HUMANISTA
2012
Elaboración de Antología para IUCR
Responsable: Ma. Julia Serrano V. Directora de Investigación
Elaborada por Marvin Ismael Parrales Gómez
Edición: DPO, Instituto Universitario Carl Rogers, Puebla
Este material ha sido elaborado con propósitos didácticos, sin fines lucrativos
Se reservan los derechos de uso para IUCR, Puebla.
D.R © DPO, Instituto Universitario Carl Rogers, 2012.
Contenido
Presentación
Marvin Ismael Parrales Gómez
1. Naturaleza de la ayuda en la psicoterapia.
M.L. Poeydomenge
2. Transformar a un ser humano completo.
Chögyam Trungpa
3. La presencia en la relación de ayuda.
David Brandon
4. Enseñar a los terapeutas a estar con sus clientes.
Diane Shainberg
5. Método de estudio.
Miguel Martínez
6. La búsqueda de una clave metodológica.
Miguel Martínez
7. El diálogo como método.
Miguel Martínez
8. Dialogar con el otro.
M. L. Poeydomenge
9. La persona que es el psicoterapeuta.
J. F. T. Bugental
10. ¿Puedo actuar como facilitador de un grupo?
Carl Rogers
11. Tres condiciones, tres actitudes.
G.A.M. González
12. La persona que funciona plenamente.
G.A.M. González
13. Cómo expresar empatía.
Arthur Ciaramicoli y Katherine Ketcham
14. Escuchar con empatía.
Arthur Ciaramicoli y Katherine Ketcham
15. ¿Cómo puedo crear una relación de ayuda?
Juan Lafarga y José Gómez (compiladores)
16. La relación terapéutica: investigación y teoría recientes.
Carl Rogers
17. Algunas tendencias que se manifiestan en la terapia.
Carl Rogers
18. Qué significa convertirse en persona.
Carl Rogers
19. La persona que surge: nueva revolución
Carl Rogers
20. La psicoterapia Rogeriana: sus riesgos, sus paradojas, su
extensión.
M.L. Poeydomenge
Bibliografía
PRESENTACIÓN
La relación de ayuda
En 1942, Rogers, entonces profesor titular en la Universidad de Ohio,
presenta en Counseling and Psychotherapy, un nuevo método de ayuda
psicológica que denomina indistintamente relación de ayuda (orientación
psicológica) o enfoque no directivo. Sólo en esta obra, que tuvo un éxito
considerable, empleó la expresión de no directividad para designar el
método que había-elaborado «progresivamente» en el Centro de
Orientación Infantil de Rochester, frente a las técnicas coercitivas o
interpretativas que había aprendido y cuyos fracasos le inquietaban.
«El individuo es por lo menos capaz de elegir una escuela de terapia que
pueda convenirle. »
Ayuda y poder
Diferenciemos en primer lugar la ayuda psicológica de la ayuda médica; no
son del mismo orden aunque el médico pueda inspirarse en la terapia
rogeriana (objetivo abiertamente buscado por el autor cuando anima
grupos de encuentro reservados a las eminencias médicas desde que
cumplió setenta años). El médico posee, por definición, el saber, y de ahí
su diagnóstico y el poder del que procede su receta, prescribiendo un
tratamiento. Rogers rechaza uno y otro, no por ignorancia o incompetencia.
Aunque haya tenido que practicar diagnósticos sistemáticos en el centro de
orientación de Rochester, pone en duda tanto su valor como su legitimidad.
El conocimiento de sí mismo que proporcionan los tests, que permanece
exterior al sujeto, no puede tener un impacto profundo sobre su captación
interior y la re-organización de su personalidad. Sólo el paciente posee los
elementos que importan, que le importa conocer. Además, el sujeto
clasificado en una nosografía abandona la posición de sujeto a quien se
habla para convertirse en objeto del que se habla y de que se dispone. (Se
reconocen las tesis de la anti psiquiatría o la de T. Szasz" [1978]). Se
confirma este rechazo de los términos médicos en la ayuda psicológica: al
«terapeuta» se le nombra ayudante y consultor. El «Enfermo» no es un
paciente, resultaría pasivo... sino un cliente, un sujeto libre en su gestión,
un miembro de una relación que no quiere ser jerárquica. Por lo que a la
«curación» se refiere, es más bien mencionada como la conclusión de la
terapia, como el momento en que la persona se asume "y se convierte en
ese sujeto que funciona plenamente.
«Se busca entonces a alguien que le ayude a uno a ver más claro, que le
escuche, que le oiga allí en donde se encuentra, que reciba un mensaje
angustiado y envíe otro, un signo de vida para reanimar en uno mismo la
llamita vacilante que iba a extinguirse, un gesto de connivencia, de la
antigua connivencia de los seres vivos que, partiendo de lo más profundo
de uno, alcance a lo más profundo (...). El que ha podido o que podrá ser
ese espejo cálido que no refleja sino que siente (... ) no tratará de
comprenderle a uno como si fuera un problema, aunque sea humano, sino
más bien de simpatizar, de sufrir juntamente, de alcanzar una empatía
como dice Rogers, en suma de sentir con uno lo que uno siente. Uno, de
lleno en el torbellino que va a envolverle, él, con un pie en la orilla y el otro
en el agua, bien mojado también».
Para qué dar explicaciones que sólo tienen una significación intelectual y
en consecuencia carecen de eficacia terapéutica en cuanto que no son
sentidas por el cliente, condición para su integración.
En efecto, la ayuda excluye todo juicio moral, tanto negativo como positivo.
¿Cómo es posible que en estas condiciones el jefe, el enseñante, el padre
pueda dirigir, controlar, educar, evaluar, apreciar, sancionar? ¿Es posible
declarar al profesor que se ha copiado en el examen, al juez que se han
cometido otros delitos? La ayudase hace asunto exclusivo de los
psicólogos, de personas sin poder. O ayudar o educar, es preciso escoger.
La ayuda no directiva
¿Cuál es, pues, la especificidad de la relación de ayuda, definida hasta
ahora tan negativamente, en su rechazo de toda forma de autoridad y de
afecto? El primer enfoque que nos proporciona Rogers se presenta como
provisional, a título de hipótesis:
«Se debe permitir al cliente pensar las cuestiones en vías que le sean
reales y naturales».
Por lo que se refiere a la estructura precisa que hay que dar a la relación de
ayuda, ésta es desde luego de orden temporal: la cita debe ser respetada,
el tiempo de la entrevista debe ser delimitado.
La transferencia
Si existe un riesgo en este contexto permisivo es desde luego que se
establezca: una relación de apogeo allí en donde no debe existir ni
autoridad ni afecto privilegiados. ¿Cómo burlar esta trampa de la
transferencia que supo explotar Freud? Rogers considera que los
sentimientos que el cliente experimenta frente al terapeuta tienen que ser
dilucidados al tiempo que se progresa como peripecias que conviene sacar
a la luz permanentemente para evitar crear una situación de dependencia o
una neurosis de transferencia... Al terapeuta le incumbe mostrarse muy
vigilante para analizar y detectar los elementos de transferencia que
habitualmente enturbian las relaciones sociales.
La condición del cambio del sujeto por él mismo es este clima definido que
establece el terapeuta. ¿Reside aquí su función específica? ¿Y... su poder?
¿Se ha escapado verdaderamente a la relación jerárquica de dominación por la
superioridad de uno sobre otro? No ya dominación por el saber que provoca un
poder, sino dominación más sutil por la calidad de presencia y de escucha.
¿Jerarquía fundada en la calidad de los seres? No, responde Rogers, el cliente
no es un «enfermo» que suscite la piedad, sino un «hermano>; que
momentáneamente experimenta necesidad de ayuda. M. Kinget ve en esta
preocupación por la relación fraternal una de las causas del rechazo del
mensaje rogarían por parte del mundo actual:
Sin duda habría que añadir que esta concepción de las relaciones se apoya
inconscientemente en el modelo de la identidad, modelo que rechaza lo
diferente para marginarlo o dominarlo, modelo que favorece los esquemas
maniqueos (lo puro y lo impuro, el amo y el esclavo, lo normal y lo patológico,
etc.). Si se admitiera, por el contrario, la diferencia como constitutiva de la
realidad, cada uno sería entonces reconocido tal como es en su situación
presente y en movimiento. Se admitiría una movilidad natural y se establecería
una reciprocidad de acciones y de intercambios. ¿No es hacia este tipo de
sociedad hacia la que se orienta Rogers cuando aspira a «personas nuevas,
siempre en evolución (que) rechazan de plano tolerar la fijeza>, 36, cuando en
Orientación psicológica y psicoterapia recomienda al ayudado que ha accedido
«El individuo es presa de una cierta tensión (S). Posee una determinada
capacidad para hacer frente a la vida (...). Tiene la posibilidad material de
expresar sus tensiones de conflicto (S), bien verbalmente, bien por otros
Optimismo del autor en 1942: Deberían bastar dos, cuatro o seis sesiones
mejor que cincuenta si el ayudante no frenara la evolución normal. Tres meses
«No pretenderé ni pretenderá usted que todos sus problemas están resueltos o
algo por el estilo", Pienso sin embargo que usted ha descubierto la dirección
que quería tomar y los métodos que podía seguir para trabajar con ese
propósito; y es seguro que surgirán problemas, pero creo que dispone ahora de
herramientas para afrontarlos.
Sin embargo, la relación de ayuda, definida en 1942 como una forma nueva de
psicoterapia (el enfoque no directivo del cliente) que se diferenciaba del
psicoanálisis tanto como de la psiquiatría tradicional, es percibida
progresivamente en los años siguientes como la forma totalmente simple de
una «entrevista» que, aunque satisfaga ciertas condiciones de comunicación,
se hace personalizante para cada uno de los interlocutores. La relación ya no
constituye el privilegio de los psicoterapeutas; cada uno de nosotros puede
convertirse en orientador «a condición» de haber interiorizado las reglas de las
relaciones interpersonales. Era contradecir la afirmación de 1942 relativa a la
incompatibilidad de la ayuda con «la mayoría de las relaciones autoritarias de
la vida cotidiana» y con las relaciones afectivas. La ayuda entonces propuesta,
a título de hipótesis es cierta, como resultado de una expresión libre, no
evaluada moralmente, no filtrada a través de una teoría explicativa del
Por su parte Rogers opta por confrontar a las personas, una con otra,
descubriendo en su práctica el poder de la dialéctica de sí mismo y del otro
cuando es el ayudado quien la conduce. Su concepción de la ayuda que se
presenta en un principio como una relación permisiva y reflectante, se ha
transformado en estructura de diálogo centrada en el reconocimiento de la
auténtica alteridad de cada uno. Entonces la relación de ayuda se hace asunto
de todos los que, «especialistas o profanos", se interesan por el desarrollo de
las personas. Esta herramienta necesaria. El modelo terapéutico sigue siendo
el prototipo de las relaciones que favorecen el crecimiento, la maduración, el
ser-más.
¿Cuáles son estas leyes? ¿Por qué medios establecer esta relación en su
modo no directivo o más concretamente en su forma personalizante? ¿Bajo
qué condiciones es liberadora la presencia del otro, no terapeuta? ¿Es ayudar
el resultado de técnicas muy dominadas o de actitudes profundamente
interiorizadas? La elaboración teórica por parte de Rogers de su experiencia de
orientador evolucionará simplificándose, depurándose. Más formativa que
normativa, precisa de direcciones más que de niveles, integrando unos campos
diversos de creciente complejidad, desde el individuo en situación de malestar
a los problemas de educación, de relaciones de pareja y de poder...
Necesitamos descubrir los mecanismos de la ayuda para captar la naturaleza
profunda (en «comprensión») a fin de estar en condiciones de evaluar la
legitimidad de su «extensión» de lo psicológico a lo político.
Chögyam Trungpa
Esta forma de trabajar con los demás tiene un poder extraordinario. Cuando
una persona comienza a sentir que no está siendo encasillado y que hay una
conexión genuina, se entrega. Entonces comienza a explorarte y tú comienzas
a explorarle a él, desarrollándose, de ese modo, una amistad inefable.
Aunque yo esté hablando como maestro budista, no creo, sin embargo, que la
terapia deba dividirse en categorías. No tenemos que decir: «Ahora hago
terapia al estilo budista» o «Ahora hago terapia al estilo occidental». En
realidad no hay tanta diferencia. El estilo de trabajo budista se basa exclusiva-
mente en el sentido común, y 10 mismo sucede con el estilo occidental. Para
trabajar con los demás es necesario ser genuino y proyectar esa cualidad en
los demás. El trabajo que estás realizando no tiene un nombre ni una etiqueta
determinados, se trata tan sólo de ser por completo sincero. Toma ejemplo del
mismo Buda, ¡él no era budista! Si confías en ti mismo y encuentras una forma
de ir más allá del ego, la verdadera compasión puede irradiarse a los demás.
Cuando se trabaja con los demás el punto esencial no es tanto crear nuevas
teorías o categorías de comportamiento sino apreciar y manifestar la
simplicidad.
Hay quienes consideran que los detalles del ambiente físico son mundanos y
poco importantes. Sin embargo, las per-turbaciones que experimenta la gente
provienen de la atmósfera que los rodea. En ocasiones sus mismos padres son
quienes han creado el caos: una pila de platos por lavar en el fregadero, ropa
sucia en un rincón, comida mal preparada, etcétera. Estas pequeñas cosas
pueden parecer accidentales pero, en realidad, tienen mucha importancia. Al
trabajar con los demás podemos ofrecer un contraste a este caos. Podemos
manifestar nuestra valoración de la estética en lugar de arrinconar las cosas
sucias. En la práctica del budismo tibetano y del budismo zen es importante
valorar el medio ambiente. Ambas tradiciones consideran que la atmósfera que
rodea a una persona es un reflejo de su individualidad y que debe mantenerse
inmaculada.
Estamos hablando de crear, por lo menos al comienzo, una vida artificial y casi
ideal para los que estén gravemente enfermos hasta que puedan recuperarse.
Podemos bañarlos, limpiar su habitación, hacerles la cama y prepararles una
buena comida. Podemos dar cierta dignidad a su vida. La base de su neurosis
es que han experimentado su vida como algo feo, lleno de resentimiento y
sucio, y cuanto más resentidos se vuelven, más refuerza la sociedad esa
actitud. De ese modo nunca experimentan una atmósfera de hospitalidad
compasiva; se les considera como molestias. Sin embargo, esa actitud no
ayuda. Las personas nunca son realmente molestias. Son lo único que puedan
ser dadas sus circunstancias.
En el caso de una relación entre una madre y su hijo, este problema no existe
porque, aunque ahora la madre le cambie los pañales continuamente y haga
toda clase de cosas para su niño; en el fondo sabe que, al final, el niño crecerá
y se transformará en una persona razonable. En la relación con adultos, sin
embargo, hay que superar una incomodidad fundamental que debe ser
transformada en compasión. Los locos son muy intuitivos. A su modo son
brillantes y captan los mensajes -incluso un flash de tu pensamiento muy
fácilmente, y le dan mucha importancia. Por lo general los reciben y luego los
tragan o los escupen. Eso dependerá de ti mismo, de cómo seas y de lo
receptivo que estés en esa situación. Podrías hacer el intento de abrirte a la
situación, lo cual supondrá para ti una gran ayuda para entrenarte y educarte a
ti mismo. Entonces es cuando aparece la posibilidad de superar el miedo. Para
trabajar con los demás es necesario que el terapeuta siempre sea paciente con
ellos. Eso es 10 que yo hago con mis alumnos. No los abandono. No importan
los problemas que me traigan; siempre les respondo de la misma manera:
sigue adelante.
Es muy importante que te dediques por completo a tus pacientes que no trates
de librarte de ellos después de que se hayan curado... No deberías considerar
que estés realizando un trabajo médico común.
David Brandon
Son como troncos y ramas que llegan aparentemente bien etiquetadas: ira,
codicia, miedo, etcétera. Cada una de ellas tiene pegado un rótulo que dice:
mala u horrible. ¿Cuál es la esencia de la energía antes de que la etiquete y la
valore? Cuando intento descubrir la naturaleza de la energía tropiezo con el
rápido flujo de la corriente.
Hace poco decidí evitar a cierta estudiante en el salón de té. Sentía que era
dura e irritable en su trato conmigo. Cada vez que me cruzo con ella aparece
esa creencia y ese recuerdo, me siento herido y, aunque esté a punto de llorar,
respondo furiosa y dogmáticamente, con lo cual mi enfado parece alimentar su
dureza.
En el primer caso la mente divaga tanto que no queda lugar para nada de lo
que el otro diga. Uno sólo está presente de un modo físico. Este tipo de
escucha es como una olla al revés. El segundo tipo es aquél en el que se
presta cierta atención a lo que se está diciendo pero la mente sigue divagando.
La analogía correspondiente es la de una olla con un agujero en el centro en la
que cualquier cosa que se vierta se escurrirá por debajo. En el tercer caso la
mente del que escucha está poblada de agresividad, celos y destructividad, de
tal modo que los propios sentimientos se mezclan con lo que se dice y no hay
la menor comprensión. En este caso la olla no está invertida ni agujereada pero
está sucia, contiene veneno.
En cierta ocasión estaba escribiendo un libro con una amiga disminuida física.
Ana había sido reina de la belleza hasta que quedó paralítica por un accidente
de automóvil. Le pregunté con mucho cuidado cómo era estar inválido.
«Divertido», respondió.
-Sí, así es. Cuando era niña solía soñar que era una princesa de un cuento de
hadas a la que.se cuidaba con gran esmero. Pues bien, ese cuento se ha
convertido en realidad.
Aquel hombre me exigía una respuesta sincera. Pensé con profundidad en toda
su vida: la depresión, la pobreza, su débil salud y la pérdida de su familia. Por
último respondí: «En su caso no encuentro ninguna razón para seguir viviendo
y comprendo claramente sus motivos para desear morir».
En el trabajo con los grupos, una de las habilidades más difíciles consiste
simplemente en estar con los miembros del grupo. La tarea del líder de un
grupo es seguir la energía del grupo e impedir que se manifiesten las propias
expectativas e interpretaciones. Cuando me siento frente a alguien para
observar cómo elabora sus problemas personales, mi mente se puebla con
analogías de experiencias pasadas. «No parece así.... Me pregunto si habrá
tenido una mala relación con su hermano y eso no habrá influido en que ella...»
convierte así en una serie de eslabones sueltos vividos desde el «si». «Si
tuviera tiempo de hacer esto..., si tuviera dinero para comprar aquello... »
Las formas que dibujamos son las formas del ego. Relacionan nuestras
acciones con una concepción de nuestra propia imagen. Nuestra percepción
del ego y del rol nos proporciona cierta garantía y seguridad en un mundo que
parece hostil. Evitamos las sorpresas dejando que nuestra vida esté
determinada por guiones. Ofrecemos explicaciones de nosotros mismos.
Trazamos patrones consistentes alrededor de los demás y nos enojamos
cuando se salen de esa norma. R. H. Blyth habla con claridad de este proceso:
El Buda formuló esta parábola en un Sutra: “un hombre que estaba caminando
por el campo descubrió, de pronto, que le seguía un tigre. Al llegar a un
precipicio se asió firmemente de una higuera salvaje y quedó colgando del
abismo. El tigre olfateaba su presencia desde arriba. Temblando, miró hacia
abajo y descubrió que otro tigre estaba esperándole. Sólo la higuera le
sostenía. Dos ratones, uno blanco y otro negro, comenzaron poco a poco a
roer la higuera. En aquel momento descubrió una espléndida mata de fresas.
Entonces, sosteniéndose de la higuera con una sola mano, arrancó una fresa
con la otra. ¡Qué dulce estaba!”
Hace unos años concurrí a un seshin zen occidentalizado: tres días intensivos
de meditación. En aquella lejana casa solariega de Sussex nos acostábamos
cada día a medianoche para levantarnos a las 5.45 de la mañana. La larga
jornada discurría entre trabajos en el jardín, meditar caminando y sentamos
frente a otro participante mientras luchábamos con un koan. Cada uno recibía
un koan del maestro. El mío era « ¿quién eres tú?»,
Sea lo que fuera lo que hiciésemos - correr, caminar o trabajar- teníamos que
seguir con la pregunta. Al comenzar a responder mi mente exhaló una gama
completa de atractivas frases de desecho. Me sentía aturdido con imágenes y
símbolos de playas, glaciares montañosos, cristales y flores abriéndose
lentamente. Luego atravesé un período de monstruos: oscuras neblinas,
sombras acechantes y profundidades de negrura. En cierto modo todo formaba
parte de mí pero nada abarcaba la totalidad.
Entendí que era una vela. Una pequeña e insignificante vela que vacilaba. No
obstante, la siguiente pregunta era « ¿quién encendió la vela?». ¿Cómo podía
ser, a la vez, la vela y el que la encendiera? Mi cerebro se estrujaba con todas
estas paradojas. Físicamente tenía las piernas y los brazos tensos y mantenía
tan apretados el mentón y los dientes, que me dolían. De súbito, la imagen de
la vela que estaba intentando mantener se desvaneció.
la que no había ninguna solución. Era como querer atrapar los rayos de sol. Me
acordé de cuando era niño y tiraba mi chaquetilla intentando pescar los rayos
del sol que había en la hierba.
Era como si estuviese perdido. Todo había perdido su claridad. Apreté los
puños, primero con enfado y luego con desesperación. Respondí: «Soy una
persona que no puede con-testar a la pregunta». La pregunta rondaba
alrededor de mi cabeza como una pelota ruidosa. Se me hizo difícil concentrar-
me. Empecé a pensar que no tenía la claridad necesaria para lograr responder
a mi pregunta. Mi mente estaba confundida. Tal vez en la próxima
reencarnación...
Diane Shainberg
Es frecuente que el terapeuta se sienta más tenso frente al «paciente» que con
cualquier otra persona. Simplemente le asusta-estar con el paciente en la
misma habitación, más allá de interpretaciones, significados, teorías, juicios o
imágenes de cómo deberían ser las cosas o de lo que tendría que hacer.
Cuando el terapeuta no tiene ningún modelo ni dirección conocida para encarar
la interacción suele tener dudas y sentirse ansioso. En esos casos basta con
observar al paciente para experimentar ansiedad.
son tan complejas que nunca podremos saber por completo lo que está
sucediendo y, por consiguiente, es imposible alcanzar una solución absoluta.
Lo único capaz de crear una sensación de fuerza interna en ambos
participantes es el hecho de compartir un modo de ver y estar juntos. El miedo
a hacer terapia de un modo inadecuado suele ir acompañado de la ignorancia
de que es posible aprender del paciente y descubrir algo por uno mismo.
TERAPEUTA: Usted ha encogido los hombros. ¿Qué está queriendo decir con
ello?
TERAPEUTA: ¿Sentía que era fácil hablar con ella? PACIENTE: Es difícil de
recordar.
PACIENTE: No lo sé.
de paciente que quería. Yo le dije que estaba interesada en su trabajo con ese
paciente concreto, y le pregunté qué había sentido durante la última sesión...
Respondió que había estado observándose y que no había sentido «ninguna
sensación particular, como si estuviera anestesiado». Dijo que estaba
sorprendido de lo inútil que se sentía, y se culpó a sí mismo y al paciente.
Cuando le pedí que ampliara su experiencia de estar anestesiado, contestó que
en la sesión «había perdido el interés y sólo quería cerrar los ojos». Entonces
aproveché la ocasión para decide que ahora podía tener alguna sensación de
10 que su paciente estaba vi-viendo, de lo doloroso de su estado y de la forma
en que los pensamientos, las teorías, los conocimientos y las explicaciones
habían alejado al terapeuta de todo este dolor, impidiéndole comprender lo que
ocurría en el interior de su paciente. Entonces le sugerí que en la siguiente
sesión prestara toda su atención a lo que escuchara y lo que viera, y que
hablaríamos de ello en nuestro próximo encuentro.
Veamos ahora el caso de una graduada en trabajo clínico que había trabajado
previamente durante dos años con pacientes antes de comenzar la supervisión.
Tenía asignada una paciente que había sido brevemente hospitalizada, y una
de las primeras preguntas de mi supervisada fue si aquella muchacha podía
ser «una buena candidata al trabajo analítico».
Dijo que la terapia «no progresaba» y manifestó que «no lograba establecer
contacto con su paciente». Comentó que por más cosas que le preguntaba, la
paciente no contestaba sino que miraba al suelo y se quedaba en silencio. «
¿Para qué viene a verme?», preguntó, con un toque de impaciencia. Durante
las dos primeras sesiones la tensión era tan «insoportable» que le preguntó a
su paciente: « ¿Le gustaría hablar de alguna otra cosa?» y, cuando la paciente
respondió: «No», dio por finalizada la sesión veinte o treinta minutos antes de
tiempo.
dijo: «Vamos. Si conociera a esta muchacha podría hablar con ella fácilmente...
Yo puedo hablar con cualquier persona. ¡Pero es una paciente!». Le pregunté
entonces por la diferencia entre un paciente y una persona. A continuación
empezamos a hablar de que su imagen, basada en conceptos dualistas
aprendidos de cómo debe ser la relación entre paciente y terapeuta, de lo que
debe hacer un terapeuta, en lugar de abrirle a descubrir una forma real de
comunicación con su paciente, generaba gran parte de su ansiedad. La única
condición necesaria para estar con el paciente de modo que éste se abra y
comience a hablar, es dejar a un lado las ideas preconcebidas.
Le pregunté si sentía que con esta paciente esperaba obtener algún tipo de
satisfacción. «Seguro», respondió, en seguida. «Entonces ¿qué sucede cuando
no lo obtiene?» Respondió que nunca lo había pensado así, pero que si no
obtenía ninguna satisfacción pensaba que no estaba haciendo las cosas bien,
Entonces recordó que yo no la había criticado cuando me dijo que durante las
dos primeras sesiones no había podido estar con la paciente durante más de
treinta minutos. Recordó que le dije: «En este momento usted sólo puede ser
quien es», y sintió que aquel pensamiento la liberaba. Entonces añadí: «Le
permití ser de la misma manera que usted se lo permitió durante la última
sesión», y ella respondió: «Yo nunca he permitido que la paciente fuera tal y
como es».
En la siguiente hora de supervisión me dijo que había visto que su paciente «le
daba miedo». Habló de «sentir el miedo». «Es algo contagioso, no es sólo
mío.» Era la primera vez en ocho sesiones de supervisión que mencionó la
palabra «sentir». Yo comprendí que el miedo representaba un cambio en su
capacidad de estar presente y de participar en la sesión, y así se lo dije. Mi
rostro debió reflejar ese reconocimiento y ella 'sonrió cordialmente.
Hablamos entonces del «poder» que esta paciente ejercía sobre ella.
Descubrimos que la paciente, con su mirada, podía validar o invalidar su propia
imagen no sólo de ser una persona útil, sino una «buena persona». Ella dijo
entonces que le parecía que, en la relación con su paciente, lo esencial era el
hecho de «estar asustada». La pregunté entonces qué sucedía con su miedo
cuando no intentaba evitarlo y respondió, lentamente: «Creo que nunca he sido
capaz de ver mi propio miedo. Me asusta estar en una habitación con otra
persona y no saber lo que va a suceder. ¿Por qué sucede así? Incluso en mi
propio análisis no puedo ver el miedo que me da la gente. Mi paciente también
está asustada». Ésta fue la primera vez que advirtió que su paciente y ella eran
similares, eran semejantes.
pero nadie le dijo que se estaba muriendo. Cuando su padre fue a comunicarle
la muerte de su madre, la paciente le suplicó que la sacara de allí. Más tarde,
cuando la paciente enfermó, su padre se la llevó a vivir con él.
Más tarde le pregunté qué era lo que estaba pensando, y respondió en una
forma muy característica de todos los terapeutas. Dijo: «Al comienzo estaba
asustada y lo sabía. Pero lo que no sabía era que yo sentía lo mismo que mi
paciente, o quizá no quería saberlo porque eso suponía reconocer mi
incapacidad para ayudada. Así que dejé a la paciente allá lejos, como a una
máquina que había que arreglar y yo fuera la encargada de buscar las partes
que faltaban. En realidad, no podía sentir a la paciente. Escuchaba sus
palabras y me preocupaba por saber cómo ayudarla. No es fácil admitir que no
podía sentir nada. Usted me dijo que está bien sentir miedo, pero es muy difícil
admitir que todo esto sea humano, muy difícil. Aún tengo dificultades para
permitirme ser humana. ¡Qué difícil es, Dios mío!». A partir de ese momento ya
no hubo necesidad de decir nada más. Por fin podíamos estar, compartir
nuestra presencia como seres humanos, por fin la terapeuta podría ser capaz,
en los años venideros, de estar con sus pacientes.
Es frecuente que los pacientes no sepan con claridad lo que quieren, lo que
piensan o lo que sienten. No sienten que son ellos mismos quienes estén
creando su propio destino. Dependen de los demás para sentir su propia
autoestima y para su dirección en la vida. No soportan la ansiedad y tienen
muy poca paciencia. No suelen comprender que son ellos mismos quienes
crean sus propias dificultades. Interrumpen las relaciones cuando no son
tratados en la forma que esperan o cuando no consiguen lo que quieren. Todo
eso dificulta la relación terapéutica, un proceso en el que el terapeuta siente la
demanda del paciente: « ¡Ayúdeme! Haga algo para mejorar mi vida. Si no lo
hace es usted un incompetente o no sabe lo suficiente y entonces le odiaré, le
dejaré o le perderé el respeto». Para la mayor parte de los supervisados hay
ocasiones en las que estar con una persona así genera una intensa ansiedad.
5. MÉTODO DE ESTUDIO
Miguel Martínez
Cada ciencia exige su propio método, de acuerdo con la naturaleza del objeto
de estudio. Nuestro objeto, en la medida en que es de naturaleza
epistemológica y metodológica, se centra en la misma estructura del
conocimiento en sí y en el proceso por medio del cual se logra. No puede, por
consiguiente, apoyarse en un método que, a su vez, necesite una justificación
ulterior. "El único instrumento de investigación gnoseológica de que
disponemos es la reflexión, ya que el conocimiento es un acto interno, un acto
psíquico; y los actos internos y psíquicos sólo son captables conscientemente
por medio de la reflexión; no hay otro medio.
El método de la reflexión crítica puede ser enriquecido con notables aportes del
método fenomenológico; y así lo haremos.
Dado que una de las mayores causas de incomprensión entre los hombres -
incluso entre pensadores distinguidos-, es el mal uso de los términos, en este
estudio trataremos de usar los términos más importantes con especial cuidado
y esmero. En general, preferimos la significación etimológica a cualquier otra,
pues pensamos que ésa se debe conservar, y si aparecen realidades nuevas,
Nos parece más lógico usar el término "método" -y así lo haremos en este
estudio- con un alto nivel de precisión y adecuación al objeto específico de
estudio, de tal manera que señale un camino lo suficientemente preciso para
que, partiendo de un terminus a quo, se pueda llegar al terminus ad quem,
pues ésa sería la finalidad del método: guiamos por un camino seguro y eficaz.
Michael Polanyi afirma que “... el estudio del hombre debe empezar por una
apreciación del hombre en el acto de tornar decisiones responsables (1966,
pág. 55). Ciertamente, la toma de una decisión responsable muy bien podría
considerarse la médula o el corazón de la vida psíquica, de tal manera que
comprenderlo a fondo podría ser algo análogo a asir un racimo de uvas por el
eje central al cual están unidos todos los grandes gajos que, a su vez, sujetan a
otros menores y éstos a cada una de las uvas.
La intencionalidad
De esta manera, conocer las intenciones que persigue una persona sería una
clave metodológica para descifrar y dar sentido a una multitud inmensa, variada
y, aparentemente, inconexa o disfrazada de conductas. Sin embargo, no
debemos confundir la intencionalidad con las intenciones concretas. La
intencionalidad es la capacidad del hombre de tener intenciones; es una
Aristóteles dijo que "lo que está dado a los ojos (es decir, lo que se percibe) es
la intención del alma". Esto quiere decir que la intención, el interés o deseo
conque miramos las cosas tiene tanto poder sobre nuestros sentidos que
acomoda, desvirtúa o transforma esos objetos, adaptándolos perceptivamente
a su perspectiva. La intención con que examinamos, por ejemplo, una casa (si
deseamos adquirirla para vivir en ella, comprarla para revenderla, pasar en ella
un fin de semana o verla para pintar un cuadro artístico), nos lleva a ver algo
muy diferente, y aun las mismas cosas tienen un significado especial en cada
caso. Se impone el significado funcional sobre el significado per se.
La conciencia intencional
En la práctica terapéutica es, quizá, donde más evidente se hace esta tesis. Allí
se hace patente, sobre todo, cómo el carácter selectivo de la percepción, la
rigidez perceptiva, la apertura a las vivencias y la activación de la memoria son
En la vida del hombre hay muchas realidades y, si bien es cierto que algunos
aspectos pueden ser estudiados y explicados en términos de las ciencias
naturales, su vida, considerada globalmente, sólo puede ser comprendida con
métodos cónsonos y adecuados a la naturaleza de la psique. Solamente
comprendemos a un hombre cuando su vida y sus acciones, inteligiblemente
relacionadas, constituyen una unidad, La observación de fragmentos de su
conducta nunca nos dará la comprensión del individuo. Esta conciencia de
unidad nos llevará, en palabras de Spranger, a "ver los hechos como cargados
de significación en relación con la totalidad".
"Tenemos que ver la personalidad del único modo que puede verse
inteligiblemente, como una red de organización compuesta de sistemas en el
interior de sistemas. Algunos de estos sistemas son de pequeña magnitud y
algo periféricos en relación con la estructura central o del proprium; otros, de
mayor alcance, están situados en el núcleo del edificio total. Hay sistemas que
entran fácilmente en acción, mientras que otros están como dormidos, Unos
son tan conformes con el medio cultural que pueden considerarse "comunes";
otros, son definidamente idiosincrásicos. Pero, en último término, la red, en la
que intervienen miles de millones de células nerviosas, modelada por una
herencia única y por experiencias jamás repetidas, es única" (Allport, 1966,
pág. 428).
A esto, nosotros añadimos, que esa red única está sostenida principalmente
por motivaciones dirigidas a un objetivo.
Podríamos decir, con Murphy, que en todas las personas, aun normales, hay
muchas cosas desligadas y muchos cabos por atar. Sin embargo, todo esto no
impide que la personalidad se presente en su totalidad con un gran nivel de
coherencia y que sea en realidad un sistema complejo de elementos en
interacción mutua y con fines propios.
Según Allport, alguna disposición personal tiene una influencia que se observa
en cualquier acto; y tal disposición es una disposición cardinal: Por lo tanto, no
puede permanecer oculta; el individuo es conocido por ella y puede, incluso,
ser famoso por ella. Esta cualidad cardinal ha sido llamada algunas veces
pasión dominante, rasgo principal, sentimiento básico, tema de unidad y raíz de
una vida (1966, pág. 433). Puede ser que en algunas personas no haya una
sola disposición cardinal con dominio y prepotencia sobre todas las demás,
sino que existan varias disposiciones cardinales centrales formando una
especie de constelación.
Todo esto nos pone más concretamente sobre la pista que debemos seguir
para conocer y comprender a cada persona. Podríamos decir que el ser
humano siempre está intentando algo. Y para comprender cualquier
comportamiento visible suyo, debemos ponerlo en relación con " la intención y
considerarlo como una expresión de ella. La intención se revela, en general, en
Miguel Martínez
A fines del siglo pasado (1894), Dilthey afirmó, en su obra Ideas acerca de una
psicología descriptiva y analítica, que “.... si la reconstrucción de la naturaleza
humana general por la psicología quiere ser algo sano, vivo y fecundo para la
inteligencia de la vida, tendrá que basarse en el método original de la
comprensión" (1951, pág. 222).
La idea más genial -entre las que fundamentan 1o afirmado en este capítulo-
nos viene, paradójicamente, de un hombre que en la historia de la filosofía está
precisamente ubicado en los antípodas de nuestra orientación: Ludwig
Feuerbach. En efecto, Feuerbach es considerado como el fundador del
materialismo, Y, es célebre su aserto de que “el hombre es lo que come" (der
Menschistwasaserlsst) (Amerio, 1965, pag.384). Sin embargo, Martín Buber
considera que la intuición de Feuerbach, que a continuación señalamos, es un
descubrimiento capital Y copernicano de consecuencias no previstas ni siquiera
por él mismo. "El hombre individual -escribió Feuerbach en El programa de
1843 que precedió su obra principios de la filosofía del futuro-no contiene en sí
mismo la esencia del hombre, ya sea en cuanto ser moral o en cuanto ser
pensante .La esencia del hombre se halla solamente en la comunidad, en la
Lo que singulariza al mundo humano es, por encima de todo, que en él ocurre
entre ser y ser algo que no encuentra par en ningún otro rincón de la
naturaleza. El lenguaje no es más que su signo y su medio; toda obra espiritual
ha sido provocada por ese algoSEsta esferaSla denomino la esfera del ¨entre¨
(Zwischen)... Constituye una protocategoria de la realidad humanaS Lo
esencial no ocurre en uno y otro de los participantes, ni tampoco en un mundo
neutral que abarca a los dos y a todas las demás cosas, sino, en el sentido
más preciso, entre" los dos, como si dijéramos en una dimensión a la cual sólo
los dos tienen acceso...; esta realidad nos ofrece el punto de partida desde el
que podemos avanzar, por un lado, hacia una comprensión nueva de la
persona y, por otro, hacia una comprensión nueva de la comunidad. Su objeto
central no lo constituye ni el individuo ni la colectividad, sino el hombre con el
hombre. Únicamente en la relación viva podremos reconocer inmediatamente
la esencia peculiar al hombre... Si consideramos el hombre con el hombre,
veremos, siempre, la dualidad dinámica que constituye al ser humano: aquí el
que da y ahí el que recibe; aquí la fuerza agresiva y ahí la defensiva; aquí el
carácter que investiga y ahí el que ofrece información, y siempre los dos a una,
completándose con la contribución recíproca, ofreciéndonos, conjuntamente al
hombre (Buber, 1974, págs. 146-150).
Igualmente, Fromm hace ver que “lo que yo soy” y “lo que tú eres” solamente
se llega a conocer a través de una vivencia mutua, a través de un conocimiento
reciproco de “lo que nosotros somos”. Y la “teología terapéutica”, de Paul
Tillich, desarrolla en forma similar el rol iluminador que se da en todo encuentro
y lo aplica a la psicoterapia y a la “comunidad de curación”.
Ya Platón había dicho que no hay mas acceso al mundo de la “idea” que
“hablar por medio de preguntas y respuestas” preguntando y contestando se
entiende el “yo” y el “tu”, y no solo se entienden, además así mismos. Y en la
República puntualiza que la verdad es, por naturaleza, la criatura del
pensamiento dialéctico. Piaget nos ha hecho ver cómo desde muy niños
comenzamos este "diálogo." no sólo con "el otro", sino con todo "lo otro". Y esta
actividad tiene dos direcciones: la asimilación y la acomodación. La asimilación
es la adaptación del ambiente al individuo; la acomodación es el proceso
contrario, es decir, la adaptación del individuo al ambiente.
cual entendemos corrientemente como el proceso por medio del cual una
persona es capaz de colocarse imaginariamente en el rol y en la situación de
otro, con el fin de comprender sus sentimientos, su punto de vista, sus
actitudes y tendencias a actuar en esa situación dada. Son muchos los factores
que influyen en la posibilidad de lograr un mayor o menor nivel de empatía;
pero la estructura del diálogo puede hacerse tan variada y flexible que permite
alcanzarla en un alto grado y, con ello, hacer posible también una mejor
comprensión del ser humano.
Una de las personas que ha dado un ejemplo, en este siglo, en el uso del
método del diálogo -aunque con características, en parte, diferentes a las que
aquí señalamos- ha sido Freud. Freud trabajó por más de 40 años, realizando
hasta once análisis diarios, sin más laboratorio ni aparato que oír y analizar a
sus enfermos, tratando de interpretar sus problemas y comprenderlos.
Otra bondad del método dialógico, que lo convierte en una de las mejores vías,
si no la mejor, para conocer al hombre, es su capacidad de auto corrección y
perfectibilidad. A lo largo de todo el proceso, a medida que el encuentro se
La segunda objeción tiene una base muy sólida e incuestionable: toda persona
dirige su atención al mundo exterior o hacia su mundo privado interno en forma
selectiva; esta atención puede estar influenciada por "mecanismos
inconscientes" y, por lo tanto, su percepción será también selectiva. Si esto es
cierto, ¿qué objetividad pueden tener sus palabras o los informes que haga, en
una entrevista, sobre sí misma?
M. L. Poeydomenge
«El proceso de vida plena no es, estoy convencido de ello, para cobardes
pusilánimes. Implica la prolongación y el desarrollo de todas las posibilidades
del ser. Implica el valor de existir. Significa arrojarse de lleno a la corriente de la
vida. Y, sin embargo, lo que hay de profundamente apasionante entre los
humanos es que cuando el individuo se hace libre, "esta vida de desarrollo" es
la que escoge como proceso de devenir»23.
Y, sin embargo, el objetivo de la vida plena es la mejor armonía posible con los
demás. A este tercer elemento, el último de programa en diez puntos, ha
consagrado Rogers su existencia. El hombre «cuando es plenamente hombre,
cuando es su organismo total» es esencialmente relacional, se halla centrado
en el otro tanto como sobre sí mismo. Afirmación revolucionaria en un mundo
cada vez más dominado por los conflictos violentos de intereses egoístas. Pero
la experiencia clínica ha confirmado:
“EI centro, la base más profunda de la naturaleza humana, las capas más
íntimas de su personalidad, el fondo de su naturaleza "animal", es naturalmente
positivo, está fundamentalmente socializado, orientado hacia el progreso, es
racional y realista» 24.
«La persona, escribía este último, sólo existe hacia los demás, sólo se conoce
por los demás, sólo se halla en los demás. La experiencia primitiva de la
persona es la experiencia de la segunda persona”
Así por ejemplo, la del niño que espera de sus más próximos la confirmación
de su deseo de abrirse al mundo y de alcanzar su autonomía, o la del adulto
que pide al orientador que le confirme en su búsqueda de identidad y de
confianza, en su singularidad, en su soledad existencial. El adulto no puede
vivir plenamente, tener un impacto «político» (Rogers), o «comprometerse» en
la acción (Mounier) más que si se sabe «reconocido», o «aceptado en su
verdad, profunda pero no inmutable, por obra de una o de varias personas
amadas.
“Casi podría decirse que yo no existo más que en la medida en que existo para
los demás y, en el límite, ser es amar”28
Rogers emplea en 1977 este término amor para definir la relación terapéutica:
«Una persona facilitadora puede ayudar (...) cuando establece una relación real
con el otro, admitiendo y manifestando sus propios sentimientos; cuando
realiza la experiencia de la solicitud no posesiva y del amor por el otro y cuando
su comprensión del mundo interior del otro está impregnada de
consideración”32
«Estos individuos no ven por qué razón deberían permanecer inmutables unas
escuelas así como para dejar que los recursos de los sentimientos interiores
fluyan libremente, convirtiéndose en expresión musical y composición. Los
viajes de fantasía y muchos otros experimentos son excelentes estímulos para
la expresión creativa al escribir. Incluso conozco a un profesor de mecanografía
que pidió a sus estudiantes que experimentaran el viaje de fantasía del rosal
con los brazos puestos sobre la máquina de escribir. Luego les pidió que
escribieran a máquina sus experiencias. Las calificaciones se dieron
dependiendo de los errores de máquina, etc., como se calificaría cualquier otra
tarea, y también obtuvo comentarios muy personales de cada alumno. Los 10
minutos que utilizó para experimentar esta fantasía le dieron más comprensión
de la existencia y de los sentimientos de sus alumnos, que lo que le hubiera
dado el estar con ellos todo un semestre. A su vez, esta comprensión produjo
espontáneamente muchos cambios en su actitud y comportamiento hacia
muchos de sus alumnos. Aun cuando utilices de manera reducida unos cuantos
de estos experimentos, obtendrás resultados muy definitivos. Cuanto más
trabajes tú mismo con estos experimentos y cuanto más te familiarices con este
enfoque, más creativo serás al tratar de adaptados a tu situación -inventando
más experimentos y empleando los métodos en cualquier cosa que hagas.
Todo puede hacerse con o sin conciencia, y los experimentos en este libro no
son ninguna excepción. Puedes convertirlos en juegos superficiales de fiestas,
insistiendo en que todo sea diversión; puedes convertirlos también en trabajos
fatigantes si intentas forzar a que los hagan personas que no están dispuestas
o si insistes en que todo es muy serio. Si estás dentro de un programa de auto
superación, puedes utilizarlos para lucirte como un boy scout que recibe
distinciones y estrellas doradas. Pero si realizas estos experimentos con
conciencia, podrás descubrir cada vez más acerca de tu experiencia y
funcionamiento, y este enfoque puede convertirse en una parte cada vez más
integral de lo que hagas.
J. F. T. Bugental
Por ningún motivo puede decirse que este reconocimiento implica algo malo; ni
asegura que es algo completamente bueno. Por el momento, queda asentado
que muchos psicoterapeutas han buscado convertirse en tales para manejar
sus propias ansiedades tanto existenciales como neuróticas.
Intimidad unilateral
Omnipotencia
Dominio de la contingencia
Dar ternura
Rebeldía
Gratificaciones sinérgicas
Participación
Crecimiento personal
Procesos psicológicos
Humildad
Participación selectiva
Encuentro
Conceptos en desarrollo
Aceptación de la culpa
El otro día volví a ver a Jack por primera vez en cinco años. Inicialmente, vi a
Jack hace once años; fue cuando requirió orientación vocacional. Regresó un
año después porque estaba teniendo problemas en su matrimonio, y pude
ayudarlo en algo para fortalecer una relación tambaleante. Hace siete años,
cuando vino a verme, su matrimonio se había venido abajo finalmente, y él
estaba readaptando su vida a un nuevo patrón de existencia. En ese tiempo
intentamos la psicoterapia intensiva y lo estuve tratando durante varios años.
Pienso que Jack se benefició de la experiencia; sin embargo, planteo esto en
forma tentativa porque ahora puedo ver demasiadas formas en que se le podía
haber ayudado mucho más. Hoy miro a Jack en mi oficina y veo a un hombre
cuyas sienes se están poniendo grises. Veo también virtualmente a un
muchacho de 29 años, tal como lo vi al principio hace once años. Los primeros
años del inicio de su madurez se encuentran enlazados por nuestra relación. Al
ver a Jack, pienso en Louis, a quien veo actualmente y que tiene más o menos
la edad que Jack tenía cuando vino por vez primera. Louis va a tener una vida
mucho más plena que la que Jack había tenido, porque soy más capaz de
ayudarlo a encontrarse y a ser él mismo. Mirar a Jack es ver mi propia
culpabilidad por no haberlo ayudado todo lo que él necesitaba. Me tranquilizo al
saber que lo atendí con sinceridad, con lo mejor de mi habilidad en ese tiempo.
Me tranquilizo pensando que aún muchos otros terapeutas podrían no haber
hecho más de lo que yo hice por él, pero esto no le devuelve a Jack sus años
perdidos.
Esta es una historia de la culpa del terapeuta. Si voy a ser una persona en
evolución, cada antiguo paciente que vuelvo a ver es una acusación; cada
Pero existe todavía una forma más en que opera la culpa. Cuando reconozco
que continúo tratando de crecer, de aumentar mi conciencia, habilidad y
competencia para estar en relación con mis pacientes de manera efectiva,
entonces debo ver a mis pacientes de hoy y saber que cada uno obtiene
menos de lo que espero dar a su sucesor dentro de cinco años. También existe
culpa en esto.
Conclusión
Al empezar este artículo, enfoqué la atención hacia el linaje del que los
psicoterapeutas tomamos nuestra vocación: el curandero, el mago, el
sacerdote y el médico familiar. Esta es una línea orgullosa, debemos estar
orgullosos de formar parte de ella. Estos son los portadores de la esperanza y
de la fe del hombre; son las personificaciones de la valentía y la creatividad del
hombre para afrontar la inmensidad de lo desconocido.
Carl Rogers
Uno no entra en un grupo como una tabula rasa. Por lo tanto, quisiera enunciar
algunas de las actitudes y convicciones que me son inherentes.
Ello no significa que cualquier grupo logra «éxito», lo que el proceso es idéntico
en todos los casos. Un grupo puede empezar desplegando mucha actividad
inexpresiva, y dar apenas pasitos hacia una mayor libertad. Otro quizá
comience en un nivel muy espontáneo y sensible, avanzando largo trecho en el
camino que conduce hacia el máximo desarrollo de su potencial. Creo que
ambos movimientos forman parte del proceso grupal, y deposito igual confianza
en cada grupo, aunque personalmente disfrute de los dos en forma muy
distinta. Otra de las actitudes se relaciona con las finalidades. Por lo general,
no pienso en una meta específica para un grupo determinado, abrigo el sincero
deseo de que siga su propio rumbo. A veces, a raíz de alguna ansiedad o
parcialidad personal, me propuse que un grupo alcanzara una meta específica.
Cuando algo así ocurrió, o bien el grupo desbarató ese propósito, o bien pasó
conmigo el tiempo suficiente para que yo lamentara de veras haber pensado en
una meta específica. Hago hincapié en los aspectos negativos de las metas
específicas porque, al par que deseo evitarlas, también espero que en el grupo
se produzca algún tipo de movimiento procesal, y creo incluso que puedo
predecir algunas de las probables direcciones generales que tomará, aunque
no una específica. Para mí, esto representa una diferencia importante. El grupo
se moverá, de eso estoy seguro, pero sería presuntuoso pensar que puedo o
debo dirigir ese movimiento hacia una meta específica.
Por lo que puedo observar; este enfoque no difiere en el plano filosófico del que
durante años adopté en la terapia individual. No. obstante, mi comportamiento
en un grupo es a menudo muy distinto de lo que era en una relación
impersonal. Atribuyo esto al desarrollo personal que se experimenta en los
grupos.
Tal vez sea útil presentar aquí otra breve analogía. Si estoy tratando de
explicar algún fenómeno científico a un niño de cinco años, mi terminología y
hasta mi actitud serán muy diferentes de las que usaré si explico lo mismo a un
joven despierto de dieciséis años. ¿Quiere decir esto que desempeño dos
roles? Por supuesto que no; significa, simplemente; que han entrado en juego
dos facetas o expresiones de mi personalidad real. De modo similar, en un
momento determinado deseo verdaderamente actuar como facilitador con
alguna persona, y en otro, correr el riesgo de descubrir algún aspecto nuevo de
mí mismo.
«En parte porque confío realmente en el grupo, por lo general puedo actuar en
él en forma muy libre y tranquila, aun desde el principio. Acaso exagere un
poco al decir esto, pues siempre me asalta alguna ansiedad cuando el grupo
comienza a funcionar, pero pienso en seguida: "No tengo idea de lo que va a
suceder; no obstante, se me ocurre que todo irá bien", y creo que tiendo a
comunicar, de un modo no verbal: "Ninguno de nosotros sabe lo que ocurrirá,
pero no parece tratarse de algo que constituya un motivo de preocupación".
No cabe duda de que soy selectivo al escuchar y, por lo tanto, «directivo» -si se
desea acusarme de ello-o Me centro en el miembro del grupo que está
hablando, e indudablemente los detalles de la disputa que tuvo con su mujer, o
las dificultades que encuentra en el trabajo, o su desacuerdo con lo que acaba
de decirse, me interesan mucho menos que el significado que tales
experiencias encierran para él en este momento, y los sentimientos que le
despiertan. Trato de responder a estos significados y sentimientos.
Hay una forma levemente distinta por medio de la cual quiero también crearle
al miembro un clima seguro. Soy muy consciente de que, en el curso de la
experiencia, es imposible evitar el dolor del nuevo insight o del crecimiento, o el
tormento que produce una realimentación honesta de parte de los demás. Sin
embargo, mi intención es que el individuo sienta que, le pase a él lo que le
pase, y cualquiera que sea la índole de lo que ocurra dentro de él,
psicológicamente estaré a su lado en los momentos de dolor o alegría -o
cuando estos dos sentimientos se combinan, lo cual constituye un frecuente
indicio de crecimiento-. Creo que, de ordinario, puedo intuir cuándo un
participante sufre o está atemorizado, y entonces le hago llegar alguna señal,
verbal o no, de que percibo su estado de ánimo y lo acompaño en su dolor o en
su miedo.
Tengo muchísima paciencia con el grupo y con cada individuo que lo integra. Si
algo aprendí una y otra vez en los últimos años es que, a la postre, el hecho de
aceptar al grupo tal como es resulta muy fructífero. Si un grupo desea
intelectualizar, o discutir problemas muy superficiales, o es muy cerrado: desde
el punto de vista emocional, o teme mucho la comunicación personal, estas
tendencias rara vez me molestan tanto como a otros coordinadores. Advierto
que ciertos ejercicios y determinadas tareas establecidas por el facilitador
pueden, en la práctica, obligar al grupo a una mayor comunicación aquí... y
ahora, o a alcanzar un mayor nivel afectivo. Hay coordinadores que realizan
esto con mucha habilidad y logran un buen ' efecto en el momento adecuado.
No obstante, soy un científico-clínico lo bastante consciente como para efectuar
muchas evaluaciones ulteriores; por ello, sé que a menudo el resultado: de
esos procedimientos dista de ser, a la larga, tan satisfactorio .i como el efecto
inmediato. En el mejor de los casos, puede, hacer que el individuo se convierta
en un discípulo puntilloso (cosa que 'no me agrada): « ¡Qué maravilloso es el
coordinador! ¡Logró que me convirtiera en una persona franca, cuando no tenía
ninguna intención de serlo!» Puede originar, asimismo, un rechazo total de la
experiencia. « ¿Por qué hice las tonterías que me pidió que hiciera?» Y, en el
peor de los casos, puede que la persona sienta violado su sí-mismo en alguna:
forma, y se cuide a partir de entonces de exponerse jamás a la acción de un
grupo. Sé por experiencia que si intento presionar a un grupo para que alcance
un nivel que no tiene, ello no dará buenos resultados a la postre.
Tiendo a aceptar las declaraciones de los individuos tal cual las formulan.
Como facilitador. (Al igual que en mi función de terapeuta), prefiero, sin lugar a
dudas, ser crédulo; creeré lo que tú me cuentas que sientes dentro tuyo; si no
es cierto, eres libre por completo de corregir tu mensaje más adelante, y es
probable que lo hagas. No quiero perder el tiempo en sospechas, o
preguntándome: « ¿Qué quiere decir él realmente?».
Trato de aclarar que cualquier cosa que suceda, sucederá a raíz de las
elecciones que efectúe el grupo, a despecho de que ellas sean claras y
conscientes, o representen un tanteo inseguro, o sean inconscientes. A medida
que me convierto cada vez más en un miembro del grupo, aporto con gusto mi
dosis de influencia, pero no controlo lo que ocurre.
Comprensión empática
Entiendo que forma parte de esta comprensión mi esfuerzo por ahondar en las
complicaciones, y hacer que la comunicación retorne el cauce del significado
que tiene para la persona. Por ejemplo, después de escuchar la exposición,
muy complicada y algo incoherente, de un individuo, respondo: «y de esa
manera, poco a poco, has llegado a abstenerte de expresar cosas que
previamente habrías comunicado a tu esposa. ¿No es cierto?». Su respuesta
es afirmativa.
Creo que esta es una acción facilitadora, puesto que clarifica el mensaje a los
ojos de la persona que habla, y ayuda a que los miembros del grupo
comprendan, evitándoles la pérdida de tiempo que implica formular preguntas
acerca de los complicados detalles que aquella ha presentado, o de responder
a estos.
He aprendido a expresar en forma cada vez más libre mis propios sentimientos,
tal como existen en un momento determinado, ya sea en relación con el grupo
total, o con un individuo particular, o conmigo mismo. Casi siempre siento una
preocupación genuina y actual por cada miembro y el grupo en su conjunto. Es
difícil explicar la razón de ello. Sucede así, simplemente. Valoro a cada
persona; pero esta valoración no garantiza una relación permanente. Se trata
de una preocupación y un sentimiento que existen ahora. Pienso que lo siento
con más claridad por el hecho de no planteármelo como algo permanente.
Creo que poseo una gran sensibilidad para captar en qué momento un
individuo está dispuesto a hablar, o se halla a punto de ser presa del dolor, el
llanto o la ira. De este modo, podría decir: «Concedamos una oportunidad a
Carlene», o, tal vez: «Pareces realmente perturbado por algo. ¿Quieres
confiarnos de qué se trata?»
Cuando discutí este punto con un facilitador, me dijo: «He tratado de seguir un
undécimo mandamiento: Expresarás siempre los sentimientos que
experimentes"». Otra de las personas que intervenía en el debate replicó: «
¿Sabes cómo reacciono en estos casos? Considerando que siempre debemos
elegir. Algunas veces elijo expresar mis sentimientos; otras, elijo no hacerla».
Concuerdo mucho más con este segundo criterio. Si uno puede ser consciente
de la complejidad de sus sentimientos en un momento determinado-si se
escucha a sí mismo en forma adecuada-, entonces es posible elegir entre
expresar actitudes intensas y perdurables, o no manifestarlas en ese instante si
ello parece muy poco" conveniente.
Quiero expresar los sentimientos positivos y cariñosos con igual fuerza que los
negativos, los de frustración o ira. Quizás esto implique cierto riesgo. En una
ocasión, creo que perjudiqué el proceso grupal por manifestar de manera
demasiado expresiva -al comienzo de las sesiones- sentimientos de afecto
hacia algunos miembros del grupo. Puesto que se me consideraba aún el
facilitador, esto hizo que los demás encontraran mayor dificultad en sacar a luz
Enfrentamiento y realimentación
En mi opinión, atacar las defensas de una persona implica abrir juicio sobre
ella. Si uno dice: «Tú ocultas mucha hostilidad», o: «Te muestras muy
intelectual, quizá porque les temes a tus propios sentimientos», creo que esos
juicios y diagnósticos tienen un efecto contrario al de la facilitación. Empero, si
lo que percibo como frialdad de la persona me frustra, o me irrita su afán de
intelectualizar, o me enfurece su brutalidad hacia otro individuo, entonces
quisiera enfrentarla con la frustración, o la irritación, o la cólera que existen en
mí. Considero que esto es muy importante.
Muchas veces, cuando enfrento de esta manera a alguien, utilizo material muy
concreto ofrecido antes por él. «Vuelves a ser ahora lo que antes llamaste "el
pobre chico del campo"». «Me parece que reincides en lo que antes habías
descrito como "el niño que desea que lo aprueben a cualquier precio"».
en otros grupos: formando un círculo interno y otro externo, de manera tal que
cada persona del círculo externo se dispusiera a manifestar los verdaderos
sentimientos del individuo que tenía delante. El grupo no prestó atención
alguna a mí sugerencia y prosiguió como si yo no hubiera dicho una palabra.
No obstante, al cabo de una hora, un hombre captó el as-pecto central de este
«artificio» y recurrió a él, diciendo: «Quiero hablar en lugar de John, y expresar
lo que yo creo que realmente está sintiendo». Durante los dos días posteriores,
otros miembros utilizaron este recurso por lo menos una docena de veces,
aunque de manera personal y espontánea y no como un expediente burdo o
rígido.
niego a que un participante haga algo parecido cuando le asiste una razón para
ello. Por ejemplo, cierta vez un profesor se quejaba de los estudiantes que
siempre quieren que les contesten sus preguntas, y las formulaban
continuamente. Según él, no tenían suficiente confianza en sí mismos. Me
preguntaba con insistencia, una y otra vez, qué hacer respecto de ellos. Por
último, un miembro del grupo opinó: «Se diría que tú nos brindas un buen
ejemplo de lo que es, precisamente, motivo de tus quejas». Esto resultó muy
útil.
Aprendí que los miembros de un grupo son tan terapéuticos como yo mismo -o
más aún- cuando surge en él una situación muy grave, en la cual un individuo
manifiesta una conducta psicótica o actúa en forma extraña. De vez en cuando
el profesional cae en la trampa de los rótulos y piensa, por ejemplo: « ¡Esta es
una conducta sin duda paranoide!». Tiende así a establecer cierta distancia y
tratar a la persona como si fuera más bien un objeto. Sin embargo, los
miembros del grupo, más ingenuos, continúan relacionándose con el individuo
perturbado como persona, y, de acuerdo con mi experiencia, esto es mucho
más terapéutico. Por consiguiente, en aquellas situaciones en las que un
miembro muestra una conducta a todas luces patológica, confío en la sabiduría
del grupo más que en la mía propia, y, con frecuencia, quedo profundamente
sorprendido por la capacidad terapéutica de sus integrantes. Esto nos induce a
ser humildes y es, al mismo tiempo, alentador, ya que nos permite comprender
el increíble potencial de ayuda que posee la persona común, carente de una
formación especial, cuando se siente en libertad de utilizarlo.
aplicarlas en los grupos donde actué como facilitadora. Veo que los miembros
del grupo aprecian mucho esas nuevas formas de comunicación, y ofrecen en
ellas gran cantidad de datos para su examen ulterior.
»Los miembros del grupo pueden formular preguntas acerca; del retrato, pero
no permito que se hagan interpretaciones. El objeto del ejercicio es revelarse
uno mismo.
A veces, utilizo estas instrucciones para ayudar al grupo a que se conozca con
rapidez: "Parece que nos cuesta trascender la forma socialmente aceptada de
conocernos unos a otros.
Sugiero a quienes deseen ensayar algo nuevo que demos una j vuelta en
torno, presentándonos con un apretón de manos, usando nuestros nombres de
pila y estableciendo un contacto visual". [Pocos minutos después]: "Dejen
ahora de utilizar " palabras, estréchense las manos y mírense a los ojos". [Más
tarde]: "Dejen ahora de estrecharse las manos y encuentren otra manera de
saludarse".
"Bueno... esta ha sido una semana de mucho trajín, en casa y en todas partes.
Lo que quisiera, en realidad, es que me masajeen el cuerpo". Dicho esto; se
tendió boca abajo y los demás lo rodearon y masajearon en forma concienzuda
y cariñosa. Demostró sentir el afecto que se le dispensaba.
Casi siempre hablamos durante un rato del significado que tienen para
nosotros los contactos físicos y no verbales. Se me ocurre que vuelven a
producirse varias clases de aprendizaje. Quizás uno de los más importantes
sea que el contacto se "desexualiza". Esto no significa que pierda sus
connotaciones sexuales, sino que estas infunden menos temor y el contacto
físico adquiere nuevos significados. Además, hace que los individuos se
formulen esta pregunta en el plano de la experiencia: "¿Deseo de verdad estar
cerca de otra persona?". Por último, puesto que es mucho más fácil
"embaucar" a otros -e incluso a uno mismo- con las palabras, las experiencias
no verbales plantean el interrogante: "¿Soy sincero? ¿Digo lo que siento
cuando hablo, o sólo soy real en mis acciones?". He aquí algunos de los
valores que encontré en esta clase de experiencia grupal».
Con esto termina el relato de Natalie, que 'corresponde al punto de vista de una
facilitadora.
Sería difícil puntualizar en detalle los medios físicos que utilizamos para
expresar nuestros sentimientos. A veces nos sentábamos muy juntos, sobre el
piso; en algunas oportunidades lo hacíamos tomados de la mano. Hubo otras
en que los miembros que se detestaban se empujaban entre sí con fuerza. En
una oportunidad, se produjo una furiosa lucha que nos hizo correr de un lado a
otro, para proteger a cualquiera de ambos contrincantes, o a la habitación si
era necesario. Pero había también movimientos muy tiernos; personas que se
abrazaban y se demostraban cariño. Además, practicamos una "caminata de
confianza". En determinado momento, expresamos nuestros sentimientos a la
facilitadora hamacándola con suave vaivén. Una tarde llegamos a sentirnos
tontos y también expresamos eso, ¡bailando en círculos, como los monos! Era
divertido dejar que las cosas se manifestaran como iban viniendo.
Había en nuestro grupo dos hombres que sentían miedo auténtico al contacto.
Uno era casado y, en cierto modo, pensaba que tocar o demostrar sentimientos
tiernos a las mujeres del grupo implicaba un acto de infidelidad hacia su
esposa. Fue cambiando poco a poco con respecto a esto. El otro era un
muchacho tenso, parecía creer que si no controlaba sus emociones con
firmeza -en especial, su ira y sus deseos sexuales- perdería por completo el
control.
Guardé unas anotaciones mías algo posteriores a las reuniones del grupo y
que a mi juicio trasmiten en parte el significado que todo esto tuvo para mí.
Constituyen apenas un borrador, pero puedes usarlas si quieres».
Sin embargo, nada hay más bello y hermoso para un ser humano que ser
abrazado, acariciado, amado. Sentir el cariño y la sinceridad de otra persona.
Dar a cambio de ello consuelo, fortaleza. Las palabras engañan a menudo;
pero un abrazo...algo diferente del sonido trasmite la verdad. . .
¿Por qué tememos tanto el contacto? Porque tocar significa: SEXO. Pero, ¿no
se dan cuenta acaso? No hay blanco ni negro, sino todo un continuo entre
ambos polos. Sí, el hecho de tocar, abrazar, acariciar, encierra el sexo. El
apretón de manos más distante y frío es sexual, aun cuando niega la emoción.
La forma de encarar el contacto no es desexualizarlo, sino reconocer la
existencia de la sensualidad; aceptarIa. Si puedo aceptar la experiencia del
Nuestra digresión ha sido bastante larga, pero espero que haya resultado útil
para señalar una tendencia de nuestra cultura, no solo de los grupos de
encuentro. Es obvio que mi hija Natalie utiliza con mucho más libertad que yo el
movimiento y el contacto en los grupos donde actúa como facilitadora. Veo con
absoluta claridad que, siendo estudiante universitario, no habría podido abrigar
los sentimientos de mi nieta Anne o escribir las notas que ella me entrego. De
manera que los tiempos están cambiando, y también los grupos de encuentro.
Ahora que he presentado este triple punto de vista acerca del modo en que un
facilitador puede fomentar el uso de los medios físicos y un participante
experimentarlos, quisiera volver a otras cuestiones que se vinculan con mi
forma de ser en un grupo.
De acuerdo con lo que señalé brevemente más arriba, soya menudo lento para
intuír y expresar mi enojo. En consecuencia, sólo puedo advertirlo y expresarlo
con posterioridad a los hechos. En un grupo de encuentro reciente, estuve, en
distintos momentos, enojadísimo con dos individuos. Con respecto a uno de
ellos, sólo en plena noche tuve conciencia de la cólera que me inspiraba, y debí
aguardar hasta la mañana siguiente para manifestarIa. En el segundo caso,
pude percibir y expresar esa cólera en la sesión misma, en el instante de
producirse. En ambos casos, ello permitió una comunicación real, un
fortalecimiento de la relación y, de modo gradual, una genuina simpatía mutua.
Pero en este orden de cosas, aprendo con lentitud y, por lo tanto, aprecio de
veras el esfuerzo ajeno destinado a aflojar las defensas hasta un punto que
permita que los sentimientos actuales inmediatos afloren a la conciencia.
Un problema especial
En los últimos años, he tenido que encarar el peculiar problema de alguien que
ha llegado a ser bastante conocido por sus publicaciones y difusión de sus
doctrinas en la enseñanza. La gente que integra un grupo conmigo está
colmada " de toda clase de expectativas-desde ver un halo en torno de mi
cabeza hasta ver dos cuernos a cada lado de ella-. Trato de disociarme con la
mayor rapidez posible de estas esperanzas y temores. En mi forma de vestir y
mis modales, y también al expresar el deseo de que me conozcan como
persona -y no meramente como un nombre, el del autor de un libro o una
teoría-, trato de convertirme en una persona para los miembros del grupo.
Siempre es vivificante encontrarme en una reunión -p. ej., de alumnas de la
escuela secundaria, o, a veces, de hombres de negocios_ en la cual no soy un
«nombre», y donde es menester que vuelva a «abrirme camino hacia el éxito»,
simplemente como la persona que soy. Habría besado a la joven que, al
iniciarse un grupo, dijo con actitud desafiante: «Tengo la impresión de que esto
es algo peligroso. ¿Cuáles son tus calificaciones para hacerlo?». Repliqué que
3. Hay facilitadores que juzgan el éxito o fracaso de un grupo por sus aspectos
dramáticos; el número de personas que han llorado," o las que han tenido
«ganas de vomitar». En mi opinión, esto lleva a una evaluación espuria.
por no realizarlos, si así lo desea, y el facilitador tiene que establecer esto con
claridad.
Conclusiones
G. A. M. González
Empatía
Según Allport, Lipas no cae en esta trampa, pues insiste en que a pesar de
emplear en la empatía nuestra experiencia pasada, el proceso en sí tiene
exclusivamente referencia objetiva. N o percibimos nuestro cuerpo en acción,
sino el cuerpo de otro. No hay discontinuidad entre el esfuerzo, el orgullo, el
enojo; la alegría, etc., que siento empáticamente y la personalidad del individuo
que trato de comprender. "Un objeto unitario requiere una percepción unitaria.
La unidad del otro no está constituida por la aglutinación de los fragmentos que
infiero, sino que es requerida por el propio ser del individuo observado. La
cualidad de ajeno es un atributo inherente en la empatía, al diferenciarla del
proceso ordinario de inferencia. El acto empático presupone la conciencia del
otro yo que se convierte intencionalmente en objeto de conocimiento.
Allport dice que es lamentable que con el transcurso de los años el sentido
original del término empatía (mímica motora objetiva) se haya confundido
irremediablemente, de modo que ha acabado por esfumarse. Se ha ampliado
su significado, al incluir todo proceso de comprensión logrado.
Sullivan habla de la empatía como una base importante para la relación entre la
madre y el hijo. Cuando la madre siente ansiedad, su expresión de este estado
induce a una tensión semejante en el hijo.
Para preocuparme por otra persona, debo ser capaz de entenderla a ella y a su
mundo como si fuera yo mismo y ese mundo me perteneciera; de ver, si fuera
posible, con sus ojos lo que su mundo Ie parece a ella y cómo ella se ve a sí
misma. En lugar de sólo mirarla desde afuera como si fuera un espécimen,
debo ser capaz de estar con ella en su mundo, ir a su mundo con objeto de
sentir desde dentro lo que la vida es para ella, lo que está luchando por ser y lo
que requiere para crecer.
Cuando alguien entiende lo que se siente ser yo, sin desear analizarme o
juzgarme, entonces puedo florecer y crecer en ese clima. Me siento seguro y
no me siento solo con esos sentimientos. Cuando un orientador puede captar
momento a momento lo que ocurre en el mundo interior de su cliente, tal como
el cliente lo vive, sin perder la propia identidad, el sentido de individualidad en
este proceso empático, el cambio ocurre.
A medida que ha pasado el tiempo, hemos puesto cada vez más énfasis en la
naturaleza de la relación centrada en el cliente, ya que ésta es más eficaz
cuanto más plenamente el terapeuta pretende comprender al cliente tal como
En 1951 Rogers escribe el que será Uno de sus libros más importantes:
Psicoterapia centrada en el cliente. En esta obra el autor presenta una
reformulación de las funciones del terapeuta en su empeño positivo de penetrar
el campo fenomenológico del cliente. Asimismo, se expone claramente la
importancia de las condiciones actitudinales, vividas existencialmente, de
manera que permitan al terapeuta crear un ambiente estimulante para el cliente
y establecer una relación interpersonal que favorezca el crecimiento direccional
del cliente.
cliente en sus últimas significaciones como si fuera el nuestro, pero .sin olvidar
que no lo es"
Hoy más que nunca comprendo que la tomé en mis manos con torpeza,
vacilando entre adoptar con ella una actitud realmente cálida o una actitud
mucho más profesional y reservada siempre que me sentía amenazado por la
intensidad de su perturbación psicótica. Así fue como. Desencadené en ella
una intensa hostilidad hacia mí y, al mismo tiempo, una dependencia y un amor
que destrozaron completamente mis defensas. Me obstinaba en pensar que
debía de ser capaz de ayudarla y continuaba viéndola después de haber
perdido todo poder terapéutico, sin conseguir otra cosa que alimentar mi
sufrimiento. Reconocía que muchas de sus tomas de conciencia eran más
adecuadas que las mías y perdía toda la confianza en mí mismo. Hasta cierto
punto, dejaba de ser "yo mismo" en aquella relación. La situación queda muy
bien resumida en uno de sus sueños en el que un gato me destrozaba las
entrañas sin querer hacerla en realidad. Sin embargo, yo continuaba
manteniendo aquella relación porque reconocía que su situación era
desesperadamente precaria, al borde de la psicosis, y me sentía obligado a
ayudarla. De manera progresiva comprendí que era yo mismo quien se iba
sumergiendo en una profunda depresión y súbitamente vi claro que debía
escapar. Estoy muy agradecido con el doctor Louis Chal den, joven y
prometedor psiquiatra, que en esa época trabajaba en el Centro de Consejo
Psicológico, que aceptó hacerse cargo de aquella enferma, Poco después, ésta
El ser empático con otra persona tiene diferentes facetas. Ser empático
significa entrar dentro del mundo privado perceptual del otro y sentirse tan en
casa dentro de éste, como en su propia casa; ser sensitivo, momento a
momento, a los sentimientos que cambian y fluyen en el otro, desde el miedo o
la ira hasta la ternura, la confusión o cualquier otro sentimiento; vivir de manera
temporal en la vida del otro, moviéndose libre y delicadamente sin hacer juicios;
captar los significados más sutiles de los que el otro no tiene conciencia, pero
sin tratar de descubrir totalmente los sentimientos inconscientes, ya que esto
representaría una amenaza para la otra persona; comunicar este entendimiento
sensible del mundo de la otra persona tal como lo ves a través de una mirada
fresca y de unos ojos no temerosos hacia los elementos que la persona teme;
comprobar frecuentemente con el otro la precisión de lo que se capta de él y
ser guiado por sus respuestas. Tú eres el confidente, el compañero del otro
dentro de su mundo interior. Al descifrar los posibles significados en el fluir de
la experiencia de la otra persona, le ayudas a comprender y experimentar estos
significados más plenamente y así moverse hacia adelante en su experiencia.
Estar con la otra persona en esta forma significa dejar a un lado los puntos de
vista, los juicios de valor, para poder penetrar en ese mundo del otro sin
prejuicios. En cierta forma es el dejar a un lado el yo, lo cual sólo pueden
realizarlo personas que se sienten seguras de sí mismas, que saben que no se
van a perder en lo que puede ser el mundo bizarro del otro, y que podrían
tranquilamente regresar a su propio mundo cuando así lo deseen. Quizás esta
descripción pueda clarificar lo que significa ser empático, ya que se trata de
algo complejo y comprometedor al mismo tiempo sutil y gentil del modo de ser.
Aun en su trabajo con psicóticos, cuya falta de interés impediría una relación
interpersonal, Rogers ha utilizado la comunicación de la comprensión empática.
Este nuevo modo de relación con el cliente o paciente exige al terapeuta una
conciencia mucho mayor del flujo cambiante del experiencing sentido dentro de
sí mismo. Cuando el paciente expresa sentimientos propios, el terapeuta
sensible se encuentra con su conciencia experiencial llena de empatía hacia
los significados del cliente. Pero cuando el paciente está en silencio, el
terapeuta puede hacer una referencia directa a su propia experiencia y
comunicar los significados encontrados en ella; entonces, una vez más, si se
es totalmente sensible, estos significados comprenderán al paciente y a la
relación.
4. En los casos exitosos, el cliente percibe mayor empatía. En los casos en que
se logra éxito, la percepción del cliente en relación con la calidad de la relación
empática se incrementa con el tiempo.
10. Los clientes son los mejores jueces para medir el grado de empatía que
existe en la relación. Quizás, dice Rogers, si deseáramos ser mejores
terapeutas, deberíamos preguntar a los dientes hasta qué punto los
comprendemos y hasta dónde somos precisos en esta comprensión.
11. Poseer una percepción brillante para el diagnóstico no está relacionado con
la capacidad de comprensión empática, la creación del clima empático no está
relacionada con la capacidad intelectual, profesional o ambas del terapeuta.
Tampoco se puede relacionar con la precisión de la percepción de los
individuos con fines diagnósticos. La empatía pertenece a un reino diferente al
del pensamiento clínico, psicológico y psiquiátrico.
Conclusión
Considero que muchas de las críticas a Rogers son, en gran parte, de aquellos
terapeutas que han hecho de su labor una caricatura estereotipada de Rogers,
en lugar de ser ellos mismos y vivir realmente el compromiso que implica ser
congruente, aceptan te, auténtico y empático.
Aceptación
Grados o niveles
romper los trabajos de sus compañeros o tomarse las medicinas del botiquín?
¿Cómo aceptar situaciones de fraude en un examen, de faltas de respeto, de
deshonestidad? etc. La respuesta es que se acepta totalmente a la persona,
independientemente de sus sentimientos, emociones, efectos, actitudes,
pensamientos y comportamientos. Existe un dicho popular que puede
ilustrarnos:
"No debemos tirar al niño con todo y el agua sucia". El niño no es sus
sentimientos, pensamientos o conductas, éstos son partes de él, pero no él
mismo. Por ejemplo, cuando un maestro cansado por el comportamiento de
uno de sus alumnos le dice: "Ya no te soporto, eres un elemento nocivo y
destructivo para tus compañeros, no quiero verte más, eres una vergüenza
para el grupo", el maestro tira al niño con todo yagua sucia, rechaza a la
persona en lugar de retroalimentarla constructivamente y confrontar al niño, por
el bien de éste, con las actitudes o conductas que son destructivas para sí
mismo y los demás.
La congruencia
¿Qué quiere decir ser realmente lo que se es, ser auténtico? Rogers responde:
"saber ser la complejidad de los propios sentimientos temor”. Esto implica que
la persona se siente a gusto consigo misma y tenga una actitud de apertura
que le permita presentarse de manera natural y genuina en su relación con
esta actitud Max Pagés dice:
Esta actitud necesariamente requiere de valor para ser uno mismo presentarse
ante el otro como uno es. Por supuesto que la congruencia no puede ser en
todo momento perfecta y constante. El mismo Rogers comenta: "Normalmente
y sin lugar a dudas, yo, como todo mundo, manifiesto un grado de
incongruencia"." Por lo tanto, la congruencia es una actitud de búsqueda
continua que se orienta hacia propia lucha por el crecimiento y la integración
personal. A medida que la persona mantiene una relación de congruencia
consigo mismo podrá presentarse como un ser real en su relación con los
demás.
De Peretti afirma:
mi deber para con él y para con la situación compartir este sentimiento. Pero,
de nuevo desearé estar en contacto constante con lo que fluye dentro de mí, si
lo hago, reconoceré que lo que estoy expresando es mi propio sentimiento de
fastidio, y no un pretendido hecho referente a él como persona que fastidia.
Cuando lo expreso como mi propia reacción tiene la virtud de llevarnos a una
relación más profunda, pero este sentimiento existe dentro del contexto de un
flujo complejo y cambiante que también tiene que comunicarse. Quisiera
compartir mi disgusto con el alumno cuando me siento disgustado, y mi
incomodidad de tener que manifestar este aspecto de mí mismo. Cuando le
participo estas actitudes encuentro que mis sentimientos de fastidio brotan de
otro sentimiento de lejanía con respecto al otro, y loto que quisiera estar en
contacto más íntimo con él. Cuando trato de expresar estos sentimientos,
siento incluso un cambio en los mismos. Lo cierto es que no siento fastidio al
intentar comunicarme de esta manera, y que estoy muy lejos del aburrimiento
cuando espero su respuesta con ansiedad y quizás con algo de aprehensión.
También siento una nueva sensibilidad hacia él, ahora que hemos compartido
aquel sentimiento que constituía una barrera entre los dos. De este modo tengo
mucha más capacidad para escuchar la sorpresa o quizás el sobresalto de su
voz cuando, después de haber tenido audacia de ser real con él, él descubre
que ahora habla de un modo más auténtico.
Donald J. Kiesler, en el apéndice B 3 del libro editado por Carl Rogers en 1967,
ofrece una escala de medición de la congruencia, que hemos modificado para
su aplicación en el campo de la educación:
G.A.M. González
La concepción de Rogers de la naturaleza del ser humano indica que ésta tiene
tendencias naturales:
• Al desarrollo
• A la independencia
• A la armonía y al equilibrio
• A la autorregulación y el cambio
Personalidad sana
Para Rogers una personalidad sana no es un estado del ser sino un proceso,
"una dirección y no un destino". Algunas de las características de este proceso
se describen en seguida. .
equipo orgánico para sentir, tan exactamente como le sea posible, la situación
existencial, dentro y fuera; utiliza todos los datos que su sistema nervioso
puede suministrar en la conciencia, pero reconoce que su organismo total
puede ser, y a menudo lo es, más sabio que su conciencia; es capaz de ser y
permitir que su organismo total funcione a su máxima complejidad para
seleccionar, de la multitud de posibilidades, el comportamiento que en
determinado momento es el más satisfactorio; es capaz de confiar en su
organismo y en el funcionamiento de éste, no porque sea infalible sino porque
puede reconocer y asumir las consecuencias de cada una de sus acciones y
corregirlas si no son satisfactorias.
En su libro A Way of Being, Carl Rogers dice que la persona del mañana -yo
me atrevería a afirmar que se trata de la persona actual será aquélla capaz de
vivir en un mundo como el que vivimos, para lo cual se requiere tanto de una
mente como de un espíritu jóvenes.
Éstas son algunas de las características que yo veo en las personas del
mañana, que vivirán en un mundo de energía, un mundo en el que la meta, en
¿Utopía o ideal?
abarca todas las etapas de su vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Juan
Lafarga nos dice a este respecto:
Yo no he llegado a viejo, pero por conocer ancianos que viven maravillados por
lo que siguen aprendiendo, formulo la hipótesis de que muchas vejeces
inactivas y deprimidas son producto de aprendizajes impuestos como verdades
absolutas, carentes de estímulo y fecundidad, y asimiladas y vividas con
resignación pasiva. Estas verdades, inventadas por otros y muchas veces
lejanas a la experiencia del que se asimiló, con base en condicionamientos que
él nunca diseñó, mataron muy temprano en él la curiosidad por aprender,
característica humana del crecimiento y de la vida plena.
a quien culpar, y el foco se fue paulatinamente cerrando hasta caer sobre los
padres de los asesinos. Alguien menciono un rumor que estaba circulando
sobre la madre de uno de los asesinos; aparentemente ella había ido Al salón
de belleza dos días antes del hacho. La gente se preguntaba qué madre habría
ido a arreglarse el pelo solo unos pocos días antes de que su hijo cometiera
esa orgia de sangre y luego se suicidara de un disparo.
Dado que el juicio cruel comenzó a invadir los canales, una emisora local
entrevisto al reverendo Joe Miller de la Iglesia Unitaria de Littleton. ¿Le
importaría responder a los rumores de que los padres de los asesinos eran
fríos e insensibles? La respuesta del ministro fue breve y al punto “No sabemos
lo suficiente sobre que sucedió en estas familias como para poder juzgar”, dijo.
Escalar montañas' y tratar de lograr empatía son ambos tareas duras y llenas
de esfuerzo... Nuestro éxito en alcanzar la cumbre de la montaña depende de
tener suficiente equipo para escalar que nos permita continuar, y dedicar
nuestro esfuerzo en seguir escalando.
La habilidad de leer la mente de otra persona es algo poderoso, sin duda, pero
si la empatía termina allí no sirve para mucho, ¿no es cierto? Aunque podamos
usar la empatía para lograr una mejor comprensión mutua, esa sensibilidad
incrementada no nos lleva necesariamente a la acción. Ésa fue la queja de
Hillary Rodham sobre la empatía cuando dio el discurso de inicio del ciclo
lectivo en Wellesley College, en 1969, veinticuatro años antes de convertirse en
primera dama de Estados Unidos. "Parte del problema de la empatía es... que
no nos hace nada. Hemos tenido empatía en grandes cantidades", dijo, y
continuó hablando sobre los graves problemas de nuestra nación que la
empatía no era capaz de resolver.
Sin embargo, aquí hay una verdad irrevocable sobre la empatía: si no hacemos
nada con nuestra perspicacia sobre los pensamientos y sentimientos de la
gente, no estamos siendo empáticos. Si sólo nos sentamos allí, embargados
por la emoción compartida pero sin estar dispuestos o sin tener la capacidad de
realizar la transición entre el sentimiento y la acción, estamos negando a la
empatía su desarrollo natural. Porque la empatía está siempre, sin excepción,
orientada a la acción. La empatía se pregunta, con un deseo real de
comprender: ¿Qué puedo aprender? La empatía, con profundos sentimientos y
mentalidad abierta, dice: Enséñame. La empatía se pregunta en cada recodo
de la relación: ¿Cómo puedo ayudar, qué puedo hacer, dónde voy ahora?
-Así que, Dr. C. –dijo sarcásticamente enfatizado la palabra doctor-, ¿le parece
que esto está dando resultado?
-Sí, no entiendo que está tratando de decirme en este momento -le dije-.
¿Podría explicármelo?
-Veo que está molesto-dije-. También puedo ver que aparece reacio a
decirme qué le molesta.
Su rostro lo decía todo: “usted piensa que es muy brillante, ¿no es cierto?"
-No sé de dónde salió -dijo Gordon-. Quizá proviene de usted. Sólo sé que
quiero vencerlo porque usted parece estar siempre controlado, en una pieza.
-Yo pienso que sus sentimientos son más profundos de lo que manifiesta.
En ese momento yo tenía varias opciones. Podría haberle dicho que su ira era
inapropiada o que estaba mal enfocada. Podría haber dirigido su atención a
otros asuntos, con la esperanza de diluir su ira o podría haberlo intimidado
enfrentando su ira con mi propia irritación. Pero la empatía me llevó por un
camino diferente. Quería comprender lo que Gordon estaba sintiendo y
pensando y quería que supiera que lo acompañaría también a ese lugar lleno
de ira y furia, aunque hubiera cuestionado nuestra relación y su valor, aunque
tratara de intimidarme físicamente. Necesitaba hacerle saber que seguiría su
línea de pensamiento y no .me sentiría intimidado ante su intensidad.
A través de las palabras que Gordon estaba usando y de las emociones que
estaba expresando, supe que nos acercábamos a un lugar de extrema
importancia. Percibí la importancia del momento porque Cardan estaba
revelando aspectos de sí mismo que nunca antes había dado a conocer. Su ira
había estado cubriendo profundas heridas que yo sabía que necesitábamos
explorar. Con la esperanza de expresar mi profundo interés y, al mismo tiempo,
poner en claro el hecho de que no me asustaba la intensidad de sus
emociones, decidí salir al encuentro de él.
-Acabo de volver de un viaje de negocios, usted sabe. Perdí dos sesiones con
usted.
-Lo sé -dije.
-En estos viajes pasan todo tipo de cosas. Cometo errores, pierdo la paciencia,
me desilusiono a mí mismo. Y entonces me pregunto si esto funciona.
-En ese momento es cuando deseo vencerle, probar que yo soy tan bueno
como usted, incluso mejor que usted -dijo.
-Usted sabe, mi padre, con todos sus grande éxitos, pensando que yo podría
ser como él, yo fui a la misma escuela, la Ivy League, que fue él, trabajo para la
misma compañía, todos piensan que soy como él. Pero no lo soy. Seguro que
trato de competir con él, porque soy tan competitivo como él, pero no puedo
vivir como él vive, tratando de llevar a la gente al límite, no quiero competir con
nadie de ese modo, pero de una forma u otra, no puedo detenerme... -su voz
se desvaneció.
-Usted dice que comprende pero no parece importarle, usted ni siquiera piensa
en mí cuando me voy -dijo Gordon, exponiendo la vulnerabilidad que había
detrás de su ira-. Me siento como si estuviera solo tratando de escalar una gran
montaña.
-A veces pienso que usted está tan preocupado por vencerme, que no puede
aprender de nuestra interacción -le dije-. Parece que usted tiene la idea de que
está debajo de mí o de que yo me siento superior a usted, así que me hace la
guerra. Juntos hemos descubierto el origen de parte de la cuestión, pero pienso
que es difícil para usted, especialmente cuando está bajo gran presión, creer
que estamos del mismo lado y que nos necesitamos mutuamente para escalar
esa montaña.
-Yo creo que usted podría -respondí sabiendo que los seres humanos pueden
herir a los demás si quieren hacerla. Quería que Gordon supiera que yo no era
inmune a su ira-. Pero, dígame. Una vez que usted me haya vencido y que
ponga un pie sobre mi cuerpo derrotado, ¿dónde estará la victoria? ¿Podría
decirme cómo se sentiría una vez que me venciera y me humillara?
Esta conversación reveló los sinuosos caminos que la empatía debe recorrer
en la vida real y algunas de las sorprendentes vueltas y giros que son
necesarios negociar con gran cuidado. En esta realmente intensa interacción
fui más comunicativo sobre mis propios sentimientos hacia Gordon de lo que lo
había sido en el pasado. En las sesiones anteriores, la empatía me había
guiado a retraerme un poco, permitiendo que Gordon experimentara la
profundidad de su ira y viendo qué sucedía. En esta ocasión, sin embargo,
sentí que debía dar un paso hacia adelante y ayudado a diferenciar entre el
pasado y el presente. Él parecía estar atascado en el cieno del pasado,
hundiéndose cada vez más; comprendiendo la intensidad de su lucha, yo fui
guiado por la empatía a ofrecerle mis palabras salvadoras, antes de que
quedara fuera de mi alcance.
Cuando la empatía guía una relación y ofrecemos el apoyo y las señales que
nos ayudan a no perder el camino, podemos ver más claramente dónde ir y
confiar en nuestra habilidad para continuar nuestro andar, aunque el sendero
sea empinado y estrecho. La empatía nos ayuda a mantener una posición de
conciencia alerta y de atención paciente: una actitud que el psicólogo William
James llamó "el modo arduo".
Supongamos, por ejemplo, que estoy escalando en los Alpes, y que tengo la
mala fortuna de quedar en una posición de la que sólo puedo salir dando un
salto enorme. Al no haber pasado antes por una experiencia similar, no tengo
la certeza de mi capacidad para lograrlo. Pero la esperanza y la confianza en
mí mismo me aseguran que no vaya errar, y que podré dirigir mis pies para
ejecutar lo que quizá sin esas dos emociones subjetivas habría sido imposible.
Pero supongamos que, por el contrario, pensara que sería inadecuado actuar
basándome en una presunción no verificada por mi experiencia anterior. Qué,
entonces, dudara durante tanto tiempo que, al final, agotado y temblando,
cayera en la desesperación, perdiera pie y rodara hacia el abismo.
Dado que cada individuo y cada situación es única, la empatía siempre debe
estar con los pies sobre la tierra, atenta, en guardia, curiosa, observadora. Si la
empatía se vuelve indiferente, deja de ser empatía. Porque la característica
más importante de la empatía es la cualidad de focalizar la atención. Cambia
de foco, desvía tus ojos, adopta una actitud de "no me importa" y la empatía
pronto pierde pie. La empatía debe estar siempre dispuesta a moverse. Aunque
eso signifique volver atrás o caminar hacia el costado.
2. Avanza suavemente
7. Establece límites
Aquí tenemos un ejemplo de pregunta con final abierto que yo podría haber
hecho en lugar de la anterior. "Noté que llegaste tarde las últimas dos sesiones,
Joel, ¿tiene esto algo que ver con algún asunto que no hemos hablado? “Esa
pregunta deja la respuesta flotando en el aire, sin forma. Estoy realmente
buscando información y pidiendo al paciente que me cuente más.
Joel podría responder: "Usted sabe que esto ha estado sucediéndome mucho
últimamente; me queda poco tiempo para las cosas, llego tarde a mis citas,
desilusiono a mi esposa e hijos, molesto a mi jefe". O Joel podría decir, "Tuve
una pelea terrible con mi esposa justo antes de salir de casa. Dice que gasto
mucho dinero en terapia, y está furiosa conmigo porque yo le cuento los
detalles de nuestra relación". Estas respuestas ofrecen importante información
sobre el estado mental de Joel y señalan el camino hacia una conversación
productiva. O la respuesta podría ser tan simple como, "No puedo creer en mi
suerte. Dos semanas seguidas hubo un serio accidente en MassPike", en cuyo
caso podemos dejar pasar el asunto y hablar de lo que realmente le sucede al
paciente.
Aquí hay otro ejemplo de pregunta de final cerrado. Una madre y su hija
adolescente están conversando después de volver ésta de una cita. "Así que,
cariño, ¿él te parece agradable?" pregunta la madre. Con la entonación de su
pregunta, la madre está guiando a su hija a coincidir con ella en su
interpretación. (O sea, que no es agradable.) La pregunta presenta un dilema a
la hija. Ella puede someterse a la opinión de su madre, permitiendo que ella
dirija sus pensamientos y sentimientos, o puede ponerse en desacuerdo con
ella y crear un momento de confusión y, por qué no, de discusión.
Las preguntas con final abierto expresan empatía porque muestran respeto por
las reacciones y respuestas únicas del individuo.
La empatía siempre se esfuerza en hacer que las cosas vayan más despacio
para que las emociones puedan atemperarse con una profunda reflexión. Las
emociones acaloradas no conducen a la expresión de la empatía. En un
encuentro intenso, como la conversación con Gordon, es críticamente
importante ir lentamente para no quedar atrapado por las emociones. En este
sentido, la empatía es como el freno en la boca del caballo, que te permite tirar
de las riendas y pararlo. Cuando las emociones fluyen libremente, la empatía
llega para frenar el galope salvaje y transformarlo en un trote manejable.
A veces, para calmar las cosas, es necesario volver un poco atrás, como en
esta conversación que tuve con Mike, un alcohólico en vías de recuperación de
treinta y seis años, quien me dijo que había decidido casarse a partir de un
"flechazo."
-Entré a Dunkin' Donuts, vi a Nancy sentada allí y iPum!; eso fue todo -dijo
Mike, con una amplia sonrisa.
-En ese preciso instante supe que quería casarme con ella, sin dudarlo-agregó.
Hacía unos seis meses que Mike era mi paciente y ésta era la primera vez que
mencionaba a Nancy.
-Es una decisión muy importante -le dije-. ¿Cómo llegaste a ella?
-Pensé que querrías oír algo sobre la persona con la que tengo la intención de
casarme.
-Mike, no es que no quiera oír sobre Nancy, pero creo que no entiendo la
situación completamente si no sé cómo se dieron las cosas. Vamos a desandar
el camino hasta antes de que entraras a Dunkin' Donuts a tomar café. ¿Qué
pasó en la reunión?
-Sí. Bueno, no. Supongo que no -el ceño de Mike se profundizó-. Tuve una
discusión con alguien que hace tiempo que venía a las reuniones y mi
consejero se enfadó conmigo.
-¿Así que te sentías fuera de lugar y la reunión se volvió difícil para ti?
Hablamos durante otros diez o quince minutos, y Mike se volvía cada vez más
taciturno.
-Pienso que fue un día lleno de emociones -dijo-o ¿Así que tú piensas que en
realidad estaba tratando de huir de mi ira?
-Me parece que, ayúdame si te interpreto mal, que las emociones en la reunión
te afectaron y tal vez estabas buscando a alguien que te alejara del conflicto o
te ayudara a resolver el asunto.
Mike se inclinó hacia adelante, juntó sus manos y suspiró. -No sé, estoy
bastante confundido ahora que me has parado y me has hecho pensar.
-Quizá ésa sea la forma correcta de proceder -dije-. Aceptar el hecho de que
estás confuso e inseguro sobre la forma de manejar esta situación particular,
que ahora estás aprendiendo, y que continuarás aprendiendo y creciendo a
medida que pienses en esta decisión y en todas las otras de la vida.
-Pienso que es bastante imbécil decidir casarme con alguien a quien casi no
conozco. A veces soy demasiado impulsivo. Algunas veces no sé qué me pasa.
-¿Sí?
-Sí -respondí.
Éstas son esencialmente frases del tipo" crece y supéralo", que constituyen en
realidad versiones más elaboradas de comentarios peyorativos como: "Usted
está inseguro" o "Usted se siente amenazado" o "Usted siente envidia". Tales
comentarios etiquetan nuestro comportamiento, en contraste con las
expresiones empáticas, que tratan de aportar una comprensión más profunda
de la conducta.
Cuando el filósofo griego Heráclito dijo "no es posible bañarse dos veces en el
mismo río", estaba expresando empatía, reconociendo el hecho de que la
persona que eres hoyes diferente de la que eras ayer. Una de las peores
maneras de perjudicar a los otros es asumir que su personalidad es rígida o
fija. Si así lo hacemos, consideramos el río del que habla Heráclito como un
charco de poca profundidad separado de la corriente y cuya agua está
estancada. Cuando decimos a otra persona "Tú siempre reaccionas de la
misma manera", “Así soy yo, nunca voy a cambiar" o "Puedo leer tu mente
como si fuera un libro", ponemos obstáculos en el río y cortamos el curso de la
empatía.
Siento escalofríos cada vez que oigo a alguien decir a otra persona "Ya sé
cómo vas a responder, te he oído cientos de veces" o "Ni siquiera debo
preguntarte qué estás pensando. Te conozco mejor de lo que tú te conoces a ti
mismo". Con esos enunciados casi puedo ver los árboles caer en medio del río
de la empatía, poniendo barreras a su fluir. Porque el pasado puede ser un
buen pronosticador del futuro, la empatía nos recuerda que la vida real fluye y
que los seres humanos se adaptan constantemente; son capaces de ceder y
torcer el curso de su acción de acuerdo con las circunstancias.
Si asumimos que estamos fijos para siempre en nuestra forma de ser, que
nuestra personalidad está tallada en piedra, entonces nuestra interacción con
los demás se vuelve predecible, una repetición sin final de viejos patrones y de
respuestas mecánicas, con poca posibilidad de ampliar nuestra perspectiva o
tener una visión más amplia de las cosas. Semejante mundo limitado (regido
por teorías, caracterizado por las etiquetas, gobernado por los preconceptos)
es como el lecho de un río seco: duro, cuarteado, separado de otros arroyos o
afluentes, sin guardar semejanza con su poderoso ser original.
Cuando Cardan levantó la voz y me dijo que quería vencerme, sus ojos se
entornaron, su rostro se puso rojo de furia, mirándome como si en cualquier
momento fuera a precipitarse sobre mí, sentí acelerarse los latidos de mi
corazón" Literalmente pude sentir la ira de Gordon en mi propio cuerpo, cuando
mi sistema nervioso autónomo comenzó a reflejarla.
Cuando deseo saber qué sabio o imbécil, qué bueno o malo es alguien, o qué
está pensando en ese momento, adopto una expresión en mi rostro lo más
parecida posible a la expresión del otro y espero para ver qué pensamientos o
sentimientos vienen a mi mente o a mi corazón y ver si coinciden o
corresponden con dicha expresión.
dientes (una acción que pone a los músculos faciales en posición de sonreír);
los sujetos tenían una tendencia mayor a reír cuando veían dibujos animados
cómicos.
Entender el pasado de Gordon fue muy importante para ayudarlo a resolver sus
sentimientos presentes de ira y humillación. Gordon creció con un padre que
era, según sus propias palabras, "un ser humano virtualmente perfecto en todo
respecto". Según Gordon, su padre se parecía a un Mel Gibson canoso, se
había graduado con honores en la universidad de Yale, ganaba "supe fortunas"
como vicepresidente de una importantísima firma de cosméticos y era
respetado (algunas veces temido) por todos los que lo conocían. Aunque
Gordon era bien parecido, atlético, inteligente, estaba felizmente casado y
gozaba de seguridad económica, creció con la idea de que, sin importar cuánto
lo intentara, nunca podría igualar los logros de su padre.
“Aquí hace mucho calor -dijo mientras le palmeaba la espalda-, esto quizá lo
ayude un poco."
Una vez tuve una paciente, Kelly, que era la crítica más mordaz del mundo.
Parecía que nada podía complacerla o hacerla sentir mejor consigo misma. Un
día, Edie, una trabajadora social del hospital, se encontró a solas en el
ascensor con Kelly. Edie sonrió, dijo un alegre "hola" y, en un esfuerzo por ser
amistosa, hizo un comentario sobre el hermoso traje que Kelly llevaba. Kelly
giró sobre sus tacones para mirar a Edie y se desquitó con ella.
"No puedo creer que sea tan superficial-le dijo mientras apuntaba con su dedo
la placa de acrílico que Edie llevaba en la solapa, con su nombre impreso-.
¿Usted es trabajadora social, tiene tanto estudio y aun así se planta aquí y me
insulta por mi apariencia física? Siempre supe que se juzga a una mujer por su
apariencia física; en este hospital al que acudo por ayuda, usted tiene el tupé
de confirmar la naturaleza superficial de nuestra cultura." Dichas esas palabras,
se abrió la puerta del ascensor y Kelly salió como una tromba.
Dije a Edie que tal vez podría haber sonreído, fruncido el entrecejo, tosido o
levantado una ceja y que igualmente habría causado la misma reacción de
furia. En verdad no importaba realmente lo que dijera o hiciera porque alguien,
en alguna parte, ese día iba a ser receptor de las emociones reprimidas de
Kelly. Consideremos la fuente. Cada uno de nosotros tiene ricas e intrincadas
historias que se reflejan en nuestros encuentros presentes. Si no consideramos
la fuente, podremos confundirnos y llegar a la conclusión de que somos
responsables de las reacciones emocionales de los demás.
Cada uno tiene una historia única para contar, y cada una va-a su propio paso.
Cuando la empatía guía la in ter acción, podemos juzgar con exactitud
sorprendente a qué velocidad necesita avanzar la otra persona. El buen uso del
tiempo es importante. La empatía nos lleva en un viaje en el que a veces el
camino es difícil y extenuante. Necesitamos parar en ciertos puntos del camino,
hacer una pausa, orientamos y prestar cuidadosa atención a las señales
indicadoras.
Sin embargo, cuando los niños son tratados con empatía y se les enseña a
responder empáticamente a los demás, la ira intensa con frecuencia
desaparece. William Pollack explica cómo hace la empatía para desarmar la
ira:
La empatía nos permite llegar juntos hasta el borde del precipicio y observar las
emociones más profundas, confiando en que nuestra relación nos guiará a un
lugar seguro. Al guiamos a comprender que éste es un lugar con enormes
posibilidades, la empatía nos enseña a dejar la historia abierta, nos dice
cuándo debemos avanzar y cuando retroceder, cuando debemos correr a
escondernos y cuándo confiar en que somos lo suficientemente fuertes para
luchar con los elementos. Cuando estamos al borde de ese precipicio con otra
persona, la empatía nos recuerda que éste es su viaje, que estamos allí como
compañeros, para ayudarla. Nuestro papel no es llevar la delantera, sino seguir
a la otra persona. No es dominar, sino participar; no es tener la última palabra
sino mantener abierto el flujo del intercambio de ideas. Expresamos empatía al
sumergirnos en la situación de la otra persona, haciendo lo posible para ayudar
y sintiéndonos agradecidos de formar parte de esa experiencia.
Cuando Gordon dijo: "Yo le-cuento todas esta verdades privadas sobre mí, y
usted no revela nada significativo sobre usted", me estaba desafiando a
abrirme. Daba a entender que yo no le contaría nada de mí porque quería
permanecer perfectamente en control. Yo podría haber aceptado fácilmente su
análisis y darle lo que quería. Podría haberle dicho, "¿Qué deseas saber de
mí?"
Esto es una trampa tanto en terapia como en la vida diaria. Las revelaciones
personales hechas con la intención de hacer desaparecer la inseguridad de la
otra persona, rara vez funcionan porque desvían la atención del individuo que
necesita ayuda y la enfocan en uno mismo. Algunas veces, los terapeutas
cometen el error de compartir sus problemas con sus pacientes, con el
razonamiento de que las revelaciones personales crean un ambiente de
confianza y vínculo personal. Aunque tal interacción pueda dar un alivio
momentáneo, ("me siento mejor al saber que usted ha pasado por experiencias
similares", podría decir un paciente), con frecuencia crea resentimiento a largo
plazo. He aquí un ejemplo.
Una mujer de treinta y nueve años que sufría depresión crónica comienza a
asistir a sesiones de terapia y dice a su terapeuta que siente deseos de
suicidarse. "Siento tanto dolor -le dice ella-. Siento una necesidad irresistible de
causarme daño a mí misma."
Varios meses atrás dediqué el programa de radio en Boston del que soy
coanfitrión al tema "El perdido arte de escuchar con atención". Terminado el
programa una amiga me preguntó si podía contarme una historia.
-Otra vez he estado pensando en tener una aventura con un hombre casado -
comenzó-. Rompí con él hace como un año, pero él me ha estado presionando
y halagando sin parar. Sin importar lo que le diga, (que me siento triste, que no
tengo fuerzas o entusiasmo, que ahora mismo no me gustó mucho), él siempre
responde con algún comentario sobre lo maravillosa que soy, cuánto necesito
creer en mí misma y que nadie aprecia mi talento tanto como él. Aunque he
tenido la persistente sospecha de que son sólo cumplidos para salirse con la
suya, me he sentido halagada con esos cumplidos y he estado pensando
seriamente en reanudar la relación.
El refrán dice que "tenemos dos orejas. Pero sólo una boca", en el sentido de
que deberíamos pasar escuchando al menos el doble del tiempo del que
Escuchar con empatía supone renunciar a una visión del mundo centrada en
uno mismo para poder participar de manera completa en la experiencia de la
otra persona. Escuchar con empatía requiere enfocarse en el otro y prestarle
atención, no sólo a las palabras que dice, sino también a sus gestos, la
posición de su cuerpo y sus expresiones faciales. Cuando escuchas con
empatía haces un esfuerzo consciente por dejar de lado tus prejuicios.
Aprendes a conectarte con las emociones de la otra persona sin que te saquen
de control, a avanzar y a retroceder. Y entonces descubres la manera de vivir
con la ambigüedad y la incapacidad de encontrar respuestas y soluciones a
todos los problemas.
Valoración
Mi padre tenía lo que yo llamo una "postura para escuchar" que mostraba su
total inmersión en la conversación. Como alguien que estuviera rezando, tenía
una forma consciente de obligarse a estarse quieto, enfocando su mente y
asegurándose de que nada lo distrajera de la tarea que estaba en sus manos.
Inclinado hacia adelante con sus ojos llenos de intención, sus manos unidas,
solía hacer una pregunta y luego escuchaba sin interrumpir.
Yo amaba ver conversar a mi padre, porque sabía por la forma en que la gente
le respondía que él tenía un don especial. La gente quedaba llena de energía
después de una conversación con mi padre; él tenía la habilidad de descubrir
su potencial y entonces subrayaba el hecho de que la gente tenía trabajo que
hacer para alcanzarlo. Al final de todas estas conversaciones corazón a
corazón, decía algo así como, "Por supuesto, todo esto puede hacerse
realidad, Arthur, si confías en ti mismo y te esfuerzas por convertirlo en
realidad". Mi padre nunca se guardaba alguna crítica que tuviera que hacer,
pero se expresaba de una manera en que dejaba bien claro su respeto por el
otro. Su honestidad era recta, directa, verdadera hasta el límite y siempre
profundamente respetuosa.
-Vi tu fotografía en el periódico y leí que te han ofrecido una beca para jugar en
el equipo de una buena universidad -dijo- ¿Tú quieres ir a la universidad,
Arthur?
-Debo ser honesto contigo -dijo-. No estoy seguro de que seas "buen material"
para ir a la universidad." Mr. Martin siguió diciéndome que yo probablemente no
entraría a la universidad si no fuera porque jugaba bien al fútbol. Mis notas, me
recordó, eran notas mediocres. Pensaba que había una buena probabilidad de
que yo fracasara en la universidad y que eso no haría quedar muy bien a
nuestra escuela, ¿no es cierto? Acabó la conversación sugiriéndome que
considerara algunas otras opciones, incluso las fuerzas armadas.
Esa noche, cuando mi padre volvió del trabajo, le conté la con-versación que
había tenido con el consejero.
-Dijo que soy un alumno promedio. Que soy bueno para el fútbol y que tal vez
ésa sea la única razón para ir a la universidad. Él piensa que debo considerar
la posibilidad de alistarme en el ejército.
-Yo sé que no eres un erudito, Arthur -dijo-, pero me pregunto por qué este
hombre, que no es de nuestro barrio, que no te conoce, Ruede decir te que no
deberías ir a la universidad. Quisiera oír su razonamiento. Vamos a su oficina y
veamos qué nos dice.
-No me interesan las actividades atléticas -dijo-. Mis intereses son académicos.
Mr. Martin dijo que sí, que pensaba que no había dejado nada en el tintero.
-Bueno señor -dijo mi padre con voz muy tranquila-. Puedo ver que usted es un
hombre con mucho estudio. En los diplomas que están colgados en la pared
puedo ver que usted se graduó en la universidad. Hasta tiene un pos grado.
Ese encuentro hace treinta y cinco años me enseñó la lección más importante
sobre el arte de escuchar con empatía: dar siempre a la otra persona la
oportunidad de explicarse en detalle y revelar sus pensamientos y
sentimientos. Entonces, después de saber todo lo necesario sobre los
objetivos, motivos, intenciones, temores, sueños y deseos del interlocutor, usar
la información para evaluar la situación. Sólo acabado este proceso de
Ahora que ya pasé por la universidad y estoy graduado tengo una palabra
mejor para definir ese proceso de conocer la amplitud y la profundidad de otro
ser humano. Yo lo llamo valoración. En términos de desarrollar y expresar la
empatía, la valoración es la capacidad más importante que podemos cultivar.
Ésta constituye la parte central del escuchar con empatía.
La evaluación de otros
Para juzgar la motivación y el carácter de otra persona con exactitud, debes ser
capaz de ajustar tu punto de vista, de sintonizarlo con el de la otra persona.
Con esta habilidad de expandirnos en respuesta a nuestras interacciones con
otros, aprendemos y crecemos. Cuando salimos de nuestro interior y entramos
en las experiencias del otro, viendo el mundo con esa persona, como si
fuéramos esa persona, estamos practicando la empatía. La empatía requiere
que dejemos de lado nuestras teorías y juicios y comencemos de nuevo. Al
escuchar con todo el corazón, entramos en los pensamientos y los
sentimientos de la otra persona, después volvemos a nosotros mismos con la
visión modificada por lo que acabamos de experimentar. La empatía, en todo el
sentido de la palabra, implica un proceso constante y regular de auto
transformación.
Escuchar con mente abierta puede ser una experiencia de humildad, porque
una vez que comenzamos no podemos caer otra vez en las formas manida s
de interacción. Se debe estar dispuesto a admitir no sólo que no se tienen
todas las respuestas sino que podría no haber respuestas satisfactorias a algún
problema particular. Recientemente estuve conversando con Débora, un ama
de casa de cuarenta y un años, sobre su deseo de tener un niño. Ella había
estado tratando de quedar embarazada durante seis años y vino a consultarme
luego de su segundo aborto espontáneo.
Ese día en particular, Débora comenzó a rogarme que diera una respuesta a su
dolor y su confusión. Sus amigos le aconsejaban tomar nuevas drogas contra
la infertilidad, y su doctor le había sugerido una intervención quirúrgica.
Mientras la escuchaba me di cuenta de que ella no deseaba que yo le dijera
que debía hacer: ella quería que la ayudara a enfrentar' la posibilidad de que
quizá nunca fuera a tener un niño. Ella necesitaba saber que yo entendía su
desesperación. Quería que yo estuviera a su lado, mientras ella luchaba con su
dolorosa realidad.
-Por favor dígame qué debo hacer -dijo ella, mientras las lágrimas le corrían por
las mejillas-. Es demasiado doloroso y no sé cómo haré para vivir con este
dolor. No sé si podré tener un niño, ¿cómo podré vivir con ese vacío en mi
vida?
-Por favor, doctor, ayúdeme, deme algo de lo cual pueda agarrarme, dígame
algo que pueda hacerme sentir mejor.
Sabía que todas las frases hechas que están disponibles para los seres
humanos en momentos como ése, (entiendo qué significa esto para usted y
qué doloroso es, todo saldrá bien, trate de no preocuparse, todo saldrá de la
mejor manera, todavía tiene tiempo de quedar embarazada, no pierda las
esperanzas, nunca se sabe, hay avances nuevos todos los días en ese campo)
la herirían aún más de lo que la ayudarían. La compasión, sólo quitaría
importancia a su experiencia y la reemplazaría por alguno de esos
pensamientos. En realidad, por supuesto, yo no podía saber por lo que ella
estaba pasando, porque no sé cómo es no tener hijos, ni sé que es ser una
mujer que desea desesperadamente tener un hijo pero no puede. Puedo
imaginar cómo sería para Débora, pero no puedo saberlo con seguridad.
Sabía que ella sentía dolor, podía sentir su angustia en mi alma, pero no tenía
palabras que pudieran resolver su problema o calmar su tormento. Mientras
ella me rogaba que la ayudara, yo recuerdo haber estado pensando "no sé qué
hacer, no sé qué decir, no sé cómo ayudarla". La miré y sentí que los ojos se
me llenaban de lágrimas. Pasó un momento. Débora respiró profundamente.
"La fuerza" no es otra cosa que la empatía, la capacidad innata de "ver" más
allá de la vista y sentir lo que está más allá del mundo sensible. Para poner en
Mi padre tenía gran interés por mi futuro. Quería que fuera a la universidad.
Ése era, en verdad, uno de sus sueños más grandes. Habiendo sido el primer
miembro de su extensa familia en terminar la escuela secundaria, creía en el
valor de la educación y quería que yo tuviera la oportunidad que a. él le había
sido negada: obtener un título universitario.
Sin embargo mi padre también sabía que empujarme más allá de mis
posibilidades o ahogar mis propios sueños no sería sabio. Me conocía bien. Yo
le había dicho muchas veces que mi pasión era el fútbol americano y que
deseaba jugar algún día en un equipo semiprofesional. También sabía que yo
no estaba particularmente interesado en lo académico. Así que mi padre
pensó: quizá, sólo quizás ese consejero tenga razón. Quizá pueda enseñarme
algo, quizá con su ayuda pueda aconsejar mejor a mi hijo.
completo en el punto de vista de Mr. Martín; sólo después de eso podría saber
si sus opiniones respondían completamente a la comprensión, el conocimiento
y la perspicacia.
-Sí -dijo Pat, siempre amigable y sociable-. ¿De qué le gustaría hablar?
-Usted piensa que tal vez esté deprimido -repitió Pat-. Bueno, está bien. Tengo
curiosidad; ¿cómo llegó a esa conclusión?
-El día estaba hermoso afuera, pero en tu habitación estuvieron cerradas las
cortinas todo el día -dijo el residente.
Pat soltó una carcajada, después explicó al residente por qué había estado
sentado en la oscuridad en-un día tan hermoso. Esa noche, cuando fui a
visitarlo, Pat quiso tomarme el pelo.
-Dime, Arthur, ¿para qué diablos quieren sus títulos los psicólogos? ¿Piensan
que saben todo lo que sucede en la cabeza de la gente?
Aquí hay otro ejemplo de escucha parcial. En una sesión reciente de terapia de
grupo, Elizabet estaba hablando sobre su separación de su marido y los
problemas que tenían en determinar cómo dividirían sus bienes. Otros dos
miembros del grupo, Tom y Teresa, habían pasado por divorcios difíciles e
inmediatamente se hicieron a la idea de que el esposo de Elizabet trataría de
sacar ventaja de su personalidad suave y espíritu generoso. Cuando Elizabet
insistió en que su esposo era un hombre de buen corazón que nunca trataría
de sacar ventaja económica ambos, Tom y Teresa, la regañaron.
-Elizabet, tú eres tan inocente -dijo Teresa dando un giro con su ojos-o Puedo
decirte por mi propia experiencia que no puedes con-fiar en nadie, menos que
menos en tu ex cónyuge.
-Teresa tiene razón -dijo Tom con voz campanuda-, Yo era muy confiado, como
tú, y mi esposa se quedó con todo: la casa, el coche, los chicos. Se llevó mi
vida entera.
que los divorcios son difíciles y que cada cónyuge se defiende a sí mismo, pero
ciertamente no es una verdad universal, y siempre hay variaciones en este
tema.
Prejuicio
-Soy italiano -le dije- pero no fumo, uso camiseta que a veces no es blanca sólo
cuando hago ejercicio físico y siempre, sin excepción, en mi primer día de
trabajo me pongo un traje con chaleco.
Nos reímos; ese momento empático marcó el comienzo de una amistad fuerte
y duradera. Yo aprendí a valorar su tendencia a decir exactamente lo que
pensaba, y pronto me di cuenta de que al poner sus prejuicios en la línea del
frente, ella estaba tratando de situarse más allá de ellos. Lo que ese día ella
estaba diciendo realmente era, "Hey; esto es lo que he oído sobre los italianos
pero ahora no estoy tan segura: ¿acaso es verdad?"
Los prejuicios abiertos no sólo son un obstáculo para escuchar con empatía.
Todos hemos desarrollado maneras de organizar nuestro mundo colocando a
las personas en categorías y poniendo etiquetas a ciertos comportamientos.
Vivimos nuestra vida, en verdad, siguiendo ciertas teorías sobre el
comportamiento humano basadas en generalizaciones y abstracciones. Por
ejemplo, un prominente estereotipo cultural sostiene que las mujeres son más
perspicaces e intuitivas que los hombres. La verdad, de acuerdo con los
investigadores psicológicos, es mucho más compleja: mientras que la mujer
generalmente es más exacta a la hora de interpretar las emociones a partir de
la expresión facial, por lo menos diez estudios han demostrado que los
hombres son igualmente hábiles en leer los pensamientos y las emociones de
los demás.
Empatía no es compasión
-Algunas veces -admitió-, me trata como a una niña. Sé que lo hace con buena
intención, pero no estoy acostumbrada a que me traten así. Fred, [el marido
difunto de Roberta] era siempre tan suave y adaptable, nunca se metía en mi
vida y siempre me dejaba tomar mis decisiones.
Se suscitó una conversación entre Marilyn y otra mujer del grupo sobre la
inequidad en la división del poder entre hombres y mujeres. Después de unos
momentos las interrumpí y dirigí la atención de nuevo en Roberta. Le pregunté
si ella tenía problemas en decir al grupo qué había estado pensando y cómo se
había sentido mientras Marilyn catalogaba su relación como abusiva.
-La palabra nada tiene que ver con mi relación con Joe. Él no es abusivo. Es
cierto que tiene la tendencia de querer controlar las cosas, pero al mismo
tiempo es amable y generoso.
-Es que no quieres ver el cuadro completo -respondió Marilyn con tono
defensivo y voz temblorosa-, tienes miedo de admitir la verdad.
Ésa era la primera vez que Marilyn decía a alguien en el grupo, incluyéndome a
mí, que había sido abusada sexualmente.
El escuchar con compasión puede ser destructivo para las relaciones porque
es demasiado generalizado. Cuando las personas sufren dolor o problemas, lo
que más desean es ser comprendidas y ser vistas más como una excepción
que como una regla. Generalizar a partir de sus experiencias puede causar
más daño que bien. Cuando un padre dice a su hijo adolescente "Yo también
fui adolescente, Pedro, sé exactamente por lo que estás pasando", esto no
parece aliviar demasiado el dolor de su hijo, quien quiere ser visto y escuchado
cómo un individuo único más que ser colocado en una categoría con otro
adolescente más.
La compasión nos permite sufrir con las otras personas sin siquiera acercamos
a ellas. "Siento tanta pena por la gente de Kosovo" es un enunciado compasivo
Al oír que Ruth tiene cáncer en el hueso, la chófer emitió un suspiro de alivio.
-¡Dios mío! Permítame decide que estoy muy agradecida por mi vida y mis
pequeños problemas. Siempre hay alguien mucho peor que yo.
Ruth se quedó muda. No sabía qué decir, pero sabía cómo se había sentido.
Deseó haber sido capaz de patear su férula, correr a la mujer, darle un golpe y
derribarla al suelo. "No necesito tu plegaria fingida ni tu 'oh, pobrecilla' -quería
gritarle Ruth-. Ni siquiera soy una persona para ti, apenas una novedad, algo
Encended una vela por mí; si os trae consuelo, decid una plegaria, tened
buenos pensamientos, un par de novenas y rosarios son buenos también, pero
no me toméis del brazo ni oréis por mí. Preguntadme si eso es algo que me
dará consuelo. Quizá lo haga el día en que vosotros me visitéis ¿quién sabe?
Si os digo que no, sólo estemos juntos, siempre tendréis la oportunidad de orar
por mí en la puerta de mi casa o en el camino a la vuestra.
Preparaos para llorar y reír juntos. Esperad una visita intensa: si no tuviera
cáncer vuestra visita sería intensa de todos modos. No soy sólo una paciente
de cáncer, ¿sabéis? No me digáis pobrecilla. Vuestra intención puede ser sentir
conmigo en mi situación y reconfortarme, pero el "Oh, pobrecilla" me hace
sentir que estoy mucho peor que vosotros, y que vosotros estáis contentos de
no tener que lidiar con este problema. Si necesitáis alegraras por vuestra
buena salud y buena suerte, hacedlo afuera o cuando regresáis a vuestra casa.
enseñado mucho sobre el estar muriendo. Espero haber sido una de las
amigas que os enseñó algo sobre la vida.
Perfección
Por el tono de su voz y la expresión de su rostro, pude ver que ella se sentía
herida y abandonada. En ese momento en el que fallé a mi amiga y colega,
recibí un recordatorio más sobre qué difícil y exigente puede ser el arte de
escuchar con empatía. Nunca podemos decir que lo hemos "alcanzado",
porque siempre debemos salir en su búsqueda. Cada interacción es diferente,
cada relación es única.
Sin embargo esos momentos cuando fallamos o tropezamos pueden ser muy
instructivos, porque es cuando nuestra empana por el otro y por nosotros
mismos se profundiza y se ensancha. Todos cometemos errores. Yo los
cometo todos los días. Si pensamos en una situación ideal de empatía, cuando
es mutua, recíproca, compartida por dos o más personas, entonces nos damos
Con esa explicación Andrea entendió dónde había estado mi mente, y nos
ayudamos mutuamente a volver al camino. Todas las relaciones sociales
implican dar y tomar. Ciertos días una de las personas puede ser la que preste
su oído, y otros días esa misma persona podrá ser quien hable. Damos,
tomamos, escuchamos, hablamos, cometemos errores, nos disculpamos, pero
siempre seguimos tratando de entender y de responder con sensibilidad. Así es
como nos unimos, no en un deseo de perfeccionar el arte de la conversación
sino en la disposición de reconocer que no podemos hacerla todo solos, porque
nos necesitamos unos a los otros. La empatía es un proceso interactivo, una
comunión de almas. Los pequeños arroyos se unen a otros y juntos crean un
río poderoso que fluye fuerte, decidido y dirigido desde su interior.
Hace varios años invité al doctor Paul Ornstein, sobreviviente del holocausto y
famoso "auto psicólogo", a hablar al personal del hospital donde yo trabajo. La
auto psicología se centra en cómo nuestro sentido de identidad se desarrolla
mediante nuestras interacciones con otros. Desde la perspectiva de la empatía,
la auto psicología se interesa en cómo la empatía da vida a la identidad y cómo
la falta de ella nos deja con una idea disminuida de nosotros mismos y una
profunda necesidad de conexión e intimidad con los demás.
Luego de una corta charla, el doctor Ornstein preguntó si alguien del público
deseaba presentar algún caso reciente a fin de que el grupo pudiera
considerarlo desde el punto de vista de la auto psicología.
-Yo deseaba conversar de este caso particular con usted porque sé que no lo
estoy llevando bien -dijo-; sé que no estoy escuchando al paciente. No sé por
qué, pero no puedo lograr que mi mente se concentre.
-La admití -dijo ella-. Me volví hacia el paciente y le dije " ¿tiene usted la
impresión de que no comprendo bien su problema?" y él me contestó: "Sí. No
lo comprende en absoluto". Y pasó a señalar claramente qué era lo que yo no
comprendía.
-Pienso que fue una intervención maravillosa -dijo Ornstein con una amplia
sonrisa-o Usted preguntó al paciente si se sentía escuchado, si tenía la idea de
que usted comprendía lo que él estaba diciendo. Usted le dio la oportunidad de
expresado que estaba en su mente y, por la manera en que usted se lo
preguntó, él supo que usted quería sinceramente conocer la verdad. Por eso se
sintió libre de decirle que había algo que usted no comprendía y la ayudó a
retomar el rumbo.
Esa interacción revela una estrategia para escuchar de manera efectiva que
puede usarse tanto en terapia como en la vida diaria. Muchas veces
preguntamos a nuestro amigo, cónyuge, hijo o paciente "¿Te parece que te
estoy escuchando y que entiendo bien lo que quieres decirme? Muchas veces
en mis sesiones con pacientes comienzo lo que vaya decir con palabras como
éstas "Corríjame si lo estoy interpretando equivocadamente, pero pienso que
usted podría querer decir queS o "Mi impresión es, y quiero destacar el hecho
de que es sólo mi impresiónS o "Ayúdeme a completar la idea, hasta ahora
parece que usted quisiera estar diciendoS" Con estas palabras y frases hago
una invitación y pido ayuda a la otra persona en el invariablemente complejo
proceso de escuchar con empatía. En un intento por entender con exactitud
sus pensamientos y sentimientos, pido a mis pacientes que me hagan saber si
estoy interpretando mal algo, para estar seguro de que voy por buen camino, y
para guiarme de vuelta si lo he perdido.
Escuchar con empatía nos lleva a un lugar de íntima comprensión donde los
pensamientos y sentimientos interactúan en una manera racional y razonable.
En este espacio empático alcanzamos un entendimiento más profundo de
nosotros mismos y de nuestra relación con otros. La empatía revela las
sutilezas íntimas de nuestros mundos reflejados, devolviéndonos el reflejo tanto
de la singularidad como de los elementos en común de nuestras experiencias
compartidas.
Sin embargo, los resultados fueron sorprendentes. Fue posible lograr una alta
confiabilidad entre los jueces, encontrándose la mayoría de las correlaciones
interjueces entre 0.80 y 0.90, excepto en la última variable. Un alto grado tanto
de comprensión empática como de interés positivo incondicional se asociaba
significativamente, en un nivel de 0.001, con los casos de mayor éxito. Aun la
calificación de la genuidad o congruencia del orientador (el grado en que había
correspondencia entre sus palabras y sus sentimientos) se asoció con el éxito
del caso, nuevamente en un nivel de significancia de 0.001. Sólo en la
investigación de la correspondencia de la intensidad de la expresión afectiva
los resultados fueron equívocos.
Algunos comentarios
Creo que cada uno de los que trabajamos en el campo de las relaciones
humanas nos enfrentamos al problema de saber cómo utilizar dicho
conocimiento de investigación. No podemos seguir esclavizada mente tales
hallazgos en forma mecánica sin destruir las cualidades personales que estos
mismos estudios presentan como valiosas. Me parece que tenemos que utilizar
tales estudios probándolos en nuestra propia experiencia y formando nuevas
hipótesis personales de mayor alcancé para utilizarlas y someterlas a prueba
en nuestras relaciones personajes posteriores. Por lo tanto, más que decirles
cómo deberían utilizar los hallazgos que he presentado, prefiero exponer la
clase de preguntas que estos estudios y mi propia experiencia clínica me
producen, y algunas de las tentativas e hipótesis cambiantes que guían mi
conducta al estar en lo que yo espero puedan ser relaciones de ayuda, sea con
estudiantes, equipos de trabajo, familia o clientes.
persona unificada o integrada en ese momento, y por tanto puedo ser cualquier
cosa que profundamente soy. Ésta es una realidad que otros experimentan
como confiable.
Ahora bien, ser lo que soy en forma aceptante y permitir que esto se muestre a
la otra persona, es la tarea más difícil que conozco y algo que nunca alcanzaré
plenamente. Pero reconocer que ésta es mi tarea ha sido de lo más
recompensante porque me ha ayudado a identificar los errores cometidos en
relaciones interpersonales que se han desviado, y a encauzarlas nuevamente
sobre sendas constructivas; ha significado que si pretendo facilitar el
'crecimiento personal de otros en relación conmigo yo debo crecer, 10 cual es
con frecuencia doloroso, pero sobre todo enriquecedor.
4. ¿Puedo ser lo suficientemente fuerte como persona para ser distinto del
otro? ¿Puedo respetar tanto mis propios sentimientos y .necesidades como los
de él? ¿Soy lo suficientemente independiente como para no ser arrastrado por
su depresión, atemorizado por su miedo ni ahogado por su dependencia? ¿Es
mi yo interno bastante resistente para aceptar que no soy destruido por su
coraje, poseído por su necesidad de dependencia ni esclavizado por su amor,
sino que puedo existir aparte de él, con mis propios sentimientos y derechos?
general, tiene clientes para los que él es un modelo. Por otra parte, el
orientador mejor adaptado y más competente puede interactuar con un cliente,
mediante varias entrevistas, sin interferir en la libertad del cliente a fin de que
éste desarrolle una personalidad diferente de la de su terapeuta.
10. ¿Puedo considerar al cliente como una persona que está en proceso de
estar siendo? ¿Puedo evitar que tanto su pasado como el mío determinen
nuestra relación? Al clasificar al cliente como un niño inmaduro, un estudiante
ignorante, una personalidad neurótica o un psicópata, cada uno de estos
conceptos limita lo que él puede ser en la relación. La frase del filósofo
existencial de la Universidad de Jerusalem, Martín Buber (957): "confirmando al
otro", tiene un especial significado para mí. Para este autor "Confirmar
significa... aceptar la potencialidad total del otro... Puedo reconocer en él, con
él, a la persona que ha sido... creada para ser... Lo confirmo en mí mismo, y
después en él, en relación con su potencialidad que... puede desarrollar,
evolucionar". Si concibo a la otra persona como algo fijo, ya diagnosticado,
clasificado y formado por su pasado, de antemano confirmo está limitada
hipótesis. Pero si la concibo como un proceso de estar siendo, acepto el reto
por confirmar o hacer reales sus potencialidades.
Conclusión
enuncié las preguntas que surgen desde un punto de vista más interno y
subjetivo, cuando intervengo como una persona en las relaciones. Si pudiera
responder afirmativamente todas las preguntas que he planteado, creo que
cualquier relación en la que estuviera implicado sería de ayuda, es decir,
implicaría crecimiento. Pero no puedo dar una respuesta positiva a la mayoría
de estas preguntas. Sólo puedo trabajar con la finalidad de obtener una
respuesta positiva.
Es probable que el análisis del presente artículo tenga poca relación con sus
intereses y trabajo. Si así es, lo siento. Pero por lo menos estoy parcialmente
reconfortado al comprobar que todos los que trabajamos en el campo de las
relaciones humanas y pretendemos comprender los lineamientos básicos del
mismo, estamos comprometidos en la empresa más crucial del mundo de hoy.
Carl Rogers
Desde hace mucho tiempo he tenido interés en los elementos que explican el
cambio en la personalidad y en la conducta. He tratado de descubrir algún
orden válido para este complejo y sutil campo. Hace algunos años me interesé
en las condiciones que producen el cambio psicológico constructivo, el
desarrollo psicológico o el crecimiento hacia la madurez. Quise encontrar los
factores comunes - si es que existían- de las diferentes formas de ayudar a la
gente, las diferentes presentaciones de la psicoterapia. Con base en mi
experiencia en terapia, en mis observaciones de lo que otros autores estaban
haciendo en psicoterapia, en la lectura de trabajos de terapeutas con puntos de
vista muy divergentes y en las pocas investigaciones disponibles, deduje las
condiciones que facilitan un crecimiento psicológico.
acogida que tuvo este artículo me convenció de que mucha gente buscaba
ansiosamente respuestas a la tan inquietante pregunta relativa a qué es lo que
facilita el cambio psicológico. La formulación despertó un interés considerable
y, lo que es más importante, propició varias investigaciones.
Una hipótesis
Creo que es fácil percibir esta cualidad en nuestra vida diaria. Cada uno de
nosotros conocemos personas que siempre parecen estar funcionando detrás
de una fachada, están actuando un papel, tienden a decir cosas que no
sienten, es decir, son incongruentes. Por otra parte, también conocemos
individuos en quienes confiamos de alguna forma, porque sentimos que ellos
están siendo lo que son, sentimos que tratamos con la persona misma y no con
una fachada cortés y profesional, es decir, son congruentes. Ésta es la cualidad
a la que nos referimos. Se supone que mientras más genuino y congruente sea
el terapeuta en la relación, existe una mayor probabilidad de que ocurra un
cambio en la personalidad del paciente.
Este aspecto de mi hipótesis es el que parece explicar por qué personas tan
diferentes como los doctores John Rosen, Carl Whitaker,
Albert Ellis y yo mismo, podemos, cada uno a su propia manera, ser efectivos
con los pacientes, Rasen (1953) desafía, Whitaker se entrega a la fantasía
mutua (véase Whitaker y Malone, 1954), EIlis (1962) señala en forma didáctica
y yo (1951) trato de comprender. De acuerdo con el grado en que cada uno de
nosotros sea una persona real y capaz de permitir que esta realidad se
muestre, tendemos a llegar a nuestros pacientes, aunque de maneras muy
diferentes.
Es obvio que no hay que ser un profesional para experimentar esta actitud. En
un grupo de terapia que tuve en un hospital, una mujer que había estado
hospitalizada por muchos años, pero que había presentado mucha mejoría en
los dos últimos años de su permanencia en el hospital, nos dio una
conmovedora explicación de lo que le había ayudado a ella sentir dicha actitud.
Me había impresionado mucho su mejoría, que comenzó antes de que entrara
a la terapia de grupo. Un día me dijo: "Éste es el primer año en que me he
sentido lista para salir del hospital"; entonces, le pregunte: "Gladys, ¿por qué
sucede esto? ¿A qué se debe la diferencia?", ella contestó: "Bueno, el cambio
ocurrió cuando los Morse -a los que llamo mami y papi, a pesar de que no lo
son - comenzaron a llevarme a la casa. Quisiera salir especialmente para
mostrarles mi aprecio por lo que han hecho". Después ella contó cómo los
señores Morse, una pareja de mediana edad, comenzaron a interesarse por-
ella, Un día, ellos trajeron una comida de campo para su hija que era enfermera
del hospital e invitaron a Gladys. Al término de la comida, la llevaron a su casa.
"Sólo estaba sentada. No me movía. Estaba realmente asustada". Pero los
Morse siguieron llevándola a su casa. "Ellos han aguantado muchísimo; aun
cuando yo era indómita y grosera con ellos, estaban a mi lado, no me fallaron".
Poco a poco esta mujer inestable, psicótica, que tenía alucinaciones y durante
años fue una paciente difícil, empezó a responder. "Ellos me ayudaron más que
cualquier doctor...Por supuesto los doctores también ayudan, pero ellos
estaban a mi lado aun cuando yo era inaguantable y decía cosas que no
debía".
La hipótesis esencial
El primer estudio que deseo reportar es el realizado por Halkides (1958) que
está basado en 20 casos grabados: diez que pueden clasificarse mediante
varios criterios objetivos como más fructuosos y diez como menos fructuosos.
Esta autora tomó de cada uno de estos casos una de las entrevistas grabadas
al principio y una de las más avanzadas. De cada una de estas entrevistas
escogió al azar nueve unidades de interacción paciente-orientador (es decir,
una afirmación de la persona y una respuesta del orientador). De esta manera,
en cada caso obtuvo nueve unidades de interacci6n inicial y nueve de
interacción posterior. Las muestras de las entrevistas fueron ordenadas al azar
para ser juzgadas. Tres jueces trabajaron juntos durante un periodo de
entrenamiento en el que trataron de ser sensibles a las cualidades de actitud
del terapeuta, al escuchar y calificar las grabaciones de las entrevistas, así
como las muestras de entrevista tomadas para este estudio. De manera
independiente y sin conocimiento del caso, del grado de éxito o del origen de
cualquier unidad dada, los jueces escucharon estas interacciones orientador-
paciente y calificaron cada unidad en una escala de siete puntos relativa a la
empatía del orientador.
Cuando terminaron este trabajo, los jueces revisaron de nuevo el material para
calificar la genuinidad del terapeuta y el grado en que el orientador sentía un
interés positivo incondicional por el paciente. Finalmente, revisaron las
muestras una vez más para calificar el grado de correspondencia entre la
respuesta del orientador y la intensidad emocional de la expresión del paciente.
Halkides formuló la hipótesis de que esta condición era tan importante como las
tres que yo había formulado.
• Le gusta verme
• Le importo
• Es indiferente hacia mí.
Con base en este inventario de relación y varias medidas objetivas del grado
de cambio en el paciente, Barrett-Lennard estudió primero a 42 pacientes
Por último, existe una, serie de hallazgos que indican que los pacientes
participantes en una relación altamente rica en estas cualidades promotoras del
crecimiento, muestran, un grado más elevado de cambio constructivo de
personalidad. Por ejemplo, lo más sorprendente de estos hallazgos es que los
pacientes que recibieron el grado más alto de comprensión empática y sensible
en sus relaciones terapéuticas, tal como valoró un clasificador imparcial,
mostraron una disminución mayor en la patología esquizofrénica medida por el
MMPI. Por el contrario, la patología esquizofrénica aumentó en los pacientes
que tuvieron una relación baja en comprensión empática.
Sin tratar de profundizar más en esta investigación tan compleja, diré que las
actitudes descritas son provistas ampliamente por el terapeuta, pero son
producidas parcialmente por ciertas características del paciente. Por lo tanto,
una terapia es un evento de interacción. Sin embargo, cuando la relación
presenta estas cualidades en un grado elevado, los índices de movimiento o
capacidad de cambio son evidentes en el paciente, lo cual produce una mejor
integración interna, una reducción de la conducta patológica y una mejor
adaptación social del mismo.
Otro elemento significativo de los estudios analizados es que han mostrado que
la percepción que el individuo tiene de la relación, tal como existe
fenomenológicamente, se asocia de manera significativa con medidas objetivas
de cambio. En relación con algunas de las tendencias del pensamiento
Otro significado práctico de estos estudios consiste en que cada uno de ellos
indica muy claramente que mediante la evaluación de una fase temprana de
una relación terapeuta-paciente, es posible predecir, hasta cierto grado, la
probabilidad de que dicha relación produzca crecimiento.
persona tal corno le parece a ella. Del mismo modo, al continuar con su
entrenamiento profesional, ocurre con demasiada frecuencia que su aprecio
cálido inicial hacia otras personas se sumerja en un mar de evaluación
psiquiátrica y psicológica, y que se esconda bajo el envolvente manto de un rol
profesional.
Supongamos que se puede medir una relación padre- hijo y no sólo predecir si
es probable que sea promotora de un crecimiento, sino que podríamos evaluar
las deficiencias que impiden que sea tan útil como podría ser. Supongamos
que de manera semejante fuera posible evaluar una relación maestro-alumno
en el salón de clases; una relación entre un ejecutivo y los hombres que se
reportan con él; o la relación entre un médico y sus pacientes. En resumen, lo
que sugiero es que mis hipótesis pueden ser el principio de un florecimiento
significativo del conocimiento psicológico, hasta el punto en el que podamos
alentar las relaciones en las que es muy probable que ocurra el desarrollo
individual que se dirige hacia una madurez psicológica, y en el que podamos
ayudar a remediar Ias relaciones en las que en este momento parece ser
menos probable que dicho desarrollo tenga lugar. Se ha realizado ya suficiente
trabajo piloto en las relaciones maestro-alumno y en algunas relaciones padre-
hijo, para que esto no parezca un sueño lejano sino una posibilidad real.
Carl Rogers
Siento un aprecio especial por este capítulo: Fue escrito entre 1951 y 1952, en
momentos en que hacía grandes esfuerzos para permitirme sentir y luego
expresar los fenómenos que, a mi juicio; constituyen el núcleo de la
psicoterapia. Acababa de publicarse mi libro Psicoterapia centrada en el
cliente, pero ya me sentía insatisfecho por el capítulo referente al proceso
terapéutico, que había sido escrito casi dos años antes. Quería encontrar una
manera más dinámica de comunicar lo que le ocurre al cliente.
A tal efecto, escogí el caso de una cliente cuya terapia había re-vestido gran
significación para mí, y que también estaba estudiando desde el punto de vista
de la investigación. Sobre esta base traté de expresar las diversas
percepciones del proceso terapéutico tal como afloraban en mí. Me sentía
audaz y a la vez muy inseguro, al señalar, que en una terapia exitosa los
clientes parecen llegar a sentir verdadero afecto por ellos mismos.
Experimentaba aun mayor inseguridad al postular que el núcleo de la
naturaleza humana es esencialmente positivo, En ese momento no podía
prever que ambas hipótesis serían confirmadas por mi experiencia.
Permítaseme introducir la pregunta de, la siguiente manera. Por azar, por una
comprensión penetrante, por nuestros conocimientos científicos, por el arte de
las relaciones humanas o bien por una combinación de todos estos elementos,
hemos aprendido a llevar a cabo un proceso, cuyo núcleo parece constituido
por hechos encadenados y ordenados, que tienden a presentar cierta
semejanza entre un cliente y otro. Conocemos al menos algunas de las
condiciones que debemos cumplir para poner en marcha este proceso. Para
ello es necesario que el terapeuta asuma actitudes de total captación y
profundo respeto por su cliente tal corno éste es, y actitudes similares hacia las
posibilidades del cliente de enfrentarse a sí mismo y encarar sus situaciones.
Tales actitudes deben aflorar con calidez suficiente como para convertirse en
un profundo agrado o afecto por la esencia de la otra persona. Por otra parte,
es preciso alcanzar un nivel de comunicación tal que el cliente pueda comenzar
a advertir que el terapeuta comprende los sentimientos que él experimenta y lo
acepta con la comprensión más profunda de que es capaz. Entonces podremos
estar seguros de que el proceso se ha iniciado. Luego, en lugar de
preocupamos porque este proceso sirva a los fines que hemos previsto -
independientemente de lo loables que puedan ser nuestros objetivos-,
formulémonos la única pregunta por medio de la cual la ciencia puede avanzar
realmente. Esta pregunta es: "¿Cuál es la naturaleza de este proceso, cuáles
parecen ser sus características inherentes, qué orientación u orientaciones
asume y cuáles son, si existen, sus límites naturales?" Cuando Benjamín
Franklin observó la chispa que se originaba en la llave colocada en el extremo
Quizá los siguientes extractos del caso de la señora Oak transmitan parte del
carácter de este aspecto de la terapia. La señora Oak era una ama de casa de
unos cuarenta años, que. Al iniciar la terapia presentaba dificultades en sus
relaciones matrimoniales y familiares. A diferencia de muchos clientes,
mostraba un interés vehemente y espontáneo por los procesos que sentía en
su interior. Sus entrevistas grabadas contienen gran cantidad de material,
según su propio marco de referencia, acerca de su percepción de lo que le
estaba ocurriendo. Por consiguiente, tiende a expresar en palabras lo que
parece estar implícito, pero no verbalizado, en muchos otros clientes. Por este
motivo, la mayor parte de los extractos de este capítulo fueron tomados de su
caso.
C.: Eso es. Hay casi algo físico en todo esto. Un, Un...
T.: No puede describirlo sin usar sus manos. Un sentido real, casi sensorial
en....
C.: Así es. Nuevamente es... Es un sentimiento de ser muy objetiva y, sin
embargo, nunca he estado tan' cerca de mí misma.
C.: Mmm... , y sin embargo, por primera vez en meses no estoy pensando en
mis problemas. No estoy... realmente... no me estoy ocupando de ellos.
T.: Tengo la impresión de que usted no hace algo así como... sentarse a
trabajar sobre "mi problema". No es eso lo que usted siente.
C.: Así es. Así es. Supongo que lo que yo, lo que quiero decir es que no me
estoy preocupando por armar este rompecabezas como... como una cosa;
tengo que ver la figura. Puede, puede ser que... Puede ser que realmente esté
disfrutando este proceso de sentir. O seguramente estoy aprendiendo algo.
T.: Al menos hay una sensación de que la meta más próxima es captar el
sentimiento de la cosa como la cosa misma; no que lo está haciendo para ver
la figura, sino que es una... Una satisfacción familiarizarse verdaderamente
con cada pieza. Es que...
C.: Así es. Así es. Y a veces ese tacto se convierte en algo sensorial. Es muy
interesante. A veces no es del todo placentero, estoy segura, pero...
El hecho de que ésta sea una experiencia nueva y poco común se expresa en
una parte de la sexta entrevista, de manera confusa en lo que respecta a la
formulación verbal pero emocionalmente clara.
C.: Este... Me sorprendí pensando que durante estas sesiones, este... Estuve
haciendo algo así como cantar una canción. Ahora me suena confuso y. . .
este... no realmente cantar... Una especie de canción sin música. Tal vez una
especie de poema que me surge. Y me gusta la idea; quiero decir que me sale
sin nada preparado con... con nada. Y al.... siguiendo con eso, me surgió... me
surgió este otro tipo de sentimiento. Bueno, de pronto estaba como
preguntándome: ¿Es ésta la forma que asumen las cosas? ¿Es posible que yo
esté simplemente verbalizando y que, por momentos, quede como intoxicada
con mis propias verbalizaciones? Y luego, este... después de eso, pensé...
Bueno... ¿Estaré simplemente ocupando su tiempo? Y luego una duda, una
duda. Después se me ocurrió algo más. Este... cómo surgió, no sé, ninguna
verdadera secuencia lógica de pensamiento. La idea me sorprendió: Estamos
trabajando con pedacitos, este... , no nos sentimos abrumados ni dudosos, ni
muy preocupados, ni muy interesados cuando... cuando los ciegos aprenden a
leer con los dedos, Braille. No sé... puede ser una especie de... todo está
mezclado. Puede ser que eso sea algo que esté experimentando ahora.
C.: Mmm... Mmm. (Pausa.)... y a veces pienso para mis adentros, bueno, quizá
podríamos ocuparnos de tal o cual hecho particular. Y luego, de alguna
manera, cuando vengo acá, eso ya pierde urgencia, es... parece falso. Y luego
parece haber este flujo de palabras que no son forzadas y luego
T.: ¿Algo así como cuestionarse profundamente qué es lo que estoy haciendo
con alguien que no está... que no está esforzándose por hacer, resolver las
cosas? (Pausa.)
C.: Y, sin embargo, el hecho de que yo...realmente me gusta esta cosa tan
diferente, esteSqué sé yo, llámelo sentimiento conmovedor; es decir... sentí
cosas que nunca había sentido antes. Me gusta esto, sin duda. A lo mejor ésa
es la manera de hacerla. Pero hoy no sé.
T.: Suena como si eso no hubiera sido una nueva idea, sino una nueva
experiencia, la de sentir realmente que a mí me importa y -si comprendí el resto
de lo que dijo- hay una especie de deseo de su parte de que a mí me importe.
C.: Sí.
Permitir que el terapeuta y su cálido interés por ella penetraran en su vida fue
uno de los rasgos más significativos de la terapia en el caso de la señora Oak.
En una entrevista realizada una vez concluida la terapia, ella se refirió
Sin duda una razón por la que este fenómeno ocurre con más frecuencia en
nuestro caso es que como terapeutas hemos perdido, en cierta medida, el
miedo a los sentimientos positivos (o negativos) que experimentamos hacia el
cliente. A medida que la psicoterapia avanza, el sentimiento de aceptación. Y
respeto que el terapeuta siente comienza a convertirse en algo similar a la
reverencia; esto se debe a que es testigo de la lucha valerosa y profunda que
el sujeto sostiene para llegar a ser él mismo. Pienso que, en lo profundo, el
terapeuta siente la comunidad -o quizá la hermandad- inherente a todos los
hombres. A consecuencia de ello, experimenta hacia el cliente una reacción
cálida, positiva, afectuosa. Esto plantea un problema al cliente, que a menudo,
como en este caso, tiene dificultades para aceptar los sentimientos positivos de
otra persona. Sin embargo, una vez que los acepta, su reacción es relajarse y
permitir que la calidez del afecto que la otra persona siente por él reduzca las
tensiones y temores con que encara la vida.
C.: Sí. Me parece que esta otra cosa, este cuidado, que no es un término
apropiado... es decir, a lo mejor necesitamos otra cosa para describir este
sentimiento. No tiene sentido decir que es una cosa impersonal, porque no lo
es. Quiero decir que lo siento como si fuera parte de un todo. Pero es algo que,
de alguna manera, no cesa, " Me parece que uno podría tener esta sensación
de amar a la humanidad, amar a la gente y, al mismo tiempo, seguir
contribuyendo a que subsistan los factores que vuelven neuróticas a las
personas, las enferman.... donde, lo que yo siento es una resistencia a esas
cosas.
C.: Sí, Y es... (Pausa). Sí, es algo así... Bueno, otra vez tengo que volver sobre
lo que siento acerca de todo esto. Es que... realmente no me siento llamada a
darme como...como si fuera un objeto de subasta. Nada es definitivo... A veces
me molestaba cuando...cuando me tenía que decir a mí misma: "No amo a la
humanidad"; y sin embargo, siempre supe que había algo positivo. En eso
probablemente tenía razón. Y... puedo estar muy equivocada, pero me parece
que. . . que eso está vinculado con el sentimiento que...que tengo ahora, de
cómo el valor terapéutico puede ayudar hasta el fin. Ahora bien, no podría
relacionarlo... no podría, con... pero ésta es la mejor manera en que puedo
explicármelo... vincularlo con míSbueno, digamos con el proceso de
aprendizaje, llevar tan lejos corno sea posible mi descubrimiento de que.... sí,
usted, en efecto, se preocupa en una situación dada. Es muy sencillo. Y sin
embargo, no me había dado cuenta de eso antes. Podría haber cerrado la
puerta e irme, y al hablar de la terapia decir: "Sí, el asesor debe sentir tal y cual
cosa" pero, claro, 110 había tenido la experiencia dinámica.
C.: Tengo la sensacionesS de que hay algo que hacer por uno mismo pero
que de alguna manera uno debería de hacerlo junto con otra gente. (Menciona
las “incontables” oportunidades en que podría haber aceptado el afecto
gentileza de otras personas). Siento que simplemente temía ser destruida.
(Vuelva a referirse al asesoramiento y a su sentimiento con respecto a él). Es
decir; que siempre me ha jugado sola. Casi hastaS es decir, lo sentíS quiero
decir que alguna vezS a veces no quería que usted reafirmara lo que yo decía,
ni que reflexionara, es un asunto mío. Porque buenoS puedo decir que son
resistencias. Pero ahora eso no significa nada para miS él pensó enS en
relación co0n esto en particular, es decir, elS probablemente a veces el
sentimiento más intenso era: “es mío, es mío. Debo arreglármelas sola. ¿Me
entiende?
T.: MmmS Sí, esa paradoja es algo así como un resumen, ¿no?
C.: Sí.
T.: En todo esto, hay una sensación de que aún es... cada aspecto de mi
experiencia es mío y eso es inevitable y necesario y etcétera, etcétera. Y sin
embargo eso tampoco es todo. De alguna manera puede ser compartido o bien
hay lugar para el interés de otro, y de algún' modo esto es novedoso.
C.: Sí, y es...y es como... así es como debería ser. Es decir, así es como...
debe ser. Hay un... hay un sentimiento de "esto es bueno". Es decir, eso lo
expresa y lo esclarece para mí, Hay un sentimiento...en esto de importarle a
uno, como si... uno estuviera retrocediendo... conteniéndose; y si quiero definir
claramente todo esto, es como abrirse paso entre la maleza alta, que puedo
hacerla, y que usted puede... Es decir, no le va a molestar tener que
atravesar, tampoco. No sé, y no tiene sentido. Es decir...
T.: Excepto que hay una sensación muy real de que este sentimiento le hace
muy bien, ¿eh?
C.: Mmm.
¿No podríamos pensar que este fragmento describe la esencia del proceso de
socialización? Descubrir que no implica un riesgo de destrucción aceptar el
sentimiento positivo de otro, que esto no hiere necesariamente, que en realidad
uno se "siente bien" al estar acompañado por otra persona en la lucha por la
vida; éste puede ser uno de los aprendizajes más profundos que un individuo
puede lograr en la psicoterapia o fuera de ella.
Los que prefieren aplicar a la psicoterapia las llamadas leyes del aprendizaje,
derivadas de la memorización de silabas sin sentido, deberían estudiar con
atención este fragmento. El aprendizaje, tal como se produce en la terapia, es
un fenómeno total, orgánico y frecuentemente no verbal; puede seguir los
mismos principios del aprendizaje intelectual cuyo material guarda escasa
relación con el sí mismo, o bien no hacerlo. Pero dejemos esto que no es sino
una digresión.
C.: Una cosa me preocupa... y me voy a apurar porque puedo volver a ello en
otra oportunidad..., un sentimiento que a veces no puedo evitar. El sentimiento
de estar bastante complacida conmigo misma. Nuevamente la técnica Q. Una
T.: Se ha sentido inclinada a mirarse casi con desdén por tener ese
sentimiento; sin embargo, cuanto más lo piensa, si lo mira bien a fondo, si un
niño quiere llorar, ¿por qué no habría de hacerla? Y si quiere sentirse
complacido consigo mismo, ¿no tiene todo el derecho a hacerla? Yeso de
alguna manera se vincula con esto, lo que yo
• Esta parte requiere explicación. Durante una investigación llevada a cabo por
otro profesional, en diversos momentos de su terapia, se le habían presentado
a este cliente un gran número de tarjetas; cada una contenía una frase que
describía un tipo de personalidad y ella debía seleccionar una que, a su juicio,
describiera la suya. Debía disponer las tarjetas en línea: en un extremo las que
mejor la describían, en el otro, las que contenían los elementos más ajenos a
su persona. Por consiguiente, cuando la señora Yak refiere que había puesto
en primer lugar la tarjeta "Tengo una personalidad atractiva", significa que
consideró esto como una cualidad suya muy característica.
C.: algo así. Y luego me digo: “nuestra sociedad nos presiona constantemente
y hemos `perdido eso.” Y vuelvo a ocuparme de mis sentimientos hacia mis
hijos. BuenoS quizás sean más ricos que nosotros. Tal vez nosotrosS es algo
que hemos perdido en el proceso del desarrollo.
T.: podría ser que ellos poseyeran una cierta sabiduría al respecto, que
nosotros hemos perdido.
En este punto del tratamiento la señora Oak llegó a advertir, como tantos otros
clientes, y en parte disculpándose por ello, que había llegado a gustar y
disfrutar de sí misma. Es posible apreciar una sensación de placer espontáneo
y tranquilo, una primitiva joie de vivre, quizá semejante a la del cordero que
retoza en la pradera o la del delfín que salta grácilmente entre las olas. La
señora Oak sentía que esto es algo natural en el organismo, en el niño, algo
que hemos perdido en el deformante proceso de desarrollo. .
C.: Mire, esto es algo ridículo, pero nunca se lo conté a nadie (risa nerviosa) y
probablemente me hará bien durante añosSMmmS probablemente desde
muy joven, tal vez desde los diecisiete heS he tenido, lo que yo misma he
llegado a llamar “destellos de cordura”. Nunca le conté esto a nadieSen lo cual
me siento cuerda, yS yS bastante consiente de la vida. Y siempre con una
terrible preocupación y tristeza porque realmente estamos muy alejados, muy
desviados. Es un sentimiento que tengo de vez en cuando, un sentimiento de
ser toda un apersona en medio de un mundo terriblemente caótico.
T.: ha sido fugaz y poco frecuente, pero ha habido veces en el que le parecía
que toda usted está funcionando y sintiendo en el mundo, un mundo muy
caótico, sin dudaS
C.: Así esSYSes decirSy sabiendo realmente cuanto nos hemos desviado
deSde ser personas plenas y sanas. Y naturalmenteSuno no habla en esos
términos.
T.: ¿Una sensación de que no sería seguro hablar de su persona que canta? •
T.: Casi como si no hubiera lugar para que semejante persona... exista.
C.: Por supuesto, sabe usted, eso... eso me hace...espere un poco... eso tal
vez explique por qué acá me ocupo principalmente de los sentimientos. Tal vez
sea eso.
T.: Porque usted existe como un todo, con todos sus sentimientos. ¿No está
usted más consciente de sus sentimientos?
C.: Así es. No es... no rechazo los sentimientos y... Eso es.
C.: Eso es (pausa). Supongo que, desde el punto de vista práctico, se podría
decir que lo que debería estar haciendo es resolver algunos problemas,
problemas cotidianos. Y sin embargo yo...yo..., lo que estoy tratando de hacer
es resolver'...resolver algo, distinto que es mucho... que es mucho más
importante que los pequeños problemas de todos los días. Tal vez eso lo
resuma todo.
C.: Creo que eso es. Creo que eso es. Eso es probablemente lo que quiero
decir.
Pienso que ésta es una verdad muy importante acerca del proceso terapéutico,
que a menudo es ignorada. La persona puede experimentar con plenitud todas
sus reacciones, incluidos sus sentimientos y emociones. A medida que esto
ocurre, el individuo adquiere un gusto positivo, una apreciación genuina de sí
mismo como una unidad total y funcionante; éste es uno de los objetivos
fundamentales de la psicoterapia.
Este punto de vista es en tal medida ajeno a nuestra cultura actual que no
espero que sea aceptado; en realidad, es tan revolucionario por lo que implica,
que no debería ser aceptado sin una cuidadosa investigación. Pero aun cuando
soportara exitosamente este análisis, aún resultaría difícil aceptarlo. La religión,
en particular la protestante, ha incorporado a nuestra cultura- el concepto de
que el hombre es básicamente un pecador y su naturaleza pecaminosa sólo
puede ser negada por algo parecido a un milagro. En psicología, Freud y sus
continuadores presentaron argumentos convincentes de que el ello, la
C.: Sabe usted, en este asunto del... del problema sexual, tengo la sensación
de que estoy empezando a descubrir que está bastante mal, bastante mal.
Estoy descubriendo que me siento amargada, realmente. Espantosamente
amargada. Yo y no me estoy refugiando en mí misma... creo que lo que
probablemente siento es algo así como que "he sido engañada". (Su voz es
tensa r se advierte que siente un nudo en la garganta Y lo he ocultado bastante
bien, hasta el punto de no preocuparme conscientemente. Pero estoy... estoy
como asombrada al descubrir Que en este ejercicio deS, cómo se llama... de
una especie de sublimación, persiste, por debajo... siempre palabras
persiste por debajo una especie de fuerza pasiva que es... es paz es
muy pasiva, pero al mismo tiempo es como asesina.
Bueno. “la única manera en que puedo describirlo es... es una especie de cosa
asesina, pero sin violencia... Es más como un sentimiento de querer arreglar
cuentas.... Y, naturalmente... no voy a devolver el golpe, pero me gustaría. De
veras me gustaría.
T.: Esto descubre un poco mejor el sabor del sentimiento; es como si usted
estuviera realmente llorando por usted misma.
C.: Si. Y ahí está el conflicto nuevamente. Nuestra cultura es tal que... Es
decir...uno no da rienda suelta a la lástima que siente por uno mismo. Pero esto
no es... es decir, creo que tampoco es esa la connotación que tiene. Podría
tenerla...
T.: Piensa que existe una objeción cultural al hecho de tenerse compasión; sin
embargo, tampoco ese sentimiento que usted tiene es precisamente el que la
cultura reprueba.
C.: Y por supuesto, he llegado a... a ver y sentir que también sobre esto... ¿ve?
lo he ocultado. (Llora.) Pero lo he ocultado debajo de tanta amargura, que a su
vez también tuve que ocultarla. (Llorando.) ¡Quiero deshacerme de eso! Ya
casi no me importa herir a alguien.
T.: (Suavemente, y con tierna empatía hacia el dolor que ella está
experimentando. Y Usted siente que aquí, en la base de lo que está
experimentando, hay verdaderas lágrimas vertidas por usted misma. Pero
como eso usted no lo puede demostrar, no lo debe demostrar, lo ha recubierto
de una amargura que le desagrada y de la cual querría deshacerse. Casi siente
que preferiría absorber el dolor antes que... sentir amargura. (Pausa.) Y lo que
parece estar afirmando es: "Sufro y he tratado de ocultarlo."
C.: Yo no lo sabía.
T.: Como si algunos de sus aspectos físicos más delicados hubieran sido
aplastados o heridos.
C.: Sí. Y mire, tengo una sensación de..., "¡Ay, pobrecita!" (Pausa.)
C.: Sí.
C.: Y también, está esta maldita amargura de la que quiero deshacerme. Me...
me crea problemas. Es porque es una amargura engañosa. Me hace
jugarretas. (Pausa.)
T.: Siente como si esa amargura fuera de lo que quiere deshacerse porque no
le hace bien tenerla consigo.
C.: (Llora. Pausa prolongada.) No sé. Me parece que estoy acertada al sentir
que para qué diablos serviría llamar a esto culpa. Si rebuscase las cosas,
tendría una historia clínica interesante, digamos. ¿Y eso para qué serviría? Me
parece que...que la clave está en este sentimiento que tengo.
T.: Podría tomar un extremo u otro del asunto y rebuscar a partir de' ahí, pero le
parece que la esencia del asunto está en el tipo de experiencia que está
viviendo aquí mismo.
C.: Así es. Es decir sí...no sé qué va a pasar con este sentimiento. Tal vez
nada. No sé, pero me parece que cualquier comprensión que llegue a alcanzar
es parte de este sentimiento de dolor, de... no importa mucho cómo se llame.
(Pausa.) Además yo... uno no puede andar... por ahí con una herida tan
expuesta. Es decir... me parece que, de alguna manera, el proceso siguiente
tiene que ser una especie de cicatrización. '
T.: Parece como si usted no pudiera exponerse mientras una parte de usted
está tan herida, de manera que se pregunta si primero no será necesario curar
la herida. (Pausa.)
T.: Y una herida que usted soportar. Es un aparte de la vida, como tantas otras.
Puede pasarla muy bien. Lo que no le gusta, lo que no quiere, es que toda su
C.: Si. Y de alguna manera ya no esquivo el bulto ahora, lo tengo mucho más
presente. (Pausa) no sé. En este momento no sé cuál será el próximo paso. De
veras no sé. (Pausa). Por suerte, esto es una especie de desarrollo, así que no
seguirá bruscamente conS es decir, yoSlo que estoy tratando de decir-creo-
es que todavía estoy funcionando. Todavía estoy disfrutando yS
T.: Quiere hacerme saber que de muchas maneras sigue siendo la de siempre.
C.: eso es. (Pausa) Mmm, me parece que voy a interrumpir acá e irme.
Puesto que este material se presenta de manera sumamente confusa, sería útil
extraer de él los sucesivos temas a los que el cliente se ha referido.
Vaya hablar de mi misma como egoísta, pero con una nueva-connotación hacia
el mundo. .
Esto no puede formar parte de la vida cotidiana, inclusive puede ser anormal.
¿Es esto que describe la señora Oak, una experiencia mística? Las respuestas
del asesor parecerían indicar que él lo creyó así. ¿Podemos atribuir alguna
significación a una expresión al estilo de Gertrude Steinr? El autor simplemente
quisiera señalar que muchos clientes han llegado a conclusiones análogas
acerca de sí mismos, si bien éstas no siempre fueron expresadas de manera
tan emocional Incluso la señora Oak, en su entrevista siguiente, la
trigesimoquinta, expuso su sentimiento de manera más clara y concisa, más
concreta. También explicó por qué fue tan difícil encarar esa experiencia. .
T.: En este momento usted siente que ha tenido constantemente presentes las
presiones culturales -no siempre muy conscientes pero que "ha habido tantas
en mi vidaS y ahora estoy penetrando más profundamente en mí misma para
descubrir lo que en realidad siento"; ahora le parece como si este sentimiento
la llevara muy lejos de su cultura; eso la atemoriza un poco, pero básicamente
se siente bien. Es queS
C.: Sí. Bueno... ahora tengo la sensación de que está bien, realmente... Pero
hay algo más: un sentimiento que está empezando a surgir, a tomar forma,
como yo digo. Esta conclusión...que ahora vaya dejar de buscar algo que esté
terriblemente mal. Claro que no sé por qué, pero es algo así. Ahora estoy como
diciéndome:
T.: ¿Es algo así? Que a medida que usted ha profundizado más y más en
usted misma, y al pensar en el tipo de cosas que ha descubierto y aprendido,
va creciendo e intensificándose la convicción de que, no importa cuán lejos
llegue, las cosas que hallará no son calamitosas ni terribles. Son de una
naturaleza muy diferente.
C.: Me pregunto si debería aclarar... para mí está claro, y quizá sea eso lo que
realmente importa acá, mi intenso sentimiento acerca de una actitud libre de
odio. Ahora que lo hemos traído a un plano racional, sé que... suena negativo.
Y sin embargo, en mi pensamiento, mi...no, en realidad no en mi pensamiento
sino en mi sentimiento, es... en mi pensamiento... sí... en mi pensamiento
también...es algo muchísimo más positivo que esto... que un amorS" y también
me parece un tipo más fácil de... es menos limitado. Pero esto... me doy cuenta
de que esto debe parecer un rechazo completo de tantas cosas... de tantas
creencias... y tal vez lo sea...no sé. Simplemente me parece más positivo.
T.: Se imagina que a alguien pueda parecerle más negativo; pero en lo que
respecta al significado que tiene para usted, no le parece tan limitativo ni
posesivo como el amor. Le parece que realmente es más... más expansible,
más utilizable que... .
C.: Sí.
C.: Así es. (Pausa.) Estoy preparada para enfrentar algunos fracasos por el
camino.
C.: No.
Esta es la historia -muy abreviada- de cómo una cliente descubrió que cuanto
más profundamente penetraba en sí misma, menos tenía que temer; en lugar
de hallar algo muy malo en su interior, fue descubriendo poco a poco la esencia
de un sí mismo que no deseaba retribuir ni castigar a .sus semejantes, un sí
mismo libre de odio y profundamente socializado. A partir de este tipo de
experiencia, ¿nos atrevemos a generalizar y afirmar que si penetramos en 10
más profundo de nuestra naturaleza organísmica, descubriremos que el
hombre es un animal positivo y social? Esto es lo que sugiere nuestra
experiencia clínica.
exclusivamente en el nivel verbal, este solo hecho basta para distorsionarlo. Tal
vez empleando distintas descripciones logre reavivar alguna experiencia lejana
del lector, que le permita sentir: "¡Oh! Ya sé, por mi propia experiencia, de qué
se trata esto, al menos en parte."
siento. Puedo llorar por mí, pero también puedo alegrarme. Tal vez sea una
persona multifacética, de la que puedo disfrutar y a quien puedo compadecer."
El cliente también puede sentir, como lo hizo la señora Oak: "He pensado que
en algún nivel profundo era mala, que mis elementos básicos eran espantosos
y deplorables. No experimento esa maldad, sino más bien un deseo positivo de
vivir y dejar vivir. Quizás en el fondo puedo ser Una persona positiva."
Conclusión
Carl Rogers
Este capítulo se basa en una conferencia que pronuncié durante una reunión
en el Oberlin College en 1954. En esa oportunidad, estaba tratando de reunir
de manera organizada algunas concepciones acerca de la psicoterapia que
habían surgido de mi propia experiencia. Al escribirlo he introducido algunas
ligeras modificaciones.
Detrás de la máscara
elegir ni desear ser uno mismo y que la forma más profunda de desesperación
es la del individuo que ha elegido "ser alguien diferente de sí mismo". Por otro
lado, "en el extremo opuesto a la desesperación se encuentra el desear ser el
sí mismo que uno realmente es"; en esta elección radica la responsabilidad
más profunda del hombre. Al leer ciertas páginas de Kierkegaard, presiento
que debe haber oído manifestaciones similares a las que expresan nuestros
clientes enmarcados en la exploración y búsqueda de la realidad de su sí
mismo: dolorosa y difícil.
Esta exploración se torna aún más dolorosa cuando los clientes se abocan a la
tarea de abandonar las actitudes cuya falsedad antes ignoraban. Estos clientes
se embarcan en el aterrador trabajo de explorar los sentimientos turbulentos y
a veces violentos que abrigan en su interior. La remoción de una máscara
hasta entonces considerada una parte muy real de uno mismo puede ser una
experiencia profundamente perturbadora; sin embargo, el individuo avanza
hacia ese objetivo cuando tiene libertad de pensar, sentir y ser. Algunas
afirmaciones de una persona que llevó a cabo una serie de entrevistas
psicoterapéuticas servirán para ilustrar lo que decimos. Este cliente emplea
muchas metáforas al describir su lucha por llegar a su propia esencia.
"Tal como lo veo ahora, estaba pelando mis defensas, capa tras capa. Solía
crearlas, utilizarlas y luego descartarlas al darme cuenta de que seguía siendo
la misma. Ignoraba qué habría en el fondo y tenía mucho miedo de averiguarlo,
pero debía seguir intentándolo. Al principio creía que en mi interior no había
nada... sólo un gran vacío donde yo necesitaba y deseaba que hubiera un
núcleo macizo. Luego comencé a sentir que enfrentaba una sólida pared de
ladrillos, demasiado alta para saltarla y demasiado gruesa para atravesarla. Un
día la pared dejó de ser sólida y se volvió translúcida. Después de esto me
pareció que se desvanecía, pero detrás de ella descubrí un dique que contenía
aguas violentas y tumultuosas. Sentí como si estuviera soportando toda la
fuerza de esas aguas y pensé que si habría aun un pequeño orificio yo y todo
lo que me rodeaba seríamos arrasados por el torrente de sentimientos que
ellas representaban. Por último, no pude soportar más la tensión y cedí. Todo
lo que hice, en realidad, fue sucumbir a una absoluta y total autocompasión,
luego alodio y después de éste, finalmente al amor. Después de esta
experiencia me sentí como si hubiera saltado a la otra .orilla y me encontrara a
Creo que este fragmento ilustra con bastante claridad el sentimiento, que
muchas personas experimentan, de que si no mantienen la fachada falsa, la
pared, el dique, todo será arrasado por la violencia de los sentimientos que
descubren ocultos en su mundo privado. Sin embargo, en este extracto es
posible observar la necesidad compulsiva del individuo de buscarse y llegar a
ser él mismo y el modo en que determina su propia realidad: cuando
experimenta plenamente los sentimientos de que es en el nivel orgánico, se
siente seguro de ser una parte de su sí mismo auténtico, tal como este cliente,
que experimentó autocompasión, odio y amor.
Quisiera agregar algo más acerca de esta Vivencia del sentimiento, que en
realidad consiste en descubrir los elementos desconocidos del sí mismo. El
fenómeno que intento describir es de naturaleza tal que resulta bastante difícil
hallar para él una expresión significativa. En nuestra vida cotidiana existen mil y
una razones que nos impiden experimentar plenamente nuestras actitudes:
razones originadas en nuestro pasado y en el presente, y otras surgidas de la
situación social, que hacen que parezca demasiado peligroso y potencialmente
nocivo experimentarlas de manera libre y completa. Sin embargo, gracias a la
seguridad y a la libertad que ofrece la relación terapéutica, pueden ser
vivenciadas con plenitud y con conocimiento de los límites que representan.
Pueden ser experimentadas -y lo son- de una manera que considero como
"cultura puro"; en ese momento la persona es su temor, o bien es su enojo, su
ternura, o lo que fuere.
Tal vez pueda explicar mejor este concepto citando el ejemplo de un cliente,
que indicará y transmitirá parte de lo que quiero decir. Este joven graduado, en
una etapa avanzada de su terapia, comenzó a interrogarse acerca de un
sentimiento confuso que percibía en él. Gradualmente lo identificó como un
cierto sentimiento de temor: miedo de fracasar o de no lograr su doctorado.
C.: De alguna manera lo estaba dejando escurrir. Pero más bien lo vinculé con
usted y con mi relación con usted. Y eso es algo que siento al respecto, una
especie de temor de que desaparezca, pero eso es otra cosa... es tan difícil de
captar...hay como dos sentimientos que lo tironean. O bien dos "yo" de alguna
manera. Uno es la persona asustada que quiere aferrarse a las cosas y creo
que a ése lo puedo sentir con bastante claridad en este preciso momento.
Fíjese... yo necesito cosas a las cuales aferrarme... y me siento como
asustado.
T.: MmmS Eso es algo que usted puede sentir en este preciso instante, lo ha
estado sintiendo y tal vez lo siente también con respecto a nuestra relación.
C.: Tengo una sensación de... no puedo ver con demasiada claridad. . .es este
niñito suplicante, de alguna manera, aun.... ¿Qué es este gesto de súplica?
(Junta las manos como en una plegaria.)¿No es gracioso? Porque...
C.: ¡Sí, así es! Algo así como "¿no me haría el favor?”S ¡Oh, esto es
espantoso! ¿Quién? ¿Yo suplicando?
Prosigamos con el problema del significado de llegar a ser uno mismo. Se trata
de una cuestión sorprendente y para ilustrarla, volveré a citar afirmaciones de
una cliente, registradas entre diferentes entrevistas. El cliente describe la
manera en que las diversas fachadas con las que ha estado viviendo han
quedado inutilizadas, acarreándole así una suerte de confusión, pero también
una sensación de alivio. Dice:
"Mire, parece que toda la energía que había destinado a mantener la cohesión
del modelo arbitrario era innecesaria... un desperdicio. Uno piensa que tiene
que construirse un modelo, [pero son tantas las piezas y es tan difícil ver cómo
encajan unas con .otras! A veces uno las coloca mal, y cuanto mayor es el
número de piezas mal dispuestas, más cuesta mantenerlas en su lugar; al final
uno se cansa tanto que llega a preferir esa confusión espantosa a tener que
seguir construyendo el modelo. Por último, uno descubre que las piezas se
Sospecho que algunos lectores se preguntan: "¿Pero qué tipo de persona llega
a ser el individuo? No basta con decir que abandona las fachadas. ¿Qué clase
de persona surgirá?" Puesto que uno de los hechos más evidentes es que
cada individuo tiende a convertirse en una persona diferente y única, la
respuesta no es fácil. No obstante, quisiera señalar algunas de las tendencias
La apertura a la experiencia
Ahora bien, en una relación como la que he descripto, esta actitud rígida o
defensiva tiende a ser reemplazada por una mayor aceptación de la
experiencia. Como lo he explicado en mi anterior descripción, el individuo se
vuelve más abiertamente consciente de sus propios sentimientos y actitudes,
tal como existen en él en el nivel orgánico. También advierte con mayor
facilidad las realidades externas, en lugar de percibirlas según categorías
preconcebidas. Ve que no todos los árboles son verdes, ni todos los padres
severos y descubre que no todas las mujeres lo rechazan ni todas las
experiencias fracasadas le demuestran su inutilidad. En una situación nueva es
capaz de aceptar los hechos tal como son y no los distorsiona con el objeto de
que se ajusten al modelo que le sirve, de guía. Como es de esperar, esta
capacidad de abrirse a la experiencia lo vuelve más realista en su actitud frente
a la gente y a las situaciones y problemas nuevos. Ello significa que' sus
creencias pierden su anterior rigidez, y que puede tolerar la ambigüedad y
soportar gran cantidad de pruebas contradictorias, sin verse obligado a poner
fin a la situación. Pienso que esta apertura a la percepción de lo que existe en
este momento en uno mismo y en la realidad es un elemento importante en la
descripción de la persona que emerge de la terapia.
Quizá pueda imprimir un significado más vívido a este concepto con algunos
ejemplos de una entrevista grabada. En la cuadragesimoctava entrevista, un
joven profesional señaló que se había vuelto más sensible a algunas de sus
sensaciones corporales y a otros sentimientos.
C.: No me parece que a nadie le sea posible describir todos los cambios que se
sienten en uno mismo. Pero sin duda, últimamente he sentido más respeto,
más objetividad hacia mi estructura física. Lo que quiero decirles que no espero
demasiado de mí mismo. Es decir, me parece que en el pasado luchaba contra
cierto cansancio que solía sentir después de cenar. Bueno, ahora estoy seguro
de que realmente estoy cansado -que no me estoy haciendo el cansado-, sino
que mi tono fisiológico simplemente desciende. Antes parecía estar censurando
constantemente mi cansancio.
T.: Ahora puede permitirse estar cansado, en lugar de sentir al mismo tiempo
una especie de censura hacia su cansancio.
C.: Sí, como que no debería estar cansado o algo así. Y de alguna manera me
parece bastante profundo poder no combatir este cansancio; esto se acompaña
de una sensación real de que tengo que relajarme, de modo que no es tan
terrible estar cansado. Pienso que esto también me da una pauta acerca de por
qué soy así, tal como es mi padre y tal como él ve alguna de estas cosas. Por
ejemplo, digamos que yo estaba enfermo y se lo decía; parecía que quería
hacer algo por eso, pero también decía: "¡Caramba, más problemas!",' o algo
así.
C.: Sí; estoy seguro de que mi padre siente la misma falta de respeto que yo
hacia su propia fisiología. El verano pasado me torcí la espalda y me disloqué...
la oí chasquear y todo. Al comienzo sentí un dolor muy agudo; el médico me
vio y dijo que no era nada serio y que el problema desaparecería siempre que
no me agachara demasiado. Bueno, eso fue hace meses... y últimamente he
notado queS ¡diablos! esto es un dolor en serio y me sigue doliendoS y yo no
tengo la culpa.
C.: No...y una de las razones por las que me parece que me canso más de lo
debido es por esta tensión constante; por eso ya pedí hora con uno de los
médicos del hospital para que me vea y me saque una radiografía o lo que sea
necesario. Creo que de alguna manera se podría decir que soy más sensible...
o más objetivamente sensible a este tipo de cosas... y esto es en realidad un
cambio profundo, y naturalmente mi relación con mi esposaS y los dos chicos
está... bueno, usted no la reconocería si me viera... como usted ha... es decir...
me parece que no puede haber nada más maravilloso que... sentir amor hacia
los propios hijos. Y al mismo tiempo recibirlo, real y genuinamente. No sé cómo
decir esto. Tenemos tanto más respeto... ambos... por Judy, y hemos notado...
al participar en esto... hemos notado un cambio tan impresionante en ella...
parece ser algo bastante profundo.
T.: Me parece que usted está diciendo que puede prestarse más atención a
usted mismo. Si su cuerpo dice que está cansado, lo escucha y lo cree, en
lugar de criticarlo; si siente dolor puede percibirlo. Si el sentimiento hacia su
mujer y sus hijos es de amor, puede sentir/o, y esto parece manifestarse
también en los cambios que usted advierte en ellos.
Puede ser útil advertir que en la mayoría de nosotros, los problemas que
interfieren en esta consideración residen en el hecho de que incluimos
Tal vez resulte útil ilustrar lo que acabo de decir. Transcribiré un breve
fragmento de una entrevista con una joven graduada que solicitó -
asesoramiento. Al principio el cliente se hallaba muy alterado por una serie de
problemas y había pensado en suicidarse. Uno de los sentimientos que
descubrió durante esta entrevista fue su gran afán de dependencia, su deseo
de que otro asumiera la dirección de su vida. Juzgaba duramente a aquellos
que no la habían guiado lo suficiente y se refería a todos sus profesores
Creo que este fragmento indica lo que significa, en la experiencia, aceptar que
el foco de evaluación reside en uno mismo. He aquí un extracto de una
entrevista posterior, en la que esta joven comenzó a advertir que tal vez ella
fuera, en parte, responsable de las deficiencias de su propia educación.
T.: Tal vez se ha estado sirviendo cucharaditas aquí y allá en lugar de cavar
hondo en un lugar determinado.
C.: Mmm. Por eso digo... (Lenta y pensativamente y bueno... con ese tipo de
cimientos, bueno, en realidad depende de mí. Es decir... me parece bastante
evidente que no puedo depender de otro para recibir educación. (Con mucha
suavidad.) Tendré que conseguirla yo sola.
T.: Comienza a hacérsele claro... sólo hay una persona que puede educarla...
se da cuenta de que quizá ningún otro puede darle una educación.
C.: Mmm. (Pausa prolongada. Piensa.) Tengo todos los síntomas del miedo.
(Ríe por lo bajo.) ,
T.: ¿Quiere agregar algo más acerca de lo que acaba de decir, que realmente
le da síntomas de miedo?
T.: Que difícilmente forma parte de usted. C.: Bueno, me sentí sorprendida.
T.: Como si "¡Bueno, por el amor de Dios! ¿Yo he dicho tal cosa?" (Ambos
reímos.)
C.: Honestamente, no creo haber tenido ese sentimiento nunca antes. HeS
esteS bueno, tengo la impresión de estar diciendo algo que realmenteS es
una parte de 00, realmente. (Pausa.) OS esteS (bastante perpleja) siento
como si tuvieraS esteS no sé. Tengo un sentimiento de fuerza y sin embargo
también tengo un sentimientoS de darme cuenta de que me da miedo.
T.: O sea que decir algo como lo que acaba de decir da al mismo tiempo un
sentimiento de fuerza -al decirlo-, y, sin embargo, a la vez siente miedo de lo
que ha dicho, ¿es así?
C.: Mmm. Estoy sintiendo eso. Por ejemplo, ahora lo estoy sintiendo por
dentroSalgo que surge o una fuerza, un desahogo; como si fuera algo
realmente grande y poderoso. Y sin embargo...este... bueno, al comienzo era
casi una sensación física de estar sola y separada de un...apoyo que tenía
hasta ese momento.
T.: Usted siente que se trata de algo profundo y fuerte que surge y al mismo
tiempo siente que al decirlo se separa de todo apoyo.
C.: Mmm. Tal vez "sea...no sé... una alteración de una especie de esquema
con el que me he estado manejando, creo.
T.: Esto trastorna un esquema más bien significativo y lo sacude hasta aflojarlo.
C.: Mmm. (Pausa, luego cautelosamente pero con convicción.) Yo, yo creo...no
sé, pero tengo la sensación de que entonces voy a empezar a hacer más cosas
que las que sé que debería hacer... ¡Hay tantas cosas que necesito hacer! Me
parece que en tantos aspectos de mi vida tengo que encontrar nuevas formas
de conducta, pero...quizá... puedo verme haciendo algunas cosas un poco
mejor.
Espero que este ejemplo permita al lector adquirir una idea de la fuerza que se
experimenta al ser una persona única Y. responsable de sí misma y del
malestar que acompaña a esta asunción de la propia responsabilidad.
Reconocer que "yo soy el que elige" y que "yo soy el que determina el valor
que una experiencia tiene para mí" es algo que enriquece pero también
atemoriza.
Quisiera señalar una última característica de esas personas que luchan por
descubrirse y llegar a ser ellas mismas. Se trata de que el individuo parezca
más satisfecho de convertirse en un proceso que en un producto. Cuando inicia
la relación terapéutica es habitual que el cliente desee lograr un objetivo
determinado: quiere solucionar sus problemas, ser eficiente en su trabajo o
solucionar sus dificultades matrimoniales. En la libertad de la relación
terapéutica, tiende a abandonar esos objetivos; acepta con más satisfacción el
hecho de no ser una entidad estática, sino un proceso de transformación.
He aquí otra aserción que también alude a ese elemento de fluidez o vivir
existencial: "Todo este conjunto de experiencias y los significados que hasta
ahora he descubierto en él, parecen haberme lanzado a un proceso que me
fascina, pero que a veces me atemoriza un .poco. Significa que me dejo llevar
por mis experiencias, en una dirección que parece ser hacia adelante, hacia
objetivos que apenas puedo discernir, mientras intento comprender al menos el
Conclusión
Una de las razones por las cuales destaco el carácter provisional de lo que he
dicho es que deseo aclarar que no estoy afirmando: "Ustedes deben
convertirse en esto; he aquí el objetivo que deben adoptar." En cambio, lo que
deseo dejar claro es que éstos son algunos dejos significados que observo en
las experiencias que comparto con mis clientes. Quizás este cuadro de la
experiencia ajena pueda iluminar u otorgar mayor significado a una parte de la
propia experiencia del lector.
Carl Rogers
El panorama actual
Pero mi jardín me enseña de forma constante una lección: los restos oscuros y
podridos de la planta de este año serán el abono del que surgirán los brotes del
año siguiente. De la misma forma, creo que es posible vislumbrar en nuestra
cultura en decadencia la silueta de una nueva yema, de una nueva revolución,
de una cultura radicalmente diferente. Me parece que esta revolución no se
producirá por la acción de un movimiento organizado y de grandes
proporciones o por la de un ejército armado que empuña banderas, ni tampoco
por el efecto de manifiestos y declaraciones, sino por la aparición de un nuevo
tipo de persona, que brotará de las hojas y los tallos agonizantes, amarillentos
y podridos de nuestras evanescentes instituciones. Hace más de cuatro años,
pronuncié una conferencia, corta e incisiva, sobre "la persona del futuro". No la
publiqué no sólo porque me sentía inseguro en cuanto a la manera de
concebirla, sino también porque no sabía con certeza si de verdad estaba
surgiendo esa persona, o si se trataba sólo de una insensata fantasía mía.
Pero a partir de entonces, la realidad parece ir confirmando lo que podría
haberse considerado una tesis aventurada. Además de eso, se han publicado
auténticos ríos de libros, de los más diversos orígenes, en los cuales, desde
diferentes perspectivas, aparece la creencia de que en nuestra cultura se está
produciendo un tipo de cambio drástico, y está surgiendo un tipo de persona y
de conciencia y una manera de ser y de comportamiento que remodelarán el
planeta; todo esto es muy alentador para mí. René Dubos (I972), un médico de
renombre, resalta que la propia naturaleza humana garantiza que el futuro
pertenece a la "persona sin par, sin precedentes e inimitable" y que "tendencia
no significa destino". George Leonard (1972), un poético periodista y
pedagogo, nos brinda una visión extática de la especie humana, la cual estaría
emprendiendo "un viaje terrible en dirección a un estado superior de
existencia", transformación para él inevitable. Desde un punto de vista muy
diferente, John D. Rockefeller III (1973), filántropo y financiero, caracteriza la ya
deflagrada segunda revolución americana, resultante, en parte, del hecho de
que hoy tenemos una conciencia más sutil y nítida de nosotros mismos y del
vista sobre el nuevo y radical brote de personas que pueden cambiar los
aspectos fundamentales de nuestra sociedad.
Debo destacar que las ideas que voy a exponer se basan en las amplias
observaciones que realicé en las interacciones con varios individuos y grupos y
en mis lecturas. Se trata de una reflexión informal, sujeta a las distorsiones y a
los errores que tal adjetivo implica. Ni es ni pretende ser una formulación
científica, aunque espero que contenga algunos elementos de observación en
los que se inspiren estudios posteriores.
Si bien las fuentes de mis percepciones son muy diversificadas, entreveo una
cierta unidad en el individuo que percibo. La configuración general parece
semejante, aunque existen diferencias secundarias. Él (o ella) -me gustaría que
Deseo de autenticidad
que parte de este hecho sea un -resultado de la actitud de esta nueva persona
que ahora surge, una persona que no respeta el orden por el orden, la norma
por la norma, las leyes por la necesidad de tener leyes. Una persona que pone
en tela de juicio todos los aspectos de la estructura formal, los cuales rechaza,
a menos que sirvan a alguna finalidad humana. Y que se opone a todo tipo de
rigidez, pues la inflexibilidad no sirve al ser humano en proceso de
transformación.
Sus creencias a este respecto son firmes. Preferiría dejar una institución antes
que aceptar órdenes que le parecen sin sentido. Por eso los profesores
universitarios abandonan las universidades, los alumnos las facultades, los
médicos se desligan de la Asociación de medicina, los sacerdotes se alejan de
sus iglesias, los ejecutivos presentan la dimisión en sus empresas y los pilotos
de las fuerzas aéreas se niegan a formar parte de escuadrones de bombardeo.
Esta lista podría alargarse de manera indefinida.
Por tanto, esta segunda característica de la persona nueva que está surgiendo
-dar prioridad a la persona humana y no a la institución- es extremadamente
profunda, ejerce una influencia sobre todos los tipos de organización y
presagia, a mi modo de ver, una radical nueva valoración de la estructura de
nuestra sociedad.
Otras cualidades
Un interés no moralista
El deseo de intimidad
Una de las actitudes que esta persona mantiene es la oposición radical al punto
de vista predominante en las últimas décadas. Se trata de una profunda
desconfianza en relación a una ciencia que se basa en la cognición y a una
tecnología que utiliza esta ciencia en la conquista del mundo material y
humano. Dejó de confiar en las abstracciones científicas y en los fines a que se
aplican. Cree intuitivamente que los descubrimientos y los aprendizajes
significativos requieren la movilización de los sentimientos. No está
especialmente impresionada con el programa espacial y está en contra de 'que
llenen el espacio y la luna de "chatarra" costosísima. Cree que la tecnología
debería existir para fines distintos a los de conquista.
El Universo Interior
La autoridad interna
Éstas son algunas de las características que percibo en la persona que surge.
Sé perfectamente que son poquísimas las que poseen todas estas
características, como también que estoy describiendo una minoría. Aun así, me
parece que estas personas están ejerciendo una influencia inmensa,
desproporcionada a su número; es éste, a mi modo de ver, un hecho
trascendental para el futuro.
Cabe hacerse algunas preguntas respecto a esta persona que surge. ¿Cuál es
su probabilidad de supervivencia? ¿Qué obstáculos encuentra y encontrará?
¿Qué tipo de influencia ejercerá sobre nuestra cultura?
Antecedentes
Obstáculos
En primer lugar: "El Estado por encima de todo." La última década hizo patente
que en este país, y en la mayoría de los demás, la elite gobernante y la
compacta burocracia que la rodea no admiten disidentes o individuos que
tengan valores y objetivos distintos de los suyos. La persona nueva ha sido y
será atormentada privada de la libertad de expresión, acusada de conspiración,
encarcelada por su negativa a someterse. Sólo podría invertir esta tendencia
un despertar masivo-e improbable-de los norteamericanos. La aceptación de la
diversidad de valores, estilos de vida y opiniones constituye el meollo del
proceso democrático, pero no es algo que prospere hoy en los Estados Unidos.
Por tanto, esa persona que emerge será seguramente refrenada por el
gobierno.
En segundo lugar: "La tradición por encima de todo." En nuestra sociedad, las
instituciones educativas, asociativas, religiosas, familia-res- se oponen de
frente a quienquiera que desafíe a la tradición. Las universidades y las
escuelas públicas son las instituciones que probablemente se mostrarán más
hostiles a esa persona del mañana. Como no se amolda a las tradiciones se la
condenará al ostracismo y se la eliminará, siempre que sea posible. A pesar de
su imagen conservadora, las empresas responden algo mejor a las tendencias
públicas. Incluso así, se mostrarán contrarias a la persona que coloca la
autorrealización por encima del mero cumplimiento de su obligación, el
crecimiento personal por encima de los salarios o beneficios, la colaboración
con la naturaleza por encima de su conquista. La Iglesia es un oponente menos
temible. Las tradiciones familiares y conyugales se hallan en tal estado de
confusión que es poco probable que su antagonismo, aunque exista, pueda ser
eficaz.
En tercer lugar: "El intelecto por encima de todo." El hecho de que este nuevo
individuo pretenda ser una persona entera -integrados cuerpo, mente,
sentimientos, espíritu y poderes psíquicos se considerará una de las más
arrogantes ofensas. No sólo el mundo científico y académico, sino también el
En cuarto lugar: "El hombre debe ser modelado." Según el informe de Stanford,
es posible extrapolar mediante los recursos de la lógica, una concepción del
hombre vigente en la actual cultura tecnológica, lo que supone la aplicación de
la tecnología social y psicológica al control de la conducta no conformista, en
defensa de una sociedad postindustrial estable. Estos controles serían
ejercidos por alguna fuerza institucional específica, sin lo que los autores
conocen como "burocracias de la guerra, bienestar, industria, comunicaciones,
policía" (1973, XXI-XXII). Es evidente que, en el caso de que prevalezca la
imagen conformista del hombre, uno de los primeros objetivos sería el de
controlar o eliminar a la persona que aquí describo.
Este modelado puede promoverse no sólo por un sutil control coercitivo, sino
también por el progreso constante del propio conocimiento científico. Los
biólogos y bioquímicos están estudiando las posibilidades del modelado
genético y de las alteraciones del comportamiento químicamente inducidas. Lo
mismo que el conocimiento social y el psicológico, esos progresos pueden
utilizarse como posibilidades de control o de liberación. Hace mucho que los
físicos dejaron de ser ingenuos respecto al uso que se hace de sus
descubrimientos. Luego se encuentran las ciencias biológicas y las
psicológicas. También pueden convertirse fácilmente en instrumentos de este
sólido edificio burocrático en el que la marcha en dirección al control parece
inevitable; sin que en él exista una persona única responsable de ninguna de
estas acciones específicas; se trata de un monstruo rastrero con cabeza de
hidra que engulle el tipo de persona que he descrito.
¿Y el futuro?
Supongamos entonces que esa persona tenga una mínima posibilidad de vivir
a plena luz, de adquirir influencia, de cambiar nuestra sociedad. ¿Cuál sería el
panorama? ¿Sería tan amenazador o terrible como muchos temen?
Hacia la valorización del individuo por lo que es, con independencia de su sexo,
raza, posición social o medios económicos.
Para mí, estas tendencias no son aterradoras sino estimulantes. A pesar de las
tinieblas del presente, nuestra cultura acaso tenga ya un pie en el umbral de un
grandioso proceso evolucionario-revolucionario. De todo corazón no digo sino
esto: Poder para la persona que surge y la revolución que aporta consigo.
M.L. Poeydomenge
«Si no consagramos una energía igual-sí, y una cantidad igual de dinero-- para
liberar el potencial de cada individuo, entonces el enorme desfase que hay
entre el nivel de los recursos energéticos físicos y el de los recursos humanos
va a condenamos a una destrucción universal bien merecida»:",
La psicoterapia es una vía peligrosa para el que ayuda, no protegido por una
teoría interpretativa de los hechos psíquicos que le proporcionarían una falsilla
Bibliografía