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Notas de campo

REPRESENTACIONES de la
CONVIVENCIA con la NATURALEZA
Conversaciones de jóvenes de la Unidad Educativa Jankharachi
F. Antezana
Pusisuyu, 2019

Hoy los jóvenes viven angustiados entre la modernidad y la tradición. En opinión de muchos de
ellos, la tendencia es la imposición de la modernidad, invisibilizando los saberes y prácticas del tiempo de
los abuelos. Pero también el cambio climático es un mecanismo que está contribuyendo en la mayor
movilidad de las personas del Norte Potosí.

El presente documento, es el
resultado de un conversatorio realizado
en la Unidad Educativa de Jankharachi
(Norte Potosí-Bolivia), con estudiantes
de 5to. Y 6to. de secundaria, el día 3 de
septiembre del presente 1. El tema giró
en torno a las percepciones sobre las
genealogías de las relaciones y
convivencia con la naturaleza en
contextos de cambios dramáticos.

Preguntando a los jóvenes


¿cómo sienten y viven con la
Pachamama (Madre Tierra)?, nos
comentaron que los ámbitos de
ritualidad en los tiempos que corren son
menos visibles, hay un olvido de la cultura, y como
parte de ella, se está perdiendo los saberes y
prácticas locales. En el imaginario de los jóvenes se
va imponiendo el sentimiento que la tradición no
tiene mayor valor para las épocas actuales: “los
jóvenes no le damos valor”, “hemos perdido el
cariño, valores, costumbres, respeto…”, en la
producción ya no echamos manos de la fertilización
natural con “wanu” -estiércol-, en cambio cada vez
es más visible la incorporación de semillas
compradas y la “utilización de químicos” en la
producción agrícola. En los paisajes agrarios la
contaminación es visible e inocultable,

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El mismo se organizó a propósito de la vista de Marco Bazán, Coordinador del Programa Andino de terre des hommes Alemania.

1
principalmente con plásticos. De la convivencia y crianza de la naturaleza y sus deidades, hoy la visión
antropocéntrica se va imponiendo de a poco en las comunidades y la juventud, sólo queda la añoranza de
los tiempos de los abuelos.

Otras aristas de esta situación es el uso e incorporación de tecnologías como el celular y la


motocicleta. La utilización de la vestimenta tradicional es visible solo ocasionalmente, ellas son las fiestas
u horas cívicas “la utilización de ropa confeccionada localmente nos avergüenza” señalan los jóvenes. Hoy
es impensable verlos vestidos cuando viajan.

Los Jóvenes nos contaron


que cada vez conversan y escuchan
menos a sus padres y abuelos.
Situación que evidencia la crisis
intergeneracional y la construcción
de nuevas identidades e
imaginarios, más allá de las
comunidades. En la transmisión de
los saberes encontramos una
ruptura: “las sabidurías de las
comunidades” largamente vividos y
recreados “con los abuelos se está
muriendo”, aspecto del cual los
jóvenes están conscientes.

Entre algunas causas, se señalaron


la aparición de nuevas religiones
(hermanos), costumbres influenciadas por la modernidad y la cada vez mayor necesidad de ir a las
ciudades a “kanchearse” (generar recursos económicos) para cubrir nuevos gustos y hábitos.

El viaje por la vida de los jóvenes, está modificando dramáticamente los modos de vida tradicional,
la utilización del idioma quechua, la vestimenta, que antes lo sentían como parte de su identidad y lo vivían
con orgullo, hoy la vestimenta moderna es la muestra incontrastable que hay nuevas ruralidades que
corren en la vida de los jóvenes, como ellos señalan: “vivimos en dos mundos: nuestras comunidades y las
ciudades”, “bebiendo de las dos tradiciones”. Los valores de respecto y honestidad se van diluyendo como
el agua. El mismo sistema educativo -las escuelas- están contribuyendo en el cambio de actitud frente a la
vida, además de la incorporación de nuevos valores, los jóvenes “salen con sus novios/as directo a las
ciudades”. Si bien el eterno retorno no parece la tendencia actual, es un resquicio para recrear las
relaciones entre territorios en tiempos modernos.

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Empero, todavía es posible nadar aguas arriba y encontrar salidas al tiempo complejo de
incertidumbre que viven los jóvenes del Norte Potosí. Indagando sobre ¿cómo era antes? La tendencia en
general era la búsqueda de la armonización en todos los planos. En la salud, los saberes permitían echar
manos de los “jampis” –medicinas locales- para resolver las dolencias. La suficiencia alimentaria se basaba
en la propia producción, para ello, el comportamiento del tiempo, era diferente, las lluvias eran “llanitas”
–constantes, pero no intensas- para obtener buenas cosechas. En los ámbitos de ritualidad, como parte
de la armonización de las relaciones del
mundo de los humanos, las deidades y
Apus y, la Pachamama, se hacían ofrendas
y ch’allas, a lo largo del ciclo de vida y la
producción. Cada vez que se iniciaba un
nuevo ciclo agrícola, los abuelos miraban
el tiempo y el sol para predecir el
comportamiento de las lluvias. El uso del
idioma quechua era generalizado, salvo en
las escuelas. En general niños/as, jóvenes,
adultos y abuelos respetaban las
costumbres, lo que permitía obtener una
buena producción.

Ante este escenario complejo, indagando sobre las salidas, los jóvenes señalaron que un camino
es “ir hacia atrás”, requiere de un cambio de “chip”, es “volver a la humildad, desde uno mismo y lo que
se quiere”, más allá de las tendencias globales, implica imaginarse nuevas maneras de afrontar desde el
seno familiar y también de la comunidad. Otra dimensión es “pensar la ciudad” desde otros imaginarios,
es ir y regresar permanentemente, desde los propios saberes, ello implica partir y movilizarse desde la
experiencia de cada uno, de la propia gente: vivir y beber de la tradición y modernidad implica “volver
vitalmente”, pero también “enriquecerse de las generaciones pasadas, escuchar y conversar con los
abuelos”, este camino podría enriquecer las experiencias y otorgarle sentido y vitalidad para los desafíos
que hoy enfrentan los jóvenes. No perder el apego y su relación con el territorio de origen, podría facilitar
vivir en diferentes territorialidades (centros urbanos y/o comunidades), pero también inspirar desde sus
propias representaciones y experiencias vividas, en el largo camino de la regeneración de las relaciones
históricas de los territorios
regionales.

Preguntando sobre
las dinámicas actuales de
dejar las comunidades,
señalaron “como vamos,
regresamos y volvemos”,
aludiendo a los continuos
viajes que realizan a las
ciudades de Cochabamba,
Chaparé, Santa Cruz…,
volviendo ocasionalmente
a sus comunidades.

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Es evidente que la estrategia de los jóvenes de “partir para quedarse” se impone en las
comunidades nortepotosinas de Bolivia. En la práctica no debería implicar un vaciamiento de su cultura y
saberes, por el contrario, debiera ser vista como aquellas semillas que puedan germinar en contextos de
crecimiento de las urbes y contribuir a fortalecer la relación campo ciudad.

La pregunta es ¿cómo hacemos para que sea fluida? por ejemplo, en los ámbitos de la ritualidad
¿cómo se conversa con las entidades naturales en las diferentes territorialidades del Norte Potosí,
Cochabamba, Chapare…?, pero también ¿qué significa madre tierra: vivenciarlo y recuperarlo en otras
territorialidades que no sean las propias comunidades? en contextos del incremento de las dinámicas de
movilidad humana, en el que los jóvenes asumen que están perdiendo en la vida cotidiana, los saberes y
prácticas de crianza y ritualidad de la naturaleza.

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