Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Índice
Esquema del tracto urogenital de las hembras mamíferas: 1-Riñones; 2-Uréteres; 3-Ovarios; 4-
Oviductos; 5-Útero; 6-Recto; 7-Vejiga urinaria; 8-Uretra; 9-Vagina.
Biología de la reproducción[editar]
Un componente fundamental de la evolución, del comportamiento, y de la historia de los
mamíferos está basado en la dedicación que las hembras ponen en el cuidado de
su descendencia, comenzando ésta incluso antes de que los óvulos se fertilicen.
Todas las hembras experimentan una cierta forma de ciclo estral en la cual los óvulos
deben prepararse y estar listos para una potencial fertilización. Las hormonas regulan
cambios en varios aspectos de la fisiología femenina a través del ciclo y preparan a la
hembra para la fertilización, la gestación y la lactancia.
En este variopinto grupo animal, pueden observarse muchas estrategias reproductivas, y
los patrones que vamos a ver a continuación son los extremos de una serie continua que
abarca esta variación.
Los factores ambientales, así como los requerimientos fisiológicos y sociales contribuyen
al patrón de la reproducción encontrado en cualquier población o especie. Las diferencias
en estos factores entre especies han conducido a la diversidad de los rasgos entre
mamíferos y sus formas de vida.
Desarrollo embrionario[editar]
Hay tres grupos importantes de mamíferos, cada uno de los cuales está representado por
una característica importante del desarrollo embrionario:
Algunos mamíferos dan a luz muchas crías escasamente desarrolladas en cada estación
reproductiva. A pesar de este estado relativamente subdesarrollado, los jóvenes tienden a
alcanzar la madurez relativamente pronto, pudiendo reproducirse sin haber alcanzado el
tamaño o el aspecto de individuos maduros. Normalmente esto va relacionado con altos
índices de mortalidad y baja esperanza de vida como ocurre con los roedores o los
antiguos insectívoros. Por otro extremo del espectro de la historia de la vida, otras
especies dan a luz un escaso número de individuos en cada parto. Estas especies tienden
a vivir en ambientes estables donde la competición por los recursos es el único obstáculo
para la supervivencia y el éxito reproductivo. La estrategia de estas especies es invertir
energía y algunos recursos en conseguir descendientes altamente desarrollados que
consigan ser buenos competidores. Los cetáceos, los primates y los artiodáctilos son
ejemplos de las órdenes que siguen este patrón general.
Todas las crías de mamíferos tienen que alimentarse de leche durante un cierto tiempo al
inicio de su vida, y este alimento sólo puede proporcionárselo su madre, por lo que la
vinculación existente entre madre e hijo es imprescindible para que las crías puedan
comenzar el desarrollo extrauterino. La leche es un líquido orgánico producido por
las glándulas mamarias, rica en grasas, hidratos de carbono, proteínas, y
los minerales necesarios para el crecimiento de los recién nacidos.
La lactancia puede suponer un desgaste energético para la madre superior al de la
gestación, pero la leche es imprescindible para que las crías, una vez fuera del útero
materno puedan mantener su temperatura corporal, y crezcan y se desarrollen
adecuadamente. Pero no sólo tienen que alimentarlas, las hembras tienen que proteger a
sus crías de los depredadores, y éstas a su vez tienen que aprender de sus madres los
mecanismos que les permitirán seguir con vida, por lo que en muchas especies, la
descendencia permanece con la madre después de la lactancia durante un cierto período.
Por regla general, los machos dedican más esfuerzo a la difusión de su material
genético que a la protección y cuidado de la descendencia. Y esto es más frecuente
cuanto menos estable sea la relación entre el macho y la hembra. Así, aquellas especies
que establecen relaciones monogámicas son las que manifiestan mayor interés de los
machos por la protección de la descendencia.
En otras ocasiones, el macho participa en la protección de la descendencia de forma
indirecta, dedicándose a la protección del territorio que ocupa la manada o la preservación
de los recursos alimenticios.
No obstante, en ciertos casos, el comportamiento de los machos en relación con este
asunto, varía en función de las condiciones ambientales, responsables directas de la
disponibilidad alimenticia.
Independientemente del tipo de apareamiento, algunas especies como titíes o leones
africanos, comparten el cuidado de la descendencia de todas las hembras del grupo.
La mayoría de los mamíferos hacen uso una guarida o una jerarquía social para la
protección de sus jóvenes. Otros, sin embargo, nacen bien desarrollados y pueden valerse
por sí mismos relativamente poco tiempo después del nacimiento. Los más notables de
este respeto son los artiodáctilos tales como ñúes o jirafas. Los jóvenes cetáceos deben
también ser capaces de nadar por sí mismos poco después del nacimiento.
Exactamente igual que asistimos a grandes diferencias en cuanto a tamaño, forma o
comportamiento de las distintas especies, también la esperanza de vida de estos
animales varía enormemente de unas especies a otras.
Por norma general, puede asegurarse que cuanta menos envergadura tiene un mamífero,
menor es su esperanza de vida. Sin embargo, los murciélagos constituyen la excepción
que confirma esta regla, pues aun siendo relativamente pequeños, pueden vivir en
condiciones naturales incluso más de dos décadas, lo que es bastante más tiempo que el
que viven muchas especies de mayor tamaño.
Como norma general, los animales en cautividad suelen vivir más tiempo que los salvajes,
algo que resulta evidente teniendo en cuenta que sus condiciones de vida están
controladas para que les resulten favorables.
La esperanza de vida de los mamíferos salvajes se extiende desde un año o algo menos
hasta aproximadamente 70-80, si bien, algunas especies pueden sobrepasar esta edad. El
mamífero más longevo que se conoce es la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus):
puede llegar a vivir más de 200 años. Se considera que la edad máxima que puede
alcanzar un humano es de 120 años.