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Nivel: Obrero
Trabajo Grupal
Integrantes
Carmen Giménez
Rosana Servín
Natalia Acuña
Estela Romero
Gaspar Báez
Edgar Lezcano
Daniel Marecos
Aniceto Jimenez
Fernando Rodriguez
Samuel Garcia
Año 2019
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ITADAP - Panorama del Antiguo Testamento El Sacerdocio en el Antiguo Testamento
Índice
- Introducción
- Que es el sacerdocio
- Las labores del sacerdote
- La vestimenta del sacerdote.
- Los sacrificios
- Conclusión
- Anexos
- Bibliografía
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ITADAP - Panorama del Antiguo Testamento El Sacerdocio en el Antiguo Testamento
Introducción
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Los requisitos de santidad son mucho más elevados que los del resto del pueblo, habiendo
una disposición al respecto en Levítico 21. Su sostenimiento procedía de las ofrendas
presentadas por el pueblo en el altar (Números 18:8-1) y también de los diezmos de los
diezmos que los levitas entregaban (Números 18:26-27). Ejercían su ministerio vestidos
de lino (Éxodo 39:27), lo cual tiene doble significado, por una parte práctico y por otra
espiritual. Práctico, porque el lino es un tejido ligero, cosa necesaria para la pesada labor
que los sacerdotes desarrollaban cerca del intenso calor del altar. Espiritual, porque el lino
habla de la justicia.
Nótese cómo los sacerdotes están al cargo de las cosas más santas del tabernáculo,
siendo los encargados directos de recogerlas en el momento en que el tabernáculo fuera
desmontado.
1.1- Las funciones esenciales del sacerdote serían las siguientes: Natalia
Los sacerdotes fueron consagrados en una ceremonia que está descrita detalladamente
en Éxodo 29 que se repitió durante siete días y cuyos pasos fueron los siguientes:
Lavamiento (29:4).
Investidura (29:8).
Imposición de manos sobre el becerro ofrenda por el pecado (29:10).
Imposición de manos sobre el carnero del holocausto (29:15).
Imposición de manos sobre el carnero de la consagración (29:19).
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Se unta con su sangre la oreja derecha y los pulgares de la mano y el pie derecho
(29:20).
Rociamiento con la sangre y el aceite de la unción (29:21).
Ofrenda mecida de la grosura del carnero (29:22-24).
Consumición de la carne del carnero (29:32).
Por lo tanto, asociada a la figura del sacerdote va implícita la idea de mediación, siendo
el nexo de unión entre Dios y su pueblo. Sin sacerdote no hay relación posible con Dios,
porque sin él no hay sacrificio expiatorio y si no hay expiación es que el pecado sigue en
pie. Por lo tanto, se hace imposible la relación con Dios. Su ministerio de sacrificar y de
interceder es esencial para que haya reparación del pecado y reconciliación con Dios.
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2.1- Éxodo 28:1-43 el escritor habla detalladamente de la vestimenta a ser utilizada por
el sumo sacerdote, explica exhaustivamente todos los materiales que se deben utilizar
para la confección de las vestiduras. Hablando desde la el tipo de tela que se utilizara,
hasta los metales y piedras preciosas a ser empleados para dicha vestidura.
Tal es así que en Exodo 28 el escritor dedica 43 versículos solo para describir
exactamene, como Dios le había ordenado que se hiciese.
2.2- Las vestiduras del sumo sacerdote estaban constituidas por los siguientes
elementos:
Efod
Cinto
Pectoral
Manto
Mitra
Túnica
Calzoncillos
El efod estaba hecho de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, teniendo sobre las
hombreras del mismo dos piedras de ónice, en las que estaban grabados los nombres de
las doce tribus de Israel. Por lo tanto, el sumo sacerdote llevaba sobre sus hombros a todo
Israel, cargando sobre sí la responsabilidad de ser su representante ante Dios.
El cinto, que era de los mismos tejidos que el efod, es como tantas veces en la Escritura
la disposición para el servicio o la acción. En este caso para el ministerio sacerdotal.
El pectoral, como su propio nombre indica iba colocado sobre el pecho, sobre el efod,
siendo cuadrado y doble, conteniendo doce piedras preciosas, cada una de ellas diferente
a las demás. Iba unido por cordones a las hombreras del efod. Su nombre completo era
pectoral del juicio (Éxodo 28:15,29,30).
Simbolizaba la unidad del pueblo de Dios en su diversidad, el valor precioso del pueblo
ante Dios y su dependencia de la persona y ministerio del sumo sacerdote, quien a su vez
tenía al pueblo cerca de su corazón, trayéndolo consigo mismo cada vez ante la presencia
de Dios. Como allí estaba colocado el Urim y Tumim, el pectoral también designaba la
revelación de Dios, canalizada a través del sumo sacerdote.
El manto era de azul y en sus bordes tenía alternativamente granadas de azul, púrpura y
carmesí y campanillas de oro, que sonaban cuando el sumo sacerdote andaba. Tal vez
una alusión a la doble vertiente del testimonio sacerdotal: fruto (granadas) y enseñanza
oral (campanillas).
La mitra tenía una lámina de oro con la inscripción santidad al Señor, que estaba sobre
la frente del sumo sacerdote. Su propósito era que el sumo sacerdote se hacía
responsable de llevar las maldades de los hijos de Israel que iban implícitas con los dones
que ellos presentaban a Dios.
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Aquí hay una constatación de que incluso nuestras ofrendas no relacionadas con el
pecado, están de alguna forma asociadas a él. Si no fuera por esa santidad que el sumo
sacerdote portaba, aun nuestros mejores dones estarían contaminados. Esto significa que
no hay lugar para hablar de obras supererogatorias o de valor extraordinario ante los ojos
de Dios, pues como dice el profeta 'todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia.'
(Isaías 64:6). Es gracias a la santidad del sumo sacerdote que somos aceptos ante Dios
y también lo son los dones y el servicio que le presentamos y hacemos.
La ropa más interior, la túnica y los calzoncillos: eran de lino fino, símbolo de justicia
perfecta. Una justicia no tanto externa sino interna, del corazón.
El día de la expiación el sumo sacerdote no llevaba puestas las vestiduras arriba descritas
sino que iba vestido totalmente de lino: túnica, calzoncillos, cinto y mitra (Levítico 16:4).
La diferencia entre las vestiduras del sumo sacerdote y las del resto de los sacerdotes es
bien patente. Mientras que el primero era portador de las que están descritas en Éxodo
28:1-39, los segundos iban vestidos con las que están descritas en Éxodo 28:40,
consistentes en túnicas, cintos y tiaras. Es decir, la gloria del primero excede con mucho
a la de los segundos, los cuales en realidad son un destello del esplendor del primero. Es
la diferencia entre Cristo y nosotros.
Nuestro ministerio depende del suyo y nuestra gloria es reflejo de la suya original. Los
sacerdotes debían ir con estas vestiduras siempre que ministraran, ya fuera dentro de la
morada o en el altar de bronce
Toda esta ropa adquiere su plena dimensión en Cristo, el gran sumo sacerdote, quien
lleva sobre sus hombros, figura de poder, a su pueblo y también sobre su corazón, de
manera que estamos cerca de sus entrañas y somos objeto de sus íntimos afectos. Poder
y misericordia caracterizan a nuestro sumo sacerdote (Hebreos 4:14-15).
Allí, en el corazón de Cristo, somos precisos a los ojos de Dios; en él y con él nos
presentamos ante su presencia y por medio de él tenemos la revelación perfecta del
Padre. Nuestro juicio ante Dios es un dictamen de justificación, no de condenación, porque
estamos en su pectoral del juicio. En Cristo, es la expresión con la que el apóstol Pablo
resume nuestra posición. De la misma manera que en el sumo sacerdote estaba puesto
Israel, así nosotros estamos puestos en Cristo, en el cual somos:
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Dios requería el sacrificio de animales, para que la raza humana pudiera recibir el
perdón por sus pecados (Levítico 4:35; 5:10). Para empezar, el sacrificio de animales es
un tema importante que se encuentra a través de la Escritura.
Cuando Adán y Eva pecaron, fueron sacrificados animales para que Dios proveyera la
ropa para ellos (Génesis 3:21). Caín y Abel ofrecían sacrificios al Señor. Los de Caín no
eran aceptados porque él ofrecía fruta, mientras que los de Abel fueron aceptados
porque ofrecía de los “primogénitos de sus ovejas” (Génesis 4:4-5). Después que cedió
el diluvio, Noé sacrificó animales a Dios. Este sacrificio de Noé fue de olor grato al Señor
(Génesis 8:20-21).
Dios ordenó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac. Abraham obedeció a Dios, pero justo
cuando Abraham estaba por sacrificar a Isaac, Dios intervino y proveyó un carnero para
que muriera en lugar de Isaac (Génesis 22:10-13).
El sistema sacrificial alcanza su clímax con la nación de Israel. Dios ordenó a la nación
ejecutar muchos diferentes sacrificios. De acuerdo a Levítico 1:1-4, debía seguirse un
cierto procedimiento. Primero, el animal debía ser sin defecto.
Después, la persona que ofreciera el sacrificio debía identificarse con el animal. Luego,
la persona que ofrecía el animal debía infligirle la muerte. Cuando era hecho en fe, este
sacrificio proveía el perdón de los pecados. Otro sacrificio llamado el día de la expiación,
descrito en Levítico 16, demostraba el perdón y la remisión del pecado.
El sumo sacerdote debía tomar dos machos cabríos como la ofrenda por el pecado. Uno
de los machos cabríos era sacrificado en expiación por el pecado del pueblo de Israel
(Levítico 16:15), mientras que el otro macho cabrío era llevado y liberado en el desierto
(Levítico 16:20-22). La ofrenda por el pecado proveía perdón, mientras que el otro
macho cabrío proveía la remisión del pecado.
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Cada uno de estos sacrificios requería ciertos elementos, ya fuera un animal o un fruto
del campo, y tenía un propósito específico. La mayoría eran divididos en dos o tres
porciones, una parte para Dios, la porción de los levitas o sacerdotes, y, si había una
tercera porción, esta la conservaba la persona que ofrecía el sacrificio. Los sacrificios en
un sentido más amplio, se pueden clasificar como ofrendas voluntarias u obligatorias.
La segunda ofrenda voluntaria era la ofrenda de cereal, en la que el fruto del campo
se ofrecía en forma de torta o pan horneado hecho de cereales, harina, aceite y sal. La
ofrenda de cereal fue uno de los sacrificios que iba acompañado de una libación de un
cuarto de hin (alrededor de un cuarto de galón) de vino, que se vertía en el fuego del
altar (Números 15:4-5). El propósito de la ofrenda de cereal era para expresar
agradecimiento en reconocimiento a la provisión de Dios e inmerecida benevolencia
hacia la persona que realizaba el sacrificio. A los sacerdotes se les daba una parte de
esta ofrenda, pero tenían que comérsela dentro del atrio del tabernáculo.
La tercera ofrenda voluntaria era la ofrenda de paz, que consistía de un animal sin
defecto de la manada del adorador, y/o diferentes granos o panes. Este fue un sacrificio
de acción de gracias y comunión, seguido por una comida compartida. Al sumo
sacerdote se le daba el pecho del animal; al sacerdote se le daba el muslo derecho. A
estas partes de la oferta se les llamaba "ofrenda mecida" y la "ofrenda elevada", porque
se mecían o se levantaban sobre el altar durante la ceremonia. La grasa, los riñones y la
grosura del hígado se daban a Dios (se quemaban), y el resto del animal era para que
los participantes comieran, simbolizando la provisión de Dios. La ofrenda de votos, de
acción de gracias y la ofrenda voluntaria mencionadas en el antiguo testamento, eran
todas ofrendas de paz.
Hubo dos sacrificios obligatorios en la ley del antiguo testamento. El primero era la
ofrenda por el pecado. El propósito de la ofrenda por el pecado era para expiar el
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El otro sacrificio obligatorio fue la ofrenda por el pecado, y este sacrificio era
exclusivamente un carnero. La ofrenda por el pecado se daba como expiación por
pecados no intencionales que exigía la retribución a la parte ofendida, y también como
una limpieza de pecados que contaminan o de malestares físicos. De nuevo, la grosura,
los riñones y la grosura del hígado, se ofrecían a Dios, y el resto del carnero tenía que
comerse dentro del atrio del tabernáculo.
Su muerte abrió el "lugar santísimo" para nosotros (Hebreos 10:19-22), a fin de que
podamos entrar libremente en la presencia de Dios y ofrecer nuestro "sacrificio de
alabanza" (Hebreos 13:15; cf. 9:11-28; 4:14-5:10).
Hay un pasaje principal que trata del sacerdocio de todos los creyentes. Es como sigue:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz
admirable” (1 Pedro 2:5-9).
Los sacerdotes del Antiguo Testamento fueron elegidos por Dios, no por auto-elección; y
ellos fueron escogidos para un propósito: servir a Dios con sus vidas por medio de la
ofrenda de sacrificios.
El sacerdocio servía como una ilustración o “tipo” del futuro ministerio de Jesucristo...
ilustración que después ya no fue necesaria, una vez que Su sacrificio en la cruz fue
consumado. Cuando el grueso velo del templo que cubría la entrada al Lugar Santísimo
fue partido en dos por Dios, al momento de la muerte de Cristo (Mateo 27:51), Dios estaba
indicando que el sacerdocio del Antiguo Testamento ya no era necesario. Ahora los
creyentes podrían venir directamente a Dios a través del gran Sumo Sacerdote, Jesucristo
(Hebreos 4:14-16). Ahora ya no hay mediadores terrenales entre Dios y el hombre, como
existieron en el sacerdocio del Antiguo Testamento (1 Timoteo 2:5)
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ITADAP - Panorama del Antiguo Testamento El Sacerdocio en el Antiguo Testamento
Cristo, nuestro Sumo Sacerdote ofreció un solo sacrificio por el pecado de todos los
tiempos (Hebreos 10:12), y ya no queda más sacrificio por los pecados que pueda ser
hecho (Hebreos 10:26) Pero así como los sacerdotes ofrecían otras clases de sacrificios
en el templo, está claro en 1 Pedro 2:5,9, que Dios ha elegido a los cristianos “...para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” 1 Pedro 2:5-9
habla de dos aspectos del sacerdocio del creyente.
4.1- El primero – (Samuel) es que los creyentes son privilegiados. El ser elegido por Dios
para ser un sacerdote era un privilegio. Todos los creyentes han sido elegidos por Dios:
un “linaje escogido...pueblo adquirido por Dios” (versiculo 9). En el tabernáculo y el templo
del Antiguo Testamento, había lugares donde solo los sacerdotes podían ir. Detrás del
grueso velo, en el Lugar Santísimo, solo el Sumo Sacerdote podía entrar, y únicamente
una vez al año en el Día de la Expiación, cuando hacía ofrenda por el pecado a favor de
todo el pueblo. Pero como mencionamos anteriormente, por la muerte de Jesucristo en la
cruz del Calvario, ahora todos los creyentes tenemos un acceso directo al trono de Dios a
través de Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16). Qué privilegio el poder
entrar directamente al mismo trono de Dios, no a través de algún sacerdote terrenal.
Cuando Cristo regrese y la Nueva Jerusalén baje a la tierra (Apocalipsis 21), los creyentes
verán a Dios cara a cara, y le servirán ahí (Apocalipsis 22:3-4) Nuevamente, qué privilegio
especial para nosotros que antes no éramos “su pueblo”.... “sin esperanza” destinados a
la destrucción por nuestro pecado.
4.2- El segundo aspecto del sacerdocio de los creyentes es que somos elegidos para un
propósito: para ofrecer sacrificios espirituales (ver Hebreos 13:15-16 por ejemplo), y para
anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Por lo
cual, tanto por la vida (1 Pedro 2:5; Tito 2:11-14; Efesios 2:10) como por la palabra (1
Pedro 2:9; 3:15), nuestro propósito es servir a Dios. Así como el cuerpo de creyentes es
el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20), así Dios nos ha llamado a servirle de
todo corazón, por medio de la ofrenda de nuestras vidas como sacrificios vivos (Romanos
12:1-2). Un día estaremos sirviendo a Dios en la eternidad (Apocalipsis 22:3-4), pero no
en cualquier templo, “... porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ellos...”
(Apocalipsis 21:22). Así como el sacerdocio del Antiguo Testamento debía estar libre de
contaminación, como se simbolizaba al ser ceremonialmente limpiado, así Cristo nos ha
hecho santos posicionalmente ante el Padre. El nos llama a vivir vidas santas para que
también podamos ser un “sacerdocio santo” (1 Pedro 2:5).
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5- Conclusión
Anexos
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Bibliografia
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Paginas Web.:
http://www.iglesiapueblonuevo.es/index.php?codigo=tabernaculosacerdotes
https://www.gotquestions.org/Espanol/sacerdocio-los-creyentes.html
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