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EL APRENDIZAJE DE LA LENGUA MATERNA MEDIADO POR LAS COMPETENCIAS COMUNICATIVAS

Por Diana Raquel Benavides Cáceres_ Docente investigadora

Los procesos de globalización han facilitado el acceso a múltiples lenguajes, en especial al escrito, a
través de los cuales las personas se acercan al conocimiento desde cualquier disciplina o campo
laboral. Es por ello que hoy más que nunca, se espera que el profesional sea eficiente en la
búsqueda, escogencia e interpretación de la información y la utilice en la producción de diferentes
textos o discursos. Saber comunicar se constituye, entonces, en una necesidad imperiosa para la
interacción eficiente.

La educación no puede ser ajena a las demandas de la sociedad en la búsqueda permanente de la


comprensión. Tal comprensión, objeto y fin de los actos de comunicación a través del lenguaje, es
muy importante para la formación integral de las personas. En este orden de ideas, la educación
universitaria requiere una formación que potencie las habilidades del lenguaje hasta sus formas
superiores, de tal forma que influyan positivamente en la relación entre los individuos, nos
referimos al desarrollo de las competencias comunicativas. Ello es un proceso complejo y
heterogéneo que requiere del manejo de distintos aspectos de la lengua, donde el individuo genere
conocimiento y produzca textos socialmente valorados.

Dichas competencias le permiten al individuo ejecutar distintas acciones del pensamiento


orientadas por el lenguaje con el fin de establecer nexos de interlocución eficaces con cualquier
fuente de información y, al mismo tiempo, participar del uso contextual de la lengua. Veamos
algunos paradigmas que se constituyen como antecedentes en la enseñanza y aprendizaje de la
lengua.

Paradigmas que han predominado en la enseñanza de la lengua

El conocimiento de la lengua materna se ha visto influenciado por distintos paradigmas.


Inicialmente, por el aprendizaje de una gramática tradicional en la que se realizaban análisis
sintácticos de la oración y lecturas de algunos modelos literarios. Luego, con el estructuralismo, el
enfoque fue más descriptivo al reconocer el funcionamiento del sistema de la lengua.

Posteriormente, se ahondó en el estudio de la fonética, la sintaxis y el léxico, lo que se conoció como


análisis lingüístico cuyo representante fue Ferdinand de Saussure (Pérez, H, 1999).

Hacia la década de los años 50, el lingüísta Noam Chomsky sostuvo que los humanos poseemos una
capacidad innata para adquirir el lenguaje y deducir las reglas a partir de modelos, habló de la
competencia lingüística y de la actuación, cuyas leyes se encuentran en el hablante mediante el
uso de universales lingüísticos y la creatividad, el lenguaje tiene, entonces, como función expresar
el pensamiento.

Veinte años después, Mijaíl Bajtín mostró la relación estrecha entre el individuo y la sociedad a partir
del signo lingüístico y la comunicación mediada por el contexto.

El sociolingüísta Dell Hymes acuñó el término competencia comunicativa, dentro de la enseñanza


del lenguaje, al diferenciar las distintas reglas de uso, el cuándo hablar, qué decir, a quién y en qué
situaciones particulares. Hymes insistió más en la funcionalidad del acto comunicativo que en la
clasificación y definición exhaustiva de los componentes del lenguaje, su estudio se enfocó en el uso
dinámico de la comunicación y en la interacción social.

Hacia 1980, con la lingüística textual de Teun Van Dijk, el texto es concebido como unidad de análisis,
se estudian sus propiedades, las tipologías, el discurso, el contexto y las situaciones comunicativas.

Otros estudiosos de la teoría del lenguaje como comunicación que se podrían citar son: Bernstein,
Halliday y Labor (sociolingüístas); Austin y Searle (filósofos del lenguaje); Piaget, Vigotsky y Bruner
(psicólogos) y Ducrot y Charaudeau (lingüistas).

La pedagogía conceptual, un enfoque actual en la enseñanza de habilidades comunicativas

En la actualidad, el enfoque cognitivo de la pedagogía conceptual (De Zubiría, M, 1998) establece la


existencia de tres sistemas en el aprendizaje humano: el sistema cognitivo (operaciones
intelectuales), el sistema afectivo (sentimientos, actitudes, valores) y el sistema expresivo
(comportamientos, instrumentos expresivos, sus operaciones y los textos orales y escritos), en los
que se encuentran presentes las operaciones psicolingüísticas, traducidas en las cuatro habilidades
comunicativas: leer, escribir, escuchar y hablar.

La primera de ellas, leer, implica más que comprender el significado de un texto, aquí interactúa un
sujeto portador de saberes culturales, intereses, deseos, gustos, etc. y un texto como el soporte
portador de un significado, de una perspectiva cultural, ideológica y estética particulares, por lo
tanto es un proceso significativo y semiótico.

La segunda, escribir, va más allá de una codificación de significados a través de reglas lingüísticas,
es un proceso social e individual en el que se configura un mundo y en el que se ponen en juego
saberes, competencias, intereses y que, a la vez, está determinado por un contexto socio-cultural y
pragmático.

La tercera habilidad, escuchar, se relaciona con elementos pragmáticos como el reconocimiento de


la intención del hablante, del contexto social, cultural, ideológico desde el cual se habla.

La cuarta, hablar, se evidencia cuando se elige una posición de enunciación pertinente a la intención
que se persigue, reconociendo quién es el interlocutor para seleccionar un registro de lenguaje y un
léxico determinado.

Este enfoque ofrece estrategias metacognitivas para estructurar el pensamiento mediante


instrumentos que organizan conceptos y jerarquizan ideas. Desarrolla habilidades para la lectura y
la comprensión de textos académicos y científicos.

La noción de competencia comunicativa

Hoy el término competencia se puede concebir como un tipo de criterio para evaluar las actuaciones
de los sujetos, como un saber hacer en un contexto, lo que implica que el ser competente es un acto
de conciencia y de comprensión respecto a lo que se ejecuta o se realiza (Perea, F. 2004).

Desde el punto de vista lingüístico, las competencias pueden ser interpretativas, argumentativas y
propositivas, y son la base para acceder a la comprensión de la realidad. Cuando una persona es
competente en un área determinada, se le exige el dominio del lenguaje y los códigos que le
permitirán la comprensión del discurso y los aportes que realizan los que reflexionan en dicho
campo del saber.

Según el investigador Daniel Bogoya (2000), existen tres niveles de competencia. El primer

nivel tiene en cuenta el reconocimiento y la diferenciación de los códigos propios de cada área, lo
que indica que para ser competente en un campo del saber se requiere de la apropiación del
lenguaje específico de este. El segundo nivel tiene que ver con la aplicación de los conocimientos
adquiridos en un contexto disciplinar, en el que los usuarios se apropian y sirven de ellos para
resolver problemas. El tercer nivel hace referencia al proceso metacognitivo, es decir, el nivel de
conciencia de la competencia puesto que se sabe lo que se hace.

Las competencias son adquiridas y desarrolladas mediante los procesos experienciales o de


formación, los cuales pueden ocurrir desde la educación y se derivan de la relación sistémica entre
aprendizaje escolar, familiar, cultural y comunitario. Dichos procesos requieren de un conjunto de
habilidades, que son las que permiten los desempeños de las personas.

De esta forma, adquirir competencias comunicativas exige tanto habilidades para manejar una
lengua como saber filtrar, seleccionar e interpretar la información y leer de forma crítica,
diferenciando lo relevante de lo secundario y lo fiable de lo dudoso o erróneo. Por lo tanto, no
consiste en una teorización acerca de la lengua; no es el conocimiento explícito lo que interesa, sino
la apropiación del lenguaje para la significación, para la comunicación, para el conocimiento y para
el discurso.

Es importante, entonces, el desarrollo de las competencias comunicativas básicas, entendidas estas


como la apropiación de la lengua para mejorar la capacidad de comunicación, de interpretación y
de producción de discursos en diferentes contextos.

Las competencias comunicativas aplicadas al contexto académico

En esta medida, en el ámbito universitario, el conocimiento de la estructura de la lengua y las


estrategias de fortalecimiento de las habilidades comunicativas se convierten en un instrumento
pedagógico necesario para la práctica y elaboración de documentos cotidianos, académicos o
comerciales, y para la realización de discursos según el contexto, necesarios todos ellos en el
trabajo, en la vida académica y en la interacción con los demás.

La universidad debe afianzar en sus estudiantes la lectura crítica de los textos relacionados con
distintas dimensiones de la vida social y del ámbito científico. Igualmente debe brindarles elementos
para identificar la validez de los mismos, para analizar la realidad, para argumentar sobre ella e
interpretarla.

De otra parte, mediante la aprensión de procesos de significación, logrados con el manejo eficiente
de la lengua, es posible comunicarse de una forma pertinente según lo requiera el medio,
reconociendo diversos códigos sociales, culturales y lingüísticos. En cuanto al dominio textual, se
evidencia en la coherencia y la cohesión de los enunciados y los textos producidos en un discurso,
de acuerdo con los significados y el léxico requerido, de acuerdo con las intencionalidades, las
variables de tipo ideológico y los saberes enciclopédicos con los que cuenta el estudiante.
Lo oral recobra vigencia, a pesar de coexistir en una sociedad influenciada por lo virtual, ya que
también comunicamos mediante signos gestuales, sean señas, mímica, expresiones faciales,
movimientos corporales, etc., que pueden ser propias o aprendidas, originales o convencionales. De
igual forma, nos permite crear, transformar y apropiarnos de espacios, tanto en la vida pública como
privada y asignarle significado al respeto o a la transgresión de esas distancias interpersonales o de
los espacios codificados por los distintos grupos sociales.

Con relación a lo virtual, es importante también reconocer la necesidad imperiosa de que nuestros
estudiantes dominen las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC) para
procesar la información derivada del conocimiento actual que se genera en cuestión de segundos.

La función del docente será la de propiciar espacios de interacción con el lenguaje propio de la
investigación y de las comunidades científicas. Acercar a los estudiantes a la lectura para conocer y
cuestionar la postura de un autor e indagar sobre nuevos aportes. Escribir para dar cuenta de lo que
se sabe, para sistematizar datos o para realizar un informe de investigación. (Benvegnú, Galaburri,
Pasquale y Dorronzoro, 2001)

Es procedente evitar la lectura fragmentaria, descontextualizada o superficial producto de la


acumulación de fotocopias que ocasiona en los estudiantes el no jerarquizar ideas o buscar
interrelaciones.

En este sentido, en el contexto académico y disciplinar se puede observar que su aplicación no es


ajena al campo organizacional, pues no se deslinda de los ámbitos sociales mencionados.
Indudablemente encontramos que la empresa está inmersa permanentemente en procesos de
comunicación e interacción que se generan de manera interna y externa. Allí sus integrantes,
nuestros profesionales en formación, deben estar en capacidad de producir discursos pertinentes,
manejar información y procesarla de forma efectiva, de acuerdo con los desafíos mundiales que
implican la tríada organización, cultura y comunicación.

Surge la comunicación organizacional como una red en la que se interactúa y se gestionan procesos,
ya sea para atender con calidad al cliente, producir servicios, generar informes, presentar
estrategias o proyectos, clarificar líneas de comunicación institucional, gestión de identidad
corporativa, manejo de crisis, relaciones públicas, dominio de técnicas de comunicación empresarial
como la publicidad, entre otras. El profesional debe aplicar distintas habilidades desarrolladas en la
academia, a partir de la práctica grupal, el análisis de casos, la producción de textos en medios
electrónicos, la realización de esquemas analíticos o la elaboración de argumentos.

Es así como el aprendizaje de la lengua materna exige el fortalecimiento y desarrollo de


competencias comunicativas, más allá de un currículo o de una exigencia académica, pues estas
son indispensables para la vida diaria y, sin duda, muy útiles en los campos profesional y social.

BIBLIOGRAFÍA

BOGOYA, M. D. (2000). Una prueba de evaluación de competencias académicas como proyecto, En


competencias y proyecto pedagógico. Universidad Nacional, Bogotá, 1213.

Benvegnú, M.A., Galaburri, M.L., Pasquale R., Dorronzoro M.I. (2001) ¿Por qué ocuparse de la
lectura y de la escritura en la universidad? Recuperado el 13 de julio de 2008 en
http://www.redecom.unlu.edu.ar/ DE ZUBIRÍA, S. M. (1998). Pedagogías del siglo XXI: Mentefactos
I. El arte de pensar para enseñar y de enseñar para pensar. Fondo de publicaciones Bernardo
Herrera Merino, Fundación Alberto Merani, Santafé de Bogotá.

PEREA, M. F. (2004). Módulo III: formación de docentes y agentes comunitarios para la


interculturalidad. Convenio Andrés Bello.

PÉREZ G. H. (1999). Nuevas tendencias de la composición escrita. Cooperativa Editorial Magisterio.


Santafé de Bogotá.

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