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Congreso de Viena

El Congreso de Viena fue un encuentro


internacional celebrado en la capital austriaca,
convocado con el objetivo de restablecer las fronteras
de Europa tras la derrota de Napoleón Bonaparte y
reorganizar las ideologías políticas del Antiguo
Régimen.

Así pues, su intención era retornar Europa a la


situación anterior a la Revolución francesa (1789), no
solo para restablecer las fronteras nacionales
trastornadas casi 20 años antes, sino también para
asegurar un equilibrio de poder que evitase otra serie
de conflictos armados a gran escala, como fueron las
El Congreso de Viena, por Jean-Baptiste
anteriores guerras revolucionarias francesas y,
Isabey, 1819.
posteriormente, las guerras napoleónicas.

Índice
Metas
Actividad
Francia en el Congreso de Viena
Consecuencias del Congreso de Viena
Notas y referencias
Bibliografía

Metas
La reunión se llevó a cabo del 18 de septiembre de 1814 al 9 de junio de 1815. El congreso tuvo como
bases dos grandes principios: el principio monárquico de legitimidad y el principio de equilibrio de
poder, siendo el principal impulsor de la reunión el príncipe Klemens von Metternich, ministro de
asuntos exteriores de Austria y destacado diplomático de la época.

Tanto Metternich como el otro gran diplomático presente, el británico vizconde de Castlereagh,
comprendían la urgencia que las potencias vencedoras de la Guerra de la Sexta Coalición
mantuvieran un equilibrio de poder en Europa y en paralelo previnieran que las ideas de la
Revolución francesa cobraran nuevo impulso y generasen nuevas revueltas y conflictos en el
continente europeo, por lo cual las decisiones del Congreso estarían marcadas por un firme
conservadurismo político que favorecía la restauración inmediata de gobiernos absolutistas.

Para esto, Metternich y Castlereagh estaban decididos a invocar que los reyes europeos actuaran
como "garantes personales" del equilibrio político en la "Europa de la Restauración", sofocando todo
atisbo de liberalismo que amenazara a las monarquías europeas, implicando que la paz del
Continente solo podría lograrse mediante la mutua solidaridad de los monarcas absolutistas. Tal idea
complació en particular al zar Alejandro I de Rusia, a quien Metternich confió especialmente este rol
de "garante".[cita requerida]
Actividad
El Congreso de Viena no se realizó realmente con un
método de sesiones plenarias, sino como una serie de
conferencias bilaterales entre diplomáticos
interesados en una cuestión específica, siendo que
solo en su conclusión se redactó un acta general, que
ni siquiera fue suscrita por todas las delegaciones
presentes. De hecho, la actividad diplomática del
Congreso pocas veces se ejecutó en grandes reuniones
de trabajo, sino que se desarrolló principalmente en
cenas, banquetes, o bailes de gala, donde los
diplomáticos podían reunirse de modo informal y
luego concertar reuniones en pequeños grupos para
llegar a acuerdos o defender un interés concreto, el Palais am Ballhausplatz, sede de reuniones
cual luego se plasmaba en pactos con otros diplomáticas en el Congreso de Viena, hoy
interesados. De ahí que la incipiente opinión pública Cancillería de Austria.
europea dijera irónicamente que «el Congreso baila,
pero no marcha» debido a la importancia de tales
cenas y recepciones para el Congreso.

Por otro lado, enviaron delegaciones casi todos los Estados europeos, incluyendo a la derrotada
Francia, aunque el plan inicial de Metternich era que las decisiones claves del Congreso fueran
tomadas solo por los delegados de Gran Bretaña, Austria, Prusia y Rusia, al ser estas las potencias
que habían sostenido el esfuerzo bélico de la Guerra de la Sexta Coalición, excluyendo por completo a
la derrotada Francia, pero también apartando de las decisiones relevantes a los aliados antifranceses
más débiles como España, Portugal, Suecia, Piamonte-Cerdeña o los pequeños reinos alemanes como
Hannover y Hesse-Darmstadt. La exclusión de España significaba el reconocimiento de la pérdida de
su condición de gran potencia que había tenido hasta entonces.1

Cabe mencionar, además, al zar Alejandro I de


Rusia, quien tuvo un papel clave en el Congreso y
vino acompañado por sus consejeros Karl
Nesselrode y el conde Andréi Razumovski con el
objetivo de unificar los Estados alemanes para
impedir un mayor crecimiento del Reino de
Prusia e implantar un régimen constitucional en
el sector ruso de Polonia uniendo esta a Rusia de
modo definitivo, proyecto diseñado por el
príncipe polaco Adam Jerzy Czartoryski,
diplomático al servicio de Rusia.

Estuvieron presentes también Francisco I de


Habsburgo y Federico Guillermo III de Prusia
(este acompañado de Hardenberg y Guillermo de
Humboldt), junto con representantes del Reino
Europa tras el congreso, con las grandes potencias en
Unido, primero Lord Castlereagh y después el
mayúscula.
Duque de Wellington, quien tuvo que retirarse al
campo de batalla cuando Napoleón escapó de la
isla de Elba mientras se estaba celebrando el
congreso en 1815 durante los Cien Días.
Metternich insistió en invitar al Congreso a antiguos aliados de Napoleón, como los reyes de Sajonia,
Baviera, y Dinamarca, junto con el Reino de Nápoles, llegando inclusive delegaciones de Suiza, los
Estados Pontificios y otra de Países Bajos. También hubo españoles (marqués de Labrador),
portugueses (Pedro de Sousa Holstein, Conde de Palmela; António Saldanha da Gama; Joaquim Lobo
da Silveira), Estados germánicos (Hannover, Baviera y Wurtemberg) y enviados de los Estados
Pontificios y de San Marino. Del mismo modo llegaron a Viena delegaciones de diversos "grupos de
presión" que empezaban a surgir en Europa: antiesclavistas, intelectuales judíos que pedían libertad
religiosa, emigrados franceses requiriendo indemnizaciones, y hasta ex generales napoleónicos
reclamando conservar los bienes y honores otorgados por el Primer Imperio francés a cambio de
jurar lealtad al nuevo régimen de Luis XVIII. Todas las delegaciones gubernamentales, ante el
contexto que afrontaban, coincidieron en estar unidos y permanecer vigilantes contra los liberales,
los republicanos y los ateístas.

Pedro Gómez Labrador representó al rey español Fernando VII en los tratados de Congreso de Viena,
pero su poca habilidad diplomática lo enfrentó rápidamente con la delegación de la derrotada Francia
(apartada de las negociaciones relevantes al igual que España), siendo que la debilidad española
impedía a Gómez Labrador ofrecer algún apoyo relevante a Gran Bretaña o Austria para que se
consideraran sus intereses. La austeridad de la delegación española le impedía participar también de
las cenas y banquetes que eran corrientes en el Congreso como eventos que permitían entrevistas
diplomáticas de alto nivel.

Para colmo, Gómez Labrador pedía a las potencias europeas el apoyo para recuperar Luisiana
(vendida por Francia a Estados Unidos en 1803), el reconocimiento de sus derechos sobre las
colonias de América (que estaban en plenas luchas de independencia, al punto que el Virreinato del
Río de la Plata era autónomo de facto desde 1810) además del envío de un ejército coligado en contra
de los rebeldes alzados desde México hasta la Patagonia. Tales planes fueron descartados por los
líderes de la Sexta Coalición al considerarlos muy poco realistas para la débil España y que imponían
a las grandes potencias unos elevados costos a cambio de escasos beneficios, además que Gran
Bretaña (beneficiaria comercial de los "problemas españoles" en América) rehusaba apoyar tales
proyectos. Ante esta situación, el jefe de la delegación francesa, Charles Maurice de Talleyrand,
consideró "un completo inepto" a Gómez Labrador.

Por el contrario, la delegación de Portugal limitó sus peticiones a que las grandes potencias
reconociesen los derechos lusitanos sobre Brasil (que sí estaba bajo dominio efectivo de Portugal) y
admitiesen la creación del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, en tanto el propio rey Juan VI
aún residía con su corte y funcionarios en Río de Janeiro. Tal propuesta no implicaba compromiso
alguno para Austria, Prusia, y Rusia, y fue defendida por Gran Bretaña, que dominaba el comercio
ultramarino portugués.

Los diversos Estados alemanes fueron reducidos de casi trescientos sesenta a solo treinta y ocho,
reunidos en la Confederación Alemana que debía presidir Austria, dando por extinto el Sacro Imperio
Romano-Germánico y aceptando las mediatizaciones que habían dado más territorios a Baviera,
Baden, Hesse-Darmstadt y Württemberg, fusionando minúsculos e imprácticos estados en grandes
entidades administrativas.

Igualmente, Rusia consiguió que el Congreso le reconociese su posesión sobre Finlandia (entregada
por Suecia en 1809) y sobre el Zarato de Polonia que había obtenido desde la última de las
Particiones de Polonia de 1795. Del mismo modo, Prusia y Austria mantuvieron su dominio sobre los
sectores de territorio polaco del que se habían apoderado en las Particiones, aunque instaurando la
República de Cracovia como ciudad-estado independiente bajo protección de Austria.

El Reino de Prusia obtuvo que se le reconociese su dominio sobre las regiones de Westfalia y Renania,
que tropas francesas habían ocupado intermitentemente desde 1792, así como asegurar su dominio
sobre los sectores de Polonia que había obtenido desde las particiones de 1772 y sobre territorios de la
antigua Confederación del Rin, impuesta por la Francia napoleónica. Logró además anexionarse gran
parte del reino de Sajonia, que quedó reducido a poco más de la mitad de su antigua extensión.
Por su parte Austria recuperó todo el Tirol, logró que se le otorgase posesión efectiva sobre el Véneto
y la Lombardía al norte de Italia, además de restablecer a monarcas de la casa de Habsburgo en los
estados italianos de Toscana y Módena, lo cual la tornaba de facto en el mayor poder político de la
península itálica; Austria también recuperó las Provincias Ilirias y Ragusa en la costa dálmata, pero
debió ceder los Países Bajos Austríacos al reino de Holanda.

Francia en el Congreso de Viena

Un caso especial fue la participación del diplomático francés


Charles Maurice de Talleyrand, quien tras haber servido
como ministro de asuntos extranjeros de Napoleón
Bonaparte fue llamado de nuevo por el régimen de Luis
XVIII de Francia para acudir al Congreso debido a su gran
talento diplomático. En efecto, si bien Metternich y
Castlereagh habían planeado excluir a Francia de toda
decisión trascendente, Talleyrand logró conocer el temor de
Austria y Gran Bretaña a un excesivo engrandecimiento de
Rusia tras anexarse Finlandia y Polonia y pretender las zonas
de Poznań y Cracovia que estaban bajo ocupación prusiana y
austriaca respectivamente. Al mismo tiempo el Reino de
Prusia pretendía anexionarse todo el Reino de Sajonia como
premio a su esfuerzo bélico, por lo cual los planes de rusos y
prusianos coincidían y se enfrentaban al equilibrio buscado
por británicos y austríacos.

Precisamente Talleyrand logró que Metternich y Castlereagh


le admitieran en el consejo de «grandes potencias» para
mostrar que, aunque vencida, Francia aún poseía potencial Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord,
económico y poblacional para que se la tuviese en cuenta, y diplomático francés.
que podía unirse a Austria y Gran Bretaña para evitar una
alianza ruso-prusiana basada en las ambiciones territoriales
de ambos Estados, aprovechando así las tensiones mutuas
entre los vencedores para beneficio de su país. Así,
Talleyrand propuso una solución intermedia: que se creara la
«Polonia del Congreso» como reino cuyo soberano sería el
zar ruso, pero dotado de una Administración nativa,
reduciendo la mala impresión austro-británica pero
recompensando a Rusia. En paralelo, Prusia obtendría el
40 % más rico y próspero del territorio de Sajonia, que
seguiría siendo un Estado independiente, pero muy
disminuido como potencia.

Esta propuesta permitió a Talleyrand que, a cambio del


apoyo francés a Metternich y Castlereagh, se incluyese a
Francia en el grupo de «grandes potencias»; una vez logrado
esto, pudo negociar la retirada de suelo francés de los aliados
de la Guerra de la Sexta Coalición, la conservación de
algunos territorios conquistados por tropas francesas al este
del río Rin en 1792 y, sobre todo, evitar pagar reparaciones
El príncipe Von Metternich, diplomático
de guerra y devolver tesoros artísticos saqueados por
austriaco.
soldados franceses en Alemania o España, lo cual resultaba
un notable éxito para la delegación francesa considerando
que Francia estaba del todo vencida y ocupada por tropas de
la Sexta Coalición.
La huida de Napoleón Bonaparte de la isla de Elba (el 26 de febrero de 1815) causó alarma en el
Congreso, pero no detuvo su trámite, siendo que para entonces la delegación de Talleyrand había
logrado casi todos sus objetivos, mientras que el depuesto Luis XVIII marchaba a un exilio temporal
pero mantenía una delegación en Viena. Los cambios territoriales y las alianzas de Gran Bretaña,
Prusia, Austria y Rusia se plasmaron en un «Acta Final», suscrita el 9 de junio de 1815, seis días antes
de la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo.

Después de la última campaña contra Bonaparte y el exilio definitivo de este a la isla Santa Elena, las
grandes potencias impusieron a Francia un nuevo tratado en noviembre de 1815, que estableció el
pago de indemnizaciones por valor de setecientos millones de francos a abonar en cinco años, fijó
guarniciones de la «Séptima Coalición» en todo el norte y este del territorio francés, e impuso a
Francia las mismas fronteras que en 1789, dejando sin efecto todos los previos acuerdos pactados con
Talleyrand y que favorecían los intereses franceses.

Consecuencias del Congreso de Viena


Rusia se anexiona la mayor Estados independientes tras el Congreso de Viena [mostrar]
parte de Polonia que bajo
el nombre de Polonia del
Congreso forma un reino cuyo soberano es el zar ruso, también se anexa el Ducado de Finlandia
y la región de Besarabia.
Austria recupera sus posesiones en los Balcanes, así como el Tirol. Del mismo modo, adquiere
Lombardía, el Véneto, y Dalmacia, además impone a príncipes de la Casa de Habsburgo en el
Gran Ducado de Toscana, en los ducados de Parma, de Módena y de Massa, y con ello se torna
en el árbitro político de Italia.
Se admite la independencia de los Estados Pontificios con sus fronteras de 1776 restablecidas.
El Reino de Nápoles se anexa Sicilia y se restaura a la Casa de Borbón en el trono napolitano.
El reino de Piamonte-Cerdeña subsiste bajo gobierno de la Casa de Saboya, como único estado
italiano bajo una monarquía "nacional".
Francia pierde todas sus conquistas de la época napoleónica y vuelve a sus fronteras de 1792.
El Reino Unido se queda con la estratégica isla de Malta, Ceilán (la actual Sri Lanka), la Colonia
del Cabo, la isla de Mauricio y Heligoland, lo que le garantiza el control de las rutas marítimas en
el Atlántico, el Mediterráneo y el Índico, aunque el Congreso no tuvo efecto en su política y
economía constitucional.
El Imperio otomano mantiene el control de los pueblos cristianos de los Balcanes, pese a no ser
invitado al Congreso.
El reino de Dinamarca pierde Noruega en castigo por su apoyo a la Francia napoleónica, y el
territorio noruego es anexionado a Suecia formando la unión sueco-noruega que existirá hasta
1905.
Prusia se queda con partes de Sajonia, Westfalia, Renania, Polonia y con la mayor parte de
territorios de la antigua Confederación del Rin creada por Napoleón I.
Austria pierde los Países Bajos Austríacos (la actual Bélgica) que queda unida a los Países
Bajos, formando el Reino Unido de los Países Bajos.
Los principados alemanes forman la Confederación Alemana de 39 estados; Prusia y Austria
participan en esta Confederación tras disolverse el Sacro Imperio Romano-Germánico en 1806.
España y Portugal no son recompensados con ganancias territoriales, pero son restauradas sus
antiguas dinastías. Portugal consigue que se reconozca su dominio sobre Brasil creando el
Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. España no logra apoyo alguno para reconquistar sus
territorios perdidos en América. En 1815 Fernando VII organiza unilateralmente una expedición
para la Reconquista de la Nueva Granada y pacificación de las colonias americanas al mando
del general Pablo Morillo.
Portugal Al cierre del Congreso de Viena, en virtud del artículo 105 del Acta final, se reconoció el
derecho portugués en el territorio de Olivenza. A pesar de su resistencia inicial a esta
disposición, España finalmente ratifica el tratado posterior el 7 de mayo de 1817, sin embargo,
no haber cumplido con esta disposición o devuelto el oliventino territorio a Portugal.[cita requerida]
San Marino consigue que su independencia sea reconocida por todos los estados europeos.
Suiza obtiene Ginebra y el Cantón del Valais. Consigue que el resto de países admita su
neutralidad.

Los acuerdos tuvieron vigencia en los territorios de Europa Central y del Este hasta el final de la
Primera Guerra Mundial; sin embargo, la paz se consiguió mediante el establecimiento del
absolutismo, el cual los demás estados europeos se comprometían a defender contra enemigos
"internos o externos" y dio lugar a la formación de la Santa Alianza entre Rusia, Austria, y Prusia
como pacto entre los respectivos monarcas para combatir el Liberalismo heredado de la Revolución
Francesa y que consideraban "factor de desorden y perturbador de la paz". Al final, el emperador de
Austria Francisco I, declaró que la nueva Europa era la Europa de la Restauración y postuló además
que estos pactos de Viena debían ser "eternos" para así asegurar la paz europea.

Pese a las medidas que se concertaron para mantener a raya a los enemigos del Antiguo Régimen, no
se pudo evitar con el paso de los años la difusión de las ideas liberales y socialistas en diversos países,
las que provocaron las revoluciones de 1830 y sobre todo las de 1848, las cuales alteraron gravemente
el "concierto absolutista permanente" que se pretendía crear en el Congreso de Viena. Aun así, el
Congreso logró formar un auténtico "equilibrio de poder", cierto que imperfecto, pero que todas las
grandes potencias tenían intereses comunes para preservarlo y que al menos evitó grandes guerras en
Europa hasta la Primera Guerra Mundial.

Notas y referencias
1. De la Torre, 2016.

Bibliografía
De la Torre, Rosario (2016). «La accesión de España a los tratados multilaterales de 1815» (http
s://dx.doi.org/10.5209/CHCO.53665). Cuadernos de Historia Contemporánea 38: 65-75.
ISSN 0214-400X (https://issn.org/resource/issn/0214-400X). Consultado el 27 de febrero de 2017.
Acta del congreso de Viena (http://books.google.es/books?id=ea597fVyHkgC&printsec=titlepage
&source=gbs_summary_r&cad=0#PPA745,M1).
Nicolson, Sir Harold (2001). The Congress of Vienna: A Study in Allied Unity: 1812–1822 Grove
Press; ISBN 0-8021-3744-X (http://books.google.com.pe/books?id=ZTC3IWC_py8C&printsec=fro
ntcover&dq=congress+of+vienna&hl=cs&ei=5deZTM7GGI7KjAfCpsAO&sa=X&oi=book_result&ct
=result&redir_esc=y#v=onepage&q=Talleyrand%2030%20september&f=false)
Jarrett, Mark (2013). The Congress of Vienna and its Legacy: War and Great Power Diplomacy
after Napoleon. London: I. B. Tauris & Company, Ltd. ISBN 978-1780761169.
Mapa del congreso de Viena (https://web.archive.org/web/20120413133453/http://www.upf.edu/m
aterials/fhuma/portal_geos/docs/selier-occ.pdf)

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