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Es bien conocido que al carcinoma invasor del cérvix lo anteceden lesiones precursoras que
muestran las mismas alteraciones citológicas que el cáncer invasor, pero con la característi-
ca de preservar el estroma cervical. Estas alteraciones, conocidas como displasias o neopla-
sias intraepiteliales del cérvix (NIC), son precursoras del cáncer invasor, y si se las detecta
y trata de forma oportuna se evita la progresión de la enfermedad.1 La prevalencia de
las NIC es mayor de los 20 a 25 años de edad, y 40 a 50% se presenta en parejas portadoras
de la infección por el virus del papiloma humano (HPV), una de cuyas características es
que 50% de las lesiones es subclínico. En México, la identificación del carcinoma cérvi-
co-uterino in situ aumentó en los últimos años. En el Instituto Nacional de Cancerología,
según datos publicados en 2007, durante cinco años se atendieron 1 269 nuevos casos de
este tipo de lesiones, donde el grupo etario más afectado fue el comprendido entre los 30
y 50 años de edad.2
Factores de riesgo
Los factores de riesgo más importantes se encuentran vinculados a la conducta sexual del
individuo.3 La Norma Oficial Mexicana considera como factores de riesgo los siguientes
(NOM-014-SSS2-1994, modificada el 31 de mayo de 2007):
• Mujer en el grupo de 25 a 64 años de edad
• Inicio temprano de relaciones sexuales (antes de los 18 años)
• Antecedente de enfermedades de transmisión sexual
• Infección cérvico-vaginal por HPV
• Múltiples parejas sexuales (de ella o de su compañero)
• Tabaquismo
• Desnutrición
• Deficiencia de antioxidantes
• Pacientes con inmunodeficiencias
• Nunca haberse practicado el estudio citológico
Etiología
Como en otras neoplasias malignas, el origen es multifactorial, pero se ha podido definir
el importante papel etiológico del HPV. Los HPV son virus DNA; el genoma es circular
y consta de unos 8 000 pares de bases incluidos en una cápside. El genoma viral puede
dividirse en tres regiones:
• Región reguladora, contiene las secuencias para la replicación y expresión de los genes
virales.
• Región genética viral temprana, representa casi la mitad del genoma viral. Los genes
tempranos E-1 y E-2 desempeñan la función replicadora y tienen el control transcrip-
cional; E-6 y E-7 son los que alteran el crecimiento de las células infectadas y, en parte,
los que ejercen el control transcripcional de la célula hospedadora, lo cual afecta el
ciclo celular; el E-5 modula la división celular desde la membrana celular.
• Región tardía, integrada por los genes L-1 y L-2, que codifican las proteínas de la
cápside viral.
Las oncoproteínas E-6 y E-7 modifican la función de los productos de los genes supre-
sores tumorales (p. ej., p-53).4 La proteína E-7 forma complejos con el producto del gen del
retinoblastoma (Rb, también designado como p-105) y las proteínas relacionadas p-107 y
p-130. La proteína E-6 interactúa con la proteína p-53, que se encuentra mutada en varias
neoplasias humanas.4 Al unirse la proteína E-6 a p-53, ésta se inactiva por un incremento
de su degradación e impide la activación de la apoptosis.5
Se han identificado 34 tipos de virus del papiloma en animales y más de 115 tipos de
HPV. De estos últimos, se ha concluido, según la Agencia Internacional para la Investiga-
ción del Cáncer, que 14 tipos se vinculan con un mayor riesgo de presentar alteraciones
epiteliales importantes (RR 83.3, IC al 95% 54.9-105.3). Los tipos de alto riesgo son 16,
18, 45, 31, 52, 33, 58, 35, 59, 51, 56, 39, 73, 82. Se ha señalado que, desde el punto de vista
estadístico, el riesgo no difiere en relación con el HPV 16.
Estos tipos se han identificado en lesiones invasoras y también en sus precursores.6,7
Tanto el tipo 16 como el 18 son la causa de 50 y 20% de los tumores malignos del cérvix,
según lo han demostrado los estudios epidemiológicos.
y es tetravalente ya que contiene antígenos contra HPV 16, 18, 6 y 11. La otra, Cervarix®, es
una vacuna bivalente diseñada de manera específica para la prevención del cáncer, ya que
contiene antígenos contra los HPV 16 y 18; su inconveniente es que reacciona de forma
cruzada contra otros dos virus de alto riesgo, el 31 y el 45, tal vez gracias a su adyuvante,
el AS-04. Si bien el objetivo primordial no era lograr esta tetravalencia, se ha observado
este efecto, el cual incrementa en por lo menos 10% la protección, que alcanza el 80% de
los HPV de alto riesgo. En el cuadro 63-1, se muestran las características más importantes
de ambas vacunas.
Ambas se desarrollaron mediante la expresión recombinante de proteínas de la cápsi-
de viral (proteína L-1), que al ser sintetizadas tienen la cualidad de autoensamblarse para
formar estructuras similares a las que se encuentran en los viriones.12,13 Estas reciben el
nombre genérico de partículas similares a virus o VLP (del inglés, virus like particles). Estas
VLP tienen un gran efecto antigénico, con la gran ventaja de no producir infección, una
característica de suma relevancia ya que en condiciones naturales, y por las características
propias de los mecanismos por los cuales el virus evade el sistema inmunológico, la res-
puesta inmunitaria que se expresa en la producción de anticuerpos neutralizantes es rela-
tivamente reducida. Lo anterior pudo observarse en los estudios iniciales, donde los niveles
de anticuerpos eran casi 100 veces más altos en comparación con la infección natural.14,15
Ambas vacunas han sido eficaces al 100% de seroconversión en todos los estudios. En
la revisión sistemática de Rambout y colaboradores que incluyó seis estudios, con valores
de 5 ∕ 5 en la escala de Jadad,16 y un total de 40 323 participantes de razas distintas de con-
tinentes diferentes, se evidenció que ambas vacunas tienen efectividad similar en la pre-
vención de NIC-2 o mayor. La vacuna bivalente mostró protección de 81% [Peto OR 0.19
(0.08-0.44)] y la cuadrivalente de al menos 35% [Peto OR 0.65 (0.46-0.92)] en el análisis de
intención de tratar. En la prevención de cualquier NIC, ambas vacunas son igual de eficaces
en la protección (60 al 90%).
La autorización de la vacuna cuadrivalente por parte de las autoridades sanitarias de
Estados Unidos determinó que los diferentes organismos reguladores propongan las guías
para la aplicación de la misma. El consenso de los diferentes colegios médicos es vacunar
a todas las mujeres entre los 9 y 26 años de edad y de preferencia antes de iniciar la vida
sexual (cuadro 63-2).
Es de importancia mencionar que existe un grupo de síntomas secundarios a la vacu-
nación, como son dolor en el sitio de la misma (78%), equimosis (17%), desmayo (15%) y
edema en el sitio de inyección (14%); estos síntomas se presentan con mayor frecuencia en
las pacientes más jóvenes que en las de mayor edad.17
Uno de los aspectos más importantes en cualquier programa de vacunación es el por-
centaje de población al que se puede acceder. En el caso que nos ocupa, si se implementa en
forma adecuada, es posible observar resultados en pocos años, y así entre 5 y 10 años sería
posible disminuir en al menos 50% las lesiones de alto grado, así como al menos 40% de las
anormalidades citológicas y 30% de las infecciones por HPV de alto riesgo. No obstante, el
resultado final cuantificable mediante la prevención de muertes por cáncer invasor sería
observable después de varias décadas.
Se considera que para obtener buenos resultados es necesario aplicar las vacunas en
al menos 70 a 80% de las niñas prepúberes, un nivel de inmunización difícil de alcanzar
debido, al menos en Estados Unidos, a la resistencia de algunos grupos que han descrito
a estas vacunas como “la vacuna de la promiscuidad”. Dichas personas entienden que la
vacunación estimula a las jóvenes a iniciar la actividad sexual gracias a lo que se ha deno-
minado “el efecto desinhibitorio”, lo cual ha provocado que se generen grupos tanto a favor
como en contra.18
Cabe mencionar que el hecho de que una mujer reciba el esquema completo de vacu-
nación contra el HPV no la exime de continuar con la vigilancia periódica y la detección
temprana mediante la realización de la citología cervicovaginal.12,19
Todavía existen aspectos que son controversiales, y que se espera se esclarezcan a la
brevedad, como son si se requerirá un refuerzo, la edad más adecuada para la vacunación,
si resultará necesario vacunar a los varones y a qué edad sería más conveniente hacerlo,
entre otros. Sin embargo, en el CDC ya elaboraron las guías para la vacunación en estas
poblaciones, como se muestra en el cuadro 63-2.
Las vacunas terapéuticas contra enfermedades relacionadas con el HPV aún se en-
cuentran en investigación en estudios tanto preclínicos como clínicos, y aunque su eficacia
hasta el momento es reducida, se espera obtener resultados alentadores en corto tiempo.20
Nomenclatura
Las alteraciones epiteliales cervicales se clasifican de acuerdo con las características cito-
lógicas y grado de maduración celular. La NIC-1, o displasia leve, presenta maduración de
los dos tercios superiores del epitelio; las células superficiales poseen un grado discreto
Organización Lineamientos
Centro para el Control de Enfermedades (CDC, Vacunación general entre 11 y 12 años. La
Estados Unidos) vacunación se puede iniciar desde los 9 años y
hasta los 13 a 26 años
Colegio Americano de Ginecología y Obstetri- Vacunación general a mujeres entre los 9 y 26
cia (ACOG, Estados Unidos) años
Sociedad Americana del Cáncer (ACS) Vacunación general a niñas de 11-12 años.
Se pueden vacunar entre los 13 y 18 años.
No hay información suficiente para vacunar a
mujeres mayores de 19 a 26 años
de atipia citológica que casi siempre corresponde a cambios coilocíticos y las mitosis se
encuentran confinadas a la capa basal. La NIC-2, o displasia moderada, evidencia madu-
ración exclusiva del tercio superior y se observa atipia citológica y mitosis en los dos ter-
cios inferiores del epitelio. La NIC-3, o displasia grave, no muestra maduración; los cambios
atípicos y las mitosis se reconocen en todo el espesor del epitelio. En otra sección de este
texto se amplía sobre este tópico y se hace énfasis en las equivalencias con la nomenclatura
de Bethesda.
Evolución natural
El conocimiento de la evolución natural procede de estudios retrospectivos; además, la
diversidad de criterios para diagnosticar lesiones de bajo grado conduce a tasas imprecisas
de progresión, regresión y persistencia.
En relación con la NIC-1, se reportan tasas de regresión que van de 50 a 75% de los
casos.21 Para la NIC-2, en ausencia de tratamiento, 42% se resuelve de modo espontáneo,
35% persiste y 22% progresa a carcinoma in situ o invasor. En el caso de la NIC-3, solo 32%
se resuelve sin tratamiento, hasta 56% persiste y 14% progresa.
Una lesión displásica muy leve puede progresar hasta carcinoma in situ en un tiempo
promedio de 85 meses; una displasia de bajo grado en 58 y una moderada en 38 meses; la
displasia grave progresa en menos de 12 meses.22
Detección
Los programas de detección tienen como objetivo identificar a las pacientes asintomáticas
con lesiones premalignas en las que el tratamiento conduce a la curación. Las personas so-
metidas a un estudio citológico de rutina tienen menor riesgo de desarrollar un carcinoma
cervical invasor respecto de aquellas que nunca se sometieron al estudio; en estas últimas,
el riesgo aumenta 2 a 10 veces.23,24
De acuerdo con la norma oficial (NOM-014-SSA2-1994 modificada), los lineamientos
para México indican aplicar la detección de la siguiente forma:
• Mujer en el grupo de 25 a 64 años de edad, en forma anual o a cualquier edad que lo
solicite.
• Mujeres con dos citologías anuales consecutivas con resultado negativo a lesión in-
traepitelial o cáncer, se realizan la detección cada tres años.
El resto de las recomendaciones de otras asociaciones se muestra en el cuadro 63-3.
Como parte de la evaluación de lesiones cervicales tempranas, también se emplea la
detección del DNA del HPV con dos usos principales. Para estratificación del riesgo en
pacientes de 21 años o mayores con ASCUS, en posmenopáusicas con lesión de bajo grado
y como tamizaje primario en mayores de 30 años en conjunto con citología. También se le
emplea en el seguimiento después de NIC I, citología con ASCUS, ASC-H, lesión de bajo
grado y AGC, y después del tratamiento de NIC-2 y 3.25,26
Tratamiento
El tratamiento depende del grado de la lesión, la disponibilidad de recursos médicos, la
experiencia para efectuar procedimientos específicos y la preferencia de la paciente.
Grupos especiales
Paciente embarazada
Se recomienda realizar una citología cervical en la primera consulta del control prenatal.
Al decidir realizar colposcopia, se deben conocer los cambios propios del embarazo y tener
experiencia en este grupo de pacientes. Si la colposcopia es insatisfactoria en el primer
trimestre, se debe repetir en el segundo trimestre. No se ha demostrado riesgo por el uso
de ácido acético o Lugol y, en caso de lesiones de alta sospecha de malignidad, se practica
una biopsia de cérvix, de preferencia después del primer trimestre. El legrado endocervical
está contraindicado.
En caso de lesiones de bajo grado, se prefiere la vigilancia, con colposcopia para evalua-
ción de la paciente embarazada que no es adolescente. En ausencia de NIC-2 o 3 o cáncer
en la citología, colposcopia o biopsia, es aceptable diferir la colposcopia inicial hasta las seis
semanas posparto. También es aceptable realizar citologías o colposcopias adicionales en
intervalos de 12 semanas.29,30
En el caso de lesiones citológicas de alto grado que correlacionen con la colposcopia,
con o sin biopsia, se debe dar seguimiento cada 12 semanas con colposcopia. Hay que con-
siderar la toma de una muestra de biopsia si la lesión sugiere cambios de alto grado o
mayor, y repetir la biopsia en caso de que la apariencia de la lesión empeore o la citología
sugiera invasión. 29,30
El cono cervical terapéutico está contraindicado, y se reserva como recurso diagnósti-
co en caso de microinvasión o adenocarcinoma in situ en una biopsia por punción o fuerte
sospecha de invasión por colposcopia, citología, o de una histología que no puede confir-
marse.31 En el INCan, se realiza colposcopia y citología con toma de muestra de biopsia
en caso de lesiones sospechosas de alto grado. Tanto para LIEBG como para LIEAG, se
opta por la vigilancia, colposcopia y citología a las 12 semanas posparto. El cono cervical
se reserva para casos de microinvasión o fuerte sospecha de invasión.