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INSTITUTO

CALAMIDAD
Humorada en dos actos para veintidós personajes

Por Greymar Hernández

Personajes

Profesor Estra Falario Pedrito Sofiíta


Doña Escobilla Juancito Martinita
Director Mesarrota Jorgito Carlitos
Mario Isabelita Gerardito
Paulita Andreita Alvarito
Luisito Laurita Camilita
Danielito Anita Claudita
Robertito
ESCENA I

La acción se desarrolla dentro del salón de clases del sexto B, en el Instituto


Calamidad.

Todos los alumnos se encuentran sentados, cada uno en su lugar.

El profesor, de espaldas, escribe algunos apuntes en la pizarra y luego se


vuelve para ver a los alumnos.

Estra Faralio: Muy bien, queridos alumnos, presten mucha atención. A partir de
este momento daremos inicio a la clase de Anatomía.

Carlitos: ¿Anatomía Pérez, profe?

Estra Falario: ¿Cómo que “Anatomía Pérez”? Carlitos, ¿Qué cosas dices?
Anatomía no es nombre de mujer.

Carlitos: No, profe, yo hablaba de ese que no es mujer, pero se viste de mujer y
se instala por horas y horas en la esquina. Por el día se llama Ruperto, por las
noches le dicen Atanomía.

Todos los niños asienten y afirman.

Estra Falario: (Avergonzado) Eh, no, no. No hablaremos de ese asunto. Aunque,
ahora que lo mencionan, encuentro que hay muchas cosas que desconocen.
Cosas que tendré que ir explicando poco a poco.

Anita: Tiene razón, profe. Por ejemplo, sería bueno que nos aclarara: ¿hasta
dónde se lavan la cara las personas que no tienen pelo?

Jorgito: ¡Sí! ¡Sería bueno saberlo! También sería bueno saber por qué es
imposible estornudar con los ojos abiertos.

Camilita: O ¿Por qué abrimos la boca cada vez que miramos al techo?

Luisito: O ¿Por qué miramos el pañuelo después de sonarnos la nariz o el papel,


después de limpiarnos el…?

Todos le interrumpen.

Todos: ¡Luisito!

Luisito: ¿Y yo qué hice?

Estra Falario: A ver, niños, cuando yo hablaba de explicar muchas cosas, me


refería a que…
Paulita: Por ejemplo, profe: Si un abogado enloquece, ¿perdería el juicio?

Danielito: O ¿Cómo puedo saber cuántas vidas le quedan a mi gato?

Gabrielita: ¡Eso sí lo sé yo! (Adoptando postura de especialista) Lo que debes


hacer es arrojarlo desde…

Estra Falario: ¡Gabrielita! ¿Qué cosas se te ocurren? A los animales hay que
cuidarlos.

Gerardito: (Muy catedrático) Profesor, si continúa así, comenzará a perder


credibilidad al contradecirse una y otra vez delante de nosotros.

Todos se sorprenden.

Estra Falario: ¿Por qué me dices eso, Gerardito?

Gerardito: Porque la semana pasada usted dijo que a la zorra de su hermana,


había que darle su merecido.

Laurita: ¡Es cierto! También dijo que a los burros había que echarlos a patadas
del poder.

Andreita: ¡Es verdad! Y también dijo (Imitándole) “Yo trato de evitarlo, pero se me
sale el perro que llevo dentro”.

Estra Falario: (Avergonzado, poniendo un alto) ¡Niños! ¡Niños! Nos hemos salido
del camino. Nada de esto tiene que ver con Anatomía.

Isabelita: Profe, pero es que usted dijo que no íbamos a hablar de ese señor.

Entra Doña Escobilla, interrumpiendo la clase.

Doña Escobilla: A ver, a ver, bribones, ¿esta vez quién fue el artista?

Estra Falario: ¿Pero cómo se le ocurre interrumpir la clase de ese modo? Sin
pedir…

Al verla, se sorprende.

Estra Falario: ¡Doña Escobilla!

Doña Escobilla: ¡Estra Falario!

Jorgito: ¡El profe tiene novia! ¡La quiere besar! ¡Y cuando sean grandes se van a
casar! ¡El profe tiene novia! ¡La quiere morder! Y cuando sean grandes se van a…

Todos: ¡Jorgito!
Jorgito: ¡Conocer! Yo quise decir “conocer”.

Estra Falario: ¡Qué milagro que viene por acá!

Doña Escobilla: Vine a traerle este humilde obsequio…

Saca un teléfono celular y se lo entrega. Estra Falario se muestra muy


confundido.

Estra Falario: ¿Y esto…?

Doña Escobilla: (Volviendo a la realidad) ¡Ay! Perdone usted. Yo lo que traía en


el teléfono era una fotografía que acabo de tomarle al baño de los chicos, donde
se ve claramente que han dejado semejante…

Antes de que Doña Escobilla culmine su frase, entra el Director Mesarrota,


acompañado de un nuevo alumno.

Cuando Doña Escobilla ve entrar a Mesarrota, se pone nerviosa y se va.

Mesarrota: Atención, estimados estudiantes. Profesor Falario. Con todo gusto les
presento al nuevo alumno que a partir de hoy se incorpora gustosamente a sus
clases. Su nombre es Mario y su apellido…

Los niños, sin dejarle terminar, comienzan a gritar algunas sugerencias de


apellido a modo de burla.

Juancito: ¡Neta! ¡Marioneta! (Se ríe).

Todos se ríen.

Mesarrota: Caballero, este tipo de bromas son inaceptables. ¿Sería usted tan
gentil de disculparse con su nuevo compañero?

Juancito: Disculpa, Mario. No quise decirte eso, sino todo lo contrario. (Se ríe).

Pedrito: Mario, bienvenido al calvario de la clase del profesor Estra Falario.

Estra Falario: ¿Qué dijiste, Pedrito?

Pedrito: (Cambiando) ¡Mario, tú si eres sortario! Aprenderás de don Falario, que


se gana con mucho esfuerzo su salario.

Estra Falario: Claro, para esto de las rimas y las burlas sí son brillantes. Pero
para concentrarse en la clase…

Sofiíta: Ay, profe, es que usted le da demasiado preámbulo.


Martinita: Si, profe, es cierto. Lleva rato diciéndonos que nos va a contar el
chisme de la dichosa Anatomía y nada de nada.

Estra Falario: (Molesto) “Anatomía” no es ningún hombre, ni ninguna mujer, ni


ninguna persona.

La Anatomía es la ciencia que estudia la estructura, forma y relaciones de las


diferentes partes del cuerpo de los seres vivos.

Todos: ¡Ahhh!

Estra Falario: Y como ya me han hecho perder la paciencia…

Andreita: ¡Ah no, profesor! Tampoco nos puede culpar de que se le pierda algo
porque usted sea distraído. Tiene que estar pendiente de dónde deja sus cosas.

Estra Falario: ¡Ya basta! ¡Examen oral!

Danielito: ¡Profe! No me haga esto hoy, por favor. Le juro que yo todos los días
me cepillo los dientes, pero ¡Justo hoy! ¡Casualmente! Salí rapidísimo de la casa y
se me olvidó cepillarme…

Estra Falario: ¡Examen oral de Anatomía! A ver, Carlitos…

Carlitos: Ay, sí, yo. ¿Y yo por qué si yo estaba callado?

Estra Falario: No es un castigo, Carlitos. Es parte de la clase.

Carlitos: ¿Y por qué yo y no otro?

Estra Falario: Porque fue por azar.

Robertito: ¿Quién rayos es ese Azar y a cuenta de qué tiene que estar él
decidiendo cosas que no le corresponden, profesor?

Estra Falario: Estoy a punto de rendirme. ¡Ustedes son insólitos! Yo jamás había
tenido alumnos como ustedes.

Claudita: (Alagada) ¡Muchísimas gracias, profe! En mi casa me dicen lo mismo.


Que soy única, que soy irrepetible, que soy insustituible, que soy…

Alvarito: ¡Esta sufre del síndrome del quesillo!

Claudita: ¿Del quesillo?

Alvarito: Si, te la pasas “Que si yo, que si yo”.


Paulita: Profesor, díganos por fin, ¿hablaremos o no hablaremos de la fulana
Anatomía?

Estra Falario: (Aliviado) ¡Gracias, Paulita, por interesarte!

Paulita: ¡Siempre a su orden, profesor! Es más, yo me ofrezco a responder la


pregunta que le iba a hacer a Carlitos.

Estra Falario: ¿Tú? Vaya, Paulita, esto sí que es una sorpresa. Si tú nunca estás
atenta en clases.

Paulita: Pues, para que usted veas, profe, estoy dispuesta a demostrarle que está
usted equivocado.

Estra Falario: (Emocionado) ¡Qué alegría tan grande me estás dando, Paulita! A
ver, ahí va la pregunta: ¿tú sabes de cuántos huesos se compone el cuerpo
humano?

Paulita: (Orgullosa) ¡No!

Estra Falario: Pero, ¿qué clase de burla es esta? Me acabas de decir que querías
demostrarme que me equivocaba.

Paulita: Ciertamente.

Estra Falario: Yo creí que ibas a contestar correctamente.

Paulita: ¿Y ya vio cómo estaba usted equivocado?

Estra Falario: No puedo más. No puedo. Esto es una completa calamidad.

Vuelve a interrumpir Doña Escobilla.

Doña Escobilla: ¡Calamidad es la que me encontré esta vez en el baño de las


chicas! Pero, ¿se ha visto semejante barbaridad? ¡Cómo pueden tener la
imaginación tan grande y el cuerpo tan dispuesto para dejar aquella…!

Estra Falario: (Intrrumpiéndole) ¡Doña Escobilla!

Doña Escobilla: (Sorprendida) ¡Estra Falario!

Estra Falario: (Repitiendo la escena anterior) ¡Qué milagro que viene por acá!

Jorgito: Ay, pero si se la pasa metida aquí adentro.

Vuelve a entrar el Director Mesarrota y, al verle, Doña Escobilla vuelve a


mostrarse nerviosa y se va.
Mesarrota: Perdone la interrupción, profesor. Sólo venía a ver qué tal se está
adaptando Mario a su primer día de clases.

Todos se percatan de que se habían olvidado de Mario.

Estra Falario: (Nervioso, lo busca alrededor, pero no lo ve) Eh, ¿Mario? ¿Usted
se refiere a…?

Mesarrota: ¡A Mario, si, a Mario! El hijo de mi socio Armando Timo, quien me


pidió expresamente que me encargada por mano propia de que su hijo se
adaptara de la mejor manera al prestigioso Instituto Calamidad, instituto que tengo
el honor de dirigir. Como todos ustedes saben.

Estra Falario: Mario… bueno, Mario…

Camilita: Seguro que está en el armario. (Se ríe).

Danielito: Ay, profesor Falario. Si de verdad se perdió Mario, se va a quedar usted


sin su apreciado salario.

Todos comienzan a llamar y a buscar a Mario.

Todos: ¡Mario! ¡Mario!

Mario, que se escondía debajo de un pupitre, aparece muy avergonzado.

Mario: ¿Me buscaban? Aquí estoy.

Estra Falario: ¡Mario! ¿Qué hacías allí debajo?

Mario: Bueno… yo… estaba aquí con ella.

Aparece Laurita, que también estaba debajo del pupitre.

Estra Falario: (Muy horrorizado) Pero, ¿qué significa esto?

Laurita: Ay, profe, es que usted se estaba demorando en dar la clase de


Anatomía. Y como ya yo había investigado por mi cuenta, le estaba mostrando a
Mario…algunos apuntes. Todo con la intención de darle un caluroso recibimiento.

Estra Falario: ¡Qué barbaridad! Háganme el favor de levantarse de allí. (Al


director Mesarrota). Señor Director, le pido mil disculpas. Le aseguro que esto no
volverá a ocurrir.

Mesarrota: No se apresure, profesor. Me parece que Mario se encuentra muy a


gusto. Le haré saber a su padre. Hasta luego.
El Director Mesarrota se va.

Estra Falario: (Ya agotado, transpirando, agitado) Bien, niños. Ahora sí, sin más
tiempo que perder, abran sus libros en la página veintitrés donde hallaremos la
lección de Anatomía.

Abre el libro y lee.

Estra Falario: La Anatomía es…

Suena el timbre y todos los alumnos lanzan los libros y salen en completo
desorden, haciendo dar vueltas a Estra Falario en su mismo sitio.

Estra Falario: (Resignado) Muy bien, muy bien, vayan felices. Nos dedicaremos a
la Anatomía después del recreo.

Salen todos.

ESCENA II

Entra Doña Escobilla, limpiando el salón.

Doña Escobilla: ¡Pero qué clase de especímenes son los que se inscriben en
este Instituto! (Recogiendo del suelo papeles) Mira nada más cómo dejan el salón
de clases, el lugar de enseñanza, el templo de aprendizaje, la casa del estudio. Si
así son en el Instituto, no me quiero imaginar cómo serán en sus habitaciones.

Doña Escobilla sigue peleando sola y, repentinamente es sorprendida por la


entrada del Director Mesarrota.

Mesarrota entra en una actitud muy sospechosa, distinta al porte sobrio y


aguerrido que mostró durante la primera escena.

Mesarrota: (Buscando a Estra Falario) ¡Querido profe…! (Se sorprende al ver que
el profesor se ha ido y que en su lugar, está Doña Escobilla. Se avergüenza) ¡Ah,
es usted! Yo…pensaba encontrar aquí en el salón al profesor Estra…

Doña Escobilla le interrumpe, coqueta.

Doña Escobilla: Y…en su lugar estoy yo. ¡Imagínese, qué vueltas de la vida!
¡Qué giros del destino! ¡Qué “causalidades” de del azar!, Director Muymachote
(rectifica) quiero decir, Mesarrota.

Mesarrota: (Disimulando) Eh, sí, lo que usted diga. ¿Y el profesor? ¿Lo ha visto?
Yo necesitaba decirle…
Doña Escobilla: Dígamelo a mí, estimado señor director, yo con todo gusto le
transmitiré su mensaje. (Muy coqueta) Pero dígamelo aquí, en el oído.

Mesarrota: (Tratando de aclarar las cosas) No sé si es que estoy confundido, o


alucinando, o volviéndome loco, pero…me parece que usted intenta…

Doña Escobilla: ¿Coquetearle?

Mesarrota: Eh, yo…

Doña Escobilla: (Acercándose más) ¿Insinuármele?

Mesarrota: Bueno, creo que…

Doña Escobilla: (Más cerca y más atrevida) ¿Enamorarle?

Mesarrota: (Muy apenado) Eh… ¿Eso intenta, Doña Escobilla?

Doña Escobilla: (Casi sobre sus labios y, luego, cambiando de actitud) Pues…no,
señor director. Yo soy una mujer muy digna. (Hace pausa) Aunque si usted nota
en mí algo más, por algo será…

Mesarrota: (Aliviado) Qué gusto que me diga que no, Doña Escobilla, porque la
verdad es que yo estoy enamorado perdidamente de alguien más.

Doña Escobilla: (Celosa e intentando disimular) ¿Ah sí? (Mintiendo) Pues, yo


también.

Mesarrota: ¡Qué alivio, Doña Escobilla! Entonces, todo bien.

Doña Escobilla: (Molesta) Si. Todo bien.

Pausa. Ambos se quedan en silencio. Mesarrota espera al profesor y Doña


Escobilla intenta ocultar su molestia.

Doña Escobilla: El, es único. ¿Sabe? (Le habla intentando provocar sus celos).

Mesarrota: (Se le escapa un suspiro) Si, es único. Lo sé.

Doña Escobilla: (Confundida) ¿Cómo dice?

Mesarrota: (Disimulando) Eh, digo que sí, que debe ser único.

Doña Escobilla: (Molesta de nuevo) Pues, usted no sabe. No tiene ni idea.

Mesarrota: (Para sí mismo) Pues, usted tampoco.


Doña Escobilla mira al director, tratando de descubrirle, pero no logra
revelar el secreto.

Doña Escobilla: Mire, yo mejor sigo haciendo mis labores porque entre las
cochinadas de los chiquillos y las torpezas, las estupideces, las idioteces de…

Mesarrota: (Tratando de ponerle freno) ¿De quién, Doña Escobilla?

Doña Escobilla: (Avergonzada) Eh, del director de la otra escuela en la que yo


trabajo. (Disimulando) ¡Ah! Ese hombre es bárbaro, sinceramente me tiene harta.
(Preparándose para irse) Si me permite, mi estimado y respetado director, yo me
retiro para seguir con lo mío.

Mesarrota: Si, mejor, siga con lo suyo en otra parte.

Doña Escobilla se va y, cuando ella sale, el director se descubre por


completo.

Mesarrota: (Muy afeminado) ¡Madre de Dios, pero qué mujer tan…! Uf, qué
bárbara. Por poco me descubre.

Pausa.

Detrás del profesor, se asoman, de debajo de un pupitre Robertito y Anita.

Mesarrota: Si ella supiera. Si alguien supiera. (Hace una pequeña pausa y se


libera) ¡Si el mundo supiera!

Desde debajo de otro pupitre se asoman Gerardito y Martinita.

Mesarrota: Que quien me gusta, quien me enciende, quien me enloquece, quien


me hechiza…

De debajo de otro pupitre, se asoman Juancito y Claudita.

Mesarrota: Es él.

Los seis niños se impactan.

Los seis: (En voz muy baja) ¿Él?

Mesarrota: (Romántico) Mi adorado Estra Falario.

Gerardito no puede contenerse y se le escapa la voz.

Gerardito: (Impactado) ¿El profe Estra Falario?

Martinita le tapa la boca y lo oculta, pero el directo ya se ha dado cuenta.


Mesarrota: (Asustado) ¿Quién anda ahí?

Los niños disimulan y actúan.

Robertito: (Tartamudeando) Eh, eh, el fantasma del salón.

Juancito: ¡No! El fantasma del terror.

Claudita: ¡No! El fantasma del amor.

Anita: ¡No! El fantasma del closet.

Mesarrota: (Para sí mismo) ¡El fantasma del closet! Ya no tengo salida.


(Pensativo) Qué extraño, juraría que los fantasmas no son tan dubitativos.

Martinita: (Habla con su voz de niña) ¿Dubita qué? (Se da cuenta de su voz, y la
cambia) Eh, digo, ¿Dubita qué?

Mesarrota: Dubitativos. (Mirando a todas partes) Esto es una broma, ¿Cierto?

Gerardito: (Con una voz distinta de la suya) Nada de bromas, esto es muy serio.
Sabemos (rectifica), quiero decir, sé lo que intenta ocultarle al mundo. ¡Y tiene que
sacarlo! Tiene que decirlo. No puede vivir con ese secreto a cuestas. Le podría
pesar mucho.

Mesarrota: (Temeroso) ¿De verdad?

Los niños bromean y se ríen.

Juancito: ¡Claro que sí! Y si no lo hace, su castigo será horrible.

Anita: ¡Horrendo!

Claudita: ¡Espantoso!

Robertito: ¡Horripilante!

Mesarrota: Pero es que… me da miedo.

Anita: Más miedo le va a dar lo que le vamos (rectifica) digo, lo que le voy a
hacer.

Repentinamente entra Estra Falario.

Estra Falario: Director Mesarrota, ¿qué le trae por acá?

Mesarrota: (Muy nervioso) Profesor, yo… yo…


Estra Falario: ¿Sucede algo, profesor? ¿Se volvió a perder Mario?

Mesarrota: No, profesor, esto tiene que ver con usted.

Estra Falario: ¿Conmigo?

Mesarrota: Si, y conmigo.

Estra Falario: ¿Con usted?

Mesarrota: Profesor, yo lo amo.

Entran todos los niños de regreso del recreo.

Mesarrota: (Cambiando su actitud) ¡Lo amonestaré por llegar impuntual!

Estra Falario: (Absolutamente confundido) Pero, señor director, si yo siempre


llego a tiempo…

Mesarrota: ¡Y también por volver a descuidar a Mario!

Estra Falario: (Confundido) ¿A Mario? Pero si Mario no se ha vuelto a perder. Él


está…

Todos miran alrededor y se dan cuenta de Mario no regresó del recreo.

Estra Falario: ¡Pero qué barbaridad! ¡Qué niño! ¿Se habrá vuelto a esconder con
Laurita?

Laurita salta y se defiende.

Laurita: (Celosa) ¡Conmigo no fue!

El profesor vuelve a mirar.

Estra Falario: Un momento, aquí falta más gente.

Pasa lista rápidamente y se da cuenta de que faltan los seis niños que
continúan detrás, escondidos.

Estra Falario: ¿Gerardito?

Gerardito: (Apenado) Aquí, estoy…con Martinita, estudiando Anatomía.

Martinita: Pero si nos va a castigar, también va a tener que castigar a Anita y a


Robertito que estaban estudiando específicamente la parte del tacto.
Robertito: Bueno y si nos castiga a nosotros, también va a tener que castigar a
Juancito y a Claudita, porque ellos sí que llegaron a la penúltima lección.

Todos los demás niños se ríen. Mesarrota está en shock, después de


descubrir que ha sido timado.

Estra Falario: ¡Qué barbaridad! No queda nada que decir. Señor director,
lléveselos y establezca usted el castigo que les corresponde.

Mesarrota ve a los niños, y los niños le miran, amenazantes.

Mesarrota: (Temeroso) Eh, no…profesor. Yo… considero que no es para tanto.


Podemos dejarlo pasar. Además, los niños alegan haberse quedado estudiando la
lección que usted les dejó.

Estra Falario: (Molesto) ¿Pero qué demonios significa todo esto? Si yo ni siquiera
he podido pasar del primer concepto.

Mesarrota: (Aprovechando la oportunidad) Ah, ¿ya ve, profesor? Entonces, sin


más interrupciones, yo le dejo para que continúe su clase. Hasta luego.

Mesarrota huye. Los niños bromean. Estra Falario intenta poner orden y
continuar, en medio del caos.

Estra Falario: Bueno, niños. Ya basta de alborotos. Abran sus libros en la página
veintitrés.

Alvarito: Profesor, ¿usted no notó al director Mesarrota un poco… sospechoso?

Los niños que estaban ocultos, hacen un ruido al unísono.

Los escondidos: Ujum…

Pedrito: Es verdad profesor, nunca lo había visto tan nervioso.

Los escondidos: Ujum…

Sofiíta: Si, ¿será que está enfermo?

Los escondidos: Ujum…

Luisito: (Olfatea) Si, no hay duda, hasta dejó un olor sospechoso.

Andreita: (Avergonzada) No, lo siento, la del olor fui yo.

Todos: ¡Andreita!

Andreita: ¡Bueno, perdón!


Estra Falario: Basta ya, niños. Continuemos con nuestra clase de Anatomía. En
la página veintitrés encontraremos…

Vuelve a sonar el timbre. Todos los niños se levantan con sus útiles en mano
y se van. Se queda Estra Falario solo.

Estra Falario: (Agotado) ¿Será que algún día podré dar la clase de Anatomía?

Entra Mesarrota, con actitud de valentía. Respira profundo y se decide.

Mesarrota: Profesor, yo…no puedo más. Yo quiero decirle que…

Se le acerca a Estra Falario, muy seductor.

Mesarrota: No voy a callarlo más.

Pausa.

Mesarrota: (Muy cerca) Lo que pasó hoy me hizo pensarlo muy bien y, no puedo
seguir con este peso a cuestas. ¡Yo lo amo!

En ese momento entra Doña Escobilla.

Doña Escobilla: ¿Qué usted qué?

Estra Falario: (Asustado, mirando a Mesarrota) ¿Qué usted qué?

Mesarrota: Si, yo lo amo, profesor. Y si no se lo decía yo, créame, más temprano


que tarde se iba a enterar.

Doña Escobilla: ¡Pero qué barbaridad es esta! Esto es más terrible que el
apocalipsis. Si yo venía a decirle a usted, señor director, lo mucho que lo amo yo.

Mesarrota: Entonces era cierto.

Estra Falario: (Muy extenuado y confundido) ¿Usted? ¿Él? ¿Yo? (Hace una
pausa). Mi clase ha terminado, yo me voy.

Estra Falario sale.

Doña Escobilla y Mesarrota se quedan.

Doña Escobilla: (Pensándolo bien) ¿Sabe qué, Mesarrota? No se preocupe, todo


tiene solución. Yo sé cómo hacer para que usted deje de ser Mesarrota y pase a
ser Muymachote.

Mesarrota: ¿Qué dice? ¡Déjeme! (Sale detrás de Estra Falario) ¡Profesor!


Se queda Doña Escobilla sola.

Doña Escobilla: ¡Qué bárbaro! En mis tiempos las clases de Anatomía eran otra
cosa.

Black out.

Suavemente se vuelven a encender las luces y aparecen de debajo de otra


mesa muy al fondo, Mario e Isabelita.

Mario: ¡Dios! Pensé que nunca se irían. Tardaron demasiado. Entonces, Isabelita,
como te decía, abramos el libro en la página veintitrés y déjame seguirte
mostrando lo que me enseñó Laurita.

Ambos se vuelven a esconder, traviesos.

Blackout.

Escena III

Entra Laurita, junto con Alvarito.

Laurita: (Coqueta) Muy bien, Alvarito, repasemos lo que te enseñé. No vaya a ser
que te retrases. Así como Mario, que no lograba entender dónde…

Salen de debajo de la mesa Mario e Isabelita.

Mario: (Furioso) ¿Qué no lograba entender qué?

Laurita: (Sorprendida) ¿Y tú qué haces con ella?

Mario: ¿Y tú qué haces con él?

Se va armando progresivamente un revuelo entre todos, que termina


convirtiéndose en una pelea sin sentido, con tono muy elevado.

Alvarito detiene la discusión repentinamente.

Alvarito: ¡Silencio!

Todos le obedecen.

Alvarito: Me parece haber oído los pasos del profe.

Todos se quedan en silencio. Alvarito se asoma a ver y regresa.

Alvarito: Falsa alarma. No era nadie.


La pelea vuelve a comenzar y Alvarito vuelve a intentar poner orden.

Alvarito: ¡Silencio!

Nadie le oye.

Alvarito: ¡Silencio! ¡Silencio!... ¡Silencio!... ¡Que se callen!

Todo obedecen esta vez.

Alvarito: Tenemos que solucionar esto para poder hacer… (avergonzado) lo que
vinimos a hacer, antes de que regrese el profe Estra Falario. Así que con mucha
calma y tranquilidad, conversemos para encontrar una salida a este malentendido
que…

Nadie le presta atención, vuelven a armar el caos.

Alvarito se asoma a la puerta y escucha unos pasos.

Alvarito: ¡Ahora sí, viene alguien!

Nadie le oye.

Alvarito: ¡Les digo que viene alguien! ¡Nos van a descubrir!

Nadie le presta atención, continúan discutiendo.

Alvarito se coloca de espaldas a la puerta y sigue advirtiéndoles con


insistencia, sin percatarse de que detrás de él, está Paulita. Los demás niños
la observan y hacen silencio.

Alvarito: ¡Así me gusta! Que me hagan caso. ¿Ven cómo con orden y tranquilidad
todo se puede solucionar mejor?

Paulita le toca el hombro. Alvarito se gira y se asusta.

Alvarito: ¡Paulita! ¿Tú qué haces aquí?

Paulita: (En actitud de altanería) Vine porque cuando estaba allá afuera me puse
a contar a todos los niños que iban saliendo y me di cuenta de que faltaban
algunos. Desde hace rato me está oliendo muy raro todo esto.

Mario: Si, es que hace rato Andreita se tiró un…

Todos: ¡Mario!

Mario: Bueno, ¡pero si es verdad!


Paulita: (En actitud de detective) Yo no me refiero a ese tipo de olores. Me refiero
a los olores que dejan las personas que están haciendo cosas a escondidas. Aquí
está ocurriendo algo muy extraño. Primero: el comportamiento del Director
Mesarrota frente a mi mami y al profe Estra Falario. Luego, el secreteo que se
traían algunos. Y ahora, ustedes escondidos aquí, en lugar de estar allá afuera.

Laurita: (Disimulando) ¡Ay, Paulita! Cada día te pareces más a tu mamá en lo


exagerada y dramática. ¿Qué vamos a estar ocultando?

Paulita: (Amenazante) Déjame ver si escuché correctamente. ¿Tú acabas de


decir que mi mami es exagerada y dramática?

Isabelita: ¡No, Paulita! Ella lo que dijo fue que Doña Escobilla es muy
desparpajada y carismática.

Paulita: (Cayendo en la trampa) Ah… bueno, en todo caso, esto sigue siendo muy
sospechoso. Así que yo voy a ir de inmediato donde el Director Mesarrota a
decirle que…

En ese momento entran los niños que fueron testigos de la confesión de


Doña Escobilla y de Mesarrota y entre los que ya estaban y los que acaban
de llegar, acorralan a Paulita.

Robertito: (Amenazante) ¿Qué tú irás a decir qué?

Anita: Ay, por favor, Paulita. Estás llegando tarde a la fiesta. Si ya Mesarrota sabe
que nosotros…

Gerardito: (Interrumpiéndole) Es cierto. De hecho la que no sabe muchas cosas


eres tú.

Martinita: Es verdad, por ejemplo: no sabes que el Director Mesarrota es…

Juancito: (Interrumpiéndole) Tampoco sabes que tu mamá está perdida y loca de


amor por…

Claudita: (Interrumpiéndole) Y tampoco tienes idea de lo que piensa el profesor


Estra Falario de todo esto.

Paulita: (Desesperada) ¿De qué? ¿Cuándo? ¿Por qué? No entiendo nada de


nada. Por favor, ¡Cuéntenme bien!

Robertito: Nadie te va a contar nada porque tú eres demasiado chismosa.

Anita: Es verdad, estaríamos locos si te contáramos que Mesarrota es gay y


que…
Paulita se queda en shock.

Isabelita: ¡Anita! ¡Ya echaste todo a perder! Nada más te faltaba decirle también
que su mamá está perdida y loca por él.

Paulita se congela. Está impactada.

Laurita: Ay, no, no, no. Ustedes de verdad no saben guardar secretos. Lo único
que faltaría sería que también le dijeran que nosotros nos escondemos aquí para
darnos hacer…

Alvarito vuelve a poner orden.

Alvarito: ¡Silencio!

Mario: (A los demás niños) Bien lo dice mi padre: nada más peligroso que un
secreto en manos de una mujer.

Paulita: (Atormentada) ¡Esto no puede ser! Yo voy ahora mismo a contarle todas
estas cochinadas a mi mamá y a decirle que ustedes están inventándose todo
esto para salvarse del castigo que les pueden dar.

Paulita intenta salir nuevamente y esta vez es interceptada por el resto de los
niños del salón.

Luisito: ¿Y a dónde vas con tanta prisa?

Danielito: Si, verdad, pareciera que tuvieras un cohete en el…

Pedrito: ¡Danielito! Eso no se le dice a una dama.

Jorgito: Bueno, es que Paulita se lo merece, porque ella siempre…

Andreita: (Interrumpiéndole) Ay, Jorgito, por favor, ahorita, delante de todos, dices
eso, pero la otra vez tú me dijiste que estabas enamorado de Paulita y que te
gustaban sus…

Sofiíta: (Interrumpiéndole) ¡Andreita! Esos secretos no se cuentan.

Carlitos: ¡Mujeres! ¡Cómo les cuesta quedarse calladas!

Camilita: A todas estas, (a Paulita) ¿A dónde vas con tanta prisa?

Paulita: (Disimulando) Yo iba… al baño.


Alvarito: ¡Si, claro! ¡Cómo no! ¡Ni que fuéramos tontos! Tú lo que ibas era a decir
que Mesarrota es gay, que tu mamá está perdida y loca por él, y que el profe Estra
Falario...

Los niños que acaban de llegar, se sorprenden al escuchar todos los


secretos.

Anita: Menos mal que los chismes son sólo cosa de niñas.

Laurita: Pues, ¿sabes qué, Paulita? ya no irás a ninguna parte.

Laurita sostiene por la fuerza a Paulita y luego los demás se unen para
retenerla. Le cubren la boca con un suéter y le amarran las manos con
cordones de zapatos.

Mientras Paulita se queja y forcejea, todos se ponen de acuerdo.

Danielito: ¿Se han dado cuenta de lo que está pasando?

Gerardito: (Intelectual) La verdad es que si, el mundo está muy mal. Lo de la


Amazonía por un lado. Luego, los conflictos de racismo y de rechazo a los
migrantes. Luego, el no reconocimiento a la comunidad LGBTLAZWX1234.
Luego…

Danielito: ¡No seas idiota, Gerardito! Yo no me refería a eso. Yo hablaba de que


este es el momento más importante que hemos vivido en nuestras vidas.
Sabemos los secretos más bajos de los adultos y además tenemos a la chismosa
como rehén. ¡Tenemos el poder absoluto!

Pedrito: (Cayendo en cuenta) Tienes razón. Ahora podemos vengarnos de todos


los castigos, tareas extra, regaños innecesarios.

Carlitos: Tenemos que pensar muy bien cómo lo haremos. La venganza tiene que
ser dulce, inteligente e histórica.

Sofiíta: Se me ocurre que podemos publicarlo todo en Facebook.

Andreita: ¡No! Yo creo que sería más contundente si los grabamos a escondidas
y lanzamos más bien una historia en Instagram.

Camilita: ¡Qué historia ni qué historia! Podemos hacer toda una serie por IGTV
para que nos siga el Instituto entero.

En ese momento entran Estra Falario y Doña Escobilla.

Todos los niños se esconden.


Estra Falario: Como le decía, mi querida Escobilla. Un café no nos compromete.
Quisiera invitarle con todo mi cariño a que compartamos un grato momento en
alguna linda cafetería…

Doña Escobilla: Profesor Estra Falario, todo esto se me hace muy sospechoso.
¿No será que usted está invitándome a salir para poder sacudirse a Don
Mesarrota?

Estra Falario: (Disimulando) No, señora. Yo jamás me aprovecharía de usted. Si


usted es toda una dama.

Doña Escobilla se sonroja.

Estra Falario: Es hermosa.

Doña Escobilla comienza a disfrutar de los halagos.

Estra Falario: Si hasta parece una rosa.

Doña Escobilla: (Coqueta) ¡Ay, profesor!

Estra Falario: Y una vaca.

Doña Escobilla: (Molesta) ¿Una vaca?

Estra Falario: (Disimulando)…mariposa. Una vaca mariposa.

Doña Escobilla: (Confundida) La verdad es que su piropo me parece un poco


barroco. Pero, está bien, no importa. A fin de cuentas, piropo es piropo.

Ambos siguen coqueteándose. Repentinamente, entra Mesarrota. Todos los


niños continúan escondidos.

Mesarrota: ¿Qué está pasando aquí?

Doña Escobilla: (Tratando de provocar sus celos) ¿Aquí? Aquí está pasando lo
que tenía que pasar: que un hombre de verdad, uno de pelo en pecho, uno de
pelo en barba, uno de pelo en…

Estra Falario: ¡Doña Escobilla!

Doña Escobilla: Que un hombre de verdad me está pretendiendo.

Mesarrota: (Triste) Pero… Estra Falario. ¿Tú…?

Estra Falario: Claro que sí, yo. Con ella. Y con nadie más.
Mesarrota: (Cabizbajo, los mira) Está bien. Lo comprendo. No me queda nada
más que hacer que seguir enamorado a solas. Recitándole al viento los poemas
que escribí para ti (A Estra Falario). No me queda más que resignarme y entender
que te amé, y que te amaré en un suspiro ahogado que jamás verá la luz, pero
que se quedará en mi corazón por siempre.

Estra Falario comienza a reaccionar ante el romanticismo de Mesarrota.

Estra Falario: ¿Y…qué más?

Mesarrota, al ver el interés de Estra Falario, se derrocha en poesía.

Mesarrota: Y tú serás por siempre el faro que ilumine mi tormentosa noche y


aunque mi balsa naufrague en el inmenso mar, tu luz me llevará a buen puerto,
aunque no te vea más.

Doña Escobilla: Pero bueno, ¿Qué barbaridad es esta?

Estra Falario reacciona y adopta una actitud masculina nuevamente.

Estra Falario: Eh, yo…

Mesarrota: (Interrumpiéndoles, galán, con el poder de seducirles a ambos) ¿Qué


les parece si el café lo invito yo? ¿Qué les parece si los tres nos sentamos al calor
de la tarde, con la brisa serena elevando en vuelo nuestras ilusiones y, en medio
del aroma del café nos conocemos…?

Estra Falario y Doña Escobilla suspiran.

Ambos: (Encantados) Si, lo que usted diga…

Los tres se van, felices, cogidos de los brazos.

Los niños salen de sus escondites.

Luisito: (A Mario) ¿Lo grabaste todo?

Mario: ¡Todo!

Sofiíta: ¡Esto será Trending Topic mundial!

Camilita: ¡Qué digo “mundial”! ¡Universal!

Jorgito: Quién sabe si luego de esto, nos convertimos en influencers de fama. Yo


he oído que se gana muchísimo dinero.

Pedrito: Bueno, ¿lo subimos ya?


Alvarito: (Pícaro) No, mejor luego de hacer… (Avergonzado) lo que vinimos a
hacer.

Todos se unen en parejas, se hablan, se coquetean, y se van escondiendo.

Paulita logra salir del lugar en el que la habían escondido. Aún tiene las
manos atadas, pero logra quitarse el suéter de la boca.

Paulita: (Llorando, quejona) ¡Más nunca en mi vida entraré a la clase de


Anatomía!

Blackout.

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