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David Bravo del Río-- antropología del desarrollo-- grupo tardes

Revolución verde; de dónde viene lo que comemos

Cuando uno mismo se dirige a realizar al compra, se puede observar cierta homogeneidad
en la sección de frutas y verduras; recientemente, la cuestión del aumento de ideas sobre
veganismo y los cultivos ecológicos, hace replantear, en qué medida están en lo cierto y si
debemos entonces replantear todo el sistema alimentario en el que nos basamos, seria
necesario pensar sobre el origen de nuestra alimentación y lo que representa, no solo para
nosotros mismos sino también para quienes producen dichos alimentos, los cuales en el
caso de las ciudades al menos, parce que dependen de los grandes distribuidores, lo que
significa grandes empresas multinacionales y eso implica dudas en su proceso. Si nos
basamos en la promesa del discurso del desarrollo, que se ha promovido desde los años
40 y se ha encargado de un discurso que implica un mundo materialmente imposible de
un creciente consumismo, dónde es importante el beneficio económico por encima de los
costes sociales, en el que también el crecimiento económico seria infinito; supondría una
cantidad de consumo de materias primas que deja una huella ecológica tras de sí,
insostenible para cualquier país y aún menos realista a nivel mundial; la creencia que
todos los países pueden llegar a alcanzar dicho desarrollo, ha creado una
conceptualización entre el primer y tercer mundo, formado éste último, por países que
desde occidente, se consideraba que sólo podrían salir de ese estado subdesarrollado a
través de la cooperación económica y transferencia de tecnología (Bretón, 2009:73).
Teniendo en cuenta que este discurso era parte de las herramientas de lucha y
competencia contra el comunismo por parte de EE.UU ante la URSS, “si los pobres no se
rescatan de la pobreza, caerán presa del comunismo” (Bretón, 2009:73), esto permitirá la
intervención de unos países sobre otros sin que se cuestione, a lo que se añadía la carrera
tecnológica en beneficio de un sistema económico que se consideraba clave para el
“bienestar”, pero incluso así, como ya se sabe, la desigualdad ha aumentado en mayor
medida. La "pobreza", entendida como una situación en la que los hogares no pueden

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satisfacer sus necesidades básicas, en términos marxistas; no es el resultado de la falta de
desarrollo, la mala tecnología o los escasos recursos, sino una manifestación normal del
mismo proceso de desarrollo económico (Yapa, 1996:69).

Hambre

Uno de los retos del desarrollo, ha sido la lucha contra el hambre en el mundo y desde la
publicación del “Ensayo sobre el Principio de la Población”, de Thomas Malthus en 1798; el
discurso maltusiano dominante ha sostenido que la pobreza, el subdesarrollo y los
patrones asociados de mortalidad y degradación ambiental pueden considerarse
principalmente como productos de la presión de la población humana sobre los medios de
subsistencia. Esto refleja el argumento central del trabajo de Malthus, que buscaba
explicar la naturaleza y el origen de la pobreza de una manera que eximía a la economía
capitalista, al sugerir que eran los comportamientos reproductivos y productivos de los
pobres los causantes de su sufrimiento material (Ross, 2003:437).

La lucha contra la pobreza y el hambre se convirtieron en metas de instituciones como


Banco Mundial o la FAO, pero después de más de 60 años, a pesar de esfuerzos para
erradicar dichos problemas, la sensación es que la exclusión y la desigualdad han ido en
aumento (Bretón, 2009:73). Desde el discurso del desarrollo, se ha estigmatizado al
llamado tercer mundo, de la mano de expertos y planificadores occidentales, los cuales
han conceptualizado a una gran mayoría de la población mundial, ubicada en un campo
caracterizado por el tradicionalismo y la aversión a la modernización, mundo calificado
como “atrasado” (Bretón, 2009:80-81), es un estigma que ha caracterizado a la gente de
estos países. Siguiendo con esta teoría maltusiana, ha servido como tópico para recurrir al
crecimiento demográfico descontrolado y la incapacidad de los países subdesarrollados
para satisfacer la demanda alimentaria, cuando realmente, la superpoblación y el hambre
son consecuencia de la desigualdad y la pobreza (Bretón, 2009:85). Culpar a los pobres de
su condición de pobreza ha sido un discurso repetido desde hace tiempo, sin tener en
cuenta las características sociales, políticas e históricas que acompañan a cada sociedad.
La idea malthusiana que hay demasiadas personas y muy poca tierra, ha sido una visión

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que, según Ross; minimizó el impacto del dominio colonial inglés para satisfacer las nuevas
demandas de los propietarios y del estado, los campesinos fueron impulsados a elevar los
cultivos comerciales que requerían las industrias británicas (Bhatia 1967:24-34; Ross,
2003:447), a medida que crecía la industrialización inglesa y la frecuencia de las
hambrunas, que habían ocurrido bajo el gobierno de la compañía de Indias Orientales, se
aceleraron bajo la administración del Raj inglés, ya que los cultivos alimentarios eran
desplazados por materias primas (Ross, 2003:448). En muchas regiones, las familias
pobres campesinas necesitan niños para ayudar en las tareas del campo; las medidas que
tomarán los estados de ajuste neoliberal, políticas sociales y medidas de planificación
familiar basadas en modelos occidentales, siguiendo el discurso desarrollista, provocan
que tener más hijos, no funcione como estrategia de supervivencia y sea otro problema
añadido (Bretón, 2009:85). El hambre es causado por la pobreza y la inseguridad, no
escasez o falta de producción; la mayoría de cultivos de cereales son destinados a
biocombustibles y alimentación animal. El mundo ya produce suficiente alimento para
nutrir entre 9 y 10 mil millones de personas, la población esperada para el año 2050, por
lo tanto la exigencia de duplicar la producción alimentaria para el año 2050 sólo es
necesaria si se da prioridad al aumento de población de ganado y automóviles en lugar de
alimentar personas que padecen hambre ( Altieri, 2012:67). La revolución verde a tratado
de venderse a sí misma a través de Borlaug, como salvador de la humanidad, , partiendo
de la premisa de naturalizar el hambre atribuido al desequilibrio entre población y la
cantidad de alimentos, pero no es así.

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Revolución verde: origen

La agricultura, como método para ayudar en la lucha contra el hambre; según la visión
capitalista y desarrollista, se ha convertido además, en un negocio y una forma de obtener
beneficios, dejando muchas veces las políticas agrarias en manos privadas. Esto ha
implicado en que se hable de agroextractivismo, debido a los grandes impactos que
produce la agricultura a gran escala, contaminando acuíferos, uso de pesticidas químicos,
pérdida de biodiversidad, deforestación, …

La Revolución Verde fue la encarnación de lo que había surgido antes en la forma del
paradigma agrícola moderno en Estados Unidos que involucra un paquete específico de
insumos compuesto por, variedades de plantas híbridas o de alto rendimiento,
mecanización, pesticidas y fertilizantes agroquímicos e irrigación y es exportado a los
países en vías de desarrollo (Otero, 2013:60).

El origen de esta agricultura, está en la llamada revolución verde, aunque ésta surgió en los
años 40, el término, seria acuñado posteriormente por William Gaud, de la Agencia de los
Estados Unidos para el desarrollo internacional, quien utilizó por primera vez el término
"revolución verde" en un discurso dado a la “sociedad para el desarrollo internacional”, en
1968 (Spitz 1987). (Yapa, 1996:76). Gaud aludió a la posibilidad de una revolución técnica
verde en la producción de alimentos para contrarrestar una revolución política roja
(comunista). En diciembre de 1969, la revolución verde fue presentada al Congreso de
Estados Unidos como una herramienta importante de la política exterior estadounidense
que proporcionó perspectivas de mercado brillantes a las industrias de pesticidas,
fertilizantes, semillas y tractores (Spitz 1987). El término es por lo tanto una construcción
política (Yapa, 1996:76). El fundador de esta “revolución”, fue Norman Borlaug, ingeniero
agrónomo de EE.UU, proveniente del estado de Iowa, ejemplo de la agricultura industrial
de lógica mercantil. Tras la 2ª guerra mundial, tenía la esperanza de exportar dicho modelo
de agricultura al denominado tercer mundo.

Siguiendo con la idea de trasladar el desarrollo a países considerados como pobres, con el
modelo occidental, como el modelo ideal a seguir para alcanzar dicho objetivo; "desarrollo

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económico", se refiere a los esfuerzos por mejorar los "niveles de vida", a través de un
nivel cada vez mayor de producción y consumo de bienes y servicios materiales, el
término, revolución verde, surge de una historia sobre semillas mejoradas y agricultura
moderna (Yapa, 1996:70).

Borlaug, crea en el Norte de México, el “centro internacional para mejoramiento de maíz y


trigo” (CIMMYT), aunque más interesados realmente en el maíz, por ser un elemento de
mercado, mientras que en México, se trataba de un cultivo campesino. Con la financiación
de la Fundación Rockefeller, la cual muestra su interés en los países en desarrollo y su
visión general del papel de la agricultura será importante para la investigación de
mejoramiento de trigo y maíz llevada a cabo por Norman Borlaug, que será conocido
como el comienzo de la revolución verde en México. La historia mexicana se remonta, sin
embargo, a la década de 1930, cuando el Ministerio de agricultura en México durante los
años progresistas del Presidente Cárdenas (1935-40), inició un programa de investigación
científica para mejorar el maíz, el principal elemento básico de los campesinos. La
característica central de la reforma agraria de Cárdenas, fue la ruptura de tierras
inmobiliarias en unidades comunales llamadas ejidos, entre 1930 y 1940; el número de
trabajadores sin tierra disminuyó del 68% al 36% de la fuerza de trabajo rural (Hewitt de
Alcántara, 1976:4) y la migración fuera del campo "registró su menor tasa en los últimos
50 años "(Unikel, 1975:534). (Ross, 2003:442). Cárdenas, sería sucedido como Presidente
por el conservador Ávila Camacho, cuyo ascenso fue debido a la creciente presión de los
Estados Unidos. Una de las presiones estadounidense hacia Cárdenas no fue sólo su
política de reforma agraria, sino también la nacionalización de los intereses petroleros
extranjeros (de la fundación Rockefeller). Las presiones agrarias provocaron una reversión
del programa Cárdenas en la redistribución de la tierra (Ross, 2003:443). Durante la
década de 1940, con la ayuda de la Fundación Rockefeller, se inició un nuevo programa de
investigación agrícola, centrándose en las variedades híbridas de trigo irrigado para los
cultivadores comerciales a gran escala del noroeste de México (Yapa, 1996:81). En lugar de
dar prioridad a la cuestión de la seguridad de subsistencia, se centró en el lado técnico de
la agricultura y se favoreció a la minoría de agricultores mexicanos que eran

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principalmente productores de trigo, en contraste con la gran mayoría de los campesinos
que eran cultivadores de subsistencia de maíz (Fitzgerald 1986) y que continuaron
cultivándolo "utilizando técnicas rudimentarias, pocos insumos y variedades tradicionales
de semillas (Ross, 2003:444). La agricultura campesina, ha sido considerada como
atrasada e improductiva en el contexto de una economía de mercado (Ross, 2003:440),
por lo que se suponía esta “revolución”, significaría una mejora en las condiciones
agrícolas de países “subdesarrollados”, implica una concepción diferente sobre lo que es, o
debería ser la agricultura. El ejemplo de México será precedente para la creación de otras
instituciones como el Instituto Internacional de investigación del arroz (IRRI), fundado en
Filipinas en 1960 con la financiación de las fundaciones Ford y Rockefeller, la concepción
de la investigación agrícola en IRRI fue simple, centralizada y productivista; según
Anderson et al. (1980:7-8) (Yapa, 1996:81).

Efectos de la revolución verde

Esta “revolución”, consistía en un “paquete tecnológico”, no sólo las semillas, sino


también los insumos que éstas precisan para su cultivo. Las semillas “mejoradas” en
laboratorios, buscaban realmente la productividad, no eran mejores que las
convencionales (más resistentes al clima y las plagas), estas variedades del rendimiento,
rinden sólo en determinadas condiciones. Ese modelo no era sostenible, debido al
agotamiento en los suelos donde se aplicaban, eran semillas con alta vulnerabilidad,
pensadas solo para obtener alta productividad, debido a esto, era necesario, la aplicación
del “paquete, consistente en fertilizantes químicos y pesticidas en un contexto de
monocultivos; a lo que se añade además, el elevado precio del mismo, que al mismo
tiempo conlleva a la ruina de pequeños y medianos agricultores. La compra de insumos
(semillas, fertilizantes, pesticidas y combustibles) es una importante fuente de gasto para
estos campesinos, con el aumento de los precios del petróleo y los recortes de las
subvenciones para insumos (en el marco de la reestructuración económica), los costos
agrícolas se dispararon (Yapa, 1996:75), son las agroindustrias y los grandes propietarios
de tierras los que se lo pueden permitir y terminan expulsando a las familias campesinas

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de las tierras. Los Estados Unidos se beneficiaron como proveedor de insumos agrícolas y
como principal fuente de granos alimentarios para el tercer mundo (Ross, 2003:440).

Las consecuencias que se producen debido a la introducción de estas semillas hibridas, es


la carencia de diversidad fitogenética que se necesita, la gran mayoría del origen de estas
semillas está en el Sur global, pero en cambio las patentes están en el Norte; N. Vavilov,
genetista ruso, durante años 30, 40, recogió muestras de cultígenos por todo el mundo,
demostrando que la mayoría de diversidad fitogenética procedía de áreas geográficas
concretas, coincidiendo con asentamientos de las grandes civilizaciones (Mesoamérica,
andes, Egipto, Mesopotamia,…), como resultado de miles de años de investigación y
evolución. (Los Andes son el grupo genético más rico para patatas, estimados por
genetistas para contener 2000-3000 variedades. Los agricultores poseen sistemas
altamente desarrollados para clasificar las patatas que les han permitido observar,
seleccionar y propagar muchas variedades sobre áreas grandes, diversas y montañosas.
Yapa, 1996:80).

se habla entonces de derechos de propiedad intelectual o “bioprospección”, recaen los


derechos sobre semillas del provenientes del tercer mundo, este patrimonio fitogenético
se ve amenazado por las corporaciones y sus monocultivos. Los gran beneficiados fueron
los grandes cultivadores, que adoptaron más rápido la “tecnología” y recibieron más
ayudas de los estados; el aumento de la producción, hace bajar los precios, mientras que
los pequeños productores no pueden competir. Esto implica también los caros insumos
que los campesinos deben adquirir, mientras que los beneficiados por esto, serán las
productoras transnacionales de estos insumos, provocando una dependencia del Sur,
respecto a los flujos financieros del Norte (Bretón, 1999:86-89).

Se impondrá un número reducido de especies hibridas, que provocara erosión genética,


(en la India en los años 40, se cultivaban 3000.000 subespecies de arroz, en los años 90,
sólo quedaban 50, en Egipto, según el centro Vavilov, en los años 90, sólo una). Esta
homogenización genética se deriva en monocultivos (palma aceitera en Indonesia, piñas

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en Hawái, caña en Brasil, algodón de EE.UU, …), los monocultivos genéticamente
homogéneos cubren el 80% de las 1.500 millones de hectáreas de tierra cultivable (Altieri,
2012:66), los cuales son más vulnerables y dependientes de pesticidas, por no mencionar
que más de la mitad de la producción es empleada para alimentación de ganado y
agrocombustibles, relacionado con el mayor empobrecimiento de los suelos. El crear estas
especies más vulnerables, se cree, sería posible contener las plagas con productos
químicos, los pesticidas como selector natural, lo que provoca que su uso se haya
multiplicado desde su implantación, su uso será ineficiente y el coste de estos insumos,
superior al valor de los productos y al mismo tiempo con multitud de daños colaterales en
el medio ambiente y la salud humana.

Los pesticidas están en relación con las armas químicas, contienen partículas neurotóxicas
en baja concentración; los efectos provocados en la salud se han asociado en tipos de
cáncer, casos en poblaciones y campesinos afectados sobre todo en el tercer mundo,
donde no disponen de medidas de protección en el empleo de éstos, ni seguridad en el
trabajo debido a las malas condiciones; son asociados también a la fertilidad, el efecto
resultante del uso de químicos, ha sido realmente dañar más todavía la agricultura
(destruyen microorganismos rizobia del suelo que fijan el nitrógeno al suelo). El primer
estudio serio sobre los efectos de los químicos fue en 1962, por Rachel Carson, bióloga,
que realiza investigación en años 50, detecta que las fumigaciones masivas son causa del
exterminio de aves. En los últimos 20 años, se ha relacionado también con la muerte de
abejas por estas fumigaciones, abejas que son principal agente polinizador del 70% de
especies de plantas, al mismo tiempo que se han detectado restos de hasta 30 químicos
diferentes en mieles analizadas.

Los fertilizantes químicos empleados en los cultivos, son los responsables de la


contaminación del suelo y acuíferos, con los consiguientes perjuicios para la salud
humana. Su uso masivo produce CO2, perjudicial para la atmosfera. En Estados Unidos, el
fertilizante agrícola se basa en productos petroquímicos y el estiércol de ganado se
desperdicia y termina contaminando las aguas subterráneas y causando la eutrofización de
ríos y lagos (Ross, 2003:454). La cantidad de fertilizantes nitrogenados utilizados por

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tonelada métrica de alimentos a principios de la década de 1990 fue entre 3,5 y 4 veces la
cantidad utilizada en 1961 (Yapa, 1996:75). Su fabricación y distribución también es un
problema de seguridad ya que los nitratos para cultivos son empleados para fabricación de
bombas.

De un modo casi paternalista, en la agricultura mexicana, se privilegiaría a la agroindustria,


enseñándoles el camino a seguir con la introducción del paquete tecnológico de las
semillas hibridas. Se convierte a los alimentos en mercancía, pero siempre habrá gente
que no pueda pagar, los productores de monocultivos se vuelven dependientes (países
que se convierten en importadores de alimentos y exportadores de productos que han
desplazado a dichos alimentos, como algodón o soja), el alimento se convierte en algo
especulativo. Esto se va a repetir constantemente, el aumento de la productividad a pesar
de todos los daños colaterales y no se evita el hambre estructural. La producción aumenta
rendimientos en maíz y soja por hectárea en los inicios, pero no se dice que a largo plazo,
el resultado es desolador; el paquete de productividad es insostenible por ir asociado a
estos monocultivos que empobrecen los suelos y la producción llega a un punto de
estancamiento, provocando la caída de la producción ante la desesperación de los
productores que como solución, doblan el uso de fertilizantes y aceleran todavía más el
proceso de empobrecimiento.

El perfil de esta agricultura se concentra sobre todo en la mejora de la productividad de


las operaciones a gran escala; especializadas en un solo cultivo y que son a la vez,
intensivas en el uso de capital y no tanto de mano de obra, por lo tanto, la mayoría de los
cultivadores campesinos y pequeños agricultores en países en vías de desarrollo han sido
considerados como “ineficientes”, no cuentan con la capacidad financiera para adoptar
este modelo de agricultura moderna (Otero, 2013:62). Ha sido empleada en sentido
empresarial y mercantilista de las grandes industrias y no según intereses de pequeños
campesinos que han tenido que abandonar la agricultura en muchos casos por terminar
arruinados incluso en países occidentales.

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Transgénicos

La continuidad de esta tecnología agrícola, será llamada 2ª revolución verde, apodada por
propagandistas de los transgénicos, afiliados ideológicamente con la primera. Parten de la
episteme de ésta primera, con la diferencia que se dispone de herramientas más agresivas
que su predecesora; antes era la hibridación, la artífice de diferentes variedades de una
misma especie de cultivo, pero será con la biología molecular, que se inserta en una planta
material genético de otras especies (incluso animal).

La biotecnología en general y los cultivos transgénicos en particular fueron enarbolados


como tecnologías milagrosas, pero el hecho es que muchos cultivos transgénicos ni
siquiera están dirigidos al consumo humano directo, se venden en los mercados globales
como materias primas para producir alimento para ganado, biocombustibles, aceite de
cocina y edulcorantes entre otros productos; son cultivados en gigantescas operaciones
industriales de monocultivo (dos terceras partes de la producción alimenticia global
cultivada con biotecnología), como la soja, el maíz (una cuarta parte de la producción
global), el algodón y la colza (Otero, 2013:51).

El modo capitalista de producción de cultivos de alimentos no es el más adecuado para


satisfacer las necesidades humanas ni tampoco el más sostenible en términos ecológicos o
social. La inflación de precios de los alimentos a escala global pone toda su fe en la
biotecnología y en los transgénicos. Esta tecnología es vista una y otra vez como la
solución necesaria para la crisis alimentaria (Paarlberg, 2008, Lee, 2008; Harvey y Parker,
2008, Otero, 2013:65). Según esta teoría capitalista, el hambre mundial podría ser
erradicada en los países pobres sólo con mayores rendimientos, cultivos más eficientes y
menos costosos, y presuntamente los transgénicos podrían cumplir con esto (Otero,
213:65).

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Reformas neoliberales

Para comprender esta ideología neoliberal, se necesita comprender el contexto histórico y


los factores que influyeron en la introducción de esta nueva tecnología para la
agroindustria. El neoliberalismo, es un paradigma teórico de reformas para mejorar la
economía mundial, según D. Harvey, plantea que es una ideología o proyecto político con
el objetivo de restaurar y ampliar privilegios económicos y acumulación de riquezas de una
minoría, la burguesía, para restablecer su poder. Dicho poder había disminuido en la
época de la posguerra con el keynesianismo, por cuanto éste había conferido un mayor
poder adquisitivo a las clases obreras durante esa época, también llamada fordismo
(Otero, 2013:53).

En el año 1973, la crisis del petróleo con muchos países en situación de endeudamiento,
no hizo sino agravar su situación; en el caso de América Latina, países bajo regímenes
militares, contratan créditos del exterior, favorables en principio por los beneficios de
exportaciones de materias primas, la situación política en ese contexto implica corrupción
y la construcción de grandes infraestructuras con grandes presas hidroeléctricas en
Paraguay o Brasil. La bajada de ingresos en estos países de tendencia monoexportadora
por depender de fluctuaciones del mercado, provoca mayor endeudamiento. En los años
80, suben los tipos de interés (con la llegada de Reagan al gobierno de EE.UU), este
aumento de interés significa aumento de la deuda en países con imposibilidad de pagar y
menos los créditos que habían solicitado y continúan solicitando, situación que ha sido
criticada por el momento político en el que se había producido y cómo se ha inflado
artificialmente por intereses compuestos.

En los años 70, ya se veían señales de lo que vendría, con el gobierno de Nixon en EE.UU,
quien acaba con el patrón oro por el valor del dólar según mercados internacionales,
siguiendo propuestas del economista M. Friedman, de la escuela de economía de Chicago,
siguiendo la teoría neoclásica, con una visión ortodoxa de ésta, con la consigna del “homo
economicus” guiado por la avaricia, tratando de deslegitimar al keynesianismo con libros
de divulgación y consignas por los cambios que propone.

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En el año 73, con el golpe de estado en Chile de Pinochet, se puede hablar de la creación
del laboratorio del neoliberalismo, porque no había oposición política ni nada que se
opusiese a las medidas económicas tomadas por los llamados “chicago boys”, discípulos
precisamente de M. Friedman, quienes privatizaron las pensiones entre otras medias,
provocando caída del PIB, salarios y aumentando la desigualdad social.

Entre las propuestas de esta corriente de Friedman, se encuentran los recortes al gasto
público, ideas de austeridad, desregularización del mercado, privatización, la idea del
estado es ineficiente. Hay contradicciones también por parte de estos economistas entre
lo que se dice y lo que se hace, no están de acuerdo con la intervención del estado en los
mercados pero sí en sus intereses en casos de crisis. Según Friedman, en su retórica sobre
mercado competitivo, será más efectivo cuanto menos regulado, lo que favorecerá a
oligopolios, se concentran precios de compra venta y expulsan competidores que terminan
por ser casi monopolios.

el Estado continúa teniendo un papel central para favorecer a las agroempresas


multinacionales en la producción y distribución de alimentos. El mercado está constituido
en gran parte por estados que también despliegan unas mínimas reglas del juego del
mercado y legislan los derechos de propiedad intelectual, fundamentales para el
desarrollo de la biotecnología. Es el Estado el que produce la regulación, una serie de
acuerdos internacionales y de legislación nacional que impone la agenda neoliberal, las
grandes agroempresas multinacionales son los actores económicos centrales y la
biotecnología como el paradigma moderno de la agricultura contenido en la revolución
verde previa (Otero, 2013:56).

Estas medidas de desregularización, abrieron las puertas a los cultivos transgénicos


impulsados por grandes empresas, como la estadounidense Monsanto, que en sus
orígenes fue una empresa química (patente del agente naranja empleado en la guerra de
Vietnam), posteriormente de agroquímicos y biotecnología, impulsora también de los
transgénicos, encabezados por la soja, que supuestamente serían más resistentes a plagas

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y necesitarían menos insumos, con una productividad ayer, pero nuevamente es algo que
no sólo no se cumple sino que empeora la situación.

Soja transgénica

Un ejemplo para observar la expansión de los cultivos transgénicos es el caso producido en


Argentina en los años 90 y las consecuencias sociales y medioambientales derivadas por el
cultivo masivo de soja transgénica y el uso de agroquímicos ligados a dichos cultivos, en
teoría resistentes a herbicidas. El gobierno adopta las “recomendaciones” de las
instituciones financieras internacionales; en el sector agrícola, esto se traduce en la
eliminar de medidas reguladoras y el levantamiento de barreras arancelarias para la
importación y exportación (Teubal, Domínguez y Sabatino, 2005; Lapegna, 2014:234). La
expansión de la soja transgénica en Argentina, fue acompañada por un crecimiento en
paralelo del uso progresivo de agroquímicos (Benbrook, 2005; Domínguez y Sabatino,
2010; Pengue, 2004; Vitta, Tuesca y Puricelli, 2004; Lapegna, 2014:235). Estos cultivos eran
destinados como forraje o insumos para la industria agroalimentaria y por lo tanto se
desplaza la producción de alimentos para consumo humano (Teubal, 2008; Lapegna,
2014:235).

Fueron muchos terratenientes quienes se asociaron con empresarios de otras provincias


para producir soja, desplazando a poblaciones campesinas y despojando a muchos de sus
tierras. En sólo unos años, el área cultivada con soya en Fontana creció de 250 hectáreas
en 1999-2000 para llegar a una superficie de cerca de 9 mil hectáreas en 2002-2003
(Sapkus, 2002; Lapegna, 2014:236), al mismo tiempo que estas mismas familias
campesinas comenzaron a percibir los efectos negativos del uso de agroquímicos en sus
propios cultivos cercanos a los campos de soja, con las consecuentes pérdidas materiales
en sus campos por los químicos y afectados en su salud, a pesar de eso, el gobierno
desestima las protestas y son los campesinos los acusados y compensados con la
oportunidad de producir ellos mismos cultivos transgénicos, supuestamente residentes a
los químicos a los que habían sido expuestos. Se ponía en evidencia desigualdades, no sólo

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materiales sino también simbólicas, ante la falta de respeto de las autoridades y la
negación de su identidad (Lapegna, 2014:243).

Lo ocurrido en Argentina, no hace sino resaltar la inseguridad alimentaria provocada por


estos nuevos cultivos que continúan la ideología de agricultura insostenible, tanto a nivel
medioambiental como social.

Problemas de agroindustria

No cabe duda que el modelo agroindustrial mantenido por esta revolución verde ha sido
más que perjudicial. El agroextractivismo ha provocado injusticias distributivas, la
depredación medioambiental, insalubridad, desnutrición y grandes desplazamientos de
poblaciones rurales hacia las ciudades, problemas derivados también por la acumulación
de tierras por parte de esta agroindustria, con la consiguiente deforestación. Un modelo
que ha generado problemas de erosión y degradación de suelos por los fertilizantes
químicos y agrotóxicos empleados, además del aumento de plagas y enfermedades,
consecuencia de la simplificación de ecosistemas derivados de monocultivos; un modelo
agroindustrial que produce entre el 11% y 15% del total de las emisiones que producen el
calentamiento global (Giraldo, 2014:152).

Esta “revolución” se equivocó al asegurar producción de alimentos abundante y segura


para todas las personas, sino también en la suposición de no carecer de agua, energía
barata y clima no cambiante, pero agroquímicos y mecanización de esta industria es
altamente dependiente de combustibles fósiles, cada vez más caros y escasos (Altieri,
20112:66). Los paisajes se cambian por monocultivos, los bosques en pastizales y animales
domésticos en máquinas de producción (Giraldo, 2014:154). La falta de mecanismos de
regulación ecológica, hace que estos monocultivos sean altamente dependientes de
pesticidas (se ha calculado en los últimos 50 años un incremento que llega a los 2,6
millones de toneladas de pesticidas al año), con el impacto que implica en el
medioambiente y la salud de las personas (Altieri, 2012:67).

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Agroecología

Debido a todos los problemas que ocasiona este modelo agroindustrial, ha sido necesario
replantear el sistema y algunos autores presentan el termino agroecología como
alternativa; que se trata en cambiar los sistemas basados en el uso de combustibles fósiles
y agrocombustibles por sistemas de agricultura campesina, la innovación local y energías
renovables, con mayor autonomía para las familias y menos dependencia de
agroquímicos; se entienden como tal, técnicas basadas en rotaciones de cultivos y
policultivos para evitar empobrecimiento de los suelos, mayor diversidad de especies de
cultivos, ciclos vitales de plagas y malezas se interrumpen; sistemas agroforestales que
controlarían microclimas y mejoran fertilidad del suelos, cultivos de cobertura como
control biológico de plagas o mezcla de cultivos y ganadería, con alto rendimiento de
producción de biomasa y reciclaje de nutrientes (Altieri, 2012:71), entre otras cualidades.
Esta iniciativa, surge de campesinos de Guatemala, debido a la necesidad de cambiar sus
sistemas productivos debido al deterioro ambiental, resultado de la revolución verde
(Holt-Giménez, 2008; Giraldo, 2014:161), surge la figura del promotor campesino, una
persona que aplica técnicas no perjudiciales en sus parcelas de tierra, basadas en saberes
y conocimientos locales, que luego difundirá entre otros agricultores para que utilicen
estas técnicas alternativas basadas en respeto a la naturaleza frente al paquete de los
transgénicos. Como ejemplo de autonomía, se puede ver en el caso de Cuba, en donde la
necesidad les obligó a la autosuficiencia mediante agroecología (tracción animal, control
biológico de plagas, biofertilizantes, …) y llegaron a producir el 65% de los alimentos del
país con sólo el 25% de la tierra, en 8 años, el movimiento llegó a abarcar casi la tercera
parte de las familias campesinas de la isla (Machín et ál, 2010; Giraldo, 2014:163-164). La
agroecología saca provecho de los recurso naturales y la contrario que los monocultivos,
hay una diversificación de los sistemas agrícolas, con mezclas de variedades de cultivos, se
intensifica así la eficiencia de los procesos biológicos como la fotosíntesis y la fijación de
nitrógeno al suelo (Altieri, 2012:70). Practicas y técnicas campesinas tienden a ser
intensivas en conocimiento y no en insumos; aunque no son todas eficaces o aplicables, se
podrían aplicar principios agroecológicos para adaptarlas a principio y necesidades locales

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(Altieri, 2012:69). La agricultura campesina podría resultar mucho más sostenible que los
sistemas comerciales intensivos de producción (Ross, 2003:455).

Se han demostrado las ventajas de proyectos basados en este modelo empleado en países
pobres iniciados en los años 90, en donde el rendimiento de la producción ha supuesto
una gran aumento en los rendimientos de la producción en comparación al sistema de
dependencia de acceso a insumos y semillas. En África, diferentes programas aplicado en
familias campesinas, generado aumento en los alimentos por diversificación de cultivos,
acuicultura para cría de peces, rehabilitación de suelos y pastos para alimento del ganado
o la adopción de variedades maduración corta que permiten dos cosechas en lugar de una,
además de sistemas agroforestales que protegen cultivos de la erosión, ha supuesto la
beneficios para 10,39 millones de agricultores y familias en 12,72 hectáreas, con un
aumento de la productividad del 116% (Altieri, 2012:74). En Asia, el sistema de
intensificación de arroz, se reduce la semilla requerida y ha supuesto un ahorro de agua de
hasta el 50%. En un estudio comparativo entre agricultores orgánicos y convencionales,
investigadores encuentran que la seguridad alimentaria fue mayor en los primeros, con
una alimentación más diversa y segura; cultivaron un 50% mas de especies que los
convencionales, menos erosión del suelo y mayor tolerancia a plagas así como mejor
capacidad de manejo de las fincas (Altieri, 2012:75). En América Latín, se vienen
implantando alternativas con la integración de cultivos, animales y sistemas agroforestales.
Las tecnologías promovidas por ONG para mejorar rendimientos por métodos
tradicionales han aumentado la producción en zonas marginales. En Brasil, familias que
han adoptado cultivos de cobertura, han reducido la erosión del suelo. El gran logro
extendido por América latina, promovido por organizaciones campesinas y ONG ha sido el
rescate de variedades de cultivos tradicionales o locales y su conservación a través de
bancos comunitarios de semillas y su intercambio en ferias (Altieri, 2012:76).

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Conclusiones

Desde que surgió la revolución verde, ha supuesto un grave problema medioambiental y


de salud; la preocupación por el medioambiente había sido nula durante mucho tiempo
debido a la idea del crecimiento ilimitado que se viene propagando desde el desarrollismo
de los años 40. No será hasta el año 72, con el “informe Meadows”, que se ponen sobre la
mesa factores de los efectos de ese estilo de vida, que de continuar manteniendo ese nivel
de crecimiento y consumismo, la humanidad se dirigía al colapso total (aumento de
contaminación, escasez de recursos, problemas de alimentación,..). el papel del sector
agrícola ha sido importante para dicho impacto, un régimen agrícola mundial que no sólo
erosiona los suelos y la biodiversidad local, sino que es insostenible para la subsistencia de
las familias campesinas y rurales de pequeñas escala; es un sector dominado por las
multinacionales y grandes empresas que acaparan grandes hectáreas de tierras destinadas
a cultivos que mantienen el sistema de insumos del que dependen más que de alimentos
necesarios para acabar con al hambre contra el que se supone fue creado este sistema
pero que en realidad, termina por aumentar la desigualdad y la pobreza; “la pobreza es
una forma de escasez inducida por el mismo proceso de desarrollo económico”(Yapa,
1996:82).

A pesar que la idea del desarrollo viene aplicando que el consumir menos implica una
pérdida, han surgido alternativas desde los años 90, con la concienciación sobre estos
problemas que se vienen observando; ideas como las aplicadas por el decrecimiento,
suponen que consumir menos es vivir mejor, se reivindica buscar otras formas de
movilidad y energía que reduzcan el impacto ecológico; en el sector agrícola, también
surgen nuevas formas de enfrentarse a las consecuencias de la llamada revolución verde;
movimientos surgidos desde organizaciones campesinas se presentan como alternativa
que proporciona base científica y metodológica para ayudar a familias rurales agrícolas a
pequeña escala, aprovechando el potencial en países del Sur y sus conocimientos evitando
la dependencia de insumos agroquímicos. Claro que no sólo requiere un esfuerzo del
pequeño agricultor, sino que requiere un esfuerzo de reconocimiento por parte también
de los gobiernos locales, quienes legislan políticas que permiten a las multinacionales de la

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biotecnología mantener la dependencia de los agricultores de éstas y sus productos; son
los gobiernos, quienes deben proporcionar incentivos y reactivar programas públicos de
investigación y desmantelar el complejo agroalimentario por estas alternativas (Altieri,
2012:81), o el desarrollo de mercados locales para venta de productos campesinos
(Lapegna, 2014:246). Se trata de un problema complejo que se bien arrastrando desde
hace tiempo y es complicado mientras continúen imponiéndose los intereses
multinacionales frente a las personas más desfavorecidas, pero todavía quedan
alternativas.

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Bibliografía

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Metropolitana, pp. 231-250.

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YAPA, L. (1996) "Improved Seeds and Constructed Scarcity", a R. Peet & M. Watts (Eds.): Liberation
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BRETON, V. (2009) “¿Continuarán muriendo de hambre millones de personas en el siglo XXI?”,


Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros 224:69-108.

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