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III.

DEL ESPAÑOL SUBESTÁNDAR AL LATÍN

Mucho antes de que comenzaran a difundirse las conclusiones a las que habían
de llegar los modernos enfoques correspondientes a la sociología del lenguaje o a la
sociolingüística, ya hubo en la tradición literaria española autores dispuestos a plasmar
en sus obras la falta de homogeneidad verbal en una comunidad de hablantes uniforme
desde el punto de vista geográfico. Desde el Libro de buen amor conviven en nuestra
literatura los extremos del lenguaje culto o hiperculto con las representaciones más
crudas del lenguaje popular 1 , ápices que ya no abandonarán nuestra lengua literaria. Así
sucede en la narrativa de la época áurea (Cervantes, Quevedo, algunas de las mejores
obras picarescas...) y se mantiene hasta la novela actual. Primero, pasando por los
contrastes del siglo XVIII. En esta centuria, frente a las toscas intervenciones de los
personajes que protagonizan los sainetes de Juan Ignacio González del Castillo, cuya
base de expresión reside en “la sal gorda del modismo popular” 2 , se sitúan algunas de
las figuras ridiculizadas por el padre Isla en su Fray Gerundio o por José de Cadalso en
sus Cartas marruecas, a causa precisamente de su expresión campanuda y plagada de
extranjerismos, cultismos y latinismos. Más tarde, a través del costumbrismo de la
primera mitad del siglo XIX, cuya influencia en la novela de los años siguientes hace
tiempo que fue definida 3 , y, en lo que al uso del lenguaje vulgar y coloquial frente a los
extranjerismos y latinismos se refiere, recientemente afirmada 4 .

Los autores de la novela de la Restauración decimonónica se enfrentan desde


perspectivas múltiples a la variación lingüística ocasionada por factores adscritos -quizá
mejor inherentes- a cada individuo (la edad, el sexo, la raza...) o bien por otros
adquiridos después (su posición socioeconómica, nivel escolar o formación cultural,
sobre todo) 5 . Es difícil saber si alguno de los novelistas españoles, siguiendo los pasos

1
Cf. José Luis Girón Alconchel, “Caracterización lingüística de los personajes y polifonía
textual en el Libro de Buen Amor”, EPOS, II, 1986, pp. 115-123.
2
Así lo reconoce Leopoldo Cano, en su introducción a las Obras Completas de González del
Castillo publicadas por la Real Academia en su “Biblioteca Selecta de Clásicos Españoles”
(Madrid, Libr. Suc. de Hernando, 1914, I, p. 36).
3
Lo hicieron Evaristo Correa Calderón, en su estudio sobre los Costumbristas españoles
(Madrid, Aguilar, 1964), y José F. Montesinos, en su libro titulado Costumbrismo y novela.
Ensayo sobre el redescubrimiento de la realidad española (Madrid, Castalia, 1960).
4
María Luisa García-Nieto: “En torno al lenguaje de los costumbristas”, en Ricardo Senabre,
Ascensión Rivas e Iñaki Gabaráin (Eds.), El lenguaje de la literatura (Siglos XIX y XX),
Salamanca, Ambos Mundos, 2004, pp. 91-112.
5
La variable social así constituida es objeto de análisis en casi todos los estudios actuales de
teoría sociolingüística. Véanse, a título de ejemplos muy limitados pero significativos, los
capítulos que a dicha variable dedican análisis de conjunto como los de Carmen Silva-Corvalán
(Sociolingüística. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, pp. 69-76), Humberto López
Morales (Sociolingüística, Madrid, Gredos, 3.ª ed., 2004, pp. 122-137) o Francisco Moreno
Fernández (Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje, Barcelona, Ariel, 1998, pp.
34-45; 64-67). En la obra de Silva-Corvalán (p. 68) se recoge la aludida distinción entre
características adscritas y adquiridas por los participantes en el proceso comunicativo.

1
de Zola en L’Assommoir 6 , buscó algún interés filológico, hasta el punto de recurrir a la
consulta de diccionarios o aproximaciones gramaticales, en el momento de redactar sus
narraciones 7 . Lo cierto es que en decenas de ellas desempeña un papel sobresaliente la
plasmación de la lengua subestándar 8 , cuyas polimórficas manifestaciones llegan a
todos los autores del momento. Algunas de tales manifestaciones están
estrechísimamente relacionadas con la variación dialectal, como en parte hemos visto
ya; otras aparecen vinculadas a cambios experimentados por la lengua en su evolución
diacrónica; y otras, por último, son identificables con fenómenos derivados del registro
de habla utilizado, como se verá más adelante.
Son protagonistas ocasionales también los rasgos verbales inherentes a las clases
bajas que a veces adoptan las altas, manifestando un fenómeno en pleno vigor durante el

6
“Mon crime -dice el solitario de Médan en su prefacio a la novela (Paris, Presses Pocket, 1978,
pp. 15-16)- est d’avoir eu la curiosité littéraire de ramasser et de couler dans un moule très
travaillé la langue du peuple. Ah! la forme, là est le grand crime! Des dictionnaires de cette
langue existent pourtant, des lettrés l’étudient et jouissent de sa verdeur, de l’imprévu et de la
force de ses images. Elle est un régal pour les grammairiens fureteurs. N’importe, personne n’a
entrevu que ma volonté était de faire un travail purement philologique, que je crois d’un vif
intérêt historique et social”.
7
En todo caso, las obras que los novelistas españoles del siglo XIX tuvieron a su alcance como
fuente para el estudio de las hablas marginales (fuera de las obras literarias clásicas, claro está)
no son tan escasas. En lo que a la germanía se refiere, siempre pudieron consultar la obra escrita
por Cristóbal Chaves e impresa a nombre de Juan Hidalgo en 1609 bajo el título de Vocabulario
de Germanía, que se reeditó varias veces durante los siglos XVIII y XIX (entre otros por Gregorio
Mayáns y Siscar, en sus Orígenes de la lengua española, Madrid, 1737, reimpresos en 1873
-con prólogo de Hartzenbusch- y 1875), y que, desde su Diccionario de autoridades, la Real
Academia Española incluyó, casi en su totalidad, como fondo estable de sus repertorios
lexicográficos. Mucho más abundantes eran los trabajos dedicados al caló, desde el diccionario
que George Borrow incluyó en su tradicional obra The Zincali, or an account of the gypsies of
Spain (London, 1841), hasta los variados muestrarios publicados en España desde mediados de
siglo por Augusto Jiménez (1846), R. Campuzano (1848), D. A. de C. (1851), Francisco de
Sales Mayo -Francisco Quindalé- (1867, 1869, 1870), etc. Véase una completa enumeración en
Homero Serís, Bibliografía de la lingüística española, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1964, p.
640 ss.). En cuanto a las interpretaciones gramaticales, el aludido Francisco Quindalé añadió a
su estudio sobre El Gitanismo (en el que se incluía el diccionario caló-castellano citado) un
epítome de gramática gitana (pp. 49-76 de la edición que después mencionaremos). Ya en los
últimos años del siglo, Rafael Salillas publicó (Madrid, Libr. de Victoriano Suárez, 1896) su
estudio titulado El delincuente español. El lenguaje, cuyo subtítulo, Estudio filológico,
psicológico y sociológico, hace alusión a los comentarios gramaticales sobre la jerga
diseminados por la obra antes de un doble vocabulario, de germanía y de caló, con el que se
completa.
8
Para una completa discusión acerca de las similitudes y diferencias entre las manifestaciones
lingüísticas de este extremo (que comprende lo vulgar, lo popular, lo rústico, el argot, las
jergas, etc.), véase Manuel Seco, Arniches y el habla de Madrid, Madrid-Barcelona, Alfaguara,
1970, pp. 25-29 y 129-144. Sobre los límites entre la germanía, el caló, etc., véase Carlos
Claverís, “Argot”, Enciclopedia Lingüística Hispánica, II, Madrid, CSIC, 1959, pp. 349-363.
No deben olvidarse tampoco las ideas formuladas por Julio Casares, que aún conservan cierta
vigencia entre nosotros, en su Introducción a la lexicografía moderna (reeditada ahora por el
C.S.I.C., Madrid, 1992), especialmente en los caps. III -”Los particularismos sociales”- y IV
-”Los particularismos profesionales”- de su cuarta parte. M.ª Ángeles Álvarez vuelve sobre la
discusión en su trabajo sobre “Vulgarismos y neologismos”, en Manuel Alvar (Dir.),
Introducción a la lingüística española, Barcelona, Ariel, 2000, p. 533-545. Sobre las jergas,
véase Emilio Montero Cartelle, “El tabú, el eufemismo y las hablas jergales”, en Manuel Alvar
(Dir.), Introducción a la lingüística española, cit., pp. 555-560.

2
último tercio del siglo XIX: el flamenquismo de las clases medias y altas españolas, su
gusto por lo popular, lo gitano y lo torero. Junto a ellos aparecen otros, teóricamente
opuestos en el continuum de la variación social, que individualizan nítidamente el habla
de los elegantes: el uso de elementos verbales reservados a una minoría ilustrada, entre
los que destacan los latinismos (o latinismos en crudo, como los denominó Américo
Castro 9 ) y los cultismos (entendiendo por tales los vocablos o giros de origen latino que,
en oposición a los latinismos, se han adaptado, aunque mínimamente, a las exigencias
fónicas, morfológicas e incluso sintácticas de la lengua que los ha adoptado 10 ). Otro
rasgo definidor del habla de las personas de clase social elevada, el gusto por todo
cuanto procede de allende nuestras fronteras, manifestado especialmente en el empleo
de extranjerismos como marca de estatus elevado, será objeto de estudio particular en el
capítulo siguiente. El conjunto de estos elementos permite rastrear la descripción verbal
de las clases acomodadas que, como motivo central de algunas de sus obras o de forma
episódica, pretendieron trazar los novelistas de la Restauración.
Por haber constituido materia de interés narrativo en buena parte de los autores a
los que se refiere el presente estudio, merecen también el debido análisis las
manifestaciones de los lenguajes especializados, cuyo dominio -frecuentemente ligado
al conocimiento de las lenguas clásicas- se vincula con el desempeño de una
determinada actividad o profesión, así como los tópicos lingüísticos que denotan el
interés por manifestar la pertenencia a algún grupo social.
Por último, hechos verbales respaldados por los caracteres adscritos o inherentes
a los que al principio hacíamos referencia (base para abundantes ejemplos de habla
femenina, habla infantil, habla de los enfermos...) encuentran su lugar en la
caracterización lingüística de la nutrida galería de personajes que puebla la novela
decimonónica.

3.1. El español subestándar

3.1.1. Lo vulgar en la teoría de la narración

A) Entre las ideas más difundidas sobre la prosa narrativa de Valera sobresale
una, casi convertida en tópico a fuerza de ser repetida: la falta de personalidad
lingüística que aqueja a sus personajes de ficción.
Emilia Pardo Bazán enunció así la censura:

No cabe duda que Pepita Jiménez, Doña Luz y otras heroínas de Valera
hablan muy bien, y con muchas concertadas y discretas razones; mas tampoco
puede negarse que, por desgracia, hoy nadie habla así, a estilo de personajes de
Cervantes. Y cuenta que si nombro a Cervantes para encarecer la perfección con

9
Glosarios latino-españoles de la Edad Media. Madrid, R.F.E. Anejo XXII, 1936. Véase una
completa exposición sobre la materia en el trabajo de Manuel Alvar y Sebastián Mariner
titulado “Latinismos” (Enciclopedia Lingüística Hispánica, II, Madrid, C.S.I.C., 1967, pp. 3-
49), así como la actualización metodológica y práctica del problema en el libro de Gloria
Clavería Nadal que lleva por título El latinismo en español, Universitat Autònoma de
Barcelona, 1991.
10
Sobre la dificultad en la caracterización formal del cultismo, véase José Jesús de Bustos
Tovar, Contribución al estudio del cultismo léxico medieval, Madrid, Boletín de la Real
Academia Española, 1974, p. 24 ss., así como Gloria Clavería Nadal, El latinismo en español,
cit., pp. 9-38.

3
que disertan los héroes de Valera, no omitiré advertir que el genio realista de
Cervantes le impulsó a hacer que Sancho, por ejemplo, hablase muy mal, y
cometiera faltas, y que don Quijote le enmendara los voquibles. En Valera no
hay Sanchos; todos son Valeras 11 .

La misma denuncia aparece entre los juicios críticos de “Clarín” sobre el escritor
cordobés:

El Sr. Valera ha reincidido en el defecto de decírselo él todo o casi todo,


y hasta cuando son los personajes los que hablan, se oye la voz del consueta.
Sucede, con efecto, en esta novela, lo que en las comedias de aficionados (llamo
yo así también a los que cobran sus aficiones): el apuntador, como está oculto,
no tiene miedo, y suele declamar más alto, con más brío y de corrido lo que el
actor dice mal, sin gracia y a trompicones; resultado: que a quien se le oye el
drama es al apuntador. En Doña Luz, a quien se oye es a D. Juan Valera 12 .

Valera sabe tan bien como cualquiera que sus personajes se le parecen,
que hablan como él y de él; pero no importa; eso es lo que él se propone; el arte
es eso, según Valera, una diversión, una hermosura fugaz que sirve para darnos
un gusto pasajero, ni más ni menos que los placeres reales del mundo 13 .

Y se repite, en parecidos términos o referida a asuntos más específicos, en otros


críticos, como Manuel de la Revilla, el padre Blanco García, Armando Palacio Valdés o
Andrés González-Blanco 14 .
Juan Valera se hizo eco, en más de una ocasión, de esta crítica. A ella se refirió
en su correspondencia privada:

Quiero darles gusto [a los críticos] y salvarme de los defectos de que me


acusan, y no puedo. Son los defectos: primero, que discretean demasiado mis
personajes y que todos son yo, y segundo, que con mis filosofías canso 15 .

Y también en las páginas de Pasarse de listo, para demostrar que carece de todo
propósito de la enmienda:

El crítico más hábil y atinado, quizá, entre cuantos hay en España, me ha


hecho ya dos o tres veces, al juzgar otras novelas mías, un favor y un disfavor
que no creo merecer; pero, si los merezco, esta vez, lejos de enmendarme,
incurro más de lleno que nunca en la censura, que por otra parte me lisonjea.

11
Emilia Pardo Bazán: La cuestión palpitante. Ed. de José Manuel González Herrán, Barcelona,
Anthropos-Universidad de Santiago de Compostela, 1989, pp. 308-309.
12
Leopoldo Alas, Solos de Clarín, Madrid, Alfredo de Carlos Hierro, ed., 1881, p. 275.
13
“Del estilo en la novela”, publicado originalmente en Arte y Letras, 1882-1883. Lo seguimos
a través de Sergio Beser (Ed.): Leopoldo Alas: teoría y crítica de la novela española, Barcelona,
Laia, 1972, pp. 68-69.
14
Véase, sobre la recepción crítica de las novelas de Valera, y en especial Pepita Jiménez, las
introducciones de Leonardo Romero Tobar y Enrique Rubio Cremades a sus ediciones de esta
novela; respectivamente, Cátedra, 1989, p. 79, y Taurus, 1991, pp. 32-36.
15
Carta a Marcelino Menéndez Pelayo del 22 de junio de 1882. En Epistolario de Valera y
Menéndez Pelayo publicado por Miguel Artigas Ferrando y Pedro Sainz Rodríguez, Madrid-
Buenos Aires, C.I.A.P., 1930, p. 125.

4
Supone el crítico que mis personajes todos son yo, con lo cual hace de mí un
Proteo, pues harto diversos caracteres he retratado; y supone, además, que todos
hablan como yo en igual situación hablaría, con erudición, discretas sutilezas y
espíritu filosófico impropios de su condición humilde y hasta de su sexo, ya que
a menudo mis mujeres se pasan de listas.
En la presente historia, donde, según el título lo indica, los más
importantes personajes, cada uno por su estilo, van a pasarse de listos, pecará,
sin poderlo remediar, contra lo que el crítico quiere 16 .

Pero es en sus Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas 17 donde Valera
reflexiona con mayor detenimiento sobre el asunto. Al tratar de la caracterización de los
personajes en los autores naturalistas -no olvidemos que estos Apuntes fueron
redactados en 1886-87 para terciar, aunque fuera ya tarde, en la polémica acerca del
naturalismo narrativo y de su entrada en España 18 -, don Juan se detiene en el uso del
lenguaje:

El lenguaje, en diálogos inventados, es, pues, el medio mejor que tiene el


novelista para representar y manifestar caracteres. En estos diálogos inventados,
en los cuales, salvo la mayor amplitud y libertad del novelista, este coincide con
el dramaturgo, debe (nadie lo negará) imitarse la naturaleza, haciendo que cada
uno hable en el estilo que le es propio, según su clase, su educación, su
capacidad intelectual, su edad y su temperamento 19 .

Esta afirmación, que sorprende por su coincidencia con las ideas y, sobre todo,
con las prácticas narrativas de sus oponentes contemporáneos, especialmente los
naturalistas, es inmediatamente relativizada por el escritor andaluz:

Este no es precepto naturalista: es de todos los tiempos y de todas las


escuelas; está en todas las retóricas y poéticas, desde Aristóteles y Horacio hasta
el día 20 .

Para, a continuación, lanzarse en su propia defensa frente al asalto de que había


sido objeto por parte de la condesa de Pardo Bazán:

No hay que tratar aquí del que, sin negar el precepto, deja de cumplir por
torpeza, como dice doña Emilia que me sucede a mí, ya que, según ella, todos
mis personajes hablan como hablo yo, sin diferencia alguna; pero sí hay que
tratar de esa imitación atinada del lenguaje, a fin de que sea natural, verosímil y
adecuado y propio de cada persona. En ello caben muchos errores, así en la
teoría como en la práctica 21 .

Y de la defensa pasar al ataque dirigido contra la novela experimental:

16
Juan Valera, Pasarse de listo, O. C., VIII, Madrid, Impr. Alemana, 1906, p. 45.
17
Cito por la ed. de Obras Completas, XXVI, Madrid, Impr. Alemana, 1910.
18
Véase, para una descripción y análisis detallados de esta polémica, Luis López Jiménez, El
Naturalismo y España. Valera frente a Zola, Madrid, Alhambra, 1977, p. 35 ss.
19
Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas, cit., pp. 58-59.
20
Ibíd., p. 59.
21
Ibíd.

5
Malo es que un autor esté siempre detrás de sus personajes, sin vida ni
personalidad distinta, hablando por ellos; pero aun así, puede poner en las
criaturas de su imaginación voz, sentimientos y pensamientos humanos, aunque
sin individuación. Mucho peor es cuando el lenguaje de los personajes, sobre no
ser peculiar y característico de cada uno, no es humano siquiera, lo cual, entre
naturalistas, ocurre a menudo 22 .

Difícil es, según Valera, la reproducción exacta del lenguaje diverso de cada
individuo, por necesitarse para ello grandes dotes de observación y una prodigiosa
retentiva. Pero, incluso superado este escollo, el resultado será estéticamente
irrelevante:

Aunque demos de barato que un novelista retiene y reproduce los


distintos modos de hablar, esto no hará gracia, ni conmoverá, ni interesará, si es
reproducido con fidelidad nimia, servil y desmañada, y sin la conveniente
depuración y primor artístico para buscar y hallar la verdad estética, que no es lo
mismo que la verdad real y grosera 23 .

Llegamos así al centro de la concepción valeresca sobre el lenguaje de la novela,


que coincide en sus trazos más generales con las ideas del cordobés sobre el arte en
general y el arte narrativo en particular:

Desengáñese doña Emilia: el lenguaje realmente natural sería


inaguantable. No está el toque del arte, como diría el Rústico, en hacer aplaudir
el gruñido natural como artificioso y fingido, sino en que lo fingido, ideal y
artificioso parezca natural sin serlo, y tal vez sin que pueda serlo, aunque lo
posible no tiene límite conocido 24 .

Se trata, pues, de una concepción -cuyas raíces clásicas son evidentes- según la
cual el arte se nos presenta como imitación de la naturaleza, depurándola cuando sea
necesario para así llegar a superarla y lograr el decoro imprescindible en la obra
artística:

Las artes en general, hasta las mecánicas, y no solo las liberales, añaden
algo a lo natural, perfeccionan, completan y continúan la creación divina 25 .

La identidad de estos conceptos con la teoría estética general mantenida por


Valera es evidente 26 . Para nuestro autor, que defendió y re-enunció la “fórmula mágica”
del arte por el arte 27 , este consiste en “la manifestación que hace el hombre de su

22
Ibíd., p. 61.
23
Ibíd.
24
Ibíd., p. 63.
25
Ibíd., p. 64.
26
Véase, para una exposición de conjunto sobre tal estética, Manuel Bermejo Marcos, Don Juan
Valera, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968, cap. II, pp. 42-71.
27
Definida en 1836 por Victor Cousin: “Il faut de la réligion pour la réligion, de la morale pour
la morale, de l’art pour l’art”. (Cf. M. Menéndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas en
España. Ed. de E. Sánchez Reyes, O. C., V, Madrid-Santander, C.S.I.C.-ALDUS, 1940, V, p.
23). Valera, en su escrito “De la naturaleza y carácter de la novela” (-1860- O. C., XXI, Madrid,
Impr. Alemana, 1909, p. 46), afirma: “Yo soy más que nada partidario del arte por el arte. Creo

6
concepto de la belleza, revistiéndole de forma sensible por medio de la imitación de los
objetos naturales” 28 . Pero esa belleza se nos manifiesta con impurezas y fealdades en la
naturaleza y, sobre todo, en la propia vida. El arte es el filtro que debe separar lo bello
de cuanto no lo es. Y debe proceder, en consecuencia, no por imitación, limitándose a
copiar lo externo de lo que le agrada, sino plasmando en la realidad palpable o sonora la
idea personal de belleza que todo creador lleva en sí 29 . El artista, según don Juan -que
sigue a Aristóteles-, no debe copiar la vida misma tal cual es, sino que debe tratar, en su
creación, de inventar una vida tal como debiera ser, pues esa es la diferencia entre la
simple historia y el arte de la palabra o literatura 30 . En palabras del propio Valera,
aplicadas ahora al arte narrativo,

... una novela bonita no debe consistir en la servil, prosaica y vulgar


representación de la vida humana; una novela bonita debe ser poesía y no
historia; esto es, debe pintar las cosas no como son, sino más bellas de lo que
son, iluminándolas con luz que tenga cierto hechizo 31 .

La doctrina así esbozada encuentra aplicación inmediata en lo que se refiere a las


distintas manifestaciones de la variación lingüística, y en particular al tratamiento
artístico del lenguaje plebeyo. Valera exige la elevación de las manifestaciones verbales
más bajas hasta la altura mínima que él reclama para la creación literaria, elevación para
la que no debe tomarse a nuestros clásicos como modelo:

El escritor público, ni aun como cita, ni aun para censurar, puede repetir
ahora los dichos infames y las malas palabras que entonces se usaban sin que los
oídos se ofendiesen, y tal vez sin que el rubor asomase a las mejillas de nadie.
Todos nuestros autores, Quevedo, Tirso, Lope, el mismo Cervantes, están llenos
de tales impurezas. Fácil nos sería recordarlas si no temiésemos ofender a
nuestros lectores 32 .

Valera actualiza sus conceptos al enjuiciar, en escrito privado, el estilo narrativo


de un autor contemporáneo suyo, Galdós:

Pérez Galdós es un novelista de mérito. En el estilo hay, no obstante,


sobre todo en los diálogos, una desarmonía que nace del prurito de parecer
natural. A lo mejor, hasta en los momentos de más pasión y de más elevado
estilo en los discursos de sus personajes, ingiere palabras bajas y feas, de puro
familiares; lo cual podrá ocurrir, pero no es arte todo lo que ocurre 33 .

que la poesía tiene en sí un fin altísimo, cual es la creación de la hermosura”. (La cursiva es del
autor).
28
Definición que propone Valera para el Diccionario enciclopédico hispano-americano de
Literatura, Ciencias y Artes, Barcelona, Montaner y Simón eds., 1890, tomo 7.º, s.v. estética.
29
Cf. Bermejo Marcos, Don Juan Valera..., cit., pp. 48-50.
30
Ibíd., p. 51.
31
Prólogo a la ed. de Pepita Jiménez de 1875. No la reproduce Romero Tobar en su versión de
la novela. La tomamos de la ed. preparada por Enrique Rubio Cremades para Taurus, Madrid,
1991, p. 69.
32
“De la naturaleza y carácter de la novela”, cit., p. 38.
33
Carta a Menéndez Pelayo del 27 de agosto de 1879. Reproducida en Epistolario de Valera y
Menéndez Pelayo, cit., p. 57.

7
Únicamente el modo en que don Ramón de la Cruz (varias veces traído a
colación a lo largo de los Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas de Valera)
presentó a sus personajes populares le sirve de ejemplo:

Y hasta cuando los buenos autores no tiran a idealizar y a magnificar a


sus personajes proceden con arte y no copian ni imitan la naturaleza de cualquier
modo, sino eligiendo y depurando, como la abeja saca miel de muchas flores.
Sin duda que todas las frases que pone D. Ramón de la Cruz en boca de sus
manolos y de sus majas han sido dichas por ellos; pero dijeron además millones
de otras frases, de seguro insufribles, y de todos esos millones sacó D. Ramón
unas pocas frases, y las combinó y aplicó con tan discreto tino que bastan para
pintarnos a unos seres más vivos, más graciosos, más reales y más ideales, a la
vez, que los héroes prolijamente descritos en las novelas naturalistas 34 .

¿Sigue Valera estos preceptos en su propia obra de creación? ¿Consigue siempre


manifestar esa tersura estilística, esa perfección de las “superficies pulidas”, en
afortunada denominación de Matías Montes 35 ? Valera fue, desde luego, hombre de
principios estéticos firmes. Sorprende ver cómo ideas por él defendidas durante su
juventud reaparecen, apenas cambiadas, en sus escritos de madurez y vejez 36 , y cómo
algunos postulados de índole teórica esbozados en un momento determinado se cumplen
en su práctica narrativa posterior 37 .
Parece evidente que, tanto en este caso como en muchos otros, es determinante
el hecho de que Valera comenzara a escribir novelas tarde. La madurez de su
pensamiento cuando se lanzó a la práctica narrativa, cumplidos ya los cincuenta años, le
impulsaba a respetar principios de este tipo. Aunque en algunos momentos pudiera
costarle esfuerzo, solo tenía que darles forma precisa en su práctica narrativa.
Sin embargo, y como suele ocurrir en tales ocasiones, la realidad de la novela
excede los principios ideológicos de su creador. Más adelante encontraremos algunas
pruebas que, aunque sea en grado menor, contradicen la teoría de la lengua en la
práctica narrativa de Valera.

B) Algunas de las ideas teóricas más interesantes de Pereda sobre el mensaje


literario están incluidas en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, leído
el 21 de febrero de 1897 y centrado sobre La novela regional. Entre otros conceptos
interesantes albergados en este discurso (véase, antes, § 2.2), el Pereda maduro que lo
redactó quiso incluir en él sus ideas acerca de la relevancia que tiene en la creación
narrativa el uso adecuado y personal de la lengua:

El mejor asunto tratado impropia, incorrecta o desaliñadamente por el


escritor, resulta, a lo sumo, estatua fría, marmórea y obra más de cantero que de

34
Apuntes, cit., p. 65.
35
Matías Montes Huidobro, “Sobre Valera: El estilo. (Dimensión armónica y carácter funcional
de las superficies pulidas)”, Revista de Occidente, XXXV, nov. 1971, pp. 168-192. También en
Enrique Rubio Cremades (Ed.), Juan Valera, Madrid, Taurus, 1990, pp. 347-371.
36
Puede comprobarse en la Biografía de don Juan Valera redactada por Carmen Bravo-
Villasante (Barcelona, Aedos, 1959 - reeditada como Vida de Juan Valera, Madrid, Eds. de
Cultura Hispánica, 1989-), que tiene la virtud de presentarnos la evolución vital de Valera a
través de sus cartas.
37
Este es el caso del leísmo, que ya veíamos en § 2.3.2.

8
escultor; porque el lenguaje y el estilo no solamente han de ser la vida que dé
movimiento y color al cuadro literario, sino el alma que le infunda expresión,
fisonomía y carácter propios e inequívocos 38 .

El dominio artístico de la lengua debe partir, según Pereda, de unas condiciones


innatas:

Es el de la lengua un sentimiento como el de la poesía, como el del color,


como el de la música, como el de la escultura. O se nace con él o no se adquiere.
Donde le hay, se educa y se perfecciona; pero no se crea donde no existe 39 .

Cumplido este requisito inicial, ya solo queda saber aprovechar sus


posibilidades, evitando
... el vicio del lenguaje culto, arcaico, pedantesco y artificioso 40 .

Y acercándose al ideal propuesto por el novelista, es decir, al lenguaje

... propiamente clásico y castizo, que ha de ser personal, espontáneo,


desenvuelto, noble y jugoso 41 .

Sobre la facilidad para “engalanar con esas prácticas” la novela regional ya se ha


hablado. Más adelante (§ 4.1) se tratará otra consecuencia del casticismo propugnado
por el escritor cántabro: su rechazo de los influjos lingüísticos extranjeros. Ahora es
forzoso añadir que Pereda pareció no manifestar, ni en sus páginas teóricas o críticas ni
en su obra de creación literaria, un claro interés por reflejar sus ideas acerca de los
fenómenos lingüísticos correspondientes a la heterogeneidad cultural y social.
Fenómenos que, además, identificó erróneamente en su juventud con los
correspondientes a la diversidad lingüística debida a factores geográficos (véase § 2.2).
Solo en algún caso parece mostrar interés por dejar clara su particular actitud acerca del
lenguaje desgarrado y brutal que, después veremos con qué medios, es capaz de reflejar
intensamente en sus obras:

Y por aquí corta la muestra del paño de los procedimientos por medio de
los cuales van las hembras de Mocejón [uno de los personajes de Sotileza]
enzarzando reñidoras en la pelea, y a la vez subdividiéndola en otras muchas y
por otros tantos motivos diferentes entre sí; de modo que en menos de un cuarto
de hora está toda la calle, como diría don Quijote, lo mismo que si se hubiera
trasladado a ella la discordia del campo de Agramante, pues «allí se pelea por la
espada, aquí por el jaez, acullá por el águila, acá por el yelmo, y todos pelean y
todos no se entienden» 42 . Se grita a gañote suelto, y se vomitan vocablos cuya
crudeza no puede representarse por signos de ninguna especie, porque no los hay
que pinten su dejo de carácter, aguardentoso, desgarrado y maloliente a la vez.

38
Menéndez Pelayo-Pereda-Pérez Galdós, Discursos leídos ante la Real Academia Española en
las recepciones públicas del 7 y 21 de febrero de 1897, Madrid, Est. tip. de la viuda e hijos de
Tello, 1897 (Edición fascimilar, Santander, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 2003),
pp. 135-136.
39
Ibíd., p. 137.
40
Ibíd., p. 138.
41
Ibíd.
42
Quijote, II, 45.

9
Todas las reñidoras gritan a un tiempo, y ya no se trata de responder a una
agresión asquerosa con otra más desharrapada, sino de expeler, a toda fuerza de
pulmón, cuantas injurias, cuantas torpezas, cuantas hediondeces se le vayan
ocurriendo a cada furia de aquellas 43 .

C) Cualquier mediano conocedor de la novela de la Restauración decimonónica


puede dar por seguro que la obra de Galdós constituye uno de los retratos más lúcidos y
brillantes del complejo entramado social que caracterizó a la España del momento:

En La desheredada y en El doctor Centeno se enfrentó con la plebe, con


la horda, con los desharrapados, con los que necesitan de todo porque nada
poseen. [...] ¡Y nos pareció Galdós un bohemio más empedernido, un hampón
auténtico! [...] En Tormento y La de Bringas sube unos escalones, se encara con
otras categorías sociales más selectas: la clase media cursilona y pobretona, la
pequeña burguesía [...]. Con El amigo Manso y con Lo prohibido, Galdós, más
audaz, aborda a la clase media adinerada, a los nobles un poco venidos a
menos 44 .

Don Benito no desconoció la gran complejidad de esa sociedad. Tampoco la


función de la novela como medio para reflejarla, y de la lengua narrativa muy en
particular. En su discurso de ingreso en la Real Academia Española, que se fijó
precisamente en La sociedad presente como materia novelable 45 , lo resumió con
especial claridad y brillantez:

Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en


reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo
pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos
constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza [...]: todo esto sin
olvidar que debe existir perfecto fiel de la balanza entre la exactitud y la belleza
de la reproducción 46 .

A lo largo de las novelas de Galdós, la identificación de cada estrato social


encuentra manifestación sobresaliente en los distintos niveles de uso lingüístico
43
Sotileza, p. 369.
44
Federico Carlos Sainz de Robles, Nota preliminar a Lo prohibido, O. C., (novelas, II),
Madrid, Aguilar, 4.ª reimpr., 1986, p. 225.
45
Discurso leído el día de su recepción pública, 7 de febrero de 1897. Lo publicó ese mismo año
el establecimiento tipográfico de la viuda e hijos de Tello, junto con la respuesta de Menéndez
Pelayo y el discurso de ingreso de Pereda pronunciado en el mismo lugar el día 21 del mismo
mes y año, contestado este por Galdós. El discurso de don Benito puede leerse ahora, con
prólogo de Manuel Alonso Olea y el título de La sociedad como materia novelable, en su
reedición de Madrid, Civitas, 2002. A su análisis se dedican, entre otros, los apartados
correspondientes de los trabajos de Laureano Bonet (“Galdós, crítico literario”, introducción a
su ed. de Ensayos de crítica literaria de Galdós, Barcelona, Península, 1972), William
Shoemaker (La crítica literaria de Galdós, Madrid, Ínsula, 1979), Stephen Miller (El mundo de
Galdós: teoría, tradición y evolución creativa del pensamiento socioliterario galdosiano,
Santander, Soc. Menéndez Pelayo, 1983) y Antonio Chicharro Chamorro (“Las reflexiones
teóricas de Pérez Galdós sobre novela”, Actas del Cuarto Congreso Internacional de Estudios
Galdosianos -Las Palmas, 1990-, 1993, I, pp. 103-117).
46
Discurso cit., pp. 11-12.

10
atribuidos a la posición económica, académica, cultural, etc., del hablante. De tal hecho
hallamos una formulación declarativa en las páginas de La desheredada. Don Santiago
Quijano-Quijada, personaje cervantino por más motivos que el simplemente
onomástico 47 y tío de la protagonista, se despide de su sobrina en una especie de carta
testamentaria, entre cuyas jugosas reflexiones aparece esta:

Dicen que la Sociedad camina a pasos de gigante a igualarse toda, a la


desaparición de las clases; dicen que estos tabiques que separan a la Humanidad
en compartimientos caen a golpes de martillo. Yo no lo creo. Siempre habrá
clases. Por más que aseguren que esta igualdad se ha iniciado ya en el lenguaje y
en el vestido, es decir, que todas las personas van hablando y vistiendo ya de la
misma manera, a mí no me entra eso. [...] Si en algún momento de inundación
social ha podido pasar eso, las cosas volverán a su cauce 48 .

Entre los distintos estratos de la sociedad española que el novelista grancanario


definió, por vías muy diversas 49 , dentro de su obra narrativa, el correspondiente a las
clases populares ocupa un lugar destacado. Y no solo en los Episodios nacionales, como
ha captado con acierto José Álvarez Junco: “Frente a ese perverso mundo de la política,
del mal Padre-Estado, se erguía el sano y potente Pueblo, el redentor de la madre
España moribunda. Galdós fue quien mejor expresó esta creencia, con su gran saga de
los Episodios nacionales, cuyo protagonista es, en definitiva, el pueblo español” 50 .
Tanto en lo estrictamente lingüístico como en lo argumental y, más ampliamente, en lo
temático, la destacada presencia de lo popular en toda la obra de Galdós se corresponde
con su reconocida debilidad por las clases menos favorecidas de la sociedad, cuya labor
como agente histórico fue postulada por nuestro autor 51 . En cuanto a las causas que
explican este sentimiento de Galdós, el historiador José María Jover propone motivos de
dos tipos, colectivos e individuales: “La simpatía espontánea de Galdós hacia las clases
populares de la ciudad debe también ser encuadrada, ante todo, en unas coordenadas
socioculturales propias de su tiempo. La crítica despiadada del estrato superior -de la
que Palacio Valdés llamara ‘la espuma’- y de las élites de poder establecidas en la
capital; la simpatía hacia las clases populares no proletarizadas, preindustriales, tanto de
la ciudad como -preferentemente- de la aldea; el desconocimiento del naciente
proletariado industrial, son ehlementos de una mentalidad de grupo, muy ligada con las
que antes eran a la sazón actitudes sociales predominantes en las clases medias, que
prevalecen incluso por encima de posiciones ideológicas o políticas muy diferentes. La
47
Cf. Rubén Benítez: Cervantes en Galdós, Universidad de Murcia, 1990, pp. 65-66. Sobre
otros aspectos cervantinos de la novela, véase también William H. Shoemaker, The Novelistic
Art of Galdós, Valencia-Chapel Hill, Albatros Eds.-Hispanófila, 1980, II, pp. 155-156, y la
bibliografía allí mencionada. J. Chalmers Herman ha recopilado pacientemente las referencias
quijotescas en la novela de Galdós: “Quotations and Locutions from Don Quijote in Galdós’
Novels”, Hispania, XXXVI, 1953, pp. 177-181.
48
Benito Pérez Galdós: La desheredada, p. 283.
49
Cf. Luis Ángel Rojo, La sociedad madrileña en Galdós, Discurso de ingreso en la Real
Academia Española, Madrid, 2003.
50
Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, Madrid, Taurus, 2001.
51
Véase, para estas concepciones, Hans Hinterhäuser (Los “Episodios Nacionales” de Benito
Pérez Galdós, Madrid, Gredos, 1963, p. 195), Pilar Faus Sevilla (La sociedad española del siglo
XIX en la obra de Pérez Galdós, Valencia, Impr. Nacher, 1972), José F. Montesinos (Galdós,
Madrid, Castalia, 1968. I, p. 93) y José María Jover Zamora (“Benito Pérez Galdós: ‘La de los
tristes destinos’ -caps. I y II-, El comentario de textos, 2. De Galdós a García Márquez, Madrid,
Castalia, 1974, pp. 56-64).

11
demofilia de Galdós es, pues, en principio, antes que consecuencia inmediata de una
ideología, manifestación de un talante generalizado entre los novelistas españoles del
Naturalismo. Que Galdós viva y exprese con singular fuerza esta simpatía de las clases
medias tradicionales hacia las clases populares; que estas últimas no sean para él una
realidad distante e idealizada, sino algo observado, conocido, comprendido en los
barrios populares de Madrid; que su procedencia intelectual y su orientación ideológica
estén prestas para integrar esta comprensión y esta simpatía en una concepción de la
historia y de la sociedad [...], todo esto sí que es cosa privativa y peculiar de nuestro
autor” 52 .

Las clases más bajas de la España de la Restauración, el cuarto estado de


Fortunata y Jacinta 53 , que, de acuerdo con José M.ª Jover y con Julio Rodríguez
Puértolas 54 , no pueden ser asimiladas aún al proletariado urbano, poseen a lo largo de la
monumental obra galdosiana un medio de manifestación excepcional: su propia lengua.
De la importancia concedida por Galdós al conocimiento del pueblo y de la
variedad popular del lenguaje nos han quedado expresivos testimonios en varias
declaraciones hechas por el escritor:

Más que toda lectura me gusta acercarme a un grupo de amigos, oír lo que
dicen o hablar con una mujer o presenciar una disputa o meterme en una casa de
vecindad entre el pueblo o ver herrar un caballo, oír los pregones de las calles o
un discurso del diputado R. S. P. o de X., el yerno de Z 55 .

El verdadero maestro del hablar es el pueblo y, al fin y al cabo, el que


impone la ley del lenguje. No se preocupe de lo que digan los eruditos a la
violeta. Ya ve usted, yo haría una Gramática en la que, además de aquel famoso
“hemos o habemos” de los antiguos Epítomes de la Academia, pondría: “Somos
o semos, haya o haiga” 56 .

Muchos años antes, don Benito había redactado un trabajo teórico de cierto
alcance al que puso por título Observaciones sobre la novela contemporánea en
España 57 , que contiene fecundísimas consideraciones acerca de los objetivos de la
novela en los años circundantes de la Gloriosa, sobre el penoso estatus del escritor y,
naturalmente, acerca de la decadente situación de la novela española en esos mismos
años. Entre los conceptos allí vertidos, Galdós ya incluye unas atinadas observaciones
acerca del lenguaje utilizado por Ventura Ruiz Aguilera en sus Proverbios ejemplares y
proverbios cómicos, obra cuyo análisis es el pretexto de todo el trabajo publicado por
nuestro autor:

El Sr. Aguilera ha sabido sacar partido del inmenso caudal de frases,

52
José María Jover Zamora, “Benito Pérez Galdós: ‘La de los tristes destinos’, cit., pp. 57-58.
53
Cap. IX de la parte I.
54
Galdós: burguesía y revolución, Madrid, Turner, 1975, p. 36 ss.
55
Lo reproduce, sin citar la fuente, Ricardo Senabre, “La lengua literaria a finales del siglo
XIX”, en Capítulos de Historia de la lengua literaria, Cáceres, Ed. del autor-Universidad de
Extremadura, 1998, p. 135.
56
Declaraciones a E. Torralva Beci, recogidas en “Galdós íntimo. Las tardes de San Quintín”,
El Fígaro, Año tercero, Núm. 503, 8 de enero de 1920, p. 15.
57
Originalmente publicado en la Revista de España, XV, 57, 1870, pp. 162-193. Puede leerse
íntegramente en los Ensayos de crítica literaria recopilados por Laureano Bonet, pp. 115-132.

12
dichos, refranes y modismos que posee, poniéndolos en boca del pueblo con
mucho donaire y oportunidad; y si estas novelitas no tuvieran el encanto de su
sencillo e ingenioso artificio, la exactitud y gracia de las pinturas, sería
suficiente motivo para darles valor la circunstancia de ser un archivo de
curiosidades lingüísticas que nos interesan y seducen 58 .

Más adelante, en las páginas que el escritor canario redactó como prólogo para
El sabor de la tierruca de su amigo José María de Pereda 59 , sus apreciaciones acerca
del lenguaje novelesco desempeñan un papel protagonista. Galdós, fuera de sus
opiniones sobre el encorsetamiento ideológico y estético que el omnipresente enfoque
costumbrista ocasiona en la narrativa perediana, reconoce el mérito que tiene el
novelista montañés cuando deja hablar a los representantes de las clases populares, y,
sobre todo, a los rústicos:

Pereda es, como escritor, el hombre más revolucionario que hay entre
nosotros, el más anti-tradicionalista, el emancipador literario por excelencia. Si
no poseyera otros méritos, bastaría a poner su nombre en primera línea la gran
reforma que ha hecho, introduciendo el lenguaje popular en el lenguaje literario,
fundiéndoles con artes y conciliando formas que nuestros retóricos más
eminentes consideraban incompatibles 60 .

Evidentemente, ese mérito debe serle reconocido, en su grado mayor, al propio


Galdós, que supo recrear como ninguno el lenguaje popular del Madrid decimonónico.
Es necesario recordar que, tanto por su origen geográfico como por su extracción
sociocultural, Galdós no pudo dominar desde el principio la lengua de los barrios
madrileños. El novelista canario, por lo tanto, hubo de superar un período de
aprendizaje, al que, por afición 61 y también por obligación 62 , le dedicó mucho tiempo y
gran esfuerzo:

Desde las Vistillas al Hospital, desde las Injurias a las Peñuelas, a los
Pozos de la Nieve, y desde San Cayetano a San Sebastián, lo que me daba más
quebraderos de cabeza era el dominio del lenguaje malo, chulesco o como se le
quiera llamar 63 .

58
Ibíd., p. 126.
59
Publicado por la Biblioteca “Arte y Letras” de Barcelona en 1882. Puede leerse también en el
volumen de Ensayos de crítica literaria editado por Bonet, pp. 163-171.
60
Ibíd., p. 166.
61
Cuando Galdós recuerda sus años de estudiante de derecho en Madrid, nos dice:

No podía resistir la tentación de lanzarme a las calles en busca de una cátedra y


enseñanza más amplia que las universitarias; las aulas de la vida urbana, el estudio y
reconocimiento visual de las calles, callejuelas, angosturas, costanillas, plazuelas y
rincones de esta urbe madrileña que a mi parecer contenían copiosa materia filosófica,
jurídica, canónica, económico-política y, sobre todo, literaria. (Guía espiritual de
España, O. C. (novelas, III), Madrid, Aguilar, 4.ª reimpr., 1986, p. 1268).
62
Durante su época de colaborador de La Nación, Galdós, “en busca de noticias e impresiones
para sus revistas, recorre la Villa de un extremo a otro y escudriña todos sus rincones con ojo
perspicaz y seguro” (José Pérez Vidal, “Madrileñización de Galdós”, pról. a Benito Pérez
Galdós, Madrid, Madrid, Afrodisio Aguado, 1957, p. 43). Véase también William H.
Shoemaker, Los artículos de Galdós en “La Nación”, Madrid, Ínsula, 1972.
63
Guía espiritual de España, O. C., VI, Madrid, Aguilar, 1942, pp. 1563-1564.

13
El resultado último no pudo ser más provechoso, como después habrá sobrada
ocasión de comprobar. Al final, en palabras de Stephen Gilman, Galdós “built a verbal
Madrid as solid as Balzac’s Paris” 64 .

Empeño constante de Galdós fue el de saber retratar el lenguaje popular sin


perder el decoro literario. Este fue un logro que el escritor canario reconoció también en
José María de Pereda:

En vencer estas dificultades nadie ha adelantado tanto como Pereda: ha


obtenido inmensos resultados y nos ha ofrecido modelos que le hacen verdadero
maestro en empresa tan áspera. Cualquiera hace hablar al vulgo; pero ¡cuán
difícil es esto sin incurrir en pedestres bajezas! Hay escritores que al reproducir
una conversación de duques resultan ordinarios. Pereda, haciendo hablar a los
marineros y campesinos, es siempre castizo, noble y elegante, y tiene atractivos,
finuras y matices de estilo que a nada son comparables 65 .

El interés que demuestra Galdós por la dignidad en el empleo de los medios


expresivos 66 tiene correspondencia natural con la inquietud que nuestro autor
manifiesta, dentro de sus propias novelas, hacia el uso de la lengua en general 67 y hacia
la corrección idiomática en particular 68 . Personajes hay en sus novelas que, como

64
“The consciousness of Fortunata”, Anales Galdosianos, V, 1970, p. 57.
65
Prólogo a El sabor de la tierruca. En Benito Pérez Galdós, Ensayos de crítica literaria, ed. de
Laureano Bonet, cit., p. 166.
66
Francisco Ayala realza esa faceta que nos presenta a Galdós “muy lejos [...] de caer en la
ingenuidad (que a la fecha de hoy alcanza dimensiones de patochada en ciertos novelistas) de
pensar que la transcripción de expresiones efectivamente oídas en labios de la gente infunde
realidad a la creación literaria”. (La novela: Galdós y Unamuno, Barcelona, Seix Barral, 1974,
p. 63).
67
Así lo han venido mostrando todos quienes han estudiado los manuscritos o las correcciones
de imprenta de Galdós. Entre los citados en el capítulo I de este libro, véanse especialmente los
de Yolanda Arencibia, quien, al estudiar primero las galeradas de Zumalacárregui -en el libro
titulado la lengua de Galdós (Gobierno de Canarias/Consejería de Cultura y Deportes, 1987) y
en su edición del propio Episodio; Las Palmas, Eds. del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990-
y después las de Fortunata y Jacinta, Amadeo y un conjunto de 33 pruebas más -en el artículo
“Voluntad de estilo en Galdós (Estudio de variantes en galeradas)”, publicado en Galdós.
Centenario de “Fortunata y Jacinta” (1887-1987). Actas (Congreso Internacional, 23-28 de
noviembre), Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid,
1989, pp. 17-28-, destaca que la mayor parte de las variantes introducidas por Galdós en sus
correcciones para la imprenta están destinadas precisamente a perfeccionar el lenguaje de sus
obras.
68
Naturalmente, Galdós no se libró de ser censurado también en este sentido. Críticas a sus
propias incorrecciones idiomáticas -sin hablar de sus tradicionalmente censurados “descuidos”,
“desaliños”, etc.- encontramos, por ejemplo, en Fray Conrado Muiños (“Realismo galdosiano
IV”. La ciudad de Dios, XXII, 1890, pp. 514-515) o en Juan Valera (Epistolario con M. Pelayo,
publicado por Miguel Artigas Ferrando y Pedro Sainz Rodríguez, CIAP, Madrid-Buenos Aires,
1930, p. 57). Manuel Mourelle de Lema ha insistido sobre las deficiencias gramaticales de
Galdós -leísmo, laísmo, errores en el uso de sustantivos, adverbios, etc.- al comentar, en un
artículo titulado “Una faceta de la obra de B. Pérez Galdós: El lenguaje de sus crónicas de
sucesos” -en Galdós. Centenario de “Fortunata y Jacinta” (1887-1987). cit.-, pp. 69-79), el
breve folleto de Galdós sobre El crimen de la calle de Fuencarral (Madrid, Prensa Moderna,
1928).

14
veremos, son caracterizados por sus buenos usos idiomáticos o, al contrario, por el
empleo de solecismos, errores gramaticales o abuso de los términos extranjeros. En
otros pasajes, cuyo fin no consiste en caracterizar específicamente situaciones o
personajes novelescos, pueden localizarse también observaciones sobre el uso contrario
a la norma de corrección. Dos ejemplos, muy conocido el segundo, bastarán. En el
primero, asistimos a una de las interminables discusiones que se producen entre los
asistentes a la tertulia del observatorio astronómico madrileño, reflejadas en las páginas
de El doctor Centeno:

Las ideas democráticas, que aún no habían perdido la timidez de la


virginidad; el viejo romanticismo; la música clásica, recién venida, gemían en el
yunque de aquella disputa, y la sintaxis lloraba lágrimas de solecismos al verse
en tales trotes 69 .

En otro lugar, y refiriéndose ahora al lenguaje escrito, presenciamos la divertida


escena donde José Ido del Sagrario, indignado, corrige mentalmente los letreros que va
viendo en su recorrido por el campo del Mundo Nuevo:

No se premite tender rropa, y ni clabar clabos, decía en una pared, y don


José exclamó:
−¡Vaya una barbaridad!... ¡Ignorantes!... ¿Emplear dos conjunciones
copulativas! Pero, pedazos de animales, ¿no veis que la primera, naturalmente,
junta las voces o cláusulas en concepto afirmativo, y la segunda, en concepto
negativo? [...] ¡Zoquetes, qué multas os pondría!... Pues también tú estás bueno:
Se alqilan qartos... Muy bien, señor mío. ¿Le gustan a usted tanto las úes que se
las come con arroz? ¡Ah! si el Gobierno me nombrara ortógrafo de la vía
pública, ya verías... Vamos, otro que tal: Se proive... Se prohíbe rebuznar, digo
yo 70 .

Al contrario de lo que sucede en otros autores coetáneos de Galdós, y


especialmente en el de su amigo Leopoldo Alas, el rechazo de la incorrección
lingüística acarrea en nuestro novelista un declarado respeto hacia la norma académica,
que el autor de Nazarín cifra en el empleo de la gramática y el diccionario 71 elaborados
por la institución. Después se verá (cap. VI) cómo dos personajes de las novelas
galdosianas, Isidora Rufete (en las páginas de La desheredada) y Agustín Caballero (en
las de Tormento) respaldan sus preocupaciones de buen uso con esas obras de consulta.
Pero es curioso comprobar que esta alusión repetida tiene correspondencia directa con
las costumbres del propio Galdós. Cuando el periodista santanderino José María
Quintanilla describe con detalle el interior de “San Quintín”, la casa que el escritor

69
El doctor Centeno, p. 117.
70
Fortunata y Jacinta, I, pp. 334-335.
71
Sobre este último recordemos también las palabras iniciales de su relato “La conjuración de
las palabras” (en el volumen que, con el mismo título, ha seleccionado Germán Gullón para
EDHASA, Barcelona, 1991), p. 9:

Érase un gran edificio llamado Diccionario de la lengua castellana, de tamaño


tan colosal y fuera de medida, que, al decir de los cronistas, ocupaba casi la cuarta parte
de una mesa, de estas que, destinadas a varios usos, vemos en las casas de los hombres.
[...]
Por dentro era un laberinto tan maravilloso, que ni el mismo de Creta se le igualara.

15
canario poseía en la capital de la Montaña, nos recuerda:

Aquel es el rincón en que lleva Galdós a sus amigos íntimos, en que


charla, donde sueña sus libros para escribirlos fuera, sobre la gran mesa de tijera
que tiene en el despacho al lado de la ventana y en la cual descansaba ayer -dato
para la historia-, además del Diccionario y de la Gramática de la Academia, un
drama de Ibsen, no recuerdo cuál, y Socialismo contemporáneo de Laveleye 72 .

D) La condesa de Pardo Bazán dedicó algunos de sus más inteligentes


esfuerzos críticos al análisis de la literatura y de las obras literarias contemporáneas,
españolas y de otros países 73 . En sus páginas dedicadas a esta tarea -especialmente en
las que constituyeron su Nuevo teatro crítico, empresa titánica llevada a cabo por la
escritoria, en solitario, desde enero de 1891 hasta diciembre de 1893 74 - se encuentran
los juicios emitidos por doña Emilia acerca de la lengua propia de la novela.
La escritora coruñesa aprueba los esfuerzos de Pereda por seguir la vía, abierta
desde la primera narrativa realista, de dar cabida en la novela al lenguaje del pueblo, o,
en palabras de Cristina Patiño Eirín, de “hacer penetrar en el seno proteiforme de la
novela los varidos registros de la lengua” 75 :

Mérito especialísimo de Pereda [es] la introducción en la novela del


lenguaje popular. Fernán Caballero le había precedido: no lo desconozcamos 76 .

Acabamos de ver cómo la condesa rechaza la falta de identidad verbal que afecta
a los personajes de Valera. Y también comprobábamos (§ 2.6.1) cómo aplaudía los
esfuerzos de Galdós y Pereda por hacer hablar a sus criaturas de ficción según les
corresponde. En su prólogo a La dama joven (1885) vuelve a tratar sobre esta
adecuación entre lenguaje y personaje:

Aun a costa de exponerme a que censores muy formales me imputen el


estilo de mis héroes, insisto en no pulirlo ni arreglarlo, y en dejar a señoritos y
curas de aldea, a mujeres del pueblo y amas de cría, que se produzcan como
saben y pueden, cometiendo los fallos de lenguaje, barbarismos y
provincialismos que gusten 77 .

Y rechaza con energía los extremos retóricos que desde hacía algunas décadas
caracterizaban el lenguaje periodístico, rechazo que toma forma literaria en el retrato
72
L. Bonet, en su introducción a Benito Pérez Galdós. Ensayos de crítica literaria, cit., p. 9,
menciona este texto, publicado primero en El Atlántico de Santander y reimpreso el 20 de marzo
de 1893 por La Justicia.
73
De la literatura rusa y francesa fue nuestra autora la mejor conocedora en su momento.
Testigos elocuentes son sus completos estudios sobre La revolución y la novela en Rusia
(1887), acerca de La literatura francesa moderna (vol. I, 1910; vol. II, 1911; vol. III, 1914) y
sobre El lirismo en la poesía francesa (1923), libro basado en material dictado por doña Emilia
en sus clases de la Universidad Central de Madrid.
74
Aparecieron treinta volúmenes. En principio eran tomos de menos de 100 páginas, que se
publicaban una vez al mes. El último año, sin embargo, solo se publicaron seis.
75
Poética de la novela en la obra de Emilia Pardo Bazán, Universidade de Santiago de
Compostela, 1998, p. 241.
76
Nuevo teatro crítico, año I, n.º 3, marzo 1891, p. 40.
77
Ápud Ermitas Penas, Intr. a su edición de Insolación, p. 21.

16
verbal (véase, más adelante, § 6.5) de Amparo, la Tribuna, en la novela que toma su
nombre:

Acostumbrábase [Amparo] a pensar en estilo de artículo de fondo y a


hablar lo mismo; acudían a sus labios los giros trillados, los lugares comunes de
la prensa diaria, y con ellos aderezaba y componía su lenguaje. Iba adquiriendo
gran soltura en el hablar; es verdad que empleaba a veces palabras y hasta frases
enteras cuyo sentido exacto no le era patente, y otras las trabucaba; pero hasta en
eso se parecía a la desaliñada y antiliteraria Prensa de entonces. ¡Daba tanto que
hacer la revuelta y absorbente política, que no había tiempo para escribir en
castellano! 78

Tal rechazo, sin embargo, no alcanza al buen lenguaje de la oratoria, que Emilia
Pardo Bazán personifica en su amigo Emilio Castelar. Incluso le parece recomendable
su influjo sobre la obra literaria:

Si bien lo que prestó mayor relieve a la magna figura de Castelar ha sido


la oratoria, ¿cómo podría desconocerse el influjo ejercido por esa misma oratoria
y por los escritos del primer orador de nuestra época en la literatura general? La
pompa y el ritmo de su período soberano influyen sobre nuestra lengua y nuestra
prosa dondequiera, donde menos supondríamos quizá. No ha muchos días, al
terminar Menéndez Pelayo de leer su elocuente respuesta al discurso de
recepción de Barbieri en la Academia Española, me dijo persona muy calificada.
“Note usted cómo se le ha comunicado a Menéndez algo del estilo rotundo y
brillante y de las generalizaciones artísticas de Castelar” 79 .

Lo que no puede permitirse, ni siquiera como pretexto para dar cabida en la


novela al lenguaje común, es el descuido en la prosa, vicio que Emilia Pardo Bazán
critica con dureza en La espuma, de Armando Palacio Valdés:

Una cosa es la sencillez y naturalidad; otra ¡y cuán distinta, cuán opuesta


debiera decirse! el desaliño, la monotonía, la indigencia. A estos tres defectos
propendió siempre Armando Palacio, no supongo que por falta de recursos, sino
por un amaneramiento peculiar, que consiste en huir de galas y primores con
esmero eficacísimo 80 .

Y sobre el que volverá, aunque ya sin tanta energía, cuando juzgue La fe, del
mismo autor:

El lenguaje y estilo de La fe son menos incorrectos y desmadejados que


en La espuma. Armando Palacio siempre escribe un poquillo a [sic] la diable,
pero en todo hay su más y su menos 81 .

O Pequeñeces, del Padre Coloma:

78
La Tribuna, p. 106.
79
Ápud Carmen Bravo-Villasante, Vida y obra de Emilia Pardo Bazán, Madrid, Novelas y
Cuentos, 1973, p. 116.
80
Nuevo teatro crítico, año I, n.º 2, febrero 1891, p. 73.
81
Nuevo teatro crítico, año II, n.º 13, enero 1892, p. 74.

17
La crítica, al tratar de Pequeñeces, hiló más delgado de lo que aquí se
acostumbra, sacando la cuenta no solo de las inexactitudes y errores (v. gr.:
confundir esferas con círculos y dinteles con umbrales), sino de las asonancias,
cacofonías, anfibologías y otros pecados contra la ortodoxia gramatical. Líbreme
Dios de salir a la defensa de estos pecados 82 .

E) Ya sabemos (§ 1.2) que “Clarín” mantuvo, entre sus opiniones acerca de los
usos verbales de la narración, la necesidad de que “cada personaje emplee el estilo y
lenguaje propios de su estado y carácter”. Esta necesidad, claro es, llega a la
caracterización lingüística de las clases populares.
Coherente con tal concepto, aplaudió el buen uso del español vulgar en algunos
de sus compañeros de generación literaria:

Galdós es maestro en este difícil arte de hacer hablar a cada cual como
debe; pero en La Desheredada ha llevado su habilidad tan lejos, que casi puede
decirse que es este el principal mérito de su obra.
Los personajes le comprometían a intentar una copia fiel del lenguaje
más humilde y menos casto: las groseras e insignificantes expresiones de
Gaitica, Pecado, la Sanguijuelera, y tantos otros actores de este drama, no podían
ser traducidas, sin mengua de verdad, al lenguaje culto de las personas decentes:
Galdós se ha aventurado y ha pasado la mar. ¡Ah, si las novelas se leyeran en el
teatro, Galdós hubiera sentido, como un día lo sintió Echegaray, el peso de la
indignada moralidad pública! Gaitica, ruletero, empresario de ganchos, peor que
presidiario, habla el lenguaje de ese pueblo bajo, embrutecido, como parte de
nuestra nobleza, por los toros y la vida flamenca. Galdós ha encontrado la
manera de no empañar el candor del castísimo bulto de los lectores timoratos, y
sin embargo, transcribir las palabras de la hez del populacho 83 .

Pero antes de concluir quiero detenerme a elogiar con todo el entusiasmo


que merece, el lenguaje que hablan los personajes de Sotileza.
Siempre en tal materia rayó a gran altura Pereda; sus diálogos populares
son hace mucho tiempo modelo de verdad, gracia y fuerza; pero jamás como
ahora llegó a la perfección, que quita toda esperanza de ser igualada. No se
comprende cómo, sin un milagro de inspiración, pueda Pereda hacer decir a sus
sardineras, a sus marineros, ignorantes y zafios, las frases que allí dicen y como
las dicen. Parece mentira que todo aquello no lo haya copiado un taquígrafo... y
ni eso mismo sería tan verdadero, porque el diálogo de Pereda es la quinta
esencia de lo característico. No hay retórica que pueda enseñar ese modo
maravilloso de imitar la gramática, el estilo, las figuras, los pensamientos de
cada sardinera, de cada pescador. Las de Mocejón y Muergo son en este respecto
lo mejor que hemos visto en España en tal materia, y no creo que autor
extranjero alguno haya superado a nuestro compatriota 84 .

Cuando hace hablar en una calleja, en la feria, en la taberna, hasta en


público a sus ingenuos aldeanos, Pereda es poco menos que perfecto. A todos los
82
El P. Luis Coloma. Biografía y estudio crítico, Madrid, Sáenz de Jubera Hnos., [1892], p.
116.
83
La literatura en 1881, Madrid, Alfredo de Carlos Hierro, ed., 1882, p. 141.
84
Nueva Campaña (1885-1886), Madrid, Librería de Fernando Fe, 1887, p. 148.

18
que niegan el gran encanto de la belleza del naturalismo, yo les invitaré a leer
escenas de esas a que me refiero en los libros de Pereda 85 .

Pero señaló, cuando lo consideró necesario, los indeseables extremos a los que
se puede llegar en la reproducción ciega de las hablas populares:

Del lenguaje vulgar debe copiarse lo característico, aunque sea fuerte,


pero no lo tonto, lo estúpido 86 .

Y lo censuró en los usos particulares de sus contemporáneos -a veces los mismos


que elogiaba en otros lugares o en otros momentos 87 -, tanto si se trataba de usos
atribuidos a los personajes como si correspondía a intervenciones del narrador.

Ciertos atrevimientos sintáxicos que me agradan por la novedad del


contento, no me gustan por lo poco dulce del canto. En Insolación abundan y en
Morriña [de Emilia Pardo Bazán] no faltan las muletillas del vulgacho, los ripios
que la moda de la necedad pone en boca de la gente ordinaria (que bien pueden
ser duquesas) 88 .

Apartada por completo de la antigua preocupación de inventar


eclecticismos de lenguaje, entre arcaicos y caprichosamente originales, ahora
suele pecar [la condesa de Pardo Bazán] por el lado contrario, cuando confunde
la llaneza del estilo con una indulgencia nociva para los idiotismos de la moda
callejera. Sobre todo, al copiar la conversación del vulgo, admite palabras,
modismos y frases hechas, incompatibles por completo con el buen gusto 89 .

Por otra parte (ya ven ustedes si soy imparcial) veo con pena que escritor
tan original [se refiere a Armando Palacio Valdés], tan incapaz de tomar nada de
nadie, de imitar arcaísmos ni neologismos, eche mano a veces de giros y frases
vulgares y prosaicas para llenar periodos o para aclarar lo que ya está bien claro
para el buen entendedor 90 .

De la crítica a estos excesos pasa “Clarín” con facilidad a la censura de las


incorrecciones lingüísticas, uno de las dianas preferidas de su crítica menuda, higiénica
y policiaca 91 :

85
“Del estilo en la novela”, cit., p. 79.
86
“Palique”. Madrid Cómico, 25 de octubre de 1890. Recogido en Obra olvidada, selec. e intr.
de Antonio Ramos Gascón, Madrid, Eds. Júcar, 1973, p. 93.
87
Sobre los motivos personales del cambio de actitud crítica de “Clarín” hacia Emilia Pardo
Bazán, véase G. Davis, “The literary relations of Clarín and Emilia Pardo Bazán”, Hispanic
Review, 39, 1971, pp. 378-394, y el prólogo de Ermitas Penas a su recopilación de artículos
críticos del asturiano titulada Clarín, crítico de Emilia Pardo Bazán, Universidade de Santiago
de Compostela, 2003, pp. 9-36.
88
En “Morriña (II)”. Madrid Cómico, 23 de noviembre de 1898. Recogido en Obra olvidada,
cit., p. 74. Véase también en Ermitas Penas, Clarín, crítico de Emilia Pardo Bazán, cit., 2003, p.
98.
89
“Palique. Madrid Cómico, 25 de octubre de 1890”. Recogido en Obra olvidada, cit., p. 93.
También en Ermitas Penas, crítico de Emilia Pardo Bazán, cit., p. 134.
90
Nueva campaña, cit., p. 191.
91
Cf. Prólogo a su Palique, Madrid, Libr. De Victoriano Suárez, 1893, pp. xviii-xix.

19
En Pereda es mejor el estilo, como tal, en lo que puede llamarse así con
más propiedad, que el lenguaje. Su conocimiento de los tesoros del idioma no es
grande; no es un erudito de la gramática ni del diccionario [...]. Se le ve en
ocasiones luchar con las anfibologías, las repeticiones, las asonancias y valerse
de los puntales del pronombre, de los circunloquios, que son una cobardía del
lenguaje, y de otros medios que emplea siempre el que quiere ser correcto y no
se fía de su propio arte ni de su ciencia gramatical. Esto hace que, por
dificultades del lenguaje, a veces pierda color y energía lo que se ve que el autor
concibe con fuerza y precisión92 .

El empleo del cual por el qué, la anteposición del pronombre de segunda


persona te al de tercera se, cuando van juntas, y otras maneras de decir que se
permite el autor [Pereda], no deben alabarse porque van contra el uso y no tienen
hoy la sanción del buen gusto ni de los buenos escritores 93 .

Y [dice de Alarcón], ¡contraste afrentoso!, al lado de ese preciosismo


(que diré, casi en francés), terribles caídas en medio del arroyo por donde pasa el
lenguaje inepto de la jerga del día, incorrecciones como casas, de esas que
prueban la ignorancia más completa de las leyes de la lingüística 94 .

¿Ah! Y antes de que se me olvide: cuando corrija usted las pruebas de


ese testamento [se refiere a la Historia de mis libros de Alarcón], acuérdese de
aquello que dice al hablar del Hijo pródigo... “Cuando corrija este drama; en
cuyo caso”, etc. Eso está mal según la gramática que han hecho ustedes en la
Academia. Vea usted la página 219... 95 .

El lenguaje [de Marta y María, de Palacio Valdés] es, en general, castizo,


sin ser arcaico, correcto, puro; mas siendo mi propósito decir lo que siento,
advertiré que hay algunos descuidos de sintaxis, más que nada en la
construcción: a veces hay anfibologías de las verdaderas, es decir, de las que no
crea la malicia o la torpeza del lector, sino el desaliño de la cláusula 96 .

El lenguaje [de El idilio de un enfermo], correcto y puro en general, sobre


todo en las escenas de la naturaleza, en que siempre y en todo se eleva el autor a
la altura de los escritores ejemplares, es algunas veces, pocas, desigual,
descuidado, como puede observarse en el capítulo primero, que es
gramaticalmente el peor 97 .

El lenguaje de doña Emilia es siempre correcto, abundante, y esta vez el


uso del diccionario no degenera en abuso: pocas veces ha escrito con tanta
naturalidad y tan a lo llano. Sin embargo, voy a permitirme algunas consultas;
[...]
Doña Emilia dice terminar de. ¿Se puede eso decir en buen castellano?

92
“Del estilo en la novela”, cit., p. 77.
93
Solos de Clarín, Madrid, Alfredo de Carlos Hierro, ed., 1881, p. 213.
94
“Del estilo en la novela”, cit., p. 74.
95
“¿Por qué no escribe Alarcón? (Palique tal vez indiscreto)”. En Madrid Cómico, 4 de enero de
1885. Recogido en Obra olvidada, cit., p. 56.
96
. ...Sermón perdido, Madrid, Libr. de Fernando Fe, 2.ª ed, s.f., p. 129.
97
Ibíd., p. 247.

20
¿Se puede usar el gerundio como lo usa ella muchas veves en este libro?
¿Se puede decir desandó por desanduvo...? 98 .

Hasta sus páginas narrativas, por último, llega la permanente obsesión de


Leopoldo Alas por la propiedad en el uso de la lengua. Algunas de sus caricaturas
literarias, como más adelante se verá (§ 6.4) están construidas a base de errores de uso
lingüístico. Es suficiente, por ahora, ver cómo Bonifacio Reyes, obligado a llevar las
cuentas de su casa, tropieza con un problema aritmético y gramatical:

Bonis, que amaba las letras, aborrecía los guarismos, y en punto a


aritmética, decía él que todo lo entendía menos la división; aquello de calcular a
cuántos cabían tantos entre tantos, siempre había sido superior a sus fuerzas; al
llegar a lo de tantos entre tantos no caben (o no cogen, como él solía decir),
sudaba, y se volvía estúpido y sentía náuseas 99 .

F) En su no muy extenso acercamiento teórico a la creación literaria, Armando


Palacio Valdés se refirió ocasionalmente a la lengua propia de la narración. En las
páginas del libro que firmó con su amigo y paisano Leopoldo Alas 100 , predica, como
virtud de la novela realista (tendencia narrativa a la que el escritor de Laviana se
consideró adscrito 101 ), la adecuación entre lenguaje y personaje, en términos que ahora
son relevantes:

Hace algún tiempo leía yo en la Ilustración Española y Americana una


novela debida a la pluma de un insigne revistero de salones: el Sr. Navarrete.
Había en esta novela un cochero, cuyo lenguaje distinguido y espiritual hacía
suponer en él un conde o marqués cansado de pisar salones más que un hombre
de condición humilde. Todos los lectores andábamos bastante sorprendidos de
este desacuerdo entre la posición y el lenguaje, hasta que una nota puesta por el
autor en uno de los números del periódico vino a ilustrarnos sobre el particular.
El Sr. Navarrete declaraba paladinamente que él no pertenecía a la escuela
realista y que, por tanto, si el cochero no hablaba como un cochero, debía
atribuirse no a falta de conocimiento del lenguaje de los cocheros, sino a los
principios generales de la escuela en que se hallaba afiliado.
[...]
Los literatos más egregios, incluso el Sr. Navarrete, se han de convencer
a la postre de que no es posible luchar contra la corriente, y concluirán por
secundar el movimiento literario de los actuales tiempos.

Bastantes años más tarde, cuando Palacio Valdés ya había renunciado a su


efímera labor profesional como crítico 102 , encontramos otra interesante referencia a la

98
“Morriña (II), cit., pp. 73-74. Ermitas Penas, p. 98.
99
Su único hijo, p. 265.
100
La literatura en 1881, cit., pp. 50-51.
101
Cf. Manuel Pascual Rodríguez, Armando Palacio Valdés. Teoría y práctica novelística,
Madrid, S.G.E.L., 1976, p. 16.
102
A raíz de la publicación del mencionado tomo de crítica en colaboración con su amigo
Leopoldo Alas. Las razones de tal abandono las confiesa el propio Palacio Valdés en la
autobiografía publicada en el álbum de Blanco y Negro de mayo de 1904 (la reproduce Ángel
Cruz Rueda, Palacio Valdés. Estudio biográfico-literario, Granada, Ed. y Libr. Prieto, 2.ª ed.,
1938, pp. 19-20):

21
representación del lenguaje hablado, que el escritor debe tomar como modelo, en
contraposición al código fosilizado de los escritores clásicos:

El pueblo es, pues, quien impone sin apelación las modificaciones del
lenguaje. Establecer una diferencia tan marcada entre el lenguaje hablado y el
lenguaje escrito, como algunos escritores pretenden, me parece extravío. Cuando
cae en mis manos un libro o artículo de periódico escrito en ese lenguaje arcaico
donde se advierte la imitación cachazuda de los giros y locuciones de nuestros
clásicos, me apetece preguntar al autor, como el marqués de Villena al salir de la
redoma en cierta comedia de magia: “¿En qué fabla me fablades?” 103 .

Sobre las ideas del escritor asturiano acerca de la corrección lingüística, es


significativo, y no falto de petulancia por parte del autor, el pasaje de La espuma en que
dos personajes se zahieren por el empleo, no recogido por el diccionario académico
hasta su edición de 1899, de azararse por azorarse:

−Vaya, chico [le dice Jacobo Ramírez a su rival amoroso, Ramón


Maldonado], si es que te azaras porque yo me acerco, me voy.
Una sonrisa irónica, amarga y triunfal al mismo tiempo, dilató el rostro
anguloso de Ramoncito. Había cogido a su enemigo en la trampa. Ha de saberse
que pocos días antes averiguó casualmente, por medio de un académico de la
lengua, que no se decía azararse, sino azorarse 104 .

G) Tampoco fue objeto frecuente de atención por parte de Vicente Blasco


Ibáñez la lengua narrativa. Pero sobre la reproducción del lenguaje popular en la obra
literaria nos dejó algunas opiniones interesantes en el prólogo que escribió en 1905 para
encabezar el poemario del costumbrista madrileño José López Silva titulado Gente de
tufos. Este escrito nos permite conocer las ideas de Blasco acerca de los modos verbales
que deben asignarse a los personajes de ficción:

He oído muchas veces a los que buscan defectos en la obra de todo


escritor, formular contra López Silva una censura, siempre la misma:
−Sus personajes son falsos, los inventa; no son del natural. Ningún tipo
de Madrid habla como López Silva hace hablar a sus tipos.
Esta acusación, que a primera vista parece significar algo, no es más que
una simpleza.
Efectivamente, los chulos y jornaleros de López Silva no son exacta y

Como todo hombre es pedante una vez en su vida (algunos lo son varias veces), yo
también fui atacado de esa enfermedad. Desde lo alto de mis veintidós años y de mi revista me
puse con severa inflexibilidad a corregir y doctrinar a oradores, poetas y novelistas, lanzando
terribles decretos de proscripción unas veces, otras de pena capital, y sonriendo ferozmente ante
los clamores de mis víctimas. Felizmente duró poco el sarampión. Cuando menos podía
pensarse, colgué los hábitos de sacerdote de la crítica y me hice acólito de la novela, y sigo
siendo esto mismo y no estoy arrepentido. A lo menos, no llevo el luto y la desesperación al
seno de las familias.
103
Discurso de ingreso en la Real Academia Española, Madrid, Impr. de los hijos de M.G.
Hernández, 1920, p. 29.
104
La espuma, p. 117.

22
fielmente lo mismo que en la realidad. Entre ellos y los que nos codean a diario
en las calles hay la misma diferencia que la que pueda existir entre un vecino de
la ribera de Curtidores que sirva de modelo a un pintor, y la imagen que este
trace sobre el lienzo.
[...]
Señores, ¡por respeto al arte!, un poco de sinceridad y buen sentido.
¿Quién ha ordenado y en qué leyes se consigna que el arte debe ser exactamente
ajustado a la realidad, con copia servil y minuciosa, con ajuste matemático?
[...]
No hay novela -por realista que sea su autor- donde los personajes hablen
exactamente lo mismo que se habla en la vida. Si el arte fuese una copia exacta y
servil de la realidad, el artista estaría de sobra.
[...]
Nada debe importarle al lector que los tipos de López Silva hablen con
más gracia que los personajes de la realidad, que las copias se expresen con más
donaire que los modelos. Transcurridos algunos años, los hijos de Madrid
hablarán como hablan los personajes del poeta y se habrá establecido ese
equilibrio, esa igualdad que desean ciertos críticos, y maldito lo que le interesa al
arte 105 .

Blasco Ibáñez, es fácil deducirlo, defiende en estas líneas la paradójica hipótesis


de Oscar Wilde: “la naturaleza imita al arte”. Y la aplica a la posibilidad de que el
artista no copie fielmente el habla real, sino que, reelaborándola artísticamente, consiga
crear un modelo lingüístico digno de ser imitado por sus lectores. El escritor metido a
crítico se adelanta, pues, a la conocida interpretación que años después tendría como
centro el lenguaje creado por Arniches, de la que ya se ha tratado (§ 1.1).

3.1.2. Formulaciones narrativas del discurso popular 106

105
En Obras Completas de Blasco Ibáñez, VI, Madrid, Aguilar, 1.ª reimpr., 1979, pp. 976-977.
106
Las obras de referencia utilizadas en el análisis de los fenómenos vulgares plasmados por los
distintos autores -siempre tendiendo en cuenta la advertencia antes formulada sobre los cambios
habidos en los hechos lingüísticos analizados o en su consideración social- son las siguientes:

Para los niveles fónico y morfosintáctico:


- Aurelio M. Espinosa, Estudios sobre el español de Nuevo Méjico, Buenos
Aires, Instituto de Filología, Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. Parte I
(Fonética), 1930 (traducción y reelaboración, con notas, de A. Alonso y Á. Rosenblat;
con varios estudios de A. Alonso -que se citarán individualmente-). Parte II
(Morfología), Íd., 1946 (trad., reelab. y notas de Á. Rosenblat; se completa con las
“Notas de morfología dialectal” del propio Rosenblat). Se citará a partir de ahora como
Espinosa (I y II).
- Vicente García de Diego, Manual de dialectología española, Madrid, Instituto
de Cultura Hispánica, 1946, pp. 312-319: “Castellano vulgar”. (Cit. en lo sucesivo G.ª
de Diego).
- Robert K. Spaulding, How Spanish Grew, Berkeley and Los Angeles,
University of California Press, 1948, pp. 236-242: “Popular Spanish”. (Cit. Spaulding).
- Manuel Muñoz Cortés, El español vulgar, Madrid, Ministerio de Educación
Nacional, 1958. (Cit. Muñoz Cortés).
- Manuel Seco, Arniches y el habla de Madrid, Madrid, Alfaguara, 1970, pp.
35-127. (Cit. Seco).

23
- M.ª Ángeles Álvarez Martínez,: “Vulgarismos y neologismos”, en Manuel
Alvar (Dir.), Introducción a la lingüística española, Barcelona, Ariel, 2000, p. 533-545.
(Cit. Álvarez Martínez).

Para el nivel léxico, los siguientes repertorios lexicográficos:

De carácter general:
- La obra clásica de Luis Besses, Diccionario de argot español, o lenguaje
jergal, gitano, delinciente profesional y popular, Barcelona, Sucs. de Manuel Soler,
Eds. [1905]. (Ed. facsimilar, Universidad de Cádiz, 1989). Cit. Besses.
- Algunos repertorios actuales que incluyen textos para respaldar sus registros.
Este hecho no garantiza su calidad filológica, pero, al menos, ofrece una seguridad
lexicográfica ausente en los demás. Se trata, en particular, del Gran diccionario del
argot. El sohez [sic], preparado por Delfín Carbonell Basset (Barcelona, Larousse,
2000), que incluye, entre su “bibliografía de primera mano”, textos de Cela, Baroja, El
Caballero Audaz, Galdós, Moratín, etc. (cit. D. Carbonell); y del Diccionario
ejemplificado de argot de Ciriaco Ruiz (Barcelona, Península, 2001), que, entre otros,
incluye testimonios de Baroja, Valle-Inclán, Blasco Ibáñez, etc. (cit. C. Ruiz).
- Otros vocabularios modernos, a los que se recurre solo en caso de encontrar
documentación escasa en los anteriores. Los de Jaime Martín (Diccionario de
expresiones malsonantes del español. Léxico descriptivo. Madrid, Eds. Istmo, 1974 -cit.
J. Martín-), Víctor León (Diccionario de argot español y lenguaje popular, Madrid,
Alianza, 1980 -cit. V. León-) y Julia Sanmartín Sáez (Diccionario de argot, Madrid,
Espasa Calpe, 1999 -cit. J. Sanmartín-, basado en un corpus actual de textos
fundamentalmente orales).
- El estudio de conjunto (aunque referido a un solo autor) de Manuel Seco
Arniches y el habla de Madrid, cit.

Específicos sobre gitanismos:


- Los trabajos de Carlos Clavería recogidos en sus Estudios sobre los
gitanismos en español, Madrid, R.F.E., 1951. (Cit. Clavería).
- Los trabajos de Max Leopold Wagner, y especialmente: “A propósito de
algunas palabras gitano-españolas” (Filología, III, pp. 161-180 -cit. Wagner, Filología
III-) y “Sobre algunas palabras gitano-españolas y otras jergales” (R.F.E., XXV, 1941,
pp. 161-181 -cit Wagner, R.F.E.-).
- Algunos de los diccionarios clásicos (con no muchas garantías de seriedad): el
de Francisco Quindalé (seud. de Francisco de Sales Mayo), Diccionario gitano (1.ª
parte), Madrid, oficina tipográfica del Hospicio, 1867 (cit. Quindalé) y el de J. Tineo
Rebolledo: Diccionario gitano-español y español-gitano, Barcelona-Buenos Aires,
Maucci, 1909. (Ed. facsimilar, Universidad de Cádiz, 2.ª ed., 1.ª reimpr., 1988). Cit.
Tineo Rebolledo.
Se anuncia la publicación inminente de la tesis doctoral de Bernhard Helzle-
Drehwald titulada Der Gitanismo im spanischen Argot. El autor adelanta sus líneas
generales, que para este trabajo hubieran sido muy provechosas, en un artículo titulado
“El gitanismo en el argot español”, en Jens Lüdtke y Christian Schmitt (Eds.), Historia
del léxico español. Enfoques y aplicaciones. Madrid-Frankfurt am Main,
Iberoamericana-Vervuert, 2004, pp. 151-166.

Sobre voces de germanía:


- La obra (que resume los estudios anteriores) de José Luis Alonso Hernández,
Léxico del marginalismo del siglo de oro, Universidad de Salamanca, 1977. (Cit.
Alonso Hernández).
- El Diccionario de Germanía de César Hernández Alonso y Beatriz Sanz
Alonso, Madrid, Gredos, 2002. (Cit. Hernández-Sanz).

24
A) A la ya destacada renuncia de Juan Valera a distinguir, mediante la
transcripción de los fenómenos propios del lenguaje vulgar, el habla de sus personajes
plebeyos escapan, aunque solo sea en algunos momentos, dos figuras muy
representativas de sus relatos: Juana la Larga, madre de Juanita, y Antoñona, la nodriza
de Pepita Jiménez en la novela que lleva su nombre.
Juana tiene, en la novela que toma el nombre y apodo de su hija, varias
intervenciones caracterizadas por el empleo del nivel vulgar:

−¡Habrase visto -exclama [Juana la Larga]- mayor descoco! ¡Vaya... las


mantesonas, las pu...ercas! 107 .

De quien me quejo es de aquella embustera gazmoña de doña Inés, que


es la que ha armado contra mí todo este gatuperio. Ella me las pagará. Voto a
Cristo que me las pagará!
[...]
He de disimular más y he de ser más hipocritona que esa indina 108 .

−Señor don Paco; de sobra habrá visto usted la afrenta que nos han hecho
hoy. Su hija de usted, mi señora doña Inés, tiene la culpa de todo. Se le figura
que le tenemos a usted encantusado, y que le queremos chupar y le chupamos los
parneses 109 .

−No lo serías [responsable de tus actos, le dice a su hija] -replicó Juana-;


pero te tendrían por loca y te encerrarían en el manoscomio, monomomio o como
se llame, y yo me moriría de pena de verte allí 110 .

El caso de Antoñona ha tenido una particular trascendencia interpretativa.


Especialmente en el paraje de Pepita Jiménez donde el epistológrafo Luis de Vargas, no
mucho tiempo después de habernos presentado a la criada, dice:

Por último, [Antoñona] ha exclamado al despedirse, en su jerga medio


gitana: ¡Anda, fullero de amor, indinote, maldecido seas; malos chuqueles te
tagelen el drupo, que has puesto enferma a la niña y con tus retrecherías la estás
matando! 111 .

Ya Manuel Azaña, uno de los más finos intérpretes que ha tenido la obra de Juan

107
Juanita la Larga, p. 141. Recordemos que mantesona (de mantés ‘descuidado en el aseo’)
era una de las expresiones que Valera juzgaba tópicas de la mujer cordobesa. Véase en § 2.3.2 la
documentación pertinente.
108
Juanita la Larga, p. 143. Véase en § 3.1.3 la documentación correspondiente a gatuperio y a
indino.
109
Juanita la Larga, p. 146. Para encantusar y parné, véase § 3.1.3.
110
Juanita la Larga, p. 203. Manoscomio, monomomio. Se trata en este caso de algo parecido a
las prevaricaciones del buen lenguaje que Don Quijote le recrimina a Sancho (Quijote, II, 19).
Cf. Amado Alonso, “Las prevaricaciones idiomáticas de Sancho”, N.R.F.H., II, 1948, pp. 1-20.
111
Pepita Jiménez, p. 268. Junto a fenómenos correspondientes al habla vulgar (indinote,
maldecido) aparece una maldición en caló, que Clavería -en el estudio citado inmediatamente-
juzga como auténtica en su significado de ‘malos perros te coman el cuerpo’.

25
Valera 112 , cuando criticaba la falta de adecuación entre lenguaje y personaje que se da
en el escritor egabrense, se fijaba en este párrafo para decirnos: “Una vez, por
excepción, la Antoñona de Pepita Jiménez se despotrica en caló” 113 . En 1948, Carlos
Clavería le dedicaba a la intervención de Antoñona uno de sus documentados estudios
sobre el elemento gitano en nuestra lengua 114 , que después ha sido referencia obligatoria
en cuantas ediciones de la novela y reflexiones sobre el estilo de su autor se han
mandado a la imprenta. El caso es que Clavería se sorprende, al analizar la maldición
gitana de la nodriza -antecedida de los vulgarismos antes mencionados- “por su justeza,
colorido y autenticidad”, conjeturando a renglón seguido que “debió Valera conocer a
los gitanos de su tierra, aunque no les prestara atención especial” 115 , al mismo tiempo
que se interesaba por todo lo referente a su mundo, tanto en los libros de Johann
Fastenrath o George Borrow como en sus conversaciones con Serafín Estébanez
Calderón y Prosper Mérimée 116 . Es necesario señalar que Valera justificaba el uso de
este tipo de elementos léxicos apelando a su consagración por los clásicos:

La Academia incluye en su Diccionario no pocas palabras de germanía.


Pero ¿cómo no incluirlas si se hallan en Cervantes, en Quevedo, en Lope, en
Tirso y en otros dramaturgos y novelistas de los siglos XVI y XVII? [...] Y no solo
en comedias, sainetes, novelas y cuentos hay vocablos de la jerga de chulos,
rufianes y bandidos, sino también del extraño idioma de los gitanos. Así, v. gr.,
camelar y camelo, cuyo noble origen se halla en el idioma de los vedas. Y así
también chachipé, curi, diquelar, jamar, tajelar, chusquel, churumbel, cocal y
otros términos de que se sirve el vulgo en Andalucía y en otras comarcas y que
los escritores trasladan a los diálogos de sus obras de pasatiempo 117 .

Pese a todo, la ajustada intervención jergal de Antoñona no precede a una


caracterización lingüística continua y coherente de la criada en el resto de la novela.
Todavía Valera pondrá en su boca términos y expresiones característicos del habla
popular andaluza 118 ; pero, en poco verosímiles intentos por justificar la coexistencia de

112
Cf. la recopilación de Ensayos sobre Valera publicada por Alianza (Madrid, 1971),
especialmente pp. 199-243.
113
Manuel Azaña: Pról. a su ed. de Pepita Jiménez, Madrid, Eds. de “La Lectura”, 1927, p. LV.
114
“En torno a una frase en caló de don Juan Valera”, Hispanic Review, XVI, 1948, pp. 97-119.
Reimpreso después en sus Estudios sobre los gitanismos del español, Madrid, R.F.E., 1951, pp.
97-128.
115
Ibíd., p. 105.
116
Ibíd., pp. 107-110.
117
Cartas americanas, O. C., XLIV, Madrid, Impr. Alemana, 1916, pp. 200-201.
118
Por ejemplo:
−¡Vea usted [...] ese zángano pelgar, vejete, tonto, qué maña se da para consolar
a sus amigas!
[...] ¿Qué soponcio es este? [...] Apuesto cualquier cosa a que este zanguango de
Vicario te ha echado un sermón de acíbar. (P. 287. Pelgar ‘despreciable’ -DRAE,
coloq.-; zanguango ‘indolente’ -DRAE, coloq.-; Seco. Cf. también § 2.3.2).

−Caramba, niña [...], vas a conseguir que suelte yo el trapo a llorar y que berree
como una vaca.
[...] ¡Mal haya el tal don Luis y su manía de meterse cura! ¡Buenos supiripandos
te cuesta! (Págs. 290-91. Para supiripandos, v. § 2.3.2).

−¡Diantre de colegial, ingrato, desaborido, mostrenco! Ya imaginaba yo que no

26
estas intervenciones con otras perfectamente neutras en cuanto a su caracterización
verbal diastrática -y también diafásica-, le oiremos decir:

Antoñona venía resuelta a tener una conferencia muy seria con don Luis;
pero no sabía a punto fijo lo que iba a decirle. Sin embargo, había pedido, no se
sabe si al cielo o al infierno, que desatase su lengua y que le diese habla, y habla
no chabacana y grotesca, como la que usaba por lo común, sino culta, elegante e
idónea para las nobles reflexiones y bellas cosas que ella imaginaba que le
convenía expresar 119 .

Y más adelante:

No se puede negar que Antoñona estuvo discretísima en esta ocasión, y


hasta su lenguaje fue tan digno y urbano, que no faltaría quien le calificase de
apócrifo, si no se supiese con la mayor evidencia todo esto que aquí se refiere, y
si no constasen, además, los prodigios de que es capaz el ingénito despejo de una
mujer, cuando le sirve de estímulo un interés o una pasión grande 120 .

He aquí cómo Valera, poniéndose la venda antes de sufrir la herida, renuncia a


profundizar en la caracterización verbal de sus personajes, evitando así verse forzado al
manejo sistemático de rasgos de la lengua no culta; rasgos que, como hemos visto, no
desconocía y era capaz de emplear incluso en sus intervenciones como narrador, del
mismo modo que sucede con los usos coloquiales o dialectales. Manuel Ariza recoge
algunas muestras de intervenciones en las que Valera, en páginas no narrativas, acota
convenientemente su empleo 121 . El uso aparece también en sus novelas.
Correspondiente al narrador destacamos, por ejemplo, dos usos jergales, presentados sin
glosa o subrayado gráfico de ninguna clase, cuyo empleo es significativo:

Unas veces [dice Luis de Vargas en su función de narrador, refiriéndose a


su padre] quiere enseñarme a derribar, para llevarme luego a Sevilla, donde
dejaré bizcos a los ternes y gente del bronce, con la garrocha en la mano 122 .

Si Juanita se dejaba camelar a tontas y a locas, se exponía a dar al traste


con su reputación 123 .

venías. ¿Dónde has estado, peal? (P. 323. Para desaborido y peal, v. 2.3.2).
119
Pepita Jiménez, p. 306.
120
Ibíd., p. 310.
121
Cf. “Notas sobre la lengua de Juan Valera (II)”, Anuario de Estudios Filológicos, X, Cáceres,
1987, p. 19. Curiosamente, en los usos auténticamente vulgares se resiste a utilizar las coletillas
“como vulgarmente se dice” , “lo que vulgarmente llaman..”., etc., que le servirán para presentar
usos coloquiales. Ahora -en su correspondencia- acota estas formas del siguiente modo:

“Miradas amorosas, de lo que en la jerigonza de los chulos de Madrid se llama


timarse (O. C., III, p. 628). Véase § 3.1.3.

“No fueron porque la guita (=dinero) no alcanzaba; permítaseme la expresión


figurada, a pesar de lo familiar y grotesca” (O. C., III, p. 1358). Véase § 2.3.2.
122
Pepita Jiménez, p. 226. Sobre ternes ‘jactanciosos’, v. § 3.1.3.
123
Juanita la Larga, p. 101. Sobre camelar ‘amar, hacer el amor’, v. § 3.1.3.

27
Así como una expresión -esta sí destacada gráficamente- muy del gusto del
autor, que se documenta repetidamente en sus relatos:

Antoñona [...] determinó que aquella noche, por ser la velada de San
Juan, las chicas que servían a Pepita vacasen en todos sus quehaceres y oficios, y
se fuesen a solazar a la casa de campo armando con los rústicos trabajadores un
jaleo probe de fandango, lindas coplas, repiqueteo de castañuelas, brincos y
mudanzas 124 .

Solo llegaban, aunque confusos y vagos, el resonar de las castañuelas y el


son de la guitarra, y un leve murmullo, causado todo por los criados de Pepita,
que tenían su jaleo probe en la casa de campo 125 .

Lo llamativo es que, junto a estos usos espontáneos del narrador u otros


similares, reveladores de un uso adecuado de las hablas vulgares o jergales, podemos
encontrar otros pasajes en los que la acusación lanzada contra Valera acerca de su
escasa coherencia en la representación de los rasgos no cultos de lengua se hace patente.
Así, en las páginas de Juanita la Larga aparece reproducida una copla popular, que el
narrador reproduce con sus rasgos dialectales y vulgares intactos, incluida, de nuevo, la
expresión antes subrayada:

“Más vale un jaleo probe


y unos pimientos asaos,
que no tener un usía
esaborío a su lao” 126 .

Pues bien; cuando inmediatamente después interviene don Paco, parafraseando


la estrofa, el personaje reconstruye cuidadosamente la articulación culta del término
empleado, de un modo que, probablemente, ni entonces ni ahora sería propio de ningún
cordobés, urbano o rural, culto o inculto:

Y Don Andrés no es un usía desaborido como el de la copla; es una


persona inteligente, estimada y respetada por todos 127 .

De igual manera, encontramos cómo una “gitana buñolera”, que Valera hace
intervenir en Doña Luz, lanza esta apreciativa opinión sobre la protagonista de la obra:

−Doña Luz es una perla oriental, y la perla no repara en el pescador, ni en


si vale o no vale: lo que pretende es que la pesque y la lleve a lucir en el Olen
del Oclaye 128 .

124
Pepita Jiménez, p. 312. Como andalucismo, TLHA (jaleo pobre ‘diversión entre gente de
más o menos’). La metátesis anticipativa de probe (§ 3.1.3) y la presencia del término jaleo
(DRAE -coloq.-; Besses; Seco) aseguran su carácter vulgar.
125
Pepita Jiménez, p. 324.
126
Juanita la Larga, p. 229. Obsérvense ahora la repetida elisión del fonema /d/, tanto en
posición inicial (esaborío) como intervocálica (asaos, esaborío), así como el empleo irónico de
usía. Antes (§ 2.3.2) documentábamos la forma esaborío como andaluza (TLHA, s.v.
desaborido).
127
Juanita la Larga, p. 229.
128
Doña Luz, p. 181.

28
Opinión que en su forma corresponde a un uso medio -o incluso medio-culto, si
atendemos a su esmerada disposición sintáctica- de la lengua... Excepto en el extraño
topónimo que la remata, Olen del Oclaye, en caló ‘Río del Rey’, construcción apenas
utilizada en esta lengua, pero que ya había empleado en sus Escenas andaluzas Serafín
Estébanez Calderón, contertulio ocasional de Valera, para referirse a Madrid 129 .
Pero, en este como en otros aspectos, la falta de coherencia no es sino elemento
constitutivo en la vida y en la obra literaria de don Juan Valera, la “esfinge de nuestra
literatura”, como lo denominaba “Clarín” con una metáfora que no ha perdido hasta hoy
su validez definidora 130 .

B) El sistema utilizado por Pereda para poner de relieve la variación lingüística


ahora repasada es sumamente sencillo. Salvo en lo que atañe a la presencia de términos
y expresiones procedentes del latín131 o de las lenguas extranjeras 132 , y al empleo muy
circunstancial de ciertas expresiones tópicas 133 y del lenguaje político 134 , todas las
manifestaciones ajenas a esta que puedan ser fruto del mismo origen diastrático se
definen, en la narrativa perediana, por la presencia o ausencia -más o menos acentuada,
conjunta o separada- de rasgos dialectales y populares. De los primeros ya hemos
hablado. En cuanto a los segundos, Menéndez Pelayo se adelantó a los juicios
posteriores cuando reconoció la labor llevada a cabo por su amigo Pereda al representar
en su novela los rasgos verbales menos cultos, distinguiendo estos de los que
corresponden a la variación dialectal:

En cuanto a las palabras desfiguradas por la pronunciación (que en


muchos casos no es solamente montañesa sino de todo el vulgo de España), creo
que Pereda hace bien en conservarlas en forma corrompida y estropeada, porque
dentro del arte realista es tan inadmisible encontrar dos labriegos hablando el
castellano con pronunciación académica, como presentarlos hablando en francés.
Sería traducir el diálogo, y en la traducción perdería todo su sabor y gracia 135 .

Galdós insistió sobre esta virtud del escritor montañés en su conocidísimo texto
introductorio a El sabor de la tierruca, que ya leíamos antes:

Si [Pereda] no poseyera otros méritos, bastaría a poner su nombre en


primera línea la gran reforma que ha hecho introduciendo el lenguaje popular en
el lenguaje literario, fundiéndoles con artes y conciliando formas que nuestros
129
Cf. Carlos Clavería, Estudios sobre los gitanismos en español, cit., p. 110.
130
Leopoldo Alas, Solos de Clarín, cit., p. 215.
131
Véase, más adelante, § 3.3.
132
Que se verá en el capítulo siguiente.
133
Pereda cuenta, al comienzo de Don Gonzalo González de la Gonzalera (p. 72), cómo los
asistentes a un baile de salón en el pueblo se refieren a Magdalena, hija de don Román Pérez de
la Llosía, llamándola blanca ovejuela del valle o pintoresca amapola de Coteruco. En otro lugar
de la misma novela (p. 328), el narrador habla irónicamente del “broncíneo tubo (como dijo
cierto poeta)”, refiriéndose a la corneta de un rústico habitante de Coteruco.
134
Véase lo que acerca de Lope del Robledal, figura secundaria en Don Gonzalo González de la
Gonzalera, se dice en el apartado correspondiente a los retratos lingüísticos de los personajes
peredianos (§ 6.3).
135
Carta de Menéndez Pelayo a Francisco Sosa del 4 de agosto de 1889. Reproducida en el
Epistolario de Menéndez Pelayo, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, X, p. 86.

29
retóricos más eminentes consideraban incompatibles 136 .

Tampoco los analistas que examinaron la obra de Pereda tras la muerte del
escritor dejaron de reconocer su mérito en lo tocante a la reproducción lingüística fiel de
la variación social:

El autor de Sotileza supo hacer hablar a sus personajes con naturalidad,


en el lenguaje apropiado a la condición y grado de cultura de cada uno, en lugar
de traducir al lenguaje culto el habla propia de los personajes populares, rústicos
y marineros que pintaba 137 .

En el repertorio del español subestándar decimonónico que sigue a este apartado


se verá la manera concreta en que Pereda registra las manifestaciones del nivel vulgar.

C) A lo largo de las novelas de Galdós se encuentran dos tipos diferentes de


alusiones concernientes a la lengua vulgar. Por una parte, las referencias sobre esa
variedad lingüística que el propio Galdós -en boca del narrador o de alguna de sus
criaturas de ficción- intercala en el relato, generalmente para describirnos “cómo habla”
tal o cual personaje o grupo de personajes. Por otro lado, aparecen las manifestaciones
directas de ese lenguaje “malo, chulesco o como se le quiera llamar”, presentes en todos
los niveles de análisis del lenguaje, fónico, morfosintáctico y léxico-semántico 138 . De

136
Prólogo a El sabor de la tierruca de Pereda. Ed. de Laureano Bonet, cit., p. 166. Es curioso
observar, en algunas de las cartas que Pereda dirigió al propio Galdós, el gusto del escritor
santanderino por incluir términos como los que a continuación vamos a comentar: motivao -
Cartas a Galdós, presentadas por Soledad Ortega, Madrid, Revista de Occidente, 1964, p. 97-;
rechumpar -Ibíd., p. 98-, venturao -p. 99-, usté -p. 131-, gofetá -p. 132-, etc.
137
Eduardo Gómez de Baquero, “Andrenio”, “Don José María de Pereda”, La España Moderna,
Año 18, N.º 208, Madrid, abril 1906, p. 169.
138
Además de las obras de conjunto antes enumeradas, en el análisis de los fenómenos del
subestándar atribuidos a Galdós -y a otros autores- se hace referencia a los siguientes trabajos
específicos: Joseph A. Fernández: “Deformaciones populacheras en el diálogo galdosiano”
(Anales Galdosianos, XIII, 1978, pp. 111-119). Graciela Andrade Alfieri y J. J. Alfieri, “El
lenguaje familiar de Pérez Galdós” (Hispanófila, 22, 1964, pp. 27-73), y Manuel C. Lassaletta:
Aportaciones al estudio del lenguaje coloquial galdosiano (Madrid, Ínsula, 1974). Para una
acerada visión crítica del último estudio mencionado, véase Isaías Lerner, “A propósito del
lenguaje coloquial galdosiano”, Anuario de Letras, XV, 1977, pp. 259-282. Salvo el primer
título, la mayor parte de los estudios se centran en el análisis de Fortunata y Jacinta, sobre cuya
lengua giran también los siguientes: Stephen Gilman: “La palabra hablada y Fortunata y
Jacinta” (N.R.F.H., XV, 1961, pp. 542-560; también en D.M. Rogers, ed., Benito Pérez Galdós,
Madrid, Taurus, 2.ª ed., 1979, pp. 293-315); Manuel Lassaletta: “Algunos coloquialismos en el
lenguaje de Galdós. Un estudio del verbo ‘hablar’ en ‘Fortunata y Jacinta’ ” (Hispania, 54,
1971, pp. 907-914); James Whiston:”Language and situation in part I of Fortunata y Jacinta”
(Anales Galdosianos, VII, 1972, pp. 79-91); Tomás Navarro Tomás, “La entonación en
Fortunata y Jacinta, de Pérez Galdós” (Estudios Filológicos y Lingüísticos. Homenaje a Ángel
Rosenblat en sus 70 años, Caracas, Instituto Pedagógico, 1974, pp. 365-376); Peter B.
Goldman, “Las dos artes y el combinar de la vida: sobre lenguaje, realismo y realidad en
Fortunata y Jacinta” (Actas del VIII Congreso Internacional de la Asociación Internacional de
Hispanistas, Madrid, Eds. Istmo, 1986, pp. 631-636); Ana María Maza Sánchez: “El lenguaje
de personajes en Fortunata y Jacinta” (Revista Chilena de Literatura, 27-28, 1986, pp. 173-
185); Manuel Muñoz Cortés, “El uso del lenguaje en el episodio del ‘Pituso’ ” (en Galdós.
Centenario de “Fortunata y Jacinta”. Actas. Congreso internacional, 23-28 de noviembre,

30
las primeras alusiones nos ocupamos ahora. En el apartado siguiente (3.1.3) encontrará
su lugar la descripción detallada de los fenómenos concretos aludidos 139 .

En La desheredada, la pandilla de chicuelos callejeros, entre los que se


encuentra Pecado, hermano de Isidora, nos es presentada del siguiente modo:

El militar paseo tenía por música, además del estruendo de las latas, el
reír inmenso de la bandada, el pío pío mezclado de voces prematuramente
roncas, y salpicado de esos dicharachos que, al ser escupidos de la boca de un
niño, nos recuerdan al feo abejón cuando sale zumbando del cáliz de la azucena.
Había en las filas renacuajos de dos pies de alto, con las patas en curva y la cara
mocosa, que blasfemaban como carreteros... 140 .

El reflejo lingüístico de la incultura aparece páginas más adelante, al pensar


Melchor, hijo de don José Relimpio, en el hermano de su madre, ortopedista de
profesión:

¿Cómo podían entenderse él y su tío, él, tan sabio, tan listo, llamado a
sublimes destinos, y su tío, un hombre tosco y rudo que solo sabía hacer
suspensorios y cazar, un bárbaro que llamaba cláusulas a las cápsulas, y que
cuando se puso el primer tranvía hablaba de la tripulación de los coches, en vez
de decir trepidación? 141 .

Galdós carga aún más las tintas en el personaje de Encarnación Muñoz, la


Sanguijuelera, que retrata de esta manera:

Algunas veces [Isidora Rufete] se encontraba en la cárcel a la


Sanguijuelera, que iba con fin semejante; y ambas se trataban de palabras,
distinguiéndose la vieja por la procacidad de su lenguaje erizado de puños y el
ningún respeto que a su sobrina tenía 142 .

La propia Isidora Rufete advierte que la expresión brutal de su hermano


Mariano, Pecado, revela una fatal predestinación:

Recibía [Mariano] gusto especial del desaliño, y recogía con lamentable


asimilación todas las palabras necias y bárbaras para darse, usándolas
desvergonzadamente, aires de matón. [...] Pasado algún tiempo de luchas,

Madrid, Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid,


1989, pp. 569-577), y “Mímesis y reelaboración del subestándar español en un texto de Pérez
Galdós” (Actas del III Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española -Salamanca,
1993-, 1996, I, pp. 809-826). No se hace mención ahora de los estudios consagrados a alguno de
los personajes de la novela (los de Kronik sobre Fortunata, William Shoemaker sobre Ido del
Sagrario, etc.), que después se mencionarán.
Los trabajos más concretos sobre ciertos fenómenos o determinadas obras se citan en el
lugar que les corresponde.
139
A veces aparecen fundidos ambos tipos de referencias. En estos casos, el análisis tiene doble
entrada.
140
La desheredada, pp. 150-151.
141
La desheredada, p. 191.
142
La desheredada, p. 239.

31
[Isidora] empezó a tenerle miedo, asustada por su bestial y aborrecido
lenguaje 143 .

A veces, para evitar la acumulación de crudezas, Galdós recurre, junto al


eufeminmo que más adelante se verá (§ 3.1.3), a emplear deícticos que salvan la
situación:

Cuando nada inmundo les quedaba por decir [a los chiquillos callejeros
que aparecen en la primera parte de la novela], arrojan el postrer salivazo de
ignominia sobre la cuna que poco antes le ha mecido:
–Tu madre es una acá y una allá.
–Tu madre es esto y lo otro 144 .

Manuel Peña, el discípulo de Máximo Manso en la novela que lleva el nombre


de este último, se refiere a Amalia Vendesol, la novia con la que acaba de romper, y la
identifica con pocos y muy elocuentes rasgos:

−Yo he visto a Amalia morder un abanico y hacerlo en cincuenta


pedazos... ¿por qué creerá usted?, porque una noche no pude tomar butaca impar
en la Comedia, y tuve que ponerme en las pares. Y qué educación la suya, amigo
Manso. Escribe garabatos, dice pedrominio, y tiene un cariño a las haches... 145 .

Y José María Manso, hermano del protagonista, singulariza de esta manera al


padre de la nodriza que quiere contratar:

−Pero, mira, allí me encontré un familión... El padre me abordó con aire


marrullero y me dijo: «Ya sé que el señor marqués va para menistro. Si quisiera
dar algo a estos probecitos de Dios...» 146 .

En el capítulo de Fortunata y Jacinta donde Galdós presenta a la segunda de sus


dos protagonistas, apenas la ha dejado ver comiendo un huevo crudo en la escalera de su
casa de la Cava de San Miguel cuando ya nos la presenta por medio del lenguaje:

Entonces la chica se inclinó en el pasamanos y soltó un yia voy, con


chillido tan penetrante, que Juanito creyó se le desgarraba el tímpano 147 .

Pocas páginas después será Jacinta quien intente caracterizar a su aún


desconocida rival por medio de sus realizaciones vulgares genéricas:

−¿Sabes de qué me río [le dice a su marido]? De pensar en la cara que


habría puesto tu mamá si le entras por la puerta una nuera de mantón, sortijillas
y pañuelo a la cabeza, una nuera que dice diquiá luego y no sabe leer 148 .

143
La desheredada, p. 321.
144
La desheredada, p. 160.
145
El amigo Manso, p. 242.
146
El amigo Manso, p. 342.
147
Fortunata y Jacinta, I, p. 184.
148
Fortunata y Jacinta, I, p. 210.

32
Juan Santa Cruz rematará inmediatamente el boceto lingüístico iniciado por su
mujer, pero ahora ya perfectamente ajustado al habla personal de Fortunata:

Fortunata no tenía educación; aquella boca tan linda se comía muchas


letras y otras las equivocaba. Decía indilugencias, golver, asín 149 .

Se trata de la primera pincelada del retrato lingüístico de Fortunata, que tanta


atención despertará entre quienes la tratan, como veremos más adelante (§ 6.5).

Cuando Jacinta llega a la casa de Mira el Río para buscar al supuesto hijo de su
marido, lo que allí va viendo deja profunda huella en su inocente espíritu. La impresión
no podía ser completa sin una referencia al habla del vulgo madrileño:

Por los ventanuchos abiertos salía, con el olor de fritangas y el ambiente


chinchoso, murmullo de conversaciones dejosas, arrastrando toscamente las
sílabas finales. Este modo de hablar de la tierra ha nacido en Madrid de una
mixtura del dejo andaluz, puesto en moda por los soldados, y el dejo aragonés,
que se asimilan todos los que quieren darse aires varoniles 150 .

La auténtica naturaleza de Mauricia la Dura, amiga de Fortunata, se desvela


precisamente a causa de su uso popular del lenguaje:

Mauricia la Dura representaba treinta años o poco más [...]. No inspiraba


simpatías Mauricia a todos los que la veían; pero el que la viera una vez no la
olvidaba y sentía deseos de volverla a mirar. [...] Pero en cuanto Mauricia
hablaba, adiós ilusión. Su voz era bronca, más de hombre que de mujer, y su
lenguaje, vulgarísimo, revelando una naturaleza desordenada, con alternativas
misteriosas de depravación y de afabilidad 151 .

Junto a abundantes ejemplos del lenguaje vulgar empleado por este personaje
-más adelante registrados-, el narrador describe los apuros que la tarasca pasa en su
intento por redimirse:

−Apuesto a que no -replicó la Dura-. ¡Qué mujer!... El día que me quiso


sacar de esos indinos protestantes me entró el toque y la insulté... ¡Qué mala
fui!... (Iba a soltar un terno; pero se contuvo, porque le estaba absolutamente
prohibido pronunciar palabras feas, siendo esto para ella un gran martirio, a
causa de la poca variedad de términos de su habitual lenguaje) 152 .

Pero al punto frunció Mauricia el ceño. Le había entrado la sospecha de


que la palabra gusto fuese mala. Comunicó estos temores a su amiga, quien la
tranquilizó sonriendo, y, por fin, le dijo que siendo su intención limpia, no
importaba que le saliese de la boca, sin querer, algún término sucio 153 .

149
Fortunata y Jacinta, I, p. 228.
150
Fortunata y Jacinta, I, p. 324. Más adelante tendremos la oportunidad de comprobar
mediante qué recursos lingüísticos refleja Galdós este andalucismo verbal del pueblo madrileño.
151
Fortunata y Jacinta, I, p. 607.
152
Fortunata y Jacinta, II, p. 179.
153
Fortunata y Jacinta, II, p. 187.

33
En las páginas de Misericordia se encuentra la última acotación en esta
antología de referencias galdosianas al habla vulgar (que podría aumentarse sin gran
esfuerzo). Obdulia, hija de doña Francisca Juárez, habla de su cuñada Juliana:

Mientras esto hablaban suegra y nuera, en la salita Obdulia y Ponte


departían acerca de aquella, diciendo la niña que jamás perdonaría a su hermano
haber traído a la familia una persona tan ordinaria como Juliana, que decía
diferiencia, petril y otras barbaridades 154 .

De este primer vistazo a las referencias metalingüísticas galdosianas sobre el


subestándar puede inferirse ya que este extremo de la variación lingüística es el que el
escritor canario trató con mayor esplendidez de medios. En el apartado siguiente
podremos comprobar lo ajustado de esta afirmación, al comprobar la riqueza y variedad
excepcionales de los rasgos lingüísticos concretos que Galdós emplea para definir
verbalmente el nivel vulgar del español.
Pero, ¿se corresponde tal generosidad con la excelencia de los resultados
obtenidos? La cuestión ha sido abordada por los críticos del escritor canario desde su
propia época hasta nuestros días, y los juicios emitidos al respecto son contradictorios.
No han faltado, desde luego, las opiniones de quienes reconocen el acierto de
Galdós en su empleo del lenguaje inculto en la novela. Estos enjuiciamientos fueron
vertidos, sobre todo, tras la publicación de La desheredada, relato que, según la crítica
tradicional, instaura el movimiento naturalista en la novela española 155 e inaugura en la
narrativa galdosiana la técnica de reflejar ampliamente las realizaciones verbales más
incultas. “Clarín” se refería así a este tratamiento del lenguaje:

Gran maestro ha sido siempre Galdós en el arte del diálogo; siempre ha


sabido dar a cada personaje el estilo propio de su carácter y de su estado; pero
ahora [tras la aparición de La desheredada], que las dificultades en este punto
eran mayores, el esfuerzo para vencerlas ha hecho al ilustre novelista extremar
su habilidad. ¡Cómo habla la Sanguijuelera! ¡Cómo habla Pecado, cómo habla
Miquis, cómo habla Relimpio! Si yo escribiera este artículo con el objeto
especial de alabar a Galdós, ¡aquí sí que el incienso debería gastarse a
puñados! 156 .

Por citar uno entre los muchos juicios positivos acerca de la representación
galdosiana del lenguaje vulgar aparecidos tras la muerte del novelista, reproducimos el
emitido por Guillermo de Torre, quien, en su estudio sobre la trayectoria literaria de
Galdós, afirma:

En La desheredada se instaura [...] por vez primera en las letras


españolas de aquel siglo, el auténtico [sic] habla popular y miserable 157 .

Para otras opiniones coincidentes en su valoración afirmativa, basta con remitir a


las detalladas referencias que sobre este asunto incluye William H. Shoemaker en su

154
Misericordia, p. 289.
155
Así lo reconoce “Clarín” en el capítulo ya mencionado de La literatura en 1881, cit., pp.
131-144.
156
Ibíd., pp. 136-137.
157
“Itinerario de Galdós”, Sur, XII, N.º 104, Buenos Aires, Mayo y Junio 1943, p. 76.

34
completo trabajo sobre el arte narrativo de Galdós 158 .

Pero, como ya hemos adelantado, hay otros intérpretes de la obra galdosiana que
rechazan la formulación narrativa dada por el autor a la variedad lingüística menos
culta.
Así, Conrado Muiños Sáenz, religioso con quien Galdós y “Clarín” mantuvieron
unas difíciles relaciones, llegó a afirmar en 1890:

Nada se ha inventado, en cambio, para justificar el desconocimiento del


lenguaje popular [en las novelas de Galdós] 159 .

Posteriormente, Ángel del Río 160 , al enumerar los fallos por él detectados en su
juicio sobre la narrativa galdosiana, incluye estos:

Falta de concentración; abuso del lenguaje popular, no siempre


justificado; páginas sin el más elemental aliño retórico, alternadas de párrafos
enfáticos...

Ya en nuestros días, José Pérez Vidal afirma:

La captación del habla [popular] madrileña no le resultó muy fácil [a


Galdós]. Y nunca la llegó a reproducir con entera exactitud 161 .

Si se intenta cotejar con cierto rigor estas opiniones encontradas ha de tenerse en


cuenta, para empezar, que, tanto en el caso de las opiniones favorables como en el de las
adversas, las críticas acerca del lenguaje popular galdosiano -sobre todo aquellas que
fueron emitidas en época del novelista- han de ser tomadas con bastante precaución.
Porque en el ánimo de estos críticos lo popular equivale, con mucha frecuencia, a todo
aquello que no es estrictamente académico, incluyendo también las realizaciones
correspondientes al extenso registro coloquial. Por otra parte, ha de considerarse que
Galdós no caracteriza de manera uniforme, a lo largo de sus novelas, el habla vulgar de
los personajes por él creados. Atendiendo solo a las obras de la época histórica
analizada -lo que deja fuera la etapa final de su obra, en la que el autor se dirige hacia
nuevas formas narrativas 162 -, puede definirse un proceso de intensificación y
depuración 163 , desde el esbozo que constituye La desheredada hasta la culminación del
proceso en Nazarín y Misericordia 164 . En estas dos novelas la representación de lo
158
The Novelistic Art of Galdós, Valencia, Albatros Hispanófila, 1980, I, pp. 182-194.
159
“Realismo galdosiano, IV”, La Ciudad de Dios, XXII, 1890, p. 515.
160
Introducción a su ed. de Torquemada en la hoguera, Nueva York, Instituto de las Españas en
los Estados Unidos, 1932, p. xli.
161
Canarias en Galdós, Eds. del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979, p. 58.
162
Corresponden a lo que Casalduero denomina, en su periodización de las obras de Galdós, el
“subperíodo de la libertad”, el “período mitológico” y el “subperíodo extratemporal” (Vida y
obra de Galdós, Madrid, Gredos, 3.ª ed., 1970, p. 45). Una interpretación de la técnica
galdosiana en estos períodos de su creación novelística se encuentra en José Schraibman,
“Galdós y ‘el estilo de la vejez’ ” (Homenaje a Rodríguez-Moñino, Madrid, Castalia, 1966, II,
pp. 165-175).
163
Hasta cierto punto paralelo al que, desde el punto de vista estilístico, ya señalaba Rolf
Olbrich en sus clásicos Syntaktisch-stilistische Studien über Benito Pérez Galdós (Hamburg,
Paul Evert Verlag, 1937) para el período de 1881 a 1897.
164
Debe señalarse, además, que el tipo de vulgarismos utilizados por Galdós para caracterizar a

35
vulgar alcanza su nivel máximo de precisión y expresividad, que solo tiene paralelo en
algunos pasajes de Fortunata y Jacinta. Lo indudable es que Galdós siempre encontró
placer en la recopilación de manifestaciones correspondientes a las hablas incultas.
Testimonios de ello encontramos en las propias palabras del novelista:

Más que toda lectura me gusta ahora acercarme a un grupo de amigos, oír
lo que dicen, o hablar con una mujer, o presenciar una disputa o meterme en una
casa de vecindad, entre el pueblo... 165 .

Una tarde, al salir cansado y muy soñoliento de una de aquellas casas en


que sometí a tan duras pruebas mis humanitarios sentimientos, encontré junto a
la puerta de la calle a un señor que charlaba jovialmente con una vendedora de
gallinejas. El lenguaje de ambos me cautivó: era en la boca del caballero una
prosa urbana, graciosa, con ligeras inflexiones picantes, y en la boca de la tía
Chiripa un enjuagatorio y escupitajo de sílabas esquinadas mezcladas con
guindillas 166 .

Y también se transparentan en los hechos y pensamientos de sus criaturas de


ficción, a través de los que cuesta muy poco encontrar el reflejo literario de situaciones
vividas por el propio autor. Así sucede con un pasaje que abre el primer capítulo de
Torquemada en la cruz. Su avaro protagonista asiste a los últimos momentos de doña
Lupe, la de los Pavos; aprovechando una ligera mejoría de la enferma:

Salió él al balcón [que se abría sobre la calle de Toledo] para tomar un


poco el aire y descansar de la fatigosa guardia que montaba dede las diez de la
mañana; y allí se detuvo cerca de media hora contemplando el sinfín de coches
que volvían de la Pradera, con estruendo de mil demonios; los atascos,
remolinos y encontronazos de la muchedumbre, que no cabía por las aceras
arriba; los incidentes propios del mal humor de un regreso de feria, con todo el
vino y el cansancio del día convertidos en fluido de escándalo. Entreteníase
oyendo los dichos germanescos que, como efervescencia de un líquido bien
batido, burbujeaban sobre el tumulto, revolviéndose con doscientos mil pitos del
Santo... 167 .

sus personajes va evolucionando a lo largo de su novelística. No solo en cuanto a los ejemplos


específicos (hay vulgarismos que únicamente se documentan en las primeras novelas analizadas,
frente a otros que aparecen exclusivamente en las escritas a partir de 1890), sino en cuanto al
nivel de análisis lingüístico en el que pueden recogerse. Así -más adelante lo veremos en la
práctica-, frente a una situación más o menos estable del vulgarismo léxico, se aprecia una
evolución clara desde el predominio de las realizaciones fónicas, protagonistas fundamentales
en el primer grupo de novelas, hasta la presentación intensiva del vulgarismo morfológico que
se da en Nazarín y Misericordia. Fortunata y Jacinta queda en medio, con las representaciones
de los tres niveles de análisis equilibradas en cuanto a su presencia.
165
Son palabras de una carta de Galdós transcritas por Leopoldo Alas (Galdós. O.C. -de
“Clarín”-, tomo primero, Madrid, Renacimiento, 1912, p. 169). Encontramos ahora el
testimonio reimpreso (y prologado) por Adolfo Sotelo Vázquez, en Leopoldo Alas, “Clarín”,
Galdós, novelista, Barcelona, PPU, 1991, p. 173.
166
Benito Pérez Galdós, Guía espiritual de España, O. C., VI, Aguilar, Madrid, 1942, p. 1563.
Cf. José Pérez Vidal, “Madrileñización de Galdós”, cit., pp. 21-23.
167
Torquemada en la cruz, p. 1369. En las páginas de Prim hay otro pasaje idéntico al anterior
en su pretensión y técnica.

36
Parece evidente que, además de deleitarse con su observación, Galdós pretendió
reflejar con la mayor exactitud posible los fenómenos precisos mediante los que
pretendía dar vida literaria a este nivel de lengua. Es cierto que en ocasiones comete
errores de apreciación 168 o transcripción 169 , asigna a las hablas vulgares -y llega a
explicarlo razonadamente- un exceso de rasgos procedentes de realizaciones
dialectales 170 o atribuye a sus personajes rasgos verbales poco creíbles o exagerados,
que convierten el habla de alguno de ellos en jerigonza difícilmente comprensible 171 .
Esto, y el hecho de que Galdós, en las sucesivas correcciones de sus originales y de las

168
Así, la creación de formas vulgares muy poco probables en la realidad, como es el caso de en
cas (por ‘en casa’, opuesto al lógico en cá), salvo si lo contamos como elemento de origen
canario (cf. TLEC); de Repóblica, con cambio de timbre en la vocal tónica, excepto por una
posible influencia analógica de repoblicano; o de yeción o yección, cuya forma es casi
inexplicable. Más adelante nos referiremos a todas ellas. Manuel Muñoz Cortés se refiere a
estos últimos términos, insistiendo sobre su falta de verosimilitud, en varios de sus artículos: “El
uso del lenguaje en el episodio del Pituso” (Galdós. Centenario de “Fortunata y Jacinta”
-1887-1987-. Actas. Congreso Internacional, 23-28 de noviembre, Madrid, Facultad de Ciencias
de la Información. Universidad Complutense, 1989, pp. 569-577) y “Mímesis y reelaboración
del subestándar español en un texto de Pérez Galdós” (Actas del III Congreso Internacional de
Historia de la Lengua Española -Salamanca, 1993-, 1996, I, pp. 809-826).
169
A ello se refiere Agnes Moncy Gullón (“Fortunata y Jacinta en inglés: la lengua de Galdós”,
en Germán Gullón -Ed.-, Fortunata y Jacinta, Madrid, Taurus, 1986, p. 386) y que se
manifiesta, por ejemplo, en la vacilante representación gráfica de algunos fenómenos:
p’adelante / palante; usté’s / ustés, hespital / espital...
170
Así sucede con el andaluz, algunos de cuyos rasgos más característicos (como son las
alteraciones en la distensión silábica -papé, señó, mi arma, er fuego, fartando, malchara...-) se
presentan como típicos del habla vulgar madrileña (§ 3.1.3). Evidentemente, el andalucismo que
invadía la corte durante esta época (§ 3.2) podía servir como explicación convincente a los
fenómenos representados, tal como Galdós justifica en algunos lugares de sus obras. Así,
cuando Isidora Rufete se derrumba tras el fin de sus aristocráticas pretensiones, en su habla
comienzan a menudear los vulgarismos. Augusto Miquis se lo hace notar de este modo:

−Sí, esa voz, esas expresiones, ese acentillo andaluz... Dime: ¿qué es lo que te
queda de nobleza? (La desheredada, p. 488).

Galdós profundiza aún más sobre esta noción cuando, como ya hemos visto, el narrador
describe la causa de aquel lenguaje dejoso, “arrastrando toscamente las sílabas finales”, que
Jacinta escucha por las ventanas abiertas de la casa de Mira el Río:

Este modo de hablar de la tierra ha nacido en Madrid de una mixtura del dejo
andaluz, puesto en moda por los soldados, y el dejo aragonés, que se asimilan todos los
que quieren darse aires varoniles. (Fortunata y Jacinta, I, p. 324).

Pero la intensidad de los fenómenos descritos (especialmente la sustitución de -r por -l


en posición implosiva, mucho menos extendida -incluso entre los dialectos meridionales- que el
fenómeno opuesto) tiene ciertas dosis de exageración.
171
Caso típico es el del enano Ujo. En sus intervenciones finales dentro de las páginas de
Nazarín, llega a caracterizarse mediante tal cantidad de alteraciones fónicas (vocalizaciones) y
morfológicas que su habla llega a ser completamente caricaturesca:
−¿Quiés más? Pues cuando le pegaites la cuchillada a Lucas, el del mesón..., te
volvites guapa. Yo miraite, y no te conocei, ¡caraifa! Porque tú seis fea, Ándara, y por
fea y horrorosa te estimo yo, ¡caraifa!, y me peleo con la Verba divina por defendeite,
¡recaraifa! (Nazarín, p. 302).

37
galeradas de sus novelas, intensificara sistemáticamente la presencia de los descritos
rasgos vulgares 172 , pueden llevarnos a hablar de una ocasional hipercaracterización en
la representación del subestándar. Pero, en general, la impresión que produce la
presencia de los fenómenos propios de tal nivel en las novelas analizadas es de
verosimilitud y reproducción cuidadosa 173 . También en este sentido, la lengua de
Galdós es “su obra de arte suprema”, como llegó a proclamar Unamuno 174 .

D) Pocos son los antecedentes que, dentro de la narrativa decimonónica de la


segunda mitad de siglo, tiene La Tribuna, de Emilia Pardo Bazán, en cuanto
representante de la novela urbana ambientada fuera de Madrid 175 . En la presentación del
lugar ficticio donde su autora sitúa los hechos, Marineda, se acotan espacios destinados
al desenvolvimiento de cada una de las clases sociales que pueblan la urbe: el “Barrio
Alto” (la ciudad vieja coruñesa en la realidad) para la aristocracia tradicional, el “Barrio
de Abajo” (la Pescadería) para las clases medias, y los barrios del sur para el
proletariado que se agrupa en torno a la fábrica de tabacos 176 . Precisamente en el
protagonismo concedido a la clase trabajadora es donde La Tribuna vuelve a
presentársenos como narración innovadora 177 . Habrá que esperar a leer ciertos pasajes
de La Regenta, algunos de Fortunata y Jacinta y, ya entrados en el siglo XX,
determinadas novelas de Palacio Valdés (La aldea perdida; 1903) o de Blasco Ibáñez
(El intruso; 1904), para situarnos de nuevo en narraciones donde el proletariado vuelva
a ser retratado con rasgos definidores propios.
El papel protagonista concedido a la clase obrera marinedina -y a toda la clase
baja en general- tiene el correlato lingüístico adecuado. Emilia Pardo Bazán (lo veíamos
ya en § 2.6.1) dejó indicadas con exactitud sus intenciones al respecto dentro del
prólogo que encabezó la primera edición de su novela:

En abono de La Tribuna quiero añadir que los maestros Galdós y Pereda


abrieron camino a la licencia que me tomo de hacer hablar a mis personajes
como realmente se habla en la región en donde los saqué. Pérez Galdós,

172
Véanse los trabajos de Manuel Muñoz Cortés antes citados.
173
Así lo confirma un curioso testimonio manuscrito del propio Galdós, recogido por Francisco
Caudet en su edición de Fortunata y Jacinta seguida en este estudio (I, p. 338, n. a): al revisar
las galeradas de la Primera parte de esta novela y llegar al apartado V del capítulo IX (“Una
visita al cuarto estado”), Galdós anota al margen: “Corregir con muchísimo cuidado todo
aquello en que haya lenguaje de Izquierdo”. Los resultados obtenidos tras esta revisión
constituyen el modelo extremo de la caracterización de un personaje a través de su habla vulgar.
174
“Galdós en 1901”. La Lectura, XX, 1920, p. 76. También en De esto y aquello, Buenos
Aires, Ed. Sudamericana, 1954, p. 358.
175
El relato de Pardo Bazán sigue en el tiempo a Doña Perfecta (1876), de Galdós, pero es
anterior a muestras tan representativas de este subgénero como La Regenta (1884-85), de
“Clarín”, o Sotileza (1885), de Pereda.
176
Cf. Benito Varela Jácome, introducción a su ed. de La Tribuna, p. 45 ss.
177
Mucho se ha escrito acerca de este protagonismo, y sobre su relación con los postulados
naturalistas. Véanse, por ejemplo, Víctor Fuentes, “La aparición del proletariado en la
novelística española: sobre La Tribuna de Emilia Pardo Bazán”, Grial. Revista Gallega de
Cultura, 31, 1971, pp. 90-94; Fernando J. Barroso, “La novela experimental del proletariado: La
Tribuna (1883)”, en El naturalismo en la Pardo Bazán, Madrid, Playor, 1973, pp. 67-83; Benito
Varela Jácome, intr. a su ed. de La Tribuna, cit., p. 48 ss.; y José Sánchez Reboredo, “Emilia
Pardo Bazán y la realidad obrera. Notas sobre La Tribuna”, Cuadernos Hispanoamericanos,
351, septiembre 1979, pp. 567-580.

38
admitiendo en su Desheredada el lenguaje de los barrios bajos; Pereda,
sentenciando a muerte a las zagalejas de porcelana y a los pastorcillos de égloga,
señalaron rumbos de los cuales no es permitido apartarse ya. Y si yo debiese a
Dios las facultades de algunos de los ilustres narradores cuyo ejemplo invoco,
¡cuánto gozarías, oh lector discreto, al dejar los trillados caminos de la retórica
novelesca diaria para beber en el vivo manantial de las expresiones populares,
incorrectas y desaliñadas, pero frescas, enérgicas y donosas! 178 .

Es así como las cigarreras de la fábrica, tanto las dotadas de personalidad


literaria propia (la Guardiana, la Comadreja, Rita de la Riberilla y, naturalmente, la
propia Amparo, la Tribuna) como aquellas que actúan desde el anonimato colectivo, así
como los personajes de su misma clase social relacionados de un modo u otro con la
actividad fabril, utilizan un sistema de lengua caracterizado fundamentalmente por dos
vías: la aparición esporádica de elementos dialectales gallegos (a los que se refiere
directamente la condesa en el citado prólogo, y que hemos estudiado en otro lugar -§
2.6.1-) y, sobre todo, la acumulación de rasgos verbales correspondientes a los estratos
más bajos de la variación lingüística debida a factores socioeconómicos, que se verán
con detalle en el repertorio del uso vulgar que sigue.
Con rasgos del mismo tipo retrata doña Emilia al vulgo madrileño, que tiene un
modesto protagonismo en las páginas de Insolación. En el repertorio mencionado se
encontrarán sus manifestaciones directas. Pero la condesa también incluye una reflexión
metalingüística, más impresionista que científica, sobre esta variedad del uso popular:

Toda esta gentuza [la que ve llegar a Asís y Pacheco en el restaurant de


las Ventas], al pasar la marquesa viuda de Andrade y su cortejo, se comunicó
impresiones con mucho parpadeo y meneo de cabeza, y susurrados a media voz
dichos sentenciosos. Hablaban con el seco y recalcado acento de la plebe
madrileña, que tiene alguna analogía con lo que pudo ser la parla de Demóstenes
si se le ocurriese escupir a cada frase una de las guijas que llevaba en la boca 179 .

También el vulgarismo representado se reserva su papel caracterizador en las


novelas rurales de Emilia Pardo Bazán. En la primera de ellas, la referencia a sus
realizaciones fónicas sirve para singularizar un ambiente determinado, el de la taberna
de Cebre, cerca de Ulloa, donde

... el día de la fiesta, se oía hablar de libertad de cultos, de derechos


individuales, de abolición de quintas, de federación, de plebiscito
-pronunciación no garantizada, por supuesto- 180 .

En los demás casos, la presencia de los rasgos de lengua vulgar tiene el mismo
fin que se acaba de ver en La Tribuna o en Insolación, es decir, presentar a los
personajes de las novelas, fundamentalmente a los representantes de las clases sociales
más desfavorecidas.
Los modelos de realización vulgar son aproximadamente los mismos en las
novelas urbanas y en las narraciones campesinas. La diferencia entre unas y otras reside
en la cantidad de fenómenos vulgares documentados en Los Pazos de Ulloa y La madre
Naturaleza, muy inferior a la que reflejan las páginas de la novela ambientada en
178
La Tribuna, p. 59.
179
Insolación, p. 256
180
Los Pazos de Ulloa, p. 344. La cursiva es mía.

39
Marineda e incluso que las situadas en Madrid. Tal diferencia se corresponde, en
términos inversos, a la que también separa ambas parejas de narraciones en cuanto a la
presencia de elementos dialectales (§ 2.6.2). Sin salir en ningún caso de la clase social
baja, la primacía narrativa del proletariado urbano implica, en la definición verbal de los
personajes que protagonizan La Tribuna o Insolación –descontado en esta última el
caso del gaditano Pacheco-, una superioridad de los rasgos de lengua correspondientes a
la variación diastrática. Por su parte, el papel principal de los personajes rurales que
intervienen en Los Pazos de Ulloa y en La madre naturaleza tiene como consecuencia
la ventaja de los rasgos en los que se funda la variación geográfica.

E) Pocas veces asoman a las páginas de las novelas de “Clarín” realizaciones


propias del lenguaje vulgar transcritas en su literalidad por el autor. Es muy posible que
esto se deba a la prevención manifestada por Leopoldo Alas con respecto al uso
excesivo de rasgos vulgares de habla en el lenguaje narrativo (véase, antes, § 3.1.1).
Cinco son las escenas de La Regenta en que el español subestándar
-especialmente en su plano fónico, como después podremos comprobar (§ 3.1.3)- salta
al primer plano en boca de ciertos personajes secundarios de la novela. Las dos
primeras 181 tienen como protagonistas a la cuadrilla de pilluelos vetustenses constituida
por el monaguillo Celedonio y sus compañeros, delanteros de diligencia, Bismarck y
Chiripa, personajes que aparecen en otros lugares de la narrativa clariniana 182 . La
tercera se basa en las palabras de otro grupo de chiquillos que juegan en la calle
mientras el magistral acecha al grupo que acompaña a Ana Ozores 183 . La cuarta
corresponde a otra intervención de Pepe, el casero de la finca de los marqueses de
Vegallana 184 , en boca de quien, como ya habíamos visto (§ 2.1.2), “Clarín” situaba la
actuación con mayor sabor dialectal de la obra. El narrador, por su parte, presenta una
intencionada selección léxica en el único pasaje de la obra que presenta el proletariado
urbano de Vetusta: el paseo por el boulevard de la Regenta con su criada:

A ellas [a las mujeres del pueblo que frecuentaban el paseo] les solía
parecer bien un piropo de un estudiante o de un hortera; pero la indignación
fingida era mayor cuando un levita se propasaba y siempre acompañaba a la
protesta del pudor el sarcasmo. Aquellas jóvenes, que no siempre estaban
seguras de cenar al volver a casa, insultaban al transeúnte que las llamaba
hermosas, suponiendo que el futraque tenía carpanta, o sea hambre 185 .

. El fin perseguido por “Clarín”, tanto de forma directa como a través del discurso
del narrador, en estos pasajes de su novela, es decir, la representación del habla vulgar,
está, en líneas generales, asegurado. El tono desvalorizador que presentan los

181
La Regenta, pp. 5-6 y 134.
182
Celedonio es el enemigo declarado de Pipá, otro chiquillo callejero -trasunto de un personaje
real del Oviedo clariniano, según confiesa el propio Leopoldo Alas en su respuesta a las
acusaciones de Luis Bonafoux titulada Mis plagios (que, junto con el artículo Un discurso de
Núñez de Arce, constituye el número IV de los Folletos Literarios clarinianos, publicado en
1888)- en la narración breve que encabeza el volumen del mismo título, aparecido en 1886.
Chiripa, por su parte, protagoniza uno de los relatos (titulado, precisamente, “La conversión de
Chiripa”) que componen la colección de Cuentos morales aparecida en 1896.
183
La Regenta, pp. 388-389.
184
La Regenta, p. 787.
185
La Regenta, p. 225

40
fragmentos aludidos se potencia mediante la selección de vocablos empleados por el
narrador. Así sucede en el primero de ellos, con el que se abre la novela. El narrador
acompaña las intervenciones directas de los chicos de la tralla con subrayados
negativos:

−¿Mia tú, Chiripa, que dice que pué más que yo!- dijo el monaguillo, casi
escupiendo las palabras; y disparó media patata asada y podrida a la calle
apuntando a un canónigo, pero seguro de no tocarle.
−¿Qué ha de poder! -respondió Bismarck, que en el campanario adulaba
a Celedonio y en la calle le trataba a puntapiés 186 .

Y, aunque exceda del análisis puramente lingüístico, debe observarse que estos
términos negativos surgen en la novela precisamente en el momento en que, con el fin
de alejarse voluntariamente de la omnisciencia narrativa 187 , “Clarín” presenta de manera
indirecta 188 al magistral de la catedral vetustense, personaje que el desarrollo de la
novela va a caracterizar con las tintas más negras. Es una manifestación de la secuencia
poesía-ironía-análisis psicológico que, aplicada en este caso a la presentación de Fermín
de Pas, caracteriza el estilo y la técnica de La Regenta 189 .

Un extremo que precisa de más extensa glosa es la relación de estas


formulaciones populares con otras de las que ya hemos hablado (§ 2.1.2), los
dialectalismos asturianos presentes en la novela. Se ha puesto de relieve 190 la
inconsecuencia que supone en el texto presentar el empleo de estos rasgos de la lengua
popular completamente aislados de las realizaciones dialectales antes reseñadas, sobre
todo si recordamos un hecho que por evidente no necesita más comentario: es
precisamente en los hablantes de los niveles sociaes más bajos, aquellos que presentan
mayor número de vulgarismos, donde también aparece el mayor número de
realizaciones dialectales. ¿Por qué, pues, esta artificiosa separación entre unos y otros
fenómenos?
La explicación propuesta por Neira 191 (para el pasaje de los chicos de la tralla
vetustenses, que es extensible al de los chiquillos que juegan en la calle) parece
convincente: “Clarín no pretendía una reproducción rigurosa [aunque, como hemos
comprobado, sí es bastante completa o, al menos, tan amplia como pudiera esperarse en
cualquier autor de la época] del habla de unos personajes, marginales en su relato, como
lo eran en la sociedad que allí se describe. Les dota de ciertas caraterizaciones
lingüísticas suficientes que denoten su adscripción a un grupo concreto. Por otra parte,
es en la zona de los grandes núcleos [asturianos] donde la mezcla de vulgarismos

186
La Regenta, p. 5. Las cursivas son mías.
187
Véase Juan Oleza, Introducción al vol. I de su edición de La Regenta, cit., p. 94.
188
Sobre esta técnica (“The indirect delineation of character through the opinions of others”),
véase John Rutherford, Leopoldo Alas. La Regenta, London, Grant & Cutler Ltd., 1974, p. 31
ss.
189
Véase Frank Durand, “Dimensiones irónicas y estéticas en el estilo de La Regenta”,
“Clarín” y su obra en el Centenario de “La Regenta”. Actas del Simposio Internacional,
Barcelona, 1985, pp. 145-161.
190
Cf. Jesús Neira, “La función del disparate lingüístico y del dialectalismo en La Regenta”, Los
Cuadernos del Norte, 23, 1984, p. 62; Rodrigo Grossi Fernández, “Algunos motivos asturianos
en Clarín”, III Simposio de lengua y literatura españolas para profesores de Bachillerato,
Oviedo, 1983, p. 123.
191
“La función del disparate lingüístico”, cit., p. 62.

41
castellanos y asturianismos es mayor”. Se trata de una explicación paralela a la que,
desde una perspectiva más general, propone Alberto Vàrvaro 192 : el autor de textos
literarios creados con intención de reproducir peculiaridades dialectales no muestra, por
lo común, la totalidad del repertorio lingüístico existente en el área geográfica de la que
se ocupa, sino el registro (de origen geográfico o, como en el caso de “Clarín”, social)
que en cada caso le interesa destacar sobre los demás. Esta “especialización lingüística”
es llevada a su extremo en el caso de Pepe, el guarda del Vivero, capaz de expresarse en
un registro plenamente representativo de las hablas dialectales asturianas en un
momento dado y, pocas páginas después, aparecer como representante del nivel popular
general del castellano. En todo caso, es pertinente recordar una vez más los intereses
primarios que persiguió Leopoldo Alas en el momento de componer su novela. Tanto
los rasgos dialectales analizados páginas atrás como, ahora, los representativos de usos
lingüísticos populares, son simples pinceladas caracterizadoras, subordinadas a los
intereses mucho más amplios, de alcance universal, que guiaron a “Clarín”.

F) La interacción entre rasgos correspondientes al origen geográfico de los


hablantes y su baja extracción sociocultural también se da en las novelas andaluzas de
Armando Palacio Valdés. Algunos fenómenos que otros autores definen como
característicos del nivel vulgar (pérdidas de -d- y -d, reducciones vocálicas...) han sido
presentados por el novelista asturiano como manifestaciones del dialectalismo andaluz
(§ 2.3.2). Explica esta inclusión el hecho de que, pese a darse preferentemente en
personas de clases sociales bajas, los mencionados rasgos aparecen también en el habla
de otros personajes mejor situados en la escala social presentada por La hermana San
Sulpicio: las hermanas Anguita, la propia Gloria, Daniel Suárez, y coinciden, claro está,
con los rasgos definidos para las hablas andaluzas en todas las obras clásicas sobre esta
variedad diatópica del español.
Hay, sin embargo, otros rasgos de las novelas de Palacio Valdés ambientadas en
Andalucía que, tanto por reducir su empleo a personajes de muy baja extracción social
como por ser, en principio, ajenos a la norma andaluza culta, han de considerarse
característicos del uso vulgar.
Al enunciado de este uso preciso se refiere Palacio Valdés en varios pasajes de
La hermana San Sulpicio. Por ejemplo, cuando describe la voz de la monja protagonista
al entonar una canción popular:

Era una voz algo gangosa, si bien se conocía que salía así, más que por
ser natural, por la voluntad de parecerse e imitar las voces de las mujeres del
pueblo 193 .

O en el momento de presentarnos a un personaje que va a ser crucial en el relato,


Paca, la antigua niñera de Gloria:

Al trasponer la puerta exterior, una mujer del pueblo, que sin duda me
aguardaba, vino a mi encuentro, diciéndome con el acento exagerado de la plebe
andaluza:
−Señorito, perdone su mersé. ¿No e su grasia don Seferino? 194 .
192
“La dialettologia e le letterature dialettali: ragioni di un divorcio”, en La parola nel tempo.
Lingua, società e storia, Bolonia, 1984, pp. 233-242.
193
La hermana San Sulpicio, p. 52.
194
La hermana San Sulpicio, p. 99.

42
Junto a declaraciones como estas aparece, bien documentada en la obra, la
representación directa de los rasgos de lengua vulgares, que se dan en todos los niveles
de análisis lingüístico, como veremos en el registro general que aparece después (§
3.1.3).

En las páginas de José, Palacio Valdés parece demostrar un gran recato a la hora
de representar las manifestaciones lingüísticas correspondientes al nivel vulgar de la
lengua. Solo un vocablo aparece en la obra sistemáticamente deformado en su fonética,
señá (< señora), utilizado como forma de tratamiento para Isabel, la madre de Elisa.
Pero su uso continuo, tanto en labios de los personajes como del narrador, hace que
pierda toda connotación vulgarizante.
Incluso en las escenas caracterizadas por su crudeza, los intercambios
lingüísticos entre personajes de baja extracción social se muestran ásperos, desabridos,
pero nunca señalados por el uso de formas lingüísticas degradadas:

−¡Lo sabemos todo!..., ¡todo! [le grita Teresa a su hijo José, echándole en
cara que le vende el pescado demasiado barato a su futura suegra Isabel]
Sabemos que me has estado engañando miserablemente desde que comenzó la
costera, gran tuno; que estás regalando el bonito a esa bribona, mientras tu
madre está trabajando como una perra, después de haber sudado toda su vida
para mantenerte...
[...]
−Soy dueño de dar lo que es mío a quien me parezca. Usted, madre, no
tiene razón ninguna para quejarse... Hasta ahora lo que he ganado ha sido de
usted...
−¿Y me lo echas en cara, pícaro? -gritó aquella cada vez más furiosa-.
¡No me faltaba ya más que eso!... Después de haber pasado tantos trabajos para
criarte; después de quemarme la cara al pie de las calderas, y andar arrastrada de
día y de noche para llevarte a ti y a tus hermanas un pedazo de pan, ¿me insultas
de ese modo?... 195 .

Es más; si llega el caso en que el cruce de insultos o palabras malsonantes es


inevitable, Palacio Valdés se limita a darnos cuenta de tal intercambio, pero evitando su
reproducción literal o aproximada. Lo hace recurriendo a deícticos encubridores:

−Calla, tonta, calla -decía la señá Isabel sin caérsele la sonrisa de los
labios-. Vamos, por lo visto, tú quieres que te llame aquello... 196 .

A suspensiones muy oportunas:

−¡Ya me parecía que aquí había de andar la mano del señor de la gran
casa de m...! -exclamó la maestra 197 .

O bien, mucho más frecuentemente, a descripciones externas del intercambio


verbal:

195
José, pp. 100-101.
196
José, p. 126. La cursiva es del autor.
197
José, p. 190.

43
Y [el Corsario, uno de los compañeros de José en su lancha] se tendió de
nuevo, gruñendo feos juramentos 198 .

¡Eran de oír los denuestos y los insultos que salían vibrantes y agudos de
la boca de la viuda [Teresa, la madre de José] contra el imprudente censor! 199 .

El furor de Teresa había llegado al punto máximo; las injurias que salían
de su boca eran cada vez más groseras y terribles 200 .

Descripciones, que, por cierto, también aparecen en las páginas de La hermana


San Sulpicio, combinadas en este caso con los recursos del lenguaje vulgar reseñados:

La Carbonera [una de las mujerzuelas de Tablada] dio un grito y se llevó


la mano al sitio de donde brotaba la sangre. Las atrocidades que salieron de sus
labios no son para dichas 201 .

El Naranjero [uno de los chulos del mismo lugar], que por lo que noté
oficiaba de gracioso, se distinguía de los otros por la multitud de frases burdas,
obscenas, pero extrañas, propias de una imaginación descompuesta, que sin
cesar profería 202 .

En La fe, Palacio Valdés parece querer darse la razón a sí mismo, y nos presenta
a un cochero que habla como tal, dándole al Sr. Navarrete en la práctica la lección que
antes le enseñaba en la teoría. Más adelante (§ 3.1.3) se verá qué materiales del nivel
vulgar utiliza el narrador de Laviana.

G) También Blasco Ibáñez parece mostrarse púdico a la hora de reproducir las


palabras malsonantes de sus personajes. Así, y pese al “¡tío morral!” que Visanteta, la
criada de doña Manuela, le dirige a un atrevido vejete recién iniciada la acción de Arroz
y tartana 203 o a los “¡Cristo!” y “¡Recristo!” que Batiste y Pimentó dejan escapar con
frecuencia en La barraca, o los marineros de la Garbosa en Flor de Mayo, el narrador
suele evitar este tipo de intervenciones, limitándose a describirlas externamente:

Soltó [don Antonio Cuadros] unos cuantos pecados gordos, de aquellos


que hacían ruborizar a Teresa 204 .

Olía a vino [Rafaelito, hijo de doña Manuela], y con palabrotas de las


más soeces explicaba lo que acababa de ocurrirle 205 .

Y así estuvo [el tío Barret] hasta cerca del amanecer, cortando,

198
José, p. 67.
199
José, p. 93.
200
José, p. 126.
201
La hermana San Sulpicio, p. 197.
202
La hermana San Sulpicio, pp. 198-199.
203
Arroz y tartana, p. 265.
204
Arroz y tartana, p. 374.
205
Arroz y tartana, p. 375.

44
aplastando con locos pataleos, jurando a gritos, rugiendo blasfemias 206 .

Y momentos después, las bocas melosas convertíanse con el regateo en


orificios de retrete, que arrojaban la inmundicia del lenguaje sobre el rebelde
parroquiano 207 .

Dejando la frase en suspenso:

«¡Todo ese lujo, esa altivez que ostentáis [se dice a sí mismo Juanito],
son debidos a la trampa, a la desvergüenza, a que vuestra madre es una...!» 208 .

−Si antes no te quería [le dice el tío Juan a su hermana Manuela] porque
eras una manirrota, menos te querré ahora que eres una...; no lo quiero decir 209 .

O empleando términos eufemísticos, en valenciano o en castellano:

Pimentó [...] no pudo conservar su gravedad impasible de gran señor ante


tan inesperada noticia:
−¡Recontracordóns! 210 .

−¡Recordóns!... [dice Batiste, al ver arder su barraca] ¡Y qué bien habían


sabido hacerlo! 211 .

−¡Cordones con el marido! [dice la tía Picores] No parecía sino que su


sobrina era la que iba a buscarlo 212 .

Cuando se quiere guardar a un hombre [piensa la misma tía Picores], hay


que tener muchas agallas, ¡recordones! 213 .

En cuanto a las referencias directas al uso lingüístico popular, estas aparecen,


sobre todo, en las páginas de Arroz y tartana, donde el proletariado urbano nos es
presentado en oposición a las clases burguesas 214 . En este entorno se desenvuelven
personajes como la mencionada Visanteta y la tía Quica, que siembra de contagios
fónicos valencianos sus intervenciones en castellano (véase, antes, § 2.7.1); o Teresa,
antigua criada en Las Tres Rosas y después esposa de don Antonio Cuadros,
dependiente principal de la misma, que, pese a su considerable ascenso social, “no había

206
La barraca, p. 88.
207
Flor de Mayo, p. 72.
208
Arroz y tartana, p. 384.
209
Arroz y tartana, p. 390.
210
La barraca, p. 74.
211
La barraca, p. 224.
212
Flor de Mayo, p. 79.
213
Flor de Mayo, p. 80.
214
Cf. Enric Sebastià, València en les novel·les de Blasco Ibáñez. Proletariat i burgesia,
València, L’estel, 1966. Traducida al español en 2000 con el título La sociedad valenciana en
las novelas de Blasco Ibáñez. Proletariado y burguesía. Estudio preliminar de José A. Piqueras.
Preámbulo de José M.ª Jover. Prólogo de Joan Reglà, Alzira-Valencia, Centro «Francisco
Tomás y Valiente» U.N.E.D.

45
ascendido un solo peldaño en la escala de la vanidad”. El narrador presenta a Teresa
poniendo en su boca una serie de frases intrascendentes:

−Sí, doña Manuela; Antonio y yo hace tiempo que pensábamos visitarla a


usted y a las niñas; pero, ¡estamos tan ocupados!... ¡Vaya, vaya! ¡Qué
sorpresa!... ¡Cuánto me alegro de verla! 215 .

E inmediatamente apostilla así su intervención:

Y con esto se agotó el repertorio de frases de la buena mujer, que se


sentía cohibida en presencia de la señora, hablando poco por temor a decir
disparates y atraerse el enojo de su esposo, a quien admiraba como modelo de
finura y buen decir 216 .

El grueso de las realizaciones vulgares lo sitúa Blasco Ibáñez en una subclase


social específica, la de los churros, trabajadores aragoneses que han llegado a Valencia
buscando trabajo (véase, antes, § 2.7.1). La caracterización inicial de esta clase
proletaria, en el arranque de la novela urbana, incide directamente sobre su
pronunciación vulgar.

−¡Mia, chiquio, qué pájaro!... ¡Cómo se menea!... 217 .

Decía el viejo aragonés que pretendía dejar abandonado a su hijo ante la iglesia
de los Santos Juanes, sistema por el que, como nos explicaba Blasco, tuvieron que
buscarse la vida tantos churros en la ciudad de Valencia.
Uno de los más ilustres representantes de estos chicuelos abandonados es don
Eugenio García, fundador de Las Tres Rosas, de quien un familiar suyo, que no se había
movido del pueblo, decía con indignación, mezclando las alusiones irreverentes a una
sugerente monoptongación en la palabra pues:

¡Otra que Dios!... ¿Y aún se quejaba? ¿Pus si no le hubiesen abandonado


sería él ahora comerciante con tienda abierta? 218 .

Otro emigrante aragonés, también de los privilegiados que habían triunfado en


Valencia (no como aquellos otros menos conocidos, pero más numerosos, que, según
Blasco, “habían emprendido el viaje para morir en un hospital, vegetar toda la vida
como dependientes de corto sueldo o sentar plaza en el ejército de Cuba” 219 ), era don
Melchor Peña, Melchorico, que

... oíase llamar torpe a todas horas [por su esposa, doña Manuela] porque
en las visitas cerraba la boca, o si la abría era para soltar ingenuidades y
franquezas que recordaban su origen 220 .

El uso vulgar, por otra parte, no afecta solo al castellano. Veíamos ya (§ 2.7.1)
215
Arroz y tartana, p. 268.
216
Arroz y tartana, p. 268.
217
Arroz y tartana, p. 271.
218
Arroz y tartana, p. 273.
219
Arroz y tartana, p. 272.
220
Arroz y tartana, p. 280.

46
cómo la tía Quica, hablando en español, manifiesta interferencias del valenciano; pero
del valenciano popular, como lo demuestra el término siñora, realización contraria al
normativo senyora, que aparecía en su parlamento 221 . Y la misma forma, esta vez en
masculino, reaparece en La barraca, utilizada ahora por Tonet:

¡Bon día, siñor Batiste! 222 .


.
Y por uno de los chiquillos de la escuela:

¡Ay! ¡Ay!... Siñor maestro. «Morros d’aca» me pellisca 223 .

3.1.3. Repertorio del español subestándar decimonónico

En las páginas que siguen se registran, debidamente documentados, los


fenómenos del español subestándar -en sus tres planos de análisis: fónico,
morfosintáctico y léxico-semántico- que los autores de la novela de la Restauración
seleccionaron como rasgos definidores en sus narraciones 224 . No es oportuno volver a

221
Arroz y tartana, p. 287.
222
La barraca, p. 117.
223
La barraca, p. 147.
224
En el análisis de los hechos correspondientes a esta variedad de lengua se da cuenta de todos
aquellos fenómenos a ella asimilables sin excesiva dificultad, puestos en boca de los personajes
o a estos referidos por el narrador y considerados significativos por el novelista. No hay
excesivas dificultades en cuanto a tal atribución en lo relativo a los rasgos fónicos y
morfológicos: la intencionalidad de los autores al reproducirlos suele manifestarse con bastante
nitidez: cuando, por ejemplo, Galdós transcribe dinidá o desapartarse (y más si encarga a la
imprenta que realce gráficamente la palabra en cuestión), está claro que los fenómenos
lingüísticos subyacentes bajo estas transcripciones son para él característicos del tipo de lengua
vulgar correspondiente al personaje que en cada caso emite esas palabras, al menos en su época.
(Apenas hace falta advertir que los fenómenos de este tipo y su consideración social han
evolucionado desde los años a los que se refiere el presente estudio; la omisión del fonema /d/
en los participios masculinos de la primera conjugación, por ejemplo, que Pereda o Galdós
sitúan solo en el habla de las clases más bajas, se encuentra hoy en día muy a menudo en
realizaciones verbales propias de personas en teoría representantes de los estratos distinguidos;
la formación de la palabra ministra, considerada entonces como inequívocamente popular, en
nuestros días está plenamente aceptada en todos los niveles de lengua). El problema se plantea
sobre todo en el nivel léxico, donde -dado su carácter de repertorio abierto- el límite que separa
la naturaleza de unos fenómenos de la que corresponde a otros es rara vez totalmente nítido. En
lo que a tal nivel lingüístico se refiere, lo vulgar es, en palabras de Manuel Seco, “solo un
componente, caracterizado por la connotación inculta que el hablante medio descubre
inmediatamente en la expresión de este tipo” (Arniches y el habla de Madrid, p. 142). Así pues,
para seleccionar los usos inequívocamente vulgares en este segmento de la lengua hemos
seguido un criterio restrictivo. Únicamente aquellos fenómenos mediante los que los novelistas
intentan representar de manera voluntaria (directamente o a través de sus personajes) un entorno
especialmente bajo o bien la escasa formación cultural de los hablantes tendrán cabida en
nuestra relación, prescindiendo de los rasgos -a veces muy numerosos- correspondientes a un
mucho más indefinible lenguaje popular y de aquellos otros -todavía más numerosos y
complejos- que pueden inscribirse dentro del registro coloquial del habla. La exposición así
resultante tendrá, por tanto, la ventaja de contener formas que, prácticamente sin discusión,
corresponden el nivel vulgar de la lengua (incluyendo elementos extraídos de las hablas

47
discutir su validez como documentos únicos sobre los que reconstruir el estado de
lengua general en aquel particular momento histórico. En todo caso, su presentación
conjunta y organizada proporciona datos valiosos para tal reconstrucción, ahora más
fácil que antes 225 .

A) Rasgos analizables en el nivel fónico

Vocalismo

1. Vocales tónicas

- Variaciones en el timbre de la vocal 226 : ánde 227 , mesmo, mesmamente 228 ,


repóblica 229 , semos 230 .

marginales, sobre todo de germanía y caló). Por el contrario, el repertorio resultante correrá el
riesgo de ser considerado como simplemente indicativo, al excluir por principio muchos
fenómenos que en determinadas situaciones entrarían de lleno dentro de la sintaxis o el léxico
vulgares, aunque otras veces escapen a ellos. No olvidemos, sin embargo, que este valor
testimonial es precisamente el que desde el principio pretendemos al describir y analizar los
fenómenos localizables en las novelas de la Restauración.
225
Cuando exista más de un fenómeno reseñable en una misma palabra o expresión, esta tendrá
más de una entrada en el repertorio. Lo mismo sucederá cuando un fenómeno pueda ser
interpretado de diferentes modos (prótesis y adición de prefijo, por ejemplo).
Las variantes flexivas de las palabras se reducen a la forma canónica (el infinitivo
verbal, el singular en palabras que aparezcan en plural, etc.). Se exceptúan los casos en que tal
reducción pueda afectar a la manifestación del fenómeno, directa o indirectamente (por
asimilación, disimilación, etc.).
226
Espinosa, I, pp. 79-86. Muñoz Cortés, pp. 38-44. Joseph A. Fernández, p. 112.
227
Adónde > aónde > ánde. Insolación, p. 266 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
Sotileza, p. 142 (hombre del paredón de la calle Alta). Seco, p. 39.
228
‘Mismo’, y a partir de él, ‘mismamente’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 31
(Carpio), 211 (Barriluco), 321 (Patricio Rigüelta). Peñas arriba, atribuido a Chisco (en 10
ocasiones), a Facia (6 veces), a Pito Salces (dos veces), a Chorcos (dos veces), a don Sabas y al
Tarumbo (una vez cada uno). Sotileza, pp. 85, 86 (Sula), 212, 226, 450 -2 veces- (tío Mechelín),
177 (Colo), 210, 264, 332, 333 -2 veces-, 334 -2 veces-, 335, 336, 337 -2 veces-, 356, 454
(Cleto), 211, 335, 402 (Silda), 226 (mujer de Cleto), 245, 340, 347, 399 (tía Sidora), 312, 366 -2
veces-, 368 (Carpia), 323 (Muergo, 2 veces). Marianela, p. 177 (Felipe Centeno). El doctor
Centeno, p. 98 (narr. > Felipe Centeno). Fortunata y Jacinta, I, p. 339 (José Izquierdo).
Nazarín, pp. 272 (enano Ujo), 259 (Paco Pinto, antiguo novio de Beatriz), 316 (ladrón). El
abuelo, p. 444 (la Marqueza). La fe, pp. 312, 313 (Lico, cochero). La hermana San Sulpicio, pp.
163, 213 (Paca). En cuanto arcaísmo, cf. G.ª de Diego, p. 317; Espinosa, I, p. 83-84; Joseph A.
Fernández, p. 115.
229
‘República’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 337 -dos veces-, 341 -dos veces-, 349 -dos veces-
(José Izquierdo). Esta alteración en posición tónica, poco frecuente, puede producirse por
analogía con repoblicano, documentado después (Joseph A. Fernández, p. 117, n. 10).
230
‘Somos’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 332 (Habitante de Coteruco). Sotileza,
pp. 142 (hombre del paredón de la calle Alta), 340 (tía Sidora). Fortunata y Jacinta, I, p. 369
(José Izquierdo); II, p. 514 -dos veces- (Fortunata). Nazarín, pp. 200 (Beatriz), 259 -dos veces-
(Paco Pinto, antiguo novio de Beatriz). Misericordia, pp. 75, 78, 79 (mendigos iglesia de San
Sebastián). La hermana San Sulpicio, p. 197 (Primo). La barraca, p. 95 (jornalero aragonés de
la huerta). Ya del latín simus, según Suetonio. Espinosa, I, p. 83-84 (arcaísmo). G.ª de Diego, p.
317. Seco (pp. 85-86) atribuye semos a analogía con vemos, tenemos.

48
- Reducción de diptongos 231 : butre 232 , cencia 233 , comenencia 234 , concencia 235 ,
manque 236 , mu 237 , pos 238 , pus 239 , respetoso 240 .
- Diptongación 241 : ajuego 242 , Congrieso 243 , correspondiencia 244 , diferiencia 245 ,
entendiente 246 , pléitica 247 .
- Reducción de hiatos 248 primarios: ¿oyúste? 249 , eciomo 250 , pantión 251 , pior 252 ,
rial 253 .

231
Espinosa, I, pp. 106-121. G.ª de Diego, p. 314. Muñoz Cortés, p. 47. Seco, pp. 35-37. Joseph
A. Fernández, p. 112.
232
‘Buitre’. Peñas arriba, pp. 341 (narr. > Chisco), 466 (Facia).
233
‘Ciencia’. Nazarín, p. 264 (Ándara).
234
‘Conveniencia’. Sotileza, p. 113 (tío Mechelín). Fortunata y Jacinta, I, pp. 342 (José
Izquierdo), 666 (Mauricia la Dura). Nazarín, p. 260 (Paco Pinto). G.ª de Diego, p. 319, lo
interpreta como confusión de sufijos -iencia / -encia.
235
‘Conciencia’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 251 (Gildo Rigüelta), 252 -dos
veces- (Patricio Rigüelta). Sotileza, p. 397 (tía Sidora).
236
‘Aunque’. Nazarín, pp. 277, 302 (enano Ujo). Según Corominas-Pascual (s.v. aún), arcaísmo
resultante de cruce de anque con mas. Arcaísmo, también según Lapesa (Historia de la lengua
española, Madrid, Gredos, 8.ª ed., 1980), p. 472.
237
‘Muy’. El doctor Centeno, p. 388 (-dos veces- Rosa Ido). Fortunata y Jacinta, I, pp. 130
-tres veces (Eulalia Muñoz)-, 345; II, pp. 471, 498 (José Izquierdo). Miau, p. 279 (Luisito
Cadalso). Misericordia, pp. 84 (mendigo Pulido), 226 (gitano Puente de Toledo). Insolación, p.
151 (tabernera en pradera de San Isidro). La Regenta, p. 6 (Bismarck). La hermana San
Sulpicio, pp. 100, 170 (Paca), 151 (Daniel Suárez).
238
‘Pues’. Peñas arriba, en boca de Chisco (9 veces), Facia (3 veces) y el Tarumbo (una vez).
Sotileza, pp. 142 (mozo del paredón de la calle Alta), 323, 346, 347 (Muergo), 331, 336 -2
veces-, 337, 455 (Cleto), 340, 393, 395, 401 (tía Sidora), 367 (Sargüeta), 408 (Reñales), 450 (tío
Mechelín). Torquemada en la hoguera, p. 1364 (Tía Roma).
239
‘Pues’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 236, 398 (Carpio). Sotileza, pp. 209, 215
(Colo), 225, 259, 315, 333 -3 veces-, 336 (Cleto), 318 -2 veces-, 319 -2 veces- (Muergo), 329
(Pachuca), 366 (Carpia), 399 (tío Mechelín), 409 (Reñales). Insolación, pp. 256 –2 veces-, 257,
258, 264, 269 -2 veces-, 270, 271 (gente en el restaurant de las Ventas). El cuarto poder, p. 253
(gente del pueblo, en Sarrió). Arroz y tartana, p. 273 (pariente de Eugenio García).
240
‘Respetuoso’. Fortunata y Jacinta, II, p. 412 (Encarnación, hija de Segunda). El abuelo, p.
443 (la Marqueza).
241
G.ª de Diego, p. 318. Joseph A. Fernández, p. 117, n. 13.
242
‘Ahogo’. Peñas arriba, p. 455 (Facia). Sotileza, pp. 71 (Sula y Cole), 72, 74 (Cole).
243
‘Congreso’. Misericordia, p. 67.
244
‘Correspondiencia’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 177 (D. Gonzalo).
245
‘Diferencia’. Fortunata y Jascinta, I, p. 482 (Maximiliano Rubín > Fortunata). Misericordia,
pp. 288 (Juliana), 289 (Obdulia > Juliana).
246
‘Intendente’. El doctor Centeno, p. 192 (Juanito del Socorro).
247
‘Práctica’. Fortunata y Jacinta, II, p. 92 (Fortunata).
248
Espinosa, I, pp. 123-125 y 339-341. Spaulding, p. 236. Muñoz Cortés, pp. 48-49. Seco, pp.
39, 48. Álvarez Martínez, p. 538. Joseph A. Fernández, p. 112.
249
‘¿Oyó usted? La Tribuna, p. 243 (cigarrera).
250
‘Eccehomo’. La Regenta, p. 787 (Pepe, guardián del Vivero).
251
‘Panteón’. Insolación, p. 257 (gente en el restaurant de las Ventas).
252
‘Peor’. Peñas arriba, p. 456 (Facia). Sotileza, pp. 209 (Colo), 336 -2 veces- (Cleto), 392 (tío
Mechelín). Fortunata y Jacinta, I, pp. 337 -dos veces-, 347 (José Izquierdo). Torquemada en la
cruz, p. 1436 -dos veces- (mendigo).
253
‘Real’. Fortunata y Jacinta, I, p. 366 (Severiana, hermana de Mauricia la Dura).
Misericordia, pp. 79 (mendigos iglesia de San Sebastián), 150 (Pedra). Insolación, pp. 257
(gente en el restaurant de las Ventas), 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).

49
- Reducción de hiatos secundarios (posteriores a la pérdida de un sonido
intermedio): atrancás 254 , bofetá 255 , boqueá 256 , ca 257 , cerrá 258 , chiquio 259 ,
colorá 260 , desampará 261 , desconsiderá 262 , diquiá 263 , entodía 264 , fuas 265 ,
honrás 266 , hubiás 267 , iniquidás 268 , mia 269 , miala, miale 270 , na 271 , pa 272 , paices,
paice... 273 , patá 274 , piazo 275 , pintá 276 , pue, pues 277 , quio, quie, quies 278 , señá 279 ,

254
‘Atrancadas’. Insolación, p. 257 (gente en el restaurant de las Ventas).
255
‘Bofetada’. La desheredada, p. 153 (pillo de la calle). Insolación, p. 135 (chica del
merendero de San Isidro). La Regenta, p. 6 (Chiripa).
256
‘Boqueada’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo).
257
‘Casa’. Siempre en la construcción en cá de. Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo).
Misericordia, pp. 78, 79 (mendigos iglesia de San Sebastián), 225 (mendiga Burlada). Joseph
A. Fernández, p. 115 (arcaísmo).
258
‘Cerrada’. Insolación, p. 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
259
‘Chiquillo’. Realidad, p. 104 (Leonor, la Peri). Arroz y tartana, p. 271 (viejo aragonés).
260
‘Colorada’. Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
261
‘Desamparada’. Sotileza, p. 124 (tía Sidora).
262
‘Desconsiderada’. Misericordia, p. 226 (gitano del Puente de Toledo).
263
De aquí a > Diaquí a > Diquiá. Fortunata y Jacinta, I, p. 210 (Jacinta > Fortunata).
264
‘Entodavía’. Sotileza, pp. 331 (Cleto), 346 (Muergo). Variante popular de todavía. DCECH,
s.v. todo.
265
‘Fueras’. Misericordia, pp. 75, 81 (mendigos iglesia de San Sebastián).
266
‘Honrada’. Misericordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián). Insolación, p. 258
(gente en el restaurant de las Ventas).
267
‘Hubieras’. Misericordia, p. 86 (mendigos iglesia de San Sebastián).
268
‘Iniquidades’. La Tribuna, p. 241 (Amparo).
269
‘Mira’. Sotileza, pp. 146, 147 (Mocejón), 177 (Colo). Marianela, pp. 146 -2 veces-, 148 -2
veces- (Felipe Centeno). La desheredada, pp. 153 (chiquillo de la calle), 160 -dos veces-, 252,
450 -cuatro veces- (Pecado). El doctor Centeno, pp. 377, 378 (Juanito del Socorro). Fortunata y
Jacinta, I, pp. 666 (Papitos); II, p. 179 -dos veces- (Mauricia la Dura). Miau, pp. 61, 62, 123
(Murillito). La fe, p. 313 (Lico, cochero). Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las
Ventas). La Regenta, pp. 5, 6 -dos veces- (Celedonio). Arroz y tartana, p. 271 (viejo aragonés).
270
‘Mírala, mírale’. Insolación, p. 257, 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
271
‘Nada’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 340, 341-342 -tres veces-, 374 -dos veces- (José
Izquierdo). Miau, p. 273 (Luisito Cadalso). La incógnita, p. 198 (Pepe Amador, novio de la
Peri). Nazarín, p. 276 (enano Ujo). Misericordia, p. 197 (Pedra). Insolación, p. 270 (gente en el
restaurant de las Ventas).
272
‘Para’. La desheredada, p. 438 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, pp. 341, 343 -dos veces-,
369, 370 (José Izquierdo). Torquemada en la hoguera, p. 1364 (tía Roma). La incógnita, p. 198
(Pepe Amador, novio de la Peri). Nazarín, p. 276 -dos veces- (enano Ujo). Misericordia, pp. 68
(mendigo Pulido), 95 (Pedra), 280 (Antonio Zapata). Insolación, pp. 118 (chulo en la pradera
de San Isidro), 135 (chica del merendero de San Isidro), 257, 269 -3 veces-, 270 (gente en el
restaurant de las Ventas), 261, 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas). La Regenta,
pp. 6 (Celedonio), 787 (Pepe el del vivero). La fe, p. 312 –cuatro veces- (Lico,
cochero).También en pal (para él), Fortunata y Jacinta, I, p. 337 (José Izquierdo), en p’arriba,
Ibíd., p. 341 (José Izquierdo), en pa trás, Ibíd.; II, p. 485 (José Izquierdo) y en p’alante o
palante (véase pérdida /d/ intervocálica).
273
‘Parece, parecía...’. El estadio intermedio paíce se documenta en Nazarín, pp. 112 (tía
Chanfaina) y 175 (pastor camino de Móstoles). La forma diptongada en Sotileza, p. 264 (Cleto),
Fortunata y Jacinta, I, pp. 341, 343 (José Izquierdo), 501 (Papitos), 608, 610, 611, 631 -dos
veces-, 642, 664; II, p. 180 (Mauricia la Dura). Torquemada en la hoguera, pp. 1365, 1366 (Tía
Roma). Nazarín, p. 272 (enano Ujo). Misericordia, p. 67 (mendigo Pulido).
274
‘Patada’. La desheredada, p. 159 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, pp. 339, 341 (José
Izquierdo).

50
Señana 280 , tie, ties 281 , usté’s, ustés 282 , to 283 .
- Formación de hiatos: afloencia 284 .

2. Vocales átonas

Iniciales

- Variaciones en el timbre 285 (debido a asimilación y disimilación 286 , inflexión


ante yod y wau 287 , etc.): Asús 288 , ¡Jo...sús! 289 , Bicerra 290 , bichornosu 291 ,
binquizal 292 , Celiplinas 293 , cevil 294 , cochillón 295 , cubicia 296 , currienti 297 ,

275
‘Pedazo’. Sotileza, p. 278 (tío Mechelín). Fortunata y Jacinta, I, p. 348 (José Izquierdo).
Torquemada en la hoguera, p. 1366 (Tía Roma).
276
‘Pintada’. Sotileza, p. 113 (tío Mechelín).
277
‘Puede, puedes’. Fortunata y Jacinta, I, p. 373 -dos veces- (José Izquierdo). Nazarín, p. 113
(gitano). Insolación, pp. 151 (tabernera en pradera de San Isidro), 256, 257, 270 (gente en el
restaurant de las Ventas). La Regenta, p. 5 (Celedonio).
278
‘Quiero, quieres, quiere’. Sotileza, p. 146 (Mocejón). Miau, p. 241 (Luisito Cadalso).
Nazarín, pp. 272 -dos veces-, 302, 335 (enano Ujo). Insolación, pp. 151 (tabernera en pradera
de San Isidro), 270 (gente en el restaurant de las Ventas). La Regenta, p. 6 (Celedonio).
279
‘Señora’. El sombrero de tres picos, pássim (narrador y personajes, para referirse a la
protagonista femenina, la señá Frasquita). El Niño de la Bola, pássim (narrador y personajes,
para referirse a la madre de Soledad, la señá María Josefa). Fortunata y Jacinta, pássim
(narrador y personajes). Tristana, pássim (en cartas amorosas de Tristana a Horacio Díaz).
Nazarín, pássim (narrador y personajes). Misericordia, pássim (narrador y personajes).
Insolación, pp. 261-263 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas). José, pássim (véase §
3.1.1). Aunque, probablemente, haya una formación analógica con señó.
280
‘Señora Ana’. Marianela, desde p. 77, pássim.
281
‘Tiene, tienes’. Sotileza, p. 74 (Muergo). El doctor Centeno, p. 98 (narr. > Felipe Centeno).
Fortunata y Jacinta, I, pp. 495, 695; II, pp. 84, 509 (Fortunata). Miau, pp. 62 (Murillito), 150
(Luisito Cadalso). Nazarín, p. 302 (enano Ujo). Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las
Ventas). La Regenta, p. 6 (Celedonio).
282
‘Ustedes’. La desheredada, p. 449 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo).
Nazarín, p. 113 (gitano). Insolación, pp. 118 -2 veces- (chulo en la pradera de San Isidro), 151
(tabernera en pradera de San Isidro), 262 -2 veces- (señá Donata, en el restaurant de las
Ventas).
283
‘Todo’. Insolación, p. 212 (portera).
284
‘Afluencia’. Fortunata y Jacinta, I, p. 337 -dos veces- (José Izquierdo).
285
Espinosa, I, pp. 86-105. Muñoz Cortés, pp. 38-44.
286
Espinosa, I, pp. 395-400. G.ª de Diego, pp. 314-315. Spaulding, p. 237. Seco, pp. 40-45.
Álvarez Martínez, pp. 539-540.
287
G.ª de Diego, p. 314. Spaulding, p. 237.
288
‘Jesús’. La Tribuna, p. 240 (Amparo).
289
‘Jesús’. La desheredada, pp. 305 -dos veces-, 445 (Sanguijuelera). Posiblemente se trate de
una variación originalmente eufemística.
290
‘[Manuel] Becerra’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 337, 341, 359 (José Izquierdo).
291
‘Bochornoso’. Peñas arriba, p. 220 (Tarumbo).
292
‘Busquizal’. Peñas arriba, p. 455 (Facia).
293
‘Filipinas’. Misericordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián).
294
‘Civil’. Fortunata y Jacinta, I, p. 345 (José Izquierdo). Nazarín, p. 175 (Pastor camino de
Móstoles).
295
‘Cuchillón’. Peñas arriba, p. 380 (Chisco).
296
‘Codicia’. Peñas arriba, p. 402 (Silda).

51
denguno 298 , descurrir 299 , deversión 300 , devertir 301 , devino 302 , dicencia 303 ,
Dimetria 304 , dimpués, dispués 305 , discutinio 306 , empío 307 , endivido 308 ,
endrómena 309 , enfanta 310 , enfeliz 311 , enfluencia 312 , enjusticia 313 , enmundicia 314 ,
entención 315 , entendiente 316 , escuru 317 , estante 318 , esterismo 319 , esterizado 320 ,
fegurar 321 , freata 322 , gubernación 323 , hespital o espital 324 , Iscuelero 325 ,
estrución 326 , jiciendu 327 , jirvor 328 , josticia 329 , lichón 330 , lición 331 , meaja 332 ,

297
‘Corriente’. Peñas arriba, pp. 385 (Chisco), 447 (Pito Salces).
298
‘Ninguno’. Sotileza, pp. 247, 333 (Cleto). La hermana San Sulpicio, pp. 197 (Primo), 198
(mujerzuela en Tablada).
299
‘Discurrir’. Peñas arriba, p. 224 (Tarumbo).
300
‘Diversión’. Sotileza, p. 363 (tío Mechelín).
301
‘Divertir’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 388 (Carpio).
302
‘Divino’. Peñas arriba, p. 455 (Facia). La fe, p. 313 (Lico, cochero).
303
‘Decencia’. La madre Naturaleza, p. 319 (Ángel de Naya, el Gallo). Insolación, p. 270
(gente en el restaurant de las Ventas).
304
‘Demetria’. Fortunata y Jacinta, I, p. 341 (José Izquierdo).
305
‘Después’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 235 (Gorio). Peñas arriba, p. 420
(Pepazos). Sotileza, pp. 83 (Muergo), 115, 213 (tío Mechelín), 315, 331 -2 veces-, 332 -2
veces-, 333, 336 (Cleto), 413 (tabernero). El doctor Centeno, p. 388 -dos veces- (Rosa Ido).
Fortunata y Jacinta, I, p. 341 -dos veces- (José Izquierdo); II, p. 385 (Papitos).
306
‘Escrutinio’. Los Pazos de Ulloa, p. 370 (alcalde de Cebre).
307
‘Impío’. La madre Naturaleza, p. 353 (Goros)
308
‘Individuo’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 337, 341, 345, 359, 368, 369; II, p. 485 (José
Izquierdo) y I, pp. 347, 378, II, p. 420 (narr. > José Izquierdo).
309
‘Andrómina’. La madre Naturaleza, pp. 81 (Antón, algebrista de Boán), 352 (Goros), 355
(Antón, algebrista de Boán).
310
‘Infanta’. Sotileza, p. 213 (tío Mechelín).
311
‘Infeliz’. Sotileza, pp. 113 (tío Mechelín), 116 (tía Sidora). Insolación, pp. 262, 263 (señá
Donata, en el restaurant de las Ventas).
312
‘Influencia’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
313
‘Injusticia’. Sotileza, p. 223 (tía Sidora).
314
‘Inmundicia’. Sotileza, p. 366 (Carpia).
315
‘Intención’. Sotileza, p. 397 (tía Sidora). La madre Naturaleza, p. 360 (Goros).
316
‘Intendente’. El doctor Centeno p. 192 (Juanito del Socorro).
317
‘Oscuro’. Peñas arriba, p. 464 (Facia).
318
‘Instante’. La hermana San Sulpicio, p. 199 (chulo en Tablada).
319
‘Histerismo’. Nazarín, p. 191 (Ándara).
320
‘Histerizado’. Nazarín, p. 194 (Ándara).
321
‘Figurar’. Sotileza, pp. 367 (Carpia), 408 (Reñales).
322
‘Fragata’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo).
323
‘Gobernación’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo).
324
‘Hospital’. Torquemada en la hoguera, p. 1349 (Inquilina Francisco Torquemada). Nazarín,
pp. 137 (Ándara), 140 (tía Chanfaina). Misericordia, pp. 81 (mendigos iglesia de San
Sebastián), 150 (Pedra).
325
‘Escuelero’. El doctor Centeno, p. 377 (Juanito del Socorro).
326
‘Instrucción’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 320 (D. Gonzalo).
327
‘Haciendo’. Peñas arriba, p. 428 (Pito Salces).
328
‘Hervor’. Peñas arriba, p. 169 (narr. > Facia).
329
‘Justicia’. Peñas arriba, p. 221 (Tarumbo). Sotileza, pp. 212 (Silda), 399 (tío Mechelín). La
Tribuna, p. 241 (cigarrera).
330
‘Lechón’. Sotileza, pp. 64, 125, 134 (tía Sidora), 135 -2 veces- (Silda).
331
‘Lección’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 53 (Sebia). Fortunata y Jacinta, I, p.
501 (Papitos).

52
melicia 333 , meliciano 334 , melitar 335 , menistro 336 , menistraor 337 , menuto 338 ,
metá 339 , minificencia 340 , minífico 341 , miquitrefe 342 , mujotros 343 , murumento 344 ,
nenguno 345 , niquitrefe 346 , nusotros 347 , peaje 348 , peano 349 , pleticar 350 , polido 351 ,
prencipal 352 , prenunciar 353 , prevocar 354 , primiso 355 , redículo 356 Regustiana 357 ,
Reimunda 358 , riferir 359 , rifigelio 360 , rigolución 361 , rigular 362 , rimpuesta 363 ,
riquilorio 364 , risueltu 365 , ritólica 366 , rufajo 367 , salabario 368 , sigún 369 ,

332
‘Migaja’. La Tribuna, p. 183 (cigarrera). DRAE (p. us.).
333
‘Milicia’. El doctor Centeno, p. 162 (Juanito del Socorro).
334
‘Miliciano’. Fortunata y Jacinta, I, p. 340 (José Izquierdo).
335
‘Militar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 331 –2 veces- (Habitante de Coteruco).
Misericordia, p. 79 (mendigos iglesia de San Sebastián).
336
‘Ministro’. El amigo Manso, p. 342 (Manuel Peña > Padre de la nodriza). Fortunata y
Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo). Insolación, pp. 256 (gente en el restaurant de las Ventas),
262 (señá Donata, en el mismo restaurant).
337
‘Administrador’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
338
‘Minuto’. La fe, p. 312 (Lico, cochero).
339
‘Mitad’. Peñas arriba, p. 225 (Tarumbo), 390 (Pito Salces). Sotileza, pp. 276 (Muergo), 340,
345, 393 (Silda), 392 (tío Mechelín), 400 -2 veces- (tía Sidora), 413 (tabernero). Fortunata y
Jacinta, II, p. 471 (José Izquierdo). La Tribuna, p. 204 -2 veces- (Carmela).
340
‘Beneficencia’. La desheredada, p. 467 (Sanguijuelera).
341
‘Magnífico’. Nazarín, p. 114 (gitano).
342
‘Mequetrefe’. Los Pazos de Ulloa, p. 135 (abad de Naya). El cuarto poder, p. 334 (mujeres
del pueblo, en Sarrió).
343
‘Nosotros’. Nazarín, p. 113 (gitano).
344
‘Monumento’. El doctor Centeno, p. 150 (Felipe Centeno).
345
‘Ninguno’. Sotileza, pp. 332 (Celto), 359 (patrón de lancha).
346
‘Mequetrefe’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 212 (Carpio) y 374 (Habitante de
Coteruco).
347
‘Nosotros’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 321, 399 (P. Rigüelta) y 391
(Carpio). Peñas arriba, pp. 390 (Pito Salces), 455, 457 (Facia). Sotileza, pp. 142 (mozo del
paredón de la calle Alta, hombre del paredón de la calle Alta), 177, 315 (Colo), 359 (patrón de
lancha). Insolación, p. 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
348
‘Badajo’. Misericordia, p. 150 (Pedra).
349
‘Piano’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 53 (Sebia).
350
‘Platicar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 340 (José Izquierdo).
351
‘Pulido’. Sotileza, p. 115 (tío Mechelín).
352
‘Principal’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 125 (D. Gonzalo).
353
‘Pronunciar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 316 (Alcalde de Coteruco).
354
‘Provocar’. Sotileza, p. 315 (Colo).
355
Permiso > premiso > primiso. El doctor Centeno, pp. 387, 390 (Rosa Ido).
356
‘Ridículo’. Morriña, p. 243 (dueño de un taller de coches).
357
‘Robustiana’. El amigo Manso, p. 326 (madre de la nodriza segoviana).
358
‘Raimunda’. Misericordia, p. 93 (Pedra).
359
‘Referir’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 237 (Gorio). Sotileza, p. 397 (tía
.Sidora)
360
‘Refrigerio’. La Tribuna, p. 167 (Chinto).
361
‘Revolución’. Misericordia, p. 84 (mendigo Pulido). Halma, p. 229 (hombre que encuentra
Urrea cerca de San Agustín).
362
‘Regular’. Torquemada en la hoguera, p. 1355 (Tía Roma).
363
‘Respuesta’. Fortunata y Jacinta, II, p. 99 (Feijoo > “como dice el payo”). La incógnita, p.
156 (narr., irónico).
364
‘Requilorio’. La madre Naturaleza, p. 352 (Antón, algebrista de Boán).
365
‘Resuelto’. Peñas arriba, p. 567 (Chisco).

53
Sigunda 370 , sospiro 371 , sostituto 372 , soterrano 373 , sotileza 374 , timineje 375 ,
tiniente 376 , tresponierun 377 , trigedia 378 , u 379 , universario 380 , veático 381 ,
Verginia 382 , vus 383 , vusotros 384 .
- Reducción de diptongos 385 : asté 386 , custión 387 , quistión 388 , Ufrasia 389 , ujero,
ujerito 390 , utosia, utopia 391 .
- Reducción de grupos vocálicos 392 : alante 393 , l’atice 394 , paicer, paicerse 395 ,
p’adelante, pa lante o palante 396 , pa tras 397 , s’a 398 , sacabaron 399 , s’anterao 400 ,

366
‘Retórica’. Doña Perfecta, p. 227 (Caballuco).
367
‘Refajo’. Sotileza, p. 450 (tío Mechelín).
368
‘Silabario’. Sotileza, p. 213 (tío Mechelín).
369
‘Según’. La fe, p. 312 (Lico, cochero).
370
‘Segunda’. Fortunata y Jacinta, II, p. 486 (José Izquierdo).
371
‘Suspiro’. Peñas arriba, p. 170 (narr. > Facia). Sotileza, p. 392 (tío Mechelín).
372
‘Sustituto’. Sotileza, p. 177 (Colo).
373
‘Subterráneo’. Misericordia, p. 202 (Benina). DRAE (p. us.).
374
‘Sutileza’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 24 (Gorio). Sotileza, p. 213 (tío
Mechelín). Y, en adelante, pássim, al convertirse en apodo de Silda. DRAE (desus.).
375
‘Tejemaneje’. Sotileza, p. 247 (Mocejón).
376
‘Teniente’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 340, 344 (José Izquierdo).
377
‘Traspusieron’. Peñas arriba, p. 421 Pepazos).
378
‘Tragedia’. La incógnita, p. 198 (narr. > Leonor, la Peri).
379
‘O’. Sotileza, pp. 83 (Muergo), 146 -3 veces-, 213, 392 (tío Mechelín), 146, 227 (Mocejón),
265, 454 -2 veces-, 455 -2 veces- (Cleto). Insolación, pp. 258 -2 veces- (gente en el restaurant
de las Ventas), 261 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
380
‘Aniversario’. El doctor Centeno, p. 191 (Juanito del Socorro). Misericordia, p. 68 (mendigo
Pulido). Igualmente explicable por cruce de palabras (véase después).
381
‘Viático’. La Tribuna, p. 143 (Carmela, amiga de Amparo).
382
‘Virginia’. Nazarín, p. 125 (Ándara).
383
‘Os’. La desheredada, pp. 153 -dos veces- (chiquillo de la pandilla del Majito), 159, 450
(Pecado). Fortunata y Jacinta, II, p. 183 -tres veces- (sillero de la casa de Mira el Río). Miau, p.
243 (Murillito). Torquemada y San Pedro, p. 1601 (Matías, tabernero). Misericordia, p. 172
(mendigos iglesia de San Sebastián). Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
384
‘Vosotros’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 261 (P. Rigüelta). Sotileza, p. 319
(Muergo).
385
Véase antes, vocales tónicas, y Seco, pp. 44, 46-47. Joseph A. Fernández, p. 112.
386
‘A usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo).
387
‘Cuestión’. La madre Naturaleza, p. 80 (Antón, algebrista de Boán).
388
‘Cuestión’. Miau, p. 123 (Murillito). Nazarín, p. 123 (Ándara). DRAE (p. us.).
389
‘Eufrasia’. Nazarín, p. 279 (campesinos).
390
‘Agujero, agujerito’. El doctor Centeno, p. 107 (Felipe Centeno). Fortunata y Jacinta, I, pp.
664, 667 (Mauricia la Dura); II, p. 261 (Fortunata). Misericordia, p. 197 (Pedra o Diega).
391
‘Autopsia’. El doctor Centeno, p. 393 (Rosa Ido, Felipe Centeno).
392
Seco, p. 48.
393
El amigo Manso, p. 327 (hermano de la nodriza segoviana). Seco, p. 41.
394
‘Le atice’. La Regenta, p. 6 (Celedonio).
395
‘Parecer, parecerse’. Sotileza, pp. 264 (Cleto), 344 (Muergo). Fortunata y Jacinta, I, pp. 341
-dos veces- (José Izquierdo), 501 (Papitos), 608, 611 -dos veces-, 631 -dos veces-, 642, 669; II,
pp. 180 (Mauricia la Dura), 518 (Fortunata). Torquemada en la hoguera, pp. 1365, 1366 (Tía
Roma). Nazarín, pp. 112 (tía Chanfaina), 175 (pastor camino de Móstoles). Misericordia, pp.
62, 67 (mendigo Pulido).
396
La desheredada, pp. 330 -dos veces-, 331 -dos veces-, 333 -dos veces-, 380, 384, 410, 446,
447 -p’alantito- (Juan Bou), 337 (Pecado). La Regenta, p. 6 (Celedonio). La hermana San
Sulpicio, p. 197 (Primo, guitarrista de Tablada). Para alante, véase Seco, p. 41.

54
tiología 401 .
- Prótesis 402 : acomparar 403 , adispensar 404 , afusilar 405 , agoler 406 , ajuntar 407 ,
ajunto 408 , ajuyir 409 , alejos 410 , aluego 411 , anadar 412 , arrecelar 413 ,
arrecomendar 414 , arregistrar 415 , arreligión 416 , arremendar 417 , arrempujar 418 ,
arreparar 419 , arrequisito 420 arreventar 421 , asujetar 422 .
- Aféresis 423 : ca 424 , certar 425 , garrar 426 , lacenuca 427 , leitoral 428 , líaco 429 ,
menistrador, menistraor 430 , morragia 431 , nano, nanito 432 , ora 433 , pocritona 434 ,

397
La Regenta, p. 6 (Celedonio).
398
‘Se ha’. La Tribuna, p. 157 (gente anónima del pueblo).
399
‘Se acabaron’. Miau, p. 123 (Murillito, amigo Luisito Cadalso).
400
‘Se ha enterado’. La hermana San Sulpicio, p. 46 (Daniel Suárez).
401
‘Teología’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344, (José Izquierdo); II, pp. 370, 497, 498 (Fortunata).
Nazarín, p. 235 (señá Polonia).
402
Espinosa, I, pp. 240-241. Muñoz Cortés, p. 49. Álvarez Martínez, p. 539.
403
‘Comparar’. Sotileza, p. 333 (Cleto).
404
‘Dispensar’. La madre Naturaleza, p. 319 (Ángel de Naya, el Gallo).
405
‘Fusilar’. Miau, p. 373 (quinto interpelado por Ramón Villaamil). La Tribuna, p. 240
(Amparo). La Tribuna, p. 240 (Amparo).
406
‘Oler’. Sotileza, pp. 69 (Muergo), 122, (tío Mechelín), 125 (tía Sidora).
407
‘Juntar’. Sotileza, p. 248 (Cleto). La desheredada, p. 444 (Sanguijuelera). Fortunata y
Jacinta, I, p. 609 (Mauricia la Dura). Torquemada en la hoguera, p. 1364 (Tía Roma). Nazarín,
p. 272 (enano Ujo).
408
‘Junto’. Sotileza, p. 125 (tía Sidora).
409
‘Huir’. Peñas arriba, p. 157 (Chisco).
410
‘Lejos’. El doctor Centeno, p. 388 (Rosa Ido).
411
‘Luego’. El doctor Centeno, p. 328 (Rosa Ido). Fortunata y Jacinta, I, p. 339 (José
Izquierdo). La hermana San Sulpicio, pp. 100, 164 (Paca), 197 (Primo).
412
‘Nadar’. Sotileza, pp. 71 (Colo), 226 (Cleto), 450 (tío Mechelín).
413
‘Recelar’. Peñas arriba, p. 157 (Chisco).
414
‘Recomendar’. Misericordia, p. 83 (mendigos iglesia de San Sebastián).
415
‘Registrar’. Misericordia, p. 95 (Pedra).
416
‘Religión’. Misericordia, p. 239 (Benina).
417
‘Remendar’. Sotileza, p. 211 (Cleto y Silda).
418
‘Empujar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 143 (D. Gonzalo). DRAE (desus. U. c.
vulg.).
419
‘Reparar’. Peñas arriba, p. 140 (Chisco). Sotileza, pp. 212, 319, 344 (Silda). Nazarín, p. 260
(Paco Pinto, antiguo novio de Beatriz). Misericordia, p. 75 (mendigo iglesia de San Sebastián).
La hermana San Sulpicio, p. 100 (Paca). La fe, p. 313 (Lico, cochero).
420
‘Requisito’. Halma, p. 230 (hombre que encuentra Urrea cerca de San Agustín).
421
‘Reventar’. Sotileza, p. 142 (hombre del paredón de la calle Alta).
422
‘Sujetar’. Nazarín, p. 125 (Ándara).
423
Espinosa, I, pp. 250-251. Muñoz Cortés, p. 49. Álvarez Martínez, p. 539.
424
‘Acá’. El abuelo, p. 439 (la Marqueza).
425
‘Acertar’. La madre Naturaleza, p. 343 (Catuxa).
426
‘Agarrar’. Fortunata y Jacinta, II, p. 386 (Papitos).
427
‘Alacenuca’. Peñas arriba, p. 166
428
‘Electoral’. Fortunata y Jacinta, I, p. 342 (José Izquierdo).
429
‘Ilíaco’. La madre Naturaleza, p. 68 (Antón, algebrista de Boán).
430
‘Administrador’. La Tribuna, p. 209 (Rita de la Riberilla). Insolación, p. 262 (señá Donata,
en el restaurant de las Ventas).
431
‘Hemorragia’. La madre Naturaleza, p. 76 (Antón, algebrista de Boán).
432
‘Enano, enanito’. Nazarín, pp. 277 (narr. > enano Ujo y Ándara), 302 (enano Ujo).
433
‘Ahora’. Fortunata y Jacinta, II, p. 471 (José Izquierdo). DRAE (hora).

55
Polinar 435 , prosimar 436 , quivocarse 437 , riba 438 , samblea 439 , Sidora 440 , ta 441 ,
talayero 442 , Tanasio 443 , uja 444 , utosia 445 , zafata 446 .

Interiores

- Cambios de timbre 447 : adevinar 448 , arcebispo 449 , circuspición 450 ,


comendante 451 , difirente 452 , échilas 453 , elición 454 , endrómena 455 , espertual 456 ,
fantesía 457 , llévisi 458 , melecina 459 , menistrador 460 , miquitrefe 461 , niquitrefe 462 ,
perficionar 463 , refirencia 464 , reflixión 465 , repoblicano 466 , repolido 467 ,
Salimón 468 , senificante 469 , superfirolítico 470 , timineje 471 .

434
‘Hipocritona’. Misericordia, p. 205 (mendigo Pulido).
435
Sotileza, pássim. Es la forma en que la gente popular se refiere al padre Apolinar. Incluso él
mismo (p. 69).
436
‘Aproximar’. El doctor Centeno, p. 388 (Rosa Ido).
437
‘Equivocarse’. Sotileza, p. 346 (Silda).
438
‘Arriba’. Los Pazos de Ulloa, p. 326 (Bico de rato).
439
‘Asamblea’. La Tribuna, p. 205 (Amparo).
440
Sotileza, pássim. Es la forma en que la gente popular se refiere a la tía Isidora.
441
‘Está’. La fe, p. 312 (Lico, cochero).
442
‘Atalayero’. Sotileza, p. 72 (Guarín).
443
Marianela, pássim.
444
Aguja > aúja > uja. Sotileza, pp. 210, 211 (Cleto).
445
‘Autopsia’. El doctor Centeno, p. 393 (Rosa Ido).
446
‘Azafata’. El doctor Centeno, p. 192 (Juanito del Socorro).
447
Véase apartado anterior.
448
‘Adivinar’. Sotileza, p. 213 (tío Mechelín).
449
‘Arzobispo’. La Tribuna, p. 183 (cigarrera).
450
. ‘Circunspección’. Misericordia, p. 80 (mendigos iglesia de San Sebastián).
451
‘Comandante’. El doctor Centeno, p. 161 (Juanito del Socorro). Fortunata y Jacinta, I, p.
366 (Severiana, hermana de Mauricia la Dura).
452
‘Diferente’. Peñas arriba, p. 201 (Chisco).
453
‘Échelas’. Peñas arriba, p. 421 (Pepazos).
454
‘Elección’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 403 (P. Rigüelta).
455
‘Andrómina’. La madre Naturaleza, pp. 81 (Antón, algebrista de Boán), 352 (Goros), 355
(Antón, algebrista de Boán).
456
‘Espiritual’. Halma, p. 262 (Don Pascual).
457
‘Fantasía’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 241 (Gorio). Sotileza, p. 226 (tío
Mechelín). Marianela, p. 81 (Felipe Centeno). La madre Naturaleza, p. 341 (Ángel de Naya, el
Gallo).
458
‘Llévese’. Peñas arriba, p. 381 (Chisco).
459
‘Medicina’. Sotileza, pp. 395 (tío Mechelín), 454 (tía Sidora). DRAE (ant.).
460
‘Administrador’. La Tribuna, p. 209 (Rita de la Riberilla).
461
‘Mequetrefe’. Los Pazos de Ulloa, p. 135 (abad de Naya).
462
‘Mequetrefe’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 212 (Carpio) y 374 (habitante de
Coteruco).
463
‘Perfeccionar’. La Tribuna, p. 125 (Amparo).
464
‘Referencia’. Fortunata y Jacinta, II, p. 477 (Fortunata).
465
‘Reflexión’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 238 (Carpio).
466
‘Republicano’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 362 (señora de la casa de Mira el Río), 342 (José
Izquierdo).
467
‘Repulido’. Sotileza, p. 366 (Carpia).
468
‘Salomón’. La madre Naturaleza, p. 81 (Antón, algebrista de Boán).
469
‘Insignificante’. La hermana San Sulpicio, p. 198 (mujerzuela en Tablada).

56
- Diptongacion 472 : congriogación 473 , quieramos 474 .
- Pérdida de vocales intertónicas 475 : drecho 476 , espertual 477 , hermosismo 478 ,
mantención 479 , muchismo 480 , tantismo 481 .
- Reducción de hiatos 482 : diquiá 483 , sansacabó 484 , tovía 485 ,
- Reducción de diptongos 486 : megodía 487 , mirosté 488 , misté 489 , oigasté 490 ,
piensasté 491 , sabusté o zabuté 492 , vayasté 493 .
- Epéntesis 494 : Alifonso 495 , indilugencia 496 .
- Metátesis 497 : malencolía, malenconía 498 , naide 499 .

470
‘Superferolítico’. Tormento, p. 176 (Refugio Sánchez Emperador).
471
‘Tejemaneje’. Sotileza, p. 247 (Mocejón).
472
Véase apartado anterior.
473
‘Congregación’. Misericordia, p. 67 (mendigo Pulido). Quizá por asimilación a la sílaba
tónica.
474
‘Queramos’. Sotileza, p. 142 (mozo del paredón de la calle Alta).
475
Espinosa, I, pp. 254-255. Muñoz Cortés, p. 49. Seco, pp. 43-44. Joseph A. Fernández, p. 114.
476
‘Derecho’. Los Pazos de Ulloa, p. 329 (Bico de rato).
477
‘Espiritual’. Halma, p. 262 (Don Pascual).
478
‘Hermosísimo’. Fortunata y Jacinta, I, p. 633 (narr. > Fortunata).
479
‘Manutención’. Nazarín, p. 175 (mendigo camino de Móstoles).
480
‘Muchísimo’. Misericordia, p. 136 (narr. > ambiente de cafetucho).
481
‘Tantísimo’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 582 (narr. > Fortunata), 682 (Papitos); II, p. 180
(Mauricia la Dura). Misericordia, pp. 149 (Pedra), 277 (Antonio Zapata).
482
Véase apartado anterior.
483
Aquí a > Aquiá. Fortunata y Jacinta, I, p. 210 (Jacinta > Fortunata).
484
‘Sanseacabó’. El idilio de un enfermo, p. 55 (Celesto).
485
‘Todavía’. La fe, p. 313 (Lico, cochero).
486
Véase apartado anterior.
487
‘Mediodía’. Sotileza, p. 366 (Carpia).
488
‘Mire usted’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 339, 342 (José Izquierdo).
489
‘Mire usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 499 (Papitos). Insolación, p. 118 (chulo en la pradera
de San Isidro).
490
‘Oiga usted’. La desheredada, p. 449 (Pecado). 481 (Gaitica). Insolación, pp. 258 (gente en
el restaurant de las Ventas), 266 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
491
‘Piensa usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 341 (José Izquierdo).
492
‘Sabe usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo). La hermana San Sulpicio, pp.
135 -2 veces), 151 -2 veces- (Daniel Suárez), 160 (niña en Triana), 162 -2 veces-, 164 (Paca),
197 (Primo).
493
‘Vaya usted’. Insolación, p. 258 (gente en el restaurant de las Ventas).
494
Espinosa, I, p. 114. Seco, p. 50. Álvarez Martínez, p. 539. Joseph A. Fernández, p. 112.
495
‘Alfonso’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo).
496
‘Indulgencia’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 228 (Juan Santa Cruz > Fortunata), 482
(Maximiliano Rubín > Fortunata), 635 (Mauricia la Dura).
497
Espinosa, I, pp. 257-259. Muñoz Cortés, p. 49. Seco, p. 45. Álvarez Martínez, p. 539.
498
‘Melancolía’. Peñas arriba, p. 169 (narr. > Facia), Sotileza, p. 455 (Cleto). DRAE (desus.).
499
‘Nadie’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 53 (Sebia), 167 -2 veces- (comprador
en la feria de ganado) y 321 -dos veces- (P. Rigüelta). Peñas arriba, p. 451 (Facia). Sotileza, pp.
122, 124, 244, 393, 398 (tía Sidora), 210, 332 -3 veces-, 333 -2 veces-, 334 -2 veces-, 336, 337
-2 veces- (Cleto), 226 (tío Mechelín), 302, 309, 340, 375, 402 (Silda), 323 (Muergo), 359
(patrón de lancha), 366 (Sargüeta). Es otra de las formas arcaicas de la lengua vulgar (cf. G.ª de
Diego, p. 317). Misericordia, p. 86 (mendigos iglesia de San Sebastián). La fe, p. 313 (Lico,
cochero).

57
Finales

- Cambio de timbre: aticuenta 500 , cuanti 501 , mientre 502 , relate 503 , relative 504 .
- Apócope 505 : cas 506 , diz 507 , tien 508 .
- Paragoge 509 : metingue, metingo 510 , azúcara 511 .
- Diptongación: Espíritui Santo 512 .
- Reducción de diptongo: endivido 513 .
- Reducción de hiato: soterrano 514 .

Acento y entonación

- Cambio de la sílaba tónica 515 : pápiro 516 , réztil 517 , teleforo 518 .
- Entonación expresiva, que el autor intenta reproducir gráficamente 519 : ¡Puáa!...
¡Indecenteeee! 520 , ¡Adúuuultera! 521 , Chicáaaa 522 , Fortunaaá 523 , Chicooo [...]
500
‘Date cuenta’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 234 (Carpio). Peñas arriba, p. 120
(don Celso). Sotileza, pp. 323 (Muergo), 331 (Cleto), 397 (tía Sidora).
501
‘Cuanto’. Sotileza, pp. 247 (Mocejón), 261 (Cleto). Fortunata y Jacinta, I, p. 682 (Mauricia
la Dura).
502
‘Mientras’. Torquemada en la hoguera, p. 1365 (Tía Roma). DRAE (desus.).
503
‘Relato’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 389 (Gorio). Peñas arriba, p. 456
(Facia). Sotileza, pp. 315 (Cleto), 398 (tío Mechelín).
504
Sotileza, p. 399 (tía Sidora).
505
Espinosa, I, p. 256; II, pp. 168-169. Seco, 45. Álvarez Martínez, p. 539. Joseph A.
Fernández, p. 112.
506
‘Casa’. Misericordia, p. 244 (mendiga Basilisa).
507
‘Dice’. Nazarín, pp. 259 (Paco Pinto, antiguo novio de Beatriz), 272 -tres veces-, 277 -tres
veces-, 288, 302 (enano Ujo).
508
‘Tiene’. Misericordia, p. 80 -dos veces- (mendigos iglesia de San Sebastián).
509
Álvarez Martínez, p. 539.
510
‘Meeting’. Tristana, p. 136 (Saturna). Misericordia, p. 67 (Pulido). Cf. Seco, p. 50, n. 60.
511
‘Azúcar’. Sotileza, p. 332 (Cleto).
512
‘Espíritu Santo’. Fortunata y Jacinta, I, p. 482 (Maximiliano Rubín > Fortunata).
Vulgarismo madrileño, según Joseph A. Fernández (p. 115).
513
‘Individuo’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 339, 341, 345, 359, 368, 369; II, p. 485 (José
Izquierdo), y I, pp. 347, 378; II, p. 420 (narr. > José Izquierdo). Espinosa, I, p. 120.
514
‘Subterráneo’. Misericordia, p. 202 (Benina). DRAE (p. us.).
515
G.ª de Diego, p. 313. Muñoz Cortés, p. 70. Seco, pp. 67-69. Álvarez Martínez, p. 540. Joseph
A. Fernández, p. 112.
516
‘Papiro’. Fortunata y Jacinta I, p. 374 (José Izquierdo). DRAE (p. us.).
517
‘Reptil’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 339 (D. Gonzalo).
518
‘Teléfono’. Nazarín, p. 112 (tía Chanfaina).
519
Ángel Tarrío, en su Lectura semiológica de “Fortunata y Jacinta” (Eds. del Excmo. Cabildo
Insular de Gran Canaria, 1982, p. 173), se refiere a este aspecto al tratar el comportamiento
paralingüístico de los personajes de la mencionada novela. Para una interpretación de los
matices entonativos (afirmación, autoridad, mandato, énfasis, ironía...) expresados por otros
medios -intervenciones del narrador, de los propios personajes, etc.- en la novela galdosiana,
véase el ilustrativo trabajo de Tomás Navarro Tomás “La entonación en Fortunata y Jacinta, de
Pérez Galdós” antes citado.
520
Sotileza, p. 312 (Carpia).
521
Fortunata y Jacinta, I, p. 350 -dos veces- (José Ido).
522
La desheredada, p. 107 (Pecado).
523
Fortunata y Jacinta, I, p. 184 (voz que llama a Fortunata desde el interior de su casa).

58
sabeees...? 524 , ¿De veee...ras? 525 , tantooo [...] retrataaar [...] oleeeé 526 , tengooó
[...] gusanooooó [...] ¡No señoóoor! [...] graaaande 527 .

Consonantismo

1. Consonantes iniciales

- Cambio /b/ > /g/ 528 : gofe 529 , gofetá, gofetón 530 , golver 531 , gomitar 532 , güelta 533 ,
güen, güeno 534 , güey 535 ; /b/ > /m/ 536 : minificencia 537 ; /b/ > /p/: peaje 538 ; /m/ >
/n/: niquitrefe 539 ; /f/ > /θ/ 540 : Celipe 541 , Celiplinas 542 ; /n/ > /ñ/: ñudo 543 .
- Prótesis 544 : agoler 545 , bocico 546 , buérfano 547 , goler 548 , golfatu 549 , manque 550 ,
524
Fortunata y Jacinta, I, p. 319 (chicuelo casa Mira el Río).
525
Fortunata y Jacinta, I, p. 612 (Mauricia la Dura).
526
Fortunata y Jacinta, I, p. 655 (Mauricia la Dura).
527
La madre Naturaleza, pp. 79-81.
528
Espinosa, I, pp. 149-151. A. Alonso, “Equivalencia acústica”, en Ibíd., pp. 455-469. G.ª de
Diego, p. 314. Spaulding, p. 239. Muñoz Cortés, pp. 55-56. Seco, p. 51. Joseph A. Fernández, p.
113.
529
‘Bofe’. Misericordia, p. 232 (narr. > ambiente mendigos).
530
‘Bofetada, bofetón’. Sotileza, pp. 209 (Colo), 403 (Silda). La hermana San Sulpicio, pp. 162,
166 (Paca).
531
‘Volver’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 24 (Gorio). Peñas arriba, pp. 349, 390
(Pito Salces), 421 (un habitante de Tablanca). Sotileza, pp. 115, 392, 450 -2 veces- (tío
Mechelín), 225 -3 veces-, 454 (Cleto), 247 (Cleto), 312 (Carpia), 328 (Pachuca), 397 (tía
Sidora). Fortunata y Jacinta, I, pp. 228 (Juan > Fortunata), 338, 343, 345 (José Izquierdo).
Nazarín, p. 276 (enano Ujo).
532
‘Vomitar’. La madre Naturaleza, p. 318 (tertulia de campesinos en casa de Ulloa).
Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas). Véase antes, § 2.6.2.
533
‘Vuelta`. Peñas arriba, p. 380 (Chisco).
534
‘Buen, bueno’. Peñas arriba, pp. 142, 143, 152, 157, 380, 381 (Chisco), 390 (Pito Salces).
Sotileza, pp. 209, 315 (Colo), 142 (hombre del paredón de la calle Alta), 277, 323 (Muergo),
332 –2 veces- (Cleto), 366 (Sargüeta), 399 (tío Mechelín), 408 (Reñales). La hermana San
Sulpicio, p 197 (mujerzuela en Tablada).
535
‘Buey’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 393 (Carpio). Peñas arriba, p. 389
(Chisco).
536
G.ª de Diego, p. 316.
537
‘Beneficencia’. La desheredada, p. 467 (Sanguijuelera).
538
‘Badajo’. Misericordia, p. 150 (Pedra).
539
‘Mequetrefe’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 212 (Carpio) y 374 (Habitante
Coteruco).
540
G.ª de Diego, p. 316. Muñoz Cortés, p. 58.
541
‘Felipe’. Marianela, a partir de p. 77, pássim. El doctor Centeno, p. 105 –dos veces- (Felipe
Centeno). La hermana San Sulpicio, pp. 131 (Paca), 156 (empleada fábrica de tabacos).
542
‘Filipinas’. Misericordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián).
543
‘Nudo’. Sotileza, p. 332 (Cleto).
544
Espinosa, I, pp. 241-244. Álvarez Martínez, p. 539.
545
‘Oler’. Sotileza, pp. 69 (Muergo), 122 (tío Mechelín), 125 (tía Sidora).
546
‘Hocico’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 53 (Sebia). Sotileza, p. 333 (Cleto).
547
‘Huérfano’. Fortunata y Jacinta, I, p. 609 (Mauricia la Dura). Tras la aparición de /g/ ante
diptongo (Espinosa, I, p. 155. Muñoz Cortés, p. 55. Seco, p. 51), güérfano, se ha producido un
cambio /g/ > /b/ (Espinosa, I, p. 170) buérfano.

59
sinfinidá 551 .
- Aféresis 552 : amos 553 , Asús 554 , aticuenta 555 , comotora 556 , chachito 557 ,
espotismo 558 , espotricar 559 , espotrique 560 , ice, ijo, icho 561 , ónde, onde 562 , ta 563 .
- Aspiración de h o /f/ 564 : jablao 565 , jacer 566 , jala 567 , jediondez, jediondo 568 ,
jiel 569 , jierro 570 , jinojo 571 , jormiguita 572 , jui, jue, juimos... 573 , juera, juere 574 ,

548
‘Oler´. Fortunata y Jacinta, I, p. 131 (Eulalia Muñoz). Nazarín, p. 141 (tía Chanfaina).
Misericordia, pp. 79, 83 (mendigos iglesia de San Sebastián). Véase, antes, buérfano.
549
‘Olfato’. Peñas arriba, p. 379 (Chisco).
550
‘Aunque’. Nazarín, pp. 277, 302 (enano Ujo). Según Corominas-Pascual (s.v. aún), arcaísmo
resultante de cruce de anque con mas.
551
‘Infinidad’. Misericordia, p. 80 (mendigos iglesia de San Sebastián).
552
Espinosa, I, p. 252. Espinosa, II, p. 196. G.ª de Diego, 316. Seco, p. 52. Álvarez Martínez, p.
539. Joseph A. Fernández, p. 113. Véase también § 2.3.2.
553
‘Vamos’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 612, 630 (Mauricia la Dura). Misericordia, pp. 138,
139, 140 -dos veces-, 208, 216, 243 (Benina), 193 (mendigos capilla de Irlandeses).
554
‘Jesús’. La Tribuna, p. 240 (Amparo).
555
‘Date cuenta’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 234 (Carpio). Peñas arriba, p. 120
(don Celso). Sotileza, pp. 323 (Muergo), 331 (Cleto), 397 (tía Sidora).
556
‘Locomotora’. El doctor Centeno, p. 378 (Juanito del Socorro).
557
‘Muchachito’. Fortunata y Jacinta, II, p. 448 (Juan Pablo Rubín).
558
‘Despotismo’. La Tribuna, p. 113 (cigarrera).
559
‘Despotricar’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 336, 345 -dos veces- (José Izquierdo).
560
‘Despotrique’. Fortunata y Jacinta, I, p. 336 (José Izquierdo).
561
‘Dice, dijo, dicho’. Insolación, pp. 118 (chulo en la pradera de San Isidro), 269, 270 (gente
en el restaurant de las Ventas).
562
‘Dónde, donde’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 211 (Barriluco). Peñas arriba,
pp. 144 (Chisco), 189 -dos veces- (don Celso), 279 (don Celso), 390 -dos veces- (Pito Salces),
460 (Facia), 568 (Mari-Pepa). Sotileza, pp. 123, 213, 277 (tío Mechelín), 225, 315, 334 (Cleto),
244, 393, 401 (tía Sidora), 247 (Mocejón), 344 (Muergo), 366 (Sargüeta), 372, 375 (Silda). El
doctor Centeno, p. 379 (Juanito del Socorro). Fortunata y Jacinta, II, p. 471 (José Izquierdo).
Joseph A. Fernández, p. 115 (arcaísmo).
563
‘Está’. La fe, p. 312 (Lico, cochero).
564
Espinosa, I, pp. 154-155 y 241-242. G.ª de Diego, 315. Muñoz Cortés, pp. 57-58. Joseph A.
Fernández, pp. 113-114 (arcaísmo fonológico). Véase también § 2.3.2.
565
‘Hablado’. Misericordia, p. 226 (gitano del Puente de Toledo).
566
‘Hacer’. Lo prohibido, pp. 239 (Camila, irónico), 278 (Constantino, íd.). Fortunata y Jacinta,
I, p. 302 (Juan, irónico). Tristana -escrito jazemos-, pp. 205 (Tristana, en lenguaje amoroso),
206, 229 (Horacio, en lenguaje amoroso).
567
‘Hala’. Insolación, p. 192 (Asís, irónicamente).
568
‘Hediondo, hediondez’. Nazarín, pp. 146, 288 (Ándara), 272 (enano Ujo). Recordemos que
jediondo (hediondo), empleado como dicterio, es, según Pérez Vidal (véase antes, § 2.4), un uso
canario.
569
‘Hiel’. El doctor Centeno, p. 393 (Felipe Centeno).
570
‘Hierro’. Fortunata y Jacinta, I, p. 310 (Juan, irónico), 339 (José Izquierdo). Tristana, pp.
208 (Tristana, en lenguaje amoroso), 276 (Saturna).
571
‘Hinojo’. Torquemada y San Pedro, p. 1603 (Matías, tabernero).
572
‘Hormiguita’. Fortunata y Jacinta, II, p. 78 (Juan, irónico).
573
‘Fui, fue, fuimos’. Sotileza, pp. 323 -2 veces- (Muergo), 331 (Cleto). Fortunata y Jacinta, I,
pp. 339, 341-dos veces jui; dos veces juimos- (José Izquierdo). Nazarín, pp. 272, 277 (enano
Ujo).
574
‘Fuera, fuere’. Sotileza, pp. 134, 399 (tía Sidora), 134 (y tío Mechelín), 142 (hombre del
paredón de la calle Alta), 177 (Colo), 318, 345, 346 (Muergo), 337 (Cleto), 413 (tabernero).

60
juerza 575 , jundir 576 . Incluso en casos donde no existe: “Ni lo juno ni lo jotro” 577 .

2. Intervocálicas

- Pérdida de /d/ 578 . Pereda representa el fenómeno de manera casi sistemática en


sus obras: ganao, tenío, na... 579 . Otros novelistas dan cuenta de él en casos más
contados: ajumao 580 , alante 581 , alilao 582 , amistaes 583 , ánde 584 , apretao 585 ,
asao 586 , asaúra 587 , asustao 588 , atrancás 589 , beneficiao 590 , bofetá 591 , boqueá 592 ,
caa 593 , Caarso 594 , caena 595 , camaraíta 596 , casao, casaa 597 , cerrá 598 , chalaíto 599 ,
colocá 600 , colorá 601 , comía 602 , compungío 603 , corrío 604 , criao 605 , desampará 606 ,

575
‘Fuerza’. Sotileza, p. 318 (Muergo).
576
‘Hundir’. Fortunata y Jacinta, I, p. 342 -tres veces- (José Izquierdo).
577
Halma, p. 302 (Amador).
578
Espinosa, I, pp. 229-231. G.ª de Diego, p. 315. Spaulding, p. 237. Seco, pp. 52-54. Álvarez
Martínez, p. 539. Joseph A. Fernández, p. 112. Véase también § 2.3.2.
579
En Don Gonzalo González de la Gonzalera lo manifiestan, de manera casi constante, el
propio don Gonzalo y Gorio; ocasionalmente lo documenta Polinar. En Peñas arriba, son
realizaciones constantes pa, aonde, patás, lau, apareau, arrimaus, apegao, desaforaos,
madrugá... y formas menos corrientes como meicu ‘médico’ -Tarumbo, p. 214- o aentru
‘adentro’ -Chisco, p. 399-. Pereda, salvo fácil error u omisión, sitúa la pérdida de este fonema
intervocálico en boca de Chisco (hasta 29 casos), Facia (21 casos), Tarumbo (10 casos), Mari-
Pepa (9 casos), don Celso (8 casos), Chorcos (6 casos), Pito Salces (4 casos), Pepazos (2 casos),
el Topero, la hermana de Neluco y don Pedro Nolasco (un caso). En Sotileza, lo experimentan
Sula (2 veces), el tío Mechelín (34 veces), la tía Sidora (48 veces), Cleto (40 veces), Colo (7
veces), Mocejón (una vez), Ligo (una vez), Muergo (12 veces), Pachuca (3 veces), Silda (6
veces), Carpia (9 veces), Sargüeta (2 veces), Reñales (4 veces), patrón de lancha (una vez),
tabernero (una vez), el P. Apolinar (una vez).
580
‘Ahumado’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 232 (Juan Santa Cruz), 405 (narr.).
581
‘Adelante’. El amigo Manso, p. 327 (hermano de la nodriza segoviana). Seco, p. 41.
582
‘Alilado’. Véase, después, lila. Fortunata y Jacinta, I, p. 630 (Mauricia la Dura).
583
‘Amistades’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
584
Adónde > aónde > ánde. Insolación, p. 266 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
Seco, p. 39.
585
‘Apretado’. La Tribuna, p. -2 veces- (Comadreja).
586
‘Asado’. Juanita la Larga, p. 229.
587
‘Asadura’. El doctor Centeno, p. 392 (Felipe Centeno).
588
‘Asustado’. Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
589
‘Atrancadas’. Insolación, p. 257 (gente en el restaurant de las Ventas).
590
‘Beneficiado’. La Regenta, p. 6 (Celedonio).
591
‘Bofetada’. La desheredada, p. 153 (chiquillo de la calle). Insolación, p. 135 (chica del
merendero de San Isidro). La Regenta, p. 6 (Chiripa).
592
‘Boqueada’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo).
593
‘Cada’. Insolación, pp. 256, 257 (gente en el restaurant de las Ventas).
594
‘Cadarso’ Miau, p. 62 (Murillito).
595
‘Cadena’. Fortunata y Jacinta, I, p. 548 (narr., en referencia política clásica).
596
‘Camaradita’. Fortunata y Jacinta, II, p. 65 (Juan, irónico).
597
‘Casado, casada’. Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
598
‘Cerrada’. Insolación, p. 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
599
‘Chaladito’. La incógnita, p. 242 (Leonor, la Peri).
600
‘Colocada’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
601
‘Colorada’. Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
602
‘Comida’. Insolación, p. 118 (chulo en la pradera de San Isidro).

61
desconsiderá 607 , deíto 608 , desgalichao 609 , e 610 , encontrao 611 , enfadao 612 ,
entrao 613 , ganao 614 , gobernaor 615 , honrá 616 , iniquidás 617 , jablao 618 , lao 619 ,
maúro 620 , menistraor 621 , moderao 622 , na 623 , p’alante o palante 624 , patá 625 ,
peaje 626 , perdía 627 , piazo 628 , pintá 629 , pintao 630 , platao 631 , ponío 632 , prestao 633 ,
pringao 634 , pue, pues, pueen 635 , recorrío 636 , resalao 637 , resquemao 638 , roío 639 ,

603
‘Compungido’. Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las Ventas).
604
‘Corrido’. La fe, p. 313 (Lico, cochero).
605
‘Criado’. La Regenta, p. 6 –2 veces- (Celedonio).
606
‘Desamparada’. Sotileza, p. 124 (tía Sidora).
607
‘Desconsiderada’. Misericordia, p. 226 (gitano del Puente de Toledo).
608
‘Dedito’. Tristana, p. 229 (Tristana, en lenguaje amoroso).
609
‘Desgalichado’. Halma, p. 173 (Ándara).
610
‘De’ [siempre tras palabra terminada en vocal]. En ‘Cuarto e quilo’, apodo que recibe Diega,
mendiga en Misericordia, pássim. Insolación, pp. 92 (chulo que piropea a Asís), 118 (chulo en
la pradera de San Isidro), 270 (gente en el restaurant de las Ventas). La Regenta, p. 388 (pillo
de la calle).
611
‘Encontrado’. La barraca, p. 95 (jornalero aragonés de la huerta).
612
‘Enfadado’. Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las Ventas).
613
‘Entrado’. Insolación, p. 266 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
614
‘Ganado’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas). La fe, pp. 312
-dos veces-, 313 (Lico, cochero).
615
‘Gobernador’. Fortunata y Jacinta, I, p. 362 -dos veces- (Papitos).
616
‘Honrada’. Miserocordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián). Insolación, p. 258
(gente en el restaurant de las Ventas).
617
‘Iniquidades’. La Tribuna, p. 241 (Amparo).
618
‘Hablado’. Misericordia, p. 226 (gitano del Puente de Toledo).
619
‘Lado’. Juanita la Larga, p. 229.
620
‘Maduro’. Torquemada en la cruz, p. 1436 (mendigo).
621
‘Administrador’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
622
‘Moderado’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 337 -dos veces-, 345 -dos veces- (José Izquierdo).
623
‘Nada’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 340, 341-342 -tres veces-, 374 -dos veces- (José
Izquierdo). Miau, p. 241 (Luisito Cadalso). La incógnita, p. 198 (Pepe Amador, novio de la
Peri).Nazarín, p. 276 (enano Ujo). Misericordia, p. 197 (Pedra). Insolación, p. 270 (gente en el
restaurant de las Ventas).
624
‘Para adelante’. La desheredada, pp. 330 -dos veces-, 331 -dos veces-, 333 -dos veces-, 380,
384, 410, 446, 447 -p’alantito- (Juan Bou), 337 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, p. 335 (narr. >
ambiente casa Mira el Río). Nazarín, p. 175 (pastor camino de Móstoles).
625
‘Patada’. La desheredada, p. 159 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, pp. 339, 341 (José
Izquierdo).
626
‘Badajo’. Misericordia, p. 150 (Pedra).
627
‘Perdida’. Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
628
‘Pedazo’. Sotileza, p. 278 (tío Mechelín). Fortunata y Jacinta, p. 546 (José Izquierdo).
Torquemada en la hoguera, p. 1366 (Tía Roma).
629
‘Pintada’. Sotileza, p. 113 (tío Mechelín).
630
‘Pintado’. Misericordia, p. 287 (Juliana). ‘Pintado’. La Regenta, p. 6 (Bismarck).
631
‘Platado’. Misericordia, p. 225 (mendiga Burlada).
632
‘Ponido = puesto’. La Regenta, p. 787 (Pepe el del vivero).
633
‘Prestado’. Torquemada en la hoguera, p. 1349 (inquilina Torquemada).
634
‘Pringado’. La desheredada, p. 112 (Sanguijuelera). Misericordia, p. 245 (mendigas).
635
‘Puede, puedes, pueden’. Fortunata y Jacinta, I, p. 373 -dos veces- (José Izquierdo).
Nazarín, p. 113 (gitano). Insolación, pp. 151 (tabernera en pradera de San Isidro), 258, 270
(gente en el restaurant de las Ventas). La Regenta, p. 5 (Celedonio). La fe, p. 313 (Lico,
cochero).

62
sabío 640 , saborío 641 , sacao 642 , sellaíto 643 , sentao 644 , soleá 645 , soplao 646 , tapá 647 ,
toa 648 , too, to 649 , tovía 650 , traición 651 , maltrajeao 652 , usté’s, ustés 653 , vendío,
seguío... 654 , venturao 655 , vía 656 .

- Pérdida de /r/ 657 . En Pereda se manifiesta también de manera sistemática: paece,


pa... 658 . Otros casos concretos son: fuas 659 , hubiás 660 , mía, mia 661 , miala,

636
‘Recorrido’. Insolación, p. 135 (chica del merendero de San Isidro)
637
‘Resalado’. Fortunata y Jacinta, I, p. 431 (Jacinto Villalonga, irónico). La incógnita, p. 242
(Leonor, la Peri).
638
‘Resquemado’. Insolación, p. 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
639
‘Roído’. La desheredada, pp. 451 -nueve veces-, 452 -cuatro veces-, 481 (Gaitica), 489
(Isidora).
640
‘Sabido’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
641
‘Desaborido’. Nazarín, p. 91 (tía Chanfaina).
642
‘Sacado’. La Regenta, p. 6 (narr. > Bismarck).
643
‘Selladito’. Fortunata y Jacinta, I, p. 608 (Mauricia la Dura).
644
‘Sentado’. La Regenta, p. 6 (Bismarck).
645
‘Soledad’. Tristana, p. 215 (Tristana, en lenguaje amoroso).
646
‘Soplado’. Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo).
647
‘Tapada’. La fe, p. 312 (Lico, cochero).
648
‘Toda. Miau, p. 374 (quinto que habla con Villaamil). La incógnita, p. 198 (Pepe Amador,
novio de la Peri). La fe, p. 312 (Lico, cochero).
649
‘Todo’. La incógnita, p. 198 (Pepe Amador, novio de la Peri). Insolación, pp. 118 (chulo en
la pradera de San Isidro), 212 (portera), 258 (gente en el restaurant de las Ventas), 262, 263
(señá Donata, en el restaurant de las Ventas). La Regenta, p. 6 (Bismarck).
650
‘Todavía’. La fe, p. 313 (Lico, cochero).
651
‘Tradición’. Entre naranjos, p. 143 (ermitaño de la Virgen del Lluch).
652
‘Mal trajeado’. Fortunata y Jacinta, I, p. 337 (José Izquierdo).
653
‘Ustedes’. La desheredada, p. 449 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo).
Nazarín, p. 114 (gitano). Insolación, pp. 118 -2 veces- (chulo en la pradera de San Isidro), 151
(tabernera en pradera de San Isidro), 262 -2 veces- (señá Donata, en el restaurant de las
Ventas).
654
‘Vendido, seguido...’. Fortunata y Jacinta. 10 casos de José Izquierdo en I, pp. 344-350.
655
‘Venturado’. Nazarín, p. 113 (gitano).
656
‘Vida’. Insolación, p. 135 (chica del merendero de San Isidro)
657
Espinosa, I, pp. 238-239 y 257. Spaulding, p. 238. Muñoz Cortés, p. 66. Seco, p. 54. Álvarez
Martínez, p. 539. Joseph A. Fernández, p. 112. Véase también § 2.3.2.
658
‘Parece, para...’. En Don Gonzalo González de la Gonzalera lo manifiestan Gorio y Patricio
Rigüelta. En Peñas arriba se repite continuamente en personajes como Chisco (en 19
ocasiones), Facia (8 ocasiones), don Celso y Mari-Pepa (3), Pepazos y Pito Salces (2), Tarumbo,
Lituca y don Sabas (una ocasión). En Sotileza corresponde a Colo (9 veces), a la tía Sidora (19
veces), al tío Mechelín (15 veces), a Silda (9 veces), al mozo del paredón en la calle Alta (una
vez), a Andrés (una vez), a Cleto (31 veces), a Mocejón (2 veces), a Muergo (2 veces), a
Pachuca (2 veces), al patrón de lancha (una vez), a la Sargüeta (2 veces), a Reñales (6 veces).
659
‘Fueras’. Misericordia, pp. 75, 81 (mendigos iglesia de San Sebastián).
660
‘Hubieras’. Misericordia, p. 86 (mendigos iglesia de San Sebastián).
661
‘Mira’. La desheredada, pp. 153 (chiquillo de la calle), 160 -dos veces-, 252, 450 -cuatro
veces- (Pecado). El doctor Centeno, pp. 377, 378 (Juanito del Socorro). Fortunata y Jacinta, I,
pp. 319 (chicuelos casa Mira el Río), 502, 666 (Papitos); II, p. 179 -dos veces- (Mauricia la
Dura). Miau, pp. 62, 123 (Murillito). La incógnita, p. 198 (Pepe Amador, novio de la Peri).
Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las Ventas). La Regenta, pp. 5, 6 –2 veces-
(Celedonio). Arroz y tartana, p. 271 (viejo aragonés).

63
miale 662 , misté 663 , pa 664 , paecer 665 , paicer, paicerse 666 , quio, quie, quies 667 ,
señá 668 .
- Pérdida de /g/ 669 : freata 670 , meaja 671 , ujero, ujerito, aujerito 672 , uja 673 .
- Pérdida de /b/ 674 : fraica 675 .
- Pérdida de /n/ 676 : tie, ties 677 .
- Pérdida de /s/ 678 : ca 679 .
- Pérdida de /l/: descentraizar 680 .

662
‘Mírala, mírale’. Insolación, p. 257, 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
663
‘Mire usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 499 (Papitos). Insolación, p. 118 (chulo en la pradera
de San Isidro).
664
‘Para’. La desheredada, p. 438 (Pecado). Fortunata y Jacinta, I, pp. 342-344 -seis veces-,
369, 370 (José Izquierdo). Miau, p. 241 (Luisito Cadalso). Torquemada en la hoguera, p. 1364
(tía Roma). La incógnita, p. 198 (Pepe Amador, novio de la Peri). Nazarín, p. 276 -dos veces-
(enano Ujo). Misericordia, pp. 68 (mendigo Pulido), 95 (Pedra), 280 (Antonio Zapata).
Insolación, pp. 118 (chulo en la pradera de San Isidro), 135 (chica del merendero de San Isidro),
257, 269 -3 veces- (gente en el restaurant de las Ventas), 261, 262 (señá Donata, en el
restaurant de las Ventas). La Regenta, pp. 6 (Celedonio), 787 (Pepe el del vivero). La fe, p. 312
–cuatro veces- (Lico, cochero).También en pal (para él), Fortunata y Jacinta, I, p. 337 (José
Izquierdo), en p’arriba, Ibíd., I, p. 341 (José Izquierdo), en pa trás, Ibíd., II, p. 485 (José
Izquierdo) y en p’alante o palante (véase pérdida /d/ intervocálica).
665
‘Parecer’. Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las Ventas).
666
‘Parecer, parecerse’. Sotileza, p. 264 (Cleto). Fortunata y Jacinta, I, pp. 341, 343 (José
Izquierdo), 501 (Papitos), 608, 610, 611, 631 -dos veces-, 642, 664; II, pp. 180 (Mauricia la
Dura), 518 (Fortunata). Torquemada en la hoguera, pp. 1365, 1366 (Tía Roma). Nazarín, pp.
112 (tía Chanfaina), 175 (pastor camino de Móstoles), 272 (enano Ujo). Misericordia, pp. 62,
67 (mendigo Pulido).
667
‘Quiero, quieres, quiere’. Miau, p. 241 (Luisito Cadalso). Nazarín, pp. 272 -dos veces-, 302,
335 (enano Ujo). La Regenta, p. 6 (Celedonio).
668
‘Señora’. El sombrero de tres picos, pássim (narrador y personajes, para referirse a la
protagonista femenina, la señá Frasquita). El Niño de la Bola, pássim (narrador y personajes).
La desheredada, pp. 96 (Juanito del Socorro), 281 (Rosa Ido). Fortunata y Jacinta, pássim
(narrador y personajes). Tristana, pássim (en cartas amorosas de Tristana a Horacio Díaz).
Nazarín, pássim (narrador y personajes). Misericordia, pássim (narrador y personajes). José,
pássim (véase § 3.1.1). Aunque, probablemente, haya una formación analógica con señó.
669
Espinosa, I, pp. 232-234. G.ª de Diego, p. 315. Spaulding, p. 238. Seco, pp. 54-55. Joseph A.
Fernández, p. 112.
670
‘Fragata’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo)
671
‘Migaja’. La Tribuna, p. 183 (cigarrera). DRAE (p. us.).
672
‘Agujeros, agujeritos’. El doctor Centeno, p. 107 (Felipe Centeno). Fortunata y Jacinta, I,
pp. 664, 667 (Mauricia la Dura); II, pp. 258, 261 (Fortunata). Misericordia, p. 197 (Pedra o
Diega).
673
Aguja > aúja > uja. Sotileza, pp. 210, 211 (Cleto).
674
Espinosa, I, p. 226.
675
Fábrica > frábica > fraica. El doctor Centeno, p. 107 -dos veces- (Felipe Centeno).
676
Muñoz Cortés, p. 68. Seco, pp. 49, 54. Joseph A. Fernández, p. 113.
677
Sotileza, p. 74 (Muergo). El doctor Centeno, p. 98 (narr. > Felipe Centeno). Fortunata y
Jacinta, I, pp. 495, 695; II, pp. 84, 509 (Fortunata). Miau, pp. 62 (Murillito), 122 (Luisito
Cadalso). Nazarín, p. 302 (enano Ujo).
678
Espinosa, I, p. 256-257. Seco, p. 54.
679
‘Casa’. Siempre en la construcción en ca de. Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo).
Misericordia, pp. 78, 79 (mendigos iglesia de San Sebastián), 225 (mendiga Burlada). Joseph
A. Fernández, p. 115 (arcaísmo).
680
‘Descentralizar’. La Tribuna, p. 125 (Amparo).

64
- Pérdida de /ļ/: chiquio 681 .
- Pérdida de /y/: caeron 682 , baeta 683 .
- Cambio /b/ > /g/ 684 : agüelo 685 , regolver, regorver 686 , Regustiana 687 ,
rigolución 688 , sagüesu 689 .
- Cambio /b/ > /d/: entodía 690 .
- Cambio /d/ > /b/: cubicia 691 .
- Cambio /d/ > /g/: al reguedor 692 , megodía 693 .
- Cambio /d/ > /l/: melecina 694 .
- Cambio /l/ > /n/: malenconía 695 .
- Cambio /n/ > /r/: murumento 696 .
- Cambio /r/ > /l/: rifigelio 697 , ritólica, retólica 698 .
- Cambio /g/ > /b/ 699 : bujeros 700 .
- Aspiración de h o /s/ intervocálicas 701 : ajogo, ajuego 702 , ajuera 703 , ajumar 704 ,
majometano 705 , mujotros 706 , zajumar 707 .
- Epéntesis 708 : agorrar, agorro 709 , agora 710 , arpida 711 , baída 712 , comiteles 713 ,
681
‘Chiquillo’. Realidad, p. 104 (Leonor, la Peri). Arroz y tartana, p. 271 (viejo aragonés).
682
‘Cayeron’. Sotileza, p. 85 (Sula).
683
‘Bayeta’. Sotileza, p. 213 (tío Mechelín).
684
Véase antes.
685
‘Abuelo’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 24 (Gorio).
686
‘Revolver’. Peñas arriba, p. 221 (Tarumbo). Sotileza, p. 397 (tía Sidora). Insolación, p. 262
(gente en el restaurant de las Ventas).
687
‘Robustiana’. El amigo Manso, p. 326 (madre de la nodriza segoviana).
688
‘Revolución’. Misericordia, p. 84 (mendigo Pulido). Halma, p. 229 (hombre que encuentra
Urrea cerca de San Agustín).
689
‘Sabueso’. Peñas arriba, p. 379 (Chisco).
690
‘Entodavía’. Sotileza, pp. 331 (Cleto), 346 (Muergo). Variante popular de todavía. DCECH,
s.v. todo.
691
‘Codicia’. Peñas arriba, p. 402 (Silda).
692
‘Alrededor’. Sotileza, p. 336 (Cleto).
693
‘Mediodía’. Sotileza, p. 366 (Carpia).
694
‘Medicina’. Sotileza, pp. 395 (tío Mechelín), 454 (tía Sidora). DRAE (ant.).
695
‘Melancolía’. Sotileza, p. 455 (Cleto). DRAE (desus.).
696
‘Monumento’. El doctor Centeno, p. 150 (Felipe Centeno).
697
‘Refrigerio’. La Tribuna, p. 167 (Chinto).
698
‘Retórica’. Doña Perfecta, p. 227 (Caballuco). Marianela, p. 147 (Felipe Centeno).
699
Véase antes.
700
‘Agujeros’. Misericordia, pp. 139 (narr. > Benina), 197 (Pedra o Diega).
701
Espinosa, I, p. 171. Joseph A. Fernández, p. 114 (arcaísmo).
702
‘Ahogo’. Peñas arriba, p. 455 (Facia). Sotileza, pp. 71 (Sula y Cole), 72, 74 (Cole), 333
(Cleto).
703
‘Afuera’. Sotileza, p. 245 (tía Sidora).
704
‘Ahumar’. Sotileza, p. 312 (Carpia). Nazarín, p. 146 (Ándara).
705
‘Mahometano’. Nazarín, p. 336 (Paco Pinto).
706
‘Nosotros’. Nazarín, p. 113 (gitano).
707
‘Sahumar’. Halma, p. 174 (Ándara).
708
Véase antes.
709
‘Ahorrar, ahorro’. Sotileza, pp. 135 (tío Mechelín), 318 (Muergo, 3 veces; Silda).
710
‘Ahora’. Sotileza, p. 345 (Muergo). DRAE (ant., u. c. vulg.).
711
‘Arpía’. Miau, pp. 63 (Murillito), 280 (Luisito Cadalso).
712
‘Bahía’. Sotileza, p. 244 (tía Sidora).
713
‘Comités’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo). También puede suponerse aquí la
presencia de un interfijo antihiático -l-, como lo hace Joseph A. Fernandez, p. 114.

65
manicómelo 714 , proba 715 , rubiles 716 .

3. Implosivas (interiores y finales)

- Pérdida 717 . Una vez más, Pereda presenta este fenómeno de manera
abundantísima, referido sobre todo a /d/ (barbaridá, ciudá...), pero también a /k/
(ditamen), a /g/ (inorante), etc. 718 . Otros autores lo muestran en casos más
concretos: aflición 719 , barbaridá 720 , Benina 721 , caballerosidá 722 , calamidá 723 ,
calidá 724 , cantidá 725 , caridá 726 , casualidá 727 , circunspeto 728 , circuspición 729 ,
co 730 , colunaria 731 , conduta 732 , construción 733 , churumbé 734 , corruto 735 ,
costa 736 , desinio 737 , dinidá, diznidá, dinidad 738 , disinificante, sinificancia 739 ,
714
‘Manicomio’. Nazarín, p. 92 (tía Chanfaina).
715
‘Proa’. Sotileza, p. 122 (tío Mechelín).
716
‘Rubíes’. Misericordia, p. 184 (Benina).
717
Espinosa, I, pp. 226-240. G.ª de Diego, p. 315. Muñoz Cortés, 60, 69. Spaulding, p. 237 y
238. Seco, pp. 56-59. Álvarez Martínez, pp. 538-539. Joseph A. Fernández, p. 113. Véase
también § 2.3.2.
718
‘Barbaridad, ciudad, dictamen, respective, ignorante...’. En Don Gonzalo González de la
Gonzalera lo manifiesta continuamente el indiano don Gonzalo (al menos en 24 ocasiones) y
aparece en otros personajes como Gildo Rigüelta (en 3 ocasiones), en uno de los compradores
en la feria de ganado (3), Gorio (2) y Carpio (en una ocasión). En Peñas arriba se documenta el
fenómeno en Chisco (18 veces), Facia (12), Lituca (10), Tarumbo (7), Mari-Pepa (6), don Sabas
(2), el Topero, Pito Salces y don Celso (una vez). En Sotileza lo manifiestan el tío Mechelín (16
veces), la tía Sidora (35 veces), Colo (una vez), Muergo, (8 veces), Andrés (3 veces), el padre
Apolinar (2 veces), Silda (28 veces), Mocejón (2 veces), el mozo del paredón de la calle Alta (4
veces), Cleto (11 veces), Silda (10 veces), Pachuca (una vez), tía Ramona (una vez), patrón de
lancha (una vez), Carpia (4 veces), Reñales (12 veces), tabernero (una vez).
719
‘Aflicción’. La Tribuna, p. 186 (narr. > Guardiana). Los Pazos de Ulloa, p. 170 (narr. >
Sabel).
720
‘Barbaridad’. La Tribuna, p. 182 (cigarrera).
721
‘Benigna’. Misericordia, pássim.
722
‘Caballerosidad’. La madre Naturaleza, p. 329 (Ángel de Naya, el Gallo).
723
‘Calamidad’. Insolación, p. 135 (chica del merendero de San Isidro)
724
‘Calidad’. Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
725
‘Cantidad’. Misericordia, p. 178 (Benina).
726
‘Caridad’. Insolación, p. 262 (gente en el restaurant de las Ventas).
727
‘Casualidad’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
728
‘Circunspecto’. Halma, p. 262 (Don Pascual).
729
‘Circunspección’. Misericordia, p. 80 (mendigos iglesia de San Sebastián).
730
‘Cok’. Misericordia, p. 82 (mendigos iglesia de San Sebastián).
731
‘columnaria’. La desheredada, p. 98 (Sanguijuelera).
732
‘Conducta’. Misericordia, pp. 80, 86 (mendigos iglesia de San Sebastián), 289 (Juliana).
733
‘Construcción’. Los Pazos de Ulloa, p. 129 (peón caminero).
734
‘Churumbel’. Fortunata y Jacinta, I, p. 359 (José Izquierdo).
735
‘Corrupto’. Misericordia, p. 123 (Benina).
736
‘Consta’. Halma, p. 172 (Ándara).
737
‘Designio’. Torquemada en la cruz, 1400 (Torquemada).
738
‘Dignidad’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 369, 373 (José Izquierdo), 664 (Mauricia la Dura).
Nazarín, pp. 121, 124 (Ándara). Misericordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián). La
Tribuna, p. 194 (Comadreja). La Regenta, p. 6 (narr. > Bismarck).
739
‘Insignificante, insignificancia’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 368, 373 (José Izquierdo). Miau,
p. 63 (Murillito). La hermana San Sulpicio, p. 162 (Paca).

66
dotrina 740 , eciomo 741 , edá 742 , efetivo 743 , festividá 744 , fraternidá 745 , indino 746 ,
indinado 747 , istrucción 748 , libertá 749 , lición 750 , Madrí 751 , manetizar 752 ,
manífico 753 , metá 754 , mientre 755 , minífico 756 , mitá 757 , naturalidá 758 , necesidá 759 ,
novedá 760 , oficialidá 761 , ¿oyúste? 762 , papé 763 , perficionar 764 , presonalidá 765 ,
prosimar 766 , Redator 767 , responsabilidá 768 , sabé 769 , salú 770 , senetú 771 ,
senificante 772 , señó 773 , sinfinidá 774 , soleá 775 , solenidá 776 , soterrano 777 , usté 778 (y

740
‘Doctrina’. Fortunata y Jacinta, I, p. 566 (Fortunata). Misericordia, p. 87 (mendigos iglesia
de San Sebastián). El cuarto poder, p. 253 (gente del pueblo, en Sarrió).
741
‘Eccehomo’. La Regenta, p. 787 (Pepe, guardián del vivero).
742
‘Edad’. La Tribuna, p. 265 (señora Porreta).
743
‘Efectivo’. Misericordia, pp. 144 (Diega), 185 (Benina).
744
‘Festividad’. Misericordia, pp. 67, 72 (mendigo Pulido).
745
‘Fraternidad’. La Tribuna, p. 202 (señora Porreta).
746
‘Indigno’. Pepita Jiménez, p. 268 (narr. > Antoñona). Juanita la Larga, p. 143 (Juana).
Fortunata y Jacinta, I, p. 350 (Nicanora, esposa de Ido). Nazarín, p. 134 (narr. > Ándara).
747
‘Indignado’. La madre Naturaleza, p. 341 (Ángel de Naya, el Gallo).
748
‘Instrucción’. La Tribuna, p. 206 (Amparo).
749
‘Libertad’. La Tribuna, pp. 110, 111 (cigarreras), 141 (Amparo), 143 (Carmela).
750
‘Lección’. Fortunata y Jacinta, I, p. 501 (Papitos).
751
‘Madrid’. La Tribuna, pp. 125, 141 -2 veces-, 200, 261 (Amparo), 268, 269 (Chinto). Los
Pazos de Ulloa, p. 359 (Trampeta). La madre Naturaleza, p. 318 (pastor del Pazo). Insolación,
p. 261 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas). Morriña, p. 52 (Esclavitud).
752
‘Magnetizar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 693 (Fortunata).
753
‘Magnífico’. La Tribuna, p. 125 (Amparo).
754
‘Mitad’. La Tribuna, p. 204 -2 veces- (Carmela).
755
‘Mientras’. Torquemada en la hoguera, p. 1365 (tía Roma).
756
‘Magnífico’. Nazarín, p. 114 (gitano).
757
‘Mitad’. Miau, p. 241 (Luisito Cadalso).
758
‘Naturalidad’. Insolación, p. 266 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
759
‘Necesidad’. La Tribuna, p. 243 (cigarrera).
760
‘Novedad’. La Tribuna, p. 261 (Comadreja).
761
‘Oficialidad’. La Tribuna, pp. 113 (cigarrera), 205 (Carmela).
762
‘¿Oyó usted?’. La Tribuna, p. 243 (cigarrera).
763
‘Papel’. Fortunata y Jacinta, I, p. 339 (José Izquierdo).
764
‘Perfeccionar’. La Tribuna, p. 125.
765
‘Personalidad’. Fortunata y Jacinta, I, p. 345 (José Izquierdo).
766
‘Aproximar’. El doctor Centeno, p. 388 (Rosa Ido).
767
‘Redactor’. Es el apodo de Juanito del Socorro. El doctor Centeno, pp. 170, 190, 192, 193
(narr.).
768
‘Responsabilidad’. La Tribuna, p. 113 (cigarreras).
769
‘Saber’. Nazarín, p. 113 (gitano).
770
‘Salud’. La Tribuna, pp. 126, 202 (Señora Porreta). La madre Naturaleza, p. 120 (Catalina,
mujer de Máximo Juncal).
771
‘Senectud’. Misericordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián).
772
‘Insignificante’. La hermana San Sulpicio, p. 198 (mujerzuela en Tablada).
773
‘Señor’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 361, 362 (señora en la casa de Mira el Río). Tristana,
pássim (en cartas amorosas de Tristana a Horacio Díaz). Misericordia, p. 280 (Antonio Zapata).
774
‘Infinidad’. Misericordia, p. 80 (mendigos iglesia de San Sebastián).
775
‘Soledad’. Tristana, p. 215 (Tristana, en lenguaje amoroso).
776
‘Solemnidad’. Misericordia, p. 78 (mendigos iglesia de San Sebastián). Ibíd., p. 176
(Benina).
777
‘Subterráneo’. Misericordia, p. 202 (Benina).
778
‘Usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 370 (José Izquierdo). La Tribuna, pp. 127 –2 veces-

67
formas en las que también aparece: asté, piensasté, etc. 779 , oigasté 780 ,
piensasté 781 , sabusté o zabuté 782 , vayasté 783 ), utosia 784 , vanidá 785 , verdá 786 ,
vítima 787 , voluntá 788 , yeciones 789 .
- Cambio 790 : alcontrar, alcuentru 791 , alvertir 792 , anguno 793 , arguno 794 , arma 795 ,
armeja 796 , binquizal 797 , clos 798 , dempués, dimpués, endimpués 799 , dende 800 ,
diznidad, diznidá, diznidaz 801 , er 802 , estonces, enestonces 803 , farto, fartar 804 ,

(cigarreras), 157 –2 veces- (gente anónima del pueblo), 189 -2 veces- (cigarreras), 243
(cigarrera). La madre Naturaleza, p. 319 (Ángel de Naya, el Gallo). Insolación, pp. 258, 269
(gente en el restaurant de las Ventas). La Regenta, p. 787 (Pepe el del vivero). La espuma, p.
370 (Amparo).
779
Fortunata y Jacinta, I, pp. 339-340 (José Izquierdo). Véase antes.
780
‘Oiga usted’. La desheredada, pp. 449 (Pecado), 481 (Gaitica). Insolación, pp. 258 (gente en
el restaurant de las Ventas), 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
781
‘Piensa usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 341 (José Izquierdo).
782
‘Sabe usted’. Fortunata y Jacinta, I, p. 342 (José Izquierdo). La hermana San Sulpicio, pp.
135 -2 veces-, 151 -2 veces- (Daniel Suárez), 160 (niña en Triana), 162 -2 veces-, 164 (Paca),
197 (Primo).
783
‘Vaya usted’. Insolación, p. 258 (gente en el restaurant de las Ventas).
784
‘Autopsia’. El doctor Centeno, p. 393 –dos veces- (Rosa Ido).
785
‘Vanidad’. Nazarín, p. 284 (Ándara). La Tribuna, p. 193 (Amparo).
786
‘Verdad’. Torquemada en la hoguera, p. 1366 (tía Roma). La Tribuna, pp. 122 (madre de
Amparo), 142, 262 (Amparo). Los Pazos de Ulloa, p. 325 (Bico de rato). La madre Naturaleza,
p. 319 (Ángel de Naya, el Gallo). La espuma, pp. 370, 371 (Amparo).
787
‘Víctima’. Misericordia, p. 67 -dos veces- (mendigo Pulido).
788
‘Voluntad’. La Tribuna, p. 160 (Chinto).
789
Debe suponerse que se trata de inyecciones o elecciones. Fortunata y Jacinta, I, pp. 342, 343
-tres veces-; II, p. 498 (José Izquierdo).
790
Muñoz Cortés, pp. 66-67. Seco, pp. 59-61. Álvarez Martínez, p. 538. Para el trueque -l / -r,
Espinosa, I, pp. 173-174, Muñoz Cortés, 66-67, Álvarez Martínez, p. 539 y Joseph A.
Fernández, p. 113. Véase también § 2.3.2.
791
‘Encontrar, encuentro’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 233 (Gorio). Peñas
arriba, pp. 140, 157 (Chisco), 380, 456 (Facia).
792
‘Advertir’. Sotileza, p. 375 (Silda).
793
‘Alguno’. Sotileza, pp. 143 (hombre del paredón de la calle Alta), 145 (Sobano), 147, 213
(tío Mechelín), 367 (Sargüeta), 455 (Cleto).
794
‘Alguno’. Insolación, pp. 256, 258 (gente en el restaurant de las Ventas).
795
‘Alma’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 344 -dos veces-, 373 (José Izquierdo).Insolación, p. 258
(gente en el restaurant de las Ventas).
796
‘Almeja’. Fortunata y Jacinta, I, p. 660 (D.ª Lupe > Fortunata).
797
‘Busquizal’. Peñas arriba, p. 455 (Facia).
798
‘Clowns’. Miau, p. 63 (Murillito).
799
‘Después’. Peñas arriba, pp. 421 (Pepazos), 456 (Facia). Sotileza, pp. 83, 323 (Muergo),
123, 450 (tío Mechelín), 225, 263, 264, 315, 331 -2 veces-, 332 -2 veces-, 333, 336 (Cleto), 413
(tabernero). El doctor Centeno, p. 388 -dos veces- (Rosa Ido). Fortunata y Jacinta, I, pp. 341 -
dos veces- (José Izquierdo); II, p. 385 (Papitos). Arcaísmo, según Lapesa (Historia de la lengua
española, cit.), p. 472.
800
‘Desde’. Peñas arriba, pp. 389 (Chisco), 390 (Pito Salces), 454 (Facia). Sotileza, pp. 223 (tía
Sidora), 366 (Carpia), 450 (tío Mechelín). La hermana San Sulpicio, p. 100 (Paca).Como
arcaísmo, Espinosa, I, 74-76. Como cruce entre prefijos, G.ª de Diego, p. 319. Nazarín, p. 277
(gitano Ujo). DRAE (desus., u. c. vulg.). Arcaísmo, según Lapesa (Historia de la lengua, p.
472).
801
‘Dignidad’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 183 (D. Gonzalo). Realidad, p. 195
(Leonor, la Peri). Nazarín, pp. 121, 124 (Ándara). La fe, p. 313 (Lico, cochero).

68
imitaz 805 , indiznidad 806 , ingratitud 807 insezto 808 , interfezto 809 , iznorar 810 ,
jurgar 811 , Madriz 812 , malchar 813 , mardito 814 , mártil 815 , ojezto 816 , regorver 817 ,
respezto 818 , réztil 819 , rimpuesta 820 , sociedaz 821 ,
- Epéntesis 822 : alcordarse 823 , chumpaobleas 824 , chumpar 825 , fisno 826 ,
Jacometrenzo 827 , jancia 828 , lambecaras 829 , ojezto 830 , resfinado 831 , trompiezu 832 .
- Paragoge 833 : asín, asina 834 .
- Vocalización 835 : caráiter 836 , conceito 837 , defendeite 838 , leitoral 839 , mainate 840 ,

802
‘El’. Fortunata y Jacinta, I, p. 340 -dos veces- (José Izquierdo).
803
‘Entonces’. Peñas arriba, p. 451 (Facia). Sotileza, p. 323 (Muergo)
804
‘Falto, faltar’. Nazarín, p. 335 -dos veces- (el Parricida, ladrón).
805
‘Imitad’. El doctor Centeno, p. 191 (Juanito del Socorro).
806
‘Indignidad’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 182 (D. Gonzalo).
807
‘Ingratitud’. Realidad, p. 129 (Bárbara).
808
‘Insecto’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 182 (D. Gonzalo).
809
‘Interfecto’. Nazarín, p. 140 (tía Chanfaina). Misericordia, p. 195 (el Comadreja).
810
‘Ignorar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 176 (D. Gonzalo).
811
‘Juzgar’. Sotileza, p. 324 –2 veces-, 345 (Muergo).
812
‘Madrid’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 343, 345 -dos veces- (José Izquierdo).
813
‘Marchar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 340 (José Izquierdo).
814
‘Maldito’. Insolación, pp. 258, 264 (gente en el restaurant de las Ventas).
815
‘Mártir’. Sotileza, pp. 315 (Colo), 318 (Muergo), 359 (patrón de lancha).
816
‘Objeto’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 320 (D. Gonzalo).
817
‘Revolver’. Insolación, p. 262 (gente en el restaurant de las Ventas).
818
‘Respecto’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 176 (D. Gonzalo).
819
‘Reptil’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 339 (D. Gonzalo).
820
‘Respuesta’. Fortunata y Jacinta, II, p. 99 (Feijoo > “como dice el payo”). La incógnita, p.
156 (narr., irónico).
821
‘Sociedad’. Nazarín, p. 161 (Paco Pardo). Tristana, p. 197 (Tristana > Saturna).
822
Espinosa, I, pp. 229, 246-247. Muñoz Cortés, pp. 68, 70. Seco, pp. 63-64.
823
‘Acordarse’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 392 (Carpio). Sotileza, pp. 226, 392
(tío Mechelín), 331 (Cleto), 367 (Sargüeta), 393 (tía Sidora). Los tres últimos por confusión a- -
al-.
824
‘Chupaobleas’. Sotileza, p. 147 (Mocejón).
825
‘Chupar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 31, 391 (Carpio), Sotileza, p. 367
(Sargüeta).
826
‘Fino’. Misericordia, p. 155 (Benina).
827
‘Jacometrezo’. Fortunata y Jacinta, I, p. 482 (Maximiliano Rubín > Fortunata). Según
Joseph A. Fernández (p. 115), es deformación humorística.
828
‘Hacia’. Peñas arriba, p. 448 (Chisco).
829
‘Lamecaras’. Sotileza, p. 147 (Mocejón).
830
‘Objeto’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 320 (D. Gonzalo).
831
‘Refinado’. Los Pazos de Ulloa, p. 359 (Trampeta).
832
‘Tropiezo’. Peñas arriba, p. 389 (Chisco).
833
Véase antes.
834
‘Así’. Sotileza, pp. 177 (Colo), 213 (tío Mechelín). Fortunata y Jacinta, I, p. 228 (Juan >
Fortunata). Cf. Amado Alonso, “Asín, asina, ansí, ansina”, en Espinosa I, pp. 411-416, y Joseph
A. Fernández, p. 115 (arcaísmo).
835
Espinosa, I, pp. 221-226. Spaulding, p. 238. Muñoz Cortés, p. 69. Joseph A. Fernández, p.
113.
836
‘Carácter’. Fortunata y Jacinta, I, p. 668 (Mauricia la Dura). Torquemada en la hoguera, p.
1349 (inquilina Torquemada).
837
‘Concepto’. Marianela, p. 147 (Felipe Centeno).
838
‘Defendiste’. Nazarín, p. 302 (enano Ujo).

69
miraite 841 , pegaites 842 , pléitica 843 .

4. Agrupadas

- Reducción 844 : comenencia 845 , compare 846 , discutinio 847 , incomeniente 848 ,
rifigelio 849 , sanijuela 850 , tamién 851 , utopia 852 .
- Pérdida del grupo completo: pae 853 .
- Cambios 854 : blinco 855 , branco 856 , engüelto 857 , faldriquera 858 , pléitica 859 ,
portesión 860 .
- Epéntesis: Celiplinas 861 .

5. Metátesis 862 : cátreda 863 , desanimar 864 , frábica 865 , fraica 866 ,

839
‘Electoral’. Fortunata y Jacinta, I, p. 342 (José Izquierdo).
840
‘Magnate’. La Regenta, pp. 6 (Celedonio), 390 -2 veces- (pillo de la calle).
841
‘Miraste’. Nazarín, p. 302 (enano Ujo).
842
‘Pegastes’. Nazarín, p. 302 (enano Ujo).
843
‘Práctica’. Fortunata y Jacinta, II, p. 92 (Fortunata).
844
Espinosa, I, pp. 226-240. G.ª de Diego, p. 315. Spaulding, p. 238. Joseph A. Fernández, p.
113. Véase también § 2.3.2.
845
‘Conveniencia’. Sotileza, p. 113 (tío mechelín). Fortunata y Jacinta, I, pp. 342 (José
Izquierdo), 666 (Mauricia la Dura). Nazarín, p. 260 (Paco Pinto). G.ª de Diego, p. 319, lo
interpreta como confusión de sufijos -iencia / -encia.
846
‘Compadre’. Fortunata y Jacinta, I, p. 340 (José Izquierdo).
847
‘Escrutinio’. Los Pazos de Ulloa, p. 370 (alcalde de Cebre).
848
‘Inconveniente’. Sotileza, p. 364 (tío mechelín). Misericordia, p. 137 (Paco Pinto, antiguo
novio de Beatriz). Misericordia, p. 194 (Benina).
849
‘Refrigerio’. La Tribuna, p. 167 (Chinto).
850
‘Sanguijuela’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 391 (Gorio).
851
‘También’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 316 (Alcalde de Coteruco). Peñas
arriba, p. 389 (Chisco). Sotileza, pp. 85 (Sula), 226 (Cleto), 318, 319 (Muergo), 363, 451 (tío
Mechelín), 393 (tía Sidora).
852
‘Autopsia’. El doctor Centeno., p. 393 (Rosa Ido).
853
‘Padre’. Sotileza, pássim. (Es la forma con la que todos los personajes populares –Andrés, la
tía Sidora, el tío Mechelín, etc.- se refieren al padre Apolinar. Incluso él mismo emplea la forma
desgastada (pp. 129, 130). Fortunata y Jacinta, I, pp. 371, 374 -dos veces- (José Izquierdo),
394, 395 (Pitusín).
854
Seco, pp. 61-62.
855
‘Brinco’. Fortunata y Jacinta, II, p. 386 (Papitos).
856
‘Blanco’. Fortunata y Jacinta, I, p. 340 (José Izquierdo).
857
Sotileza, p. 213 (tío Mechelín).
858
‘Faltriquera’. Sotileza, pp. 85, 96 (Sula), 397 (tía Sidora).
859
‘Práctica’. Fortunata y Jacinta, II, p. 92 (Fortunata).
860
‘Procesión’. Sotileza, p. 319 (Muergo).
861
‘Filipinas’. Misericordia, p. 84 (mendigos iglesia de San Sebastián).
862
Espinosa, I, pp. 257-259. G.ª de Diego, pp. 316. Spaulding, p. 239. Muñoz Cortés, p. 70.
Seco, pp. 62-63. Álvarez Martínez, p. 539.
863
‘Cátedra’. Realidad, p. 39 –2 veces- (Villalonga > “los paletos”).
864
‘Examinar’. Misericordia, p. 193 (narr. > mendigos capilla de Irlandeses).
865
‘Fábrica’. Insolación, p. 262 -2 veces- (señá Donata, en el restaurant de las Ventas). La
hermana San Sulpicio, p. 100 (Paca).

70
glárima 867 , nesecitar 868 , pedricar 869 , pedrominio 870 , petril 871 , plumonía 872 ,
portesión 873 , premitir 874 , presona 875 , presonaje 876 , presonalidá 877 , primiso 878 ,
probe, probecito, probete, probetuco, probeza 879 , treato 880 .

6. Pérdida de sílabas (apócope, metaplasmo) 881 : hijí 882 , nordá 883 , sito 884 ,
timineje 885 .

7. Alteraciones en la articulación de las consonantes, representadas


mediante las grafías siguientes:
- Yeísmo 886 : Granujiya 887 .
- /y/ probablemente africada: yia 888 , yio 889 .
- /y/ semiconsonante: aiuntamiento 890 .
- Ceceo 891 : Zurupa 892 , zajumar 893 .

866
Fábrica > frábica > fraica. El doctor Centeno, p. 107 -dos veces- (Felipe Centeno).
867
‘Lágrima’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 371 (Habitante de Coteruco).
868
‘Necesitar’. Peñas arriba, p. 427 (Pito Salces). Insolación, p. 147 (gente anónima en la
pradera de San Isidro).
869
‘Predicar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 218 (P. Rigüelta). Peñas arriba, p.
220 (Tarumbo). Sotileza, p. 318 (Muergo).
870
El amigo Manso, p. 342 (Manuel Peña > Amalia Vendesol, antigua novia).
871
‘Pretil’. Misericordia, p. 289 (Obdulia > Juliana).
872
‘Pulmonía’. Fortunata y Jacinta, I, p. 609 (Mauricia la Dura).
873
‘Procesión’. Sotileza, p. 319 (Muergo).
874
‘Permitir’. Fortunata y Jacinta, I, p. 373 (José Izquierdo). Insolación, pp. 262, 266 (señá
Donata, en el restaurant de las Ventas).
875
‘Persona’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 339, 342 (José Izquierdo). Miau, p. 62 (Murillito).
Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).La fe, p. 312 (Lico, cochero).
La hermana San Sulpicio, p. 163 (Paca).
876
‘Personaje’. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas).
877
‘Personalidad’. Fortunata y Jacinta, I, p. 345 (José Izquierdo).
878
‘Permiso’. El doctor Centeno, pp. 387, 390 (Rosa Ido).
879
‘Pobre, pobrecito, pobrete, pobretuco, pobreza’. Sotileza, pp. 116 (tía Sidora), 142 (Sobano),
213 (tío Mechelín), 328 (Pachuca), 366 (Carpia), 408, 409 (Reñales). Pepita Jiménez, p. 312.
Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 371 (habitante Coteruco). Peñas arriba, pp. 139
(Chisco), 348, 407 (Facia), 567 (Chisco). El amigo Manso, p. 342 (Manuel Peña > padre de la
nodriza). Fortunata y Jacinta, I, pp. 337, 357, 369 -dos veces-; II, p. 485 (José Izquierdo).
Misericordia, p. 67 (mendigo Pulido). Insolación, pp. 147 (gente anónima en la pradera de San
Isidro), 269 (gente en el restaurant de las Ventas). La barraca, p. 95 (jornalero aragonés de la
huerta).
880
La hermana San Sulpicio, p. 197 (Primo).
881
Espinosa, I, 256-257. Álvarez Martínez, p. 539.
882
‘Hijito’. El doctor Centeno, pp. 190 -tres veces-, 192, 378 (Juanito del Socorro). Spaulding,
p. 241.
883
‘No es verdad’. Sotileza, p. 363 (tía Sidora), 364 (tío Mechelín).
884
‘Señorito’. Fortunata y Jacinta, I, p. 516 (Papitos).
885
‘Tejemaneje’. Sotileza, p. 247 (Mocejón).
886
Como vulgarismo, cf. Muñoz Cortés, p. 67.
887
‘Granujilla’. La desheredada, p. 450 (Gaitica).
888
‘Ya’. Fortunata y Jacinta, I, p. 184 (Fortunata).
889
‘Yo’. Fortunata y Jacinta, I, p. 612 -dos veces- (Mauricia la Dura).
890
‘Ayuntamiento’. Misericordia, p. 150 (Pedra).

71
B) Rasgos analizables en el nivel morfosintáctico

1. Prefijación

- La mayor parte de los casos de prótesis vocálica antes revisados tienen su origen
en falsas atribuciones al prefijo a- 894 : acomparar, adispensar, afusilar, etc.
- Otros vulgarismos relacionados con el mismo fenómeno (prótesis o confusión en
otros prefijos: ad-, des-, in-, etc.): afloencia 895 , denguno 896 , desaflegir 897 ,
desagerar 898 , desageración 899 , desaminar, desanimar 900 , desaparecerse 901 , dir,
dirse, dido 902 , discutinio 903 , disinificante 904 , emponderancia 905 , emponderar 906 ,
emprestar 907 , encultar 908 , endimpués 909 , enestonces 910 , engolver 911 , entoavía 912 ,
entodía 913 , entremedio 914 , escomienzo 915 , perjuicio 916 , relincuente 917 ,
sinfinidá 918 .

891
Como vulgarismo, cf. Muñoz Cortés, p. 62.
892
‘Surupa’. La desheredada, p. 450 (Pecado).
893
‘Sahumar’. Halma, p. 174 (Ándara).
894
G.ª de Diego, p. 319. Spaulding, p. 241. Joseph A. Fernández, p. 114.
895
‘Influencia’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 337, 339 (José Izquierdo).
896
‘Ninguno’. Sotileza, p. 247 (Cleto). La hermana San Sulpicio, pp. 197 (Primo), 198
(mujerzuela en Tablada).
897
‘Afligir’. Peñas arriba, p. 169 (narr.> Facia). Adición de des-.
898
‘Exagerar’. Nazarín, p. 327 (Ándara).
899
‘Exageración’. Halma, p. 173 (Ándara).
900
‘Examinar’. Misericordia, pp. 193 (narr. > mendigos capilla de Irlandeses), 242 (narr. >
mendigos).
901
‘Aparecerse’. La desheredada, p. 110 (Sanguijuelera).
902
‘Ir, irse, ido’. Peñas arriba, p. 141 (Chisco). Sotileza, pp. 212 (tío Mechelín), 264 (Cleto). La
desheredada, p. 160 -dos veces- (Pecado). Torquemada en el Purgatorio, p. 1489 (Valentinito
Torquemada). Nazarín, pp. 173 (Ándara), 302 (enano Ujo). La fe, pp. 312, 313 (Lico, cochero).
903
‘Escrutinio’. Los Pazos de Ulloa, p. 370 (alcalde de Cebre).
904
‘Insignificante’. Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo). Miau, p. 63 (Murillito). La
hermana San Sulpicio, p. 162 (Paca).
905
‘Ponderación’. Peñas arriba, p. 225 (Tarumbo).
906
‘Ponderar’. Sotileza, pp. 213 (tío Mechelín), 340 (tía Sidora), 367 (Sargüeta).
907
‘Prestar’. Sotileza, p. 210 (Cleto). DRAE (ant.).
908
‘Ocultar’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 240 (Gorio). Confusión con en-.
909
Sotileza, pp. 83 (Muergo), 263, 264 (Cleto).
910
‘Entonces’. Sotileza, p. 323 (Muergo).
911
‘Volver’. Sotileza, p. 115 (tío Mechelín).
912
‘Todavía’. Sotileza, pp. 264 (Cleto), 392 -2 veces- (tío Mechelín). Peñas arriba, p. 152
(Chisco). Adición de en-.
913
‘Todavía’. Sotileza, p. 331 (Cleto).
914
‘Intermedio’. Fortunata y Jacinta, I, p. 611; por en medio. Ibíd., II, p. 199 (Mauricia la
Dura).
915
‘Comienzo’. Sotileza, p. 263 (Cleto). Fortunata y Jacinta, I, p. 669 (Mauricia la Dura).
916
‘Juicio’. Nazarín, p. 124 (Ándara).
917
‘Delincuente’. Nazarín, p. 277 (enano Ujo).
918
‘Infinidad’. Misericordia, p. 81 (mendigos iglesia de San Sebastián).

72
- Aféresis del prefijo 919 : menistrador, menistraor 920 , ministración 921 , saborío 922 ,
senificante 923 , solución 924 , solutamente 925 , yeciones 926 .

2. Sufijación

- Sufijaciones erróneas y singulares: comiteles 927 , chupío 928 , cuasimente 929 ,


delirioso 930 , escupitado, escupitar 931 , estericado 932 , funebridad 933 ,
manipulencias 934 , neblija 935 , perfumación 936 , perjuicioso 937 , quizásmente 938 ,
repartijar 939 , rubiles 940 , santificación 941 , seguranza 942 , sinificancia 943 ,
suponeres 944 , tiranístico 945 , tumificación 946 .
- Sufijaciones degradantes: boquirris 947 , cleriguicio 948 , curángano 949 ,
periodiquero, publicantón 950 , querindango 951 , santifiquísimo 952 .
919
Joseph A. Fernández, p. 114.
920
Administrador´. La Tribuna, p. 209 (Rita de la Riberilla). Insolación, p. 262 (señá Donata, en
el restaurant de las Ventas).
921
‘Administración’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 359, 360, 370 (José Izquierdo). Tristana, p. 134
(Saturna). Torquemada y San Pedro, p. 1545 (sirvientes palacio de Gravelinas). Misericordia, p.
135 (Benigna).
922
‘Desaborido’. Nazarín, p. 91 (tía Chanfaina).
923
‘Insignificante’. La hermana San Sulpicio, p. 198 (mujerzuela en Tablada).
924
‘Absolución’. Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las Ventas).
925
‘Absolutamente’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 343, 347, 358, 373; II, p. 471 (José Izquierdo).
Nazarín, p. 141 (tía Chanfaina).
926
Suponiendo, como ya advertíamos, que se trate de inyecciones, elecciones u otro término
similar (véase después). Fortunata y Jacinta, I, pp. 342, 343 -dos veces-, 346; II, p. 498 (José
Izquierdo).
927
‘Comités’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo). Esta forma y la que se documenta
poco después, rubiles, pueden sugerir (como ha hecho Joseph A. Fernandez (p. 114) en el caso
de comiteles la presencia de un interfijo antihiático -l-. Véase, antes, epéntesis de consonantes.
928
‘Chupada’. Misericordia, p. 80 (mendigos iglesia de San Sebastián).
929
‘Casi’. La madre Naturaleza, p. 341 (Ángel de Naya, el Gallo).
930
‘Delirante’. Misericordia, p. 301 (Benina).
931
‘Escupido, escupir’. Nazarín, p. 302 (enano Ujo).
932
‘Histerizado’. Misericordia, p. 192 (la Pitusa).
933
De fúnebre. Nazarín, p. 113 (tía Chanfaina).
934
`Manipulaciones’. Sotileza, p. 162 (Madruga).
935
‘Neblina’. Nazarín, p. 276 (enano Ujo).
936
‘Perfume’. Nazarín, p. 136 (Ándara).
937
‘Perjudicial’. Nazarín, p. 180 (Beatriz).
938
‘Quizás’. La madre Naturaleza, p. 319 (Ángel de Naya, el Gallo).
939
‘Repartir’. Misericordia, p. 73 (narr. > ambiente mendigos).
940
‘Rubíes’. Misericordia, p. 184 (Benina). Véase, antes, comiteles.
941
‘Santidad’. Fortunata y Jacinta, II, p. 509 (Fortunata).
942
‘Seguro’. Sotileza, p. 146 (tío Mechelín). DRAE (desus.).
943
‘Significación’. Fortunata y Jacinta, I, p. 373 (José Izquierdo).
944
De suponer. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo).
945
De tiránico. Fortunata y Jacinta, II, p. 406 (Fortunata).
946
De tumefacción. La madre Naturaleza, p. 79 (Antón, algebrista de Boán).
947
La Regenta, p. 6 (Bismarck).
948
De clérigo. Nazarín, p. 161 (Paco Pardo).
949
De cura. Fortunata y Jacinta, I, p. 613 (Mauricia la Dura).
950
De periódico, publicar. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo).
951
De querido. Flor de Mayo, p. 186 (narr. > Retor): “Cuando vuelve a su casa se la encuentra

73
3. Expresión errónea del género 953 : apóstola 954 , catástrofa 955 , civila 956 ,
comercianta 957 , criminala 958 , cuála 959 , dominanta 960 , fenómena 961 , Guardia
civila 962 , ignoranta 963 , mártira 964 , monstrua 965 , primer bofetada 966 ,
protestanta 967 , títula 968 , una navío 969 , verduga 970 .

4. Expresión errónea del número 971 : colibrises 972 , condeses 973 ,


cualesquiera 974 , cualisquiera 975 , ferros-carriles 976 , sincopieses 977 , sus mases (y
sus menos) 978 , tees 979 .

5. Usos pronominales
- Presencia innecesaria de pronombres: recordarse 980 , suicidarle 981 .

abrazada al querindango”.
952
De santísimo. Fortunata y Jacinta, I, p. 613 (Mauricia la Dura).
953
G.ª de Diego, p. 316. Espinosa, II, pp. 114-119, 121-122. Muñoz Cortés, pp. 81 y 86. Seco,
pp. 79-82. Joseph A. Fernández, p. 114.
954
Nazarín, p. 260 (Paco Pinto, antiguo novio de Beatriz).
955
Nazarín, p. 151 (tía Chanfaina).
956
Nazarín, p. 277 -dos veces- (enano Ujo).
957
Misericordia, p. 151 (narr. > Benina).
958
Fortunata y Jacinta, I, p. 614 (Mauricia la Dura). Misericordia, p. 254 (Benina).
959
Tristana, p. 233 (Tristana, en lenguaje amoroso). Torquemada en la cruz, p. 1405 -tres
veces- (Torquemada). Insolación, p. 257 (gente en el restaurant de las Ventas).
960
Misericordia, p. 75 (mendigos iglesia de San Sebastián).
961
Misericordia, p. 140 (Benina).
962
Nazarín, p. 277 -2 veces- (Ujo).
963
El amigo Manso, p. 159 (Javiera Rico, viuda De Peña).
964
Torquemada en la hoguera, p. 1365 (tía Roma). Nazarín, p. 329 (Ándara).
965
Tristana, p. 215 (Horacio, en lenguaje amoroso). Nazarín, p. 272 (enano Ujo).
966
Fortunata y Jacinta, I, p. 608 (Mauricia la Dura).
967
Fortunata y Jacinta, II, p. 197 (Mauricia la Dura). La Tribuna, pp. 182 (Guardiana), 183
(narr.).
968
Fortunata y Jacinta, II, p. 518 (Fortunata).
969
Sotileza, p. 115 (tío Mechelín).
970
Realidad, p. 122 (Claudia).
971
Spaulding, pp. 239 y 241. Espinosa, II, pp. 119-121. Muñoz Cortés, p. 87. Seco, pp. 82-84.
972
La de Bringas, p. 182 (Refugio Sánchez Emperador).
973
Marianela, p. 184 (Felipe Centeno).
974
“cualesquiera cosa”. Nazarín, p. 197 (Ándara).
975
Utilizado como nombre (un cualisquiera) -Miau, p. 122 (Luisito Cadalso)-, como pronombre
-Fortunata y Jacinta, I, p. 328 (Nicanora, esposa de José Ido)- o como determinante -Fortunata
y Jacinta, I, p. 499 (Papitos); II, p. 341 (José Izquierdo), Nazarín, pp. 121, 197 (Ándara), 143
(tía Chanfaina). Insolación, p. 270 (gente en el restaurant de las Ventas). Joseph A. Fernández,
p. 115 (arcaísmo).
976
Nazarín, p. 112 (tía Chanfaina).
977
Plural de sincopiés (explicado más adelante). Misericordia, p. 193 (mendigos capilla de
Irlandeses).
978
Sotileza, p. 401 (tía Sidora).
979
Plural de té. El amigo Manso (Javiera Rico, viuda De Peña), p. 411.
980
La de Bringas, p. 288 (Refugio Sánchez Emperador). Seco, pp. 43, 44.
981
Fortunata y Jacinta, I, p. 341 (José Izquierdo).

74
- Cambios en la posición de los pronombres átonos: halo 982 , te se 983 , veraislo 984 .
- Formas arcaicas o rurales: estotra 985 , quillotro 986 , sté 987 .
- Interferencias de pronombres 988 : ayudarvos 989 , atracarvos 990 , decirvos 991 ,
desapartaisos 992 , dirvos 993 , estarvus 994 , mujotros 995 , nusotros 996 , quitarvos 997 ,
vos 998 , vus 999 , vusotros 1000 .
- Alteración del orden sintagmático consagrado por el uso: yo y la mujer 1001 .

6. Cambios en la flexión verbal 1002

- Por analogía con otras formas: ajuegarse 1003 , dijéndola 1004 , haiga, haigan,

982
“Lo ha visto”. Misericordia, p. 226 (gitano en Puerta de Toledo).
983
“Te se funden”, “te se ahondan”, “te se busca”. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp.
50 (Narda), 150 (D. Gonzalo). Sotileza, p. 85 (Sula). “Te se quite”. Los majos de Cádiz, p. 355
(Soledad).Spaulding, p. 241. El pretendido vulgarismo morfosintáctico que Neira (“La función
del disparate lingüístico y del dialectalismo en ‘La Regenta’”, Los Cuadernos del Norte, 23, p.
62) explica en el pasaje de los pilluelos, “...que bien te se conoce...”, solo aparece en la edición
de La Regenta manejada por este crítico (Buenos Aires, Ed. Emecé -y no Losada, como puede
leerse en su cita de la p. 63-, 1946, vol. I. pág. 33). En todas las demás ediciones consultadas de
la novela (la primera edición de 1884-85 -Barcelona, Daniel Cortezo y Cía.-, la prologada por
Galdós de 1901 -Madrid, Fernando Fe-, así como las ediciones anotadas de Martínez Cachero
-Barcelona, Planeta, 1963- Gonzalo Sobejano -Madrid, Castalia, 1981- o Juan Oleza -Madrid,
Cátedra, 1984-) figura el orden antes reflejado: “... que bien se te conoce”.
984
“Lo veréis”. Nazarín, p. 277 (enano Ujo).
985
Fortunata y Jacinta, I, p. 363 (narr. > ambiente casa de Mira el Río). DRAE (p. us.).
Espinosa, II, p. 160.
986
Nazarín, pp. 272, 276 (enano Ujo). DRAE (rur.).
987
Fortunata y Jacinta, I, pp. 502 -dos veces-, 549 -cuatro veces- (Papitos). Espinosa, II, p. 134.
988
G.ª de Diego, p. 317. Spaulding, p. 240. Espinosa, II, pp. 139-140. Muñoz Cortés, p. 92.
Seco, p. 46. Joseph A. Fernández, p. 114 (como arcaísmos).
989
Por ayudaros. Sotileza, p. 226 (tía Sidora).
990
Por atracaros. Sotileza, p. 85 (Sula).
991
Por deciros. Nazarín, p. 276 (enano Ujo).
992
Por apartaos. Fortunata y Jacinta, I, p. 324 (Rosa Ido).
993
Por idos (o íos). Nazarín, pp. 271, 277 -dos veces- (enano Ujo).
994
Por estaos. La desheredada, p. 159 (Pecado).
995
Por nosotros. Nazarín, p. 113 (gitano).
996
Por nosotros. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 321, 399 (P. Rigüelta) y 391
(Carpio). Peñas arriba, pp. 390 (Pito Salces), 455, 457 (Facia). Sotileza, pp. 142 (mozo del
paredón de la calle Alta, hombre del paredón de la calle Alta), 177, 315 (Colo), 359 (patrón de
lancha). Insolación, p. 269 (gente en el restaurant de las Ventas).
997
Por quitaos. Fortunata y Jacinta, I, pp. 320, 324 (Rosa Ido).
998
Por os. Sotileza, pp. 212, 213 (tío Mechelín), 312 (Carpia), 328, 377, 379 -2 veces- (Silda),
333 (Cleto). Nazarín, pp. 272 -dos veces-, 277 (enano Ujo). Misericordia, p. 78 (mendigos
iglesia de San Sebastián). Insolación, p. 261 (señá Donata, el restaurant de las Ventas).
999
Por os. La desheredada, pp. 153 -dos veces- (chiquillo de la pandilla del Majito), 159, 450
(Pecado). Fortunata y Jacinta, II, p. 183 -tres veces- (sillero de la casa de Mira el Río). Miau, p.
243 (Murillito). Torquemada y San Pedro, p. 1601 (Matías, tabernero). Misericordia, p. 172
(mendigos iglesia de San Sebastián). Insolación, p. 256 (gente en el restaurant de las Ventas).
1000
Por vosotros. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 261 (P. Rigüelta). Sotileza, p. 319
(Muergo).
1001
Peñas arriba, p. 225 (Tarumbo).
1002
Joseph A. Fernández, p. 114.
1003
Por ahogarse. Peñas arriba, pp. 169 (narr. > Facia), 349 (Facia). Sotileza, pp. 226, 335

75
vaiga, vaigan 1005 , madruguemos 1006 , quisiendo 1007 , sacastes, jicistes, tuvistes,
entrastes, escupites, pegaites, volvites 1008 , serlo 1009 , ¡venir! 1010 .
- Por falta de concordancia: diz 1011 , miraite 1012 , portéis 1013 , seis 1014 , ser 1015 .
- Por regularización: habemos 1016 , ponío 1017 , sabiera 1018 , tresponierun 1019 .

7. Uso de los determinantes


- Uso de determinantes ante nombres propios (sobre todo femeninos) 1020 : el
Primitivo 1021 , la doña Guillermina 1022 , la Matilde, la Pepa 1023 , la Jacinta 1024 , la
Lolita 1025 , la Nastasia, la Bruna, la Ruperta 1026 , la Facunda 1027 . Galdós
acumula ejemplos de este uso especialmente en Marianela (la Mariuca, la

(Cleto). Analogía con diptongaciones en la vocal tónica. G.ª de Diego, p. 318.


1004
Por diciéndola. Sotileza, p. 323 (Muergo). Analogía con el pretérito indefinido.
1005
Por haya, hayan, vaya, vayan. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 244 (Gorio), 394
(Carpio). Sotileza, pp. 86 (Sula), 262 (Cleto), 450 (tío Mechelín). Torquemada en la cruz, p.
1395 (Torquemada). Torquemada y San Pedro, p. 1601 -dos veces- (Matías, tabernero, y
personaje en la taberna). Realidad, p. 126 (Bárbara). Nazarín, p. 276 (Alcalde de Villamantilla).
Misericordia, pp. 68 (mendigo Pulido), 95 (Pedra), 100, 202 (Benina). Peñas arriba, p. 429
(Corcos). Tanto en el caso anterior como en este, por analogía con formas como traiga o caiga.
G.ª de Diego, p. 318. Spaulding, p. 240. Espinosa, II, pp. 244-246. Muñoz Cortés, p. 104. Seco,
pp. 85-86. Nazarín, p. 149 (enano Ujo). Analogía con formas como traiga o caiga. G.ª de
Diego, p. 318. Spaulding p. 240. Espinosa, II, pp. 244-246. Muñoz Cortés, p. 104. Seco, pp. 85-
86.
1006
Por madrugamos. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 387 (Carpio). Analogía con
tememos, comemos... G.ª de Diego, p. 317. Spaulding, p. 240. Espinosa, II, pp. 216-220. Muñoz
Cortés, p. 103.
1007
Por queriendo. Sotileza, p. 333 (Cleto). Anlogía con el pretérito indefinido.
1008
Por sacaste, hiciste, tuviste, entraste, escupiste, pegaste, volviste... Peñas arriba, pp. 173,
174 (don Pedro Nolasco), 364 (D. Celso). Sotileza, pp. 377, 378 (Silda), 421 (Luisa).. Nazarín,
p. 167 (enano Ujo). Analogía con la misma persona de otros tiempos: sacas, entras, sacabas,
entrabas... Aunque, según Lapesa (Historia de la lengua española, cit., p. 470), pueden haber
influido -más en América que en españa- los plurales antiguos “vos tuvistes”. G.ª de Diego, p.
317. Espinosa, II, pp. 56-57. Muñoz Cortés, p. 103. Seco, p. 85.
1009
Por selo (“Si quieres ser honrada, serlo”). Fortunata y Jacinta, I, p. 668 (Mauricia la Dura).
Analogía con el infinitivo.
1010
Por ¡Venid!. La Regenta, p. 389 -2 veces- (cuiquilla de la calle). Analogía con el infinitivo.
1011
Con sujeto en primera persona del singular. Nazarín, p. 302 -dos veces- (enano Ujo).
1012
Con sujeto en primera persona del singular. Nazarín, p. 167 (enano Ujo).
1013
Con sujeto en segunda persona del singular. Nazarín, p. 302 (enano Ujo).
1014
Con sujeto en segunda persona del singular. Nazarín, p. 330 (enano Ujo).
1015
Con sujeto en segunda persona del singular. Nazarín, p. 186 (Ándara).
1016
Por hemos. Los Pazos de Ulloa, pp. 325, 329 (Bico de rato).
1017
‘Ponido’. Por puesto. La Regenta, p. 787 (Pepe el del vivero).
1018
Por supiera. Sotileza, p. 323 (Muergo).
1019
Por traspusieron. Peñas arriba, p. 421 (Pepazos).
1020
Cf. Samuel Gili Gaya, Curso superior de sintaxis española, Barcelona, VOX, 11.ª ed., 1973,
p. 243.
1021
Los Pazos de Ulloa, p. 357 (Trampeta).
1022
Fortunata y Jacinta, I, p. 609 (Mauricia la Dura).
1023
Los Pazos de Ulloa, p. 276 (marqués de Ulloa).
1024
Fortunata y Jacinta, II, p. 199 (Mauricia la Dura).
1025
La Tribuna, p. 193 (Amparo).
1026
Miau, p. 374 (quinto que se dirige a Ramón Villaamil).
1027
El abuelo, p. 441 (la Marqueza).

76
Pepina, la Nela -pássim-), Nazarín (la Fabiana, la Seve, la Beatriz -pássim-) y
Misericordia (la Benina, la Nina -pássim-, la Casiana -pássim-, la Diega
-pássim-, la doña Guillermina), tanto en boca de los personajes como del
narrador. En La espuma, el uso está reservado para las cortesanas (la Amparo, la
Nati, la Socorro) que comparten francachela con varios señoritos de la alta
sociedad madrileña 1028 .

8. Régimen preposicional.
- Cambios en el régimen 1029 : de consiguiente 1030 , en ca 1031 .
- Falta de preposiciones: en casa Silverio 1032 , mitá la cara 1033 .

9. Locuciones erróneas
- A cuenta que 1034 , de entre mí/ti/sí 1035 , lo cual que 1036 , por un es caso 1037 .

C) Fenómenos analizables en el nivel léxico-semántico

Como ya se ha advertido, es difícil señalar la frontera precisa que separa los


fenómenos exclusivamente vulgares de aquellos otros que corresponden a niveles de
lengua o registros de habla cercanos. En el terreno del vulgarismo léxico se dan cita
vocablos de orígenes muy distintos: dialectalismos, arcaísmos, gitanismos, términos de
germanía, eufemismos, disfemismos...
La posibilidad de aislar los fenómenos léxicos correspondientes a la variación
diastrática, separándolos de aquellos que caracterizan las realizaciones dialectales (y,
como veremos después, las coloquiales), es menos evidente que la referida a los planos
de análisis fónico y morfosintáctico. Para conseguir un resultado fiable, se han
seleccionado exclusivamente los casos en que, sea cual sea el origen geográfico del
autor y, con mayor motivo, del personaje representado, se trata de usos con igual valor
social en el ámbito general del castellano. Así sucede, por ejemplo, con palabras como
andrómina, que, pese a ser asignadas por Pereda a personajes de la Montaña, deben ser
consideradas, por su empleo en otras zonas de España, manifestaciones del sociolecto
general bajo, y no del dialecto montañés en sus estratos inferiores.
Por otra parte, de la práctica imposibilidad que acarrea el intento de definir con
exactitud el léxico vulgar y sus relaciones de identidad u oposición con las palabras
correspondientes al vocabulario popular, al rústico, al del argot, etc., se derivan las
calificaciones con frecuencia dispares que los diccionarios de uso dan a los términos
1028
La espuma, p. 304 ss.
1029
Spaulding, p. 241.
1030
La desheredada, p. 439 (Pecado).
1031
Por de o a casa: Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo). Misericordia, pp. 78, 79
(mendigos iglesia de San Sebastián), 225 (mendiga Burlada). Joseph A. Fernández, p. 115
(arcaísmo).
1032
La hermana San Sulpicio, p. 197 (Primo).
1033
Miau, p. 241 (Luisito Cadalso).
1034
Fortunata y Jacinta, I, pp. 339 -dos veces-, 341 -dos veces-, 342, 343, 344, 356, 360 (José
Izquierdo).
1035
Fortunata y Jacinta, I, pp. 631; II, pp. 180 (Mauricia la Dura), 513 (Fortunata).
1036
Fortunata y Jacinta, I, p. 366 (Severiana, hermana de Mauricia la Dura). Nazarín, p. 172
(Ándara).
1037
Fortunata y Jacinta, I, pp. 340, 342, 345 (José Izquierdo).

77
que se mueven en estos terrenos, así como la diversidad en las definiciones e
interpretaciones propuestas por diccionarios monográficos. Existe, sin embargo, un
criterio que, aquí y ahora, puede volver a servir como base discernidora: la voluntad de
uso lingüístico, que en este caso podría denominarse voluntad de vulgarismo. Hay en las
novelas de la Restauración decimonónica miles de términos que aparecen en alguno de
los repertorios al uso calificados como representantes del léxico vulgar, coloquial, etc.
Pero es mucho menor la cantidad de términos de estos campos utilizados de forma
expresa para sugerir la actualización de una competencia lingüística propia de
personajes sin cultura. Es la que aparece en las siguientes relaciones, ordenadas
alfabéticamente.

A) Términos, significados y expresiones vulgares

Achantarse 1038 , aína 1039 , ajumarse, ajumao 1040 , alilao 1041 , andrómina 1042 ,
apandar 1043 , apimplarse 1044 , apiolar 1045 , aquillotrarse 1046 , atizar 1047 , belén (armar un
1038
‘Aguantarse, resignarse’. La Regenta, p. 6 (Celedonio): “−Pues, chico, no sabes lo que te
pescas, porque decía el beneficiao que en la iglesia hay que ser humilde, como si dijéramos,
rebajarse con la gente, vamos, achantarse, y aguantar una bofetá si a mano viene”. DRAE
(coloq.). El Diccionario histórico de la Academia propone la misma calificación y le añade la
de germanía. Las autoridades propuestas (entre ellas la ahora reproducida) abarcan los siglos
XIX y XX. Besses (pop.). Seco. D. Carbonell. C. Ruiz. Corominas-Pascual lo dan como derivado
del gall. chantar ‘plantar’.
1039
‘Pronto’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 31 (Carpio): “−A uno, como le ven así,
tan aína le sorben como le chumpan”. Ibíd., p. 391 (Carpio): “−¿Cómo se han deshecho tan aína
estos bienestares?” DRAE (ant.). De acuerdo con los datos del DHLE, el uso de esta voz
desaparece en el siglo XVIII de los usos generales, para refugiarse en hablas específicas (Galdós
lo emplea para reproducir el habla de los judíos en Aita Tettauen) y escritores costumbristas
(varios ejemplos de Pereda) y arcaizantes (Miró, Valle-Inclán). La Academia, en su Diccionario
de autoridades, califica el término como vulgar, y pasa a ser anticuado desde 1770.
1040
‘Emborracharse, borracho’. Fortunata y Jacinta, I, p. 232 (Juan Santa Cruz): “−Dilo, hija.
Di ajumao, que es más bonito y atenúa un poco la gravedad de la falta”. Ibíd., I, p. 405 (narr.):
“Conmovido y casi llorando, aunque no estaba ajumao, brindó por la noble compañía”. Ibíd.,
II, p. 180 (Mauricia la Dura). Nazarín, p. 146 (Ándara): “−Que meta las uñas en el rescoldo...,
y verá..., que le ajuma...”. La hermana San Sulpicio, p. 161 (niña en el barrio de Triana): “−El
marío no ha venío, y Dios sabe cuándo vendrá, porque suele ajumarse un poco por ahi”. Su
empleo vulgar lo atestigua el DHLE -en España e Hispanoamérica- desde el Diccionario de
voces cubanas de Pichardo y mediante abundantes testimonios de los siglos XIX y XX
(comenzando por el ahora propuesto). Besses (pop.). Lassaletta.
1041
‘Alilado’. Véase, después, lila. Fortunata y Jacinta, I, p. 630 (Mauricia la Dura): “−Si tu
marido es un alilao [...] puedes cantar el aleluya”. La única autoridad propuesta por el DHLE,
que da forma al artículo correspondiente, es el ahora reproducido.
1042
‘Embuste’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 402 (P. Rigüelta): “−¡Pantomima,
Gildo, pantomima! [...] Total igual de estas andróminas”. La desheredada, p. 109
(Sanguijuelera): “−¿De dónde has sacado esas andróminas?”. Ibíd., p. 304 (Sanguijuelera):
“−No vengas con andróminas”. Fortunata y Jacinta, I, p. 350 (Rosa Ido): “−Quítate de la
cabeza esas andróminas. DRAE (coloq.). El uso vulgar de este término (reconocido ya en el
Diccionario de autoridades) es garantizado por el DHLE mediante abundantes testimonios,
desde Bretón de los Herreros. También se encuentra copiosa bibliografía sobre el origen del
término y su empleo popular en DCECH. Seco lo recoge en su repertorio, al igual que Andrade-
Alfieri y Lassaletta.
1043
‘Robar’. La desheredada, p. 148 (Encarnación): “−Apandó los chirimbolos y cuando el otro

78
∼) 1048 , birlar 1049 , bocón 1050 , buten (de ~) 1051 , cabrón 1052 , cambrí 1053 , camelar 1054 ,
candungo 1055 , canguelo 1056 , cañí 1057 , carca 1058 , carpanta 1059 , carreterón 1060 ,

venga tendremos la de no te menees”. DRAE (coloq.). Besses (pop.). Andrade-Alfieri. Seco.


Lassaletta. C. Ruiz.
1044
‘Emborracharse’. Misericordia, p. 142 (narr. > Pedra): “Cuando se apimplaba [...], hacía
figuras en medio del arroyo”. DRAE (s.v. pimplar, coloq.). Besses (pop.). D. Carbonell.
1045
‘Prender, detener’. Pequeñeces, p. 370 (Jacobo Téllez-Ponce): “−Lo cual quiere decir [...]
que si a mí me apiolan al volver de una esquina, a ti te dan una paliza en cuanto te cojan a
mano”. DRAE (coloq.). Tineo Rebolledo. Seco. D. Carbonell. C. Ruiz.
1046
‘Resolverse’. Los Pazos de Ulloa, p. 240 (marqués de Ulloa): “−Haga usted la prueba, solo
por gusto, de aquillotrarme algunas cosas”. DRAE, ant. (quillotrar: coloq.). Puede relacionarse
(DCECH, s.v. aquel) con llotrar, empleado en textos sayagueses.
1047
‘Dar golpes’. La Regenta, p. 6 (Celedonio): “−¿Quies que l'atice al señor Magistral que
entra ahora?”. DRAE (coloq.). Besses (s.v atizarse, pop.). Seco. D. Carbonell.
1048
‘Producir un altercado’. La Tribuna, p. 259 (Comadreja): “−¿Qué se hace con perderse...,
con ir a la cárcel, mujer? −Desahogarme, Ana [...], ¡armar un belén! Besses, (pop.).
1049
‘Robar’. Fortunata y Jacinta, II, p. 524 (Segunda Izquierdo): “−Usted nos ha birlado a la
criatura”. DRAE (coloq.). Germanía: Alonso Hernández, Hernandez-Sanz. Besses (pop.).
Andrade-Alfieri. Seco. Lassaletta. D. Carbonell. C. Ruiz.
1050
‘Que habla mucho y echa bravatas’. Misericordia, p. 86 (mendigos iglesia de San
Sebastián): “−Por bocona te has de condenar tú”. DRAE (coloq.). Besses (pop.). Seco.
1051
‘Excelente’. La desheredada, p. 162 (un chulo): “–Ese chico es de buten”. DRAE (vulg.).
Besses (pop.). Como gitanismo, Wagner (R.F.E.). Seco. Lassaletta. D. Carbonell (s.v. debuten).
C. Ruiz.
1052
‘Se dice del hombre al que su mujer es infiel, y en especial si lo consiente’. Fortunata y
Jacinta, I, p. 231 (Juan Santa Cruz, describiendo ambiente de casa de José Izquierdo): “–Me
parece que oigo aquellas finuras: ‘¡indecente, cabrón, najabao, randa, murcia...!’ ”. La espuma,
p. 396 (Pepa Frías): “−No he de parar hasta que la escupa en la cara... y al cabronazo de su
marido, lo mismo...”. DRAE (vulg.). Germanía: Alonso Hernández. V. León. J. Martín.
1053
‘Preñada’. Fortunata y Jacinta, I, p. 231 (Juan > José Izquierdo). “−Díjome que la Pitusa
estaba cambrí de cinco meses... ¡Cambrí de cinco meses!”. Como gitanismo, Besses, Quindalé,
Tineo, Wagner (R.F.E.), Joseph A. Fernández (p. 115). Andrade-Alfieri.
1054
‘Amar, hacer el amor’. Juanita la Larga, p. 101 (narr.): “Si Juanita se dejaba camelar a
tontas y a locas, se exponía a dar al traste con su reputación y a ser el blanco de las más feroces
murmuraciones”. DRAE (coloq.). Quindalé. Tineo Rebolledo. Wagner (Filología). Seco.
1055
‘Candongo, zalamero y astuto’. Nazarín, p. 91 (tía Chanfaina): “−¡So candungas, alma de
mieles, don ajo! DRAE (coloq.). Seco. J. Sanmartín. Sobre sus posibles orígenes (portugués,
gitano o incluso bantú), cf. DCECH, s.v. candongo.
1056
‘Miedo’. Nazarín, p. 135 (Ándara): “−El canguelo no me deja vivir”. DRAE (Del caló,
coloq.). Besses (calé y pop.). Como gitanismo, Quindalé, Tineo, Wagner (R.F.E.). Seco. D.
Carbonell.
1057
‘Gitano’. Fortunata y Jacinta, I, p. 227 (Juan: relaciones con Fortunata): “−Era yo muy
cañí..., esto quiere decir ‘gitano’, vida mía”. DRAE (sin marca). Besses (pop.). Es cruce de dos
términos gitanos: calí ‘gitana’, y cañí ‘gallina’(DCECH). Wagner (R.F.E.). Andrade-Alfieri.
Lassaletta. Joseph A. Fernández, p. 118, n. 44.
1058
‘Cura’, y también ‘carlista’ o, más ampliamente, ‘partidario del absolutismo’. Fortunata y
Jacinta, I, p. 343 -dos veces- (José Izquierdo): “−El año pasado, estando en Alcoy, los carcas
me jonjobaron”. “−Güélvete liberal, que lo de carca no te tercia”. La madre Naturaleza, p. 130
(narr. > Gabriel Pardo): “Los destacamentos enemigos [...] se insultaban festivamente,
llamándose carcas y guiris”. La Regenta, p. 6 (Bismarck): “−Lo llevaban en vez de mulas un
tiro de carcas (curas según Bismarck), y lo cual que le iban espantando las moscas con un
paraguas, que parecía cosa del teatro..., hombre..., ¡si sabré yo!”. DRAE (despect.). Según
Corominas-Pascual, tiene su origen en el gallego-portugués carcunda. Besses (pop.). Andrade-

79
chanfaina 1061 , chaval 1062 , chavo 1063 , chavó 1064 , chispo 1065 , chovelar 1066 , chuquel 1067 ,
churumbel 1068 , congrio 1069 , cuasimente 1070 , curda, curdela 1071 , (d)espotrica,

Alfieri. Lassaletta.
1059
‘Hambre’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo): “-La carpanta fue tan grande [...],
que por poco doy las boqueás”. La Regenta, p. 225 (narr.): “Aquellas jóvenes, que no siempre
estaban seguras de cenar al volver a casa, insultaban al transeúnte que las llamaba hermosas,
suponiendo que el futraque tenía carpanta, o sea hambre”. La hermana San Sulpicio, pp. 64
(Matilde, hija del ama del hotel sevillano): “−Buena carpanta traerá ya, ¡verdá uté?” Ibíd., p.
158 (Villa): “-¡Compare, qué carpanta se trae usted!”. DRAE (coloq.). Besses (calé y pop.). No
aparece, sin embargo, en repertorios de gitanismos. Andrade-Alfieri. Lassaletta. D. Carbonell.
Sobre concomitancias con catalán y portugués, cf. DCECH, s.v.
1060
‘Fullero, tramposo’. Misericordia, p. 81 (insulto mendigos iglesia de San Sebastián): “-Para
que te hartes tú y la carreterona de tu mujer”. Germanía: Alonso Hernández (s.v. carretero),
Hernandez-Sanz (s.v. carretero).
1061
‘Rufianesca’. Fortunata y Jacinta, I, p. 337 (José Izquierdo): “–¡Republicanos de
chanfaina..., pillos!” DRAE (germ.). Germanía: Alonso Hernández, Hernandez-Sanz. Andrade-
Alfieri.
1062
‘Muchacho’. Fortunata y Jacinta, I, p. 227 (Juan: relaciones con Fortunata): “–¡Acostarme
yo, yo..., cuando tengo que contarte tantas cosas, chavala!”. La incógnita, p. 199 (narr. >
Leonor, la Peri): “Te diré, pues, que contraviniendo toda ley escrita, la chavala siguió
atrayéndome”. Realidad, p. 235: FEDERICO, delirante.- Cuando me prendan por estafador, ¿irás
tú a llevarme la comida a la cárcel, chavala mía?”. Como gitanismo, DRAE, Quindalé (s.v.
chabal), Tineo (s.v. chaval), Besses (s.v. chabal), Wagner (R.F.E.), Clavería (p. 140). Andrade-
Alfieri. Seco. D. Carbonell.
1063
‘Dinero escaso’. Fortunata y Jacinta, I, p. 374 (José Izquierdo): “–No bajo ni un chavo”.
DRAE (And.). Sobre un posible origen vulgar en ochavo (y el origen portugués de esta familia
de palabras), cf. DCECH, s.v. chabacano. D. Carbonell. V. León.
1064
‘Muchacho’. La desheredada, p. 488 (Isidora): “–Mira tú, chavó, qué quieres...”. La
incógnita, p. 19 (Pepe Amador, novio de la Peri): “−Iba bien embozado en su capa, con otro
chavó”. Nazarín, p. 1890 (Ándara): “–Todo es por un susto, por muchísimos sustos que le hizo
pasar aquel chavó”. La hermana San Sulpicio, p. 199 (chulo en Tablada): “–¡Qué grasia tiene er
chavó!”. La espuma, p. 311 (Amparo, cortesana): “−¡Ja, ja! Abrid los balcones, chicos, porque
este chavó tiene calor”. DRAE (De or. caló), Quindalé (s.v. chabó). Besses (pop.). Más datos en
DCECH, s.v. chaval.
1065
‘Borracho’. La Tribuna, p. 167 (Chinto): “–Un hombre no ha de ponerse chispo”. Besses
(pop.). Chispa ‘borrachera’, se documenta en el DRAE (coloq.).
1066
‘Mojar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 330 (narr. > señora de la casa de Mira el Río): “Quiso dar
una lección a las vecinas delante de las señoras, diciendo que ella tenía agua de sobra para
despercudir y chovelar a aquel ángel”. Gitanismo según Quindalé (s.v. chobelar), Tineo (Íd.).
Andrade-Alfieri. Lassaletta. Joseph A. Fernández, p. 118, n. 44.
1067
‘Perro’. Pepita Jiménez, p. 268 (Antoñona): ¡Anda, fullero de amor, indinote, maldecido
seas; malos chuqueles te tagelen el drupo! Véase, antes, § 3.1.2.
1068
‘Hijo’. Fortunata y Jacinta, I, p. 359 (José Izquierdo): “–¿Quién te quiere a ti, churumbé?”.
Ibíd., p. 375 (D.ª Guillermina > José Izquierdo): “–Señor Izquierdo, guárdese usted su
churumbé, que lo que es este timo no le ha salido”. Misericordia, p. 226 (gitanos Puerta de
Toledo). Insolación, p. 127 (narr. > gitana en el merendero de San Isidor): “mi acompañante
despachó a la gitana, que antes de poner pies en polvorosa aún pidió no sé qué para er
churumbeliyo”. DRAE (De or. caló). También gitanismo en Besses, Tineo. D. Carbonell.
1069
‘Inútil’. Misericordia, p. 189 (narr. > Benina): “Aquel par de congrios carecían de
facultades para resolverle el problema”. Besses (pop.). Luciano García Lorenzo (en su ed. de
Misericordia), considera germanesca esta voz, de origen leonés (DCECH).
1070
‘Casi’. La Tribuna, p. 160. Seco documenta la forma cuasi.
1071
‘Borrachera’. Fortunata y Jacinta, I, p. 226 (Juan, hablando de su relación con Fortunata):

80
(d)espotricar, (d)espotrique 1072 , diquelar 1073 , drupo 1074 , encantusar 1075 , endenantes 1076 ,
endiñar 1077 , escamarse, scamón 1078 , espichar 1079 , estaribel 1080 , fachendoso 1081 ,
farolón 1082 , farotón 1083 , feróstico 1084 , fulastre 1085 , futraque 1086 , gachó 1087 , gachona 1088 ,

“–Valiente curdela tienes tú”. Ibíd., I, p. 655 (Mauricia la Dura): “–Vaya, que buena curda te
llevas”. DRAE (coloq.). Según el DCECH, es modificación festiva de turca ‘borrachera’. Como
gitanismo, Besses (s.v. curdá), Tineo. Seco. Lassaletta. D. Carbonell.
1072
‘Protestar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 336 (José Izquierdo): “–A cuenta que voy a echar un
espotrique con mi tocayo”. Ibíd., I, p. 345 (José Izquierdo): “–Espotrica que te espotricarás en
las Cortes, y el santísimo pueblo que reviente”. Nazarín, p. 123 (Andara): “–De donde vinimos
a una muy fuerte despotrica”. Andrade-Alfieri. Seco. Lassaletta. Véanse distintas posibilidades
de interpretación en DCECH.
1073
‘Ver, comprender’. Insolación, p.125 (gitana en el merendero de San Isidro): “−Una cosa
diquelo yo en esta manica, que hae suseder mu pronto, y nadie saspera que susea...”. DRAE (Del
caló). Tineo. Quindalé. Besses (caló). D. Carbonell. C. Ruiz.
1074
‘Cuerpo’. Pepita Jiménez, p. 268 (Antoñona): ¡Anda, fullero de amor, indinote, maldecido
seas; malos chuqueles te tagelen el drupo! Véase, antes, § 3.1.2.
1075
‘Engatusar’. Juanita la Larga, p. 203 (Juana): “–Señor don Paco; de sobra habrá visto usted
la afrenta que nos han hecho hoy. Su hija de usted, mi señora doña Inés, tiene la culpa de todo.
Se le figura que le tenemos a usted encantusado”. Encantusar, según el DCECH (s.v.
engatusar), es la forma antigua (<encantar ‘engañar con brujerías’) que, junto al también
antiguo engatar, ha dado lugar a engatusar. Germanía: Hernandez-Sanz.
1076
‘Antes’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, pp. 24 (Chisquín): “–¡Cómo ha de ir con
segunda, hombre de Dios, si no había dicho endenantes la primera?”. Ibíd., p. 332 (Un habitante
de Coteruco): “–Cuidado con la lengua, poruqe ya no semos los hombres que juimos
endenantes”. Ibíd., p. 397 (Gildo Rigüelta). Peñas arriba, p. 513 (Lituca). Sotileza, p. 85 (Sula):
“−¡Y te los cogí yo mesmo del prao cuando te se caeron de la faldriquera endenantes!”.
También en pp. 147 (Mocejón), 332 (Cleto). DRAE (ant.). G.ª de Diego (p. 319) lo explica
como acumulación de preposiciones. Cf. DCECH, s.v. delante.
1077
‘Dar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 331 (narr. > señora de la casa de Mira el Río):
“Amenazándoles con endiñarles si no se quitaban de en medio”. Besses (profes.). Como
gitanismo, Clavería (p. 149). Andrade-Alfieri. Seco. Lassaletta. Joseph A. Fernández, p. 118, n.
44. C. Ruiz.
1078
‘Recelar, receloso’. Fortunata y Jacinta, I, pp. 482-483 (Maximiliano Rubín > Fortunata): –
Escamón y escamarse son palabras muy feas”. DRAE (coloq.). Corominas-Pascual explican
escamar a partir de escamón (<escamonear). Besses (pop.). Seco. Lassaletta. J. Sanmartín.
1079
‘Morir’. Fortunata y Jacinta, I, p. 609 (Mauricia la Dura): “–Allí me entraron unos
calambres que creí que espichaba”. Misericordia, p. 142 (narr. > Pedra): “Espicharon los
padres, y la chica se quedó en la puerta de la calle”. Insolación, p. 114 (narr. > Diego Pacheco):
“Afirmó que espicharía de necesidad si tardase en almorzar arriba de veinte minutos”. DRAE
(coloq.). Voz germanesca, según el DCECH (s.v. espicha). Como gitanismo, Besses, Tineo.
Andrade-Alfieri. Lassaletta. D. Carbonell.
1080
‘Cárcel’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo) “–Viendo que me querían meter en
el estaribel y enredarme con los guras, [...] nos juimos a Cartagena”. Gitanismo, según Besses
(s.v. estarí), Quindalé, Tineo, Joseph A. Fernández. D. Carbonell. C. Ruiz.
1081
‘Que tiene fachenda (jactancia, vanidad)’. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 30
(don Román): “−¡Ah! fachendoso... ¿Conque te encoges!”. Ibíd., p. 384 (Carpio): “−Patricio iba
muy fachendoso coleando la levita”. DRAE (coloq.). Seco (fachenda).
1082
‘Ostentoso’. Fortunata y Jacinta, I, p. 319 (chicos de la casa de Mira el Río): “−¿Ves esa
farolona?” DRAE (coloq.). Besses (pop.).
1083
‘Descarado’. El doctor Centeno, p. 388 (Rosa Ido): “−Entró hecha una farotona”. DRAE
(coloq.). Procede (según el DCECH, s.v. farota) de una fusión de provincianismos meridionales
con significados conexos.
1084
‘Irritable, díscolo’. Nazarín, p. 141 (tía Chanfaina): “−Coste que esto no lo hago por ti,

81
garfiñar 1089 , garlochín 1090 , gatera 1091 , gatuperio 1092 , gilí 1093 , guillarse, guillati 1094 ,
guipar 1095 , guita 1096 , gura 1097 , gurapas 1098 , hormigonazo 1099 , indino 1100 , jamar 1101 ,

feróstica, sino por el padruco”. DRAE (coloq.). Toro y Gisbert lo incluye en su repertorio.
1085
‘Chapucero’. Lo prohibido, p. 408 (Camila Bueno de Guzmán): “−No sirves para una mujer
de verdad, sino para esas tías tan tísicas, tan fulastres como tú..., perdido”. Nazarín, p 320
(ladrones prisión de Navalcarnero): “−Cállate, fulastre, que no tienes alma más que para ofender
a tus amigos”. Misericordia, p. 66 (narr. > ambiente mendigos): “Desde Reyes venía siendo un
año fulastre”. DRAE (coloq.). V. León (marg. ‘falso, de mala calidad’). J. Sanmartín
(marginalidad. ‘Falso’). Lassaletta. El DCECH (s.v. fullero), basándose en el último ejemplo de
Galdós, le da el significado de ‘desgraciado, de mala suerte’.
1086
‘Levita’. La Regenta, p. 225 (narr.): “Aquellas jóvenes, que no siempre estaban seguras de
cenar al volver a casa, insultaban al transeúnte que las llamaba hermosas, suponiendo que el
futraque tenía carpanta, o sea hambre”. DRAE (coloq.). Procedente (DCECH) del francés foutre
‘practicar el coito’, es, según Corominas-Pascual, muy peyorativo para la gente popular. En
otros autores de la época también tiene un claro sentido vulgar. Por ejemplo, Estébanez
Calderón: “Luego arreglaremos cuentas, seor futraque” (Escenas andaluzas, I).
1087
‘Hombre’. La espuma, p. 371 (Amparo): “−¡Y es que no tiene guita el gachó!”. La hermana
San Sulpicio, p. 144 (Gloria): “−¡Menuda bronca te arman esos gachós!”. Ibíd., p. 162 (Paca):
“−No hay día en que no la arme ese gachó”. Besses (pop.). DRAE (Voz caló). Como gitanismo,
Quindalé. Seco. D. Carbonell. En cuanto andalucismo, véase, antes, § 2.3.2. Para su posible
relación con gaucho, cf. DCECH, s.v.
1088
Aumentativo de gachí ‘mujer’. La hermana San Sulpicio, p. 220 (Daniel Suárez): “−A la
salud de uzté y de su gachona”. El DRAE lo relaciona con gacha, de or. incierto. Como
gitanismo, Besses, Tineo, Quindalé.
1089
‘Hurtar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 229 (Juan: relación con Fortunata): “−La engañé, le
garfiñé su honor”. Ibíd., I, p. 335 (narr.): “Se acordó del duro y temió que se lo garfiñaran”.
Como voz de germanía, en DCECH, s.v. garra, Alonso Hernández y Hernandez-Sanz. Como
gitanismo, Quindalé (garfiña ‘hurto’), Tineo (Íd.). Andrade-Alfieri. Lassaletta. C. Ruiz.
1090
‘Corazón’. Fortunata y Jacinta, I, p. 227 (Juan: relación con Fortunata): “−El vicio y la
grosería habían puesto una costra en mi corazón..., llamémosle garlochín...”. DRAE (garlochí,
germ. ‘corazón del hombre’). Como gitanismo, Besses, Quindalé, Tineo. Andrade-Alfieri.
Lassaletta. Joseph A. Fernández, p. 11, n. 44. C. Ruiz (s.v. garlocho).
1091
‘Granuja, zalamero’. Fortunata y Jacinta, I, p. 320 (Rosa Ido > chicos de la casa de Mira el
Río): “−Atrás, gateras, atrás”. Besses (pop.). Germanía: Alonso Hernández. Andrade-Alfieri.
Lassaleta.
1092
‘Embrollo, enjuague, intriga’. Juanita la Larga, p. 143 (Juana): “−De quien me quejo es de
aquella embustera gazmoña de doña Inés, que es la que ha armado contra mí todo este
gatuperio”. Realidad, p. 41: “AGUADO.- Pues digo: lo mismo que ese otro gatuperio, el
crimencito de la calle del Baño”. DRAE (coloq.). Germanía: Alonso Hernández. El DCECH, s.v.
tiberio, la deriva, en cuanto andalucismo, de vituperio (origen, a su vez, de gra(n)tiberio).
1093
‘Tonto’. Misericordia, p. 185 (Benina): “−¡Vaya que soy gilí!” DRAE (coloq.). Besses (s.v.
jilé, pop.). Como gitanismo, Quindalé (s.v. jily), Tineo (s.v. jilí), Wagner (R.F.E.), Clavería (p.
249). Seco. Lassaletta. Joseph A. Fernández, p. 118, n. 44. D. Carbonell (s.v. gili).
1094
Guillarse ‘chiflarse’. Fortunata y Jacinta, II, p. 471 (Segunda Izquierdo): “−Cállese usted,
so guillati”. Torquemada en la hoguera, p. 1358 (Torquemada): “−Me las guillo, que me
aguardan en otra parte”. La Tribuna, p. 179 (Baltasar): “−El caso es que entre todos no nos
dejarán un hueso sano... Por de pronto, yo me las guillo”. Morriña, p`. 221 (D. Nicanor
Candás): “−Y el que está más chiflado de todos [...] es el bueno de don Gaspar. Ese ya, guillati
por completo”. DRAE (guillarse, coloq.). El DCECH explica la forma por contacto del término
germanesco guiñarse ‘irse’, y el catalán esquitllar-se ‘escullarse’. Besses (guillao, guillarse,
pop.). Andrade-Alfieri. Seco (guillado, guilladura). Germanía: Alonso Hernández (guillarse
‘irse’). Lassaletta. Joseph A. Fernández, p. 118, n. 44. D. Carbonell (guillado, guilladura).
1095
‘Mirar, descubrir’. La desheredada, p. 440 (Pecado): “−¿Aquí no nos ve nadie? [...] Porque

82
jeta 1102 , jonjabar 1103 , lacha 1104 , lameplatos 1105 , levita 1106 , lila 1107 , mainate 1108 ,

si me guipan...”. Lo prohibido, p. 441 (José M.ª Bueno, irónicamente): “−Serafín no hacía más
que guipar a derecha e izquierda”. También en p. 442 (José M.ª Bueno, irónicamente). Morriña,
p. 138 (Rogelio Pardiñas, irónico): «Es muy pilla mamá. [...] Me conoce tan bien, que aún no he
acabado de decir las cosas y ya las ha guipado ella”. La hermana San Sulpicio, p. 210 (Paca):
“−Yo, que guipo de lejo, no lo creí”. DRAE (vulg.). Besses (pop.). Gitanismo según Tineo
Rebolledo. Corominas-Pascual niegan tal origen. D. Carbonell. C. Ruiz.
1096
‘Dinero’. La Montálvez, p. 635 (Manolo Casa-Vieja): “−En cuanto entras en ellos [los
lugares como el Sport-Club] con guita, te la barren”. La familia de León Roch, p. 174
(Cimarra): “−Es temprano, León, sube a tu cuarto y trae guita”. Lo prohibido, p. 259 (Camila):
“−¡Tengo yo más guita...!”. Fortunata y Jacinta, I, p. 629 (Mauricia la Dura): “−¡Cuánta guita
le he llevado!” También en II, p. 405, 514 (Fortunata). Nazarín, p. 113 (gitano). Misericordia,
p. 136 (narr. > ambiente cafetucho). La espuma, p. 143 (Clementina): “−¡Yo pensaba! [dice
Pepe Castro] [...] −En la guita, sí; ya acabo de decírtelo”. Ibíd., p. 235 (Rafael Alcántara, en el
Club de los Salvajes: “−A ti lo que te hace falta como a mí es guita”. También en pp. 290, 371
(Amparo). La hermana San Sulpicio, p. 197 (Primo): “−S’ha ido la guita sin sentirlo”. Ibíd., p.
212 (Paca): “−La quieren emparedá pa comerse la guita”. DRAE (coloq.). El DCECH recuerda
el parecido empleo jergal que en otras lenguas (alemán, portugués) tienen términos de
significado próximo: cordel, alambre. Sobre su posible origen gitano, cf. Seco, pp. 392-393.
Andrade-Alfieri. Lassaletta. D. Carbonell.
1097
‘Agentes de la justicia’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo) “–Viendo que me
querían meter en el estaribel y enredarme con los guras, [...] nos juimos a Cartagena”.. DRAE
(germ.). Germanía: Alonso Hernández, Hernández-Sanz. Procede (DCECH) de gurapas
‘galeras’. Ambos términos tienen una larguísima tradición literaria en nuestra lengua. Cf.
también Joseph A. Fernández, pp. 115-116.
1098
‘Castigo de galeras’. Véase, antes, guras. Fortunata y Jacinta, p. 346 (narr. > José
Izquierdo): “Haber estado en gurapas algunas temporadillas”. DRAE (germ.). Germanía:
Alonso Hernández, Hernández-Sanz. Gitanismo, según Tineo. Andrade-Alfieri. Joseph A.
Fernández, p. 116.
1099
‘Ladrón’. Misericordia, p. 80 (insulto mendigos iglesia de San Sebastián): “−Es lo que
faltaba [...]; que también tuvieran dinero en las arcas del Banco esos hormigonazos”. Germanía:
Alonso Hernández (s.v. hormigón).
1100
‘Indigno’. Pepita Jiménez, p. 268 (narr. > Antoñona): “Por último, [Antoñona] ha
exclamado al despedirse, en su jerga medio gitana: ¡Anda, fullero de amor, indinote, maldecido
seas”. Juanita la Larga, p. 143 (Juana): “−He de disimular más y he de ser más hipocritona que
esa indina”. Peñas arriba, p. 457 (Facia): “-Con este saber y el del vivir de nusotras dos, traía el
indino de él ajustá la cuenta”. DRAE (vulg.). Espinosa I, p. 220. Seco.
1101
‘Comer’. La hermana San Sulpicio, p. 197 (Primo): “−Aquella del chaleco es una tía
pescuesa, ¿sabuté?, que viene siempre onde se jama”. DRAE (coloq.). Besses (pop. y calé).
Como gitanismo, en Quindalé y Tineo. D. Carbonell.
1102
‘Cara’. Sotileza, p. 263 (P. Apolinar): “−¿Por qué asomaste tú la jeta en aquella casa? ¿Qué
falta hacías allí?”. Fortunata y Jacinta, I, p. 394 (narr. > Pituso): “−Quelo citunas -replicó
alargando la jeta”. Misericordia, p. 225 (Burlada): “−Vivo como una canóniga, gozando de ver
cómo se le afila la jeta a la Caporala cuando la muchacha del señor banquero me leva mi gran
cazolón de comestible”. La espuma, p. 284 (Pepa Frías): “−¿Qué le parece a usted de la jeta del
marido de Lola?”. DRAE (coloq.). Besses (profes.). Germanía: Alonso Hernández (‘hocico’).
Hernández-Sanz. Andrade-Alfieri. Lassaletta. D. Carbonell.
1103
‘Engañar’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo): “–El año pasado, estando en
Alcoy, los carcas me jonjabaron...”. DRAE (Del caló, coloq.). Como gitanismo, Besses,
Quindalé, Tineo. Joseph A. Fernández, p. 116.
1104
‘Vergüenza’. Nazarín, p. 320 (ladrones prisión de Navalcarnero): “−Cállate, poca lacha”.
DRAE (coloq.). Besses (caló y pop.). Como gitanismo, Quindalé, Tineo, Pabanó, Clavería (p. 35

83
mandria 1109 , menear 1110 , mengue 1111 , mismamente, mesmamente 1112 , morro 1113 ,
murcia 1114 , najabao 1115 , najarse 1116 , panoli 1117 , pápiro 1118 , parné 1119 , payo 1120 ,

n.), Wagner (R.F.E.). Seco. D. Carbonell.


1105
‘Persona golosa o que se alimenta de sobras’. La desheredada, p. 304 (Sanguijuelera): “−Es
un lameplatos”. DRAE (coloq.). Germanía: Alonso Hernández.
1106
‘Persona que lleva levita’. La Regenta, p. 225 (narr.): “La indignación fingida era mayor
cuando un levita se propasaba y siempre acompañaba a la protesta del pudor el sarcasmo”. El
acento vulgar de esta metonimia queda realzado por el uso, muy cercano al de la voz, de
idéntico significado y ya decididamente popular, levosa. DRAE (fest. coloq.). Besses (pop.).
Seco.
1107
‘Tonto’. La hermana San Sulpicio, p. 164 (Paca): “−Es el hombre más cariñoso y má lila
que habrá uté vito en su vía”. Besses (pop.). Gitanismo, según Clavería (p. 254) y Joseph A.
Fernández (p. 115). D. Carbonell.
1108
Con toda probabilidad, uso disfemístico de magnate ‘hombre muy ilustre y principal’. La
Regenta, p. 5 (Celedonio): “-Que tú echas la zancadilla, mainate, y eres más grande...”. Ibíd., p.
225 (pillos de la calle): “−Mentira, mainate... ¡si te inflo...! [...]−Dos carros eran, mainate”. La
recoge, con tal significado zumbón, Santiago Alonso Garrote en El dialecto vulgar leonés
(Astorga, Impr. y Libr. de P. López, 1909, s.v.).
1109
‘Apocado’. La Regenta, p. 388 (pillos de la calle): “−Te rompo..., si no fueses tan
mandria..., te inflaba el morro...”. DRAE (sin marca). Aparece muy tempranamente (según el
DCECH) en el léxico germanesco. Germanía: Alonso Hernández, Hernández-Sanz. Besses
(pop.). Seco. D. Carbonell.
1110
La Regenta, p. 5 (Celedonio): “-Claro, bobo; le conozco en el menear los manteos”. Arroz y
tartana, p. 271 (viejo aragonés). “-¡Mia, chiquio, qué pájaro!... ¡Cómo se menea!...”. El verbo
menear, de uso general y literario en otro tiempo (“El aire el huerto orea / y ofrece mil olores al
sentido; / los árboles menea / con un manso ruïdo / que del oro y del cetro pone olvido”, escribía
Fray Luis de León), se vio reducido después a un empleo coloquial e incluso vulgar, patente ya
en textos como estos. En nuestros días menudea en contextos verdaderamente chabacanos. Cf.
D. Carbonell, V. León y J. Martín.
1111
‘Demonio’. Fortunata y Jacinta, I, p. 228 (en pruebas de imprenta corregidas por Galdós, en
boca de Juan Santa Cruz): “−Porque cayera en poder de un mengue, del demonio”. Insolación,
p. 135 (niña gitana): “−Malos mengues te jagan picaíllo e los jígados”. Véase antes, § 3.1.2.
1112
‘Mismo, lo mismo’. La desheredada, p. 305 (Sanguijuelera): “−En fin, y mismamente..., si
me prometes devolvérmelos pronto, podré buscarte 1000...”. Fortunata y Jacinta, I, p. 543 (José
Izquierdo): “−Me dijo mismamente aquel día”. También en I, pp. 342, 344 (José Izquierdo),
630, 642, 669 (Mauricia la Dura); II, p. 198 (Fortunata). Torquemada en la cruz, p. 1393 (Cruz
> Torquemada). Nazarín, pp. 15, 16 (tía Chanfaina). Nazarín, p. 145 (enano Ujo). DRAE
(coloq.). Andrade-Alfieri. Seco.
1113
‘La boca’. La Regenta, p. 388 (pillos de la calle): “-Te rompo..., si no fueses tan mandria...,
te inflaba el morro...”. Pequeñeces, p. 226 (Diógenes): “−¡Alto ahí, canalla, o te rompo el
morro!”. Seco. D. Carbonell.
1114
‘Ladrón’. Fortunata y Jacinta, I, p. 231 (Juan Santa Cruz, describiendo ambiente de casa de
José Izquierdo): “–Me parece que oigo aquellas finuras: ‘¡indecente, cabrón, najabao, randa,
murcia...!’ ”. Joseph A. Fernández (germ.). Germanía: Alonso Hernández (murcio), Hernández-
Sanz (murcio). Joseph A. Fernández, p. 116. Corominas-Pascual interpretan murcio (s.v. mur)
como abreviación de murciélago (germ. ‘ladrón’).
1115
‘Perdido’. Fortunata y Jacinta, I, p. 231 (Juan Santa Cruz, describiendo ambiente de casa de
José Izquierdo): “–Me parece que oigo aquellas finuras: ‘¡indecente, cabrón, najabao, randa,
murcia...!’ ”.. Como gitanismo, Besses (najabar ‘perder’), Quindalé (Íd.), Tineo, Joseph. A.
Fernández. Joseph A. Fernández, p. 116.
1116
‘Huir, largarse’. Fortunata y Jacinta, I, p. 345 (José Izquierdo): “−Me najo de allí”.
Insolación, p.128 (Pacheco > gitana en merendero de San Isidro): “−Bébase usté el Jerés,
prenda... y najarse he dicho”. La hermana San Sulpicio, p. 194 (chulo en Tablada): “−Si se

84
pendanga 1121 , perdis 1122 , pindonga, pindongona 1123 , pinrel 1124 , piri 1125 , pistonudo 1126 ,

najan, la farta será der gobernaó”. Besses (delinc.). Gitanismo, según Quindalé (najar), Tineo
(Íd.), Joseph A. Fernández, p. 116. D. Carbonell. C. Ruiz.
1117
‘Tonto’. La familia de León Roch, p. 544 (Leopoldo Tellería): “−No seamos panolis...”.
Fortunata y Jacinta, p. 538 (Nicanora): “−Yo le digo que no sea panoli y que tenga genio”.
DRAE (vulg.). El DCECH, s.v. pan, señala un origen valenciano (pa en olie ‘pan con aceite’).
Besses (pop.). Como gitanismo, Clavería (p. 249). Andrade-Alfieri. Seco. Lassaletta. Joseph A.
Fernández, p. 119, n. 44. D. Carbonell.
1118
‘Billete de banco’. Fortunata y Jacinta, I, p. 374 (José Izquierdo): “−Lo mismo me da
monea metálica que pápiros del banco”. DRAE (p. us.). Gitanismo según Quindalé, Seco. D.
Carbonell.
1119
‘Dinero’. Juanita la Larga, p. 203 (Juana): “−Señor don Paco; de sobra habrá visto usted la
afrenta que nos han hecho hoy. Su hija de usted, mi señora doña Inés, tiene la culpa de todo. Se
le figura que le tenemos a usted encantusado, y que le queremos chupar y le chupamos los
parneses”. El amigo Manso, p. 191 (Javiera Rico, viuda De Peña): “−La chica tiene parné, y en
cuanto a nobleza, allá se van cuernos con cuernos”. Miau, p. 197 (Víctor Cadalso): “−Ustedes
no tendrán mucho parné, pero no carecerán del puchero”. DRAE (Del caló, vulg.). Besses (calé
y pop.). Germanía: Alonso Hernández. Seco. D. Carbonell. Datos más precisos en DCECH.
1120
‘No gitano’. La incógnita, p. 48: “Me llaman el payo de la carta”. Es un mote con el que se
conoce al narrador-protagonista, que reaparece después en pp. 56, 156. Misericordia, p. 228
(gitanos puente de Toledo): “−No era gitana sino paya”. DRAE (sin marca). Voz originalmente
germanesca utilizada hoy (según DCECH) -y ya desde época de Galdós, según el texto aducido-
para referirse, entre los gitanos, a aquellos que no son de su raza. Germanía: Alonso Hernández
(‘que no pertenece a la germanía’). D. Carbonell.
1121
‘Prostituta’. Nazarín, p. 172 (Ándara): “−La Camella, que es muy pendanga, habrá llevado
la mar de cuentos a las Salesas”. El cuarto poder, p. 259 (Valentina, mujer del pueblo, querida
de Pablito): “−¡En cuanto te vea con esa pendanga! ¡Alza! ¡Ya verás! ¡Ya verás!”. DRAE
(coloq.). Germanía: Alonso Hernández. D. Carbonell. El DCECH, s.v. pender, relaciona
directamente el término con pindonga, pindonguear.
1122
‘Persona de poco juicio y de costumbres libertinas’. La incógnita, p. 198 (narr. > Leonor, la
Peri): “Me parece que Leonor le saludó con un ¡hola, perdis!, ¿ya estás aquí?”. Realidad, p.
228: “AUGUSTA.- Perdis mío del alma... ¡Qué carita tienes tan, tan... no sé cómo!”. Ibíd, p. 235:
“FEDERICO, delirante.- Eres mi Peri, y mi no sé qué, y yo soy tu perdis y tu chulo, y tu qué sé
yo qué...”. La Tribuna, p. 178 (Baltasar): “−Él quería ser rey; pero el haber matado al perdis de
su primo le cuesta la corona y a nosotros un ojo de la cara”. Insolación, p. 124 (narr.): “-¡Qué
bonitos ojos azules tiene este perdis! -pensaba yo para mí”. La espuma, p. 298 (Pinedo): “−En
cambio, cuántas veces me dice muy risueña [se refiere a su hija]: «¿Sabes, papá, que hoy he
visto a aquel amigo suyo tan perdis?»”. Carlos Clavería (Estudios sobre los gitanismos en
español, cit., p. 215) afirma que el sufijo -is, en vocablos de este tipo, viene a darnos “otra cara,
el doble popular o ‘argótico’ de la palabra [de la que deriva]”. A. Cotarelo Valledor incluye la
forma en su repertorio. D. Carbonell.
1123
‘Prostituta’. Fortunata y Jacinta, I, p. 608 (Mauricia la Dura): “−Me dijo una tía muy
pindongona y muy facha que si yo era no sé qué”. Nazarín, p. 91 (tía Chanfaina): “−Maldito
sea el minuto pindongo”. Insolación, p. 135 (chica del merendero de San Isidro): “−¿Hase visto
hato de pindongas? ¿No dejarán comer en paz a las personas decentes?”. Ibíd., p. 269 (gente en
el restaurant de las Ventas). DRAE (coloq.). Andrade-Alfieri. Seco. Lassaletta. D. Carbonell.
1124
‘Pie’. Misericordia, p. 280 (Antonio Zapata): “−No le quedan a usted más que los pinreles”.
DRAE (Del caló, vulg.). Como gitanismo (pinré), también en Besses, Quindalé, Tineo. D.
Carbonell.
1125
‘Sopa boba’. La desheredada, p. 156 (narr. > ambiente pilletes callejeros): “Esta sopa boba,
a la cual los granujas llaman piri”. Besses (pop. ‘Cocido’). Como gitanismo, Wagner (R.F.E.).
Seco. C. Ruiz.
1126
‘Superior, estupendo’. La familia de León Roch. p. 163: “−Nada, señor marqués: mi

85
pitoja 1127 , putona 1128 , quisque (cada ~) 1129 , randa 1130 , rumbel 1131 , so 1132 , soniche 1133 ,
soplao 1134 , tagelar 1135 , temerón 1136 , terne 1137 , tía, tiorra, tiona 1138 , timarse 1139 , tiología,

sistemita de comunismo y rifas. Las contribuciones lo recogen todo y la lotería lo reparte.


¡Pistonudo!”. DRAE (vulg.). D. Carbonell.
1127
Fortunata y Jacinta, I, p. 321 (Rosa Ido a los otros chicos: “−Y tú, pitoja, recoge a tu
hermanillo, que le vamos a espachurrar”. Besses (pitoso, pop. ‘aficionado al aguardiente’).
Lassaletta.
1128
‘Prostituta’. Fortunata y Jacinta, I, p. 360 (Pituso): “−Putona”. D. Carbonell. V. León. J.
Martín.
1129
‘Todo el mundo’. Miau, p. 149 (Víctor Cadalso): “–Tengo mis defectos, como cada quisque;
pero no soy empedernido”. Torquemada en el purgatorio, p. 1462 (Torquemada): “−Cada
quisque debe comer en su casa”. Morriña, p. 142 (Rogelio Pardiñas, irónico): «Pues si lo raro es
que yo no tenga una novia, señor. La tiene cada quisque». DRAE (s.v. cada, coloq.). Seco. D.
Carbonell.
1130
‘Ratero, granuja’. Fortunata y Jacinta, I, p. 189 (Estupiñá, refiriéndose a las malas
compañías frecuentadas por Juan Santa Cruz): “−Lo mismo puede pasar por un randa que por
un señorito disfgrazado”. Ibíd., I, p. 335 (narr.): “Pertenecían al gremio de los randas”. Ibíd., I,
p. 231 (Juan Santa Cruz, describiendo ambiente de casa de José Izquierdo): “–Me parece que
oigo aquellas finuras: ‘¡indecente, cabrón, najabao, randa, murcia...!’ ”. Ibíd., I, p. 341 (José
Izquierdo): “−Si [...] llega a paicerse por allí algún randa, lo suicido”. DRAE (coloq.). Besses
(delinc.). Como gitanismo, Wagner (Filología). Andrade-Alfieri. Seco. Lassaletta. D. Carbonell.
Corominas-Pascual (DCECH, s.v. garra) emparentan la palabra con términos equivalentes,
catalanes y occitanos.
1131
‘Dinero’. Fortunata y Jacinta, I, p. 343 (José Izquierdo): “−Me habían hecho contrata de
medio duro diario, y los rumbeles solutamente no paicían”. No figura en ninguno de los
repertorios manejados, salvo Joseph A. Fernández (p. 116), que la asocia a rumbo.
1132
Forma usada para ponderar al sustantivo o adjetivo al que acompaña. El doctor Centeno, p.
389 (Rosa Ido): “−Me dan ganas de decirle: ‘so tía...’ ”. La hermana San Sulpicio, p. 164
(Paca): “−¿A ti qué te dan por llorá y suspirá, so lechonaso?”. Ibíd., p. 165 (Paca): “−¿Eres tú,
so arrastrao?” DRAE (sin marca). Sobre el uso vulgar de esta forma, derivada de señor > seor >
sor, cf. DCECH (s.v. señor) y Seco.
1133
‘Silencio, calla’. Insolación, p. 92 (chulos madrileños): “−¡Vaya unos ojos que se trae usted,
hermosa! Soniche, ¡viva hasta el cura que bautiza a estas hembras con mansanilla e lo fino!”.
Ibíd., p. 112 (Diego Pacheco): “−¡Soniche! Sanacabao las compras”. DRAE (germ.). Germanía:
Alonso Hernández, Hernández-Sanz.
1134
‘Engreído’. Fortunata y Jacinta, I, p. 368 (José Izquierdo): “−¡El muy soplao, el muy...!”.
DRAE, s.v. soplado (coloq.). Germanía: Alonso Hernández (‘delincuente delatado a la
justicia’).
1135
‘Comer’. Pepita Jiménez, p. 268 (Antoñona): ¡Anda, fullero de amor, indinote, maldecido
seas; malos chuqueles te tagelen el drupo! Véase, antes, § 3.1.2.
1136
‘Baladrón’. Nazarín, p. 321 (ladrones cárcel de Navalcarnero): “−Mala pata, desagradecido,
¿qué sería de ti sin nosotros?¡Y vienes aquí a pintarla de guapo y temerón!...”. DRAE (coloq.).
Germanía: Alonso Hernández, Hernández-Sanz.
1137
‘Jactancioso’. Pepita Jiménez, p. 226 (narr.): “−Unas veces quiere enseñarme a derribar,
para llevarme luego a Sevilla, donde dejaré bizcos a los ternes y gente del bronce, con la
garrocha en la mano”. DRAE (coloq.), Tineo Rebolledo, Seco (gitanismo).
1138
‘Mujer’ (peyorativo). El doctor Centeno, p. 389 (Rosa Ido): “−Me dan ganas de decirle: ‘so
tía...’ ”. Fortunata y Jacinta, I, p. 369 -dos veces- (José Izquierdo): “−‘Hostia, con la tía bruja
esta’ ”. Ibíd., I, p. 369 (Guillermina Pacheco > Izquierdo): “−¡Ja, ja, ja!... Nos llama tías...”.
También en II, p. 156 -tiona- (Papitos). DRAE (coloq.). Seco. Lassaletta. D. Carbonell.
1139
‘Entenderse con la mirada’. La Regenta, p. 152 (narr. > Joaquinito Orgaz): “Se llamaba
Joaquinito Orgaz y se timaba con todas las niñas casaderas de la población”. DRAE (coloq.).
Besses (pop.).

86
tiólogo 1140 .

b) Exclamaciones, eufemismos 1141 y muletillas

¡Bacalao! 1142 , Biblia, Biblias 1143 , caraifa, re-caraifa 1144 , carraspo 1145 , chúpate
esa 1146 , conchas! 1147 , contra, contro 1148 , cordones, recordones 1149 , córcholis,
re-órcholis 1150 , Cristo, re-Cristo 1151 , demonche 1152 , ¡esa es la fija! 1153 , hi de tal 1154 ,
1140
‘Asunto que no se entiende’. ‘Persona bien enterada’. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José
Izquierdo): “−Los escribidores [...] son los que han perdío con sus tiologías a esta judía tierra”.
Ibíd., I, p. 483 (Maximiliano Rubín > Fortunata): “−Llamar tiologías a todo lo que no se
entiende es una barbaridad”. También en II, pp. 370, 497, (Fortunata). Fortunata y Jacinta, I, p.
345 (José Izquierdo): “-Me presento a estos tiólogos mequetrefes”. En este sentido, no figura en
ninguna de las fuentes manejadas.
1141
Solo se incluyen aquellos que enmascaren mediante cualquier procedimiento lingüístico
(circunlocución, sufijación...) un significante vulgar. Para una definición del fenómeno, véase
Emilio Montero Cartelle, “El tabú, el eufemismo y las hablas jergales”, cit., pp. 550-555. Para
el establecimiento de una tipología básica, véase el trabajo de Ricardo Senabre, “El eufemismo
como fenómeno lingüístico”, Boletín de la Real Academia Española, LI, 1971, pp. 175-189.
Para Ignacio-Javier López (Realismo y ficción. “La desheredada de Galdós” y la
novela de su tiempo, Barcelona, PPU, 1989, p. 107), el recurso al eufemismo de Galdós fue “un
procedimiento similar al que, en El Quijote, lleva a los personajes a declarar ‘baciyelmo’ lo que
antes era ‘bacía’ para unos y ‘yelmo’ para otros: una solución intermedia según la cual, frente al
silencio convencional anterior (donde las groserías de un personaje, por ejemplo, no eran
recogidas) [subterfugio que, como acabamos de ver, también utiliza Galdós] se escribe ahora un
eufemismo”.
La preocupación de Galdós por el empleo del eufemismo adecuado se manifiesta en las
variante introducidas por el autor en las correcciones de sus obras. Según Yolanda Arencibia
(“Lengua y estilo en Galdós”, en Eberhard Geisler y Francisco Povedano (Eds.), Benito Pérez
Galdós. Aportaciones con ocasión de su 150 aniversario, Frankfurt-Madrid, Vervuert-
Iberoamericana, 1996, p. 26), era frecuente, en las galeradas y pruebas de imprenta corregidas
por el novelista canario, la sustitución de términos descarnados por eufemismos o la de
eufemismos demasiado explícitos por otros menos evidentes.
1142
La Regenta, p. 389 (pillos de la calle): “-¡Que sí es!, ¡bacalao!”.
1143
Una de las expresiones favoritas de Torquemada, repetida hasta cuarenta veces en las cuatro
novelas de su serie (véase § 6.5).
1144
Muletilla continuamente repetida por el enano Ujo (Nazarín, pássim), que se le “contagia” a
Ándara (pp. 288, 302): “−Estos vos pasa por no hacer lo que diz, ¡caraifa!”. “−Pues mira,
¡caraifa!, ¿tú dices que me estimas?”.
1145
Muletilla de Antón, el algebrista de Boán. Véase, después § 6.2.
1146
Lo prohibido, p. 347 (Camila): “−Chúpate esa y vuelve por otra”.
1147
La Tribuna, p. 166-67 (Chinto): “−¡Se trabaja de Dios, conchas!”.
1148
Miau, p. 83 (Luisito Cadalso): “−¡Contro, si yo le cojo!” Ibíd., p. 84: “−Pero la carta seguía
en su sitio. ¡Contro!”. También en pp. 90, 122, 186, 232, 279. Torquemada en la cruz, p. 1436
(mendigo).
1149
Véase antes, § 3.1.2.
1150
Marianela, pp. 80 -3 veces-, 81 -3 veces-, 146 -2 veces-, 147 -2 veces-, 186 (Felipe
Centeno). DRAE (coloq. eufem.).
1151
Sotileza, p. 85 (Sula): “−¡Cristo, qué marea!”. Torquemada repite esta exclamación en más
de cuarenta ocasiones (véase § 6.5. También en las páginas de Flor de Mayo y La barraca.
Véase antes, § 3.1.2.
1152
‘El demonio’. La Tribuna, p. 263 (señora Porreta): “−¡Para ella, demonche, que bien
necesita ánimos la pobre!”. DRAE (coloq. eufem.).
1153
Sotileza, p. 122 (tío Mechelín): “−¡Esa es la fija: proba a la cellisca, y vira por avante!”. La

87
hostia, re-hostia, re-contra-hostia 1155 , ¡Jo... sús! 1156 , judío 1157 , mecachis 1158 , me
caigo 1159 , me caso... 1160 , no hay tu tía 1161 , pa chasco 1162 , ¡pata! 1163 , patarata 1164 ,
peines, peinetas 1165 , ¡porras maúras! 1166 , ¡porreta! 1167 , púa 1168 , punta 1169 , puñalero 1170 ,
puñales, ñales, re-puñales 1171 , puño, repuño, recontrapuño 1172 , recopilarse,

Tribuna, p. 113 (cigarreras): “-¡Bien, bien! −¡Venga de ahí! ¡Esa es la fija! Y a mí que no me
digan...”. DRAE (coloq.).
1154
Torquemada y San Pedro, p. 1621 (Torquemada): “–¡No faltaba más sino que usted, señora
alma, voluntariosa, hi de tal, pendanga, se fuera de picos pardos por esos mundos!”. DRAE (era
u. en expresiones injuriosas).
1155
Fortunata y Jacinta, I, p. 338 (José Izquierdo): “−¡Hostia! Hemos venido a menos”. “−Re-
hostia con la Repóblica!”. También en I, pp. 339, 341, 344, 345, 347, 369, 375; II, p. 471 -dos
veces-, 396, 399 (Pituso). DRAE (vulg.). D. Carbonell.
1156
La desheredada, p. 305 (Sanguijuelera): “−¡Jo...sús! Los 2000 los tienes tú en el canto de
memoria”. “−¡Jo...sús! ¡Qué prisa!” También en p. 305 (Sanguijuelera).
1157
Fortunata y Jacinta, I, p. 339 (José Izquierdo): “–No he hecho más que derramar mi sangre
por la judía libertad”. Ibíd., I, p. 341: “–Un judío portero me puso en la calle”. hasta cinco
veces. También en I, p. 345 -tres veces-; II, p. 471 -dos veces-.
1158
Torquemada en la cruz, p. 1436 (mendigo): “−Mecachis, y que se lo limpiaron los
usureros”. Misericordia, p. 194 (Pitusa): “−¡Mecachis...San Dios! ¡Como no se me vuelva
dinero la chimenea de los garbanzos!”. DREA (sin marca). D. Carbonell.
1159
Torquemada en la cruz, p. 1405 (Torquemada): “–Si se han enterado, ¡me caigo en la mar!”
1160
Fortunata y Jacinta, II, p. 471 (José Izquierdo) “–Me caso con ...la santísima”. Miau, p. 123
(Posturitas): “–Verás, verás..., ¡recontro!..., me caso con la Biblia”. Los Pazos de Ulloa, pp. 357
y 358 (Trampeta): “–¡Me caso con Dios!”. La madre Naturaleza, p. 101 (Trampeta): “−Me
caso!”.
1161
La desheredada, p. 490 (Isidora): “-No hay tu tía, no, no...; déjame”. En realidad (DRAE),
no hay tutía, de or. árabe.
1162
Fortunata y Jacinta, I, p. 337 (José Izquierdo): “−¿Pardillo yo?... Pa chasco...”. Ibíd., I, p.
341 (José Izquierdo): “−¿Piensasté que me conoce?... ¡Pa chasco! [...] ‘Señor de Pi, aquí vengo
obre una colocación...’. ¡Pa chasco!”. También en I, pp. 483 (Maximiliano Rubín > Fortunata),
495 (Fortunata).
1163
Misericordia, p. 281 (Antonio Zapata): “−¡Pata! ... Ea, se acabó”.
1164
La Tribuna, p. 161 (madre de Amparo): “−Él trabaja, ¿eh? pues a eso vamos, que lo otro...,
patarata”. Es exclamación degradante muy usada en la literatura clásica (cf. DCECH).
1165
Fortunata y Jacinta, I, p. 610 (Mauricia la Dura): “−Si una se pone a ser, verbigracia,
honrada, los muy peines no pasan por eso”. Ibíd., I, p. 629: “−Te conviene, te conviene. ¡Peines
y peinetas!”. También en I, pp. 645, 668.
1166
Torquemada en la cruz, p. 1436 (mendigo): “−¡Porras maúras! ¿A que va a decir que es
suyo el palacio?”.
1167
La Tribuna, p. 263 (señora Porreta): “−¡Aceite, porreta! [...] -¡Hace falta [...] vino, que
alegre al hombre, ¡porreta!”. Ibíd., p. 265 (2 veces).
1168
Fortunata y Jacinta, I, p. 614 (Mauricia la Dura): “−¡Ladronas, más que ladronas!...
¡Grandísimas púas!...”.
1169
Flor de Mayo, p. 215 (narr. > Retor): “Por más que hiciera, no podría sacar de allí dentro a
la gran... punta”.
1170
Torquemada en la hoguera, p. 1365 (tía Roma): “–Se quedó más seco que su alma
puñalera”. Flor de Mayo, p. 186 (narr. > Retor): “¡Aquella púa!”. También en p. 243.
1171
La desheredada, p. 99 (Sanguijuelera): “–¡Qué puñales!..., no están los tiempos para mimos
[...]. ¡Tres puñales!”. Ibíd., p. 100 (Sanguijuelera): “–He ido mermando, y aquí me tienen, ¡qué
puñales! en este confesonario.” También en pp. 101, 111 -dos veces-, 112 (Sanguijuelera); p.
153 (Gonzalete, chico de la pandilla del Majito). Y en la locución hacer puñales: La
desheredada, p. 490 (Isidora): “–Que la Sociedad para arriba y la moral para abajo...; a hacer

88
reputadísimo 1173 , re-córch... 1174 , ¡repelo! 1175 , ¡repetelo! 1176 , roer 1177 , roío 1178 ,
¡tísico! 1179 , velay 1180 , ¡venga de ahí! 1181 .

c) Cultismos, latinismos y extranjerismos vulgarizados, generalmente alterados


en su forma o construcción. Fenómeno característico de las hablas populares 1182 , que los
novelistas no se privan de emplear.

Arzopostólico 1183 , ascatín 1184 , circuspición 1185 , clos 1186 , “cordero quitólico” 1187 ,

puñales”. Torquemada en la hoguera, p. 1363 (tía Roma). El término, en cualquiera de sus


variantes, es la muletilla más característica de don Francisco Torquemada, quien llega a decirla,
a lo largo de la serie de novelas que llevan su nombre, casi en cincuenta ocasiones. Para su
interpretación, véase, más adelante, § 6.5.
1172
La desheredada, p. 244 (Pecado): “−No me rebajo yo a tanto. −¡Puño!”. Ibíd., p. 249
(Pecado): “−¿Es apodo? ¡Puño!”. También en pp. 250, 337, 339 -dos veces- (Pecado), 487
(Isidora).
1173
El doctor Centeno, p. 322 (Alberique): “–Me recopilo en el reputadísimo verbo y en la
reputadísima madre...”.
1174
El doctor Centeno, p. 106 (Felipe Centeno): “−¡Re-córch...! A patita limpia, señor”. Ibíd., p.
107: “−¡Re-có...! ¿No le digo?”. También en pp. 161, 281.
1175
La Tribuna, p. 193 (Comadreja): “−Por ahí empezaro, ¡repelo!”. Ibíd., p. 234 (Amparo):
“−¿No es mi madre tan honrada como la tuya, repelo?”. También en pp. 235, 252, 258
(Amparo).
1176
La Tribuna, p. 259 (Amparo): “−Toda la noche pensé que con un cordel me estaban
apretando la nuez...¡Romperles los vidrios, repetelo!”.
1177
La desheredada, p. 451 (Gaitica): “−¡Taco, y qué orgullo vas echando!... ¡Roer!”. “−¡Roer!
No te me subas a las barbas”. También en p. 452 -dos veces-.
1178
La desheredada, p. 451 (Gaitica): “−Eres un roío gandul, un roío holgazán, un roío
bergante”. “−No gusta oír hablar del roío Pueblo ni de la roía Revolución”. Así hasta nueve
veces. También en pp. 452 -cuatro veces-, 481 y 489 (Isidora). La hermana San Sulpicio, p. 164
(Paca): “−Ven acá, grandísimo roío”. Ibíd., p. 165: “-¡Y que Dios tenga en er mundo a este
roío!”. También en p. 213. Los majos de Cádiz, p. 351 (mujer que habla con Paca).
1179
Lo prohibido, p. 259 (Camila): “−Quita allá, tísico. ¿En qué estás pensando?”. Ibíd., p. 260
(Camila): “−Es que tú eres un tísico, y no comprendes esto”.
1180
‘¡Claro!’.Torquemada y San Pedro, p. 1548 (Torquemada):”−No pude dormir por lo que me
dijo usted al retirarme a mi cuarto, como cifra y recopilación de aquel gran palique que echamos
a solas. ¡Velay!”. DRAE (sin marca). Seco.
1181
La Tribuna, p. 113 (cigarreras): “–¡Bien, bien! –¡Venga de ahí! ¡Esa es la fija! Y a mí que
no me digan...”.
1182
Seco, pp. 145-167. Álvarez Martínez, p. 540.
1183
Por apostólico. Nazarín, p. 92 (tía Chanfaina): “–¡Váyase a la posada del Cuerno, o a la
cocina del Nuncio arzopostólico!”
1184
Ingl. skating ‘patinaje’. El amigo Manso, p. 163 (Javiera Rico de Peña): “−Las tardes se las
pasa en el picadero, en el gimnasio, en eso que llaman... no sé cómo, el Ascatin, que es donde se
patina con ruedas.
1185
Por circunspección. Misericordia, p. 80 (mendigos iglesia de San Sebastián): “-Aquí se
viene a lo que se viene, y a guardar la circuspición”.
1186
Ingl. clowns. Miau, p. 148: “También Posturitas es un buen mico; siempre pintándola y
haciendo gestos como los clos del Circo”.
1187
De la fórmula Agnus Dei, qui tollis peccata mundi ‘Cordero de Dios, que quitas los pecados
del mundo’. Nazarín, p. 95 (tarascas amigas de la tía Chanfaina): “–¡Ni que fuera [...] el
cordero quitólico!”.

89
de cultis 1188 , desiderato 1189 Domino vobisco 1190 , flirtation 1191 , insuncorda 1192 ,
maricronismo 1193 , pusuntra, nepusuntra 1194 , Olímpido 1195 , ora pro nobis 1196 ,
randibú 1197 , respetive (al ∼) 1198 , Sursum Corda 1199 , teleforo o teléforo 1200 , verbo y
gracia 1201 .

d) Trueques de palabras por paronomasia

Cabrerizo 1202 , escrófulo 1203 , ensalzar 1204 ; terremoto 1205 .

1188
DRAE de ocultis, lat. de occultis. Los Pazos de Ulloa, p. 357 (Trampeta): “–Pues se los ha
facilitado el mayordomo, el Primitivo, el suegro de cultis...”.
1189
Por desiderátum. Halma, p. 212 (Beatriz).
1190
Por Dominus vobiscum ‘el Señor esté con vosotros’. Nazarín, p. 95 (tarascas amigas de la
tía Chanfaina): “–¡Vaya con el señor Domino vobisco, asaltado por los ladrones!...”.
1191
Ingl. flirtation,`coqueteo’. Debemos suponer que pronunciado a la española. El amigo
Manso, p. 255 (Manuel Peña, hablando de unos flamencos en una buñolería castiza): “−Esto que
allá por otras regiones se llama flirtation, se llama aquí tomar varas”.
1192
DRAE sursuncorda, lat. sursum corda. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 35 (un
contertulio de don Román): “−¿Cómo ha de pasar un tren por debajo del agua sin que se ahogue
el insuncorda que vaya adentro?”. Seco.
1193
Por anacronismo. Realidad, p. 126: CLAUDIA.- Eso de las clases es un maricronismo.
BÁRBARA.- Ana... cronismo me parece que se dice”.
1194
Por non plus ultra ‘no más allá’. Tristana, p. 217 (Tristana, en lenguaje amoroso):
“¡Enterarse de todo lo que hay por allá, y verle la cara al pusuntra!...”. Torquemada en la cruz,
p. 1422 (Hipólito Valiente, anciano ex-combatiente amigo de Rafael del Águila): “–Llega, por
fin, el gloriosísimo cuatro de febrero, el acabóse, el nepusuntra de las batallas habidas y por
haber”.
1195
Por Olimpo. Nazarín, p. 123 (Ándara): “–Yo mismamente, al par de ella, soy como... las
diosas del Olímpido”.
1196
Lat. ‘ruega por nosotros’ Nazarín, p. 95 (tarascas amigas de la tía Chanfaina): “–Estos serán
los que le han robado, estos los que le han quitado los Evangelios y la crisma, y el Santo Óleo
de la misa, y el ora pro nobis...”.
1197
Fr. rendez-vous. El amigo Manso, p. 367 (Javiera Rico de Peña): “−A mí no me gustan
oropeles, ni sirvo para hacer el randibú”.
1198
Lat. respective o it. respettivo ‘al respecto’. La familia de León Roch, p. 181: “−Todo es al
respetive, como dice, siempre que bromea, mi amigo Fontán -repuso Cimarra alzando los
hombros-”.
1199
Torquemada en la cruz, p. 1383 (Joaquinita Torquemada): “–No siente lástima ni del
Sursum Corda”. Torquemada en el Purgatorio, p. 1507 (Torquemada). “¡Y a cada instante,
víctimas por acá y por allá; socorros para inundados, náufragos y viudas y huérfanas del Sursum
Corda”. Realidad, p. 126: “BÁRBARA.- Y que no las hay, no las hay, aunque lo pida el Sursum
corda”.
1200
Por teléfono. Nazarín, p. 112 (tía Chanfaina): “–En estos tiempos de tanta sabiduría, con eso
del teleforo o teléforo y los ferros-carriles y tanto infundio de cosas que van y vienen por el
mundo”.
1201
DRAE verbi gratia. La desheredada, p. 479 (Sanguijuelera): “–Porque así matas de un tiro
dos pájaros, verbo y gracia”.
1202
Por caballerizo. El doctor Centeno, p. 388 (Rosa Ido): “–-El papá de mi mamá era lo que
llaman cabrerizo de Palacio”.
1203
Por escrúpulo. Nazarín, p. 161 (Paco Pardo): “–Ándara dijo que si usted la quería usar no
tenga escrófulo”.
1204
Por ascender. Fortunata y Jacinta, I, p. 344 (José Izquierdo): “–Y entonces, que quieras que
no, me ensalzaron a tiniente de navío”.
1205
Por termómetro. Misericordia, p. 68 (mendigo Pulido): “-Usted no había de faltar, aunque se

90
Etimología popular. Recurso también característico de las hablas incultas 1206
(se basa fundamentalmente en el error), que no puede ser situado en ningún nivel de
análisis lingüístico en particular, puesto que manifiesta en su génesis recursos fónicos,
morfológicos y léxico-semánticos. A lo largo de las páginas analizadas podemos
suponer la existencia de este fenómeno en los casos que siguen.
Biricornio 1207 , buey-cencia 1208 , deosingracia, ideasingracia 1209 , melindrán 1210 ,
pleniputenciano 1211 , perdiciosa 1212 , pursupuesto 1213 , romantismo 1214 , santimperie 1215 ,
sincopiés 1216 , superfarolítico 1217 , tifusidea 1218 , universario 1219 .

helara el cero de los terremotos (sin duda quería decir termómetros)”.


1206
Muñoz Cortés, p. 71, Seco, pp. 69-73. Álvarez Martínez, p. 540. José Alberto Miranda,
Usos coloquiales del español, Publicaciones del Colegio de España, 1992, pp. 40-42.
1207
Posible cruce de birrete con tricornio (Así lo explica Joseph. A. Fernández). Fortunata y
Jacinta, p. 688 (Mauricia la Dura): “–Mira que te está esperando... tan guapetona, tan maja, con
aquel manto todito lleno de estrellas y los pies encima del biricornio de la luna...”.
1208
Buey + vuecencia (fin degradante). Misericordia, p. 86 (mendigos): “–No es hablar mal. ¡A
ver!... La que habla pestes es buey-cencia, señora”.
1209
Por idiosincrasia. Tristana, p. 231 (Tristana, en lenguaje amoroso): “−Estas palabras tan
sabias se me atragantan; pero, en fin, la soltaré... mi doisingracia”. Torquemada en el
Purgatorio, p. 1491 (Torquemada): “–Mira, Fidela, cada uno tiene su aquel y su ideasingracia,
como dice el amigo Zárate”.
1210
Posiblemente por cruce de balandrán con melindres. La Regenta, p. 787 (Pepe el del
vivero): “−Anda, anda, y cómo se le ha ponío too el melindrán este... y la sotana perece un
charco...”.
1211
Idéntico fin degradante que buey-cencia. Misericordia, p. 185 (narr. > Pulido): “La novia
era sobrina de un ministro pleniputenciano”.
1212
Perniciosa + perder. Misericordia, p. 142 (narr. > ambiente mendigos): “Le salen pintas en
la cara al que lo come, y a los tres días, muerte natural por calenturas perdiciosas”.
1213
Cruce de presupuesto y por supuesto. El doctor Centeno, p. 161 (Juanito del Socorro): “–
Hijí... tú no sabes; es un señor que siempre está muy enfadado, y cuando escribe, dice que la
Deuda... ¡bum!; [...] el Pursupuesto, ¡bum!”. También en p. 162.
1214
Por cercanía entre reumatismo y romance o romántico. La Regenta, p. 787 (Pepe el del
vivero): “−Anden, anden, ángeles de Dios, que la mojadura puede llegar a los huesos y darles un
romantismo...”.
1215
Cruce de santa e intemperie. Don Gonzalo González de la Gonzalera, p. 31 (Carpio): “–El
demonio me lleve si de esta vez no me dejan a la mesma santimperie de Dios padre”. Sotileza,
p. 366 (Carpia): “−¡Por qué está la mi cara abrasá de las santimperies!”. Misericordia, p. 81
(mendigos iglesia de San Sebastián): “–¿Por qué no se pone a pedir en un templo, quitándose de
la santimperie?”.
1216
Cuce de síncope y pies. Misericordia, p. 193 (mendigos capilla de Irlandeses): “–Dijo que
todo era un sincopiés. [...]. Todo el santo día le daban de hora en hora unos sincopieses tan
tremendos que se quedaba como cadáver”.
1217
Cruce de superferolítico y farol. Insolación, p. 257 (gente en el restaurant de las Ventas):
“−Pus una conocí yo, casaa con un presonaje de los más superfarolíticos...”.
1218
Cruce de tifus y tifoidea. Insolación, p. 262 (señá Donata, en el restaurant de las Ventas):
“−Tenía cuatro nietecicas, de una hija que se murió de la tifusidea”.
1219
De universo y aniversario. El doctor Centeno, p. 191 (Juanito del Socorro): “–Papá tiene su
retrato en la sala, pintado de tamaño de las personas, y a tantos días de tal mes que es el
universario, [...] le pone dos velas”. Misericordia, p. 68 (mendigo Pulido).

91
3.2. Aristócratas, burgueses y plebeyos. El flamenquismo lingüístico

Conocidas son las críticas que durante el siglo XVIII desató, entre la minoría
ilustrada, el llamado majismo de las clases acomodadas, su alianza con los estamentos
plebeyos en ciertas costumbres, modos indumentarios y hábitos lingüísticos. A él se
enfrentaron, entre otros, José de Cadalso en sus Cartas marruecas (por ejemplo la que
hace el número VII) y Gaspar Melchor de Jovellanos en su conocida sátira A Arnesto.
Sobre la mala educación de la nobleza. Este majismo, convertido ya en flamenquismo,
lo heredaron, compartiéndolo, aristócratas y partidarios de la revolución burguesa
durante las últimas décadas del siglo XIX. Y de sus ecos en el XX todavía encontramos
rastros críticos en Ramón Pérez de Ayala (“La tradición y los gitanos” 1220 ) y, sobre
todo, en José Ortega y Gasset (dentro del capítulo sobre “Goya y lo popular” que
contienen sus estudios sobre el pintor aragonés 1221 ).
Manifestaciones de esta mácula social, nunca erradicada de la nación española,
encuentran reflejo en los novelistas de la Restauración. No parece recomendable
reflexionar ahora acerca del significado profundo que puede tener el flamenquismo en la
mente de los narradores 1222 . Nos importa más constatar que estos no pasaron por alto el
fenómeno, y tampoco sus consecuencias lingüísticas, bien para dejar constancia de ellas,
bien -en proporción menor- para aplicarlas al habla de alguno de sus personajes.

3.2.1. El flamenquismo declarado

A) En sus obras ensayísticas, Juan Valera percibió con claridad el sólido


vínculo afectivo establecido desde el siglo anterior entre aristocracia y plebe. Entre sus
observaciones es obligado destacar aquellas en que pone de manifiesto las repercusiones
orales de tal vínculo:

La gente cursi de las capitales, que es la que lee en España, se ha


fabricado con dicharachos periodísticos, y frases hechas parlamentarias,
neologismos franceses de salón y modismos de toreros y cantaores, un lenguaje
endiablado, que es el que imagina natural 1223 .

En la buena sociedad o en la que de tal se jacta han penetrado no pocos


giros de la mencionada jerigonza [de la chulapería] y a veces, por más que

1220
Recogido en su volumen de crítica teatral titulado Las máscaras, Madrid, Renacimiento,
1924, II, pp. 13-140.
1221
O. C., VII, Madrid, Revista de Occidente, 1961, pp. 521-536.
1222
Para Hans Hinterhäuser (Los “Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós, cit., p. 195),
por ejemplo, la presentación del flamenquismo en Galdós respalda una concepción ideológica
del escritor canario, quien, hasta cierto punto, propugnaba la unión con el pueblo como medio
regenerador para la decadente aristocracia de la sangre (véase, antes, § 3.1.1). Cf. también,
sobre algunas repercusiones de esta forma de pensar en la obra literaria de Galdós -sobre todo
centradas en el Episodio La Corte de Carlos IV-, Francisco Ynduráin, Galdós, entre la novela y
el folletín, Madrid, Taurus, 1970, pp. 35-38.
1223
Carta al barón de Greindt, Bruselas, 16 de abril de 1887. Reproducida en M. Azaña, pról. a
Pepita Jiménez, Madrid, Eds. de “La lectura”, 1927, p. LXIV.

92
disuenen algo, se oyen en los salones. [...] En muy lindas bocas se combinan a
veces lo cremoso con lo chulo, resultando endiablada mezcolanza: posibilidades
de decir, a la par, ser muy barbián, o cualquier otro gitanismo, y flirt, five
o’clock tea, garden-party 1224 .

También en sus narraciones, el novelista cordobés identifica, pese a decir que


ignora el motivo, lo flamenco con la moda de lo andaluz:

Hace ya mucho tiempo que ciertas niñas españolas, y particularmente las


andaluzas, acuden a la gran ciudad de Lisboa, en busca de mejor suerte. Los
señoritos de por allí, los janotas, que es como si dijéramos los jóvenes elegantes,
dandies o gomosos de Portugal, se pirran y despepitan por las tales niñas
españolas. De ellas aprenden a hablar un castellano muy chusco y andaluzado:
flamenco, como ahora se dice no sé por qué 1225 .

B) Para Benito Pérez Galdós, uno de los extremos característicos de la vida en


Madrid es su capacidad de mezcla, demostrada, entre otras cosas, a través de la lengua.
Esta particularidad es destacada ya por el Galdós crítico, cuando afirma que

... la metrópoli es región, y de las más características, con su vida mixta,


entreverada de extranjerismos elegantes y de las ranciedades más españolas,
juntando los vicios de la raza a los vicios exóticos 1226 .

Y recalcada más tarde por el Galdós novelista, en las páginas de La familia de


León Roch. Federico Cimarra, que el narrador presenta como un joven aficionado a la
“mala política”, al “periodismo de pandilla” y al vicio, es decir, un tipo “esencialmente
español y matritense” 1227 , es inmediatamente retratado por su forma de hablar:

−¡Qué desmejorada está la marquesa! La vi la semana pasada en Ugoibea


y me pareció una ruina, una completa ruina. En cambio, María está hecha una
diosa... ¡Qué cabeza!... ¡qué aire y qué trapío!
En el lenguaje de Cimarra se mezclaban siempre a la fraseología usual de
la gente discreta los términos más comunes de la germanía moderna 1228 .

Esta contaminación torera ha llegado también, según Galdós, a la oratoria


parlamentaria. Así lo declara, y lo muestra con ejemplos, al describir los modos
expresivos de José María Manso, en la novela titulada con el apellido de su hermano,
cuando decide dedicarse a la política:

Llamaba cogida a los fracasos parlamentarios de un orador, y


enchiquerado al ministro que estaba bajo la amenaza de una interpelación grave.
Nuestro Congreso, que tan alto está en la oratoria, tiene también su estilo

1224
Recogido en Carlos Clavería, Estudios sobre los gitanismos en español, cit., p. 111.
1225
Genio y figura, p. 68.
1226
En su crítica (publicada anónima) a Tipos y paisajes, de Pereda, El Debate, 26-I-1872. Cf.
William H. Shoemaker, La crítica literaria de Galdós, Madrid, Ínsula, 1979, p. 84.
1227
La familia de León Roch, p. 145.
1228
La familia de León Roch, p. 148. El trapío, desde el comienzo de su uso a principios del
siglo XIX (primera documentación en el CORDE académico en Bretón de los Herreros), se
aplicó tanto al aire garboso de la mujer como a la casta de los toros.

93
flamenco 1229 .

En las páginas de Marianela, Galdós nos ofrece un curioso testimonio acerca de


las ideas tópicas sobre el flamenquismo de nuestra sociedad manifestadas por los
ingleses. Lo hace al redactar la conclusión de la novela en forma de cita traducida a
partir de un periódico inglés, que publica el artículo de un turista, titulado «Sketches
from Cantabria». Allí se habla de la familia de la pobre Marianela (vinculada, por
sarcasmo de Galdós, a los Téllez de Girón y Trastamara), que

... tuvo el antojo (take a fancy) de andar por los caminos tocando la
guitarra y cantando odas de Calderón, y se vestía de andrajos para confundirse
con la turba de mendigos, buscones, trovadores, toreros, frailes, hidalgos,
gitanos y muleteros, que en las kermesas forman esa abigarrada plebe española
que subsiste y subsistirá siempre, independiente y pintoresca, a pesar de los rails
y de los periódicos que han empezado a introducirse en la Península Occidental.
El abad de Villamojada lloraba hablándonos de los caprichos, de las virtudes y
de la belleza de la aristocrática ricahembra, la cual sabía presentarse en los
saraos, fiestas y cañas de Madrid con el porte (deportment) más aristocrático 1230 .

En Lo prohibido, se muestra primero en el padre de José María Bueno de


Guzmán, digno representante de la clase alta más tradicional, cuando de él nos dice su
hijo (y narrador de la novela):

Se reía de la perífrasis de la conversación inglesa [su mujer era de esta


nacionalidad], y hacía alarde de soltar las franquezas crudas del idioma español
en medio de una tertulia de gente de Albión 1231 .

Más adelante, por último, lo reafirma por medio de las observaciones que el
narrador-protagonista nos hace llegar acerca de las reuniones mundanas celebradas en
casa de Eloísa Bueno de Guzmán:

La etiqueta que en los llamados jueves de Eloísa reinaba, era un


eclecticismo, una transacción entre el ceremonioso trato importado y esta
franqueza nacional que tanto nos envanece [...]. Allí se podían observar, con
respecto a lenguaje, los esfuerzos de un idioma que, careciendo de propiedades
para la conversación escogida, se atormenta por buscarlas, exprime y retuerce las
delicadas fórmulas de la cortesía francesa, y no adelantando mucho por este
lado, se refugia en los elementos castizos de la confianza castellana, limándoles,
en lo posible, las asperezas que le dan carácter. [...]
Hice esta observación en casa de mi prima, oyendo hablar de tan distintas
maneras, pues unos arrastraban y descoyuntaban las frases de estirpe francesa,
impotentes para darles vida dentro de la sintaxis castellana; otros,
despreocupados, lanzaban a boca llena las picantes frases castizas, que, por arte
incomprensible, nacen hoy en el populacho y se aristocratizan mañana 1232 .

1229
El amigo Manso, p. 230.
1230
Marianela, pp. 231-232.
1231
Lo prohibido, p. 107.
1232
Lo prohibido, p. 149.

94
C) En las páginas de Insolación, la novela de asunto más flamenco, Emilia
Pardo Bazán presenta el fenómeno en su actualidad de entonces y proporciona a los
lectores, a través de un parlamento de Gabriel Pardo en la tertulia de la duquesa de
Sahagún, una interpretación histórica:

−El caso es que los gallegos, en ese punto, solo aparentemente nos
distinguimos del resto de la Península. ¿Ha visto V. qué bien nos
acostumbramos a las corridas de toros? En Marineda ya se llena la plaza y se
calientan los cascos igual que en Sevilla o Córdoba. Los cafés flamencos hacen
furor; las cantaoras traen revuelto al sexo masculino; se han comprado cientos de
navajas, y lo peor es que se hace uso de ellas; hasta los chicos de la calle se han
aprendido de memoria el tecnicismo taurómaco; la manzanilla corre a mares en
los tabernáculos marinedinos; hay sus cañitas y todo; una parodia ridícula;
corriente; pero parodia que sería imposible donde no hubiese materia dispuesta
para semejantes aficiones. Convénzanse Vds.: aquí en España, desde la
Restauración, maldito si hacemos otra cosa más que jalearnos a nosotros
mismos. Empezó la broma por todas aquellas demostraciones contra don
Amadeo: lo de las peinetas y mantillas, los trajecitos a medio paso y los caireles;
siguió con las barbianerías del difunto rey, que le había dado por lo chulo, y
claro, la gente elegante le imitó; y ahora es ya una epidemia, y entre patriotismo
y flamenquería, guitarreo y cante jondo, panderetas con madroños colorados y
amarillos, y abanicos con las hazañas y los retratos de Frascuelo y Mazzantini,
hemos hecho una Españita bufa, de tapiz de Goya o sainete de don Ramón de la
Cruz. Nada, es moda y a seguirla. Aquí tiene V. a nuestra amiga la duquesa, con
su cultura, y su finura, y sus mil dotes de dama: ¿pues no se pone tan contenta
cuando le dicen que es la chula más salada de Madrid? 1233 .

D) “Clarín”, a quien ya veíamos oponerse al andalucismo imperante durante el


siglo (véase § 2.3), manifiesta también su aversión hacia el flamenquismo. Refiriéndose,
por ejemplo, a La desheredada de Galdós, afirma:

Gaitica, ruletero, empresario de ganchos, peor que presidiario, habla el


lenguaje de ese pueblo bajo, embrutecido, como parte de nuestra nobleza, por los
toros y la vida flamenca 1234 .

Más adelante, en el primero de sus folletos literarios, titulado Un viaje a Madrid,


vuelve sobre el asunto:

He notado que en nuestra alegre capital, la moda es voluble cuando se


trata de usos buenos, y que los vicios arraigan de modo que no hay quien los
arranque. Todas sus malas costumbres las atribuye el madrileño al carácter
nacional y las conserva por patriotismo. Cuando yo me marché de Madrid hace
tres años predominaba, si no en el arte, donde debiera estar el arte, el género
flamenco: en los carteles de los teatros se leía: ¿Eh, eh, a la plaza! Torear por lo
fino y cosas así, todo asunto de cuernos, chulos y cante; vengo ahora y me
enuentro con cante, chulos y cuernos; los carteles dicen: ¡Viva el toreo! ¡Ole tu

1233
Insolación, pp. 85-86.
1234
La literatura en 1881, cit., p. 141.

95
mare! y gracias por el estilo 1235 .

Y en las páginas de La Regenta no deja de zaherir a esas clases acomodadas que


deciden volcar su admiración en el extremo menos recomendable de la sociedad
humilde. Primero define los orígenes inmediatos de la moda:

Empezaba entonces el llamado género flamenco a ser de buen tono en


ciertos barrios del arte y en algunas sociedades 1236 .

Para, como se verá más adelante, personificar después en Joaquinito Orgaz,


figura opuesta, éticamente hablando, al ateo Pompeyo Guimarán 1237 , toda la negativa
caracterización del flamenquismo decimonónico.

E) Dentro del libro compartido con Leopoldo Alas al que se acaba de hacer
referencia, Armando Palacio Valdés dedicó uno de sus tempranos artículos críticos al
asunto que ahora nos interesa: “El género flamenco” 1238 . El asturiano centra su nada
profundo análisis en el arte, la música y la literatura dramática, y lo encabeza con una
breve presentación del caso:

Existe un fenómeno actualmente en nuestro país, que, si a primera vista


parece insignificante y despreciable, no deja de tener, bien considerado, mucho
interés para el estudio de la historia del arte. Este fenómeno es el gusto y
particular predilección que el público tiene ahora por el llamado (no sé por qué)
género flamenco; esto es, por la pintura de las costumbres de los chulos y
manolas, o sea del genuino populacho español 1239 .

En un capítulo anterior del mismo libro, “Los teatros menudos”, Palacio Valdés
presenta, entre otros aspectos del repertorio flamenco, el que corresponde a algunos de
sus usos lingüísticos:

No terminaré el presente artículo sin manifestar que he ido a ver una obra
dramática titulada De Cádiz al Puerto, que se representa en el teatro de Lara [de
Madrid], con éxito dichoso, hace ya bastantes noches. [...] Y en efecto, allí,
como en todas partes, tuve el gusto de contemplar una porción de chulos
interesantísimos, disputándose la admiración popular con sus variados ejercicios
de estirar el cuello, cerrar los ojos, escupir por el colmillo, etc., etc., los cuales
dejan siempre en el alma un recuerdo tan risueño como profundo. He visto que
hay allí juergas encantadoras, donde el respetable público puede aprender la
manera de conducirse en los figones; que se bebe y se jama de lo lindo, y que
tampoco falta su cachito de música patética; se canta el alelí, aleló, con un brillo
y una distinción, que es posible no se encuentre en ningua otra taberna 1240 .

1235
Un viaje a Madrid (Folletos literarios, I), Madrid, Libr. de Fernando Fe, 1886, p. 20.
1236
La Regenta, p. 152.
1237
Véase Génesis García Gómez, “El antiflamenquismo ilustrado en La Regenta, de ‘Clarín’ ”,
Cuadernos Hispanoamericanos, 453, 1988, pp. 72-86.
1238
La literatura en 1881, cit., pp. 47-52.
1239
Ibíd., p. 49.
1240
Ibíd., p. 28.

96
En las páginas de La espuma, su aristocrática narración, vuelve sobre esta
caracterización social y lingüística:

Clementina ofrecía en sus modales y discursos,en esta edad, y la ofreció


siempre después, cierta tendencia al flamenquismo, o sea a las formas
desenvueltas, a la serenidad burlona, al desgarro especial de las chulas de
Madrid. Semejante tendencia se hallará más o menos exagerada en toda la alta
sociedad madrileña. Es un signo que la caracteriza y la distingue de la de otros
países 1241
.
Otra mención explícita del flamenquismo, aunque exenta de cualquier referencia
lingüística, aparece en las páginas de La hermana San Sulpicio, novela en la que los
gustos populares de la clase media sevillana constituyen asunto central:

Llegué al teatro de San Fernando [...]. Es el teatro aristocrático de


Andalucía. Las damas que allí asisten, vestidas con esplendidez y gusto, pueden
mirar sin bajar la cabeza a las abonadas del Teatro Real. Los hombres, por el
afectado descuido de su persona y por su demedida afición al flamenquismo, no
son dignos de figurar al lado de ellas 1242 .

F) En las páginas de Pequeñeces, Luis Coloma pone en solfa el aplebeyamiento


de la clase aristocrática cuando representa, en los primeros capítulos de la novela, el
carácter del joven marqués de Villamelón (aún no casado con Curra Albornoz):

Era por aquel tiempo el marqués, sin ser derrochador, bastante libertino;
pero no con aquel aristocrático libertinaje de los Lauzun y los Frousac, señoriles
hasta en sus vicios, caballerescos hasta en la infamia, que sacudían de sí todo lo
vulgar y grosero [...]. Su libertinaje era, por el contrario, aquel otro libertinaje
tan común en España entre los jóvenes de alta alcurnia: mezcla extraña, tipo
híbrido del manolo y del sportman, del gitano y del muscadin, que se diría
nacido del antitético matrimonio de un torero andaluz con una soubrette
parisiense 1243 .

G) Vicente Blasco Ibáñez, por fin, tampoco deja de hacer alusión al fenómeno
en las páginas de sus novelas. Y así leemos en Arroz y tartana:

Roberto del Campo, el amigo íntimo de Rafael [hijo de D.ª Manuela], [...]
un chico elegante, hijo de una gran familia [...] era un muchacho guapo, moreno,
con nariz aguileña, barba negra y lustrosa [...]. En su porte y en su traje notábase
la tendencia flamenca amalgamada con la fría corrección burguesa. La
educación del hogar confundíase con las costumbres de una vida de estúpidas
aventuras. Vestido de señorito, tenía algo de gitano; cuando se disfrazaba de
chulo, todos reconocían en él al señorito. Era un ser doble, que flotaba entre la
decencia y el encanallamiento1244 .
1241
La espuma, p. 153.
1242
La hermana San Sulpicio, p. 172.
1243
Pequeñeces, pp. 83-84.
1244
Arroz y tartana, p. 297.

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Y en las páginas de Entre naranjos:

Por dos meses fue el amante de Cora, una muchacha popular en los
entresuelos de Fornos: una gallega alta, esbelta y fuerte (¡ay, como la otra!), que
había pasado algunos meses en París, y al volver de allá [...] brillaba como una
gran cocotte entre sus amigas, sin más alardes que el lamentable flamenco y la
palabra desvergonzada de brutal gracia 1245 .

3.2.2. El flamenquismo representado

La presentación verbal del flamenquismo, consistente, claro está, en atribuir a


los personajes socialmente bien ubicados elementos lingüísticos característicos de los
sociolectos bajos, tiene sus mejores manifestaciones en la novela de Galdós, y aparece
ocasionalmente en la de “Clarín” y el padre Coloma.

A) Dentro de las novelas de Galdós hay abundantes pasajes en que los lazos
tendidos entre el pueblo y las clases acomodadas se ponen de manifiesto en la actuación
lingüística de los propios personajes.
El lechuguino Federico Cimarra, cuyo uso de la “germanía moderna”
denunciaba el narrador de la familia de León Roch, aparece después caracterizado tanto
por sus galicismos (véase §§ 4.2.1) y anglicismos (§ 4.2.3), como por flagrantes
vulgarismos: pistonudo, guita, al respetive... 1246 . Y Leopoldo -Polito- Tellería, a quien
también se le asigna buena cantidad de extranjerismos (§§ 4.2.1, 4.2.2, 4.2.3), se dirige
a Perico Nules con un flamenco “Nos seamos panolis” 1247 .
José María Bueno, en las páginas de Lo prohibido, presenta a su prima Camila,
en cuanto a su forma de hablar, como “gritona, impertinente con todos” 1248 , capaz de
“hablar como las chulas más descocadas” 1249 y aficionada a formas vulgarizantes (jilife
-por high life-, Chakespire -por Shakespeare-, jacer, jaciendo...), mientras el narrador,
que “es para ella ‘el tísico’ o el ‘muñeco’ ” 1250 , se siente molesto por tal desparpajo:

Yo sentía miedo al oírle conceptos y reticencias que nunca están bien en


boca de una señora 1251 .

Constantino Miquis, marido de Camila, participa en el mismo juego verbal, que


es definido con el término exacto por Galdós:

Decía cosas saladas y amorosas a su mujer, echándole requiebros en ese


lenguaje flamenco que tiene picor de cebolla y tufo de cuadra 1252 .

1245
Entre naranjos, p. 333.
1246
Véase, antes, § 3.1.3.
1247
Véase, antes, § 3.1.3.
1248
Véase Paciencia Ontañón de Lope, “Lo prohibido, prólogo y epílogo de otras obras
galdosianas”, N.R.F.H., XL, 1992, p. 781.
1249
Lo prohibido, p. 65.
1250
Paciencia Ontañón, Ibíd.
1251
Lo prohibido, p. 66.
1252
Lo prohibido, p. 125.

98
Término que también emplea el narrador de la aristocrática novela para referirse
a las formas expresivas de un ministro amigo suyo:

El ministro nos recibió a los tres con toda la cordialidad de su


temperamento andaluz y maleante. Era un hombre de palabras flamencas y de
pensamientos elevados, iniciador de más osadía que perseverancia. [...] Cuando
se desvergonzaba en broma, me parecía un gran talento que necesita abonarse
constantemente con palabras estercoleras, todas las materias de lenguaje en
descomposición que manchan, apestan y fecundan 1253 .

Aún más significativas son las alusiones que siembran las páginas de Fortunata
y Jacinta, sobre todo cuando su protagonista masculino, Juan Santa Cruz, entra en
escena. Barbarita, la madre del delfín, observa preocupada los nuevos hábitos sociales
de su hijo, que han dejado en él una patente impronta lingüística:

La perspicacia de la madre creyó descubrir un notable cambio en las


costumbres y en las compañías del joven fuera de casa, y lo descubrió con datos
observados en ciertas inflexiones muy particulares de su voz y su lenguaje. Daba
a la elle el tono arrastrado que la gente baja da a la y consonante, y se le habían
pegado modismos pintorescos y expresiones groseras que a la mamá no le
hacían maldita gracia 1254 .

Junto a otros materiales lingüísticos de distinto orden 1255 , estos modismos y


expresiones se integrarán, además, en el lenguaje amoroso convenido entre Juan y
Jacinta:

Las crudezas de estilo popular y aflamencado que Santa Cruz decía


alguna vez, divertíanla [a Jacinta] más que nada y las repetía tratando de fijarlas
en su memoria 1256 .

Porque Juanito, cuando rememora ante Jacinta su pasada relación con Fortunata,
da inmejorables ejemplos de hasta qué extremos puede llegar en su flamenquismo
lingüístico:

−Estaba ciego, encanallado; era yo muy cañí...; esto quiere decir


“gitano”, vida mía. El vicio y la grosería habían puesto una costra en mi
corazón..., llamémosle garlochín.
[...]
El pueblo es muy inocente, es tonto de remate, todo se lo cree con tal que
se lo digan con palabras finas... La engañé, le garfiñé su honor, y tan tranquilo.
[...]
Por fin resolvimos Villalonga y yo largarnos con viento fresco y no
volver más. Una noche se armó tal gresca, que hasta las navajas salieron, y por
poco nadamos todos en sangre... Me parece que oigo aquellas finuras:
“¡Indecente, cabrón, najabao, randa, murcia...! [...] El último a quien vi fue a
1253
Lo prohibido, p. 271.
1254
Fortunata y Jacinta, I, p. 187. La descripción se ajusta bastante a la que corresponde a la /y/
rehilada.
1255
El lenguaje infantil, por ejemplo. Más adelante (§ 3.5.2) lo comprobaremos.
1256
Fortunata y Jacinta, I, p. 482.

99
Izquierdo; le encontré un día subiendo la escalera de mi casa. Me amenazó;
díjome que la Pitusa estaba cambrí de cinco meses...¡Cambrí de cinco meses!
Alcé los hombros... Dos palabras él, dos palabras yo..., alargué este brazo y,
plaf..., Izquierdo bajó de golpe un tramo entero... otro estirón y, plaf..., de un
brinco el segundo tramo..., y con la cabeza para abajo... 1257 .

El propio Galdós se había preocupado, poco antes, de justificar estos usos,


haciendo una personal definición del lenguaje vulgar puesto en labios de sus personajes
no populares:

Cuando no son muy groseras, estas fórmulas de hablar hacen gracia,


como caricaturas que son del lenguaje 1258 .

B) La condesa de Pardo Bazán muestra, con material narrativo, hasta dónde ha


llegado la moda de lo flamenco en Galicia. Se presenta en un hombre del pueblo:

Oyeron al mayoral -viejo terne conocido por el Navarro, aunque era,


según frase del país, más gallego que las vacas- exclamar, en el tono flamenco y
desenfadado que la gente de tralla cree indispensable requisito de su oficio, y
con la mitad del labio, pues el otro medio sujetaba una venenosa tagarnina:
−¡Maldita sea mi suerte! ¿Cura a bordo? Vuelco tenemos 1259 .

Y en una aristócrata, Francisca de Asís Taboada, marquesa viuda de Andrade,


que, embriagada por la compañía masculina y por el ambiente del pueblo madrileño, no
duda en emplear -en primera persona, puesto que se trata de la narradora- términos
característicos del vulgo:

Casi al mismo punto en que la chica del puñal de níquel depositaba en la


mesa una botella rotulada Manzanilla superior, dos cañas del vidrio más basto y
dos conchas con rajas de salchichón y aceitunas aliñás, se coló por la abertura
una mujer desgreñada, cetrina, con ojos como carbones 1260

−¡Qué bonitos ojos azules tiene este perdis! -pensaba yo para mí 1261 .

La reflexión de Asís, al terminar el largo episodio en la pradera de san Isidro, es


elocuente:

Bien dice mi paisano. Somos ordinarios y populacheros; nos pule la


educación treinta años seguidos y renace la corteza... Una persona decente, en
ciertos sitios, obra lo mismo que obraría un mayoral. Aquí estoy yo que me he
portado como una chula 1262 .

1257
Fortunata y Jacinta, I, pp. 227-231. Todos los términos están explicados en § 3.1.3.
1258
Fortunata y Jacinta, I, p. 483.
1259
La madre Naturaleza, pp. 92-93.
1260
Insolación, p. 122. La cursiva es de la autora.
1261
Insolación, p. 124.
1262
Insolación, p. 158.

100
C) “Clarín” muestra en su novela vetustente la representación verbal del
flamenquismo que alcanza a las clases aristocráticas, según Mary Luz Melcón 1263 , a
través de la desenfadada muletilla característica de la marquesa de Vegallana (véase,
después, § 6.1):

Cuando alguno salía garante de una virtud, la Marquesa, sin separar los
ojos de sus caricaturas, movía la cabeza de un lado a otro y murmuraba entre
dientes postizos, como si rumiase negaciones. A veces pronunciaba claramente:
−A mí con esas..., que soy tambor de marina 1264 .

Pero la personificación y, al mismo tiempo, el objeto central de la crítica anti-


flamenca en la novela es Joaquinito Orgaz, a quien antes ya veíamos caracterizado por
su pose andaluza. El petimetre es retratado desde la primera aparición en la novela:

El mediquillo vestía pantalón muy ajustado y combinaba sabiamente los


cuernos que entonces se llevaban sobre la frente con los mechones que los
toreros echan sobre las sienes. Su peinado parecía una peluca de marquetería.
Se llamaba Joaquinito Orgaz y se timaba con todas las niñas casaderas de
la población, lo cual quiere decir que las miraba con insistencia y tenía el gusto
de ser mirado por ellas 1265 .

Las alusiones que a él se dirigen, siempre debidas a su identificación con lo


flamenco, son continuas. De su estilo nos habla el narrador a través de Paula Raíces, la
madre del magistral:

Le habían dicho, sobre poco más o menos, y sin estilo flamenco,


lo mismo que Orgaz contaba en el Casino dos días antes: que don Álvaro
estaba enamorado de la Regenta, o por lo menos quería enamorarla,
como a tantas otras 1266 .

Y de sus hechos da muestra evidente en el banquete del casino ofrecido a su álter


ego Guimarán:

Se comenzó a comer sin mucho ruido; todos se esforzaban en decir


chistes. Joaquinito se burlaba del servicio y hablaba de Fornos... y de La Taurina
y el Puerto, donde se cenaba por todo lo flamenco 1267 .

−¡Señores -gritó Joaquín- si en la otra vida no hay cante o es cante


adulterado, renuncio al más allá!
Y dio un salto sobre la mesa agarrándose a una columna y comenzó un
baile flamenco con perfección clásica. No faltaron jaleadores, y sonaban las
palmas mientras cantaba el mediquillo con voz ronca y melancolía de chulo:

Es una coooosa
1263
“Las mujeres de Vetusta”, Hitos y mitos de La Regenta. Monografías de Los Cuadernos del
Norte, 4, Oviedo, 1987, p. 143.
1264
La Regenta, p. 186.
1265
La Regenta, p. 152. Véase antes, § 3.1.3.
1266
La Reganta, p. 285.
1267
La Regenta, p. 568.

101
que maravilla, mamá,
ver al Frascueeelo
la pantorriiiilla, mamá... 1268 .

D) Algunos de los personajes que forman la espuma madrileña de Palacio


Valdés incluyen, entre sus medios expresivos, el recurso al vulgarismo característico
del flamenquismo lingüístico. Así sucede, como ya hemos visto, en este intercambio
entre Clementina de Osorio, protagonista de la novela, y su amante, Pepe Castro:

−¡Quita!, ¡quita allá, puerco! −exclamó furiosa [Clementina]


dándole [a Castro] un fuerte golpe en la cara con el lujoso manguito−. No
piensas más que en el dinero... No tienes ni pizca de delicadeza.
−¡Yo pensaba!
También hubo cambio de decoración en la fisonomía de Castro.
Se puso más triste que la noche.
−En la guita, sí; ya acabo de decírtelo 1269 .

También en la observación de Pepa Frías, amiga de Clementina:

−¿Qué le parece a usted de la jeta del marido de Lola? ¿Verdad que para
gaucho no es del todo mala? 1270 .

O en las palabras de Pinedo, uno de los vividores que acuden a la tertulia


de Clementina, cuando recuerda lo que le dice su hija:

−En cambio, cuántas veces me dice muy risueña: «¿Sabes, papá, que hoy
he visto a aquel amigo suyo tan perdis?» 1271 .

E) El padre Coloma representa la confianza con que se tratan entre sí los


miembros de la aristocracia madrileña mediante elementos propios del registro
coloquial, como después podrá comprobarse (véase § 5.2). Pero tampoco es extraña la
inclusión, entre sus modos expresivos, de representaciones que se aproximan
ciertamente, como hemos podido comprobar (véase § 3.1.3), al uso vulgar:

−¡Vamos, Pilar, que estás siempre en Belén con los Pastores! 1272 .

−¡Alto ahí, canalla, o te rompo el morro! [...] ¿Qué es lo que buscas tú?
¿Dinero?... Pues ahí tienes a la de Albornoz; una... pelona como tú, que te dará
lo que quieras... 1273 .

−¡Ya me lo figuraba yo! [...] Si quien habla mal de la pera, la bendice y


se la lleva! 1274 .

1268
La Regenta, p. 576.
1269
La espuma, p. 143.
1270
La espuma, p. 284.
1271
La espuma, p. 298.
1272
Pequeñeces, p. 78.
1273
Pequeñeces, p. 226.
1274
Pequeñeces, p. 271.

102
−Lo cual quiere decir [...] que si a mí me apiolan al volver de una
esquina, a ti te dan una paliza en cuanto te cojan a mano 1275 .

Y recordemos que quienes se expresan con tal soltura no personalizan en modo


alguno al pueblo llano, sino a algunos de los muy dignos representantes de la alta
sociedad madrileña, como Isabel Mazacán, Jacobo Téllez-Ponce, Diógenes o la propia
condesa de Albornoz. En el último capítulo (véase § 6.3) se verá cómo el lenguaje
específico del mencionado Diógenes, personaje definido como imprescindible en la vida
aristocrática madrileña, se caracteriza por la presencia sistemática de vulgarismos en sus
intervenciones.

1275
Pequeñeces, p. 370.

103

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