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Educación tributaria y convivencia democrática

Clase 1: Formación en valores

¿Cómo enseñar valores en el aula?


Sabemos que no siempre en la escuela se procuró desarrollar actitudes y comportamientos
orientados al respeto por un sistema de valores: las acciones estaban guiadas por el temor a la
sanción antes que por una elección consciente basada en un juicio crítico personal.

Hablar de formación ética es reconocer otros fines. Ya no se trata de inculcar dogmáticamente una
doctrina o escala de valores, si no más bien de privilegiar la enseñanza de saberes que permitan la
construcción autónoma de la personalidad moral y la crítica racional de la validez de las normas.

Entendemos que practicarla y enseñarla no es tarea fácil. En esta formación tiene un fuerte peso el
aprendizaje de contenidos actitudinales (normas, valores y actitudes), cuya construcción requiere
de un tratamiento sostenido en el tiempo y de un espacio escolar acorde a los valores que
pretendemos enseñar. Pero esto no se resuelve con algunas clases, ni desde una sola disciplina.

Se trata de una tarea integral que debe centrarse en facilitar las condiciones para:

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 discernir aquello que moralmente no debe hacerse de lo que sí se puede.

 conciliar lo que realmente se hace con lo que moralmente creemos que debemos hacer.

En otros términos: trabajar para reflexionar acerca de la congruencia entre el decir o sentir y el
hacer.

¿Cuáles son los valores que enseñamos en la escuela?

¿Trabajamos con las concepciones de valores que traen los chicos o damos por supuesto que
coinciden con las que intentamos enseñar?

1.1. Dos enfoques sobre el desarrollo de la moral


El grupo al que pertenecemos (familia, escuela, amigos, entre otros) nos transmitió sus valores,
pero también nos ha advertido –silenciosamente– sobre la posibilidad de “quedar fuera” de ese
grupo si no los aceptamos.

Aquel que quiera construir con cierta autonomía su propia matriz de valores, deberá aceptar la
tensión entre autonomía y pertenencia a la malla social. ¿Qué queremos decir con esto?

1.1.1. El enfoque piagetiano sobre el desarrollo moral


Según Jean Piaget, el desarrollo moral parte de una
concepción heterónoma hasta llegar a la autonomía
moral. En un primer momento, lo bueno y lo malo es
determinado por una autoridad externa que concede
premios y castigos, hasta llegar a la autonomía moral
en la que el valor de la norma es intrínseco. Este
autor considera que en circunstancias normales los
jóvenes experimentan un desarrollo que les lleva
desde una moral basada en la presión adulta, a una
moral de la cooperación y la autonomía.

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Las relaciones de colaboración entre iguales favorecen la autonomía moral. Esta etapa se construye
a partir de una relación con los compañeros basada en el respeto mutuo. Del sentimiento del
deber, característico de la moral heterónoma, se pasa a un sentimiento del bien y a la
responsabilidad que tiende a la plena autonomía.

En este sentido, el micro espacio social que constituye el aula es esencial para este aprendizaje. Las
reglas surgen del trabajo colaborativo y del intercambio basado en el diálogo y la cooperación.

La capacidad para comprender el punto de vista ajeno y sostener las propias opiniones con
argumentos sólidos es necesaria para evolucionar de una moral a otra.

A manera de síntesis, diremos que la postura piagetiana se apoya en la idea de que la moralidad
puede adoptar formas cualitativamente diferentes: en un extremo, una basada en la coerción y en
el otro extremo, otra basada en la cooperación. El desarrollo moral del niño y del adolescente
avanza a través de distintos niveles de juicio moral; uno caracterizado por una orientación
heterónoma y otro, orientado hacia la autonomía.

1.1.2. El desarrollo de la conciencia moral según Kohlberg


Lorenz Kohlberg, trabajando estrechamente con John Rawls, construyó una Psicología del
Desarrollo Moral. Este autor muestra cómo la formación de la conciencia moral es fruto de un
desarrollo que recorre en todas las personas los mismos niveles: pre convencional, convencional y
post convencional. Estos niveles se encuentran divididos en estadios.

Esto no significa que todos alcancen los últimos estadios, sino que todos siguen el mismo recorrido.
Así, Kohlberg ofrece pautas para medir la madurez moral de los chicos, para ayudarles a ir
creciendo moralmente y también para hacer de la escuela una comunidad más justa. Con este

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objetivo propone la discusión de dilemas morales que resultan adecuados para utilizar en el aula.

1.2. Neutralidad y beligerancia en la educación


Las posiciones teóricas acerca de la neutralidad o la beligerancia suelen ser radicales y excluyentes.
Sin embargo, proponemos una respuesta más abarcativa: se puede ser neutral o beligerante de
acuerdo a las circunstancias, dependiendo de la clase de valores que se pongan en juego.

Llamamos neutralidad a aquella postura que, ante un conjunto de opciones existentes respecto de
un tema determinado, no apoya a una de ellas sobre la otra. En tanto, beligerancia es aquella
posición que, ante un conjunto de opciones existentes respecto de una situación determinada,
apoya a una de ellas por sobre las demás.

Jaume Trilla Bernet (1995) afirma que “Neutralidad y beligerancia no son tantas maneras genéricas
de ser o de pensar cuantas maneras de actuar en determinadas situaciones […] Neutralidad no es
necesariamente igual a inactividad, inhibición, no intervención, abstención, etc.”. En este sentido,
más bien es posponer juicios de valor sobre las opiniones enfrentadas. Como opción responsable,
supone una decisión comprometida y explícita del educador.

1.2.1. La neutralidad beligerante como estrategia educativa


Se puede ser beligerante en la propia convicción interna y neutral en el momento de expresarla.
Aunque el educador tenga una posición tomada puede aceptar otras opiniones como legítimas.
Neutralidad y beligerancia no pueden ser entendidas como excluyentes en la educación. Son
antagónicos en un mismo acto, pero no en el marco general educativo.

No se puede desconocer la insoslayable relación entre educación, política y sociedad. Aunque se


pretenda ser neutral, el educador no deja de transmitir su valoración en su forma de actuar, en su
forma de ser, en el vestir, el tono de voz, los gestos, en sus relaciones. Nunca va a actuar con una
neutralidad absoluta. Lo que sucede es que en determinadas situaciones la palabra del educador –
por el contexto escolar– está cargada de significación, de autoridad, y esto sucede tan solo por la
asimétrica relación maestro - alumno. Así, la opinión del educador tiene autoridad ante el alumno,
tanto, que esa expresión puede llegar a convertirse en el cierre de un debate.

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Precisamente, en los casos en que se instala la dicotomía neutralidad-beligerancia, es en los casos
en donde no queda claro quién puede asumir la autoridad del tema. Por ejemplo, en cuestiones
como, por ejemplo, si es conveniente ser creyente o ateo, o a quién hay que votar, la existencia de
autoridad con respecto al tema, resulta cuestionable.

En este contexto, se propone que la escuela asuma la postura de neutralidad beligerante sobre un
piso mínimo de valores (respeto por la vida propia y de los demás, etcétera) que debe enseñar y
defender explícitamente. Pero también de neutralidad activa en relación a valores controvertidos,
que deberá reconocer, problematizar y tratar en clase.

1.3. Ética y moral: distintas morales y una sola ética


Trabajar los valores significa adoptar una actitud reflexiva y crítica; crear un espacio de pregunta,
de diálogo, de escucha más que una mera transmisión de fórmulas y tablas.

El significado conceptual de los valores, además de ser criterio para el juicio moral y la comprensión
crítica de la realidad, también influye en la adquisición de actitudes y en la motivación para cumplir
voluntariamente normas valiosas.

Es necesario y posible planificar sistemáticamente el trabajo con los valores. El ejemplo de los
adultos (su congruencia entre el decir y el hacer) son claves para la formación en valores. La
enseñanza –cuando se trata de valores– no tiene que ver solo con decir "qué es lo que está bien" o
"qué es lo que está mal", sino con que los alumnos puedan comprender que algunas prácticas y
algunas actitudes pueden tener perjuicio social, aunque no los afecte individualmente.

Intentamos un acercamiento reflexivo y crítico que avance más allá de la mera opinión y evite los
reduccionismos que suponen una única visión. Hablamos entonces de aquellos valores
consensuados dentro de una sociedad democrática, por ejemplo, la empatía, la tolerancia y el
respeto por el otro.

Los integrantes de los distintos grupos sociales establecen y comparten valores que regulan las
formas apropiadas de conducta y las actitudes a asumir frente a situaciones o temas que ese
conjunto evalúa como importantes. Esta influencia social crea expectativa respecto de los
comportamientos de cada uno frente a los demás. Esto quiere decir que nuestros comportamientos

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no son solo una elección individual, sino que también parten de ciertas convenciones sociales a las
cuales adherimos.

La escuela es poder: poder de enseñar, y el poder debiera ejercerse democráticamente, con reglas
de juego claras, respeto a los individuos y a los principios de equidad y justicia. Es un lugar
importante para que los alumnos desarrollen la sensibilidad moral, habilidades de
autoconocimiento y empatía.

Debemos pensar a los destinatarios como los ciudadanos que decidirán las reglas de convivencia
futuras. Por lo tanto, deben aprender a tomar decisiones tendientes al bien común y basadas en el
respeto a la diversidad.

1.3.1. El enfoque sobre formación ética y ciudadana según Obiols


Guillermo Obiols (1997) sostiene que pueden conceptualizarse al menos tres enfoques sobre
formación ética y ciudadana:

1. Tradicional o Dogmático: Consiste en adoctrinar moralmente hacia un orden predefinido que


no se somete a crítica.

2. Escéptico o Relativista: Remite a la ausencia de normas, así la educación ética sería imposible
ya que consiste solo en la consideración de las diferentes opiniones.

3. Ético Crítico: Es el enfoque de la democracia participativa y parte de un núcleo de valores


compartidos socialmente, que son resultado de un proceso histórico y están basados en la
igualdad y el respeto mutuo. Considera el desarrollo de un juicio moral autónomo en tanto
habilidad para construir argumentos y fundamentarlos.

Ante estos planteos sobre la formación ética y ciudadana, adherimos a este último enfoque que
conlleva un juicio crítico sobre la realidad y una reflexión que supone una toma de posición
superadora para avanzar con propuestas concretas.

En este sentido, proponemos encontrar una ética mínima que implique comportamientos comunes
en los diferentes ámbitos sociales.

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1.3.2. La diferencia entre ética y moral
Cabe aclarar la diferencia entre ética y moral.

 Ética: es la disciplina filosófica que reflexiona críticamente sobre las diferentes perspectivas
morales.

 Moral: es el conjunto de normas, valores, principios que rigen la vida de una comunidad en
un momento determinado y provienen de tradiciones culturales, religiosas, etcétera, más
ligados a los usos y las costumbres.

1.3.3. Ética mínima


En las distintas culturas y sociedades se dan diversas morales cuyos contenidos varían. Sin
embargo, en todas ellas se descubren elementos comunes que dan la posibilidad de lograr la
comunicación y el entendimiento en un mundo global.

Con el respeto a la diversidad (cultural, religiosa, política, entre otras) es posible hallar aquello
común que permita las relaciones con los otros. En este caso, nos referimos a una ética mínima que
posibilite ponernos en el lugar del otro.

Soto Aparicio, Gutiérrez Orozco y Maestre Preciado (2005) explican que cuando hablamos de ética
mínima "[…] estamos refiriéndonos a la parte sustancial del vivir en comunidad; a las pequeñas

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circunstancias, a las elementales exigencias que posibilitan que pueblos disímiles se entiendan en lo
primario, y aprendan a tolerarse y a buscar ámbitos de concordia por encima de sus diferencias".

1.4. Una técnica para favorecer el desarrollo moral: dilemas morales

Un dilema moral consiste en presentar una situación moral que involucre en la elección un conflicto
de valores. Una persona o grupo de personas se encuentra ante una situación difícil y tiene que
escoger entre dos alternativas, igualmente óptimas y recomendables, desde perspectivas
diferentes.

Sugerimos que para seleccionar o elaborar un dilema moral se tenga en cuenta que:

 las situaciones representen conflictos o contradicciones para la estructura moral del alumno;

 sean sencillos, de fácil comprensión y relacionados con el medio social en el que se


desenvuelve el alumnado;

 presenten una distancia óptima, es decir, que no sean ni tan cercanos que no permitan la
reflexión sobre los mismos, ni tan lejanos que no puedan ponerse en el lugar del protagonista
del conflicto.

Esta técnica permite potenciar el juicio moral, utilizar la razón para fundamentar los propios puntos
de vista y generar la discusión. La intención no es enseñar qué está bien y qué está mal, sino
fortalecer el pensamiento crítico.

La persona a la que se le presenta un dilema moral enfrenta la necesidad de optar por una de dos
acciones, defendibles desde el punto de vista moral.

Para coordinar una actividad de dilema moral la situación debe plantear un conflicto entre el deber
ser y la realidad. Este dilema debe ser relevante para el grupo clase y, por lo tanto, es importante
conocer a los miembros del grupo con el que se va a trabajar: edad, nivel de conocimientos,
intereses, etcétera.

El planteamiento del dilema debe realizarse de forma comprensible para ellos. Relatar la situación y
escribirla en forma clara es importante para su comprensión y el logro de los objetivos.

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Rol del docente y del alumno en el dilema moral

1.5. La construcción conceptual de valores


Cuando hablamos de la construcción conceptual de valores nos referimos a que no es suficiente
acordar qué valores trabajar en el aula, es fundamental construir el concepto con los alumnos.

Les damos un ejemplo simple que compartimos con los docentes en las capacitaciones.

Valor: Respeto

Analicemos el caso de comunidades que cuentan con una masiva presencia de inmigrantes
latinoamericanos. Si tomamos como parámetro las costumbres culturales de sus países de origen,
verificaremos que en no pocas familias está instalado que es una falta de respeto que un niño le
conteste o mire a los ojos al adulto. Sin embargo, muchos de nuestros docentes que no tienen esas
costumbres, ven como una falta de respeto que los alumnos no les contesten o no los miren a la
cara cuando se dirigen a ellos. Si esto no llega a explicitarse, cada uno se queda con su concepto de
lo que es el respeto y no es posible llegar a un acuerdo.

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Ahora, en virtud de la experiencia que has adquirido en el trabajo con tu grupo clase, ¿considerás
que hay valores que dimos por obvios y que debiéramos ponerlos en discusión para resignificarlos
entre todos? ¿Cuáles? ¿En qué situaciones se ponen en juego?

El significado conceptual de los valores, además de ser criterio para el juicio moral y la comprensión
crítica de la realidad, también influye en la adquisición de actitudes y en la motivación para cumplir
voluntariamente normas valiosas.

Una de las técnicas que proponemos es la denominada construcción conceptual. Las fases que
siguen los ejercicios de construcción conceptual son fundamentalmente tres:

• Explicación: supone la selección del concepto a alcanzar. Los niños y las niñas trabajarán con el
término, aplicándolo a distintas situaciones.

• Identificación: implica poder estudiarlo con relación a otros términos y a otros valores, y
siempre en referencia a situaciones concretas.

• Modelado o construcción propiamente dicha: esta fase pretende alcanzar su comprensión


plena y compleja. En ella se sintetizan y engloban las dos anteriores.

Para facilitar el análisis y la construcción del concepto se suelen utilizar preguntas que apuntan a su
comprensión y profundización. Algunas preguntas de ejemplo:

- ¿Qué significa este valor?

- ¿En qué situaciones de la vida cotidiana es importante este valor? Ejemplificar.

- ¿Quién(es) está(n) más interesado(s) en que triunfe este valor?

- ¿Hay alguien que creés que puede representar este valor? ¿Quién? Describilo.

- ¿Qué importancia tiene para la comunidad este valor?

- ¿Qué consecuencias positivas tendría para la sociedad este valor?

- ¿Se te ocurre una situación en la que sea difícil poner en práctica este valor? ¿Por qué?

- ¿Qué valor es el opuesto?

- Si nadie actuara de acuerdo con este valor, ¿qué ocurriría? ¿Te imaginás viviendo siempre así?
¿Por qué?

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1.6. Conclusión
Consideramos que la enseñanza de valores es clave para el proceso de construcción de ciudadanía.
El ámbito educativo es el espacio privilegiado para producir alguna transformación tendiente a
generar otra cultura tributaria, en pos de entre todos contribuir a lograr una sociedad más justa y
más igualitaria.

En una sociedad con demandas crecientes de diversidad, aprender a vivir juntos en la escuela es
todo un desafío. La convivencia respetuosa puede iniciar el camino hacia una escuela no solo
inclusiva sino también integradora.

La autonomía individual puede ser considerada uno de los temas centrales, en tanto que en la
modernidad se afirma la necesidad de que los ciudadanos puedan desarrollarse como personas
autónomas, con capacidad de decidir y de actuar en forma independiente. De hecho, la autonomía
está ligada a la libertad. Ambas constituyen valores irrenunciables de las democracias
contemporáneas.

La autonomía individual asume responsablemente su libertad para participar en diferentes


dimensiones de la sociedad. En el ámbito privado, se expresa a través de la toma de decisiones
respecto del propio proyecto de vida; en el espacio de lo público, como participación en el proyecto
de vida colectiva, es decir, en las opciones políticas y de la vida social, ciudadana, comunitaria, en
general.

Además, pensar en una escuela democrática es apostar por la formación de ciudadanos que
comprendan vívidamente que en el ámbito escolar las leyes son una construcción en la que todos
deben participar y que su tratamiento da la posibilidad de deliberar en común, de fundamentar su
existencia y sentido, para que la convivencia resulte más justa. Ejercitar prácticas de opinión, de
escucha, de respeto por el decir de otros abre posibilidades para pensar en propuestas diferentes a
las propias, fundadas en distintos valores y creencias.

Aprender el respeto por la norma, comprender su sentido, participar en su producción y aceptar


sus límites son un modo decisivo de aprender a respetar la ley y constituyen una parte importante
del desarrollo de una cultura institucional democrática.

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Es irremplazable el rol de la escuela como mediadora entre lo privado –la familia–, y lo público –la
sociedad civil–. La escuela tiene su propia institucionalidad para poder cumplir con esta función de
preparar ciudadanos.

Es importante que la escuela fortalezca todos los niveles de participación, de diálogo y


comunicación para propiciar experiencias de aprendizaje en los que la vivencia del ejercicio
ciudadano sea una realidad. De modo que incentivar el juicio moral autónomo y el sentido de la
solidaridad favorecerá la formación de ciudadanos críticos, libres y dignos, portadores de una
coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer, y concientes de la necesidad de satisfacer las
necesidades públicas de cara a una nueva cultura tributaria.

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Mapa conceptual

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Bibliografía de referencia
AFIP. Los impuestos, un tema de grandes y chicos. Módulo del docente, nivel primario. Programa de
Educación Tributaria. Recuperado de http://www.afip.gob.ar/educacionTributaria/capa
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Soto Aparicio, F., Gutierrez Orozco, J.; Maestre Preciado, N. (2005). “Reflexiones sobre ética
mínima” en revista Derechos y valores. Universidad Militar Nueva Granada. Recuperado de
http://www.umng.edu.co/documents/63968/72402/ReflexEtica.pdf

Kohlberg, L. (1981). The Philosophy of moral development. Moral stages and the idea of justice. San
Francisco: Harper & Row.

Obiols, G. (1997). “Enfoques, inserción curricular y metodología para la Educación ética y


ciudadana”. En: Osvaldo Dallera y otros. La formación ética y ciudadana en la EGB. Buenos
Aires: Ediciones Novedades Educativas Asociación Argentina de Profesores de Filosofía.

Payá Sánchez, M. (1997) Educación en valores para una sociedad abierta y plural: Aproximación
conceptual. Colección Aprender a Ser. España: Editorial Desclée de Brouwer S.A.

PIAGET, J. (1983). El criterio moral en el niño. Barcelona: Editorial Fontanella.

Fuentes electrónicas

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Guariglia, O. (2017) "Reflexiones sobre ética. Entrevista al doctor en Filosofía Osvaldo Guariglia" en
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Jaime, L. (1997). “Valores sí, valores no, valores cómo” en Sinéctica Revista Electrónica de
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Mendoza Pérez, Y. (2006). "Ética y valores en la educación" en ¿Cómo enseñar ética hoy?
Recuperado de: http://chauly20.blogspot.com/2006/10/tica-y-valores-en-educacion.html

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Puig Rovira, J. Mª. (1995). “Construcción dialógica de la personalidad moral” en Revista
Iberoamericana de Educación n° 8 - Educación y Democracia. Recuperado de:
http://www.rieoei.org/oeivirt/rie08.htm

Trilla Bernet, J. (1995). “Educación y valores controvertidos. Elementos para un planteamiento


normativo sobre la neutralidad en las instituciones educativas” en Revista Iberoamericana
de Educación n° 7 Educación y Democracia (1). Recuperado de http://www.rieoei.org
/oeivirt/rie07a04.htm

Créditos

Autor/es: AFIP - Educación Tributaria.

Cómo citar este texto:

AFIP - Educación Tributaria. (2019). Clase Nro.1: Formación en valores. Educación tributaria y
convivencia democrática. Buenos Aires: Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la
Nación.

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