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Poemas de Autores Guatemaltecos

1. Animal que despierta de Ana María Rodas


Soy la gata que camina dentro de mí conmigo las leves zarpas afelpadas He
bajado por el río conservando el gusto por la caza los ambiguos maullidos

Cuando cierro los ojos atravieso los siglos

Las arenas le dieron el color a esta piel suave que esconde una flor mojada entre
las fauces el oro egipcio se ve reflejado en la pupila de esta gata que demasiadas
veces recuerda su verdadera condición de fiera

La Reina de Saba habría dado la mitad de sus tierras por tener estas garras

2. Al final de la montaña de Alan Mills

Erguido.
Parapetado a ras del cielo.
Las piedras rojas de la cumbre encaminan pequeñas misericordias.
Un racimo de lluvia pretendió rebelarse, sus compañeras en marabunta lo
condujeron con gravedad hacia abajo.

Mojó piedras negras.

Rapiña, carroña, qué más da; en la cima se ve igual, da lo mismo.


Parvadas de halcones señorean los litorales.
Nubes desdentadas humedecen, no aguantan la risa; rostros que orientan hacia el
fondo.

Un coyote acecha con lascivia; el deseo es ver correr sangre en sus tripas
sedientas.
Insectos.
Relámpagos de gozo, la agitación intensa de una rata en el momento justo que el
veneno le devora agriamente las entrañas.
3. En invierno, una mañana de Otto Rene Castillo
Juntos hemos despertado esta mañana de febrero, y nos ha sorprendido tanto el
nupcial andar de las horas, que ambos exclamamos, ¡está nevando recio! Y luego
sonreím0s un beso.

Ha nevado toda la noche, dices, y seguirá nevando en mí toda la vida. El invierno


comienza a envejecer y suavemente bella es su blancura, pero ya nunca, será
bella para mí la nieve, si con ella se acerca un solo segundo tu partida.

Tu rostro es, entonces, más hermoso que nunca y a él cae, hondamente mi


ternura, esta mañana de febrero, en la ciudad nevada de Berlín.

4. Como alguien desesperadamente solo de Margarita Carrera


Como alguien desesperadamente solo sentado en el banco de una plaza.

Como quien se ha detenido en su indivisible susto perseguido de ángeles y


demonios.

Así el poeta llora y habla con Dios como un maniático y le cuenta de la sangre y
del alba.
Habla con los sordos en su lenguaje mudo y con las ratas miserables de la ciudad
ensangrentada.

5. Rojo el color de la memoria de Roberto Monzón


La tierra giem sin parir más dioses los dioses tienen su pedestal tirado los tronos
están llenos de ceniza y la ceniza manchada de blanco.

La esperanza perdió sus colores los colores ya no son tornasolados en su agonía


mueren degollados por el gris plomizo de la muerte.

Roja la memoria del odio resguarda las causas perdidas del amor desesperado y
ríe con la risa destemplada del recuerdo.

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