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Encuentros con Jesucristo

El Hijo Pródigo, estaba muerto y ha vuelto a la vida.

“Dios no se cansa de esperarnos, por mucho que nos alejemos de Él”

1. Bienvenida y animació n

2. Invitació n a vivir el encuentro (se canta al Espíritu Santo)


Recordando las palabras del papa Francisco en la exhortació n
apostó lica “Evangelii Gaudium” en el numeral 3 donde nos dice
“Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se
encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con
Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por
Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que
alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie
queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que
arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño
paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los
brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo:
«Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor,
pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te
necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre
tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos
hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de
perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su
misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete»
(Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos
vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá
quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e
inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a
empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre
puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de
Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. Que nada
pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante.

3. Empezamos a encontrarnos con Jesú s a través de su palabra.


Se realiza la Lectura pausada del texto bíblico.

Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32


En aquel tiempo, se acercaban a Jesú s los publicanos y los pecadores
para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este
acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta
pará bola. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al
padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y
él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo
reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda
viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un
hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país,
que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su
vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las
daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuá ntos jornaleros de mi padre
tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de
hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el
cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trá tame como a
uno de tus jornaleros." Y, levantá ndose, partió hacia su padre.
Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió , se echó
a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé
contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y
vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una
fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida;
estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta. Su hijo
mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó
la mú sica y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó
qué era aquello. É l le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha
matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano. "É l se irritó y
no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su
padre: "Hace tantos añ os que te sirvo, y jamá s dejé de cumplir una
orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta
con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha
devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo
cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre está s conmigo, y todo lo
mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque
este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba
perdido, y ha sido hallado."
Palabra de Dios.
Canció n.
EL HIJO PRODIGO
Hoy vuelvo mi Señ or vuelto pedazos
Mi ropa y mi alma hecha retazos
No te puedo mentir que tuve hambre
Ya no tengo la sonrisa, que se dibujaba ayer.

Gasté toda mi herencia en la basura


Ya no me acuerdo que es un alma pura
Tengo llagas que duelen en el alma
Y perdí toda la calma
Ya no merezco tu amor, Padre te pido perdó n.

CORO
Que ves en mí, si tanto te he fallado.
Tanto te herí, tu siempre me has amado.
Que ves en mí, casi olvidé tu nombre
Hoy vuelvo a ti, tu amor nunca se esconde.
Me revolqué en el barro de la muerte
Perdió mi corazó n la direcció n
Me convertí en lo que yo aborrecía
Tanta era mi hipocresía
Te traigo una petició n, ser tu esclavo mi Señ or.

Mi alma Padre está hecha un amasijo


No sé có mo me llamas mi buen hijo
No temes que ensucies tus vestiduras
Tú me abrazas con ternura
Y me das tu Bendició n, estoy en tu corazó n.

CORO
Que ves en mí, si tanto te he fallado.
Tanto te herí, tu siempre me has amado.
Que ves en mí, casi olvidé tu nombre
Hoy vuelvo a ti, tu amor nunca se esconde.

Dinámica “¿Con qué pecados regreso a casa?


Usando el material (Hoja con dibujo de la casa y el Padre), se invita a
los participantes a escribir aquellos pecados que cargamos y los
cuales hemos experimentado desde el día que decidimos irnos de la
casa del Padre (Dios), recordando que con ellos también regresamos
a su casa. (La analogía del pecado puede referenciarse con las
vestiduras sucias del hijo pró digo, la gracia es el mejor vestido que le
pide el Padre a los sirvientes para que le coloquen a su hijo luego de
haber regresado a casa.
- Oració n del hijo pró digo.

ORACIÓN DEL HIJO PRODIGO


Aquí estoy Señ or ante tu presencia arrepentido de mi pecado,
he renunciado a permanecer en tu amor por mi falta de fe y por
querer buscar en el mundo el amor que solo tú me puedes
entregar.
He pasado por momentos de soledad y de angustia, en los que
el pecado ha hecho trizas mis sentimientos, en lo que he
perdido mi dignidad como hijo de Dios y esto me ha hecho
sentir miserable y frá gil.
Reconozco que te he ofendido, que me he ido lejos de casa y he
malgastado el amor que me brindas queriendo complacer a los
demá s y dejá ndome llevar por las pasiones y el desenfreno.
Ahora que me encuentro delante de tu presencia te pido que
me mires con ojos de bondad, que no tengas en cuenta mi
indignidad y derrames sobre mí el bá lsamo de tu misericordia,
para que cure las heridas de mi pasado.
Nada soy si tú no está s conmigo, ahora soy consciente que
jamá s debo irme de esta casa y en la que a diario me haces
sentir tu inconmensurable amor.
El sentirme amado por ti es verdaderamente una dicha de la
cual hoy me siento afortunado, en tus brazos Señ or encuentro
consuelo y paz, a Ti te confió mi vida con la seguridad de que
bajo tu compañ ía podré ser completamente feliz.
Amén

- Diná mica del abrazo.


Se ubican 4 personas previamente seleccionadas (Una en cada nave
lateral y dos en la nave central del templo) y en presencia del
santísimo las personas se acercará n a recibir un abrazo (Quienes
hayan sido seleccionados para dar el abrazo es conveniente que
utilicen la frase “Que bueno que estés de nuevo en casa”. A medida
que se realiza la diná mica se pueden hacer cantos que contribuyan a
vivir de mejor manera el momento.
4. Bendició n el Santísimo y se reserva

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