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© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehennoso, 34. 28015 Madrid
Teléfono: 91 593 20 98
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ISBN: 978-84-995880-9-4
Depósito legal: M-31.336-2013
Introducción 9
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Los Si!!Ticios Socia/ '.1· en E paiia
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Índice
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Los Servicios Social 'S en E ,paiia
Capítulo 12. La iniciativa social en los Servicio> Sociales ........................................ ........... 303
12.1. El sectrn· no lucrativo según distintos ¡:: ir-adign 1as teóncos .............................. . 304
12.1. 1. Teorías económicas .... ... . ................ .. 304
12. 1.2. El punto de vista 1deológ1co y olhco ...... 310
12. 1.1 Las aprnximacioncs sociológic s 322
12.2. El prnblema de las definiciones ...................... .. 327
12.2.1. El debate conceptJal en Espar 1 sobrE Terce1· sectrn·
y Economía social y su evoluu .n . ....... ........ .. . .. ................................. .. 327
12.2.2. El impacto de la cr-isis sobr·e el Te1 cei- secto1· ..................................... .. 331
Capítulo 13. La acción voluntaria y sus formas ..... ...... ......... ..... ............................ ........... 335
111. El volunta1·iado: definición, ca1·actci-lstic 1s. 1·egL lación y funciones .................. 335
111.1. La 1·egulac1ón internacional y n c1onal ::le/ voluntariado ......... ........... 339
111.2. La incidencia del voluntanado ·n Espé ña ... ..... .... . ......... 340
13.2. TCtTff sector y vo/untar·iado .... .. . ........... ......... .......... ........... 344
13.2.1. Asociaciones y fundaciones .... . ... ..... ......... . ....................... 345
13.2.2. Las Organizaciones No Gube1 iameniales (0NG) .. ............... ........... 352
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111trcJducción
9
Los Suri'icios Sociah; en Es1 wña
JO
1
Los Servici<JS Sociales en el
marco del Estado de bienestar
La historia conceptual de la ,1cción social está relacionada con las formas de pro-
ducción del bienestar social y 111arl a uno de los momentos de mayor creatividad
de sus actores. Aquellos com·eptos .1ue a lo largo de los siglos han recibido mejor
acogida muestran también le: funci in que han dese111pe!lado los actores sociales
en su consolidación. De este modo la utilización de términos, como: "beneficen-
cia", "asistencia social", "set:uridac social", "bienestar social", "política social" o
"servicios sociales" seiialan mo111e itas y modos de entender y conceptualizar lo
que ha sido la "acción social" a le largo de la historia. Conviene seiialar que el
presente y el pasado se acla ·an 111t tuamente y que, en cada contexto histórico y
nacional, las élites político-admin strativas han protagonizado la superación o
consolidación de la acción s xial b,1jo determinados presupuestos que no obede-
cen, sin embargo, a un procl'so lin,·al que fortalece un concepto anulando al que
debilita, sino más bien loco 1trario ambos conviven, se complementan y se con-
dicionan a menudo.
La referencia a los préstamos netodológicos y a las fuentes procedentes de
otras ciencias sociales en qt,e han bebido se convierte en lugar obligado por el
que deben transitar los Sen icios ~,aciales en busca de una definición rigurosa.
En las democracias occidentales 1 is Servicios Sociales se presentan como una
extensión de los derechos ~ociale' y son una realidad reciente en algunas de
ellas. Derivan de procesos .:ompl jos, de dinámicas de carácter discontinuo y
poseen numerosas peculiaridades. i~ara tratar de comprender estas cuestiones es
conveniente realizar la genetlogía de algunos de estos conceptos.
Carmen López Alonso ( 1%5) -;e refiere al concepto de acción social como:
''Las diversas formas de haLer fre1,te, por parte de la sociedad en su conjunto o
11
Los Servicios Sociah 1· en E.1 ?aFw
capacidad de una sociedad (lo que en términos políticos se denomina una na-
ción) para existir como un conjunto vincul: dopo· relaciones de interdependen-
cia'' (p. 20). La rnestión social hace refert·ncia a la toma de conciencia de las
condiciones de vida de las poblaciones que son a a vez agentes y víctimas de la
misma. Con esta Revolución, la protecció 1 cerc ma, las redes de apoyo y los
mecanismos de afiliación ya no pueden afn ntar IPs problemas de carácter social
y psíquico que se generalizan con el paupt rismo causado por "la gran transfor-
mación".
El pauperismo pone en peligro el orden )Olític1i, social y moral, según Castel,
y no se considera ya un hecho fortuito sino cma amenaza para dicho orden y para
el mantenimiento de la estructura del sistt ma. Ante este fenómeno se han ido
dando diferentes respuestas: la del Estado benéfico y la que configura el Estado
de bienestar como un espacio específico en re lo político y lo económico, que ha
permitido a su vez ampliar el espacio de 1 l social como lugar intermedio, pero
cuya misión es establecer vínculos entre a111bos e"pacios, aunque manteniéndose
relativamente independiente de ellos. Para ~aste! lo social consiste en "sistemas
de regulación que no son los del mercado instit 1idos para tratar de llenar esta
brecha" (p. 20).
Sin embargo, lo social no es sólo una ( onstn cción decimonónica; el interés
por lo social existía antes de la Revoluci )n Im ustrial, adoptaba otras formas
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Los Sen·icios So,'iales , /1 el marco dt'/ Esrudo de hienestar
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los Servicios Sociales en España
Ciudadano
s
o
e
1
A
L
Estado benéfico Estado de bienestar Estado de inseguridad
14
Los Sen'icios So,·iales L 11 el marco del Estado de hienestar
l5
Los Servicios Socia/, s en E.1paña
La previsión social y los seguros social 'S dieron respuesta a la cuestión so-
cial. En su origen, los seguros sociales cubrLm riesgos aislados -vejez, accidentes
laborales y enfermedad- y su base fundamt ntal eran las aportaciones de los in-
teresados. La previsión social surgió como ·espue->ta a situaciones de necesidad
de las personas, cuyo origen no les era imput ible y les transcendía.
En el proceso de continuidad con los se !,Uros ;,ocia les bismarkianos, Inglate-
rra avanzó con el informe Seguro social y .'C'fTicirn· afines de Beveridge ( 1942),
un plan de mejora de los seguros que se p oponía como un cambio radical del
plan de Bismarck: entendía la Seguridad Socio! c )mo "El conjunto de medidas
adoptadas por el Estado para proteger a los t iudad< nos contra aquellos riesgos de
concreción individual que jamás dejarán d, presl'ntarse por óptima que sea la
situación de conjunto de la sociedad en que' ivan" pp. 164-171 ).
y colectivo
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Los SeiTicios So_·iolc's t 1 el marco del Estudo de bienestar
En esta cita se sintetizan los elt mentos sustanciales del Plan de Beveridge, la
primera formulación complern : p1 ogramática del Estado de bienestar. a la que
harán referencia todos los modelns <le Estado de bienestar posteriores.
La creciente importancia en la vida pública de la cuestión social, que había
llevado al desarrollo del modelo de previsión social anteriormente indicado, com-
portaba que la asistencia so¡·ial tu iera. en cie110 modo, un carácter subsidiario
como actividad dirigida a cubrir I< s necesidades de las personas no aseguradas
(Tornos Mas, 2007. p. 5 ).
Rubio Nombela ( 1967) cescrib' Ja asistencia social como: "una actividad de
carácter público y, en consecuenci<i. financiada con cargo a ingresos públicos, en
base al principio de solidaric ad. qL1~ se realiza en favor de necesidades básicas".
El servicio público que prest« la asi ,tencia social lo entiende Martín Mateo ( 1967)
como: "El conjunto de acti\ idade~ administrativas encaminadas a auxiliar. con
cargo a fondos generales del EstadP, a aquellas personas que no se encuentran en
condiciones económicas pan atender, por sí, necesidades consideradas básicas.
Entre sus características cab~ men1 ionar: insuficiencia de recursos en los asisti-
dos; atendimiento de necesidades básicas; residualidad y complementariedad;
gratuidad de las prestaciones; volur tariedad en el acceso a sus prestaciones" (La-
calzada. 2010). Es decir. aquellas ~ituaciones que exigen el reconocimiento del
derecho al "socorro", términ1) difus1J y provisional propio de la atención a la sub-
sistencia. no a unas prestacic,nes C( ncretas. De ahí que asistencia social y benefi-
cencia en la práctica resultasen co111 eptos bastante equivalentes.
La cuestión de mayor controve sia, cuando se pretende definir el concepto de
"asistencia social''. es si se trata o 110 de un derecho condicionado. Según Alonso
Olea ( 1974) lo característicc de la asistencia social es su condicionamiento a la
demostración de necesidad del den andante y su naturaleza discrecional, al no ser
susceptible de impugnación rntc le~ tribunales. En realidad, sus prestaciones na-
cen carentes de esa garantía: pero 1na vez consolidada la asistencia y extendidas
las demandas se va a11iculando tan bién un cieno derecho a obtenerla. Para otros
autores, sin embargo. la asis:encia ,ocial significa la superación de aquel modelo
tradicional que se caracterizc1ba po · otorgar ayudas sin observar el efecto vincu-
lante del reconocimiento de los de1echos sociales, lo que ha dado lugar a que en
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Los Servicios Socia/, s en E.1paña
1. Por las prestaciones: las de la Segu idad ~ocia! constituyen una ayuda en
efectivo y las de los Servicios Soci< les además de monetarias pueden ad-
quirir la forma de servicios (asesora1 liento centros, etc.).
2. Por la.financiación: la Seguridad Sl cial se costea con cuotas de los traba-
jadores, de los empresarios y del E~lado a través de los illlpuestos; en los
Servicios Sociales está presente la c· intrib1,ción del usuario ( copago ), pero
la afrontación financiera del Estado está condicionada por los límites pre-
supuestarios. De ahí deriva el carác1 er de derecho subjetivo del primero y
el condicionado y restringido de los .;ervicios del segundo.
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Los Serl'icios S1 cimes , n el marco del Estado Je bienestar
l. L nos objetivos genc1 al~s e1 caminados a lograr una justicia y unos niveles
de vida dignos para tndos k s ciudadanos y para su desarrollo humano.
2. Una variedad de medidas q Je, dependiendo del sistema administrativo de
cada país, contribuyen din ctamente al logro de los objetivos generales
mencionados.
3. Ln conjunto de prin( ipios: normas acerca de algunas necesidades huma-
nas como miembros Je faJT ilias y comunidades, y unas técnicas profesio-
nales que tienen por llbjeto tyudar a satisfacerlas.
4. Un conglomerado dl prog1 amas, instituciones y servicios especializados
que tienen por objet( satist 1cer cie1tas necesidades residuales, que no es-
tán comprendidas e1 ningt n otro tipo de acción social sectorial, y que
exigen un cierto gra(iO de avuda financiera, supervisión o reconocimiento
por parte del sector p~1blico
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/,os Sen·icios Socia/, s en E.'fJat1u
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Los Sen·icins So_·ialc:s l 11 el marco del Estado de hi<.'11<.!Star
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Los Servicios Sociales en España
Sector "'-
/ mercantil
~/ mercant#izar
desmercan'tilizar
/
Sector estatalizar
familiarizar Sector
PS <E--
estatal desestatalizar
desfamiliarizar informal
camunitarizar
descomunitarizar
Sector k'
voluntario
Adelantado, Noguera y Rambla (2000) sintetizan (figura 1.2) los sectores que
se movilizan en las políticas sociales y los procedimientos que construyen y mo-
dulan la desigualdad social y asignan a cada sector determinadas responsabilida-
des en la provisión de recursos de bienestar.
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f_os Sen·icio.1· S(!,·iules ( n el marco del Estado de hienestur
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/,os Ser\'icius So_·iales ( 17 el marco del Estado de hienestur
Los cambios contextua le~ que s: están produciendo en la sociedad actual, con
la idea de cercanía al ciudadano qut expresa cada vez más la nueva concepción de
los Servicios Sociales, han p ·omov do una mayor implicación del ámbito institu-
cional municipal como marco adect ado para su desarrollo. Surge así una perspec-
tiva que defiende las áreas 11unicipales como las adecuadas para la extensión y
profundización de los derechos soc ales y que amplía la concepción de los Servi-
cios Sociales: "Las políticas de set vicios personales emergen como un conjunto
de acciones públicas locales. articuladas en tomo a las personas, los grupos y la
comunidad, orientadas al desarrollo socio-comunitario sobre la base de relaciones
integradoras, solidarias y pa1ticipat vas" (Brugué y Goma, 1999, p. 60). El plan-
teamiento de estos autores e ifatiza dos ejes fundamentales de la acción e inter-
vención de las políticas de 'lervic os Sociales: por una parte, el de asistencia-
promoci<ín en el que cobertura ~oc al y gestión pluralista, asociativa y personali-
zada, son inseparables; y poi la otr;, el del dilema 1111iversa!ismo-acció11 positiva,
que se ha de centrar en la acción co nunitaria integradora y de cohesión, apoyando
e impulsando a aquellos secture~ en situación de demandas específicas.
Esta concepción de los Ser'vici1>s Sociales convive con una más restrictiva y,
seguramente más cercana a la real dad, que considera este tipo de servicios co-
mo la "última red" de protección >ocial, de carácter selectivo, residual y com-
plementario, dirigido a los ··ciudat1anos precarios" (Moreno, 2000). Aproxima-
ción descriptiva que cuenta con 211álisis críticos de gran interés que plantean
diversos problemas, como e~ el de la desigualdad territorial de esta "última ma-
lla de seguridad" de discrimmaciót positiva y descentralizada (Sarasa, 2000).
La historia del Estado liberal europrn del siglo XIX analiza la evolución de las pro-
puestas de algunos tipos de intervención pública con objeto de paliar o satisfacer las
necesidades sociales de los ciudada ios. Durante este periodo se desarrollaron una
sociedad y un Estado que leg timab< n el reconocimiento de determinadas necesida-
des sociales cuya satisfacción compt ometía al Estado, y se originaron debates en los
que afloraron numerosas contradice ones en el modo de llevarlo a cabo. Las moda-
lidades de intervención -o n(l in ten ención- representaban algunas alternativas del
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Los Sen•icios Socio, es en E 1paiiu
En el siglo XIX todos estos aspectos se van .:oncretando, como una etapa de tran-
sición entre la concepción clásica de los det ~chos. la concepción contemporánea
de los derechos sociales. En el siglo XX, dt spués de la Primera Guerra Mundial,
se produjo la generalización constitucional (e los derechos sociales en el incipien-
te Estado de bienestar. Tras la Segunda Gm rra M 11ndial y la derrota del fascismo
y el nazismo, los derechos sociales aparecieron reforzados, y se apuntó la necesi-
dad de su internacionalización. La internaci1•nalización tiene su primera expresión
en la aprobación por la Asamblea de las i' aciont·s Unidas ( 1O de diciembre de
1948) de la Declaración Universal de los De ·echos Humanos, en la que cuarenta y
cinco Estados se comprometían a respetar mos d~rechos de las personas, distri-
buidos en cinco áreas: civiles, políticos. eco11ómicc s, sociales y culturales.
1. l,a Declaración Universa/ ele los Do echos Humanos ( 1948). Esta Declara-
ción reconoce que "toda persona tie1 e dere :ho a un nivel de vida que ase-
gure su salud, su bienestar y el de .u familia, especialmente en cuanto a
alimentación, vestido. atención méd 1ca, y ~ los necesarios servicios socia-
les; toda persona tiene derecho a la Sl gurida.:i en casos de paro, enfermedad,
invalidez. viudedad, vejez o en otros casos de pérdida de medios de subsis-
tencia a causa de circunstancias ajem1s a su 11 oluntad" (a1t. 25. I ). Se reseñan
en el cuadro 1.3 aquellos aspectos 1ms significativos de la Declaración.
La estructura de los derechos fui dame11tales radica en la dignidad y el
valor de la persona humana, como rt ftere e preámbulo. La Declaración no
concede a los individuos un derecho de anión o petición ante los órganos
de las Naciones Unidas para asegure r e 1 cumplimiento de los derechos; se
trata de una recomendación de la Ort:anizac1ón de las Naciones Unidas, una
norma práctica de aplicación en las c mstituciones y los ordenamientos jurí-
dicos de cada país miembro. Carece (e competencia para regular la relación
entre gobernantes y gobernados de uda Estado, de ahí que muchos no los
consideren vinculantes. Nadie niega "l carácter de imperativo moral de esta
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Los Servicios Sociales en el marco del Estado de bienestar
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Los Servicios Social 'S e11 E pa17u
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Los Se1Ticio.1· So ~·iulL'S ( '7 el murco del Esrudo de hienesrur
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Los Servicio.1· Sociu es c'17 t spaiiu
JO
Los Se1Ticios Sociales , /1 el marco del Estado Je hienestar
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Los Scrricios Socia 'es en l 'spaFw
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Los Sc1Ticios So ·ialcs ' 1 el marui del Estado de hie11cstar
El debate en torno a los dere,:hos S< ·ciales resalta las circunstancias propias de las
sociedades en las que se gestaron. en pleno auge del Estado de bienestar, y se intro-
dujeron en las constituciones democ1 áticas (García Giráldez, 2001 ). Actualmente se
debate sobre la importancia que ha Je darse al hecho de que figuren en ellas o si
sólo se deberían contemplar aquello· derechos que se pueden garantizar realmente.
Lo curioso del debate acerca de los valores éticos y jurídicos es que los derechos
sociales presentan algunos ob.1etivos que parecen contrapuestos a los del sistema de
mercado; aflora una cierta incompat bilidad entre su a111plia constitucionalización y
el rápido restablecimiento de a ecm omía social con características mercantiles por
la que apuestan cada \'ez 111ás llgunc ~ teóricos neoliberales (Zamanillo el u!., 2012 ).
El reconocimiento constitucicnal de los derechos sociales brinda al Estado la posi-
bilidad de seguir interfiriendo en el 1 bre desarrollo del 111ercado, en un momento en
el que parecía que se estaba retirand< .
Si se admite que las constituc ones reflejan la cultura y las costumbres de
quienes \an a regir, no se niega qt e son asimismo resultado de compromisos y
estrategias para afrontar problemas :on los que tropiezan habitualmente las socie-
dades. Los derechos sociales nacier )n ya con la salvedad de que su aplicación se
podía "aplazar" en determinadas c rcunstancias, casi siempre de naturaleza eco-
nómica o financiera; pero el hecho de que se insertaran en las constituciones de-
mocráticas sena la una contr.1dicci( n más profunda aún entre lo que garantizan
estas cartas magnas y los objetivo, de la economía de mercado -una auténtica
sociedad civil y un Estado dt derec 10- también presentes en ellas. Es una contra-
dicción que se puede explicar en té minos económicos, jurídicos y éticos (García
Giráldez, 2003 ).
En la teoría de las gener acionl ~ históricas de los derechos, Marshall (1950)
establecía también su jerarqi.ía c ir ipo11ancia: por un lado los derechos civiles y
políticos, y por el otro, los sociale~. económicos y culturales. Entre los primeros
contemplaba además de los derecht s naturales. la propiedad y el trabajo; entre los
segundos los derivados de la posici )n económica de aquellos ciudadanos garanti-
zados, por la producción o ror el 'mpleo. Sin embargo, era el disfrute de todos
ellos juntos. lo que definía una\ id< como digna y a la persona que había adquiri-
do conciencia del primero de todos :llos: del derecho a tener derechos.
La sociedad civil ha ido alcam rndo mayor relieve gracias a las políticas so-
ciales implantadas por el Estado dt bienestar; ha aumentado el nivel cultural, de
información y formación, qu~ han .!e servir no sólo a la pro111oción social indivi-
dual, del grupo o la comunidad. sit'O también para el control consciente de la ac-
tuación de los representantes demo :ráticamente elegidos. Mientras algunos auto-
res sostienen que la constit11citllla ización de los derechos sociales dificulta el
surgimiento de una auténtica socitdad civil, otros mantienen que una sociedad
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Los Serricios Sociu 1es c:n Fspaña
civil consciente es aquella que se siente ca iacitada para distinguir dónde tem1ina
el campo de actuación del Estado y dónde t mpieza la autonomía individual, y que
además está dispuesta a demandar en cada 111omento la ampliación del espacio del
segundo, a expensas del recorte del prime1 o. '\lo se trata, por lo tanto, de que el
Estado intervencionista perpetúe la confus ón entre Estado y sociedad y que su
política garantista convierta en dependientes a los ciudadanos demandantes o
usuarios de los servicios de bienestar social
Un Estado intervencionista supone re~ ponsabilidad pública, implica un se-
guimiento, un control y una evaluación de las po íticas sociales; pero también la
garantía de un "mínimum vital" asegurado para l11s ciudadanos y la consiguiente
capacidad de exigir la ampliación de su es era de autonomía y reducir así su de-
pendencia. Presuponer en la persona una enden-.:ia vital a la dependencia, una
tendencia a adaptarse, a "acostumbrarse al ¡iaro o 11 subsidio de desocupación" es
volver a arrojar sobre el individuo la culpa de su precariedad, es descargar la res-
ponsabilidad de otras causas que el propio sistema define como "imperfecciones
del mercado". La finalidad de las políticas sociales es ir reduciendo los espacios
de la pobreza y la exclusión social y amp iar lo;, derechos para contar con una
ciudadanía más informada y formada, capaz de afrontar la propia autonomía con
determinación.
El hecho de que los derechos sociales e .tén re,·onocidos formalmente, impone
a los gobiernos la obligación política y ll1l ral de procurar la satisfacción de una
serie de intereses sociales enunciados y resélltados en la Constitución. Lo realmen-
te importante es que muchos de los derech )S soc ales -entre ellos los laborales-
han resultado de pactos y negociaciones ent ·e el E~tado y los distintos interlocuto-
res sociales; han sido fuente de producción normativa, además de intercomunica-
ción entre los diferentes grupos sociales, y ~u insfrucionalización ha contribuido a
la atenuación de las diferencias y a la ampli tcion ele) debate público.
Los derechos sociales son el fundamen o de 11 ciudadanía plena, el requisito
previo para poder disponer de los demás de ·echos En la dialéctica "entre el Esta-
do y la sociedad civil: no hay derechos soc ales s n intervención del Estado y sin
la participación de los ciudadanos que rec aman de éste su satisfacción, por un
procedimiento jurídico situado en la den ocraci l parlamentaria-representativa"
(Mariño y Fernández Liesa, 1996). Determinar ~l tipo de norma que deberían
asumir los derechos sociales, las fórmulas aJecuadas con que reglamentar en con-
creto el ejercicio de estos derechos es lo qut resulta más complejo de hacer: leyes,
decretos, reglamentos, etc., así como el a1 bitrar las medidas necesarias para su
aplicación (Haba, 1995).
Algunas consideraciones sobre la valor.tción ce los derechos sociales en rela-
ción con los derechos individuales -civiles y políticos- en el contexto de los Ser-
vicios Sociales indican que, aunque en co 1junto se encuentren incluidos dentro
del amplio grupo denominado "derechos'· exiskn entre ellos unas diferencias
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Los Sen-icius So,·ia/L'S C: 1 el marco dt:! Estado de hiencstur
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Los Servicios Soci,1/es en España
Las fechas que delimitan el inicio de la cri ;;is y de la restructuración varían según
los distintos autores y países. Castel (201 O) lpunta que, a principios de la década de
1970, todavía se pensaba en términos de pre greso '.ocia) y los primeros efectos de la
crisis del petróleo se consideraban provisi011ales y eventuales, aunque ya empezaba
a haber una toma de conciencia lenta del c~ mbio de régimen de capitalismo indus-
trial a otro todavía no muy bien definido. E ;ta crisis, dice el autor, es comparable a
la que señala Polanyi en la Revolución !ne ustrial y que denomina "la gran trans-
formación" -a la que se ha aludido al princioio del capítulo y a la que se van a aña-
dir unas dificultades inesperadas.
También Adelantado data en 1973 el n omento que marca el inicio de la crisis
y, a partir de 1985 el comienzo de la reest ucturación del Estado de bienestar. Se
trata de una crisis multidimensional: crisi· econ<nnica y de ideas y valores y se
plantea la reestructuración del Estado de l ·ienestar en aquellos países que lo ha-
bían iniciado a en la primera mitad del sig o XX, pero no en aquellos, como es el
caso español y portugués, que surgieron po->terionnente.
Los cambios derivados de la globalizac ón y de otros factores de naturaleza ge-
neracional -aumento de las personas jubiladas e incremento del desempleo de las
personas jóvenes- y las presiones derivada~ de los cambios tecnológicos han lleva-
do a modificar el mercado productivo y el ámbito reproductivo; ha aumentado el
paro y la desocupación; se ha alterado la e~ tructura familiar, aunque siguen siendo
las mujeres las que acaban por paliar los dtsequilibrios del mercado en mayor me-
dida que los hombres; han aumentado lapo )reza~ la exclusión social como conse-
cuencia de las políticas neoliberales de ajt ste económico y estructural, lo que ha
provocado a su vez el aumento de la demanda de servicios de bienestar social.
Todos estos factores ejercen presiones sobre os sistemas de seguridad y pro-
tección social y están poniendo en entredil ho la validez de los derechos sociales,
o por lo menos su pretendida incuestionab; lidad. Unos derechos sociales que, por
su propia naturaleza, como ya se ha apunt do, tardaron en ser declarados univer-
sales como derechos humanos; derechos q Je han sido objeto de debate y contro-
versia, ante los cuales predomina la tendl ncia a considerarlos subsidiarios, cir-
cunscritos a contingencias de distinta natualeza. lo que los hace frágiles y más
prescindibles que aquellos derechos subjet vos reoutados inalienables. Según este
planteamiento, el individuo a medida qu ~ va adquiriendo más instrumentos y
afianzando la conciencia de su ciudadanía social percibe la otra cara de la mone-
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Los Se1Ticios ScJc ·ialc·s L 1 el marco del Es1udo de bienestar
da, su propia fragilidad com1) ser 1 umano y como ciudadano social individual-
mente considerado.
Los rasgos más caracteríscic0s d~ la crisis son el desempleo masivo y crecien-
te, una política económica conservaJora, un cambio en las formas de producción
y consumo, un dualismo social cad.i vez más acentuado y la idea fatalista de ca-
rencia de alternativas. Todo tilo ha -;uscitado un debate sobre la crisis del Estado
de bienestar, en el sentido de pád da de predominio del Estado, cuando no su
retirada de la acción social, ) su evl ,f ución hacia formas que hacen pensar en una
presencia de la sociedad civil cada\ a mayor.
Hay diferentes posiciones en tor 10 a la crisis y a las alternativas para afrontar-
la. Algunos autores consideran que el Estado de bienestar, ante los signos de su
anunciado colapso, ha refon miado sus premisas originales y ha modificado su
estructura y funcionamiento, lo qut lejos de amenazar su existencia ha supuesto
su reforzamiento en muchos Jspect()s. Sin embargo, no hay duda de que para los
defensores de esta postura, los pro1 ósticos resultaron alarmistas y tributarios del
desconcierto ante los fenómenos e!'1ergentes de mediados de los años setenta: la
crisis energética, la carrera a ·rnarntntística con el bloque soviético, y sobre todo
la percepción de los límites ce la p< itencialidad transformadora del propio Estado
de bienestar. Es decir, que lo~ límitt.; del Estado de bienestar eran estructurales, lo
que conllevaba una frustraci( n del 10rizonte utópico previsto; y todo ello en una
época en la que las ideologí2s de l; s corrientes marxistas y funcionalistas se en-
contraban en el momento de 111áxirn l prestigio intelectual.
Puede sostenerse que la percepción inicial de la '"crisis" se refería a la quiebra
del paradigma del progreso social dentro del mismo Estado de bienestar, una vez
agotado el programa socialdcmúcr; ta de la década anterior, es decir, a su crisis
como instrumento de transformaci )n social. Ciertamente, corno apreciaba con
cierta nostalgia Carlos Moya en 19 >2 "los años 80 eran los tiempos del mercado
mundial, incompatible con el residu d idealismo de los años 60".
Sin embargo, lo anterior io Jeb: hacer pensar que la crisis del Estado de bie-
nestar sea un mito académico, un nero referente retórico sin contraste real; los
factores enunciados son indudablernente reales y sus efectos, ciertamente magni-
ficados, han cobrado relevancia real en un nuevo contexto ajeno a los afios setenta
y que cada día condicionan más a los poderes políticos: el de la globalización.
Los problemas que acarrea la globa ización tienen dimensiones que pueden llegar
a limitar el poder de los gobi~rnos 1 acionales en su intento de alcanzar los objeti-
vos del Estado de bienestar. ::t pila· sobre el que se había construido la moderni-
dad, el trabajo, ya no garantiza la ¡iercepción de un salario digno, ni tampoco el
derecho a unos niveles de prestaciones sociales adecuados. Para la mayoría de los
autores, el fenómeno de la globaliz;,ción incide en la viabilidad de los Estados de
bienestar, aunque no es unánime el 1eso que unos y otros le atribuyen como causa
inmediata de su crisis. Johnson ( f 9l·O) considera la crisis el "fin del consenso" del
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Los Servicios Socia 1es en Fspaña
Estado de bienestar y sintetiza los problemas básicos que han generado esta ruptu-
ra, bajo diversas perspectivas:
38
Los Sen'icios Sot'iolL'S e 1 el marco del Esrudo de hienestur
Otros autores consideran que IH se trata tanto de la crisis del Estado de bie-
nestar, sino de la crisis de aquel n1odelo de Estado-nación que se desarrolló a
partir del siglo XIX y que exc1uy(J SL stancialrnente en su diseño a amplios estratos
de la población (mujeres, jó ,;enes, grupos étnicos autóctonos, etc.). Según este
planteamiento, el Estado naciJnal n•• se identifica ya con el sistema político, aun-
que siga siendo un elemento centra del mismo. Se subraya el inicio de la crisis
desde el momento en que se empiez.in a tomar las decisiones fuera de los sistemas
estatales, lo que conlleva pla11tear 01ro concepto de soberanía en el que las fronte-
ras y los sistemas estatales adquier1'n otras dimensiones, llegando incluso a dis-
minuir su importancia y a po encia1 un cambio del sistema internacional. Se pro-
duce a la vez una crisis por ~upera1 ión del modelo y una crisis de legitimación,
por lo que tiene de exclusión Jel mi,mo de algunos de los actores sociales.
Lo que también parece haber en rado en crisis a partir de la segunda mitad del
siglo XX es el estatuto de cim adanÍ<·, resultado de la conjunción del progreso civil
-extensión del voto a las mujeres y jóvenes-, político -conquista de los mecanis-
mos de participación y represcntaci( n más amplios y eficientes-y social -el desa-
rrollo del Estado de bienestar-.
Que s12 trate de un mito acidémil o o de una crisis real del modelo de Estado so-
cial europeo no impide que algunos fütores hayan manifestado posiciones alarmis-
tas y hayan entendido que el Estado de bienestar era un producto no sólo ·'histórico"
-esto es, contingente y vincuL!do a t na etapa muy concreta corno la reconstrucción
europea de posguerra. y la co 1strucl ión de un sistema fiscal eficaz-, sino que ade-
más tal "producto histórico'' e~taba 1 cgando a su fin y a su definitivo agotamiento.
A mediados de la década de 1%0, tras un análisis exhaustivo de los elementos
constitutivos y de los factore~ de la ,:risis del Estado de bienestar, Cotare lo ( 1986)
constataba la falta de modelos susti utivos y destacaba el hecho de que ni el pro-
grama socialdemócrata ni el libera planteaban transfonnaciones sustanciales, ni
llegaban siquiera a cues1iona1 el 1rn delo existente. Las críticas liberales no lo im-
pugnaban, sino que se fonm. laban :orno un "regateo", una pretensión de marcar
límites sin proponerse su tra11sform Kión y menos aún su desmantelamiento. Este
autor atribuye la estabilidad del Estado de bienestar al carácter ''abierto" del Estado
social que no sólo tolera sino que pr imueve visiones críticas del mismo y que llega
incluso a incorporarlas, en u1 proce-;o de continua corrección y enmienda, ante la
"falta de alternativas razonabies" -e incluye- que aconsejan contribuir a consolidar
el Estado social de derecho "en el q 1e tratan de conjugarse los principios de igual-
dad y libe11ad".
La racionalidad que se le pide al ,ector público en materia de bienestar exige una
redefinición no sólo del papel Jel Esudo, sino también de la familia y de la iniciativa
social en lo relativo a la satisfice ión de las necesidades vinculadas al bienestar de la
ciudadanía. Los problemas señalad• is corno críticos aluden en último ténnino al
coste financiero del Estado de bienes ar y al tipo de prestaciones que procura.
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Los Servicios Socia, es en E >paña
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los Servicios Sociales en el marco del Estado de bienestar
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Los Servicios Soci1 les en 1C:spaiia
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Los Servicios Social 'Sen E .palw
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Los Servicios Soc u!e1' e1 España: ei'olucirín e imp!antacúín
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los Servicios Sacie les en 1'.spaiia
..J.6
Los Servicios Soc ·a/el' e1 España: eni/11ciá11 e implantacirín
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Los Servicios Socia es <'11 España
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ros Se1Ticios Soc;ales e1 España. CH!/ltc'ÚÍ!l e implantación
-19
Los Servicios Socia es en Españu
fiada por el fabianismo; pero el Trabajo Sc,cial encontró elementos comunes con
éste, tales como el compromiso con la idea de obl gación social y la necesidad de
construir una comunidad moral mediante I~ refonna social. Sin embargo, la dife-
rencia esencial entre fabianismo y Trabajo ->ocial radicaba en que el primero per-
tenecía al ámbito de la política y el segund•l a lo ~ocial. La creencia del fabianis-
mo en el Estado como vehículo para la rl forma social le planteó un dilema al
Trabajo Social, dilema cuya resolución hiz i que ornaran conciencia los trabaja-
dores sociales, que les proporcionó ademá un marco ideológico adecuado para
extender y aplicar teorías y prácticas de bic testar 1nás liberales y humanas para el
"pobre dependiente y desorganizado" (Jont s, 1983 ). U Trabajo Social optó, así,
por una respuesta a los problemas sociales ~sencialmente personalizada y basada
en valores humanistas más que en los del .:ambio estructural, situación que con
frecuencia se ha percibido como "el triunf( de lo terapéutico" (Payne, 1995), de
la influencia de los enfoques psicológico indi\ idualistas sobre los sociales y
desde luego sobre los políticos.
50
Los SctTicios Sol iah .1· e1 Espalia: ero/11cirj11 e implantación
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Los Servicios Sociales en España
Las amplias propuestas que introdujo el Informe Beveridge (1942) dieron inicio
al desarrollo del Estado de bienestar en Gran Bretaña con la expansión y aplicación
del concepto de ciudadanía, término desarrollado en 1950 por T. H. Marshall en
Ciudadanía y clase social, al que se ha aludido en el capítulo anterior. Marshall
distingue en las constituciones democráticas tres tipos de derechos: los derechos
civiles referentes a la libertad e igualdad ante la ley, los derechos políticos como el
derecho al voto, a ejercer cargos públicos, etc., y los derechos sociales. Estos últi-
mos forman un conjunto que garantiza un nivel mínimo de vida según las circuns-
tancias: el derecho al trabajo y a la salud, el derecho a una educación básica y a una
vivienda digna, etc. Son las tres generaciones de derechos cuyo desarrollo histórico
ha sido el siguiente: los derechos civiles en el siglo XVIII, los derechos políticos en
el siglo XIX y los derechos sociales en el siglo XX. Implican además una estructura
conjunta e interdependiente de los diferentes derechos surgidos en el curso del ere-
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Los Se1T1óo.1· SoL ;afn· e1 España: enJ!ucián e imp!antacián
cimiento industrial. Todos ellos cons ituyen los derechos de ciudadanía, nomias que
definen la pertenencia a una cumunic ad en gran medida democrática e industrial.
Sin duda existe un nexo Jirect( entre la ciudadanía social marshalliana y el
desarrollo de las instituciones de birncstar del siglo XX (Requejo y Zapata, 1996 ),
lo que ha constituido una ve!·sión rarticular de la relación entre el Estado y sus
ciudadanos. Sin embargo, la cultur 1 democrática contemplada en la ciudadanía
social relegó a algunos ciudaJanos 1 la condición de segunda clase. Marshall es-
tableció una marcada distincic1n ent e los derechos universales, tales como el de-
recho a la salud y a la educac ón. y os derechos de segundo orden asociados a los
Servicios Sociales personales es del ir, el ámbito del Trabajo Social.
Para el usuario de Servic os Sol iales personales, como se desprende del texto
señalado, la condición es de client' más que de ciudadano. En Gran Bretaña el
logro de un Estado de bienesiar en a postguerra y su formación política incontes-
tada entre 1945 y 1975 reprvscntó a realización de las aspiraciones fabianas. El
periodo 1948-1976 se describe a m ·nudo como la edad de oro del Estado de bie-
nestar por el considerable aumento lel gasto social: en 1960 era el 12% del PIB y
en 1976 el 19,6%; en cambitl no st reflejó tan elevado aumento en los Servicios
Sociales personales. Tuvo también ma gran importancia la formación en 1965 del
Comité Seebohm para el análisis y la revisión de los Servicios Sociales persona-
les, al que ya se ha hecho referenci<. El Informe Seehohm ( 1968) indicaba que los
Servicios Sociales personale~ deber ian ser en cierto modo universales, no restrin-
gidos exclusivamente a los más des avorecidos, y proponía ampliar su provisión a
53
los Servicios Socia. es t n E 'PuiL;
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Los Servicios SaC'·u!n· e1 España: ero/11ci<í11 e implontaci<ín
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Los Servicios Social 'S < 11 E p,11\1
La llegada al poder del nuevo laborismo . a fina es de los aiios noventa, supuso
la introducción de la llamada .. tercera vía" ~ n los Servicios Sociales personales.
Siguiendo a Jordan (2000) esta perspectiva suporna la incorporación de aspectos
tales como: la inclusión social, la armonizac ón de políticas, el establecimiento de
objetivos e indicadores; así como el protago lismo de contratos, cuasi mercados y
sociedades público-privadas.
En lo que respecta a Ja inclusión social S•' teori:tó sobre Ja reducción de los im-
pedimentos a la participación social de los st ctores más desfavorecidos. con actua-
ciones en la comunidad desde diferentes án bitos, especialmente de los de salud,
educación y empleo; si bien en la práctica u11 objetivo tan ambicioso se tradujo en
actuaciones dirigidas a la incorporación de dichos ~ectores al mercado laboral y la
inclusión social se centró en concebir a los L iudadanos como fuerza de trabajo. La
perspectiva de armonizar las políticas se refe1 ía al n.1evo intento de trabajar conjun-
tamente, tanto el sector público como el prív ido, dt-sde los ámbitos locales y sobre
problemas específicos para asegurar la consi·tencia y coordinación de la respuesta.
Por su parte el esfuerzo por marcar objetivo' claro~ e indicadores que permitieran
una valoración real de los servicios tuvo su expre~ión en la creación del Sistema
Nacional de Evaluación y Protección de la ( alidad en relación sobre todo con los
Servicios Sociales de infancia. La contrapar ida de este tipo de estructuras de se-
guimiento fue que se convirtieron en una fo1 ma mt y rígida de intervención social,
sin flexibilidad en muchas ocasiones ante p1 Jblemas sociales muy complejos, con
la consiguiente burocratización del Trabajo S icial y los Servicios Sociales.
56
Los Servicios Sociales en España: evolución e implantación
-Acción volwitaria
TIPOS DE ALIANZAS
Sociedad victoriana t-----..·1 Reformismo 1
1869-1905
INICIO DF.L TRABA.JO
-Legislación represiva
-Acción caritativa
Royal
Commi.v.tion
t
Propuesta!
1----1 individua) divcrgeola
SOCIALY LOS on lhe Poor
SERVICIOS SOCIALF.S ~M.ovldñentodel~..
(11184) Refonna social
Law(l905) ¡
~·~·
Fabianismo
t---------- Emancipación del pobre
Compromiso cívico
> - - - - - -.....: Modificación 1
PERSPECTIVAS
1905-1928 PROFESI01'ALES
Individualismo Enfoques íreudianos
F.STRUCTURACIÓN
PROFF.SIONAL DEL
TRABA.JO SOCIAL
Compromiso con la
Entorno/Ambiente
Reforma soci•I
CONFERENCIAS INTERNACIONALES
TRABAJO SOCIAL
1928-1940
INTERNACIONALIZACIÓN
DEL TRABAJO SOCIAL
E IMPLICACIÚN DF. UlS
SERVICIOS SOCIALES
1975-1997 RESPONASABILIDAD
SECTOR VOLUNTARIO E INFORMAL
LA REFORMA
···e-.....,'
CONSERVADORA
~·Senidm
Sacialo!cle .......
1997-2010
Sid-..de---·
LA "TERCERA VÍA•
NEOLABORISMO
...........
THE BIG SOCIETY
2010-
PARTIDO
CONSERVADOR
Figura 2.1. Etapas e interrelaciones del trabajo social y los servicios sociales.
57
Los Servicios Sociah ¡ c1' E.1 hllla
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Los Sen·icios Soc :ulc1· e1 España: ci·o/11cirí11 e implantaci<Ín
G) La Big Society
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Los Servicios Sociales en España
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Los Ser1'icio.1· Soc ;ufe1· e1 España: evo/11ció11 e implanración
'"Gran Estado", sobre todo entre 19( 7 y 201 O. En el nuevo laborismo: "se da una
preocupante paradoja y es qm con e crecimiento reciente del Estado, con su efec-
to en la responsabilidad personal y ~ocial, ha promovido en lugar de solidaridad
social, egoísmo e individual is i10" ((ameran, 2009).
Frente al "Gran Estado", al Big Srate, el gobierno conservador contrapone la
'"Gran Sociedad", la Big Society cuy( objetivo es "quitarle el poder a los políticos y
dárselo a la gente". En esta pe1 specti1 a se alinean algunos destacados académicos de
Trabajo Social que normalme lte no ~impatizan con las políticas conservadoras, en
particular, Bill Jordan (2011 ). En un 1rtículo reciente, Jordan ha interpretado la idea
de "Gran Sociedad'" sobre tod,) cnm<) una respuesta al enfoque gestor que el 111rern
laborismo atribuía al Trabajo Social, v considera que ofrece a la profesión la oportu-
nidad de 'volver a conectar con la per~pectiva moral, en lugar de la tecnocrática.
Aunque la crítica a la filosofía tecnocrática del 1111ern laborismo es un ele-
mento del discurso de la "Gran Se ciedad", es un error verlo corno el principal
elemento de la transformació 1 en té ·minos gerenciales del Trabajo Social. Lo que
le preocupa más bien al gob erno conservador británico son aquellos que se en-
cuentran en el extremo opuesto de la sociedad y que, por edad, discapacidad o
desempleo, dependen en rna: or o n ,enor medida del Estado de bienestar. En ese
sentido, la "Gran Sociedad" L'S una .:ontinuación de su tesis precedente, y supone
que la respuesta a que si Gr;·n Bre aña es una ·'sociedad rota" (Broken Societ1'),
no se debe a las políticas monetarisus de la década de 1980 de los gobiernos con-
servadores, que cerraron grandes Sl ctores de la industria, y destruyeron com un i-
d ad es de clase obrera, dejando a mi Iones de personas sin empleo y sin esperanza
(Oavies, 1998), sino a la irrespons 1bilidad de los pobres y su incapacidad para
romper con la dependencia dl'I bien< star.
La idea de la "Gran Socitdad" t.~ un importante programa de cambio estructu-
ral que apunta a revertir el Estado le bienestar de la posguerra. La idea clave es
relevar al Estado de la respc nsabil dad de satisfacer las necesidades y gestionar
los riesgos a los que los indi\ iduos 10 pueden hacer frente por sí solos como ries-
gos individuales, no como riesgos s• >ciales.
Entonces, ¿cuáles son las 1mplic; ciernes de la perspectiva de la "Gran Sociedad'"
para el Trabajo Social en el Reino l nido? Se consideran sucintamente tres elemen-
tos: personalización, empodeiam ien o comunitario y fomento de la acción social y
apertura de los servicios púbicos (llM, Governrnent, 2010). El primer aspecto se
refiere a la política de proporcionar a las personas una suma de dinero (conocido
como un pago directo o presupue~Lario individual o personal) para que puedan
comprar su propia atención rn el n1ercado. La segunda línea del proyecto "Gran
Sociedad" consiste en otorgai a los :onsejos locales y a los barrios más poder para
tomar decisiones, pero en el 1 iarco de la austeridad y recortes económicos actuales
muchas organizaciones de benefícer cia y de voluntariado locales, que el Gobierno
\'e como la columna vertebral del proyecto de Gran Sociedad, dependen en gran
61
Los Servicios Soc:i, les en :.,fh//l,1
medida de la financiación de las autoridade~ local :s y han sido las principales víc-
timas de estos recortes. El tercer aspecto se :entra ,:n ahrir todos los servicios púhli-
cos (con excepción del sistema judicial y lo, servil ios de seguridad) a la competen-
cia de "cualquier otro proveedor calificadn". La extemalización de servicios, en
pocas palabras. se convertirá en la forma de 1ctuar por defecto que se ha de seguir.
Desde finales de 1980, las políticas de los gobiernos ingleses, tanto conserva-
dores como del nuevo laborismo, se han hJsado .:n la creencia de que la compe-
tencia es la mejor garantía de la calidad de 1os servicios públicos. Sin embargo, en
este ámbito ocurre lo mismo que en el dl la aplicación de la gestión del rendi-
miento, que se ha mencionado anteriormer te: hay poca evidencia de que la "cul-
tura del contrato" desarrollada haya prod leido una mejora de la calidad de la
atención. Por el contrario, sobre todo en el Tercer Sector, con frecuencia ha con-
ducido a una "carrera a la baja" entre las o ·ganizaciones que compiten para ganar
contratos (Cunningham y James, 2007).
Si se tiene en cuenta el contexto de aust.:ridad prolongada, además del aumento
de la privatización de los Servicios Sociales es dif cil sentirse optimista con el futu-
ro del Trabajo Social en el Reino Unido. Sin embargo, se vislumbra un rayo de
esperanza con el desarrollo, en los último~ años, de una creciente oposición a la
agenda neoliberal dentro del Trabajo Socia , de los profesionales, estudiantes, aca-
démicos y usuarios de los servicios, que se refleja tanto en un renovado interés por
la tradición del Trabajo Social radical, con o en el surgimiento de organizaciones,
como la Red de Acción de Trabajo Social la Social Work Action Nctwork. Estos
desarrollos son aún frágiles, pero la histori< del Trabajo Social sugiere que cuando
los trabajadores sociales son capaces de co 1ectar~e con movimientos sociales más
amplios, no sólo están en mejores condici mes para defender los servicios en los
que confían sus clientes, sino que su práctic t también se enriquece y transforma con
este contacto. Cada vez son mayores las lu ·has e1 toda Europa contra las medidas
de austeridad que socavan aún más la calidad de \ida de las personas más pobres y
vulnerables de la sociedad y que indican qt e no faltarán oportunidades para que se
lleve a cabo este tipo de conexiones ( Fergu~ )n. 20 2; Roldán, 2012).
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Los Sen·icim· Soc a/e,· e1 España: evo/ucirín e implantación
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Los Servicios Socú les en ':spcziia
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Los Sen·1úos Socio/1:1· e1 España: e\·o/11cirí11 e implantación
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Los Servicios Soc ;a/es e1 Espm1a
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Los Servicios Sociales en España: evolución e implantación
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Los SctTicios Soci, ·les en ':spa11a
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Los Se1Ticios Soc u!ev e1 España: e1·0!11cirí11 e implantación
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los Sen·1"cios Socú ·les en ':spaiia
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Los Sen'icio.1 Socole1· e1 Espaiia: evo/uci<ín e imp!untación
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los Servicios Socú les en ':spuila
2003) que afectó a ocho comunidades aut( noma<.. La primera cuestión planteada
era una modificación sobre la idea del sistema de Servicios Sociales con la que se
superaban algunas de las deficiencias seña ladas en las leyes de "primera genera-
ción". Se distinguen dos fases:
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Los Se1Ticios Soc o/e1· e1 Espaiia: evo/11ció11 e implantación
7 _,
~
Los Servicios Social 'S en Epaiia
74
3
Políticas Públicas de Servicios
Sociales de las Administraciones
general, az1tonómica y local
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Los Sc1Ticio.1· Soc1 do en Espuiia
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Políticas Púh/icas ele' Scn·i ·ios Sociales de lus Administraciones
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los Servicios SoCI de5 en E5paiia
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Políticas Públicas de Servicios Sociales de las Administraciones
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Los Se1Ticios Soci i/e.1 en Espaiiu
/ ../: Los españoles son iguales ante la ley. ·in que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón te nacimiento.
raza. sexo. religión. opinión o cualquier otr t cond·ción o
circunstancia personal o social.
Fuente. adaptado de Constitución española de 197¡.(.
80
Políricas Púhlicas le Sen·1 ·ios Sociales de las Ad111inistracio11cs
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Los Servicios Socú les en ;:spaiia
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Políticas Púh/icas lf,' Servil ios Sociales de /us Administraciones
83
los Servicios Sociales en España
84
Políricus Púhlicus O! Scrri ios Socio/es de lu.1 Administraciones
85
Los Servicios Socil, les en Fspuii.i
86
Políticas Pzih/icas J,, Servh ios Sociales de las Administraciones
3. 4.1. Lo Ley 7185. Regulo lora e 'e los Bases Je/ Régimen Locul
La Ley Reguladora de las Bases del Régi nen Lncal seiiala que:
Sin embargo el notable avance en la con ·íguración del Estado de las Autono-
mías no se ha reflejado adecuadamente en e siguiente peldaño territorial. Así la
Administración local, si bien ha sufrido un rroceso de transformación profunda a
partir de su democratización, ha visto práct camer te inalterada la configuración
1
88
Políticas Púhlicus uc Scn·i iu.1· Sociales de fas Administraciones
Una interesante aportación sobre la~ políticas públicas de ámbito local deriva del
análisis conceptual de Joan Subirats v del cambio municipal experimentado en Es-
paña entre 1979-1990. A la rreguntt ¿qué son las políticas públicas locales? res-
ponde que constituyen el ámbito mil ro de la gestión pública integral con responsa-
bilidades directas de provisión de se1 vicios muy personalizadas y de gran exigencia
por su periodicidad y relació1 con 11 vida cotidiana de los ciudadanos. La escena
local se convierte en el lugar de meJiación privilegiado, pero conflictivo, entre el
sector público y el privado, entre imereses de diferente nivel y representatividad y
entre niveles de gobierno que manti :nen competencia en ese ámbito territorial. El
marco de desarrollo económico loe ti exige al gobierno municipal que defina su
futuro ámbito de actuación, como fa:ilitador o catalizador de su cometido más que
como protagonista municipal La e< pacidad receptora del entorno determinará la
orientación de los gobiernos lticales que han de diferenciar los ámbitos de dirección
política y de gestión, para dedicarse aquéllos a servir de canal de comunicación y
alimentación entre administración y erritorio, y éstos a profesionalizar la dirección
administrativa con gerentes compete11tes.
Cuando se refiere al cambio mu 1icipal español, Subirats indica la transforma-
ción de la propia identidad d-: los avuntamientos, así como el protagonismo que
asumió el gobierno municipal. As1, los primeros ayuntamientos democráticos
cubrieron el déficit y las enor nes carencias que arrastraban de lejos, lo que impli-
có que se aumentara el porcentaje dd gasto público con la aparición de las estruc-
89
los Servicios Socia, <!S t n E 'Palia
todo los más frecuentes, directos y territori< !mente más localizados: los servicios
específicos para personas y barrios concreto .
En España se ha desarrollado una infraest ructurn de Servicios Sociales cuyos ar-
tífices principales fueron las comunidades a 1tónomas ) las corporaciones locales,
con las correspondientes ventajas que aport; ba la iescentralización, pero también
con las desventajas que derivaban de la misma, qu~ han originado unos desequili-
brios regionales y locales notables, así como ·acios importantes en el conjunto de la
red de Servicios Sociales. No hay que olvid; r tamroco la estrategia que supuso la
puesta en marcha y desarrollo del Plan Conce11ado Ge prestaciones básicas de Servi-
cios Sociales en las corporaciones locales, a que h cimos referencia en el capítulo
anterior. Además, la dispersión de la infonna:ión disponible limitó enormemente la
capacidad de realizar un análisis completo de as posibilidades y límites del sistema.
Una de las dificultades para el desarrollo y fort1lecimiento de las entidades lo-
cales exigía unas medidas que no recayeran en un solo ámbito competencia!, sino
también en el estatal y en el autonómico, lo que ob"igaba a aunar diversas volunta-
des. Por lo tanto, era necesario un pacto loca que rt'spetase la distribución de com-
petencias entre dichos ámbitos, como se rec< gía en la Constitución y en los distin-
tos estatutos de autonomía. En general, la 1 la) oría de las competencias que han
reivindicado los entes locales son de tipo eje ~utivo y se encuentran atribuidas a las
comunidades autónomas. Los problemas fun lamen.ales de las corporaciones loca-
les en España atañen a diversos aspectos:
90
Políticas Púhlicus d' Suvi, ios Sociales de lus Administraciones
91
Los Servicios Socio les en Fspaiiu
Todo ello pone en evidencia que los ~en icios Sociales han alcanzado unas
dimensiones importantes y obliga a replant< arse su transformación en un verdade-
ro sistema que conforme -con los sistemas educativo, de salud y de pensiones- el
cuarto pilar del Estado de bienestar. Otros latos pueden dar idea de la incidencia
y capacidad del sistema, como es el hecho i\e que cerca de 6.000.000 de personas
reciban anualmente servicios sociales básic )S, así como más de 700.000 personas
perciban hoy en día servicios y prestacione~ de apoyo a la autonomía personal.
Se ha logrado un avance significativo en el proceso de implantación de los
Servicios Sociales, como expresión de una voluntad democrática y social. Fruto
de este proceso, la estructura de este siste11ia se asienta hoy en un amplio marco
normativo, producto de la compleja distribJción de competencias que tienen, en
este terreno, las diversas administraciones públicas: leyes de Servicios Sociales
de las comunidades autónomas, Ley de Ré¡;imen Local, legislación de Seguridad
Social, Ley de Promoción de la Autonom1a PersJnal y Atención a las personas
en situación de Dependencia, etc.; así C< mo los correspondientes desarrollos
normativos. Hasta 201 O, diez com unidade~ autón )mas habían desarrollado leyes
de Servicios Sociales de segunda genera( ión, lo que ha producido un avance
sustancial en el reconocimiento de derech )S subjetivos, como se verá en el si-
guiente capítulo.
El tamaño, los niveles de complejidad y la importancia socioeconómica ad-
quirida por los Servicios Sociales han puesto de manifiesto en los últimos años la
necesidad de realizar una serie de cambios para fr•vorecer su adecuación al papel
social que están llamados a cumplir y a la· dime·1siones adquiridas, como única
forma de lograr un sistema eficiente y efica ~- En este sentido se han venido adop-
tando determinados cambios en los Servi,.ios Sociales, fruto de los diferentes
intereses en presencia y dependiendo de la~ correlaciones de fuerzas en cada mo-
mento y realidad concreta. Pero la virulencia que progresivamente está adquirien-
do la crisis económica y financiera, al alcanzar duramente a millones de personas,
ha irrumpido en el proceso de reorganización qlil está desafiando la esencia del
sistema. La situación actual amenaza con justificar cualquier medida que sirva
para "calmar" a los mercados, incorporando a los Servicios Sociales la misma
lógica de mercantilización y deslocalización utifüada para cualquier otro objeto
de consumo, convirtiendo en mercancías les derechos sociales que se han de sa-
tisfacer, y calculando las prestaciones públicas stgún un valor de cambio fijado
en el mercado.
A pesar de la situación de crisis económica y fnanciera, los Servicios Sociales
están llamados a contribuir de manera positiva y e1iciente a la protección social de
las personas que presentan situaciones soci< les y económicas más desfavorecidas.
Los poderes públicos son los encargados co istituc1onalmente de contribuir a desa-
rrollar e implantar aquellos servicios socialt s que permitan mantener unos niveles
dignos de protección social, mediante el incremento del gasto social público, con-
92
Políticas PzíhliL·us u: Sé ffi, ios Socio/es de /us Administraciones
93
Los Servicios Socia/e s- en E_, nuíiu
94
Políticas Pzíhlicus c1,' SuTi, ios Sociales de las Administraciones
rrollo del conjunto de comu1 idades ofrece para todo el país, un 4,7 sobre
1O puntos.
2. La disparidad entre teffitorio~ de esfuerzos, cobertura y derechos garantiza-
dos. Existen comunidc:des at tónomas que gastan 773 euros por habitante,
111ientras que otras apenas llqan a los 120 euros; unas co111unidades dedican
a los Servicios Sociales el 2,- 4% de su PIB regional, mientras que otras al-
canzan sólo el 0,5%; una:-, C( munidades con 111ás de 7 plazas residenciales
por cada 100 personas may01 es de 65 años, y otras con 111enos de 3 plazas;
y unas co111unidades c•rn una 111edia que supera las 20 horas mensuales del
servicio de ayuda dom cilio y otras que no llegan a 10 horas.
3. La incidencia del gastll en Sl rvicios Sociales con relación al déficit presu-
puestario de las connJ11idade.; autóno111as. Las comunidades que alcanzan
un mayor desarrollo en este erreno no son aquellas que muestran un ma-
yor déficit en sus presupue~tos. Es necesario poner de relieve que en el
a11o 2008 el gasto social en 1 spaña en relación con el PIB era 5 puntos in-
ferior a la media europea y ·llo como consecuencia de que en el periodo
de crecimiento económico ( 994-2006) se había destinado al conjunto de
la política social mcn(•S fina11ciación de la que le correspondía en relación
con el nivel de riquezr alean '.ado en España.
4. La vinculación del de~arrollo de los Servicios Sociales con el esfuerzo eco-
nómico. No existe tal 1·incul; ción. si no va unida a otras fomias de organi-
zación y gestión más dicien es. Como ejemplo se indica el caso de Extre-
madura que, con un g«sto de 354 euros por habitante y el 2,19% de su PII3
regional destinado a les Serv cios Sociales, ofrece una cobertura inferior en
prestaciones. centros v sen cios que Castilla y León. con un gasto de
300 euros y el 1,36 de su PIB destinado a Servicios Sociales.
5. La implicación de las corpo1 1ciones locales. La participación de los ayun-
tamientos, diputaciones prO\ inciales o forales es uno de los rasgos comu-
nes a las comunidadec- con 1 iayor desarrollo de Servicios Sociales, mien-
tras que la falta de protag,,nismo local es un ele111ento común en las
comunidades con menor des.irrollo en estos servicios.
95
4
Los derechos sociales
en la Constitución española y
en las leyes de Servicios Sociales
97
Los Servicios Social 'S t 11 E 'p"11],
Por lo que respecta a las leyes promulg¡ das pcr el Estado, la Ley Reguladora
de las Bases del Régimen Local (Ley 7/198~) tampoco clarifica el reconocimiento
y la responsabilidad de los derechos sociab. Si bic:n estipula que la prestación de
los Servicios Sociales y de reinserción soci< 1 es ccmpetencia municipal y obliga-
toria para los municipios mayores de 20.000 habitantes. no concreta en qué con-
sisten estos servicios ni las diversas modali Jades ..¡ue adoptarán para los colecti-
vos específicos.
Aunque existen claros avances respecto l la consideración de los derechos so-
ciales en la Constitución, su concreción y e·,pecificación, los modos y las fonnas
en que se reconocen en la práctica, presen an vacíos muy importantes que han
dificultado el establecimiento de un sistema de Servicios Sociales consolidado en
España. Las principales limitaciones del de ·echo a los Servicios Sociales que se
pueden considerar son:
98
Los derechos .wciule. en fu ' 'E y en lus leyes de Servicios Sociules
4. La rigidez normativa. Uno de: los grandes problemas a los que se enfren-
tan las administracionc:s púbicas es la dificultad para establecer normati-
vas que respondan a situaci( nes caracterizadas por cambios y situaciones
diversas. La excesiva buroc ·atización administrativa puede suponer una
deformación del sistema, al J11teponer de modo acrítico la norma al pro-
blema social que se tn;ta de¡ aliar.
5. Imposibilidad de la efrctivid1d del derecho. Se verifica cuando existe una
legislación y reglamentación concretas sobre un determinado aspecto, pe-
ro falta la voluntad política (e que se haga efectivo su cumplimiento, pro-
duciéndose entonces rna dis ünción de este derecho. Ejemplos ilustrativos
de esta realidad son las acci( nes que se retrasan sin motivo encaminadas a
la supresión de barre1 as arq 1itectónicas o a las de reserva de puestos de
trabajo para personas con di~l.'.apacidad en las empresas.
6. La imposibilidad de una res iuesta y cobertura absolutas. Se plantean dos
cuestiones al respecte: por 11n lado, el hecho de la imposibilidad de una
respuesta constante a a rcla( ión necesidad-derecho-recurso y, por el otro,
que la relación sea si:mpre de carácter institucional. Aunque hubiera un
completo reconocimknto d1 · los derechos sociales, seguirían existiendo
necesidades que sólo puede1 encontrar respuesta en el valor de la solida-
ridad. Por eso se hace neccs.1rio a1iicular la "lógica de las acciones jurídi-
cas", que correspondt al se( tor público, con la "lógica del intercambio",
propia del mercado,~ con I; "'lógica de la solidaridad", que compete a la
sociedad civil (Pelleg1 í, 1991 ).
Para la Unión Europea, los s~rvicio.; Sociales ocupan uno de los pilares de la so-
ciedad y la economía y contribuyen al cumplimiento de algunos objetivos y valo-
res esenciales: incrementar los niveks de empleo y de protección social, proteger
la salud, contribuir a la igualdad entre mujeres y hombres y alcanzar una mayor
cohesión social y territorial. :Je ah1 que la modernización de estos servicios sea
uno de los principales retos t·urope• is, pues cumplen una misión fundamental de
cohesión social (Subirats, 2007).
Esta modernización tien~ su rdlejo, en el caso español, en las sucesivas
modificaciones de la legislación coi la que se configura y se va consolidando el
99
Los Servicios Socia/, ·s e•1 E !lcZi)L,
100
los derechos sociales en la CE y en las leyes de Servicios Sociales
Rentas 1989-95
mínimas de 1
inserción
Pensiones no
contributivas
LAPAD
1
1990
l
2006 2010-12
1 1
ETAPAS Reforma
Gestación Configuración Consolidación
y recortes
El periodo en que se encuadran las leyes de primera generación se sitúa entre 1982 y
1992, la década más intensa en desarrollo legislativo autonómico en materia de Ser-
vicios Sociales, que los definió con diversa terminología, como servicios sociales o
acción social, denominación esta última adoptada por las comunidades de Aragón,
Baleares, Cantabria y Castilla y León (esta última utilizó ambas expresiones).
Se consideran como de primera generación aquellas leyes autonómicas de Ser-
vicios Sociales cuyo común denominador fue impulsar un modelo público y, de
modo genérico aunque con ciertas matizaciones y pequeñas diferencias, unos prin-
cipios inspiradores de Servicios Sociales que justificaron y apoyaron la intervención
social. El principio de responsabilidad pública implicaba a la Administración como
el órgano gestor de estos intereses, lo que suponía el compromiso de prestarlos,
dotando a la comunidad de los recursos financieros, técnicos o institucionales nece-
sarios. Los principios de igu,aldad y universalidad significaban que los Servicios
Sociales iban dirigidos a todos los ciudadanos, reconociendo que la ciudadanía tenía
101
Los Servicios Social 'S é n E puil«
102
Los derechos socia/e. en /u 1 'E y en las le.n's de Servicios Sociales
103
Los Servicios Socia es c'/1 Espaiiu
10-1
Los derechos socia/e" en la 'E\'
. en las /ei·es
. de Servicios Sociule.1·
105
Los Servicios Sociai _'.\' l 17 E 'f'cll/,1
106
Los derechos socia/e. en lo 'E)' en los leyes de Servicios Sociales
Esta renovación legislati\ a plan eaba una primera cuestión en torno a las po-
sibles modificaciones de la concepl ión del sistema de Servicios Sociales y a la
107
Los Serricios Sociu es ,·11 E'.f'J>].1
Ley 1/2003. de 21 de febrero hlico de Sen·1 ·io.1 So.·iales. así como de la regulación de
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
/u iniciutivu p ivuda en esta materia.
~~~~~~~~~~~~~~
108
Los derechos .rnciale.1 en lu ( E y en las leyes de Servicios Sociales
109
Los Servicios Socia,-'-' l ll E 1paiiu
110
Los derechos socia/e. en la 1 'E y en las leyes de Servicios Sociales
111
Los Servicios Socides en C1pa11a
En el proceso de consolidación del sistema 1·n el cnnjunto del Estado, las adminis-
traciones autonómicas pusieron en march< y siguen poniendo en marcha unos
servicios en sus respectivos territorios, grac as a la colaboración innovadora de las
entidades locales. Se han ido creando unas '·structmas próximas a los ciudadanos,
aunque desde el principio estuvieron escasamente dotadas y carecieron de un
marco estatal de garantía de derechos subjl'tivos ~n la materia, así como de una
financiación similar en sus fuentes a las te otros sistemas de bienestar social,
como el sanitario y el educativo.
A partir de la experiencia, se replantea :1 \ iejn debate (Subirats, 2007, p. 46;
Gil Calvo, 2009), sobre la necesidad de u11 equiparación territorial con una ley
marco de hase estatal que reconozca el si~tema público de Servicios Sociales,
restablezca la responsabilidad pública del E ,tado como garante del derecho subje-
tivo de mínimos en el acceso a los servic10s, y regule aquellos que presten las
entidades privadas. Se podría decir que han sido los efectos no deseados de la
descentralización sobre el sistema de Serv cios Sociales los que han provocado
esta necesidad de replanteamiento. Y en coi creto, algunos aspectos, como el défi-
cit normativo sobre el carácter universalist< y ganntista del sistema para todo el
territorio español, o la falta de integración e'1 el m smo de los derechos subjetivos
de atención que han de ser establecidos coi un ca:álogo de servicios y prestacio-
nes mínimos.
Ante estas reflexiones se argumenta qUl la igt aldad, tal y como se enunciaba
en las leyes de primera generación, se ha l stablecido sobre todo a escala estatal
con la Ley de Promoción de la Autonomía rersonal y Atención a las personas con
Dependencia al reconocer el derecho suhjt tivo, < pesar de que esta garantía se
limite a las situaciones de falta de autonomía en sus diversos grados y niveles, y
con las leyes de segunda generación cuando incorporan el derecho subjetivo a
algunos Servicios Sociales.
El desarrollo normativo de las leyes de, egund1 generación se ha de enmarcar
en el contexto europeo que, a partir de las t irecti\ as y comunicaciones de la Co-
misión Europea (2006) y del Tratado de Li~boa (2009), se ha considerado la con-
11~
Los derechos soc·iale.' en la < 'E y en las leyes de Servicios Sociales
tribución de los Servicios Soc ialcs ' la cohesión social y a la generación de em-
pleo, aspectos ambos muy relacional os con la prevención y la intervención social
ante situaciones de exclusión o ricsg" social.
Los principales cambios en las leyes de segunda generación atañen -según
Vi la (2011 )- al propio concepto de Servicios Sociales, a su función en la exclu-
sión social y a las funciones del Te1 cer sector. En el primer caso, se trata de los
Servicios Sociales prestados Jirecta nente a la persona cuyas finalidades son la
prevención y la cohesión soci,¡I, actt ando a través de la ayuda personalizada para
la inclusión social y la garantía de rtalización de los derechos fundamentales. Por
lo tanto comprenden:
1. Aquellas ayudas que se bri 1dan a las personas para afrontar retos in-
mediatos o crisis (erdeuda niento, desempleo, toxicomanía o ruptura
familiar).
1 Actividades destinada> a la ;,dquisición de competencias para su emplea-
bilidad (formación para el en1pleo, ayuda a las familias).
3. Actividades para garantizar a inclusión social de las personas con disca-
pacidad.
4. Acceso a la vivienda sxial pira personas con ingresos escasos (pp. 12-13 ).
113
Los Servicios Socio es t'/1 E 'P'"¡"
cial de la primera ley de 1983; también pa"a Cantabria~ Catalu!la las leyes del
2007 reformaron las de 1992 y 1985, respL cti\amente: para Galicia y País Vas-
co las leyes del 2008 representan las tercer is leyts de Servicios Sociales (las de
1987 y 1993 de aquella comunidad y las de 1982 y 1996 de ésta). En 2009 se
aprobaron las leyes de Servicios Sociales le Baleares y Aragón (que reforman
sustancialmente las de 1987 de ambas con unidades); y para La Rioja la ley de
2009 supone también su tercera norma (t eempbza las de 1990 y 2002). Las
últimas leyes de segunda generación se a probaron en 201 O y corresponden a
Castilla-La Mancha (reforma la ley de 1%6) y Castilla y León (reforma la de
1988).
El debate sobre las leyes de segunda generación parte de las esferas profe-
sional y académica que consideran la política social como un instrumento capaz
de incidir en la composición de la estructu1a social y como principio organizati-
vo de los sectores implicados en la produc1 ión dt: Servicios Sociales. El motivo
de esta reforma legislativa -las de las leyt s de segunda generación- obedece a
la necesidad de establecer el acceso a la attnción social como derecho subjetivo
(Vila, 2006; Subirats, 2007; Rodríguez Cabrero, 2011 ). La Ley de Promoción de
la autonomía personal y Atención a las pl rsona~ en situación de Dependencia
(2006) ha modificado sustancialmente el l spíritL de las leyes anteriores, tanto
de las de primera generación como de las le~es renovadas, al impulsar la uni-
versalización de los Servicios Sociales con la introducción del derecho subjetivo
en el sistema.
Se ha revisado la definición del sistema públic J de Servicios Sociales con ob-
jeto de centrar en la persona la titularidad de derecros y deberes, en contraposición
a las concepciones anteriores que la consideraban como un simple usuario o un
beneficiario pasivo de dichas políticas (Subi1 ats, 2007, p. 44 ). Un elemento sustan-
cial que caracteriza a las leyes de segunda g, ·nerac,ón es, por lo tanto, la consagra-
ción de los derechos subjetivos de los usuar os a prestaciones y servicios sociales.
Implica considerar el reconocimiento de la a enció1 social como un derecho subje-
tivo sustancial y no sólo una fomialidad, lo .:¡ue es~á en sintonía con la universali-
dad de la que han gozado otros sistemas de biene~tar social, como el de salud, el
educativo y el de garantía de rentas.
Con esta definición de derecho subjeti 10 pretenden derribar algunos de los
obstáculos con los que han tropezado en el pasad) las leyes de Servicios Socia-
les y que han marcado las peculiaridades del propio modelo de régimen de bie-
nestar latino-mediterráneo: una provisió 1 de servicios de atención social
desempeilados en el ámbito familiar, sobn. todo oor las mujeres, y que además
ha tomado una deriva asistencialista carach rizada por la discrecionalidad, por la
precariedad en las prestaciones y en los rLquisitl1s de acceso y control. De ahí
que se haya llegado a cuestionar el princi¡:iio de la universalidad, incluso desde
el ámbito público.
114
Los dl'!"cchos SOL'iule. en la ''E y en las leyes de Servicio.1· Sociales
CANTABRIA El objdo es: {egulación general de todas las acciones que per-
Ley 21200'. de 27 de mitan 1acer e ectivo el derecho de la ciudadania de la C. A. a la
marzo. de Derechos y Protección so :ial, así como la ordenación. organización y desa-
Servicios Sociales. rrollo, en el á nbito territorial de la C. A .. de un sistema público
~~~~~~~~~~~~~~~~
e integrado dl Servicios Sociales.
CASTll.L.\- El objeto es:
LA MANCHA
Ley 14/201 O. a) Garantizar el derecho universal a la protección social como
de 16 de diciembre. derecho de la ciudadanía en el marco del Sistema Público de
de Servicios Sociales Ser• icius Si Kiales.
115
Los Servicios Social 'S t"I E paiiu
116
Los derechos socia/e; en la 'E y en las leyes de Servicio.1· Sociales
117
Los Serl'icios Socia/, ·s en E paíia
Los tres primeros establecen las condici< nes necesarias que determinan el de-
recho subjetivo, es decir, definen claramente las prt·staciones o los servicios (catá-
logo o cartera de servicios) y se regulan o eqablecl'n los requisitos para el acceso
a los mismos; garantizan los recursos neccs 1rios para un nivel mínimo de servi-
cios o prestaciones cuya financiación est< suficientemente garanti7ada (Vila,
2009, p. 95). La titularidad de este derecho· ub_ietivo se amplía también a los ex-
tranjeros europeos (Valencia y Castilla-La Mancha), quienes tendrán acceso a
estos servicios, y también a otros ciudada1 os extranjeros residentes (Castilla y
León), en las mismas condiciones que los na«ionales.
Los factores cuarto y quinto atribuyen t n incremento de la participación, no
sólo de los usuarios, en los que se ha centra izado el protagonismo como actores
dinámicos y no receptores pasivos de prestal iones~ servicios, sino también en las
entidades del Tercer sector, a las que ya en as reformas legislativas anteriores se
había ido incorporando a la red pública de Servicios Sociales, configurándolas
como parte del sistema.
118
Los derechos socia/e. en la ' 'E y en las leyes de Se1Ticios Sociales
119
los Servicios Socia, es en E.. 'paña
a pesar de lo cual no se encuentra precisa1 iente entre las comunidades más en-
deudadas; ni tampoco La Rioja, que es la otra comunidad que comparte con las
anteriores la mejor calificación. Por el conlrario, comunidades con un desarrollo
irrelevante de los Servicios Sociales coirn iden con las que exhiben un mayor
déficit en sus cuentas públicas. Resulta especialmente llamativo el caso de las
dos comunidades con menor calificación, l t valenciana y la canaria, cuyos défi-
cits públicos son algunos de los más elevac os de todo el Estado (García Herrero
y Ramírez Navarro, 2012, pp. 11-13 ).
Sin embargo, los actuales recortes en orotección social en general y en la
atención a la dependencia en especial, mue,tran un preocupante deterioro para la
consolidación del sistema de Servicios Soc ales, más allá de lo que se proclama
en los discursos oficiales.
120
5
Los Servicio"i Sociales frente
a la pobreZll .,V la exclusión social
El proceso de desarrollo del e< pitalis no ha dado lugar a distintas formas de pobreza
y a la construcción del concepro de e ,clusión. Como ya se ha indicado, el Estado de
bienestar europeo ha supuesto un esf 1erzo por desterrar la pobreza con éxito impor-
tante en cuanto a las capas sociales m 1s desfavorecidas, con el establecimiento de los
sistemas de protección social, y éxit1 limitado en lo que se refiere a la eliminación
real de la pobreza absoluta. La exclu.;ión social supone la ruptura de la relación di-
námica y equilibrada del bine mio c1 •ntribuciones-retribuciones (entre las contribu-
ciones de individuo a la sociedad y la> retribuciones de la sociedad al individuo), que
constituye la base fundamental del i1 tercambio social y de la solidaridad intergene-
racional. Equilibrar ese intercambio 1 ara convertirlo en una relación de reciprocidad
positiva sigue siendo uno de lus obje ivos fundamentales del desarrollo de la protec-
ción y la solidaridad social. U11a prokcción que nace con objeto de terminar definiti-
vamente con el patemalismo y la d-?pendencia precedente para convertirse en un
elemento clave del desam1llo dd recorocimiento de la igualdad real de los ciudadanos.
En capítulos anteriores se ha apuntado cómo se desarrollaron diferentes sis-
temas de protección o solidaridad ~ocia! según los países. con el fin de cumplir
con los objetivos de equidad ) igua1dad social que estructuran mecanismos diver-
sos de redistribución y variad 1s formas de transferencias económicas.
Los sistemas se volvieron más c0mplejos y dieron lugar a unas estructuras ju-
rídico-políticas que, como ejes fund 1mentales de los modelos de Estado, se carac-
terizaban por ser las responsables dt poner en marcha políticas públicas de carác-
ter social. La justificación de dicha, políticas necesitó ciertos requerimientos: en
primer lugar, la elaboración de cattgorías y la definición de bien público y bien
121
los Servicios Socia 'es ¿11 Fspaiia
122
Los Scrricios Socil'lcs fí·e, 'fe a la pohre::a y la cxc/11sión social
1~3
Los Servicios Socia1 es en E >paiiu
l. Tasa de renta baja (desglosada por 'exo, edad, situación profesional más
frecuente, tipo de hogar y situación de la vivienda y, a título de ejemplo,
los valores para hogares típicos), y calculada después de las transferen-
cias, con un umbral de renta baja fij< do en ~1 60% de la renta mediana.
2. Distribución de la renta.
3. Persistencia de renta baja.
4. Desfase de la renta baja mediana.
5. Cohesión regional.
6. Tasa de desempleo de larga duració1.
7. Personas que viven en hogares en los que no trabaja ninguno de sus
miembros.
8. Personas que abandonan prematuran ente la enseñanza y no siguen ningún
tipo de educación o formación.
9. Esperanza de vida al nacer.
1O. Percepción del propio estado de sal u 1
124
/.0.1 Senkios Socic.lesfi·e1 te u fu pohre::.a r fu exclusión social
En Europa, la crisis energética del año 1973 rompió las expectativas de crecimiento
económico e hizo resurgir crn fuer ~a el tema de la reestructuración del modelo
económico europeo para incre111entai la productividad. A la vez que se planteaba la
necesidad de adoptar una política sol ial comunitaria que comprometiera a todos los
Estados miembros en la lucha contra la pobreza, se apoyaban las iniciativas y expe-
riencias dirigidas a aquel obje,ivo pr iductivo, para neutralizar los conflictos que la
aplicación de políticas neoliberales e >taban destapando, y garantizar así la cohesión
social. Este ha sido el detonar te que ha marcado un mayor desarrollo de las políti-
cas de intervención social a escala na:ional.
En el año 1975 se puso e 1 marcha el 1 Programa Europeo de Lucha contra la
Pobreza que estaba marcado JOr la ireocupación por su extensión y el intento de
diagnosticarla y cuantificarla En 1 J85 se inició el ll Programa de Lucha contra
la Pobreza que insistía en interve 1ciones dirigidas a determinados colectivos
vulnerables. En 1987 se firm"i el Alta Única Europea y se estableció que "persi-
gue reducir las diferencias entre la· diversas regiones y el retraso de los menos
favorecidos" (art. 130). El C0nsejo .tdoptó en Estrasburgo, en diciembre de 1989,
la Carta Comunitaria de los Jerecros Sociales para alcanzar, entre otras metas:
"la igualdad de remuneración entre hombres y mujeres, la protección infantil, de
adolescentes, de ancianos y l isminuidos". Este mismo año también se aprobó el
111 Programa Europeo de Lucha contra la Pobreza, que proponía una interven-
ción integral apoyada en tres dimen .iones: la pluridimensionalidad de la pobreza,
la participación de los menos favorecidos y el partenariado (la participación de
agentes sociales, políticos y econórr icos ).
125
Los Se1Ticios Socú fes c'n 1:-spuiio
En 1992 se adoptó una recomendación del Consejo Europeo sobre las rentas
mínimas que convertía la garantía de ingr ~sos p,ua todos los ciudadanos en un
elemento para incorporar en la política soc al europea. En 1993, el Libro Verde y
el Libro Blanco de la Política Social Eunpea r~afinnaron que la pobreza "no
significa únicamente ingresos suficientes". sino que su definición se debe exten-
der también a la participación en el mundo del trabajo, al acceso a la vivienda, la
educación, la salud y a todos los servicios. Adem~is, se entendía que no sólo con-
cernía a los individuos con graves dificultaJes, sino también a los grupos someti-
dos a discriminación, a segregación o deb litamicnto de las fonnas tradicionales
de las relaciones sociales. La cumbre de l uxemburgo de 1997 permitió dar otro
paso al comprometer a los Estados a pres~ntar unos planes anuales de empleo,
estableciendo unas prioridades evaluables.
El Consejo Europeo de Lisboa de 200( incornoró la integración -social como
elemento sustancial para lograr su objeti' o estratégico de la década siguiente:
"convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y di-
námica del mundo. capaz de conseguir L n crecimiento económico sostenible,
con más y mejores puestos de trabajo y tna nnyor cohesión social". En este
Consejo se consideraba inaceptable el n 1mcro de personas que vivían en la
Unión Europea por debajo del umbral dt la pobreza y que estaban excluidas
socialmente, y se juzgaba necesaria la a !opción de medidas que tuvieran un
impacto decisivo en la erradicación de la pobreza, estableciendo para ello los
objetivos adecuados.
De acuerdo con el art. 13 del Tratado de Ámsterdam. a finales de 2000 se
aprobó un nuevo Programa de acción com tnitari;1 de lucha contra la discrimina-
ción (2001-2006) en el que se formulaba una e~trategia para combatirla. En la
Cumbre de Niza de ese mismo año se apn bó un,1 nueva Agenda de Política So-
cial (2000-2005) que contenía las priorida( es de 1ctuación social para ese lustro.
El núcleo de esta Agenda lo constituía la r 1odernización del modelo social euro-
peo y la transformación de los compromisos políticos acordados en Lisboa en
acciones concretas. Además, en esta cumbre se aprobó una serie de medidas para
potenciar y definir la estrategia europea de lucha contra la exclusión. En 2001 se
pusieron en marcha el IV Programa Europt o de Lucha contra la Pobreza y la Ex-
clusión y los planes anuales de Lucha cont ·a la Exclusión, con una estrategia eu-
ropea similar a la del empleo.
La Estrategia de Lisboa renovada preveía n,) sólo el cumplimiento de una
nueva Agenda Social Europea (2005-201 ( ), sine también el establecimiento de
nuevos objetivos y nuevos indicadores (Ar ··iba, 2011 ). La declaración programá-
tica de la Estrategia señalaba la relevancia Je combinar crecimiento económico y
bienestar social, sin olvidar la reducción d" las dGsigualdades y la prevención de
la exclusión social. Estos objetivos se connetaban en: reforzar el acceso al mer-
cado laboral centrándose específicamente •·n las mujeres y otros grupos vulnera-
126
Los Servicios Sociales frente a la pobreza y la exclusión social
127
Los Servicios Soci,1/es en :spai?a
128
Los Sen·icios Sociu!esfi·e1 re a la pohre::a r lu exclusión social
las crisis de 2001 y 2008, para ret( mar de nuevo la senda alcista en 2009. Sin
embargo, los índices de desigualdat y de pobreza registran resultados negativos
tanto en la etapa de crecirnien o eco1 ómico, hasta 2007, como en la actual coyun-
tura de crisis (máxima tasa de hogan s pobres en 2009).
El modelo de crecirnient(• e~pa11ol ha impulsado un notable incremento del
Producto Interior Bruto en e~e peri ldo (tasa interanual del 3,4%) y una expan-
sión mucho mayor del capital fin mciero e inmobiliario (tasa interanual del
5,4%), pero con un reparto mu:- de;igual: mientras los mercados financieros se
globalizan y producen ingente rcnt 1bilidad para una minoría, apenas mejora el
poder adquisitivo de la 111ayo1 ía "Se !,Ún la Encuesta Financiera de las Familias la
ratio de desigualdad entre el 25% le hogares más ricos y más pobres pasó de
39,3% en 2005 a 50.4% en ~I prin1er trimestre de 2009. En términos de valor
agregado el cuartil más rico ncrc111~ntó su patrimonio en la coyuntura de crisis
de los últimos allos en un 20~ ~, m ie itras que e 1 cuarti 1 más pobre lo redujo en un
6,4%" (Colectivo IOL 2011, p. 178 .
Según los datos de la Enc<1esta d~ Condiciones de Vida (IN E, 2012), en Espa-
iia el porcentaje de población por de )ajo del umbral de la pobreza es el 2 J, J% del
total de españoles; el 35,8% de espa 1oles en paro está en riesgo de pobreza (sien-
do el 43,5% la cifra para las perso1 as extracomunitarias). La Comunidad Autó-
noma con mayor riesgo de pobreza ,·s Canarias (33,8%) y la de menor riesgo Na-
varra (8,8%). La situación de pobre; a relativa o riesgo de pobreza aumentó en los
menores de J6 años del 24, 7° o en 2d JO al 25,00% en 20 J 2; y en las personas en-
tre 16y64allosdel l7,1%en201( al 19,3%en2012.E112,7%deloshogares
españoles se declara con dificultaJes para llegar a fin de mes y supera en
2,9 puntos porcentuales el re:~istrad i en 2011. Se recogen en el cuadro 5.1, por
comunidades autónomas. alg_1nos i idicadores de la progresiva reducción de in-
gresos en los hogares, lo que 111crc111 :nta la vulnerabilidad de éstos.
En diferentes 1110111entos Robert Castel (2010) apuntaba al concepto de exclu-
sión social como una noción ·tra111p lsa" por la heterogeneidad de sus usos y por-
que no constituye una noción analítica, ya que no permite que se realicen investi-
gaciones precisas de los contenid( s que pretende abarcar. El pensamiento de
exclusión corresponde a la lógica de la acción dirigida a focalizar la acción social,
acotando zonas de intervención, focalizando a poblaciones o grupos selecciona-
dos por un déficit específico. lo qu.: permite economizar acciones más ambicio-
sas. Se corre el riesgo de qt,e una política orientada hacia un grupo específico
sirva para eludir otras políticas orillitadas a enfrentar las causas que originan la
exclusión. La aplicación de e ;ta~ pe 1íticas correctoras de las desigualdades puede
tener un efecto no deseado: e de es igmatizar al grupo y convertirlo en objeto de
discriminación negativa, no ~ólo p11r parte de Ja 111ayoría de la población, sino
también por aquellos otros g1upt1s t ue en situaciones similares no han sido meta
para dicha política de igualdad comr cnsatoria.
129
los Servicios Soáiles en Espaiia
Comunidades Autónomas A B e D
Andalucía 57,2 50,6 10,6 19
Aragón 30~3 23,5 3 4.5
Asturias 3 7,1 27,3 3,7 4,8
Baleares 41,6
,, ,
_,_~_,
13,7 7,5
Canarias 53,4 60,8 8,5 19,l
Cantabria 32.6 22,1 2,6 7,3
Castilla y León 41.1 25,5 3,4 5,4
Castilla-La 'vlancha 50,7 46,5 6,4 12,7
Cataluña 39,8 39 9,8 12,1
Comunidad Valenciana 50,5 43,6 9.1 13.8
Extremadura 55,3 48,3 4,7 11,7
Galicia 47,6 33 5,5 11,9
Madrid 3-l,9 39,3 4,8 11,6
Murcia 60,2 57.3 10.2 22,2
Navarra 28,8 20 3,6 5,1
País Vasco 22,6 18.2 2.7 6,3
Rioja, La 43,9 29 7, I 13,2
TOTAL 4-l,5 40 7,4 12,7
Datos provisionales.
Nota. A: No puede pennitirse ir de vacaciones lucra le casa ti menos una semana al ano.
8: No tiene capacidad para afrontar gastos imprcvist lS.
C: Retrasos en los pagos relacionados con la vivicnd 1 principal.
O: Mucha dificultad para llegar a fin de mes.
Fuel//e: adaptado de Encuesta de condiciones de vid;, 11\E, ::012.
130
Los Se1Ticios Soc1"a 1es¡re1, ·e a la pohre::a y la cxc!usián social
131
Los Servicios Social< s en E1paiiu
estatal. Las presiones para que la Adminis ración General del Estado los esta-
bleciera resultaron infructuosas y fueron en definitiva las comunidades autóno-
mas las que acordaron incorporar acciones en este sentido. La estructuración y
desarrollo del denominado entonces "salario social" fue de carácter muy de-
sigual en el ámbito regional español.
Entre 1989 y 2001 se implantó en Esp< ña el .;istema de rentas mínimas: la
Comunidad Autónoma vasca fue la pionera con un programa de ingresos míni-
mos y se completó con la incorporación de una normativa específica y los pro-
gramas de la Comunidad Autónoma de Baleares. La normativa básica y los re-
quisitos de concesión que establecen la, comunidades autónomas quedan
recogidos en el cuadro 5.2.
La implantación de los sistemas de rentas mín mas adoptados por las distin-
tas comunidades autonómicas, a pesar de contar con elementos comunes en
aspectos nonnativos y de concesión, tal y como se puede observar en el cua-
dro 5.2, han dado lugar a un complejo mos< ico de denominaciones, contenidos,
estrategias, recursos y resultados (Ayala, 2( 01 ~ Laparra, 2004; Informe de Ren-
tas Mínimas de Inserción, 2010).
Tras el País Vasco, todas las comunid 1des autónomas han establecido un
modelo que reconoce por ley el derecho a unos ingresos mínimos. A pesar de
las diferencias existentes entre las regiones ya apuntadas, las características de
los programas se asemejan a los existentes :n otros países europeos, cuyos ele-
mentos más relevantes son: la existencia de una c11antía económica que garanti-
za unos ingresos mínimos como derecho st1bjetivP, sometido a prueba de nece-
sidad y relacionada (cuando no condiciom:da) a la participación por parte del
perceptor en acciones de integración social o de empleo. Las modificaciones
legislativas han supuesto el incremento de los hogares protegidos; pero se ob-
servan problemas en la gestión y puesta M marcha de los programas, lo que
provoca dificultades para un reconocimientt efectivo del derecho y la expansión
que se había previsto respecto a la demanfa. Ura de las características de la
legislación autonómica es la incorporación hferenciada del derecho a la presta-
ción económica y de actuaciones dirigidas l la integración social, en lo que se
viene denominando el "doble derecho", y que pe"fila una mayor garantía para
los preceptores de las rentas mínimas.
Como muestra de las diferencias existentes S(' pueden analizar datos sobre
las rentas mínimas, beneficiarios, cuantías, ¡,.asto global y gasto por titular de las
distintas comunidades autónomas, lo que pl rmite tener una perspectiva compa-
rativa de la situación global. En lo que se etiere a los aspectos financieros se
había incrementado el presupuesto total a p ·incipiJs de la década del 2000 pero
también ha incrementado notablemente el 1 úmerc de perceptores de las comu-
nidades autónomas.
132
Los Sc1-i-icios Socidesti·e1 re a lo pohre::a .1· fu exc/11sirí11 social
,,
1_'l_'I
Los Servicios Soci,i/es en España
134
los Servicios Sociales frente a la pobreza y la exclusión social
135
Los Servicios Socii les en l:'.lpal'w
13('
Los Servicios Sociales frente a la pobreza y la exclusión social
Decreto 339/2006 de 5 de
septiembre, de desarrollo de
la Ley 10/1997, de 3 de julio,
Renta Mínima Inserción.
Decreto Ley 1/201 O, de 12 de
enero por el que se modifica
la Ley 10/1997
Decreto 384/2011 de 30 de
agosto de adaptación del
reglamento del RMI a las
modificaciones del Estatuto
renovado
EXTREMA DURA Ley 5/1987, de 23 de abril, Residencia: 1 año
Ayudas para de Servicios Sociales. Edad mínima: 18 años
integración Decreto de 23 de febrero Edad máxima: No hay límite. Tiem-
en situaciones de n.º 28/ 1999 de la Consejería po mínimo de constitución de la
emergencia social de Bienestar Social, por el Unidad familiar: 6 meses
que se regulan las ayudas Empadronamiento: 1 año
para la integración en situa-
ciones de emergencia social
(AISES)
GALICIA Ley 9/1991 , de 2 de octubre, Residencia efectiva y empadrona-
Renta gallega de medidas básicas miento: l año
de integración para la inserción social. Edad mínima: 25 años
social Ley 1/1999, de 5 de febrero, Edad máxima: 65 años
por la que se modifica par- Tener constituida una unidad de
cialmente la Ley 9/1991, de convivencia independiente.
2 de octubre, de medidas bási- Disponer de recursos inferiores a los
cas para la inserción social. de la prestación.
Ley 374/1991, de 24 de octu- No existencia de personas legalmen-
bre, por la que se desarrolla te obligadas a prestar alimentos.
la Ley 9/1991.
Ley 375/1991, de 24 de octu-
Excepciones:
bre, por la que se desarrolla
la Ley 9/1991. Menores de 25 años con menores a
cargo.
Ley 6/2002, de 27 de diciem-
bre de Presupuestos Genera- Mayores de 18 años minusválidos
les para el año 2003, Dispo- sin otro tipo de prestación.
sición Adicional Quinta Mayores de 18 años tutelados por la
Ley 16/2004 de 29 de di- Xunta e internados en centros de
ciembre por la que se modifi- protección menores.
ca la Ley 9/1991, de 2 de Mayores de 18 años huérfanos abso-
octubre, gallega de medidas lutos sin otro tipo de prestaciones
137
Los Servicios Soc, i/€.' en Espaiia
138
Los Sen·icios Socú;/es/i-e1 re a la pohre::a y lo cxc!usirín social
U9
Los Se1Ticios Socú les en ".spai1o
Decreto 3/2005. de 28 de
enero por el que se reg dan Ingreso mínimo de inserción y ayu-
las prestaciones de inser ·ión das de inclusión social
social a las previsiones re la L nidad de convivencia: 1 año
Ley 7 /2003 de 26 de may ) de
Empadronamiento: 1 ar1o
Inserción sociolahoral
Ley 7/2009. de 22 de die em-
bre. de Servicios Sociales
COMUNIDAD Decreto 132/1990. de 2. de Residencia: 1 año
VALENCIANA julio. por el que se apruel a el Edad mínima: 25 aiios ( *)
Renta gurunti:udu Plan de Medidas de lnser ·ión Edad máxima: 65 años
de ci11duduníu Social.
Orden de 1 l de septiem br ~ de
Existe una excepción de edad para
1990. por la que se desanolla
lc:s víctimas de violencia en el ámbi-
el Decreto 132/1990. t( familiar. no existiendo edad mí-
Decreto l 7111 999. de ~ de tl'ma ni máxima
octubre. por el que se modifi-
can determinados artíc dos
del Decreto 132/90. a fil de
incluir en su ámbito de ~ pli-
cación a las \ íctimas d, la
violencia doméstica.
Orden 3 diciembre 2003 de P~rsona/Unidad familiar o de convi-
ayudas del Plan de Med das vencía
de Inserción Social y prL sta- E npadronamiento: 2 ar1os
ciones económicas regL,das
para el 2004 y parte del t jer-
cicio del 2005.
Ley 9/2007 de 12 de m 1yo.
de Renta Garantizada de
Ciudadanía.
Decreto 93/2008 de 4 de
julio. por el que se desarr Jlla
la Ley 9/2007 de 12 de m.tyo.
de Renta Garantizada de
Ciudadanía.
Orden de 13 de julio de 21108.
por la que se regulan las
bases de la Renta Garant za-
da de Ciudadanía.
140
Cuadro 5.3. Garantía de rentas mínimas en las comunidades autónomas
(2000-2004). Beneficiarios de RMI (titulares) y gasto anual ejecutado (en euros)
2000 2001 2002 2003 2004
Comunidades Benef Benef Benef Benef Benef
Gasto Gasto Gasto Gasto Gasto
Autónomas Titulares Titulares Titulares Titulares Titulares
Andalucía 15.962 27.532.365 14.620 23.199.067 16.868 28.350.000 19.507 34.980.000 17.350 36.000.000
Aragón 1.396 2.596.372 1.412 2.572.332 1.082 2.860.839 1.703 3.264.061 l.704 3.477.771
Asturias 1.116 10.631.904 957 10.421.550 977 11.175.025 1.160 11.487.407 1.550 13.581.452
Baleares 570 1.081.822 538 1.352.277 751 1.684.924 979 2.251.001 1.094 2.650.480
Canarias 5.358 8.023.512 2.098 7.320.327 4.728 7.712.583 4.322 9.301.474 4.623 9.301.474
Cantabria 2.340 3.455.820 1.008 2.031.421 913 1.862.765 1.309 1.523.582 1.217 1.804.848
Castilla-La
813 1.947.279 770 1.947.279 752 2.212.000 691 2.334.000 615 2.260.000
Mancha
Castilla
2.814 8.762.756 2.901 9.562.103 3.000 10.295.000 3.105 11.684.000 2.893 12.072.930
y León
Cataluña 9.726 36.631.688 9.679 38.428.714 11.093 45.436.144 12.229 54.177.714 12.781 59.323.738
Extremadura 1.351 979.650 1.384 3.557.992 1.421 3.490.000 1.984 2.830.000 472 2.000.000
Galicia 4.156 12.699.386 4.457 14.466.361 4.310 14.437.967 6.265 15.402.389 6.359 15.475.584
La Rioja 179 336.567 164 222.374 214 386.000 224 400.909 216 346.439
201111 20(}/ 20IC 2003 200-1
Comunidad
2.565 1O.O18.872 2.5771 10.000.841 3.962 6.088.3771 J.6051 4.207.010 2.748 3.964.526
Valenciana
TOTAL 75.092 207.872.058 71.375 1 225.415.599 82 100 250.983.576 1 97.000 1 295 .83 8.920 96.531 3;>7. 900 .3 22
Fuente. adaptado de Ministerio Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
~
-~ 1?rn1~¡ u·¡
S:9<;'LL'rt 9%"[ fl)f 6t8 ¡:: L'l\Z 1 LOS:.tt9·1 9S:L Ohl "L89 89t ti O tL<; ~(t
"~ 8Z6.L96·rz S:L'<."L flO<:<:s:·¡:¡: 8tl)9 11zz·tx1r 1 z ()l)f"l) h\Tttlf61 f6LS Lrz·sor·x 1 rzcs: l~l~l[CD
:S 6LUWI 8L 1. 1 IO<Y 1¡:¡:·¡: oxs:· 1 ()()()"()() 1·¡: <:Lt 1 OIJli"IJOCI rn1· 1 001rnt1·1 Ut 8.lll[WlllJ.l)XJ
~ ooo·oL flJL 1 zs:qz uz·ot· ll<:t"l:9t" hll 1 1<)()" ¡:¡: Lt-f·zzt·LJL ron·1 <:IJ<J"<:i l?\_lll!l?lP..)
8<:'Yl6C6S:I lff<:<:L"IL
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t8h::t:uz 9<:t•9 t<J<:·rzt·9¡ tttT <:<:<: 0<:8 f [ XtCZ OOlfZICI 1 ~tt .. Z 1z<: s-<:s· 11 Ltl"Z llllJ j ( ll[[l)SllJ
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L6S:.LIUI [88"t 1161,-869.L 1 ()()()t illHftL<:·s: 1 S:LCf h'WZ<:C<: Ot8 I llt<: <:8Z t tff<: SCllCUCJ rr;
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~ 8S:t.66t"9 Lzt·z OL 1 <:zt·<: <JLO·z t9Z-~<J<: t Lt<> 1 Ltctz<J·r 181·1 hl <J.LS:X-c l)I)()·¡ S;l.lllJ(B8
"' cXU b911 Xt l tl X l '.llXcc>ct I !>el X 1 '.IXIJ 1 f'.I (Je cl)(1 L tltL ()~() LC ':::L'::: ') 1 OL ':::':::LO 1 OOt 9 ,.._,!.JLIF•'I¡
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---'
2007 2008 2009 2010 2011
Comunidades Benef Benef Benef Benef Benef
Gasto Gasto Gasto Gasto Gasto
Autónomas Titulares Titulares Titulares Titulares Titulares
Madrid 8.681 46.493.000 10.445 41.243.000 11.426 47.680.084 15.014 59.895.000 17.992 71.741.000
Murcia 286 602.726 369 834.559 775 1.537.047 1.370 2.815.908 1.900 3.980.654
Navarra 2.269 7.352.449 3.144 10.377.074 6.087 21.437.444 7.444 30.829.764 8.185 36.227.296
País Vasco 36.004 186.560.000 39.715 197.290.000 55.410 262.700.000 66.545 313.300.000 86.734 326.042.934
Comunidad
2.470 4.410.000 6.609 2.387.481 4.001 11.370.000 5.265 16.505.000 6.342 17.748.000
Valenciana
TOTAL 102.808 416.870.396 113.845 439.906.691 156.519 618.325.143 192.140 766.284.659 223.327 841.402.121
Fuente: adaptado de Ministerio Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Los Servicios Sociales frente a la pobreza y la exclusión social
Las rentas mínimas se orientaron en un principio en los años noventa a las si-
tuaciones de desamparo extremo, a aquellos sectores más precarios y necesitados
situados en los márgenes de la sociedad. Posteriormente el sistema de protección
se ha orientado a la racionalización y el control del gasto social, por lo que las
políticas han ido frenando su desarrollo. Sin embargo las rentas mínimas autonó-
micas se han reformado con itinerarios heterogéneos: entre 1997 y 2007, algunas
comunidades emprendieron reformas mientras otras no le prestaron atención al-
guna. Por otro lado, y salvo en el País Vasco y Cataluña, los cambios en la norma
no se han traducido en incrementos del gasto.
No se puede hablar, por lo tanto, de rasgos comunes de cambio. Por el contra-
rio, se está incrementando la brecha de protección entre las comunidades autóno-
mas, destacándose como más protectoras las comunidades autónomas de País
Vasco, Navarra, Asturias y Cataluña. Parece obvia la necesidad de armonizar la
145
Los Servicios Socia1es en España
1-1-6
6
Los Servzcios Sociales bajo
la perspectiva de género
147
Los Serl'icios Social 'Sen E 'PaFw
• Género
1. Los símbolos y los mitos culturalmL nte di~ponibles que evocan represen-
taciones múltiples.
2. Los conceptos normativos que ma iifiestan las interpretaciones de los
significados de los símbolos. Esto" conct:ptos se expresan en doctrinas
religiosas, educativas, científicas, J,·gales y políticas, que afirman cate-
górica y unívocamente el significad i de hombre y mujer, de masculino y
femenino.
148
Los Serricios ,'-oci,ife, hajo la perspecti\'lt de género
Para Scott, una de las ventajas dl usar el término género para designar las re-
laciones sociales entre sexos t: s mos rar que no hay un mundo de mujeres aparte
del mundo de hombres; que la infor nación sobre las mujeres es necesariamente
una información sobre los hombres. ncorporar esta concepción de género lleva a
rechazar la idea de las esferas sepan das. pues lo que define el término género es
la acción simbólica colectiva. Je ahí que este concepto aluda a las formas históri-
cas y socioculturales en que 111ujere~ y hombres han interactuado y dividido sus
funciones. Estas formas varíat de ur a cultura a otra y se transforman a través del
tiempo; así, el concepto de gé 1ern n i hace referencia a las características deriva-
das de las realidades biológicas o na urales, sino a las que varían de una cultura a
otra, de acuerdo con el modo je org 111izar la acción y las experiencias individual
y colectiva.
Además, otro aspecto de :onsid ~ración es que la lógica de género es la del
poder, de la dominación que -segút Bourdieu- es la forma paradigmática de la
violencia simbólica, que se d~fine ( omo aquella que se ejerce sobre un agente
social con su complicidad o conscnt miento. Para Bourdieu resulta complejo ana-
lizar la lógica de género y su institucionalización, ya que se presume inscrita en
"'la objeti\ idad de las estructt ras so :iales y en la subjetividad de las estructuras
mentales". por lo que el anali5ta put de usar como instrumentos de conocimiento
"categorías que pertenecen al campe de la percepción y del pensamiento que de-
bería en cambio tratar como objeto-; del conocimiento" (Bourdieu, 2000). Este
autor plantea que el orden social rna culino está tan profundamente arraigado que
no requiere justificación: se inpone como evidente y se toma como natural, gra-
cias al acuerdo casi perf('cfo ( i11me1'iato que obtiene, por un lado, de estructuras
sociales como la organización social de espacio y tiempo y la división sexual del
trabajo; y por el otro, de estr 1cturac cognitivas inscritas en los cuerpos y en las
mentes. Estas estructuras cog'litivas se graban mediante el mecanismo básico y
universal de la oposición binaria.
• Empmt"cn11e11t
149
Los Servicios Socia1 !S en E 1paña
150
Los Se1Ticios )ociah' bajo la perspecrirn de género
• Mainstreaming
151
Los Servicios Sociales en España
• Acción positiva
152
Los St:1Ticios .)ocw/c bajo la perspt!Ctii"U de género
ción que implica perjuicios para estts personas. Supone la reserva de una deter-
minada cantidad o espacio de partici Jación a diferentes colectivos con el objetivo
de que puedan compartir actividad 'S sociales, políticas y económicas. Acción
positiva implica, por lo tanto. el establecimiento de determinados porcentajes de
presencia de las mujeres con ·especw a los varones con el fin de paliar la escasa
comparecencia de las mis mas en alguna actividad concreta.
La acción afirmativa. segi,n Ster 1a (2003) tiene como finalidad última acabar
con la discriminación: visualizar un 1 situación de injusticia histórica; crear pro-
gramas que promuevan la igu:ildad de oportunidades y que impidan que se sigan
cometiendo acciones de discr minac.ón por motivos de género. étnicos, raciales,
etc. Además ayuda a co111pre11der y atorar la diversidad como un elemento posi-
tivo de cohesión social,.' puede log ·ar mejorar los niveles educativos y de salud
de la com un id ad.
Algunos autores. como Corlett, , an más allá y pretenden aplicar acciones po-
sitivas en función del perfil dr lo~ ci 1dadanos más vulnerables, a quienes conside-
ran sujetos prioritarios de dichas po íticas por los siguientes motivos: por su ads-
cripción de género y etnia, por sus niveles de exclusión y pobreza y por haber
sido históricamente los más dl'sfav01 ecidos.
En cualquier caso unas escratcgi ts y otras tienden a favorecer a los colectivos
tradicionalmente perjudicado" y a f 1cilitar su igualdad real o sustancial a la del
resto de la sociedad. Para alcanzar ~ste objetivo, es necesario articular mecanis-
mos que garanticen la iguald ld de lportunidades que eviten las situaciones dis-
criminatorias en el futuro y ~ue re 1aren los efectos de las discriminaciones ya
existentes. Se trata, por lo tanto, de elaborar políticas a favor de los sectores me-
nos valorados -por género, raza, etn a, generación, etc.- que tiendan a remediar la
desigualdad, respeten la diver~idad, wngan fin a la discriminación y contrarresten
la desigualdad histórica sufrida.
153
Los Servicios Social !S en E 1pa11u
mente masculinos que han dado lugar a :;,JciedaJes agresivas y plenas de de-
sigualdad. La teoría de la diferencia expresa su temor a que la mera igualdad polí-
tica y laboral haga imitar los valores exalt< dos por la sociedad patriarcal y, por
otro lado, considera que el igualitarismo no 'mee justicia a las mujeres. ya que los
hombres y las mujeres son diferentes.
Corlett se opone a la posición que defü nde la identidad como una construc-
ción social e individual. A su juicio, la identidad es algo más: es un problema de
convivencia real entre grupos de supervivencia, que afecta a los estados y a sus
políticas públicas. Estas políticas deben enfocarse al respeto a las identidades y a
su reconocimiento como grupos diferenciad<•S.
154
Los Se1Ticios. >ociulc. bufo la perspectiva de género
a la arena política una serie de rcivi idicaciones contra el trato desigual y la dis-
criminación por razones de sexo. Es as demandas adquirieron legitimidad y con-
senso en muchos países que coment:aron a implementar políticas públicas para
corregir estas disfunciones.
Entre las distintas estrategias po íticas que se fueron estableciendo para com-
batir las desigualdades de gé 1ern, l 1 igualdad de oportunidades ha sido la más
extendida a escala internacional. Lo~ límites de las políticas de igualdad de opor-
tunidades, expresados muchas veces en sus pobres resultados, han ido dando paso
a las acciones positivas definidas como ·'un mecanismo para corregir la desventa-
ja inicial de las mujeres: en ig,1alJad de condiciones, primar a una mujer sobre un
hombre" (Astelarra, 2001 ).
Existen distintos tipos dt accio 1es positivas: sistemas de cuotas, líneas de
crédito especiales, iniciativas 1udiciales, etc.; un tipo de medidas que van siempre
acompafiadas de un debate a favor ; en contra, dentro y fuera de quienes impul-
san la igualdad de oportunidades. Sil embargo los mecanismos de acción positiva
han demostrado también que ;on im uficientes para llegar al fondo de la cuestión:
la escisión entre lo público y lo priv; do y la doble jornada que han de soportar las
mujeres por haber accedido a la esfe ·a pública. La igualdad de oportunidades, que
apoya sobre todo la incorporación de la mujer a la esfera pública, ha logrado de-
rechos formales pero no sustancial ·s, puesto que las mujeres se enfrentan con
desventajas no sólo familiares, sino 1ambién ideológicas y de poder.
Desde el punto de vista 111term cional, la repercusión de la Comisión de la
Condición Social y Jurídica de la fV1 ujer de Naciones Unidas ( 1946) en las agen-
cias internacionales especiali1:adas OMS, OIT, UNESCO- y en las Comunida-
des Europeas y el Consejo de Euro Ja ( 1949), y sobre todo el Tratado de Roma
(art. 119), que creó la Comunidad :conórnica Europea ( 1957), plantearon ya el
reconocimiento de la igualdad de re nuneración por igual trabajo entre hombres y
mujeres (art. 141 ), pero su aplicac ón no se prescribió hasta 1975, cuando una
serie de directivas (Directiva 7 5/ 1171 extendieron el principio de igualdad de trato
al acceso al empleo, a la for111ació1 y a la promoción profesional para eliminar
toda discriminación en el mL.ndo laboral y, a continuación, en los regímenes de
seguridad social, los regímemsjurídicos y los regímenes profesionales.
La Comisión de la Unión Luwpea ha asociado una estrategia comunitaria
(2001-2005) a los programas pluria males de promoción de la igualdad de trato,
iniciados en los afios ochent<, con ,1 fin de establecer un marco de acción en el
que todas las actividades co1 rnnita1 ias puedan contribuir a lograr el objetivo de
suprimir las desigualdades y promm er la igualdad entre la mujer y el hombre.
El Tratado de Ámsterdam intent) superar el ámbito de aplicación del art. 141,
limitado a la retribución, incl 1yendl la promoción de la igualdad entre el hombre
y la mujer. La Carta de los Derechc s Fundamentales de la Unión Europea, adop-
tada en diciembre de 2000 ) en fa ,e de ratificación, confirma que "la igualdad
los Servicios Socia1es en E~paña
entre hombres y mujeres será garantizada er todos los ámbitos, inclusive en mate-
ria de empleo, trabajo y retribución". Bajo esta orientación se han publicado las
siguientes actuaciones y programas de acción social en la Unión Europea, cuyo
contenido se ha ido incorporando a la norm 1tiva d~ los países miembros y a la de
quienes aspiran a incorporarse:
156
Los Sc1Ticios Socf,i/e. huio la pcrspecrii·a de género
El concepto femenino del bienestar social e i1 di\ idual evolucionó desde la conside-
ración de la "mujer como problema", a la reivindicación jurídica de la igualdad de
sexos y la igualdad de género. Inicialmente se pedían medidas que condujeran a
aplicar el derecho de igualdad contemplado tn la C.mstitución. A principios de los
años ochenta, las militantes socialistas y p1 Jgresistas trabajaron en los aspectos
discriminatorios de la legislación y en accio1 es de promoción de la igualdad o de
eliminación de la desigualdad de sexos.
Como se ha señalado, el Instituto de la Mujer impulsó numerosas acciones,
entre ellas los Planes de Igualdad de Opo1 tunidades: el 1 Plan de Igualdad de
Oportunidades de las Mujeres ( 1988-1990). el 11 Plan de Igualdad de Oportuni-
dades de las Mujeres ( 1993-1995), el 111 PI< n de Igualdad de Oportunidades en-
tre Mujeres y Hombres (1997-2000) y IV Plan de Igualdad de Oportunidades
entre Mujeres y Hombres (2003-2006), así l orno el Plan Estratégico de Igualdad
de Oportunidades (2008-2011 ).
158
Los Se1Ticios Soci,1/c. hujo la pcrspectin1 de género
159
Los Servicios Sociuh , t'r E.1 ·1aiw
160
/,os Se1Ticios . ,·ocia/e hujo la perspecri\·a de géneru
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\iDFSIGL 1AID\D DI
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161
Los Servicios Sociai es en E ~paña
16~
Los SeJTicios )'ocwh. huio lu perspecliva de género
163
Los Servicios Sociales en España
164
Los Servicios Sociales bajo la perspectiva de género
165
los Servicios Sociales en España
I66
Los Serricios )'ociah' hajo la per.1pectiva de género
16~
Los Servicios Socio es en Espai7u
País Vasco Emak11nde-lnstit11to Plan d.· Accic•n Positiva para las l\lujeres de la
Vasco de la Muicr. C. A. de Eu:-.kaci 199I-1994.
1991. Il Plan le Acci 'rn Positiva para las Mujeres de la
C. A. de Eu~kacti 1995-1998.
111 Plan le Acción Positiva para las Mujeres en la
C. A. de Eu~kadi I 999-2005.
IV Plan para la Igualdad de Mujeres y Hombres.
2006.
V Plan ¡1ara la Igualdad de Mujeres ) Hombres.
20IO.
Ley 4/J( 1J5 de 1 8 de fehrero. para /u Igualdad de
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _M_1~1i_e1_·é~'s ·Homl1_re_s_.-----------~
Comunidad lnstitut Valencia 1 Plan d, Actuación del Gobierno de la Comuni-
Valenciana de la Dona, 1988. dad Valt nciana para la Igualdad de Oportunidades
Dirección General de las r 1ujeres. Comunidad Valenciana. I 989-
de la Mujer. 1997. 1991.
Dirección General 11 Plan el~ Actuación del Gobierno de la Comuni-
de familia y Mujer. dad Valt iciana oara la Igualdad de Oportunidades
2011. entre Ho nbres) Mujeres. 1997-2000.
111 Plan 'e Actuación del Gobierno de la Comuni-
dad Vale iciana oara la Igualdad de Oportunidades
entre Ho nbres) Mujeres. 2001-200-t.
Plan de l.;ualdac de Oportunidades para Mujeres y
Hombre' de la Comunidad Valenciana (2006-
2009).
Plan de \1edid<tS del Gobierno Valenciano para
combatir la \'icdencia que se ejerce contra las
mujeres 005-2(108.
Ley 1/ ]( 03 de l de ahril, para la igualdad de
----------------º~p_o_rt_u_n_dudes a! Muieres y 11 omhres.
168
Los SoTicios .)ocw/e. bufo la perspcctii·a de género
169
Los Ser\'icios Socio 1es .:n Fspañu
F11e111c. adaptado de Teresa García (iiráldez (2004 "C. omplcjidad de las políticas municipales
de género" en, E. Rnldán (ed.), Ciéneru, políticas lo ·a/es e 111tervencilÍ11 social, p. 11 O.
menores) y en los que figuraba a mujtT ··como problema". Con respecto a la ver-
ticalidad de los programas y los servic os, con la institucionalización de las políti-
cas de género en torno a los S2rvicic~ Sociales o al área de bienestar social, el
debate giró en torno a la sectori.ilizaci )n y a la necesidad de crear departamentos,
áreas o concejalías propias de]<, muje . Acabó luego planteándose la transversali-
dad de las políticas de la mujer graci; s a la promulgación de los planes de igual-
dad de oportunidades nacionales y ; utonómicos, recayendo la responsabilidad
política ya en las Concejalías (e la n ujer, que se iban a encargar de aplicarlo y
ampliarlo, ya en áreas específic.is (cuadro 6.2).
El debate sobre la necesidaJ o no de estructuración de una concejalía especí-
fica para los temas de mujer en el aml 1ito municipal es una de las cuestiones recu-
rrentes sobre las que toda\ ía m paree: haberse llegado a un consenso generaliza-
do, como muestra el citado estudio.
En el estudio señalado se oJserva que las imágenes de lo femenino varían de-
pendiendo de múltiples factores. La Ucrza de lo simbólico, condicionada por el
factor cultural, es tan potente que rn, favorece una evolución simultánea en los
municipios espai'ioles desde h's año· noventa, cuando se inician los planes de
igualdad. Es decir, no en todos los m micipios ha habido el mismo grado de com-
promiso con la discriminación, dcsit ualdad y exclusión de las mujeres. Así, las
políticas desarrolladas dependen de dos decisiones importantes: la creación de
una concejalía de Mujer específica •' la cuestión de la mujer adscrita al área o
concejalía de bienestar social.
Hay corporaciones locales en las ¡ue existe una concejalía o área de mujer es-
pecífica, creada ante la necesiJad dt organizar adecuadamente y centralizar una
serie de acciones o servicios que ot ·ecen distintos departamentos o concejalías.
Una de las principales motivat iones 1ara la creación de una concejalía específica
de mujer es la separación de e~tas est ·ucturas y acciones de las del área de bienes-
tar social o servicios sociales. para :vitar la "problematización" de las mujeres,
orientándolas a toda la población fe nenina, mediante la implementación de pla-
nes de igualdad que persiguen la traJ1sversalidad de las acciones. Sin embargo, si
bien las acciones se orientan teóric 1mente al trabajo nonnalizado con mujeres,
sigue siendo elevado el número de Lisuarias de estos servicios que presentan pro-
blemas sociales y laborales o (¡lle s01 víctimas de la violencia de género.
En segundo lugar, existen nume10sos municipios con acciones orientadas a la
mujer adscritas al área de Bit:nesta1 Social, Servicios Sociales o Acción Social.
Entre los municipios que han nptado por incluir la cuestión femenina en el área de
'"bienestar social" existe en una cor cepción de la mujer como una persona más
con problemas sociales dentro de la población demandante de servicios sociales;
es decir, no adoptan una política fui <lamentada en una filosofía de género y una
171
Los Servicios Socia es L'fl Espaiiu
....i
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C NIRO-.; DI:
Ml IJ[R "COMO PROlll.lMA" 11' FORM,\ClÓN
SI CTORIAl.l/ACll)N A >l·:SOR
DISCRIMINACIÓN POSITIVA A INCL( 1N rl CONCEJALÍA
DE
l IACIA LA l NIVERSAl.l/ACIÓN Pl)M y SERVICIOS
SOCIALES
SI RVICLO
E' PH 'IA J/ADO
172
Los Se1Ticios Sociales iaio la perspi:crh·u de género
planificación acorde con unos rrincip os que guían acciones más universales. Aun
cuando las intervenciones de la mujer estén organizadas en los Servicios Sociales,
tienen un área o departamento L'SpecíLco que adopta distintas denominaciones: en
unos casos Centro de informac ón de 'ª mujer, en otros Centro asesor de la mujer
o Servicio de atención a la mujer.
Por último, se observa un tercer n odelo organizativo en el que los servicios y
acciones orientados a la mujer 5e ene 1entran ubicados en las diferentes áreas mu-
nicipales (en aplicación del principio de transversalidad, acometiéndose las inter-
venciones desde cada una de las con :ejalías específicas: las acciones de empleo
se acometen desde la conceja ía de ~mpleo, las de atención social desde la de
bienestar social o las de educ< ción l esde educación y cultura. Es, por tanto, un
modelo inespecífico, poco detinido) que aparece de forma marginal. en el estu-
dio realizado (figura 6.2).
173
7
Los Servicios Sociales
para la injancia y la juventud
176
Los Servicios Sociales para la infancia y la juventud
177
Los Servicios Social ?s en E 1pañu
178
Los Se1Ticios ,\oci,i/e" pura la inf(mcia y laj11vent11J
gresivo de casos de rupturas matrin oniales en nuestro país. Algunos datos del
Instituto Nacional de Estadíst ca (2( 12) señalan una tendencia a la disminución
de las disoluciones de matrimonios. :n 2011 se produjeron en total 1 10.651 diso-
luciones de matrimonios, un 0.3~11 m 1s que en 201 O. Por tipo de ruptura, en 2011
fueron 103.604 divorcios (un l,7% 11ás que en el año anterior), 6.915 separacio-
nes (un 4,6% menos)) 132 nulidade (un 5,7% menos). Los divorcios representa-
ron el 93,6% de las rupturas n atrim( niales. Si se tiene en cuenta que en la mayo-
ría de las rupturas están implicado' hijos menores de edad cuyo interés debe
prevalecer. y que las responsabilida( es parentales no se extinguen con la ruptura
de la pareja, parece convenie1 te apo.-ar la solución pacífica de los conflictos. Es
importante proporcionar recu1sos so jales de protección y apoyo a la familia en
situación de conflicto o ruptura, co1110 los servicios de orientación y mediación
familiar, así como puntos de rncuen1ro familiar para facilitar el cumplimiento del
régimen de visitas de los hijos por parte del progenitor no custodio.
Apoyar a las familias significa a iemás atajar la violencia familiar en sus dis-
tintas vertientes:
1"'9
Los Servicios Socia es u1 E 'Paiiu
1.La educación obligatoria, al considL rar que los niños, a partir de una de-
tem1inada edad y durante un núme• o de <·ños establecido, deben recibir
una educación básica.
2. Las leyes que regularon las condici' ne~ de trabajo. En 1874 se estableció
en Gran Bretaña una ley que prohibí: traba_¡ar a los menores de 1O años.
3. Las normas de derecho penal de me 10res, il sancionarles de manera dife-
rente a los adultos. A pa1tir de 1870 el mo,imiento internacional de refor-
madores y filántropos promovió acci< ne~ para elevar la edad de responsabi-
lidad penal y establecer tribunales esrcciale5 para menores.
4. Las regulaciones sobre sexualidad y matrimonio que recogen limitaciones
de edad para consentir relaciones se ,uales y también para contraer matri-
monio.
5. La protección frente al maltrato, el ; buso, a crueldad y la negligencia de
los adultos. Fue posterior y se ancló en las primeras medidas que se esta-
blecieron para penalizar el trato cru ·I a lo~ animales. La Ley de Preven-
ción de la Crueldad y mejor Protecci 'in de vtenores en 1899 en Gran Bre-
taña y la Ley escandinava de bienc-.;tar infantil iniciaron el movimiento
internacional para "salvar a los niño~' y reformar el derecho penal.
180
Los Se1Ticios Sociu/e.1 para la infáncia y la juventud
181
los Servicios Sociales en España
CONSTRUCCIÓN DEL
CONCEPTO MODERNO
DE MENOR
.¡. !.
" EMANCIPACIÓN LEGAL
NACIMIENTO DE LA DELIMITACIÓN DE LA
DE LA INFANCIA
MODERNIDAD MINORÍA Dt EDAD
(Producto de la Historia Social)
CAMBIOS EN US REUCIONFS
INDIVTDUAL/SMO IGUAllTARJO
FAMlllARFS
LEGISLACIONES INFLUYENTES
• Reconocimiento de derechos a: la vida.
•Jerarquía paterna sustituida por
la libertad. la igualdad • Educación obligatoria
consenso relación padres-hijos
• Liberación de las mujeres y los • Condiciones de trabsjo
• Igualdad hijos ante diferencias
menores
estatus matrimonial padres
• Sexualidad y matrimonio
• Liberación de las estructuras
•Autonomía e integridad
patriarcales • Protección contra el maltrnto fisico
personal de los hijos
182
Los Servicios Sociales para la infancia y lajuventud
Los Estados miembros deberán otorgar una protección especial a los niños
víctimas de tortura, malos tratos, sevicias o explotación por parte de los miem-
bros de su familia o las personas encargadas de su cuidado. Además de ello los
Estados miembros deberán asegurar a estos niños la continuación de su educa-
ción y el tratamiento adecuado para su reinserción social (apartado 8.19).
183
Los Servicios Sociales en España
184
Los Servicios Sociales para la infancia y la juventud
185
los Servicios Soci.iles en Espai'ia
l 1:-_Y _:¡ 8 1 or \10DIFlt ·\CI()'\ J)!·J l ()[)!liO Dc\.11 DI< 1\I 1/ \l lll"\
CI\ 11
C<l\IPHI '\( 1 \S J)J· 1 \S
-\D\fll'\lSJ'R:\l.lll:--Jl S Pl BI JC..\S:
~'!BITO DE LOS SERVICIOS SOCIALES
DE INFANCIA
186
Los Servicios Sociales para la infancia y la juventud
187
Los Ser1licios Sociales en España
Esta ley señala de manera específica que toda persona o autoridad que detecte
una situación de riesgo o posible desamparo de un menor de edad lo deberá co-
municar a la autoridad, sin perjuicio de que le preste el auxilio inmediato. Igual-
mente, quien tenga conocimiento de que un menor no está escolarizado o no asis-
te a un centro escolar regularmente, deberá ponerlo en conocimiento de las
autoridades competentes. La introducción del concepto de riesgo para los meno-
res es otra novedad de esta ley y, detectada esta situación, se establece que la au-
toridad competente pondrá en marcha las actuaciones pertinentes:
188
Los Servicios Sc,cfaies ¡•ara la inflincia y laj11ve11t11d
2. El desamparo es aquella situac 1ón que se produce por el hecho del incum-
plimiento o del imposib e o in; deet1ado ejercicio de los deberes de protec-
ción establecidos por las lcye~ para la guarda de los menores, cuando és-
tos quedan privados de la nec1 ·saria asistencia moral o material. La tutela
del menor la asume la entidad )Ública (art. 18 Ley 1/96).
3. La tutela administrativa. El art 222 del Código Civil establece quiénes es-
tán sujetos a tutela, entre los q 1e se encuentran "los menores que se hallan
en situación de desamp<.ro''. S; considera legalmente situación de desam-
paro aquella conducta de los ·espectivos titulares que conlleva la priva-
ción de la patria potestad snbr · el menor, que deberá en todo caso ser de-
clarada por el juez. Por e"ita declaración el menor quedará sometido a
tutela según las normas orJirn·rias; pero si esta tutela ordinaria no llegara
a constituirse, será de aplicaci•)n el art. 239 del Código Civil, que estable-
ce que la tutela de los n enore desamparados corresponde por ley a la en-
tidad pública a la que er cada ierritorio esté encomendada la protección de
menores (tutela administrativa 1. Este tipo de tutela implica necesariamente
la guarda del menor des.mi rar:1do.
4. El acogimiento rcsidem ial coi 10 medida protectora consiste en el cuidado
y custodia del menor, b en coi io contenido propio de la tutela o con inde-
pendencia de que se haya asu nido, cuando se lleva a efecto mediante el
ingreso del menor en ur centn o establecimiento propio o colaborador. Se
consideran asimilados a los e ~ntros, a estos efectos, los pisos tutelados,
hogares funcionales, n inirre~idencias, etc., tanto de titularidad pública
como de los centros colaborad )res.
5. El acogimiento familiar e~ u1 a alternativa de convivencia no institucio-
nal para aquellos menores qu ·no puedan vivir con su familia, porque se
encuentren en una situaciún le riesgo o desamparo. Supone la integra-
ción plena del menor en la v da de la familia que lo acoge, que se com-
promete a tenerlo consigo. cu darlo, educarlo, como si fuese un miembro
más de la unidad fami iar. pr )porcionándole una formación plena como
persona.
6. El acogimiento familiar· admi iistrativo (art. 173.1 Código civil) es aquel
formalizado por escritl•, con :1 consentimiento de la entidad pública, de
los titulares de la patris potes·ad o tutela, de los acogedores y, en su caso,
del menor que tenga 12 o má: años cumplidos, en vi11ud del cual la fami-
lia acogedora se compt omete a velar por el menor, tenerle en su compa-
ñía, alimentarlo, educarlo y p ·ocurarle una formación, produciéndose una
plena participación de dicho menor en la vida de la familia acogedora.
Existen tres modalidades:
189
Los Servicios Soci,1/e.' en Espaiia
Además la Ley 1/1996 en su art. 10.2 cstablele que el menor tiene a su dispo-
sición una serie de mecanismos para la dl fensa i garantía de sus derechos e in-
tereses. El menor puede:
190
Los Se1Tic·ios S 1ciu/e.1 nora la infáncia y /ajuvenrud
Hasta los años noventa la juve1 tud co nprendía a las personas que se hallaban ente
los 15 y los 24 afios, separám ose dt ntro de esta franja dos cohortes de edad: la
juventud adolescente, de 15 a 19 año-;, período de retención en la educación o de
tránsito de la educación secum1aria ª' trabajo; y la juventud propiamente dicha de
20 a 24 años, período de transición de la educación superior, técnica o universitaria,
al trabajo. El análisis de las dificultad··s por las que atraviesan las personas jóvenes
en estas dos cruciales etapas de sus idas es esencial para fonnular propuestas y
aplicar medidas que faciliten dicha tr msición de manera positiva. Lna razón (adi-
cional y normativa) para defini1 el lím te inferior, por lo que se refiere a la admisión
al empleo o al trabajo, es que rn el C mvenio 138 sobre la edad mínima de OIT se
indica: '"(. .. )no deberá ser infe ·ior a l 1 edad en que cesa la obligación escolar, o en
todo caso, a quince años" (art. :.J). A gunos países delimitan a los jóvenes entre los
14 y los 24 años, porque el Cnnveni i pennite "( ... ), especificar inicialmente una
edad mínima de 14 años" (art. 3,4). J.simismo en numerosos contextos, con el fin
de analizar mejor la transición de la escuela al trabajo, el límite final de edad se
amplía. en el concepto de los j( venes idultos o adultez emergente, a 30 años, sobre
todo a partir de los años noventa, co11 motivo de los problemas generados por las
políticas neoliberales y la crisis ecl)nó1nica que derivó de ellas.
191
Los Servicios Sociales en España
192
Los Servicios Sociales para la infancia y la juventud
193
Los Servicios Sociales en España
194
Los Se1Ticios .\ociu/e~ para la infancia y /a juventud
cepto de clase por encima de o ras ca egorías,joven o mujer, que fueron relegadas
y no fue hasta la contestación de la década de 1960 cuando la juventud adquirió
relevancia (Wright Milis, Goldman 1, al verificarse la contradicción entre los
avances juveniles y el estancallliento del contexto social. Es quizá Bennett Berger
( 1963) quien critica la visión unidire :cional de la transición juvenil simplificada.
que no considera la complejidsd que iculta el concepto y la diversidad de culturas
que se generan en su interior.
La teoría de juventud tienL' a alg mos de su mejores representantes en la Es-
cuela de Birmingham, en las i ivesti~aciones realizadas en el Centre for Contcm-
porw\· C11/t11ra! S111dic.1· (CCCS. 19 iJ-2002). Integran varios elementos prove-
nientes del marxismo, entre ellos la d 1scusión sobre la construcción de la teoría de
la cultura (relación base-superestn ctura). pero sobre todo una relectura de
Gramsci que los vincula con el marxim10 humanista, básicamente a través del uso
de su concepto de hegemonía. que ut !izan para explicar las subculturas juveniles,
los medios de comunicación, a raza y el género. Su método, que influenciará al
resto del grupo, se basa en el análi~is a tres niveles: histórico (problemática de
clase); estructural o semióticc (los · ubsistemas simbólicos); y, fenomenológico
(la forma de vida de sus integ ·antes, Posteriormente John Clarke y Ton y Jeffer-
son ( 1973) plantearon que la; sube ilturas juveniles deben abordarse no desde
perspectivas idealistas sino d:sde u ia génesis sociohistórica cultural concreta,
donde negocian su espacio, es ti lo y u yo con las estructuras hegemónicas como
una lucha por controlar el significadl . Definen el concepto de cultura, su vincula-
ción con las clases sociales, y recm1dazan el ténnino "'cultura juvenil" por el de
subculturas juveniles. y así eo come las analizan en su relación con la "cultura
paterna" con la que tiene Jifert·nc1as similitudes (Pérez Islas, 2008, pp. 14-15).
En Francia dos enfoques con ar ortaciones bastante originales son: el de la
complejidad de Edgar Morin ( 1962). Este autor se preocupó por el proceso que se
estaba produciendo en la socitdad dt masas. proceso que llamó '"desgerontocrati-
zación" que se da en la polítio. en 1 familia y en la cultura de masas. Por eso la
cuestión juvenil no sólo es asunto de los jóvenes, sino tambiién de los adultos que
tampoco quieren dejar de ser jl'ivene'. Resalta la necesidad de transfomiar el pen-
samiento que aísla por un pen~amier lo que une; por lo tanto la complejidad de la
realidad reclama un pensamiento co11plejo, que trata a la vez de vincular y distin-
guir, no de desunir.
El otro enfoque es el Je Pierre B mrdieu, quien parte de una teorización sobre
la estructura socia 1 y la prodlll c ión d ~ sujetos para plantear los conceptos de e lasc
vinculado~ a edad y generaciones. Para ello, define la estructura social como un
sistema de posiciones dentro de un s -.;terna relacional y jerárquico, dividido por el
capital; es decir. en un contexto en t 1 que las diferencias de generación son dife-
rencias en el "'modo de genenición" -en las formas de producción- de los indivi-
duos. diferencias que se lirnitm a gi upos y campos concretos en cada momento.
195
Los Servicios Sociales en España
La propuesta de clases de edad, de una edad social, se define por una serie de
derechos, privilegios, deberes, formas de actuar y está delimitada por una serie de
momentos de transición (matrimonio, primer trabajo, etc.) que siempre será una
producción histórica. Desde este punto de vista, la división por clases de edad no
es algo que el investigador pueda imponer desde afuera a su objeto de estudio
(como en la versión positivista), sino que debe comenzar delimitando los grupos
sociales y dentro de ellos, en sus dinámicas de reproducción social, reconstruir las
diferenciaciones de edad por clases (Pérez Islas, 2008, pp. 17-18).
Sin duda, las consecuencias de estos cambios sociales en el contexto de las úl-
timas décadas han sido contradictorias para la juventud; por un lado son positivas,
les proporcionan más oportunidades para mejorar sus experiencias; pero por otro
lado no pueden acceder a todas ellas y menos aún en un contexto como el actual,
dominado por la inestabilidad y la incertidumbre laboral y económica, que denota
un empeoramiento de las condiciones para los jóvenes respecto a las de las gene-
raciones que les precedieron.
196
Los Servicios Sociales para la infancia y la juventud
197
Los Servicios Soci, des en Espaiia
Este diagnóstico no contempla la desoct pación estructural, causada por las polí-
ticas neoliberales de los años noventa y la p1 >sterior crisis financiera y económica.
Son las políticas de juventud aquellas acciones que se orientan al logro y la
realización de valores y objetivos sociale,; en rdación con esta etapa del ciclo
vital, y el intercambio generacional. Estas políticas son de diverso tipo: reparato-
rias, de promoción y orientación al desarr illo y 1 la construcción de la ciudada-
nía. En ellas se ponen de manifiesto valt res e intereses sociales y las llevan a
cabo organismos específicos públicos (Et1ucación, Salud. Cultura, Trabajo, De-
p011e, etc.).
Las políticas de juventud han oscilado ~apuma Comas (2011 )- entre aquellas
definidas como de transición, porque trata1 de facilitar el paso de una generación
a otra, y las políticas afirmativas que pers guen ti refuerzo de la condición juve-
nil. Las primeras optan por estrategias tran, versales, 111 ientras que las segundas se
sostienen en los servicios específicos y esrecializados. Las políticas de transición
se asocian a la noción de espera pasiva, m ~ntras que las políticas positivas tratan
de implantar en la juventud la ciudadanía a ·ti va.
Las políticas de juventud y los progran as europeos se desarrollan a tres nive-
les diferentes: nacional y regional y local y se ouedcn analizar además por las
instituciones que las ponen en práctica, poi lo~ ámbitos de actuación, las priorida-
des y los planes de acción. El resultado es 1 na variedad de situaciones, por países,
que impide el análisis comparativo, a pesa de la~ directivas europeas para orien-
tarlas a escala nacional.
198
Los SetTicios .\ociu!e.< para la infancia _1· !aj11l'e11t11d
para financiar parte del alquiler de ,us viviendas. La regulaba el Real Decreto
1.472/2007, de 2 de noviembrL' (modificado por el Real Decreto 366/2009, de 20
de marzo; por el Real Decreto 1260 201 O de 8 de octubre), que el Real Decre-
to 20/201 L de 30 de diciembre de 11edidas urgentes en materia presupuestaria.
tributaria ) financiera para la .::orrec\ ión del déficit público, puso fin a partir de
2012, aunque los beneficiarios de la 11isma puedan seguir siéndolo mientras cum-
plan los requisitos y no hayan ~upera,!o los 4 años de su disfrute, y no sobrepasen
los 30 años de edad, aunque la cuantí 1 se ha reducido sensiblemente.
Los destinatarios jóvenes ~ntre 22 y 30 años, el tramo de edad en el que es
más difícil constituir un hoga · prop o y tener un trabajo remunerado; es decir,
cuando se produce la doble tra 1sició1 laboral y familiar. Los requisitos para acce-
der a dicha prestación son, además dt la edad, tener empleo, un contrato de alqui-
ler y un patrimonio inferior a 108.18:, 18 euros. Su objetivo es favorecer la transi-
ción de una juventud ya integrada en el mercado de trabajo y con voluntad de
constituir un hogar propio o y.t con t 1, mediante una ayuda cuatrienal. Es un pa-
liativo temporal para abordar proble nas estructurales -desempleo, inestabilidad
laboral, elevado coste del alquiler o :ompra de una vivienda- que no podían ser
solucionados en tan corto plazo. La enta de emancipación vincula a la juventud
con los Servicios Sociales. así :orno ton otras prestaciones a las que pudiera tener
derecho para cubrir los riesg( s de !'et exclusión, pero no han servido para este
acercamiento; por el contrari( Lópe1, Peláez (2012) resalta que en los últimos
años el distanciamiento entre os jó\ enes y este tipo de institución ha sido cada
vez mayor.
Además de los que persiguen la i 1serción laboral de la juventud, existen otros
programas de Servicios Soci< les dt stinados a su integración social. Conviene
analizar cómo aborda esta última red institucional el retraso en las transiciones de
la juventud a la vida adulta y qué ir formación poseen los jóvenes acerca de di-
chos servicios, lo que permitirá intt rpretar la adecuación o no de los recursos
disponibles a sus demandas y 1 sus situaciones de riesgo reales. Para transformar
los derechos en capacidades rL·ales -iice Sen (2000)- no basta saber que existen
unas instituciones sociales, sirrn también saber cómo funcionan.
Las características de los 1rogra nas de Servicios Sociales dirigidos formal-
mente a favorecer la transición de la Juventud son:
199
Los Serl'icios Soci, 1/es en Espai'w
200
Los Servicios Sociales para la infancia y la juventud
ria (Taibo, 2011 ). Las redes sociales han roto, por lo tanto, con el estereotipo de la
juventud insolidaria, pero no con la realidad de la sociedad de individuos de Elías,
a que se hacía referencia en el capítulo 1, porque el abismo de esta vulnerabilidad
es cada vez más profundo y existe el riesgo de una ruptura del vínculo social que
será dificil de restañar.
Asimismo los cambios en las instituciones de la juventud han marcado una
fragilidad identitaria y una menor estructuración de sus relaciones. Existen mayo-
res oportunidades de acceso a la formación que en épocas pasadas, pero menores
son las posibilidades de incorporación a la esfera productiva, lo que polariza su
efecto: empleos para jóvenes muy cualificados y empleos para aquellos, que por
fracaso escolar o desajustes entre formación y trabajo, están abocados a empleos
escasamente cualificados, que dificultan la construcción de itinerarios profesiona-
les duraderos, el mantenimiento del bienestar e incluso la asunción de responsabi-
lidades familiares.
201
8
Los Servicios SlJCiales de atención
a las situaciones de dependencia
203
Los Servicios Sociales en España
204
Los Servicios Sociales 1,e utem irín a las situaciones di' JepenJencia
::o:;
los Servicios Sociales en España
206
Los Servicios Sociales de atención a las situaciones de dependencia
207
Los Servicios Sociales en España
208
Los Servicios Sociales de atención a las situaciones de dependencia
En el ámbito espaftol, los sistemas de protección social, que partieron de una po-
sición inicialmente universalista como el sanitario, difieren de los que iniciaron su
proceso bajo la sectorialización como el de Servicios Sociales, en lo relativo al
alcance de la igualdad de derechos. Así, los servicios del sistema nacional de Sa-
lud y de Seguridad Social (arts. 41 y 149.17 de la Constitución española) se plan-
tearon desde el principio como derechos universales, claramente definidos y ex-
tendidos: los servicios sanitarios garantizaban y generalizaban el acceso a las
prestaciones y su carácter gratuito en lo que atañe a la atención. En definitiva,
unos servicios y unas prestaciones definidos de modo igualitario -aunque dieron
lugar posteriormente a diferentes modelos- y organizados con carácter estatal,
con lo que quedaba garantizado el derecho a la igualdad, antes de que las comu-
nidades autónomas asumieran las competencias sanitarias en el proceso descen-
tralizador posterior.
También el sistema de Seguridad Social, según el modelo que consagra la
Ley 26/I 990, de 20 de diciembre, convirtió unos derechos sociales en universales,
cuando al modelo contributivo inicial se le agregó la modalidad asistencial; es
decir, la de los Servicios Sociales definidos como prestaciones complementarias.
Como en el caso anterior, las comunidades autónomas asumieron las competen-
cias, pero cuando ya se habían consolidado en un proceso previo y se habían ex-
tendido a toda la población los derechos generalizados a la misma.
En ambos casos esta universalidad inicial permitió extender a la ciudadanía
unos derechos mínimos válidos para todo el territorio nacional, sin que la descen-
tralización posterior afectara negativamente ni produjera desequilibrios entre unas
comunidades y otras, aunque se hayan establecido algunas diferencias. La racio-
nalidad administrativa defendía la nueva estructuración bajo los principios de
proximidad de los servicios de atención primaria, que iban a responder a las de-
mandas ciudadanas en el ámbito territorial más cercano, constituyéndose como la
puerta de entrada a estos sistemas.
En la definición amplia de los sistemas de bienestar social, el de Servicios
Sociales personales español aspiraba a convertirse en el cuarto pilar del Estado
de bienestar. Su orientación inicial daba prioridad a la descentralización admi-
nistrativa y territorial para garantizar la universalidad de algunos derechos so-
ciales mínimos. Las dificultades del sistema de Servicios Sociales español han
sido resaltadas por varios autores en lo que respecta a su ambigüedad legal, su
objeto y su estructura fragmentada técnica y políticamente (Adelantado y Jimé-
nez, 2002; Subirats et al., 2002, 2007; Rodríguez Rodríguez, 2006; Aguilar
Hendrickson, 2009; Marbán, 2009; Roldán, 2009; Gil Calvo, 2009; Rodríguez
.:abrero, 201 1).
209
Los Servicios Sociales en España
210
los Servicios Sociales de atención a las situaciones de dependencia
211
los Servicios Sociales en España
212
Los Servicios Sociales de atención a las situaciones de dependencia
1. Primera etapa (entre enero y junio de 2007) inicio del desarrollo normativo
del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD). El
Consejo Territorial se constituyó como órgano encargado de emitir los
acuerdos, está compuesto por: un presidente, el Ministro de Trabajo y
Asuntos Sociales, 11 miembros de la Administración General, los represen-
tantes de las 17 comunidades y las 2 ciudades autónomas, y 2 representan-
tes de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Este ór-
gano se encarga de suscribir los acuerdos que figuran en el cuadro 8.4.
2. Segunda etapa (de julio de 2007 a julio de 2010). Para cumplir con los
acuerdos del Consejo Territorial, las comunidades autónomas comenzaron
a regular en su ámbito competencia] una serie de aspectos necesarios para
la puesta en marcha efectiva de la LAP AD, como el procedimiento para el
reconocimiento de la situación de dependencia y del derecho a las presta-
ciones del SAAD y la composición de los órganos de valoración. Comen-
213
Los Servicios Sociales en España
214
Los Se1Ticios Socio/es le uten ·i<in o los situaciones de dependencia
215
Los Servicios Socü les en España
216
Los Servicios Sociales le oren ·ián a las sir11acio11es de dependencia
hasta la Acuerdo del Consejo Ten .torial del Sistema para Resolución de 29
actual id ad). la Autonomía y Aknción a la Dependencia sobre de junio de 2010, de
moditicación del b~ remo e.: valoración de la situa- la Secretaría General
ción de dependenci~1 del RL al Decreto 504/2007, de de Política Social
20 de abril. y Consumo.
Real Decreto 1602 201 O e e 26 de noviembre, por
el que se regula la L·oncesi in directa de subvencio-
nes a favor de las Liudade, de Ceuta y de Melilla,
para la realiz::ición de pro :ramas y actividades en
materia social. pe1 sonas nayores y personas en
situación de dependencia.
Acuerdo por el que se act11alizan las variables pre- Resolución
Yistas en el marco le cnop :ración interadministrati- de 15 de junio de
va y criterios de reparto dL créditos de la Adminis- 2011. del IMSERSO.
tración General dt 1 Esta< lo para l::i financiación
durante 2010-2013 Jel 11ivd acordado. y se aprueba
el reparto de créditos de lt Administración General
del Estado. para la linanci. ción durante el ejercicio
2011 del nivel acorl.ado prL visto en la LAPA D.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
218
Los Se1Ticios Sucia/es de ure1h ián a las situaciones de dependencia
Cuadro 8.5. Emlución di' las aeflllli iones de la AGE ¡1ara la implantación del
SAAD e11 E'rw11a. 2007-2010
219
Los Servicios Socú les en ".spaña
220
Los Servicios Socio/es (·e urel1l irín a las situaciones de dependencia
221
Los Servicios Sociales en España
222
Los Se1Ticios Sociu/es ('e aren( ián a las situaciones de dependencia
___1
")')"
Los Servicios Sociales en España
224
Los Servicios Socio/es l e u1enl ión a las siruaciones de dependencia
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Los Senoicios Sociales de uter .·ión a las sif/laciones de dependencia
227
Los Servicios Soc1 i/e.1 e11 Espaiia
230
Los Sl!!Ticios Sociales de ute1 L·i1í11 a las situaciones de de¡1emle11cia
/ 11fe11sidad
Aiio
Gr [(/Os Punros A rnda a domicilio
de aplicuc·úin
(horas/mes)
231
9
La constritcción del espacio
sociosanitario en España
cada comunidad han puesto alg mos lí nites a su aplicación, por lo que en la prác-
tica el sistema de coordinación ~ocios,tnitaria no se ha visto refrendado legalmen-
te. ¿Significa que tendría que haber ur sistema sociosanitario propiamente dicho'?,
¿han de permanecer los sistemas san tario y social como lo están en la actuali-
dad'?, ¿han de sumarse los esfuerzos 1ara una mayor eficacia de la coordinación
entre ambos sistemas'? En aras Je unél adecuada coordinación, ¿sería conveniente
la existencia de una ley de Serv cios S 1Ciales de carácter estatal?
Para responder a estas cues iones :s importante definir qué es la "atención en
el espacio sociosanitario", exrresión que puede traducirse como "cuidados de
larga duración" (long rerm cw e o s1 ins méJico-socioux ), según Carrillo Rida u
(2011 ). En general las múltiples denc mi naciones que ha recibido la atención so-
ciosanitaria suelen encubrir pn•puest< s y modelos que implican fórmulas distin-
tas, cuando no divergentes, de r~organ ,zación de ambos sistemas y de los métodos
de gestión y financiación de su~ servil ios (Libro Blanco de la Dependencia: 2004,
Capítulo Vil, p. 513). Su espec:ificid td viene determinada por la población que
atiende y por la necesidad que es ac( mpaña de ser atendida por ambos sistemas.
El mencionado artículo l .f de la Le) de Cohesión y Calidad define la atención
sociosanitaria como aquella qlll,
Se señala que "la continuidad de servicio será garantizada por los servicios
sanitarios y sociales a través dl la ad< cuada coordinación entre las administracio-
nes públicas correspondientes".
Así, Carrillo Ridau (2011) en la misma línea que plantea la Ley, define la
atención sociosanitaria como u1ia inttrvención integrada de ambos tipos de servi-
cios, destinada a producir siner,;ias qt e mejoren el estado general de la población.
El resultado de la intervención de an bos sistemas va más allá de la suma de las
actividades de cada parte y ha de or;:anizarse como un área de convergencia de
los servicios sanitarios y sociaks.
Asimismo en el Libro Blancu d,: la coordinación sociosanitaria en España
(2011) la atención sociosanitaria está determinada por situaciones de salud, com-
plejas y mixtas, que suceden e1 el pn ceso asistencial en torno a cuidados de larga
duración en situaciones las mús de l ts veces crónicas y como respuesta a situa-
ciones de dependencia.
El objetivo principal de los cuid idos de larga duración es proporcionar una
atención integral al usuario-paciente ,. dar cuenta de las necesidades que puedan
Los Servicios Sociales en España
plantearse a lo largo del proceso asistencial. Esta atención ha de ser realizada con
una visión holística y sinérgica, que garantice el abordaje global de la actuación y
la optimización de los recursos existentes, de ahí Ja necesidad de colaboración,
cooperación, apoyo, entendimiento y coordinación entre Jos sistemas sanitario y
social. El paciente se constituye como el eje vertebrador sobre el que pivota el
sistema y la organización. Es suma: es el centro del sistema, el que lo define y lo
organiza. Ahora bien, la atención sociosanitaria posee implicaciones para Jos ac-
tores que están involucrados en ella, ya sean usuarios, profesionales o gestores. Es
un método de atención en red que favorece un estilo de intervención asistencial
novedoso, basado en la coordinación de los sectores y en una multidisciplinarie-
dad de profesionales y conocimientos (p. 246). Estos son Jos conceptos básicos
sobre los que se gesta y se desarrolla el concepto de atención sociosanitaria: aten-
ción integral; atención integrada y atención global; espacio sociosanitario; centro
sociosanitario; red sociosanitaria; paciente sociosanitario y coordinación sociosa-
nitaria.
Los niveles de complejidad que le acompañan -la atención, la intervención, Ja
coordinación entre los sistemas sanitario y social- son muy elevados. No se trata
de construir un espacio sociosanitario como tal, sino de maximizar los recursos de
Jos sistemas actuales, fomentando y mejorando Jos niveles de coordinación entre
ambos. Crear recursos sociosanitarios, específicos, como tal sistema, resolvería
una parte del problema, pero no completamente, ya que no atenderían nunca de
manera total a Ja demanda y siempre habría ciudadanos, usuarios de recursos so-
ciales o sanitarios, que necesitarían el otro sistema.
Ambos sistemas en su proceso se han ido configurando de manera diferente
con epistemologías, culturas, prácticas y actividades distintas. Las diferencias de
saberes y discursos que acompañan Jos modelos médico y social han sido durante
tiempo protagonistas en Ja escena relacional de los equipos de trabajo. Los equi-
pos de atención sociosanitarios actuales llevan la impronta de esta complejidad de
saberes de los profesionales y sus diferencias efectivamente pueden provocar
choques en Ja intervención y en el abordaje de la actuación sociosanitaria. No se
trata de aplicar el saber de una sola disciplina, sino de un encuentro de Jos mismos
con el conocimiento que deriva del diálogo entre el discurso social y el discurso
médico. El concepto de salud Jo define Ja Organización Mundial de la Salud co-
mo: "un estado de completo bienestar, fisico, psicológico y social; y no solamente
la ausencia de enfermedad o discapacidad". De la misma se desprende la necesi-
dad de entendimiento y trabajo colaborativo, coordinado y complementario entre
los diferentes protagonistas del sistema de salud.
Como se recoge en el mencionado Libro Blanco de la Dependencia (2004) "la
coordinación sociosanitaria se acerca a Jo que podríamos llamar metodología de la
intervención, intentando optimizar Jos recursos de ambos sistemas y lograr la me-
jor comunicación entre ellos con vista a la intervención conjunta y toma de deci-
236
La construcción del es¡ acio sociosanirario en Espaiiu
siones sobre la utilización de los recu1-;os" (capítulo VII, p. 514). La red sociosani-
taria la configuran recursos de ambos -;isternas y ha de ser entendida corno un con-
junto destinado de forma específica a la atención sociosanitaria de las personas en
situación de dependencia. Su objetive es la creación de un nuevo espacio de aten-
ción con algunos de los recursos del )istema Nacional de Salud y del Sistema de
Servicios Sociales, así como m evos s~rvicios específicos para la atención sociosa-
nitaria (ídem).
¿Cómo ha de entenderse esra coo1 dinación?, ¿qué debe garantizar? De manera
general ha de ser integral e intt rdi-;ci1 dinar, biológica, psicológica y social; global
en cuanto a prevención, asistencia cu1 ativa, cuidados y rehabilitación. Debe llevar
la impronta de la complementariedad intersectorial (entre lo sanitario y lo social)
y ha de estar basada en la calidad re la :ional de la atención al paciente.
Es previsible, atendiendo a los niveles de envejecimiento de la población es-
pañola y a las tasas de depcndrncia, t ue la demanda de servicios y centros socio-
sanitarios \aya en aumento. Por lo ta lto la eficacia en la gestión, planificación y
coordinación entre ambos sistemas ª.' udará a construir un sistema más efectivo y
resolutivo en las demandas de la pob ación. Es indudable que una mayor coordi-
nación intersectorial producirá una 1 iejor relación entre costes y beneficios del
sistema. Las características qm han d ~acompañar al modelo de coordinación son:
global, integral, rnultidiciplina ·, acode con el modelo sanitario y social del en-
torno de la persona dependiente. equitativo, accesible y flexible (Libro Blanco de
la Coordinación Sociosanitaria 2011. pp. 158-259).
237
Los Servicios Sociales en España
238
/,a constr11cciá11 del es¡ 1cio sociosanirario en Espuiia
La evolución del marco legislativo tie 1e como punto de partida el at1ículo 43.1 de
la Constitución espai'iola de 19~8. A.sí en 1991 la Comisión de Análisis y Evalua-
ción del Sistema Nacional de S,dud (Comisión Abril) indicaba las disfunciones del
sistema sanitario en esta materi.1 de at ~nción específica a los pacientes que necesi-
tan el sistema sanitario y socia. El A:uerdo-marco interministerial (Ministerio de
Asuntos Sociales y Ministerio Je Sanidad, 1993) supuso un referente en la cons-
trucción del discurso sociosarntario t .;;pai'iol. Los documentos que derivaron del
mismo son:
239
Los Servicios Sociales en España
240
Lu co11struccilí1 del es¡ acio sociosanitario en España
241
Los Servicios Soci de., en Espaiia
2-\2
Lu constr11cció11 del esp 1cio sociosanitario en Espaiia
Cantabria P1a n de Acción Socios mita ria del Ma) oren Cantabria 1999-2005
Castilla) León Decreto 741200) modi icado por el Decreto 49/2003 de 24 de abril por
el que se crean y regL lan las estructuras de coordinación en atención
sociosanit;iria de la Co nunidad de Castilla y León
Ley 16/2010 dl' 2(1 de Diciembre. de Senicios Sociales de Castilla y
León
Ley 8/201 O de 30 de igosto. de Ordenación del Sistema de Salud de
Castilla y León
11 Plan Socio~ani1ari11 de Castilla ) León aprobado por Decreto
59/2003
2008 Proceso je A.te ición Integrada sociosanitaria a personas con
discapacidad pc>r enfer nedad mental
~~~~~~~~~~~~~~
II Plan de Saluo de Ca .tilla León 2008-20012
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Cataluña 1986 Programa Vida als anys (Vida a los Años) por Orden de 29 de mayo
Plan Director Sociosanitario (PDSS) creado por Decreto 39/2006 de
14 de marzo
Extremadura Decreto 7/2006 de 1O de enero que crea las estructuras de coordinación
sociosanitarias y el servicio público de atención sociosanitaria
Ley 1/2008, de 22 de mayo, de creación de Entidades Públicas de la
Junta de Extremadura, que dispuso la creación del Servicio Extremeño
de promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia (SEPAD)
2005-201 O Plan Marco de Atención Sociosanitaria en Extremadura
2005-2010 Plan Integral de Atención Sociosanitaria al deterioro cogni-
tivo (PIDEX)
Marco de Atención a la Discapacidad en Extremadura (MADEX)
2007-2012 11 Plan de Salud Mental
Plan de Cuidados Paliativos de Extremadura
Galicia 1998 Programa Sociosanitario de Galicia o Programa PASOS
Ley 13/2008, de 3 de diciembre (artículos 8, 9), de servicios sociales
de Galicia
Acuerdos entre la Consejería de Trabajo y Bienestar y el Servicio Galle-
go de Salud para la atención a pacientes con trastorno mental, para la
organización del servicio farmacéutico en los centros de asistencia social
y para compartir el sistema de información gallego de atención a la de-
pendencia
20l0-2013 Plan de acción integral para personas con discapacidad de
Galicia
Plan Gallego de personas Mayores, Plan de Actuación Social de Gali-
cia 20l0-2013: Horizonte 2015
La Rioja Decreto 24/2004, de 16 de abril sobre centros sociosanitarios de conva-
lecencia
II Plan Integral de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las
Personas en Situación de Dependencia: Personas Mayores 2007-2010
II Plan de Salud 2009-2013
Madrid Decreto 122/I 997, de 2 de octubre de Régimen Jurídico Básico del
Servicio Público de Atención Social, Rehabilitación Psicosocial y
Soporte Comunitario de personas afectadas por enfermedad mental
grave y crónica
Ley 11/2002, de 18 de diciembre, de ordenación de la actividad de los
centros y servicios de acción social y de mejora de la calidad de la
prestación de los servicios sociales de la Comunidad de Madrid modi-
ficada por la Ley 8/2009 de 2 de diciembre
Plan de Atención Social a personas con enfermedad mental 2003-2007
Plan de acción para personas con discapacidad 2005-2008
Plan Estratégico de Salud Mental 2010-2014
244
Lu co11srrucciá11 le/ c'S/h cio sociosanitario en Espaiia
245
Los Servicios Sociales en España
can unas a otras (p. 761 ), de ahí que la coordinación sociosanitaria se pueda defi-
nir como "un conjunto de acciones encaminadas a ordenar los sistemas sanitario y
social para ofrecer una respuesta integral a las necesidades de atención sociosani-
taria que se presentan simultáneamente en las personas que padecen situaciones
de dependencia y enfermedad crónica"(citado en Libro Blanco, 2011, p. 216).
246
Lu co11str1tccirí11 di!! esr 1cio sociosuniturio en Espuiiu
247
10
Los Servicios Sociales
. , , . ,
para mznorzas etnzcas autoctonas
y extranjeras
249
Los Servicios Sociales en España
Los conceptos en materia etnocultural han ido evolucionando del terreno reactivo
hacia otro activo. Así de las propuestas de carácter defensivo y de reacción contra las
ideologías y prácticas racistas y discriminatorias contra personas, grupos o institucio-
nes consideradas diferentes por su pertenencia étnica, racial o de género, se ha pasado
al establecimiento de una serie de medidas de acción positiva con objeto de alcanzar
un trato igualitario; y dentro del mismo la reivindicación de la "igualdad a" las perso-
nas no discriminadas-las mujeres a los hombres, los gitanos a los payos, los extranje-
ros a los nacionales- ha dado paso a otras medidas de "igualdad entre" personas,
grupos o comunidades diferentes que pertenecen y conforman las sociedades plurales.
Cada vez con mayor rigor se toma conciencia de que la presencia de personas
cuya diferencia se reconoce y respeta, refuerza y enriquece la democracia y que,
por el contrario, la imposición de un modelo homogéneo, único y válido para todos
ha originado numerosas exclusiones, entre quienes no se sentían representados ni
las instituciones nacionales los tenían en cuenta. El concepto uniformador de la
ciudadanía -civil y política- del siglo XIX aunque desde el punto de vista formal
incluía a ciudadanos de un mismo territorio y reducía a una sola su cultura, lengua,
religión, etc., desde el punto de vista sustancial dejó fuera de ella la diversidad -las
mujeres, los analfabetos, los pobres, los gitanos, los extranjeros, etc.- y les aplicó
un trato discriminatorio que redundó en un perjuicio por su ser diferentes.
Posteriormente con las conquistas de derechos económicos, sociales y cultura-
les, el espacio de la ciudadanía se fue ampliando a la vez que se iba reconociendo
ésta como ciudadanía diferenciada, a finales del siglo XX. Las políticas más re-
cientes han puesto el énfasis no sólo en la defensa de los derechos de las personas,
sino también en la promoción de valores que contribuyen a la creación y fortale-
cimiento del capital social dentro de cada uno de los estados que se presumen
sociales y democráticos de derecho.
• Racismo
250
Los Servicios Sucio/es pera min irías étnicas a11tóctunus y extranjeras
las teorías que sostenían las jerarquías raciales o étnicas entre individuos y grupos
humanos y que han sido la cau'-a, has a bien entrado el siglo XX, de políticas eu-
genésicas y genocidas.
Sin embargo, algunos autores com ideran que, lejos de haber desaparecido, es-
te fenómeno está latente y emerge e1 momentos de crisis políticas, nacionales,
económicas, etc., por lo que su -:studi< no ha de ser abandonado y se ha de afron-
tar mediante leyes y políticas 1úblic; s cuyo objetivo sea desentrañarlo. Casáus
define el racismo de modo completo y complejo como:
La autora subraya no sólo le impo tancia ideológica que lo alimenta, sino tam-
bién su intencionalidad y su caracter pt1lifacético no sólo en sus valoraciones y ma-
nifestaciones, sino también en la condu:ta de los actores que lo ponen en práctica.
Otros autores apuntan incluso al "nJevo racismo" que sustituye el referente bio-
lógico de la raza por el referente socio! Jgico de la cultura. Balibar ( 1991) señala:
En este nuevo racismo "la l:ultura puede funcionar también como una natura-
leza, especialmente como una forma de encerrar a priori a los individuos y los
grupos en una genealogía. una deterninación de origen inmutable e intangible".
Además, aunque formalmente cn este planteamiento desaparece la cuestión de la
jerarquía, ello es más aparente que real, porque "de hecho, la idea de jerarquía( ... )
se reconstruye en el uso práct co de la doctrina (por lo que no necesita que se
enuncie explícitamente) y en L"I tipo de criterios que se aplica para concebir la
diferencias de culturas" (Taguil'ff, 19~ 7; Balibar, 1991 ).
Los Servicios Sociales en España
252
L()\ Servicios Sociufes p,1ru mil orías étnicas aut<Íctonas y exrrunferas
253
Los Servicios Sociales en España
• Identidad y diferencia
Estos términos son dicotómicos se sitúan en dos ejes distintos que no tienen
por qué intercambiarse. El abordaje de las identidades como una construcción
cultural de carácter plural se encuentra en permanente renegociación. La identi-
dad se coloca en un extremo del eje de la abscisa (figura 10.1 ), se refiere a la re-
presentación que tiene el sujeto de sí mismo o que los otros tienen de él. La per-
sona posee de sí misma muchas representaciones, según las circunstancias y la
diversidad de relaciones con las demás. No existe una sola identidad, la identidad
es posicional y varía en función de diferentes aspectos: étnicos, de género, cultu-
ra, religión etc. De manera que se analizará como una construcción dialógica en
negociación permanente. El término identidad es dificil de definir porque su cam-
po semántico se sitúa en la interacción entre la persona y la sociedad. Es un tér-
mino utilizado por psicólogos, como autoconcepción de las personas, o por los
254
Lo1· Se1Ticios Sociales p11ra mil, irías étnicas autóctonos y exrronieras
255
Los Servicios Sociales en España
Igualdad
Identidad Diferencia
- Cultura
- Género
- Lengua
- Religión
Desigualdad
- Prestigio
- Poder
- Riqueza
Figura 10.1. Ejes de interrelación.
• Igualdad y desigualdad
256
Los Servicios Sociales poru min irías étnicas autríctonas y extranjeras
257
Los Servicios Sociales en España
• Capital social
258
Los Servicios Sot·ia/es poro mine irías étnicas autáctonas y cxtranicras
• C11/t11ra
~59
Los Servicios Sociales en España
Exclusión Discriminación:
- Legal Leyes discriminatorias
- Social Prácticas discriminatorias
Segregación: Guetos
- Espacial Delimitaciones espaciales
- Institucional Guetización escolar
Eliminación:
- Cultural Etnocidio
- Física Fundamentalismo cultural
Genocidio
Limpieza étnica
Inclusión Homogeneización Asimilación cultural
(hasta los años 1960) Pérdida de cultura
Fusión cultural Meltingpot
Aceptación de la diversidad Pluralismo cultural:
cultural como positiva
- Multicultural
A partir de la década de - Intercultural
1960
Fuente: adaptado de datos de C. Giménez (2000). "Modelos de gestión de la diversidad cultural. Del
racismo a la interculturalidad" en J. Alcina (coord.), Hacia una ideología del siglo XXI.
260
Los Servicios Social<'.\' pa ·a mim 1·ías étnicas a11t1)ctonas )' <'Xfranjeras
las diferencias existentes, y supone la 1érdida de identidad y cultura para los do-
minados. Este modelo se ha caracteri 1:ado por practicar el trato desigual en el
ámbito legislativo, financiero, lingüíst co o en el acceso a los recursos e institu-
ciones del Estado; así como po · la se ~regación espacial o institucional y por la
unifonnidad lingüística y educativa qt e ha promocionado una única cultura na-
cional y ha creado estereotipos iegati\ os y estigmas contra los grupos culturales
diversos, para negarlos ya sea ( omo r ersonas o como miembros de un grupo o
comunidad (Alsina, 2005).
Como modelo homogeneizador, 'onsidera la diversidad cultural como un
elemento negativo para el proceso inte ;rador de la nación dentro de un territorio,
ya que persigue una cultura, una lengu 1, una economía únicas y, aunque pretende
con ello ser incluyente, ha resu tado t ido lo contrario, ya que sus manifestacio-
nes han sido excluyentes: discriminaL ión legal y social, segregación espacial e
institucional. cuando no se ha legad( a la eliminación cultural o física de los
dominados.
En cambio el segundo, el mndelo ¡ >luralista, considera positivas las diversida-
des -cultural, lingüística. religio-;a, i:tc - y el reconocimiento de las diferencias se
plantea con criterios de inclusiór, de su-; derechos, propio de las sociedades demo-
cráticas y pluriculturales de finales del .iglo XX y principios del siglo XXI. El para-
digma pluralista contempla dos mode,os de representación de la diversidad: el
multicultural y el intercultural. En el rrimero las modalidades de interacción han
variado de la '"inevitable" asim ]ación mediante la homogeneización o la fusión
cultural, a la permisividad prime ·o) ac .?ptación posterior de la diversidad, a lo que
acompaña una valoración positiva de J multiplicidad cultural. Los ejemplos han
variado desde la asimilación cultural, < la pérdida de la cultura o al melting poto
mosaico de culturas norteamericano.
El modelo intercultural. que se ha empezado a introducir a partir de los años
sesenta como una variante en e plura ismo cultural y diverso del modelo multi-
cultural, tiene como rasgos clave: la :reencia en que todas las personas tienen
igual dignidad; el convencimie lto de que todas las culturas son iguales y que
merecen el mismo respeto las propias que las ajenas; la valoración positiva de la
diversidad sociocultural que se corresronde con una actitud antirracista y antidis-
criminatoria; y el reconocimient0 del r tro con su propia forma de ser. Se conside-
ra un modelo de inclusión que abord.1 la diversidad étnica, cultural, de género.
etc. y sus relaciones en una deknninaJa comunidad política a través del recono-
cimiento y la garantía de la igualdad ante la ley de todas las personas y el recono-
cimiento y respeto al derecho a a dife1encia, es decir al derecho de vivir según su
propia cultura (Giménez. 1997; Bobb10, 1984; Casáus, 2000; Mantovani, 2004 ).
Es uno de los modelos contempnráneo-; de tratamiento positivo y respetuoso de la
diversidad, surge en contextos de paz y democracia, lo avalan organismos inter-
nacionales y recoge las demandas y eivindicaciones formuladas por los movi-
261
Los Servicios Socio es en España
263
los Servicios Sociales en España
264
Lo.1 Serricios Socio/es po··u mim rías étnicas autóctonos y extranjeras
mas, que no se sabe muy bien cómo abordar. Sin embargo, el cuestionamiento de
la heterogeneidad ha sido tan constante y cíclico como el fenómeno de la inmi-
gración -producto de una nueva globalización- que no ha hecho más que romper
algunos elementos relacionales, las redes de reciprocidad y de apoyo, y resurgir el
individualismo con una gran desconfianza ante el "otro", sobre todo si posee una
cultura diferente (Gil Calvo, 2002).
En los planteamientos analizados se omiten aspectos que no se deberían con-
siderar menores, como son los factores económicos e ideológicos como parte
constitutiva de la cultura a la que se hace referencia, cuando han sido y son los
principales motivos que han desencadenado las jerarquizaciones de las culturas
(Martínez Montábez, 2002).
266
/,0.1 Se1Ticio.1· Sociales pura miJ¡, rías étnicas a11trícto11as y extra11iera.1·
].67
Los Servicios Sociales en España
268
Los Servicios Sociule.1· pc<ru mif¡, rías étnicus autóctonas y extrunjeras
269
Los Servicios Socio 'es i!n Fspaña
270
Los Ser\'icios Sociulc1· pl.ra min, >rías étnicas autóctonas y extranjeras
271
Los Servicios Socides en España
parte de ellos vinculados al Estado de bien,·star) con el apoyo financiero del Fon-
do de Apoyo a la Acogida e Integración dt· Inmigrantes y al Refuerzo Educativo
(Moreno Fuentes y Brusquetas Calleja, 201 )).
Los gitanos españoles pertenecen a un trofü o étnico con representantes en casi to-
dos los países de Occidente, y todas las le1 guas europeas les han dado su propio
nombre: Gypsies, Zigeuner. Gitano;, Rom. vfa11oud1es. Sinti. Cigány, Tsigani, etc.
A pesar del probable origen común que han puestc de manifiesto diversos estudios
de genética y de filología histórica, los gn.pos rc•maníes han experimentado una
marcada transformación en su contacto con Jtros pueblos con los que han convivi-
do y se han mezclado. Los grupos gitanos st diferencian mucho entre sí, en ocasio-
nes tanto como las poblaciones con las que c )n\ iven. Esta diversidad no debe resul-
tar chocante, ya que una de las característ cas centrales del pueblo gitano es su
adaptabilidad cultural y ocupacional a los ertornos geográficos, sociales y políticos
más diversos, elemento clave de su significa1 iva resistencia y supervivencia.
De los gitanos españoles existen noticias do,:umentadas desde el año 1425
(Archivo de la Corona de Aragón. Salvoco 1ducto de la entrada de gitanos en Es-
paña, 1425) y la historia de su incorporacic na la nación se puede resumir, según
Gamella (2007), en cinco etapas:
272
!~os Se1Ticios Sociulcs para 111i11< ·ías étnicos autóctonas y extranjeras
273
Los Servicios Socil les en J:spaña
Como otros grupos étnicos, los gitanos no .on un grupo aislado, genética o cultu-
ralmente, ni está separado o es completam~nte d stinto de los demás grupos que
conviven en el país. Gamella, en relación coi los grupos andaluces, pero haciéndolo
extensible al colectivo gitano. subraya que o que le caracteriza, '"Sólo es un todo
cerrado a los cambios, adaptaciones fusion1 s con ~us vecinos en las concepciones
del estereotipo y el prejuicio racista" (Game la, 2007). Es una de las estrategias que
adoptan ciertos líderes o élites gitanas com·i la 1mjor forma de defender los dere-
chos de esa comunidad o sus propios inter~se->. De ahí que no sea muy riguroso
hablar de '"cultura gitana" como un todo fij1 e inmutable, cuando la vida y la tradi-
ción de los gitanos de España está en intense proce~o de cambio y transformación.
Según este autor, los cambios profundo.; en la sociedad afectan también al co-
lectivo gitano como una población en tra1 sición. y alcanzan a sus costumbres,
modos de vida y estructuras familiares, d ~mugrafícas y sociales básicas. Estas
transformaciones no son sincrónicas ni en 'us ritmos, espacios y tiempos, ni tam-
poco su profundidad afecta de igual 111ane1 1 a las poblaciones más vulnerables y
degradadas de las zonas urbanas periféric s que a las familias tradicionalmente
integradas en pueblos en los que desempef,an trabajos respetados, lo que implica
tener en cuenta que se trata de una població 1 heterogénea.
Por un lado, muchas de las costumbres , ' práct cas colectivas que se considera-
ban propias de la '"cultura" o tradición gitam son la adaptación de un gran número
de gitanos a las situaciones de persecución, ·acismJ o pobreza, pero que no le eran
propias anteriormente a esta minoría. Por 1 tro laoo, algunas tradiciones y ocupa-
ciones que les pertenecieron durante siglos han d..::saparecido o cambiado recien-
temente hasta volverse irreconocibles. La g tana presenta un alto grado de sincre-
274
Los Sr:1Ticios Socio/es paru 111ii 1orías étnicas autóctonas y extranfcrus
tismo con el resto de culturas de la so :iedad española, a la vez que mantiene algu-
nas características y rasgos tn1diciorc1les que se transmiten especialmente en el
ámbito familiar. La mayoría de las p.:rsonas gitanas conviven e interactúan coti-
dianamente con personas no gitanas e i los espacios sociales, y dicha interacción es
probablemente más intensa que en ott )S países europeos (Estrategia Nacional para
la Inclusión Social de la Poblac ón Gi1ana en España 2012-2020, p. 8).
Hoy, en España en genern 1 y et las comunidades autónomas en particular
donde están presentes, son muchas y Jiferentes las realidades existenciales, labo-
rales, sociales y culturales de os git mos, de ahí que no se debería identificar a
quienes son más visibles con tndo el '.!:rupo. Es importante sefialar algunas de las
continuidades de esta minoría étnica:
275
Los Servicios Sociales en España
276
Los Se1Ticios Socio/es pa ·u mine rías étnicas a11táctonas y extrunjerus
277
Los Servicios Socia es en España
278
Los Servicios Sociales pu,·u 111i11< 1·ías étnicas autóctonas y extranjeras
Actualmente las políticas sociale~ con ]¡ población gitana están adquiriendo especial
relevancia, no solamente en la U iión E 1ropea, sino también en organismos interna-
cionales como el Banco Mundial Vario, organismos internacionales están preparan-
do la "Década para la lntegració i de k ~ Gitanos en Europa" de 2005 a 2015. Asi-
mismo, la Estrategia Nacional p< ra la l 1clusión Social de la Población gitana 2020
(COM (2011) 173 final) profimd.za en menas prácticas y busca la complementarie-
dad entre políticas generales y l specífi-:as y entre los enfoques de mainstreaming
(inclusivos) y otros más espccíficJs, en, inca áreas clave: educación, empleo, vivien-
da y salud, con especial atención u la poi !ación romaní procedente de otros países.
Uno de los ámbitos fundamc'ntale~. el de la participación de las asociaciones
gitanas en la esfera pública, ha sido in pulsado con la creación en el año 2005 del
Consejo Estatal del Pueblo Gitano (Rl al Decreto 891 /2005 ), así como con el re-
conocimiento de su cultura y la puesta en valor de su contribución para la cultura
española en general, a través de la pm ~ta en marcha de la Fundación Instituto de
Cultura Gitana (2007) y del Consejo pira la Promoción de la Igualdad de Trato y
no Discriminación de las Persc nas pt1r el Origen Racial o Étnico (Real Decre-
to 1262/2007), en cuyo seno se enct entran representadas dos asociaciones de
defensa de los intereses de la co 11 u11id;1d gitana.
El 11 Programa Operativo Plurirrcgi( •nal de Lucha contra la Discriminación 2007-
2013 está financiado por el Fondo Soc al Europeo, para "Atraer a más personas al
mercado laboral, haciendo del traDajo Lll a opción real para todos y todas, fomentando
279
Los Servicios Socides en España
Administración General
Comunidades Autónomas
del Estado
1 Programa Operativo de lucha Consejo pira la Promoción Integral y Participación
contra la discriminación (2000- Social del Pueblo Gitano en el País Vasco.
2006) del Fondo Social Europeo 1 Plan Va, co par.1 la promoción integral y promo-
11 Programa Operativo ción socia del pu~blo gitano (2004-2007).
Plurirregional Lucha contra 11 Plan Vasco parn la promoción integral y promo-
la Discriminación 2007-2013 ción socia del pu•2blo gitano (2007-2011 ).
del Fondo Social Europeo.
IV Plan Nacional para Consejo HSesor del Pueblo Gitano de Cataluña
la Inclusión Social 2006-2008. (2009-201 l ).
Objetivos prioritarios son: 1 Plan Inte ~ral del pueblo gitano de Cataluña (2005-
- Fomentar el acceso 2008).
al empleo: promover JI Plan 11 tegral del pueblo gitano de Cataluña
la participación en el mercado (2009-201 l).
laboral y luchar contra El Estatutc de Autonomía de Cataluña establece que
_l_a_:p_o_b_re_z_a-'y'----1a_e_x_c_l_us_i_ó_n_s_o_ci_a_I._ _1--'-o-'-s_.p_o'---d--'-e--'-re , pú b 1icos "deben garantizar el reconoc i-
280
Las Servicios Sociales pOI u minu ·íos étnicas autr!ctonus y extronieras
Apoyar la integración social de mient<' de la cultura del pueblo gitano como salvaguar-
personas inmigrantes. dia de su realidad histórica" (LO 6/2006, de 19 de ju-
lio, de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña,
an. 4::: 7).
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
281
Los Scrricios Socú, les en f~spai'w
. 83
los Servicios Socú les en i:spaña
28-l
Lo~ uspectosflnunL·ierm y prn puestorios de los Servicio.1· Socio/es
De acuerdo con las previsiones estable :idas por la Constitución. existen dos siste-
mas de financiación para las ce munid 1des autónomas: el sistema de convenio o
concierto. aplicable exclusiva111e11te a I• is territorios forales de Navarra y País Vas-
co. y el sistema común. el de la Ley ( >rgánica de Financiación (LOFCA). que es
aplicable con absoluta gencralid id a la-; restantes comunidades autónomas y. par-
cialmente. a los territorios forale~.
28:5
los Servicios Socio/es en J,'spaña
ria de las comunidades autónomas con la d<·I Estado, y en general, de todos aque-
llos aspectos relativos a la financiación de l:ls mismas, como foro para consensuar
fórmulas, tomar acuerdos, y coordinar deci~ iones.
Una modificación del sistema de fin mciación ha sido establecida por la
Ley 22/2009, de 18 de diciembre, por la qut se regula el sistema de financiación de
las Comunidades Autónomas de régimen ccrnún y Ciudades con Estatuto de Auto-
nomía, cuya repercusión en detenninadas nonnas tributarias, se caracteriza por:
286
Los aspectosfi11uncieros \' pres1, •mesturios de los Servicios Sociales
La financiación en la legislac ón aut mómica es uno de los grandes retos del sis-
tema de Servicios Sociales y la principa barrera para conseguir el ejercicio efectivo
de los derechos. La suficiencia financie ·a se ha procurado fijando unos porcentajes
mínimos sobre los presupuestos r.utonó1 iicos y los locales. ya sea con carácter obli-
gatorio o como medida de fómentn. \simismo se han establecido apo11aciones
públicas obligatorias en especie ( ~uelo) 1ara la construcción de nuevos centros.
La normativa vigente contempla ta nbién el pago de los servicios por parte de
los usuarios o sus familiares. o I< gratu dad de algunos de ellos; en este sentido las
diferencias entre las distintas legislaci mes autonómicas son significativas: unas
287
Los Servicios Sociales en España
normas tienen como objetivo final unos servicios sociales gratuitos en el nivel
primario y otras prevén aportaciones de los usuarios también en este nivel. En
general se establece la participación en el pago de la atención domiciliaria y de la
mayoría de los servicios sociales especializados. Esta participación se fija en fun-
ción de los ingresos y el patrimonio de los usuarios. Algunas leyes autonómicas
recogen las modalidades de bono y cheque servicio. Los problemas de financia-
ción siguen siendo abordados en la legislación de Servicios Sociales de segunda
generación a la que se refiere el capítulo 4. A pesar de que se reconoce la impor-
tancia de la financiación como garantía de los derechos y del funcionamiento del
sistema, estas leyes siguen sin concretar nuevas fuentes o aportaciones económi-
cas significativas, salvo las relativas a la Ley de promoción de la autonomía per-
sonal y atención a las personas en situación de dependencia (cuadro 11.1 ).
288
Los aspectosfinanciero. y 1we1 11mestarios de los Servicios Sociales
289
Los Servicios Sociales en Fspaña
290
Lo1 aspectosfi11u11cicrm y pres 1p11estarios de los Servicios Sociales
291
Los SenJicios Sociales en España
292
Los aspc:crosfi11a11ciero, _1· ¡>re.1 1p11estarios de los Servicios Sociales
294
Los ospectosfinunciero _1· !'re5 1p11estorios de los Servicios Sociales
El presupuesto nace ligado a la )reocu )ación que existía por controlar el gasto del
Estado. Por esta razón su funci0n inici il era facilitar el control del poder legislati-
vo sobre las actuaciones que el Ejecu1ivo llevaba a cabo a través de las adminis-
traciones públicas. Este control era e_ ercido anualmente en la aprobación parla-
mentaria del presupuesto público. [e estas premisas nacieron los principios
presupuestarios clásicos: competencia. universalidad, publicidad, claridad, especi-
ficidad. temporalidad, exactitud y unid id.
Durante el siglo .\:\ se pwdujen n cambios sociales y económicos funda-
mentales, como son: la impos ción (e la doctrina económica keynesiana, una
mayor intervención estatal de planit cación, la puesta en acto del Estado del
bienestar, etc., que ampliaron la finalidad del presupuesto, dejó de ser un mero
instrumento de control para asumir ora serie de funciones. Lo que se ha deno-
minado la crisis de los principi is pre,upuestarios clásicos y el planteamiento de
una nueva concepción del prc~upueótO con una triple finalidad: como instru-
mento de control; corno instrurnento Je gestión y como instrumento de política
económica.
El presupuesto se define coi 10 una previsión de gastos e ingresos que se ha de
gestionar durante un período de tiemp11 determinado, al que se denomina ejercicio
presupuestario, generalmente u1 año. Zecoge un conjunto ordenado de decisiones
financieras sobre la asignación de lo, gastos para el cumplimiento de diversos
fines y los ingresos con que financiar os, dando respuesta a una serie de cuestio-
nes: ¿qué fines se prevén'?. ¿c01110 all anzarlos?. ¿con qué recursos? y ¿cómo fi-
nanciarlos?
Los presupuestos públicos se di1 :rencian de los privados porque implican
numerosas dimensiones: econó1 iicas, )Olíticas, jurídicas y gerenciales.
Los presupuestos han evolul·ionad1' conforme lo hacían las doctrinas económ i-
cas, y han centrado su importar cia no sólo en el control, sino también en su ges-
tión eficiente y sus efectos económico'· La evolución presupuestaria ha pasado de
manera consecutiva por cinco rnode os presupuestarios: presupuesto funcional,
presupuesto de ejecución, presupueste planificado por programas, presupuesto en
base cero. El primero permitía rnntrol ir, comprobar y comparar, a través del pre-
supuesto, lo que se iba a gastar el Est; do, permitiendo comparar la atención pres-
tada a cada una de sus funcionts enea 11inadas a la prestación de los servicios pú-
blicos que financiaban. En España e criterio funcional de clasificación de los
gastos se sigue utilizando para estruc urarlos y es el más importante de los tres
existentes (funcional, orgánico: ecom mico).
29.5
los Servicios Sociales en España
296
Los aspectos financiero, _i · ¡ire.' 11p11estarios de los Servicios Sociules
supuesto se divide en seccione;., cnm spondicndo cada una de ellas a uno de los
órganos constitucionales del Estadll (Casa de S.M. el Rey: Cortes Generales; Tri-
bunal de Cuentas, etc.), Depa11amento; ministeriales (Ministerio de Asuntos Exte-
riores: Ministerio de Justicia; M ini~ter o de Defensa; Ministerio de Hacienda, etc.)
u otras atenciones no específicamente atribuibles a ninguno de los anteriores cen-
tros gestores. Las secciones. a su vez, se dividen en servicios (en correspondencia
con cada una de las unidades adminis1rativas que integran cada Departamento mi-
nisterial: subsecretaría. direcciones gc11erales. etc.: los Organismos autónomos de-
pendientes de cada ministerio st· inclu en también como servicios de los mismos).
Con arreglo a la clasificación orgánic" los diferentes créditos presupuestarios son
objeto de identificación mediant~ un si· tema de numeración por dígitos.
297
Los Servicios Sociales en España
ECONóMlcA
¿COmo. f8lla?
tAPÍTUlOS
NIT!CUL.05
CONCEPTOS
SUBCOffCEPTOS GRANDES CfNTllOS GESTORES
CDITROS GESIORES
Sef'vicias
O<pnismosaw\namos
OfpnÍSlllOSpúbllals
298
Los aspectosfinanL·iero.' y pres rpuestarios de los Sen·icios Sociales
~99
Los Servicios Socia es en España
300
Los aspectosjlnuncieros _1· lire.1·1 ¡mes/arios de los Servicios Sociales
todas las organizaciones sin ánimo de lucro de la Iglesia católica. Es decir que a
esta institución se contribuye con este impuesto por partida doble: una directa, la
que expresa voluntariamente el Jeclan nte, y la otra, indirecta e involuntaria, por
el reparto realizado por la Admi11istración general del Estado.
Otras nonnas complementarias ap obadas fueron el Real Decreto 195/1989,
de 17 de febrero, que establece los re1 uisitos y procedimientos para solicitar las
correspondientes subvenciones, y las r 10dificaciones del Real Decreto 22311991,
de 22 de febrero. Todas ellas, juntu Cl n las órdenes que anualmente se publican
constituyen las bases reguladora~; de la~ subvenciones que se convocan.
Posteriormente las líneas dt actuación se contemplan en el Acuerdo-marco
del Ministerio de Trabajo y Asu nos S"ciales y el Tercer Sector de Acción Social
( 18 de octubre de 2006) para desarroll 1r los programas de interés social, que fue
recogido en la disposición adici•mal d1·cimoséptima de la Ley 42/2006, de 28 de
diciembre, de Presupuestos Gennalcs (el Estado para el año 2007.
Se definen los programas cor carácl~r nacional y la delimitación de las priorida-
des en la concesión de las subv~ncion ·s más recientes -la convocatoria del 6 de
junio de 2012- se realizarán una vez c msultadas las comunidades autónomas y el
Consejo Estatal de Organizaciones No ( ubemamentales de Acción Social -regulado
por el Real Decreto 235/2005, dt 4 de narzo- y los centros directivos de la Admi-
nistración General del Estado, re~ponsa lles de cada uno de los colectivos afectados,
y han sido acordados en la 47." C::infrre icia Sectorial de Asuntos Sociales. A ello se
añade que dichos programas intcgrarár parte de las actuaciones impulsadas por el
Gobierno para los grupos sociales aft c:tados por carencias sociales, culturales o
económicas, entre los que destacan las -;ituaciones de dependencia y las que se en-
marquen dentro de programas estatal e" tales corno, el Plan Nacional de Acción
para la Inclusión Social -conforme a h Estrategia europea para la inclusión social
de Lisboa- el Plan Estratégico J\aciorn 1 de Infancia y Adolescencia, el Plan Estra-
tégico de Igualdad de Oportunid,1des 2( 108-2011, el Plan de Atención y Prevención
de la Violencia de Género en pl1blació11 extranjera inmigrante 2009-2012, el Plan
Nacional de Accesibilidad 200_'-2014. el Plan de Acción para las Personas con
Discapacidad 2009-2012, la Es1 rat1:gi; Estatal del Voluntariado 2010-2014 y la
Estrategia Nacional sobre Droga~ 2009- 2016.
Para ser beneficiario de las ,ubvenc:iones reguladas en esta norma, Cruz Roja
española y las entidades sociaks u 01 ganizaciones no gubernamentales deberán
reunir los requisitos siguientes:
.301
Los Servicios Socia, es en E~paña
302
12
La iniciativa social
en los Servicios Sociales
30-t
La i11iciariw1 rnciu/, 11 los Servicios Sociales
1110 el de la interacción del sector altru sta, su combinación o su trabajo con otras
formas de organización existente~.
Sector 'úhlico
C uherna1 1entaleo,)
/
Fallo del Mercado (bienes.
colectivos. información.
\ Fallo del Estadu Resnuesta
rnantitativa (en esm:cial hienes
asnectos distrihutivos)
.105
Los Servicios Sociai es €n E ~paña
Esta teoría plantea el fallo del mercado · del gJbierno por sus limitaciones en
la provisión de "bienes colectivos" ( Weisb1 od. 1977). Se consideran "bienes co-
lectivos" los productos o servicios tales con o la d~fensa nacional o el aire limpio
que, una vez producidos, son de disfrute gt neralizado, independientemente de si
se ha pagado o no por ellos. Este fenómen(' plant~a el problema del ji-ee rider o
aprovechado: el problema del ji-ee rider pro JOCa q 1e el mercado no funcione ade-
cuadamente como productor de dichos bien"s, ya que la gente no está dispuesta a
pagar por bienes que puede disfrutarlos grat 1itame11te. Por lo tanto, en este ámbito
el mercado falla, en la teoría económica tradicional, y se plantea como una de las
principales racionalidades de la intervención gube ·narnental social. Puesto que el
gobierno tiene la capacidad para exigir el pago de ·mpuestos para financiar bienes
colectivos, también puede afrontar el fallo (el mercado. Es decir, cuando éste no
cumple con su función distribuidora y asig iataria de bienes y recursos -en este
caso bienes colectivos- es el Estado quien~ sumira esa función y emergerá como
una entidad financiadora o como un provetdor di1·ecto de bienes y servicios. En
principio las instituciones gubernamentales ~e pre~entan corno capaces de ofertar
aquellos bienes colectivos que el mercado es inc ipaz de distribuir; pero el go-
bierno tiene sus limitaciones o fallos intrín~ecos, en su calidad de productor de
bienes colectivos. Fallos que para algunas personas se convierten en insatisfac-
ción, cualitativa o cuantitativa, con los ser 1icios gubernamentales ofrecidos. Se
argumenta entonces la necesidad del sector voluntario para responder a las "de-
mandas insatisfechas" de esos bienes colect vos. la causa del descontento puede
proceder de carencias en la información ent1 ~ los n~sponsables de la toma de deci-
siones (nivel político y técnico) y los const midorc~s, al estar orientadas las deci-
siones políticas fundamentalmente a respon ler al "elector medio"; lo que es más
imp01tante, y suele suceder en una sociedad democrática, es que el gobierno sólo
producirá bienes colectivos que dispongan t el apoyo mayoritario, dejando por lo
tanto a otros subgrupos de población infradotados. En estos casos de vacío pue-
den actuar las organizaciones altruistas, bien come· una acción alternativa, o bien
como una actuación complementaria.
306
La inicilltiva sot il!I '11 los Servicios Socill!es
Lo que no explica la teoría de We1sbrod es por qué esos "vacíos" no los cu-
bren las organizaciones de mercado, n la provisión de bienes privados la realizan
las organizaciones voluntarias. !'ara sclventar estos problemas es necesario anali-
zar la relación entre el sector lucrativo y el no lucrativo, uno de cuyos problemas
-sostienen diversos autores, enc1·e otr is Hansman, 1980 y Powell, 1987- es la
"infomiación asimétrica o el fallo dd Lontrato" (contract.fái/11re).
Se parte de la constatación de que p ira algunos tipos de bienes y servicios, como
la atención a las personas mayorts por t jemplo. el comprador no es el mismo que el
consumidor, lo que supone que la elecl ión del servicio por parte de este último no
cumple con los elementos de infr rmaci1 n de los mecanismos normales del mercado.
Siempre que la calidad o la cantidad de 11n servicio no pueda ser observada ni medida
directamente por los productores ni por los consumidores, se producirá un fallo del
mercado y, en ese caso, las organizacio ies altruistas --que por definición no pueden
distribuir beneficios- serán considerada por los consumidores como una alternativa
de mayor confianza (Nelson y Knshins~ y, 1973 ). Las entidades no lucrativas pueden
aportar, por lo tanto, más credibilidad al comprador o al consumidor de un servicio
que es dificil de medir, tanto en cdidad Lomo en cantidad.
En muchos casos los usua1 ios de determinados servicios -en particular de
Servicios Sociales personales- io putden valorar la cantidad y la calidad de un
servicio, en cuyo caso para decdirse 1 tilizarán el criterio básico de la confianza,
bien en la profesionalidad de aquellos que ofrecen el servicio -a los que se supone
que conocen a fondo el problena c i1 tentan solventarlo ofreciendo ese determi-
nado servicio- escogiendo. por lo tant ), centros gestionados por profesionales; o
bien utilizando como criterio de con1ia11za el hecho de que en los centros sin fines
lucrativos existen limitaciones al bem ficio económico, lo que desde el punto de
vista del consumidor supone ló¡.'.icame lte, al menos en teoría, que los excedentes
se puedan invertir en mejorar I<. calid.1d del servicio. Al mismo tiempo, para los
donantes ofrecen mayor confia1 za las organizaciones voluntarias en el momento
en que se deciden a realizar una donac ón, puesto que dichas instituciones brindan
mayor seguridad de que sus apJrtaci1 nes se dedicarán a actuaciones de "interés
general o social".
Así, autnres como Rosc-Ac1~enna1 ( 1996) resumen las actuaciones de las or-
ganizaciones altruistas y ~us i11terreh ciones. más o menos importantes depen-
diendo de la acción gubername ital. J, las características de la población y de la
naturaleza del servicio ofertado. Estas res actuaciones se basan en la confianza, la
generosidad y la ideología. La primen se refiere a la mayor confianza que ofrece
una organización privada altruista en situaciones de información imperfecta, es
decir, la situación anteriorment1~ refer da de información asimétrica; la generosi-
dad, por su parte, es un elemento clav ·para el desarrollo de una entidad volunta-
307
Los Sc1Ticios Sociu es c'/7 Fspuiiu
ria formada precisamente por impulsos de· intere"ados de las personas. Por últi-
mo, al elemento ideológico se le reconoce l 1 importancia en la formación de estas
instituciones y la función que desempeñan ,·01110 referente o aglutinante de perso-
nas con similitudes ideológicas.
Puede observarse como incluso los autPres que defienden el papel sustitutivo
del sector no lucrativo, cuando falla el mL rcado matizan de modo diferente sus
argumentaciones, y se explica porque el an: lisis de instituciones "'no económicas"
requiere sin duda una amplitud de perspec ivas que desconoce el análisis estric-
tamente económico, una concepción más al ierta para abordar y explicar la impor-
tancia de diversos aspectos "'no económico,"' presentes en la aparición y estructu-
ración de las entidades altruistas, de las ft.11 ci()ne~ de la utilidad individual y una
incorporación de la perspectiva psicológica y sociológica que tengan en cuenta las
motivaciones de la conducta humana y los< specto5 ideológicos.
308
Lo iniciativa wcwl, n los Servicios Socio/es
cen beneficios, tanto públicos conw p11vados, y por esta razón suelen ser finan-
ciados por el Estado.
Según James el aumento de servicio, de las instituciones voluntarias se produce
con el incremento de la demanda en prt ~encia de un oferta del sector público limi-
tada, o cuando las preferencias ante una variedad de ofertas -religiosas, lingüísticas,
cualitativas- hacen que algunas persona, opten por pagar un precio más alto por un
servicio diferente. Según esta aut )ra. la; variables del lado de la demanda explican
las causas de que ex is ta un mercado pri ado para la oferta de bienes cuasi públicos
y las variables del lado de la oferta expl can las causas del mayor o menor desarro-
llo del sector altruista en los distrntos p lÍses. y su capacidad para prevalecer sobre
las instituciones mercantiles del p ·opio 1 iercado privado.
El recorrido por las teorías 1,1ás si¡. nificativas bajo la perspectiva económica
ha permitido obtener explicacio ies su ~erentes del Tercer sector pero limitadas,
porque le otorgan una función exclusi amente sustitutiva; e incluso explican su
existencia como una mera alternati\a < los fallos de los dos sectores preeminen-
tes: el Estado y el mercado. En resumen, el Tercer sector existe y se define en
negativo o por exclusión. Por ello la perspectiva económica ofrece una visión
parcial del objeto de estudio y se han d~ buscar en otros campos de conocimiento
las aportaciones que completen:· ampl en las limitaciones de los paradigmas ex-
puestos. No obstante conviene resaltar que hay también otros autores del ámbito
económico que defienden posici0nes c1L1e concitan distintas aproximaciones, son
conscientes de la necesidad de un enfo .¡ue multidisciplinar para abordar en todas
sus facetas la emergencia del seltor ali ·uista; propuesta que se considera de gran
interés y que posteriormente se rdomar 1 (Montserrat, 1996 ).
109
Los Servicios Social 'S en E ,pm1a
Entre las líneas de investigación sobre l 1 naturaleza y razón de ser del sector
altruista se han desarrollado aquellas teorÍ<lS que ~e refieren a los problemas de
estructuración del Estado de bienestar y sus límite~. Las teorías críticas denuncian
que este modelo de Estado ha dado lugar l una importantísima ampliación del
aparato gubernamental. especialmente de I; Adm nistración central, y a una re-
tracción de otras instituciones sociales, ent ·e las :uales se hallan los grupos no
lucrativos. La imagen difundida del aparato gubernamental ha sido la de una am-
plia burocracia estatal, estructuralmente jen rquizada y monolítica, que asume las
funciones sociales que desarrollaban antes< tra-> 01ganizaciones sociales. La utili-
zación de esta imagen estereotipada por par e de n uchos autores, sobre todo con-
servadores como Nisbet ( 1953 ), ataca al po Jer de moderno Estado del bienestar
como una amenaza a la libertad individual: a otros valores sociales imp011antes,
con el argumento de que existe un conflicto inherente entre el gobierno y algunas
"instituciones de mediación" como las orga 1izacic nes voluntarias, y que ese pre-
dominio estatal ha producido un importante deterit1ro del sentimiento comunitario
310
La iniciativa social en los Servicios Sociales
311
Los Servicios Social !Sen E1paña
una absorción-dejación en las funciones del Estado de lo que debería ser compe-
tencia de la sociedad civil. Las conclusione" a las que llegan los pensadores con-
servadores tampoco aportan soluciones re.des al problema y se mueven entre
quienes apoyan las tesis del radicalismo que propone la retracción total del Estado
y la primacía del individualismo y de la pri 1atización, y quienes suponen que las
dificultades para la cooperación social encuentran soluciones en el mercado y en
la solidaridad, aunque de modo antitético 1) único plausible es sustituir una por
otra, según el momento (Rivera, 1996).
La tradicional defensa del Estado del bi.:nestar protagonizada por los partidos
socialdemócratas y democratacristianos, cm 10 la formula más adecuada de iniciar
la relación entre democracia y capitalismo, se qut::bró a partir de la crisis econó-
mica de los años setenta y han ido aumenta 1do la-; dificultades para mantener en
pie los sistemas de bienestar social que hat ían funcionado con cierta eficacia en
muchos países occidentales. Los valores de igualcad, solidaridad y participación
ciudadana que defendía la socialdemocracia se encuentran hoy en una encrucijada
por haberse distanciado cada vez más los d scursos teóricos y la práctica política
cotidiana. Si la política de la derecha se ha .::aractvrizado tradicionalmente por su
oposición a una profundización de una parti ·ipacién ciudadana más directa, situa-
ciones similares se han producido con gobit rnos S•Kialdemócratas que se han ido
burocratizando y alejando cada vez más de la ciudadanía, como ha sucedido con
los partidos socialistas español y francés.
Se han revisado las políticas estructura( as en .orno a los principios de igual-
dad y solidaridad; una de las cuestiones que replantea el análisis de la concepción
tradicional del Estado de bienestar es cuále~ son los bienes y servicios de protec-
ción social que han de considerarse socialm :nte pt.blicos, lo que remite a los pro-
blemas de justificación de la política socia propia de los Estados del bienestar
(Segura, 1987). Asumir la pertinencia de la política social presupone varias difi-
cultades: principalmente la definición de bil n púbico, pero también la demostra-
ción de la eficacia y rentabilidad de las inte·venciones sociales y la utilización de
un criterio moral (Cotare lo, 1994 ).
La categorización de bienes públicos Cl•nlleva el problema del free rider an-
teriormente indicado, es decir, la dificultat de que las personas paguen por un
servicio o por un bien del que pueden disp )ner sin costearlo; pero no sólo esto,
sino que la definición de un bien público supone en muchas ocasiones el recono-
cimiento de beneficios sectoriales a detern inados grupos de población, por los
que han debido pagar todos los ciudadarn s, va) an o no a disfrutar de dichos
312
La iniciutii·u .- ocia/ 1; 1 /os Sen·icios Sociu/e.1·
Diversos autores han analizaJo el < uge de las entidades no lucrativas, sobre
todo en cuanto al llamado nuevo return(' de la sociedad civil, planteado corno una
de las consecuencias de la crisis de part cipación política actual. que se manifiesta
como una desconfianza en los pa ·tidos )olíticos, el ejercicio del voto. la actividad
Los Servicios Social ·sen E paño
de los sindicatos, que han perdido la credibi idad ) hegemonía representativa que
tuvieron en otros momentos (Pérez Díaz, 993; \logués y Cabrera, 2013). De
acuerdo con estos planteamientos, Salamon ( 1987) indica que el Tercer sector ha
proliferado como consecuencia de cuatro cri 'is y dos cambios revolucionarios. La
primera es la ya referida crisis del Estado dl 1 bienestar, acompañada por otra cri-
sis en el desarrollo de los países en los cuales éste es todavía incipiente, que se
han visto en grandes dificultades para encontrar la senda del desarrollo real. Lo
que ha provocado la reconsideración del pro Jio concepto de desarrollo, iniciándo-
se el debate en términos de capital social, cerno al~o más integrador de los aspec-
tos humanos y no sólo económicos en el con:epto del progreso de un país. Uno de
los resultados es promover la ayuda mutua o el desarrollo participativo a través de
la variedad de organizaciones no gubernam ~ntales, una estrategia que acentúa la
relación con el entusiasmo de aquellos ciud:·danos de base que desean el cambio.
El resultado es un consenso cada vez ma) or sobre las limitaciones del Estado
como agente de desarrollo (segunda crisis) así c )mO las ventajas derivadas de
utilizar las instituciones del Tercer sector.
En tercer lugar se trata de la crisis medil ambie 1tal que ha estimulado también
de forma evidente la iniciativa privada. La de ;radac1ón continua del medio ambien-
te y la incapacidad de respuesta del Estado h; n originado la búsqueda de soluciones
por parte de organizaciones privadas. La apai icion de los partidos verdes en Europa
occidental, así como la difusión de las orga iizaciones ecologistas son algunos de
los signos de dicha respuesta, no exentos de e rntrad1cciones y limitaciones.
La cuarta crisis, en fin, la del socialism i de los países de la Europa oriental,
ha contribuido también al aumento del Te1 :er sector. El incumplimiento de las
promesas del socialismo real ha dado lugar; la bú~queda de nuevos caminos para
satisfacer las necesidades económicas y SOL iales descubiertas, y las organizacio-
nes voluntarias han desempeñado también ui a función importante.
Además de estas cuatro crisis, dos ampl 1os prt cesos casi revolucionarios sir-
ven para explicar la reciente eclosión de or J;aniza:iones no gubernamentales. El
primero es la gran revolución de las comuni :acioncs de los años setenta y ochen-
ta, Ja amplia divulgación de los ordenadore~ y de as comunicaciones en general,
unido al desarrollo de la educación facilitó l 1 organización y movilización social.
El otro factor que ha influido en las organincione.; del Tercer sector es el consi-
derable crecimiento económico global, dur.intc los años sesenta y los primeros
setenta, que provocó la aparición de una an plia clase media urbana en países de
Asia, África y Latinoamérica, cuyo liderazgq ha sido clave para la emergencia de
las organizaciones no lucrativas.
El concepto de sociedad civil se percibL corno la necesidad de apertura a los
actores sociales, corno complemento de la i1 tervención pública, pero sin que ello
implique que el Estado pierda el control o la resporsabilidad que le compete; pero
¿qué es la sociedad civil'?
314
La iniciati\',1 snc·iw en /os Servicios Sociales
315
los Servicios Social .!S en E 'Paña
2. El espacio donde se forman las dem mdas que se dirigen al sistema políti-
co y a las que éste debe responder. ~n este aspecto es necesario hacer re-
ferencia a la gobernabilidad, idea ta 1 vinculada a la globalización, que se
define como el contraste entre la ca 1tidad y calidad de las demandas y la
capacidad de las instituciones para responder de forma adecuada y pun-
tualmente a ellas. Se suele definir n ás bie11 por negación, como ingober-
nabilidad o como déficit de legitimidad, es decir, cuando se quiebra el re-
conocimiento de aquel poder cuyas ( ecisiones se actúan y ejecutan porque
se considera que emanan de una aut(iridad 1 la que se reconoce el derecho
a tomarlas para toda la colectividad.
3. El espacio donde se forman los poderes fácticos que tienden a alcanzar le-
gitimidad, incluso contra los poden·s legí1imos, siendo la sociedad civil
donde se buscan las áreas de consen~ o.
4. El terreno donde se fonna la opinió11 pública -como opinión de consenso
y disenso- de ahí que la opinión pública y os movimientos sociales cami-
nen juntos y se condicionen mutuai 1ente, puesto que sin opinión "públi-
ca", la función de la sociedad civil )Íerde su cometido y acaba desapare-
ciendo (Bobbio, 1984 ).
316
La iniciariva s Jciul e1 los Servicios Sociales
Bajo esta nueva perspectiva tl'órica .e plantea que existe una posible raciona-
lidad conceptual que explique el knóme 10 de la cooperación del gobierno con las
organizaciones voluntarias. En todos lo~ países occidentales e incluso en Estados
Unidos, los gobiernos han experi·nentat o un aumento del gasto público social y
han establecido nuevas formas de ejerc,cio de la autoridad pública, mediante la
introducción de un gran número de actc 1·es sociales que comparten actuaciones y
responsabilidades, lo que se ha denornir ado gobierno del tercer partido o de ter-
ceras partes. ¿A qué obedece esta dem rninación?: a una pauta de acción guber-
namental, muy extendida en los países l ue han desarrollado, de forma más o me-
nos amplia, el Estado del bienestu-, por la que los gobiernos promueven una gran
variedad de programas que in vol JCran 1 muy diversos actores. En estos progra-
mas los gobiernos mantienen una funci<in administrativa, pero dejan un grado de
acción e intervención importante~ a los listintos agentes colaboradores. De modo
tal que este tipo de programas irn olucn n a diversas instituciones que trabajan en
las distintas áreas de intervención social y que pueden aportar sus infraestructuras
para la realización de diferentes tipo<. de actuaciones. Las organizaciones volunta-
rias son los candidatos más adecuados para realizar algunas de estas acciones e
integrar así el grupo del tercer J arrido que actúa dentro de la acción guberna-
mental. El término tercer partido inclu> e también a los gobiernos locales, a quie-
nes se considera agentes priorita1 ios de la acción descentralizada. Esta forma de
acción gubernamental demuestra. según Salamon ( 1995 ), la presencia persistente
de un sector •oluntario y una amr lía COPperación entre gobierno y organizaciones
altruistas que ha constituido y cJnstituye una forma cada vez más habitual de
ejercicio de la actuación estatal.
~ 17
Los SoTicios Sociul 'Sen E,paña
318
la iniciutiva "!Jciul, n los Servicios Sociales
ciamiento de las ONG. [ ... ] Las ONG fomrntan un nuevo tipo de colonialismo y
dependencia cultural y económica. [ ... ] La 1 nea de fondo es que el crecimiento de
las ONG coincide con un incremento de la 1inanciación cada vez mayor del neoli-
beralismo y con la profundización de la pobn·za en todas partes" (Petras, 1996).
Uno de los problemas para elaborar um teoría política sobre las organizacio-
nes altruistas reside en la dificultad de estar lecer l riterios tan concretos como los
de la perspectiva económica. Un servicio p 1blico debe promover a la vez el bie-
nestar y la eficiencia, criterios ambos incluidos en el concepto económico de uti-
lidad; pero no puede ser el único criterio. L acció'1 gubernamental también ha de
basarse en un criterio público defendible , le justicia y debe, en cierta medida,
responder a los valores y a las elecciones de la mayoría de los ciudadanos, aunque
de tal modo que no infrinja los derechos oe las rninorías (Douglas, 1987). Este
antiguo problema de la reconciliación entre los deseos de la mayoría y los dere-
chos de las minorías es sólo uno de los ele1 1entos contradictorios cuando se trata
de definir una política correcta. El criterio de lo económicamente correcto, con
todo lo incuantificable que implica, es más l laro que lo políticamente correcto.
Cuando se analiza el problema del fallo del m ~rcado, como consecuencia del
denominado problema del free rider o apro ·echado, se observa que esta cuestión
es la que mejor justifica el hecho de que el gobie ·no intervenga para ofrecer de-
terminados bienes y servicios y que lo haga aplicando su legitimidad coercitiva
para que, mediante los impuestos, todas las personas contribuyan con sus aporta-
ciones a la creación de bienes y servicios d~ los e ue todos se puedan beneficiar.
No obstante, existen límites para la aplicac ón de esta racionalidad, límites rela-
cionados con el problema de la reconciliaci1m apuntada. Estos límites, que deben
existir cuando un servicio lo proporciona el Sstado, no tienen razón de ser cuando
el servicio lo aporta la acción voluntaria. T1 mbién cuando se observa la oferta de
un servicio bajo la perspectiva de los propio-; bene icios, un servicio público tiene
mayores limitaciones que una organización voluntaria, porque tiene que asegurar
su distribución justa y equitativa. El Estadc democrático tiene que tratar a todos
los ciudadanos de igual manera, lo que signi rica igualdad ante la ley, mientras que
las organizaciones voluntarias no tienen estas mismas restricciones. Es más, la
distribución de beneficios por parte de aquél debe ~er, en teoría, no sólo equitativa
y justa, sino que también ha de presentarse' orno tal en la práctica. El significado
de responsabilidad y control en política es Lt capacidad de demostración de crite-
rios objetivos, por los que los funcionarios del Estado puedan justificar por qué se
aportan unos beneficios a unos ciudadanos) se les deniega a otros.
320
La iniciativa mciul, 11 los Servicios Sociales
321
Los Servicios Social !Sen E 1paña
322
La i11iciutiw1 .'oci,¡/ e 1 los Servicios Sociales
AJ La perspeL'liva instit11cio11al
324
La iniciativa social en los Servicios Sociales
325
Los Servicios Socia/, 'Sen España
embargo, señala que este tipo de sociedad civil tiene dificultades para mantenerse
y que su situación es muy precaria al estar ;onstantemente amenazada por aque-
llos sectores sociales que consideran que los privilegios y el despotismo deben
prevalecer (Pérez Díaz, 1997).
326
La iniciotiva .1oci11/ e 1 los Servicios Socio/es
No parece que exista aún hoy un ,1cuerd 1 sobre si el amplio grupo de organizacio-
nes que constituyen el sector no L1crati\ ) cumple con los requisitos mínimos para
englobarlo en una única definici )n. La escasa atención prestada al conjunto de
organizaciones del Tercer sector procede de algunos factores -explican algunos
autores- corno son: una dificultaci deri' ada de la diversidad de entidades, desde
pequeños grupos de ayuda a oquesta· sinfónicas, desde clubes a grupos me-
dioambientales; y la gran intluem ia de ll)S otros dos sectores, el mercado y el Es-
tado. Estos argumentos. el de la diversil ad y el de la falta de poder de arrastre, ni
son exhaustivos ni justifican los rroblernas de la definición. En primer lugar, por-
que esas situaciones se producen tambié i en los sectores empresariales -muy poco
tiene que ver, por ejemplo. un pue-;to de venta ambulante con una gran corporación
como Microsoft- y sin embargo no ha habido problema en unificarlos desde la
perspectiva laboral o fiscal. Por otro lad), alegar el escaso poder del sector no lu-
crativo de atraer el debate conceptual qu,· conduzca a su definición tampoco parece
un argumento consistente. ya que en mu,·hos países su peso y su protagonismo han
sido y son lllll) importantes. Estt boon organizativo, sin embargo, está viviendo
momentos de incertidumbre que s~ ciem ~n también sobre su futuro.
El impulso del Tercer sector en E~paiia ~e inició con el desarrollo económico y so-
cial que brindaba a la vez nuevas l portunidades para la actividad productiva y distri-
butiva, y contribuía al avance de l.1 inici< Liva social. En la primera etapa. la conjun-
Los Scn·1'cios Social 'Sen E.paño
ción de estos aspectos favoreció, además del crecimiento económico, el cambio so-
cial y la consolidación de la democracia. En la última década del siglo XX, el sector
experimentó una expansión, obstaculizada p( r las políticas neoliberales de carácter
internacional que desplazaron hacia la econo nía de mercado la gestión de las enti-
dades y servicios de la iniciativa social. Se tra aba de un momento de transformación
y de adaptación a la nueva situación, genera( a por Jos avances en el Estado de bie-
nestar. En la etapa actual de recrudecimiento de las políticas neoliberales y de crisis
financiera, las medidas de política social adoptadas para afrontarlas han alterado la
dinámica del bienestar social y ponen en peligro la :xistencia del Tercer sector con
su función creativa, complementaria y autóno na.
No todos los autores concuerdan en defnir como sinónimos Economía social
y Tercer sector, así Barea (2003) resalta alpmas analogías entre ambos: las enti-
dades de Economía social actúan como el onomí1 de mercado y, como tal, su
tendencia es maximizar benefic íos y mi nim 1zar co ,tes; además cuentan, como las
empresas mercantiles, con la necesidad de J oseer Jn capital propio y ajeno; pero
también se diferencian en la atribución del l enefic10 que en las empresas de Eco-
nomía social no está directamente ligada a a postsión del capital. Las entidades
del Tercer sector, por una parte no distribu en be11eficios, por lo que no pueden
ser consideradas empresas de mercado y, )Or la otra. su financiación en parte
depende de donaciones, de ayudas del sectu · público o privado, de las cuotas vo-
luntarias de los asociados y del trabajo no r ·munerado de sus socios; y otra parte
deriva de la venta de sus productos. De acw rdo ccn la definición de Barea serían
empresas de Economía social las cooperat vas, h s mutualidades, etc.; mientras
que las asociaciones y las fundaciones repre· entarían al Tercer sector.
El Tercer sector se suele definir corno un ,;ector diferente del sector público y del
sector lucrativo, que se sitúa entre ambos par t equilibrarlos, haciendo que la gestión
privada persiga fines de interés general, y trae rutas complementarias a la acción del
Estado y a la de la economía de mercado (:abra de Luna y De Lorenzo García,
2005). Aunque la rentabilidad económica en detem1inados momentos pueda ser un
medio de acción. su motivación esencial es el :ambic con fines de interés general. De
acuerdo con estos autores. los cinco elemento~ fundamentales del Tercer sector son:
328
La iniciutii·u. ocia/ L ·1 los Servicios Sociule.1·
330
La i11iciufil'l1 >:ocia/ ·n los Servicios Sociales
En plena etapa de reorganizació 1 del - ercer sector por la presión de las políticas
neoliberales, la crisis económica está rl percutiendo en tres aspectos relevantes: en
el proceso de adaptación a la exr ansiór de la prestación de servicios del Estado de
bienestar. en la competencia y n !ación del Tercer sector con el sector mercantil y
en el sector público y la relación entre a defensa de los intereses de los colectivos
sociales y la organización de la prestac ón de servicios en muchas entidades socia-
les (Homs i Ferret. 2009. pp. 19< 0).
La conversión en derechos 'ubjeti' os de algunas de las prestaciones y servi-
cios sociales ha supuesto una an1pliaci in del campo clásico de actuación del Ter-
cer sector. lo que ha favorecido la extl nsión de las actividades de muchas de sus
entidades sociales y su profesit na liza ión. Así asumieron la gestión de equipa-
mientos y programas sociales. realizar in inversiones y contrataron nuevos traba-
jadores, mejorando también la l alidad y transparencia de la toma de decisiones.
!\ lgunas de estas entidades se h,tn con .-ertido en organizaciones de em presariado
social más complejas. En cambi J otra~ no se atrevieron. no lo consideraron opor-
tuno o no han podido dar el salt1> a una gestión de servicios más profesional y han
seguido manteniendo una estruLtura ) organización clásica vocacional, con una
estrecha relación con sus usuarit·s. atot 1izada y dependiente de las capacidades de
331
Los SetTicios Social 'S en E.,paña
333
13
La acción voluntaria y sus formas
Los conceptos de economío socia'. Terc ,,. sector o vo/1111tariado, como se ha visto
en el capítulo anterior, presentan difcren:ias de contenido según se refieran a ellos
los especialistas del ámbito cientí1ico. lo, poderes públicos en sus políticas, normas
y discursos, o los profesionales y miem )ros del sector especialmente los pertene-
cientes a sus estructuras represen!< tivas.
La teoría de los tres sectores -p 1blico. mercantil y voluntario- implica una de-
terminada complejidad en el concepto egal de voluntariado, ya sea a través del
análisis de los discursos instituci.males corno de los del voluntariado. El Informe
sobre el estado del Voluntariado en el mundo (2011) resalta los principios inspi-
radores que le son consustanciales: el leseo de contribuir al bien común, libre-
mente y con espíritu de solidaridad si 1 esperar a cambio ninguna recompensa
material; enfatiza el carácter arnionios11 del voluntariado y su generalización en
todas las sociedades, aunque var1en lo~ términos que lo definan y sus formas de
expresión. La tesis central del lnfurm: defiende que los valores inherentes al
voluntariado persiguen el desarrollo hu nano; de ahí la importancia de su misión
solidaria, de inclusión social, de empOl eramiento, de satisfacción vital y de bie-
nestar individual. El bienestar d~ las J'ersonas está ligado intrínsecamente a la
contribución que hacen a la vid« de lo-; demás. Por este motivo el voluntariado
debe considerarse como un recu ·so poderoso y universal y un componente vital
del capital social de todas las rn cione<. Los criterios de voluntad libre, motiva-
ción no pecuniaria y beneficio p< ra l)tn•s son las tres características más frecuen-
tes que se otorgan al voluntariad,) en t1 dos los ámbitos internacionales. Normal-
35
Los Servicios Socia1 es en E ~paño
mente se entiende que la acción debe lleva ·se a cabo de forma voluntaria, libre-
mente expresada, no como una obligación i npuesla por una ley, un contrato o un
requisito académico, y menos aún para obtt ner una recompensa económica (Pro-
grama de Voluntarios de Naciones Unidas, ~011).
Por lo tanto, el discurso sobre el volm tariado comprende el lenguaje como
"práctica social" insertada en estructuras ,aciales, en un proceso recursivo de
estructuración en el que la práctica social y la estructura social se constituyen
(Fairclough, 2003; Wodak, 2003). Los discJrsos ~,obre el voluntariado se descri-
ben, por lo tanto, a partir de las diferentes narrativas que producen ya sean los
actores implicados, los voluntarios y los nstituc ionales, como las temáticas y
variedades discursivas que resultan.
En este sentido es sugerente la aproxim tción e e Helena Béjar al voluntariado
en su libro El mal samaritano. El altruisn,o en t.empos de escepticismo (2001)
por un doble motivo: la originalidad en el p antea111iento del entramado social del
nuevo comunitarismo que puede generar el enónwno del voluntariado, y el análi-
sis de los motivos que mueven a las person;1s voluntarias. La autora indica que es
preciso analizar el lenguaje de sus protagonistas para aprehender el sentido del
voluntariado, por lo que se refiere a sus características y aportaciones que resultan
menos formales de lo que se cree, y tambi~n por el ámbito normativo. Béjar se
plantea una serie de interrogantes que son ~l c¡uú 1 de la filantropía democrática:
¿por qué se ayuda a un extraño?, ¿existe odavü la compasión?, ¿es necesario
querer al otro para auxiliarle'?
El presupuesto del que parte es import; nte: e-; el motivo de la ayuda lo que
determina, en el tiempo y en la implicación cmoci<rnal, el tipo de vinculación que
se establece con el objeto de ayuda. Analiz1r las ·azones que sostienen la ayuda
puede indicar además la propia naturaleza d~I voluntariado: si se trata de una mo-
da o es una tendencia revitalizante a largo plazo para la sociedad civil. Se pueden
desentrañar estas cuestiones por los dos tipo.; de lenguaje genérico que utilizan las
personas voluntarias:
336
Lo ucció11 vo/1111 aria y sus formas
l. Una mirada crítica '"oblicc1a·· que recae no tanto sobre el voluntariado se-
gún su definición institucional. :uanto sobre los supuestos, fundamentos,
. 37
Los Servicios Socia12s en E1paña
Estas clasificaciones de las miradas crít cas sólo son dicotómicas en aparien-
cia, porque en la realidad hay involucraci1 •nes recíprocas y grados intem1edios
entre las miradas rectas y las oblicuas o ent1 e las miradas empíricas y las concep-
tuales. El autor se inclina por la perspecti\ .1 conceptual y directa, por la mirada
que los propios voluntarios ejercitan en el momento de definir su condición de
tales; por ejemplo, cuando definen su volurtariado como inspirado por la solida-
ridad y no por el ánimo de lucro.
El concepto de voluntariado es, por lo ta1 to, confuso y oscuro, según Bueno. Se
suele aludir a la "filosofia del voluntariado" ie una institución cuyos miembros ac-
túan movidos por una espontaneidad compue ;ta por un conjunto de ideas de signifi-
cado positivo: libertad, solidaridad y ausencia de fronteras; es decir, una filosofia que
se expresa en ténninos de annonía y que elud<' el conflicto o la polémica. La solidari-
dad como principio motor, junto a la libertad. se convierte así en un elemento indefi-
nido, en una idea-fuerza capaz de mover a cualquier espíritu desinteresado y altruista
(p. 7). Pero lejos de ser indefinida la solidariuad. libre u obligada, se define y deter-
mina en función de terceros, a los cuales se op )nen lc.s acciones solidarias. Por ello, la
solidaridad no puede ser considerada en Ciencias Sociales "como un principio univer-
sal indefinido" como sucede, por ejemplo, co 11 la le) de la gravitación universal para
la fisica.
338
Lu ucción vo/1111 ariu y susfórmas
Apunta Gustavo Bueno (2010) que "'el tém 1ino vnluntariado es muy reciente en
lengua española, pues no comienza a utilizar ,e -como en rrancia y en Italia- hasta
el último tercio del siglo XIX, pero se aplica en principio al campo militar. Sólo se
340
La uccio11 vo/111 raria _i· susfimnas
341
Los Servicios Socia12s en E1paña
sonas fisicas. siempre que las mismas no se 1ealicer en virtud de una relación labo-
ral, funcionarial, mercantil o cualquier otra n tribuida" (a1t. 3 ). En cuanto a las enti-
dades u organizaciones de voluntariado se st ñala que: "habrán de estar legalmente
constituidas dotadas de personalidad jurídic: propia, carecer de ánimo de lucro y
desarrollar programas en el marco de las acti\ idades de interés general" (art. 8).
No obstante en términos generales la butna acogida de la Ley del Voluntariado
en la sociedad española ha sido quizá la razó1 que ha movido al sector público a dar
un paso más en su intervención en la materi< y otros aspectos relacionados con sus
organizaciones. Se han aprobado tres planes :stataks del Voluntariado 4ue abarcan
los periodos de 1997-2000, 2001-2004 y : 005-2009. y la Estrategia Estatal de
2010-2014. cuyo propósito es sistematizar l 1s prioridades y 1íneas estratégicas de
actuación más relevantes para la promoción e el 'olL ntariado en España.
Amhiro de Jurmah;a
uplicación
General Ley 5012002. de 26 de diciembr ~. de Fundaciones
~~~~~~~~~~~~~
342
La ucció1 m111n1 1ria y susfórmas
43
Los Servicios Socia, es en España
344
Lu accicn i·olu1 turiu y susfármus
sector de Acción Social de :!O JO. La m. 1yor parte de las entidades tienen entre 1O
y 25 personas voluntarias, si bien tre entidades singulares -Cáritas Española,
Cruz Roja y ONCE- suman 23f .762 r ersonas voluntarias en conjunto (Estrate-
gia Estatal del Voluntariado 2010-201"", 2010, pp. 17-18). Sin embargo, aunque
es una tarea todavía pendiente, los vt luntariados son "instituciones legales en
marcha" y el voluntariado por c rnfusc que sea su concepto tiene un armazón y
su camino se traza siguiendo ur as co< rdenadas (ideológicas), como lo prueban
los datos del CIS (Barómetro Ch, LstLdio 2864, 2011; lnjuve, 2011), que cifran
en unos 12.006.421 los voluntario~ e1 España que se comprometen a dedicar
unas 4 horas diarias, sin remuneració1 , con fines solidarios, colaborando, pro-
moviendo o participando en iniciativa~ de distinto tipo que aportan un beneficio
a la sociedad. Son 28.790 las entidade~ del Tercer sector de Acción social en las
que desarrollan su actividad el V()lunta1 ado (ídem).
La especial incidencia que tienen en lo~ Servicios Sociales las asociaciones y fun-
daciones como figuras bien definidas y las oganizaciones no gubernamentales por
su indefinición hace necesario lkvar a cabo una mayor profundización en estas
formas de acción social. Las asoc.aciom.'c> conjugan el compromiso individual de las
personas con la acción colectiva ,, son t na forma de expresión democrática. Cum-
plen diferentes funciones en la sociedad sostiene David (2003 ), como entidades de
infonnación, reflexión, formación, cono1·imientos, expresión, defensa e integración.
Son también el vector de las necesidadl s emergentes, no cubiertas o con deficien-
cias. por parte de la organización mcial. Son portadoras de una tradición democráti-
ca y de una expresión de ciudadar ía: c< ntribuyen a aumentarlas.
Como se apuntó en el capítulo 12 son también empresas, pero sui generis,
por su finalidad y su forma de 01ga11iz3ción, ya que su actividad es un medio que
se pone a disposición de un sen icio q te es realmente su finalidad, y su funcio-
namiento es democrático. lo que les da un carácter pa11icular. Su finalidad es mo-
dificar el entorno y mejorar las condici ines de vida de sus miembros y beneficia-
rios, de acuerdo con los árn bito~ temá1 icos y territoriales. Su gestión económica
no lucrativa convierte a la prestacilin 'n un servicio de interés general. Además
las actividades que realizan las a~ociac ones son generadoras de empleo, como se
explicaba anteriormente, con lo que co itribuyen a paliar las desigualdades con la
solidaridad y a aumentar la autoestima de las personas, al tratar de integrar en el
trabajo a mujeres y hombres.
Las fundaciones, por su partt, se h< n contemplado nonnalmente no tanto des-
de la perspectiva cívica, cuanto desde l 1 óptica administrativa y bajo una serie de
normativas más complejas que 1egular lo que se entiende por "interés público".
Los Servicios Socia es en E >pañu
346
La accion i·n/111 taria y s11sfi1rmas
347
Los Servicios Social :s en E 1paña
Como sucedió con las asociaciones, ta nbién se aprobó una norma para las
fundaciones, que derogaba la precedente Ley 3011 '194. La Ley 5012002, de 26 de
diciembre, de Fundaciones define estas entiJades como: "organizaciones sin áni-
mo de lucro que, por voluntad de sus cread( res, tienen afectado de modo durade-
ro su patrimonio a la realización de fines de nterés general" (art. 2.1 ).
Si bien las asociaciones están integrada~ por sücios y su .. capital" consiste en
la participación de los mismos en las actividades de aquélla y funcionan por me-
dio de un fondo social; en las fundaciones io existen socios, se caracterizan por
la dotación patrimonial y por ser todas ell 1s de nterés general. Funcionan por
medio de una dotación patrimonial. El ma co jurídico de referencia son los ar-
tículos 22 y 34 de la Constitución Española Señal 1 la ley las dos modalidades de
constitución de una fundación: in ter \'il'os ; mort, 1· causa. En el primer caso los
requisitos necesarios para fundarla son: la e~critur 1 pública y los Estatutos en los
que figuren los datos siguientes: nombre, d rección, libre disposición de la dota-
ción, etc.; el informe del Protectorado sobre suficiencia económica (30.000 euros
como mínimo) y la inscripción en el Regist1:ideF1ndaciones (cuadro 13.3).
348
/,a acci< in 1·0/11 1tariu y sus j(Jrmas
349
los Servicios Social !S en E.;paña
350
La acci in i 0/11 1tariu y susjármas
Las fundaciones como las asociaci• •nes de utilidad pública tienen unas obliga-
ciones contables: llevar la contabilid< d por partida doble y analítica; mientras
para el resto de asociaciones han de 1 evar ese tipo de contabilidad sólo para la
parte que constituye la actividad merL,rntil, no la de actividad propia. Existe un
Plan General Contable para las Entid 1des no lucrativas donde debe constar: el
inventario, la situación cconóm ca y 1ínanciera, los resultados y las actividades
que desarrolla. Además de la contabili( ad obligatoria existe la obligación de audi-
toría externa para las fundaciones cuyo activo supere los 2.400.000 euros.
351
Los S1!1Ticios Socia es en E 11h111u
En teoría no existen. porque las dos únicas 1 guras ~ue se contemplan en la Ley de
asociaciones son las asociaciones no lucrafr, 1s (de Jtilidad pública o no) y las fun-
daciones. Sin embargo existen diversas deti 1icionl's unas referidas a las ONG en
general. corno es la definición de la OCDE 1 1988). que indica que "es una organi-
zación fundada y gobernada por un grupo de ciudadanos privados con un declarado
propósito filantrópico, y sostenida por contr bucior es individuales privadas". Pero
en gran parte las definiciones se refieren a l 1s organizaciones no gubernamentales
de desarrollo (ONGD). que el Banco Mundic 1 tipifo.·a del siguiente modo: "Organi-
zaciones privadas que persiguen actividades para llliviar el sufrimiento, promover
los intereses de los pobres. proteger el med1 J amb ente. brindar servicios sociales
básicos o realizar actividades de desarrollo dt la comunidad".
Otras definiciones recogen el carácter: los Mjetivos de las ONGD. Por su
parte, Leopoldo Zavala Matulic ( 1995) señ; la que: "las ONG D son organizacio-
nes de carácter social, independientes y autc' nomas. jurídicamente fundadas y que
actúan sin finalidad de lucro. Su acción se 01 ienta lacia la cooperación al desarro-
llo y hacia la búsqueda de acuerdos de ayud 1s entr~ Gobiernos con el objetivo de
provocar la solidaridad y promover el desa1 ·olio en los pueblos y sociedades del
Tercer Mundo. Su acción busca la canaliza:ión d,; recursos públicos y privados
para llevar a cabo proyectos de desarrollo a1 tónomos en los países subdesarrolla-
dos[ ... ] Esta acción sobre el terreno se com¡ lementa con las actividades de sensi-
bilización y educación para el desarrollo [ .] y con las actividades de lobby o
presión política ante los gobiernos y los orga 1ismo' ( 1995).
Estas definiciones destacan algunas caracerísticas de las ONGD, como son:
35~
Lu acc1 ín 1'0h nturiu y sus formas
Se puede clasificar a las ONGD por las motivaciones que aglutinan a los
miembros de las organizacione>- (religiosas. solidarias. universitarias. etc.) o. si-
guiendo las teorías de Korten ( 1990). 10r sus funciones y estrategias principales.
Establecer una tipología pennik disti11guir los aspectos generacionales de objeti-
vos y funciones de cada ONG.
Las ONG de primera generación, ras la segunda guerra europea. proporcio-
naban un tipo de ayuda hu111ani1ario e111ergente o de socorro. No hay que olvidar
que se inician para luchar contra la ese avitud y posteriormente para socorrer a las
víctimas de las guerras entre F ·ancia y Austria. Se consideraba como principal
problema mundial la escasez de biene. materiales y, corno consecuencia, las ac-
ciones se encaminaban a la ayuda de rn1ergencia y asistencia. que eran unas fun-
ciones muy limitadas y a co110 plazo.
La segunda generación se sit1ia en e auge del desarrollismo de los años sesenta.
El problema principal será entonces el retraso en el desarrollo de las comunidades
locales del Sur. La función prinl·ipal d1· las ONG era promover algunos proyectos
que contribuyeran al progreso local. as como la capacitación y la pai1icipación de
las organizaciones comunales o 11Caies 1 corto o medio plazo. Su objetivo era trans-
ferir recursos económicos y tecrnilógico~ a las ONG del Sur y a los grupos de base.
La tercera generación es la que e r·ea partenariado y denuncia social en los
años setenta: aquella cuya cspec alidad son las reformas institucionales y la elabo-
ración de políticas (adrncucr). Entiern en el desarrollo como un proceso autosos-
tcnido de carácter político. concentran todos sus esfuerzos en aumentar la partici-
pación política y fortalecer la so-.::iedad civil. así como en denunciar las políticas e
instituciones que impiden el dt·sarrol o local sostenible. Para las ONG de esta
generación el problema mundial princi 1al son las limitaciones o distorsiones insti-
tucionales a escala regional o na:ional Su función principal es actuar como facili-
tadoras o intermediarias entre ar-ganiz< ciones públicas y privadas. para conseguir
cambios y mejoras institucionalt s a lar !O plazo.
La cuarta generación es la dt· las O'\) G de ernpoderam iento nacidas en los años
1980. que defienden un desarrol o equi ibrado en lo social y sustentable en lo eco-
lógico. Su especialidad será fac litar. rromover o capacitar la fomrnción de redes
globales de organizaciones populares. ~,u función principal es animar y hacer visi-
bles a las organizaciones popul< res. mediante la concientización de la ciudadanía
global y la acción en red. Consideran q 1e el retraso en el desarrollo del Sur perjudi-
ca también el desarrollo en el Nllrte. L s acciones se realizan a través de redes for-
males e informales de personas) organ zaciones de ambas márgenes.
353
Los Se1Ticios Sociw .!Sen E >paño
En la medida que el modelo español de< lNG Sl' caracteriza por tener una base
social débil, estas organizaciones han trataco de l11grar relevancia social a partir
de una estrategia que pretende obtener un e .:o cada ve/ mayor en los medios de
comunicación, de manera que la mayor preoencia , el crecimiento de éstas se ha
correspondido también con su mayor visibil dad en los medios de comunicación.
Se ha sustituido así el "respaldo social" por t I ''eco social".
La expansión y auge de las ONG en Esp1ña se explica como consecuencia de
dos factores: la creación de sistemas de fi ianciación públicos y su utilización
como instrumentos privilegiados de los principaleo. actores públicos. De acuerdo
con las definiciones indicadas y la función ·ocia! de este sector se apuntan algu-
nos aspectos críticos, corno:
354
La occi in 1 0/11 ztoria y susjimnas
otras de clara competitiv dad. J\ lientras, muchas de ellas han aceptado con
docilidad una utilización interesc1da por los responsables políticos y entida-
des financiadoras con la f.nalida l de defender sus políticas e intereses.
Deprndencia i11stit11cio11ul. La 1 roliferación de organizaciones creadas, pa-
1
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Lu a ce, 1í11 \ ·0!1 nfaria y sus jiirmus
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Los Se1Ticios Social 'S en E ;paña
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