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MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL Y AMPARO

El Amparo Directo en Revisión 1312/2014


frente a las obligaciones del Estado Mexicano
en materia de derechos humanos

EVA LIZZETE GARCÍA FRANCO

Culiacán, Sinaloa, diciembre de 2016.


EL CONTEXTO

La reforma Constitucional de junio de 2011, en materia de


Derechos Humanos posibilitó redimensionar el contenido y
alcance de los derechos humanos en nuestro régimen jurídico, a
la luz de los propios postulados contenidos en la parte
dogmática de nuestra carta magna y de los Tratados
Internacionales en materia de Derechos Humanos.

En ese momento, la sociedad mexicana abrazó la sensación


de un goce irrestricto de todos sus derechos, exigible al aparato
del Estado, como garante de la promesa.

No obstante, es imposible soslayar que frecuentemente se


presentan conflictos en el ejercicio de los derechos de las
personas, pues, por principio de cuentas, mis propios derechos
no pueden estar por encima de los derechos de otras personas,
situación que genera la necesidad de establecer límites para un
adecuado y armonioso ejercicio de los derechos en la sociedad.

Desde mi punto de vista esto resulta ser perfectamente


entendible, razonable; al menos a priori. Aunque claro está que
el problema es determinar en qué y hasta qué punto se aplican
esos límites, o cuál derecho está por encima de otro.

Y si, aun con los problemas que ello representa, nos es


aceptable la imposición de límites… ¿qué pasa cuando la
limitación a un derecho no surge a partir de su colisión con otro

1
derecho, sino frente al poder público? Es decir, frente a una
disposición orgánica contenida en la propia Constitución.

Como lo menciona Daniel Vázquez,1 tenemos, por un lado,


una reforma Constitucional en la parte dogmática que busca
ampliar la esfera de protección de las personas y, al mismo
tiempo, una parte orgánica con una fuerte tendencia a la
centralización del poder político (Gargarella, 2013) que no fue
modificada en esta reforma judicial y, yo agregaría, en el caso
particular del artículo 100 constitucional, objeto del presente
análisis, ni lo ha sido hasta la fecha.

En efecto, nuestro presente trabajo pretende realizar un


análisis de la sentencia dictada en el amparo directo en revisión
1312/2014, sobre el control de las decisiones del Consejo de la
Judicatura Federal, a la cual se ubica, y definitivamente coincido
con ello, como parte de “el regreso a la jerarquía”2.

EL CASO EN ESTUDIO

Una trabajadora del poder judicial planteó recurso de


revisión en contra del sobreseimiento que se determinó respecto

1 Vázquez, Daniel, “Los límites de la reforma constitucional en materia de


derechos humanos en México: Por un poder político desconcentrado”, Isonomía,
Revista de Teoría y Filosofía del Derecho, ITAM, México, núm. 39, octubre de
2013, pág. 162, http://www.isonomia.itam.mx/docs/isonomia39/39_5.pdf.
2 Cossio, José Ramón, et al., La construcción de las restricciones constitucionales
2
a los Derechos Humanos, México, Porrúa, 2015, pág. 647.
del juicio de amparo que promovió en contra de la resolución
dictada por el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, en los
autos del expediente laboral formado con motivo del conflicto
de trabajo en el que fue parte, formándose al efecto el
expediente que quedó identificado como Amparo Directo en
Revisión 1312/2014.

La trabajadora, en ejercicio de su derecho humano de


acceso a la justicia, consagrado por nuestra Constitución
General de la República, en el artículo 17, derecho que de igual
forma le reconoce la Convención Americana de Derechos
Humanos, en su artículo 8, había ejercitado la vía ordinaria
laboral correspondiente, que, en su carácter de trabajadora al
servicio del Poder Judicial de la Federación, lo es el Consejo de
la Judicatura Federal, dependencia que al resolver le otorgó la
razón parcialmente, negándole algunas de las prestaciones
reclamadas.

Ante ello, ejercitó la garantía que le concede el artículo


103.I de la propia Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, promoviendo el Juicio de Amparo, derecho que,
nuevamente, de igual forma se encuentra reconocido por la
Convención Americana de Derechos Humanos, en su artículo 25;
sin embargo, éste fue sobreseído al considerar que se
actualizaba la causa de improcedencia prevista en el artículo 61,
fracción III, de la Ley de Amparo, en relación con los artículos
94, segundo párrafo; 100 de la Constitución Política de los

3
Estados Unidos Mexicanos y 122 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación, al considerar que las resoluciones que
emita el Consejo de la Judicatura Federal en el ámbito de su
competencia son definitivas e inatacables.

Como último recurso en el ámbito jurídico interno, se


acudió a la revisión ante la Suprema Corte de Justicia de la
Nación. La resolución dictada es nuestro objeto de estudio.

En la ejecutoria aludida, el Pleno de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación determinó abandonar el criterio que
sostuvo al resolver la contradicción de tesis 479/2012, del que
derivó la jurisprudencia P./J. 12/2013 (10a.)3, por el que
consideraba que la impugnación de las decisiones del Consejo
de la Judicatura Federal no actualizaba un motivo manifiesto e
indudable de improcedencia y establecer uno nuevo, contenido
en la tesis aislada P. XIII/2015 (10a.)4, en la que categóricamente
se concluye que por regla general, el juicio de amparo es
improcedente contra las decisiones del Consejo de la Judicatura
Federal, actuando en Pleno o en Comisiones -por ser la forma en
la que en ese precepto constitucional se dispone que funciona
dicho órgano-, con excepción de las que se refieran a las
materias de designación, adscripción, ratificación y remoción de

3 Tesis P./J. 12/2013 (10a.), Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,


Décima Época, t. 1, Libro XX, mayo de 2013, p. 5.
4 Tesis: P. XIII/2015 (10a.), Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Décima Época, t. 1, Libro 22, septiembre de 2015, p. 242.
4
Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito, las cuales son
impugnables a través del recurso de revisión administrativa que
se haga valer ante la propia Suprema Corte.

Para arribar a esta decisión, la mayoría se sustentó en un


clarificador proceso de reforma, llevado a cabo en 1999 (con
anterioridad a la reforma constitucional en materia de derechos
humanos), que se encargó de precisar la definitividad e
inatacabilidad de las decisiones del Consejo de la Judicatura
Federal, señalándose como única salvedad la ya mencionada.

No obstante, se precisa que esta definitividad e


inatacabilidad está limitada a las decisiones que emite el citado
órgano en el ejercicio de las atribuciones que le han sido
otorgadas constitucionalmente para administrar, vigilar y
disciplinar lo que atañe a su régimen interno, ya que de lo
contrario, se daría un carácter definitivo e inatacable a
decisiones que, si bien son emitidas por el citado órgano, tienen
efectos sobre situaciones o personas que no forman parte de las
estructuras del Poder Judicial de la Federación.

Esta nueva salvedad que se incorpora en la ejecutoria tiene,


a decir de la mayoría que aprobó el proyecto, permite que si el
planteamiento de un quejoso que no forma parte del Poder
Judicial de la Federación, refiere que la decisión impugnada
emitida por el Consejo de la Judicatura Federal viola sus
derechos humanos, podría considerarse que el juicio de amparo
en principio es procedente, si cumple con todos los demás

5
requisitos exigidos para su trámite, en tanto la improcedencia se
encuentra estrechamente vinculada con el fondo del asunto,
previa distinción hecha de los casos en que el Consejo de la
Judicatura Federal actúe como particular, pues en tal caso, al no
estar dotado el Consejo de su facultad de imperio, pero en tanto
órgano del Poder Judicial de la Federación, la Ley Orgánica de
éste otorga competencia a la propia Suprema Corte de Justicia
de la Nación para conocer de ellos.

Se asevera, además, que esta interpretación del artículo


100.IX Constitucional es acorde con el principio de
interpretación pro personae, máximo motivo de expectativas al
incorporarse en la reforma constitucional de 2011, pues tal
improcedencia del juicio de amparo, se reitera, se está limitando
a las decisiones que pronuncie el Consejo de la Judicatura
Federal en el ejercicio de las atribuciones que le fueron
conferidas por la propia Constitución.

Lapidariamente se agrega: “no es sostenible una


interpretación diversa que permita impugnar en amparo todas
las decisiones del referido órgano, ya que se vaciaría el
contenido de la disposición constitucional que les otorga el
carácter de definitivas e inatacables.

[…] si bien todas las personas gozan de los derechos


humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, los
cuales constituyen el parámetro de control de regularidad

6
constitucional, conforme al cual debe analizarse la validez de las
normas y actos que forman parte del orden jurídico mexicano,
lo cierto es que el ejercicio de esos derechos puede ser
restringido en los casos en que la propia Norma Fundamental lo
establece, como en el caso concreto, en que tratándose de las
decisiones del Consejo de la Judicatura Federal, el Poder
Reformador de la Constitución expresamente dispuso que no
serían impugnables mediante recurso o juicio alguno, incluso, el
juicio de amparo”.

Criterio, este último, previamente sustentado por el Pleno


de la Corte en la jurisprudencia P./J. 20/2014 (10a.)5.

Se aduce además que sostener un criterio contrario al ya


perfilado, para convertir en objeto de control de
constitucionalidad y, por ende, de convencionalidad las
decisiones del Consejo, alteraría el sistema jerárquico previsto
constitucionalmente para la administración, vigilancia y
disciplina del Poder Judicial de la Federación, así como para la
solución de sus conflictos laborales, ya que con ello se abre la
posibilidad de que los sujetos que están subordinados a las
decisiones del referido Consejo, sean quienes puedan revisarlas,
cuando la finalidad de establecer ese órgano de cierre obedeció

5 Tesis P./J. 20/2014 (10a.), Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,


Décima Época, t. I, Libro 5, abril de 2014, p. 202.

7
precisamente a que no quedara supeditado a los órganos que
están bajo su administración.

Así, sustentándose en los precedentes establecidos en la


Contradicción de Tesis 293/2011, se ratifica la supremacía de
las restricciones que la propia constitución establezca al goce y
ejercicio de los derechos humanos, sobre cualquier disposición
convencional en la materia.

Finalmente, se hace la precisión de que el criterio que se


abandona en esta ejecutoria se estableció bajo la anterior Ley de
Amparo, que no contemplaba expresamente como causa de
improcedencia la impugnación de actos del Consejo de la
Judicatura Federal y que, por tanto, perdió su vigencia.

Esta determinación fue aprobada por una mayoría de cinco


votos, dos de los cuales se apartaron de la consideración relativa
a la procedencia del juicio de amparo respecto de actos del
Consejo de la Judicatura Federal que trasciendan a terceros
ajenos al Poder Judicial de la Federación; uno de ellos emitió
voto concurrente. Tres ministros votaron en contra, emitiendo
dos de ellos su voto particular.

VOTO CONCURRENTE MINISTRO PARDO REBOLLEDO

El ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo emitió su voto


concurrente apartándose de las consideraciones relativas a
establecer una excepción a la causal de improcedencia prevista
por la fracción III de la Ley de Amparo al considerar que la

8
sentencia no debe contener pronunciamientos generales ni
prever supuestos no planteados en el caso concreto, además de
que subsiste una improcedencia constitucional para ello, pues se
está agregando una excepción a la improcedencia impuesta por
la referida disposición que no está prevista en la propia norma,
lo que, a su juicio, generaría un amplio espectro de
discrecionalidad sin base constitucional o regla legal para ello.

Justifica la disposición restrictiva constitucional


argumentando que las decisiones del órgano constitucional
encargado de la administración, vigilancia y disciplina del Poder
Judicial de la Federación, no pueden estar sujetas a la
jurisdicción de los propios órganos jurisdiccionales que fiscaliza
y, también con sustento en el precedente establecido en la
contradicción de tesis 293/2011, reitera la definitividad e
inatacabilidad de las decisiones del Consejo de la Judicatura
Federal.

VOTO PARTICULAR MINISTRO COSSIO DÍAZ

Por su parte el ministro José Ramón Cossio Díaz patentizó


su firme posición respecto de la relación que los Tratados
Internacionales en materia de derechos humanos guardan con la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
expresando su parecer en el sentido de que: “las normas de
fuente internacional que han sido interiorizadas a nuestro
sistema jurídico en materia de derechos humanos y nuestra
Constitución, deben armonizarse unas con otras en virtud de

9
una interpretación normativa más protectora para la persona
que reclama el ejercicio de un derecho humano. Así, en virtud
del segundo párrafo del artículo 1º constitucional tenemos que
los tratados internacionales en materia de derechos humanos
que hayan sido ratificados por el Estado Mexicano no se
relacionan en términos de jerarquía normativa con la norma
Constitucional ya que ésta última mandata que el criterio último
de aplicación normativa en materia de derechos humanos es el
principio pro persona y que la fuente formal de derecho de la
cual devenga la norma de derechos humanos es irrelevante para
determinar la aplicabilidad de la misma”.

Al respecto precisa: “el principio pro persona es un criterio


material de aplicación normativa en virtud del cual el juez
constitucional deberá aplicar en abstracto la norma que tutela
de manera más amplia el derecho humano invocado por una
parte y que está consagrado en un tratado internacional suscrito
por el Estado Mexicano o en la Constitución”; estableciendo con
claridad que al hacerlo a la inversa se cae en la aplicación de un
criterio formal de validez lo que representa un proceso
regresivo que destruye el objeto último de la reforma de 2011:
la máxima protección del individuo frente al actuar del poder
público, que no debe ser menoscabada por la forma en que se
organiza el poder público, cuyo ejercicio no debe estar
exceptuado de un escrutinio sustantivo constitucional.

10
Advierte de los peligros de anular, en ciertos supuestos, las
vías de exigibilidad judicial de las obligaciones del estado en
materia de derechos humanos, caso en el que éstos últimos no
tendrían un impacto real en la vida del gobernado y se
convertirían en un acto formal, meramente legislativo, que
carecería de medios para someter a un escrutinio a las
autoridades que ostentan el poder público.

Resalta la obligación del Estado de prever medios para que


los presuntos afectados reclamen violaciones a sus derechos
fundamentales y que los recursos judiciales en virtud de los
cuales se hacen exigibles los derechos humanos, deben ser
operantes independientemente de si la persona, ya sea física, ya
sea moral, que ejerce el poder público lo haga de acuerdo a las
funciones que el derecho interno le otorgue en específico.

Evidencia la situación de desigualdad que se genera para


quienes tengan una relación laboral con el Consejo de la
Judicatura Federal al restringírseles injustificadamente el acceso
a la justicia.

VOTO PARTICULAR DE LA MINISTRA SÁNCHEZ CORDERO

Por su parte, la ministra Olga Sánchez Cordero de García


Villegas expresa su disenso con la mayoría al considerar que la
interpretación en sentido estricto debe prevalecer es aquella que
además de su actualización sólo tratándose de actos emitidos
por el Consejo de la Judicatura Federal en el ejercicio de sus

11
atribuciones constitucionales, especifique que sólo operará
siempre que estos actos no vulneren los derechos humanos del
gobernado.

Plantea que considerar lo contrario permitiría que los actos


y normas emanadas de dicho consejo, escaparan del control de
constitucionalidad al que toda norma, acto u omisión de
autoridad se encuentra sujeto.

Además, hace notar que los juzgado de distrito sólo se


encuentran subordinados al Consejo en el ámbito
administrativo, pero que dicha subordinación no es aplicable en
el aspecto jurisdiccional, máxime que los juzgadores cuentan
con autonomía e independencia para dictar sus resoluciones, y
que al ser el Consejo el órgano encargado de velar por su
respeto, está mayormente obligado a acatarlas.

ASPECTOS A CONSIDERAR

La reforma constitucional en materia de derechos humanos


aprobada en junio de 2011 es un momento culmen de un largo
proceso en la construcción de un Estado democrático de
derecho y la incorporación plena del Estado Mexicano en un
sistema regional de protección a los derechos humanos, como lo
es el sistema interamericano.

Antes de este momento hay un largo y tortuoso proceso,


lleno de pasos encaminados a llegar al objetivo, que sin lugar a
dudas tiene sus raíces en el propio surgimiento de nuestra

12
independencia nacional; entre esos pasos, desde mi punto de
vista, son momentos clave la incorporación de México al
régimen internacional de derechos humanos en 1981 y el
reconocimiento de la competencia contenciosa del tribunal
interamericano, dado en 1998 por nuestro país.

Pero el proceso sigue, no debemos bajar los brazos sino


mantener el paso firme para lograr su consolidación.

Un pilar fundamental para lograr esa consolidación lo


constituye, incuestionablemente, la garantía judicial: “el
instrumento más acabado en la protección de los derechos
fundamentales, tomando en cuenta su naturaleza y efectos,
cuando se ejerce en forma independiente e imparcial y de
conformidad con los principios que rigen el desarrollo de todo
proceso justo”6.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la sentencia


que se analiza, parece dejar de lado este proceso de integración
en el sistema universal de los derechos humanos y se aparta de
“las premisas que hoy día sustentan el pensamiento y la acción

6 García Ramírez, Sergio y Del Toro Huerta, Mauricio Iván, México y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, veinticinco años de jurisprudencia, en
García Ramírez, Sergio (coord.), La Jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2008,
vol. III, pp. XXXVII-XXXVIII,
13
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2607/4.pdf.
acerca de los derechos humanos en los planos nacional e
internacional”7.

Se soslayan cuatro obligaciones transversalmente


fundamentales que el Estado Mexicano, como parte del sistema
interamericano de derechos humanos, asumió: 1) la de respetar
los derechos y libertades reconocidos en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y la de garantía, 2) la de
garantía, 3) la de adecuación, y 4) la de no discriminación.

La primera, es de carácter negativo; es decir, impone al


Estado el deber de abstenerse de cometer acciones que
interfieran en el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos
de las personas sujetas a su jurisdicción, deber que recae en el
Estado y en todos sus agentes estatales a través del cual se
representa, sin importar su carácter o condición.8

La Corte Interamericana de Derechos Humanos lo ha


expresado en los siguientes términos:

[…] la protección de los derechos humanos, en


especial a los derechos civiles y políticos recogidos en la

7 Ídem.
8 Cfr. González Serrano, Andrés y Sanabria Moyano, Jesús Eduardo,
“Obligaciones de los Estados Parte de la Convención Americana”, Saber, ciencia y
libertad, Vol. 8, No. 2, julio-diciembre de 2013, pp. 46-47,
http://www.unilibre.edu.co/cartagena/pdf/investigacion/revistas/Revista_Saber_Cie
14
ncia_y_Libertad_ind/Saber_Ciencia_y_Libertad_Indexada_2013_12.pdf.
Convención, parte de la afirmación de la existencia de
ciertos atributos inviolables de la persona humana que no
pueden ser legítimamente menoscabados por el ejercicio
del poder público. Se trata de esferas individuales que el
Estado no puede vulnerar o en los que sólo puede penetrar
limitadamente. Así, en la protección de los derechos
humanos, está necesariamente comprendida la noción de la
restricción al ejercicio del poder estatal.”9

La segunda:

“representa para el Estado el deber de organizar todo


el aparato gubernamental y, en general, todas las
estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio
del poder público –rama ejecutiva, legislativa y judicial-, de
manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el
libre y pleno ejercicio de los derechos humanos (Faúndez,
2004). Igualmente, impone a los Estados parte de la
Convención una conducta gubernamental y un orden
normativo que haga posible la eficaz garantía del libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos (Corte IDH, 1988).

“De la misma forma, obliga al Estado a promover,


desarrollar y ejecutar acciones positivas necesarias para
garantizar a las personas sujetas a su jurisdicción el
ejercicio libre y pleno de los derechos humanos

9 Ídem.

15
reconocidos en la Convención, así como, remover todos los
obstáculos que lo impidan, sea que la violación provenga
de un particular o un agente estatal.”10

La tercera, particularmente relevante en el presente asunto,


impone al Estado:

[…] el deber de adecuar tanto sus prácticas como su


ordenamiento jurídico interno a los estándares
interamericanos, cuando vayan en contravía a las normas
interamericanas vinculantes, y no respeten o no garanticen
el ejercicio libre y pleno de los derechos humanos de las
personas sujetas a su jurisdicción. Obligación que implica
para el Estado, según la Corte Interamericana, el adoptar
medidas bajo dos vertientes ‘por una parte, la supresión de
las normas y prácticas de cualquier naturaleza que violen
las garantías previstas en la Convención, y por la otra, la
expedición de normas y el desarrollo de prácticas
conducentes a la observancia de dichas garantías’ (1999b,
párr. 207; 2003, párr. 180).”11

Y, finalmente, la cuarta, también muy ad hoc para el caso


en cuestión, impone:

“el deber de respetar y garantizar los derechos


humanos sin discriminación alguna por motivos de raza,

10 Ibídem, p. 47.
11 Ibídem, p. 49.

16
color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social
(1969).

“[…] De ahí, que todas las personas se encuentran en


igualdad de condiciones frente al respeto y garantía de sus
derechos, y excluye cualquier trato privilegiado que no se
fundamente en una distinción objetiva y razonable”.12

MIS CONCLUSIONES

Frente a todo lo expuesto, considero que la determinación


de la Corte en el presente caso deja al Estado Mexicano en una
real situación de condena, de llegar este asunto al conocimiento
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y, más grave
aún, convierte a una mexicana en su víctima, al dejarla sin las
garantías judiciales que le permitieran hacer efectivos los
derechos que le son propios en tanto persona humana.

Y esta conclusión, para mí, resulta evidente ante la


determinación que se toma de ubicar a la Constitución por
encima de los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano es parte en materia de derechos humanos y validar las
restricciones que ésta impone al goce de los derechos y

12 Ibídem, p. 51

17
libertades fundamentales reconocidos por los instrumentos
internacionales de los que el Estado Mexicano es parte.

El contenido de esta ejecutoria es definitivamente contrario


a la obligación de adecuar las normas del derecho interno para
garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos
reconocidos en el sistema interamericano de protección a los
derechos humanos.

Si bien existió una omisión legislativa por parte del


constituyente permanente de actualizar el contenido del artículo
100 de la Constitución a la luz de las reformas que él mismo
aprobó en junio de 2011 y después el legislador ordinario
impuso una restricción al derecho de acceso a la justicia para
los trabajadores que tienen una relación laboral con el Consejo
de la Judicatura Federal, ello no libera de responsabilidad alguna
a la propia Corte, como parte del Estado Mexicano, de las
obligaciones asumidas y, al ser ella la última ratio en el ámbito
interno, su decisión anula las posibilidades de una solución
interna del conflicto planteado.

Ningún ser humano, ocupe la posición que ocupe, puede ni


debe sufrir el menoscabo de sus derechos y de ningún modo
nuestras instituciones pueden ser la fuente de tal hecho. El
principio de no discriminación es muy claro al respecto.

El argumento, tan viejo y tan vigente, de: quién vigila a los


vigilantes, no puede anular el derecho de las personas.

18
Saco a colación lo anterior porque aquí subyace el
argumento de que aceptar que las decisiones del Consejo de la
Judicatura Federal sean objeto de control por los Tribunales
Federales sería absurdo en tanto que los titulares de éstos son
designados por el propio Consejo.

Puedo decir que es tan absurdo como el que los actos del
ejecutivo y del legislativo estén sujetos a su control de
convencionalidad, constitucionalidad y legalidad, pues los
ministros de la Corte son nombrados mediante un complejo
proceso en el que participan ambos poderes. ¿Entonces la Corte
carece de la independencia que requiere?

Así, no puedo sino adherirme a la acalorada defensa que


hace el ministro Cossio Díaz, en su voto particular, del
verdadero sentido de la reforma constitucional de 2011 y exijo a
mi Estado, en todos sus niveles, que observe con el mayor de los
respetos los compromisos que ha asumido frente a su pueblo y
frente a la comunidad internacional.

19

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