Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018 • ISSN 1666-8987 • Nº 14.
342 • AÑO LVI • ED 276
D i a r i o
La revisión de sentencia en materia de responsabilidad
cuando se flexibiliza el instituto de la prejudicialidad
–cfr. art. 1780 en función del art. 1775, inc. c)–
del Código Civil y Comercial de la Nación
Sumario: I. Introducción. – II. Los supuestos con-
templados legislativamente que ponen fin a la investi-
gación criminal. – III. La excepción al instituto de la
prejudicialidad que motiva la revisión de sentencia. – IV.
La cosa juzgada, la restringida viabilidad hacia su apar-
tamiento y su relación con la revisión de sentencia en
función de la vigente excepción –cfr. art. 1775, inc.
c), cód. civil y comercial de la Nación–.
I administración de justicia, sino el respeto de los derechos
Introducción
El Código unificado establece nuevas disposiciones re-
lacionadas con el principio de “la cosa juzgada”, cuyos
supuestos se encuentran contemplados en el art. 1780 del
cód. civil y comercial de la Nación, en función de las
excepciones enumeradas en el art. 1775 de la misma le-
gislación (ley 26.994). A raíz de ello, se han despertado
diferentes críticas e interrogantes respecto de su viabili-
dad, habida cuenta de posicionarnos frente a la posible
existencia de un prejuzgamiento o de una doble inter-
vención jurisdiccional, cual solapa su dispendio bajo la
modalidad de “revisión”. Veamos, pues, si la normativa
en análisis lesiona la voluntad del constituyente y, con-
secuentemente, si su implicancia motiva su inconstitu-
cionalidad, en virtud de vulnerarse las garantías en las
cuales el justiciable encuentra amparo mediante la Ley
Suprema.
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes tra-
bajos publicados en El Derecho: Revisión de la cosa juzgada. ADN
- Prueba científica, por Luciano Gastón Silveira, ED, 229-834; La cosa
juzgada y su utilización abusiva, por Víctor M. Castaños Zemborain,
ED, 239-319; La cosa juzgada írrita y otras perplejidades, por Julio
Chiappini, ED, 247-396; Recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley. Violación al principio de congruencia. Preclusión. Cosa juzgada.
Aplicación de la ley 24.557. Responsabilidad de la aseguradora, por
Oscar M. García Arnó, ED, 260-138; Principios, arbitrariedad, de-
bido proceso, cosa juzgada írrita y pretensión autónoma declarativa,
por Toribio Enrique Sosa, ED, 271-750; Apunte a una sentencia que
pospone el valor de la cosa juzgada, por Luis Ramírez Bosco, TySS,
10/2017-873; La prejudicialidad establecida en el nuevo Código uni-
ficado. Análisis crítico hacia las excepciones que suspenden el dictado
de la sentencia civil y su posterior revisión, por Juan Francisco Gonzá-
lez Freire, ED, 273-527. Todos los artículos citados pueden consultarse
en www.elderecho.com.ar.
CONTENIDO
DOCTRINA
La revisión de sentencia en materia de responsabilidad cuando se flexibiliza el instituto de la prejudicialidad –cfr. art. 1780 en función del art. 1775, inc. c)– del Código Civil y
Comercial de la Nación, por Juan Francisco González Freire................................................................................................................................................................ 1
CUENTA Nº 13.547
Un cambio necesario en el régimen de la propiedad horizontal, por Eduardo Augusto Rossen...................................................................................................................... 3
JURISPRUDENCIA
Provincia de Buenos Aires
Prueba: Valoración y apreciación. Prueba Documental: Actas notariales de comprobación y de declaración: instrumentos públicos; valor probatorio; diferencia con las escrituras
públicas. Código Civil y Comercial: Vigencia temporal: casuística; responsabilidad civil. Informática: Internet: página de Facebook; comentarios injuriosos; responsabilidad
CASA de su administrador; ingreso de terceros; irrelevancia. Daños y Perjuicios: Responsabilidad colectiva: presupuestos; libertad de expresión; límites; hackeo de una cuenta;
ARG delito. Daño Moral: Extensión: comentarios ofensivos en internet; lesión de derechos personalísimos; presunción; injurias; indemnización. Intereses: Indemnización por daño
moral: cómputo; plazo inicial (CApel.CC Azul, sala II, octubre 17-2017) (Continuará en el próximo diario del 6 de febrero de 2018)............................................................. 4
C
d e D o c t r i n a y J u r i s p r u d e n c i a
por Juan Francisco González Freire
II
Los supuestos contemplados legislativamente
que ponen fin a la investigación criminal
La puesta en marcha del sistema represivo no solo im-
plica la búsqueda de la verdad en función de la comisión
del delito que se investiga, sino que ese procedimiento por
el cual se juzga la conducta del justiciable –en cuanto a los
hechos y su eventual autoría o participación– guarda plena
subordinación hacia los principios constitucionales en los
cuales se garantiza no solo la imparcialidad por parte de la
de quien compulsivamente es sometido a juicio.
Sin adentrarnos en el debate sobre el pedido de la refor-
ma en el procedimiento de la aplicación de la tipificación
penal, lo cierto es que el art. 336 del vigente cód. procesal
penal de la Nación juega un papel preponderante al mo-
mento de fundar las razones que sustentan el desapego de
la persona entonces considerada imputada; cuestión que
termina siendo fundamental al momento de la procedencia
de la revisión de su responsabilidad mediante otro fuero
(en nuestro puntual caso, la responsabilidad civil, en fun-
ción de los artículos enunciados). Es así que el art. 336 del
cód. procesal penal de la Nación dispone la enumeración
de las causales que ponen fin al aparato represivo, cuando:
1º) la acción penal se ha extinguido; 2º) el hecho investi-
gado no se cometió; 3º) el hecho investigado no encuadra
en una figura legal; 4º) el delito no fue cometido por el im-
putado; 5º) media una causa de justificación, inimputabili-
dad, inculpabilidad o una excusa absolutoria. El presente
artículo, asimismo, señala que en los incs. 2º, 3º, 4º y 5º
el juez hará la declaración de que el proceso no afecta el
buen nombre y honor de que hubiere gozado el imputado.
A continuación, veremos cuál resulta ser la crítica hacia
la vigente revisión de la cosa juzgada, al ser esta de espe-
cial carácter restrictivo al momento de su puesta en funcio-
namiento (art. 1780, cód. civil y comercial de la Nación).
III
La excepción al instituto de la prejudicialidad
que motiva la revisión de sentencia
Si bien la nueva voluntad legislativa imprime a través
de su art. 1774 “la independencia” de ambos fueros (civil
y penal) a los fines de ejercer las acciones que determinen
la culpabilidad del sujeto al que se intenta responsabilizar,
Director:
Guillermo F. Peyrano
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
Martín J. Acevedo Miño
NUEVO CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN
Análisis doctrinarios,
comentarios y apostillas
el art. 1775 del Código tratante establece el “deber” de
suspenderse el pronunciamiento final llevado a cabo en el
fuero civil cuando todavía no lo ha hecho el fuero criminal.
En efecto, dadas las circunstancias en las cuales han
existido distintos dispendios jurisdiccionales, en función
de dirimir la atribución de una pena con base en la culpa-
bilidad del imputado al mismo tiempo de analizar la pro-
cedencia de su responsabilidad civil en virtud de afrontar
una condena indemnizatoria, el codificador ha sostenido el
criterio adoptado en la legislación saliente (cfr. arts. 1101,
1102 y 1103 del Código de Vélez), a excepción de algunos
supuestos en los que uno de ellos resulta cuestionable. Me
refiero específicamente al inc. c) del art. 1775(1), el cual
menciona textualmente “si la acción civil por reparación
del daño está fundada en un factor objetivo de responsabi-
lidad”; motivo por el cual el art. 1780(2) hace alusión a la
procedencia de la revisión jurisdiccional en su inc. b).
Si bien ya me he expedido tiempo atrás en materia de
prejudicialidad(3), abordaré la temática con mayor riguro-
sidad, con el fin de resaltar su cuestionamiento.
A diferencia de las razones que entiendo plausibles de
aplicación como excepción a la suspensión del dictado de
la sentencia civil sin que se haya pronunciado el fuero cri-
minal, como son los supuestos que se relacionan con la ex-
tinción de la acción o su pronunciada dilación, donde no se
justificaría una dependencia caprichosa y estéril hacia una
(1) Código Civil y Comercial de la Nación (ley 26.994) - Art.
1775: “Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal
precede a la acción civil, o es intentada durante su curso, el dictado
de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil hasta la
conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes casos: a)
si median causas de extinción de la acción penal; b) si la dilación del
procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva
del derecho a ser indemnizado; c) si la acción civil por reparación del
daño está fundada en un factor objetivo de responsabilidad”.
(2) Código Civil y Comercial de la Nación (ley 26.994) - Art.
1780: “Sentencia penal posterior. La sentencia penal posterior a la
sentencia civil no produce ningún efecto sobre ella, excepto en el caso
de revisión. La revisión procede exclusivamente, y a petición de parte
interesada, en los siguientes supuestos: a) si la sentencia civil asigna
alcances de cosa juzgada a cuestiones resueltas por la sentencia penal
y esta es revisada respecto de esas cuestiones, excepto que derive de
un cambio en la legislación; b) en el caso previsto en el artículo 1775
inciso c) si quien fue juzgado responsable en la acción civil es absuelto
en el juicio criminal por inexistencia del hecho que funda la condena
civil o por no ser su autor c) otros casos previstos por la ley”.
(3) González Freire, Juan F., La acción civil y la acción penal en ma-
teria de responsabilidad. La prejudicialidad a la luz del Código Civil y
Comercial, La Ley online, cita AR/DOC/3376/2016; ídem, Doctrina
Judicial, LL, año XXXII, N° 52, del 28-12-16; y González Freire, Juan F.,
La prejudicialidad establecida en el nuevo Código unificado. Análisis
crítico hacia las excepciones que suspenden el dictado de la sentencia
civil y su posterior revisión, ED, 273-527.
 2 Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
investigación que resultase desfavorable no solo para quien
persigue la acción resarcitoria, sino también para el impu-
tado y su indefinida situación procesal (cfr. los incs. a] y
b] del art. 1775 del cód. civil y comercial de la Nación; en
consonancia con el inc. 1º del art. 336 del cód. procesal pe-
nal de la Nación), no le atribuyo la misma suerte a la excu-
sa legislativa que contempla el inc. c) de la norma (1775),
ya que esta anticipa una posible revisión de sentencia que
por lógica acarrea consecuencias jurídicas; acentuándose
su verosimilitud mediante el inc. b) del art. 1780, razón por
la cual –en esta especial oportunidad–, a pesar de que exis-
ta una sentencia firme, esta no haría “cosa juzgada”.
En efecto, el inc. c) del art. 1775 del cód. civil y comer-
cial de la Nación faculta al juez civil para que dicte sen-
tencia si la responsabilidad se basa en un factor objetivo
de atribución; donde no se juzga la conducta propiamente
dicha del agente (en este caso, del imputado), sino la de un
tercero civilmente responsable, habiéndose obligado a ello
con anterioridad a la comisión del delito investigado que,
hasta el momento, goza del principio de “presunción de
inocencia” acogido por la Constitución Nacional.
En relación con esto último, como ya he sabido oportu-
namente señalar, “si bien en este último inciso de la nor-
ma el legislador ha basado la viabilidad de juzgamiento
en función de que no se encuentra en juego la conducta
propia del imputado, sino la de un tercero civilmente res-
ponsable, lo cierto es que, sea por un reproche hacia el im-
putado, o en función de una obligación legal de un tercero
que responde por este, resulta pasible que una sentencia
penal posterior modifique los hechos en los cuales el juez
civil fundó su pronunciamiento (como ser, la inexistencia
fáctica o que el imputado no haya participo o no sea el
autor), lo que motivaría una revisión de la sentencia de
conformidad con el inciso b), del art. 1780 del Código
vigente. Cabe resaltar que si bien el art. 1774 del citado
cuerpo legal señala la independencia de la acción civil
de la acción penal, este pierde autoridad ante el artículo
siguiente (1775), al resaltarse que ‘Si la acción penal pre-
cede a la acción civil, o es intentada durante su curso, el
dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el
proceso civil hasta la conclusión del proceso penal…’. Y
que si bien las excepciones facultan al juez civil a dictar
sentencia sin haber mediado una resolución penal, sobre-
viene la polémica en cuanto a que si esas facultades lega-
les no lesionan el principio de la cosa juzgada; con el agra-
vante de que, ante la revisión de la sentencia que propone
el nuevo art. 1780 –por ejemplo, quién fuera civilmente
responsable del imputado– (como ser una aseguradora an-
te un accidente de tránsito), y respondió anticipadamente
en virtud de lo establecido en el inc. c) del art. 1775, se
lleve la sorpresa de que su asegurado resulta ser una per-
sona insolvente, o pierda su rastro; lo mismo que hacia el
propio actor (insolvente al momento de la revisión, o con
paradero desconocido), resultando quién debió afrontar la
obligación resarcitoria, una víctima de la pretensión ju-
rídica del reclamante, producto de no poder recuperar lo
abonado oportunamente en concepto de indemnización”(4).
Estimo, asimismo, que la opción de invocar el inc. c) de
la norma en cuestión incluso no debe generar mucha sim-
patía de aplicación por parte de la jurisdicción, a sabien-
das de que el juez civil tratará de fundar su sentencia tanto
en el reproche de los hechos que la justicia penal tuvo por
ciertos como en la conducta desplegada por quien fuera su
autor intelectual, material o por su participación criminal,
llevándolo a la observación y convencimiento de saber,
o no, si el tercero civilmente responsable debe responder
por una acción u omisión antijurídica, cuando todavía no
existen elementos de prueba firmemente acreditados que
den cuenta de que el incriminado resulta ser el exclusivo
culpable del reproche o si existen causales de exoneración
que eximan total o parcialmente de la obligación de res-
ponder(5), tales como el hecho del damnificado (art. 1729);
del estado de necesidad, la legítima defensa o el ejercicio
regular de un derecho (art. 1718); por la dispensa antici-
pada de la responsabilidad (art. 1743); por el hecho de un
tercero ajeno a su conocimiento (art. 1731); la asunción de
riesgos (1719); el caso fortuito o fuerza mayor (art. 1730);
o por mediar consentimiento del damnificado (art. 1720);
sin que ello implique la aceptación de cláusulas abusivas o
contextos que superen el riesgo permitido, para luego ser
utilizado a favor de la víctima o del sujeto dañador. Y que
(4) Ídem.
(5) González Freire, Juan F., Los supuestos expresamente contempla-
dos en el nuevo Código que eximen –total o parcialmente– la atribución
de la responsabilidad, ED, 274-813.
si bien se sostuvo que el art. 1780 puede readecuar la si-
tuación jurídica en función de “que exista el riesgo de que
se dicten sentencias contradictorias, por ejemplo, si el juez
penal, en una decisión posterior, considera que el hecho
no ocurrió, o que la cosa de la cual es dueño o guardián el
condenado en sede civil no participó en el hecho (…) el
art. 1780 prevé, entre los supuestos de revisión de la ac-
ción civil, aquel en el cual ocurre dicha circunstancia, a fin
de readecuar la decisión a la nueva situación planteada”(6),
lo cierto es que ello no condice con que el sujeto (sea
persona física o ideal) que se posiciona como tercero ci-
vilmente responsable pueda recuperar lo abonado en con-
cepto de indemnización. De allí el cuestionamiento de que
este se vea obligado a reparar el daño; pero no de aquellos
supuestos en los que sea el propio imputado quien asuma
las consecuencias dañosas de sus actos, de conformidad
con los incs. a) y b) del art. 1775 del cód. civil y comercial
de la Nación (la extinción de la acción o la dilación en el
procedimiento), para el cual resultan aplicables algunos
precedentes judiciales en los cuales se sostuvo: “La exis-
tencia de una dilación indefinida en el trámite y decisión
de este juicio ocasiona agravios a la garantía constitucio-
nal de derecho de defensa, produciendo una efectiva pri-
vación de justicia…”(7); o bien que “suspender el dictado
de la sentencia civil por la existencia de una causa penal
en trámite resulta improcedente cuando la dilación de esta
última ocasiona un agravio a la garantía constitucional del
derecho de defensa”(8), o que se tenga certeza de que “la
necesidad del dictado de la sentencia civil no implica futu-
ros dispendios jurisdiccionales”(9).
IV
La cosa juzgada, la restringida viabilidad hacia su
apartamiento y su relación con la revisión de sen-
tencia en función de la vigente excepción –cfr. art.
1775, inc. c), cód. civil y comercial de la Nación–
Si bien la Corte Internacional de Derechos Humanos ha
señalado que “la acción de revisión constituye un meca-
nismo excepcional con el fin de evitar que la cosa juzgada
mantenga una situación de evidente injusticia debido al
descubrimiento de un hecho que de haberse conocido al
momento de dictarse la sentencia hubiese modificado su
resultado”(10), lo cierto es que no se puede hablar de injus-
ticia si, durante el desarrollo de la investigación, las partes
han ejercido un correcto derecho de defensa en juicio, jun-
to con las garantías del debido proceso. Si a posteriori del
dictado de una sentencia se descubriesen elementos que
hubiesen podido modificar su resultado, la única posibili-
dad de irrumpir el principio de autoridad de cosa juzgada
sería la existencia de determinados vicios en el procedi-
miento o en la motivación en la que se funda definitiva-
mente el acto jurisdiccional. De allí que “la inmutabilidad
de los decisorios judiciales, o sea la vocación de eternidad
que tiene toda sentencia firme, solo puede ser quebrada en
los casos en que opera: a) un cambio de las circunstancias
que le dieron origen al fallo, o b) cuando se detectan cier-
tos vicios que lo hacen intolerablemente injusto (…) entre
ambas hipótesis existe una notoria diferencia, ya que en
las primeras no hay un defecto en la construcción de la
sentencia, sino que la causa de la modificación, se debe
exclusivamente a un cambio cronológico de las circuns-
tancias posteriores a aquella. En la segunda hipótesis, el
motivo de la revisión está dado en un error del juicio, que
conlleva un resultado disvalioso, y que esta causa es siem-
pre anterior a la sentencia, aunque se detecte después que
la misma haya quedado firme”(11).
Teniendo en cuenta, entonces, que “la cosa juzgada
significa en general la irrevocabilidad que adquieren los
efectos de la sentencia, cuando contra ella no procede
ningún recurso que permita modificarla, o permitiéndo-
lo, aquella no ha sido impugnada a tiempo. Se entiende
(6) Cfr. Sáenz, Luis, citado en Lorenzetti, Ricardo, Código Civil y
Comercial de la Nación comentado, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2015,
t. VIII, pág. 661.
(7) CS, caso “Ataka c. González”, 20-11-73, LL, 154-85.
(8) CNCiv., sala B, 1-4-16, en http://thomsonreuterslatam.
com/2016/04/08/prejudicialidad/.
(9) CS, 20-11-73, LL, 154-85, caso en el que la demora fue de
cinco años. También CCiv. y Com. Morón, sala II, 20-2-03, JA, 2003-
IV-262; CNCiv., sala A, 19-9-02, LL, 2003-A-549; CNCiv., sala C,
18-6-98, LL, 1997-F-939; CNCiv., sala C, 28-9-90, LL, 1991-B-421;
CNCiv., sala H, 2-7-96, LL, 1998-B-898.
(10) Cfr. Corte IDH, “Genie Lacayo vs. Nicaragua”, del 13-9-97.
(11) Hitters, Juan C., Revisión de la cosa juzgada, Platense, 2001,
pág. 146 (citado por De Carlo, Iván, Seguridad Jurídica vs. Cosa Juz-
gada Írrita, Id SAIJ: DACF150260 del 20-3-15).
que existe cosa juzgada en sentido material, cuando a lo
expuesto precedentemente se agrega la imposibilidad de
que en cualquier otro proceso se juzgue lo decidido en la
sentencia”(12), esta solo cedería “en el marco de una inexo-
rable restricción y ante la producción de acontecimientos
de irregularidad manifiesta que verdaderamente desnatura-
licen la función jurisdiccional (tales como: fraude, violen-
cia, cohecho y/o cualquier otra circunstancia”)(13); pues no
puede hablarse de justicia cuando “no ha habido un autén-
tico y verdadero proceso judicial, ni puede aceptarse que,
habiendo sido establecida la institución de la cosa juzgada
para asegurar derechos legítimamente adquiridos, cubra
también aquellos supuestos en que los que se reconoce
que ha mediado solo un remedo de juicio”(14). En vista
de sus implicancias, “la falta de un procedimiento ritual
específico no es óbice para que el órgano jurisdiccional
disponga la revisión de sentencias firmes en los casos ex-
tremos a que venimos aludiendo”(15).
No obstante la viabilidad de lo expuesto –que, repito
con énfasis, opera de manera restrictiva–, y si bien los incs.
a) y b) del vigente 1775 resultan, a mi entender, aplicables,
no puedo mantener similar opinión favorable hacia el inc.
c) del presente artículo, ya que se provoca la posibilidad de
una lesión en el interés de un tercero que se posiciona civil-
mente obligado a responder por más que tenga chances de
promover una futura revisión de lo juzgado (cfr. art. 1780,
inc. b], cód. civil y comercial de la Nación); habida cuenta
del riesgo que genera la norma en función de verse perjudi-
cado injustamente, ya sea (por ejemplo) en caso de que por
quien debe responder no sea el autor penalmente responsa-
ble del ilícito, que no haya participado en su producción o
que el hecho denunciado resulte inexistente (cfr. art. 336,
incs. 2º y 4º, cód. procesal penal de la Nación).
A favor de la aplicación del inc. c) del art. 1775 del Có-
digo unificado –cuestión que, anticipo, no comparto–, se
señaló que aquel “encuentra su fundamento en el hecho de
que, dejándose al margen la posibilidad de que la condena
civil recaiga con relación a la culpa o no del demandado”,
este entonces “aleja el riesgo del dictado de sentencias con-
tradictorias en ambas jurisdicciones, y se adecua a la regla
de la independencia de las acciones consagrada en el art.
1774 del Código. En este sentido, cabe tener en cuenta que
si bien la existencia de culpa del condenado no podrá ser
reputada en sede civil cuando haya sido considerada inexis-
tente en la sede punitiva, ello no obsta a la procedencia de
la condena en el juicio de daños si la responsabilidad que
se le imputa al demandado se sustenta en un factor objetivo
de atribución, como ocurriría, por ejemplo, si se lo pretende
responsabilizar como dueño o guardián de una cosa viciosa
o riesgosa (art. 1757 del Código)”(16). Discrepo en cuanto
a su fundamentación, pues además de que la administra-
ción de justicia debe perseguir la verdad jurídica objetiva(17),
¿qué pasaría si se indemniza por un hecho dañoso en que la
persona por quien se responde termina ajena a su produc-
ción, o si en la construcción del nexo de causalidad –entre
el reproche y la culpabilidad– existe algún atenuante que re-
cién se advierte en el derrotero de la investigación criminal?
No creo, justamente, que la puesta en marcha del inc.
b) del art. 1780, en función del inc. c) del art. 1775 del
nuevo Código, genere garantías jurídicas cuando el pro-
nunciamiento judicial pueda ser pasible de modificación;
si se tiene en cuenta que no me refiero precisamente a
la instancia superior que pueda revertir una sentencia en
caso de mediar un recurso, sino de una etapa de revisión
de sentencia posterior. Visto desde esta perspectiva, los
pronunciamientos judiciales que guarden motivación ju-
rídica en el inc. c) del artículo en crisis no serían senten-
cias propiamente dichas que juzguen en subordinación al
principio non bis in idem(18), sino meros actos jurisdic-
(12) Ossorio, Manuel, Diccionario de ciencia jurídicas, políticas
y sociales, Heliasta, 2005, pág. 240 (cfr. De Carlo, Iván, Seguridad
Jurídica..., cit.).
(13) Cfr. CS, Fallos: 238:18, 254:320, 279:54, 294:434, 309:1689.
(14) CS, Fallos: 279:54, 13-7-07, “Mazzeo, Julio L. y otros”, LL, 2007-
D-401 (cfr. De Carlo, Iván, Seguridad Jurídica..., cit.), en el que también
se resaltan precedentes a favor (CS, Fallos: 315:2680).
(15) Morello, Augusto M., Pretensión autónoma de la sentencia
declarativa revocatoria de la cosa juzgada írrita, ED, 36-290 (cfr. cita
Piccinelli, Cecilia, La revisión de la cosa juzgada en el CCyCN, en
http://congresoderechoprocesal2017.jussantiago.gov.ar/wp-content/
uploads/2017/06/Tema-2-Ornela-Cecilia-Piccinelli-Revisi%C3%B3n-de-
la-cosa-juzgada-en-el-CCyCN-Piccinelli.pdf).
(16) Cfr. Sáenz, Luis, citado en Lorenzetti, Ricardo, Código Civil y
Comercial..., cit.
(17) CS, “Colalillo”, Fallos: 238:550.
(18) A partir de la reforma constitucional de 1994, con la incorpo-
ración a la Constitución de diversos instrumentos internacionales con
jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22), entre los que se encuentra la

cionales susceptibles de modificación, lo que tornaría en
letra muerta el implícito principio constitucional de que
las resoluciones judiciales procesalmente firmes tienen au-
toridad de “cosa juzgada”. En efecto, y a contrario sensu
del fundamento que surge de la última cita, no resulta ser
lo mismo la exigencia indemnizatoria puesta en cabeza
del dueño o guardián de una cosa viciosa o riesgosa, por
mediar una responsabilidad configurada por un factor de
atribución objetivo, que la obligación refleja o indirecta de
reparar las consecuencias dañosas producto de una excep-
ción de la suspensión del dictado de una sentencia en la
que operan cuestiones de prejudicialidad; pues es en este
último supuesto donde el legislador traslada la posibilidad
de ser juzgado civilmente, sin antes tener el pronuncia-
miento definitivo sobre la investigación criminal.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José
de Costa Rica), en su art. 8º, inc. 4°, enuncia: “El inculpado absuel-
to por sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los
mismos hechos”; circunstancia que se hace extensible a todo proceso
judicial (art. 16, CN).
Un cambio necesario en el régimen de la propiedad horizontal
1. La antigua ley 13.512 (sancionada el 30-9-1948, pro-
mulgada por decreto 31.815 el 13-10-1948 y publicada en
el Boletín Oficial el 18-10-1948) derogó el art. 2617 del
cód. civil, el cual proscribía que el propietario de edificios
pudiera dividirlos horizontalmente entre varios dueños,
tanto en caso de que intentara hacerlo por contrato como
por actos de última voluntad.
Desde que se eliminó el referido obstáculo legal, la po-
sibilidad de constituir consorcios de propietarios dio un
fuerte impulso a la construcción de edificios de viviendas,
oficinas, locales y mixtos, y a la subdivisión de otros ya
existentes, procesos que de manera conjunta con los des-
plazamientos poblacionales internos y la inmigración ex-
terna aportaron al crecimiento de nuestras ciudades.
También, y esto debe destacarse, se facilitó el acceso a
la propiedad inmobiliaria a muchos miembros de los secto-
res medios, que de otro modo no hubieran podido hacerlo.
Transcurrieron más de sesenta años desde aquel his-
tórico cambio legislativo y nuevas disposiciones regulan
ahora el régimen de propiedad horizontal.
Son las contenidas en los arts. 2037 a 2069 del cód.
civil y comercial de la Nación, aprobado por la ley 26.994
(sancionada el 1-10-14, promulgada por decreto 1795 el
7-10-14 y publicada en el Boletín Oficial el 8-10-14).
2. Tanto el régimen anterior como el actual han con-
siderado a los consorcios de edificios divididos en pro-
piedad horizontal comunidades en las que se conciertan
derechos individuales e intereses colectivos a los que se
procura armonizar.
Obviamente, el destino de todas las disposiciones con-
tenidas en las normas citadas es el de estructurar y regir el
funcionamiento del régimen, y por lo tanto incidir en sus
distintos aspectos.
Sin embargo, el fin primordial de cada una es diverso.
En efecto, algunas tienen por propósito caracterizar y
delimitar el alcance de los derechos de propiedad que se
reconocen.
Ellas establecen cuáles bienes, dentro de un edificio di-
vidido en propiedad horizontal, se consideran propios y
cuáles otros son comunes, qué responsabilidades conlle-
van, qué obligaciones generan y cómo deben cumplirse.
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes traba-
jos publicados en El Derecho: Derechos reales: propiedad horizontal.
Crédito por expensas comunes: algunas reflexiones sobre las particula-
ridades que reviste el proceso ejecutivo hoy, por H. Domingo C. Cura
Grassi, ED, 252-871; La propiedad horizontal en el nuevo Código Civil
y Comercial, por Héctor Pérez Bourbon, ED, 256-832; Nuevos aspectos
del derecho real de propiedad horizontal en el nuevo Código Civil y Co-
mercial de la Nación (ley 26.994), por Marcela Adriana Penna y Miriam
Smayevsky, ED, 262-768; Propiedad horizontal, por H. Domingo C. Cu-
ra Grassi, ED, 263-778; Derechos reales: publicidad posesoria y publici-
dad registral. Relaciones. ¿Qué hay de nuevo antiguo?, por H. Domingo
C. Cura Grassi, ED, 267-953; Definición y caracteres de los derechos
reales en el Código Civil y Comercial, por H. Domingo C. Cura Grassi,
ED, 270-603; Derechos reales: publicidad registral. Algunos interrogan-
tes respecto a cuestiones de forma y fondo, el Código Civil y Comercial
y la ley 17.801, por H. Domingo C. Cura Grassi, ED, 272-791. Todos
los artículos citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
Concluyendo, considero que resultan atendibles las
excepciones que guardan relación con la extinción de la
acción o la dilación injustificada de la investigación cri-
minal (cfr. art. 1775, incs. a] y b], cód. civil y comercial
vigente), pues se supone que la demora en esta última res-
ponde a la complejidad de la causa y no a un caprichoso
desempeño jurisdiccional, a sabiendas de que el retardo
injustificado o la denegación de impartir justicia configu-
ran un proceder ilícito, cual se encuentra tipificado en el
Código Penal (cfr. art. 273); y que, de ser así, existiría no
solo una acción hacia el propio Estado producto del mal
desempeño de sus funcionarios (en este caso, del Poder
Judicial), circunstancia a la que me remito en mi doctrina
oportunamente citada en la cual explico los supuestos de
viabilidad (cfr. ley 26.944)(19). No debe soslayarse, tam-
poco, que es el propio imputado el interesado en que su
(19) González Freire, Juan F., La responsabilidad del Estado de-
rivada de la actividad del Poder Judicial, La Ley online, cita AR/
DOC/527/2017.
por Eduardo Augusto Rossen
Otras se refieren, primordial o significativamente, a la
administración del consorcio y a las obligaciones pecu-
niarias que derivan de su existencia, y también están las
que se ocupan principalmente de aspectos que hacen a las
relaciones personales entre los integrantes del consorcio y
a su convivencia.
Asimismo, hay disposiciones referidas a la toma de de-
cisiones, y a ese fin se ocupan de fijar, en distintas hipóte-
sis y de diferentes maneras, cuáles deben ser las mayorías
necesarias para la formación de lo que ha de considerarse
la voluntad del conjunto de los propietarios de las unida-
des funcionales.
3. En su momento, el art. 1º de la ley 13.512 dispuso
que los distintos pisos de un edificio o distintos depar-
tamentos de un mismo piso, o los departamentos de un
edificio de una sola planta que fueran independientes y
que tuvieran salida a la vía pública directamente o por un
pasaje común podrían pertenecer a propietarios distintos,
de acuerdo con las reglas que se establecían.
También que cada piso o departamento podría pertene-
cer en condominio a más de una persona.
Así se habilitó la posibilidad de dominio privado de in-
muebles interdependientes, esto es, de construcciones asen-
tadas sobre un mismo predio que podían pertenecer cada una
de ellas a personas físicas o jurídicas distintas y en relación
con las cuales los derechos y deberes debían diseñarse y
armonizarse con el fin de facilitar una convivencia tranquila.
A su tiempo, el art. 2037 del cód. civil y comercial de
la Nación perfeccionó la noción al establecer que “la pro-
piedad horizontal es el derecho real que se ejerce sobre un
inmueble propio que otorga a su titular facultades de uso,
goce y disposición material y jurídica que se ejercen sobre
partes privativas y sobre partes comunes de un edificio
(…) y que las diversas partes del inmueble así como las
facultades que sobre ellas se tienen son interdependientes
y conforman un todo no escindible”.
Por su parte, el art. 2039 del mismo código dispuso
que “el derecho de propiedad horizontal se determina en
la unidad funcional, que consiste en pisos, departamentos,
locales u otros espacios susceptibles de aprovechamiento
por su naturaleza o destino, que tengan independencia fun-
cional y comunicación con la vía pública directamente o
por un pasaje común”.
Las normas mencionadas, que caracterizan la propiedad
horizontal y sus condiciones, se complementan con las
destinadas a diseñar y delimitar el alcance de los derechos
de los consorcistas en relación con los bienes (cosas y
partes propias, cosas y partes comunes, cosas y partes ne-
cesariamente comunes y cosas y partes comunes no indis-
pensables), así como con las que tienen por destino regir
las relaciones entre las personas titulares de esos derechos.
Entre estas se encontraba lo dispuesto por el art. 2º de
la ley 13.512, según el cual cada propietario sería dueño
exclusivo de su piso o departamento y copropietario so-
bre el terreno y sobre todas las cosas de uso común del
edificio que estuvieran especialmente indicadas o fueran
indispensables para mantener su seguridad, y lo ahora es-
3
situación procesal no se mantenga indefinida en el tiempo.
De allí que, salvo el inc. c) del art. 1775 del cód. civil y
comercial de la Nación, el art. 1780 del citado Código solo
debe aplicarse de manera restrictiva, a fin de no vulnerar
las garantías consagradas en la Constitución Nacional. En
consecuencia, no puede admitirse que en la búsqueda de
satisfacer el interés económico de la víctima se lesionen
intereses de terceros mediante la anticipación del cumpli-
miento de la obligación, subordinándolos a una revisión
de sentencia que quizás puede no volver a posicionarlo en
el mismo estado anterior de cuando sucedieron los hechos
(cfr. art. 1740 del Código unificado).
VOCES: DERECHO CIVIL - CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
- RESPONSABILIDAD CIVIL - DAÑO - DAÑOS Y
PERJUICIOS - JUECES - SENTENCIA - COSA JUZ-
GADA - RECURSOS
tablecido acerca de cómo se constituye y qué comprende
la noción de unidad funcional, conceptualizada y desarro-
llada a través de los arts. 2039 a 2043 del Código.
4. Repasadas las líneas generales del régimen de la pro-
piedad horizontal en el país, se hace necesario evaluar la
razonabilidad y eficacia de algunas de las normas regulado-
ras de las relaciones entre los integrantes de los consorcios.
A ese fin recordamos que el art. 3º de la ley 13.512
había dispuesto que cada propietario iba a poder hacer uso
de los bienes comunes conforme a su destino, pero –y esto
es esencial– sin perjudicar o restringir el legítimo derecho
de los demás.
Se estableció así una pauta fundamental que respondía
a la necesidad de que la convivencia bajo el régimen de
propiedad horizontal no lesione ni posibilite que se lesio-
nen los derechos de los individuos participantes.
Bajo el régimen de la ley 13.512 los integrantes de los
consorcios tenían prohibido destinar sus unidades a usos
contrarios a la moral o buenas costumbres, o a fines dis-
tintos de los previstos en el reglamento de copropiedad y
administración.
También les estaba prohibido perturbar con ruidos o de
cualquier otra manera la tranquilidad de los vecinos, ejer-
cer actividades que pudieran comprometer la seguridad
del inmueble y depositar mercaderías peligrosas o perjudi-
ciales para el edificio.
Aunque con otra redacción esas prohibiciones se man-
tienen por el art. 2047 del código luego de la reforma.
Pero ni la ley 13.512 ni más tarde el Código previeron
todas las contingencias negativas para la vida en común
que con el devenir de los acontecimientos pudieron y pue-
den presentarse.
No es infrecuente, sino al contrario, que una empresa,
una persona o un grupo de personas se hagan propietarios
de más de la mitad de las unidades funcionales y de la su-
perficie de un edificio.
Cuando así sucede, adquieren la posibilidad de preva-
lecer en las asambleas y en sus decisiones, y como con-
secuencia en particular la de designar una administración
complaciente que se les subordine.
De ese modo hacen posible afectar sus unidades a fines
improcedentes y logran someter a todo el consorcio a sus
intereses, aunque por ello, o como consecuencia de ello,
se estén violando disposiciones de la ley y los reglamentos
en aspectos vinculados a la convivencia y a los derechos
de los habitantes permanentes(1).
Por lo menos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya
hay buen número de edificios en los que la mayoría de sus
unidades funcionales se explotan comercialmente arrendán-
dolas a turistas cuyas estadías suelen ser breves y dan lugar a
rotaciones que hacen dificultoso, cuando no imposible, el co-
(1) Entre otras causas judiciales por empleo abusivo se cuentan
“Consorcio de Propietarios Callao 626 c. Palacio, Cora María”, Expte.
26.962/07, Juzg. Nac. Civil Nº 24, Sec. Nº 48, sentencia del 18-2-09;
“Consorcio de Propietarios Libertad 1031/33/35 c. Teryazos, Michel
William s/acciones art. 15 ley 13.512”, Expte. 69414/08, Juzg. Nac.
Civil Nº 52, Sec. Nº 82, sentencia del 5-10-09; “Cons. de Prop. Av.
Callao 1168/84 c. Daxe Sociedad Anónima y otro s/interdicto”, Expte.
9600/200, Juzg. Nac. Civ. Nº 75, Sec. Única, sentencia 1ª Inst. 11-9-08,
sentencia 2ª Inst. 23-2-09, deneg. rec. extr. 3/7/09. (Esta última causa
confirma la dificultad de neutralizar el poder abusivo, pues aún después
de recibir tres sentencias desfavorables que se hallan firmes, la propietaria
echó a la administración, designó a otra y sigue operando en infracción).
 4 Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
nocimiento por los vecinos de las personas que transitan, con
los riesgos que para su seguridad comporta que a diario esos
desconocidos estén circulando por el inmueble que habitan.
Pero no es ese el único tipo de negocio que desarrollan.
Según la demanda que en cada ocasión se les dirige
afectan los departamentos a alguno de una larga lista de
posibles empleos además del de brindar hospedaje por uno
o pocos días con servicios complementarios o sin ellos a
turistas nacionales o extranjeros.
Esos empleos suelen ser el de albergar fiestas o reunio-
nes nocturnas ruidosas que los organizadores no quieren
efectuar en sus propios domicilios (son frecuentes las co-
nocidas “previas” de quienes van a coparticipar en salidas
nocturnas), el alquilar a ocupantes por horas, el alquiler
para filmaciones, etc.
Como consecuencia se produce dentro de los edificios
el frecuente ingreso, egreso y circulación sin control de
personas desconocidas que ponen en riesgo e inquietan a
los demás consorcistas.
Esas personas con sus paquetes, bultos y equipajes obs-
taculizan la circulación de los habitantes permanentes, en
muchos casos, con sus múltiples entradas y salidas hacen
uso abusivo de los ascensores, cuya capacidad de carga
exceden y se ponen en riesgo ellas mismas y a los demás
usuarios, y consumen energía eléctrica mucho más allá de
lo normal en edificios solo afectados a vivienda.
Por cierto, esos mayores costos se cargan a todos los
copropietarios y constituyen un perjuicio adicional para
los que son ajenos al negocio.
Pero los perjuicios que sufren los consorcistas, cuyo so-
lo objetivo es habitar sus departamentos, son más extensos.
Como es sabido, la afectación de unidades para brindar
hospedajes y actividad hotelera conlleva el movimiento
de mucamas que transportan sábanas, toallas, elementos
de limpieza, ropa sucia, etc., y que interactúan con los
habitantes permanentes entorpeciendo y demorando sus
desplazamientos.
Además, tienen relevancia los daños económicos que
para los propietarios minoritarios derivan del desinterés y
falta de cuidados con los que algunos de los clientes de los
apart hoteles y el personal de estos tratan los edificios y
causan cascaduras de paredes, rayaduras de espejos, mal-
tratos a los ascensores y otras partes comunes o generan
suciedad, todo lo cual incide en los costos de manteni-
miento y reparaciones que afectan al conjunto.
Tampoco puede omitirse hacer mención de otros pro-
blemas muy graves, como el de que se lesiona el derecho
a la tranquilidad de los propietarios que habitan sus depar-
tamentos y se les impide el descanso en sus propios domi-
cilios –en ocasiones hasta altas horas de la noche– fuera de
que, como consecuencia, se reduce el valor de sus unidades.
Todo lo expuesto impone arbitrar una solución.
En su búsqueda se recuerda que tanto la ley 13.512 co-
mo posteriormente el Código requieren mayorías distin-
tas en las asambleas según la índole e importancia de las
cuestiones que resolver.
En relación con el tema de la toma de decisiones por el
consorcio, la ley tenía establecido que los asuntos de inte-
rés común que no se encontraran comprendidos dentro de
las atribuciones conferidas al representante de los condó-
minos –el administrador– serían resueltos, previa delibera-
ción de los propietarios, por mayoría de votos, los que se
computarían en la forma que previera el reglamento, y en
su defecto se presumía que cada propietario tenía un voto.
Con una norma de redacción semejante y el aporte de la
interpretación jurisprudencial, en España se procura atem-
perar, y en buena medida se logra, el predominio de los
propietarios mayoritarios. A ese fin está impuesta la exi-
gencia de un doble cómputo en las votaciones(2).
De manera similar a lo que sucede en España, la norma
que en la actualidad rige sobre el tema en nuestro país tam-
bién ha adoptado el criterio de exigir un doble cómputo en
(2) Para evitar el predominio de un consorcista sobre el conjunto
como consecuencia del número de unidades que le pertenecen, la Ley
de Propiedad Horizontal española, art. 17, puntos 6 y 7, resolvió el
problema exigiendo el cumplimiento de un doble requisito para la toma
de decisiones en los consorcios: uno personal, reunir determinadas
cantidades de votos de los propietarios, y otro económico, reunir volú-
menes de participación en el inmueble.
De la manera expuesta y con el respaldo de reiterada jurispruden-
cia del Tribunal Supremo (STS del 13-10-82, STS 670 y 680 del 10-2-
95 y STS del 15-2-05) acatada por todas las Audiencias provinciales,
en España se computa un voto por propietario, es decir, un solo voto
por persona que tenga esa calidad, independientemente de que sea ti-
tular de una o de varias unidades. A su vez, para el cálculo económico
se considera la suma de los porcentajes de participación de cada una
de sus propiedades en el inmueble.
las votaciones, pero su redacción es tal que lleva a resulta-
dos opuestos.
En efecto, el art. 2060 del cód. civil y comercial de
la Nación dispone que “las decisiones de la asamblea se
adoptan por mayoría absoluta computada sobre la totali-
dad de los propietarios de las unidades funcionales y se
forma con la doble exigencia del número de unidades y de
las partes proporcionales indivisas de estas con relación
al conjunto…”.
Esta solución legal es injusta, pues no ha eliminado las
posibilidades de predominio, sino al contrario, las robus-
tece, dado que para el voto personal no considera a cada
propietario como una única persona y, por ende, titular del
derecho a un único voto con independencia del número de
unidades funcionales que le pertenecen, sino como tantas
personas como unidades posea.
Es que, se insiste, no tienen la misma significación y con-
secuencias a) lo relacionado con los aspectos estrictamente
económicos que derivan de la actividad normal de un con-
sorcio, de cuyos efectos participan todos los consorcistas y
para cuya decisión, según el caso, se requieren distintas ma-
yorías de votos calculados computando la cantidad de uni-
dades y las superficies de estas sobre el total de inmueble,
y b) lo que hace a las condiciones de vida que resultan de
participar de un edificio dividido en propiedad horizontal.
Sobre los temas de orden económico, aunque pueden
ser perfeccionados, podría aceptarse que los derechos y
obligaciones de los consorcistas guarden relación con el
número de sus unidades y la suma de sus respectivas parti-
cipaciones en el total del inmueble, pero, en lo que hace a
la forma y condiciones de vida y a su protección, la solu-
ción legal no es lógica ni tampoco democrática.
La magnitud de los capitales que se poseen prevalece
sobre la validez de las opiniones, los derechos y las nece-
sidades de las personas.
En relación con la vieja ley 13.512, la deficiencia po-
dría llegar a considerarse excusable por la falta de expe-
riencia previa a su dictado, pero no así en el de la reforma.
Esto porque a través del tiempo aumenta el número de
departamentos que se afectan a explotaciones de hospedaje
y otras actividades en edificios divididos en propiedad ho-
rizontal, y por consiguiente los problemas que se generan.
Como muchos de esos negocios no cumplen con las nor-
mas, no llevan los registros exigidos y no pagan impuestos,
tienen una muy alta rentabilidad que paulatinamente les per-
mite adquirir e incorporar nuevas unidades a su explotación.
Así, si no la tenían previamente, van cobrando preemi-
nencia dentro de los edificios en los que actúan y pueden
hacer valer sus intereses e imponer su voluntad por sobre
los derechos de los demás consorcistas designando a la
administración.
Esta desigualdad y la situación de indefensión que pro-
voca a los consorcistas minoritarios hace necesario, es
más, torna imprescindible, que el Estado tome cartas en el
asunto y procure resguardar a los más débiles, la mayoría
de los cuales tienen como único o principal componente
de su patrimonio el lugar que habitan.
Podría argumentarse que está a su alcance solucionar
su problema mudándose, pero, además de no ser una so-
lución justa y un camino sencillo, no siempre es posible.
Puede haber impedimentos por razones de arraigo y
edad, por las molestias y dificultades que comporta la bús-
queda de una nueva vivienda, por los fuertes gastos que
significa vender, comprar y luego desplazarse, por la limi-
tada o inexistente disponibilidad de recursos para afron-
tarlos y también, por supuesto, por no poderse conocer a
priori qué problemas se pueden encontrar en el nuevo do-
micilio, así como cuáles podrán presentarse en el futuro.
Puesto que la Dirección General de Defensa y Protec-
ción al Consumidor que depende del Gobierno de la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires es ineficaz y no brinda las
soluciones y la protección que se le requieren y se esperan
de ella(3), es necesario asumir esa realidad, que se comien-
ce a pensar en una reforma para hacer que en temas es-
pecíficos de la propiedad horizontal –y la designación de
(3) Al no tomarse en cuenta en las audiencias de conciliación y
para luego resolver los antecedentes de los denunciados en casos se-
mejantes, no solo se desestimula la solución de los problemas, sino que
se alienta la producción de otros nuevos. La burocratización conduce a
que los mediadores no procuren encontrar real solución a los conflictos
y salvo honrosas excepciones –mérito de algunas personas, pero no
del sistema– rápidamente se desembarazan de las actuaciones remi-
tiéndolas al área jurídica para que eventualmente, tarde y mal, aplique
sanciones de escasa significación. En suma, la ineficacia no solo ga-
rantiza la impunidad de las conductas nocivas, sino que las estimula y
consolida el daño sufrido por los denunciantes.
administrador es uno de ellos– el cómputo de los votos en
las asambleas se haga por personas que sean propietarias,
pero por cabeza y no por el número de las unidades fun-
cionales que posean o sus superficies.
Si se actúa de ese modo, se estará brindando a los pro-
pietarios minoritarios la posibilidad de defender mejor y
por sí mismos sus derechos, lo que no puede negarse que
será justicia.
VOCES: DERECHO CIVIL - CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
- DERECHOS REALES - PROPIEDAD HORIZONTAL
- LEY
JURISPRUDENCIA
Prueba:
Valoración y apreciación. Prueba Docu-
mental: Actas notariales de comprobación
y de declaración: instrumentos públicos; valor
probatorio; diferencia con las escrituras pú-
blicas. Código Civil y Comercial: Vi-
gencia temporal: casuística; responsabilidad
civil. Informática: Internet: página de Fa-
cebook; comentarios injuriosos; responsabili-
dad de su administrador; ingreso de terceros;
irrelevancia. Daños y Perjuicios: Res-
ponsabilidad colectiva: presupuestos; libertad
de expresión; límites; hackeo de una cuenta;
delito. Daño Moral: Extensión: comenta-
rios ofensivos en internet; lesión de derechos
personalísimos; presunción; injurias; indemni-
zación. Intereses: Indemnización por da-
ño moral: cómputo; plazo inicial.
1 – No procede acudir a la valoración fraccionada o separada
de cada medio de prueba, sino que la persuasión racional se
obtiene con la valoración integral y en conjunto del material
probatorio ponderado en su múltiple unidad.
2 – El examen concienzudo debe ser de cada prueba separada-
mente y de todas las pruebas juntas sin descomponer o desin-
tegrar los elementos probatorios, disgregándolos, ni tomarlos
en consideración aisladamente y por separado.
3 – Una de las primeras reglas de interpretación del actual art.
7º del cód. civil y comercial de la Nación consiste en distin-
guir los “hechos constitutivos” de la relación jurídica de sus
consecuencias, derivaciones o efectos. Las relaciones jurídi-
cas nacen, se modifican o se extinguen en virtud de hechos a
los que la ley les asigna efectos generadores o constitutivos;
esos “hechos constitutivos” (comprensivos de los hechos mo-
dificatorios y extintivos) se rigen y son juzgados por la ley vi-
gente al momento de producirse; en cambio, los efectos o las
consecuencias de las relaciones jurídicas constituidas bajo la
ley anterior se rigen de inmediato por la nueva ley.
4 – La responsabilidad civil se rige por la ley vigente al mo-
mento del hecho antijurídico, pues los presupuestos de la res-
ponsabilidad civil (antijuridicidad, causalidad, daño y factor
de atribución) son hechos constitutivos que se rigen por la ley
vigente en el momento de su producción, lo que no impide que
queden alcanzados por la ley nueva las consecuencias o los
efectos no concluidos, no operados o no consumidos, aunque
se trate de relaciones jurídicas constituidas con anterioridad.
5 – En el caso, sin perjuicio de que el nuevo Código Civil y Co-
mercial constituye doctrina interpretativa del régimen dero-
gado, la cuestión litigiosa debe ser decidida conforme el Có-
digo Civil, en virtud de que era este el que regía al momento
del hecho antijurídico base del reclamo objeto de autos.
6 – A los efectos de determinar la autoría y consiguiente respon-
sabilidad del demandado por las publicaciones y los comenta-
rios efectuados en una página de Facebook cuyo nombre coin-
cide con el del grupo musical que integra, tienen pleno valor
probatorio las actas notariales de comprobación y de declara-
ción por tratarse de instrumentos públicos que hacen plena fe
de los hechos que el funcionario público relata o explica que
pasaron en su presencia, hasta la prueba en contrario.

7 – Las actas notariales son instrumentos públicos que se dife-
rencian de las escrituras por su contenido, ya que mientras
estas últimas contienen manifestaciones de voluntad, es decir,
negocios jurídicos, las actas solo registran hechos. Consti-
tuyen un medio de prueba de los tantos que pueden valerse
las partes, cuyo valor será evaluado en el contexto de toda la
probatoria reunida.
8 – Las actas notariales tienen valor probatorio en supuestos
en los cuales los hechos fueron comprobados personalmente
por el funcionario.
9 – La fuerza probatoria plena de los instrumentos públicos –y
su presunción de autenticidad hasta la redargución de false-
dad– se circunscribe a los hechos “cumplidos por el oficial
público o que han pasado en su presencia”.
10 – La diligencia notarial, en realidad, no pasa de ser un acta
de comprobación que, desde el punto de vista procesal, cons-
tituye solo un medio de prueba de los tantos de que pueden
valerse las partes, pero no goza de las prerrogativas estatui-
das por los arts. 993 a 995 del cód. civil. Constituye, pues,
un medio de prueba sujeto a la apreciación de su eficacia y
susceptible de quedar enervado por pruebas opuestas.
11 – Corresponde tener por válido el contenido de los hechos
comprobados personalmente por los escribanos que suscribie-
ron las distintas actas de comprobación, porque el demanda-
do no produjo prueba en contrario para desmentir los hechos
descriptos, narrados o comprobados en esos instrumentos.
12 – Las comprobaciones fácticas registradas en las actas y ac-
tuaciones notariales obrantes en autos, por su número y con-
cordancia, por provenir no solo del actor sino también de un
tercero que intercambió mensajes con el demandado, efectua-
das en distintas fechas desde diferentes computadoras e, igual-
mente, por varias vías de acceso a la página de Facebook que
lleva el nombre del grupo musical integrado por el accionado
y en la que efectuaron publicaciones y comentarios agravian-
tes e injuriantes para el reclamante, permiten, por sí mismas,
tener por probado que el demandado y el apodo que utilizara a
tales efectos son la misma persona, que también como “usua-
rio” utilizaba el seudónimo del grupo musical que integra pa-
ra mandar mensajes y chats, y la existencia de los comentarios
reputados injuriosos relativos a la honestidad del actor.
13 – Sin perjuicio de no resultar convincentes las declaraciones
testimoniales que sostuvieron que terceras personas pudieron
usar el Facebook del cual el demandado era administrador y
en el que se publicaron comentarios reputados injuriosos rela-
tivos a la honestidad del actor, aun de ser ciertas, no liberan al
demandado de ser responsable por culpa por omisión, por no
haber adoptado las medidas diligentes sea para impedir o evi-
tar la producción del hecho o, una vez producido, por omitir
adoptar las medidas conducentes para aclarar que no era el
autor y, en su caso, rectificar o aclarar la situación planteada.
14 – Aun en caso de asignarse credibilidad a la versión de que
los autores de los comentarios injuriosos pudieron ser ter-
ceros, se presenta en el caso un supuesto de responsabilidad
civil por daños en internet con base en la culpa por omisión
por no haber adoptado una conducta diligente para impedir
la producción del daño a la integridad moral del actor e in-
cluso con sustento en la responsabilidad colectiva del actual
art. 1761 del cód. civil y comercial de la Nación. Todo esto
también es de aplicación para el alegado y no demostrado
posible ingreso clandestino en la computadora.
15 – Sin perjuicio de que el accionado es responsable a título
de culpa y por el hecho propio como “usuario” autor de los
contenidos lesivos publicados en una página de Facebook que
lleva el nombre del grupo musical que integra, desde la si-
tuación fáctica más favorable para él –es decir, teniendo por
cierto que los autores de los comentarios injuriosos hubieran
sido terceros– también lo sería a título de culpa “por omisión
por la falta de diligencia y cuidado en el uso de la página en
cuestión, puesto que –al menos, y si no pudo impedir que se su-
bieran comentarios agraviantes contra el actor– luego asumió
una conducta pasiva, convalidando como responsable del “Fa-
cebook” todo lo acontecido (arts. 512 y 1074, cód. civil), omi-
tiendo, incluso, identificar a quien pudo atribuir la mentada
autoría (doct. art. 1761, cód. civil y comercial de la Nación).
16 – La responsabilidad colectiva prevista en el art. 1761 del
cód. civil y comercial presenta las siguientes características:
1) el autor del daño debe ser anónimo; 2) el autor del daño
debe ser miembro de un grupo; 3) la responsabilidad es so-
lidaria; 4) si el miembro del grupo que es demandado logra
Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
demostrar que no participó en el daño o señala al autor, deja
de ser responsable; 5) si el grupo es peligroso, el factor de
atribución es objetivo (es un caso de actividad riesgosa), y 6)
si el grupo no es riesgoso, debe demostrarse la culpa.
17 – La aplicación del art. 1761 del cód. civil y comercial presupo-
ne que existe un grupo, es decir, una pluralidad de personas que
forman un conjunto definible sobre la base de alguna caracte-
rística común. No es necesario que ese grupo esté formalmente
constituido de antemano por la decisión consciente de asociar-
se, ligarse o vincularse por parte de sus integrantes; la conexión
entre ellos puede ser accidental, circunstancial u ocasional.
18 – Si bien la Corte Suprema recalcó la importancia de la liber-
tad de expresión en internet como piedra angular del régimen
democrático y señaló que esa garantía comprende el derecho
a transmitir ideas, hechos y opiniones difundidos a través de
internet (art. 1º, ley 26.032), como forma de concretización
del derecho personal que tiene todo individuo a hacer públi-
co, a transmitir, a difundir y a exteriorizar –o no hacerlo– sus
ideas, opiniones, creencias, críticas, etc., constituyendo desde
el aspecto colectivo un instrumento para garantizar la liber-
tad de información y la formación de la opinión pública, tam-
bién es cierto que recordó el sentido amplio del honor e ima-
gen y reiteró la doctrina de “Ponzetti de Balbín” en el sentido
del amplio contenido del derecho a la privacidad y reserva.
19 – El hackeo de una cuenta de Facebook constituye un delito
de violación de correspondencia (arts. 153 y 153 bis, cód.
penal) o acceso ilegítimo a una comunicación electrónica o
dato informático de acceso restringido que habilita la compe-
tencia de la Justicia Federal.
20 – El blog es un instrumento que habilita una creación de alto
valor informativo y periodístico, en el que el autor conserva
la libertad de dejar publicado lo que crea conveniente.
21 – Atento que en autos no está en juego ni la libertad de expre-
sión ni el derecho de crítica a un funcionario público –el ac-
tor es escribano–, sino que se trata lisa y llanamente de ver-
ter comentarios, expresiones, opiniones o juicios de valor de
alto contenido ofensivo, superando altamente la mera discre-
pancia o crítica y constituyen manifestaciones que lesionan
los derechos personalísimos del honor y honra del actor, y en
virtud de que los derechos personalísimos o de la personali-
dad o también llamados derechos o intereses personalísimos
o daños a la dignidad están particularmente protegidos por el
Código Civil y Comercial, especialmente por el art. 51 bajo
la denominación de derechos personalísimos que protegen
la inviolabilidad de la persona, corresponde concluir que la
vulneración misma de ellos conlleva la presunción de daño
moral o extrapatrimonial o no patrimonial.
22 – Se configura injuria en toda especie de actos intencionales o
no, ejecutados de palabra, por escrito o por hechos que cons-
tituyan una ofensa, ataquen el honor, la reputación o la digni-
dad de una persona, hiriendo sus justas susceptibilidades. Es
decir, son injurias todos los excesos verbales o por escrito, en
condiciones que puedan ser oídos o conocidos por extraños,
configurándose así una auténtica difamación innecesaria.
23 – Si estamos en presencia del delito de injurias, el daño moral
experimentado es un daño in re ipsa, cuya existencia se presu-
me salvo prueba en contrario, y quien debió arrimar elemen-
tos para desvirtuar tal presunción ha sido el demandado, sin
que sea factible hacer recaer sobre el actor ofendido la carga
de demostrar la real existencia de tal perjuicio presumido.
24 – El reclamo de indemnización del daño moral no necesita
prueba directa en casos de delitos contra el honor, ya que se
infiere a partir de la calidad objetiva de la ofensa en correla-
ción con las circunstancias particulares de la víctima.
25 – La difusión y trascendencia del agravio no es requisito para
configurar la afectación al honor en sí mismo.
26 – Conforme lo prevé el actual art. 1746 del cód. civil y comercial
de la Nación, el daño no patrimonial alude ahora a la noción de
“precio del consuelo”, esto es, al resarcimiento que “procura la
mitigación o remedio del dolor de la víctima a través de bienes
deleitables que conjugan la tristeza, desazón, penurias.
27 – El daño moral consiste no solo en el dolor, padecimiento o
sufrimiento espiritual del individuo, sino también en la pri-
vación de momentos de satisfacción y felicidad en la vida del
damnificado –víctima o reclamante– y que en definitiva influ-
yen negativamente en la calidad de vida de las personas.
28 – La indemnización por daño moral a la que fue condenado el
demandado como consecuencia de los contenidos lesivos publi-
5
cados en una página de Facebook, devenga intereses a partir de
la producción del ilícito en la publicación referida. M.M.F.L.
59.710 – CApel.CC Azul, sala II, octubre 17-2017. – D., N. c. M.,
M. Á. s/ daños y perj. del./cuas. (exc. uso aut. y Estado).
En la ciudad de Azul, a los diecisiete días del mes de
Octubre del año Dos Mil Diecisiete, reunidos en Acuer-
do Ordinario los Señores Jueces de la Excma. Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial Departamental, Sala II,
Doctores Víctor Mario Peralta Reyes, Jorge Mario Gal-
dós y María Inés Longobardi, para dictar sentencia en los
autos caratulados: “D., N. c/ M., M. Á. s/ Daños y Perj.
Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado)” (Causa Nº 62.236),
habiéndose procedido oportunamente a practicar la desin-
saculación prescripta por los arts. 168 de la Constitución
Provincial, 263 y 266 del C.P.C.C., resultando de ella que
debían votar en el siguiente orden: Dr. Galdós - Dra. Lon-
gobardi - Dr. Peralta Reyes.
Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y vo-
tar las siguientes cuestiones:
1ª. ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 359/362 vta.?
2ª. ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión, el Señor Juez Doctor Galdós, dijo:
I. N. D. dedujo demanda resarcitoria por daño moral
contra M. Á. M. reclamando la suma de $80.000, con más
sus intereses. La pretensión resarcitoria se sustenta en la
afección a su honor producida por expresiones injuriosas
y difamatorias vertidas por el demandado en el muro de
Facebook de “La P.”. Añade que el mencionado Sr. M.,
es la misma persona que en la cuenta de Facebook de “La
P.” está identificada como “C.”, que es el autor de las ma-
nifestaciones calificadas como agraviantes (que lo tildan
de deshonesto), las que provocaron una grave lesión a su
honor personal y profesional, máxime que es escribano.
Corrido traslado de la demanda, la accionada negó los
hechos y solicitó el rechazo de la pretensión deducida.
Sustanciado el proceso a fs. 359/362 vta. se dictó la
sentencia de Primera Instancia, ahora recurrida, que hizo
lugar a la demanda y condenó al accionado a pagar al actor
la suma de $50.000 en concepto de daño moral, con costas
al actor perdidoso, disponiendo que el monto de condena
devengará intereses a la tasa pasiva digital que pague el
Banco de la Provincia de Buenos Aires en los depósitos
a treinta días, sin capitalizar, a partir de la fecha de la au-
diencia de mediación que fracasó (26 de agosto de 2013).
Para así decidir, el Sr. Juez de Grado tuvo por acre-
ditada la autoría por parte del Sr. M., apodado como “el
C.”, de las expresiones subidas al muro de Facebook de
“La P.”. Ello así, sostuvo, se desprende de la prueba do-
cumental acompañada por la parte actora, consistente en
actas de constatación y de comprobación efectuadas por
ante escribano público, cuya autenticidad no fue negada
por la accionada. De esa prueba documental también re-
sulta acreditada la existencia del hecho. Con relación a
la autoría de las referidas expresiones por parte de M. las
tiene por probadas con la prueba testimonial producida.
Así, E. C. M. manifestó que M. L. le dijo que M. era quien
escribía sobre D.; que era apodado “el C.” y que usaba el
chat de “La P.”. M. E. L. expuso, coincidentemente, que el
demandado es apodado “el C.”, que solamente M. utiliza-
ba el chat de “La P.”, que ninguna otra persona escribía en
él ni tenía acceso a dicha página de Facebook y que ni el
testigo ni los restantes integrantes de la banda musical “La
P.” tenían acceso a la clave de dicha página. En consecuen-
cia, la sentencia tuvo por acreditado que el demandado
era quien escribía en el muro de Facebook de “La P.” y
el autor de los comentarios y publicaciones. El decisorio
también agrega que si bien H. G. P. se manifestó sobre el
uso de la clave de la página, ese testigo no tiene certeza
porque dice “que lo supone”. Igualmente el testigo F. A.
W. utiliza términos similares (“por lo visto”), (“supongo”)
y el testigo V. U. R. manifestó que “podrían ser muchos”
quienes accedían a la página. Tras ello el pronunciamiento
señala que se ha afectado el honor y se ha cometido injuria
constituyendo una humillación y una ofensa al actor por-
que se lo ha deshonrado y desacreditado. De ese modo, y
teniendo en cuenta que el actor es un conocido escribano
de Azul y que “La P.” tenía veintiocho mil amigos en su
Facebook, juzgó razonable fijar en concepto de daño mo-
ral la suma de $50.000, con más sus intereses y costas.
Contra ese pronunciamiento interpusieron recursos de
apelación el demandado a fs. 365 y el actor a fs. 367, los
que fueron concedidos a fs. 366 y 368 respectivamente.
 6 Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
Radicados los autos por ante este Tribunal compare-
cen los apoderados de ambas partes y en un mismo acto
procesal ambos acompañaron los escritos de expresión de
agravios de cada uno y sus respectivos respondes. De ese
modo el demandado expresó agravios a fs. 377/394 y el
actor lo hizo a fs. 395/398 vta., los que fueron contestados
a fs. 399/402 vta. y fs. 403/411 vta.
El actor se agravia porque entiende que el monto in-
demnizatorio en concepto de daño moral es bajo y porque
los intereses deben ser fijados no a partir de la audiencia de
mediación que fracasó sino desde la fecha de las publica-
ciones deshonrosas. Con relación al daño moral afirma que
el monto de $50.000 es insuficiente porque la sentencia
no tuvo en cuenta que fue tratado de ladrón, la publicidad
y difusión alcanzada por la divulgación de la injuria, que
estima alcanzó a más de 280.000 personas considerando la
posible repercusión total de quienes resultan “amigos” de
los “amigos” en Facebook, más su condición de escribano
público. Por ello solicita se aumente la indemnización.
Por su lado el demandado ataca la sentencia porque dice
que no está probada la autoría del hecho ni que el deman-
dado sea el autor intelectual de ninguno de los comenta-
rios o publicaciones efectuados en el Facebook “La P.”, al
que tenían acceso terceras personas y los miembros de la
banda musical del mismo nombre, y que al tomar conoci-
miento de las calumnias e injurias supuestamente dirigidas
contra el actor, intentó sin éxito determinar o establecer en
forma fehaciente y categórica a sus autores. Aduce que la
prueba rendida fue indebidamente valorada por el juez de
grado que no atendió a la realidad del actual y complejo
fenómeno de la comunicación a través de Internet porque
está demostrado que en el inmueble de Maipú nº … de
esta ciudad, y en oportunidad en que los miembros de la
banda musical ensayaban, el muro permanecía abierto y
con acceso libre por parte de quienes concurrían al lugar.
Al referirse en particular a los medios de prueba sostiene
que no es cierto que al contestar la demanda reconoció la
autenticidad del contenido de las actas notariales sino que
no cuestionó sus formas extrínsecas pero que en cambio
impugnó el contenido intrínseco o material de las actas.
Hace referencia a la regulación actual del Código Civil y
Comercial acerca de los instrumentos públicos y su valor
probatorio, formula consideraciones de derecho transitorio
y concluye recalcando que medió indebida ponderación de
la prueba testimonial, inadecuada selección de los medios
probatorios y que se prescindió de que el medio adecuado
para la determinación de la autoría era la prueba informati-
va a Facebook, mediante oficio a la casa central en Irlanda,
tal como lo hizo esa parte. Sostiene que la prueba testimo-
nial no puede reemplazar a la prueba de informes que es el
medio pertinente para la acreditación del hecho litigioso,
y tras ello analiza detenidamente las declaraciones de los
testigos ponderados por el juez de grado, E. C. M., C. A.
M., M. E. L. concluyendo que del análisis contextualizado
de esas declaraciones testimoniales no se deducen las cer-
tezas que infiere el sentenciante. Por lo demás, cuestiona
que no se hayan tenido en cuenta los testimonios de H. G.
P., F. A. W., y V. H. R., los que deberán ser debidamente
analizados en esta instancia. Esa probatoria acredita que
al Facebook de La P. también tenían acceso otras personas
distintas a M. Así, se detiene en el análisis de cada una
de las declaraciones testimoniales mencionadas. Formula
otras consideraciones y solicita, en lo sustancial, se revo-
que la sentencia apelada y se rechace la demanda porque
no está probado que el demandado M. fue el autor de los
comentarios injuriosos colgados en el muro citado.
A fs. 399/402 vta. y fs. 403/411 vta. obran agregados
los escritos de contestación de los agravios de cada parte.
Llamados autos para sentencia y firme el proveído que
hizo saber el resultado del orden del sorteo, el expediente se
encuentra en condiciones de ser resuelto (cf. fs. 415/416).
II.1. Pese al esfuerzo argumental de la representación
procesal de la parte demandada su recurso de apelación no
es procedente.
La cuestión litigiosa, tal como está planteada en esta
instancia, radica en determinar la autoría y consiguiente
responsabilidad del demandado M. Á. M. por las publica-
ciones y comentarios efectuados en la página de Facebook
“La P.”, nombre además del grupo musical que integra.
El núcleo esencial a dilucidar es si M., apodado “el C.”
(lo que él niega) es quien subió a ese muro expresiones
agraviantes e injuriantes para el escribano N. D. cuando
dijo, principalmente, que es el “escribano radical que hace
curros (…) devolvé la bolsa D.”. El demandado insiste
en que no está acreditada su autoría material en el hecho
porque, sin desconocer su intervención o participación en
la página de Facebook de “La P.”, adujo que él no fue
quien virtió esas manifestaciones, sosteniendo que otros
miembros de la banda tenían acceso a ese muro, el que
permanecía abierto durante los ensayos. Para sustentar
esa alegación defensista impugna la valoración de la prue-
ba aduciendo –y lo digo con mis palabras– que dada la
naturaleza del hecho lesivo (daños en Internet) la prueba
documental (actas notariales de comprobación y de cons-
tatación) y de testigos (cuya valoración en concreto tam-
bién cuestiona) no son idóneas como medio de prueba ya
que sólo puede acudirse a la prueba de informes mediante
oficio a la sede central de Facebook en Irlanda, tal como
procedieron ellos librando un oficio internacional.
Anticipé que el recurso no puede prosperar porque, sin
desconocer la pertinencia de cada medio de prueba con
relación a cada punto litigioso que debe ser demostrado,
lo cierto es que la valoración en conjunto según las reglas
de la sana crítica (mezcla armoniosa de principios lógicos
y empíricos) de la prueba de testigos, de la documental
y de presunciones, sobre la base del principio de norma-
lidad, de origen sustancial (en el ámbito de la relación
causal de los anteriores arts. 901 y 906 CC; ahora 1726 y
1727 CCCN) y procesal (anclado en el art. 384 CPC) –que
predica que en ausencia de prueba en contrario las cosas
suceden naturalmente, de modo ordinario, según su curso
habitual–, permite tener por conformado un sólido plexo
probatorio. Se trata de un método de interpretación que
consiste en proceder a la integración y combinación de
distintos medios de pruebas autónomos, que hasta incluso
y por separado algunos de ellos puedan resultar insufi-
cientes, pero que apreciados en conjunto, esto es relacio-
nándolos y complementándose entre sí, adquieren eficacia
probatoria plena porque constituyen prueba compuesta.
Por lo demás, tiene dicho este Tribunal que “no procede
acudir a la valoración fraccionada o separada de cada me-
dio de prueba sino que la persuasión racional (como deno-
mina la Suprema Corte a las reglas de la sana crítica, art.
384 CPC) se obtiene con la valoración integral y en conjun-
to del material probatorio, ponderado en su múltiple uni-
dad (SCBA, Ac. 31702, 22/12/87, “Rivero”; Ac. L39950,
14/6/88, “Cepeda…”; CS, Fallos 297:100; 303:1080). “El
examen concienzudo debe ser de cada prueba separada-
mente y de todas las pruebas juntas sin descomponer o
desintegrar los elementos probatorios, disgregándolos, ni
tomarlos en consideración aisladamente y por separado”
(Sentís Melendo, Santiago, “La Prueba [Los grandes temas
del derecho probatorio]”; Ed. Jurídicas Europa - Améri-
ca - Bs. As. 1978; págs. 284, 285, 287 y 288; esta Sala,
causas nº 47.191, 4/11/04 “Esquerdo y Figueroa, Elena
Aixa s/ Concurso Preventivo Incidente Revisión B.C.P.”;
nº 48.991, 16.02.06, “Alsúa o Alsúa y Grisetti, Celina S. y
Otros c/ Municipalidad de Laprida. Usucapión. Nulidad de
Título” y nº 59.152, 31.03.2015, “Maciel, Ricardo Esnel c/
Fernández, Darío Víctor y Otros s/ Daños y Perjuicios”).
2. Antes que nada procede hacer referencia a una cues-
tión de derecho transitorio a raíz de la vigencia actual del
nuevo Código Civil y Comercial.
Es que, tal como lo referí en la causa “Braszka”, “una
de las primeras reglas de interpretación del actual art. 7º
CCCN consiste en distinguir los ‘hechos constitutivos’ de
la relación jurídica, de sus consecuencias, derivaciones o
efectos. Las relaciones jurídicas nacen, se modifican o se
extinguen en virtud de hechos a los que la ley les asigna
efectos generadores o constitutivos; esos ‘hechos constitu-
tivos’ (comprensivos de los hechos modificatorios y extin-
tivos, tal como también lo enseña Moisset de Espanés) se
rigen y son juzgados por la ley vigente al momento de pro-
ducirse. En cambio los efectos o consecuencias de las re-
laciones jurídicas constituidas bajo la ley anterior se rigen
de inmediato por la nueva ley (Moisset de Espanés, Luis,
‘El daño moral [arts. 522 y 1078])’ y ‘La irretroactividad
de la ley [art. 3]’, cit., J.A., T. 13, Serie Contemporánea,
1972-355). Esta opinión también es compartida por Ke-
melmajer de Carlucci quien afirma que la responsabilidad
civil se rige por la ley vigente al momento del hecho an-
tijurídico (...) los presupuestos de la responsabilidad civil
(antijuridicidad, causalidad, daño y factor de atribución)
son hechos constitutivos que se rigen por la ley vigente
en el momento de su producción, lo que no impide que
queden alcanzadas por la ley nueva las consecuencias o
efectos no concluidos, no operados o no consumidos, aun-
que se trate de relaciones jurídicas constituidas con ante-
rioridad (...) (esta Sala Causa Nº 56441, del 8/9/15 ‘D. B.,
A c/ A., L. C. y Otros s/ Derechos personalísimos-Suma-
rio’; Causa Nº 56571, del 8/9/15 ‘D. B., A. c/ A., L. C. y
Otros s/ Daños y Perjuicios’)” (causa nº 59.625, “Braszka,
Carlos Jorge y otros...”, del 20/10/15; en igual sentido,
causa nº 60.094, “Brut, Damián Mario...”, del 15/12/15;
nº 61.309, “González, Carlos Adrián...”, del 14/02/17, en-
tre otras; Galdós, Jorge Mario, “La responsabilidad civil y
el derecho transitorio”, L.L. 2015-F, pág. 867; y “El art. 7
CCyC y el derecho transitorio en la responsabilidad civil
[en la primera etapa de implementación del Código Civil y
Comercial]” en Homenaje a Luis Moisset de Espanés, en
Moisset de Espanés, Luis, “Derecho transitorio en el Nue-
vo Código Civil y Comercial”, Córdoba, 2016, pág. 281).
Por consiguiente, y sin perjuicio de que el nuevo Códi-
go Civil y Comercial constituye doctrina interpretativa del
régimen derogado, la cuestión litigiosa debe ser decidida
conforme el Código Civil derogado.
3. Volviendo al núcleo litigioso, aclaro que por cues-
tiones metodológicas referidas principalmente a la valo-
ración de la prueba, trataré de modo conjunto los agravios
relativos a la negada autoría de M. y a los contenidos le-
sivos del honor del actor subidos a la página de Facebook
“La P.”, siguiendo la metodología propuesta por D. de acu-
dir a las actas notariales y a los dichos de los testigos, con
más –acoto– los indicios que permiten conformar prueba
de presunciones (arts. 163 inc. 5 y 384 C.P.C.).
En primer lugar, tanto al contestar la demanda como
al expresar agravios, la parte demandada reconoce su ca-
rácter de “administrador”, “responsable” o equivalente de
esa página web al procurar deslindar su autoría a terceros
no individualizados (los restantes miembros de la banda
musical “La P.” u otros amigos o conocidos que pudieron
utilizar su computadora la que, según expresó, permanecía
abierta y al alcance de todos). En efecto a fs. 139 vta./140
del escrito de contestación de demanda y a fs. 393 del
escrito de expresión de agravios afirma: “el suscripto, des-
pués de haber tomado conocimiento de las calumnias e
injurias supuestamente dirigidas al aquí actor –vía Face-
book– en el muro de La P., y hasta la actualidad no ha
podido establecer o determinar en forma fehaciente y ca-
tegórica el/los autor/es de las mismas, pues a dicho muro
tenían acceso no sólo los integrantes de la banda sino tam-
bién otros amigos de la misma” (sic, fs. 393).
Conforme lo expuesto el demandado reconoce, con los
efectos de la admisión procesal (art. 354 CPC), que osten-
taba el rol de “administrador” o como se denomine técni-
camente al responsable primario de la página de Facebook
“La P.”, con facultades para subir o bajar contenidos, for-
mular aclaraciones o descargos o simplemente acceder a él
con su propio nombre o su apodo. Ello además de su auto-
ría material por los comentarios lesivos del honor subidos
como “usuario” con el nombre de “La P.”, C., o M.
Los instrumentos notariales acompañados tienen pleno
valor probatorio, pese a la queja del demandado. Se trata
de numerosas actas notariales de comprobación (fs. 17/21,
22/35, 36/38, 39/43, 44/57) y una de declaración (fs. 58/59)
que en cuanto instrumentos públicos, hacen plena fe de los
hechos que el funcionario público relata o explica que pa-
saron en su presencia, hasta la prueba en contrario, criterio
tanto del régimen anterior como del actual (arts. 979 inc.
2, 993, 994 y concs. CC y arts. 296, 310 y 312 CCCN
invocado por el demandado). Esta Sala se ha pronunciado
afirmando que “las actas notariales son instrumentos públi-
cos que se diferencian de las escrituras por su contenido,
ya que mientras estas últimas contienen manifestaciones de
voluntad, es decir, negocios jurídicos, las actas solo regis-
tran hechos” (Falcón, Enrique, “Tratado de la Prueba”, T.
1, pág. 876; arts. 911, 979, 993 y concs. Cód. Civil). Cons-
tituyen un medio de prueba de los tantos que pueden va-
lerse las partes, cuyo valor será evaluado en el contexto de
toda la probatoria reunida. Esta Cámara les ha asignado va-
lor probatorio en supuestos en los cuales los hechos fueron
comprobados personalmente por el funcionario (esta Sala,
18/6/96, J.A. 1997-II-397), o se trató de hechos pasados
en su presencia (Sala I, 2/9/99, LL BA, 2000-873; cf. esta
Sala, causa nº 46.509, 02/03/2004, “Kuwalek, Antonio Ra-
món c/ Franchini, Marcelo L. y Otros s/ Acción reivindica-
toria”). Concordantemente con ello, y para dar respuesta
al agravio, recuerdo que “es doctrina aceptada e incontro-
vertida que la fuerza probatoria plena de los instrumentos
públicos –y su presunción de autenticidad hasta la redargu-
ción de falsedad– se circunscribe a los hechos ‘cumplidos

por el mismo (por el oficial público) o que han pasado en
su presencia’ (art. 993 Cód. Civ.; conf. Llambías, Jorge,
“Código Civil Anotado”, T. II-B, p. 166; Armella, Cristi-
na en Bueres - Highton, “Código Civil…” Tº 2-C, p. 57).
Empero una importante corriente de opinión no traslada
esa eficacia probatoria de los instrumentos públicos a las
actas notariales. Así se afirmó que “la diligencia notarial
en realidad no pasa de ser un acta de comprobación que,
desde el punto de vista procesal, constituye sólo un medio
de prueba de los tantos que pueden valerse las partes, pero
no goza de las prerrogativas estatuidas por los arts. 993
a 995 del Cód. Civ. Constituye, pues, un medio de prue-
ba sujeto a la apreciación de su eficacia y susceptible de
quedar enervado por pruebas opuestas” (Cám. Nac. Com.
Sala B, 13/11/89, “Cabal S.A. c/ Muras, Carlos M.”, voto
Dra. Piaggi, L.L. 1991-A, p. 209; en esa orientación Cám.
Nac. Civ. Sala A, 17/3/98 “Goldenberg, Gerardo y otro c/
Roselli, Luis A.”, L.L. 1999-E-729, D.J. 2000-1-100; Cám.
Nac. Civ. Sala A, 17/7/98, “Masiñani, Pedro c/ Equipos
y Controles S.A. y otro”, L.L. 1999-D-205, D.J. 1999-3-
40, E.D. del 1/9/99, p. 3; Cám. Nac. Civ. Sala G, 25/7/87,
“Scasso, Horacio L. c/ Esponda de Scasso, Ana E.”, L.L.
1989-B-615, J. Agrup., caso 5995; Cám. Nac. Com. Sala
B, 13/11/89, “Cabal S.A. c/ Muras, Carlos M.”, L.L. 1991-
A-211, con nota de José Antonio Charlín). En definitiva, y
desde esta postura más restrictiva, “no se puede desconocer
su valor probatorio, el que deberá ser apreciado de acuerdo
a las circunstancias del caso y computando las pruebas res-
tantes” (Cám. Apel. Civ. y Com. Concepción del Uruguay,
19/3/93, “Álvarez, Hugo c/ García, Alberto”, D.J. 1994-1-
1133; Cám. Nac. Com., Sala E, 11/10/98, E.D. 132-623;
esta Sala, 2/9/99, “Simons, Américo E. c/ Municipalidad
de Olavarría”, L.L.B.A. 2000-873). Es que –en suma– “el
alcance de la fe pública del acta notarial radica exclusiva-
mente en los hechos materiales verificados por el notario
en la esfera de su incumbencia; (…) se extiende a lo de-
clarado por las personas que intervienen en el acto” (Cám.
Nac. Com., Sala B, 9/4/92, “Sanatorio Lavalle S.R.L.
c/ Arzac, Gonzalo”, J.A. 1992-III-50; esta Sala, causa
nº 43.449, 19/02/2002, “S.A.D.A.I.C. c/ Sucesión de Euge-
nio Held S.E.C.P.A. s/Cobro de Pesos”).
Dice un autor comentando el art. 312 CCCN, invocado
por el demandado, que las actas notariales son instrumentos
públicos y “en consecuencia, gozan de la eficacia proba-
toria que dimana de tal carácter, tal como lo establece el
artículo 296 CCCN. La norma es más que una aplicación
pormenorizada de la regla general. Cuando el artículo dice
que ‘el valor probatorio se circunscribe a los hechos que
el notario tiene a la vista, a la verificación de su existen-
cia y estado’ quiere decir que respecto a todo aquello que
el notario cumplió en forma personal o percibió por sus
sentidos (no limitado a la vista), su actuación hace plena
fe hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal”
(conf. D’Alessio, Carlos Marcelo, en “Código Civil y Co-
mercial de la Nación” –Comentado– Lorenzetti, Ricardo
Luis –Director–, De Lorenzo, Miguel Federico - Lorenzetti,
Pablo –Coordinadores– Tº II, pág. 220). Por ende, y contra-
riamente a lo sostenido en el agravio, corresponde tener por
válido el contenido de los hechos comprobados personal-
mente por los escribanos que suscribieron las distintas actas
de comprobación porque el demandado no produjo prueba
en contrario para desmentir los hechos descriptos, narrados
o comprobados en esos instrumentos (art. 312 CCCN).
4. En el análisis particularizado de esos instrumentos
públicos, a fs. 17/21 se glosó el acta notarial de comproba-
ción de fecha 15 de Enero de 2013, labrada por la escribana
F. S., en la que a requerimiento del actor se constituyeron
en su domicilio de Las Flores … de esta ciudad y accedie-
ron a su computadora, tras lo cual la oficial público dice
que “ingresa a la página Facebook de la esposa (del actor)
M. B.; una vez allí abre una fotografía publicada por la
usuaria M. B. donde se encuentran etiquetados J. M., N. D.,
L. I. y P. D.; y en los comentarios a dicha foto me indica el
requirente que entre otros comentarios realizados por otros
usuarios, figura el comentario del usuario “La P.” que cons-
tato dice textualmente: “Ahí está D. el que se robó junto al
Intendente de Pinamar las casas para planes sociales…”.
A los pocos días del 18 de enero de 2013 se labró otra
acta de comprobación, glosada a fs. 83/92, suscripta por la
misma escribana S., en la que el actor nuevamente la con-
Interior: Bahía Blanca: Notas Jurídicas: Tel. (0291) 4527524 / La Plata: Eliana Roca Tel. (011) 1522570080 / Mar del Plata: Jorge Rabini Tel./Fax (0223) 4893109 / Córdoba: Alveroni Libros Jurídicos (0351) 4217842
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Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
voca “para constatar en su computadora familiar comenta-
rios donde se le adjudican ilícitos y se exponen cuestiones
de su ámbito privado, hechos sobre su persona en Face-
book por el usuario de ‘La P.’ en su muro” y para verificar
comentarios de amigos y distintos usuarios que identifican
a esa página con una misma persona, “el C.” M. Así: “… el
requirente –dice la funcionaria autorizante– (…) me dirige
a su computadora (en su domicilio) e ingresa a la página
Facebook de ‘La P.’, una vez allí abre una fotografía pu-
blicada por dicho usuario en sus ‘Fotos de Perfil’ donde se
constata que en los comentarios a dicha foto consta uno del
usuario ‘P. A.’ que dice: “buenísima M.…”. Nuevamente
en el muro de “La P.” el requirente abre los comentarios
en una publicación de fecha 26 de agosto de 2012, dicha
publicación posee una foto de primer plano de una persona
que el requirente identifica como M. Á. M.; dentro de los
comentarios abiertos por el requirente, hechos a la men-
cionada foto, constan los siguientes: del usuario “M. S.”:
“grande C. un abrazo amigo”; del usuario “A. C.”: “M. M.,
un fenómeno y pensar que lo tuve de profe, abrazo para él”;
del usuario “C. C.”: Bien, M., a seguir adelante con la ba-
talla cultural…”; del usuario “A. C.”: “… Muy bien C.!!!”;
del usuario “M. N. O.”: “yo te ayudo C.…”. Seguidamente
el requirente abre otra publicación de fecha 14 de julio de
2012, dicha publicación posee también otra foto de primer
plano de una persona que el requirente identifica como M.
Á. “C.” M.; con el comentario a dicha foto que en su parte
pertinente dice: “La P. es: M. L. en guitarra, P. D. en Bajo
y voz, D. C. I. en batería, M. M. en guitarra y voz…”. A
continuación el requirente ingresa en una foto del muro
“La P.” donde aparece el señor que identifica como M. Á.
“C.” M. recibiendo un reconocimiento de la Municipalidad
de Azul; en los comentarios realizados a dicha foto, desea
dejar constancia de los siguientes: por el usuario “Pasquin
amarillo”: “Que pasó C. te picoteaste con C.? Como aflo-
jaste…”; por el usuario “M. B.”: “Me pareció perfecto C.
que hayas subido más allá de la disidencia”; por el usuario
“S. D.”: “C.… Faltaste en el esenario…”; “del usuario “La
P.”: “Gracias amigas/os, compañeros y músicos recuperare-
mos el Azul Rock de las garras de la bruja!!!”. A esta altura
el requirente abre otra publicación en el muro de “La P.” de
fecha 29 de abril de 2012 que presenta una foto del requi-
rente N. D., que según manifiesta éste, está tomada en su
domicilio particular y ha sido subida al muro de “La P.” sin
su autorización. Dicha foto posee un comentario hecho por
el publicador o sea “La P.” que dice: ‘Huuu!!! El escribano
radical q hace curros en Pinamar con las casas sociales
junto al Intendente de dicha ciudad … el q estaba cuando
mataron al reportero Cabezas. Devolvé la bolsa D.!!! –con
N. R. y 44 personas más’–. Se constata que dicha foto está
compartida con cuarenta y cinco personas. A esta altura el
requirente desea dejar constancia que dichas personas eti-
quetadas, a su vez tienen cientos de amigos cada una, que
en consecuencia tienen acceso a esta publicación. Dicha
publicación manifiesta el requirente posee cantidad de co-
mentarios negativos, entre otros desea dejar constancia del
siguiente, realizado por el usuario “La P.” que en su parte
pertinente dice: “… estamos hablando de D.!!! El ‘N.’ D.
… el escribano q se quedó con medio Azul … el radical …
el ex Secretario de Gobierno del ladrón francés!!!”. En la
misma publicación se constata otro comentario del mismo
usuario “La P.” que en su parte pertinente dice: “…‘B. no
está procesado y D. sí’”. Además de lo transcripto, de las
impresiones en papel, fotocopias certificadas de las captu-
ras de pantalla y de las fotografías, comentarios y diálogos
de los amigos que interactúan con quien se identifica como
“La P.” (esto es el “usuario” o la persona que utiliza ese
seudónimo para expresarse), se desprende claramente que
medió entre todos ellos un intercambio de juicios de valor
o manifestaciones. Algunas de ellas descalificaban al actor
y eran las efectuadas por el usuario que decía ser “La P.” y
en otra ocasión “M. M.”. Así se identifica como “La P.” y
en respuesta a otro comentario dice: “… Para opinar debe
conocer cual es la información sobre el negociado inmo-
biliario digitado por el actual intendente de Pinamar, en el
cual está involucrado y a punto de ser procesado el hijo de
su amigo J. D. Infórmese y luego opine. M. L. (mánager)”
(sic, fs. 92). Luego el usuario “La P.” responde a otro co-
mentario expresando “L. será defensora oficial de D.?? Pq
lo defiende presentando a lo q serían otros ladrones!!! D.
7
se quedo con casas q estaban destinadas a ciudadanos sin
casa. Y las casas q se construyeron eran para millonarios
y funcionarios del intendente de Pinamar!!! No mezcle el
tema L. B. no esta procesado y D. si” (sic fs. 92). Más
adelante el usuario “M. M.” agregó que “estimada M. La
P. es una banda bien política. Quien no?. Se podría opinar,
hablar, jugar, correr … sin ser político. Pidale a D. q le de
un terrenito estatal de los q escrituro con D. Abrazo Doña
M.” (sic, fs. 92; cf. fs. 86/92).
Es importante remarcar que en este chat (fs. 92) los dos
comentarios del usuario “La P.” y el formulado por “M.
M.” son concordantes entre sí, guardan correlación en el
marco del diálogo y obedecen a la opinión vertida por el
mismo usuario que en dos ocasiones se identifica de un
modo (“La P.”) y en otra como M. M.
Hago una acotación al pasar y “obiter dicta”: al ingresar
en la actualidad a la página de Facebook de “La P. rock
azul”, ésta remite al blog “http://laP.rock.blogspot.com.
ar/” y se advierte claramente que algunos de sus conteni-
dos (por ejemplo una referencia elogiosa a “E. S. ... un ele-
gante inspirador de la banda ... gracias ‘Viejo’!)”, corres-
ponde a la captura de pantalla agregada en fotocopia junto
a otras actas de comprobación (por ejemplo, fs. 46/49).
En el acta de comprobación del 14 de agosto de 2013,
de fs. 22/38, efectuada ante la solicitud de C. A. M., la
escribana interviniente dice: que se “requiere de la auto-
rizante constate en la computadora de esta escribanía la
impresión del correo electrónico mantenido entre el re-
quirente (el citado M.) y el señor M. Á. M. o M. M. o “C.”
M., por medio de Facebook entre el día 28 de agosto de
2011 hasta el día 16 de julio de 2013 … el requirente se
sienta en la computadora de mi despacho en esta escriba-
nía e ingresa al muro de Facebook ingresando su nombre
de usuario y la clave correspondiente; una vez allí ingresa
a su correo/chat de Facebook y a su vez en el correo/chat
intercambiado con M. M. entre los días 28 de agosto de
2011 hasta el día 16 de julio de 2013 y procede a imprimir
en la impresora de esta escribanía todos los mails y diálo-
gos mantenidos entre las dos fechas mencionadas. Se deja
constancia que durante la diligencia el requirente impri-
mió catorce páginas … y … que las fechas y horarios con-
signadas son los que constan en Facebook en cada correo
o chat…” (ver también fs. 23/38, las piezas fotocopiadas
de los chats intercambiados entre M. y M.).
Ese mismo día, 14 de Agosto de 2013 se labró otra acta
notarial, también a requerimiento de C. A. M., agregada a
fs. 39/43, en la que se deja constancia de que aquél proce-
dió a ingresar con su clave personal a una cuenta de mail
y se extrae un diálogo privado entre el requirente y M. M.
o “el C.” quienes discutieron sobre una cuestión inmobi-
liaria, y ello acredita la identidad entre ambos, o que el
firmante del mail de fs. 40 (Dr. M. A. M. Universidad Na-
cional del Centro) es a quien apodan “el C.”.
Otro intercambio de mails se produce entre M. y el C.,
lo que da cuenta el acta y las fotocopias de los textos,
agregadas a fs. 36/38 según acta de la misma fecha (14
de Agosto de 2013). De modo que queda ostensiblemente
evidenciado que M. Á. M. y el “C.” son la misma persona
o “usuarios” de esas redes sociales.
En el acta de fs. 74/76, de fecha 3 de Julio de 2013, a
solicitud del actor y en su domicilio, la escribana actuan-
te constata que: “… ingresando su nombre de usuario y
clave … ingresa en el buscador de Facebook el nombre
‘La P.’ accediendo posteriormente al muro de ‘La P.’, se-
guidamente el requirente imprime dos hojas de la pantalla
inicial donde constan: a) la foto de perfil del muro mencio-
nado, constatando en ella una persona de sexo masculino,
manifestando el requirente que esa persona es M. Á. M.,
apodado ‘C.’ M., circunstancia que puede acreditar con
EDICTOS
CITACIONES CUAL SILVESTRE DANESSE para que
Por 2 días.- El Juzgado en lo Civil y contesten Ia demanda y hagan valer
Comercial Nº 4, Secretaría Unica sus derechos, bajo apercibimiento de
del Departamento Judicial Dolores designársele un defensor de Pobres y
en autos “DE LEON JOSE PABLO Y Ausentes para que lo represente. NO-
OTRO/A C/ DANESSE PASCUAL TA: El presente edicto se publicará por
SILVESTRE Y OTRO/A S/PRESCRIP- dos días en el Diario El Derecho de
CION ADQUISITIVA VICENAL/ Capital Federal y el Boletín Oficial.
USUCAPION” (EXPTE. 65730) cita y DoIores, 31 de julio de 2017. María
emplaza por el término de diez (10) Victoria Chehu, aux. letrada itinerante.
días a los HEREDEROS DE EL SR. PAS- I. 2-2-18. V. 5-2-18 6346

D i a r i o d e D o c t r i n a
infinidad de testigos y por revestir además esta persona,
notoriedad pública por intervenir en política y actividades
culturales. b) se constata asimismo en esta página que ‘La
P.’ posee al día de la fecha dos mil ochocientos setenta y
cuatro amigos (2.874) con cincuenta y un (51) amigos en
común con el requirente” (fs. citadas), todo lo que obra en
hojas impresas que acompañan esa acta.
Otra acta, de fecha 18 de Junio de 2013, agregada a fs.
77/79, requerida en conjunto por D. y M., revela que ambos
le pidieron a la escribana S. que “constate en la computado-
ra de esta escribanía, diálogos de chat y mensajería realiza-
da por medio de Facebook desde el muro del señor C. A. M.
y el usuario ‘La P.’, donde surge que el usuario ‘La P.’ y M.
Á. M. o ‘C. M.’ son la misma persona, manifestando el se-
ñor M. que se comunica con el señor M. por medio del mu-
ro de ‘La P.’ como se constatará en la presente acta, y auto-
riza expresamente al requirente N. D. a utilizar la presente
acta como prueba documental en sede judicial” (fs. 77/79).
En similar sentido, y mediante el acta de constatación
de fecha 22 de julio de 2013, glosada a fs. 71/73 se acre-
dita notarialmente que: “… el requirente N. D. se sien-
ta frente a la computadora de mi despacho, en esta es-
cribanía, e ingresa a su muro de Facebook ingresando su
nombre de usuario y clave; una vez allí ... (y luego de
otras búsquedas que aluden a otros sitios web denomi-
nados también La P. pero que no guardan relación con
el caso de autos) en el buscador de Facebook ingresa el
nombre ‘M. M.’ y posteriormente ingresa a su muro; una
vez allí selecciona íntegramente la publicación de fecha
20 de julio del corriente año e imprime la misma y solicita
transcriba la siguiente parte pertinente de la misma: ‘Hoy
comenzamos a preparar la grabación!!! El próximo sábado
comenzamos a grabar el segundo disco de La P. …’. ‘…
A continuación selecciona la publicación de fecha 14 de
junio del corriente año e imprime la misma, solicitando se
transcriba la parte pertinente de la misma que dice: ‘La P.
brindará un show en el marco de sus 35 años de rock. Este
sábado desde las 00.30 hs., La P. estará presentándose en
el tradicional escenario de El Ciudadano en el marco de
sus 35 años de música … tenía en su formación original a
O. D. L. en batería, J. ‘M.’ M. en guitarra y M. ‘C.’ M. en
la otra guitarra (único miembro fundador que aún sigue en
la banda)…” (sic fs. cit. 71/73).
5. En resumidas cuentas: las comprobaciones fácticas
registradas en las actas y actuaciones notariales menciona-
das, por su número y concordancia, por provenir no sólo
del actor sino también de un tercero (M.) que intercam-
bió mensajes con M., efectuadas en distintas fechas, desde
diferentes computadoras e igualmente por varias vías de
acceso a la página de Facebook “La P.” permiten, por sí
mismas, tener por probado que M. y C. son la misma per-
sona, que también como “usuario” utilizaba el seudónimo
de “La P.” para mandar mensajes y chats, que integraba
junto con otros la banda de rock del mismo nombre y la
existencia de los comentarios reputados injuriosos relati-
vos a la honestidad de D. (arts. 979, 993, 997 y concs. CC
y arts. 296, 310, 312 y concs. CCCN).
6. Empero al conjunto de prueba analizado precedente-
mente debe sumarse, con valor probatorio corroborante, el
resultado de la ponderación de la prueba testimonial, par-
ticularmente de los testigos propuestos por el actor, cuya
eficacia probatoria a fines de determinar la responsabili-
dad de M. es mayor que la de los testigos del demandado
porque aquellos se expidieron con mayor detalle, sobre
hechos concretos y puntuales que presenciaron o que les
consta de modo personal, y fueron ampliamente repregun-
tados por la parte contraria (arts. 384 y 456 CPC).
En ese sentido adquiere singular importancia la decla-
ración (primero extrajudicial, recogida en acta notarial, y
luego judicial con intervención de ambas partes) de quien
fue integrante de la banda de rock M. E. L. En efecto y en
el acta de comprobación de fs. 58/59, del 07 de agosto de
2013, dice: “… que estuvo aproximadamente un año casi
en ‘La P.’ como integrante de la banda junto a M. Á. M., a
quien también conoce ‘C. M.’ quien es miembro fundador
Buenos Aires, lunes 5 de febrero de 2018
y J u r i s p r u d e n c i a
de la banda, integrada además por P. D. y D. I. Que la P.
tenía un Facebook, que se utilizaba para publicar en el
muro temas referidos a la banda, fotos, futuros eventos, o
en su caso, contestar ciertos mensajes. Que mientras todo
eso ocurría, por comentario de la calle y del mismo M.
Á. M., me enteré que usaba el chat y los comentarios de
Facebook del muro de La P. para ‘bardear’ gente, y más
de una vez (por lo que pudo comprobar luego) cuando
alguien le contestó algún insulto o le pidió explicaciones
o que se retractara, salió diciendo que era él, es decir “M.
L.” el que escribía. Que concretamente alcanzó a ver que
se hacía pasar por él, en un chat que mantuvo con el hijo
de un amigo suyo, S. B. Al chico, lo insultó, lo trató de
ladrón y otras cuantas cosas, diciendo que era él (o sea M.
L.). Que se enteró de casualidad y aprovechó esa situa-
ción para exponerlo durante un ensayo, cosa que hubiera
testigos, tanto P. D. como D. I., restantes integrantes de la
banda estaban presentes. Aproveché la oportunidad para
exponer respecto del altercado con B., con quien yo tenía
muy buena relación Que a raíz de ese suceso, puse Internet
en mi domicilio, para estar al tanto, de lo que se publica-
ba en La P., pero no pude acceder jamás a dicho muro;
evidentemente me había bloqueado. Que no le consta que
a La P. acceda cualquier persona, sino que es M. quien
la utiliza en forma personal y ello se desprende de los
chateos que existen, que continuamente se refieren al ‘C.
M.’. Que esa actitud de M., donde insultó y ‘bardeó’ a B.,
luego pretendiendo desligarse del tema, aduciendo que era
el suscripto quien había escrito; también lo hizo con otras
personas en otros chat. Que recuerda que en otra situa-
ción ‘embarazosa’, mandó al frente a ‘R.’ y en otra a ‘la
mánager del grupo’ llamada ‘J.’. Que todo eso es mentira.
Que durante el año que estuvo integrando la banda, nunca
tuvieron manager. Que R. sabe quién es, es la esposa de
“C.”, anterior guitarrista de la P. Que esas personas viven
en medio del campo y no tienen ni luz y menos Internet y
además le consta que no les gusta esa tecnología. J. es una
mujer de Olavarría que en los años 90 estuvo vinculada al
grupo como representante, pero hace más de 10 años que
no tiene nada que ver ni con La P. ni con M. Que M. usa
gente que no tiene acceso a la información de Internet, ni
a lo que publica La P., y se hace pasar por ellos, como le
sucedió personalmente. Que M. reconoció haber usado su
nombre para sacarse de encima a una persona de Tapalqué,
y estaban D. I. y P. D., y ellos escucharon que se hacía
cargo de lo de ese día. Que en esa reunión acordaron que
NOVEDADES 2017
S. J. Danessa - L. B. Scotti - F. Zubarán
Guía de Derecho Internacional
­Privado
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2017
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el muro de La P. se iba a usar solo para anunciar fechas y
esas cosas, y que la administración quedaba en manos de
I. exclusivamente, pero cuando D. I. llegó a su casa ya no
pudo acceder al muro de La P. porque M. le había cambia-
do las contraseñas. Que cree que fue en abril pasado, fue
unos pocos días después del último recital que tocó con La
P., para el acto del 24 de marzo. Que estos temas fueron
los que generaron que deje de integrar el grupo La P. …”.
Luego el testigo L. en sede judicial expresó textual-
mente a fs. 230/232, que “… hubo gente que se acercó
a plantearme como integrante del grupo esto (el uso del
Facebook), pero yo ya no estaba, aparte del contenido de
esa página se multiplicaba vía etiqueta que es una forma
de propagar el contenido, recuerdo por ejemplo, que el
turco C., me comentó que se había realizado una publica-
ción criticando la Gestión Inza y eso se había hecho con
una foto de C. tocando la guitarra, es decir de un show. Le
comento obviamente que no tenía nada que ver ni con el
contenido ni con el grupo, recuerdo que C. iba a hacer una
publicación en la misma página de la P. pidiendo que no se
lo involucre ni se utilice su imagen en este tema. También
hubo otros casos de etiquetas, y los derivé al responsable
de las etiquetas y responsable del grupo, es el caso de P. V.
que me lo comentó, ella es docente y cantante de folklore,
yo trabajo con ella, y me comentó que le dijera al C. le de-
je de etiquetar cosas porque también la estaba complican-
do laboralmente en algún plano … Agrega que La P. nunca
tuvo representante o mánager, esa figura no la tuvo. Es
decir no terceros involucrados en la formación, eran cuatro
músicos y nada más, eventualmente podría participar otro
músico como invitado pero no en calidad de representante
o mánager”. Más adelante acota que M. reconoció frente
a los Sres. D. y P. que era él (M., fs. 221) quien escribió
sobre N. D. a través del usuario La P. “P. le dijo todos sa-
bemos que sos vos C. el que escribe en el muro, también
estaba presente el baterista del grupo (I.), ello se dio du-
rante un ensayo …”. Ante otra repregunta el testigo expre-
só que “Yo personalmente no conocía (la clave de acceso
al Facebook de ‘La P.’), entiendo que el resto también no
la conocía. En el momento en que yo me alejo del grupo,
a partir de ese momento la iba a administrar I., ya no M.,
pero no pudo entrar en la página con su nueva clave, en-
tiendo que siguió administrada por M., esto fue comentado
por el mismo I. …” (fs. 230/232; arts. 384 y 456 C.P.C.).
(Continuará en el próximo diario del 6 de febrero de 2018)