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Historia de la pintura

La historia de la pintura ha tenido un


desarrollo cronológico y estilístico paralelo en gran medida al resto
de las artes plásticas, si bien con diversas particularidades en
el tiempo y el espacio debidas a numerosos factores, desde los
derivados de las diversas técnicas y materiales empleados en su
confección hasta factores socio-culturales y estéticos, ya que cada
pueblo y cada cultura ha desarrollado a lo largo del tiempo distintos
conceptos de plasmar la imagen que recibe del mundo circundante.
La pintura es el arte y técnica de crear imágenes a través de la
aplicación de pigmentos de color sobre una superficie,
sea papel, tela, madera, pared, etc. Se suele dividir en pintura mural
(fresco, temple) o de caballete (temple, óleo, pastel), e igualmente
puede clasificarse según su género (retrato, paisaje, bodegón, etc).
La pintura ha sido durante siglos el principal medio para documentar
la realidad, reflejando en sus imágenes el devenir histórico de las
distintas culturas que se han sucedido a lo largo del tiempo, así como
sus costumbres y condiciones materiales.
La clasificación de la pintura como arte ha variado a lo largo del
tiempo: en la antigüedad era considerada un mero oficio artesanal,
mientras que se consideraban actividades artísticas las relacionadas
con el intelecto. Galeno dividió en el siglo II el arte en artes
liberales y artes vulgares, según si tenían un origen intelectual o
manual: entre las liberales se encontraban la gramática, la retórica y
la dialéctica —que formaban el trivium—, y la aritmética,
la geometría, la astronomía y la música —que formaban
el quadrivium—; las vulgares incluían la arquitectura, la escultura y
la pintura, pero también otras actividades que hoy se consideran
artesanía.1 No fue hasta el siglo XVI que empezó a considerarse que
la arquitectura, la pintura y la escultura eran actividades que
requerían no sólo oficio y destreza, sino también un tipo de
concepción intelectual que las hacían superiores a otros tipos de
manualidades. Se gestaba así el concepto moderno de arte, que
durante el Renacimiento adquirió el nombre de arti del disegno (artes
del diseño), por cuanto comprendían que esta actividad —el
diseñar— era la principal en la génesis de las obras de arte.2 Por
último, en 1746, Charles Batteux estableció en Las bellas artes
reducidas a un único principio la concepción actual de bellas artes,
concepto que hizo fortuna y ha llegado hasta la actualidad.3
En la historia de la pintura es primordial el estudio de los estilos
artísticos: cada periodo histórico ha tenido unas características
concretas y definibles, comunes a otras regiones y culturas, o bien
únicas y diferenciadas, que han ido evolucionando con el devenir de
los tiempos. De ahí surgen los diversos estilos, que pueden tener un
origen geográfico o temporal, o incluso reducirse a la obra de un
artista en concreto, siempre y cuando se produzcan unas formas
artísticas claramente definitorias. Actualmente se entiende como
estilo aquella cualidad que identifica la forma de trabajar, de
expresarse o de concebir una obra de arte por parte del artista, o
bien, en sentido más genérico, de un conjunto de artistas u obras que
tienen diversos puntos en común, agrupados geográfica o
cronológicamente.4
También cabe tener en consideración para el estudio histórico de la
pintura su clasificación en diversos géneros: un género artístico es
una especialización temática en que se suelen dividir las diversas
artes. En la actualidad se consideran como principales géneros
pictóricos: retrato y autorretrato, desnudo, bodegón y vanidades, pai
saje y marina, pintura de mitología, pintura de historia, pintura
religiosa y pintura de género.5
Por último, cabe tener en cuenta los distintos procedimientos técnicos
empleados en pintura: acrílico, técnica pictórica donde al colorante
se le añade un aglutinante plástico; acuarela, técnica realizada con
pigmentos transparentes diluidos en agua, con aglutinantes como
la goma arábiga o la miel, usando como blanco el del propio
papel; aguada o gouache, técnica similar a la acuarela, con colores
más espesos y diluidos en agua o cola mezclada con miel; fresco,
realizado sobre un muro revocado de cal húmeda y con colores
diluidos en agua de cal; miniatura, decoración de manuscritos con
láminas de oro y plata, y pigmentos de colores aglutinados con
cola, huevo o goma arábiga; óleo, técnica que consiste en disolver
los colores en un aglutinante de tipo oleoso
(aceite de linaza, nuez, almendra o avellana; aceites animales),
añadiendo aguarrás para que seque mejor; pastel, lápiz de pigmento
de diversos colores minerales, con aglutinantes (caolín, yeso, goma
arábiga, látex de higo, cola de pescado, azúcar candi, etc.),
amasado con cera y jabón de Marsella y cortado en forma de
barritas; temple, pintura realizada con colores diluidos en agua
temperada o engrosada con aglutinantes con base de cola (yema de
huevo, caseína, cola de higuera, cerezo o ciruelo).6

Historia de la escultura

La historia de la escultura es una parte de la historia del arte que


estudia la evolución de la escultura desde sus principios teniendo en
cuenta las diferentes culturas del mundo y los períodos históricos que
suelen coincidir con los de la propia historia del arte. A lo largo del
tiempo, muchas de sus formas y herramientas utilizadas siguen
siendo las mismas o similares.1
Desde las civilizaciones prehistóricas hasta las actuales, la escultura
ha pasado por varias fases funcionales; inicialmente, tenía un uso
utilitario y era un método para representar ritos mágicos o religiosos.
En ciertos momentos de la historia, debido a la aparición en algunas
religiones del aniconismo —por ejemplo, en el cristianismo
ortodoxo y en el islam—, la práctica de la escultura se reduce a la
realización de adornos sin ninguna representación de imágenes. El
rechazo de Moisés del culto al becerro de oro, que cita la Biblia, fue
seguramente un acontecimiento decisivo en una parte de la historia
de la escultura, ya que promovió la práctica según la cual había que
evitar la existencia de imágenes sagradas o de personas
religiosamente relevantes, así, permaneció restringido entre
los judíos y en las religiones que han derivado. Iniciativas como ésta
surgieron también en los inicios del cristianismo y del budismo, sin
embargo y con el paso del tiempo, en ambas religiones se revirtió
esta tendencia y la escultura alcanzó una gran relevancia, sobre todo
en el budismo. Sin embargo, algunos sectores se sigue practicando
la iconoclastia, como lo demuestra la destrucción de los Budas de
Bāmiyān por parte de los talibanes en 2001.2
Los escultores medievales y renacentistas trabajaban en
colaboración con otros artesanos y solían tener grandes talleres, en
estos locales podían trabajar muchos ayudantes y oficiales, y el
maestro escultor era el encargado de la finalización de las obras. Por
otra parte, detrás del arte han existido grandes mecenas, el
patronazgo de los cuales, en algunos casos, se prolongaba durante
toda su vida. Más recientemente, a partir del siglo XIX, los escultores
dependen normalmente de las galerías de arte públicas y privadas
donde se exponen las obras de cara a su venta, ya que los encargos
para proyectos civiles son relativamente poco habituales.
La representación de la figura humana ha sido uno de los temas
principales hasta el siglo XX.3 Con la aparición de nuevos materiales
artificiales y herramientas mecanizadas, así como con el desarrollo
de los medios de comunicación, la evolución de los estilos se aceleró
y, por tanto, diversificó. Los comienzos del arte experimental que dio
lugar a la abstracción llegó a ser una práctica escultórica dominante
durante al menos cincuenta años, después de que la tradición
figurativa se impuso durante siglos. La tradición escultórica fue
cuestionada tanto en el contexto mercantil como en el diseño
industrial, el cambio que ocasionó tanto a nivel social como a nivel
político y filosófico en el período vivido entre las dos guerras
mundiales permitió que el arte abstracto, a partir de 1945, se
concentrara en la expresión de las cualidades físicas de los
materiales y en la búsqueda de la sensación visual.

Historia de la arquitectura
La historia de la arquitectura es la rama de la historia del arte que
estudia la evolución histórica de la arquitectura, sus principios, ideas
y realizaciones. Esta disciplina, así como cualquier otra forma de
conocimiento histórico, está sujeta a las limitaciones y fortalezas de
la historia como ciencia: existen diversas perspectivas en relación a
su estudio, la mayor parte de las cuales son occidentales. En la
mayoría de los casos —aunque no siempre— los periodos
estudiados corren paralelos a los de la historia del arte y existen
momentos en que las ideas estéticas se superponen o se confunden.
En la antigüedad, los primeros refugios utilizados por el ser humano
(Homo erectus) solían ser temporales y móviles debido al estilo de
vida nómada de aquella época. Los campamentos se construían con
materiales ligeros y de fácil transporte: huesos, cueros, madera, etc.
En Chichibu, Japón, se descubrieron agujeros para postes en una
capa de ceniza volcánica que datan de hace 500.000 años. Mientras
que en Francia se hallaron líneas de piedra que servían de base para
estructuras de palos que datan de hace 400.000 años.1 El abrigo,
como construcción predominante en las sociedades primitivas, será
el elemento principal de su organización espacial, varios teóricos de
la arquitectura en momentos diversos de la historia (Vitruvio en la
antigüedad, Leon Battista Alberti en el Renacimiento, y Joseph
Rykwert más recientemente) evocaron el mito de la choza primitiva.
Este mito, con variantes según la fuente, postula que el ser humano
recibió de los dioses la sabiduría para la construcción de su abrigo,
configurado como una construcción de madera compuesta por
cuatro paredes y un tejado a dos aguas.2

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