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REFLEXIONES

LA ESPIRITUALIDAD DE SANTA TERESA DE ÀVILA O TERESA DE JESÙS

Teresa nació en Ávila el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, entra en el


Carmelo. A los cuarenta y cinco años, para responder a las gracias extraordinarias del
Señor, emprende una nueva vida cuya divisa será: «O sufrir o morir». Es entonces
cuando funda el convento de San José de Ávila, primero de los quince Carmelos que
establecerá en España. Con San Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma
carmelitana. Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la
perfección. Murió en Alba de Tormes, al anochecer del 4 de octubre de 1582. Pablo VI
la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.

En éstos días de cuarentena y también previos a nuestro regreso a las actividades


laborales y escolares cotidianas, nos anima mucho aprovechar estos días de
convivencia pensar en Santa Teresa de Ávila, quien en sus inicios de religiosa
reconoce no haber logrado una compenetración profunda con el Señor, por no hacer
oración y dedicar su tiempo a otras actividades que no le aprovechaban en nada, a
ella menos a los que le rodeaban, pero que después de encontrarse con el Señor se
decide a conocerlo, amarlo y darlo a conocer con gran celo apostólico.

En algunos momentos podemos pensar que a nosotros nos ocurre una situación
similar que, a pesar de acudir a nuestras oraciones o reflexiones, incluso que, a pesar
de acudir a la Eucaristía según las posibilidades de este tiempo, nuestra alma y los
nuestros reclaman más y nuestra vida diaria actual necesita ser vivida de una forma
más profunda y verdaderamente cristiana.

Por ello acudiremos a algunos apuntes de los escritos de la Santa, para que nos
enseñe cómo logró ella su propia conversión, una nueva vida de reflexión, oración y
unión plena con Dios, así podremos pensar en darle a la nuestra un nuevo sentido,
lograríamos -así como hizo ella- saber cuál es la voluntad de Dios para cada uno de
nosotros y obtener la fuerza para concretarlo.

“Muchas veces cuando iba a la oración, todo era esperar que se acabase la hora.
Cualquier trabajo que se me pusiera delante, lo acometiera de mejor gana que
recogerme a hacer oración”.

En una ocasión, al detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: "Señor,


¿quién te puso así?, y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en la sala de
visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa". Ella se echó a llorar y quedó
terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no vuelve a perder tiempo en
charlas inútiles y en amistades que no llevan a la santidad.
 Una vez decidida a no ofenderle más y a amarle de verdad empieza su vida de
oración, por la cual llega a ser un gran modelo. “todo empezó gracias a un libro
que me ayudó a pensar en Jesús y a tratarle como a un amigo. Desde entonces
cuando quería tratarlo, me imaginaba al Señor dentro de mí y pensaba en
alguna escena del evangelio, como si yo estuviera a su lado. Prefería las
escenas en las que EL estaba solo; por ejemplo la del Huerto de los Olivos. Yo
le hablaba como si le viera, como un amigo.

Así empecé a tener oración, sin saber qué era. Que no es otra cosa la oración, a mi
parecer, que tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien
sabemos nos ama.

Yo os recomendaría que hicierais esto todos los días y a cualquier hora. Mientras
puedas no estéis sin tan buen amigo.

Si os acostumbráis a traerle junto a vosotros y El ve que lo hacéis con amor y que


andáis procurando agradarle, no le podréis –como dicen- echarle de vuestro lado. Os
ayudará en todos vuestros trabajos. ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?

Tal vez podríamos llegar a pensar que la Santa no tenía las ocupaciones que tengo yo
en esta cuarentena, pero ella se ocupaba de la Reforma de la Iglesia entera, y lo hacía
movida por el amor a Cristo e impulsada por el Espíritu Santo, lo hacía en medio de
muchas actividades e incluso a pesar de persecuciones y enfermedades.

El secreto de la gracias, sabiduría y fuerza para conducir nuestra vida a donde ni


siquiera nosotros podríamos imaginar, está en la reflexión, en la oración, que nos
aseguran la amistad y unidad con Jesús y en la meditación de los misterios de su vida
Tomado de San Pedro Canisio.

Santa Teresa jamás imaginó realizar todo lo que hizo, librar las batallas tan arduas
incluso con sus hermanas y hermanos de congregación, con sus superiores y
gobernantes de su época, pero movida por El Espíritu Santo y unida plenamente a
Jesús, nos dejó una nueva Iglesia e inspiró desde entonces la vida de muchos santos
canonizados y no canonizados y sigue inspirando y animando la nuestra, para creer
que es posible mi santidad, la de mi hijo(a) rebelde, la de mi esposo y la de muchos
que sin conocerlos o saber de ellos me rodean.

“por este camino, poco a poco, aunque no sea luego, os iréis transformando en
Jesús, El plantará y hará crecer en vuestros corazones sus mismos sentimientos y sus
mismas virtudes, hasta el extremo que ya no seréis vosotros, sino EL. Así y no menos.
Ricos como EL; poderosos como EL. EL atenderá vuestros deseos, como vosotros los
suyos.
 Os ayudará a hacer amistad con Jesús mirar una imagen o estampa que os
guste y hablarle como habláis con otras personas.
 Siempre conviene, al empezar oración, mirar vuestra conciencia para pedir
perdón de lo que veáis haber ofendido a Dios antes.
 Muy buena es también, para este ejercicio de unión con Dios, la oración vocal. Y
así os irá bien rezar algunas, sobre todo el Padrenuestro. Pero al pronunciar las
palabras, habéis de daros cuenta de qué decís y a quién lo decís.

Esto que os digo en todas partes se puede hacer y en medio de cualquier ocupación.
Entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándonos en
lo interior y exterior.

Es muy importante mirar nuestra conciencia, para nosotras hacer la reflexión, ya que
agradeciendo lo que Dios va logrando en nosotras, y reconociendo en lo que debemos
poner mayor esfuerzo o empeño, nuestra conciencia estará más alerta y con la gracia
Divina atraída por nuestra constante súplica, tendremos nuestro camino más claro, y
la santidad será más concreta y posible en mi vida.

Cuando nuestro día inicia con la oración, El Señor ayuda a programar el día, nos
puede ayudar a comprender la diferencia entre lo urgente y lo verdaderamente
importante, cada instante del día se puede vivir en unión con EL, y así toda nuestra
vida será una constante oración, porque dialogaremos con EL a cada momento, Señor
ahora llueve, Señor ésta actividad o la otra, Señor qué le digo, Señor tengo miedo,
Señor con esto que pasa ahora ¿qué hago?…. Y convertiremos sin darnos cuenta
uniremos nuestra vida a Jesús, tanto que haremos como hizo EL, “solo hago lo que
agrada a mi Padre”.

Podríamos esperar también nosotras que, en una vida más cercana a Dios por la
reflexión y la oración, descubriremos cuáles son esas actividades que nos impiden
tenerle a gusto, que nos distraen de nuestras verdaderas obligaciones y de aquellas
actividades o amistades que nos impiden llegar más rápido a nosotros y llevar a los
nuestros a la Santidad y por consiguiente a la de toda la Iglesia. No pensemos que
nos exigirá obras grandes, sino que nos pedirá acciones sencillas, actos concretos
impregnados de amor caridad para cada momento del día. Así como a la Santa le
ocurría, nuestra vida se irá transformando con sus suaves insinuaciones a nuestra
conciencia, deja esto, sonríe, perdona, calla, ora por esa persona, obedece, acógele,
ayúdale…

 “para mí, el mejor rato de amistad con Cristo era cuando comulgaba. Ni más ni
menos que si viera con los ojos corporales entrar en mi posada al Señor, me
desocupaba de todas las cosas y me entraba con EL. Considerábame a sus pies
y le hablaba como si le viera, pues la fe me decía que estaba allí”.

Con ésta ultima consideración de la Santa, nos damos cuenta de la real importancia
de la Eucaristía, vivida como una necesidad de encuentro con Dios, el momento más
esperado para escucharle y alimentarme, Dios exclusivamente para mí, para poder
tener la fuerza de la Santísima Trinidad para hacer lo que Dios mismo me pide. Así la
vida cristiana se ve más sencilla y la santidad posible, porque es Dios mismo quien la
hace posible en mí; solo debo disponerme en la oración, acudir con frecuencia a los
Sacramentos y fortalecida por la gracia de los mismos, resolverme a hacer su Santa
Voluntad en mi Vida.

 Mucho me ayudó a mí la devoción a algunos santos y en especial a San José,


que nunca acudía a él sin ser atendida. Y así os lo quiero recomendar”.

¿Con estas ayudas de la Santa es posible hacer reflexión y oración?

¿Sus sugerencias y experiencias son aplicables a nuestra vida?

¿Cuál te llamó más la atención y quisieras empezar a hacerla?

¿Ahora ves más cercana la Santidad?

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