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ESCRITOS CLINICOS PSICOANALITICOS.

UNA MIRADA CRíTICA A NUESTRA PRACTICA PROFESIONAL.

José González Cosimini.


Psicólogo Clínico, Facultad de Psicología, Universidad de la República, Uruguay.
ESCRITOS CLINICOS PSICOANALITICOS.
UNA MIRADA CRíTICA A NUESTRA PRACTICA PROFESIONAL.

Los siguientes artículos implican una tarea de documentación escrita y difusión


de los resultados de nuestra práctica clínica.
Las experiencias de pérdida, soledad y angustia son sucesos inevitables en la
vida humana; tarde o temprano, llegan a nosotros produciendo efectos que
habrán de condicionar nuestro futuro.
Sin embargo, el tiempo de dolor, que supone una crisis, es también una
oportunidad para el replanteo de vida, el crecimiento personal y una renovada
relación con los otros.
Esta será nuestra tarea: orientar, apoyar, contener, sostener, acompañar y
escuchar - constituyendo un espacio clínico de asistencia, orientación y apoyo
- ante situaciones de pérdida y duelo, depresión, adicciones y urgencias
psicológicas.
El principio de solución a un problema consiste, la mas de las veces, en saberlo
plantear bien, y eso es lo que ofrecemos: un espacio clínico donde se fomenta
y se posibilita el encuentro, la escucha y la valoración personal.
DE LAS ADICCIONES Y SU TRATAMIENTO.
Hacia la construcción de un modelo clínico de intervención.

Nos proponemos con esta comunicación pensar sobre algunos aspectos relativos al tema en el
marco de nuestra tarea clínica.
La conducta adictiva puede ser definida como un patrón habitual aprendido que apunta a la
gratificación inmediata y que conlleva consecuencias negativas a mediano plazo.
Habitualmente - en el sujeto - estas consecuencias tienden a ser no consideradas o negadas
mientras que la perspectiva de la gratificación se destaca en primer plano.
La adicción es una enfermedad primaria, de etiología multifactorial, física, mental y social, es
crónica, progresiva y con frecuencia fatal, además es sistémica afectando a todo el entorno del
individuo, incluyendo a la familia.
Es también una enfermedad tratable, y cuando el enfermo y su familia adhieren a la
terapéutica y realizan las conductas apropiadas para la rehabilitación tiene un buen índice de
recuperación.
Esta enfermedad se caracteriza por una pérdida del control del uso de las sustancias
psicoactivas (alcohol, drogas, etc.) en las que inciden factores genéticos, neurobioquímicos,
mentales y sociales, enmarcada por dos grandes componentes: el deseo irreprimible
(obsesión) por consumir y la incapacidad de parar una vez que se inicia el consumo
(compulsión).
La adicción se comporta como cualquier otra enfermedad, es evolutiva y graduable, se inicia
con el uso, avanza al abuso y termina en la dependencia; lo más importante es que en el
individuo se establece una relación patológica cada vez más fuerte con la sustancia y se
disminuye, o se deteriora la relación con sus seres queridos, con él mismo y con su significado
existencial.
Operativamente el poder pensar a la adicción como algo aprendido implica que la persona no
está condenada a soportar pasivamente un mal congénito sino que puede participar
activamente en el desarrollo de estrategias eficaces para el mejor manejo de la patología.
Lo que sostenemos es que, más allá de las características de personalidad que sin duda
determinan la conducta, es posible aprender estrategias que pongan en juego nuevas
configuraciones defensivas a fin del mejor manejo y control de las adicciones.
El paciente es libre para experimentar emocionalmente las consecuencias de beber alcohol o
usar drogas, una meta es ayudar a los pacientes a identificar sus comportamientos auto
agresivos que los llevan al uso de las sustancias y es importante que sepan que el tratamiento
y el programa terapéutico es solo el principio y que cualquier decisión que tomen es su
responsabilidad, la opción de intoxicarse o de estar sobrios es únicamente de ellos.
Si ellos eligen la sobriedad, no es por el programa de tratamiento, sino que es por
motivaciones y fuerzas internas re-encontradas. La experiencia es que con el tratamiento la
persona puede reconocer que necesita un nuevo relacionamiento con su familia, con su
trabajo, con el mismo y con su proyecto vital.
La esencia del tratamiento está orientada a romper el estereotipo vincular con la sustancia, los
sistemas de negación psicológica del paciente y ayudarle en la búsqueda de un nuevo
significado a la vida y a su proyecto.

De la Psicoterapia Ambulatoria como modelo asistencial


La modalidad de tratamiento Psicoterapéutico Ambulatorio se ha consolidado en el tiempo
como una alternativa efectiva y válida en relación al problema de consumo, abuso y
dependencia de sustancias psicoactivas.
La característica principal de esta modalidad de tratamiento se fundamenta en la no
desinserción total de la persona de sus medios naturales (familia, trabajo y/o estudios), lo cual
posibilita que la persona realice los cambios necesarios para su rehabilitación en el convivir
diario con su realidad. En este sentido cobran real importancia las redes de apoyo social
constituyéndose de esta manera en factores de contención psicoafectiva circunstancia
eminentemente necesaria para el éxito en esta modalidad de tratamiento.
Se jerarquiza el rol que juega la familia en esta modalidad de tratamiento, la cual debe estar
preparada y capacitada para asumir la responsabilidad que a ella le compete en el tratamiento.
La familia participará periódicamente en Encuentros de familia con el objetivo de llegar a un
conocimiento acabado del fenómeno de la toxico dependencia y del cómo ayudar a su familiar
en tratamiento. Así también se crearán las instancias para que ésta pueda reflexionar y
cuestionar sus patrones de interacción con la finalidad de propiciar y favorecer la creación de
un clima afectivo que posibilite el desarrollo, autonomía y crecimiento de sus integrantes.
Si la familia no se compromete o simplemente no se hace presente, el tratamiento no podrá
ser llevado a cabo con éxito.
Importante es señalar y dejar establecido que este tipo de tratamiento, a pesar de su
efectividad con distintos tipos de adicciones y personas toxico dependientes, no es la solución
y la alternativa para todas las personas con problemas de adicción a sustancias psicoactivas.
Es en relación a lo anterior que deben ser considerado distintos factores a la hora de decidir el
tipo de tratamiento y su modalidad más conveniente para una persona determinada. Factores
de índole social, biológicos, psicológicos, familiares, económicos, grado de dependencia, redes
de apoyo social, deseo de cambio, etc.

Modalidad de intervención.

La Propuesta Terapéutica se articula en cuatro fases cada una de las cuales posee objetivos
específicos y generales que el paciente deberá alcanzar durante su paso por cada una de ellas.

1º FASE

Esta fase se inicia con la primera Entrevista destinada fundamentalmente a provocar el


"enganche" afectivo con la persona que llega por primera vez a tratamiento. Se busca que el
paciente adhiera a tratamiento y pueda mostrarse sinceramente, reconocer que está mal y
que necesita ayuda. La frecuencia de consultas se establece en 2 por semana.

OBJETIVOS:

 Realización del diagnóstico diferenciado (Entrevista y evaluación psicológica, aplicación de


instrumento de diagnóstico DSM IV)
 Definición del modelo adecuado de intervención
 Refuerzo de la motivación al cambio
 Toma de conciencia del protagonismo personal

2º FASE
Durante esta etapa la persona asistirá a psicólogo – con la frecuencia ya establecida - y se
integrará a un grupo terapéutico, mientras que su familia asistirá a los encuentros de familia
quincenales.

OBJETIVOS:

 Desarrollo y fortalecimiento de la motivación al cambio y conciencia crítica de sus


dificultades.
 Evidenciar un mejoramiento en la honestidad consigo mismo y con los demás.
 Lograr la identificación y un manejo adecuado de las ansiedades y de los mecanismos de
defensa.
 Mejorar ostensiblemente el propio concepto de sí (autoestima) y el autoconocimiento
(aumento de herramientas para el autocontrol).

3ª FASE

El régimen de asistencia es de una vez a la semana. En esta etapa de manera particular se


profundizará en el área del proyecto de futuro, entendido éste como la vivencia de valores y
fortalecimiento del sentido vocacional. Así también se privilegiará y propiciará el desarrollo
ostensible de la autonomía personal.

OBJETIVOS:

 Alcanzar un nivel adecuado de autonomía afectiva, psicológica y física en relación a la


conflictiva personal, que le permita conducir su vida responsablemente y con confianza en
sí mismo.
 Lograr la consolidación de las relaciones familiares.
 Lograr estabilidad laboral y/o educacional.
 Definir claramente los logros alcanzados durante el proceso de rehabilitación y metas
futuras a realizar.

4ª FASE

A esta fase la persona llegará luego de haber evaluado concienzudamente todo su proceso de
rehabilitación y desarrollo personal hasta el momento vivido, es así como posteriormente la
persona estaría culminando su proceso terapéutico intensivo de rehabilitación.
Durante esta etapa considerada de suma importancia ya que será en ella en donde se
verificarán los logros obtenidos y el grado de reinserción alcanzado, la persona asistirá una vez
al mes durante 12 meses hasta llegar al término de su tratamiento. La idea es privilegiar la
autonomía de la persona en relación al proceso terapéutico, transformándose éste en un
espacio para el compartir de las experiencias vividas es la cotidianeidad.

OBJETIVOS:

 Evaluación de la reinserción social concreta


 Evaluación permanente del proceso de desarrollo personal
 Evaluación del estilo y realidad de vida
 Evaluación del nivel de desarrollo y participación de la persona en sus medios naturales
(familia, trabajo y/o estudios)

A modo de conclusión.

Desde mi experiencia puedo señalar que uno de los factores más significativo de considerar es
el de la particularidad de cada ser humano, es decir, comprender que todas las personas son
distintas y han establecido una particular relación existencial con la sustancia, así como
también el consumo de ésta ha provocado unos singulares efectos en el organismo de la
persona más allá de los efectos generales conocidos.
En este sentido la persona es entendida como un ser humano que posee la capacidad de
cambio y de redescubrirse como individuo consciente y responsable de su propia vida. De allí
que se comprenda entonces al adicto como un ser humano con un problema más, el cual tiene
la necesidad de recurrir a una sustancia química para sentirse bien o para no sentirse tan mal.
La drogadicción será visualizada como consecuencia de un malestar existencial en donde el
consumo parte de un vacío interior y tiene como consecuencia un vacío más profundo junto a
una dependencia física y/o química.

ANEXO CLÍNICO.

INFORME PSICOLOGICO.

Daniela G.P, 31 años, tramita en forma intermitente desde abril del 2010
proceso terapéutico de corte analítico bajo nuestra dirección.

Le asisto – en un primer período- en mi calidad profesional, por un cuadro de


trastornos de conducta que presenta un patrón recurrente de comportamiento
desafiante acompañado de impulsividad, auto agravios, baja autoestima,
inestabilidad emocional y baja tolerancia a la frustración, que justificaron la
intervención psiquiátrica: aripiprazol, escitalopram, topitamato, clonazepan;
acompañaba el cuadro el uso problemático de sustancias psicotrópicas de
duración media y evolución deteriorante.

En junio del 2013 solicitó reingreso a su espacio terapéutico; del proceso de


valoración psicopatológica formulado surge un cuadro de muy importantes
dificultades de conducta, asentado en un trastorno de personalidad del grupo
B, trastorno límite (criterio operativo DSM IV) que compromete las áreas de la
afectividad, la cognición y el control de impulsos ; presenta dependencia de
sustancias psicotrópicas, acompañado de un cuadro de distanciamiento
vincular y restricción de la expresión emocional con incapacidad para
satisfacer las demandas de la vida social y emocional - falta de actividad,
embotamiento afectivo, pasividad y falta de iniciativa – mostrándose
refractario en el vínculo; medicada con: quetiapina 100, sertralina 100,
zolpiden, clonazepan, trileptal 600, topiramato 200, regental,
levomepromazina.

Se destaca la presencia de un yo frágil - con defectuosa relación afectiva, baja


tolerancia a las frustraciones y muy importantes fallos en el comportamiento -
relacionados con la presencia de contenidos primitivos, idealizados e impulsivos
que muchas veces siente que no puede controlar; estos contenidos
generalmente se vinculan a experiencias familiares vividas como abandónicas y
muy hostiles expresándose en su conducta adictiva y trastornos de conducta,
reforzando sus vivencias de desvalorización y una angustia de alto contenido
narcisista.

Daniela aparece marcada por una situación afectivo-familiar de ansiedad e


incertidumbre que dificultó el potencial sostenedor de la familia, en la provisión
de un espacio seguro, limitante y protector; en el terreno emocional se dan
alteraciones en las configuraciones vinculares, apareciendo la separación –
individuación dificultosa que condicionaron su natural desarrollo evolutivo.
Como consecuencia de ello, aparecen fuertes distorsiones y restricciones en su
manejo vincular, alto monto de angustia persecutoria y la ya referida baja
tolerancia en el manejo de la frustración.

Con marcada predisposición a actuar de un modo autodestructivo sin tener en


cuenta las consecuencias junto a un estado de ánimo inestable, su capacidad
de planificación es restringida y es frecuente que la conduzcan a actitudes poco
responsables. Sus características predominantes son la inestabilidad
emocional, el embotamiento afectivo, la pasividad y las conductas auto
punitivas.

Evoluciona, entiendo, a un marcado deterioro cualitativo y cuantitativo en la


interacción social que se expresa por incapacidad para mantener y establecer
relaciones con pérdida de la reciprocidad social y emocional. De lo trabajado me
preocupa el patrón de creciente distanciamiento psico-afectivo y un aumento
importante de los apragmatimos, intento terapéuticamente en la disminución de la
sensación de aislamiento y extrañeza, en evitar una descompensación psicoafectiva
y en mejorar la función social y familiar del paciente.

Dada la grave situación clínica de la paciente y su riesgo emocional, necesario


orientar a:

proveer – en el grupo familiar y referente - las medidas de análisis y


comprensión de la conflictiva;
la asistencia médica especializada, con proceso psicoterapéutico psicoanalítico
concomitante para Daniela;
así como establecer como medida pronta su inclusión en un Programa
Residencial de Rehabilitación de su dependencia a las sustancias psicoactivas.

Es cuanto tengo que informar.


Del discreto encanto de permane(ser) niña.
Del no tan extraño caso de la señora Alicia.

De las intenciones.

En esta comunicación - a través del material clínico de una paciente - intentamos establecer un
vínculo entre el maltrato infantil y ciertos patrones permanentes del sujeto adulto en la
cognición, afectividad, actividad interpersonal y control de impulsos.
Pretendemos escuchar la problemática intrapsíquica que se encuentra detrás de las
distorsiones considerables del apego y como - de niña con apego patológico y maltrato
psicológico - deviene en un adulto con diagnóstico de personalidad de Tipo B, trastorno
histriónico de personalidad.
Intentamos establecer como algunos individuos con trastornos de personalidad B han sido
víctimas de maltrato infantil y lo afrontaron bloqueando represivamente afecto y
pensamiento de sus figuras de apego, evitando así el sentir y pensar sobre los deseos de sus
figuras de apego.
La repetición defensiva del bloqueo afecta hoy su capacidad para representar estados
mentales propios y ajenos, llevándoles a operar con impresiones esquemáticas e imprecisas
sobre pensamientos y sentimientos en tanto – finalmente – devienen en inmensamente
vulnerables a las relaciones íntimas y con una llamativa reducción de la capacidad reflexiva.
Sostenemos que los individuos que sufren un trauma precoz suelen inhibir defensivamente su
capacidad para simbolizar por la palabra; y que algunas características de sus trastornos de
personalidad están basados en dicha inhibición.

Material clínico.

Una mujer de 37 años, a la que llamaré Alicia, inicia una serie de entrevistas que se
prolongarán por el término de dos años, con algunas interrupciones.
Llega a consulta -luego de abandonar a su terapeuta anterior- muy angustiada, se siente sola y
golpeada emocionalmente, atribuyendo todo lo que le pasa a la reciente ruptura con su
compañero.
Está en pareja con él desde hace un año; cuando Alicia le conoce, cuenta que " era un amor":
estaba pendiente de ella, la buscaba todo el tiempo; ahora, viven peleando. El conocerlo la
ayudó a olvidar a otro hombre – su primer relación afectiva, 22 años mayor que ella - con el
que estuvo casada y convivió durante poco más de un tres meses; también con él se peleaba
todo el tiempo.
Ya en esa primera entrevista, Alicia ubica lo que se repite en sus relaciones amorosas: "al
principio todo bien, pero en algún momento algo cambia"; comienzan a llevarse muy mal, a
pelear todo el tiempo y ella a sentir que le agreden.
No sabe por qué pasa esto - tampoco puede precisar por qué el cambio - lo que sí sabe es que
los hombres de los que se enamora, en algún momento, "dejan de ser los de antes" y la
agreden.
La paciente -de niña con apego patológico y víctima de maltrato psicológico por parte de sus
padres- presenta un patrón general vincular de excesiva emotividad y una búsqueda de
atención, intentando ser el centro de la atención mediante un comportamiento seductor y
exagerada expresión emocional.
En el trabajo en transferencia, presenta una necesidad permanente de que se ocupen
emocionalmente de ella - llevada por su deseo de lograr protección y apoyo del otro – ante el
miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí misma.
Tramita, durante casi dos años y una frecuencia semanal, un proceso terapéutico
psicoanalítico, desprendiéndose del mismo la existencia de un importante trastorno de
angustia sin agorafobia que acompaña a elementos del síndrome depresivo - reactivo a
problemática afectiva - dentro de un patrón general de inestabilidad de la autoimagen y
una configuración vincular dependiente.
Se destaca la presencia de equivalentes psicosomáticos e inestabilidad afectiva - que se
entienden relacionados con la presencia de contenidos primitivos, idealizados y persecutorios -
que muchas veces siente que no puede controlar; se expresan así sus dificultades para tolerar
frustraciones, las que aparecen reforzando sus vivencias de desvalorización y una angustia de
alto contenido narcisista.
Alicia a lo largo de todo el proceso, aparece marcada por una dinámica afectivo-familiar de
maltrato infantil, ansiedad e incertidumbre que imposibilitó el potencial sostenedor de la
familia, en la provisión de un espacio seguro, limitante y protector para su tránsito vital; ddicha
conflictiva – cohabitación y colecho con familiares de primer grado de consanguinidad hasta
hoy - generó un modo vincular donde las conductas y actitudes regresivas aparecen utilizadas
como defensa, en la búsqueda de pruebas de afecto y la presencia y atención del otro para su
reaseguramiento.
El abordaje asistencial propuesto trabajó sobre: espacio de contención y análisis del vínculo,
consecuencias del maltrato infantil sobre su afectividad, configuración defensiva, trastornos de
carácter, niveles de investimiento objetal disponibles, capacidad de tránsito por situaciones de
duelo y cambio, niveles de actuación.
Los obstáculos de una intervención clínica compleja con una paciente muchas veces resistente,
la ausencia de resultados en la cura y sus consecuencias sobre el vínculo llevan a Alicia a un
nuevo abandono de su espacio psicoterapéutico..

El impacto del maltrato infantil sobre la capacidad de simbolizar.

Desde la clínica existen claras evidencias sobre el deterioro que el maltrato produce en la
capacidad reflexiva y el sentido del yo de Alicia; nuestra experiencia en el tratamiento de las
víctimas sugiere que el maltrato infantil lo afrontaron bloqueando represivamente afecto y
pensamiento de sus figuras de apego, en una suerte de retiro del mundo mental.
Esta situación de maltrato nos abre la posibilidad de re-pensar al mito edípico como estructura
- articulada y articulante - posibilitadora de la capacidad de simbolizar.
En un primer tiempo el hijo aparece como el todo de la madre, compensándola de toda
decepción. En el segundo tiempo se impone la presencia interdictora del padre, que impone la
ley, separando al hijo de la madre. En un tercer tiempo el padre se remite a un orden simbólico
que lo trasciende; representa la ley.
El nombre del padre es el significante que realiza el corte, es decir separa al hijo del deseo de
la madre. En tanto tal es pacificante, instaura un límite al deseo de la madre.
Estos conceptos teóricos nos han sido productivos para abordar la patología que nos muestra
el caso clínico que nos convoca a estas reflexiones, así como también para pensar ciertos
rasgos del maltrato en las prácticas sociales de hoy.
Patologías en las que prevalecen los fenómenos de borde, como manifestación de una cierta
estrategia frente al goce insuficiente:
Estas patologías y estas prácticas sociales dan cuenta de una cierta inoperancia de la ley, de
una pérdida de eficacia de la regulación paterna y de resistencias para renunciar a
compensaciones por las decepciones.
Proponemos pensar a estos fenómenos clínicos y sociales como efectos de un cierto estilo
vincular: el de la violencia materna. Particular interjuego entre madre y padre, como
consecuencia del cual el hijo queda ubicado en el lugar del goce materno. No reconocido como
un otro con derecho a la subjetividad.
En síntesis entendemos por violencia materna un estilo vincular que condujo a Alicia a un
entrampamiento en la fascinación sensual y a dificultades en el acceso al universo
discriminador de la palabra. Estilo vincular que facilitó el quedar capturada en la juventud
eterna que promete la reinstalación en el paraíso narcisista, donde las pérdidas, el mundo
adulto y la muerte, puedan evitarse.
ABORDAJE TERAPEUTICO DE LOS
TRASTORNOS DE CONDUCTA.
Los trastornos de conducta en la infancia como precursores del trastorno adictivo.

1.Planteamiento del problema.


El presente artículo tiene por objetivo el dar cuenta de un estudio de casos clínicos acerca de
los trastornos en la estructuración del psiquismo temprano y su vinculación con las
perturbaciones adictivas en pacientes adolescentes de Montevideo – Uruguay.
Intentaremos describir un proceso clínico y modelo de intervención terapéutica en un grupo
de 10 pacientes adolescentes con diagnóstico de Trastorno de Conducta de inicio en la etapa
infantil, en situación de riesgo ambiental y psicofamiliar.
Las perturbaciones adictivas suelen ser definida como un patrón habitual aprendido que
apunta a la gratificación inmediata y que conlleva consecuencias negativas a mediano plazo.
Habitualmente - en el sujeto - estas consecuencias tienden a ser no consideradas o negadas
mientras que la perspectiva de la gratificación se destaca en primer plano. La adicción será
entonces una patología de etiología multifactorial, física, mental y social, crónica, progresiva y
con frecuencia grave, además sistémica afectando a todo el entorno del individuo, incluyendo
a la familia.
Es también una enfermedad tratable, y se caracteriza por una pérdida del control del uso de
las sustancias psicoactivas (alcohol, drogas, etc.) en las que inciden factores genéticos,
neurobioquímicos, mentales y sociales, enmarcada por dos grandes componentes: el deseo
irreprimible (obsesión) por consumir y la incapacidad de parar una vez que se inicia el
consumo (compulsión).
La adicción es evolutiva y graduable, se inicia con el uso, avanza al abuso y termina en la
dependencia; el individuo establece un vínculo cada vez más fuerte con la sustancia y se
disminuye, o se deteriora, la relación con sus seres queridos, con él mismo y con su significado
existencial.
Operativamente el poder pensar a la adicción como algo aprendido implica que la persona no
está condenada a soportar pasivamente un mal congénito sino que puede participar
activamente en el desarrollo de estrategias eficaces para el mejor manejo de la patología.
Sostenemos que los trastornos en la estructuración del psiquismo temprano no asistidos
terapéuticamente tienen su consolidación durante la etapa adolescente, concretándose en un
trastorno de personalidad generalmente asociado a patologías adictivas.
Pretendemos en este artículo analizar - valiéndonos para ello de la exposición de un proceso
terapéutico grupal - la resolución de los trastornos y el manejo clínico de los factores de
riesgo, así como la explicitación de un modelo terapéutico que pueden suponer un buen
abordaje para prevenir estos problemas.
Para ello partimos de los Trastornos de conducta en la infancia y adolescencia definidos en el
DSM-IV, por la presencia de:
 Un patrón repetitivo y persistente de violación de los derechos básicos de las personas y
de las normas socialmente establecidas.
 Por un deterioro significativo en todos los ámbitos de sus actividades (hogar, colegio,
compañeros, comunidad...).
 Por conductas no apropiadas a la edad y nivel de desarrollo del niño, siempre considerado
por debajo de los 18 años.
 Se distingue por su especial mal pronóstico el inicio antes de los diez años.
 Se establecen niveles de intensidad sintomatológica, siendo Leve si se dan tres criterios,
Moderado si son seis y Grave ante los nueve criterios mencionados en el manual de uso.

2. Valoración y discusión de los resultados de un estudio de casos clínicos.


En estudio realizado sobre el grupo de pacientes adolescentes de características sociales y
económicas similares, con trastornos en la conducta de inicio temprano, obtenemos las
siguientes conclusiones:
 existe un predominio de varones en relación de 3 a 1 en el grupo con trastornos
conductuales, objeto de análisis.
 la escolarización es baja en la mayoría de los casos, con especiales dificultades en sus
habilidades verbales y déficit en la instauración del pensamiento simbólico por la
existencia de comorbilidad con otros trastornos infantiles como es el Trastorno por
déficit atencional con hiperquinesis, lo cual les dificulta a la hora de traducir sus
pensamientos y sentimientos generando reemplazo de la palabra por el acto.
 las familias muestran elevados antecedentes psiquiátricos personales y desarrollan un
modelo de crianza con pautas extremas - o bien duras y rígidas o negligentes y
abandónicas - generalmente con deprivación emocional y excesiva violencia.
 el curso evolutivo en los trastornos conductuales es claramente continuo y progresivo,
evolucionando hacia Trastornos relacionados con sustancias, en un 45 % en el grupo
de varones, y en menor proporción en mujeres que se sitúa en el 20%.
 en sus formas evolutivas los Trastornos por uso de sustancias presentan una elevada
comorbilidad, superior al 30 % de los casos con Trastornos mentales especialmente
trastornos afectivos y trastornos de ansiedad.
 la actitud frente al dispositivo asistencial revela una ausencia de conciencia de
enfermedad que supera a más de la mitad de los casos. A pesar de la presión familiar
para seguir con el tratamiento, la tasa de abandonos es elevada y se sitúa en la mitad
de los casos.

Basándonos en las conclusiones obtenidas acerca de la evolución y riesgo de estos trastornos


y teniendo en cuenta que la terapéutica psicológica tradicional se dificulta debido en gran
parte por la escasa colaboración y por una actitud de rechazo e indiferencia presente en la
mayoría de estos pacientes; creemos que el trabajo clínico temprano sobre los Trastornos de
Conducta es el planteamiento más correcto pues incide directamente en situaciones que
pueden ser objeto de modificación.
En este sentido trabajamos con los afectados en un modelo asistencial que articula los
siguientes ejes terapéuticos: espacio de contención y estructuración psicoafectivo, niveles
de investimiento objetal disponible, reconocimiento de límites, valoración de sí mismo y
manejo adecuado de la frustración despliegue, trabajo e interpretación de la transferencia,
aprendizaje en el manejo de situaciones conflictivas o de riesgo y obtención del dominio
necesario para controlar la impulsividad.

3. Del modelo de intervención terapéutica.


La modalidad de abordaje psicoterapéutico ambulatorio y grupal se ha consolidado en el
tiempo como una alternativa efectiva y válida en relación al problema de los trastornos de
conducta de inicio temprano y a sus formas evolutivas las patologías adictivas.
La característica principal del modelo se fundamenta en la no desinserción del adolescente de
sus medios naturales (familia, trabajo y/o estudios), lo cual posibilita que realice los cambios
necesarios para su rehabilitación en el convivir diario con su realidad. En este sentido cobran
real importancia las redes de apoyo social constituyéndose de esta manera en factores de
contención psicoafectiva circunstancia eminentemente necesaria para el éxito en esta
modalidad de tratamiento.
Se jerarquiza el rol que juega la familia, la cual debe estar preparada y capacitada para asumir
la responsabilidad que a ella le compete en el tratamiento. La familia participará
periódicamente en encuentros de familia con el objetivo de llegar a un conocimiento acabado
del fenómeno de los trastornos de conducta y del cómo ayudar a su familiar en tratamiento.
Así también se crearán las instancias para que ésta pueda reflexionar y cuestionar sus patrones
de interacción con la finalidad de propiciar y favorecer la creación de un clima afectivo que
posibilite el desarrollo, autonomía y crecimiento de sus integrantes. Si la familia no se
compromete o simplemente no se hace presente, el tratamiento no podrá ser llevado a cabo
con éxito.
Importante es señalar y dejar establecido que este tipo de tratamiento - a pesar de su
efectividad - no es la solución y la alternativa para todas las personas; deben ser considerado
distintos factores a la hora de decidir el tipo de tratamiento y su modalidad más conveniente
para un paciente determinado. Factores de índole social, biológicos, psicológicos, familiares,
económicos, vínculo con las sustancias, redes de apoyo social, deseo de cambio, etc.
La Propuesta Terapéutica articula varias fases cada una de las cuales posee objetivos
específicos y generales que el paciente deberá alcanzar durante su paso por las mismas.
Un primer momento que se inicia con la primera entrevista destinada fundamentalmente a
provocar el "enganche" afectivo con la persona que llega a consulta. Se busca que el paciente
adhiera a tratamiento y pueda explicitar la demanda de ayuda y reconocer el mal-estar. La
frecuencia de consultas se establece en 2 por semana.
Se proponen como objetivos: realización de valoración y psicodiagnóstico, definición de
modelo de intervención, refuerzo de la motivación al cambio, toma de conciencia del
protagonismo personal.
Seguidamente el paciente asistirá a espacio psicológico individual – con la frecuencia ya
establecida - y se integrará a un grupo terapéutico, mientras que su familia asistirá a los
encuentros de familia quincenales.
En ésta fase se procura el desarrollo y fortalecimiento de la motivación al cambio y conciencia
crítica de sus dificultades, así como la identificación y un manejo adecuado de las ansiedades y
de los mecanismos de defensa con un mejor manejo de la autoestima y el aumento de
herramientas para el autocontrol.
En una siguiente etapa se profundiza el análisis de las áreas definidas como de conflicto y por
lo tanto objeto de asistencia psicológica emergentes de la valoración diagnóstica así como el
proyecto de futuro, entendido éste como la vivencia de valores y fortalecimiento del sentido
vocacional, planteándose alcanzar un nivel adecuado de autonomía afectiva, psicológica y
física en relación a la conflictiva personal.
4. Acerca del futuro.

En este momento nos encontramos ajustando el diseño de una investigación de campo que
propone la construcción de indicadores generalizables de la relación de los trastornos en la
estructuración del psiquismo temprano y su vinculación con las perturbaciones adictivas.
Cumplida esta etapa esperamos haber obtenido saberes que nos permita profundizar en los
aspectos relativos al proceso de desarrollo madurativo previo a los trastornos de conducta así
como a la calidad de los vínculos, objetivados a través de la descripción y análisis de la
estructura afectiva familiar de los casos investigados.
Asimismo desarrollar conocimientos para elaborar estrategias de prevención y terapéuticas
que nos posibiliten la resolución de los trastornos y el manejo clínico de los factores de riesgo,
así como la convalidación de un modelo terapéutico que pueden suponer un buen abordaje
para prevenir estos problemas.

ANEXO CLÍNICO

INFORME PSICOLOGICO.

Carlos P, 11 años 3 meses, 5to. año escolar, derivado a consulta por


importantes dificultades conductuales y bajo rendimiento escolar; tramitó
proceso psicodiagnóstico en el que se le aplicaron tests de desarrollo evolutivo,
de nivel y proyectivos.
ANTECEDENTES: crisis convulsiva a los 6 años de edad; actualmente persiste la
actividad epileptogena focal de moderada intensidad sobre zona de hemisferio
derecho. Recibe Valcote 125 mg. 4 comp. por día.
Se presenta como un niño muy dependiente y regresivo, con el que se establece
regular vínculo desde el inicio del proceso. Aparece como disperso, inquieto,
continuamente demandante de límites con dificultades para centrarse en la
tarea. Vive con sus padres y hasta algunos meses con sus abuelos paternos.
A nivel intelectual se manifiesta como un niño término medio, con capacidad
para focalizar la tarea pero haciéndosele difícil concentrarse en la misma,
apareciendo la interferencia afectiva en detrimento de sus posibilidades.
A nivel sensorio-motor observamos que su maduración perceptivo motriz está
dentro de lo esperado para su edad cronológica con presencia de indicadores
emocionales.
Claudio presenta, en el terreno emocional, muy importantes dificultades
vinculares - apareciendo la individuación dificultosa y signada por una situación
afectivo-familiar de inestabilidad e incertidumbre - que se expresa en
comportamientos perturbadores y baja tolerancia en el manejo de la
frustración.
La referida situación afectivo-familiar de ansiedad e incertidumbre parece
generada por la ambivalencia e indefinición en la dinámica de roles afectivos
parentales, que obstruyen el potencial sostenedor de la familia, en la provisión
de un espacio seguro, limitante y protector.
Dicha conflictiva genera en el niño un modo vincular dependiente – donde las
conductas y actitudes regresivas son utilizadas como defensa –exigiendo
constantemente pruebas de afecto y la presencia y atención del otro para su
reaseguramiento.
Luego de devolución psicodiagnóstica a su núcleo familiar y a la institución
escolar, y previo al inicio de proceso psicoterapéutico de Claudio, se acordó:
 entrevistas de orientación para sus padres,
 coordinar estrategias a nivel médico a los efectos del mejor tratamiento -
derivación a consulta neuropediátrica y valoración psiquiátrica –
 así como un acompañamiento psicoafectivo - durante éste período - para el
mejor tratamiento de sus dificultades de conducta.

Es cuanto tengo para informar.

ANEXO TEORICO DSM V.

Trastornos disruptivos, del control de


los impulsos y la conducta.
Los trastornos disruptivos del control de los impulsos y de la conducta (DSM-
5, APA, 2013) incluyen afecciones que se manifiestan con problemas en el
autocontrol del comportamiento y las emociones mientras que otros trastornos
del DSM-5 pueden tratar sobre problemas de la regulación del comportamiento
y las emociones, los trastornos disruptivos se traducen en conductas que violan
derechos de los demás (por ejemplo: agresión, destrucción de la propiedad), o
llevan al individuo a conflictos importantes frente a las normas de la sociedad o
las figuras de autoridad.

Las causas que subyacen en los problemas del autocontrol del comportamiento
y las emociones pueden variar sustancialmente dentro de los trastornos
disruptivos y así como entre los propios individuos dentro del mismo grupo
diagnóstico.

Estos trastornos se dan de forma más frecuente en el sexo masculino que en el


sexo femenino.

A menudo los trastornos disruptivos se presentan de forma comórbida, es


decir, asociada, al trastorno por déficit de
atención e hiperactividad (TDAH) en sus formas impulsivas-hiperactivas,
cuando existen factores desencadenantes biológicos y/o ambientales (entorno)
como consumo de sustancias, entornos desestructurados, experiencias de
bulliyng, problemas socio-afectivos o antecedentes familiares. Estas situaciones
pueden actuar de catalizadores para la presencia de este tipo de patologías,
especialmente en la etapa de la adolescencia.
Para prevenir este tipo de patologías asociadas es fundamental
el diagnostico precoz y una intervención temprana eficaz y multimodal de los
síntomas.

TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE (TND)

El Trastorno negativista desafiante se presenta mediante un patrón de enfado/


irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa y que se exhibe
durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano.

TRASTORNO EXPLOSIVO INTERMITENTE (TEI)

El Trastorno Explosivo Intermitente (TEI) es un trastorno psicológico que se


caracteriza por la presencia de un patrón aleatorio de reactividad conductual
agresiva y desproporcionada sin un motivo ni objetivo concreto, ocasionando
alteraciones o perjuicios graves en el entorno físico y social y el propio
individuo.

TRASTORNO DE CONDUCTA

El trastorno de conducta se manifiesta a través de un patrón repetitivo y


persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos
de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad.

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD ANTISOCIAL

La persona que presenta una personalidad antisocial manifiesta un patrón


general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta
desde la edad de 15 años. Entre los compartimientos recurrentes encontramos:
fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al
comportamiento legal; irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas
repetidas o agresiones; falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia
o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros;
despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás,
irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un
trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas,
impulsividad o incapacidad para planificar el futuro, etc.

PIROMANÍA

La persona denominada pirómana muestra un comportamiento caracterizado


por la reiteración de actos o intentos de prender fuego a las propiedades u
otros objetos, sin motivo aparente junto con una insistencia constante sobre
temas relacionados con el fuego y la combustión. Estas personas pueden estar
también interesadas de un modo anormal por coches de bomberos u otros
equipos de lucha contra el fuego, con otros temas relacionados con los
incendios y en hacer llamadas a los bomberos.

CLEPTOMANÍA
La cleptomanía es un trastorno psicológico por el cual la persona denominada
cleptómana o cleptomaníaca tiene una conducta repetitiva de apropiarse de
aquello que le es ajeno. Hay que distinguirlo de la actividad del ladrón
esporádico o habitual, cuyo objetivo es el enriquecimiento ilícito buscando un
beneficio personal. En cambio, en la cleptomanía, el momento del robo se
convierte en sí mismo en la finalidad del acto, no persiguiendo un
enriquecimiento personal ni el perjuicio de la persona a quien roba.

Otro trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la conducta


especificado***

Esta categoría se aplica a presentaciones en las que se predomina los síntomas


característicos de un trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la
conducta, que causan un malestar clínicamente significativo o deterioro en las
aéreas social, laboral o de otro tipos importante para el individuo, pero que no
cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría
diagnostica de trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la
conducta.
BREVE ANÁLISIS DE UN TRASTORNO DE
PERSONALIDAD CON DEPENDENCIA A
SUSTANCIAS PSICOACTIVAS.
CASO GRACIELA (48).

Mujer de 48 años con diagnóstico de trastorno límite de la personalidad,


trastorno de la conducta alimentaria y dependencia al alcohol y a la cocaína. A
lo largo de los años de tratamiento la paciente trae una gran abundancia de
síntomas, actitudes y conductas que constituyen el cuadro psicopatológico
típico del Trastorno de Personalidad Límite: alto monto de angustia, ansiedad,
impulsividad, inestabilidad anímica y variabilidad en los vínculos, en el marco
de un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la
autoimagen, la afectividad y una notable impulsividad (F60.31).

Durante el tiempo terapéutico ha recibido tratamiento farmacológico diverso,


sin lograr ni abstinencia prolongada a tóxicos ni mejoras considerables en su
psicopatología, presentado comportamientos auto agresivos y peligrosos con el
objetivo de boicotearse a sí misma en todos los aspectos de su tratamiento.
.Asimismo se ha realizado tratamiento con ella y con la familia, intentando
reducir la conflictiva familiar.

Nuestra línea de actuación básica ha sido, y sigue siendo, el establecimiento de


una alianza terapéutica que proporcione a la paciente un marco estable donde
encontrar ayuda siempre que la ha precisado, abordar su pensamiento
ambivalente, intentar mejorar el control sobre sus emociones y el control de los
impulsos así como ayudarle a conectar las acciones y los sentimientos,
haciendo especial hincapié en las conductas autodestructivas.

ANEXO TEORICO DSM V.

El trastorno límite de la personalidad, borderline (abreviado como TLP),


también llamado limítrofe o fronterizo, es definido por el DSM-IV (DSM-
IV 301.831) como «un trastorno de la personalidad que se caracteriza
primariamente por inestabilidad emocional, pensamiento extremadamente
polarizado y dicotómico, impulsividad y relaciones interpersonales caóticas». El
perfil global del trastorno también incluye típicamente una inestabilidad
acusada y generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de
la conducta, así como del sentido de identidad, que puede llevar a periodos
de disociación.2 Se incluye dentro del grupo B de trastornos de la personalidad,
los llamados «dramático-emocionales». Es, con mucho, el más común de los
trastornos de la personalidad.3
El término borderline para referirse al trastorno está ampliamente extendido,
incluso en idiomas distintos al inglés. Fue usado por primera vez en 1884, por
el psiquiatra C. Hughes, y posteriormente por el psicoanalista Adolph Stern en
1938 para caracterizar afecciones psiquiátricas que superaban la neurosis pero
que no alcanzaban la psicosis (muchos autores califican los síntomas del TLP
como pseudopsicóticos). Bajo esta concepción se establecía un continuo
gradual entre uno y otro extremo, situándose el trastorno en el «límite».
El concepto formal de trastorno límite de la personalidad es relativamente
nuevo en el campo de la psicopatología. No apareció en el Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales (DSM) publicado por la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría hasta 1980 (DSM-III). Es a partir de ahí, una vez
logrado el estatus oficial de «trastorno de la personalidad», cuando se dispara
el interés por esta patología. Esto se logró tras grandes controversias y
disputas iniciadas en los años 1970. La nomenclatura oficial y criterios
diagnósticos se acordaron mediante compromisos entre los diferentes modelos
y atendiendo a datos empírico-descriptivos. Con esta definición se dejó atrás
definitivamente la idea anterior de la afección como un fenómeno que
fluctuaba entre la neurosis y la psicosis para constituir un cuadro con entidad
propia y no un límite de un continuo entre otros dos.
Donde se relatan las aventuras domésticas de
Pedro y Daniela...

Cuando pensamos en violencia doméstica o en abuso, nos imaginamos una escena


estereotipada de una mujer y niños golpeados. Ciertamente ésta es una de las manifestaciones
más crueles del abuso, pero no la única.

Material clínico.
La señora Daniela, 43 años, clase media, administrativa en institución bancaria, se asiste
terapéuticamente desde tiempo atrás, dentro de un dispositivo de intervención familiar de
mandato judicial, por un trastorno de angustia - reactivo a abuso emocional en el marco de un
proceso de violencia doméstica – que acompaña a un síndrome depresivo mayor; éste se
caracteriza por: marcado descenso del humor – con inhibición psíquica y motora – vivencia
culposas, equivalentes psicosomáticos y sentimientos de desesperanza.
El referido proceso tiene como co-actor a su compañero Pedro, 41 años, y está caracterizado
por un conjunto de conductas de acoso y controladoras que desencadenan daño psicológico a
su esposa y al grupo familiar, que se explicitan como: alto monto de angustia, sentimientos de
temor y afectan su autoestima y cuyo fin principal es el ejercer poder, control y dominio.
En la valoración psicopatológica de Pedro – que se da en el marco de un patrón de
desconfianza y suspicacia vincular - se destaca la forma de tratar a la familia: desconfía
excesiva e injustificadamente, pensando que le van a hacer daño o a explotar
económicamente; duda de la lealtad de la misma hasta cuestionarse la fidelidad de su pareja;
aparecen proyecciones celotípicas, prejuicios sexuales e ideas de referencia hacia la hija
adolescente de su compañera que le producen hostilidad, irritabilidad y ansiedad.
La conflictiva familiar gira en torno a la violencia y las dificultades para el manejo psico-
afectivo de las experiencias traumáticas generadas por Pedro mediante el maltrato psicológico
inferido al núcleo, con los ya referidos sentimientos de temor.
El abordaje terapéutico trabajó sobre: espacio de contención y asesoramiento de la patología
planteada, regulación de la autoestima, capacidad de tránsito por situaciones de duelo y
cambio, niveles de actuación.
Dada la situación clínica del grupo familiar – con reagudización de la conflictiva interna de
violencia, ansiedad e incertidumbre que obstaculiza su funcionamiento afectivo, vincular y de
pensamiento – resultó necesario y urgente orientar a ambos a asistencia médica
especializada, concomitante a proceso psicoterapéutico y establecer como medida inmediata
acciones judiciales que posibilitaron la reversión de la situación planteada.
Algunos aportes:
Del proceso clínico de la pareja, se infiere como conclusión de que hay una interacción
compleja o una combinación de factores que llevaron al comportamiento violento.
Estos factores incluyen:
-La Sociedad y su estructura; los prejuicios, estereotipos y mitos acerca del matrimonio, la
familia, el papel del hombre y la mujer que reflejan el sentir de la cultura refuerzan la dinámica
de la violencia. La sociedad patriarcal consideraban a los hombres como dueños y señores de
sus esposa e hijos y las leyes apoyaban esto. Hoy día en muchos países y culturas continúa esta
creencia sin variación, con la consecuente marginación y maltrato a la mujer y los niños.
-Historia familiar de Violencia. Los estudios reflejan que la Violencia engendra violencia: el 90%
de las madres de niños abusados fueron a su vez abusadas sexualmente en su infancia; un 87%
de los niños son testigos del abuso marital, de estos un 60% se hacen abusadores, y de los
niños que además de vivenciar el ambiente de maltrato familiar, fueron también abusados por
sus padres, un 73% llega a convertirse en abusador.
-Personalidad abusiva y controladora de Pedro. El hombre violento tiene una pobre opinión de
sí mismo que proyecta en su víctima para inflar su ego, es narcisista, por lo cual, se torna
utilitario y asfixiante en las relaciones cercanas, no tolerante, celoso, posesivo, ansioso ante la
separación, necesita a la esposa para valorarse y autodefinirse. Sufre de aislamiento
emocional, que actúa de coraza a la vulnerabilidad de su yo. Niega el dolor y daño que
ocasiona a la esposa e hijos de los que abusa ya que es incapaz de empatía. Aunque hay casos
de mujeres que maltratan, la data refleja que es el hombre quien en un 95% de los casos actúa
como perpetrador, pasando su esposa e hijos a ser sus víctimas.
-El abuso busca ejercer dominio y control, proyectar la culpa, corregir el comportamiento.
Refleja una conducta aprendida ante el conflicto que sirve para descargar tensión, canalizar los
sentimientos de inadecuación y minusvalía del perpetrador y evitar o resolver el conflicto de
poder e intereses.
-Exposición a la violencia en los medios de difusión (televisión, radio); uso de drogas y/o
alcohol; presencia de armas de fuego en la casa.

Resulta necesario que el profesional de la salud mental conozca sobre ésta problemática, sus
causas, tipos y secuelas para que pueda ofrecer una intervención acorde a las necesidades de
las personas que sufren a consecuencia de la Violencia doméstica.

ANEXO VIOLENCIA DOMESTICA.

¿Qué es la violencia doméstica?

Violencia doméstica es toda acción que busca limitar sistemáticamente el libre


ejercicio o goce de los derechos humanos de una persona, ejercida por otra
persona con la que tenga o haya tenido un vínculo afectivo, ya sea noviazgo,
matrimonio, concubinato o parentesco.

Son manifestaciones de la violencia doméstica:

La violencia física, que daña la integridad corporal de una persona.

La violencia psicológica o emocional, que busca degradar a la persona,


perturbar o controlar sus actos, creencias o decisiones, mediante la
humillación, intimidación, aislamiento o cualquier otro medio que afecte su
estabilidad psicológica o emocional.

La violencia sexual, que impone comportamientos sexuales a una persona


mediante el uso de la fuerza, intimidación, coerción, manipulación, amenaza o
cualquier otro medio.

La violencia patrimonial, que coacciona la autodeterminación de otra persona,


por medio del daño, pérdida, transformación, sustracción, destrucción,
ocultamiento o retención de bienes, instrumentos de trabajo, documentos o
recursos económicos.
LOS DERECHOS HUMANOS EMPIEZAN POR CASA

En nuestro país muchas mujeres, niñas, niños y adolescentes son víctimas de


violencia doméstica. Tal vez por miedo, por creer que es una conducta
“natural” o por creer que esa es una forma del amor, no dicen nada. Conocer la
realidad de la violencia doméstica es el primer paso para poder cambiarla.
Tenemos derecho a una vida sin violencia.

TODAS LAS FORMAS DE VIOLENCIA DOMÉSTICA CONSTITUYEN UN


ATENTADO CONTRA LA DIGNIDAD Y LA LIBERTAD.

Es violencia doméstica cuando:

Te pegan, golpean, empujan, pellizcan, tiran del pelo.

No te dejan decidir, te controlan, te persiguen, te celan, te amenazan.

Te obligan a tener relaciones sexuales.

Te esconden tus documentos, el dinero, tus cosas.

Te obligan a alejarte de tus seres queridos.

Te degradan, te desvalorizan, te insultan.

Por la Ley Nº 17514 de Violencia Doméstica quien vive esta situación tiene
derecho a:

Realizar la denuncia por violencia en la seccional policial de su barrio, en la


Comisaría de la Mujer o los Juzgados correspondientes (en Montevideo Juzgado
Especializado en Violencia Doméstica y en el interior Juzgados Letrados)

Que un juez o una jueza intervenga de inmediato e informe a la persona


denunciante su resolución.

Que se tomen medidas de protección para la quien vive la situación y su


familia. Por ejemplo: el retiro del agresor de la casa, prohibición de acercarse y
comunicarse durante un plazo determinado.

Que se resuelva una pensión alimenticia provisoria.

Denunciar nuevamente cuando el agresor no respeta las medidas de protección


decididas en el Juzgado.
Lic. José González Cosimini
psicólogo
Magallanes 1484/ 203 e-mail: gcosimini@gmail.com tels. 2409 6235 2311 8370 094 558177
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