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J-
B.A.SES

PARA UNA LEY

SOBRE SUPRESION DEL CURSO FORZOSO

Y RESTABLEGIMJRN'l'O DE LA GIRGULAGION ME'l'ALIGA

POR

N. G. L.

ADVERTENCIA- Una cuenta equivocada en punto sustancial de este escrito, pues


que se refiere á la equivalencia entre el oro y la plata, ha hecho indispensable la repro.
ducción del mismo escrito con la corrección del caso. Como la verdadera equivalencia
permite arreglar el nue,·o plan de monedas sobre bases que lo simplifican, haciéndolo
más práctico, se advierte esto á quiene? hayan leído la ante ri or edición y presten al
asunto algún interés, á hn de que repitan la lectura en ésta, que se lPs reparte al efecto.
Agosto de 1894.

BOGOTA .
IIIPRltNTA Dlt VAPOR Dlr ZALAMRA HERMANOS .
RAZQN DE ESTE ESCRITO.
"La labor social es trab<1jo cotidiano y obligatorio de
todo hombre que participa de los peligros y de los beneficios
de la sociedad."
Hé ahf la razón ele este escrito.
Su objeto es el ele concurrir coii un voto, tímido pero
sincero, á robustecer la opinión que clama contra el curso for-
zoso, presentando un plan para volver á la circulación metá-
lica, y proponiendo á la vez un sistema de monedas, nuevo
pero de fácil planteamiento, que se juzga adecuado para re-
solver este grave problema ele actualidad.
La unidad del nuevo sistema de monedas sería el medio
condor, que parece haber sido yá propuesto por competente
autoridad, la cual se denominaría Lz'brrt Colombiana, por su
analogía con la libra esterlina, y se dividiría en mil milésimos.
A fin ele condensar y hacer más fácilmente perceptible el
plan ideado, se le ha dado la forma de artículos para una
ley, los cuales van al fin de este escrito.
El lector debe excluír, sin embargo, cualquiera sospecha
de dogmatismo ó de pretensioso conato de intromisión en las
funciones del Congreso-al cual se dirige respetuosamente-
que pudiera sugerir la forma; y confía en que antes sea mirado
con indulgente benevolencia este pequeño tributo á la común
necesidad, tributo que acaso no tenga más valor que el de la
buena voluntad que lo inspira.
OBJETIVOS DEL PLAN.
Las ideas cardinales del proyecto, ó plan, responden, ó
pretenden responder, á los siguientes propósitos :
r? El de poner el posible remedio al desorden introducido
en nuestro sistema monetario por el billete de curso forzoso
y por la depreciación de la plata con respecto al oro, creando
como queda iusinuado, un sistema nuevo ele base fija y es-
table, que, tomando sus elementos ele las monedas nacionales
existentes, se diferencie radicalmente del antiguo, á /in de
evitar confusiones en la práctica.
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2? El de adoptar como unidad del nuevo sistema aquella


de las monedas nacionales de oro que más se presta á una
subdivisión adecuada para los negocios y para las cuentas, y
que más se presta, con las monedas ele plata, á la recíproca
estimación ele sus valores en números enteros, refiriendo á
esa unidall el valor ele las demás monedas existentes, incluso
el billete del Banco Nacional, y asigdndoles, por tanto, el
que tienen en realiclall : todo esto sin causar perturbación al-
guna en la dicha circulación, tal c,omo se halla establecida por
las leyes y por la costumbre.
3? El de conservar el doble patrón de oro y de plata :
aquél sólo para el Gobierno, por el momento, pero con el ca-
rácter de estatuto permenente; éste para las transacciones
entre particulares, con el carácter de concesión transitoria á
la costumbre, y mientras la costumbre cede el campo por sí
misma á la conveniencia de la unidad fija y estable de la mo-
neda de oro.
4. 0 El ele reconocer en la ley el hecho irremediable del
cambio habido en la relación-r á r st-que ha servido de
base durante el presente siglo para regular el valor relativo
de las monedas de oro y plata, razón que, con plata á 28 pe-
niques la onza troy, es algo mayor que la ele 1 á 36, y hace
que prácticamente cien pe~os en oro no valgan, como antes,
cien pesos en plata, sino 202 pesos de novecientos milésimos,
ó 218 de 835 milésimos.
En efecto, tomando como precio de la plata fina, ó sin
liga alguna, el de 28. peniques la onza troy de 3 r gramos y
102 miligramos-y parece que es todavía menor-y ha-
ciendo 4 chelines oro igual á un peso esterlino, para facilitar
la inteligencia de los cálculos que siguen,-tendremos que,
por contener una libra esterlina 7s318577 oro fino, un peso es-
terlino contendría la quinta parte, esto es. I:;f1.637IS, y el
equivalente de 28 peniques sería osss3833 oro, y
28 peniques=oK853833 oro=3 r 8 ro2 plata. Por consiguiente
$ r oro=45 8 525 plata.
-5-

El peso colombiano de plata tiene en plata fina:


Si es de 900 milésimos, 22 8 50;
Si es de 835 milésimos,2o8 87 5;
45.525 'lé .
luego$ r oro=ú;- so=$ 2,02 plata de 900 m1 s1mos.
- 45.525 'lé .
$ 1 oro= 2 o,s 75 =$ 2,18 plata de 835 m1 s1mos.
De suerte que
$ roo oro=$ 202 plata 900 milésimos=2 r8 plata 835
milésimos.
De donde resulta que la relación propuesta de roo á
200 estaría conforme con la relación ele valores establecida
por el comercio de metales finos , y sería perfectamente prác-
tica, por tanto. El peso de novecientos milésimos deja un pe-
queño sobrante; tmo mayor deja naturalmente el de 835; y
con los datos que suministra la prensa extranjera en sus más
recientes cotizaciones ( r kilo plata de mil milésimos igual á
105 francos oro, próximamente) aquellos sobrantes son toda-
vía mayores, De suerte que el peso de 835 milésimos, sobre
todo, dejaría ancho margen en q\te cabrían todos los tipos
presumibles de alza en el precio de la plata, margen que pro-
curaría al Gobierno un aprovechamiento más 6 menos consi-
derable en todo caso, aun cuando el encarecimieuto posible
hiciera desaparecer el peso de novecientos milésimos, pues no
es presumible que ese encarecimiento alcanzara á cubrir el
margen del otro, que es bien considerable: este es, por lo
demás, el peso que convendría conservar como moneda de
vellón y elemento integrante del plan que se viene propo-
niendo, para el servicio de los cambios menudos.
i Correríase el riesgo de que la plata volviera á su an-
tiguo precio, ó á otro superior al que permite por hoy la re-
lación monetaria propuesta? No parece probable, pues la
tendencia universal-que es movimiento de la necesidad de
facilitar los cambios internacionales, cada día más activos y
complicados-es á la adopción exclusiva del patrón de oro
-6-

como medida universal ele valores, y á la relegación de lamo-


neda de plata al modesto papel de moneda vellón: hecho del
cual no escapan ni los Estados Unidos, á pesar de sus leyes
contra el monometalismo, y de los esfuerzos que hacen los
poderosos productores de plata para rehabilitarla. La plata,
todo hace presumirlo, ha bajado á la condición del aluminio,
metal que se le asemeja bastante, y cuyo antiguo altísimo
precio han hecho bajar ta~bién los procedimientos de extrac-
ción de día en día menos costosos, y ahí quedará la plata de-
finitivamente, con la sola ventaja de su empleo, al igual del
cobre y el níkel, para la moneda divisionaria, ventaja que no
hay por qué esperar que la haga ganar un precio muy superior
al actual.
Queda una objeción por contestar, y es la de que ningún
otro país nos ha precedido en la adopción, para las monedas de
plata y ele oro, ele una razón mayor que la establecida antes
en todas partes, de 1 á 1st. La respuesta puede concretarse,
para abreviar, á la cita ele este solo hecho ele actualidad : en
los Estados Unidos acaba de ser notada una falsificación de
dólares ele plata en grande escala, falsificación que consiste
solamente en no ser monecla.s acuñadas en las casas de mo-
neda del qobierno, pues, por lo demás, tienen el mismo peso,
la misma ley y la misma perfección de obra que los dólares
del Gobierno. Este género de falsificación, que es negocio
tentador por lo pingüe, obligará al fin á los gobiernos á aban-
donar la perezosa rutina de que tocios están lisiados, en Co-
lombia y en todo el mundo, á legislar en conformidad con los
hechos y á adoptar, en relación con éstos, nueva fórmula de
valores respectivos entre las monedas de oro y las de plata.
La necesidad de esta nueva fórmula es mucho menos
sentida en los países ricos que tienen el magisterio y la pri-
mera palabra en asuntos ele monedas, porque tales países son
todos de circulación áurea, y las monedas de plata hacen en
ellos solamente el oficio ele moneda ele vellón; de suerte que
el mayor ó menor valor intrínseco de éstas no ejerce intluen-
-7-
cia alguna ni ~n los valores ni en los negocios, y el alicier~te
de las falsifi-caciones es mucho menor. En los países de cir-
culación de plata, como Colombia, sucede todo lo contrario,
é imponiéndose la reforma como necesidad de urgente satis-
facción, no permite esperar que el ejemplo de los autorizados
guías venga á enseñar un remedio que está indicando con
vehemente clamor la misma necesidad. Es de sentirse que
nuestra deficiente prensa periódica nb haya completado las
noticias que empezó á dar dos ó tres años há, sobre alguna
reforma en el mismo sentido que la que se propone en el pre-
sente escrito, y que se estudiaba en Chile legislativamente.
Un interesante escrito ele Panamá firmado J. A., informa re-
cientemente que en aquel país los pesos de plata se cotizan
corrientemente en peniques, y por cierto que al miserable
precio de r 2 peniques pieza, ó sea la cuarta parte de su anti-
guo valor; lo que parece indicar que en Chile ha sido adop-
tado el sistema inglés de monedas, dejando así resuelto el
problema que aqd QOS ocupa todavía.
Este problema se ha impuesto entre nosotros con im-
perio ineludible por el comercio ele letras, ósea por el cambio
internacional, de tal modo que al precio del oro van acomo-
dándose gradualmente todos nuestros valores, desde el sa-
lario del obrero y los artículos de sustento diario, hasta los
alquileres de tierras y habitaciones, y toda clase de servicios;
siendo forzoso que la ley los reconozca, atendiendo así á una
necesidad vital de los cambios, mayormente si ello puede con-
seguirse sin perjudicar interés legítimo alguno, sin causar
confusión ni perturbar los usos establecidos en materia de
monedas.
5· 0 El de que la moneda de oro tenga con la de plata re-
laciones numéricas tales que hagan fáciles las conversiones
de cantidades del uno al otro metal; y en la combinación de
que se trata, según la cual una libra colombiana, unidad del
nuevo sistema, es igual á diez pesos plata, tales conversiones
ie harían mediante la sencillísima operación aritmética de
-8-

multiplicar por 10 las libras, 6 de dividir por ro los pesos;


de suerte que $ IOO=IO libras y ro libras=$ 100. La cos-
tumbre de estos cálculos se establecería y se difundiría rápi-
damente, sin duda alguna.
Mas, aun cuando estas conversiones fueran algo menos
sencillas, significarían poca cosa ante la menor ele las conve-
niencias del plan que se propone. As/, los guarismos con que
hoy se numeran en todo el mundo los capitales públicos y no
pocos capitales privados, son ele millones y millares de millón,
guarismos enormes que no pueden ser fácilmente apreciados
con clara percepción de las cosas, para la generalidad de las
gentes, por la misma razón gue sería embrollada la percepción
de las distancias siderales expresadas en metros.
6? El de facilitar la acuñación en nuestras casas de mo-
neda del oro que producen nuestras minas, operación que
dejó ele ser practicable desde que empezó á marcarse el des-
censo ele la plata respecto del oro en el comercio de metales
finos, y descenso por el cual dejó de ser verdadera práctica-
mente la relación ele equivalencia entre las monedas de plata
y oro adoptada en nuestras leyes, dando por resultado la des-
monetización virtual del oro en nuestras transacciones do-
mésticas. Con una relación inferior á la de 100 á 200 no es
ni remotamente probable que el oro del país vaya á acuñarse
en nuestras casas de moneda, ni que del Exterior venga el
oro necesario para nuestros altos cambios.
Si se adoptase como unidad el peso llamado de oro, ten-
dríamos ese nuevo elemento de confusión en nuestros cambios,
en vez de una simplificación en el sistema de monedas; pues,
sin el peso de oro, tenemos ya el ele plata de diez reales, el
de ocho reales y el del curso forzoso, que no es ni el uno ni
el otro. Y si se pasase la vista por toda la América española,
se hatlaría-desde Buenos Aires, en donde antes de la reciente
útjlación un peso, moneda corriente, equivalia á medio real
de nuestra moneda de plata, hasta México, cuyos pesos valen
alg_o más de once reales-que la palabra pes() representa
-9-
algo como una gama de valores. De suerte que no podría adop·
tarse para dar nombre á nuestra uniclacl monetaria, sin au·
mentar la confusión ele que yá nos lamentamos en Colombia,
y sin concurrir en nuestro contingente á aumentar la que reina
en toda la dicha América española y sus islas. Diráse que el
peso es moneda tradicional en Colombia. Sí ; pero la tradi-
ción pereció con el curso forzoso, y la situación es ele cons·
truír desde los cimientos.
El peso de oro ya existe por la legislación vigente, y él
no impidió durante la época ele la circulación metálica que el
oro emigrase expulsado por una costumbre tan inveterada
como es ele perniciosa en la hora presente, cual es la del uso
exclusívo de la moneda de plata ; reforma que es forzoso
desarraigar por todos los medios racionales que conduzcan
prácticamente á la circulación áurea. Los que se encastillan
en la costumbre para rechazar una reforma radical del sis-
tema monetario, deben resolver previamente este problema:
i No es precisamente aquella desastrosa costumbre lo que hay
1 que combatil' para regularizar nuestro sistema de monedas 1
Reconocidos, por otra parte los inconvenientes de las
monedas de oro ele muy pequeñas tallas, como lo serían las
de menos de medio condor, convendría resolver también este
otro problema : i llegaría á ser popular, es decir. ele uso gene-
ral, una unidad monetaria que no tuviera representación ma-
teri;.l é independiente de las otras monedas, esto es, una mo-.
neda imaginaria ?
Una nueva ley de monedas sobre la base de un peso oro
igual á un peso plata, por 1nás que haya sido indicada por
respetables autoridades, sería trabajo inútil, porque esa ley
es también la que existe, y no se explicaría sino por el impe-
rio de la rutina. i Qué poder se concibe en el país tan autori-
tario y eficiente qne pudiese hacer venir el oro que aquella
falsa igualdad ha hecho emigrar? Sin moneda de oro dispo-
nible de presente i cómo podrían ser restablecidos los cam.
bios qm el extranjero sobre una ecuación fija y normal de
-JO-

valores 1 Y sin tal ecuación i cómo podría pretenderse poner


término á la desesperante instabiliclad ele los cambios y á la
consecuencia] incertidumbre de los precios de cosas y servi-
c:rios ?
7. 0 El de evitar que las monedas de oro figuren en el
pequeño comercio, á fin de premunir á los pobres de los efec-
tos de las falsificaciones, efectos casi inevitables entre
personas no habituadas al manejo del dinero y á distin·
guir las piezas legitimas de las falsas; facilitando al mismo
tiempo esta distinción á las demás, por la talla considerable
de las piezas de oro que se dieran á la circulación. Por esta
razón no se proponen piezas de menos de una libra ó medio
candor.
Nótese que la combinación de que se trata se basa en
una unidad que se acerca mucho á la libra esterlina ó libra
inglesa, circunstancia que ofrece una comodidad adicional no
despreciable para los cambios, siendo Inglaterra, como lo es,
el país que da la ley en esta materia y con el cual son más
valiosas nuestras relaciones comerciales. El cambio bajaría
como por ensalmo á poco más ele la par, porque dejaría de
calcularse sobre la falsa base ele una libra esterlina igual á
cinco pesos, ó un peso oro inglés (cuatro chelines) igual á un
peso plata, como que entonces sólo representaría la pequeña
diferencia que habría en la cantidad de oro de las dos unida-
des-que es nada más que de 89 centésimas, algo menos de
uno por ciento-además del ajio, siempre muy pequeño, que
se paga por el servicio en todas partes. Con Francia el cam-
bio normal sería de IOO= roo.
Nótese también que, como consecuencia de la adopctón
de la moneda de oro sobre las bases propuestas, desaparece-
ría la causa de un lamentable error en la apreciación de los
orfgenes- del encarecimiento de la vida en Colombia, pues ya
no podría echarse la culpa de éste al alto precio de las letras.
Entonces se vería que la vida se ha encarecido, en primer
lugar; por el curso forzoso, que ha restringido los negocios y
- ll .....

por consiguiente los medios de ganar la vida, y en segundo


lugar, por la dislocación ele la industria nacional que tan efi-
cazmente ha fomentado el dicho curso forzoso, llevando á la
producción del café, oro y otros artlcu los de exportación, con
el cebo de jornales altísimos, los mismos brazos que antes
proveían nuestros mercados de víveres y proveían á todos
los servicios asalariados. Aquí viene ele necesidad una ad-
vertencia, para que no se tomen aquellas declaraciones como
reconocimiento de beneficios debidos al papel-moneda, para
defenderlo, advertencia que se condensa así : "hasta el
pecado mortal tiene sus seducciones."
8.° Finalmente, la combinación atiende este otro propó-
sito: el de hacer pagar la amortización del papel-moneda á
las industrias que al papel-moneda deben mucha parte de
sus enormes gajes, como son la exportación del café y del
oro. Esas son casi las únicas industrias que enriquecen en
Colombia: justo es, pues, que ellas paguen, como principa-
les contribuyentes, la amortización del papel-moneda, y con
mayor razón si es cierto, como parece serlo, que las riquezas
que dan van en gran parte á atesorarse en Europa, en busca
de los ruines productos que allí ofrece el dinero á rédito, ó
simplemente en busca de seguridad, ú obligadas á emigrar
por el papel-moneda y á quedar improductivas.
No hay que imaginarse que estas últimas observaciones
parten de algún mezquino sentimiento contra los empresarios
agrícolas y mineros, r.i que al proponer el impuesto que los
gravara se haya echado en olvido la conveniencia de fomen-
tar por todos los medios posibles la producción del café y del
oro: el autor goza, por temperamento, con la prosperidad de
todo trabajador honrado. Pero siendo la supresión del papel-
moneda una necesidad de urgentísima satisfacción y debiendo
hacerse el gasto correspondiente del bolsillo de los colombia-
nos, lo natural y justo es que lo hagan los pudientes, los
reyes del café y del oro. El café no necesita ya de fomento,
es industria definitivamente adquirida para Colombia, y d~
para todo, para enriquecer á los productores y para concurrir
á la desaparición del papel-moneda; y el oro que en tiempos
no remotos pagaba elnal impuesto de quintos i por qué no
ha de pagar el óbolo republicano que ha de libertarnos de
esta inmensa calamidad del papel-moneda?
Cree el autor de este proyecto. que la circulación del
oro en nuestras transacciones internas, requiere, para que
pueda aclimatarse, la libertad de la industria bancaria; á fin
de que sea posible el establecimiento de bancos donde quiera
que haya capitales y negocios que los hagan necesarios y
productivos; de que puedan crearse así los diversos centros
de depósito para el oro que necesitaría el país, con el objeto
de evitar la circulación material del oro mismo, que podría
quedar sustituida por la del billete ele banco; y de vencer
por este medio la desconfianza que las monedas ele oro ins-
piran al común de las gentes, á causa de lo difícil que les es
distinguir las falsificaciones, y por lo relativamente oneroso
de los engaños á que se presta. Esa desconfianza, muy legí-
tima, fue la que estorbó en otra época la aclimatación del
oro como moneda usual en los cambios, á pesar de su extraor-
dinaria abundancia, abundancia tál que llegó á cambiarse por
plata con descuento, y hubo por eso necesidad de exportarlo
en grandes cantidades.
La multiplicación en el país de los bancos de depósito,
giro y descuento, imposible hoy á causa del monopolio oficial,
allanaría indudablemente este inconveniente.
Por último, en el plan que se propone aparece el Banco
Nacional figurando como eje, á pesar de su descrédito, sólo
porque él existe. Las funciones del dicho Banco pudieran
encargarse á otra institución, si aquél desapareciese, y en el
plan no entra absolutamente la idea de proponer cosa alguna
sobre la existencia ó no existencia de tal establecimiento.
Como medio de obtener recursos sería preferible, aun á
las huaneras del Perú, abrir valerosamente las puertas del
crédito; haciendo, al efecto, tal acto de pública contrición,
-q-
que á nadie quedasen dudas sobre la sinceridad de la en·
mienda, respecto del gran pecado en que vive encenagada
Colombia, pecado que no le permite vivir en paz y con honra,
ni promover seriamente progreso alguno, y es el de la pÚ·
blica estafa erigida en principio de Gobierno, ora con el
nombre de" Verdad de la Deuda," ora con expedientes in-
nominados que conducen, todos, á los mismos resultados, de
hacer del Gobierno el acreedor menos apetecible y de cegar
así la fuente natural y perenne de sus recursos ordinarios y
extraordinarios.

BASES PARA LA LEY.

Artículo r. 0 La unidad monetaria de Colombia, para


todos los asuntos relacionados con la administración pública,
es una moneda de oro del peso de ocho gramos y sesenta y
cinco miligramos, á la ley . de novecientos milésimos, la cual
se designa con el nombre de Lz'bra Colombiana, y se divide
en mil mz'lési111os.
Artículo 2. 0 Las casas de moneda de la República acu-
ñarán desde Enero de 1895 piezas de oro de una, de dos y de
cuatro libras colombianas, con las denominaciones de libra,
condor y doble condor. Estas tres monedas tendrán las
mismas tallas y las mismas marcas que el medio condor, el
condor y el doble condor emitidos de conformidad con la le~
gislación vigente hasta r88s, salvo las variaciones que exijan
el cambio del sistema político y la nueva nomenclatura esta-
blecida en la presente ley.
Artículo 3· 0 Las actuales monedas de níquel serán reem-
plazadas, tan pronto como sea posible, por otras de cobre y
níquel en aleación adecuada, del valor de uno y de dos milé-
simos, cuyo peso no será de menos de cinco gramos para las
primeras y de diez gramos para las segundas.
Artículo 4. 0 El peso de plata con veinticinco gramos de
peso y novecientos milésimos de fino, y las monedas divisio-
-14-

narias del mismo metal y de 835 milésimos, tales coinoaquél


y éstas han sido emitidos por las casas ele moneda ele la Re-
pública, continúan siendo de curso legal y son ele obligatorio
recibo en las transacciones entre particulares, cuando en los
respectivos contratos no se haya estipulado expresamente la
unidad legal de oro.
9· Quedan igualmente habilitadas para la circulación co-
mercial las monedas nacionales de ley inferior á la ele 835
milésimos y superior á la ele 500, mientras tales monedas no
hayan sido recogidas y reacuñadas por el Gobierno.
Artículo 5? Las monedas ele plata ele que trata el artículo
anterior quedan equiparadas con el billete del Banco Nacio-
nal, de suerte que un peso en billetes representa un peso en
plata; y en ese concepto será cambiado cuando la ley auto-
rice el cambio, siendo, entre tanto, de obligatorio recibo el
billete, como moneda de plata, en las transacciones entre par-
ticulares y en hs de éstos con las autoridades püblicas, cuando
no se haya estipulado otra cosa en los respectivos contratos.
§. Es entendido que en dichas transacciones, un peso de
plata y un peso en billetes representan indistintamente un peso
de novecientos milésimos ó su equivalente legal en monedas
fraccionarias ele ochocientos treinta y cinco I~ilésimos.
Artículo 6? Cuando llegue el caso de cambíar por mo-
neda metálica los billetes del Banco Nacional de menos de un
peso, si la moneda metálica correspondiente ofrecida á la
circulación fuere insuficiente para las necesidades del expre-
sado cambio, el Gobierno hará acuñar monedas de cincuenta,
veinte y diez centavos con el peso, ley y marcas de las emi-
tidas con los mismos valores con arreglo á -la legislación vi-
gente hasta r885; salvo, respecto de marcas, las variaciones
exigidas por el cambio politico del mismo año.
§. La moneda de cincuenta centavos se denominará
Colón, y este nombre se inscribirá en dicha moneda, junto
con el busto de Colón, y su valor en centavos.
R.rtículo 7. 0 Desde la fecha en que empiece á correr el
-!S-
próximo venidero período fiscal económico, el Gobierno Y
todas las oficinas públicas de recaudación, reconocimiento y
pago, llevarán sus cuentas de presupuesto y de manejo en
libras colombianas y milésimos; haciendo al efecto las reduc-
ciones necesarias en las cuotas de impuestos y en todos los
gastos autorizados por la legislación anterior, á fin de que
todo quede representado en las cuentas en libras colombianas
y milésimos. Dichas reducciones se harán sobre la base de
una libra colombiana igual á diez pesos, ó veinte colones, pla-
ta 6 billetes, de suerte que, siendo un centavo de peso igual
á un milésimo de libra, se entenderá referida al peso de plata
toda fracción expresada en centavos, y á la libra colombiana
la misma fracción expresada en milésimos.
Artículo 8. 0 Desde la fecha indicada en el artículo an-
terior, el Gobierno recaudará todos los caudales públicos y
hará todos sus pagos indistintamente en oro, plata ó billetes,
según la relación establecida en el mismo artículo; quedando,
en consecuencia, autorizada desde aquella fecha la circulación
y la libre estipulación en los contratos de la moneda metá-
lica en concurrencia con el billete del Banco Nacional.
Artículo g. 0 En los pagos obligatorios en oro, son paga-
deras en plata ó billetes las fracciones de menos de una libra
colombiana; en aquellos que son obligatorios en plata ó bi-
lletes, son pagaderas en níquel las fracciones de menos de un
colón.
Artículo ro. La acuñación de las monedas de oro y de
plata de que trata esta ley, se hará con metales suministra-
dos por el Gobierno ó por los particulares. Pero el Gobierno
suspenderá la acuñación de las de plata, cuando por su exce-
siva abundancia en el comercio interior tiendan á alterar la
relación entre los dos metales establecida por la presente ley.
§. La acuñación de las monedas de cobre y níquel es de-
recho exclusivo del Gobierno.
Artículo Ir. Créase, con destino al cambio de los bi·
lletes del Banco Nacional de curso forzoso, un impuesto de
- f -

exportación sobre el oro, la plata y los minerales que con-


tengan estos metales, y sobre el café, que será de dos por
ciento sobre los primeros y de un milésimo por cada kilo·
gramo de café. Estos impuestos se harán efectivos en las
aduanas ó e11 las oficinas de correos, de conformidad con los
reglamentos que dicte al efecto el Gobierno.
Artículo 12. El producto del impuesto de que trata el
articulo anterior, junto con el ele los establecidos ó que se es-
tablezcan con el mismo destino por otras leyes, será remitido
directamente y á medida que se recauden, por las oficinas re-
caudadoras, al Banco Nacional; y las mismas oficinas darán
al propio tiempo aviso á la Tesorería general de cada una de
aquellas remesas, á fin de que allí se describan las respectivas
partidas de abono á la cuenta de empréstitos con el Banco.
Artículo r 3· Lo que de los recursos destinados al cambio
de los billetes de curso forzoso se recaude en billetes, se des-
tinará por el Banco á la adquisición de moneda metálica, ó
á la de pastas de oro, que hará acuñar inmediatamente.
Artículo 14. Por cada una de las cantidades que in·
gresen al Banco Nacional, procedentes de los recursos desti·
nados al cambio de sus billetes, retirará y destruirá el mismo
Banco igual cautidad de billetes de los dados á la circulación.
Pero la destrucción será potestativa para el Banco desde la
fecha en que sus billetes dejen de tener el carácter de incon-
vertibles á la vista.

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