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Comunidad Bajo el Manto de María Santísima, RD

PADRE ELVIS DE LOS SANTOS MONTERO

Diplomado Auxiliar de Exorcismo


Facilitador
Fray Arístides Jiménez Richardson

Título
¡Vade Retro Satanás!
Gabriele Amorth

Sustentado por
Ana Mercedes Cepeda

Sábado 14 diciembre, 2019


República Dominicana
INTRODUCCIÓN

En este aná lisis vamos a poder comprender las má s importantes cuestiones


relacionadas con posesiones diabó licas y con la manera de evitar al demonio. Este
trabajo nos ayudará a quienes quieren entender la misteriosa presencia del Maligno
en nuestras vidas. Un texto fundado en la Palabra de Dios la Biblia nunca nos dice que
debemos temer al demonio. El apéndice contiene oraciones de liberació n.

Este libro en su sencilla estructura se propone ante todo hacer claridad, en


conformidad con la teología y la doctrina cató licas, sobre las figuras de Sataná s y de
sus servidores, y sobre las relaciones que tienen con las criaturas humanas. Con ello,
pretende también por en guardia al enorme poder que el demonio puede ejercer en el
mundo, sobre todo, si es ignorado o mal interpretado.

Aludiendo a la diná mica de la relació n milenaria existen entre los seres humanos y el
Maligno, el padre Amorth explica cuá les son las implicaciones, especialmente para los
fundamentos de la fe cristiana, de ignorar la existencia y la acció n de Sataná s.

El padre Gabriela explica también los orígenes y los motivos de la institució n del
sacramental del exorcismo en un breve recorrido por las vicisitudes de este ministerio
hasta dar cuenta del actual estado de cosas, sin emitir un juicio tajante al respecto. La
figura del exorcista es liberada del tizne y del mando inquietante con el cual lo ha
recubierto el imaginario comú n, alimentado con sugestiones fá ciles.
¿Satanás tiene realmente poder?

El mundo laico, heredero del iluminismo, del racionalismo y de la difusió n del ateísmo,
tiende a alejar a los hombres de la fe, especialmente en esta vieja Europa, en país como
Italia, Españ a, Francia, Austria, Irlanda. El hombre todas las épocas advierte la
insuficiencia de las cosas humanas y por ese siente la necesidad de Dios; pero cuando
se aleja de Dios busca otro punto de apoyo y así es empujado hacia la superstició n, el
espiritismo, las sectas satá nicas y, en general, todo lo que definimos como ocultismo.
En la historia es casi matemá tico que cuando la fe disminuye, aumenta la superstició n.

¿Quién es Satanás?

Como hemos dicho, Sataná s es un á ngel caído y por tanto, como los á ngeles, es puro
espíritu, segú n su objetivo cuando quiere asustar, asume la forma de un animal
espantoso o de un monstruo, en otras palabras, de algo que suscite terror; en cambio,
en el caso que quiera seducir, asume la forma de jovencitas atractivas.

En este punto de vista, ya se ha respondido a la clá sica pregunta sobre la existencia de


un diablo con cuernos, cabeza de cabro, cola, pezuñ as y alas de murciélago, segú n las
representaciones literarias y populares.

¿Cómo obra Satanás?

Es ú til tener presente que el diablo es sumamente monó tono en sus tentaciones y
cuando lo he interrogado al respecto, ha confirmado su monotonía; pero también ha
añ adido que, a pesar de ello, nosotros caemos en sus trampas.

El mayor esfuerzo del demonio consiste, pues en la pura y simple tentació n a la cual
todos estamos sujetos, hasta tal punto que incluso Jesucristo, al encarnarse y hacerse
verdadero hombre como nosotros, semejante en todo a nosotros menos en el pecado.

Los demonios

Los demonios son, pues, jerá rquicamente dependientes y está n sometidos a una
estricta jerarquía, tal como en todas las mafias y bandas de malhechores, regidas por
el miedo y la opresió n, y no por el amor, como sucede con los á ngeles.

Los siervos del Maligno son los demonios: á ngeles que lo han seguido en su caída del
paraíso. Los demonios son muchísimos.
Los poderes de los demonios son todo lo que les sirve para llevar a cabo su misió n, la
cual consiste en tentar al hombre al mal y separarlo de Dios, para así destruir sus
planes.

Los males maléficos


Hay seis tipos de perturbaciones que el demonio puede causar y tres causas por medio
de las cuales se puede caer en estas perturbaciones diabó licas. Sin duda me perece ú til
conocer e identificar claramente estos trastornos y sus causas, ya sea con un fin
preventivo o con uno curativo, cuando se cae en ellos.

Entendemos los males graves, los trastornos que no son atribuibles a una naturaleza
psicofísica, sino que son imputables a una obra dirigida por el Maligno. Aunque son
má s bien raros, como ya se dijo, estos fenó menos van en aumento en nuestros días.

Los ataques del demonio

El endemoniado demuestra una fuerza sobre humana, se libera por sí solo de grillos y
cadenas, y tiene la capacidad de conocer coas ocultas: en efecto, aunque nunca ha visto
a Jesú s en su vida, lo llama por su nombre y hasta lo reconoce como Hijo de Dios.
Sataná s se retiró de la presencia del Señ or y golpeó a Job con una llaga maligna , desde
la punta de los pies, hasta la cima de la cabeza.

La posesió n es la perturbació n má s grave que el demonio puede causar. En esta forma


de mal diabó lico, se tiene la impresió n de que el demonio está dentro de una persona,
toma posesió n de ella hasta el punto de que sirve de su boca para hablar, aunque es el
demonio el que habla y no la persona.

Job es golpeado en los afectos: la muerte repentina de todos sus diez hijos; es
golpeado en sus bienes de riquísimo pasa de un momento a otro a ser paupérrimo; es
golpeado en la salud, era sano y se ve cubierto de llagas de la cabeza a los pies; pero no
está poseído por el demonio, en él no está la presencia del demonio.
Las causas de los ataques

En este punto es necesario tener en cuenta que muchas veces los maleficios no
consiguen el objetivo que se proponen porque, por ejemplo, se hacen contra una
persona que vive en gracia de Dios, que está unida al Señ or y acorazada.

Distingo tres motivos por los cuales se puede caer en una de estas seis formas de
perturbació n maléfica. Es importante tener en cuenta las causas, ya que conocerlas es
un tratamiento ó ptimo tanto preventivo como curativo. Una primera causa
evidentemente coincide con lo que acabamos de decir.

Los síntomas de los ataques

El síntoma má s característico de la presencia de un maleficio, al que un exorcista pone


atenció n. Esta aversió n se puede manifestar en diversas actitudes y comportamientos,
desde los má s sencillos como bostezar cuando se reza o se entra a la iglesia.

El ritual del exorcismo indica en particular otros tres signos que podrían ser
significativos, aunque claramente puede haber muchos otros, y cuantos má s sean,
tanta má s seguridad se tiene para proceder. Estos tres son: la capacidad de hablar
varias lenguas desconocidas, el conocimiento de cosas ocultas, y una fuerza
sobrehumana.

El hombre y el Maligno
Así como puede llegar al conocimiento de la existencia del Creador a partir de la
observació n racional de lo creado y es el caso de muchos pensadores y filó sofos de la
Antigü edad, la razó n humana tiene una vaga percepció n de estas realidades no
sensibles y ocultas que hemos definido como espíritus maléficos.

Es por esto que vemos tanta incredulidad. Ahora bien, es verdad que entre la gente
comú n hay una credulidad excesiva, pero también es cierto que entre los sacerdotes
hay una absoluta falta de preparació n.

Cristo, vencedor de Satanás


Dios nos ha elegido en É l antes de la fundació n del mundo, para que vivamos ante É l
santamente y sin defecto alguno, en el amor. Nos ha elegido de antemano para ser sus
hijos adoptivos por medio de Jesucristo, porque así lo quiso voluntariamente, para que
alabemos su gloriosa benevolencia, con la que nos agració en el Amado. En É l también
ustedes, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de su salvació n, y haber
creído también en É l.

É l es imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creació n, porque en É l fueron


creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, tronos,
dominaciones, principados, potestades.

É sta es la premisa por la cual en toda reflexió n nuestra sobre las cosas ultraterrenas y
ocultas, pero también sobre las humanas y terrenas, debemos partir del centro de la
creació n, de la finalidad de la creació n, cual es Jesucristo.

La influencia de Cristo e, pues, fundamental y muchas veces no se revela


suficientemente. Entonces a Dios se le habría ocurrido la idea de salvar al hombre por
medio de Jesucristo, es decir, enviado a Jesú s a la tierra como Salvador.

San Juan en su Primera Carta 3,8 aclara explícitamente que Cristo, como fin principal
de la encarnació n, vino para destruir las obras del demonio.

El exorcismo en la historia
Los hebreos practicaban exorcismo, pero Jesú s ejerció este poder, ante todo, para
demostrar su dominio contra el demonio; expulsar los demonios y hacer milagros es
efectivamente una de las pruebas de la divinidad de Jesucristo. En los primeros tres
siglos, todos los cristianos expulsaban demonios en el nombre de Jesucristo.

En el siglo IV, dado que habían comenzado a pulular embusteros y charlatanes, la


Iglesia Latina a diferencia de la ortodoxa, que considera el exorcistado como un
carisma personal, aunque eso no es motivo de discusió n entre las dos iglesias,
instituyó el sacramental del exorcistado.

¿Quién es el exorcista?
El exorcista dedica la mínima parte de su tiempo a los exorcismos, precisamente
porque la posesió n o el mal maléfico son raros. Por ello, la mayoría de las actividades
de los exorcistas se dirige a disipar miedos inú tiles e infundados.
El exorcista es ante todo un hombre de escucha, que trata de entender lo que se
requiere en cada caso, es alguien que acerca a las personas a Dios, que muchas veces
calma y tranquiliza a los que creen ser víctimas de la mala suerte, de un hechizo, o de
un maleficio causado por una persona enemiga.

Durante el exorcismo, alrededor del sacerdote exorcista suele haber ayudante o


asistentes, que deben ser personas de mucha oració n, porque la ayuda principal es
precisamente la que viene de la oració n.

Quien ayuda al exorcista, como ya se dijo, debe ser una persona de mucha oració n y de
nervios fuertes, no exaltada, ni fá cilmente impresionable en fin.

Con respecto a la oració n, como ya hemos mencionado, la institució n de la figura


oficial del exorcista por parte de la iglesia latina no elimina las oraciones eficaces que
cualquier perna de fe puede hacer en favor de una víctima de maleficios.

El exorcista se base, en cambio, en los síntomas. Yo personalmente procedo de esta


manera en primer lugar, averiguo si el asistido ya sido visto por médicos, porque la
primera sospecha ante una persona que sufre perturbaciones es que se trate de un
mal natural.
Un factor fundamental que un exorcista debe conocer es si el asistido es una persona
que reza; si por lo que de ella depende, va a Eucaristía y trata de vivir la vida cristiana.
Un síntoma muy significativo que un exorcista observa en la persona asistida es la
presencia de aversió n o lo sagrado.

¿Cómo defenderse del demonio?

Siguiendo el orden celestial, ciertamente son eficaces intercesores los arcá ngeles y los
á ngeles, que siempre intervienen con sus legiones en la lucha contra el Maligno. Por
eso se suele invocar a San Miguel arcá ngel, en cuanto jefe de los ejércitos angelicales; a
su lado yo invoco siempre también a los á ngeles custodios de todos los presentes,
entre los cuales obviamente no falta nunca san Gabriel arcá ngel, que es mi patrono.

En presencia de males maléficos es siempre bueno reforzar los propios gestos y


oraciones invocando para nosotros y para la persona golpeada una intercesió n. Entre
todos los posibles, hay tres que se podrían definir como intercesores necesarios: el
Espírito Santo, el nombre de Jesú s y el de María Santísima.
A propó sito de la Virgen María, conviene destacar un aspecto que no es secundario.
Todo ha sido creado en funció n de Cristo y por eso en los planes de Dios ya estaba la
encarnació n del Verbo, el segundo ser pensado por Dios, después del primero que es
la encarnació n del Verbo, no podía ser otro que aquella en la cual el Verbo de Dios, la
segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnaría. Desde el momento en que
por el pecado de Adá n la encarnació n de Cristo adquirió esta fisonomía particular por
la cual Jesú s vino como Salvador y Redentor.

Oraciones contra el demonio


Padrenuestro. Ave maría. Alma de Cristo. Slave Regina. Al Señ or Jesú s. A María.
A María Santísima. A san Miguel Arcá ngel. Oració n de liberació n. Oració n contra el
maleficio (del ritual griego). Oració n contra todo mal. Líbrame del mal.

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