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Reconciliación social y las potencialidades humanas

La reconciliación nunca puede fundarse sobre la base de la impunidad y el olvido. Ese camino
puede conducir al reinicio del conflicto que se creía superado. Pero la reconciliación es tan
necesaria como lo son la verdad, la memoria sobre lo ocurrido -para aprender las lecciones que
de ello se derivan- y el ejercicio de múltiples fórmulas de justicia en favor de las víctimas.
Conocer la verdad puede resultar perjudicial si luego se abandonan los procesos de justicia y
reconciliación. En esos casos, limitarse a develar la verdad puede servir para atizar el rencor y el
deseo de venganza de aquellos que esperaron justicia inútilmente La verdadera justicia es el arte
de dar lo justo o hacer dar lo justo a un individuo, basándose en los principios del arte del
derecho, sin tener ningún tipo de discriminación o preferencia hacia ninguna persona.

Ya que todas las personas deben ser tratadas sin ninguna discriminación o preferencia ya que así
se estaría dando una Justicia Falsa, ya que no sería “ dar a cada uno lo suyo “, sino “dar a él lo
que le toque”, dependiendo de su clase social o raza.

La Justicia debe ser sucesora del derecho, ya que no puede practicarse la justicia sin un derecho
que defender o pedir, solo así podría haber una Justicia Justa o Verdadera.
La justicia también debe estar basada en un conjunto de reglas y normas que establecen un
marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y
permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones.
Sabemos que el ser humano es el único ser vivo inteligente capaz de lograr cualquier cosa,
siempre y cuando se lo proponga y tenga la iniciativa para comenzar a superarse.
Sabemos también que el potencial humano son todas aquellas características ya sean personales
o materiales que pueden ser fortalecidos y ellos nos ayudarán a tener un devenir más
provechosos, a tener una vida más digna y lograr nuestras metas.

Formar parte de un grupo: el sentirte aceptado por algún grupo o sentirte parte de él es otros de
los factores importantes.
Afectividad: sentirte querido, apapachado, sentir que eres importante para los demás también es
un factor que te mueve al cambio.

Estimulación o recompensa: el ser premiado o estimulado por cada logro también ayuda a
desarrollar tu potencial.

Educación: este factor es tanto interpersonal como circunstancial de acuerdo a la perspectiva


que se le dé. En este caso interpersonal, si sientes que tus padres quieren que prosperes o te
apoyan para seguir estudiando.
Amistad: el tener amigos con quien contar a quienes contarles tus preocupaciones o tus planes a
futuro, los que te pueden impulsar a seguir desarrollando tú potencial humano.
Competitividad: el querer superar algo o querer mejorar ayuda lograrlo.
Conducta: como nos comportamos con los demás y como nos sentimos con los demás es otro
de los factores.

Comunicación: el saber expresarte con los demás que es lo que quieres y como lo quieres, ser
claro, directo, sincero, sin lastimar a los demás.

El problema del perdón en el posconflicto colombiano; interrogando, desde algunos datos


y acercamientos empíricos el proceso de reinserción social de excombatientes. Sin embargo,
el perdón, como acto unilateral, como don, no puede ser considerado un fenómeno político, y
desarrollar, a partir de allí, lecturas que consideren a los acuerdos de paz, y a los programas de
reinserción social y de excombatientes como políticas del perdón, sería anular su naturaleza
desinteresada, trivializar su sentido y profundidad: reducirlo a ser un elemento más en una
relación social de intercambios. De manera que, en cierto sentido, hablar del perdón como
objeto de programas sociales de reconciliación sería desconocer su condición de acto
fundamentalmente libre, azaroso, imposible de ser aprehendido por política estatal alguna.

No obstante, en el análisis que más adelante se presenta persiste la pregunta ¿tiene el acto de
perdonar (o de no hacerlo), en el contexto de una postguerra una lógica independiente a los
procesos de reinserción social de excombatientes, a los procesos sociales de paz y
reconciliación? Si seguimos el planteamiento de Derrida, sería necesario admitir que el
perdón no puede relacionarse con categorías jurídicas tales como amnistía, condonación, o
absolución, pues en su esencia está el no ser normalizado ni normatizado, tener un carácter
extraordinario, que rompe con el curso de la historia. No puede haber entonces “políticas del
perdón”. Pero creo que la relación con el perdón no necesariamente tiene un carácter
positivo; es igualmente soberano y unilateral el no perdonar.

Decir imperdonable es hacer uso de la potencia de perdonar, es tomar posición frente al


perdón. El análisis del perdón y su imposibilidad se torna aún más complejo si con
él pensamos la idea de “crímenes contra la humanidad”, los cuales, apoyados en la sacralidad
de la vida humana, rompen todos los límites de los modelos de justicia occidental.

Pues si bien este tipo de crímenes, fueron definidos y tipificados a partir de los juicios de
Nuremberg y la convención de Ginebra, su nacimiento tardío no les impidió definirse como
crímenes cuyo perdón y castigo superan las justicia y la temporalidad humanas; superan la
justicia y la temporalidad humanas; pues se los define como imprescriptibles, traspasando los
límites del tiempo y el espacio; de manera que sus responsables deberían ser perseguidos y
castigados hasta el fin de la tierra y de los tiempos. Pero ¿qué pasa cuando los autores de estos
crímenes “inasibles” negocian su perdona y deben ser reconocidos e incluidos en la
comunidad donde los cometieron? Si el perdón es ante todo un acto unilateral, ¿qué papel
juega este en la negociación pacifica de una guerra, más precisamente ¿cuál es la importancia
del perdón o del no-perdón en los procesos de resocialización de excombatientes, y
fundamentalmente, en los procesos de reconfiguración del poder? En la sociedades
occidentales, la compleja relación entre el perdón la reconciliación y la reconfiguración
del poder, ha sido conjurada, o resinificada - sin resolverse- mediante la creación de modelos
de justicia y paz, apelando a la necesidad de aplicación de justicia, al esclarecimiento de la
verdad, y la completa reparación de las víctimas; instancias necesarias para poder desarrollar,
paralela o posteriormente, proceso de reinserción de excombatientes y de reconciliación
social. Creo que el proceso de la reconciliación, en los términos y condiciones de una
posguerra, es reconocido socialmente como una forma (desacralizada) del perdón, y es a partir
de allí que éste puede ser aprehendido: ser objeto de investigación sociológica.
En este escenario, en ese nivel (telúrico, demasiado humano), y con estas preguntas resonando
de fondo nos moveremos en este texto al hablar del proceso de reinserción de
excombatientes paramilitares en Colombia.

Charles Villa-Vicencio (2006) concluye que se trata de la creación de una relación ética para
abordar los conflictos destinando a la justicia retributiva gran relevancia. Por lo tanto
Las negociaciones políticas que afectan y definen la continuidad de un conflicto armado
interno, moldean a su vez las características de una “nueva institucionalidad” de posguerra, en
la que, al menos potencialmente, se asiste a la reconstrucción social y material del estado.
Actualmente en Colombia, se desarrolla un Programa de Reinserción a la Vida Civil de cerca
de 31.000 Excombatientes de grupos paramilitares (PRVC). Este proceso ha sido interpretado
por distintos analistas desde dos miradas opuestas: Por un lado, como el triunfo de la paz
negociada y la recuperación del monopolio de la fuerza por parte del gobierno nacional; y por
el otro como la institucionalización de órdenes de facto locales, conseguidos a partir del
monopolio dela economía y la violencia en diversas zonas del país. Consiente de la enorme
distancia teórica y política que existe entre ambas lecturas, y de la importancia de construir y
defender el pensamiento crítico en Colombia, propongo en este trabajo hacer una contribución
que complejice ambas miradas.

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