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Título
Riqueza de las naciones / Adam Smith Capítulo 1 De
los principios del sistema mercantil. Datos de
publicac. Pags: 2-6. México : Cruz o., 1977-9999
Descr. Física volúmenes Materia Economía.
ADAM SMITH
RIQUEZA
DE LAS
NACIONES
Volumen II
(LIBROS IV y V)
CAPITULO I
SE CC IoN I
(*) Estos impuestos son hoy dia muy moderados, y el Banco Nacional, que goza de
este p rivllegio, ha hecho operaciones muy ventajosas sa la a
radon, procediendo sin las pre-
ocupaciones que suelen ser tan vulgares. Ademas de e ti), la Real Compailia de Filipinas
se le tiene concedida la excepción de derechos sobre la extracción de plata par las Indias
orientales.
RIQUEZA DE LAS NACIONES. ---- LIBRO IV 5
si consideramos sus labores en la cosecha, que es el fin de todas sus
fatigas, hallaremos lo ventajoso y acertado de sus operaciones".
En segundo lugar, sostuvieron que esta prohibición nunca po-
dría impedir la extracción efectiva del oró y de la plata, porque el
poco bulto y mucho valor de estos metales invitaban con mucha fa-
cilidad al contrabando, cuya extracción fraudulenta sólo podría
precaverse por medio de una atención infatigable a lo que suele
llamarse balanza del comercio ; que cuando una nación extraía más
valor que el que introducía, la balanza quedaba de modo que el
país extranjero era deudor a la nación que lo había extraído, y
habiéndose de pagar este exceso en oro o plata, no podía menos de
aumentarse la cantidad de estos metales dentro de aquel Reino, en
tanto, muy al contrario, cuando una nación introducía de la extran-
jera mayor valor que el que extraía, la primera quedaba deudora
en la balanza a la segunda, cuya deuda, como que se había de pagar
en oro o plata, habría de disminuir con esta operación la cantidad
de tales metales dentro del Reino, de manera que en tales circuns-
tancias la prohibición de su extracción no la precavería, sino que la
haría más difícil y costosa, haciéndola criminal y expuesta al riesgo
de las penas ; que con esta providencia prohibitiva el cambio se vol-
vía contra el país deudor en la balanza, con más pérdida que la
que padecería siendo libre la extracción, porque el comerciante que
compraba una letra sobre un país extranjero tenía que pagar al
banquero que se la vendía, no sólo el riesgo y las expensas regula-
res, sino las extraordinarias contingencias a que se exponía por la
prohibición ; que cuanto más contrario a un país estuviese el cam-
bio, tanto más lo había de estar también la balanza del comercio,
porque en aquel caso, dentro del país deudor, tendría mucho menos
valor el dinero que en el del acreedor en la balanza; que si el cam-
bio entre Inglaterra y Holanda, por ejemplo, estaba un cinco por
ciento contra Inglaterra, se necesitarían en esta nación ciento cinco
onzas de plata para comprar una letra de cambio que no valiese
más que ciento en Holanda, cuya cantidad no podría comprar en
esta República más valor de géneros que en la proporción de cien-
to, mientras, al contrario, cien onzas de plata en Holanda valdrían
en Iglaterra ciento cinco y podrían comprar en ésta el valor de
ciento cinco en géneros, resultando que los efectos que en Inglaterra
se vendiesen a Holanda los compraría ésta en toda aquella propor-
ción más baratos y los que de Holanda se comprasen por Inglaterta
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los pagaria esta más caros en la misma proporcion, sin más causa
que la diferencia en el cambio, con lo cual Inglaterra sacaria de
Holanda tanto menos diner° y Holanda de Inglaterra tanto más,
cuanto montase aquella diferencia, mientras en otro tanto estaria
la balanza del comercio contra la Gran Bretafia.
Estos argumentos eran en parte sólidos y en parte sofisticos. Eran
sólidos en cuanto aseguraban que la extracción del oro y de la pla-
ta por el comercio del pals podia ser muchas veces ventajosa ; lo
eran también en cuanto a dar por sentado que ninguna prohibición
era capaz de precaverla cuando los particulares podian sacar algu-
na ganancia de su extracción; pero eran sofisticos en suponer que
tanto para aumentar como para conservar la cantidad de estos me-
tales se necesitaba de más atención por parte del gobierno, que
para el aumento y conservación de cualquier otra mercaderia, pues
la libertad misma del comercio, sin otra peculiar atención, no puede
menos de surtir en la cantidad proporcionada al consumo del pals.
También eran sofisticos aquellos argumentos en pretender demos-
trar que la subida del cambio habia de aumentar necesariamente lo
que ellos llamaban desventaja de la balanza de comercio, o que oca-
sionaria mayor extracción de oro y de plata. Es cierto que el alto
preeio del cambio es sumamente perjudicial a los mercaderes que
precisan colocar dinero en un pals extranjero, porque en otro tanto
pagan más caras las letras que libran los banqueros sobre aquellos
paises; pero aunque el riesgo de la prohibición puede ocasionar a los
banqueros algirn coste extraordinario, esta circunstancia no habria
de exigir necesariamente mayor extracción de oro y plata del pals.
Este mayor coste o este gasto extraordinario quedaria regularmente
dentro del mismo pals como consecuencia de sacar el dinero por
contraband°, y rara vez seria necesario extraer un solo maravedi
que rebasara la suma que precisamente se librase. El alto precio
del cambio haria también que los comerciantes procurasen propor-
cionar en lo posible las extracciones a las iraportaciones conforme
a la balanza, para pagar lo menos que les fuese dable por ragn
del cambio. Fuera de esto, su alto precio no podia menos de obrar
del mismo modo que un impuesto en cuanto a elevar el de los go-
neros extranjeros, y por lo mismo influir en la disminución de su
consumo. Su tendeneia, pues, no seria aumentar sino disminuir lo
que llaman balanza contraria de comercio, y por consiguiente ami-
norar la extracción del oro y de la plata.