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Homenaje y fidelidad en el siglo XII

N9 29. Juramentos vasalláticos prestados ante el nuevo conde de Flandes, Guillermo, e


investidura (1127); (Galbert de Bruges, Histoire du meurtre de Charles le Bon, comte de
Flandre, cd. H. Pirenne, Paris, 1891, P. 89. Traducción Ganshof (en froncés], nº 231, Qu’est-
ce que la feodalité?, p. 97).

El 7 de los idus de abril, un jueves, se rindieron nuevamente homenajes al conde. En primer


lugar, cumplieron los homenajes de la manera siguiente. El conde pidió (al futuro vasallo) si
deseaba convertirse, sin reservas, en su hombre; y éste respondió: “Así lo quiero”; luego, sus
manos unidas a las del conde, que las estrechó, se aliaron mediante un beso. En segundo
lugar, aquél que rindió el homenaje comprometió su fe en estos términos: “Prometo por mi fe
ser fiel, a partir de este instante, al conde Guillermo y guardarle ante todos y totalmente mi
homenaje, de buena fe y sin malicia.” En tercer lugar, juré sobre las reliquias de los santos. En
seguida, con la vara que tenía en la mano, el conde les dio la investidura a todos aquellos que,
mediante este pacto, le habían prometido seguridad, hecho homenaje y prestado juramento.

Homenaje y fidelidad durante la época de San Luis

Nº 30. Establecimientos de San Luis (ed. Paul Viollet, t. II, pp. 395- 398, en Société de
l’Histoire de France, Paris, 1881).

XIX. - Cómo se debe solicitar señor e ingresar en su fe sin demora y cumplir obediencia ligia.
Cuando alguien pide feudo del señor, debe advertirle cuarenta días antes... Y cuando alguien
desea entrar en la fe del señor, debe solicitarlo y decirle de tal modo: “Señor, os solicito como
señor y me entrego a vuestra fe y homenaje”... Y debe hacer presente que ingresa a la fe del
señor... Y, las manos juntas, debe decir de mi modo: “Señor, me convierto en vuestro hombre,
y os prometo fidelidad y lealtad, desde este día en adelante, ante todos las hombres que
pueden vivir o morir”... Y el señor debe responderle en persona: “Y yo os recibo y toma como
hombre y os beso en nombre de la fe.”

Robert Boutruche. Señorío y Feudalismo. Primera época: los vínculos de dependencia. Buenos Aires: Siglo XIX,
1973, p. 286.

Una definición de contrato vasallático


Nº 54. Cana de Fulbert de Chartres al duque de Aquitania, año 1020 (Recueil des Historiens
des Gaules et de la France, t. X, p. 463).
Al muy glorioso duque de Aquitania Guillermo, Fulbert, obispo. Invitado a escribir sobre el
tenor de la fidelidad, he anotado rápidamente la que sigue, consultando los libros que dictan
autoridad.
Aquel que jura fidelidad a su señor debe tener siempre presente las seis palabras siguientes:
sano y salvo, seguro, honrado, útil, fácil, posible. Sano y salvo a fin que no cause daño
corporal alguno al señor. Seguro, a fin que no divulgue sus secretos, ni afecte a las obras
fortificadas que le procuran seguridad. Honesto, a fin que no atente contra sus derechos de
justicia, ni a otros elementos que comprometan su honor. Útil, a fin que no dañe sus
posesiones. Fácil y posible, a fin que el bien que su señor pueda hacer con holgura no lo torne
difícil, y lo posible devenga imposible. Es justo que el fiel evite actos perniciosos. Pero con
esto no merece aún su radicación. Pues no es suficiente abstenerse de hacer mal, es necesario
también hacer bien.
Importa entonces que, en los seis dominios mencionados más arriba, et vasallo provea
fielmente a su señor de consejo y ayuda si desea parecer digno del feudo y respetar la fe
jurada. Et señor asimismo debe devolver a su fiel acciones parejas. Si no lo hace será
considerado a justo título hombre de mala fe, al igual que el vasallo sorprendido en acción de
faltar a sus deberes, de hecho o por consentimiento, será culpable de perfidia y perjurio.

Robert Boutruche. Señorío y Feudalismo. Primera época: los vínculos de dependencia. Buenos Aires: Siglo XIX,
1973, p. 306-307.

División de la sociedad en tres órdenes (fines de! siglo X)

N 55. Según Adalberón, obispo de Laon, Carmen ad Rotbertum regem (ed. G. A. Huckel, Les
poèmes satiriques d’Adalbéron, en Bibliothèque de la Faculté des Lettres de l’Université de
Paris, t. XIII, 1901, pp. 155-156).
El orden eclesiástico forma un solo cuerpo, pero la división de la sociedad comprende tres
órdenes. La ley humana (en efecto), distingue otras dos condiciones. El noble y el no libre no
son gobernados por una ley idéntica.
Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todos los hombres
del pueblo, grandes y modestos, y por tal hecho se protegen a ellos mismos. La otra clase es la
de los no libres. Esta desdichada raza nada posee sin sufrimiento. Provisiones, vestimentas
son provistas para todos por los no libres, pues ningún hombre libre es capaz de vivir sin
ellos.
Por lo tanto, la ciudad de Dios, que se cree una sola, está dividida en tres órdenes: algunos
ruegan, otros combaten y otros trabajan. Estos tres órdenes viven juntos y no soportarían una
separación. Los servicios de uno de ellos permiten los trabajos de los otros dos. Cada uno,
alternativamente, presta su apoyo a todos.
En tanto prevaleció esta ley, el mundo gozó de paz. (En la actualidad) las leyes se debilitan y
ya desapareció la paz. Los habitas de los hombres cambian, como cambia también la división
de la sociedad.

Robert Boutruche. Señorío y Feudalismo. Primera época: los vínculos de dependencia. Buenos Aires: Siglo XIX,
1973, p. 307.

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