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En este teórico nos enfocaremos en los aceites esenciales, pero la aromaterapia no solamente
se refiere a estos. Como tal la aromaterapia se basa en la implementación de diferentes
aromas de origen vegetal para provocar cambios a nivel anímico y psicológico en el individuo.
Por lo tanto, a estar en contacto con las plantas que liberan dichos aromas en las diferentes
estaciones anuales tendrá el mismo efecto que oler el aceite esencial de un frasquito que
compramos en una homeopatía. Por ejemplo: oler el exquisito aroma que desprende la
lavanda de sus flores o al frotar sus hojas, lo mismo con la menta, el aroma que desprenden las
flores de tilo en la época de floración, lo mismo con las flores de jazmín, etc. Al hacer esto
estamos auto aplicándonos aromaterapia. Y es igual de eficaz o hasta mejor, por el contacto
directo con la naturaleza. Si bien a continuación podrás leer las propiedades o efectos
psicológicos que poseen cada aroma, esto es muy general y debes entender que los aromas en
cada persona trabajan de forma subjetiva. Los aromas estan ligados directamente con la
percepción, la memoria y los recuerdos. Nos pasa a todos que hemos asociado distintos
aromas a recuerdos muy positivos de diferentes etapas de nuestra vida o, al contrario,
negativos o desagradables. Cada una de estas experiencias puede ser distinta en cada
individuo, entonces por más que estos aromas nos beneficien, si yo tengo una asociación
negativa a alguno de ellos, no tendrá el efecto deseado y deberé elegir otro aroma con la
misma función. Por ejemplo: el jengibre reconforta y descansa la mente, pero si yo tengo
repulsión por el aroma y el sabor del mismo no generará ese efecto, por lo tanto, en ese caso
podría optar por un aroma como lavandina o espliego (lavanda), siempre que tampoco tenga
problemas con este aroma.
El contacto con los aromas que provienen directamente de la naturaleza son una buena
opción, pero si queremos trabajar con estos aromas, todo el año, en diferentes estaciones
donde estos aromas no estan disponibles en la naturaleza, porque donde vivimos es una zona
urbana donde estas posibilidades no son comunes podemos optar por trabajar con los aceites
esenciales. Al momento de elegirlos y comprarlos es preferible se elijan en una homeopatía,
preguntar por que los mismos sean puros y naturales, que no estén diluidos. Se recomienda los
mismos tengan estas características porque a pesar que solo usamos el sentido del olfato las
partículas de la sustancia ingresan a nuestro cuerpo por los capilares y de ahí a través de la
sangre a todo el organismo. Si fueran sintéticos y artificiales, solo sustancias tóxicas ingresarían
al cuerpo. De todos modos, los aromas artificiales que se asemejan o son iguales a los reales y
naturales tienen los mismos efectos psicológicos. Pero intentamos de todos modos cuidar
también nuestra salud. Al momento de comprarlos 10 ml de aceite esencial ronda los $400
aproximadamente, aunque esto puede variar. Si el precio de los mismos es marcadamente
menor puede ser que estemos frente a una esencia artificial. Suelen tener estos precios por el
trabajo que lleva obtener el aceite esencial de las plantas.
Normalmente se necesitan quilos y quilos de planta para obtener unos pocos mililitros y los
aceites esenciales se obtienen por destilación de arrastre al vapor donde no solo se obtiene el
aceite en sí, sino también las aguas florales o hidrolatos.
Oler directamente: Podemos llevar el frasquito de aceite esencial con nosotros, abrirlo y
simplemente inhalar el aroma unas cuantas veces. Y repetirlo la cantidad de veces que uno
sienta hacerlo y lo necesite durante el día. También se venden hoy en día, anforitas que van
colgadas al cuello donde uno vierte el aceite esencial y el mismo se va liberando poco a poco
en el correr del día y uno va recibiendo el aroma. Se puede acudir a formas más creativas: se
puede hacer un perfume natural y artesanal con los aromas necesarios, se puede empapar en
aceite esencial una pulserita de hilo llevarla con uno y oler la misma cada vez que se necesite,
etc.
Hornito: también es una técnica utilizada en aromaterapia, el mismo puede funcionar con una
velita o puede ser eléctrico. Consiste en colocar agua y aproximadamente unas 10 gotas de
aceite esencial puro y natural para que el aroma del mismo envuelva toda una habitación. La
cantidad de gotas que se colocan pueden disminuir o aumentar dependiendo de el tamaño de
la habitación en la que estamos y de si el aroma es muy intenso o sutil.
Masajes: nos podemos hacer masajes con aceites esenciales para trabajar la relajación
muscular, las afecciones en la piel y al mismo tiempo el efecto psicológico deseado. En estos
casos no solamente nos fijaremos en esto último sino también en que aceites esenciales son
ideales para cada tipo de piel.
Cremas – Ungüentos: agregar a una crema base neutra distintos aceites esenciales según sus
propiedades medicinales y psicológicas, además de otros extractos vegetales según el
propósito.
Es importante saber que los aceites esenciales no pueden ser aplicados directamente sobre la
piel, siempre deben ir acompañados de alguna otra base, como aceites vehiculares, crema
base, arcilla, etc, porque pueden quemar, irritar o herir la piel por su gran intensidad. Son
altamente concentrados en propiedades por lo que, al aplicarlos en la piel, no se utiliza una
gran cantidad. Son volátiles y los rayos ultravioletas del sol pueden afectar sus propiedades por
lo que se deben guardar en un recipiente de vidrio color ámbar y siempre cerrado. Lo abro
cada vez que lo voy a utilizar.
Se utilizan como complemento. Sus moléculas son más grandes que las de el A.E., por lo que
no todos los nutrientes llegan a la dermis. Aquí tienen una lista de aceites soporte que pueden
utilizar en cosmética, con sus propiedades:
- Aceite de germen de trigo: rico en proteínas, vitaminas B y E. Fortalece las venas y
funciona como un buen conservante en los productos cosméticos.
- Aceite de aguacate o palta: Rico en vitaminas A, B y D. Ideal para el tratamiento de
todo tipo de enfermedades cutáneas.
- Aceite de jojoba: su composición es similar a la del sebo de la piel. Se extrae del carozo
de una planta desértica: Simmondsia chinensis. Humectante. Ideal como ingrediente
en productos para el cabello.
- Aceite de semillas de melocotón (albaricoque, damasco): Es ligero, de fácil absorción,
casi inodoro. Nutritivo para todo tipo de piel.
- Aceite de semillas de uva: puro, ligero, penetrante. Tiene un efecto astringente por lo
que viene ideal en fórmulas contra el acné y pieles grasas.
- Aceite de girasol: Contiene vitamina E, A, B, D y buena cantidad de ácidos grasos no
saturados. Además de nutrir todo tipo de piel, contribuye a aliviar y disminuir
hematomas.
- Aceite de almendras dulces: Suaviza y lubrica la piel. Contiene vitamina A, B1, B2, B6 y
una pequeña cantidad de vitamina E, además de ácidos grasos mono insaturados y poli
saturados. Es especialmente útil en casos de arrugas, pieles secas, sensibles, etc.
- Aceite de zanahoria: Rico en vitamina A, por lo que mantiene a la piel nutrida y
flexible. Bronceador natural, aunque hay que utilizarlo con precaución. Repara la
epidermis y el cabello. Limpia impurezas y exceso de sebo en pieles grasas o con acné.
Ideal en enjuagues bucales para prevenir o ayudar con las encías doloridas.
- Aceite de oliva: Hidratante, reparador de la piel seca y mixta. Suavizante. Rico en
omega 9, hierro y vitamina E. Ayuda a equilibrar el pH. Antioxidante. Útil para el
cabello ya que favorece su crecimiento y apariencia.
- Aceite de arroz: rico en vitaminas y antioxidantes. Protege de agresiones externas.
Suavizante y de rápida absorción. Promueve la microcirculacion sanguínea. Favorece la
desaparición de bolsas y ojeras ocasionadas por la inmovilidad de los párpados
durante la noche. Promueve la formación de colágeno. Indicado para pieles maduras y
sensibles. Protege de los rayos solares.
- Aceite de sésamo: rápida absorción, hidrata, reconstituye, protege del sol (efecto
suave), estimula la circulación y es depurativo. Ideal para tratar cualquier afección
cutánea. Suavizante.
- Aceite de coco: Antibiótico y antimicrobiano. Restablece el PH, aporta suavidad,
protección y reestructuración celular. De rápida absorción y humectante. Ideal para
pieles sensibles. Antiinflamatorio. Protege de daños ocasionados por los rayos UV y
contra radicales libres. En estado líquido en primavera, verano y en estado sólido
(manteca) en estaciones frías.
- Aceite de lino o linaza: rico en ácidos grasos esenciales. Combate el acné y elimina el
sebo que obstruye los poros. Combate manchas en la piel y quemaduras solares.
Antiinflamatorio. Cura heridas y cicatriza.
- Aceite de maní: rico en omega 6. Alivia articulaciones y músculos doloridos. Elimina el
acné. Ayuda en la eliminación de la caspa. Hidrata.
- Aceite de canola: rico en omega 6 y omega 3. Reduce la inflamación. Contiene
vitamina E y K que ayuda a erradicar los problemas de la piel como arrugas, acné,
manchas, etc. Antioxidante, nutritivo y suavizante. Útil en pieles secas. Trata
infecciones. Ideal para cabello débil y dañado.
- Aceite de semillas de amapola: constituido de un 40 a 50% por aceites grasos
insaturados. Antioxidante. Sedante, siendo más fuerte su efecto en aceites y extractos
nombrados en la clase anterior. Rico en calcio, por lo que es ideal para prevenir
enfermedades a los huesos y fortalecerlos.
- Aceite de nuez: de fácil enrancia miento. Mejora el estado de los vasos sanguíneos y
es antiinflamatorio. Ayuda a calmar problemas cutáneos como la dermatitis o la
psoriasis, la sequedad excesiva de la piel e incluso el brillo de la misma. Protege y
revitaliza uñas y cabello.
- Aceite de semillas de zapallo (calabaza): rico en zinc, el cual ayuda en la reparación y el
crecimiento celular. Aumenta el buen funcionamiento mental y físico. Refuerza el
sistema inmunológico. Reduce colesterol y facilita el buen descanso. Antioxidante,
fortalece el cabello. Ayuda en todo tipo de afecciones en la piel como el acné e incluso
envejecimiento.
- Aceite de ricino: Antimicrobiano. De gran alcance contra las infecciones de la piel tales
como eczemas, dermatitis, erupciones. Incluso alivia inflamaciones, picazón e
irritación. Previene y combate la sequedad de la piel. Ayuda en la eliminación de
lunares.
Tipos de piel
Piel normal: se considera normal a la piel que presenta un buen equilibrio; ni demasiado grasa
ni demasiado seca. Generalmente una piel en estas condiciones presenta; poros finos, buena
circulación sanguínea, textura suave, lisa. Color rosado y apariencia fresca. Ausencia de
impurezas. No es propensa a la sensibilidad. A medida que las personas con esta piel van
envejeciendo. Ésta tiende a volverse seca.
Piel seca: ésta produce menos sebo que la piel normal. Carece de los lípidos para retener
humedad y formar un escudo natural frente a influencias externas. Puede verse tirante,
áspera, apagada, escamosa y agrietada, aunque va a depender del nivel de sequedad. Dicho
tipo de piel depende de dos cosas: el nivel de hidratación y de la transpiración. Si es mucho el
grado de sequedad puede descamarse y tener consistencia laminosa. Ser áspera o estar llena
de manchas (aparenta estar envejecida), con posible picor. Si el estado es aún peor,
encontramos; asperezas, grietas, aspecto cuarteado, callosidades, descamación y picor fuerte.
Piel grasa: se caracteriza por una elevada producción de sebo (seborrea. Sus causas pueden
ser; genéticas, desequilibrios o cambios hormonales, medicación, estrés, maquillaje. Presenta
generalmente poros agrandados y visibles. Brillo. Piel engrosada y pálida. Los vasos sanguíneos
pueden ser no visibles. Siendo propensa a comedones (negros y blancos) y diversas formas de
acné. Cuando es más grave pueden aparecer protuberancias pequeñas y medianas, piel
enrojecida e inflamada.
Piel mixta: mezcla de piel grasa y seca. Generalmente se puede dar con mayor frecuencia en la
zona del rostro; frente, nariz, contorno de la boca, mentón y mejillas. (zona T)