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La terminología de la ASTM (G15) defne la corrosión como “la reacción química o electroquímica
entre un material, usualmente un metal y su medio ambiente, que produce un deterioro del material
y de sus propiedades”. Para el acero embebido en el concreto (hormigón), la corrosión da como
resultado la formación de óxido que tiene 2 a 4 veces el volumen del acero original y la pérdida de
sus óptimas propiedades mecánicas. La corrosión produce además descascaramiento y vacíos en
la superficie del acero de refuerzo, reduciendo la capacidad resistente como resultado de la
reducción de la sección transversal.
El concreto reforzado utiliza acero para aportarle las propiedades de resistencia a la tracción que
son necesarias en el concreto estructural. Esto evita la falla de las estructuras de concreto que
están sujetas a esfuerzos de tensión y flexión debido al tráfico, los vientos, las cargas muertas y los
ciclos térmicos.
Sin embargo, cuando el refuerzo se corroe, la formación de óxido conduce a la pérdida de
adherencia entre el acero y el concreto y la subsecuente delaminación y exfoliación. Si esto se ha
dejado sin revisar, la integridad de la estructura puede verse afectada. La reducción del área de
sección transversal del acero reduce su capacidad resistente. Esto es especialmente dañino en el
desempeño de los cables de alto límite elástico en el concreto pretensado.
Otro ingrediente para la buena calidad del concreto es el aire incorporado. Es necesario proteger al
concreto de los daños por ciclos de hielo y deshielo. El aire incorporado reduce también la
exudación (sangrado) y el incremento de la permeabilidad debido a los canales del agua de
exudación. El descascaramiento de la superficie del concreto puede acelerar los daños por
corrosión de las barras de refuerzo embebidas.
Una planificación apropiada de las operaciones de acabado es necesaria para asegurar que el
concreto no se descascare, o se fisure excesivamente.
Una correcta cantidad de acero ayudará a mantener una fisuración escasa. El manual de ACI 224
ayuda al ingeniero diseñador a minimizar la formación de grietas que podrían ser dañinas para el
acero embebido. En general, el ancho máximo de fisura permisible es de 0.2 mm en un ambiente
con sales de deshielo y de 0.15 mm en un ambiente marino.
El manual ACI 357 recomienda 2½ pulgadas (aprox. 6 cm) de recubrimiento mínimo en ambientes
marinos. Si se utilizan agregados más grandes, se requiere un mayor recubrimiento.
Para agregados mayores de ¾” (20 mm), una regla sencilla es añadirle al tamaño máximo nominal
del agregado, la magnitud de ¾” adicionales de recubrimiento para la exposición a sales de
deshielo, o de 1¾” (45 mm) de recubrimiento para la exposición a ambiente marino. Por ejemplo un
concreto con tamaño de agregado de 1” en exposición marina deberá tener un recubrimiento
mínimo de 2¾”.
TIPOS DE CORROSIÓN
La corrosión es una reacción química (oxido reducción) en la que intervienen 3 factores: la
pieza manufacturada, el ambiente y el agua, o por medio de una reacción electroquímica.
Los factores más conocidos son las alteraciones químicas de los metales a causa del aire,
como la herrumbre del hierro y el acero o la formación de pátina verde en el cobre y sus
aleaciones (bronce, latón). Sin embargo, la corrosión es un fenómeno mucho más amplio
que afecta a todos los materiales (metales, cerámicas, polímeros, etc.) y todos los
ambientes (medios acuosos, atmósfera, alta temperatura, etc.).
CORROSIÓN UNIFORME
Los esfuerzos que causan las fracturas provienen de trabajos en frío, soldadura,
tratamiento térmicos, o bien, pueden ser aplicados en forma externa durante la operación
del equipo.
e) Largos periodos de tiempo, a menudo años, pueden pasar antes de que las fracturas
sean visibles, pero entonces al presentarse, se propagan rápidamente con el resultado de
una falla inesperada.
La corrosión bajo tensión se presenta en muchas aleaciones de uso industrial, pero no se
ha observado en metales puros, excepto bajo condiciones muy extremas de laboratorio,
históricamente el primer caso de corrosión bajo tensión corresponde a la llamada
corrosión estacional (season cracking), que se presentaban en cartuchos de latón
conformados en frío, en atmósferas amoniacales húmedas, y aparecían con mayor
frecuencia, por lo tanto, durante la épocas más húmedas del año.
Para el 2014 se aprobaría primer paquete de propuestas para configurar una normatividad
de durabilidad de los materiales acorde a la realidad mexicana, dice Pedro Castro Borges
El tiempo de servicio de una construcción se estima en 30, 50 o hasta 100 años; la meta es
trabajar para que las obras duren mucho más
Cuando se creó el concreto se creyó que tendría la misma durabilidad que las piedras de
nuestras estructuras ancestrales, pero se ha demostrado que no es así, explicó el doctor Pedro
Castro Borges, investigador de la Unidad Mérida del Cinvestav y miembro de la AMC.
Foto: Archivo.
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Una gran cantidad de la infraestructura a nivel mundial está decayendo desde hace varios años
debido a los embates del medio ambiente y a la falta de un mantenimiento adecuado. Esta es una
de las razones por las que investigadores mexicanos trabajan en una normativa para prevenir y
corregir los problemas de las construcciones -que tienen un efecto importante en la durabilidad de
los materiales que se utilizan-, y que ayudaría a extender el tiempo de servicio indefinidamente.
El doctor Pedro Castro Borges, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, dijo que uno de los
materiales fundamentales es el concreto reforzado, así como su durabilidad, ya que es el más
utilizado en la construcción en el mundo. Explicó que cuando se creó, se creyó que tendría la
misma durabilidad que las piedras que se conocen de nuestras estructuras ancestrales; sin
embargo, debido a diferentes motivos, en especial el medio ambiente, se ha demostrado lo
contrario.
“Desde que se planea una obra, generalmente se establece su tiempo de vida de servicio.
Anteriormente se estimaban 30 años, pero poco a poco las normas han evolucionado y ahora hay
códigos que contemplan vidas de servicio de al menos 100 años. Pero la meta es trabajar para
obras que duren una eternidad”, destacó el doctor en ingeniería, considerado pionero en los
estudios relativos a la corrosión en estructuras de concreto.
“En el caso de México, una gran cantidad de proyectos de diversas instituciones, tanto de ciencia
básica como aplicada, apoyados por organismos nacionales e internacionales, comenzaron a
trabajar en ese sentido. Desde hace 6 u 8 años, tuvimos algunos proyectos aprobados por
Colaboración Interamericana en Materiales (CIAM) y Conacyt, los cuales derivaron en un primer
paquete de propuestas para configurar la normatividad en la materia”, explicó Castro Borges.
Lo mejor para un país, explicó el investigador, es generar su propia normativa basada en sus
propias circunstancias. “Ese es justamente el vacío que nosotros queremos llenar, por lo que las
propuestas que se presentaron están basadas en situaciones reales de México; por ejemplo, las
condiciones ambientales.
Añadió que las propuestas son de punta porque promueven nuevos temas y conceptos
encasillados en un modelo conceptual de siete etapas que van desde la concepción de la
estructura hasta el fin de su vida de servicio.
Para Pedro Castro, una construcción tiene varias etapas de vida, como el ser humano. Por lo que la
manera de tratar sus padecimientos no es la misma: “En una estructura es exactamente lo mismo,
se deben considerar los problemas ´patológícos´ que se pueden presentar en cada una de ellas y a
partir de ello desarrollar un esquema de tratamiento diferente, que puede ser preventivo o
correctivo”.
Explicó que para realizar un diagnóstico se llevan a cabo una serie de pruebas. Una de ellas, por
ejemplo, es para comprobar el nivel de corrosión que tiene la estructura; es decir, la destrucción
que presenta el acero de refuerzo por su interacción con el medio ambiente. Muchas de estas
pruebas no son destructivas y pueden dar una idea del estado de salud de la construcción. El
objetivo es que las nuevas normas de alguna manera regulen esto.
El concreto, también conocido como hormigón, es una piedra artificial resultado de la mezcla de
cemento, un material árido (grava, arena) y agua. De este material se creyó que tendría una
duración indefinida, pero se ha determinado que no es así.
Hay muchas formas de conocer los efectos del medio ambiente sobre el concreto, algunas de ellas
incluyen la elaboración de muestras de este material y su exposición a las mismas condiciones
ambientales en las que se encuentran las estructuras reales como puentes, edificios, casas.
“Esto permite conocer en qué tiempo y bajo qué condiciones las estructuras sufren un mayor
ataque. Toda la información obtenida bajo diferentes circunstancias y climas a nivel nacional por
varios años es el contenido de los proyectos para la norma general mexicana de durabilidad”.
Lo importante, destacó Pedro Castro Borges, es que cuando se aprueben estas normas no solo se
aplicarán al diseño de las nuevas construcciones, sino también impactarán en las ya existentes.
Apuntó que si se elaboran guías adecuadas se podrán seguir programas de mantenimiento
preventivos y correctivos en los edificios que ya están en funcionamiento, lo que podría extender
su tiempo de vida útil.
El experto en durabilidad de concreto armado consideró que la nueva normatividad será un
parteaguas, porque las normas de durabilidad van a regir en el futuro junto con las de
construcción y las estructurales, llenaran un vacío que había no solo en México, sino en
Latinoamérica, y que son causa de muchos problemas, especialmente al momento de intervenir
estructuras con daños.
Debido a su grado relativamente alto de resistencia, el acero tiene muchas ventajas como material
de construcción, por lo que los productos de acero se han utilizado en una gran variedad de
aplicaciones.
Sin embargo, el problema más común con la utilización de acero en un entorno marino es su
susceptibilidad a la corrosión. Por lo tanto, para una utilización más efectiva de acero es necesario
poseer algunos conocimientos de los fenómenos de corrosión y sobre los métodos existentes de
protección contra los mismos.
EL PROCESO DE CORROSION
Para que el acero se corroa (es decir, para que se forme óxido) éste debe quedar expuesto al
oxígeno o al aire. Además, el acero se corroe mucho más de prisa en presencia de otros agentes
atmosféricos como el agua (lluvia o aire húmedo) y la sal (salpicaduras de agua salada).
Además, cuando queda inmerso en agua del mar, el acero está expuesto también a corrosión
galvánica, similar a la que tiene lugar entre el acero y los elementos de latón de una embarcación.
En la Figura 104:
la zona A queda expuesta a aire húmedo y a salpicaduras de agua salada, por lo que es una
zona generalmente corrosiva para productos de acero;
la zona B se encuentra constantemente húmeda con agua del mar, que también contiene
mucho oxígeno disuelto. Es la zona más agresiva para el acero;
la zona C es también muy agresiva para el acero debido a que está presente la corrosión
galvánica también.
Figura 104
Zonas de corrosion en un entorno marino.
SOLUCIONES CONTRA LA CORROSION
Hay cinco soluciones posibles para proteger a los productos de acero contra los efectos de la
corrosión:
Utilice acero inoxidable en lugar de acero normal. Acero inoxidable es acero normal mezclado
con otros metales como níquel y cromo. Sin embargo, el coste del acero inoxidable hace que éste
no sea práctico para un uso diario, excepto para pequeños elementos de ajuste como pernos y
tuercas.
Recubra el acero normal con zinc. El recubrimiento de acero con zinc, que es otro metal, es un
procedimiento que se conoce generalmente como galvanizado y es la forma más normal de
proteger pequeños objetos fabricados como anillas de amarre, bolardos fabricados con tubos,
pernos, mordazas, cadenas, grilletes, tuberías de agua, etc. Los materiales a recubrir se sumergen
normalmente en un baño de zinc fundido en talleres especializados. Una vez un objeto se ha
sumergido en zinc en caliente no se debe realizar ningún trabajo de soldado, corte o taladrado, ya
que esto destruiría la integridad del recubrimiento de protección.
Recubra el acero normal con plásticos especiales. El recubrimiento del acero con plásticos
especiales resistentes al desgaste constituye otra forma de protección contra la corrosión; sin
embargo, el alto coste que implica el proceso de recubrimiento (en talleres especializados) hace
que este método no sea práctico para uso diario.
Pinte el acero normal con pinturas especiales. El pintar el acero utilizando pinturas especiales es
el método más común de proteger grandes estructuras de acero. Las superficies que se van a
pintar se deberán limpiar cuidadosamente con un cepillo de acero (o preferiblemente mediante
un chorro de arena). La capa inferior deberá consistir en un imprimador basado en zinc. La
segunda y tercera capas deberán consistir en una pintura de epoxi sobre base de brea.
Las pinturas caseras normales no son adecuadas para el entorno marino debido a que, al
igual que algunos plásticos, envejecen con mucha rapidez cuando están expuestas a los
rayos del sol.
Proteja el acero con ánodos de zinc (protección catódica). Los ánodos de zinc se utilizan para
prolongar más aún la vida útil de estructuras de acero sumergidas en agua del mar como, por
ejemplo, pilones de acero, pontones, flotadores metálicos, etc. Los elementos de aluminio, en
contacto con acero húmedo, quedan expuestos también a la corrosión galvánica.