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ESPECIALIDAD:
INGENIERIA CIVIL
MATERIA:
MECANICA DE SUELOS
DOCENTE:
ALUMNO:
SEM: 4 GRUPO: F
a cimentación fue todo un tema para la construcción del actual Palacio de Bellas Artes, ya que los
hundimientos en la zona provocaron un retraso de tres años, en lo que se diseñaba una cimentación
especial al poner una estructura de acero para muros y techos, así como una plataforma de acero y
concreto para la cimentación. Las características visuales y acústicas se proyectaron desde el
principio; por ejemplo, la sala ostentaría una forma de embudo y un complicado ambiente de la
tramoya con instalaciones mecánicas con movimiento hidráulico y eléctrico. El auditorio sería para
1791 personas. El edificio estaría revestido a sus cuatro lados de mármol, 96 metros de frente y 116
de largo, ocupando una superficie de dos hectáreas, incluidas las rampas y escaleras.
Para la decoración Boari consideraba que el recinto debía emplear y expresar sus propias formas
arquitectónicas haciendo alusión a la cultura mexicana, lo cual explica que en las fachadas
predominaban elementos de las culturas prehispánicas como cabezas de jaguares, monos, coyotes,
serpientes, etc.
Con los retrasos y los nuevos retos que presentaba la construcción de este recinto y el estallido de la
Revolución Mexicana, el ritmo de trabajo disminuyó considerablemente de 1912 hasta que en 1916
fue suspendida totalmente y Boari regresó a su país, donde siguió trabajando en su obra magna
inconclusa, de la que quiso dejar testimonio al presentar 34 láminas donde se explicaban los planos y
los aspectos decorativos de los ornamentos. Durante varios años, mandó desde Italia planos,
fotografías y actualizaciones del proyecto, integrados en una carpeta titulada La Construzione di un
Teatro en donde explicaba la importancia arquitectónica de este nuevo recinto para México. El
edificio inconcluso se abandonó durante muchos años a pesar de la significación que tenía el
espacio, aunque algunas veces el escenario sin terminar fue utilizado para representaciones
callejeras.
Aproximadamente entre 1918 y 1919 se intentó, por primera vez, reanudar el trabajo para concluir la
obra bajo la dirección del arquitecto Antonio Muñoz, justo dentro del periodo presidencial Venustiano
Carranza; ambos querían que la obra ser terminara en 1921, pero los graves problemas sociales y
económicos de la época no lo permitieron y nuevamente la obra se abandonó, aunque contaba con
un mayor avance.
TORRE LATINOAMERICANA
El predio en donde actualmente se levanta la Torre Latinoamericana fue ocupado antiguamente por
la casa de animales del Tlatoani Mexica Moctezuma II , y tras la conquista, se construyó el
antiguo Convento de San Francisco.
En 1946, la compañía de seguros La Latinoamericana obtuvo permiso de la Secretaría de
Hacienda para construir el rascacielos más alto de América Latina, en las calles de Madero y San
Juan de Letrán (luego renombrado Eje Central Lázaro Cárdenas), con 44 pisos.
La Torre Latinoamericana se construyó para alojar a la compañía La Latinoamericana, Seguros, S.A.
Los nombres de los miembros de este grupo de empresarios mexicanos son: Miguel S.
Macedo, José A. Escandón y Teodoro Amerlinck. Originalmente, la compañía ocupaba un edificio
más pequeño, en la misma ubicación. En 1947, la compañía se reubicó temporalmente a una oficina
cercana, durante los ocho años que duró el trabajo de construcción de la torre. Para este ambicioso
proyecto, se contrató a un grupo de profesionales: Leonardo Zeevaert y los arquitectos Augusto H.
Álvarez y Alfonso González Paullada.
La construcción de la torre se inició en febrero de 1948. Leonardo Zeevaert elaboró un amplio
programa de investigación del subsuelo para conocer la vulnerabilidad sísmica a la que se
enfrentaría la torre y así poder dotar al edificio de un buen aislamiento sísmico para soportar sin
problema alguno los movimientos telúricos a los cuales sería sometido. El programa consistió en:
El Palacio Nacional tiene una historia que se remonta a los tiempos prehispánicos. En este lugar se
encontraba el Palacio de Moctezuma Xocoyotzin, que fue destruido durante la Conquista de
Tenochtitlán y en su lugar se construyó un gran palacio para que viviera Hernán Cortés.
Esta edificación fue vendida por su hijo Martín Cortés a la Corona en 1562, quien lo adquirió para
construir las instalaciones para la administración del Virreinato de la Nueva España. El primer virrey
en habitarlo fue Luis de Velasco y el último Juan O´Donojú quien llega a la Nueva España cuando
Agustín de Iturbide acababa de consolidar la Independencia de México en 1821.
En este momento el palacio es entregado a Iturbide quien encabezó el primer Imperio Mexicano de
1821 a 1823 bajo el nombre de Agustín I. Es aquí que el recinto comienza a ser llamado Palacio
Imperial. A la caída de Iturbide se firma la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de
1824. El Congreso decretó que todos los lugares que tuvieran la designación de “imperial” fueran
sustituidos por “Nacional” y por ello el Palacio adopta el nombre que tiene en la actualidad.
Después de cuarenta años de luchas internas entre centralistas y federalistas fue sede del poder del
Segundo Imperio Mexicano entre 1863 y 1867 dirigido por Maximiliano de Habsburgo.
Tras el fusilamiento de Maximiliano, el palacio se convirtió en residencia del entonces presidente Benito
Juárez, quien falleció en este lugar víctima de una angina de pecho en 1872.
En este palacio también vivieron Santa Anna, Guadalupe Victoria y el último presidente que lo usó
como residencia fue Porfirio Díaz, quien terminó de rehabilitar el Castillo de Chapultepec para habitarlo.
Hoy en día es la sede del poder ejecutivo federal, en él se realizan diversos actos como la celebración
del grito, desfiles militares, mensajes de la presidencia, recepción de jefes de estado, entre otros
eventos.