Está en la página 1de 165

Calas, colombiano da. nacirnierd4 ?.

eactéllratode

dásviados
.on 111 . s v

otredades por elección, ea maestro en sociología poli-


tic,a (Instituto Mora) y doctor en antropología (mem).
fesor investigador de la Facultad de Humanidades 9 78N074 (11 1074

de la Universidad Autónoma del Estado. do Morelos,


maestro invitado de la División de Posgrado de la
cultad de Derecho de la Universidad Autónoma de
Querétaro. urbana
Cartografía
Entre sus obras destaca 19 Unpito y,la maroma,
y •
crinunalizacion
ocaina, traquetos y pistoloeos en Nueva York, tam-
bién publicada por esta casa editorial"y recientemente
lada en Colombia, donde indaga sebe') una de las
tredades más extremas del mundo contemporánerr. los
narcotraficantes. En esta oportunidad, sin abandonar el
ema, el autor nos invita —de la mano de la criminología
otros saberes— a explorar el mundo de las etiquetas y
vida cotidiana de la

los estigrilas de los "sujetos desviadas": los extraños, los


~tos, loa inarCiettikkleal:vajes urba-
# , Ir» Modernos- persomies del derecho; JUAN CAJAS
}ttñ etnográfico de la olvidada Escuela de Chicago.
an44:bi socialidad y de atributos, idesviados somos
—adiderte Cajas—, coree, Ulrich, el personaje de
Wall, protagonista por excelencia .de nuestro infierno
y cotidiano: la moderna sociedad liquida, anunciada
_Bauman.
El autor nos ofrece una mirada diferente, enrique-
ra, y quizás incómoda para los modernos heraldos
dedos estigmas y las etiquetas; aquellos que apuestan
por formas nuevas de racionalidad punitiva y tolerancia
ero.

Unmersdad
Facultad
Autónoma de
ocienciac ocienciac Querétaro
de Derecho

3soctaieJ 3socialeJ
dé°§viados
urbana
Cartografía
Criminalización de la
vida cotidiana
JUAN CAJAS
Esta investigación, arbitrada por pares académicos,
se privilegia con el aval de la institución coeditora.

e


e

memoria inteligible de los años
Para Luz Neira, "Alan",
clandestinos y el tropel; •
flor maldita en el jardín de mis desviados.


e
Primera edición, mayo del año 2009

O 2(X)9
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO
FACULTAD1>E DERECHO
CENTRÓ DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS Y CRIMINOLÓGICAS

2009
o
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRUA, librero-editor o
Derechos reservados conforme a la ley
ISBN 978-607-401-107-4

Registro iNnAuTon 03-2009-042314002300-01



Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del
contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autori-

zación expresa y por escrito de los editores, en términos de lo así
previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por o
los tratados internacionales aplicables.
o
IMPRESO EN MÉXICO

PRINTED IN MÉXICO

Amargura 4, San Ángel, Alvaro °bregó", 01000 México. D.F. •
ol
Las ciudades, como los sueños,
están construidas de deseos y de miedos,
aunque el hilo de su discurso sea secreto,
sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas.
ITALO CALVINO

¿Caer en la tentación no significa


caer en la vida?
¡Déjanos, Señor, caer en la tentación y líbranos del bien!
ÉMILE CIORAN
Introducción


e
e

La ciudad moderna evoca el caos; temor nebuloso en un mun-

do carente de sentido, ausente de identidad, violento y frágil •
en la escena de los vínculos humanos: el infierno de todos tan
temido; grande, denso, y socialmente heterogéneo. Italo Cal- •
vino, en Ciudades invisibles, hace decir a Marco Polo, el gran
viajero, casi al final de su diálogo con Kublai Kan, el empera- •
dor de los tártaros, palabras premonitorias: •
El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya
está aquí, el infierno que habitamos todos los días, que for-
o
mamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La
primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse
o
parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es
riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y
o
saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, o
y hacer que dure (1999: 117).
o
El infierno calvinista es una metáfora certera, trazo perfec-
to que dibuja la ciudad con sus riesgos y temores. Las ciuda-
des de Calvino tienen nombre de mujer. La cartografía citadi-
na, para el ítalo cubano, posee cierta analogía con el goethiano

eterno femenino. Las mujeres exhiben su apariencia externa; •
en ocasiones permiten al visitante explorar su geografía. No
siempre. Toda exploración entraña peligro y, desde luego, el •
placer de descubrir_lo desconocido, lo efímero. La aventura

9 •


entraña saltos al vacío. Reto. Para aprender es necesario gía, los estudios culturales y, en general, para el análisis mo-
desaprender; el zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe derno de la desviación social.
una cosa grande, solía decir Isaiah Berlín, recitando a Arquí- En este libro hemos tratado de reconstruir, en la medida
loco, el poeta griego. de lo posible, el proceso de configuración de la Escuela de
La ciudad es un laberinto; en los intersticios habitan los Chicago, rastreando ideas y saberes, y delineando los aspec-
extraños, el otro (Otro). La otredad se cristaliza en formas tos medulares e influencias de esta línea de trabajo en la re-
inéditas de miedo. Temor al diferente: al sujeto desviado, los flexión contemporánea sobre la cuestión urbana. Pocos son
pobres, los marginados, los extraños. Huérfanos de sociali- los trabajos en lengua castellana dedicados a explorar los es-
dad y de atributos, desviados somos todos; como Ulrich, el tudios de esta escuela. En este sentido deseamos poner al alcan-
personaje de Musil, protagonista por excelencia de nuestro ce de los lectores una panorámica general sobre los autores y
infierno global y cotidiano: la moderna sociedad líquida, sus obras, advirtiendo supuestos estratégicos de investiga-
anunciada por Bauman (2007). De los otros se han ocupado ción para la exploración urbana. Asimismo, desglosamos los
diversos autores y saberes, en un juego de invenciones y aspectos que se refieren al proceso de construcción de la con-
acertijos. Explorar la geografía del miedo fue, entre otros, ducta desviada y sus vínculos con la criminología Desviación
uno de los retos de una disciplina que titubeante se arriesga- y delito son, en ocasiones, tratados como sinónimos, sin dete-
ba a dar sus primeros pasos, e intentaba con ellos, develar nerse a especificar que el delito es sólo una subcategoría de
las consecuencias del acelerado y brutal crecimiento urba- la desviación. La conducta desviada no siempre es punible,
no: la sociología. Prescindir del miedo como recurso metodo- pero sí fuente de sospecha; sospechoso, escribía Sade, es el
lógico constituyó un gran salto. Nunca antes la cercanía con sueño de quebrar los frenos que se oponen al deseo. Lo ha
los objetos de estudio había sido tan patente. Los noveles sido a través del tiempo, momentos y geografías. Quizá por
oficiantes cruzaron la frontera y se instalaron en los intersti- ello sea lícito hablar de una cartografía urbana y de una crimi-
cios liminales del laberinto urbano, en los círculos concéntri- nalización constante de la vida cotidiana. Tema de enorme
cos de Chicago. actualidad. Prevenir la desviación, no importando el costo,
Las primeras preocupaciones por la otredad urbana lleva- parece ser la consigna del derecho penal y la criminología
ron a los etnógrafos de Chicago a sutiles trabajos de explora- administrativa, actuarial, basada en la exclusión, los estigmas
ción sobre el terreno, inspirados en la perspectiva observante y la intolerancia.
de los antropólogos, salvo una diferencia: el punto de contac- El vocablo desviación es, desde luego, polémico; polisémi-
to lo constituían los "aldeanos urbanos"; así los llamó Engels co también. En el libro jugamos con la pluralidad de sentidos
en su estudio La situación de la clase obrera en Inglaterra. De del término desviación siguiendo diversas áreas del conoci-
estos acercamientos intuitivos surgiría una pléyade importan- miento, procedimiento sugerido por Derrida en La disemina-
te de investigadores que en la historia de la sociología y la ción. Usamos el vocablo como metáfora, pero también por su
antropología urbana se conoce como Escuela de Chicago. sonoridad lingüística, para indicar la tendencia sociocultural
Entre sus méritos indiscutibles destaca, haber sentado las de los seres humanos a separarse transitoriamente del centro
bases de temas y corrientes fundamentales para la prospec- moral normativo. Tendencia efímera, ilusoria; Kant, en un
ción urbana: el interaccionismo simbólico, la etnometodolo- ensayo de 1784, señalaba una evidencia empírica irrefutable:

10 • Juan Cajas Introducción • I I
no podemos escapar. La redondez de la Tierra nos obliga, Mi gratitud a mis amigos mexicanos, lectores cercanos de
tarde o temprano a establecer relaciones de vecindad. Ahora
bien ¿podremos vivir juntos? Ésa es la gran interrogante que
mis textos, con quienes he tenido la suerte de intercambiar
opiniones e ideas sobre las ciudadanías del miedo, la incerti-

se plantea para los habitantes de la superficie esférica: dumbre, y las tragedias de nuestro tiempo, compartiendo, e
además, los rituales nocturnos de la vida urbana, con sus
¿Cómo podremos vivir juntos si nuestro mundo está dividido
en al menos dos continentes cada vez más alejados entre sí,
peligros, misterios y tristezas: Facundo González; Tajín Villa-
gómez, "el Tax"; Fernando Ferrer; Roberto Rodríguez; Javier

el de las comunidades que se defienden contra la penetración
de los individuos, las ideas, las costumbres provenientes del Rascado; Raúl Ruiz, "el Cañas"; Chava Vázquez; José Manuel o
exterior, y aquel cuya globalización tiene como contrapartida Valdés, "el Chunetl"; Paco López y Beto Blues. A mis parceros o
un débil influjo sobre las conductas personales y colectivas del exilio, Adriana Karszenbaum, "la Güera", José Luis, "el
(Touraine, 2001: 11). Negro", y César Lachira; afectos que se refuerzan en geogra-
fías de tango y arrabal. Al pequeño Nico, por reconciliarnos

Este texto no hubiera sido posible sin la generosidad y con la vida. A mis informantes, aunque no los nombro, ellos o
apoyo intelectual de mi amigo Víctor Payá, quien desde hace saben de mi gratitud, por facilitarme el trabajo de campo en
varios años me ha invitado a colaborar en diversos proyectos diversas expediciones a la otredad de la violencia.
académicos de la UNAM. A él le debo el estímulo iniciático para Finalmente, la responsabilidad de lo planteado, es obvia-
escribir acerca de los etnógrafos de Chicago. Tampoco, sin la mente mía. Al igual que en otras travesías, coloco el punto fi-
ayuda de Nor Ubaldi —mi bruja favorita—, quien vehemente y nal sin escapar de la sensación de que los resultados son in-
apasionada resuelve siempre los laberintos trágicos de mi vida suficientes e incompletos; sólo al final del viaje y con la fatiga
cotidiana. Estoy en deuda con mis alumnos del Departamento a cuestas reparamos en la existencia de puertos no registra- o
de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de dos en nuestra carta de navegación.
Morelos (UAEM) y de las maestrías en derecho penal, y derecho o
[Chimalistac, otoño de 2008]
constitucional y amparo de la Universidad Autónoma de Que- o
rétaro (uAQ) que, en distintos momentos de mi vida académica,
han sido interlocutores inteligentes en mis clases. Para el pro- o
ceso de investigación y escritura conté con el apoyo de mi
institución, la UAEM, y con la hospitalidad durante mi año sa-
bático (2007-2008), del Centro de Investigaciones Jurídicas y
Criminológicas (clic) de la un.

De igual modo, expreso mi agradecimiento al director de ,
la Facultad de Derecho de la un, el doctor César García Ramí-
rez, por su amistad, y las facilidades brindadas para la elabo-
ración y publicación de este trabajo. También al coordinador
del cinc, el maestro Ricardo Ugalde, por el apoyo a éste que es •
el primer producto de dicho centro. ,
12 • Juan Cajas Introduceón • 13 e
9
e
Capítulo 1

Arqueología del saber criminológico

Cesare Beccaria nació en Milán en 1738 y murió en 1794. Es


considerado uno de los precursores de la criminología y del
derecho penal. En su libro De los delitos y de las penas, Edición
Príncipe de 1764, el más célebre de sus ensayos, escrito a los
25 años, el eje argumental tiene como soporte una mirada fi-
losófica e iluminista del derecho. En un opúsculo de 104 pági-
nas, el milanés adelanta tesis importantes sobre el asunto de
las garantías procesales, en una época en que el garantismo no
era parte de la praxis del derecho penal. El garantismo becca-
riano, base de la reforma que en materia de justicia penal
pondría en marcha Pedro Leopoldo de Toscana en 1786, se
sustenta en tesis contractualistas; la raíz de éstas se nutre de
la reflexión de autores como Hobbes, Montesquieu y Rous-
seau. Con los años, el nombre del marqués de Beccaria, se
asocia indiscutiblemente con los tiempos nuevos de la refor-
ma y la justicia penal en el mundo occidental.
La ruptura con el absolutismo, el poder cristocéntrico de
origen medieval que se resume en los "dos 'Cuerpos del rey"
(Kantorowicz, 1985), el irracional derecho divino de los reyes,
carente de limites jurídicos institucionalizados, supone el impe-
rio del contrato social en asuntos penales: "Sólo las leyes pue-
den decretar las penas de los delitos", sentenciaba Beccaria. No
lo escribía en vano. Conocía el peso de las supersticiones y la
demonización religiosa. En 1764, Ángelo Fachinei, un atormen-
tado y aburrido fraile dominico, había calificado la obra de El vocablo criminología sintetiza semánticamente una su-
Beccaria de "infame e impía". Doce años después, el libro publi- matoria de discursos provenientes de diversos campos disci-
cado inicialmente de forma anónima, ingresaría al ominoso plinares. El adjetivo criminal llegó a convertirse en una suerte
Índice expurgatorio,' el catálogo de libros prohibidos por la je-
rarquía de la Iglesia católica, y sería condenado a ser devorado
de comodín o prolongación cognitiva especializada de algunas
disciplinas. Surgieron así la antropología, la sociología o la
e
por el fuego delirante de la "majestad divina". Al transgredir o psicología criminal. En esta tesitura, el estatus disciplinario e
"violar un sentimiento colectivo", Beccaria era colocado en el del saber criminológico, no constituía un cuerpo coherente y
ceremonioso y degradado altar de los desviados. sistematizado de conocimiento, exigencia básica de todo saber e
científico. Como disciplina autónoma la criminología, al igial
La centuria europea que ve nacer el pensamiento de Bec-
caria, implica culturalmente, cruces y acercamientos entre que otras ciencias, se forja en el siglo xix y alcanzaría la ma- e
diversos saberes y tradiciones discursivas. La reflexión del
joven marqués no parte de cero; sus ideas resumen lo más
durez en el xx. En lo general, la criminología estudia o se in-
teresa en todo aquello que es sancionado por la ley penal o
e
fecundo del iluminismo francés. El Siglo de las Luces repre- que garantiza el orden social, según afirma Massimo Pavarini. •
senta en términos cognoscentes, una época en que tal como
señalaba Piero Calamandrei, profesor de derecho procesal
Fragmentos del saber criminológico han sido, siempre, piezas
sustanciales de la retórica del poder, sea éste de origen reli- •
civil en la Universidad de Florencia: "Filosofía era sinónimo de
enciclopedia"; en ese aspecto el joven Beccaria coadyuvó en
gioso, de izquierda o de derecha. La pluralidad discursiva es
desbordante. Para los críticos de este saber, el abigarramiento o
el proceso de transformar el "saber criminológico" en crimino-
logía; es decir, en una disciplina que con cierto grado de difi-
de ideas sobre el crimen, había generado la impresión de ser
un campo de conocimiento exclusivamente técnico e intelec-
e
cultad enfrentaba el reto de delinear un cuerpo teórico propio tualmente poco serio.2
y delimitar su objeto. La razón del sincretismo o multidiscursividad del saber
criminológico tiene que ver con un registro etnográfico: la
existencia del delito, el hecho criminal o conducta desviada,
LA Í Í
ECONOM A POL TICA DEL CASTIGO como un "universal" de la cultura. Los patrones universales
tienen que ver con las semejanzas o similitudes que guardan
El saber criminológico se construyó en cercanía de otros sa- entre sí las diversas culturas. Éstas, independientemente le
beres, entre éstos, la teoría politica. La política, pensada como su grado de evolución social, se componen de instituciones;
arte del buen gobierno, permea la génesis del conocimiento constituyen una respuesta organizada al mundo de la vida.
criminológico, ya que implica en su parte medular el control Ninguna sociedad, según registros antropológicos, explica
social. En su fase primigenia el saber criminológico se presen-
Gouldner, en el prólogo que escribió para La nueva criminología de
ta de forma inasible; es difuso y ecléctico. Ideológicamente Taylor, Walton y Young (1973), saluda el rigor y la solvencia intelectual cue
forma parte del artificio retórico de diversos actores sociales; despliegan los autores. El libro es un texto memorable en la historia de la
justifica prácticas de dominación en variados campos de la disciplina. En él se reivindica a la criminología como una disciplina seria y
vida social respetable. Los autores citados superan, en la opinión del sociólogo estado-
unidense, la vieja concepción de la criminología como un campo herméticj y
"El Índice fue suprimido por el Vaticano en 1966. autosuficiente teóricamente, carente de bases sociológicas y filosóficas. e
16 • Juan Cajas Arqueología dei saber criminológico • 17 •


su existencia al margen de la transgresión y lo prohibido; diversos autores, disciplinas y religiones, por el delito, un fe-
categorías básicas de la sociabilidad o socialidad, pasado y nómeno social de orden diacrónico y sincrónico.
presente de la sociedad humana; la "nebulosa afectual" de la El orden social ha sido una preocupación universal; la
que habla Maffesoli (1990). "No existe placer humano sin encontramos en la Grecia de Sófocles, Platón o Aristóteles, en
una situación irregular, sin la ruptura de una prohibición", el medioevo tomista, pero también en la Europa de Rousseau,
escribía Bataille (1968: 54). Las comunidades primitivas no Marx, Sorel, o en el mundo posmoderno del siglo xxi. Entre la
están exentas de preceptos o normas regulatorias. Sobre el desobediencia de Adán y Eva, la sublevación de Espartaco, y
particular señalaba Foucault: "En cada cultura existen sin los atentados terroristas de Nueva York, Madrid y Londres, o
duda una serie coherente de líneas divisorias: la prohibición la expedición punitiva sobre Afganistán e Iraq, existe un hilo
del incesto, la delimitación de la locura, y posiblemente algu- conductor: cierta idea sobre la constitución del orden y el con-
nas exclusiones religiosas [...] desde el momento en que se trol social basada en el poder, salvando desde luego las res-
señalan los límites, abren el espacio a una transgresión siem- pectivas particularidades míticas, históricas o de contexto
pre posible" (1990: 13). social. La ley del más fuerte. No hablamos de poder en abs-
El ordenamiento social se institucionaliza con base en tracto. El poder es la materialización concreta de la política, la
normas; éstas dan origen a lo que conocemos como derecho. religión o la moral; ocasionalmente estas categorías no son
Éste, consuetudinario o positivo, se define como el conjunto muy evidentes. Todas ellas, no obstante, dibujan la canettiana
de leyes y disposiciones a que está sometida toda sociedad. pasión por el poder. Interrogar lo oculto de la política o la mo-
Para Hans Kelsen, el jurista y filósofo austriaco, el derecho es ral, superando el sentido común como prueba de verdad inte-
una técnica de coexistencia social, diseñada para garantizar la lectual indiscutible, esa "apología de la equivocación" de la que
convivencia pacífica de los seres humanos. A su vez, agrega: hablaba Gramsci, "aprendiendo a pensar" -la gran herencia de
El "derecho no puede ser separado de la política, pues es la Ilustración-, ha sido tarea de disciplinas como la ciencia
esencialmente un instrumento de la política" (Kelsen, 2002: política, la sociología, la filosofía o la antropología
29). Antes que nada, el derecho es un fenómeno social. El más En su génesis el saber criminológico fincaba su atención
civil y humano de todos los fenómenos sociales, al decir de en la parte instrumental o técnica del delito, la desviación o el
Italo Mereu (2003). disenso, soslayando cuestiones fundamentales como el poder,
Las sociedades poseen, para decirlo con Bourdieu, un el orden estructural o los "aparatos ideológicos del Estado",
"capital cultural". En él se despliegan diversos instrumentos como acostumbraba nombrarlos Althusser, filósofo marxista
que son utilizados para la apropiación de riqueza simbólica; de origen argelino. Ignorar los referenciales del poder es un
entre éstos se configuran catálogos de normas, y reacciones absurdo. El poder es la piedra angular de la polifonía social y
o desobediencia a las mismas. El referente tácito del derecho cultural. En ciertos casos, según demuestran algunos estu-
es el poder. Para Habermas el "derecho presupone una trans- dios de antropología política, el poder, no es en apariencia,
formación jurídica del poder [...]. En esto radica la idea moder- visible, sin embargo está presente; es una constante tanto en
na del Estado de derecho" (2000: 101). No hay poder sin nor- los sistemas ágrafos como en los modernos. Los zuñi, tribu
mas y viceversa. Planteado así, es lógico suponer el interés de nativa de Nuevo México, por ejemplo, operan mecanismos de
distribución del poder, cuya función es desaparecer una pa-

8 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • I 9


Sión tan humana como la ambición. La cultura zuñi invisibiliza secuestro institucional podría plantearse como paradigma o
el poder, lo enmascara. Para Clastres (1981) el poder es el re- matriz disciplinar. Situación homóloga la podemos encontrar
ferente fundamental de la política, una de cuyas manifestacio- en el discurso médico sobre la enfermedad. La reflexión sobre
nes más visibles es la guerra. las enfermedades del cuerpo o de la mente, adquiere un esta- el
Lo que por razones expositivas denominamos "saber cri- tus científico sólo después de que el sujeto es hospitalizado,
minológico", nos remite a la arqueología de la disciplina, un siendo susceptible de ser evaluado clínicamente y sometido a •
área densa y de difícil sistematización, toda vez que en el apa- procesos de experimentación, de acuerdo con los cánones de
rato discursivo entran en acción formas diversas de interpre- la medicina, entendida como ciencia factual (Pavarini, 2003). e
tación sobre el poder y el control social. Una forma de evitar El interés por la "patología" social, similar a la preocupación
la excesiva generalización sobre la disciplina es delimitando predisciplinaria sobre la salud del enfermo, constituye un
e
fronteras de conocimiento. En este sentido, Pavarini, profesor
de la Universidad de Bologna, ubica como punto de inflexión
antecedente importante en el proceso de constitución de la
criminología, pero carece del estatus de una heurística cientí-
e
del saber criminológico la emergencia de la cárcel como insti- fica," en la forma que se desarrolla posteriormente, tomando o
tución, al disponer de un objeto de referencia: el delincuente, como piedra angular esa suerte de laboratorio que es la insti-
ubicado en un espacio concreto, se habilita un lenguaje profe- tución carcelaria. La cárcel ofrece al criminólogo, al psiquia- e
sionalizado: un oficio. La división del trabajo abre la posibili-
dad de inaugurar una profesión concreta: la criminología.
tra, al trabajador social, un factum u "objeto de estudio": el
delincuente. Las rejas permiten el estudio empírico del com-
o
Hipotéticamente neutral. Positivista. portamiento. La privación de la libertad como sanción penal o
Para el teórico italiano, la criminología aparece en el con- es una invención moderna; se adscribe a la reforma penal y
cierto humano, con la emergencia del sistema capitalista, erigi- procesal del siglo xrx suscrita en el escenario de las libertades o
do sobre la base de la iniciativa individual y la propiedad priva- burguesas, en sustitución de mecanismos punitivos bárbaros
da de los medios de producción. En la misma dirección Foucault y absolutos.' o
(2001) sostiene que disciplinas como la sociología, el psicoaná-
lisis, en coincidencia con la criminología, surgieron en estrecho
La cárcel como lugar para purgar una pena tiene orígenes
inciertos. Bonne sostiene que la pena de prisión surgió en los
o
vínculo con formas específicas de control político y social, en estatutos medievales de las ciudades italianas. Von Hippel o
los albores del sistema capitalista. La aparición del proceso
aludido no es de golpe. Cronológicamente cubre un periodo 'La patología es una parte de la medicina que se aboca al estudio de las
enfermedades. Extendido el vocablo al campo social la denominada patología
ubicado entre el siglo xvi y el xvrrl. A mediados de este último
se finiquita un capítulo definitivo: la Revolución Industrial; cenit
social se interesa por el estudio del delito como enfermedad.
',Entre 1825, 1850 y 1860 se operan importantes reformas en el campo
e
de la acumulación originaria de capital; paisaje definitivo anali- de la legislación penal en diversos paises de Europa. La nueva penalidad
centra su atención en el individuo. Más que detenerse en el tema de la defen-
zado por Marx en su obra canónica, El capital.
La criminología como ciencia, es decir como campo autó-
sa social, las reformas apuntan al individuo, y al rol que pueden desempeñar
como sujetos peligrosos. Para Foucault dicha peligrosidad, que denomina •
nomo, y provista del método científico que descubre en las VIRTUAL, anuncia la emergencia de una política basada en vigilar y castigar: el

ciencias naturales, emerge en sentido estricto con la reduc- proceso de disciplina o doma social descansará en lo sucesivo en la utopía de
Bentham: el panoptismo. El panóptico es un diseño arquitectónico que se

ción del criminal a la condición de encarcelado. No antes. El basa en la idea de un vigilante que lo ve todo sin ser visto.

20 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 21 el

e
afirma que el nacimiento de la prisión como pena se ubica en actividad laboral generó inquietud y malestar entre los
Holanda, hacia 1600. Toma como referencia la prisión de obreros libres, pues resentían en el trabajo de los prisione-
Amsterdam. Para Eberhard Schmidt la pena privativa se origi- ros una competencia desleal. Para Foucault (1997) este
na en Inglaterra. Finalmente, Norval Morris afirma que la sistema tiene como propósito reproducir tras el microcos-
cárcel es de origen estadounidense (García Valdés, 1982). Los mos de los barrotes una sociedad perfecta, con la discipli-
"cuáqueros de Pensilvania, tienen el mérito de haber inventa- na del taller y el silencio que evita el contagio moral. La
do o reinventado la prisión", escribe Morris (1998: 21). En cárcel no surge al azar. El secuestro institucional surge en
1790, William Penn, fundador de la colonia, impulsó la cons- la historia de los hombres en un momento concreto: en el
trucción de las primeras prisiones con celdas, una de ellas en momento en que la libertad adquiere un valor económico
Walnut Street. Se le conoce como "sistema filadélfico o celu- (Melossi y Pavarini, 1981).
lar". Seis años más tarde se construyó la prisión de Newgate, En Europa, tal como lo sugiere Morris, criminólogo de la
en Nueva York. Universidad de Chicago, existen evidencias de diversas for-
El modelo filadélfico supone como medidas correctivas, el mas de reclusión: buques de convictos, hospicios, reformato-
aislamiento extremo del reo en un silencioso "sepulcro provi- rios o casas de labor; ninguna implica, sin embargo, una "con-
sional", sin más recursos que dialogar con los fantasmas de dena de prisión". Con el establecimiento de la cárcel, como
su propia conciencia; se le obliga a leer la Biblia y textos reli- institución legalmente reconocida, emerge la criminología.
giosos. Los reos tenían prohibido hablar. Llevaban la cabeza Desaparece el espectáculo circense de los suplicios. La cárcel
cubierta con una capucha. El régimen conducía a un estado manifiesta cierta "sobriedad punitiva" Foucault (1997), y sobre
de embrutecimiento, ociosidad y perturbación mental. Este todo, la humanización en asuntos penales. A su vez, este ins-
sistema se adoptó en Europa entre 1835 y 1851. 5 Para Enrique trumento de represión, la cárcel, representa en términos fác-
Ferri, el afamado jefe de la escuela positiva de ciencia criminal, ticos, el poder por excelencia del Estado democrático sobre
el sistema celular, además de absurdo y brutal, era una abso- los ciudadanos (Morris, 1998), una tecnología disciplinaria
luta "aberración". cuya herencia se prolonga hasta nuestros días. El objetivo
Décadas después, en 1820, hizo su aparición el modelo nunca alcanzado de la prisión es el "reintegrar" reformado al
Auburn, en la cárcel del mismo nombre. El modelo Auburn infractor. Independientemente de las diversas opiniones so-
decreta la reclusión en celdas individuales, permitiendo bre los orígenes de la prisión, que según parece fue una idea
algunas actividades en común, como el consumo de ali- importada de Europa, se reconoce en los estadounidenses el
mentos y el trabajo, pero en silencio absoluto. A diferencia perfeccionamiento de los sistemas de reclusión: los modelos
del sistema filadélfico, en las cárceles de Auburn y Sing filadélfico y auburniano (García Valdés, 1982); también por
Sing se introdujo el trabajo en talleres o en canteras. La los logros alcanzados en el Reformatorio de Elmira, Nueva
York, dirigido desde 1876 por Zebulon Brockway, la obra más
'El "apando", en México, es una forma de aislamiento extremo del reo, espectacular del reformismo positivista, centrada en dos obje-
Se aplica como castigo para los prisioneros que violan la disciplina o mani- tivos específicos: la corrección y la rehabilitación de jóvenes
fiestan conductas peligrosas. José Revueltas, ofrece en El apando, un registro delincuentes.
literario memorable sobre esta forma de castigo. El régimen celular estaba
contemplado en el Código Penal mexicano de 1872.

22 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 23
EL CUERPO SAGRADO DE LA DEFENSA SOCIAL Baratta (1991) resume en seis principios los fundamentos
de la defensa social:
El análisis sobre el periplo de constitución de la criminología
como disciplina cubre tres periodos importantes: 4. La escue-
la liberal clásica, 2. La escuela positiva, y 3. La Escuela de
Principio de legitimidad.
Principio del bien y del mal. e
Chicago. Las dos primeras tienen en común un pensamiento
Principio de culpabilidad.
Principio del fin o de la culpabilidad. •
básico, asociado en lo fundamental, a la ideología de la defen-
sa social. Tienen como punto de partida, un "modelo de cien-
Principio de igualdad.
Principio del interés social y del delito natural. e
cia penal integrada [...] la ciencia jurídica y la concepción ge-
neral del hombre y de la sociedad se hallan estrechamente Estos principios articulan la potestad de lo que Foucault
e
ligadas" (Baratta, 1991: 35). La tercer escuela está vinculada
con el desarrollo de la "sociología de la desviación" en Estados
llamaba "economía punitiva" del Estado, y tienen como objetivo
salvar la obediencia al pacto social, de aquellos ilos desviados!
e
Unidos. que exhiben un desacuerdo radical con los limites contractua- e
En los siglos que anteceden al surgimiento de la crimino-
logía como disciplina, el delincuente, era asumido literalmente
les. En autores como Locke, el contrato o pacto social presupo-
ne un consenso mínimo de igualdad jurídica. Bajo la óptica de e
como un transgresor del contrato social o catálogo normativo
del pacto primigenio. La acción del sujeto vulnera las bases del
la defensa social no se exculpa al delincuente, sino que se vali-
da o legitiman todas las acciones del Estado, encaminadas a
o
Estado. En este sentido el interés, en un primer momento, no
recae en el delincuente, sino en el delito. No es el delincuente
evitar el caos del comportamiento desviado (Lamnek, 2002). En o
(actor) sino el delito, el referente básico de la discusión. Tal
este orden, la razón objetiva del sistema penal clásico y positi-
vo, no es otra que el control de las conductas desviadas. A pe- o
como lo plantea Baratta, el delito se concebía como un "con-
cepto jurídico". El delincuente, a diferencia del pensamiento
sar de la distancia temporal, países como Estados Unidos son,
hoy en día, adeptos y cultores de este paradigma. La política
o
positivista posterior, no poseía características específicas, que
lo diferenciaran de los demás miembros de la comunidad o
antiterrorista que se diseñó tras el ataque a las torres gemelas,
el 11 de septiembre de 2001, se fundamenta en el modelo de
o
cuerpo social. Es un individuo normal. El sujeto en cuestión, defensa social. 6 La denominada "incapacitación selectiva" es
precipita la acción delictiva sobre la base del libre arbitrio, no una forma de racionalidad punitiva, a través de la cual y con
como consecuencia de una patología (Baratta, 1991). El delito
"En la base de Guantánamo, Cuba, las autoridades estadounidenses re-
es un acto volitivo. Bajo esta óptica, la sanción penal no aspira tienen a cerca de 400 musulmanes capturados en Afganistán, sin que medie
a reformar al sujeto trasgresor del derecho. El objetivo de la proceso judicial alguno. Una variante salvaje de la "defensa social" puede ser
sanción es único: la defensa social comunitaria, es decir, se aplicada al ejercicio de los linchamientos en algunas zonas del México con-
busca proteger a la sociedad del ataque criminal. La mejor temporáneo. La población ejecuta a los delincuentes arguyendo la defensa de
defensa es el ataque, la muerte, o el castigo físico del transgre-
la comunidad. El linchamiento plantea un proceso sui generis de reapropia-
eión de la violencia, ante coyunturas cotidianas en las que el Estado aparece o
sor, se plantea. Esta concepción da lugar a un modelo de
pensamiento o primer paradigma en el campo de la crimino-
como ineficaz en el ejercicio del monopolio de la violencia positiva, conferido
en términos contractuales por la asamblea soberana. Cfr. Osvaldo Romero, La •
logía: la defensa social.
violencia como fenómeno social. El linchamiento en San Miguel Canoa, Puebla,
México, Jorale Editor/El Colegio de Tlaxcala, 2006. •
24 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 25 •
o
el
técnicas actuariales, se aísla o expulsa a los sujetos que son en una topografía de hombres reales, habitados por sueños y
considerados "grupos de riesgo". En algunos países de Europa, una sed de competencia y conquista: un cuerpo pasional, un ego
por ejemplo, España y Reino Unido, la política migratoria justi- territorial marcado por el fuego de los deseos.
fica la expulsión de "ilegales" como una medida precautelatoria El florentino y el de Malmesbury, son los artífices de una
o de contención para neutralizar al otro: minorías potencial- revolución conceptual: la política deja de ser un arte (práctica),
mente peligrosas de brindar cobertura a las "células durmien- tal como fue concebida por Aristóteles, y se transforma en una
tes" del terrorismo internacional. técnica. La centenaria idea platónica de lo "justo", la acción
prudente, deja de ser necesaria. No lo es en el sentido de que
los hombres al interiorizar un grado importante de conoci-
EL MIEDO, DEMIURGO DEL ESTADO miento sobre el orden correcto del Estado y de la sociedad, no
requieren de la acción prudente (práctica) para mediar sus
Massimo Pavarini (2003) acusa de reduccionistas a los auto- relaciones, sino de la construcción racional de reglas, proce-
res de los manuales modernos sobre criminología, por dos dimientos e instituciones. Para Hobbes la conducta humana
motivos: 1. Ignorar el pensamiento político-filosófico liberal reclamaba ser tratada como material científico, a imagen y
antecedente, centrando el análisis de manera exclusiva en semejanza de los objetos de la naturaleza auscultados por
autores asociados al pensamiento reformador e iluminista Galileo Galilei, el físico y astrónomo italiano (1564-4642), sien-
del siglo Beccaria (Italia), Bentham (Inglaterra) y Hom- do, además, susceptible de ser modificada. Según anotan los
mel (Alemania), es decir, los más comprometidos con el aná- críticos, el viejo filósofo traslada al campo de la politica, los recur-
lisis de la legislación penal, y 2. fincar la atención en aspectos sos analíticos de la revolución galileana; con el tiempo coadyu-
político-jurídicos vinculados con la codificación, el proceso vará en la cimentación de la ciencia política y la antropología
penal y las garantías del imputado, soslayando el escrutinio política (Luque, 1996). Para Hobbes, "Todo lo necesario para
de los mecanismos socioculturales y políticos de preserva- la salvación se contiene en dos virtudes: fe en Cristo y la obe-
ción y control del orden social que emerge de las ruinas del diencia a las leyes" (1990: 485), es decir, al soberano. El Esta-
antiguo régimen. do, en la concepción hobbesiana, aparece como representa-
Para el criminólogo italiano, las ideas modernas sobre el ción de Dios en la Tierra. Pecar, entonces, equivale a
crimen tienen su origen en el pensamiento clásico de Thomas desobedecer las leyes, "desviarse" del camino de la sociabili-
Hobbes (1588-1679). En el Leviatán (1651), el filósofo de Malmes- dad. Ahora bien, señala: "Pecar no es solamente una transgre-
bury define los trazos politicos que dan fundamento al Estado sión a la ley, sino, también, un desprecio al legislador, porque
moderno. Éste se erige sobre la base del miedo; es su punto de tal desprecio constituye, de una vez, un resquebrajamiento de
partida. Para el filósofo inglés el miedo se hace presente tanto en todas sus leyes" (Hobbes, 1990: 238).
la gramática de la guerra como en la filigrana de la paz (Uribe, Hobbes hace uso de las Sagradas Escrituras con fines
2002). El nuevo orden político surge con fundamentos, no en la didácticos. Procedimiento similar al que se encuentra en al-
teología o en la metafísica medieval que sucumbe, sino sobre gunos pasajes de Spinoza. La Biblia sirve de recurso para
la base de un pensamiento racional, cuyo actor es un ántropos fundamentar algunas opiniones. Para Hobbes los deberes
de carne y hueso. Al igual que Maquiavelo, Hobbes fija su mirada religiosos deben subordinarse y guardar obediencia al poder

26 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 77
secular del soberano: las leyes civiles se imponen sobre las ciudad de Dios. Se inhabilita la transgresión. Esta es una
religiosas; el Estado laico elimina la superstición como nor- forma temprana de control social. La conducta criminal se
ma de acción política. Tesis como éstas obligaron al filósofo fractura mediante el uso de la violencia positiva ejercida por
a huir de los presbiterianos en Inglaterra, y luego de los cle- el soberano, depositario de la autoridad conferida por el
ricales en Francia, como salvando la cabeza de la temible pueblo.
hacha de los celtas. El derecho a castigar recae sobre el soberano; su volun-
La antítesis del pacto social es el caos del "Estado de tad se traduce en la ley. El principio de legalidad en materia
naturaleza". En él no hay autoridad que haga cumplir la ley; penal deviene del contrato: se legisla para el presente. No
prevalece el imperio del más fuerte. La violencia anárquica hay retroactividad. Este es un principio básico que funda-
antecede a la racionalidad de la ley. No hay contrato. Tampo- menta la reforma penal y procesal del nuevo orden social.
co leyes que reglamenten el quehacer público y privado. El Domesticar los deseos es parte del contrato social. El contra-
Estado de naturaleza, no plantea en modo alguno, la hipoté- to que origina el orden político se estructura sobre la base
tica presencia de un instinto asesino en el código genético, del miedo, articulando a su vez un esquema jurídico y puni-
tal como lo suponía Robert Ardrey en El imperativo territorial, tivo. Sobre esa superficie las ideas criminológicas evolucio-
un polémico libro publicado en 1966. Para Macpherson (1970) nan hacia una totalidad penal triádica: ciencia, hombre y
el Estado de naturaleza, planteado por Hobbes, corresponde sociedad. Los filósofos politicos discurren sobre el arte y formas
a una hipótesis de carácter lógico, no histórica, basada en del buen vivir. La base de este pensamiento es el egoísmo y
una prospección genérica de las pasiones humanas. Los el contrato. George Sabine encuentra en las ideas de Hobbes
kung san, cazadores-recolectores del desierto del Kalahari, una cercanía con la filosofía social de los epicúreos. Para
estudiados por el antropólogo Richard Lee, no reconocen Epicuro, representante de una de las grandes escuelas ate-
ninguna autoridad jerárquica y, sin embargo, son capaces de nienses del año 306, el hombre no tiene otra necesidad como
mantener el orden, evitando el caos (Jacorzynski, 2002). La no sea la de la búsqueda constante de la felicidad individual.
guerra intergrupal era desconocida para los kung san. Obli- Para el ateniense la felicidad consiste en evitar el dolor
gados por las autoridades del apartheid sudafricano fueron (Sabine, 1984).
empujados a hacer la guerra y a perseguir a los vecinos como La preocupación básica de Hobbes es la seguridad, la fe-
si fueran piezas de caza. La violencia positiva, organizada, tal licidad de los seres humanos. Escribe: "Las pasiones que incli-
como lo plantea Hobbes, se hace visible solamente a través nan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo
del contrato. de las cosas que son necesarias para una vida confortable, y
El Leviatán domestica, en el sentido jurídico, las pasio- la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo" (Hobbes,
nes, y las transforma en prudencia: el individuo hobbesia- 1990: 105). Sólo el contrato, la dejación de la soberanía indivi-
no, encarnación del horno homini lupus (el hombre es un dual en manos de un soberano, puede eliminar la incertidum-
lobo para el hombre), el lobo carnicero, tras el proceso de bre: suprime el riesgo de hombres que aceptan la voluntad de
doma, se transforma en un manso cordero; padece en car- los dioses; el obsceno espectáculo de Jehovah celebrando el
ne propia la desestructuración de la libido dominandi -ex- olor de la carne quemada. Así lo expresaba bellamente Bataille,
presión acuñada por Agustín, el obispo de Hipona, en La el censurado teórico del influyente Colegio de Sociología

26 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 29


(2005). 7 El miedo, alarma fatal que transfigura el rostro de los según sugiere Steven Lukes, el gran "problema sería que no
hombres es, que duda cabe, el demiurgo del Estado. hay problemas" (1998). Para la antropología, toda sociedad
John Locke, a diferencia de Hobbes, no apela al Leviatán, independientemente de su grado de desarrollo social, mantie-
el poderoso dios mortal, obra perfecta de la razón humana, ne formas mínimas de regulación que, en ocasiones, no siem-
usufructuario de la soberanía, sino al imperio de la razón, la pre, se expresan en correspondencia con preceptos morales
ley universal que gobierna el destino de los hombres. En el provenientes de imperativos religiosos. Entre los andamán,
Ensayo sobre el gobierno civil (1660) Locke advierte mínimos de isleños seminómadas, cazadores-recolectores, estudiados por
racionalidad que aun en el "Estado de naturaleza", permiten la Radcliffe-Brown, el acto de llorar no obedece a sentimiento
convivencia social de la comunidad. No piensa el Estado de alguno, sino a un ritual prescrito por la costumbre, como me-
naturaleza como una era de todos contra todos, sino como un canismo social de afirmación solidaria o grupal (Morris, 1995).
momento de "paz, buena voluntad, asistencia mutua y conser- Se llora por obligación; el llanto se inscribe en los marcos
vación". Admite como carencia la falta de un derecho escrito de una concepción del mundo, de la vida y de mecanismos de
y penas fijas que den operacionalidad a la justicia, pero ello no regulación.
implica un estado de guerra permanente, como suponía Hob- . Hobbes es un autor de obligada referencia. Advirtamos,
bes. En su opinión el derecho natural confiere a los hombres, sin embargo, el poco interés que autores como Meyer Fortes
derechos y deberes, a partir de los cuales ejerce una convi- o Evans-Pritchard, compiladores del libro Sistemas políticos
vencia en paz. Transgredir el catálogo de derechos naturales africanos (1940), prologado por Radcliffe-Brown, tuvieron por
implica sanción o castigo. El criminal transgrede los límites de el filósofo inglés. No deja de ser una curiosidad. Los antropó-
la razón, aun así, no es un sujeto expuesto al rigor de un poder logos políticos, en algunas de sus afirmaciones, son hobbesia-
absoluto y arbitrario. Se le castiga con base en la razón y la nos involuntarios. Radcliffe-Brown, por citar un caso, recla-
conciencia. Locke se pronuncia por un sistema de leyes. Toma maba el estudio de las sociedades humanas, siguiendo los
distancia frente a Hobbes, quien apuesta por el ejercicio de un parámetros y métodos de las ciencias naturales, propuesta.
poder absoluto, "totalitario": la democracia basada en una similar a la sugerida por el gran teórico de la filosofía politica
asamblea soberana de súbditos le parece imposible. En tiem- (Luque, 1996).8
pos de perturbación social, el hombre requiere de custodes La existencia de reglas o normas constituye un universal
liberta tis: dictadores o protectores de su autoridad (Hobbes. de la cultura. Los tabúes son prohibiciones; se enmarcan en
1990). el mundo de lo sagrado. Para Durkheim y Eliade lo sagrado
Pensar una sociedad sin reglas, normas o preceptos, bajo se expresa a través de creencias, símbolos y rituales. La pre-
un consenso absoluto y sin presencia del conflicto, es insos- sencia de lo sagrado y lo profano es una constante en todas
tenible. Sólo es posible en el campo de la utopía, en cuyo caso, las culturas. Lo sagrado opera como un mecanismo a través
'Existen ciertos desencuentros entre la ciencia política y la antropología
7 Georges Bataille en El límite de lo útil, Madrid, Losada, 2005, reflexiona politica, uno de éstos, en opinión de David Easton, es la falta de rigor concep-
sobre el erotismo, el trabajo, la economía y la violencia. Entre sus méritos tual de los antropólogos que cultivan la subdisciplina, y sobre todo, la carencia
destaca haber sido el primero en publicar obras de Jacques Derrida, Roland de una diferencia precisa entre lo político y lo no político. Cfr. Carl Schmitt, El
Barthes y Michel Foucault. En su opinión: "Sólo cuando desaparece la angus- concepto de lo político, Buenos Aires, Folios Ediciones, 1983, un texto funda-
tia empieza la risa" (2005: 137). mental para ubicar la crítica de Easton.

30 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 31


del cual la sociedad y la cultura actúan sobre la conciencia antropología política, una subdisciplina de la antropología so-
individual. Para Weber los tabúes constituyen un engranaje cial, surgida en torno al libro de Fortes y Pritchard. Los ejes
religioso que fundamenta intereses de orden económico o que apuntalan este campo de estudio son tres: el pacto, el
social; Malinowski diría que el tabú tiene por objeto normar orden político y la guerra. El trasfondo de esta trilogía es, des-
ciertas prácticas en el seno de la comunidad aborigen. Freud
sostenía, apoyado en la interpretación de Edipo rey, y en una
de sus hipótesis más socorridas, que la construcción de la
de luego, el poder. Éste configura la clave de la política, el
punto de partida del control social, siendo a su vez, la base
referencial primigenia de la defensa social.

sociedad humana había sido posible gracias a dos cosas: un e
homicidio y una prohibición. El asesinato del padre, el parri-
cidio, prefigura el tabú del incesto, el complejo de Edipo,
e
aparentemente un "universal de la cultura". Malinowski
CRIMEN Y CASTIGO

aporta información etnográfica que contradice la hipótesis
freudiana. Los trobriandeses de Melanesia, a diferencia de la
L A escuela liberal clásica de criminología tiene como premisa
fundamental el respeto irrestricto a los derechos del hombre. •
norma parental de patrilinealidad que rige a la familia nu-
clear en Occidente, pertenecen a una sociedad matrilineal: el
Se basa en el pensamiento contractualista y utilitario de Hobbes,
Montesquieu y Rousseau. Constituye el preámbulo de la cri- •
papel del padre es ocupado por el hermano de la madre. El
niño, al rechazar el estatus del padre, plantea el declinamien-
minología positiva. Cronológicamente se ubica entre el siglo
xviii y primera mitad del siglo xix. Teóricamente incluye un
o
to del rol de éste, siendo sustituido por el tío. El niño no ri- acervo de ideas sobre tres cuestiones: el crimen, el derecho
valiza ni hace de su progenitor un contrincante. Bajo la pre- penal y las penas (Taylor et al., 1997).
misa freudiana, compartida por psicoanalistas como Ernest Tradicionalmente se ubica a Cesare Beccaria, Jeremy Ben- o
Jones y Jacques Lacan, la interdicción del incesto sería el
acto fundacional de la cultura." Los tabúes totémicos inaugu-
tham y Anselm von Feuerbach como precursores de las teo-
rías sobre el crimen. Los manuales escolares aluden a los
o
ran la moral humana, toda vez que restringen y prohiben. La
culpa, el horror, la seducción por lo prohibido, despliegan,
autores mencionados como padres de la criminología clásica.
Pavarini sostiene que es un error. En su opinión cualquier
o
articulan un imaginario colectivo: los trazos culturales bajo
los cuales se gesta la reproducción comunitaria (Payá,
reflexión contemporánea sobre el crimen debe tener como o
punto de partida a Hobbes y la producción teórica político-fi-
2006). losófica del siglo XVII y XVIII. Al respecto señala: "Sólo a través
En sentido general, la etnografía de la temática referida al
mundo de las reglas sociales y económicas y, en consecuen-
del esfuerzo por leer la cuestión criminal dentro de la más
amplia reflexión política del periodo, permite evitar la interpre-
o
cia, de la configuración del poder, corresponde al campo de la tación aún hoy dominante que ve o quiere ver del pensamien- e
to político-jurídico de la ép j ca sólo el aspecto, igualmente
"Para la crítica contemporánea, según advierte Girard, las tesis freudia- presente, de la afirmación de la libertad civil en relación con o
nas desarrolladas en Tótem y tabú (1912) son inaceptables. Cfr René Girard,
La violencia y lo sagrado. Barcelona, Anagrama, 1998; Bronislaw Malinowski,
las arbitrariedades del poder, de la defensa del ciudadano
contra el príncipe" (Pavarini, 2003: 28); es decir, aquello que •
La vida sexual de los salvajes del nordeste de la Melanesia, Madrid, Morata,
1975. se relaciona con el proceso de crítica hacia un sistema penal •
32 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 33 0


obsoleto, que privilegiaba la acción de la justicia sobre el cuer- nos fueron pasados por la espada sin importar el sexo ni la
po, sin advertir que toda legislación implica, de uno u otro edad" (Vallejo, 2007: 6-7).
modo, la represión del Estado.'" A finales de la Edad Media la Los clásicos realzan la importancia de una impartición de
táctica punitiva por excelencia en Occidente, era la marca in- justicia basada en leyes. El advenimiento de la codificación
famante: herir, amputar, "apoderarse del cuerpo y grabar en plantea una ruptura con la acción punitiva del soberano, cen-
él las marcas del poder" (Foucault, 1990: 47)» Este procedi- trada no en la acción del juez, sino en el castigo directo, cor-
miento (la marca) se derogó en 1832, en Francia, y en Inglaterra, poral, típico del régimen inquisitorial pontificio. El tormento y
dos años después. el uso de la confesión del imputado como prueba reina se
La escuela clásica cuestiona los procedimientos penales y mantuvo en algunos países hasta mediados del siglo xvill. El
penitenciarios que le anteceden y que retratan la acción infa- salto cuántico, del castigo centrado en el cuerpo a la idea del
me del poder, los presupuestos de una liturgia de la obedien- delito y la pena, es un proceso entendible dentro de un contex-
cia. Veamos un ejemplo: el papa Inocencio III en el IV Concilio to histórico concreto: la emergencia del sistema capitalista, y
de Letrán, realizado en 1215, proclamó de viva voz ante los la reconfiguración de las relaciones sociales de producción.
delegados europeos el derecho de la autoridad a detener a La horca es sustituida por el internamiento. Resulta más renta-
cualquier sujeto, utilizando como prueba de la acción, el irra- ble. Responde a las necesidades de sojuzgamiento de las ma-
cional recurso de la "sospecha"» Mecanismo brutal para so- sas de desposeídos que toman por asalto la ciudad. Las insti-
meter a los herejes. Notable es la orden de exterminio que tuciones de control social que emergen del nuevo contrato
años antes, en 1209 en Beziers, la ciudad sitiada, Amalrico, social, y con ellas, los códigos penales, responden a los inte-
jefe militar del ejército católico en campaña contra los albigen- reses del nuevo orden económico social, y de la nueva clase:
ses, dio a sus soldados: "Mátenlos a todos que ya después el la burguesía, beneficiaria del torbellino social de la Revolución
Señor verá cuáles son los suyos [...] Hoy, Su Santidad -le es- francesa.
cribía esa noche Amalrico a Inocencio III- veinte mil ciudada- Los códigos penales -compendio ordenado y sistemático
de legislación aplicable en materia penal- son propios del siglo
'"Una de las reacciones más importantes en términos de delimitar la XVIII y xix: Rusia, 1769; Prusia, 1780; Pensilvania y Toscana,
acción del soberano, se origina en Inglaterra: en 1215 los barones forraron al
rey Juan Sin Tierra para que aceptara ciertos derechos de sus súbditos y su 1786; Austria, 1788; Francia, 1791, 1808 y 1810 (Foucault,
vigencia a perpetuidad. Los derechos se consignaron en la llamada Carta 1997). El primero de México data de 1872 (Speckman, 2002).13
Magna, que es la base de las libertades inglesas. La fase codificadora supone una nueva era en lo concerniente
"Cfr. Michel Foucault, La vida de los hombres infames, Madrid, Ediciones
de La Piqueta, 1990. En este texto Foucault distingue cuatro tipos de punición
entremezclados en la época clásica: destierro (sociedad griega), rescate (so- "La aprobación de este código elimina el ejercicio del derecho criminal
ciedad germánica), marcas infamantes (Occidente de fines de la Edad Media) que rigió casi medio siglo en el país. La legislación penal que se aplicaba
y encierro (sociedades posteriores al fin del siglo xval), cada una con funda- desde la Independencia consistía en un compendio mixto de leyes provenien-
mentos sociohistóricos concretos. tes de legislaciones españolas, coloniales (Leyes de indias) y de los primeros
' , En la actualidad, tras la puesta en marcha de políticas de control social gobiernos. No había claridad en la tarea de los jueces. En este sentido el Có-
asociadas a la tolerancia cero, se ha incorporado una sui géneris conducta digo de 1872 tiene una importancia capital. Cfr. Elisa Speckman, Crimen y
criminógena de orden estético: "portador de cara sospechosa". La detención castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de
y exigencia de documentos de identidad de un ciudadano queda a discreción de justicia. (Ciudad de México, 1872-1910), México, El Colegio de México-UNAN,
las autoridades militares que patrullan las calles. 2002.

34 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 35


a la justicia penal. Supera la economía del castigo basado en demás es abuso y no justicia: es hecho, no derecho (2000:
el tormento y el suplicio: el ataque al cuerpo de los condena- 217-218).
dos» Los códigos plantean un antes y un después respecto
de la idea de humanización de la justicia que, en Beccaria,
tiene a uno de sus mejores exponentes.
Abuso es la tortura, el suplicio, la pena de muerte, y la
participación del soberano en la decisión de la sanción. Bec- e
Cesare Bonesana, marqués de Beccaria, postula dos elemen-
tos importantes: la idea del contrato social y la división de pode-
caria se opone a estos procedimientos. En su lugar debe pro-
ceder la potestad punitiva del Estado, conservando en rigor

res. Estos temas tienen como antecedente El contrato social, de los derechos del imputado, el principio de igualdad ante la ley, e
Rousseau (1712-1778) y El Espíritu de las leyes, de Montesquieu y privilegiando la acción del juez como intérprete de las leyes,
(1689-1755); obras que fundamentan una concepción liberal y tal como lo señala el pacto primigenio. El contrato social y el o
utilitaria, tanto del Estado como del derecho, y con Beccaria: a
una teoría jurídica del delito y de la pena, basada en el concepto
catálogo normativo que de él emana tienen como propósito
utilitario salvaguardar la convivencia social, el depósito públi-
e
de utilidad común. Este último aspecto hace de la teoría del con- co que resguarda los intereses del individuo, en el marco del
Estado civil. Para Beccaria (2000) tanto el delito como la pena
o
trato social, una teoría utilitarista. La utilidad en Beccaria "es el
hilo conductor de una visión unitaria y sistemática del orden deben ser considerados por el juez, teniendo en cuenta los e
daños ocasionados, y los mecanismos idóneos de defensa
punitivo"; así lo señala el jurista Sergio García Ramírez en el
prólogo a De los delitos y las penas. La justicia humana, tiene como social. Advierte cinco premisas: 1. No procede el castigo sin o
aspiración el bienestar de la colectividad: toda pena o acto de la existencia de una ley explícita, y sin una conducta igualmen-
autoridad de hombre a hombre, que no se derive de la absoluta te explícita que la transgreda. 2. El objetivo de la pena es disua-
necesidad de defender el depósito de la salud pública, es tiránica, dir al individuo de comportamientos que vulneren la ley. 3. Las
penas deben ser proporcionales al delito cometido. 4. Sólo las
e
escribe el marqués, citando al barón de Montesquieu.
El derecho a castigar proviene de la cesión de la soberanía leyes pueden decretar las penas; esta autoridad reside exclu- o
sivamente en el legislador, y 5. las leyes deben procurar un
individual al soberano, prevista en el contrato social: obliga al
ejercicio de la justicia, no del abuso, que se considera una tiempo razonable para la defensa y acumulación de pruebas o
tradición autoritaria que debe ser eliminada en beneficio de
los súbditos de la república o del Estado. Escribe Beccaria:
del inculpado. Beccaria menciona pero no se detiene en el
análisis de la cárcel; se inclina por este recurso sólo como
o
sustituto de un castigo excepcional: la pena de muerte.
La necesidad obligó a los hombres a ceder parte de su liber- El concepto de defensa social constituye uno de los prime-
tad propia [...] y es cierto que cada uno no quiere poner en ros paradigmas del saber criminológico, siendo también una e
el depósito público sino la porción más pequeña que sea ideología. Baratta ubica la génesis de la defensa social en un
posible, aquella sólo que baste a mover los hombres para que proceso simultáneo al de la revolución burguesa. Al mismo e
le defiendan. El agregado de todas estas pequeñas porciones
de libertad posibles forma el derecho de castigar; todo lo
tiempo la ciencia y la codificación se imponen como elemento
esencial del sistema jurídico burgués. En ese tenor, la teoría
e
"Véase en Michel Foucault, Vigilar y castigar, el relato de Damiens, penal clásica, posee en la defensa social, y en la teoría del e
condenado el 2 de marzo de 1757. El autor narra con detalle el suplicio del
condenado.
contrato, su argumento central (Baratta, 1991).

36 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 37 e
o

LA CRIMINOLOGÍA POSITIVISTA de la vida social: económicas, culturales, de educación y de
justicia. La acción gubernamental sobre los entornos sociocul-
Gian Domenico Romagnosi (1761-1835), filósofo y jurista ita- turales, debía enmarcarse en una política cercana a lo que
liano, posee una cercanía relativa con Beccaria; la perspectiva Enrico Ferri, años más tarde, llamaría "sustitutivos penales",
filosófica es distinta, está impregnada de esencialismo. Coin- esto es, medios de prevención social. La perspectiva de ferri
cide con Beccaria en el ideario de la defensa social, la salva- es importante ya que propugna por enmarcar el derecho pe-
guarda del bienestar, y la búsqueda de la felicidad como bien nal en el ámbito de la sociología criminal, dejando atrás la
común. La penalización al actuar como contraestímulo, asegu- socorrida tesis del liberalismo clásico basada en la idea del
raría la vigencia de los objetivos sociales antes señalados. La delito como ejercicio del libre arbitrio. Esta idea es para Ferri,
pena se materializa en forma dual: uno, como prevención y jurista y parlamentario, una "ficción"; el delito tiene su génesis
dos, como contraestímulo criminoso. Romagnosi, autor de en la injusticia social. Romagnosi difiere de Beccaria en el
Génesis del derecho penal (1791), define al delito como todo análisis sobre el contrato social. Duda del pacto. La asamblea
aquello que agrede al bienestar social, o centro moral norma- soberana le parece insostenible. Piensa que el hombre es un
tivo. Si la conducta delictiva no es reprimida, la impunidad ser racional y, en consecuencia, de "naturaleza social". En ese
vulneraría las bases que sostienen a la sociedad. Eliminar la sentido es apenas obvio suponer que en el proceso de evolu-
impunidad, la amenaza de la conducta delictiva, será una de ción social, aísle e identifique las leyes que rigen la sociedad:
las tareas del derecho. La sociedad contractual posee el dere- las leyes sociales son leyes de la naturaleza. Romagnosi supo-
cho a castigar las conductas que se desvían. Romagnosi no ne que la conservación de la especie es la piedra angular del
ignora la culpabilidad de la sociedad en la construcción del derecho natural (cfr. Baratta, 1991).
hecho delictivo. Apoyado en la cartografía moral de Adolfo Francesco Carrara (1805-1888), nacido en Lucca, es con-
Quetelet, afirma que el delincuente es solamente un ejecutor siderado el artífice del diseño de una construcción lógica
de los delitos que la misma sociedad construye o facilita. Los y coherente del sistema penal, posibilitando el nacimiento y
actos delictivos son impulsos cuya causa se origina en caren- consolidación del moderno derecho penal italiano. Una obra
cias sociales. Opinión similar se encuentra en Rousseau. En de obligada referencia es su libro Programa del curso de derecho
su apología del buen salvaje, defendida ante la Academia de criminal, publicado en 1859. En sus páginas Carrara efectúa
Dijón (1750), el ginebrino sostuvo: "El hombre nace bueno y una portentosa reconstrucción de la filosofía del derecho pe-
la sociedad lo corrompe". La tesis de Rousseau contradice el nal italiano, concluyendo en una síntesis lógica del mismo.
planteamiento de Hobbes. Éste veía en el hombre a un sujeto Para Carrara el delito es un "ente jurídico", no un fenómeno
pasional, instintivo, malo por naturaleza, que requería ser tu- natural; supone la violación de un derecho. La pena se ejerce
telado por un Estado fuerte, superpoderoso: el leviatán. como tutela jurídica, sin más finalidad que el restablecimiento
Romagnosi tempranamente advierte la necesidad de la del orden, la defensa social: la eliminación del estado de incer-
intervención estatal con el objeto de prevenir el florecimiento tidumbre que precede a la impunidad del delito. Para Carrara,
de conductas criminógenas o peligrosas. En su opinión, el miembro de la comisión redactora del Código Penal italiano, la
Estado está en la obligación de aplicar políticas públicas que finalidad de la pena no era ni la retribución ni la enmienda (Baratta,
coadyuven en la transformación de las condiciones objetivas 1991). A tono con las premisas de Beccaria, Carrara, deposita-

38 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 39
rio de una suerte de liberalismo católico, apuesta por el respe- un "código penal científico". Sus tesis no fueron del agrado de
to irrestricto de los derechos individuales.
Las obras de Beccaria, Romagnosi y Carrara, pero igual-
Mussolini. Paradójicamente Ferri, en los últimos años de vida
defendió al régimen fascista, lo cual demeritó la importancia •
mente las de Filangiere y Carmignani, anteceden de forma
importante al uso del positivismo como recurso analítico; éste
de su obra. Entre los libros de su autoría destacan Sociología
criminal (1892) y Estudio de la criminalidad (1901).
e
inaugura la fase moderna de la criminología como disciplina
científica. A ella se adscriben Tarde y Listz. Gabriel Tarde
Rafaele Garófalo era nativo de Nápoles (1851-1934), juris-
ta y criminólogo. Se desempeñó como juez y procurador. Au-

(1843-1904), originario de Francia, y cultor de la sociología, la tor de una obra básica La criminología. Estudio sobre el delito y e
criminología y la psicología social se desempeñó como magis-
trado. Esta actividad le permitió desarrollar algunas ideas so-
sobre la teoría de la represión (1885); se le atribuye la paterni-
dad del término "criminología". Garófalo compara a la sociedad •
bre las fases psicológicas del crimen. Apoyado en algunas
hipótesis sobre lo que llamó "mente grupal" y "psicología eco-
con un organismo afectado de células cancerosas. Cáncer es
igual a delito. La única opción para el organismo es destruir

nómica", acuñó la definición del delito como una conducta las células infectas; en el caso de la sociedad humana, la eli- •
basada en el fenómeno de la imitación y la innovación. La obra
de Tarde adquiere renovada vigencia en Estados Unidos, gra-
cias a la recuperación que de sus tesis hicieron los sociólogos
minación se acompaña de la reeducación del sujeto criminal.
Asimismo, considera que los criminales son portadores de •
una anomalía o lesión moral y psíquica, a partir de la cual se
de la Escuela de Chicago, para explicar el submundo de las generaba el impulso criminógeno. No era partidario de la pena
culturas desviadas. Franz von Listz (4851-1919), nacido en
Viena, y partidario del positivismo jurídico o formalista, se
perpetua. Creía que debía ser sustituida por la pena capital.
Ezechia Marco Lombroso, más conocido por el pseudóni-
e
interesa en la acción en términos físicos y en el análisis de las
causas del delito. Plantea que el delito es una conducta o acto
mo de "Cesare Lombroso", es originario de Verona, Piamonte,
(1835-1909); su trabajo está vinculado con Ferri y Garófalo; no

humano culpable, violatorio de las reglas jurídicas estableci- sólo fueron sus alumnos, sino que también contribuyeron a o
das por el Estado, y en consecuencia, castigado por una pena.
El crimen es un hecho, la pena una legítima consecuencia.
sentar las bases de la escuela positiva y de la criminología como
ciencia, tomando como premisa la utilización del método expe-
o
A los autores anteriormente citados se agrega el lombardo
Enrico Ferri (1856-1929); alumno de Lombroso, al igual que
rimental. Noi oralmente se ubica el día 15 de abril de 1876 como
fecha inaugural de la criminología como ciencia. En este mo-
o
Garófalo, jurista destacado, uno de los mayores oradores fo- mento, de acuerdo con el pie de imprenta, se publica la Edición o
renses de su tiempo. Cultivó la sociología y la militancia polí-
tica en el Partido Socialista. Entre sus preocupaciones acadé-
Príncipe de Tratado antropológico experimental del hombre delin-
cuente, del célebre veronés. Los manuales de la disciplina lla-
e
micas destaca su interés por indagar las causas sociales y
económicas que propician el delito, además de proponer sus-
man a Lombroso "padre de la antropología criminal".
Según se desprende de la biografía escrita por Gina Lom-
e
titutivos penales. Ferri se opone al biologismo de Lombroso, broso, la segunda de sus hijas, el médico psiquiatra y crimi-
que consideraba que el "delincuente nace, no se hace". En nólogo, pensaba que el delito era una conducta atribuida a
opinión de Ferri no era la ley penal la encargada de reducir la tendencias innatas o genéticas. Al parecer, llegó a esta conclu- e
delincuencia, sino la justicia social. Abogó por la redacción de sión luego de examinar algunos cráneos de infractores de la
e
40 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 41 e
el
ley, entre éstos el de un célebre delincuente conocido corno el cadáver, rasgar la carne y beber la sangre (cfr. Taylor et al.,
"bandolero de Vihella. En El hombre delincuente (1876), Lom- 1997: 59).
broso calificaba el delito como ente natural: "Un fenómeno
necesario, como el nacimiento, la muerte, la concepción", de- No obstante el naturalismo descriptivo, los planteamien-
terminado por causas biológicas de orden hereditario. En su tos de Lombroso, constituyen un referente importante en el
opinión el "criminal nato", el hombre delincuente, portaba proceso de llenar los vacíos que dejaba el derecho penal clá-
rasgos físicos atávicos. En una edición posterior de su libro, sico italiano: la explicación de las causas que producían el
la quinta, restringió el uso del atavismo a tres tipos de delin- hecho criminal (Banana, 1991)» Posteriormente se ha desarro-
cuentes: epiléptico, demente y ocasional, quizá como resulta- llado una secuela de teorías, que al igual que las tesis biologi-
do de sus investigaciones empíricas en el manicomio de Pesa- cistas, centran en la naturaleza del individuo o en la mente del
ro, en el que se desempeñó como director, o porque reconocía infractor las causas de la transgresión o conducta desviada.
cierta razón en los críticos que señalaban la generalización En esta línea se agrupan diversas teorías de corte psicologista,
excesiva y la precariedad de sus métodos. Señalemos una a partir de las cuales se busca explicar las denominadas con-
curiosa paradoja: Lombroso dispuso en su testamento la do- ductas psicopáticas o tipos de personalidad anormal. Normal-
nación de su cráneo a una institución científica. Años después mente dejan fuera el análisis de aspectos estructurales, como
el cráneo fue analizado y las medidas coincidían con los pará- el entorno sociocultural en el que se desenvuelven los sujetos.
metros del delincuente nato, que él mismo había establecido. Esta falencia ha tratado de ser llenada por disciplinas como la
Al criminólogo italiano le llamaba la atención la forma del psicología social.'
cráneo y las características del rostro. Defendía la idea de que El pensamiento de los autores anteriormente citados, al
los criminales no habían evolucionado correctamente. Bioló- margen de sus diferencias y matices, se ubica en la tradición
gicamente correspondían a fases primarias del desarrollo del positivismo comtiano y el naturalismo decimonónico. La
humano. Anormales de naturaleza degenerada. De ahí la obli- obra de Charles Darwin, Herbert Spencer, y los avances re-
gada tendencia a la conducta desviada. En uno de los pasajes gistrados en las ciencias naturales, influyeron notablemente
más citados de su obra, señala al hombre criminal con las si- en la construcción de un nuevo paradigma: el etiológico;
guientes características: esto es, el análisis de las causas y factores que generan la
conducta criminal. El pensamiento filosófico de autores como
Un ser atávico que reproduce en su persona los instintos Beccaria es sustituido por procedimientos que se apegan al
feroces de la humanidad primitiva y los animales inferiores. rigor de las ciencias naturales. Asumen la unidad del método
Mandíbulas enormes, los pómulos altos, los arcos superci-
liares prominentes, las líneas aisladas de la palma de la ,, En México existe un registro interesante: Julio Guerrero (1862-1937),
mano, el tamaño excesivo de las órbitas, las orejas con for- jurista y sociólogo, publicó en 1901 La génesis del crimen en México. Estudio
de psiquiatría social, primera edición, París-México, Librería de la viuda de Oh.
ma de asa que se encuentran en criminales, salvajes y mo- Bouret. En esta obra se hace un análisis del crimen tomando como referencia
nos, la insensibilidad al dolor, la visión extremadamente los aspectos fisiológicos, psíquicos y sociales del delincuente. A tono con
aguda, tatuajes, indolencia excesiva, afición a las orgías, y la discursos de la época, se sostiene la idea del delincuente como un sujeto que
búsqueda irresistible del mal por el mal mismo, el deseo no padece alteraciones psiquiátricas profundas.
sólo de quitar la vida a la víctima, sino también de mutilar el , Tfr. Robert Ressler y Tom Shachtman, Dentro del monstruo. Un intento
de comprender a los asesinos en serie, Barcelona, Alba Editorial, 2003.

42 • Juan Cajas Arqueología del saber criminologlco • 43


científico. Los actos humanos pueden ser estudiados con los Si para la escuela clásica lo importante era el delito, como
mismos instrumentos de análisis del mundo físico. El método acto volitivo, para la escuela positiva lo será el delincuente. El
inductivo, experimental, es para Ferri la clave para evaluar delito como acto de libre voluntad, es indemostrable, acusan
los hechos. La teoría y práctica de la criminología positiva los positivistas; advierten que la normatividad penal no puede
señalan la necesidad de construir una ciencia del delito, configurarse con base en la "objetividad del delito". En su opi-
cuya base sea la cuantificación, la objetividad y la causalidad. nión, el sistema penal debe advertir la importancia del micro-
Para Ferri, Tarde y Garófalo el delito posee cualidades que lo cosmos del sujeto: su contexto ontológico, es decir, su expe-
identifican con las cosas del mundo natural. Siendo la crimi- riencia biológica, psicológica y social. A la imputabilidad
nología positiva un saber empírico-inductivo, su interés se absoluta del delincuente, los positivistas aventuraban un de-
finca en las causas de la criminalidad. Analiza y estudia a los terminismo biológico, que con ciertos matices influye en algu-
delincuentes. Su acción instrumental se limita al análisis de nas teorías criminológicas del siglo xx. Finalmente, parecen
los delincuentes detenidos en las instituciones del Estado: la concluir los criminólogos herederos de Lombroso, el delito
cárcel, el manicomio, el reformatorio (Pavarini, 2003). Uno de existe porque algo no funciona bien en el individuo. En ese
los objetivos prácticos será descubrir mecanismos para mo- sentido, tal como ha señalado Luigi Ferrajoli, la sustitución del
dificar la conducta del trasgresor. La criminología, será en- criterio de responsabilidad individual —libre albedrío— por el de
tonces el estudio de las causas y, a su vez, una política de peligrosidad social, y asumir el delito como síntoma de pato-
intervención sobre el sujeto criminal. No se ocupa, en modo logía psicosomática, constituye la gran herencia de la escuela
alguno, de los procedimientos de identificación que se positiva o antropológica del derecho penal, que aún en la ac-
aplican para el esclarecimiento de crímenes. Lograr que tualidad sintetiza muchas políticas de control social, orienta-
los indicios se transformen en pruebas jurídicamente váli- das a curar las causas del delito, o las conductas desviadas,
das, corresponde al campo de trabajo de otra disciplina: la con recursos terapéuticos y pedagógicos.
criminalística.
La criminología positiva se distingue del pensamiento clá-
sico porque plantea el delito como un ente jurídico; ubica al LA CRIMINOLOGÍA CONTEMPORÁNEA
individuo infractor como parte de una totalidad biológica, psi-
cológica y social. El delincuente no existe como sujeto abstrac- La criminología contemporánea es básicamente estadouni-
to del libre albedrío. El derecho que califica el delito como dense. Se le denomina así a una serie de teorías elaboradas en
hecho humano no debe separar la acción del individuo de la los años treinta, y que se agrupan bajo el nombre genérico de
totalidad natural y social de la que forma parte. Desde esta sociología criminal o sociología de la desviación. El objetivo
perspectiva, la atención se ubica tanto en el autor de los deli- de estas teorías será "estudiar el comportamiento desviado
tos como en la personalidad del delincuente. La criminología con significación penal, su génesis y su función dentro de la
positiva se autolimita al análisis del sujeto encarcelado. La estructura social dada" (Baratta, 1991: 15). Los años de la pri-
cárcel opera como un laboratorio donde el recluido es objeto mera posguerra, como veremos más adelante, son fundamen-
de observación; el sujeto enjaulado contribuirá a develar las tales para la sociología, una disciplina que enraíza y fructifica
causas de la criminalidad. espectacularmente en la cultura estadounidense. La sociolo-

44 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 45


gía crece en forma rápida, más que en ningún otro lugar, al cas, y del otro, limita el campo de trabajo de la criminología
extremo de que —como advierte Gouldner—: "Para buena parte reduciéndola al papel de ciencia auxiliar del derecho penal."
del mundo actual, 'sociología' es prácticamente sinónimo de Situación parecida es la de Inglaterra, donde el análisis crimi-
'sociología estadounidense" (2000: 29). nológico quedó anclado en el arcano del positivismo clínico o
La sociología estadounidense florece al amparo de una médico legal. La criminología europea, casi hasta fines de los
política de estímulos y beneficios desarrollada por el Estado sesenta, es principalmente académica. De ella se ocupan
benefactor. En esta dirección, como señala Gouldner citando los médicos legistas y los psiquiatras. Los modelos explicati-
a Wright Milis, existe una coincidencia temporal entre la era vos empírico-sociales, basados en los aportes de la antropolo-
moderna y la de la sociología; son eras que coinciden. Dos gía o la sociología, son excluidos, acentuando una visión he-
generaciones después de la Primera Guerra Mundial, la socio- gemonizante, penal y médico-psiquiátrica. Es bastante
logía estadounidense prácticamente desplazó a la sociología significativo el hecho de que la enseñanza de la criminología
europea, en técnicas, métodos y referentes teóricos. Los enfo- quede bajo la tutela de las facultades de medicina (Pavarini,
ques sociológicos dan lustre y fundamentos a la criminología 2003). Una situación contraria es la que se registra en Estados
estadounidense. Cuatro teorías ilustran la sociología criminal Unidos. En este país la criminología es parte del currículo de
o de la desviación: 1. Teoría funcional-estructural. 2. Teoría de las facultades de sociología
la anomia. 3. Teoría de las subculturas, y 4. teoría del etique- La era moderna de la sociología criminal estadounidense,
tamiento. Esta última registra un cambio de paradigma en y su respectiva hegemonía en el mundo académico, tiene un
criminología, y se asocia, en lo fundamental, con la emergen- antecedente importante en los trabajos de la Escuela de Chica-
cia de los desviados contemporáneos, artífices de los llamados go, epicentro del vertiginoso proceso de institucionalización
"delitos sin víctima", base de lo que hasta la actualidad acom- de la sociología como oficio profesional. Esta escuela posee,
paña una política de control social y criminalización de la vida entre otros méritos, el haber inaugurado los social survey:
cotidiana (Larrauri, 1992). Los nuevos ejes teóricos para el estudios de problemas sociales concretos o empíricos, cuyos
análisis del desviado, tienen como punto de partida las nuevas alcances destacan en la tradición de la disciplina criminológi-
interpretaciones que en el campo de lo social procuran la so- ca." Los cimientos de la criminología estadounidense desean-
ciología y antropología urbana, las sociologías creativas, el '7 E1 adjetivo totalitario se hace popular en la década de los veinte con el
socioinstitucionalismo y la antipsiquiatría. fascismo italiano. En 1925, Benito Mussolini reivindica ante sus correligiona-
Europa, tal como lo hemos reseñado, es la cuna del saber rios "nuestra feroz voluntad totalitaria". Cfr. Francois Puret, El pasado de una
ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo xx, México, Fondo de Cultura
criminológico. No obstante, en la coyuntura del New Deal ins- Económica, 1999.
pirada en Keynes y desarrollada por Roosevelt, en los años '8En la actualidad uno de los proyectos de relevancia en el campo de las
treinta, la criminología del viejo mundo es desplazada por el ciencias sociales es la Encuesta Social Europea (ese] —heredera de la tradición
empuje apabullante de la naciente sociología estadounidense. de Chicago— que se aplica en 30 países, con intervalos de dos años; la última
se realizó en 2007. Esta encuesta es un estudio comparado, longitudinal, ba-
En términos de construcción disciplinaria, escuelas importan- sado en rigurosas técnicas muestrales. Se interesa en el registro y análisis de
tes como la alemana y la italiana pasan a un segundo plano. actitudes, cambios, atributos, conductas sociales y, en general, la cultura po-
La emergencia del totalitarismo nazi-fascista, en las décadas litica de los ciudadanos de la Unión Europea. En 2005, la Comisión Europea
otorgó a este proyecto un reconocimiento de primer nivel: el Premio Descar-
de 1920 y 1930, de un lado, inhibe las investigaciones empíri- tes de la Ciencia.

46 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 47


san en teorías sociológicas. La obra más reveladora e impac- Esta situación es, al parecer, una constante en el saber cri-
tante de la criminología estadounidense, se debe a la pluma
del sociólogo Edwin Sutherland (1883-1950) -alumno del ex
minológico y, desde luego, acompaña a las sociedades huma-
nas desde sus orígenes, tal como lo demuestran variados

baptista Charles R. Henderson, experto en cárceles y delin- registros etnográficos y superficies narrativas. El concepto e
cuencia juvenil-, autor de Principios de criminología (1924);
Ladrones profesionales (1937), y El delito de cuello blanco (1949).
es polisémico, más aún si lo relacionamos con la categoría
del mal y sus representaciones clásicas, en el mito o la •
En estas obras Sutherland contribuye a superar el determinis-
mo positivista que, en el caso de Europa, había conducido a la
tragedia.
El viraje semántico tiene como campo explicativo, causas e
patologización del delincuente. La delincuencia era un sínto- sociopolíticas y culturales cualitativamente diversas. La co-
yuntura estadounidense es diferente a la del viejo continente.
e
ma; el delincuente un enfermo social. Bajo estos rótulos, la
conclusión era clara: tratar la dupla delincuente-delito a ima-
gen y semejanza del galeno que ataca las enfermedades del
En este orden, el tema de la composición social de Estados
Unidos, como un país de migrantes, es definitivo. Da origen,

cuerpo: la ciencia, sobre la base del llamado positivismo clíni- entre otras cosas, a una suerte de ideología del melting pot o
co, conduce al médico al descubrimiento de los mecanismos
internos de la enfermedad; a partir de este reconocimiento el
crisol de razas. Mito también del sueño americano de un país
en construcción. País "de oportunidades", lo llama un perso-

cirujano accede a la aplicación de las respectivas técnicas naje de John Doss Passos, en Manhattan Transfer. Estados •
quirúrgicas. Unidos registró entre 1815-1860 y 1870-1915, una de las ava-
lanchas migratorias más grandes en la historia moderna: •
DEL DELINCUENTE AL SUJETO DESVIADO
cerca de 25 millones de pobres, "obreros de máquina", prove-
nientes de Europa, atraídos por la utopia de instalarse como •
Los criminólogos tanto clásicos como positivistas, hablaban de
"miserables granjeros, pero amos en su casa, en las tierras
libres del Oeste" (Coriat, 2000: 9). En 1900, Estados Unidos es
o
"delincuentes". Teórica e ideológicamente se identificaban en habitado básicamente por inmigrantes: de una población de
76 millones, aproximadamente 26 millones, uno de cada tres
o
la causa común de la defensa social, es decir, en una concep-
ción del delito y el control social, que tiene como objetivo habitantes, había nacido fuera. La multiplicidad racial y étnica, o
salvaguardar el bienestar e intereses de la clase social que constituye, al lado de las diferencias de clase, un componente
emerge con la revolución burguesa de 1789. En Estados Uni- inédito en la estratificación social del país. Este aspecto dife- o
dos, el vocablo políticamente correcto para calificar al trans-
gresor es "desviado". Este término sirve para identificar to-
rencia a Estados Unidos de otros países industrializados (Zer-
meño, 1988).
o
das aquellas conductas que se apartan del catálogo normativo El flujo migratorio incesante hacia tierras americanas, es
uno de los resultados de la violencia económica y política que
o
establecido en el contrato social. Los estados, sin excepción,
poseen un conjunto unitario y sistematizado de normas jurí- precipita la Revolución Industrial. El desplazamiento poblacio- o
dicas. A través de ellas se ejerce el control social. Violar las nal de campesinos expropiados es tan alto, que según reseña
normas, individual o colectivamente, implica asumir una Marx en El capital, la Cámara de los Comunes, al igual que en
desviación social, esto es, apartarse del centro normativo. otros países, estableció la prohibición de emigrar, salvaguar- u
48 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 49 •


dando así los intereses de la burguesía» La industria requiere nes concretas a los problemas sociales. El éxito de la discipli-
de brazos y salarios bajos. Impedir la huida de la fuerza de na se basa en estrategias de intervención: es una sociología
trabajo hacia la ex colonia, es una política de contención y aplicada, operativa e instrumental; trabaja sobre procesos de
control social. La restricción del derecho a emigrar, no resuel- transformación cuyo resultado final no ha de ser otro que el
ve el problema del hambre. Las industrias manufactureras disciplinamiento social de los sujetos que rehúyen u obstacu-
retienen a sus obreros, pero el problema de fondo, los bajos lizan la certeza del bienestar normativo.
salarios, se mantienen en el límite perverso de la sobreviven- El delincuente, herencia del discurso jurídico penal decimo-
cia. La única opción que deja el capitalismo salvaje está del nónico, es sustituido por un concepto más dúctil: el sujeto
otro lado del mar, en la estival hierba de los prados, el edén desviado o de conducta desviada. El desviado es parte de un
imaginario de Whitman. proceso sociodinámico. Su personalidad exhibe, no una con-
La sociología surge y se consolida como disciplina, tal ducta criminal innata, sino los rasgos del malestar social, el
como veremos más adelante, en los años críticos de la migra- colapso de la no integración o asimilación. La peligrosidad social
ción, paralelo a la emergencia de nuevos "equilibrios" o ajus- de la criminalidad, advierte Pavarini, es "recuperada y exorciza-
tes forzosos a los derroteros económicos de la producción en da como momento de necesaria y fisiológica conflictividad,
masa, o forma moderna de acumulación de capital, surgida del siempre armonizable en términos funcionales al sistema"
fordismo. Señalemos que a mediados de 1924 se pone fin a la (2003: 62). Así las cosas, la sociología de los años treinta, es una
inmigración irrestricta. Años después, en 1932, Roosevelt ad- sociología de la desviación, con la impronta de una "pasión
vertía en una célebre alocución: "Nuestra última frontera ha evangélica" que acompaña a los sociólogos en su papel de re-
sido desde hace tiempo traspasada, y ya no hay prácticamen- formadores sociales. La criminalidad sería, entonces, una for-
te tierras vírgenes [...] Ya no queda una válvula de seguridad ma de desviación, a partir de la cual pueden explicarse todos
en forma de un Lejano Oeste" (cfr. Coriat, 2000: 94). los fenómenos de integración que enfrenta la sociedad estado-
Uno de los principales retos de la flamante disciplina es, unidense: alcoholismo, mafias, bandas juveniles, prostitución,
justamente, trabajar el tema de la integración de los inmigran- homosexualidad, consumo de drogas, etcétera. Bajo la óptica
tes a la comunidad nacional;" plantear respuestas y solucio- reformista y moralizante de los sociólogos estadounidenses,
los infractores son desviados, no criminales. Era, quizá, una
'9 l,a prohibición en el caso de Inglaterra, se deroga en dos momentos, forma de relativizar la conducta "anómica". El término anomia
4825 y 1827. No obstante, en lugares como Lancashire, la prohibición se fue acuñado por Durkheim en 1893. Lo usó para explicar la
mantiene: en 1863, la Cámara de los Comunes todavía limitaba su libertad de
inmigrar a los obreros de la industria del algodón. ruptura o disociación patológica entre individualidad y concien-
""Manuel Gamio, pionero de la antropología mexicana, estudia en 1927 a cia colectiva, que se produce en el marco de la división social
los mexicanos en Estados Unidos. Ideas sobre la "integración' las encontra- del trabajo. La desviación es un hecho social. Útil. Necesario.
mos desarrolladas tempranamente en su obra Forjando patria (1916). El traba-
jo sobre inmigrantes mexicanos fue publicado por la Universidad de Chicago
En ese aspecto, la sociedad se ve obligada a reaccionar positiva
en 1930, gracias a la amistad de Gamio con Franz Boas, a quien los antropó- y defensivamente frente a conductas imprevistas.
logos estadounidenses tenían en alta estima por su capacidad intelectual.
Gamio sostiene que el concepto de "patrias" (comunidades indígenas) opues-
to a la idea de "nación" se fundamenta en la heterogeneidad idiomática. La obstáculos de la integración (o asimilación del inmigrante en Estados Unidos)
ausencia de una lengua literaria impide la homogeneidad nacional. Uno de los es la carencia del idioma común: el inglés.

50 • Juan Cajas Arqueología del saber crirrrnológIco • 5'


El punto de partida de la sociología criminológica que se El siglo xix es por antonomasia, el punto de obligada refe-
desarrolla en Estados Unidos, en la era del crack bursátil y la rencia en el análisis de las conductas desviadas: el suicidio, el
Gran Depresión, es la ruptura con teorías que argumentan el robo, el atraco, la estafa, la prostitución. La desviación tiene
carácter patológico de la criminalidad. Si el delito depende de
las instituciones sociales, el análisis de éste tiene que ser ne-
también un componente de género asociado a la expansión
urbana. Nada retrata mejor los problemas que devienen de la
e
cesariamente sociológico. Ese es el avance y vínculo funda- macrocefalia citadina que la figura de la prostituta, personaje e
mental entre la sociología, la criminología, la antropología ur- de culto de narradores y poetas. La puta encarna el imaginario
bana y la psicología social.'m urbano de la perversión. Asimismo, son desviados los inmi- e
grantes, los fumadores de opio, los tratantes de blancas, los
delincuentes juveniles, los apostadores, los homosexuales, las
o
Los DESVIADOS MODERNOS lesbianas, y en general, los pobres: las clases peligrosas, el e
desempleado, el vagabundo, el pordiosero. El miedo hacia el otro
La desviación es una conducta que se rige a contrapelo de la es cultivado por los nacientes medios de comunicación escri- o
conducta general, supuestamente "normal". El vocablo usual- ta. En sus páginas anticipan una política de pánico moral;
mente se relaciona con la sociología estadounidense. El con- apoteosis de alarma frente a los cambios que la modernidad o
cepto ha sido utilizado para explicar comportamientos atípicos
en el seno de la sociedad. Entender, digamos, la criminalidad,
introduce en las urbes; entre éstos, la incertidumbre, la caren-
cia de certezas: la conciencia del tiempo nuevo, esa "morada
o
la desorganización social de los inmigrantes, las reacciones
juveniles o contraculturales en un mundo de abundancia. El
de los hombres nuevos", advertida por Novalis, y que se ex- o
presa mediante metáforas sociales, expresiones del desgarro
concepto tiene antecedentes en la vieja Europa. La desviación, de un mundo que no alumbra para todos, y que han pasado a o
en sentido general, implica el alejamiento de la "enseñanza
recta y justa", la oficial; "es el pensamiento no canonizado, la
la posteridad gracias a los estetas de la vanguardia, tanto en
el campo de las letras como en las artes plásticas. La ciudad
o
autonomía intelectual, el no estar integrado" (Mereu, 2003:
31). La desviación, planteada como pensamiento autónomo,
es un asilo para desamparados, el espacio de las heridas ur-
banas y el desconsuelo.
o
conduce a la herejía; posee como soporte argumenta) la visión
católica de consenso o represión. La base es cierta liturgia de
la obediencia. En este orden de ideas es lícito aceptar que DESVIACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL
cada sociedad posee un catálogo propio de desviados y, en
consecuencia, una política criminal ad doc. Estados Unidos es un país de inmigrantes. La primera oleada
de WASP (blancos, anglosajones, protestantes) llegó cuando
América era colonia de Inglaterra. La primera colonia de inmi-
1, La psicología social se ocupa de las vivencias y la conducta en el marco grantes se estableció en Virginia, en 1607, dedicándose al
de la vida social. Asimismo, estudia la influencia de la vida social sobre los cultivo de tabaco y al comercio de esclavos. El primer "carga-
procesos psíquicos del individuo. La psicología fue cultivada por Mcdougall, mento" de negros, llegó a Virginia en 1619. Este mismo año OÍI
Le Bon y Tarde. En 4908 Mcdougall publicó un libro con este titulo. Los auto-
res citados son conocidos como precursores de la disciplina. llegó un "lote" de mujeres blancas. Los colonos pagaban a una •
52 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 53


compañía de Londres "150 libras de la mejor hoja de tabaco" pobreza no se explica en términos estructurales, sino en razo-
por cada una (Pereyra, 1938). Las compraban para esposas. A nes inspiradas en el darwinismo social.
estos primeros inmigrantes debemos agregar los disidentes El inmigrante oscila entre dos procesos: la desorganiza-
religiosos o cuáqueros, que se establecieron en Plymouth. En ción y la reorganización. La desorganización involucra los
el siglo xviii forjaron la nación. Los WASP, inmigrantes de pri- puntos de ruptura con la comunidad de origen, y todo lo que
mera generación, monopolizan la vida económica y política ello implica. La reorganización alude a los mecanismos de
del país, independiente desde el 4 de julio de 1776, y cuyos "adaptación" urbana. Esta última se puede presentar de forma
intereses están plasmados en la Declaración de Virginia del positiva o negativa. La adaptación es positiva cuando se hace
mismo año. visible a través de un paulatino posicionamiento laboral y
Los inmigrantes de fines del siglo xix y principios del xx, cultural: adquirir la nacionalidad y asimilarse como parte del
llegan en momentos en que la conquista del Oeste ha culmi- "sueño americano", compartiendo lenguaje e intereses norma-
nado, la tierra ha sido expropiada a los indios, y las fuentes tivos. La adaptación es negativa, cuando el proceso de integra-
de trabajo se concentran en las ciudades. Ya no son bienve- ción se vive como colapso: el inmigrante se siente extranjero,
nidos. Sin posibilidad de acceder a unos cuantos acres de es el otro, el "tartamudo social", el errante, el nómada que se
tierra, para iniciarse como pequeños granjeros, el único es- refugia en un mundo paralelo. Inhibido frente al lenguaje del
pacio de sobrevivencia es el trabajo, en el área de la cons- nuevo hábitat, el inmigrante se autoexcluye de los lazos de
trucción o de servicios. La precariedad es una característica socialidad e insiste en los referentes comunitarios que dejó
que comparten los emigrantes, y sobre esa "base situacional" atrás. Tiende a reinventar la comunidad de origen agrupándo-
se configura la conducta desviada o criminal. Culturalmente se por nacionalidad o etnia. Es normal, entonces, detectar
es el otro, "el extranjero"; parafraseando a Simmel: el que cierta "ruralización de la ciudad" basada en "actitudes". La
interacciona en el escenario subterráneo de un "mundo pa- reorganización en términos individuales, implica un reinven-
ralelo"; un sujeto que carga sobre sus hombros el peso de tarse la vida de otro modo. Para los sociólogos de Chicago, ese
dos "desorganizaciones": la social y la individual. Esta carac- proceso será el escenario en el que se gesta la conducta cri-
terística traza el camino que lo conduce a actuar al margen minal. De ahí su interés, en términos de investigación, en la
de la ley. fase de reorganización individual. La reorganización tiene que
El inmigrante pobre de la segunda y tercera generación, ver con problemas de orden social y no con situaciones de
encarna a fines del siglo xix y principios del xx la figura de la orden mental, derivados de características de orden biológico
exclusión social, víctimas pioneras de la estigmatización, o de o racial.
la criminalización de conductas. La pobreza parece ser el cal- El inmigrante actúa en un medio social específico que, en
do de cultivo de lo que algunos medios denominan "clases primera instancia, le provee información necesaria, le advierte
peligrosas". Y, ¿quiénes son esas clases peligrosas? Aquellas sobre la situación a enfrentar. Cada situación lo obliga a un
que se ubican fuera de las esferas productivas de la socie- proceso de interpretación. La única referencia es su capital
dad industrial, o que se encuentran al margen de una actividad cultural interno. En ese sentido, el individuo confronta su pro-
laboral, lejos de la ética del trabajo, y de un principio de racio- pio pensamiento con el pensamiento colectivo de la sociedad.
nalidad basado en la idea "el tiempo es oro" (Juliano, 2004). La Citemos un ejemplo: "robar es malo", piensa el sujeto; siguien-

54 • Juan Cajas Arqueología del saber criminológico • 55
do un procedimiento de elaboración de discurso en el nivel una suerte de currículo oculto. Y de éstas s-urge una suerte de
interno o situacional. Sí. Pero si careces de trabajo, es natural solidaridad subterránea, necesaria en tiempo de crisis. Felici-
que tomes a la fuerza lo que deseas, le previene el entorno dad transitoria, efímera. El encuentro callejero se transforma
social externo, una de cuyas bases, incluso, tiene sustento en en convite, en un universo secreto que requiere de reglas, y de
la religión. El caso más paradigmático quizá sea el de los sici- aprendizaje. Fuera de este redil se está en el desamparo, en la
lianos, con sus mafias que operan como entidades subterrá- orfandad social. Se requiere de una membrana protectora. Los
neas que brindan servicios de protección privada extralegal, y inmigrantes simulan ser iguales, se identifican en una relación
gozan de la bendición de la religión católica (Gambetta, 2007).22 horizontal de precariedad, pero al mismo tiempo en el deseo
La virgen de Santa Rosalía, patrona de Palermo, es la deidad incólume de superar esa situación. La felicidad, aunque transi-
protectora de los gongs; Jesús Malverde lo es de las mallas toria, les permite mantener la vigilia, el sueño. Todo se reduce
mexicanas. El pacto se sella con gotas de sangre derramadas a saber manejar las reglas del juego, respetar los roles y no
sobre la imagen de la virgen o el santo. Los inmigrantes reac- traicionar. Uno de los mayores estigmas en el seno de la comu-
tualizan rituales liminales, propios de las culturas orales; ima- nidad inmigrante es la traición; conducta moralmente cuestio-
ginariamente se reinstalan en sus comunidades de origen: so- nable. Si se traiciona al colectivo de origen, la acción amerita la
breviven como fantasmas en los múltiples perímetros de la expulsión, o en grupos de "formación de violencia", la muerte.
memoria, lubricando heroicamente el "ejército de reserva" del Planteado lo anterior podemos entender el cambio de giro
sueño americano. de la criminología estadounidense, uno de cuyos propósitos
El inmigrante encarna la figura del desviado, el que rompe era reformar al desviado y salvaguardar el ideologizado crisol
las reglas como un mecanismo de supervivencia, y que se re- de razas de la amenaza sin freno de los inmigrantes, la otre-
fugia en formas nuevas de asociación, en las que aprende por dad estigmatizada. Arquetipos de los seres siniestros y peli-
"asociación diferencial": la pandilla, sustituye a la familia, el grosos que alimentaron las fantasías literarias de autores como
gueto reemplaza a la comunidad de origen, la casa de citas, la Lovecraft, el poeta del caos reptante. "Esta asombrosa cri-
reclusión del convento. Espacios que actúan al margen de las minalidad de los hijos de inmigrantes [...] los muchachos,
instituciones: si éstas no resuelven las necesidades inmediatas, especialmente a edad temprana le pierden el respeto a sus
suena lógico actuar fuera de ellas. La escuela es reemplazada padres, quienes no pueden hablar la lengua de la comunidad,
por una forma nueva de educación, la que circula no en las y quienes son ignorantes e inútiles en el torbellino de la lucha
aulas, sino en el pavimento o en las esquinas de las urbes, en por la existencia". La cita proviene de John Commons, un
texto escrito en 1911; en realidad parece una página del siglo
"Al parecer •, los vínculos entre la Iglesia católica y la mafia siciliana, tie- xxi. El autor interroga en los misterios de la urbe, el crimen y
nen un momento culminante en los procesos que derivan de la unificación de la miseria... los grandes temas del itinerario intelectual de la
Italia, entre los años que van de 1859 a 1870. Los enfrentamientos entre esta
iglesia y el Estado, motivados por cuestiones económicas y políticas, proba-
Escuela de Chicago; también de la criminología y la antropo-
blemente acercaron a la jerarquía católica con la mafia, un interlocutor pode- logía contemporánea, cuyo campo de acción se despliega en
roso y eficaz. En 1929, el Tratado de Letrán otorga al Vaticano la condición de lo que va del siglo, en los territorios del mundo global: la in-
Estado independiente, con lo cual ceden los enfrentamientos, pero la relación cierta sociedad del riesgo de Beck y Luhmann; la modernidad
con las hermandades secretas y los grupos mafiosos se mantiene (Gambetta,
2007). líquida que presagia Zygmunt Bauman.

56 • Juan Cajas Arqueología de! saber criminológico • 57


Capítulo 2

La Escuela de Chicago

En Estados Unidos la criminología se incubó en el seno del


empirismo sociológico de las universidades de Chicago y
Princeton. En esta última, el sociólogo Maurice Parmelee pu-
blicó en 1923, Criminología, el primer libro introductorio del
que se tiene noticia. En la Unión Americana no existía una
tradición propia en criminología. Los avances al respecto,
eran prolongación de los trabajos desarrollados en Europa. El
tópico central de la criminología de los años veinte, se reducía
a explicaciones generales sobre el fenómeno de la transgre-
sión y sus variantes entre la población de inmigrantes de las
grandes barriadas de Nueva York y Chicago.
La criminología ha discurrido a través de múltiples pers-
pectivas de trabajo, especulativas algunas, sugerentes otras:
desde el lombrosianismo de Arthur MacDonald, el enfoque
biopsicológico-biosocial de Gillin, el ecológico de Park, la aso-
ciación diferencial de Sutherland, las tesis subculturales de
Cohen y Miller, el etiquetamiento de Becker, la nueva crimino-
logía, la criminología crítica, el realismo de izquierda, el actua-
rialismo, etcétera, que en mayor o menor grado se interesan
en la conducta desviada. La Escuela de Chicago constituye un
interesante punto de partida para las disciplinas que se inte-
resan en la desviación. En este capítulo nos abocaremos a la
tarea de reconstruir el proceso de constitución de la Escuela
de Chicago, inventariando autores, temas y sus líneas de in-

59
vestigación, fundamentales tanto para la criminología como La sociología indaga sobre múltiples factores de la vida
para la sociología, la antropología urbana, y la psicología so- social; centra su atención en los valores sociales y, en el caso
cial, disciplinas que constantemente se plantean la discusión que nos ocupa en este libro, el interés se ubica en la híbrida
sobre la economía política del castigo. performance de la sociedad urbana: síntesis de valores, reglas
de conducta e instituciones que, asumidas como totalidad,
LA CIUDAD, ARTEFACTO SIGNIFICANTE
encarnan formas básicas de organización de grupos sociales
o primarios. El interés por lo urbano y las conductas desvia-

das o criminológicas, como campo de investigación, es com-
El proceso de institucionalización y profesionalización de la partido con otras disciplinas. Resulta importante destacar que
sociología como disciplina autónoma en Estados Unidos tiene la sociología, la antropología y la criminología poseen ciertas
e
como punto de partida la Escuela de Chicago, surgida en el
Departamento de Sociología de la Universidad del mismo
vecindades teóricas y metodológicas. La Escuela de Chicago,
no sólo tuvo el mérito de tematizar la ciudad como objeto de

nombre, en torno a la primera generación de alumnos forma- investigación, sino también el de introducir en el estudio de la
dos por William Isaac Thomas y Robert Ezra Park. Durante dos cuestión urbana y la conducta delictiva, el trabajo de campo y
décadas, de 1915 a 1935, la escuela ejerció como corriente la observación participante, recursos básicos del método an-
hegemónica en la sociología estadounidense. No obstante, tropológico, y que coadyuvan en el proceso de superar los
aunque perdió la hegemonía la escuela supo mantenerse con enfoques sobre la criminalidad, toda vez que permiten hacer
vida a lo largo del siglo xx. Su núcleo central y distintivo es la
investigación sobre asuntos urbanos de la ciudad de Chicago,
inteligibles aspectos cotidianos significativos en la vida de los
sujetos.
o
destacando entre éstos el análisis del delito y las conductas des- La idea del "delincuente como enfermo", de amplia in- e
viadas o "vías de escape" a la desorganización social, produc- fluencia en el aspecto doctrinal, es reemplazada por una vi-
to de la alteración del equilibrio biótico en el interior de las sión que incluye en su análisis el aspecto social. Si en El hom- o
"regiones morales".
La lucha por el espacio en el seno de la ciudad, en este
bre delincuente Lombroso se entretenía develando los
malabares genéticos del individuo, con poco énfasis en el pa-
e
caso Chicago, dibuja el paisaje contradictorio de la sociedad
moderna. Estos temas, ambientados en el discurso de la eco-
pel que juega lo social en la construcción del delito, los soció- e
logos de Chicago fincaban su atención en los fenómenos so-
logía humana, heredados de la biología positivista, introducen cioeconómicos y psicológicos de la desorganización social,
un impulso fundamental a la sociología y a la criminología que afectaban la conducta de los individuos forzándolos a la
estadounidense. La asociación entre los vocablos "sociología" delincuencia. La transgresión del contrato social no convierte a
y "criminología" es paradójica: la criminología justifica el po-
der punitivo, mientras que la sociología deconstruye el poder
automáticamente al sujeto en cuestión, en enfermo, loco o
pecador infame. Es parte de un proceso. Escribía William
e
y lo cuestiona. Estas disciplinas confluyen en el escenario que Faulkner: "A veces pienso que ninguno de nosotros está del
prefigura la ruptura de las viejas ciudades mercantiles y el
crecimiento explosivo de las ciudades industriales y, conse-
cuentemente, la irrupción de formas espaciales inéditas.
todo loco o del todo cuerdo hasta que la mayoría de nosotros
dice que es así". •
60 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 61



La Escuela de Chicago ha sido sometida a la crítica, exce- epistemológicos, pero sí sentaron las bases programáticas y
siva a veces, pero difícilmente puede ser ignorada. Algunos metodológicas de buena parte de las temáticas de investiga-
manuales recientes pasan por alto este periplo iniciático de la ción sobre el asunto urbano: crimen organizado, minorías
sociología, y centran la atención en los modelos teóricos del étnicas, cárceles, prostitución, bandas, vagabundos, moda,
funcionalismo-estructural de Parsons y Merton: la fase madu- guetos, relaciones interétnicas, salones de baile, distribución
ra de la sociología, rica en sofisticados métodos estadísticos y y consumo de drogas, sexualidad, etcétera. Un extraordinario
matemáticos, constructora de una "teoría social de la conducta "mosaico" de temas, en opinión de Becker (1971), investigados
desviada", de amplia influencia en la criminología moderna. in situ en el "laboratorio social" urbano. Piezas de un ajedrez
Los "problemas e intereses que mantuvieron ocupadas a ge- etnográfico. Tomados en su conjunto brindan al lector un pa-
neraciones de intelectuales americanos y a ]a tradición socio- norama global sobre la ciudad de Chicago de los años veinte:
lógica que culmina con el funcionalismo son denostados todas un "periodo histórico que recubre [...] la bonanza económica
las veces que no son olvidados" (Cambiasso y Grieco, 2000: de los veinte, la Depresión y el New Deal de los treinta, la as-
9). Textos pioneros de la tradición sociológica como lntroduc- censión de Estados Unidos al rango de primera potencia mun-
non to the Science of Sociology, de Park y Burgess (1921), The dial, y los inviernos más fríos de la Guerra Fría" (Cambiasso y
Hobo, de Anderson (1923), The Jack-Roller, de Shaw (1930), Grieco, 2000: 43).
The Gang, de Thrasher (1927), en su momento fueron funda- Con el tiempo, el mosaico etnográfico de Chicago, tendrá
mentales, luego ignorados. Enorme equivoco. La Escuela de puntos de encuentro con una de las líneas de investigación
Chicago anticipa temas que posteriormente serán reelabora- más sugerentes en el mundo académico, pero también muy
dos por la teoría sociológica y criminológica contemporánea. cuestionada: los estudios culturales. Esta corriente posee dos
Una ciencia que duda si olvidar o no a sus fundadores está vertientes: la sajona del Centro Contemporáneo de Estudios
perdida, escribía Whitehead. La estrategia del olvido tiene su Culturales de la Universidad Birmingham, asociada a Stuart
explicación en el pragmatismo estadounidense. Finalmente, Hall, Raymond Williams y Richard Hoggart, y la latinoameri-
como en 1984 de Orwell, el "Gran hermano" tiene licencia para cana de Néstor García Canclini, Jesús Martín-Barbero, Renato
inventar su propia historia y, desde luego... olvidar. Ortiz y Andrés Hopenhayn, entre otros cultores del género,
caracterizada por una extraordinaria heterodoxia analítica y
temática, y donde se dan cita autores de variadas disciplinas
CARTOGRAFiAS URBANAS (Follad, 2002).
Los sociólogos de Chicago fueron renuentes por convic-
Los multifacéticos autores de la Escuela de Chicago poseen el ción a los procesos de abstracción teórica, y a la marcada in-
mérito indiscutible de haber inaugurado la sociología urbana, sistencia en los procesos históricos, típicos de la reflexión
"en cuanto ciencia de las nuevas formas de vida social que sociológica europea. En opinión de los críticos, aunque tenían
aparecen en las grandes metrópolis" (Castells, 1974: 97), y formación teórica, sólo usaron fragmentos de esos saberes, a
coadyuvado en la consolidación de otros campos disciplina- partir de los cuales construyeron un "marco teórico general",
rios: la criminología, la antropología urbana, y la psicología no exento de contradicciones. Teoría y práctica no siempre
social. Los sociólogos de Chicago no definieron los supuestos coincidían. Park llamó: human ecology a su "universo de enun-

62 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 63
cía• os generales". A partir de este marco, desarrolla su análi- las monografías más importantes, y las publicó en francés. En
sis sobre el "orden ecológico" y el "orden cultural". Los escri- estos prólogos se encuentran contenidas muchas de las ideas
tos de Park sobre ecología humana eran sobre todo enunciados que continuamente flotaban en la inquieta cabeza del maestro
de principios generales que lograba articular con referentes Park. Las monografías retratan el mosaico cultural de la gran
empíricos. Correspondió a sus "asociados más jóvenes, parti- ciudad. Estudios contemporáneos sobre criminalidad, subcul-
cularmente a Roderick Mckenzie y Ernest Burgess, elaborar turas, juventud, moda, bandas, salones de baile, chismes, se-
los conceptos y mostrar aplicaciones prácticas dentro del con- cretos, comunicación y opinión pública, están en deuda con
texto de Chicago" (Hannerz, 1986: 39). Este es el caso de estos acercamientos de principios del siglo xx. Algunos traba-
Burgess y el desarrollo de su "teoría de los círculos concéntri- jos recientes son, como advirtiera Castells, semejantes a las
cos", un modelo cartográfico para analizar los cambios en el criticadas monografías de Chicago: "meras recolecciones de
uso del suelo y la configuración de "áreas delictivas"; al mismo hechos, recurso al que tan frecuentemente se acude en socio-
tiempo es una guía, un instrumento para la recolección de logía urbana" (1983: 28), y desde luego en la antropología ur-
datos. bana. El advenimiento de la posmodernidad ha permitido al-
Los jóvenes sociólogos salieron a sus primeros trabajos gunos olvidos: antropólogos y sociólogos tienden a ignorar a
de campo, apoyados en las ideas ecológicas de Park y en el quienes abrieron la brecha en los estudios urbanos. La apo-
diagrama de Burgess. Armados con libretas y cierta "manía teosis de los estudios de corte cualitativo, pareciera no dar
clasificatoria", respiraron el aire de los referentes empíricos, tiempo a los investigadores de hoy en día a detenerse a repen-
el sudor de los procesos bióticos en los suburbios, y la desor- sar las ideas de los autores que les antecedieron, y sobre todo
ganización esquizoide de los inmigrantes. De aquellas jorna- superarlos con base en metodologías que combinen lo cuali-
das nacieron diversas monografías.23 tativo con lo cuantitativo.
Las monografías se publicaron en el Departamento de Los escritos de corte descriptivo son afines a la tradición
Sociología de la Universidad de Chicago. Park y Burgess las antropológica de estudios de comunidad o grupos primarios.
prologaron; desafortunadamente no han sido traducidas al A pesar de la carencia de unidad e inconsistencia entre la
español. Isaac Joseph preparó una excelente compilación de teoría y los referentes empíricos, además de "una desesperan-
te sencillez" (Signorelli, 1999: 68), los trabajos han "sido reco-
231Vels Anderson, The Hubo, 1923; Clifford R. Shaw, The Jack-Roller, 1930; nocidos ampliamente como el inicio de los modernos estudios
Paul G. Cressey, The Taxi-Dance Ball: A Sociological Study in Commercialized urbanos y como el cuerpo de investigación social más impor-
Recreation and City Life, 1932; B.W. Doyle, The Etiquette of Race Rela tions in the
South: A Study in Social Control, 1937; Lyford Edwards, 7'he Natural History of tante efectuado sobre cualquier ciudad particular en el mundo
Revolution, 1927; R. Faris y H.W. Dunham, Mental Disorders in Urban Arcas, contemporáneo" (Hannerz, 1986: 30). 24 En pocas disciplinas
1939; E. Franklin Frazier, The Negro Family in Chicago, 1932; Ernest T. Hiller, "aparece tan clara la dependencia con respecto a una escuela
The Strike: A Study in Collective Action, 1928; Walter Reckless, Vice in Chicago,
4933; Ruth Shonic Cavan, Suicide: A Study in Personal Disorganization, 1928;
Everett Stonequist, The Marginal Man, 1927; Edwin Sutherland, Ladrones "Exceptuando, claro está, los trabajos de la Escuela de Manchester en
profesionales, 1937; Sutherland, Edwin, El delito de cuello blanco, 1949; Fred- ciudades de África Central, desarrollados en el Rhodes Livingstone Institute
cric Thrasher, The Gang, 1927; William F. Whyte, La sociedad de las esqui- de Lusaka, a mediados de los cuarenta. Este instituto estuvo durante varios
nas,1943; Louis Wirth, The Ghetto, 1928; Harvey W. Zorbaugh, The Gold Coast años a cargo de Max Gluckman, considerado precursor de los estudios ur-
and the Slum, 1929. banos en la antropología inglesa.

64 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 65


teórica determinada como en la sociología urbana con respec- Chicago quizá no se identifiquen con la descripción de la ciu-
to a la Escuela de Chicago" (Castells, 1983: 20). dad y los problemas que plantean estos escritores, pero obras
como The Guetto o The Gang, sí comparten muchas de sus
cualidades literarias y descriptivas (Cambiasso y Grieco,
EL PARADIGMA URBANO 2000). Los novelistas diseccionaron la ciudad, atisbaron la
cotidianidad en las calles, en los patios traseros, en los atolla-
La ciudad y El urbanismo como modo de vida, título del ensayo deros de la vida moderna. El escenario en que la vida perso-
más leído y citado de Louis Wirth (1938),' habían llamado la nal y la vida política confluyen y se convierten en una sola
atención de varios escritores, mucho antes que a sociólogos, (Berman, 4988): la moderna civitas, de dominantes y margina-
criminólogos o antropólogos de Estados Unidos. Novelistas les, de diferencias que obligan a la convivencia de culturas
sin compromisos teóricos o metodológicos se adelantaron en (Fernández Martorell, 4997). En Chicago, la segunda ciudad
la reconstrucción de personajes de la vida urbana. Crimen y más grande de Estados Unidos después de Nueva York, la
castigo de Dostoievski es un ejemplo extraordinario. Sus lí- mul.ticulturalidad no era recurso de especulación filosófica o
neas han servido de epígrafes y de inspiración a los sociólo- literaria, existía en los intersticios del gueto, en la "región
gos urbanos. Park, conocedor del naturalismo literario de moral" de los nómadas modernos: los hobos.
Zola, invitaba a sus discípulos a describir con precisión y ob- La ciudad es el escenario de las muchedumbres, y tam-
jetividad la esencia de la realidad urbana de Chicago, la épica bién del anonimato, del solitario paseante, el fla'neur de Baude-
de la vida moderna. Anderson recuerda que la enseñanza más laire, que asume el bulevar como vivienda. En Chicago es el
gratificante que obtuvo de Park fue su recomendación de es- hobo. Vagabundo misterioso, enigmático, "obra maestra de la
cribir, ver y oír con la sensibilidad y paciencia de un reportero. naturaleza distraída", lo llamó Virginia Woolf, poseedor de un
Goethe, autor de Fausto, la "segunda biblia de los alema- aura misteriosa "que si pudiera hacerse pública lo haría odio-
nes", invitaba a Eckerman, en una carta de 1827, a recons- so a los demás", sentenciaba Goethe. La urbe es también el
truir imaginariamente la ciudad de París. Le escribe: "Imagi- hábitat de "ángeles perversos": las putas. El leviatán urbano,
nad esta metrópoli del mundo [...] en que la historia se nos como una resignificación de Babilonia, abre las puertas al
presenta en cada esquina", preludio, quizá, de la "imagina- "vicio venal", al mercado floreciente de una carnalidad lujurio-
ción sociológica" que reclamara Milis, la bestia negra de la sa que los novelistas exaltan en obras atrevidas como Madame
sociología estadounidense. Autores como Zola, Gogol, Dic- Bovary, la cara opuesta del amor "normal" y del matrimonio
kens, Dostoievski y Joyce describieron escenas típicas de la como consagración social, reproductiva: destino esencial de la
vida moderna que la ciudad transforma. Algunas páginas mujer. Apoteosis de la completud. Las ninfas de la calle o del
pueden leerse como etnografías urbanas. Textos como los de burdel con su conducta venal, desviada, constituían para Lom-
25Wirth, en la opinión de Anderson (1993), abrió una de las brechas broso2t el equivalente femenino del criminal masculino (Núñez,
más importantes en el campo de la sociología urbana. Para Camello, uno de
los críticos más exigentes de la Escuela de Chicago, el trabajo de Wirth se
"trata probablemente del esfuerzo teórico más serio que jamás se haya hecho 2, Véase Cesare Lombroso, La mujer delincuente, la prostituta y la mujer
en el seno de la sociología para establecer un objeto teórico (y por consiguien- normal, 1893, una obra curiosa en la que se advierte sobre los riesgos de la
te un campo de investigación) específico de la sociología urbana' (1974: 97). "naturaleza femenina" en el mundo urbano.

66 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 67
2002): el mal necesario para contener la sobreexcitacioride ANTECEDENTES DEL ANÁLISIS URBANO
los urbanitas.27
La literatura advirtió tempranamente el tema de la "socie- El análisis de lo urbano tiene como antecedente las reflexio-
dad urbana". ¿Influyó la novela urbana en los pioneros de la nes que sobre el tema desarrollaron algunos sociólogos ger-
sociología estadounidense? Sería interesante averiguarlo. manos: Tónnies, Simmel, Spengler, Weber, y en Francia,
Park conocía a Theodore Dreiser y Lincoln Steffens, también Durkheim. Estos autores, con matices -desde luego-, adelan-
a Émile Zola, magníficos en el arte de la descripción urbana.
Sutherland tenía fama de ser un buen lector. Devoraba con
taron explicaciones sobre la "sociedad urbana". Los identifica
un referente analítico común a la sociología clásica: la oposi-
e
ansias las novelas negras de Dashiell Hammett, una de las
plumas que más agudamente han olfateado en los intersti-
ción sociedad rural versus sociedad urbana. De este dualismo
deriva un variado sistema de contrastes: campo-ciudad; esta-

cios de la sociedad estadounidense. Estas lecturas probable-
mente sensibilizaron al profesor universitario para reunirse
tus-contrato; rural-urbano; tradicional-moderno, etcétera. El e
matiz cambia, gira a través de la mirada o pincelada de buen
con un ladrón profesional y a cuatro manos escribir un li- gusto de los sociólogos. Tónnies, por ejemplo, en Comunidad o
bro," décadas antes de que los antropólogos discutieran la
conveniencia de conferir o no el "derecho de voz" a los infor-
y sociedad (1887), su obra más conocida, se ocupa del tránsito
de la sociedad feudal (comunitaria) a la capitalista (asociativa).
e
mantes.
Algunos estudiosos han señalado que, en ocasiones, la
Elabora un serial de oposiciones: divino-secular; trueque-
compra; colectivo-individual, a partir de las cuales explica la
o
novela supera en análisis y profundidad el trabajo de los pri-
meros sociólogos. Así, por ejemplo, Mateo Ruiz (1999) sostie-
erosión comunitaria y, en consecuencia, la expulsión del hom- o
ne que las novelas de Hammett, Cosecha roja y La llave de
bre hacia las redes del cálculo egoísta.
Durkheim estudia el desenvolvimiento de la sociedad y la o
cristal, superan en capacidad analítica, el trabajo de Thrasher,
y The Marginal Man, de Stonequist. 2 No está demás mencio-
naturaleza del cambio social, con base en el análisis de las
fuerzas externas que tejen su urdimbre alrededor de los indi-
o
nar la obra de los ingleses Charles Dickens y Arthur Morri- viduos, precipitándolos a situaciones de anomia (o desvia-
son. La proximidad temática de escritores y sociólogos de ción). En Las reglas del método sociológico (1895) y La división
principios de siglo ha permitido a los críticos calificar de "rea-
lidad novelada" el trabajo de la Escuela de Chicago.'"'
del trabajo social (1893), centra su atención en una oposición: o
solidaridad mecánica-solidaridad orgánica.-" La primera es
"Los burdeles aparecen en Francia, en 1609. marcada por el imperio de costumbres uniformes, consensua-
"Chic Conwell, coautor de Ladrones profesionales, el afamado libro de das y que rigen en silencio; la segunda presupone la diferen-
Sutherland, era un ladrón de oficio, parcialmente retirado. Se dice que cobra- cia entre los individuos, la mutabilidad. En la transición de
ba un salario otorgado por el Fondo de Investigación Social de la Universidad
de Chicago, que le había sido asignado para que trabajara en el libro. 3 'Este modelo, basado en oposiciones, es reactualizado por Claude Lévi-
e
"Lila Cristina Mateo Ruiz, "I..os gánsters, la novela negra y la Escuela de
Chicago" (mimeo.), en Fernando Álvarez-Unía, "Prólogo", en Edwin Suther-
land, El delito de cuello blanco, Madrid, Ediciones de La Piqueta, 1999.
Strauss: sociedades frías (solidaridad mecánica) y sociedades calientes (soli-
daridad orgánica). Cfr. Claude Lévi-Strauss, Antropologia estructural, Barcelo-
o
"'Marshall Berman (1988) ofrece un deslumbrante relato de la vida mo-
derna, basado justamente, en la lectura de novelistas urbanos: a través de
na, Paidós, 1987. Durkheim no influye en la Escuela de Chicago de la
primera época. Su obra, introducida por Elton Mayo (1933), Parsons (1937) y e
Merton (1949), adquiere importancia en Estados Unidos a mediados de la
éstos da seguimiento a la dislocación de la vida urbana. década de los treinta. e
68 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 69 •


una a otra se finiquitan las costumbres, son borradas por la Simmel, contemporáneo de Durkheim y Weber, nació en
división del trabajo. Los intereses individuales (egoísmo) ha- Berlín en 1858, el mismo año que Durkheim, originario de
cen cortocircuito con los intereses colectivos. Crean una Epinal, Francia. Un año antes había muerto Comte, considera-
situación disociativa. El epicentro de la disociación entre la do por muchos corno padre de la sociología. Simmel (1858-
individualidad y la conciencia colectiva es la ciudad (Taylor et 1918) es, al lado de Weber (1864-1920), uno de los más gran-
al., 1997). Este modelo opera como eje ordenador del proceso des sociólogos germanos. En 1910 unieron esfuerzos para
de tránsito y rupturas: de secularización de la vida rural en el fundar la Sociedad Sociológica Alemana. Weber y Marx fueron
espacio urbano, y de emergencia de situaciones anómicas, ignorados en Estados Unidos de principios de siglo; Simmel,
como el suicidio; normales pero patológicas, diría Durkheim no. Rápidamente se convirtió en un referente de la sociología
(1982) o de conducta desviada. estadounidense. Weber tendría que esperar a que el joven
Georg Simmel, probablemente el teórico que más influyó Talcott Parsons escribiera La estructura de la acción social
sobre Park, se apoya igualmente en un sistema de oposicio- (1937), y diera a conocer su obra. Marx fue conocido en los
nes, contrastes y conflictos. En su opinión la ciudad-metrópo- años de la revuelta juvenil de los sesenta. Antes de esta época
li, sede de la división del trabajo, la economía de mercado y la sólo era leído por el siempre irreverente Wright Milis, autor de
compartimentación burocrática, fragmenta al sujeto colectivo. la Imaginación sociológica, publicada por primera vez en 1959,
Los valores comunitarios revientan. La metrópoli afecta la vida obra cumbre de la sociología radical, y por Merton (1968), el
mental del individuo, cercena su experiencia anímica: lo ins- más brillante discípulo de Parsons e interprete de un Durkheim
tala en la weberiana "jaula de hierro" de la cultura objetiva y, "para consumo interno". Se recibió de doctor en 1936, en
t
en ocasiones, en los intersticios de los mundos paralelos. Como en Columbia.
Durkheim, el advenimiento de la sociedad industrial, ocasiona Advirtamos la influencia temprana y tardía que autores
en el sujeto en tránsito, de lo rural a lo urbano y de lo tradi- alemanes ejercieron en la sociología estadounidense. Simmel
cional a lo moderno, un colapso de personalidad. Señala Cas- pagaría el precio de su popularidad. A principios de los cua-
tells (1974) que lo interesante de estas tesis es constatar que renta había sido relegado a un segundo plano. Su lugar sería
la construcción de la sociedad urbana se ha planteado siem- ocupado por tres autores que Parsons introdujo, desde su
pre en oposición a la sociedad rural. Es un sesgo de corte Olirrípo en el Departamento de Relaciones Sociales de la Uni-
evolucionista y culturalista.31' versidad de Harvard: Weber, Durkheim y Pareto. Años des-
pués el turno sería para Marx. A Simmel se le recuerda actual-
"'Bajo la influencia del relativismo de Franz Boas, estos modelos perdie- mente por sus aportes al análisis de la interacción social y
ron vigencia entre el gremio de los antropólogos, no así para los sociólogos
estadounidenses que, influidos primero por Durkheim y luego por Weber también por el uso temprano del concepto "socialidad", y po-
(que también gustaba de las oposiciones: ciudad ordenada-ciudad fragmen- pularizado en los noventa por Maffesoli. En su momento tuvo
tada; sociedades tradicionales-sociedades racionales), siguieron insistiendo el honor de ser el "sociólogo" alemán más leído y exitoso en
en las dicotomías. No obstante, bajo el influjo de la obra de Robert Redfield,
los antropólogos volverían a las comparaciones sincrónicas desde el modelo la Unión Americana.
de sociedad folk-sociedad urbana (Harris, 1999: 167). El modelo de Redfield
representa una innovación, un parteaguas en la investigación antropológica.
En Estados Unidos los antropólogos empezaron después de la Segunda los nexos de las comunidades con las ciudades. Tal es el caso de los estudios
Guerra Mundial a interesarse en las comunidades campesinas mestizas, y en de George Foster en Tzintzuntzan (1948) y Ralph Beals en Cherán (1946).

70 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 71

a
Simmel, a diferencia de Weber, no fue cultor de teorizacio- teracciones específicas y procesos moleculares, susceptibles
nes macrosociales. La excepción es, quizá, La filosofía del dine- de observarse sólo mediante un microscopio psicológico. El
ro (1900), su obra teórica más vasta. Se ocupa de temas gene- espacio de interacción es el espacio urbano. Park se entusias-
rales de la sociedad urbana. Se interesó más por aspectos mó con las ideas de Simmel y supo retransmitirlas a sus jóve- e
sociales de escala reducida: la moda, el chisme, los mundos se-
cretos, paralelos, de los gangsters, las putas, los extraños y
miserables. Su agudeza mental e ingenio descollan de forma
nes discípulos de la Escuela de Chicago. Con Park la ciudad se
convirtió en el laboratorio social del microscopio psicológico de
los etnógrafos de Chicago y del naciente interaccionismo sim-

deslumbrante y seductora en el análisis microsociológico. Se bólico. o
le atribuye la invención de la "microsociología" o análisis de
pequeños grupos. "Sociólogo brillante" lo llamó Weber, que no

era dado a pontificar. Simmel, interesado en las formas de la
interacción social, sentó las bases de lo que más adelante Blu-
LA UNIVERSIDAD DE CHICAGO •
mer acuña como "interaccionismo simbólico" (1937), la línea La Universidad de Chicago se fundó en 1891. Nació asociada a o
de investigación más importante e influyente de la Escuela de la fortuna de Rockefeller y de numerosos benefactores. Acción
Chicago. típica de la clase pudiente estadounidense. Un año después, el o
La sociología simmeliana amplia tesis advertidas por Tón-
nies y Spengler sobre la vida urbana. Este último llamaba la
pastor bautista Albion Small, crea el departamento de sociolo-
gía En Columbia y Yale, años antes, se habían fundado, tam-
o
atención sobre los efectos del proceso de urbanización, e iden- bién, departamentos de sociología. 33 En esta última, William o
tificaba la cultura urbana con la cultura occidental (Castells, Sumner impartiría, en 1875, el que es considerado el curso inau-
1974). Simmel en su análisis de lo social-micro, parte de una gural de sociología en Estados Unidos. Los vínculos de la so- o
triada interpretativa: nivel psicológico, nivel de interacción y
nivel institucional; niveles básicos y constitutivos de la realidad
ciología con la religión no son extraños. Los predecesores de la
disciplina o estaban vinculados al clero o pertenecían a una o
social. Para Simmel (1986) las ciudades someten a los indivi-
duos a "estímulos psíquicos" excesivos que generan fuertes
generación marcada por la influencia del moralismo cristiano y
la reforma protestante de corte progresista y moral. El espíritu
o
desórdenes de personalidad. El hombre es una criatura amena- de la reforma está presente en el proceso de constitución y o
zada por las "estructuras sociales" que produce y, por sus "in-
venciones culturales" o cultura objetiva. Tal sería el caso de la
profesionalización de la sociología como disciplina autónoma3'
Para Small, forjado en el historicismo alemán, la sociología es •
economía de mercado y las organizaciones burocráticas. No
obstante, el individuo asume procesos de adaptación por la vía
una ciencia moral y, como tal, tiene una misión emancipadora.
No dudó en escribir: "Inscribo mi convicción de que la ciencia

de una exacerbación de la libertad individual (Castells, 1974).
Las pulsiones contradictorias son susceptibles de superarse
social es el más santo sacramento que se ofrece a los hombres" o
(cfr. Coser, 1988: 327).
mediante la construcción de un "tipo humano metropolitano", o
centrado sobre su individualidad, sin ataduras, libre a sí mismo.
En este punto radica su interés por las formas de interacción.
'-El Departamento de Antropología de la Universidad de Chicago se creó
en 1929. e
Para Simmel (1986) la sociedad humana es una síntesis de in-
', Reforma social asociada al Movimiento Progresista, uno de cuyos ob-
jetivos era contribuir a la "superación moral" de los ciudadanos. •
72 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 73

40
En pocos años el Departamento de Sociología fundado por Simmel era judío. Esta condición determinó su vida aca-
Small se transforma en paradigma de la disciplina en Estados démica. La Alemania antisemita lo relegó a una vida marginal.
Unidos: la cartografía indicada para "encontrar el camino en Los sociólogos profesionales lo menospreciaban. La elite inte-
un territorio desconocido", diría John Lewis, a propósito de lectual lo admiraba. Era un "sociólogo atípico", al decir de
los paradigmas. El "mapa teórico" tendría éxito hasta media- Levine. Incapaz de sobrevivir como sociólogo, oficio que se
dos de los treinta. El Departamento edita la revista American tenía en baja estima, optó por escribir artículos para periódi-
Journal of Sociology, la primera en su género. En sus páginas cos y revistas. Era poco dinero, pero le alcanzaba para man-
se dieron cita diversos enfoques y perspectivas de investiga- tener a su familia. Textos ágiles que le granjearon la simpatía
ción sobre el fenómeno urbano: ecología, etnología, crimino- de los lectores y de un público más amplio, que expectante y
logía, psicología social, filosofía, biología, patología social. Esto entusiasta asistía puntualmente a escuchar sus conferencias.
explica el mosaico de temas que se trabajaron. Más que defec- Excelente orador, rápidamente se granjeaba la atención de los
to fue una virtud. La Escuela de Chicago se mantuvo flexible escuchas. Sus colegas sociólogos lo acusaban de "hacer perio-
y no puso límites disciplinares. Las primeras reflexiones so- dismo". Murió en 1918.
bre la ciudad como unidad de análisis se deben, no tanto El "estilo socioperiodístico" de Simmel influyó en Park,
teórica como empíricamente, a la Escuela de Chicago. De he- periodista de profesión. Oficio que abandonó a los 34 años de
cho, lo más trascendente de los inicios de la sociología urbana edad, luego de reconocer "cierta falta de objetividad en sus
es la forma en que asumieron el trabajo de campo y los usos descripciones urbanas". Para superar su deficiencia ingresó a
de fuentes heterodoxas: revistas, periódicos, cartas, historias de Harvard para estudiar filosofía. Partiría luego hacia Berlín,
vida, álbumes familiares y novelas. Asimismo, es su parte más centro intelectual de Europa, para "adiestrarse" como sociólogo.
vulnerable. Para los voceros del funcionalismo, la historia de Lo hizo con Simmel. Lo demás, diría, refiriéndose al análisis
vida era "periodismo". El aporte reconocido a la teoría antro- 1 de la sociedad y la interacción humana, "correría por cuenta de
pológica es mínimo. mis propias observaciones". Park oficia de sociólogo entrado
1 ya en la madurez. Concluye su tesis doctoral en la Universi-
dad de Heidelberg a los 40 años, y a los 59 se convierte en
LA ESCUELA DE CHICAGO maestro de tiempo completo de la Universidad de Chicago.
Gustaba de husmear la realidad sobre el terreno. Describía
La generación precursora de la sociología profesional se for- 1 con detalle las minucias de la jungla urbana, las casas de jue-
mó en Europa, particularmente en Francia y Alemania. Po- go y los garigoleados salones para fumar opio. Sin proponér-
seían referencias fundamentales de los teóricos europeos. selo llevó al campo sociológico la herramienta fundamental de
Simmel fue maestro de Park y amigo cercano de Small. Asistió los antropólogos: la observación participante.''' Sentó las ba-
a los cursos de Simmel en Berlín, entre 1899 y 4900. Park es
'1" vínculos de la Escuela de Chicago con la observación participante
considerado por algunos autores (Castells, 1974; Hannerz, han sido puestos en cuestión. "Harvey advierte que de 42 tesis de sociología
1986; Coser, 1988) como el fundador de la Escuela de Chica- presentadas en la Universidad de Chicago, entre 1915 y 1940, solamente en
go. A él se debe el impulso de las líneas fundamentales de dos el observador adoptó una posición participativa full time en el seno de la
comunidad o grupo estudiado, en seis una posición pan-time, en otras siete
investigación que le dieron la "coherencia de una escuela". una posición de observación no participante, y en todas las restantes (2/3 del

74 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 7,


- ses de la sociología y de la antropología urbana. Su nombre Chicago, en el estado de Illinois experimenta, al igual que
pasó a la historia como artífice de la Escuela de Chicago. Los Ángeles o Nueva York, "formas extremas de urbanismo"
(Anderson, 4993: 17), próximas a las vividas por Londres o
París. Recordemos a Baudelaire, escritor de la vida urbana, en
El spleen de París, como luego de escapar "al caos en movi-
e
CHICAGO: RELATOS DE ORIGEN
miento, con la muerte galopando hacia mí por todos lados" se
alegra de haber perdido el macadán, e "ir de un lado a otro de

Amalia Signorelli piensa como algo lógico que: "en la más
'americana' de las ciudades americanas se haya formado en incógnito, cometer bajezas, entregarme al desenfreno". Chica- o
los años veinte la famosa Escuela de Chicago a la que, a me-
nudo, se le ha atribuido el mérito de haber fundado la antro-
go es una ciudad nueva, pero con un margen asombroso de
desarrollo. Sin bulevares históricos que detengan la mirada

pología urbana, la sociología urbana, quizás ambas. O al me-
nos de haber estado en sus orígenes" [1999: 67).
del transeúnte en un "aquí nació fulano de tal". No es el caso de
la historia parisina contenida en cada calle o en el cementerio

A la ciudad de Chicago se le atribuyen también dos rela- de Pére Lachaise. El cruce de las calles es un mundo refulgen- o
te, multicolor. Los "ojos de los pobres", parafraseando a Bau-
tos de origen: la americanización del crimen organizado y la
novela negra. Entre 1901 y 1913, desembarcaron en Estados delaire, no miran fascinados a través de las vitrinas, a la pare- e
Unidos cerca de 800,000 sicilianos. Miles de ellos se estable-
cieron en Nueva York y Chicago. Los vínculos entre Nueva
ja enamorada. Miran la cartera del empresario exitoso o del
hombre medio que pasea en la calle. Chicago surgió práctica-
o
York y Palermo eran visibles desde décadas atrás; las unía el mente de la nada hasta convertirse en una gran metrópoli. Su
crecimiento fue espectacular. De los estados del Este y de
o
comercio de limones, un negocio con fuertes intereses de la
mafia. No obstante, en el imaginario del crimen, Chicago, muchos lugares de Europa, la gente acudía para tomar una o
tras la matanza de San Valentín, en 1929, ordenada al parecer
por el paradigmático Alphonse Capone, se erige en mito fun-
parte, grande o pequeña, de la riqueza creada por la industria
de conserva de carnes, acererías, el comercio de trigo e indus- o
dacional del crimen organizado. Al Capone, Frank Costello y
Charles Lucky Luciano americanizan a la Cosa Nostra, una
trias y comercios de otras clases (Hannerz, 1986: 29).
De 1900 a 1930 la ciudad recibió una inusitada afluencia
e
fusión entre sicilianos y estadounidenses: entre los protago- de habitantes nuevos: millón y medio, aproximadamente; O
nistas de la masacre de San Valentín, seis asesinos y siete 500,000 por década. "La superficie de la ciudad sólo creció
víctimas, ninguno era siciliano (Dickie, 2006). Sociólogos y un 10 por ciento. En 1920 de los dos millones setecientos mil
novelistas, ávidos de reconocer realidades nuevas, se dispu- habitantes, casi un tercio eran inmigrantes que rondaban las
taban a los protagonistas de las calles: los inmigrantes y los calles" (Álvarez-Unía, 1999: 25). El inmigrante es el nuevo
gangsters. actor social, cuya "pertenencia identitaria está relativamente
indeterminada" (Joseph, 1988: 12); héroes de la precariedad
o
total) faltó cualquier forma de participación. Si el recuento de Harvey es correc- y del abandono, del torbellino social: vórtice de la derelic-
to, y lo es más allá de los casos límite, la identificación habitual de la Escuela ción. Portadores del relato mítico, testimonial, que atrae la
de Chicago con la metodología de la observación participante demuestra ser atención de los primeros sociólogos. "Mito es el nombre de
falsa, un mito, como proclama el título de la investigación gárrula y demisti-
ficadora" (Cambiasso y Grieco, 2000: 226).
todo lo que sólo existe y subsiste al tener por causa la pala- e
76 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 77 •

bra", escribía Paul Valéry. Y estos seres extraviados, carga- positivo disciplinario, anunciado por Bentham (Foucault, 1997)
dos de testimonios, serán el atractivo faro de quienes se in- que, entre otras cosas, ha demostrado fallar como recurso de
teresan en registrar la pérdida de sentido del mundo y readaptación (Shaw, 1930). En la coyuntura del laissez-faire, el
contribuir al proceso de integración al mundo moderno. Los inmigrante alcanza el éxito temprano, bajo recursos legales
inmigrantes, señalan los sociólogos de Chicago, no son hom- "de cuello blanco", diría Sutherland, el ecólogo del delito, o por
bres anormales, son sujetos normales, que expresan en su la vía del crimen.17
comportamiento una "vía de escape" en la disputa por el Chicago, por su ubicación geográfica, es el paraíso de los
espacio. Las causas de su conducta desviada, no reposan en inmigrantes; refugio efímero para los buscadores de empleo
la psique individual, sino en la desorganización social (Taylor de paso hacia el Oeste. Para Simmel el inmigrante es un "ex-
et al., 1997). La ecología humana de Park se planteaba como tranjero", que sonámbulo vaga por la ciudad, sin causa ni
una "sociología del espacio". En ese sentido era la competen- destino. Obligado sí a enfrentar condiciones de vida inédita y,
cia por el espacio urbano el factor determinante de las pautas al mismo tiempo, forjar intersticios de convivencia, o reorga-
culturales de reorganización de los inmigrantes. nización en el gueto (Wirth, 1928), o en los asentamientos
El inmigrante es para los sociólogos lo que el nativo para provisionales, que se construyen a orillas de las 39 líneas del
el antropólogo, o el gangster para el autor de novela negra o el ferrocarril que cruzan las calles.
criminólogo. Construyen su propio otro: el urbanicola desarrai- Chicago se politiza, no al extremo del tourbillon social que
gado. Novísimo actor. En Chicago abundan. Definen, además, anuncia Rousseau en el París del siglo XVIII, pero sí al vaivén
un particularismo mundo de multiculturalidad: blancos, ne- de ideologías, progresistas algunas, radicales como el anar-
gros, judíos, rusos, polacos, irlandeses, checos, suecos, sici- quismo, otras. 3 " Ideas que alarman a los descendientes blan-
lianos. Dinero, apuestas trucadas, prostíbulos y mano de obra cos y protestantes de la primera oleada migratoria, y que sólo
barata que dormita en jungles y sociólogos, se entrecruzan representa 23.7 por ciento de la población de la ciudad. Teme-
para americanizar, primero, el crimen organizado y después, rosos de la indigencia y de ver asaltadas sus propiedades.
la Escuela de Chicago. La Ley Wolstead (Ley Seca) de 1920, La ciudad finisecular es un hervidero de conflictos sociales. La
coronó a Chicago como la ciudad del hampa, dominada por población exige. Los desempleados reivindican la apertura de
hombres como Colossimo, Tordo y Al Capone. La Escuela de "7 E1 primero, se ubica en el mito del American Dream descrito con profu-
Chicago asumía el reto de conocer los problemas de la ciudad sidad por diversos novelistas, y el segundo, en lo que en otro lugar acuñamos
y ayudar a superarlos a través de la integración o asimilación. como Sudamerican Dream, para nombrar a los exitosos traficantes de drogas.
Dos formas de alcanzar el éxito, dos sueños que se hacen realidad bajo la
No olvidemos el espíritu de reformismo social que poseían los égida del capitalismo contemporáneo. Ofr. Juan Cajas, El truquito y la maroma,
sociólogos..'° Conocer para transformar. Rehacer el mundo. El COCAÍMI, Inmutaos y pistolocos en Nueva York. Una antropología de la incertidum-
delincuente es un ser tan normal como cualquier otro, posee bre y lo prohibido, México, mit-Miguel Ángel Porrúa-Cámara de Diputados,
un oficio, similar al del médico o el ingeniero. No es loco ni 2004.
"La ciudad de Chicago oculta su pasado. No obstante, es difícil borrar
enfermo, carne de "panóptico", del modelo compacto del dis- la historia. Nombres como el de Zacco y Vancetti evocan páginas capitales
del movimiento obrero. Los acontecimientos de la plaza de Haymarket (1886),
"Una de las tareas de los profesores de Chicago consistía en generar y la manifestación en demanda de la jornada laboral de ocho horas, que
conciencia pública sobre los males sociales y sugerir mecanismos de solu- desfiló sobre la avenida Michigan, el lo. de mayo, siguen siendo emblemas
ción a los diseñadores de las políticas públicas. del espíritu colectivo de la naciente clase obrera en Estados Unidos.

78 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 79


fuentes de trabajo y el derecho al empleo. Los obreros deman- no requerían de mayor esfuerzo para localizar sus referentes
dan salarios justos, bienestar laboral, y mejores condiciones de empíricos: bastaba salir de sus aulas y fundirse en los proble-
vida para sus familias. Se reclaman viviendas y una politica mas de la gran ciudad, incluso acceder a fondos de investiga-
de asignación no discriminatoria (Hiller, 1928). Al mismo tiem- ción de la Universidad para pagar a los informantes. No es e
po crecen y se multiplican las pandillas, punta de lanza de la
delincuencia urbana, el contrabando de alcohol y opio, prosti-
tución, corrupción y crimen (Thrasher, 1927). ¿Qué hacer?
casual que Chicago, aparte de fundar una escuela, también
haya dado origen a la novela negra. En los veinte era ya la
capital del crimen organizado. Sister Carrie, de Dreiser y The

Reprimir, claman algunos, estudiar los hechos sociales con- Jungle, de Sinclair, son registros literarios de la gran ciudad;
cretos y coadyuvar en el diseño de politicas públicas que faciliten al igual que las novelas de Hammett, develan los misterios y
la "reconstitución de la identidad comunitaria" y la asimilación trampas del espacio público, además de los conflictos indivi-
de los inmigrantes, opinan otros. En más de una ocasión, los duales que Goffman describe en la dramaturgia social de la
sociólogos reformistas, no escaparon a ser adjetivados como vida urbana: los estigmas de la identidad deteriorada.
"extremistas sociales". Henry Ford, en 1909, lanzó duros cues-
tionamientos a los sociólogos de Chicago por impulsar refor-
mas sociales.'"' Los PRIMEROS PASOS e
El problema no radica en los sujetos, sino en las condicio-
nes sociales que los "desvían", señalan los sociólogos, en William Thomas (1863-1947), George Herbert Mead (1863-
o
respuesta a los darwinistas sociales que secundan a Ford y 1931) y Charles H. Cooley (1864-1929) pautaron los primeros o
reclaman el imperio de la ley, en contra de las acciones atávi- pasos del Departamento de Sociología de Chicago. Mead y
cas de los "delincuentes innatos", portadores no sólo del cri- Cooley no pertenecieron al departamento, pero tuvieron cer- o
men violento, sino también de los floridos paisajes de las en- canía con Thomas y Park," contribuyendo a gestar la "tradi-
fermedades venéreas sobre la carne, enfermedades morales ción oral" del interaccionismo simbólico. Thomas es conocido o
y temibles antes del descubrimiento de la penicilina, que sólo por una obra monumental: El campesino polaco en Europa y los l
ocurre después de la Segunda Guerra Mundial. Simmel sos- Estados Unidos de América (1918-1920), escrita en coautoría
pechaba la naturaleza del conflicto entre el individuo, la socie- con Florian Znaniecki, un joven filósofo polaco; obra en cinco
dad y las estructuras culturales, propias de su espíritu creati- volúmenes; un hito en la sociología estadounidense (Hannerz,
vo y "doblemente trascendente" (1986). Para Sutherland, "los 1986.). Thomas y Znaniecki revolucionan la metodología so-
ladrones profesionales constituían un grupo humano con to- ciológica. Rechazan la abstracción teórica pura. Se apasionan
das las características de otros grupos, las cuales no tenían por el mundo empírico e introducen fuentes de investigación
ninguna relación con la patología" (1993: 34). Los sociólogos inéditas: archivos periodísticos, fotográficos, correspondencia
"Cooley trabajaba en la Universidad de Michigan. Sus tesis son afines
9 Park, antes de ser seducido por el oficio sociológico, emprendió un al interaccionismo simbólico. Planteaba, en coincidencia con Mead, que la
viaje por el Congo belga acompañando a un grupo de misioneros bautistas. "conciencia" era moldeada por la "interacción social". La llamó self especular.
En este viaje se apasionó por la causa de los negros, y realizó activismo po- Los trabajos de Cooley tienen también puntos de encuentro con Goffman y
lítico en contra del rey Leopoldo. De regreso a Estados Unidos trabajó en corrientes más recientes como la etnometodología de Harold Garfinkel y sus
cercanía de Booker Washington, un reconocido y carismático líder negro. discípulos de la Universidad de California.

80 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 81 e


40


familiar, materiales personales, autobiográficos, historias de
vida, entre otros. La perspectiva que brindan en el Campesino
1 sus consecuencias son reales". Triunfo de la carne sobre el
espíritu, diremos citando a Filón de Alejandría.
polaco es macrosociológica; sin embargo, Thomas evoluciona- Thomas es, para algunos autores, el verdadero "padre
ría hacia una perspectiva microsociopsicológica. Estrategia fundador de la Escuela de Chicago" (Cambiasso y Grieco,
metodológica fundamental en el enfoque del interaccionismo 2000: 27); Hannerz, en cambio, autor de uno de los manuales
simbólico que se iba abriendo camino. Thomas y Znaniecki más consistentes de antropología urbana (Delgado, 1999), es
trazan un verdadero programa teórico y metodológico, que la demoledor con el sociólogo adúltero. Considera que "a pesar
mayoría de los sociólogos de Chicago seguirán durante los 15 de todas sus contribuciones propias, la más importante que
arios siguientes. Los principales aportes del Campesino polaco hizo Thomas al desarrollo de la sociología urbana consistió,
se refieren a los "problemas de la asimilación intercultural, a quizá, en traer a la universidad a Robert Ezra Park" (Hannerz,
las relaciones familiares, las clases sociales, la vida económica 4986: 33). Thomas, el cazatalentos, "descubrió" a Park en 191.1
y religiosa, así como las conductas mágicas" (Cambiasso y en los prolegómenos de una conferencia sobre la cuestión
Grieco, 2000: 30). racial. Dicen que lo invitó a dictar un curso sobre el tema.
Una de las contribuciones más importantes y paradójicas Llegó a Chicago en 1913. Asumió el liderazgo del Departamen-
de Thomas fue su idea de "desorganización social", planteada to con un empuje arrollador hasta su jubilación en 1933.
como un fenómeno de orden sociológico que influye el com-
portamiento de los individuos:
1
ROBERT EZRA PARK
Una organización social es un conjunto de convenciones, de
actitudes y de valores colectivos que se imponen a los intere- Superado el capítulo "más vergonzoso en toda la historia de la
ses individuales de un grupo social. Por el contrario, la desor- vida académica norteamericana": el affaire Thomas, ciencia,
ganización social, que corresponde a un declinar del influjo
de las reglas sociales sobre los individuos, se manifiesta por carne y deseo, el transgresor de rígidas costumbres victoria-
un debilitamiento de los valores colectivos y un crecimiento nas dejó el campo abierto para que gobernara Park: iEl rey ha
y una valorización de las prácticas individuales (cfr. Cambias- muerto. Viva el rey!
so y Grieco, 2000: 31).
Pocos periodistas se preparan para su profesión obteniendo
un diploma de filosofía en Harvard; menos son los que alcan-
¿Paradójica? Sí. Una "noche de copas, una noche loca" de zan a doctorarse en filosofía en Heidelberg bajo la guía de
1918, Thomas, bípedo implume y lujurioso, fue sorprendido uno de los más destacados filósofos alemanes, y todavía me-
en un motel en brazos de una Eva lúbrica y moderna, distinta nos los que, tras años de labor periodística, llegan a profeso-
a la que figuraba en su contrato matrimonial. En carne propia res de sociología en una de las principales universidades.
experimentó el peso de la desorganización social. Fue obligado Robert Park consiguió todo eso (Coser, 1988: 357).
a renunciar sin derecho a réplica. Incluso se ordenó suspen-
der el trabajo editorial de los volúmenes finales del Campesino El joven Park era un reformista de corazón. De origen
polaco. Thomas había escrito su epitafio académico, casi teo- rural, como la mayoría de los primeros sociólogos de Chicago.
rema: "Si los hombres definen las situaciones como reales,
1 Las generaciones posteriores serán urbanas. Hijo de un prós-

82 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 83


~.~.~
pero comerciante de Minnesota. Abrevó en el pragmatismo de tran desperdigadas en artículos periodísticos y básicamente
John Dewey, su maestro. Se negó a trabajar con su padre,
optando por un oficio que lo llevaría hacia la observación pura
en los prólogos e introducciones que redactaba para las mo-
nografías de sus alumnos. Los ensayos de Park fueron com-
e
y directa: el periodismo. Desconfiaba de los sistemas teóricos
cerrados. Durante varios años ejerció en diversos medios,
pilados en los cincuenta, años después de su fallecimiento en
1944.

tomando nota de la vida urbana de Chicago, ese "criadero de e
cerdos para el mundo". Husmeó la cotidianidad de los diver-
sos grupos de inmigrantes, el naufragio psíquico en los guetos LA ECOLOGÍA HUMANA
e
de Chicago. Registró las impresiones de los insomnes y so-
námbulos que deambulaban por la Avenida Central. En sus La Escuela de Chicago inaugura una tradición de investiga-
e
crónicas denunciaba los flagelos del hambre, el tráfico de in-
fluencias, las redes de corrupción y, desde luego, la atmósfera
ción social empírica, concreta y detallada que, para bien o e
para mal, sigue vigente en muchos departamentos de sociolo-
asfixiante de las zonas delictivas. Park contribuiría a la forma- gía. Esto se explica, "en parte -sólo en parte- por la convenien- o
ción de dos generaciones de sociólogos: Burgess, Mackenzie,
Sutherland, Blumer, Wirth, Frazier, Shaw, Cotrell, Mckay,
cia que las perspectivas ecológicas ofrecían a un medio aca-
démico hostil a la teoría y partidario de estudios de tesis en
o
Zourbaug, entre otros. Algunos llegaron a ocupar posiciones
de privilegio en la Sociedad Sociológica Americana (Ritzer,
pequeña escala y de gran minuciosidad metodológica" (Taylor o
et al., 1997: 127). No es una deficiencia exclusiva de los etnó-
1996).
Park no fue en sentido estricto un teórico de la sociología.
grafos de Chicago. Pensar la teoría como un ejercicio vano o
Trabajó temas disímiles. No obstante, su estrategia teórica fue
sigue siendo en la actualidad el santo y seña de quienes le
rinden culto al empirismo. Pensar teóricamente es una exigen- o
única: la ecología humana o "ecología social" de la ciudad. Más
que teórico fue un apasionado de la docencia. Tuvo la virtud
cia metodológica. La apatía teórica quizá encuentre una expli-
cación en la constante dispersión de los campos teóricos, y su
o
de interesar a sus alumnos en la investigación urbana, tema
que le apasionaba, igual que el de las minorías raciales. Privi-
atomización en estudios de caso, "casos" singulares, hipotéti- e
camente aislados, constituidos como particulares concretos.
legiaba como recurso de trabajo el encuentro directo con el Para Castells muchos de los trabajos en antropología urbana
otro: ver, oír, escribir, y elaborar mapas de distribución. Esa
era la fórmula de Park para sus discípulos. Su entusiasmo
carecen de un cuerpo teórico. Usualmente se identifica a la
ciudad como el campo de estudio de la sociología o la antro-
o
contagiaba. Leslie White decía de Park que no sabía exacta-
mente qué le había enseñado, pero que estaba seguro de
pología urbana; sin embargo, la ciudad no es una variable in-
dependiente.
e
afirmar que había sido el maestro más estimulante que había
tenido en Chicago (cfr. Hannerz, 1986). Park no fue un autor
En La ciudad, la obra programática que define el estilo o
de muchos libros. Destacan las obras escritas en coautoría:
distintivo de la investigación urbana en Estados Unidos, Park
argumentaba: •
Introducción a la ciencia de la sociología (1921) y La ciudad. Su-
gerencias para la investigación del comportamiento humano en Los mismos pacientes métodos de observación que antropólo- •
un medio urbano (1925); sus ideas fundamentales se encuen- gos como Boas y Lowie han empleado en el estudio de la vida
e
84 • Juan Cajas
La Escuela de Chicago • 85 e
40


y maneras de los indios norteamericanos podrían ser emplea- 1. Urbanismo: "modo de vida", 2. urbanización: "interacción
dos, incluso más fructíferamente en la investigación de las cos- hombre-medio ambiente". El primer tema es desarrollado
tumbres, creencias, prácticas sociales y concepciones generales por Wirth en el ensayo de 1938. En su opinión tres elemen-
de la vida que prevalecen en la Pequeña Italia, sita en el lado tos caracterizan la vida del hombre "atrapado en los muros
inferior de Chicago, o en el registro de las complejas formas de la ciudad": 1. la transitoriedad, 2. la superficialidad, y 3. el
folklóricas de los habitantes de la Greenwich Village y alrededo- anonimato. El segundo, se configura en el nebuloso campo
res de la Plaza Washington, en Nueva York (1952: 15). de la ecología humana. Con base en una serie de "enuncia-
dos generales" se explica la coexistencia del hombre urbano.
Park propone un estilo directo para abordar el trabajo de Las dos concepciones mencionadas constituyen, de un lado,
grupos primarios en Chicago;'' entendía los vínculos entre la
el "aparato crítico" de las monografías de Chicago, y del otro,
antropología y la sociología. Pensaba que la "ciencia del hom- prefiguran los primeros trazos del interaccionismo simbóli-
bre" podía cruzar los caminos del "hombre civilizado". La vida co, la línea de trabajo más importante y perdurable de la
del hombre urbano es más variada que la del hombre primiti- Escuela de Chicago.
vo pero, en el fondo, los "motivos fundamentales son en am- En el Campesino polaco, Thomas y Znaniecki habían iden-
bos casos los mismos".
tificado los factores de la destrucción de la comunidad tradi-
Para Castells el programa de Park define los primeros pa- cional y la familia: los procesos de industrialización. La frag-
sos en la constitución de la sociología urbana, "en cuanto mentación comunitaria orienta el cauce de la desorganización
ciencia de las nuevas formas de vida social que aparecen en social. Una vez que se elimina el vínculo familiar identitario, el
las grandes metrópolis" (1974: 97). Agrega: individuo emigra hacia Estados Unidos, en este caso a Chica-
En pocas disciplinas aparece tan clara la dependencia con go. En la ciudad descubre reglas liberadoras que le permiten
respecto a una escuela teórica determinada como en la socio- reconstituirse identitariamente y sobrevivir en un hábitat ad-
logía urbana con respecto a la Escuela de Chicago. No debe, verso: la pandilla, el gueto, la delincuencia, el crimen. Park
pues, sorprendernos que las dos perspectivas teóricas fun- dirá que el individuo se reorganiza en una forma inédita de
damentales que -hasta el presente- han dominado sobre todo comunidad intersticial. La socialización de la experiencia ge-
esfuerzo de investigación en la materia, correspondan a nera una actitud a partir de la cual el individuo actúa; se apro-
trabajos que tratan de desarrollar lógicamente los dos textos pia de un universo simbólico comunicante. No existen enton-
pioneros de esta Escuela: el de La ciudad de Park, y el de ces "determinismos biológicos" que configuren una patología
Burgess: El crecimiento de la ciudad: introducción a un proyecto social. Frente al caos de lo desconocido sólo es posible la reor-
de investigación (Castells, 1983: 20-21).
ganización grupal, primaria. El "criminal no nace, aprende a
Park y Burguess construyen dos concepciones que serán serlo"; responde a factores de orden sociológico. A pesar de
determinantes en los estudios urbanos de la Escuela de Chicago: las limitaciones del enfoque ecológico, estas ideas representa-
ban, en su momento, un avance importante respecto a las
"La idea de los grupos primarios es desarrollada por Cooley, quien teorías genéticas de la antropología criminal.
considera que en el interior de éstos el individuo se transforma en ser social, Para Thomas la rotura de los valores colectivos reafirma
u obtiene reconocimiento. Conocer al grupo en su intimidad implicaba para el peso de las prácticas individuales. El prestigio de origen
el sociólogo colocarse en el papel del otro.

86 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 87


comunitario evoluciona en otro asociado a formas nuevas de tonomasia, la familia, entendida como célula básica de la so-
reconocimiento social, como el delito o el contrabando de al- ciedad. A Park le interesan los grupos primarios de conducta
cohol: el prestigio de los negocios clandestinos. Los indivi- desviada. Chicago está lleno de ellos. Uno de los objetivos de la
duos autorreconocen sus actitudes y las explotan en su propio sociología será entonces coadyuvar en la reconstrucción de
beneficio; al mismo tiempo benefician a los demás. La delin- las relaciones comunitarias.
cuencia es una práctica normal. Al Capone, según nos recuer- Park extrapola argumentos y conceptos que devienen de
da Vázquez Montalbán, se asumía como un hombre de nego- la ecología, y construye un discurso ecológico ad hoc, ahistó-
cios: "Gané dinero satisfaciendo las necesidades de la nación rico, si se quiere, pero exento de tufillo moralizador; a medio
[...] todo el país quería aguardiente, y organicé el suministro camino entre la filosofía de la acción de Mead, las utopías de
de aguardiente [...] quisiera saber por qué me llaman enemigo Cooley, el pragmatismo de Dewey, el darvinismo social y las
público. Serví a los intereses de la comunidad" (cfr. Escohota- tesis de Haeckel. De los diversos enunciados generales que
do, 1989: 277). En el mismo sentido opinaba un discípulo de cultivaba Park, la simbiosis, era uno de sus preferidos, y cruza
Park: "Capone ha sido uno de los benefactores de nuestra todos sus escritos. Simbiosis, señalaba Morris, es: "La cos-
ciudad E...] Sólo es posible el crimen organizado en el caso de tumbre de vivir juntos que presentan organismos de diferen-
que la sociedad lo pida" (cfr. Escohotado, 1989: 277). tes especies dentro del mismo hábitat" (cfr. Taylor et al., 1997:
Chicago, con su rápida industrialización, es el "laboratorio 128). Un ejemplo perfecto de simbiosis es el equilibrio biótico
social" donde los alumnos de Park conjeturan: el inmigrante del reino vegetal. Descubrir los mecanismos secretos para
se reorganiza en nichos. Sobrevive como grupo en "áreas na- alcanzar el equilibrio biótico en el mundo urbano era un reto.
turales" concretas: los barrios bajos o guetos, 42 amparado en En opinión de Park la problemática social de Chicago tenía
códigos de conducta que lo ponen a salvo de la agresividad del como origen el caos migratorio y la proliferación de "zonas
mundo externo. No tienen más opción que la asimilación o la naturales". En estos receptáculos los habitantes se autoaíslan
vida marginal. El inmigrante transformado en ciudadano esta- de la cultura general de la sociedad. La ciudad era un sistema
dounidense sería el equilibrio ecológico perfecto. Park pondrá ecológico, clímax de la evolución social, pero alterado en la
a prueba las ideas de Thomas y las propias, penetrando la configuración de sus nichos o zonas naturales.
urdimbre del grupo primario. Para Sutherland el sujeto empí- La ciudad concentra elementos inéditos, suficientes como
rico debe ser un sujeto reflexivo y analítico. Exento de cues- para "transformar la naturaleza de los hombres". Sólo era cues-
tionamientos morales, el sociólogo debe ayudar a que los su- tión de conocerlos. El tránsito del nicho rural al nicho moderno,
jetos del grupo primario autorreconozcan el medio cultural y había erosionado estructuras comunitarias básicas, linajes,
social en que se desenvuelven. Nada mejor que cohabitar con prestigio usos y costumbres, y había fundido las redes de
los informantes en sus zonas. 4 " El grupo primario es, por an- parentesco en una división del trabajo, fiera e incomprensible.
42 E1 gueto se originó en Europa. Era el lugar donde estaban obligados a Estudiar, entonces, a los grupos de cerca, es un proyecto inme-
vivir los judíos. Por extensión el término se aplica a barrios marginales donde diato, sólo así se pueden conocer las "regiones morales" cons-
vive población del mismo origen o condición social. Wirth realizó una mono- tituidas en el interior de la ciudad. Park sospechaba la existen-
grafía sobre la población judía en el lado oeste de Chicago.
''Escribe Whyte: "El interés en la economía y en la reforma social me en regresar en alguna ocasión a ese distrito y aprender a conocer realmente
condujeron en dirección de La sociedad de las esquinas [...] Comencé a pensar a la gente y las condiciones de sus vida" (4271 : 2).

88 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 89

1
cia de un "orden moral" individual. Sabía desde sus años como más apto era similar tanto en el reino biológico como en el
reportero de las diversas prácticas a través de las cuales los social. Y que no se debía interferir en dicho proceso. Park
individuos marcaban su diferencia con los otros. Plantear coincidía en parte con la primera afirmación, pero no con la
un estilo de vida, una distancia frente al hombre medio, define un última. Reivindicaba la exclusividad humana del orden moral
inédito urbano, una región moral. La única opción para sobre- y simbólico; además, desde su sociología reformista aspiraba
vivir en un medio urbano hostil es agrupándose en nuevos ni- a "intervenir" en la esfera de lo social. La ciencia y el cambio
chos, no importa cómo: "En la gran ciudad, los pobres, los vi- social no constituían campos excluyentes. Si algo hay que
ciosos y los delincuentes, amontonados en una intimidad reconocerles a los sociólogos de Chicago es la ausencia de
malsana y contagiosa, se unen endogámicamente, compene- temor hacia los marginales. En los funcionalistas el temor
trándose" (Park, 1952: 51), e interactuando en forma sucesiva. llegaba a la paranoia.
En el interior de las regiones morales, se operan procesos Para Park se viven cuatro procesos en el interior de la ciu-
interaccionales que son importantes describir, señala Park. dad: competencia, conflicto, acomodo y asimilación.°' El más
Estos procesos derivan de una psicología individual, a partir importante es la competencia. La competencia expresa la lucha
de la cual se definen espacios de competitividad y posiciona- por el suelo. En el Chicago de los años veinte es prácticamente
miento entre los grupos. Park advierte la necesidad de ubicar- imposible conseguirlo. Para Park la realidad social no es una
los en "mapas de distribución" a fin de poder focalizarlos. A estructura fija, inmutable; está sometida a procesos fluidos y
través del diseño de una cartografía adecuada de "regiones dispares. Los individuos son sujetos cambiantes. Estos proce-
morales" o "mundos sociales", Park creía superar la carencia sos permiten explicar el componente natural-cultural de grupos
de objetividad, que acusaba su antiguo trabajo periodístico. La étnicos y raciales que buscan cabida en la cartografía urbana.
recolección de datos no era suficiente. Era necesario tratarlos A partir de ajustes ecológicos y de acomodación espacial, los
con profundidad y objetividad. Los recursos analíticos esta- grupos se enfrentan por el suelo. La ciudad es un espacio en
ban en las ciencias sociales, particularmente en la sociología, disputa: grupos cohesionados por lazos de solidaridad comba-
que definía como "la ciencia del comportamiento colectivo" ten de múltiples formas por acceso al espacio, al territorio. La
(Coser, 1988: 359). Burgess asumirá este reto. Su tipología de solidaridad se reafirma en estructuras significantes y simbóli-
los "círculos concéntricos" es una estrategia para la recolec- cas. La competencia está mediada por un orden moral y una
ción de datos. conducción normativa que regula al grupo. Así, por ejemplo,
Park entiende la ciudad como un sistema estructurado. Su existe una "ley del silencio" entre los tratantes de blancas o los
noción de sistema proviene del darwinismo social de Spencer
(1820-1903), autor muy leído en Estados Unidos, lo cual no de Inglaterra". La expresión que se atribuye a Darwin "supervivencia de los
deja de ser una paradoja. Spencer, al decir de sus biógrafos, más aptos", tal como él mismo reconoce pertenece en realidad a Spencer. Su
por "higiene cerebral" (igual que Comte) no gustaba de leer a obra The Principies of Ethic se publica en 1897 y The Principies of Sociology en
nadie." Spencer asumía que el proceso de supervivencia del 1908.
"El modelo de corte ecológico, con algunas variantes, fue aplicado por
Larissa Adler de Lomnitz, en la investigación: Cómo sobreviven los margina-
"Charles Darwin en cambio no ahorraba adjetivos para demostrar su dos, México, Siglo XXI, 1975. El trabajo se desarrolló en La Cerrada del
admiración por Spencer, de quien era lector asiduo. En su opinión: Spencer Cóndor, un barrio de inmigrantes en la ciudad de México. Es considerado un
es "una docena de veces superior a mi I...1 el más grande de los filósofos vivos clásico de la antropología urbana en México.

90 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 91


inmigrantes ilegales Nadie delata. "Existen pocas reglas mora- por el acelerado fenómeno surgido del urbanismo industrial
les establecidas entre los ladrones, pero sí un buen número de en Europa; sin embargo, se carecía de una discusión discipli-
reglas tácitas" (Sutherland, 4993: 42). naria sobre lo que acontecía en el interior de la ciudad. La
La ciudad es fuente de misterios. Hábitat de ricos y po- ciudad emergía, en estas perspectivas, como resultado o sín-
tesis de procesos socioeconómicos o político-culturales globa-
o
bres, empresarios y mendigos. Núcleo también, anticipatorio,
de lo que hoy en día se denominan "culturas líquidas", esto es, les, no como una realidad espacial antropológica. Las ciudades e
no se analizaban como unidades independientes, susceptibles de
grupos sin territorio. Sin anclaje. Es necesario descifrar en
cada uno de sus detalles el misterio contenido en los espacios ser abordadas desde el ámbito de una "cultura urbana" espe- e
públicos, diseccionar los secretos de la muchedumbre anóni-
ma. Entenderlos en su zona natural, es una forma de plantear
cífica, y ajena a indicadores económicos, productivos o de-
mográficos, tal como se plantea en estudios posteriores.
o
soluciones. Era evidente, y en Chicago esto era más que ob- Si bien los autores citados toman en consideración en
vio, que la división del trabajo y más aún, la Revolución Indus- su análisis de los procesos de industrialización, el papel
trial, habían eliminado de tajo formas antiguas de organiza- desempeñado por las ciudades, la emergencia o "afirmación e
ción social. Citemos como referencia el caso más extremo de de una teoría sociológica aplicable a la ciudad" (Castells,
la inmigración, la irlandesa: la enfermedad de la patata, elimi- 4983: 46J, sólo hace presencia luego de que Park y sus co-
na a un millón de habitantes. Aunado a esta catástrofe, sume-
mos un hecho demográfico brutal: en dos décadas Irlanda
laboradores esbozaran los temas básicos de la disciplina,
entre éstos, el de la "cultura urbana". Se entiende por cul-
o
pierde 5/16 partes de su población. La ruptura de las formas tura urbana: e
básicas de organización local, quedan diseminadas en el trián-
gulo migratorio: Irlanda, Inglaterra, Estados Unidos, epicen-
Un sistema específico de normas o valores, o -por lo que
concierne a los actores- de comportamientos, actitudes y
o
tro de la moderna trata de personas (Coriat, 2000). Poco que-
daba del prestigio, el parentesco, los linajes o la religión de los
opiniones. Este sistema es la expresión de formas determina-
das de actividad y organización sociales, caracterizadas por:
o
inmigrantes irlandeses. Los viejos lazos de solidaridad habían diferenciación muy acusada de las interacciones, aislamiento e
sido reemplazados por un hombre racional especializado, social y personal, segmentación de los papeles desempeña-
atrapado en la inercia de tribunales de justicia, correccionales, dos, superficialidad y utilitarismo en las relaciones sociales, o
escuelas, e instituciones desconocidas. Era como si las ciuda- especialización funcional y división del trabajo, espíritu de
des hubieran creado sus propias formas de vivir y resignifica- competición, gran movilidad, economía de mercado, predo-
minio de las relaciones secundarias sobre las primarias, paso
do las antiguas prácticas e instituciones.
de la comunidad a la asociación, dimisión del individuo con e
respecto a las organizaciones, control de la política de asocia-
ciones de masas (Castells, 1974: 50-51). e
LA OTREDAD URBANA
El planteamiento anterior, más que una definición teórica,
e
Marx, Comte, Durkheim, Weber, entre otros, habían teorizado
sobre los procesos globales que enmarcaban el desenvolvi-
lo que define es una perspectiva de corte sociocultural. En
síntesis, advierte el sociólogo español: "La cultura urbana
e
miento urbano. Grandes construcciones teóricas, influidas
is
e
92 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 93 u
sería, pues, el sistema cultural correspondiente a la 'cultura dad)" (1974: 95). Para Castells, especialista en asuntos urba-
de masas'. Se inaugura así el camino para el estudio de los nos, y con raíces marxistas, la ciudad es un epicentro de
comportamientos urbanos"." conflictos, sistema nervioso de las fuerzas productivas. 47 El
En esa tesitura el avance de los sociólogos de Chicago espacio era importante, pero la cultura estaba determinada
consiste en aventurar hipótesis, no sobre los fenómenos ma- por el sistema productivo. En esa dirección, la ciudad tiene
cros, sino sobre el microcosmos cultural urbano: ¿cómo la que ver con procesos de consumo colectivo, y manifestacio-
ciudad, ese "asentamiento relativamente grande, denso y per- nes espaciales y simbólicas, propias del capitalismo industrial
manente de individuos socialmente heterogéneos" -según la y empresarial; esto es, de la economía y, en consecuencia, del
clásica definición de Wirth-, afecta a los sujetos? ¿Bajo qué poder. El materialismo histórico del autor en su estudio sobre
mecanismos de interacción o de operación simbólica constru- las ciudades" difiere de las posturas ecológicas que asumen
yen o habilitan los sujetos la hipotética cultura urbana? ¿Cómo la ciudad como "área natural".
se potencian los deseos y los miedos? Ahora bien, las ciudades no solamente son "áreas urba-
nas", también son "áreas humanas". Implican la participa-
ción de los habitantes, porque para decirlo con Lefebvre, en
LA CULTURA URBANA su crítica a la Carta de Atenas, existe un "derecho a la ciu-
dad" (1969)." Los ciudadanos, sobre la base del derecho
Para Castells la "cultura urbana" es un mito: "El calificativo mencionado, y a través de movimientos sociales, pueden
urbano, no es inocente. Se trata [...] de hacer que la hipótesis llegar a influir en la modificación de entornos: reconfigurar
de la producción de la cultura connote la idea de naturaleza o, los espacios públicos, incluso, apropiárselos en beneficio
si se prefiere, que un sistema específico de relaciones sociales de la colectividad.
(la cultura urbana) connote un cuadro ecológico dado (la ciu-

"Existe una tradición intelectual de origen alemán que es conocida como "'En el modelo marxista, el concepto de "modo de producción" es funda-
"sociología de la cultura". Bajo esta perspectiva el concepto "cultura" difiere mental; éste se asocia con una teoría de las clases sociales. Las clases y el
del utilizado por algunos antropólogos, esto es, como "costumbres", a la modo de producción, corresponden a momentos específicos: son una totalidad
usanza de Tylor. Para Alfred, Weber, Dilthey o Cassirer, la cultura se presen- concreta, no un artificio retórico. Las ciudades, lo urbano, son realidades que
ta como una acción consciente (o inconsciente) compartida por un grupo, se inscriben en el arco de larga duración de los modos de producción. Cfr.
clase, subclase o sociedad, y que desempeña el papel de crear esquemas Carlos Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política,
cognitivos colectivos organizados en forma de cosmovisiones históricas México, Siglo XXI, 1971.
(Muñoz, 1995). Cfr. Blanca Muñoz, Teoría de la pseudocult uríi. Estudios de so- ""La visión de Castells coadyuvó en la renovación del estudio mundial
ciología de la cultura y de la comunicación de masas, Madrid, Fundamentos, de las ciudades. Se inició en el marxismo, pero con el tiempo abandonó sus
1995. Sobre el concepto sociedad de masas puede verse, Cesare Mannucci, raíces y se interesó en los medios de comunicación y las tecnologías de la in-
La sociedad de masas, Buenos Aires, El Corregidor, 1972, un recorrido sobre formación. Castells es junto a David Harvey una de las referencias más ac-
las diversas posturas que existen sobre el tema. Los conceptos sociedad de tuales e importantes sobre el análisis urbano.
masas y sociedad de consumo, fueron ampliamente utilizados por Adorno y "Henry Lefebvre, El derecho a la ciudad, Barcelona, Península, 1969. El
Horkheimer, de la Escuela de Frankfurt. En opinión de estos autores, dichos derecho a la ciudad, como derecho a la vida urbana, esto es: el deseo, lo lú-
conceptos constituyen los fundamentos del capitalismo financiero interna- dico, simbólico e imaginativo, que está más allá del simple habitar, circular,
cional. cfr. Theodor Adorno y Max Horkheimer, Dialéctica del iluminismo, cultivar el espíritu y el cuerpo, constituyen elementos básicos de este soció-
Buenos Aires, Sur, 1970. logo francés. Su punto de referencia es París.

94 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 95


TEORÍA DE LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS blemas: desempleo, violencia juvenil, delincuencia, consumo
de drogas, prostitución, casas de juego, etcétera.
Ernest Burgess desarrolla una cartografía básica para la inves- Burgess era un apasionado de la cartografía; largas jorna-
tigación urbana: la "teoría de los círculos concéntricos". El das de su vida laboral las dedicó a mapear el laberinto urbano.
punto de referencia es Chicago. Burgess divide la ciudad en Uno de sus diseños más conocidos y utilizados, incluso en la
cinco círculos o anillos concéntricos. Cada uno de éstos corres- actualidad, divide la ciudad espacialmente en cinco círculos
ponde a una región moral o área natural. Park asociaba la concéntricos.
población marginal con una ubicación topográfica que era Primer círculo. Coincide con el sector céntrico de la ciudad.
identificable culturalmente, permitiendo, además, registrar el La plusvalía por metro cuadrado es la más alta de la urbe.
proceso de lucha por la existencia. Este fenómeno visible, Concentra dos elementos: 1. El comercio formal, y 2. índices
tanto en animales como vegetales, denotaba una disputa por altos de delincuencia económica. A raíz de este último factor
el espacio. La región moral presupone un orden biótico, carac- es empíricamente demostrable, en los ejemplos de distintas
terizado como un "mosaico de pequeños mundos", segrega- ciudades, el abandono del centro como lugar de habitación.
dos, competitivos, y en los mecanismos de individuación, Segundo círculo. Es una zona de transición. Se caracteriza
normales. por resentir el proceso de expansión o presión del primer
Park señalaba que la tarea del sociólogo consistía en la círculo. La restricción en el nicho central por sobresaturación,
descripción del mosaico citadino y sus pequeños mundos: obliga a que formas intermedias de comercio informal inva-
"todos ellos son productos característicos de las condiciones dan el nicho del segundo círculo. Es el espacio típico donde
de la vida urbana; cada uno, con su particular experiencia, florece el "bajo mundo", los barrios peligrosos, la prostitución
conocimientos y punto de vista determina, para cada grupo y el tráfico de drogas. Posee índices altos de criminalidad. No
vocacional y para la ciudad en su conjunto, su individualidad" hay control policiaco. La competencia es despiadada.
(Park, 1952: 24). Asimismo, el sociólogo requiere de un instru- Tercer círculo. Esta área corresponde a zonas de vivien-
mento que le permita ubicar cartográficamente cada uno de das de trabajadores. También sirve de morada a inmigrantes
los grupos del mosaico. Ese instrumento es el que construye pobres.
Burgess. Cuarto círculo. Se caracteriza por ser una zona residencial
La teoría concéntrica es una cartografía de la ciudad. Plan- restringida y vigilada, en ocasiones por guardias privados.
tea que en la competencia cotidiana por el espacio, los grupos Abundan los edificios de apartamentos. Casas con jardín y
recortan el espacio, se distribuyen en círculos de habitación. hoteles. El índice de crímenes es bajo. Se supone hipotética-
Para desarrollar el modelo, Burguess y sus alumnos estudia- mente que los "ricos no se roban entre sí". Sutherland, años
ron sistemas básicos de construcción cartográfica. A media- después, demostraría lo contrario. Los adinerados también
dos de los treinta, algo inédito en los primeros años de inves- roban, y en grandes cantidades, sólo que no aparecen en los
tigación, iniciaron el uso de datos censales e información prontuarios policiacos.
cuantitativa que obtenían de los registros de las oficinas del Quinto círculo. Es, en general, un lugar de tránsito.
gobierno. Estos datos sirvieron para el diseño de mapas de En el segundo círculo o área de transición se concentra-
distribución e identificación distrital de los más variados pro- ron los trabajos monográficos de la Escuela de Chicago; sitio

96 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 97


privilegiado para dar vida a la teoría de la reflexividad de Su- Shaw, por los recursos de recuperación etnográfica que
therland, y cultivada con éxito por Garfinkel, creador de la etno- puso en marcha, dio origen a un género narrativo que anticipa
metodología. Señala Joseph que en los intersticios de la obras como las de Oscar Lewis, o de Ricardo Pozas en antro-
cartografía subterránea es donde afloran los mecanismos de pología, y demás escrituras de resonancia internacional, en
la interacción simbólica, y donde los sujetos desviados apren- que el investigador cede el copyright a los informantes, o lo
den, piensan y reflexionan: donde el yo se exhibe en relación acompaña en los créditos autorales. En un trabajo casi paralelo,
con el otro. Nadie se da por vencido. La mezquina felicidad es realizado en 1929, Shaw en coautoría con Zorbaugh, Cotrell y
transitoria. La reflexividad como pedagogía social del aprendi- Mckay, ubican en mapas de distribución las "áreas del delito".
zaje en el asfalto urbano, permite habilitar las artes del caza- Descubren que en el primer círculo se concentran índices
dor y descubrir las flaquezas de lo que Goffman llamaba el importantes de criminalidad. La razón es obvia. Es un nicho
papanatas, el urbícola ingenuo que por no leer correctamente de acumulación de excedentes y de riqueza material. No obs-
los signos de la calle, es victimado: tante, al contrastar barrios ricos y barrios pobres, concluyen
que la criminalidad es mayor en los últimos. Aparentemente
Discúlpame flaco, me dijo el taxista antes de arrancar y los ricos ni roban ni violan ni asaltan en sus barrios, en cam-
después de haber guardado prolijamente un revólver que
bio los pobres sí. Años más tarde Shaw y Mckay (1942) am-
nunca sabré si estaba cargado o no, pero debes tener más
guita que yo y aquí todos tenemos que comer (Molloy,
plían la perspectiva de ecología del delito, hacia otras ciuda-
2002: 11). des, con el objeto de contrastar las diferencias.
Los resultados prácticos de la perspectiva de los círculos
Con base en "historias de vida", autores como Clifford es la de ubicar las zonas del delito. A través de un diseño de
Shaw demostraron sobre el terreno hipótesis contenidas en políticas públicas, se plantea una estrategia de reorganización
el modelo de los círculos concéntricos. Stanley, el Jack-Roller, el de la familia y reestructuración de los barrios bajos. Finalmen-
joven delincuente historiado por Shaw, confirma el tránsito te, es la conclusión, el problema de la delincuencia tiene orí-
desde un nicho ecológico desorganizado a otro más promete- genes sociales. Años después, en los ochenta, los criminólo-
dor: nace en un barrio, pero la necesidad lo expulsa hacia gos del Reino Unido, reintroducen con algunas variantes el
West Madison Street, donde forja su carrera delictiva y es análisis de los vínculos necesarios entre las esferas guberna-
capturado por la policía. La recuperación testimonial tiene por mentales y la comunidad ciudadana, como alternativa para
objeto poner a salvo la objetividad de los investigadores. El resolver los problemas delictivos.
relato de Stanley se presenta en primera persona. Este recur- El trabajo de Shaw complementa el de Thrasher, quien
so evita, en apariencia, la intervención del sociólogo como lejos de apostar por la historia individual, explora el universo
traductor. Toda traducción, advertía Jorge Luis Borges, no de competencia de 1,313 pandillas. Thrasher escribe una de
deja de ser una traición. Shaw trata de evitarla. Stanley narra las primeras monografías de corte socio-antropológico: The
pasajes capitales de su infancia; revela los pormenores de Gang. La pandilla "gangsteril" emerge como un sustituto de la
iniciación de su carrera delictiva, el trágico destino de una familia. Es la respuesta organizada a la desorganización social.
vida fracturada. Vía de escape y de reconstitución solidaria. La pandilla define
un territorio. Se ubica en los intersticios de la ciudad: en el

98 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 99


segundo círculo o zona de transición. Expresa el conflicto y la versión original al público lector. Hoy en día es considerado
solidaridad entre pares. La pandilla otorga el reconocimiento un clásico de la criminología. Coinciden los críticos en ubicar
y la seguridad que la sociedad niega a los marginales. La in- este texto como uno de los pilares en la construcción de una
vestigación citada traza los elementos básicos de los estudios nueva sociología del delito.
sobre bandas; algunos de los datos serán corroborados en los Sutherland acuñó el concepto asociación diferencial para
trabajos sobre subculturas, desarrollados por Albert Cohen explicar el proceso de aprendizaje de la conducta desviada. En
en la década de los cincuenta, y posteriormente en las inves- su opinión, la conducta desviada se aprende sin más recurso
tigaciones del Centro Contemporáneo de Estudios Culturales pedagógico que el escenario o territorio grupal subcultural.
de Birmingham. En México, los trabajos pioneros sobre estas Las bandas tienen un código de normas y de valores que pon-
temáticas, nos remiten a la obra de Jorge García-Robles: ¿Qué deran el delito como un oficio normal y respetable. En contac-
transa con las bandas? to con estos grupos los individuos aprenden e interiorizan las
Edwin Sutherland es coautor de Ladrones profesionales. La normas: no delatar, ser solidario con el caído en desgracia,
obra está basada en la vida de un ladrón con 20 años de carre- colaborar, etcétera. Es tan normal el oficio delictivo que el
ra. Corrobora la teoría de la asociación diferencial: el oficio autor lo compara con los oficios legales. Robar es una profe-
delincuencia' requiere de aprendizaje. Los autores describen sión, una disciplina "casi científica". El término ladrón, agrega,
con precisión las artes del gremio de los ladrones, su entorno es un "título honorífico y dicho así, sin adjetivos, se refiere a
y características. Al mismo tiempo exhibe la complicidad de un profesional":
las autoridades con los carteristas, y la inutilidad de las medi-
das represivas basada en el Código Penal. Los centros de readap- El ladrón profesional está dotado de una gran habilidad y en
tación son un fracaso. Ni reforman ni readaptan al delincuen- esto se asemeja al cirujano, al abogado y al albañil. Todos los
te. Al contrario, sólo sirven para perfeccionar el oficio de recursos de su ingenio están orientados a preparar y ejecutar
delinquir y garantizar una exitosa carrera delictiva. el delito, a esconder las mercancías robadas, a salir airoso del
proceso en caso de detención y a controlar durante el curso
Sutherland subvierte la hipótesis de que sólo los pobres de la acción todas las operaciones que implica (Sutherland,
roban. Descubre que los ricos también lo hacen. En El delito 1993: 193).
de cuello blanco sigue el rastro de los delincuentes pudientes:
los que violan la ley con base en la ocupación o profesión, y Para los neurofisiólogos el cerebro es el órgano del pen-
que normalmente no aparecen en los registros delictivos ni samiento y de las emociones, pero en modo alguno su tama-
padecen los estigmas sociales, pues protegen su nombre con ño o forma está relacionado con conductas criminales o des-
el soborno y las amenazas de sus abogados. La investigación viadas, según pensaban algunos autores interesados en
se basó en el estudio de 70 empresas estadounidenses, ubica- descubrir los componentes innatos de la agresividad huma-
das fuera del segundo círculo. La obra fue censurada. La pri- na o las diferencias raciales o de género (Gould, 1986). No se
mera edición, fechada en 1949, apareció mutilada por presio- nace delincuente ni desviado. Existe, desde luego, un com-
nes de la editorial y de los benefactores de la Universidad de ponente individual; sin embargo, los dos comportamientos
Indiana. No obstante, en 1983 los alumnos de Sutherland pre- son aprendidos en el marco de organizaciones diferenciales,
pararon una edición póstuma del libro, y lo ofrecieron en la esto es, en la confrontación del sujeto con un universo de
100 • Juan Cajas La Escue1a de Chicago • 101
mundos culturales en permanente conflicto. El robo es nor- EL FIN DE UNA ÉPOCA
malmente un oficio de grupo, regido por leyes no escritas,
como lo es la confianza recíproca, el valor, la audacia y la no En 1935, a imagen y semejanza del discurso críptico de Park,
delación. No basta, escribe Sutherland (1993), sentir una in- diríamos que se rompió el equilibrio biótico de la Escuela de
clinación hacia el robo para que cristalice la vocación del Chicago. Nuevos hombres llegados de otros nichos sociológi-
robo. En el fondo de nosotros siempre se esconde un ladrón. cos irrumpieron en la Sociedad Sociológica Americana y des-
El aspirante a ladrón requiere una carrera de aprendizaje, y plazaron a la Escuela de Chicago, incluyendo su órgano de
ciertas actitudes, que lo ubiquen como sujeto elegible para difusión American Journal of Sociology, que durante varios lus-
ser invitado a integrar una banda, y hacer de la delincuencia tros había sido la publicación sociológica más importante y de
una profesión. obligada referencia en Estados Unidos. Los sociólogos rebel-
El modelo de Burgess que hemos descrito, exhibe limita- des fundaron su propio medio de expresión: American Socio-
ciones que han sido señaladas por diversos críticos; no obs- logical Review. En sus páginas satirizaron a los "periodistas de
tante, sigue siendo un patrón de referencia en estudios urba- Chicago", y rindieron tributo a los métodos estadísticos. Tiem-
nos que buscan delimitar áreas de concentración de conductas po atrás el irreverente Park había calificado de "magia parlan-
desviadas. La hipótesis de Burgess no ha variado en mucho: te" a la estadística. Park tuvo tiempo de disfrutar de su jubila-
el problema de la delincuencia tiene orígenes sociales, luego ción. Murió a los 80 años. Los tiempos habían cambiado. El
entonces, si el gobierno y sus instituciones modifican los fac- turno era para la Universidad de Harvard. El nuevo gurú de
tores generales que generan el desequilibrio biótico, las cau- la sociología estadounidense, se anunciaba con pasos de ani-
sas del delito desaparecen. Esta es, al parecer, la hipótesis que mal grande y enmarañada sintaxis: Talcott Parsons. El mo-
guía la política de reordenamiento urbano en el Centro Histó- mento del funcionalismo estructural había llegado para domi-
rico de la ciudad de México, impulsada por el actual gobierno nar los siguientes años, y hacer escarnio del pragmatismo,
local y que, entre otras cosas, se basa en la erradicación de los individualismo y empirismo de la Escuela de Chicago, cuya
miles de vendedores ambulantes que durante décadas inva- carencia de un soporte teórico era su mayor defecto. A esta
dieron las calles de la zona uno. tarea se sumaron los departamentos de Harvard y Columbia,
El acercamiento a experiencias urbanas más globales, en las poderosas universidades del Este, en las décadas de los
las que el uso de datos de corte cuantitativo era cada vez más cuarenta y cincuenta, cuyo apogeo coincide justamente con la
frecuente, con el tiempo terminaría minando el ideal de traba- época de florecimiento del welfare state.
jo microscópico y más antropológico empleado por los etnó- El fin de la primera época de la Escuela de Chicago cierra
grafos de Chicago. Al mismo tiempo marcaba la pauta de un el ciclo del proceso de institucionalización de la sociología en
quehacer sociológico que aspiraba a transformarse en una Estados Unidos. Pese a lo precario del aparato crítico de los
disciplina científica, a tono con los requerimientos del discur- primeros acercamientos etnográficos, sobresalen dos contri-
so positivo: métodos sofisticados de medición y uso de la es- buciones muy destacadas para los análisis futuros sobre la
tadística. Existía, pues, una disputa polarizada en términos desviación, un concepto típicamente estadounidense: la desor-
metodológicos: o el análisis que privilegiaba el dato cualitativo ganización social (Thomas y Znaniecki) y el principio de aso-
o el que privilegiaba el dato cuantitativo. ciación diferencial (Sutherland), que es en realidad "la primera

101 • Juan Cajas La Escuela de Chicago • 103


teoria sistemática que aborda el crimen como un fenómeno Capítulo 3
normal, producto de una sociedad" (Azaola, 1990). Estos con-
ceptos servirán de base a indagaciones antropológicas en el
mundo de la urbe: la disciplina sustituye a los salvajes tradi- Los salvajes urbanos
cionales por los salvajes metropolitanos, las llores del mal del
cemento urbano. Asimismo, abren las puertas al multivariado o
campo de las sociologías que rompen lanzas contra la socio-
logía tradicional, el paradigma funcionalista y el positivismo, •
postulando un nuevo paradigma: la reacción social o etique-
tamiento. o
o
Los antropólogos en el origen de la disciplina y primera mitad
del siglo xx estuvieron conectados al cordón umbilical del o
"buen salvaje", la metáfora que mejor expresaba la nostalgia
del primitivismo exótico: el otro inexplorado, dulce, minima- o
lista, "caníbales pero mejor que los cristianos", al decir de
Jean de Léry. Arquetipo de un mundo que sucumbía de forma
o
lenta e inexorable... como el navío de Maldoror. Era necesario, o
entonces, inventariar salvajes, como zapatos viejos en un des-
ván, hasta en el más mínimo de los detalles: olor, sabores y o
secreciones -repugnantes, pero placenteros- emulando una
partitura costumbrista, versallesca. Ejercicio rutinario. Adver- o
tía Bergson que un filósofo normalmente inventa una idea, y
luego la repite hasta el desfallecimiento. Lo mismo se podría
o
aplicar a los antropólogos en su idea de retratar la otredad de o
los aborígenes, portadores de la escisión primordial, los ar-
1
quetipos de la ausencia edénica; aquellos, diría Paz, que se u
oyen "llorar en medio de la sordera universal". o
La emergencia de las cuestiones urbanas como campo
de estudio, obligó a los antropólogos a replantear tanto el
objeto como los métodos de la disciplina. Los sociólogos de
o
Chicago abrieron las puertas de la urbe. Robert Park veía en o
las herramientas usadas por Franz Boas y Robert Lowie un
instrumento adecuado para la investigación en los multifacé- •
ticos intersticios urbanos. Los primeros antropólogos cruza- o
105


ron el umbral desconcertados; entre velos sin sombra redes- Terco... el cuerpo permanece", escribió Vicente Aleixandre, el
cubrieron a los salvajes urbanitas, y en el vacío de la noche poeta español de la Generación del 27.
olfatearon a los sociólogos urbanos acampando bajo los fo-
cos de neón y el ulular de las patrullas policiacas; intuyeron
mecanismos con los cuales la ciudad reconfigura a los suje- EL EXTRANJERO ARTIFICIAL. LA OTREDAD EN LAS CALLES
tos. La otredad urbana se desenvuelve desde otros códigos
de representación y significación. La realidad urbana, el ur- Los primeros acercamientos a la otredad urbana no están
banismo como ideología y práctica, se construye en oposi- exentos de preocupación y desconcierto. Despiertan la ani-
ción a los parámetros de la otredad decimonónica: se "rige madversión de los antropólogos de "levita y bombín"; los une
por el horror al despilfarro, a las fiestas y el sacrificio [...] Los el convencimiento de que el mundo de los barrios, los guetos
negocios, la industria, el capital, la acumulación, son lo con- de los pobres, con sus habitantes insomnes, son patrimonio de
trario del sacrificio" (Bataille, 2005: 48-49). la sociología. No tiene sentido invadir la disciplina hermana,
Daniel Múgica, en el prólogo a Ciudades invisibles, señala: reclaman algunos, haciendo sonar las cuentas de collares y
las sonajas de barro con que adornan los muros de sus casas
La ciudad moderna es una colmena con millones de abejas ¿Qué intentan, entonces, los jóvenes antropólogos, al abando-
obreras y unas cuantas reproductoras, donde los conflictos
son parejos, al igual que las derrotas, un enjambre de espe- nar la jungla y los mosquitos y explorar en un campo ajeno?
ranzas desatentas, de tristezas cotidianas. La crisis de la Nada, escribiría el profesor Robin F'ox, mientras cartografiaba
ciudad moderna nace en su vorágine, en la velocidad que los sistemas de aparcamiento selectivo en la isla de Tory, ex-
impide el disfrute de los placeres más inmediatos [...1 El ha- cepto librar una batalla inútil para encontrar salvajes sustitu-
bitante de la ciudad moderna, la occidental, carece de identi- tos en las barriadas marginales. Fox sentencia, amparado en
dad, porque el espacio que lo acoge tampoco tiene persona- el viejo estigma reduccionista: los antropólogos a estudiar la
lidad (1999: 3). cultura; los sociólogos, la sociedad; la criminología, los delin-
cuentes. Para Fox: "El parentesco es a la antropología lo que
La ciudad no se funda en la atracción, sino en el rechazo, la lógica a la filosofía o el desnudo al arte: la disciplina básica
en el alejamiento recíproco, en la desintegración, en la lógica del tema" (1972: 10-11); luego entonces, para qué divagar en
de la velocidad, sugiere Paul Virilio (2006); para el arquitecto los hechos sociales urbanos, si al parecer no admiten un aná-
y filósofo francés la tecnología se hace visible en el poder de lisis vinculante, relacional. La transgresión de una norma en
desconectar al individuo del tiempo y el espacio. La ciudad es la selva metropolitana ¿no puede ser leída como una ruptura
el paradigma del exilio y la orfandad, el receptáculo membra- cultural en los planos individuales o sociales?, ¿o será, acaso,
noso que aloja al inmigrante, el expulsado, el paria esquizoide la alteridad, una categoría petrificada en el altar de fuego de
que deambula por las calles, el desviado que navega en la las comunidades primitivas?
sangre de la aurora de un mundo que se antoja "sin sentido". La alteridad romántica del siglo xix vive días de luto. La
La ciudad es, en realidad, un exceso de sentidos. No lo sabe- desaparición del otro exótico se ha acelerado, señalaba Víctor
mos. Quizá ya estamos muertos; ¿seremos, acaso, realidad Segalen, el etnógrafo y poeta francés, luego de viajar por Chi-
virtual como lo sospechaba Baudrillard? El "muerto alienta. na y Polinesia, en las primeras décadas del siglo pasado. Los

106 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 107


textos de los antropólogos son "tumbas que embalsaman lo sujetos etiquetados como "inferiores" racialmente, primero, y
que desaparecerá" (Guillaume, 2000: 42). No obstante, lo em- luego por "producción", desviados. El racismo sentó sus reales
balsamado puede despertar... emerge en las ciudades como en Estados Unidos, también en otros lugares del mundo. El
el otro, el moderno "extranjero artificial" que habita la posmo- fenómeno no pasó desapercibido para los padres fundadores
derna ciudad multicultural. Realidad inobjetable: en los 484 del sueño americano; lo intuyeron mientras fumaban tabaco
estados independientes del mundo existen aproximadamente y, algunos, marihuana sin semilla, en los campos floridos de
600 lenguas vivas y cerca de 5,000 grupos étnicos (Kymlicka, Virginia, atendidos por sus sirvientes negros: los otros, depo-
2002); miles de éstos son forzados a la diáspora y avanzan sitarios de la ética blanca de la crueldad.
como hormigas hacia los refugios intersticiales de las metró- El deslizamiento en los centros de interés antropológico,
polis modernas. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial la en todo caso, señala Augé (1998) lo que plantea es una re-
migración ha lanzado a la población aborigen a las calles glo- flexión renovada y metódica sobre la categoría de la alteridad.
balizadas de la urbe, resignificados en modernos transhuman- Los temas clásicos de la antropología no desaparecen, sobre-
tes, fuera de los subterfugios dorados del espíritu: hurona ya viven resignificados en la jungla urbana, se metamorfosean e
no es el refugio seguro del exilio. hibridizan."° La ciudad es un paraíso de formas híbridas resig-
En el fondo de las preocupaciones de los antropólogos nificadas; ¿no son, acaso, las fiestas de quince años, formas
clásicos está el temor, advertido por Louis Dumont: la re- • urbanas de resignificación simbólica de un rito de paso a la
flexión antropológica es posible que "pierda continuidad", si vida sexual, parodiadas, incluso, como realidad conversacio-
se extravía en el análisis de alteridades extrañas u objetos nal en formas cifradas de antilenguaje urbano, donde la niña
empíricos que son propios del mundo moderno. Gran parado- entra en la "edad de merecer", pesa "más de 40 kilos" o "ya
ja. La antropología, desde sus orígenes se planteó una "visión alcanza el timbre"?`,
global de la vida humana" y asienta raíces en el análisis de La obnubilación colonial por el otro exótico había margi-
culturas y sistemas de vida (Fernández Martorell, 1997). Y nado a los antropólogos de investigaciones en el contexto ur-
éstas, se sostiene hoy en día, pueden ser rurales o urbanas, bano. Extraviados en selvas remotas, y probablemente como
indias u obreras, artificiales o producidas, transnacionales, li- Malinowski, maldiciendo a los nativos que devoraban sus
quidas o desterritorializadas. Marc Augé acotaba que la cuestión provisiones de tabaco, se negaron compulsivamente a "acam-
del otro es, y sigue siendo, el referente básico de la investiga- par" en los pliegues de la urbe; Lewis fue la excepción. Para
ción antropológica. No es un tema nacido del azar o la casua- Foster y Kemper los antropólogos tardaron demasiado en ac-
lidad: es su único objeto intelectual (Augé, 1998). Para Baudri-
llard (2000) ya no se trata de estudiar o viajar para matar al 5°Kroeber introdujo el concepto de hibridación cultural, un tema que los
otro. El otro ha dejado de ser un objeto de pasión para con- estudios culturales rcmasterizaron en los noventa. La primera alusión a este
concepto data de 1923 (cfr. Valenzuela, 2003).
vertirse en un "objeto de producción", como sería el caso del El antilenguaje es una forma de resistencia al orden lingüístico domi-
extranjero, el inmigrante, el homosexual, el "raver", la puta, el nante. Tiene sus orígenes en las formas en que se expresan las conductas
músico, el delincuente, etcétera. El racismo, por ejemplo, es desviadas; Jesús Martin-Barbero le llama "sintaxis rota". Para John Shotter la
realidad retórica y argumentativa se construye socialmente; se sostiene den-
una invención moderna, nace en el siglo xvia europeo, ideoló- tro del contexto de las actividades conversacionales cotidianas y desordena-
gicamente alimenta la construcción del otro, el estigma de los das de la gente, esto es, en términos representacionales (2001).

108 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 109


e

!`
ceder al mundo urbano; salvo contadas excepciones, llegaron espacios públicos. Tema complejo para una disciplina joven.
de última hora al estudio de la temática urbana (García Can- Parecía que la antropología urbana invadía temas de otras
clini, 2005). Tardaron tanto que, en opinión de los críticos, ciencias sociales, entre éstas la sociología y la criminología.
terminaron reinventando temas de la sociología urbana de Gran equívoco. La antropología no estaba lejos de los intere-
Chicago, con medio siglo de retraso (Hannerz, 1986). ses de la sociología, que para Giddens: "Tiene como objeto
La urbanización completa de la sociedad, coadyuvó en la nuestro propio comportamiento como seres sociales [...] y va
emergencia de la cuestión urbana como campo de estudio; desde el análisis de los encuentros efímeros entre individuos
obligó a un golpe de timón: a sustituir, según Llobera, los vie- en la calle hasta la investigación de los procesos sociales glo-
jos "cotos de caza etnográfica", y a desbordar los limites disci- bales" (2002: 27). La ciudad obliga a los estudiosos a leer
plinares. El estudio del buen salvaje quedó marginado a las desde otras coordenadas.
etnografías basadas en el modelo clásico, descriptivo, funcio- Los antropólogos de principios del siglo xx se encontra-
nal o estructural. Geertz, en El antropólogo como autor (1988), ban fragmentados en escuelas de pensamiento o campos de
haría un lúcido análisis de estas corrientes, tornando como elucidación contrarios, reivindicando más "los conflictos que
referencia a Lévi-Strauss, Evans-Pritchard, Malinowski y Be- las conclusiones", al decir del siempre irreverente Clifford
nedict. Tras la ruptura de paradigmas y la revolución episté- Geertz, fallecido en el 2006. El punto de discusión radicaba en
mica anunciada por Kuhn en los sesenta, algunos antropólo- cómo ubicar, explicar o describir para los ciudadanos del pre-
gos dieron un vuelco en su actividad e incursionaron en la sente, el paisaje de los referentes empíricos concretos: las
ciudad, abocándose a experiencias de "campo", en barrios, poblaciones salvajes, primitivas, sin tradición escrita ni com-
colonias y vecindades, ampliando generosamente el campo de plejidad tecnológica o social, pero con instituciones sociales
estudio inaugurado por sir Edward Burnett lylor en el siglo residuales de interés: la familia, el matrimonio o la religión.
xix. De su autoría es el trabajo académico Cultura primitiva, Para la antropología, la más joven de las ciencias sociales, el
publicado en lengua inglesa en 1871, el primer libro de texto análisis de las instituciones en las sociedades primitivas, era
de antropología general, en opinión de Marvin Harris. importante porque en éstas los rasgos eran más visibles que
en las comunidades modernas o metropolitanas (Lienhardt,
1975) y, en opinión de evolucionistas y difusionistas -escuelas
PUNTO DE FUGA: LA ANTROPOLOGÍA URBANA enfrentadas-, podrían servir para explicar los orígenes de la
humanidad.
Los antropólogos eludieron, durante varias décadas, la posibi- La especulación decimonónica sobre los orígenes de la
lidad de construir un campo especializado que centrara su humanidad fue sustituida por el empirismo funcional británico,
atención en el estudio de los sujetos en el hábitat de las socie- asociado al nombre de Bronislaw Malinowski, y el culturalismo
dades modernas, y en los vínculos recurrentes entre el proce- estadounidense representado por Franz Boas. Estas dos pers-
so civilizatorio y la vida urbana: el epicentro de los desterra- pectivas se identificaban en el trabajo de campo como premisa
dos, los insomnes, los noctívagos, los transeúntes, los metodológica, pero diferían en las técnicas para la recolección
delincuentes; paraíso de la dispersión, los nuevos sonidos, de datos. A Robert Park no le interesaban las diferencias capi-
los fluidos de la urbe y de la moderna reconfiguración de los tales entre evolucionistas y difusionistas, pero sí la estrategia

110 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • III


del trabajo de campo de la disciplina. Park reivindicaba como pos de reflexión y elucidación. No la añoranza o la reactuali- 111>

fundamental el trabajo de campo y la observación participante, zación del luto por lo otro, sino pensar e imaginar lo social el
y los integra como instrumentos básicos en sus indagaciones desde una heurística instrumental que supere los límites dis-
en el laboratorio social que es la ciudad de Chicago. La vida ciplinares y avive la reflexión. Wright Mills en su réplica al
urbana reclamó la atención de los antropólogos, influidos por positivismo reivindicaba el poder de la imaginación... la ima-
las reflexiones de Park y su grupo de jóvenes y entusiastas ginación sociológica. e
colaboradores, deseosos de capturar las marcas de la vida afec- Ahora bien, no se trata de añadir la ciudad a los temas
tual, las huellas de la agregación social de los migrantes, la clásicos de la antropología, sino de incorporar los elementos o
realidad incandescente de las ciudades que florecen. Park es,
pues, un punto de partida.
nuevos que habitan la jungla urbana. Los antiguos objetos de
estudio no es que hayan desaparecido o permanezcan embal-
o
Entre las obras pioneras de la antropología urbana sobre- samados. Están presentes como abejas de cristal en la cotidia-
salen los estudios mexicanos de Robert Redfield, Tepoztlan, a nidad urbana, pero resignificados, metamorfoseados, escindi-
Mexican Village (1930) y Oscar Lewis, Life in a Mexican Village: dos, corno Gregorio Samsa, el personaje de Kafka. La reflexión o
Tepoztlan Restudied (1951). A tono con la advertencia de Geertz, urbana obliga a preguntarse por la reubicación teórica de los
estos dos antropólogos se enfrentaron en torno al modelo objetos de estudio, y desde luego, por el significado y alcances e
continuum folk-urbano, postulado por el primero. Redfield tuvo
estrechos vínculos con la Escuela de Chicago... también con
de la vida social, toda vez que el otro se manifiesta, siempre,
como un sujeto en movimiento y en permanente transforma-
o
la hija de Park, a quien "pintó pajaritos en el aire". En Chicago
obtuvo su doctorado, la gran vanguardia en estudios sobre
ción. Tal es el caso del neotribalismo contemporáneo, mezcla o
de localismos y lubricantes sociales: el revival arcaico de las
urbanización, y fue de los primeros que se arriesgaron a cru- incertidumbres personales y las drogas; los "destinitos" fata- o
zar los límites de la antropología anclada en el laberinto indí- les. Los seres humanos, hasta donde se sabe, son los únicos
gena. Los trabajos citados estimularon estudios posteriores que poseen certeza sobre su destino: "Morir es una costum- o
en las ciudades de América Latina. bre que sabe tener la gente". Lo escribió Borges en "Milonga
La ciudad emerge como epicentro de la reflexión antropo- de Manuel Flores".
lógica, y de las ciencias sociales en general. No es para menos. Cornelius Castoriadis, el filósofo griego, nos recuerda que en o
Los datos avalan el giro. De acuerdo con los últimos datos el juego de lo social los sujetos actúan pensando lo que hacen y
censales, 50 por ciento de la población mundial y 70 por cien- sabiendo lo que piensan. A este proceso le llamaba elucida- u
to de la de América Latina habitan en ciudades, en centros ción. Esta acción intelectiva permite objetivar nuestra relación
urbanos (García Canclini, 2005), delineando y ejerciendo par- con el otro. René Lourau llama implicación a la forma en que nos
ticulares perímetros de memoria o "comunidades imagina-
das", para decirlo con Benedict Anderson, o "comunidades
acercamos al otro y, simultáneamente, cómo nos vemos a no- o
sotros mismos. Es una operación doble, de sujeto-objeto: una
emocionales" con Maffesoli, que reconfiguran y resignifican el reciprocidad vinculante, reflexiva, entre lo social y lo teórico. o
imaginario urbano. La invisibilidad y el acontecimiento coti- No plantearlo de este modo equivale a reducir la práctica an-
diano, no sólo traducen escenarios que refractan al individuo tropológica al inventario de las funciones que realiza el otro,
como psique, sino que obligan a la apertura de nuevos cam- sin más recurso que la descripción abusiva de la totalidad

1 12 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 113 o


funcional del sistema o, en otra dirección, a teorizar sobre la los medios académicos la revista Urban Antropology. Poco a
semejanza o uniformidades psicológicas del pensamiento. En poco la nueva orientación ganó adeptos. No quedaba claro,
este sentido, la emergencia de la antropología urbana, supone sin embargo, si lo que se realizaba en materia urbana era an-
un momento de ruptura, un replanteamiento en la forma de tropología de la ciudad o antropología en la ciudad. En efecto,
mirar al otro: el sujeto urbano que discurre en el palimpsesto los primeros rastreos etnográficos recuperaban en el contexto
de las mutaciones sociales finiseculares, regidas en lo esencial urbano los objetos tradicionales de la disciplina: familia y pa-
por la inercia de los mercados globales. rentesco, grupos locales y vecindarios, tradiciones, fiestas y
rituales (Signorelli, 1999). El panorama abierto por una nueva
generación de antropólogos, era incierto. John Gulick indica-
PAISAJES POSCOLONIALES ba al respecto: "La antropología urbana no es una subdiscipli-
na en el sentido de un sistema intelectual y coherente que el
Las rupturas de la segunda posguerra, aunadas en lo funda- término implica. Sino que consiste en un número de nuevas
mental a la desarticulación del colonialismo y la emergencia direcciones que algunos están tomando'. (cfr Nieto, 4997: 58).
de áreas culturales y paisajes inéditos (Appadurai, 2000), obli- Las "nuevas direcciones" tienen, en principio, un vínculo obli-
garon a una reconfiguración del paradigma disciplinario. La gado con la Escuela de Chicago. Tal es el caso de los estudios
mirada antropológica fincó su atención en el paisaje urbano, sobre jóvenes y bandas. El periplo de esta temática va de los
ignorando, incluso, las advertencias de quienes no considera- estudios de Thrasher, Sutherland y Whyte, a trabajos más
ban pertinente ni recomendable que los antropólogos se in- actuales sobre los jóvenes tatuados de la Mara Salvatrucha,
miscuyeran en los asuntos de las sociedades complejas, que los traficantes de drogas y las bandas de sicarios, desplazando
afirmaban correspondía al campo de la sociología. Se podía la mirada hacia una antropología de la violencia.
indagar, sí, bajo una condición: "La antropología, ciencia inte-
resada en las reglas universales del actuar humano, no puede
y no debe estudiar las sociedades modernas, sino para buscar EL PLACER DEL TRABAJO DE CAMPO EN LA ALTERIDAD URBANA
en ellas, lo que subsiste o aparece de las sociedades frías"
(Signorelli, 4999: 78). Esa era la recomendación del gran pope La ciudad, esa gran performance, torbellino de signos de la vida
de la antropología francesa, Claude Lévi-Strauss. Años des- moderna, reclama la atención de múltiples disciplinas: la socio-
pués, Jean Monod, su joven discípulo de La Sorbona, así lo logía, la criminología, la psicología social, la arquitectura, la
haría, y en Los Barjots, un clásico en el estudio de las bandas antropología, las ciencias de la comunicación, la literatura, el
urbanas, intentaría descubrir "los tristes trópicos ocultos en la derecho... Ninguna disciplina por sí sola es capaz de abarcar la
selva de asfalto", al decir de los prologuistas Feixa y Romaní. totalidad urbana; de ahí la necesidad de acceder a un pensa-
El primer registro editorial del replanteamiento disciplina- miento en movimiento que ejercite la reflexividad social y la
rio data del simbólico 1968. En este año Elizabeth Eddy publi- transdisciplina. La ciudad invita a los interesados a ser un poco
có en Georgia el libro compilatorio Antropología urbana. Luego como Hermes, el dios de los mensajes y los intérpretes, tam-
se agregarían los textos de Southall y Gutkind, en 1973 y 4974, bién de los ladrones, y aprender a leer más allá de los signos
respectivamente, con el mismo nombre. En 1977 circula en de la calle, de las palabras; de los muros y de las plazas.

114 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 115


La antropología urbana ha coadyuvado al estudio de la ciu- ARQUEOLOGÍA DEL TRABAJO DE CAMPO
dad con la metodología que la identifica: el trabajo de campo y
la observación participante. Las disciplinas, unas más que El trabajo de campo, esa forma de ritual en la que el investi-
otras, se apoyan en este recurso de investigación. La idea de gador se templa, como el hierro al fuego, en el curso de la
campo, una metáfora campesina asociada al exotismo rural, ha observación con participación, según la remembranza del
sido superada. El trabajo de campo en la actualidad, se vincula antropólogo marxista Eric Wolf, se asocia a Alfred Radcliffe-
con prácticas de investigación que se desarrollan en diversos Brown y a Bronislaw Malinowski —el cracoviano errante, dias-
ámbitos: los psiquiátricos, las cárceles, barrios, pueblos, vecin- pórico en su otredad de nómada; experiencia que compartía
dades, familias, casas, bares, prostíbulos, supermercados, spas, con Joseph Conrad, polaco también, el renombrado autor de
cibercafés, etcétera. La importancia del trabajo de campo o El corazón de las tinieblas: inmigrantes en territorio anglosajón.
enfoque etnográfico se basa en tres considerandos: El primero pasó algunas semanas con los andamanenses
(4906 y 1908), y el segundo, entre 1915 y 1918, con los mela-
En primer lugar, existen sucesos, prácticas, que los discursos
no rememoran, o no mencionan, y que sólo pueden ser re-
nesios. Estos autores, sobre todo el segundo, son reconocidos
gistrados desde la observación prolongada. En segundo lu- como precursores del trabajo de campo antropológico, una
gar, es necesario contrastar "discursos verbales" con prácti- experiencia fenomenológica a través de la cual el investigador
cas, pues aquellos pueden contradecirlas u obscurecerlas. recupera los "imponderables de la vida auténtica", según decía
En tercer lugar, porque las nociones nativas, a partir de su Malinowski. El cracoviano posee el mérito de definir y presen-
uso en contextos empíricos, son sometidas a correcciones y tar por primera vez, en forma coherente, un catálogo de téc-
revalorizaciones prácticas (Isla y Míguez, 2003: 31). nicas cualitativas, y de formular un método, el funcional, para
el trabajo de campo. Ahora bien, existen experiencias docu-
El trabajo de campo es para el antropólogo, sociólogo o mentadas de convivencias de campo entre nativos, aunque de
criminólogo un recurso de investigación importante. Permite forma irregular en el siglo XIX: Franz Boas convivió con los
establecer vínculos de interacción entre el investigador y los esquimales de las islas de Baffin, en el Ártico, entre 1883 y
informantes; a su vez obliga a delimitar teóricamente el "cam- 1884, y con los kwakiutl, en la Columbia Británica. Codrington
po" de investigación. Equivocadamente se llega a pensar que con los melanesios, y Cushing con los zuñis en 1879.
el campo corresponde al referente empírico de un espacio Brown y Malinowski hicieron del trabajo de campo una
geográfico; un área circunscrita a límites estrictamente físi- práctica decisiva en la orientación de la antropología social
cos, donde el antropólogo accede a vivir 10 o 20 años con "su británica; será el recurso básico para la indagación en pueblos
comunidad". No. Aquello no es el campo. La idea de "campo" de África y el Pacífico. Desde entonces el trabajo de campo
es parte de un metaproceso de recorte de realidad que es prolongado identifica la disciplina antropológica. Es su "sello
definido por el investigador. Es un fragmento de realidad en el de garantía"; define su identidad disciplinaria. Con los años, el
cual se incluye ámbito físico, actores y actividades; es conti- trabajo de campo es una práctica que igualmente ejercen los
nente de la materia prima, la información que el investigador sociólogos, psicólogos sociales, los criminólogos, y también
transforma en material utilizable para la investigación, pero al los literatos. Advirtamos, sin embargo, que la "estancia pro-
mismo tiempo, es un escenario de reflexividad (Guber, 2004). longada", recomendada por los antropólogos clásicos, es una

116 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 117


práctica no exenta de dificultades, en la heterogénea cartogra- pólogos reniegan de la estadística, no por convicción, sino por
fía urbana. Incluso, en zonas controladas por los cárteles del ignorancia. No era el caso de Boas. En sus ensayos de antropo-
narcotráfico, el trabajo de campo es, en ocasiones, una prác- logía física, había demostrado un amplio dominio de esa disci-
tica imposible de llevar a cabo o se debe realizar de forma plina. La idea boasiana de investigación, coincide con la llama-
encubierta. da perspectiva emú:. Ésta proviene del modelo lingüístico
En Estados Unidos, el pionero del trabajo de campo es formulado por Kenneth Pike, que repercutirá ampliamente en
Franz Boas; su trabajo en el Ártico, The Central Eskimo (1888) la antropología cultural estadounidense. Una visión alterna, no
parece que fue un motivante definitivo en su formación como contrapuesta, es la perspectiva etic (Harris, 2004).
antropólogo. Dice Marvin Harris que Boas, en realidad, aspi- La perspectiva emic (fonémica) tiene que ver con los procesos
raba a convertirse en geógrafo, en Berlín. La estrategia etno- mentales, de percepción o concepción del mundo de los nativos,
gráfica de Boas ha sido muy cuestionada; su investigación los cuales deben ser recuperados sin interferencias conceptuales
sobre los kwakiutl es una monumental recopilación de he- de ninguna clase. Se supone que el investigador debe aprender a
chos: 5,000 páginas y un estante de cinco pies, recopilados pensar como un nativo, disponiendo además de informantes es-
por él o sus ayudantes, Hute y Tate, sobre "cosas equivoca- pecializados, que puedan llegar a "pensar como el antropólogo".
das", destacando entre éstas cientos de recetas de mermelada La perspectiva clic (fonética) parte de premisas planteadas por la
de moras. Su "trabajo de campo es una recolección sistemáti- comunidad científica, a fin de establecer diferencias y semejanzas.
ca de hechos que no hacían falta" (Harris, 4999: 272). El pro- El antropólogo formula hipótesis desde fuera; aspira a comprobar
grama etnográfico boasiano apuesta por el rigor de técnicas o gestar nuevas teorías. La antropología clásica o tradicional tiene
provenientes de la lingüística: su precepto básico en términos preferencia por lo emir,. Las dos perspectivas señaladas han sido
metodológicos es el de presentar de la forma más fidedigna trasladadas al campo urbano, siendo utilizadas en los análisis de
posible el "punto de vista nativo": lo que dicen y piensan. subculturas, contraculturas o de "formaciones de violencia", un
Boas plantea como premisa de primer orden la necesidad concepto acuñado por Pillen Feldman en 4991, para describir si-
de pensar en los términos del otro. La permanencia prolongada tuaciones de producción de violencia intergrupal.
en el campo y el aprendizaje de la lengua nativa es, en su opi-
nión, un requisito indispensable. A través de este procedimien-
to, pensaba Margaret Mead -su discípula-, se puede acceder al METODOLOGÍA Y TÉCNICAS
"más íntimo de los procesos de pensamiento de los informan-
tes". Para Boas el trabajo con informantes individuales, previa- Malinowski y Boas difieren respecto a la presentación de métodos
mente seleccionados e instruidos, es prioritario. En el cerebro y técnicas. El primero es claro y confesional; el segundo, críptico,
de los informantes anidan los elementos fundamentales de la por su rigorismo cientifista. Coinciden en la necesidad de describir
cultura, desentrañarlos milimétricamente es tarea del antropó- el punto de vista del nativo. Malinowski se adscribe al funcionalis-
logo. No se desentrañan con la simple observación, sino me- mo y Boas al particularismo histórico. Su intento es el de compren-
diante procedimientos rigurosamente calificados. Boas ubica der en su totalidad la vida mental de los pueblos, sin teoría ni guías
en los instrumentos de la lingüística el modelo a seguir. No conceptuales operativas. De ahí que insistan más en las técnicas
contempla en su estrategia la estadística. Usualmente los antro- de recuperación de datos provenientes de narraciones populares,

18 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 119


mitos, religión, arte, gastronomía y, en general, tecnología de la recoger y analizar información. Guber señala como preocupación
cultura material. Las monografías de la primera mitad del siglo xx, la carencia de una discusión a fondo sobre el tema de las técnicas;
incluían normalmente un capítulo de metodología y técnicas. Leí- éstas se presentan, en ocasiones, como un muestrario o agregado
dos metodológicamente estos dos autores exhiben la disputa en- de la teoría. La obra antropológica, en no pocos casos, surge como
tre el personalismo autobiográfico y la cientificidad: una etnografía rutinaria de la vida de los pueblos antecedida por
una pomposa introducción llena de agradecimientos cursis a los
Estudiar las instituciones, las costumbres y los códigos, o nativos, en aparente garantía de objetividad. Los sujetos aparecen
estudiar la conducta y la mentalidad sin el deseo subjetivo de como objetos inmóviles, congelados en el tiempo, sin historia.
sentir qué hace vivir a esas gentes, de entender la sustancia
de su felicidad, equivale en mí opinión a renunciar a la mayor Escribe Guber que uno de los grandes problemas:
recompensa que podemos obtener del estudio del hombre, El tratamiento de las técnicas como una cuestión de sentido
escribía Malinowski (cfr. Harris, 4999: 518). común, como recetas o como apéndices de la teoría, ha teni-
do graves consecuencias -no siempre felices- en la práctica
La publicación en 1967 de Diario de campo en Melanesia, de antropológica, en la elaboración y empleo de técnicas cualita-
Malinowski, produjo una suerte de "escalofrío epistemológico" tivas en las ciencias sociales (2004: 31).
entre el gremio antropológico: el genial profesor no sólo deve-
laba los misterios del intercambio del sistema kula en el Pacífico Una de las limitaciones que experimentan los investigado-
Occidental, también padecía de sueños húmedos provocados res, tiene que ver con la dificultad de vincular los aparatos
por los traseros de las nativas negras, y el recuerdo de una fé- teóricos con los referentes empíricos; describir parece ser
mina anclada en Australia, que en 1919 se convertiría en su más fácil que explicar. Finalmente, tras el agotamiento de la
primera esposa: Elsie Rosaline Masson. Mucha tinta ha corrido antropología clásica, y el fin de los safaris monográficos,
sobre el tema. Más allá de la hilaridad que provocan algunos los antropólogos aterrizaron en el submundo de las cartogra-
pasajes, el Diario es sólo un complemento a la ajetreada expe- fías urbanas, y plantaron sus pies sobre el asfalto, ignorando
riencia del trabajo de campo, y no demerita en absoluto el capí- las acusaciones de practicar una disciplina "espuria", "retró-
tulo metodológico introductorio de Los argonautas. Textos auto- grada" y "reformista". Nuevos actores dibujaron la singulari-
confesionales, complementarios a la reflexión propiamente dad sociocultural del género humano, la pluralidad citadina:
antropológica, son los libros de Margaret Mead, muy exitosos su torre de Babel. El cambio implica la formulación de nuevos
por cierto, y que han servido para descubrir cómo operaba su paradigmas; éstos sirven de faro para el análisis de nuevos ob-
mente antropológica. Destacamos uno de sus textos autobio- jetos de investigación. Los trazos de las urbes, repetimos,
gráficos (1976), en donde no sólo habla de los samoanos, sino fueron inaugurados por los etnógrafos de Chicago; éstos en-
también de las lubricidades con sus tres maridos: Luther, For- contraron en la antropología de Lowie y de Boas -a pesar de
tune y Gregory Bateson. sus recetas de mermelada- una caja de herramientas indis-
Método y técnica no son sinónimos; algunos antropólogos los pensable para la investigación social, y arma de primera mano
confunden o tienden a identificarlos como tales. El método supone para las sociologías creativas, en los años felices de la década
una epistemología, una teoría del conocimiento y una concepción maravillosa y contestataria: los sesenta.
del mundo, en tanto que las técnicas suponen instrumentos para
120 • Juan Cajas Los salvajes urbanos • 121
Capítulo 4

El estilo de Chicago

La Escuela de Chicago experimenta un revival en los paradig-


máticos años sesenta; una década que ha sido calificada como
la experiencia cultural más importante e intensa del siglo xx.
Las décadas antecedentes (4940 y 4950) habían sido domina-
das por los sociólogos de Harvard y de Columbia, y el enfoque
teórico del funcionalismo estructural. Para esta postura teóri-
ca las sociedades se presentan bajo la forma de "conjuntos" o
"sistemas sociales", con tres características básicas: son inte-
grados, armónicos y cohesivos. Las partes de los grupos o
sistemas funcionan idealmente, como piezas de relojería, ga-
rantizando el mantenimiento del equilibrio, el consenso y el
orden social. Las sociedades se analizan no como un organis-
mo o un cuerpo. Lo que interesa es el análisis de la función
de las partes o subsistemas que las constituyen.
El bienestar general y la salud social, dependen de la efi-
ciencia funcional de las partes. Donde la óptica funcionalista,
el acento se ubica no en el conflicto, sino en el consenso entre
los grupos. Esta limitante impide explicar el conflicto, los cam-
bios y las transformaciones sociales. El enfoque funcionalista
se preocupa por el análisis de cada uno de los rasgos presen-
tes en sociedades o grupos; al hacerlo despliega la famosa
pregunta de investigación: ¿qué función cumple ese rasgo en
beneficio del conjunto social? Describir la función, al menos
en antropología, ha dado lugar a largas y farragosas descrip-

123
ciones. Para Malinowski el "padre y jefe del gang funcionalista cambio, se interesa por el análisis de los órganos de control
inglés", como lo calificaba Radclife-Brown, "la cultura es un social que, entre otras cosas, tienen como función principal
todo funcional que está al servicio de las necesidades huma- controlar y reprimir las conductas que sustentan la desviación
nas". En sociología el funcionalismo estructural se asocia con (Larrauri, 1992). El etiquetamiento supone el ejercicio e impo-
la obra de Durkheim, Parsons y Merton (O'Sullivan et al., sición de una estructura de poder, cuyo engranaje se sostiene
1995), y en antropología con Malinowski. A este último se le en un aparato valórico y normativo, y que es aplicado sobre
atribuye la invención del funcionalismo, al que dio nombre. sujetos que por sus propias características, físicas, sociales o
Murió el 16 de mayo de 4942, fulminado por un ataque al co- culturales, manifiestan un distanciamiento del conjunto so-
razón, en New Haven, Connecticut. Poco antes de su falleci- cial. Dicho de otro modo, el etiquetamiento es un proceso
miento, y atraído por los cambios sociales que experimentaba social mediante el cual quien detenta el poder etiqueta al otro
México, estudió la economía del sistema de mercados en vulnerable, al diferente, al desviado, al que se separa del cen-
Oaxaca, en compañía de Julio de la Fuente. tro moral normativo en un contexto sociohistórico específico,
En los sesenta resurge con renovada fuerza el interés por por ejemplo, el que vivieron las generaciones de los sesenta
el interaccionismo simbólico. Esta perspectiva se posiciona del siglo pasado.
como un referente fundamental; es el punto de apoyo de no-
vedosas tendencias de la sociología contemporánea, la crimi-
nología, y desde luego para la antropología en su perspectiva CARTOGRAFÍA DE LA INCERTIDUMBRE
urbana. Destaca entre ellas el enfoque labeling aproach o eti-
quetamiento, que plantea un cambio de paradigma en los Los sesenta despliegan una oleada de incertidumbre en la
análisis sobre la desviación y, en general, sobre las lineas que Unión Americana y también en Europa Occidental. Tiempos
se adscriben al enfoque de la subculturalidad, la etnometodo- nuevos. Anuncian un periodo de rupturas, una rebelión cultu-
logia, y a los estudios culturales (Cambiasso y Grieco, 2000). ral en contra del stablishment. Se expresa en formas inéditas
La teoría de la reacción social o etiquetamiento es, quizá, de sensibilidad y en la construcción de cartografías juveniles
el enfoque más influyente de los sesenta (Becker, 1963; Ci- que desafían al mundo, y exhiben las contradicciones genera-
courel, 1967; Erikson, 1966; Kitsuse, 1968; Lemert, 1967). Se cionales de la posguerra. La legitimidad del orden social y el
nutre del interaccionismo de Blumer y se convierte en puntal aparato normativo imperante son puestos en entredicho y
de las reflexiones criminológicas de los sociólogos de la des- desafiados por los jóvenes. Al mismo tiempo las condiciones
viación, cuyo caballito de batalla es la ruptura con el modelo socioculturales son propicias para el surgimiento de teorías
funcionalista de la sociedad, el positivismo, y la urgencia de nuevas sobre la desviación y el delito; entre éstas sobresale la
construir un nuevo marco sociológico de referencia; es decir, teoría de la reacción social.
nuevos supuestos teóricos o paradigmas para elucidar las Los desviados modernos despiertan en las metrópolis
conductas desviadas. ¿Qué implicaciones tiene el cambio de armados de una nueva sensibilidad frente a la vida, y un esti-
paradigmas? Veamos, el paradigma etiológico de la criminolo- lo -"resolución mágica" le llamó Phil Cohen, en las páginas
gía positiva indagaba acerca del delincuente y las causas de 1 que dedicó a la clase obrera londinense del East End-; toman
su comportamiento. El paradigma de la reacción social, en las calles de las grandes urbes por asalto e impulsan una re-

124 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 125

t
volución cultural que subvierte la praxis académica y política: les. El "estilo [es] el área donde el conflicto entre definiciones
Berkeley, California (1964), París, Roma y México (1968), y reviste el mayor dramatismo [...] a los objetos se les atribuye
posicionan, como nunca antes, la música como un referente significado dentro de la subcultura y se les hace significar en
de, identidad y de sentido generacional: el rock and rail, ese forma de 'estilo" (Hebdige, 2004: 15-16).
"sonido de la urbe", que resume la conjunción de elementos Los dentistas no son sujetos encapsulados en torres de
de la "cultura negra con la cultura blanca" (Yonnet, 1988: 112), marfil. El sueño de la asepsia y la neutralidad de los datos
y que a la postre devendrá en la construcción de estilos, tal sucumbe ante el embate de los nuevos escenarios. Los cam-
como lo plantean Cohen y Hebdige.''' pos de estudio no constituyen elecciones al azar; no se traducen
Para Yonnet el rock and roll es una cultura de máscaras: el en fórmulas como "esto me interesa, esto investigo". Detrás
pelo de los Beatles, los lentes redondos de Lennon, la melena de la elección de los campos cognoscentes, independiente-
de Harrison, la minifalda de Mary Quant, la falda larga de Ja- mente del que sea, existe siempre una justificación incons-
nis Joplin, la lengua de los Rollings Stones, los pelos erizados ciente que desencadena puntos de interés. Éste es uno de los
de los punk, etcétera, en un proceso de invención y repetición aportes del encuentro entre el psicoanálisis y las ciencias so-
continua; anuncio precoz de las mediáticas tribus urbanas ciales. Georges Devereux, etnólogo y psicoanalista de origen
que alarman a las autoridades encargadas de mantener el austriaco, discute desde el psicoanálisis freudiano el obligado
orden. La máscara define un estilo, es la contracara de los vínculo transferencia-contra transferencia entre el investigador y
Tiempos modernos: la resolución mágica a los problemas coti- sus objetos de estudio. Operación recíproca: el investigador
dianos del obrero loco y deprimido de la empresa Electro "interviene" sobre fragmentos de la vida social: grupos, escue-
Steel Corp, lúcidamente interpretado en la pantalla grande por las, fábricas, manicomios, pero a su vez es "intervenido". Sobre
Charles Chaplin en 1936; resumen descarnado de la produc- la base de este reconocimiento, una pauta de conducta o esti-
ción ininterrumpida del fordismo. lo que poco a poco se generaliza entre los intelectuales de la
. posguerra consiste en sublimar lo marginal, lo subterráneo y
proscrito. El caso más conocido es el de Jean Paul Sartre y los
APOTEOSIS DE LA IMPLICACIÓN Y LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE camaradas que lo secundan. Sartre y Simone Beauvoir, la pa-
reja mítica, vinculan sus nombres al maoísmo, reivindican la
Los arios de la segunda posguerra definen un estilo de vida, independencia de Argelia (1962), las causas justas del Tercer
caracterizado por una militancia ternaria: política, emocional Mundo, y acogen en su núcleo bohemio de Saint Germain al
y epistémica, de la que no están exentos los científicos socia- irreverente Jean Genet, el célebre lumpen homosexual, autor
de una dramática autobiografía: El diario de un ladrón (1949) y,
52 E1 rock and rail tiene un mito de origen: nace con Elvis Presley cantando en general, de una obra "incómoda" para los puristas victoria-
como negro y su copete y patillas de camionero. Inaugura lo que hemos lla- nos, que en muchos países apadrinaron la prohibición de sus
mado "estilo". Nacido en Memphis, Presley graba el 6 de julio de 1954 en un
disco de 45 revoluciones That's all Right, Mama y Blue Moon of Ken'tucky, de escritos. Genet es a su vez un militante de diversas causas. Su
Arthur Bigboy y Hill Monroe, respectivamente que, coinciden los especialis- voz se levanta en apoyo a Daniel Cohn-Bendit, el joven rebelde
tas, marca el nacimiento de esta variante musical en Estados Unidos, y que a del mayo francés de 1968, pero también de Huey Percy
fines de los años cincuenta se extenderá a Europa. Presley muere el 16 de
agosto de 1977. Newton, el dirigente del Partido de las Panteras Negras encar-

125 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 127


celado en Estados Unidos, o de Yasser Arafat, a quien visita collares se esconde el individuo confundido que celebra y
en la clandestinidad. sufre, que alaba la audacia de los navegantes, pero curiosa-
El grado de afectación normalmente no aparece en los mente, no navega.
informes finales de investigación o en las obras canónicas de Para Lourau los diarios representan una superficie narra-
los autores que trascienden en los campos del conocimiento. tiva inseparable de los informes finales de investigación; reve-
La afectación se extravía en los pasadizos ocultos de la memo- lan pulsiones, presiones o emociones: aperturan la mirada e
ria y, eventualmente, emergen como anécdotas que llegan al que desnuda el "alma" del investigador. Detrás de los intrinca-
público gracias a la indiscreción de los colegas. Citemos un dos laberintos de las estructuras de parentesco subyace el e
par de ejemplos. Los trabajos confesionales de Malinowski o
Margaret Mead. Esta última estudia los lazos de parentesco en
antropólogo, con su carne y con sus huesos, la mente extra-
viada en los entresijos de los fantasmas personales, angustias
e
las islas del Almirantazgo para "demostrar" que sí sabe de lo
que está hablando. La anécdota cuenta que un joven discípu-
psicopáticas y curiosidades mórbidas (Paya, 2006). Geertz e
(1988), a propósito de Lévi-Strauss, señalaba que para enten-
lo del cracoviano había insinuado, tras la publicación de Edu- derlo había que empezar por leer su obra final, Tristes trópicos,
cación y cultura en Nueva Guinea, en 1930, que las cartas de un texto confesional donde, para decirlo con Octavio Paz, el
parentesco que presentaba habían sido trazadas por la infor- antropólogo despliega el arte de danzar sobre el abismo. Geertz
mación de un niño que fungía como su intérprete. El texto
sobre islas del Almirantazgo, traduce la fatiga y afectación al
afirma que en este libro subyacen las claves para descifrar
absolutamente toda su escritura. Los desnudos que capta su
o
ego de Mead; el deseo insospechado de superar la afectación
al yo.
cámara, no son quizá, desnudez ingenua; probablemente
sean la constatación empírica inobjetable, voyeurista, de que
o
Malinowski presumía de ser un casanova. Durante su vi- efectivamente "estuvo ahí", elaborando su goce, entre aque- e
sita a Estados Unidos en 1926 cuestiona la seriedad del traba-
jo de Mead en Samoa; consideraba que nueve meses de tra-
llos personajes que dormitan en la tierra, y que fueron un
punto de referencia en toda su vida académica: los bororos, o
bajo de campo eran insuficientes para conocer a cabalidad las nambiquaras y caduveos de la Amazonía. La monumental
funciones de la cultura. El polaco estuvo en las islas Trobriand obra del estructuralista francés se sostiene en cortos periodos
entre 1915 y 1918, casi dos años de trabajo de campo. En 1922 de trabajo de campo en las selvas brasileñas. Tiempo mínimo.
publica los Argonautas del Pacífico Occidental, disfrutando ya de Nada parecido, sin embargo, a James Frazer, el célebre autor
los placeres que le brinda la señora Masson, la enfermera que de La rama dorada, quien presumía de no conocer a los aborí- e
le producía sueños húmedos en el distrito de Kiriwina, en las genes sobre los que escribía. Robert Redfield sugería a sus
Trobriand, y que había dejado en Australia, tal como describe alumnos, como parte de sus actividades académicas, disponer
en su Diario, publicado póstumamente por la pintora Valetta
Swann, su segunda esposa, aunque no era esa la intención del
de un tiempo mínimo de cuatro meses de trabajo de campo...
cuatro. Sí. El número sagrado de los mayas (Guber, 2004).
e
autor que, al redactarlo, lo hizo de forma críptica. Los Argon- Las reflexiones personales o íntimas que se filtran como
autas y el Diario, son parte de un mismo proceso de construc-
ción intelectual; exhiben al investigador como sujeto que afec-
"notas de campo", poseen la virtud de traducir la naturaleza
de la implicación, pero también dan claridad acerca de las •
ta y es afectado: detrás del intercambio de brazaletes por condiciones en que se ejerce la investigación. Estas narrativas.
128 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 129


intimistas constituyen evidencias del proceso de construcción ampliamente discutieron "sobre el terreno micro" los grandes
de la imaginación creativa: "una rebelión del objeto sobre el temas de la época: la familia, la escuela, la fábrica, la cárcel y
sujeto". Para Lourau no existe el dentro y fuera del relato los psiquiátricos. El proceso de crítica a la cultura burguesa y a
etnográfico. Esta discusión parte de reconocer los síntomas y sus instituciones, desarrollado en Francia, abre paso a una
el universo pulsional de la subjetividad. Los temas de investi- serie de ideas que, con el tiempo, influirán en el mundo anglo-
gación no son casuales, están mediados por el inconsciente sajón y en América Latina.
(Paya, 2006). Castoriadis invitaba a pensar lo histórico-social
en el marco de las significaciones simbólicas, imaginarias y
reales: una triada objetiva para establecer reflexivamente los DE FRANCIA PARA EL MUNDO:
nexos vinculantes entre el individuo y lo social. Una perspec- LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ESTILOS JUVENILES
tiva sugerente, crítica además, de dos de las posturas domi-
nantes en la época: el funcionalismo estructural estadouni- En Francia, los intelectuales parisinos arreán las banderas de
dense y el marxismo sualinista de la Unión Soviética. la solemnidad académica, cuestionan los aparatos críticos y
En términos teóricos los sesenta reivindican una forma las abstracciones conceptuales. Rinden honores al placer de
nueva de pensar el mundo poscolonial y de asumir los retos lo concreto que emerge de la fenomenología. Se inaugura un
que devienen del compromiso social. En sociología derivaría estilo, mezcla de filosofía, vino, poesía, teatro, y una estética
en una crítica frontal a los viejos saberes e instituciones, pero corporal anticonsumista basada en el uso de desechos, cabe-
también en un rico debate sobre las tesis dependentistas, llos largos y drogas recreativas cultivadas en jardines particu-
circulacionistas, y el papel de las relaciones de producción y lares, traídas desde el Asia o fabricadas en laboratorios impro-
la lucha de clases, en los países llamados —en aquel enton- visados. Desaparece el culto a la persona. Se vive de espaldas
ces— del Tercer Mundo. Hoy en día la expresión, al estar vacía al mundo de la producción en masa. Este estilo, años más
de contenido, es un anacronismo. Gerard Leclercq (4972), en tarde, desafiará a las autoridades y marchará por las calles
Francia, cuestiona la validez del discurso, el método y la ideo- parisinas en los días heroicos de mayo de 1968, sin más con-
logía de la antropología colonial. El canadiense André Gunder signa que "la imaginación al poder", exigiendo la salida de las
Frank, no sólo cuestiona, exige abrazar la causa de una antro- tropas estadounidenses de Vietnam y de Camboya. :>3 El exis-
pología de la liberación. En América Latina, no es gratuito tencialismo de autores como Sartre, coadyuva a la construc-
encontrar a sociólogos y antropólogos en las filas de los mo- ción de una experiencia subcultural con una geografía propia
vimientos guerrilleros. (Marroquín, 4975).
Los sesenta permiten elaborar una discusión crítica sobre Si bien es cierto que los movimientos de crítica intelectual
el poder y las instituciones, develar el engaño de lo oculto y la que hemos mencionado páginas atrás influyen teóricamente
falsa inocencia: el Estado a través de su arsenal de institucio- tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, lo que hemos
nes califica y direcciona las conductas desviadas, depositarias denominado "estilo" tiene en el existencialismo sartreano una
de la etiqueta. Podemos sintetizar en la fenomenología, la psi- base de apoyo fundamental para las generaciones juveniles de
coterapia institucional, la antipsiquiatría, la criminología críti-
"Estados Unidos interviene en Vietnam entre 1962 y 1973 y, en Cambo-
ca y el socioanálisis, como los movimientos teóricos que más ya en 1970.

130 • Juan Cajas 1 El estilo de Chicago • I ti


los sesenta. El existencialismo es un cuestionamiento a la ra- los jazzmen neoyorquinos se autodenominan beat, es •ecir,
zón y a la idea de progreso. Plantea la crisis del hombre fáus- golpeados. Ahora bien, se atribuye a John Clellon Holmes el
tico, la incertidumbre del hombre que ha sobrevivido a dos haber publicitado la expresión Generación Beat; lo hizo en un
carnicerías mundiales y ya no tiene a dónde escapar. Sartre, artículo publicado en el New York Times, el 16 de noviembre e!
en la pleamar de la incertidumbre contemporánea, y de la de 1952: This is the Beat Generation. Holmes recuerda que lo
melancolía del presente, no deja de interrogarse acerca de un que él hizo público en su artículo pertenece en realidad a Ke-
motivo que justifique la existencia. Antoine Roquetin, el per-
sonaje de La náusea, su primera novela, publicada en 1938,
rouac, pues la expresión salió de labios del escritor en una
conversación que mantuvieron en 1948. •
advierte que la vida, en la errática costumbre de cumplir con Lo que originalmente se denominó beat con el tiempo in- e
corporó la contracción Tnik, en alusión al Sputnik, el cohete
los formalismos cotidianos, no es más que una insípida obs-
cenidad, que sólo logra producirle asco, náusea. La repulsión
a la fatiga asqueante de la vida cotidiana, el reconocimiento de
soviético lanzado meses antes al espacio, derivando en beat-
nik (Marroquín, 1975). La expresión beatnik en realidad fue

la gratuidad de todas nuestras cosas, la contingencia absoluta, inventada por un periodista de San Francisco, Herb Caen, el
alimenta el espíritu de toda una época: los sesenta. Sartre no 2 de abril de 1958, como parodia y ridiculización del movi-
hace militancia en abstracto: en 1964 sorprende a los france- miento beat, resaltando entre otras cosas el carácter no ame-
ses al rechazar el Premio Nobel de Literatura que le fuera
otorgado por la Academia Sueca.
ricano de éste. El término beatnik se utilizó para estigmatizar
el movimiento, una etiqueta de proporciones mayúsculas, en
o
Para Marroquín (1975) muchos de los movimientos socia- un país donde el comunismo era visto como la reencarnación o
les e intelectuales surgidos en Europa, han trascendido su del demonio. Los primeros beats no se reconocen en la expre-
propia geografía, y han sido acogidos y resignificados en tierras sión bes tnik; son los medios de comunicación los que mayor- o
mente hacen uso del término para caracterizar a grupos de
americanas. Este sería el caso del existencialismo de Sartre,
Heidegger y Kierkegaard, que desde diversos ángulos exhiben jóvenes que catalogan como vagos, delincuentes, y sobre todo o
las heridas del desgarro, las ilusiones perdidas del presente. antiestadounidenses, ligados a conductas lascivas y violentas.
Numerosos son los titulares de los diarios que a grandes co-
e
El existencialismo y la fruta jugosa del desencanto, aterrizan
en suelo americano y resignificados permean el submundo de lumnas atizan el fuego del etiquetamiento y el pánico moral, o
la "generación beat", la flamante subcultura underground rica señalando a los beatnik como banda de salvajes, asesinos y
en poetas y escritores. La resignificación cultural del vocablo libertinos, instigados por una pandilla de escritorzuelos adic- e
beat pertenece a Jack Kerouac. El escritor cuenta que la pala-
bra beat tiene su origen en una conversación espontánea que
tos a las drogas, la música negra, y el desenfreno sexual: los
poetas antimaterialistas liderados por Kerouac. Con los años

mantuvo con un buscavidas, Herber Huncke, en una de las la etiqueta beatnik sería asumida por los nuevos adeptos a la •
esquinas de Times Square en Nueva York, a mediados de
1944; probablemente se refiere al término beat como sinóni-
subcultura bea t.
La generación beat adquiere relevancia a mediados de los
cincuenta. Los beats realizan en 1955 un evento paradigmáti-

mo de "golpeado", de amplio uso en la jerga de músicos ne-
gros como Charlie Parker. Los bateristas llaman beat al golpe co en la Galería Six de San Francisco. En esta oportunidad
seco de las batacas sobre el cuero de los tambores; asimismo, Allen Ginsberg leyó a la concurrencia su poema Aullido, obra •
132 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 133 •

irreverente escrita bajo el éxtasis del ácido lisérgico, y dedica- la filosofía zen el camino de la salvación y la esperanza. Los
do a Carl Salomon, su amante, a quien había descubierto en sesenta son herederos del llamado baby boom, un crecimiento
un hospital psiquiátrico. El poeta interroga a los hombres de inusitado de la población. El terror de la guerra había inhibido
la sociedad posindustrial: "¿Qué esfinge de cemento y alumi- la propensión reproductiva de los habitantes. Superado el
nio abrió sus cráneos de un hachazo y devoró sus cerebros y conflicto bélico los estadounidenses se reprodujeron como
su imaginación?Dos años después, en 1957, Kerouac escribe su conejos. El crecimiento poblacional fue de tal magnitud que
obra-manifiesto, En el camino, una soberbia descripción del obligó a la ampliación de la cobertura del sistema educativo, y
mundo subterráneo de los beats, y donde los amigos del es- como nunca antes en su historia, el país presume de tener
critor cobran vida como personajes; igual cosa sucede en Los más alumnos en la universidad que agricultores (Brandes,
subterráneos y Los vagabundos del Dharma. Kerouac y sus ami- 2002). 55 Este fenómeno es importante tenerlo en cuenta, pues
gos de generación caminan en dirección del sol para liberarse el movimiento contracultural de los sesenta es básicamente
del samsara -el círculo vicioso en terminología budista- lejos estudiantil, y está ligado a la juventud de clase media.
de la miseria de los guetos, y las imágenes de niños cocidos Estados Unidos, la potencia vencedora en la Segunda Guerra
en napalm, reafirmando su topofilia, el amor por los lugares, Mundial, vive entre el desconcierto de la sociedad opulenta,
entre los bosques.''' Finalmente, tal como señalara Burroughs, tecnológica, y la desazón de observar las calles pobladas de
como reivindicación del estilo que identifica a los beats: "En la jóvenes inconformes; unos vulneran las normas, transgreden
vida lo único que se puede hacer es lo que uno quiere hacer". las costumbres, la moral; otros, se reafirman en la violencia
La premisa de Burroughs será la estafeta que asumirán como delictiva, sin causa aparente. Los años sesenta constituyen
propia los hippies que vienen en camino para sustituir a los una coyuntura de crecimiento económico sostenido y de politicas
beats. públicas de intervención social basadas en el Estado de bienes-
Las décadas tienen un sello generacional distintivo, cons- tar, uno de cuyos principales beneficiados es justamente el
tituyen una cartografía cultural simbólica a partir de la cual se sector juvenil. Las tasas de desempleo son bajas, el poder
congela el tiempo, se periodiza como "tiempo corto", en opo- adquisitivo es alto, y alta la capacidad de consumo. La demo-
sición a la "larga duración", para expresarlo con Braudel. Los cracia estadounidense, luego del triunfo aliado, vive momen-
sesenta definen un cambio cultural importante. Surgimiento tos de esplendor. La sangría ha terminado. Europa disfruta un
de una conciencia contracultural. Olvido del ser. Los jóvenes optimismo liberal. Los vagabundos del Dharma, Kerouac,
expresan en su estilo una disidencia de los valores culturales Ginsberg, Burroughs, Cassady se detienen en Europa, en su
más representativos de la sociedad de consumo: huyen del paso hacia Tánger o Goa, cargados de poesía, incienso y ma-
estrés urbano y se refugian en comunas; en las drogas en- rihuana: son una suerte de misioneros de una secta esotérica,
cuentran una salida a los grises atardeceres del presente, y en revolucionarios sin aguijón, hijos de la era de acuario y de la
54John Betjeman, poeta británico, acuñó la expresión topofilia para in- gran familia universal. El mundo beat prende con facilidad en
dicar el amor que los seres humanos pueden llegar a sentir por ciertos lu-
gares. Cfr. Alan Watts, Memorias. 1915-1965, Barcelona, Kairós, 1999. Watts '''En la actualidad, y por primera vez en su historia, Estados Unidos tiene
es una de las figuras más importantes del pensamiento contracultural in- más jóvenes presos por delitos relacionados con las drogas (aproximadamen-
glés, y uno de los autores que introdujeron el hinduismo, el budismo y el te dos millones) que estudiantes cursando carreras universitarias (Fernández
taoismo en occidente. Menéndez, 2001: 21).

134 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 135


California, luego cubre otras ciudades de Estados Unidos, y do padre de la socidlOkfi..''" Durkheim introdude el concepto
pronto se verá entreverado con jóvenes adolescentes que
gozan con la música de Joan Baez, la voz carrasposa de Bob
de anomia. Con el tiempo ocupará un lugar central en la so-
ciología funcional estructural. Será utilizado en Estados Uni- •
Dylan, y los ácidos mágicos del profeta del lsd, Timothy Leary,
los épicos "lubricantes sociales" que definirán una nueva
dos para explicar las situaciones de frustración social que
proceden de una carencia de oportunidades.
e
puesta en escena para el mundo sin futuro de los jóvenes: los
hippies.
Para Merton: "La anomia es una situación permanente, •
Las bases para el consenso y el equilibrio, de la "sociedad
caracterizada no por ausencia de normas sino por una falta de
correlación entre los deseos —los cuales son creados cultura]- •
funcional" —en el modelo parsoniano— están empíricamente
dadas; sin embargo, los signos de la calle anuncian lo contra-
mente y no 'por naturaleza ilimitados'— y las posibilidades
para satisfacerlos" (cfr. Larrauri, 1992: 5). Larrauri sostiene

rio: aumentan las protestas, los índices delictivos se incre-
mentan; la reacción pacífica contra el militarismo del Pentágo-
que la versión mertoniana de la anomia difiere de la postulada
.por el francés. Para Durkheim: "Anomia es 'ausencia de nor-

no se transforma en violencia inusitada: James Meredith es mas', una fase excepcional que se produce cuando, debido a •
apuñalado por un miembro de Los Ángeles del Infierno, la
pandilla encargada de la seguridad en el concierto de Alta-
cambios sociales bruscos, la sociedad no actúa como fuerza
reguladora de los deseos humanos, los cuales son por natu- •
mont organizado por los Rolling Stones. Sharon Tate y sus raleza ilimitados" (1992: 5). Según Durhon Hartan la concep-
amigos son brutalmente asesinados por la secta de un hippie ción de anomia que Merton maneja, difiere de la de Durkheim
rabioso: Charles Manson. Los dos sucesos ocurridos en 1969,
y con pocos meses de distancia, finiquitan la década prodigio-
en un aspecto fundamental: e
sa. El contexto anterior constituye el basamento sobre el cual [...] en su identificación con los mismos grupos y valores que
para Durkheim eran la fuente primordial de anomia en las
o
se despliega la segunda y más creativa época de la Escuela de
Chicago. sociedades industriales. Para Durkheim, la anomia era endé-
mica en esas sociedades, no sólo porque las condiciones de
o
la competencia eran desiguales, sino, lo que es más impor-
tante, porque la satisfacción del interés propio (los objetivos
LA OPULENCIA EN CRISIS Y LA AMERICANIZACIÓN DE LA ANOMIA de status y éxito) había sido consagrada como un fin social. o
La institucionalización del interés propio representó la legiti-
En Estados Unidos, a fines de los cincuenta, dos son los enfo- mación de la anarquía y la amoralidad. Según Durkheim, la
ques de referencia para explicar la situación de crisis social y moral exige [...] que las metas sociales se obedezcan por
de contradicciones culturales que hemos descrito: 1. la teoría de desinterés y altruismo, y no por interés propio y egoísmo. De u
ninguna manera se pondría fin a la anomia aumentando al
la anomia, y 2. la teoría subcultural. La teoría de la anomia es
desarrollada por Robert Merton (1968), tomando como punto de
e
partida la interpretación que hace de Émile Durkheim, conti- SB E1 término "sociología" pertenece a Comte; de ahí que los reseñistas de
la disciplina le atribuyan la paternidad de la disciplina. El término lo usó para
nuador de j a obra de Augusto Comte (1798-1857), el reconoci- diferenciarse de lo que en el siglo xix se denominaba "física social". Comte
definió la sociología como una ciencia positiva dotada de un método científico
-el método unificado de las ciencias naturales-, cuyo objetivo estaba orienta-
do a descubrir leyes generales.

136 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 137


máximo las oportunidades para triunfar (cfr., Taylor et al., o "sistema social", responde a cuatro imperativos funcionales:
1997: 111). "1. Prosecución de fines, 2. estabilidad normativa o latente,
3. adaptación al medio circundante, y 4. integración de los
El estado de anomia, en la versión mertoniana, tiene que miembros al sistema social" (Rocher, 1977: 340). Parson (1968)
ver, de un lado, con metas, y del otro, con la limitación de y Merton (1968) son los principales representantes del llama-
oportunidades. Entendiéndose por limitación, una falencia do "funcionalismo estructural". Toman distancia del funciona-
de carácter estructural que el individuo puede resolver me- lismo de Malinowskí, que es sometido a crítica por el absolu-
diante una conducta delictiva o desviada. El delito, en opinión tismo de su premisa: toda actividad o creencia desempeña
de Merton, tiene su origen en las contradicciones que son una función. A diferencia del funcionalismo antropológico
propias de la estructura de la sociedad estadounidense. La -análisis de hechos culturales y sociales- la perspectiva fun-
desviación sería una respuesta a los problemas que devienen de cionalista estructural analiza el sistema socia], en términos
la estructura. La tensión entre objetivos y medios, puede dar abstractos o totales. Grosso modo, los seguidores de esta línea
lugar a diversas reacciones. Merton clasificó cinco tipos de de trabajo se inclinan por indagar los prerrequisitos funciona-
reacción o comportamiento social: les, que hacen posible la existencia del sistema o sociedad. En
el caso que nos ocupa, la delincuencia, uno de los prerrequi-
Conformistas. Actitud que identifica a la mayoría de la po-
blación. sitos funcionales sería el de mantener un rígido control penal
Innovadores. Existen grupos que comparten valores, pero que limite o frene la conducta desviada.
actúan desde la ilegalidad. Los narcotraficantes, por ejem-
plo.
3. Ritualistas. Respetan pasivamente las normas. Tal sería el EL JARDÍN DE LAS SUBCULTURAS
él' e• •'':
Retirados. Los sujetos no compiten ni aceptan las reglas Los enfoques subculturales tienen en Albert Cohen, Richard
del sistema. Son marginales. Este sería el caso de los hippies Cloward, Lloyd Ohlin y Walter Miller, a sus precursores. Para
que viven en comunas. estos autores, obviando los matices, la "delincuencia es una
Rebeldes. A este grupo pertenecen los sujetos que renie- respuesta -solución cultural compartida- a los problemas
gan de los valores y las normas y tienen como aspiración la creados por la estructura social" (Larrauri, 1992: 6). Si bien
construcción de un sistema social nuevo. En este rubro se
ubicaban grupos radicales como el Partido de los Panteras comparten con Merton la idea de "reacción producida por
Negras. cuestiones estructurales", difieren en lo relativo a que todos
los sujetos comparten los mismos valores, y que los procesos
Los planteamientos de Merton tienen como soporte el de adaptación sean mecanismos individuales, puestos en
"modelo sistémico" de Parsons, y lo que denominaba "marco marcha por sujetos aislados (Larrauri, 1992). El análisis sub-
de referencia de la acción". Para el maestro de Harvard -el
"complejo de Olimpo"' la llamó Robin Williams- la sociedad, ricana. Intelectualmente viable o no, socialmente "pertinente" o no, es Parsons
quien, más que cualquier otro teórico social contemporáneo, ha influido so-
5.7A fines de los años treinta, Parsons era una celebridad mundial y Har- bre los sociólogos académicos en Estados Unidos como en el resto del mun-
vard una de las universidades más prestigiosas y selectas de la Unión Ame- do, escribió Alvin Gouldner (2000).

138 • Juan Cajas estilo de Chicago • 139


cultural de Cohen combina, de un lado, el enfoque micro de la conducta violenta de las culturas juveniles, se manifiesta
los etnógrafos de Chicago, y del otro, asume una perspectiva más en las clases bajas que en las medias (Alexander, 2000).
macro para explicar los problemas de inadaptación de los Advirtamos, entonces, los pasos sucesivos del discurso
sujetos a la estructura social, cuya consecuencia más directa criminológico: del ecológico "contagio social y el aprendizaje"
es la acción delictiva. de Chicago, a las abstracciones conceptuales del funcionalis-
La delincuencia parece ser la respuesta de los jóvenes al mo estructural (desarrollo de los grupos de edad) y de ahí a o
sueño americano: los jóvenes aspiran a ser parte de la clase las teorías subculturales que, entre otros aspectos, dieron
media. Impedidos de acceder a los peldaños de la pirámide paso en el campo penitenciario a los primeros estudios etno-
social, reaccionan con virulencia, se agrupan en bandas delic- gráficos en comunidades cerradas (Rivera, 2005), y al "etique-
tivas, crean sus propias normas, valores y códigos; hacen de taje" que analizaremos en el siguiente capítulo. La etiqueta
la violencia y el culto a la sangre un mecanismo de autoafir-
mación de identidad. Forman subculturas. Las subculturas
constituye una ampliación de la conducta desviada: no sólo 3
incluye a las subculturas criminales, sino también a sujetos
criminales anidan en los intersticios de las urbes. que son rotulados como desviados, aunque su comportamien- e
Las perspectivas mencionadas tienen en común un mar-
cado énfasis en aspectos como los grupos de edad, las subcul-
to no sea necesariamente delictivo.
En términos generales, estas líneas de trabajo buscan
e
turas y, en general, el carácter criminológico o delictivo de las
"culturas juveniles". 5" La expresión es una herencia de Par-
explicar, más desde el campo de la sociología de la desviación
que de la antropología, la emergencia de problemas relativa-
o
sons. La usó en los cuarenta, mucho antes de que la expre- mente nuevos en la cartografía urbana: subculturas juveniles,
sión se tornara popular, otorgándole un estatus científico. bandas obreras, y en general los fenómenos asociados a la
Antes que él, Ralph Linton había advertido cierta peculiaridad emergencia de estilos asociados al mundo de la música. Un
en el comportamiento cultural de los jóvenes en los territorios
de la urbe. La edad parece ser el agente que precipita una
parteaguas en términos analíticos, quizá sea la invención del
rock, cuyos orígenes se ubican a mediados de los cincuenta;
o
impugnación a los valores de la sociedad. Los grupos etarios, 1954, para ser exactos. En efecto, esta expresión musical de-
"grupos de pares", los llamaba Parsons, son portadores de una finió lo que Hebdige llama un "estilo", a través del cual se
crisis generacional: una revuelta frente al consenso normati- gesta una agregación identitaria. Nunca antes una manifesta- O
vo de una sociedad que rinde culto al consumo. Para Parsons ción cultural había sido tan definitiva en términos de agrupa-
;,"Los antropólogos han trabajado ampliamente a los grupos de edad. A miento, definición de identidad, y autonomización, como el
través de ellos, según los teóricos del parentesco, las sociedades tradicionales
delimitan horizontalmente el sistema de parentela. La parentela tiene como
rock and rol], con todo y los grados crecientes de compartimen-
tación de géneros del collage electrónico.
e
propósito definir la personalidad social del individuo. Normalmente, el paso
de un grupo de edad a otro, supone una estructura simbólica y sofisticadas
Las culturas juveniles se asocian con la música; esta defi- 4
ceremonias o "ritos de pasaje", según expresión acuñada por Arnold van ne un estilo: contestatario, uno, conformista, otro, y no por
Gennep en 1909. El concepto trasladado al mundo urbano tiene un alcance ello menos juvenil. Uno es el caso del estilo musical de las
restringido, digamos que metafórico. En sociología más que hablar de grupos culturas juveniles obreras de Inglaterra y, otro, el estilo musi-
de edad se alude a una "cultura de los jóvenes" o de "movimientos juveniles".
Son, claro está, grupos etarios, pero no tienen el alcance ni la significación cal de los jóvenes de las hight schools. Estas culturas, analiza- e
económica o política de éstos en las sociedades tradicionales. das desde la criminología, son pensadas desde la óptica de e
140 • Juan Cajas El estío de Chicago • 14 I 0

e
una suerte de "terapia social", término acuñado en 1927, con a un proceso analítico de desconstrucción, ubicando el análi-
el objeto de "normalizar el comportamiento" desviado. Si bien el sis en las piezas o autores fundamentales. Parafraseando a
término se aplica en contextos de encierro penitenciario, en Cortázar, diremos que el interaccionismo simbólico es un
este caso lo usamos como metáfora. No es sino hasta la irrup- "modelo para armar", sí, como la novela de su autoría publi-
ción de los trabajos de Ernesto de Martino (1962), Monod cada en el mítico 68. En una postura diametralmente opuesta
(1968), Hall y Jefferson (1983), Simon Frith (1978), cuando la a la novela clásica, el autor deja interrogantes sin respuesta.
reflexión criminológica sobre las pandillas como delincuencia No hay clausura. El interaccionismo -como la novela urba-
es desplazada, y en su lugar las subculturas juveniles son na- está abierto a múltiples posibles.
leídas bajo el prisma de los componentes simbólicos, y en
consecuencia como formas de "resistencia ritual" frente a
culturas hegemónicas. Este cambio de perspectiva genera EL INTERACCIONISMO SIMBÓLICO: MODELO PARA ARMAR
cierta empatía entre el investigador y los sujetos de estudio.
Las etnografías se deslumpenizan, y los actores son analiza- El interaccionismo simbólico tiene entre sus precursores a
dos como "sujetos que resisten" los embates del capitalismo George Mead y Herbert Blumer (1900-1987); este último fue
hedonista. maestro de Becker y Lemert. La primera alusión escrita al
Si en los estudios influidos por el funcionalismo estructural interaccionismo de que se tiene noticia, se encuentra en un
lo importante era la edad, el énfasis ahora se sitúa en la clase. 1 ensayo de Blumer; en éste describe a Mead como "interaccio-
El giro es fundamental. Rompe el mito de la cultura juvenil como nista simbólico". El término es amplio, y acoge diversas ten-
una actitud espontánea, libre del influjo de las clases sociales. 4 dencias. La referencia de Blumer ha permitido ubicar a Mead
Las etnografías sobre cultura de la calle, de David Downes como el padre de esta corriente sociológica. Es una paternidad
(1966) en Stepney y Poplar y de Peter Willmott (1969) en Bethnal no cuestionada. Los conceptos básicos del interaccionismo
Green, realizadas con adolescentes trabajadores, coadyuvaron simbólico fueron elaborados por Mead; discursivamente son
a la desmitificación de una cultura juvenil rebelde y, en cierto parte de su teoría del rol. Los roles aluden a los papeles que
modo, romántica (Hebdige, 2004). Esta revaluación plantea un los sujetos (actores) representan en la interacción que se efectúa
ángulo analítico diferente, resultado de la influencia del marxis- en diversos contextos. Son, para decirlo con Danny Saunders:
mo heterodoxo de corte gramsciano, y demás fuentes que se "Posiciones y modelos de conducta definidos socialmente que
utilizaron en Birmingham. Representa, además, un paso ade- se caracterizan por ajustarse a un conjunto de reglas, pautas
lante en las sugestivas descripciones de los etnógrafos de Chica- y expectaciones que sirven para orientar y regular la interac-
go, pues complementa el trabajo de la calle con un aparato ción, la conducta y las prácticas de los individuos en diferen-
conceptual explicativo. El cambio de rumbo posiciona la "cues- tes situaciones sociales". (1995: 313).
tión urbana" en un lugar central de la reflexión contemporánea, La teoría del rol se despliega en analogía con el teatro.
e inaugura un campo de trabajo que se abre paso en el univer- Éste se articula de forma triádica: actores, interpretación y
so de los llamados estudios culturales. escenarios. Los dramas que se representan sobre las tablas
Una vez descrito el escenario contextual en que se desen- están constituidos por secuencias de diálogos o parlamentos
vuelve la segunda época de la Escuela de Chicago, accedemos aprendidos, y previamente interpretados por otros actores. En

14/ • Juan Lajas El estilo de Chicago • 14


este sentido, la vida social es vista como una puesta en esce- sobre el nuevo rey de la sociología, Parsons, opacando las
na. Finalmente, parecen decir los interaccionistas, todos re- reflexiones de Blumer, quien es prácticamente ignorado, y en
presentamos papeles en la vida cotidiana. El padre y la madre, esa condición permanecería hasta los años sesenta en que su
por ejemplo, escenifican en el interior de la vida familiar, el obra escrita se hace pública, acaparando la atención de críti-
papel que en su tiempo representaron sus propios padres, y cos radicales que cuestionan el imperio sociológico parsonia-
que éstos a su vez aprendieron de los suyos, sobre la acción no ejercido en Harvard y Columbia, las poderosas universida-
y la interacción humana. des de la Costa Este.
Ahora bien, usualmente se confunden la "interacción Tras la muerte de Mead en 1931 y de Park en 1944, Blumer
social" y la "interacción simbólica", llegándose a presentarlos se había convertido en el sociólogo más importante de la cues-
como conceptos similares. No es así; son categorías de aná- tionada pero no desaparecida Escuela de Chicago. A través de
lisis distintas aunque relacionadas: "en la interacción social, su esfuerzo intelectual el interaccionismo simbólico se trans-
el acento está puesto en la comunicación y la reciprocidad forma en una importante línea de trabajo. Recordemos que en
entre quienes promulgan, utilizan y construyen los códigos 1 el interior de la escuela se gestaron y discutieron las ideas
y las reglas. Esta interacción incluye códigos verbales y no primarias del interaccionismo (Mead, Coley, Thomas, Sim-
verbales" (O'Sullivan et al., 1995: 496). Planteado en términos mel), pero no se habían materializado conceptualmente en
generales podría decirse lo siguiente: en el interaccionismo forma documental. La ausencia de material escrito permitió
simbólico el análisis que deviene de la observación partici- que en sus inicios el interaccionismo simbólico fuera califica-
pante con los sujetos, se centra en los niveles de influencia do sarcásticamente como "historia oral" por sus detractores.
que tanto los símbolos como los significados ejercen en la La desaparición de Mead heredó a sus discípulos el baremo
acción y en la interacción humana. La realidad social anida del interaccionismo simbólico. Gracias a los oficios de Blu-
de formas diversas en el interior de los individuos, toda vez mer, el interaccionismo simbólico mantiene continuidad y vi-
que la aprehensión objetual es un fenómeno singular. El es- gencia; tiende un puente entre la vieja y nueva Escuela de
cenario social constituye el espacio de interacción simbólica Chicago: primero, por la reformulación que hace de Mead;
entre los individuos. La interacción simbólica está mediada una relectura accesible para los iniciados y, segundo, por su
por procesos de comunicación, recurso mediante el cual los labor de divulgación. La obra de Blumer se compiló en el libro
individuos se agrupan socialmente, imaginan, fantasean y Interaccionismo simbólico: perspectiva y método (1969), una pu-
construyen. blicación paralela al surgimiento de las teorías del conflicto,
El ensayo de Blumer al que aludimos es Social Psychology, del intercambio, y del socioanálisis, entre otras, contribuyen-
y está fechado en 1937. Coincide, entre otras cosas, con la do a subsanar el carácter ágrafo del movimiento.
publicación de La estructura de la acción social, la obra que abre El tópico central del trabajo de Blumer es la comunicación
las puertas de la fama al joven Talcott Parsons. Cinco años y la interpretación simbólica. La interpretación es dada por el
antes, en 1932 en Alemania, Alfred Schutz -un autor funda- actor en la medianía entre el estímulo y la respuesta. El signi-
mental para los interaccionistas-, había publicado su obra ficado de los símbolos deriva de la interacción social. Esto es,
básica, centrada en el análisis de temas de Weber y Husserl. el individuo-actor enfrenta un mundo al que debe interpretar
En estos años los reflectores disparan haces de luz blanca para actuar. Para Blumer:

144 • Juan Cajas El eshlo de Chicago • 145


La acción de un ser humano consiste en tener en cuenta di- Park, reducía el método y la técnica al trabajo de campo, la
versas cosas en las cuales repara y forjar una línea de con- observación participante, y a lo que llamó "introspección sim-
ducta basada en su interpretación de ellas. Las cosas que pática". Una mala concepción de lo que constituye un campo
tiene en cuenta abarcan asuntos tales como sus deseos y de investigación puede llevar a los investigadores urbanos a
necesidades, sus objetivos, y los medios disponibles para sustituir el análisis por el imperio de la "libreta y un lápiz", y
alcanzarlos, las acciones y las posibles acciones de otros, su
imagen de sí mismo y el resultado probable de una línea de construir inventarios de información inútil. En esa tesitura
acción dada (cfr. Alexander, 2000: 479). "cualquiera con dos dedos de frente podía ingeniárselas para
obtener información 'cultural" (Guber, 2004: 30). Es una de
Blumer, entre 1941 y 4952, se desempeñó como editor de las dificultades que presenta el intervenir fragmentos de rea-
American Journal of Sociology, y desde este lugar privilegiado lidad aplicando las premisas interaccionistas, a rutinas y con-
incide sobre el material y autores que se publican. Los temas textos de la calle, en donde pareciera que unos actores ensa-
del interaccionismo se benefician de su jurisdicción editorial. yan sus puestas en escena. El andamiaje descriptivo, en
La labor tesonera de Blumer permitió que los adeptos al inte- algunos casos, obnubila los horizontes de elucidación.
raccionismo simbólico tuvieran a su disposición, en los años Nunca se pusieron de acuerdo. Kuhn insistió en su propia
cuarenta, un campo de trabajo en diversos centros universita- perspectiva de trabajo, dando lugar a lo que algunos comen-
rios. El activismo de Blumer influyó en las estrategias de in- taristas llamaron "Escuela interaccionista simbólica de Iowa".
vestigación adoptadas por Arnold Rose en Minnesota, Gre- Blumer abandonó en 1952 su oficio de editor, y aceptó un
gory Stone en Michigan, Robert Habenstein en Missouri, y un puesto de docente en la Universidad de California, en Berkeley,
autor f; .ndamental, Manford Kuhn, en Iowa, con quien el edi- dejando a sus discípulos de Chicago sin mecenazgo editorial.
torialista del Journal mantuvo cercanía y diferencias, que cul- El interaccionismo simbólico, con todo y sus altibajos, tiene
minaron en ruptura. como valía indiscutible haberse mantenido vigente durante
Kuhn coincidía con Blumer en el enfoque general acerca buena parte del siglo xx; posee, además, el mérito de ser el
de los roles cotidianos que desempeñaban los actores, sus único cuestionamiento teórico a Parsons, cuyos fundamentos
formas de pensamientos y formas de ejecutar acciones, pero son exclusivamente estadounidenses. Es, en opinión de
difería en lo relativo a procedimientos, técnica y métodos. Alexander: "La única tradición teórica de la sociología occi-
Kuhn sostenía como tesis fundamental la necesidad de pro- dental que tiene una perspectiva casi totalmente 'norteameri-
fundizar en el método y las técnicas de investigación, de tal cana" (2000: 462).
forma que se potenciara objetivamente el análisis sociológico.
En su opinión, la experiencia empírica requería de sistemas
de cuantificación y mecanismos de información directa. El uso de PERFORMATIVIDAD: SITUACIÓN, INTERPRETACIÓN, ACTUACIÓN
cuestionarios diseñados con criterios claros, es decir, con
objetividad, le parecían puntos de apoyo inevitables para el Se entiende por interaccionismo simbólico: "El enfoque de las
investigador. Blumer, a diferencia de Kuhn, era un escéptico relaciones sociales que pone el acento en la importancia de la
de los instrumentos cuantitativos; como digno heredero de negociación del sentido; los sentidos se asocian con símbolos
que son intercambiados en interacciones de las personas y

146 • Juan Cajas El estilo de Chi, i'; • I.'


-411-
los otros" (O'Sullivan et al., 4995: 197). El interaccionismo seen, desde luego, un entorno natural, pero éste no es tan
simbólico se sostiene en algunas premisas básicas: 4. El com- definitivo como los espacios de interacción simbólica de una gN
portamiento o conducta de los individuos no se rige por el realidad en permanente construcción, significativa en los
imperio consensuado de la norma, tal como lo afirma el "pa-
radigma normativo" de Parsons. La conducta humana, plan-
espacios del lenguaje, los mitos o la religión. El símbolo es
un concepto polisémico, y por ello mismo, complejo. Los

teaba Mead, es algo más que simples estímulos del mundo autores lo emplean de diversas maneras. No es un tema e
externo; ésta implica niveles de autoconciencia evaluativa, o
meditación del sujeto sobre sus acciones. 2. Toda acción hu-
nuevo; existen registros autorales centenarios sobre el asun-
to. La definición más común señala al símbolo como un sig-
e
mana es un acto meditado. El referente son los otros. En este
orden, la persona es siempre, sujeto-objeto de la interacción.
no, una señal, acto, objeto, o una alegoría con la que los
miembros de un grupo o cultura significan alguna cosa. Los
o
Los sujetos normalmente actuamos basados en un aparato antropólogos han otorgado un valor importante al papel que
cognitivo inferencial. Para Thomas la cotidianidad se presenta ocupan los símbolos en las culturas tradicionales o urbanas.
como una estrategia de inferencias. En realidad, escribe: La producción simbólica tiene mucho que decir respecto de la o
vida de los hombres.
No conducimos nuestras vidas, tomamos nuestras decisio- Pensemos, por ejemplo, en prácticas religiosas o sociales.
nes y alcanzamos nuestras metas en la vida diaria en forma
estadística y científica. Vivimos por inferencia. Yo soy, diga-
Éstas aluden a una estructura simbólica (símbolos religiosos
o reglas corteses de la vida social) usada como referencia en
o
mos, huésped suyo. Usted no sabe, no puede, determinar
científicamente que no he de robarle su dinero o sus cucha- el análisis antropológico y sociológico. Otra perspectiva es la o
freudiana: el símbolo identifica objetos y actos que tienen como
ras. Pero por inferencia yo no lo he de hacer, y por inferencia
usted me tendrá como huésped (cfr. Goffman, 1997: 45). virtud la sustitución del tabú, eventos traumáticos o trastornos o
El comportamiento (actuación) se determina en el espa-
sexuales. Análogamente ciertas instituciones pueden conver-
tirse en sustitutos. Los actos simbólicos de la vida cotidiana,
o
cio de la interacción social, esto es, en la interpretación que son analizados en su contenido por disciplinas como la psico-
el actor realiza, tanto en su papel de sujeto como en la situa- logía o el psicoanálisis. Veamos un ejemplo. Un paciente mi-
ción y actuación de los otros. Si la norma no transforma al sófobo atendido por Devereux relata que: o
sujeto en autómata y, en consecuencia, no sigue un compor-
tamiento pautado por la internalización de las mismas, la
Durante su adolescencia, le daba gran importancia a la e
íntegra expulsión de sus excrementos, bajo la forma de
acción social, sólo es posible entenderla desde la óptica del
sujeto-actor; es decir, del interpretante de la interacción. La
una sola "salchicha". Un día, durante una comida campes- e
tre, espió a una compañera, y vio que expulsaba una barra
acción de los sujetos está supeditada a la interpretación del fecal mucho más grande que ninguna de las suyas. "Des- e
entorno simbólico. El hombre, anotaba el filósofo judío Ernst pués de haber visto aquéllo, estaba dispuesto a estrecharle
Cassirer, es un "animal simbólico" que configura el mundo la mano y a admitir que, de ellos dos, era ella (she) quien
cultural a través de símbolos. Tesis compartida por Claude era el mejor hombre". Para este paciente, como para mu-
Lévi-Strauss en las célebres monografías que escribió sobre chos otros, la barra fecal era un falo -aqui: el de una mujer
mitología en la selva tropical amazónica. Los hombres po- (1984: 151).

148 • Juan Cajas


El estilo de Cnicago • 149

u
1

e
El encuentro del psicoanálisis con la antropología, la so- instintos, sus pros y contras" (cfr Ferraris, 2004: 74). La nece-
ciología o la criminología, agrega interesantes y polémicas sidad surge de la experiencia. Normalmente, como escribió
reflexiones, no exentas de ingeniosas hipótesis que, no obs- Wilde, entendemos por experiencia nuestra vivencia con las
tante, coadyuvaron en la superación de un positivismo llano, cosas malas; es decir, todas aquellas cosas que de forma di-
centrado en una visión plana del mundo. Cierto es, advierte recta nos afectan.
Duvignaud, que "en el transcurso de este siglo y de manera Ahora bien, plantear la realidad como un evento en cons-
siempre inesperada, el sistema de pensamiento serio fue agre- trucción implica el carácter cambiante de la interacción y,
dido y trastornado por estallidos lúdricos: el dadaísmo, el desde luego, la independencia de la norma. Asimismo, denota
surrealismo, el freudismo [...1 el movimiento hippie en los un cambio en la interpretación. Lo que antes era, ahora no lo
Estados Unidos, el 68 en Francia, fueron otras tantas pruebas es. La beckiana "sociedad del riesgo" (1998) presupone estra-
para una cómoda racionalidad" (1982: 44).59 tegias de seguridad urbana. Veinte años antes, al ser interpe-
Para Thomas Wilson, citado por Larrauri (4992), el actor lado en la calle por un desconocido, el ciudadano interpretan-
en cuestión, asume el comportamiento del otro, interpreta los te accedía sin reticencia alguna a dar la hora o indicar la
mecanismos de la acción, devela el significado o componentes dirección solicitada. Hoy en día y luego de la imposición de
simbólicos del rol o escena en juego. Sobre la base de la per- una experiencia o "cosa mala", la reacción primaria es rehuir
cepción intuitiva el actor dispara sus recursos de acción. De al desconocido, ponerse a salvo o activar los mecanismos de
mi diario de campo extraigo algunos ejemplos. Esto dice un autodefensa. Las acciones de los individuos no se plantean, a
pandillero de Medellín: "Me tumbas, te tumbo"; un expende- diferencia de lo que sugieren los normativistas, como sujetas
dor de drogas de Tepito: "Me chingas, te chingo". Y del voca- a las necesidades del sistema, sus funciones o a determinados
bulario popular una máxima costumbrista: "A que lloren en mi valores culturales. Las acciones de los individuos operan bajo
casa, mejor que lloren en la tuya". Lógica implacable. La res- la estrategia de resolver de forma oportuna e inmediata, los
puesta es inmediata en el espiral de la violencia urbana. En el intríngulis de la vida cotidiana, tomando como punto de parti-
escenario de la calle, donde -al decir de Reguillo (2000)- se da la interpretación de la situación. Interpretar, en este senti-
requiere de, "un manual de supervivencia urbana", los tiem- do, tiene una función de tipo práctico. La situación no supone
pos de la interpretación son definitivos. La vida camina sobre una actitud contemplativa, sino una actuación. Y ésta se reali-
una cuerda floja; mantener el equilibrio y no sucumbir al va- za sobre la base de la interpretación, una lectura sobre los
cío depende de una interpretación rápida y correcta. Los he- signos que porta el sujeto de la acción.
chos como tal no existen. Para Nietzsche sólo existen interpre- En nuestro ejemplo del desconocido que interroga sobre
taciones. Los hechos no son más que una interpretación. Son la hora, su cuerpo funciona como un texto a descifrar. El cuer-
"nuestras necesidades las que interpretan el mundo: nuestros po puede portar los ropajes de la desviación. Lo claro, advier-
te Ferraris (2000), no necesita interpretación, lo oscuro sí. En
"Cfr. Jean Duvignaud, El juego del juego, México, Fondo de Cultura Eco- esa dirección, el interaccionismo simbólico, lleva el tema de la
nómica, 1982. En este trabajo interroga la parte lúdrica de la existencia, el interpretación al campo de la cultura o culturas, en plural,
juego: el precio de las cosas sin precio, y cuestiona acremente el uniformismo justamente por el carácter babélico que asumen las cotidiani-
integral del funcionalismo estructural, en su intento de buscar universales y
conjuntos coherentes y ordenados, restringiendo el ámbito de lo diverso. dades urbanas; subvierte los usos tradicionales de la herme-

150 • Juan Cajas El estilo de Chicago • I S



néutica, y siguiendo a Husserl, consolida en la investigación potencia", "soborno" o "violencia", los símbolos por antono-
social el método fenomenológico, al que nos referiremos más masia de la denominada narcocultura. Estos adjetivos expre-
adelante: "llegar a las cosas mismas", objetos reales, fenóme- san una construcción social fantasmática sobre el narcotráfico
nos, desconectados de determinaciones empíricas (Ferraris, y la violencia social que azotan al país. En México es casi de e
2000). Una postura opuesta al reduccionismo empírico de los
positivistas, denunciado desde la sociología radical de Mills.
Para los interaccionistas la conducta desviada se aprende en
dominio popular escuchar sobre la colombianización del país.
Las cifras que aportan los medios de comunicación indican
que se está llegando a una situación similar a la que vive o

interacción con los demás, esto es, se construye socialmente; vivió aquel país sudamericano. Lo realmente paradójico es e
en este sentido el aspecto del cuerpo puede incorporar un
estigma, tal como se entreve en este testimonio ofrecido por
que en Colombia, tras la coyuntura militarista del gobierno
de Álvaro Uribe, electo en 2002 y reelecto en 2006, los niveles de
e
un adolescente punk: violencia política y social han descendido. En 2005 los se-
cuestros y homicidios se redujeron en un 70 y 35 por ciento,
Si a uno lo ven pandroso, nomás y ni se arrime a pedir un
favor, una moneda. Pus nomás nos ven, y luego luego, las
respectivamente. Frente a hechos de violencia inusual o brutal, los o
colombianos comentan que el pais se está "mexicanizando".
ñoras están agarrando la cartera o echan a correr. Uno va por
ahí pidiendo pa' los chescos. No es delito. Pero ya ve que por la En el imaginario que promueven los medios de comunicación, e
ropa o la greña nomás y te van diciendo "no tengo joven". Yo
creo que sí traen varo, lo que no traen es coraza. Nomás le
el fenómeno del sicariato y las decapitaciones son realidades
que corresponden a los temibles cárteles mexicanos.""
o
damos miedo a las marchantas. Lo REAL, para decirlo con los construccionistas, es que el ©1
crimen organizado mexicano ha desplazado en espectaculari-
Plantearlo así supone romper con el psicologismo que dad a los cárteles colombianos; otro nivel de realidad tiene o
hace de la desviación un evento aislado o individual. Al mismo
tiempo constituye un lugar de encuentro entre el interaccio-
que ver con la explicación que los individuos o grupos dan
sobre el cambio de la coyuntura. Para algunos construccionis- o
nismo y un nuevo enfoque teórico: el construccionismo so-
cial. Este enfoque sostiene que la realidad es una creación de
tas es importante develar los procesos de construcción de
realidad de los individuos, pero sin detenerse en el análisis
o
la interacción social. A través del sentido común, de la percep- de la realidad objetiva que deviene de los fenómenos estruc- o
ción de los hechos, los individuos llegan a percibir como real, turales. En el caso del narcotráfico, su análisis tiene como
lo que es "real" (Berger y Luckmann, 1978).
""En Colombia los grados más extremos de violencia se asocian a los gru-
o
Veamos un ejemplo. El narcotráfico en México es una rea-
lidad empíricamente inobjetable. Las instituciones encargadas
pos paramilitares. Tras los acuerdos de desmovilización pactados entre el go-
bierno de Alvaro Uribe y los diversos grupos de paramilitares, los índices de
o
de perseguir el delito muestran datos, cifras, decomisos, nú-
mero de muertos por decapitación, etcétera. El narcotráfico es
violencia han descendido. En estos grupos era común la decapitación y el des-
cuartizamiento de las víctimas con sierras eléctricas. La militarización del pais
o
algo REAL. Pero real es también lo que discursivamente los
ha inhibido en parte el crecimiento exponencial de la delincuencia y el declive
del accionar de los grupos armados: todos los municipios de Colombia poseen o
individuos y la sociedad perciben como la "realidad del narco-
tráfico", y que se traduce en expresiones coloquiales como:
en la actualidad presencia de la fuerza pública. En 2007, a diferencia de otros
años, no se registraron tomas de cabeceras municipales por parte de la guerri-
lla. La gestión de Uribe sc ampara en los cuantiosos recursos que aporta el Plan

"dinero fácil", "corrupción", "buena vida", "impunidad", "omni- Colombia, financiado por Estados Unidos. e
152 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 153 o
(.•
o
referente la economía mundial y las modernas empresas red EL COMPONENTE SIMBÓLICO DE LA VIDA SOCIAL
del crimen organizado.
Los conceptos, situación e interpretación, piezas funda- Los interaccionistas toman como punto base, una idea pro-
mentales del discurso interaccionista, difieren del normativismo veniente de Mead: el componente simbólico de la vida social.
consensuado de Parsons. En la opinión del harvardiano, el Uno de los presupuestos de análisis es la analogía que se
individuo es un objeto sometido al imperio de factores socia- establece con el teatro. La analogía dramatúrgica es uno de
les o psicológicos que determinan su forma de actuar. Para el los recursos más antiguos invocados por los analistas de la
paradigma normativo, escribe Larrauri: acción social. Entre sus temas destaca el análisis de la actua-
ción, el desempeño, y los escenarios, en los que el actor
Toda interacción social está regida por normas. Estas nor-
mas son aprendidas, internalizadas, sancionadas, etcétera desarrolla guiones que son aprendidos de otros sujetos.
[...] puede comprenderse como (Inter) actuamos porque en Goffman los denomina rituales de interacción. La analogía
determinada situación (S) siempre existe una norma que del drama en la teoría social ha sido usada de forma variada:
nos indica cómo debemos actuar (A). Existe, pues, un con- una de ellas lo hace desde la teoría del ritual. Pensemos en
senso cognitivo. Esto es posible por la existencia de un la obra de Víctor Turner (1989), antropólogo holandés forma-
mecanismo socializador, que nos hace compartir un mismo do en Inglaterra y Estados Unidos, quien ha desarrollado la
sistema de símbolos y significados, además de un mismo idea del "drama social como un proceso regenerativo''. Algu-
lenguaje (1992: 26). nos antropólogos recientemente han aplicado conceptos
medulares de su aparato teórico (liminal y liminoide) en es-
El interaccionismo simbólico, en términos metodológicos, tudios urbanos.
propone a los sociólogos, antropólogos y criminólogos, estu- El concepto turneriano de drama social está diseñado para
diar las formas en que el sujeto construye la interpretación elucidar los mecanismos de resolución de conflictos dentro de
de la situación sobre la cual va a actuar. En esta dirección, el la comunidad (Morris, 1995). Turner es conocido por su traba-
investigador debe adoptar el rol del sujeto actuante. Si el estu- jo con los ndembu del noroeste de Zambia. Describe cinco
dioso trata de describir la "situación objetiva", escribe Wilson, dramas sociales. En su opinión, el ritual ejerce una función
"en vez de cómo ésta es interpretada por el sujeto, lo más que es políticamente integradora; a su vez es parte de un me-
probable es que caiga en el más puro subjetivismo, ya que canismo social que es garante del restablecimiento del equili-
sustituiría la explicación de los motivos por los que el sujeto brio y la solidaridad grupa]. La reflexión turneriana, según
actúa por sus propias explicaciones" (cfr. Larrauri, 1992: 28). advierte Morris, es más sociológica que antropológica. Turner
Estas formas de acercarse al objeto de estudio constituyen sostiene que, en ocasiones, los símbolos no representan ne-
un reto a los recursos de corte cuantitativo que imperaban cesariamente un significado ideológico. El autor planteaba acer-
con el funcional-estructuralismo. Cierta "desilusión genera- ca de la necesidad de "ir más allá", a contrapelo de los antro-
da por los métodos cuantitativos, coadyuvó en la populari- pólogos seguidores del punto de vista nativo. Muchos rituales,
dad hacia los sistemas cualitativos, una tendencia muy fuer- decía, no tienen un significado manifiesto; tampoco se asocian
te en las ciencias sociales de los ochenta" (Hammersley y con síntomas de psicosis o neurosis, como frecuentemente
Atkinson, 2001: 15). argumentaban los psicoanalistas.
154 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 155
Uno de los aspectos importantes de la recuperación que plo, la motivación de logro, la necesidad de dinero y la adhe-
Blumer hace de Mead es indicar la necesidad del trabajo de sión a valores éticos o ideológicos y a metas organizacionales
campo. La "producción de significantes" sólo es posible (1969: 15-33).
abordar si el investigador se sumerge y comparte la vida de
los sujetos. Los significantes (el yo individual) se producen
en ámbitos públicos, privados o situacionales: el casino, la LA DECONSTRUCCIÓN DE UNA HERENCIA
casa, el gueto, el prostíbulo, el retrete, la esquina, calle, pla-
za, espacio público o casa. En psicología la "situación" desig- George Herbert Mead (1863-1931) era originario de Massachu-
na una conducta general (frente a la muerte, amor, profe- setts; entre las curiosidades de su vida académica resalta el
sión, hambre, sexo, posición social, etcétera), pero también hecho de no haberse titulado. No le importó hacerlo. Sus es-
la relación del individuo con un ambiente determinado y sus tudios de posgrado en Harvard quedaron truncos. Mead tem-
respectivas circunstancias. El yo (self) incorpora la idea de pranamente se interesó en los alcances de la filosofía y su
aplicación al campo de la psicología social. Disciplina que
identidad: "yo soy yo", y lo soy con relación a mí mismo,
cultivaban con éxito los conductistas, interesados en el cono-
pero también frente a los demás. Asumir esta dualidad (yo-
cimiento del hombre a través de la observación de la conduc-
otros) incorpora la idea de sujeto-objeto. Si el yo es "reflexi-
ta. Mead se avecindó en la Universidad de Chicago en 1894,
vo", la recuperación de su reflexividad es tarea del investi-
invitado por John Dewey. Primero impartió clases de psicolo-
gador. A través de la "descripción" accedemos a los niveles
gía social y luego de filosofía. Nunca enseñó sociología. No
de interacción. El sujeto empírico es también un sujeto ana- obstante, su influencia mayor fue curiosamente en el mundo
lítico. La insistencia en el "yo subjetivo" acerca a Blumer con de los sociólogos, para quienes representaba una suerte de
el solipsismo, una corriente filosófica que hace del yo subje- gurú. Aunque la expresión interaccionismo simbólico se aso-
tivo lo único existente. ció a su nombre, su pensamiento, como un Sócrates moderno,
Para algunos psicólogos la interacción social posee dos se desplegó oralmente. Escribió poco. Más que sus escritos,
estructuras de soporte: una biológica y otra cultural. Sostie- la esencia de este gran orador descansaba en su capacidad
nen que impulsos esenciales como el sexo, el gregarismo, la pedagógica como maestro. Es considerado como el pensador
dominación, tienen una base que es innata, pero que se com- más destacado de la Escuela de Chicago y del interaccionismo
plementa a través de la socialización. Para Michael Argyle, simbólico.
psicólogo social: Las bases teóricas del interaccionismo simbólico se en-
La interacción social está, en gran medida, preprogramada cuentran en la obra Espíritu, persona y sociedad, publicada
por estructuras neurológicas innatas resultantes de la selección póstumamente en 1934. El libro se preparó con base en las
natural, y por normas culturales que representan soluciones notas que los alumnos tomaban en sus clases. Hábil en las artes
colectivas del pasado para los problemas de interacción [...] de la oratoria, Mead encantaba a su auditorio. Improvisador
en los seres humanos existen impulsos culturales que están elocuente, nunca usaba notas en la impartición de sus clases,
menos relacionados con procesos biológicos que con pro- 4 aunque gustaba de hacerse acompañar de libros que deposi-
ductos culturales y estructurales sociales, como, por ejem- taba sobre la mesa, como fieles testigos de su sabiduría. Sus
4

156 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 157


a
ideas se dejaron sentir e influyeron en toda la sociología esta- gua. Representan un código no escrito, pero que todos com-
dounidense. La teoría de Mead basada en el interés por la prendemos, escribía Edward Sapir, uno de los más importan-
"conciencia" y el "análisis de la mente", superando claro está, tes teóricos de la lingüística estructural, y profesor en la
el conductismo psicológico en que se inspira, desde una pers- Universidad de Chicago. La pubertad, por ejemplo, determina
pectiva científica, plantea una ruptura con las teorías societa- el desarrollo de los botones mamarios de forma espontánea,
les de Marx, Weber, Comte, Durkheim y Spencer. Mead se transformándolos con un poco de suerte, en unos "pechos
sentía cercano a las teorías de Georg Simmel (1858-1918) y, indómitos", al decir de Gabriel García Márquez, pero es a tra-
desde luego, a las artes de la oratoria como medio de comuni- vés de un código no verbal como la adolescente resolverá el
cación: Simmel, judío berlinés, padeció los estigmas de la enigma acerca de qué hacer con los atributos, mayores o me-
Alemania antisemita, motivo por el cual siempre se le negó su nores, asignados por la naturaleza: exhibir los dones con la
condición de académico, teniendo que sobrevivir como confe- cabeza erguida u ocultarlos encorvando la espalda. Las chicas
rencista. en esta situación, que es terriblemente angustiosa, tendrán
La teoría social desarrollada por Mead (1972) tiene como inevitablemente que aprender nuevos movimientos corpora-
supuesto básico "el mundo social", cuya base articulatoria les para resolver la situación, interesante a todas luces, pues
mínima es el "acto". En su opinión, aspectos como la concien- traducen la forma en que se enseña el código no verbal (Davis,
cia, la mente, las imágenes mentales, el self, se originan y sa- 1991). Entre los kwoma de Nueva Guinea que deambulan
len del proceso social, no de los mecanismos cerebrales inter- desnudos por la selva, estudiados por John Whiting, el pene
nos. Procesos mentales como la conciencia reflexiva o es un apéndice obsceno, sólo cuando está en erección. En "el
"conversación interna" o significados tienen como punto de Mato Grosso, entre algunas tribus, es frecuente el caso de
localización la interacción con el medio social. El acto se cons- descoyuntar el pene y esconderlo: sólo se saca para el coito y
tituye sobre la base de cuatro elementos articulados: impulso, para mear" (Devereux, 1984: 92).
percepción, manipulación y consumación. Un acto social, Mead no generó una teoría macrosocietal. No le interesaba.
cualquiera que sea, es un acontecimiento sumatorio de dos o Tampoco se preocupó por ordenar escrituralmente su pensa-
más personas. La base de todo acto es el gesto. Sin gesto no miento. Su análisis se ubica en el nivel micro de los particulares
hay acto y viceversa. Una de las particularidades de los seres concretos. No reflexiona sobre la sociedad. Su interés se centra
humanos es la capacidad de crear gestos vocales y usar sím- en el individuo y en la capacidad del yo como instrumento de
bolos significantes. A través de éstos, según hipótesis desarro- cambio social. La transformación social, procede del cambio
lladas por antropólogos físicos y lingüistas, se materializó el de los individuos. En ese sentido, el interaccionismo simbólico
lenguaje, y en consecuencia la capacidad de comunicarse está asociado a las llamadas teorías individualistas. Es justa-
unos a otros. A su vez el lenguaje posee la virtud de influir en mente en este punto donde Mead rompe con los análisis socie-
las formas en que la gente razona o piensa. Los símbolos sig- tales macro de la sociología europea. Señalemos que el indivi-
nificantes instrumentan dos mecanismos capitales: el pensa- dualismo, la base entre otros aspectos, del pragmatismo, es una
miento y la interacción simbólica. característica peculiar en la cultura de Estados Unidos. Alexis
Los movimientos corporales o los gestos no son fortuitos, de Tocqueville llamaba la atención sobre el énfasis que se otor-
se aprenden con meticulosidad como si se tratara de una len-

158 • Juan Cajas El estilo de Chcago • 159


gaba al individuo en la Unión Americana: individualismo eco- fueguinos, el mundo urbano multicultural se caracteriza por
nómico e individualismo moral. la necesidad de la interacción pragmática. Ese es el papel que
El pragmatismo es de origen estadounidense; la paterni- cumplen el bar, el café, los cines, las discotecas, los prostíbu-
dad le corresponde a Charles Peirce, pionero también de la los, el Cable dance, los bailes privados, como lugares de en-
semiótica moderna, y uno de los más grandes pensadores del cuentro y proximidad corporal y gestual. No se puede vivir
siglo xx, en opinión de Karl Popper. El pragmatismo es una fuera de los marcos de la interacción social.
filosofía de vida, pero también un "sistema técnico" o filosofía Escribíamos que Mead homologa su análisis con una teo-
de la acción, cuya base reposa en el papel prometeico que se ría del juego. Su referente es el deporte nacional de Estados
le asigna a la experiencia como fuente de conocimiento y de Unidos: el béisbol. Veamos: el individuo juega para sí mismo
(el yo), pero también para los otros (el mí). Si batea un impa-
transformación social. La "fuerza de voluntad", se piensa, es
innata; a través de ella se puede acceder a un mundo nuevo: rable es su triunfo. Si falla al bate es su error. Pero tanto el •
los hombres son "buenos". Ante situaciones de desequilibrio
o desadaptación, éstos pueden rectificar pragmáticamente el
éxito como el error involucran a los otros. Hans Gadamer
hablaba de los vaivenes del movimiento del juego: •
camino: salvar el caos y retornar al equilibrio social. Mead se
basa en una teoría del juego para significar el rol de la interac- Para la conciencia del competidor éste no está jugando. Sin e
embargo en la competición se produce ese tenso movimiento
ción o pragmática individual. Los gestos o "conversación de de vaivén que permite que surja el vencedor y que se cumpla O
gestos" constituyen la interacción: lenguaje, movimientos y
expresiones que cotidianamente realiza la gente. Esto es, el
mundo de la experiencia, la pragmática cotidiana de los indi-
el conjunto del juego. El vaivén pertenece tan esencialmente
al juego que en último extremo no existe el juego en solitario •
viduos. La formalización de gestos tiene que ver con estrata-
(Gadamer, 1999: 448). O
gemas individuales o de marcos simbólicos generalizados.
Estos son símbolos significantes. En este orden de ideas, la
El juego incorpora escenarios impredecibles en los que la
subjetividad humana se comporta lúdicamente. Si leo, preparo
o
acción individual se integra a una estructura simbólica de mis notas y expongo en una clase, de acuerdo con un compro-
apertura total. Somos parte de un todo. Requerimos de la in- miso adquirido previamente, obtengo una satisfacción indivi-
teracción cotidiana, real, cara a cara. No obstante, y gracias a dual, y mi autoestima se potencia sobre la base de la opinión
internet, hoy en día accedemos a la interacción virtual: penetra- externada por mis escuchas. El pragmático Mead diría "todos
mos los territorios de lo desconocido; una verdadera revolu- ganamos". Si la situación se escenifica de un modo contrario:
ción en términos de comunicación, ni siquiera imaginada por
Peirce o Mead.
no leo, no preparo, y sólo trato de salir a como dé lugar del
compromiso, mi self se vulnera, pierdo en mi fuero interno,

Los alakalufs del sur de la Patagonia tuvieron un final trá- y comprometo el aprendizaje de mis escuchas. En consecuen-
gico, uno de los más horribles de la historia: durante cuatro cia, todos perdemos. El yo es, siempre, un referente que existe
siglos se reafirmaron en no interactuar ni negociar con los en relación con los otros. Somos libres de hurgar en las fosas
blancos. Murieron sin haber aprendido nada de la civilización
blanca. Su trágico destino se asoció a su silencio impenetrable
nasales y hacer bolitas viscosas con los dedos, o exprimir espi-
nillas en el ámbito privado; no en público. Podemos hacerlo,
O
(Baudrillard, 2000). A diferencia del destino trágico de estos

160 • Juan Cajas E estilo de Chicago • 161


desde luego, pero la satisfacción individual de jugar con secre- de urbanidad como sinónimo de buena educación o modales.
ciones congela el júbilo de los espectadores ocasionales. A nombre de las buenas costumbres no se escribe en las pa-
La acción individual está definida por la situación social redes de los baños, aunque es una conducta frecuente, trans-
del acto. La acción inherente al gesto determina cuotas de gresora. "Letrinalia" (Hernández, 2003) se le ha llamado a los
individualismo y libertad; se despliegan en un proceso social graffitis de contenido escatológico, garabateados algunos con
concreto, involucrando niveles de conciencia reflexiva. Así, materia fecal, lo cual supone cierta regresión a la fase anal,
por ejemplo, en Occidente el catálogo de lo excrementicio se según afirman los psicoanalistas. Usualmente tienen un con-
soporta en familia, en una relación de pareja, incorporándo- tenido pomo erótico con alusiones genitales: "Agradece que lo
se al acervo del humor doméstico; el lazo social vinculante que tienes en la mano no lo tienes en el culo". ¿Por qué la
lo permite. Si en un ataque de curiosidad existencial tocamos la suciedad en las paredes de los baños? Parafraseando a Car-
corrugosidad de la mierda, palpamos su textura, estamos men Boullosa (1998) en su hermenéutica de los orinales, po-
frente a un acto enteramente individual, pero sin registro demos hablar de la existencia de un repudio católico al cuer-
social. El problema de la caca, escribió recientemente la as- po: el cuerpo es sucio, luego entonces, escribo sucio donde
trónoma mexicana Julieta Fierro (2006), es que sólo somos otros pondrán el cuerpo. El graffiti incorpora, en su anonima-
capaces de aceptar la nuestra, la de los demás nos causa to, los cauces cotidianos de un juego expresivo y comunican-
repugnancia. te. Un juego solitario, en apariencia, toda vez que el referente
La repugnancia está asociada al contenido social y cultural es inevitablemente, el otro. Es una estrategia de comunicación
del acto. No siempre ha sido así. El espacio de la defecación prohibida. La acción, esto es la escritura, lleva implícito un
no ha sido eternamente el espacio privilegiado del monólogo acto social: las palabras no son el todo del mensaje. El acto
interior. En la Roma antigua las letrinas eran colectivas. Se esconde la otra mitad del mensaje. Decodificar la acción indi-
sabe de algunas tribus australianas en donde era costumbre vidual implica poner en marcha mecanismos de interacción
conversar de forma simultánea al proceso de evacuación de cara a cara, tal como los sugiere Goffman.
los intestinos (Laporte, 1998); situación parecida encontramos Ahora bien, dado que el self se constituye en relación con
en los baños públicos de ciudades de la India de hoy en día. el "yo" y con el "mí" (el otro), de ahí se desprende una situa-
En México es normal que una mujer pida la compañía de una ción de interacción simbólica, en el sentido de que se generan
amiga para ir al baño y haga fila, para finalmente orinar en
postura suspendida, sobre baños higiénicamente sospecho-
1 respuestas de contexto, cuyo impulso puede ser inconsciente,
preconsciente o consciente. Pero, ¿cómo advertir cuotas de
sos. Los hombres actúan de otra manera. El acto de solicitar impulso gestual? A través de la interpretación, es decir, desde
compañía para ir al retrete pondría en entredicho su masculi- una hermenéutica del gesto, o desde las premisas metodoló-
nidad. En campo abierto o en la calle la situación cambia, toda gicas de la psiquiatría, la sociología, cinesis, etología o la an-
vez que se modifica el componente simbólico: "un mexicano tropología. La microsociología de Mead ofrece líneas muy
nunca mea solo". Cosas, pues, de la política del cuerpo, estu- sugerentes para el análisis de particulares concretos o empí-
diadas por Edwards y McKie (1998).
La civilización domestica los impulsos individuales, sobre
1 ricos que, como en el caso del gesto o comunicación no ver-
bal, empieza a explorarse en los cincuenta, por investigadores
todo en los ámbitos urbanos. Lo urbano está asociado a la idea como Erving Goffman, Ray Birdwhistell o Paul Ekman. Pers-
1
162 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 163
pectivas más contemporáneas se encuentran en los estudios ferente de la sociología de la posguerra. La edición en caste- -
sobre "compulsión de la proximidad" desarrollados por Deir-
dre Boden y Harvey Molotch a mediados de los noventa.
llano aparecería cinco años después.
La obra de Schutz tiene como referente el campo de inves-

tigación abierto por Husserl, fundador de la fenomenología e
científica y partidario del método de la fenomenología pura
LA FENOMENOLOGÍA DEL MUNDO DE LA VIDA o ciencia de la esencia: estudio filosófico de los fenómenos e
que experimentan nuestros sentidos. Para Husserl: "La feno-
Alfred Schutz nació en 4899 y murió en 4959. Originario de menología es una ciencia eidética que se ocupa, no de la exis- e
Viena, Austria. Estudió derecho y aunque parezca extraño en
un teórico de su jerarquía, ejerció durante varios años como
tencia, sino de la esencia de la conciencia". Schutz se ocupa
de la subjetividad individual, núcleo central de la reflexión de
e
operador financiero. La tarea docente la vino a ejercer en Es- Husserl pero, en realidad, el punto nodal de su reflexión lo •
tados Unidos, lejos de su tierra ancestral, lugar al que llegó en
1943 huyendo del totalitarismo nazi. Se desempeñó como
constituye la intersubjetividad en el micromundo de la vida
cotidiana, que en su opinión Husserl deja fuera de su modelo •
docente de la prestigiada New School for Social Research, una
de las escuelas de vanguardia de Nueva York. La actividad
analítico. En efecto, Husserl no se detiene en el análisis de la
intersubjetividad. ¿Por qué no lo hace? Porque su campo de •
docente la compartió con otra de sus pasiones: el mundo de
la banca. No era sociólqgo, pero la mayoría de sus amigos lo
atención se concentra en las "estructuras universales de la
conciencia", destacando entre éstas, lo que el filósofo denomi-
o
eran, y mantuvo con ellos estrechos vínculos y líneas de inte- na "ego trascendental" o estructura esencial de la conciencia, •
rés que lo llevaron a explorar algunos de los caminos abiertos
por la sociología comprensiva de Max Weber (1977). Se inte-
cuyas características son comunes a la especie humana. La
conciencia es, siempre, "intencionalidad", es decir, alude a un •
resó, en lo fundamental, por el análisis weberiano de la ac-
ción, los tipos ideales y la conciencia. Aspectos relevantes en
proceso. No es una "cosa" anclada en el cerebro del sujeto. La
conciencia es intencional. Se manifiesta en la relación entre el
o
la obra del sociólogo alemán, como la racionalidad burocrática actor (sujeto) y los objetos del mundo externo. A pesar de la o
o la religión no demandaron su atención. aclaración sobre la idea de ego trascendente e intencionalidad,
Lector critico de la obra weberiana, Schutz advirtió "debi- los críticos acusan a Husserl de postular una concepción me- o
lidades periféricas" en la magna obra del comprensivista ger- tafísica de la conciencia. Llevada la discusión al campo meto-
mano. Difería del análisis weberiano de la conciencia. Para dológico, la situación tiene otros matices.
Schutz la conciencia era la base de una sociología científica. Para Schutz la forma en que los seres humanos construyen
Para superar esta limitación desplegó una estrategia analítica, el mundo de la vida cotidiana, "crean" la realidad social, particu-
rescatando lo mejor de la teoría filosófica de Henri Bergson y lares concretos o realidad fáctica, es el objeto de estudio de la
sociología, una sociología fenomenológica (Ritzer, 1996). Uno
o
Edmund Husserl. Los resultados de su trabajo se tradujeron
en La fenomenología del mundo social, su obra canónica, publi- de los aspectos complicados del programa fenomenológico de
investigación tiene que ver con el "paréntesis" de los particu-
cada en idioma alemán en 1932. Este texto pasó desapercibido
en Estados Unidos. El olvido fue enmendado en 1967. En ese lares empíricos. Para Husserl la forma pura de la conciencia e
año se tradujo al inglés y rápidamente se convirtió en un re- carece de contenido empírico. Por definición, el campo de

164 • Juan Cajas El estilo de ChIcago • I65

410

e
trabajo de la fenomenología es la conciencia. Husserl plantea- ni participa de sus aspectos mundanos, tal como lo hacen los
ba la necesidad de poner todas nuestras nociones entre pa- antropólogos. Los actores, normalmente, integran en su praxis
réntesis. No niega la existencia del mundo exterior -nuestra aspectos autobiográficos; operan el mundo de la vida desde
cultura, pero en aras de la reducción fenomenológica al mun- su propia cotidianidad. No la asumen críticamente. Sólo la
do de las "cosas", tenía que ignorarse todo, colocar la cultura, viven. En ese sentido, un primer paso del científico social
incluyendo el lenguaje y las estructuras simbólicas, entre pa- consiste en aislar su experiencia biográfica, del mundo que
réntesis. estudia. No debe asumir los compromisos pragmáticos de los
Lo anterior tiene consecuencias en el campo metodológi- objetos de estudio. Su tarea es articular modelos explicativos,
co, toda vez que los fenomenólogos rechazan instrumentos razonables y lógicos sobre los objetos de estudio.
básicos de la investigación: modelos estadísticos, métodos En la vida cotidiana los sujetos observados actúan sensa-
estandarizados o resultados informatizados. La cuantificación ta y/o razonadamente; sin embargo, sólo en el plano de los
de los datos empíricos, es algo que riñe con el concepto hus- modelos teóricos éstos actúan "racionalmente"; racionalidad
serliano de ciencia. Husserl homologa la ciencia con una filo- en el sentido weberiano de medios-fines. La racionalidad es
sofía metodológicamente rigurosa, sistemática y crítica. Opi- un constructo teórico. No se refiere a acciones concretas de
nión compartida por Schutz. En su opinión, la tarea del la vida cotidiana. La racionalidad es la expresión de un tipo
sociólogo no debe ser la simple descripción del mundo social. particular de construcción teórica, o de cierto modelo especí-
Se requiere, antes que nada, de la construcción de modelos fico del mundo social elaborado por el científico social. La
teóricos y conceptuales para interpretar al mundo de forma acción de los actores en la vida cotidiana, sólo es parcialmen-
directa, tal como se nos presenta. Señala: te racional. No es absolutamente racional. La tarea del cientí-
fico social es construir modelos teóricos racionales de un
Seguramente nos sorprenderíamos si encontráramos un mundo social cotidiano que está lejos de ser racional. El uso
cartógrafo que trazara el mapa de una ciudad de acuerdo con
de modelos ideales en Schutz es influencia de Weber.
la información que recoge de sus habitantes. Sin embargo,
los científicos sociales escogen con frecuencia este extraño
La forma en que los actores crean o construyen la realidad
método. Olvidan que hacen su trabajo científico en un nivel
social es la perspectiva que influye en los etnometodólogos,
de interpretación (teórica) y comprensión que difiere de las fundamentalmente en Garfinkel, pero también en Peter Berger
ingenuas actitudes según las cuales las personas se orientan y Thomas Luckmann, autores del multicitado ensayo La cons-
e interpretan su vida cotidiana (cfr. Ritzer, 4996: 370). trucción social de la realidad, publicado en 1967. Resulta difícil
establecer líneas de diferenciación, que desde luego las hay,
La sociología fenomenológica de Schutz, tiene como obje- entre la fenomenología y la etnometodología, corrientes que al
to el "mundo de la vida" y su relación con una de las tantas lado de la sociología existencial (Hayim, 4980; Tiryakiam,
realidades, la ciencia. El actor dotado de sentido común, trata 1965; Kotarba y Fontana, 1984) integran lo que Mónica Morris
pragmáticamente los problemas mundanos de la vida cotidia- denominó "sociologías creativas". Las identifica, en general,
na. El científico social, en cambio, debe ser un "observador su acercamiento micro a los actores, la intersubjetividad y la
desinteresado", que se mantiene al margen de la realidad vida cotidiana. Son importantes por la ruptura que plantearon
mundana que observa. No se implica en la vida de los actores con los grandes modelos de la sociología clásica. -

166 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 161


LA FENOMENOLOGÍA COMO MÉTODO CIENTÍFICO Husserl retomó de Brentano, psicólogo, filósofo y sacer

Edmund Husserl (1859-1938), originario de Alemania y ma-


te católico, el concepto de "intencionalidad" (no hay concien-
cia, sino conciencia de algo: soñar, copular, amar), que será e
temático de formación, es el creador de la fenomenología fundamental para el desarrollo posterior de su pensamiento.
Para sus intérpretes: "El conocimiento de la esencia de las
e
como "método científico". Su tesis doctoral versó sobre el
cálculo de variación. Estudió en Viena bajo la supervisión de
Franz Brentano, de quien recibió una amplia influencia. A
cosas puede ser captado mediante la reducción eidética, esto
es, la exclusión de todo conocimiento previo, a través de la

Husserl se le identifica por su consigna: "Volver a las cosas", exclusiva concentración sobre el objeto mismo, y a través de e
a la "realidad palpable del mundo de la vida", según lo recor-
daba Tran Duc Thao, el filósofo marxista y fenomenólogo
su comprensión intuitiva" (Lamnek, 2002: 77). La perspectiva
que inaugura el filósofo germano es una de las más importan-
o
vietnamita, en su obra Fenomenología y materialismo dialécti- tes del siglo xx, y es seguida por Schutz, e influye sobre los
teóricos del etiquetamiento y los etnometodólogos. La feno-

co. Metodológicamente implica una renuncia a nociones pre-
concebidas, esto es, poner nuestra cultura, lenguaje, símbo- menología, al igual que otras corrientes de pensamiento, ha •
los "entre paréntesis", y aterrizar en el mundo concreto de
las cosas. No dar por aceptado lo que culturalmente se nos
tenido un arraigo importante en Estados Unidos, por la apli-
cación que de ella se ha hecho en la sociología de la desvia- •
ha dicho que es. Pensemos en el caso de la mujer como
"esencia"; el atributo de completud que la cultura patriarcal
ción.
En países como Alemania o Francia la reflexión fenome-

confiere al hecho de ser madre como sinónimo de "mujer
completa".
nológica es una tradición añeja: está presente en la obra de
Hegel, Kant y Max Scheler; este último acuñó la expresión
o
Averiguar cómo se presentan realmente las cosas, colo- "sociología del conocimiento" en los años veinte; también en
Martín Heidegger, Jean Paul Sastre y Maurice Merleu-Ponty,
cando entre paréntesis nuestros pequeños dogmas, es empe-
zar a filosofar, a cuestionar nuestra cultura. Tarea difícil. Decía cada uno de ellos con sus respectivas particularidades y alcan- o
Bachelard que la mejor forma de aprender era desaprendien- ces. Heidegger, al igual que Husserl y Schutz, es un referente a O
do. Reconocemos en este volver a las cosas cierta cercanía tener en cuenta: sirve de puente entre la fenomenología y la
con la sociología comprensiva de Max Weber: "Comprender hermenéutica de Gadamer y Ricoeur (Wolff, 1988). O
interpretativamente el obrar social; y así explicarlo causal- Los interrogantes acerca de la esencia de un objeto, no
mente en su discurrir y en sus efectos" (Bottomore, 1988). Es están referidos a su apariencia externa ni a su realidad objeti- ®'
va. Para Husserl la realidad está estructurada por la percep-
importante señalar que en algunas corrientes de la fenomeno-
logía se soslayan tiempo e historia; categorías que son funda- ción directa. Esto supone que el "sentido de realidad deviene e
mentales en el pensamiento weberiano. Husserl en La crisis
de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental (1991)
del individuo, del horizonte de su conciencia, no del mundo"
(Alexander, 2000: 198); finalmente, tal como escribió en Medi-
o
se ocupa de la cuestión histórica, pero señala que su trata- taciones cartesianas, "la verdad mora en el hombre interior", o
miento difiere del análisis tradicional: le interesa, en lo funda-
mental, acceder a la teleología que subyace en los hechos
no en determinaciones externas. Este planteamiento implica
una línea de demarcación con la investigación social empírica, •
históricos de Europa. ocupada en describir y explicar los fenómenos, pero sin cap-

168 • Juan Cajas El estilo de Chicada ) • lo;



turar su esencia o "eidos". Theodor Adorno y Herbert Marcu- una rica variante del interaccionismo simbólico, entre otras
se, en su momento, sometieron a crítica el racionalismo idea- cosas, difíciles de clasificar. Aunque en sus escritos no apare-
lista de Husserl y su apoteosis intuitiva de las esencias; sin cen alusiones personales, algunos críticos han planteado el
embargo, el primero, reivindicó en el fenomenólogo, los pa- carácter autobiográfico de la obra goffmaniana. La analogía
réntesis a la cultura: liberó la razón crítica del dogmatismo a que Goffman establece entre la representación teatral y los
ultranza, y de los prejuicios contenidos en la religión ingenua actos de la vida cotidiana, reclamaron la atención de numero-
y acrítica de los "hechos" (Wolff, 1988). sos lectores. El análisis del individuo como actor social es de
una riqueza extraordinaria y ha sido de enorme influencia en
las ciencias sociales.
Los RITUALES DE LA INTERACCIÓN Goffman estudió en la Universidad de Chicago, el "hogar
ancestral de la teoría social pragmatista"; se nutre de la tradi-
Erving Goffman nació en Manville, Canadá, en 1922, hijo de ción que lidera Blumer y de las enseñanzas de Everett Hug-
emigrantes judíos ucranianos; murió en Pensilvania en 1982. ges, su maestro; este último desencadenó su interés por las
Es considerado el último representante de la estirpe de la Es- instituciones totales. Las posturas teóricas de Blumer y Goff-
cuela de Chicago; el más talentoso de los psicólogos sociales man siguen senderos diferentes, en momentos se contrapo-
de su generación. Anthony Giddens no duda en señalarlo nen. Los motivos tienen que ver con la modificación de los
como uno de los autores más sobresalientes del siglo pasado, escenarios. Blumer vivió el optimismo liberal de la posguerra.
incluso a la altura de teóricos como Foucault o Habermas. El Goffman no; probablemente estuvo más cerca de los motivos
joven Goffman se doctoró en la Universidad de Chicago (1953). que inspiraron a la generación de los sesenta. Si bien Goff-
Ese mismo año fundaría en alianza con Blumer una especie man, al igual que Blumer, centra su atención en el individuo,
de "centro de interaccionismo simbólico". Goffman murió un este tiene para Goffman un ingrediente nuevo: la alienación.
lustro antes que Blumer, a los 60 años; joven si tenemos en El sujeto alienado. En su libro La presentación de la persona en
cuenta que el maestro feneció a los 87. Sobrevivió al suicidio la vida cotidiana, publicado en 1959, el más famoso de sus
de su primera esposa, pero no al cáncer estomacal que lo escritos, Goffman desarrolla sus propias teorías sobre el indi-
atacó a principios de los ochenta, siendo presidente de la Aso- viduo como actor. La alienación hace que el self, el yo verda-
ciación Estadounidense de Sociología. Aún así, Goffman tuvo dero, nunca se revele. Lo verdadero es sustituido por un
tiempo de producir una obra impactante y de obligada referen- enmascaramiento, una suerte de engaño. La carencia de sin-
cia para la sociología y la antropología urbana contemporá- ceridad es la característica típica del actor como sujeto indivi-
neas. El nombre de Goffman, asociado a la teoría dramatúrgi- dualizado. El recurso del engaño es una estrategia de super-
ca e interaccionista, ocupó un lugar importante en los debates vivencia del hombre urbano. Lo único redituable, dentro de
suscitados entre 1950 y 1980. En la actualidad es un referente esta suerte de maquiavelismo social es el interés; el "cálculo
para el análisis criminológico del mundo "gangsteril", el sub- egoísta", diría Marx. Nadie escapa a la trampa de la alienación.
mundo de las prisiones, los manicomios y, en general, de las El concepto de alienación fue desarrollado por Hegel, como
"instituciones totales", las reglas sociales y los aparatos nor- negación de lo real. Marx lo retorna para explicar los mecanis-
mativos, los escenarios por antonomasia de la interacción: mos de distorsión y cosificación ocasionados por la explota-
170 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 17I
ción capitalista en los trabajadores. El trabajo alienado orilla a ¿Acudiendo a la imaginación? El interés en este tipo de situa-
los individuos a situaciones ideológicas que operan como fal- ciones conversacionales, deviene de la observación perspicaz
sa conciencia. que Goffman realiza a lo largo de su vida sobre las clases me-
La alienación cobra vida con todo su arsenal simbólico, en
el espacio de la dramaturgia social goffmaniana. El drama,
dias estadounidenses. El análisis de la interacción conversa-
cional será uno de sus principales campos de indagación.
e
planteado como obra escénica seria, cómica o triste, es la pie- Goffman compartía con sus colegas de Chicago el interés
dra angular del interaccionismo, y uno de los puntos de en-
cuentro con la fenomenología. Los actores exhiben en la calle
por la antropología y el trabajo de campo. A instancias de uno
de sus maestros de la Universidad de Edimburgo, se traslada a
e
sus mejores galas. A través del verbo o de los gestos se es-
tructura un universo de comunicación dialógico. El fin de toda
vivir a una comunidad localizada en una de las islas Shetland,
Escocia, para trabajar su tesis doctoral. Posteriormente, entre
e
interacción es el control de una situación. Si todo acto es sus- 4954 y 1957, haría observación participante con los pacientes
ceptible de ser interpretado, una correcta lectura sobre el
juego de signos que exhibe el self —el yo-mío— define una ins-
de una institución psiquiátrica, el National Institute of Mental
Health, de Bethesda. Esta experiencia le permitiría más adelan- •
tancia de control. Toda interacción es, en cierto sentido, estra-
tégica, pues se dirime en un horizonte de sucesos, que es
te establecer contacto con Gregory Bateson, excéntrico y poli-
facético, cultor de varios campos de conocimiento, entre éstos
e
regido por el engaño. La máscara, como en el teatro griego,
sustituye al rostro. El riesgo es no recuperarlo jamás. Veamos
las enfermedades mentales. Entre sus trabajos más conocidos
destaca su teoría del doble vínculo de la esquizofrenia, desarro-

un ejemplo. Es un pequeño texto de Julio Cortázar: llada en cercanía de investigadores de una institución mental •
Un señor encuentra a un amigo y lo saluda, dándole la mano
e inclinando un poco la cabeza. Así es como cree que lo sa-
en Palo Alto, California. También es conocido como el "esposo
de Margaret Mead". La esposa de Bateson nunca simpatizó con o
luda, pero el saludo ya está inventado y este buen señor no
las tesis goffmanianas sobre las instituciones mentales; consi-
deraba excesivas sus ideas sobre los hospitales psiquiátricos.
o
hace más que calzar en el saludo.
¿Qué tal, López?
¿Qué tal, che?
Bateson, ensayista brillante, comparte con Goffman las virtudes
de una excelente prosa, rica en metáforas y conceptos deslum-
o
Y así es como creen que se saludan.61 brantes. El material empírico generado por las primeras expe-
riencias de investigación en campo, serán para Goffman,
El dúo saludante-saludado representa el acto único de un referencias para ilustrar algunas hipótesis en artículos poste-
drama cotidiano. Quizá el más cotidiano de nuestros actos.
Aun así, no alcanzarnos a intuir si nos hemos cruzado con el
riores; después de su muerte inesperada todos sus ensayos
fueron compilados en 11 volúmenes.
e
rostro o con la máscara. ¿Cuántos pensamientos pasan por
nuestras cabezas?, ¿en qué pensamos mientras extendemos
Goffman se desempeñaría como profesor en las universi-
dades de Berkeley y de Pensilvania, llegando a ser un referen-
o
la mano o abrimos la boca? No lo sabemos. Es tarea del soció- te fundamental en las investigaciones sobre comunicación,
logo averiguarlo. ¿Cómo? ¿Con qué recursos y presupuestos?
"Julio Cortázar, "Qué tal, López", en Historias de cronopios y de famas,
dramaturgia social e interacción cara-a-cara (Davis, 1991). 62 La
s'- La idea de Goffman sobre el teatro como representación de la vida so-

México, Alfaguara, 1996. cial y elemento de creación, coincide con las tesis del "teatro de la crueldad" o

-
172 • Ju,il ) Cajas El estilo de Chicago • 171

e
idea básica de la perspectiva goffmaniana es pensar la socie- cuarenta el gángster Benjamin "Bugsy" Siegel inicia la cons-
dad como un escenario, donde los sujetos actúan como acto- trucción del primer hotel con casino, el Flamingo, una construc-
res y representan roles o papeles. No existe nada al azar. Los ción faraónica en medio del desierto. Desde entonces Estados
papeles se aprenden, y en su debido momento se verbalizan Unidos ocupa el primer lugar en el mundo en lo que respecta
y representan. Todos los actos de la vida humana, consciente a juegos de azar; la doble moral de la sinceridad y el engaño.
o inconscientemente, son representaciones falsas o sinceras.
Con base en esta polaridad, Goffman construye dos tipos de
sociología. Los comentaristas las han denominado sociología LA REPRESENTACION DEL ENGAÑO
de la "sinceridad" y sociología del "engaño" (Hannerz, 1986).
La primera se asume como una representación recta, acorde La estrategia del engaño de Goffman tiene puntos de obliga-
con las normas del buen gusto, la cortesía, el decoro, el senti- do contacto con la tradición de Chicago y los estudios primi-
do del honor, el recato, y las buenas costumbres. La segunda genios del comportamiento desviado, orientados a la disec-
se desenvuelve como estafa. La sociología de la sinceridad ción de formas elementales del underground urbano, al decir
tiene como escenario lógico -en su región frontal- una bur- de Joseph: ganga, prostitutas, guetos, ladrones y jugadores.
guesía victoriana, pulcra en sus modales." La sociología del en- El mundo de los bajos fondos representa de forma nítida,
gaño se representa en forma depurada en el submundo del más que en ningún otro lugar del escenario urbano, la estra-
hampa o en los juegos de azar, en las apuestas en los casinos, tegia perfecta del engaño. No significa, en modo alguno, que
que tanto sedujeron a Goffman. Las salas de juego son por esta forma de representación, el engaño, no se manifieste en
antonomasia el "lugar" de interacción de la estafa, escribe en otros fragmentos de la sociedad; sin embargo, para Goff-
Rituales de la interacción (1970); de la máscara, el simulacro y man, el escenario de los bandidos define el modelo en una
el vértigo, diría Roger Caillois (1986]. No por casualidad los forma más acabada. El mundo gangsteril incluye una coreo-
casinos legales de Las Vegas, Nevada, surgieron con los dine- grafía de rituales de interacción, personajes, actores sutiles
ros de la mafia neoyorquina. No son, sin embargo, un invento y enigmáticos, con un poder tal de representación en el que
de los estadounidenses. Su origen es europeo. La legalización del fácilmente caen los incautos o "papanatas", término colo-
juego en 1931 permitió que los grandes capitales de la mafia quial usado por Goffman en un ensayo de 1952, para deno-
de la Costa Este, recrearan el mítico imaginario de la "ciudad minar a los necios y crédulos como posibles víctimas de una
del pecado", fundada el 15 de mayo de 1905. A fines de los estafa, pero que igual se hace extensivo a otros eventos de
la vida social, en donde el sutil arte del engaño opera como
de Antonin Artaud, y con la "sociología del teatro" de Jean Duvignau. Bajo estrategia. El engaño es siempre un espacio de interacción
estas perspectivas, el teatro es analizado no como espectáculo de consumo, ritual, una escenificación. Se basa siempre en una suerte de
sino como una manifestación social de rica creatividad. Cfr. eamille Dumoulié, representaciones, a partir de las cuales se ejerce un dominio
Nietzsche y Artaud. Por una ética de la crueldad, México, Siglo XXI, 199(i.
"Goffman plantea dos niveles del hábitat. físico de la conducta humana: sobre el otro.
el "frontal" es el que se representa en público; el "posterior" es el que se El otro, el papanatas, es sólo un recurso para satisfacer
despliega tras bambalinas. Allí afloran procesos de relajamiento. Un ejemplo: nuestros propios fines. Dicho en términos de la filosofía prag-
la mucosa nasal no se extrae en público (escenario frontal); esta actividad se
realiza en un escenario posterior, íntimo (escenario posterior). mática: el fin justifica los medios. En nuestro caso, el medio

74 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 17',


son las habilidades que ejecuta, y en ocasiones improvisa el mientras busca el dinero para la apuesta en los bolsillos. "Há-
estafador; es decir, como manipula la tensión sin perder las game el favor y vamos a michas", le propone. La víctima cede
apariencias. Esto es: como nos presentamos ante el otro -in- y ajusta con su dedo la tapa de refresco. Ganan 200 pesos.
terlocutor- sin perder la calma ni demostrando nuestras ver- Recibe la mitad, de acuerdo con lo convenido. El dueño del
juego simula molestia. La próxima, iapuesta!, le indica, intimi-
e
daderas intenciones. En el fondo de todo acto, subyace una
gestualidad que es aprendida o improvisada: la risa, la corte- dándolo con la mirada. Parece fácil ganar. Arriesga 200 pesos.
Pierde. Acto seguido dobla la apuesta para recuperar lo perdi-
sía, el apapacho, etcétera, que el actor social pone en movi-
miento a través del mecanismo de la interacción, y que deter- do. El resultado es previsible. Nuevamente pierde. La estafa e
mina la dominación del interlocutor.
El estafado es seducido, atrapado por la red afectiva y
se ha consumado. El estafador levanta rápidamente el juego y se
mueve hacia otro lugar. Impávido, el papanatas no da crédito
e
circunstancial del estafador. Podemos ejemplificarlo con el a lo que acaba de suceder. Advierte el truco; le quedan dos •
juego callejero de ¿dónde quedó la bolita?, no sabemos si de
origen latino, pero que es cultivado con éxito por inmigrantes
caminos, buscar el apoyo de la policía, ya que este tipo de
juego callejero está prohibido o asumir la pérdida con un dejo •
mexicanos en Chicago, 64 en una suerte de transculturalidad
de la transa, el truquito y la maroma. Intervienen tres actores:
de vergüenza. El papanatas sabe que lo estafaron, pero ignora
el truco: la bolita posee un corazón de imán que se adhiere a e
el estafador, los paleros (cómplices), el estafado, y actores
adicionales constituidos por el público, extras anónimos. El
los anillos metálicos del estafador. ¿Dónde quedó la bolita?
En los anillos. Si levantamos las tres corcholatas no encontra-

escenario es el espacio público de la calle, sin más instrumen- ríamos nada. Están vacías. La escena, tal como la podemos o
tos que dos cajas de tomate, una encima de la otra, en forma observar y analizar, contiene los elementos de una represen-
de mesa, un trozo de terciopelo verde como superficie, tres tación teatral. El teatro que se representa en las tablas es una o
tapas de refresco o de frasco medicinal y una bolita de caucho.
El juego consiste en adivinar en qué tapa quedó la bolita. El
forma de vida, y lo es, dirá Goffman, del mismo modo en que
la vida que habita las calles se representa de manera teatral.
o
estafador mueve con aparente velocidad las tapas, entrando y
sacando la bolita. Corren las apuestas. Los paleros ganan,
El escenario privilegiado de la dramaturgia social es la
ciudad, el espacio público. La ciudad, como "síntesis de la ci-
o
pierden, doblan las apuestas y -en apariencia- se alzan con vilización", congrega un abigarrado conjunto de actores: inmi-
grantes pobres, analfabetos, nómadas, prostitutas, ladrones,
una buena cantidad de billetes. El incauto, susceptible de ser
estafado, observa entre el público, toca los billetes en la bolsa etcétera, que en su conjunto recrean formas de interacción o
pero, al mismo tiempo, es observado. No intuye los ojos del
cazador sobre la presa. El estafador lo invita a participar. Duda.
simbólica, pues se ven enfrentados cara a cara. El alfabeto de
la socialidad es infinito. Esta perspectiva interesada en los
o
Los paleros se rotan. Ganan una y otra vez. Los espectadores componentes simbólicos de la interacción es propia de Chica-
go; Goffman la lleva al extremo; sirve de inspiración a socio-
o
tratan de descifrar el truco. El ingenuo sigue dudando. La
presa ha sido ubicada. Es cuestión de esperar. "Sosténgame logías creativas como la etnometodología, el intercambio, y o
aquí", le pide uno de los paleros, "no me suelte la corcholata",
6 'En esta ciudad se encuentra el segundo número de población mexicana
existencial. La antropología urbana contemporánea está en
deuda con Goffman. Advirtamos con Joseph que, en lo esen- •
en Estados Unidos; el primero está en Los Ángeles. cial, "la primera antropología urbana fue el estudio de las

176 • Juan Cajas El estilo de Chcago • 177


formas elementales de la vida subterránea. Sus primeros mi- frecuentaban sus seminarios de etnociencia, una variante de
lagros eran los de los barrios bajos" (1988: 443). Normalmen- la antropología, cuyo campo de indagación es el intelecto y la
te se olvida a los etnógrafos de Chicago, pero temáticas como percepción que los individuos tienen acerca de la cultura que
el chisme, los rumores, los centros comerciales, los no luga- comparten. Años después, en 1967, Garfinkel publicaba una
res, la delincuencia, están tácitamente contenidos en la volu- obra criptográfica: Estudios en etnornetodología. Simultánea-
minosa obra goffmaniana. mente aparecieron dos obras fundamentales, una pertenecía
Buena parte de la etnografía contemporánea, tanto en el a Schutz, traducida del alemán, y otra a Berger y Luckmann.
ámbito de la antropología, la sociología o la psicología social, Estos sucesos editoriales dieron brillo a la corriente sociológi-
se interesa por fragmentos de la vida social y cotidiana urba- ca inaugurada por Garflnkel, y que en opinión de los críticos
na. La ciudad parece desdibujarse en un universo de variopin- constituía una amenaza a la sociología científica u ortodoxa
tas culturas: juvenil, de las bandas, de los supermercados, de que imperaba en aquellos años; una acusación de la que tam-
los salones de baile, de los antros, de las estéticas, de los au- poco escapó la microsociología de Goffman.
tódromos, de los campos de futbol. Cada una de éstas se El origen del vocablo etnometodología se asocia al nombre
aboca al análisis de culturas particulares. No se detienen en de Garfinkel; lo acuñó en 1946. Define una de las variantes de la
el análisis macro, es decir, en una reflexión de la complejidad microsociología. Etimológicamente se compone de etno que
cultural como problema analítico. Así las cosas, las interpreta- significa pueblo o población. Y metodología: método práctico
ciones de los submundos urbanos pueden dar lugar a pers- que realiza una población para ejercer un acto o acción. En
pectivas intimistas, particulares, especulativas, privilegiando este sentido, no es lícito confundir la expresión "metodología"
reflexiones "desde el yo". Ontologías de la existencia, dicen los con lo que normalmente conocemos como método en el ám-
críticos. Buena parte de las críticas a este tipo de estudios bito de las ciencias sociales. El etnométodo es una réplica ra-
deviene de su carácter micro, rico etnográficamente, pero dical al paradigma nomativo del funcionalismo-estructural.
muy pobre en su nivel analítico, ya que no se logran insertar Para Parsons, los sujetos estaban constreñidos por las nor-
en un análisis integral de la ciudad. mas; operaban siempre bajo el escrutinio del centro moral
normativo que les era impuesto. Garfinkel pensaba lo contra-
rio, y otorgaba a los sujetos un marco de autonomía pragmá-
LA ARQUEOLOGÍA DE LO OCULTO tica: pensaban y actuaban de acuerdo con niveles básicos
de racionalidad; esto es, adecuando el capital social normativo de
El sociólogo Harold Garflnkel nació en Newark, New Jersey, acuerdo con sus propias necesidades. La adecuación de las
en 1917. Fue alumno de Parsons en Harvard (1946-1952), y normas tiene que ver, en lo fundamental, con los métodos que
posteriormente de Alfred Schutz en la New School. Se doctoró los individuos ponen en marcha para habilitar su praxis coti-
en Harvard, en 1952. En 1954 se trasladó a la costa Oeste e diana. Para acceder' al registro de los engranajes societales
inició su carrera como asistente de profesor en la Universidad que activan las acciones en el nivel micro, Garfinkel se apoya-
de California de Los Ángeles (treLA). En este centro educativo ba en las premisas de la observación participante. A través de
fundó, en 1960, la corriente sociológica denominada etnome- grabaciones, registros fotográficos, o performance in situ, de-
todología. Lo acompañaron en la empresa los alumnos que velaba los misterios insospechados del sentido común en los

178 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 179


~~...111•11~1~1~~111.

marcos de la interacción. La etnometodología de Garfinkel, a Garfinkel le interesa el análisis de los procesos mínimos de la
diferencia de los sistemas teóricos que cuestiona, no se ocupa vida cotidiana. Es decir, cómo se construye la realidad en el
de explicar problemas de orden estructural. interior de la vida cotidiana, con el objeto de explicar cómo se
La etnometodología se ocupa de acciones de razonamien-
to y realización práctica; de manifestaciones recurrentes y
cohesiona la sociedad. Teóricamente se ubica en el campo de
las sociologías de la situación. Un punto de partida será el

tangibles del sentido común. Razonamiento de sentido común teorema de Thomas: "Si los hombres definen una situación e'
como real, ésta es real en sus consecuencias". La situación es
en una acepción diferente a] de "lugar común". No conoci-
miento trivial o banal, sino como un proceso psicosocial de examen y evaluación de situaciones. e
lógica local negociada en permanencia de un grupo social, el
De este análisis deviene la actitud y conducta que el sujeto
ejecuta. La etnometodología propone análisis de interacción
e
conjunto de las reglas y marcos de referencia que gobiernan
las acciones cotidianas y los procesos de decisión de los
social en corto, simultáneos, de entornos cotidianos, contex- e
miembros. El conocimiento de sentido común se da "natural-
mente" al miembro como aquel que es razonable, convenien-
tuados e inmediatos. La acción que procede a una situación,
no es a priori, sino que se basa en un acto interpretativo. La' •
te de hacer, lo que todo el mundo sabe muy en su interior de
forma implícita (Garfinkel, 2003: 447).
interpretación (esquema de interpretación) posee un acervo
múltiple que se conserva en la memoria. Goffman distinguía •
tres esquemas interpretativos: primarios, codificados, fabrica-
dos. De ese acervo el sujeto extrae los recursos reflexivos
e
Geertz diría que el sentido común se organiza como un
sistema cultural. Señala: para aplicarlos en una situación concreta. Veamos un ejemplo e
a la luz de la etnometodología:
Cuando decimos que alguien tiene sentido común no sólo El 23 de noviembre de 2004 en San Juan Ixtayopan, Tlá- o
queremos sugerir el hecho de que utiliza sus ojos y oídos, huac, una multitud enardecida capturó a tres miembros de la
sino que, como decimos, los mantiene -o así lo intenta- Policía Federal Preventiva, incineró a dos, y dejó a un tercero o
abiertos, utilizándolos juiciosa, inteligente, perceptiva y re-
flexivamente, y que es capaz de enfrentarse a los problemas
gravemente herido. Los policías, al parecer, adelantaban labo-
res de inteligencia sobre trasiego de droga y narcomenudeo.
o
cotidianos de una manera cotidiana y con cierta eficacia o
(1994: 96)." Los pobladores "pensaron" que eran secuestradores de niños.
Según se desprende de los relatos de los lugareños, la acción
Dice Garfinkel: "Uso el término 'etnometodología' para se produjo bajo una lógica pragmática y de sentido común:
referirme a la investigación de las propiedades racionales de tomar la justicia por su propia mano. Los pobladores justifican
la acción. Los justificantes pueden plantearse hipotéticamente
o
las expresiones indexicales y otras acciones prácticas como
realizaciones contingentes progresivas de prácticas ingenio-
sas organizadas de la vida diaria" (Garfinkel, 2003: 448). A
como "métodos" de razonamiento intelectivo. Registremos la
escena:

1. Los tres policías se ubican en las afueras de la escuela
o
"'Geertz fue alumno de Parsons; en los sesenta se distanció del pensa-
miento de su maestro. Se interesó en los sistemas simbólicos y en la interpre- primaria Popol Vuh, en una colonia popular, armados de sen- e
tación de las culturas. De Geertz, el intérprete de las culturas, se ha dicho que das cámaras fotográficas. "Vimos que se acercaban a los
"develaba lo imperceptible al ojo humano".

180 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 181


muchachos", explican algunos padres de familia. De la acti- Así lo había escrito Durkheim y Parson compartía la tesis. Gar-
tud "sospechosa de los policías" los protagonistas de la eje- kinkel no. Para Garfinkel, a diferencia de Parsons y su marcada
cución tumultuaria deducen un razonamiento de tipo prácti- insistencia en la "estructura" de la acción social, la realidad "es el
co: "en la zona se han dado casos de robo de niños". fenómeno fundamental de la sociología, es decir, 'radical' y pre-
Circula una hipótesis que explica la acción. Los supuestos viamente 'insospechado'. Tanto la estructura como la acción
vendedores de droga al sentirse descubiertos gritan: "secues- social presuponen la existencia de fenómenos previos, "fenóme-
tro... se roban a los niños", e instigan a los vecinos en contra
de los agentes. Para las autoridades encargadas de la investi- nos radicales" —que no haceres ni aconteceres—, sino raíces. Ser
gación "los pobladores cometieron el error de validar una radicales, había escrito Marx, es tomar las cosas por las raíces,
versión sin confirmarla". y la raíz para el hombre, es el hombre mismo.
El linchamiento, según declaró un funcionario del gobierno De lo anterior deviene una premisa de etnométodo, adver-
del Distrito Federal, se basó en "usos y costumbres"; proba- tida por Langsdorf: en lugar de buscar principios extrínsecos,
blemente pensaba en una pragmática "adecuación de la nor- hay que buscar fenómenos intrínsecos. Si el mundo de la vida
ma". No obstante, replicarían los antropólogos, el sistema de es un universo de significaciones, como lo planteaba Schutz,
usos y costumbres es de alcances restrictivos: es un sistema nada mejor que encarar la realidad objetiva en el submundo
normativo tradicional para asuntos comunales o elección de de la cultura subjetiva, es decir, en las raíces insospechadas
autoridades. Señalemos, además, que la población de la colo- del mundo cotidiano. Las estrategias o etnométodos que usa-
nia Jaime Torres Bodet donde ocurrieron los hechos no es mos en la vida cotidiana, pareciera ser que contravienen la
una comunidad indígena.
idea de "construcción", tan en boga en estos días, toda vez que
El linchamiento puede ser leído en clave etnometodológi- el ingenio para resolver situaciones diarias responde a las
ca como un fenómeno radical e insospechado, motivado por prácticas y exigencias de una realidad social sedimentada que
una inusual explosión de ira colectiva. Para develar los meca- "sufrimos" o "soportamos" (Langsdorf, 2003).
nismos de adecuación de la norma, sería necesario tomar en Una de las variantes filosóficas del constructivismo plan-
cuenta la retórica que acompaña el caso, mentiras, acusacio- tea que la realidad no existe. El construccionismo, en algunos
nes, y demás señalamientos argumentales reflexivos de los casos, se plantea bajo dos formas: en la primera, sostiene que
involucrados: "no asesinamos a nadie, sólo hicimos justicia". la realidad es una construcción social; en la segunda, afirma
Bajo esta óptica, no haría falta analizar el fracaso del Estado que nuestras interpretaciones son construidas, mientras que
en el ejercicio de la pretensión coactiva. la realidad misma no lo es (Jacorzynski, 2002). En una postu-
La etnometodología garfmkeliana es una sociología intuitiva ra más extrema, algunas corrientes del construccionismo han
acerca de "fenómenos insospechados y radicales" (1991), uno de planteado que el cerebro es una máquina defectuosa, tal como
cuyos objetivos es el de impedir que los elementos más concre- se infiere en la película Matrix.6(' lan Hacking publicó un cues-
tos de las cosas de la vida cotidiana se trasmitan en las generali-
dades de lo macro (Langsdorf, 2003). Tal sería el caso de "El guionista de Matriz se inspiró en las tesis de Baudrillard, recientemen-
te fallecido (2007); curiosamente fue muy crítico con el film. El filósofo francés
Durkheim o Parsons, autores macros. La "realidad objetiva de sostenía que no "existíamos", sino que respondíamos a imágenes. La vida se
los hechos sociales es el principio fundamental de la sociología". disuelve en la televisión. El 11 de septiembre de 2001 se construye como un
pasaje de realidad virtual, el cual es asumido a través de la televisión.

182 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 183


i
tionamiento a estas populares teorías, a las que señala de traduce en lo que se podría llamar "fenomenología social" de
haberse convertido en consigna: ¿La construcción social de qué? Garfinkel. "La revolución teórica fenomenológica consiste en
(2001). Si abordamos la cuestión del género como construc- apartar la investigación de una preocupación por el 'sujeto' o
ción, y lo confrontamos con la "reasignación de género", ex- por el 'objeto', y dedicarla a una 'experiencia' en que sucede
plicado en términos de la endocrinología o desde anomalías la interacción de ambos elementos" (Langsdorf, 2003: 224).
como la distrofia cloacal, el baremo constructivista nos coloca Garfinkel es heredero, de un lado, de la fenomenología de
en apuros. Luis González de Alba comenta el caso de niños Husserl y Schutz y, del otro, de Parsons, su antiguo profesor.
que nacen con distrofia cloacal -pene poco desarrollado- y que El alumno rompe con el maestro, no sin antes reconocer la
por recomendación médica se elimina el pene, y se les cons- necesaria utilización de conceptos contenidos en El sistema
truye un genital femenino. Estos niños, que han sido reasig- social. Los autores mencionados influyeron en el diseño de la
nados de género, al llegar a la edad adulta se comportan en "sociología fenomenológica" de Garfinkel. El enfoque es den-
un alto porcentaje como hombres, no como mujeres. ¿Estos so, complejo, e ininteligible. Sin embargo, ha sido de utilidad
niños, educados y formados como mujeres, falsan la tesis del para la teoría social y también para los estudios empíricos e
género como construcción cultural? En El segundo sexo, la insospechados de la desviación. Gouldner destaca como im-
obra canónica de Simone de Beauvoir, se señala: "No se nace portante el papel que los etnometodólogos asignan a la infraes-
mujer, se llega a serio". Dicho de otro modo, tal como ha tructura -cultura- y a los niveles de "conciencia colectiva
sido formulado por el feminismo: el género es algo construido secularizada" (Gouldner, 2000: 359).
(Hacking, 2001). La etnometodología no se plantea una teoría general; su
La etnometodología ha sido señalada por los críticos como estrategia de investigación se ubica en el análisis de casos
"descriptiva" de estudios de caso, carente de constructos teó- concretos de la vida cotidiana, la interacción densa, tácita,
ricos que perfilen una teoría social. Este distanciamiento de la habitual o insospechada. No se interesa en sucesos sociales
teoría aparentemente lo vincula con la tradición de Chicago. Y de gran escala. La interacción social se asume como el proce-
es, desde luego, uno de los aspectos más vulnerables. La et- so habilitante de sentido común o "teoría práctica", saberes
nometodología comparte con la sociología analítica formal el compartidos y tácitos, aunque inexpresables por parte de los
interés por lo social como realidad objetiva, separándose -en sujetos, y un nivel básico de discernimiento sobre las reglas
cambio- en la perspectiva: para los primeros el nivel de re- sociales de interacción. Del lenguaje callejero, en zonas de
flexión se elabora de abajo hacia arriba -a través del acto-, y formación de violencia, extraemos tres afirmaciones de senti-
para los segundos, de arriba hacia abajo. El referente es, des- do común:
de luego, su maestro Parsons, interesado en los principios y
en las estructuras, no en los fenómenos insospechados y ra- "No soy sapo. Cuente conmigo, partero".
dicales, que es el campo de trabajo de Garfinkel. La propuesta "Voy pa' ésa, caliche, o a lo que sea".
garfinkeliana (2006), teóricamente, puede ser leída como una "Pártale la madre, para que aprenda a respetar".
continuidad de la reflexión inaugurada por Husserl, padre de
El mundo habitual de los sujetos de la calle no está regido
la fenomenología, una de las corrientes filosóficas más revo-
por el hipotético imperio de las normas de un consenso moral,
lucionarias, teórica y metodológicamente, del siglo xx. Esto se

184 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 185


según lo suponía Merton. La vida cotidiana está pautada por los científicos sociales: desviación, anomia, norma, aliena-
"asuntos triviales" y situacionales: una conversación, una mi- ción, clase, casta y demás generalizaciones de "segundo or-
rada silenciosa sobre los titulares de los periódicos, o sobre la den". No es coherente conjeturar si las cosas "son como
caleidoscopia de un paseo por las calles. Los saberes tácitos son"; no son referentes de realidad, son la realidad. Las cosas
son piezas de relojería que entran en acción en el momento poseen un significado enmarcado en una situación real. Los
indicado. antecedentes históricos de la cosa no existen. Para Gouldner,
Los semáforos, por ejemplo, constituyen una referencia Garfinkel es un "etnógrafo de los usos populares (folkways),
simbólica, pero nadie piensa en ellos al salir a la calle. La si- más que de las costumbres sancionadas moralmente (mo-
tuación o coyuntura, espontánea siempre, hace del semáforo res)" (2000: 360). De ahí que no se detenga en el análisis de
un artefacto cultural, que puede o no ser vulnerado. Tras la la cultura o en los contrastes, haceres y aconteceres, sino en
introducción del nuevo Reglamento de Tránsito Metropolitano los "mutuos entendimientos". Es un arqueólogo de lo oculto,
para el Distrito Federal y el Estado de México (julio de 2007), un provocador; lo es hasta que su propia presencia lo delata.
la preocupación de los conductores, no es tanto la rigidez de la Los diálogos impertinentes llevados al extremo, tienen como
infracción por violar los altos que ordena el semáforo, sino propósito la reacción del interpelado. El etnometodólogo
calcular el "mayor costo de la mordida". El acto es propiciato- transgrede la realidad del sujeto con el que interactúa. El
rio de un castigo si el transgresor es sorprendido en falta por profesor se saca un zapato en clase, y observa la reacción de
la autoridad, o producir una sensación de falso bienestar: los alumnos; es un juego provocado, tipo cámara indiscreta.
sentirse listo frente a la estupidez del ciudadano que cívica- Siempre se busca una reacción. La reacción se ubica en el
mente espera que cambie la luz del semáforo para seguir. La universo de las reglas tácitas, no escritas, pero instaladas en
audacia, desde la lentilla de los peatones, es sólo el corolario el acervo de la memoria.
de la prepotencia de los automovilistas. Para el investigador la La etnometodología y la fenomenología coinciden en el
trivialidad es un dato, uno de tantos. Indagar estas trivialida- tratamiento que dan a los fenómenos. Para Schutz lo ideal es
des es posible desde una "observación flotante". Así la deno- que la interpretación del investigador sea compatible con la
mina Colette Pétome. La información entra sin el filtro de lo interpretación de sentido común de los sujetos en el nivel de
preconcebido, sencillamente "flota" como dato inesperado la intencionalidad, y retraducible a su vez a ellos. Esto plantea
ante el investigador (Delgado, 1999). Sociólogos y hombres una dificultad en términos de "construcción de un objeto de
mundanos son parte de un todo, de un mismo proceso, no hay investigación, toda vez que nuestros objetivos al estudiar, por
diferencias. Observo pero también soy observado; juego de ejemplo la desviación, no son los mismos que los sujetos o
dos. Resolución misteriosa de la interpretación. actores de la desviación" (Taylor et al., '1997: 214).
Garfinkel plantea como recurso metodológico el meca- De lo anterior deviene una toma de posición respecto a los
nismo de describir desde adentro del grupo, sin pontificar alcances de la sociología como conocimiento científico, y los del
abstracciones, acerca de cómo se constituyen las interpreta- sentido común. Para los etnometodólogos la sociología tradi-
ciones de sentido común que los miembros de un grupo cional se basa en conceptos abstractos o construcciones de
otorgan a sus actos o intenciones (Taylor et al., 1997). Estas segundo orden, tales como estratificación social, clase, esta-
practicas usualmente no encajan en el linaje conceptual de mentos, casta, desviación, rol, norma, institución, estatus,

1H6 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 18/


género, construcción, etcétera; abreviaturas de "grandes can- una "demostración etnometodológica". Contraviene las cos-
tidades de datos ininteligibles", estadísticas inútiles, "magia tumbres lanzar un flato en una conferencia, evento radical c
parlante" que no representa la "realidad primaria" o de primer insospechado; es, sin embargo, un recurso para analizar la
orden de los actores, sino la autocomplacencia del que gara- reacción del público: pasiva, de indignación, risa, increpación.
batea a dos dedos en un ordenador, o desgasta el trasero Moraleja: necesidades repugnantes pero placenteras, no de-
forzando datos en formatos tipo Guía Murdock. Esfuerzos ben ejecutarse en público. Es una regla tácita, pero inadverti-
inútiles. Es una obviedad reconocer que todo intento de descrip- da. Performances realizadas en los últimos años se inspiran en
ción de un particular concreto será inevitablemente incompleto. este tipo de planteamientos: en Santiago de Chile una chica
"Problemas del etcétera" han llamado los etnometódologos a vive en una casa de cristal, instalada en un lugar céntrico. La
los límites que enfrentan los sociólogos y, también, los antro- reacción es de asombro y curiosidad: el público se agrupa,
pólogos. El etcétera es la frontera de la culpa: libera al inves- sobre todo en las mañanas, para verla en la ducha o en el e
tigador de la fatiga descriptiva. Todo tiene un limite; el etcétera excusado. No cuando está viendo televisión o lavando los
es una línea de demarcación. Ya vendrán otros a culminar la utensilios de cocina. En Buenos Aires una modelo pasea des- •
tarea inconclusa. Dos o tres conceptos, y unas cuantas varia- nuda por las calles. La reacción de los paseantes es de perple-
bles sirven para despachar de un solo plumazo la realidad de jidad. Lo es por la reinversión de conductas: lo privado -la
los objetos, y aterrizar en la fanfarria de las generalidades, sin
más fundamento que las estadísticas.
desnudez- invade lo público e invalida el "derecho a las corti-
nas", el gran baluarte de la cultura occidental, al decir de Jesús
o
Para los etnometodólogos la reflexión sociológica en gene- Silva Herzog-Márquez. El fotógrafo Spencer Tunnik "empelo-
ral, no tiene niveles de correspondencia con la realidad de la
vida cotidiana. Cada situación es especial, única, y no admite
ta" y "envagina" a 48,000 ciudadanos en el Zócalo de la Ciudad
de México. ¿El voyerismo se colectiviza?, ¿la masificación del.
o
el uso de conceptos generalizadores. La sociología, agregan,
no posee ventajas sobre el pensamiento de sentido común. Al
desnudo inmoviliza el pudor?, ¿el fotógrafo recrea en el anoni-
mato, formas inéditas de placer? No lo sabemos. Son interro-
o
tomar distancia de los grandes ejes de la teoría social, los gantes que Garfinkel buscaría responder extraviado en el e
etnometodólogos pueden ser asumidos como depositarios de maremágnun de pieles desnudas. La etnometodología, se ha
una posición extrema: el individualismo empírico. Metodoló- dicho, es una especie de "anarquismo amable". e1
gicamente centran su interés en un ángulo de la realidad so- La postura de Garfinkel y colaboradores tiene puntos de
cial, la conciencia individual. De ahí la necesidad de colocar encuentro con la idea de reflexividad de Sutherland. A través
"entre paréntesis fenomenológico" la realidad de los objetos
de estudio, toda vez que la acción es definida en términos
de la reflexividad los sujetos empíricos son, al mismo tiempo,
sujetos analíticos. La acción de los ladrones es reflexiva, ra-
o
prácticos de coyuntura, no susceptibles de generalización. cional, "científica", equivalente al de otros oficios. El ladrón e
Garfinkel trata de demostrar la existencia de reglas tácitas profesional describe con minuciosidad su praxis, y el entorno
que gobiernan la interacción social. Para ello se aboca a una social de su pandilla. Para Cambiasso y Grieco (2000) el ladrón e
serie de ejercicios experimentales potencialmente agresivos, no interpreta ni es una exigencia del investigador, sólo elabora
tipo happening o de performance. La idea de estos ejercicios es una "descripción" del mundo que lo rodea. De la descripción
interrumpir la rutina cotidiana para, de este modo, obtener el estudioso infiere el carácter o esencia de lo observado. En 1-J
188 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 189

e
ese tenor el ladrón es un "etnógrafo reflexivo", profundo, del cas, teórica la primera, y de campo y sentido común, la segun-
intersticio en el que habita. Agregan, se entiende por reflexivi- da. El bagaje teórico y de sentido común del investigador no
dad, aquella propiedad del mundo social que sirve simultá- se queda en casa, ni se coloca entre paréntesis, le acompaña.
neamente de marco de acción y de apoyo para la descripción La teoría permite elucidar, validar lo general en los aspectos
de la acción. A través de la reflexividad el investigador accede micros e insospechados de la singularidad.
a niveles de "descripción densa" o "profunda" (Geertz, 1987) Hipotéticamente, toda acción es individual u organizacio-
de los fenómenos culturales en cuestión. nal. Los protagonistas del acto concreto o singularidad apa-
La minuciosidad intuitiva de la descripción, busca en pri- rentemente "saben" lo que hacen. Cada situación posee su
mera instancia, recuperar lo más cercanamente posible la propia historia. El sujeto no siempre sabe lo que hace. Tal
perspectiva del actor y sus respectivas acciones. La reflexivi- sería el caso en estados de perturbación mental severo, donde
dad, pensada "metodológicamente", sólo es posible a través el sujeto es incapaz de registrar coherentemente los pasajes
del trabajo de campo y la observación: estos recursos consti- al acto y que el legislador en el caso de homicidios considera
tuyen el basamento de lo que los antropólogos llaman "estu- como inimputables. Pensado en términos de reconstrucción
dios de caso". Una de las críticas más generalizadas a la etno- de la singularidad, el recurso de la conversación con los suje-
metodología es la de que carece de un método científico con tos es parte del proceso de interpretación, un complemento al
potencial explicativo para validar o falsar presupuestos teóri- trabajo propiamente teórico-explicativo que puede contribuir
cos. Dicho de otra manera: la descripción de prácticas inge- a evitar el error advertido por los etnometodólogos y, entre
niosas del mundo de la vida, el trabajo real de los estudios de otros, por Foucault, de "sobreponer nuestros juicios y catego-
caso, desplaza a un segundo plano la teoría. Los presupuestos rías a la verdad desnuda y angustiosa de los protagonistas"
teóricos y la metodología son puestos entre paréntesis. (Azaola, 2003). La recuperación de la voz del actor, que no
Rosana Guber, antropóloga argentina, plantea la reflexivi- justificación de sus actos, sostiene la correspondencia entre la
dad desde otra óptica: teoría y la realidad social, la caleidoscópica miscelánea sima-
cional de la vida cotidiana.'' Garfinkel invitaba a "evitar los
Es la capacidad que tienen los individuos para llevar a cabo juicios", es decir, mantener una "actitud de indiferencia etno-
su comportamiento o conducta en correspondencia con ex- metodológica". Supuesto que también encontramos en Goff-
pectativas, motivos, propósitos, como agentes o sujetos de su
acción. En su cotidianidad, la reflexividad indica que los indi- man. Pareciera que las dos perspectivas no se plantearan la
viduos son los sujetos de una cultura y un sistema social: cuestión del poder.
respetan determinadas reglas y transgreden otras, se desem- Garfinkel realizó ingeniosos experimentos en compañía
peñan en ciertas áreas de actividad, y estas acciones, aunque de los seguidores de sus famosos seminarios de etnociencia,
socialmente determinadas, las desarrollan conforme a su siguiendo al pie de la letra una premisa de Park: la calle es
decisión y no por una imposición meramente externa -lláme- un laboratorio social. Entre sus técnicas experimentales des-
se estructural, biológica o normativa- (2004: 84).
"'Cfr. Elena Azaola, El delito de ser mujer. México, Plaza y Valdés/ctesAs,
Planteado así, la reflexividad sería la estrategia que guía 2003, un "recorrido sobre las víctimas y sobre las razones, sinrazones y cir-
las prácticas de observación: en ella se conjuntan dos prácti- cunstancias que rodearon el acto homicida", recuperando el testimonio con-
versacional de 50 mujeres.

I 90 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 191


taca la performance y el análisis de conversación. Esta última i No mames!
consiste en vulnerar las normas que rigen la conversación, -¿Me estás diciendo que no mame? •
destruyendo la coherencia del diálogo ocasional mediante la
transgresión de las normas implícitas del habla, buscando
-No.
Lo acabas de decir. •
crear situaciones de tensión. La etnometodología ha deriva-
do en dos líneas de trabajo: 4. Ambientes institucionales,
Sí. Pero me refiero a los indios Mame.
¿Quiénes son esos güeyes? •
2. análisis de la conversación. Éstas se fundamentan en dos
conceptos básicos: reflexividad e indexicalidad. Sobre el pri-
-No son animales, eh. Son seres humanos.
Ah, no mames.
e
mero ya hemos avanzado. El último expresa el carácter va- ¿Ahora, el que mama soy yo, cabrón? •
riable de los conocimientos. No se definen de una vez y para No manches.
siempre. Los contenidos tienen como marco de adscripción -¿Manchar qué? o
actos o eventos concretos. No son generalizables. Toda pala- -Oye, ¿de cuál fumaste?
bra, gesto, expresión, es única y alude a un contexto especí- De ninguna, pendejo. o
fico, no generalizable; en ese sentido debe ser descrito y
analizado.
-No me pendejees.
No lo hago, ilo eres!
o
Uno de los problemas que enfrenta la etnometodología es -¿Sabes qué? Ahí muere. o
la dificultad de establecer puentes entre los problemas micro ¿Muere qué?
de competencia humana y las instituciones sociales: entre el -Neta, no sé qué pasa contigo. o
prisionero y la cárcel, el enfermo mental y el hospital, el dro-
gadicto y los centros de rehabilitación, el adolescente y la es-
Ay, si tú, chipilón.
Chipilón, mis güevos... o
cuela; finalmente, entre los actores y el poder. La indexicali-
dad, como competencia comunicativa, es uno de los temas La conversación se prolonga ad infinítum sin que el inter-
o
más sugerentes, pero también más complicados del modelo
1
locutor descubra que está siendo obligado artificiosamente
a que pierda el control y salga de sus casillas, recreando un
o
de Garfinkel, pues es insuficiente en términos de precisión y
delimitación conceptual. Giddens dirá que no está suficiente- "radical insospechado", tanto en la conducta, agresiva, pa- o
mente elaborado. Esto dificulta los niveles de comprensión siva, o en la simultaneidad de gestos focalizados en el ros-
entre el conocimiento in situ de los actores sociales y el cono- tro, las manos, los ojos. Todos estos elementos constituyen
cimiento científico. Tensión conflictiva. Exige, quizá, el ejercicio
de una doble hermenéutica (García Selgas, 1992): una, desde
material de primera mano para el investigador de conduc-
tas en situación de tensión. Si el ejercicio conversacional se
o
los paradigmas de la ciencia y, otra, desde el conocimiento realiza en la calle con un desconocido, plantea dificultades o
de los sujetos, para realmente potenciar su utilidad como es- adicionales.
trategia de investigación. Un ejemplo más proviene de los diálogos que se generan
Veamos un par de ejemplos de diálogo situacional recupe-
rados, uno en un diálogo callejero en la ciudad de Querétaro o
en los chats, interesantes, además, porque la apertura y cierre
de un diálogo no opera como en la vida cotidiana. Los hablan- •
y otro en Internet. tes se protegen en el anonimato. Esta circunstancia permite o
192 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 193

410


ocultar el género de los dialogantes y las intenciones, también No entiendo.
Aqua
la edad. En el ciberespacio la edad sencillamente desaparece. iPues ahí te ves!
Xiux
Esto último ha sido identificado por Joan Mayans como fenó- Aqua ¿En dónde me veo; no puse la web cam?
meno de "adolescentización"; resignificación quizá del mito de
la eterna juventud que tanto añoraron los alquimistas medie- La técnica conversacional examina todas las facetas de la
vales. conversación en busca de significados de la interacción: los
silencios, las pausas, las repeticiones, los gestos. Esto puede
Xiux ¿Te gusta el sexo? ser útil para los antropólogos urbanos que trabajan sobre el
Aqua Estoy a gusto con él. cuerpo, las relaciones de género, las danzas, espacios públi-
Xiux Me refiero a... bueno... tú sabes... cos, etcétera. En su momento impactó notablemente entre los
Aqua No. No sé a que te refieres. jóvenes; era, en cierto modo, una forma de rebelión contra el
Xiux No te hagas. statu quo de la sociología conventual. Tiene que ver con los
Aqua iNo me hago! mecanismos de impugnación juvenil de los sesenta, la década
Xiux Es decir, o sea, si te gusta tener relaciones... maravillosa, que propugna por formas nuevas de saber, y
Aqua Óyeme. Ni que fuera autista. Tengo relaciones donde se les asigna a los sujetos un rol más activo; esto es,
como todo el mundo. ¿Tú no? como constructores de su propia realidad. No simples recep-
Xiux Digo... relaciones sexuales. tores, esponjas de la realidad social, "idiotas culturales" some-
Aqua Sí. No tengo problemas en ese aspecto. Me rela- tidos al imperialismo de las normas.
ciono a diario con personas de tino y otro sexo. Para los etnometodólogos, por ejemplo, la motivación del
Xiux Bueno, no me refiero a ese tipo de relaciones crimen, es entendible solamente a partir de la explicación que
precisamente. dan los sujetos imputados. Las acciones se basan en creen-
Aqua Tienes que ser más preciso. cias; sin embargo, hay que advertir que las creencias pueden
Xiux O sea, si te gusta coger. ser falsas, aunque ellos piensen que son verdaderas (Taylor
Aqua ¿Coger qué? et al., 1997). Los linchadores de San Juan Ixtayopan, actuaron
Xiux No mames. pensando que lo hacían contra un trío de secuestradores de
Aqua ¿Del verbo mamar? No entiendo. niños; sin embargo, datos posteriores demostraron que esta-
Siux Es una expresión. ban equivocados. Para los etnometodólogos el suceso propi-
Aqua ¿De dónde? ciaría un análisis del acto situacional fuenteovejunesco, sin
Xiux De México. abstraerse en una reflexión sobre la crisis de las instituciones
Aqua ¿Nuevo Méjico? encargadas de prevenir conductas delictivas e impartir justi-
Xiux No. De México, y se escribe con X. cia; de domar al depredador infame y transformarlo en corde-
Aqua ¿Por qué con X? ro. En resumen: los etnometodológos harían una etnografía
Xiux Porque nos da la chingada gana. de la situación, pero no se detendrían en analizar y derivar
Aqua Chingada gana, ¿qué es eso? explicaciones sociológicas o históricas sobre la violencia en
Xiux Chinga tu madre. México; se atendrían a un análisis transversal, eidético, de

194 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 195


-una realidad que se estructura por la percepción", al decir de para intimidar al adversario o castigar más allá de la muerte a
Husserl. los traidores. Entre los casos más conocidos figuran la deca-
La etnometodología hizo carrera en el mundo de los cri- pitación, la mutilación genital, o cercenar la cabeza y reempla-
minólogos de forma curiosa, pues ésta no constituye en sen- zarla por una de cerdo, sujetándola al cuerpo a través de una e
tido estricto una teoría criminológica. Garfinkel no tenía como varilla de hierro.
propósito el abordaje de la desviación (Larrauri, 1992). No e
obstante, tras la publicación del ensayo Condiciones para el éxi- e
to de las ceremonias de degradación, Garfinkel despertó el in- ETNOMETODOLOGÍA DE LA VIOLENCIA
terés de los criminólogos. Las ideas contenidas en su artículo e
fueron recibidas como una crítica a los aparatos de control "México", me previene un informante de Guamúchil, Sinaloa,
social. Para Garfmkel (1996) las ceremonias de degradación son "es un país peligroso y violento" . . Y agrega rotundo: "En Cu- e
actos o ritos que etiquetan al otro, rebajándolo de estatus; liacán ya no se puede salir a la calle. En la noche nadie se o
son una acción comunicacional que vulnera la identidad pú- arriesga a pistiar en los bares ni a salir al centro. Los hijos de
blica del sujeto en cuestión, exhibiendo lo negativo: la desvia- Malverde son dueños de la vida nocturna". -¿Malverde?, in- e
ción de la conducta. A su vez, lo negativo, la etiqueta, es asi- terrogo-. "El santito de los narcos, jefe. Se aprovechan de su
milado por el transgresor como recurso identitario. El ánima para estar molestando a la gente de trabajo y buen vivir. o
transgresor es sancionado, avergonzándolo ante la comuni- Te disparan en los semáforos. No se puede reclamar. Pa' evitar
dad de origen, con la marca del oprobio, del estigma: violador, una bala perdida mejor uno se queda en casa. No sea la de o
pederasta, ladrón. En las instituciones totales, el ritual de degra- malas y te corten la cabeza". o
dación se representa mediante un ataque al cuerpo: se ficha Estas palabras reafirman la percepción de una amena-
al infractor, se le corta el cabello; se le desnuda, baña y desin- za, real o imaginaria. Definen el miedo como un sentimien- e
fecta, y finalmente se le viste de uniforme. A través del cuerpo to vital de amenaza. Análogo a la angustia, el temor se fija en
se acusa la modificación del estatus. En situaciones de control objetos concretos. En el ejemplo citado, el temor se refiere cd
experimental, el torturador degrada al detenido a través de la a la amenaza latente, real, y a los componentes simbólicos
ceremonia de la desnudez, la suspensión de alimentos, o que emanan de los sanguinarios enfrentamientos callejeros en-
la amenaza de violación. tre los cárteles del Golfo y de Sinaloa, y sus bandas de sica-
En Iraq, los interrogadores estadounidenses -según se ha rios, los temidos Zetas y Los Pelones; sinónimos de cuerpos
denunciado- amenazaban a los prisioneros musulmanes con encajuelados, con el tiro de gracia y mensajes en el cuerpo <
ser violados por perros entrenados para tal propósito o, en su degradado: "Para que aprendan a respetar"; "Sigan man-
defecto, ser enterrados junto a cadáveres de cerdos, animales dando pendejos. Igual los vamos a chingar". El anterior fue o
"tabuados" por su cultura. La única opción para sobrevivir al el mensaje certero que dejaron los sicarios sobre los cuer-
yo, según los relatos de los torturados, pasa por una recons-
o
pos decapitados, en "Akapulco", Guerrero. No es un yerro
trucción y reafirmación del yo. En ámbitos informales, es de- ortográfico. La expresión define con claridad meridiana al
cir no institucionales, como sería el caso del crimen organiza- puerto sobre el Pacífico, como el lugar antropológico de la
do, también se registran ceremoniales de degradación corporal interacción violenta, y que aparece en forma de graffiti san-
196 • Juan Cajas El estilo de Chicago • 197
griento en las paredes de las calles, en Youtube, o en los Es aleccionador efectuar un barrido de conversación, en
narcoblogs donde los sicarios intercambian mensajes. Años situación de interacción focalizada o no, como denomina Goffman
antes, en los noventa, el cártel de Tijuana había patentado al intercambio visual o dialogante, entre el investigador y las
el procedimiento "radical e insospechado" de la decapita- escenas públicas, en los lugares donde se respira violencia:
ción: cortaron la cabeza a la mujer de Héctor Luis, "el Güe- Acapulco, Tijuana, Ciudad Juárez o el Distrito Federal. Moran
ro" Palma, y se la enviaron en una caja de regalo. Destino gestos, expresiones faciales, ademanes, palabras, caló, cono-
trágico. Impactante. Años después, la decapitación y degra- cimiento de sentido común, que sólo es posible captar bajo
dación de los cuerpos son asuntos normales y cotidianos situaciones de intervención directa: reflexiva-indexic,a1. Los
del costumbrismo violento de los cárteles. Del 2007 a la prolegómenos de la acción social, incorporan una miríada de
fecha, se han registrado casi un medio centenar de decapi- mensajes: el colorido de las ropas, la profusión de imágenes
taciones en diferentes estados de México. La última moda- de contenido campirano, camionetas lujosas, música estrepi-
lidad incluye "enfriar" las cabezas en hieleras. Las ejecucio- tosa que es casi una cápsula declarativa: "La maté, sí señor, y
nes "normales" suman más de 5,000. si vuelvo a nacer yo la vuelvo a matar".
¿Cómo ubicamos estos actos de crueldad y de barbarie? Los eventos descritos plantean un escenario aterrador:
Para Daniel Pecout, en la racionalidad instrumental y estraté- una cultura del miedo. La expresión la acuñó Guillermo
gica de los protagonistas; en los signos de un exceso que O'Donnell para explicar los efectos del autoritarismo de la
desborda esa racionalidad. Los narcos son violentos, lo sabe- dictadura entre los argentinos. Norbert. Lechner, fallecido en
mos. La violencia es su arma: su forma de expresión. La moda 2004, retorna el tema para explicar los miedos ciudadanos.
de los decapitados vino con los kaibiles de Guatemala y los Descubre que en Chile (1986, según encuesta levantada por
maras, reclutados por Joaquín "el Chapo" Guzmán: "cortan la la FLAcso) el 82 por ciento de 1,200 entrevistados, tenían miedo
cabeza del muerto para robarle la fuerza"; "quitarle el poder a la delincuencia y al consumo de drogas. Señala Lechner:
al enemigo"; "chuparles la energía". Se les degrada. Como en "Nos invade el frío; nos paralizamos [...] corremos peligro de
ciertas variantes del vudú: se le confiscan los dones de que muerte. Un modo de morir antes de la muerte es el miedo. La
gozó en vida. "No le hacen falta en la otra vida". Los sicarios gente muere de miedo" (1995: 88).
buscan capturar el maná del decapitado, esa suerte de poder La violencia y el miedo, constituyen el anverso y el rever-
sobrenatural que los antropólogos descubrieron en los mares so de un mismo problema; como las caras de Jano, el legen-
del sur (Piccini, 1988). Prodigalidad ritual. Intercambio de do- dario rey del Lacio, manifiestan una relación simbiótica y
nes. En el enfrentamiento de Yahvé, el dios hebreo, contra compleja que los estudiosos deben contribuir a develar. La
Baal, el "dios falso", el profeta Elías, transforma una disputa etnometodología tal como hemos reseñado tiene sus límites,
de tierras en una guerra santa. Derrotados los cananeos, Elías no obstante, es un recurso que, asociado al análisis que apor-
ordena cortarles la cabeza, siguiendo, quizá, el ejemplo de los tan los grandes ejes teóricos de las ciencias sociales, puede
tchoukchi siberianos: éstos degollaban las cabezas de sus coadyuvar en los procesos de interpretación e indagación de
mejores perros para intimidar a sus enemigos. Finalmente, tal la violencia en la sociedad contemporánea.
como advirtiera Bataille (2007) en La parte maldita: la víctima
pertenece al verdugo.

198 • Juan Cajas E estilo de Chicago • 199


Capítulo 5

Microsociologías de la desviación

El interaccionismo simbólico es una corriente de investiga-


o
ción de corte microsociológico o situacional cultivada en el o
interior de la Escuela de Chicago. El interaccionismo no cons-
tituye, en modo alguno, una tradición uniforme o acumulativa.
Las afinidades, pero también las diferencias y los desencuen-
tros, resaltan entre los distintos cultores de esta línea de tra-
bajo: o
Una tradición como el interaccionismo no debe ser conside-
rada una herencia regia que se transmitiera a través de las
o
generaciones, sino más bien una casa de remates con mu-
chos años de existencia. La continuidad de la institución de-
o
pende de que los compradores hallen atractivas sus ofertas,
y no tanto de que la mercadería se venda en un orden lógico
e
o con la intención de preservar sus relaciones anteriores
(Fisher y Strauss, 1988: 523).

El "estilo de Chicago", asociado a las ideas de progreso


social y pragmatismo —superación de las conductas desviadas •
como contribución al proceso de construcción de la nación—
fue recuperado y sigue siendo utilizado por diversas genera-

ciones de sociólogos, antropólogos y estudiosos de la cultura e
popular y la vida cotidiana.
El análisis micro del que forman parte los interaccionistas •
y los sociólogos de la situación, centra su atención en los as- u
201 •
e

necios psicosociales e intercambios comunicacionales de los contramos al comienzo de una importante fase del desarrollo
sujetos en la vida cotidiana. El aspecto más vulnerable, en de la teoría sociológica (2002). Giddens llama "reflexividad
algunos casos, es que no se presta suficiente atención al aná- social" al hecho de pensar crítica y actualizadamente los cam-
lisis de las estructuras sociales o sistemas. En contraste con bios que registra el mundo. No hacerlo supone la invalidación
la perspectiva anterior, la macrosociología se ocupa de estruc- del tiempo. La eternidad platónica. El tiempo, objetivo y real
turas y procesos generales. Las dos perspectivas (micro y -lo sabemos con Epicuro-, es la forma de la materia en movi-
macro) articulan tradiciones del pensamiento social, o para- miento.
digmas específicos de investigación que son compartidos por Para Gouldner la emergencia de nuevos modelos teóricos
la comunidad académica o científica. De la sociología se ha en los sesenta, plantea un punto de ruptura y crisis de alcan-
dicho que es una ciencia multiparadigmática. Planteado en ces generales que impactan en Europa, Estados Unidos y
términos metateóricos, el interaccionismo simbólico se inte- en América Latina. Los intelectuales en el plano teórico rompen
gra y evoluciona con base en constructor teóricos provenien- lanzas contra el modelo hegemónico en ciencias sociales y, en el
tes de los múltiples paradigmas de la sociología. campo de la praxis, viven un momento de acercamiento e
Debe subrayarse que superar el distanciamiento y esta- implicación con las causas populares, no exento de apasiona-
blecer puentes entre las tradiciones micro y macrosociológi- miento y romanticismo hacia las ideas de la nueva izquierda.
cas es un ejercicio, una praxis necesaria para avanzar teórica- En 1964, Gouldner y Timothy Sprehe aplican una encuesta
mente en los terrenos de la criminología, la antropología y entre estudiantes universitarios. Los datos que recogen les
sociología urbanas. Ritzer (1996) alude a la necesidad de permiten corroborar una hipótesis: los sociólogos jóvenes
establecer metodológicamente un con tinuum microscópico- están más dispuestos que los viejos a rechazar y criticar el
macroscópico, que articule en el análisis social lo subjeti- modelo parsoniano en particular y el funcionalismo en gene-
vo-objetivo. En la actualidad asistimos a momentos históricos ral (Gouldner, 2000). A los datos empíricos de la encuesta ci-
inéditos, fenómenos sociales y situaciones particulares sin tada habría que agregar la receptividad que los jóvenes tienen
parangón, no contemplados por los autores clásicos. No te- hacia la obra de Charles Wright Mills, el crítico mordaz de la
nían por qué hacerlo. No eran profetas. "Dios no cambia. Los sociología imperante. El sociólogo estadounidense reconoce
hombres, sin embargo, sí", escribió Aldous Huxley. Inéditos la importancia de la condición etaria, el "mundo de pares" de
son los paisajes de la globalización (Castells, 2001), el multi- Parsons, pero agrega que lo realmente definitivo y trascenden-
culturalismo y la revolución multimedia (Sartori, 2001), la tal es el componente político que los jóvenes reivindican en
"declinación de la familia nuclear y el ascenso de la familia los sesenta.
monoparental" (Virilio, 2006), las "culturas líquidas" (Bartra,
2006), la ausencia de certezas, la incertidumbre; fenómenos
que obligan a repensar las claves de lectura de la realidad. LA IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA
Anthony Giddens sostiene que las ideas de clásicos como
Marx, Durkheim o Weber, tomaron forma en una época de Uno de los enclaves del pensamiento liberal y progresista en
grandes cambios sociales, políticos y culturales. Si nuestra Estados Unidos se ubica en San Francisco, California. En su
época también es de cambio, es posible suponer que nos en- suelo se libraron importantes jornadas; algunas bajo la ban-

202 • Juan Cajas MIcrosoCiologías de la desviación • 203


dera del Partido Comunista. San Francisco, históricamente, ha loración y crítica de los enfoques microsociológicos en sus
destacado por su simpatía hacia el pensamiento de izquierda. presentaciones más impactantes.
Entre los movimientos sociales más significativos se puede La microsociología es una reacción a la hegemonía del
mencionar el encabezado por el dirigente sindical César funcionalismo estructural. Parsons y sus epígonos son dura-
Chávez en contra de las compañías agrícolas; la lucha por los mente criticados por mantenerse al margen de los riesgos
derechos civiles de los negros y, en general, las protestas ma- que las transformaciones económicas y tecnológicas conlle-
sivas en contra del Comité del Congreso Contra las Activida- van para los seres humanos. Les importan las estructuras no
des no Americanas, presidido por el senador McCarthy, y la los individuos. De ahí la ininteligibilidad de su pensamiento,
Guerra de Vietnam. redundante en "antropomorfismo y teleología". Milis dirá que
El estado de California tiene como característica un las 555 páginas que componen The Social System, podrían
componente poblacional inmigrante, de orígenes diversos. reducirse a "155 páginas de buen inglés" (2004: 50). La gran
La mayoría de la población llegó atraída por la oportunidad teoría, claro que aporta algo, dirá el irreverente e impetuoso
que brindaba su riqueza agrícola y, en algunos casos, el Milis -muerto prematuramente en 1962, rebasando apenas
sueño de adquirir algunos acres de tierra. San Francisco y los 45 años- pero hay que buscar los oficios de un arqueólo-
la ciudad de Berkeley, lugar donde se erige la universidad go para desenterrar ese "algo". Mills se encarga en La imagi-
del mismo nombre, fue suelo fecundo para las ideas de iz- nación sociológica, publicada en 1959, de traducir a Parsons
quierda y las más liberales de la nación. Allí nacieron los del "inglés al buen inglés", y hacer inteligibles algunos pasa-
beats, los hippies, el movimiento ecologista, los primeros jes inextricables de su obra. Para Milis uno de los objetivos
barrios de homosexuales y, en 1964, el movimiento estu- de la imaginación sociológica es la de permitir al sociólogo
diantil bajo el estandarte de una flor amarilla: Flower Power, comprender el escenario histórico y, al mismo tiempo, auto-
cuya prueba de fuego sería 1968 y que llegó a extenderse a rreconocerse como individuo dentro del mismo. El individuo
universidades como Harvard, Columbia y Michigan (Bran- no puede acceder a la autocrítica ni a la autoevaluación si no
des, 2002). se reconoce en la vitalidad de la época de la cual forma parte.
Stanley Brandes (2002) señala algunas particularidades Es lo que Giddens llama reflexividad social. El malestar indi-
del movimiento estudiantil, entre éstas: la participación de los vidual es también malestar social y, en este último, se mani-
maestros; jóvenes doctores recién egresados. Algunos venían fiestan múltiples psicologías. El malestar es un fenómeno que
de prestar servicios como voluntarios en los tristemente céle- trasciende los circuitos del mundo interno. Escribe Milis: "Ni
bres Cuerpos de Paz, creados a instancias del presidente Ken- el ocio ni sus usos enervantes pueden entenderse como pro-
nedy para llevar estudiantes al llamado Tercer Mundo y sen- blemas sin reconocer la medida en que el malestar y la indi-
sibilizarlos en el trabajo comunal. Mills, en su momento, había ferencia forman actualmente el clima social y personal de la
lapidado a los intelectuales que se dejaban seducir por las sociedad norteamericana contemporánea" (2004: 32).
canonjías del príncipe. Los sesenta son el parteaguas del pro- Milis se autodefinía como un "artesano intelectual"; insistía
ceso de formación politica de los sectores estudiantiles; apo- en la necesidad de vincular biografía e historia. Invitaba a la
teosis del trabajo de campo, y también de la emergencia, reva- radicalidad. Era un antiburócrata. Un solitario que despreciaba
a los que inclinaban la cerviz ante el príncipe para disfrutar del

204 • Juan Cajas Microsociologías de la desviación • 205


lujo efímero y del poder. No era un secreto para nadie. La dis- formas para enfrentar las circunstancias sociales, políticas y
ciplina crecía gracias a los nutrientes aportados por el Estado económicas" (León Vega, 2001: 10).
benefactor. Milis criticaba, de un lado, a los intelectuales libera- La idea de "cotidianidad" alude a una cultura cotidiana, no
les que rechazaban el cambio radical de la sociedad, y del otro, a una separación de lo social genérico. Para León Vega (2001)
a los jilgueros de la cuantificación, plebeyos que sucumbían al lo cotidiano remite a un umbral de realidades y representacio-
abrazo burocrático en la corte de los Kennedy. nes y modos de vivir la vida, enmarcado en presupuestos de
La reacción de Mills, ubicada en los límites de su propia orden físico, social y simbólico, localizables en temporalida-
frontera intelectual, era a su vez, parte de los ataques a los siste- des diversas. Lo social, la cultura, están hechos de eventos
mas teóricos cerrados, que "piensan sin observar", pero también cotidianos, de memorias, de saberes y sentires, de metáforas
contra el empirismo abstracto de quienes "observan sin pensar"; urbanas:
que cierran los ojos ante los problemas sociales, si previamente
no han sido filtrados por el "fino molinillo del ritual estadístico" La ciudad ya no es lo contrario del campo, sino el alma del
(2004: 52-83) y las variables interpretativas. Milis era un franco- siglo xxi: el espíritu contemporáneo es urbano hasta el
tirador. Un escéptico de las aseveraciones estadísticas. Navegaba desierto. Y no cabe imaginar a la ciudad corno un mueble
grandote ahí puesto, ni tampoco como una maquinaria, ni
a contrapelo de la formal rigidez universitaria. Este último aspec- siquiera como el escenario de la vida social o el reflejo de la
to lo acercaba al activismo de los intelectuales marginales de cultura, sino como un pensamiento, que ha tenido, entre
Inglaterra: Richard Hoggart, Stuart Hall, Raymond Williams, Ed- otras ocurrencias, la de inventar a los ciudadanos (Fernández
ward Thompson, Perry y Benedict Anderson, figuras encomia- Christlieb, 2004: 2-3).
bles del pensamiento de la Nueva Izquierda, demasiado irreve-
rentes para el mundo académico de la época. La investigación micro tiene un antecedente importante
en la discusión Redfield-Lewis. Los estudios de comunidad
destacan en la obra de Robert Redfield; sus investigaciones en
LAS SOCIOLOGÍAS CREATIVAS Tepoztlán (1930) y Yucatán (1941) influyeron tanto en Estados
Unidos como en América Latina. Oscar Lewis plantearía una
Las sociologías creativas se caracterizan por su enfoque mi- rica polémica en torno a teoría y métodos de investigación.
cro orientado al análisis de fragmentos cotidianos de la vida Destacamos dos aspectos: 1. Cuestiona el modelo redfieldiano
urbana. La cotidianidad planteada como una manifestación de del continuara folk-urba no, y 2. introduce el análisis micro para
lo particular, es uno de sus puntos eje o rectores. Es una puer- observar la cotidianidad de los individuos y sus respectivas
ta abierta y un cuestionamiento a la abstracción de los sabe- familias. Lewis, méritos aparte, es uno de los primeros antro-
res. Permite reconocer la realidad del presente como una pólogos en realizar trabajo de campo con migrantes urbanos.
cualidad liminar, esto es, de tránsito: de lo particular al mundo La microetnografía de Lewis, centrada en una muestra de 100
de lo social. A través de los fenómenos empíricos se dibuja familias de 22 colonias, despertó alabanzas y críticas.
una "variedad enorme de modos de socialidad y de gestión de El autor desplaza el análisis de la comunidad, reemplazán-
la vida que han pervivido por sobre cualquier intento de im- dolo por el trabajo micro en el nivel del caleidoscopio de la
poner un modelo único, o que son la expresión de nuevas familia, reconstruyendo pasajes importantes de la c,otidiani-
206 • Juan Cajas Microsociologías de la desviación • 207
dad individual a través de cuestionarios, historias de vida y de la ciencia y el mundo de la vida. Si Parsons se embebía en
pruebas psicológicas. Con base en estos recursos devela los una sintaxis enmarañada, casi ausente de datos y sin referen-
mecanismos de adaptación de los migrantes a la vida urbana. cia a los malestares socioeconómicos de la Gran Depresión,
Los trabajos de Lewis, Antropología de la pobreza (1959) y Los los nuevos autores asumían como propio el reto de "acercar-
hijos de Sánchez (1961), constituyen un preámbulo a las socio- se" a los actores de la vida social, observarlos, escucharlos e
logías creativas de los sesenta. Resumen microprocesos de implicarse en la cotidianidad de sus vidas, y "dejar que habla- e
ran". La implicación alude a un contenido significativo que se
adaptación-desadaptación a la ciudad. Tanto la oposición folk-
urbano como la genérica cultura de la pobreza, de Redfield y halla comprendido dentro de otro; para los psicólogos socia- e
Lewis, respectivamente, prolongan sobre el terreno el análisis
antropológico de los sujetos que habitan la ciudad. Lewis ge-
les, la implicancia del yo postula una toma de posición del
investigador sobre el otro.

neró dos tipos de críticas: 1. Excesiva generalización, y el no Para los investigadores de Chicago la sociología se plantea- •
disponer de una "cultura de la riqueza" como factor de contras-
te, 2. el reclamo de algunos sectores de la sociedad que, incluso,
ba como un compromiso, un ejercicio empírico con objetivos
concretos: conocer el mundo social de los inmigrantes, e •
demandaron al autor ante los tribunales, por considerar que
la obra era obscena y atentaba contra el pueblo mexicano, al
integrarlos al seno de la sociedad global, es decir, "naciona-
lizarlos". Conocer a los sujetos de investigación significaba e
exhibir conductas promiscuas que no eran gratas ni presen- reconocer formas de interacción y de refiexividad en el labo-
tables. ratorio citadino. La integración de los desadaptados a la na-
El concepto de comunidad es, desde luego, complejo, ción, emergía como un compromiso moral. Para Gouldner el o
compromiso casi sacerdotal de los sociólogos tenía como
siendo utilizado con cierto grado de dificultad, como períme-
tro de indagación en los micromundos urbanos. Una de las explicación su adscripción a sectas protestantes o católicas. o
dificultades que deriva del uso del concepto, es que se llega a
suponer que cada comunidad, al recrear una "identidad pro-
El autor corrobora su aseveración con los datos de una en-
cuesta que aplicó a sociólogos en activo. En 1964, a petición o
pia", reproduce o construye microculturas en particular. De de la American Sociological Association, Gouldner y Sprehe
enviaron un cuestionario a 6,762 miembros activos. Respon-
e
aquí se desprende una multiculturalidad antropológica que,
para los críticos de los estudios culturales urbanos, es excesi- dieron 3,441 sociólogos. "Entre éstos 27.6 por ciento -más de e
va: "cultura del supermercado"; "cultura del cine"; "cultura del la cuarta parte- en más de una ocasión habían pensado de-
cibercafé," etcétera, que terminan confundiendo los planos de dicarse al sacerdocio" (Gouldner, 2000: 30). La anécdota nos
la realidad y de la disciplina.
Los enfoques microsociológicos representan, en el plano
remite a los orígenes de la disciplina. No está de más recor-
dar con el autor citado que la sociología tuvo su origen en
e
metodológico, una reacción contra los modelos macrosocioló- Francia como una religión de la humanidad: los sociólogos
oficiarían como sumos sacerdotes.
e
gicos clásicos, y particularmente contra el paradigma repre-
sentado por la sociología académica de Parsons, cuyo grado La mirada hacia el mundo de lo micro es el eje común que u
de abstracción no sólo indicaba cierto alejamiento de la reali- identifica a las sociologías subjetivas, creativas, situacionales,
dad social, sino también la crisis de la sociología occidental. La interpretativas de la vida cotidiana, del "absurdo". El adjetivo
perspectiva micro es, entonces, una toma de posición en torno pertenece a Stanford Lyman y Marvin Scott. En 1970 publica- 4,1

208 • Juan Cajas Mrcros000logías de la desviación • 209

u
fi
ron un libro polémico: La sociología de lo absurdo. Bajo esta grandes estructuras. Es obvio suponer que los procesos de
denominación ubicaban las múltiples perspectivas afines a la racionalidad instrumental afectan la vida de los hombres, sí,
fenomenología, el interaccionismo simbólico, el etiquetamien- pero ¿cómo se manifiesta todo esto en la praxis del consumi-
to, y la etnometodología, entre otros. Las corrientes indicadas dor de tal racionalidad? La crítica principal que se realiza a las
se caracterizan por marcar distancia del positivismo conven- sociologías micro se resume en lo que Coser llamó: "orgía de
cional, y por sostener un punto de vista influido por el huma- subjetivismo".
nismo-culturalista. Mónica Morris señala como premisas co-
munes de las genéricas "sociologías creativas" los siguientes
aspectos: SOCIOLOGÍAS DE LA VIDA COTIDIANA

En los seres humanos no actúan simplemente los hechos Gran parte de la reflexión sobre actores y vida cotidiana tiene
sociales o las fuerzas sociales.
como referencia la conciencia individual. "Fuero interno" lla-
Hombres y mujeres moldean y "crean" sus propios mun- mó Durkheim a los temas de la mente. La conciencia, aunque
dos sociales en interacciones con otros, y
3. Se requieren métodos especiales para el estudio y com- es real, no supera el austero examen del método cientifico,
prensión de los procesos exclusivamente humanos (cfr. Wolff, escribía Robert Nisbet, interpretando a Durkheim. Los desen-
1988: 594). cuentros disciplinarios son de vieja data. Durkheim cuestio-
naba el rigor de la psicología; la acusaba de poner en riesgo
"Humanos, demasiado humanos", escribía Nietzsche, an- la cientificidad de la sociología. Para Durkheim la conciencia
ticipando las dificultades de una disciplina inconclusa como la no es más que una variable dependiente. Los estados subjeti-
sociología: la sociedad no es un espacio geométrico ni un ente vos eran, en su opinión, determinados por causas sociales. En
monolítico, acotaban los socioanalistas franceses René Lourau su análisis sobre el suicidio, el factor desencadenante o varia-
y Georges Lapassade. Los actores se definen en los procesos ble independiente lo constituyen los hechos sociales (materia-
cognitivos de la vida diaria y representan multivariadas for- les e inmateriales) objetivos de la sociedad. Los estados sub-
mas de habilitar lo humano. 6 " Trivialidades como dormir, ex- jetivos no son agentes causales. Estos son resultado o
cretar, ir al cine, conversar, seducir, comer, llorar o simple- producto de los efectos de condiciones sociales como la rup-
mente reír, son parte constitutiva y cotidiana en la vida de los tura de los lazos parentales, la industrialización acelerada o el
hombres. Lo sabían Garfinkel y Goffman que en ello se apa- impacto de la vida urbana. El suicidio, sea éste de carácter
sionaban. Siendo así es apenas lógico entender que las cien- egoísta, anémico, altruista o fatalista, será siempre la conse-
cias humanas se interesen en las conductas, pues éstas no cuencia dramática de un hecho social.
siempre son determinaciones de los hechos sociales o las La preponderancia de lo social (estructural) en el pensa-
miento de Durkheim es una idea que comparte con Marcel
"Lourau abogaba por la construcción de una "contrasociologia, que no Mauss, su sobrino. En el libro Primitive Classification, publica-
es ni una síntesis pluridisciplinaria de disciplinas muertas y, menos aún, una do en 1902, argumentaba que es el mundo social el que mol-
síntesis de sus negaciones (sociología crítica, antipsiquiat • ía, antictnologia" dea y da forma a las categorías mentales. La sociología positi-
(1977: 178). El socioanálisis se inicia en Francia, pero al igual que muchas
tendencias teóricas es transplantado a Estados Unidos. va convencional de Durkheim privilegia el análisis de la

210 • Juan Cajas Microsocrologlas de la desviación • 21 I


dimensión macro sobre los niveles micro. Steven Lukes, a limitante de carecer de una estrategia metodológica que pueda
propósito del suicidio, comentaba que si bien el análisis de las seguirse paso a paso.
causas sociales era importante, no era menos el explicar los Goffman posee méritos indiscutibles, es un ensayista ex-
aspectos íntimos que precipitan el acto resolutivo final. cepcional; sus escritos generan el barthiano "placer del texto",
Durkheim se deslinda del análisis conductual; lo relativo pero no se puede leer metodológicamente. Situación similar
a los procesos mentales lo mantuvo en la periferia de su sis- es la de autores como Geertz y su antropología interpretativa.
tema teórico. Probablemente sea su mayor debilidad. Las so- Escrituras autorreferenciales. Irrepetibles. Si los seguidores
ciología creativas, a contrapelo de la tradicional, superan la carecen del vigor y el talante escriturar literario de los micro-
ausencia del análisis micro, eliminando de facto la separación sociólogos, las intuiciones sobre las trivialidades insospecha-
entre la sociología y la psicología. Georges Homans, que se ha das del laberinto urbano, jamás franquearán las puertas de los
interesado por el análisis de las "pautas del esfuerzo" basadas grandes discursos intuitivos.
en "costos y recompensas", sostenía que algunos temas socia-
les que para Durkheim eran ajenos al campo de la psicología,
en la actualidad se trabajan desde esta perspectiva, enrique- INTERACCIONISMO, COTIDIANIDAD Y SUBCULTURAS
ciendo la reflexión sociológica. En su opinión, el objeto de la
sociología es el análisis conductual de las pautas del esfuerzo, La reflexión sobre la interacción cotidiana ha inaugurado dis-
no la conciencia y las instituciones. cursos sobre diversos aspectos de la realidad social y cultural,
Para los críticos, la microsociología constituye, en la mayoría que se han ido integrando como referentes de estudio de la
de los casos, una suerte de digresiones sobre la vida social y los antropología urbana, la sociología y la criminología. El punto
vericuetos multivariados de la vida cotidiana en la cartografía nodal de las reflexiones sobre la vida cotidiana es la cultura.
urbana. La miniaturización de los temas, parece sucumbir a las Tema complejo. Materia de disputa. La "noción de cultura es
mieles de la subjetividad introspectiva donde, para decirlo con una de las que, dentro de las ciencias sociales, ha suscitado
Feyerabend: "se vale todo". Una suerte de caos que, afirman los los trabajos más abundantes y también los más contradicto-
escépticos, violenta la tradición cartesiana de fundamentar las rios" (Mattelart y Neveu, 2004: 13). En el tema que nos ocupa,
investigaciones con enunciados teóricos o proposicionales con- el uso del concepto de cultura, está asociado a las expresiones
cretos, es decir, "serios y respetables". La ausencia de una teoría manifiestas en la cartografía de las subculturas. Dos son
general hace que los cultores de la microsociología se muevan las perspectivas que destacan en el análisis de la desviación
siempre en los límites de la disciplina. Trabajos sugerentes, claro y las subculturas: I..Las industrias culturales, y 2. los estudios
está, por su fino entramado narrativo, como los de Goffman, culturales.
Lewis, Auge, o Garfinkel, son claros ejemplos de lo que algunos
críticos señalan como "apoteosis de la intuición". Son, en cierto
modo, trabajos interesantes, cuyo valor reside en la capacidad de LAS INDUSTRIAS CULTURALES
generar en los lectores una secuencia de ideas y cierta sensibili-
dad para incentivar la pasión por la mirada o scopiofilia, para El análisis de las industrias culturales nos remite a los traba-
decirlo con Laura Mulvey, pero al mismo tiempo tienen la gran jos de la Escuela de Frankfurt, vinculados con la obra de
212 • Juan Cajas M:crosociologías de la desviación • 213
Adorno, Horkheimer, B enjamin y
s eguidores de la teoría críti-
ca en Estados Unidos, entre los que destaca Marcuse, de los frankfurtianos se caracteriza por una crítica radical a la
o cuparon un rol pro quienes cultura de masas, los placeres de las clases populares, hipo-
los s esenta. Tambiéntagónico
al pen
en la iconostera m
etafórica de téticamente subsumidas en un exacerbado capitalismo de
sus indagaciones sobre el rolsamiento
de la i de Antonio C-lramsci y consumo, bajo nuevas premisas de significación (Featherstone,
de heg deología, la
emonías y contrahegemonias. Adorno y construcción 2000).
tempranamente intr odujeron la H orkheimer La cultura de masas puede ser utilizada como marco de
di scusión sobre cultura de
consumo e industrias cul referencia de las subculturas. El concepto subcultura, de uso
turales, en un texto de obligada refe-
rencia: La dialéctica de la Ilustración,
p ublicado en 1944, en una polisémico en la literatura socioantropológica, fue utilizado
edición mim eografiada de 500 con rigor teórico por Albert Cohen para explicar los procesos
trias c eje mplares. El c oncepto indus-
ulturales es utilizado para calificar el papel que ocupan asociativos de grupos juveniles de delincuencia urbana. Para
los medios de comu Cohen el concepto de subcultura sirve para identificar patro-
nicación como agentes id eológicos en el
proceso de alienación de las masas. Los medios, en la opinión nes, normas, valores, actitudes, construidos en el interior de
de los filósofos ger los subgrupos sociales. La subcultura es posible a partir de una
guo rol de la r manos, ocupan en la vida moderna el anti-
eligión: son el "opio del pueblo". Ho "resonancia de simpatía" o clima moral propicio, a través del
(1970) atribuía a los medios un poder malsano; rkheimer cual las normas se interiorizan, mantienen y operan (Wolfgang
m odelaban la y Ferracuti, 1982). Antropológicamente la subcultura es un
conciencia de los sujetos. La conciencia individual,
no existe como atributo p planteaba, estilo de vida; alude a "prácticas específicas gestadas dentro
Las " i revio, sino que es p roducto social.
ndustrias de la conciencia", término acuñado por Hans de una cultura [...] a grupos sociales portadores de comporta-
Enze nsberger, no sólo p oseen un valor mientos y estilos relativamente diferenciados del conjunto
cos del capitalismo inter eco nómico en los mar-
nacional, sino también como estruc- social" (Salazar y Jaramillo, 1992: 111). Usualmente se tiende
turas de sig a identificar el vocablo subcultura con el de contracultura. Si
posguerra. nificación en el seno de la cultura de masas de la
bien comparten algunos elementos, el mítico término contra-
Los filósofos de Fr cultura, acuñado por Milton Yinger en 1960, se usa para de-
industrias c ulturales, laankfurt, a través de su reflexión
reificación, el f sobre signar a grupos contestatarios que promueven la acción polí-
lización instr etichismo y la raciona-
umental del mundo moderno, l tica e impugnan la cultura dominante y marcan distancia
ograron un giro frente al centro moral normativo del sistema, por ejemplo, el
importante en el análisis urbano: el énfasis se acentúa en la
fase final de la cadena pro movimiento hippie. Hebdige ubica las contraculturas en el
del consumo y los pr ocesos ductiva, es decir, en los m ecanismos
de cambio rubro genérico de las culturas juveniles.69
perspectiva p ermite que emerjan en el c ultural. El cambio de Las industrias culturales determinan una línea de consu-
urbanos, temas como los sig in ventario de tópicos
mo; impactan sobre las culturas populares, son agentes
po, la moda, el au nificantes del yo y el culto al cuer-
citaria y, en g tomóvil, la música, el cine, la imagen "El estudio de la contracultura en México tiene escasos 10 años. Entre
eneral, los amplios temas de la cultura p publi- los trabajos destaca la obra del escritor José Agustín, La contracultura en
Estos instrumentos p opular. México, México, Grijalbo, 1997, considerado por la crítica como el primer libro
nista y una americanizaciónerfilan los rasgos de una cultura
en el culto al c hedo- publicado en México sobre el tema; cfr. además, Carlos Martínez Rentería,
onsumo. La réplica Cultura contra cultura, México, Plaza & Janés, 2000, un extraordinario recorri-
do a través de las voces contraculturales de México.
214 • Juan Cajas

Microsociologías de la desviación • 215


coadyuvantes que visten o decoran a las subculturas. A tra- res; asumen una estructura jerárquica de roles y obligacio-
vés de los medios circulan los estilos: el "medio es el men- nes mutuas. No son delincuentes. La lealtad, la solidaridad y
saje", escribió Marshall McLuhan. Las subculturas definen el apoyo mutuo, son valores internos que no obstante la
patrones de identidad y resolución de incertidumbres, por desorganización social de la que hablaban los de Chicago
medio de dos vías o modelos: 4. Estilo lumpenproletarizado, operan como instrumentos de cohesión y mediación entre el
y 2. estilo hedonista. Los dos modelos que, en ocasiones se individuo y la sociedad (Chinoy, '1974).
combinan, operan bajo mecanismos de consumo, que pue- La gran limitante de las perspectivas de Thrasher y Whyte
den ser pasivos o activos, contemplativos o de resistencia. es que presentan a las bandas como grupos autónomos, sin
En el primer caso se agrupan las subculturas criminales y, abocarse al análisis de problemas de orden estructural. La
en el segundo, subculturas o contraculturas juveniles de ausencia teórica de estos trabajos es cubierta, en parte, por las
clase media. investigaciones de Albert Cohen y Walter Miller, quienes
analizan continuidades y rupturas con el sistema en que se
encuentran inmersos. Esto constituye un avance fundamen-
SUBCULTURAS E INTERACCIÓN URBANA tal. Las bandaS no existen al margen de la estructura social.
Forman parte del sistema y se van modelando a través de
Los gangs de apariencia estrambótica y origen irlandés, pro- procesos de socialización, como el escolar. Estos autores con-
liferaron en Nueva York a fines del siglo xix. Luego harían cedieron gran importancia al aspecto educativo. En muchos
presencia en Chicago. Se identificaban en su rechazo a la artículos se abocaron a esta temática. Para Cohen las pandillas
cultura protestante, forma de vestir, hablar e interactuar. de jóvenes delincuentes tienen un origen común: una crisis
Para Thrasher eran una forma agregativa construida en el de estatus y papeles. Los dos se aprenden socialmente. El
marco de la desorganización social de los bajos fondos. Whyte estatus se presenta de dos formas: 1. Es atribuido, existe
trabajó, a principios de los cuarenta, con una banda, los Nor- independientemente de la voluntad del sujeto: el sexo, la edad,
tons, vecinos de la calle y esquina del mismo nombre en un la nacionalidad o la familia. Los papeles sociales tienen corres-
barrio de Boston, "Cornerville", asentamiento de inmigrantes pondencia con el estatus. 2. Es adquirido, se obtiene artificial-
italianos. El grupo estaba constituido por 43 jóvenes desem- mente: a través del estudio, el deporte, el matrimonio, etcétera.
pleados; víctimas directas de la eclosión productiva genera- La estructura social fija tipos de papeles de acuerdo con el
da por el mítico 29 de octubre de 1929, con la caída de la estatus. El estatus es una "posición socialmente identificada";
bolsa de valores. El parteaguas del sueño americano. Whyte el papel, un "patrón de conducta", o normas aplicables a las
(1971) plantea su investigación desde la perspectiva de los personas que ocupan un estatus particular (Chinoy, 1974).
"grupos primarios", un concepto que había sido introducido La carencia de educación y una experiencia social limitada
por Charles H. Cooley en 1909 para identificar a los grupos o precaria, deja a los jóvenes trabajadores en una situación
que se caracterizan por una íntima asociación y cooperación vulnerable frente a los demás. La escuela difunde valores que
frente a frente, determinando a su vez, la constitución de la son propios de la clase media, entre éstos una actitud confor-
naturaleza social y los ideales del individuo. Los jóvenes mista y, desde luego consumista, basada en cierta idea de
estudiados por Whyte rigen su conducta por normas y valo- progreso y ascenso social. Los valores que la escuela preten-
216 • Juan Calas Microsociologías de la desviación • 217
de socializar, normas, costumbres, civismo,
síntesis, una id c onductas, en
eología del éxito, no son co un escenario de resolución de incertidumbres: en su interior
valores de los j mpatibles con los
se entretejen justificantes morales, cuya virtud es neutralizar
recursos es unaóvenes de extracción obrera, cuya escasez de
li mitante. Una r
ealidad de primer orden es el los sentimientos de culpa. Si los jóvenes ejercen la violencia
hecho de que las oport
un abismo de in unidades están limitadas por el estatus, sobre los "otros", es porque "los otros se lo merecen": el otro
equidad difícil de subsanan es un inmigrante que vino a quitarles la fuente de trabajo, las
Es lógico suponen de a mujeres, o a provocarlos con su descortesía, forma de vestir,
que los jóvenes reaccionencuerdo con el esquema de Cohen,
apertr echándose en los o con una conducta sexual pervertida.
culturales de su clase de origen, donde su valores Richard Cloward y Lloyd Ohlin (1960) clasificaron tres ti-
es medido bajo el rasero de las buenas comp ortamiento no pos de pandillas: 1. Criminales, 2. conflictivas, y 3. replegadas.
nismo de super vivencia es la co stumbres. Un meca-
b úsqueda de un estatus alterna- Las primeras son, en sentido estricto, pandillas dedicadas a
tivo: la subcultura cr
expresa en la p iminal, cuya materialización concreta se lucrar con actividades ilícitas: asalto callejero con intimida-
andilla, y donde los valores de la clase media ción, atraco, secuestro, tráfico de drogas. No son aficionados,
son impugnados desde una es y están dispuestos a hacer una carrera criminal. Si bien culti-
lica, que se expresa reforzandotructurala mas
de sig nificación simbó-
culinidad a través de la van la violencia, su objetivo más importante es el dinero y el
violencia, la transgresión nor
tivos ap arentes. La subcultura mativa y el vandalismo sin obje- bienestar que éste provee. Las segundas, se autoafirman a
arropa al ap través de la violencia (Costa et al., 1996). Del ejercicio de la
do de pares, lo p rotege y rendiz en un mun-
profe sionaliza. Lo pone a salvo del violencia deriva su estatus. La tercera, aunque comparte ele-
exigente estatus de las clases medias, del que hablaba Merton, mentos de la segunda, se interesa más por el consumo de
y le otorga una p osición, un
p apel, de acuerdo con sus capa- sustancias ilegales y una que otra forma de protesta. El esce-
cidades: vigía, golpeador, chofer; sicario, espía o relacionista. nario de estos tres tipos de subcultura son los barrios margi-
Para Cohen, los j óvenes de las nales. La pobr ieza es una variable que puede incidir en la
op ortunidades de p b arriadas están fuera de las
rogreso de las clases medias; el acceso a conformación de conductas delictivas, pero no es una deter-
educación, salud o bienes cul turales, es rest minante.
la los exhibe en sus carencias; ringido. La escue-
da", diremos con G "cerem onialmente los degra- Ahora bien, la acción pandillera no necesariamente evolu-
arfinkel: los retrata en su c ondición de ciona hacia una carrera criminal. Una vez que se supera el
pobres o excluidos.
grupo de edad, sólo unos cuantos, quizá los "más aptos" se
Sykes y Matza (1957), conte profesionalizan y se integran al crimen organizado. Algunos
al análisis de la delincuencia j mporáneos de Cohen, agregan evolucionan en hombres adultos, y abandonan el "jardín de
uvenil lo que d enominan "técni-
cas de neutralización". Dichas técnicas tienen por los desviados": ingresan al aparato productivo o al comercio
neutralizar cargas de culpa. Los j objetivo informal, se casan, se reproducen, forman familias y viven
delincuencia, aunque r óvenes en c ondición de pre-
echazan los valores como sujetos de bien, integrados a los parámetros de convi-
no por ello dejan de sentir una dosis de de la clase media, vencia de la estructura social. Hipotéticamente, la desviación
gredir los valores que cu c ulpabilidad al trans-
culpa r esidual. La su estionan. La neutralización elimina la juvenil, se cura con la edad.
bcultura, esto es, la p andilla, parece ser En Cohen se advierte la influencia de Merton y, al mismo
218 • Juan Cajas
tiempo, una diferencia conceptual respecto de los sociólogos

Microsociolodías de la desviación • 219


de Chicago. Para Cohen la desorganización social es resultado de
la disparidad entre "cultura y estructura", no de la ausencia
de normas en las zonas delictivas. Cohen coincide con Merton
cuestión juvenil no era sólo una cuestión de edad. Para leer
las subculturas juveniles de manera objetiva era preciso to-
mar en consideración "factores ideológicos, económicos y

en una premisa fundamental: la existencia de anomia denota
"que las metas culturales estaban ampliamente difundidas,
pero que no había una interiorización (o institucionalización)
correspondiente de los medios para alcanzarlas" (cfr Taylor et
culturales que, en su interacción, influyen en la cultura" (Heb-
dige, 2004: 109). Críticas importantes al trabajo de Albert Co-
hen remiten a la obra de David Matza y Greshan M. Sykes
(1961). Para Matza, crítico entre otros de Becker, la juventud
I
al., 1997: 150). La perspectiva de Cohen recupera en el análi- es un tiempo de rebelión. Señala tres características que iden-
e
•o
sis el interaccionismo de la tradición de Chicago y la teoría de la tifican a los jóvenes: radicalidad, bohemia y delincuencia (Cos-
anomia. Para Cohen todo acto desviado es una secuencia de ta, 4996).
interacción que se desencadena en el interior de la subcultu- Para Phil Cohen la subcultura es
ra. Es un acto colectivo. Superar los estados anómicos, supo-
una solución de compromiso entre dos necesidades contra-
ne entonces, una respuesta de orden estructural. Para Hebdige, dictorias: la necesidad de crear y expresar la autonomía y la
la existencia de subculturas lo que en realidad exhibe es el
fracaso del consenso en la era de la posguerra. El avance de
diferencia respecto a los padres [...] y la necesidad de mante- o
ner las identificaciones con los padres [...] la función latente
Cohen respecto a la tradición de Chicago tiene que ver con la de la subcultura era la de [...] expresar y resolver, aunque sea o
delineación de una perspectiva teórica, "rastreando continui- mágicamente, las contradicciones que permanecen ocultas
dades y rupturas entre los sistemas de valores dominantes y o sin resolver en la cultura parental (cfr. Hebdige, 2004: o
subordinados" (Hebdige, 2004: 107).
Albert Cohen constituye el punto de contacto o puente
409). o
entre la Escuela de Chicago y la etnografía urbana inglesa. Las
tesis de Cohen, planteadas en su libro Delinquent Boya. The
Los autores anglos incorporaron como referente analítico
la perspectiva gramsciana. En este autor italiano encontraron
o
Culture of the Gang (1955), son retomadas posteriormente por los recursos teóricos para plantear las subculturas juveniles
en términos de resistencia. Con base en el concepto de hege-
o
investigadores ingleses para el análisis de los Teddy boys lon-
dinenses, que según parece, es la primera subcultura europea monía vieron en las subculturas "formas de resistencia ritual". o
(Costa et al., 4996). En lo sucesivo las teorías subculturales de Este encuentro derivó en investigaciones de campo sobre los
origen estadounidense serían de amplio uso. Entre los inten- múltiples estilos de las urbes.
tos más sugerentes destacan los trabajos de Peter Willmott y
David Downes (1966), en Bethnal Green, y Stepney y Poplar,
Stanley Cohen encuentra en la incapacidad del sistema
para resolver problemas urgentes y cotidianos uno de los
o
e
respectivamente. Mención aparte merece Phil Cohen y su et-
nografía realizada en los setenta sobre el East End londinense,
considerada por Hebdige como el modelo más apropiado para
leer el "estilo subcultural". Estos autores, en sus análisis del
motivos para que los adolescentes obreros se agrupen en
subculturas. A diferencia de Merton, que lee la tensión social
(valores-medios) en términos individuales, Cohen anota que
la conducta desviada es una respuesta colectiva; corrobora
•e
ocio y la cultura de la calle, manifiestan el vínculo incuestio- los descubrimientos de Thrasher y Whyte. Para el primero, la


nable entre los adolescentes y la clase a la que pertenecen. La banda era la respuesta solidaria de los jóvenes a la desorgani-

220 • Juan Cajas Microsociologías de la desviación • 221

e
zación social. Para el segundo, la pandilla constata la existen- industrias culturales. He ahí el error más frecuente señalado
cia de patrones definidos de interacción y reciprocidad social, por los críticos.
no necesariamente asociados al delito. Los ingleses, con base en lo anterior, indagan acerca del
papel que desempeñaba la cultura, la educación, en la clase
obrera y en los estilos de vida de las clases populares, y de los
ESTUDIOS CULTURALES. DESVIACIÓN Y CULTURA POPULAR jóvenes. Se accede a una desmitificación de la cultura oficial,
legítima, hegemónica y se rinde tributo a las culturas populares,
En Inglaterra, a mediados de los sesenta, surge una corriente o en transición y resistencia: la épica cultura de masas, que
de investigación conocida como Estudios Culturales, impulsa- florece en la medianía de la segunda posguerra, alimentada
da por intelectuales de la Nueva Izquierda: Richard Hoggart, por las industrias culturales y que se expresa en estilos musi-
Raymond Williams, Edward Thompson y Stuart Hall. La Nue- cales, estéticos, eróticos, y demás iconos de la posmodernidad
va Izquierda agrupa a simpatizantes, militantes y a disidentes identitaria: los salvajes metropolitanos, las tribus urbanas, los
del Partido Comunista británico. Los une el interés por supe- nómadas urbanos. Los trabajos más interesantes producidos,
rar, en el terreno político y académico, el dogmatismo y eco- tanto en la época de Hoggart como en la de Hall, fueron posi-
nomicismo típico del marxismo stalinista. Durante décadas se bles gracias al carácter heterodoxo del Centro Contemporá-
había sostenido la idea de que: "La economía lo determina neo de Estudios Culturales (cccs, por sus siglas en inglés) y la
todo... en última instancia". La cultura aparecía como una tolerancia hacia posturas exóticas y teorías de "vanguardia"
superestructura subordinada a la economía. Bajo la óptica de traídas del continente: marxismo, psicoanálisis, sociolingüís-
los estudios culturales, supuestamente se replantea el con- tica, teoría literaria, semiótica, estructuralismo, etcétera. Esta
cepto de cultura, adquiere relevancia analítica: los investiga- miríada de saberes, aunada a la ruptura de los limites discipli-
dores le otorgan independencia, autonomizan la cuestión nares, hicieron del cccs un núcleo de investigación de obliga-
ideológica. Los autores, al soltar las amarras del anclaje eco- da referencia en el mundo académico.
nómico, reduccionista, parecen reinventar el estudio de la La institucionalización de los estudios culturales se oficiali-
cultura; hipotéticamente se desplaza como realidad indepen- za a través del cccs de la Universidad de Birmingham, Inglaterra.
diente. Se fundó en 1964. La iniciativa le pertenece a Richard Hoggart,
El giro hacia la dimensión ideológica, no deja de ser una profesor de literatura inglesa versado en temas de alfabetiza-
limitante, una reducción: la dimensión humana de las culturas ción y educación de adultos. Entre sus libros destaca The Uses
populares, se analizará en lo sucesivo en los espacios de la of Literacy (1957), una rica pieza etnográfica desarrollada en el
interacción o del lenguaje. Éste surge como epicentro de mundo obrero, considerada como la obra fundacional de los
la acción humana. Los bienes culturales, por ejemplo, son estudios culturales. En este trabajo, a diferencia del enfoque de
tratados como transmisores de mensajes. Pierden, en esa Horkheimer y Adorno y su marcado énfasis en el carácter ne-
perspectiva, nexos con la economía y la historia. Los artefac- gativo asignado a los medios de comunicación, Hoggart consi-
tos culturales flotan, al parecer, como átomos dispersos, en dera que el consumo de las industrias culturales no es pasivo,
completa ingravidez, libres de los amarres económicos de las la influencia puede ser lenta o, en muchos casos, neutralizada
por valores culturales de fuerte arraigo. Las culturas populares

222 • Juan Cajas Microsociologías de la desviación • 223


pr
i.
~~1111.1

no son esponjas que absorban contenidos sin mediación. La Los resultados del cccs no siempre fueron halagadores.
hegemonía mediática, alienante, del poder, puede ser conteni- El culto a lo popular llegaba, en ocasiones, al misticismo.
da por formas de resistencia contrahegemónica, sutil y enig- Bourdieu y Passeron, en su momento, calificaron el frenesí
mática, ejercidas por grupos particulares o subculturales. por las culturas populares como "populismo y demagogia",
Hoggart, por ejemplo, ocupó un lugar destacado en la defensa
de la televisión pública. Fue parte de la Pilkington Commission
que estudió el asunto. Asimismo, participó como testigo de la
propios de una sociología marginal y, en algunos casos, con
carencias explicativas. Con los años, el centro se despolitiza
por completo, pierde contacto con los movimientos sociales:
I
defensa, en el proceso judicial acerca de la publicación de El cede a posturas cómodas y academicistas. Los estudios cul-
amante de Lady Chatterley, de David Herbert Lawrence, obra turales, lejos ya de la política y de los compromisos sociales, I
maestra del erotismo moderno, prohibida por "obscena" des-
de los años treinta (Mattelart y Neveu, 2004). Se publicó, final-
se internacionalizan con un éxito arrollador, perdiendo en el
camino su razón de ser, lejos ya de las premisas de los fun- •
mente, en 1961, y en menos de una semana se vendieron
cerca de un millón de ejemplares.
dadores y de las publicaciones pintorescas en revistas arte-
sanales o fotocopiadas. •
Hoggart fue director del cocs hasta 4968. Dos añps después
abandona la institución y se desempeña como asesor de la msoci
En el análisis de las culturas populares, bienes y prácticas, •
en París. El trabajo etnográfico de Hoggart y su pasión por los
los autores se apoyan indistintamente en métodos provenien-
tes de la crítica textual y literaria, y de los trabajos de Chicago. •
detalles de la vida cotidiana lo emparentan con dos tradiciones:
en Inglaterra, con la vertiente antropológica de "cultura y socie-
Las "investigaciones de Sutherland llevan en línea oblicua a
los estudios culturales" (Cambiasso y Grieco, 2000: 56), pero •
dad" y en Estados Unidos con la Escuela de Chicago. Las dos
con una marcada insistencia en el trabajo de campo y la obser-
también a Becker, es decir, a las teorías de la desviación, la
asociación diferencial y el etiquetamiento. Estas perspectivas

vación participante. Hoggart es sustituido por Stuart Hall, inmi-
grante jamaiquino, interesado en el estudio de las culturas po-
permiten ilustrar, de un lado, la circulación de mensajes y del
otro, los procesos de aprendizaje, etiquetamiento y construc-
o
pulares, los medios de comunicación, el cine y el jazz Funge
como director en el periodo 1968-1979. Renuncia para ocuparse
ción de identidades, estilos de vida o subculturas: Teddy boys, o
punks, rastas, rockers, skinheads, vidas desviadas que habitan
de la revista Marxism Today, una de las publicaciones más im- la jungla urbana. Los desviados ingleses son dotados de sen- o
portantes de los ochenta y que desaparece en 1991. En la mem-
brecía del cccs figuran Phil Cohen, David Morley, Paul Willis,
tido sociológico, poseen valores: solidaridad, resistencia, agre-
o
Charlotte Brunsdon, Dick Hebdige, Andrew Lowe, Simon Frith,
sividad; valores que provienen de la clase obrera, y que se
resignifican como referente identitario de los jóvenes. Al mis- •
entre otros (Mattelart y Neveu, 2004); los unía, entre otras cosas,
la utopía de pensar un modelo alternativo de cambio social. La
militancia política limita la objetividad de las "etnografías com-
mo tiempo aparecen grupos de edad que rinden culto al hedo-
nismo y al consumo. Se separan del mundo lumpenproletari- •
prensivas" que realizan sobre la cultura de las clases populares
zado de algunas bandas, y recrean estilos de vida clasemedieros.
Para Mattelart y Neveu: o
Éstas, invariablemente, son presentadas resistiendo y constru-
yendo subculturas, territorios e identidades, o impulsando me- La aparición de los estudios culturales puede calificarse [...I
de paradigma, de debate teórico coherente. Se trata de consi-

canismos de resistencia al consumo mediático. u
224 • Juan Cajas Micros000logías de la desvianúrl • e
o
e
derar la cultura en sentido amplio, antropológico, de pasar de estudio de la cultura, "ese todo complejo que incluye [...]
una reflexión centrada en el vínculo cultura-nación a un en- creencias, moral, costumbres 11 adquiridas por un ser
foque de la cultura de los grupos sociales [...] comprender de humano en tanto que miembro de una sociedad" se halla
qué manera la cultura de un grupo, y sobre todo la de las ahora ante varias disciplinas y semidisciplinas tardíamente
clases populares, funciona como rechazo del orden social o, ingeniadas y ante sociedades uniformadas (estudios de gé-
a la inversa, como forma de adhesión a las relaciones de nero, sobre las ciencias, queer studies, estudios sobre los
poder (2004: 1). medios de comunicación, estudios étnicos, poscoloniales),
agrupados de manera flexible como, ahí va el insulto final
Los estudios culturales con el tiempo evolucionaron en "estudios culturales", que abarrotan un espacio que con
análisis del más variado tipo, acusando una tendencia de tanto esmero y coraje la antropología había desbrozado y
abandono al trabajo de campo, redundando en un academicis- comenzado a roturar (2002: 12).
mo agobiante, circular y conformista. Richard Rorty señalaba
irónicamente que los autores de los estudios culturales, a di-
ferencia de los sociólogos radicales que iniciaron el ecos, "no LAS TRIBUS URBANAS: CARTOGRAFÍA DEL GREGARISMO JUVENIL
quieren tomar el poder, sino el departamento de idiomas" (cfr.
Follari, 2002: 8). Los estudios culturales, al decir de los críti- Los artífices de los estudios culturales, en Inglaterra, Estados
cos, han literaturizado las ciencias sociales; no rebasan los Unidos y América Latina, hacen de la ciudad un campo espe-
límites de sus propios estudios culturales. La realidad se ha cífico de indagación. La ciudad es asumida como objeto de
desplazado hacia lo cultural y simbólico; la realidad social, no investigación por parte de disciplinas como las ciencias de la
existe, se ha obliterado (Reynoso, 2000). comunicación, la teoría literaria, la criminología y, desde lue-
Para el sociólogo argentino Carlos Reynoso, el encuentro go, la antropología urbana. La ciudad se impone como objeto
entre el interaccionismo simbólico y los estudios culturales es de reflexión. El giro no es gratuito. Tal como señala Follari: "La
fallido, desafortunado. Luego de la experiencia inglesa, los geografía de la ciudad ha modificado las prácticas, los imagi-
estudios culturales se arraigan en Estados Unidos. Toman narios y establecido una nueva distribución del tiempo, espa-
fuerza con la oleada posmoderna en los ochenta. Uno de los cios y actividades" (2002: 77). La complejidad de elementos
primeros antropólogos en asumir esta propuesta es George que se conjugan en el texto sociocultural del asfalto urbano e
Marcus. Antropólogos como Renato Rosaldo, James Crapan- interaccionan entre sí, obliga a una revisión de los ejes teóricos.
zano, Paul Rabinow, Michael Fisher, James Clifford y Emily Los mecanismos de la interacción social se multiplican, devie-
Martin, aparecen como cultores de los estudios culturales. nen en formas particulares de mirar al otro, y de asunción de
Geertz es implacable con los seguidores de esta corriente: reglas no escritas en la cuadrícula de multiterritorialidades
específicas que se expresan coloquialmente en frases como:
Toman como referente la cultura, un concepto que tiene una "no se meta en lo que no le importa", "viva y deje vivir", "el
historia de más de siglo y medio en antropología; esto pare- 4
3 muerto al hoyo... y el vivo al baile". En el devenir de unos
ce no importarles. Se han apropiado del concepto, ignoran- 5 cuantos lustros, procesos acelerados de urbanización y una
do las bases que le preceden. Habiéndose labrado, a partir creciente depauperización han modificado el paisaje urbano,
de la mitad del siglo xix, un especial espacio propio como 9
transformándolo en una sumatoria ininteligible de territorios.
226 • Juan Cajas Microsociologías de la desviación • 277
La ciudad es una geometría de identidades, imaginarios, mie- Para los antropólogos los jóvenes urbanos no comparten,
dos, lugares y no lugares. Culturas líquidas. Paul Virilio dice en sentido estricto, las características de una tribu. El concep-
que la ciudad es resultado de la guerra, al menos de la prepa- to en antropología es muy específico. No obstante, el vocablo
ración para la guerra. quizá por sonoridad lingüística, ha sido muy exitoso. Es espec-
La ciudad habilita formas nuevas de gregarismo urbano. tacular y se repite a la menor provocación. El mismo Maffesoli
Nuevas subculturas. Maffesoli las denominó para escándalo reconoce los efectos mediáticos de su metáfora:
de los puristas: "tribus". En su libro El tiempo de las tribus
(1990], introduce nuevo material analítico para el abordaje de Hace unos quince años (1988), cuando todavía no estaba a la
moda, propuse la metáfora "tribu" para dar cuenta de la me-
las agrupaciones juveniles que pueblan las calles de las gran- tamorfosis del vínculo social, para atraer la atención hacia la
des ciudades en la última década del siglo xx y principios del saturación de la identidad y de su expresión, el individualis-
xxi. La tribu, dice, es la base de la nueva sociabilidad contem- mo. El término ha hallado amplio eco. Los mercenarios se
poránea: han apoderado de él. Algunos intelectuales, en ocasiones los
mismos que lo criticaron, aceptan otorgarle la debida impor-
La metáfora de la tribu permite, corno tal, dar cuenta del pro- tancia. Por supuesto, los periodistas lo usan sin moderación.
ceso de desindividualización, de la saturación de la función No podía ser de otra manera. La realidad del tribalismo está
que le es inherente y de la acentuación del rol que cada "per- allí, cegadora, por fortuna y por desgracia. Es una realidad
sona" [...] está llamada a desempeñar en su seno. Se da por ineludible que no se limita a un área geo g ráfica específica.
supuesto que, así como las masas se hallan en perpetua ebu- Empero, falta todavía pensarla (2002: 225).
llición, las tribus que se cristalizan en ellas no son estables y
las personas que componen estas tribus pueden moverse de Según se desprende del texto bíblico, Abel era pastor y
una a otra (Maffesoli, 1990: 29).
Caín agricultor. Por analogía diremos que los hombres se di-
Esta perspectiva es quizá la más contemporánea, pero viden en nómadas y sedentarios. Es parte de la condición
igualmente tiene antecedentes en estudios previos realizados humana. La figura nos sirve para entender la ciudad, usando
en la Escuela de Chicago. Caries Feixa, antropólogo de la Uni- una metáfora gastada, como una "selva de cemento". En su
versidad de Lleida, remasterizó el concepto de "tribu" y lo hizo interior sobrevive una babélica congregación humana, agluti-
popular en Iberoamérica (1998); un término muy utilizado hoy nada en tribus, y dinamizada por imperativos de orden terri-
en día para caracterizar a las subculturas, sobre todo por los torial. Banderas, himnos, cánticos, reafirman comunidades
medios de comunicación. En su momento fue un término imaginadas, afectivas, o de sentimiento, que se defienden a
bastante criticado. Teóricamente, la "comunidad tribal" es la sangre y fuego; las reivindicaciones se plantean como premi-
forma de sociedad más antigua de la que se tenga conocimien- sas de "guerra" justa. Ya lo decía Gertrude Stein: "Es bueno
to; es nómada y pastoril, antes de sedentarízarse e inventar la tener raíces, mientras uno pueda llevarlas consigo"; definen
agricultura es una organización muy simple: se funda en la fa- la pertenencia frente a la fragmentación y pérdida de centro,
milia -primera célula social- y en los lazos de parentesco, y de unidad: la desterritorialización.
en una jerarquía social apenas existente, y con propiedad co- Las "guerras" urbanas, en las que el inmigrante ocupa un
munal. primerísimo lugar, están dadas por una disputa territorial. Lo

228 • Juan Cajas Microsocologías de la desviación • 229


fue en los años veinte de Chicago, lo sigue siendo en Los Án- de espiritualidad- conlleva percepción de finitud, como re-
geles: las calles 13 y 18 escenifican una guerra a muerte entre curso defensivo nos transformamos en una sociedad depen-
las bandas maras. En México, en el mes de febrero de 2008 se diente del sexo, los fármacos, la psicoterapia, la adoración al
experimenta un hecho insólito, una guerra entre tribus, no cuerpo, los tóxicos, el dinero de plástico, el consumo de bie-
por apropiación de territorio, sino también -algo inédito- por nes, de noticias, etcétera (1997: 7).
"usurpación de identidad": cerca de una centena de darles,
punks, y otras bandas, convocados vía internet y mensajes a El concepto de tribu opera como metáfora. Así hay que
celulares, atacan brutalmente a los autodenominados chavos asumirlo. De lo contrario se pierde el alcance del término. La
timos, en la Plaza de Armas de Querétaro. Los acusan de no globalización, como señala Appadurai, ha modificado los
ser auténticos, de haberse apropiado de la estética de otras paisajes, y la vida del presente llega a operar como extensión
tribus, y de denigrar a los movimientos juveniles con su estilo de los medios de comunicación, según había previsto MacLuhan.
andrógino, al que identifican con homosexual. Un joven dark, Se vive a través de la televisión. Los reality shows condensan
interrogado días después en la Glorieta de Insurgentes de la el espíritu de la cultura de masas. Es lo que anuncian los
ciudad de México, manifestaba lo siguiente: modernos empresarios de los estudios culturales. Quizá ya
no tengamos las subculturas, tal corno se plantearon a me-
Los timos son putos, reputos, los muy cabrones, por eso los diados del siglo xx, y éstas hayan evolucionado hacia nuevas
descontamos. No traen cultura. Si de plano no aportan nada formas de sociabilidad. Ya no es tan claro asociar la desvia-
para la raza, pinches timos, pues a la verga con ellos, y que ción con la delincuencia. Los fenómenos culturales son des-
se los cargue la chingada. Grita se han adueñado de esta bordantes, tanto así que la antropología que en principio se
plaza, luego van a querer plantear su jotería en los otros lu- ocupó de los marginales, y en muchos casos se obnubiló y
gares donde se arrejunta la banda. Ta' cañón. Primero les fascinó por sus personajes, haya tenido que evolucionar y tocar
partimos la mauser.
con nuevos actores de la sociabilidad urbana, que reivindi-
can otras formas y estilos. Tal podría ser el caso de culturas
No es un secreto, entonces, señalar la importancia de
autoajudicarse un territorio, físico o imaginario. Cartografía contemporáneas como los ravers y la amplia gama de músi-
mental. Cuando hablamos de nómadas, no lo hacemos en cas electrónicas: acid housc, acid garage, trance, techno, har-
dcore, jungla, ambient, dub, psyco, etcétera. No son grupos
el sentido de viaje. Rosi Braidotti apunta al respecto: "Algu-
que se identifiquen por lo marginal, sino por el gusto hacia
nos de los viajes más importantes pueden ocurrir sin que
la tecnología o la ropa. Son jóvenes de clase media alta y se
uno se aparte físicamente de su hábitat. Lo que define el
ubican en el espacio-tiempo de una vida cultural completa-
estado nómada es la subversión de las convenciones esta-
mente inédita. No son marginales. Esta situación modifica
blecidas, no el acto literal de viajar" (2000: 31). Escribe Ja-
vier Urra: radicalmente la concepción que se tiene sobre las subcultu-
ras. Una perspectiva tiene que ver con el uso masivo de
El sinsentido de la vida actual genera fobias y temores que se drogas de diseño, esto es del consumo y, otra, con las indus-
reconvierten en conductas agresoras contra el propio equili- trias culturales. De nueva cuenta como en el símbolo de los
brio y contra los otros. La falta de trascendencia -la pérdida uroboros... la serpiente mordiéndose la cola.

230 • Juan Cajas Microsociologías de la desviación • 231


DECONSTRUYENDO LA VIDA COTIDIANA les. Sokal publicó en la revista Social Text, un artículo de su
autoría: "Transgrediendo fronteras: hacia una hermenéutica
Nostalgia del pasado. Es lo que expresa la invasión de lo retro transformativa de la gravedad cuántica". El autor, haciendo
y el kitsch en las tribus urbanas. La estética de la tribu está uso de un variado muestrario de citas ininteligibles extraídas
determinada por el consumo. No hay rebelión. No hay protes- de Lacan, de los filósofos posmodernos, y de la física, cons-
ta. Tampoco implicación. La contracultura ha muerto. La esté- truye un artículo académico, a imagen y semejanza de la retó-
tica marginal, el antilenguaje, invadió las clases medias y se rica discursiva de fin de siglo. Sokal, grosso modo, y con base
metamorfoseo en lo cool. La investigación actual sólo de forma en una jocosa pero hábil manipulación de conceptos científi-
residual insiste en el tema identitario de las bandas o las pan- cos, sostiene que la teoría cuántica posee implicaciones im-
dillas; en algunos casos el análisis se orienta a las denominadas portantes para la articulación de una estrategia política de iz-
"identidades límite" (Valenzuela et al., 2007). Una expresión quierda. En su opinión, el campo morfogenético confirma un
utilizada para denominar a grupos juveniles extremos, como dato irrefutable: la física cuántica puede enriquecerse, siem-
las maras. Los temas de la identidad o el territorio que dieron pre y cuando se eliminen sus rasgos elitistas y autoritarios, y
lustre a los estudios culturales en sus inicios, se han desnatu- se le agreguen las críticas provenientes del feminismo y el
ralizado. La tendencia actual conduce a una exégesis de la ecologismo. Argumenta, además, que la "realidad física" es, en
deconstrucción de lo micro: ideconstruyámonos para cons- el fondo, una construcción social y lingüística. No las teorías
truir!; la invención autoral elimina el trabajo de campo. Pare- de la realidad física, sino la realidad misma. Los lectores no
ciera que ya no es necesario. "Si el trabajo de campo desapa- repararon en el embuste cuántico-filosófico-metafísico. Poste-
rece, o de cualquier manera empezamos a verlo con miedo riormente, el mismo Sokal escribió un segundo artículo para
por un lado y esperanza por otro, la disciplina entera desapa- la misma revista, haciendo mofa de los editores y develando
recerá con él", escribía lacónicamente Geertz (2002: 71). los alcances de su experimento escrito en la clave de los estu-
Reynoso ya había señalado cierta ligereza conceptual en dios culturales. En el texto arribó a una conclusión severa:
la explosión temática de los estudios culturales. El uso laxo "Una tontería puede tener el respaldo de la comunidad académi-
del acervo sociológico y antropológico, en no pocas ocasiones ca siempre y cuando: a) suene bien, y b) refuerce sus prejuicios
culmina en desaciertos, mezcla de modas teóricas y saltos de ideológicos [.. 1 Está bien: quien piense que las leyes de la
trapecista, en una extraña combinación de ideas provenientes física son meras convenciones sociales está invitado a trans-
del psicoanálisis, el estructuralismo, la filosofía posmoderna, gredir esas convenciones (y saltar) desde la ventana de mi
la alta costura y la gastronomía; desplazamientos complejos departamento. Vivo en el piso 21" (cfr. Silva-Herzog Márquez,
hacia campos aparentemente inéditos, racionalizados empíri- 1999: 91).
camente a través de la lentilla de la globalización y la mundia-
lización de la cultura... y donde el oficio del sociólogo se des-
dibuja hasta hacerse irreconocible.
Alan Sokal, un reconocido físico de la Universidad de
Nueva York, escenificó en 1996 una travesura académica que
puso al descubierto los alcances de ciertos estudios cultura-

232 • Juan Cajas Microsociologias de la desviación • 233


Capítulo 6

Cartografía del mal

Para halo Mereu la sospecha es el geniecillo oculto en la praxis


del sistema penal, el derecho penal y el procesal (2003). De la
sospecha deviene la intolerancia. Sospecha e intolerancia fun-
damentan el imaginario de una "razón de Estado". Religiosa,
política o social. Todas aluden a imaginarios sociales como
componentes básicos de la organización social y de la aplica-
ción de violencia positiva o economía punitiva. La intolerancia
es, decía Spedalieri: "La guardiana de la sociabilidad". El ejer-
cicio de la intolerancia, por la vía de la simple sospecha, dio
lugar a excesos punitivos que en su momento fueron cuestio-
nados por pensadores del Iluminismo. Los excesos penales:
hogueras, guillotinas, hornos crematorios, entre otros, son
una suerte de arqueología de la criminalización contemporá-
nea; fueron procedimientos jurídicamente institucionalizados.
Asimilar los antecedentes del castigo a las conductas "anorma-
les" (Foucault, 2000) nos permite tender un puente analítico
que históricamente conecte al derecho como instrumento de
dominación política, con una teoría general de la desviación. El
pasado, se ha dicho, aprisiona el mundo de los vivos. Escribía
Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte: todos los gran-
des hechos y personajes de la historia universal se producen
dos veces: una vez como tragedia y otra vez como farsa.
Veamos un ejemplo. México es un país laico. Se rige bajo
las premisas de un Estado de derecho. En el debate suscitado

235
en 2007 en el Distrito Federal a propósito de la despenaliza- sospecha como presunción de culpabilidad, ocupan un capítulo
ción del aborto en las primeras 12 semanas de embarazo, la de la borgiana "historia universal de la infamia". Estos son, sin
jerarquía de la Iglesia católica y sus "intelectuales orgánicos" embargo, una práctica frecuente del sistema penal. No de otra
demonizaron a sus adversarios: argumentaron desde la evo- manera se explica el secuestro institucional de individuos ino-
cación tácita de la Inquisición, los autos de fe y el derecho
natural. Señalaron a los legisladores como promotores de una
centes que luego de años de permanecer en el corredor de la
muerte, esperando su ejecución, o en lóbregas cárceles, son •
conducta desviada: el "crimen fetal". Soslayan, ignoran la ne- liberados con el clásico: "Usted, disculpe".
cesidad de despenalizar el aborto como un asunto de salud
pública; privilegian en su defecto ideas metafísicas de tipo
religioso o moral, ajenas a la realidad del presente. La tragedia
e
del medioevo jurídico se reactualizó en la farsa de los cruza-
HERMENÉUTICA DEL MAL

dos modernos. Parafraseando a Benito Juárez bien podríamos
decir: El respeto al aborto ajeno... es la paz.
El tema del mal es, probablemente, uno de los capítulos más
significativos en el periplo de la aventura humana. Ocupa un e
Los horrores de la república cristiana, mil años de ignomi-
nia, son antecedentes de punición y estigma: la autoridad, el
lugar relevante en el pensamiento y es, entre otros, un pasaje
importante en campos de estudio como la antropología, el

legislador político, castiga lo que califica como conducta des-
viada. Nunca antes la humanidad conoció de tantos atrope-
psicoanálisis, el derecho o las religiones comparadas. Para
estas disciplinas, la felicidad, la transgresión y el castigo, re-
o
llos. Santificados todos en el altar de la sospecha y del derecho presentan una triada mítica, un referente esencial, en la con- o
natural: "la Iglesia católica es de una claridad definitivamente figuración de dispositivos culturales que coadyuvan en la
pedagógica: bebed esta sangre en mi memoria" (Sala-Molins, institucionalización de una oposición binaria: el bien y el mal. o
1989: 116).
La sospecha y la intolerancia trazan una geometría perfecta
Planteados como una dimensión específica en el campo de lo
sagrado y lo profano, tanto el bien como el mal se asumen
o
en la historia de Occidente. La temporalidad de la misma es
identificable; para Mereu es la suspicio (sospecha) de la Inqui-
como construcciones de la cultura. Para Spinoza, el bien y el
mal no existen, sólo son formas de pensar; narrativas, cons-
o
sición, la Loi des suspects (ley de sospechosos) de la Revolución trucciones o discursividades ideológicas. Así lo afirmaba en
francesa, el "macartismo" y la política de control social basada sus Cartas del mal. Para Derrida, el filósofo francés de origen
en la criminología administrativa, actuarial o de tolerancia cero, en argelino, el mal es un tema religioso, una abstracción, en "la
Estados Unidos e Inglaterra. La idea de sospecha no es retóri-
ca. Es el motor que pone en movimiento los procedimientos
más desértica de las abstracciones". En Occidente, hablar del
mal es, en cierto modo, hablar de estrategias de salvación. Si
o
penales y, en general, las leyes de seguridad pública. En opera-
tivos militares contra el narcotráfico en México (2008), algunos
identificamos la causa del mal, abrimos la llave maestra de la
salvación, el "bien". Para el filósofo racionalista holandés, el
o
ciudadanos de los estados del Norte, han sido detenidos e mal puede convertirse en bien y el bien en mal. Finalmente,
interrogados por "porte de cara sospechosa"; otros, ejecutados
en retenes militares. La energía de la punición proviene de
como se advierte en el mundo de la física, a toda acción le
sucede una reacción de la misma fuerza, pero en sentido con-

cierta idea del mal. Los procedimientos penales basados en la trario. La historia parece confirmar esta premisa.

236 • Juan Cajas Cartografía del mal • 237

<ir

Estereotipos o modelos del bien versus el mal hay muchos. sanitarias y penales en términos estrictamente epidemiológi-
Tantos como culturas en el mundo. Sólo con fines analíticos cos o de conducta desviada o delictiva, se reconfigura como
mencionamos el modelo bien/mal asociado a la idea de epidemia. un acto de contagio; esto es, de asimilación corpórea del virus
En Occidente, uno de los referentes míticos epidémicos más maléfico que amenaza el tejido social. iEl mal debe ser exorci-
conocidos se remonta a la Grecia antigua. En este caso el mal zado! El bien se erige como un leviatán terapéutico. La norma
se asocia con la idea de epidemia, enfermedad contagiosa que se prohibitiva busca expulsar la epidemia demoniaca del consu-
produce al mismo tiempo en diferentes sitios, afectando a la mo del organismo social. Esta es la lectura que podemos ha-
comunidad de origen. En Edipo Rey (425 a.C.) Sófocles, el poe- cer del veto que el presidente Vicente Fox (2006) impuso a la
ta griego, narra cómo para eliminar la epidemia, es decir el iniciativa de ley para despenalizar y reglamentar la portación
mal que azota a la ciudad, el oráculo aconseja expulsar de la de dosis de drogas para uso personal, contraviniendo un pre-
comunidad al criminal impune. Edipo, el parricida incestuoso, cepto básico: el libre albedrío, propio de una sociedad de
es responsable de la peste, la desgracia que se expande con hombres libres. El leviatán teológico prescribe más allá de la
peligrosa rapidez por las calles de Tebas, capital de Beocia. órbita del derecho, sobre conductas que sólo le competen al
Edipo es el chivo expiatorio, el de la conducta desviada: el individuo (Gaviria, 2002). La prohibición históricamente inau-
argumento ideológico que justifica el estigma, la persecución gura el tráfico de sustancias. El narcotráfico es una construc-
social. Expulsar a Edipo es, de algún modo, una forma de re- ción jurídica. La criminalización de una conducta se transfor-
constituir lo que Goffman denominaba "identidad deteriora- ma en un negocio redituable para el crimen organizado; una
da", poner a salvo a la comunidad en peligro a través del bien. apología de la desviación.
El mal, como ciertas variantes de los virus modernos —el vll-i/ Las drogas recreativas constituyen, entre varios eufemis-
sida por ejemplo— incuba la infección, pero también su antído- mos utilizados por los epígonos de la universalización moral
to. Edipo encarna el mal, pero igualmente puede salvar a Te- y el pensamiento único, formas varias de epidemia. La expan-
bas del flagelo epidémico. Edipo prefigura a Job, el paciente sión del "virus" ha sido calificada indistintamente por las au-
antihéroe del Antiguo Testamento que es expulsado de la co- toridades y los medios de comunicación como la "peste del
munidad cristiana y condenado a seguir el camino de los siglo", "bestia negra" o "quinto jinete del Apocalipsis". Las
hombres malditos o perversos, según dice Girard (4989). drogas son, entonces, el Edipo de la civilización moderna, el
El modelo mal/epidemia inspirado en una resignificación culpable de los malestares sociales Artífice del nacimiento de
de Edipo Rey, constituye en asuntos relacionados con la inges- un Edipo drogadicto, el yonqui posmoderno que, bajo los
ta de drogas recreativas el argumento básico de un estigma efectos químicos del mal, asesina al padre y copula con la
contemporáneo y de la prohibición. Las drogas recreativas madre. Bajo esta perspectiva, la reconstitución de la identidad
están constituidas genéricamente por todas aquellas que se deteriorada, incluye la expulsión de la autonomía de los de-
consumen al margen o independientemente de sus atributos seos del reino de los hombres. El mal por antonomasia, se
o valores terapéuticos. El uso cultural de drogas está mediado asocia con la autonomía de los deseos: el "cuerpo del delito"
por su capacidad química para generar sensaciones placente- es, en realidad, el objeto del deseo.
ras o de expansión de la conciencia. La automedicación es una Los deseos de Eva conducen al pecado original; preámbu-
práctica individual que, al ser valorada por las autoridades lo de la moderna autonomía de los deseos. La primera prohi-

238 • Juan Cajas Cartografía del mal • 239


—-
bición, surge de la desobediencia. La religión interdice el de- do dejaría este concepto sin historia. Historiar la sospecha nos
seo (Girard, 1982). Siendo los deseos una fuerza capital, las permite identificar los estigmas del mal, trazar la cartografía
prohibiciones sobre el cuerpo no dejan de ser una práctica concreta de la acción anómica, el acto desviado: el gran activo
necia e inútil. Tarde o temprano los hombres encuentran el del control social.
camino de la transgresión. Habilitan culturalmente el placer Una hermenéutica de la sospecha, tal como lo sugería
por lo prohibido; "hermoso como el suicidio", diría Alejandra Foucault, en sus trabajos sobre la prisión, la sexualidad, la
Pizarnik. Los seres humanos desean; nada de extraordinario locura, los anormales, o las formas jurídicas, permite carto-
hay en este reconocimiento antropológico, que podría llevar- grafiar los escenarios socioculturales bajo los cuales se maxi-
nos a una teoría del deseo. El deseo es catarsis en la experien- miza el rigorismo jurídico de los códigos penales y se crimina-
cia del goce (Sissa, 2000). Goce/placer; activo psíquico, princi- liza el mal, el acto desviado. Finalmente, "toda la criminología,
pio fundamental de la movilidad humana. la sociología durkheimiana, como toda la de la Escuela de
Sin placer no hay juego, puesta en escena del riesgo. El Chicago (la vieja y la nueva) se basaron de uno u otro modo
hombre es deseo vivo, deseo siempre insatisfecho, diría en el supuesto de plantear un centro: el orden social legítimo
Lacan. Deseo tiránico; fuego de una llama que se expande y legal, y diferentes puntos de proximidad, convergencia y
a través del bosque. La prohibición aviva el fuego. El guar- desviación, respecto siempre de aquel centro" (Isla y Valdés,
dabosque impávido contempla el espectáculo. ¿La fruta 2003: 260).
prohibida, sea ésta el alcohol, el tabaco, la cafeína o los La anomia es uno de los conceptos más citados del so-
opiáceos, no son acaso el cristal, el espejo que refracta ciólogo funcionalista Émile Durkheim. En Las reglas del
nuestra cultura? método sociológico sostenía una tesis fundamental: los hom-
bres viven bajo el imperio impositivo de la división del tra-
bajo. No es un mundo de libertades plenas. La tensión entre
Los ESTIGMAS DEL MAL restricción y libertad propicia el advenimiento de la anomia.
Ésta sé presenta como un estado de disociación entre la
La historia del derecho penal contraviene un concepto que individualidad y la conciencia colectiva. La primera perte-
deviene de Durkheim: la anomia. En criminología este con- nece a sociedades de solidaridad orgánica y, la segunda, a
cepto es, para decirlo con Braudel, una idea de larga duración. sociedades de solidaridad mecánica. La disociación es la
La sociología jurídica lo utiliza para definir, en general, la con- base que permite entender la irrupción del delito, el crimen
ducta desviada o transgresión de normas, reglas o leyes. Para o el desorden. Anomia y egoísmo son conceptos relaciona-
la antropología las conductas que se alejan del centro norma- dos. La anomia exhibe una falta de regulación y un debili-
tivo son una constante de la cultura. En ausencia de reglas no tamiento de la conciencia colectiva; el egoísmo es culto al
hay transgresión. Aparentemente no hay juego sin reglas. individuo (Durkheim, 1981).
Transgredir una regla, por mínima que sea, vulnera la trans- Para Durkheim el delito es un hecho social, normal; desem-
parencia del juego. No obstante, todo juego admite la posibili- peña una función social. El delito posee un elemento positivo:
dad del engaño. Siendo así, es fuente de sospecha. Plantear la obliga a perfeccionar el sistema de reglas y a llenar lagunas
universalidad de la anomia y asumir el vocablo como enuncia- legales. Los códigos no son estáticos. No se legisla para la
240 • Juan Cajas Cartografía del mal • 241
eternida d. La legislación penal alemana, por ejemplo, contem- HERMENÉUTICA DE LA CONDUCTA DESVIADA
pla el homicidio artero, pero no la antropofagia. El tema salió
a colación luego de que un sujeto se ofreciera en internet, de El concepto de desviación es ampliamente utilizado en el de-
forma voluntaria, para ser devorado en un ritual caníbal, por recho penal y en la criminología anglosajona. El vocablo posee
un émulo de Hannibal Lecter, el personaje de una novela de su propia historia. Para Mereu:
Thoma s Harris.
El delito es una constante en todas las culturas. Los índi- La desviación es el alejamiento de la enseñanza recta y justa (la
ces delictivos pueden declinar, pero no es indicativo de su ofician; es el pensamiento no canonizado, la autonomía intelec-
desaparición. Los delitos avanzan a la par del desarrollo socia] tual, el no estar integrado. A la desviación sólo se responde ideo-
y tecnológico. Tal es el caso de los delitos asociados al mundo lógicamente con peticiones de principio, afirmando, in primis, la
de la informática, los hackers/crackers, o al saqueo cibernético validez absoluta de los valores que se someten a discusión [...]
la desviación conduce a la herejía declarada (2003: 31).
de cuentas bancarias. También los delitos vinculados con el
tráfico de órganos humanos, comercio de vientres o pornogra- ¿Cómo se desestructura o elimina esta desviación? Dos son
fía infantil. los caminos: 1. La abjuración pública, y 2. el hereje es conde-
Delitos imposibles de concebir un siglo atrás. La moder- nado a muerte. Los dos procedimientos operan como antídotos
nidad resignifica los comportamientos punibles, los moderniza. del mal. Un ejemplo del primer caso es el de Galileo Galilei, la
Plantea dos como hechos sociales, los delitos obligan a mo- abjuración pública; y del segundo, Giordano Bruno, condenado
dernizar el derecho penal y penitenciario. Durkheim conci- a la hoguera por no renunciar a las ideas copernicanas. San
be al derecho como el "índice objetivo" de las sociedades Agustín, uno de los ideólogos de la Inquisición, recomendaba
modern as u orgánicas, resultado de la división del trabajo. la tortura y la ejecución para combatir a los malvados herejes.
El índice objetivo difiere del "índice moral" característico de En su opinión la sociedad se dividía en "malvados y virtuosos",
las sociedades tradicionales o mecánicas, donde los grupos buenos y malos. Grigulevich anotaba que la Inquisición parecía
de clan o segmentos homogéneos, se ven constreñidos por cosa del pasado; sin embargo, sus tradiciones, métodos y su
un derecho represivo, cuyo soporte es la "conciencia colec- espíritu sobreviven, se mantienen latentes en las sociedades
tiva". El derecho positivo supone un avance sobre el dere- del siglo xx (cfr. Tecla, 1995].
cho basado en la costumbre. En este último, la conciencia La estatización de la justicia penal, proceso que se opera
colectiva obliga a respetar las costumbres, los imperativos en la Edad Media, generó su propia selección de sujetos des-
morales, los tabúes, sin más punibilidad que la pérdida de viados o estigmatizados:
prestigi o , la vergüenza pública o la expulsión del grupo.
Estos procedimientos, a diferencia del derecho positivo, no En el siglo xvid había en Inglaterra 313 o 315 conductas ca-
implican en modo alguno la "rehabilitación" del sujeto. Se paces de llevar a alguien a la horca, al cadalso, 315 delitos
supone que los miembros del grupo, por la vía de la con- que se castigaban con la pena de muerte. Esto convertía al
ciencia colectiva, están obligados a respetar las costumbres código, la ley y el sistema penal inglés del siglo xvid en uno
que son transmitidas culturalmente como saber explícito. de los más salvajes y sangrientos que conoce la historia de la
civilización (Foucault, 2001: 92].

242 • Juan Cajas Cartografía del mal • 74 ».


La codificación penal inhibe la desviación, sin embargo, ca una cultura del mal, pero no son sancionados por la ley. Al
según sostenían los teóricos del etiquetaje, también puede menos no por el momento. Aunque las tendencias conserva-
fomentarla. La etiqueta degrada, pero simultáneamente dota doras basadas en la disuasión y la tolerancia cero, buscan
de identidad al infractor. No es un proceso determinista o criminalizar este tipo de conductas y, supuestamente, preve- e
mecánico; según David Matza (1981) los desviados en rea- nir otras. Tal sería el caso de la iniciativa de las autoridades
lidad "eligen". En su opinión el acto desviado está basado mexicanas que pretenden aplicar pruebas de antidoping en las e
en un sistema de creencias y valores, no necesariamente
contrapuestos a los valores genéricos de la sociedad, sobre
escuelas primarias, bajo el supuesto de salvar a los adolescen-
tes de las adicciones, o el toque de queda para retirar a los e
todo en lo relativo a la idea referente al mal. Esta categoría jóvenes de la calle en horas de la noche. Estrategia inútil en-
mascarada de puritanismo. Nada hay más seductor que la
e
es una nota común en el espectro de la vida cotidiana, po-
see una coherencia intrínseca en los múltiples planos de la
realidad social. Todo acto no deja de ser una historia ejem-
prohibición. Las autoridades policiacas y educativas usual-
mente homologan las subculturas con prácticas cotidianas

plar, el cual es evaluado moralmente tras el velo de lo bue- que propician la anarquía y el consumo de drogas. Ciertas o
no y lo malo. tribus plantean una aparente ruptura radical con normas y
valores sociales. Pensemos en las comunas hippies de San
o
DESVIACIÓN Y DELITO
Francisco, o en ciertas variantes de ravers neohippies que
habitan en Goa, India, o en Tepoztlán a 90 kilómetros del Dis-
o
trito Federal. o
La desviación es una categoría general. El delito una subcate- El hecho de vivir en una comuna contraviene pautas
goría. La conducta desviada no necesariamente se traduce en culturales de la sociedad, pero no la ley. Ahora bien, mu- o
hecho delictivo. El delito es un comportamiento punible: el
robo, el atraco con armas de fuego, el secuestro, la violación,
chas de estas comunas sobreviven gracias a la agricultura
o proyectos de autoconsumo, otras basan su economía en
o
el narcotráfico, la pederastia, etcétera. En términos conceptua-
les, la desviación es un concepto amplio, genérico. Alude a
el tráfico de drogas. En este último caso sí infringen la ley,
siendo perseguidos y castigados por la autoridad. En Goa
o
cierto tipo de conductas que se apartan de las normas y valo- era común el tráfico de heroína y hachís; un comercio a 01
res generales de la sociedad, pero que no necesariamente pequeña escala, gracias al cual los miembros de las comu-
implican sanción. Para Giddens absolutamente todos califica- nas podían sobrevivir al hastío contemporáneo, habitar el
mos como desviados. En este campo entra el complejo mundo
de las subculturas y las contraculturas. En las subculturas se
mundo etéreo de la contemplación intuitiva, o develar los
alcances de la famosa inscripción del templo de Delfos:
o
ubican las denominadas "tribus urbanas". Término acuñado iConócete a ti mismo!
por Charles Maffesoli en 4988 para designar a la babélica di- Comportamientos desviados pero no sancionados o
versidad de grupos de jóvenes vinculados con las variantes perseguidos de oficio, pueden ser las relaciones homo-
del hip hop, punks, góticos, darks, entre otros. Contravienen la sexuales, el nudismo o prácticas excéntricas en el arte de
homogeneidad cultural en diversos planos: higiene, estética, vestir el cuerpo: tatuajes, piercings, rastas, atuendos estra-
o
gusto musical, pautas de convivencia; sintetizan a la luz públi- falarios, pero que son tolerados por la sociedad y por las

249 • Juan Cajas Cal o gra fia del nhi l •


autoridades. No siempre ha sido así. En 4901, en una de DESVIACIÓN Y ETIQUETAS
las primeras manifestaciones públicas de homofobia en
México, una fiesta de homosexuales travestidos terminó Para Anthony Giddens, uno de los sociólogos más influyentes
con sus participantes en la cárcel. Carlos Monsiváis se refiere de la actualidad:
a este episodio como la "fiesta de los 41". Hoy en día, even-
tos de este tipo son cotidianos y tolerados. La Constitución La desviación supone un proceso de dos caras: los desviados
mexicana, tras la reforma del 14 de agosto de 2001, prohíbe y los no desviados: el primero viola las reglas y el segundo
en su artículo lo. la discriminación basada en "preferen- las decreta. Para los teóricos del etiquetaje las características
de los individuos o grupos, son lo de menos; lo realmente
cias" sexuales!" En 2007, en una controvertida decisión, se importante es el conocimiento acerca de la génesis de impo-
aprobó en el Distrito Federal la Ley de Sociedades de Con- sición de la etiqueta: saber por qué a algunos se les cuelga la
vivencia, mediante la cual se reconocen jurídicamente, etiqueta de desviados. La etiqueta es un estigma, bajo la cual
entre otras, las uniones de personas del mismo sexo. Si subyace una estructura de poder social basada en cierta idea
bien la ley no considera la figura del matrimonio como tal, del mal (2002: 75).
se trata de un avance importante en el reconocimiento a las
relaciones entre homosexuales. Una actitud semejante es ¿Quién impone las reglas? La respuesta es múltiple, ex-
la tolerancia hacia la Marcha del Orgullo Homosexual, un presa una relación de poder, de clases, de actores sociales
evento que desde 1978, recorre festivamente la vía más que se imponen sobre otros, por ejemplo, los burgueses so-
importante de la ciudad capital, con apoyo logístico de la bre los proletarios. Foucault hablaba de una microfísica del
policía. Un siglo atrás, pensar en un desfile de esta natura- poder que se manifiesta cotidianamente en la imposición
leza era imposible. La homofobia no ha desaparecido, sen- autoritaria de los hombres sobre las mujeres, los adultos
cillamente ha disminuido y ha aumentado entre la sociedad sobre los jóvenes, los blancos sobre las minorías, etcétera.
la tolerancia como valor y, en cierto modo, se ha relativiza- Para Giddens la desviación es una categoría que subyace en
do la cuestión del mal en términos de la opción sexual. En lo que llama "experiencia secuestrada"; hipotéticamente se
México, la homosexualidad es considerada una conducta ubica en el correlato institucional de la modernidad; esto es,
desviada: se aparta de las normas y valores del grueso de del control social y la subordinación del mundo al dominio
la población, pero no es un delito. En algunos estados de la humano. La desviación "alude a los procesos interconecta-
Unión Americana la sodomía es sancionada penalmente. dos de ocultamiento que apartan de las rutinas de la vida
El homófobo que asesina a un homosexual expresa una ordinaria los siguientes fenómenos: la locura, la criminali-
conducta desviada. A su vez, configura el delito de homi- dad, la enfermedad y la muerte, la sexualidad y la naturaleza"
cidio, sancionado por el Código Penal y castigado con (Giddens, 1995).
cárcel. En Estados Unidos, en el siglo xvtli, la desviación, el "des-
vío", se consideraba endémica, y se relacionaba o acompaña-
7"12,1 Diario Oficial de la Federación publicó el 11 de junio de 2003 la Ley ba de transgresiones morales. Los colonos, escribe David
Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación. En su artículo 4o. dice
"1...1se entenderá por discriminación toda distinción, exclusión o restricción
Rothman:
1...1 basada en [...] preferencias sexuales".

246 • Juan Cajas Cartografía del mal • 247


Juzgaban desviada una amplia serie de comportamientos y recluidos en hospitales psiquiátricos. Juan José López-Ibor,
descubrían las más graves implicaciones en los delitos más un famoso médico valenciano, en un congreso de psiquiatría
leves. Su definición extendida era primariamente religiosa realizado en San Remo, Italia en 1973, explicaba sin rubor a
por su origen y equiparaba el pecado con el crimen [...] eran su auditorio: "Mi último paciente era un desviado. Después de
testimonio de la natural depravación del hombre y el poder la intervención quirúrgica en el lóbulo inferior del cerebro
del demonio; signos ciertos de que el transgresor estaba presenta, es cierto, trastornos de la memoria y en la vista,
destinado a convertirse en una amenaza pública y en un pe-
cador condenado (cfr. Giddens, 1995: 201). pero se muestra más ligeramente atraído por las mujeres" (cfr.
Sáez, 2004: 40).
El mal emerge como una fuerza demoniaca que conspira Anthony Burgess, en La naranja mecánica, describe una de
contra el bien. Numerosos relatos del arsenal mítico dan las utopías de la política de control social de la desviación: la
cuenta de la épica batalla entre las fuerzas del bien y las del "técnica de Ludovico". Este procedimiento médico busca des-
mal. Lo encontramos en Dante, Goethe, Dostoievski y, desde truir el reflejo criminal y hacer de Alex, el adolescente psicó-
luego, en Melville, con la célebre confrontación entre el capi- pata, un sujeto obligado mediante intervención clínica a tener
tán Ahab y Moby Dick, la gran ballena blanca, la bestia de los una conducta que la sociedad considera aceptable: una "ma-
mares. El crimen, el vagabundeo, la locura, se asociaban a la quinita que sólo puede hacer el bien".
endemia de la pobreza o a las características que emanan de Existen diversos puntos de vista sobre el comportamien-
la naturaleza humana. Estas conductas eran susceptibles de ser to desviado. No obstante, todos parten de un modelo común
corregidas a través de la institución carcelaria. basado, de un lado, en la legitimidad que la sociedad le con-
La institución correccional es importante, adquiere noto- fiere al Estado, es decir, al contrato social o centro moral
riedad cuando tanto el criminal como el loco se disocian de la normativo y, del otro, en la polaridad del bien y el mal. El
pobreza. El secuestro institucional del criminal permite ejer- centro moral normativo señala la desviación y también los
cer el control social; inaugura una terapéutica experimental: delitos que deben ser sancionados; la desviación es el pun-
la cárcel, el manicomio, los hospicios, etcétera. La retención to de Arquímedes del centro (Isla y Valdés, 2003). Así lo
correccional prefigura la etiqueta que "marca" al desviado. La hemos visto. Primero, en los supuestos de la criminología clá-
terapéutica primigenia -pensemos en los trabajos de Lombro- sica y positiva y, luego, en los avances de la criminología
so o Hans Eysenck- tenía como objetivo ubicar las causas del contemporánea de origen anglosajón. Siegfried Lamnek
delito, los estados mentales anormales, y sugerir modos de (2002), criminólogo germano, agrupa en dos conjuntos los
erradicarlo. La psicocirugía parece página de una novela, pero enfoques de la criminalidad en el siglo XX: 1. Teorías de la
no lo es. En su tiempo ocupó la atención de la antropología anomia y la subculturalidad (etiológicas), y 2. teorías del
criminal: a través de una lobotomía prefrontal se destruían los etiquetaje (interaccionistas). Los dos grandes enfoques tie-
centros cerebrales profundos y, supuestamente, se elimina- nen como punto de mira el citado centro moral normativo.
ban los impulsos violentos de la mente perturbada; se "cura- El primero plantea un modelo penológico basado en estrate-
ba" -también- la homosexualidad. Existen evidencias de ciru- gias de control social como el correccionalismo, en tanto
gías experimentales ejercidas sobre enfermos mentales que el segundo es permisivo, crítico y contrario al modelo
correccionalista.

248 • Juan Cajas Cartografía dei mai • 249


La intolerancia, independientemente de sus particularida- gantes del saber sociológico se refería a la influencia de los
des históricas, tiene como lugar común la aplicación de la factores sociales en el individuo, la etiología de la conducta
violencia, sobre la base de cierta idea del "bien". Desde la Gre- criminal. El suicidio, por ejemplo, no es como pudiera pensar-
cia clásica, la filosofía se ha enfrentado al tema de lo falso y lo se un acto enteramente individual, o resolución egoísta a la
verdadero, la confrontación entre la doxa y la episteme. Una de carencia de felicidad en la vida cotidiana. La génesis de la in-
las tareas de la filosofía consistía en lograr la sustitución de la felicidad descansa en causas sociales. La falta de sentido y la
doxa (creencias populares) por la episteme, conocimiento ob- desesperanza del mundo moderno, ocasionada por la caren-
jetivo, demostrado (Madanes, 1998). Sócrates es obligado a cia de certezas económicas, morales y religiosas, precipita
beber la cicuta. 7 ' Su sacrificio inaugura la tragedia La doxa se estados de anomia. La certeza de un mundo sólido desapare-
impone sobre la episteme. Somete a Galileo. El miedo doblega ce; se abren las compuertas de un mundo sin asideros, líqui-
a la episteme. La abdicación del físico y astrónomo italiano es do (Bauman, 2002).
una metáfora de la intolerancia. Las leyes religiosas se impo- Para Durkheim la anomia es un conjunto de situaciones
nen sobre las leyes civiles. que derivan de la carencia de normas sociales o de su degra-
dación. La tesis se fundamenta en datos que provienen de la
división del trabajo. La eclosión social produce tres tipos de
EL MALESTAR DE LA INCERTIDUMBRE desviación:
La vida moderna es cruel, tediosa, incierta en su libertad som- Rebelde funcional,
bría. Así lo plantearon, antes que los sociólogos, los poetas desviado biológico, y
malditos del siglo xix. Mucho antes, incluso, de que las tribus 3. desviado distorsionado.
emo hicieran de la melancolía, la desesperanza y del no futuro,
un manifiesto. César Vallejo, el poeta peruano, describió a la Este último, la figura más espectacular de la desviación, ha
perfección los malestares de la vida cotidiana: "Hay golpes en sido el depositario principal del "momento etnográfico" de los
la vida, tan fuertes... iYo no sé! Golpes como del odio de Dios; investigadores sociales. El desviado distorsionado es un "indi-
como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara viduo mal socializado en una sociedad enferma" (cfr. Taylor et
en el alma... iYo no sé!" al., 1997: 102).
Durkheim señalaba que la carencia de normas o su degra-
La poesía no soslayó el cruel advenimiento de la industria-
lización y el "sopor del tedio", presente en Las flores del mal de dación produce un conjunto de "situaciones patológicas" o
Baudelaire. La ruptura de la conciencia colectiva tradicional desviaciones anómicas. La conciencia colectiva es sustituida
propició el surgimiento de condiciones anímicas inéditas. In- por una conciencia autónoma, regida por un orden contrac-
certidumbre. "Malestar en la cultura" le llamó Freud en un tual y represivo, bajo el cual se configura el metarrelato de los
texto premonitorio publicado en los treinta a la variable insa- salvajes urbanos. El referente por antonomasia de la anomia
tisfecha de la condición humana. Uno de los primeros interro- es "el suicidio". Así nombró Durkheim una de las obras que
publicó en 1897. Trabajos anteriores sobre el tema los hay; sin
''Uno de los grandes filósofos griegos. Nació en Atenas (470-399 a.C.). Fue embargo, a él le corresponde el mérito de haber señalado,
condenado a muerte por ofender a los dioses y corromper a la juventud.

250 • Juan Cajas Cartografía del mal • 251


antes que nadie, las causas sociológicas de la privación volun- metas culturales de la nación. El sueño americano es compar-
taria de la vida. Para el sociólogo francés, tanto el delito como
la conducta desviada son hechos sociales. Temas inevitables
tido, afirma, por los habitantes de la polis, pero las metas
económicas, políticas o culturales no siempre se alcanzan.

y necesarios para la sociedad. El ejercicio del delito estimula Las causas son muchas, y una de las más importantes es la e
la solidaridad social: la sociedad reacciona con vehemencia
ante hechos que presuponen una amenaza real a las institu-
ausencia de niveles adecuados de relacionamiento institucio-
nal entre los diversos sectores de la sociedad; sin esto la co- e
ciones o al orden establecido. En consecuencia presiona por
innovaciones a la normatividad. Por ejemplo: la reducción de
hesión social es un escenario imposible. La brecha cultural en
un país de inmigrantes, es irreductible. Las diferencias son

la edad penal o la cadena perpetua para los secuestradores. El radicales. Extraña curiosidad en un país que Tocqueville pre- e
derecho al fungir como amenaza, inhibe, en apariencia, la
transgresión violenta. Para Durkheim la conducta desviada,
sentó a los franceses como paradigma de la democracia mo-
derna y de la igualdad social. Estados Unidos se erige sobre •
siendo un hecho social, ejerce funciones positivas, toda vez
que actualiza el aparato normativo.
una realidad infraestructural única: está construido sobre los
cimientos de inmigrantes europeos de piel blanca. Fuera del

Robert Merton, tal como lo hemos planteado, reconcep-
tualiza la teoría anómica y construye "teorías de alcance me-
proyecto de nación quedaron los herederos de los salvajes
que humillaron a las tropas del general Custer el 25 de junio
e
dio" de la desviación y del delito, que en su momento fueron
compartidas por algunos sociólogos. Merton hace uso del
de 1876; también los negros que, arrancados de sus raíces,
fueron vendidos como esclavos en las plantaciones del sur, o

concepto de anomia para explicar la tensión que experimen- llevados para levantar las lineas del ferrocarril. Tal es el paisa- o
tan los individuos, cuando las normas consensuadas -el catá-
logo de valores de las clases medias- chocan con la realidad
je que se describe en La cabaña del tio Tom de Harriet Beecher
Stowe, el primer best seller del siglo xix, apenas superado en
o
social. El autor arguye que la desviación proviene, en lo fun-
damental, de diferencias económicas y una carencia de equi-
ventas por la Biblia. o
dad en las oportunidades (Giddens, 2002). Bajo el esquema 0i
teórico del funcionalismo, una de las premisas que garantizan EL PARADIGMA DE LA REACCIÓN SOCIAL O ETIQUETAMIENTO
el orden y el equilibrio social es el consenso moral. La sociedad
es un sistema complejo. Las partes funcionan como un rigu-
roso mecanismo para garantizar el equilibrio y la solidaridad:
El paradigma de la reacción social, etiquetamiento o labeling
approach se desarrolla en torno a la obra de Frank Tan-
u
la uniformidad moral.
A Merton le preocupaba la sociedad como sistema, no las
nenbaum, Edwin M. Lemert, Aaron Cicourel y Howard Bec-
ker, entre otros. Los dos primeros realizaron avances impor-

inmediateces de la vida cotidiana. Reseña como problema tantes sobre el enfoque. Sin embargo, los comentaristas e
central la asimetría entre la estructura y la cultura, la cual ubican en Becker al representante por antonomasia del cita-
procura manifestaciones de desviación o desorganización do paradigma. Los autores nombrados, al margen de los
social. Para Merton el origen de los problemas subculturales
no radica en la ausencia de reglas, sino en la carencia de me-
respectivos matices, se identifican en su crítica al funcional
estructuralismo, sobre todo en la idea de que el control social
e
canismos institucionales que difundan con objetividad las era la respuesta institucional a la desviación. El nuevo mode- 1
252 • Juan Cajas Cartografia del mal • 253 e
o
e
lo i nvierte los tér
minos: la d esviación es una
control social. En esta dirección se a re sp uesta al
cho lo hace, calificar a los creadores de reglas como outsiders.
lógico de la desviación, pri bandona el estudio etio-
vilegiando el análisis de los órga- El mecanismo de etiquetan-nento opera, en este caso, en sen-
nos de control social: autoridades, jueces, tido inverso. El etiquetamiento es de ida y vuelta. Esta carac-
los que e tiquetan. Bajo esta p olicías. Éstos son
per sp ectiva, se define como des- terización no deja de ser ambigua. Grosso modo podemos
viado, a todos aq
(L arrauri, 1992). La uellos que son exitosamente eti afirmar con Becker que la conducta desviada es una violación
et quetados de normas. El autor no se detiene en diferencias. No obstante,
se a dhiere o pega a uniqueta, en sentido e stricto, es algo que
p roducto para ide es importante entender la especificidad social de las normas.
ntificarlo. Por exten-
sión se aplica a sujetos a los que se les atribuye una diferen- Todo orden social contiene reglas. En ausencia de reglas la
cia o característica. sociedad sería imposible.
Los teóricos del etiquetamiento a Becker trabaja un fragmento de la conducta desviada: los
de la Escuela de Chicago. R brevaron en las canteras extraños, sujetos instalados en la gramática del hiperindivi-
fueron alumnos de Blumer. Esta ecordemos que Becker y Lemert
rés en " e circu dualismo moderno, en las grietas de la soledad urbana. Caldo
studios de caso", haciendo usonstancia
de la obsexplica su inte-
de cultivo de la desesperanza. La estigmatización contempo-
ticipante. Sin ésta, es imp ervación par-
ránea define el sello o la etiqueta del desviado. No en abstrac-
ción d osible acceder a niveles de descrip-
p articipanensa. A través de este recurso los to. Los "grupos sociales ocasionan el comportamiento desvia-
de la cultura de los sujetos en c inve stigadores
uestión, y p rotocoli- do porque formulan reglas cuya violación constituye
zan mediante descripciones cu comportamiento desviado y que aplican estas reglas a deter-
bles, el p alitativas lo más exactas posi-
roceso de las interacciones recíprocas minadas personas a las que marcan como outsiders" (Lamnek,
(Lamnek, 2002). La metodología antropológica situ acionales 2002: 88). No existe, sin embargo, en este análisis causal, una
p unto de en cuentro c onstituye un
entre la criminología, la teoría de lo social; la ausencia de un enfoque macroestructu-
el socio análisis. Los acerca la etnom etodología y
p rensión del sentido y los n ecesidad de acceder a la com- ral es su mayor debilidad. No la hay porque a Becker le inte-
ción su bjetiva en la inte sig nificados. Esto es: 1. La orienta- resa la desviación como estudio de caso: el análisis de la
interacción , y 3. el parti racción, 2. la descripción eidética de la esencia de lo observado.
cularismo o individualismo situ El estigma identifica al desviado. La sociedad —el medio
Howard Becker entiende por norma una regla de acional. social— define los recursos culturales a través de los cuales se
tamiento. La norma es co compor- configura el estigma o se determinan estereotipias o categorías
John nstruida por un "grupo social". Para
Turner o Henri Tajfel un grupo se c de personas. En sus orígenes el estigma definía al sujeto porta-
más ind ividuos, cuya car onforma por dos o
acterística es que co mparten dor de lesiones corporales. A través de ellos se identificaba al
identificación común; se ven a sí mismos co una esclavo, el ladrón o al traidor: el mal, lo contrario al estatus
ma c ategoría social (cfr. mpartiendo una mis-
es transgredida o violada Chihú, 2002). Dice B ecker: Si la regla moral de la comunidad. "El cristianismo incorporó la idea del
por un i estigma como gracia divina: las heridas de Jesús, y la medicina,
éste es calificado, rotulado o e ndividuo (o por un grupo), los signos corporales de perturbación física. En la actualidad el
como un d esviado, un ou tiquetado por el grupo social
versa: simul tsider; p ortador del estigma. Y vice- concepto estigma, se acerca a su concepción original, pero se
táneamente el sujeto etiq aplica más como presupuesto de una idea del mal, que de una
uetado puede, y de he-
manifestación corporal" (Goffman, 1998: 111
254 • Juan Cajas

Cadografia del mai • 255


LA TRANSGRESIÓN DE LAS NORMAS quez, en Memoria de mis putas tristes, son tolerados social-
mente -excepto por las feministas radicales-, pero como fic-
Las normas son reglas de conducta o decisión expresadas en ción literaria. Para los victimólogos, los casos citados,
forma lingüística: "La mayor parte de las normas jurídicas son ejemplificarían la presencia de "víctimas invisibles".
tanto normas de conducta para los ciudadanos como normas Las normas devienen de dos tipos de derecho: consuetu-
de decisión para los tribunales y órganos administrativos" dinario o positivo. Las castas y los estamentos están regula-
(Larenz, 1994: 242). Toda regla posee una pretensión de vali- dos por el derecho consuetudinario, regido por usos y cos-
dez vinculante en dos niveles: 1. Como exigencia de compor- tumbres o mandatos divinos, sin más validez que su arraigo
tamiento, y 2. como pauta de enjuiciamiento. Este último nivel social. Son leyes imperativas, no escritas, pero poseen vali-
define su carácter normativo. Asimismo, la pretensión de validez dez social. El derecho positivo es un derecho objetivo, estable-
asegura no sólo el tratamiento de un caso en particular, sino cido por los órganos de poder, "dimana de la norma expresa
también, casos en general. La norma jurídica preceptúa, y cierta promulgada por la voluntad legisladora" (Soriano,
permite o prohibe. No afirma que algo sea así. La norma pue- 1997: 180). Esto es: el derecho como un conjunto de normas
de proceder del derecho consuetudinario, o ser una ley escri- e instituciones del ordenamiento jurídico vigente en una co-
ta. A su vez, una ley, por regla general, se compone de una munidad en cualquier momento de su historia. Dicho de otro
variedad de normas que, en ocasiones, son normas jurídicas modo: es un derecho positivo escrito, y niega la juridicidad de
incompletas. Aun así son parte constitutiva de la validez de la los criterios axiológicos del derecho consuetudinario o natu-
ley (Larenz, 1994). La norma puede ser dispositiva, aclarato- ral. El derecho natural o iusnaturalista es dual: admite un
ria, remisiva o restrictiva. Lo anterior es importante tenerlo en derecho positivo y otro natural. El derecho natural se funda-
cuenta, pues permite identificar categorías de sujetos desvia- menta en los derechos subjetivos o de la persona. El derecho,
dos. La desviación no puede asumirse en forma ahistórica. sea consuetudinario o positivo, es un instrumento de poder y
Las normas, al operar como conjunto, resumen experiencias de regulación: no elimina los conflictos o la desviación, pero
históricas concretas. Las conductas desviadas cambian en su los mantiene bajo control. El poder, a través de su centro mo-
particularidad de un siglo a otro. ral normativo, fija la cartografía de las conductas: buenas o
Los mundos difieren en tiempos, saberes y discursos. malas, aceptables o desviadas. El mal/desvío se construye en
Lewis Carroll, el venerable maestro de matemáticas en el coadyuvancia con la etiqueta.
Christ Church College de Oxford, compartía la docencia con El etiquetamiento no opera en abstracto. Para Becker las
el oficio de fotógrafo: gustaba de tomar placas de niñas des- reglas son producto de grupos sociales específicos, es decir,
nudas, con sus pechos y genitales en ciernes. No configuraba un socialmente diferenciados. Una tarea, entonces, para los estu-
delito ni una conducta desviada. Ninguna norma tipificaba diosos del derecho sería la de inventariar las reglas, rastrear-
como anómala la conducta del escritor. Hoy en día el autor de las y ubicar su momento de origen o su contexto. Si no hay
Alicia en el país de las maravillas sería señalado como paidófilo. regla no hay desviación. La regla que prohibe el consumo de
Pornógrafo infantil. La fascinación por las "lolitas", el persona-
je de Navokov, o los sueños seniles de una noche de amor
drogas, genera en el corto plazo, la emergencia de una corte
de sujetos que transgreden abiertamente la prohibición. Al
e
loco con una adolescente virgen, que describe García Már- infringir la ley son castigados. El ciclo se cierra. Visto en se-

256 • Juan Cajas Cartografía de! mal • 257


cuencia se vería así: norma-transgresión-castigo. ¿Pero qué PARADOJAS DE LA DESVIACIÓN Y EL CONSUMO
sucede con el que no transgrede la norma? Para Becker es un
conformista, la cara opuesta de la desviación: "Si transgredo, El tatuaje, es cierto, ha perdido hoy en día su condición de
me castigan". Puede darse el caso de que el conformista disi- estigma. Un cuerpo sin tatuar, tal como lo expresa un prover-
mule, oculte la desviación en el refugio doméstico. El ámbito bio polinesio, es un cuerpo estúpido. En ese sentido decorar
privado o de lo "íntimo", como lo llama Helena Bejar, elimina la piel ha devenido en conducta normal. Fue usado por grie-
la representación del acto desviado. Veamos unos ejemplos de gos y romanos para marcar a los criminales, esclavos, gladia-
referencia: "Si me inyecto drogas en casa, no soy un yonqui". dores o a quien se castigaba, obligándolo a trabajar en las
"Mientras esté en el clóset, no soy homosexual". "Me tatúo el minas. Constantino, emperador romano (325 d.C.), legisló
culo, no el rostro. No soy mara". sobre los dos últimos casos permitiendo su práctica, en ma-
El acto es susceptible de asumir la condición de desviado, nos y piernas, pero nunca en la cara, por considerar que se
solamente cuando se representa en público de "forma indebida". atentaba contra una estética divina. Adriano I, en el año 787
Un enfermo terminal de cáncer está habilitado médicamente d.C., prohibió las marcas sobre la piel (Reisfeld, 2004). Trans-
para consumir "drogas duras" como la heroína, conocida por gredir la prohibición de Adriano era asumir la desviación. El
su capacidad para eliminar el dolor. No es un acto desviado. tatuaje expresaba, para la Iglesia católica, nexos con el paga-
Si la heroína es utilizada con fines recreativos, su uso es cata- nismo o con Satán.
logado socialmente como "indebido". El enfermo de gripe, En México el tatuaje es de uso común entre los prisioneros.
puede automedicarse un antigripal. Lo que no puede es hacer Francisco Martínez, médico militar asignado a la penitenciaría
uso recreativo del acetato de efedrina, la sustancia activa de de Puebla, en un trabajo que se dio a conocer en '1899, argu-
dicho medicamento. Si el sujeto públicamente consume la mentaba que el tatuaje era una representación de la moral y
efedrina, para aprovechar sus propiedades psicoestimulantes, la cultura de los hombres. El tatuaje es una constante universal
activa los mecanismos comunicacionales que construyen del mundo delictivo; es, en el campo psicológico, una regre-
el acto desviado: emerge la etiqueta, el rótulo que marca al sión atávica. Las marcas en la piel regresan al delincuente
drogadicto, al yonqui, el "poseído por las garras del vicio infa- moderno, al hombre primitivo (Núñez, 2002). La industria del
me": el que sucumbió al narcotraficante maldito que expende consumo ha reinventado los usos del tatuaje. Tanto así que al
drogas a la salida de las escuelas, según muestran los spots profesionalizar el oficio del tatuaje y de las perforaciones se
televisivos, o que cayó rendido a los pies del chino indigno, crearon mecanismos normativos de control sanitario para
"naturalizado", ipero no mexicano!, Zhenli Ye Gong y su em- garantizar la salud del usuario. No hay, entonces, estigma.
porio de dólares y seudoefedrina, según aclaran los medios de Sólo es una moda, una extensión de la cultura juvenil. La ins-
comunicación, etiquetadores por excelencia. Quizá estemos titucionalización del tatuaje inhibe su práctica como conducta
en presencia de una versión renovada de El complot mongol, desviada. No hay desviación en el acto. Existiría si la pintura
la célebre novela negra de Rafael Bernal, o de una reactualiza- sobre la piel fuera prohibida por una norma. La Biblia estable-
ción mediática del estigma hacia la población china en Méxi- ce su prohibición. En Levítico '19: 28, se ordena: "No haréis
co: en el siglo pasado la xenofobia llevó a numerosas ma- incisiones en vuestra carne por los muertos; ni os haréis ta-
sacres de inmigrantes chinos en el norte del país. tuajes". Vivimos en una sociedad secularizada y la interdicción
258 • Juan Cajas Cartografía del mal • 259
en esos términos no importa. El uso de tatuajes se ha despla- muchos países es una práctica tolerada, regulada fiscal met ite,
zado al rostro, una práctica radical que, en el rechazo social, incluso. Tal es el caso de Holanda y Alemania. En México
en la discriminación, potencia la desviación, el estigma. El grupos civiles impulsan la designación del 11 de julio como
portador de un tatuaje en la cara jamás se colocará detrás de jÍ "día nacional del trabajo sexual"; asimismo, en 2007, se pre- e
la ventanilla de un banco, del volante de un autobús o de un
despacho de abogados. No obstante, recordemos que la Cons-
sentó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una ini-
ciativa de ley, por las fracciones parlamentarias del PRD y Con- •
vergencia, con el objeto de legalizar el ejercicio de la
titución mexicana prohíbe la discriminación. Teóricamente es
obvio pensar en el derecho que tienen los tatuados del rostro prostitución. Oficio antiguo. Existen documentos que avalan
e
a trabajar. Sí. Pero el pánico moral, la etiqueta, erróneamente intentos pioneros de reglamentación. La Real Cédula de Isabel
asocia al tatuado con el submundo criminal de las pandillas de Portugal concede en 1538 al Ayuntamiento de la ciudad de
de la Mara salvatrucha; se traduce en un miedo social insupe- México, la primera autorización, de que se tiene noticia, para o
rable. abrir una casa oficial de mujeres públicas o mancebía (Núñez,
Hoy en día la práctica del tatuaje -no en el rostro- es un 2002). o
evento cotidiano, no define necesariamente una etiqueta. Es
signo inequívoco de cómo cambian los patrones culturales del
Para Becker la desviación no procede de motivaciones
específicas, sino de la etiqueta: es la sociedad y la autoridad la
o
consenso. Lo prohibido de una época se modifica en otra. No que rotula, la que asigna el estigma. La que define o, para
7
decirlo como los constructivistas, ' construye la condición
o
sólo en el plano de la sanción cultural, también en el caso de
la infracción penal. En Francia los duelos a muerte eran tole- de desviado: por la apariencia, forma de vestir, de caminar, de o
rados. Eran parte de un sistema social que los consideraba hablar, la preferencia sexual, gustos musicales, etcétera. Tene-
prácticas aceptables para dirimir conflictos de honor, en una mos, pues, un catálogo amplio de desviados o "personajes del o
confrontación con armas. El homicidio por esta vía era social-
mente aceptado. En la actualidad, las lesiones al honor se re-
derecho", construidos por la sociedad y mirados a través de la
lentilla de los códigos penales. Cada sociedad construye sus
o
suelven en los tribunales, en algunos casos mediante arreglos desviados, sus víctimas y sus culpables. El derecho como acto o
privados o indemnización pecuniaria. Los duelos ya no son intelectivo, evidencia cierto relativismo sobre la infracción pe-
aceptados, penal ni culturalmente; contravienen las normas nal. La estigmatización del culpable, en su aspecto retórico, o
de una sociedad civilizada. viene adherido a una justificación política (Larrañaga, 2000).
La conducta venérea fue, en una época, el estigma de la Becker señalaba la dificultad de establecer una diferencia en-
72
perversión y la degradación mora1, la enfermedad urbana tre lo normal y lo desviado. El que etiqueta, el que estigmatiza
por antonomasia. Una actividad impúdica amenazadora. Mias- al otro con la carga moral de desviado es, a su vez, portador
ma que infecta y destruye el tejido social. Sin embargo, en de la etiqueta que lo identifica como autoritario, intolerante o
decadente. El 47 de abril de 1521 en la Dieta de Worms en don-
'Curiosamente, según registros medievales, los condenados a muerte
podían salvar la vida si eran requeridos en matrimonio por una prostituta.
Probablemente se pensaba que un castigo mayor al de la muerte era el de
7, En el campo del derecho, el vocablo "constructivismo" fue utilizado por
primera vez por John Rawls en 1980, en el marco de las Conferencias Dewey. 1
habitar balo el mismo techo con una mujer de conducta socialmente reproba- En este evento Rawls presentó la ponencia: "El constructivismo kantiano en
ble: las pulas no van al cielo. la teoría moral". 4
260 • Judn Cajas Cartografía del n1,11 • • 4
4
de se le c onminaba a r
etractarse de sus ideas, Lutero es estig- que escapan a la lógica y a las evidencias empíricas: se funda-
matizado
bía q como hereje; un año antes -el 40 de diciembre- ha-
mentan en el pánico moral, pero también en el espacio de la
uemado en la plaza pública de Wittenberg la bula papal,
el falso ídolo. Los inq interacción social, o en el suelo movedizo de la "microfísica
uisidores le exigieron abjurar. No lo ha- del poder" (Foucault, 1979). Los medios desnaturalizan el con-
ce. Reafirma la moderna libertad de conciencia (Carlyle, 1985).
Lutero se rebela -el acto como símbolo- marca, sella el estig- sumo recreativo y lo criminalizan. La sociedad hace eco de la
ma sobre los v alarma social, el estigma que deviene del consumo. Un spot
erdugos: la Iglesia católica de un dios vengador que circula en un canal de la televisión mexicana presenta a
que se cubre de sangre. F
Wilde en De profundis: "Lo inalmente, como advirtiera Oscar una chica. Ella dice: "Fuimos a una fiesta con mi novio y fu-
falso y lo verdadero son, nada más, mamos marihuana. Él siguió fumando y no pudo parar. Ahora
formas de existencia intelectual".
El estigma es un anatema que exhibe de manera concreta es otro, y no sé qué hacer". La conclusión para el televidente es
lo que F obvia: el fumador ha caído en las garras del mal, víctima de
la tra oucault denominaba la relación saber-poden Plantea las huestes del demonio.
nsgresión de los códigos éticos del orden social, cuya
base es la ideología de las clases do Una vez que se configura la etiqueta (el vicio maldito que
minantes. Álvaro Camacho doblega la conducta, que supuestamente lanza al usuario en
(1988) afirma que el estigma, como síntesis de la pr
ohibición, busca de drogas más potentes, o al delito para adquirir la do-
se construye fuera de los aparatos del Estado en un escenario
de no ju ridicidad; es el anatema con el que la sis maléfica) la sociedad estigmatizadora plantea una salida: el
dena a quienes rompen los es p oblación con- tratamiento médico al "fármaco-dependiente" -que no vicioso.
tereotipos de "conducta nor- En síntesis, descriminaliza socialmente la conducta. No así la
mal", el soporte de consenso que legitima la acción de la au-
toridad. Asunto complejo en el i autoridad que deposita en el consumo de marihuana una de
acción es compl maginario del mal. Ninguna las causas de aumento en los índices delictivos, y soslaya los
etamente virtuosa ni tampoco totalmente cri- aspectos extrafarmacológicos del mismo (Cajas, 2007). La
minal, señalaba el irreverente marqués de Sade.
El tabaco es una droga, la m despenalización del consumo de drogas y, en países como
arihuana también. La primera Colombia, la regulación del porte de dosis personales han
es tolerada, la segunda no. El consumo de tabaco produce
más muertes que la marihuana, pero s contribuido a relativizar el estigma hacia el consumidor (Gavi-
ocialmente no es con- ria, 2002).
siderado un "vicio". En Estados Unidos existen cerca de 57
millones de fumadores; 320,000 mueren El estigma cubre varias facetas de la vida social: "desde
anualmente a conse- los defectos físicos hasta las prácticas criminógenas, pasando
cuencia del tabaco. El índice de co
nsumidores de marihuana por las características raciales y culturales. Y se expresa de
es considerablemente menor: 42 millones (Ott, 4996). El voca-
blo vicio es un anatema que la sociedad reserva para los con- múltiples maneras: desde la acción caritativa hasta el repudio
sumidores de marihuana, los d y el ostracismo. Tiene expresiones lingüísticas tanto en los
esviados. ¿Pero qué sucede diminutivos y eufemismos como en los insultos" (Camacho,
cuando
p el "vicio infame" abandona el gueto, la barriada, la
andilla, y se expande transversalmente sobre el laberinto 1988: 50). El estigma define la etiqueta: drogo, vago, pandille-
urbano y alimenta los i ro, maricón, inválido, puta, negro, indio, asesino, hispano,
dilema. La gen maginarios del consumo? He ahí un sudaca, narco, sicario, etcétera. Ahora bien, tal como lo plan-
eralización del consumo precipita explicaciones tea Camacho, el estigma puede legitimarse positivamente, a
262 • Juan Cajas
Cartografía del mal • 263

través de mecanismos jurídicos como la "acción afirmativa" o administrativa, reciba un regaño de la autoridad o padezca la
la "discriminación positiva"; ése sería el caso de los discapaci- vergüenza pública. En algunos establecimientos comerciales
tados o de las minorías étnicas. Si el estigma condena prácti- el infractor es exhibido en su felonía paseándolo ante los de-
cas lesivas del contrato social, la no juridicidad propicia el más. No es condenado a pena de cárcel. En el segundo caso,
diseño de la sanción o el relleno de las lagunas legales. Desde si el infractor confeso es presentado al ministerio público, se
la lógica del saber-poder, el aparato jurídico como defensa le fincan cargos y es castigado con cárcel, de inmediato se le
social, tiene como objetivo mantener bajo control a los porta- asigna el rótulo de criminal. Lemert argumenta que la reclu-
dores de conductas desviadas. El estigma del pandillero es sión del primo delincuente puede franquear el camino hacia.
negativo y por tanto condenable. El estigma del lisiado no una carrera desviada, o secundaria. Teóricamente los primo
lo transforma en desviado: la marca que porta no expresa delincuentes no deben compartir el lugar de reclusión con
desafección social. Puede, incluso, ser un atributo de sobrevi- sujetos condenados por delitos graves, pero en la práctica
vencia urbana. En situaciones de pobreza extrema, se han esto no siempre sucede. El hacinamiento en los centros de
detectado estrategias de la lástima para mendigar recursos en reclusión es una realidad inobjetable. o
la vía pública: sujetos que fingen o se procuran lesiones lla- La cárcel, según acusan algunos criminólogos, sirve de
mativas en el cuerpo. escuela al ladrón principiante. La punición correccional no
Según se desprende de la investigación de campo que
Becker realizó entre músicos de jazz, consumidores habituales
encauza la conducta del delincuente ni lo rehabilita; al contra-
rio, diversifica el campo de acción del condenado, dotándolo
e
de marihuana, la etiqueta posee una doble funcionalidad: de nuevas metodologías y recursos. Normalmente el sujeto o
marca al sujeto y, simultáneamente, coadyuva en la reafirmación sale de la cárcel para integrarse a una banda. Los índices de rein-
de su identidad. Ser aceptado por la comunidad de fumadores cidencia son altos. Los planteamientos de Lemert y de Becker o
es parte de un proceso de afinidad y ruptura: identificación contradicen, en mucho, la idea de "corregir al culpable", intro-
hacia dentro (normas y valores) y ruptura hacia fuera (lo otro). ducida en el derecho penal por la criminología positiva. La
o
Los no consumidores abanderan todo lo que es contrario a la persecución correctiva fracasa. La etiqueta inhabilita en el
comunidad de intereses que defiende la comunidad de "mari- sujeto la voluntad de cambio, de ascenso en la pirámide social
huanos". No está demás señalar que Becker era un jazzista o en el estatus: el egresado de las instituciones penitenciarias o
profesional retirado. Siendo así, la identificación con el otro está impedido, no legal pero sí socialmente, de acceder al
fue casi inmediata. mercado laboral. Las marcas de la cárcel, no se borran. Están
Para Edwin Lemert (4972), la desviación potencia la cons-
trucción de la identidad. La desviación puede ser de dos tipos:
en el prontuario. En la hoja de vida. Nadie recomienda a un
ex convicto. Las marcas, además, están pegadas a la piel. Los

primaria y secundaria. En el primer caso, el acto desviado es
superficial, espontáneo, y no genera marcaje: orinar o consu-
tatuajes son el lenguaje del cuerpo. La epidermis registra a
través de anclas, calaveras o seres mitológicos, el paso del
o
mir bebidas embriagantes en la vía pública, circular a exceso tiempo tras las rejas, la incertidumbre... 40
de velocidad, o incurrir en travesuras cleptómanas en los su-
permercados. Si el sujeto es sorprendido en flagrancia, las Cuando me muera, con esas pinzas la calavera me va a llevar.
Al morir todos tendremos que bailar con la muerte. Después
consecuencias son leves, probablemente pague una multa •
264 • Juan Cajas Cartografía del mal • 265 •


de danzar con ella, me iré donde tenga que irme: arriba o amenaza a los valores e intereses de una sociedad. El autor
abajo. Yo creo que abajo porque dicen que las personas ta- señalaba, por ejemplo, cómo la política de persecución
tuadas no entramos en el reino de Dios (Lagunas y Sierra, contra las subculturas londinenses, mods y rockers, en lu-
1997: 174).
gar de aminorar el fenómeno contribuyó a su expansión, e
incluso, lo proyectó espectacularmente en todo el Reino
LA CONSTRUCCIÓN DEL PÁNICO MORAL
Unido, gracias a la cobertura alarmante de las industrias
culturales. Los medios, en este caso, contribuyen al proce-
so de etiquetaje, y al mismo tiempo proveen de imágenes y
"Los que están de acuerdo conmigo están locos, los que no lo recursos estéticos a los futuros desviados. La estética punk
están, sustentan el poder", escribía Philip Dick. De acuerdo inglesa llegó a México a través de la televisión, se hizo mo-
con Becker la etiqueta acentúa el comportamiento desviado. da, y conquistó un espacio identitario y territorial en el
Las autoridades encargadas de la defensa social, manejan una emblemático tianguis del Chopo de la colonia Guerrero del
tipología del crimen construida desde el poder. Esta tipología
varía de acuerdo con tiempos históricos y lugares, y se sus- Distrito Federal.
tenta en un discurso j urídico-penal; en sentido general se En México el pánico moral, la alarma social o sensación
de amenaza, se construyen en la actualidad con base en dos
adscribe a lo que Foucault denominaba "vigilar y castigar". La elementos: el hipotético incremento en los índices de consu-
autoridad, corno usufructuaria legal de la economía punitiva, mo de drogas entre los jóvenes, y los hechos violentos atribui-
persigue y reprime a los grupos que se desvían; al hacerlo les dos al narcotráfico. Estos eventos son presentados como una
confiere un sentido y los reafirma identitariamente. Becker amenaza social y un ataque al contrato social. De no proceder
diría que es un mecanismo transaccional. Leslie Wilkins (1964) con medidas radicales, replican las autoridades y los medios
calificó esta paradoja como "ampliación de la desviación". Es de comunicación, pronto las mujeres, los niños y los ancia-
decir, el sujeto etiquetado asume la etiqueta y la incorpora a
nos, serán víctimas de las drogas y de los narcotraficantes.
su identidad: "negro, sí, pero con la verga grande". El ,graffiti Una reacción inmediata a la situación de crisis social es la
apareció en uno de los vagones del metro londinense. Res- exigencia de actuar defensivamente en contra de quienes
puesta contundente al rótulo de la discriminación racial. Los amenazan el equilibrio social. El pánico moral constituye, sin
negros asumen la etiqueta del color, pero de igual manera lugar a dudas, el soporte ideológico de una estrategia de com-
estigmatizan al blanco, aludiendo gráficamente a uno de los bate al crimen organizado basada en la militarización del
malestares culturales del occidente judeocristiano: el tamaño
del pene. país.
Las autoridades encargadas de la defensa social, a través
Stanley Cohen (1972), contemporáneo de Becker, al de doctrinas de seguridad nacional o estrategias y prácticas de
analizar los alcances performativos de los medios de co- control, manejan una tipología del crimen que es elaborada
municación, acuñó la expresión "pánico moral" para nom- desde el poder y reproducida, y reafirmada por los medios de
brar la situación de alarma social que generan. El pánico comunicación. Esta tipología varía de acuerdo con tiempos y
moral es una reacción socia] frente a una condición, episo- lugares; se sustenta en un discurso jurídico-penal, enmarcado
dio, persona o grupo de personas que emergen como una en la foucaultiana economía punitiva de vigilar y castigar; se
266 • Juan Cap 1
Cartografía del mal • 267
articula en la sospecha, paso previo en la construcción de la Suchiate, o la frontera sur, sino un "problema de seguridad
etiqueta. En nombre de la defensa social, la violencia legal nacional": Los tentáculos de la Mara se alargaban sobre varios
justifica una economía política de castigo. El pánico moral
construye al otro como culpable. Estados Unidos, por citar un
estados de la República, sin más consigna que la muerte y la
destrucción. Atenazan a Centroamérica e invaden México; •
caso, nunca ha reconocido la existencia de cárteles dentro de
su territorio. Lo consideran imposible. Opinan que es un fe-
500,000 pandilleros han fundado la "nación mara", señalaban.
Rafael Ramírez Heredia escribió una novela, La mara, y su •
nómeno criminal externo de origen sudamericano. Los cárte-
les que existen, señalan las autoridades y los medios, tienen
éxito ha sido abrumador. Los gobiernos, comentaba con soma
el novelista fallecido prematuramente, lo invitaban para que
e
un "componente étnico": son colombianos, peruanos o mexi- recomendara soluciones. Los medios lo habían etiquetado
canos, nunca estadounidenses (Fernández Menéndez, 2004). como "marólogo". El pánico moral cunde en todas partes:
Bajo esta perspectiva el pánico moral establece una dialéctica ¿cómo enfrentarse a bandas de tatuados que no le temen a la
asociativa entre el narcotráfico y los inmigrantes. Éstos ad-
quieren el estatus de "chivos expiatorios"; esta expresión se
muerte? ¿Cómo enfrentar a los maras, aliados de los narcotra-
ficantes y de los terroristas musulmanes de Al Qaeda para o
aplica a quien paga las consecuencias de algo sin merecerlo
(Girard, 1982). Chivos expiatorios fueron en el pasado los
atacar a Estados Unidos? Durante la Guerra Fría el terror me-
diático eran los rusos. Los tiempos cambiaron. Socorro... iAhí
o
herejes, los judíos o los comunistas. Síntesis del mal. Sobre
ellos se depositó la responsabilidad discursiva de la desgracia
vienen las maras! o
t La tesis del pánico moral de Cohen es retomada en una
social. Con el tiempo los estereotipos del mal son sustituidos investigación colectiva a cargo de Hall, Critcher y Jefferson: o
y expulsados del imaginario social. Policing the Crisis: Mugging the State and Law and Order (1978).
Otro ejemplo de pánico moral es la cobertura mediática Este estudio surge de una preocupación concreta: 4. La reacción
o
del fenómeno de la Mara salvatrucha; bandas de delincuencia
juvenil surgidas en las calles 13 y 48 aledañas al MacArthur
mediática originada por atracos violentos en las calles, y 2. las
condenas exageradamente altas que las autoridades judicia-
o
Park de Los Ángeles, California. Éstas, de un tiempo a la fecha, les aplicaron a un grupo de maleantes negros, confesos de o
se han transnacionalizado. Es lo que aseguran los medios. El asalto a mano armada en Birmingham. Los medios de comu-
tono de las crónicas destila cuotas de suspenso y horror: la nicación justifican la pena. Los jueces actúan defensivamen- o
"marabunta" es una hormiga, inofensiva cuando se encuentra te. El castigo ejemplar en su contundencia será el antídoto
sola pero temible, como las huestes de Atila, cuando avanza que salvaguarde la paz social, e inhiba en el futuro el ataque
colectivamente arrasando con todo a su paso. La palabra "ma-
ra" es la contracción de marabunta. El nombre se inspira en
a sectores más vulnerables de la población. Un hecho fortui-
to, en este caso, asaltos callejeros protagonizados por jóve-
o
la película que llevó el miedo a la pantalla, en 4954, bajo la nes de color, desencadena una política estigmatizadora hacia o
dirección de Byron Haskin: Cuando ruge la marabunta. "Salva" los negros. Se etiqueta a los inmigrantes. La etiqueta viene
lo es de [El] Salvador. Y "trucha", de "truchimán": Persona precedida de prejuicios raciales. El color de piel se asocia
sagaz y astuta. En 2006 los diarios mexicanos alertaban en
grandes columnas sobre los tatuados centroamericanos. No
con el crimen.
Los autores citados realizan un análisis detallado sobre

eran un riesgo para los vecinos del MacArthur Park, el río las noticias que publican los periódicos; desentrañan los me- •
268 • Juan Cajas Cartografía del mal • 269 e

canismos ideológicos del pánico moral. Este es, a todas luces, social los fallos estructurales del sistema y la división clasista
un instrumento de poder y dominación. El pánico moral anti- de la sociedad. Asimismo, subrayan que la delincuencia y la
cipa el consenso para modificar las leyes. El aumento de las desviación no son una particularidad de los pobres, sino con-
penas o la reducción de la edad penal en México es, supues- ductas que se dan en todas las clases sociales, y que deben
tamente, el mejor argumento para resolver el problema del plantearse en el marco de una desigualdad estructural.
secuestro o la violencia juvenil. Al menos ésa es la impresión En los ochenta se instaura en Inglaterra una política de
que manejan los medios de comunicación, luego de exacerbar confrontación abierta, y de etiquetamiento despiadado a los
el morbo del público con noticias impactantes o fotografías de inmigrantes negros, hindúes y sudamericanos. El inmigrante
cuerpos ejecutados por los sicarios del narcotráfico. trae consigo no sólo expresiones musicales como el reggae
Los medios de comunicación, fascinados en el ejercicio jamaiquino de Bob Marley, el vudú haitiano, o experiencias
de la alarma social y una narrativa del miedo —o contraparte de new age de origen asiático, sino también conductas delictivas.
la violencia— representan cotidianamente la violencia. Los La etiqueta se dirige al cuerpo, al rostro; es gestual. En el ne-
medios instauran la violencia como poder performativo; tan gro anida la mente torcida y lujuriosa de un delincuente. En el
real como la violencia social, transversal, pública o privada. yembe se ocultan ruidos fantásticos y extraordinarios, pero
La construcción de enunciados violentos erigidos sobre la también el puñal artero; en la capoeira, la lujuria reprimida del
base del poder simbólico de los medios, coadyuva en la ge- violador. Los inmigrantes son los portadores de la decadencia
neración de estados de alarma o imaginarios de alto riesgo, moral. El mismo discurso moralizador y patriotero con el que
localizados antropológicamente en la figura del otro (Imbert, los estadounidenses zaherían a los chinos "comedores de
1992). El "pánico moral refuerza los efectos de totalización opio" a principios de siglo. En 1902, circuló en Estados Unidos
discursiva hegemónica. Ideológicamente soslaya al otro, lo un panfleto, firmado por H. Gustav y S. Gompers, dirigentes
estigmatiza: pretende sensibilizar moralmente a toda la so- de la American Federation of Labor, que acusaba: "Los chinos
ciedad" (Huergo, 2001). inducen a los niños a convertirse en opiómanos. Es demasia-
Para Stuart Hall el atraco callejero con intimidación es do horrible imaginar los crímenes que cometen con esas ino-
grave, pero la forma en que lo presentan los medios carece de centes víctimas los viles amarillos".
objetividad. Extravía la realidad. La paranoia que obliga a los El pánico moral y el etiquetamiento se basan en prejuicios
ingleses blancos a refugiarse en la comodidad de sus hogares raciales. El anatema cae sobre los inmigrantes. Se deposita en
con calefacción, es producto de la manipulación ideológica de ellos la causa de la desgracia social. El flujo migratorio tuvo
los medios de comunicación con el propósito de desviar la un impulso decisivo en los preceptos de la Ley de Nacionali-
atención de problemas económicos y sociales graves, que dad Británica de 1.948, que concedía facilidades de naturaliza-
afectan a la población pero que el gobierno desatiende: vivien- ción a los nacidos en los países de la Commonwealth. Al pa-
da, empleo, salud o salarios. La policía persigue a los margi- recer el objetivo de la ley era atraer mano de obra no calificada
nales, pero permanece impasible ante los delincuentes de que contribuyera con las tareas de la reconstrucción: albañiles,
cuello blanco que horadan las arcas públicas y evaden al fisco. carpinteros, mecánicos, empleados domésticos. Un proceso
Esta opinión es compartida por Pearce (1976) y Chambliss ideológicamente similar al programa de "braceros" aplicado
(1978). Agregan, además, como causa de la descomposición en los cuarenta (siglo xx) por Estados Unidos. Entre 1962 y
270 • Juan Cajas Cartografía de mal • 271
1996 se introdujeron reformas a las leyes sobre asuntos mi- lificado como homicidio involuntario. Jurisprudencia sobre el
gratorios, restringiendo el acceso al país. Los privilegios para tema es el caso de la sentencia a los asesinos de Matthew
acceder a la nacionalidad británica se mantienen para pobla- Shepard, un homosexual de la Universidad de Wyoming, Es-
ción blanca proveniente de Canadá y Australia. i Blancos sí, tados Unidos, que acaparó las noticias de los diarios por la e
negros no! Esa es la ordenanza y síntesis del pensamiento
conservador, que adquiere dimensiones monolíticas con el
saña empleada por los asesinos (1998). La defensa sostuvo
que su cliente reaccionó por "pánico" a lo que intuyó como •
ascenso de Margaret Thatcher al poder. Años antes, en 1962,
el ministro tory Enoch Powell, llamaba a los patriotas ingleses
intento de seducción por parte de la víctima, en la oscuridad
de un bar (Giddens, 2002). El pánico moral, tras la paranoia
e
a desenvainar las espadas y cubrir el Támesis con sangre de del sida, está detrás de muchos de los asesinatos contra ho-
inmigrantes. Situación parecida la encontramos hoy en Esta- mosexuales cometidos en Veracruz en la década de los noven-
dos Unidos. El supremacismo blanco alimenta ideológicamen- ta y últimamente en el Distrito Federal. e
te a los grupos armados de cazadores de migrantes en la La homosexualidad es una identidad desviada, proscrita,
frontera entre México y Estados Unidos, miembros del minu- estigmatizada. Los depositarios de este estigma son sujetos
teman projet. 74 Más aún, tras la masacre de estudiantes en la patologizados en su conducta; la etiqueta se basa en la acusa-
Universidad de Virginia, protagonizada por el inmigrante Cho ción de transgredir "leyes contra natura". La condición homo-
Seung-hui el 16 de abril de 2007, el estigma de la desgracia sexual, en sus orígenes, es una categoría clínica que ha hecho o
social cae como una pesada losa sobre los ciudadanos origi- carrera en el discurso legal, psiquiátrico y médico. La homo-
narios de Corea del Sur. sexualidad, desde finales del siglo xix ha sido patologizada, o
El pánico moral, por extensión, propicia y justifica conduc-
tas delictivas brutales. Tal es el caso de la homofobia o el lla-
vista como una enfermedad. Se aludía a una naturaleza con-
génita. En los debates de 1869, en Alemania (Prusia), se intro- o
mado "pánico al homosexual". En la opinión de algunos jue-
ces, la preferencia sexual debe ser de "puertas adentro". Si se
dujo un artículo para criminalizar las relaciones sexuales
entre varones. El doctor Karoly María Benkert, padre del tér-
o
rompe la premisa de la intimidad, haciendo público el relacio- mino "homosexualidad", se opuso al artículo aduciendo que
siendo la homosexualidad innata, no podía estar sujeta a las
o
namiento corporal entre personas del mismo sexo, los involu-
crados se exponen tácitamente a la acción criminógena de leyes penales, sino a las que emanaban de la propia naturale-
individuos "normales", "no desviados". Éstos reaccionan con za. Señalaba, además, que la homosexualidad no entrañaba
violencia por pánico al homosexual. El argumento es insoste- daños a terceros (Sáez, 2004). Los legisladores alemanes
nible; sin embargo, en algunas cortes es aceptado como un
atenuante penal. Las consecuencias jurídicas saltan a la vista:
hicieron caso omiso de la argumentación y la ley fue aproba-
da. La actitud homofóbica era tal que, en el caso de Alemania
o
un homicidio brutal, con alevosía y ventaja, es reducido o ca- con la derrota de Hitler, los cautivos fueron liberados de los e
campos de concentración, no así los homosexuales, que fue-
"En México existen evidencias preocupantes de fascismo urbano: en la
noche del 24 de abril de 2005, en Fresnillo, Zacatecas, fue atacado mortalmen- ron mantenidos muchos años más en las prisiones, aplicán-
te un indigente. Un grupo de jóvenes, hijos de familias pudientes de la región,
rociaron con gasolina a Javier González, "el Cobijas", y le prendieron fuego.
Interrogados al respecto respondieron que querían "limpiar la ciudad de ba-
doseles la ley de 1869 (Sáez, 2004). Un avance jurídico si te-
nemos en cuenta que en el siglo xvii la homosexualidad se

sura humana". Cfr. La Jornada, 27 de mayo de 2005. castigaba con la hoguera.

272 • Juan Cajas Cartografía del mal • 273

or

El proceso de afirmación homosexual vive un parteaguas es la asesina solitaria que deja caer su furia homicida sobre
en los acontecimientos del 28 de junio de 4969, en el bar los cuerpos imberbes de niñas que aún no abandonan sus
Stonewall Inn de Nueva York. A partir de esa fecha el movi- calzoncitos de olán y adolescentes ingenuos sin barba que
miento se reivindica con un término nuevo: gay, "alegre" en rasurar. La subcultura raye surgió en los ochenta en Manchester
francés. El mítico "grito de Stonewall" reafirma lo gay como e Ibiza, como respuesta a las ilusiones ultraliberales del bienes-
identidad. Ideológicamente se busca romper la carga, el estig- tar y el consumo, erigida en el escenario conservador del
ma patológico del vocablo homosexual, asumiendo lo gay como gobierno de Thatcher. La escena raye, no obstante, tiene como
una construcción social que involucra a homosexuales y les- antecedente las fiestas neohippies del ácido o free parties que
bianas. En esta dirección se zanja la disputa naturalista y, se desarrollaban en las playas de Goa, el estado más pequeño
desde luego, marca distancia con posturas del "armario psi- de la India. La subcultura raye florece espectacularmente en
coanalitico" que señalan a la homosexualidad como sinónimo 4988, al amparo de lo que los medios de comunicación llama-
de conducta perversa. El eufemismo se atribuye a Freud. Apa- ron a ocho columnas "verano del amor".
rece en Introducción al psicoanálisis. En él analiza lo homo- La subcultura raye puede leerse como un escape en dos
sexual como perverso. Término oscuro, sospechoso; según sentidos: de un lado, incorpora el acceso colectivo al aquelarre
se sabe, la idea de "perversión" fue planteada originalmente a de la tecnología electrónica, pautado por las industrias cultu-
fines del siglo xix, por R. Krafft-Ebing. La expresión "armario rales y, del otro, la incursión en el negocio de las monumen-
psicoanalítico" es de Marie-Héléne Bourcier. Sintetiza una de tales "fiestas de Eros" y el comercio de drogas sintéticas:
las críticas más fuertes de la militancia gay a la clínica psicoa- Para Matthew Collin (2002) la subcultura del éxtasis, a tono
nalítica: su despolitización; la exégesis de la relación psicoana- con la exégesis del individualismo y la libertad de mercado,
lista-paciente (Sáez, 2004). promovido por la "Dama de Hierro", se desplegó como acti-
vidad empresarial movilizando recursos millonarios y, parale-
lamente, disparó un mercado negro basado en las drogas y
EL PÁNICO MORAL Y LOS LUBRICANTES DEL ALMA en un negocio entre particulares, con una variedad ilimitada
de artefactos culturales. La subcultura raye, en sus orígenes,
El pánico moral es un concepto de amplio uso; se utiliza para promueve el slogan: paz, amor, unidad y respeto (Pum). Estos
el análisis de los fenómenos mediáticos asociados a formas de principios neohippies representan un proyecto de identidad y
desviación contemporánea. Uno de éstos es la subcultura raye valores. Suponen una renuncia al individualismo materialis-
o del éxtasis. Los medios escritos y electrónicos etiquetan a ta de la vida contemporánea, al menos en la versión india del
los cultores de la música electrónica como practicantes de un Goa trance. Paradójicamente la subcultura raye es una de las
"baile de la muerte", aludiendo al consumo juvenil de MDMA, puestas en escena más mercantilizadas que existen en la
una droga psicoactiva de origen sintético, caracterizada por actualidad.
sus efectos empatógenos de apertura emocional y afectiva. El Las drogas de diseño, término acuñado en 1986 por Gary
químico y farmacólogo californiano Alexander Shulgin, llamó Henderson, de la Universidad de California, sugieren la idea
"penicilina del alma" al MDMA o éxtasis, de la que es conside- de confección de drogas a la medida del consumidor. Se ela-
rado padre adoptivo. La sustancia, en opinión de los medios, boran con base en componentes sintéticos. Las industrias

274 • Juan Cajas Cartografía del mal •


culturales han popularizado la expresión, sobre todo a partir Para la prensa "ésa, su primera pastilla de éxtasis" fue la
de la mitificación de la existencia de químicos o "cocineros"
capaces de diseñar clandestinamente drogas del más variado
culpable de la muerte de la joven. La lección era implacable:
cuidado, una sola pastilla te puede conducir a la muerte. Ficción

tipo con utensilios rudimentarios. Las drogas de diseño más pura. Datos personales sobre Leah señalaban lo equivocados e
conocidas son los derivados del fentanilo, el demerol, la efe- que estaban los reporteros. La chica era usuaria del éxtasis, y
drina y el éxtasis. Este último ha sido llamado "lubricante so- la pastilla que le tocó en suerte había sido comprada en Ra- e
cial" (Bouso, 2003), por los efectos que logra sobre la conduc- quels, una discoteca local. Según declaró el doctor John Hen-
ta afectiva, sensual más que sexual. El éxtasis debe su nombre ry, la chica no murió por intoxicación con éxtasis, sino porque
a un grupo de químicos organizados empresarialmente en el
corporativo Grupo Texas, de Estados Unidos. Inicialmente se
una hiperhidratación (exceso en el consumo de agua) le oca-
sionó una hiponatremia dilucional (intoxicación por agua.
o
usó en psicoterapia. Se empieza a utilizar con fines recreativos Disminución de los niveles de sodio en la sangre por debajo e
en los primeros años de la década de los ochenta. Acompaña de lo normal que en casos severos puede ocasionar convul-
el surgimiento de las músicas electrónicas: acid house, acid siones, coma y muerte). Esta afección se presenta por la inca- o
garage, trance, hardcore, ambient y psyco, entre otras. Thimothy
Leary diría que el éxtasis sería para las generaciones del
pacidad del riñón para procesar el fluido. Es probable que el
éxtasis atrofiara la capacidad del riñón. El éxtasis detonó la
o
ochenta, lo que el LSD fue para los jóvenes del sesenta.
El éxtasis, prohibido en 4977 en Inglaterra, y en 4986 en
muerte, pero no la intoxicación de Leah (Collin, 2002). Para los
especialistas la posibilidad de muerte por consumo de éxtasis
o
Estados Unidos, facilitó una cultura de lo prohibido: las pasti- es de uno en un millón. ol
llas y los ácidos circulan al margen de la ley. La "generación Paradójicamente, el suceso noticioso de la defunción de
química", como la llamó Irvine Welsh, el célebre autor de Tra- la chica disparó el consumo de éxtasis. Como objeto de con- o
inspotting, Acid House y Éxtasis, deviene tras la penalización
en una "generación de delincuentes". Para Collin (2002) un
sumo, el éxtasis obtuvo un éxito mediático. La profusión in-
formativa disparó los índices de demanda. La muerte de la
o
dato revelador del pánico moral fue el fallecimiento de Leah chica no disminuyó el número de usuarios, al contrario, lo e
Betts el 16 de noviembre de 4995, una chica de 48 años, blan- incrementó (Gamella y Álvarez Roldán, 4999). El consumo de
ca, hija de una familia prominente de Latchingdon, Essex. Su éxtasis y la subcultura raye se hizo popular en México a me-
muerte precipitó una oleada publicitaria contra el éxtasis. La diados de los noventa. En la actualidad el país ocupa un
víctima, un personaje anónimo, tuvo para decirlo con Warhol, primerísimo lugar en la producción de metanfetaminas, la
sus "quince minutos de fama": se transformó en heroína. No nueva veta comercial de los cárteles. Las drogas de diseño,
sólo para los medios, también lo fue para los dealers: una pas- permiten eludir con mínimo riesgo el control que las autori-
tilla con su nombre circuló en las fiestas. La heroína de los
tecnonómadas urbanos sirvió de base para una extensa cam-
dades policiacas ejercen sobre drogas tradicionales como la
heroína o la cocaína.

paña publicitaria. El rostro de la mártir posmoderna miraba a La etiqueta: "bailadores de la muerte", reafirma la identi- e
los caminantes desde un gigantesco espectacular, acompaña-
do de una advertencia apocalíptica: "Una sola pastilla de éxta-
dad de vivir en los bordes, en el filo de la navaja. Lo realmen-
te curioso es que los usuarios del éxtasis están muy lejos del

sis tomó Leah Betts". estigma mortuorio. Indagaciones de campo aportan el dato de e
276 • Juan Cajas Cartografía del mal • 277

e

que los seguidores del ra ye en México, son jóvenes claseme- Los punks fueron en su momento una de las subculturas
dieros que viven en la comodidad de sus hogares, sin más más espectaculares de Inglaterra. La estética punk, entre otras
preocupación que comprar ropa de marca y tecnología, subsi- paradojas, fue diseñada por el propietario de la boutique lon-
diados por la cartera de sus padres. El estigma de "baile de la dinense Sex, ubicada en Kings Road, Malcolm McLaren, nego-
muerte" podría asociarse a subculturas marginales deposita- cio que compartía con su mujer Vivienne Westwood. McLa-
rias de la idea de "no futuro" y de culto a la muerte, pero no ren, manager del desconocido grupo Swankers, luego de
es así. En las subculturas criminales de Tijuana, Ciudad Juá- conocer e impactarse con la banda The Ramones de Nueva
rez, o Laredo, la música ra ye o electrónica no forma parte de York, rebautiza al grupo con el irreverente nombre de Sex
sus códigos culturales. Los sicarios estigmatizan al collage Pistols en 1975; dicen que originalmente así se llamaba una
electrónico como "música fresa para niños bien" o de "puti- pandilla de los suburbios de Nueva York. Los presenta en te-
tos". Nada que ver con El Grupo Exterminador, Los Tigres del levisión. Acto seguido se desata la "punkemanía" mediática.
Norte, o Los Tucanes de Tijuana. Música dura para hombres Detrás de la canción "Anarchy in the UK" está la parafernalia
duros y para hembras bravas. punk diseñada ex profeso por Jaime Reid, pelos en cresta de
Los medios de comunicación tuvieron un rol esencial en colores afilados con azúcar, pantalones rotos, cadenas de perro
la difusión de estas nuevas formas de sociabilidad urbana. Sin al cuello, y la idea anarquista de iNo futuro! como manifiesto.
su intervención muchas de las que posteriormente se consti- Paradójicamente Sex Pistols firma un contrato con EM1 Music,
tuirían en subculturas o tribus urbanas no se hubieran cono- la compañía que comercia los productos de las estrellas del
cido, y mucho menos popularizado. Tal es el caso de los punks, rock que ellos rechazan, entre éstos, los "excrementos sagra-
surgidos a fines de los setenta en Inglaterra, y etiquetados por dos": Mike Jagger y Rod Steward.
los medios como sucios, vagos, bebedores de cerveza, irres- Los Ramones visitaron Londres en 1976 y contribuyeron
ponsables. Visualmente son representados con la imagen del con sus acordes minimalistas, repetitivos y simples, al naci-
desastre y la anarquía de John Simon Ritchie, el carismático miento y expansión de la escena punk londinense. La banda
Sid Vicius, el mítico "bajista" de Sex Pistols —curiosamente no se formó en 1974, en Queens, Nueva York. El fenómeno punk,
sabía tocar el bajo— muerto por una sobredosis de heroína a en sentido estricto, es una subcultura cuyos orígenes se ubi-
los 21 años. Según narra Jon Savage en las páginas que escri- can casi simultáneamente entre Londres y Nueva York. La
bió sobre la banda, los acordes del bajo fueron grabados por subcultura prende con fuerza en Europa y Estados Unidos, y
Steve Jones, el guitarrista. En las legendarias presentaciones rápidamente se expande hacia América Latina, haciendo de la
en vivo, el amplificador de Vicius no emitía sonido alguno. música un espacio vinculante. En México adquiere un dina-
Para las bandas de punk, no era necesario ser un virtuoso de mismo particular entre los jóvenes urbanos habitantes de
los instrumentos. Finalmente eran una reacción contra el eli- zonas marginales, como Santa Fe, Tacubaya o Netzahualcóyotl,
tismo comercial de las grandes bandas del rock progresivo o y se hace visible a través de la violencia que ejercen las nume-
sinfónico, Pink Floyd, Yes, Génesis o The Beatles, cercanas a rosas pandillas. Entre éstas destaca la banda de Los Panchi-
los intereses del sistema, pero muy lejanas de la precaria exis- tos, mítica por el despliegue informativo que en su momento
tencia de los jóvenes obreros y de los desempleados urbanos: realizaron los medios de comunicación; es probablemente la
los hombres reales, sin más glamour que la incertidumbre. banda más conocida de México. Su origen se remonta a 1978.

278 • Juan Cajas Cartografía del mal • 279


En algunas colonias de la ciudad de México sobreviven algu- "Lo que cada vez resulta más necesario es una posición teó-
nas expresiones de la subcultura punk, identificadas en clave
sociológica contemporánea como "tribu punketa".
rica que acepte la realidad de la conducta desviada, que sea
capaz de explorar su Lebenswelt, sin que el estudioso se con-
e
En la actualidad, la idea del "no futuro" se ha diluido en
la visión de unos punks de clase media, vegetarianos y preocu-
vierta en un técnico del 'Estado providente' y en cuidador del e
pados por conservar la línea y la capa de ozono; otros se han
'jardín zoológico' de los desviados" (Taylor et al., 1997: 225).
La conclusión de los ingleses no admite dudas: tanto la inte- •
politizado y simpatizan con diversas causas sociales y, en
algunos casos, han evolucionado en vendedores de discos
racción como la interpretación dependen de las estructuras
sociales, el poder y el Estado. No existen en abstracto. La
e
piratas o playeras. El contexto de contradicciones y parado-
jas, ya lo había señalado Alvin Gouldner. En 1970, mientras
realidad social no se puede colocar "entre paréntesis". La to- e
preparaba su obra canónica, La crisis de la sociología occiden-
talidad social es, en su opinión, productora de la desviación.
Teóricamente, la conducta desviada no se reduce ni puede •
tal, reparó en que un fabricante de automóviles de Detroit,
vaya paradoja, utilizaba para anunciarse la canción más po-
limitarse a la radiografía etnográfica de historias personales.
Las experiencias de disociabilidad y exclusión social son inhe- •
líticamente incorrecta de fines de los sesenta: "Light my Fi-
re", de The Doors.
rentes al cambio social y al complejo mundo de las clases
sociales: la sociedad es actuante, poseedora de relaciones so-
e
ciales complejas entre los hombres y mujeres que la confor-
man. "Elimina solamente los grados, destempla esa cuerda, y

EN BUSCA DE UNA TEORÍA SOCIAL DE LA CONDUCTA DESVIADA ¡Oye, cuánta disonancia!; todo está en pugna", escribió Shakes- e
peare. La metáfora del dramaturgo inglés, traducida al mundo
Ian Taylor, Paul Walton y Jock Young, profesores de las uni- objetivo de lo real, permite develar procesos, transformacio- o
versidades de Sheffield, Glasgow y del Instituto Politécnico de
Middlesex, r espectivamente, y miembros prominentes de la
nes y cambios sociales. El análisis del cambio es uno de los
temas medulares de la sociología. Incorpora la reflexión ma-
o
National Deviance Conference, dieron a conocer en 1973 un
libro de capital importancia: La nueva criminología. Contribu-
cro, útil y definitiva, como complemento comprensivo de los o
micro-fenómenos culturales.
ción a una teoría social de la conducta desviada. Dos años des- Una referencia ineludible en la investigación de las con- e
pués publicarían Criminología crítica. El primero de estos tex-
tos está al parecer inspirado en Alvin Gouldner. Los ingleses
ductas desviadas es todo aquello que se relaciona con las je-
rarquías, la estratificación social o las clases sociales. La socie- o
lo conocían y compartían algunas de sus tesis, además de sus
críticas a Becker.
dad puede caracterizarse de la siguiente manera: 1. Sistema
de castas, como en la India tradicional (jerarquía, prestigio,
e
El libro de los ingleses es prologado por Alvin Gouldner,
el teórico radical de la sociología reflexiva, protagonista de la
religión), 2. estamentos, propio de sociedades campesinas
(costumbres, tradiciones, prestigio, honor), y 3. clases socia-

más vigorosa crítica al paradigma del etiquetamiento y, en les. Se caracterizan por su flexibilidad, presentan estratos y
general, a la sociología occidental. Taylor, Walton y Young fragmentos. Los sistemas y estamentos han sido campo pre-
suscriben las críticas de Gouldner al empirismo sociológico y dilecto de los antropólogos. Las clases sociales son materia de
fenomenológico. Asimismo, hacen eco de un señalamiento: la sociología. Al menos hasta los años setenta. En esta década, u
280 • Juan Cajas Cartografía del mal • 281
en México, los antropólogos al adoptar el marxismo, empie- que es una guía de acción: un encuentro liberador entre Marx,
zan a utilizar las categorías del materialismo histórico para el gran maestro de la sospecha, y Mead, el auscultador pro-
explicar el componente étnico-nacional y las conductas des- fundo de la vida cotidiana.
viadas en las zonas marginales de las ciudades. Este giro ha- Taylor, Walton y Young resumen en cuatro puntos la pro-
cia lo urbano contribuye a superar en el campo teórico la puesta teórico-metodológica de la nueva criminología: 1. Apli-
confrontación entre perspectivas sociológicas y culturalistas. car el método materialista histórico al estudio de la desviación,
Los "nuevos criminólogos" revisan, someten a una crítica 2. analizar la función que cumple el Estado, las leyes e insti-
severa las "viejas" tesis, las falacias existentes en el campo de tuciones legales en el mantenimiento de un sistema de pro-
la criminología; curiosamente no postulan una tesis nueva. ducción capitalista, 3. estudiar la desviación en el contexto
Deconstruyen pero no construyen. Su contribución a una más amplio de lucha de clases sociales con intereses enfren-
teoría social dé la conducta desviada es en realidad un plan de tados, y 4. vincular la teoría con la práctica (Larrauri, 1992,
15 páginas en el que resumen la plataforma programática de la 112-1A3). La crítica de Melossi es gratuita. Los mismos auto-
futura nueva criminología: res reconocen el señalamiento del criminólogo italiano: "Esta
'nueva' criminología será, en realidad, una criminología vieja,
Una teoría plenamente social de la desviación debe, por su
propia naturaleza, apartarse por completo del correccionalis- en el sentido de que hará frente a los mismos problemas que
mo (incluso de la reforma social del tipo propuesto por preocuparon a los teóricos clásicos" (1997: 294): el delito, la
la Escuela de Chicago, los mertonianos y el ala romántica de ley, el derecho, la justicia, la desviación.
la criminología escandinava)[...] porque las causas del delito Los ingleses plantean como prioridad una lectura política
están irremediablemente relacionadas con las formas que de lo público. No hay opción. Todos los comportamientos de-
revisten los ordenamientos sociales de la época (Taylor et al., lictivos poseen un trasfondo político. El análisis exclusiva-
1997: 297). mente técnico del delito, propio de la criminología positivista,
se antoja un capítulo superado. La coyuntura es propicia. El
La nueva criminología, "vieja y en crisis" al decir de Dario activismo político reclama la atención de los académicos; és-
Melossi, no formula una propuesta nueva. Trae, sin embargo, tos se suman a la dialéctica de las demandas sociales. Las
una novedad: el uso del marxismo. La nueva criminología culturas populares se incorporan como materia de estudio en
plantea una epistemología basada en tres ejes: 1. Una econo- las universidades. Cercana es la presencia de los movimientos
mía política del delito, 2. una economía política de la reacción contestatarios y contraculturales, surgidos en el Mayo francés,
social, y 3. una psicología social del delito. La estrategia analí- sustitutos de la clase obrera en las acciones de impugnación
tica parte de reconocer que el "acto desviado" se origina, pri- al orden social existente. La politización del discurso crimino-
mero, en problemas de tipo estructural, político o social y, lógico, tiene su génesis en lo que Stanley Cohen llamó "enfo-
segundo, como elección consciente de los sujetos. Bajo esta que escéptico", una corriente de investigación adscrita a la
óptica se demanda un análisis a fondo sobre el Estado, las National Deviance Conference (Ninc). Uno de los propósitos de
instituciones y la lucha de clases. Esto es, la totalidad socioló- la agrupación era desarrollar una perspectiva global para ana-
gica macro o reconstrucción teórica global, a la luz de una lizar la desviación; una criminología de orientación social. Los
sociología cotidiana de los mundos concretos. Gouldner diría días felices del Welfare State británico estaban llegando a su
282 • Juan Cajas Cartografía del mal • 28'.
fin. La National Deviance Conference nació en 4968. No pro- nes y fenómenos. El análisis se desplaza de la economía al
metía mayor cosa. Sólo disponía del entusiasmo radical de sus territorio de la cultura. El proceso es interesante en un doble e
siete fundadores. Pequeño equívoco. En 1973 contaba con
una membresía de 230 afiliados, provenientes de una docena
de universidades.
sentido; primero, la fusión de la nueva criminología con las
teorías estadounidenses de la desviación y, segundo, el trasla-
do de la perspectiva inglesa a Estados Unidos. La nueva cri-

La NDC es un espacio de discusión, receptor' de las teorías minología coadyuva en la radicalización del discurso reivindi- e
estadounidenses de la desviación en sus diversas acepcio-
nes: el interaccionismo simbólico, la subculturalidad, el eti-
cativo de la otredad delictiva basado en la politización de lo
marginal; para decirlo con Matza (1981): en la diversidad com-
e
quetamiento, etcétera. La teoría del etiquetamiento, al plan- pleja de la elección. La diferencia subcultural se asume como o
tear que la investigación sobre el delito debía ubicarse no en
la acción, sino en la reacción social, coadyuva en un cambio
parte de un proyecto alternativo, contestatario, de resistencia
al sistema capitalista. La desviación se plantea como una de- •
de paradigma, que en el escenario de fines de los sesenta
produce resultados impactantes para la criminología británi-
cisión-elección voluntaria, política y comprometida, un reto
militante que desafia al poder. Para Gouldner (2000) el ejemplo •
ca. La NDC aloja en sus filas a la generación de la Nueva Iz-
quierda, conformada por intelectuales cercanos al pensa-
paradigmático de los grupos políticamente comprometidos o
contraculturales, es la organización afroamericana Partido de
e
miento anarquista, marxista y liberal. Poseen diferencias
ideológicas, pero también puntos de acuerdo: 1. El estudio
las Panteras Negras o el Movimiento de Liberación Homo- e
sexual. Las reivindicaciones de estos grupos son políticas, no
de la reacción social. El papel de la reacción en los orígenes simples abstracciones grupales o identitarias. El delito y la o
y en la ampliación del comportamiento desviado, y 2. la crí-
tica al positivismo. Los temas que se abordan son muchos.
desviación operan en el marco de la estructura social; tienen
como telón de fondo una estrategia de poder de las clases
o
Muchos de ellos fructifican del encuentro entre las líneas de tra-
bajo de la Conferencia y el Centro Contemporáneo de Estudios
dominantes.
La delincuencia en general —no el lumpemproletario del
o
Culturales, de Birmingham, y su reconocida heterodoxia, que hablan los marxistas clásicos— se asocia a problemas de o
gracias a la cual se potencia el análisis de las subculturas. El orden estructural, que no puede ser resuelto por la vía del
enfoque escéptico o "nueva teoría de la desviación", consti- correccionalismo. Aunque la eliminación total del delito es o
tuye un preámbulo al surgimiento de la nueva criminología,
que se inaugura con la aparición de La nueva criminología de
imposible, la única opción viable es el reordenamiento de lo
social, basado en la abolición paulatina de la desigualdad de
o
Taylor, Walton y Young, de obligada referencia en la crimino-
logía inglesa de los años setenta.
riqueza y de poder y, desde luego, un minimalismo en asuntos
penales que coadyuve en procesos de desetiquetamiento so-
o
La nueva criminología permite, entre otras cosas, posicio- cial. Las instituciones totales, el secuestro institucional, se e
nar gradualmente el marxismo en el mundo académico, tanto plantea, no representan solución alguna para la disidencia
en Inglaterra como en Estados Unidos y América Latina. En política, los desequilibrios mentales o las subculturas. Se re- o
algunos casos se insiste en un marxismo determinista. El
avance proviene de una reformulación del marxismo, asu-
quiere de un cambio total, no una política criminal parcial. La
nueva criminología, a su vez, abrió las puertas a la "crimino-

miendo como presupuesto teórico la autonomía de institucio- logía crítica". Los impulsores de esta tendencia han sido acu- •
284 • Juan Cajas Cartografía del mal • 285 •


sados de ejercer un "imperialismo epistemológico", pues pre- logos ingleses, se identificaba con cierto "idealismo de
tenden que el marxismo es la única opción para el análisis de izquierda" que, en ocasiones, producía situaciones de empa-
la conducta desviada. En aras de la precisión debemos acotar tía entre el investigador y los jóvenes marginales. La acción
lo siguiente: en Europa se conoce como criminología crítica, a de los desviados era leída como poseedora de una racionali-
una tradición que deviene de tres corrientes teóricas: el mini- dad alternativa, política. Bajo este presupuesto, muchas de
malismo jurídico italiano de AJessandro Banana y Luigi Ferra- las etnografías de la época pueden leerse como trabajos aca-
joli, el abolicionismo radical del holandés Loukh Hulsman y el démicos y también como crónicas exaltadas de las subcultu-
realismo de izquierda de Jock Young y John Lea. ras. La subcultura, un concepto más amplio que el de banda
La nueva criminología y la criminología crítica son depo- o gang, procura una desviación particular: delitos sin vícti-
sitarias de una crítica radical al paradigma del etiquetamiento mas, propio de las culturas juveniles o de los jóvenes rebel-
o reacción social propuesto por Becker. Las críticas principa- des del capitalismo tardío. El resultado, se ha dicho, fue una
les son las siguientes: 1. No existe claridad en torno al porqué "sociología hippie" o "callejera".
los individuos delinquen. Esta falencia tiene que ver con el
desconocimiento de los aspectos estructurales. 2. Se cree que
el origen de la delincuencia subyace en un control social mal REPLANTEANDO LA TEORÍA DE LA DESVIACIÓN
ejercido; al etiquetar se produce la desviación. 3 .. Es un análi-
sis determinista. Si la etiqueta produce en forma automática la La irrupción de Taylor, Walton y Young con su crítica demo-
desviación, el portador es un sujeto pasivo. El sujeto delinque ledora a la criminología tradicional, reavivó la discusión en
como reacción al capital. No es un lumpen. 4. No se considera el interior de la NDC de la cual formaban parte. La nueva
el papel del poder. La teoría del etiquetamiento no contiene un generación de sociólogos encontraría en el marxismo una
análisis a fondo sobre el carácter normativo. El derecho posee alternativa más prometedora para el análisis de la desvia-
normas, también un discurso, una ideología que se expresa a ción. Aunado a lo anterior, se suman reflexiones teóricas
través de un sistema de signos y enunciados. Toda regulación que provienen del movimiento antipsiquiátrico italiano, lide-
jurídica posee un sentido ideológico, es decir, se construye rado por Franco y Franca Basaglia, el socioanálisis francés
dentro del marco de acción de la clase dominante, y tiene como de Lourau y Lapassade, la crítica rizomática de Deleuze y
objetivo la reproducción de la sociedad. Se atribuye a los "em- Guattari al psicoanálisis, y las tesis abolicionistas de Mathie-
presarios morales", término acuñado por Becker, el papel de sen y Bianchi, que gestan un ataque vigoroso al derecho
asignar las etiquetas, pero ese papel dista de ser claro. El em- penal, haciendo énfasis en los derechos del infractor. Se
presario moral no existe por fuera de la sociedad dividida en apuesta por un derecho penal mínimo, y por un ordena-
clases ni de los usos ideológicos del derecho, y 5. la desvia- miento jurídico basado en la defensa de los derechos huma-
ción secundaria no puede explicarse al margen del contexto nos. La cárcel emerge para los criminólogos marxistas como
social (Larrauri, 1992). una institución totalitaria, cruel y absurda, similar a los psi-
El panorama analítico de las dos corrientes no es dema- quiátricos y manicomios, las "instituciones totales" de Goff-
siado claro, no existe una línea de demarcación que diferen- man. Los viejos temas del derecho penal son puestos en
cie con claridad una de la otra. El activismo de los criminó- cuestión: el cautiverio, sea éste la prisión o el manicomio,
286 • Juan Lajas Cartografia de mal • 287
no resocializan ni rehabilitan. Resuenan aún las trágicas concepto como tal es parte del artículo 18 constitucional. La
palabras de Antonin Artaud, escritas al Dr. Ferdiere, del psi-
quiátrico Ville Évrard, clamando por su libertad: "Se trata de
reforma de 1971, entre otras aplicaciones, condujo al cierre e
de Lecumberri en 1976 (De Tavira, 1996).
que cese mi internamiento, que es un acto canallesco [...] he e
sido canallescamente envenenado [...] canallescamente em-
brujado por un montón de brujos asesinos [...] sólo la heroína LA CRIMINOLOGÍA REALISTA DE IZQUIERDA
e
puede permitirme resistir" (cfr. Giménez-Frontín, 1976: 46).
La exclusión total, el secuestro institucional, en condiciones La nueva criminología o criminología crítica incuba, a media-
e.
de abyección y sometimiento corporal, de hacinamiento, dos de los ochenta, una nueva línea de trabajo: el realismo de
incomunicación y violencia, sólo procuran el resentimiento izquierda, asociada al nombre de Young, Mattews y Lea. La
y la exacerbación de la desviación. La verticalidad institucio- discusión se polariza. Young se desprende de posiciones de-
nal vulnera la dignidad de los prisioneros, incluso, tal como
advirtieron tempranamente Marx y Engels en La sagrada
fendidas anteriormente; toma distancia de Taylor, Walton y
Cohen. Los tiempos han cambiado. La fase romántica de los
e
familia, "pueden llevar al preso a la locura".
Los criminólogos críticos plantean como objetivo restau-
teóricos radicales y su interés en los "delitos sin víctimas": e
alcoholismo, drogadicción, prostitución, vagabundeo y, en
rar los principios garantistas de legalidad, derecho de defen- general, el amplio espectro de comportamientos subculturales e
sa, presunción de inocencia, sobre la base de un derecho
penal mínimo o, para decirlo con Alf Ross, figura destacada
que afectaban la moral inglesa, es superada. Nuevos tiempos
se avecinan. El frío "invierno del malestar" congeló, en una o
del realismo jurídico escandinavo: humanizar el derecho
penal. El derecho penitenciario, "ala romántica de la crimino-
avalancha de huelgas, la risa del eternamente alegre James
Callaghan, primer ministro del gobierno laborista (1.976 y
ol
logía escandinava" es, desde luego, un punto de referencia
en la discusión sobre la reforma del sistema penal. Dinamar-
1979); su rostro se desdibuja en la soledad de 10 Downing o
Street.
ca, Noruega y Suecia son de los primeros países en acogerse El 4 de mayo de 1979 Margaret Thatcher asume el poder; o
a la propuesta de la ONU de "Reglas mínimas para el trata- acto seguido, y sobre la base de una política radical de libera-
miento de los reclusos", fechada en 1955, y de optar por O
ción de los mercados, se plantea como meta la superación del
"prisiones abiertas", un sistema de multas, descriminaliza- declive económico del país. Con vigor desmedido impulsa una 4i)
ción de algunos actos, y suspensión de penas, terapias indi- de las transformaciones económicas más agresivas de que se
vidualizadas, trabajo obligatorio remunerado, etcétera. En tenga noticia en el Reino Unido. Las leyes del mercado, al re- •
1971 México aprueba la Ley de Normas Mínimas sobre Re-
adaptación Social de Sentenciados, importante reforma penal
que rige el sistema penitenciario, impulsada en su momento
ducir drásticamente la intervención del Estado en la econo-
mía, sentencian el colapso de las políticas públicas: el fin del •
por teóricos penalistas como Sergio García Ramírez, entre
consenso incluyente procurado por el Estado de bienestar de
la posguerra británica. Fragmentos importantes de la pobla-
o
otros. Por su parte, la reducción de penas por trabajo se apli-
có por primera vez en el Estado de México, en 1966. Es uno
ción, jóvenes en lo fundamental, son condenados a la preca-
riedad en asuntos médicos, de vivienda, educación o de sub-
e
de los puntos nodales de la readaptación social del reo. El sidios de asistencia social. El porcentaje de desempleo fluctúa
288 • Juan Cajas Cartografía de mal • 289

o

en cifras alarmantes: de 6.5 por ciento en 1975 a 16.4 por El gobierno conservador aboga por nuevos dispositivos
ciento en 1985; en 1994 llega a 1.9.1 por ciento. de control social, para efectos de contener la oleada delicti-
La política inflexible del gobierno conservador de la pri- va y garantizar la seguridad urbana. El crecimiento expo-
mera ministra (1979-1990), plantea como eje rector de la nencial de las tasas de delito, aunado a los estados de an-
economía el desmantelamiento de las doctrinas keynesia- siedad que genera el miedo, subvierten los ángulos de
nas, sustituyéndolas por una perspectiva monetarista, ca- discusión. Los criminólogos, de uno y otro bando, redescu-
racterizada por la privatización de empresas, la reducción bren el interés por las víctimas. Para las autoridades encar-
del sector público, disciplina fiscal y, entre otras cosas, la gadas del aparato punitivo la escalada delictiva exhibe el
reforma de los sindicatos. La tendencia neoliberal inglesa, progresivo desdibujamiento del respeto a la propiedad pri-
asociada a las políticas del Fondo Monetario Internacional, vada, motivo por el cual se requiere de estrategias de mano
hizo causa común con el gobierno republicano liderado por dura, que pongan a salvo el patrimonio y la vida de las víc-
Ronald Reagan en Estados Unidos, electo presidente en timas. La víctima se transforma en comodín de la baraja. En
1980. Los dos líderes se identificaban en el rol protagónico su nombre se articula una política de represión a las con-
que le asignaban al individuo y a las empresas privadas como ductas antisociales. La penalización parece ser el último
fuentes de progreso y bienestar; compartían también un recurso del Estado.
feroz anticomunismo y la proclividad hacia rigurosas políti- Young, a diferencia de sus colegas, escépticos a ultranza
cas anticrimen. de la estadística, reivindica el uso de instrumentos cuantitati-
El efecto más inmediato de la política económica de los vos para el conteo e identificación de los fenómenos asociados
gobiernos conservadores de Thatcher y John Major (1990- a la violencia social. Las encuestas le permiten traducir en
1997) se traduce en el incremento del los índices de crimina- cifras el volumen y particularidades del hecho delictivo. La
lidad. Los datos empíricos del crimen y la violencia son elo- violencia urbana es real, concreta. No tiene que ver con expre-
cuentes. Saltan a la vista. Según Downes y Rock: "En Gran siones de resistencia ritual o desviaciones románticas. Las
Bretaña [...] la tasa de delincuencia se duplicó entre 1979 y víctimas tienen nombre propio, son hombres y mujeres, ciu-
1992, con un pico de crecimiento del 40 por ciento entre dadanos comunes y corrientes; en muchísimos casos com-
1989 y 1992. Estas tendencias provocaron un 'estado público parten la condición social con los infractores. Las nuevas
de ansiedad" (cfr. Isla y Míguez, 2003: 6). Veamos el asunto víctimas se agregan a los sectores pudientes como objetivo de
en números: de 1'600,000 delitos registrados en 1970 se la delincuencia. Los ciudadanos, independientemente de su
pasa a 2'800,000 en 1982; diez años después la cifra ascien- extracción de clase, son vulnerables a la violencia social; peor
de a 5'600,000 delitos. La seguridad pública es frágil; los aún: carecen de recursos para proteger sus bienes jurídicos;
ciudadanos, incluidos los sectores de la clase obrera, son indefensos, sortean los ataques arteros del criminal impune.
presa fácil de la delincuencia común. A los delitos de crimi- La fatalidad kafkiana de los tiempos burocráticos del derecho
nalidad económica se agregan ahora homicidios, lesiones punitivo, inhibe la denuncia ciudadana; sobrevivir es para las
personales y la cifra oscura de los delitos cometidos, pero no víctimas sólo un cálculo de probabilidad. El deslizamiento
perseguidos: la violencia doméstica, sexual y psicológica analítico hacia el rol de la víctima permite una inflexión en el
hacia las mujeres. discurso criminológico.

290 • Juan Cajas Cartografía de! mal • 29!


La criminología realista de izquierda, al otorgar protago- violencia no es sólo física, la más visible, también puede
nismo a las víctimas, reconsidera el papel del Estado. Éste, a
través de sus instituciones y autoridades, está en posibilidad
simbólica, discursiva, económica o psicológica: se oculta en la
pornografía invasora, en la supresión cultural del deseo feme-

normativa para establecer vínculos con la ciudadanía, deposi- nino o en la servidumbre disfrazada por el contrato matrimo-
nial. Las reivindicaciones de las mujeres se posicionan en la
e
taria de altas cuotas de incertidumbre, confusión y ambigüe-
dad. Las teorías sociológicas estadounidenses, sirven de apo- agenda de los derechos ciudadanos. La nueva izquierda y el e
feminismo coinciden en el reconocimiento de las víctimas
yo para explicar los problemas que se originan en el fracaso
de la integración comunal, racial o religiosa. Young supone como sujeto prioritario en el campo de aplicación de políti- e
que la gente de color, al sentirse excluida socialmente, desem- cas públicas: desarrollo social, salud, educación y seguridad
pública.
e
boca en hechos de violencia que afectan a su propia clase.
Apoyándose en las cifras de los reportes policiacos concluye La victimología no sólo se interesa en las víctimas de un
delito en particular, sino también en todos los tipos de vícti-
o
que los negros están sobrerrepresentados, delinquen en una
proporción más alta que los blancos. Young niega, además, mas; esto es, en los sujetos pasivos del delito, un capítulo
el protagonismo de los medios en la construcción del miedo o importante, pero soslayado por el sistema penal. La disciplina
pánico moral. El modelo analítico del realismo de izquierda plantea una redefinición del rol de la víctima, igualmente cues-
gira sobre una línea de investigación conocida como el "cua- tiona el viejo concepto de delitos sin víctima. Para los victimó-
logos la víctima debe ser analizada no desde la óptica criminoló-
o
drado del delito". El estudio del delito se inscribe en un cuadro
o marco de interacción que incluye, de un lado, la dupla delin- gica tradicional (interacción delincuente-víctima) o jurídico
penal (el estatus material y procesal de la víctima); es preciso
cuente y víctima y, del otro, el Estado y las instituciones de
justicia criminal, operando en las comunidades locales donde abordar la cuestión desde el punto de vista político-social, o
tiene lugar el delito. Los cuatro vértices del cuadrado son par-
ticipantes activos en la construcción y regulación de la delin-
previendo mecanismos de asistencia, reparación del daño o
indemnización pecuniaria a las víctimas. En otras palabras, o
cuencia o prevención del delito (Lea, 2006). acercar el derecho penal al derecho civil. Un ejemplo reciente
de reivindicación de la víctima y reparación de daño, es el
o
Young (2003) y Lea (2006) coinciden en la necesidad de
redemocratizar el Estado; asimismo, reivindican el rol de la acuerdo alcanzado en 2007, con la arquidiócesis de Los Ánge- o
les para pagar 660 millones de dólares a un centenar de vícti-
política como un proceso de implicación democrática, que
frene la corrupción de las corporaciones y el capitalismo mas de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos o
"gangsteril" de los empresarios, a la vez que habilite mecanis-
mos de participación y de gestión ciudadana en el nivel local,
pederastas.
La victimología es un saber de orígenes recientes. En
o
es decir, de las comunidades. La inclusión social sólo es posi- 1973, en Jerusalén, tiene lugar el Primer Congreso Internacio-
nal de Victimología. Este evento académico posee el mérito de
e
ble, si se reducen los polos y se relacionan positivamente los
marcos de operación de lo local con lo global. El discurso de reunir a especialistas de distintos lugares del mundo para o
discutir sobre un tópico central: "El estudio científico de la víc-
la nueva izquierda coincide con planteamientos surgidos en el
seno del movimiento feminista. Las mujeres denuncian su tima". Siete años después se oficializa la fundación de la e
condición de víctimas en diversos planos de la vida social: la Sociedad Internacional de Victimología. Estos dos aconteci-

292 • Juan Cajas Cartografia del mal • 293 e


e

mientos avalan el camino de la victimología como disciplina En México, numerosos delitos quedan impunes o sin
aparentemente "autónoma". Advierten los críticos que no es sentencia condenatoria porque el Ministerio Público no acre-
posible particularizar el estudio de las víctimas sin el contras- dita las pruebas, contribuyendo a potenciar la amenaza del
te del delincuente, ya que el delito es un proceso de interac- infractor sobre la víctima que se atreve a denunciar. La inde-
ción social (Larrauri, 1992). La víctima no existe al margen del fensión de la víctima habilita una cultura de no denuncia.
contexto victimizador; aislarla en la singularidad conduce a Una reacción a la erosión de los deberes del Estado como
un' callejón sin salida. Conviene recordar con las feministas garante del contrato social es justamente el renovado papel
que los procesos de victimización surgen y se reproducen en que de un tiempo a la fecha han asumido las denominadas
contextos de jerarquías sociales y estructuras de poder. Insis- "víctimas activas" caracterizadas, en lo fundamental, por el
tir en el papel de la víctima como agente propiciatorio de con- activismo que despliegan movimientos como el feminista o
ductas criminógenas es una postura equivocada. Curiosa- las minorías sexuales y raciales, en contra de formas de vio-
mente el discurso conservador también reivindica para sí el lencia simbólica.
descubrimiento de las víctimas. Desde la óptica de la crimino- Una paradoja señalada por los críticos dei pensamiento
logía administrativa thatcheriana, propugnada por James Q. criminológico de izquierda es que, luego de años de crítica
Wilson, abatir de manera frontal el delito era más redituable al Estado punitivo, los realistas reclamaban al gobierno tory
que aplicar sustitutos penales, o de intervención sobre aspec- su intervención con políticas públicas en el nivel comunal,
tos socioculturales que modifiquen el mapa de la pobreza. de acción conjunta entre autoridades y ciudadanos para
Para Wilson, la prioridad objetiva de la política en asuntos contener el delito común: una criminología aplicada que
criminales, son las víctimas. incidiera en el diseño de políticas integrativas y contribuye-
Es menester señalar que históricamente la preocupación ra a la disminución paulatina de la exclusión social. El de-
por la víctima se remonta al derecho antiguo de Grecia y Ro- bilitamiento del Estado de bienestar y el crecimiento expan-
ma. En estos lugares la víctima ocupaba un rol central en la sivo de los mercados, habían traído recortes en el gasto
sanción punitiva; tal es el caso de la Ley del Talión. Con el público, en salud y educación, propiciando la ampliación de
transcurso del tiempo el contrato social interdice la acción de la presencia policiaca en las calles y el incremento del régi-
la justicia privada, es decir, neutraliza el papel que la víctima men disciplinario.
puede ejercer en la procuración de justicia. El derecho penal La postura radical de no negociación frente a la huelga de
y procesal, inhabilita a la víctima, relegándola a un segundo hambre iniciada por Robert George Sand y sus camaradas del
plano. Resulta paradójico destacar el consenso social que ge- Ejército Republicano Irlandés (ER1, por sus siglas en español),
neran los casos de premeditación, alevosía y ventaja: la socie- en demanda de ser reconocidos con el estatus de prisioneros
dad, influida por el pánico moral, exige la ejecución o la cade- políticos, expresa dramáticamente la política de choque del
na perpetua para el infractor. La demanda coincide con los gobierno conservador. Bobby Sand muere el 5 de mayo de
argumentos de la defensa social. La víctima, en cambio, es 1981, luego de una prolongada huelga de hambre; semanas
ignorada en su afrenta. La mujer violada sólo es depositaria antes había ganado un escaño por el Sinn Fein en el Parlamen-
de la lástima social, incluso, se la culpabiliza por incitar al to Británico. Margaret Thatcher resumió en una conferencia
atacante con una "conducta inapropiada". de prensa su politica de control social: "No estamos dispues-

291 • Judo Cajas Cartoarafía del mal • 295


nsi erar e estatus de categoría especial para ciertos En Estados Unidos, tras la crisis de la Gran Depresión,
grupos de personas que cumplen sentencias por crímenes. El asistimos a un proceso de rediseño institucional y de delimi-
crimen es el crimen, no es política". Un cortejo de 100,000 tación conceptual del control social, tomando como eje la
personas acompañó al militante del IBA (por sus siglas en in- perspectiva normativa del funcionalismo estructural. En lo
glés) a su última morada. sucesivo el control social se fundamenta en la intervención
estatal, utilizando como punta de lanza, el arsenal del aparato
legal o punitivo para prevenir las conductas desviadas. El Es-

TERRITORIOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL Y TOLERANCIA CERO tado moderno, encarnación perfecta de lo que Bauman (2007)
describe como "modernidad sólida", identifica el control social
La idea del control social tiene su origen en el trabajo de Ed- como el recurso por excelencia para "gestionar el miedo". Para o
ward Ross, sociólogo y, entre otras cosas, pionero de la psico-
logía social estadounidense. A mediados de 1894, Ross hizo
el filósofo polaco, el Estado fordista típico de los países capi-
talistas de los años treinta, no implica una política de redistri-

público el concepto en diversos ensayos y le otorgó su sello
definitivo en la obra Control social, publicada en 1901. El autor
bución de la riqueza nacional, sino un instrumental sociopolí- •
tico de protección colectiva: la seguridad personal como
prestaba particular atención a las formas interactivas comuni- principio de reafirmación ciudadana. Ésta sólo era posible o
cacionales que propiciaban la integración comunal: costum- bajo el imperio de reglas claras e inobjetables. No hay lugar,
bres, prejuicios, valores y creencias. Ross no aborda el papel pues, para el "romantismo tribal" que sedujeran a Ross y a los o
de las instancias estatales políticas, regulativas o de conten- etnógrafos de Chicago.
ción punitiva. El concepto era utilizado para explicar los me- Siguiendo a De Giorgi, podemos concluir' que el control
canismos comunitarios relacionados con el orden y la organi- social alude a un proceso histórico de construcción de la rela- o
zación social, que evitaban el acto desviado. Esta postura era ción entre poder y desviación: "Poder de definir las normas y
compartida por los sociólogos de la Escuela de Chicago. La de etiquetar a quien de ellas se desvía [..o] poder de corregir o
teoría del control social, en un primer momento, buscaba en- castigando y de castigar corrigiendo" (2005: 38). El fin último
tender y resolver los asuntos relativos a la integración de la del control social es la preservación del orden social. En ese
población inmigrante al colectivo nacional. Ross intuía la exis-
tencia de mecanismos sociales internos que permitirían incor-
sentido, y superando la postura primigenia de Ross, las teo-
rías del control social aluden a prácticas y estrategias, una
e
porar a los inmigrantes a la materia sólida o consenso de masa de saberes circulares y arbóreos; rizomáticos, dirían •
sentimiento de pertenencia al "sueño americano". La perspec- Deleuze y Guattari, que modificándose en el tiempo, constitu-
tiva de Ross, aparte de romántica, fue señalada como una yen una fuerza garante de la disciplina social. Tal como sugie- e
suerte de monismo social. Misticismo tribal. La vida afectiva
urbana que se experimenta en el interior del variopinto mun-
re Foucault (1976), el Estado ejerce dispositivos de control
disciplinarios; éstos varían, se modifican de acuerdo con cir-
e
do de los inmigrantes pobres, no constituye, en modo alguno,
garantía de integración. Las primigenias redes de protección
cunstancias o coyunturas políticas, sociales o culturales: lo
que era útil en una época será desmantelado en otra. Los dis-
e
social, ocupan un rol importante, pero no trascienden los la- positivos de control son depositarios de una historia concreta, •
zos comunales. son la parte visible del árbol genealógico del poder.

296 • Juan Cajas Cartografía del mal • 297

e

Los años treinta dieron lugar a lo que De Giorgi (2005) el discurso criminológico y sociológico centró su atención en
llama "welfare criminológico", y que a grandes rasgos se man- los flujos migratorios en Estados Unidos, los prototipos de la
tiene hasta fines de los setenta, coincidiendo con la crisis del desviación. Pues bien, el último tramo del siglo pasado nos
fordismo, y la emergencia de nuevas contingencias y parado- ofrece un mítico reviva]: la reinvención de los inmigrantes en
jas sorpresivas. El modelo descrito por De Giorgi tiene como los territorios del control penal europeo. Son los desviados
eje operativo la resocialización y rehabilitación del sujeto des- posmodernos de "la sociedad del riesgo", parafraseando al
viado. Tras la crisis del Estado de bienestar, el aumento de las catedrático germano, avecindado en Londres, Ulrich Beck.
tasas en asuntos criminales expone la labilidad de las políticas Los inmigrantes, y entre éstos la población de las comunida-
resocializadoras, puestas en práctica en Estados Unidos, In- des negras, encabezan las estadísticas criminales. En Estados
glaterra y demás países de la región. La reincidencia delictiva Unidos, a fines del siglo xx, el porcentaje de población encar-
no es un dato menor, al contrario, sirve de patrón de referen- celada, demostraba una tasa correlativa de ocho negros por
cia para medir el éxito o el fracaso de una política penológica. un blanco.
Al horadarse el modelo fordista de regulación social, las políticas La crisis del sistema correccional de corte progresista,
de empleo se diluyen en los baumanianos "tiempos líquidos". coincide con el colapso del modelo keynesiano en materia
Los vaivenes del desempleo instauran al sujeto en la incerti- económica. Este proceso es visible en la coyuntura que per-
dumbre, en las fluctuaciones de una sociedad del riesgo: las mite el triunfo de Thatcher en Gran Bretaña y de Reagan en
personas eligen formas de vida al límite, en el punto de quie- Estados Unidos, en 1.979 y 1980, respectivamente. Bajo la
bra de las motivaciones económicas. Al mismo tiempo, el égida de los gobiernos conservadores se abre paso una políti-
número de víctimas ocasionales también aumenta. Las teorías ca de castigo dura e inflexible. En 1982 Rea g an diseña y eje-
del control social que insisten en los vínculos recurrentes cuta la segunda guerra contra las drogas, la que justifica como
entre marginación social y criminalidad son puestas en cues- una estrategia de se g uridad nacional e internacional; asimis-
tión. Las clases medias y pudientes también delinquen; algu- mo, pelea en Centroamérica la más dura de las batallas de la
nas incorporan a su forma de vida formas inéditas de lucro, Guerra Fría. A tono con los presupuestos de Reagan, en Euro-
entre éstas el tráfico de drogas, también conductas radicales pa es cada vez más frecuente que el tema de los inmigrantes
hacia los excluidos sociales. extracomunitarios se asuma como un problema de seguridad
Para De Giorgi (2005) los vínculos entre los modos de pro- nacional.
ducción y los modos de punición son claros, pero insuficien- Travis Hirschi, uno de los teóricos del control social, se
tes explicativamente, toda vez que en la estrategia de cons- interroga acerca de por qué los individuos pueden o no llegar
trucción de un discurso sobre una economía política del a delinquir. Sostiene que el acto delictivo es una "opción racio-
castigo se requiere tomar en cuenta otras variables de análi- nal". Los sujetos delinquen porque el momento propicio crea
sis, por ejemplo la construcción social del consenso. Es decir, la oportunidad. ¿Por qué se delinque? La explicación le parece
aquellos recursos lingüísticos, simbólicos o imaginarios que elemental. El ser humano es egoísta. La vida en comunidad es
coadyuvan en la exigencia ciudadana de políticas de mano posible gracias a cuatro factores: 1. Apego, 2. compromiso,
dura. De nueva cuenta se reposiciona el tema del otro, la car- 3. implicación, y 4. creencia. En ausencia o debilitamiento de
tografía del migrante. En el primer capítulo advertíamos cómo estas pautas se erosiona la socialización; hace del tejido social
298 • Juan Cajas Cartografía del mal • 299
una pedacería. Instala al sujeto en un mundo paralelo. El in- Beck, Bauman y Giddens premonitoriamente anuncian el
dividualismo contemporáneo, consustancial a una economía
de mercado y de consumo compulsivo, expulsa a los sujetos de
advenimiento de una sociedad de riesgos, cuya base es el
crecimiento de la ecornmía global. La expansión del mercado
e
la colectividad social y los enreda en la trampa del cálculo y el desarrollo tecnológico, procuran el surgimiento de formas
egoísta: la conducta delictiva. Para prevenir la desviación se delictivas inéditas. El delincuente no se detiene en la billetera del
impone el control social. Hirschi, a diferencia del halo progre- transeúnte, el objeto romántico de los ladrones clásicos estu- e
sista que rodeaba a la criminología crítica, argumenta a favor
del rigorismo penal por parte del Estado. En ausencia de con-
diados por Sutherland, sino en el atraco con violencia; los
ciudadanos son despojados de su patrimonio corporal; los ni-
e
trol, la conducta social se relaja, se pierde el arraigo social y,
en consecuencia, se propicia el hecho delictivo como opción
ños son robados en los supermercados. En el peor de los ca-
sos los pobladores son asesinados con saña en sus propios
e
racional. Si la carencia del vínculo relacional individuo-socie-
dad dispara la conducta anómala, la obligación del Estado es
domicilios, sin motivo aparente. e
La criminología administrativa impulsada por Wilson
la de reconstituir el nexo entre el individuo y las instituciones. transforma la seguridad en una obsesión paranoica; hace de o
De nueva cuenta entra en acción la premisa hobbesiana: el
miedo. Deseamos matar, claro que sí, pero no es nuestro de-
la política criminal una técnica de disuasión preventiva. En
esta dirección despliega como estrategia de seguridad ciuda-
e
seo morir en el intento. Incertidumbre natural. Al respecto
escribió Hobbes en su autobiografía: "El día en que nací mi
dana un sistema basado en la vigilancia electrónica. Las cámaras
de video se incrustan en las calles, bancos y residencias; alar-
o
madre dio a luz a unos gemelos: a mí y al miedo". mas vecinales, armas de fuego, seguridad privada, guardaes- O
El miedo es consustancial a una sociedad en constante
expansión; es una categoría de lo global. El mercado, al exa-
cerbar la adquisición de objetos materiales, o "artefactos cul-
paldas, complementan el aparato punitivo estricto e invulne-
rable. En el nivel comunal se impulsa un sistema de denuncia o
ciudadana. Se insta a los vecinos a delatar ante las autoridades
turales", reclama también la atención de los delincuentes. La las "presencias sospechosas". Bajo esta óptica, "realista de
sociedad de consumo, al ampliar el catálogo de cosas para
robar, crea víctimas potenciales. La naciente criminología ad-
derecha", la han llamado algunos críticos, se abandona el in-
terés por las causas del delito y se insiste en la necesidad de
e
ministrativa, surgida en Inglaterra y Estados Unidos, convier- trabajar en la prevención del delito y en otorgar seguridad: en
te a la víctima en culpable del delito: el consumidor de drogas la eliminación del riesgo; preámbulo de la tolerancia cero.
es cómplice del narcotraficante; la ostentación del lujo es una Para Giddens, la idea de la autodefensa social, genera la u
invitación al robo; a su vez, los datos constatan la presencia
de factores de riesgo asociados a la jerarquía social: la clase,
popularización y puesta en escena de un espíritu vecinal de
fortaleza o sociedad acorazada, de encierro domiciliario; un

el origen étnico o el género. La xenofobia es el alimento de los
miedos modernos."
patrón arquitectónico de "enclaves fortificados" o countries, a
imagen y semejanza de las ciudades medievales, o de la mu-

ralla China, construida para repeler a los mongoles. El con-
'''Los acontecimiento violentos suscitados en Sudáfrica (2008) y protago-
nizados por pobladores negros, que prendieron fuego a inmigrantes negros
originarios de Zimbabwe y Mozambique, son representativos de las variantes
cepto de enclaves fortificados fue acuñado por Teresa Caldei-
ra, una socióloga que ha analizado el fenómeno en Buenos

contemporáneas de la xenofobia. Aires y Sao Paulo. Los sectores pudientes crean fortalezas e
300 • Juan Cajas
Cartografía del mal • 301

4.
para aislarse de los pobres, de los inmigrantes y de la violen- metáfora de Durkheim, la prevención evita que las células
cia. Lo paradójico, en los casos citados, es que los actores de descompuestas devoren el tejido sano.
la violencia, narcotraficantes y secuestradores, penetran los En el caso de Europa el sujeto colectivo de riesgo está
enclaves fortificados. Viven en ellos sin despertar sospecha. representado por las poblaciones de inmigrantes de origen
Como hábiles camaleones, fingen una vida completamente africano, árabe, o asiático. En Inglaterra y España, tras los
pacífica, derrochando poder y prestigio, mientras sus sica- atentados terroristas, el factor de riesgo se atribuye a las co-
rios disparan en las calles. Frente a una "sociedad del riesgo" munidades musulmanas. El riesgo de la salud pública (trata
(Beck, 2006), la ciudadanía se amuralla, los vecinos cierran de blancas, de personas, y de drogas), 76 estigmatiza a pobla-
espacios públicos de circulación peatonal y los transforman ciones de Europa del Este y Sudamérica. La política criminal
en calles privadas, con rejas y candados. La erosión o debi- contemporánea se apoya en la selectividad. Las "prácticas
litamiento de lo social, obliga a políticas individuales de reta- punitivas de la criminología de la intolerancia se concentran
liación o de previsión para evitar el delito, de una forma en las categorías de sujetos cuya clasificación sobre bases
simbólicamente similar a la adquisición de un seguro médico actuariales viene determinada por el hecho de ser percibidas
de gastos mayores; el ritual optimista de la supervivencia. social e institucionalmente como fuentes de riesgo" (De Gior-
Los seres humanos, se ha dicho, temen angustiosamente a gi, 2005: 125); es decir, se reconfigura la imagen de la exclu-
dos cosas: la enfermedad y la muerte. Escribió Cioran: "Me sión social y de la criminalización. No de otra manera se pue-
reconciliaré conmigo mismo el día que acepte la muerte como de explicar la aprobación, por el Parlamento Europeo, el 18 de
se acepta una invitación a cenar: con una repugnancia di- junio de 2008, de la Directiva de Retorno de Inmigrantes Ile-
vertida". gales. La normativa será aplicable, a partir de 2010, en los 27
Las renovadas teorías del control inauguran políticas ra- países que integran la Unión Europea; ésta incluye, entre
dicales de disuasión, entre éstas la "tolerancia cero": el man- otras cosas, el confinamiento de los ilegales hasta por un pe-
tenimiento del orden a cualquier precio como instrumento riodo de 18 meses. El cierre de las fronteras es, sin lugar a
nodal para prevenir la delincuencia futura. Teóricamente se dudas, un operativo de corte militar para transformar a la ci-
fundamenta en el estigma y en un metarrelato "contable" que vilizada Europa en una fortaleza a prueba de intrusos y de
demoniza al otro, no el desviado de la criminología tradicional, extraños. El territorio comunitario, según cálculos aproxima-
enfocado en la conducta y tratamiento de individuos concre- dos, está habitado por cerca de 490 millones de personas. En
tos, sino en colectivos sociales, potencialmente peligrosos o los intersticios de las urbes de la Unión Europea sobreviven
con capacidad de crear situaciones de riesgo. El metarrelato con- sin documentos migratorios casi 8 millones de inmigrantes.
table al que aludirnos deviene de una política de control social La tolerancia cero no se interesa en delitos graves ni en
basada en el cálculo actuarial, una tendencia en criminología perseguir a los grandes criminales; se ocupa en lo funda-
basada en la evaluación del riesgo a través de técnicas de
expresión "trata de blancas" fue empleada a fines del siglo xix para
identificación y clasificación, tablas de predicción, etcétera, referirse al tráfico de mujeres de piel blanca, utilizadas para ejercer la prosti-
que permiten ubicar a las personas en una escala de gradua- tución. En la actualidad la prostitución es una actividad global e involucra a
ción social. En esta dirección, el actuarialismo busca identifi- mujeres de distinta adscripción étnica. No obstante, la expresión se sigue
car el cáncer y aislarlo. De esta forma, como en la certera usando para diferenciarla de la trata de personas o de inmigrantes, uno de los
negocios más redituables de la actualidad.
302 • Judn Calas Cartografía dei mal • 303
La política de tolerancia cero se aplicó en Nueva York por
mental de atacar conductas que en algunos casos no han
iniciativa de Rudolph Giulliani, elegido alcalde de la ciudad en
sido tipificadas como delitos: vagancia, limosnear, "grafitear",
1994 y fue puesta en marcha por William Bratton, el poderoso
consumir alcohol u orinar en la vía pública, conducir ebrio,
jefe del Departamento de Policía. En pocos meses se elevó el
acoso sexual, etcétera; conductas molestas e indeseables
pie de fuerza policiaco y los patrullajes se hicieron presentes
que afectan a los ciudadanos, degradan los espacios urba-
en los barrios pobres más conflictivos, "combatiendo casa por
nos, y que son propiciatorios de una carrera de opción racio-
casa" las conductas que a juicio de la policía eran calificadas
nal desviada. La desviación primaria da paso a crímenes
como indeseables o propiciatorias del desorden social: ebrie-
mayores o violentos: secuestro, homicidio, atraco, violación,
dad, mendicidad, proxenetismo, consumo de drogas y graffiti.
delincuencia organizada. Teóricamente es un dispositivo de
Los más afectados fueron la población negra, los hispanos y
control social cuyo objetivo es contener o prevenir delitos
de mayor escala. las minorías sexuales. Existe controversia por las cifras de
reducción de las tasas de delincuencia callejera y homicidios
La tolerancia cero coincide con la metáfora de "las venta-
presentada por Giulliani; sin embargo, los datos confirman
nas rotas"; con este título James Wilson y George Kelling
que en efecto hubo una disminución importante y la ciudad,
publicaron un artículo en 1982. La tesis es sencilla, casi de
una de las más violentas del mundo, se volvió relativamente
sentido común; no obstante, los medios de comunicación la
más segura. Una variable muy importante que obró a favor
han pontificado como la gran panacea para resolver los males
del alcalde neoyorquino tiene que ver, en opinión de algunos
de la sociedad urbana. Para estos autores las ventanas rotas de
estudiosos, con el drástico descenso que experimentó el con-
un edificio abandonado se traducen socialmente como un
signo. Si las ventanas no son reparadas a tiempo, el signo sumo de crack entre las clases bajas de la ciudad. A fines de
evoluciona en mensaje no verbal, invita a una secuencia de los ochenta el consumo de crack se asociaba al incremento
delictivo. Esta droga, derivada de la cocaína, hizo su aparición
actos mayores de conducta desviada: el color de las paredes
será sustituido por graffitis, las puertas cederán y alojarán a bajo el estigma de ser un nuevo Vietnam. En los años de Giu-
lliani, el crack fue sustituido por drogas de diseño, menos
malvivientes y drogadictos. En poco tiempo el edificio será
problemáticas para el consumidor. En torno a la publicitada
una cueva de ladrones, punto de venta de drogas o prostitu-
tolerancia cero existe una zona de sombras, aun así, es hoy
ción: gueto, caldo de cultivo de subculturas criminales, sus-
en día parte del vocabulario retórico de la política criminal de
ceptibles de entrar en guerra pandillera. La ausencia policiaca
convierte el abandono y la precariedad urbana en un lugar corte neoliberal.
La tolerancia cero con su acendrada tendencia a criminali-
donde anida la indiferencia ciudadana. La apatía de los veci-
zar cosas absurdas ha conducido al sistema penal a la estupi-
nos termina aceptando la degradación de los barrios como un
dez. Los códigos están repletos de una variedad asombrosa-
hecho normal o sencillamente los abandona. Los autores in-
mente ridícula de delitos: en Opelousas, Louisiana, es ilegal que las
vitan a destruir los focos de infección social urbana. En su
mujeres enseñen los calzones por encima del pantalón que
opinión, las conductas sociales indeseables no criminalizadas,
cuelga peligrosamente de las caderas. Pueden purgar hasta seis
son más peligrosas que un equipo profesional de criminales:
meses de cárcel. Para las autoridades locales es una conducta
criminalizar la ebriedad pública, el consumo de drogas o el
graffiti puede parecer injusto, pero es una inecesidad! criminosa, perversa. Para los antropólogos es sólo una forma de

Cartografía del mal • 305


304 • Juan Cajas
capturar el placer de la mirada anónima: las adolescentes ense- transacciones al margen de la ley, venta de drogas y autopar-
ñan la ropa interior para no pasar inadvertidas en la soledad de las tes de vehículos, impulsada por el gobierno de Marcelo Ebrard,
multitudes; ratificación del hedonismo en la sociedad de masas. coincide con las estrategias de tolerancia cero.
De la misma manera que en el Japón occidentalizado las jóve- En Nueva York el éxito aparente de la tolerancia cero,
nes imberbes, o "lolitas góticas", se aniñan con desconcertantes según señalan los críticos, se logró sobre la base de un costo
abalorios victorianos y rococó, sin otra estrategia que la de lla- social alto, propiciando abusos policiacos y numerosas de-
mar la atención de los transeúntes; metáforas visuales que ca- mandas de los afectados. Situación similar se presenta en In-
minan, cuestionando desde la performance del cuerpo, la rigidez glaterra; a través de leyes severas la policía ha intentado erra-
del autoritarismo oriental, obsesionado por la educación, el tra- dicar la violencia de los hooligans en los estadios,
bajo, la tecnología y los deberes. Así de simple. Comer medio aprovechando de paso para criminalizar diversas conductas
chocolate y guardar el resto en la mochila, en Wyoming, contra- juveniles que hacen del futbol una diversión dominical.
viene la "ley de almacenamiento impropio de alimentos" y es Los trágicos sucesos en la discoteca New's Divine de la
merecedor de una multa de 50 dólares. En Washington, comer ciudad de México, constituyen un signo inequívoco de los ex-
en las instalaciones del metro contraviene la "calidad de vida" y cesos a que puede dar lugar la política de criminalización basa-
es considerada una ofensa. El código local establece una multa da en la tolerancia cero: el 20 de junio de 2008 murieron 12
entre 10 y 50 dólares. Si el infractor es menor de edad no puede personas, la mayoría menores de edad, víctimas de un absurdo
ser multado, pero sí arrestado. El castigo criminal, en Estados operativo policiaco. Las autoridades, sospechaban, ioh revela-
Unidos, es asignado discrecionalmente. Así lo narra Gene Healy, ción!, del expendio de drogas y alcohol a menores de edad. Lo
editor del libro Vaya directo a la cárcel: la criminahzación de casi lógico era una inspección del lugar y dado el caso de una in-
todo. El derecho penal vive hoy en día un proceso de desviación: fracción a la ley, proceder a la clausura del establecimiento. No
lo trivial se ha convertido en conducta criminógena. Parece raro. fue así. La policía cargó sobre los jóvenes que celebraban un
No obstante, en Tabasco se decretó una ley cívica que prohibe fin de curso, como si se trataran de delincuentes peligrosos;
"andar desnudo en casa". Spencer Tunick, el famoso fotógrafo procurando salvarlos de la desviación, es decir, del pecado, los
de desnudos colectivos, seguramente no hubiera podido reali- condujo a una trampa que culminó en tragedia y muerte.
zar una instalación en ese estado. En la ciudad de Querétaro, La implementación de políticas criminales de contención
pintar las paredes con graffiti puede ocasionar hasta cinco años y de reducción del riesgo, son instrumentos aplicados en di-
de cárcel para el infractor. versos países del mundo occidental. Los derechos humanos
El modelo de tolerancia cero goza de cierta simpatía en se soslayan, pasan a un segundo término; resultan incómo-
México. Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obra- dos, constituyen un obstáculo para los heraldos del bien, que
dor en la ciudad de México, contando con la colaboración de se ven impedidos para oficiar sacrificios en el altar de la moral.
la iniciativa privada, se contrataron -por cerca de 6 millones Las autoridades, nostálgicas de una suerte de heroísmo ma-
de dólares- los servicios de Giulliani El despacho del ex alcalde soquista, parecen repetir con Goethe: "Son preferibles cien
neoyorkino elaboró 160 propuestas para ser aplicadas por la arios de injusticia a una hora de desorden".
policía del Distrito Federal. También la expropiación de bienes
inmuebles (2007), donde se sospechaba de la realización de

306 • Juan Lajas 1 Cartografía de mal • 307



.01

Bibliografía


o

ADLER DE LOMNITZ, Larissa, Cómo sobreviven los marginados,


o
México, Siglo XXI, 1975.
ADORNO, Theodor y Max Horkheimer, Dialéctica del iluminismo,
Buenos Aires, Sur, 1970.
AGUSTÍN, José, La contracultura en México, México, Grijalbo,
1997. o
ALEXANDER, Jeffrey, Las teorías sociológicas desde la Segunda
Guerra Mundial, Barcelona, Gedisa, 2000.
o
ANDERSON, Nels, Sociología de la comunidad urbana. Una pers- O
pectiva mundial, México, Fondo de Cultura Económica,
1993. o
ARGYLE, Michael, Análisis de la interacción, Buenos Aires, Amorrortu,
1969.
AUGE, Marc, Hacia una antropología de los mundos contemporá-
neos, Barcelona, Gedisa, 1998.
AZAOLA, Elena, La institución correccional en México: una mirada
extraviada, México, Siglo XXI, 1990.

, El delito de ser mujer, México, eiEsAs/Plaza y Valdés,
2003.
BARATTA, Alessandro, Criminología crítica y crítica del derecho

penal. Introducción a la sociología jurídico-penal, México,
Siglo XXI, 1991.

BARTRA, Roger, Culturas líquidas en la tierra baldía, Barcelona, o
CCCB, 2006.

309 •

O
BATAJLLE, Georges,
El límite de lo útil, Madrid, Losada, 2005. , "Violencia y narcotráfico. Reflexiones desde la antro-
, La parte maldita, Buenos Aires, Las Cuarenta, 2007. pología", en Marco Jiménez (edil.), Subversión de la
BAUDRILLARD, Jean y Marc Guillaume, Figuras de la alteridad, violencia, México, Casa Juan Pablos/i~, 2007, pp. 333-372.
México, Taurus, 2000. CALVINO, Italo, Las ciudades invisibles, Madrid, El Mundo,
BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, México, Fondo de Cul- 1999.
tura Económica, 2002. CAMACHO, Álvaro, Droga y sociedad en Colombia. El poder y el
, Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre, estigma, Bogotá, oinsE-CEREc, 4988.
Barcelona, Tusquets, 2007. CAMBIASSO, Norberto y Alfredo Grieco, Días felices. Los usos del
BECCARIA, Cesare, De los delitos y las penas, México, Fondo de orden: de la Escuela de Chicago al funcionalismo, Buenos
Cultura Económica, 2000. Aires, Eudeba, 2000.
BECK, Ulrich, La sociedad del riesgo: hacia una nueva moderni- CARLYLE, Thomas, Los héroes, Madrid, Sarpe, 1985.
dad, Barcelona, Paidós, 1998. CASTELLS, Manuel, La cuestión urbana, México, Siglo XXI,
, La sociedad del riesgo global, Madrid, Siglo XXI, 2006. 1974.
BECKEB, Howard, Los extraños. Sociología de la desviación, Bue- , Problemas de investigación en sociología urbana, Méxi-
nos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1971. co, Siglo XXI, 1983.
BERGER, Peter y Thomas Luckmann, La construcción social de la , En el límite: la vida en el capitalismo global, Barcelona,
realidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1978. Tusquets, 2001.
BERMAN, Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire, México, CAVAN, Ruth Shonle, Suicide: A Study in Personal Disorganiza-
Siglo XXI, 4988. tion, Chicago, The University of Chicago Press, 1.928.
BOULLOSA, Carmen, "Hermeneuta de los orinales", Debate Femi- CHAMBLISS, William, On the Take: From Petty Crooks to Presi-
nista, año 9, vol. 47, México, abril de 4998, pp. 131-139. dents, Bloomington, Indiana University Press, 1978.
Bouso, José Carlos, Qué son las drogas de síntesis, Barcelona, Ctaxii, Aquiles, Sociología de la identidad, México, uAM/Miguel
Integral, 2003. Ángel Porrúa, 2002.
BRAIDOTTI, Rosi, Sujetos nómades, Buenos Aires, Paidós, 2000. CHINOY, Eli, La sociedad. Una introducción a la sociología, Méxi-
BRANDES, Stanley, "Beatniks, hippies, yippies. Orígenes del co, Fondo de Cultura Económica, 4974.
movimiento estudiantil en Estados Unidos", en Carmen CLASTRES, Pierre, Investigaciones en antropología política, Barce-
Costa et al. (coords.), Movimientos juveniles: de la globaliza- lona, Gedisa, 1981.
ción a la antiglobalización, Barcelona, Ariel, 2002, pp. 93- CLOWARD, Richard y Lloyd Ohlin, Delinquency and opportunity:
440. A Theory of Delinquent Gangs, Nueva York, Free Press,
CAILLOIS, Roger, Los juegos y los hombres. La máscara y el vérti- 1960.
go, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. COHEN, Albert, Delinquent Boys. The Culture of the Gang, Chicago,
CAJAS, Juan, El truquito y la maroma, cocaína, traquetos y pisto- Free Press, 1955.
locos en Nueva York. Una antropología de la incertidumbre y COHEN, Phil, Subcultural conflict and working class community,
lo prohibido, México, INAH/Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Birmingham, University of Birmingham mes, 1972.
Diputados, 2004.

310 • Juan Cajas Bibliografía • 311


OHEN, Stanley, Folk Devils and Moral Panics: The Crea tion of the
, El suicidio, Madrid, Akal, 4982.
Mods and Rockers, Londres, Macgibbon & Kee, 1972.
DUVIGNAUD, Jean, El juego del juego, México, Fondo de Cultura
COLLIN, Matthew, Estado alterado. La historia de la cultura del
Económica, 1982.
ft
éxtasis y del acid house, Barcelona, Alba Editorial, 2002.
CORIAT, Benjamin, El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylo-
EDWARDS, Julia y Linda McKie, "Los sanitarios públicos para
mujeres. Un asunto grave para la política del cuerpo",
o
rismo, el fordismo y la producción en masa, México, Siglo
XXI, 2000.
Debate Feminista, año 9, vol. 17, México, abril de 1998, pp.
111-129.

CORTÁZAR, Julio, Historias de cronopios y de famas, México, Al-
EDWARDS, Lyford, The Natural History of Revolution, Chicago,
faguara, 1996.
COSER, Lewis, "Corrientes sociológicas de los Estados Uni-
The University of Chicago Press, 1927.
ESCOHOTADO, Antonio, Historia de las drogas, vol. 3, Madrid,
o
dos", en Tom Bottomore y Robert Nisbet (comps.), Historia
del análisis sociológico, Buenos Aires, Amorrortu, 1988, pp.
Alianza Editorial, 1989. o
FEATHERSTONE, Mike, Cultura de consumo y posmodernismo,
327-363.
COSTA, Pere-Oriol et al., Tribus urbanas: el ansia de identidad
Buenos Aires, Amorrortu, 2000. o
FEIXA, Caries, El reloj de arena, México, Instituto Mexicano de
juvenil. Entre el culto a la imagen y la autoafirmación a través
la Juventud, 1998. o
de la violencia, Barcelona, Paidós, 1996.
CRESSEY, Paul, The Taxi-Dance Hall: A Sociological Study in Com-
FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, Pablo, El espíritu de la calle. Psicología
politica de la cultura cotidiana, Barcelona, Anthropos,
o
mercialized Recreation and City Life, Chicago, The Universi-
ty of Chicago Press, 1932.
2004. o
FERNÁNDEZ MARTORELL, Mercedes, Antropología de la convivencia:
DAVIS, Flora, La comunicación no verba], Madrid, Alianza Edito-
rial, 1991.
manifiesto de antropología urbana, Madrid, Cátedra, 1997. o
FERNÁNDEZ MENÉNDEZ, Jorge, El otro poder. Las redes del narco-
DE GIORGI, Alessandro, Tolerancia cero. Estrategias y prácticas
tráfico, la política y la violencia en México, México, Nuevo
o
de la sociedad de control, Barcelona, Virus Editorial, 2005.
DE TAVIRA, Juan Pablo, ¿Por qué Almoloya? Análisis de un pro-
Siglo Aguilar, 2001.
FERRARIS, Mauricio, Historia de la hermenéutica, Madrid, Akal,
o
yecto penitenciario, México, Diana, 4996.
DELGADO, Manuel, El animal público. Hacia una antropología de
2000. o
, La hermenéutica, Barcelona, Taurus, 2001.
los espacios urbanos, Barcelona, Anagrama, 1999.
DEVEREUX, Georges, Baubo. La vulva mítica, Barcelona, Icaria,
FIGUEROA SAAVEDRA, Fernando, El graffiti universitario, Madrid, o
1984.
Talasa Ediciones, 2004.
FISHER, Berenice y Anselm Strauss, "El interaccionismo", en
o
DICKIE, John, Cosa Nostra. Historia de la mafia siciliana, México,
Debate, 2006.
Tom Bottomore y Robert Nisbet (comps.), Historia del
análisis sociológico, Buenos Aíres, Amorrortu, 1988,
o
DumouLtÉ, Camille, Nietzsche y Artaud. Por una ética de la cruel-
dad, México, Siglo XXI, 1996.
pp. 522-569. •
DURKHEIM, Émile, Las reglas del método sociológico, México,
FOLLARI, Roberto, Teorías débiles. Para una crítica de la decons-
trucción y de los estudios culturales, Rosario, Horno Sa- •
Premia, 1981. piens, 2002. •
312 • Juan Cajas
Bibliografía • 313 o

FoucAni,T, Michel, La microfísica del poder, Madrid, Las Edicio- GARCÍA VALDÉS, Carlos, Estudios de derecho penitenciario, Ma-
nes de La Piqueta, 4979. drid, Tecnos, 4982.
, La vida de los hombres infames. Ensayos sobre desvia- GARFINKLL, Harold, Condiciones para el éxito de las ceremonias
ción y dominación, Madrid, Las Ediciones de La Piqueta, de degradación, Concepción, Universidad de Concepción,
4990. 1996.
, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México, Si- , "¿Qué es la etnometodología?", en Laura Páez Díaz de
glo XXI, 1997. León (edil.), La sociología estadounidense. Ensayos y textos,
, Los anormales. Curso en el Collége de France (1974- México, UNAM, 2003, pp. 439-467.
1975), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000. , Estudios en etnometodología, Barcelona, Anthropos,
, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 2006.
2001. GAVIRIA, Carlos, Sentencias. Herejías constitucionales,
México,
Fox, Robin, Sistemas de parentesco y matrimonio, Madrid, Alian- Fondo de Cultura Económica, 2002.
za Editorial, 1972. GEERTZ, Clifford, La interpretación de las culturas,
Gedisa, Méxi-
FRAZIER, E. Franklin, The Negro Family in Chicago,
Chicago, The co, 4987.
University of Chicago Press, 1932. , El antropólogo como autor, Barcelona, Gedisa, 1988.
FURET, Francois, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre , Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de
la idea
comunista en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Econó- las culturas, Barcelona, Paidós, 1994.
mica, 1999. , Reflexiones antropológicas sobre temas filosóficos, Bar-
GADAMER, Hans, La verdad y el método, vol. 4, Salamanca, Edi- celona, Paidós, 2002.
ciones Sígueme, 1999. GIDDENS, Anthony, Modernidad e identidad del yo. El yo y la so-
GAMBETTA, Diego, La mafia siciliana. El negocio de la protección ciedad en la época contemporánea, Barcelona, Península,
privada, México, Fondo de Cultura Económica, 2007. 4995.
GAMELLA, Juan y Arturo Álvarez Roldán,
Las rutas del éxtasis. , Sociología, Barcelona, Alianza Editorial, 2002.
Drogas de síntesis y nuevas culturas juveniles, Barcelona, GIMÉNEZ-FRON TÍN , José Luis, Seis ensayos heterodoxos, Barcelo-
Ariel, 4999. na, Mandrágora, 1976.
GAMIO, Manuel, Mexican Immigration te the United States: A GIRARD, René, El chivo expiatorio, Barcelona, Anagrama, 1982.
Case Study of Human Migration and Adjustment, Chicago, , La ruta antigua de los hombres perversos, Barcelona,
The University of Chicago Press, 1930. Anagrama, 1989.
GARCÍA CANCLINI, Néstor, Antropología urbana,
México, Fondo , La violencia y lo sagrado, Barcelona, Anagrama, 1998.
de Cultura Económica, 2005. GOFFMAN, Erving, Ritual de la interacción,
Buenos Aires, Tiem-
GARCÍA SELGAS, Fernando, "Doble hermenéutica y teoría críti- po Contemporáneo, 1970.
ca", en Juan Salcedo et al. (coords.), Escritos de teoría so- , La presentación de la persona en la vida cotidiana, Bue-
ciológica en homenaje a Luis Rodríguez Zúñiga, Madrid, nos Aires, Amorrortu, 1997.
Centro de Investigaciones Sociológicas, 4992, pp. 365- , Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires,
378. Amorrortu, 1998.
3I4 • Juan Cajas Bibliografía • 315
OULD, tephen Jay, La falsa medida del hombre, Barcelona, HUSSERL, Edmund, La crisis de las ciencias europeas y la fenome-
Orbis, 1986. nología trascendental, Barcelona, Crítica, 1991.
GOULDNER, Alvin, La crisis de la sociología occidental, Buenos IMBERT, Gerard, Los escenarios de la violencia, Barcelona, Icaria,
Aires, Amorrortu, 2000. 1992.
GUBER, Rosana, El salvaje metropolitano. Reconstrucción del co- ISLA, Alejandro y Daniel Míguez, "De las violencias y sus mo-
nocimiento social en el trabajo de campo, Buenos Aires, Pai-
dós, 2004.
dos. Introducción", en Alejandro Isla y Daniel Míguez
(coords.), Heridas urbanas. Violencia delictiva y transforma-

GUERRERO, Julio, La génesis del crimen en México. Estudio de ciones sociales en los noventa, Buenos Aires, Editorial de las o
psiquiatría social, México, CNCA, 1996.
HABERMAS, Jürgen, Facticidad y validez. Sobre el derecho y el -
Ciencias/Flacso, 2003, pp. 1-32.
ISLA, Alejandro y María Cecilia Valdés Morales, "Los malvados.
o
Estado democrático de derecho en términos de teoría del dis-
curso, Madrid, Trotta, 2000.
Reflexiones desde la perspectiva de los ladrones", en
Alejandro Isla y Daniel Míguez (coords.), Heridas urba-
o
HACKJNC, Ian, ¿La construcción social de qué?, Barcelona, Pai- nas. Violencia delictiva y transformaciones sociales en los o
dós, 2001. noventa, Buenos Aires, Editorial de las Ciencias/Flacso,
HALL, Stuart et al., Policing the Crisis: Mugging the State and La w 2003, pp. 257-302. o
and Order, Londres, Macmillan, 1978.
HAMMERSLEY, Martyn y Paul Atkinson, Etnografía. Métodos de
JACORZYNSKI, Witold, Estudios sobre la violencia. Teoría y prácti-
ca, cirsAs/Miguel Ángel Porrúa, México, 2002.
o
investigación, Barcelona, Paidós, 2001.
HANNERZ, Ulf, Exploración de la ciudad. Hacia una antropología
J OSEPH, Isaac, El transeúnte y el espacio urbano, Barcelona, Ge- o
disa, 1988.
urbana, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. JULIANO, Dolores, Excluidas y marginales, Madrid, Cátedra, o
HARRIS, Marvin, El desarrollo de la teoría antropológica. Una his-
toria de las teorías de la cultura, México, Siglo XXI, 1999.
2004.
KÁNTOROWICZ, Ernest, Los dos cuerpos del rey. Un estudio de
o
, Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, Barcelo-
na, Crítica, 2004.
teología medieval, Madrid, Alianza, 1985.
KELSEN, Hans, ¿Qué es la teoría pura del derecho?, México, Fon-
o
HEBDIGE, Dick, La subcultura. El significado del estilo, Barcelo-
na, Paidós, 2004.
tamara, 2002.
Ciudadanía multicultural: una teoría liberal de los
o
HERNÁNDEZ, Gloria, "Las chavas y el graffiti hip hop", Debate
KYMLICKA, Will,
derechos de las minorías, Barcelona, Paidós, 2002. o
Feminista, año 14, vol. 27, México, abril de 2003, pp. 241-
258.
LAGUNAS, Elisa y María Laura Sierra, Transgresión, creación y
encierro, Encuentros, México, Universidad Iberoamerica-
e
HILLER, Ernest, The Strike: A Study in Collective Action, Chicago,
The University of Chicago Press, 1928.
na, 1997.
LAMNEK, Siegfried, Teorías de la criminalidad: una confrontación
o
HIRSCHI, Travis, Causes of Delinquency, Berkeley, University of crítica, México, Siglo XXI, 2002. o
California Press, 1969.
HUERGO, Jorge, "Espacios discursivos: lo educativo, las cultu-
LAPORTE, Dominique, Historia de la mierda, Valencia, Pre-Textos,
1998. •
ras y lo político", mimeo., La Plata, 2001. u
316 • Juan Cajas Bibliografía • 317 o
e

LARENZ, Karl, Metodología de la ciencia del derecho, Barcelona, MADANES, Leiser, "Tolerancia, prudencia y búsqueda de la ver-
Ariel, 1994. dad", en Manuel Cruz et al., Tolerancia o barbarie, Barcelo-
LARRAÑAGA, Eduardo, Los personajes del derecho, México, UAM na, Gedisa, 1998, pp. 13-50.
Azcapotzalco, 2000. MAFFESOLI, Michel, El tiempo de las tribus, Barcelona, Icaria,
LARRAURI, Elena, La herencia de la criminología crítica, México, 1990.
Siglo XXI, 1992. "Tribalismo posmoderno. De la identidad a las iden-
LEA, John, Delito y modernidad. Nuevas argumentaciones en la tificaciones", en Aquiles Chihú (coord.), Sociología de la
criminología realista de izquierda, México, Ediciones Co- identidad, México, Miguel Ángel Porrúa/ uAM Iztapalapa,
yoacán, 2006. 2002, pp. 223-242.
LECHNER, Norbert, Los patios interiores de la democracia. Subje- MALINOWSKI, Bronislaw, La vida sexual de los salvajes del nordes-
tividad y política, México, Fondo de Cultura Económica, te de la Melanesia, Madrid, Morata, 1975.
1995. MANNUC;CI, Cesare, La sociedad de masas, Buenos Aires, El
LECLERCQ, Gerard, Antropología y colonialismo, México, Edicio- Corregidor, 1972.
nes Cuicuilco, 4972. MARROQUÍN, Enrique, La contracultura como protesta, México,
LEFEBVRE, Henry, El derecho a la ciudad, Barcelona, Península, Joaquín Mortiz, 1975.
1969. MARTINEZ RENTERÍA, Carlos, Cultura contra cultura, México, Pla-
LEÓN VEGA, Emma, De filias y arquetipos. La vida cotidiana en el za & danés, 2000.
pensamiento moderno de Occidente, México, Anthropos/ MATEO Ruiz, Lila Cristina, "Los gánsters, la novela negra y la
CRIM, 2001. Escuela de Chicago" (mimeo.), en Fernando Álvarez-Unía,
LÉVI-STRAUSS, Glande, Antropología estructural, Barcelona, Pai- "Prólogo", en Edwin Sutherland, El delito de cuello blanco,
dós, 1987. Madrid, Las Ediciones de La Piqueta, 1999.
, Tristes trópicos, Barcelona, Paidós, 1987. MATTELART, Armand y Érik Neveu, Introducción a los estudios
LIENHARDT, Godfrey, Antropología social, México, Fondo de Cul- culturales, México, Paidós, 2004.
tura Económica, 1975. MATZA, David, El proceso de desviación, Madrid, Taurus, 1981.
LOURAU, René, "Trabajadores de lo negativo, uníos", en Franco MEAD, George, Espíritu, persona y sociedad, Buenos Aires, Pai-
Basaglia y Franca Basaglía, Los crímenes de la paz. Investi- dós, 1972.
gaciones sobre los intelectuales y los técnicos como servidores MEAD, Margaret, Experiencias personales y científicas de una
de la opresión, México, Siglo XXI, 1981, pp. 165-182. antropóloga, Buenos Aires, Paidós, 1976.
LuxEs, Steven, "Cinco fábulas sobre los derechos humanos", MELOSSI, Dario y Massimo Pavarini, Cárcel y fábrica. Los oríge-
en Stephen Shute y Susan Hurley (edits.), De los derechos nes del sistema penitenciario (siglos xvi-xix), México, Siglo
humanos, Madrid, Trotta, 1998, pp. 2-11. XXI, 1981.
LUQUE, Enrique, Antropología política. Ensayos críticos, Barcelo- MEREU, halo, Historia de la intolerancia en Europa, Barcelona,
na, Ariel, 1996. Paidós, 2003.
MACPHERSON, Crawford, La teoría política del individualismo po- MERTON, Robert, Teoría y estructuras sociales, México, Fondo de
sesivo. De Hobbes a Locke, Barcelona, Fontanella, 1970. Cultura Económica, 1968.

3i8 • Juan Cajas Bibliografía • 319


MILLS, Charles Wright, La imaginación sociológica, México, Fon- Breve historia de América, Santiago de Chile/
PEREYRA, Carlos,
do de Cultura Económica, 2004. Empresa Editorial Zig Zag, 1938.
MOLLOY, Silvia, El común olvido, Buenos Aires, Grupo Editorial PICCINI, Mabel, "Notas sobre violencia y cultura", Argumentos,
Norma. 2002. núm. 3, México, UAM Xochimilco, marzo de 1988, pp. 91-
MONOD, Jean, Los Barjots. Etnología de bandas juveniles, Barce- 109.
lona, Ariel, 2002. REGUILLO, Rossana, "La construcción social del miedo. Narra-
M ORRIS, Bryan, Introducción al estudio antropológico de la reli- tivas y prácticas urbanas", en Susana Rotker (edit.), Ciuda-
gión, Barcelona, Paidós, 1995. danías del miedo, Caracas, Editorial Nueva Sociedad, 2000,
M ORRIS, Norval, El futuro de las prisiones, México, Siglo XXI, pp. 185-201.
1998. REISFELD, Silvia, Tatuajes. Una mirada psicoanalítica, Buenos
MUÑOZ, Blanca, Teoría de la pseudocultura. Estudios de sociolo-
gía de la cultura y de la comunicación de masas, Madrid,
Aires, Paidós, 2004.
R EYNOSO, Carlos, Apogeo y decadencia de los estudios culturales,

Fundamentos, 1995. Barcelona, Gedisa, 2000.
N IETO, Raúl, Ciudad, cultura y clase obrera, México, Conaculta, RITZER, George, Teoría sociológica clásica, México, McGraw-Hill,
1997.
NÚÑ EZ, Fernanda, La prostitución y su represión en México
1996. e
RIVERA, Iriaki, Política criminal y sistema penal. Viejas y nuevas
(siglo xlx). Prácticas y representaciones, Barcelona, Gedisa, racionalidades punitivas, Barcelona, Anthropos, 2005.
o
2002.
O'SULLIVAN, Tim et al., Conceptos clave en comunicación y estu-
ROMERO, Osvaldo, La violencia como fenómeno social. El lincha-
miento en San Miguel Canoa, Puebla, México, Jorale Editor/
o
dios culturales, Buenos Aires, Amorrortu, 1995.
O TT, Jonathan, Pharmacotheon, Barcelona, La Liebre de Mar-
El Colegio de Tlaxcala, 2006. o
S ABINE, George, Historia de la teoría política, México, Fondo de
zo, 1996. Cultura Económica, 1984. o
PARK, Robert et al., The city, Chicago, The University of Chicago
SÁ EZ, Javier, Teoría Queer y psicoanálisis, Madrid, Síntesis,
Press, 1925. 2004.
o
PARK, Robert, Human Communities: The City and Human Ecolo-
gy, Glencoe, Free Press, 1952.
SALA-MOLINS, Lluís, Sodoma al alba de la filosofía del derecho,
México, Fontamara, 1989.
e
PARSONS, Talcott, La estructura de la acción social, Madrid, Gua-
darrama, 1968.
SALAZAR, Alfonso y Ana Jaramillo, Medellín. Las subculturas del o
narcotráfico, Bogotá, GINEP, 1992.
PAVARINI, Massimo, Control y dominación. Teorías criminológicas SARTORI, Giovanni, La sociedad multiétnica. Pluralismos, multi-
burguesas y proyecto hegemónico, México, Siglo XXI, 2003.
P AYA P OBRES, Víctor, Vida y muerte en la cárcel. Estudio sobre la
culturalismo y extranjeros, Madrid, Taurus, 2001.
S CHMITT, Carl, El concepto de lo político, Buenos Aires, Folios

situación institucional de los prisioneros, México, uNAM/Pla-
za y Valdés, 2006.
Ediciones, 1983.
S CHUTZ, Alfred, La fenomenología del mundo social, Buenos Ai-

PEARCE, Frank, Crimes of the Powerful. Marxism: Crime and De- res, Paidós, 1972. e
viance, Londres, Pluto Press, 1976.

320 • Juan Cajas • Bibliografía • 321
e
e
SHAW, Clifford, The Jack-Roller: A Delinquent Boy's Own Story, TURNES, Víctor, La selva de los símbolos, México, Fondo de Cul-
Chicago, The University of Chicago Press, 1930. tura Económica, 1989.
SHOTTER, John, Realidades conversacionales. La construcción de URIBE, María Teresa, "Las incidencias del miedo en la política:
la vida a través del lenguaje, Buenos Aires, Amorrortu, una mirada desde Hobbes", en Marta Inés Villa Martínez
2001. (edil.), El miedo. Reflexiones sobre su dimensión social y cul-
SIGNORELLI, Amalia, Antropología urbana, Barcelona, Anthro- tural, Medellín, Corporación Región, 2002, pp. 25-46.
pos, 1999. URRA, Javier, Violencia. Memoria amarga, Madrid, Siglo XXI,
SILVA-HERZOG MÁRQUEZ, Jesús, El antiguo régimen y la transi- 1997.
ción en México, México,Planeta/Joaquín Mortiz, 1999. VALENZUELA Arce, José Manuel (coord.), Los estudios culturales
SIMMEL, Georg, El individuo y la libertad, Península, Barcelona, en México, México, Fondo de Cultura Económica, 2003.
1986. , José Manuel et al. (coords.), Las maras: identidades
SIMMEL, Georg, La filosofía del dinero, Madrid, Instituto de Estu- juveniles al límite, México, El Colegio de la Frontera Norte/
dios Políticos, 1976. uAm/Casa Juan Pablos, 2007.
S1SSA, Giulia, El placer y el mal. Filosofía de la droga, Barcelona, VAN GENNEP, Arnold, Los ritos de paso, Barcelona, Taurus,
Península, 2000. 1986.
SORIANO, José, Sociología jurídica, Barcelona, Ariel, 1997. VIRILIO, Paul, La velocidad de liberación, Buenos Aires, Manan-
SPECKMAN, Elisa, Crimen y castigo. Legislación penal, interpreta- tial, 2006.
ciones de la criminalidad y administración de justicia. (Ciudad WATTS, Alan, Memorias. 1915-1965, Barcelona, Kairós, 1999.
de México, 1872-1910), México, El Colegio de México-UNAM, WEBER, Max, Economía y sociedad, México, Fondo de Cultura
2002. Económica, 1977.
STONEQUIST, Everett, The Marginal Man, Chicago, The Univer- WHYTE, William, La sociedad de la esquina, México, Diana,
sity of Chicago Press, 1927. 1971.
SUTHERLAND, Edwin, Ladrones profesionales, Madrid, Las Edi- WILKINS, Leslie, Social Deviance: Social Policy, Action and Resear-
ciones de La Piqueta, 1993. ch, Londres, Tavistock, 1964.
, El delito de cuello blanco, Madrid, Las Ediciones de La WILSON, James y George Kelling, "Ventanas rotas. La policía y
Piqueta, 1999. la seguridad en los barrios", Delito y sociedad. Revista de
TAYLOR, Ian et al., La nueva criminología. Contribución a una Ciencias Sociales, núm. 1.5, Buenos Aires, 2001, pp. 67-79.
teoría social de la conducta desviada, Buenos Aires, Amorrortu, WIRTH, Louis, The Guetto, Chicago, The University of Chicago
1997. Press, 1928.
TECLA, Alfredo, Antropología de la violencia, México, Taller , "Urbanism as a Way of Life" American Journal of So-
Abierto, 1995. ciology, Chicago, The University of Chicago Press, núm.
THRASHER, Frederic, The Gang, Chicago, México, The Universi- 44, 1938, pp. 1-24.
ty of Chicago Press, 1927. WOLFF, Kurt, "Fenomenología y sociología", en Tom Bottomore
TOURAINE, Alain, ¿Podremos vivir juntos?, México, Siglo XXI, y Robert Nisbet (comps.), Historia del análisis sociológico,
2001. Buenos Aires, Amorrortu, 1988, pp. 570-634.
322 • Juan Cajas Bibliografía • 323
...WOLFGANG, Marvin y Franco Ferracuti, La subcu/tura de la vio-
lencia. Hacia una teoría criminológica, México, Fondo de
Cultura Económica, 1982.
YONNET, Paul, Masas, juegos y modas, Barcelona, Gedisa, Índice
1988.
YOUNG, Jock, La sociedad excluyente: exclusión social, delitos y •
diferencia en la modernidad tardía, Madrid, Marcial Pons,
2003. e
ZERMEÑO, Guillermo, EUA. Documentos de su historia socioeco-
nómica, vol. 7, México, Instituto Mora, 1988.
o
ZORBAUGH, Harvey, The Goid Coast and the Slum, Chicago, The o
University of Chicago Press, 1929. 9
INTRODUCCIÓN

Capítulo 1
o
ARQUEOLOGÍA DEL SABER CRIMINOLÓGICO 15 e
16
La economía política del castigo
El cuerpo sagrado de la defensa social 24 o
El miedo, demiurgo del Estado
Crimen y castigo
26
33 o
La criminología positivista
La criminología contemporánea
38
45 o
Del delincuente al sujeto desviado
Los desviados modernos
48
52
o
Desviación y exclusión social 53 o
Capítulo 2
59
o
LA ESCUELA DE CHICAGO
La ciudad, artefacto significante
Cartografías urbanas
60
62

El paradigma urbano 66 o
Antecedentes del análisis urbano
La Universidad de Chicago
69
73
74

La Escuela de Chicago
Chicago: relatos de origen 76
Los primeros pasos
Robert Ezra Park
81
83 •
La ecología humana 85
o



La otredad urbana 92 Capítulo 5
La cultura urbana 94 201
MIC;ROSOCIOLOGÍAS DE LA DESVIACIÓN
Teoría de los círculos concéntricos 96 La imaginación sociológica 203
El fin de una época 103 Las sociologías creativas 206
Capítulo 3 Sociologías de la vida cotidiana 211
LOs SALVAJES URBANOS Interaccionismo, cotidianidad y subculturas 213
105 213
El extranjero artificial. La otredad Las industrias culturales
Subculturas e interacción urbana 216
en las calles 107
Punto de fuga: la antropología urbana Estudios culturales. Desviación y
110 cultura popular 222
Paisajes poscoloniales 114
El placer del trabajo de campo en Las tribus urbanas: cartografía del
gregarismo juvenil 227
la alteridad urbana 115 Deconstruyendo la vida cotidiana 232
Arqueología del trabajo de campo 117
Metodología y técnicas 119 Capítulo 6
Capitulo 4 CARTOGRAFÍA DEL MAL 235
EL ESTILO DE CHICAGO Hermenéutica del mal 237
123 240
Cartografía de la incertidumbre Los estigmas del mal
125 Hermenéutica de la conducta desviada 243
Apoteosis de la implicación
Desviación y delito 244
y la observación participante 126 Desviación y etiquetas 247
De Francia para el mundo:
El malestar de la incertidumbre 250
la construcción de los estilos juveniles 131
La opulencia en crisis El paradigma de la reacción social o
etiquetamiento 253
y la americanización de la anomia 136 La transgresión de las normas 256
El jardín de las subculturas 139 Paradojas de la desviación y el consumo 259
El interaccionismo simbólico: modelo
La construcción del pánico moral 266
para armar 143 El pánico moral y los lubricantes del alma 274
Performatividad: situación, interpretación,
actuación En busca de una teoría social de la
147 conducta desviada 280
El componente simbólico de la vida social 155 Replanteando la teoría de la desviación 287
La deconstrucción de una herencia 157 La criminología realista de izquierda 289
La fenomenología del mundo de la vida 164 Territorios de exclusión social y
La fenomenología como método científico 168 tolerancia cero 296
Los rituales de la interacción 470
La representación del engaño 175 BIBLIOGRAFÍA 309
La arqueología de lo oculto 478
Etnometodología de la violencia 197

326 • Índice Índice • 327


Los desviados. Carrognifia u rbuna y (Ti rnirialización de la vida cotidiana
se terminó de imprimir en la Ciudad de México durante
el mes de mayo del año 20(19. La edición, en papel
de 75 gramos, estuvo al cuidado de la
oficina litotipográfica
de la casa editora.

4.1

978-607-401-107-4
‘.L.AP. 043275-01

También podría gustarte