Está en la página 1de 304

Este libro llega a ti gracias al trabajo desinteresado de otras

lectoras como tú. Está hecho sin ningún ánimo de lucro por lo
que queda totalmente PROHIBIDA su venta en cualquier
plataforma.
En caso de que lo hayas comprado, estarás incurriendo en un delito contra el
material intelectual y los derechos de autor en cuyo caso se podrían tomar
medidas legales contra el vendedor y el comprador.

Para incentivar y apoyar las obras de ésta autora,


aconsejamos (si te es posible) la compra del libro físico si
llega a publicarse en español en tu país o el original en
formato digital.
Agradecimientos Mod. Traducción
Rufi & Isane33

STAFF
Yoko ZoeReed Manati5b
Nati CL ValeCog Krispipe
Isane 33 Nix 3lik@
Eglasi Mais
Issa Sanabria Mew Rincone

Mod. Corrección
Bibliotecaria70

STAFF
Isane33 Majomaestre27 Mais
Mew Karlix Ahriel
Pauper Karlyisa08

Recopilación & Revisión


Mais

Diseño
Mew Rincone
Índice
Sinopsis Capítulo 22 Capítulo 46
Primera Parte Capítulo 23 Tercera Parte
Capítulo 1 Capítulo 24 Capítulo 47
Capítulo 2 Capítulo 25 Capítulo 48
Capítulo 3 Capítulo 26 Capítulo 49
Capítulo 4 Capítulo 27 Capítulo 50
Capítulo 5 Capítulo 28 Capítulo 51
Capítulo 6 Capítulo 29 Capítulo 52
Capítulo 7 Capítulo 30 Capítulo 53
Capítulo 8 Capítulo 31 Capítulo 54
Capítulo 8 Capítulo 32 Capítulo 55
Capítulo 10 Capítulo 33 Capítulo 56
Capítulo 11 Capítulo 34 Capítulo 57
Capítulo 12 Capítulo 35 Capítulo 58
Capítulo 13 Capítulo 36 Capítulo 59
Capítulo 14 Capítulo 37 Capítulo 60
Capítulo 15 Capítulo 38 Capítulo 61
Capítulo 16 Capítulo 39 Después
Capítulo 17 Capítulo 40 Capítulo 62
Capítulo 18 Capítulo 41 Capítulo 63
Capítulo 19 Capítulo 42 Capítulo 64
Segunda Parte Capítulo 43 Capítulo 65
Capítulo 20 Capítulo 44 Capítulo 66
Capítulo 21 Capítulo 45
Sinopsis
Schuyler Van Alen se está quedando sin tiempo. El Príncipe Oscuro
del infierno está asaltando las Puertas del Paraíso, en su intento de
apoderarse del trono celestial. Esta vez tiene a sus poderosos ángeles a su
lado, Abbadon y Azrael—Jack y Mimi Force como se les conoce en el
Aquelarre.
O al menos eso es lo que él piensa.

A pesar de que Lucifer asigna a Jack y Mimi las tareas de matar sus
verdaderos amores, los gemelos Force juran en secreto derrotar al Príncipe
Oscuro de una vez por todas. ¿Pero por cuanto tiempo podrán Mimi y Jack
ocultar sus verdaderas lealtades?

Mientras tanto, el ex vampiro Bliss Llewellyn ha unido fuerzas con


Lawson, el lobo de mayor rango en el inframundo, para liberar a su gente
de su encarcelamiento en el infierno. Mientras ellos luchan en contra de
las pocas probabilidades, un mensaje antiguo, entretejido en la trama del
tiempo, revela hasta qué punto depende del éxito de su misión.
Lucifer busca la llave de la Puerta de la Promesa, y cuando Schuyler es
tomada prisionera y entregada directamente en el infierno, debe tomar una
decisión impensable—la misma que el arcángel San Miguel se vio forzado a
tomar durante la crisis en Roma. ¿Será que Schuyler encuentra la fuerza
para hacer lo que él no pudo?

Gates of Paradise: Blue Bloods #7


Para mi familia de Blue Bloods
Tu tiempo llegará.

Enfrentarás al mismo mal, y lo derrotarás.

—Arwen a Aragorn

La Comunidad del Anillo, Peter Jackson

Toc, toc, llamando a la puerta del cielo.

—Bob Dylan
PRIMERA PARTE.
LOS VIEJOS AMIGOS
DEBEN SER OLVIDADOS

La sangre y el fuego son demasiado para ser sujetados por los


brazos inquietos.

—Indigo Girls, «Blood and Fire»


1
Schuyler
Traducido por Yoko // Corregido por Isane33

L
os fuegos artificiales explotaron con una variedad
deslumbrante de colores y sonidos, disparando un arcoíris
sobre el horizonte de Londres mientras la gente del Dique
Victoria vitoreaba animadamente por el principio del año
nuevo. Schuyler Van Alen observaba las festividades desde el balcón de
una casa del pueblo al otro lado del camino, en Primrose Hill, admirando
la espectacular vista del London Eye destellando con un brillo plateado y
lavanda contra el cielo nocturno, delineado por una brillante
infraestructura de luces azules de la fila de árboles que rodeaban el
parque.

—Es casi medianoche —dijo Oliver Hazard-Perry cuando apareció con


dos copas de champagne y le tendió una a Schuyler con una sonrisa.

Oliver vestía un esmoquin negro con brillantes gemelos plateados, y


ella se sorprendió por su masculinidad adulta—la seriedad en la forma en
que caminaba y la nueva confianza en su paso. Su cabello rubio estaba
peinado hacia atrás desde su frente, sus ojos color avellana se arrugaban
con unas pocas líneas finas. Las chicas londinenses no podían tener
suficiente de él—su teléfono sonaba constantemente con mensajes de texto
para que se reuniera con ellas para beber en Loulou’s o para que se les
uniera en otra fiesta de proxenetas y prostitutas en «Harry’s». Oliver le
había contado todo de su aventura amorosa en Nueva York, con la bruja
que le había curado el corazón y su sangre del deseo de seguir como el
familiar de Schuyler. Volvía a ser solo un Conducto humano, pero todavía
era el chico adorable que había sido su mejor amigo desde el principio.
—Salud —dijo ella, aceptando la copa y chocándola contra la de él.

Schuyler había estado de acuerdo con la fiesta a pesar de su estado


de ánimo, y estaba vistiendo un vestido de terciopelo negro que le ajustaba
bien. Un vestido de duelo, no pudo evitar pensar cuando se lo había
puesto sobre los hombros esa tarde. Tenía un gran escote en V y no tenía
mangas. Contra la oscura tela, sus clavículas eran líneas afiladas, y sabía
que sus brazos parecían dolorosamente delgados. Tenía puesto su anillo
de vinculación en la mano izquierda, y un brazalete de plata que Oliver le
había dado como regalo de cumpleaños hace años.

Su amigo la evaluó atentamente.

—Te ves hermosa y trágica, justo en la forma en que una heroína


debería verse en la víspera de la batalla. Como Juana de Arco en su
brillante armadura.

—Encantador de tu parte decirlo, aunque no me siento


particularmente valiente —dijo Schuyler, jugueteando con su nuevo corte
de cabello corto, un duendecito con un poco de «fleco» (como le decían los
británicos al flequillo)—, pero quizá el champagne ayude.

Ella sonrió incluso cuando sintió un extraño estremecimiento, no por


la fría brisa, sino por una firme sensación inexplicable de ser observada.
De pie en la terraza, se sintió repentinamente vulnerable y expuesta, pero
no se lo dijo a Oliver. No quería que se preocupase más de lo que ya lo
hacía. Pero, aun así—estaba ahí—esa sensación de que alguien la estaba
observando. Observando y esperando.

Se liberó de sus nervios y observaron en sociable silencio mientras los


fuegos artificiales aparecían y la rueda del Ferris giraba. En los meses que
habían vivido en Londres, todavía no habían visitado ninguno de los
usuales lugares de turismo. No es que estuvieran ahí por diversión—
aunque con Kingsley Martin por ahí, la diversión nunca estaba lejos de la
agenda.

—¡Ahí están! —resonó la voz de Kingsley, uniéndose a ellos en la


terraza con un grupo alegre de invitados.
La fiesta fue su idea—juntar lo que quedaba del Aquelarre londinense,
reunir las tropas para una última hurra antes del final. Estaba muy
alegre, y también precioso y garbosamente desaliñado con su corbata
negra—el lazo desatado colgaba con malicia del cuello de su camisa.
Tenían que agradecerle a Kingsley por los atuendos formales y por el
champagne vintage. «¡Empecemos el año con estilo!», había insistido él.

Kingsley y sus amigos tenían sombreros cónicos y hacían sonar


cláxones brillantes y coloridos que expulsaban lenguas de papel crepé. Le
tendió a Schuyler una bengala pequeña, y ella la ondeó por el balcón,
compartiendo una sonrisa con Oliver mientras los destellos volaban por el
aire nocturno. La cuenta regresiva empezó y se unieron a los Venators en
el canto:

—Diez, nueve, ocho, siete… tres, dos, uno…

El ruido era ensordecedor mientras que la orquesta tocaba la Quinta


de Beethoven y los fuegos artificiales explotaban con estallidos del tamaño
de cañones.

—Feliz Año Nuevo —articuló Oliver.

—¡FELIZ, FELIZ, FELIZ! —gritó Kingsley, dándole a cada uno de sus


amigos un beso mojado de borracho en la mejilla antes de guiar al feliz
grupo a una entusiasta interpretación de Auld Lang Syne1 con su intenso
barítono.

Schuyler intercambió una sonrisa jocosa con Oliver por las payasadas
de Kingsley. Durante los últimos meses, ellos dos habían actuado
efectivamente como los carceleros, padres y confidentes del Venator; y
mientras que Schuyler estaba contenta de verlo de buen humor, Kingsley
podía ser insensato y a ella le preocupaba.

—Feliz Año Nuevo, Ollie —dijo, besándolo ligeramente en la mejilla,


recordando pasadas vísperas de Año Nuevo con él, observando caer la
televisada bola del Times Square y nunca siendo invitada a ninguna de las

1
Es un poema escocés escrito por Robert Burns en 1788 y se convirtió en una tradicional
canción folclórica. El título de la Primera Parte de este libro, hace referencia a una de las
frases de este escrito («Los viejos amigos deben ser olvidados»).
celebraciones escandalosas por las que sus compañeros del Duchesne
eran famosos.

Hubo un tiempo en que Schuyler había ansiado experimentar una


fiesta realmente genial—una cita por la tarde, alguien a quien besar a
medianoche, la oportunidad de vestir un hermoso vestido y esperar al año
nuevo en los brazos de un chico que amase. Le dio al brazo de Oliver un
apretón afectuoso incluso cuando su corazón dolía por su amor verdadero.

Habían pasado varios meses desde que le había dicho adiós a Jack
Force en los desiertos de Egipto. Parecía otro clima y otra vida. Le había
prometido que seguiría adelante con su búsqueda, con su misión; que
olvidaría el amor a favor del deber. Recordaba su última noche juntos, la
forma en que él la había abrazado fuertemente, la forma en que se habían
fundido, piel contra piel, respiración con respiración, sin querer separarse,
ni por un segundo. ¿Qué le había pasado a Jack? ¿Siquiera seguía vivo?
¿Lo había matado Mimi? Schuyler no lo sabía. No había forma de saberlo.
No había habido señal de ninguno de los dos gemelos Force durante
meses, y con el Aquelarre roto y los vampiros en retirada virtual—no había
noticias en ningún lugar.

—Estoy seguro de que Jack está vivo —dijo Oliver, leyéndole los
pensamientos, como siempre.

Ella no respondió, solo tomó otro sorbo de su copa.

—Mimi también… de alguna manera, no creo que ninguno de los dos


fuera capaz de destruir al otro. Sencillamente no puedo verlo —dijo él.

Si Jack estuviera muerto, lo sabría, pensó Schuyler. De alguna


manera lo sabría, ¿no es así? Lo sentiría. Pero todo lo que sentía estaba
paralizado. Como si una extremidad hubiera sido cortada, como si su
corazón estuviera tan cansado de temer y sufrir que hubiera abandonado
la esperanza. Era demasiado difícil pensar en Jack y en lo que habían
tenido juntos. Una promesa, un vínculo, una alegría, un amor durante los
años, para los libros de historia… pero, ¿qué era el amor sino dolor? Dolía
pensar en Jack; la distraía de su trabajo. Tenía que mantenerlo fuera de
su mente. Tenía que olvidar para que pudiera concentrarse en la tarea que
hacía. Lucifer estaba moviendo sus piezas en el tablero. El desenlace
estaba tras ellos. La supervivencia de los vampiros estaba en tela de juicio.
La pelea por el Cielo y la Tierra empezaría y terminaría con ella.

—Sé que Jack no le pondría una mano encima nunca, y espero que
tengas razón con Mimi —dijo ella.

—Sé que la tengo —dijo Oliver incondicionalmente.

Había estado defendiendo a Mimi durante meses. Schuyler no estaba


tan segura como él del cambio de actitud de Mimi. Mimi siempre había
estado empecinada con destruir a Jack, con buscar venganza, pero Oliver
estaba convencido de que sus afectos eran ahora para otra persona.
Schuyler no estaba segura de cuánto creía en que Kingsley había
suplantado a Jack en el corazón de Mimi Force. Además, Kingsley nunca
hablaba de Mimi ni de lo que sea que pasaba entre ellos. De acuerdo con
Oliver, Mimi había renunciado a su alma para sacarlo del inframundo—lo
cual era incluso más problemático, porque si Mimi había perdido la poca
alma que había tenido—¿entonces qué significaba eso para Jack?

Ciertamente, Kingsley estaba mucho más apagado de lo que Schuyler


recordaba—insistiendo día tras día y enterrado bajo libros del Depósito.
Había habido rumores en el inframundo de que los demonios habían
descubierto un arma más poderosa que el Fuego Blanco del Cielo—pero si
había tal cosa, el Venator no lo había averiguado todavía, y le molestaba
que los Sangre Azul permanecieran ajenos a los malévolos planes del
Príncipe Oscuro. Pero, ciertamente, no estaba actuando como si estuviera
con el corazón roto—el astuto perro salía todas las noches con una chica
diferente del brazo, bebiendo, saliendo de fiestas, en un tour rápido en
todos los clubs nocturnos, bares y pubs de la ciudad.

Entre Kingsley y Oliver, y el pequeño grupo de Venators


desenfrenados, su apartamento—una casa segura para los Venator—
estaba lleno de chicas. Al principio, Schuyler se había sentido feliz por el
estilo de vida de soltero— era un gran contraste al tranquilo domicilio que
compartía con Jack como recién casados en Alejandría. Pero su paciencia
se había desgastado por la constante procesión de bonitas «inglesas
baratas» o «pájaros de Chelsea», quienes acudían en manada a su
apartamento. Los baños apestaban a perfume, la mesa de la cocina
siempre estaba ocupada con copas de vino manchadas de lápiz labial, y
una vez incluso había sacado un par de ropa interior de encaje de debajo
de los almohadones del sofá.

Schuyler bajó su copa y Kingsley apareció en su codo con una botella


mágnum de Bolly. Ella levantó la mano en señal de protesta, pero era
inútil. Él la llenó hasta el tope hasta que las burbujas se derramaron.

—Bingo, Archie, Gig y el resto de la gente están hablando de correr en


pelotas por la multitud hasta el Támesis… ¿se unen? —preguntó, con sus
ojos azules brillando con picardía.

—¿Con este clima? —se opuso Oliver.

—Vamos, hombre, ¡será divertido! —dijo Kingsley.

Oliver dudó. Miró a Schuyler, quien negó con la cabeza.

—¿Estarás bien? —preguntó él.

—Estoy bien, ve. Kingsley tiene razón, será divertido. —Schuyler les
sonrió a los dos mientras se unían a la multitud ya desnudándose en la
puerta principal.

Desde que los tres habían llegado a la ciudad, habían logrado mucho,
incluyendo identificar la localización física de la Puerta de la Promesa, un
secreto celosamente guardado que solo ellos sabían. Kingsley, como el de
más rango entre ellos (Schuyler todavía no había obtenido un lugar real en
su sociedad), había enviado un mensaje al resto de los Aquelarres para
que vinieran a Londres y esperaran órdenes y, poco a poco, los vampiros
habían vuelto a la ciudad. Varios de ellos estaban en la fiesta esa noche,
pero estaban ansiosos y recelosos, y muchos estaban hablando de volver a
ocultarse. No tenían ni idea de lo que estaban esperando, y Schuyler
todavía no estaba lista para contárselos. Kingsley había señalado que era
peligroso contarles lo que sabían del plan de Lucifer—temiendo que
hubiese más traidores entre ellos.
La Puerta de la Promesa había sido establecida durante los gloriosos
días del Imperio Romano, cuando la Orden de los Siete fue fundada, con el
descubrimiento de los Caminos de la Muerte. Allegra Van Alen, o Gabrielle,
como era su verdadero nombre, decidió que la Puerta de la Promesa fuera
cortada en dos, y, mientras que un camino iba al inframundo; el otro
camino, un camino secreto, se dirigía de vuelta al paraíso que habían
perdido. Charles Force, el arcángel Michael, había sospechado que tal
camino existía, y fue por eso que había ordenado que los caminos fueran
protegidos pero no destruidos.

¿Entonces, qué había pasado en Roma? ¿Por qué Gabrielle había


mantenido en secreto su descubrimiento y no se lo había contado a
Michael? Había sido durante la Crisis de Roma que los Sangre Azul habían
descubierto que los Sangre Plateada se estaban escondiendo entre ellos.
Calígula fue desenmascarado como Lucifer, pero el arcángel Michael había
triunfado, devolviéndolo al inframundo. Se suponía que los Sangre
Plateada habían sido derrotados. Pero, en lugar de eso, continuaban
progresando en las sombras y amenazando a los Sangre Azul durante los
siguientes siglos, apoderándose de los jóvenes, hasta el caos presente. La
victoria que Michael había conseguido había sido temporal, como mucho.

La hija de Gabrielle nos traerá la salvación. Ella llevará a los Caídos de


vuelta al Paraíso. Su abuelo Lawrence Van Alen siempre lo había creído, y
Schuyler sabía en su corazón que él tenía razón, que ella tenía la llave.
Solo había un problema: no tenía idea de lo que eso significaba. La puerta
era inamovible, tan sólida como una caja fuerte, e inmune a todo hechizo y
encantamiento que le lanzaba. Había estado intentándolo durante meses,
y fallando. Se estaba acabando el tiempo—el Príncipe Oscuro había puesto
sus ojos en destruir la puerta y estaba reuniendo fuerzas para la batalla,
para reclamar el trono que le había sido negado. Los Sangre Plateada
podían atacar en cualquier momento y comenzar la rebelión que había
sido apagada hace ya mucho tiempo.

¿Entonces, en dónde encajo? ¿Cómo cumplo mi legado?

Schuyler todavía estaba dándole vueltas a las preguntas cuando los


chicos volvieron a entrar, con las mejillas rojas por el frío, en varios
estados de desnudez—Kingsley desnudo hasta la cintura, con su fuerte
pecho jadeante por las profundas respiraciones mientras se despatarraba
en el sofá en los pantalones de su esmoquin; Oliver estaba en bóxers,
sujetando una botella de whiskey y sonriendo.

—¿No los atraparon? Pensé que la policía estaba de vigilancia —dijo


Schuyler, tomando asiento frente a ellos y cruzándose de brazos,
sintiéndose un poco como una institutriz cuidando de sus traviesos
pupilos—. ¿Dónde están todos los demás?

—De post fiesta en Notting Hill —replicó Oliver mientras le lanzaba la


botella a Kingsley, quien la atrapó y bebió un trago.

—Muy buen espectáculo —le dijo Kingsley a Oliver—. No creía que


fueras capaz de seguirnos el ritmo.

Oliver sonrió con suficiencia, flexionando sus amplios hombros. Todo


ese ejercicio en el inframundo había valido la pena.

—Estás demostrando tu edad, anciano…

—De todas formas… buenas noticias, ¿no? —dijo Kingsley—. Díselo.

—Decirme, ¿qué? —preguntó Schuyler, plenamente esperando oír


alguna nueva conquista que uno de ellos había hecho.

—Mientras estábamos corriendo por la orilla del río, nos encontramos


con alguien. —Oliver sonrió.

—¿Con quién?

—Lucas Mendrion, un capitán Venator retirado. Él… ejem… reconoció


a Kingsley.

—El tatuaje del Venator —explicó Kingsley con una sonrisa


satisfecha—. Invisible al ojo humano.

Oliver lo ignoró.

—Dijo que no sabía que los vampiros seguían por aquí…había


pensado que todos se habían escondido…no había oído que Kingsley había
expedido un boletín de noticias, y nos pusimos a hablar y resultó ser que
él había sido uno de los Protectores de Gabrielle en la época de Roma.

—¿Qué es eso?
—Exactamente lo que significa. Venators asignados a protegerla —dijo
Oliver.

—¿Y? —Schuyler se inclinó hacia delante.

—Dijo que tenía algo importante que decirte. —Kingsley sonrió—.


Sobre el legado de tu madre.

—¿Crees que podría ser sobre los tres guardias restantes? —preguntó
Schuyler. Había pensado que si alguien sabía algo para ayudarlos a revelar
el secreto de la Puerta de la Promesa, sería uno de los miembros con vida
de la orden original. Quedaban tres de la Orden de los Siete original—
Onbasius, Pantaleum y Octilla todavía estaban vivos, con paradero
desconocido.

—Quizá. Dijo que no era seguro hablarlo, así que vendrá a reunirse
con nosotros aquí. Mañana. Quiero decir, esta noche —dijo Oliver,
mirando al reloj, que mostraba que eran las tres y media de la
madrugada—. Tuvimos suerte al final. —Golpeó a Kingsley en el hombro, y
los dos miraron a Schuyler como cachorritos deseosos esperando un
obsequio.

Era igual a lo que Jack solía decir—un guía era todo lo que
necesitaban—una luz contra la oscuridad y todo el mundo estaría
iluminado. Jack… si solo estuviera aquí con ella ahora… pero Schuyler no
podía seguir obcecándose en su ausencia. Había prometido seguir
adelante. Ahí estaba esa sensación otra vez—esa rara sensación de que no
estaba sola—pero la ignoró. Solo estaba paranoica.

Entonces Schuyler correspondió sus sonrisas, feliz de regalar


felicitaciones.

—Feliz Año Nuevo, sin duda.


2
Mimi

¿
Traducido por Yoko // Corregido por Isane33

Qué estás cantando? —preguntó Jack en un susurro.

Mimi había comenzado la canción. No se había dado cuenta


de que estaba tarareando en voz alta. Empezó a cantar:

—«Yéndose en el tren de medianoche a Georgia…»2 —Su voz,


que llenaba el vagón vacío, era bajita y suave.

Estaban en un tren dirigiéndose desde el Noveno Círculo del Infierno


de vuelta hacia el punto de control, de vuelta a su mundo, a los mandatos
de su maestro. A diferencia del sucio vagón del metro que la había
devuelto a la superficie la última vez, ahora estaba sentada en un vagón de
primera clase, completo con asientos reclinables y con azafatas troles
disponibles. Había una diferencia entre intentar escapar del Infierno e irse
voluntariamente con el permiso de su maestro.

—«Compró un billete de ida hacia la vida que una vez conoció» —


cantó Jack, con su voz complementándose con la de ella.

Cuando la canción terminó, compartieron una sonrisa triste, idéntica


hasta en los hoyuelos de sus mentones. Igual que mirarse al espejo, pensó
Mimi, mirando a su gemelo. ¿Cómo pudo odiarlo? Jack era parte de ella,
siempre lo había sido. No sabía cómo podría haber sobrevivido todos esos
largos años en el inframundo sin él a su lado. El tiempo era diferente aquí
abajo: lo entendía intelectualmente, pero aun así era desorientador vivir
fuera del ritmo circadiano. No había día, no había noche, solo un infinito

2
Es la canción titulada Midnight Train to Georgia, interpretado por Gladys Knight & the
Pips en 1973.
presente. No tenía idea de cuánto tiempo habían estado apartados de su
propio mundo.

Una vez más, habían sido subyugados por una tarea difícil—Ángeles
Oscuros luchando en secreto para la Luz, escondiendo sus naturalezas
para ganar su libertad.

Sacó el neceser enjoyado de su cartera y se empolvó la nariz,


admirando su reflejo. Era la Poderosa Azrael, Ángel del Apocalipsis. La
chica más hermosa del inframundo. Incluso el Príncipe Oscuro—ese viejo
bastardo— había dado a entender que si alguna vez se cansaba de
Abbadon, a él no le importaría llegar a conocerla un poco mejor. Qué
irónico que su belleza legendaria no hubiera sido suficiente para mantener
a su gemelo a su lado.

No, nunca había sido suficiente para Abbadon, por eso es que
compartían esta carga. Ella una vez lo amó, más de lo que él la había
amado, y el rechazo todavía dolía, pero ahora era como el zumbido de un
mosquito, la mordedura de una pulga, intrascendente, molesto como
mucho, una fina grieta apenas en una fortaleza formidable. Había estado
viviendo con ello durante mucho tiempo—la adoración de él por Gabrielle,
arrojando su suerte con esa… Abomina—No, ya no podía llamarla así…
Con Schuyler. Ya está. Mimi no podía soportar pensar en su nombre, ni
siquiera cuando ya no eran adversarias. Schuyler había ganado, eso era
seguro. No es que importase.

Era demasiado tarde para pensar en lo que pudo haber sido. Se había
comprometido a hacer esta tarea, y la haría. Miró por la ventana, al paisaje
de una monótona roca gris, las cenizas de color rojo candente porque el
Fuego Negro era la única luz durante kilómetros. Parecían ser siglos desde
que había sentido el brillo del sol en el rostro, incluso cuando Jack le
había asegurado que habían estado al servicio de Lucifer por solo unos
meses, y que cuando llegasen a la superficie, estarían más o menos en Año
Nuevo.

¿Crees que lo encontraremos?, le envió a Jack.

Espero que no.

No, advirtió, alarmada por su actitud despreocupada. Podrían oírnos.


No pueden oírnos, Mimi. Te lo dije. No cuando hablamos así. El vínculo
nos permite esa privacidad al menos.

Él era su gemelo. La misma estrella oscura los había hecho nacer.


Vinculados desde el principio. Sellados en sangre y fuego.

El vínculo era la razón por la que eran esclavos del Príncipe Oscuro
en primer lugar. Su incapacidad de ser roto les había costado una estancia
en el Infierno. Los abogados de divorcio no tenían nada para Lucifer. Mimi
estaba horrorizada y también entretenida al mismo tiempo. ¿Valía la pena?
Estaban jugando a un juego peligroso. Si Lucifer sospechara que lo
estaban engañando… Se estremeció al pensar en las consecuencias. Él
mantendría cautivas a sus almas, a menos que cumplieran. Si no lo
hacían, pagarían el máximo precio.

¿De quién fue la idea, de todos modos? Mimi recordaba lo cerca que
había estado de destruir a Jack, sujetando su espada en el aire, lista para
vengarse. Podría haberlo matado. Era tan extenuante ser buena. El
sacrificio sencillamente no era su estilo.

Oh, bueno. Ahora era demasiado tarde.

Al menos se tenían el uno al otro. Mimi se habría vuelto loca si no


hubiera tenido a Jack para apoyarse en él. Su anterior comandante se
había mantenido callado. Lucifer siempre fue entonces, de lo que Mimi
recordaba—distante, introvertido y propenso a buscar su propio consejo.
Y, una vez que habían vuelto al inframundo, habían sido rodeados por
viejos camaradas y enemigos. Ángeles con quienes habían peleado codo
con codo. Ángeles a quienes habían traicionado durante la última y
terrible lucha por el dominio del Paraíso. No hacía falta decir que les
habían dado una bienvenida distante.

Esa primera noche de vuelta en el inframundo, entraron en un bar de


mala muerte para encontrar una multitud hostil. Ella y Oliver lo habían
frecuentado durante su estancia, pero la gerencia había cambiado, y el
lugar no era lo que había sido.

—Miren, todos… son lo que perdieron en la guerra por nosotros —


había dicho Danel. Él había sido uno de sus amigos más antiguos, un
guerrero, alto, dorado y orgulloso, precioso como siempre, excepto por la
fea cicatriz que le cruzaba el rostro. Ahora les dijo con desprecio—: Si no
hubiera sido por ustedes…

—Traidores. Ladrones. Tránsfugas —vino la voz sedosa del ángel


Barachiel—. Bienvenidos al inframundo. Encontrarán su hogar aquí. —
Sonrió.

—Se están engañando a ustedes mismos si creen que pueden volver a


su servicio tan fácilmente —siseó Tensi, un formidable ángel vengador que
había liderado la carga desde el flanco izquierdo hace todos esos milenios,
cuando el mundo era joven.

Pero al final, los ángeles los dejaron solos. Todavía temían el martillo
de Abbadon, todavía se encogían frente a la llameante espada de Azrael.

—No tenemos cabida aquí —le había dicho Mimi a Jack después en
sus cuartos privados. Los gemelos habían merecido una suite espléndida
en el palacio, un rival de la propiedad ducal que Kingsley una vez había
llamado casa—. Michael y Gabrielle nunca confiaron en nosotros… y
tampoco este patético grupo.

—Se acostumbrarán. No tienen elección.

Jack había resultado tener razón. Mientras que los Sangre Plateada
eran fuertes en número, ellos también eran terribles y diseminados.
Todavía recordaban el poder del Fuego Blanco del Cielo, los ejércitos
coléricos del Paraíso, cómo habían sido expulsados del Paraíso y enviados
al fuego del infierno. Desde que Leviathan se había ocupado de reunir el
ejército demoníaco de las profundas entrañas del Infierno, Jack había
entrado a su anterior posición como jefe de los Caídos.

Cada noche, Jack bebía y se daba banquetes con ellos, cantando


viejas canciones bélicas, bebiendo cerveza de sangre, peleando en patios
de entrenamiento, probando su fuerza contra la de ellos, ganándose su
confianza, su respeto, su admiración y cualquier ternura que quedase en
sus almas Corruptas que pudiera pasar por amor. Los impresionó con la
profundidad del poder de su mando. Abbadon había vuelto
verdaderamente al Infierno, como ellos decían. Abbadon, el Destructor de
los Mundos. El verdadero hijo del Infierno.
Qué raro que después de su larga y retorcida historia, Mimi y Jack
fueran ahora solamente amigos, con profundo y duradero afecto entre
ellos. Siempre compartirían su pasado, pero su futuro juntos era
desconocido. Ella todavía lo amaba, siempre lo amaría, pero era la clase de
amor que era silencioso, el que se ve a salvo detrás de una ventana
trasera, como un lugar al que solías llamar casa, pero que ya no visitas.
Siempre habría una herida allí, pero la curación había empezado.

Y todo por Kingsley Martin, el chico que la amaba.

¿Cómo pudo haberle dado su corazón a un Sangre Plateada?

Si iba a tener un futuro con alguien, lo tendría con Kingsley. Se


aferraba a su amor, a los recuerdos de su sonrisa torcida, a la sensación
de sus fuertes brazos a su alrededor, a sus suaves lágrimas sobre su
mejilla. Ella lo había roto, él la había roto, no había más actuaciones, no
más mentiras. Se habían prometido amor el uno al otro. Eso hizo que la
decepción y el miedo fueran más fáciles de soportar. Qué miedo más brutal
era. Azrael, el Ángel de la Muerte, que no le temía a nada ni a nadie sobre
la tierra, tenía miedo. Ella le temía a su vida, a su amor. Si el Príncipe
Oscuro supiera la verdad…

Lucifer podría deshacerla. Podría deshacerla a Jack y a ella… les


haría lo que ellos habían fallado en hacerse.

¿Valía la pena?

¿Todo esto por amor?

¿Todo esto por Kingsley?

Sí. Sí. Sí.

Mimi suspiró. La última vez que lo había visto ella había sido una
desalmada, y le había gritado que se mantuviera alejado, se había reído en
su rostro y se había burlado de su amor. ¿Significaba eso que tendrían que
empezar todo de cero? Se preguntaba qué iba a hacer él ahora. Pasárselo
en grande, probablemente. Kingsley Martin nunca estaba desanimado
durante mucho tiempo.
Al menos ella y Jack habían hecho algo bien. Habían llegado al
inframundo justo a tiempo. Los demonios del Infierno habían descubierto
el secreto de un arma que lucharía contra el Fuego Blanco del Cielo—
intentaban crear un Fuego de Dios para ellos. Pero había un problema. A
ninguna de sus herramientas, que habían sido forjadas en el inframundo,
se podría confiar el soportar y dirigir el fuego.

El Príncipe Oscuro necesitaba el Santo Grial para sujetar su arma.


Solo el cáliz sagrado contendría la honrada llama. Entonces Mimi y Jack
habían sido enviados para traerla. Había muchas copas, muchos griales en
la historia del mundo. La tarea era encontrar el correcto.

Una vez que cruzaran a su mundo, Mimi iría hasta una capilla en
Escocia, mientras que Jack viajaría a España. Y si tenían éxito al
encontrar el Santo Grial, entonces ¿qué? ¿Se lo darían al Príncipe Oscuro?
Mimi no estaba segura de qué estaba planeando Jack, aunque le había
asegurado que nunca dejaría que eso pasara. Si lo encontraban, mentirían
y dirían que no lo habían encontrado, y Jack contaba con que los
caballeros hubieran escondido bien los griales. Mimi estaba segura de que
Lucifer no sería tan comprensivo por su fracaso y sospecharía de
deslealtad, pero Jack era firme en su creencia de que todo funcionaría, que
encontrarían una forma de conseguir lo que querían sin renunciar a sus
almas ni destruir el Cielo y el Infierno en el proceso.

El tren llegó a su destino y se detuvo en el cruce. Desembarcaron,


pasaron por las mismas barreras que guardaban el mismo puñado de
troles que había encontrado durante su primer viaje con Oliver. Una vez
que pasaran el Primer Círculo del Infierno, entonces se escabullirían por
los portales y volverían a estar en el mundo intermedio.

Un trol se agachó para bloquearles el paso.

—¿Papeles?

—¿Papeles? —dijo Mimi, ofendida—. ¿Sabes para quién trabajamos?

—Helda no ha aprobado su transferencia —dijo con desprecio el trol—


. Tendrán que volver para conseguir los papeles si quieren marcharse del
reino de la Reina de los Muertos.
Sin una palabra, Jack levantó la mano y dejó perplejo al trol,
haciendo que volase y chocase contra la barrera. Los otros guardias troles
levantaron sus lanzas, pero Jack mantuvo su firmeza.

—Déjennos pasar. No seré tan suave la próxima vez.

Mimi estaba impresionada. Estaba segura de que él se habría dado la


vuelta y hecho lo correcto. Pero ese era el viejo Jack Force. El ex Venator,
el que solía seguir las reglas. Ahora no había reglas.

Los troles retrocedieron, con miedo en sus feos rostros.

Los gemelos Force pasaron por los Portales del Infierno.

—Admítelo, disfrutaste de eso. Te gusta volver a ser malo —bromeó


Mimi.

Jack no replicó, pero la sonrisa ladina en su rostro lo decía todo.

—Vamos. Encontremos esta cosa y terminemos de una vez por todas.


3
Bliss
Traducido por NatiCL // Corregido por Isane33

S
alir de los Pasajes del Tiempo siempre era una experiencia
desconcertante, como si todo su ser entero hubiera sido
desarmado y luego vuelto a armar, las moléculas y los
recuerdos caprichosamente armados a la rápida. Bliss Llewellyn sintió el
mareo familiar y la desorientación, pero era peor ahora, ya que no solo
estaban viajando a través del tiempo, sino al inframundo, de vuelta al
dominio de su padre, de vuelta al Infierno, donde los lobos eran
convertidos en Sabuesos del Infierno, donde Lawson y la manada habían
sido mantenidos encadenados.

Ella había encontrado a los muchachos por casualidad—le habían


mostrado una visión de un lobo por medio del encantamiento, y los había
rastreado a una carnicería en un pequeño pueblo de Ohio. Allí, ella se
había hecho amiga de Lawson y sus hermanos, y juntos habían viajado a
los albores de Roma, hasta el principio del imperio, para resolver un
misterio del linaje de los lobos. Se reveló que Lawson era el lobo Fenrir, el
lobo más grande del inframundo, y había derrotado a Romulus, la Bestia
del Infierno, el Sabueso de Sabuesos; lo había matado con la espada de
Michael, la espada de un arcángel. Con la ayuda de su manada, había
detenido la masacre de las Sabinas, y al hacerlo, había salvado a los lobos
de la extinción. Ahora habían regresado al Infierno para cumplir su
promesa de liberar a su pueblo de los demonios Sangre Plateada.

Lawson se dio la vuelta, sus ojos oscuros centelleaban, y sonrió. La


marca en su mejilla, la que era igual que la de Bliss y los marcaba como
parte de la misma manada, la luna creciente azul, brillaba en la
penumbra.
—¿Estás bien ahí atrás? —preguntó.

Bliss asintió, manteniendo el ritmo de su largo paso. Estaba


asustada, pero decidida a llevarlo a cabo. Esto era lo que su madre le
había encomendado hacer—llevar a los lobos de vuelta al redil, para
ayudar a los vampiros en su guerra contra sus enemigos—pero tenía sus
propias razones para cumplir esta misión. Bliss tenía una oscura historia
detrás de ella: por los siglos de los siglos había sido usada sin saberlo para
el mal. Había sido el vehículo para el Príncipe Oscuro, ella había
mantenido vivo su espíritu en la tierra, y al hacerlo, había traído la muerte
y el dolor a los vampiros. Bliss quería no solo la redención, sino también la
venganza.

Había puesto sus esperanzas en la manada—Lawson, impulsivo,


temerario y poderosamente fuerte, y sus hermanos—Edon, Rafe y
Malcolm—todos soldados leales—junto con Ahramin, la oscura—un lobo
que había sido convertido en un sabueso y reclamaba su alma. Ellos la
rodeaban ahora, y Bliss encontró consuelo en su número y fuerza.
Estaban listos para luchar.

Lawson salió a trompicones del pasaje, y todos los demás lo siguieron


después. Bliss miró alrededor—armándose de valor para lo peor—
esperando respirar el humo del inframundo—ver cielos grises y áridas
tierras—o ver a mil demonios con ojos carmesí y lenguas ardientes,
blandiendo espadas de fuego oscuro.

Pero ¿qué era esto? Había hierba bajo sus pies. Los árboles formaban
un dosel sobre su cabeza. El dulce aroma del rocío de la mañana. Este no
era el inframundo… Esto parecía extrañamente familiar… Estaban en…
¿Ohio?

—¿Dónde estamos? —preguntó Lawson, quien estaba de pie a su


lado. Ella miró al resto de la manada. Malcolm se limpió las gafas con la
manga. Rafe parecía confundido, y Ahramin y Edon estaban susurrando
entre sí.

—¿Chicos? —preguntó ella—. Um... ¿estamos donde creo que


estamos?

Lawson asintió con gravedad.


—Sí. Estamos de vuelta en Hunting Valley. —Pateó un tocón—.
Debimos haber hecho un giro equivocado en alguna parte.

Habían salido en medio de los suburbios rurales, no muy lejos de


donde Bliss los había encontrado en un principio. Este era el claro en el
bosque, a pocos kilómetros de distancia del centro de la ciudad, donde los
chicos vivieron en el piso superior de una carnicería.

—Bueno, ¿qué estamos esperando? Regresemos. —Sacó el cronólogo


del bolsillo de sus pantalones vaqueros. El cronometrador estaba rotando,
sus manecillas fuera de control—. Esperen…hay algo mal con él. Mac,
¿puedes verlo?

—Claro —dijo Malcolm. Lo tomó y lo estudió—. Parece que está


tratando de hacer una lectura, pero algo le impide hacerlo.

Bliss miró atrás, por donde habían venido. El pasaje se había cerrado
tras ellos.

—¿Tal vez porque estamos fuera del pasaje? ¿Lawson, puedes abrirlo
de nuevo?

Lawson asintió; su rostro adquirió una expresión de profunda


concentración.

Esperaron, pero no pasó nada.

—Vamos, Lawson, manos a la obra —dijo Ahramin, con un dejo de


molestia en la voz.

—Estoy tratando —dijo Lawson—. Algo está mal. No puedo abrir el


portal.

—¿Estás haciendo algo diferente? —preguntó Malcolm—. ¿Te puedo


ayudar?

Por supuesto que se ofrecería a ayudar, pensó Bliss. Malcolm era el


más joven de la manada, y de lejos, el más dulce. Bliss había llegado a
adorarlo en el tiempo que habían pasado juntos. Edon y Rafe habían sido
los huesos más duros de roer, aunque se sentía cercana a ellos también.
En cuanto a Ahramin, la ex Sabueso del Infierno era una de ellos ahora,
sus transgresiones pasadas perdonadas cuando había demostrado que era
digna de la manada al luchar contra la voluntad de Romulus y al romper
su collar. Eran un equipo, una unidad, y si Bliss tenía algunas sospechas
persistentes en cuanto a Ahramin, se reprendió por ellas. Porque si se
sentía así por Ahramin, ¿cómo podía esperar que alguien la perdonara por
su propio pasado oscuro? Ahramin no era más que un ex Sabueso del
Infierno, pero Bliss era la hija de Lucifer. El Príncipe Oscuro había
maldecido a los lobos, los había convertido en esclavos. En el inframundo,
los Sangre Plateada habían sido los maestros de los lobos.

—Dinos lo que necesitas que hagamos —le instó a Lawson.

—Esto nunca ha sucedido antes —se quejó—. Pero claro, ¿por qué
no? Muchachos, todo el mundo concéntrese. Solo tenemos que despejar
nuestra mente e imaginar el pasaje abriéndose. Tal vez si todos trabajamos
juntos podemos hacerlo.

La manada se apretujó. Bliss apartó su miedo, apartó su duda y se


imaginó los Pasajes del Tiempo abriéndose ante ella. Le dolía la cabeza, y
se llevó las manos a las sienes, sintiéndolas palpitar, y por un momento
estuvo convencida de que estaba funcionando. Podía sentir el pasaje
abriéndose detrás de ella, sintió el viento en los túneles.

Entonces se detuvo.

La sensación se fue.

Abrió los ojos y miró a su alrededor. Nada había cambiado.

Aún estaban de pie en el claro.

—¿Qué está pasando? —preguntó Rafe, frustrado.

—¿Has hecho algo? —le preguntó Ahramin a Lawson—. ¿Como sellar


accidentalmente el pasaje detrás de nosotros cuando lo atravesamos?

—¿Por qué siempre asumes que he sido yo el que ha hecho algo malo?
—protestó Lawson.

—Porque te has equivocado antes —le espetó—. ¿Recuerdas cómo me


quedé atrás la última vez?
Sonaban como un viejo matrimonio, pensó Bliss. Lo que implicaba un
cierto tipo de intimidad en la que no quería pensar demasiado. Además,
era ridículo siquiera considerarlo. ¿Ahramin y Lawson? Si no hubieran
estado en la misma manada, estaba claro que se habrían despreciado
entre sí. Además, Ahramin se había comprometido a Edon desde el
principio. No, no eran como una pareja casada—más bien como hermanos
que discutían, lo que tenía más sentido.

—No seas tan dura con él, Ahri; está haciendo su mejor esfuerzo —
dijo Edon.

—No fue Lawson —dijo Malcolm—. Es como si los pasajes se hubieran


cerrado por su cuenta. ¿No pueden sentirlo?

Rafe asintió.

—Se siente diferente, como si algo estuviera bloqueándolos.

—O alguien —dijo Bliss.


4
Tomasia (Florencia, 1452)
Traducido por Nati CL // Corregido por Isane33

l castillo apareció a la vista en el borde de un río negro y

E sinuoso, sus altas paredes grises se elevaban a cuarenta pies


sobre las aguas oscuras. Acantilados escarpados rodeaban la
fortaleza, lo que significaba que el puente de piedra era la
única manera de entrar o salir. La torre estaba bien
fortificada, diseñada para repeler un ataque. Pero sus
defensas pronto resultarían inútiles.

—Nos detendremos aquí, así no revelaremos nuestra ubicación —


decidió Tomasia Fosari, y el equipo se desvió hacia las sombras del
bosque. El aire era húmedo y el río olía a putrefacción, sus turbias aguas
formaban ondas con la corriente.

—¿Estás segura de que puedes hacer esto? —le preguntó Giovanni


Rustici.

En la luz de la luna su cabello era como un halo alrededor de su


hermoso rostro. Gio no solo era el mejor Venator entre ellos, también era
un colega escultor en el taller de Donatello, y el mejor amigo de Tomasia.
Sabía lo difícil que era esto para ella. Habían pasado días rastreando al
Príncipe Oscuro a su escondite en Verona.

—Sí —le dijo Tomasia, con el rostro rígido.

Ella había creído que Andreas del Pollaiuolo era el amor de su vida. El
Michael de Gabrielle. Pero había sido engañada. Dre llevaba el espíritu de
Lucifer en su interior. Simonetta Vespucci lo había identificado como el
padre de su bebé. «La Amante», Simonetta fue llamada, consorte del
Príncipe Oscuro, su novia humana, la madre de Nephilim.

La belleza de cabello oscuro se había encogido de miedo ante la


espada de Gio.

—No vamos a permitir que el hijo del demonio viva —gruñó Gio.

Pero Tomi había levantado la mano.

—No. Ella se mantendrá bajo custodia, protegida y vigilada por


nuestros mejores Venators. No seríamos mejores que nuestros hermanos
Sangre Plateada si la matamos. No vamos a derramar la sangre del diablo,
no en nombre de todo lo que es Divino.

Simonetta había revelado la ubicación de Andreas, les había rogado


para que mostraran misericordia a su amante. Habían dejado a la llorosa
mujer embarazada bajo el cuidado de los sacerdotes Petruvians
encargados de su seguridad.

Tomi se estremeció al pensar en lo que podría haber pasado si no


hubieran descubierto el engaño. Ella se habría vinculado con Dre, con
Lucifer. Le habría prometido su fidelidad. ¿Cómo no pudo haberlo sabido?
¿Cómo había podido ver a su compañero en su alma? No tenía sentido.

Miró el castillo que se asomaba en la distancia. Andreas se escondía


en el interior con un Aquelarre de Sangre Plateada, y ella iba a incendiarlo
con el Fuego Negro.

—Sé que alguna vez lo amaste —dijo Gio suavemente—. Sé lo difícil


que es esto.

Gio—querido, encantador Gio. Tomi puso una mano sobre la suya.

—No puedo amar a alguien que ha sido falso. —Escudriñó el castillo


una vez más, en busca de cualquier señal de vida. La luz de una antorcha
brillaba en una ventana distante. Oyó unos caballos relinchar, y la sombra
de un halcón pasó sobre su cabeza. De lo contrario, la noche estaba
tranquila y nada se movía. Los rojos tejados de terracota de las torres del
castillo brillaban en la oscuridad. En verdad, ningún fuego terrestre podría
dañar este lugar, pero el Fuego Negro del Infierno era otro asunto.
Sacó una caja de su capa y les indicó a los otros que se reunieran
alrededor. Eran cinco en total. Cinco Venators, cinco lados de un
pentagrama.

El pequeño recipiente brillaba con una luz sobrenatural, y el aire


alrededor de ella vibraba con energía. Tomi pasó un dedo por la tapa de la
caja y la tapa se abrió para revelar una pequeña chispa brillante, llamas
rojas con el centro negro. El aire olía a azufre y humo.

—Por ahora el Fuego Negro se mantiene bajo control por un hechizo


de contención. El hechizo no desaparecerá hasta que yo lo deshaga —dijo
mientras, uno a uno, los Venator encendían sus antorchas de madera con
la llama oscura.

—Cada uno de nosotros tendrá una esquina del castillo. Esperen mi


señal. Una vez liberada, la llama no se puede extinguir. Puede destruir
rocas, además de carne y almas inmortales tan rápidamente como si fuera
una mortal. Lancen las antorchas hacia el castillo, y luego corran tan
rápido como les sea posible. —La voz le tembló un poco—. Recuerden, el
Fuego Negro del Infierno es traicionero; se quemarán tan fácilmente como
se quemarán nuestros enemigos.

El equipo se disolvió, llevando sus antorchas elevadas en el aire. Los


otros tres Venators desaparecieron por la orilla del río, mientras que Tomi
y Gio corrieron por el puente, hacia la torre. Tomi vio cómo las llamas
oscuras parpadearon en ambos lados de la pared, el Fuego Negro absorbió
toda la luz de la lóbrega noche.

Cruzaron al otro lado del puente.

Cuando estuvo segura de que el equipo estaba en posición, dio la


señal.

Ahora, le envió a cada Venator, mientras lanzaba su antorcha,


enviando la llama hacia el cielo.

Gio lanzó la suya hacia una ventana abierta.

—¡CORRE! —gritó él, mientras huían de las llamas negras.


Tomi conocía el peligro, pero no podía dejar de mirar hacia atrás. El
espectáculo era magnífico en su horror. El Fuego Negro entró en erupción
sobre la muralla del castillo, derritiendo la piedra gris, como si estuviera
hecha de cera. Las dos torres y la poderosa puerta colapsaron en un
agujero negro de remolinos de llamas. El otro lado del puente cayó detrás
de ellos, tirando de uno de grandes pilares del puente con él en las oscuras
aguas con un ensordecedor estruendo.

Las llamas negras comenzaron a consumir el río, haciendo que el


agua se evaporara mientras el fuego recorría su longitud. El olor era
horrible, nauseabundo y asqueroso; el fuego consumió todo a su paso: el
aire, el agua y la roca.

Cuando llegaron a la otra orilla y al borde del bosque, oyeron los


primeros gritos en el interior del castillo. Corrieron a lo largo de la orilla
del río, el fuego se alejaba detrás de ellos. A un kilómetro y medio del
castillo, llegaron a tierra alta y miraron al valle. El río formaba un amplio
círculo alrededor del acantilado y el castillo, y el Fuego Negro no se
extendería más allá de él una vez que hubiera consumido el alma del
Príncipe Oscuro. Dos de los tres Venators salieron del humo.

—¿Dónde está Dantos? —preguntó Tomi.

—El Fuego Negro lo tomó por sorpresa. Traté de contenerlo, pero no


sirvió de nada —dijo Bellarmine.

—Se quemó, yo lo vi —dijo Valentina—. Él descansa con los ángeles


ahora.

Tomi sintió su corazón llenarse de ira. Al igual que Bellarmine y


Valentina, Dantos había sido parte de su leal equipo de Venators desde los
tiempos de Roma. Tomi se apoyó contra Gio, conteniendo las lágrimas.

Ella observó el castillo haciendo implosión, y desmoronándose en mil


pedazos oscuros. Adiós, Andreas. Su odio hacia su ex amor era tan grande
como su pena por su compañero caído.

Quémate, diablo, quémate.


5
Schuyler
Traducido por Isane33 // Corregido por Mew

L
a casa en Primrose Hill era más grande que la típica casa de
ciudad de Londres, con una fachada curva con varios balcones
en el primer piso, un techo del triple de la altura normal en la
entrada, un comedor formal en el que podían sentarse veinte personas,
una cocina de estilo industrial, ocho dormitorios, una amplia terraza
superior y un conjunto de oficinas en el ático. Cuando el Aquelarre se
había disuelto, la casa fue mantenida en perfectas condiciones por los
Venators restantes y sus Conductos. Schuyler tuvo que admitir que la
alegraban las comodidades de una casa, el jabón francés y las toallas de
tres cabos—tales lujos después de los meses pasados en esa pequeña y
lúgubre habitación de hotel en Egipto.

A pesar de que el personal debía de llegar en cualquier minuto,


Schuyler pasó la mañana limpiando el desorden de la fiesta de la noche
anterior—recogiendo colillas del suelo, lanzando todas las copas de
champán sucias en el lavavajillas, esponjando las almohadas y pasando la
aspiradora. Por lo menos, eso le daba algo que hacer con su energía
nerviosa. No había estado durmiendo mucho últimamente, y la idea de que
ahora estaban más cerca de descubrir la verdad sobre la Puerta de la
Promesa la había mantenido despierta toda la noche.

Oliver entró en el comedor a la hora del almuerzo, todavía en pijama,


con el cabello adherido a la frente, los ojos adormecidos y bostezando. El
cocinero había dispuesto un «almuerzo frío» en la mesa del buffet: platos
de sándwiches de queso y pepinillos encurtidos, una bandeja de «patatas
fritas» y agua mineral, en deferencia a sus gustos estadounidenses. Oliver
llenó un plato y tomó asiento frente a Schuyler en la larga mesa.
—Me acabo de enterar de que esta casa perteneció a la familia Ward
antes de que la cedieran a los Venator hace cincuenta años —dijo
Schuyler—. Tal vez por eso se siente tan cómoda… como si Dylan todavía
estuviera con nosotros.

Tal vez por eso ella se sentía así—tal vez la presencia que nunca
estaba demasiado lejos era su viejo amigo velando por ellos. Pero ¿por qué
se sentía tan distante, entonces? Como si lo que fuera o quienquiera que
fuese—la juzgara y no la encontrara a la altura.

Oliver asintió.

—Estoy seguro de que está velando por nosotros de alguna manera…


donde quiera que esté.

Schuyler se alegró por la fe de Oliver. Desde que habían llegado a


Inglaterra, sólo se había permitido sentir una tenaz determinación sombría
por llevar a cabo el plan de su madre. No podía confiar en sí misma para
tener esperanza—pero sin esperanza, se dio cuenta, no tenía ninguna
razón para seguir adelante. Tenía que tener la esperanza de que todo
funcionaría: que iba a tener éxito, no solo en la protección de la puerta,
sino en conducir a los vampiros por el camino de regreso al Paraíso; que
Bliss tendría éxito con los lobos; y que, al final, de algún modo, a pesar de
que no sabía cómo, ella y Jack estarían juntos. De lo contrario, ¿cuál era
el punto de todo esto? Sin esperanza, ella estaba sin vida. Bien podría tirar
su anillo de vinculación al Támesis.

—Tienes razón, no estamos solos en esta batalla —le dijo a Oliver—.


Vamos a dar lo mejor de nosotros —agregó, extendiendo la mano en la
mesa para apretarle la mano.

Kingsley entró en ese momento exacto, y al ver sus manos unidas, les
dio una mirada curiosa, y Schuyler rápidamente apartó la mano
sintiéndose avergonzada. A veces Kingsley tenía una manera de insinuar
cosas que no eran del todo ciertas.

—¿Hay rosquillas? —preguntó, mirando la comida ofrecida. Oliver


tenía razón…el Venator parecía vivir sólo de azúcar y cafeína.
—Déjame revisar; creo que puede haber —dijo Schuyler—.
Definitivamente hay café. Acabo de hacer un poco.

De alguna manera, durante todo el transcurso del día, la reunión


informal con el capitán Venator se había convertido en una elegante cena.
Schuyler ordenó al personal poner la mesa con la fina mantelería bordada
que había encontrado en el armario del pasillo. Tal vez fue la grandeza de
la casa lo que lo causó, pero se había visto influenciada por el mismo
ímpetu que había causado que Kingsley diera la ostentosa fiesta de Año
Nuevo de la noche anterior—el deseo de vivir de acuerdo con su entorno y
celebrar la gran historia de su Aquelarre. Schuyler recordó la última fiesta
de la Condesa en el Hôtel Lambert. Esta noche era otro esfuerzo para
honrar lo que quedaba de su gloria antes de que fuera arrasada. ¿Qué
pasaría con la casa de Primrose Hill? Schuyler se preguntaba. ¿Se podría
vender para pagar las deudas del Aquelarre? ¿O quedaría en ruinas
cuando los vampiros finalmente se hayan ido?

—¿Qué es esto? —le preguntó a Kingsley, mientras buscaba la vajilla


elegante en los armarios de la cocina. Levantó un plato blanco y le mostró
el logotipo grabado en relieve apenas perceptible en la parte posterior.

—El sigilo Venator. —Kingsley sonrió y tomó un sorbo de su octava


taza de café—. Llevo el mismo en mi… —Sonrió y tiró de la cintura de sus
pantalones vaqueros, como si estuviera a punto de enseñarle el trasero—.
¿Quieres ver?

—¡NO! —dijo Schuyler, con una mano levantada. Kingsley, siempre


bromista, tenía su marca Venator tatuada cerca de sus innombrables.

—Tú te lo pierdes —bromeó Kingsley—. De todos modos, la tradición


dicta que la vajilla Venator solo sea utilizada cuando el Regis está en la
ciudad.

—Ya no hay Regis —le recordó Oliver, después de haber entrado para
volver a llenar su taza de café. En verdad se iba a volver un adicto al café
como Kingsley—. Charles ha estado desaparecido desde el ataque de los
Sangre Plateada en París.

—Cierto. —Kingsley se encogió de hombros.

—No más Regis, no más Aquelarre, no más reglas —decidió Schuyler,


dirigiendo las amas de casa para usar la vajilla en sus manos en lugar de
la Spode Blue Italian3.

—¿Qué vas a servir? Huele delicioso —dijo Kingsley, caminando hacia


las ollas a fuego lento en la estufa—. La casa está impregnada de su olor.
Podíamos olerlo desde el ático.

Schuyler alisó las servilletas de lino para que el sigilo Venator se


mostrara adecuadamente.

—Sólo es algo que solía cocinar en Alejandría. Una especialidad local.

—¿Kebabs, verdad? —preguntó—. ¿Pero no se cocinan a la parrilla?

—Ya verás. —Ella sonrió—. Alístate. Nuestro invitado estará aquí


pronto. Me he dado cuenta de una cosa sobre los británicos: nunca llegan
tarde.

Así como Schuyler había predicho, el timbre sonó puntualmente a las


siete. El ama de llaves abrió la puerta, y unos minutos más tarde el
capitán Venator entró en la biblioteca, donde Schuyler, Kingsley y Oliver
estaban bebiendo cócteles.

Lucas Mendrion tenía el mismo rostro sin edad como Kingsley, la


marca de un Enmortal. Él podría haber tenido entre dieciocho hasta
cuarenta, era difícil de decir. No era guapo—su nariz era una línea dura y
un poco demasiado puntiaguda, los ojos penetrantes y escépticos—pero

3
Cerámica fina o porcelana hecha en las fábricas del inglés Josiah Spode (1755-1827) o
sus sucesores. Característicamente consistían en servicios decorados y grandes jarrones.
proyectaba una seriedad tranquilizadora. Un hombre al que le podías
confiar tu vida y secretos, pensó Schuyler, entendiendo por qué Allegra lo
había elegido. Vestía el estándar negro Venator.

—Schuyler Van Alen —dijo, extendiendo una mano—. Gracias por


reunirse con nosotros, Venator Mendrion.

Él sacudió su mano con firmeza.

—La hija de Allegra —dijo, mirándola intensamente—. Tienes el rostro


de tu madre, pero no sus ojos…

—Me dicen que los heredé de mi padre. —Ella sonrió.

—No conocí a tu padre. Sangre Roja, ¿no? —dijo Mendrion con una
ceja levantada—. Muy inapropiado, pero eso está en el pasado ahora. Vi a
tu madre en esta encarnación. Vino a visitarme una vez, antes de
desaparecer de nosotros.

—¿Cómo era ella? —preguntó Schuyler. Sabía tan poco de Allegra, y


estaba ansiosa por cualquier pequeño trozo de conocimiento o de recuerdo
de su madre.

—Exactamente la misma que cuando la conocí en Roma —dijo—.


Impulsiva, tenaz, brillante. Ella era… nuestra reina.

Schuyler asintió.

—Lo siento… ¿dónde están mis modales?... este es Oliver Hazard-


Perry, mi Conducto, y ya conoce al Venator Martin.

Oliver y Kingsley se pusieron de pie y estrecharon la mano del


hombre. Kingsley les entregó bebidas a todos.

—Así que… ¿empezamos? Es bueno que haya ofrecido esta cena, pero
me temo que no tenemos mucho tiempo para la charla ociosa —dijo
Mendrion—. Martin dijo que estabas aquí para cumplir el legado de
Allegra.

Schuyler asintió.
—Me dijeron que usted sabe sobre el trabajo de mi familia, y sobre la
Orden de los Siete.

—Aquellos de nosotros que no fuimos elegidos para servir a la orden


sirven de otras maneras —dijo Mendrion—. Gabrielle me pidió que
garantizara la seguridad de esta ciudad desde su fundación. —Tomó un
sorbo de su vaso—. Como debes ser consciente, todas las Puertas del
Infierno están bajo asedio en este momento; aunque hasta ahora Londres
ha tenido la suerte de escapar de la ira del Príncipe Oscuro.

—¿Sabe dónde están los guardianes restantes—¿Pentalum?


¿Onbasius? ¿Octilla? —preguntó Oliver.

El Venator asintió.

—Sí. Enviamos a todos nuestros Venators restantes a reforzar la


seguridad de las puertas, pero las probabilidades están en su contra. Los
guardianes se mantendrán firmes y darán su vida en la batalla. Pero
caerán. Las puertas caerán. Es sólo cuestión de tiempo. Los Nephilim
caminan en la tierra ahora. Crecerán en número e influirán en los Sangre
Roja. Sembrarán guerra, enfermedad y desesperación.

Schuyler vio a Oliver y a Kingsley lucir tan incómodos como ella se


sentía. Las palabras del Venator eran derrotistas, como si la batalla ya se
hubiera peleado y perdido.

—¿Envió lejos a todos los Venators? —preguntó Schuyler, su rostro


decayó al darse cuenta de por qué había tan pocos vampiros en Londres
cuando llegaron; por qué había sido tan difícil para Kingsley formar a un
batallón.

—Sí. Es por eso que estoy aquí. —Él tosió—. Para instarlos a hacer
sus preparativos para ir al inframundo, como yo.

—¿Perdón? —preguntó Schuyler, sobresaltada.

—La guerra ha llegado a los vampiros; el Croatan ha resucitado. No


están a salvo aquí. Especialmente tú, Schuyler Van Alen, como la hija de
Gabrielle.
—¡No voy a ninguna parte! Kingsley dijo que podría ayudarnos —dijo,
dirigiéndose al otro Venator en la habitación, quien parecía impasible.

—Te estoy ayudando —dijo Mendrion.

—¿Abandonando la ciudad? ¿Abandonando su puesto? ¡Fueron


encargados de custodiar este Aquelarre! De proteger a la ciudad que
alberga la Puerta de la Promesa… ¿sabe a dónde conduce ese camino?
¿Qué hay detrás de esa puerta y su verdadera naturaleza? —preguntó ella,
sus ojos azules brillando con rabia e indignación.

—Es demasiado peligroso saber —susurró Mendrion.

—¡Usted hizo un juramento! ¡A mi madre! ¡A Gabrielle!

—Mantuve esta ciudad segura durante el tiempo que fui capaz.


Financié el Aquelarre, entrené a los Venator, apoyé al Regis durante todo
el tiempo que pude. Pero con Michael desaparecido y Gabrielle ida… no
hay esperanza para nosotros. Cuando reconocí a Martin como uno de los
nuestros y me dijo que estabas aquí, estuve de acuerdo para reunirme con
ustedes para poder advertirles que se ocultaran. Es lo menos que podía
hacer.

Schuyler se sentía iracunda, enojada con el cobarde Venator frente a


ella. Su rostro sin edad vaciló, y por un momento parecía tener siglos,
lisiado, débil y asustado. Una criatura triste. Su abuela Cordelia tenía
razón…la sangre se había diluido en su especie. Quedaba poco de su
antiguo valor, su antigua gloria, si hasta los Venator eran cobardes.

Kingsley dijo las palabras que ella estaba pensando:

—Así que no hay nada que puedas hacer para ayudarnos…nada más
que decirnos que nos acobardemos y eludamos nuestro deber —dijo, con
una sonrisa en los labios.

—Venator Mendrion, no puede salir de Londres. El ataque a las


Puertas del Infierno no es más que una distracción, y una efectiva —dijo
Schuyler—. Lucifer quiere que los vampiros miren hacia otro lado. Él no se
preocupa por los Nephilim, sólo por la Puerta de la Promesa, que lleva a…

Lucas Mendrion levantó la mano para hacerla callar.


—Te lo dije, no quiero saberlo.

Schuyler frunció el ceño.

—Eres muy joven y muy valiente. Muy parecida a tu madre. Ella


estaría orgullosa de ti —dijo Mendrion.

Schuyler lo ignoró. No tenía tiempo para su condescendencia.

—Usted le dijo a Kingsley que sabía algo acerca de la Puerta de la


Promesa, sobre su creación.

—No, yo nunca dije eso. —Negó con la cabeza—. Simplemente le dije


de mi relación con Gabrielle, y él debió haber asumido el resto. ¿Por qué?
¿Qué quieres saber?

—Tenemos la llave de la puerta —dijo Schuyler, eligiendo


cuidadosamente sus palabras—. Pero no sabemos cómo usarla.

Mendrion la estudió cuidadosamente.

—Si hay alguien que pueda saberlo, ese alguien quizás sea Titiana.
Fue asignada a la protección de Gabrielle desde el principio, como yo. Eran
como hermanas.

—¿Dónde podemos encontrarla?

—A decir verdad, no la he visto en siglos —dijo Mendrion, tendiéndole


el vaso a Kingsley por otro trago de whiskey.

—¿Por qué? ¿Qué le pasó? ¿Un ataque Sangre Plateada? —preguntó


Schuyler.

Mendrion negó con la cabeza.

—No, no, nada de eso. ¿Has oído hablar del movimiento «mortalizar»?

Schuyler asintió. El movimiento mortalizar era una tendencia


creciente entre los vampiros Sangre Azul—vampiros que elegían vivir como
mortales—olvidando su historia y haciéndose pasar por Sangre Roja. Ella
había oído que sucedió hace mucho tiempo, sobre todo durante los largos
años de paz cuando los Sangre Plateada casi fueron olvidados.
—Me temo que eso es lo que le ha pasado a Titiana. Ella ha elegido
dar marcha atrás en contra de sus raíces vampiras —dijo Mendrion.

Schuyler intentó no sentirse demasiado horrorizada. A pesar de que


había sido una carga cuando había descubierto su verdadera historia y
ascendencia—recordaba la sensación en el estómago cuando fue llamada a
formar parte del Comité—cómo se había negado a creer que era verdad—y
cómo deseaba haber venido de una familia normal, y no una donde su
madre estaba en coma y su abuela era su único vínculo con su pasado.
¿Pero tirar todo por la borda? ¿Pretender ser lo que no era cuando había
tanto en juego?

Mendrion le dio a Schuyler una sonrisa simpática.

—Si en algo ayuda, oí que ella podría ser una estudiante en el Central
Saint Martins. Algún tipo de diseñadora de moda. Se hace llamar Tilly St.
James.

El ama de llaves entró en la habitación.

—La cena está lista.

Lucas Mendrion se volvió hacia el comedor con impaciencia, pero


Schuyler lo interrumpió:

—Me temo que he perdido el apetito. Espero que entienda —dijo con
frialdad. Su significado estaba claro.

No había lugar para los cobardes en su mesa.


6
Mimi
Traducido por Isane33 // Corregido por Mew

D
el Inframundo Expreso al metro de Londres, pensó Mimi,
aferrándose al poste en el centro del vagón lleno de gente.
Ella había aterrizado en Heathrow y se dirigía a la estación
Euston para hacer trasbordo a otra línea que la llevaría a
Edimburgo.

—Todo bien, ¿no? —preguntó Danel desde el otro lado del poste.

La había encontrado en el aeropuerto cuando había desembarcado de


su vuelo. Había sido en cierto modo una sorpresa desagradable. Había
pensado que iba a llevar a cabo su misión sola, pero parecía que el
Príncipe de la Oscuridad tenía otros planes. Se había merecido un
guardaespaldas, al parecer.

—Jet lag —le dijo.

Se había sentido mareada cuando había cruzado por la Puerta del


Infierno, y se sorprendió al descubrir que sólo habían pasado unos meses
desde que ella y Jack habían desaparecido en el inframundo. Era enero y
hacía un frío horrible. Gracias a Dios que todavía tenía acceso a sus
cuentas de crédito. Lo primero que hizo fue comprar un nuevo abrigo de
invierno.

—Jet lag —repitió Danel con un dejo de sarcasmo en su voz.

Aquí arriba, la cicatriz en su rostro se había ido. ¿Era una ilusión?


Mimi se preguntó. ¿Al igual que el disfraz que había tomado? ¿O las
verdaderas formas solo eran visibles en el inframundo? Para este viaje en
el mundo superior Mimi tenía el cabello y los ojos oscuros. Para el resto de
la población, el ángel no era más que un llamativo caballero en el metro.
Mimi lo ignoró. Danel está aquí conmigo, le envió a Jack. Tengo que
deshacerme de él.

Espera, Jack respondió. Ya se me ocurrirá algo para quitártelo de


encima.

¿Enviaron a alguien para vigilarte? Le preguntó.

Todavía no.

No sabía si sentirse halagada o insultada por eso. Había sido idea de


Abbadon ponerse del lado de la Luz en el último minuto durante la Guerra
del Paraíso, no la suya. Abbadon, quien había traicionado al Lucero del
Alba y ganado la batalla por Michael al final. Ella solo lo había seguido
ciegamente, haciendo lo que su hermano gemelo le ordenara, haciendo lo
que siempre había hecho. No había tenido una elección entonces. Ni
siquiera se había cuestionado sus acciones o las de él.

¿Y si hubiera hecho que volviera a cambiar de bando en ese entonces,


dónde estaría ella en este momento? ¿Y si le hubiera dicho que no? ¿Y si
se hubiera mantenido leal al Lucero del Alba? ¿Habrían ganado el Paraíso?
Si Lucifer hubiera vencido al Todopoderoso, ¿entonces qué?

En el fragor de la batalla; en la sangre y la violencia, y la pasión y el


miedo, Azrael había hecho lo que le había pedido su amor: volverse contra
su general, contra el Príncipe del Cielo. Ella era la única cuya espada
había atravesado la armadura de Lucifer. No la de Abbadon. La suya. Fue
la voluntad de Abbadon la que habían ganado la guerra para Michael, pero
fue la espada de Azrael la que lo había convertido en una realidad.

—¿Meditando otra vez? —preguntó Danel—. Estás muy silenciosa


últimamente. Estas recordando la última batalla, ¿verdad?

No mintió.

—Sí.

Él asintió con la cabeza.


—Nadie olvidará jamás lo que nos hicieron. Es hora de nuestra
venganza. Y esta vez, vamos a triunfar. —Sus nudillos se volvieron blancos
mientras agarraba el poste—. Lo juro.

—Yo…

—¡ESTACIÓN EUSTON! —retumbó el altavoz.

—Esta es nuestra parada… —dijo Mimi. Se abrió paso entre la


multitud y esperó a Danel en la plataforma. Miró los letreros a su
alrededor, en busca del que los dirigiría a su próximo tren.

En medio de la avalancha de pasajeros, empujada por la multitud,


Mimi siguió a la masa hacia los túneles, y durante mucho tiempo no lo
notó. Cuando lo hizo, sintió una sacudida en su sistema, como si un rayo
hubiera caído sobre su espalda. Cada uno de sus nervios hormigueó y todo
su cuerpo se encendió con amor y deseo.

¿Qué? ¿Me llamaste?

La voz de Jack en su cabeza era una distracción. Una molestia. ¿Qué


quería? Entonces se dio cuenta—era el vínculo entre ellos. Incluso si no
había sido renovado en esta vida, todavía estaba allí, un hilo pulsante que
los mantenía unidos. Se había desatado porque ella había sentido amor,
lujuria, nostalgia…

Estoy bien. No es nada.

Ella seguía mirando fijamente al chico al otro lado de la estación,


frente a la plataforma al otro lado de las vías. Estaba de espaldas a ella,
pero reconoció su hermoso perfil de inmediato y pudo oír su risa por
encima del ruido. Cada parte de su cuerpo ardía en deseos por él. Si tan
sólo pudiera saltar al otro lado de las vías del tren y aterrizar en sus
brazos—no quería otra cosa más que estar con él—y sin embargo—no
podía. Tenía que llevar esto a cabo. No podía verla. Danel estaba con ella.
Era demasiado peligroso.

¿Qué estaba haciendo?

Ahora que la multitud se había separado, vio que Kingsley no estaba


para nada solo. Había una chica con él. Corrección: había varias chicas
con él. Tres. Se pasaban una petaca entre ellos, riendo, y él tenía el brazo
alrededor de dos chicas para que presionaran sus cuerpos más cerca del
suyo.

Muy bien, no era como si estuviera besuqueándose con ellas ni nada,


pero Mimi se sintió furiosa y herida, no obstante. Estaba furiosa. Había
pasado tanto tiempo esforzándose en ser buena, y esta era su recompensa.
Había tenido razón, como siempre: todo este sacrificio y sufrimiento era en
vano. Kingsley había seguido adelante y su amor no significaba nada para
él—al igual que antes. ¿Pero qué creía ella que iba a pasar? Por lo que
respectaba a Kingsley, ellos habían terminado.

¿Por qué siempre tenían que empezar de nuevo? Había perdido su


alma para rescatarlo del Infierno, y allí estaba él… actuando igual que
siempre, tal como había temido. ¿Qué esperaba, en realidad? ¿Qué
Kingsley iba a cambiar?

—Ahí estas. —Danel apareció de repente a su lado—. Nuestro tren


sale desde el otro lado de la estación.

Mimi miró a Kingsley con disgusto. Cuando la chica junto a él deslizó


una mano en el bolsillo trasero de sus pantalones, Mimi se volvió hacia
Danel con una mirada enloquecida.

Tomó su mano y lo giró en su dirección.

—¡Bésame! —dijo entre dientes, acercándolo. Se arrojó sobre él,


besándolo apasionadamente, como si fuera a quien amaba con todo su
corazón y no al chico de enfrente.

El ángel pareció sorprendido al principio, pero pronto abrió su boca a


la de ella, y Mimi podía decir que lo estaba disfrutando… demasiado.
Danel puso un brazo alrededor de su cintura y tiró de sus caderas más
cerca.

Uff. No había duda de que definitivamente disfrutaba de esto. Tenía


que hacer que se detuviera antes de que fuera demasiado lejos.

Asqueada, abrió los ojos.


Al otro lado de la estación, Kingsley la miraba directamente. Sus
oscuros ojos estaban clavados en los de ella. ¿La reconocía bajo la ilusión?
¿Bajo el disfraz? ¿Sabía que era ella? La miró fijo y Mimi entró en pánico.

Impulsivamente lanzó un hechizo que hizo que el tren que acababa de


llegar a la estación acelerara en lugar de frenar, y casi atropella a unos
pasajeros que esperaban que sus puertas se abrieran. Varias personas
empezaron a gritar, mientras que otros se alejaron con nerviosismo y el
jefe de la estación les ordenó a todos mantener la calma por el altavoz.
Justo la distracción que necesitaba.

Mimi se soltó de su agarre y apartó a Danel de ella.

Él se limpió los labios con la manga de la chaqueta, con los ojos


vidriosos.

—Nunca supe que te sentías así por mí. Quiero decir, Abbadon es un
amigo, pero podemos hacer que funcione… —dijo.

—Cállate —dijo Mimi, tratando de mirar al otro lado de la concurrida


plataforma.

Pero Kingsley se había ido.


7
Bliss
Traducido por Isane33 // Corregido por Mew

E
ntonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Ahramin cuando
nada funcionó.

El pasaje no se podía abrir, sin importar lo mucho que lo


intentaron. Bliss pensó que la cabeza le iba a estallar espontáneamente, y
no estaba sola—los chicos se estaban masajeando las sienes también.

—Esto es una mierda —dijo Ahramin—. Necesitamos un nuevo plan.

—Tenemos que reagruparnos —dijo Lawson—. Ya que estamos de


regreso en Hunting Valley, luego debemos ir a buscar a Arthur en la cueva;
tal vez pueda ayudarnos. —Arthur Beauchamp era su benefactor y su
amigo; el brujo era quien había ayudado a los lobos cuando habían
escapado del inframundo para vivir en el mundo superior.

Estuvieron de acuerdo con el plan y estaban a punto de seguir


adelante cuando Malcolm tropezó con la raíz de un árbol.

—¿Podemos descansar unos minutos? Estoy agotado —dijo el joven.

—Todos estamos cansados —dijo Bliss. Ellos acababan de derrotar a


Romulus y a los Sabuesos del Infierno, y habían salido de esa batalla para
prepararse para otra—. Creo que tenemos que descansar y conseguirle a
Malcolm algo de comer.

—La cueva está demasiado lejos, entonces. Vamos a encontrar un


lugar aquí —decidió Lawson —. Tienes razón, tal vez necesitamos
descansar un poco.

Se abrieron paso a través de los bosques y el laberinto suburbano de


regreso al centro principal de la ciudad. Hacía frío afuera, al igual que
cuando habían partido. Bliss supuso que había pasado una semana desde
que habían viajado en el tiempo, y se preguntaba cómo les iba a Jack y
Schuyler en Italia, y lo que Mimi y el resto de ellos estaban haciendo.

Encontraron una cafetería y ordenaron el desayuno—panqueques,


huevos y waffles—y comieron con avidez.

—¿Te sientes mejor ahora, Mac? —preguntó Bliss.

—Un poco. Sólo tengo dolor de cabeza…se siente raro estar aquí.
Como si no estuviéramos en el lugar correcto, como si acabara de
despertar de un sueño extraño que duró demasiado tiempo.

—Esto podría explicarlo… —dijo Edon, mostrándoles el periódico que


había tomado de la mesa de al lado y señalando la fecha.

—No puede ser —dijo Lawson—. De ninguna manera.

—¿Qué pasa? —preguntó Bliss, conteniendo la respiración.

—Un año —dijo Edon—. Un puto año entero ha pasado mientras


estábamos en los pasajes.

La manada asimiló esta información. Un año de sus vidas había


pasado en un abrir y cerrar de ojos. Lawson se quedó mirando la fecha en
el periódico. Habían perdido un año completo, mientras que sus enemigos
se movían, haciendo planes y preparándose para la batalla. ¿Cuánto
terreno habían perdido? Lawson no podía hablar, y Bliss vio la
preocupación grabada claramente en su rostro—un año completo—qué
había pasado con los lobos que se habían quedado atrapados en el
inframundo?

—No es tu culpa. Viajar a través de los pasajes es impredecible —dijo.

—No así de impredecible —argumentó—. Les prometí a los lobos que


volvería, y eso fue hace ya casi un año antes de esto. ¿Quién sabe lo que
ha pasado ahí abajo mientras tanto?

Bliss sintió el impulso de poner sus brazos alrededor de él y


consolarlo de alguna manera, pero ahora no era el momento, y las cosas se
habían vuelto un poco incómodas entre ellos desde que había revelado que
Lucifer era su padre. Claro, ella era parte de la manada, pero no era la
misma amistad fácil que habían compartido antes. Todavía no, de todos
modos.

Los lobos no eran su única preocupación. ¿Qué había pasado con los
vampiros, se preguntó Bliss—con sus amigos? Sintió la misma urgencia
que Lawson. Tenía que saber. ¿Y si todo ya había terminado? ¿Qué si los
Sangre Plateada ya habían ganado?

—Tenemos que encontrar a Schuyler —dijo ella—. La otra hija de


Allegra. Mi hermana… —No estaba acostumbrada a decirlo en voz alta—.
Se supone que debo llevar a los lobos a ella. Schuyler podría saber por qué
los pasajes están cerrados, o por lo menos podría ayudarnos a encontrar
una manera de abrirlos.

—¿Dónde está ella? —preguntó Lawson.

—No estoy segura —admitió—. La última vez que la vi fue en la


ceremonia de su vinculación, en Italia; pero si ha pasado un año, es
imposible que todavía siga allí. Y sin mis poderes, es más difícil…tengo que
hacer las cosas de la manera humana. Pero hay Conductos que nos
pueden ayudar. —Explicó el concepto de los seres humanos que ayudaban
a los vampiros, y notó que los chicos parecían un poco temerosos cuando
ella habló de su pasado. A Ahramin no parecía importarle, pero era
Ahramin—. El mejor lugar para comenzar es Nueva York —dijo Bliss.

—No deberíamos ir todos —dijo Edon—. Arthur también podría tener


respuestas. Algunos de nosotros deberíamos quedarnos.

—Llévate a Malcolm —dijo Ahramin.

—No…yo voy con Bliss —dijo Lawson de repente.

Ahramin arqueó una ceja.

—Tú y Edon pueden hacerse cargo de las cosas aquí con Mac y Rafe.
Yo debo ser el que hable con los vampiros —decidió—. Debo hablar por los
lobos.

—Bien —dijo Ahramin, como si no importara de todos modos.


Malcolm tomó la mano de Bliss.

—No quiero que nos separemos ahora que somos una manada —dijo.

—No te preocupes —dijo Bliss—. Mis amigos serán capaces de


ayudar. Lawson, ¿estás seguro de esto? Puedo ir sola. No es como si no lo
hubiera hecho antes.

—Positivo —dijo Lawson—. Voy contigo.

Así se decidió. Lawson y Bliss viajarían para encontrar a los vampiros,


mientras que el resto de la manada se reagruparía con Arthur.

Bliss alquiló un auto, un Hyundai compacto que estaba muy lejos de


ser el Rolls plateado que la llevaban a todos lados, pero a pesar de que
todavía tenía una tarjeta de crédito que funcionaba, tenía que tener
cuidado. Después de luchar contra los sabuesos y desplazarse por los
pasajes, el viaje de diez horas en coche hasta la ciudad era
sorprendentemente relajante. Bliss dejó a Lawson tomar el volante,
aunque conducía como un demonio de la velocidad.

—Oye, pie de plomo, dale un descanso, ¿quieres? —bromeó—. Estás


siguiendo a ese auto de cerca, ¿no es así?

—¿De verdad? No me di cuenta —dijo, dándole una sonrisa tímida.

Por un momento Bliss recordó vivamente la noche que habían pasado


juntos, cuando casi… bueno. No tenía sentido pensar en eso ahora. Fue
sólo un error de todos modos. Lawson había estado llorando a Tala, la
compañera que había perdido, y Bliss había estado demasiado borracha
para entender realmente lo que estaba sucediendo. Eran amigos, y eso es
todo lo que iban a ser. Decidió no presionar. ¿Qué era más molesto que
una chica que quería que le explicaran todo con lujo de detalle? ¿Qué pasa
con nosotros? ¿Cómo te sientes acerca de mí? Se encogió ante la idea de
que pudiera estar tan necesitada.
Así que en cambio mató el tiempo hablándole de la sociedad
vampírica, sobre las reuniones del Comité, los ciclos de vida de descanso y
la reencarnación, los Aquelarres y los Conductos, y la misión de Schuyler
de proteger las Puertas del Infierno de la amenaza de los demonios Sangre
Plateada.

—Sé que es mucho para contarte en este momento —dijo.

—Entre mejor entienda lo que está pasando, más útil puedo ser —
respondió—. No te preocupes, me gusta escucharte.

Ella le sonrió, pero no quería permitirse pensar que todo volvería a la


normalidad—¿qué era normal, de todas formas? —pero era reconfortante
saber que tal vez podrían reanudar su amistad.

—¿Entonces, cuál es nuestra estrategia? —preguntó él, mientras


conducían por Pennsylvania.

—En primer lugar, vamos a la casa de Schuyler a ver si está allí.


Probablemente no esté, pero vale la pena intentarlo. Luego nos dirigiremos
al apartamento de Oliver.

—Su Conducto, ¿verdad?

Le había estado prestando atención.

—Solía serlo, de todos modos. Esa es completamente otra historia, y


no vale la pena entrar en detalles en estos momentos. Lo último que supe
fue que estaba sirviendo como Conducto para Mimi Force.

—La gemela de Jack. Creo que estoy empezando a agarrar el hilo.

Condujeron el resto del camino sin hablar, escuchando la radio. Un


año no cambiaba mucho, pensó Bliss. La mayoría de las canciones eran
las mismas que había oído antes, y las nuevas sonaban igual que las
antiguas.

Cuando llegaron a Manhattan, Bliss dirigió a Lawson hacia el Upper


West Side. Observó con cierto regocijo que la conducción de Lawson
parecía ser cada vez más cautelosa ahora que estaba alrededor de los
agresivos taxistas de Nueva York.
—Está bien, estaciona en doble fila frente a ese edificio —dijo,
señalando una elegante, aunque ligeramente en mal estado Mansionette
en Riverside Drive—. Siempre podemos mover el auto si Schuyler está
aquí.

—¿Estás segura? ¿Qué pasa si nos ponen una multa? —preguntó,


pero hizo lo que le sugirió.

Todo un cambio de aires—estaba acostumbrada a estar ya sea en el


mundo de Lawson o en un lugar con el que ninguno de ellos estaba
familiarizado. Aquí estaba en casa, y se sentía bien estar a cargo.

No hubo sorpresa al no encontrar a Schuyler en casa. La casa de


piedra rojiza estaba cerrada, las cortinas corridas y el lugar parecía como
si hubiera sido abandonado. Bliss dirigió a Lawson al Upper East Side, y
tardaron casi una hora en atravesar la ciudad en el tráfico vespertino.

—Eso fue un infierno —se quejó Lawson.

—Bienvenido a Nueva York —dijo Bliss con una sonrisa—. Dicen que
el metro es más es rápido, pero…

—No me digas: nunca lo has tomado. El estilo de vida de los ricos y


famosos —bromeó.

—Bueno, nunca había estado en un Hyundai, eso seguro.

Dejaron el auto frente al edificio de Oliver y entraron. El portero debía


estar en un descanso para fumar porque la recepción estaba vacía.

—¿Hay que esperar? —preguntó Lawson.

Bliss simplemente lo agarró del brazo y se dirigió al ascensor, luego


pulsó el botón del ático. Sólo había estado en el apartamento de Oliver un
par de veces, pero era difícil de olvidar. Era lujoso incluso para Nueva
York, abarcaba tres plantas del edificio. Oliver tenía su propia planta, la
cual tenía una sala de juegos que había hecho de ir a su casa tan popular
entre Schuyler y Dylan.

Dylan.

Bliss no quería pensar en él ahora.


El ascensor se abrió en el apartamento, por lo que no tuvieron que
preocuparse por tocar la puerta.

—¿Oliver? —gritó Bliss—. ¿Sr. Hazard-Perry? ¿Sra. H-P? ¿Hay alguien


en casa?

Su voz resonó en el silencio del apartamento.

—Parece que no hemos tenido suerte —dijo Lawson.

—Es un lugar grande —respondió ella—. Vamos a asegurarnos.

Bliss pasó por el enorme comedor formal, por la cocina y subió las
escaleras hasta la planta de Oliver. La puerta de su habitación estaba
abierta, y era un completo desastre allí dentro. No era propio de Oliver. La
cama estaba deshecha y había ropa por todas partes.

—La han registrado —dijo Lawson.

Bliss negó con la cabeza.

—Él estaba haciendo las maletas. Debe haber querido salir de aquí a
toda prisa. —Si estaba en lo cierto, las cosas estaban peor de lo que había
pensado. Aun así, Oliver había dejado algunos libros sobre la mesa,
revistas y algunos papeles sueltos metidos dentro que parecían
impresiones de mensajes de correo electrónico. Podría ser muy útil. Lo
agarró todo.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Lawson, pareciendo incómodo.

—Hay otro lugar al que él podría haber ido, o donde las personas
podrían ser capaces de ayudarnos —dijo ella—. Vamos, salgamos de aquí.
8
Schuyler

¿
Traducido por Isane33 // Corregido por Pauper

Lucas dijo que querías verme? —Tilly St. James era una chica
llamativa, tenía un abundante flequillo sobre su frente y su
largo cabello rojo le caía en línea recta por la espalda. Llevaba
un cuello alto negro y pantalones de cuero del mismo color, y sostenía
chinchetas entre los dientes.

—Lo siento… estamos terminando los últimos detalles para el


espectáculo final. Vamos… por qué no toman asiento y ven el ensayo,
después podemos hablar.

Schuyler y Oliver se sentaron en el auditorio oscuro. Central Saint


Martins—una escuela de diseño ubicada en el centro de Londres—tenía
uno de los más prestigiosos programas de diseño de moda en el mundo.
York Hall era una casa de locos, los estudiantes corrían por todos lados
preparándose para la presentación de invierno; era un hervidero de
actividad mientras los diseñadores jóvenes corrían detrás del escenario
con rollos de tela, patrones de muselina y cintas métricas enrolladas en
sus cuellos.

Schuyler tomó un sorbo de su capuchino y sonrió para sus adentros,


recordando su breve encuentro con la industria de la moda. Tres años
habían pasado desde que la eligieron entre la multitud en Duchesne y la
seleccionaron para ser una chica Farnsworth. Había sido un ratoncito en
ese entonces. Incapaz de decirle “nada” a la intimidante y hermosa Mimi
Force. Schuyler sintió afecto por la niña asustada que había sido una vez.
Ella había resistido lo peor—con su madre ida, junto con Cordelia y
Lawrence, y decirle adiós a Jack en Egipto era la carga más difícil de
soportar todavía—pero Schuyler se sentía más fuerte de lo que se había
sentido en años. El amor de Jack me hizo más fuerte, pensó. Y dejar ir
nuestro amor me ha hecho más fuerte todavía.

El teatro estaba vacío salvo por unos pocos estudiantes de primer y


segundo año ansiosos por ver lo que los de último año tenían bajo sus
mangas de diseñador. Mañana por la noche, el mundo entero estaría
mirando para ver las últimas creaciones nacidas del laboratorio
experimental, con los periodistas del gremio y la prensa popular ansiosos
por documentar el nacimiento de una nueva estrella de diseño.

La cortina se abrió y Tilly saltó del escenario y corrió hacia Schuyler.

—Lo siento…nos hace falta una modelo…tienes el tamaño y la


apariencia adecuada… ¿te importaría desfilar para nosotros?

Schuyler se rio, sintiéndose halagada. Pero antes de que pudiera


responder, una glamurosa chica alta—de más de un metro ochenta, con
pómulos y abundante cabello oscuro; una criatura exótica y salvaje—llegó
al pasillo pisando fuerte con unos tacones de quince centímetros.

—¡Tills! Lo siento, el metro fue bloqueado…por algún tipo de accidente


en la estación de Euston…tuve que llamar un taxi.

—¡Cielos! ¡Gracias a Dios! —chilló Tilly mientras intercambiaban


efusivos besos en el aire.

Oliver le dio un codazo a Schuyler.

—Te salvaste por un pelo —dijo con una sonrisa.

—¿Ollie? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la modelo al notar a


Oliver—. ¡Por cierto, fue una fiesta genial la de la otra noche! ¡Tuve una
resaca descomunal la mañana siguiente!

Oliver trató de explicarse, pero a él también le dio dos frenéticos besos


en el aire antes de que las dos hermosas chicas desaparecieran detrás de
la cortina.

—¿Supongo que no debería sorprenderme? —preguntó Schuyler con


una sonrisa irónica—. Pareces conocer a la mitad de las chicas en
Londres.
Oliver ni siquiera se sonrojó.

—Oh, es sólo Gucci Westfield-Smith. Una amiga de Kingsley.

—Ah-ha. Claro —dijo Schuyler.

Las luces se apagaron y el espectáculo comenzó; los altavoces de


arriba sonaron una canción que era solo un bajo y una respiración
sensual. La modelo—Gucci Yo-Que-Sé—salió vestida solo con un tocado de
plumas y un leotardo color piel. Caminó con las manos en las caderas y le
dio una mirada seductora a Oliver al final de la pasarela antes de girar y
alejarse.

Tilly salió de detrás del escenario y se sentó junto a Schuyler y Oliver.

—Shh —dijo la diseñadora, sonriendo con anticipación.

Hubo más variaciones sobre el tema Desnudo/Nativos. Tocados más


elaborados, ponchos navajos con flecos, mocasines de gamuza y vestidos
hechos de plumas multicolores e hileras de perlas.

—Entonces, ¿qué les parece? —preguntó Tilly, cuando las luces se


encendieron y los modelos habían regresado tras bastidores.

Oliver aplaudió y se puso de pie.

—Fantástico. Brillante.

—A mí también me encantó —acordó Schuyler—. ¿Sabes lo que puede


ser genial? Haz que tu maquilladora les dibuje máscaras a las chicas —
sugirió, recordando la fiesta después del Baile de los Cuatrocientos,
cuando Mimi había llevado la «mascarada» a un nuevo nivel.

Tilly asintió pensativa.

—Eso podría funcionar. Me gusta. Permítanme decirles a las chicas


algunas cosas, luego los llevaré a tomar un café al otro lado de la calle y
podremos hablar.
9
Mimi
Traducido por Eglasi // Corregido por Pauper

¿ A dónde fue? ¿Cómo pudo desaparecer así? Él sabía que era


ella ¿verdad? ¿Sabía que era Mimi debajo de la peluca castaña
y que los ojos cafés eran parte del disfraz? Debajo de la ilusión,
debajo del glamour—él la conocía íntimamente, conocía su alma, tenía que
haberla visto—realmente verla, ¿cierto? Ella podía reconocerlo en
cualquier parte. En cualquier atuendo, bajo cualquier máscara. ¿Por qué
él no podía?

Siguió a Danel a través de los túneles hasta el otro extremo de la


estación, aliviada de que él parecía haber tomado el beso con calma.
Probablemente no era la primera vez que una chica se había lanzado a él
en una espontánea sesión de besuqueo. Quizás estaba acostumbrado a
eso. Tomaron la escalera mecánica al siguiente nivel. Y fue entonces
cuando Mimi vio a Kingsley en el elevador bajando en la otra dirección.
Estaba riendo y charlando con las mismas chicas.

Mimi se dio cuenta que sus celos era irrelevantes. Esta era su
oportunidad de dejar que Kingsley y los vampiros supieran en lo que
estaba metido Lucifer. Tal vez después él podía ayudarlos de alguna
manera.

Cuando salió del ascensor, se giró hacia Danel.

—No me siento bien…necesito volver a bajar para ir al tocador.

—De acuerdo, te esperaré aquí.

Ella asintió y se apresuró a bajar. Empujó su camino a través de la


multitud hasta que estuvo justo detrás de él en la plataforma.
Kingsley Martin.

Ella vaciló. Podía olerlo—esa mezcla de cigarros, café y whiskey que


conocía tan bien. Podía alcanzarlo y tocar su cabello, su cuello, deslizar su
mano en la suya y podrían conseguir alejarse de todo esto. ¿Qué
importaba eso? Dejar que el Príncipe Oscuro tomara el Paraíso. Ella y
Kingsley podían crear un cielo aquí en la tierra.

¿A quién le importaba la guerra que estaba por venir? ¿A quién le


importaban los Aquelarres y la supervivencia de los vampiros? ¿Era
incluso todavía un vampiro? Ella había esperado que la sed volviera, una
vez que estuvo libre del inframundo, pero no pasó nada. No había dado
una mordida en semanas.

Ellos podían olvidar todo esto. Ella podía susurrar en su oído y decirle
que escapara con ella.

Pero él podría odiarla. Podría odiarla por rendirse, por ceder, por ser
egoísta. No era más esa chica. Había crecido mucho. No podía hacerlo. No
a él, no a Oliver y, más importante, no a sí misma.

Además, ¿qué esperanza tenía cualquier vampiro si ella y Jack no


pudieron destrozar a los demonios desde el interior? El Aquelarre estaba
en ruinas; Michael y Gabrielle habían abandonado a su gente.

Incluso si ella y Kingsley querían huir juntos, sabía que cuando


llegara el momento, no lo harían. Kingsley era un Venator y Mimi era
realista. El deber era más importante que el amor. Ella lo entendía hasta
los huesos.

Mimi golpeó en el hombro a Kingsley.

—Lo siento —dijo.

—No te preocupes —respondió él, sonriéndole desde detrás de su


flequillo oscuro. Ella estaba equivocada. Kingsley no la había visto. No
sabía que era ella. Él le ofreció una sonrisa coqueta, la que había ofrecido
a todas las chicas bonitas en el metro.

Pero la sonrisa se convirtió en un ceño.


—Oye…

—¿Sí? —ella preguntó, conteniendo el aliento.

—Dejaste caer esto —dijo, sosteniendo una tarjeta postal con una
imagen de una capilla.

—No…eso no es mío —dijo—. Lo siento.

—Oh. —La observó y parpadeó, ahora mirándola fijamente—. ¿Te


conozco de algún lado…?

Ella sonrió nerviosamente, sacudió su cabeza y regresó para subir por


las escaleras. Si Danel sabía lo que estaba haciendo…si Lucifer lo
descubría… Se empujó a través de la gente utilizando los codos. Danel la
estaba esperando en la parte superior, hablando por teléfono.

—Lo siento, me siento mucho mejor ahora —dijo ella.

—Sí, el jet lag. —Asintió—. Me lo dijiste. —Cerró su celular—. Así que


ese era tu chico.

¿Kingsley? Casi dijo. Luego se dio cuenta que se refería a Jack.

—Ha empezado a tener un poco de problema con los monjes en


España. Voy a tener que ayudarlo a solucionarlos. —Él suspiró—. No
quiere hacer tantos desastres. Significaría alertar a los de Sangre Azul de
lo que estamos haciendo. Mantenlo en silencio, ya sabes.

—Oh, de acuerdo.

—¿Crees que puedes manejar a Rosslyn por tu cuenta?

—Sí…quiero decir...Sí. —Asintió.

—Está bien, preciosa. Pero tenemos un asunto pendiente, tú y yo —


dijo Danel, sujetándola de la barbilla. Luego se había ido.

De nada, envió su gemelo.

Mimi abordó el tren a Edimburgo. Sólo esperaba que Kingsley pudiera


entender el significado de la tarjeta postal.
Ella no quería nada más que fallar en esta búsqueda.
10
Bliss
Traducido por Eglasi // Corregido por Pauper

B
liss recordó los días cuando el Depósito había estado alojado
debajo de un par de clubs nocturnos. El Banco había sido
uno de los lugares más calientes en Manhattan, pero ahora
había atraído a más de una multitud de puentes y túneles. El bloque 122,
de la siguiente puerta, era exclusivamente de los Sangre Azul y sus
invitados. Juntos, proveían una perfecta cubierta para el edifico que
alojaba los documentos que detallaban la historia de los Sangre Azul.
Todos sus conocimientos, todos sus secretos.

Pero el Depósito había sido recolocado y ahora estaba alojado debajo


de la Torre de Fuerza, en un rascasuelo a millas en el subterráneo.

—¿Un rascasuelo? —preguntó Lawson.

—Ya sabes, lo opuesto a rascacielos —dijo Bliss—. Los Conductos


Humanos velan por él. Tal vez algunos de ellos sabrán donde están todos.
Ellos quizás también tengan algo de información acerca de cómo podemos
regresar al inframundo…nunca se sabe.

El rostro de Lawson se iluminó y Bliss sintió un poco de culpa por


traerlo a colación. No era completamente probable que los Conductos
pudieran ser capaces de ayudar, por lo menos no con los lobos. El
conocimiento vampírico de la tradición de los lobos era relativamente
limitado. Oh, bien. Ellos lo descubrirían lo suficientemente pronto.

Bliss llevó a Lawson a través de la puerta principal de la Torre de


Fuerza a un elevador en la parte trasera de los elevadores. Era el único
conteniendo un panel que podía permitirles viajar hacia abajo en lugar de
subir.

—Aquí huele raro —dijo Lawson.

Él tenía razón—olía a rancio y sin usar. Los botones en el panel


estaban con polvo. Bliss se preocupó de lo que podrían encontrar cuando
las puertas se abrieran.

Tenía razón en estar preocupada, porque cuando se abrieron, pudo


ver que el Depósito estaba completamente destruido.

Lo que una vez había sido una hermosa y acogedora biblioteca con
exquisitas sillas de cuero y filas de viejos rincones a la moda, ahora era
esencialmente un montón de escombros. Saqueado y dejado quemarse.
Aún había algunos fuegos pequeños en partes de la habitación y todo olía
como humo. No había tantos libros amontonados como Bliss se había
imaginado, así que quizás algunos de ellos habían sido salvados.

—Lo interpreto como que no es así como normalmente se ve —dijo


Lawson.

—Ni siquiera un poco. No sé lo que pasó —dijo, golpeada por un


sentimiento de profunda tristeza y nostalgia.

Vagaron a través de la biblioteca, mirando hacia las oficinas más


formales del Comité de la Sede, las áreas privadas de lectura, las
habitaciones de los libros raros. Todo destruido.

—Quienes hayan sido, fueron muy minuciosos —dijo Lawson. Luego


se detuvo y olfateó el aire—. Alguien está aquí.

Bliss se giró alrededor.

—¿Dónde? —preguntó, lista para pelear o huir.

—Es humano, no te preocupes —dijo.

—¿Hola?—gritó Bliss—. ¿Hay alguien ahí?


De lo más hondo de la oscura esquina de las pilas, emergió una
figura. Él se veía encorvado y abatido; su ropa demasiado formal estaba
andrajosa y llena de ceniza.

—¿Esos son pantalones de terciopelo? —susurró Lawson—. ¿Quién es


este tipo?

—Él es un Conducto —susurró Bliss—. ¿Señor? —agregó en voz


alta—. Creo que nos hemos conocido antes, hace mucho tiempo. Soy Bliss
Llewellyn.

—Sé quién es Srta. Llewellyn —dijo el hombre, con una voz que Bliss
recordaba como arrogante pero la cual ahora sonaba asustada—. Renfield
—dijo él.

—¿Qué pasó aquí Renfield? —preguntó ella—. ¿Dónde están todos?

Renfield sacudió su cabeza.

—Los Conductos tratamos de almacenarlo tan lejos como pudimos


antes de ir al inframundo con el Aquelarre y yo volví a recoger unos
cuantos libros más y vimos esto.

—¿Qué quieres decir con el inframundo? ¿Dónde están todos?

—Se fueron. Todos se fueron. No quedan vampiros. Es todo un caos.


El Regente está desaparecido, el cónclave fue disuelto.

—Eso no puede ser cierto —dijo Bliss, con lágrimas brotando de sus
ojos—. Solo me he ido un año. Las cosas no pudieron haber cambiado
tanto. No puede estar todo terminado.

—Estoy seguro que no está terminado —dijo Lawson y tomó su


mano—. Lo vamos a averiguar.

—Tal vez sigue habiendo algo de esperanza —dijo Renfield—. Un


boletín de Venator salió.

—Muéstranos —urgió Bliss.


—Llegó a través del cable la otra semana —dijo—. Estaba difundiendo
la información a los miembros que quedaron del Aquelarre cuando lo
escuché. Vengan a mi oficina.

Bliss y Lawson siguieron a Renfield a través de las pilas a la


habitación que estaba escondida en una esquina trasera, donde Bliss
nunca había estado. La puerta era hermosa y tallada elaboradamente,
como lo eran todas las puertas en el Depósito; el hecho de que la sólida
madera permaneciera sin daños hacía que Bliss empezara a sentirse a
salvo.

Hasta que Renfield abrió la puerta y un demonio arrancó su garganta.


11
Schuyler
Traducido por Eglasi // Corregido por Pauper

U
nos minutos después, Schuyler, Oliver y Tilly estaban
colocados en una cómoda esquina de una pequeña tienda de
té, la cual estaba decorada tradicionalmente, cómoda, como
con toques de abuelita—sofás multicolores y almohadas de flores damasco.

—Así que, ¿te dijo Lucas por qué queremos verte? —preguntó
Schuyler, hundiéndose en un sillón de felpa y decididamente incómodo
que Cordelia nunca hubiera permitido en su elegante casa en Manhattan.

Tilly sonrió.

—Sí, lo hizo. Aunque, por un momento, pensé que ustedes eran de


Chic. Se suponía que me entrevistarían.

Schuyler ignoró el comentario.

—Queríamos hablar acerca de lo que quizás conoces sobre la Puerta


de la Promesa.

La diseñadora suspiró.

—Oh sí, sí. La Orden de los Siete y todas esas difíciles


responsabilidades…

—Perdóname si sueno grosera pero ¿responsabilidades como


custodiar las Puertas del Infierno? Yo diría que eso es muy serio —dijo
Schuyler, un poco sorprendida de la irreverencia de Tilly.

Tilly se encogió de hombros.


—Eso parecía terriblemente urgente en ese entonces. Pero tienes que
entender…eres un alma nueva ¿cierto? Lucas me contó acerca de ti.
Mestiza. Hija de Gabrielle. No tienes los recuerdos de sangre. No sabes
cómo es.

—Dinos, haznos entender —urgió Oliver.

Tilly jugueteó con los anillos de sus dedos.

—Al principio, el peligro era genial. Lucifer había sido descubierto y


los caminos tuvieron que ser custodiados o los demonios podrían soltarse
en nuestro mundo. Lucas y yo fuimos asignados a la protección de
Gabrielle como todos los de nuestra antigua legión. Tu madre hizo lo que
tenía que hacer en Londres, después dejamos a Lucas atrás. —Hizo señas
para una segunda taza de té—. Eso es todo lo que recuerdo de aquel
tiempo. Por supuesto, la crisis en Roma era sólo el comienzo del problema.
Estaba con tu madre cuando…—Su voz titubeó y se estremeció.

—¿Cuándo qué? —solicitó Schuyler.

Tilly cerró sus ojos.

—Cuando Gabrielle descubrió que Lucifer la engañó. Que las Puertas


del Infierno que ella había construido durante la fundación de Roma no
eran igual a su poder.

Schuyler y Oliver intercambiaron una mirada inquieta.

—¿Qué pasó en Florencia?

—Lucifer estaba vencido, por supuesto. Michael vio eso como siempre
lo había hecho.

Schuyler la miró de forma penetrante.

—No pareces muy segura.

Tilly movió su té.

—No lo sé. Traté de olvidar todo eso, era completamente horrible. De


cualquier forma, los años pasaron…siglos y siglos pasaron pero nada
pasó…
—No pasó nada…han habido muertes. Han sido tomados jóvenes —
dijo Schuyler—. Incluso aquí en el Aquelarre de Londres.

—Sí, eso creo, pero no era como…no era como era para todos. Era
uno a la vez…—dijo Tilly, su voz haciéndose pequeña.

—¿Qué eran unas cuantas almas aquí y allá en el magnífico esquema


de cosas, cierto? —dijo Oliver bruscamente.

—Sé que piensan que es terrible y horrible de nosotros. Que dejamos


caer a tu madre de alguna manera. Nosotros ya no somos las únicas
víctimas. Los de Sangre Roja…son mucho más violentos y crueles de lo
que lo fuimos nosotros.

—Lucas mencionó que fuiste mortalizada…

—¿Eso dijo? Esa vieja cabra. «Mortalizada». Supongo que lo fui. Me


aburrí, supongo…

—¿Te aburriste? —dijo Schuyler fríamente.

—Sí, no lo sé, chupar sangre y todo eso…parecía tan…—Se


estremeció—. Bueno, no es realmente bueno para ustedes ¿o sí? ¿Toda esa
proteína? Quiero decir, soy vegetariana ahora…—dijo débilmente.

Un maldito vampiro vegetariano. Schuyler decidió que ciertamente


tenía que escuchar todo.

—Así que ¿tú no…realizaste el Beso Sagrado? —preguntó Oliver.

—No. No he necesitado uno en siglos. Primero pensé que se


marchitaría y estuve brutalmente enferma. Recuerdo que fue durante
algún momento del siglo dieciocho, cuando pensé que sólo podía
desaparecer. Pero luego me recuperé y no he tocado una gota desde
entonces.

Tilly no había realizado el Beso Sagrado en siglos. Y tampoco Schuyler


por al menos un año, desde que dejó a Oliver estar con Jack. Ahora que lo
pensaba, cuando ella y Jack habían estado juntos, ninguno de ellos había
tomado familiares. Ella había olvidado el sabor de la sangre y había
sobrevivido.
—Por cierto, nosotros preferimos el término «nativo desaparecido» —
dijo Tilly.

—¿Nosotros? —preguntó Oliver.

—¿Hay muchos como tú? —preguntó Schuyler.

Tilly enroscó su dedo contra su taza.

—Sí. Toneladas. No es algo que el Depósito o los Aquelarres o los


Regis hayan querido aceptar. Pero sí, muchos de nosotros ya no estamos
viviendo como vampiros. No regresamos, no reencarnamos.

—Es sólo otro mundo de Enmortal ¿no es así? —musitó Oliver,


refiriéndose a que los vampiros que habían elegido no descansar pero
continuar despiertos por su vida inmortal.

—Sí. Tal vez. Eso creo. Excepto…

—Lo entendemos, no sangre, no familiares humanos. ¿Incluso sigues


teniendo colmillos? —preguntó Schuyler, cuestionándose en qué se
convertirían los suyos. No los había sentido en mucho tiempo.

—Sí, siguen ahí. Algunas veces brotan pero aprendes a controlarlos.


—Tilly se puso su abrigo—. De cualquier forma, lamento no poder ayudar.
Lucas dijo que las cosas se ven mal para los Aquelarres. Todos se están
yendo al inframundo otra vez. Pero quizás eso es lo mejor.

—¿Es lo mejor? —preguntó Schuyler, su voz al borde.

—Parece injusto ¿no es así? ¿Toda la cosa de la elite vampírica? ¿Qué


nos da el derecho? Tal vez los Sangre Plateada tienen un punto. Tal vez
somos inservibles. ¿Quién nos necesita? —Asintió—. Gracias por el té. Y
para la sugerencia de las máscaras. Las usaré mañana.
12
Tomasia (Florencia, 1452)

S
Traducido por Eglasi // Corregido por Karlix

u respiración era dulce en su oído, sus pestañas suaves en


su mejilla.

—Me entrego a ti y te acepto como mi dueña —susurró Gio,


su voz baja y temblando con emoción.

Tomi apretó sus manos alrededor de su espalda, lo acercó y dijo las


mismas palabras para él. Con ese voto estaban unidos, tal como lo habían
estado desde un tiempo eterno.

Lo alejó de la ventana hacia el dormitorio. Gio se había encargado de


todo—esa mañana Tomi había movido sus pequeñas cosas a la nueva casa
que compartirían. Era un palacio en Florencia, por encima de Arno. La
habitación era radiante con cientos de pequeñas velas parpadeando en la
oscuridad. Ella le sonrió tímidamente, mientras su respiración se
aceleraba por la emoción. Él la besó otra vez, empezando por sus labios y
hacia la base de su cuello y ella le regresó el beso con una pasión urgente
que aumentó a medida que se iban acercando más.

Ella sintió sus cálidas manos buscar las correas del simple vestido
azul que estaba usando y luego sus manos se encontraban en su piel.
Pronto estaban recostados en la cama y él se estaba moviendo contra ella y
ella estaba presionada contra él, y cuando lo vio a los ojos, vio que estaban
llenos de amor. Él era tan bello. Ella movió su cuerpo con el suyo,
acelerando el ritmo. Las manos de Gio en las suyas, sosteniéndolas desde
la parte trasera de su cabeza, sus caderas deslizándose contra las suyas,
los dos unidos, entrelazados, juntos ahora, justo como al inicio de los
tiempos.
—He querido esto… he querido esto demasiado, por mucho tiempo —
dijo él, besándola ferozmente esta vez, mordiendo su labio y empujándose
contra ella con una ferocidad que la excitó y la asustó.

—Yo también te he querido, demasiado —dijo ella, sentándose para


que pudiera verlo claramente y mostrarle lo mucho que lo amaba.

Él empujó contra ella, más y más fuerte, más y más rápido y sus
fuertes manos en su cintura la agarraron tan fuerte que ella casi grita del
dolor.

—Quiero beber de cada parte de ti —dijo, furioso, enterrando su


rostro en su cuello mientras se estremecía contra ella, golpeando su
cuerpo contra el suyo.

—Michael —ella murmuró—. Michael, mi amor y mi luz.

—Shhhh —susurró él—. Shhhh.

A la mañana siguiente se despertaron por un bombardeo de puños en


la puerta.

—¿Gio? ¿Tomi? ¡Gio! ¡Despierten! —La voz pertenecía a Bellarmine. Él


la había estado en guardia la noche anterior.

—¿Qué pasa? —dijo Gio—. ¿Qué es tan importante para que tengas
que molestarnos por la mañana después de nuestra unión?

—Mis más profundas disculpas por esta intrusión pero necesitamos


consultar contigo este asunto —explicó el Capitán Venator.

—Supongo que debemos ver qué es lo que quiere —Gio suspiró.

Tomi removió sus brazos que estaban alrededor de su pecho y sus


piernas que estaban enredadas en las de él.

—Supongo que debemos hacerlo. Ay —dijo ella con una sonrisa.


Se vistieron rápidamente y salieron al patio encontrando a Valentina y
a Bellarmine permaneciendo en la puerta con rostro pálido, viéndose
agitadas y molestas.

—¿Qué pasó? —preguntó Tomi, sintiendo un vacío en su estómago.


Había algo terriblemente mal, pero no sabía qué era.

Valentina se giró hacia ella, su rostro pálido.

—La Señora… Simonetta ha sido asesinada y su bebé destripado.

Tomi jadeó y Gio se volvió hacia los Venators con enojo.

—¡Ningún daño debía llegar a ella! ¿Cómo pasó esto? —gruñó, su


hermoso rostro enrojecido de la ira.

—Fuimos hechizados. Cuando despertamos, Simonetta estaba


muerta. La encontramos en su cama —dijo Bellarmine, ofreciendo una
daga ensangrentada.

—La cuchilla de Andreas —dijo Gio con el ceño fruncido.

—Entonces él sobrevivió al incendio —dijo Tomi, su corazón


hundiéndose. Había estado segura de que habían triunfado, que el mal
había sido destruido—. Pero ¿por qué mató a su propio hijo?

—¿Para qué así no lo torturáramos? —ofreció Valentina.

—No tiene sentido —dijo Tomi, confundida.

Gio atrapó la daga.

—Vamos a encontrar a su asesino. Vamos a encontrar a Andreas y lo


vamos a destruir.

Tomi se encogió por la ira en su voz, por la furia en sus ojos. Ella
nunca lo había visto así antes. Amable, caballeroso Gio. Él estaba
encendido por la ira. Tomi se encogió detrás de él, asustada y recordando
su noche apasionada, el desenfreno de ella, la ferocidad.

Lo miró y él era un extraño para ella. No sabía quién era.


13
Schuyler
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Karlix

E
l sonido de cristales rotos la despertó de su sueño. Schuyler
miró su reloj de la mesilla de noche. Eran las cuatro de la
mañana. Se puso su bata y salió a la sala de estar.

—¿Quién está ahí? —llamó ella. Caminó por el pasillo oscuro,


buscando el interruptor de la luz.

Encendió la luz y vio a Kingsley en medio de la habitación, con una


copa de vino rota en la mano.

—Oh, lo siento, lo siento…estábamos tratando de no hacer ruido y me


tropecé con la maldita alfombra… —dijo él.

—Voy por la aspiradora. —Schuyler frunció el ceño y tiró de la


aspiradora del armario.

—Adiós, Dani —dijo Kingsley, cuando una rubia elegante salía de su


habitación, colgando sus tacones de aguja en un dedo. Era la viva imagen
de Mimi Force. Los mismos ojos verdes almendrados, la misma melena
platinada. La misma expresión deseable sexy.

—Adiós, querido —dijo ella, besándolo en la mejilla.

—Cuidado con el desastre —advirtió el, señalando los vidrios rotos en


la alfombra.

—Siempre lo hago —dijo ella, moviéndose delicadamente para


evitarlos.

Schuyler le dio a Kingsley una mirada igual a la que le había dado él


cuándo la vio tomada de la mano con Oliver.
—¿Qué? —dijo Kingsley, con una sonrisa inocente en su rostro.

—Adiós, Rey-Rey —dijo otra chica, igualmente impresionante y rubia.


Ella solo llevaba un sujetador y una minifalda. Pero al menos llevaba
zapatos.

—Adiós, Antoinette. —Sonrió Kingsley y la besó en la frente—.


Estábamos jugando al strip póker —explicó, cuando una encantadora
tercera chica salió de la habitación. Esta tenía el cabello oscuro con un
corte bob4, y ojos marrones. No era un clon de Mimi, entonces.

—Nos vemos, Parker.

El llamado Parker le hizo un guiño a Schuyler y presionó un dedo en


la boca de Kingsley.

—No seas un extraño. —Ella rio.

Schuyler puso sus ojos en blanco.

—¿Eso es todo? ¿O escondes más en tu harén?

—Schuyler, cariño, no es tu asunto lo que hago o con quien lo hago —


declaró Kingsley cuando fue a su habitación y cerró la puerta tras de sí—.
Buenas noches —agregó desde detrás de la puerta.

La noche siguiente fue lo mismo, pero esta vez había cuatro rubias y
no morenas, mientras que la noche siguiente trajo a la clase entera de
modelos de Farnsworth—las nuevas chicas que habían llegado de Londres
para la nueva temporada—a su dormitorio.

—Semana de la moda —dijo Oliver sabiamente, cuando se iba para


participar de las glamorosas fiestas, levantando la envoltura de las
brillantes invitaciones—. ¿Segura que no quieres ir a ver a Stella? Tengo
un boleto extra.

—¿Desde cuándo te preocupas por la moda? —exigió Schuyler.


4
Corte recto que se extiende hasta la altura de la mandíbula, generalmente con flequillo.
—Sky, ¿qué sucede? No es halagador —bromeo él—. No me esperes
despierta.

—Has estado saliendo demasiado con Kingsley.

Oliver no lo negó.

Más tarde esa noche, Schuyler había despertado una vez más por un
golpe fuerte, y cuando salió a la sala de estar, Kingsley estaba jugando
Twister con dos chicas más, los tres envueltos alrededor del otro en un lio
trenzado de piernas, brazos y risas.

Volvió a la cama, después de haber rechazado su invitación a


participar, pero al día siguiente, cuando Kingsley estaba a punto de salir
para una noche salvaje, ella lo detuvo en el umbral. Finalmente había
tenido suficiente de la fiesta constante, la música a todo volumen en medio
de la noche, y miradas condescendientes de piedad del desfile de amantes,
que parecían creer que Schuyler estaba “suspirando” por Kingsley.

—¿Te importa? —dijo él, al llegar a la puerta.

Schuyler se cruzó de brazos.

—¿Qué pasa?

—¿Pasa algo? —preguntó Kingsley.

—¿Por qué estás actuando de esta manera?

—¿Qué quieres decir?

—Las últimas noches, las chicas, la fiesta… Es decir, siempre has


sido… social, Kingsley, pero últimamente solo pareces… desesperado. No
sé si te has dado cuenta, pero todas ellas se parecen mucho a…

—No lo hagas. No digas su nombre —advirtió Kingsley.

—Bien —dijo Schuyler—. Es solo… me preocupo por ti. ¿Qué está


pasando?

—No hay nada de qué preocuparse. Estoy teniendo un poco de


diversión. Tú pasas tiempo en el inframundo, verás si no actúas igual.
—Kingsley…

—Te lo dije, no pasa nada.

—Está bien.

—Sabes Schuyler, ella tenía razón, eres un dolor en el…

—¡Martin! —advirtió Oliver, habiendo salido de su habitación para ver


de qué se trataba el alboroto.

Schuyler se hizo a un lado, y Kingsley salió por la puerta. Cuando la


cerró de golpe detrás de él, se volvió hacia Oliver.

—Tengo razón, ya sabes. Él no es el mismo. ¿En qué está metido?


¿Qué hacemos? No podemos dejar que simplemente se pierda de esta
manera… ¡Él es un Venator! Los otros equipos son…

—Voy a tratar de hablar con él —dijo Oliver—. Decirle que baje el


tono. Descubrir lo que le molesta.

Oliver nunca tuvo la oportunidad de tener su tu-a-tu. A la mañana


siguiente, cuando él y Schuyler entraron al comedor, Kingsley ya estaba en
la mesa del desayuno con su tableta, vestido y listo, leyendo las noticias de
la mañana en su pantalla.

—¿Qué pasa con el acto madrugador? —preguntó Schuyler,


recogiendo una manzana mientras Oliver apreciaba las ofrendas del día:
Toad in the hole5, arenque ahumado y lonjas de tocino.

—Yo, ah… me voy —respondió Kingsley, dejando la tableta.

—¿Ir a dónde? —preguntó Oliver.

—No puedo decir. —Tomó un trago de jugo de naranja e hizo una


mueca, inspeccionando el vaso—. Creo que esto está vencido. Pero podría
5 El toad in the hole es un plato tradicional británico consistente en salchichas en
rebozado de budín de Yorkshire, normalmente servidas con verduras, gravy, patatas fritas
o puré de patata.
ser solo que no lo puedo probar. Oh, bueno, pensé que podía tratar. —
Tomó una rosquilla y comenzó a masticar con una mirada de mal humor
en su rostro.

—No cambies el tema. ¿Por qué no puedes decirnos a dónde vas? —


exigió Schuyler.

—Es mejor si no lo sabes. Más seguro —murmuró él.

Schuyler intercambió una mirada preocupada con Oliver.

—Kingsley, deja de jugar al MI66. Déjanos ayudarte. Esto no es un


juego.

—¡No! —gritó él, y luego se vio avergonzado—. Lo siento…pero tengo


que hacer esto solo. No estoy seguro incluso de que sea algo. Podría no ser
nada, y yo no quiero que te hagas ilusiones… no tengo mucho para seguir
adelante —murmuró, acariciando algo debajo de la mesa. Se veía como
una postal.

—Se trata de Mimi, ¿no es así? ¿Ella está viva, entonces? ¿Qué pasa
con Jack…? ¡Kingsley! —dijo Schuyler, levantándose de su asiento—.
¡Vuelve!

Pero el Venator había salido de la habitación en un instante, y no


había nada en su plato, más que una rosquilla a medio comer.

—Déjalo ir. Volverá —dijo Oliver, untando mantequilla en su tostada.


Él consideraba su desayuno con escepticismo—. Me pregunto por qué se
llama toad in the hole. ¿Los huevos son sapos? ¿O las salchichas?7

Schuyler se volvió hacia él.

—¿Y si está trabajando para los Sangre Plateada?

—No lo está, Sky. Sé que no lo está. Confió en el ¿Tú no?

—Supongo que sí. Solo que deseo que nos diga lo que está pasando.

6 MI6: También conocida como SIS de sus siglas en inglés Secret Intelligence Service, es la
agencia de inteligencia exterior del Reino Unido.
7 Hace referencia al nombre toad in the hole, que se podría traducir en español como

Sapo en el agujero.
Ella realmente confiaba en Kingsley—Oliver tenía razón. Él ya no era
el Venator que había bailado con ella en la fiesta después del Baile
Cuatrocientos y le había susurrado al oído. En aquel entonces, se había
preguntado incluso si él había sido quien la había besado durante el baile.
Fue Kingsley el que había provocado a los Sangre Plateada que habían
atacado en el Depósito, pero explicó que lo había hecho por orden del
Regis—era Charles Force quien le había ordenado hacerlo, para poner a
prueba la fortaleza de las Puertas del Infierno. Como leal Venator, Kingsley
solo podía obedecer. Ella no había podido sostenerse en su contra. Se
suponía que las puertas aguantarían, pero en su lugar, habían
demostrado que podían ser tan permeable como una membrana, y el
demonio se había permitido escapar del inframundo. Solo entonces
Charles finalmente había aceptado que los Sangre Plateada habían
regresado.

—Kingsley hace lo que quiere, pero no vamos a cambiarlo —dijo


Oliver—. Déjalo ir… él hará su trabajo.

—¿Crees que ha ido a ver a Mimi? —preguntó ella.

Y si Mimi estaba viva, ¿Qué significaba eso para Jack? ¿Eso


significaba que…? Ella sintió que se le encogía el corazón al pensarlo—
pero ya era demasiado doloroso y terrible, por lo que con fuerza lo empujó
hacia adentro. Jack—incluso pensar en él trajo un repentino dolor agudo
que le hizo difícil respirar. Vio el rostro de él por un momento—el brillo de
su cabello rubio, sus ojos verdes enmarcados por rubias pestañas—cuan
pacifico se veía cuando estaba dormido. ¿Volverían a estar juntos de
nuevo? ¿O era su último adiós para siempre?

—¿Mimi? No sé… pero… —Antes de que Oliver pudiera terminar la


frase, sonó el teléfono.

El mayordomo apareció.

—A Margaret St. James para la Srta. Van Alen.

—¿Margaret? Oh, Tilly. Está bien. —Schuyler tomó la llamada.

Después, ella volvió al comedor, donde Oliver estaba tomando un


segundo plato de huevos y tostadas.
—¿Qué quería? ¿Otro desfile de modas?

—Ya quisieras. No… ella dijo que recordó algo que podría ser útil. Hay
una persona más del viejo triunvirato que todavía está en Londres. Ella lo
llamó, y él dice que va a reunirse con nosotros. Él sabe lo que pasó en
Roma, podría ser capaz de ayudar a desbloquear la puerta.

—¡Eh!

—Y pensábamos que no era más que una cabeza hueca que diseña
ropa —dijo Schuyler con un guiño.
14
Mimi
Traducido por ZoeReed // Corregido por Karlix

L
a guía del tour hablaba en voz baja con un pequeño grupo de
turistas, sus palabras tranquilas interrumpidas por los
disparos y flashes de los ansiosos fotógrafos. Un hombre
filmaba con su cámara de video en mano, caminando en círculos alrededor
del domo. Detrás de él, una joven pareja claramente en su luna de miel
posaba contra la valla de hierro forjado, el novio sosteniendo su teléfono a
la longitud de sus brazos para tomar la foto.

Mimi se mantuvo a distancia del grupo. A la guía no parecía


importarle que ella se había demorado cerca de la entrada, a diferencia de
los pastores turísticos habituales, que eran estrictos con mantener a todos
juntos.

Había llegado a Midlothian a principios de esa semana y había


visitado la Capilla Rosslyn todos los días, bajo un disfraz diferente cada
vez, no fuera que las monjas que custodiaban el lugar la reconocieran.
Hasta ahora, no había encontrado nada, y mientras se alegraba por ello,
no había obtenido ninguna señal de Kingsley tampoco. Tal vez él no había
entendido el mensaje. Si así fuera, entonces estaba un poco decepcionada
de él. Se preguntó cuánto tiempo podría fingir estar “mirando” para el
grial, y sabía que no se le permitiría regresar al inframundo con las manos
vacías a menos que tuviera una explicación razonable.

Dentro de la capilla, cada superficie disponible estaba


elaboradamente decorada con piedra tallada de manera torcida. Una
sección representaba el inframundo y sus habitantes—un diablo colgando
boca abajo, el mítico «hombre verde» marchando una fila de esqueletos
hacia el Infierno. Las esculturas seguían su camino alrededor de las
columnas y a lo largo de los arcos, a través del techo y en el suelo. Había
un término para esto, lo sabía: horror vacui—el miedo a los espacios
vacíos. Cada pulgada del lugar estaba repleta de decoración, como si los
creadores de la capilla habían temido paredes en blanco como una literal
plaga.

Qué lío, olfateó Mimi.

—Esto se llama columna del aprendiz —dijo la guía del tour, que
pasaba alrededor de un pilar cercano—. Un aprendiz, jactó al maestro
albañil que él podía tallar el diseño sin consultar el original en el que se
basaba. Cuando el maestro vio que el aprendiz había hecho el trabajo a la
perfección, sus celos lo hicieron enfurecer tanto que golpeó al aprendiz en
la cabeza y lo mató. Cuando el maestro fue arrastrado directo a la justicia,
los albañiles que quedaban tallaron una réplica exacta de su rostro en la
columna a través de éste —agregó, señalando al otro poste, que tenía el
rostro de un hombre con el ceño fruncido—. Así siempre, el maestro se
vería obligado a contemplar la obra perfecta del aprendiz que le había
causado tanto dolor.

Espeluznante, pensó Mimi. Pero justificable. Recordó el fuego caliente


de los celos que una vez había sentido sobre la atracción de Jack hacia
Schuyler. Si ella nunca hubiera conocido a Kingsley, probablemente
habría corrido la misma condena—obligada a soportar la realidad de los
dos juntos hasta el fin de los tiempos.

El pequeño grupo charlaba en innumerables lenguas mezcladas junto


ella en su camino hacia la cripta. Mimi no siguió. Dondequiera que se
encontraba el grial—y ciertamente no era esa copa enjoyada que aparecía
en el centro de la capilla—no estaría allí. La cripta era demasiado obvia.
Los caballeros se habrían asegurado de que estuviera bien escondida.

Busca un lugar donde nadie más pueda ver. Busca un lugar que nadie
sabría que existía.

Caminó al exterior, rodeando la capilla en un amplio arco. El exterior


de cada lado se componía de una serie de contrafuertes que sostenían el
alto espacio del centro. Entre cada uno había una vidriera de rosetón. La
piedra era de arena de color y desgastada por la erosión.
Mimi levantó la vista y se dio cuenta de que probablemente debería
haber prestado atención al aburrido tour. Había algo extraño acerca de la
capilla, pero no podía entender lo que era. Dio un paso atrás, los guijarros
crujieron bajo sus talones.

Había una tosca pared que se extendía más alto que el resto del
edificio, dándole un aspecto asimétrico. El muro era desigual en sus
bordes, como indicando una construcción temporal. Sin terminar. Mimi
rodeó la pared, imaginándolo como una cuchilla que había cortado la
capilla a la mitad. Cuando lo tocó, la piedra estaba fría y cubierta de
musgo. Caminó de regreso al otro lado, a la parte inferior, y vio que no
tenía ninguno de los contrafuertes que se alineaban en la otra pared.

—La capilla que se sitúa en Rosslyn es solo una pequeña fracción de


lo que pretendían los constructores originales —dijo una voz detrás de ella.

Mimi se giró para ver a otro grupo turístico. Ella era una monja, Mimi
se dio cuenta, por la cruz en la solapa.

—¿Cómo se suponía que se vería?

—Los contrafuertes del final serían el coro, la parte del edificio detrás
del altar. La larga catedral donde los feligreses se han sentado nunca fue
construida. La pared en ese lado solo se suponía que era temporal, como
un vendaje para un final inacabado —explicó la religiosa—. Ellos cavaron
los cimientos para el resto del edificio en el siglo diecinueve. Habría sido
bastante espectacular si se hubiese terminado.

Al igual que San Juan el Divino de Nueva York, pensó Mimi. El sitio
de su casi-unión. Tanta ambición y arrogancia, como tantas iglesias
inacabadas en el mundo.

—Vamos a cerrar pronto. Siéntase libres de dar un paseo, luego


encuéntreme en la puerta. Su grupo debe de salir de la cripta para
entonces. —La monja volvió a sonreír, pero no tan calurosamente esta vez.
La anciana parecía un poco cansada y tal vez con ganas de terminar su
día.
Cuando ella se alejó, Mimi se dirigió al lugar donde había adivinado
que estaban localizadas las bases enterradas. Sabía dónde estaría la
cripta, terminando justo en las afueras de la base del edificio.

Si yo fuera un Caballero Templario, ¿dónde escondería el grial?

¿Tal vez, en un lugar donde nadie nunca se le ocurriría mirar?

Tal vez había algo más en esta estructura—algo aún conservado del
siglo diecinueve dónde ni siquiera se le ocurriría buscar. Regresó y se
colocó en el borde de la tosca pared, el lugar donde la capilla habría
continuado si se hubiese completado.

Entrecerró los ojos, y en la penumbra lo vio finalmente. La nave8


central. Oculta a plena vista. En un momento ella estaba afuera, y al
siguiente estaba de pie en una elegante catedral.

Imposible, pensó Mimi. No estoy en el encantamiento y no es Rosslyn,


entonces, ¿en dónde estoy?

—Los lobos lo llamaban Limbo. Su histórico reino antes de que se


convirtieran en perros de Lucifer. La monja estaba mal… la capilla fue
construida según lo previsto, pero no en la tierra y no por el hombre.

Mimi conocía la voz. Volteó hacia el Venator de pie detrás de ella. Él lo


había logrado atravesar, tal como había esperado. Pero mantuvo la calma
en su rostro.

—Me tomó mucho tiempo para encontrar la magia necesaria para


desenterrar la parte oculta de la capilla. Qué suerte la tuya, por aparecer y
tomar ventaja de mi trabajo. —Él estaba sosteniendo una copa por sus
labios, dejándola colgar en sus manos.

—¿En busca de esto? —preguntó Kingsley con su habitual sonrisa.

8
La parte central de una Iglesia, con la intención de acomodar a la mayoría de la
congregación.
15
Bliss
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Karlix

L
a cosa que había conseguido apoderarse de Renfield era un
vampiro de ojos carmesí que le enseñó los colmillos y bebió
profundamente la sangre que brotaba de la garganta del pobre
historiador. Las piernas de Renfield patearon débilmente en el aire, y
balbuceó cuando la vida fue drenada de él.

—¡Renfield! —gritó Bliss y corrió hacia adelante.

Pero antes de que pudiera llegar a él, Lawson se lanzó delante de ella
y la empujó fuera del camino. Él era fuerte, incluso en forma humana, y
ella se deslizó por el suelo, con seguridad fuera del alcance del monstruo
frente a ellos.

¿Qué había estado pensando? Ya no era un vampiro, no tenía la


fuerza para enfrentar al demonio que había atacado a Renfield. Un Sangre
Plateada en el Depósito—trajo recuerdos de ese otro ataque no hace
mucho tiempo.

El demonio dejó caer el cuerpo de Renfield al suelo cuando Lawson


arremetió a la bestia por detrás. Bliss buscó un arma frenéticamente,
cualquier cosa que pudiese ayudar a Lawson, que ahora estaba luchando
con el monstruo. El Sangre Plateada tenía ventaja, sus colmillos
extendidos, hambre de matanza. Desgarraría a Lawson…

Lawson de repente cambio de forma, y en un momento reveló su


propio yo. Fenrir. El lobo más poderoso del inframundo. El cambio
sorprendió al Sangre Plateada, y el demonio rugió y salto atrás de Lawson,
quien pateó por el suelo y gruñó. Ellos pasearon alrededor del otro, cada
uno esperando que el otro ataque primero.
—Bien, bien. Un perro fuera de su jaula —se burló el Sangre
Plateada—. Ven aquí, chico.

Lawson aulló.

El demonio levantó una fusta para golpear, y la bajó con fuerza al


flanco izquierdo de Lawson. El lobo gimió de dolor y se encogió.

Por el rabillo del ojo, Bliss podía ver una gran tabla de madera pulida,
ahora agrietada y rota. Un anaquel de una de las librerías se había caído
al suelo. Si pudiera alcanzarlo, tal vez podría utilizarlo para distraer al
Sangre Plateada, detenerlo para que Lawson tenga la ventaja.

En silencio, se arrastró a un lado y cogió el tablón. La criatura seguía


burlándose de Lawson, que parecía casi listo para saltar. Bliss se puso de
pie tan rápido como pudo, se lanzó hacia adelante, y, balanceando la tabla
por debajo, golpeó al vampiro por debajo de sus rodillas.

Su estratagema funcionó—el demonio cayó al suelo. Solo le tomó un


momento a Lawson atacar, aprovechando la posición más débil del
demonio lo rasgó en pedazos con sus dientes feroces y garras afiladas.

El Sangre Plateada fue consumido por una llama de plata brillante,


luego se desplomó como un saco de huesos. Estaba muerto.

Lawson jadeó pesadamente antes de cambiar de nuevo a forma


humana. Bliss respiraba con bastante fuerza—no podía creer lo cerca que
habían estado de ser asesinados. Sus ropas estaban empapadas en
sangre—del historiador y del demonio. Cayeron sus brazos en señal de
alivio.

—¿Estás bien? —preguntó Lawson, tan rápido como pudo la abrazó


fuertemente.

Bliss asintió, sonrojándose un poco con la fuerza de su abrazo.

—¿Tú?

—No hay nada que no se cure rápido —dijo. Estaba cubierto de


arañazos y sangre.

—¿Necesitas algo? ¿Vendajes?


—Nop. Ya estoy en vía de recuperación. ¿Ves? —Levantó un brazo
salpicado de pequeños cortes, pero a medida que Bliss lo miró, estos
desaparecieron—. Me salvaste la vida, ya sabes.

—Es curioso, yo pensé que habías salvado la mía.

—Nos salvamos el uno al otro —dijo—. Hacemos un buen equipo.

—Lo hacemos ¿verdad? —dijo y sonrió.

—Me hubiese gustado que hubieses conseguido esa cosa antes de que
matara a Renfield —dijo Lawson.

—Pobre Renfield —dijo Bliss—. Todo lo que quería era servir a los
vampiros.

—Lo llevaremos cuando nos vayamos, para que su cuerpo pueda ser
encontrado y enterrado correctamente.

Bliss asintió. Estaba exhausta y traumatizada, pero ella sabía que no


había tiempo para detenerse y llorar por el pobre Conducto humano. Ellos
tenían que intentar encontrar por lo que habían venido, el Venator que le
había avisado a Renfield que había una esperanza de que los vampiros no
habían sido aniquilados completamente.

—Él dijo que estaba en su oficina ¿Crees que tal vez el Sangre
Plateada estaba detrás de eso también?

—Podría ser. ¿Por qué otra cosa podría haber estado aquí? —dijo
Lawson.

—Vamos a echar un vistazo.

Bliss se acercó al escritorio de Renfield y empezó a ir a través de los


cajones, pero no encontró nada que pareciera venir de la oficina del
Venator. Bliss deseó haber prestado más atención durante las reuniones
del Comité. Ni siquiera sabía lo que estaba buscando. Le había llegado por
telegrama, el Conducto le había dicho. El Depósito tenía mala fama por
confiar en tecnología antigua.

—Hay un archivador por aquí —dijo Lawson—. Está cerrado, puedo


ocuparme de eso.
Lawson tiró de la manija tan fuerte como pudo. Bliss podía ver sus
músculos moverse por el esfuerzo a través de su camisa, y su corazón se
aceleró. ¿Fueron celos por sus poderes perdidos, o simplemente una
reacción al cuerpo de Lawson? El cual era un cuerpo muy bonito, como
ella lo recordaba de su breve encuentro.

Finalmente, el bloqueo de los cajones se rompió y se abrió.

—Archivos —dijo Lawson, tendiendo las carpetas y extendiéndolos en


el suelo.

Bliss comenzó a hojearlos. El primer cajón guardaba los archivos de


todos los vampiros que habían venido originalmente de América hace tanto
tiempo. El segundo contenía los archivos de los Venator. Fue el tercero,
sim embargo, el que era más escalofriante.

—¿Qué son? —preguntó Lawson.

—Son archivos de los Conductos humanos —dijo Bliss—. Dice que


están muertos.

—¿Todos ellos?

—Es difícil estar seguros. Referido a los que tienen sus archivos aquí.
¿Ves las marcas negras? Eso significa que ya se han ido. Parece que
Renfield era uno de los últimos en sobrevivir.

—¿No dijiste que tu amigo Oliver era un Conducto? —preguntó


Lawson.

Bliss asintió, tratando de no entrar en pánico. ¿Oliver—muerto? No


había manera. Mimi no permitiría que esto sucediera. Bliss vio a través de
los archivos para ver si su nombre estaba allí.

—Falta su archivo —dijo ella, algo aliviada—. Puede que todavía esté
vivo. Tenemos que encontrarlo.

—¿Por qué es tan importante? —preguntó Lawson—. ¿Eran ustedes


dos, como, cercanos?

¿Se estaba imaginando cosas, o sonaba un poco celoso? ¿Estaba mal


que ella esperara que lo estuviera?
—Oliver es solo un amigo —dijo ella suavemente—. Era el Conducto
de Schuyler, y creo que algo más que eso, por un tiempo, pero nunca hubo
nada entre nosotros —agregó con firmeza—. Aunque, si pudiésemos él
podría ser capaz de decirnos qué pasó. O ayudarnos a encontrar a
Schuyler. Él nunca está lejos de ella.

Ella se dio cuenta de que todavía tenía los cuadernos que había
tomado del apartamento de Oliver. Sacó uno y echó un vistazo a las
páginas, pero eran todas tonterías. No le tomó mucho tiempo averiguar
que era un código—Oliver solo había movido cada letra sobre tres de ellas.
Ella comenzó a formar palabras, aunque era difícil saber cómo eran
significativas. ¿Freya? ¿Egipto? Tiró de la copia impresa del correo
electrónico, el cual descubrió que estaba dirigido a los padres de Oliver.

—Pásame una pluma, ¿puedes? —dijo ella.

Lawson esperó pacientemente mientras Bliss decodificaba el último


párrafo del correo electrónico. Finalmente, levantó la cabeza en señal de
triunfo.

—Él está en Londres. Algo sobre las puertas. Schuyler está con él.
Están quedándose en una casa de seguridad Venator. Deben de haber
recibido el mismo boletín del que Reinfield estaba hablando.

—¿Menciona la ubicación de la casa?

—No, pero podemos encontrarla. Solo tenemos que llegar allí. —Y


entonces recordó—. ¡Jane! Ella está en Londres también ¿Cómo pude
haberlo olvidado? —Jane Murray, la Vigilante, que le había dicho que los
Venators se reunirían en la capital británica y a Bliss que se encontrara
con ellos allí.

La frente de Lawson se frunció.

—¿Londres? Acabamos de llegar a Nueva York.

Bliss se dio cuenta de que Lawson nunca había estado en una ciudad
antes, y ahora ella lo transportaba por todo el mundo. Sabía que lo hacía
sentir incomodo por tener que confiar en ella, y esperar que supiera lo que
estaba haciendo.
—Todo va estar bien todo —dijo ella—. Solo tenemos que conseguir
boletos y pasaportes y algo de ropa, y podremos salir de aquí.

—¿Tienes alguna varita mágica? —Sonrió.

—Algo mejor. Un apartamento en Park Avenue9 —dijo ella.

¡Su apartamento!10 El ático de sus sueños. No había estado allí en lo


que parecía una eternidad. No había razón para no pensar que aún estaba
ahí; ella era la única beneficiaria de la generosidad de sus padres
adoptivos, y mientras el Depósito había sido destruido, ella tenía la
sensación de que los Sangre Plateada habían dejado el apartamento solo.
Después de todo, había pertenecido a los de los suyos—Forsyth Llewellyn,
cuando él estaba vivo, había sido el aliado más cercano a Lucifer.

—No tengo pasaporte —dijo Lawson—. ¿Y qué pasa con mis


hermanos, y Ahramin? Me tengo que reportar con ellos.

—Lo haremos. Puedo arreglar un pasaporte para ti, sé que puedo. Nos
aseguraremos que todo esté bien con la manada antes de irnos. No te
preocupes, que todo va a estar bien. —Bliss estaba de vuelta en Nueva
York, de vuelta en casa, y se sintió fortalecida, agradecida de ser útil en
vez de indefensa.

—Si tú lo dices —dijo Lawson. Pero no parecía muy seguro.

9 Park Avenue es una amplia avenida de Nueva York, que se extiende de norte a sur de
Manhattan.
10
En el original, «Penthouse du Rêves».
16
Schuyler
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Pauper

D
e vez en cuando, Schuyler lo extrañaba tanto que era difícil
ponerlo en palabras. Ella sólo lo había conocido por un corto
tiempo antes que fuese alejado de ella. Sin embargo, estaba
siempre en su mente. Lawrence Van Alen. Su abuelo. El vampiro que le
había enseñado los cuatro factores de el encantamiento, quien le enseñó
sobre su legado, quien la preparó para su tarea.

Era increíble lo mucho que Peter Pendragon le recordaba a


Lawrence. Algo en su manera altanera de saludarla, su porte aristocrático
y su actitud distante. Como Oliver se lo había explicado, los Caballeros
Templarios era un grupo escindido a los Venators, dedicados a la
protección de santas reliquias. Pero a medida que pasaba el tiempo, su
importancia para los Aquelarres había disminuido y sus filas disminuido.
Peter Pendragon era uno de los últimos miembros restantes.

Ellos lo encontraron en su estudio en Malborough Farm, una vasta


finca a unas pocas horas de la ciudad. La gran mansión antigua había
visto sus mejores días, la mayoría de las ventanas cerradas, motas de
polvo volando en el aire, muebles cubiertos con sábanas de tela. La casa
era una hermosa ruina, como muchas casas históricas en Inglaterra que
tenían un mantenimiento demasiado caro, dejándolas a resistir y a su
decaimiento. Tal vez por eso Schuyler se sintió en casa, en la cubierta y
oscura finca—eso le recordaba a su propia casa en la ciudad de Nueva
York. Había sido una niña entre fantasmas, rodeada de recuerdos de un
mejor tiempo, viviendo en un lugar oscuro, solo con su formidable abuela
como compañera.
Sintió la presencia que la vigilaba de nuevo; que llegaba y se iba, y
mientras le inquietaba sentir como si estuviesen siendo observados, no
había mucho que pudiese hacer al respecto. Por ahora, quienquiera o lo
que sea le parecía suficientemente benigno.

—Así que eres la hija de Allegra —dijo Peter, mirando a Schuyler de


arriba abajo—. Y has venido a Londres para desbloquear el secreto de la
Puerta de la Promesa.

—Sí. Tilly St. James nos envió. Ella dijo que eras parte del antiguo
equipo de Gabrielle, al igual que ella y Lucas Mendrion.

—Lo era —dijo él—. Ven, siéntate ¿Vas a tomar té?

Schuyler declinó cortésmente, sintiendo como si el mundo estuviese


al filo de una navaja, y lo único que estaba haciendo era beber champán y
beber té mientras su amor estaba perdido y Roma ardía.

—Linda finca —dijo Oliver, admirando el mobiliario. Schuyler le dio


un empujón con el codo, irritada.

—¿Qué? —preguntó él, la arrogancia de Kingsley lo vestía a él.

Pendragon se volvió a Schuyler.

—Sé que Mendrion y el resto del Aquelarre están yendo al


inframundo. Pero me quedaré aquí y mantendré mi posición. Además, he
oído a través de los Venators que algo estará pasando en Londres pronto.
Su llegada fortuita, creo. La hija de Gabrielle. Que esté vivo en este ciclo
para encontrarte es una maravilla.

»Me asignaron a Gabrielle cuando Dantos murió en Florencia en el


siglo quince, durante ese feo lio. Tuve la carrera más corta entre ellos, ya
que dejé el servicio con tu madre para acompañar a los Caballeros
Templarios.

—¿Por qué te fuiste? —preguntó Schuyler.

—Fue idea de Gabrielle, en realidad. Ella me dijo que le serviría mejor


como un caballero. —Sonrió—. Traté de no tomarlo como algo personal.
Me gustaba trabajar para tu madre.
—¿Puedes ayudarnos?

—Tal vez. —Asintió con la cabeza—. Dime lo que sabes.

—Catherine de Sienna nos dijo que la Puerta de la Promesa solo se


desbloquea con la llave de los gemelos —dijo Schuyler—. ¿Sabes qué
significa eso?

—La llave de los gemelos es la sangreal. La santa sangre —dijo él,


moviéndose en su silla.

—Santa sangre —repitió Schuyler.

—Otro nombre es la Sangre del Padre.

—¿El Santo Grial? —adivinó Oliver.

—No. El Grial es el cáliz de Cristo. Hay un poco de mezcolanza acerca


que sea una persona, pero eso no es cierto; solo es un rumor popular, otro
falso concepto que nosotros divulgamos para los Sangre Roja para
mantener a los griales seguros. —Se encogió de hombros.

—¿Hay más de uno? —preguntó Schuyler.

—Bueno, por supuesto; tú no bebes de un solo vaso ¿verdad? —dijo


él—. Ellos se ocultan en todo el mundo. Hace mucho tiempo, había
suficientes de nosotros para proteger a cada uno, pero ya no más.

Suspiró, justo cuando su mayordomo entró en la habitación y le


susurró al oído.

—Discúlpenme —les dijo a ellos, luchando por pararse con la ayuda


de su bastón—. Parece que hay una perturbación en uno de los sitios del
grial y debo despedirme. Por favor perdónenme. Tenemos que seguir esta
encantadora conversación en otro momento.

—¿Es algo serio? —preguntó Schuyler, con preocupación.

—Estoy seguro de que las monjas sólo están nerviosas. No te


preocupes. Los griales están bien escondidos. Una muy antigua y muy
profunda magia los mantiene a salvo de daños.

—Al igual que las puertas —dijo Schuyler.


Pendragon asintió, apreciando su aprobación.

—La santa sangre se trata de linaje, sobre ancestros. —El viejo


caballero miró a Schuyler—. ¿Sabes quién es tu padre?

De vuelta en el auto en el camino a la casa de la ciudad, Schuyler


reflexionó sobre las palabras de Pendragon y su propia historia. Ella era la
Dimidium Cognatus. La media sangre. La mestiza. La única hija de vampiro
y de linaje humano.

—La Sangre del Padre… ¿qué crees tú? —le preguntó a Oliver—.
¿Estás pensando lo que estoy pensando?

—Tu padre aún está vivo —dijo Oliver—. Eso es lo que tu madre
quería que supieras.

—¿Vivo? No puede ser.

—¿Qué te dijo tu abuela? ¿Qué te dijo Cordelia sobre él?

—Ella siempre dejó claro que él estaba muerto, y ese era el porqué
Allegra estaba en coma, porqué mi madre no tomaría a otro por familia
después de su muerte. Tengo el presentimiento que Cordelia odiaba la
familia de mi padre. Ella nunca hablaba de ellos, sobre todo de él. No
podía soportar que Allegra se hubiera casado con un Sangre Roja. Nunca
supe mucho de él. —Schuyler jugueteó con el pestillo de su bolso—.
Quiero decir, ni siquiera llevo su apellido —agregó suavemente.

Recordó todas esas tarde solitarias junto al lecho de Allegra, y las


veces que había encontrado a un forastero que se arrodillaba al lado de la
cama de su madre, y como su corazón se había emocionado con la
posibilidad de que su padre había regresado. Pero el desconocido había
resultado ser Charles Force. La vampira Allegra lo había rechazado para
vincularse a su familia humana.

Oliver apretó su mano con simpatía.

—Eso fue culpa de tu abuela, no tuya.


—¿De verdad crees que mi padre sigue vivo? —preguntó ella—. Pero
no hay manera de que sea verdad. Mi madre está en estado de coma de la
pena, ¿recuerdas? —Pero de nuevo, Allegra tenía tantos secretos, era difícil
saber qué era verdad y qué no lo era, y Schuyler le dijo esto a Oliver
también.

—Bueno, solo hay una forma de averiguarlo. ¿Qué sabes de la familia


de tu padre?

—Eran dueños de alguna empresa grande hace mucho tiempo; mi


padre fue nombrado en honor a eso. Bendix Corporaciones, creo. Pero la
vendieron.

Oliver tecleó la información en su teléfono.

—Aquí dice que Bendix ahora tiene su sede en Los Ángeles, pero que
la familia aún conserva un porcentaje de participación, y tienen un puesto
en el consejo. Puedo conseguir que nos pongan en un vuelo esta noche si
quieres.

—Hagámoslo —dijo Schuyler.

¿Su padre estaba vivo? No. Era imposible. Ella no sabía mucho de su
padre, pero sabía que se había ido. Si estuviera vivo, ¿por qué no había
tratado alguna vez de verla? ¿Cómo podría alguien dejar a sus hijos crecer
sin alguna vez tratar de ponerse en contacto con ellos? Ella había crecido
faltándole sus dos padres, una madre y un padre que nunca conoció. Era
un producto de su gran amor por los demás, y su único legado a su hijo
era una soledad profunda y permanente. Ella había estado sola durante
siete años.

No sola: siempre tenía a Oliver, se dio cuenta. Su Conducto Humano,


su fiel compañero. Él estaba con ella ahora.

Madre, ¿dónde me estás enviando? Ella se preguntó.


17
Mimi
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Pauper

E
staba oscureciendo dentro de la capilla encantada, las
ventanas negras, como si el mundo no se extendiera más allá
que el espacio dentro de ella. Mimi estaba atrapada en un
mundo aislado, en el Limbo, en el abismo de la nada.

—Sabía que estabas en la estación —dijo Kingsley—. No me digas que


estás con ese idiota ¿Qué pasó con ese hermano tuyo?

Mimi echó hacia atrás su cabello con arrogancia.

—Trabajamos para Lucifer ahora.

—Sí, claro. —Kingsley rio.

—Él quiere que el grial haga Fuego de Dios, y pensamos dárselo.

—La Mimi que yo conocía...

—La Mimi que conocías se fue —dijo ella—. Te dije que te olvidaras de
mí y parece que tomaste mi consejo de corazón.

—Celosa, ¿verdad? —preguntó él—. Ahora sé que estás mintiendo


acerca de tus sentimientos por mí.

En respuesta, ella sacó su espada y lo enfrento.

Él hizo lo mismo, blandiendo su arma.

—¿Realmente piensas luchar contra mí por eso? —Inclinó su espada


contra ella, y un anillo opaco hizo eco alrededor de la habitación. Dio dos
pasos hacia atrás, el grial en una mano y la espada en otra—. Muy bien
entonces, soy el único que se interpone en tu camino. Siempre has sido
una buena compañera de entrenamiento.

Haz que se vea real, ella pensó. Tengo que hacerle creer que me he ido
a la Oscuridad, para mantenerlo a salvo. De lo contrario…

Ella atacó primero, y él encontró su empuje con el borde de su


espada, golpeando la espada de ella contra un pilar de piedra. El choque
resonó a través del acero, temblando su agarre. Ella casi perdió el arma,
pero se recuperó rápidamente. Kingsley dio un paso atrás.

Mimi avanzó, cruzando su espada contra la de él, luego se recuperó


rápidamente para golpear el pecho de él. En lugar de dar un segundo golpe
con su espada, la golpeó con el grial, y ella casi perdió su arma una vez
más.

—Cuidado ahora, podrías destruir lo que quieres tomar de mí.

Mimi sonrió.

—No hay posibilidad de eso.

Mimi sostuvo su espada por lo bajo, raspando la espada contra el


duro pilar, llevándolo rápidamente a la mano izquierda de él. Giró la hoja
de lado, como él lo había hecho primero, y golpeó en la parte trasera de su
mano. El golpe envió la copa volando de su agarre, y cayó al suelo con un
sonido metálico.

Kingsley dio un salto hacia adelante, pero en lugar de golpear a Mimi,


pateó el grial con la parte posterior de su pie, enviando la vieja copa
rodando detrás de él.

Por un momento él estaba indefenso, y Mimi desenvainó su espada


hacia el pecho de él. Su acero se reunió con la carne, dibujando una línea
de sangre a través de su abdomen. Kingsley gruñó de dolor, y ella sintió el
dolor en su pecho también ante la idea de hacerle daño. Pero su rostro
permaneció impasible.

Ella se abalanzó sobre el grial, pero Kingsley se mantuvo entre ella y


la copa, rodeándola, bailando alrededor uno del otro.
Ahora estaban en el centro de la nave. Las elaboradas piedras
talladas que fueron usadas como piso de la iglesia parecían recién
esculpidas y brillando en la extensión de otro mundo. Pero Mimi dejó de
admirar sus alrededores cuando la espada de Kingsley atrapó su brazo,
cortando a través de su abrigo.

—¡Ay! —dijo ella, molesta.

—Ojo por ojo. —Sonrió Kingsley e hizo un gesto a la herida en su


pecho—. Ven ahora, vamos a detener esto ¿No te he visto en meses y así es
como me saludas? Lo diré. Te he echado de menos. ¿Qué paso contigo?
¿Por qué desapareciste así? ¿Por qué me dices que te deje en paz?
Explícame que pasó…yo puedo ayudar…

Él lo sabe. Él sabe que no quiero hacerle daño. Podía haberlo cortado


profundamente en la primera oportunidad, pero solo había causado una
herida superficial. Él había tratado su hombro de manera similar. Quería
saber lo lejos que llegaría esta farsa, lo tanto que estaba dispuesto a
herirlo para recuperar el grial.

Y era todo porque ella le había dicho la verdad antes de irse. Recuerda
que te amo, sin importar lo que pase.

Fueron sus propias palabras lo que le impedían comprar su


actuación. Si solo pudiera llevarlas de vuelta. Era demasiado peligroso
para él saber la verdad.

—Voy a tomar el grial, o voy a morir en el intento —dijo ella—. Vas a


tener que matarme por eso.

—Bien —dijo Kingsley. Avanzó a su lado, blandiendo su espada en un


amplio arco, y sabiendo que su alcance excedería el de ella, cortó su torso.

Mimi siseó de dolor, pero antes de que se pudiera quitarse, él la había


cortado de nuevo por encima de la rodilla. Ella se tambaleó hacia atrás,
tratando de recuperar el aliento. Se curaría, pero por ahora el dolor era
agonizante. Él está jugando conmigo, se dio cuenta, cuando la cortó de
nuevo, y esta vez la hoja rozó la muñeca en una delgada línea. Kingsley la
estaba desgastando, cortándola en mil puntos y rasguños. No quería
matarla, pero quería socavar sus defensas hasta que se derrumbara. Otro
corte rozó su oreja, y esta vez no pudo abstenerse de dejar escapar un
agudo grito de dolor.

Kingsley parecía desconcertado.

—¿Estás herida? ¿De verdad?

Mimi vio su oportunidad y tomó el cáliz, teniéndolo en su mano y


levantándolo en señal de triunfo. En el momento en que ella lo tocó, la
capilla desapareció a su alrededor. El hechizo de protección se había
disipado.

Estaban de pie fuera de la Capilla Rosslyn ahora, en la tarde.

—No puedes hacerme daño —dijo Mimi, mientras levantaba su arma,


con sus ojos en llamas—. Siempre has sido un debilucho ¿Ves lo fácil que
era para mí tomar esto de ti? Lucifer se reiría si te viera. —Haz que te crea,
haz que te odie. Avanzó hacia él y se abalanzó sobre su corazón.

Pero en vez de esquivarla, Kingsley agarró su espada y envolvió su


mano alrededor del acero, dejando que cortara su palma. Con todas sus
fuerzas, separó la espada de Mimi de ella por lo que ella cayó a tierra, y se
vio obligada a abandonar su agarre sobre el cáliz. Él cogió el grial con la
mano ensangrentada, y con la otra levantó su espada hacia su ceja.

—Ahora dime la verdad —dijo él—. ¿Por qué haces esto?

Ella se encogió de hombros.

—Te dije el por qué.

—Sé que todavía me amas. —Sonrió—. Puedo verlo en tu rostro.

—Estamos con Lucifer ahora; siempre hemos sido falsos —Mimi se


burló.

—No lo creo ni por un segundo —susurró Kingsley, mirándola con


ternura en los ojos.

—Entonces eres un tonto —dijo ella. Quería arrojarse sobre él, para
traer su rostro hacia ella, para besar sus labios y sostenerlo en sus brazos,
cepillar el cabello oscuro fuera de sus ojos.
Pero en lugar de eso desapareció entre humo y aire.

Su trabajo estaba hecho. El grial estaba a salvo en manos del Venator


que ella más confiaba. Solo esperaba que Jack no hubiese tenido éxito.
18
Bliss
Traducido por ValeCog // Corregido por Pauper

S
u madrastra lo había nombrado El ático de sus sueños. Un
palacio de sueños y la pesadilla de un decorador de interiores.
Justo como Bliss había adivinado, la casa estaba aún en
marcha, y aunque no reconoció a ninguno de los empleados, todos ellos
parecían conocerla.

—Bienvenida de nuevo, Srta. Llewellyn —dijo el ama de llaves—.


¿Preparamos algunas habitaciones para usted y su invitado? —preguntó,
como si Bliss hubiese estado fuera por simplemente un par de semanas y
no algunos años.

Hubiese recibido la misma bienvenida, pensó Bliss, sin importar


cuánto tiempo había sido. Los fondos fiduciarios de Forsyth se habrían
asegurado de eso—de que hubiera un paraíso para la hija de Lucifer. De
vez en cuando, su terrible herencia tenía sus privilegios, y Bliss no era
tímida sobre usarlos.

Le preguntó al mayordomo si podía hacer los arreglos para un


pasaporte para Lawson, y pasajes a Londres para ambos.

—Por cualquier medio necesario —dijo, y esperó que este nuevo


mayordomo sea tan efectivo como el anterior lo había sido.

El mayordomo asintió.

—Lo que sea que requiera, Srta. Llewellyn.

La boca de Lawson quedó un poco abierta, aunque Bliss no estaba


segura si era por el horror de la decoración rococó del apartamento o por
su facilidad al dar órdenes a los sirvientes.
—Te van a entrar moscas ahí —bromeó y Lawson cerró su boca de
golpe.

—¿Así era como vivías? —preguntó, luego de que los sirvientes se


habían retirado.

—Oh, era mucho peor que esto —dijo—. Mucho, mucho peor.
Solíamos tener un chofer que conducía media cuadra hacia la escuela. En
un Rolls-Royce. —Lawson la estaba mirando como si fuera una extraña, y
eso no le gustaba—. Sí, lo sé, desagradable. Si BobiAnne estuviera aquí,
probablemente haría que el conductor me lleve en un Prius, ahora que lo
ecológico es la nueva moda.

Lawson miró alrededor y sonrió, apuntando a una escultura de


tamaño real de una princesa de cabello dorado y unos pechos llenos.

Bliss rio.

—Oye, yo no decoré este sitio. Mi madrastra tenía ambiciones por


Versalles. La habitación en la que estamos te colocando no está tan mal.
Realmente deberíamos dormir algo…tenemos un montón que hacer
mañana.

—Probablemente me servirá —admitió Lawson, y la siguió escaleras


arriba.

El cuarto de invitados era uno de los designados con más gusto, al


menos en un término relativo. Tenía un tema de caza—las paredes eran
verde oscuro, y las cortinas, la pantalla de la lámpara, y cubrecamas eran
todos de una tela escocesa a cuadros, en tonos de azul marino, marrón y
beige. Bliss pensó que no sería tan malo si no fuera por las cabezas de
ciervo que salpicaban las paredes. Confía en BobiAnne para siempre
encontrar el detalle que ha ido demasiado lejos.

—Perdón por la taxidermia —dijo Bliss.

—Me hace sentir justo como en casa —dijo Lawson inexpresivo.

—Oh, y si estás hambriento, el cocinero puede prepararte lo que sea


que quieras.
—Como ese hotel en el que nos hospedamos. —Sonrió—. ¿Recuerdas?

¿El hotel donde se habían enrollado totalmente? Sí. Lo recordaba.


¿Cómo podría olvidarlo? Asintió, tratando de no sonrojarse.

—Escucha, sé que nunca hablamos sobre lo que pasó esa noche, y


lamento que las cosas se hayan ido un poco de las manos —dijo—. Fue
algo bueno que me detuvieras cuando lo hiciste.

Así que así era como él se sentía sobre eso. Que todo era un gran
error. Bliss inhaló profundamente y evitó mirarlo a los ojos. ¿Cómo pudo
alguna vez pensar que realmente había estado interesado en ella?

—Algo bueno —estuvo de acuerdo—. Hubiese sido un gran error, tú y


yo.

Lawson se veía un poco herido.

—Nunca dije eso. Nunca dije que fue un error.

—Pero lo piensas —dijo ella.

—¿Es eso lo que piensas? —preguntó, desafiándola.

Se miraron fijamente. Finalmente Bliss dijo:

—No.

El rostro de Lawson se transformó en una sonrisa.

—Yo tampoco.

Bliss no sabía que decir a eso.

—¿Me haces compañía? —preguntó él repentinamente.

Bliss dudó por un momento y se preguntó por qué dudaba. Había


estado esperando por este momento exacto desde la primera vez.

—Está bien —dijo, sin estar segura de qué significaba. Tal vez no
significaba nada. Tal vez, al igual que ella, no quería estar solo.
Las luces se apagaron y la casa quedó en silencio. Se giró hacia él en
el momento exacto en el que él se giró hacia ella, y antes de que ninguno
de los dos pudiera decir nada, ya se estaban besando.

Su atracción hacia él era distinta a todo lo que había sentido antes.


Era instantáneo, poderoso, y cuando estaban juntos sentía como que él
conocía cada centímetro de ella—no sólo su cuerpo sino su alma. Se
durmió en sus brazos.

—Bliss… Bliss. —La estaba llamando suavemente.

Aún media dormida, lo alcanzó, pensando que sería divertido hacer


eso de nuevo… pero en vez de su cuerpo tibio, sus manos solo encontraron
un lugar vacío donde debería haber estado él.

Abrió sus ojos.

Lawson estaba sentado a los pies de la cama, sin camisa y en bóxer.

—Mac acaba de llamar —dijo, alejando su teléfono.

—¿Algo malo? —dijo ella, subiendo las sábanas alrededor de su


pecho.

—Sí. Volvieron a la caverna a ver si Arthur estaba allí, pero no lo


estaba. No lo ha estado por algún tiempo, aparentemente. El lugar estaba
completamente destrozado, al igual que el Depósito. No sé si eran perros o
qué, pero dijeron que es un desastre. Sin embargo, piensan que aún está
vivo…no había sangre en ningún lugar. No saben qué hacer ahora, pero
tenemos que encontrarlo.

—¿Tenemos? ¿Pero qué hay de mis amigos?

—Tengo que ir con ellos —dijo—. Son mi manada. Mi lugar está con
ellos. Con los vampiros perdidos, Arthur es nuestra única esperanza de
volver a los pasajes y al inframundo para el resto de los lobos. Quiero que
vengas conmigo.

—Lawson… —Bliss puso una mano en su mejilla—. Tengo que ir a


Londres. No puedo ir contigo.

Su rostro se puso rojo.


—¿Por qué no?

—Mis amigos… me necesitan. Están contando conmigo. Viste la


Sangre Plateada en el Depósito. Son tus antiguos maestros; sabes lo
fuertes que son —dijo Bliss—. Eses el motivo por el que estamos peleando.
Los vampiros no pueden manejarlos solos.

—Pero también te necesito. Tu manada te necesita.

—No lo entiendes —dijo, con tristeza en su voz.

—Tienes razón, no lo hago —dijo, poniéndose de pie y vistiéndose—.


Tomaste un juramento.

—Y tú también prometiste que me ayudarías —dijo tranquilamente,


recordándole su promesa a ella cuando se convirtió en una de su
manada—. Lawson, por favor.

Se ató sus botas.

—Lawson… —Luchó para ponerse de pie—. ¿A dónde estás yendo?


¡Lawson!

No miró atrás. Ni una vez. Bliss supo antes de escuchar el portazo de


la puerta principal y al ascensor abrir sus puertas que se había ido, y
estaba sola de nuevo.
19
Tomasia (Florencia, 1452)
Traducido por ZoeReed // Corregido por Pauper

U
n día las puertas del Baptisterio serían la gracia de la
catedral más hermosa del mundo. Tomi estaba satisfecha
con el trabajo hecho durante el día, y se tomó un momento
para admirar la pieza antes de regresar a sus aposentos. Cuando llegó a
casa, la puerta estaba entreabierta y la habitación estaba vacía de
sirvientes.

¿Gio? llamó. Gio, ¿estás aquí, mi amor?

Aquí. Esa no era la voz de Gio, pensó, poniendo inmediatamente


una mano en el cuchillo que llevaba en la cintura.

¿Quién está ahí? Tomi entró a la habitación y gritó.

Andreas corrió hacia ella, y ella gritó aún más fuerte.

¡Aléjate de mí! ¿Dónde está Gio? gritó ella, dándole un empujón.


. ¿QUÉ LE HAS HECHO?

Tomi, por favor, Tomi. Andreas la sacudió. Gio se ha ido. Tuvo


que haber sabido que yo volvería, y escapó antes de enfrentarme. Tomi…
Todo está bien. Soy yo.

¡DEMONIO! ¡Aléjate de mí!

Tomi, escucha. Lo siento mucho…he estado tratando de contactarte


de nuevo…pero fui detenido. Estaba seguro de que estabas a salvo con
Gio… hasta que me di cuenta. Es él al que hemos estado buscando todo
este tiempo. Ha estado poniendo a los Venators en mi contra, difundiendo
mentiras, alejando a mis hombres. Incluso trató de matarme en Verona.
El Fuego Negro susurró Tomi. ¿Pero cómo?

Yo detuve el fuego. Respondió a mi magia dijo.

Tomi lo observó con confusión y miedo. Incapaz de entender. Pero si


era cierto, entonces…. Conteniendo el estómago, de repente sintió una
sensación de mareo.

Lucifer había regresado a nosotros. Estaba vivo… y su espíritu


estaba en Gio dijo Andreas. Confiaba en él como un hermano. Lo
quería como a un hermano. Pero no era quien pensábamos que era.

¡No! ¡No! Eso no puede ser.

Él estaba con Simonetta. La estaba manipulando desde un


principio. Ese niño no fue el primero. Hay otros. Ha creado una gran
cantidad de demonios mitad humanos, los Nephilim. Ha secuestrado a las
novias de los Caídos. El triglifo es el símbolo de su unión… serpiente y
ovejas.

No.

Tomi. Yo sabía que era tu amigo. Era el mío también.

Gio había sido más que un amigo. Tomi se apartó de Andreas, la


sensación de malestar en el estómago aumentaba. Ella estaba
completamente horrorizada e incapaz de aceptar lo que él le estaba
diciendo. ¿Gio…? ¿Lucifer? Pero…

Andreas se acercó a ella y le puso una mano en el hombro. Ella se


giró hacia él lentamente. Él sonrió, y ella se sorprendió al reconocer su
amor nuevamente.

Justo como había pensado: Andreas era Michael. Príncipe de los


Ángeles, el Valiente Comandante Supremo de los Ejércitos del Señor.
Michael, su amor eterno. Sólo un ángel con un poder como el suyo podría
haber detenido el Fuego Negro del Infierno. Sólo Michael, Puro de Corazón,
el Protector del Jardín, el Campeón de la Luz.

Ella sabía que Andreas era Michael desde el instante en que se


conocieron; pero a medida que pasaron los meses y él se mantuvo alejado
de ella, la duda entró deslizándose. Habían estado separados demasiado
tiempo… él la había dejado, y en su ausencia, Gio la llenó con mentiras y
mala información.

No es demasiado tarde le dijo Andreas. Gracias a Dios que estás
viva. Cuando me enteré de que estaba contigo… temía lo peor.

Michael dijo. Tú eres Michael, has regresado a mí agregó


mientras le puso una mano en la mejilla.

Recordó lo que Gio le había dicho esa noche: He esperado durante


tanto tiempo; recordó la forma en que su amor la había golpeado, cómo
había codiciado su cuerpo con un placer feroz y territorial. Algo no tenía
sentido… él no parecía familiar… su cuerpo lo sabía a pesar de que su
mente no.

Había sido engañada…

Había sido traicionada…

Está bien; estás viva, estamos a salvo. El diablo está a saldo detrás
de las Puertas del Infierno, una vez más murmuró Andreas, mientras la
abrazaba.

Tomi sintió un dolor profundo y familiar cuando la abrazó. Había


estado en lo cierto todo este tiempo… ella lo había sabido… ¿Cómo podía
hacer dudado de él? ¿Cómo había dejado que Gio manipulara su amor?
¿Cómo pudo pasar esto?

Andreas besó su rostro, su cabello.

No sé lo que habría hecho si te hubiera perdido otra vez…

Perdido otra vez…

Y allí estaba el conocimiento que no se atrevía a aceptar. Michael


había triunfado sobre el Príncipe Oscuro durante la Crisis en Roma. Había
ganado el día, ganó la batalla. Pero a un gran precio.

Tomi le devolvió los besos, pero no se atrevía a decirle la verdad… que


lo peor ya había pasado.
Que ella se había unido con Gio, había dicho las palabras, y ahora…
su mano descansaba sobre su vientre. ¿Qué había hecho? ¿Qué he hecho?

Se había acostado con el diablo, y concebido un hijo en el engaño.


SEGUNDA PARTE.
EL PASADO ESTÁ SIEMPRE CON
NOSOTROS

Aprendí a vivir medio vivo…


—Christina Perri, «Jar of Hearts»
20
Schuyler
Traducido por ValeCog // Corregido por Mais

C
ordelia Van Alen había sido una gran conocedora de los
mejores hoteles del mundo, y Schuyler supo que habría
aprobado la Casa del Mar. El hotel en el borde del Pacífico
tenía una vista panorámica de la línea costera y del Muelle de Santa
Mónica. Oliver había elegido el hotel por su proximidad a Los Ángeles y su
bar excelente. Les había registrado dormitorios separados en el piso del
ático. Estaban en la habitación de Schuyler, habiéndose metido en la
ciudad por una escala en Nueva York. Los restos de un banquete tardío de
servicio a la habitación eran basura tirada alrededor del área de la sala de
estar—bandejas de plata de camarones y ensalada, junto con botellas
verdes vacías de agua con gas.

—Solo vives una vez. —Oliver sonrió y admiró la vista.

—No si eres un vampiro —le recordó Schuyler.

—Buen punto —acordó—. Ahora, ¿deberíamos zambullirnos en la


piscina y disfrutar el paisaje o ponernos directo a trabajar?

—Estoy un poco demasiado ansiosa para relajación ahora mismo. Si


mi papá está vivo, quiero verlo tan pronto como pueda. Empecemos —dijo.

—Excelente. —Oliver sacó su laptop y comenzó a investigar—.


Veamos… el sitio web de la Corporación Bendix no tiene mucha
información sobre su consejo de directores o funcionarios, por lo que eso
no será suficiente. Estoy buscando a Stephen Chase en Los Ángeles, pero
solamente hay alrededor de un millón enlistados… esto será duro.

—Busca Bendix, o Ben Chase…no creo que siempre haya usado el


nombre Stephen, al menos cuando era más joven.
Oliver buscó de nuevo.

—Nada para Bendix. Otro millón por Ben. Necesitamos probar algo
diferente.

Schuyler asomó la mirada hacia la pantalla sobre su hombro.

—¿Hay algún artículo nuevo sobre la familia? ¿Tal vez no están en Los
Ángeles en sí?

Oliver comenzó una búsqueda por artículos nuevos sobre la familia


Chase.

—Estoy buscando referencias cruzadas de la Corporación Bendix —


murmuró para sí mismo—. Tengo algo…un evento de caridad organizado
por la familia Chase. En Malibú. Sin embargo, no hay nombres ni
fotografías.

—Está bien —dijo Schuyler—. Podemos buscar números de teléfono


en Malibú…tal vez no haya tantos como en los otros lugares. Stephen,
Bendix, Ben, lo que sea.

Oliver tecleó furiosamente.

—Ningún Bendix, lo cual es demasiado malo…ese habría sido el más


sencillo. Tampoco ningún Ben o Stephen….aunque encontré a un S.
Chase. ¿Qué piensas?

—Vale la pena intentarlo.

Schuyler sacó su celular y marcó el número. Contestó una profunda


voz masculina.

—Buenas tardes, residencia Chase. ¿Con quién hablo? —Schuyler


reconoció la voz del mayordomo, o la servidumbre.

—Esta es Schuyler Van Alen. ¿Es este el número de Stephen Chase?

Una pausa. Luego:

—Este es el hogar de la Sra. Chase, su viuda.

—¿Viuda? —Schuyler dejó escapar.


—¿Puedo preguntar por qué está llamando? —preguntó el
mayordomo, sonando un poco desconfiado.

—Soy, uh… la hija de Stephen Chase.

El hombre tosió.

—Me temo que eso es imposible —dijo—. ¿Está segura de que está
llamando por Stephen Ronald Chase?

Stephen Ronald Chase. Su abuelo paterno. Su corazón latía con


excitación. Esta era la casa de su abuela.

—Mi nombre es Schuyler Van Alen y estoy buscando a su hijo,


Stephen Bendix Chase. Ben es mi padre —dijo tranquilamente.

Hubo una pausa aún más larga.

—Le confiaré el mensaje a la Sra. Chase, Srta. Van Alen. ¿Desde


dónde puedo decir que está llamando?

Schuyler le dio el número de la habitación de la Casa del Mar y colgó


el teléfono.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Oliver.

Le contó. Apenas pudo procesar la idea antes de que el teléfono


sonara. Era el mayordomo devolviendo la llamada, con la dirección del
hogar Chase e instrucciones. Schuyler le agradeció profusamente antes de
colgar.

—Así que aparentemente mi abuela quiere conocernos mañana. Está


en Malibú, no demasiado lejos.

—¿Conocernos? Creo que solo se refería a ti, nena.

—¡Ollie! Odiaría ir sola —dijo Schuyler.

—Si todo va bien, no estarás sola. Estarás con familia —dijo


firmemente—. Estoy seguro de que tu abuela no querrá ninguna
audiencia. ¿Por qué no lo discutimos con algunos tragos?
Schuyler se preguntó si debería preocuparse de que Oliver pareciera
un poco demasiado despreocupado, pareciéndose más a Kingsley que
tratando de salvar vampiros. Pero entonces, a ella también le vendrían
bien algunos tragos.

El salón de la Casa del Mar daba hacia el océano, y los camareros


eran camareros atentos, quienes prepararon bebidas especiales para cada
uno de ellos. El de Schuyler era una agridulce (apropiado, pensó) mezcla
de azahar y algo que no pudo descifrar del todo—¿Pimm’s?11 El de Oliver
era algún tipo de Martini hecho con ajenjo.

—Adviérteme si empiezas a alucinar —dijo Schuyler.

—Un tentempié me quitará del borde, solo por si acaso —respondió


Oliver, y ordenó ostras y sushi—. Ahora, ¿por qué estás tan nerviosa sobre
conocer a esta gente? ¿No es lo que siempre has querido?

—Supongo —dijo Schuyler—. Pero conozco tan poco sobre ellos, y no


creo que sepan nada en absoluto sobre mí. Quiero decir, realmente el
mayordomo no sonaba sorprendido de que podría haber una nieta secreta
vagando por ahí, aunque tal vez así es como se supone que los
mayordomos deben sonar. ¿Qué pasa si mi abuela no quiere tener nada
que ver conmigo? ¿No crees que sea extraño que haya accedido a
encontrarse con un extraño de la calle? ¿Y qué pasa si este viaje termina
sin tener sentido? Podríamos estar perdiendo tiempo valioso aquí.

—¿O qué pasa si encontramos exactamente lo que has estado


buscando toda tu vida? —dijo Oliver.

—¿A qué te refieres? Estamos aquí para encontrar el Sangreal, ¿no es


cierto? Esa cosa de la Sangre del Padre.

—Eso es lo que necesitamos, o lo que los vampiros necesitan —dijo—.


Pero no es la misma cosa que te ha estado faltando.

—¿De qué estás hablando? —dijo Schuyler, molesta. Apuntó su


tenedor de coctel en su dirección—. Deja de ser tan críptico.

11
Pimm’s es una marca de copas de frutas, pero también puede ser considerado un licor.
Fue producido por primera vez en 1823 por James Primm.
—Demos un paso atrás —dijo—. Por la mayor parte de tu vida solo
has conocido a tu madre como a una figura inconsciente en la cama de un
hospital. Te han dicho que tu padre estaba muerto. El único miembro de
tu familia que pensaste que tenías en el mundo era tu abuela, y ella ahora
se ha ido, como también lo ha hecho tu abuelo, a quien conociste solo
algunos años atrás. Pero la familia de tu padre también es tu familia. Tu
familia humana. Puedo imaginarme el por qué eso sería una cosa
aterradora en la cual pensar. Pero también podría ser genial.

—¿Cómo genial?

—Bueno, ¿por qué asumir que serán tan escépticos sobre ti? ¿Por qué
no asumir que te recibirán con los brazos abiertos, emocionados por
haberte encontrado? ¿No es así como te sentirías si resultara que tu padre
estuviera vivo? ¿Extática?

—Solía pensar eso —dijo Schuyler—. No dejé la esperanza… ¿Pero


qué pasa si me equivoco? ¿Qué pasa si él es horrible? Cordelia siempre dio
a entender que había hecho algo terrible. Siempre me dijo que deje de
pensar en él, que no era merecedor de mi madre.

Oliver se retorció en su silla.

—Probablemente solo quería decir que no era merecedor de ella


porque era humano.

Schuyler asintió.

—Puede que tengas un punto con eso.

—Cordelia no era una gran fanática de la relación, ¿pero realmente


crees que tu madre formaría un vínculo con un hombre así? —Oliver
preguntó amablemente—. Allegra renunció a todo por él. Debe ser bastante
especial.

—Tal vez —admitió Schuyler a regañadientes.

Siempre había amado a su padre en esa manera obligatoria que


cualquiera tiene hacia un pariente ausente—como si se supusiera que lo
amara por quién era. Pero nunca lo conoció en absoluto. Cordelia nunca
había hablado de él, y por la infancia completa de Schuyler, Allegra había
estado en coma. Cuando había despertado, todo en lo que se había
interesado era en el Legado Van Alen. Al parecer, no había habido tiempo
para decirle nada más a su hija. Excepto, cuando realmente la había
necesitado, se dio cuenta Schuyler—su madre había aparecido para ella,
justo cuando Schuyler había estado dividida entre elegir seguir a su
corazón con Jack o permanecer con Oliver. No puedes estar con alguien
solo porque no quieres herirlo. Tienes tu propia felicidad en la que pensar.

Pero si Bendix estaba aún vivo… ¿entonces dónde diablos había


estado todos estos años? ¿Por qué nunca visitó a Allegra? ¿Nunca trató de
contactar a Schuyler? Ni una vez, ninguna carta, ninguna llamada
telefónica. Cordelia podría haber sido un impedimento, ¿pero cómo puede
eso importarle a un padre que ama a su hija?

—Ahora, termina tu trago, come algunas ostras y fortifícate para tu


reunión de Oprah —Oliver guiñó.

Schuyler rio.

—Eres un buen amigo, Ollie.

—Feliz de ser de ayuda —dijo, y se inclinó sobre la mesa en una


reverencia burlona.

—Cuidado, casi empapas tu cabello en tu bebida —señaló Schuyler—.


Lo esquivaste simplemente porque está casi terminado.

—¿Mi cabello? —preguntó Oliver con horror fingido, pasando sus


manos a través de sus mechones gruesos.

—No, tu trago —rio Schuyler.

—Entonces debe ser tiempo de rellenarlo —dijo.

Pero antes de que Oliver pudiera convocar al camarero, Schuyler


escuchó un sonido de pitido inusual que venía del celular de él.

—¿Recibiste un mensaje de texto? —preguntó ella—. Así no es como


suele sonar.

Oliver se veía nervioso mientras recogía el celular para revisar el


mensaje.
—Dame un segundo —dijo, y se alejó del bar.

Debe ser bastante malo, pensó Schuyler, porque su rostro se volvió


pálido.

Él volvió a su silla pero no se sentó.

—¿Qué pasa? —preguntó ella.

—No era un mensaje…era la alarma de emergencia del Depósito en


Nueva York. Nunca antes se había disparado, o al menos nunca había sido
yo el que recibiera la señal, por lo que me tomó un minuto darme cuenta
de lo que era. Algo realmente malo ha pasado. Tengo que volver de
inmediato.

—¿Debería ir contigo? —preguntó Schuyler, preocupada.

—No, tienes cosas importantes que hacer aquí. Ve a encontrar a tu


familia mañana, y mantenme informado sobre lo que suceda. Quédate y
termina tu bebida, y métete algo de comida. Hablaremos pronto.

Era justo como lo había esperado. Estaba por su cuenta. Excepto por
la persistente sensación de que alguien estaba muy cerca—y manteniendo
un ojo en ella. Pero había logrado acostumbrarse a ello; y ya que nada
había pasado hasta ahora, lo atribuyó a los nervios y la ansiedad y decidió
olvidar todo sobre ello.
21
Lawson
Traducido por Nix & Issa Sanabria // Corregido por Karlyisa08

L
awson regresó a Hunting Valley como alma que lleva el diablo,
sus sentimientos hechos un caos. Siempre había sido
impulsivo, y había dejado Bliss en Nueva York sin pensarlo—
había estado enojado y había hecho lo primero que se le vino a la mente.
Irse. Había querido que ella viniera con él, y mientras había mentido—sí
entendía que sus amigos también eran importantes para ella—lo que no
había sido capaz de decir era que quería saber que él era importante para
ella también.

Y justo cuando ella necesitaba encontrar a Oliver y Schuyler y


reunirse con Jane, él necesitaba encontrar a Arthur. Arthur los había
salvado cuando estuvieron perdidos, y si ahora él estaba perdido, era su
trabajo encontrarlo.

Su manada estaba esperándolo cuando llegó a la caverna. Malcolm


literalmente saltó de alegría cuando lo vio y Ahramin inesperadamente se
arrojó en sus brazos para un abrazo.

—¿Qué fue eso? —preguntó.

—Te echamos de menos —dijo ella, encogiéndose de hombros.

Edon frunció el ceño. Ahramin debe de estar tratando de ponerlo


celoso, pensó Lawson. Ella siempre estaba jugando juegos como ese.
Quería decirle a Edon que no tenía nada de qué preocuparse.

—¿Que sabemos hasta ahora? —preguntó él.


—Mira a tu alrededor —dijo Rafe—. El lugar es un desastre. Nada de
sangre, pero tampoco marcas de garras. No luce como los sabuesos que
atacaron la primera vez. Esto es nuevo.

—Nada de sabuesos, entonces —dijo Lawson. ¿Sangre de Plata?


Quizás hayan drenado a Arthur, y por eso era que no había nada de
sangre. Odiaba es pensamiento. Había visto su trabajo en el Depósito y se
estremeció al pensar en su amigo como una de sus víctimas.

Malcolm parecía saber lo que estaba pensando.

—Si fuera un vampiro, habría sangre —dijo.

—Tenemos que asumir que se escapó, entonces —dijo Lawson.

—¿A dónde iría? Y, ¿no nos dejaría algún tipo de señal si hubiera
tenido suerte? —preguntó Rafe.

Edon asintió a regañadientes.

—Hemos estado buscando, pero no hemos sido capaces de llegar a


tanto. Casi todo está en ruinas.

—¿Casi?

—Encontramos un libro —dijo Malcolm―. «A través del Espejo». Arthur


siempre estaba diciéndome que lo leyera.

Algo raro para dejar, pensó Lawson.

—¿De qué se trata?

—Un cuento de hadas sobre un espejo que te lleva a otro mundo —


explicó Malcolm.

Ay.

—¿Fuiste a la habitación de Arthur? —preguntó Lawson.

—Por supuesto que sí —espetó Edon—. ¡Buscamos por todas partes!


—¿Recuerdan ese espejo de oro que de alguna manera se arrastró
hasta aquí? —preguntó Lawson—. ¿Cuán extraño es que hayamos
pensado que lo había llevado por ahí? ¿Eso también se botó o sigue en pie?

—Todavía está aquí —dijo Rafe—. Tratamos con todo.

—Tengo una idea —dijo Lawson—. Síganme.

Hicieron su camino a través de las ruinas hasta que llegaron a la


habitación de Arthur, donde la única cosa que quedaba intacta era el
antiguo espejo. Lawson miró a la tierra frente a él.

Huellas de pies.

Lawson sonrió mientras empujaba el espejo.

Nada pasó.

—¿Ves? También intentamos eso —dijo Rafe.

Lawson no se dio por vencido. Corrió sus manos por los lados del
espejo hasta que sintió un botón.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Malcolm.

—Dame un segundo.

Lawson presionó el botón y el espejo se abrió hacia adelante, casi


golpeando su rostro.

—Así que sí nos dejó una pista —dijo Edon. Ya no sonaba molesto,
pero Lawson no tenía tiempo para estar agradecido.

—Hay un camino allí —dijo—. Vamos.

Los cinco entraron en fila, con Lawson al frente. Rafe cerró la puerta,
dejándolos en la oscuridad, pero Lawson encendió su celular y el camino
se iluminó solo lo suficiente para ver hacia dónde se dirigían. Solo tuvieron
que caminar por unos minutos antes de que alcanzaran una puerta.

—¿Está abierta? —susurró Rafe.

—No —susurró Lawson de regreso.


—¿Deberíamos forzarla?

—Déjame intentar algo más —dijo Lawson y tocó la puerta.

Y esperaron.

Y esperaron.

Y entonces… la puerta se abrió.

—Bueno, ya era hora —dijo Arthur, levantando la mirada de su


libro—. ¿Qué los hizo tardar tanto?

La habitación detrás de la caverna era enorme. Era más un


apartamento que una habitación, completa con cocina y mesa para comer.

—Así que es aquí donde de verdad vives —dijo Lawson.

—Un viejo veterano necesita tener sus secretos —dijo Arthur con un
guiño. Se giró hacia Ahramin—. Hola, querida. ¿Y tú eres…?

—Yo soy Ahramin —dijo ella, casi con timidez.

Lawson nunca había visto a Ahramin tan nerviosa, pero


probablemente era porque no había conocido a un brujo antes. No es que
hubiese nada que a lo que temer, porque Arthur era un verdadero amigo
de los lobos. Él le había explicado a Lawson hace mucho tiempo que le
debía un favor a un ángel Caído llamado Gabrielle, quien había resultado
ser la madre de Bliss. Gabrielle le había pedido ayuda para los lobos, y lo
hizo.

—¿Y Bliss? —peguntó Arthur.

Lawson no se inmutó con su nombre. Rápidamente le explicó lo


que había pasado, cómo habían resuelto los problemas con la línea del
tiempo, pero se habían quedado atascados tratando de ir al inframundo;
luego como él y Bliss habían ido a Nueva York para tratar de encontrar a
sus amigos.
—Pero todavía no nos has contado lo que pasó aquí. ¿Cómo escapaste
del ataque? ¿Quién te atacó? ¿Y qué podemos hacer para volver a abrir los
pasajes?

Arthur se rio.

—Cada cosa a su tiempo, mi chico, una cosa a la vez. Los Sabuesos


del Infierno me dejaron solo una vez que desapareciste. El lio de ahí arriba
no es más que una ilusión. Tan pronto como se hizo evidente que no ibas a
volver pronto, y había peligro cerca, sabía que necesitaba un mejor
escondite. ¿Qué mejor manera de escapar de un ataque que convencer a
los posibles atacantes de que ya ha ocurrido uno? Hice de el lugar un
desastre glorioso.

—Has hecho un buen trabajo —dijo Edon.

—Demasiado bueno —dijo Lawson—. Casi no lo averiguamos.

—Oh, yo sabía que lo descubrirían. Una pista tan sencilla, realmente.


Casi me preocupaba que quien viniera a atacarme pudiese dar con ella.

—¿Alguien vino? —preguntó Rafe.

—Rastreadores, pero se fueron. No perros.

—Bueno, ¿qué has estado haciendo aquí todo el año? —preguntó


Malcolm.

—No seas grosero —dijo Ahramin.

Dijo el pote a la tetera, pensó Lawson, pero sentía curiosidad por


escuchar la respuesta de Arthur.

—He estado trabajando en tu problema —dijo Arthur.

—Pero si nos acabamos de enterar de eso —dijo Lawson, perplejo.

—Cuando les tomó tanto tiempo para volver, empecé a preocuparme y


pensé en examinarlo. Da la casualidad de que he descubierto porqué los
pasajes no están sincronizados. Ha habido una ruptura en el tiempo.

—¿Qué significa eso? —preguntó Edon.


—Te voy a mostrar —dijo Arthur. Recuperó un mapa del cajón, uno
que Lawson nunca había visto antes—. Este es un mapa del tiempo que
descubrí ¿Ves esta imagen de aquí? —Señaló.

Lawson miró más de cerca. El mapa estaba en gran parte


compuesto por imágenes, pero donde Arthur señaló, había dos imágenes
idénticas, al lado de la otra, seguidas de una serie de imágenes que
parecían similares al principio y luego comenzaban de manera diferente.
Pero luego de estudiar las imágenes por un minuto, Lawson se dio cuenta
de que los dos primeros no eran idénticos. Ellos se reflejaban.

—¿Notas la diferencia? —preguntó Arthur—. Las imágenes del mapa


deberían ser únicas, ya que solo debería haber un camino verdadero a
través del tiempo. Pero algo se rompió y ahora hay dos caminos. Han
estado allí por un tiempo. Es increíble que hayan sido capaz de moverse a
través de los pasajes hasta ahora, ya que la ruptura ha provocado un
efecto dominó que lentamente ha creado un bloqueo y los pasajes ahora
son inutilizados. Si se permite que el bloqueo se difunda, el tiempo como lo
conocemos dejará de existir, y el mundo se derrumbará en el caos y el
desorden.

Lawson tenía la sensación de que sabía lo que eso significaba. Los


lobos eran miembros de la Guardia Pretoriana, guardianes de la línea del
tiempo. Si algo había salido mal, era su trabajo arreglarlo.

—¿Qué hacemos? —preguntó él.

—Tienes que encontrar el pasaje y fijar la pieza rota. Vas a tener que
viajar a su ubicación desde que ya no puedes utilizar los mismos pasajes.

—¿Cómo vamos a saber dónde buscar?

—Sé que la ruptura tuvo lugar en el Imperio Romano, durante el


reinado de Caligula, por lo que tendrán que ir a Roma y tratar de
encontrar la antigua ruta, la que llevó a la creación de la primera Puerta
del Inferno. Eso es lo mejor que se puede hacer, por ahora.

—¿Nosotros causamos esto? —preguntó Malcolm—. ¿Cuándo


volvimos allí? ¿Es esta nuestra culpa?
—No, querido muchacho —dijo Arthur—. No te culpes. Esta es obra
de los Caídos. Bliss es parte de esto. Estoy seguro de que lo es. Ella
debería estar aquí con ustedes.

Lawson no discrepó.

—Si ella es realmente parte de nosotros ahora, entonces deberíamos


ser su prioridad —dijo Ahramin—. ¿Por qué está corriendo con los
vampiros? Ella no será uno de ellos nunca más.

Por mucho que Lawson odiaba admitirlo, Ahramin tenía un punto.


Bliss era parte de la manada, y la manada la necesitaba. Él la necesitaba.
Le había dicho lo mismo antes de que se fuera, pero tal vez debería
intentarlo otra vez.

Bliss tomó de inmediato su teléfono celular.

—¿Aun no estás en el avión? —Él no se disculpó por irse, pero Bliss


no esperaba que lo hiciera. Se habían defraudado el uno al otro.

—Estoy en el aeropuerto —dijo ella—. ¿Qué pasó? ¿Encontraste a


Arthur? ¿Está bien?

—Lo hicimos y está bien —dijo el, y explicó brevemente lo que habían
aprendido. Su voz se redujo de manera que nadie más podía oírle—.
Escucha, sé que estás preocupada por tus amigos, y voy a mantener mi
promesa contigo. Pero la cosa es, Arthur piensa que lo que está pasando
en los pasajes afecta a tus amigos también.

—¿En serio?

—Si. —Entonces su voz se redujo aún más—. Lo siento, por irme en


la manera en que lo hice. No fue mi intención.

—Yo también lo siento —susurró ella.

—Así que lo sentimos los dos.

Bliss sonrió en el teléfono.


—Está bien, yo estaba a punto de subir a un avión con destino a
Londres, pero puedo volver a Ohio en su lugar.

—No, no lo hagas —dijo Lawson—. Nos vemos en Roma.


22
Mimi
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Karlyisa08

M
imi completó el largo viaje de vuelta al inframundo antes
que Jack. Ella no estaba segura de cómo entender su
retaso—¿había luchado para fallar en su búsqueda, o el
fracaso había sido simplemente imposible? La dificultad de ser Abbadon y
Azrael era que era más fácil de hacer las cosas bien que hacerlas mal. Era
lo único que podía hacer para obligar a Kingsley para tener éxito en ganar
el cáliz, aunque sin duda él siempre había sido bueno en robar cosas de
ella. Al igual que su ropa, o su corazón.

Trató de olvidar el aspecto de la mirada que él le había dado—


justamente antes de que ella hubiese desaparecido—una combinación de
sorpresa y disgusto. Él había estado segura de que ella iba a caer en sus
brazos—francamente petulantes, incluso. Y mientras Kingsley tenía razón
de creer en su amor, ella no podía negar de sentirse un poco irritada,
especialmente ahora que sabía cómo él había estado gastando su tiempo
mientras ella estaba trabajando tan diligentemente en romper su vínculo
para poder estar juntos.

El bastardo había esperado que ella lo besara.

¿Y por qué no lo había hecho?

Porque entonces todo estaría perdido. Lucifer lo sabría de inmediato,


y todo el mundo sería vulnerable. No solo ella y Jack, sino Kingsley y
Schuyler también. Si se descubría su traición, le traería la muerte a los
dos así como a los que ellos amaban más.

¿Dónde estás? Ella le envió a Jack. Pero no hubo respuesta.


Esperó ansiosamente por su respuesta, paseando por las
habitaciones de su departamento. El Príncipe Oscuro estaba consciente de
su fracaso, pero hasta ahora no la había solicitado para
comparecer delante de él y responder por el fiasco en Rosslyn. Días se
sentían como semanas, que se sentían como meses, que se sentían como
años, mientras ella se estremecía ante cualquier llamado de la puerta,
temerosa de que alguien se hubiese dado cuenta de que había cedido la
pelea con Kingsley. De que era una traidora. Esto no podía durar para
siempre; haría que se volviera loca.

Trató de distraerse, recordando su última vez en el inframundo,


cuando había esperado ansiosa en su habitación; cuando había vuelto por
Kingsley. Se había permitido entregarse entonces, con masajes y
tratamientos faciales y para el cabello, y comidas gloriosas con vino de
lujo, pero eso no ayudaba ahora. Estaba demasiado inquieta para
permanecer sentada, y demasiado nerviosa para comer. Las noches en los
clubs nocturnos ayudaban a liberar parte de la tensión, pero no podía
bailar por siempre.

Finalmente, a altas horas de la noche, Jack regresó, cansado de su


viaje. Se dio cuenta por la expresión de su rostro que él había fallado, es
decir que había logrado hacerle una oferta a Lucifer. Había recuperado el
cáliz.

—¿Qué pasó? —preguntó ella—. ¿Estás bien?

—Estábamos tan cerca —dijo él—. Encontré el cáliz, y me hice de una


fantástica batalla con los monjes por ella. Habían tenido éxito cuando me
llamaste.

Así que fue su culpa. Había insistido en que Jack ayudara a


deshacerse de Danel, y al hacerlo había saboteado sus esfuerzos.

—Lo siento —dijo ella, una de las raras ocasiones en que estaba
dispuesta a admitirlo.

Jack negó con la cabeza.

—Ese no fue el problema. Fue un poco más difícil para mí asegurarme


de que los monjes ganaran con Danel ahí, pero pude hacer que pasara.
Destruyeron su precioso cáliz en lugar de dejar que nosotros lo
obtuviéramos. No, el problema es que Danel es demasiado bueno en su
trabajo. Y el descubrió que los monjes no parecían demasiado devastados
por la pérdida de su tesoro.

—¿Realmente los monjes parecen en algún momento emocionados? —


preguntó Mimi.

—Eso es muy sutil —admitió Jack—. Incluso yo no lo he captado del


todo. Pero Danel estaba por todas partes. Antes de darme cuenta
completamente de lo que estaba haciendo, él había seguido a los monjes a
un segundo cáliz.

—¿Qué? ¿Tenían dos? ¿Cómo no lo sabíamos?

—Hemos estado siguiendo a los cálices más fuertes, los que


estábamos seguros que serían capaces de llevar el Fuego de Dios. El que
los monjes estaban escondiendo no estaba entre ellos, pero Danel piensa
que funcionará…sigue siendo un cáliz de Cristo…de modo que Lucifer está
muy satisfecho de que nos encargáramos de llevarlo de vuelta.

—¿No había nada que pudieses hacer? —preguntó Mimi—. ¿No podías
robarlo cuando él no estaba mirando, o algo así?

—Créeme, hice todo lo que pude —dijo Jack—. Danel estaba


demasiado atento. No cree en realidad en mí, pero debemos recordar que
ninguno de los ángeles confía realmente en nosotros, todavía. Se
necesitarían siglos para reestablecer su lealtad a nosotros, y no tenemos
ese tiempo en este momento.

—Por no mencionar el hecho de que tienen razón —señaló Mimi—.


Somos traidores.

—Así es —Jack estuvo de acuerdo.

—¿Qué vamos a hacer ahora?

—Bueno, la búsqueda de un cáliz fue uno de los últimos pasos para


ser capaz de utilizar el Fuego de Dios como arma, pero no es el definitivo.
Lucifer se reunirá con nosotros mañana para discutir nuestra próxima
serie de tareas.
El trabajo de los Ángeles Oscuros nunca se hizo, pensó Mimi.

—Tenemos tiempo de sabotear el proceso, todavía —dijo Jack—. Las


que sean nuestras últimas tareas, podemos fallar en ellas también. Y si
tenemos la oportunidad, vamos a robar y destruir la copa.

—Sabrán que fuimos nosotros —dijo Mimi—. Si lo hacemos aquí, no


habrá forma de ocultarlo. Y nunca llegaremos a Lucifer para disolver
nuestro vínculo.

—Encontraremos la manera —dijo Jack—. Tiene que haber una


manera.

Fueron convocados a las cámaras del Príncipe Oscuro a la mañana


siguiente. Sus ropas blancas brillaban contra su trono de oro, y Mimi se
asombró una vez más por su belleza de otro mundo. Este era el rostro del
Lucero del Alba, Lucifer del Amanecer, el ángel más hermoso de la
historia, quién había sido desterrado por su vanidad, por su codicia. Este
era el Príncipe del Cielo, consignado a una eternidad en el Infierno. Él
estaba sonriendo, y su alegría irradiaba una intensa y casi enojada
felicidad. Estaba muy cerca de conseguir lo que siempre quiso, y lo sabía.

Danel y Barechiel estaban a cada lado del trono, vestidos con


vestiduras formales de oro, extendiendo las alas. Danel estaba dándole a
Mimi la misma mirada que los chicos Duchesne usaban con ella, luego de
que ella les había dado una probada del Beso Sagrado. La anticipación
lasciva del placer físico que significaba que no podía esperar a estar a
solas con ella otra vez. ¡Ew! Ella nunca debería haberlo besado en la
estación del tren, pero ya era demasiado tarde.

—¡Mis Ángeles Oscuros! —dijo Lucifer, su voz seductoramente dulce y


melodiosa, tan hermoso como el resto de él—. Bienvenidos de vuelta. Estoy
tan contento que Abbadon haya tenido éxito en recuperar el cáliz; aunque
debo admitir Azrael, que esperaba más viniendo de ti. ¿Quizás estabas
distraída por la idea de luchar contra Araquiel como tu enemigo? —agregó,
usando el nombre de ángel de Kingsley.

—No fue un problema —dijo Mimi—. Es un oponente formidable, eso


es todo.
El Príncipe Oscuro gruñó.

—Formidable no es una palabra que usaría para describir a ese


debilucho. Me sorprendió escuchar que te derrotó en batalla. La primera
vez para la poderosa Azrael ¿no es así? En cualquier caso, no debemos
preocuparnos por eso, por ahora. Tenemos cosas más importantes que
discutir. Hay una tarea más definitiva que tenemos que completar antes de
que libremos una guerra con nuestros enemigos. Primero, necesitaré
ayuda de Abbdon.

—A su servicio, mi señor —dijo Jack.

—Hemos descubierto la ubicación de la Puerta de la Promesa, pero


antes de que seamos capaces de volver al Paraíso, un sacrificio debe
hacerse —dijo—. Pero no cualquier sacrificio.

Mimi asintió.

—El guardián debe ser destruido con el fin de destruir la puerta.

—Entonces vamos a destruir al arquero, quien quiera que sea —dijo


Jack.

Lucifer parecía divertido.

—Estoy muy contento de escucharte decir eso, Abbadon.

Oh oh. Mimi tenía la sensación de que sabía lo que venía.

—El guardián es la hija de Gabrielle, la Abominación humana —dijo


Lucifer—. Su sangre es la clave para nuestra salvación.

Schuyler Van Alen.

El Príncipe Oscuro cruzó sus manos bajo la barbilla y miró


directamente a Abbadon.

—Mis espías informan que una vez estuviste involucrado con esa
persona, que llegaste tan lejos como para llegar a vincularte con ella. ¿Eso
es cierto?

Él sabe. Lucifer malditamente sabe. Mimi sintió su cuerpo enfriarse


por el miedo. Esta cosa del agente secreto era toda una farsa. Él se había
estado riendo a sus espaldas por creer que podrían ganar su vínculo. El
Príncipe Oscuro sabía desde el principio lo que Mimi y Jack estaban
haciendo. Él los había traído de vuelta solo para acabar con ellos en este
preciso momento. Esta era su venganza. Mimi colocó su mano en la
cadera, donde su espada estaba a su alcance. Podemos luchar contra él.
Vamos a morir en el intento pero vamos a pelear.

Jack permaneció impasible. No hubo cambios en su expresión, sin


señales de que la información había cavado profundamente en su
corazón. Mantente firme, Mimi envió. No lo dejes ver.

Jack no respondió. Su postura era relajada, y su tono conversacional.


Era como si hubiese esperado oír más.

—Mi señor, perdóneme. Tiene razón en que una vez tuve sentimientos
por esa chica medio-humana. Pero no hay nada entre nosotros. Pero no
hay nada entre nosotros. Ella no era más que un capricho pasajero, un
juguete. Me di cuenta de mi error y corté nuestros lazos. No significa nada
para mí. Haga con ella lo que le plazca.

—Es bueno escuchar eso —sonrió Lucifer—. Las distracciones pueden


ser muy perjudiciales. Su madre, además, no era más que una distracción.
Y una molestia. —Consideró a Jack pensativamente—. Me traerás al
guardián. Su sangre está en tus venas, y la llamarás a ti cuando estés
sobre la tierra.

—Sí, mi señor. —Jack hizo una reverencia.

—Espero que no te veas tentado a drenarla por completo antes de


traerla a la puerta. Tenemos que tenerla viva para el sacrificio.

—De hecho, mi señor, voy a resistir la tentación.

—Danel se unirá a ti en esta tarea y se asegurará de que todo proceda


sin problemas.

—Sí, mi señor. Estaré agradecido por la ayuda. Él jugó un papel


decisivo en la adquisición del grial. No podría haberlo hecho sin él.

—A Schuyler Van Alen nunca debería haberle sido permitido vivir. Su


vida es una burla de nuestra gloria —Lucifer declaró—. Ella es el mayor
error de su madre, y demostrará ser su más profundo pesar. Voy a
disfrutar drenar la sangre de su vida y subsumir su espíritu.

Que hipócrita, pensó Mimi. Para llamar a Schuyler una Abominación


cuando tú mismo provocaste a los medios demonios Nephilim en nuestro
mundo. Los Sangre Plateada uniéndose a las mujeres humanas para crear
una loca raza de niños demonios. Y buena suerte con ese plan de matar a
la hija de Gabrielle. Lo creeré cuando lo vea. Schuyler Van Alen no es nada
fácil de eliminar.

—No quiero nada más que complacerlo, mi señor. Su sangre es suya.


—Jack hizo una reverencia.

—¿Y yo? —Mimi elevó la voz—. ¿Quiero decir, y yo, mi señor?

—Sí, ¿Azrael?

—¿Iré con ellos? —preguntó Mimi.

—No, yo confió en que serán capaces de manejar esto por su cuenta.

¿Puedes? Mimi preguntó a Jack, a través del vínculo. ¿Manejar esto?

Pero Jack no respondió. Su rostro era impasible y tan difícil de leer


como siempre. No pudo haber sido fácil, escuchar los planes del Príncipe
Oscuro para él. ¿Qué hacemos ahora? Ella envió. Háblame.

¿Jack? ¿Hola? ¿Jack? Ella envió, de pie con una sonrisa rígida a
Lucifer ¿Qué vas a hacer?

Lo que tenga que hacer, finalmente respondió.

Mimi no estaba segura de lo que quería decir con eso. ¿Iba a lo que
tenía que hacer para sobrevivir? ¿O lo que tenía que hacer para asegurarse
que Lucifer fracasara y Schuyler se mantenga con vida? Mimi no podía ni
imaginar una realidad en la que Jack realmente matara a Schuyler, por
supuesto. Su gran amor por ella había arruinado la vida de ambos. Se
había vinculado con ella. No, claro que no. Jack iba a encontrar una
manera de que nunca sucediera.

Mimi encontró la idea de ser liberada de Schuyler de una vez por


todas un poco atractiva. Pero sabía que, después de todo, ella nunca
permitiría que el Príncipe Oscuro tocara un cabello de la cabeza de la
chica si podía evitarlo. Así como sabía que Jack nunca permitiría a Lucifer
herir a Kingsley. Ellos protegerían a la gente que amaban. Estaban juntos
en esto.

Te ayudaré en todo lo que pueda.


23
Tomasia (Florencia, 1452)
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Karlyisa08

A
hora que Andreas había regresado, Tomi se preguntaba cómo
podía haber dudado de él. Debería haber confiado en sí
misma, pero no lo había hecho, y ahora debía pagar el precio.
Pero la razón de sus dudas aún no se habían ido: se quedó en el recuerdo
de lo que Andreas—Michael—había hecho hace mucho tiempo. La última
vez que se había encontrado con el Príncipe Oscuro. A pesar de que había
tratado en su corazón de entender, ella nunca había aceptado su decisión.
Nunca lo había perdonado por lo que había hecho durante la Crisis en
Roma.

Lo que pasó en Roma nunca debió ser permitido. Ella había tratado
de aceptar, había tratado de entender, pero ahora Tomi tenía que admitir
que después que pasó la crisis, ya era demasiado tarde. Desde entonces,
había desconfiado de la capacidad de Michael para guiarlos… ella se
había preguntado si él todavía entendía la razón de su sacrificio. La razón
de su existencia era la de buscar la redención para su pueblo, para traer
esperanza a los desterrados, para traer luz a los que habían sido
maldecidos a la oscuridad.

Habían estado tan cerca de la victoria en Roma. Michael había estado


tan cerca de terminarla.

Ahora ambos habían sido castigados. Mientras pasaban los siglos, la


duda de Tomi solamente había crecido; y en esa duda, Lucifer había
encontrado un camino entre ellos, para deshacer lo que no podía deshacer.

Su gran amor el uno por el otro.


Era solo cuestión de tiempo antes de que Andreas se enterara de lo
que había hecho. Hijo de Lucifer. Este era un nuevo espíritu, una nueva
identidad. Este no era un embarazo normal para su especie. Esta era una
nueva alma. Podía sentir su miedo, su maravilla, y la incertidumbre. De
alguna manera, Lucifer había robado el don de la procreación de los
Sangre Roja y lo utilizó para crear un hijo con ella.

Su hijo. Nacido del amor. Gio—Lucifer—ella lo había amado. Lo que


sea que había hecho, ella lo había amado, y amaba a este niño.

Haría todo lo posible por protegerla—y era una mujer, lo sabía con
certeza. Haría todo lo posible para protegerla de Andreas.

¿Qué pasaría una vez que él descubriera la verdad?

Tomi pensó en Simonetta—eviscerada, asesinada, un bebé inocente


sacrificado en su vientre. Nephilim. Hijos del demonio. Pero aún eran
niños. Dignos de perdón, dignos de redención. Él bebé no había hecho
nada para merecer un final tan vil y violento.

Andreas nunca le haría lo mismo a ella, ella lo sabía.

Pero la bebé…

Con Andreas de vuelta, regresaron a su misión, a la caza de los


restantes Sangre Plateada en su medio. Tomi trató de no pensar en el
hecho de que un día iba a dar a luz a lo mismo que estaban matando.

Se sentía tan natural, trabajando con Andreas. Por supuesto que era
Michael; por supuesto no había nadie más que pudiese haber sido. Pero
con el tiempo él la miraba con extrañeza. Sabía que algo andaba mal, que
había algo que había cambiado ente ellos.

—Estás preocupada, mi amor. ¿Cuál es el problema? —preguntó él—.


Hemos triunfado sobre nuestro enemigo. No hay nada que temer.
Pero tan amable como Andreas era, Tomi no se atrevía a decirle la
verdad. Que ella había sido engañada, que había dudado, y por eso lo
había engañado esta vez. En cambio, llevaba un vestido que se ajustaba
perfectamente a sus pechos pero sobresalían y la cubría, deslizándose
sobre su torso, por lo que no podía ver el creciente bulto de su estómago.

En poco tiempo, sim embargo, ella no sería capaz de ocultarlo.

Por la noche, ella soñaba con Gio. Soñaba con su noche juntos, y
sentía vergüenza en su alma de cómo había respondido a su toque. En sus
sueños, podía ver a Lucifer en él. Algunas noches soñaba que se daba
cuenta a tiempo; que era capaz de escaparse; que se daba cuenta de que
Andreas era su verdadero compañero. Entonces se despertaba, recordaba
la verdad, y la culpa y la vergüenza la llenaban de nuevo. Algunas noches
soñaba que podía ver a Lucifer en él y no le importaba: ella se había
acostado con él de todos modos.

Eso era más vergonzoso todavía.

Ellos cazaban un Sangre Plateada a lo largo de las calles bizantinas


del centro de la ciudad, cuando Tomi se dio cuenta de que se había hecho
demasiado grande para correr. El Sangre Plateada empezó a moverse cada
vez más rápido, y Andreas se apresuró para alcanzarlo. Pero Tomi apenas
podía moverse. El niño estaba pateando en su vientre, y el vestido que
llevaba para ocultar su creciente cintura era pesado y la arrastraba hacia
abajo.

Podía ver a Andreas por delante de ella, tratando de decidir si debía


cazar al Sangre Plateada o ralentizar el paso para asistirla a ella.

—¡Ve! —gritó ella—. ¡No me esperes!

Ella esperaba que su pausa no lo hubiese retrasado demasiado;


odiaría que el Sangre Plateada lograra escapar a causa de lo que había
hecho. Pero ya no podía correr; ya no podía estar de pie. Se sentó en el
borde de la carretera y esperó por Andreas, tratando de pensar en lo que
iba a decirle.
Fue casi una hora después que él regresó, magullado y
ensangrentado.

—¿Estas bien? —preguntó. Si había algo que ella había hecho que lo
condujera a salir herido…

—Estoy bien —dijo él—. Es mi oponente por quien debes preocuparte.

Tomasia sonrió con alivio, pero su rostro cayó cuando recordó lo que
tenía que hacer.

—Debería preguntarte lo mismo a ti, sim embargo —dijo él—. Me he


dado cuenta, recientemente, que pareces un poco mal. Distraída, tal vez.
No te quería presionar a que me digas algo que no deseas compartir, pero
debo preguntar ahora.

—Hay algo que tengo que decirte —admitió Tomasia—. Aunque tengo
miedo de cómo vas a recibir la noticia.

Andreas se arrodilló junto a ella en el camino y tomó sus manos entre


las suyas.

—No hay nada que puedas decir que no esté dispuesto a escuchar.
Nada que pueda cambiar lo que siento por ti. Nuestro vínculo es más
fuerte que eso.

Su vínculo…

—Mientras no estabas —comenzó ella—, me convencí de que me


había equivocado de que eras mi compañero, que tú eras mi Michael.
Nunca debí haber dudado; nunca debí haber creído que Lucifer pudiera
residir en ti, pero me da vergüenza admitir que lo hice. Lo creía porque
todo el mundo lo hizo, y porque todo lo que vi me inclinó a creer. Y Gio…

—Nadie podría haber sabido sobre Gio —dijo Andreas sombríamente.

—Fue más que eso, sin embargo. Gio me convenció de que estábamos
destinados a estar juntos, que él era mi Michael, y no tú. Y yo dudaba
tanto de mí que sentí que debía tener razón… nosotros nos vinculamos.

Andreas se puso de pie.


—¿Tu… tú te vinculaste con Gio?

—Sí. Me vinculé con él. Y…

—¡Ponte de pie! —ordenó Andreas.

—Por favor, Andreas…

—Dije, ¡levántate!

Ella hizo lo que le pidió. Se puso de pie con los hombros derechos y
altos, y no se inclinó hacia adelante por lo que los pliegues de su vestido
no esconderían mejor su estómago floreciente. Ya era hora de que Andreas
supiera todo.

Él vio todo enseguida.

—Dios mío —dijo él—. ¿Él va a tener un niño contigo? ¿Cómo puede
ser esto posible?

—No lo sé —admitió ella—. Pero si sé una cosa: no puedo dejar que lo


destruyas.
24
Schuyler
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Ahriel

S
chuyler se demoró con su café de la mañana siguiente, no
estando segura de qué tan temprano sería demasiado pronto
como para aparecer en la casa Chase. Cuando ya no podía
esperar más, llamó al hotel para que le enviaran un auto y le dio la
dirección al chofer. Él silbó.

—Va a Sunny Dunes ¿verdad? Buena finca.

Solo podía imaginar el tipo de casa en la que iba a reunirse para


obtener esa reacción en un lugar como Malibu. Fueron por la Carretera de
la Costa del Pacifico, que serpenteaba a través de los desfiladeros, justo
frente a la cabecera de la playa. Schuyler vio surfistas en trajes de
neopreno sentados en sus tablas, esperando las olas. Había familias de
picnic por la playa, y una hilera de casas de colores frente al mar, siendo
la única pista de su inmensa riqueza los Aston Martins y Ferraris
aparcados en los caminos de entrada.

La residencia Chase se encontraba justo frente a la playa, una


moderna estructura imponente que parecía estar hecha completamente de
vidrio.

—Es un punto de referencia —dijo el conductor cuando la dejó—. Una


de las últimas casas construidas por un famoso arquitecto local. ¡No
rompa nada! —bromeó.

—Gracias —dijo Schuyler.


Había esperado una casa más tradicional, algo así como una
Nantucket12 de diez dormitorios o «casita de campo», en lugar de una
residencia de Cordelia de verano. Esta casa estaba decorada como un
museo, con sus paneles dentados de aluminio en la línea del techo. El
camino conducía a una puerta de entrada de doble altura con un mango
de hierro forjado. A través de los paneles de vidrio de las paredes, se podía
ver la casa—un espacio sereno e impecable que daba hacia el océano.

Hizo sonar el intercomunicador y miró a la cámara.

—Uh, ¿hola? Soy Schuyler Van Alen. ¿La Sra. Chase, me está
esperando?

—Un momento —respondió una voz.

Schuyler oyó un sonido de pasos, y la puerta se abrió para revelar a


una joven diminuta en un polo negro y pantalón caqui—un uniforme, notó
Schuyler, aunque discreto. El emblema «Sunny Dunes» en el bolsillo era lo
único que lo delataba como tal.

—Hola, Schuyler, entra. El Sr. Jackson está listo para recibirla.

Schuyler siguió a la joven a través del gran vestíbulo dentro de una


sala llena de sol. Las ventanas de cristal de doble altura miraban al
océano, y las paredes color beige estaban cubiertas por impresionantes
obras de arte. A Schuyler algo de ese trabajo le resultaba familiar—¿podría
ser de Kooning?13, ¿Changall?14 Había un hombre de edad avanzada y
aspecto severo de pie delante de un mural de Linchtenstein15.

—Buenas tardes, soy Murray Jackson. Trabajo para la Sra. Chase.


Usted debe ser Schuyler, la joven con quien hablé por teléfono —dijo él—.
Tome asiento. La Sra. Chase bajará enseguida. —Le dio un largo vistazo y
abandonó la habitación.

El mobiliario estaba tapizado en una rica piel cremosa y rodeaba una


enorme mesa metálica de café que reflejaba la luz del sol. Había un piano

12
Es una isla ubicada a unos 50 km al sur de Cape Cod, Massachusetts, en los Estados
Unidos. Nantucket es un destino turístico y una colonia de veraneo.
13 Pintor neerlandés nacionalizado estadounidense.
14 Pintor francés de origen bielorruso.
15 País soberano sin salida al mar de Centroeuropa.
de cola en la esquina, y Schuyler vio que la parte superior estaba cubierta
de fotografías enmarcadas. En ellas aparecía una hermosa pareja—su
madre y Ben. Schuyler nunca había visto fotos de la boda. Cordelia las
había escondido todas. Estaban tan guapos los dos juntos; a Schuyler le
resultó difícil mirarlos, era difícil sentirse conectada a esas personas
brillantes de la fotografía. Así que ese era su padre.

Era tan guapo—no meramente guapo si no brillante. Había una


dulzura en él. Parecía una persona feliz, pensó. Un chico de oro en todos
los sentidos—nacido de luz solar y risas. Su sonrisa estaba tan llena de
alegría que Schuyler tuvo una idea, por primera vez, de qué había hecho
que Allegra renunciara a todo el mundo por él.

Debió de ser muy especial, había dicho Oliver.

En cuanto vio las fotografías, la forma en la que miraba a Allegra,


Schuyler supo que Oliver tenía razón.

Pero la mayoría de las fotos en el piano eran de una chica más o


menos de su edad, sonriendo en fiestas de cumpleaños, en pistas de esquí
o en un caballo adornado con cintas. Había fotografías de la chica con una
pareja de ancianos que tenían que ser sus abuelos—¿Sr. y Sra. Chase?, y
unas pocas con una mujer con estilo que no podía ser otra que su madre.
No había fotografías de ella con nadie que pareciera que pudiera ser el
padre. La chica era muy bonita, y trasmitía una alegría que te atraía hacia
ella. Había algo familiar acerca de la forma en la que sus ojos azules se
arrugaban con deleite. ¿Quién era esta chica?

Schuyler se trasladó para poder mirar de cerca el arte, y aunque


estaba demasiado ocupada inspeccionado la pieza más cercana para oír
los pasos en las escaleras, una voz detrás de ella le dijo que ya no estaba
sola.

—¿Qué te parece la colección? —preguntó una mujer.

Schuyler se dio la vuelta para ver a la abuela de las imágenes: una


alta e imponente mujer vestida impecablemente de un nítido lino crema.

—Este es un Richard Prince ¿no? —preguntó Schuyler—. Siempre he


creído que está terriblemente sobrevalorado y es demasiado caro, pero este
es realmente increíble —dijo, admirando el paisaje de gran tamaño con un
vaquero al frente. Hasta entonces consideraba que el hombre Malboro era
un cliché, pero esta pintura era toda una revelación.

—Gracias. Me alegra decir que la compramos cuando él aún era


asequible. —La mujer se echó a reír—. Soy Decca.

—Schuyler —dijo Schuyler, estrechando su mano. Tenía un agarre


firme y agradable.

—Sí. Jackson me dice que tú crees que eres mi nieta —dijo Decca,
sentándose en el sofá frente a Schuyler y estudiándola con aguda
franqueza—. Le aseguré que era imposible, pero él insistió en que te
conozca, así que decidí contentarlo.

—Aprecio eso —dijo Schuyler—. Y siento imponerme a usted de esta


manera…pero estoy buscando a mi padre. Soy la hija de Ben Chase.

Decca asintió.

—Querida —dijo ella, señalando las fotografías en la parte superior


del piano—, esa es la hija de Ben, mi única nieta, Finn.

Schuyler tragó saliva.

—¿Mi padre tenía otra hija? —Entonces eso significaba que la chica
de las fotografías…la guapa rubia que sonreía con los ojos azul claro…era
su hermana. Nunca se lo habría imaginado.

—Por lo que sabíamos, Ben solo tenía una hija. Lamento decir que
esto sucede a veces…extraños apareciendo con un reclamo a la familia. Mi
hijo realmente tenía sus novias, pero no fue… digamos… una persona
irresponsable.

—Mi madre era Allegra Van Alen —dijo Schuyler, con las manos
temblando cuando las introdujo en su bolso buscando el anuncio de bodas
del Times para mostrárselo a Decca, junto con su certificado de
nacimiento—. Ben es mi padre. Su marido.

Decca tomó el papel y frunció el ceño mientras leía.

—Ve, estoy diciendo la verdad. Soy la hija de Ben con Allegra.


Decca negó con la cabeza.

—Pero eso no puede ser. —Se dio la vuelta por un momento, viendo a
los paddle boarders16 deslizándose a través de las olas—. No tiene sentido.

Miró fijamente a Schuyler.

—¿Cordelia te dijo que Ben era tu padre? —preguntó—. ¿Cordelia Van


Alen?

—Bueno, sí. Quiero decir, mi madre estaba en coma, así que


realmente no podía hablar con ella.

—En coma —hizo eco Decca.

—Sí, ella ha estado hospitalizada desde que tengo memoria.

Decca frunció los labios, luego pareció tomar una decisión.

—Por favor, dame un momento —dijo, y salió de la habitación.

Schuyler no tenía ni idea de qué hacer. De alguna manera, se había


permitido la esperanza de pensar en sí misma como algo más que
la Dimidium Cognatus. Imaginándose lo que podría haber sido, si su padre
hubiese estado alrededor. Podría haber sido una nieta normal de Decca,
como lo era la chica de aspecto saludable en todas sus fotos. Finn.

Su hermana.

¿Cómo era ella? Schuyler se lo preguntaba. Ciertamente no habría


tenido que lidiar con todas las cosas a las que Schuyler les había hecho
frente al crecer. Tal vez fuera como sus compañeras de clases de
Duchense—ricas y apartadas, obsesionadas con los chicos, la ropa y su
estatus.

Pero tal vez no—tal vez estaba viviendo la vida que Schuyler siempre
había deseado tener. Ciertamente parecía amada. Contenta. Pacífica.

Schuyler se encontró casi tan curiosa sobre Finn como sobre Ben.
Extraño, ya que había tenido toda una vida para preguntarse sobre su

16Es un deporte originado en Hawái como una rama del Surf. Permite a los surfistas
remar más lejos en el océano, remando de pie.
padre, y solo hacía unos pocos minutos que había empezado a pensar en
la posibilidad de otra hermana oculta.

Tenía que haber una manera de hacer las cosas bien con Decca, para
hacerle entender que lo único que quería era conocer a su padre, y ahora a
su hermana. Deambuló por los alrededores hasta que encontró el cuarto
de baño, donde pudo salpicarse un poco de agua en la rostro y volver a
aplicarse lápiz de labios, con la esperanza de verse más como una persona
normal que como alguien que acababa de recibir una descarga. Pasó los
dedos por su cabello en un intento de estar más presentable, y regresó a la
sala a esperar a su abuela.

Finalmente, Decca regresó. Sostenía una carta. Schuyler reconoció la


elegante caligrafía de Cordelia Van Alen en el sobre.

—¿Cuándo naciste? —le preguntó ella.

Schuyler se lo dijo.

—Nosotros recibimos esto unos meses después de tu nacimiento. Era


de parte de tu abuela. Nos dijo que Allegra había fallecido.
25
Mimi

C
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Ahriel

on un movimiento de su mano, Lucifer rechazó a Jack y a


Danel.

—Puedes tomar tu misión esta noche —dijo él—. Muévete


rápido. No queremos dar a nuestros enemigos tiempo
para averiguar lo que estamos haciendo.

Ahora que Danel había sido enviado con Jack, Mimi se preguntó si
sería enviada con Barachiel. Era una pena que su trabajo con Danel
hubiera sido en vano. Lo podría haber distraído con unos cuantos besos
más, aunque los encontrara repulsivos. Quedarse atascada sobre la tierra
con Barachiel era aún peor. Él era el ángel más colérico entre los que
seguían en el Infierno. No estaba segura de que aceptara alguna vez que
ella y Jack hubieran vuelto a las líneas. Inteligente por su parte, supuso
ella.

—Y ahora nos dirigiremos a ti —dijo el Príncipe Oscuro—. Mi preciosa


Azrael, mi ángel de la Muerte. Me disgustó mucho que no consiguieras
recuperar el grial, especialmente dado que tú y Abbadon están aquí para
pagar la deuda conmigo.

Mimi abrió la boca para protestar, pero Lucifer la detuvo.

—No estoy interesado en las explicaciones. En realidad,


personalmente, me preocupa más tu capacidad de demostrar tu devoción
hacia mí. Barachiel, por favor déjanos.

Barachiel parecía como si estuviese a punto de protestar, pero luego


le sonrió a Mimi y salió de la habitación rápidamente. ¿De qué se trataba
todo esto? Era cierto que Lucifer había insinuado que él estaría más que
feliz de tomar el lugar de Jack como su pareja, si ella lo deseaba; y no lo
hacía. Habría preferido besar a Barachiel al estilo francés llegado el
momento.

Una vez, hacía mucho tiempo, había amado al Príncipe Oscuro como
su rey, su ídolo. Tal vez la vieja Mimi—la que había regido como reina de
Nueva York y no había pensado en amar o en huir—la Azrael que había
llevado a arrodillarse a los ejércitos del Cielo—habría buscado el amor de
Lucifer. Entonces le habría dado la bienvenida—habría disfrutado de ser
su novia por el poder y la gloria.

Pero esa Azrael y esa Mimi se habían ido lejos. Mimi había cambiado.
Tal vez fuera debido a los siglos y siglos de ser maldecida como una
vampira—los muchos años que vivió lejos del Paraíso y la belleza de lo
eterno del reino—pero ella ya no era la Ángel Oscuro que una vez fue. Ya
no había ningún amor en su alma inmortal por el hermoso príncipe
brillante frente a ella. Ella veía a través de su belleza, a través de sus
mentiras. Él no había traído nada a los ángeles salvo ruina y tristeza,
ahora lo veía. El mal era seductor y fácil, y la virtud difícil y poco
apreciada.

Si él la deseaba, lucharía contra él. Nunca le dejaría tomarla como a


una puta barata en su cama. Moriría antes que renunciar a su cuerpo por
la lujuria. Pero quizás, si le permitía estar lo suficientemente cerca de él,
podría hacer lo que Michael no había conseguido—podría acabar con él.

—¿Sí, mi señor? —preguntó ella con su sonrisa más dulce—. ¿Cómo


puedo complacer a mi amo y señor?

Parecía que estaba equivocada acerca de sus intenciones. Lucifer


apenas reconoció la invitación oculta en sus palabras. Estudió su rostro
más de cerca y se dio cuenta de que su mirada de triunfo se había ido; se
preguntó si había sido solamente una fachada para Jack y los otros
ángeles. Quizás Schuyler no era la última barrera para su victoria,
después de todo.

—¿Hay algún problema, mi señor? —preguntó—. ¿Algo que no les


dijera a Abbadon y Danel?

Lucifer frunció el ceño.


—Si ellos realizan su tarea con rapidez y eficacia, entonces todo
debería ir como estaba previsto. Pero sí, ha habido algunas…
complicaciones. Involucrar a Araquiel, de hecho. Sigue siendo como tener
una espina clavada.

A Mimi no le gustaba hacia dónde iba esto.

—El robo del grial que se suponía que tú debías cometer no


representaría grandes problemas para nosotros si no fuera por algo que él
tomó de mí cuando abandonó el inframundo.

Él no podía referirse… no había manera…

—Araquiel tiene el Fuego de Dios —dijo Lucifer—. Y ahora también


tiene un grial, lo que significa que tiene un arma para luchar contra
nosotros. Puede defender la Puerta de la Promesa.

¡Sí! Mimi había tenido éxito, entonces, al armar a los Sangre Azul.
Kingsley defendería la puerta. Ella sintió que su amor por él se expandía
más allá de su conciencia. Todavía tenían esperanza.

—Te voy a enviar sobre la tierra a lidiar con él.

—¿Lidiar con él? ¿Ha expresado su disposición a negociar?

El Príncipe Oscuro rio, un sonido hueco, enojado.

—¿Negociar? No, quiero decir que tú vas a tener que hacerte cargo de
él. Sacarlo de la ecuación. A los vampiros no se les debe permitir utilizar el
fuego de sios. ¿Me entiendes?

Ella lo entendía.

Le habían dado las mismas órdenes que había recibido Jack.

Matar a su amor.

Mimi quería reír. Había estado tan preocupada de que enviaran a


Danel con Jack, que se había encargado de que Lucifer tuviese acceso a
un cáliz; ahora resulta que por obligar a Kingsley a que le robara el cáliz a
ella, lo había condenado a muerte. En su manos, no obstante.
—Llevarás esto contigo —dijo él, dándole una piedra esmeralda. La
Maldición de Lucifer—. Me permitirá ver lo que ves y oír lo que oyes. Me
informarás directamente a mí en esta misión. No puedo enviar a cualquier
Ángel Oscuro o demonio contigo, ya que Araquiel los reconocería por lo
que son. Pero…como ya debes saber…Araquiel siempre ha albergado un
afecto no correspondido por ti.

¿No correspondido? Ja.

Lucifer sonrió.

—Tal vez puedas usar ese enamoramiento para ganar su confianza.

Mimi le devolvió la sonrisa. Tal vez pudiera.

—Si me fallas, Azrael, esta piedra que llevas te destruirá y a Abbadon


junto a ti, así como a todas las vidas a tu alrededor.

Ella llevaba una bomba de tiempo alrededor de su cuello.

—¿Azrael? ¿Puedo contar contigo?

—Por supuesto, mi señor. Su voluntad es mi juramento. —¿Qué más


se podía decir?
26
Bliss
Traducido por Issa Sanabria // Corregido por Pauper

L
awson y su manada estaban esperando por Bliss fuera del
aeropuerto en Roma cuando ella llegó. Se sentía como si fuese
una eternidad desde que ella los había visto, pero sólo habían
sido un par de días. Supuso que su sentido del tiempo estaba dañado por
la pérdida de un año. Se sentía extraño verlos a todos aquí, en esta
ciudad, donde habían estado recientemente y sin embargo, hace mucho
tiempo. La Roma que habían dejado era la ciudad en su primer aliento,
pero la Roma en la cual estaban ahora era una extensión de una atestada
metrópoli, entre antiguas ruinas medievales y estructuras del
Renacimiento, una mezcolanza de arquitectura e industria, la Cuidad
Eterna y una ciudad profundamente moderna.

Bliss notó que cuando Lawson la vio, sus ojos se iluminaron, pero
él mantuvo la calma. Ella mantuvo sus sentimientos bajo control, incluso
cuando no podía dejar de abrazarlo solo un poco más fuerte cuando se
saludaron.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó ella.

Los chicos se miraron entre sí, y luego al suelo. Ahramin sonrió.


Bliss había tenido ganas de abofetearla, pero de nuevo, ella siempre había
tenido ganas de abofetearla, incluso después de todo lo que había
sucedido.

—Ningún plan. Claro. Bueno al menos dime lo que dijo Arthur.

—Nos dijo que había una ruptura en la línea del tiempo, que algo
había ocurrido que no se suponía que fuese, y ahora habían dos versiones
de la línea del tiempo. Eso es lo que cerró los pasajes —dijo Lawson—.
Tenemos que averiguar de qué se trata y luego encontrar la forma de abrir
los pasajes. Entonces podremos volver al inframundo por los lobos.

—¿Te dio alguna idea de cómo debemos ir haciendo eso? —preguntó


ella.

—Al parecer, necesitamos tu ayuda —dijo Ahramin—. A pesar de que


estábamos haciéndolo muy bien por nuestra cuenta.

—Sabemos que la ruptura del tiempo pasó aquí —dijo Lawson—. Pero
no sabemos cuándo ni cómo. Así que fue en algún momento después de
que estuvimos aquí, durante el apogeo del Imperio Romano, durante el
reinado de Calígula, cuando se descubrieron por primera vez los Caminos
de la Muerte y se estableció la primera Puerta del Infierno. Arthur pensó
que podrías ser capaz de ayudarnos con tus recuerdos. Con eso tal vez
podamos encontrar el camino de alguna manera.

—¿Los recuerdos de mi madre? ¿O de mi padre?

—Cualquiera de los dos —dijo Lawson, viéndose incómodo. Su padre


todavía era un tema delicado.

—Está bien, así que tal vez debamos empezar a indagar en lo que
sabemos de Calígula…si hay ciertos monumentos de la ciudad que edificó,
o que se asocien con él. Tal vez podamos empezar por ahí y ver a donde
nos conduce. Los Caminos de la Muerte están ocultos en el
encantamiento, pero comienzan con una ubicación física aquí a mitad del
mundo. —Bliss miró a la manada. Todos estaban agotados por haber
viajado en el tiempo y librado una gran batalla; y ella se sentía igual de
fatigada—. Pero primero, vamos todos a dormir un poco. Apuesto a que
ninguno de ustedes durmió nada en el avión.

—Yo lo hice. —Malcolm sonrió.

—Muy bien, ¿en dónde nos quedaremos?

Los chicos se miraron de nuevo.

—No han visto nada, ¿verdad? —dijo Bliss, pero trató de decirlo
gentilmente. Lawson se veía incómodo; ella sabía que se sentían
avergonzados por la falta de preparación que tenían—. Podríamos
quedarnos en el St. Regis —agregó ella—. Me quedé allí la última vez que
estuve aquí.

—No. Nada caro —dijo Lawson—. Ese no es nuestro estilo.

—Bueno. Hay un montón de albergues juveniles por aquí… estoy


segura de que podemos encontrar un lugar donde podamos estar todos
juntos.

Tomaron el tren desde el aeropuerto y encontraron un lugar barato


en el centro que parecía limpio. Ya que era invierno, y más allá de la
temporada para viajar en vacaciones de invierno, se las arreglaron para
conseguir una habitación de la residencia para ellos solos.

—¿Todos tenemos que permanecer en una habitación? —dijo


Ahramin, curvando su labio.

—Por lo menos no hay nadie más aquí —dijo Rafe—. Vamos, que va a
ser divertido. Como estar de vuelta en el estudio.

El hostal estaba escasamente amueblado pero era acogedor. En la


planta baja, donde se habían registrado, había una pequeña zona común
con sofás de lana que picaban y un estante lleno de revistas y libros que
otros viajeros habían dejado atrás. Definitivamente, no estaba dirigido solo
para estadounidenses, notó Bliss, viendo aproximadamente cada lengua
que conocía y un montón que no. Esa era probablemente una buena razón
por el que el lugar era tan barato. También tenía una cocina donde podían
hacer sándwiches—nada caliente, pero había pan y condimentos y un poco
de queso en el refrigerador, junto con algunas botellas de jugo. Tan
deprimente como era comer un bocadillo de mantequilla con cacahuete y
jalea en Italia, pero Bliss estaba segura de que habría tiempo para una
buena comida una vez que descubrieran lo que iban a hacer.

Arriba había varias habitaciones estilo dormitorios, con camas en


cada una. Bliss apartó rápidamente una de las camas más cercanas a la
puerta. Si algo había aprendido en estos últimos años, era la importancia
de ser capaz de hacer una salida rápida. Al parecer, Lawson estaba en la
misma página, porque él hizo lo mismo.
Malcolm tomó la cama más cercana a la ventana, para que pudiese
dejarla abierta en caso de que comenzara a sentirse enfermo. Siempre era
posible que la ruptura en el tiempo tuviera algo que ver con los Sabuesos
del Infierno, y había una pequeña posibilidad de que Malcolm fuese capaz
de captar el olor.

Bliss observaba a Ahramin caminar arriba y abajo de la fila de


camas, tratando de decidir donde quería reclamar su espacio.
Efectivamente, ella tomó la cama junto a Lawson. Edon parecía irritado,
pero no dijo nada.

¿Qué estaba pasando aquí? Bliss estaba confundida. Ahramin


había sido fundamental en su victoria sobre Romulus. El ex Sabueso del
Infierno había luchado por su cuello y vivido. Ahramin y Edon perecían lo
suficientemente contentos de estar de nuevo juntos. ¿Algo había sucedido
desde entonces? ¿Cómo podría, ya que Bliss había estado presente casi
todo el tiempo? ¿Era algo más? ¿Algo que había pasado cuando estaban en
el inframundo, tal vez?

—Supongo que estoy de vuelta con Mac —dijo Rafe, arrojando su


bolsa en el catre más cercano a la ventana.

Edon parecía como si fuese a protestar, pero luego puso sus cosas
entre Rafe y Ahri.

—¿Estamos seguros de que no van a poner más gente aquí?

—Ellos lo prometieron —dijo Bliss—. Aunque, no hay garantías en los


baños. Son unisex y solo puede ir una persona a la vez. Y odio decirlo,
pero son totalmente asquerosos.

Eso era cierto. Ella había sido engañada por la limpieza del resto
del albergue; los baños eran pequeños y estaban infestados de moho y
hongos. Apenas iba a poder ducharse, y solo entraría si era necesario.

El problema era, ¿dónde se suponía que se iba a cambiar?

Como para responder a su pregunta, Ahramin comenzó a quitarse la


ropa.
—Supongo que no vamos a estar guardando secretos entre nosotros
—dijo ella perezosamente, de pie en medio de la habitación solo en
sujetador y ropa interior. Bliss estaba molesta hasta que se dio cuenta de
las cicatrices que permanecían en el cuello de la chica, y se recordó que
Ahri no la había tenido fácil.

Bliss se puso su pijama con la mayor discreción posible. No había


necesidad de hacer un espectáculo de sí misma, como Ahramin lo había
hecho. Pijama colocado sobre la camiseta de tirantes regular, la camiseta
removida a través del hueco del cuello de la parte de arriba del pijama; el
sujetador removido a través de las mangas de la parte de arriba del
pijama. Pan comido. Solo quedaba el pantalón, y, ¿a quién le preocupaba
si mostraba sus piernas?

Alzó la vista para ver a Lawson sofocarse, y luego no pudo evitar una
risa.

—¿Qué? —preguntó ella.

—Tú —dijo él—. Eso. Creí que se te iba a torcer algo ahí.

—Cállate —dijo ella, riendo también. Le dio un golpe en su pecho


desnudo con su camiseta de tirantes hecha una bola.

Él la agarró y la trajo hacia sí.

—Oye —dijo él—. Te eché de menos.

Ella se acurrucó en sus brazos, olvidándose de donde estaban en ese


momento.

—¡Consigan una habitación! —gritó Malcolm.

—¡Lo hicimos! —gritó Lawson de vuelta, pero dejó ir a Bliss y ella


suspiró.

—Buenas noches —susurró él cuándo estuvieron metidos en sus


respectivas camas. Él estiró la mano para que sus dedos se tocaran.

—Buenas noches —dijo ella, sabiendo que sería difícil dormir tan
cerca y a la vez tan lejos de él.
27
Schuyler

¿
Traducido por Mais // Corregido por Karlix

Discúlpeme? —preguntó Schuyler—. ¿Qué le dijo Cordelia?

Decca sacudió su cabeza.

—Lo siento… no lo sabíamos. Si hubiésemos sabido que


existías, nunca podríamos haberlo escondido. ¡Lo que debes
pensar de nosotros!

¿Cómo podía Cordelia haberme hecho esto? Se preguntaba Schuyler.


¿Cómo podía haberme cortado de la familia de mi padre por completo? ¿En
qué estaba pensando? Pero una vez más, dado lo que Allegra había hecho,
¿acaso no estaba Cordelia solo actuando bajo los mejores intereses del
Aquelarre? Desde su punto de vista, ella estaba limpiando el desastre de
su hija al cortar todo lazo con el error humano de Allegra.

Decca alcanzó la bandeja en la mesa de café y sirvió dos vasos de té


helado. Luego, para sorpresa de Schuyler, explotó en lágrimas.

—Sabía que algo era extraño. Ella nos dijo que no nos molestáramos
con el funeral de Allegra. Ni siquiera sabíamos a dónde enviar las flores, y
no había ningún anuncio o nada. Debí intentarlo más por obtener la
verdad. Siempre pensé que ella estaba escondiéndome algo. Así que tu
madre era Allegra… por supuesto, lo vi en el momento en que entraste a la
habitación, y te veías tanto como tu padre… Tú…

—Tengo sus ojos. —Schuyler sonrió.

—Sí. —Su abuela asintió—. ¡Estoy tan feliz! —De pronto Decca chilló,
y apretó la mano de Schuyler.
Eso lo hizo—Schuyler empezó a llorar también. Y ella había sido tan
reacia que no lo haría.

—Yo también —sollozó ella.

Pasaron un momento en silencio sosteniéndose de las manos y


llorando y luego Decca enderezó su espalda, sacudió su cabeza y se
compuso.

—Tu madre lo hacía tan feliz. Se amaban tanto.

Schuyler asintió. No había dejado de llorar todavía, pero tomó un


sorbo de su té helado e intentó sostenerse.

—Después de la boda, vivieron en Napa por un tiempo, pero Allegra


extrañaba Nueva York. Se mudaron a la ciudad y desaparecieron poco
después, y no supimos de ellos por un largo tiempo. Intenté ponerme en
contacto… llamé a tu madre, tu abuela, le escribí cartas, pero nada. No era
como Ben, pero respetábamos su privacidad. Tu madre siempre ha sido…
diferente, pero tal vez yo era muy cautelosa, muy deseosa de dar un paso
al lado, y luego era muy tarde.

Schuyler se preguntaba si Decca podría decir que ella también era


“diferente”. Lo más probable. Tenía la sensación que no mucho lo había
obtenido de esta abuela. Los vampiros debieron de haber trabajado extra
para evitar que ella se entere de lo que estaba sucediendo.

—Ya no importa —dijo ella—. Estoy aquí ahora, y finalmente nos


estamos conociendo.

—Sí, es maravilloso, ¿verdad? —Decca sonrió—. Quiero que me


cuentes todo sobre ti. ¡Tenemos mucho en que ponernos al día! ¿Estás en
la escuela ahora? ¿Hay un jovencito en tu vida? ¡Cuéntame todo!

¿Contarle todo? Eso era imposible. Pero podía editar, suponía. Le


contó a Decca sobre crecer con Cordelia, vivir en el Upper West Side, e ir a
Duchesne. Le contó sobre su breve temporada de modelaje, cómo no se
había dado cuenta lo que quería hacer con su vida aún (no exactamente
cierto pero al menos explicaba por qué no estaba yendo a la universidad).
Y luego tomó un profundo respiro y le contó sobre Jack.
¿Cómo explicar lo de Jack?

—Había alguien en mi vida —dijo ella—. Estaba enamorada. Era


difícil… habían retos para los dos, estar juntos… pero era maravilloso.

—Estás hablando en pasado —dijo Decca—. ¿Qué sucedió?

—Aún no estoy completamente segura —dijo Schuyler—. Todo lo que


sé es que él se ha ido, y no creo que vuelva a regresar jamás.

—Yo también perdí a mi esposo —dijo Decca, alcanzando de nuevo la


mano de Schuyler para apretársela—. Entiendo ese sentimiento de
pérdida, ese sentimiento que una parte de ti ha sido físicamente quitada.
Que estás disminuida, más de lo que una vez estuviste.

—Exactamente es así —dijo Schuyler—. Hay algo que me falta ahora,


y no sé si lo volveré a tener.

—Eres joven —dijo Decca—. Sé que es lo que dice la gente y parece


imposible ahora, pero tu corazón se reparará, y tal vez en el futuro…

Pero Schuyler no estaba lista para pensar sobre cómo podría ser su
vida después de Jack. Y tenía muchas más preocupaciones que sí misma;
aunque la idea de que Jack estuviera realmente y verdaderamente
desaparecido para siempre era demasiado, y se encontró llorando de
nuevo. Supéralo, pensó.

—Puedo ver que es muy pronto para ti pensar en ello —dijo Decca—.
Lo entiendo… incluso a mi edad tengo amigos quienes intentan arreglar
citas para mí. No tengo el corazón para decirles que no estoy lista y tal vez
nunca lo estaré, aunque hayan pasado años.

—Pero tienes otra familia —dijo Schuyler—. Tu nieta…

—¡Sí, Finn! —Decca se iluminó—. De verdad debes conocerla. Estará


tan emocionada de escuchar que tiene una hermana.

Schuyler esperaba que eso sea verdad pero podía fácilmente


imaginarse una realidad en la que no lo fuera.

—¿Tienes otros hijos? —preguntó Schuyler.


—No, me temo que Bendix fue nuestro único hijo —dijo Decca—. Por
supuesto que lo intentamos, por años y años, pero no teníamos todos los
maravillosos avances tecnológicos que ustedes los jóvenes tienen. Si no
podías naturalmente, no había mucho que pudieran hacer los doctores.

—Es una bendición que nos hayamos encontrado, ¿verdad? —dijo


Decca—. ¿En dónde te estás quedando? Insisto en que te mudes aquí y te
quedes conmigo por un tiempo, si no estás ocupada.

—Desearía poder hacerlo —dijo Schuyler, y realmente lo sentía—.


Pero… —No tenía ni idea de cómo iba a explicar por qué no podía
quedarse. Tenía que inventarse algo—. Algunos amigos están en
problemas. Estoy en medio de ayudarlos… vine aquí a ayudarlos… y
necesito volver a ellos.

—Ya veo —dijo Decca, claramente decepcionada—. Bueno, no te


tomaré más tiempo entonces.

—¡No, no es así! —dijo Schuyler—. Realmente quiero quedarme, en


serio que sí. Y espero que si me tendrás, algún día puedo volver.

Decca sonrió.

—Por supuesto que puedes. Haz lo que tengas que hacer. Estaré aquí
cuando vuelvas.

—Solo hay una cosa más que debo preguntarte antes de irme —dijo
Schuyler.

—¿Sobre tu padre?

Schuyler asintió.

—Me imaginé que lo harías —dijo Decca.

—¿Volvió a ti eventualmente, verdad? —dijo Schuyler.

—Sí, lo hizo. —Sonrió tristemente.

—Necesito encontrarlo. ¿Sabes en dónde está?

—Sí —dijo Decca, dándole una mirada de preocupación.


—¿En dónde está?

—Está aquí.
28
Mimi
Traducido por Mais // Corregido por Karlix

E
l viaje sobre la tierra fue más solitario esta vez. El paseo en
tren a través del paisaje de roca y residuos parecía sin fin sin
Jack para hacerle compañía; todo en lo que Mimi podía
pensar era en cómo iba a salir de esta. La piedra esmeralda colgaba
pesada alrededor de su cuello. La Perdición de Lucifer. El peso que
cargaba, el enojo de Lucifer, liberado hacia todos los que ella amaba. Ella y
Jack no lo habían tonteado ni por un momento. Verdaderamente, ellos
eran los tontos.

¿Cómo había llegado a esto? se preguntaba. Era tan fácil antes,


cuando ella y Jack atravesarían las emociones de la unión. Claro, este
ciclo no era la corte de Versalles o Florencia durante el Renacimiento, pero
hasta ahora habían tenido hermosas fabulosas vidas en Nueva York.
¿Cómo todo se había vuelto tan complicado?

Fue el nacimiento de Schuyler Van Alen, se dio cuenta Mimi. La hija


mitad humano de Gabrielle había generado todo—ella era componente del
cambio—¿pero era esto lo que Gabrielle quería? El Aquelarre en ruinas, los
vampiros en retroceso ¿la Puerta de la Promesa en el salto a la destrucción
y la llave del Cielo en el agarre del enemigo?

¿Qué iba a hacer Mimi? Tenía que advertirles—advertirle a Kingsley y


a Schuyler y a Oliver lo que estaba por suceder—¿pero cómo? Se supone
que había un refugio Venator en algún lugar; esa era la única razón por la
que Kingsley estaba en Londres, estaba segura de ello. ¿Pero en dónde?
Tal vez Jack lo había encontrado. Era una pena que no habían sido
capaces de hablar antes que él se fuera—no habían podido coordinar sus
acciones, sus decepciones.
¿Jack, en dónde está el refugio?

¿Estás aquí? ¿Por qué estás sobre la tierra?

Buscando a Kingsley, Lucifer también me dio un trabajo.

¿Cuál es?

No puedo explicarlo ahora. ¿Sabes en dónde está el refugio?

Aun buscando.

Hazme saber si lo encuentras. Puedo ayudar a distraer a Danel, darle


a nuestros amigos tiempo para escapar.

Había un tiempo en que Mimi hubiese ido a cualquier restaurante


fabuloso o club nocturno en Londres y encontrar un vampiro que le
indique la dirección correcta. No lo había notado la última vez que estuvo
en la ciudad, pero ahora lo hacía. Era extraño. Londres había sido drenado
de vampiros—bueno, definitivamente con intención. Ya no quedaba nadie.
No en los lugares usuales, no en los clubes nocturnos de chicos, en
ningún lado. Ella sintió una tristeza ante la realidad de la situación actual.

Llamó a las antiguas familias en Nueva York, habló con unas cuantas
almas valientes que aún quedaban, pero nadie sabía en dónde los Venator
se estaban escondiendo en Londres.

—Solo estamos todos con perfil bajo hasta que escuchemos de alguien
a cargo —le dijeron.

Quería gritar que ella estaba a cargo, pero no ayudaría. Finalmente,


fue con el acercamiento más mundano que pudo imaginar: llamó a los
padres de Oliver. Los Conductos también se habían dispersado—pero la
familia de Oliver era tan predecible. Eran como ostras escondiendo sus
cabezas en la arena mientras todo lo demás estaba a la vista. Ellos se
estaban “escondiendo” en Southampton. En Water Mill para ser exactos.

—Por favor, tiene que decirme en dónde está él —dijo ella—. Es


importante.

—No hemos escuchado de él en un tiempo —dijo la Sra. Hazard-


Perry—. Estuvo en Londres, pero luego algo sucedió en el Depósito…
podría estar de vuelta en los Estados Unidos. Estamos preocupados por él.
Si lo encuentras, ¿le podrías decir que se comunique?

—¿En qué parte estuvo en Londres? Me aseguraré que le llame


cuando lo encuentre.

—Realmente se supone que no podemos decirle a nadie —dijo ella—.


Estamos bajo órdenes estrictas.

—¿De quién? —dijo Mimi. ¿Quién estaba haciendo las órdenes en el


Aquelarre?

—El Venator Martin, por supuesto.

Por supuesto. Kingsley los estaba liderando.

—Es realmente importante, ya sabe que no estaría llamando si no


fuera así.

La Sra. Hazard-Perry suspiró.

Mimi podía decir que ya lo lograba.

—Está en gran peligro. Solo puedo ayudar si sé en dónde está el


refugio. Prometo que haré todo lo que pueda para asegurarme que esté
bien.

Aparentemente eso fue suficiente, la Sra. Hazard-Perry le dio la


dirección.

Mimi apenas recordaba haberle agradecido antes de colgar el teléfono


y entrar en un taxi. Le dio al conductor la dirección e intentó prepararse
mentalmente para lo que se supone que haría. Tenía que haber una salida
a esto, incluso si tenía una cadena hacia el Príncipe Oscuro alrededor de
su cuello. Tenía que encontrar una manera de darle la pista a Kingsley,
hacer una especie de escena de pelea en dónde él podía fingir su muerte y
ella podía ayudarlo a escapar.

El tráfico era pesado mientras el taxi se acercaba a la dirección que la


madre de Oliver le había dado. Eso era raro—no era un barrio
particularmente poblado, y estaba lejos de cualquier parte ocupada de
Londres. Luego vio los autos policías, y la cinta que encerraba la calle.
Azul y blanco para Londres, a diferencia del azul y amarillo de Nueva York.

—¿Qué sucede? —le preguntó al taxista.

—No lo sé, señorita. Me acercaré lo más que pueda, pero tal vez tenga
que caminar el resto del camino.

Condujo por la calle, hasta la cinta.

—Me temo que esta es la dirección que está buscando —dijo.


Estacionó en frente del refugio. O lo que solía ser.

Se había quemado todo.

Mimi saltó fuera del taxi y se movió a través de la multitud


congregada en la acera. Había una mujer a un lado, llorando suavemente.
Mimi se acercó a ella cuidadosamente.

—¿Está bien?

La mujer sollozó y se sopló la nariz en una servilleta.

—Estoy bien —dijo—. Solo fuera de un trabajo. —Miró al humo de la


casa y luego empezó a llorar de nuevo.

—¿Trabajaba aquí? —preguntó Mimi.

La mujer asintió.

—Era una empleada. Era un buen trabajo, lo era. Bastante que


limpiar con todas esas fiestas, pero era un trabajo honesto.

Sonaba como Kingsley, muy bien.

—Conocía a las personas que vivían ahí —dijo Mimi—. ¿No estaban
ahí cuando esto sucedió, verdad?

La mujer sacudió su cabeza.

—La jovencita y su amigo se fueron hace días. Todos los demás se


fueron anoche. Como si supieran que algo malo iba a suceder.

—¿Lo sabían?
—No, se lo hubiesen avisado a los de servicio. Aunque escuché que le
dieron la noche libre a todos, así que tal vez había algo. Aunque no nos
dijeron a los que teníamos trabajo hoy. Todos vinimos esta mañana para
encontrar esto.

—Y está segura que todos se fueron —dijo Mimi—. ¿Tiene idea de a


donde se han ido?

—No, para nada —dijo la empleada—. Pero si los encuentras, dígales


que nos deben una semana de pago.

Mimi quería abrazarla. ¡Estaban vivos! ¡Sus amigos estaban vivos!


Gracias a Dios. Kingsley estaba vivo. Le dio a la mujer unas cuantas
monedas de su cartera.

—Aquí. Ellos querrían que tenga esto.

¿Quién había hecho esto? ¿Lucifer había enviado a otro convoy sin el
conocimiento de Jack y Mimi? Caminó alrededor del perímetro,
deslizándose a través de las barreras de Sangre Roja con facilidad. En la
parte trasera de la casa, detrás de los escombros, encontró su respuesta.

Jack estaba sosteniendo la antorcha.

—¿Tú hiciste esto? —preguntó, sorprendida.

—Fue muy tarde. Ya se habían ido.

Gracias a Dios. Gracias a Dios. Sabías que ya se habían ido, ¿verdad?


Gracias a Dios.

Pero Jack no respondió.

—¿Jack? ¿Estás bien?

—¿Cuál es el punto de esto? —preguntó, pateando una roca en el


suelo.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, ¿qué estamos haciendo aquí?

—Jack, de nuevo, no sé qué estás diciendo —dijo ella.


—Todo esto que hemos hecho… por siglos, Mimi. Peleamos en el lado
equivocado durante la Guerra, e incluso cuando volteamos hacia la Luz
fuimos castigados por ello. Por siglos vivimos en la tierra, en ciclos a través
de nuestras vidas. Roma. Francia. Plymouth. Esperando la salvación.
Buscando la redención por nuestros pecados. ¿Para qué? ¿Para esto?

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Mimi, horrorizada. Nunca lo había


escuchado hablar así, o verse tan aterrador y frustrado al mismo tiempo.
Colocó una mano en la piedra alrededor de su cuello para advertirle, pero
él no lo notó.

—Tal vez estamos intentándolo demasiado. Tal vez debamos solo…

—¿Rendirnos?

—Exactamente. ¿Por qué pelear? ¿Por qué estamos aquí? ¿Así


podemos alejarnos del otro? ¿Por qué? —La atrajo hacia él—. ¿Por qué
quise alguna vez hacer eso? —susurró, colocando su nariz en su cabello y
respirando su aroma.

Ella se encontró respondiéndole, a su toque, su forma familiar de


sostenerla—como siempre lo había hecho. Había pasado tanto tiempo
desde que él la sostuvo así. ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué tenía que decir
estas cosas ahora? Luego se dio cuenta, incluso si lo decía en serio, ella no
quería escucharlo. Incluso si él la quería de vuelta, ella ya no.

Lo apartó de ella.

—No quieres decirlo… no quieres decir lo que estás diciendo.

Podía sentir lágrimas en sus ojos. Lo amaba, se dio cuenta ahora,


porque él siempre estaba peleando con la oscuridad que había en él, eso
era parte de él. Quería tanto ser bueno, aunque estaba hecho para esto.
Estaba hecho para el mal. Él era la razón que Lucifer casi había triunfado.
Si Jack no se hubiese convertido a último momento, el Cielo hubiese sido
suyo hace mucho tiempo atrás.

—Estoy cansado de pretender ser lo que no soy. Que no quiero lo que


deseo.

—Jack, detente, me estás asustando.


—Mi nombre no es Jack Force. Mi nombre es ABBADON. Estoy hecho
de oscuridad y sombra. Y estoy hecho del inframundo. —Luego la
oscuridad lo dejo tan rápido como vino. Jack le sonrió, su sonrisa brillante
y guapa—. ¿Por qué esperar la salvación Azrael, cuando podemos tomarla
por nosotros mismos?
29
Bliss
Traducido por Mais // Corregido por Karlix

A
la mañana siguiente, Bliss se despertó temprano y colocó sus
cosas en el casillero del albergue. Encontró a Edon y Ahramin
susurrando ferozmente. Edon se veía cansado y enojado, sus
ojos estaban enrojecidos y Ahramin tenía su mueca usual.

—¿Todo bien? —preguntó Bliss.

Ahramin la miró fríamente y no respondió.

El resto de chicos se despertaron y el grupo se dirigió afuera para


descubrir en donde empezar la búsqueda.

—Hice un poco de búsqueda y descubrí unos cuantos proyectos que


estaban bajo construcción cuando Calígula era emperador —dijo Malcolm,
sosteniendo su celular—. Hay unos cuantos puentes y acueductos, pero el
más importante es el Circus Maximus… la pista de carreras que construyó
en medio de la ciudad, con el obelisco Egipcio en el medio.

—¿Deberíamos empezar por ahí? —preguntó Lawson.

Bliss se encogió de hombros.

—Suena como un buen lugar como cualquiera. ¿En dónde queda?

—Por supuesto que la pista de carreras ya no existe. Construyeron


San Pedro encima.

—Por supuesto —bromeó Ahramin, pero todos la ignoraron.

—La tumba más famosa en el mundo —notó Malcolm.


—¿Así que el camino al Infierno recae justo debajo de la Ciudad del
Vaticano? —preguntó Ahramin—. ¿Eso suena bien para ustedes chicos?

—Las cosas más raras han sucedido en la historia de los vampiros —


dijo Bliss—. Además, cuando Calígula ordenó su construcción, era una
arena… un estadio de deporte, no algo Sagrado.

San Pedro era hermoso. El clima era cálido, y el sol iluminaba los
pilares que rodeaban el cuadrado y lo hacían casi brillar.

—¿Sabías que San Pedro fue el primer Papa? Es por eso que está aquí
enterrado —les dijo Malcom.

—Gracias por la lección de historia —dijo Ahramin—. Si quisiéramos


jugar a ser turistas, podríamos haber contratado a un guía. Solo
continuemos con esto.

¿Por qué tenía que ser tan horrible todo el tiempo?

—Estoy interesada en aprender sobre ello —dijo Bliss, más para


torturar a Ahri que por interés real.

Malcolm le dio una mirada de agradecimiento.

—Miguel Ángel diseñó parte del domo. Pero estoy más emocionado
sobre ver la Capilla Sixtina, no es que sea capaz. —Suspiró él.

Oh, cierto. Habitantes del inframundo no eran permitidos en lugares


tocados por el Divino, y la Basílica de San Pedro era suelo bendecido, uno
de los lugares más sagrados de todo el Cristianismo.

—Lo que no entiendo es cómo tú puedes entrar, considerando quién


es tu padre —dijo Ahramin a Bliss.

—No importa. Bliss y yo entraremos y lo revisaremos. Ustedes,


muchachos, intenten mantener los ojos abiertos aquí. Vean si pueden ver
algo en la penumbra que pueda ser un portal —instruyó Lawson—. Vamos
—le dijo a Bliss y siguieron la línea de los turistas entrando a la basílica.

Caminaron alrededor de la magnífica catedral, maravillosos ante la


grandeza de los techos y el interior que te dejaba sin aliento. Eran
peregrinos ante el altar de Dios, embelesados por Su Gloria.

—¿Algo? —preguntó Lawson.

Bliss sacudió su cabeza.

—Muy bien, siguiente habitación —dijo Lawson.

Pasaron el resto del día deambulando a través de varios brillos en el


Lugar Sagrado. Bliss deseaba que pudiesen estar bajo otras
circunstancias, el techo de la Capilla Sixtina era maravilloso, pero
realmente no podía apreciarlo—estaba muy enfocada en intentar descubrir
un pasaje del inframundo, si habían señales en la penumbra que podían
darle la presencia del antiguo portal.

Pero todo lo que vieron era hermoso arte, multitud de turistas, y


hermosos murales. No había nada que indicara que el lugar fuera algo más
que un espacio sagrado.

Encontraron a los chicos y Ahramin esperándolos afuera, tampoco sin


noticias. Era el fin del día y el grupo estaba exhausto. Después de
detenerse por porciones de pizza, regresaron al hostal.

Ahramin se cambió para ir a la cama de la manera en que se había


vuelto su usual striptease, pero tanto Lawson como Edon parecían estar
haciendo un esfuerzo especial en no prestarle atención, lo que claramente
la enojaba. Bliss estaba determinada a no darle a Lawson otra oportunidad
para reírse de ella, así que pretendió estar a solas en la habitación y
cambiarse tan rápido como podía. Pero antes de mirar a Lawson, quién
rápidamente apartó la mirada.
Así que la había estado observando entonces. No a Ahramin, sino a
ella. Resistió una sonrisa.

La idea de ello hizo que su piel se erice, pero no fue lo suficiente para
mantenerla despierta, dado lo cansada que estaba. Se quedó dormida casi
tan pronto como su cabeza tocó la almohada.

Aunque no pasó mucho tiempo antes que deseara no haberlo hecho.


La pesadilla empezó ahí mismo. Estaba en un lugar oscuro, en alguna
parte del inframundo, lo mejor que podía decir, pero era raro—también
podía verse desde fuera de su propio cuerpo.

Espera—no su propio cuerpo. El de alguien más. Alguien familiar pero


no conocido de ella.

¿Allegra? ¿Era su madre corriendo a través del laberinto?

Quien sea que fuera, estaba asustada. Bliss sintió su miedo, el sudor
en su frente, los latidos fuertes en su corazón. Terror. Absoluto terror.
Bliss sintió la presencia amenazadora acercándose, y supo que algo
horrible estaba por empezar. Ambas perspectivas parecían estar
cerrándose en una sola, no pasaría mucho tiempo hasta que se conectaran
de alguna forma, y tal vez entonces ella podría descubrir qué estaba
sucediendo…

Pero antes que pueda suceder, se despertó.

Debió haber jadeado o tal vez haber hecho alguna clase de ruido,
porque apenas se sentó en la cama antes que Lawson venga corriendo
hacia ella.

—¿Qué pasó? —susurró él—. ¿Estás bien?

—Solo una pesadilla —susurró ella de vuelta—. Estoy bien.

—No lo estás… estás temblando —dijo él.

Era cierto—estaba helada de pronto, y no podía dejar de temblar.

—Alza la sábana —dijo Lawson y se acurrucó a su lado—. Aquí,


recuéstate.
Su cuerpo estaba caliente y cómodo contra el de ella. Ella enterró su
cabeza en su pecho.

—Estaba tan asustada —dijo ella—. Era como si estuviera en dos


sitios a la vez, y algo desastroso iba a suceder. Y no podía detenerlo, y
parte de mí hubiese sido responsable. Estaba tan confundida —dijo ella, y
luego lágrimas vinieron a sus ojos. Aún podía sentir el horror en su
cuerpo. Nunca se había sentido tan asustada. ¿Quién era esa chica? ¿Qué
le estaba pasando? ¿Era Allegra? Si así era, ¿de qué estaba escapando?

—Está bien —dijo Lawson—. Todo va a estar bien. —Besó lo alto de


su cabeza y colocó sus brazos alrededor de ella.

Estaban recostados, así su mentón se recostaba en su frente y él


empezó a besarla gentilmente al principio, y luego con más pasión, como si
no fuera solo para consolarla sino para hacerle saber, finalmente, lo
arrepentido que estaba sobre la forma en que la había dejado en Nueva
York.

Lawson movió su cuerpo contra el de ella. Sus manos estaban


entrelazadas en su cabello, y sus piernas envueltas alrededor de su torso,
y era maravilloso, él era tan maravilloso, y ella se perdió en la sensación de
los dos estando juntos de nuevo, hasta que la sábana se deslizó y ella
recordó que estaban en una habitación con cuatro personas más.

—No aquí —susurró—. No podemos.

Lawson no dijo nada pero ya se estaba moviendo. Debió haber sabido


que ella tenía razón, aunque hubiese deseado que proteste un poco más.

—Nuestros tiempos son malos —le dijo a él.

Él la besó una vez más antes de regresar a su propia cama.

—Que duermas bien.

Como si pudiera.
30
Schuyler
Traducido por Mais // Corregido por Karlix

S
chuyler le envió un mensaje de texto a Oliver cuando dejó la
casa de Decca. Te necesito. ¿Vuelves? No puedo hacer esto a
solas.

Oliver volvió a Los Ángeles en el siguiente vuelo disponible. Cualquier


tarea que tenía con el Depósito, sus tareas como Conducto y amigo
siempre venía primero. Schuyler lo encontró afuera del aeropuerto y saltó
hacia sus brazos apenas él salió de la puerta.

—Oh, hola —dijo él—. También te extrañé. —Pero ella notó que él le
devolvió el abrazo algo extraño.

—Lo siento… —Se sintió un poco avergonzada de estar tan


entusiasmada de verlo, especialmente después de todo lo que había
pasado entre los dos.

—Está bien.

Oliver palmeó su espalda y se alejó de ella, solo un poquito, y


Schuyler entendió que, mientras aún seguían siendo amigos, las cosas
habían cambiado, y ella ya no podía tomarlo por hecho. Lo que sea que
había sucedido con esa bruja en la Villa Este había funcionado. Él era
ahora su propio hombre.

—Tengo tanto que decirte que apenas sé por dónde empezar —dijo
ella—. Pero primero… cuéntame lo que sucedió en Nueva York.

Oliver sacudió su cabeza.


—No fue bueno. El Depósito ha sido destruido, y Renfield fue
asesinado. Los Sangre Plateada no pueden romper las custodias ahora, así
que el Aquelarre básicamente está desprotegido.

Schuyler aceptó esta información, no era nada nuevo. La fuerza de los


vampiros se había debilitado considerablemente desde que el Aquelarre
había desaparecido.

—Y parece que alguien más estuvo ahí también. Buscaron entre las
notas. Los archivos quedaron abiertos.

—¿Quién?

—No lo sé. —Oliver suspiró—. Quién sea que es, usó el código de
Bliss.

¡Bliss! Schuyler sintió un centello de esperanza.

—¿Crees que fue ella?

—Tal vez. Si la suerte está de nuestro lado. ¿Recuerdas a Jane


Murray? ¿Nuestra antigua profesora de historia? Ella tiene el espíritu del
Vigilante ahora, y ha vuelto también. Tomó contacto con el Aquelarre. Los
está ayudando a localizar a Bliss, ver si tiene a los lobos.

Demasiadas piezas de este rompecabezas, tantas cosas que habían


sucedido antes que tuviesen alguna oportunidad de tener éxito. Y tantas
complicaciones.

Caminaron hacia el estacionamiento por el auto.

—Hay más, Los Sangre Plateada quemaron nuestro refugio en


Londres. No te preocupes, nadie fue herido… estaba vacío cuando lo
quemaron. Y las buenas noticias es que Kingsley ha vuelto —dijo Oliver.

—¿A dónde fue?

—No dijo, pero a dónde sea que haya ido, dijo que sabe ahora qué
demonios están planeando, y que cree que puede tener una idea de cómo
subvertirlo. Ha llamado a un cónclave Venator para planear el ataque.

—¿Ataque?
—Él cree que es mejor alejarlos, especialmente ahora que sabemos
que están contra nosotros y han encontrado el refugio tan fácilmente.
Desde que sabemos en donde está la Puerta de la Promesa, él prefiere que
ellos traigan la batalla hacia nosotros que esperar que se escondan.
Mostrar todas nuestras cartas, como dicen. Hacerlo suceder.

—¿Eso es sabio?

—¿Quién soy yo para juzgar? Solo soy un Conducto de bajo nivel, no


un Venator. Pero estratégicamente, creo que es sabio. No sabemos cuándo
los Sangre Plateada planean emboscar la puerta, pero de esta forma,
podemos tener la mano más alta. Podemos prepararnos. —Secó su frente
con la parte trasera de su mano—. Así que dime, ¿qué ha estado pasando
aquí? ¿Tuviste una pequeña reunión feliz con tu abuela? ¿Era redonda y
suave? ¿Te cocinó galletas?

Schuyler lo apuñaló en el brazo.

—¡No te burles! No, no hubo galletas. —Rodó sus ojos.

Hasta lo que sabía, ninguna de las abuelas de Oliver era del tipo de
cocinar galletas tampoco. Doro Samuels había trabajado para preservar la
Terminal de la Gran Central y el Central Park, mientras que Eleanor
Hazard-Perry era una pionera de programación de niños que les enseñaba
como leer usando tácticas, adquirido de las habilidades de los vampiros de
memoria instantánea.

—Ella era genial, una gran dama, casi como Cordelia, pero ya sabes…
más cálida —dijo Schuyler.

—Sangre caliente. —Oliver sonrió—. ¿Y encontraste a tu padre?

—Si —dijo ella—. Vamos.

El jardín en el patio era exuberante y verde, casi muy vivo, pensó


Schuyler. Era como un constante recordatorio de todo lo que se había ido,
todo lo perdido. Ella había llevado un pequeño ramo de lirios, y cuando
encontraron la lápida, ella las colocó ahí.

—Sky, lo siento mucho —dijo Oliver—. Sé que esto no era como


esperabas que sucediera. —Colocó un brazo sobre su hombro y ella se
inclinó contra él mientras leía la lápida.

STEPHEN BENDIX CHASE

AMADO HIJO Y ESPOSO

La lápida no contaba toda la historia de su vida, pensó Schuyler,


pensando no solo en sí misma pero en la hermana que aún tenía por
conocer. Amado hijo, esposo, y padre.

Él había vuelto a su familia en una caja.

—Cáncer —le contó Schuyler a Oliver—. Estúpido cáncer. No fue


asesinado por un vampiro. No fue asesinado por Charles por venganza,
como yo temí por un tiempo. Él solo era otra persona joven llevada muy
temprano.

Decca le había contado toda la historia: cómo Ben y Allegra habían


regresado a Nueva York y cómo, al final, Allegra las había llamado, así
podían despedirse de su hijo. La enfermedad había sido rápida y brutal.
Cuando regresaron del funeral, descubrieron que tenían una nieta, cuando
su ex novia se había presentado en la puerta con un bebé. Renny le había
contado a Ben que estaba embarazada para lograr que se case con ella,
pero cuando admitió que era un embarazo falso, él la había dejado para
estar con Allegra. Solo que no era falso: Renny había descubierto que él
nunca la amaría como amaba a Allegra, y que lo había liberado de estar
con ella.

—Noble de ella, supongo —había dicho Decca, aunque Schuyler podía


decir eso hasta que conociera a Schuyler, hubiese preferido que Ben se
quede con su ex, Renny.
—Allegra estaba tan loca. Seguía diciendo que todo era su culpa, que
había tratado de hacer que él vea a un doctor por meses, que había estado
tosiendo sangre pero él había insistido que no pasaba nada malo. Luego
Cordelia nos escribió esta carta no mucho después, y siempre asumimos
que Allegra había muerto de un corazón roto.

Era cierto de alguna manera, pensó Schuyler, recordar a su madre


recostada sin vida en una cama de hospital.

—¿Cómo era él? —preguntó Schuyler.

—¿Ben? —Decca suspiró—. Sé que las madres son bendecidas pero


Ben era uno de los buenos, ¿sabes? Él lo tenía… lo que sea que sea. Era
guapo, y todos lo amaban, y siempre era bueno… creo que eso es lo que
más importa… no su buena apariencia… pero que era un alma buena. No
quiero decir lindo o educado, pero alguien que tenía un compás moral
fuerte, alguien con carácter. Era privilegiado, por supuesto, pero no era
mimado. Era una generosa persona. Como dije, amó mucho a tu madre.
Ella era todo para él. Fue una lástima que nunca llegara a conocer a sus
hijas. Él hubiese sido tan buen padre. Adoraba a los niños.

Schuyler se arrodilló ante la lápida y corrió una mano sobre la


misma. El granito era frio debajo de sus dedos y brillaba con la luz del sol,
destellando gris y rosado. Desearía haber tenido una oportunidad de
conocerte. Deseo tanto eso.

Lo hubieses amado, dijo una voz en su cabeza. Allegra, dentro de ella,


con duelo también. Ella no había sentido el espíritu de su madre en un
tiempo, era diferente desde una presencia observadora que venía y se iba.
Schuyler pudo sentir el amor cálido que siempre sentía cuando Allegra
estaba con ella. Tu abuela dijo la verdad. Él era un hombre maravilloso. Era
la persona más altruista y generosa que conocí. Era una persona tan feliz,
me hacía tan feliz. Éramos felices, juntos, hasta el final. Pensé que tendría
una oportunidad de conocerte. Cuando lo conocí por primera vez, vi una
visión de los tres, juntos, de él en mi cama en tu nacimiento. Pero no pudo
ser. Él fue llevado muy temprano. Unas semanas después que se murió,
descubrí que estaba embarazada de ti. Cordelia hizo lo que hizo para
protegerte. Espero que lo encuentres en tu corazón el perdonarla algún día.

Es por eso que había cambiado mi nombre, se dio cuenta Schuyler.


Para esconderme de la familia de mi padre. Porque se supone que yo no
debía de existir. Soy mitad humana y mitad vampiro. Una Abominación.
Mi padre ni siquiera me conoció y mi madre solo se preocupaba de la
supervivencia de los vampiros.

Schuyler se dio cuenta que había estado sosteniendo en un sueño—


que su padre aún pudiese estar vivo y su madre regresaría.

Nunca sucedería, no ahora, nunca.

No en esta vida, tal vez, dijo Allegra. Pero lo mejor que está en ti es de
él. Él era la persona más altruista que jamás conocí. Cuando conoció quién y
qué era, me dijo que perdone a Charles, que era importante que vuelva a él.
Quería eso para mí, para nosotros. A veces el amor significa dejar ir, él dijo.
Recuerda eso cuando llegues a las encrucijadas. Cuando el tiempo se
detenga. Cuando el camino esté abierto para ti. Recuerda quién fue tu
padre.

Oliver se arrodilló al lado de ella.

—¿Estás bien?

Schuyler limpió unas cuantas lágrimas de sus mejillas y asintió,


luego se puso de pie.

—Esto significa que estábamos equivocados sobre toda la Sangre de


la cosa del Padre —dijo ella—. Pero aún hay una cosa más que me gustaría
hacer antes de volver. ¿Me ayudarías?

—Por supuesto que sí. ¿Qué es?

—Sé que esto no está realmente relacionado a lo que vamos a hacer, y


entiendo que no tengamos mucho tiempo, pero resulta que antes que mi
padre vuelva con mi madre, tuvo otra novia. Y ella tuvo un bebé. Eso
significa…
—Que tienes una hermana —dijo Oliver—. ¿Cuántas hermanas
secretas puede tener una chica? —bromeó él.

—Gracioso —dijo Schuyler—. Pero no sé si puedes imaginar lo que


significa para mí saber que tengo más familia. Necesito encontrarla.

Regresaron al hotel y entraron a la computadora de Oliver.

—Dime su nombre —dijo él.

—Finn Chase, creo. De hecho, no lo sé… no estoy segura si ella


estuvo usando el nombre de su madre y no sé cuál es ese.

Pero Oliver estaba escribiendo de todos modos.

—Solo búscala en Google. Tengo a una Seraphina Chase en Facebook,


que va con Finn. —Abrió su foto de perfil—. ¿Podrá ser ella?

Schuyler miró la foto y reconoció a la chica de las fotografías.

—Es ella.

—Veamos cómo es. ¿Fotos de borracheras? ¿Actualizaciones de


estado vergonzosos?

Finn debió ser un alma confiada, porque no tenía ninguna


configuración de privacidad que los hubiese prevenido de buscar algo.
Había un montón de fotos—con su mamá, su abuela, sus amigos. En
todas ella estaba sonriendo, feliz. A diferencia de las predicciones de
Oliver, no había ninguna foto incriminadora, aunque sí unas cuantas
tomas obligatorias de Finn sosteniendo un vaso rojo con bebida en fiestas.

—Mmmm. Irremediablemente sana, pero esa Universidad de Chicago


para ti. Supuestamente todos estudian mucho ahí —dijo Oliver—. Un
grupo de estudiosos.

—Encajarías perfectamente —bromeó Schuyler.

—Ella se parece algo a ti —dijo él.

Schuyler no pudo verlo al principio—Finn era rubia, para empezar.


Pero luego la vio más de cerca y vio que ambas compartían los mismos
ojos azules.
—Es bonita —dijo Oliver.

Hubo un tiempo, Schuyler sabía, cuando esa afirmación hubiese


resultado en celos. Ella lo esperó, pero nunca vino.

—Quiero conocerla —dijo ella, mirando la foto.

Era como si ver lo que hubiese sido su vida, una galería de todo lo
que había perdido. Finn tuvo una mamá que la amaba, abuelos que la
adoraban, y amigos que claramente también lo hacían, por los numerosos
«me gusta» en su página a los mensajes que miraban en su muro. Era
difícil no sentirse algo envidiosa de la hermana que nunca conoció.

El legado de Allegra había sido uno de pena, dolor, sufrimiento, y


guerra.

Pero Finn Chase era la hija de Ben. Una chica humana normal, con
una vida normal, un corazón normal.

—¿Vendrías conmigo a Chicago? —le preguntó a Oliver.


31
Mimi
Traducido por Mew// Corregido por Karlyisa08

U
na semana había pasado desde que Mimi y Jack se
separaron en la casa en llamas. Ella no tenía ni idea de lo
que se había apoderado de él—tenía que estar mintiendo,
tenía que haber dado con algo—de ninguna forma él quiso decir lo que
había dicho. ¿O sí? Habían pasado mucho tiempo en el inframundo,
después de todo. Tenía que admitir que todo lo que él había dicho era algo
con lo que ella había estado luchando. ¿Por qué ser buena? ¿Por qué no
hacer lo correcto cuando ser mala era su verdadera naturaleza, cuando era
mucho más fácil ceder?

¿Qué te ha pasado? Le envío ella. ¿Qué estás haciendo? Dímelo.


Puedo ayudar. Pero una vez más, no hubo respuesta.

Entonces bien, ella tendría que encontrar la manera de salir de su


complicada situación por su cuenta, como de costumbre. Si iba a alertar a
Kingsley, tendría que encontrarlo primero. ¿Dónde estaba ahora que el
refugio ya no estaba? ¿A dónde habría ido? Se preguntó. ¿Qué recursos le
quedaban con el Aquelarre en bancarrota y los vampiros bajo tierra? Era
demasiado angustiante pensar que Lucifer pudiera de verdad ganar esta
pelea. Solo quedaba una cosa por hacer.

Tomar una taza de té.

Estaba en Londres, después de todo.

El Ritz era un poco demasiado llamativo, y todas esas tiendas en el


Harrods tenían demasiada gentuza turística. Solo quedaba Fortnum &
Mason. El restaurante St. James, escondido en el cuarto piso, estaba lo
suficientemente retirado del bullicio de Londres para darle la sensación de
estar alejada de todo un poco.
No mucho después de que se hubiese sentado en el interior con una
taza de té Assam17 y esparcido un montón de crema cuajada en su taza,
una chica se sentó en la silla vacía frente a ella.

—Disculpa —dijo Mimi cortantemente—, ¿no ves que esta mesa está
ocupada?

—De verdad no me reconoces, ¿verdad? —preguntó la chica. Tenía


un acento americano…curioso—. Solo han pasado unos pocos años. ¿Ya
has olvidado la pequeña gente de la secundaria, Mimi?

La secundaria… parecía como a hacía centurias. Pero ella


reconocería el sonido de esa voz chismosa en cualquier lugar.

—¿Piper Crandall? —preguntó ella, incrédula.

—La única —sonrió Piper—. ¿Cómo diablos estás?

—¿Qué estás haciendo aquí?

—La misma cosa que tú, ¡duh! ¿Para responder a la llamada?

—¿Qué llamada?

—Ya sabes, cuando los Venators convocaron a todo el mundo aquí.


¿O no lo escuchaste?

No lo había hecho, al menos no oficialmente. Pero Mimi sospechaba


que no era la mejor cosa admitir eso.

—Bien, pensé que te referías a otra cosa —dijo.

Se dio cuenta de que si Piper estaba actuando de manera tan


amable, significaba que, como mínimo, Kingsley no le había dicho al
Aquelarre que ella había echado su suerte a los Ángeles Oscuros. Era
bueno saberlo.

—Lo sé —dijo Piper—. Llegamos un poco tarde a la fiesta, pero tuve


que convencer a Max de que era hacer lo correcto. Además, pasar a la

17
Té Assam: Té negro que lleva el nombre de la región de su producción, territorio noreste
de la India. Se fabrica específicamente de la planta Camellia sinensis y es reconocido por
su cuerpo, vivacidad, sabor a malta fuerte y su color brillante.
clandestinidad estaba acalambrando nuestro estilo. Me alegro de que
hayamos venido. ¡Todo el mundo está aquí! Es como una gran reunión.

Mimi asintió. A Piper siempre le había gustado ser el centro de


atención.

Piper se inclinó.

—Así que… ¿Qué…está pasando? Nadie va a decírnoslo, pero


sabemos que algo grande está pasando. —Por un momento, Mimi se sintió
como si estuviera en la secundaria de nuevo, con Piper esperando el buen
chismorreo para ir a contárselo a todo el mundo—. Vamos, suéltalo. Sé
que lo sabes.

Caray, alguna vez lo hizo, pensó Mimi.

—No sé nada. Estoy esperando… igual que tú —dijo ella.

—Pero tú eres nuestra Regente —señaló Piper—. Alguien te notó en


el conducto el otro día y me enviaron aquí para comprobar que funciona.

—Entonces este no es solo un encuentro al azar —dijo Mimi. No


estaba segura de si eso era una cosa buena o mala.

—En lo más mínimo. Me ofrecí voluntaria para el trabajo…pensé que


podríamos ponernos al día. Además, no me creo lo que todo el mundo está
diciendo.

—¿Qué están diciendo? —preguntó Mimi con una ceja levantada.

—Se rumorea que has vuelto al inframundo, que has vuelto con el
Príncipe Oscuro. —Ella sonaba un poco petulante al respecto.

—¿Ah?

—Sí, es lo único de lo que todo el mundo habla. —Piper se inclinó


sin aliento—. Y… dime, ¿es verdad?

Mimi no respondió.

—¿Entonces tú…? —preguntó Piper.


—¡Por supuesto que no! ¡Eso es ridículo! —Se burló Mimi—.
¡Prometimos nuestras espadas a Michael durante la batalla!

Piper se rio.

—Oh lo sé, solo estaba divirtiéndome un poco.

—Claro —dijo Mimi.

—¿Entonces qué es? —preguntó Piper de nuevo—. Todo el mundo


está muy ansioso por sentirse útil. El secretismo es terriblemente
aburrido. Aunque, creo que los Venators han dado con algo grande. Se
supone que tienen algún tipo de cónclave en unos pocos días, pero no van
a decirle al resto del Aquelarre donde tendrá lugar. Desde que su refugio
se quemó, están siendo demasiado cuidadosos.

—¿Han convocado un cónclave? Solo una Regente o un Regis


pueden hacer eso.

—¿Quieres decirles eso a ellos? —suspiró Piper.

—¿Cuándo es el cónclave? ¿Y dónde?

—Ya te lo he dicho, ellos no le han dicho nada a nadie. Tienes que


ser un Venator para saberlo. Nos están manteniendo en la oscuridad. —
Piper suspiró.

—¿Kingsley Martin es parte de esto? —preguntó Mimi.

—¿El Venator que trabajó en el caso de Duchesne cuando murió


Aggie?

—El mismo.

—Sí. Por supuesto. Kingsley ahora es el líder espía.

—¿Sabes dónde puedo dar con él?

Piper se encogió de hombros.

—Ahora mismo no. Se supone que estará de vuelta en la ciudad para


el cónclave. —Bajó la voz con complicidad—. Pero no ha estado fuera por
mucho, lo cual es una lástima. Kingsley antes era un montón de diversión.
—No me digas.

—Sí, aunque para ser honesta, parecía un desastre. Bebiendo todo el


tiempo, un montón de chicas. Pero claro, siempre fue así. He escuchado
que ustedes….

Mimi sacudió la cabeza.

—La gente inventa muchas cosas en estos días. De todos modos,


¿estabas diciendo…?

—He oído que se despertó una mañana con algún tipo de sentido de
propósito que se negó a explicar, y entonces desapareció. A algunos de
nosotros nos preocupaba que hubiera regresado, pero hasta ahora no hay
evidencia de ello.

—Hasta ahora —dijo Mimi—. Es por eso que debo encontrarlo.

—Siempre fue un traidor. No se puede confiar en los Sangre Plateada


—dijo Piper, amando el chisme—. Como sigo diciendo Deming Lennox…

—¿Deming Lennox?

—¿Dónde has estado? Deming y Ted consiguieron unirse. Fue una


fuga doble: su hermana se casó con su hermano. Lindo, ¿verdad? Pero un
poco asqueroso también, si sabes a lo que me refiero. ¿Piensa si alguna vez
se intercambian? —preguntó con picardía.

Sam y Ted Lennox. El antiguo equipo de Kingsley. Por supuesto.


Tenían que saber dónde estaba.

—¿Dónde están ellos?

—¿Quién sabe? Como te dije, los Venators tienen su propio consejo


en estos días. No nos han dicho nada.
32
Bliss
Traducido por Mew// Corregido por Karlyisa08

A
la mañana siguiente, Bliss le contó a la manada sobre su
pesadilla, sobre la sensación que había tenido de estar en
el inframundo pero aún en Roma.

—¿Hay algo debajo de esos lugares antiguos? ¿Como túneles o una


parte de la ciudad? ¿Tal vez bajo el Coliseo, el Foro o el Panteón? El lugar
que estamos buscando no tiene que haber sido construido necesariamente
en la época de Calígula; tal vez solo tiene que existir cuando él era
emperador.

—¡Cuan llena de ideas esta mañana! Que energía —dijo Ahramin—.


Y pensaba que seguramente debías de estar cansada de no haber
conseguido dormir anoche.

—¿Quién dijo que no conseguí dormir? —preguntó Bliss. ¿Había


despertado a Ahramin? ¿Los había escuchado besándose? Y si era así,
¿qué significaba eso para ella?

—Por favor —dijo Ahramin, viéndose molesta.

—¿Qué pasa contigo? —preguntó Edon.

Ahramin se encogió de hombros y no le hizo caso.

—No actúes como si no me hubieras escuchado —dijo Edon,


finalmente sonando enojado.

—Basta de disputas —dijo Lawson, ignorando la mirada de


Ahramin—. Bliss, cuéntanos más.
—El sueño que tuve anoche, estoy bastante segura de que está
conectado con lo que estamos buscando. Me sentí como si estuviera en el
inframundo.

—Bueno, allí hay catacumbas por supuesto —dijo Malcolm.

—Desayunemos primero —dijo Edon—. Tenemos un largo día por


delante. —Bajó a la cocina, ignorando a Ahramin y los chicos lo siguieron.

Ahramin se quedó atrás.

—Todo el lugar podía escucharte —se burló ella.

—¿Y qué? —replicó de regreso Bliss—. ¿Qué te importa?

—Pregúntale a Lawson.

—Te estoy preguntando a ti —dijo Bliss, pero Ahri ya había salido de


la habitación.

Genial. Como si las cosas no fueran lo suficientemente complicadas.

Bliss llevó a un lado a Lawson mientras caminaban hacia el Coliseo,


la elección de Malcolm para su salida.

—¿Qué pasa entre tú y Ahri? —preguntó ella—. Ella me vuelve loca,


y puedo decir que Edon también está empezando a enloquecer.

—No está pasando nada —dijo Lawson.

—Sí, claro —dijo Bliss—. Claramente ustedes dos tienen algún tipo
de historia, y una sobre la que Edon no sabe. O no lo sabía, en cualquier
caso. Creo que él está sobre ti, y está empezando a cabrearse bastante.

—No es importante —dijo Lawson, pero no lo negó, y Bliss sintió su


estómago hundirse ante eso. Su sospechas estaban en lo cierto,
entonces… ¿tal vez?
—No estoy segura de que estés en la mejor posición para decidir eso
ahora mismo —dijo Bliss.

—Bueno, es todo lo que tengo que decir al respecto —dijo Lawson—.


Déjalo ir.

—No tan rápido —gritó Bliss cuando él empezó a alejarse.

El resto de la manada se giró para mirarla.

—Dennos un minuto —dijo ella, alcanzando a Lawson y llevándolo a


un lazo.

—No tenemos tiempo para esto. —Él sacudió el brazo de ella.

—Vas a tener que hacer tiempo. No entiendo por qué Ahramin se


comporta de ese modo, y puedo decir que Edon tampoco lo entiende. Si
vamos a trabajar juntos, vamos a tener que encontrar una forma de
llevarnos bien, y no puedo tener a Ahri haciendo comentarios
desagradables cada vez que tú y yo… —Su voz se apagó y se sonrojó.

Ella se había sentido tan cercana a él anoche, y ahora él estaba más


distante que nunca. ¿Siempre iba a ser así entre ellos?

Lawson no pareció entenderlo, sin embargo.

—¿Qué quieres decir? —preguntó.

—¿Es que no lo ves? Ha estado actuando de manera extraña


últimamente, como si estuviera celosa… de nosotros. No entiendo por qué
le importa. Pero tiene que haber una razón para ello. Si estoy equivocada
en eso, quiero saberlo, y apuesto a que Edon también.

Lawson suspiró.

—¿Hay algún lugar donde podamos sentarnos?

—Hay un banco ahí.

Él se sentó con la cabeza en sus manos un momento antes de


hablar.

—De verdad esperaba que esto no fuera a ser un problema.


Así que algo había pasado entre ellos. Bliss respiró hondo y trató de
no permitir que lo que él fuera a decirle la hiriera demasiado.

Lawson sacudió la cabeza; entonces en una baja y casi inaudible


voz, confesó:

—Solo ocurrió una vez, la noche antes de las pruebas. Estaba tan
excitado, tan asustado de lo que fuera a suceder. Había entrenado durante
semanas. Si perdía, moriría. —No pudo mirarla a los ojos. Su voz era
plana—. Ella se metió en mi cama, justo cuando estaba a punto de
dormirme. No sabía lo que estaba pasando hasta que fue demasiado tarde.
Me sedujo. Era la compañera de mi hermano. Sabía que yo estaba
asustado y ella usó eso contra mí. Luego, al día siguiente, descubrí por
qué lo había hecho.

»Entré en la arena. Ellos no habían dicho quién era mi oponente,


pero de alguna forma ella lo sabía. Era ella. Habría tenido que matarla
para ganar, para hacerme alfa. Era ella o yo.

»No pude. No solo porque lo hubiéramos hecho la noche anterior,


sino debido a con quien estaba ella. También la quería, como una
hermana. Debía de preocuparle que eso no me detuviera, así que por eso
me sedujo, solo para asegurarse de que perdiera. Pensé que los maestros
me matarían. Lo deseaba, después de todo lo que había pasado. No pude
darle la cara a Edon. No amo a Ahri, y no creo que ella me ame. Creo que
solo está enojada y confundida. No lo sé. Creo que solo quería ganar.
Quería ser alfa.

—Eso es terrible —dijo Bliss, aunque no estaba segura si se refería a


lo que Ahri había hecho o a Lawson.

—Me di cuenta que perder las pruebas fue mi castigo. Yo no


significaba nada para ella, así que sabía que ella nunca se lo diría a Edon,
y nadie lo sabría jamás.

—¿Tú…? —Bliss casi no pudo decidirse a preguntar—. No la dejaste


atrás a propósito, ¿verdad? ¿Cuándo escaparon del Infierno?

Lawson se veía como si ella lo hubiese golpeado.


—Deberías saber que yo jamás habría hecho eso. Habría preferido
enfrentar a Edon que dejarla a ella sola en el inframundo. Nunca le
desearía eso. No se lo desearía a nadie. Sin embargo, al principio pensé
que tal vez ella creía que yo lo había hecho, y que yo formaba parte de lo
que le había pasado allí abajo. Pero entonces me di cuenta de que si eso
fuera cierto, ella habría dicho algo. Para hacerme daño, para hacerle daño
a Edon.

—Si se contentó con mantener el secreto, no entiendo por qué está


actuando así ahora —dijo Bliss.

Lawson enarcó una ceja.

—¿De verdad no lo entiendes?

—¿Debería?

—Está celosa.

—¿De qué?

—De ti. De ti y de mí, supongo, pero probablemente más de ti. Hay


algo especial contigo, y ella lo sabe. Todos lo sabemos.

—Eso es ridículo —dijo Bliss—. Ella solo te ha visto con otra persona
y ahora quiere que vuelvas. Creo que tal vez siempre te quiso a ti y se
conformó con Edon.

—Tal vez. —Lawson consideró la posibilidad—. Pero no se puso de


esta forma cuando se enteró sobre mí y Tala. Estaba enojada, pero nunca
pareció celosa. No, eres tú. —Tala había sido su compañera hasta que fue
asesinada por Romulus, antes de que él y Bliss se conocieran.

—Bueno, tienes que hacer algo al respecto. Tenemos que averiguar


que causó la ruptura de la línea de tiempo, y necesitamos que todos
puedan trabajar juntos.

—Estará bien —dijo Lawson—. Solo déjalo pasar.

Bliss pensó que Lawson era como un niño a veces, con la esperanza
de que algo pasaría si lo ignoraba el tiempo suficiente.
—¿Dejar pasar qué? —dijo Edon.

Bliss no se había dado cuenta que el resto de la manada estaba


delante de ellos. Suficiente para una conversación privada.

—No es nada —dijo ella.

—Sí, olvídalo —dijo Lawson.

—¿Debido a que no significó nada para ti? —preguntó Ahramin.

—¿De qué están hablando? —preguntó Edon—. Ahri, ¿de qué están
hablando? —Pero entonces Bliss vio la mirada de entendimiento cruzar su
rostro—. No. No, no lo has hecho. No has podido hacerlo.

Él podría haber estado hablando con cualquiera de ellos.

—Edon, no es lo que piensas —dijo Lawson.

—Es exactamente lo que pienso —dijo Edon—. No podría estar más


claro. —Se giró hacia Ahramin—. Yo te amo ¿cómo has podido hacerme
eso?

—Porque deseaba ser alfa. Hice lo que tenía que hacer.


Necesitábamos un líder. Un verdadero líder y no uno que se diera la vuelta
y se sentara para los maestros. Lo siento, Edon, pero tuve que hacerlo.

Edon se dio la vuelta.

—¡Edon! —gritó Lawson—. ¡Edon!

Edon cambió a lobo y gruñó. Por un momento pareció que fuera a


coger impulso y atacar a Lawson. Pero se tambaleó hacia atrás contra la
pared y entonces se alejó.

El rostro de Lawson estaba lleno de angustia.

—¡Edon!

—Déjalo ir —dijo Ahramin—. Volverá. No tiene a dónde más ir.


33
Schuyler
Traducido por Isane33// Corregido por Karlyisa08

É
rase una vez, antes de que Schuyler hubiese descubierto que
era diferente, que era un vampiro y que tendría que seguir
con lo que su madre había comenzado, ella había sido una
chica normal en una competitiva escuela privado de élite en Manhattan. Y
como estudiante de la Escuela Duchesne, se esperaba que asistiera a una
prestigiosa universidad. Su madre había asistido a Harvard, y su padre a
Stanford, pero Schuyler se había sentido atraída por las universidades
pequeñas—as de las zonas urbanas—las «macetas» de las Hiedras18:
Brown y Columbia, así como de las universidades «cerebritos», como la
Universidad de Chicago.

En otra vida, ella y Oliver podrían haber sido uno de estos


estudiantes, pensó, mirando a los jóvenes. Sus únicas preocupaciones
eran los exámenes y salir en citas.

Llegar a Chicago había sido bastante fácil, pero Schuyler no tenía ni


idea de qué hacer una vez que llegaron. Supuso que podría haberle
enviado a Finn Chase una solicitud de amistad en Facebook y pedirle que
se reuniera con ella, pero parecía tan incómodo. ¿Qué se suponía que iba a
decir? «Soy la hija, de la que no sabías nada, del padre que murió cuando
eras una bebé y antes de que yo naciera. Perdón por soltártelo de sopetón.
¡Salgamos a tomar algo!»

18Ivy League o Liga de la Hiedra: Es una asociación y una conferencia deportiva que
comprende a ocho universidades privadas del Noreste de Estados Unidos, son de las más
antiguas y elitistas del país. Representan lo mejor de lo mejor de la educación superior
norteamericana.
—¿Nos vamos a aparecer en su puerta, así como así? —preguntó
Oliver.

—Si supiera dónde está su puerta —dijo Schuyler—. Pero este lugar
es enorme.

El campus se extendía a lo largo de varias manzanas de la ciudad, y


parecía imposible que fueran capaces de encontrarla.

—¿Comprobaste si había una dirección en Facebook? ¿Alguna


referencia de su dormitorio? —preguntó Oliver.

—Leí todas las publicaciones que pude encontrar, pero no había nada
acerca de dónde vive. En el campus, eso es todo lo que sé. Probablemente
es cuidadosa de no revelar el lugar; hay demasiados acosadores en estos
días.

—¿Qué tal si la buscamos al finalizar una de sus clases? ¿Qué


estudia?

Siempre puedes esperar que a Oliver se le ocurra algo útil.

—Estudia arte —le dijo Schuyler—. Había algo acerca de que Finn
había terminado con todas sus materias obligatorias y ahora podría pasar
su tiempo haciendo lo que amaba.

—Eso significa que probablemente la mayor parte de sus clases son


en el mismo edificio —señaló Oliver—. Si vamos allí, alguien podría ser
capaz de ayudarnos a encontrarla. Incluso podríamos toparnos con ella,
como los locos acosadores que somos.

—¡Esa es una buena idea! —Schuyler comprobó en su teléfono dónde


se impartían las clases de arte visual—. Parece que la mayoría de las
clases son en el Centro de Arte, en South Greenwood. Está sólo a unas
pocas cuadras de aquí.

No les tomó mucho tiempo en llegar al pequeño edificio rectangular de


hormigón.

—No es muy atractivo para ser un edificio dedicado al arte —dijo


Oliver con desdén.
—Es lo que hay dentro lo que cuenta —dijo Schuyler.

Se miraron el uno al otro, respiraron hondo y entraron al edificio.


Schuyler había estado esperando que hubiera una especie de secretaria a
la que pudieran preguntarle de inmediato, pero el vestíbulo estaba vacío.
Debieron haber llegado en horas de clase.

—Las oficinas administrativas están por acá —señaló Oliver.

La oficina era un hervidero de actividad, en contraste con el vestíbulo.


Los estudiantes vagaban por la habitación, sacaban fotocopias y hacían
papeleo. La recepcionista estaba limándose sus larguísimas uñas cuando
Schuyler se acercó al escritorio.

—¿A quién estás buscando? ¿Ella te está esperando?

—No exactamente —dijo Schuyler.

—¿Y tú eres…?

—Su hermana.

—¿Hay algún tipo de emergencia familiar?

Schuyler consideró si debía mentir, entonces optó por no hacerlo.

—No, sólo esperaba encontrarla. ¿Hay alguna posibilidad de que


podría decirme dónde está? ¿En qué clase está? No espero que me dé su
dirección ni nada de eso. —Aunque lo aceptaría si me lo diera, pensó.

—No puedo hacer eso —dijo la recepcionista—. Es una violación de la


FERPA19.

—¿FERPA?

—Privacidad. Sé que tu generación no tiene mucho conocimiento de


ella, pero aun así es la ley.

19Es una ley conocida como “Family Educational Rights and Privacy Act” por sus siglas en
inglés. La ley consiste en proteger la privacidad de los expedientes educativos de los
estudiantes.
—Bueno, gracias por su ayuda. —Schuyler no pudo evitar dejar que el
sarcasmo se deslizara en su voz.

La mujer la miró y luego volvió a limarse las uñas.

Schuyler salió de la oficina, abatida.

—¿Qué tal si usas el encantamiento? —preguntó Oliver—. Sólo haz


que te lo diga.

—Lo pensé, pero me pareció incorrecto de alguna manera —dijo—. Ya


se nos ocurrirá algo.

—¿Disculpen? —dijo una voz.

Se dieron la vuelta para ver a una chica menuda con el cabello oscuro
y rizado de pie detrás de ellos.

—Siento ser entrometida, pero no pude evitar oírlos ahí dentro.


¿Están buscando a Finn Chase?

—Sí —dijo Schuyler ansiosamente.

—¿Eres su hermana? Ella es una buena amiga mía, y no recuerdo


que tuviera algún hermano.

—Ella no sabe nada de mí —admitió Schuyler—. En realidad, me


acabo de enterar de ella.

Los ojos oscuros de la chica brillaron.

—¡Qué emocionante y misterioso! —Le tendió la mano—. Soy Ivy.


Conozco su horario completo. ¿Puedo presentarlos chicos? ¿Por favor?

¿Está bromeando? ¡Por supuesto que puede!

—Soy Schuyler y este es mi amigo Oliver. Nos encantaría que nos


ayudaras.

—Estupendo —dijo Ivy—. ¿Ustedes son, como, una pareja? ¿Eres un


potencial cuñado o algo por el estilo?
¿Estaba preguntando por curiosidad, o porque pensaba que Oliver era
lindo? No importaba, pensó Schuyler, siempre y cuando los ayudara. Y si
Oliver tenía que coquetear para conseguir lo que necesitaban, entonces
sería mejor que se pusiera manos a la obra.

—Soy soltero —respondió él—. Schuyler es como una hermana para


mí.

Schuyler dio un suspiro de alivio. Tal vez no fuera del todo cierto,
pero serviría.

—La clase casi ha terminado —dijo Ivy—. Ella está tomando una clase
de posgrado sobre Kandinsky. Es tan sabelotodo. —Puso los ojos en
blanco.

Bueno, ellas tenían a Kandinsky en común, pensó Schuyler. El gusto


de Finn debe haber sido influenciado por Decca. Y Ben, por supuesto.
Recordó que había sido una especie de artista.

—Vamos a alcanzarla cuando salga. Vamos.

Oliver y Schuyler siguieron a Ivy por un largo pasillo hasta una sala
de seminarios. A través de una ventana en la puerta, Schuyler podía ver a
un grupo de estudiantes sentados alrededor de una mesa. Estaban
discutiendo animadamente, y sintió una punzada de celos al pensar en
Finn como una estudiante universitaria normal, apasionada del arte, ajena
al hecho de que el mundo podría ser un lugar horrible y peligroso, donde
tu amor podría serte arrebatado.

—¿Sky? ¿Sigues ahí? —preguntó Oliver.

—Sólo estoy viendo —dijo.

Los estudiantes comenzaron a empacar sus libros y se dirigieron a la


puerta. Schuyler saltó hacia atrás y se preguntó por qué se sentía como si
necesitara ocultarse. Estaba nerviosa por conocer a su hermana, supuso.

Una chica alta y rubia, con el cabello recogido en una coleta, con el
rostro enmarcado por un par de anteojos negros y serios, salió de la
habitación. De alguna manera, Schuyler esperaba que Finn tuviera un
aspecto deportivo, debido a sus fotos en pistas de esquí y canchas de
tenis; y mientras la chica sin duda tenía una gracia atlética, se conducía
con un semblante serio. Finn Chase, Schuyler se dio cuenta, era un tanto
nerd. Una nerd genial, por supuesto—una hípster con sus gafas retro,
blusa de poliéster y pantalones vaqueros acampanados—pero una nerd, no
obstante.

Ivy estaba junto a la puerta y agarró el brazo de Finn en cuanto salió


de la habitación.

—Tengo que contarte la cosa más loca —dijo ella.

Finn puso los ojos en blanco.

—¿Más loco que la vez que dijiste que tu tutor de cálculo te estaba
seduciendo, excepto que solo tenía un tic en el párpado? ¿Más loco que la
vez que pensaste que todos teníamos chinches porque tú en realidad
tenías una erupción por roble venenoso por revolcarte en los arbustos con
ese chico de primer año? Más loco que…

—Está bien, lo entiendo, ya basta —dijo Ivy—. Sí, más loco que todo
eso. Realmente loco. —Arrastró a Finn hacia donde Schuyler y Oliver
estaban esperando—. Finn, te presento a Schuyler. Schuyler, te presento a
Finn. Además, este es Oliver. Y no están saliendo para nada.

Finn le dio a Ivy el tipo de mirada que Schuyler sospechaba que le


había dado muchas, muchas veces antes, luego se giró y le sonrió a
Schuyler y Oliver.

—Encantada de conocerlos —dijo cortésmente—. ¿Qué es todo esto?

—¡ADIVINA! —Ivy estaba rebosante de emoción. Prácticamente


saltaba, tratando de alargar el momento—. ¡A que no adivinas!

Ya basta, pensó Schuyler, lista para interrumpir. Por último, Ivy gritó:

—¡Ella es tu hermana!

Finn frunció el ceño. ¡Ay, no!

—No seas ridícula —dijo—. No tengo una hermana. O un hermano. O


hermanos. ¿Quiénes son ustedes, de verdad?
—No está bromeando —dijo Schuyler—. Sé que parece una locura,
pero en realidad soy tu hermana. Me acabo de enterar hace unos días. Ben
era mi papá también. Estaba casado con mi madre, pero murió antes de
que yo naciera.

—Me estás tomando el pelo —dijo Finn, conmocionada.

—No —dijo Oliver—. Ni siquiera un poco.

—Pero pensaba que… y él y mi mamá nunca… ¿somos de la misma


edad? Estoy tan confundida.

—Creo que eres tal vez dos años mayor que yo —dijo Schuyler—. Es
una larga historia. Si quieres escucharla. —Todavía no la podía contar.
Finn la estaba mirando con tanto escepticismo, y a Schuyler le llamó la
atención lo mucho que se parecía a Decca: recelosa, cautelosa y reservada,
ya estaba preparada para ser desestimada como una chiflada oportunista.
—¿Um, en serio? —preguntó Finn—. ¡Por supuesto que quiero
escucharla! —Estalló en una amplia sonrisa. La que Schuyler reconoció
por las fotografías de su padre en la repisa de la chimenea. La
deslumbrante y generosa sonrisa de Ben Chase, llena de luz—. ¡Ven a mi
dormitorio y me lo cuentas todo!
34
Mimi
Traducido por Manati5b & Nix// Corregido por Karlyisa08

A
hora solo era una pregunta de en qué ciudad los hermanos
Lennox y sus nuevas novias se habían movido. Mimi no
pensaba que sería tan difícil encontrarlos: si hubiera caído
en un completo e improbable romance y escapado a Europa, solo había un
lugar a donde ella iría.
París.
Ellos se estarían escondiendo, por supuesto, pero nadie podía
esconderse de Mimi por mucho tiempo. Ella tenía mejores contactos en
París que en Londres, incluso en medio de los Sangre Roja, y una pareja
de gemelos no podía pasar completamente desapercibido.
Solo le tomó un par de días encontrarlos. Ellos estaban viviendo en el
3er distrito de Le Marais.
Se sentía genial estar de regreso en París—y con una punzada, Mimi
se dio cuenta de que era una vida que ella y Kingsley nunca habían tenido
el lujo de experimentar. Ven conmigo, le había pedido a ella, justo antes de
su unión con Jack. Ella había dicho que sí—pero para entonces ya era
demasiado tarde.
En París, se sentía como la vieja ella, registrándose en el Ritz en la
habitación de siempre, hundiéndose en esas divinas sábanas y suntuosas
toallas rosas. Incluso encontró un poco de tiempo para robar y hacer
algunas compras; no había nada que la hiciera sentir más confiada que un
fabuloso nuevo vestuario de Lanvin,20 con unos Louboutins21 para
combinar. Adecuadamente ataviada, estaba de regreso en los negocios.

20
Lanvin: casa de modas de París.
21
Louboutins: marca de zapatos.
Las dos parejas habían logrado encontrar apartamentos juntos
también—vivían lado a lado en un edificio que alguna vez había sido una
casa, recortada en hermosos departamentos. Y debieron haberse sentido
seguros allí, dado que no habían hecho nada sobrenatural para
protegerse—no había hechizos o encantamientos. Solo seguros que eran
algo fácil para alguien como Mimi para quitar.
Ella pasó un par de días siguiéndolos por los alrededores
silenciosamente, irrumpiendo en sus departamentos cuando sabía que no
estaban en casa. Ninguna señal de Kingsley, pero obviamente ellos se
sentían cómodos. Los apartamentos eran de una estructura idéntica, como
Deming y Dehua, pero estaban decorados completamente diferentes. El
departamento de Deming y Ted estaba decorado en tonos pastel, con
cortinas diáfanas y con una sensación de calidez y apertura. El montaje
del Ángel de la Misericordia, pensó Mimi. El departamento de Sam y
Dehua era elegante y moderno, con muebles de acero. Indestructible, para
el Ángel de la Inmortalidad.
Ambos, Ted y Sam tenían sus propias oficinas también. Ted, de
acuerdo con sus instintos de detective, estaba cubierto de mapas y
tableros de corcho que detallaba su investigación sobre los planes de
Lucifer de destruir las puertas. El de Sam estaba lleno con el equipo de
cómputo más caro.
Lo único que ambos departamentos compartían era que estaban
cubiertos de fotografías. Fotos de las parejas en su unión, en su luna de
miel, paseando por las calles de París. Todos parecían tan felices.
Y todo el tiempo, Mimi se enfurecía más.
¿Por qué le estaba pasando esto a ella? ¿Por qué estaba envuelta en
esta loca conspiración de doble cruz de Lucifer, cuando todo lo que quería
era lo que había estado dispuesta a ir al Infierno: la oportunidad de estar
con Kingsley? Había perdido a su compañero vinculado y había
encontrado una manera de seguir adelante, pero todavía no se permitía
ninguna felicidad. La piedra alrededor de su cuello se sentía pesada y más
pesada a cada momento. No importara lo que hiciera, el Príncipe Oscuro lo
sabría.
Ella decidió esperar en el departamento de Ted y Deming y
sorprenderlos cuando regresaran. Siempre se había llevado un poco mejor
con Ted, y conocía mejor a Deming que a Dehua, del tiempo en que
Deming los había ayudado a atrapar al Nephilim oculto en Duchesne.
Había un sillón de orejas de color azul pálido que daba a la puerta
principal de la vivienda, para que pudiera sentarse y esperarlos y estar
segura de que ella fuera la primera cosa que vieran. Mimi se tocó el pecho,
confirmando que la pequeña aguja de su espada estaba perfectamente
asegurada en su sujetador. Nunca se sabía cuándo lo podría necesitar.
Con suerte, ellos cooperarían, pero los Venators podían ser engañosos.
Incluso los amigables.
Para su crédito, Ted y Deming no se vieron tan sorprendidos cuando
llegaron a casa y encontraron a Mimi allí. Era como si la hubiesen estado
esperando. Ahora solo era cuestión de averiguar cuanto sabían ellos, y
como llegar a ellos para hacer lo que ella quería.
—Felicidades —dijo Mimi—. Debe ser agradable relajarse y no
preocuparse que nuestro mundo esté terminando.
Deming la apreció fríamente. Ella no parecía ni un poco asustada.
—Después de Egipto, cazamos a los Nephilim por meses, para
contener la invasión de demonios. Las Puertas del Infierno permanecen de
pie, no gracias a ti. No recuerdo haberte visto en las batallas en las
Puertas del Dolor, y en las Puertas de la Justicia cuando perdimos a
Octilla y Onbasius.
Así que los Nephilim continuaban su asalto implacable. Era de lo que
Jack se había preocupado—cuando todavía estaba preocupado por este
tipo de cosas. El Príncipe Oscuro mantendría a los vampiros y Venators en
el borde, al borde de la extenuación, y cuando sus fuerzas fueran débiles y
sin preparación, Lucifer revelaría su verdadero plan: recuperar el trono en
el Cielo.
—Lo sentimos por no haberte invitado a la vinculación. Nosotros solo
nos trasladamos a París y parece que perdimos tu dirección —dijo Deming
con un encogimiento de hombros.
—Ahora querida, creo que tenemos que agradecerle a Mimi por
reunirnos. No seamos groseros con nuestro huésped no invitado —dijo Ted
con una sonrisa cauta.
—Yo hubiera pensado que te estarías preguntando qué estoy haciendo
aquí —dijo Mimi.
—Definitivamente estamos curiosos —dijo Deming—. Hay algunas
historias bastante curiosas que circulan acerca de ti en este momento. ¿Te
importaría decirnos cuáles son verdaderas?
Oh, por los días en que era divertido pensar en las cosas que la gente
decía sobre ella.
—¿Qué has oído? Déjame adivinar. Que he vuelto al Príncipe Oscuro,
que Jack y yo hemos revelado nuestra naturaleza…así como todo el
mundo dijo que lo haríamos. ¿Estoy en lo cierto?
Ninguno de los dos respondió.
—Ellos han estado diciendo eso durante siglos. No importa lo que
hagamos, no importa lo que hicimos…y fue Abbadon, después de todo,
quien dio giro a la batalla…y olvidan que fue mi espada la que atravesó la
armadura de Lucifer —dijo Mimi—. Y sin embargo, ¿qué obtenemos por
nuestros esfuerzos?… nada más que sospechas y mentiras…
—¿Así que si estás trabajando con el Lucero del Alba, entonces
hubieras regresado al Aquelarre a asumir tu responsabilidad? —preguntó
Ted.
—Podría ser. Estoy buscando a Kingsley.
—Entonces, ¿por qué has venido aquí? —quería saber Deming.
—¿No es obvio? Me resulta difícil creer que solo desapareció
completamente y sin decir a dónde iba. Eres uno de sus amigos más
cercanos. Y tal vez es el que te dijo a algunas de esas historias locas sobre
mí, pero tengo que decir, estoy muy preocupada por él.
—¿Preocupada? —preguntó Ted.
Deming le lanzó una mirada. Bien. Mimi estaba llegando a él.
—Debes ser consciente de que los Caballeros Templarios nos han
alertado por la pérdida de la mayoría de los tesoros sagrados. Los santos
griales. Uno en España y otro en Escocia. He confirmado informes de que
fue Kingsley el que robó el cáliz de su escondite. Los rumores dicen que
también robó la semilla del Fuego de Dios.
Los Venators se sorprendieron.
—El Fuego de Dios y de los santos griales…pero eso significaría...
—Que él sería capaz de crear un arma para derrotar al Fuego Blanco
de los Cielos. ¿Y a quién conocemos que desearía tal cosa? —preguntó
Mimi en un tono sedoso. Sólo había un ángel que necesitaría un magnífico
armamento como ese. Lucifer, de los Caídos. El Príncipe Oscuro del
inframundo.
—¡Kingsley Martin no es un traidor! —gritó Ted—. ¡No tienes ninguna
prueba!
—Tengo que estar de acuerdo: eso es toda una historia la que nos
estás contando. ¿De dónde sacaste esta información? ¿Cómo lo sabes? —
preguntó Deming.
—Tengo mis fuentes.
—No está aquí —dijo Ted. Deming lo miró con disgusto. Espero que el
matrimonio dure, pensó Mimi—. Quiero decir, ya no está aquí —agregó
Ted.
—Pero lo estuvo —dijo Mimi.
Ted asintió. Se volvió hacia Deming.
—Tenemos que decirle…no creo que Kingsley nos haya traicionado,
pero tenemos que decirle lo que sabemos.
Mimi sonrió como un gato.
—Por favor hazlo.
—La primera vez que vino aquí para una visita después de que lo
liberaste del Infierno. Parecía muy molesto…no hablaba mucho de eso.
Seguía diciendo que estaba preocupado por ti, que algo andaba mal. Luego
regresó a Londres y se fue de juerga, de lo que escuchamos. No fue hasta
hace poco que volvió aquí, y que iba a decirnos que estaba juntando un
ejército, para prepararse para derrotar a Lucifer.
Entonces ese era el plan.
—¿Y ustedes le creyeron?
—No parecían tener razones para no hacerlo —dijo Ted.
—¿Dónde está ahora?
—Suficiente, Ted —dijo Deming afiladamente.
—Ella dijo que está preocupada por él —dijo Ted—. No sabemos
dónde está ahora mismo.
—¿De verdad? ¿Y no saben nada sobre el Venator cónclave en
Londres? —preguntó Mimi.
—¿Sabes de eso? —espetó Ted, y luego rápidamente se arrepintió.
—En serio, ya es suficiente, Ted —dijo Deming—. Mimi, aprecio que
estés tratando de ayudar pero la mejor manera de hacerlo es dejarnos
hacer lo mejor. Si quieres ayudar, deja en paz a Kingsley.
—Me temo que no puedo hacer eso —dijo Mimi—. De verdad lo
lamento.
Antes de que Deming o Ted tuvieran oportunidad de reaccionar, Mimi
sacó una aguja de su blusa, la puso en todo su tamaño y la drenó en la
garganta de Deming.
—Llévenme al cónclave —dijo—. O su sangre estará en mi espada.
Se giró hacia el esposo del Venator.
—Y estás es lo correcto, Ted: Kingsley Martin no es un traidor. Yo lo
soy.
35
Bliss
Traducido por Isane33 // Corregido por Karlyisa08

E
don no regresó. Bliss se había llevado a Malcolm y a Rafe
con ella a las catacumbas y a los lugares históricos de la
ciudad, para ver si podían encontrar el portal, pero
regresaron al albergue al final del día tan frustrados como nunca.
Esperaba que dejar a Lawson y Ahramin solos les permitiría resolver lo
que había entre ellos, pero ella todavía estaba luchando por entenderlo.
¿Lawson y Ahri? Ahora era su turno de sentir celos, pero sobre todo lo que
sentía era enojo. Ahora mismo tenían problemas más grandes que las
consecuencias de un encuentro sexual casual.
Bliss sabía que estaban cerca de resolver el misterio de los pasajes y
que Arthur los había dirigido en la dirección correcta al enviarlos a Roma,
pero esta cosa que había sucedido entre Lawson y Ahramin los distraía de
su tarea real. Encontró a Ahramin en la sala común, coqueteando con
algunos mochileros que estaban tratando de decidir si se quedaban.
—¿Dónde está Lawson? —preguntó Bliss.
—¿No ves que estoy ocupada? —Ahramin puso los ojos en blanco y
señaló la puerta trasera del albergue.
La puerta conducía a un pequeño jardín, con un patio y un par de
sillas en torno una mesa. La mesa estaba cubierta de periódicos viejos y
ceniceros rebosantes. Los días en los que Bliss salía del club en Nueva
York a fumar un cigarrillo con Dylan parecía tan lejanos, y ahora el olor de
la ceniza le hacía sentir náuseas.
Lawson estaba sentado en una de las sillas. Su cabeza estaba
enterrada bajo sus brazos, cruzados sobre la mesa, pero levantó la vista
cuando la oyó venir.
—¿Cómo les fue? —él preguntó en voz baja.
—No muy bien. No estamos buscando en el lugar correcto. Lo puedo
ver tan claramente en mi cabeza, y estoy tan segura de ello…pero cuando
miro a mi alrededor…no lo veo. ¿Tal vez no es aquí?
—Tiene que ser aquí —dijo Lawson—. No podemos darnos por
vencidos.
—¿Qué hay de ti? ¿Hablaste con Ahri?
Negó con la cabeza.
—Ella no quiere hablar conmigo. No estoy seguro de tener mucho que
decirle tampoco. Solo quiero olvidar que eso sucedió, y no tengo ni idea de
qué es lo que ella quiere. Hasta hace unos días, pensé que ambos lo
habíamos dejado atrás.
—Está claro que no —dijo Bliss—. ¿Y Edon?
—No ha regresado. Pero sus cosas siguen aquí. Aparecerá
eventualmente. Cuando lo haga, necesito que le digas cuánto lo siento.
—Dile tú mismo. —Bliss sintió el vello de sus brazos erizarse. Tenía la
sensación de que sabía lo que venía.
Lawson negó con la cabeza.
—Necesito que te hagas cargo de la manada. Me he convertido en una
distracción, y tengo que irme.
Bliss se mordió el labio. Había llegado a la misma conclusión. Había
esperado un resultado diferente—que Ahramin fuera la que se marchara—
pero sabía tan bien como Lawson que eso no iba a suceder.
—¿Estás seguro? Ella debe irse, no tú.
—Si me quedo, Edon no va a volver, y todavía estará enojado. Y sé
que no vas a admitirlo, pero tú también estás enojada. Y Malcolm y Rafe
no sabrán qué pensar. Estaremos divididos y seremos ineficaces, y los
lobos estarán perdidos. Nunca vamos a reparar la brecha en la línea de
tiempo. Pero si me voy, Edon y Ahri se reconciliarán, y tú puedes
conducirlos. Tú repararás la grieta.

Bliss quería decirle que lo podía perdonar, que podía ayudarlo a


resolver sus problemas con Ahramin y Edon, pero no estaba segura de que
pudiera. Todavía estaba demasiado confundida acerca de sus propios
sentimientos. Sin embargo, no quería que se fuera.
—Estás tomando el camino más fácil —dijo—. Puedes quedarte aquí y
esforzarte para ganar el perdón de todos. Podrías ayudarnos, pero en
cambio estás huyendo.
—Aun así los estaré ayudando. Sólo tengo que hacerlo a mi manera.
—Se puso de pie, y fue entonces cuando Bliss vio que ya había empacado
sus maletas. Solo había estado esperando para despedirse de ella.
—¿Nunca tuve ninguna oportunidad de hacerte cambiar de opinión,
verdad?
Él negó con la cabeza, le dio una última mirada larga, y luego se fue.

Bliss le explicó la ausencia de Lawson al resto de la manada, y que la


había dejado a cargo.
—¿Tengo que responder ante ti ahora? —dijo Ahri con desprecio.
—Nadie responde ante nadie —dijo Bliss—. Sólo vamos a seguir
haciendo lo que estamos haciendo hasta que descubramos algo útil. No
tengo ningún interés en dar órdenes. Solo tenemos que dejar de discutir y
hacer algunos progresos aquí. Edon, Ahri, ¿van a ser capaces de llevarse
bien?
Edon, que había regresado inesperadamente en la mañana, miró a
Ahri y se encogió de hombros.
—No tengo nada que decirte. Estoy aquí por los lobos —dijo—. Si mi
hermano es lo suficiente cobarde como para no trabajar con nosotros,
entonces que así sea. Yo me quedaré.
—Edon —dijo Ahramin—. Edon… déjame explicarte.
—No hay nada que puedas decir que me gustaría escuchar —dijo
Edon, y su hermoso rostro se sumió en dolor y decepción—. Solo
terminemos con esto.
—Voy a acostarme temprano. ¿Muchachos, vienen conmigo?
Rafe y Malcolm la siguieron con entusiasmo, como cachorros. Ambos
querían que Edon y Ahri hicieran las paces, y estaban confundidos acerca
de la desaparición de Lawson. Pero confiaban en ella; harían cualquier
cosa que les sugiriera. Lawson tenía razón en eso.
Ella tuvo muchos más problemas para conciliar el sueño esa noche, a
pesar de que el dormitorio estaba silencioso, solo con los chicos dentro. No
podía dejar de pensar en Lawson. Alternaba entre estar furiosa con él y
extrañarlo desesperadamente. ¿Y si tenía otra pesadilla y él no estaba allí
para consolarla?
Resultó que tuvo razón en preocuparse. Tan pronto como se durmió
fue sumida de nuevo en el sueño de la noche anterior. Esta vez, sin
embargo, estaba preparada—la sensación de confusión y de doble visión
era familiar, al igual que el conocimiento de que estaba soñando y por lo
tanto, de alguna manera, estaba segura. Al menos por el momento.
Algo había cambiado, sin embargo. Sus dos perspectivas se movían
por una serie de túneles oscuros. Las velas iluminaban el camino, a pesar
de que solo le permitían ver unos pies delante de ella.
¿Dónde estoy? Se preguntó. Se sentía casi como si estuviera en un
sótano—tenía la definitiva sensación de estar en el inframundo—pero los
sótanos no tienen pasillos.
Había estado aquí una vez antes. Recordó actuaciones y música
hermosa. Luego reconoció las columnas y el patio, y se dio cuenta de que
esto fue una vez el Teatro de Pompeya, ampliado y reconstruido por el
propio Calígula.
El teatro era la entrada a la ciudad subterránea, una red de caminos
que conectaban todo el imperio, de Roma a Lutetia. La ciudad oculta de los
vampiros, la vida oculta del Aquelarre.
Ahora todo lo que tenía que encontrar era la puerta.
36
Schuyler
Traducido por Isane33// Corregido por Karlyisa08

E
l dormitorio de Finn era en realidad una residencia
universitaria llamada Blackstone. Era mucho más lujosa de
lo que Schuyler esperaba; ella había imaginado literas en
una habitación corriente de bloques de hormigón, sobre todo después de
ver el edificio de arte. Pero Blackstone era un hermoso edificio de ladrillo
que casi parecía una catedral.
Entraron en una sala de estudiantes, que tenía una chimenea y un
piano de cola.
—¿Esta es la universidad? —preguntó Schuyler—. ¿O Downton
Abbey22?
Finn se rio.
—Es aquí. ¡Este lugar es genial! Debes ver mi habitación.
Los condujo a un apartamento con dos dormitorios, una cocina y un
baño.
—Comparto la cocina y el baño, pero la habitación es toda mía —
dijo—. Podemos decorarla como queramos.
Schuyler dejó escapar un grito ahogado cuando Finn encendió las
luces. No era porque la habitación fuera un desastre, a pesar de que lo era.
No, su sorpresa fue porque las paredes estaban cubiertas con pinturas de
alguien que se parecía tanto a ella que tenía que ser Allegra.
—¿Tu… nuestro… padre las pintó? —preguntó.
—Hasta la última —dijo Finn—. Es prácticamente todo lo que me
queda de él. Adelante, échale un vistazo si quieres. Son muy buenas,

22
Serie dramática de la televisión británica con un set de locaciones bastante históricas y antiguas.
¿verdad? ¿Has visto las críticas de su exposición en Artforum o en Art in
America? Podría haber sido muy famoso si hubiera vivido.
—No las he visto. Me encantaría verlas algún día —dijo Schuyler
mientras se detenía lo suficientemente cerca de las pinturas para ver las
finas pinceladas, las espirales de la pintura y oler la… Espera un minuto.
Ese olor… no podía ser…
—Oliver, ven aquí —susurró, mientras Finn daba vueltas en la
pequeña cocina para preparar algunas bebidas—. Puedo oler sangre.
—¿Dónde? —preguntó—. No me estarás diciendo que tu hermana es
una especie de asesina en serie, ¿verdad? —dijo en tono de broma.
—¡No, en las pinturas! —dijo Schuyler—. Creo que Ben podría haber
mezclado su sangre con la pintura.
—Asqueroso —dijo Oliver—. ¿Qué es eso, es algo parecido a la cosa de
la piel, tacto y semen de Vito Acconci23?
—No es exactamente común, pero la gente lo ha hecho. Ya sabes lo
que esto significa, ¿verdad?
Oliver le dio una mirada curiosa, pero luego Finn volvió a la
habitación.
—Son geniales, ¿verdad? —dijo—. Siempre me preguntaba a quién
había pintado, pero supongo que el misterio ha sido resuelto. Esa es tu
madre, ¿no? Te ves como ella excepto por el cabello oscuro.
—Creo que sí —dijo Schuyler.
—¿Cómo era ella? —preguntó Finn ansiosamente—. Mi mamá
siempre me dijo que era una especie de historia de amor trágica.
—Bueno, supongo que se podría decir que fue trágica porque él
murió, y después de que yo naciera, mi madre estuvo en coma durante

23 Es un artista y poeta estadounidense cultivador del llamado arte corporal, derivado del
minimalismo escultórico. Vito creó su obra Seedbed (Cama de Semén) y el mismo artista
yacía escondido bajo un rampa en la enorme galería donde se presentaba su arte,
masturbándose mientras vocalizaba en un altavoz sus fantasías sobre los visitadores
caminando por encima de él en la rampa; era una forma de involucrar al público en su
trabajo y en lo que significaba su arte. Por eso se asemeja a la sangre escondida en el
cuadro del papá de Schuyler.
casi toda mi vida —dijo Schuyler—. ¿Tu mamá no estaba…enojada? En
cierto modo supuse que…
—Mamá es una verdadera romántica —dijo Finn—. Estaba loca por
mi padre, pero todo el tiempo supo que él estaba enamorado de otra
persona. Es por eso que le mintió y le dijo que ya no estaba embarazada,
para que él pudiera ir y estar con ella y no sentirse culpable.
—¿Y ella te contó todo esto? —Schuyler estaba asombrada. Se había
pasado toda su vida en la oscuridad, y aquí estaba esta chica cuya madre
al parecer no tenía secretos. Qué vida tan diferente debe de haber llevado.
—Creo que era muy importante para ella que yo creciera teniendo
buenos sentimientos por mi papá ya que no llegué a conocerlo en absoluto.
Eres tan afortunada —dijo Finn repente.
—¿Afortunada? ¿Cómo?
—Él amaba a tu madre —dijo Finn, simplemente—. Oh, él quería a la
mía, eso es seguro, pero no era lo mismo.
Schuyler negó con la cabeza.
—No, tú fuiste la afortunada. Tu madre lo amaba tanto que lo dejó ir
porque quería que fuera feliz. Apuesto a que ella siempre estaba ahí para
ti, ¿no?
—En cada momento. —Finn no lo negó.
—Decca me mostró todas las fotos…las de las fiestas de
cumpleaños…
—Sí, eran épicas.
—Si tu mamá no le hubiera mentido, nuestro padre nunca la habría
dejado. Habría hecho lo correcto. Era un buen tipo.
—Incluso si se hubiera quedado con ella, aun así estaría muerto —
dijo Finn repente.
—Sí. —Schuyler tenía que estar de acuerdo. Entonces se dio
cuenta…no estaba sola en su dolor…en echarlo de menos. Finn estaba en
el mismo barco. Aquí había alguien que también lo amaba y lo extrañaba,
y que nunca lo había conocido. Su hermana.
—Además… —Finn se encogió de hombros—, mamá resultó estar en
lo cierto con todo el asunto del romance. Conoció a un hombre fabuloso
cuando yo tenía doce años, y yo tengo una relación estrecha con mi
padrastro. Es casi suficiente para hacerme creer en el amor verdadero.
—¿Incluso si no lo has encontrado por ti misma? —preguntó Oliver
con una sonrisa.
Espera un minuto—¿Schuyler estaba viendo lo que pensaba que
estaba viendo? ¿Oliver Hazard-Perry, sonrojándose? Supuso que tenía
sentido. Finn se parecía un poco a ella, y más importante, era increíble—
segura, divertida e inteligente. Normal. Oliver se merecía alguien como ella.
—Aún no —dijo Finn, devolviendo la sonrisa con una de las suyas.
Schuyler podía ver de qué iba esto, y la hacía feliz. Pero también le
hacía extrañar a Jack desesperadamente. ¿Podría realmente ser tan fácil
para dos personas encontrarse? ¿Por qué no habría sido tan fácil para ella
y Jack? ¿Nunca lo vería de nuevo? ¿Volverían a estar juntos?
—Tierra llamando a Sky —dijo Oliver, chasqueando los dedos delante
de su rostro.
—Lo siento. Todo esto es tan abrumador.
—¡Dímelo a mí! —estuvo de acuerdo Finn—. ¡Pero estoy tan contenta
de que me encontraras!
—¡Yo también! —dijo Schuyler—. Quiero saber más acerca de nuestro
papá, y de ti. Todo. Quiero saberlo todo.
Pasaron el resto de la tarde conversando, poniéndose al día con las
cosas que se habían perdido al no crecer juntas. Schuyler editó mucho su
versión, justo como lo había hecho con Decca. No quería a enloquecer a
sus parientes Sangre Roja.
—¿Fuiste modelo? —preguntó Finn, impresionada—. ¿Fue divertido?
—En realidad no —admitió Schuyler—. Pero me encantaba la ropa
gratis.
—Creo que yo era una deportista —dijo Finn—. Hockey sobre césped,
softbol y atletismo. No creo que dejara mi cabello libre de la cola de caballo
hasta la universidad. Pero al igual que papá, siempre estaba dibujando. Y
estudié en Endicott como él. Fui una Peithologian24 también. Cuando
estuve allí, descubrí que había tallado su nombre y el de Allegra en el
bosque. Fue muy romántico.
—Tallaré tu nombre en cualquier momento —murmuró Oliver.
Schuyler le dio un codazo.
—La sutileza es la clave —susurró ella.
—¿Qué dicen? —preguntó Finn.
—Oh, nada —dijo Oliver.
—¿Así que ninguno de los dos está en la universidad en este
momento? —preguntó Finn.
—Hemos decidido posponerlo por un tiempo —dijo Schuyler.
—No queríamos perder la oportunidad —dijo Oliver—. En lugar de
eso, estamos viajando.
—¿A algún lugar emocionante?
Se miraron el uno al otro y trataron de no reírse. Emocionante era
una manera de decirlo.
—En el último año, he estado en Londres, Egipto e Italia —dijo
Schuyler.
—Y yo he estado en… —Oliver hizo una pausa—. Creo que en Europa,
en su mayoría.
Schuyler se imaginó que había estado tentado de explicar que había
pasado tiempo de calidad en el inframundo, pero en realidad no parecía
apropiado para la situación. Debe haberlo matado que su viaje sonara más
emocionante que el de él. Ella apenas podía ocultar su sonrisa.
—Así que ustedes no tienen ni idea de lo que se pierden, entonces —
dijo Finn.
—No extrañamos ir a clases —dijo Oliver.

24 Sociedad secreta de poetas y aventureros.


—Oh, pero la verdadera diversión comienza cuando las clases
terminan. Hay una gran fiesta esta noche. ¿Vendrán? ¿O tienen que irse
pronto?
Oliver miró a Schuyler. Rara vez ella había visto una mirada
suplicante en sus ojos, por lo que le tomó un minuto reconocerlo como lo
que era. Él había estado de fiesta con personas famosas y aristócratas en
Londres, y sin embargo allí estaba, esperando ir a una fiesta universitaria
regular.
No estaba segura de qué hacer—probablemente deberían volver a
Londres y reunirse con el resto de los Sangre Azul; pero eso básicamente
sería admitir que el viaje fue, desde ese punto de vista, un fracaso. Y luego
estaba toda la posibilidad de la pintura con sangre… la Sangre del Padre.
... Si se quedaba, tal vez tendría la oportunidad de comprobarlo.
—Claro, ¿por qué no? —dijo.
37
Mimi
Traducido por ZoeReed// Corregido por Karlyisa08

E
l amor nunca dejaba de meter a la gente en problemas,
pensó Mimi. Mirando a Ted y Deming: cualquiera de los dos
por su cuenta podría haberla detenido, pero juntos se
preocupaban demasiado por la seguridad del otro que Mimi lo único que
tenía que hacer era aprovechar la oportunidad cuando se le presentara.
Mantuvo la espada apuntando al cuello de Deming, mientras éste ataba a
Ted, utilizando la cuerda plateada de los Venator. Eso lo mantendría
quieto hasta que Sam y Dehua lo encontraran, de todos modos, y mientras
tanto, ella y Deming tendrían una ventaja de llegar a la reunión de los
Venator.

No tiene que ser de esta manera dijo Mimi. Y si cooperas, todo
va a terminar pronto. El Príncipe Oscuro te recompensará generosamente
si convocas a tu grupo con el nuestro y se unen a nuestros rangos.

Me das asco dijo Deming. ¿Cómo pudiste hacerle esto al


Aquelarre? Fuiste nuestro Regente.

Ted ni siquiera la miraba a los ojos, y Mimi se dio cuenta que


mientras aquellos estaba en el Aquelarre siempre sospecharon que ella y
Jack eran traidores, Ted Lennox no era uno de ellos. Él había creído en
ella, y ella lo había defraudado. Sus hombros se hundieron por debajo de
la cuerda.

Tengo que hacer lo que tengo que hacer, pensó Mimi. Si Jack no lo
hacía, entonces ella lo haría. Esta era la única manera de mantener a
todos con vida.
El cónclave se celebró en una antigua y majestuosa casa señorial en
las afueras de Londres. Estaba bien escondida y protegida; Mimi nunca la
habría encontrado sin Deming. Estaba bloqueada a la vista por numerosos
tipos diferentes de encantamientos, y fuertemente custodiada por los
propios Venators.

Mimi había utilizado la mutación para disfrazarse de la hermana


gemela de Deming, Dehua. La otra mitad del cuarteto Chen-Lennox había
sido llamado para alguna misión secreta, así que había pocas posibilidades
de que la Dehua real asistiera la reunión.

La entrada a la mansión se desocupaba en un gran salón, amueblado


con antiguos sofás tapizados de terciopelo y mesas de caoba, pero también
repleta de sillas plegables para dar cabida a la multitud que los
organizadores habían previsto.

Excepto que no había una multitud. La habitación no estaba ni la


mitad de llena.

Mimi reconoció a varios miembros del Aquelarre de Nueva York, junto


con otros vampiros que había conocido en los últimos años en diversas
partes del mundo. Varios Venators también estaban presentes, algunos de
los cuales nunca había visto antes.

No entiendo Mimi susurró a Deming. ¿Dónde está todo el


mundo?

Esto es todo el mundo Deming susurró de vuelta. La mayoría de


los vampiros están en la clandestinidad, y muchos de ellos simplemente no
respondieron a la llamada. Algunos han decidido asimilar; otros están
demasiado asustados para luchar. La gente pensó que tú y Jack se dieron
por vencidos, y con la ausencia de Michael y Gabrielle... Su voz se apagó.

Mimi pensó en reuniones pasadas de los vampiros, como su favorito,


el Baile Cuatrocientos, que se celebra cada año para que los nuevos
vampiros pudieran introducirse a la comunidad. Había apenas treinta
personas en esta sala, si se contaba a ambos, vampiros y Venators.

¿Exactamente cómo van a montar una defensa? preguntó ella.


Quiero decir, mira a tu alrededor. ¿Cómo este grupo va a detener al
Príncipe Oscuro de apoderarse del Paraíso? No parecen capaces de acabar
con un club nocturno.

Supongo que lo sabrías, siendo tan cercana a Lucifer y todo dijo


Deming deliberadamente. Eres una vergüenza para nuestra especie.
Debiste haberte quedado en el inframundo. Es donde perteneces.

Mimi estaba a punto de responder con un fuerte empuje de su


cuchillo, pero antes de que pudiera decir algo, la habitación comenzó a
zumbar. Solo podía significar una cosa.

Kingsley estaba aquí.


38
Bliss
Traducido por Manati5b// Corregido por Ahriel

A
la mañana siguiente, Bliss le dijo al resto de la manada lo
de su sueño y su significado.
—Necesitamos encontrar un camino a esa ciudad
subterránea. El Teatro de Pompey era parte de él, lo recuerdo ahora.
—Pero casi nada del teatro permanece —dijo Malcom—. Todo fue
destruido.
—No puede ser. Lo vi. Lo vi en pie —dijo Bliss—. ¿Dónde están esos
mapas de Roma? ¿De la vieja ciudad y de la nueva?
Ella colocó los mapas uno sobre otro.
—Allí —dijo, señalando una ubicación semicircular en el centro de la
vieja ciudad—. En ese vecindario. Ahí es donde el teatro solía estar.
Estaba segura de que los cimientos del teatro todavía permanecían
ahí, pero se ocultaban debajo, en los sótanos de los alrededores y bodegas
de los edificios que se habían construido sobre las ruinas.
—¿Qué hay ahí ahora? —preguntó Rafe, inclinándose más.
—Un hotel —contestó Malcom—, el Albergo Sole al Biscione cerca del
Campo de Fiori.

El cielo estaba nublado y gris, y el clima había refrescado, así que no


había muchos turistas en los alrededores cuando llegaron al mercado
abierto. Lo que significaba que tenían menos posibilidades de ser
observados, pero también de poder mezclarse. Tendrían que ser
cuidadosos.
El Biscione era un gran hotel antiguo, y tan pronto como entraron al
vestíbulo, Bliss sintió los ojos de todos en ellos. Los chicos llevaban sus
habituales camisas disparejas de segunda mano, y Bliss se sentía sucia en
su pantalón de diario viejo y su camisa de franela. Ahramin estaba tan
perfectamente impresionante como siempre, como una anticuada mujer
fatal en sus ropas negras, así que tal vez la manada pasaría como su
séquito.
Bliss no era la hija de un senador por nada.
—La mayoría de los ricos niños estadounidenses parecen unos vagos,
así que actúen como si pertenecieran aquí y nadie les hará preguntas —les
dijo Bliss.
—De acuerdo —dijo Malcom.
Pero después de pasar una hora inspeccionando cada rincón del
vestíbulo y de visitar el restaurante del sótano, estaban atascados. Bliss
miró a su alrededor con impotencia. Nada parecía familiar. Entonces el
grupo se dividió: Edon se fue con Rafe, Malcom con Bliss y Ahramin se fue
por su cuenta.
Media hora después, fue Ahramin quien junto a la manada, en un
sofá que había en un rincón, escondida de los huéspedes.
—¡Lo encontré! —susurró, triunfante.
—¿Dónde?— preguntó Malcom.
—Se los enseñaré —dijo ella y la siguieron escaleras abajo hacia el
restaurante del sótano.
—Ya hemos estado aquí; no había nada —se quejó Edon.
Pero Ahramin siguió llevándolos hacia abajo. Pasaron la bodega y
llegaron a una pared de piedra.
—¿Esto te resulta familiar? —le preguntó a Bliss.
Bliss parpadeó. Era la pared. La pared del teatro de su sueño. Esta
era.
—Aquí. —Ahramin señaló hacia una rejilla del suelo de piedra que
parecía ser inútil…solo cubría otra piedra.
—¿Qué es lo que estamos buscando? —preguntó Bliss.
Ahri miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estaba
mirando, entonces levantó la rejilla.
—Es solamente otra roca —dijo Edon.
—Mira más cerca.
Bliss miró la piedra detenidamente. Era justo igual a las otras. Pero
espera—había una grieta entre esa piedra y la que estaba junto a ella.
—Observa esto —dijo Ahri, entonces insertó sus dedos en el espacio
entre las piedras. Empujó, y la piedra se deslizó fácilmente hacia atrás,
revelando una estrecha escalera de caracol de piedra.
—De verdad lo hiciste —dijo Bliss, tratando de no sonar muy
sorprendida.
—¡Vamos! —dijo Malcolm.
—No, ustedes chicos deben de quedarse atrás —dijo Bliss.
—No puedes ir sola —argumentó él.
Bliss miró a Edon y Rafe. No quería ser responsable de que algo malo
le pasara a Malcolm.
—Llévate a Mac; será pequeño pero sigue siendo un lobo. Un
luchador. Nosotros montaremos guardia aquí —dijo Rafe—. Nos
aseguraremos de que nadie más baje; y si no regresas en una hora, iremos
a por ustedes.
—Yo primero —dijo Malcolm.
—No lo creo —dijo Bliss, y empezó a ir escaleras abajo.
Malcolm la siguió muy de cerca.
—No puedo ver nada.
Bliss encendió su teléfono. La pantalla hizo una ligera luz, pero fue
suficiente. Las escaleras eran estrechas y parecía que seguían por un largo
tiempo, pero finalmente llegaron a la parte inferior. Solo habían dado unos
cuantos pasos cuando Bliss vio que estaban en el mismo patio con
columnas de sus sueños.
—Aquí es —dijo—. El Teatro de Pompey. La entrada a los pasajes.
39
Schuyler
Traducido por Manati5b// Corregido por Ahriel

S
chuyler no estaba muy segura de por qué estaba tan
nerviosa. Ella había estado en infinidad de fiestas de lujo en
Nueva York, e incluso más allá de eso. Bailes de Máscaras,
elaboradas galas temáticas… Debería estar completamente saturada para
ahora. Pero por alguna razón, la idea de ir a una simple fiesta universitaria
la estaba volviendo loca. Intentó explicárselo a Oliver mientras caminaban
unas cuantas cuadras hacia la casa donde se iba a llevar a cabo la fiesta.
Finn iba a la cabeza con Ivy y un montón de sus otros amigos.
—Oh, no es de extrañar en absoluto —dijo Oliver—. Es de esperar, en
realidad. Estás fuera de una clásica función social de Sangre Roja con tu
recién descubierta media hermana humana. ¿Alguna vez has estado más
fuera de tu elemento? No es como que si nos invitaran a las fiestas en
Duchesne todo el tiempo.
—Supongo que es eso. Siento como si estuviésemos en la secundaria
otra vez, y ya sabes el éxito que tuvimos entonces —Schuyler coincidió.
—No te preocupes, esto no será como en la secundaria; y además, ¿lo
has olvidado? te casaste con el BMOC25. Eres como la reina del baile —se
burló Oliver. Al ver su reacción, se puso serio—. Lo siento…fue una broma
de mal gusto.
—No, tienes razón, y la verdad prefiero no fingir que simplemente
Jack no está aquí, que todo esto no ha sucedido.
—Él está vivo, Sky, sé que lo está. Y está pensando en ti también,
dondequiera que esté.

25 Big Man on Campus, es decir, el líder del campus


Ella asintió.
—Solo desearía…
Solo desearía saber dónde está. Si estaba bien. Si él y Mimi no se
habían destruido entre ellos. ¿Qué había pasado con ellos? ¿Dónde
estaban? ¿Estaba Jack bien? Se sentía desolada sin él. Había tanto que
quería decirle y compartir con él—acerca de su padre, su familia humana,
Finn. Era como si las cosas no le hubieran pasado realmente, no hasta
que se las contara. Estaba contenta por la compañía de Oliver, pero no era
lo mismo. La presencia vigilante todavía merodeaba, lo notaba, aunque
sutil de alguna manera. Se preguntaba si alguna vez descubriría qué, o
quién la estaba observando.
—Escucha, en algún momento tendremos que descubrir la manera de
volver a la habitación de Finn cuando ella no esté allí. Tengo que ver si hay
alguna manera de extraer la sangre de esas pinturas. Si existe la mínima
posibilidad de que sea de Ben, podría ser lo que estamos buscando.

La fiesta fue en una casa que era, por falta de una mejor manera de
describir, repugnante. La casa estilo Victoriano estaba en ruinas y aunque
era compartida por un grupo de ocho chicos, ninguno de ellos parecía
estar interesado en mantener una residencia higiénica. Los zapatos de
Schuyler se atascaron en el suelo de madera cuando caminó por el pasillo
de enfrente, y la cocina era incluso peor, donde los chicos habían
almacenado el barril de cerveza. Había tanta gente, que tuvieron que
empujarse entre ellos para abrirse paso.
—¿Hay algo más para beber? —preguntó Oliver—. ¿Tal vez Whiskey?
Me conformaría con una mezcla si solo tienen malta.
Finn se rio.
—¡Eres tan gracioso! Si buscas entre los gabinetes puede que
encuentres algo de Soco.
—¿Soco? —olfateó Oliver.
—¿Southern Comfort?26 —Finn rio— ¿Has oído hablar de él? Sabe
bien con Seven Up.
Oliver arrugó el rostro.
—Eres tan snob, Ollie —Schuyler lo reprendió—. Vamos, tomemos
una cerveza. —Ella en realidad no quería una, pero si iban a tratar de
encajar, tendrían que hacer lo que los nativos hacían.
Alcanzar el barril parecía imposible, sin embargo—había demasiada
gente pululando: chicos guapos con sus camisas a cuadros sobre una
playera y sus pantalones vaqueros, chicas en irónicos vestidos de abuela,
todos empujando por vasos de plástico rojo.
—Tienes que ser agresiva en fiestas como estas —dijo Finn, que usaba
sus codos para hacerse camino hasta el barril.
—Impresionante —Oliver destacó.
Un chico alto con una sudadera con capucha lacrosse empujó a
Oliver fuera del camino y le ofreció una cerveza a Schuyler.
—Aquí. Chicas bonitas como tú no deberían esperar por una bebida.
—Oh, gracias —dijo, un poco insegura de si era buena idea aceptar.
—A tu servicio, mi señora. ¿Puede el caballero preguntar tu nombre?
—Oh, déjala sola, Trevor —dijo Finn, con tres cervezas balanceándose
en sus manos. Le dio una a Oliver y asintió hacia Schuyler—. Parece que
todo está listo, y has conocido a nuestro Don Juan residente. Trevor, ve a
encontrar otra ingenua que atacar. Schuyler está conmigo.
—Valía la pena intentarlo. —Trevor se encogió de hombros e hizo su
camino de regreso a la multitud.
—Oh, era inofensivo —dijo Schuyler.
—Seguro, si estás buscando una sola noche sin una llamada el día
después —dijo Finn.
—¿Hablando por experiencia propia? —preguntó Oliver.
Ya celoso, notó Schuyler. Interesante.

26Licor estadounidense a base de alcohol rectificado con frutas, especias y sabores de


whiskey.
—No, ese es el territorio de Ivy. Aunque más cerveza para nosotros.
Finn tomó un largo trago de su vaso y animó a Oliver a que hiciera lo
mismo. Casi lo escupió todo cuando vio la expresión en el rostro de Oliver
mientras bajaba la bebida.
—Vamos, sabe como el agua del grifo de Nueva York —le dijo
Schuyler—. No seas tan estirado. —No le haría daño tomar algunas copas
para relajarse enfrente de Finn, pensó.
Después de dos cervezas Schuyler se sentía un poco más relajada así
que decidió ir a explorar. Desafortunadamente, el resto de la casa estaba
más sucia que las partes que ya había visto. El baño, aparentemente
nunca había sido limpiado; había anillos de moho alrededor tanto de la
bañera como el inodoro, y las habitaciones estaban alfombradas con lo que
alguna vez había sido un afelpado beige, y era ahora un pisoteado marrón.
Los estudiantes estaban bulliciosamente borrachos, y después de ver a
uno de ellos vomitando en el tiesto de una planta muerta hace tiempo,
Schuyler decidió que era hora de irse.
Oliver y Finn estaban en la sala de estar, bailando una horrible
canción pop. Ella no había visto bailar a Oliver desde esos viejos días en el
Banco. Había olvidado lo buen bailarín que era. Era muy suave, se dio
cuenta. Se mezclaba tan bien con la gente de la universidad que odiaba
llevárselo.
—Creo que necesito irme de aquí —susurró.
—¿Me odiarías totalmente si me quedo aquí con Finn? De verdad que
estoy pasando un buen rato.
Era justo lo que esperaba.
—No hay problema. Aunque nuestro vuelo sale a primera hora de la
mañana, por lo que si no regresas a casa, me mandas un mensaje y nos
vemos allí con tu equipaje. Finn, ¿te importa si regreso a tu habitación?
Creo que dejé algo allí.
—Oh, seguro —dijo Finn—. Alguien te puede dejar entrar por la
puerta de enfrente, y mi apartamento no tiene llave. Sé que no es nada
seguro, pero mi compañera de cuarto siempre olvida sus llaves, y no
tenemos mucho que se pueda robar.
—Muchas gracias —dijo ella. Fue más fácil de lo que esperaba. No le
gustaba mentirle a Finn, pero era mejor que irrumpir y arriesgarse a ser
atrapada.
—Te acompaño afuera —dijo Oliver.
—No tienes que hacerlo —dijo ella.
—Quiero hacerlo.
Oliver la acompañó, agarrándola del codo durante su camino a través
de la multitud hasta que lograron salir.
—¿Estás segura de que estás bien con esto? Sabes que normalmente
iría contigo pero…
—Lo entiendo —dijo ella.
—La cosa es, no sé si esto es raro, pero…
—De verdad estás interesado en Finn.
Él se iluminó.
—¿Crees que esté interesada en mí?
—Es muy obvio, y sí. Creo que ustedes dos son perfectos el uno para
el otro.
Oliver envolvió sus brazos alrededor de ella.
—Gracias —susurró.
Schuyler sintió un momentáneo pinchazo de pérdida. Había pasado
mucho tiempo desde que ellos habían estado juntos, y aunque nunca
hablaban acerca de ello, sabía que ambos se preguntaban qué hubiera
pasado si Jack nunca hubiera regresado. No había querido contemplar la
posibilidad completamente, y Oliver había hecho todo lo posible por sacar
a Schuyler de su sistema, literalmente, pero la perspectiva seguía ahí, una
pregunta sin respuesta entre dos viejos amigos.
Pero ahora estaba claro. Incluso si Jack nunca regresaba, Schuyler y
Oliver no estaban destinados a estar juntos. Tal vez era muy pronto para
decir que él había encontrado a alguien con quien estar, pero Schuyler no
se podía imaginar a alguien mejor. Su mejor amigo y su recién descubierta
nueva hermana—¿qué podía ser más perfecto?
—No lo arruines —dijo ella, y lo alcanzó para darle un breve beso en
los labios.
Un último beso.
40
Mimi
Traducido por Manati5b// Corregido por Ahriel

K
ingsley se detuvo en la entrada de la sala de estar y esperó a
que se detuviera el zumbido. Era tan guapo como siempre,
Mimi no podía dejar de notarlo, con su grueso, oscuro, casi
negro cabello y sus ojos azul claro. Él escudriñó la multitud, y lo vio
detenerse y mirarla justo a ella.
Él sabía, se dio cuenta. Podía ver a través del disfraz, a través de la
ilusión. Sabía que era ella detrás de la máscara.
Estaba entusiasmada y aterrorizada al mismo tiempo.
¿Qué haría él?
Sostuvieron las miradas por un largo rato. Entonces continuó
barriendo la habitación con la vista.
¿Se lo tragaría? se preguntó. ¿La creería? Tenía que hacerlo para que
funcionara. Tenía que creer que ella era falsa, que era una traidora, que
estaba haciendo todo lo que estaba a su alcance para trabajar en contra de
él y de los vampiros. Su vida dependía de ello. Si creía que todavía era
sincera con él, entonces todo estaría perdido.
Debía hacerle creer la mentira—era la única manera de mantenerlo a
salvo. Mimi se dio cuenta de que no había otra forma de salir de esta
ecuación, este atolladero que Lucifer había diseñado para ellos. Tal vez
Jack había encontrado otra manera, pero ella ya no lo sabía. Algo dentro
de él había cambiado, lo sabía ahora. De alguna manera, Jack había
abandonado la lucha.
Lo llamó.
¿Jack? ¿Jack estás ahí?
Pero no había nada. Tal vez había llegado demasiado tarde; tal vez ya
había encontrado a Schuyler y estaba haciendo lo que fuera que había
decidido hacer.
Kingsley empezó a hablar:
—Como todos ustedes saben, hemos estado involucrados en una
lucha por el control de las siete puertas que protegen los Caminos de la
Muerte y mantienen a los demonios y a sus hermanos en el Infierno. Los
Sangre Plata han estado en una misión para destruirlo todo, para que
Lucifer pueda regresar del inframundo. Hasta ahora, debido a la valentía,
lealtad, y ferocidad de nuestros equipos Venator restantes, las Puertas del
Infierno permanecen en pie, aunque hayamos sufrido grandes pérdidas en
nuestra lucha contra los Nephilim. —Tomó una bocanada de aire—. Pero
esto no es por lo que los he llamado aquí hoy. Desde entonces, hemos
aprendido que los ataques en las Puertas del Infierno son meramente una
distracción. Nuestro enemigo ha enfocado su arsenal en algo mucho más
importante. La Puerta de la Promesa, la puerta de Gabriel, guarda un
sendero bifurcado. Uno lleva al inframundo, y el otro es un camino hacia
el Paraíso.
Hubo un murmullo colectivo en la habitación.
Kingsley esperó hasta que disminuyó.
—También hemos sabido que Lucifer ha descubierto una manera de
aprovechar el Fuego de Dios, y que piensa usar esta arma para librar una
guerra contra el Cielo mismo.
La habitación zumbaba con miedo y expectación.
—Tenemos que detenerlo —dijo Kingsley—. No podemos permitir que
el Príncipe Oscuro reclame lo que no es legítimamente suyo.
—¿Cómo se supone que haremos eso? —gritó alguien finalmente.
Kingsley sonrió.
—Me alegra que lo preguntes —dijo. Siempre encantador, incluso
cuando estaba convocando a sus tropas a la batalla—. Tenemos dos
ventajas en esta pelea. Una: Lucifer no será capaz de tomar el Paraíso sin
la llave. He enviado a un equipo de Venators a proteger al guardia de la
puerta y llevarla a un lugar seguro. Cabe una pequeña oportunidad de que
los Sangre Plata la encuentren; y sin ella, no podrán tomar la puerta. La
otra es…
—¡Alto! —Deming gritó—. No podemos discutir nuestros planes ahora.
No enfrente de ella. —Señaló a Mimi, casi desafiándola a que sacara su
espada—. ¡Esta no es mi hermana! ¡Es una traidora! ¡Aperio Oris! —gritó el
Venator. ¡Revélate a ti misma!
La máscara se deslizó y Mimi quedó de pie en medio de la habitación.
Su largo cabello platinado cayendo sobre sus hombros. Una sonrisa en su
rostro.
—¡Ella está trabajando para los Sangre Plata! ¡No es más nuestra
Regente! —gritó Deming.
Mimi estaba atrapada. Los Venators la habían rodeado antes de que
pudiera desenvainar su espada. Miró alrededor—hacia los rostros que la
miraban con miserable odio y miedo. Ellos la matarían. Lentamente. Y lo
disfrutarían.
Ahora era el momento de la verdad. Miró a Kingsley y esperó—esperó
a ver qué había entendido él, si había visto su “batalla” por lo que era. Una
farsa, un engaño, un desesperado intento por salvar su amor y su
Aquelarre.
Pero el azul de sus ojos se convirtió en hielo, y supo que lo había
perdido, finalmente. Que él había renunciado a la esperanza. Su plan
había funcionado.
Él creía que ella era falsa.
Se había creído la mentira.
No sabía si alegrarse o desesperarse.
—Sujétenla —dijo él.
41
Tomasia (Florencia, 1452)
Traducido por Isane33 // Corregido por Pauper

E
ra una princesa, atrapada en un castillo. Andreas le había
ordenado que guardara reposo en cama por el resto de su
embarazo. Estaba sola, solo con los Venators asignados a su
protección—el leal Belarmino y la estoica Valentina. Cuando Andreas la
visitaba, lo cual era raro, Tomasia trataba de hablar con él, para
determinar si representaba una amenaza para su hijo no nacido, pero no
quería hablar del tema. En su lugar, insistía en que descansara, sin
ninguna molestia, en sus aposentos. Ella le había pedido arcilla para
poder trabajar en su arte; tal vez entonces no estaría tan sola. Él había
cedido, y ella pasó los días consumida por su trabajo, mientras que
Andreas se iba a cazar con su nuevo compañero, Ludivivo Arosto.
Ludivivo, un miembro del cónclave, siempre había sido como un
padre para Tomasia en el pasado. En este ciclo solo lo había visto una o
dos veces antes de que Andreas esencialmente le hubiera impuesto la
soledad. Recordaba solamente un chico delgado de cabello rubio, que
parecía más adecuado para vivir como un erudito que como un asesino de
Sangre Plateada. Pero cuando Andreas vino a visitarla, le contó historias
de los numerosos éxitos de Ludivivo y él. Esto casi hizo que Tomasia los
envidiara, hasta que se imaginó tratando de perseguir a los Sangre
Plateada con su actual tripa.
—Estás haciendo un enorme progreso con tus esculturas —dijo
Andreas, examinando el retablo que había dispuesto.
Era la pieza más elaborada que había hecho. Tres figuras rodeando
una puerta: uno, una mujer, tendida en el suelo. Los otros dos, ambos
hombres, estaban parados junto a ella, uno frente al otro. Ella aún no
había comenzado a trabajar en ninguno de los rostros; estaba esculpiendo
de memoria y los recuerdos se estaban volviendo cada vez más difíciles de
soportar.
¿Andreas no recuerda? Se preguntó. ¿No ve lo que he creado, dónde
ha ido mi mente? ¿O está tan obsesionado con ocultarme sus planes para
mi hijo que elige ignorarlo? Estaba segura de que estaba haciendo planes.
Él no tenía ninguna razón para creer que su hijo iba a ser diferente del que
Simonetta había esperado.
—¿Qué haces con los otros? ¿Los otros hijos nacidos del demonio? —
preguntó una tarde—. No debes matar a los Nephilim. Ellos solo merecen
nuestra compasión.
Andreas le dijo que no se preocupara, que había entrenado a los
sacerdotes Petruvian para cuidar de ellos.
—Mi hija es inocente —le dijo—. No debe ser dañada.
—Lo que es tuyo es mío —le había prometido Andreas—. Pero tal vez
debes descansar más; deja tu trabajo por el momento y continua cuando
te hayas recuperado de los dolores del parto —dijo, inspeccionando la
escultura más de cerca.
Tomi miró la escultura sin terminar y pensó en los muchos sacrificios
que Andreas había hecho para asegurar que renacieran en esta vida, aquí
en Florencia. Tal vez él tenía razón. Tal vez necesitaba despejar su mente.
Andreas salió de la habitación, y lo oyó hablar en voz baja con
Ludivivo, quien había estado esperando fuera de su puerta.
—Dará a luz muy pronto. Ella nunca debe saberlo —estaba diciendo
Andreas—. Jamás debe recordar que Gio era Lucifer, en forma humana.
¿Pensaban que no era consciente de lo que había hecho? ¿Pensaban
que no podía oírlos?
—Le borraremos la memoria —dijo Ludivivo—. Nunca sabrá que tuvo
un hijo, y mucho menos que le fue arrebatado.
—El niño debe morir —dijo Andreas—. Rápidamente, antes de que
Lucifer se dé cuenta de su existencia.
—No necesitas preocuparte —dijo Ludivivo—. Me encargaré de todo.
Patrizio se encargará del niño.
Tomi tenía razón—planeaban matar a su hijo. Sintió surgir una
colérica histeria en su alma—¡ella no lo permitiría! Luchó para sentarse en
la cama, pero estaba demasiado débil. Ni siquiera podía moverse. ¿Qué le
pasaba? Estaba hechizada, se dio cuenta: atrapada y confinada a la cama.
Andreas regresó a la habitación y le plantó un beso en la frente.
—Duerme bien mi amor. Pronto todo esto habrá terminado.

El único otro visitante en su prisión era su amigo, el brujo, el


guardián del tiempo.
—Tú me tienes que ayudar —dijo—. Temo por mi bebé. Andreas no le
permitirá vivir.
El brujo no discutió. Se supone que los Nórdicos son neutrales en las
escaramuzas de los niños perdidos del Todopoderoso, pero éste le tenía
cariño a Tomi. Era un gran admirador de su arte.
—Me encargaré de eso. Te ayudaré. Te robaré esta noche. Tengo que
prepararme, pero regresaré.
—Prométemelo —dijo ella, agarrándole el brazo.
—No te voy a fallar, mi amiga.

Pero esa noche fue demasiado tarde. No pasó mucho tiempo después
de que el brujo se fuera que los dolores de parto comenzaron. Al principio
eran sutiles, casi posibles de ignorar para Tomi. Cuando se volvieron más
agudos, más fuertes y más frecuentes, llamó a la partera.
—Ayúdame —dijo—. Dile a mi amigo que regrese.
Pero en cambio, la partera trajo a Duc Patrizio de Médicis, junto con
Tiberio Gemellus, el Enmortal Sangre Plateada, quien ahora estaba en el
círculo de los leales a Andreas.
—Iacopo no vendrá ni Margherita, así que solo somos nosotros —
estaba diciendo Tiberio—. Se niegan a ser parte de esto. Sospechan lo que
está sucediendo.
Tomi se agitó—estaba familiarizada con los nombres—su amigo
Iacopo y su compañera vinculada Margherita. ¿Qué había planeado
Andreas que era tan terrible para que los Ángeles del Apocalipsis se
negaran a participar? ¿Dónde estaba su amigo el guardián del tiempo,
quien había prometido ayudarla?
—Tenemos que moverla con rapidez —dijo Patrizio.
—¿Adónde me llevan? —exclamó. ¿Dónde estaban sus leales
Venators? ¿Por qué estaba sola?
—A algún lugar seguro.
Para entonces estaba demasiado cansada, demasiado débil y
demasiado dolorida para protestar. La llevaron bajo tierra, a un sótano
oscuro con olor a moho, polvo y putrefacción. Tomi confiaba en que el
nacimiento sería rápido, pero no iba a ser así. Los dolores se extendieron
por horas, hasta el día siguiente. Cada vez estaba más débil y febril. Se le
hizo difícil separar la realidad de los sueños, ya que no había dormido;
aunque a veces cerraba los ojos y desaparecía por unos segundos
dichosos.
Cuando la partera le insistió en que comenzara a empujar, ella estaba
delirando. Andreas entró con Ludivivo. ¿Por qué estaba rodeada de tantos
hombres? ¿Qué estaba pasando?
—Dre… por favor, ¿qué está pasando? —le suplicó.
Ellos estaban esperando.
—No la maten —rogó—. No maten a mi bebé.
—No vamos a hacerle daño —dijo Andreas—. Ludivivo ha encontrado
una familia. Esta es la razón por la cual Patrizio está aquí —dijo con
dulzura.
—Nosotros vamos a cuidar del bebé —agregó Patrizio—. No tengas
miedo, querida Gabrielle.
Tomi estaba demasiado débil para protestar, pero encontró algo de
consuelo en saber que su bebé no moriría. Ella no estaba lo
suficientemente fuerte como para evitar que se la arrebataran, pero si la
niña estaba viva, seguro tendría la oportunidad de encontrarla de nuevo.
Comenzó a gritar. El dolor era insoportable.
—Shhh… —le dijo la partera—. Andreas, necesita algo de beber. Una
jarra de agua fría, quizás.
—Voy a buscarlo —dijo Andreas—. Tu hijo no sufrirá ni un daño, mi
amor, te lo prometo.
Y con eso, Tomasia finalmente fue capaz de empujar.
42
Schuyler
Traducido por Nati CL// Corregido por Mais

E
l dormitorio de Finn estaba casi abandonado cuando
Schuyler llegó; todo el mundo debía de haber ido a la fiesta, o
a alguna otra parte. O a la biblioteca, supuso ella—debe
haber algunas personas en la universidad que en realidad
pasan tiempo estudiando. Donde quiera que estuvieran, ella estaba feliz de
que se hubieran ido; la puerta principal estaba milagrosamente abierta, y
estaba sola.
Le que le dio tiempo para estudiar las pinturas. Había cuatro de ellas,
una en cada pared. Eran hermosos. Si Schuyler se había preguntado
alguna vez si Ben y Allegra estaban realmente enamorados, no se lo
preguntó ahora. Solo alguien que adoraba completamente a la mujer que
estaba pintando podría haber infundido tanta emoción en el lienzo.
Seguramente su madre había tenido la oportunidad de verlos, antes de
caer en coma.
La parte difícil ahora era averiguar una manera de extraer la sangre
de la pintura. Suponiendo, claro, que era de Ben. Schuyler sólo había
tenido tiempo de sentir el aroma más débil de la sangre cuando miró las
pinturas. Si la sangre no pertenecía a su padre, no tenía sentido en
destruirlos.
¿Cómo estar segura? Schuyler se acercó a una de las pinturas y se
quedó tan cerca de ella como pudo, respirando profundamente. Sí, había
estado en lo correcto la primera vez: no había duda de que había sangre
mezclada con la pintura. Pero algo acerca de esta olía raro. ¿Era porque la
sangre de su padre era de alguna manera especial? No podía estar segura.
Inhaló de nuevo. Había algo familiar en su aroma. Bueno, sería totalmente
torpe si alguien entraba en este momento, pero... estiró su lengua y lamió.
Y en ese breve instante, se vieron frustradas sus esperanzas. Supo
tan pronto como la probó. La sangre no era de Ben.
Era de Allegra.
La sangre de vampiro se supone que tenía que desaparecer cuando
entrara en contacto con el aire, pero la madre de Schuyler debía de haber
encontrado una forma de preservar la suya. Debió de habérsela dado a él,
para ayudarle con su trabajo. Era un dulce, si extraño, gesto, pero de
cualquier manera, no era de alguna utilidad para Schuyler.
Schuyler se consoló ya que al menos no tendría que dañar las
pinturas, y con ello su futura relación con Finn. Tendría que pensar en
otro plan. No había nada que hacer sino volver al hotel y dormir.

Oliver llegó al aeropuerto justo a tiempo, con la misma ropa que había
llevado la noche anterior y viéndose agradablemente arrugada.
—Oliver Hazard-Perry, nunca pensé que iba a verte hacer el paseo de
la vergüenza —Schuyler bromeó—. ¿Buenas noches, entonces?
—La mejor. ¿Quién sabía que podía disfrutar de un botellón27?
—No creo que la fiesta fuera tan divertida.
—Tal vez no —empezó.
—¿Cómo dejaste las cosas?
Suspiró.
—Bueno, eso es complicado. Estaremos en contacto, por supuesto,
pero no puedo imaginar que algo saldrá de ello hasta después de... todo.
La estancia de regreso a los Estados Unidos había sido una
monumental para Schuyler personalmente, pero el problema en cuestión
aún quedaba. Los Venators estaban reunidos esta noche, y mientras tenía

27
Es una fiesta organizada por jóvenes, normalmente universitarios, donde beben mucho
alcohol.
fe en el liderazgo de Kingsley, Schuyler sabía que ella era la destinada a
traer la salvación a los vampiros. Pero se sentía inútil.
Recuerda quien fue tu padre, su madre le había dicho. Recuérdalo
cuando el tiempo se detenga, cuando estés de pie en la encrucijada, cuando
el camino se abra ante ti.
¿Qué significaba?
El vuelo a Londres fue suave y sin incidentes, facilitado por las
comodidades de primera clase. Al desembarcar encontraron un conductor
con un cartel con el nombre de Schuyler en este. Kingsley había dispuesto
una limusina para recogerlos en Heathrow, explicó Oliver.
—Que considerado —dijo Schuyler—. Y qué inusual por su parte.
—La gente puede cambiar —dijo Oliver deliberadamente.
—Admirable —dijo ella.
Se hundieron en los asientos de cuero de felpa mientras que el
conductor ponía el equipaje en el maletero. Con un ronroneo bajo, el auto
salió del aeropuerto. Schuyler miró por la ventana mientras se movían
hacia la autopista. Siempre era tan difícil acostumbrarse a la totalidad de
conducir-en-el-otro-lado-de-la-carretera que se alegraba de que nunca
haya tenido que conducir.
—Yo no conozco muy bien los alrededores de Londres —dijo Oliver—,
pero siento que vamos en la dirección equivocada. Kingsley dijo que el
refugio estaba en Islington, que es en esa dirección.
Schuyler dio un golpecito en la ventana de cristal que los separaba
del conductor.
—¿Discúlpeme? ¿Estamos en el buen camino? No sé si Kingsley le dio
la dirección correcta...
El conductor no parecía oírla, y él no bajó el cristal.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Oliver.
Schuyler comenzó a golpear la ventana.
—¿Hola? ¿Puede oírme? ¿Hola?
Aún nada.
—Estoy empezando a sentir un muy mal presentimiento sobre esto —
dijo Oliver.
—¿Hay alguna posibilidad de que Kingsley no haya enviado este auto?
—Ahora que lo pienso, él mencionó que estaba enviando un equipo
Venator. No solo un conductor. ¡Maldita sea! ¿Qué debemos hacer?
¿Debemos tratar de saltar? —Oliver probó la puerta—. Bloqueado.
—Podemos forzarla —dijo Schuyler—. Yo podría tomar la puerta
derecha de las bisagras si quisiera.
—¿Mientras el auto está en movimiento? No estoy seguro de que sea
una buena idea.
Justo en ese momento, el auto se detuvo. Se había salido fuera de la
carretera y se encontraban en un claro. Schuyler oyó un clic y probó la
puerta. Desbloqueado.
—Tan pronto como la abra, corremos —dijo.
Pero tan pronto como soltó las palabras otra persona abrió la puerta
para ella.
Schuyler se congeló. La sensación que había tenido todo este
tiempo—había estado en lo cierto después de todo—alguien había estado
observando y esperando... y ahora la observación y la espera había
terminado, y quien quiera que fuera había venido a por ella. Ella sabía, lo
sentía, y no había hecho nada, no le había dicho a nadie—y ahora los dos
estaban en peligro. Quería patearse por ser tan estúpida. Nunca volvería a
ver a Jack de nuevo, nunca llegaría a conocer a su familia recién
descubierta. Había fallado en su tarea, y este era su castigo.
—Esto no es bueno —dijo Oliver.
—¡Fuera del auto! —dijo una voz fría—. Ahora.
—¿A dónde nos llevan? —Schuyler gritó cuando su agresor la sacó del
auto.
—No es nosotros —dijo—. Solo tú.
Entonces Schuyler se desmayó.
En un instante, ella y su captor parecían estar en otro lugar, en algún
lugar familiar: cayendo, cayendo profundamente en el encantamiento, y
lejos de la luz, aunque Schuyler sintió como si todavía se movían.
Se detuvieron. Schuyler intentó evitar vomitar; todo ese movimiento
había hecho que sintiera náuseas. Estaba oscuro, pero a medida que su
visión se empezó a despejar, se dio cuenta de dónde estaba.
Infierno.
43
Mimi
Traducido por Nati CL// Corregido por Mais

L
os Venators agarraron a Mimi y la llevaron a una habitación
en el segundo piso de la casa, entonces la dejaron sola. ¿En
serio? ¿Sería tan fácil? Tiró de la manija. Bloqueado. Sin
ningún encantamiento, sólo bloqueado, lo que sería bastante
fácil de pulverizar. Miró a su alrededor. Ellos la habían llevado a una
biblioteca, las paredes llenas de libros desde el suelo hasta el techo,
escaleras sobre ruedas apoyadas contra cada estante para que los
exploradores pudieran deslizarse hacia atrás y hacia adelante entre las
filas superiores. Lástima que no era una gran lectora.
Los Venators la dejaron en la habitación durante tanto tiempo que en
realidad comenzó a buscar algunos de los títulos. Cogió un libro con un
título familiar que le sonaba y se instaló en una enorme silla de cuero para
leer. Apenas tuvo tiempo para procesar una palabra antes de quedarse
dormida.
Se despertó con el sonido de una risa masculina.
—Tal figura amenazante, acurrucada en una silla como un perrito.
Kingsley.
Mimi bostezó y estiró los brazos por encima de la cabeza, consciente
de que él la estaba viendo.
—Un gatito, entonces. Un, gatito muy muy sexy.
Mimi empezó a levantarse, pero Kingsley la bloqueó.
—No, te quedas donde estás por ahora. Quiero tener una
conversación contigo, y no quiero que saques esa pequeña aguja de
espada, como lo hiciste la última vez que nos vimos.
Mimi levantó las manos y se sentó de nuevo.
—Tú eres el que tiene guardias en la puerta —dijo—. Estás a cargo
ahora.
—He pasado mucho tiempo pensando en ti —dijo Kingsley—. Mucho
más de lo que quería, dada la forma en la que te has estado comportando.
Pero realmente quería averiguar lo que estaba pasando. En un minuto
viajas al Infierno por mí; al siguiente nunca quieres volver a verme.
Entonces te lanzas en una pelea conmigo para que me robe el grial. Me
dejas ganar, lo sé. Ni siquiera intentes decirme lo contario. Te conozco.
Mimi empezó a interrumpir, pero Kingsley levantó un dedo.
—No he terminado. Quiero respuestas, y si al final de esta
conversación todavía deseas pelear un poco, se puede arreglar. Pero ten
cuidado, querida, que si no estoy satisfecho con lo que he oído de ti, esta
será la última pelea que alguna vez tengamos. De una manera u otra.
—Lo justo —dijo ella. Así que esto se acabaría en la forma en que se
suponía.
—Esto es lo que estoy pensando: dado tu repentino cambio en la
atención hacia mí después de salir del Infierno, supongo que te viste
obligada a hacer algún tipo de acuerdo con Lucifer. Sé que entraste al
inframundo pensando que volverías y sacrificarías a Oliver para tener la
oportunidad de salvarme, pero resultó ser demasiado buen amigo. Mira, lo
que he sabido de ti desde el principio es que no importa lo que quieres que
la gente piense, no eres una mala persona. Incluso en tu peor día —dijo
gentilmente—. A menos que, por supuesto, estés perdiendo algo vital.
Como tu alma.
Lo miró fijamente.
—Creo que cambiaste tu alma por la mía, y así es como me liberaste
del Infierno. No podías sacrificar a Oliver, por lo que te sacrificaste a ti
misma. Es por eso que estabas tan fría, como si no te preocuparas por mí
en absoluto. Porque no lo hiciste.
Mimi negó con la cabeza.
—Qué linda historia que te has dicho. Le diré a Lucifer que no solo
eres un hombre débil en estos días, también eres delirante.
Kingsley suspiró.
—Me puedes insultar todo lo que quieras. Sé que es una farsa. Pero lo
que no puedo entender es lo que pasó después. Porque, tanto como te
gustaría hacerme pensar que estás trabajando para el diablo mismo, te
conozco. Puedo mirarte a los ojos y ver que estás allí y que todavía me
amas.
—No podrías estar más equivocado —Mimi escupió—. Soy mucho
mejor actriz de lo que piensas que soy.
—No lo eres, sin embargo —dijo Kingsley—. Sé que piensas que lo
eres, pero no. Y de alguna manera tengo la sensación de que todo esto que
has orquestado es simplemente una manera de que nos preparemos para
una especie de lucha hasta el final en la que yo prefiero no participar.
—Como si tuvieras una opción.
—Tal vez no la tenga —acordó—. Pero tuviste tu oportunidad de
matarme de nuevo en la Capilla de Rosslyn, y no lo hiciste. No sólo eso,
sino que estableciste esa reunión. Creo que querías que tome el cáliz de ti,
para salvarte de tener que llevarle a Lucifer algo que necesitaba tan
desesperadamente.
Así que había entendido todo, después de todo. Ella deseaba
desesperadamente poder decirle que tenía razón, que lo había amado todo
este tiempo. Pero el collar que llevaba estaba ardiendo, como si estuviera
en fuego.
—Sabía que eras tú desde el principio. Por supuesto que sí. Sé dónde
está Dehua. La envié a ella y a Sam para cuidar de Schuyler. Quería tener
esta conversación en privado, pero por supuesto Deming es un poco
impulsivo, y ahora todo el mundo lo sabe. Tuve que dejar que te lleven.
Mimi se encogió de hombros.
—¿Por qué estás aquí, Mimi? ¿Significa lo que espero que signifique?
¿Qué has regresado a nosotros…a mí?
—Nunca —dijo ella—. ¿Por qué iba a conformarme contigo cuando
Jack me está esperando? —Quería hacerlo enojar, lo suficiente como para
luchar. Podía provocarlo, utilizar esa vanidad masculina contra él.
—Jack no te está esperando, y los dos lo sabemos —dijo Kingsley—.
¿Entonces, cuál es tu juego? ¿Por qué estás aquí?
—Estoy aquí para ti. —Se echó hacia atrás en la silla y metió la pierna
hacia adelante, golpeando la rodilla de Kingsley lo más fuerte que pudo. Él
se dobló, y ella fue capaz de conseguir ponerse más allá de él y
desenvainar su espada—. ¿Una lucha hasta el final, no es eso lo que
dijiste?.
Ella ondeó la espada con fuerza, con el objetivo de causar algún tipo
de carne herida, lo suficiente para conseguir sacar a Kingsley de quicio.
Él fue rápido, sin embargo, y se lanzó fuera del camino antes de que
su espada pudiera llegar a él. Su arma estaba en su mano antes de que
ella lo viera recuperarla, pero ella también fue rápida—detuvo su empuje, y
las espadas de metal hicieron un sonido metálico que hizo eco en la
habitación.
—No tiene que ser así —dijo él mientras se peleaban.
—Esta es la única manera en que puede terminar —dijo ella—. Y tiene
que terminar. Deberías haberme matado cuando tuviste la oportunidad.
—Podría decir lo mismo de ti —dijo él.
Lucharon como los iguales que siempre habían sido, bloqueando
golpes del otro, esquivando los golpes de cada uno. Como siempre, Mimi se
sorprendió de lo bien adaptados que eran. No tenía que pensar si quería
ganar esta pelea; era lo único que podía hacer para mantener su terreno.
Y luego, de repente, no pudo mantenerlo más. Kingsley la había
acorralado en contra de las estanterías, y aunque ella había escalado una
de las escaleras para escapar de él, él había usado su espada para cortar a
través de la escalera en la que ella estaba, y la envió rodando al suelo.
Kingsley se puso sobre ella, su espada apuntando a su garganta.
—Voy a darte una última oportunidad —dijo—. No quiero tener que
matarte. Pero no puedo tenerte poniendo en riesgo todo lo que
representamos. Lucifer no puede regresar al Cielo. No lo permitiré. Di algo,
cualquier cosa, así no tengo que hacer esto. Por favor.
Pero Mimi permaneció en silencio.
44
Tomasia (Florencia, 1452)
Traducido por ZoeReed// Corregido por Mais

T
omi despertó exhausta en su propio dormitorio. Desde la
ventana, podía ver los tejados rojos de la ciudad, la luz del sol
iluminando en la terra-cotta. ¿Por qué dolía tanto su cuerpo?
Lo último que recordaba, era que había estado hasta altas
horas de la noche, trabajando en su escultura. Pero cuando la observó, le
pareció extraño. ¿Quiénes eran estas personas la mujer en el suelo y los
dos hombres que estaban por encima de ella?
Tenía frío y temblaba, y le dolía todo el cuerpo. ¿Qué había pasado?
¿Por qué no podía recordar?
¿Dónde estaba Andreas?
Lo último que recordaba era perseguir a un Sangre Plateada en esos
mismos tejados, saltando de casa en casa hasta que lo alcanzaron en la
parte superior de la inacabada cúpula del Brunelleschi. El extraño
encapuchado que había llevado la marca de Lucifer.
¿Me caí? ¿Es por eso que todo me duele tanto? preguntó.

Sí. Andreas asintió. El Croatan te golpeó con un hechizo de


sangre. Ludivivo y yo hemos trabajado mucho y muy duro para
mantenerlo aquí con nosotros en este ciclo.
¡Un hechizo de sangre! ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?
Él le dijo, y ella no lo pudo creer. Tantos meses. Pero no había
ninguna razón para que Andreas le mintiera. Él se acercó y se sentó junto
a su cama y apoyó la cabeza en su hombro.
Ella tiró de él más cerca.
Nuestros enemigos están creciendo en fuerza.
Sí murmuró.

No te preocupes, mi amor. Estaremos bien.


Ella observó su cabeza oscura, esperando sentir la oleada de afecto de
costumbre que se apoderaba de ella cada vez que lo veía. Pero algo se
sentía diferente. Se sentía… vacía. Entumecida. Alejó la escultura de la
cama.

¿Disgustada con tu trabajo? Él se levantó de su abrazo. Por qué


no te acuestas y yo te traigo un jarro de agua fría. No estás bien. Todavía
te estás recuperando.
Un jarro de agua fría… ¿por qué eso sonaba tan familiar?
Sí, supongo que eso será una buena idea.
Había sobrevivido a un hechizo de sangre; ella tenía la suerte de estar
viva. Era por eso. No había otra razón por la que se sentiría tan extraña.
¿Había otra razón?
Bajó la mirada hacia su vientre, sus piernas de un blanco pálido, y en
un instante vio un río de sangre, vio la corona de la cabeza del bebé, pero
el recuerdo se fue tan rápido como llegó y no lo entendía, no sabía lo que
significaba. ¿Qué bebé? ¿Qué fue toda esa sangre?
Pero algo en su alma se afligió, algo en su alma murió ese día…
Tomasia viviría el resto de ese ciclo con Andreas en Florencia, sin
saber que había tenido un hijo, o que el niño había sido robado de ella. Y
Andreas y Ludivivo nunca sabrían que Patrizio los había traicionado, que
en lugar de destruir al niño, Patrizio había planeado tener a la niña como
suya; había matado a su propia hija para que el espíritu de Lucifer pudiera
permanecer en la tierra. La niña era conocida como Giulia de Medici, hija
del duque Patrizio de Medici. Cuando tenía dieciséis años, trató de
suicidarse, como intentaría hacer en cada ciclo de su vida inmortal.

En el White Darkness, Allegra y Charles se sentaron juntos en el piano


de Cotton Club. 1923.
Así que así es como la escondiste de mí dijo Allegra. Y así es
como te traicioné. Yo lo sabía. Siempre lo supe. La culpa y la vergüenza por
mi traición me han perseguido durante siglos. Así como la ira hacia ti por lo
que le hiciste a mi hija.

Yo te fallé, Allegra.


No, Charles, nos fallamos entre los dos. Porque Florencia no fue más
que una consecuencia de una decisión que tomaste hace mucho tiempo. Aquí
no es donde comenzó nuestra separación. No aquí.
Sí dijo Charles. Nunca fuiste capaz de perdonarme por ello. Mira
la escultura que has realizado.
Allegra se quedó mirando la escultura sobre la mesa en Florencia hace
tanto tiempo. Una escultura que remontó aún más en su historia. Una mujer
en el suelo. Dos hombres encima de ella. Uno con una espada en la
garganta del otro.
Todo esto comenzó en Roma.
45
Bliss
Traducido por Mew// Corregido por Mais

C
uán apropiado que Calígula se hubiera escondido el camino
en un teatro—su vida entera había sido una farsa. Tal vez esa
fuera la idea—que Lucifer se riera de ellos mientras trabajaba
en su destrucción. Bliss siguió adelante, sin saber muy bien
qué encontraría o de lo que haría cuando encontrara la obstrucción.
—¿Bliss? —dijo Malcolm—. Me siento algo extraño.
—¿Extraño cómo? ¿En plan está-oscuro-y-estás-cagado-de-miedo, o
extraño en plan los-pasajes-están-cerca?
—Extraño en los pasajes están cerca.
—Bueno, al menos sabemos que estamos en el lugar correcto —dijo
ella—. ¿Qué hacemos ahora?
—Se pone peor cuánto más cerca estoy de los pasajes —dijo—.
Tenemos que seguir adelante.
Caminaron hacia el centro del patio. En la débil luz de su teléfono,
Bliss pudo ver el rostro de Malcolm volverse verde.
—Parece que estamos en el camino correcto —dijo ella—. Siento que
tengas que pasar por esto. —El estómago de él era sensible al menor signo
de mal. En el pasado, que se pusiera enfermo advirtió de un inminente
ataque de una manada de Sabuesos del Infierno.
Él sacudió la mano.
—Es para lo que me apunté. Estoy bien.
Sin embargo, no se veía bien. Esperaba que encontraran algo
rápidamente. Al menos tuvieron tiempo para explorar—tomó solo unos
minutos llegar al centro, dónde Malcolm giró rápidamente y se detuvo.
—Esto es —dijo—. Es justo aquí.
—¿Qué hay aquí?
—Un pasaje abierto, es lo que me hace sentir tan terriblemente.
—El único que puede abrir un portal es Lawson —dijo Bliss. Pero
mientras se acercaban, vio que Malcolm estaba en lo cierto. El aire delante
de ellos reverberó, y finalmente una luz empezó a brillar, más y más
brillante, hasta que hubo un túnel delante de ellos.
—Voy a entrar —dijo Bliss.
—No lo harás tu sola —dijo Malcolm.
—Tengo que hacerlo. Tú tienes que hacerles saber que estamos aquí.
—Dejen de discutir. Ya estamos aquí. —La voz de Ahramin llegó.
Edon y Rafe estaban justo detrás de ella—. Apresúrense. Creo que los del
hotel empiezan a sospechar de nosotros.
—Muy bien… Mac y yo iremos primero, el resto irá después de
nosotros.
Caminaron juntos dentro de la luz. Bliss sintió la ahora familiar
desorientación estando dentro del pasaje, sin tener idea de donde estaba.
Pero a diferencia del pasado, no se detuvieron; en su lugar, la sensación de
girar en remolinos se frenó y se dio cuenta que podían moverse en la luz.
—¿Dónde estamos? —preguntó ella.
—No estoy seguro —dijo Malcolm—. Creo que estamos cerca del lugar
donde algo malo ha pasado. Sigamos adelante y veamos qué pasa.
Pero antes de que pudieran dar otro paso, hubo un ruido sordo y
Bliss sintió el suelo debajo de ellos desaparecer.
Ella estaba cayendo y cayendo, dentro del abismo, dentro del vacío,
en la nada del tiempo y del espacio.
Se sintió como si cayera para siempre. No podía decir si pasaron
minutos u horas antes de que finalmente se desmayara. Volvió en sí y se
dio cuenta que estaba siendo sostenida. Podía sentir unos fuertes brazos a
su alrededor, y abrió los ojos. Podía ver la luz de los pasajes por encima de
ella, brillando débilmente, pero todo estaba oscuro.
—¿Qué…? ¿Dónde estoy? ¿Quién…?
—No te preocupes. Te tengo —dijo una voz.
Lawson.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó ella, a pesar de que ya lo suponía.
—Por la otra dirección. Fui capaz de abrir un portal. Es esto. Esta es
la rotura en los pasajes, la brecha en la línea en el tiempo. ¿Ves cómo el
túnel se termina ahí? —preguntó.
—Mac, ¿estás bien? —preguntó Bliss.
—Aquí —dijo Malcolm, quitándose sus gafas y limpiándolas con el
borde inferior de su camiseta.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Bliss.
—Creo que siguen en los pasajes; puedo oírlos —dijo Lawson—. Todos
están bien; se fueron por el otro camino. Los alcanzaremos más tarde.
—¿Cómo nos has encontrado?
—Estaba justo delante de ustedes en los pasajes, en la otra dirección,
los vi a los dos caer, y salté.
—¿Dónde estamos?
—En el abismo. El Limbo. Tenemos que volver a subir —dijo,
señalando la luz que estaba muy por encima de ellos.
—¿Cómo haremos eso?
—Juntos… —Lawson sostuvo la mano de cada uno—, vamos a saltar.
Estuvieron de regreso en el túnel. De regreso dónde habían empezado.
Bliss podía ver la grieta ahora. Habían dos pasajes que se unían en el
medio: dos túneles iguales encontrándose en un punto. La fisura estaba
rota. Habían intentado cruzarla y por eso habían sido arrojados al Limbo.
—¿Qué es?
—El tiempo se detuvo aquí —dijo Lawson—. La fisura significa que
fue manipulado por alguien. Se detuvo y entonces los pasajes se
bifurcaron en dos direcciones, cuando el tiempo debe ir únicamente en un
solo sentido.
Bliss miró la grieta y recordó algo que había aprendido durante la
reunión del Comité, cuando fue introducida por primera vez en el mundo
secreto de los Sangre Azul.
Solo un vampiro en la historia del mundo ha tenido la habilidad de
detener el tiempo.
—Ahora viene la parte difícil —dijo Lawson—. Tienen que
concentrarse. Intentar entrar en la cabeza de Allegra o en…. —Él no pudo
decirlo; Bliss pudo oírlo en su voz: En la de tus padres—. Cualquiera de
sus padres podría mostrarnos qué pasó, si estuvieran aquí. Enfóquense, y
haré un encantamiento y trataré de ver lo que ustedes ven.
Bliss cerró sus ojos. Muéstramelo, pensó. Cualquiera de ustedes, por
favor, enséñamelo. Ahora.
Entonces lo vio.
Una mujer corriendo a través de los pasajes. Estaba asustada, y Bliss
sintió su miedo. Estaba vibrando por todo su alrededor.
Bliss la miró fijamente.
La mujer le devolvió la mirada.
Era Allegra, y no Allegra.
Se veía diferente. Esta era su madre en un ciclo diferente.
Pero fue su espíritu inmortal lo que Bliss reconoció.
Gabrielle.
—¡Corre! —dijo Gabrielle—. ¡Corre! —Ella corrió hacia la fisura, hacia
la oscuridad.
Bliss jadeó y se tambaleó, y Lawson la atrapó.
—¿Qué sucede?
—¡Tenemos que ayudarla! —dijo Bliss.
—No hay nada que podamos hacer desde aquí —dijo Lawson—. Todo
cuanto podemos hacer es observar e intentar entender qué pasó.
—¡Yo no quiero entender! Quiero hacer que eso se detenga antes de
que lo que sea eso la atrape.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
—Sé quién la está persiguiendo. Sé por qué está huyendo, y ahora él
está cada vez más cerca. Es… es mi padre.
46
Schuyler
Traducido por Mew// Corregido por Mais

L
o que fue más sorprendente que verse de repente en el Infierno
era quién la había llevado allí. ¿Cómo no había reconocido su
voz? ¿Cómo no lo había reconocido desde el principio? Él se
había disfrazado—una ilusión, ahora lo veía—y ni siquiera se
había dado cuenta; no le había dado una segunda mirada al chofer de
negro sosteniendo el cartel.
La ilusión se había ido, y ahora lo podía ver claramente. Su brillante
cabello rubio y ojos de cristal verde. Podía sentir su cuerpo contra el de
ella y su aliento en su mejilla. Él estaba vivo—su corazón saltó ante eso—
¡Jack estaba vivo! Había intentado tanto suprimir sus sentimientos, evitar
preocuparse—pero verlo delante de ella la hizo darse cuenta de lo mucho
que había creído que estaba muerto. Pero su felicidad era solo de ella. Él
no la compartía y no entendía por qué. Miró fijamente su rostro; ¿por qué
lo tenía arrugado de esa forma? ¿y por qué estaba tan frío? Su piel era
como el hielo al tacto—como si estuviera hecho de mármol. Era como una
estatua.
Este no era el reencuentro gozoso que Schuyler había estado
soñando. Algo iba mal con Jack. No era el mismo. ¿Qué le había pasado a
su amado?
—Jack…¿qué está pasando? —dijo en un respiro, girándose hacia él
incluso aunque la sostenía como a una prisionera.
Su mirada era fría y distante. No había chispa en sus ojos, ni calidez.
Era Jack, pero de alguna forma no era su Jack. Schuyler empezó a
sentirse muy asustada por los dos.
—No lo entiendo —dijo—. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué está
pasando? Jack… ¿qué te ha pasado?
Él no respondió y Schuyler se dio cuenta de lo que había estado
reacia a admitir. Que la presencia que ella había estado sintiendo—
aquellos ojos sobre ella—habían sido él todo el tiempo. Lo había sentido y
había tratado de llegar a él, pero no hubo ninguna respuesta, por lo que
había intentado olvidarse de ello, había tratado de convencerse que no
sentía nada. Que estaba viendo fantasmas; que se estaba gastando una
broma a sí misma.
Pero por supuesto ella lo sabía. Sabía que él estaba el Londres; sabía
que él había estado mirándola. Había estado esperando que él viniese a
ella, que se mostrara, y ahora lo había hecho. ¿Había visto todo lo que le
había pasado? ¿Estuvo ahí cuando se encontró con su abuela? ¿Cuándo
visitó la tumba de su padre?
Miró profundamente a sus ojos, y encontró su mirada devolviéndole el
gesto en blanco. Era como si el Jack que ella conocía hubiera sido
completamente borrado. Sintió su estómago encogerse y las lágrimas
llegaron a sus ojos. Incluso si no podía poner sus brazos a su alrededor, ya
que él las sostenía a sus costados, estaban tan cerca que pudo girar el
rostro y presionar su mejilla contra la fría de él.
—¿A dónde me llevas? —preguntó, incluso si podía suponer que ya lo
sabía—. Estás trabajando de nuevo para Lucifer, ¿verdad?
Él no lo negó.
—¿Pero, por qué? ¿Por qué ahora? ¿Qué le pasó a Mimi? ¿La has
matado?
Schuyler contuvo el aliento. ¿Era eso lo que había pasado? ¿Era por
eso que estaba tan cambiado? ¿Porque la había matado?
—Azrael vive.
—Igual que tú. Así que, ¿cómo?
Luchó contra su agarre y presionó su cuerpo contra el cuerpo de él.
Esperaba que su cuerpo la recordara al menos—que de algún modo, de
alguna manera, él pudiera reconocer su profundo vínculo. Cada vez que
estaban juntos, siempre había mucho calor entre ellos, pero aun así, Jack
permaneció helado y distante. ¿Había alguna forma de traerlo de vuelta?
¿De hacerlo recordar?
—No me importa —dijo ella—. No tienes que explicar nada. Solo
quiero que vuelvas, Jack. Por favor, no hagas esto. Sé que éste no eres tú.
—Tú no sabes nada de mí, Schuyler, nunca lo hiciste. Nunca has
entendido lo que significa ser uno de los Caídos.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Después de todo por lo que hemos
pasado?
Pensó en todo lo que habían hecho juntos—recordó la primera vez que
hablaron, fuera de ese club nocturno de Nueva York—todas esas noches
secretas en el apartamento de Perry Street—su unión en Florencia—y la
última noche en el Cairo…Él siempre sería suyo, y ella de él. Era su gran
amor, y verlo así, incluso de esta forma, trajo alegría a sus sentidos
independientemente de su miedo y confusión.
Jack estaba vivo.
Y sin embargo, Jack estaba muerto.
¿Dónde estaba el chico que le había prometido su vida y amor?
¿Dónde estaba el que le había sostenido tan cerca que muchas veces no
podía ni respirar? ¿Dónde estaba el chico con la sonrisa grave, la poesía y
los libros? ¿El que la llegó a Viena por un capricho? ¿El chico que ella
conocía incluso mejor a sí misma? Quien conocía cada cosa sobre ella,
cada pulgada de su cuerpo, cada aleteo de su corazón. Jack era suyo—él
era su dueño, lo amaba profundamente, y a pesar de esto, aún lo amaba.
¿Dónde estaba Jack? ¿Qué se había hecho a sí mismo?
—Jack, soy yo —dijo ella suavemente—. Permíteme ayudarte.
—Tú no sabes nada —dijo de nuevo—. Y te vi con él.
—¿Qué? ¿Con quién?
—Con él —escupió y ella se dio cuenta de que hablaba de Oliver.
Schuyler quiso reír, aquello era tan absurdo.
—Tú sabes que no hay nada entre Oliver y yo. Ya no. No desde que
dejé Nueva York para estar contigo. ¿Lo recuerdas? Él solo es mi amigo.
Ella quería a Oliver, pero nunca lo había querido del modo en que
amaba a Jack. Jack lo sabía. Lo sabía desde el principio. Eso casi había
roto a su mejor amigo—y a ella admitirlo—pero era la verdad. Siempre
había habido un chico en su corazón. Únicamente Jack Force.
—Sé lo que él quiere…y lo que tú quieres. Lo que siempre has
querido.
La había visto besar a Oliver, se dio cuenta. Su agarre a su alrededor
se apretó, pero no había calor en ello, solo rabia, solo violencia. Él podía
romperla por la mitad, se dio cuenta; romperla como una ramita; matarla
sin pensarlo dos veces.
—Eso no es lo que parece; tú de todas las personas deberías saberlo
—dijo—. Le di un beso de despedida.
—¿Cómo hiciste conmigo? —preguntó con una sonrisa en su voz y
ahora su control sobre ella llegó a ser tan doloroso que todo lo que pudo
hacer fue no gritar.
—¿Cómo puedes decirme eso? —preguntó. ¿Cómo podía mancillar la
memoria de su última noche? Eso era todo lo que tenía de él. Sabía que no
era el mismo, pero aun así dolió.
—Porque no hay nada que puedas decir que yo quiera escuchar —dijo
con una sonrisa cruel—. Nuestro vínculo está roto. Nunca se forjó. Ahora
no hay nada entre nosotros y nunca lo ha habido.
—No crees eso, sé que no. No verdaderamente. ¿Por qué estás
haciendo esto? —susurró ella.
—Porque esto es lo que soy —dijo Jack.
Schuyler entendió lo que le estaba diciendo—que la maldad siempre
fue parte de su naturaleza. Él era un Ángel Oscuro. Había estado
luchando por la Luz, pero al final, se había dado por vencido. Lo que había
ocurrido entre él y Mimi lo había cambiado, justo como Schuyler se había
temido.
Iba a morir. Entendía por qué había venido a por ella. Iba a morir en
sus manos. Esta era la forma en que iba a terminar. Lawrence la había
advertido; Mimi la había advertido. Sin embargo, Jack y ella habían
ignorado todas las señales, todas las advertencias. Habían luchado por
estar juntos, y era así como terminaría. Su amor había sido inútil, dañado
y maldito desde el principio.
Jack continuó sosteniéndola cerca y Schuyler susurró en su oído:
—Te conozco. Sé que este no eres tú. E incluso así, te sigo amando.
Con la misma intensidad como siempre ha sido. Siempre serás mío.
Tómame…soy tuya. Toma lo que sea que necesites de mí, te lo daré
gustosamente. Siempre te voy amar, te prometí eso cuando te fuiste, y
sigue siendo verdad. —Lo miró, y sin importar lo que pasara, sabía que eso
era verdad. Siempre amaría a Jack. Incluso ahora. Incluso si él ya no la
amaba.
Pero Jack no respondió. Se estaba transformando delante de ella en la
visión temerosa que había visto antes. El aterrador ángel cornudo con
magníficas alas, vestido con una armadura de oro. Abbadon, el Ángel de la
Destrucción. El Ángel Oscuro del Apocalipsis.
—¿Qué quiere Lucifer conmigo? —preguntó ella en voz baja.
—Creo que lo sabes.
—La Puerta de la Promesa.
—Tú eres la llave —dijo Abbadon—. Tú nos llevarás al Paraíso. Y el
Cielo sucumbirá bajo nuestro dominio.
TERCERA PARTE.
LOS PECADOS DEL PADRE

Mientras todo el mundo esté perdido, la batalla está


ganada.
—The Killers, «All These Things That I’ve Done»
47
Gabrielle

L
Traducido por Kripipe// Corregido por Majomaestre27

o recuerdo todo ahora.


Había decidido caminar después de la actuación. La música
me movía, era tan hermosa y triste. Pero era feliz.
Estábamos contentos entonces. Tú y Yo. Habíamos
aprendido a amar este mundo, y todavía no habíamos
conocido la desesperación. Había descubierto algo que podría cambiar
nuestro mundo para siempre, y quería contártelo pero quería estar segura.
Era un secreto maravilloso, y había planeado contártelo tan pronto
estuviéramos en casa en Eden.
Pasé más allá del patio y subí los escalones, y decidí que iba a tomar
los pasajes para visitar a nuestros amigos en Lutetia. Pero mientras
caminaba, oí algo—un ruido, algo diferente. Y seguí el ruido a su fuente. Los
túneles eran diferentes, y me di cuenta de que ya no estaba en este mundo,
sino en otro. Ya ni siquiera estaba en los pasajes.
Estaba en un camino diferente.
Oí su voz, en auge en la oscuridad. La voz de nuestro amigo y
emperador. Gaius. Al que llamaban Calígula. Dirigiéndose a su pueblo.
Doblé la esquina y lo vi.
Sus ojos brillaban carmesí y plata; sus colmillos extendidos. Vi su
hambre y codicia, y supe que todo estaba perdido. Este Gaius era Lucifer,
escondido entre nosotros, y había descubierto los Caminos de la Muerte, y
conduciría un ejército de Caídos y demonios para tomar este mundo.
Así que corrí.
Escapé para contarte, para advertirte, para advertir a todos sobre la
traición que había en el Aquelarre, que habíamos alimentado y nutrido entre
nosotros.
Corrí.
Y Lucifer me siguió.
48
Mimi

L
Traducido por Kripipe// Corregido por Majomaestre27

a espada de Kingsley estaba en su garganta.


—¿Por qué está pasando esto otra vez? —preguntó él—.
¿Por qué siempre parece que nos encontramos aquí?
—El destino, supongo —dijo Mimi, finalmente rompiendo su
silencio; aunque sabía que probablemente no era el
momento de bromear.
—Sabes que te amo —dijo.
—¿Sí? ¿Estás tan enamorado de mí que has estado por ahí con la
mitad de las chicas de Londres? —dijo con una ceja levantada.
—Ellas no significaban nada…y no hice nada con ellas. Intenté
olvidarte. Dios lo sabe. Estaba loco. Traté de encontrar algo…cualquier
cosa…que me hiciera olvidarme de ti. Pero nada pudo. He sido fiel, lo juro.
Las apariencias engañan. Tú más que nadie debe saber eso.
Mimi continuó mirándolo incluso mientras sentía una tremenda
sensación de alivio. Kingsley rozó su espada sobre su piel como una
caricia.
—Y sé que me amas. Me dijiste que me amabas sin importar qué, y
debería recordar eso. ¿Entonces por qué estás intentando hacerme olvidar
eso ahora?
—Porque así es como tiene que terminar —dijo.
—Sabes que eso no es lo que quiero —dijo, pero Mimi podía ver la
duda en sus ojos. Él no entendía por qué estaba haciendo esto, y eso era
bueno. Necesitaba confundirlo, convencerlo de que ella era odiosa.
Él estaba mejor sin ella. Tendría una oportunidad de ser feliz, una
vida mejor. Podía encontrar a alguien más, alguien que no fuera tan
complicada, tan difícil. Alguien agradable. Esa era una palabra que nadie
usaría nunca para describirla.
La espada de Kingsley flotó hacia su cuello, entonces cortó el cuello
de su blusa.
—¡Oye! —exclamó—. ¡Cuidado! ¡Es Chanel!
Pero sus ojos estaban fijos en la piedra esmeralda sentada en la base
de su garganta.
—¿Eso es lo que creo que es? —dijo, horrorizado.
La Maldición de Lucifer. La Estrella de los Cielos. Un tesoro más
precioso que las propias estrellas. Dada por el Lucero del Alba a su
querido amor.
—Te lo dije, estoy con él ahora —dijo Mimi—. Él es mi Príncipe
Oscuro y señor.
49
Schuyler
Traducido por Kripipe// Corregido por Majomaestre27

E
n la orilla del río de oro, la ciudad del vencedor se levantará
una vez más en el umbral de la Puerta de la Promesa.
Él la había llevado a la puerta, escondido en lo profundo bajo
la iglesia en pie más antigua de la ciudad: la Capilla de San Juan en la
Torre de Londres. Debajo de la iglesia, en el túnel que conducía a los
Caminos de la Muerte, y hacia el altar de piedra en medio del pasaje.
La Puerta de la Promesa era una losa con un círculo recortado en el
centro, y senderos habían sido tallados en la piedra a su alrededor. Casi
como uno de esos rompecabezas con un pinball en miniatura en ellos.
Jack la puso sobre la piedra, y se sentía fría bajo su espalda. Por
primera vez, ella estaba realmente asustada. Ahora entendía para qué eran
las ranuras de la losa, y cómo se abriría la puerta. Un camino de sangre.
Una vez más, la destrucción de la puerta exigiría un sacrificio.
—Jack —exclamó mientras él se inclinaba hacia su cuello, sus
colmillos extendidos, hasta que pudo sentir su filo en su piel y un hilo de
sangre.
El cuerpo de él descansaba en gran medida sobre el suyo, y podía
sentir sus corazones latiendo en tándem. Ella le había dicho la verdad—
que podía tomar lo que quisiera de ella—y cuando hundió sus colmillos en
su cuello, sintió el mismo estremecimiento de éxtasis y placer que siempre
le traía. Su sangre mezclándose con la de él. Sintió su espíritu
abrumándola, y se abrió a él. Estaba bebiendo de ella tan profundamente,
y ella se rindió—si esto era la muerte, entonces sería bienvenida. Quería
ser uno con él, por toda la eternidad. Podía sentir un cambio en su
interior, una aceleración, una emoción. Él ya no estaba frío, sino caliente,
tan caliente otra vez. Pero él nunca había tomado de ella como esto antes,
y se sintió mareada y débil. Estaba tomando demasiado, demasiada
sangre—y cayó sobre la piedra, y los grabados en la losa cobraron vida,
despertaron, abrieron…
Y siguió bebiendo mientras las sostenía, manteniendo sus manos a
sus costados. Su agarre era como el hielo, grilletes alrededor de su
muñeca. Placer y dolor, vida y muerte, sangre y sacrificio.
Finalmente se detuvo y liberó sus colmillos, pero ahora ella podía
sentir su cálido aliento en la mejilla. Le susurró al oído, y por un
momento, Schuyler pensó que estaba a salvo. Qué él había regresado a
ella al final.
Jack sacudió la cabeza.
—No voy a matarte —dijo suavemente.
—Porque yo lo haré —dijo una voz desconocida.
Schuyler miró hacia el sonido y vio que Lucifer y sus ejércitos estaban
congregados detrás de Jack. Los ángeles Caídos, sus demonios y duendes;
Sabuesos del Infierno y cada criatura del Infierno estaba lista y esperando.
Por el sacrificio.
Por su sangre para abrir la puerta.
50
Gabrielle
Traducido por Kripipe// Corregido por Majomaestre27

P
odía sentirlo. Estaba llamándome. Su voz, tan hermosa incluso
entonces. Él estaba diciendo: Gabrielle. No temas. No me
temas. Te amo. No te haré daño.
Detente.
Detente y escúchame.
Gabrielle, mi luz. Detente por mí.
Pero yo sabía que si paraba estaba perdida. Sabía que él había
planeado esto todo el tiempo, desde el comienzo.
Mientras corría lejos de él. Vi a alguien en los pasajes.
Una chica.
Ella tenía un hermoso cabello rojo y ojos verdes.
Mi hija. Mi hija con él. Lo pude ver en su tristeza. La cicatriz a través de
su camisa. Sabía qué la había puesto ahí. Pude ver los restos de su espada
rota en su alma; sabía que su poder la había sanado.
Comprendí entonces, que este no era el final.
Esto era sólo el comienzo.
Pero tal vez había esperanza.
Había un chico con ella. Un lobo. Y lo supe. Supe cómo conseguir
ayudar.
Pude ver el pasado, el presente y el futuro.
La acerqué a mí.
Le susurré al oído.
51
Bliss
Traducido por ZoeReed // Corregido por Majomaestre27

M
adre.
Lupus Theliel. Mi acónito.

¿Qué te está ocurriendo? Podemos ayudarte.

No se puede evitar que esto suceda. Él vendrá


por mí. Y se acabará.
¡No!

No hay nada que puedas hacer ahora.

No Bliss sollozó. Él te destruirá.

Escuchen…los lobos…la Guardia Pretoriana…se levantarán


aquí…ayudarán a Michael a derrotar a los demonios y a su rey por ahora...
Y cuando Lucifer regrese, deben tenerlos a su lado. Gabrielle miró a
Lawson. Fenrir, queda en ti restaurar lo que se ha roto.

No podemos liberarlos. Los pasajes están bloqueados. No hemos


podido regresar al inframundo explicó Lawson.

Esta es nuestra única oportunidad, entonces dijo Gabrielle. Él


me llevará, y estará distraído. Cuando ocurra, el camino se abrirá. Se
dirigió hacia Lawson: Abre el portal y te llevará a donde necesitas ir.

¡No podemos dejarte aquí! exclamó Bliss.

Es demasiado tarde para mí.

Madre...
Ya ha ocurrido dijo Gabrielle. Nada puede cambiar eso.
Ella se apartó de ellos y siguió corriendo.
Y ellos lo vieron.
Lucifer.
Él apareció en el túnel en su verdadera forma inmortal. Era hermoso
y dorado, sus alas se extendían por completo. Detuvo a Gabrielle, apareció
justo en frente de ella.
La tomó en sus brazos.
Gabrielle.
¡Ahora!
¡Lawson! ¡El portal! susurró Bliss.
Él no dudó. Tomó su mano y la de Malcolm.
El pasaje se abrió ante ellos, y saltaron para pasar.
52
Schuyler
Traducido por Isane33 // Corregido por Majomaestre27

E
l Príncipe de las Tinieblas, el Rey del Infierno, el Lucero del
Alba, el Portador de Luz, Lucifer, el Arcángel del Amanecer,
estaba delante de ella. Era tan hermoso, tal como lo había
sido en la cima de la montaña en Río, cuando Schuyler lo
había visto por primera vez. Resultaba muy doloroso contemplar su
belleza. Su luz era más fuerte que el sol. Era el hijo del Cielo personificado.
Schuyler no podía moverse. Jack ya no la sujetaba, pero ella estaba
bajo un encantamiento oscuro, atada al altar de piedra. Estaba tan débil,
había perdido demasiada sangre, que apenas podía moverse, incluso sin
sus ataduras.
Lucifer sonrió y le acarició el cabello.
—Tan hermosa como tu madre, tal vez aún más.
—No hables de mi madre. No sabes nada de mi madre —le dijo
Schuyler, incluso encontrando difícil hablar.
—Por el contrario, mi querida. Tu madre y yo… bueno, digamos que
somos muy, muy viejos amigos. Conozco a Gabrielle quizás demasiado
íntimamente. Finalmente entendí que esto era lo que me estaba ocultando.
Era tan fácil de encontrar después de todo. Así que esto es lo que ella
había estado planeando. Salvación. Redención. No habrá redención hoy.
Sólo venganza y triunfo.
Lucifer se inclinó sobre su cuello, y Schuyler se apartó de él y cerró
los ojos con fuerza, preparándose para que sus colmillos le perforaran la
piel.
Pero él retrocedió de repente.
—¡Abbadon! ¡Bebiste de ella!
—Mis disculpas, mi señor, la tentación era demasiado grande. —Jack
hizo una reverencia.
—Sí, ya veo —gruñó Lucifer—. No importa. —El Príncipe Oscuro tomó
su espada y le cortó la garganta a Schuyler, le abrió la yugular y la sangre
empezó a manar de ella, a la tabilla de piedra, abriendo la puerta. Un río
de sangre...
Así que así se sentía morir. Schuyler se había preguntado si había
heredado la inmortalidad de los parientes de su madre, y ahora lo sabía.
No la había heredado. Era mortal. Podía morir, e iba a morir ahora. Hoy.
Ella ya no podía hablar, ya no podía pensar. Pero se aferró a la única
cosa que sabía que era verdad. Su amor.
Jack… Jack… mi amor… ayúdame… ella le envió. Incluso si no le
respondía, todavía se aferraba a él. Era todo lo que le quedaba al final.
Solo Jack.
Lo miró fijamente, a sus ojos vacíos, y se preparó para morir, se
preparó para el final de su vida.
No tengo nada que lamentar. No me arrepiento de nada. Lo había
intentado y les había fallado a todos—a su madre, a Lawrence, al
Aquelarre. Le había fallado a Jack también. Por enamorarse de él lo había
condenado. Pero aun así, no podía arrepentirse de su amor. Había hecho
todo lo posible y había fallado.
Cerró los ojos mientras la vida se le escapaba.
Entonces, de repente, a través de la niebla, como si viniera desde
muy, muy lejos, Schuyler lo oyó. Escuchó su voz en su cabeza.
La voz de Jack.
Llegó a ella como un salvavidas, una luz en la oscuridad. Tal como
había esperado. Tal vez el Beso Sagrado había hecho que regresara a ella
de alguna manera.
Pero cuando habló, su voz era fría y cruel.
Solo tu padre puede ayudarte ahora, Jack envió, mientras permanecía
de pie al lado de Lucifer, viéndola morir.
53
Mimi
Traducido por Nati CL// Corregido por Majomaestre27

N
o lo creo —dijo Kingsley, mirando la piedra esmeralda que la
ataba a Lucifer—. No lo creo ni por un segundo.
Pero Mimi estaba cansada de esperar y cansada de jugar a
este juego. Él estaba tan cerca de ella y si no lo hacía ahora, nunca tendría
el valor de nuevo, así que sacó su espada y se lo llevó contra su garganta,
con ganas de acabar con todo, para salvarlo incluso si ella no podía
salvarse a sí misma.
Esperó a que llegara la muerte.
Pero la muerte no llegó.
Kingsley era más rápido, más fuerte, y en lugar de dejar que su
espada la partiera en dos, la dirigió hacia el corazón de la esmeralda.
—¡No! —gritó ella.
La esmeralda estalló en Fuego Blanco y desapareció.
Mimi parpadeó con los ojos abiertos. Estaba viva y Kingsley estaba
vivo. El terrible peso oscuro había caído de sus hombros.
Se arrojó a sus brazos y sollozó.
Kingsley la agarró contra él y ambos cayeron de espaldas al suelo, y él
la estaba besando, y ella lo besaba con una pasión que la sorprendió
incluso a ella.
Él estaba sonriendo. Era tan guapo y valiente, y la abrazó como si
nunca la dejaría ir.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó ella.
—El Fuego de Dios. Hemos equipado todas nuestras espadas con el
poder del Espíritu Santo. Destruyó la Maldición de Lucifer. Entonces, ¿qué
está pasando? ¿Vas a decirme?
Ella le contó todo, justo cuando la puerta se abrió con una explosión.
Oliver se quedó allí, balbuceando e histérico. Había usado el código
del Venator que Kingsley le había dado en secreto para hacer un
seguimiento al refugio.
—¡Schuyler! ¡Se llevaron a Schuyler… van llevarla a la puerta!
54
Lupus Theliel
Traducido por Nati CL// Corregido por Majomaestre27

H
abían regresado al inframundo, recogido el resto de la
manada en los pasajes, y de regresó a su antigua casa. Bliss
podía ver el humo, oler el fuego, y respirar la ceniza de las
tierras áridas, el mundo olvidado, donde nada crecía y todo
estaba muerto. El cielo eternamente gris colgaba por encima de ellos.
—Espero que recuerdes tu camino por aquí —susurró Bliss.
—Como si fuera ayer —respondió Lawson—. Vamos, los lobos están
en sus guaridas.
—¿Y qué pasa con los trolls? ¿Y los maestros? —preguntó Malcolm.
—¿Qué pasa con ellos? —Lawson sonrió.
—No tienes miedo —dijo Bliss.
Él negó con la cabeza.
—Tu madre. El Ángel del Señor. Gabrielle. Ella me llamó Fenrir28.
Bliss se dio cuenta de que nunca lo había creído antes. Incluso
después de que él había destruido a Romulus—incluso después de todo lo
que había sido capaz de lograr. Lawson no había creído en sí mismo. No
podía aceptar que era el que iba a salvar a los lobos de la esclavitud.
Con un gran rugido, Lawson se transformó en el gran lobo, y Fenrir se
puso delante de Bliss. Él era más grande que Romulus; más grande que
todos los animales del Infierno.
Su fuerza romperá nuestras cadenas.

28
En la mitología nórdica, es un lobo monstruoso. Es el padre de los lobos, hijo de Loki.
En su espíritu vamos a renacer.
Bliss miró a la manada: se habían transformado también. Los lobos
de pie en un círculo a su alrededor. Sus ojos brillaban con los sellos de la
media luna azul que los marcaba como pertenecientes a Fenrir.
Estaba sola.
Ya no era un vampiro.
Pero mientras lo descubrió, ya no era humana tampoco.
Se miró. Sus garras. Sintió la nitidez de sus colmillos. A diferencia de
los colmillos de vampiro. Sintió la fuerza de su cuerpo, en su naturaleza
animal.
Ella era una de ellos.
Sea lo que sea que su madre había hecho, ella había hecho esto. Le
había dado el don lobo. Le había dado la fuerza para pertenecer.
Lawson la acarició.
Eres realmente uno de la manada ahora. Corre conmigo.
Los lobos aullaban, un grito de guerra, una advertencia:
Estamos llegando. Estamos llegando, mis hermanos y hermanas.
Fenrir ha regresado.
Vamos a romper sus cadenas. Vamos a llevarlos en libertad.
Vamos a traer la guerra a nuestros enemigos.
¡Levántense, levántense! Es nuestro tiempo. La Guerra de los Cielos
está sobre nosotros. Levántense, lobos de la guarida, lobos de la guardia.
Levántense y derrotemos al enemigo que matamos una vez antes.
55
Schuyler

¿
Traducido por Nati CL// Corregido por Majomaestre27

Mi padre? Schuyler se preguntaba, incluso cuando sintió que


su conciencia comenzaba a desvanecerse; cómo su sangre se
filtraba y la muerte se acercaba.
¿Mi padre?
¿Por qué Jack le diría que su padre podría ayudarla?
¿Cómo podía ser tan despiadado para decir una cosa así?
Mi padre está muerto. Mi padre está enterrado en el suelo. Él no
ayudará a nadie.
Entonces se dio cuenta...
Su padre.
Su padre inmortal.
Charles Force. Michael. Su padre. Este era el secreto de Allegra. Esta
era la clave de los gemelos, la sangreal. Schuyler había tenido un padre
humano para crear una nueva vida, pero de alguna manera, también era
hija de Michael y Gabrielle.
Schuyler recordaba aquellos días en el hospital, en la cabecera del
Allegra, y su intuición, la idea que había aparecido en su cabeza cuando
había visto al hombre de cabello gris que se arrodillaba en la habitación de
su madre, pidiendo su perdón. ¿Cómo fue que lo llamó entonces? Padre.
Tenían el mismo cabello oscuro, aunque el suyo había encanecido.
Compartieron un lazo que ninguno de ellos había reconocido. Por el
secreto de Allegra que había sido escondido tan profundamente cuando
ella había roto el vínculo, cuando se había casado con su familiar humano.
La verdad de la herencia de Schuyler tenía que permanecer en secreto,
incluso de su propio padre.
Padre.
Ayúdame.
Ayúdame.
Padre.
Desde la Oscuridad Blanca, una espada apareció en su mano.
La espada de Michael.
La Hoja de Paraíso. La Espada Dorada de los Cielos.
La espada de su padre.
Agarró la empuñadura y recortó en los enlaces invisibles que la
sujetaban, y podía sentir la fuerza de volver a su cuerpo, podía sentir la
herida en su cuello comenzar a sanar. Saltó de la mesa de piedra,
sosteniendo su espada en alto.
Lucifer rugió e instó a sus ejércitos oscuros para su destrucción, y
Schuyler se encogió mientras el Príncipe Oscuro se embestía hacia ella con
odio en sus ojos, su propia espada, blanco ardiente, con el fuego del Cielo.
Pero el golpe nunca aterrizó, ya que Jack se lanzó sobre ella para
protegerla de los ataques.
—¡Jack! —gritó.
Él la miró con ternura, y supo que él nunca había sido falso. Que
había habido una razón para sus acciones. Él había bebido de ella, se dio
cuenta ahora, para mantener a Lucifer de hacer lo mismo.
—Hola tú. —Ella sonrió y pasó un dedo en su mejilla—. ¿Dónde has
estado?
—Aquí mismo, siempre —Jack murmuró, besando todo su rostro, su
cuello. Pero había poco tiempo para la ternura.
Lucifer se alzó con fuerza feroz, y el Príncipe Oscuro se cernió sobre
ellos. Sus colmillos expuestos, él ya no era hermoso, ya no brillante como
el sol, pero lo revelaron como rey eterno del Infierno, como el monstruo
horrible que era, oscuro y retorcido y el mal. Schuyler se aferró a Jack y se
preparó para que Lucifer hiciera lo peor.
Pero fuera de las sombras, de la oscuridad, surgieron poderosas
bestias, listo para la sangre. Los lobos de la guardia.
56
Bliss
Traducido por Nati CL// Corregido por Majomaestre27

L
os lobos aterrizaron en la batalla, al encuentro de sus antiguos
amos con uñas y dientes. Con espuma en sus labios y la
sangre en la boca. Por venganza. Por la victoria. Por la libertad.
Habían seguido a Fenrir mientras corría a través de los pasajes, hacia
la Puerta de la Promesa que Gabrielle le había mostrado, y apareció en la
lápida mientras Schuyler sostenía la espada de Michael en alto.
—¡Destruyan a nuestros enemigos! —Fenrir rugió—. ¡Háganlos sentir
nuestra ira, nuestra venganza!
Bliss vio a Schuyler a través del caos y quería correr hacia ella, pero
no había tiempo. La batalla estaba sobre ellos. Lucharían o morirían. Los
lobos habían sido despojados de sus cadenas; eran salvajes y feroces.
Demonio-combatientes. Demonio-asesinos.
Plata contra la carne, el Fuego Blanco del Cielo contra las bestias del
Infierno. Los lobos lucharon con valentía y coraje, pero sus números no
eran rival para el Fuego de Dios, por la llama que quemaba sus propias
almas.
Ellos corrían aullando hacia los bordes, aullando en retirada.
Hasta que un resplandor de luz brilló en la oscuridad.
Una luz que era tan brillante como el Fuego de Dios—aún más
brillante—esta era la luz del Santo Grial, bendecida por el espíritu del Hijo
de Dios. La verdadera luz del Cielo.
Los Venators habían venido.
57
Mimi
Traducido por Nati CL// Corregido por Majomaestre27

L
os ángeles Araquiel y Azrael habían venido a luchar por la Luz,
para defender la Puerta del Cielo contra sus enemigos. Volaron
a la batalla con un equipo de ángeles, vestidos en su
armadura dorada, mientras que en todas partes, cuernos,
cuernos, cuernos sonaron en señal de triunfo, al igual que cuando Michael
se había llevado a los ángeles hace tanto tiempo.
Sus espadas estaban en llamas con el Fuego de Dios, y sus corazones
eran puros y alegres mientras cayeron sobre los demonios y sus hermanos
Sangre Plateada.
Ellos dijeron que no había nada más bello que el día que Araquiel
partiera al demonio Leviatán en dos, y trajera la muerte a los traficantes
de muerte. Azrael era una valquiria poderosa, sus garras encendidas en
luz, y los demonios se encogieron y cayeron sobre sus espadas y se
dispersaron.
Con los lobos a su lado, los ángeles lucharon valientemente, y la
lápida se tiñó de rojo con la sangre de sus enemigos.
Azrael se arrodilló, tomando un respiro.
—La victoria es nuestra —dijo Araquiel.
—Sí —susurró Azrael. Pero ella tropezó, agarrándose el estómago,
donde había sido herida. El Fuego Negro había trabajado su camino en su
sangre. La consumiría…podía sentir el veneno comer en su alma.
—Eres Azrael. Eres más fuerte que esto —dijo Araquiel en la
desesperación—. No puedes dejarme ahora.
—Yo no quiero dejarte —susurró Azrael, pero sus labios estaban fríos
en su mejilla, y él supo que no le quedaba mucho tiempo.
Sus lágrimas cayeron sobre su rostro, bañándola con su dolor.
58
Schuyler
Traducido por Isane33 // Corregido por Majomaestre27

N
o podía encontrarlo. No podía ver dónde había ido. Ellos
habían sido separados en el caos de la lucha. ¿Jack… dónde
estás? Pero todo era humo y llamas, todo era anarquía,
guerra y ruina. Los lobos estaban por todas partes, y los
Venators estaban luchando con cada onza de sus almas. Los vampiros se
habían transformado—eran ángeles ahora—igual que en la batalla que los
había condenado a la oscuridad. Ahora estaban en la batalla final por la
redención, luchando por volver al paraíso del que habían sido desterrados.
Pero ¿dónde estaba Jack?
¿Dónde estaba su amor?
Schuyler luchó con valentía y de manera constante, blandiendo la
espada de su padre, abriéndose camino hacia la vanguardia, hasta que
encontró a los dos ángeles luchando entre ellos, la Oscuridad contra la
Luz, sus espadas de oro chocando sobre la tablilla. Entonces uno se
resbaló… y…
Schuyler sostuvo la espada contra su corazón.
Lucifer estaba tendido sobre la lápida.
La espada de Michael lo retenía allí.
Schuyler podía saborear la victoria de su pueblo. El momento había
llegado. Su oportunidad de destruirlo de una vez por todas. De destruir al
Príncipe Oscuro con la espada del arcángel.
—No creo que quieras hacer eso —le dijo Lucifer con calma.
—Créeme, no hay nada que quiera más —le respondió.
—No puedes ver detrás de ti —dijo él—. Pero yo sí. Abbadon, ¿te
gustaría describir lo que está sucediendo en este momento? —preguntó
Lucifer—. Dile lo que está pasando.
¿Jack? ¿Qué está sucediendo?
Haz lo que tengas que hacer. Toma tu oportunidad. No pienses en mí,
Jack le envió.
—¡Oh, qué dulce! —dijo Lucifer—. Él va a sacrificarse.
Schuyler lo sabía. Podía verlo en el encantamiento, en el ojo de su
mente, incluso sin necesidad de darse la vuelta. Sería una victoria vacía.
Danel tenía una espada en la garganta de Jack. Schuyler podía matar
a Lucifer, pero Danel mataría a Jack. Ella ganaría, pero perdería su amor.
Y entonces se dio cuenta de que no era la primera vez que alguien se
había enfrentado a esta elección. Que hace mucho tiempo en Roma, su
padre había estado en la misma encrucijada.
59
Gabrielle
Traducido por Manati5b // Corregido por Karlix

P
odía sentir sus brazos a mi alrededor. Sus alas rodeándome, su
suavidad en mi piel. Podía sentir su aliento en mi mejilla, y sus
labios estaban sobre los míos.
Gabrielle.
Luego se detuvo.
Tú estabas ahí. Tú nos encontraste.
Michael.
Sostuviste tu espada contra su garganta.
La victoria a tu alcance.
Mátame, susurró Lucifer, y matas a Gabrielle.
El demonio me sostuvo en sus brazos, sosteniendo su espada en mi
vientre. Él empezó a hundir el cuchillo en mí.
Pero el tiempo se detuvo.
En esa fracción de segundo cuando el mundo se detuvo.
Y dejaste caer el cuchillo.
Alejaste la espada del demonio de mí.
Me caí al suelo.
Lucifer vio su oportunidad y se resbaló de tu agarre.
Viví.
Pero puedes tener tu victoria Michael. Podríamos haber sido liberados
del demonio que afectó a nuestro pueblo, el demonio que trajo la vergüenza
a los ángeles y nos maldijo en la oscuridad. El demonio que quería el Cielo
para sí mismo.
Deberías haberme dejado morir.
¿Ves lo que has hecho?
Creímos que habías vencido al Príncipe Oscuro.
Que lo habías enviado al Infierno.
Pero no lo hiciste.
Me salvaste en su lugar.
Pensamos que habías librado al mundo del mal, pero en su lugar se le
permitió al mal regresar al mundo, se le permitió pudrirse. Se le permitió
regresar en la forma de mi amante, así ambos nos volveríamos más
distanciados. Se le permitió cazar a los de nuestra especie a través de los
siglos. Tú sabias porqué los de Sangre Azul estaban muriendo. Tú sabias
que los hermanos de Plata eran los responsables. Lo ocultaste de mí. Los
dejaste tomarnos. Permitiste que los vampiros fueran tomados, sacrificados,
para esconder tu fracaso. Entrenaste a los Petruvians para que mataran
inocentes, y así la guerra continuaría entre los de nuestra especie. Mientras
tu debilidad aumentaba, las Puertas del Infierno también se debilitaban.
Las fronteras entre los mundos se desintegraron.
Fuiste corrompido por tu amor.
Al dar tu amor, dejaste que prosperara el mal en nuestro mundo.
Y así mantuve mi secreto. Acerca del camino que encontré. Mantuve el
secreto de nuestra salvación de ti porque ya no confiaba en ti.
Especialmente cuando los vi. A los jóvenes. Agotados. Consumidos por
completo. Fue entonces cuando corrí a los brazos de mi familiar humano.
Fue cuando finalmente dejé de amarte.

Este fue el gran error de tu padre, Gabrielle susurró al oído de


Schuyler. ¿Será el tuyo? ¿Escogerás el amor sobre todo?

Así que esta era la elección, Schuyler vio. Este era su destino. Esto
fue para lo que su madre la había preparado.
Schulyer luchó contra ello. Esto era diferente. No era lo mismo. Ella
tenía el poder de Michael en su espada. Los lobos a su comando. Los
Venators armados con el poder del Espíritu Santo. Podía salvar su amor.
Podría salvar a Jack, sabía que podría, así como su padre había salvado a
Gabrielle. Era diferente esta vez. Podría retirar la espada. Podría no tener
que sacrificar a Jack. No después de todo lo que habían pasado; no
después de todo por lo que habían luchado. Habían luchado tanto para
estar juntos y ella todavía podría tener ambos, la victoria y su amor.
Todavía podría ganar, lo sabía. Habría otra oportunidad. La batalla aún no
terminaba. Ella no iba a matar a Lucifer en ese momento. No podía
sacrificar su amor. Nunca. No podría perder a Jack. Lo amaba demasiado.
Dejaría ir al diablo.
El fracaso de mi padre.
Mi fracaso.
—¡Schuyler!
Era Oliver. Su amigo. Estaba cubierto de ceniza y sangre, y él
también, sostenía una espada. ¿Qué estaba haciendo en medio de esta
batalla? Oliver iba ser asesinado. Era el único humano. Y verlo, le hizo
recordar las palabras de su madre:
Recuerda que cuando llegues a la encrucijada. Cuando el tiempo se
detenga. Cuando el camino esté abierto para ti. Recuerda quien fue tu
padre…
Schuyler tenía dos padres.
Su padre humano.
Stephen Bendix Chase. Quien no tenía nada de la gloria de Michael;
quien era un simple humano. Su única fuerza fue su habilidad de hacer lo
correcto. Un buen hombre. Alguien que le dijo a Gabrielle que hiciera su
deber y regresara con Michael. Porque el amor no era la respuesta a todas
las preguntas. Porque el verdadero amor significaba sacrificio.
A veces el amor significaba dejar ir.
Schuyler sabía qué tenía que hacer. Para lo que se había preparado
toda su vida. Cada momento con Jack siempre había llegado a esto.
Siempre. No había escapatoria. No había final feliz para ninguno de ellos.
Era tiempo de decir adiós.
Te amo.
Siempre, envió Jack. Siempre y para siempre. Él siempre había sido
verdadero, y estaba agradecida de que nunca había dudado de él, ni por
un momento. Su tiempo había terminado. No había tiempo ni para una
última mirada, un último beso, un último…
En el encantamiento, sintió su espíritu llegar a ella. Él era tan
hermoso, un ángel de la Luz. Estaban juntos; estaba con ella incluso
cuando el ángel Danel hizo bajar su espada y la hundió en el corazón
oscuro de Abbadon.
Schuyler gritó con angustia, pero no había nada que pudiera hacer.
—¡JACK! —sollozó—. ¡JACK!
Pero ella había hecho su elección.
Jack cayó al suelo, pero estaba muerto antes de golpear la piedra.
Abbadon no existía más.

Por primera vez, Schuyler vio el miedo en los ojos del Príncipe Oscuro.
Lucifer la miró con asombro.
—Lo amabas —dijo con voz áspera—. Y lo dejaste morir.
Schuyler lo miró sin piedad, y con un empuje poderoso, hundió la
espada de Michael en el corazón del demonio.
Hubo una gran explosión, como si el mismo universo temblara por la
fuerza de su muerte. Los demonios chillaron, los Ángeles Oscuros gritaron.
Su dolor era insoportable, y hasta el mismo Cielo temblaba por la
destrucción de su hijo mayor. Era como si la sustancia misma del tiempo
hubiera sido desgarrada en dos, y por un momento, todo estuvo quieto y
en silencio, mientras los pasajes sanaron y se fusionaron en uno.
Schuyler se derrumbó bajo el peso de su espada y su dolor.

Los Sangre Plateada se encogieron ante la muerte de su príncipe, su


rey. Pero los vampiros y los lobos tomaron corazón de la victoria. Lucharon
con renovado vigor, mientras la locura del triunfo los llevaba con fuerza y
ferocidad.
Lucifer había muerto.
El Príncipe Oscuro había sido vencido.
La Luz del Lucero del Alba extinguida.
Los lobos aullaban de triunfo.
La batalla había terminado.
60
Azrael
Traducido por Nati CL // Corregido por Karlix

E
lla vio a Abbadon en la encrucijada y trató de llamarlo, pero
él ya se había ido. Flotó durante un momento, por encima de
la batalla, y luego se dio cuenta de que podía volver ahora
que su muerte había curado su herida. El vínculo entre ellos,
que los había unido, se había roto. Finalmente roto.
Abbadon estaba muerto.
Ella era libre.
Azrael abrió los ojos.
Vio que Araquiel tenía lágrimas en los suyos, y se las limpió.
Tenía el rostro alegre y lleno de luz, pero por un momento se atenuó.
—Abbadon no está más. Lo siento. Sé que lo amabas —dijo, con su
voz ronca y rota.
Ella asintió con la cabeza.
—Le echaré de menos hasta el final de mis días. Pero tenía razón de
hacer lo que hizo.
Se dio cuenta de que Abbadon había estado jugando un juego. Sabía
que Lucifer había descubierto su engaño y por lo tanto había trabajado
uno de los suyos. Había fingido ser Abbadon de la Oscuridad, cuando
siempre había estado trabajando para la Luz.
Se levantaron y contemplaron los remanentes de la escena. Muchos
se habían caído. De los Venators, tanto Sam como Deming habían perdido
a su gemelo. Muchos lobos habían perdido sus vidas. Había dolor y había
pena, pero también había esperanza. Habían luchado y habían ganado. El
Cielo estaba seguro. Lucifer vencido.
—¿Por qué me siento tan sola? —Azrael dijo. El vínculo estaba roto.
Estaba vacía. Su gemelo, su estrella, su hermano, su enemigo, su amor, se
había ido. Lloró por Abbadon.
—Nunca —Araquiel dijo—. Nunca estarás sola otra vez. No si tengo
algo que decir al respecto.
61
Schuyler
Traducido por Nati CL // Corregido por Karlix

H
abía alguien ayudándola a levantarse, y al principio pensó
que era Jack. Pero cuando abrió sus ojos, vio que no era así.
Michael se puso delante de ella. El ángel inmortal había
regresado de la prisión de la Blanca Oscuridad, del Infierno que se había
creado para sí mismo, desde la oscuridad de su fracaso. Su padre era
blanco y puro. La pura luz del Cielo brilló en sus ojos.
Él le sonrió suavemente.
—Mi hija —dijo—. Estoy muy orgulloso de ti.
Había alguien con él.
Gabrielle. Ángel Eterno. Su madre. Ella era mucho más hermosa de lo
que había sido nunca. Había regresado a su gloria, a su magnificencia
completa. Así que este era el Incorrupto. Schuyler ahora entendía lo que
eso significaba.
Libre de pecado.
Llena de alegría.
Belleza y luz.
Había alguien con ellos. El padre de Schuyler. Bendix Chase. Parecía
extrañamente insignificante al lado de los dos ángeles dorados, pero
Schuyler vio sus ojos azules amables y se alegró. Los tres le sonrieron.
Pero había muchos más. Lawrence estaba allí también, y Cordelia;
Kingsley y Mimi, Bliss y Lawson. Oliver. Dylan. Jane. Muchos de ellos
mirándola, observando, esperando.
—¿Y ahora qué? —preguntó.
Entonces vio que la puerta se había abierto, que el camino delante de
ellos estaba lleno de luz.
—Guíanos —dijo Gabrielle, señalando el camino—. Nosotros
seguiremos.
Se dice en nuestro pueblo que la hija de Gabrielle nos traerá la
salvación que buscamos.
La Redención de los Caídos había comenzado.
DESPUÉS
COMPLETOS PRINCIPIANTES

Mientras estemos juntos, el resto se puede irse al infierno.

—David Bowie, «Absolute Beginners»


62
Schuyler
Traducido por 3lik@ // Corregido por Mew

S
chuyler había elegido ir a la universidad casi tan lejos de la
ciudad de Nueva York como pudiera mientras aún
permaneciera en los adyacentes de los Estados Unidos. El
campus era hermoso, con palmeras y edificios estucados de
color rojizo. Ella había bromeado con Oliver que se sentía más como ir a
un club de campo que a una universidad, ya que incluso había un lago
artificial para las clases de remo.
Tres años habían pasado desde la batalla final. Era la primera
semana de Mayo, y los amigos de Schuyler estaban haciendo planes para
el verano—becas para viajar, prácticas; todos estaban listos para salir,
listos para irse. Schuyler estaba sentada en la hierba con ellos, viendo sus
rostros animados, riéndose de sus bromas, pero cuando le preguntaron
sobre sus planes ella se encogió de hombros.
Pensó que podía quedarse aquí durante tanto tiempo como le fuese
posible—ver los días hacerse más largos y las noches más cortas, disfrutar
de ser joven durante el tiempo que pudiera, a pesar de que había celebrado
su vigésimo primer cumpleaños ese Septiembre.
Una brisa sopló, y recogió sus cosas y se subió a su bicicleta,
pensando en pasar por la biblioteca para recoger unos libros para la
investigación de su tesis. Por fin había decidido una especialidad—había
sido tentada a seguir el camino de su hermana, pero al final decidió que no
era para ella, para la decepción de Finn. Aunque se sentía atraída por el
arte, eso no era lo suficientemente apasionado como para estudiarlo en
serio.
Finn se había trasladado a Nueva York para trabajar, y era su
preciado sueño que ambas pudieran compartir un apartamento en la
ciudad algún día. Pero por mucho que Schuyler extrañara a su hermana y
la ciudad, estaba disfrutando de estar lejos de tantos recuerdos. Era
demasiado pronto. Schuyler disfrutaba de su anonimato en California.
Nadie sabía quién era ella, nadie le hacía preguntas sobre su pasado.
Lawrence siempre había defendido la determinación y la satisfacción
de un gran interés: No pierdas tu vida en la monotonía, él le había dicho
durante esas interminables lecciones.
Así que había elegido una carrera que le fascinaba: La Historia.
Porque les decía a quienes no la estudian que estaban condenados a
repetirla, y después de lo que había pasado, parecía una razón suficiente
para elegirla.
Aparcó su bicicleta y se dirigió a la biblioteca, a su acostumbrado
cubículo, pero descubrió que el bibliotecario le había dado su reserva a
otra persona por error. Schuyler suspiró y se acomodó en una de las
grandes mesas en medio de la biblioteca, donde varios estudiantes
trabajaban codo con codo.
Apenas había extendido sus libros cuando notó que alguien leía en
frente a ella. Un chico. Se veía tan familiar.
Estaba leyendo acerca de Roanoke.
63
Mimi
Traducido por 3lik@ // Corregido por Mew

E
n toda su vida, Mimi Force siempre había tenido la unión
perfecta. El vestido perfecto, el lugar perfecto, la fiesta
perfecta.
Esta era diferente a cualquier unión que hubiera asistido.
Por un lado, estaba en el inframundo.
Pero de alguna manera, a Mimi le gustaba la idea. Había algo
indecoroso al respecto, y le gustaba lo ansioso de ello. Se sentía por un
momento un poco malvado cuando había tan poco espacio para la maldad.
Ella había estado en los jardines del Elíseo, había probado el agua de
las fuentes, y cuando se le dio elegir, eligió venir aquí.
Con él.
Ellos no pertenecían ahí arriba. Edén ya no era su casa. No para
gente como ellos. Ella se crió aquí. Era el Ángel de la Muerte. La que
traería los Jinetes del Apocalipsis. ¿Para qué necesitaba la luz de Elíseo?
Ella estaba hecha de fuego y azufre, humo y sombras.
Ellos eligieron volver a casa.
—¿Estás segura? —él le había preguntado.
—Estoy segura.
A Mimi le gusta tener su propio reino, su propio dominio. Y el Duque
del Infierno necesitaba una novia.
Además, ¿qué más podía pedir cuando todo era perfecto? Había
mucho que hacer en el inframundo, y ellos iban a hacerlo hermoso. Las
cosas iban a cambiar por aquí, ahora que los lobos eran libres. El Infierno
estaba a punto de congelarse.
—Vamos a transformar este lugar —dijo Kingsley—. Nadie va a estar
aquí que no quiera y los que se queden ayudarán a reconstruirlo.
Su ceremonia de unión iba a tener lugar en una parte que habría sido
inconcebible hace unos pocos años: un jardín de rosas, algo de lo que
Kingsley se había encargado con sus propias manos.
Él se puso de pie en medio de las flores. Aún era Kingsley, su cabello
desenfadado, su ropa un poco torcida. Y ¿qué llevaba Mimi? a ella no le
importaba. Podría haber estado usando trapos; tal vez los llevaba. Eso no
importaba.
Kingsley le entregó un ramo de flores.
—¿Todavía estás segura que no quieres una gran fiesta? ¿Con tus
amigos, o alguien?
Ella negó con la cabeza.
—Jack se ha ido, y Bliss es una de los lobos ahora. Schuyler y yo
nunca fuimos cercanas. Oliver, tal vez, pero él está muy ocupado. No
importa. Todos los demás... no son importantes. Solo tú.
—¿Vamos, entonces? —preguntó Kingsley.
Ella asintió.
Mimi dijo las palabras que había estado esperando decir en toda su
vida inmortal, palabras que a las personas les importa escuchar.
Una nueva unión. Para reemplazar la anterior. Una de ellos mismos,
de su propia elección.
—Me entrego a ti —dijo Kingsley, con las manos entre las suyas—. Y
te acepto por lo que eres. Tú eres mi mundo.
Mimi le sonrió, una ardiente y emotiva sonrisa, y se sentía como si
fuera a estallar de felicidad. Kingsley la levantó en sus brazos, y ella supo
que había tomado la decisión correcta.
Pero, en realidad, Mimi Force rara vez se equivocaba.
64
Bliss
Traducido por 3lik@ // Corregido por Mew

U
na de las cosas tan maravillosas de vivir en otra época era
que podrías vivir en cualquier momento y cualquier lugar en
la historia. La semana pasada estuvieron en Viena, en los
años 20. Luego habían pasado el verano en Newport de
1870, y luego en Seattle a principios de los 90. Ellos siguieron las reglas de
cronometraje, asegurándose de no dejar una marca o causar una
alteración.
Solo estaban allí para observar y proteger, para asegurarse de que la
historia se desarrollaba en la forma en que se suponía que debía. Hasta
ahora, no había otras divisiones, nada de pasajes reflejados.
Bliss había sido una animadora de Texas y de la alta sociedad de
Nueva York, pero decidió que le gustaba mejor esta nueva encarnación.
Era miembro de la Guardia Pretoriana, parte de una manada de lobos, y
pareja de su líder, Fenrir, que siempre sería Lawson para ella.
Había ocurrido naturalmente—no hubo intercambio de palabras, sin
votos bonitos, pero Bliss entendió su antiguo lenguaje, no necesitaban una
ceremonia. Ellos se unieron y estuvo hecho.
La manada se dispersó por la línea de tiempo con el resto de los lobos.
Edon y Ahramin habían roto; algunas cosas estaban más allá de la
reparación. En cuanto a los chicos, Mac y Rafe, se deleitaron con su nueva
libertad, pavoneándose con la armadura Pretoriana una vez más.
De vez en cuando Bliss y Lawson visitaban a Oliver en Nueva York y a
Schuyler en California. Bliss extrañaba a su tía Jane, pero ella entendía la
elección de volver de los Vigilantes; para seguir a Gabrielle y Michael de
nuevo en el Paraíso. Como muchos de los Caídos, Jane se había cansado
de la tierra y sus tristezas.
Pero Bliss estaba cansada del duelo. Ahora era el momento de la
alegría y la satisfacción.
En los últimos años, ella y Lawson habían vivido en todo el mundo,
en todo lugar y tiempo, y sin embargo, siempre regresaban al campamento
en el maravilloso bosque con las casas en los árboles que los lobos habían
construido. No estaba lejos de la caverna de Arthur, y se sentía más como
en casa. A Lawson le gustaba vivir al aire libre, le gustaba vivir en los
árboles. Su alma de lobo necesitaba del bosque, necesitaba del refugio de
la madera y la hoja.
—Finalmente estamos en casa —dijo Bliss, que venía detrás de él y
colocó sus brazos alrededor de su torso. Lo sostuvo con fuerza y se apoyó
en sus brazos.
Él se dio la vuelta y sonrió.
—Tú eres mi hogar —dijo él, y le acarició la mejilla.
Ella suspiró. Había estado buscando un verdadero hogar durante
toda su vida, y finalmente descubrió que ese hogar estaba en los brazos de
Lawson.
65
Schuyler
Traducido por 3lik@ // Corregido por Mew

S
chuyler no podía dejar de mirar al chico en la biblioteca. No
podía ser, ¿verdad? No podía ser él. Se veía diferente de
alguna manera, incluso si los atributos físicos eran los
mismos: el cabello dorado, ojos verdes. Pero era imposible. Él
estaba muerto. Habían pasado tres años ya, pero era como si hubiera
sucedido ayer.
El chico levantó la vista de su libro y llamó su atención.
Ella dejó sus libros.
—Siento molestarte, pero... —comenzó ella.
—¿Sí? —preguntó él.
—Es solo que... te pareces a alguien que conocí.
—¿En serio? —Sus labios estaban apretados, casi como si estuviera
tratando de contener la risa.
Era imposible, y sin embargo...
—Eres tú, ¿verdad? —preguntó ella.
Jack Force sonrió. Porque era él, y Schuyler se preguntó por qué no lo
había visto antes. Pero era como si un velo se hubiera levantado, y ahora
pudiera verlo claramente.
Quería lanzar sus brazos alrededor suyo, abrazarlo allí mismo, en
medio de la biblioteca, en frente de todos. Pero tenía demasiado miedo de
que no fuera real, que tal vez estuviera alucinando. Era demasiado bueno
para ser verdad, y no se atrevía a creerlo.
—¿Dónde has estado? —preguntó.
—Aquí mismo, siempre —dijo él.
Y ahora su corazón le estallaba en el pecho, y sentía como si no
pudiera respirar. Jack. Vivo. Se sentía casi sin respiración por tanta
alegría.
—Vamos —dijo, y la condujo fuera a un banco del parque, olvidando
sus libros—. Oye —dijo, tomando su mano.
La atrajo hacia él y la abrazó. A Schuyler le temblaba todo el cuerpo.
Quería llorar, pero estaba tan feliz. Mantuvo la mano en la suya,
agarrándola con fuerza, sin poder creer lo que estaba justo en frente de
ella.
—¿Cómo? —preguntó—. No entiendo. Pero en serio, ¿dónde has
estado todo este tiempo?
—Cuidando de ti —dijo—. Me había ido, y cuando desperté estaba a
un lado de la carretera. Alguien se detuvo y me recogió y me llevó a un
hospital. No tenía idea de quién era. Pero todo volvió a mí, poco a poco.
—Te vi morir.
—Morí —dijo—. Pero al igual que todos los vampiros, me dieron una
elección, y opté por regresar. He estado buscándote desde entonces.
—He estado aquí, todo este tiempo, esperando —dijo ella.
Ella había llevado a los Caídos de vuelta al Paraíso, y en el Jardín del
Edén, los vampiros habían sido perdonados. La maldición fue levantada, y
a los niños perdidos del Todopoderoso se les había dado una elección.
Ellos podrían ascender a los Cielos, o regresar al mundo y continuar con
su vida inmortal. Pero el camino de vuelta a casa siempre estaría abierto
para ellos cuando se cansaran de su vida por encima de la tierra. El
Paraíso les daría la bienvenida, mientras lo fuera para los Sangre Roja. La
redención estaba en sus manos ahora. La salvación una elección
individual.
La mayor parte de los Caídos había optado por volver a casa al Jardín
que habían perdido hacía tanto tiempo. Pero Schuyler había decidido
regresar.
Ella era mitad humana. Aún tenía familia y amigos, y no podía
imaginar que el Paraíso le trajese nada excepto dolor sin su amor.
Atrajo la cálida mano de Jack a su mejilla y vio que aún llevaba su
anillo de unión en el dedo izquierdo. Al igual que ella llevaba el suyo. Sus
anillos a juego brillaron con la luz del sol.
—¿Qué pasará ahora? —preguntó Schuyler. Pero de alguna manera,
lo sabía. Ellos estaban juntos. Tendrían hijos algún día. Ella era mitad
mortal; había sido bendecida con el don de la procreación. Niños.
Esperanza. Bendiciones. Había mucho que esperar.
En verdad, esto solo era el comienzo de su historia.
Entonces, finalmente, se estaban besando, la boca de él sobre la de
ella. Después sintió sus brazos rodeando su cintura y estuvo sentada en
su regazo, con él abrazándola y besándola y ella devolviéndole el beso;
luego, su cabeza en su pecho y ella pasándole los dedos sobre su suave
cabello.
Jack había vuelto a ella. Jack estaba vivo.
—No lo sabía —dijo ella—. Te extrañé tanto. No sabía que regresarías
a mí. Pensé que te había perdido para siempre.
—Hiciste un sacrificio —dijo Jack—. Y el Cielo te recompensó.
66
Regente y Conducto
Traducido por ZoeReed // Corregido por Mew

O
liver Hazard-Perry observó cómo los Conductos hacían los
ajustes finaleslimpiando una superficie aquí, ajustando un
marco de fotos allá. Había llevado tres largos años
reconstruir el Repositorio, pero finalmente había sido
terminado. Los estantes brillantes eran abastecidos una vez más con los
libros y documentos de la verdadera historia del mundo, y los Conductos
estaban ocupados actualizando los archivos, manteniendo el seguimiento
de los miembros restantes del Aquelarre.
Oliver entendía la elección que Schuyler y Jack habían hecho para
mantenerse alejados. Ellos anhelaban una vida normal. Después de la
graduación de Shuyler, le habían hablado de sus planes para instalarse en
California, cerca de su abuela. Se escuchaban felices y contentos, y Oliver
estaba feliz por ellos. Estaba feliz por todos ellosMimi y Kingsley, Bliss y
Lawson, sus amigos e iguales.
Pero había asuntos que atender, reuniones del Comité que discutir,
reglamentos a ser forzados; nuevos Venators necesitaban ser entrenados
para llenar las filas. El Aquelarre tenía que ser reconstruido para aquellos
que optaran por quedarse.
Oliver se alegró de que sus estudios en Columbia no interfirieran con
su trabajo. Tenía que estar aquí, en Nueva York, cerca de la sede. Había
mucho trabajo que hacertanto que limpiar. Todavía había Nephilim en
los alrededores, y las Puertas del Infierno, aunque seguras, tendrían que
ser vigiladas una vez más. La Guardia Pretoriana mantendría los Pasajes
del Tiempo fuera de daño, y Kingsley y Mimi mantendrían un ojo en el
inframundo.
Oliver seguía sin creer su suerte. Él se había arrodillado a los pies del
Todopoderoso. ¿Qué recompensa había buscado Oliver? Había pedido su
mayor deseo, el que lo había alimentado desde que era un niño, y fue
cumplido.
¿Cómo va? preguntó una voz.
Levantó la vista y sonrió.
Finn Chase se puso de pie con una mano en la cadera. Era tan
hermosa, y sus ojos azules brillaban con vida y alegría. Ella se había
trasladado a Nueva York para trabajar, ya que Oliver le había ofrecido un
puesto.
Él asintió con la cabeza.
Ya casi estamos ahí. Vamos a reabrir en la fecha prevista.

Bien dijo, sentada en su escritorio. ¿Tenemos tiempo?


preguntó. ¿Antes?
Él sonrió.
Tenemos todo el tiempo del mundo.
Entonces la tomó en sus brazos e inhaló su dulce aroma, y ella se
recostó contra su cuerpo.
Él enseñó los colmillosesos incisivos como agujasy los hundió en
su cuello, y bebió profundamente de su sangre.
Era suya, en cuerpo y alma. Su sangre lo mantenía, y juntos
formarían un nuevo camino.
Estaban juntos.
Vampiro y familiar.
Regente y Conducto.
Hasta…

EL FIN
Agradecimientos de la
autora
La serie Blue Bloods cambió mi vida—y las palabras no pueden
expresar lo agradecida que estoy con la gente que lo trajo a la vida y a la
gente que le dio la bienvenida a sus vidas a mis personajes.

Pero lo intentaré.

Los chicos en Disney.Hyperion han creído en este libro desde el


principio, cuando Mayflower zarpó con vampiros a bordo. Gracias a
quienes han echado una mano en esta larga gestación.

A las súper estrellas del Equipo de Blue Bloods en Hyperion: Suzanne


Murphy, Stephanie Lurie, Jeanne Mosure, Nellie Kurtzman, Jennifer
Corcoran, Andrew Sansone, Ann Dye, Dave Epstein, Simon Tasker, Elena
Blanco, Kim Kneuppel, Tanya Stone, Laura Schreiber, Drew Richardson y
Mark Amundsen. Gracias al fabuloso equipo en casa: Kady Weatherford y
Michelle Falkoff.

Agradecimientos especiales a mis encantadores y sabios editores a


través de los años: Brenda Bowen, Helen Perelman, Jennifer Besser y
Christian Trimmer. Mucho amor a mi actual editora: Emily Meehan.
Salvavidas y editora extraordinaria. ¡Gracias por tu paciencia y brillantez,
Em!

Gracias a mi agente: Richard Abate. Amigo, confidente, compañero de


crímenes. ¡Más de una década digna de locura!

Gracias a todos mis editores extranjeros, especialmente a Samantha


Smith en el Reino Unido, Shane Cassim en Francia y France Desroches en
Montreal.

Gracias a mis agentes extranjeros: Melissa Chinchillo y Mink Choi.


Gracias a mi familia: A todos los De la Cruz y Johnstons.
Especialmente a los inmediatos: Mamá, Aina, Steve, Nicholas, Josey, Chit
y Christina. Te extrañamos Pop.

Besos grandes y abrazos a mis queridos amigos en vida y letras: Ally


Carter, Rachel Cohn, Deborah Harkness, Alyson Noel, y Carrie Ryan, por
su apoyo, entusiasmo, simpatía y buen humor.

Un agradecimiento especial a mis amigos con adicción a comer


chocolate y tomar vino-agua, habitantes de la cueva de los escritores
(LindaVista y DeadlineKona): Pseudónimos Bosch y Margie Stohl, quienes
arreglaron los nudos en el manuscrito y trajeron el barco de rescate
cuando me estanqué.

Sobre todo, gracias a mi esposo, Michael Johnston. Co-creador, aliado


y alma gemela. Y a mi hija, Mattie Mat: Todo es para ti.

Mis queridos lectores: Gracias por su amor hacia la historia y los


personajes. Espero haberlo hecho bien para ustedes. Ustedes fueron una
inspiración y motivación. Gracias por todo.

Melissa de la Cruz

Serie The Blue Bloods

22 de Diciembre del 2004 – 23 de Julio del 2012


Sobre la autora Melissa de la Cruz es la autora con más
ventas del New York Times y USA Today de
muchas novelas aclamadas para adolescentes
y con premios ganados, incluyendo las series
The Au Pairs, Blue Bloods, The Ashleys, The
Angels in Sunset Boulevard y la novela semi-
autobiográfica, Fresh off the Boat.

Sus libros para adultos incluyen las novelas


Cat´s Meow, la antología Girls Who Like Boys
Who Like Boys y los manuales para chicas de
How to Become Famous in Two Weeks or Less
y The Fashionista Files: Adventures in Four-
inch heles and Faux-Pas.

Ella ha trabajado como editora de moda y


belleza y ha escrito para muchas
publicaciones incluyendo The New York
Times, Marie Claire, Harper´s Bazaar, Glamour, Cosmopolitan, Allure, The
San Francisco Chronicle, McSweeney´s, Teen Vogue, CosmoGirl! Y
Seventeen. También ha aparecido como experta en moda, tendencias y
fama para CNN, E! y FoxNews.

Melissa creció en Manila y se mudó a San Francisco con su familia,


donde se graduó con honores de la secundaria de The Convent of the
Sacred Heart. Se especializó en Historia del Arte e Inglés en la Universidad
de Columbia (¡y con estudios menores en clubes nocturnos y compras!).

Ahora divide su tiempo entre Nueva York y Los Ángeles, donde vive en
Hollywood Hills con su esposo e hija.

También podría gustarte