo o alienarme en la otra figura, con lo cual
estoy renunciando a mi propia identidad.

CoPPo: La noción de alineación constituyó uno de los ejes del llamado


joven Marx, especialmente en sus "Manuscritos económicos fi­
losóficos de 1844". En la renuncia siempre hay otro constituído;
hay en un vínculo con por lo menos dos alternativas algo que ce­
der; se cede para participar de algo porque, como en el caso que
estamos tratando, de ese modo podría participarse de los princi­
pios de algún poder.

Tratemos de establecer una generalidad y se nos estaría plantean­


do una hipotética renuncia del sujeto al otro. Hay una renuncia para
participar vaya a saber de qué "beneficio", pero esta renuncia pare­
ce ser un elemento estructural, en el sentido de que es general.
ALUMNO: Hegel dice que la causa por la cual el amo triunfa y el esclavo
pasa a ser esclavo, es que el amo no retrocede frente al temor a
la muerte. El esclavo es el que, según Hegel, se asusta frente a la
muerte y entonces cede o la bolsa o la vida.

93
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Evidentemente hay algo que tienen en común el plus del valor


(la plusvalía) y el plus de goce. Me interesa señalar simplemente el
hecho del plus. Sin entrar siquiera en la consideración de la medi­
da de ese plus, lo cuantitativo, y simplemente pensando que una
cosa es apropiarse de valor en el mercado o sea, comprar mercan­
cías -lo que no necesariamente llevaría a una incrementación del
valor inicial-, y otra cosa es hacer lo mismo, intercambiar mercan­
cías pero que a resultas de ese intercambio, y mediante el uso de esa
mercancía comprada, quede como resto un valor mayor, un "algo
más". Ahí está la chispa del capitalista, en ese "algo más". Porque
si fuera un mundo sin plusvalía, cada productor iría al mercado e
intercambiaría sus productos con otros productores al mismo va­
lor. Hasta ahí, podríamos decir, que tenemos un cuento feliz, en el
sentido de que nadie fue expropiado.
En este cuadro que he descrito hay que plantear el esquema
ideal de que todos intercambian sin que nadie estafe a nadie. Pero
como venimos hablando de la falta y de la falla, ahora nos apa­
rece por este lado, que no sólo hay una falla en la estructura sino
que en la interpretación marxista de la economía política o de la
organización de la sociedad en el capitalismo por el trabajo, la fa­
lla sería el fundamento de la dinámica social. Sería ese plus de va­
lor -aún no realizado, dado que la fuerza de trabajo no ha hecho
todavía su tarea- que consigue entonces como condición el capi­
talista en el lugar donde compra una mercancía que cuenta con
una cualidad particular, que es la de crear algo nuevo, algo más de
valor (de cambio) o algo de más valor (de cambio). O sea, no to­
das las mercancías que él compra tienen la cualidad de ser capa­
ces de crear valor, solamente la fuerza de trabajo es la única que
tiene esta cualidad.
Pero fíjense que interesante: es notable la ilusión creada en el
sujeto que participa del intercambio bajo la significación de que
se intercambian valores iguales, desconociendo la producción de
un plus valor a través de la intervención en el proceso de traba­
jo de una mercancía particular que es la fuerza de trabajo. Los
intercambios en el mercado al ser realizados en el modo de pro­
ducción capitalista sin la intervención de algún tipo de violen-

94
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

cia sino con la intervención de la voluntad de los participantes


de ese intercambio en tanto ambos aceptan "libremente" bajo la
forma del contrato cederse mutuamente sus productos, esos in­
tercambios son revestidos, travestidos por el supuesto de una re­
ciprocidad equivalencia!. Analizada la base estrictamente mate­
rial de esa relación de intercambio, Marx nos dice que no hay tal
relación equivalencial y damos un salto hasta mediados del siglo
XX para homologar ese descubrimiento con el no hay relación
sexual (equivalencia!) de Lacan.
Entonces ¿qué relevancia pasó a tener, en esta interpretación
marxista de la economía, el problema del plus, de la diferencia, del
plusvalor? Inclusive, por la competencia intercapitalista, o sea, la
lucha entre los propios productores ¿quién extrae, quién saca ven­
taja en cuanto a la obtención de un aumento en su tasa de ganan­
cia? pero que en definitiva es ¿quién es capaz de acumular más
capacidad de extraer valor del trabajo?
ALUMNO: lQuién es capaz de lograr, en estos términos, que sus emplea­
dos renuncien más al goce que los de la empresa de al lado. En
estos términos, la super explotación no sería otra cosa que la ex­
trema renuncia al goce.

CoPPo: Según dice Levin, hasta Marx -como no se planteaban el proble­


ma de la producción- la riqueza se encontraba presentada como
un axioma; la riqueza era algo que caía del cielo. En el mundo evi­
dentemente hay cosas que valen, están los chanchos, están los
huevos, está el petróleo, y todo lo que se nos ocurra. Ahora, nues­
tra pregunta es: lcómo se produce todo ese cúmulo de mercan­
cías? Porque hasta el más mínimo elemento de la naturaleza, has­
ta la manzana que está en el árbol de copa más baja requiere de
alguien que vaya y dé un tirón para tenerla en sus manos, es de­
cir, hay que realizar algún trabajo. Entonces, la interpretación res­
tringida al campo exclusivo del comercio no permite explicar las
distintas sociedades dadas en la historia ni las historia de cada so­
ciedad tampoco. Por otra parte, no se trata solamente de producir
sino de re-producir, dado que si como (consumo) hoy todas las
manzanas, dentro de tres días acabaré no teniendo alimento.

95
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Lo que hace Marx es agregarle a la esfera del intercambio (la


del comercio) la de la producción 16 . En la producción ¿qué se en­
cuentra? Algo cuyo concepto vimos que no lo inventó Marx y que
es el trabajo. Ahí es donde se encuentra el trabajo produciendo va­
lor durante el proceso en el cual se producen las mercancías; las
mercancías, si bien son distintas unas de otras, lo que tienen en co­
mún es que tienen trabajo incorporado y acumulado; por lo tan­
to, tienen valor.
Esto ya lo había descubierto la economía clásica, según dice
Levin. La economía clásica ya se había dado cuenta que no era
sólo una cuestión de intercambios sino que había en las mercan­
cías valores, por lo tanto trabajo; pero que además las mercancías
eran tales en la medida en que se conectaban con otras mercan­
cías. Que también estas últimas, por definición, representaban tra­
bajo acumulado.
Ffjense hasta qué punto, digamos un poco confusionalmente,
Lacan parangona el modo de producción capitalista con el pro­
blema de la falla y de la estructura. Porque, más abajo dice que (si
uno lo lee rápidamente tal vez no lo advierte): "El discurso con­
serva los medios de gozar..." Ustedes saben que "medios de pro­
ducción" es una expresión típicamente marxista; Lacan habla de
"los medios de gozar". No sé si es una coincidencia que utilice la
palabra "medios".
Creo que esta mixtura entre los términos de Marx y los de La­
can habla de un encuentro entre ambos autores. Queda también
muy claro que tal encuentro no alcanzó un gran desarrollo en
cuanto al ordenamiento de los términos y su consecuente fuer­
za explicativa.
Como ya dije, Althusser y Foucault parecen haber tenido un
lugar en tal encuentro como así también los acontecimientos po-
16. Las cuatro divisiones descriptas por Marx en que se compone el proceso
económico son: producción, distribución, intercambio y consumo. Los psi­
coanalistas nos encontramos más estrechamente ligados al proceso de inter­
cambio en tanto él consiste en el reparto de lo que ya se ha repartido en el
proceso de distribución, pero ahora teniendo en cuenta no las leyes sociales
sino las "necesidades individuales". "Contribución a la crítica.. :' p.199.

96
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

· líticos que acababan de darse y continuaban dándose aún en el


mismo momento del inicio del dictado de las sesiones del Semi­
nario 16.
Recordemos que Althusser procura el lugar físico (la Escuela
Normal Superior) para que Lacan pueda continuar con el dicta­
do de su Seminario. Althusser es el que tramita, gestiona la posi­
bilidad de que Lacan pueda hablar en ese lugar. 17

LA RENUNCIA AL GOCE Y, OTRA VEZ,


LA OMISIÓN DE UNA MEDIACIÓN

Al igual que ya he señalado la omisión de Lacan en cuanto a


especificar la articulación necesaria que nos lleve del concepto
de plusvalía al de plus de goce, nos encontramos en la continui­
dad del análisis de la clase del 13 de noviembre con otra omisión:
u hora la recaída sobre la eventual explicación acerca de la noción
de renuncia al goce.
Podemos suponer que Lacan menciona la apuesta de Pascal
como un hito para tratar el problema de lo que debiera llegar a
conformarse en la noción de renuncia (al goce). La referencia por
parte de Lacan a diferentes autores que han alcanzado un lugar
relevante puede a veces producir un amedrentamaiernto en la lec-
1 ura que, si no se lo trata adecuadamente, puede aportar al propio
detenimiento -por inhibición del lector- del desarrollo teórico.
Sólo a modo de referencia quisiera sobre Pascal recomendar­
les el libro "El surgimiento de la probabilidad" cuyo autor es lan
l lacking; tiene por subtítulo "Un estudio filosófico de las ideas
tt•mpranas acerca de la probabilidad, la inducción y la inferencia
t·sladística" 18. El título del libro es largo y ya de por sí algo comple-

1/. La primera conferencia de Lacan en la Escuela Normal Superior fue el 15


de enero de 1964 y trató sobre la excomunión. Ver: Althusser, Louis. "Escri­
tos sobre psicoanálisis, Freud y Lacan". Siglo XXI Editores, pág. 237.
IH. Gedisa Editorial; edición original en inglés: 1975; primer edición en espa­
ñol: 1995.

97
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

jo debido a los términos que aparecen en él. Pascal aparece nom­


brado en varias oportunidades a lo largo del texto.
Pascal era alguien abocado a pensar, entre otros temas, los jue­
gos de azar. Por otro lado en la época en la que vivía (Siglo XVII),
se encontraba presente un replanteo en las relaciones entre el hom­
bre y sus creencias o no en la existencia de Dios.
Como hombre dedicado, atrapado por los problemas matemá­
ticos, es invitado por el discurso religioso a que justifique matemá­
ticamente por qué conviene actuar como creyente en la existencia
de Dios. La cuestión parece haber sido: a la creencia en la existen­
cia de Dios o a la no creencia, la ciencia ¿qué puede aportarle?
¿cuál sería el fundamento científico para sostener la creencia en
Dios? Realmente como la creencia en la existencia de Dios de al­
guna manera podía verse conmovida, inclusive por el surgimiento
de la Revolución Industrial, es como si ahí los primeros burgue­
ses dijeran "sí, creemos en Dios, pero necesitamos producir y, en
tanto que Dios no interviene de modo directo en este proceso, ya
no es el centro de nuestra existencia".
Entonces, puede ser que ahí haya surgido la idea por parte de
la Iglesia de dirigirse a este hombre -Pascal- solicitándole la prue­
ba matemática acerca de por qué es conveniente creer en la exis­
tencia de Dios. Noten este detalle: el requerimiento de la Iglesia
no trataba de probar la existencia de Dios sino la conveniencia
para un hombre de creer en Dios. Eso es lo que se plantea Pascal.
O sea, no está en juego la existencia (de Dios) sino la convenien­
cia de la creencia (en su existencia).
Evidentemente se plantea el problema de la renuncia porque
la idea de creencia por conveniencia: ¿qué posibilidades establece
respecto de que Dios exista o de que Dios no exista? En función
de eso, a mí ¿qué me conviene? creer o no creer. Porque qué pasa
si Dios existe (veamos si se da el caso de que existe) y no creo; en
este caso entonces corro serios riesgos; en principio, el de perder
la eternidad. Si existe y no creo, como estoy pecando, seguramen­
te no tendré la vida eterna, con lo cual pierdo mucho.

98
CLASE IV ! DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

/\LuMNo: Te vas al infierno.

CoPPo: Justamente como no creo, por lo tanto pagaré y estoy renunciando


a algo de mucho valor. Hay que empezar a sopesar valores frente
a distinos posibles estados del mundo (por ejemplo, la existencia
o no de Dios) y los cursos de acción a seguir en cada caso (por
ejemplo, creer o no creer en la existencia de Dios).

Supónganse que Dios no existe. Si este fuera el caso tanto crea


o no, mucho no pierdo; al menos seguro pierdo menos que si exis­
lc y no creo. Porque si no creo y no existe, no me va a castigar.
Pero si fuera el caso de que no creo pero sí existe entonces pue­
do perder mucho más.
La incertidumbre respecto de la existencia o no de Dios se man­
tiene. Lo que sí se modifica es la posibilidad de una toma de deci­
sión respecto del problema.
"El surgimiento de las probabilidades.. ?', relaciona la aparición
de un tipo de razonamiento que aporta a la toma de decisiones
cuando hay campos de incertidumbre. Por ejemplo, supóngan­
sc que el pronóstico del tiempo fuese certero, es decir, sin ningún
tipo de variabilidad (probabilidad), variabilidad que es contenida
por todo pronóstico meteorológico, al menos hasta el grado tec­
nológico alcanzado al día de hoy. Si tal pronóstico fuese certero
y el servicio meteorológico anuncia que va a llover, entonces yo
salgo con paraguas. En ese caso no existiría un campo de incer­
tidumbre y eso me permitiría manejarme en función de una cer­
teza que ya tengo, decidiendo entonces mis acciones en función
de esa certeza.
Ahora bien, sabemos que el pronóstico nos habla en términos
de probabilidades (de lluvia, por ejemplo), por lo tanto es un con­
texto de incertidumbre. No tengo la certeza ni de que va a llover,
ni de que no va a llover, entonces tengo que decidir al salir de mi
casa, si salgo con paraguas o sin paraguas. Ahí empieza para mí
un dilema, por eso empieza el problema de las probabilidades. Es
probable que llueva, pero es probable que no.
Con la existencia de Dios se da el mismo caso. Hasta que la Igle-

99
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

sia no necesitó a Pascal ella planteaba como una certeza la con­


veniencia de la creencia en la existencia de Dios. Luego del Rena­
cimiento, y tal vez por el temblequeo que introduce la evolución
del conocimiento humano, sobre todo de la ciencia, empieza a ta­
llar fuerte el hecho de darle al individuo un fundamento no sólo
científico sino matemático acerca de la conveniencia en la creen­
cia de la existencia de Dios.
Los analistas deberíamos profundizar más en estas cuestiones,
porque cuando uno interviene frente a un sujeto tiene el proble­
ma de que uno trabaja en un contexto de incertidumbre. Uno no
sabe con certeza qué va a pasar con lo que uno diga, inclusive, no
sabe qué va a pasar con buena parte de lo que ocurre dentro de
la relación analítica.
Uno no trabaja con certezas respecto de la conducta del otro.
Acá se vuelve a presentar el problema de la falla; el analizante
siempre en este sentido nos plantea un terreno conjetural, porque
como justamente si no le supusiéramos una falla o si la falla no se
nos impusiera, trabajaríamos en un campo de certidumbre.
En las intervenciones acá en la escuela, por ejemplo en las de­
rivaciones a tratamientos sucede muy frecuentemente que se im­
pone una dificultad al tener que determinar cuál es el momento
más conveniente para decidir proponerle a un jóven y/o a su fa­
milia la necesidad de la iniciación de un tratamiento.

ALUMNA: Estaba pensando justamente eso. Te quería preguntar por qué


ponen énfasis en esto de la intervención, por ejemplo en una es­
cuela. Por ejemplo, yo estoy trabajando en un gabinete psicoló­
gico dentro de una escuela, trabajo como psicopedagoga, recibo
chicos que me derivan los profesores. Muchas veces pienso "qué
cuidadosa tengo que ser, en relación al lenguaje con el chico".

CoPPo: Hay una fuerte tendencia, en el discurso corriente y por efecto en


él de la falla, a trabajar como si los campos fuesen campos de cer­
tezas. lEn qué sentido? Por ejemplo, un chico tiene un problema
y lo derivan al gabinete psicopedagógico o psicológico. Hay una
dinámica social, hay un discurso y unas condiciones para ese dis-

100
CLASE IV I DE LA PLUSVALÍA AL PLUS DE GOCE

curso que hacen que siempre esté a mano una salida que no con­
sidere la conjetura. Por ejemplo, "a este chico hay que derivarlo"
a tal hospital; bajo un argumento absolutamente inconsistente tal
como por ejemplo: "Porque a los chicos hay que derivarlos", "a
los chicos que tienen problemas hay que derivarlos al psicólogo,
o al hospital". En el más mínimo fragmento de un caso que nos
aboquemos a analizar, vamos a comprobar que el campo de in­
certidumbre es enorme. Entonces, es muy importante para estu­
diar la función institucional y social que uno cumple cuando inter­
viene en términos de si uno considera las incertidumbres o si con­
sidera solamente certezas.

Para el discurso de la escuela, tal como es dominante al día de


hoy, un chico que no hace lo que se espera que haga en la escuela,
es un problema. La orientación que se le dé a eso va a tener que
ver con el marco teórico que se tenga, en el mejor de los casos que
vs aquel en el que haya un marco teórico. Si no lo hay, todas las
ncciones, todas las prácticas es posible que sólo sean un engrana­
je más de ese discurso, que hagan lo que tenga que hacer en ese
discurso; recordemos que las acciones, las prácticas forman parte
de un discurso en tanto hemos acompañado a Lacan en la acep­
tución de que puede haber discursos sin palabras. Por eso es tan
importante, además de la experiencia, la reflexión y la teoría.
Lo más difícil de todo es ¿cómo hacer para mantener otro dis­
curso que no sea el discurso dominante? El discurso dominante
hace como si los contextos de incertidumbre fueran contextos de
rerteza. Es muy difícil introducir la consideración de la falla, jus­
tamente porque es ella la que instala el campo de la incertidum­
bre. Donde no hay falla, hay certeza, y en este orden de determi­
nación si bien interviene el símbolo no así el significante. Este úl-
1 i mo es el elemento del campo de incertidumbre en tanto el suje­
to siempre se encuentra escindido entre dos de ellos.

101
CLASE V

UNA ENTRADA
AL SEMINARIO 17

Propongo en esta clase presentar un panorama global de las 6


o 7 primeras sesiones del Seminario 17 de Lacan.
Mi idea es anticipar algunas cosas que trataré luego de manera
111ás detallada y tal vez repasar en el camino algunas otras que ya
lle tratado. Por eso digo que sería una presentación un tanto glo­
l>ul por supuesto que pagando el precio que se paga en los casos
1•11 que se hace una generalización, perdiendo tal vez algo de es­
pecificidad. En próximas estaciones de nuestro recorrido nos de­
d lt:aremos más a lo particular para de ese modo ir avanzando.
l\.ntes que nada les daría una idea de lo que pienso que estudia
11 tiene por objeto la teoría lacaniana de los discursos dado que,
1•11 el conjunto de las 6 ó 7 primeras clases del Seminario, no apa-
11•ce de manera explícita cuál es el objeto de la teoría. Inclusive
lt•s diría que en el conjunto del Seminario no nos dice Lacan cuál
11'! el objeto de esta teoría.
Tenemos una referencia que es la experiencia clínica de Lacan.
l�lla siempre fue su base de trabajo a pesar de que en sus escritos o
1•11 sus seminarios, no aparecen casos clínicos presentados exten-

103
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

samente, como sí por ejemplo ocurre en la obra de Freud: Dora,


Schreber, Juanito u otros. Entonces ahí hay una discordancia en­
tre, por un lado la insistencia de Lacan en cuanto a que su teoría
parte siempre de la experiencia clínica y esta falta de dedicación
exhaustiva al desarrollo de casos; esto no quiere decir que no apa­
rezcan fragmentos de casos propios o de otros analistas, reparti­
dos a lo largo de la obra.
Si es el conjunto de lo que dice Lacan -y en él la teoría de los
discursos en particular- algo que se hace sobre o a partir de la ex­
periencia clínica, es evidente que el sujeto del inconsciente tiene
que estar participando como objeto en esta teoría, como objeto
del cual la teoría pretende decir algo. Entonces, esta teoría de los
discursos es, básicamente, UNA FORMA DE UBICAR AL SUJETO EN RE­
LACIÓN A OTRAS ENTIDADES.
Dado que desde la fenomenología del discurso no es nada fácil
realizar la operación de localización del sujeto, más complejo es
aún localizar a ese sujeto en sus relaciones particulares con esas
otras entidades 1 . El sujeto del que hablo es el sujeto del incons­
ciente. Porque sí es fácil localizar al sujeto entendido como se lo
entendía previamente en la filosofía, como se puede decir: el indi­
viduo, indiviso, es el que habla. Nadie pregunta cuando escucha
hablar a alguien ¿Quién habla? Está claro que lo hace el locutor;
lo mismo que cuando hablo, está claro que soy yo quien lo hace.
Pero justamente como el lenguaje tiene un papel tan importan­
te en el conjunto de la obra lacaniana, es evidente que el sujeto
no está -parecería ser- tan a la vista. No está, parecería ser, siem­
pre en el mismo lugar. En este sentido, el lenguaje es la única ex­
periencia clínica que tiene el psicoanálisis, es el lugar donde so­
lamente ahí él puede ir a relevar lo que quiere buscar. ¿cómo se
capta esto en la experiencia? Es en la experiencia dada entre un
analizante y un analista.

l. Si tomamos la fórmula "El significante es lo que representa al sujeto para


otro significante" tendremos una base sobre la cual aplicar el problema de
la localización del sujeto, como así también de aquello con lo que él está re­
lacionado.

104
CLASE Vj UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

También sabemos, por lo que en ese lugar se hace escuchar,


que existen actos que tienen valor de palabra. O sea, no es sola­
mente la palabra dicha sino también aquellos actos que pueden
ser introducidos en una estructura de lenguaje. El discurso pero
sin palabra es lo que permite la consideración de los actos for­
mando parte de una estructura. Todas las interpretaciones que
Lacan hace de actos que suceden fuera del análisis hace, a su vez,
que esos actos sean introducidos por y en esa experiencia clínica.
Recordemos las referencias de Lacan al caso de los "sesos fres­
cos" (Kris) y al de la joven homosexual y su caída (Freud).
Dejando por un momento a Lacan debemos destacar que en
este sentido la filosofía analítica, la filosofía del lenguaje hizo un
gran desarrollo sobre lo que es la teoría de la acción y la de los
actos de habla.
La filosofía analítica es una rama de la filosofía que se dedica al
estudio del lenguaje. Tiene por objeto el significado, no el signifi­
cante, pero es en general una teoría de la acción, de la acción sig­
nificativa. Esta teoría filosófica pone especial atención en las re­
laciones existentes entre lo que se hace -y no sólo lo que se dice­
y sus posibles significados.
Uno de los libros absolutamente referenciales de la filosofía ana­
lítica es "Cómo hacer cosas con palabras" Gohn Austin)2. Otra re­
ferencia ineludible es John Searle con su libro: '½etas de habla"3•
No me quiero desviar demasiado pero simplemente digo que hay
toda una disciplina y un grupo de personas que se han percatado
que los actos sin palabras pueden ser discurso. Es lo mismo que
dice Lacan, aunque dicho de otra manera, respecto del discurso
sin palabras.
Austin estipula que hay "casos y sentidos" en los que decir algo
es hacer algo. Es decir, en determinadas ocasiones el decir algo
va más allá del acto de solamente enunciar; se trata de las expre­
siones llamadas realizativas. Para esta caracterización, no cuen-

2. Editorial Paidos (1971). Primer edición en inglés: 1962.


l. Editorial Cátedra (1994). Puede leerse también: "Conversaciones con J. Sear­
le" por Gustavo Faigenbaum en librosenred.com

105
DIEGO COPPO ! LACAN-MARX

ta que estas expresiones sean verdaderas o falsas. Ellas, si bien


no pueden ser criticadas arribando a determinar su supuesta fal­
sedad, sí pueden ser criticadas arribando a su caracterización en
tanto afortunadas o desafortunadas, estableciendo de ese modo
si el acto que se encuentra más allá de la propia enunciación ha
sido logrado, "realizado" o no.
Son actos que tienen una finalidad, actos que tienen un objeti­
vo, tienen una pretensión; pretenden que ese objetivo se concre­
te, se realice.
Uno de los ejemplos que presenta Austin es el caso en el que
se pretende bautizar, ponerle un nombre, a un barco, en ocasión
de ser botado por primera vez al agua. El acto de habla (logrado)
sería el bautismo del barco, a través de la adscripción de un
nombre; ese acto compone en general un rito que es el de romper
una botella de champagna contra el barco y decir: "Este barco se
llama, desde ahora, Gran Mary", por ejemplo. Supongamos que
pasa una persona alcoholizada, que ocasionalmente pasaba por
el puerto, y que ocasionalmente lo hacía con una botella, a la cual
en un momento dado la golpea contra el barco. Esta persona con
su voz afectada por la intoxicación puede que incluso diga "Este
barco se llama, desde ahora, Gran Mary". Austin dice que esa
persona alcoholizada, aún habiendo dicho las palabras correctas,
no logra el acto de habla, que eventualmente debía ser el bautismo
del barco. ¿Por qué? Porque para que el acto sea logrado tienen
que darse todas las circunstancias que él llama "afortunadas"
alrededor del acto. Por ejemplo, la que golpea la botella contra
el barco no puede ser otra persona más que la que fue designada
para tal fin. O, por ejemplo supónganse que lo hace el presidente
del astillero, pero en vez de decir que el barco es el "Gran Mary"
(que es el nombre que originalmente se había establecido) dice:
"El nombre de este barco es Gran Tita". Un lapsus, a cualquiera
le puede pasar, pero en este caso no se logró el acto. Entonces, la
teoría de los actos de habla constituye una herramienta para poder
evaluar la efectividad de la acción.
En general, el psicoanálisis no ha tomado aportes de la filoso­
fía analítica, no la ha tomado a ella con el interés o con el prove-

106
CLASE V j UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

cho que a mi parecer le podría extraer4 . Es muy interesante por­


que vivimos haciendo cosas equívocas, actos no logrados, quere­
mos hacer una cosa y hacemos otra, en general son bastante po­
cos los actos logrados en función de nuestros objetivos conscien­
tes. Puede para quien lo desee ser muy productivo ver cómo se
fracasa en la construcción de esos actos o cuáles son los caminos
de infortunio por los que nos equivocamos.
Retomando, les decía que la teoría lacaniana de los discursos
puede ser un instrumentp para localizar al sujeto; en este sentido
esta teoría participaría también de un objetivo; podríamos inter­
pretarla como una teoría de la acción cuyo objetivo es localizar
al sujeto del inconsciente en una masa de discurso dado. Eso por
un lado, por el lado de la clínica.
Por otro lado, hay en la teoría de los discursos otra vertiente
que no está desarrollada. El anteaño concurrí a un seminario a
cargo de José Grandinetti en el Centro de Investigaciones Psicoló­
gicas y Psicoanalíticas del Hospital Borda también sobre este Se­
minario de Lacan. Allí se relevaron todas las cuestiones clínicas,
pero si bien se mencionaron cuestiones que tienen que ver con la
historia -la palabra "historia" aparece varias veces en el Semina­
rio- no se introdujo y, por lo tanto no se profundizó, en qué sen­
tido Lacan menciona allí a la historia, siendo que por un lado es
explícita tal referencia y por otro lado la historia brilla en lugar
de por su ausencia por su presencia ya que en todo el resto de la
obra de Lacan no hay una referencia a la historia tan contunden­
te como en el Seminario 17.
No he encontrado hasta ahora en el conjunto de la bibliografía
psicoanalítica que he podido relevar, alguna idea que se pregunta­
ra por la posible correspondencia entre los cuatro discursos carac-
4. Ciertas relaciones fundamentales "no pueden mantenerse sin el lenguaje.
Mediante el instrumento del lenguaje se instaura cierto número de relacio­
nes estables, en las que puede ciertamente inscribirse algo mucho más am­
plio, algo que va mucho más lejos que las enunciaciones efectivas. Estas no
son necesarias para que nuestra conducta, eventualmente nuestros actos, se
inscriban en el marco de ciertos enunciados primordiales"; Seminario 17, ps.
10 y 11. El subrayado es mío.

107
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

terizados por Lacan y las diferentes épocas históricas, entendien­


do "épocas" en términos de formas en las que el hombre realizó
su producción como así también su reproducción de una manera
dominante. El marxismo ha caracterizado esas diferentes formas
como esclavismo, -las sociedades clásicas de Grecia y Roma- feu­
dalismo y capitalismo.
Lacan hace también una caracterización en cuanto a formas
-distintas- de estructuración discursiva. El discurso del amo es
una forma; el universitario es otra5 ; el de la histérica es otra y el
del analista es otra.
En esa forma de presentar los discursos hay una referencia, si
bien no directa, a la historia. Por ejemplo, el amo en sí no existió
en todas las épocas, ni en términos históricos ni en términos con­
ceptuales tal como por ejemplo lo trató Hegel o tal como también
lo trató el marxismo. El modo de producción esclavista fue domi­
nante en una época particular y específica. Esto diferencia muy
bien la afirmación de que es posible que aún hoy exista un amo
-y por ende un esclavo-, pero la relación dada entre ellos no es
hoy una relación dominante. Toda la legislación laboral actual, a
pesar de su carácter eminentemente flexibilizador, hace de límite
al retorno del esclavismo a una posición dominante en el conjun­
to de las relaciones de producción6 •
Cuando se habla por ejemplo de feudalismo, ya no se habla de
amo sino de señores. Cuando se habla de capitalismo ya no se ha­
bla ni de amos ni de señores sino de capitalistas. Quiere decir en­
tonces que hay una referencia a la historia en el Seminario 17 que
me parece que todavía no fue desarrollada por los propios psicoa­
nalistas. La temática de las épocas, de la historia se presenta en el
Seminario 17 de una manera que aún hay que profundizar.
La incidencia de la historia o las épocas en este seminario lo es
en un doble sentido. Por un lado, el momento histórico en el que
5. Al discurso universitario Lacan también lo designa con el nombre de "dis­
curso de la ciencia" (p. 110).
6. Esta idea se la debo a Axe! Kicillof, subdirector del CEPLAD de la Facultad
de Ciencias Económicas de la UBA. (Ver: www.econ.uba.ar/www/institu­
tos/economía/ceplad).

108
CLASE VI UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

Lacan dictó este Seminario -10 de diciembre de 1969 al 17 de ju­


nio de 1970-. No podemos dejar de remarcar la ubicación crono­
lógica del dictado de este Seminario respecto de los acontecimien­
tos revolucionarios dados en París a partir de mayo de 19687• Por
otro lado la incidencia de las épocas en este Seminario se da a ni­
vel de los conceptos que se tratan en él; tal como ya mencionara
anteriormente hay una cronología del surgimiento de los discur­
sos que es correlativa de los procesos sociales que se dieron a ni­
vel de la producción y reproducción humana sintetizados concep­
tualmente por Marx en la idea de "modos de producción".
Cuando digo que las épocas -en plural- se encuentran presen­
tes en este Seminario, digo al mismo tiempo que hay más de una
época. Quiero decir que el hombre, genérico, no es transhistórico
o ahistórico en el sentido de que es siempre el mismo, sino que el
7. Miller, J.A.: "Los signos del goce": "Es cierto que los maternas de Lacan, que
generalmente abordamos por su estructura y con referencia a la práctica del
psicoanálisis, son -Lacan lo dice de manera clara- producto de mayo del 68.
De hecho, fueron creados teniendo en cuenta ese movimiento que apunta­
ba y daba un lugar muy particular a la universidad, aunque solo fuera para
protestar contra ella. Y hoy, cuando en conjunto la universidad interesa me­
nos, se ve mejor el amor que animaba a esa protesta del 68. En relación con
dicho movimiento, entonces, Lacan construyó una estructura, articulada y
unificada, que ubica la universidad y el psicoanálisis junto al amo y la histé­
rica -algo impensable antes de mayo".
Estas palabras fueron pronunciadas por Miller el 26 de noviembre de 1986,
en ocasión de realizarse una huelga de los estudiantes en la universidad de
Paris VIII contra el intento de liberar a las universidades para que cada una
de ellas pueda diferenciar los importes a pagar por sus alumnos como de­
rechos de inscripción. Miller critica esta medida y adhiere explícitamente a
la huelga.
Muy en contra de esta orientación va la política asumida por sus más orga­
nizados seguidores en Argentina en la crisis desatada en la Universidad de
Buenos Aires desde 2006 en adelante, tanto por su ahogo presupuestario
como por el reclamo de democratización formulado por estudiantes, docen­
tes y personal no docente. Varios de tales seguidores han apoyado en las elec­
ciones de claustro de graduados del año 2007 a la decana de la Facultad de
Psicología de aquel entonces Sara Slapak, quien sin ningún empacho apoyó
con su voto, en carácter de Miembro del Consejo Superior de la UBA, a un
candidato a Rector denunciado como exfuncionario de la dictadura militar.

109
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

hombre es histórico. Desde el marxismo, la historicidad está dada


fundamentalmente por las formas en las que se produce en el tiem­
po que le tocó a cada hombre determinado, específico, vivir.
El psicoanálisis, por su pubertad en tanto es joven aún, tal
vez no se abocó todavía a proseguir las propias referencias que
él mismo contiene, inclusive en Freud, acerca de la historia. No
se lee en general en las personas que escriben sobre psicoaná­
lisis un desarrollo profundo sobre este punto. Eso tiene conse­
cuencias porque, en definitiva si el psicoanálisis es una discipli­
na que interviene en la cultura con alguna pretensión curativa,
terapéutica -más allá de todas las discusiones que eso pueda ge­
nerar, pero de hecho me parece que sería bastante aceptable de­
cir que interviene con esa pretensión-, sería interesante indagar
en qué incide el problema de la historia en ese objetivo terapéu­
tico o curativo.
Me veo tentado de hacer un comentario en función de que es­
tán presentes tres compañeras que, junto con ellas, integramos los
llamados Equipos de Orientación Escolar, los cuales -para quienes
no los conocen- constituyen el dispositivo creado desde el Estado
para intervenir en problemáticas sociales y psicológicas dadas en
las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires. Desde hace ya un tiem­
po, los 250 profesionales que conformamos tales Equipos mante­
nemos un conflicto con el Estado, con el gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires. Voy a ser breve porque quiero avanzar.
A partir de una crisis político gremial que hubo hace tres años
entre los profesionales y el Gobierno se produjo la renuncia de la
directora general del organismo, máxima jerarquía desde el pun­
to de vista burocrático.
ALUMNA: Lo que se llama formalmente en esa estructura burocrática de
gobierno: Director del Area de Servicios Profesionales de los
Equipos de Orientación Escolar de la Secretaría de Educación
del Gobierno de la Ciudad. Este conjunto de profesionales vie­
ne trabajando desde 1983 y atiende una población de más de
220.000 niños que concurren a las escuelas públicas, junto a sus
familias y sus docentes.

110
CLASE V j UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

CoPPO: La renuncia de la directora general se produjo por la


crisis que generó la independencia política de los profesionales
que comenzaron en determinado momento a utilizar como méto­
do de toma de decisiones colectivas la realización de asambleas
de trabajadores. Hubo una puesta en peligro del mantenimiento
de las fuentes de trabajo y de las condiciones laborales de los que
trabájabamos allí en ese momento. Durante más de tres años es­
tuvimos trabajando sin que alguien cumpliera esa función de di­
rección burocrática. Justamente esta semana se ocupó ese cargo.
Los integrantes de los equipos habíamos pedido en algún momen­
to que el director surgiera por consenso de la gente que viene tra­
bajando desde hace veintipico de años en ese lugar. No se llegó
a establecer ese planteo de modo formal, es decir, desde una vo­
tación en una asamblea general de los trabajadores de ese sector
pero sí fue planteado de modo informal entre algunos miembros.

Finalmente las autoridades de la Secretaria de Educación en


los últimos días designaron a una persona para ese puesto de di­
rección. No sólo que para nada surgió de entre nosotros sino que
ni siquiera lo conocíamos; tampoco podía dar muestras de la más
mínima experiencia en el área de trabajo del cual se trataba.
Una compañera, integrante de los Equipos de Orientación dijo
-a través del grupo de correo electrónico por el cual nos mante­
nemos organizados- lo siguiente: "Lo conozco, es un buen psi­
coanalista". Este texto me hizo reflexionar acerca de lo que venía­
mos tratando.
La persona designada aún no había proferido palabra; simple­
mente desembarcó. A mi entender es un acto de habla -aunque
aún no haya proferido palabra alguna-. Si para algo hice referen­
cia a la teoría de los actos de habla como una teoría de la acción
es para considerar como discurso a acciones que carecen de pa­
labras: en este caso el hecho de asumir -inclusive formalmente
con todos los procedimientos administrativos que prevee el Esta­
do para tal fin- un lugar en la jerarquía burocrática.
Podemos suponer que la persona en cuestión conoce la situa­
ción conflictiva que les mencioné entre los trabajadores y su em-

111
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

pleador -en este caso el Estado-; también que va a dirigir las ac­
ciones de un grupo de personas que vienen haciendo una tarea
desde hace mucho tiempo -tarea que esa persona no compartió ni
siquiera lejanamente-; que va a llevar adelante una parte de una
política de conjunto sobre el sistema educativo, política que vie­
ne ejecutándose hasta el momento. Les aclaro que el conflicto no
se trató de algo menor dado que hubo inclusive despidos de per­
sonal -aún algunos de ellos delegados gremiales-, desplazamien­
tos de funciones, movilizaciones con cortes de calle, recursos en
el Poder Judicial de la Ciudad como así también intervención de
la Legislatura porteña y posteriormente reincorporaciones.

ALUMNO:Ahora entonces esa función de dirección la va a ejecutar "Un


buen psicoanalista".

CoPPO: Ese es el punto en el cual la reflexión se me impuso:


"Un buen psicoanalista". Pienso que está en la esencia de un psi­
coanalista, en la esencia del discurso del psicoanalista, la consi­
deración de las cuestiones del momento de la cultura en la que
vive. Tanto del momento o del tiempo como del espacio; respec­
to del espacio también considero que no es cualquier lugar este al
que arribó esta persona referida por alguien como "Un buen psi­
coanalista".

Entonces, sin por mi parte conocer a la persona que encarna


hoy el lugar de dirección, me parecía que por lo menos era moti­
vo de intercambio con esta compañera el hecho de su definición
respecto de "Un buen psicoanalista". Perdón la digresión pero ve­
nía a cuento y además es de actualidad ya que tiene mucho que
ver con las escuelas y con la salud mental.
Creo, para terminar con el aspecto de lo que es el análisis del
momento histórico y de la cultura, que tal vez haya influido, en la
creación. de la teoría de los discursos, todo lo que estuvimos vien­
do en relación a la revuelta en París, a la situación no sólo del año
68, sino inclusive a lo que había padecido Francia con la invasión
nazi aproximadamente 20 años antes. Este conjunto de circuns-

112
CLASE V f UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

tancias es probable que haya dejado en Lacan una sedimentación


que condicionó la creación de la teoría de los discursos en la que
la historia, según sostengo, tiene un lugar insoslayable.

LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS, EN SÍ

Propongo partir de la estructura mínima, es decir del materna,


de los discursos; comenzar haciendo algunas puntualizaciones so­
bre los distintos lugares que los componen -que son cuatro- y so­
bre los distintos elementos que ocupan los distintos lugares -que
también son cuatro-.
Entonces, tenemos cuatro lugares: arriba a la derecha, arriba a
la izquierda, abajo a la derecha, abajo a la izquierda:

o o
o o
¿Qué sentido tienen estos lugares según lo que dice Lacan?
A partir de ahora voy a remitirme exactamente, lo más que pue­
da, al texto.
Tenemos por un lado los lugares y por otro tenemos los elemen­
tos. Los elementos son: S 1 , S2 , el sujeto tachado y el objeto a.

Con estos lugares y con estos elementos tenemos la base para


explicar los diferentes discursos. Sólo nos estaría faltando la mo­
vilidad de los elementos.

113
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Los LUGARES

Arriba a la izquierda

¿Qué podemos decir del lugar de arriba a la izquierda? Les


voy a dar una referencia que aparece en el texto. Dice: "es el lu­
gar desde donde el discurso se ordena". Agrega que: "es el lugar
desde donde el discurso se emite". Luego: "... llamo dominante a
lo que me siroe para nombrar estos discursos". A ese lugar le co­
loca un nombre, dice que es el lugar dominante del discurso ¿Qué
quiere decir que uno de esos lugares es el dominante? Decimos
que en función de la dominancia de ese lugar, el discurso tiene al­
guna característica cualitativa diferencial. La característica de ese
lugar es la de ejercer una superioridad en cuanto determinación
respecto de los otros tres lugares.
Agrega luego que al lugar dominante se le pueden atribuir sus­
tancias distintas. Si seguimos el razonamiento que planteamos
hasta ahora esas sustancias estarían referidas a los cuatro elemen­
tos que he mencionado, pero eso no nos haría diferente a este lu­
gar dominante respecto a los otros tres lugares, ya que ellos tam­
bién son receptores de esas mismas sustancias distintas. Así que
ahí, no estamos captando nada específico de este lugar llamado
dominante.
Del lugar dominante dice también que es el lugar del agente.
Es el lugar de aquel que procura la acción. Eso lo digo yo; él so­
lamente dice que es el lugar del agente, pero por otras referencias
que hay en otros lugares de la obra se podría pensar que el agente
es aquel o aquello que impulsa y/o ejecuta la acción.
Hay otra característica que dice tener este lugar aunque de ésta
personalmente no puedo decir ni una palabra dado que no encon­
tré ninguna referencia desde el propio texto que me parezca re­
lacionada con este planteo. Dice que arriba a la izquierda se ubi­
ca el deseo. Está en la página 98 del seminario. Presenta en este
punto inclusive un esquema:

114
CLASE V I UNA ENTRADA AL SEMINARIO I7

Deseo - Otro

verdad pérdida

Hasta ahí, este lugar de arriba a la izquierda.

Arriba a la derecha
Vamos ahora al lugar de arriba a la derecha.
Arriba a la derecha dice que es el lugar del Otro -página 98-.
Sabemos que el Otro es una categoría central en el conjunto de la
teoría lacaniana, en tanto se encuentra presente prácticamente a
lo largo de toda la obra.
Dice por otra parte que este es el lugar que ocupa "el que tra­
baja para hacer surgir la verdad". Se establece así una relación
entre el trabajo y la verdad, (página 11 O); dice allí que hacer sur­
gir la verdad es el sentido del trabajo.
Hay también una referencia al trabajo en la página 182, pre­
sentada de la siguiente manera:

Agente - Trabajo

Verdad Producción

Una última referencia al lugar de arriba a la derecha aparece


en página 192 cuando se refiere a él como aquel "de la explota­
ción más o menos tolerable". Entonces, sea en el discurso que sea,
quien ocupe este lugar trabajará para quien se encuentre en el lu­
gar del agente -recordemos: el lugar dominante-; pero, no deje­
mos de destacar que el agente, paradojalmente, "no es en abso­
luto a la fuerza el que hace, sino aquel a quien se hace actuar"
(p.192); este punto es importante dado que nos advierte que el

115
DIEGO COPPO i LACAN-MARX

agente no es agente de su acción sino quien en todo caso acciona


por la agencia de otro; el agente es aquel a quien se hace actuar.
No perdamos de vista que todo personaje del que se trate en este
asunto no será agente de su discurso sino que éste será quien lo
agencie a él. No es de otro modo cómo presenta Marx al capita­
lista en tanto agenciado en su lagos por el del capital.
Hemos tratado bastante profusamente la novedad introduci­
da por Marx y advertida por Lacan en cuanto a la particularidad
del trabajo en cada una de los modos de producción dados. En el
caso del trabajo ubicado en el lugar de arriba a la derecha, Lacan
no realiza especificación alguna para relativizar la noción de tra­
bajo, es decir, para presentarla no como un término absoluto. No
obstante, el hecho de establecer la idea de una explotación más o
menos tolerable, introduce un término relativo en cuanto lo más
y lo menos. Lo tolerable, junto a lo intolerable -al igual que Marx
destaca de las necesidades-, tiene un carácter social y por lo tan­
to, histórico. Un punto de explotación intolerable puede introdu­
cir un giro en la estructura -representado en el materna- y al mis­
mo tiempo en la historia.

Abajo a la izquierda
Abajo a la izquierda es el lugar de la verdad.
Lacan desarrolla esta presentación fundamentalmente en el
punto 1 de la clase 4 (p.58), sin que a mi entender nos otorgue un
planteo que restrinja suficientemente el marco interpretativo de
su propuesta; eso nos obliga entonces a realizar al respecto al me­
nos alguna elaboración propia.
El concepto de verdad puede ser explorado, por lo menos ini­
cialmente, dentro del campo de la filosofía como del de la lógica.
Del primero puede darnos una idea la pregunta "Qué es la ver­
dad?", mientras que del segundo la de "¿Qué hace que una pro­
posición sea verdadera (o falsa)? De todas formas, el límite entre
ambos territorios no es de tan fácil discriminación en tanto parti­
cipa en ambos el problema del lenguaje.

116
CLASE V I UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

Sabemos que la verdad es una noción filosófica con enorme


tradición8 • El libro de Eduardo Barrio "La verdad desestructura­
da" nos brinda un valioso compendio de las principales respues­
tas a la pregunta por la verdad, es decir, un panorama de "las di­
ferentes alternativas teóricas en torno a la verdad".
Antes de acompañar a Barrio en ese recorrido no debemos de­
jar de señalar hasta qué punto es de complejo abordaje la noción
de verdad tanto que un filósofo de la envergadura de Davidson,
por ejemplo, ha optado por abandonar el intento de explicar el
concepto aunque al mismo tiempo lo ha declarado como funda­
mental. Richard Rorty, en otra perspectiva, ha decidido en princi­
pio prescindir de dar una descripción de la naturaleza de la ver­
dad y dedicar sus esfuerzos a verificar la incidencia o no de un
discurso en la práctica -de aquí su autonominación como prag­
matista-. Presumo que para él un profuso debate acerca de la na­
turaleza de la verdad o de los criterios de verdad podría llevarnos
de cabeza a lo que él denomina "decadencia escolástica", una es­
pecie de discurso caracterizado por su inutilidad y por su conse­
cuente falta de responsabilidad con los seres humanos9 •
Como conclusión de lo que funcionaría como un comentario
previo a un recorrido por las diferentes posiciones filosóficas re­
feridas al asunto, destacamos que:

"... no hay un acuerdo en la comunidad filosófica acerca de


cómo caracterizar el problema de la verdad y, consecuentemen­
te, tampoco hay acuerdo respecto de los procedimientos a em­
plear para producir una explicación satisfactoria del problema''.
(Barrio, p. 24)

A modo de resumen de las posturas que sí han decidido aden­


trarse en el intento de responder al problema de la verdad, Barrio

8. "Ofrecer un análisis adecuado de la noción de verdad es uno de los propó­


sitos esenciales de la filosofía de la lógica.''. Ver : "La verdad desestructura­
da"; Eduardo Alejandro Barrio; Ed. Eudeba; 1998.
9. Engel, Pascal y Rorty, Richard. "lPara qué sirve la verdad?" Ed. Paidós. Pri­
mera edición en francés: 2005. ler. Edición en español: 2007.

117
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

presenta la respuesta deflacionista y la respuesta corresponden­


tista. A su vez, cada uno de estos enfoques presenta matices que
considero no aportarían a lo que pretendo transmitir: una antesa­
la, dada como exploración, al enfoque que podemos otorgarle a la
verdad incluída por Lacan en la estructura de todo discurso.

Se trata en el caso de la respuesta deflacionista de que:

- La verdad de una oración no tiene que ver con la relación


objetiva entre ella y la realidad.

- La verdad es despojada de cualquier o toda naturaleza subya­


cente; esto es, se despreocupa de encontrar aquella eventual pro­
piedad que tendrían en común todas las oraciones verdaderas. El
nombre de "deflacionismo" se debe precisamente a que se amino­
ra el valor dado al problema metafísico.

- La verdad de las oraciones son afirmadas a partir no de su re­


lación de correspondencia con la realidad sino de la especificación
que se haga de su propia condición de verdad. Es decir, para cada
una de las infinitas oraciones posibles, al menos del lenguaje ordi­
nario que es el que a mí particularmente me interesa en este caso
y que funciona como lenguaje objeto, debe darse lo que Tarsky ha
denominado "condición de adecuación material" en un metalen­
guaje. Esa adecuación se establece a través de la construcción de
una equivalencia dada en una expresión bicondicional. El ejem­
plo que nos brinda el autor es el siguiente:
"César fue asesinado" es verdadera si y sólo si César fue ase­
sinado.

El límite que encuentra esta interpretación es el de que más tem­


prano que tarde el lado derecho del bicondicional debe ser con­
trastado con la experiencia, lo cual supone ineluctablemente algún
tipo de verificación de la correspondencia con la realidad.

118
CLASE V I UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

En el caso de la respuesta correspondentista al problema de la


verdad, se trata de que:

- El lenguaje refleje el mundo.

- La correspondencia debe estar establecida entre las repre-


sentaciones y los hechos. Entonces, la verdad de la oración se en­
cuentra determinada por la existencia del hecho.
"César fue asesinado" se corresponde con la realidad.

- La correspondencia conecta lo ontológico con lo lingüístico.

Un límite que encuentra la respuesta correspondentista es cómo


comprobar los hechos que no se dan en el presente, para el caso:
¿cómo verificar el eventual asesinato de César?

La pregunta que podemos formular en nuestro caso es: ¿coin­


cide alguna de estas dos respuestas alternativas al problema de la
verdad con las ideas lacanianas respecto de ella?
Dice Lacan respecto de la verdad en distintos pasajes del Se­
minario 17 que ella...

"es sin duda inseparable de los efectos de lenguaje"

"No se puede abordar seriamente la referencia freudiana sin


hacer intervenir, (. . .), la dimensión de la verdad" (p. 123).

"El efecto de verdad no es más que una caída de saber. Esta caí­
da es lo que hace producción, que luego debe retomarse" (p. 209)

La verdad está escondida (p. 203).

La tematización del problema de la verdad no comienza para


Lacan en 1969, año de inicio del Seminario 17.
Podemos localizar al menos tres textos que hacen de antece­
dentes: uno de más de 30 años antes del inicio de la década del 70.

119
DIEGO CüPPO I LACAN-MARX

Me refiero a "Más allá del 'principio de realidad'" (1936) 10• En él


ya señala que si bien no se niega a la verdad el carácter de aquello
que busca la ciencia -y ésta sería la perspectiva fregeana-, tam­
bién se reconoce que "... la verdad en su valor específico permane­
ce extraña al orden de la ciencia: (.. .)" (p. 73). En este texto apa­
rece ya la noción de "saber" como siendo aquello que como acti­
vidad del científico -para aquel caso el psicólogo asociacionista-,
éste mutila todo lo real de la verdad. Como vemos, VERDAD y SA­
BER son dos términos que han quedado eslabonados en la elabo­
ración teórica de Lacan desde muy temprana hora. Ese eslabona­
miento tomará luego la forma de la división.
Esa división del sujeto entre verdad y saber constituye el pun­
to en el cual se retoma el tema en "La ciencia y la verdad" (lro. de
diciembre de 1965), el que a su vez retoma lo planteado en la cla­
se del 10 de junio del mismo año. Ambos textos completan nuestro
hilo temático de tres que hemos mencionado más arriba. En el últi­
mo de ellos, Lacan produce una circunscripción del tratamiento de
la verdad estrictamente a "la estructura fundamental" que permite
la experiencia psicoanalítica. Por este acotamiento se puede tomar
otra vía que no sea la de la búsqueda de una definición de la ver­
dad, camino que, como ya hemos mostrado, las respuestas deflacio­
nista y correspondentista permanecen transitando aún.
Es indudable que en la demanda de un analizante hacia un
analista se encuentra explícitamente o no la pretensión de saber
acerca del síntoma y, como toda demanda no puede no formular­
se sino en el lenguaje, es ahí donde se encuentra la verdad como
inherente a esa estructura.
Pero por lo mismo que tanto la respuesta deflacionista como la
correspondentista forman parte de ese mar inconmensurable en
tiempo y espacio que permanece siempre abierto al problema de
la verdad debido a la relación de ésta con el lenguaje es que Lacan
plantea al saber incompatible (si bien enhebrado) con la verdad 11 •

10. Este texto fue publicado en L'Evolution psychiatrique, fascículo III.


11. A la verdad, al igual que al saber, la llama "virtud" y dice que ambos son "in­
compatibles" (p. 200).

120
CLASE V I ÜNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

La ubicación histórica del inicio de la llamada por Lacan "acu­


mulación de un saber" (el de la ciencia) es situada con precisión:
a partir de Descartes. Sin analizar la analogía que queda estable­
cida por la coincidencia en el tiempo entre el inicio de la acumu­
lación de saber y la de capital -señalada por el propio Lacan en
cuanto ambos caracterizan modos de producción que contienen
en su esencia el desarrollo de una tendencia incremental-, lo que
se presenta como desajuste no suturable es la diferencia entre la
verdad (de la ciencia) y la verdad (del sujeto).
Es por esto que ya reinstalándonos nuevamente en el Semina­
rio 17 leemos que Lacan delimita nueva y estrictamente el territo­
rio en el cual la verdad -la nuestra, la de la estructura de la expe­
riencia psicoanalítica- debe manejarse: dice él en el de la lógica
proposicional: "(.. .) verdad no es un término que deba manejarse
fuera de la lógica proposicional".
"La lógica proposicional es el sistema lógico más simple y bási­
co que existe" 12. En él todas las oraciones son especificables ya sea
como verdaderas o ya sea como falsas. Ambas (y no más) consti­
tuyen los posibles valores de verdad de las oraciones. El significa­
do de las oraciones queda circunscripto entonces a "verdadero" o
"falso". Ese significado es lo que entiendo denomina Lacan "senti­
do pleno" en tanto la referencia de cada oración es, desde el punto
de vista de su consideración lógica, "lo verdadero" o "lo falso". El
significado de "pleno" lo interpreto en tanto no hay en este senti­
do ambigüedad posible, lo cual no es poco si recordamos que en
definitiva toda formalización (y lo lógica proposicional se basa en
ella) se justifica por su pretensión de eliminar las ambigüedades
del lenguaje corriente o -llamado comúnmente- ordinario.
Con la utilización del sistema lógico de la lógica proposicional
logramos discriminar los sentidos verdaderos de los falsos para
de ese modo también conservar la verdad de las oraciones aún en
aquellas que incluyen a otras más simples.

12. Esta definición figura en el primer renglón del capítulo 2 del libro "Introduc­
ción a la lógica"; L.T.F. Gamut; Ed. Eudeba; primer edición en idioma origi­
nal: 1982; página 29.

121
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Sin embargo, la verdad pierde ese carácter de sentido pleno


cuando se trata de determinadas oraciones en las cuales su signi­
ficado no puede establecerse fehacientemente sea bajo el exámen
de su respectiva y supuesta correspondencia con la realidad o sea
bajo el método que fuese.
Veamos los siguientes ejemplos recurriendo nuevamente a Ba­
rrios:

l. La antinomia del mentiroso cuando éste dice: "Esta ora­


ción es falsa".
2. Epiménides, habiendo nacido él en Creta, dice: "Todos los
cretenses son mentirosos".
3. El catálogo de todos los catálogos que no se incluyen a sí
mismo, ¿debe incluirse a sí mismo?
4. El barbero que afeita a todos los hombres que no se afeitan
a sí mismo: ¿debe afeitarse o no a sí mismo?

Siendo que la lógica proposicional no nos habilita otros valo­


res de verdad que no sean lo verdadero o lo falso, caemos en el
más absoluto de los mutismos cuando se nos hace imposible de­
terminar en los ejemplos mencionados la verdad o la falsedad de
esas oraciones. En ellas no se cumple el principio de no contradic­
ción. Recordemos que según nos dice l. Copi, ese principio com­
porta una de las tres leyes del pensamiento, junto con el principio
de identidad y con el de tercero excluido. El de no contradicción
dice que "ningún enunciado puede ser verdadero y falso", cosa que
sucede en los ejemplos presentados.
El tratamiento del concepto de verdad dentro de la lógica pro­
posicional nos conduce, al encontrarnos con las paradojas, a aban­
donarla. La verdad incorporada a la estructura de los discursos no
vale en la experiencia psicoanalítica por la definición que even­
tualmente estableciéramos para ella ni únicamente por su grado
de correspondencia con la realidad sino por la relación en la que
ella se encuentra tramada: el deseo, el Otro y la pérdida, o, en otro
esquema, con el agente, el trabajo y la producción.
Encuentro apropiada la ubicación de la verdad abajo a la iz-

122
CLASE VJ UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

quierda porque si consideramos que todo lo que se encuentra por


encima de la barra es lo que puede ser dicho, sabemos que para
la verdad esa posibilidad se encuentra limitada. Lo que está más
allá de ese límite es de la verdad lo indefinible.

Finalmente, entrego una posible explicación a algunas afirma­


ciones de Lacan sobre la verdad:

La verdad está ligada a la insistencia (p.14)


Porque el inconciente opera a la manera de un autómata ló­
gico.

La verdad es el sentido que tiene el trabajo (p.54)


Como todo sentido, el que tiene el trabajo es provisional. No
hay más que considerar al trabajo en sus diferentes presentaciones
históricas para reconocer la variabilidad del sentido del trabajo.

"... la verdad (...) no puede decirse por completo, porque más


allá de esta mitad no hay nada que decir. Esto es todo lo que pue­
de decirse".
Wittgenstein, con palabras de su prólogo al "Tractatus lógico­
philosophicus", agregará aquí: "lo que siquiera puede ser dicho,
puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar hay
que callar" 13•

La verdad es la impotencia (p.55)


Si por potencia se entiende el logro inalcanzable que se pro­
pone la ciencia.

Abajo a la derecha
Es el lugar de la pérdida
Es el lugar de la producción.
13. Alianza Editorial, p.47.

123
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Los ELEMENTOS
Vamos ahora a presentar a los elementos que ocupan los cua­
tro lugares que acabamos de describir.

Es un significante.
Es el significante que interviene.
Es el significante que interviene sobre una batería signifi­
cante.
Es el significante que interviene sobre una batería signifi­
cante que forma una red.

S 1, como todo significante, representa algo. El algo que repre­


senta es un sujeto.

Es la batería significante (que forma un red) sobre la que in­


terviene S 1 ,
Podemos decir algo más, antes de pasar al S. S 1 y S 2 , obviamen­
te son dos cosas distintas; son dos unidades pero no son dos uni­
dades independientes una de la otra sino que son dos unidades
que forman una cadena. Esas unidades, por sí mismas, no valen
nada. Justamente valen algo en la medida en que entran en rela­
ción entre ellas, siendo que por otra parte ellas son distintas; de
ahí su marcación como "1" y como "2".

g
El S no es una unidad sin partes. Es una unidad que tiene par­
tes ¿cuáles son sus partes freudianamente hablando? Conscien­
te e inconsciente. Esto es muy importante porque la palabra "in­
conciente" aparece en muchos autores que escribieron antes que

124
CLASE V j UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

Freud, por ejemplo Marx. En Marx, esa palabra aparece muchas


veces.

ALUMNO: En Descartes, también.

CoPPo: En Descartes, claro.

Hasta Freud, nadie le había hecho esta barra categórica. La


consciencia y el inconsciente, ambos forman parte de una unidad.
Freudianamente: es la unidad del aparato psíquico.
Previo a Freud nadie habló de un aparato conformado por par­
tes distintas pero en definitiva componiendo la unidad de un apa­
rato. Todo el recorrido que realiza Freud en "Las neuropsicosis de
defensa" sobre las distintas teorías existentes hasta ese momen­
to acerca de la escisión de la conciencia establecida por Janet y
por Breuer plantea el problema de concebir una unidad confor­
mada por partes.
Entonces, el S es cualitativamente distinto a los significantes.
Un sujeto no es un significante, eso es consistente lógicamente,
quiero decir no entra en contradicción con la primer parte de la
fórmula lacaniana de que el significante representa a un sujeto.
Es lógico que una cosa distinta represente a otra cosa distinta de
esa cosa. Doy un paso más, y ya me voy metiendo en lo que es la
primer parte de la fórmula lacaniana.
Recordemos qué es un significante: lo que representa a un su­
jeto. Un significante representa...

ALUMNO: Representa a un sujeto.

CoPPo: La fórmula "El significante representa a un sujeto para otro signi­


ficante" tiene dos partes. La primera es: "Un significante es lo que
representa a un sujeto" (hasta ahí es una parte). La representa­
ción del significante respecto de un sujeto es, a su vez, para otro
significante (de este modo se ha incorporado la segunda parte).
En este punto se impone la distinción entre ambos significantes.
Sigo sin ponerle un número a cada uno de los significantes para

125
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

que se vea la distinción fundamentalmente y no tanto la cuestión


del ordenamiento.

Vamos a la práctica para que no se nos presente el efecto de


que nos encontramos al nivel de una metafísica que no nos per­
mita volver a la experiencia.
El significante es lo que representa a un sujeto. Podemos mante­
ner la hipótesis de que un significante representó a ese sujeto par­
ticular; lo representó para otro significante que no tengo modo de
conjeturar cuál es si no cuento con otro significante que por aso­
ciación muestre su relación con el primero
Una cosa que les quiero decir acerca de lo que es el problema o
la esencia de la representación, porque a veces parece muy com­
plicado y es algo bastante elemental si uno lo lee bien. No hay una
cosa que se pueda representar a sí misma en términos de repre­
sentación. Una fórmula nos había quedado pendiente como co­
rolario del análisis de la clase del 13 de noviembre lse acuerdan
que en una clase anterior les dije que íbamos a llegar a dos fórmu­
las, cosa que no sucedió dado que no nos alcanzó el tiempo? In­
tentando ahora retomar ese hilo, contábamos ya con esta primer
fórmula (que era nuestro primer corolario): el significante repre­
senta al sujeto para otro significante -esa es una-. La otra, la que
quedó pendiente pero que está asociada a la anterior es: el signi­
ficante no se representa a sí mismo. La propia idea de representa­
ción indica en su propio término que para que se cumpla la fun­
ción de representación tiene que haber dos cosas: lo representa­
do y lo representante.
Veamos lo siguiente:

A=A
Eso es correcto en tanto es una verdad lógica. A es equivalen­
te a A. Pero podemos hacer la siguiente interrogación: lPor qué,
necesariamente, la A del primer término de la ecuación es la mis­
ma A del segundo término?
Si bien una es igual a la otra, eso no implica que sean la misma.

126
CLASE V\ ÜNA ENTRADA AL SEMINARIO r¡

De este modo es como uno puede demostrar que una determina­


da cosa es un significante en tanto para el significante hay una im­
posibilidad que es la de representarse a sí mismo.
Para el significante no se cumple el principio de identidad que
definiría como una tautología al siguiente ejemplo:

Colón = Colón

Ese principio de identidad no se cumpliría si especificára­


mos las siguientes referencias para cada uno de los términos de
la ecuación:

El navegante genovés = Una conocida marca de vinos argentinos.

La relación entre las palabras y las cosas se conmueve también


alrededor del no cumplimiento del principio de identidad entre
los significantes -para lo que nos interesa: la relación entre S1 y
S2-. Como efecto de esa probada falta de fijeza entre las palabras
y sus referencias, aparece la noción de sujeto tachado.

Vayamos entonces al último de los cuatro términos ocupantes


de los lugares de la estructura.

PREVIO AL OBJETO a:
LA HOMOLOGÍA LACANO-MARXIANA

Puede constatarse en los Seminarios 16 y 17, que Lacan coloca


al objeto a en relación a la plusvalía, a la función del plus de go­
zar y al plus de goce.

Leamos algunas citas del primero de esos Seminarios, especí­


ficamente de la clase del 13 de noviembre de 1968:

"Debemos atender a la teoría en tanto ella se aligera, precisa­


mente, por la introducción de esta función que es la del PLUS

127
DIEGO COPPO j LA.CAN-MARX

DE GOZAR14 . Alrededor del PLUS DE GOZAR se juega la producción


de un objeto esencial cuya función se trata ahora de definir: EL
OBJETO a''.

"Es en el discurso sobre la función de la renuncia al goce don­


de se introduce el término del objeto a en el mercado, a saber
en lo que define algún objeto del trabajo humano como merca­
dería15, así cada objeto lleva en sí mismo algo de la PLUSVALÍA,
así el PLUS DE GOZAR es lo que permite el aislamiento de la fun­
ción del OBJETO a".

Ahora de la clase del 27 de noviembre:

"Este OBJETO a, si lo he inventado en algún sentido es del modo


en que puede decirse que el discurso de Marx inventa -que se­
ría decir que es su hallazgo- LA PLUSVALÍA

Esto no quiere decir, con seguridad, que no haya sido anticipa­


do antes en mi propio discurso1 6; es lo que he llamado, pero de
modo francamente insuficiente, tan insuficiente como era la de­
finición de la plusvalía antes que la haga aparecer en su rigor el
discurso de Marx''.

"Esta claro que nadie, salvo mi traductora italiana (...), se dio


cuenta demasiado bien, hace algún tiempo, de LA IDENTIDAD DE
ESTA FUNCIÓN DE LA PLUSVALÍA Y DEL OBJETO a."

En el Seminario 17:

"Una vez surgido S1, primer tiempo, se repite ante S2. De esta
puesta en rel,ación surge el sujeto, representado por algo, por cier­
ta pérdida. (. .. )
14. Todos los destacados de este apartado son míos.
15. Aquí, para que la expresión se vea más acorde al texto marxiano, debiera
decir "mercancía".
16. Esto puede comprobarse en tanto Lacan, ya en el Seminario 10, había intro­
ducido el objeto a, inventándolo el famoso 9 de enero pero inclusive nom­
brándolo antes de esa fecha.

128
CLASE VI UNA ENTRADA AL SEMINARIO I7

No en vano el año pasado llamé PLUS DE GOCE a este OBJETO,


( ... ) ''. (pág. 17 17 )

". ..el año pasado les dije que en Marx se reconoce que este a de
aquí funciona en el nivel que se articula -en el discurso analí­
tico, y no en otro- como PLUS DE GOCE. Esto es lo que Marx des­
cubre como lo que es realmente la PLUSVALÍA". (pág. 18)

"( ...) este OBJETO a que hemos señalado como PLUS DE GOCE''.
(pág. 84)

"( ... ) transformación de PLUS DE GOCE en PLUSVALÍA''. (pág. 87)

"(... ) LA PLUSVALÍA es el PLUS DE GOCE''. (pág. 113)

"(... ) ese efecto real que llamo el PLUS DE GOCE y que es el OB-
JETO a''. (pág. 165)

"El OBJETO a, el año pasado, cuando me tomé el trabajo de anun­


ciar algo que se llama De Otro al otro, dije que era el lugar reve­
lado, designado por Marx como LA PLUSVALÍA''. (pág. 216).

Dado que la plusvalía aparece en estas citas del texto lacaniano


Hiendo el concepto que de Marx se ha hecho un lugar en el discur­
so psicoanalítico -Lacan aclara que por homología y no por ana­
logía-, puntualicemos algunos de sus rasgos más generales previo
11 adentrarnos específicamente en la noción de objeto a.

,:,QUÉ ES LA PLUSVALÍA? Y, FUNDAMENTALMENTE, ¿DE


l)ÓNDE SURGE?

Hemos mencionado anteriormente alguna idea alrededor de


In plusvalía, el trabajo no pagado al trabajador en el proceso de
producción. Les recomiendo, concentrarse en el punto en el que
1/. Edición de editorial Paidós.

129
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Marx advierte que hay en el proceso de producción una diferen


cía entre el tiempo de trabajo pagado al trabajador por la utiliza
ción de su fuerza de trabajo y el tiempo no pagado.
Esa diferencia abre un interrogante respecto de su fuente: ¿oc:
dónde sale la plusvalía? ¿oe dónde sale el plusvalor? Se ha plan
teado que sale del intercambio en la actividad mercantil, lugar don
de los productores intercambian. También se ha planteado que sale
de la producción. Marx lo dice en esta especie de alegoría. Anda
mas por el mercado, vemos que las cosas se cambian y vemos que
en determinado momento aparece una diferencia.
Marx parte de la idea de que todos producimos mercancías, pro
duetos para la actividad mercantil. Las producimos en nuestras ca
sas o en nuestros talleres pero tenemos que ir el día de la feria al
mercado. Ese es el gran día dado que es ahí donde se juega la po
sibilidad de procurarse las mercancías necesarias. No puedo ob
tener a través de mi propia producción todas las cosas que even
tualmente necesito o quiero tal como Robinson Crusoe lo intento
tal vez urgido por la circunstancia de su soledad.
Voy a hacer aunque sea una mercancía y, voy a hacerla lo me
jor que pueda -Marx llama a ésto "estado nonnal de calidad" 18·
como así también la mayor cantidad de ellas que pueda hacer, por
que en ese caso las que se encuentren más allá de la cobertura dt·
mis necesidades en cuanto a su uso, podré cambiarlas en la feria
por otras mercancías que sí tengan como destino mi uso. Enton
ces ¿qué voy a buscar en la feria? Otra mercancía, pero como ya
existe el dinero, tengo un paso previo que cumplimentar: vender
mi mercancía, obtener dinero y comprar con él otra mercancfu
que es la que necesito. Al mismo tiempo cuento con que todos los
asistentes al mercado hacen y harán lo mismo. Esto es la esfera dt·
la circulación mercantil pero ignoramos qué sucede en las casas o
en los talleres de estos imaginarios productores. Marx nos condu
ce entonces al interior de la fábrica. Es muy impactante para mi
el modo en que Marx nos introduce en la esfera de la producción.
Si llegamos hasta la puerta de la fabrica, entremos.
18. Marx, K. "El Capital". Ed. Siglo XXI; p. 212.

130
CLASE V! UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

Marx lo dice exactamente con estas palabras:

"El proceso de consumo de la fuerza de trabajo es al mismo tiem­


po el proceso de la producción de la mercancía y del plusvalor.
El consumo de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier
otra mercancía, se efectúa fuera del mercado o de la esfera de
circulación. Abandonamos, por tanto, esa ruidosa esfera insta­
lada en la superficie y accesible a todos los ojos, para dirigirnos,
junto al poseedor de dinero y al poseedor de fuerza de trabajo,
siguiéndoles los pasos, hacia la oculta sede de la producción, en
cuyo dintel se lee: Prohibida la entrada salvo por negocios. Ve­
remos aquí no sólo cómo el capital produce sino también cómo
se produce el capital. Se hará luz, finalmente, sobre el misterio
que envuelve la producción del plusvalor" 19.

Pero antes de traspasar ese límite que implica la puerta de la


l'ábrica, fíjense que hay una cuestión lógica, no hace falta ir a acá
porque yo resolví mi problema. Y, el hombre es un animal prác­
tico, si yo resolví mi problema ¿por qué tengo que ir adentro de
una fábrica? Me voy a mi casa, vuelvo la semana que viene al día
de feria, hago el mismo proceso y consigo la mercancía que quie­
ro. Es lo que se hace.
Pero hay una diferencia ¿Qué pasa si alguien tiene dinero? Ten­
gamos este supuesto, que alguien tiene dinero; no sabemos si po­
see además otras mercancías, pero tiene dinero. Ahora va al mer­
cado con dinero.
Estamos haciendo otro supuesto, que hay uno que tiene dinero
y que va con él al mercado. ¿con qué intenciones? Su intención
es obtener más dinero. Entonces ¿qué hace? _Compra para vender
<.al mismo precio? No. Podría ser que haya alguien que esté abu­
rrido y se divierta comprando a un precio y vendiendo al mismo
que pagó al comprar. Esto no sucede así: quien compra para ven­
der lo hace a menor valor del cual espera realizar la venta: hay en
juego una diferencia.
Descontamos la posibilidad de que esa diferencia surja de
19. O.cit. p. 213,214.

131
DIEGO COPPO i LACAN-MARX

una particular capacidad negociadora o embaucadora de uno


de los participantes de la feria. Eso rápidamente muestra sus lí­
mites porque, en definitiva, la sociedad se mide con una tenden­
cia general y promedial; no podría ser posible que todo un gru­
po social estafe a todo otro grupo social de manera permanen­
te y sistemática.
Una de las hipótesis que le hacen pensar a Marx que esto tie­
ne sus límites, es la idea de que no puede ser esto generalizado y
que puede haber algún otro lugar de donde surja esta diferencia,
este plus. Recuerden que este rodeo tiene por epicentro al con­
cepto de objeto a.
Marx sospechó que esa diferencia no podía surgir de manera
sistemática del proceso de circulación. Fue entonces cuando se le
impuso relevar el otro terreno de la economía además del de la cir­
culación -el de la producción- y es por ese camino que nos con
duce al interior de la fábrica. Veremos si es allí donde se localiza
la producción de esa diferencia.
Desde adentro de la fábrica observa que el valor de uso que tic
ne una de las mercancías -la fuerza de trabajo- tiene una cuali
dad específica. Una característica que tiene el mercado es que -al
menos de modo abstracto- todos participan en igualdad de con
diciones, todos llevan lo que tienen. Inclusive como un principio
para el análisis, Marx hace este supuesto: la concurrencia al mer
cado es libre. Nadie lo obliga a uno a ir al mercado como así tam
poco a realizar un determinado tipo de operación; tanto la venta
como la compra es voluntaria.
ALUMNO: Si no hay acuerdo no comprás ni vendés.

CoPPo: Exacto; a diferencia de la producción esclavista donde el amo ejer


ce una voluntad absoluta sobre la del esclavo; hay una invasión de
un pueblo a otro y la fuerza de trabajo es capturada para ser utill
zada como trabajo esclavo en el campo de cada metrópoli.

Marx va al interior de la fábrica y advierte que, del conjunto


de las mercancías, hay una que es comprada por quien se dedica

132
CLASE V j UNA ENTRADA AL SEMINARIO 17

a producir, quien se pone como objetivo producir. Esa mercancía


tiene una cualidad particular ¿cuál es esa cualidad particular?
La fuerza de trabajo tiene un costo que es el de la reproduc­
ción de sí misma. El pago por el valor de la fuerza de trabajo no
impide el uso de esa fuerza por más tiempo que el requerido so­
cialmente para su reproducción.
El comprador de la fuerza de trabajo es libre, y en tanto tal, no
se encuentra obligado a hacer coincidir el tiempo de trabajo ne­
cesario socialmente para reproducir la fuerza de trabajo con la
jornada laboral. Simplemente lo que se establece es a cambio de
cuánto dinero se utilizará la fuerza de trabajo por un período de
tiempo determinado.
Por un lado entonces, la diferencia adviene del circuito del co­
mercio; y por otro lado adviene de la esfera de la producción. Lo
que dice Marx es que ambas proposiciones son verdaderas. Porque
es verdad que esa diferencia se genera adentro de la fábrica pero
se realiza en el mercado, en el circuito del comercio, dado que no
hay otro lugar donde pueda primero conseguirse la fuerza del tra­
bajo y luego vender los productos fabricados por ella que no sea
en el mercado.
Nos falta ahora realizar el salto que a partir de la identifica­
ción de la diferencia (siempre incremental) de valor producida en
el proceso de trabajo nos permita conocer al objeto a. Esa será la
tarea de la próxima clase.

133
CLASE VI

EL OBJETO a

Retomemos en el punto en que habíamos dejado en la clase an­


terior; se trataba del objeto a.
Habíamos visto los cuatro lugares de la estructura del discur­
so como así también sus cuatro elementos. De estos últimos ha­
bíamos llegado a establecer algunas cuestiones tanto sobre el S 1
como sobre el S2 y también sobre el sujeto tachado o el sujeto del
inconsciente. Nos había quedado sólo presentado el objeto a, del
cual no habíamos llegado a decir mucho. Vamos a considerar aho­
ra sobre él algunas otras cuestiones.
Hay un artículo que ya mencioné anteriormente y que se en­
cuentra publicado en la revista virtual Acheronta.com. El artícu­
lo se llama "La 'intensificación del placer' (Foucault) es un 'plus
de goce' (Lacan) "; su autor es Jean Allouch.
En una de las páginas de ese artículo dice que el objeto a es "la
invención de Lacan" y que ella aconteció en una fecha muy deter­
minada: el 9 de enero de 1963, específicamente durante el trans­
curso de cuando Lacan se encuentra dictando el "Seminario 10"
llamado "La angustia". Separemos bien los tantos; la declaración
respecto de que el objeto a fue un invento de Lacan no es de Allo-

135
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

uch sino del propio Lacan, declaración que este último realizó el
9 de abril de 1974 mientras dictaba el Seminario Nro. 21 publica­
do bajo el título "Los no incautos yerran" 1. Lo que sí debe adjudi­
cársele a Allouch es la designación del 9 de enero de 1963 como
habiendo sido la fecha de la invención.
Recuerden que nosotros hemos comenzado a tratar en nuestra
última reunión el Seminario 17; o sea, al hablar del objeto a en el
Seminario 10 nos estamos retrotrayendo a siete años antes en la
enseñanza de Lacan, es decir, a 1962/63; Allouch dice en su artí­
culo que es en la clase del 9 de enero del 63 el momento puntual
en el que Lacan produce la invención del objeto a.
Esta idea de Allouch tiene una contrariedad que es que cuan­
do uno revisa algunas clases anteriores a la del 9 de enero del 63,
ya aparece nombrado el objeto a, incluso esto ocurre no sólo en
las clases previas del propio Seminario 1 O sino incluso en algu­
nas del Seminario 9 "La identificación"; por lo tanto no sé exac­
tamente en qué sentido Allouch establece la invención del obje­
to a en esa fecha. De la lectura del conjunto de la obra de Allo­
uch, por la rigurosidad con la que él lee los textos, no se me ocu­
rre que se le haya escapado la mención del objeto a en fechas an­
teriores a la del 9 de enero.
Lo que sí hay que distinguir es que en esa clase Lacan trata de
especificar qué es el objeto a, pero dejemos en claro que aparecen
referencias a ese concepto en clases anteriores2 •
Hay por ejemplo una clase en ese mismo seminario -el 10- que
es del 28 de noviembre del 62 en la que, como les decía, ya aparece
el objeto a. Dice: "... ese objeto a del que no hemos hecho más que
anunciar sus características constitutivas ... " "... de él se trata toda
vez que Freud habla del objeto cuando se trata de la angustia".
Fíjense que en esta referencia que da Lacan del objeto a, éste

l. "¿qué es lo que yo inventé? (... ) Responderé(.. .): el objeto a''.


2. Tratando este problema con Michel Sauval en un grupo de estudio que él co­
ordinó y del cual participé, nos ha propuesto interpretar la cuestión en tér
minos de que la invención del objeto a el 9/1/63 está referida al estatuto de
terminado y específico de su concepto.

136
CLASE VI I EL OBJETO A

aparece ligado a la angustia. El seminario 10, no sólo por denomi­


narse "La angustia", está muy directamente vinculado con el tex­
to freudiano "Inhibición, síntoma y angustia" (1925). Una lectu­
ra de este último texto puede destacar la idea de que la angustia
aparece cuando se presenta la ausencia del objeto a través del cual
se consigue la meta de la satisfacción. En estos términos, cuando
para el sujeto se da la situación de evidenciarse la falta de objeto
(volvemos a hablar de la falta), se produce entonces la señal que
constituye el afecto de la angustia. De paso recordamos la defini­
ción freudiana/lacaniana de la angustia como afecto.
En la clase del 28 de diciembre, Lacan hace referencia a otro
texto freudiano que es "Lo ominoso" (1919)3, el cual gira tam­
bién alrededor del problema del objeto, en este caso mostrando
de este último un rasgo particular (por supuesto que para el suje­
to). Aquí no es la falta de un objeto sino su presencia la que des­
pierta el efecto justamente de ominosidad; son ciertas caracterís­
ticas con las que cuenta ese objeto las que colocan a la persona
en el brete de la angustia.
Lacan dice respecto del artículo "Lo ominoso":
"Es un artículo que nunca, nunca he oído comentar; y del que
nadie siquiera parece advertir que es la clavija absolutamente
indispensable para abordar la cuestión de la angustia".

Nótese que coloca a ese artículo en un lugar relevante para pen­


sar la cuestión de la angustia.
La característica de ese objeto en tanto que ominoso, es la de
poseer la propiedad de provocar en el sujeto un estado angustioso
efecto de la presencia conjugada en él de dos aspectos contrarios:
el de lo familiar (por un lado) y el de lo extraño (por el otro). El
artículo "Lo ominoso" deja en claro que lo que gatilla la angustia
no es una ausencia sino, por el contrario, una presencia.
Si ponemos en continuidad la descripción realizada por Freud
en su artículo sobre la experiencia de lo ominoso, con el estable-

3. Volumen 17. Amorrortu Editores.

137
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

cimiento del estatuto del objeto a por parte de Lacan en el Semi­


nario 10 -y específicamente el 9 de enero-, veremos que el resul­
tado es un intento de formalización de esa experiencia
Esa formalización adquiere, justamente, la forma de una letra
para inclinar la interpretación hacia la consideración de la angus­
tia no como la señal de una falta de objeto sino como la señal fren­
te a la aparición de un objeto de cierto tipo.

Alumna: Hasta ahora yo había interpretado que la angustia se da ante


la ausencia del objeto deseado . lEso es lo que ahora replantea
Lacan?

Coppo: Lo que empieza a destacar Lacan de la escritura freudiana es


si esta señal no se dará no por la ausencia de objeto sino por la
presencia de un objeto particular. Encuentra en Freud este obje­
to particular.

En "Lo ominoso" no aparece una falta de objeto sino el señala­


miento de la presencia de un objeto distinto; tal vez podemos de­
cir: de un "tipo" particular de objeto4 • Ese objeto es distinto (y dis­
tinguido) a todos los otros objetos con los que el sujeto se vincu­
la. Esta distinción que trata de hacer Lacan respecto de "el mun­
do" de los objetos, en el sentido de señalar a uno que tiene un ras­
go particular, es un tanto innovadora. Ya Freud había señalado la
relación del sujeto con los objetos (la madre, el pecho, las heces,
etc.). La filosofía previa a él también se había ocupado tradicional­
mente cuando estableció de distintas maneras esa relación prác­
ticamente universal entre el sujeto y el objeto.
Lacan va a girar alrededor de algo distinto. Tal vez lo distinto
es que gran parte de los desarrollos filosóficos referidos a la rela-

4. La idea de "tipo" de objeto está mencionada en "La verdad desestructurada".


Eduardo Barrio, Ed. Eudeba. 1998. Dice allí en la página 90: "(. ..) no con­
cuerdo con Devitt en el contenido que para un realista tiene la dimensión
de existencia: él limita el compromiso a objetos materiales; a mí me intere­
sa ampliar tal perspectiva a otros tipos de objetos como los objetos abstrac­
tos, las entidades matemáticas, los significados, los mundos posibles, etc."

138
CLASE VI I EL OBJETO A

ción entre el sujeto y el objeto estuvo referida y limitada al marco


del problema del conocimiento. Así es que Lacan comienza el Se­
minario 9 invocando el "Pienso, luego existo" de Descartes para
demostrar que la concepción del pensamiento como aquello que
puede ser dirigido a un objeto (inclusive si ese objeto es uno mis­
mo en su existencia) resulta limitada. El desarrollo de ese Semi­
nario es lo que permite que en su última clase, la del 27 de junio
de 1962, desemboquemos en la tajante diferenciación que intro­
duce la concepción de "la función del objeto en la teoría analíti­
ca"; a ese objeto Lacan lo llama directamente "nuestro objeto" y
especifica "el objeto de la ciencia analítica".
Las bases para la invención del objeto a ya se encuentran bien
dispuestas al punto que Lacan dice que ese objeto es el "que in­
tento promover aqul"

EL OBJETO a EL 9 DE ENERO

Llegando entonces al 9 de enero de 1963 sólo nos queda dis­


ponernos a leer cómo aparece el objeto a ese preciso día. Apare­
ce así: "La señal de la interoención del objeto a es la angustia". O
sea, no nos dice qué es el objeto a, nos dice cómo lo advertimos;
y lo advertimos porque él interviene.
Sigue: "La angustia, nos ha enseñado Freud, cumple, con re­
lación a algo, la función de señal". Aparece un nuevo rodeo en
tanto no sabemos qué es ese algo. Contamos entonces ya con que
la angustia es una señal, aunque advertimos que sigue sin decír­
senos qué es; reconocemos qué función cumple pero desconoce­
mos qué es.
Continúa: "Yo digo: es una señal en relación con lo que suce­
de en lo referente a la relación de un sujeto.. :; "... con aquel obje­
to en toda su generalidad". O sea, otra vez no nos dice cuál es el
objeto, pero nos dice ahora alguna particularidad de este objeto
dada por la diferencia entre el objeto en su particularidad y el ob­
jeto en su generalidad. Es decir, se ha diferenciado el objeto.
La diferenciación interna de un concepto es también comúnmcn-

L39
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

te utilizada por Marx; por ejemplo al tratar la noción de "trabajo" la


desdobla en "trabajo en particular" y "trabajo en general'� El trabajo
en particular son los distintos trabajos que se hacen para construir
un objeto; pero el trabajo en general es el trab jo en abstracto, es el
trabajo más allá de su presentación particul , es el aspect genéri­
co del trabajo. El genérico no entra en la pa icularidad.
Es decir, se nos abre la vía de pensar al obj o con una ca acte­
rística formal en tanto un contenido en toda su g ralida puede
expresarse con una determinada forma. Esta modalidad de lectu­
ra nos permite interrogamos por la forma del objeto a para cada
sujeto en particular. La evidencia de la relación del sujeto con
"aquel objeto en toda su generalidad" nos es dada por la genera­
lidad también del efecto de este proceso, es decir la aparición de
un afecto cuya particularidad no es otra que la de ser displacen­
tero, ser sentido en el físico -específicamente en órganos- y la de
conformar procesos de descarga5 •
Continúa Lacan diciendo que la angustia es la señal, en cier­
tos momentos, de esa relación entre el sujeto y el objeto en gene­
ral; señalo: "ciertos momentos".
La introducción de la puesta en relación de la angustia con el
tiempo (a través de este "ciertos momentos") conlleva la imposi­
ble desconsideración del "proceso" en el que se da esta cuestión.
Al decir que hay momentos particulares de algo, se está haciendo
una referencia al tiempo; al mismo tiempo la inclusión de la con­
sideración de "momentos" conlleva la posibilidad de que exista un
cierto desarrollo y que en algunos puntos de ese desarrollo ocu­
rra algo particular. Dando un paso más en esta dirección, pien­
so que hasta se podría decir que estos momentos se encuentran
incluídos en un proceso dialéctico. Recordemos que la dialéctica
significó para Lacan una herramienta conceptual considerable y
considerada, sobre todo teniendo en cuenta la influencia que re­
cibió de Hegel, a través de su asistencia al seminario que Alexan­
dre Kojeve dictó a partir de 19336 .

5. Freud, S. "Inhibición, síntoma y angustia" (1925); Cap. VIII.


6. Sobre la relación entre Lacan y Kojeve ver de Elisabeth Roudinesco, "Lacan.

140
CLASE VI I EL OBJETO A

En la lectura freudiana el aspecto del proceso de la angustia


en el tiempo fue denominado "génesis" (de la angustia). La géne­
sis de la angustia formó parte de la explicación de la misma junto
con la de su estructura y la de su función.
Retomando la clase del 9 de enero: "Nos esforzaremos hoy por
mostrarlo con mayor profundidad, y esto supone un paso más
en la situación de precisión de lo que entendemos por objeto a''.
Continúa: "Quiero decir que a dicho objeto lo designamos preci­
samente por a". Se mantiene el rodeo pues nos indica a quién no­
mina con tal nombre pero continúa para nosotros el problema de
saber qué es eso que se nomina.
Justamente me interesa destacar el aspecto formal, más allá
del nombre que puede reemplazar a una definición. Señalo, pre­
cisamente, el acto de señalar -valga la redundancia- al objeto y
lo vamos a designar, siguiendo a Lacan, con un nombre que no es
el nombre genérico, corriente o vulgar. La formalización no es la
modalidad en la que por ejemplo Freud presenta algunos objetos
tales como el pecho, las heces o el pene. Lacan nombra al objeto
en cuestión con una letra, en este caso la letra "a". No obviemos
que este objeto "a" deriva conceptualmente del otro con minús­
cula, de la imagen del otro, o sea del i(a)7. Pero, no quiero com­
plicar la explicación agregando elementos que no aparecen men­
cionados en el texto que estamos leyendo.
Con la designación del objeto por medio de una letra se coloca
el énfasis en la formalización. Es notable que Lacan haya elegido
Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento"; tercera par­
te, capítulo III; Ed. Fondo de Cultura Económica. Primera edición en fran­
cés: 1993. También Osear Masotta alude a esa relación en el prólogo al tex­
to de Lacan "La Familia" (1938) (Editorial Argonauta): "Lacan (.. .) asisti­
ría -conjuntamente con Merleau-Ponty, Sastre, Hippolite, Lefevbre- al se­
minario que desde 1933 a 1939 Alexandre Kojeve dicta sobre la "Introduc­
ción a la fenomenología del espíritu" de Hegel''.
7. El proceso que llevó de una inicial indiferenciación entre i(a) y el objeto a
a una separación nítida de ambos lo especificó con todas las letras Allouch.
La invención del objeto a devino según él de la resolución de la crisis en la
que se encontró en cierto momento la teoría que venía construyendo Lacan.
Ver "La invención del objeto a" en "Me cayó el 20", Nro. 1, año 2000.

141
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

la letra "a" para designar a este tipo de objeto. Es como si yo dijera


"A esta lapicera, la vamos a llamar «j»". No hay ninguna relación
previa entre la "j" y la lapicera, incluso tal vez en nin n idioma'
(no sé si la habrá), pero tratamos de descartc}r todos los ffi pectas
semánticos de la cosa para quedarnos con el nombre de es cosa;
en términos lingüísticos: es un intento de vatamiento del s·gnifi­
cado a fin de quedarse con el significante. �
Entonces dice: "Quiero decir que a dicho �- o designa-
mos precisamente por a. Hago observar que tal notación algebrai­
ca tiene su f unción".
Justamente, elige el álgebra para, trabajando con letras, ale­
jarse del significado. El álgebra trata precisamente de descartar
en la base de su tarea la variedad de los números para, trabajan­
do con letrasª, aspirar a una generalidad. "Es como un hilo des­
tinado a permitirnos reconocer, bajo las diversas incidencias con
que se nos presenta, su identidad". Estamos tratando de señalar
la identidad de un objeto haciendo abstracción, es decir, separán­
dola de cualquiera y de todas las (diversas) incidencias con que
puede presentársenos.
Dice: "Su notación es algebraica ..:', no es por cualquier cosa sino
"... precisamente para responder a esa finalidad de señalamiento
puro de la identidad, pues ya hemos planteado que el señalamien­
to por una palabra, por un significante, es siempre y no podría ser
sino metafórico". Este ".., es siempre y no podría ser sino... " desta-
8. El más rudimentario de los diccionarios nos aclara esta cuestión al decirnos
sobre el álgebra: "Parte de la matemática que trata de las cantidades con­
sideradas en general, usando letras y signos. (al-yabra, reducción)''. Diccio­
nario Clarín 2003.
Buscando acceder a una definición un tanto más específica ubicamos
la diferenciación realizada por Gottlob Frege en su artículo "Función y
concepto" (1891) entre aritmética y álgebra. Dice respecto del desarro­
llo de la primera que "Primero se calculaba con números singulares, con
el 1, el 3, etc. (... ) Se pasó luego a leyes más generales, que valen para to­

(a+ b). c =a. c + b. c tenemos un teorema de este tipo". Artículo publi­


dos los números. En la notación, esto corresponde AL PASO AL ÁLGEBRA. En

cado en "Estudios sobre semántica"; Hispanoamérica ediciones Argentina


S. A.; página 47; el destacado es mío.

142
CLASE VI ¡ EL OBJETO A

ca la obviedad de que una señal siempre lo es de algo. Es verdad


que si nos dirigimos a los enunciados freudianos encontramos en
el lugar de ese "algo" a la situación de peligro, pero en el caso de
mantener nosotros la pretensión de arribar a la idea de objeto a
nos abstendremos -al menos por ahora- de colocar en ese lugar
a ese objeto freudiano llamado situación de peligro.
Continúa: "... es decir que deja en cierto modo fuera de la sig­
nificación inducida por su introducción a la función del signifi­
cante mismo." Esto que suena a un entrevero puede simplificar­
se en una reducción comprendida entre dos términos: el de iden­
tidad y el de metáfora. Estos dos términos tienen un punto ele in­
adecuación entre sí. Lo idéntico, si tiene otro, lo tiene en sí mis­
mo; mientras que la metáfora es una relación entre dos elemen­
tos en el que uno reemplaza al otro. En la metáfora la relación en­
tre ambos elementos si bien es de reemplazo no es de identidad;
la identidad funciona como un objetivo al que apunta lo que ha­
bitualmente entendemos por "traducción". 9
Pero aprecien ahora la ejemplificación que nos da Lacan sobre
este asunto y que, como toda ejemplificación, debe introducirse
irremediablemente ya por el camino del significado, abandonando
entonces el sendero del álgebra: "El término "bueno" (y bueno está
entre comillas) si engendra la significación de lo bueno (y lo que
entendemos por este nombre es todo lo que uno se pueda imagi­
nar sobre lo bueno) no es bueno por sí mismo...". Algún otro ele­
mento se engendra y, en tanto que engendrado, éste último se en­
cuentra relacionado con aquello de lo que se engendró, o sea: lo
"bueno". Como vemos hay un doble y simultáneo engendramien­
to de significaciones (la de "lo bueno" y la de "lo malo" ), en el que
es vital la relación que entre ambos queda establecida.
"El término "bueno': si engendra la significación de lo bueno,
no es bueno por sí mismo, lejos de eso, pues al mismo tiempo en­
gendra lo malo''.
9. "Lo que hace una teoría de la traducción es afirmar LA IDEr-rTIDAD de signifi­
cado de dos oraciones, una del lenguaje objeto (...) y otra del lenguaje suje­
to". En "Una aproximación a la filosofía del lenguaje"; María José Frápolli y
Esther Romero; Editorial Síntesis S. A 1998. El destacado es mío.

143
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Lo engendrado puede ser, también y a su vez, por ejemplo "lo


regular" o "lo no tan malo" o "lo más o menos bueno", pero si
quisiéramos orientarnos nuevamente hacia la vía de la formali­
zación podríamos decir por ejemplo que "lo bueno" engendra la
negatividad de sí mismo o sea la negación de "lo bueno", o sea,
lo ,10 (bueno).
Al mismo tiempo que captamos la significación de "lo bueno",
captamos la significación de "lo malo". Nóhay otra forma prácti­
camente de pensar en tanto que pensam s con palabras; en el len­
guaje existe la limitación de que ningún s nificante se representa
a sí mismo, ningún S 1 se representa a sí mis o, sino que se repre­
senta por su oposición a los otros, a todos los tros. �
Saussure define al "valor" que revista una pa r-a como un
elemento de la significación cuya característica es ser puramente
diferencial, es decir, definido "negativamente por sus relaciones
con los otros términos del sistema. Su más exacta característica
es la de ser lo que los otros no son"11• Tal vez por este hecho es
que Lacan evita de este modo caer en el problema del significado
introduciéndose en el nivel algebraico designando con "a" a este
objeto que ese 9 de enero pretende continuar presentando; trata­
rá así de salir de cualquier pregnancia semántica, con lo que ella
siempre tiene de imaginario, denominando al objeto con una letra
-para el caso "a"-. La escapatoria del campo semántico no pudo
concretarla Freud al designar al objeto con distintos nombres ta­
les como "pecho", "heces", "pene", "falo", "dinero".
Lacan parece haberse visto obligado, por el desarrollo de estos
conceptos, a buscar una forma de nombrar a este objeto que funda­
mentalmente destaque, precisamente, la forma, para de ese modo
resaltar la relación de ese objeto con la angustia; no con "un" (ar­
tículo indeterminado) objeto sino con "el" (artículo determinado)
objeto "en toda su generalidad': es decir, el objeto a.

10. Signo de negación en lógica.


11. "Curso de lingüística General"; editorial Losada, pág. 141.

144
CLASE VI I EL OBJETO A

Alumno: Faltaría agregar su rasgo de identidad, y destacarlo; aquel ras­


go que lo identifica. O sea, falta que defina cómo identifico a ese
objeto.

Coppo: Esa identificación del objeto a puede realizarse pero en cada


caso en particular dado que ella se haya consumada en la estruc­
tura particular de cada sujeto. Por otra parte, llevando adelante una
crítica interna de nuestro propio desarrollo, en la identificación del
objeto a nunca se tratará de una correspondencia con un signi­
ficante, ya que recordemos que el objeto a es de una naturaleza
heterogénea al significante. El señalamiento que la angustia nos
habilitará nos conducirá más bien a los límites con los que se en­
cuentra el sujeto respecto de la estructura significante.

Es evidente que desde el punto de vista social existen expe­


riencias que producen el efecto de lo ominoso en grupos de per­
sonas determinados (pensemos en la experiencia de la oscuridad
para los niños o en la experiencia social general vivida en situa­
ciones de la historia en que se han dado sean situaciones de infla­
ción o de desabastecimiento de productos de primera necesidad,
tales como los alimentos).
Pero en la particularidad de cada sujeto el contenido de la "a"
puede estar vinculado con "lo bueno" mientras que para otro su­
jeto el contenido de la "a" puede estar ligado con "lo malo". Aho­
ra bien, si es el caso de que pueden ser ambas alternativas lo que
une a ambos ejemplos es que la vinculación con un significante
siempre no puede darse sino sólo con otro significante.
Alumno. Pero para distintos sujetos hasta ahora dijo que si aparece la
angustia, está en juego el objeto a.

Cappa: Así es. Voy a darles un ejemplo.

Hace pocos días, en una escuela, junto a la directora entrevis­


té a una adolescente. Promediando la entrevista sucedió que la jó­
ven se angustió; la chica se conmovió, se le pusieron los ojos llo­
rosos; apareció la angustia. Cuando finaliza la entrevista y la chi-

145
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

ca se retira, la directora me pregunta: "¿Estuve muy dura?". Ver­


daderamente la directora le había dicho cosas bastante duras aun­
que con un tono muy contenedor. Evidentemente, también la di­
rectora se había angustiado.
Nos quedamos pensando si había sido positivo o no el haber
llegado hasta el punto en el que era manifiesto que la chica se ha­
bía angustiado. Previo a esto, yo había tenido un par de entrevis­
tas con la jóven durante las cuales no había habido manifestación
de angustia alguna. En cada caso �ay que ver primero ¿dórtde se
da la señal? Y dónde uno puede S:foner que está situado� desde
el punto de vista de Lacan- aquel tzbjeto particular <:,YY presen-
cia nos es indicada por la señal. -�
En el caso de Freud el procedimiento consistiría en buscar la
falta de objeto donde uno supone que el sujeto advirtió esa falta y
por eso se produjo la señal. En el caso de Lacan uno buscaría un
objeto y no una falta; pero eso sí, un objeto que no podría no te­
ner ciertas características particulares.
Alumna: Se me ocurre que hay en ese objeto cierta característica que
resulta amenazante. Justamente cuando vos decís que no tiene
identificación definida aunque sí está señalada su identidad y que
está entre lo conocido y lo no conocido, lo que queda claro es que
siempre una característica del objeto es que es amenazante.

Cappa: Recuerden el ejemplo que presenta Freud en "Inhibición, sínto­


ma y angustia". Dice que frente a la situación de peligro exterior
resulta posible la huida. Pero lcómo huyo del afecto angustia?
Efectivamente hay una situación de peligro y ese peligro sólo es
advertido con motivo de la aparición de la señal, dice Freud. Aho­
ra hay que ver qué es lo peligroso, porque uno puede imaginari­
zar y suponer que "todo lo malo es peligroso", pero hay eviden­
cias suficientes de que a muchas personas les resulta peligroso
"lo bueno"; recordemos el título del trabajo freudiano, que a su
vez podemos usarlo como una fórmula: "Los que fracasan cuan­
do triunfan" (Amorrortu Tomo 14). Imaginen a un escritor que pasa
un prolongado período de tiempo diciendo "Quiero escribir un li­
bro"; logra escribirlo y ahí, en ese preciso punto se angustia. En-

146
CLASE VI I EL OBJETO A

tonces ahí es donde empieza a advertirse que no es ni una cosa


ni la otra; ni la angustia se articulaba con la no escritura del libro
ni tampoco con la escritura del libro. Se nos presentan aquí por
lo menos dos alternativas: la primera es que la angustia no se ha­
llaba ligada con ninguna de las dos cosas; la segunda es que la
angustia se halla ligada con ambas cosas pero ambas a su vez li­
gadas con otra cosa. Recordemos que el representante siempre
representa a algo pero para otro representante 12 .

Tratemos de avanzar. Dice:

"... designar el pequeño a por el término "objeto" es un recurso


metafórico, ya que precisamente se lo toma de la relación sujeto­
objeto... " clásica "... donde el término "objeto" se constituye". "... y
ese objeto, del que hablaremos bajo el término a, es justamente
un objeto externo a toda definición posible de la objetividad".

Alumno: O sea que no es el objeto clásico.

Coppo: Claro. Ya consignamos que hay una ligazón entre el pequeño


otro y el objeto a. Esa ligazón se encuentra dada en el proceso
de creación, diferenciación e invención conceptual del objeto a.
Una cosa es el objeto a del álgebra, el que se encuentra vincula­
do a la angustia como señal y otra cosa es el pequeño otro que
nos es conocido por todo el desarrollo que hace Lacan sobre el
problema de la especularidad.

Esta confusión es la que según Allouch quedaría dilucidada


aquel 9 de enero del 63:

"Y bien, a partir de ese 9 de enero de 1963 ...se acabó. Como ob­
jeto a minúscula no tendrá más nada que ver con el pequeño
otro.· Este es el paso mayor, decisivo, crucial"13•

12. "Pues, justamente entonces, el enunciado, gracias a su conexión con otro,


expresa más de lo que expresa por sí solo"; Frege en "Sobre sentido y refe­
rencia"(1892), pág. 82.
13. "La invención. ..". Revista "Me cayó el veinte".

147
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Así como se señala en este párrafo el corte realizado por La­


can entre la "a" del objeto a y la a del pequeño otro -por supues­
to que luego del desarrollo de los conceptos-, Allouch señala que
también resulta en ocasiones imposible decidir o elegir entre los
conceptos de autre imaginario y Autre simbólico 14. Esta imposi­
bilidad resultará o no un impasse de la teoría si de su desenvolvi­
miento se engendra o no un nuevo concepto 15. Según Allouch, eso
es lo sucedido justamente en este caso cuando de la dificultad de
diferenciación entre el otro imaginario y el otro simbólico emer­
ge como invención de Lacan el-o�to a.
.
Tenemos entonces por ahora,:�� términos propios de este
texto, referencias del objeto "a" a partir e la angustia. La angustia
es para nosotros la única carta de prese ación de ese objeto.
Releo:

"... designar el pequeño a por el término " bjeto" es un recurso


metafórico, ya que precisamente se lo to a de la relación suje­
to-objeto donde el término "objeto" s constituye''.

y agrega: "...y ese objeto, del qu<q hablaremos bajo el término


a, es justamente un objeto externo a toda definición posible de la
objetividad". O sea, si pudiéramos agarrar un conjunto e introdu­
cir en él todos los objetos de los cuales nosotros decimos que tie­
nen existencia objetiva, en el sentido llano, este objeto "a" no es
de ese conjunto.
Más adelante dice que hay algunos OBJETOS COMUNES. Conti­
nuando con la línea que acabo de tomar, construimos entonces
el conjunto de los objetos comunes. A estos objetos comunes La­
can los denomina también "OBJETOS INTERCAMBIABLES"; tengo, por
ejemplo, un libro y en tanto que lo tengo puedo intercambiarlo por
otro objeto. Estarían todos dentro de los objetos comunes: tanto
14. "El psicoanálisis, una erotología de pasaje''. Editorial Litoral. 1998. Página
137.
15. "Para Hegel, la única refutación de un argumento es la que se formula des­
de el propio argumento". Ver: www.econ.uba.ar/www/institutos/economia/
Ceplad/Publicaciones/Comentario.htm

148
CLASE VI ¡ EL OBJETO A

el libro que entrego como los objetos que eventualmente puedo


obtener por él. De modo que hay dos tipos de objetos y ahora leo
textual: "un común objeto ..." (o uno de los objetos comunes per­
teneciente a mi conjunto de objetos comunes) "... que es un obje­
to de concurrencia, un objeto cuyo estatuto partirá de la noción
o no de pertenencia ... ". Parte de la noción de pertenencia, pero...
¿en qué sentido? Ese sentido, en este caso Lacan no lo estable­
ce -por lo demás como tantas otras veces ocurre-. Nos queda a
nosotros realizar ese establecimiento: el sentido de esa pertenen­
cia es el de que todo objeto puede ser objeto de pertenencia de al­
guien. O sea, o pertenece a uno, o pertenece a otro. Está cerca de
la idea de propiedad en tanto todo objeto es plausible de ser obje­
to de propiedad; en tanto que es objeto es objeto de apropiación.
Uno arroja un objeto de esta clase por ahí, pasa alguien y lo aga­
rra, es evidente que es apropiable.
Estos objetos pertenecen entonces a aquellos objetos capaces
de ser conjugados con los términos "tuyo" o "mío", son entonces
objetos a los que podemos denominar "típicos".
"En este campo hay dos clases de objeto... " (vuelve otra vez a
que hay dos clases de objeto) y acá dice "... los que pueden com­
partirse, y los que no lo pueden". Los objetos que pueden com­
partirse creo que son bastante fáciles de localizar. Un libro -en
tanto objeto- es un objeto que puede ser compartido; me jun­
to con alguien, lo leemos o se lo presto un tiempo y me lo de­
vuelve. Ahora, si tuviéramos que buscar objetos que no se pue­
den compartir ...

Alumna: El cepillo de dientes.


(Risas).

Coppo: Epidemiológicamente no se puede compartir pero en caso de


emergencia o de circunstancias particulares, se puede compartir.
(Risas).

Alumno: El objeto a es un objeto desconocido, justamente por eso no lo


podemos compartir; no es objeto de nuestro conocimiento.

149
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Coppo: Pero acá no dice si es conocido o no; dice solamente si es com­


partible o no. El cepillo de dientes absolutamente se puede com­
partir; tal vez no sea conveniente por razones higiénicas pero él
no está imposibilitado de ser compartido, ni desde el punto de vis­
ta práctico ni desde el punto de vista lógico16.

Se dan cuenta que es más difícil localizar un objeto que no se


pueda compartir; es más fácil pensar el objeto que sí se puede com­
partir. Para pensar el objeto que no se puede compartir hay que
hacer cierto esfuerzo; tratar de localizar a ese objeto nos lleva a
un campo controvertido.

Continuemos leyendo a ver si se aclara.

Vean que continúa refiriéndose a los objetos comunes y pode­


mos explicárnoslo en base a nuestra observación de Q_U(}-es más
fácil hablar de los objetos comúnes. A�ga-a-lToraqueÍos OBJETOS
COMUNES son OBJETOS COTIZABLE;.,-Esfa definición está suponien­
do la existencia de un mercad n tanto los objetos sólo en él son
capaces de ser cotizables; son �bjetos de "INTERCAMBIO". Ya lo di­
jimos, son cotizables y se pue '. en intercambiar.
"Hay otros que tal vez ustedes conozcan menos, aunque sean
perfectamente visibles en la literatura analítica, e intentare­
mos designarlos cuando, reconocibles, entran en libertad en
ese campo donde no tienen qué hacer, el campo de lo compar-
tido. Cuando aparecen... -cuando aparecen estos objetos que
no son los comunes- ... la angustia nos señala la particulari-
dad de su estatuto".

En este punto hagamos una salvedad: que sean reconocibles


no implica que sean nombrables.

16. Desde el punto de vista lógico es que se entiende que el objeto a no se en­
cuentre unido al Sujeto tachado por ninguna de las conectivas lógicas clási­
cas (negación, conjunción, disyunción y condicional material), sino que La-
can "inventó" (también) su propia conectiva (el losange O).

150
CLASE VI I EL OBJETO A

Alumno: Ahí está, el objeto común es reconocible; el no común no es


reconocible, a menos que se introduzca en el campo de lo com­
partido.

Coppo: En ese caso sí son reconocibles al mismo tiempo que capaces


de ser designables por la señal que de ellos nos da la angustia.

Alumna: El objeto designado por la angustia tiene por naturaleza no po­


der ser identificado.

Coppo: En un sentido es así y es por eso que muchas veces aparece en


la literatura freudiana nombrado como "algo".

Hoy me contaba un muchacho que por haberse peleado con su


novia estuvo aproximadamente siete meses tirado en la cama muy
deprimido. Dice que su padre no lo entendía, dado que le dijo: "No
te hagas problema, no es para tanto". Si uno tomara esta idea, se­
ría lógico que su padre no lo entendiera porque la sensación cau­
sada por el afecto de la angustia es intransmisible, tal como por
otra parte ocurre con todos los afectos e inclusive con todas las re­
presentaciones; la experiencia de la aparición de este tipo de ob­
jeto es incompartible. A lo mejor el padre le estaba hablando del
objeto novia, que es un objeto compartible aunque en principio
nadie quiere que eso le suceda.
[Risas].

Más vale que a uno no le pase, pero no cabe ninguna duda de


que una novia no deja de ser un objeto compartible. Quizás el pa­
dre le estaba hablando del objeto compartible "novia" que ade­
más es intercambiable -puede ser esta novia u otra novia-. El pa­
dre le dijo "Vas a encontrar otra".
Tal vez lo que el sujeto trataba de decir es que no iba por el lado
del objeto novia, sino de lo que se abría, de la apertura que apare­
cía y que él nombraba como depresión y no angustia.
"Cuando aparecen ..." -cuando aparecen estos objetos que no
son comunes- "... la angustia nos señala la particularidad de su

151
DIEGO COPPO J LACAN-MARX

estatuto". Y dice así: "Objetos anteriores a la constitución del es­


tatuto del objeto común...". Acá introduce nuevamente algo refe­
rido a la noción de tiempo, porque dice que son "Objetos ANTE­
RIORES17 a la constitución del estatuto del objeto común, del ob­
jeto comunicable, del objeto socializado: he aquí de qué se tra­
ta en el a".
Hay cierto espíritu esquivo por parte de Lacan a dar una defini­
ción positiva del objeto a. No sé si eso responderá a alguna forma
que se le ha impuesto. Si nos dijera que el objeto a es "tal cosa",
el propio establecimiento de la definición entraría en contradic­
ción con los propios términos del conjunto de la teoría, dado que
justamente cualquier cosa que fuera sería compartible y cotizable.
Él nos está diciendo que no es eso, que es otra cosa que aquellas
que tienen el carácter de la objetividad 18.
La estructura de lo aquí planteado se corresponde con la del
conocido juego del "Veo Veo", en el cual se trata de encontrar, en
el contexto de una interlocución entre dos jugadores, un determi­
nado objeto de cierto color. Tomad . nto-su�almente pa­
reciera ser que se trata sólo de "a 1vinar"; sin embargo, examinan­
do la estructura del juego -con la consecuente pérdida en cuan­
to a lo más profundamente lúdi del mismo- advertimos que se
trata de una búsqueda direccion�a que realiza aquel participan­
te que tiene por objetivo identifica -y por tanto, un modo de de­
finir- un cierto objeto.

17. Subrayado mío.


18. Miller señala este aspecto de la siguiente manera: "Este objeto a es un obje­
to que, cuando se lo aborda por la palabra -como intenta y logra Lacan-,
exige que se proceda por aproximación. (. ..) Lacan practica constantemen­
te, y sobre todo en este Seminario (se refiere al 10), un distanciamiento de
la referencia. Por eso creí esencial dejar lo que sería sencillo borrar: "lo que
se llama...'; "lo que llamo ...'; "para nosotros'; los "si puede decirse así" o "lo
que puede designarse como...''. En efecto, esto produce una ligera vacilación,
pero que responde exactamente a lo que se trata de hacer emerger como ob­
jeto que no es como los otros". "La angustia lacaniana"; Ed. Paidós 2007.
Págs. 23 y 24.

152
CLASE VI I EL OBJETO A

Alumno: Esa cosa que no tiene el carácter de la objetividad es previa a


la constitución del estatuto del objeto común.

Alumno: Hay que remontarse a la cuestión Yo-mundo exterior que plan­


tea Freud en la constitución del sujeto y el objeto. Hay un momen­
to en el que los objetos no existen para el sujeto humano, hay un
momento de corte donde se constituye la diferenciación sujeto­
objeto. De tal modo, el objeto a es previo a la constitución de esta
separación del sujeto por un lado y el objeto por el otro.

Coppo: Ahí vemos la diferencia con el otro en tanto semejante. El objeto


a es anterior inclusive al otro en cuanto semejante, en tanto que el
otro (objeto) semejante tiene por su propia estructura la caracte­
rística de lo intercambiable En el caso del muchacho que les co­
mentaba, su semejante en tanto novia, es intercambiable, de he­
cho la novia lo dejó a él; y lo dejó dado que en su semejanza él
también es un objeto común pero para la novia.
Si entendemos al novio y su novia en tanto estructura19 adverti­
mos que cada elemento es, para el otro elemento, un objeto co­
mún; pero el objeto a es un objeto no común, en este caso, tanto
para el novio como para su novia y en alguna medida el objeto a
ha inteNenido como causa tanto de la unión de ambos como de
su desunión. Este objeto es el que estamos tratando de caracteri­
zar y por ahora lo hacemos a través de su evidencia menos abs­
tracta, más concreta: la angustia.

EL OBJETO a Y LOS DISCURSOS

Para ir a lo que más nos interesa, a saber: los discursos. lQué


efecto puede tener que entre los cuatro elementos de la estruc­
tura de los discursos haya uno que tenga las características que
hemos ido recorriendo correspondientes al objeto a? El S 1 , está
claro, es un significante (que puede ser, según habíamos toma­
do la ejemplificación de Lacan, "bueno"). El S 2 puede ser enton­
ces "malo" u otro cualquiera de una cantidad infinita; debe cum-
19. Ver clase I y II.

153
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

plir con la condición de ser cualquiera excepto "bueno". El S ta­


chado es el sujeto que está entre "bueno" y "malo" o entre "bue­
no" y cualquier otro.
Lo interesante de todo esto son las relaciones que se estable­
cen entre los elementos y la dinámica dada por la interacción de
ellos.

EL SUJETO TACHADO Y EL OBJETO a:

El sujeto está dividido, pero lcómo lo advierte el psicoanálisis?


Una de las respuestas es: porque tomó a la angustia como lo más
simple, lo más concreto, es decir, el lugar por donde comenzar.

Alumno: Pero para Freud el sujeto no está dividido por la angustia. El


sujeto está dividido porque hay producciones del inconsciente.
Esas producciones del inconsciente marcan que hay un sujeto di­
vidido. El inconciente es el límite al sujeto cartesiano de la cons­
ciencia. Pero no es por1a angustia que Freud plantea que el su­
jeto está dividido. Cuando aparece la angustia inferimos que hay
una división.

Cappa: Sí y no. Sí, po �ue el sujeto está metapsicológicamente dividido


debido a la existencia de la represión, pero no, porque la angustia
es fenomenológicamente-la evidencia de esa división.

Lo interesante de esto es poder comprender las relaciones que


a partir de definir los elementos de la estructura podemos esta­
blecer entre ellos. Una forma de poner a prueba si se ha alcanza­
do una definición correcta de los elementos es ver si se los pue­
de relacionar y si del establecimiento de esas relaciones surgen o
no contradicciones. Para el caso de la relación entre el S tacha­
do y el objeto a la distinción entre metapsicología y fenomenolo­
gía es ordenadora.

154
CLASE Vl I EL OBJETO A

EL OBJETO a Y LAS RELACIONES AMOROSAS:


Después de hablar de los objetos comunes y del objeto que no
es como los otros, Lacan introduce al objeto a en su vinculación
con las relaciones amorosas. Las relaciones amorosas son un cam­
po propicio para indagar la participación en ellas del objeto a 20 .
Les leo una cita referida a este punto:

" . ..puesto que una parte importante de nuestras especulacio­


nes conciernen a la llamada elección del objeto de amor... " (tanto
que hablamos de "objeto", en nuestro campo, en definitiva, el del
amor es el único que le importa a nuestro sujeto ya que todo ob­
jeto lo es en función de que sea de amor) y
" ... dado que en las perturbaciones de la vida amorosa yace una
parte importante de la experiencia analítica y que en ese campo
se considera capital la referencia al objeto primordial, la madre,
se impone distinguir dónde hay que situar esa incidencia acribi­
llante, debido a que para algunos de ella resultará que sólo po­
drán funcionar para el orgasmo con prostitutas, y que para otros
lo será con otros sujetos elegidos en otro registro".

Leo un poquito más y después hacemos la interpretación.

Ahora Freud:
En ciertas fantasías "el adolescente rebaja a su madre al nivel
de la prostituta',z1

Ahora Lacan nuevamente:


"Sabemos, gracias a nuestros análisis, que la relación con la pros­
tituta se halla casi directamente encastrada en la referencia a la
20. Otro campo privilegiado en este sentido puede que sea el del sujeto en sus
relaciones de trabajo. Recordemos que Freud dejó establecido para el análi­
sis de la cuestión terapéutica además de la consideración en el sujeto de sus
posibilidades de amar, también las de trabajar.
21. "Aportaciones a la psicología de la vida erótica"; punto II "Sobre una degra­
dación general de la vida erótica" (1910/1912).

155
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

madre. En los otros casos, los deterioros, las degradaciones de


la vida amorosa, están ligadas a la oposición del cuerpo mater­
no del que evoca cierto tipo de relación con el sujeto a la mujer
de cierto tipo diferente en tanto que ella se convierte en soporte,
en tanto que es el equivalente del objeto fálico''.

Hemos pasado de la madre al objeto fálico


Esta mención a la relación con el objeto prostituta, señala que
por alguna cualidad que adquiere alguno de los objetos comunes,
ese ahora particular objeto que la adquirió pasa a tener un valor
relevante. En este caso, el objeto en tanto "madre" o luego el obje­
to en tanto "prostituta" se distingue del objeto en su generalidad.
Ocurre también el proceso en sentido inverso. En la degrada­
ción general de la vida erótica, queda claro que puede el objeto
empezar siendo un equivalente del objeto fálico (es decir, un ob­
jeto con valor) y con el devenir del proceso, o en otro momen­
to, con el pasaje del tiempo, (pero podría ser interpretado no so­
lamente por el pasaje del tiempo como se suele decir que el tiem­
po produce en la parej,a--ciértode�rioro, sino por cierto cambio
en el carácter del obj fo como tal y no por las características pro­
pias del objeto, sino t or la función que cumple en tanto objeto
distinto a todos los o c·esomunes)
t ver desvalorizar su estatu­
to. Un campo donde es�se pone de manifiesto es sin duda en el
de la vida amorosa.

FRAGMENTO DE UN CASO

Hemos terminado de definir, por supuesto que parcialmente,


a todos los elementos de la estructura del discurso en la teoría de
Lacan. Luego los vamos a retomar a partir del Seminario 17 don­
de también se trabaja sobre la relaciones entre ellos.
Quisiera ahora presentarles brevemente un fragmento de un caso
para al menos a grandes rasgos advertir si los elementos teóricos
que venimos planteando le dan cuerpo a nuestra experiencia.
A Camila (16 años) le va mal en su escuela secundaria a pesar

156
CLASE VI ¡ EL OBJETO A

de que se encuentra ya recursando el primer año. El año anterior


concurrió a una escuela de enseñanza técnica en automotores. No
es muy corriente que las adolescentes mujeres asistan a las escue­
las técnicas de automotores.
La escuela a la que concurre ahora se especializa en forma­
ción musical.
Camila cuenta con muchas inasistencias en función de la épo­
ca del año en la que se encuentra.
Ha tenido una serie de conductas en las que la violencia ha ju­
gado algún papel como ser por ejemplo que en la puerta del co­
legio quemó a un compañero en la cara con un cigarrillo devol­
viéndole -según ella dijo- una agresión.
Hay profesores de distintas materias que se quejan de su com­
portamiento.
A partir de todo ésto la entrevisto junto a una colega.

Camila: - "Está todo bien. Sí, me va mal; pero no tan mal. A mí me gus­
tan los autos, yo quiero ser mecánica. Mi tío es mecánico... ".

Interrogada por el episodio del cigarrillo con su compañero,


dice: "Si .. bueno, yo no me puedo contener... y bueno.... es así. Él
me agredió".
Nos cuenta que de niña su mamá la llevaba al psicólogo:

- "La psicóloga me hacía dibujar honguitos. A mí no me gustaba


que me hiciera hacer esos dibujos".

Contó que esas entrevistas con el psicólogo no continuaron


y agrega ante nuestra pregunta que no sabe para qué fue, que la
mamá la llevaba, que era una taradez que le hicieran hacer hon­
guitos. Aunque parezca algo trivial, lo del honguito es lo que que­
dó de alguna manera subrayado en la primer entrevista, no por­
que nosotros lo hayamos señalado sino por la dedicación que Ca­
mila le adjudicó a ese punto.
Le pregunto a Camila si cree conveniente que yo llame a su
mamá dado que me interesa saber por qué ella fue llevada al psi-

157
¡
DIEGO COPPO LACAN-MARX

cólogo en aquel momento. Camila me da el teléfono de la madre.


-"Sí, llamala a mi mamá". Llamo a la madre y dice ante mi con­
vocatoria: - "No puedo ir porque trabajo todo el día, soy auxiliar
en una escuela. Voy a ver si va mi marido': Para que pueda con­
firmarme si concurriría eventualmente su esposo le pregunto al
ofrecerle mi número telefónico:

- "¿Tenés para anotar?"

- "No, no tengo."

Estábamos mal; sin embargo me plantea una posibilidad, por


cierto bastante intrincada:
"La próxima vez que vayas a la escuela -concurro a esa escue­
la cada 15 días, o sea que ya empezamos también mal porque los
plazos se van extendiendo-, dale el teléfono a mi hija para que
ella me lo de, y yo te llamo".
a effirla excesiva prolongación de los
. Acepto, sin dejar dra:
tiempos.
A los quince días, c;1 ando vuelvo a la escuela planificamos con
la directora realizar dd entrevistas con Camila. La primera la rea­
lizaría yo y en la segun a se incorporaría la directora. Nos inte­
resaba que en esta última se l�mt-earan con claridad los aspectos
que hacían a las calificaciones (es decir al rendimiento escolar) y a
las inasistencias. Tengamos en cuenta que tanto las calificaciones
como las inasistencias nos resultan dos elementos numéricos que
nos permiten apreciar rápidamente cuál es la situación del sujeto
en relación al marco normativo que le es más próximo en un ám­
bito de tanta relevancia para cualquier joven que es "alumno".
La entrevisto entonces por segunda vez. Me dice:

- "Me quedé pensando lo del honguito".

Para mí no había sido relevante lo del honguito pero ya empe­


zaba a prestar atención a cuáles elementos del discurso de Cami­
la sí eran relevantes para ella.

158
CLASE VI I EL OBJETO A

Como dije anteriormente, el rendimiento escolar iba disminu­


yendo.
Luego de finalizar esa entrevista, por lo pronto sin que haya
dejado algún elemento que no haya surgido en la anterior, nos di­
rigimos a la Dirección para encontrarnos con la directora quien
abre una serie de planillas y dirigiéndose a Camila dice:

- "De 15 clases que te correspondía haber tenido en el mes, fal­


tastes a 9".

Camila faltó a todas las clases de música; recuerden que es una


escuela en la que por la mañana se cursa un bachiller común mien­
tras que por la tarde se cursa el profesorado de música. Supuesta­
mente a ella le gusta la música, además de la mecánica. Entonces
la directora, con un tono un tanto frío pero una frialdad sustenta­
da en los números, continúa:

- "Camila; te va mal porque si vos de 15 veces que tenías clases


faltastes a 9, es bastante lógico que te esté yendo mal".

Ahí, en ese preciso momento, Camila se angustió. Advertida la


directora de que la jóven se había angustiado, le dice en tono de
explicación:

- "Porque a lo mejor cuando vos pensaste en venir a esta escue­


la, pensaste que esta escuela era para tocar, por ejemplo, en una
banda de rock; pero te encontraste acá con una formación musi­
cal clásica". O sea, de los Redonditos de Ricota a Wagner... Es
bastante corriente que los jóvenes y sus familias no conozcan en
profundid�d el tipo de formación musical que se brinda allí.

Cuando finaliza la entrevista y Camila vuelve a su aula, la di­


rectora me dice:

- "Me parece que me pasé".

159
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

Como dije, Camila se había angustiado. Es una situación cuyo


tratamiento requiere de mucho cuidado porque sabemos que en
las manifestaciones de la angustia el carácter displaciente se ex­
presa con la "participación de inervaciones motoras' 122• Esta vía
regia abierta a la motilidad que se encuentra muy dispuesta en la
adolescencia no debe en ningún momento dejar de ser tenida en
cuenta.
El cuidado a tener en esta situación es no sólo el de que la vía
de la acción perjudique la continuidad del tratamiento del caso
sino que el displacer generado por la angustia es al mismo tiem­
po el que puede mantener la demanda por parte del sujeto de una
solución a su problema.
Entonces ¿uno cómo sabe cuál fue el efecto de esa interven­
ción? Lo sabe después, como decía Freud, retroactivamente. Des­
pués sabe lo anterior.
Ese mismo día le envío a la madre de Camila, a través del cua­
derno de comunicaciunes, mi ·número de teléfono.
La directora, s'Ímpre bien intencionada, le recordó a la jóven
que ellas habían stablecido un compromiso por escrito en el que
Camila asegurab comportarse desde aquel momento de acuerdo
a las normas de c vivencia de }a escuela. El compromiso cayó,
y era bastante esper le que asffuera dado que ese tipo de acuer­
dos no debemos olvidar que siempre se realizan sobre un acto de
la voluntad, sin desconsiderar que además no siempre tienen un
carácter voluntarioso; o sea, ese tipo de acuerdo tiene su funda­
mento filosófico y psicológico en la relación entablada entre el su­
jeto y el objeto clásico. Como el sujeto no es todo él, sino que está
dividido, puede que incluso la jóven en este caso quisiera cumplir
el compromiso. Hace un acuerdo y dice "Me voy a portar bien".
Luego de cierto tiempo se produce la caída del compromiso.
Podemos en este punto establecer el supuesto que Camila quie­
re ajustarse al compromiso, que no quiere perder la escuela y que
su voluntad es la de cumplir con lo que ella misma estableció con

22. Freud, S.; "Inhibición, síntoma y angustia", Cap. VIII; (1925) Ed. Amorror­
tu. Tomo 20.

160
CLASE VI I EL OBJETO A

el carácter de un pacto; sin embargo, por su conducta, comenza­


mos a incluir la posibilidad de que no se encuentra en condicio­
nes de sostener ese pacto. Entonces, llegada esa instancia en la que
el acuerdo no fue sostenido desde el lado de la chica ¿qué sucede
con ella? En muchas escuelas se dio el caso que las autoridades
han sancionado al alumno con un cambio de escuela.
Recuerden que la definición que más adelante, en 1974, da La­
can de la noción de discurso es muy emparentada con la de "vín­
culo social" 23. Si la chica se va de la escuela, queda fuera de ese
vínculo; tal vez se introduzca en otros vínculos, por supuesto, pero
de ese se retirará y ya no habrá posibilidades de intervenir allí don­
de se produjo una interrogación.
Entonces, la directora le recuerda aquel compromiso y le dice
"Camila; si vos seguís así, te vas a quedar afuera de la escuela".
Efecto de estas palabras: angustia.
Les dije que le envié a la madre el número telefónico de la sede
en la que se encuentra el Equipo de Profesionales en el que traba­
jo; lo hice a través de una nota en el cuaderno de comunicacio­
nes de Camila. Como yo iba a encontrarme en ese número al día
siguiente entre las diez y las doce del mediodía, le escribo: "Ma­
ñana me encontrará en ese número telefónico entre las 10 y las
12 horas". Es claro que le estaba dando un margen de tiempo muy
estrecho pero allí es el lugar en el que en estos casos los padres
pueden ubicarnos. Sé que no le estoy dando mucho margen; sólo
le estoy dando dos horas; además no descarto que Camila se olvi­
de de entregarle el cuaderno a la madre o que omita más o menos
concientemente entregárselo; hay un montón de circunstancias
que según mi criterio no deben descartarse de antemano.

23. "Cuando al comienzo me pregunté qué era el inconciente, entendí tomarlo


sólo a nivel de lo que constituye efectivamente la experiencia analítica. En
ese momento de ninguna manera había elaborado yo el discurso como tal:
la noción, la función de discurso sólo llegaría después. Fue en la medida en
que ese discurso está allí donde se sitúa un vínculo social -y por lo tanto,
hay que decirlo, político-, fue en la medida en que ese discurso lo sitúa, que
hablé de discurso". Seminario XXI "Los no incautos yerran" o "Los nom­
bres del padre", 1973-1974; Clase del 21/5/74.

161
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Bien; al otro día a las 10.30, a pesar del estrecho margen, mt·
llama la madre y me dice:

- "lCómo le va Diego? Mire, no puedo ir porque entré haco


poco tiempo a mi trabajo y no quiero tener problemas. Va a ir nil
marido".

- "Bueno, como no ... ", le respondí.

Entre algunos docentes circulaba la idea de que esta madre no


se ocupaba de su hija. Antes de finalizar la conversación telefóni
ca la mamá agrega:

- "Ah, yo soy concertista de piano ¿/e dije?".

A mí me habían dicho que era auxiliar de una escuela; luc


go confirmé que lo es. Le pregunto si actualmente toca el piano
y me dice:

- "No, no... -y agrega-; �o quedó ahí".

Entonces uno empieza a l calizar la Jxistencia del sujeto -Ca


mila- en ese vínculo. Ahora c {Ilienzo o/pensar que el vínculo en
el que la música y Camila estánmcluídas tiene una significación
particular que viene asociado de alguna manera a la madre.
Llamo entonces a la directora intentando detener al menos por
un momento el proceso que en su desarrollo expulsará eventual
mente a la jóven de esa escuela, es decir, de ese discurso. No estoy
hablando en este caso de una animosidad intencional de la direc
tora que pretenda expulsar a la adolescente; puedo dar cuenta c11
este caso que se trata de todo lo contrario; sin embargo hay un de
sarrollo de las cosas que se van dando de un modo tal que si no se
interviene a contracorriente, Camila terminará fuera de la escuc
la y en las peores condiciones ya que no está descartado que ella
deba cambiar de vínculo, pero las consecuencias serán bien distin
tas de acuerdo al modo en que eso eventualmente suceda.

162
CLASE VI I EL OBJETO A

En términos de discurso, hay un discurso que empuja a que las


cosas se desenvuelvan en el sentido de la segregación del sujeto.
La idea es intervenir para darle otra perspectiva. Del sujeto del in­
consciente no sabíamos nada, ya que como lo dice la representa­
ción formal del discurso en el caso del amo, ese sujeto se encuen­
tra debajo de la barra.

Conjeturamos que el sujeto del inconsciente está y eso debido


a que siempre lo suponemos. A partir de Freud podemos suponer
como un axioma que todo sujeto tiene inconsciente pero es tam­
bién condición de nuestra intervención con él la estructuración
del dispositivo que permita su interpretación.
Ahora bien, cuando uno advierte la angustia en el lugar domi­
nante24 de la estructura del discurso, es decir, arriba a la izquierda,
-estructurándose así el discurso del analista- uno advierte tam­
bién al mismo tiempo que algo se conmovió. Fenomenológica­
mente la chica se puso mal y eso es una comprobación empírica.
No solo que se puso mal en el momento en el que la directora le
dijo las palabras que ya les referí, sino que el hecho que Camila le
haya hecho llegar a su madre mi teléfono a través de su cuaderno
es tomado en este caso como una comprobación de esa conmo­
ción. Para que tal conmoción se produzca no pueden faltar una
serie de requerimientos, sin los cuales no es posible que se obtenga
tal efecto. No debemos olvidar que producir una retroacción del
proceso de extensión del síntoma a costa del Yo tiene en sí mis­
mo una dificultad que es la de revertir el proceso económico que
ha llevado a degradar la satisfacción pulsional hasta el punto de
la ganancia secundaria de la enfermedad.

24. Estrictamente hablando, decir "Advertir el objeto a en el lugar dominante"


constituye prácticamente una tautología ya que sólo en ese lugar él puede
ser advertido.

163
DIEGO COPPO J LACAN-MARX

La llegada de mi mensaje a la madre -siendo la mensajera Cu


mila- me autoriza a dar crédito a la idea de que hay un inter(•11
en esta jovén de que el proceso de degradación descrito muy cla
ramente por Freud y al que acabo de aludir, comience a revertir
se. A su vez, el llamado de la madre también me hace pensar qut·
existe una concordancia entre el interés de Camila y el de su mu
dre, al menos interesándose ambas en los problemas que viene tt·
niendo esta adolescente en su escuela.
La angustia de Camila entonces, por su carácter de señal, indi
ca que el objeto a ha pasado al lugar dominante de la estructura
del discurso. Sé que el a es un objeto que tiene las característicm,
que hemos recorrido hasta ahora; sin embargo y por esas mismas
características yo no sé cuál es el objeto que ocupa el lugar del oh
jeto a. Como el objeto a ha pasado al lugar dominante ahora ya
puedo seguir trabajando y mi búsqueda estará orientada por ubi
car en el discurso aquellos objetos que respondan a todas las ca
racterísticas que hemos mencionado como típicas del objeto a.
No he hecho más que usar el modelo, la teoría de los cuatro
discursos para la interpretación de un fragmento de un caso en
una escuela, teniendo como asfondo la pregunta acerca de para
qué puede servir la teoría d�los discur o de Lacan en el traba
jo de un analista por ejemplo n esta instit ción determinada qut•
es una escuela. J.
�e-A a escuela, notaba que ya
Alumna: Vos sabes que yo, que trabajo
se había iniciado el desarrollo de una corriente cuyo desenvolvi­
miento finalizaba en la expulsión irremediable de Camila de la es
cuela. Yo no soy psicóloga ni psicoanalista; no manejo esta teo­
ría y por lo tanto esta interpretación.

Coppo: Ustedes saben que inclusive la directora-dado que también ella,


y al igual que todos, es un sujeto del inconsciente- demostró tener
esta ambivalencia, esta ambigüedad, a tener que hacer que las
cosas funcionen como se espera que funcionen, y al mismo tiem­
po tener cierta consideración sobre la adolescente porque de he­
cho le habló como les decía fría pero claramente, es decir, ajusta­
damente. Ella misma habla de su malestar cuando me pregunta,

164
CLASE VI I EL OBJETO A

una vez retirada Camila de la entrevista, si no se pasó. La dificultad


entonces se encuentra más allá de las intenciones, y en las posi­
bilidades -o en términos foucaultianos: "condiciones"- de que el
sujeto del inconsciente pueda ser interpretado en ese marco.

Puedo asegurarles que en muchas escuelas los adolescentes -y


también los docentes- no tienen posibilidades de expresarse ya no
en cuanto sujetos del inconciente sino en cuanto sujetos concien­
tcs. Recuerdo un ejemplo dado en esa misma escuela en la que el
año pasado había en un aula de primer año 45 alumnos. Varios do­
centes reconocían apenadamente que cercanos al fin del año lecti­
vo no conocían aún los nombres de la mayoría de esos jóvenes.
Alumno: En ese caso no se está cuidando ni siquiera al individuo; ni ha-
blemos de la consideración posible del sujeto dividido.

Coppo: El problema es que, por lo menos desde Freud -aunque no sólo


desde él-, el individuo es "cosa" sino se lo recepciona con aquello
que se encuentra conjugado con él, a saber, el lenguaje -a saber:
el inconciente-. Si no se considera la dimensión del inconciente
se trata de cosa, se trata de la cosificación del espíritu y eso no es
otro proceso que el que Marx denominó fetichismo.

Alumno: Ahí ni siquiera el alumno es sujeto. Es un objeto como es un


mueble, una silla; la hospitalización -digamos- es total. Ya ni ha­
blar de que se lo considere sujeto dividido que ya significa para
una institución educativa un progreso. Si no lo consideran ni como
sujeto, ni hablar del sujeto dividido.

Seguimos la clase que viene abordando la clase 1 del "Semi­


nario 17".

165
CLASE Vil

ESTRUCTURA Y
,
DINAMICA DEL DISCURSO

Para iniciar un exámen general sobre el Seminario 17, podemos


interrogar su título: "El Reverso del Psicoanálisis".
Lacan hace referencia en más de una ocasión a lo largo del Se­
minario a si el revés es el otro lado de la cosa, si es lo inverso de
algo.
La fórmula de el retorno a Freud puede ser una de las formas
de conectar el interés de Lacan por señalar un reverso o un en­
vés de lo que era el psicoanálisis en la década del 30, comanda­
do este último teóricamente por la generación siguiente a la de
Freud, conformada por -en tanto autoras más trascendentes­
Anna Freud y Melanie Klein. Esa segunda generación fue acom­
pañada por varios psicoanalistas que habían emigrado a Estados
Unidos. Todos ellos, de manera conjunta, habían desarrollado la
psicología del Yo.
Recordemos que en 1955 Lacan dictó en Viena la conferencia
que luego fue publicada en 1956 bajo el título "La cosa freudiana
o sentido del retorno a Freud en Psicoanálisis" 1
l. Escritos l. Siglo XXI Editores.

167
DIEGO COPPO J LACAN-MARX

Lacan empieza a tomar al revés o del otro lado esa derivación


del psicoanálisis cuya clínica contiene una estrategia terapéuti­
ca consistente con una adaptación del sujeto a la realidad. Como
justamente el envés del discurso psicoanalítico es el discurso del
amo en la estructura de los discursos que nosotros estamos estu­
diando, me inclino a interpretar oponiendo el discurso del psi­
coanálisis (el del psicoanalista) al discurso del amo ¿cuál sería el
discurso del amo? Es el que Lacan comenzará presentando en el
inicio del Seminario.
Para establecernos en el ambiente político, cultural y económi
co de la época en la que hubo amos, les recomiendo que se acer­
quen al texto en el que Perry Anderson describe al modo de pro
ducción esclavista. Se estudia allí Grecia fundamentalmente, y
Roma, como los estados donde el modo de producción esclavis
ta fµe dominante. El libro se llama "Transiciones de la antigüe
dad al feudalismo".
Del mismo modo, el libro publicado bajo el título "Formacio
nes económicas precapitalistas'12, en el que luego de una introduc
ción de Eric Hobsbawm aparece el texto de Marx "Formas qut•
preceden a la producción capitalista", es un material sumamenü·
útil a los fines de sintéticamente establecer las coordenadas qu(·
hacen al modo de producción dirigido por los amos. "La esclavi
tud es la principal característica del sistema (de producción) an
tiguo", nos dice Hobsbawm.
En las primeras líneas del Seminario se lee: "El psicoanálisis
al revés, creí que debía titular este seminario''.
En este punto Lacan hace -estoy en la página 10 de la edición
de Paidós- una aclaración respecto a alguna relación que alguien
pudiera establecer con los hechos conocidos popularmente como
el mayo francés. Recordemos que esta clase es del 10 de dicieni
bre de 1969, es decir, poco más de un año y medio de sucedidos
esos hechos, interpretados por algunos como un arranque en fal
so de la Revolución obrero-estudiantil en Francia.

2. Siglo XXI Editores.

168
CLASE VII I ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

Él dice:

"No crean que este título le deba nada a la actualidad, que se


cree en situación de poner bastantes cosas patas arriba. Sólo daré
una prueba de ello (.. .)"

La prueba es contundente; Lacan había dicho ya en 1966 (o


sea, antes de 1968) en "De nuestros antecedentes":

"He aquí la pregunta en que podría anunciarse ese ABORDAJE DEL


REVÉS el proyecto freudiano con que hemos caracterizado recien­
temente el nuestro"3

La advertencia de Lacan ("No crean que este título le deba


nada a la actualidad, ... ''.) señalando la diferencia entre su revés
del 66 anticipado al revés del 68 no hace otra cosa que estable­
cer que luego del mayo francés todo revés que pretenda no refe­
rirse al de mayo, bien vale una advertencia; esto nos da una idea
de la importancia de aquel acontecimiento histórico, por supues­
to que también para Lacan, quien nos da la prueba, precisamen­
te, vía su advertencia.

ESTRUCTURA Y DISCURSO

Se adentra luego en la cuestión de la idea o la noción de dis­


curso; esa estructura necesaria que excede con mucho a la pala­
bra, siempre más o menos ocasional. "Prefiero, dije, incluso lo es­
cribí un día, un discurso sin palabras". Lo que ya habíamos situa­
do, figurando en el Seminario del año anterior.
Para profundizar más en la idea de "discurso sin palabras", me
pareció interesante la inclusión que hace Lacan de la considera­
ción de los actos -en lugar de las palabras- dentro del discurso.
Recuerden la referencia que habíamos hecho anteriormente a la
3. El destacado es nuestro y lo citado se encuentra en página 62 de "Escritos
1", Jacques Lacan, Ed. Siglo XXI.

169
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

teoría de la acción de· la filosofía analítica, específicamente a J.


Searle y a J. Austin.
Lacan señala "algo que va mucho más lejos que las enunciacio­
nes efectivas". Luego aclara a qué se refiere: conductas y/o actos.
Las enunciaciones efectivas no son necesarias" ... para que nues
tra conducta, para que eventualmente nuestros actos, se inscriba11
en el marco de ciertos enunciados primordiales".
Eso nos da la posibilidad de avanzar sobre las palabras enuncia­
das, más allá de que siempre el analista pide al analizante, de los
actos, como referencias, las palabras. Alguien puede decir: "Uy, me
equivoqué en el subte, me tomé el subte para el otro lado". Dado
que como no se trata de realismo y el analista no se encontraba
ahí en el momento en que la persona tuvo esa conducta, o reali­
zó esa acción, entonces pregunta por esa acción y el analizantc
"trae" a esa acción, a esa conducta, con lo único con lo que pue­
de hacerlo: con palabras.
Entonces, a partir de la aceptación de la idea de discurso sin
palabras, los actos pueden empezar a considerarse dentro del (o
como) discurso, más allá de que después se le pidan palabras al
sujeto sobre eso. Sólo de esta manera puede aceptarse la considc
ración de interpretar actos o conductas que el sujeto realiza.

Alumna: Yo entiendo que el acto, al igual que la palabra, es significativo.

Alumno: El problema es que en el marco del dispositivo analítico, uno


no podría tener registro de la acción realizada por la que aquí po­
dríamos llamar "la persona", si ella no la invoca a través de la pa­
labra; o sea, esa acción se perdería. La única forma de poner a
consideración de la interpretación analítica una acción equívoca
por su determinación inconciente, es si luego ella es dirigida a tra­
vés de la palabra a un analista. Si eso no sucede, la acción equi­
vocada se habrá producido pero sin que sea relevada su deter­
minación por el inconciente.

Coppo: Muchas veces ocurre que, en la atención de niños, los padres


cuentan algo de su hijo; es decir, no contamos en ese caso con
el relato del chico. Entonces, teniendo en cuenta que el acto pue-

170
CLASE VII \ ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

de ser parte de un discurso sin palabras, uno empieza a consi­


derar a ese acto que nos cuentan los padres como parte -even­
tualmente- de un discurso; el carácter de eventual es lo que nos
impide entre otras cosas la interpretación sobre ese acto pero no
nos detiene en el establecimiento de conjeturas.

Alumna: Cuento un ejemplo que se ajusta a esto que estamos tratan­


do. Un chico que concurría a una escuela primaria se encontra­
ba con un problema emocional bastante profundo. La madre, lle­
gado un momento dijo: "Mi hijo no va a estar más en esta escue­
la. Va a ir a otra escuela."

Alumno: Pero en ese caso es un acto con palabras. La madre se expre­


só con palabras.

Alumna: Sí, es verdad, pero además de decir lo que dijo, retiró -direc­
tamente- al chico de la escuela. Yo quería poner el acento justa­
mente en /o que hizo, en la acción de retirarlo de la escuela. Cuan­
do se observaba que el niño comenzaba a mejorar con las activi­
dades que estaba realizando, de repente, por decisión de los pa­
dres, dejó de concurrir a ese ámbito.

Cappa: Mi intención es solamente subrayar el hecho que tanto actos sin


palabras, como actos con palabras, permiten pensar la existen­
cia de un discurso.

Después está el problema de la interpretación ¿para qué nos


sirve la construcción de la noción de "discurso"? Nos sirve para
cuestionar la idea de que un discurso solamente debe ser entendi­
do en términos de enunciados. De este modo podemos incluir en
la categoría de discurso la idea de que éste se encuentra confor­
mado por elementos que pueden no ser palabras. Se produce en­
tonces una ampliación del concepto de discurso.

Alumno: Se trata de esta cuestión: yo puedo diferenciar en el terreno de


los hechos humanos los discursos y los actos. Son dos categorías
que podríamos partir de que son distintas. Ahora, si mi intención
es decir que todos los hechos humanos son hechos del discurso,

171
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

yo traslado los actos al terreno de hechos discursivos. Creo que


es la idea fundamental del estructuralismo: hacer eje en la cues­
tión de que los discursos son lo determinante en la subjetividad
humana. Debemos atender con cuidado esta cuestión porque sino
al decir "Todo es discurso", cualquier acto humano no pasa a ser
otra cosa que un hecho discursivo. Hay una diferenciación entre
un hecho discursivo y un acto. No sé si tan rápidamente juntarlos
y decir que los actos son hechos de discurso.

Coppo: Hay un autor perteneciente a la filosofía que mencioné anterior­


mente, la filosofía del lenguaje o filosofía analítica, que se llama
Grice. Él hace una especificación en el sentido que trata de discri­
minar los actos, en tanto que actos o elementos de discurso, en
tanto que sean relevantes. Él da esa indicación. Todos tenemos
la experiencia de que hablar claramente nos demanda cierta dis­
posición a la elaboración; en definitiva hablar claro no es tan fácil;
Grice hace hincapié en la distinción dentro del discurso de aque­
llo que resulta relevante respecto de aquello que no lo es. La re­
levancia en Grice es un modo que también resulta útil para distin­
guir del conjunto de los hechos aquellos que son relevantes de
otros que no lo son.

En definitiva siempre se realiza una valoración para establecer


diferencias dentro del conjunto de los actos o de los fragmentos
de discurso. Si lo que está en juego es una valoración el concepto
que puede auxiliarnos es el de "VALOR" y es por eso que la eco­
nomía -y específicamente la economía política- será el campo que
nos permita el acceso a los problemas de la valorización.

Alumno: Quisiera hacer una pregunta sobre la base de un ejemplo. El


nacimiento de un hijo, que es un acto humano, les un hecho dis­
cursivo?

Alumna: Es un hecho relevante.

Alumno: Que es relevante no hay ninguna duda, la mayoría considera­


mos que es relevante. Ahí no habría discusión acerca de la rele­
vancia. Si los actos son hechos de discurso, el nacimiento de un

172
CLASE VII i ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

hijo no sería otra cosa que un acto discursivo. Este creo que es
el planteo..

Cappa: Preguntar si tal hecho ---como el ejemplo que vos propones: el


nacimiento de un hijo- es un hecho de discurso en sí, tiene una
complicación que se hace evidente al recordar que el discurso es
una estructura. Ningún hecho es o no discursivo per se. Que no
sea per se, o sea, por sí mismo, significa que debe ser interrogado
y eso significa que debe ponérselo en relación con otro hecho.

Sabemos que para muchas personas tener un hijo puede ser un


hecho relevante. Pero también nos consta que para muchas ma­
ternidades y paternidades la relevancia de un nacimiento puede
no tomar consistencia. O sea que uno podría decir: para tal suje­
to, el nacimiento del hijo ¿habrá formado parte de un hecho de
discurso? ¿habrá formado parte de un discurso ese acto de ser pa­
dre o madre?
Solamente puede responderse a estas preguntas a través de la
búsqueda del concatenamiento de otros hechos que están vincula­
dos a ese y que a uno le hacen presuponer que tal acto tiene el va­
lor que cierta normalización puede adjudicarle prejuiciosamente.
Como les decía, cuando digo "valor'', no lo digo ingenuamente ni
en el sentido vulgar; digo "valor" en términos de valores mercan­
tiles; la teoría del valor mercantil tiene posibilidad de hacerle su
aporte al estudio de la estructura del lenguaje. Hablamos del va­
lor de los hechos de discurso análogamente a los valores mercan­
tiles de las mercancías tal como los estableció Marx.
La economía política nos dio la clave de que ninguna mercancía
valía per se, por sí misma. Ninguna mercancía vale por sí misma,
sino que solamente se puede conocer su valor de cambio cuando
se enfrenta a otra mercancía.
Fijensé hasta qué punto no es posible determinar el valor de
una determinada mercancía per se. Equivocadamente, creo que
por una falta de mi parte de la suficiente elaboración del concep­
to, pensé en algún momento que podía determinarse el valor de
una mercancía per sé midiendo y estableciendo de ese modo el

173
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

tiempo de trabajo que requirió esa mercancía para llegar a ser lo


que en definitiva es.
Un profesor de economía me aclaró este punto, me refiero a
Axel Kicillof. Marx dijo: no es el valor el tiempo que le llevó a tal o
cual trabajador fabricar una mercancía sino que el valor es el tiem­
po socialmente necesario para fabricarla. Determinado individuo
puede ser muy torpe o muy hábil en la fabricación del producto y
eso va a variar en la cantidad de tiempo que incorpore en el obje­
to; pero el valor que me marca el mercado va a ser el que en ese
momento histórico sea la media para la fabricación de ese objeto;
es por esta razón que el valor siempre es social. O sea que siempre
lo que da la determinación es la relación y no el objeto en sí.
Para homologar en esta discusión el valor del hecho como acto
de discurso al valor de la mercancía, para establecer la relevancia
o el valor del acto simplemente necesitamos establecer si él se en­
cuentra inserto en la estructura; esto no es otra cosa que estable­
cer hasta qué punto ese acto forma parte del vínculo social4•

Puntualmente, digo que no sólo que es falso que todos los ac­
tos tengan el estatuto de discurso sin palabras sino que más bien
todo lo contrario. Cada uno de los actos que son interrogados por
nosotros acerca de su propiedad en cuanto discurso debe acredi­
tar si tiene esa propiedad o si no la tiene; esa acreditación sólo
puede alcanzarse si cada uno de esos actos, es decir, si "Ílegado el
caso" puede salir airoso frente a nuestra interrogación de por qu6
creemos que él es discurso o no. La única forma de acreditar eso
es identificar las relaciones en las que está inserto. Si dijéramos
que todos los actos son de discurso nos estaríamos orientando a
un callejón conceptual sin salida y por lo tanto no nos daría nin
guna herramienta práctica para intervenir.
Por supuesto que podemos plantear la suposición de que to-

4. "El significante (.. .) se refiere a (. . .) un discurso, es decir, un modo de funcio


namiento, una utilización del lenguaje como vínculo. (...) El vínculo (...) eli
un vínculo entre los que hablan''. Seminario 20 "Aún"; página 41; Editorial
Paidós

174
I
CLASE VII ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

dos los actos son de discurso, pero no tiene eso sentido en térmi­
nos de producción de teoría y por lo tanto en términos de clíni­
ca. Lo interesante es tomar algún acto al que nosotros le adjudi­
quemos la posibilidad de que tenga un valor determinado - para
eso vamos a tener que ver sus relaciones ya sea con (otros) actos
o con (otras) palabras- y, a partir de eso intervenir.
Podemos decir ¿qué pasa si tomamos a la acción de sacar al chi­
co de la escuela como un hecho de discurso? Díganme entonces lo
que rodea a ese acto ¿con qué elementos está él relacionado? Con
que el padre dijo expresamente que retiraba a su hijo de esa escue­
la porque consideró que en la nueva escuela iba el niño a encon­
trarse mejor? O con que lo hizo porque manifestó haberse entera­
do que la maestra insultaba al chico? O con que se especuló en un
momento con que el padre suponía que el caso podía llegar a ad­
quirir tal notoriedad, la cual iba eventualmente a permitirle incluir
a su hijo en otra escuela contra la opinión de distintos profesiona­
les que habían intervenido? Un montón de cuestiones que se van
hilvanando para que nosotros podamos tentar una interpretación
bajo este marco teórico. Más que eso no podría agregar.

La referencia que hice a los actos es a partir del párrafo de la


página 11 en el que Lacan dice con todas las letras que

"...las enunciaciones efectivas (...) no son necesarias para que


nuestra CONDUCTA, eventualmente nuestros ACTOS, se inscriban
en el marco de ciertos enunciados primordiales"5.

Luego, en el párrafo siguiente, retoma la relación de un signi­


ficante con otro significante, designando con ella a la estructu­
ra. Dice que de esa relación de un significante con otro, resulta la
emergencia de lo que llamamos "sujeto". Ahí, volveríamos al es­
quema:

5. Subrayado mío.

175
DIEGO CoPPo I LAcAN-MARX

De la relación de un significante con otro, adviene la emergencia


de un sujeto pero con la característica de estar éste escindido.
Dice:

"¿Cómo situar esta forma fundamental? Este año vamos a es­


cribir esta forma, sin más preámbulos, de una manera nueva. El
año pasado la escribí como la exterioridad del significante S1, del
que parte nuestra definición de discurso tal como vamos a poner­
la de relieve en este primer momento, con respecto a un círculo
marcado con la sigla A, es decir, el campo del gran Otro" 6•

Ya en el seminario del año anterior7 Lacan dijo que se trataba


de la existencia de un significante y que el significante como tal
tiene una exterioridad. O sea, esto hace a una cuestión desde el
punto de vista filosófico muy básica en tanto que cada cosa, por el
hecho de existir, tiene una exterioridad. "Una exterioridad" pode­
mos trascribirlo como "Otro". Cuando uno se refiere a tal cosa, en
el mismo hecho de designarla, señala todo lo que ella no es, todo
lo que no es ella. Por ejemplo: antes del acto de la escritura del S i ,
no hay -respecto del S 1 - ni interioridad ni exterioridad, pero en
el mismo momento en que seleccionamos algo creamos algo del
mundo al mismo tiempo que su negación. O sea, el S 1 está vincu­
lado -por lo tanto, estructurado- con todo el universo de los sig­
nificantes que no son el propio S 1 .
Continúa: "Pero simplificando, consideramos solamente S1 y la
batería de los significantes, designada por el signo S/'. Lacan hace
de este modo una transcripción de lo que fue su propio seminario
del año anterior. ¿cuál es la transcripción? Que en lugar del con­
junto de todos los significantes que no son el S 1 , toma a uno de
esos otros significantes, a esa exterioridad y le coloca como subín-
6. Op. Cit. Pág. 11.
7. La remisión por parte de Lacan al Seminario 16 se hace patente en la pági­
na 11 en tanto dos veces en ella aparece la referencia al "año pasado".

176
CLASE VII I ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

dice el número 2, conformando entonces el S2. Fijensé que no apa­


rece la pregunta por la finitud o infinitud de la exterioridad del S1.
Sólo lo menciono pero tal vez resultaría interesante, aunque ex­
cesivo respecto de lo que estamos tratando, indagar en cuáles se­
rían las consecuencias si consideráramos finita a esa exterioridad,
es decir, si consideráramos cerrado al conjunto que comprende lo
ajeno al S 1 ; paralelamente las consecuencias del caso contrario, o
sea, si consideráramos a ese conjunto infinito. 8

"Se trata de los significantes que ya están ahí, mientras que en


el punto de origen en el que nos situamos para establecer qué
es el discurso, el discurso en su estatuto de enunciado, S1 debe
considerarse como el significante que interviene".

¿sobre qué interviene ese significante S 1 ? Repasemos: uno


cuenta ya conceptualmente con una batería de significantes y que
están a disposición en tanto ya se dijo que ella es capaz de ser in­
tervenida. Por el hecho de ªSe trata de los significantes que ya es­
tán ahí(. .. )" podemos afirmar que del ''ya están ahí" surge la su­
posición de la existencia dada (ya) del lenguaje. Uno puede estar
mudo, pero está (ya) disponible el lenguaje.
En términos de F. Saussure sería la diferencia entre lengua y
habla. Dentro de ese fenómeno humano que es el lenguaje, la len­
gua es el sistema de signos "en donde nada cuenta sino los valores
marcados por diferencias". En este sentido ese sistema tiene una
existencia independiente del uso que haga de él o no el hablante.
Ese sistema se encuentra disponible para el habla, es decir, para
el uso individual (o colectivo) que puede hacerse de él.
Tengo una especie de sobrinos, hijos de una pareja muy amiga
mía que viven ahora en Estados Unidos; el más chico tiene dos
años. Se fueron de Argentina hace cuatro años; actualmente, en la
casa hablan en español, y fuera de la casa hablan en inglés. Hace
pocos días tuve la oportunidad de poder escuchar hablar al menor
de los niños y me resultó sorprendente apreciar cómo mezclaba

8. Guy Le Gufey trabajó este tópico en "La incompletud de lo simbólico".

177
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

artículos en español con sustantivos en inglés. O sea, era verda­


deramente divertido su, por llamarlo de algún modo, bilingüismo.
¿se podría decir que este niño posee dos lenguajes? Absolutamen­
te creo que no. Con lo que sí cuenta es con dos idiomas.
Este niño, para ejecutar el habla, toma alternativamente algu­
nos elementos de una de esas dos fracciones del lenguaje que para
él constituyen cada uno de los dos idiomas.
Cuando uno toma determinados fragmentos de ese conjunto
de elementos disponible y los hace habla, interviene sobre el con­
junto del sistema. Al hacerlos habla interviene sobre todo el resto
de lo que ese fragmento es, que es lo mismo que decir, sobre todo
lo que no es él, que a su vez es lo mismo que decir, sobre todo lo
otro. De cualquier manera que se lo lea, se interviene con el S 1 so­
bre el conjunto de la batería de los significantes.
Dice:

"(. . .) consideramos S1 y la batería de los significantes, designa­


da por el significante S2. Se trata de los significantes que ya es­
tán ahí, mientras que en el punto de origen en el que nos situa­
mos para establecer qué es el discurso, el discurso en su estatu­
to de enunciado, S1 debe considerarse como el significante que
interviene. Interviene ¿sobre qué? sobre una batería significan­
te que nunca, de ningún modo, tenemos derecho a considerar
como dispersa''.

¿Qué es esa batería significante? y ¿Ella, está dispersa? ¿Es un


conjunto de elementos sin relaciones entre sí? Esa batería de nin­
gún modo está dispersa sino que por el hecho mismo de pertene­
cer sus elementos todos a un conjunto, cada uno de ellos cuenta ya
con la relación de pertenencia a y el hecho de que todos cuenten
con esa propiedad hace que exista entre ellos la relación de iden­
tidad en cuanto a esa pertenencia. Esa batería significante forma
no "una" sino "la" red de lo que Lacan llama un saber.
La incorporación de "saber" en tanto noción es un invento
que realiza Lacan. Uso la palabra "invento" en dos sentidos: el
primero, porque "invento" es la palabra que utilizó el propio La-

178
CLASE VII I ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

can para describir lo que él había realizado respecto de uno de los


conceptos fundamentales de su teoría, me refiero al objeto a; el
segundo, porque decimos que un descubrimiento es un "invento"
cuando la originalidad de un producto (en este caso producto en
tanto noción) tiene un carácter social, general y universal. Es de­
cir, la idea de "saber", si bien había sido tratada en por ejemplo el
campo de la filosofía (Hegel), con Lacan adquiere el carácter de
una producción (nueva) y, por ende, no participa del carácter de
re-producción. Nuevamente, la economía política -a través de la
diferencia entre las nociones de producción y reproducción- nos
tiende la mano para discriminar distintos momentos en el proce­
so de creación de conceptos.
Del saber anotamos que es una red.

"De entrada se plantea que el momento en que S 1 viene a repre­


sentar algo, por su intervención en el campo definido, en este
punto en el que nos hallamos, corno el campo previamente es­
tructurado de un saber".

Me anticipo y llamo a no confundir saber con conocimiento.


Saber, en los términos en los que ha sido definido en el texto has­
ta acá, es un conjunto de significantes. El conocimiento tomémos­
lo como aquello que es cualquiera de las formas que la epistemo­
logía ha planteado para su producción, en sus distintas variacio­
nes de relacionarse el sujeto con el objeto.
Siguiendo internamente el texto nos hemos referido hasta aho­
ra al S1 y al S2.
Hablemos ahora del sujeto: es un sujeto que está escindido, y
dice que ese sujeto "representa este rasgo específico que debe dis­
tinguirse del individuo viviente". O sea, este sujeto no es el indi­
viduo viviente.
El hecho de que no sea el individuo viviente, es que el sujeto no
es co-existente con ninguna de las formas del Todo, sea cuerpo, sea
ser9 • El individuo viviente se corresponde de manera perfecta con
9. Esta idea se encuentra desarrollada en "Biología lacaniana y acontecimien­
to del cuerpo"; J. A. Miller, Biblioteca de la Colección Diva, 2002.

179
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

ese INDIVIDUO AISLADO, que en nuestra época moderna, la del capi­


talismo, produce de manera no directamente social. Un individuo
viviente que en la parcialidad del momento de la producción en el
que no se intercambia, no se hace intervenir por ningún otro ni in­
terviene él sobre otro alguno. A ese individuo aislado sólo podemos
localizarlo en nuestra era de producción mercantil. Para alejarnos
de un matiz fenomenológico aclaro que el aislamiento que sufre el
individuo en un momento determinado del proceso de producción
en el que participa, no se debe a si realiza sus tareas con otros o
no. El individuo se encuentra aislado aunque realice con otros su
tarea dentro de un taller o de una fábrica. El aislamiento del indi­
viduo se da porque él no es parte de la planificación del trabajo;
es decir, participa del trabajo pero no se apropia de él. Existe una
particular relación entre el individuo que produce y el lenguaje, en
el que el aislamiento lo retira de toda relación con el Otro y, por lo
tanto, de toda posibilidad de que una dinámica, un movimiento se
introduzca en la estructura de la que él participa.
El sujeto no se refiere a la persona que puedo designar bajo el
nombre de Juan, o de Pedro, sino que a lo que se está apuntando
en cuanto búsqueda de referencia (en el sentido fregeano del tér­
mino) es a aquello que de ese Juan y de ese Pedro, se constituye
como abstracción teórica y que surge en los significantes que re­
presentan al sujeto "Juan" o al sujeto "Pedro".
Para ilustrar con otro ejemplo podemos citar la idea de apara­
to psíquico freudiana. El no es capaz de ser percibido por ningu­
no de nuestros sentidos en tanto es una construcción de nuestro
pensamiento. El superyo, el inconsciente o la consciencia, no es­
tán localizados anatómicamente en un pedazo de nuestras cabe­
zas. Mucho menos se encuentran ubicados "dentro" de nuestro
cuerpo, dado que éste no es un objeto (cual órgano) sino una re­
lación entre el órgano (cuerpo) y el lenguaje.

Alumno: Entonces, el sujeto está en el individuo viviente.

Coppo: La pregunta acerca de si el sujeto está o no está en el individuo


viviente creo que no nos abre más el camino que subrayar la di-

180
i
CLASE VII ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

ferenciación; la diferenciación entre el sujeto y el individuo vivien­


te. Se discrimina de este modo un aspecto biológico de un as­
pecto psíquico y se señala en términos pulsionales el justo y pre­
ciso límite.

Lacan retoma el tema del saber. Dice:

"Sin duda, aquí está, en tomo a la palabra SABER10, el punto de


ambigüedad que tomamos hoy para acentuar algo para lo que
ya he sensibilizado sus oídos por distintas vías (. .. )".

Continúa advirtiendo que el tema del saber no va a ser un tema


cualquiera.
Luego Lacan nos da, con todas las letras, una definición de sa­
ber: "El año pasado11 di en llamar SABER al goce del otro':
Personalmente siempre me resulta práctico identificar en un
texto los lugares en los que aparecen definiciones brindadas por
el autor, inclusive en aquellos casos en las que no aparecen expli­
caciones acompañando a la definición. La definición siempre tie­
ne la pretensión de, en un elemento sintético, responder a la pre­
gunta acerca de qué es la cosa. Hay quien da más explicaciones
sobre las definiciones, y hay quien como en este caso, solamente
dice qué es pero no da una explicación. Nosotros podemos pen­
sar una explicación tentativa que pretenda acompañar a la defi­
nición: el saber es el goce del otro.
En la definición de "el saber como goce del Otro" está incluí­
do el término "goce", el cual aparece prácticamente a lo largo de

10. Lo destacado de la palabra "saber'' es de Lacan.


11. Ya son tres las menciones del "año pasado" con lo cual me atrevo a esta altu­
ra a establecer un nexo conceptual -y no meramente cronológico- de conti­
nuidad entre los seminarios 16 y 17. Aparece otro" el año pasado" -y ya son
cuatro- en el siguiente párrafo: "Cosa extraña. Es una fórmula -el saber es
el goce del Otro- que, a decir verdad, nadie había profer ido antes. Ya no es
nueva, puesto que EL AÑO PASADO ya pude darle ante ustedes la suficiente
verosimilitud (. . .)''.
Aparece luego una quinta vez.

181
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

toda la obra de Lacan, aunque sus definiciones van tomando dis­


tintas formas.
Recuerden que el Otro es la exterioridad de cada significante.
Cuando esta idea se traslada al campo de la generalidad, es decir,
a su modo formalizado, aparece como la exterioridad general de
todo significante, es decir, de S 1 •

De la conexión entre los conceptos de Otro, goce y saber (sien­


do que el saber es el goce del Otro) obtenemos que ese Otro se
encuentra estructurado por elementos significantes y por un ele­
mento heterogéneo: el goce.
Afirmamos pues que el Otro tiene estructura; es por lo tanto
no caótico, tiene una lógica, un lagos, una razón, un discurso 12 •
Lo graficamos así:

Hagamos ahora la siguiente pregunta: ¿qué estructura tiene?


La dada por el logos en tanto no puede trastocarse el orden de
Sr.---S,.,-----Sx. Si se realizara tal trastocamiento pues ya
no sería esa estructura sino otra. En esta particularidad de cada
estructura, en el ordenamiento singular en el que se encuentra es­
tablecida la relación entre los significantes encontramos el goce
del Otro y por lo tanto el saber.
En definitiva, junto con el intento de esclarecer la noción de
saber hemos esclarecido al mismo tiempo la de goce, en tanto
esta última es (en los términos de este pasaje de la clase que esta­
mos estudiando) el particular ordenamiento en el que se encuen­
tran relacionados los elementos componentes (los significantes)
del Otro.
Menciona pocos párrafos más adelante y completando los cua-
12. Para un listado más exhaustivo del significado de la noción de "lógica" ver
"La lógica de la interpretación", Gerardo Arenas, Ed. Anáfora, 1998.

182
CLASE VII I ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

tro elementos de la estructura del discurso al objeto a, del cual he­


mos hecho ya una presentación relativamente extensa.
Como ya mencionáramos anteriormente, Lacan utiliza una letra
-"algebriza"- para contrarrestar lo más que se pueda la imagina­
rización de lo que corresponde al objeto a. La imaginarización de
aquello que se ubique en el lugar del objeto a no puede no darse
debido justamente al funcionamiento del nivel imaginario en tan­
to, por efecto del funcionamiento simbólico es imposible no apre­
hender cualquier cosa sino a través de su expresión, de su modo
de darse, es decir, de su forma. La utilización de letra parece ser
hasta el momento la máxima fuerza opositora a la de la fetichiza­
ción. Para evitarla es que Lacan inventó el objeto a.
Ese objeto que ha estado balanceándose en el nivel de la teo­
ría entre el miedo y la angustia en la versión freudiana y que la
lectura de Lacan destaca con tanto detenimiento en el Seminario
10, es un objeto que se puede determinar; pero esa determinación
sólo puede establecerse por su inadecuación a toda idea de corres­
pondencia. El objeto ominoso, para el caso, no sabemos bien cuál
es, o sabemos que hay un objeto que nos produce esa conmoción
("erizamiento", dice Allouch en "Erótica del duelo en la época de
la muerte seca"), pero él no es miedo lo que produce sino angus­
tia. Diferenciamos entonces otra cosa que un objeto de miedo; por
ese camino es que encontramos el objeto a.

DINÁMICA DE LA ESTRUCTURA

Al conjunto de elementos de la estructura del discurso (S 1 , S2,


g y a) le podemos dar un cuarto de vuelta. Dice: ''Voy hablando
de este cuarto de vuelta desde hace bastante tiempo, y en ocasio­
nes distintas''. Se está refiriendo al artículo "Kant con Sade" 13 pu­
blicado en 1963 y luego reeditado en 1966.
Realiza entonces el cuarto de vuelta en el sentido de las agu­
jas del reloj.
13. Escritos Siglo XXI Editores.

183
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

g ---+ S,
Q s2

En el segundo párrafo de la página 13 dice: "Por supuesto,


poco importa la forma de las letras con las que escribamos esta
cadena simbólica': Fíjense hasta qué punto Lacan tiene en cuen­
ta lo que la aparición de determinadas letras producirá en cuan­
to inclinación a creer que se trata de ellas; es por este tener en
cuenta que Lacan remarca por un lado la sustitución posible de
formas y, por el otro, señala la relevancia suprema del concate­
namiento ordenado -"relaciones constantes"- de los elementos
de la estructura.
Entonces, en primer lugar, remarcamos los lugares de las letras,
las funciones de esos lugares y las funciones de esas letras. Para­
lelamente señalamos la aleatoriedad de los nombres de las letras,
más no la aleatoriedad de que sean letras.
Hemos descrito hasta ahora los elementos de la estructura y los
lugares que esos elementos ocupan. Queda por preguntarnos cuál
es la dinámica -si es que la tiene- de esta estructura.
Lacan introduce el término "momento" y ese es el término que
a mi entender, siguiéndolo, nos conduce a la apreciación dinámi­
ca del asunto; es clara la referencia temporal que conlleva. La in­
troducción del factor temporal nos plantea consideraciones rela­
tivas a algún tipo de proceso, desarrollo, evolución, transforma­
ción, ruptura, cambio, devenir.

"La continuación de lo que desarrollará aquí nuestro discurso


nos dirá qué sentido conviene dar a este momento. Esta fórmu­
la dice que en el preciso instante en que interviene el S1, en el
campo ya constituido por los otros significantes ..."-

Lacan especifica aún más la referencia temporal pasando de


hablar de "momento" a "el preciso instante". ¿Qué es lo que su­
cede en ese preciso instante? Lo que sucede es que interviene S 1
sobre el conjunto de los otros significantes.

184
CLASE VII I ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

De la intervención de un elemento -S 1 - sobre el sistema -S2-


ordenado este último por su lógica, se produce como efecto el S.
La constitución del sujeto instaurada por la incidencia del sig­
nificante ya había sido establecida en la clase del 9 de enero del
Seminario 10 (1963): "El problema es la entrada del significante
en lo real y ver cómo de esto nace el sujeto". 14
¿cómo podría conducirse este desarrollo teórico a lo que es
nuestra experiencia? Los analizantes hablan e indubitablemen­
te lo hacen a lo largo de un espacio temporal. Ocurre que en al­
gún momento, en algún preciso instante se produce algo distinto
del resto, distinguido del resto; es decir, hay una diferenciación de
momentos y eso no es otra cosa que una diacronía Por ejemplo si
alguien produce un lapsus, ese momento se distingue y al mismo
tiempo se constituye objetivamente en un momento distinto res­
pecto del conjunto restante del discurso. A su vez, se nos presen­
ta el establecimiento de ese momento en tanto formación del in­
conciente, por parte de la intervención del analista.
Hay entonces diferentes momentos en el desarrollo de un aná­
lisis e inclusive en el interior mismo de una sesión. En algún mo­
mento particular se produce una intervención de S1 sobre S2; has­
ta antes de esa emergencia solamente lo que había era alguien ha­
blando; puede ser tomado inclusive en los términos del individuo
viviente (que habla) al que me referí anteriormente.
Pensemos esto: cuando alguien consulta, en el momento de las
entrevistas que Freud llamó preliminares, es decir, en el momento
en que aún no es un análisis debido a que no fue aún enunciada
la regla fundamental de la asociación libre por parte del analista
(con la expresión "preliminar" Freud también establece la nece­
sidad de diferenciar a lo que de continuidad pueda tener el tiem­
po), el conocimiento teórico le permite a este último suponer que
hay un sujeto capaz de advenir. El conjetura fundadamente que
el sujeto puede emerger. Entonces la idea es estar atento para el
caso que esa emergencia se produzca; conociendo ésto el analis-

14. Esta traducción corresponde a la realizada por Rodríguez Ponte en la ver­


sión de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

185
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

ta cuenta con este axioma "puede ser que en algún momento, en


algún preciso instante se produzca algo que permita separar de la
persona, del individuo viviente al sujeto escindido".
Para esta orientación del analista en la identificación de esos
diferentes momentos es que demuestra su utilidad la teoría de los
discursos.
"Finalmente hemos acentuado desde siempre que de este tra­
yecto surge algo que se define como una pérdida''.
De este trayecto, de este devenir del habla del individuo vivien­
te, en algún momento, en algún preciso instante, en algún instan­
te preciso, puede que se produzca esa incidencia del significante.
Pero ahora bien, de esta intervención del significante, de esa in­
cidencia, se produce, además del nacimiento del sujeto, algo que
es una pérdida. "Esto -la pérdida- es lo que designa la letra que
se lee como el objeto a".
Si nos detenemos un momento en el significado que puede ad­
quirir esa pérdida que surge a la vez, a la par del nacimiento del
sujeto, se nos plantea un rasgo de esa pérdida que no es el que ha­
bitualmente se nos presenta cuando vulgarmente nos referimos a
esa palabra. Esa pérdida tiene una relación directa -y está espe­
cificada en el texto de Lacan en cuanto figura en el siguiente pá­
rrafo- con la repetición.
La constitución del sujeto no se produce sin pérdida.
"No hemos dejado de señalar el punto de donde extraemos esta
función del objeto perdido". Él dice: del discurso de Freud sobre el
sentido específico de la repetición ¿ne dónde lo sacamos? Vamos
a la fuente, Freud ¿ Y dónde en Freud podemos leer este resto que
surge de cierta operación? De la repetición freudiana en el ser que
habla. Lo que uno constata en el ser que habla -siempre y cuando
exista la disposición a escucharlo- es que hay repetición.
"En efecto, de lo que se trata en la repetición no es en absolu­
to de un efecto de memoria en el sentido biológico"
La repetición freudiana no es memoria en el sentido biológi­
co ¿cuál sería la memoria en el sentido biológico? El instinto. El
instinto es la memoria biológica de una especie determinada, que
actúa también en el hombre, en tanto especie. Pero como habla,

186
CLASE VIII ESTRUCTURA Y DINÁMICA DEL DISCURSO

la diferencia del hombre con el resto de las especies, es que (como


habla) esta relación que tiene con el lenguaje lo coloca en una re­
petición que no es del orden del instinto, sino de otro orden lPor
qué de otro orden? Porque la repetición del instinto se muestra
de punta en blanco en el hecho de su satisfacción, por ejemplo
del hambre; todo termina ahí. Cuando es satisfecha la necesidad
todo termina hasta la nueva insistencia del próximo incremento
tensional de la necesidad.
Pero en la repetición en el hombre, en el individuo biológico,
se da una diferencia, una pérdida pero que, paradojalmente, se
presenta como ganancia, como plus, como plus valor, como plus
de goce.
Volviendo al texto, en la página 13, leemos que Lacan señala
un aspecto nuevo respecto de la noción de saber: " (. . .) nos ale­
jamos de lo que se refiere genuinamente al saber, de lo que puede
reconocerse como saber, para remitimos a sus límites, a su cam­
po, con el que la palabra de Freud osa enfrentarse''. La pérdida
y la ganancia son las señales de los límites del saber; si ese saber
fuese ilimitado la repetición sería sin diferencia.
En el primer párrafo de la página 17, vuelve a hablar de la re­
petición. Esto es extremadamente importante, porque tomando
en serio la repetición cambia la forma de ver las cosas. Fíjense lo
que dice:
"Lean lo que Freud dice de la resistencia de la vida frente a la
tendencia al Nirvana''. En la lucha de llevar la tensión a su nivel
más bajo, lcuál sería el principio del placer? Disminuir la tensión;
cada vez que aumenta la tensión, bajarla. El problema se plantea
en el punto en que si se baja demasiado, adviene la muerte. "(. . .)
esta tendencia a volver a lo inanimado (bajar la tensión lo más
posible) se hace presente en la experiencia analítica. Freud lle­
ga hasta aquí. Pero si esa burbuja subsiste, (.. .) es porque la vida
vuelve allí únicamente por caminos siempre iguales y que que­
daron ya trazados en su día". No sabemos cuándo fueron traza­
dos ni de qué modo, pero la actualidad nos da -retroactivamen­
te- la idea de la historia.
Lo que nosotros vemos en la actualidad, nos da la idea de la

187
DIEGO COPPO i LACAN-MARX

traza establecida en su momento, que es al revés del orden perse­


guido por la psicología del desarrollo, dado que ésta pretende bus­
car o acompañar ese desarrollo a través de la observación direc­
ta. Es un método de conocimiento pero en el abordaje psicoana­
lítico es al revés; en éste se trata de deducir lo que fue trazado en
su día, a partir de la repetición que tenemos hoy.
La repetición de hoy es lo que hace al síntoma un problema del
presente y, en este sentido, el síntoma y la eventual intervención
del analista siempre parten de la más cruda actualidad.

188
CLASE VIII

HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

ACTUALIDAD Y SÍNTOMA

Siendo que nos encontramos en una de las dos escuelas pre­


universitarias de la Universidad de Buenos Aires quisiera hacer un
comentario sobre la situación dada en el Colegio Nacional Buenos
Aires 1 . La escuela se encuentra tomada por los alumnos pero con
la modalidad de dictado de clases. Me llamó la atención que entre
los motivos por los cuales los estudiantes realizan la toma, es de­
cir, entre sus reivindicaciones, junto con la derogación de una re­
solución que se encuentra vigente en el colegio a través de la cual
no se le permite a los jóvenes la realización de asambleas, apare­
ce una mención al Departamento de Orientación, es decir, al lu­
gar institucional en el cual trabajan cinco profesionales del área
de la salud mental2 .
Los alumnos denuncian un fuerte autoritarismo de parte de las
autoridades de la escuela a la hora de intentar resolver conflictos
que se dan en ella.
l. Esta clase fue dictada en el mes de junio de 2006.
2. "Otro de los reclamos apunta a la "insuficiencia del Departamento de Orien­
tación''. Los alumnos piden una modificación porque los cinco psicólogos
no alcanzan para los dos mil estudiantes que cursan''. Diario "Página 12",
4/6/06.

189
Drnao CoPPo I LAcAN-MARX

Los estudiantes también han denunciado que, por ejemplo en


una de las divisiones de primer año hubo una deserción tal que,
de 34 alumnos que ingresaron al colegio, sólo quedaron 14 cuan­
do el grupo llegó a quinto año. Por el contrario, aquí, en el Cole­
gio Carlos Pellegrini la deserción escolar es prácticamente nula a
lo largo de los cinco años de cursada.
El pedido de los estudiantes respecto al Departamento de Orien­
tación pretende introducir una vía de resolución de conflictos que
no se encamine por la vía del disciplinamiento; 3 la intervención
colectiva y masiva de los estudiantes a través de la toma de la es­
cuela, piensen que cursan allí más de 2000 jóvenes, está en el re­
verso de esa dirección.4
El pedido de los estudiantes de aumentar la cantidad de profe­
sionales en el Departamento de Orientación es coincidente con el
que venimos sosteniendo los 230 profesionales de los Equipos de
Orientación Escolar que trabajamos en las escuelas públicas pri­
marias, secundarias y jardines de infantes de la ciudad de Buenos
Aires; en tanto es absolutamente insuficiente ese personal para más
de 230.000 alumnos, junto a sus familias y sus docentes5 •
Paralelamente se da también la confluencia del reclamo con
la incorporación a sus reivindicaciones, por primera vez, de una

3. Para profundizar en la idea de "disciplinamiento" y su relación con la de


"identidad", ver "La intensificación del placer... " J. Allouch en "El sexo del
Amo"; Ediciones literales; 2001; página 201. El mismo texto se encuentra
en psiconet.com
4. "Los estudiantes reclaman que el Consejo de Convivencia, integrado por
alumnos, autoridades, profesores y personal del departamento de orienta­
ción, pueda discutir las medidas disciplinarias a los alumnos. También
quieren que se derogue una resolución del año 2002 que prohibe la reali­
zación de asambleas y medidas de fuerza dentro del establecimiento, en lo
que consideran es una violación de derechos democráticos del estudianta­
do." Diario "Página 12" 3/6/06.
5. Encontrándonos actualmente en enero de 2010, no sólo que no se aumen­
tó la cantidad de profesionales sino que se ha pasado de 230 en 2005 a 150
en la actualidad: lo que sí ha se ha incrementado es el grado de flexibilidad
laboral con la que el Estado sostiene las relaciones de trabajo con ese per­
sonal.

190
CLASE VIII I HISTORIA, SABER v BUROCRACIA

de las 17 organizaciones gremiales docentes que existen al día de


hoy en la Ciudad -en este caso la Asociación docente ADEMYS-,
del pedido de duplicación de la cantidad de profesionales para
los Equipos mencionados. O sea que por un lado están los profe­
sionales denunciando la insuficiencia de personal para atender la
demanda al mismo tiempo que la exigencia de nombramiento de
más profesionales; por otro lado, los docentes, que a través de un
sindicato, incorporan a sus reclamos junto al aumento de salario,
mantenimiento de los edificios de las escuelas, etc., mayor can­
tidad de profesionales. Ahora aparecen los estudiantes pidiendo
mayor cantidad de profesionales también.
En este contexto, creo oportuno introducir además de la cues­
tión del rol de los psicólogos, muchos de ellos con formación psi­
coanalítica, el problema de la dirección de la intervención y ese
problema no puede ser tratado sobre un fondo que no implique de
algún modo una conceptualización sobre la dirección de la cura.
Es pertinente entonces contar con los argumentos, construir los
argumentos que nosotros creamos que son los mejores para sos­
tener intervenciones que suponemos son con la orientación co­
rrecta. Cuando hablo de la corrección de la intervención estoy re­
firiéndome a aquella que se oriente por lo que le quepa de cien­
tífica a una intervención psicoanalítica. Por el contrario, una in­
tervención que pierda de vista su relación con la ciencia caerá in­
defectiblemente en la ideologización, moralista siempre, y conse­
cuentemente en una normalización6 •

Históricamente, cuando se incorporaron los psicólogos a las es­


cuelas lo hicieron posiblemente a través de los burócratas estatales
que pretendían encarrilar lo que se descarriaba fundamentalmente
para que ese descarrilamiento no volcara sobre ellos consecuencias
políticas. Para conductas no esperadas en la escuela debía crearse

6. Ver Jean Alloch: "Una erotología de pasaje"; página 178 y 179: "(. . .) en el ca­
mino de esa salida del psicoanálisis fuera del campo de la normalización
(. . .) Lacan fue un paso más del psicoanálisis como RESISTENCIA (y no sín­
toma, aún cuando él pudo decirlo) ante esa normalización".

191
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

el dispositivo necesario que las adaptara y las incorporara al me­


jor funcionamiento esperable de una institución escolar.
A los analistas que trabajamos en instituciones no se nos pue­
de perder de vista esa fuerza que empuja a nuestras intervencio­
nes en las escuelas hacia uno de sus destinos posibles: "readap­
tar lo inadaptado'?
Para quien necesita ayuda, para quien padece un síntoma y ade­
más expresa un pedido de ayuda en una escuela, podemos -como
siempre si existe el deseo- disponernos a ofrecer esa ayuda. Si se
dan todas estas condiciones entonces debemos ponernos a pensar
cómo hacerlo y en ese caso no se me ocurre otro lugar por donde
comenzar el recorrido conceptual del problema que no sea por la
idea de la cura en psicoanálisis. ¿cuál es la dirección de la cura?
¿cuáles son las ideas de la cura dentro de la teoría psicoanalíti­
ca que están a disposición y que creemos que pueden ser las más
pertinentes? Es un tema abierto dentro del psicoanálisis. Noso­
tros podemos sacarle su fruto para nuestras intervenciones en las
escuelas.
Para mí es sorprendente la idea de la cura que tenía Freud
como reestablecimiento de la persona en una posición capaz de
transformar la realidad. Eso que suena tan fantástico, fantasio­
so o idealista, es sin embargo una idea bien freudiana; está en las
conferencias.
La idea es que aquello de lo que tal vez sufrió pasivamente el
sujeto, transformarlo en él y volcarlo en una posición activa.
Había otra idea que aparecía también en las conferencias si no
recuerdo mal, que tenía que ver con una descripción que hacía
Freud del neurótico en el sentido de resolver problemas -el neu­
rótico adulto- al modo de cómo lo hace un niño. Freud daba allí
un ejemplo que era llamativo, el de una mujer adulta que lloraba
si perdía una muñeca, aunque sí era esperable que una niña llo­
rase si era ella quien la perdía. De eso surgía la distinción entre

7. Coppo, Diego. "Los destinos posibles de la atención de salud mental en las


escuelas". Revista de psicoanálisis en Internet: www.acheronta.org, Número
22. Junio 2005.

192
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

el normal y el neurótico. Este último era alguien que no podía re­


solver problemas, llegada cierta situación, en función de su tiem­
po cronológico. Es decir, la idea de cura sería en este sentido una
tendencia a la eliminación de los anacronismos en las respuestas
que el sujeto pueda dar a los problemas que se le plantean.
Todo surgió a raíz de un comentario de actualidad acerca de
lo que está ocurriendo en estos momentos en el Colegio Nacional
Buenos Aires y del pedido que· hacen los estudiantes.
La idea de abordar la noción de cura en psicoanálisis, con la
particularidad que pueda aportar el desenvolvimiento de una orien­
tación psicoanalítica en el interior de una institución como pue­
de ser la escuela, puede ser prometedora en tanto no hay que ol­
vidar que, por ejemplo, a partir de lo sucedido en el año 2004 en
la ciudad de Carmen de Patagones se ha iniciado una puesta so­
bre el tapete de estos temas.
La idea de la cura tampoco es un tema cerrado en el ámbito no
extensivo del psicoanálisis. Los psicoanalistas que no trabajan in­
clusive en ninguna institución, si uno releva las asociaciones psi­
coanalíticas y advierte los debates que se encuentran allí en cur­
so, comprobará que el tema de la cura es un tema abierto. En es­
tos momentos está también en discusión el carácter de la inter­
vención en cuanto a si tiene que tener efectos rápidos o no, in­
dudablemente que por la presión que ejerce sobre el propio mar­
co doctrinario la demanda del más rancio de los pragmatismos
por parte de las empresas de medicina prepaga y de las llamadas
obras "sociales".
He introducido este comentario sobre la actualidad porque exis­
te en mí el convencimiento de que la teoría de los discursos tiene
entre otras virtudes la de poner en consideración del psicoanalis­
ta el valor de la historia respecto de la actualidad que se le presen­
ta, actualidad que en su trabajo clínico no es más que la conden­
sación que se le presenta bajo la forma del síntoma. Por ahí em­
pezamos siempre en psicoanálisis.
"Con respecto a la actualidad que le interesa, los estudios his­
tóricos de Foucault equivalen a una anamnesis (también a su

193
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

manera, no médica); como lo subraya Daniel Lefert, LA HISTORIA


FOUCAULTINA COMO DIAGNÓSTICO DEL PRESENTE aspira esencial­
mente a disipar nuestra identidad. Pero esa disipación de una
identidad de ficción, aunque no por ello menos real, es también
lo que habrá realizado el acto interpretativo al ponerle término
al síntoma, igualmente portador de identidad"8.

A tal punto llega la confluencia entre actualidad y síntoma que


esa dualidad se establece también en otros campos del saber al
momento de la pretensión interpretativa. Dice Pablo Levín en los
primeros seis renglones del prólogo de su obra "El capital tecno­
lógico":

"El capital tecnológico" pone en movimiento conceptos cente­


narios de la economía política. Confrontándolos con ellos mis­
mos ante las INÉDITAS REALIDADES DEL PRESENTE, procura nue­
vas claves para comprender la naturaleza histórica y los límites
económicos de la civilización capitalista, para ABORDAR EN CON­
SECUENCIA LAS TAREAS DEL PRESENTE''. 9

SABER, HISTORIA Y DISCURSOS

Para retomar donde habíamos dejado en la clase anterior, les


propongo continuar indagando acerca de la idea de "saber". ¿Por
qué? Sencillamente porque lo que va a plantear Lacan a partir del
punto del Seminario 17 en el que nos encontramos y por las si­
guientes dos o tres sesiones, es que "El psicoanálisis pone al sa­
ber en el banquillo': Intentemos primero más bien engarzar esta
idea con otros términos del propio texto, para después sí inter­
pretar y polemizar sobre aquello que hayamos podido articular.
Dado que de la transcripción de los seminarios de Lacan ha re­
sultado una escritura que como ya hemos comprobado requiere

8. Alloch, Jean. "La intensificación del placer es un plus de goce" en "El sexo
del amo" y en revista virtual www.acheronta.org.
9. Pablo Levin. "El capital tecnológico". Editorial Catálogos; 1997.

194
CLASE VIII ¡ HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

hacer sobre ella un trabajo de engarce, de buscar en las distintas


partes del texto las distintas ideas sobre cada temática, es que les
propongo este método.
Entonces, propongo que recorramos hoy la idea de saber, de
este saber que dice Lacan que el psicoanálisis pone en el banqui­
llo, y ver qué obtenemos de ese recorrido.
La primera cuestión que quiero proponerles es indagar si hay
en este Seminario sólo una idea de saber o si hay más de una.
Otra forma de expresar esta pregunta: el saber ¿admite una dife­
renciación interna?
Yo creo que sí, y lo creo dado que lo encuentro en los propios
términos de Lacan. El dice que hay dos saberes; o sea, establece
de este modo una diferenciación. Uno es el SABER MANDAR, y otro
es el SABER HACER. Alguien podría decir que "mandar" es uno de
los tipos del "hacer". Pero si mantenemos esta diferenciación, no­
tamos que el SABER MANDAR es algo exclusivo del Amo mientras
que el SABER HACER es la virtud del Esclavo. Es decir, hay una dife­
rencia en los agentes del saber: está el agente Amo y está el agente
Esclavo. El saber del Amo se restringe únicamente a que el Escla­
vo lo reconoce como tal -como Amo- y a que él, en tanto Amo,
debe recibir el producto del saber hacer del esclavo. Este saber
no va más allá de este estricto sentido. Por el contrario, el Escla­
vo sabe hacer, y este sabe hacer, a partir de la lectura de Kojéve,
lo interpretamos como, sabe trabajar.

"El Amo que ha sabido forzar al Esclavo a reconocerlo en tan­


to que Amo, sabe también forzarlo a trabajar para él, a cederle
el resultado de su Acción"1 º

Hablar de "el amo" y de "el esclavo", nos obliga a realizar una


referencia a la historia y específicamente a la historia de los sis­
temas de producción. La relación dada entre el amo y el escla­
vo es la que caracteriza precisamente a lo que Marx denominó

10. Kojéve, Alexander. "La dialéctica del Amo y el Esclavo en Hegel". Editorial
Leviatán. Pág. 197.

195
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

modo de producción esclavista. Los textos fundamentales en los


que Marx define no sólo al modo de producción esclavista, sino
al feudal y al capitalista son: "Las Formaciones Económicas Pre­
capitalistas" incluído en "Los Grundrisse" (redactados en 1857-
58) y el famoso prólogo a "Contribución de la crítica de la Eco­
nomía Política" (1859).
Marx establece con precisión los distintos modos de produc­
ción que han existido a lo largo de la historia de la humanidad.
En todas las ocasiones en que realiza esa diferenciación, el modo
de producción que se encuentra en el centro de su estudio es el
último de ellos, es decir, el que produce a la sociedad capitalista,
la cual por otra parte es aquella en la que él vive, es decir, aquella
que comporta la actualidad de él, de Marx. Es por esa importancia
dada a la sociedad capitalista que él escribe "El Capital" (1867).
Análogamente, así como Marx establece esa diferenciación de
los modos en que el hombre genérico reproduce en cuanto ser so­
cial su existencia, Lacan establece una diferenciación al interior de
una noción con tradición dentro de la filosofía, que es la noción
de discurso. De ese modo establece la existencia de cuatro discur­
sos. El que se corresponde con su práctica de analista, en ese senti­
do con su más próxima actualidad, es el discurso del analista. Los
otros tres discursos propongo que sean puestos en corresponden­
cia con ese desarrollo histórico de los modos de producción que
tan insuperablemente ha reproducido teóricamente Marx.
La relación entre los discursos caracterizados por Lacan y la
historia ya ha sido señalada por ejemplo por Eric Laurent, aunque
-creo, en este caso- de una manera un tanto vaga. En su artículo
publicado en el libro "Lacan y los discursos" se lee:
"Este Seminario -se refiere al 17- hace muchos recorridos por
la Historia; hace referencias a la etnografía, al mundo griego, a
la Biblia y a la actualidad"11•
Mi perspectiva es que -muy probablemente sin saberlo- La­
can, al ordenar los discursos del modo en el que lo hace (del amo,
universitario, de la histérica y del analista) acompaña la direccio-
11. Editorial Manantial; 1992.

196
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

nalidad que estableció Marx respecto de la sociedad esclavista, la


feudal, la capitalista; esta última con su etapa de ascenso y con la
de su declinación. Entonces, parece estar generalmente aceptado
que la historia ocupa un lugar en el desarrollo del Seminario 17;
sin embargo, puede resultar relevante establecer cuál es ese lugar.
La reintroducción de la historia en la teoría psicoanalítica, tan­
to por la influencia de algún modo "externa" que ella pudo haber
sufrido sobre su misma producción teórica -me refiero a los he­
chos que acontecieron en las calles del mundo y de París por esos
años-, como por las perspectivas que tal influencia al interior pro­
pio de la teoría pueda ejercer, es uno de los aspectos que en este
trabajo intento relevar.
En el punto 4 de la primera sesión del Seminario, la que fue titu­
lada por Miller en el establecimiento de la edición "Producción de
los cuatro discursos", en la página 19, en el primer párrafo dice:

"No es casualidad que sea esta la primera forma que les he dado
(la del discurso del amo). Nada me impedía partir de otra, de la
segunda por ejemplo. Pero es un hecho, DETERMINADO PORRAZO­
NES HISTÓRICAS, que esta primer forma, que se enuncia a partir de
este significante que representa a un sujeto ante otro significan­
te, tiene una importancia muy particular, en la medida en que,
en lo que este año enunciaremos, se distinguirá, entre los cuatro,
(discursos) como la articulación del discurso del amo." 12

Lacan no específica cuáles son esas razones históricas pero exis­


te, o más bien, hago existir una correspondencia entre cada uno
de los discursos que él establece y los distintos modos de produc­
ción descritos por Marx.
El discurso del amo se corresponde con el modo de produc­
ción esclavista.
El discurso de la universidad con el modo de producción feu­
dal y con el nacimiento del capitalismo.
El discurso de la histérica con el modo de producción capitalis-

12. El destacado es mío.

197
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

ta, más específicamente con su etapa de expansión pero intercep­


tada esta última por el síntoma en ese modo de producción 13 .
Finalmente el discurso del analista, correspondiente con un
modo de producción que aún desde el punto de vista social no se
ha instalado como dominante pero que sin embargo ha dado sus
primeros pasos aunque ellos hayan sido hasta ahora en falso. No
existe aún un modo de producción que haya superado y reempla­
zado al capitalismo y que su objetivo no sea la valorización del
valor o, lo que es lo mismo, desarrollar la tendencia incremental
propia del capital. No existe un modo de producción en el que no
sea el objetivo eliminar la pérdida y, a la vez, aumentar la ganan­
cia. La socialización de la economía, la planificación y el control
obrero de la producción, en definitiva, los trabajadores libremen­
te asociados, es decir, en asociación libre (expresión ésta tan cara
al inicio de la tarea psicoanalítica), replantean la naturaleza del
principal objeto de la producción capitalista: la valorización del
capital. Y si de replanteo del objeto se trata, la llegada del objeto
a a la teoría psicoanalítica no ha hecho otra cosa.
Desde este punto de vista entre el discurso del analista y el
modo de producción de la vida social que rige desde los últimos
dos siglos se rompe la correspondencia, y pone en evidencia que
aún no se ha establecido con carácter dominante un modo de pro­
ducción que se corresponda con el primero. Es decir, el discurso
del analista es, en un sentido, extemporáneo, no tiene correlativo
con un modo de producción que sea -aún- dominante. Lo que
estaría por verse es si es verdad en última instancia que no tiene
correlativo (a secas).
Lacan continúa refiriéndose a la historia, pero tampoco nos da
la indicación precisa. Dice:

13. Eric Hobsbawm recuerda que los contemporáneos a la época de crisis del
progreso o de fin de la era de la burguesía triunfante la llamaron Gran De­
presión dándosele habitualmente la fecha que va de 1873 a 1896. ("La era
del capital, 1848-1875"; Editorial Crítica; primer edición en idioma original:
1975). Precisamente, el final de esta era es en el que Freud nos presentará su
concepción de la histeria.

198
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

"Me parece innecesario reseñarles LA IMPORTANCIA HISTÓRICA


DEL DISCURSO DEL AMO, porque de cualquier modo, en conjun­
to, están ustedes reclutados a partir de este tamiz llamado uni­
versitario y, por este hecho, no ignoran que la filosofía no habla
de otra cosa". 14

Personalmente lamento mucho que Lacan haya considera­


do "innesario" reseñar "la importancia histórica del discurso del
amo". Nos hubiera ahorrado el trabajo de tener nosotros que con­
jeturar el sentido de esa importancia histórica. No es por holga­
zanería que hubiese sido rico contar con ese trabajo sino para eli­
minar cierta imprecisión e indeterminación respecto a cuál era la
idea que Lacan tenía sobre este asunto. Sin embargo, habiendo
sido así las cosas es tarea para quien le interese continuar esta vía
y seguir hasta el lugar que lo lleve 15 .
En el último párrafo de página 19 dice:

"Si leemos los testimonios de la vida antigua, en todo caso del


discurso que se producía sobre esa vida -lean en ese sentido la
Política de Aristóteles, no cabe ninguna duda sobre lo que digo
del esclavo, caracterizado como soporte del saber"

Fijensé la importancia que da Lacan, por un lado, a la vida ma­


terial, concreta, desarrollada en la antigüedad desde el punto de
vista de su modo de producción, en cuanto aparece en este párra­
fo uno de los dos actores que no pueden faltar para que la produc­
ción y la reproducción de la vida social llamada "antigua" se sos­
tenga: el esclavo 16 ; por otro lado, la importancia asignada al dis-

14. El destacado es mío.


15. Jean AJlouch ha tomado al sexo del Amo como objeto de trabajo en su libro
"El sexo del Amo". Edelp, 2001.
16. Según dice Perry Anderson en su clásica obra "Transiciones de la antigüe­
dad al feudalismo", a pesar de la falta de estadísticas fiables, existen cálcu­
los que había en la Grecia del siglo V a. C. , 100.000 esclavos cuando el nú­
mero de ciudadanos llegaba quizás a los 45.000; página 15 de la obra cita­
da; editorial Siglo XXI.

199
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

curso en tanto es lo único que nos ha quedado como vía de acce­


so a, en este caso, la realidad de la vida antigua.
Encontrémonos entonces con Aristóteles porque vale la pena
ir en este punto a la referencia que hace a la cuestión del saber y
que está mencionada específicamente en "La Política" 17• El capí­
tulo 1 de este libro, habla del origen del estado y de la sociedad.
El capítulo 2 habla de la esclavitud respecto del saber. El saber
para Aristóteles consiste en la ciencia del señor, en tanto se trata
de saber emplear a los esclavos.
Hay entonces un problema para el amo que consiste en que
hay un saber que a él le es ajeno y que lo tiene el esclavo. Este no
tener lo que el otro tiene establece entre el amo y el esclavo una
relación que Lacan dirá que es de "robo", "rapto" y "sustracción"
del saber -hacer, en este caso- del primero en desmedro del se­
gundo. O sea, lo que los une, lógicamente, es el saber de uno de­
seado por el otro.
Otra referencia en cuanto al saber con el que cuenta el esclavo
es la de Hegel a través de su "Fenomenología del Espíritu" (1807).
Recordemos que, a través de su asistencia a los cursos de Kojeve,
Lacan recibió una importante influencia hegeliana. Es justamen­
te Kojeve quien nos dice en "La dialéctica del Amo y del Escla­
vo en Hegel" 18:
"El Esclavo sabe qué es ser libre. Sabe también que no es y
quiere devenir libre".
No perdamos de vista que la categoría de "saber" y específica­
mente la de "saber hacer" se corresponde con la de "trabajar". La
vida concreta del Amo y la del Esclavo se diferencian justamente
en eso, en que mientras el primero manda el segundo trabaja.
Retrotrayéndose Lacan a la antigüedad griega, recordemos la
referencia al diálogo mantenido por Sócrates con el esclavo de
Menón, en el cual queda demostrado que el criado cuenta con
un saber, a pesar de creer que no lo tiene. El saber hacer deja del
lado del esclavo la evidencia de que éste en algún momento -di-

17. Ediciones Libertador.


18. Editorial Leviatán, 2006. página 29.

200
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

ríamos siguiendo a Lacan, en algún instante-, ha caído en "la per­


plejidad" de advertir que es posible para él saber lo que él creía
no saber. La aparición de esa perplejidad introduce en el esclavo
el deseo de saber 19 •
Evidentemente el esclavo tiene una calidad de saber que el amo
no tiene; esa calidad está dada porque existe una conexión posi­
ble en él con el deseo. La cualidad que acompaña como deseo al
saber del esclavo no es atributo del saber del amo, ya que éste "no
desea saber nada en absoluto" -dice Lacan-.
Esta es la diferencia entre los saberes (el del amo y el del escla­
vo) que me interesó destacar. El amo cuenta en todo caso con el
saber pero restringido de manera práctica sólo a la posibilidad de
mandar y de manera teórica respecto a la posibilidad de hacer, más
de ningún modo con acceso, a la conexión con el deseo.
Se encuentra también una referencia directa al texto de Aris­
tóteles20 :
"Saber emplear a los esclavos constituye la ciencia del señor".
Esta ciencia -la del señor-, lo es "no tanto porque posee escla­
vos, cuanto porque se sirve de ellos. Esta ciencia en verdad, no es
muy extensa ni tampoco muy elevada, consiste tan sólo en saber
mandar". En saber mandar ¿qué cosa? lo que los esclavos saben
(y deben) hacer. Y así tan pronto como puede el señor ahorrarse
su trabajo, cede su puesto a otro para consagrarse él a la vida po­
lítica o a la filosofía. Se trata de una anticipación congruente con
la capacidad eminentemente pragmática del que, pasando por arri­
ba de la Edad Media, conoceremos luego como el horno merca­
tor, el hombre del mercado, cuyo centro de todas sus tribulacio­
nes no es más que el aumento de la tasa de ganancia.
Siguiendo la huella que nos deja Lacan hacia Aristóteles, po­
demos distinguir una vez más los dos saberes: un saber hacer aje­
no al amo, y un saber mandar propio del amo.
La distinción del SABER HACER y del SABER MANDAR conlleva una
concatenación hacia las instituciones propias de la época; Aris-

19. Platón. "Menón"; Biblioteca Nueva; página 109.


20. Aristóteles. "La Política". Ediciones Libertador.

201
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

tóteles coloca al amo en correpondencia con el esposo y el padre


(estoy hablando de la familia).
El ordenamiento de pares ordenados sería así: amo/esclavo;
esposo/esposa o mujer; padre/hijo.
Quiere decir que lo que se daba a nivel general de la vida so­
cial -al nivel del modo de producción (amo/esclavo)-, se daba
análogamente a nivel particular en la familia -(padre/hijo)-. En
el medio se encuentra una polaridad más general (aún) que la del
modo de producción y a la vez más particular (aún) que la de la
familia: la polaridad del hombre y de la mujer.
Todos los que se encontraban en una posición de ser domina­
dos debían saber hacer.

Hay otra distinción que se establece en el saber: es la del saber


teórico y el saber práctico.
El SABER TEÓRICO es nombrado taxativamente en "La Política"
mientras que el SABER PRÁCTICO no aparece en el texto aunque toma
consistencia por oposición al primero. Podemos adjudicarle el sa­
ber práctico, por lo visto hasta aquí, a quienes eran mandados.
Con lo cual quiere decir que a todo amo se le escapa la liebre
por algún lado, porque él puede teóricamente saber de qué se tra­
ta el hacer, pero es distinto saber hacerlo. Por eso se justifica con­
ceptualmente su relación con el esclavo. Si no fuera de este modo
al amo le resultaría absolutamente indiferente la existencia del es­
clavo. Esta mediación por el saber entre el amo y el esclavo es lo
que arma la dialéctica entre ellos.

En la segunda sesión del "Seminario 17", aparece otra distin­


ción respecto del saber.
Lo distinguible en este caso sería si ese saber es sabido por el
sujeto o si no lo es. Lo que queda planteado es que efectivamen-

202
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

te hay un saber no sabido y un saber sabido; este último es el que


aparece en el texto y también en nuestro lenguaje ordinario como
"conocimiento".
Lacan lo dice así:
"Lo que descubrimos en la menor experiencia del psicoanálisis
es ciertamente del orden del saber y no del conocimiento... ''.
Pero ¿qué agrega Lacan inmediatamente después? Agrega:"
o de la representación".
Como se puede comprobar, de esto se deduce una equipara­
ción entre "conocimiento" y ''representación". Digo"equiparación"
porque el "o" que aparece en la frase no se encuentra realizan­
do la operación lógica a la que obliga el disyuntor con dos obje­
tos diferentes, por ejemplo "bebida o postre" (para lo cual debió
haber dicho"( ...) y no del conocimiento ni de la representación",
sino que se muestra significando la referencia a un mismo objeto
aunque distinguido por dos nombres; es decir, una operación de
sinonimia, por ejemplo "corcel o caballo".
El saber que se sabe, sería el ligado al conocimiento, a lo que po­
demos conocer de las cosas, o mejor dicho a lo que creemos cono­
cer. Es el saber de la representación, este objeto y luego concepto
que estudió tradicionalmente la psicología, que tenía que ver con
la forma en la que se suponía que el hombre tenía idea de las co­
sas; la representación de la cosa. Por eso Lacan va a decir: el saber
del que yo hablo, que es este saber del que no se sabe, que es este
saber que no se sabe, no es un saber de la representación, sino un
saber que es el del significante (formalizado como S2).
¿cuál sería la diferencia entre representación y significante, to­
mando la primer parte de la fórmula "El significante es lo que re­
presenta al sujeto" ? La diferencia con la representación es que el
significante no es lo que el sujeto sabe/conoce del mundo.
La pregunta sería ¿cuál es la diferencia entre el significante y la
representación? La representación es el elemento que utilizó Freud
y que venía de la mano de la filosofía y de la psicología primera.
Supuestamente, era a través de las representaciones de las cosas
que nosotros podíamos conocer el mundo. Recuerden las nociones
freudianas de representación-cosa y de representación-palabra. La

203
DIEGO COPPO j LACAN-MARX

representación era aquello que nos permitía acceder a la cosa, co­


nocer a la cosa en función de nuestra representación "mental".
Cuando Lacan toma de la lingüística la noción de significante,
éste ya no vale por la cosa a la que puede referir, sino por la pro­
piedad de ser representante del sujeto. Por la misma limitación
propia de la representación es que me veo obligado a intentar ha­
cer una mostración de carácter ilustrativo, lo que se dice corrien­
temente una ejemplificación21 •
Es cierto que la representación tampoco se representa a sí mis­
ma, pero lo que sí es ineluctable es que en toda la tradición filo­
sófica la representación no fue tomada en su relación con otra re­
presentación sino en su relación con la cosa; la noción de referen­
cia es la que está en juego22 . Es un cambio de ángulo; no importa
si la representación representa más o menos fidedignamente a la
cosa, sino que lo que más importa es que ahora el significante re­
presenta al sujeto y lo representa ante otro significante.
Alumno: Igual no deja de salir en este caso del marco de la represen­
tación, porque si representa al sujeto, está en el terreno de la re­
presentación.

Coppo: Claro, pero si representa al sujeto lo hace porque hay otro ele­
mento para quien vale esa representación del sujeto y ese otro
elemento es -también- un significante, el cual no puede no ser
más que otro (significante). En el caso de la representación, tal
vez bastaría que represente a la cosa lo mejor posible, que expre­
sara las propiedades de la cosa lo mejor posible y no sería nece­
sariamente frente a otra representación.

21. En agosto de 1919 Ludwig Wittgestein le escribe a Bertrand Russell: "El pun­
to fundamental es la teoría de lo que puede ser expresado mediante proposi­
ciones -esto es, mediante el lenguaje- (y, lo que es lo mismo, lo que puede
ser pensado) y lo que no puede ser expresado mediante proposiciones, sino
sólo mostrado; creo que esto es el problema cardinal de la filosofía". Ver:
Wittgestein, L.; "Tractatus lógico-philosophicus"; Ed. Alianza; Introducción
de Isidoro Reguera y Jacobo Muñoz.
22. Para profundizar en esta materia, ver "Concepciones de la referencia"; Or­
lando, Eleonora; Eudeba; 1999.

204
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

Me animo a decir que hay un intento en la lectura lacaniana de


reforzar la advertencia de que no se trata de lo fidedigno de la re­
presentación en la relación que ella mantiene con el mundo. No
es eso lo más importante, sino que lo más importante es la rela­
ción entre los elementos del mundo simbólico, entre los elemen­
tos significantes y a su vez los avatares del sujeto articulado en­
tre esos elementos. Por eso es que se dice que representa el signi­
ficante a un sujeto para otro significante.
Uno puede darle prioridad a la representación en relación a
la cosa y ese es un problema de teoría del conocimiento. ¿cómo
hacemos para conocer la cosa? El hombre no tiene otra forma de
hacerlo sino a través de representarse el mundo.
En el caso del significante, se pierde la referencia al mundo, a
la cosa del mundo y la referencia del significante pasa a ser el suje­
to; lo representa frente a otro significante ¿Qué quiere decir esto?
Que el sujeto es un sujeto que está ubicado, localizado con y en
el mundo del lenguaje. Entonces para tener algún acceso al suje­
to no hay otro camino que el lenguaje.

¿Qué tiene que ver esto con el saber?

Vamos a ver si lo podemos deducir de los propios términos del


texto.
En el punto 2, página 33. Lacan dice:
"Si hay un saber que no se sabe, ya lo he dicho, se instituye en
S2, es decir, lo que yo llamo el otro significante".
En la estructura del discurso del amo hay un significante (S1),
y hay otro significante (S2). Ambos se encuentran unidos por un
vector que Allouch refiere al movimiento23 , es decir, al aspecto di­
námico de esa relación. Al S2 lo habíamos caracterizado como una
red, como una batería significante. Entonces, del conjunto cuyos
elementos pertenecientes son los significantes, desconocemos su
límite. Podemos suponer que es limitado, pero no conocemos su
límite en cuanto a la cantidad de significantes.
23. "El sexo del amo"

205
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

Este otro significante (S2) no está solo. No está solo ¿por qué?
Porque está con otros: S3 , S4, Sn. En la parte superior del materna
del discurso del amo sólo aparecen S 1 y S2 porque recuerden que
"materna" es el elemento mínimo de enseñanza; por lo tanto es el
máximo esfuerzo de formalización para representar una relación
general: la del significante con otro significante. Es por eso que a
S2 le vale también su Otro, es decir que ese S2 puede valer como
S 1 , que a su vez tendrá ahora un nuevo S2 .
Recuerden que el lugar de S2 es el lugar del Otro. Dice:
"El vientre del Otro, el A mayúscula, está lleno de ellos" -de sig­
nificantes-. "Es este vientre lo que da pie, como un monstruo­
so caballo de Troya, al fantasma de un saber-totalidad. Sin em­
bargo está claro que su función implica que algo venga a llamar
desde afuera, sino no, no puede salir nada (. . .) ''.

Lo que viene "a llamar desde afuera" al interior de Troya es el


caballo, el S 1 •
Si no hay algo que llame desde afuera es imposible pensar cual­
quier dinámica. El sujeto, desde el punto de vista de que es de len­
guaje, lo es en tanto se representa. No digo que se hace represen­
tar ni que se tiene que representar porque en cualquiera de los dos
casos estaría adjudicándole una posición de agencia a él, en el pri­
mer caso, o a algún logos que obligue al sujeto a tener que repre­
sentase, en el segundo. Soy más humilde por ahora y digo que el
sujeto se representa. Esta representación del sujeto es la eviden­
cia de la que partimos siempre en psicoanálisis ya que se nos pone
delante en forma de síntoma.
El sujeto es representado por S 1 . Con ese S 1 el sujeto se repre­
senta frente a esa trama de significantes. Precisamente esa trama
de significantes es el saber que el sujeto no sabe pero con el que
está relacionado según nos lo dice la teoría del significante -el sig­
nificante no se representa a sí mismo- siendo el vector lo que nos

206
CLASE VIII I H!ST0RJA, SABER Y BUR0CRACJA

indica que existe una relación determinada entre ellos. Ese saber
que no se sabe ya dijimos no es conocimiento. Más adelante di­
rectamente lo llama: saber inconsciente.
Fíjense que seguimos haciendo diferenciaciones de una idea su­
puestamente única de saber.
O sea, podríamos llamar a esto la problematización de la idea
de saber. Tal problematización, o lo que es lo mismo, tal diferen­
ciación se hace evidente cuando a cualquier sustantivo se lo ad­
jetiva y éste es el caso respecto del saber. Cuando digo "La silla
marrón", en la medida que digo que es marrón, -ya- estoy pre­
suponiendo que hay otros colores, o que puede haber otros co­
lores. El adjetivo marrón rompe la supuesta unicidad de las sillas
en cuanto al color.
En la medida que el saber es saber inconsciente, nos abre la
puerta a por lo menos otro saber u otros saberes. En este caso el
por lo menos otro saber queda constituído como el saber concien­
te. No es este el que trata de destacar Lacan ya que la filosofía con
Descartes y luego la psicología lo habían establecido ya.

EL CAMBIO DE O EN EL DISCURSO

Estuvimos hablando hasta ahora del discurso del amo, pero


como habíamos visto, podríamos tomar la existencia de estos ti­
pos de discurso en su aspecto dinámico, en sus cambios, en sus
transformaciones. Anteriormente destacábamos ese "un momen­
to" que decía Lacan en el que puede virar el discurso.
Vamos ahora a este punto. Existe un momento en el que lo que
hasta allí era saber inconsciente, un conjunto de significantes, ubi­
cado en el lugar arriba a la derecha -lugar que Lacan llama del tra­
bajo (página 182) o lugar de "la explotación más o menos tolera­
ble" (página 192)- pasa a estar en el lugar dominante, es decir, al
lugar de arriba a la izquierda. ¿Qué quiere decir?
Al pasar el saber a estar en el lugar dominante una forma de
leerlo podría ser que ahora no se ejerce la tiranía del amo sobre al
esclavo en esa relación de dominación personal en la que el Amo

207
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

se impone por la fuerza. Vayamos a la historia y preguntémonos:


¿de qué modo el amo se procuraba los esclavos en la guerra? Por
la captura; se trataba de capturar el cuerpo del otro y ponerlo, obli­
gándolo, a trabajar. Era la forma dominante en que el amo reclu­
taba fuerza de trabajo.
Marx dice en "Grundrisse":
"La relaciones de DEPENDENCIA PERSONAL (al comienzo sobre una
base del todo natural) SON LAS PRIMERAS FORMAS SOCIALES, EN
LAS QUE LA PRODUCTIVIDAD HUMANA SE DESARROLLA... " 24•

Perry Anderson dice en "Transiciones de la antigüedad al feu­


dalismo":
".. .la principal fuente del trabajo esclavo era normalmente la cap­
tura de prisioneros de guerra( ... ). Los campos de batalla propor­
cionaban mano de obra para los campos de cereales( ... )"25

Por supuesto que es el proceso de producción y reproducción


humana el que une al amo y al esclavo en determinado momento
de ese proceso bajo una determinada forma social conocida des­
de el marxismo como esclavismo.
Pero como dije anteriormente puede contarse también como ele­
mento de unión entre el amo y el esclavo el saber específico que es
el saber hacer del esclavo y del cual dijimos que carecía el amo
Esa mención de Lacan acerca de la mostración socrática en el
Menón haciendo traer a un esclavo para que los amos escuchen
cómo es el saber hacer, nos hace pensar que el amo quiere saber,
siendo que estructuralmente o hasta antes de cierto momento La­
can nos recuerda que al amo nunca le interesó el saber. El amo lo
que siempre quizo es que las cosas marchasen. Podemos transcri­
bir aquí "marchasen" por "produjesen"
¿oe dónde le vendrá al amo esta pretención de saber? Cómo

24. Ed. Siglo XXI. Página 85. Subrayado mío.


25. Ed. Siglo XXI. Página 21.

208
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

tantas otras cosas es la vida práctica la que llevó al amo a esa pre­
tensión y la aparición de los signos del no sostenimiento del or­
den.
Retornando al libro ya clásico de Perry Anderson, veamos:

"Normalmente, la historia antigua está separada de la historia


medieval por un abismo profesional que muy pocas obras con­
temporáneas pretenden colmar".

Anderson delimita su objeto en cuanto período histórico del


siguiente modo:

"El presente ensayo explora el mundo social y político de la An­


tigüedad clásica, la naturaleza de su TRANSICIÓN hacia el mun­
do medieval y ... " 26

Si se trata entonces de una transición hacia el mundo medie­


val, se confirma ese "un momento" que destacábamos en boca de
Lacan en el cual el discurso del amo, el de la dominación direc­
ta y personal, tiene sus límites. A partir de ese momento el con­
trol del saber hacer a favor de quien se encuentra siempre en po­
sición de dominio puede establecer otro tipo de dominación que,
si bien puede mantener la dimensión personal, presenta al mismo
tiempo una variación.

EL BURÓCRATA AL LUGAR DOMINANTE

Cuando se produce esa transformación, cuando el S2 pasa al


lugar dominante -arriba a la izquierda-, dice Lacan que ese S2 es
"todo saber"27• Si todo es saber no sabemos que será lo que sobre
él pueda intervenir, tal como acaecía cuando el S 1 -en posición
dominante- intervenía sobre Troya, sobre S2 • ¿por qué en este
26. Op. Cit. Pág. l. El destacado es mío.
27. Seminario 17, pág. 32. 28 renglones más abajo Lacan trata de reforzar la idea
del todo saber intercalando un guión; queda: "todo-saber".

209
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

punto Lacan introduce una idea que no es propia hasta ahí del
psicoanálisis? Me refiero a la idea de BUROCRACIA. Esta idea pasó
por las manos de Hegel, las de Marx y las de Weber entre otros.
Es decir, transcurrió de la filosofía, luego a la economía política y
finalmente a la sociología. ¿cómo se entiende esta introducción
del término "burocracia" en la teoría psicoanalítica?
Introduzcamos desde afuera de la teoría algunas impresiones
sobre la noción de burocracia, agente de cuyo logos porsupues­
to es el burócrata.
La denuncia y la supresión del Estado Moderno, cuya figu­
ra representa el bien público y la voluntad general ante el indivi­
duo recluido en su esfera privada que lo reconoce como univer­
salidad a pesar de ser aquello tras lo que se oculta el interés par­
ticular, es según Hegel la tarea de la burocracia. Marx rechaza­
rá esa asignación en tanto reconocerá en ella una mixtificación.
En toda mixtificación se produce el efecto de todo-saber. Fíjen­
se cómo podemos hacerle definir a Levin junto al Joven Marx al
S2 en el lugar del dominio: la burocracia es "una nueva intento­
na de intereses facciosos de hacerse con los atributos de univer­
salidad del Estado".
Noten hasta qué punto hay una coincidencia en la lectura filo­
sófica, económica y psicoanalítica:
"El burócrata es en virtud de ese quid pro quo la superación
perversa de la persona escindida" 28•
De ninguna manera puede advenir el síntoma, el sujeto escin­
dido al lugar dominante si tenemos en el lugar dominante (arriba
a la izquiera) al todo-saber, o sea, al burócrata. Tal vez, es por el
desenvolvimiento de las ideas que Lacan en este lugar hace una
mención a la democracia.
Fíjense cómo Lacan a medida que va hablando de una cues­
tión que surge de la clínica, va al mismo tiempo refiriéndose, tal
vez de un modo sincrético, a cuestiones que hacen a la organiza­
ción social.
Estuvimos hablando de la relación del amo y el esclavo, es de-
28. "El Capital Tecnológico'; Pág. 47.

210
CLASE VIII I HISTORIA, SABER Y BUROCRACIA

cir, del modo de producción esclavista; ahora nos habla del bu­
rócrata.
El discurso del burócrata, al que pongo en relación de sinoni­
mia con el discurso universitario, mantiene con el saber una rela­
ción y esa relación produce como efecto lo que Lacan llama una
nueva tiranía, pero ahora del saber.
León Trotsky -quien sin duda sufrió con su propia carne la ac­
ción de un tipo de burocracia muy singular e irrefutablemente de
una incidencia central en la historia del siglo XX, me refiero a la
burocracia obrera- captó que en la esencia de la burocratización
se encuentra un saber que no en menor grado es supuesto.
"La autoridad burocrática tiene como base la pobreza en artícu­
los de consumo y la lucha contra todo el mundo que resulta de
esa pobreza. Cuando el almacén tiene mercadería bastante, el
traficante puede venir en cualquier momento. Cuando hay po­
cas mercaderías, los compradores tienen que hacer cola. Cuan­
do la cola se hace muy larga se impone la presencia de un agen­
te de policía para mantener el orden. Tal es el punto de partida
de la burocracia soviética. Ella "sabe" a quién debe dar y quién
debe esperar''29•

Por si alguien pudiera caer en confusión, las comillas en el


"sabe" no fueron puestas por mí sino que se encuentran en el tex­
to de Trotsky. Es decir, no le pasó a él inadvertido que ese saber
no era el que se desenvuelve en el lenguaje ordinario y a extraerlo
de él es que vienen las comillas. Los compradores de la cola son
quienes sostienen ese extraño saber que es de esa naturaleza por
ser supuesto. Es decir, con el desarrollo pendiente de la idea de
burocracia mencionada en el texto de Lacan, el psicoanálisis pone
a consideración de la comprensión de la estructura de los grupos
-y para ser más freudianos "de las masas"-, el valor que tiene en
el sostenimiento de cierto orden el lugar del saber.
¿Qué pasa con el saber para el psicoanálisis? En principio no
está en el texto, pero en función de lo que estuvimos diciendo, el
29. "La Revolución Traicionada"; Editorial Proceso; página 111

211
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

psicoanálisis ya es consciente del hecho de que si nos figuramos


al saber como un conjunto, entonces podemos decir de él que a
sus elementos pertenecientes siempre puede agregársele uno. El
límite de la cantidad de significantes no lo sabemos, no sabemos
cuántos son para ese sujeto; pero lo que sí sabemos es que justa­
mente, como sabemos que no sabemos cuántos son, sabemos que
tenemos limitado nuestra capacidad de aprehender el saber.
Carnap, ese "filósofo de fama mundial", reconociendo que el
lenguaje tiene una capacidad infinita de formular enunciados,
creó para ejemplificar la teoría de Tarsky el artificio de un lengua­
je con un número finito de oraciones. Esa creación, por ser tal,
nos habla a las claras de que en el orden del lenguaje ordinario
existe la propiedad de introducir nuevos elementos en el conjun­
to de enunciados que constituye el lenguaje. Esa propiedad es un
ataque mortal para el discurso universitario. De esa naturaleza es
la transformación que se da en el pasaje del discurso universita­
rio al de la histérica
Por eso Lacan habla ahí desde el punto de vista del psicoana­
lista y establece a la interpretación como la herramienta que ca­
racteriza a su discurso -al del psicoanalista-, ya sea por la vía del
enigma o por la de la cita. Se impone así la máxima consciencia
de que el saber no puede ser sostenidamente todo-saber salvo en
la medida que se profundice el ocultamiento de la escisión. Es en
este sentido que se podría afirmar que la interpretación psicoana­
lítica constituye un ataque a la burocracia.

212
CLASE IX

APLICACIÓN DE LA TEORÍA
DE LOS DISCURSOS

Utilizando el mismo método que Marx usó para estudiar el ca­


pital, partiendo de lo que tiene delante de los ojos -la mercancía-,
en el caso del psicoanálisis parto de lo que tengo delante: el discur­
so. Tomemos otra de las definiciones que de él nos da Lacan:
"El significante (...) se refiere a (. . .) un discurso, es decir, un modo
de funcionamiento, UNA UTILIZACIÓN DEL LENGUAJE COMO VÍNCU­
LO. (. . .) El vínculo (. . .) es un vínculo ENTRE LOS QUE HABLAN"'.

El discurso y su relación con el síntoma constituye el preciso


lugar en el que el analista interviene.
El síntoma que trae el analizante es coherente con el carácter
sintomático del lenguaje en tanto éste se encuentra escindido en
significante/significado (Saussure) o lo que puede decirse /lo que
no puede decirse (Wittgenstein)
Desde ahí Lacan monta un aparato teórico para poder deslindar
las diferencias de eso que discurre, de ese discurso. Sin un apara­
to teórico no hay diferencias, es el habla en bruto. Con un apara­
to teórico en general, y con este aparato teórico en particular diri-
l. Seminario 20; "Aún", pág.41.

213
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

gido a los discursos, se pueden establecer diferencias y por lo tan­


to tipologías. Esa tipología nos permite a su vez localizar los ele­
mentos en la estructura de los discursos y las funciones que ellos
cumplen de acuerdo a su localización.
Este aparato teórico ¿a qué se aplica? Ya dijimos: al discurso.
Y ¿qué es el discurso? ¿Es lo que dice una persona? Por ejemplo,
en el contexto de un consultorio, de un tratamiento analítico, si y
no. Sí porque el discurso es lo que esa persona dice; no, porque el
discurso es también lo que se produce como efecto de las mani­
festaciones concretas que constituyen los enunciados.
Cuando el trabajo con el discurso se nos plantea en el contexto
de una institución, tal como el fragmento del caso que hace pocos
días nos presentaron las colegas acerca del trabajo que ellas hacen
en una escuela. En ese caso todo comenzaba a partir de la pala­
bra de un niño. Se trataba de buscar en el conjunto de una masa
discursiva que recibimos -inclusive proferida por distintos miem­
bros de las institución-, el discurso del niño ¿Dónde está? ¿cuá­
les son los enunciados que él dice? Sobre ese discurso se puede
intentar aplicar este aparato teórico, pero para eso debemos te­
ner el objeto de trabajo y en este caso ese objeto no es otro que el
discurso concreto.
Habíamos concluido que del discurso del niño teníamos bas­
tante poco; lo que habíamos señalado era que hablaban distintas
personas sobre el niño; había sí, varios emisores de diferentes dis­
cursos; era ya bastante difícil localizar enunciados del chico. Si el
objetivo era aplicar este aparato teórico al discurso del niño, ha­
bía que hacer cierto trabajo entre la maleza para encontrar a ese
discurso; antes que los padres retirasen y cambiaran de escuela al
pequeño, perdiendo de ese modo nuestro objeto: el discurso.

A) APLICACIÓN Y SÍNTOMA EN EL CASO CATALINA

Otra aplicación sería contar con este aparato teórico a fin de


determinar si el síntoma se encuentra en el lugar dominante, o lo
que es lo mismo, localizar al síntoma.

214
CLASE !X j APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

Como primer punto dentro de la instauración de un plan estra­


tégico nos preguntamos ¿cuál es nuestra mercancía en términos
de Marx? ¿cuál es el objeto del cual partimos? El síntoma. Sería
ahí donde se justifica la intervención de una lectura analítica, sea
ella de intensión o de extensión.
Para hacer este trabajo hay que hacer cierta elaboración. Para
tener el síntoma relativamente circunscripto, hay que hacer cierto
trabajo. Esto vale tanto para el llamado psicoanálisis aplicado como
para el conocido comúnmente como psicoanálisis ortodoxo.
Una persona que consulta a un analista lo hace por diversos
motivos. Supongamos que un analista que se desempeña en ins­
tituciones escolares recibe una demanda desde algún integrante
de esa institución cuya forma es la siguiente: "Hay un chico que
pega". Si uno lo tomara como un significante, más allá de que uno
recuerda a Foucault citando a su vez a Beckett respecto de "No
importa quién habla", si uno toma al fragmento de discurso cons­
tituído por "Hay un chico que pega" para asignarle el valor de sig­
nificante, lo hace sobre un segmento del discurso. A partir de ese
segmento podemos seguir al discurso en una dirección o en otra.
Pero ¿cuál es el objeto que a nosotros nos resulta relevante en el
seguimiento del discurso a partir de ese segmento? Nuestro mo­
jón en ese sentido es el síntoma.
Si a una línea discursiva no le aplicamos el aparato teórico de
conceptos tales como significante, signo, discurso, no nos será po­
sible dar un solo paso en dirección al sujeto del inconciente. Es
más, sin la aplicación de algún tipo de aparato teórico no se me
ocurre cómo puede llegar a constituirse en significante uno u otro
fragmento de discurso. El habla, o sea, la puesta en acto de la len­
gua, por supuesto que es signo de que alguien habla, pero es co­
nocida la diferencia existente entre signo y significante. Ella -se­
gún dice Lacan que dice Pearce- es que el signo es lo que repre­
senta algo para alguien. Por ejemplo si uno ve humo, para alguien
puede ser el signo de la existencia de fuego. "Pegar", devenido de
"Hay un chico que pega" puede ser un signo pero vaya a saber de
cuántas cosas.

215
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

Un significante no es un signo para alguien, sino que es lo que


representa a un sujeto para otro significante. Como puede apre­
ciarse, la definición es totalmente distinta respecto de la de signo.
Del significante no se dice que representa de manera genérica a
"algo" -tal como sí ocurre con el signo-. Por el contrario, el signi­
ficante representa de manera específica al sujeto. O sea, el signo y
el significante comparten la función de representación pero el se­
gundo lo hace respecto de sólo una entidad: el sujeto
Entonces, si parto de "Hay un chico que pega" el primer traba­
jo es establecer si se trata de un signo o de un significante ¿cómo
lo hago? ¿cómo lo transformo, en el caso de que lo consideremos
hasta ese momento signo, en significante? Para transformarlo en
significante necesito al otro significante que permita establecer el
materna, la expresión mínima de la cadena significante. Por eso
se impone como necesidad hablar con el niño para escuchar qué
nos dice y para establecer cómo el primer significante se resignifi­
ca por la intervención del otro significante. Ahí ya estaríamos for­
mateando una aplicación del aparato teórico al discurso que nos
procuramos como objeto.
Si ya tuviéramos al conjunto de los significantes S 1 y S2 ¿cuál
sería nuestro objetivo siguiente? Si hacemos esto, si lo invitamos
a que siga hablando, si ofertamos nuestra escucha para que conti­
núe hablando es porque suponemos que hay un sujeto del incons­
ciente, un sujeto escindido.
Nuestro siguiente paso sería llevar esta escisión al lugar domi­
nante ¿cómo hacer? En qué momento un analista -que es en un
sentido lo mismo que decir el discurso del analista- advierte la es­
cisión ¿cómo se percata de ella? Está el pescador ahí, tiene que
esperar la oportunidad. Se tienen que dar varias condiciones: el
hablante por un lado y el analista. A su vez, tenemos que repre­
sentar alguien de cierto valor para el sujeto ¿Por qué en caso con­
trario, por qué alguien se dirigiría no sólo a un analista sino en ge­
neral a alguien? No tiene por qué necesariamente tener que diri­
girse a un analista; puede qu'e lo haga porque alguien lo manda.
Son muchas las variables que hay que considerar para establecer
las condiciones de que lo que se encuentra abajo a la izquierda

216
CLASE !X I APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

en el discurso del amo -el S tachado- pueda subir, pasar al lugar


dominante -arriba a la izquierda.
Todo esto parece ser un trabajo que requiere de un ámbito prácti­
co y teórico muy artificial, extremadamente artificial, lo que a veces
se conoce con el nombre de "dispositivo". Bajo esta idea no podría
realizarse por ejemplo la puesta a prueba de la teoría de los discur­
sos en ciertos ámbitos institucionales, como por ejemplo una escue­
la. Me inclino a apoyar la tesis de que el dispositivo se sustenta sólo
en el aparato del lenguaje. Mi idea es que el dispositivo es indepen­
diente de todo elemento que no corresponda al orden simbólico
Para realizar el ejercicio de aplicación de la teoria de los discur­
sos quiero invitarlos a que recorramos el caso2 Catalina, uno de los
que Freud presenta en "Estudios sobre la histeria" (1894)3.
Se trata de una chica de 17 ó 18 años con la que Freud habla en
una conversación circunstancial, aunque por el cariz que ella fue to­
mando con su desarrollo podemos decir que luego dejó de tener tal
carácter. Freud está de vacaciones, sube a una montaña de aproxi­
madamente 2000 metros de altura; dice pretender en ese lugar ol­
vidar durante algún tiempo la Medicina. En ese marco se le acerca
una joven. Se trata de la camarera, hija del dueño de donde Freud se
hospeda. Ella leyó en el registro del hotel que la profesión del hués­
ped era la de médico; lo siguió y le formuló la pregunta clave:
"El señor es médico, ¿verdad?". "Si" -respondió él-. Es así que
ella le cuenta que está"... enferma de los nervios".
Aquí nos detenemos para plantear la siguiente hipótesis:
Todo discurso, en principio, es del amo, cuya representación
es:

S, --S1
g

2. Solicito al lector adjudicarle al término "caso" toda la fuerza semántica que


se pueda ya que en el recorrido del texto freudiano tomará un tenor que lo
elevará a concepto.
3. Las citas fueron tomadas de la traducción de López Ballesteros para Edito­
rial Biblioteca Nueva.

217
DIEGO COPPO j LACAN-MARX

de donde:

"estoy enferma de los nervios" --S2


g

El transcurso del relato de Freud se circunscribe a la conversa­


ción que mantiene con la joven en un lugar alejado de toda orto­
doxia no sólo psicoanalítica sino directamente clínica: la cima de
una montaña. Como quien no puede desviarse del destino que tie­
ne ya asignado, Freud admite su tentación cuando reconoce: "In­
teresándome el hecho ... comencé a interrogarla".
Todo comienza de este modo: ella pone a consideración del
médico el S 1 y Freud pone a prueba el tendido del puente que lle­
varía desde ese significante hacia S2 ; el inicio del interrogatorio
apunta a ese fin. Ella le cuenta su padecimiento y cuando el diá­
logo llega al final -de lo que para Freud fue sin duda la realiza­
ción de un trabajo- él dice: "Entretanto he llegado yo a la com­
prensión de su caso".
Sin que la falta de elementos clásicos del contexto (diván) o la
presencia de otros también ajenos a la tradición (montañas), le sig­
nifiquen obstáculos y mucho menos imposibilidades, es notable la
disposición freudiana a asignarle y reconocerle al síntoma el lugar
dominante para luego intervenir a partir de él y sobre él.
Dice:
- "Bien. Dígame usted, lqué es lo que siente?

- "Me cuesta trabajo respirar. No siempre pero a veces parece


que me voy a ahogar."

Nótese que ya estamos en el ámbito del síntoma; ella ya pre­


sentó sus síntomas: un "complejo de sensaciones angustiosas" del
que Freud destaca el ahogo; el S ya está en el lugar dominante y la
joven ya se dispuso a continuar hablando. Empezó el juego.

218
CLASE IX I APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

de donde:

ahogo ---- "estoy enferma de los nervios"


a

Alumna: lAhí se transforma el signo en significante?

Coppo: El signo se transforma en significante debido a la relación de su­


posición de saber de Catalina respecto de Freud. Estando un sig­
nificante en relación con otro/s significante/s, se establece ya la
expresión mínima del lenguaje, la de dos significantes. Recuerden
que el significante siempre está ubicado en el enunciado, porque
el significante es la materia, el material del lenguaje, del lenguaje
dicho. En cambio, el efecto del significado o sea, lo que surge en
la enunciación, surge por la relación entre los dos significantes.
Puede ser que se produzca algún lapsus en este discurrir, con lo
cual eventualmente advendría un significado no esperado; esa se­
ría una vía de contacto con la enunciación.

Otra posibilidad es que del trayecto extendido del significante,


es decir, de la relación de un significante con otro significante, y de
éste último a su vez con otro significante, surja en "un momento"
un significado; otra vez, se produce un efecto en la enunciación.
Esto fue mencionado en una clase anterior respecto de la inter­
pretación filosófica, cuando dije que ella siempre se da en el nivel
del significado o de la enunciación. Es una interpretación filosó­
fica de lo que se escucha o de lo que se dice.
En cambio la interpretación psicoanalítica entrega un significa­
do pero como efecto del interjuego significante. No hay una agre­
gación dada por el sujeto en tanto agente sino que el efecto sujeto
lo es lógico y producto de la operatoria del significante; arroja de
ese modo un significado que no teníamos hasta ahora a partir de

219
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

que se ha localizado (al (mismo) tiempo) un significante que tam­


poco teníamos hasta ese momento.
Tratemos de despejarlo en el propio texto de Freud sobre Ca­
talina, a ver si nos es posible ilustrarlo. En el caso Catalina no hay
un lapsus. Lo que hay es un relato, el cual por otra parte es muy
breve y se restringe sólo a una conversación4 • Por eso creo que
en toda entrevista "tiene que pasar algo"5 y este "tiene que pasar
algo", desde el punto de vista analítico, es una inversión dialécti­
ca producida en y por el sujeto. Hay que trabajar estratégicamen­
te para que ese algo específico suceda. Eso que debe pasar no tie­
ne su lugar de verificación en otro sitio que no sea la práctica. Si
tratarnos que emerja algún significante que funcione corno tal, tie­
ne que pasar algo para que eso emerja.
La chica dice que le cuesta respirar: "No siempre. Pero a veces
parece que me voy a ahogar".

- "No presentaba esto a primera vista un definido carácter neNioso,


pero se me ocurrió en seguida que podría constituir muy bien una
descripción de un ataque de angustia en la cual hacía resaltar la suje­
to de entre el complejo de sensaciones angustiosas la de ahogo".

Freud ya va delimitando, va dibujando, va recortando el discurso


y va adjudicando relevancia, valor a alguno de los significantes.
El le dice:

- "Siéntese aquí y cuénteme lo que le pasa cuando le dan esos


ahogos".

Es notable cómo la invitación a sentarse realizada por Freud


y la aceptación por parte de Catalina dan la prueba del progreso

4. Sobre el término "conversación", leemos en los últimos seis renglones del tex­
to antes de la "Epicrisis": ''Aunque nada he vuelto a saber de Catalina, espe­
ro que su CONVERSACIÓN conmigo, en la que desahogó su espíritu, tan tem­
pranamente herido en su sensibilidad sexúal, hubo de hacerle algún bien".
El subrayado es mío.
S. Idea y expresión citada de Jorge Chamorro.

220
i
CLASE IX APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

en la instalación del vínculo social, por supuesto claro: la trans­


ferencia.

- "Me dan de repente. Primero siento un peso en los ojos y en


la frente. Me zumba la cabeza y me dan unos mareos que parece
que me voy a caer. Luego se me aprieta el pecho de manera que
casi no puedo respirar".

- "¿y no siente usted nada en la garganta?"

- "Se me aprieta como si me fuera a ahogar".

- "Y en la cabeza, ¿nota usted algo más de lo que me ha di-


cho?"

- "Si, me late como si fuera a saltárseme ".

- "Bien. ¿Y no siente usted miedo al mismo tiempo?"

- "Creo siempre que me voy a morir. Y eso que de ordinario soy


valiente. No me asusta bajar a la cueva de la casa, que está muy
oscura, ni andar sola por la montaña. Pero cuando me da eso no
me encuentro a gusto en ningún lado, y se me figura que detrás
de mí hay alguien que me va a agarrar de repente".

Fíjense cómo una de las cosas que Catalina dice -" . . . a veces
parece que me voy a ahogar:'- pasa a estar articulada con otros
varios elementos -significantes- muy específicos a los cuales po­
dríamos hacer corresponder con los que ilustrativamente Lacan
había señalado como en el interior del caballo de Troya.
El conjunto de los elementos significantes del lenguaje es infi­
nito. Sin embargo a nosotros, ese conjunto se nos va recortando
en cada persona particularmente, para de ese modo hacer posible
la operación de localización del sujeto.

- ''Así, pues, lo que la sujeto padecía eran, en efecto, ataques de


angustia, que se iniciaban con los signos del aura histérica, o, me-

221
DIEGO COPPO ¡ LACAN-MARX

jor dicho, ataques de histeria con la angustia como contenido. Pero


¿no contendrían también algo más?" pregunta Freud.

- "¿Piensa usted algo -lo mismo siempre- o ve algo cuando le


dan esos ataques?"

- "Si; veo siempre UNA CARA MUY HORROROSA que me mira con ojos
terribles. Esto es lo que más miedo me da"6•

Este detalle ofrecía quizás el camino para llegar rápidamente al


nódulo de la cuestión. El detalle es que ve siempre una cara muy
horrorosa que la mira con ojos terribles.
Estamos hilando fino, fíjense cuando le dice: "¿Piensa usted
algo lo mismo siempre, o ve algo cuando le dan esos ataques?"
Este". . . lo mismo siempre,... " está apuntando a la repetición.
La combinación del "algo" con"lo mismo" y con "siempre"
forma el elemento que, ocupando ese lugar, responde a las con­
diciones que Lacan estableció para su objeto a. Freud identifica a
la angustia como contenido alrededor de esta "una cara muy ho­
rrorosa".
Recordemos las palabras de Lacan aquel 9 de enero de 1963:

"La señal de la intervención del objeto a es la angustia"


"La angustia, nos ha enseñado Freud, cumple, con relación a
algo, la función de señal".

Planteo la hipótesis, a partir de su relación con la angustia, de


que esa "cara muy horrorosa" cumple la función del objeto a. La
cualidad de "horrorosidad" que posee esa "cara" retira a esta última
de cualquier definición de objetividad y en este sentido, se sostiene
mi hipótesis desde otra especificación lacaniana del 9 de enero:

". . . ese objeto, del que hablaremos bajo el término a, es justamen­


te un objeto externo a toda definición posible de la objetividad''.
6. El subrayado es mío. A esa cara horrorosa Freud la denominará casi al final
del artículo: "alucinación".

222
CLASE IX j APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

La intervención de Freud dirigiéndose hacia el "algo" ha colo­


cado a esa "cara': específicamente por su carácter de "horrorosa':
en el lugar del objeto a y ha llevado éste a su vez a la posición de
dominante, conformando de este modo el discurso del analista:

a--S
S,

de donde:

"una cara muy horrorosa" ---- ahogo


s,
Mantengamos nuestra hipótesis y veamos si continuando con
el texto del caso freudiano ella se sostiene. Freud pregunta a la jo­
ven:
- "¿ Y reconoce usted esa cara? Quiero decir que si es una cara
que usted ha visto realmente alguna vez"7•
- "No", responde ella.

Es decir, la "cara muy horrorosa" no tiene relación con refe­


rente del mundo alguno, por supuesto que a condición de que en­
tendamos por "referente" y por "mundo" el círculo de sus acep­
ciones más pobres.
Freud repregunta:
- "¿Sabe usted por qué le dan a usted esos ataques?"
- "No", dice ella.

Catalina admite no resultarle inteligible, es decir, ordenado por


un principio causal, la razón de sus ataques. Es decir, el límite del
7. Notemos hasta qué punto a esta altura el reconocimiento era para Freud
eventualmente logrado únicamente a partir de "lo visto''.

223
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

saber se ha hecho presente y por lo tanto se fortalece nuestra hipó­


tesis sobre la instauración a esta altura del discurso del analista.

- "¿Cuándo le dio el primero?"


- "Hace dos años cuando estaba aún con mi tía en la otra monta-
ña, hace año y medio nos trasladamos aquí pero me siguen dan­
do los ahogos".

Es notable cómo tantas veces la persona pretende en la geo­


grafía afectar al sujeto en su dimensión simbólica. El traslado de
montaña a montaña y, sin embargo, el mantenimiento del orden
del discurso, aumentó el descorazonamiento de nuestra joven.

"Era pues necesario emprender un análisis en toda regla. No atre­


viéndome a trasplantar la hipnosis a aquellas alturas, PENSÉ QUE
QUIZÁS FUERA POSIBLE LLEVAR A CABO EL ANÁLISIS EN UN DIÁLO­
GO CORRIENTEª. Se trataba de adivinar con acierto. La angustia
se me había revelado muchas veces, tratándose de sujetos feme­
ninos jóvenes, como una consecuencia del horror que acomete a
un espíritu virginal cuando surge por vez primera ante sus ojos
el mundo de la sexualidad'�

O sea, recurre al marco teórico con el que él ya cuenta, entonces


ahora va desde ese marco a hacer una pregunta, la cual conlleva
en todos sus rasgos lo que denomino la apuesta interpretativa:

"Puesto que usted no lo sabe voy a decirle de dónde creo yo


que provienen sus ataques. Hace dos años, poco antes de comen­
zar a padecerlos debió usted ver u oír algo que la avergonzó mu­
cho, algo que prefería usted no haber visto''.

He aquí la respuesta de Catalina y ahora sí la interpretación


realizada (lograda):

8. El subrayado es mío

224
CLASE IX I APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

- "Sí, por cierto, sorprendí a mi tío con una muchacha, con mi pri­
ma Francisca".
- "¿Qué es lo que pasó? ¿Quiere usted contármelo?"
- ''A un médico se le puede decir todo".

Vean lo notable de esta respuesta de la que a esta altura ya no


quedan dudas acerca de poder llamarla: la analizante. Ella res­
ponde guiada por la regla fundamental sin que siquiera Freud se
la haya explicitado; Catalina afirma que a un médico se le pue­
de DECIR TODO.
Ella continúa:
- "Mi tío, el marido de esta tía mía, a quien acaba usted de ver,
tenía entonces con ella una posada en X. Ahora están separados,
y por culpa mía, pues por mí se descubrieron sus relaciones con
Francisca"

- "¿Cómo la descubrió usted?"

- "Voy a decírselo, hace dos años llegaron un día dos excursio-


nistas y pidieron de comer. La tía no estaba en casa y ni mi tío ni
Francisca, que era la que cocinaba, aparecían por ninguna parte.
Después de recorrer en busca toda la casa, mi primo Luisito, un
niño aún exclamó ''A /o mejor, está la Francisca con papá", y am­
bos nos echamos a reír sin pensar nada malo, pero al llegar ante
el cuarto del tío vimos que tenía echada la llave, cosa que ya me
pareció singular. Entonces mi primo me dijo "en el pasillo hay una
ventana por la que se puede ver lo que pasa en el cuarto". Fuimos
al pasillo (...)"

El requerimiento por parte de Freud a la muchacha acerca de


los recuerdos de aquellos sucesos nos da la oportunidad de desan­
dar la operación de "progreso" que nos hubo de permitir recono­
cer al discurso del analista. Pero, regresivamente, encontramos a
Catalina procurándose con todo empeño un saber; una llave he­
chada no fue suficiente y si una puerta no es un acceso posible tal
vez sí pueda serlo una ventana.

225
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

de donde:

"en el pasillo hay una ventana


por la que se puede ver lo que pasa en el cuarto. --- a
'Fuimos al pasillo'(.. . )". 9
"estoy enferma de los nervios"

Detengámonos en este punto para señalar que el saber (o me­


jor, su pretensión) es el que a la histérica puede llevarla de las na­
rices para colocándolo a él en el lugar dominante, evitar el arri­
bo a ese lugar del síntoma; se conforma de ese modo el discurso
universitario.
Por el contrario, cuando el síntoma accede al lugar dominan­
te, en nuestro caso, cuando el ahogo accede al lugar de arriba a la
izquierda, el discurso de la histérica se ha conformado.
Hemos notado que Luisito la guía por el camino que se dirige
al saber y es notable señalar que ella no se detiene. Ella avanza.
Dice:

- "Después de recorrer en su busca toda la casa, mi primo Luí­


sito un niño aún exclamó ''A lo mejor, está la Francisca con papá".
Mí primo me dijo "en el pasillo hay una ventana por la que se pue­
de ver lo que pasa en el cuarto". Fuimos al pasíllo pero el peque­
ño no quiso asomarse".

Es decir, si bien Luisito la orienta en dirección al saber, él no


la acompaña (hasta el final). El no es histérico. El reconoce el lí-

9. Notemos que, en esta interpretación, es indiferente a los fines de la consti­


tución del significante, quién es el locutor del mensaje. En este caso se han
combinado fragmentos de discursos preferidos por Luisito (el primo) y por
Catalina.

226
CLASE IX \ APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE- LOS DISCURSOS

mite y dice: "mejor no quiero saber" ¿Por qué no quiso saber? El


lo dice sin ninguna ambigüedad: le daba miedo.
- "Yo le dije entonces "Eres un tonto, a mi no me da miedo". Has­
ta aquí el discurso universitario navegando a los cuatro vientos.
Pero notemos ahora el cambio de clima:

- "Miré por la ventana SIN FIGURARME AÚN NADA MALO'º. La habitación


estaba muy oscura pero sin embargo pude ver a Francisca tumba­
da en la cama y a mi tío sobre ella". Freud le pregunta:

- "¿y luego?"

- "Enseguida me aparté de la ventana". Aquí tenemos una prue-


ba de las consecuencias del saber (logrado y fallido a la vez, en
el mismo punto) en la histérica "Tuve que apoyarme en la pared
pues me dio un AHOG0 11 como los que desde entonces vengo pa­
deciendo. Se me cerraron los ojos y empezó a zumbarme y latir­
me la cabeza como si fuera a rompérseme".

- "¿Le dijo usted algo a su tía aquel día mismo?"

- "No, no le dije nada".

- ¿por qué se asustó usted tanto al ver a su tío con Francisca?


¿comprendió usted lo que estaba pasando o se formó alguna idea
de ello?

- "Oh no! Por entonces no comprendí nada. No tenía más que


16 años, y ni me imaginaba siquiera tales cosas. No sé, realmen­
te, de qué me asusté".

Aquí podemos notar la diferencia entre CONOCIMIENTO y SA­


BER a la que hicimos mención en la Clase VIII. No habría modo

10. Puede que esté aquí en juego lo que Freud llamó una "refinada hipocresía".
Ver "Tótem y Tabú'; página 157.
11. El destacado es mío.

227
DIEGO COPPO J LACAN-MARX

de justificar la aparición del AHOGO si no hubiese estado en jue­


go algún saber. De hecho Catalina no lo niega y además se lo pre­
gunta. Ella dice que no sabe realmente de qué se asustó pero no
niega que se asustó por algún saber que por ahora para ella es in­
determinado.
- "Si usted pudiera ahora recordar todo lo que en aquellos mo­
mentos sucedió en usted -no lo que sucedió (a secas; en la rea­
lidad), sino dice: lo que sucedió EN usrEo- cómo le dio el primer
ataque y qué pensó durante él, quedaría curada de sus ahogos".

- "iOjalá pudiera!" dice ella, "Pero me asusté tanto que lo he ol­


vidado todo".

Freud remite en este punto a su "Comunicación preliminar"


para situar que "el afecto crea por sí mismo el "estado hipnoide"".
Es decir, la recurrencia al marco teórico intenta explicar el olvi­
do por una incrementación del afecto, lo que más comúnmente
se dice de "un gran susto".

- "Dígame usted: -le dice- La cara que ve cuando le da el aho­


go, ¿es quizás la de Francisca tal y como la vió al sorprenderla?

- "No, la cara que veo es la de un hombre".

Catalina continúa especificando las determinaciones de su sín­


toma.
Me detengo aquí un instante porque el carácter de la interpre­
tación es lo que está en juego y él puede ser totalmente contrario
a lo que era la interpretación de los sueños antes del psicoanáli­
sis o a las que Gerardo Arenas -remitiéndose a Umberto Eco- ha
denominado "interpretaciones semánticas o semiósicas" 12.

12. "La interpretación semántica o semiótica", señala Eco (1990) "es el resul­
tado del proceso por el cual el destinatario, ante la manifestación lineal del
texto, la llena de significado"; Gerardo Arenas en capítulo XII de "Estructu­
ra lógica de la interpretación"; Editorial Atuel-Anáfora (1998).

228
CLASE IX j APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

Nadie le puede decir -interpretar- a la analizante Catalina, de


quién era, o sea, cuál era el referente, de la cara que ella ve cuan­
do le da el ahogo. Por eso es que Freud le pregunta por las pro­
piedades de la cara. Y seguimos.
Dice:
- "La cara que veo es la de un hombre".

- "¿Quizás la del tío?" pregunta Freud".

- "No, al tío no pude verle bien la cara por entonces pues la ha-
bitación estaba muy oscura, además me figuro que no tendría en
aquel momento una expresión tan horrorosa".

Nueva recurrencia de Freud al marco teórico:


"La sintomatología histérica puede compararse a una escritu­
ra jeroglífica que hubiéramos llegado a comprender después del
descubrimiento de algunos documentos bilingües'�

La continuación del desciframiento, irá luego básicamente por


"dos series de reminiscencias" referidas al período previo al que
Catalina sorprendió en el momento del coito a su tío y a Francis­
ca. La primera de esa serie de recuerdos tiene por protagonistas
a la analizante misma y a la persecución (de carácter sexual) que
ésta sufriera alrededor de sus catorce años de parte de su tío. La
segunda a su tío pero esta vez en su lazo con Francisca.
Así, dice Freud, quedaba finalmente "solucionado el enigma".
La confirmación a las apuestas interpretativas de Freud se presen­
ta de una manera sutil pero contundente. Catalina "no da (. . .) una
respuesta precisa". Como dijimos, el saber muestra abiertamente
su déficit (antesala del "progreso" hacia o en el discurso del analis­
ta). Por el contrario, ella "Sonríe confusa y como convicta, eso es,
como quien se ve obligado a reconocer que se ha llegado al nódu­
lo real de la cuestión y no hay ya que volver a hablar de ella". Este
reconocimiento no es de la naturaleza de aquel que señalamos an-

229
DIEGO CüPPO ! LACAN-MARX

teriormente; no es el del registro de la visión sino el producido y


devenido de un trabajo intelectual pero no por la vía del conoci­
miento sino por la del acentimiento primero del síntoma y, luego,
del analista.

B) APLICACIÓN Y SÍNTOMA EN EL CASO


FREUD Y LA COCAÍNA

Si el discurso es la utilización del lenguaje como vínculo en­


tre los que hablan, ¿qué es lo que habrá hecho posible que la
teoría de los discursos sea utilizada para interpretar la relación
entre un hablante (Freud) y un determinado objeto (cocaína)?
Tal utilización es la propuesta por Jean Allouch en su libro "LE­
TRA POR LETRA. TRADUCIR, TRANSCRIBIR, TRANSLITERAR" 13; (1984).
Se trata en este caso de lo que intentaré subrayar bajo el térmi­
no de "situación" y entenderé por ella lo que este autor estable­
ce como punto en el cual se pone a prueba su forma de enten­
der la salud mental, dígase: "cuando ya no puede sostener(se) el
no pasar a otra cosa"14•
La situación es entonces aquella en la que habiendo hecho
Freud un vínculo con la cocaína, tal vínculo mostró su límite. El
ser tomada esta situación como objeto de la clínica psicoanalí­
tica es lo que le imprime al Seminario 17 una orientación y una
perspectiva que ampliarían la experiencia, justamente, clínica. De
esa orientación y de esa perspectiva (a la que Allouch ha deno­
minado clínica de lo escrito debido al valor literal que se postu­
la para las formaciones del inconciente) han surgido notables tra­
bajos psicoanalíticos, inclusive bajo la propia pluma de Freud: el
análisis de Leonardo Da Vinci o el del Presidente Schereber dan
cuenta de esto.
13. Un detalle que tal vez vaya más allá de una curiosidad. Para la designación
del título del libro no hay una diferenciación entre letras mayúsculas y mi­
núsculas; son todas del primer tipo para la tapa y todas del segundo para la
portada.
14. Página 10 del libro referido. Editorial Edelp.

230
!
CLASE IX APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

¿Y qué ha pasado en la experiencia de Freud con ese objeto


(sustancia y síntoma) de satisfacción llamado cocaína? Bien, Allo­
uch, denunciando que "(. . .) el análisis de la apertura freudiana
(. . .) se desarrolla en extensión, despejando algunas vías de una
clínica analítica que, aún hoy, permanece en gran medida sin cul­
tivar", ha utilizado la teoría de los discursos de Lacan para inten­
tar una respuesta. 15
Desde el inicio se establece una diferenciación entre discur­
so y persona. Respecto del caso específico del camino abierto por
Freud, la tesis de Allouch es que no se trató de "conflictos de per­
sonas" (Charcot, Breuer, Fliess) sino de "cambios de discurso". Es
decir, existe una entidad más allá de la persona cuyo papel es de­
terminante en sus conductas.
Hay en esto una coincidencia palmaria con lo manifestado por
Marx en "La Ideología Alemana" respecto de la persona-indivi­
duo y su determinación:
"LA VIDA MATERIAL DE LOS INDIVIDUOS (identificamos el término
"persona" de Allouch con el de "individuo" de Marx) QUE DE NIN­
GUNA FORMA DEPENDE SIMPLEMENTE DE su VOLUNTAD, su modo de
producción y forma de intercambio, las cuales se determinan mu­
tuamente -esta es la verdadera base del Estado y PERMANECE de
esta forma en todas las etapas en las cuales la división del traba­
jo y la propiedad privada son todavía necesarias, COMPLETAMEN­
TE INDEPENDIENTE DE LA VOLUNTAD DE LOS INDIVIDUOS".
Pero ¿qué hay no ya de la persona sino de su determinación,
podemos decir, su discurso?:

El modo de producción
"(. . .) no debe ser considerado simplemente como la reproduc­
ción de la existencia física de los individuos. Es, más bien, una
FORMA DEFINIDA DE ACTIVIDAD DE ESOS INDIVIDUOS, una FORMA

15. Página 13. Tal vez en esta misma dirección se orienta el establecimiento de
"la clínica del caso" o "la clínica del malestar social" por Markos Zafiro­
poulos en "Lacan y las ciencias sociales. La declinación del padre (1938-
1953)". Ed. Nueva Visión; página 12.

231
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

DEFINIDA DE EXPRESAR su VIDA, un MODO DE VIDA DEFINIDO. De


acuerdo a cómo los individuos expresan su vida, así son."

Esa FORMA DEFINIDA tanto de actividad, como de expresión,


como de vida, cobran justamente su definición en tanto hay en
ellas un elemento dominante que las caracteriza y las conforma en
un TIPO. Un conjunto de estos últimos conforman: los discursos.
Retomemos ahora la operación que realiza Allouch. Para el
caso en que la medicina había supuesto en la histeria la existen­
cia de una lesión no inflamatoria ("osis"), el discurso universita­
rio parece responder adecuadamente con su:
s,
S,
de donde:

"saber clínico"
"lesión"

La lesión para Allouch puede tomar el carácter significante en


tanto ella no remite a nada observado, por lo tanto no es signo.
Freud propone dirigir entonces la acción de la coca a la lesión
nerviosa. Mientras tanto, la ubicación del "saber clínico" en el lu­
gar de S2 se justifica dado que el saber es el agente de la acción
en este caso terapéutica. Agreguemos ahora un elemento más a
nuestra estructura.

"Si el discurso médico en el cual (Freud) se inscribe así está


efectivamente caracterizado por tomar su apoyo sobre el signifi­
cante-amo de la lesión, ...

("saber clínico")
"lesión"

232
I
CLASE IX APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

...LA COCAÍNA SERÁ ESE OBJETO ("a") QUE, EN EL LUGAR DEL


Orno, DARÁ CONSISTENCIA A LO SUPUESTO DE LA LESIÓN AL RATIFI­
CAR EN CONTRAPUNTO ...

( ) "cocaína"
"lesión" /
... SU VERDAD 16 "

Pongamos a prueba la hipótesis que lleva al lugar del Otro en


el discurso universitaro a la cocaína "encarnando" así al objeto a.
Dice Allouch:
"De ahí el hecho de que la cocaína no es y no podría ser un
medicamento como los otros; es decir, un medicamento entre
otros''.
El objeto a no es un objeto entre otros tal como ya lo he des­
tacado a lo largo de la Clase VI de este libro. Que no es un objeto
entre otros nos lo demuestra su relación con la angustia en tanto
ésta "nos señala la particularidad de su estatuto" (Lacan en su
clase del 9/1/63), su posición de exterioridad respecto de "toda
definición posible de la objetividad" (Lacan en la misma clase),
su no inclusión dentro del tipo de los objetos comunes, los inter­
cambiables, los compartibles y, finalmente, los cotizables.
La cocaína "encarna, por confirmar la lesión, lo que es nece­
sario designar como lo que es EL medicamento."17 La cuestión de
la importancia del artículo determinado "el" (y no el del indeter­
minado "un") ya la he señalado también en la clase VI de este li­
bro. Tal importancia consiste en que hacemos extensiva la propie­
dad de determinación del artículo a todo objeto que se constitu­
ya ("encarne") en "a".
Continúa Alloch:
"Resulta de ello que su acción no podría ser unívoca... "
La acción del objeto que encarna el "a" nunca es unívoca, dado

16. El destacado es de Allouch (página 32 de su libro) y lo que se encuentra en­


tre paréntesis como así también la inserción de los dos esquemas son míos.
17. Destacado de Allouch.

233
DIEGO COPPO I LACAN-MARX

que por encontrarse este último en relación con el significante


nunca podría serlo y no podría serlo porque hallarse en relación
con el significante es hallarse en relación con el sistema del signi­
ficante. Gráficamente:

Tampoco es unívoca la acción del objeto a en relación al S


(S O a); la simultaneidad inconsistente para la lógica clásica de
las operaciones de conjunción y disyunción representadas en el
losange demuestran la imposibilidad de la univocidad.
Llegados a este punto nos toca considerar el aspecto que se re­
fiere al pasaje de un discurso a otro y, específicamente en el caso
que estamos tratando, cómo se produjo en Freud su desenganche
del objeto cocaína. El itinerario que propone Allouch va del dis­
curso universitario al discurso del histérico, es decir, el S se des­
plaza al lugar dominante sin hacer mención alguna a la estación
intermedia que constituiría el discurso del analista, girando en el
sentido contrario a las agujas del reloj tal como él mismo lo seña­
lara en la página 29 de su libro.
El desplazamiento del síntoma, o mejor dicho según Allouch,
"el S1 del síntoma" ("la lesión") al lugar del Otro en el discurso
histérico, se daría por el hecho de que la relación simbólica (es de­
cir, la relación entre significantes) adquiere un factor determinan­
te en la noción de "shock traumático" . Tal desplazamiento rom­
pería la característica de serie ordenada en la que a cada discur­
so le resulta imposible saltearse al siguiente. Es decir, nos encon­
tramos con un obstáculo que consiste en repasar cómo es posible
que se pase de un discurso a otro.
Mi impresión es que los discursos, ateniéndonos a la clínica,
se desplazan -cuando lo hacen- en el sentido de las agujas del re­
loj; aquello que Lacan llama "aclaración por regresión" en "Ra­
diofonía y Televisión" (página 77), sólo que en esa ocasión él lo
sitúa exclusivamente para el caso del pasaje del discurso del Amo

234
CLASE IX J APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LOS DISCURSOS

respecto del discurso Histérico. La intervención del analista in­


tentará en ese punto establecer la posibilidad de que el objeto a
encame el lugar dominante. De todas maneras, las transforma­
ciones que implican los pasajes de un discurso a otro y eventual­
mente su orden, quedan en todo caso como una tarea pendien­
te de elucidación.

235
Esta obra se terminó de imprimir durante mayo de 2010
en los Talleres Gráficos "Planeta Offset", Saavedra 565,
Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

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