14 Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, 15 para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad. Propósito:
Introducción.
Si estos 365 días transcurrieran de la misma forma que
el año que dejamos atrás, eso indicará que nos quedaríamos posados en el mismo lugar, se que puede que haya alguno a quien esto le parezca bueno, pero pasar otro año en el mismo sitio es haber perdido el tiempo, el dicho popular que se usa parea entusiasmar a los que se detienen, es el que dice que un barco parado no gana flete; el estar estático es la razón de la ruina de muchas personas, hogares y hasta sociedades completas, también es la razón de la ruina de muchas iglesias. Algunos se contentan con estar estáticos y alegan que es por lo menos mejor que retroceder, eso puede ser cierto, pero realmente muchos de los que han retrocedido o caído, luego se levantan y superan a los estáticos. Es preferible ser conciente del desastre de una caída que estar confiados en un estado de postración. Estar parados es estar próximos a caer, todos sabemos que el principio por el cual se mantiene el equilibrio sobre una bicicleta es estar en movimiento, cuando un ciclista se detiene rápidamente tiene que afincar sus pies en el suelo o terminará derribado. Otra cosa que debe seguir el ciclista, es mantener la vista al frente por lo menos hasta que domine bien el ejercicio de montar bicicleta. Esta es la razón por la que la mayoría de los que permanecen parados no puede moverse y es que no tiene metas y propósitos claros. Esto es una realidad en muchas iglesias. Recuerdo cuando trataba de enseñar a montar bicicleta a mi único hermano menor que yo, el tenía una habilidad extraordinaria, pero su mayor dificultad fue que apenas avanzaba un poco, empezaba a mirar a las personas que le daban ánimo y en esa misma dirección inclinaba el timón y terminaba chocando con el contén justo delante de sus espectadores.
El versículo que nos ocupa hoy ha llamado mi atención y
nos da tres pautas muy importantes para que comos cristianos y como iglesia no nos quedemos parados, sino que avancemos en este 2003; primeramente, la iglesia como un lugar para moverse, la iglesia como columna de la verdad, y por último la iglesia un valuarte de la verdad.
“La Iglesia: columna y valuarte de la verdad.”
I. LA IGLESIA: UN LUGAR PARA MOVERSE.
Mucho personal a través de los tiempos han tenido
una visión equivocada de la iglesia, se ha pensado que la iglesia es un refugio y algunos agobiados por el pecado han entrado en ella para esconderse, se hunden en sus asientos y piensan tomar allí un receso del pecado, piensan que es un buen lugar para dar un descanso a sus caídas y oír la voz de su conciencia que no deja de torturarle por su maldades, no faltan los que agobiados de sus enfermedades o diversos problemas esperan hallar en la iglesia esa poción mágica que les liberará de esos dolores.
Muchas iglesias también se presentan como ese
escondite, un oasis, se presentan como los poseedores de la fórmula mágica que acaba con los problemas, y eso está muy lejos de lo que en realidad es la iglesia. La iglesia NO ES el lugar donde se acaba el dolor. La iglesia ES una casa, y en una casa hay una familia que tiene que, en primer lugar, convivir bajo la dificultad de toda comunidad humana, una casa es un lugar donde cada uno tiene su lugar y una función, es un lugar donde no sólo hay camas para dormir y comida para comer, sino que es un lugar que provee mucha actividad. Pablo le dice a Timoteo que la razón de su carta es que el quiere que sepa conducirse en la casa de Dios, y para Timoteo conducirse era esencial hacer que toda a iglesia estuviera activa en todo el trabajo que se deriva en esa comunidad que Dios había formado. “La Iglesia: columna y valuarte de la verdad.” Toda esta actividad no es otra cosa que el trabajo que el Dios viviente hace para el crecimiento y sostén de esta familia cristiana. No es precisamente la casa o la iglesia el refugio, el oasis o el bálsamo, sino que Dios, Cristo mismo es todas esas cosas. Es por eso que cuando llegamos heridos, enfermos o cansados a la iglesia no es para morir en postración y desesperanza, sino que al acercarnos a la iglesia, hallamos como refugio a un Dios que nos guarda y a su cuidado podemos movernos y luchar, el manantial no es un charco estancado, sino un río de agua que sacia la sed y que además es suficiente para que llevemos agua a otros, y si hay bálsamo en la Iglesia, ese es Jesucristo, el cual, no se entretiene en las heridas a flor de piel sino que primeramente sana las mortales heridas del alma. Nosotros, al llegar a la iglesia entonces estamos llamados a recibir todo ese bien que Jesús nos da muchas veces por sus hijos y otras como Padre, sentándose el mismo al borde de nuestra cama y un vez que somos sanos nos dice: levántate y ayúdame con tus hermanos.
II. LA IGLESIA: COLUMNA DE LA VERDAD.
Esta es una figura poco frecuente, que se usa
probablemente esta sola ven en toda la Biblia para hablar de la iglesia. Y quisiera verla en un sentido especial como columna de la verdad. Por el uso cotidiano todos sabemos aquí que es una columna, que no es otra cosa que un elemento contractivo, “La Iglesia: columna y valuarte de la verdad.” salido en forma vertical, que uno de sus usos es hacer descender a los cimientos las cargas que se distribuyen en las estructuras superiores. Creo que en este sentido la columna, que es la iglesia, soporta, lleva al cimiento, Cristo, toda la carga que está en su estructura. Hay hermanos útiles en este sentido.
La columna además tiene otros uso que es el de
elevarse en cierto lugar, hacerse visible y anunciar algo, los faros son un buen ejemplo de una columna que se levanta a una altura tal que pueda ser visto desde lejos y orientar navíos y aviones perdidos. En Israel y en otros lugares se levantan columnas para poner anuncios de manera que sean visibles. Se levantan para destacar lugres relevantes. Esta figura nos habla directamente de la realidad de la Iglesia, que no ha de ser otra cosa que una columna que se levanta sobre el fundamento, que es Cristo, para anunciar la verdad del evangelio a un mundo desorientado.
III. LA IGLESIA: VALUARTE DE LA VERDAD.
La figura que se usa aquí para muchos traductores de
las escrituras, es de un cimiento o de un muro o muralla de contención. Es una figura que nos enseña que la iglesia es también un lugar de resistencia. Conocido es el proverbio popular de que camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Pudiéramos decir en este sentido que la iglesia que se duerme la afecta la corriente. En un momento de la historia, cuando “La Iglesia: columna y valuarte de la verdad.” Israel estaba tomando porción de la tierra prometida, los habitantes de Jerusalén estaban confiados de que no serían conquistados por la majestuosidad de los muros que habían construido, hasta que apareció David, el más intrépido de los caudillos y tomó la ciudad por los canales que suministraban agua a la ciudad. La iglesia enfrenta un enemigo que es pródigo en artimañas y busca portillos, descuidos, cuartiaduras que se presentan en las filas de Dios cuando descuidan la verdad y dejan de enseñar, crecer y profundizar en la verdad del conocimiento del Evangelio y una vez que el enemigo penetra, ocasiona grandes pérdidas.
Un muro de la verdad de Dios en la que confiamos y
por la que nos sostenemos, un muro de la verdad que contamos en alabanzas, un muro de la verdad que enseñamos y predicamos.
“La Iglesia: columna y valuarte de la verdad.”
CONCLUSIONES.
Estas figuras nos revelan una vez más que la iglesia
existe:
1. Como pueblo de Dios, para alabarle, adorarle, con
todo nuestro ser. 2. Para demostrar y practicar el amor de Dios en la comunión. 3. Cumplir el mandato de Dios de evangelizar a los perdidos. 4. Debemos edificar nuestras vidas y las de otros a través de discipulado.
5. Cada cristiano a de prepararse y desarrollar su
ministerio, para servir a otros, por medio de los dones que Dos le da.