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PARADOJAS DE UN PROCESO
Es solo en 2005, quince años después, con la aprobación de la ley 975 de Justicia y Paz que la
memoria histórica se introduce en el campo normativo y de las políticas públicas
colombianas6, y de allí comienza un recorrido donde va adquiriendo cada vez más relevancia
1
Firmo este escrito como integrante del Centro Nacional de Memoria Histórica porque quiero reconocer todo el
aprendizaje que acumulé en estos años de experiencia gracias a las conversaciones que sostuve con colegas de
otras direcciones y enfoques del Centro y a los innumerables talleres y salidas de campo que compartí con todos
ellos. Estos años fueron de enormes transformaciones interiores y crecimientos profesionales. No obstante, como
lo expreso más adelante, soy yo la única responsable de la mirada consignada en este texto.
2
Aunque las negociaciones entre el gobierno Santos y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) languidecen,
escojo hablar en pasado del conflicto armado pues creo que los diálogos y el Acuerdo de Paz alcanzado por el
Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sí marcan un punto de inflexión en los
sentidos que adquieren las violencias organizadas en el país. Innegablemente hoy persisten muchas violencias
organizadas pero la amalgama entre organizaciones estrictamente criminales, agentes del Estado cooptados y
organizaciones guerrilleras hace cada vez más difícil nombrar lo que ocurre en términos de conflicto armado
interno.
3
Kaldor, 2007 y Collier y Hoeffler, 2004
4
Por campo de memoria histórica entiendo un escenario donde, desde distintas tradiciones de producción de
saberes y sentidos comunes, gestoras y gestores agencian, con sus prácticas específicas, procesos de los que
surgen narrativas que representan y ofrecen un sentido a trayectorias de vida compartidas. Esas representaciones,
aunque se refieren a un pasado ya vivido, orientan sus posturas en el presente y auguran futuros posibles.
5
Tate, 2007.
6
La ley 975 de 2005 en su artículo 8 hace referencia al derecho de las víctimas a la reparación simbólica y la
define como aquella que “tiende a asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los
1
en la esfera pública dejando huella en los medios de comunicación, las organizaciones de
víctimas, los actores del conflicto armado y la propia institucionalidad.
Estas páginas proponen una reconstrucción de la trayectoria paradójica que ha vivido ese
campo de la memoria histórica en Colombia de 2005 hasta 2018. Arguye que en 2005,
mientras las voces “fuertes”7 de los paramilitares buscaban imponer su versión heroica y
exculpatoria del pasado y del conflicto armado, en otros escenarios circulaba una explosión
plural de memorias sueltas 8 , impulsadas por gestores locales, regionales y nacionales
siguiendo estéticas, tradiciones y saberes propios. Diez años después, las voces de las
víctimas se habían fortalecido en el campo simbólico, pero a su vez, a medida que la memoria
histórica cobraba relevancia en la esfera pública, las distintas dirigencias9 implicadas en el
conflicto armado reconocían su trascendencia y buscaban de manera estratégica regular los
relatos sobre el pasado. Para ellas, la memoria, en principio inocua, se transformó en esos
años en un objeto preciado inscrito en un campo de guerra donde cada batalla simbólica para
debía ser ganada.
Así, en el país, transitamos de una cierta invisibilidad de las voces de las víctimas, a su
empoderamiento y presencia inobjetable en el escenario público, pero este surgimiento vino
acompañado de estrategias que buscan domesticar el carácter plural e indócil de las memorias.
Actores centrales en el conflicto armado se prepararon para controlar y encausar los relatos
sobre un pasado contencioso e imponer una narrativa hegemónica cerrada, contada a manera
de fábula, con personajes que fungían, ya sea como héroes, ya sea como villanos, cumpliendo
sus roles desde unas identidades esenciales e inmutables.
hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, el perdón público y el restablecimiento de la dignidad
de las víctimas”.
7
Retomo la idea de público “fuerte” de Fraser (1997) quien lo vincula a escenarios deliberativos que van
acompañados de toma de decisiones imperativas como el Congreso de la República. Es fuerte en la medida que
no solo es deliberante sino decisoria.
8
Stern entiende por memorias sueltas lo siguiente: “Todos tenemos en nuestras vidas una multitud de
experiencias y en nuestras cabezas una multitud de memorias más o menos sueltas desde una perspectiva social.
Son éstas una serie de recuerdos para nosotros significativos y hasta fundamentales para definir quienes somos”.
Stern (2002). Aunque Stern asocia las memorias sueltas sobre todo a memorias personales que no se han
ordenado en un marco de sentido social, en este texto hago extensivo el concepto a memorias colectivas
construidas por gestores locales sin seguir indicaciones y protocolos rígidos impuestos por partidos o corrientes
políticas o funcionarios con una agenda propia.
9
Dirigencias en el campo militar pero también en el campo político, económico, académico y social.
2
Este recuento además se hila desde una experiencia concreta y un lugar específico: la autora
se desempeñó como investigadora primero del Grupo de Memoria Histórica (GMH)10 y luego
como asesora de la Dirección General del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)11.
Por eso, es necesario advertir que esta reconstrucción se hace sobre la base de la revisión de
distintas fuentes pero también de una memoria involucrada12 puesto que quien escribe estas
páginas hizo parte de una de las instancias que jugaron un papel en este proceso paradójico.
10
El Grupo se funda en el marco de la aprobación de la Ley 975 de Justicia y Paz que estipula la creación de la
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Eduardo Pizarro, sociólogo con una larga
experiencia en el campo de la violentología 10 e investigador titular del Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, es designado Presidente de la Comisión. Al
poco tiempo de ser nombrado, propone al órgano rector de la Comisión crear un grupo de investigadores bajo la
dirección de Gonzalo Sánchez, historiador experto en temas de violencia y quien ya ha dirigido comisiones
previas de esclarecimiento, para que asuma la tarea de elaborar “un informe público sobre las razones para el
surgimiento y evolución de los grupos armados ilegales” ordenado en el artículo 51.2 de la misma ley.
11
El CNMH se crea por la ley 1448 de 2011 y tiene como principal tarea cumplir con el deber de memoria del
Estado colombiano y la reparación simbólica de las víctimas.
12
En 2008 me uno, por invitación de Gonzalo Sánchez, al equipo de investigadores y me dedico a incluir una
perspectiva de género en los procesos de memoria histórica así como a coordinar un equipo concentrado en la
reconstrucción de las huellas del conflicto armado en las mujeres del Caribe colombiano. Estas páginas
responden ante todo a una lectura personal de este proceso y NO comprometen ni al GMH ni al CNMH en su
conjunto.
13
Las Convivir fueron grupos de seguridad privada avalados por el Estado encargados de ofrecer seguridad en
regiones donde había poca o nula presencia de la FP. Esta “tercerización” de la oferta de seguridad y el respaldo
de sectores de la FP de una vía clandestina para derrotar a las guerrillas derivó en la consolidación y expansión
del fenómeno paramilitar.
3
Ivan Duque, alias Ernesto Baez, Salvatore Mancuso y Ramón Isaza, comandantes
paramilitares en el Congreso de la República, julio 29 de 2004. Eltiempo.com
Cada uno de ellos, vestido de corbata y traje oscuro, intervino para ofrecer al país entero su
versión del pasado y las razones de su lucha14. Más que compungidos, los comandantes se
mostraron seguros de haber tomado las decisiones correctas ante, según ellos, un Estado
ausente y un enemigo sin escrúpulos (las guerrillas). Mientras ellos se explayaban frente a los
micrófonos, en las gradas superiores del Salón Elíptico, en solitario, dos víctimas, Iván
Cepeda hijo del asesinado Senador de la Unión Patriótica del mismo nombre y Dilia Solana,
representante del proyecto Justicia y Vida, protestaban contra un ritual que, según ellos,
consagraba impunidad para los paramilitares e imposición del silencio y olvido para las
víctimas.
14
Las intervenciones fueron transmitidas por el canal institucional, Señal Colombia.
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1512042
4
paramilitarismo en Colombia. Y no era para sorprenderse. Un año después, en declaraciones
de radio, ante la revista Semana y ante la Corte Suprema de Justicia, el propio Mancuso y
Vicente Castaño afirmaron que contaban con un 35 % de respaldo en esa corporación15.
Mientras estas voces expresaban una versión que compartía rasgos de familia con el discurso
pronunciado desde el Ejecutivo, en los territorios, personas, familias, comunidades y
movimientos, desde sus memorias, honraban a sus familiares víctimas, impugnaban versiones
justificadoras de la violación de sus derechos, y reclamaban justicia.
A diferencia de las memorias que buscaban ungirse en lugares oficiales, las iniciativas
sociales se tomaban la esfera pública a veces local, y en otras ocasiones regional o nacional,
no desde un molde uniformizado, sino desde su pluralidad16. Este abanico de expresiones, con
sus énfasis y sus lenguajes, daba cuenta de la diversidad de miradas, saberes y estéticas que
iba entrecruzándose para constituir un campo de memorias cada vez más denso y plural.
15
http://caracol.com.co/radio/2005/08/04/judicial/1123166760_191922.html
16
GMH, 2009.
17
https://www.youtube.com/watch?v=OPR5UC17At0
18
Cantadoras de Pogue: Voces de Resistencia, Centro de Estudios Afrodiaspóricos, Icesi (2016)
https://www.youtube.com/watch?v=2pKUJYzaWcQ
5
Tejido de Mampujan Alejandro Giraldo Gil- Sobre las artes y la paz en Revista 070
Además de estas iniciativas agenciadas por mujeres, el territorio colombiano estaba irrigado
de otros proyectos impulsados por públicos mixtos: jardines de la memoria; murales del
recuerdo; museos escolares; archivos y salones de derechos humanos, museos comunitarios
de la memoria; exposiciones fotográficas19...
Ahora bien, la pluralidad del campo de las memorias no solo se refería a la diversidad de
lenguajes sino también a los énfasis y sentidos que gestores de distintos géneros, etnias, edad,
confesión religiosa, o corriente política imprimían a estos procesos. En el caso de Trujillo por
ejemplo, la organización de víctimas, campesina, es de carácter mixto. No obstante, las
mujeres, en sus relatos de la masacre por ellos sufrida, marcaban el tiempo desde eventos para
ellas relevantes, ponían de relieve ciertos recuerdos distintos a los de sus compañeros,
afrontaban su dolor desde orillas particulares, añoraban ciertos espacios deshechos por la
guerra y reclamaban sus derechos siguiendo repertorios específicos20. Hablaban entonces no
solo de acontecimientos y procesos. Sus memorias nos permitían descubrir quiénes eran ellas:
lo que desde su orilla era relevante y adquiría un significado particular.
Desde el enfoque étnico era posible comprender que tiempo y espacio, nociones que con tanta
facilidad asumimos como uniformes, son vividas de manera radicalmente distintas por las
comunidades indígenas. El tiempo del calendario occidental, donde un día le sigue a otro,
nada tenía que ver con sus nociones de tiempo en espiral.
19
Uribe, 2009; ese registro se encuentra actualizado en http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/home-
iniciativas-memoria/registro-de-iniciativas
20
Wills, 2009.
6
Taller de memoria histórica con maestros y maestras de comunidades
indígenas del Cauca, Cali, 2015. Foto: María Emma Wills
En sus voces, además, el territorio dejaba de ser un lugar de paso, una mercancía que se
compra y se vende, para transformarse en parte constitutiva del cuerpo colectivo. Si algo
quedaba claro al escuchar las memorias de los pueblos indígenas es que desde sus miradas,
cada ser vivo encuentra su destino en el territorio y es en él que la comunidad encarna y
adquiere significado.
A medida que se agregaban hilos identitarios a ese campo de memorias, una opinión pública
citadina no solo descubría los horrores de “nuestra” guerra, sino además y sobre todo nuestra
pluralidad cultural. Un país, maravillosamente diverso, se hacía visible poco a poco en las
ciudades.
Pero los hilos de las memorias no solo eran distintos por las razones ya mencionadas. Las
diferencias también se referían al tipo de procesos que permiten que ellas emergieran en la
escena pública. Unas se hilaban en solitario (poemas, cartas personales, performance
individuales, canciones a una sola voz); otras se tejían en colectivos y respondían a procesos
7
comunitarios (Bojayá, Portete, Trujillo, Mampujan...); mientras otras le apuntaban a una
mixtura de memorias e historia donde se articulaban gestores locales con gestores formados
en un ámbito académico. Entre ellas, más que diferencias de naturaleza, se presentaban
gradaciones y mixturas que no solo se expresaban en torno a quién o quienes estaban
comprometidos en su gestación sino también porque activaban en el campo de las memorias
distintos juicios estéticos y criterios de verosimilitud.
Por ejemplo, las memorias personales otorgaban un lugar a la subjetividad cuya potencia
comunicativa no se develaba por el uso de un rigor metodológico sino por su capacidad de
convocar a su público a un viaje imaginario: a través del relato, quién escuchaba se
transportaba al lugar y momento de los hechos, desde las sensaciones y emociones de quién
los vivió en carne propia. Por eso, las narrativas en primera persona se encontraban más cerca
de los relatos literarios y del lenguaje de las artes y las expresiones estéticas. De su mano,
distintos públicos iban descubriendo cómo, además de los y las artistas profesionales
consagrados21, surgían otros que, sin haber pasado por Escuelas y Academias de Bellas Artes,
recreaban con una fuerza inusitada el mundo emocional y sentimental de los testigos y
víctimas sobrevivientes22. En la poesía, en la pintura, en la danza, en la cerámica, algunas de
ellas encontraban una forma de solaz al restablecer un vínculo comunicativo con los otros que
abría un espacio a la esperanza.
Las memorias colectivas por contraste tomaban cuerpo en lugares de encuentro comunicativo
en las comunidades y organizaciones. En estos escenarios compartidos, gestores tejían una
narrativa que resonaba en los integrantes de la propia comunidad al ofrecerles, a manera de
espejo, una historia de su trayectoria y un horizonte de futuro donde esa misma comunidad,
como sujeto colectivo, pervivía, luchaba, resistía y se fortalecía a partir del relato de su propia
historia. Esas narrativas de memoria colectiva que se iban instalando en la esfera pública
comunal o local nunca alcanzaban a cubrir la totalidad ni lograban convocar a la unanimidad.
Generalmente se confrontaban a relatos de disenso interno que las impugnaban –faltó esto u
aquello; o: “esto no ocurrió así”— o al surgimiento de nuevas coyunturas que suscitaban
lecturas ajustadas de las prioridades y los desafíos del momento en una relación co-
21
En Colombia, tenemos una larga y rica tradición literaria que efectivamente ha propuesta una memoria
histórica de nuestra trayectoria como nación en medio de una violencia constitutiva, comenzando por el propio
premio nobel de literatura, Gabriel García Márquez (Cien años de soledad) . Recientemente, Evelio Rosero (los
Ejércitos); Ricardo Silva (Una historia oficial del amor); Pablo Montoya (Los derrotados); Laura Restrepo
(Delirio o Demasiados Héroes), Juan Gabriel Vásquez (El ruido de las cosas al caer), Héctor Abad Faciolince
(El olvido que seremos) por solo nombrar algunos. En el campo del teatro la lista es infinita, comenzando por
Guadalupe Años Ciencuenta y extendiéndose hoy a Labio de Liebre. En el campo de la pintura, también se
destacan Alejandro Obregón (La Violencia); Debora Arango (Masacre del 9 de Abril) y de manera más
contemporánea, Erika Diettes (Relicarios); Doris Salcedo (La casa viuda) u Oscar Muñoz (Re-trato)
22
Por solo mencionar algunos: Soraya Bayuelo, premio nacional de paz y lideresa del Colectivo de
Comunicaciones Montes de María Línea XXI, acompañó su mapa del cuerpo de una poesía “Bailarina de los
pies descalzos” que habla de la tragedia pero también de la esperanza; Esther Polo Zabala, joven sobreviviente,
se transformó en poeta y escritora de teatro (ver: https://www.youtube.com/watch?v=lKJ_BwNfb48); o en el
documental: Rostros de la memoria, Don Jaime Montoya, líder social de Granada (Antioquia) lee los poemas
que ha escrito en estos años de resistencia a la guerra:
https://www.youtube.com/watch?v=L1rtYZ8toMY&index=25&list=PLAaTPARKqv4WNqJUMUQGfoYoRG
WKecXKe
8
constitutiva23 con los contextos. Ambos aspectos, disensos y papel co-constitutivo de los
contextos, otorgaban a estas memorias colectivas su dinamismo y provisionalidad24. Éste fue
el caso por ejemplo de las comunidades de la Chorrera quienes en un inicio manifestaron
querer dejar el canasto del horror cerrado pero que unos años más tarde, en la exposición
Endulzar la palabra, con sus propias formas narrativas, relataron el genocidio que ellas
habían sufrido y las resistencias infructuosas que ellas habían agenciado. En general, la
memoria colectiva fungía como un dispositivo de reconstrucción del tejido social y de
empoderamiento de la comunidad.
Una última dimensión de la pluralidad que se hizo cada vez más visible en esos años tiene que
ver con la controversia que se presentaba entre distintas iniciativas y procesos de memoria.
Entre gestores, más que consensos absolutos, emergían interpretaciones distintas y hasta
contrarias de por qué pasó lo que pasó. De la mano de esta experiencia en el disenso, los
gestores que participaban de este campo de la memoria histórica iban descubriendo que la
23
Stern, 2017.
24
Mallon, 1996.
9
respuesta a preguntas sobre el sentido histórico de unos hechos (¿por qué y cómo pasó lo que
pasó?) es provisional y abierta.
En primer lugar, esta provisionalidad se hacía palpable cuando aparecían nuevos archivos que
modificaban una primera interpretación pero además y en segundo lugar, porque a medida
que se multiplicaban los escenarios de encuentro, los gestores se confrontaban a la
controversia fruto de la diversidad. Por ejemplo, unas iniciativas expresaban una mirada de la
historia impregnada de convicciones religiosas, mientras otras por el contrario se anclaban en
una orilla secular; unas pretendían ofrecer solaz y consuelo a las propias víctimas, mientras
otras por contraste ponían el énfasis en la transformación de las condiciones políticas,
económicas y culturales que dieron origen a los hechos. Unas buscaban escarbar el pasado,
mientras otras preferían mirar sobre todo hacia el futuro. Unas señalaban como responsables
de la tragedia nacional, más a unos actores que a otros, mientras otras se esmeraban en
proponer equilibrios. Como resultado, los sentidos de las memorias eran múltiples y,
agregados todos juntos, no constituían una comunidad uniforme sino un lugar de encuentro de
la diversidad irrigado de tensiones.
Dos eventos cambiarían estas “vidas en paralelo”, las de las voces fuertes expresándose en
lugares oficiales y las de las memorias de muy diversas víctimas que se habían tomado las
esferas públicas locales, regionales y nacionales. Por un lado, el inicio de las negociaciones
entre las FARC y el nuevo gobierno Santos; y por otra parte, la divulgación masiva del
Informe General del CNMH, ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad, ungido
por el propio Presidente de la República el 29 de julio de 2013 ante toda la comunidad
internacional, el cuerpo diplomático, varios ministros, víctimas de todos los rincones del país,
y un sinnúmero de periodistas.
10
SEGUNDO MOMENTO: LA MEMORIA HISTÓRICA COMO UN CAMPO DE GUERRA (2012-2018)
Con la bendición del saliente Presidente Uribe y el respaldo de una coalición representada en
el partido de la U, saldría electo Juan Manuel Santos en 2010. En su discurso de posesión, el
Presidente entrante dio ya muestras de un distanciamiento profundo con las posturas de su
antecesor que, no sobra recordarlo, leía la situación colombiana como la expresión de un
terrorismo contra la sociedad agenciado por las guerrillas. Calificar a las guerrillas de
terroristas inmediatamente cerraba la posibilidad de un diálogo y sugería la postura de
concentrar los recursos a disposición del Estado para imponer una derrota militar contundente.
Estas preguntas, así formuladas, suponían respuestas en blanco y negro, y aunque difícilmente
aplicaran a un conflicto armado tan prolongado, dinámico, con muchos actores y con tantos
matices como el colombiano, varios sectores de uno y otro lado del espectro ideológico
“copiaron” el mensaje y se hicieron voceros de él.
Las siguientes páginas se centran en un análisis de las posturas del Ministerio de Defensa
Nacional porque, aunque no fue el único26 en “copiar” las preguntas formuladas en blanco y
negro, las posturas más radicales de corrientes del sector seguridad ilustran los peligros que
corre la pluralidad del campo de la memoria cuando el punto de partida es ése.
25
Consultado el 4 de julio de 2018: http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/procesos-y-
conversaciones/proceso-de-paz-con-las-farc-ep/Paginas/cronologia.aspx
26
Por ejemplo, desde la orilla ideológica opuesta, las FARC quisieron responder con una versión única al Basta
ya, pero en medio de la negociación tuvieron que aceptar el principio pluralista que proponía el gobierno, y de
una versión única pasamos a 16 producidas cada distintos académicos. Todas ellas se consignaron en el informe
de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, 2015.
11
Esas posturas se empezaron a hacer públicas a los dos meses del lanzamiento del Informe
General del Grupo de Memoria Histórica en julio de 2013, cuando el Ministro de Defensa
Nacional, Juan Carlos Pinzón, reaccionó trazando una raya innegociable entre los “buenos” y
los “malos” de esta historia:
No podemos aceptar que traten de construir una memoria histórica basada en las
hipótesis de sectores radicales. La memoria histórica del país está clara: el país ha
sufrido una agresión por parte de organizaciones criminales, por parte de
organizaciones terroristas27.
Después de esa declaración de principios, el Ministerio de Defensa Nacional haría llegar una
carta al Centro Nacional de Memoria Histórica en la que expresaría, en tono a la vez cortés y
afirmativo, sus desacuerdos28. A pesar de las distancias de percepción que la comunicación
oficial del Ministerio hacía públicas, la carta en sí misma y los desacuerdos expresados en
tono académico representaban un avance puesto que tendían un puente para iniciar un proceso
de conversaciones difíciles pero necesarias entre instancias con relatos del pasado
encontrados.
El Cuaderno finalmente concluía este recuento comparado con unas reflexiones sobre la
guerra y la memoria histórica:
31
Cuaderno, 2013, p. 7 y 8.
32
Cuaderno, 2013.
33
Ibid.
13
Desde esta mirada, la memoria histórica se transformaba en la prolongación de una guerra que
ahora se libraba en la narrativa histórica y que confrontaba irremediablemente al terrorismo
internacional por un lado y a las Fuerzas Militares y de Policía de América Latina por el otro.
En todo caso, más allá de los matices, las Fuerzas Militares, la Policía Nacional y el
Ministerio de Defensa Nacional otorgaron un lugar central a la memoria histórica en sus
planes de acción estratégica para prepararse para el postconflicto y la justicia transicional.
Esto se vio reflejado en un esfuerzo consistente de reingeniería institucional que creó
direcciones enteramente dedicadas a la memoria histórica. Directivas permanentes,
lineamientos, mesas de alto nivel, manuales, cartillas, dieron vida a esta preocupación36.
Estos esfuerzos de la FP por moverse y actuar en un campo que les había sido ajeno hasta ese
momento ha tenido efectos, por un lado perversos y por otro, virtuosos. En cuanto a los
virtuosos, estos tienen que ver con los puentes que se suscitaron y que contribuyen a romper
el aislamiento en la que sus integrantes se preparaban profesionalmente. Varios de los
oficiales designados a estas labores han emprendido maestrías en disciplinas de las ciencias
sociales en distintas universidades del país. La convivencia diaria con estudiantes y profesores
que defienden posturas encontradas sin por eso odiarse o estigmatizarse mutuamente es
indudablemente una escuela en democracia de enorme valor. Además, los equipos mixtos de
oficiales y académicos han desencadenado conversaciones que han limado asperezas y
permitido aproximaciones menos prevenidas a la memoria histórica.
34
Crónicas de mujeres víctimas del conflicto integrantes de la Policía Nacional:
https://memoriahistoricapolicial.files.wordpress.com/2017/11/el-gc3a9nero-del-coraje.pdf; Crónicas de mujeres
víctimas del conflicto armado integrantes de las FFMM: http://www2.unwomen.org/-
/media/field%20office%20colombia/documentos/publicaciones/2017/03/mujeres%20militares%20web.pdf?la=e
s&vs=4140
35
De la Policía Nacional con su propia unidad de investigaciones UNIPEP:
https://memoriahistoricapolicial.files.wordpress.com/2018/04/libro-policc3ada-bandoleros-y-guerrilla-1948-
1973.pdf; Del Ejército en asocio con colegas de la Universidad del Rosario:
https://editorial.urosario.edu.co/militares-y-guerrillas-la-memoria-historica-del-conflicto-armado-en-colombia-
desde-los-archivos-militares-1958-2016-derecho-constitucional.html#.Wz5GAy-ZMUQ ; De la Fuerza Aérea
con la Universidad Javeriana: http://www.javeriana.edu.co/editorial/libros/conflicto-en-contexto
36
Ver un resumen de estos esfuerzos en Capitán Landinez y Subteniente Otálora, 2018.
14
En los artículos más recientes referidos a memoria histórica publicados en la Revista de las
FFMM se ve un cambio de tono mucho más acorde a una mirada democrática que acepta la
pluralidad como inherente a toda sociedad diversa:
Pero el anverso de esta situación se manifestó en dos aspectos. Por un lado, en el encuadre
que los órganos directivos de estas instituciones otorgaron a sus propios procesos de memoria
histórica. No obstante las afirmaciones del Mayor General García y la Teniente Coronel
Marín de aceptar el debate y estar dispuestos a reconocer errores, estos esfuerzos son
bienvenidos siempre y cuando se enmarquen en las metas que quedaron consignadas en el
Plan Estratégico del Sector Defensa y Seguridad (2016-2018): según su meta 5, la estrategia
debe orientarse a “construir la memoria histórica de la Fuerza Pública bajo una visión de
victoria, transparencia y legitimidad”38. Su primer indicador de avance es una encuesta de
percepción que mide qué tanto los colombianos consideran que “el rol de las Fuerzas
Armadas en el conflicto armado fue legítimo y preponderante para la terminación del
conflicto armado y la consecución de la paz”. En otras palabras, la memoria histórica debe
estar al servicio de la causa institucional de “conquistar las mentes y los corazones” de todos
los colombianos.
En principio, los dos objetivos no riman juntos pues para identificar errores se requiere una
apertura investigativa y una disposición a, si se quiere, dejarse sorprender por lo que las
fuentes van revelando. En otras palabras, un relato de memoria histórica institucional que
pretenda sinceramente contribuir a la no repetición tiene que estar abierto a descubrimientos
que pueden ser dolorosos y que sus propios gestores de memoria no tenían previstos de
antemano. El imperativo de contribuir a la legitimidad institucional otorga a los ejercicios
emprendidos un carácter de memoria oficial que mutila lo que sería, si pudiera desplegarse
libremente, su potencia transformadora.
Por otra parte, pero respondiendo a la misma necesidad de encauzar hacia una meta
preestablecida los procesos de memoria histórica, el Ministerio de Defensa incidió sobre el
37
MG García y Teniente Coronel Marin, 2018, p. 24.
38
https://www.mindefensa.gov.co/irj/go/km/docs/Mindefensa/Documentos/descargas/Sobre_el_Ministerio/Plane
acion/Politicas/Guia_Planeamiento_Estrategico_2016-2018.pdf
15
Presidente de la República para que éste, a través de su delegado, el Director del
Departamento Administrativo de la Prosperidad Social, expidiera un Decreto mediante el
cual el Ministerio garantizaba su presencia en el Consejo Directivo del CNMH 39 .
Seguramente, el MDN presumía que al tener asiento en este órgano el sector seguridad podría
desempeñar un papel determinante en la agenda de investigaciones y acompañamiento a
iniciativas de memoria del Centro. Más allá de las falsas presunciones que lo animaban, el
gesto traducía una necesidad de domesticar y doblegar una institución que, actuando con
independencia intelectual, mortificaba con sus relatos a las corrientes más polarizadas,
radicales y antipluralistas del sector seguridad.
Quienes han investigado desde la filosofía, las ciencias sociales, las artes y la literatura sobre
la producción de memoria histórica y sus impactos, saben que ella puede ser tanto una aliada
de la paz, como un aliciente para la guerra.
Por contrate, la memoria histórica aliada de la paz propone relatos orientados por los
siguientes pilares. El primero se refiere a concebir la memoria histórica como un campo
integrador de múltiples fuentes: en el proceso de construcción, se hilan, vinculan, contrastan
los testimonios y memorias vivas de las víctimas, las confesiones y los relatos de los
perpetradores, los archivos judiciales, los archivos de las organizaciones sociales y de las
comunidades en los territorios, otros documentos públicos, bibliografía secundaria existente,
artículos de prensa y bases de datos sociales e institucionales. Su carácter integrador se
infiere de su vocación por rastrear y acoger todas esas fuentes, tanto orales como escritas. De
ellas, de su contrastación, pueden emergen conclusiones no previstas que alimenten una
mirada a la vez lúcida y comprometida con las reformas que es necesario emprender para que
los hechos no se repitan.
39
Según el Decreto 502 de 2017, el consejo directivo del CNMH quedó compuesto por el Ministro de Justicia y
del Derecho o su delegado, el Ministro de Defensa o su Delegado, el Ministro de Educación Nacional o su
delegado, el Ministro de Cultura o su delegado, el Director del Departamento Administrativo para la Prosperidad
Social, quien lo presidirá, el Director de la Unidad Administrativa Especial para la Atención y Reparación
Integral de las Víctimas, y dos (2) representantes de las víctimas elegidos por la Mesa Nacional de Víctimas.
40
Rieff, 2012.
16
El segundo pilar propone ver la memoria como un escenario que, al reconocer la diversidad
de memorias, se compromete con resguardar su pluralidad. Más que uniformizar los relatos,
las emociones, los énfasis que irrigan los recuerdos y las vivencias de las víctimas, busca
configurar una práctica donde se reconozcan las particularidades de cada una de las
memorias. Desde esta orilla, hacer memoria no implica refrendar un relato oficial
preestablecido ni validar las voces más fuertes de las comunidades o de las instituciones que
buscan controlar y hegemonizar, sino por el contrario brindar un espacio de reconocimiento y
dignificación a cada víctima y a cada sector y comunidad, validando sus énfasis y los
significados que ellas mismas otorgan a lo vivido.
Este carácter integrador y plural no riñe con un tercer principio. Aceptar la pluralidad de las
memorias no significa renunciar a establecer con rigor unos hechos. Si bien siempre existirán
diferencias entre narrativas que otorgan distintos y a veces hasta encontrados sentidos a los
hechos, estos en si mismos revisten una eficacia y una contundencia que son imposibles de
eludir cuando se responde al mandato no solo de reconocer sino también de esclarecer.
Establecer la ocurrencia de un hecho exige entonces apelar a una contrastación de fuentes
sistemática para que su veracidad pueda ser verificada empíricamente por quien así lo desee41.
Por último, para la memoria histórica aliada de la paz, el pasado debe ofrecer un horizonte de
futuro y esperanza. Por eso, su norte no es el establecimiento de una verdad verdadera que
pretenda cerrar la conversación sobre qué fue lo que nos pasó, sino la democratización de una
sociedad y unas instituciones sumidas por muchos años en la guerra y los odios42. Se trata de
escuchar a las víctimas y divulgar sus memorias para transformar este proceso en uno con alto
contenido pedagógico. Busca que una ciudadanía, a veces indiferente y en otras arrinconada,
vuelva a encontrar el coraje y las claves para indignarse frente al sufrimiento infligido a las
víctimas y comprometerse con acciones y procesos que busquen interrumpir y definitivamente
desbancar los engranajes que hacen posible la violación sistemática de los derechos y la
dignidad humana en el país. Por eso, los gestores comprometidos con una memoria así no
solo se esfuerzan por escuchar, compilar e interpretar sino que también incluyen entre sus
tareas la divulgación masiva de los testimonios, la impugnación del silencio y del olvido, el
esfuerzo por cultivar la empatía, y la activación en la esfera pública de un campo de memorias
realmente transformador.
41
Área de Memoria Histórica, 2008.
42
Ibid.
17
no solo a ¿qué pasó? sino sobre todo a ¿por qué pasó lo que pasó? y a ¿cómo pudo pasar lo
que pasó?
18
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