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Teresianum 49 (1998/1) 187-227

PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL


LUIS JORGE GONZÁLEZ

INTRODUCCION
En un artículo anterior sobre la espiritualidad pastoral, 1 he
señalado algunas características de esta "nueva ciencia que está
naciendo”.2 Esta vez me propongo describir el ejercicio práctico
de la misma.
Además de mi propia experiencia al respecto, aprovecho las
aportaciones de los participantes en mi curso sobre "espirituali­
dad pastoral".3
Presupongo, obviamente, los fundamentos de esta renovada
propuesta de vida espiritual: la Biblia, el magisterio eclesial, la
teología, en especial la teología espiritual y, sobre todo, la expe­
riencia de la gente del pueblo.
Contando con estos y otros presupuestos -los aportes de la
historia, psicología y sociología-, la espiritualidad pastoral se
está abriendo camino en la Iglesia. Y se deja llevar por el Espí­
ritu de Jesús hacia la realización de un proyecto: entrenar al
pueblo de Dios en la práctica de la espiritualidad cristiana.
Los puntos que voy a desarrollar en este artículo son los si­
guientes:
1. ESTIMULO PRIMORDIAL: LA VIDA DEL PUEBLO
2. LA ESPERANZA COMO ACTITUD FUNDAMENTAL
3. INVESTIGACION ORIENTADA HACIA LA PRAXIS ESPIRI­
TUAL

1 L .J.G o n zá lez , Espiritualidad pastoral Una nueva ciencia que está na­
ciendo, en Teresianum XLVIII (1997) 79-117.
2 Esta afirmación sobre “una nueva ciencia que está naciendo”, procede
del P .J e s ú s C a stellano C erv er a , Per una spiritualità della comunicazione, en
Desk 3 (1996) 42-50.
3 Me refiero al curso perteneciente al Instituto de Espiritualidad de la
Facultad Teològica Teresianum, en Roma. Ha tenido lugar durante el primer
semestre del año escolar 1997-1998.
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4. PROCESO PRACTICO DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL


5. INCURSION EN LOS SECTORES DE LA ESPIRITUALIDAD
PASTORAL

1. ESTIMULO PRIMORDIAL: LA VIDA DEL PUEBLO

Me parece difícil entregarse al arte de pintar, sin la práctica


correspondiente. Lo normal es que se tome papel y lápiz para
hacer bosquejos y proyectos. Enseguida, aprovechándose de
éstos, se hará el diseño sobre la tela y se echará m ano de los pin­
celes y de las pinturas. Luego, poco a poco, la obra pictórica se
va configurando sobre el lienzo.
Otro tanto sucede en la espiritualidad pastoral. Aunque pre­
tende desarrollarse como ciencia, su investigación sistemática
gira en torno a la vida, igual que la ciencia médica.
En concreto, la espiritualidad pastoral se ejercita en el con­
tacto con la vida del pueblo. Al percibir las necesidades, posibi­
lidades e ideales espirituales de la gente, el pastoralista recibe el
estímulo primordial. Así, incitado por las pulsaciones vitales de
la gente, empieza a buscar las intervenciones que traigan salud
espiritual o la promuevan en ella.

1.1 Autenticidad del pastoralista espiritual


De ordinario, para que un pastor sepa m edir el pulso de la
vida espiritual en el pueblo, necesita una especie de entrena­
miento por parte del Espíritu de Jesús.
El Espíritu, desde luego, está actuando en todos los hom ­
bres.4 Infunde sus gracias sobre todo en los creyentes. Se prodi­
ga de manera especial en todos los que desempeñan algún m inis­
terio eclesial. Influye, seguramente en modo privilegiado, en los
sacerdotes, religiosos y laicos, que se empeñan en la promoción
espiritual de sus hermanos.

4 Sugiere este hecho el Vaticano II, Constitución sobre la Iglesia en el


mundo actual, n.22.
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En este sentido, parece indispensable un mínimo de auten­


ticidad espiritual, si se pretende ejercer la espiritualidad pasto­
ral.
Esto, sin embargo, no significa que debamos esperar hasta
poseer una perefecta congruencia espiritual. Basta con la "au­
tenticidad volitiva", la cual, en la vida cristiana, consiste en la
volutad firme y efectiva de dejarse guiar por el Espíritu hacia el
Padre, mediante el seguimiento e imitación de Jesús.5
Gracias a este mínimo de autenticidad volitiva, el creyente
está capacitado para recibir las luces y mociones del Espíritu en
su vida cotidiana.
Bajo el efecto de su autenticidad, se esfuerza por vivir efec­
tivamente como un seguidor de Jesucristo. Su com portamiento
moral tiende a eliminar y erradicar el pecado. Sus pensamientos
corresponden a la enseñanza del Señor. Sus sentimientos se van
adecuando al ejemplo del mismo Jesús. No le faltan sus ratos de
oración. Su recurso a los sacramentos se dem uestra constante y
fervoroso. Más que nada, sus obras se orientan hacia el am or y
servicio del prójimo, de acuerdo al precepto del Señor.
Con un mínimo de congruencia espiritual, como el apenas
descrito, el creyente de cualquier tipo -laico, consagrado o sa­
cerdote-, está preparado para percibir las mociones del Espíritu.
Enconces puede captar las necesidades, posibilidades e ideales
que el mismo Espíritu suscita en el corazón de quienes integran
el pueblo de Dios.

1.2 Contacto personal con la gente del pueblo


Pero no basta con estar capacitado para percibir las necesi­
dades y posibilidades espirituales del pueblo. De ordinario, hace
falta un contacto normal y directo con la gente.
Sin duda alguna, existen muy diversas posibilidades de con­
tacto con la gente. Conozco com unidades de religiosos contem ­
plativos que, a pesar de su vida en clausura, consiguen m ante­
nerse en relación epistolar y teléfonica con los cristianos más
comprometidos.

5 De hecho, de acuerdo al Concilio, en esto consiste la santidad que los


cristianos “cultivan en los múltiples géneros de vida y ocupaciones”: Vatica­
no II, Constitución sobre la Iglesia, n.41.
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Cierto, lo ideal consiste en la llam ada "inserción”. Cristo la


practicó efectivamente optando por vivir en el pueblo y entre los
más pobres. Otro tanto han hecho los misioneros a lo largo de
los siglos. En este siglo, tal como hicieron Gandhi y la M. Tere­
sa de Calcuta, muchos cristianos han optado por la inserción en­
tre los pobres.
Existen otros niveles de contacto personal con el pueblo.
Muchas profesiones lo reclam an en forma constante. Los maes­
tros, médicos, psicólogos, sacerdotes, comerciantes, vendedores,
etcétera, pasan la mayor parte de su vida en contacto con la
gente.
Esa relación directa constituye una oportunidad insupera­
ble para el pastoralista espiritual. Así percibe las necesidades
que el pueblo padece en sus ansias de vida cristiana. También se
torna sensible a las posibilidades reales de que la gente dispone.
Imposible, por ejemplo, que adopten prácticas espirituales de ti­
po monástico.
A esto, precisamente, se refiere la espiritualidad pastoral. Al
afán por impulsar la santidad en el pueblo, sin sacar a la gente
de su realidad.

2. LA ESPERANZA COMO ACTITUD FUNDAMENTAL

Hace falta esperanza y una esperanza teologal, para creer


que se puede promover la vida espiritual a nivel popular. Todos,
de una m anera o de otra venimos del pueblo. Sea que proceda­
mos de una clase social más alta o de una más baja, todos he­
mos experimentado lo que allí se vive.
En razón de la propia experiencia, reconocemos cuán difícil
resulta la autenticidad cristiana en el m undo de hoy. Por tanto,
la sensación de impotencia se levanta como m area im percepti­
ble y cubre las playas del optimismo espiritual.

2.1 Confianza y optimismo ante el futuro


La oportunidad de flotar sobre el mar del desaliento consiste en
subirse a la barca de la esperanza. Montarse en ella, significa fiarse
del que la hace y la pone al alcance de nuestra opción: Dios mismo.
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Sí, igual que en cualquier otra aventura importante, necesi­


tamos montarnos en la nave de la esperanza para im pulsar la
espiritualidad pastoral. Sus desafíos son enormes como el mar.
Su oleaje se embravece y se alia con la torm enta de los proble­
mas, amenazando con la destrucción total de nuestros proyectos.
Sólo salimos airosos de las tempestades, si navegamos en la
barca de la esperanza al promover la espiritualidad.
Doy por sabido que la embarcación de la esperanza no va so­
la. Junto a ella avanzan las otras dos actitudes teologales, a sa­
ber, la fe y el amor.
De hecho, cuando el Concilio ha descrito la santidad como
un camino hacia el Padre, bajo la guía del Espíritu y siguiendo
a Jesús, añade de inmediato: "Así pues, todos deben avanzar sin
vacilación por el camino de la fe, que engendra la esperanza y
obra por la caridad”.6
Lejos de negar la im portancia de la fe y del amor, necesita­
mos subrayarla al máximo para la práctica de la espiritualidad
pastoral.
Sin embargo, este anhelo renovado y popular de espirituali­
dad vibra en la misma frecuencia de la esperanza. Igual que ésta,
avanza con decisión por los mares desconocidos de la búsqueda,
de la creatividad, de la evolución constante e interminable.
Esta esperanza que nos embarca hacia lo desconocido, co­
mo sabemos, supone cuatro momentos. Estos se interrelacionan
y complementan en un modo orgánico y unitario. Por razones
de claridad, los menciono en forma secuencial:
• SOÑAR
• CONFIAR
• GOZAR
• ACTUAR
La esperanza, a impulsos de los vientos que las necesidades
y posibilidades levantan, nos lanza a soñar despiertos. Nos alien­
ta a soñar lo mejor e, incluso, lo imposible.
Delante del cielo gris y encapotado, que esconde el poderío
de la tempestad, y a pesar de sentir el vaivén del oleaje enfureci­
do, la nave de la esperanza se desplaza con decisión hacia el
puerto soñado.

6 Ib.
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Sí. En efecto, la esperanza está hecha para encarar las tor­


mentas y tempestades de lo insalvable, de lo que no tiene salida.
Más allá de todo esto, logra dibujar la tierra prom etida del cam ­
bio, de las soluciones y de las realizaciones.
Por otro lado, la esperanza no es capaz por sí misma de
atravesar el diluvio de las tragedias contemporáneas, como pen­
saba Ernst Bloch.7 No. Su poder le viene del que la suscita con
sus promesas y la asegura con su omnipotencia: el Señor Dios.
Así que al soñar, embarcados en la esperanza, confiamos en
llegar al puerto de nuestros sueños, porque nos fiamos del am or
y del poder de Dios, el perfecto Timonel.
Además, cuando visualizamos o narram os en nuestros
sueños la tierra firme de lo bueno, lo bello y lo óptimo, se des­
pierta naturalm ente en nuestra alma el sentimiento de alegría.
Piensa, por ejemplo, en la próxima fiesta o en las vacaciones
futuras. Si te detienes a considerar las experiencias buenas y be­
llas que te aguardan, en forma espontánea se enciende en tu áni­
mo el brillo de la alegría.
Finalmente, la esperanza significa remar, bregar, recoger velas,
sostener firme el timón, y luchar por no naufragar. En otras pala­
bras, la esperanza impulsa hacia la acción decidida y constante.
Ella es, como sugiere Bloch con acierto, el motor de la historia.
Si careces de esperanza ante tu incapacidad para nadar, ni
siquiera vas a intentarlo. En cambio, a impulsos de ella, inten­
tarás y te esforzarás hasta que logres sincronizar los movimien­
tos de pies y manos. Entonces, porque has aprendido a nadar,
podrás desplazarte en la superficie de las aguas.
En concreto, pues, sin esperanza no hay movimiento, ni
cambio, ni progreso, ni historia.
Tampoco se puede realizar el proyecto de la espiritualidad
pastoral sin el impulso generador de la esperanza.

2.2 Bajo el poder creativo de la esperanza


En cuanto que nos hace soñar y actuar, la esperanza se re­
vela hondam ente creativa.

7 Cf. E .B l o c h , El principio esperanza /-//. Madrid, Aguilar, 1 977. Vea la


postura cristiana en O .G o n zá lez d e C a rd ed a l , Raíz de la esperanza. Sala­
manca, Sígueme, 1995.
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Me parece acertado pensar, como sostiene Ortega y Gasset,


que vivir consiste en crear constantemente el futuro.
Incluso si deseo narrar mi pasado, no tengo más remedio
que hacerlo en los próximos minutos. Necesito robarle espacio
al futuro para dar cuerpo a mis recuerdos.
Todo lo que decidimos hacer lo tenemos que hacer en el fu­
turo. Así, con las obras que vamos realizando, cada quien va pin­
tando el polícromo cuadro de su diario vivir.
Resulta claro, entonces, que vivir significa crear el futuro en
modo constante y sin interrupción.
Hay dos estilos principales de crear el diario vivir en los te­
rrenos propios del futuro. El prim ero deja soplar los vientos
fríos del pesimismo. Con un cielo gris y cargado de nubes, te­
memos lo peor y aguardamos torm entas y desastres. Me refiero
al miedo.
El segundo estilo, correspondiente a la esperanza, acoge el
viento suave y tibio de la misericordia de Dios. Con cielo des­
pejado y azul, presentimos lo m ejor de lo mejor. Más allá de las
montañas, que por ahora nos cierran el paso, nos representamos
el valle verde y fecundo de la esperanza. Allí confiamos realizar
las propias aspiraciones y producir frutos abundantes.
Pues bien, la espiritualidad pastoral avanza hacia la tierra
fecunda del corazón popular, porque confía y espera en Dios. Sa­
be muy bien que para Dios no hay imposibles. Entonces se atre­
ve a soñar que servirá de instrum ento al Espíritu para sem brar
la semilla de Dios en más y más gente del pueblo. Y visualiza en
el futuro mayor abundancia de seguidores de Jesús que, con to­
das sus fuerzas, trabajan con él para la construcción del Reino.

3. INVESTIGACIÓN ORIENTADA HACIA LA


PRAXIS ESPIRITUAL

Porque es una ciencia, la espiritualidad pastoral siente pal­


pitar en sus entrañas el impulso hacia un saber profundo y sis­
tèmico. Quiere explicar, hasta dónde sea posible, cómo hace
el Espíritu para inspirarnos sus caminos e impulsarnos a se­
guirlos. Quiere saber, cómo podemos responder al Espíritu, en
un modo práctico y efectivo. Quiere descubrir cómo podemos
interactuar con el Espíritu, para acelerar el proceso del propio
desarrollo hum ano y espiritual. En fin, quiere percibir cómo po­
194 LUIS JORGE GONZÁLEZ

demos secundar la acción del Espíritu para forjar con él una his­
toria más humana, dentro del contexto trinitario, eclesial, social
y ambiental en que vivimos.
Cierto, la espiritualidad pastoral no tiene todavía todas las
respuestas a sus preguntas sobre los caminos prácticos del Espí­
ritu. Porque apenas está naciendo como ciencia, se encuentra en
el proceso de búsqueda, investigación y experimentación. Segu­
ramente, con la ayuda del mismo Espíritu, seguirá investigando
y llevando a la experimentación las respuestas ya encontradas.

3.1 El proceso, no el contenido, como centro


A la luz de los planteamientos del párrafo anterior, imagino
que resulta claro cuál es el punto focal de la investigación y ex­
perim entación de la espiritualidad pastoral.
Centra su búsqueda en el proceso. Es consciente de que la
teología espiritual ya se ocupa suficientemente de los contenidos
prácticos de la vida en el Espíritu. Reconoce, sin vacilación, la
im portancia del qué, esto es, de qué hay que hacer para acoger
al Espíritu e interactuar con él. Pero, presuponiendo los conte­
nidos o qué hay que hacer en la vida espiritual, se ocupa prefe­
rentemente del proceso hacia la realización de tales objetivos.
No digo que la teolgía espiritual no se ocupa de los procesos.
Lo hace, sí. Con todo, hasta donde yo percibo, habiéndola en­
señado por más de dos décadas, el foco de su interés se halla
más en el contenido que en el proceso.
Me explico con un ejemplo. En un libro mío, sobre la ora­
ción, menciono y describo con citas la oración de recogimiento
que santa Teresa de Avila practicaba.8
Sin embargo, por la m añana y por la tarde, le quitaba 20 m i­
nutos a mi oración mental cristiana, para practicar la m edita­
ción trascendental.
Así lo hice durante diez años (1975-1985). Pero un día del
1985, cayó en mis manos el prim er libro del Dr. Herbert Benson
de la universidad de Harvard.9

8 L .J.G o n zá lez , El diálogo trascendente en la integración liberadora.


México, Parroquial, 1983, pp.232-235.
9 H.B e n s o n w ith M .Z .K l ip p e r , The Relaxation Response. N e w York,
Avon, 1976.
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Allí explica el Dr. Benson una investigación de laboratorio


que condujo en la comunidad de mis herm anos carmelitas de
Washington. Descubrió que la práctica de la oración de recogi­
miento produce los mismos efectos fisiológicos y metabólicos
que él había encontrado en los practicantes de la meditación
trascendental.10
Desde el día en que leí estos datos, abandoné el ejercicio de
la meditación trascendental. Yo sentía necesidad de un modo
contemplativo de orar. Por aquellos años apenas empezaban a
surgir, gracias a su contacto con las religiones orientales, las
obras de Y. Raguin, H.M. Enomiya Lassalle, W. Johnston, A. de
Mello, G. Stinissen y otros impulsores de los métodos cristianos
de oración contemplativa o meditación. Por tanto, igual que
estos autores, yo mismo acudí al Oriente para aprender la ora­
ción contemplativa.
Ojalá que este ejemplo sugiera qué quiere decir "centrarse
en el proceso más que en el contenido". Este, sin olvidar a aquél,
nos indica y enseña el qué de la espiritualidad. Aquél, -el proce­
so-, nos m uestra el camino, nos lanza a cam inar por él y acom­
paña nuestros pasos en dirección del contenido.
La inquietud por fijarse más en los procesos que en los con­
tenidos ha resurgido, en este siglo, dentro del m undo de la cien­
cia. Se menciona, como pionero, a Alfred Korzybski.11 También
se puede recordar a Paul Watzlawick.12 Pero, sobre todo, es jus­
to señalar a los impulsores de la Programación Neuro-Lingüísti-
ca, John Grinder y Richard Bandler como los mayores prom o­
tores de la actual revaloración de los procesos.
Cierto, estimulados por esta tendencia contem poránea, he­
mos podido redescubrir la preferencia por los procesos que pal­
pita en el corazón del cristianismo. Sí, a lo largo de los siglos, des­
de Jesús y los apóstoles hasta los cristianos comprometidos de
nuestro tiempo, hay una m arcada preferencia por el proceso sin
excluir los contenidos.

10 lb., pp. 119-120.


11 A .K o r z y b sk i , Science and Sanity. Lakeville, Connecticut, The Interna­
tional Non-Aristotelian Library, 1933.
12 Cf. P.W atzlawick , J .B eavin and D .J a ck so n , Pragmatics of Human Com­
munication. New York, W.W. Norton and Co., 1967.
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3.2 Investigación sobre el “cómo" hacer


Poner el acento sobre el proceso significa, en términos
específicos, inquirir acerca del cómo. ¿Cómo puedo m antener­
me en la presencia del Señor en medio de mis labores? ¿Cómo
conseguiré perdonar a mi prójimo no sólo con la voluntad, sino
también con mi cuerpo y sentimientos? ¿Cómo me dejo guiar
por el Espíritu en el momento de corregir a mis hijos?
Estas preguntas, propias de un enfoque centrado en el pro­
ceso, buscan la estrategia o el conjunto de pasos que conducen
hasta la meta deseada. Una vez que sabemos a dónde queremos
llegar, necesitamos encontrar el camino, precisar el tipo de vehí­
culo requerido, el costo de su combustible, el chofer que lo va a
conducir, quién es el prim er responsable, quiénes más resultan
involucrados, las horas adecuadas para viajar, el límite de tiem ­
po para llegar, las dificultades probables, etcétera.
El pastoralista espiritual, hasta donde yo puedo observar,
adquiere una actitud práctica que lo inclina a preguntarse, una
y otra vez, ¿cómo?
Se diría que el Espíritu Santo le ha impreso, a nivel celular
y en lo hondo del corazón, aquella frase de Jesús: "No todo el
que me diga ¡Señor, Señor! entrará en el reino de Dios, sino el
que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo” (Mt 7,21)
En consecuencia, se afana por poner en práctica lo que oye
y lee, lo que siente como inspiración y lo que recibe como suge­
rencia para seguir al Señor. Quiere ser como el "hombre pru­
dente que construyó la casa sobre roca” (Mt 7, 24).
De este afán por escuchar la Palabra y ponerla en práctica,
nace, se desarrolla y se afirma la actitud de interrogarse acerca
del “cómo". Si participa en un curso de espiritualidad, sin darse
reposo, en su mente estará buscando caminos para traducir lo
que escucha en una práctica efectiva. Si escucha una charla de
retiro espiritual o una homilía dominical, lo mismo: “¿cómo
hago para llevar éso a la práctica?”
En realidad, si no me equivoco, este constante deseo de sa­
ber cómo poner en práctica la enseñanza y ejemplos del Señor,
desarrolla un profundo sentido de la investigación.
Pensemos, por ejemplo, en Teresa de Lisieux. Ella no era una
teóloga ni una estudiosa y ni siquiera una persona ilustrada. Sin
embargo, poseía dicho afán por llevar a la práctica la Palabra.
Ella revela su sentido práctico y realista, como el que el pas­
toralista espiritual desea adquirir, cuando describe su llegada al
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Carmelo. Luego que menciona su m eta al entrar con las carm e­


litas, subraya la im portancia de los recursos para alcanzar el
objetivo deseado.
“A los pies de Jesús-Hostia, en el interrogatorio que precedió
a mi profesión, declaré lo que venía a hacer en el Carmelo: 'He
venido para salvar almas, y, sobre todo, para orar por los sacer­
dotes'.
Cuando se quiere alcanzar una meta, hay que poner los me­
dios para ello. Jesús me hizo comprender que las almas quería
dármelas por medio de la cruz; y mi anhelo por sufrir creció a
medida que aumentaba el sufrimiento".13
Llevada de esta voluntad de poner los medios para alcanzar
sus metas, Teresa de Lisieux ha desarrollado un verdadero senti­
do de la investigación. Cierto, no sigue las reglas del llamado
“método científico”. Sin embargo, tiene el espíritu de la búsque­
da perseverante y sistemática que le perm ite clarificar sus du­
das.
De esto tenemos un ejemplo en su Manuscrito B, donde des­
cribe la constancia con que buscó y buscó en las Escrituras cuál
podía ser su misión personal, dentro de su vocación de carmeli­
ta. Quería encontrar su lugar único e insustituible en el Cuerpo
de la Iglesia.
Finalmente, su investigación produjo -con la gracia del
Señor-, los resultados esperados. Leyendo a san Pablo descubrió
su misión personal. Con gozo escribe:
“Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús,
amor mío..., al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es
el amor...!
Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios
mío, eres tú quien me lo ha dado... En el corazón de la Iglesia,
mi Madre, yo seré el amor... Así lo seré todo... ¡¡¡Así mi sueño se
verá hecho realidad...!!!14

13 S .T e r e s a d e L is ie u x , Manuscrito A, 69 v°, en sus Obras completas. Bur­


gos, Monte Carmelo, 1996, p.217.
14 Ib. (3v°), p.261.
198 LUIS JORGE GONZÁLEZ

Supongo que más adelante, cuando describiré la búsqueda


del proceso hacia la meta espiritual, tendré ocasión de mostrar,
en términos más concretos, el sentido de investigación que des­
arrolla el pastoralista espiritual.
Por ahora me limito a señalar que se produce una verdade­
ra actitud de búsqueda, la cual se traduce en el espontáneo y
constante preguntarse acerca del “cómo". “¿Cómo puedo o po­
demos poner en práctica esto o aquello para unirm e o unirnos
más con el Señor?”
Dicha actitud, aunque no cumpla todas las condiciones del
método científico, se coloca en la perspectiva de la investigación
científica.

3.3 Reflexión pastoral de estilo sistèmico


El anhelo por seguir al Señor no de palabra, sino con las
obras y cargando su cruz, es vivido por la espiritualidad pasto­
ral en el contexto del conjunto global de la realidad.
En cuanto es posible, esta ciencia que está naciendo evita
encerrarse en los límites estrechos de su visión necesariamente
parcial. Por lo mismo, quiere tener a la vista, en form a constan­
te y consciente, el gran cuadro de la realidad:

(^h Óm b r e ^) (^ m undq^

En el último Sínodo de los Obispos, en su Asamblea Espe­


cial para América (16-XI-97 a 12-XII-97), se ha hablado de la
"globalización” de la "comunión” y "solidaridad".
Tal vez nunca antes en la Iglesia se había tomado conciencia
de que la vida cristiana es de veras católica. Por lo mismo, re­
percute en todo el globo terráqueo. Su globalización es inevita­
ble. A fin de cuentas, los creyentes del mundo entero somos
miembros de un mismo Cuerpo, como nos recuerda san Pablo.
En el campo de la ciencia se utiliza la palabra sistema para
señalar que la realidad en que nos toca vivir constituye un todo
orgánico.
La palabra sistema alude a un conjunto de partes interrela-
cionadas que interactúan unas con otras para funcionar como
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 199

un todo orgánico. Dentro del sistema, debido a la m utua y recí­


proca interacción de sus partes, cada una de ellas afecta a las
demás y también al conjunto en su totalidad.15
El mejor ejemplo de sistema, ya utilizado por san Pablo, es el
organismo humano. Cada quien es un sistema alma-cuerpo o
mente-cerebro como prefieren decir los neurólogos. Pero el cuer­
po también aparece como un sistema de sistemas, sabiendo que
cada uno de sus órganos y células funciona como un sistema.
Por otro lado, la vida es un sistema que supone la interac­
ción entre sus partes constitutivas: plantas, animales y seres hu­
manos dentro del planeta Tierra. Este, por cierto, tam bién fun­
ciona como sistema dentro del sistema solar. El cual, a su vez,
forma parte del sistema conocido como galaxia "Via Lactea”. Y
ésta se comporta como un órgano del inmenso organismo o sis­
tem a que llamamos universo.
La fe religiosa, sobre todo en el Judeo-cristianismo, nos
ofrece la cosmovisión, ya antes señalada, que incluye a DIOS, al
HOMBRE y al COSMOS. Por cierto que, no obstante la globali-
zación de ia ciencia, la economía, la información, el deporte,
etcétera, parece haber perdido esa visión de conjunto que la fe
nos ofrece.16
No es el momento de entrar en detalles a este respecto. Bas­
te con saber que la espiritualidad pastoral quiere tener presente
la cosmovisión de la fe: MUNDO, HOMBRE, DIOS. Cuando se
pregunta acerca del “cómo", lo hace dentro de ese contexto glo­
bal de la realidad. Los procesos, que el Espíritu Santo alienta
con su dinamismo, se desarrollan dentro de esos tres ámbitos de
la vida humana.
Por cierto, hay en nuestros días un estilo de reflexionar que
nos alienta a proseguir por este camino de la visión global de la
realidad. Me refiero al llamado "pensamiento sistèmico".17 En
esencia, este modo global de pensar nos perm ite ver:

15 D .L .K a u ffm a n , Jr., Systems One: An Introduction to Systems Thinking.


Minneapolis, MN, S.A.Carlton, 1980.
16 Cf. O.G o n z á le z d e C a r d e d a l, Raíz de la esperanza, o.c., pp.63-66.
17 Al "pensamiento sistèmico” se le considera también como la "Quinta
disciplina" para que un grupo o una empresa logre funcionar bien y progre­
sar: P.M.Senge, The Fifth Discipline. New York, Doubleday, 1990, pp.57-135.
200 LUIS JORGE GONZÁLEZ

• CONJUNTOS, Y NO SOLO PARTES AISLADAS


• INTERRELACIONES EN LUGAR DE LINEAS CAUSA-EFECTO
• PROCESOS DE DESARROLLO EN VEZ DE FOTOS INSTAN­
TANEAS
La habilidad de ver los árboles y el bosque entero, al mismo
tiempo, representa una posibilidad al alcance de todos. Si que­
remos, todos podemos aprender a percibir el contexto familiar,
social y ambiental de los individuos. También en el campo de la
vida espiritual, es posible considerar cada una de las partes -vir­
tudes, prácticas piadosas, sacramentos, prójimo, etcétera-, den­
tro del conjunto global: DIOS-HOMBRE-MUNDO.
Por otra parte, en el interior de un sistema como el de la vi­
da, no existen lineas causa-efecto, sino círculos de causalidad. Mi
comportamiento es para ti una experiencia que, de alguna m a­
nera, se manifiesta luego como comportamiento. Tu com porta­
miento me hace vivir una experiencia que, a su vez, se convierte
en conducta.
No parece corresponder a la verdad lo que, de acuerdo a una
visión lineal causa-efecto, solemos afirm ar en la vida cotidiana:
“Estoy triste, porque mi hijo me ha insultado con m ucha agresi­
vidad”.
Algo debió hacer la mam á para que el hijo se com portara de
ese modo agresivo. Por lo menos, permitió que la siguiera insul­
tando, en lugar de impedírselo desde el prim ero momento.
La vida espiritual tam bién se halla sujeta al principio de
causalidad, pero en forma circular, no lineal. Dios tom a la ini­
ciativa de crearnos y amarnos. Es la causa de nuestro ser y de to­
das nuestras capacidades. Enseguida, los que antes fuimos efec­
to, nos convertimos en causa. En el momento de responder a los
dones y gracias del Señor, causamos efectos en su amor, en nues­
tros semejantes y en nuestro ambiente.
Por último, el pensamiento sistèmico nos anim a a descubrir
que la vida funciona como un proceso de desarrollo. Pero nues­
tras descripciones convierten a las personas y al dinamismo
espiritual en estatuas inertes, como las que aparecen en las fo­
tografías. Somos víctimas de los límites del lenguaje. Creemos
que los otros son figuras sin movimiento, tal como los retrata­
mos con las palabras.
El pensamiento sistèmico nos introduce en un proceso de li­
beración. Poco a poco nos hace relativizar los juicios y descrip­
ciones que paralizan el dinamismo de la vida hum ana y espiritual.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 201
La consideración de estos tres rasgos fundamentales -ver
conjuntos, interrelaciones y procesos- te hará com prender por
qué la espiritualidad pastoral ha optado por el pensar sistèmico.
Si esa nueva presentación de la espiritualidad nace de la vida y
term ina en la vida, entonces necesita aferrarse a las característi­
cas reales de la vida.

4. PROCESO PRACTICO DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL

Ahora nos adentramos, de m anera más directa, en el cómo se


practica la espiritualidad pastoral. Se puede hablar de un proce­
so, porque el ejercicio de esta nueva ciencia implica una serie de
pasos orgánicamente interconectados. Cada promotor o equipo
de espiritualidad pastoral, es libre de disminuirlos o aumentarlos.
• Desde la vida y para la vida
• Sensibilidad ante necesidades, posibilidades e ideales
• Codificación de la necesidad o posibilidad espiritual
• Definición de la meta
• Elaboración del proceso hacia la meta
• Verificación práctica en la vida
• Revisión del proceso a la luz de los resultados
• Difusión entre el pueblo
• Publicación

4.1 Desde la vida y para la vida


El prim er paso en el ejercicio de la espiritualidad pastoral,
como puedes suponer, consiste en acercarse a la vida. Pero es un
acercamiento a ella con la intención de responderle en su propio
nivel. Esto significa que se pretende servirla a nivel de experien­
cia y de acción. Se utiliza la teoría y la información sólo en la
m edida requerida por la práctica.
Se trata, pues, de un estilo muy similar al de los escritos del
Nuevo Testamento. Su teología se halla condensada y puesta al
servicio inmediato de la vida: conversión, renovación espiritual,
desarrollo ulterior, perspectivas de plenitud en el seguimiento de
Jesús.
202 LUIS JORGE GONZÁLEZ

Por tanto, en un prim er momento, la espiritualidad pastoral


se sumerje en el m ar de la vida. Al bucear en sus aguas, bajo la
guía del Espíritu, va en busca de cuestiones vitales para buscar­
les una respuesta igualmente vital.

4.2 Sensibilidad ante necesidades, posibilidades e ideales


Al bucear dentro del océano de la vida, dejamos que el Espí­
ritu nos infunda una sensibilidad especial. Deseamos tener
abiertos los ojos ante asuntos im portantes de verdad. Queremos
captar las necesidades -sea de quitar vicios o de adquirir virtu­
des-, posibilidades -sea de crecimiento hum ano o espiritual- e
ideales -sueños y "deseos más grandes que el universo”, como los
de Teresa de Lisieux.
Supongo que esta sensibilidad, suscitada por el Espíritu (1
Cor 2,12-16), nos hace percibir posibilidades de conversión,
cambio, desarrollo y plenitud, que podrían perm ancer ocultas
para una m irada superficial o excesivamente teórica.
A este respecto, quisiera hacer referencia al mundo de la
creatividad. Esta, como he insinuado ya, pertenece a la dotación
de cualidades que caracterizan al pastoralista espiritual.
De acuerdo a E.Fromm, "la creatividad es la capacidad de
'ver' (o de 'estar conscientes’) y de 'responder'”.18 De inmediato
aclara que esta definición, aparentem ente simplista, tom a en
cuenta que "la mayor parte de los seres hum anos no se da cuen­
ta conscientemente de nada ni responde a nada”.19 Luego añade,
“la condición prelim inar para poder em itir una respuesta realis­
ta (creativa) consiste en ver una persona o un objeto en el con­
texto de su realidad com pleta”.20
Con esta breve referencia quiero subrayar la necesidad que
el pastor tiene de las luces y mociones del Espíritu. Sólo en el
Espíritu tiene la capacidad de ver las personas “en el contexto de
su realidad completa". Sobre todo, sólo bajo la inspiración del
Espíritu despliega la habilidad “para poder emitir una respuesta
realista” o creativa ante las necesidades y posibilidades espiri­

18 E .F r o m m , L'Atteggiamento creativo, e n H .H .A n d e r s o n (D e .), La creati­


vità e le sue prospettive. Brescia, La Scuola, 1972, p.67.
19 Ib„ p.68.
20 Ib„ p.71.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 203
tuales de las personas y comunidades.
Por tanto, la invocación del Espíritu para que nos dé sus lu­
ces e inspiraciones, será siempre esencial cuando queramos ha­
cer espiritualidad pastoral.
Entonces, gracias al Espíritu, seremos capaces de "ver y de
responder". Por ahora, en este segundo paso del proceso, lo que
más nos im porta es “la capacidad de ver”.
Al realizar este paso con mis alumnos, ellos -una laica, cin­
co religiosas, siete seminaristas y religiosos, treinta sacerdotes-
buscaron primero el contexto de la vida en sus respectivos paí­
ses y comunidades. Entonces, en un segundo momento, logra­
ron “ver” las siguientes necesidades y posibilidades.
• ACERCAMIENTO A LAS PERSONAS
• ACOGIDA A LAS PERSONAS
• AMISTAD CON DIOS
• AMOR EN LA FAMILIA
• CENTROS DE ORACION (crearlos)
• COMUNICACION DE LA EXPERIENCIA DE DIOS
• DISCERNIMIENTO
• DESAPEGO
• FE: CÓMO AUMENTARLA EN MOMENTOS DE CRISIS
• FRATERNIDAD EN TODOS LOS NIVELES DE LA VIDA
• IDENTIFICACION CON JESUS
• INTEGRACION ESPIRITUAL DE LOS PASTORES
• PAZ: CÓMO OBTENERLA Y CONSERVARLA
• PACIENCIA Y PERSEVERANCIA
• ORACION COTIDIANA
• RECEPTIVIDAD ANTE EL AMOR DE DIOS
• SOLIDARIDAD SOCIAL Y ESPIRITUAL
• TESTIMONIO DE VIDA

4.3 Codificación de la necesidad o posibilidad espiritual


Este tercer paso es muy sencillo. No lleva más de dos o tres
minutos. Se trata de situar la necesidad o posibilidad dentro del
contexto global de la vida. Al clasificarla como un asunto de ti­
po humano, personal, grupal, o de relación con los demás, con
la Iglesia, con la naturaleza, o con alguna de las Personas divi­
nas, el pastoralista espiritual empieza a clarificar qué clase de
respuesta puede dar.
204 LUIS JORGE GONZÁLEZ

La representación gráfica del contexto global de la vida faci­


lita, en la línea de este tercer paso, las tareas de la espiritualidad
pastoral. Esta, como sabemos, tiene como objeto de estudio "la
interacción dinámica entre el Espíritu y la persona hum ana en
el contexto trinitario, eclesial, social y am biental”.21 Así que en el
centro de la representación del contexto global aparecen la per­
sona y el Espíritu Santo.
CONTEXTO GLOBAL DE LA VIDA ESPIRITUAL

Inconsciente Consciente

Memoria
p 1
E \ PROCESOS Represent. /

S0 \
R \

\
Diálogo In. / ----- ► FE S ------ \
ESTADO INTERNO
DECISION A
/ - ---► ESPERANZAS--- \
— -----o> AMOR s ------ \
ESPIRITU

N X INCONDUCTA ---- -----► ACCION s -------- -


A

FAMILIA - SO CIED AD--- ---- ►INTERACCION S ---- --- IGLESIA - CRISTO


VIDA - MUNDO DIOS PADRE

Al “ver” una necesidad o alguna posibilidad espiritual en la


persona o comunidad, podemos buscarle acomodo dentro de
este gran cuadro de la realidad.
Una vez que le encontramos lugar, o le damos un nombre,
empezamos a saber qué podemos hacer con ella. De ordinario,
cuando logramos dar nombre a algo o a alguien, abrim os un ca­
mino a nuestra acción. Doy un ejemplo. En un día caluroso, en
que sientes la tortura de la sed, resulta muy im portante y prác­
tico dar nombre al líquido transparente que tienes ante tu m ira­
da. Si dices, "es agua” y agregas, "potable", entonces ya sabes
qué hacer dicho líquido.
En este sentido, resulta práctico el hecho de dar nombre y
de clasificar la necesidad, posibilidad o ideal que contemplas an­
te tus ojos de pastor espiritual.
Tomemos la prim era necesidad de la lista apenas transcrita:
ACERCAMIENTO A LAS PERSONAS.

21 Cf. L .J.G o n zá lez , Espiritualidad pastoral. Una nueva ciencia que está
naciendo, a.c., p.103.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 205

Salta a la vista, de inmediato, que se trata de un asunto que


atañe a la persona. Se refiere, desde luego, a su interacción con
las personas de la propia familia o de la sociedad. Ya está. Basta
con esto para codificar la necesidad.
Al final de este artículo propongo, como apéndice, este mis­
mo cuadro de la realidad global, pero a m anera de formulario
para abreviar el tiempo dedicado a este paso núm ero tres.

4.4 Definición de la meta


Este cuarto paso suele llevarse más tiempo que el anterior.
No estamos acostumbrados, en general, a definir nuestros pro­
blemas, necesidades o deseos en términos concretos.
En el contexto de la espiritualidad pastoral, se apegan a lo
concreto las definiciones que cumplen dos condiciones. La pri­
m era se refiere al lenguaje y la segunda al dinamismo de su for­
mulación. Por tanto, una definción pertenece a la categoría de lo
concreto si:
• USA TERMINOS DE TIPO SENSORIAL (Ver, oír, sentir, oler,
gustar).
• INCLUYE EL DINAMISMO DE UN PROCESO (Estado actual
hacia el estado deseado).
Volvamos un poco a los pasos anteriores. Supongamos que,
llevado del Espíritu, “ves” una determ inada necesidad. Por ejem­
plo, la “integración espiritual de los pastores" o agentes de espi­
ritualidad pastoral. Luego la sitúas, dentro del contexto global
de la realidad, como una cuestión de interacción teologal con el
Espíritu y, en él, con Dios y con Cristo, lo mismo que con la fa­
milia, la sociedad y el mundo.
Enseguida viene la necesidad de concretizar la meta en tér­
minos sensoriales y dentro del dinamismo de un proceso. ¿Có­
mo se hace?
Los vocablos son de tipo sensorial cuando, de un modo u
otro, la definición de la meta responde a las preguntas:
• ¿Qué veo?
• ¿Qué escucho?
• ¿Qué siento?
206 LUIS JORGE GONZÁLEZ

En este caso, la "integración espiritual de los pastores” se


transform a en una meta concreta si, en una forma u otra, in­
cluye términos como estos: "Que los pastores espirituales se re­
tiren a lugares solitarios para encontrar su propio centro y pe­
netrar en él y buscar allí el rostro del Padre, la figura de Cristo y
la luz del Espíritu, para intercam biar am or con Ellos y recar­
garse de am or que los haga sonreír y saludar a sus familiares y
demás personas, haciéndoles preguntas sobre sus necesidades y
deseos, con el fin de apoyarlos en la satisfacción de los mismos".
¿Cómo se traduce este largo discurso en una frase corta que
describa la "integración espiritual de los pastores” como una
meta concreta?
"Que encuentren su propio centro en Dios Trino mediante el
diálogo amoroso de la oración para expresar el am or al prójimo
con la sonrisa, las preguntas y el apoyo generoso".
Esta última formulación de la meta, de alguna manera, logra
ser presentada en términos de proceso. Hasta cierto punto hace
intuir los componentes fundamentales del proceso de cambio:
ESTADO ACTUAL ►Recursos ►ESTADO DESEADO
La descripción de la meta sugiere que el estado actual de al­
gunos pastores es un producto de la dispersión. Se hallan meti­
dos en mil cosas, van y vienen en todas direcciones. Sin em bar­
go, cuentan con un estado deseado: encontrar su propio centro
en Dios. Para esto cuenta con la oración como recurso. Pero una
oración hecha como diálogo amoroso en fe y esperanza. El amor
en sí, tam bién es un recurso para mantenerse en su centro a la
hora de interactuar con los demás.

4.5 Elaboración del proceso hacia la meta espiritual


Ahora viene, como quinto paso, la elaboración tentativa de
un proceso capaz de conducir hasta la m eta o estado deseado.
El diseño del proceso práctico hacia la m eta conlleva varios
pasos. Entre los principales podemos recordar estos:
• ELEGIR UN MODELO
- Jesús.
- Personajes bíblicos, santos, maestros espirituales, etcéte­
ra.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 207
- Enseñanzas metodológicas de la Biblia, Magisterio, escritos
de los santos o de los teólogos o de los pastoralistas actuales.
- La espiritualidad del pueblo, de la comunidad, de las perso­
nas.
• ESPECIFICAR LOS PASOS SEGUIDOS POR EL MODELO
- Concretar los resultados obtenidos por el modelo elegido.
- Identificar los pasos que lo llevaron a tales resultados.
- Especificar la secuencia de dichos pasos.
• DISEÑAR LA ESTRATEGIA PARA OBTENER LOS MISMOS
RESULTADOS
- Proponer un método que incluya los pasos y su secuencia.
- Buscar, con este método, los mismos resultados obtenidos
por el modelo.
En el contexto de la espiritualidad pastoral, el modelo es
contrastado con la teoría. Esta, de ordinario, explica un fenóme­
no por sus causas y aclara el por qué de las mismas y de su in­
teracción con el mismo fenómeno. En cambio, el modelo propo­
ne, implícita o explícitamente, una serie de pasos que, si son se­
guidos efectivamente, conducen a la obtención de los mismos
resultados que otros han obtenido.
Para un cristiano y más para el prom otor de la espirituali­
dad pastoral, el modelo central y acabado es Jesús.
Sin embargo, junto con él se pueden encontrar otros mode­
los. Por ejemplo, en el último punto de este artículo, al referir­
me a la elaboración de retiros, presentaré a san Ignacio de Loyo-
la, con sus Ejercicios espirituales, como un modelo.
Una vez que contamos con un modelo, podemos entregar­
nos a la investigación de los pasos que él ha seguido para obte­
ner determinados resultados.
Se supone que tales resultados corresponden a la meta que
ha emanado de una necesidad o posibilidad espiritual de la gen­
te del pueblo. No hace falta inventar el cero. Si alguien ya ha re­
corrido el mismo camino y ha llegado a la misma meta o a una
parecida, entonces podemos aprender de él. Steckel, un discípu­
lo de Freud, decía, "un enano m ontado en los hombros de un gi­
gante, ve más lejos que el propio gigante”.
Ya que hemos especificado los pasos seguidos por el mode­
lo, podemos precisar su secuencia. Esta, como comprenderás, es
la diferencia que hace la diferencia. Si marco los dígitos de tu
208 LUIS JORGE GONZÁLEZ

núm ero telefónico en un orden diverso del que les corresponde,


jam ás conseguiré que tu teléfono suene y que me respondas por
el auricular. Así, tam bién necesitas conocer la estrategia del mo­
delo para imitarlo.
Entonces te encuentras en grado de proponer un verdadero
método. Si éste reproduce efectivamente los pasos seguidos por
el modelo, en acuerdo con su secuencia, entonces cuentas ya con
un proceso para alcanzar la meta requerida por una persona o
comunidad.
Propongo, como ejemplo de todo esto, una forma de orar
que yo denomino “la oración contemplativa de Jesús". Real­
mente ha salido de una investigación directa dentro de los evan­
gelios. Allí podemos encontrar los pasos que Jesús seguía al orar
y los que él recomienda al enseñarnos a orar.
1. BUSCAR UN LUGAR TRANQUILO (Mt 14,23; Me 1,35;6,46;
Le 5,16).
2. POSICION CORPORAL MEDITATIVA (Mt 24,39; Me 14,35; Le
22,41).
3. ESTARSE AMANDO FILIALMENTE A DIOS (Mt 6,9-13; tal vez
repitiendo mentalmente y con el corazón: "Dios mío, te amo”.
4. DEJAR TRANQUILAMENTE QUE PASEN LOS PENSA­
MIENTOS (Mt 6,7-8).
5. CONCLUIR CON UN ACTO DE ESPERANZA (Me 11,24).
Con este método, aprendido de Jesús, modelo de oración,
tendríam os la respuesta para aquella necesidad que, en la lista
arriba citada, consiste en tener una “oración cotidiana”.

4.6 Verificación práctica en la vida


Con este paso número seis, se llega al momento de volver a
los terrenos de la vida. Vamos a verificar si nuestra investigación
nos ha llevado a descubrir un proceso que conduzca, en modo
real y efectivo, a la meta que concretiza la necesidad o posibili­
dad de la gente.
Por ejemplo, sería la hora de que practiques -unos 20 minutos
por la mañana y otros 20 por la noche- los pasos de la "oración
contemplativa de Jesús”. Verifica, como lo hemos hecho muchas
personas, si esta forma de orar realmente da resultados positivos
como los de otros métodos de oración contemplativa. Prueba.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 209
No se trata aquí, como puedes suponer, de discutir teórica­
mente las cualidades y defectos del proceso. No. Todo lo opues­
to es lo que se busca. Se quiere confrontar el proceso práctico
con la vida. Por el momento, las consideraciones teóricas, posi­
tivas o negativas, sobran.

4.7 Revisión del proceso a la luz de los resultados


De acuerdo al propósito de este séptimo paso, vamos a revi­
sar los resultados obtenidos por quienes, con paciencia y per­
severancia, han llevado a la práctica el proceso descubierto por
medio de la investigación.
Volvamos al mismo ejemplo de la “oración contemplativa de
Jesús”. Imaginemos que un grupo de personas, pertenecientes a
diversos estados de vida, se ha empeñado en la práctica cotidia­
na, m añana y tarde, de este modo de orar.
Durante dos o tres meses, dichas personas han dedicado 20
minutos por la m añana y 20 por la tarde a la práctica de esa ora­
ción. Por tanto, se hallan en condiciones de aportar resultados.
Cierto, tal como el Dr. Herbert Benson ha podido demostrar,
un estudio médico de una sola práctica de ese modo de orar pue­
de revelar resultados positivos. De todas formas, se puede apelar
también -como sucede en el ejercicio de la espiritualidad pasto­
ral- a la experiencia subjetiva de quienes han estado practican­
do diariamente la oración contemplativa de Jesús.
Supongamos que el reporte de ellos resulta positivo. Enton­
ces estamos preparados para dar el siguiente paso.

4.8 Difusión entre el pueblo


En efecto, ahora que disponemos de un instrum ento capaz
de im pulsar el desarrollo espiritual de las personas, vale la pena
que muchos se beneficien de él.
La medicina, como sabemos, procura la difusión de méto­
dos preventivos y los remedios de ciertas enfermedades. De igual
manera, el prom otor de la espiritualidad pastoral -individuo o
equipo- se afana por difundir ejercicios o técnicas espirituales
de com probada eficacia.
Su eficacia se mide, desde luego, por su capacidad de col­
m ar una necesidad del pueblo. Puede ser una necesidad típica­
210 LUIS JORGE GONZÁLEZ

mente espiritual o simplemente hum ana. Sin embargo, es de su­


poner que esta última, de cualquier manera, entra en el plan de
liberación, de vida y de salvación que Dios tiene para todos los
seres humanos.
De hecho, la oración contemplativa conjuga la producción
de frutos de ambas clases: espirituales y humanos. Los creyen­
tes valoramos sobre todo los primeros, esto es, los de tipo espi­
ritual. En cambio, los científicos centran su atención en los de
naturaleza humana: bienestar, salud, capacidad de empatia y
am or respecto a los demás, etcétera. Sin embargo, unos y otros
beneficios no sólo entran en el plan de Dios, sino que Dios los
quiere expresamente para todos sus hijos.
En resumen, pues, la espiritualidad pastoral presta una
especial atención a esta fase de la difusión. Como su propósito
consiste en im pulsar la vida espiritual del pueblo, le resulta
espontánea la tarea de dinfundir los ejercicios o técnicas espiri­
tuales que pueden estar al alcance de las mayorías.

4.9 Publicación
Sí; tal como el título sugiere, estoy proponiendo que el pro­
m otor o equipo de espiritualidad pastoral lleve a la im prenta sus
investigaciones y resultados. Como se dice, haciendo eco a Pila-
to, "lo escrito, escrito está”.
Incluso en esta época de acceso generalizado a la televisión
y a la radio, los periódicos, revistas y libros siguen conservando
su lugar en la cultura. Sin duda alguna, la radio y la tele tienen
un impacto mayor en el pueblo que la información escrita. De
acuerdo.
Sin quitarle valor a ese hecho, podemos reconocer al mismo
tiempo que las publicaciones escritas constituyen, con frecuen­
cia, el último escalón de la escalera que conduce hasta la radio
y televisión.
Por otra parte, la publicación escrita permite, a largo plazo,
un impacto más duradero entre la gente. Un program a televisi­
vo pasa, aun cuando haya dejado una huella honda en muchos
telespectadores. Sin embargo, lo escrito puede acom pañar a las
personas y grupos durante su proceso de desarrollo hum ano y
espiritual.
Resulta obvio que el uso simultáneo de la publicación escri­
ta y la difusión por radio y televisión aparece como el ideal. Así
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 211
se puede llegar a más gente de un modo más duradero.
Sin desdecirme respecto a la publicación de las propuestas
pastorales de la espiritualidad, reconozco que la espiritualidad
pastoral se difunde mejor como tradición oral. Porque quiere
llegar a la vida y no sólo al intelecto, su método más adecuado
debiera ser el de la mistagogía. Me refiero a las relaciones de
persona a persona, entre un maestro o acom pañante y su discí­
pulo o acompañado, que juntos escuchan al Espíritu de Jesús y
se dejan guiar por él.

5. INCURSION EN LOS SECTORES DE LA


ESPIRITUALIDAD PASTORAL

Tal como sugiere el témino “incursión”, esta última parte no


acomete un estudio exhaustivo de los "sectores” de la espiritua­
lidad pastoral. No. Sólo se lim ita a una penetración m om entá­
nea en algunos de los horizontes que se abren ante el ím petu de
esta nueva presentación de la espiritualidad.
Corresponde al P. Rafael Checa el mérito de haber cartogra-
fiado el campo de acción de la espiritualidad pastoral. Tal vez
como ninguno antes que él, este carmelita mexicano ha adverti­
do las múltiples áreas de la vida en que la espiritualidad puede
actuar. Su actuación, por cierto, penetra tanto en la práctica
efectiva del seguimiento de Jesús, como en la proyección pasto­
ral. El P. Checa denomina "sectores de la pastoral de la espiri­
tualidad”22 a las áreas de la existencia cristiana en que ella pue­
de ejercer su influjo bienhechor.
Abordemos algunos de esos sectores, pero sólo en la medida
necesaria para sentirnos alentados a im pulsar la em presa asu­
mida por la espiritualidad pastoral.
• Formación de un equipo de espiritualidad pastoral
• Elaboración de retiros espirituales
• Espiritualidad de la liturgia, oración y religiosidad popular
• Planes alternativos de santificación popular

22 Cf. R .C h e c a , La pastoral de la espiritualidad cristiana. México,


CEVHAC-Progreso, 1991, pp. 90-148.
212 LUIS JORGE GONZÁLEZ

• Presencia en el plan pastoral (Nacional, diocesano, parro­


quial)
• Aprovechamiento de los medios masivos de comunicación
• Centros de entrenamiento en la espiritualidad pastoral

5.1 Formación de un equipo de espiritualidad pastoral


Sería ideal que, para vivir y difundir la espiritualidad pasto­
ral, imitáramos a Jesús. El formó una "comunidad de aprendi­
zaje” para predicar el Reino y abrir sus puertas a todos los hom ­
bres.
En una comunidad de aprendizaje todos sus miembros, des­
de los que están en la cabeza hasta los más ordinarios, se ayu­
dan unos a otros en el aprendizaje de lo que, más tarde, van a
transm itir a los demás.23
El hecho de que todos aprendan a un tiempo, no excluye que
alguno o algunos desempeñen, en form a rotativa, el papel de lí­
der. Tampoco elimina las diferencias entre unos y otros, sobre
todo en el nivel espiritual. Es frecuente que algunos de los que
ocupan puestos más bajos se hallen mucho más arriba que los
demás en su relación con Dios.
Cuando no es posible consituir formalmente una comunidad
de aprendizaje, al menos podemos acercarnos, lo más posible, a
ese ideal.
Desde 1989 trabajo directam ente con el pueblo. Lo hago a
través de talleres y cursos en distintas ciudades de México, USA,
Africa y recientemente en Asia. Cuento para esto con un grupo
de colaboradores laicos. Aunque sólo nos reunimos form almen­
te cada año, en forma de retiro espiritual, mantenemos la consig­
na de vivir los procesos que, en dichos talleres, son propuestos.
El nombre de los talleres sugiere la doble perspectiva, hu­
m ana y espiritual, que proponen: "Excelencia y Plenitud".
Hago referencia a esta propuesta de excelencia y plenitud, di­
rigida al pueblo en general -por lo menos en México, USA y
próximamente en Argentina- para enfatizar la im portancia de
promover la espiritualidad pastoral de acuerdo al estilo que el
Espíritu Santo inspiró a Jesucristo. Me refiero, desde luego, al

23 He abordado el tema de la "comunidad de aprendizaje” en mi libro,


L.J.González, Jesús el líder. Monterrey, México, Font, 1995.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 213

estilo comunitario. Vale la pena procurar la formación de una


comunidad de aprendizaje o, por lo menos de un equipo que or­
ganice la pastoral desde el propio compromiso espiritual.

5.2 Elaboración de retiros espirituales


Muchos de nosotros sabemos, porque lo hemos vivido, cuán
decisiva resulta una experiencia fuerte y profunda de encuentro
con el Señor. La mayoría de los movimientos modernos parecen
usufructuar del ejemplo de Jesús. El se retiró cuarenta días al
desierto. Allí realizó, hasta donde podemos suponer, una expe­
riencia similar a la que se vive en ciertos retiros o encuentros
espirituales de nuestros días.
Se trata de un enfrentamiento con nuestra propia realidad,
casi siempre m arcada por el pecado, de cara al am or misericor­
dioso de Dios, revelado por Cristo en el Espíritu. Jesús se en­
frentó más bien, dada su santidad radical y absoluta, con el Ten­
tador. Y así se ejercitó en su total entrega y obediencia al Padre,
bajo la guía del Espíritu que lo condujo al desierto (Le 4,1) y, des­
de allí, a Galilea, para iniciar su predicación (Le 4,14).
Un retiro, sin duda alguna, constituye un momento de gra­
cia, sobre todo cuando dispone de un proceso práctico de segui­
miento. Los cursillos de cristiandad, los encuentros conyugales
y otros movimientos similares se inician con una viviencia fuer­
te, como la de los retiros, para luego continuar con reuniones
periódicas que garantizan la continuidad de un camino en el
Espíritu.
Corresponde al equipo de espiritualidad pastoral, entre
otras iniciativas, la de elaborar retiros espirituales. Junto con
esta tarea, le corresponde tam bién la de inventar un método de
seguimiento posterior al retiro en sí. Jesús, ya entregado a su vi­
da pública, se sigue retirando a lugares apartados para orar.
Para realizar este proyecto, se puede seguir el proceso suge­
rido, páginas atrás, en el número 4.5 del tem a precedente.
Allí encontramos, como prim er paso, la búsqueda de un mo­
delo. Ciertamente, cuando se trata de elaborar retiros espiritua­
les, no podemos encontrar mejor modelo que los Ejercicios espi­
rituales de san Ignacio de Loyola. Al parecer él dedicó 26 años a
revisarlos y retocarlos.
El segundo paso consiste en analizar los ejercicios ignacia-
nos, para identificar y precisar su dinámica, sus elementos prin­
214 LUIS JORGE GONZÁLEZ

cipales, sus objetivos, los medios o actividades para alcanzarlos,


el procedimiento para saber si se avanza o no, la flexibilidad
dentro del plan de acción, la distribución del tiempo, el aprove­
chamiento del lugar, la alimentación, el descanso nocturno y
diurno, etcétera.24
Una vez que disponemos del "secreto” que palpita en los
Ejercicios espirituales, resulta factible que, imitándolos a fondo,
logremos inventar un retiro espiritual que, con la asistencia del
Espíritu, promueva la conversión y el desarrollo hum ano y cris­
tiano.
Un prim er acercamiento a los Ejercicios de san Ignacio, nos
revela la enorme habilidad de este Santo para incluir en ellos to­
dos los elementos principales de la realidad. Si confrontamos su
obra con el gran cuadro de la realidad resumido en el apéndice
I de este artículo, comprobaremos que, de verdad, ha sabido to­
m ar en cuenta cada una de las realidades allí mencionadas.
Diríamos que no se le escapa detalle hum ano o espiritual. Todo
lo que puede contribuir a un encuentro vivo entre el hombre y
Dios, se halla presente en los Ejercicios.
Además, tal como han puesto de relieve algunos estudiosos,
no sólo apela a los recursos espirituales, sino tam bién a los hu­
manos. Por ejemplo, de acuerdo al escritor Italo Calvino, en su
obra postuma, Seis propuestas para el año 2000, el Santo de
Loyola se adelanta a la cultura visual de nuestros días y del ter­
cer milenio. Y no sólo nos enseña a visualizar las escenas de la
vida de Jesús, sino incluso lo invisible e inimaginable de Dios
Trino. En efecto, san Ignacio nos propone:
"... Traer la historia de la cosa que tengo de contemplar; que
es aquí cómo las tres personas divinas miraban toda la planicia
o redondez de todo el mundo llena de hombres... Ver y conside­
rar las tres personas divinas, como en su solio real o trono de su
divina majestad, cómo miran toda la haz y redondez de la tier-

24 Sugiero más ampliamente los elementos que podemos tener en cuen­


ta para elaborar un retiro espiritual en, L J .G o n z á l ez , PNL: Mensajero de
buenas noticias. Monterrey, México, Font, 1997, pp.215-230.
25 S.I gnacio d e L oyola , Ejercicios espirituales. Madrid, Paulinas, 1996,
nn. 102-106, pp.87-88.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 215

Por otro lado, san Ignacio tom a en consideración incluso la


"mente inconsciente” o espirítu profundo del hombre, m ediante
una técnica de grandísima actualidad. Recomienda que el ejer­
citante utilice momentos en que el espíritu humano, que se m ue­
ve en las profundidades de la inconsciencia, está un poco más al
alcance de la volutad personal. Me refiero al instante de desper­
tar y al último minuto antes de dormir.26
En fin, sólo he mencionado algunos detalles para sugerir el
tesoro de recursos que san Ignacio nos ofrece en sus Ejercicios.
En ellos tenemos una escuela no sólo de vida cristiana, sino tam ­
bién para saber cómo em prender la tarea de elaborar retiros
espirituales.

5.4 Planes alternativos de santificación popular


En el ambiente del mundo contem poráneo parece poco rea­
lista la empresa de im pulsar la espiritualidad del pueblo hasta
sus cumbres más elevadas. Todo parece contrario a semejante
proyecto. Sin embargo, la espiritualidad pastoral nace, precisa­
mente, con un objetivo tan alto como este de promover la "san­
tificación popular”.
Lo cual, por cierto, sintoniza con la onda renovadora de la
"nueva evangelización”, que Juan Pablo II ha hecho vibrar en la
Iglesia universal. En América Latina, se alienta la realización de
un sueño tan ambicioso en el documento de Santo Domingo. Allí
se hace eco a la enseñanza conciliar sobre la llamada universal a
la santidad. En consecuencia, se hace la siguiente propuesta:
"Teniendo presente que la santidad es un llamado a todos los
cristianos, los pastores procurarán los medios adecuados que fa­
vorezcan en los laicos una auténtica experiencia de Dios. Incen­
tivarán también publicaciones específicas de espiritualidad lai­
cal".27
Es un hecho que el Vaticano II ha abierto camino a lo que
hoy podría ser la espiritualidad pastoral. Gracias al Concilio “se

26 Ib., nn.73-74, p.74.


27 CELAM, Santo Domingo. Bogotá, Conferencia Episcopal de Colom­
bia, 1992, n.99.
216 LUIS JORGE GONZÁLEZ

presta atención eclesialmente a la espiritualidad popular, los fie­


les se sienten apreciados como el pueblo de Dios peregrinante en
la historia de la salvación (LG 9)”.28
Al valorar la espiritualidad popular, con sus múltiples m ani­
festaciones, no sólo se considera al pueblo como objeto de la
espiritualidad, sino también como la encarnación concreta y
práctica de experiencia espiritual cristiana. Sólo existe en la me­
dida en que es vivida y, en consecuencia, se la describe única­
mente en cuanto comportamiento cotidiano.
En razón de lo anterior, “el pueblo creyente es creador de
espiritualidad, dado que permanece a la escucha del Espíritu en
la precomprensión del propio contexto socio-cultural”. ¿De qué
m anera capta y traduce la gente las exigencias socio-culturales y
eclesiales en experiencia espiritual? No parte del presupuesto de
una doctrina de perfección ideal, ni de reflexiones teóricas sobre
su propio contexto social. "El pueblo creyente empieza consta­
tando que su existencia está impregnada de necesidades sin apa­
gar, de deseos imposibles de realizar, de sufrimientos dolorosos
de todo tipo, de desengaños repetidos ... De esta dolorosa viven­
cia cotidiana nace la propuesta del ideal espiritual, pero siempre
y solamente como corrección inm ediata de la propia vivencia
diaria”.29
El pueblo creyente, por otro lado, busca la realización de su
ideal espiritual mediante la lectura bíblica. Por lo menos apro­
vecha el eco de las lecturas dominicales que resuenan en su al­
m a a lo largo de la semana.
Además, la espiritualidad popular busca en Jesús un com­
pañero, amigo y hermano. Procura sentirlo en lo cotidiano de
sus luchas, caídas, logros y penas. Entonces, desde el propio su­
frimiento, el pueblo logra com prender los sufrimientos de Cristo
en su pasión y muerte.
La liturgia y los sacramentos son vividos por el pueblo fiel
no como "el lugar donde los hom bres se 'sienten', sino donde se
'hacen' -real, profunda, ontológicamente- familia de Dios".30

28 T .G o f f i , Vivencia espiritual popular, en AA.W., Problemas y perspecti­


vas de espiritualidad. Salamanca, Sígueme, 1986, p.440.
29 Ib., p.443.
30 CELAM, Documento de Puebla. Madrid, BAC, 1982, n.240, pp.466-
467.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 217

Sin embargo, el pueblo creyente se inclina más, en diversos


contextos, hacia ciertas prácticas populares de piedad -como la
visita al Santísimo, la comunión espiritual, la práctica del vier­
nes primero, el rosario, las novenas, los triduos y otras por el
estilo-, que son justam ente elogiadas por la Iglesia. Pero, por
otro lado, han creado una especie de divorcio con la liturgia.
En este sentido conviene hacer caso del Vaticano II que re­
comienda: “los ejercicios piadosos del pueblo cristiano han de
estar en arm onía con la sagrada liturgia”.31
Una de las prácticas populares que pueden ser armonizadas
con la liturgia es la devoción a los santos y a la Virgen María.
Con todo, es im portante reconocer que para el pueblo un santo
representa un apoyo real en su cam inar por las calles apretadas
de gente y tráfico de las grandes ciudades. Constituye también
un sostén poderoso en el hogar, en medio de las enfermedades,
penurias económicas, conflictos familiares, etcétera.
María ciertamente representa para la gente del pueblo la ter­
nura m aterna de Dios. Ella en sí aparece como la madre segura,
fiel, inquebrantable en su amor. Sin Ella la existencia cristiana
de muchos perdería su sentido.
Dentro de esta perspectiva de la vida real se comprende que
la caridad, núcleo e impulso de la santidad cristiana, se practica
como solidaridad, comunión, fiesta. Sobre todo, se traduce en
servicio a los pobres, en compromiso con quienes se encuentran
en peores condiciones.
Esta preferencia por los pobres, sin apagar la esperanza de
un futuro eterno, hace que la espiritualidad popular se encarne
en lo concreto de la existencia. Por lo mismo, se torna crítica y
es capaz de enfrentar el sistema vigente en búsqueda de justicia
y de mejores condiciones para los menos favorecidos.
Dentro de este contexto de la vida del pueblo cristiano, la
espiritualidad pastoral enfrenta la tarea de proponer, en sintonía
con la creatividad popular o, tal vez, dando form a a su creativi­
dad espiritual, proyectos de santificación popular.
Entonces lo que hemos considerado como “investigación del
proceso espiritual”, necesita penetrar en las venas de la espiri­
tualidad popular. Allí podrá idenficar tendencias y experiencias
como las apenas señaladas. Luego de sistematizarlas y experi­

31 V aticano II, Constitución sobre la liturgia 13.


218 LUIS JORGE GONZÁLEZ

mentarlas se pueden reproponer al pueblo. Tal vez, en la medi­


da en que el pastor logre abrirse a la acción del Espíritu, dichos
planes nacidos de la creatividad popular, regresarán enriqueci­
dos con injertos capaces de propiciar la producción de mejores
frutos de santidad en el pueblo.
Con la ayuda de mis alumnos y aprovechando mi experien­
cia y lecturas, propongo uno de los planes alternativos. Estos,
aunque presenten un camino concreto para actuar, necesitan
m antenerse abiertos. Lo cual es im portante para dejar espacio al
Espíritu y también a la capacidad creadora del pueblo.
1. PARTIR DE LA VIDA
• Historia del pueblo
• Cultura
• Organización social
• Espiritualidad popular
2. ACTORES
• El Espíritu Santo que por Cristo lleva al Padre en la Iglesia.
• El pueblo (comunidades, familias, personas).
• La sociedad (política, economía, educación, salud pública).
3. NECESIDAD
• Dejarse guiar por el Espíritu a la unión perfecta de amor con
Jesús y, por él, con Dios Padre y con el prójimo en contexto
eclesial y ambiental.
4. CODIFICACION DE LA NECESIDAD
• Pertenece a la interacción entre la Iglesia y el pueblo bajo el
impulso del Espíritu con sus consecuencias sociales y am­
bientales.
5. META
• Vivir la unión perfecta con Dios por Cristo en el Espíritu, pa­
ra cooperar con la Iglesia en la construcción de la civiliza­
ción del amor.
6. RECURSOS
• La actitud teologal de fe, esperanza y amor.
• La liturgia, con una participación activa en los sacramentos,
sobre todo en la Eucaristía.
• La oración personal y comunitaria de estilo popular pero ca-
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 219

paz de suscitar un encuentro teologal con Dios, por Cristo,


en el Espíritu.
• El amor solidario y aferrado a lo concreto de la vida diaria.
7. PROCESO
• Elegir un modelo
+ La propia espiritualidad popular.
+ La comunidad apostólica (Act 2,42-48; 4,32-35).
+ Las comunidades eclesiales de base.
• Pasos seguidos por el modelo (espiritualidad popular)
+ Conversión en el interior de la propia cultura y sociedad.
+ Comunión con Jesús, con María y los santos dentro las
propias costumbres.
+ Amor al prójimo en el contexto familiar, laboral y social.
+ Oración sencilla hecha de jaculatorias, súplicas y acción
de gracias. Oración influenciada por la vivencia comuni­
taria, muchas veces en solidaridad con los sufrimientos de
otros, conocidos a través de los medios de comunicación.
+ Participación dominical en la Eucaristía, rumiando la Pa­
labra durante la semana.
+ Creatividad espiritual (que el pastor procura acordar con
el Magisterio eclesial).
• Codificación de los pasos en una estrategia efectiva
+ Breve oración al despertar. Ofrecimiento de obras al Señor.
+ Bendición de los alimentos.
+ Diálogo mental con el Señor en el camino al trabajo.
+ Saludo atento y cariñoso a los colegas de trabajo.
+ Desempeño responsable, eficaz y excelente del propio trabajo.
+ Recuerdo del Señor durante el trabajo con breves diálo­
gos, jaculatorias, peticiones, acción de gracias.
+ Convivencia familiar cordial acogiendo al Señor en la Igle­
sia doméstica. Tal vez con alguna oración común, incluso
el rosario.
+ Un corto examen de conciencia, acción de gracias por los
dones recibidos en la jornada. Peticiones antes de dormir.
+ Oración breve, diálogo de tú a tú con el Señor, en el últi­
mo minuto antes de quedarse dormido.
• Verificación práctica en la vida de algunas personas o co­
munidades
• Revisión de los resultados
• Difusión entre el pueblo
• Publicación (con ulterior experimentación)
220 LUIS JORGE GONZÁLEZ

Concluyo esta serie de sugerencias sobre planes alternativos


de santificación popular con una cita. Está tom ada de san Ber­
nardino de Sena. El poseía un especial sentido de la espirituali­
dad pastoral. Sabía proponer al pueblo una piedad sólida, en la
línea de la santidad cristiana, que tom aba en cuenta la realidad
concreta de la vida popular. Por ejemplo, predicaba en estos tér­
minos:
“También os recuerdo el nombre de nuestro Dios Jesús, que
lo tengáis en el corazón, en la boca, ante los ojos; procurad te­
nerlo en vuestras habitaciones y en vuestra casa para que, al ver­
lo, os acordéis del verdadero Dios redentor nuestro... Os recuer­
do además que hagáis la procesión de Jesús todos los años, en el
tiempo de la circuncisión, y de modo semejante al día tercero de
esta pascua pasada, con velas, oraciones y limosnas”.32

5.5 Presencia en el plan de pastoral


Se diría que la Iglesia, quizá sobre todo en América Latina,
parece moverse hacia una introducción más clara y decidida de
la espiritualidad en los planes de pastoral. Estos pueden ser a ni­
vel parroquial, diocesano y nacional. En ellos parece abrirse ca­
mino el Espíritu Santo, de forma que la Iglesia acoja la riqueza
carismàtica que él suscita en el pueblo. Y éste, al mismo tiempo,
puede enriquecer y profundizar su espiritualidad con la expe­
riencia y magisterio de la Iglesia jerárquica.
Tenemos ejemplo de esta tendencia suscitada por el Espíri­
tu en la Iglesia Latinoamericana. En la XXVI Asamblea Ordina­
ria del CELAM se ha hecho una síntesis de los informes de las
Conferencias Episcopales (1995-1997). Allí se afirma:
"Es una constante encontrar, entre los miembros del clero
diocesano y de la vida religiosa, deseos de vivir una espirituali­
dad más radical en el servicio pastoral, como también generosi­
dad para la inserción y la elección de trabajos en situaciones po­
bres y difíciles"33
32 Cf. C .C a n n a ro zzi , Predicazione del 1425 di san Bernardino a Siena, III,
4 7, F ire n z e , 1957.
33 C E L A M , Realidad social y situación eclesial (1995-1997): Una perspec­
tiva del Episcopado Latinoamericano.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 221
Entre los participantes en el curso de Espiritualidad pastoral
del Teresianum, se encuentra un sacerdote diocesano, Aldo F.Val-
lone, con experiencia en la propuesta de un plan de santificación
popular, a nivel diocesano. En su libro, La mística de un pueblo,
concluye con un apartado que lleva el mismo título de la Opción
Pastoral Diocesana: “CAMINO DE SANTIDAD COMUN”. Se re­
fiere, en concreto, al Arzobispado de Mendoza en Argentina.34
Seguramente hay otros lugares donde se ha hecho ya una op­
ción por la santidad cristiana a nivel diocesano. El Espíritu sopla
dondequiera. Tal vez corresponde a la espiritualidad pastoral un
rol especial para dar palabra a las inspiraciones y mociones del
Espíritu. Quizá el Espíritu quiere unir más y más la espirituali­
dad popular y la espiritualidad institucional a través de opciones
pastorales diocesanas, nacionales y continentales.
En el mismo curso, los alumnos procedentes de USA, apro­
vechando los desafíos presentados por el Sínodo de los Obispos,
en su Asamblea Especial para América (16-XI al 12-XII, 1997),
han presentado un esbozo de plan de santificación popular que
abarque a toda América.
De hecho, en el Mensaje de este Sínodo hay un capítulo de­
dicado a los Desafíos de la Iglesia en América. Allí, en el prim er
párrafo, escriben los obispos a los fieles del pueblo:
“Durante los días de nuestro Sínodo, el Espíritu Santo nos ha
guiado al conocimiento de estos desafíos que son los más
importantes para la Nueva Evangelización. La Iglesia necesita
testigos de la fe. La Iglesia necesita santos. El modo más apro­
piado para que celebremos el jubileo del nacimiento del Señor
consiste en escuchar de nuevo el evangelio, aogerlo con el
corazón y compratirlo con humildad, gratitud y alegría, incluso
como los apóstoles en la primera Pentecostés. Hacemos un
llamado a ustedes los fieles para que acojan la llamada del Señor
y se conviertan en los evangelistas del nuevo milenio, compar­
tiendo su fe abiertamente y con valentía. Los invitamos a ser
testigos de su fe mediante su vida de santidad, mediante su ama­
bilidad para todos, su caridad para los necesitados, y su solida­
ridad con todos los oprimidos”.35
34 Cf. A.F. V a l l o n e , La mística de un pueblo. Una perspectiva diocesana
de espiritualidad para la nueva evangelización. Mendoza, Argentina, INTI
ANTI EDITORIAL, 1996.
35 Sínodo de Obispos. Asamblea Especial para América (16-XI a 12-XII
222 LUIS JORGE GONZÁLEZ

El contenido de este párrafo, totalm ente en la línea de espi­


ritualidad pastoral, pone de manifiesto cuán urgentes resultan
los aportes prácticos de esta nueva ciencia. Seguramente le co­
rresponde a ella abrir camino, a impulsos del Espíritu, a la op­
ción en favor de la espiritualidad popular por parte de las pa­
rroquias, diócesis, conferencias episcopales y sínodos de obispos.

5.6 Aprovechamiento de los medios de comunicación


La Iglesia, sobre todo a partir del Vaticano II, es consciente
de que los medios de comunicación social juegan un papel esen­
cial en la evangelización y, por lo mismo, en la profundización
espiritual del evangelio.
"La Iglesia católica, fundada por Cristo el Señor para llevar
la salvación a todos los hombres y, en consecuencia, urgida por
la necesidad de evangelizar, considera que forma parte de su mi­
sión predicar el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de
los medios de comunicación social, y enseñar a los hombres su
recto uso... A la Iglesia, pues, le corresponde el derecho origina­
rio de utilizar y poseer toda clase de medios de este género, en
cuanto que sean necesarios o útiles para la educación cristiana y
para toda su labor de salvación de los hombres...”36
Más tarde fue publicada la instrucción pastoral, Communio
y progressio para la aplicación práctica de lo anterior, esto es, de
lo que el Concilio había propuesto sobre el uso de los medios de
comunicación social.
En esta Instrucción se enfatiza, con miras a la vida, el apre­
mio que la Iglesia experimenta respecto al empleo de los medios
de comunicación. Por ejemplo, se cita y se explica con miras a
la práctica lo que dice el mismo Vaticano II: "Todos los hijos de
la Iglesia, de común acuerdo, tienen que procurar que los me­
dios de comunicación social, sin ninguna dem ora y con el máxi­
mo empeño, se utilicen eficazmente en las múltiples obras de
apostolado".37
1 997), Mensaje, n .3 0 .
36 Vaticano II, Decreto sobre los medios de comunicación social, n .3 .
37 Ib ., n .1 3 . Cf. C o n se jo P o n t ific io para la C o m u n ica ció n S o cia l , Com­
munio et progressio (23-V -1971) n .1 2 6 .
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 223

Más concretamente, el Consejo Pontificio para la Comuni­


cación Social señala, en una instrucción pastoral más reciente,
otro aspecto de esta misma cuestión. Quienes trabajan en el
mundo de la comunicación reclam an asistencia espiritual y pas­
toral. A la luz de este reclamo, la instrucción Aetatis Novae hace
algunas sugerencias concretas.
"Los profesionistas católicos laicos y las demás personas que
trabajan en el apostolado eclesial de la comunicación social, o en
los medios profanos, esperan con frecuencia de la Iglesia una
orientación espiritual y un apoyo pastoral. Un plan pastoral de
comunicación, por lo mismo, debería procurar:
a) proponer a los laicos católicos y a otros profesionales de la
comunicación algunas ocasiones de enriquecer su experiencia
profesional mediante jornadas de meditación, retiros, semina­
rios y grupos de apoyo profesional;
b) proponer una asistencia pastoral que procure el apoyo ne­
cesario para nutrir la fe de los responsables de la comunicación
y apoyar su empeño en esta difícil tarea que consiste en comu­
nicar al mundo los valores del Evangelio y los auténticos valores
humanos".38
A la luz de estos documentos de la Iglesia, podemos com­
prender que la espiritualidad pastoral, precisamente porque de­
sea llegar a la vida concreta del pueblo, necesita acoger con en­
tusiasmo el impulso del Espíritu hacia el empleo de los medios
de comunicación social.
Hay una estación de radio que, a mi parecer, nos ofrece un
ejemplo concreto de promoción espiritual entre el pueblo. Me
refiero a Radio María. En efecto, con un auditorio de dos millo­
nes de personas al día, solamente en Italia, dicha radio ofrece
program as de estricto carácter espiritual. Seguramente jam ás en
la historia de la Iglesia había ocurrido un fenómeno similar.
Nunca tanta gente del pueblo había tenido oportunidad de escu­
char una información espiritual tan abundante.39

38 C o n s e j o P o n t i f ic i o p a r a l a C o m u n ic a c ió n S o c i a l, Aetatis Novae (22-11-


1992) n.29.
39 Reconozco que no faltan las críticas contra uno u otro programa. To­
do lo humano, por su misma naturaleza, resulta incompleto e imperfecto.
Pero también es verdad que lo humano tiende, también por naturaleza pro­
224 LUIS JORGE GONZÁLEZ

Por otro lado, la televisión nos ofrece todavía mayores posi­


bilidades de llegar al pueblo. Mi propia experiencia al respecto
me hace sentir, en carne propia, el impacto que podemos tener
en el pueblo a través de este medio audiovisual. Así com prendo
la insistencia con que la Iglesia nos aprem ia a usar la televisión
junto con la radio y la prensa. Volvamos a escuchar las palabras
del Concilio que, respecto a estos medios de comunicación, pide
que "sin ninguna dem ora y con el máximo empeño, se utilicen
eficazmente en las múltiples obras de apostolado”.

5.7 Centros de entrenamiento en la espiritualidad pastoral


Hasta el día de hoy, salvo mejor información, no existen to­
davía en la Iglesia centros de entrenamiento en la espiritualidad
pastoral. Lo único que, por ahora, se puede encontrar son cursos
para el estudio de esta nueva ciencia. La química no hubiera pro­
gresado con la mera información transm itida en las escuelas. En
realidad, igual que otras ciencias, ha progresado en los labora­
torios donde, muchas veces, busca respuesta a las necesidades
humanas. Entonces, en diálogo con la vida, ha encontrado fór­
mulas capaces de contribuir a la salud y crecimiento de las per­
sonas y grupos.
De todas maneras, resulta laudable que en algunos centros
de estudio de la espiritualidad se incluya, como materia, la espi­
ritualidad pastoral.40

pia, hacia su desarrollo y perfección. En todo caso, aunque no escucho Ra­


dio María a todas horas, no me parece infundada la opinión que algún sa­
cerdote sostenía: "Radio María es una escuela de santidad".
40 En el Instituto de Espiritualidad, que los carmelitas mexicanos diri­
gen con el nombre de CEVHAC -Centro de Estudios de los Valores Huma­
nos, A.C.- en México D.F., se ofrece no sólo una materia, sino toda un área
dedicada a la espiritualidad pastoral. Allí, dentro de un programa de licen­
ciatura reconocido oficialmente por la Secretaría de Educación del propio
país, se ofrecen las siguientes AREAS DEL PLAN DE ESTUDIOS:
• Espiritualidad bíblica
• Teología y espiritualidad
• Pastoral de la espiritualidad
• Historia de la espiritualidad
• Antropología y sociología
• Psicología y sociología
• Seminarios de metodología científica
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 225

Seguramente el Espíritu Santo, tarde o tem prano, suscitará


más y más iniciativas en este campo. Pronto surgirán centros de
formación que, aprovechando la existencia de los institutos de
espiritualidad -que son y seguirán siendo un fundamento y
apoyo insustituibles-, serán capaces de enfatizar, sobre todo, un
entrenamiento práctico en espiritualidad pastoral.

CONCLUSION

Una alternativa para cerrar estas páginas podría ser la aper­


tura, aquí y ahora, a la acción del Espíritu. El sabe, m ejor que
nosotros creyentes, todo lo que podemos lograr con su gracia y
lo que podemos llegar a ser con su poder.
Por tanto, mejor que las páginas anteriores, él sabrá inspi­
rarnos los caminos que, junto con él, podemos abrir a otros her­
manos nuestros. Caminos de santidad en base al seguimiento de
Jesús y la imitación de su modo de pensar, sentir y actuar. Ca­
minos orientados hacia la unión filial y am orosa con Dios, Pa­
dre nuestro. Caminos de comunión y solidaridad con todos los
hombres. Caminos de liberación personal, social y espiritual.
Caminos abiertos a todos los hombres, sobre todo a los laicos
que, movidos por el Espíritu, dan form a a la espiritualidad po­
pular en lo concreto de la vida cotidiana.
¿A quiénes incluye el “nosotros" utilizado en esta conclusión
y a lo largo de las páginas anteriores?
Incluye a personas de muy variada condición -en prim er lu­
gar laicos, gente del pueblo, algunos religiosos, uno o dos sacer­
dotes y, ojalá, el propio obispo- que sueñan, a impulsos de la
esperanza, que pueden ser colaboradores del Espíritu de Jesús.
Sueñan que pueden ser instrum entos del Espíritu para explorar
en el alma del pueblo hasta identificar los rasgos y facciones
más esenciales de la espiritualidad popular. Sueñan que se pue-

Teniendo a la vista este plan de estudios se comprende que todo él, en


su conjunto, adopta la perspectiva de la espiritualidad pastoral.
En Avila, España, el Centro Internacional Teresiano-Sanjuanista de los
Carmelitas incluye en su programa de licenciatura, reconocido por la Uni­
versidad de Salamanca, la materia de “Espiritualidad pastoral”.
226 LUIS JORGE GONZÁLEZ

den insertar en la dinámica de esa espiritualidad, para asociar­


se allí con el Espíritu, e impulsar a la gente creyente a un ulte­
rior, más cercano, más comunitario y más eclesial seguimiento
de Jesús.
Semejante comunidad de soñadores visualiza tam bién su
contribución al desarrollo de esta “nueva ciencia que está na­
ciendo”, la espiritualidad pastoral.
Por tanto, se ven a sí mismos ensayando en su propia vida
los frutos de su investigación y experimentación espirituales. Se
contemplan capaces de ofrecer a la gente varios mapas de los ca­
minos del Espíritu. Se m iran a sí mismos, en una película del fu­
turo, con la habilidad para explicar las actitudes, pensamientos,
sentimientos y conductas que se requieren para avanzar por ta­
les caminos. También se ven capaces de ofrecer los vehículos del
Espíritu y de explicar su empleo. Así los creyentes del pueblo po­
drán viajar más rápidam ente hacia el Padre, siguiendo a Jesús y
llevando consigo su familia, sociedad, cultura, historia y am ­
biente natural.
La última palabra es un gracias profundo para los integran­
tes del curso sobre “Espiritualidad pastoral” en el Teresianum de
Roma. Otro tanto para todos los que, de un modo u otro, me ani­
man a contribuir al parto feliz de esta "nueva ciencia que está
naciendo”.
PRACTICA DE LA ESPIRITUALIDAD PASTORAL 227

Apéndice I
GUIA PARA CLASIFICAR SUEÑOS Y NECESIDADES

Crear Mejorar Perfeccionar Cambiar interrumpir


PROCESOS INTERNOS
Memoria
Representación
Diáloqo interno
ESTADO INTERNO
Amor (Autoestima)
Aleqría y paz
Neqativo (ira,tristeza)
DECISION
Elección (criterios)
Alternativas, metas
CONDUCTA
Plan de acción
Hábitos positivos
Hábitos neqativos
ESPIRITU HUMANO
Comunicación con él
Colaboración con él
FAMILIA
Comunicación mutua
Soluciones/Perdón
SOCIEDAD
Solidaridad
Compromiso/Creativ.
IGLESIA (MARIA)
Sacramentos/Oración
Santidad/Misión
DIOS PADRE-MADRE
Fe/Filiación divina
Esperanza
Amor total y radical
JESUCRISTO
Amor/Amistad
Imitación/Vocación
ESPIRITU SANTO
Conciencia de su quía
Acoqida personal

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