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Max Weber: la política como vocación

Max Weber, en su conferencia sobre “la política como vocación” dentro de su obra El político y el
científico, manifiesta en un primer momento lo que él entiende por política, afirmando que
solamente es “la dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad política, esto es, en
nuestros tiempos: el Estado”[1]. El Estado, a su vez, es una comunidad humana dentro de los
límites de un territorio establecido, ya que este es un elemento que lo distingue, reclamando para
sí el monopolio de la legítima violencia física.

Por tanto, el concepto de político significa la aspiración a tomar parte en el poder o de influir en la
distribución del mismo, ya sea entre los diferentes estados, ya en lo que concierne, dentro del
propio Estado, a los distintos grupos de individuos que lo integran. El Estado, al igual que toda
entidad política, es un enlace de dominio de individuos sobre individuos, sostenido mediante la
legítima violencia.

Tal dominio tiene su fundamento en tres justificaciones internas concretas: “la legitimidad del
perdurable ayer, la validez de un hábito cuyos comienzos se pierden en los tiempos, y la
orientación del individuo, por costumbre, hacia su respeto […] Segundo, la facultad de la gracia
(carisma) personal y extraordinaria […] Por último, una legitimidad apoyada en una base legal, que
da por cierta la validez de preceptos legales en razón de su competencia objetiva”[2].

Por otra parte, al tratar el concepto de Estado moderno, que surge a partir del momento en que el
príncipe procede a la expropiación de titulares privados de poder administrativo que tiene junto a
él, Weber señala que es una unidad de dominación de índole institucional, cuyos fines, con éxito
en los resultados, han sido monopolizar, como medio de dominación, la legítima violencia física
dentro de su territorio, “para lo cual ha reunido todos los elementos materiales a disposición de su
dirigente, expropiando a todos los funcionarios estamentales que por derecho propio disponían de
ellos y substituyéndolos con sus propias superioridades jerárquicas”[3].

Al continuar este proceso político, fue que surgieron los políticos profesionales, aquellos que no
deseaban gobernar en calidad de caudillos carismáticos, sino actuar al servicio de jefes políticos,
no sólo a los príncipes, sino también a otros poderes, y es que es posible ejercer influjo en la
distribución del poder entre las diferentes configuraciones políticas y dentro de cada una de éstas,
tanto en calidad de político ocasional como de profesión ejercida secundaria o primordialmente,
tal como ocurren en el terreno de la economía.

Hay dos formas para hacer de la política una profesión, según Weber: “vivir para la política o vivir
de la política […] Aquel que vive para la política hace de ello su vida en el sentido íntimo o se
solaza simplemente en el ejercicio del poder que conserva, o mantiene su equilibrio y la
tranquilidad en su conciencia por haber dado un sentido a su vida al haberla puesto al servicio de
algo. Entre vivir “para” y vivir “de” la política existe una diferencia, ya que el individuo que vive de
la política se coloca en un nivel mucho más burdo, es en el nivel económico”[4]. Quien vive de la
política como profesión, ésta es su fuente de ingresos; quien vive para la política se encuentra en
un nivel más alto.
Después de hacer un recorrido general por las diferentes formas de Estado surgidas en Europa
principalmente a lo largo de la historia, Weber comienza a hablar del Estado constitucional,
reinstaurando la democracia, haciendo del “demagogo” la figura clásica del político de Occidente.
“La demagogia moderna se vale asimismo del discurso; pero aun cuando abusa de él en
cantidades abrumadoras […] se sirve de la palabra impresa como instrumento permanente. Es la
actualidad, el publicista político y en especial el periodista son los representantes más notables de
la figura del demagogo”[5]. Sin embargo, en el Estado moderno, en el caso del periodista, éste
tiene menor influencia, comparándolo con el “magnate capitalista” de la prensa.

Por otro lado, Weber expresa que los interesados en la vida política se hacen de adeptos cercanos
que proporcionen medios económicos y aseguren la conquista de los votos en la lucha política. Los
políticos profesionales tratan de conseguir el poder mediante el vulgar y pacífico reclutamiento del
partido en el tráfico electoral.

Más adelante, el sociólogo alemán establece tres cualidades de mayor importancia para un
político: pasión, sentido de responsabilidad y mesura. Con respecto a la pasión, ésta se trata de un
romanticismo de lo intelectivamente atractivo, que gira en el vació y carece del menor sentido de
responsabilidad objetiva. La pasión no hace político al hombre si no se entrega a una causa y no se
vale de la responsabilidad para dicha causa, como luz que guíe la acción. Para ello es necesario
tener aptitud para dejar que la realidad penetre en uno, sin que deje de mantenerse retirado no
pierda la entereza. En otras palabras, es indispensable conservar la distancia con los hombres y las
cosas. “La política se lleva con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del espíritu”[6].

Por último, la política cosiste en una prolongada y ardua lucha contra tenaces resistencias para
vencer, requiriendo al mismo tiempo, pasión y mesura. Es del todo cierto que en este mundo no
se llega jamás a los posible si no se intenta repetidamente lo imposible; pero para realizar esta
tarea es indispensable armarse de fuerza de voluntad que les permita soportar la destrucción de
todas las esperanzas, si no quieren mostrarse incapaces de realizar, inclusive, todo lo que aún es
posible. “Únicamente quien está seguro de no doblegarse cuando, desde su punto de vista, el
mundo se muestra demasiado necio o demasiado abyecto para aquello que él está ofreciéndole;
únicamente quien, ante todas las adversidades, es capaz de oponer un ‘sin embargo’; únicamente
un hombre constituido de esta suerte podrá demostrar su ‘vocación para la política’”[7].

MAX WEBER. LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN. RESUMEN

La política como vacación: Hablando de determinadas cuestiones con la importancia de la


actividad política dentro del marco general de la conducta humana, cuestiones relativas a la
política que debemos dar a nuestro quehacer político.
¿Que entendemos por política? El concepto es muy amplio, pero entenderemos solamente la
dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad política, aplicada en nuestro tiempo al
Estado.

¿Pero, qué es, desde el punto de vista sociológico, una entidad política? Solo se puede referir a un
medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física. “todo Estado está
fundado en la violencia”, este no es el único ni el mas normal medio que el Estado se vale, pero si
es un medio específico. Como estado aquella comunidad humana, que dentro de un determinado
territorio, reclama con éxito para sí el monopolio de la violencia física legítima.

Diversas asociaciones: Familiar (sippe), han utilizado la violencia como medio enteramente
normal, a las demás asociaciones sólo se les concede el derecho a la violencia en medida que el
Estado lo permite. El Estado es la única fuente de derecho a la violencia, Entonces política es la
aspiración (Streben) a participar en el poder o influir en la distribución del poder entre los distintos
Estados. Las decisiones políticas, dependen directamente de los intereses existentes sobre la
distribución, la conservación o la transferencia del poder. Quien hace política aspira al poder.

Existen tres tipos de justificaciones internas, para fundamentar la legitimidad del “eterno ayer”, de
la costumbre esto es la “tradicional” como la que ejercían los patriarcas y los príncipes. En
segundo lugar la “Carismática” personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la
confianza, la que detentaron los profetas, los jefes guerreros etc. Por ultimo esta la “legalidad”, en
la creencia de preceptos legales fundadas sobre normas racionalmente creadas, como las que
ejerce el moderno “servidor público”. Es evidente que la obediencia del súbdito está condicionada
por motivos de temor a la venganza del poderoso y esperanza de una recompensa.

Sobre los bienes materiales externos: la asociación en la que los medios es del todo o en parte del
cuadro administrativo se llamara “estamentalmente” estructurada, todas las formas de patriarcal
o patrimonial, el despotismo de los sultanes y el estado burocrático pertenecen a este tipo.

El estado moderno es la asociación de dominación con carácter institucional que han tratado, con
éxito de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legitima como medio de
dominación reuniendo todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a
todos los funcionarios que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con su
propias jerarquías supremas.
Tipos de políticos los “ocasionales” ejemplo lo somos todas al depositar nuestro voto, los semi
profesionales ejemplo los delegados. De los profesionales hay dos formas de hacer de la política
una profesión. O se vive “para” la política o se vive “de” la política. Quien vive para la política,
tienen que darse ciertos supuestos ejemplo que tenga un patrimonio o una situación privada para
que le proporcione entradas, además de ser económicamente libre. Y el político profesional que
vive de la política puede ser un puro “funcionario” a sueldo. Recibir ingresos por servicios
determinados.

La importancia de los abogados en la política occidental, la función del abogado es la dirigir con
eficacia un asunto que los interesados le confían, y en esto, el abogado es superior al cualquier
funcionario, puede hacer triunfar un asunto apoyado con argumentos lógicos débiles y en sentido
malo, convirtiéndolo en bueno. Y el funcionario convierte en malo con su cuestión técnicamente
mala un asunto relativamente bueno. El autentico funcionario no debe hacer política sino limitarse
a “administrar”, sobre todo imparcialmente. Sin ira ni prevención. Parcialidad, lucha y pasión son
el elemento del autentico político. La carrera del periodismo es una vía importante para llegar a la
profesionalidad de la política.

La empresa política es necesariamente una empresa política de interesados. Prácticamente esto


significa la división de los ciudadanos con derecho a voto en elementos políticamente activos y
políticamente pasivos.

Sólo el periodista es político profesional y sólo la empresa periodística es, en general, una empresa
política permanente. La vida activa se reduce a la época de las elecciones.

Max Weber dice que hay tres cualidades decisivamente importantes para el político: pasión,
sentido de la responsabilidad y mesura. Pasión en el sentido de “positividad”, de entrega
apasionada a una “causa”. La pasión no convierte a un hombre en político si no está al servicio de
una “causa” y no hace de la responsabilidad para con esa causa la estrella que oriente la acción.
Para eso se necesita mesura, capacidad para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder el
recogimiento y la tranquilidad, es decir, para guardar la distancia entre los hombres y las cosas.

El resultado final de la acción política guarda una relación absoluta paradójica, con su sentido
originario. Lo que importa es que siempre ha de existir alguna fe, cuando esta falta, incluso los
éxitos políticos aparentemente más sólidos, lleva sobre sí la maldición de la inanidad. Ponerse
después de pérdida la guerra quien es el culpable no es innecesario ya que siempre es la
estructura de la sociedad la que origina la guerra. Dice Max Weber, ante este hecho hay que
actuar con dignidad, nunca mediante una ética que, en verdad, lo que significa es una indignidad
de las dos partes.

Hay que preocuparse de lo que realmente corresponde a política, el futuro y la responsabilidad


frente a él, se pierde en cuestiones, por insolubles políticamente estériles, sobre cuáles han sido
las culpas en el pasado. Hacer esto es incurrir en culpa política, si es que las hay. De esta ética,
Max Weber dice, igual que de la causalidad de la ciencia, que no es un carruaje que se pueda
hacer parar tomarlo y dejarlo a capricho. Se le acepta o se la rechaza por entero, este es
precisamente su sentido; proceder de otro modo es trivializarla.

La ética absoluta, sin embargo, ni siquiera se pregunta por las consecuencias. Toda acción
éticamente orientada puede ajustarse a dos máximas fundamentales distintas y opuestas entre sí:
puede orientarse hacia la ética de la convicción o hacia la ética de la responsabilidad.

Max Weber dice que todo aquello que se persigue a través de la acción política, que se sirve de
medios violentos y opera con arreglo a la ética de la responsabilidad, pone en peligro la “salvación
del alma”.

Weber finalmente concluye diciendo que la política consiste en una dura y prolongada
penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y
mesura.

La política estriba en una prolongada y ardua lucha contra tenaces resistencias para vencer, lo que
se requiere, simultáneamente, de pasión y mesura. Únicamente quien, ante toda eta advertencias,
e capaz de oponer un sin embargo” únicamente un hombre constituido de eta manera podrá
demostrar su “vocación para la política.

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