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Juan Luis Arsuaga

El primer viaje de nuestra vida

1. La gran competición

Una maratón con millones de participantes

Comparativamente a otras especies de mamíferos, en nuestra especie el número de


espermatozoides puede ser de doscientos millones, incluso más de trescientos millones
en una sola eyaculación.
Con respecto a las hembras de los mamíferos en general, sólo son sexualmente
receptivas durante el estro, o sea, durante el período de celo, a diferencia de lo que
sucede en nuestra especie. Durante esta etapa, su disposición manifiesta para la cópula
se acompaña de señales visuales u olfativas que atraen a los machos. En los
chimpancés, especie con la que compartimos prácticamente todos los genes, salvo un
poco más del 1%, el estro de las hembras se hace notorio por el enrojecimiento y la
hinchazón de la zona de la vulva y el ano.
Contrariamente, el estro de las mujeres no es visible, no hay un momento de intenso
deseo sexual determinado por el calendario, ni señales visibles de la ovulación. En
nuestra especie, ni siquiera la misma mujer sabe con exactitud cuándo ovula. La
ovulación se oculta.
Durante el acto sexual, el pene empuja los espermatozoides hacia el interior de la vagina,
pero de todos modos, el ambiente es hostil, las secreciones de la vagina son ácidas, en
contra del líquido seminal (más alcalino) que amortigua el bajo ph del medio. Otro
obstáculo es el estrechamiento del cuello del útero. Para el momento en que llegan al
óvulo, de los doscientos millones de espermatozoides, apenas queda un centenar, y de
ese centenar, normalmente en los monos apenas uno logra fecundarlo y formar el cigoto.
A partir de ese momento, se suceden divisiones y subdivisiones del huevo (segmentación)
hasta que alcanza una fase en la que es llamado blastocito. Entonces, luego de una
semana aproximadamente, se implanta en la pared del útero. Ahí comienza
verdaderamente la gestación.
En los seres humanos, desde el momento de la fecundación hasta el parto pasarán 38
semanas en promedio.

Los chimpancés no son nuestros antepasados, sino los parientes (vivos) más cercanos
que tenemos.
Puede ser que nuestro antepasado común fuese más parecido al ser humano que al
chimpancé. No siempre lo humano es lo más moderno, a veces puede ser lo más
primitivo.
Por ejemplo, no se visualiza en ninguna otra especie (ni humana, ni en gorilas u
orangutanes) el enrojecimiento e hinchazón de la vulva durante el estro, por lo que
puede ser una característica nueva en el desarrollo evolutivo.

Chimpancés y bonobos

Comportamiento y aspecto

Al hablar de nuestro parentesco con los chimpancés, cabe recordar que hay dos
especies del mismo, los chimpancés comunes y los bonobos. Los primeros tienen un
comportamiento más violento y machista por parte de sus machos guerreros, que los
segundos.
Los bonobos, tienen la misma distancia genética con los humanos, pero son más
acercados en el aspecto físico a los australopitecos, por tener piernas algo más largas y
fuertes. Además pasan más tiempo de pie que los chimpancés comunes, y cuando lo
hacen, su espalda está más derecha, y pesan menos que éstos.

Sexualidad

Los bonobos usan el sexo como medio de reproducción por supuesto, pero no
solamente: también es un medio para hacer las paces. Lo practican entre todos, sin
distinción de sexos ni edades.
Asimismo, se establecen jerarquías y se asocian al sexo: a la hora del acceso a la
comida, un macho puede permitir que una hembra se provea primero, pero a cambio de
recibir sexo.
El juego sexual entre los bonobos empieza con frotamientos genitales, pero también con
penetraciones, siempre con consentimiento de la hembra (si es que no son solicitadas
por ella) Las eyaculaciones se producen sólo con hembras adultas.
La cópula de frente es muy común, mientras que en los chimpancés se da muy rara vez.
Standford (1999) sostiene que la hipersexualidad de los bonobos no es tan evidente
como parece. Sostiene que si bien las hembras pueden copular fuera del ciclo, más del
90% de las cópulas se mantienen en el período de máxima tumefacción sexual.
También, siendo cierto que la máxima turgencia se mantiene más días en la hembra de
bonobo que en la de chimpancé común, la duración total de la hinchazón (dentro del
ciclo menstrual) es la misma.
Ambas hembras tienen una grande cantidad de cópulas los días fértiles, y aunque las
hembras de bonobo tienen más relaciones sexuales, la diferencia no es tan grande, sólo
se puede visualizar en los promedios.

Estructura social

A diferencia de los chimpancés, que estructuran sus sociedades en alianzas de machos


emparentados, los bonobos tienen uniones entre las hembras más fuertes, y si bien un
macho aislado es más fuerte que una hembra aislada, éste es menos fuerte que un
grupo de hembras, que suelen estar cohesionadas.

De Waal comenta que los bonobos presentan tres de las características que
normalmente se asocian en los modelos evolutivos de nuestros orígenes:

1- Las hembras son sexualmente receptivas en períodos más amplios que otros
chimpancés
2- La vida sexual es rica y a menudo está asociada con el reparto de la comida
3- Andan sobre sus piernas más que los chimpancés comunes

Sin embargo hay tres rasgos que se supone que nos son propios y que le faltarían a los
bonobos:

1- No hay cooperación entre los machos


2- Las hembras no se quedan “en casa” sino que se mueven todo el tiempo con sus crías
por el mismo territorio que los machos
3- No forman pareja, pero a menudo un macho acompaña una hembra y “se dice” que
esas asociaciones son más estables y duraderas que entre los chimpancés comunes.

La verdadera revolución sexual

En los primates se observó una relación estrecha entre el tamaño de los órganos
genitales de los machos y la “promiscuidad” femenina, o dicho de otra manera, la
confianza en la paternidad que tienen los machos.
Los chimpancés tienen un gran tamaño de testículos (mucho mayor que el de los gorilas y
orangutanes) en relación al cuerpo.
La explicación es que los chimpancés tienen competencia espermática, porque sus
hembras copulan con varios machos en repetidas ocasiones en el período de celo. Por
eso se sostiene que las especies con competencia espermática intensa producen machos
con testículos mayores y más productivos.
Los gorilas y orangutanes se aseguran la paternidad oponiéndose por la fuerza a sus
rivales, no dejando que se acerquen a la hembra en celo con la que están en ese
momento.
En 1981 Harcourt, Harvey, Larson y Short publicaron un artículo en la revista Nature
donde sostenían que a igualdad de corpulencia, los primates que vivían en grupos con
muchos machos poseían testículos más grandes que las especies monógamas y
polígamas. En ese análisis, nuestra especie aparece consignada, de entrada, como
monógama.
Cuando se considera el pene, cambia la perspectiva. El ser humano es la especie con
pene más grande, superando a los chimpancés, y éstos a su vez, superan a los gorilas y
orangutanes. La razón del alargamiento del pene también tiene que ver con asegurar la
paternidad. Mientras más largo, mayor ventaja tendrán los espermatozoides, puesto que
serán depositados más arriba en la vagina, cerca del cuello del útero.

En 1991Lynn Margulis y Dorion Sagan dan cuatro posibles razones del alargamiento del
pene humano y se quedan con una:
1- Que el pene grande intimida a los rivales.
2- Que fue seleccionado naturalmente por las hembras a lo largo de la evolución, sin
ninguna otra función.
3- Que sirve para dar placer sexual a las mujeres
4- Que mejora las posibilidades de engendrar un hijo. Margulis y Sagan prefieren esta
hipótesis.

La opinión de Arsuaga sobre estos cuatro puntos es que todos tienen un punto de razón,
y ahonda en este último, analizando:

Si la competencia espermática es la causante del tamaño del pene humano, eso quiere
decir que ha habido una época en nuestra historia evolutiva en la que la “promiscuidad”
femenina era muy grande. Igualmente, como los genitales no fosilizan, no hay pruebas
arqueológicas de como fue modificándose el tamaño del pene durante la evolución.

Según Margulis y Sagan, dividiendo la evolución humana en australopitecos, Homo


erectus y Homo sapiens, opinan que los primeros evitaban la competencia espermática
por medio de la fuerza bruta, al modo de los gorilas y orangutanes, por lo que el tamaño
del pene sería pequeño como el de estos simios. No habría cooperación entre los
machos ni formación de grupos complejos y solidarios.
En la etapa de Homo erectus fue cuando se estableció la competencia espermática, ya
que se constituyeron comunidades de cazadores recolectores de ambos sexos, donde
había cooperación entre los machos a la hora de la cacería y se practicaba el sexo
indiscriminadamente para evitar las tensiones. En esta época habrían crecido los
genitales.
En la tercera etapa, de nuestra especie, se invirtió la tendencia a la promiscuidad y
aumentó la confianza de los machos en la paternidad, reduciéndose el sometimiento de la
hembra al macho, que es una constante en las sociedades de primates donde conviven
muchos individuos de ambos sexos. Se produce un gran cambio en nuestra sexualidad y
el encubrimiento de la ovulación podría ser parte de la revolución sexual biológica.

Aquí tendríamos una contradicción entre la selección natural producida por la


competencia espermática (según una interpretación) y la alta confianza moderna en la
paternidad que Margulis y Sagan consideran general e independiente de la cultura
actualmente.

El veranillo de San Martín

Santiago Ramón y Cajal indaga sobre las causas de la decadencia orgánica que
sobrevienen con los años, y en su libro El mundo visto a los ochenta años, impresiones
de un arterioesclerótico (1934) cita a Weissmann, quien había descubierto en el siglo
anterior la división fundamental de las células del organismo en dos líneas diferentes:
la somática, que forma el cuerpo, y la germinal, que da lugar a las células sexuales.
Esta teoría echaba por tierra la idea de Lamarck de que la evolución de los organismos
se debe a que se heredan los caracteres adquiridos durante la vida por el uso o desuso
de unos u otros órganos. Lamarck sostenía que la evolución tendía a la perfección.
Weissmann descubrió que nada de lo que se le haga al cuerpo afecta a la línea
germinal, con lo que los gametos no se dan por aludidos de las actividades del cuerpo
que los produce. Cajal con esto percibió que los cuerpos son caducos, mientras que la
línea germinal es inmortal.

Venus de Hollywood

¿Por qué las mujeres tienen las mamas abultadas permanentemente como si estuvieran
lactando siempre? En los chimpancés, por ejemplo, las mamas sólo están hinchadas
cuando tienen leche y se vuelve al pecho plano cuando se deja de amamantar.
Desmond Morris sostiene que la cópula frontal hizo que las redondeces de las nalgas se
replicaran en la parte delantera, ya que a los machos les atraen las redondeces
femeninas. Contradiciendo esta teoría, se puede indicar que los bonobos practican la
cópula ventral y sin embargo sus pechos son planos.
No es seguro tampoco que las mamas abultadas favorezcan la succión del bebé, y en
origen, éste era un signo de no fertilidad: durante la lactancia las madres de los grandes
simios son infértiles (amenorrea de lactancia) y tampoco son activas sexualmente, no
copulan. ¿Por qué y cómo se convirtió un signo de no receptividad sexual en un elemento
sexual de primer orden?
Según Margulis y Sagan, la necesidad de las hembras de que el macho permanezca a su
lado para cooperar en la crianza de los hijos, fue lo que produjo un cuerpo equívoco,
inexplicable, misterioso. Así, el macho acostumbrado a irse a buscar más hembras para
tener el mayor número de hijos, dejaría de buscar otras hembras en celo.
Las hembras, de este modo, mostraban señales de no fertilidad (ovulación oculta, senos
abultados) junto con curvas que las hacen deseables, para que los machos
permanecieran a su lado todo el tiempo, a fin de asegurar su paternidad. Según los
autores, esto ocurrió durante el Homo erectus y tuvo que ver con la aparición del Homo
sapiens, la especie fundamentalmente monógama que somos, pero con un pasado de
promiscuidad y de sometimiento de la hembra al macho, relativamente cercano.

Margulis

Margulis desarrolló la teoría de la simbiogénesis, en la que explica el origen de las células


complejas (como las que componen nuestro cuerpo) por asociación de bacterias. De este
modo, la aparición de células con núcleo y orgánulos no surge de sumar pequeños
cambios a lo largo de una inmensidad de tiempo, sino por la reunión de bacterias
preexistentes que “decidieron” vivir en simbiosis.

Margulis sostiene la idea del troquelado de Conrad Lorenz para explicar que la atracción
de los machos por los senos abultados, surge en la época de lactancia. Como las mamas
femeninas se convierten en un objeto permanente de deseo para el bebé, en su vida adulta
traslada ese deseo al campo sexual.
Margulis y Sagan señalan que como toda verdadera especie biológica está aislada de las
demás genéticamente, tiene que partirse de una aberración sexual para reproducirse, por
no poder reproducirse con los miembros de otras especies. De este modo los miembros
fundadores de una especie no buscarían ejemplares parecidos a sus antepasados para
reproducirse, sino miembros diferentes, como ellos mismos.
De este modo dicen que “habiéndose troquelado con hembras lactantes, algunos habrían
preferido senos hinchados antes que vulvas hinchadas u otros signos de fertilidad. Esta
lectura errónea del simbolismo reproductivo pudo haber afectado crucialmente la evolución
del cuerpo humano. Toda la Humanidad puede ser hija de desviados sexuales, fetichistas.

Arsuaga dice que esta explicación no lo entusiasma, pero no encuentra otra mejor. Cita a
Darwin para explicar que los caracteres sexuales secundarios, los que diferencian a los
machos y las hembras de unas especies y de otras, no obedecen a ninguna razón práctica
o por lo menos no pueden explicarse con la lógica de la adaptación al medio ambiente.

En la historia dEn la historia de las especies, de algún modo que no importa realmente, empieza un rasgo
a hacer a sus portadores más deseables, A partir de ese momento se va exagerando más y
más, debido a la competencia de sus miembros por resultar más atractivos. Esta escalada
puede continuar mientras el rasgo no ponga en juego la supervivencia del portador.

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