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Arte en Colombia
18/11/2019
Portafolio
A pesar de que Ortiz sea un fotógrafo, es bastante limitado el registro visual de sus obras,
resulta -triste- irónico: un fotógrafo del cual casi no hay registro. Me gusta creer que esto
tiene algo que ver con que sus obras poseen un carácter conceptual e in situ, son acciones y
momentos en el tiempo que una vez pasan ya no se pueden registrar, lo que queda es la
narración oral y escrita, esto es lo que más hay.
Cables, (1976-78). Fotografía. Dimensiones variables.
A través de un encuadre
totalmente controlado, Ortiz se
propone tomar una fotografía
cada 5 minutos, observando y
anotando la incidencia y
movimiento de la luz en este
horizonte con nubes. Su
problema no es una cuestión
acerca de la belleza sino del
tiempo, el espacio, el azar y el
proceso fotográfico que involucra
cada una de estas nociones.
Expuesto en el
XXXI Salón Anueal
de Artistas
colombianos en
Medellín. No parece
existir información
acerca de esta obra.
Ortiz comienza a
experimentar con la textura
que otorga el papel crepé,
podría decirse que pinta con la
fotografía, está explorando
formatos aún más grandes.
Sobre el horizonte (1989). Químicos fotográficos y papel crepé sobre papel fotográfico
exponerse al sol para seguir ‘vivas’. <<Es una obra muy biológica, orgánica y experimental.
Una extensión de su
instalación. Expuesta en la galería
La oficina de Medellín.
En esta exposición ubicada en La Balsa Arte, Ortiz escoge las palabras que encarnan ideas
de lo que concierne al acontecimiento fotográfico. Es en 36 intaglios blancos que aparecen
estas ideas de la práctica fotográfica.
Cables (1976-1978)
La obra que catapulta su carrera como fotógrafo y artista es Cables (1978), en esta hace
su primera exploración del horizonte y el paisaje, tan solo que esta vez es un “otro horizonte
que se extiende hacia arriba y hace de él una referencia del entorno que se promueve desde
la construcción de las ciudades” (Molina Saldarriaga, 2016). Ortiz hace evidente el paisaje
de las ciudades: líneas que se entrecruzan de un lado al otro de la ciudad, contrario a la idea
de paisaje ligada a la naturaleza, en el sentido de lo no intervenido, “creado” y/o construido
por el ser humano.
Así la -idea- diferenciación de paisajes comienza a aparecer en Jorge: “pensar en dos tipos
de paisajes: un paisaje que se piensa desde lo urbano y otro que es el paisaje donde se vive
en el alto de la tierra que se definirá como los volúmenes” (Molina Saldarriaga, 2016). El
paisaje urbano es el observado en Cables, el otro, por ejemplo, en Cuarto Oscuro de 1993.
Cables. Jorge Ortiz, 1978. Fuente: Arcadia.
Por otro lado, Mónica Molina comenta acerca del acercamiento de Ortiz al paisaje desde
siempre en su artículo: La fotografía de Jorge ortiz, revelando paisajes; siendo el paisaje una
especie de filosofía de creación presente desde cables:
- Profe, ¿para usted qué es el paisaje?
- El paisaje es todo lo que está al frente mío.
- ¿Por qué el paisaje es el tema de su obra?
- Porque uno debe alimentarse de lo que lo rodea
y yo siempre he estado rodeado de naturaleza.
Ella es la que me entrega toda la sabiduría. (Ortiz Cancino, 2014).
Además de ser para Molina una oposición a la tradición paisajística que se llevaba:
(…) trasgrede la concepción costumbrista y propia de la tradición del arte
colombiano, brindando otra mirada a su interpretación, la cual ofrece nuevas
concepciones estéticas en el marco de las construcciones ofrecidas en el arte
contemporáneo local instituido desde los años 60, donde se elimina la mirada
nostálgica a los tiempos de antaño, y se propone que se mire a los paisajes que
promueve el desarrollo urbano. (Molina, 2016).
Empieza a quedarse atrás la visión del paisaje romántico y lleno de naturaleza orgánica, ahora
lo orgánico es la imagen misma.